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8 L a notable capacidad que los antiguos mexicanos poseyeron para observar los detalles de la na- turaleza quedó en parte manifiesta en los nombres que asignaron a los seres vivos. Así, se tiene que al ciempiés le llamaron petlacolcoatl (palabra náhuatl que derivó en petlacoatl y petasolcoate); es decir, aquel animal que por su forma de serpiente (coatl, serpiente), su co- lor amarillento y el fleco que for- man sus muchas patas se parece al borde de un petate viejo (petlatl, petate). Pero no sólo de amarillo se tiñe el suave cuerpo de estos animales que gustan de vivir en zo- nas húmedas y debajo de rocas o troncos, además lo puede hacer de rojo, negro, naranja, azul, verde, violeta o en combinaciones de dos o más colores. Nuestros antepasados también plasmaron la imagen del ciempiés en códices y vasijas, donde resal- taron su copioso número de patas que, junto con un par de antenas en la cabeza, el cuerpo dividido en segmentos y aplanado dorsoven- tralmente, distinguen a este grupo de artrópodos. De hecho, las razo- nes que llevaron a los científicos a clasificarlos dentro de este grupo, al que pertenecen además los in- sectos, las arañas, los alacranes, las langostas y los camarones, así como los extintos trilobites, fue porque tienen simetría bilateral, un cuerpo dividido en segmentos y protegido por un esqueleto exter- no (por tal razón, para crecer, ne- cesitan mudar su piel varias veces durante su vida), patas articuladas, así como un cordón nervioso loca- lizado en posición ventral. ¿Cien o menos patas? Curiosamente, la mayoría de las especies de ciempiés no posee cien patas. Su número varía des- de 30 hasta 372, es decir, desde 15 a 181 pares. Al nacer (lo hacen de un huevo, el cual puede estar protegido por la hembra al en- roscarse sobre él o depositado en cámaras bajo tierra), algunas es- pecies de ciempiés llegan al mun- do con una cantidad ya definida de patas y segmentos (epimórfi- cas); pero, por el contrario, otras F ABIO G. C UPUL M AGAÑA 1 los van adicionando a su cuerpo conforme se desarrollan y crecen hasta alcanzar la adultez (ana- mórficas). Pero a todo esto, ¿por qué la tradición popular escogió al número cien para dar nombre a estos animales? Es posible que la razón repose sobre nuestra primi- tiva y rudimentaria fijación aritmé- tica en todas aquellas cantidades que sean múltiplos de diez: la cifra resultante de la suma total de los dedos de las manos. No en vano, esta condición digital que nos ha llevado a contabilizar nuestra vida cultural en siglos o décadas, ha permitido que armemos tal jubi- leo ante los centenarios de fechas que señalan el inicio o consuma- ción de hechos históricos y nos ha condicionado a caer presas del pánico colectivo, ante panoramas catastrofistas que se vaticinan cada vez que el transcurrir del ca- lendario nos aproxima a una cifra entera de base 10. Y ya que hablamos de seres con numerosas patas, nos viene a la mente la imagen de los mil- piés, animales que junto con los Detalle de la lámina 47 del Códice Borgia, donde se aprecian imágenes míticas del ciempiés. En el recuadro izquierdo se observa un quilópodo emergiendo de la boca de una deidad.

El Ciempies

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  • 8la notable capacidad que los antiguos mexicanos poseyeron para observar los detalles de la na-turaleza qued en parte manifiesta en los nombres que asignaron a los seres vivos. as, se tiene que al ciempis le llamaron petlacolcoatl (palabra nhuatl que deriv en petlacoatl y petasolcoate); es decir, aquel animal que por su forma de serpiente (coatl, serpiente), su co-lor amarillento y el fleco que for-man sus muchas patas se parece al borde de un petate viejo (petlatl, petate). pero no slo de amarillo se tie el suave cuerpo de estos animales que gustan de vivir en zo-nas hmedas y debajo de rocas o troncos, adems lo puede hacer de rojo, negro, naranja, azul, verde, violeta o en combinaciones de dos o ms colores.

    nuestros antepasados tambin plasmaron la imagen del ciempis en cdices y vasijas, donde resal-taron su copioso nmero de patas que, junto con un par de antenas en la cabeza, el cuerpo dividido en segmentos y aplanado dorsoven-tralmente, distinguen a este grupo

    de artrpodos. de hecho, las razo-nes que llevaron a los cientficos a clasificarlos dentro de este grupo, al que pertenecen adems los in-sectos, las araas, los alacranes, las langostas y los camarones, as como los extintos trilobites, fue porque tienen simetra bilateral, un cuerpo dividido en segmentos y protegido por un esqueleto exter-no (por tal razn, para crecer, ne-cesitan mudar su piel varias veces durante su vida), patas articuladas, as como un cordn nervioso loca-lizado en posicin ventral.

    Cien o menos patas?curiosamente, la mayora de las especies de ciempis no posee cien patas. su nmero vara des-de 30 hasta 372, es decir, desde 15 a 181 pares. al nacer (lo hacen de un huevo, el cual puede estar protegido por la hembra al en-roscarse sobre l o depositado en cmaras bajo tierra), algunas es-pecies de ciempis llegan al mun-do con una cantidad ya definida de patas y segmentos (epimrfi-cas); pero, por el contrario, otras

    F A B i o g . c u P u l m A g A A 1

    los van adicionando a su cuerpo conforme se desarrollan y crecen hasta alcanzar la adultez (ana-mrficas). pero a todo esto, por qu la tradicin popular escogi al nmero cien para dar nombre a estos animales? Es posible que la razn repose sobre nuestra primi-tiva y rudimentaria fijacin aritm-tica en todas aquellas cantidades que sean mltiplos de diez: la cifra resultante de la suma total de los dedos de las manos. no en vano, esta condicin digital que nos ha llevado a contabilizar nuestra vida cultural en siglos o dcadas, ha permitido que armemos tal jubi-leo ante los centenarios de fechas que sealan el inicio o consuma-cin de hechos histricos y nos ha condicionado a caer presas del pnico colectivo, ante panoramas catastrofistas que se vaticinan cada vez que el transcurrir del ca-lendario nos aproxima a una cifra entera de base 10.

    Y ya que hablamos de seres con numerosas patas, nos viene a la mente la imagen de los mil-pis, animales que junto con los

    Detalle de la lmina 47 del cdice Borgia, donde se aprecian

    imgenes mticas del ciempis. En el

    recuadro izquierdo se observa un quilpodo

    emergiendo de la boca de una deidad.

    jramirezTypewritten TextCitar como: Capul Magaa, F. G. 2010. El ciempis: Un bicho que se parece al borde de un petate viejo. CONABIO. Biodiversitas, 88:8-11

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    jramirezTypewritten TextEL CIEMPIS: UN BICHO QUE SE PARECE AL BORDE DE UN PETATE VIEJO

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  • 9ciempis, los paurpodos y los snfilos, se agrupan en la super-clase de los myriapoda. por lo comn, los paurpodos y snfilos pasan inadvertidos para la gente por su diminuto tamao, no as los milpis, cuyo cuerpo cilndrico, grandes dimensiones y, por su-puesto, innumerables patas, cau-tivan nuestra atencin. pero entre los milpis y los ciempis existen grandes diferencias que van ms all de la cantidad de extremida-des. los primeros ostentan cuatro pares de patas en cada segmento del cuerpo, en lugar de las dos de los segundos; detalle anatmico que permite clasificarlos dentro de las clases diplopoda y chilopo-da, respectivamente. asimismo, mientras que la mayora de los milpis son herbvoros que gustan de alimentarse de materia vegetal en descomposicin, los ciempis son depredadores consumados.

    Hbiles depredadores venenososla capacidad depredadora de los ciempis o quilpodos radica en las forcpulas; una formidable arma biolgica que es el resultado de la modificacin, a manera de colmillos, del primer par de patas caminadoras. las forcpulas se lo-calizan en la cabeza, justo a los la-dos de la boca. a lo largo de ellas, corre un conducto que conecta el exterior, por una abertura casi en la punta del colmillo, con las gln-

    dulas productoras de veneno que se alojan en su base. durante la cacera, que se realiza frecuente-mente por la noche, los ciempis se abalanzan sobre las presas para morderlas e inocularles como si de una aguja hipodrmica se tra-tase un veneno paralizante. para someter con mayor fuerza a las vctimas, aplican un abrazo en el que interviene un nmero im-portante de sus primeros pares de patas caminadoras. Este compor-tamiento, aunado a la presencia de afiladas uas en la punta de sus extremidades, ha provocado que entre las personas perdure la falsa creencia de que pican y envenenan a travs de las patas.

    Es precisamente su poder de inyectar veneno lo que coloca a al-gunas especies de ciempis como animales de importancia para la salud pblica; pues si una persona es envenenada puede manifes-tar dolor, inflamacin, ulceracin o necrosis en la parte afectada. aunque es poco probable que el veneno provoque la muerte, s se han documentado casos en diversas partes del mundo donde ciempis de gran tamao (25 cen-tmetros o ms) han acabado con la vida de nios pequeos. ade-ms, se cuenta con el registro de raros acontecimientos en los que el conocimiento acerca de la toxi-cidad de los ciempis se ha visto involucrado de manera directa o indirecta. as, en 2008, se supo de

    un joven malayo que intent diri-mir sus diferencias con el vecino al ingresar furtivamente a su hogar para colocar cuatro ciempis en la cama. En la segunda guerra mun-dial, el pacfico sur fue escenario de altercados entre los soldados estadounidenses y los ciempis, ya que muchos militares fueron mordidos al encontrase con los ar-trpodos dentro de las trincheras, las camas, las tiendas de campaa e incluso en las letrinas.

    al ciempis gigante Scolopendra gigantea, que alcanza hasta 25 cm de largo, se le encuentra en cuevas venezolanas. atrapa en pleno vuelo a murcilagos cara de fantasma a los que somete con varios pares de sus patas delanteras.

    foto: jess molinari

    la escolopendra Cormocephalus impressus es una especie con ocurrencia en el caribe, Brasil, Ecuador, Per y Mxico.

    foto: christian Kronmller

  • 10

    En mxico, el veneno de los ciempis ha recibido atencin por parte de grupos universitarios de investigacin con la intencin de conocer su composicin y caracte-rizarlos genticamente. un hallaz-go sorprendente es que el veneno, en especial el del ciempis verde Scolopendra viridis, es mucho ms parecido al de las serpientes que al de los insectos o arcnidos, pues las enzimas (fosfolipasas) que inducen cambios en la composi-cin membranal, activan la casca-da inflamatoria y alteran las vas de sealizacin celular. adems, los componentes extrados de es-tos venenos pueden tener un uso mdico-farmacutico, ya sea como agentes antibacteriales, analgsi-cos o antitumorales. parece que

    esta particularidad medicinal de los ciempis fue tempranamente conocida y aplicada en las tradi-ciones mgico-mdico-religiosas de nuestros pueblos. En la locali-dad de tlacuilotepec, puebla, hoy en da se prepara un antdoto para contrarrestar los efectos nocivos de todo tipo de animal ponzoo-so, al introducir un ciempis vivo en una botella repleta de alcohol.

    Diversidad y estudio en Mxiconuestros antepasados del centro del pas conocan y reconocan a los ciempis; tanto as, que lleg a formar parte de sus represen-taciones fantsticas y religiosas al aparecer entrelazado con una ser-piente y la diosa tlazoltotl para formar una triloga que simboliza-ba la lujuria. as tambin, los natu-ralistas del viejo mundo, como el protomdico francisco hernndez (1515-1587), observaron las seme-janzas en forma y las diferencias en

    tamao entre los ciempis de las nuevas tierras conquistadas y los de sus naciones de ultramar. ac-tualmente, se sabe que la riqueza de especies de ciempis en mxi-co es de 175 (de las que 136 son endmicas), agrupadas en cuatro rdenes, quince familias y 74 g-neros. Esta diversidad representa 5.5% de las 3 149 especies catalo-gadas a nivel mundial.

    los cuatro rdenes de la clase chilopoda presentes en el pas son: geophilomorpha, lithobio-morpha, scolopendromorpha y scutigeromorpha. los geophilo-morpha (71 especies agrupadas en ocho familias) tienen forma de gusano, habitan en el suelo y poseen entre 31 y 181 pares de patas. los lithobiomorpha (61 especies en dos familias) son de tamao pequeo y cuentan con 15 pares de patas. los scutigero-morpha (6 especies en dos fami-lias) son animales principalmente

    15 pares de patas muy largas y delgadas7 terguitos (segmentos)

    Scutigeromorpha

    15 pares de patas 15 terguitos

    Lithobiomorpha

    Chilopoda (ciempis)

    21 o 23 pares de patas

    Scolopendromorpha

    27 o mspares de patas

    Geophilomorpha

    los ciempis del gnero Lithobius

    mesibov estn ampliamente

    distribuidos en Mxico.

    foto: robert mesibov

    Fisonoma general de los cuatro rdenes

    de la clase chilopoda que se registran

    en Mxico: scutigeromorpha, lithobiomorpha,

    scolopendromorpha y geophilomorpha.

    dibujos cortesa de robert mesibov

  • 11

    tropicales y subtropicales que ostentan 15 pares de patas muy largas. finalmente, los scolopen-dromorpha (37 especies en tres familias) son individuos tropicales y subtropicales que tienen 21 o 23 pares de patas. sin embargo, a pesar de esta diversidad y de que en mxico los estudios sobre este grupo animal datan desde 1839, en la actualidad son escasas las investigaciones y los investigado-res (tan slo dos mexicanos y tres extranjeros) que tienen como ob-jetivo observarlos y analizarlos. de hecho, el conocimiento del grupo tuvo su auge durante la dca-da de los aos cuarenta del siglo pasado, gracias a los trabajos del investigador estadounidense r. v. chamberlin.

    pareciera que estos bichos son insignificantes. nada ms contra-rio a la realidad, pues al ser depre-dadores generalistas mantienen a raya a muchos otros invertebra-dos que viven en el suelo y que tienen el potencial de convertirse en plagas para el hombre o de afectar a otras especies. adems, por su abundancia, son compo-nentes significativos en la dieta de mamferos terrestres (coyotes, zorrillos, etc.) y aves. a pesar del escaso estudio de los ciempis, en 2005 se descubri una nueva es-pecie en chamela, jalisco, y hace apenas unas semanas se public el hallazgo de la novena familia de geofilomorfos en mxico. Es-tos ltimos resultados son intere-santes, pues ponen al descubierto la posibilidad de adentrarse en el conocimiento de la diversidad de los ciempis en el pas, en vista de que sta es una indicadora fundamental de las condiciones ambientales y de las fases de de-sarrollo o salud de un hbitat o ecosistema.

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    a los lados del cuerpo de la escolopendra de la especie Rhysida longipes, se aprecian unas aberturasllamadas espirculos, por donde ingresa el oxgeno que se distribuye a los rganos internos (a travs de un sistema traqueal).

    foto: fabio cupul

    1 universidad de guadalajara, [email protected]