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1 ALGUNOS PROBLEMAS IMAGINARIOS, CIENTÍFICOS Y DE ANATOMÍA COMPARADA DEL EVOLUCIONISMO por Silvano Borruso Extraído de su obra El evolucionismo en apuros (Criterio Libros, Madrid, 2001) Selección de Capítulos. Silvano Borruso (Palermo, Italia 1935) es ingeniero agrónomo, y desde 1960 vive en Nairobi (Kenya), donde ejerce la docencia en la Strathmore School, una de las más prestigiosas instituciones educativas del país. Traductor de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino, ha consagrado sus obras más recientes a la divulgación filosófica, alcanzando dos resonantes éxitos con la publicación en inglés de El arte de vivir (1996) y El arte de pensar (1998). Creación contra evolución Como los problemas imaginarios son menores que los reales, pero se les da una importancia injustifica- da, comencemos con ellos. La mayoría de los científicos, como la de los profanos, creen que existe hoy una contradicción insalvable entre creación y evolución. Los dos bandos mantienen que si una de las dos es verdadera, la otra es necesaria- mente falsa, y viceversa. Pero ni profanos ni, lo que es más lamentable, científicos, se han tomado la molestia de profundizar en el problema como deberían, aunque los segundos creen haberlo hecho. En el fondo de la cuestión está un aforismo de Linneo (1707-1778), el padre de la taxonomía, que dice: Hay tantas especies cuantas el infinito Ser creó al principio. Los que equivocadamente se oponen a la evolución con motivo de la creación, se aferran a lo que dijo Linneo sin darse cuenta de que el creóde su aforismo es irrelevante. Linneo, a mitad del siglo XVIII, daba la creación por descontada, y dijo que había tantas especies en el mundo inmediatamente después de ser creadas cuantas hay hoy en día. El postuló la teoría de la inmutabilidad o, lo que es lo mismo, del fixismo.

El Evolucionismo en Apuros(Dr Silvano Borruso)

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    ALGUNOS PROBLEMAS IMAGINARIOS, CIENTFICOS Y DE ANATOMA COMPARADA DEL EVOLUCIONISMO

    por Silvano Borruso

    Extrado de su obra El evolucionismo en apuros (Criterio Libros, Madrid, 2001) Seleccin de Captulos.

    Silvano Borruso (Palermo, Italia 1935) es ingeniero agrnomo, y desde 1960 vive en Nairobi (Kenya), donde ejerce la docencia en la Strathmore School, una de las ms prestigiosas instituciones educativas del pas. Traductor de San Agustn y de Santo Toms de Aquino, ha consagrado sus obras ms recientes a la divulgacin filosfica, alcanzando dos resonantes xitos con la publicacin en ingls de El arte de vivir (1996) y El arte de pensar (1998).

    Creacin contra evolucin

    Como los problemas imaginarios son menores que los reales, pero se les da una importancia injustifica-da, comencemos con ellos.

    La mayora de los cientficos, como la de los profanos, creen que existe hoy una contradiccin insalvable entre creacin y evolucin. Los dos bandos mantienen que si una de las dos es verdadera, la otra es necesaria-mente falsa, y viceversa. Pero ni profanos ni, lo que es ms lamentable, cientficos, se han tomado la molestia de profundizar en el problema como deberan, aunque los segundos creen haberlo hecho.

    En el fondo de la cuestin est un aforismo de Linneo (1707-1778), el padre de la taxonoma, que dice: Hay tantas especies cuantas el infinito Ser cre al principio.

    Los que equivocadamente se oponen a la evolucin con motivo de la creacin, se aferran a lo que dijo Linneo sin darse cuenta de que el cre de su aforismo es irrelevante. Linneo, a mitad del siglo XVIII, daba la creacin por descontada, y dijo que haba tantas especies en el mundo inmediatamente despus de ser creadas cuantas hay hoy en da. El postul la teora de la inmutabilidad o, lo que es lo mismo, del fixismo.

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    La evolucin, por otro lado, postula que las cosas evolucionan, es decir cambian de simples a complejas: sta sera la teora del transformismo.

    Fixismo y transformismo son verdaderamente contradictorios: si uno de los dos es verdadero, el otro tiene necesariamente que ser falso y viceversa, pero el punto crucial es que ninguno de los dos tiene nada que ver con la creacin.

    Tanto si las cosas son hoy lo que han sido siempre, como si han ido evolucionando hacia algo diferente de lo que eran antao, antes que nada han tenido que ser. Lo que la creacin contradice es la eternidad de la materia, no el posible cambio de las cosas. El problema de la creacin no es cientfico, por no ser cuantificable. Como lo que no es cuantificable no se puede medir, y la ciencia trata fundamentalmente de medicin, la crea-cin tiene necesariamente que quedar fuera de todo tratamiento cientfico.

    La cuestin es por lo tanto filosfica. Si la materia existe necesariamente, la creacin sera innecesaria. Por consiguiente si la creacin es verdadera, la eternidad de la materia es falsa y viceversa, pero otra vez el pun-to capital es que ninguna de las dos tiene nada que ver con la evolucin.

    Dos cuestiones multiplicadas por dos posibilidades contradictorias originan cuatro combinaciones: 1) Creacin a la que sigue evolucin; 2) Creacin a la que sigue fixismo, es decir ningn cambio; 3) Materia eterna que evoluciona; 4) Materia eterna que no cambia.

    Las complejidades de la contradiccin entre creacin y eternidad de la materia se pueden leer en otro si-tio: aqu seran irrelevantes1. Prueba de lo que acabo de afirmar es que cuando se enfrentan en debate un evo-lucionista con un creacionista, no hay debate, sino dilogo de sordos. He aqu cmo juzga Francis Hitching un debate entre Duane Gish, creacionista cientfico, y John Maynard Smith, darwinista convencido: No se trataba tanto de debate como de una declaracin de dos posiciones absolutamente irreconciliables.

    Es decir, cada uno expuso su tema y los partidarios expresaron su aprobacin aplaudiendo, pero debate no hubo, ya que para debatir hay que mantener dos posiciones contradictorias, y no independientes como son creacin y evolucin.

    Creo haber dicho bastante como para haber demostrado que la creacin no slo no contradice la evolu-cin, sino que no tiene absolutamente nada que ver con ella.

    Azar y protenas

    Olvidmonos de las reacciones de condensacin, dndolas por descontadas y concediendo que hayan ocurrido desobedeciendo a las tozudas leyes de la qumica. Fijemos la atencin en el problema que plantea el proceso hipottico de ensartar al azar protenas a partir de sus componentes aminocidos. Para entenderlo correctamente, es necesario antes decir algo sobre la naturaleza, tamao y forma de las protenas. Como los vocablos de un idioma, las protenas constan de un cierto nmero de letras, en este caso los ami-nocidos. Como en un idioma, el nmero de letras es limitado, pero el de las posibles combinaciones carece virtualmente de lmite.

    Ms o menos veinte aminocidos entran en la composicin de las protenas. La unin de dos de ellos se llama dipptido; la de varios, polipptido. Cuando el contarlos ya se hace laborioso, tenemos una pro tena, cuyas complejidades son demasiadas como para agotarlas aqu. Nos ocuparemos de tres caractersticas impor-tantes.

    Primera: el nmero de aminocidos en una protena vara desde un mnimo de 51 en la insulina a un mximo de 50.000 o ms en la hemoglobina. Segunda: el mnimo nmero de protenas en un virus, el ms simple de los organismos conocidos, es no menor de 124.

    Tercera: la sucesin de aminocidos en cualquier protena est rgidamente predeterminada. As como un error de ortografa altera el significado de una palabra hasta destruirlo, un aminocido fuera de su lugar altera la naturaleza de la protena a la cual pertenece hasta destruirla.

    1 Santo Toms de Aquino, Summa Theologiae, I, qq. 44 a 49. Francis Hitching, The Neck ofthe Girajfe, Mentor 1982, p.

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    La analoga de las letras sigue sindonos til para profundizar en el asunto de la formacin de prote-nas.

    Consideremos la letra O, simtrica segn los dos ejes. Ponindola de abajo arriba o al revs, se puede todava reconocer como una O. Ahora bien, ocurre que, entre los veinte aminocidos que componen las prote-nas, hay uno, y slo uno, que como la letra O existe en una sola forma. Su nombre es glicina.

    Sigamos con la letra E. Esta es simtrica segn el eje horizontal, pero no segn el vertical. Invirtindola de arriba abajo nos quedamos todava con una E, pero si la ponemos al revs la E se leera como 3. Todos los dems aminocidos existen, por lo menos, en dos formas como sta. En jerga bioqumica se les llama amino-cidos D- y L- (del latn dexter o derecho y laevus o izquierdo). Unos pocos existen en cuatro formas como la letra J, que puede tambin escribirse I, 1 o .

    Desde el punto de vista qumico, es decir, de poder tomar parte en reacciones, no hay diferencia alguna entre las dos formas D- y L- del mismo aminocido. Experimentos de laboratorio y sntesis artificiales siempre dan lugar a mezclas de aminocidos 50% D- y 50% L-. Es ms, si se deja sola una solucin pura de aminocidos L-, sta se racemiza espontneamente, es decir, la mitad de los aminocidos se trasforman de L- a D-. El resul-tado final es siempre la proporcin normal de aminocidos 50% L- y 50% D-.

    Dnde est entonces el problema? El problema est en que si los seres vivos fueran no ms que colec-ciones de sustancias qumicas, encontraramos en ellos la misma proporcin de aminocidos, 50%-50%, pero esto no ocurre. Las protenas de los seres vivos reales estn hechas de un 100% de aminocidos L-. Esta asi-metra tan sencillamente observable plantea problemas formidables.

    Ya que la forma L- no es qumicamente privilegiada en relacin a la forma D-, y viceversa, la probabili-dad de eslabonar un nmero cualquiera de aminocidos L- al mismo tiempo, excluyendo todos los D-, es la misma probabilidad de obtener todas caras (o todas cruces) echando al aire una moneda un nmero cualquiera de veces.

    Hemos visto ya que el nmero mnimo de aminocidos en una protena (la insulina) es de 51. La proba-bilidad de formarse la insulina por azar es entonces 1/251, que en potencias de 10 sera 4,4 x 10 16. Una magni-tud como 10"16 es lo suficientemente pequea como para desafiar la imaginacin, y esto para la protena ms pequea conocida. El nmero medio de aminocidos en una protena, sin embargo, no es 51, sino algo as como 400, lo cual reduce el azar a 1/2400. Queriendo ser sutiles y quitando la glicina, reduciramos el azar a 1/2380. En potencias de 10 este valor es 10 n4. Sin rodeos, cero.

    Para mayor comprensin, sealemos dos cosas. La primera es la expansin logartmica de las potencias de 10. Sea movindose hacia arriba o sea hacia abajo, el intervalo entre dos potencias consecutivas cualesquiera de 10 es nueve veces el intervalo entre cero y la menor de ellas. El intervalo 10"3-10114, por ejemplo, es nueve veces el intervalo 0-10113, que constituye la dcima parte restante. Una magnitud as es no slo del todo inima-ginable, sino que tambin carece de sentido fsico. Simplemente no existe, en todo el Universo, un nmero de partculas (incluyendo electrones, protones y todo lo dems) que sume un total de 10113. Como ejemplo, un punto firme en esta pgina tiene un rea de 10"13 km2. Un ao luz es una longitud de 1016m. El dimetro de nuestra galaxia, 100.000 aos luz, asciende a no ms de 1022 m. Presumiendo que su forma sea circular, cu-brira un rea de 1044 m2. Multiplicando sta por mil millones, 109, tenemos un gran total de 1053 m2. Hay mucho trecho que recorrer para llegar siquiera a las cercanas de 10113.

    Lo segundo a que hay que prestar atencin es que una posibilidad de sacar cara 380 veces consecuti-vas no quiere decir darle capirotazos a la moneda 2380 = 10m veces, sino 10114 series de 380 capirotazos cada una.

    Sera intil seguir adelante, pero recordemos que una protena sola no bastara. Un virus, el ms simple organismo viviente conocido, tiene 124 protenas. La probabilidad de obtener una secuencia de 124 protenas al azar es un pasmoso l/2380x124 = j/247-120 = iQ-14.184

    Esto para empezar. Elvense ustedes de un virus a algo no ms complejo que una ameba y no tendrn ni siquiera bastante papel como para escribir las potencias de 10.

    Cunto tiempo hara falta para una hazaa tan fantstica? El tiempo mismo queda fuera de la imagina-cin. Decir un milln de aos suena a mucho... hasta calcular que un ao suma unos modestos 3 x 107 segun-dos. Un milln de aos, por tanto, no es ms que 3 x 1013 segundos. Si multiplicamos esta cifra por 15.000, para poner contentos a los que insisten en dar al universo una edad de quince mil millones de aos, llegamos a un total de 4,5 x 1017 segundos. Lo que deja la posibilidad de obtener protenas al azar ms inasequible que en el limbo.

    Algunos problemas de anatoma comparada

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    Comparando los rasgos anatmicos de varios grupos de animales entre s nos encontramos con que, en grupos que no aparentan relacin alguna, rganos que realizan las mismas funciones estn construidos segn directrices diferentes. Citemos por ejemplo el ala de un insecto y la de un ave, o los miembros ambulantes de un insecto y los de un mamfero. A estructuras as se las llama anlogas. En grupos relacionados entre s, por otro lado, estructuras que realizan funciones diferentes estn frecuentemente construidas segn un plan comn. El miembro pentadactlico de los vertebrados es un ejemplo obvio (...). Este plan bsico ha experimen-tado modificaciones (...) para realizar tres requisitos diferentes2.

    Los requisitos son: la locomocin por tierra firme, como para la mayora de anfibios, reptiles y mamfe-ros; la locomocin por el agua, como en los cetceos y sirenios; y por el aire, como hacen aves y murcilagos.

    Es un razonamiento normativo: una similitud de estructuras que realizan funciones diferentes, llama-das homologas, no se explica sino admitiendo su paulatina modificacin durante una descendencia comn. Pero hay dos dificultades. La primera es lgica. Un razonamiento del tipo si P es, lo es tambin Q, constituye la primera parte de un silogismo hipottico, que se resuelve de dos maneras posibles: o bien pero P es, luego lo es tambin Q, o pero Q no es, luego tampoco lo es P. Pongamos traje evolucionista a estos silogismos. Si la evolucin ocurri hist-ricamente, entonces las homologas son precisamente lo que esperaramos ver en los seres vivos. sta es la primera parte del razonamiento si P es, lo es tambin Q.

    Desde este antecedente son posibles dos conclusiones. O bien: pero no se encuentran homologas, lue-go no hubo evolucin, o bien pero la evolucin ha ocurrido, de ah que nos encontramos con homologas. La primera conclusin es evidentemente falsa, ya que las homologas existen. Pero la segunda presume como ver-dad precisamente la proposicin a probar, o sea, que la evolucin haya ocurrido.

    Los libros de texto entonces deducen pero Q es, luego P tambin lo es que es lgicamente ilegtima. Lo que dicen es, en efecto, que la existencia de homologas prueba que la evolucin ha tenido lugar.

    Es un razonamiento que no convence. Las homologas pueden sugerir que haya habido evolucin, pero pueden sugerir otras cosas: por ejemplo, un designio, o bien el actuar de fuerzas fsicas segn un modelo pre-decible.

    La segunda dificultad tiene que ver con la anatoma bsica. Mientras nos quedemos en generalidades, es fcil decir descendencia con modificaciones, pero en cuanto nos adentremos en huesos, msculos y nervios reales el asunto es muy distinto.

    Examinaremos aqu si las transformaciones requeridas por la evolucin de una especie son posibles per se, es decir puramente desde el punto de vista terico. Consideraremos los requisitos de cuatro cambios anatmicos: tres que se juzga que han ocurrido durante la evolucin de un reptil hacia un mamfero, y uno du-rante la evolucin de un mamfero terrestre ancestral hacia un cetceo (mamfero marino).

    1. En los reptiles, tanto vivientes cmo fsiles, cada mitad de la mandbula est constituida por seis hue-

    sos (cuatro en unos pocos fsiles). La mandbula, adems, no se engozna directamente con el crneo, como en los mamferos: entre los dos hay un hueso extra que se denomina cuadrado.

    2. En los reptiles, el odo intermedio tiene un huesecillo llamado columela (en latn, pequea columna,

    varilla); en los mamferos tiene tres: yunque, martillo y estribo. 3. El odo interno del mamfero contiene el rgano de Corti, que no existe en ningn reptil, ni viviente ni

    fsil, ni siquiera como rgano rudimentario naciente. Es un rgano increblemente complejo: est estructurado como una espiral helicoide de 3 mm de dimetro. Contiene unas veinte mil varillas microscpicas, bases para unas treinta mil terminaciones nerviosas.

    4. Los cetceos no poseen pelvis. Nadan por medio de movimientos verticales de su cola, dispuesta hori-

    zontalmente, movindose mediante un msculo depresor potentsimo. Los mamferos terrestres, por otro lado, mueven su cola lateralmente, ya que la pelvis impide el movimiento vertical.

    Presumiendo que la evolucin haya ocurrido, tendra que ser posible describir cambios que comienzan

    con una cierta disposicin anatmica para terminar con otra. Por ejemplo, se dice que el cambio del crneo de reptil a mamfero ha ocurrido as: el hueso cuadrado

    flotante, ms los dos huesos distales de la mandbula reptil, se trasformaron en martillo, yunque y estribo del

    2 F. Wheeler, Intermedate Biology, Heinemann, p. 594.

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    odo intermedio del mamfero; los otros cuatro huesos de la mandbula reptil se fusionaron entre s para llegar a formar el hueso nico de la mandbula del mamfero. El hueso coronoide de la mandbula reptil se trasform en el cndilo de la mandbula mamfera, o sea, en el perno alrededor del cual sta gira en el crneo.

    Si tal cambio realmente ocurri, es posible que haya ocurrido per saltum, o sea que un reptil ancestral haya parido lo que fuera un mamfero... por lo menos en cuanto a la disposicin del odo intermedio. Pero ni siquiera los abogados ms entusiastas de los equilibrios puntuados se han atrevido a proponer algo tan drstico.

    Si el cambio ocurri gradualmente, o siquiera per parva salta [a saltitos], las etapas intermedias de tal cambio hipottico plantean un problema un tanto difcil. Los huesos de la mandbula, al evolucionar, perderan gradualmente la habilidad de comer, para transformarse en huesos con la habilidad de or. Necesariamente entonces, tiene que haber un momento en que el desafortunado animal... tiene que dejar de comer para or, y viceversa!

    Dejando de lado la ausencia total de fsiles que muestren este estado de cosas, otra dificultad est en la etapa intermedia misma. Si el pobre lo-que-sea tuviera que dejar de comer para or y viceversa, en qu sentido la lucha por la supervivencia favorecera una criatura con tantas desventajas?

    El rgano de Corti plantea otro enigma. No hay absolutamente nada en el odo intermedio reptil, vivien-te o fsil, que pueda haberse transformado en algo tan complejo. Aun en el caso de que lo hubiera, no es ni si-quiera posible describir su aparicin gradual. Su aparicin imprevista sera un milagro de una magnitud tal como para asombrar las esperanzas ms atrevidas de los equilibristas puntuados.

    Objeciones del mismo tipo pueden plantearse a la transformacin de un mamfero ancestral terrestre en un mamfero acutico. Con una cola agrandndose gradualmente, cambiando adems su movimiento del eje horizontal al vertical, y una pelvis enanizndose al mismo tiempo, llegara un momento en que la potente cola aplastara a la pequea pelvis, dando al traste con la supervivencia de la pobre criatura.

    Estos problemas no son invencin ma. El anatomista francs Louis Vialleton los fue proponiendo en la dcada de los 1920, y el zologo ingls Douglas Dewar no se cans nunca de repetirlos hasta su muerte en 1957. Nadie se ha tomado la molestia de contestarlos hasta el da de hoy. Por tanto, no sern nunca anticuados hasta que alguien se enfrente con ellos. As las cosas, desde luego, es muy poco probable que sean resueltos ni hoy ni nunca.

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