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El déficit de atención con hiperactividad, una perspectiva de multicomponentes Carmelita Aguirre Duque 1 Rosario Iodice 2 RESUMEN En este artículo se presenta una revisión sobre la naturaleza, la etiopatogenia y comorbilidad del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), poniendo énfasis en los tipos de tratamiento. Se describen los abordajes farmacológicos, cognitivo-conductuales, multicontextuales y multicomponentes. Estos últimos representan una proyección hacia el futuro en las intervenciones en el TDAH. Aunque se encuentren limitaciones, como por ejemplo, la poca implementación del tratamiento dirigida a los padres y a los maestros, se considera que futuras investigaciones puedan incluir estas variables y conferir mayor objetividad a este tipo de intervención. PALABRAS CLAVE: intervención farmacológica, multicontextual, multicomponentes, congnitivo-conductual, TDAH. 1 Psicóloga. Estudiante de La Especialización en Psicología Clínica con énfasis en Psicoterapia en Niños y Adolescentes. [email protected] 2 PhD Neurociencias (Universidad de Salamanca). Docente e Investigador por La Universidad Católica de Pereira (UCP). Líder del grupo de Investigación en Clínica y Salud Mental de la UCP. Investigador del Instituto de Neurociencias de Castilla y León. Grupo de Investigación en Neurofisiología, Cognición y Conducta. Asesor del Trabajo de Grado.

El déficit de atención con hiperactividad, una perspectiva

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El déficit de atención con hiperactividad, una

perspectiva de multicomponentes

Carmelita Aguirre Duque1

Rosario Iodice2

RESUMEN

En este artículo se presenta una revisión sobre la naturaleza, la etiopatogenia y

comorbilidad del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH),

poniendo énfasis en los tipos de tratamiento. Se describen los abordajes

farmacológicos, cognitivo-conductuales, multicontextuales y multicomponentes.

Estos últimos representan una proyección hacia el futuro en las intervenciones en el

TDAH. Aunque se encuentren limitaciones, como por ejemplo, la poca

implementación del tratamiento dirigida a los padres y a los maestros, se considera

que futuras investigaciones puedan incluir estas variables y conferir mayor

objetividad a este tipo de intervención.

PALABRAS CLAVE: intervención farmacológica, multicontextual,

multicomponentes, congnitivo-conductual, TDAH.

1 Psicóloga. Estudiante de La Especialización en Psicología Clínica con énfasis en Psicoterapia en Niños y

Adolescentes. [email protected] 2 PhD Neurociencias (Universidad de Salamanca). Docente e Investigador por La Universidad Católica de

Pereira (UCP). Líder del grupo de Investigación en Clínica y Salud Mental de la UCP. Investigador del Instituto de Neurociencias de Castilla y León. Grupo de Investigación en Neurofisiología, Cognición y Conducta. Asesor del Trabajo de Grado.

ABSTRACT

In this reviewed paper we make a presentation about the nature, pathogenesis and

comorbidity of attention deficit hyperactivity disorder (ADHD), emphasizing the

types of treatment. Pharmacological, cognitive-behavioral, multicontextuales and

multicomponent approaches are described. These last ones represent a projection

into the future interventions in ADHD. Although limitations are found, for

example, poor implementation of treatment for parents and teachers, it is

considered that future research may include these variables and give greater

objectivity to this type of intervention.

KEYWORDS: pharmacological intervention, multicontextual, multicomponent,

cognitive-behavioral intervention, ADHD.

EL DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD, UNA

PERSPECTIVA PSICOPEDAGÓGICA

Tipología y metodología de trabajo

El presente artículo es un trabajo de revisión sobre la naturaleza, la etiopatogenia y

la comorbilidad del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH),

poniendo énfasis en los tipos de tratamiento. La búsqueda bibliográfica se realizó

mediante las bases de datos: Science Direct, PsycINFO, Scielo, Latindex. Los términos

introducidos para la realización de la búsqueda fueron: TDAH, intervención

farmacológica, multicontextual-multicomponentes, congnitivo-conductual. Fueron seleccionados

49 artículos en una ventana temporal entre 2004 y 2016, con una sola excepción de

un artículo publicado en el 1998. Se consideraron los estudios tanto de revisión

como de corte experimental. Se utilizó el programa de recopilación bibliográfica

Mendeley con la finalidad de crear una base de datos local, pertinente con el tema

seleccionado. Con la información compilada, se hizo una exploración de los

abordajes más usados en el tratamiento del TDAH poniendo en evidencia las

ventajas y las limitaciones detectadas.

Introducción

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es una

alteración del neurodesarrollo definida […] por niveles problemáticos de inatención,

desorganización y/o hiperactividad-impulsividad […]. La hiperactividad-

impulsividad implica actividad excesiva, movimientos nerviosos, incapacidad de

permanecer sentado, intromisión en las actividades de otras personas e incapacidad

para esperar.” (American Psychiatric Association, 2013, pág. 32). Teniendo presente

lo planteado en el DSM-V sobre los criterios de los distintos trastornos

neurocognitivos y teniendo como base los dominios cognitivos definidos, se

puede encontrar en quienes tienen confirmado el diagnóstico en TDAH,

alteraciones en la Atención compleja (atención continua, atención dividida, atención

selectiva y en la velocidad de procesamiento de la información). En las

funciones ejecutivas (planificación, toma de decisiones, memoria de trabajo,

respuesta a la retroinformación o corrección de errores, inhibición/hábitos

predominantes, flexibilidad mental). En el Aprendizaje y memoria (memoria

inmediata, memoria reciente, recuerdo libre, recuerdo evocado, memoria de

reconocimiento, memoria semántica, memoria autobiográfica y aprendizaje

implícito). En el Lenguaje (denominación de objetos, búsqueda del vocabulario,

fluidez, gramática, sintaxis y lenguaje receptivo). En las habilidades perceptuales

motoras (incluye las habilidades de percepción visual, habilidades

visuoconstructivas, perceptuales motoras, apraxis y gnosis). Reconocimiento social

(reconocimiento de emociones). (American Psychiatric Association, 2013).

El niño(a) o adolescente que padece TDAH, presentará dificultad en

enfrentarse a tareas de atención selectiva (prestar atención a un estímulo entre otros

posibles) (Bustillo & Servera Barceló, 2015); a tareas de atención sostenida (prestar

atención de forma prolongada a un estímulo) (Ramos Loyo, Taracena, Sánchez

Loyo, Matute, & González Garrido, 2011) y a tareas en las cuales se prevé la

solución de problemas (Fernández, 2012). Los procesos atencionales alterados, la

falta de autocontrol y la alteración de las funciones ejecutivas harán que los niños

con TDAH tengan dificultad en la gestión del tiempo, para la consecución de un

objetivo (Mayor & García, 2011); presentarán problemas en la memoria de trabajo,

con la cual interferirá constantemente la información irrelevante y mostrarán

dificultad en la organización, monitoreo y ejecución de las acciones (Ortiz Pérez &

Moreno García, 2015).

El contexto en el cual los niños con TDAH mostrarán mayores dificultades

cognitivas, será el escolar. Los maestros describen estos alumnos como inquietos,

desatentos, aburridos, imprevisibles, provocativos, que no finalizan las tareas

asignadas, se oponen a las reglas y pueden llegar a ser agresivos (Amerio et al.,

2015).

Las estimaciones poblacionales reportan que la prevalencia del TDAH en

edad escolar es entre el 3 y 5%, con un índice de prevalencia de 5 veces mayor en el

sexo masculino con respecto al sexo femenino (American Psychiatric Association,

2013). El ICD 10 reporta que el 2% de la población infantil es afectada por este

trastorno (WHO, 2010).

Un estudio realizado por Willcutt (2012) informa que el análisis de 86

estudios realizados en diferentes países del mundo, reportó que la prevalencia del

TDAH arrojaba valores entre el 5,9 y 7,1% en niños y adolescentes y un 5% en la

población de adultos jóvenes.

El estudio de Froehlich et al., (2007) realizado en los Estados Unidos,

evidenció que en los años 2001 y 2004, el 8,7% de niños entre 8 y 15 años de edad

fueron diagnosticados con TDAH. En Colombia el estudio de Cornejo et al.,

(2005) realizado en un municipio del área metropolitana de Medellín (ciudad situada

al occidente) incluyendo niños en edad escolar, de uno y otro sexo, elegidos al azar

entre las escuelas y colegios regulares, reportó que el 15,8% de la población de niños

y adolescentes, (460 en total) entre los 4 y 17 años de edad, padecieron TDAH.

Además de los complejos factores genéticos y ambientales involucrados en

su origen, es menester tener en cuenta las comorbilidades relacionadas con el

trastorno, por esta razón una evaluación médica y neurológica ayudarán a completar

el cuadro clínico del paciente (Gong, Xie, Chen, Zhang, & Wang, 2015). Para su

correcto diagnóstico se tendrá también en cuenta el desempeño del niño en

múltiples escenarios, entre los cuales: el familiar, escolar y el neuropsicológico,

mediante pruebas de inteligencia, entrevistas estructuradas y cuestionarios

estandarizados (Mejía, Rubiales, Etchepareborda, Bakker, & Zuluaga, 2012; Ramos

Loyo et al., 2011; Rodríguez Pérez et al., 2011).

Etiopatologías del TDAH

En la actualidad las etiopatololgías del TDAH son aún temas de debate entre

los investigadores. Las hipótesis más aceptadas hacen referencia a la presencia de

alteraciones neurobiológicas que afectarían los circuitos cerebrales de la inhibición y

del autocontrol (Curatolo, D’Agati, & Moavero, 2010). Se ha visto por ejemplo que

los niños que presentan TDAH tienen el lóbulo prefrontal derecho, los ganglios

basales, el núcleo caudado, el globo pálido y el cerebelo menos extensos que los

sujetos normales. Las alteraciones de estas áreas se deberían a factores genéticos

que causarían la escasez del neurotransmisor de la dopamina (Engert & Pruessner,

2008). Se ha visto también que existe un conjunto de factores ambientales que

pudiera contribuir al desarrollo del TDAH, entre los cuales: el nacimiento

prematuro; el abuso de alcohol y tabaco por parte de la madre; la exposición a

elevadas cantidades de plomo, metilmercurio, arsénico, bifenilos policlorados y

tolueno, entre otros. En las etapas prenatales del neurodesarrollo, se ha visto que el

feto no recibe la protección necesaria contra factores exógenos, en cuanto la

placenta no impide el paso de muchos tóxicos que circulan en el ambiente. El

riesgo de contaminación bioquímica aumenta, si se considera la posibilidad de

transmisión de las sustancias tóxicas hacia el feto por medio de la leche materna.

Estudios in vitro han dado a conocer que las células madre neurales son muy

sensibles a sustancias neurotóxicas influenciando entre el 30% y 40% la activación

de genes predisponentes al desarrollo del TDAH. A consecuencia de toda esa

toxicidad, desde la vida fetal, se pueden desarrollar déficit neurológicos, tales

como: alteraciones del comportamiento, reducción de la atención y la

alteración de las interacciones sociales, las funciones ejecutivas, rendimiento

neurocomportamental deficiente, reducción de los logros académicos, con

profundas consecuencias para el bienestar y la productividad en la sociedad

(Grandjean & Landrigan, 2014). Además, es importante subrayar que los continuos

fracasos sociales, escolares e interpersonales que experimentan los niños con TDAH

son causa de alteraciones psicoemocionales (Ramos Loyo et al., 2011).

Trastornos asociados al TDAH

En el transcurso de la vida de quienes han sido diagnosticados con

TDAH, pueden presentarse entre un 70% y 80% de los casos, otros trastornos

psiquiátrico sobre agregados, los cuales se denominan comorbilidades. Cuando

no se proporciona un tratamiento adecuado y oportuno, se puede encontrar

cerca del 80% de los casos un bajo rendimiento académico, presentándose en un

45% de los casos repitencia escolar.

El fracaso escolar y las alteraciones en el aprendizaje, representan entre el

50% y 80% de los casos, el factor de comorbilidad más frecuente en los niños con

TDAH. La lectura, la redacción de textos, la capacidad de síntesis y las operaciones

lógicas se ven particularmente alteradas en estos niños, afectando de esta manera el

rendimiento escolar (Herrero, Hierro, Jiménez, & Casas, 2010).

Además de los cambios cognitivos, se encuentran también las alteraciones

comportamentales como: a) el trastorno negativista desafiante (TND) en el cual el

niño manifiesta un comportamiento negativo, de provocación, no colaborador,

desobediente, hostil, desafiante, atribuyendo a los demás la causa de sus errores, las

responsabilidades y consecuencias de sus acciones (Ramírez Pérez, 2015); b) El

trastorno de la conducta (TC), en el cual el niño manifiesta comportamientos

agresivos, violación de las reglas sociales, pequeños robos y frecuentes mentiras

(Gimenez-García, 2014); c) el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), en el cual el

niño puede experimentar pensamientos, imágenes e impulsos recurrentes,

generando alarmas o miedos no siempre justificados (Díaz Atienza, 2006).

De la misma manera existe una asociación entre el TDAH y el síndrome de

Tourette, donde el niño presenta movimientos o vocalizaciones estereotipadas,

recurrentes, involuntarias, arrítmicas (Mateo, 2006).

Se han detectado también asociaciones entre el TDAH y el trastorno bipolar.

Elevada distracción, impulsividad, hiperactividad, inatención, reacciones afectivas

extremas, son unas de las múltiples asociaciones entre las dos patologías; además,

las ideas de omnipotencias, superioridad con respecto a los demás y a las reglas

sociales, hacen que los niños busquen situaciones de riesgo que comprometen la

integridad de las relaciones sociales (Hensch, Himmerich, & Hegerl, 2011).

Se ha observado también que con el TDAH se pueden presentar unas

sintomatologías de un cuadro clínico de depresión. Los niños manifiestan

desinterés generalizado hacia las actividades personales, especialmente las escolares,

que junto a la inestabilidad emocional, irritabilidad, tristeza, cansancio y baja

autoestima, conllevarían a una reducción del desempeño académico (Mayes et al.,

2009).

Se han podido observar también unas relaciones entre el TDAH y el autismo

(Ana Miranda-Casas, Baixauli-Fortea, Colomer-Diago, & Roselló-Miranda, 2013),

así como entre el TDAH y el retraso mental (Ahuja, Martin, Langley, & Thapar,

2013).

Frente a la gama de sintomatologías compartidas con otras patologías, se

considera que el diagnóstico diferencial sea una de las formas más adecuadas para

un correcto abordaje del TDAH, proporcionando de tal manera rutas de

intervención neuropsicológicas, cognitivo-comportamentales y psicoeducativas.

Evaluación y Diagnóstico

En cuanto a la evaluación del TDAH en niños, niñas y adolescentes, es

importante tener en cuenta escenarios de desempeño diferentes, como puede ser el

contexto escolar, familiar y social. Existen algunos casos, donde la sintomatología

es muy evidente y a través de la observación y la aplicación de algunos

cuestionarios, se puede precisar un diagnóstico acertado. En otras ocasiones,

se perciben contradicciones entre el comportamiento en la escuela o colegio,

y el hogar. Por tales motivos, se requiere de un ejercicio en conjunto para

determinar asertivamente los diversos ítems que cumple quien va a ser evaluado.

Si persiste la desatención, los movimientos excesivos, el habla cuando es necesario

permanecer en silencio; si las distracciones son frecuentes, con una interrupción de

los procesos educativos, entonces se requiere de la utilización de varios

instrumentos, que permitan una indagación más exhaustiva, incluso pudiendo

identificar algunas comorbilidades y lograr así un acercamiento más confiable

y un diagnóstico más preciso y objetivo. También es menester remitir a

valoración médica, a todos los niños susceptibles de presentar un TDAH,

para considerar si es recomendable la medicación y complementar el proceso

con la atención psicopedagógica (Mateo, 2006).

Unas de las pruebas más conocidas para la evaluación del TDAH:

La Escala McCarthy de Aptitudes y Psicomotricidad para niños de 2 a 6 años

(McCarthy, 2008). Se compone de 18 test independientes, que evalúan las

capacidades Verbal, Perceptivo-Manipulativa, Numérica, General Cognitiva,

Memoria, Motricidad e Ilustración 17MSCA (McCarthy, 2008; Tapia Reinoso,

2013).

El cuestionario de capacidades y dificultades (SDQ) con el cual se identifican los

problemas de conducta, los síntomas emocionales, la hiperactividad y los problemas

de interacción con los coetáneos del niño (Ines & Cesar, 2008).

La escala de Attention Deficit Hyperactivity Disorder Rating Scale-IV (ADHD-

RSIV). Compuesta por 18 ítems con escalas específicas para la inatención,

hiperactividad e impulsividad (Servera & Cardo, 2007).

La escala estandarizada de Swanson, Nolan y Pelham, que es basada en los criterios

diagnósticos del DSM-IV y prevé ítems para los padres (Inoue, Ito, Kita, Inagaki,

Kaga, & Swanson, 2014).

Aunque no sea una prueba específica para el TDAH, El Test de Inteligencia de

Weschler (WISC-IV), permite establecer unas relaciones entre las puntuaciones

obtenidas y los síntomas de la patología. Con la aplicación del WISC-IV es posible

observar indicadores comportamentales que pudieran estar relacionados con

alteraciones emocionales, lo cual ameritaría mayor indagación diagnóstica (Wechsler,

2005).

Intervención y rehabilitación en el TDAH

La intervención y rehabilitación del TDAH sigue diferentes perspectivas

dictadas por las distintas interpretaciones que se dan a la patología y a las

necesidades especiales que cada niño presenta. Los abordajes que mayormente han

mostrado eficacia han sido: el tratamiento farmacológico, las técnicas de

modificación de la conducta, las técnicas cognitivo-conductuales de autorregulación,

las adaptaciones curriculares y el entrenamiento en habilidades sociales (Vega

Fernández, 2012).

El tratamiento farmacológico

El abordaje farmacológico es ampliamente usado para el tratamiento del

TDAH, en el estudio de Olfson, Gameroff, Marcus, & Jensen, (2003) se estima que

en el 85% de los casos, los niños diagnosticados con TDAH son intervenidos con el

uso de medicamentos. Los psicoestimulantes aumentarían la activación del sistema

nervioso central, bloqueando la recaptación de la dopamina y de la noradrenalina,

inhibiendo la monoaminooxidasa; liberando las catecolaminas en las neuronas

presinápticas y estimulando el sistema de recompensa. Se ha visto que los fármacos

empleados en el TDAH ejercen una función homeostática, favoreciendo la

autorregulación y reduciendo el umbral de los sistemas de alerta. Los

psicoetimulantes más usados son el Metilfenidato (Ritalin), la Dextroanfetamina

(Dexedrine) y Pemoline (Cyert), junto a ellos se encuentran los antidepresivos,

ansiolíticos, antipsicóticos (Esperón & Gómez, 2014).

Los medicamentos con diseño más reciente, se han mostrado

particularmente útiles en el tratamiento de las sintomatologías del TDAH. Entre

ellos se encuentran el OROS MPH (CONCERTA, metilfenidato de absorción

retardada) cuya efectividad es comparable a los fármacos tradicionales, con la

diferencia de que es suministrado una vez al día (Wilens et al., 2005). La

atomoxetina (STRATERRA) la cual no es un derivado de las anfetaminas y es un

agente neurotónico, cuya farmacodinamia consiste en la inhibición selectiva de la

recaptación de la noradrenalina (Wilens, Kratochvil, Newcorn, & Gao, 2006).

La aplicación de los psicoestimulantes tiene una eficacia a corto plazo,

actuando en favor de la atención sostenida, vigilancia, atención dividida, así como en

la conducta escolar (puntualidad, organización y finalización de la tarea, trabajo de

grupo, entre otros) (Miranda, 2012).

No obstante, también los fármacos con nuevos diseños no son excentos de

los efectos adversos, entre ellos se encuentran la pérdida de apetito, alteración del

peso y de la estura, dolores de cabeza, alteración de los ciclos del sueño, irritabilidad,

náuseas o sentido de fatiga; en casos más graves ideaciones y acciones suicidas

(Fernández-jaén & Fernández-mayoralas, 2010). Se ha visto que el 30% de los niños

diagnosticados con TDAH no responden de forma eficaz al tratamiento

farmacológico, lo cual conllevaría a planificar estrategias alternativas orientadas a las

intervenciones cognitivo-conductuales, de autorregulación, modificaciones del

currículo académico, entrenamiento en las habilidades sociales, intervenciones en el

contexto familiar y escolar, intervenciones multicontextuales y multicomponentes,

entre otras (González-Castro, Cueli, Rodríguez, García, & Álvarez, 2016).

Tratamiento cognitivo-conductual

Aunque el tratamiento farmacológico ocupe un lugar importante en el

abordaje del TDAH, se ha visto que las intervenciones psicosociales, así como

aquellas orientadas en la modificación de la conducta, han obtenido un aumento de

aceptación por parte de los profesionales de la salud, de los padres y de los

educadores (Márquez, Colacios, & Batalla, 2015).

La modificación de la conducta reune un conjunto de estrategias que se basa

en el refuerzo (alabanzas, contacto físico, privilegios, condicionamiento operante) y

en el castigo (extinción, costo de respuesta, aislamiento) (Márquez et al., 2015). Se

ha visto que el sistema de economía de fichas, por ejemplo, ha mostrado resultados

significativos en cuanto a modificación de la conducta en niños con TDAH. La

técnica se basa en la utilización de fichas que el niño gana y que puede canjear con

premios. Para la puesta en marcha de la actividad es necesario seleccionar el

comportamiento que se desea modificar; elegir las fichas que se otorgan; preparar un

listado en relación a los privilegios que se pueden ganar; asociar a cada ficha una

ganancia (valor concreto); generar un intercambio de fichas y privilegios y realizar

una evaluación continua de las actividades (Marafão, Cruz, & Bertelli, 2013).

Las investigaciones realizadas, han comprobado que la colaboración entre

padres y profesores es extremadamente importante para alcanzar éxito en una

intervención de tipo conductual. En este sentido se ha utilizado la técnica de las

tarjetas casa-escuela por medio de las cuales los padres pueden premiar o corregir a

los niños sobre la base de actividades escolásticas (Name et al., 2014).

A pesar de la eficacia comprobada, las intervenciones cognitivo conductuales

no son excentas de críticas: en primer lugar, se cuestiona la durabilidad a largo plazo

de las mejoras obtenidas; en segundo lugar, la corta duración de las intervenciones

no permite tener resultados de estudios longitudinales. Sobre esta base se podría

concluir que el tratamiento cognitivo-conductual por sí solo, no podría resolver

todos las dificultades relacionadas con el TDAH. Es esta la motivación por la cual

se han propuesto otros tipos de abordajes, entre los cuales, la terapia de la

autorregulación y la regulación de la conducta (Ochoa Angrino, Cruz Panesso, &

Valencia, 2006).

La autorregulación en el TDAH

Una de las técnicas más usadas para el fomento de la autorregulación es la

creación de auto-instrucciones (pensar en voz alta), que sirve para fortalecer el

pensamiento secuencial y la generación de estrategias mediadoras del

comportamiento (Shiels & Hawk, 2010). Junto a esta técnica se suele usar el

método de la autoevaluación usada conjuntamente por el profesor y el terapeuta. Es

una forma para resaltar los aspectos positivos y negativos de una conducta

manifestada por parte del niño y elegir el premio o la corrección pertinente. Las

técnicas de autorregulación, promueven la autonomía del pensamiento y de la

autoevaluación incluso en ausencia del terapeuta. Pueden ser aplicadas en la vida

diaria del paciente, fomentando la atención hacia la tarea, la responsabilidad del niño

en las actividades académicas y la capacidad de interacción con los pares.

Las adaptaciones curriculares académicas

Los niños con déficit atencional y/o hiperactividad, presentan

características muy específicas de comportamiento y conducta, manifestando

unas desventajas y desadaptación a nivel personal, familiar y social (Aboitiz &

Schröter, 2005). Los niños presentan condiciones especiales en cuanto a sus

niveles atencionales, de sobreactividad, sensoriales, del habla, motores,

cognitivos. Las alteraciones lingüísticas se presentan a nivel fonológico, semántico,

sintáctico, discursivo y pragmático (A. Miranda-Casas, Fernández-Andrés, García-

Castellar, Roselló-Miranda, & Colomer-Diago, 2011). Se destaca en estos escolares

una incapacidad oral, con relación a su grupo de pares. Este panorama de

alteraciones del lenguaje afecta también las habilidades comunicacionales, la

comprensión lectora, la producción escrita y el aprendizaje de contenidos

curriculares. Por estas motivaciones se hace necesaria la adaptación curricular,

para estimular el desarrollo y proporcionar habilidades compensatorias para

prevenir o aminorar dificultades en el aprendizaje escolar.

Estas adaptaciones curriculares académicas, hacen referencia a un conjunto

de estrategias para prevenir conductas no deseadas en el contexto escolar. Las

técnicas más usadas son “la elección de la tarea” y “la fragmentación” del trabajo

que se va a realizar en subcomponentes. Se ha visto que, poder elegir una tarea,

conocer las reglas sobre las cuales se fundamenta y realizar descansos sistemáticos,

ayudan a los niños con TDAH a mantener la concentración, reducir la tensión

interior y la conducta disruptiva. La modificación del ambiente junto a una

adaptación curricular mediada por un docente, es el eje central de este

procedimiento (Sánchez-Pérez & González-Salinas, 2013).

Entrenamiento en las habilidades sociales

Siendo las habilidades sociales unas conductas aprendidas, estas se pueden

enseñar mediante un “juego de roles” en actividades relacionadas con: a) la

conversación (respetar los tiempos entre quienes escuchan y quienes hablan); b) la

socialización con fines de tejer relaciones de amistad; c) la resolución de conflictos,

(responder a bromas, pidiendo disculpas, aceptando críticas), entre otras.

La mayoría de los programas que fomentan el desarrollo de las habilidades

sociales (programa ADHD Classroom Kit; Irvine Paraprofessional Program IPP,

Multimodal Study of Children with Attention Deficit/Hyperactivity Disorder entre

otros), están dirigidos a la identificación de los componentes de la situación objeto

de entrenamiento y a la selección de una estrategia específica para la superación y el

desarrollo de la interacción. Por lo general estos programas han demostrado su

efectividad en contextos muy controlados, mientras que la aplicabilidad en la vida

diaria es aún objeto de discusión (Anhalt, McNeil, & Bahl, 1998; Döpfner et al.,

2004; Kotkin, 2009).

Intervenciones en el contexto familiar

Cualquier tipo de intervención sería incompleta sin la participación activa de

los padres. Las estrategias implementadas se adaptan al paciente y hacen uso de

instrucciones directas, del juego de roles y del diálogo. Existen formas de

intervención en las cuales los padres se convierten en co-terapeutas, para manejar las

diferentes contingencias y promover la atención y la obediencia hacia normas y

reglamentos preestablecidos (Ramón & Sánchez, 2014).

Merece la pena destacar el programa de intervención conocido como Triple P-

Positive Parent Program, cuyos objetivos son: mejorar los factores de protección en la

familia y reducir las conductas y emociones no deseadas. Se basa en 5 niveles de

desarrollo en los cuales de forma progresiva se fortalecen las habilidades de

observación; de mejora en la relación entre padre-hijo; de elección de las conductas

positivas; de enseñanza de nuevos repertorios conductuales; de prevención de

problemas con situaciones de alto riesgo; de manejo del afrontamiento; apoyo a la

pareja de padres y habilidades de comunicación (Fletcher, Freeman, & Matthey,

2011).

Intervenciones en el contexto escolar

El tiempo invertido en el aula, así como la demanda cognitiva de un entorno

escolar, requieren un esfuerzo significativo por parte de los alumnos con TDAH.

Los programas de intervención apuntan a desarrollar buenos procesos de

autorregulación, para la realización de las tareas escolares; de la interacción social;

del seguimiento de normas y del manejo de las instrucciones. Para este tipo de

abordaje se ha desarrollado un programa de intervención denominado Irvine

Paraprofessional Program (IPP) basado en un tratamiento multicomponente que

incluye: a) una intervención conductual; b) un entrenamiento diario dirigido al

desarrollo de habilidades sociales (interacción en grupo); c) unos procesos de

medición del aprendizaje y de la conducta; d) la participación de los padres.

Las intervenciones previstas en el IPP se basan también en la participación

activa de los maestros, para que conozcan y aprendan las principales técnicas de

modificación de conducta (Kotkin, 2009).

Otro tipo de programa que ha sido implementado en el tratamiento del

TDAH es el Classwide Peer Tutoring (CWPT) que pretende generar mejoras en el plano

académico y privado. Las actividades se basan en un entrenamiento previo de los

profesores hacia la naturaleza y los componentes clínicos del TDAH. Sucesivamente

se forman parejas de trabajo entre los estudiantes, donde un integrante del grupo

desempeñará las funciones de profesor, proporcionando explicaciones sobre varios

temas tratados en la clase, reforzando conductas y orientando el niño a la realización

de una tarea específica (Harlacher, Roberts, & Merrell, 2006).

Las intervenciones multicontextuales y multicomponentes

Las intervenciones multimodales tienen la finalidad de combinar las técnicas

cognitivo-conductual con el tratamiento farmacológico. El programa Summer

Treatment Program (STP), por ejemplo, prevé: a) un entrenamiento a los padres; b) la

implementación de técnicas de modificación de la conducta; c) la implementación de

prácticas académicas y deportivas; d) el entrenamiento en el desarrollo de

actividades sociales y en el desarrollo de problemas; e) la aplicación de

medicamentos prescrito en el tratamiento de la patología (Fabiano, Schatz, &

Pelham, 2014).

Existe otro abordaje multimodal conocido con el nombre de Academic and

Behavioral Competencies (ABC), para la evaluación del nivel de satisfacción entre los

profesores, padres y alumnos. El programa se base en el desarrollo de 10

componentes que son: a) interacción positiva profesor-alumno; b) socialización y

aplicación de normas en la escuela; c) manejo del tiempo; d) tareas para la casa; e)

utilización de las tarjetas casa-escuela; f) uso del viernes como el día de la semana en

el cual se otorgan premios; g) otorgamiento de privilegios de honor; h) privilegios

obtenidos por buena conducta; i) desarrollo de habilidades sociales; j) creación de

programas individualizados para los niños con problemas graves (Pelham et al.,

2005).

Es de destacar que las intervenciones farmacológicas y psicosociales han

mostrado su eficacia en diferentes ocasiones. Se ha visto que la intervención

farmacológica posee un grado de efectividad para el control de la inatención,

mientras que la intervención cognitivo-conductual para los síntomas de

hiperactividad e impulsividad. Las intervenciones combinadas (farmacológica y

cognitivo-conductual), han mostrado una mayor eficacia y estabilidad, respecto a un

tratamiento unimodal.

Discusión

Si bien, la educación es tomada como un gran camino para la

formación integral del ser humano, buscando el mejoramiento en la calidad de la

vida, puede sin duda alguna, contribuir al desarrollo de cualidades y talentos

humanos. El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es

una deficiencia del neurodesarrollo, detectada en la edad escolar; caracterizada

por un decremento en la atención y generalmente un comportamiento

hiperactivo-impulsivo; con alteraciones en los procesos cognitivo-conductuales

y emocionales. Son identificables las conductas manifiestas en los contextos

familiar, escolar y social. Con estas alteraciones, quienes han sido

diagnosticados, se ven enfrentados a reprobación y deserción escolar,

dificultades en las relaciones familiares y con las demás personas,

comportamientos disruptivos, tales como: agresión, tendencia a la delincuencia

y al consumo de drogas, accidentes de tránsito, ansiedad y depresión. Cuando

llegan a la edad adulta las personas con TDAH, pueden presentar dificultades en las

relaciones matrimoniales y laborales (Fischer & Barkley, 2007).

Unas de las alteraciones que afecta la complejidad de la persona con TDAH e

impide un correcto desarrollo social y emocional, son relacionadas con el

funcionamiento ejecutivo. Algunos síntomas principales del TDAH, podrían ser

efecto de un déficit de las funciones ejecutivas como la inhibición, la planificación o

la memoria de trabajo, determinando que el déficit ejecutivo sería el aspecto

cognitivo que mejor identifica a las personas con TDAH (Roca, Mulas, Gandía,

Ortiz-Sánchez, & Abad, 2013)

Conclusiones

El objetivo principal de este trabajo, ha sido ofrecer una revisión sobre la

naturaleza, la etiopatogenia y comorbilidad del TDAH, poniendo énfasis en los tipos

de tratamiento.

En la actualidad, la eficacia de la intervención farmacológica ha sido

comprobada en diferentes escenarios; aún así es importante precisar que los

medicamentos no curan la patología, sino que reducen temporalmente algunas

sintomatologías. Las mejoras obtenidas en los procesos atencionales y de

concentración, no son necesariamente garantías de una mejora en el rendimiento

académico; en la capacidad de sobrellevar dificultades psicológicas; en el desarrollo

de habilidades psicosociales y en la capacidad de solucionar problemas. Hay que

precisar que la suspensión del tratamiento farmacológico, conlleva a la re-aparición

de los déficits.

Según la American Psychological Association, se considera que las intervenciones

multicontextuales y multicomponentes sean las más efectivas, especialmente cuando

son involucrados los padres y los profesores (American Psychiatric Association,

2013). Se ha visto por ejemplo que en pruebas test y postest, grupos experimentales

compuestos por niños con TDAH que habían recibido una intervención

multicomponente, cuando comparados con grupos de control, obtuvieron mejoras

en la atención, control inhibitorio, capacidad de planificación, flexibilidad cognitiva

y resolución de problemas. Los grupos con TDAH obtuvieron también mejoras en

el aprendizaje escolar y en la socialización con los pares (adaptación emocional y

social).

Los programas de intervención, además de contemplar actividades dirigidas a

los niños, deberían potenciar la participación de los docentes y los padres, quienes

podrán promover un contexto óptimo de desempeño para los niños.

En este sentido, existe una variabilidad significativa en los resultados de

aquellos estudios que han hecho uso de intervenciones multimodales. El factor

familiar, junto al estatus socio económico, a la institución escolar y a la preparación

de los profesores frente a la patología TDAH, ha influenciado notablemente los

resultados obtenidos.

Para la consecución del éxito en la intervención multimodal, es necesario que

los padres sean instruidos en las diferentes formas de abordar el trastorno, para que

tengan mayor adherencia al plan terapéutico, lo cual es indispensable para la

consecución de los resultados a largo plazo. Se ha observado que el 50% de las

familias abandonan el tratamiento recomendado en cuanto no lo aceptan e

interiorizan. En este sentido se ha visto que las familias son propensas en aceptar

intervenciones no farmacológicas, que reduzcan la suministración de los fármacos y

promuevan la instauración de cambios conductuales.

En relación a la diversidad de resultados obtenidos en las intervenciones

multimodales en el TDAH, es importante tener en cuenta también las

psicopatologías que se presentan en los padres. Por un lado, la depresión materna y

por el otro lado, el sentido de frustración paterna, generan sensaciones de

inadecuación que fomentan atribuciones negativas hacia el papel educativo

desempeñado por los padres.

Además de estos factores se ha visto que la suministración de fármacos en

temprana edad, las comorbilidades asociadas al TDAH y factores culturales, pueden

desempeñar un papel importante en el diseño y eficacia de las intervenciones

multimodales.

Se deben tener en cuenta en las intervenciones reeducativas, también el

entrenamiento específico de habilidades lingüísticas y matemáticas, ya que la

educación se basa en una transmisión del conocimiento por medio de un sistema

alfanumérico. Desde una perspectiva psicopedagógica es importante detectar

afectaciones en los procesos lectores, escriturales y del cálculo; considerándolos

como dificultades del aprendizaje (DA), los cuales logran afectar el rendimiento

académico.

Concluyendo, se puede afirmar que una intervención óptima para el

abordaje del TDAH será de tipo multicomponente. El centrarse en múltiples

objetivos, hará que se fomente una relación estrecha entre lo clínico, lo educativo y

lo familiar para el mantenimiento a largo plazo de los resultados alcanzados.

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