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EL CISMA DE AMARNA

El cisma de amarna

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EL CISMA DE AMARNA

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Amenophis IV, Toro de Gran Poder, Horus de Alto Plumaje, Favorito de las Dos Diosas, Gran

Señor de Karnak, Halcón Dorado, Portador de las dos Diademas, Rey del Alto y del Bajo

Egipto, Bello-es-pertenecer-a-Ra, Contentamiento de Amón, Gobernador de Tebas, Eterno y

Amado de Ra, segundo hijo de Amenophis III, era apenas conocido antes de suceder a su padre

en el trono.

La Historia lo conoce como Akhenatón, “el faraón hereje” por haber impuesto una nueva

religión, basada en el culto a un único dios, la Historia de las Religiones como un gran

reformador y como el primer monoteísta y la Historia del Arte por haber sido el artífice de un

lenguaje artístico diferente al canon tradicional de la iconografía egipcia.

La dinastía XVIII, a la pertenece Akhenatón, se inició con la expulsión de los hicsos, pueblo de

origen oriental que hacía un siglo que reinaba en Egipto. En ese momento, el dios Amón era el

símbolo de la victoria. Los sacerdotes del templo de Karnak, el templo del dios Amón-Ra, tenían

un enorme poder y tanta influencia política que algunos de ellos llegaron a ser miembros de la

familia real. Habían acumulado tanta riqueza y prerrogativas que amenazaban la independencia

de la monarquía.

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Los faraones anteriores de Akhenatón, comprendieron el peligro que representaba el poder los

sacerdotes tebanos e intentaron alejarlos de cargos políticos. Amenophis III, padre de

Akhenatón, se acercó a Heliópolis, uno de los centros espirituales más antiguos de Egipto y

veneró a Ra con su nuevo nombre de Atón, simbolizado en el disco solar, tal vez influido por su

esposa Tiye.

La reina Tiye, la esposa real de Amenophis III, madre de Akhenatón, fue una mujer de origen

burgués, hija de un funcionario del norte de Egipto, mujer de gran carácter y de inteligencia

poco común. Tiye tuvo un papel importante en la vida política durante el reinado de su esposo.

Al parecer, ejerció una influencia nefasta sobre Amenophis III que repitió luego con su hijo. Su

origen – provenía del Bajo Egipto - y condición social pudieron ser fundamentales en la

educación religiosa de Akhenatón. Los bustos que se conservan de Tiye “la gran esposa real”,

muestran rasgos de una mujer decidida. su expresión altanera se corresponde con una persona

autoritaria, acostumbrada a disponer y mandar, segura de sí misma, con gran fuerza de carácter

y voluntad.

Otros hechos del reinado de Amenophis III pudieron haber influido en Akhenatón. La conquista

y la expansión territorial llevadas a cabo por los primeros faraones de la dinastía XVIII, fueron

una de las características del Imperio Nuevo, en cambio la política de Amenophis III fue

pacífica. En muchas ocasiones el faraón prefería la vía diplomática antes de entrar en conflicto,

como en el caso de los hititas, con quienes firmó un acuerdo para asegurar la paz entre los dos

pueblos. Tal vez Akhenatón asimiló la política de su padre, ya que su gobierno se destacó por la

pasividad en política exterior. Es sabido que perdió el dominio de territorios conquistados en

Oriente Medio.

Cuando Amenophis IV subió al trono, Egipto era una potencia y gozaba de enormes recursos.

Sus antecesores había sido grandes conquistadores y el país vivía momentos de esplendor y

gozaba de gran prosperidad. Reinaba el equilibrio no sólo en el interior del país, sino en los

territorios externos.

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En el año quinto de su reinado, Amenophis IV (Amón es misericordioso), cambia su nombre por

el de Akhenatón (Agrada a Atón), establece el culto a Atón, como único dios, y suprime el culto

a Amón y a las demás divinidades creadoras tradicionales a favor del dios elegido por él. El

nuevo dios es rebautizado con un nuevo nombre: “Re, soberano que se regocija en el horizonte,

resplandor que está en el disco solar”.

Su representación no tenía forma humana ni animal, sino la de un disco solar ornado con el

úreo, símbolo de la soberanía y con unos rayos solares acabados en manos que ofrecen a la

humanidad los beneficios celestes.

Para entender el cambio que significó la nueva religión, tenemos que reflexionar sobre la vida

religiosa de los egipcios. Una de las características que destaca de ella es la simultaneidad, la

existencia de multitud de dioses que no suponía un problema para ellos, al contrario, esta

diversidad formaba parte de su cultura.

El panteón egipcio estaba dominado por una gran divinidad relacionada con la realeza y el

Estado que se representaba en templos y tumbas, mientras que en cada pueblo existían otras

divinidades, las familiares o domésticas relacionadas con la vida cotidiana: las cosechas,

fertilidad o enfermedades. Osiris ocupaba un papel destacado en el mundo de ultratumba,

representaba a la muerte y a la resurrección. Era el rey del mundo de los muertos y juez de los

difuntos.

Durante las dinastías anteriores al Imperio Nuevo, la civilización egipcia estuvo prácticamente

encerrada en los límites marcados por la inundación del Nilo. Tras el Segundo Período

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Intermedio y con las conquistas de los primeros faraones de la dinastía XVIII, Egipto alcanzó los

mayores dominios territoriales de su historia y los recursos económicos adquiridos, lo

convirtieron en una de las primeras potencias del mundo conocido hasta el momento. La

sociedad egipcia se hizo más abierta y adquirió características de sociedad urbana. Los cambios

también se reflejaron en la religión. La nobleza y los funcionarios se dirigían directamente a los

dioses, no necesitan la intermediación de los reyes.

En cuanto al pueblo llano, al ser obligados por orden real a abandonar el culto a sus antiguos

dioses, debió sufrir una conmoción que impactó en su vida espiritual y cotidiana. El cambio fue

tan radical, que afectó a la vida cotidiana de los egipcios, a la iconografía tradicional, a la

arquitectura de los templos, a las prácticas religiosas y a toda la vida que se desarrollaba

alrededor de la religión.

Frente a la resistencia del clero de Amón, que llegó a controlar un estado dentro del Estado, la

nueva religión del rey se manifiesta con mayor fanatismo. Implantó el cambio mediante la

destrucción física de los nombres y las imágenes de los dioses. Confiscó las propiedades y rentas

de los templos Amón y de todos sus sacerdotes e impuso a sus súbditos la obligación de dirigir

sus rezos exclusivamente al disco solar. El Sumo Sacerdote de Amón y los sacerdotes de Karnak

son reemplazados por súbditos cuyo único mérito era la lealtad al rey. Suprime las castas

sacerdotales y causa una revolución religiosa, política y social.

Hizo demoler muchos de los templos erigidos hasta ese momento, entre ellos, el templo de

Amón en Karnak. Levantó en su lugar un templo a Atón, del que quedan pocos restos. Hizo

borrar además, el nombre de Amón de todos los lugares donde se hallara escrito y destruyó

todas las estatuas de todos los templos de Egipto y de Nubia.

Para cortar los vínculos con Tebas, la capital religiosa de Amón, Akhenatón hizo construir una

nueva ciudad a 225 kilómetros al norte y trasladó la capital a la nueva ciudad. El lugar elegido

era un llano desértico de la orilla derecha del Nilo, rodeado por un circo de escarpaduras,

orientadas de forma tal que la ciudad sólo era accesible por el Nilo o por dos pasos estrechos

próximos al río, uno al norte y otro al sur. Dos guarniciones serían suficientes para cerrar el

paso a la ciudad y defenderla de cualquier amenaza. La margen izquierda del Nilo la destinarían

a agricultura y ganadería y así tendrían asegurado el abastecimiento.

Akhenatón inició un gigantesco programa de edificaciones. La rápida construcción de la ciudad

– a la que llamó Aketatón “Horizonte de Atón” – no permitió una planificación detallada. Los

templos fueron construidos con piedra, las viviendas con madera y adobe. El decreto

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fundacional se grabó en catorce estelas monumentales que rodeaban el perímetro de la ciudad a

modo de mojones.

Los edificios oficiales fueron la prioridad para los arquitectos del faraón. Se construyeron a lo

largo de una larga avenida que se llamó Camino Real. El Palacio Real y la Casa del Faraón se

construyeron al norte y se unían mediante un puente. Más allá de los límites de la ciudad hay un

edificio aislado que pudo ser la residencia privada de Akhenatón. A ambos lados de la avenida se

encontraron casas de gran tamaño que pudieron pertenecer a funcionarios y cortesanos

allegados al faraón. Las casas del resto de la población rodeaban a las villas más grandes. Más

alejados se encontraban las necrópolis de cortesanos, la tumba real y la aldea de obreros que

trabajaban en ella, según costumbre de las obras faraónicas.

El templo de Atón se encontraba en el extremo sur del Camino Real, de manera que el Faraón y

su séquito tenían que recorrer la avenida para celebrar el culto. Ocupaba una gran extensión:

760 x 290 metros. La arquitectura abierta del templo difería de la utilizada para los templos

consagrados a los dioses hasta ese momento. Atón se manifestaba en el Sol, que enviaba sus

rayos vivificantes a la tierra, por lo tanto, en el templo, no había lugares cerrados, sino que

existían patios abiertos con numerosos altares para el culto del dios.

El arte en primera época de Amarna, difiere totalmente con el canon de belleza anatómica de

Egipto hasta ese momento. Las primeras estatuas encontradas en Karnak, muestran a un faraón

de cabeza alargada, cara angosta y ojos oblicuos, nariz afilada, labios prominentes. El cuerpo

tiene el vientre abultado y desnudo, pelvis y muslos anchos, extremidades delgadas.

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Hay diversas teorías sobre la iconografía en este periodo: algunas hablan de que el faraón era

deforme o afeminado, otra teoría dice que responde a razones simbólicas, también que fue una

acción más de Akhenatón para alejarse de las estructuras tradicionales.

En las ruinas de Tell-el-Amarna se han descubierto obras de arte de gran calidad, en talleres se

encontraron estatuas inacabadas, en las tumbas de sus funcionarios, relieves maravillosos, que

cuentan historias. Todos estos objetos han permitido reconstruir de forma bastante fiel la

evolución artística y la vida en la época de Akhenatón.

Los relieves y pinturas descubiertos muestran al rey, no sólo en sus funciones oficiales, sino en

su papel de esposo y padre de familia. Se ve a la familia real reunida, las niñas sentadas sobre

sus padres o jugando a su alrededor. Escenas domésticas llenas de ternura, imágenes de la vida

en familia únicas en la historia de Egipto.

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Nefertiti, la esposa real, tuvo un papel muy importante en la vida de la corte de Akhenatón, se

encargaba personalmente del rito de muchas ceremonias. La reina madre Tiye y Nefertiti “la

bella es la que viene de lejos”, fueron partidarias entusiastas de la nueva religión. El busto de la

reina que se encontró en Amarna, en el taller de Tutmés, el escultor, muestran una mujer muy

bella.

“La bienamada esposa real, de abundante belleza, la que canta himnos al atardecer a Atón con

voz dulcísima y la que con sus dos bellísimas manos sacude los sistros durante las salmodias…

¡Que pueda vivir eternamente!”. Este elogio a Nefertiti se encontró en la tumba de un súbdito

de Tell-el-Amarna.

Ay era uno de los funcionarios más influyentes de la corte de Amarna. En su sepultura se

encuentra una de las joyas de la literatura egipcia: el Gran Himno al Sol de Akhenatón. En la

pared derecha de la entrada aparece el Ay con su esposa Tiya, nodriza de la reina Nefertiti,

arrodillados y con los brazos alzados en gesto de adoración y veneración.

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“… Surges hermoso del horizonte del cielo, ¡Oh Atón viviente!, iniciador de la vida… no hay

nadie que te conozca, salvo tu hijo Akhenatón. Tú le has hecho diestro en tus maneras y en tu

fuerza…”.

¿Qué salió mal en todo este proceso?

Para los egipcios, tan importante o más que la vida era la muerte y la religión de Akhenatón no

les daba consuelo para su vida en el Más Allá. Akhenatón había hecho desaparecer todas las

menciones a Osiris, divinidad relacionada con la realeza, la vegetación, la fertilidad y la muerte.

Atón era un dios distante, y su religión se centraba en símbolos alrededor del faraón y de él

mismo. No daba solución ni consuelo, no ofrecía esperanza de resurrección en la vida después

de la muerte. Los egipcios seguían enterrándose igual que antes, momificados, con sus fetiches,

que carecían de sentido en la nueva religión.

La noche, asociada a la muerte, estaba vacía. Así lo reconoce el Himno a Atón: “Es cuando salen

los leones de su guarida y cuando pican las reptadoras serpientes, las tinieblas se extienden

como silenciosa mortaja, pues el creador reposa en el horizonte…!

A partir de determinado momento del gobierno de Akhenatón - algunos historiadores

mencionan el año 17 de su reinado - el silencio es total. De sus últimos años apenas se tienen

datos. Akhenatón murió y fue enterrado. El entorno del faraón de deshace rápidamente.

Akhetatón, la ciudad de Atón es abandonada y queda desierta para siempre.

La ciudad fue abandonada, no de manera violenta, sus habitantes tapiaron las puertas con

cuidado, quedaron muebles y enseres, tal vez con la esperanza de volver. El archivo de la

cancillería real no fue trasladado. En el taller del escultor Tutmés se encontraron una veintena

de yesos y esculturas del faraón, Nefertiti y de la familia real. Milagrosamente fueron halladas

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casi intactas, gracias a que el techo de la casa cayó de manera tal que protegió y conservó hasta

los colores.

Akhenatón no nombró sucesor. Poco después de su muerte se restaura el culto a Amón y la

capital se traslada a Menfis. En los años siguientes se tuvieron que volver a grabar miles de

nombres e imágenes de Amón y de otros dioses en los muros de los templos de los que habían

sido borrados.

Los sucesores de Akhenatón destruyeron sistemáticamente todo lo relacionado con él y su

familia. El templo fue destruido, las zonas construidas de adobe fueron quemadas y las de

piedra desmanteladas para aprovechar el material. Muchos de los 40.000 bloques talalat

fueron hallados formando parte del noveno, segundo y se cree que también del tercero y décimo

pilonos y de la sala hipóstila del Gran Templo de Amón en Karnak,

De la ciudad de Akhenatón sólo han quedado zanjas y muros de ladrillo. A pesar de haberse

perdido casi la totalidad de sus edificios, gracias a las imágenes de los relieves encontrados en

las excavaciones, ha sido posible reconstruir la arquitectura de los templos en su mayor parte.

En 1907, en el Valle de los Reyes, se descubrió una tumba denominada como KV55. Guardaba

restos de varios individuos, en muchos casos destrozados, que dificultaron la investigación. De

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acuerdo con noticias muy recientes, los estudios de ADN realizados una de las momias y

comparados con el ADN de Tutankamón y Amenothep III, indican que el patrón genético se

corresponde con el de Akhenatón. Debemos esperar aún la publicación oficial, que confirme la

veracidad de los estudios.

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