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impatía y adhesión de algunos de los mábrillantes intelectuales de Occidente, como, entrantos otros, Hemingway, Malraux o Aragon. En u
contexto capitalista, Münzenberg, refugiado e
París en 1933, habría sido sin duda un magnate da prensa. Entonces, gracias a su genial talent
como propagandista, se convirtió en el gramaestro de la desinformación. Su poder d
convicción parecía ilimitado y, desde los cafés dParís,iba captando adeptos en todos los centros dnfluencia de las elites intelectuales, sociales
políticas de Occidente: controlaba periódicoadios, productoras de cine y editoriales, y teji
una inmensa red, que iba desde la Universidad dCambridge hasta Hollywood, pasando por eFrente Popular en Francia y el Partido Comunisten España durante la guerra civil. A través de l
frenética actividad del oscuro personaje dMünzenberg, que acabó cayendo en su propirampa, el autor nos va revelando poco a poco e
complicado entramado de engañomanipulaciones, juicios apañados, agentes doble
violencia, en el que casi todos hemos creído... E
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fin de la inocencia es el primer estudio importantdesde la caída del régimen soviético sobre lcultura estalinista en la vida intelectual dOccidente.
Stephen KochEl Fin de la inocencia
Willi Münzenberg y la seducción de lontelectuales
Traducción de Marcelo Covián Fasce
Título Original: Double lives
Prólogo de François Furet
Traductor: Covián Fasce, MarceloAutor: Koch, Stephen©1997, TusquetsColección: Andanzas, 285ISBN: 9788483100059
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A la memoria de mi padre, Robert Fulton Koch (1907-1951)
También habéis oído que se dijo a loantiguos: «No perjurarás, antecumplirás al Señor tus juramentos»Pero yo os digo que no juréis de ningunmanera: ni por el cielo, pues es el tronode Dios; ni por la tierra, pues es eescabel de sus pies; ni por Jerusalén pues es la ciudad del gran Rey. Ni po
tu cabeza jures tampoco, porque no est
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en ti volver uno de tus cabellos blanco onegro. Sea vuestra palabra: sí, sí; nono; todo lo que pasa de esto, de ma procede.
Mateo, 5:33-37 (Citado por ArthuKoestler en la sesión inaugural deCongreso por la Libertad de la Cultura
25 de junio de 1950)
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AGRADECIMIENTOS
Escribir un libro es explorar un mundo y el qu
o he explorado en El fin de la inocencia hpermanecido oculto en gran parte hasta la fechaPrimero debo manifestar mi gratitud a las muchapersonas que lo conocieron antes que yo y quconsintieron en mostrarme sus recónditoenderos. Pero el listado de la gente que comparti
conmigo lo que sabía desbordaría la capacidad desta página. Una descripción ajustada a la realidade mi deuda con todos ellos pronto se parecería
un nuevo libro, una especie de sombra o doble déste. En la bibliografía, el lector encontrará unista necesariamente no descriptiva de la
personas que tanto me han ayudado.En este punto, debo rendir tributo especialment
agradecido a la memoria de Babette Gross, lviuda de Willi Münzenberg, quien en el verano d989 me concedió en Múnich una semana d
entrevistas indispensables. Esos intercambio
memorables fueron posibles gracias a los bueno
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Unión Soviética fue generosamente compartida poel profesor Harvey Klehr, a cuya asistenciacadémica debo mucho.
Mi editor, el difunto Edwin A. Glikes, se di
cuenta del potencial de mi proyecto tan prontcomo se lo propuse. Mantuvo su fe sin flaqueadurante la larga maduración. Su incisivnteligencia editorial y sus muchas conversacione
conmigo fueron imprescindibles para darle forma la obra. Me siento muy agradecido con lomuchos colaboradores de la editorial The FrePress que me proporcionaron una gran ayuda debo hacer constar mi especial gratitud a Joh
Urda.Mi relación con Diana Trilling empezó con un
imple entrevista durante la primera parte de mrabajo. Vista desde el presente, debo manifesta
que ese encuentro fue crucial, pues ella ha sido mestigo y mi asesora desde la primera fase de estproyecto. A medida que el libro se desarrollaba profundizaba, lo mismo sucedía con nuestrelación.
Ahora el último párrafo. Es parte formal y feli
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PrólogoLa historia es un
complot La historia del comunismo se puede aborda
desde múltiples ángulos; por ejemplo, l
divulgación casi universal de la idea, o el estudide los regímenes que asumieron la ideología,,
el análisis de los partidos miembros de l
nternacional de Moscú, o una sociología de lo
militantes, o por mil y un enfoques imaginables
l historiador norteamericano Stephen Koch hoptado por una otra vía, acaso la meno
recuentada. Ha querido describir l
manipulación de que fue objeto la opinió
ública occidental a manos de los espías deomintern en el periodo de entreguerras. Po
razones fácilmente comprensibles, este enfoqu
aún no goza de un crédito generalizado. Nuestr
época democrática, tan convencida de su propi
«necesidad», tan proclive a las grande
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explicaciones abstractas de la historia, no
nhibe de conceder demasiada importancia a la
ntrigas de los individuos y, con mayor razó
aún, a sus esfuerzos secretos. El universo de l
clandestinidad queda reservado en exclusiva os enemigos del progreso. Pero no nos queda más remedio que empezar
acostumbrarnos porque gran parte del fenómen
comunista del siglo XX nos remite a la historicomo complot. La obsesión por la clandestinida
orma parte del patrimonio leninista; l
centralización extrema del movimiento, despué
de Octubre, jamás dejó de usar esos recursos
Visto desde este ángulo y desde la historia de surandes iniciados, el bolchevismo ha sido un
masonería de dimensiones universales. Por est
razón, su historia ha de tener en cuenta el pape
desempeñado por los individuos. Y así debe seorque la acción de sus grandes militante
mplicaba una ambición inmensa para la cual e
obligado anonimato de sus existencias podí
hacer resaltar aún más el aura de su misión. E
este sentido, el libro de Stephen Koch no es sól
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ertinente, es fascinante. En el centro mismo de la historia, hay un
igura clave que está en el meollo de l
manipulación de los intelectuales occidentales d
entreguerras: Willi Münzenberg, el hombrorquesta de la propaganda soviética, el virtuos
oculto del antifascismo comunista, el anónim
militante que desde París superó a Goebbels e
a puesta en escena del proceso Dimitrov tras encendio del Reichstag. Koestler y Manè
Sperber nos han legado unos retratos suyo
nolvidables. Bolchevique de la primera hora
este gran militante alemán del Komintern aport
u talento para la propaganda cuando llegó arís en 1933 como refugiado. En un context
capitalista, habría llegado a ser un magnate d
a prensa. Su genio publicitario fue capaz d
alcanzar la plenitud incluso al servicio deesuitismo burocrático de Moscú y pese a qu
iempre se mantuvo en la sombra. No obstant
us servicios a la causa, Münzenberg no escap
inalmente a las sospechas de Stalin, alimentada
or los celos de Pieck y Ulbricht, dos dirigente
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del partido alemán también exiliados en París
n 1937, en pleno Gran Terror soviético, l
convocan a Moscú y él se niega a ir. En 1939 y
no tiene patria y es acosado por la Gestapo y l
KVD. Los franceses podrían haberle ofreciduna nacionalidad, pero lo internan por alemá
cuando estalla la guerra. Se escapó en junio d
1940 para huir del avance nazi, pero no pud
legar muy lejos. Ese mismo otoño, unocazadores encontraron su cadáver con señales d
estrangulamiento en un bosquecillo próximo
Grenoble. Lo más probable es que fuer
asesinado por uno de sus compañeros de fuga
as órdenes de Moscú. Debido a la gran fuerza secreta de su activida
militante y al siniestro enigma de su muerte, est
ersonaje suscitó cierto número de artículos
ibros que conoce y utiliza Stephen Koch, quien esta documentación añade, por un lado, su
consultas a los archivos del Komintern que l
ermiten demostrar la íntima vinculación entr
as actividades del Komintern y las de los otro
ervicios secretos soviéticos: si la intuíamos
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ahora la conocemos. Por otro lado, el autor hac
hincapié en una prolongada conversación —un
emana de entrevistas— con Babette Gross, viud
de Münzenberg y su primera biógrafa en 1967
ija de un acaudalado bodeguero prusianohermana de Margarete Buber-Neumann, tambié
casada con un miembro de la oligarquí
bolchevique alemana, Babette Gross ya tení
noventa y un años de edad cuando concedió e1989 la gran entrevista a Stephen Koc
rompiendo la ley del silencio que siempre s
había impuesto. Resulta evidente que Koch sup
acarle un magnífico partido a la conversación.
Tal como exige el género, el libro es hartcomplejo y lleno de imprevistos para resumirl
en una mera reseña. Recorre el period
norteamericano, británico y francés d
entreguerras a fin de reconstruir el entramado dredes y de intrigas que manejan a su air
ünzenberg y sus colaboradores. No aporta nad
nuevo sobre la manipulación del proces
imitrov, pero ofrece por primera vez un
narración completa de este evento que anunció e
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nuevo curso antifascista en la política de
omintern, siempre fiel a la utilización de l
mentira y de la manipulación cínica de las ideas
Si Münzenberg derrota a Goebbels en la batall
ropagandística, ello no se debe a que recurrmás a la verdad. Los dos adversarios usan la
mismas armas. La mayor parte de la obra de Koch se refiere
os éxitos que luego obtendrían las redes dünzenberg, en especial durante la guerra civ
española, en Gran Bretaña y Estados Unidos. E
a aportación más original e interesante no sól
or los datos inéditos. El asunto de los espías d
Cambridge, por ejemplo, ya ha sido objeto dmuchos libros. También es harto conocido
debatido el papel desempeñado en el espionaj
oviético por el pequeño partido comunist
norteamericano. Pero nadie, antes de estíntesis, había mostrado con tal claridad hast
qué punto Estados Unidos y Gran Bretaña había
constituido objetivos prioritarios para todos lo
ervicios secretos soviéticos. El bolchevism
había tenido, desde su inicio, un eco mu
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imitado en las grandes democracia
anglosajonas, pero allí el antifascismo le brindó
a partir de 1934, un campo propicio para l
ropaganda y la manipulación, lo cual es prueb
aradójica de que la actividad secreta de suagentes y de sus redes sólo alcanzó un
verdadera eficacia debido a la presión de la
circunstancias y a la sensibilidad preparada d
antemano del público.François Furet
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PRIMERA PARTE
Mintiendo por laverdad
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1 Mintiendo por la verdad
El 22 de octubre de 1940, no lejos de undiminuta aldea llamada Montagne, próxima Grenoble, dos cazadores con sus perros sropezaron con un siniestro bulto escondido en u
bosquecillo. Al pie de un viejo roble, sencontraba el cadáver descompuesto de un hombrentado. Hacía mucho tiempo que había fallecido
parecía haber muerto ahorcado.
Lo que hallaron los cazadores aquel día sconvertiría en algo más que en una leyenda locaOcuparía un sitial entre los misterios perdurablede la política moderna. Porque éste era el cuerpde un hombre llamado Willi Münzenberg. Y Wil
Münzenberg había vivido y muerto como uno dos poderes invisibles de la Europa del siglo XX
Cuando los cazadores lo encontraron, el cuerpestaba casi completamente cubierto por hoja
Sólo eran visibles el rostro tumefacto y los ojo
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protuberantes por el estrangulamiento. Y la sogaEl hedor era insoportable. Estaba claro que hacímeses que estaba allí. El nudo alrededor decuello parecía haberse cortado, posiblemente poc
después del ahorcamiento. Y cuando se rompió, ecuerpo había caído al pie del árbol. Allí se quedócon las rodillas en alto, a lo largo del verano de lderrota francesa, sentado torpemente y sin se
visto hasta que octubre empezó a cubrirlo con lahojas del otoño y los perros, con sus ladridos, ldescubrieron.
Los aldeanos nada sabían de Willi Münzenbergo era y no es un nombre famoso aunque el pode
que este hombre había detentado le hubiera tenidque hacer merecedor de los halagos de la famaDesde su juventud extremista en 1917Münzenberg había sido un protagonista secreto d
a política del siglo. Como miembro fundador da Internacional Comunista y dirigente en lestructura del poder marxista-leninista fuera dRusia, había desempeñado un papeexcepcionalmente influyente en las conspiracione
as maniobras, la propaganda, la política secreta
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as acciones que le habían traído hasta este lugahasta la caída de Francia, hasta la guerra de Hitleen Occidente y hasta su propia muerte.
Octubre de 1940 trajo consigo los primeros frío
otoñales tras la rendición francesa a manos de lWehrmacht nazi. Francia estaba sumida en lóbrega quietud de la derrota. La caída del paí
parecía completa. Por el momento, la guerra habí
erminado sus macabros afanes en Francia proseguido su camino hacia otros lares.Para los dictadores, todo parecía marchar vient
en popa. Stalin había consolidado su alianza coHitler. Los servicios secretos de ambos sistema
otalitarios trabajaban ahora en una siniestrcolaboración bien definida por su enemistad dgángsteres y bien atada por su confraternidad en eodio. Polonia había sido dividida con todo éxito
Finlandia estaba en manos de Stalin. Los naziavanzaban por el oeste y la guerra concentraba suhorrores en Inglaterra.
Porque éste también era el otoño de la batalla dnglaterra. Desde la caída de Francia, la Luftwaff
había bombardeado palmo a palmo las ciudade
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nglesas. Cada noche, el cielo de Londres sluminaba con balas trazadoras y fuego. El aire slenaba con el aullido destructor de las bombas
el martilleo de la defensa antiaérea. La posibilida
de una derrota inglesa era inminente y real.Pero en aquel valle francés del río Isère, e
único ruido de armas que se oía eran los disparoocasionales de la escopeta de un cazador, qu
esonaban por la hermosa campiña. Y por aquellocampos, los dos hombres de Montagne volvierodeprisa a su pueblo para alertar a la gendarmeríobre su hallazgo.
Es casi seguro que Willi Münzenberg haymuerto en esos bosques cinco meses antes, el 2de junio de 1940. No está claro si se suicidó o so asesinaron. Sin embargo, el 21 de junio de 194
fue el día en que se rindió el gobierno francés os nazis y, como veremos, es harto probable l
coincidencia exacta entre la caída del país y lmuerte de aquel hombre. En los días del colapsfrancés, los campos de Montagne estaban llenos d
exiliados y refugiados que huían hacia el sur. Tod
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el mundo huía. La huida de Münzenberg, siembargo, era distinta de las otras. Los servicioecretos de al menos tres países habían ordenadu búsqueda y captura. Parece que incluso en l
peor de las circunstancias, algunos personajemportantes estaban interesados en saber si est
hombre lograba escapar de Francia con vida.1
*
¿Por qué, en un mundo al borde del colapsovarios gobiernos podían estar tan interesados eeste alemán de mediana edad? ¿Quién era Wil
Münzenberg?Se trataba de un comunista importante, pero er
algo más. Desde 1921, Lenin le había encargaduna serie de misiones, algunas muy públicas, otramuy secretas, que habían hecho de este hombrpictórico de energía el director de facto de laoperaciones clandestinas de propaganda de lUnión Soviética en Occidente.
El campo de las operaciones clandestinas d
propaganda es un área en el mundo de lo
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ervicios secretos que rara vez ha sido estudiadoEn consecuencia, casi se ha ignorado el papel desas operaciones tanto en la política cultural comen la política del poder. Sin embargo, s
astreamos a Münzenberg desde su relación coLenin hasta el bosque en que halló la muerte, eendero recorrido nos puede servir de hilo d
Ariadna a través de gran parte de la política de
iglo xx. Los vericuetos de su carrera estávinculados con las operaciones más secretas de lpolítica revolucionaria y con acontecimientoculturales de la mayor importancia en este sigloVeremos la relación del Kremlin con el grupo d
Bloomsbury; observaremos cómo las secuelas dus operaciones iban del Elíseo a Hollywood par
volver a la Rive Gauche del Sena; de la vida dErnest Hemingway en España a André Gid
hablando en el funeral oficial de Máximo GorkEs una madeja que se adentra por incontablemisterios y atraviesa muchos encuentros coraiciones, terror y asesinatos, uno de los cuale
podría ser el del mismo Münzenberg. Se dirige
a segunda guerra mundial. Se dirige a los orígene
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gente por fronteras muy vigiladas como por obrde magia. Parecía como si el muchacho pudiercrear una red de la nada. Cuando Lenin lo conocióas informaciones de Willi ya circulaban por tod
Europa sin ser detectadas. Las conspiracioneviajaban en frascos de mermelada y cajas dcigarros; documentos falsos llegaban en paquetede alimentos; planes para acciones encubierta
quedaban ocultos pero en movimiento. Incluso sas había ingeniado, por cuenta propia, parntroducir un topo dentro del Vaticano. Trotsky s
dio cuenta de que allí había un joven radical quLenin podía utilizar.2
Lenin quedó impresionado y presentó sdescubrimiento a Karl Radek, que, a partir dentonces, formaría con él una especie de equipoRadek era un extremista polaco, muy conversado
un intelectual calculador y con ínfulas literariaEstaba llamado a ser el racionalista de lRevolución. Era brillante y locuaz, el protegidcínico y divertido de otro polaco, el conde FéliDzerzhinski, el hombre sin sentido de humor qu
erá recordado para siempre como el infam
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nventor del Estado policial.3
Entre los hombres de Lenin, el vínculo que unía Dzerzhinski, Radek y Stalin es un elemento demáximo interés. Vistos en conjunto, representares de las características esenciales para forjar u
Estado de terror. Dzerzhinski era el auténticcreyente, el fanático santificado del poder absolutdel Estado. Por otro lado, Stalin era su polític
definitivo, su gran estratega y burócrata. Radek erel apologista y propagandista del nuevo Estado, ecreador de su racionalidad intelectual, el hombrque fabricó su «rostro humano» y muchas de sumentiras.
Dzerzhinski fue el fundador de la Cheka, luegebautizada OGPU, más tarde NKVD y por últim
KGB, el hombre que convirtió a la policía secreten la principal herramienta de la justici
evolucionaria.*
Por tanto, resulta muy apropiadque en los grandes días de agosto de 1991, lamuchedumbres celebraran la caída del marxismoeninismo en Rusia derribando la monumenta
estatua de este monstruo del fanatismo que s
erigía frente al cuartel general de la KGB.
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Ciertamente, la policía secreta en sus días dnocencia, antes de que se convirtiera en un obvieducto de asesinos y malhechores, parecía e
hábitat natural de una nueva clerecía, un alt
acerdocio puritano, devoto en su ateísmo. Alestaban los vengadores de antiguos males; alestaban los creadores del nuevo paraíso, la nuevierra. Isaac Babel, el hombre irónico y amabl
que luego sucumbió al Terror, empezó su carrerevolucionaria sirviendo en la Cheka. Uno de loagentes de la NKVD más eficaces para dirigir os espías de Cambridge era un sacerdote retirado
un hombre de una catadura moral torturada, per
claramente superior: Theodore Maly. Volveremoextensamente a Maly más adelante.5 Diana Trillincuenta que su boda con Lionel Trilling fue oficiadpor un rabino para quien Felix Dzerzhinsk
epresentaba (con un deje de ironía) un parangóheroico.6 Ningún líder de la Revolución, niquiera el mismo Lenin, despedía más olor antidad que este aristócrata polaco, sardónico
ególatra, un Savonarola que accedió a la apoteosi
con un poder totalitario del que fue su principa
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nventor.7 Ascético, trastornado por la Revolucióncegado por certezas irrefutables, radiante de odioDzerzhinski era el Santo Terror en persona.
Su protegido Radek, en cambio, era el cínicburlón de la racionalidad revolucionaria. Acomo Dzerzhinski creía que cualquier muertquedaba justificada si servía a la RevoluciónRadek pensaba que cualquier mentira era justa a l
uz de la verdad política. Sólo superficialmentesta relación puede parecer improbable. Lantimonia del uno y el cinismo del otro s
combinaban en una fusión de fe, descreimiento desprecio que los unía desde los tempranos día
de Varsovia. Es una de las paradigmáticas alianzamorales de nuestro tiempo. Mientras tanto, fuerde Rusia, en el oeste, la dinamo jovial quorganizaba esta alianza y que la transformaba en u
nuevo sistema de poder, el de mentir por lverdad, se llamaba Willi Münzenberg.
*
Münzenberg era un bicho raro entre la clas
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dirigente del comunismo alemán ya que proveníealmente de la clase obrera. Eran contados, entras verdaderas luminarias del comunismo alemános proletarios duros de los suburbios de Berlí
que formaban la base del partido. La mayoría dos líderes eran intelectuales, hijos e hijas de l
clase media alta. Pero Willi era auténtico: el hijde un tabernero alcohólico de Turingia, quie
cuando su hijo era un niño, un buen día se matimpiando su arma en estado de ebriedad. En sadolescencia, Willi había sobrevivido comaprendiz de barbero. Es posible que las genuinaprivaciones de su juventud puedan explicar po
qué, a diferencia de camaradas más privilegiadonunca cultivó la imagen de pobreza una veconseguido el poder. Por el contrario, iba y venípor la Kurfürstendamm en un inmenso Lincoln co
chófer; entraba y salía de los salones del podeprotegido por un guardaespaldas. Como un capitáde la industria o un gángster de Chicago, speluquero particular lo afeitaba y le hacía lmanicura cada día. Vivía en un barrio de clase alt
de Berlín. Su piso estaba decorado al estil
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Biedermeier; su forma de vida no estaba afectadpor el acostumbrado estilo desabrido de locomunistas.
Sin embargo y pese a su elegante entorno, era u
comunista de pies a cabeza. Sus fotografías duventud nos muestran a un joven alemá
endurecido pero bien vestido, con un físico enjutpero compacto, ágil, sólido y pletórico de energía
Tenía una cabeza cuadrada y grande para ucuerpo tan pequeño. La frente ancha y despejadaematada por cabellos cortos y encrespados. S
mirada, aunque cálida, es astuta. Observa lcámara con un furtivo destello letal. El rictus d
us labios puede volverse cruel fácilmente; parecbrindar una sonrisa sólo bajo ciertas condicioneSu imagen no se limita a la de un tipo duro. Apuerta cerrada y en privado, sacaba a relucir todo
os hábitos tajantes del acostumbrado a mandadando órdenes como un sargento de instrucciómalhablado y desagradecido mientras golpeaba lmesa con sus toscas manos de obrero. Cuanddaba una orden, se le obedecía. Era al mism
iempo un ejecutivo y un agitador nato. Sigui
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iendo ambas cosas incluso después de que Lenio convirtiera en un «potentado rojo» que vestírajes a medida y viajaba en limusina. Arthu
Koestler, que le conocía bien, decía que era «u
orador feroz, demagógico e irresistible». Su voesonaba por los techos de los salones de l
República de Weimar. Entusiasmaba a lamultitudes. Tenía el don incendiario. Koestle
cuenta que «daba la impresión de que chocacontra él podía ser como colisionar con unocomotora... Willi irrumpía en los salones con l
naturalidad de un tanque que atraviesa laparedes... De su persona emanaba tal autorida
que he visto a ministros socialistas, a banqueroveteranos y a duques austríacos comportarse comcolegiales en su presencia».8
Münzenberg estaba «casado», aunque al estilbohemio de los radicales de entreguerras, o seain ceremonia. Su esposa era una hermosa mujelamada Babette Gross, de buen físico, muy alta
esbelta. Era una aristócrata prusiana sumament
nteligente, hija de un rico bodeguero de Potsdam
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Había recibido una educación excepcional; erpolíglota como su hermana, Margarete Buber
eumann, quien, tras un primer casamiento con uhijo del filósofo Martin Buber, había contraíd
egundas nupcias con un importante comunistalemán, Heinz Neumann, un intelectuaevolucionario miembro de la dirección de
partido.
Aunque Babette era una radical extremista y uncomunista militante, nunca dejó de ser una niñbien. En su juventud y madurez, los modales de sclase debieron fundirse con su postura política u estilo de vida. A los ojos de Willi, debió d
parecer no sólo hermosa, sino la puerta a todo umundo. Incluso cuando conocí a Babette Gross eu vejez, su personalidad aún parecía impregnad
del estilo prusiano de sus padres. Poseía u
entido de la autoridad que debía de ser semejantal de Willi. Habían formado una pareja comhombre y mujer; pero también lo fueron a bueeguro en su sentimiento de poder.
De hecho, gran parte del comunismo alemán e
a época dorada de entreguerras puede rastrears
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hasta dar con unas contadas familias sumamentntelectuales, a menudo pertenecientes al ámbit
universitario, de clase media alta, gente qupertenecía más al mundo de Thomas Mann y su
personajes pensantes que a las infectas callejuelade Bertolt Brecht. No, no se trataba sólo dBabette y su distinguida hermana, sino de otrobrillantes clanes académicos como los Eisler o lo
Kuczynski, dos familias pletóricas de intelectualeadicales que se convirtieron en espías, dirigentenfluyentes y agentes secretos en la segunda guerr
mundial y en la guerra fría: Hanns y Gerhart Eisle su hermana Ruth Fisher; Jürgen y Rut
Kuczynski, guiados por su padre, Robert RenKuczynski.9 Robert René estuvo vinculadestrechamente con Willi durante todos los años da República de Weimar y siguió siendo un virtua
«hombre de Münzenberg» incluso después de quHitler desmantelara la izquierda alemana.Fue un influyente refugiado que enseñaba en l
London School of Economics, pero prestando suervicios a la Revolución encubierto por la
duplicidades del aparato más o menos legal d
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Münzenberg. Sus hijos Jürgen y Ruth penetraromás profundamente en la zona sombría del entornde Münzenberg; ambos dieron el paso hacia eespionaje de verdad. Durante la guerra, Jürge
irvió como agente infiltrado en la inteligencimilitar norteamericana, el OSS. Ruth recibientrenamiento en Rusia en una escuela paracciones encubiertas fundada en concomitanci
con Willi por el servicio secreto del KominternPrimero trabajó en China en las operacionelegales de Willi. Más tarde, durante la guerra
hizo famoso su alias, «Sonia», en Inglaterrespiando a los británicos mientras acechaba en e
Bletchey Park.10 Era gente que entendíperfectamente la guerra de ideas porqupertenecían a la clase enemiga, clase a la quaccedió Münzenberg como un extraño, pero qu
aprendió a dominar y utilizar como pocos.Cuando la conocí en 1989, Babette Gross y
enía noventa y un años y seguía tan esbelta comiempre. Al igual que su hermana, aún tenía e
espíritu inmerso en los tremendos acontecimiento
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por los que había pasado. Ese julio, después dconsiderarlo largamente, decidió concederme toduna semana de entrevistas en su pequeñapartamento de la Einsteinstrasse de Múnich. Y
legaba cada mañana con mi grabadora y ella mguiaba por la historia del siglo vista desde lperspectiva de su vida en común con WilMünzenberg. Era curioso oírla hablar de Leni
como de alguien próximo. «A Münzenberg siempre impresionaba la habilidad política de LeninUsted sabe, nunca se olvidaba de un nombre.» Ode Trotsky, a quien debió de conocer en México«Siempre se comportaba como un clásic
ntelectual francés.» Aunque era directa y naturaa veces retomaba a los modismos de su clase. Poejemplo, en dos ocasiones mencionó a «mhermana, Buber-Neumann».11
Al lado de Willi, había conocido no sólo a loprincipales dirigentes del partido alemán, sinambién a muchos de los fundadores de su serviciecreto. Entre éstos destacaba Ignace Reiss, e
gran maestro del espionaje, quien en cierto mod
fundó el servicio secreto soviético en Europa. L
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pregunté sobre Richard Sorge, el espía alemán nmenos extraordinario que, camuflado como naze infiltró en el alto mando japonés hasta sraición en los últimos días de la guerra. Babett
me miró largamente, luego sonrió. «Lo conoccuando era joven y hermoso.»
Hablaba un inglés excelente y pausado, lleno dmodismos, sorprendente en una persona que, po
o que sé, jamás residió en un país de hablnglesa. Siempre estaba alerta y su compostura eraristocrática y natural a la vez. Durante las largahoras de conversación con ella, sus palabraiempre fueron precisas e incisivas. Su modo d
analizar la política, ya fuera sobre las noticias quaparecían ese julio en Alemania, o sobrconspiraciones de hacía medio siglo, ermplacable y tajante. No se andaba con tonterías n
permitía desviaciones de la verdad tal como ella entendía. Al escuchar a Gross hablar sobre lpolítica europea de aquellos días, yo recordabque esta mujer había compartido su vida con uhombre cuyos informes políticos en París, tras s
uptura con Stalin, eran escuchados por veterano
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agentes de los servicios de inteligencia de variopaíses como si fueran colegiales.12
Cuando la conocí, a Babette le quedaba pociempo de vida. En el otoño e invierno de 198iguió paso a paso el desmoronamiento de
comunismo alemán, que se aceleraba y superabcualquier esfuerzo por contenerlo. En nuestracharlas telefónicas de esos días, seguía prestand
oda su atención a lo que sucedía. Había vividoda su vida a favor o en contra de los hechos quahora llegaban a su tremenda conclusión; habíhabitado cerca o en el meollo del mayor drampolítico de su tiempo. Ahora ese drama, al igua
que su vida, llegaba a su fin. Cayó enferma, enferma se trasladó a Berlín para que la trataranPor tanto, regresó a la ciudad de su juventucuando el círculo se cerraba. Babette estaba e
Berlín cuando cayó el Muro.Y habiéndolo visto caer, allí murió en enero d990.
Karl Radek parece haber sido el superior d
Münzenberg en el círculo íntimo de Lenin. Fu
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quien lo promocionó, aunque a la edad de treintaños no era mucho mayor que él. Antes de lRevolución, el cargo de Radek era como el de uagente de prensa. Los bolcheviques eran adictos
os periódicos, a todos y cada uno de ellos. Eruna de sus obsesiones más características. El treherméticamente cerrado que transportó a Lenihasta la estación de Finlandia estaba inundad
hasta el techo de periódicos en todos los idiomamaginables. Tras las cortinas de los vagones, loevolucionarios pasajeros se pasaban las horaeyendo. Mordisqueando su pipa, despreciando os periodistas, a los que halagaba y engañaba, e
oven ya era un experto en las artes de lnformación y la desinformación. Radek
Münzenberg escoltaron a Lenin en Zurich hasta lplataforma llena de gente y el tren en qu
encerraron a los bolcheviques («como bacilos eun tubo de ensayo», diría Churchill) para su viajal norte atravesando Alemania, rumbo a sevolución. A Radek le dieron un camarot
contiguo al del futuro dictador. Münzenberg n
viajó al parecer por algún problema con s
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nacionalidad alemana. Justo antes de que partierel tren, Lenin se dirigió a Radek o a Münzenberg pronunció la famosa frase: «Dentro de seis meseestaremos en el poder o colgando de la horca».Y así fue. Después de que Lenin conquistara lRevolución, pudo hacer de sus protegidos dos dos hombres más poderosos del mundo.
Münzenberg se encontró en el poder. Era uhombre de acción al que le faltaba la vida cuandcarecía de la posibilidad de mandar. A diferencide sus camaradas Radek, Bujarin o el mismo Lenipor supuesto, no era de ninguna manera u
ntelectual. No disponía de sensibilidad parderrotar la soledad ni para convertir hasta la faltde poder en una especie de oportunidad. Tambiéera un provinciano. Aunque entonaba l
nternacional , nunca habló otro idioma más que salemán materno. Y era un alemán elemental y coun fuerte acento de Turingia. No tenía ningúalento literario. Se publicaron cientos de libro
encargados en su nombre, algunos memorable
otros incluso de importancia duradera, pero él
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ecordar más a Henry Luce que al Karla de LCarré.
He aquí el retrato que trazó Gustav Reglecuando huyó de la Alemania nazi y se hizo carg
de la contrapropaganda soviética tras la toma depoder por Hitler: «Se pasaba los días en unpequeña habitación trasera de una casa en eBoulevard Montparnasse, sentado ante u
escritorio con montones de papeles... El teléfonno rompía su aislamiento. Cuando sonaba, secretaria se abalanzaba y contestaba mientra
Münzenberg esperaba impaciente y al finaesolvía el problema con una sola frase. Tenía l
calma y la intensidad de un maestro del ajedreque va de mesa en mesa jugando veinte partidas amismo tiempo».16
Antes y después de Hitler, el verdadero papel dMünzenberg en el mundo era un secretcelosamente guardado, aunque, en concordancicon su particular idiosincrasia, sabido por todoTenía un talento especial para la propaganda
Porque Willi Münzenberg fue el primer gra
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maestro de dos clases bastante novedosas despionaje, de importancia decisiva en este siglo muy útiles para los soviéticos: la operacióecreta de propaganda y el «simpatizante
ecretamente manipulado. Su objetivo era crear eel Occidente bien pensante y no comunista eprejuicio político predominante en la época: lcreencia de que cualquier opinión que pudier
ervir a la política exterior de la Unión Soviéticprovenía de la esencia de la decencia humanaQuería esparcir la sensación, como una ley de lnaturaleza, de que criticar en serio o desafiar lpolítica soviética era prueba inequívoca de ser un
mala persona, intolerante y posiblemente incultomientras que apoyarla era prueba infalible dposeer un espíritu progresista, comprometido coodo lo que era mejor para la humanidad, sin dud
marcado por una sensibilidad refinada y profundaA fin de crear las redes de organizaciones y dimpatizantes, Münzenberg utilizó todos loecursos imaginables de propaganda, desde l
opinión cultural de altos vuelos hasta medio
populacheros y circenses. Organizó los medios d
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comunicación: periódicos, cine, radio, libroevistas, el teatro. Involucró a toda clase díderes de opinión: escritores, artistas, actore
comentaristas, clérigos, profesores, empresario
científicos, psicólogos, cualquiera cuya opiniófuera respetada por el público.
Su propia vida pública era muy ostensible. Antede huir de Alemania tras el incendio del Reichsta
en 1933, era un editor alemán, pero de hecho ugran editor que controlaba una cadenmpresionante de publicaciones de izquierda
También era un político. Como buen leninistaepudiaba naturalmente la democraci
epresentativa y pretendía destruirla, pero lesultaba útil ser miembro del Reichstag, donde e
partido le había asignado un escaño muy seguroLa lóbrega Sala de Sesiones, el sitio donde s
eunía la democracia alemana, era un lugaofocante con las paredes recubiertas de madera polvorientos cortinajes de brocado. El 22 dfebrero de 1933 esa madera y esos brocadoprenderían en un incendio lo bastante trascendenta
como para permitir que Hitler se hiciera con e
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poder totalitario y que se iniciara eenfrentamiento ideológico que condujo a legunda guerra mundial. Pero hasta entonces, en e
Reichstag resonaban a menudo las palabra
extremistas e iracundas de Münzenberg. Allí sdestacaba pasando al lado de Goebbels, su rival ecreto admirador, resplandeciente ante los foco
de luz, listo para intervenir una y otra vez en l
política de jaque mate de la República de Weimaa la que nadie importante parecía tener el menodeseo de salvar. Desde luego que no GoebbelTampoco Münzenberg sin la menor duda.
Por último, Münzenberg estaba a cargo de un
organización comunista de ayuda humanitariconocida como Socorro Rojo Internacional, o SRPertenecía también, por nombrar sólo unas pocaorganizaciones similares, a la conocida por s
acrónimo ruso, MRP, y Münzenberg era munfluyente en otras como el MOPR, el SocorrObrero y (en Norteamérica) el International LaboDefense, o ILD. El SRI no fue tomada muy en seripor los poderosos de Europa. Parecía ser un
nstitución meramente idealista, o al menos vulga
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una especie de Cruz Roja para la revolución qupatrocinaba buenas acciones para la extremzquierda: eventos culturales para despertar la
conciencias, recaudaciones de fondos para lo
perseguidos, reparto de sopas populares para lohuelguistas en sucios patios de fábricas.
Las sopas populares eran lo de menos.La verdadera y secreta misión de Münzenberg e
el mundo político, una misión que los expertos somaban en serio, era dirigir los lazos invisibleentre la propaganda y el gran poder.
Su tiempo de esplendor duró poco menos dquince años, desde la plaga del hambre en l
egión del Volga en Rusia y el caso Sacco-Vanzeten Norteamérica hasta la guerra civil española. Ao largo de ese tiempo, logró un éxito sorprendent
movilizando a la intelectualidad occidental en pr
de un conjunto de posturas políticas y éticas quatisfacían las necesidades soviéticas. En eproceso, organizó y definió la agenda moralustrada de su época. En cierto sentido, el aparat
de Münzenberg fue el factor clave que marcaba e
umbo de las posiciones políticas con que ho
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nuevo «humanismo» socialista y radical dirigidpor los soviéticos. Con cierto menosprecioMünzenberg tildaba de «inocentes» a esta grahorda de fieles radicales. El título con el que é
mismo bautizó a los frentes creados para guiar dirigir a sus militantes moralmente comprometidoaunque políticamente ilusos fue el de «clubes dnocentes».17 Un nombre revelador. Por un lado
eñala a todos aquellos miles que no estaban «acorriente», para usar una expresión de espionajeEsa era la situación de prácticamente todos. Ecualquier organización secreta es muy bajo enúmero de gente que conoce realmente los planes
a identidad verdadera de sus miembros. Cuantomenos, mejor.
Pero el término «inocencia» también implica unmotivación. Me refiero a la necesidad del bien e
el sentido bíblico. El ansia de una justificaciómoral para la propia vida es una de lanecesidades más profundas, una de las fuerzas mápoderosas e intrínsecamente humanas que existenEn sus «clubes de inocentes», Münzenber
proporcionó a dos generaciones de izquierdistas l
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que podríamos denominar el foro del bien. Acasmás que nadie en su tiempo, desarrolló lo qupodría considerarse la principal ilusión moral deiglo XX: la noción de que en esta época, e
principal escenario de la vida moral, el verdadereino del bien y del mal, era la política. El fue e
organizador invisible de esa modalidad políticandispensable en una cultura de oposición a
istema que podríamos llamar la Política del BienLa misma frase, «clubes de inocentes», demuestrcómo los temas políticos manipulados poMünzenberg llegaron a servir a muchos como uustituto de la fe religiosa. Ofrecía a todos si
excepción un papel en la búsqueda de la justiciaAl definir la culpabilidad, proponía inocencia us seguidores. Y millones lo aceptaron.
Y el drama es que en este foro, eso
compromisos honorables, serios y nobles fueroutilizados secretamente en aras de realidadeprofundamente siniestras. Münzenberg sirvió aestalinismo no sólo con todos los recursos de lpropaganda sino que inventó otros, desde l
marcha de protesta al juicio paralelo, del congres
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politizado de escritores a los festivales artísticode la carta pública de una celebridad a los comitéad hoc para innumerables causas. Como dijKoestler, «producía comités como un ilusionist
aca conejos de la chistera».18 Sus modelos parmoldear la opinión pública progresista perduraro le sobrevivieron alimentados por su propi
fuerza moral. Claramente, un fenómeno como e
del Tribunal Bertrand Russell para Crímenes dGuerra, reunido en Estocolmo durante la guerra dVietnam, fue instituido para emular consciente nconscientemente el paradigma de Münzenberg
De hecho, gran parte del Movimiento por la Paz e
Vietnam, con sus marchas y sus comités conjuntofuncionaba del mismo modo. A principios de sigloWilli había liberado el poder tremendo daquellos que saben cómo fijar la agenda del Bien
Pero él también sabía, como lo demuestra spropio destino, que puede utilizarse esta forma dpoder para fines malignos.
*
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El instrumento con que Münzenberg organizó tapoder cultural fue la Internacional Comunista, como siempre se la ha conocido, el Komintern. Emuchos aspectos, era la institución leninista po
excelencia, conformada desde su origen por lados principales pasiones de la personalidapolítica de Lenin: su obsesión por el secreto y spreocupación por el poder absoluto. Sus objetivo
nunca fueron ni remotamente democráticos neformistas. Jamás tuvo la más mínima intencióde ayudar a ningún sector de la izquierda que nestuviera bajo el completo control soviético.19
Lenin fundó el Komintern en 1919 como u
medio para propagar la revolución rusa consolidar el dominio del marxismo-leninismo ea izquierda mundial. El propósito del nuev
dictador era agrupar a los radicales del mundo e
una gran red de partidos comunistas bajo el controde la Revolución, su Revolución. En su fantasíaLenin veía al Komintern como el medio parextender una especie de larga mecha querpentearía desde Rusia hasta Europa y, sobr
odo, hasta esa bomba gloriosa e inmensa que má
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a unos treinta y cinco «delegados», la mayoría dos cuales socialistas de paso por la ciudad. Era
contados los que tenían algún peso en la políticde su país. El «delegado» inglés era el secretari
de Cicherin, un ruso emigrado que en un tiemphabía sido sastre en Inglaterra. El «representanteaponés tenía el apellido tan poco asiático d
Rutgers, alguien que se había pasado unos mese
en Japón. En un momento dado, Lenin pasó unnota a Angelica Balanoff ordenándole que tomara palabra y anunciara «la presencia del partidocialista italiano». Ella se quedó de una pieza
Ese grupo no estaba en la sala y ella ni siquier
había contactado con ellos. Un testigo ingléescribió que «todo el asunto olía a irrealidad».20
El congreso fue irreal porque así lo quiso LeninEn efecto, lo que menos deseaba era una reunió
en la que los socialistas internacionalistapudieran hacer mella en su poder con el balbucede sus mezquinas ideas, sus tontas opiniones y sufrívolas (una de sus palabras Favoritas) reservaEl congreso pretendía dar la apariencia de un
amplia base que en los deseos de Lenin servirí
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como arsenal compacto, secreto y ciegamentobediente bajo el control de su gobierno. Una vee hubieron dispersado los afligidos delegados, ée sacó de la manga un artículo en Pravd
anunciando descaradamente que «los soviets haealizado conquistas por todo el mundo».21
*
Ese era el Komintern imaginario. El verdaderKomintern era un cuerpo de disciplinadoevolucionarios profesionales con la misión d
fortalecer la hegemonía leninista en todo e
movimiento socialista mundial. Para este fincontaba con su propia red de propaganda y spropio servicio secreto. Ambas organizacioneestaban íntimamente interconectadas entre sí y cootros servicios secretos soviéticos. Su trabajo eregal e ilegal y, como en el caso de Münzenbergo legal y lo ilegal a veces se mezclaban co
alardes de ingenio. El servicio secreto erconocido como el OMS y Münzenberg mantuv
una continua colaboración con él. Los Archivo
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Centrales muestran sus organizaciones infiltradas odeadas por redes secretas. También trabajó e
estrecha colaboración con Mirov-Abramov, edirector del OMS. Además, hay prueba
concluyentes de que sus principales subordinadoestaban secretamente conectados con otroervicios ajenos al Komintern.22 Una de las tarea
de Münzenberg era inventar modos de velar l
distinción entre trabajo legal e ilegal y, tras echacortinas de humo, instalar a sus hombres en lesultante tierra de nadie.
Aunque con un rostro muy público, la recultural trabajaba de consuno con profundas rede
de espionaje. Existen pruebas terminantes de qudos de los principales colaboradores dMünzenberg, Louis Gibarti y Otto Katz, eran nólo agentes del Komintern, sino (posiblemente si
el conocimiento de Willi) también agentes de lKVD.23 Gibarti y Katz formaban un equipextraordinario. Ellos sí que sabían algo de larincheras. Un seguimiento de sus habilísima
maniobras a lo largo de la primera mitad del sigl
nos llevaría de sorpresa en sorpresa. Gibarti er
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ed. La librería tenía un nombre maravilloso, l«Zeitgeist Bookshop». En Nueva York en los añoreinta, Walter Goldwater, un librero entonce
comunista, fue abordado por Whittaker Chamber
entonces alias «Hugh Jones», y éste le pidió quabriera una librería cerca de la Universidad dColumbia. El cuarto trasero se usaría para la rede espionaje. De modo similar, Münzenberg fue u
pionero en la creación de agencias de prensa quepor un lado, gestionaban la venta de un periodismperfectamente legítimo hecho por profesionalendependientes a legítimas publicaciones y, a
mismo tiempo, colocaban historias prefabricada
por el apparat con fines propagandísticos ervían de cobertura para el flujo de lnformación obtenida por los espías. Gibar
parece haber participado en este invento.25
Pero la red de información de Münzenbercontrolaba periódicos y emisoras de radio, dirigícompañías de cine, creaba clubes de libros, teníevistas, patrocinaba giras de publicidad
empleaba a periodistas y encargaba libro
Colocaba artículos y fundaba organizaciones par
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encauzar a los «inocentes». Por emplear la jergde nuestros tiempos, era una empresa multimedia
o obstante, difería en muchas cosas de la BBCTime, Inc. o incluso de un explícito medio d
propaganda como Radio Liberty. Para empezamuchos de sus empleados ocultaban la verdaderconexión y operaban con alias. Otros mucholevaban la clásica doble vida, a veces cambiand
por completo sus identidades, encubriendo sauténtica misión a ojos de sus amistades, inclusde sus cónyuges, y ciertamente de sus jefes, entros que a veces se encontraban editores
productores ajenos a lo que se tramaba y de idea
ni remotamente de izquierdas.26 En suma, eraagentes secretos, gente que vivía y trabajaba, pomás que lo hicieran en público, en un sitio qulamaré el mundo secreto: el reino del acopío d
nformación, acciones directas, infiltracioneencubiertas, influencias clandestinas, sabotajediscretos chantajes, lo que el contraespínorteamericano James Jesus Angleton, citando T.S. Eliot, denominó «una selva de espejos». S
cometido no se limitaba a los medios d
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comunicación. Münzenberg también frecuentaba empresarios que podrían usarse para el espionajndustrial tanto en Europa como en Estado
Unidos. Dada la obsesión de Lenin por l
electrificación, un objetivo temprano fue lGeneral Electric, por ejemplo.27 Y cuando lRevolución aún era joven, fue función dMünzenberg la creación de una imagen pública
persuasiva para este inmenso e invisible emporio
Münzenberg comprendió claramente que lRevolución requería algo más que ganarse a «lamasas». Hablando ante un Komintern lleno d
ntelectuales, recalcó sus palabras: « Debemoorganizar a los intelectuales». La Revoluciónecesitaba creadores de opinión de la clasmedia, artistas, periodistas, «gente de buen
voluntad», novelistas, actores, dramaturgos.humanistas, gentes cuyas inocentes sensibilidadeaún no estaban cauterizadas por el genuino aceral rojo vivo de los radicales. A Lenin le espantaba idea. He aquí la gente que él más detestaba; é
que detestaba a tanta gente. ¿Bienintencionados d
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clase media? ¿Intelectuales burgueses aferrados u preciosa libertad de conciencia? Lenin lo
hubiera encarcelado y matado a millares. Le llevun buen tiempo, hasta 1921, consentir que tambié
e los usara.«Debemos evitar ser una organización purament
comunista», explicó Münzenberg a sus hombre«Debemos atraer a otros nombres, otros grupo
para dificultar la persecución.» Creadores dopinión de clase media, simpatizantes liberalepor más que los despreciasen los bolcheviqueduros, tenían que ser utilizados. Su participaciódebió de parecer una línea blanda a los leninista
puros, pero, como señaló Münzenberg, el barril dpólvora no explotaba pese a las innumerablemechas. Münzenberg atajó a esos puristampacientes, pletóricos de un absoluto fanatismo
con un «Yo también prefiero a los rojos cien pocien».28
Por último, estaban la búsqueda y lorganización de una categoría especial de
nfluyente creador de opinión, la del simpatizante
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era bueno y promisorio.29
A estos portavoces había que organizarlopromocionarlos y la gente debía creer en spalabra. Era esencial que simpatizanteestrechamente controlados como Romain RollandHenri Barbusse, Lincoln Steffens o Heinrich Mancreyeran en su propia independencia, unndependencia que naturalmente rara vez podría
ejercer. Se utilizaron todos los recursos de lmanipulación, desde la psicología rudimentaria dgrupo hasta el claro soborno, a fin de que estofamosos e influyentes prohombres de la izquierde alienaran en las filas estalinistas en todo meno
en el nombre. Había que evitar a toda costa quos etiquetasen. Eso destruiría su mayor utilidad
que era la imagen engañosa pero indispensable du «independencia».
El control de estos «portavoces independientes»el hacerles decir lo correcto para apoyar la gramentira a la que servían, podía ser un asunto mucomplicado y difícil de ejecutar. Münzenberg ldedicaba todas sus energías. Escribe Babett
Gross que «no dejaba nada al azar, en especial, l
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manipulación de los simpatizantes».30 De logrupos íntimamente interrelacionados dHollywood hasta el mundo de la izquierda cultura elegante de París, agrupaba a las celebridades eedes manipuladas y dirigidas, asignando agente
para su control, clasificando a lacorrespondientes comunidades en las artes, eperiodismo, la universidad. Los occidentales n
paranoicos podían tener bastante dificultad epercatarse de que se había montado una elaboraded de servicios secretos para que este gra
número de célebres simpatizantes apareciera eos lugares idóneos y leyera entonces las palabra
apropiadas. Resulta muy ajustado a la verdadecir que algunas opiniones, una vez lanzadapodían ponerse de moda y difundirse y creceespontáneamente entre los círculos de ilustrado
Se dice que Gibarti denominaba este efecteproductor en los medios culturales como «críde conejos».31 Pero la instigación de la moda, saclimatación entre los líderes culturales dopinión, era tarea que se encomendaba a lo
profesionales.
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Por supuesto que todo esto tenía que ser secret desmentido. Paralelo a la manifestación pública
estaba el asunto más profundo de manipular lo qupodríamos llamar la oposición interior. S
empleaba toda apelación imaginable a la vanidada la venalidad, a la confianza traicionada y a lofuscación intelectual. Pero había algo más. Loimpatizantes también necesitaban creer que s
estalinismo formaba parte integrante de su propintegridad, que era clave para el buefuncionamiento de su inteligencia y para lpráctica de su arte. Necesitaban creer . Para questo sucediera, el aparato tenía que hacer hincapi
en los principios morales más sobresalientes de lcultura de la que provenía casi toda esta gente, hacerlos suyos. Si en la cultura americana, se creíque la opresión de los negros era el gran delit
nstitucionalizado de esa sociedad, el estalinisme convertiría en el paladín de lantidiscriminación. Nada importaba que Staligobernase un país en el que una parte significativde la población languidecía en campos de trabajo
forzados. Si la cultura rebelde inglesa considerab
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que los valores Victorianos y la represión sexuade la clase media eran el enemigo, el estalinismno tenía el menor inconveniente en declararse eprimer partidario del gusto iconoclasta y de l
ibertad sexual. La bohemia y la homosexualidaampantes de un Guy Burgess formaban partndispensable de este estalinismo artero y de s
penetración en el grupo de Bloomsbury. Nad
mportaba que la política sexual soviética fuera tantolerante como para que a su lado un Victorianecalcitrante pudiera sentirse como un desinhibido
El efecto final era identificar el estalinismo coos valores más preciados de la cultura progresist
occidental y hacer sentir que el estalinismo erparte imprescindible de una vida ilustrada. Epapel de esto desempeñaba en la oposiciónterior podía ser muy potente. Podía resulta
adictivo.Pero también era precisa una manipulaciódirecta. A menudo se entrenaba específicamente os agentes para que penetraran en la vida de est
o aquel «pensador independiente», suponiendo qu
a fuera lo bastante famoso o influyente. La ide
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era influir en la vida del simpatizante, manipularl, de ser posible, dirigirla. A los verdaderamentmportantes, se les asignaban amigos íntimo
amantes e incluso cónyuges. Eran operativo
políticos introducidos para manipular al grahombre en cuestión al tiempo que seguían econtacto con la gente de Münzenberg.32
La historiadora y escritora rusa Nina Berberov
escribe con sobria autoridad sobre la cohorte dagentes o cuasi agentes, las mujeres que elldenomina las «damas del Kremlin».33 Eramujeres que se convirtieron en figuras influyentede la vida cultural europea y americana en partpor sí mismas, pero sobre todo por mediación dos hombres de sus vidas. Los hombres eran
menudo escritores famosos, «portavoces dOccidente». Mientras tanto, sus consortes, la
mujeres en que ellos más confiaban, estabadirigidas por los servicios soviéticos.A la cabeza de este listado figuraban do
miembros de la pequeña aristocracia rusa, lbaronesa Moura Budberg, amante de Máxim
Gorki y de H.G. Wells, y la princesa Mari
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Pavlova Koudachova. La conexión exacta de lbaronesa con los soviéticos ha permanecido en emisterio, aunque no quepa duda de su existenciaTenemos, en cambio, un conocimiento preciso d
as actividades de la princesa, que \ primero fuecretaria, luego amante y finalmente esposa denmensamente popular novelista y pacifist
Romain Rolland.
Maria Pavlova Koudachova fue una agente bajel control directo de los servicios secretoExisten pruebas cuestionables que sugieren que fuentrenada y asignada a la vida de Rolland inclusantes de que dejara Rusia tras la Revolución. D
cualquier modo, después de que se le permitieralir de allí, fue a la búsqueda del autor en Suiza
allí dio comienzo a lo que sería la obra de toda svida: introducirse en cada vericueto de s
existencia y manipularla para el apparat . Fue uesfuerzo que cosechó un sorprendente éxito. LoArchivos Centrales de Moscú contienennumerables informes que documentan la
actividades en que se explotaron y utilizaron l
prominencia y los principios bien intencionados d
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Rolland mientras él bailaba la danza de«inocente».34 Para cuando se casó con él, lprincesa ya dominaba por completo la vidpública del escritor y continuó haciéndolo hasta edía de su muerte, tras la cual se convirtió en lalbacea de su leyenda y de sus archivos. A lo largde todo este tiempo, trabajó en colaboracióestrecha y continua con los agentes d
Münzenberg, entre otros.35La vanidad del escritor le exigía verse a s
mismo como poseedor de un intelecto valeroso casi autosuficiente. En realidad, era una personbastante vanidosa, fácil de manejar y de asustar. Amedida que Koudachova le empujaba más y más convertirse en un apologista de Stalin, ella a svez era supervisada por Gibarti y sin duda pomuchos otros agentes. A lo largo de est
prolongada manipulación, Rolland permanecicomplaciente con su ignorancia a medias y soposición interior. Es verdad que en 1932 se dicuenta de que Gibarti era un agente del KominternExiste una carta suya a Barbusse en la que expres
un súbito pánico acerca de cómo se podría ve
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afectada su propia reputación si esto se hacípúblico.36 ¿Llegaría a saber cuál era el verdaderpapel de su esposa? Después de encontrarse coMáximo Gorki en 1934, Rolland confió Koudachova lo escandalizado y entristecido que ldejó ver a Gorki rodeado de espías políticos en spropia casa. No se sabe lo que le contestó lprincesa.
No puede dudarse de que ella era un agentecreto plantado ex profeso en la vida de RollandBabette Gross me lo dijo rotundamente en everano de 1989. «Ella pertenecía al apparat »afirmó sin sombra de duda. «Y manipulaba a s
marido.»Berberoba propone otras candidatas para s
nclusión entre las «damas del Kremlin». Laesposas de Paul Éluard y Ferdinand Leger está
entre ellas. Tal vez. Ciertamente una de las mámportantes era Elsa Triolet, hermana del graamor de Maiakovsky, Lily Brik, quien encontró eLouis Aragon a su propio «gran poeta». La Triolepresidió durante treinta años el círculo elegant
del estalinismo europeo, íntima de las figuras má
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epelentes del aparato soviético.37 Eorteamérica, se podría añadir a esta lista a Ell
Winter, quien empezó su carrera política cuandFelix Frankfurter la presentó a Lincoln Steffens eplena Conferencia de Versalles. Steffens senamoró de ella y la relación duró el resto de svida. En los años veinte, Winter fue practicandcada vez más el papel del clásico simpatizante
compañero de viaje, conduciendo con firmeza afamoso periodista amarillo por el sendero deestalinismo. Se debe decir que para cuando murióSteffens ya era una criatura intelectualmentabyecta.38
Tras su fallecimiento, Winter volvió a casarscon alguien que resultaría de una inmensa utilidapara el apparat . Su boda la puso en una situacióprivilegiada entre las redes de simpatizante
estalinistas en Hollywood y Gibarti, Katz muchos otros le dedicaban una atención especiaWinter conoció y se casó con un guionista de graéxito, Donald Ogden Stewart, un amigo dHemingway y John Dos Passos de los tiempos d
as corridas de toros en Pamplona, el grup
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nmortalizado en Fiesta.39 Aparte del estalinism Hemingway, Stewart era un peso ligeroimpático, maleable y enfermo de mala conciencia
A su lado, Ella Winter estaba en el sitio ideal parealizar su trabajo entre las redes de opinió
estalinista en la colonia cinematográfica.Al igual que Koudachova, trabajaba en estrech
colaboración con los hombres de Münzenber
activos en Hollywood. Conocía bien a KatzGibarti se refirió a ella como «una de las agentedel partido de mayor confianza en la costoeste».40 Y ciertamente le dijo con conocimientde causa.
Münzenberg fue, por tanto, uno de loorganizadores más poderosos del aparato deKomintern.41 De hecho, alcanzó tal éxito que par
921, Gregori Zinóviev, el jefe del Kominternempezó a sentirse amenazado y en el Congreso d921 maniobró para que Münzenberg dejara smportante cargo en el partido como responsabl
de la Liga de Jóvenes Comunistas. Resultó un
destitución afortunada. Dejó a Willi en liberta
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para su nuevo y gran papel político.42
Y encontró su papel cuando se produjo uncatástrofe.
*
El acontecimiento que finalmente obligó a Lenia encargar a Münzenberg la tarea de manipular l
opinión pública burguesa occidental fue el hambreEn 1921 una combinación de sequías, efectos da guerra civil y los desastres de la colectivizació
agrícola produjo en la Unión Soviética una plagde hambre mayor que cualquiera de las acaecida
en la moderna historia europea. Antes de lRevolución, Rusia había sido desde tiemponmemoriales uno de los principales exportadore
agrícolas del mundo. Con los soviéticos, jamá
volvería a serlo.43
En 1921 cundió el hambre eas regiones del Volga y en la república tártara mató a no menos de dos millones de personaegún la información oficial segurament
manipulada. La gente a punto de morir de hambr
e concentraba en masa en las riberas del Volga
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fuerzas suficientes se producían en todas partes. Yahora el hambre, el desastre del hambre ante loojos del mundo entero. En privado, Lenin confesó«Apenas nos sostenemos».46
En aquel preciso momento, intervino Radeknsistió ante Lenin en que era menester lanzar un
campaña propagandística internacional y quMünzenberg era el hombre idóneo para ta
cometido.47 Willi fue convocado al despacho dLenin en el Kremlin. Tomó asiento en uno de loofás de cuero delante del escritorio del líder. Er
una habitación alejada de los aposentos zaristas in pretensiones regias. La única señal d
omnipotencia era tecnológica, varios teléfonos, lomejores de Rusia, a través de los cuales gobernabel dictador del proletariado a gritos.
El líder lo encaró, describió la situación
analizó las alternativas con sistemática inexactitudDijo a Münzenberg que ninguna ayuda humanitaripodía esperarse de Occidente. Sólo cabía concebque proporcionara auxilio el «proletariadnternacional». Münzenberg luego dijo que «s
plan era organizar una gran acción de ayud
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nternacional y que me hiciera cargo de sorganización».48
Lenin estaba equivocado sobre la respuesta deOeste. Cuando, acaso por sugerencia dMünzenberg, a Gorki se le permitió hacer unlamada pública de ayuda humanitaria, la respuestnternacional se materializó en grandes cantidade
de provisiones al cabo de diez días.49 El éxito de
lamamiento de Gorki enfureció y mortificó Lenin. Durante años, se negó a reconoceoficialmente que algo semejante hubiera sucedidoDos semanas después, la nueva empresa dMünzenberg estaba en marcha.
La mayor aportación provino, con mucho, de lAdministración de Ayuda Americana dirigida poHerbert Hoover, futuro presidente de EstadoUnidos. El Congreso aprobó rápidamente un fond
de ayuda de veinte millones de dólares. Loparticulares contribuyeron con varios millonemás. Para el 20 de agosto, los víveres empezaron legar a Rusia. En lo peor del desastre, la AAA
alimentaba a más de diez millones de rusos cad
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que Gorki y sus hombres no estuvieran presenteuego rodeó el edificio de coches policiales
ordenó que la Cheka entrase en la sala mostrandus armas. Fueron arrestados todos los n
bolcheviques presentes y llevados a la LubyankaAlgunos fueron puestos en libertad; otroncluidos el novelista Bulgakov y Alexandra, l
hija de Tolstói, fueron sumariamente condenados
muerte. Por supuesto, esta gente, incluso para lobolcheviques, no había cometido ningún delito. Emismo Lenin lo admitió. «Conocemoperfectamente la lealtad del comité, pero nos funecesario destruirlo por razones políticas.»
Cuando Gorki osó preguntar por qué sus amigontelectuales no comunistas estaban presos a l
espera de la pena capital, Kamenev le contestó couna imagen interesante. El comité se parecía, dijo
a una rama de sauce en el agua. La rama habíempezado a echar brotes. «Se había convertido eel centro de atención del llamado público ruso. Ne podía permitir.» La rama de sauce tenía que se
destruida. Gorki respondió a Kamenev con rabia
humillación: «¡Me habéis transformado en u
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agente provocador!».51
Exactamente.
Una de las primeras responsabilidades d
Münzenberg fue contrarrestar la «mala impresióncreada por el éxito de la ayuda extranjera.
Era intolerable que se viera a la burguesía capade hacer lo que los bolcheviques no podía
ealizar. Por tanto, se la debía boicotear. Leniordenó a Litvinov que las organizacionehumanitarias extranjeras encontrasen todas larabas burocráticas posibles. Cuando el hambr
fue superada, la mitad de los rusos que había
colaborado codo con codo con los extranjeros —unos cien mil ciudadanos rusos- recibieron spremio: arresto sumario por la Cheka y envío agulag, una institución ya consolidada por aque
entonces. Se asumió que todo ruso que hubierrabajado con esos burgueses bienhechorenorteamericanos y noruegos debía estacontaminado por la «contrarrevolución». Lenincluso ordenó que a los adultos, aunqu
estuviesen muriéndose de hambre, se le
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prohibiera recibir alimentos extranjerodeológicamente incorrectos. Unicamente los niño
eran inmunes «al contagio capitalista». Estnormativa demencial permaneció vigente todo u
año, aunque por supuesto los escandinavos y lonorteamericanos la desobedecían siempre que leera posible. Por último, Lenin llegó a darse cuentde que alimentar a los niños mientras los padres s
morían de hambre no era, después de todo, unáctica ideológicamente sólida para cimentar lealtad socialista.52
Sin embargo, el Socorro Rojo consiguió algun
ayuda real y Münzenberg puso sobre el tapete todu talento empresarial. Se organizaron por todo e
mundo manifestaciones multitudinarias lamamientos emotivos y fraternales. Cargamento
de grano navegaron hacia Petrogrado. Barcos dpesca se desplegaron por el Caspio. Zarparoflotillas. El genio empresarial de Münzenberransformó la ayuda y la propaganda en un
especie de multinacional comunista de la que é
mismo era el director clandestino. En ciert
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entido, el MRP, el acrónimo ruso para el Socorroe convirtió en la participación del Komintern ea «Nueva Política Económica» con la que Leni
había permitido alguna actividad empresaria
marginal para ayudar a superar la crisis.53
Sin embargo, el principal objetivo siguió sienda propaganda. Le pregunté a Babette Gros
cuándo ésta había desplazado a la ayud
humanitaria como prioridad. «Desde el primemomento», respondió con su típica simplicidad.Una vez controlada el hambre, la nueva entida
de propaganda empezó a expandirse en nuevadirecciones. Las granjas y pescaderías d
Münzenberg pronto dieron lugar a periódicoevistas y productoras de cine, así como
agencias de prensa. El tinglado tenía oficinas poodo el mundo, sucursales en Moscú (cuy
personal era casi todo alemán) y sede principal eBerlín. Lo que había empezado como una red dayuda humanitaria se convirtió en una organizaciópara moldear la opinión pública y para lactividad política secreta. Münzenberg habí
creado lo que resultó ser un inmenso consorcio d
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También financiaba teatro de vanguardia, de moden aquellos tiempos».54
En Estados Unidos, durante muchos años l
evista Nation estuvo bajo la dirección nfluencia de gentes como Louis Fisher o Juli
Alvarez del Vayo, cuyas carreras mantuvieron unestrecha colaboración con Münzenberg y su
hombres.55
Era un consorcio propagandístico que extendía de Berlín a París, de Londres a NuevYork, de Hollywood a Shanghai y Nueva Delhi.
Tampoco Willi se limitó a la prensa escrita. Smpacto no fue menor en el teatro y las arte
gráficas. Fue el fundador de gran parte de lvanguardia de Weimar, de Georg Grosz a ErwiPiscator. También recibió su impacto el emergentcine de izquierdas. Al comienzo de su tarea, utiliz
una de esas corporaciones fantasmas —Aufbaundustrie & Handels, A.G.— para adquiroterradamente derechos de distribución en l
URSS de casi todas las películas alemanas en emercado.56 Los beneficios de esta hábil inversió
pronto generaron el capital necesario para un
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distribuidora alemana llamada Prometheus Filmque fue el canal de distribución y promoción dodo el cine soviético en su época dorada. L
primera película de Prometheus fue El acorazad
otemkin de Eisenstein, con música de EdmunMeisel, el compositor que trabajaba parMünzenberg. El gran prestigio de Eisenstein eOccidente fue en gran parte obra de la maquinari
Münzenberg. Pronto Prometheus se convirtiambién en una productora de cine alemán. E927 Münzenberg añadió otra subsidiaria, We
Films, para el equivalente a la distribución dobras en 16 mm. A través de esta compañía, e
Trust propugnaba la creación de cine-clubeuniversitarios en Estados Unidos y Europa. Allí sproyectaban películas soviéticas como Potemkin Octubre sobre blancas sábanas para las nueva
elites de la izquierda. En Estados Unidos, unorganización paralela usó muchos nombres y paspor muchas formas hasta que terminó como uncompañía llamada inocuamente Brandon Films.
Luego Willi dio otro paso capital. Toda un
productora se estableció en Moscú con capita
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personal y control de Münzenberg, es decir, deKomintern. Copiando el acrónimo ruso por eSocorro, que era MRP, la compañía se llamMezhrabpohmfilm Russ y fue la gran productora d
a edad dorada del cine soviético, cuyos estudiousaban directores de la talla de Vertov, Dovzhenko Pudovkin. Hizo cine de verdad, incluyendo ugran número de grandes películas, para audiencia
de verdad. En el ínterin, sus redes proporcionabaapaderas legales para los numerosos agentes comuy distintas misiones. Con la suma de este tercepilar al trípode, la hegemonía de Münzenberobre el cine soviético casi llegó a ser completa
a estar firmemente asentada sobre el eje MoscúBerlín.
Aunque era un maestro en la manipulación dnocentes, él no era por cierto ningún inocente. Sarea normal era engañar conscientemente a
mundo acerca de los horrores perpetados por eégimen. Es muy posible que Willi haya creíd
honestamente que mentía en aras de la verdad
Consideremos su trabajo de relaciones pública
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para el canal del mar Blanco. En junio de 193Münzenberg fue llevado al norte de Leningrado euna gira por dos de los proyectos prioritarios dStalin, la construcción del canal del mar Blanco
el proyecto subsidiario, el canal Volga-Moscú, dongentes obras de ingeniería incompetente que par
aquel entonces se habían convertido en los campode concentración más inmensos y brutales de
mundo. Pasarían muchos años antes de que Hitlepudiera crear algo aproximado a la pesadilla daquellos lugares siniestros. El canal del maBlanco concentraba a 300.000 obreros esclavoeclutados a la fuerza por la OGPU.
Solzhenitsyn calcula que sólo en el invierno d931-1932 unos cien mil de estos trabajadore
forzados murieron de frío o agotados en esúgubre barranco. Si es verdad, esto significarí
que cada día pereció allí un promedio de casi mpersonas.Esta catástrofe humana organizada er
demasiado clamorosa como para ser mantenida eecreto y ya habían empezado las filtraciones
Occidente. El resultado fue una mala prensa
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vilipendió como enemigos de la clase obrera. Loimpatizantes se fueron sumando a medida qu
avanzaba la campaña: Sidney y Beatrice Webb Amabel Williams-Ellis (hermana de John Strachey
una figura de primera fila en los frentes británicode Münzenberg) no perdieron la oportunidad doro de ensalzar este elevado ejemplo dcompasión socialista. Por supuesto, los pobre
nocentes no sabían de qué estaban hablandoimplemente repetían la información que eaparato les transmitía. Debemos culpar Münzenberg y no a la egregia señora WilliamsEllis u otros como ella por la proclamación de qu
el canal del mar Blanco, aunque estuviera lleno dpresidiarios, era un ejemplo emocionante de lque podía lograr una fuerza policial realmentcreativa y humanitaria.58
Si el Komintern era la niña de los ojos de LeninStalin, por el contrario, despreciabprofundamente la institución, como tantas otracosas. Sin duda utilizó el aparato del Kominter
con un cruel virtuosismo y lo llevó a niveles hast
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ibre y abierto comparado con lo que él conocía.6
o obstante, incluso por control remoto, Willi sas arregló para que sus planes y su gent
penetrasen en la vida moral de este país coefectos duraderos. Alrededor de 1925 eKomintern confió a Münzenberg y a su maquinaripropagandística un papel poco conocido permportante para el establecimiento de la funció
política del partido comunista norteamericano, tacomo sería bajo Stalin. En aquel momento, epartido norteamericano, una congregación dlusos nativos, hogar y campo de batalla de Joh
Reed y Louise Bryant, necesitaba de un
eestructuración. Había quedado destrozado poas luchas internas leninistas y por la devastador
acción policial a cargo de lo que más tarde seríel FBI.61
El programa de acción adoptado entonces eevelador. No se hizo el menor esfuerzo para creaun movimiento con bases populares e idóneo para toma del poder en Estados Unidos. Está clar
que Stalin no tenía interés o fe en una «revolució
americana». Jamás intentó crear un partido o u
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movimiento comunista remotamente capaz ddesafiar al poder constitucional, tal como haría eAlemania, Italia, Francia, Grecia y los BalcaneEsa no sería la misión del partido norteamericano
En cambio, el aparato del comunismnorteamericano se dedicaría a desacreditar lpolítica y la cultura americanas y apoyaría ecrecimiento del poder soviético en el resto de
mundo. No buscaba un poder revolucionaridentro de Estados Unidos, sino la autoridad moradesarrollada por medio de su política de buenantenciones. No pretendía la destrucción directa da democracia americana, por más que la deseara
ino una influencia práctica en su cultura, eposicionamiento de agentes que a largo plazbuscarían facilitar y promocionar el avance de lnfluencia soviética y asistirían al aparato en su
misiones de espionaje. La derecha norteamericanpodía inventarse pesadillas sobre la bandera rojflameando sobre el Capitolio y comisariorrumpiendo en el despacho presidencial, pero n
conozco ninguna prueba que demuestre qu
emejante cosa haya formado parte real del sueñ
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de Stalin. Su declaración de 1927, hecha antcrédulos visitantes, de que el escándalo SaccoVanzetti demostraba que Estados Unidos estaba euna situación prerrevolucionaria, fue segurament
una salida teatral. La mente de Lenin sconcentraba en Alemania; la de Stalin, en Rusia en su esfera de influencia. América era un lugar siduda importante, pero muy lejano, un misteri
rritante. Un mito irritante. Y era en el terreno demito, no en el de la conquista del poder, dondAmérica atraía la atención total aunque temerosde los soviéticos.
Para el proletariado de 1925, el principal pol
de atracción opuesto al mito revolucionario era, dejos, la idea de América. Esa visión, la noción d
país de inmigrantes, la Puerta Dorada, la Tierra da Oportunidad, se convirtió en el blanco de l
nternacional. Para los bolcheviques, se trataba da verdadera amenaza americana. Y en 1925 lmisión del partido norteamericano fucontrarrestarla.
Por tanto, la primera idea de Münzenberg fu
crear y sostener una campaña mundia
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caso Dreyfus, tal vez se trate de la más famosbatalla jurídica en toda la historia de lpropaganda y de la injusticia modernas. Aprincipio, me pareció increíble que este caso, u
hito histórico, pudiera haber sido manipulado a ldistancia y tan cínicamente.
Y ciertamente los orígenes del caso son muchmás complejos que eso. No obstante, en ciert
entido la campaña pro Sacco y Vanzetti terminiendo la «idea de Münzenberg». Sin duda, nstigación suya, las redes de propagand
comunista de todo el mundo se volcaron en ldesgracia de los dos inmigrantes de Boston y l
colocaron en el centro de una nueva y amplioperación antiamericana del mismo modo quiempo después, fue decisión ejecutiva d
Münzenberg convertir a los «chicos d
Scottsboro»*
en los principales mártires de lnternacional. El Komintern y las organizacionede Willi fueron quienes transformaron un casdifícil de injusticia local en una cause célebr
mundial.62
Sin embargo, los comunistas se lanzaron sobre e
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fue apoderarse del caso Sacco-Vanzetti mientraque en el resto del mundo el Komintern lransformaba en el asunto moral más grave d
aquel tiempo. En 1928, de una manera fría
bastante justificada, Willi reclamaba el mérito poa campaña en pro de Sacco y Vanzetti, entendid
como una preocupación moral y política dalcance mundial y como uno de los mayore
riunfos de su apparatus.63
He aquí lo que había pasado. A principios d920 dos inmigrantes italianos, ambos militante
anarquistas, fueron arrestados acusados de roba
a paga de la nómina de una fábrica de zapatos eBraintree, Massachusetts, y de haber asesinado acontable y a un guardia. En 1921 fueron juzgadodeclarados culpables y condenados a la pen
máxima.Al principio, la desgracia de estos dos hombrepareció no interesar a nadie. Un periodista dzquierdas enviado desde Nueva York por e
editor, informó que «no hay noticia... Nada má
que un par de italianos metidos en un lío».64
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concluyente que Sacco fue de hecho uno de loatracadores de Braintree y el asesino del guardia quien disparó mortalmente después de que ehombre hubiera caído sobre sus manos y rodilla
clamando por su vida mientras intentabdesenfundar su pistola. Vanzetti puede haber sidnocente del atraco de Braintree, aunque es posibl
que supiera o intuyese la culpabilidad de Sacco
Sin duda, tenía un conocimiento culposo de lparticipación de Sacco en un atraco anterior en eque no había habido derramamiento de sangre.
En cierta manera, los hechos hacen aún máconmovedora la solidaridad política de estos do
hombres. Una sola palabra de cualquiera de ello—Sacco por simple decencia; Vanzetti por simplautoprotección— podría haberle salvado la vida Vanzetti. Pero eso también hubiera representad
demoler su causa en la disgrazia. BartolomeVanzetti ofreció su vida en el altar sangriento no da justicia, sino de la propaganda. Murió mintiend
por la verdad.La lóbrega condición de este autosacrifici
concede a Vanzetti —era de todo punto de vista e
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más interesante de los dos— una dignidaconmovedora. Asimismo, despertó su elocuenciustamente famosa aunque torpe y dificultosa. «D
no haber sido por todo esto, podría haber pasad
mi vida hablando por las esquinas con hombredespreciables. Hubiera muerto desconocidoanónimo, fracasado. Ahora no somos un fracasoEsta es nuestra carrera y nuestro triunfo.»68
El reducido grupo de anarquistas del Comité dDefensa también conocía la verdad y ellos tambiémantuvieron el voto de silencio por la causa. Eúltimo superviviente, un hombre llamado IdealGambera, escribió su versión de todo el asunt
para que su hijo dispusiera de ella después de smuerte. Gambera falleció en 1982 y su hijo entregos documentos a Francis Russell, el principa
estudioso del caso. Era su último deseo.
En algún momento del proceso, Fred Moorpareció haberse percatado de la verdad. No haprueba alguna de que esto haya hecho modificar eo más mínimo la defensa apasionada de su
clientes, pero en 1923, en medio de un episodi
psicótico-paranoico (había intentado suicidarse
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estaba hospitalizado), Sacco despidió a Moorcon una furia violenta e incoherente.69 Mooraceptó su cese con dignidad, hizo las maletaubió a su coche y volvió al Oeste, vendiend
baratijas por el camino para pagarse la gasolina.El caso había empezado a languidecer. La
apelaciones continuaban, pero los escritores ditulares del mundo se habían olvidado del caso d
Massachusetts. Entonces en 1925, por orden dMünzenberg y del Komintern, se organizó unfilial norteamericana del Socorro Rojo llamada lnternational Labor Defense. Sucedió en Chicago ames Cannon fue su director; su misión era crea
un medio de organización del nuevo comunismnorteamericano. La primera tarea era hacer decaso Sacco-Vanzetti un mito mundial.70
La campaña se convirtió en un objeto de ciegadoración, inmenso e incesante, tenazmentcoordinado desde Berlín. Una vez más, sprodujeron concentraciones de protesta para grita llorar en las grandes plazas. Desde todas su
posiciones, los órganos del Trust produjeron un
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mparable avalancha de ataques contra lcorrupción asesina de la justicia norteamericana defendieron la inocencia y la santidad de lomártires inmigrantes de Braintree. Por todo e
mundo, se lanzaron llamamientos conmovedorepara recaudar fondos para la defensa y l«protección» de Sacco y Vanzetti. Los niñoegalaban sus centavos; los obreros donaban su
alarios y los filántropos hacían uso de sualonarios.Por cierto, la recaudación de fondos de
Komintern fue un fraude casi completo. SaccoVanzetti y su Comité de Defensa casi no vieron n
un centavo del dinero recaudado en su nombre. Dos aproximadamente medio millón de dólareecaudados en Estados Unidos, el Comité recibi
unos seis mil dólares. De las grandes suma
ecolectadas en las concentraciones de protestpor todo el mundo, al Comité no llegó nada.71
Al parecer, Cannon creía que Sacco erculpable, por tanto, también es posible quMünzenberg se enterase de la verdad.72 A nadie l
mportó un rábano. El objetivo comunista jamá
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fue salvar las vidas de Sacco y Vanzetti. Labsolución podría haber destruido toda la razópolítica. Katherine Anne Porter, como cientos descritores y artistas de esa época, participó en l
campaña. Nos cuenta la conversación con RosBarón, la agente del Komintern que era su jefe dgrupo, «una mujer pequeña, dura y fanática, quusaba unas gruesas gafas sobre sus ojo
acusadores, una torturadora nata, que hablaba couna jerga del partido casi impenetrable... Yeñalé que incluso entonces, en el último momento
aún esperaba que se pudieran salvar... ¿Salvar?me dijo ella con el retintín que usaba ante l
gnorancia política. ¿Quién quiere que se salven¿Qué bien nos podrían hacer vivos?».73
Russell describe las concentraciones europeas:
«Las concentraciones tuvieron lugar ese otoño eFrancia e Italia, con manifestaciones menomportantes en Suiza, Bélgica, España, Portuga
Escandinavia y Sudamérica. Explotó una bomba e
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a embajada norteamericana en París. Otra fudescubierta a tiempo en el consulado de LisboaLos rojos apedrearon el consulado en Brest. Locónsules norteamericanos en México fuero
amenazados de muerte si Sacco y Vanzetti eraejecutados. En Roma, cientos de obreromarcharon hacia la embajada norteamericanexigiendo justicia para sus compatriotas.
»Parte de esta agitación era de inspiracióanarquista y de naturaleza espontánea, pero en graparte fue orquestada por los dirigentes comunistade París».74
Se sabe que uno de los imaginativos hombres dMünzenberg presentes en Boston era un personajbastante atractivo llamado Gardner Jackson, uperiodista rubio de estilo vaquero, seducto
amante del alcohol, al que le encantaban las bota la ropa vieja de pana, un radical que se habípasado la vida afirmando ser sólo un tipo dzquierdas, nada más que un chico rico d
Colorado a quien le gustaba el whisky y que lo
pobres tuvieran una oportunidad. En realidad
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ackson era íntimo de la mayoría de los agenteveteranos de Münzenberg en NorteaméricaAunque posiblemente era un simpatizante mumanipulado en vez de un agente totalment
operativo, hacia 1939 Jackson trabajaba en lAdministración de Roosevelt para Gibarti.7
También colaboró en la campaña de Sacco Vanzetti.
Simpático y con una perenne sonrisa, Jacksoenía mucho éxito con las mujeres. Dorothy Parkepor ejemplo, se sintió muy atraída por él durante lcampaña y terminó afiliándose secretamente apartido comunista.76 Fue un contacto de gramportancia para el aparato cuando seis o siet
años después, Parker, junto a Lillian Heilman, sconvirtió en una figura célebre en las redes dimpatizantes de Hollywood. Al mira
etrospectivamente la causa desde HollywooHills, Parker parece haber encontrado algúelemento esencial de su identificación con estclase de política. Hoy resulta extraño que lpolítica comunista diera forma y dirección a la
comedias agridulces de semejante mujer, con s
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curiosa y cómica mezcla de buenas intenciones autodesprecio. Pero en su época, la conjunción destilo propio y actitudes estalinistas era algcomún. Parker podía convalidar su amor por l
ostentoso y superficial y enmascararlo con unapropiada mirada de desprecio por todas lavanidades.77
Casi en la misma época, Gardner Jacksoempezó a ejercer su influencia en otra mujer dBoston. Era Marion Frankfurter, la mujer de Felixentonces un importante profesor de derecho eHarvard y, más tarde, uno de los más grande
magistrados del siglo en la Corte Suprema dusticia. A Frankfurter le comprometieron en l
campaña por dos razones: su pasión por la justici la preocupación por su mujer. Marion tenía u
historial aterrador de inestabilidad mental. Sdelicado estado psíquico preocupaba a su marid sin duda le producía toda clase de sentimiento
encontrados y ansias por hallarle una solución.Durante la campaña, Gardner Jackson se dedic
a cultivar de forma prioritaria una relació
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absolutamente encantadora con los Frankfurter. Sfoco de atención era Marion. Jackson, un famoseductor, mantuvo unas relaciones segurament
platónicas pero incesantes con Marion
Lúcidamente entrevio y explotó su inseguridad, snecesidad de comprometerse en una causa, sproblema por encontrar un equilibrio entre spropia sensación de persona inepta y la brillante
de su marido lúcido e intensamente ambicioso.Marion se interesó por Gardner y, a través de épor el caso. A su vez, él la halagabcontinuamente. Convino que ella y él coeditaraas cartas de Sacco y Vanzetti. La comprometía
odos los niveles públicos posibles.Resulta claro que el verdadero propósito de est
áctica era llegar a Felix. Gardner parece habentuido que el deseo de Felix de apoyar la caus
de su esposa podía terminar comprometiéndolo él también. Tenía razón. La pareja se obsesionódirigidos a cada paso por Gardner, quien sconvirtió en su inseparable compañía, un amigntimo y cotidiano de la casa. Cuando se recusó l
última apelación de los condenados, un indignad
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Felix procedió a redactar una de las piezapolémicas más brillantes de su carrera, undenuncia de la historia legal del caso, uexcepcional ejercicio de vituperación controlada
El artículo se publicó en el Atlantic. Tuvo mánfluencia que ninguna otra acción para que l
opinión pública norteamericana y no radical spusiese a favor suyo. En Europa, el escrito caus
mayor impacto incluso. La oficina de Münzenberen Berlín hizo que se reimprimiera en todo emundo mientras que, en Londres, H.G. Wells hizun incendiario resumen que pronto se convirtió ea opinión aceptada en Gran Bretaña.79
Lo que sucedió a continuación fue una histerimasiva, internacional y orquestada.
El 22 de agosto fue la noche de las ejecucione
Con ese motivo, el apparat , anticipando la efusiónternacional de dolor, organizó una vigilimultitudinaria. Francis Russell describe así eacontecimiento:
«Tras producirse la noticia en Charleston de qu
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finalmente Sacco y Vanzetti habían sidejecutados, la reacción fue internacional. Lamanifestaciones se intensificaron en las ciudadenorteamericanas y en casi toda Europa. En Parí
el periódico comunista L’Humanité publicó unpágina extra que sólo decía una palabra
ssassinés! Una auténtica multitud se precipitó poel Boulevard Sebastopol arrancando las farolas
ompiendo con ellas las vitrinas. Los tanques sapostaron ante la embajada norteamericana parprotegerla. Allí resultaron heridos sesenta policíacuando una turba intentó levantar barricadaCinco mil manifestantes llenaron las calles d
Génova la tarde antes de las ejecucionedestrozando coches de Estados Unidos, saqueandiendas con productos norteamericanos, rompiendos cines con películas norteamericanas. Una d
as mayores manifestaciones de la historia de lRepública de Weimar tuvo lugar en Berlínambién hubo manifestaciones tumultuosas e
Bremen, Wilhelmshaven y Hamburgo y un desfilde antorchas de dos horas en Stuttgart. Durante es
emana de desórdenes, murieron media docena d
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manifestantes de Alemania. Nadie murió englaterra, pero la noche de las ejecuciones s
congregó una multitud ante el palacio dBuckingham y entonó Bandera roja».80
La noche de las ejecuciones se celebró unvigilia ante la prisión de Charleston. A la puertdel edificio se reunió una inmensa multitud en l
oscuridad. «Yo jamás había estado en ese sitio»escribió Porter, «pero creo recordar que era ugran espacio abierto con la multitud congregadras un espacio que la policía mantení
constantemente vacío. Montaban unos hermoso
caballos y portaban pistolas, granadas de mano bombas de gases lacrimógenos.» La ley estipulque los condenados tienen derecho a cada minutde su último día. Tras haberles sido concedid
esta gracia, Sacco y Vanzetti fueron conducidos a cámara de ejecuciones a medianoche. Saccentró primero a las 24.11. Vanzetti le siguió a la24.20. A las 24.27 a ambos se les declaró muertoLos dos enfrontaron la muerte con un
ndescriptible dignidad.
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El partido comunista norteamericano, que fueanimado en parte para que funcionara como enstrumento local de un esfuerzo a escala mundia
cosechó su primer gran éxito al crear un nuevmito antiamericano cuyo desarrollo y resonancipersistieron durante décadas. Pero tambiédispuso de otros elementos para concertar l
mitología del pensamiento progresista. Poejemplo, entre 1928 y 1932, los frentes y las redede simpatizantes montaron un movimientnternacional por la paz.81
*
Stalin era un leninista al fin y al cabo y spensamiento en toda su brutalidad paranoica cínica estaba guiado por postulados marxistaeninistas. Así como él se consideraba enemig
absoluto y definitivo de las democracias liberale su orden burgués, asumía entonces que loíderes de esas democracias tenían las misma
ntenciones letales para con la gran Revolució
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que él presidía. La cultura política marxistaeninista, por razones a menudo ignoradas com
ésta, es un terreno abonado para los paranoicoEsa es una razón por la cual un hombre com
Stalin pudo alcanzar lo que alcanzó. Por encima dodo, el dictador temía una vengativa invasió
contrarrevolucionaria proveniente de Occidentepara él, se trataba de casi una certidumbre. ¿Cóm
podía ser de otro modo tratándose decapitalismo? Y debido a una amplia constelacióde razones, Stalin no estaba seguro de poder querer hacer del Ejército Rojo una fuerza capaz ddetener semejante invasión. Es en esta ansieda
uya donde podemos localizar su respuestpositiva al proyecto de llevar a cabo una gracampaña masiva de apoyo al pacifismo en lademocracias.
Quienes estaban familiarizados con el plan lbautizaron como la «conspiración por la paz» parece que fue presentado al dictador durant928, justo después del éxito de Sacco y Vanzett
Se dice que el autor original del plan fue u
francés del entorno de Münzenberg llamado Gu
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erram. Sea cual fuere su origen, la conspiraciópor la paz mereció el visto bueno del Kremlin. Amediados de 1928 todo el aparato de propagande centró en el pacifismo como mensaje prioritari
durante los siguientes cuatro años continuhaciéndolo con su fervor característico. Lodistintos frentes de Louis Gibarti se hicieron ecoen especial una organización activa en los campu
universitarios llamada la Liga contra emperialismo. De hecho, las universidades fueroel sitio preferido para toda la campaña. E«Juramento de Oxford» adoptado por la OxforUnion en 1934, y en el que se decidí
categóricamente «bajo ninguna circunstanciuchar por el Rey y la Nación», es un eco tardío doda esta agitación. En el primer Congreso e
Bruselas de la Liga contra el Imperialismo
finales de 1928, debido a la campaña, la estrategia seguir en la política colonial dejó de ser l«lucha armada», como era de esperar de quienepretendían liberarse del yugo imperialista, y pasa ser la «paz».
La campaña por la paz culminó en 1932 con u
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multitudinario congreso, también organizado por ldirección encubierta de Münzenberg y Gibartconocido como el Congreso de Amsterdam contra Guerra. Debe señalarse que todo el tinglad
deológico de los sucesivos congresos procedía eealidad de la misma operación. Exactamente e
mismo secretariado y el mismo grupo dirigentestuvieron detrás de los congresos de Amsterda
de Bruselas. Los Archivos Centrales de Moscdemuestran que éstos, a su vez, fueroprotagonistas de los eventos fundadores demovimiento antifascista tras el incendio deReichstag.82 Gibarti era el responsable de todo
ellos y, bajo su dirección, el movimiento continucreciendo. Como más tarde el Congreso empezó celebrar sus reuniones en la Salle Pleyel de Paríe le llegó a conocer como el Congreso Mundia
Amsterdam-Pleyel contra la Guerra. Cuando lonazis se hicieron con el poder, el secretariado srasladó a Aumont, un suburbio de París. Po
último, experimentó su reencarnación final con unuevo nombre, la Liga contra la Guerra y e
Fascismo, que fue la organización de Münzenber
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más poderosa y con mayor respaldo.Sin duda, había algo implícitament
contradictorio en el espectáculo que daba esgrupo de revolucionarios con su postura pacifista
Era un disfraz muy refinado para estocriptorrevolucionarios ocultos tras una máscara dentimiento humanitario. La revolución es guerra
una de las variantes más importantes de la guerra
Es guerra de clases; es «lucha armada». Y aunquesa verdad no se hizo necesariamente patentncluso para los más perspicaces en 1930
ciertamente lo fue después de 1937. Era imposiblcreer que cualquier organización cuyo líder fuer
Stalin abrazara la causa de la no violencia con unmínima sinceridad. Sin embargo, en la prácticesultó notablemente fácil ocultar la contradicció
entre pacifismo y revolución. La «guerra», segú
a retórica de cosecha soviética y luego, de hechode toda la izquierda, nunca significaba «guerra dclases». Puesto que la propaganda pacifista estabvinculada con la Liga contra el Imperialismo, lobvia incongruencia ideológica quedaría e
evidencia en acontecimientos venideros, e
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especial en la India, donde la no violencia, para lconsiderable y contenida irritación de locomunistas, llegaría a ser una táctica significativde acción política. Pero la interacción entr
pacifismo y antiimperialismo formaba parte de uargo proceso. El mismo Nehru (como Sandino, ensurrecto nicaragüense, un descubrimiento d
Gibarti) participó como delegado en el Congres
de Bruselas en 1932. Cuando se clausuró, a Nehre hicieron pasar la frontera alemana de formclandestina y lo llevaron a Berlín para que seuniera personalmente con Münzenberg, quien l
causó un profundo efecto. Muchos años despué
en su discurso de apertura de la Conferencia dBandung de 1955, el líder indio rindió tributpúblico a Willi. Fue una de las contadas ocasioneen que se reconoce públicamente el verdader
itio que ocupa Münzenberg en la políticcontemporánea.83
Pero por supuesto ni Willi ni Gibarti teníaauténtico interés en el pacifismo como medio ducha antiimperialista. El único interés del aparat
en el pacifismo, así como en cualquier otro asunto
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campaña contra una amenaza en gran partmaginaria de las democracias liberales, Stali
mantuviera una reacción casi sistemáticamentperversa ante el creciente poder nazi? El añ
932, con sus numerosas y frenéticas campañaelectorales en Alemania, su prohibición y lueglegalización de las SA, sus manifestacionenterminables y sus salvajes provocaciones
violencia callejera, dejó bien claro a loobservadores mejor informados que loacontecimientos llevarían a la toma del poder poparte de Hitler. También era evidente que estesultado no era inevitable. En el transcurso de
año, los nazis pasaron varias veces de uoptimismo exultante a la desesperación. Está clarque se podía evitar el triunfo de Hitler con unfirme, aunque flexible, unidad entre la izquierda
el centro. Sin embargo, ese curso de loacontecimientos tendría que haber contado con lparticipación, incluso el liderazgo, de locomunistas. Eso requería el visto bueno de Stalinque nunca lo dio. En muchas ocasiones pudo Stali
dar la orden de entrar en una alianza con lo
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ocialdemócratas, lo que hubira podido ponepunto final a las aspiraciones nazis. El dictadouso sabía lo que estaba en juego, cuáles eran la
fuerzas en liza. Nada importó. Se negó a actuar.
La explicación sólo en parte es ideológica. Paros comunistas, los socialdemócratas no formaba
un partido de izquierdas. Representaban aarchienemigo, los «verdaderos» fascistas. En e
enguaje de aquella época, eran lo«socialfascistas». Moscú prohibía aliarse coellos. Mientras tanto, el aparato hacía correr lvoz de que «Hitler era un mero títere cuya tomdel poder sólo haría más próxima la victori
comunista».84 Hoy esta consigna nos parecperversa hasta un grado demencial; sin embargoen un sentido quizá Stalin tuviera razón. Para locomunistas, participar de veras en una coalició
antinazi en aquel preciso momento podría habeignificado rendirse ante las fuerzas democrática crear un régimen democrático estable en el qu
el partido alemán, en su forma revolucionaria, npodría haber sobrevivido.
Queda claro que los militantes má
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comprometidos aceptaban esa postura con lesperanza de que se produjera una verdaderevolución, su revolución. No obstante, también sentían desgarrados porque la promesa implicab
una flagrante contradicción. Eso le sucedía Münzenberg, cuya especialidad después de todera la de crear la ilusión de unidad precisamentcon los adversarios que esa política condenaba. A
medida que avanzaba el año, le aumentaba lpreocupación, el insomnio y la angustia. Por lanoches, deambulaba por su piso, sintiendo unansiedad y un pánico que nunca podía exteriorizaesperando la revolución y temiéndose lo peo
Pocos comprendían como él la interpenetracióexistente en las filas de los dos bandos. «Pardopor fuera», decía de los duros jóvenes en paro eas ciudades y miembros de las SA, «y rojos po
dentro.» Además, tenía contactos importantes, lmayoría secretos, con la izquierda de las SA, eespecial el grupo capitaneado por Gregor y OttStrasser.85 Al menos a este nivel y quizás a otrmás alto, llegaba su aparato en el partido naz
Añadamos a esto la desventaja de su más antiguo
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profundo hábito mental, el pensamientevolucionario. Guiado por una lógic
«revolucionaria», despreciaba desde el fondo du ser los pactos de la democracia parlamentaria
«Yo también prefiero a los rojos cien por cien»había dicho, y así era. Creía y esperaba realmentque estos acontecimientos desembocasen en unverdadera revolución germana. Babette Gros
ecordaba haber estado con él y otros líderealemanes en una esquina unas semanas antes deCongreso de Amsterdam. Era el día de leorganización interna y cuasi legal de lo
conservadores, conocida como el «golpe d
Papen». La situación era tan tensa que sesperaban estallidos revolucionarios en cualquiemomento. Münzenberg y su gente aguardaban junta Babette la explosión que supuestament
provocaría el golpe de Papen. En cambio, lonazis, auxiliados por la inacción comunistamarchaban hacia la victoria sin ser molestados pouna izquierda unida. Recuerdo un comentario qume hizo Babette y recuerdo en especial su tono frí
controlando la amargura. Queríamos un
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dividida a la izquierda alemana, supropagandistas reunieron bajo la misma bandera odas las tendencias de la opinión progresista lustrada del mundo entero. Allí y en lo que
propaganda se refiere, estaba precisamente lcoalición que Stalin había prohibido en lpráctica. Los delegados, disfrutando de sapariencia de unidad, se entregaron a l
gratificación del espectáculo. Se dice quGoebbels adoptó mucho del son et lumiére dAmsterdam para sus propias liturgias totalitariaen Postdam y Nuremberg. Asistían más de dos mdelegados. Representaban a todo el abanico d
endencias progresistas, desde verdaderopacifistas a sindicalistas, todo el progresismpolítico imaginable. Todo estaba financiado controlado en secreto por la Internacional; l
financiación con sus cuentas secretas se hacía pomedio de correos de Moscú que se reuníaegularmente con el secretario confidencial d
Münzenberg.87 El congreso generó la ilusión duna inmensa y difusa buena voluntad, un gran frent
unido.88
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No lo fue de ninguna manera. La verdad esencia siempre omitida sobre esta sorprendente
engañosa reunión no es su carácter multitudinarini su extravagancia, sino su insistencia cas
conmovedora en señalar y atacar casi todoexcepto la principal amenaza política del día. Poel contrario, un testigo escéptico podría habededucido que el programa del Congreso d
Amsterdam funcionaba más para distraer a lodelegados de la amenaza nazi que para enfrentarlaAmsterdam tuvo lugar precisamente durante lomismos días y horas en que los nazis consolidabamás rotundamente sus fuerzas. Y, sin embargo, s
dedicó muchísimo más tiempo a condenar Estados Unidos, a tratar como mártires a Sacco Vanzetti y los chicos de Scottsboro que a afrontaa amenaza que tenían delante de las narice
Existe un noticiero alemán, hecho apenas dos díadespués de la clausura del congreso, que muestra Willi entrando en el Reichstag pisándole loalones a Goebbels, listo para arrostrar una nuev aún más desesperada sesión parlamentaria e
pleno avance «legal» del nazismo. El desastr
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estaba teniendo lugar. Y, ante él, ¿cuál fue lespuesta del congreso?
La verdad es que, si el insomne Münzenberpudo haber sufrido con la política de Stalin ante e
auge nazi, el Congreso de Amsterdam, con todous buenos sentimientos y su exhibición d
«unidad», fue un telón propagandístico parocultar precisamente la decisión de Stalin d
permitir que Hitler dividiera y conquistarAlemania. Formaba parte de esa política y fue eostro de esa política para el alarmado mundo bie
pensante. En las semanas en que la amenaza nazconcentraba todas sus fuerzas contra una izquierd
alemana sistemáticamente dividida, Münzenbergobedeciendo órdenes del régimen, se afanabdistrayendo a la gente con una grandiosa ilusión dupuesta unanimidad y fortaleza.
Stalin, no por primera vez ni ciertamente poúltima, patrocinaba la apariencia del antifascismde tal manera que el curioso resultado era el de n
perjudicar a Hitler en la práctica. El Congreso dAmsterdam fue una asamblea de lo qu
epresentaba una opinión antifascist
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potencialmente dura. Pero apenas se ocupó deauge nazi. El espíritu de unidad de Amsterdam fualgo que jamás se haría realidad en la izquierdalemana. Amsterdam no estuvo dirigido contra e
nazismo. ¡En agosto de 1934! Incluso ahora esabsurdo quita el sueño.
Pero como veremos, el absurdo formaba parte duna aún mayor ilusión. Desde los días del ascens
«legal» de Hitler al poder hasta el momento en quel pacto nazi-soviético precipitó la segunda guerrmundial, la organización antifascista de lnternacional Comunista, de la que Münzenber
era el responsable en Europa, jamás represent
una amenaza significativa ni el menonconveniente para el poder nazi. Resultmposible evitar la conclusión de que a veces ernocua debido a una consciente decisión política
El antifascismo del Komintern hacía mucho ruidcontra los nazis, no cabe duda, pero una y otra vea Internacional se las arreglaba para dirigir su
poderes reales de agitación política en cualquiedirección menos contra Alemania. El partid
fomentaba la acción, pero no hubo mucha allí ante
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o después de que Hitler fuera nombrado cancilleSucedía en Austria, en España, en países dondos «fascistas», que eran atacados por lo
comunistas, ni siquiera parecían tales a los ojo
del mismo Hitler. Cuando realmente llegó emomento de enfrentarse en firme a la verdaderamenaza nazi, la operación antifascista deKomintern hizo mucho ruido, recurrió al «sonido
a furia» y se refrenó.Por tanto, bajo el manto siniestro de estoacontecimientos, se esconde una profunda e intensragedia política. En todo el mundo, la voluntad desistencia de los progresistas resultó devaluada
La gente que había reunido Münzenberg eAmsterdam era justamente la que, más que nadiehubiera podido detener el avance de Hitler. Erapersonas conscientes de por qué tenía que hacerse
Y podrían haberlo logrado realmente si laorganizaciones que los movilizaban y dirigíahubieran querido hacerlo. Se trataba de las figuramás representativas de la izquierda mundial: desdindicalistas, pacifistas y viejos socialistas hast
anarquistas, idealistas y agitadores. El lugar estab
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ahíto de periodistas simpatizantes y de idealistacreadores de opinión. Allí estaba presente lcrema de la militancia política que podría habersunido en una coalición realmente efectiva d
oposición, una versión internacional de esndispensable coalición alemana de centro zquierda que exigía obviamente aquella situació
desesperada. Allí estaba un grupo que podrí
haber tenido un protagonismo real para detener lohorrores que se desencadenarían sobre Europa.Pero no. El aparato de Münzenberg estab
decidido a lograr que los delegados se opusieran cualquier mal, salvo al mal nazi. El de Amsterda
fue un congreso de la gente idónea; Dios sabe quos reunió en el momento apropiado. Pero ¿acasdentificó al verdadero enemigo? La crisis de legalidad en Weimar empeoraba hora tras hora. L
mano invisible de los soviéticos atenazó en spuño el arma de la opinión occidental ilustrada. Yencañonó el rostro de cualquier adversarimaginable excepto a la pesadilla que se cernía.
Por supuesto, algo así no podía durar. E
pacifismo, el antiimperialismo, e
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antiamericanismo, aunque Amsterdam lopresentara por todo lo alto, eran variaciones debien que en aquel momento perdían vigencia. Lehabía llegado el momento de desaparecer, a
menos durante los siguientes diez años, devocabulario de la izquierda con patrocinioviético. La organización de Münzenberg estaba
punto de ser totalmente transformada por aquell
precisamente que había permitido que se hicierealidad.Estaba a punto de ser transformada por Hitler.
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2 El incendio y el fraude
Berlín, 27 de febrero de 1933. Era una gélidnoche de luna. Hacía exactamente un mes quHitler era canciller de Alemania. Las callecéntricas estaban casi desiertas. A las 21.40 u
estudiante de teología, de regreso a casa protegiéndose del frío, cruzaba la plaza vacífrente a la sombría estructura de granito deReichstag —un monumento al gusto arquitectónic
del káiser Guillermo—, cuando de pronto levanta vista y vio en la cúpula de vidrio y acero epequeño y silencioso centelleo naranja de lo quextrañamente parecía ser fuego. Y era fuego. Acabo de unos momentos, el centelleo naranja y
lenaba toda la cúpula con lo que obviamente eralamas, y poco después, el infierno encerrad
explotó a través del metal fundido y los cristaleotos y se elevó hacia el cielo nocturno al tiemp
que lo que quedaba de la democracia de Weima
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noches en un lugar donde se le pudiera encontrafácilmente. Se le había preparado un apartamenteguro en un anónimo edificio nuevo en un barri
obrero en el oeste de Berlín. Allí lo llevaron e
coche cruzándose con las manifestacionefascistas.3 La legalidad desaparecía rápidamenteLa inminente tormenta de terror se hacía palpableLos cánticos de los jóvenes descerebrados qu
agitaban sus antorchas sólo eran la manifestacióitual del sadismo organizado de las SA, que ahorcaía sobre la vida alemana y acabaríconvirtiéndose en un nuevo Estado.
El chófer y guardaespaldas de Münzenberg er
un joven llamado Emil, un hijo curtido de la clasobrera berlinesa. Esa noche Emil conducía eLincoln; mientras se abrían paso hacia el oeste poa ciudad embrutecida, debieron pasar cerca de l
Cancillería. Allí, iluminado por las luces de loventanales, contoneándose de puro deleite, Hitlecontemplaba el paso de sus seguidoreenardecidos de éxtasis fascista. En otro ventanaestaba Von Hindenburg, moviendo con energía s
bastón al ritmo de los cánticos marciales.
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eacción ante el siniestro, el nuevo y legalmentelegido canciller se arrogó los poderes policialeque le eran esenciales para estrangular lRepública de Weimar y establecer el poder naz
absoluto en Alemania. Con él, Hitler se embarcen el terror y la guerra de Estado contra su«enemigos»: los judíos y los aliados democráticoque había impuesto el Tratado de Versalles.
Pero su primer objetivo fueron los comunistaalemanes y a ellos culpó del incendio. GeorgDimitrov, un estalinista búlgaro y alto dirigente deKomintern, junto con dos de sus ayudantes, y ErnTorgler, una figura pública importante del partid
alemán, fueron arrestados y acusados de habeorganizado la conspiración para incendiar eReichstag. Con el comunismo alemán bajospecha, los soviéticos respondieron
devolviendo ataque por ataque, o al menopropaganda por propaganda, y por primera vedieron la impresión de encaminarse hacia unauténtica confrontación con el nuevo gobiernnazi. Hitler ordenó que se celebrara un gran juici
público en Leipzig para probar la culpabilidad d
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os comunistas y demostrar cómo se debía liquidaal partido alemán y hacerlo desaparecer del ReichA su vez, al aparato de Münzenberg se le diorden de transformar el movimiento por la pa
usándolo para montar una nueva campañantifascista a nivel mundial, cargando las tintas eos nazis y atacando al nuevo régimen. Sería l
primera gran confrontación entre los dos Estado
otalitarios. En la evidente crisis que se avecinabael Estado soviético bajo Stalin se puso la medallde una autoridad moral superior.
Al menos, eso es lo que parecía.Basado en la prueba espectacular de est
confrontación y el odio reflexivo que taclaramente la animaba, empezó a tomar forma unuevo mito destinado a los progresistas. Ese mitoa su vez, conformaría muchos de los principio
políticos esenciales de los años treinta. Afirmabque el Estado marxista-leninista, por más revesepreocupantes que pudiera sufrir en su lucha poalcanzar el socialismo, al menos poseía la virtude ser ímplicita, genuina y casi involuntariament
opuesto al nazismo. Como tal, el comunism
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parecía representar la única resistencia real contrel horror que tan claramente estaba tomandcuerpo. A las democracias, debido a su falta real upuesta de reacción, se las retrataba com
dependientes del capitalismo o de la ineficacia deiberalismo, o aún peor, como simpatizanteecretas de los nazis, hermanas de sangre de lo
nazis. Por tanto, este mito asignaba papele
morales al presentar la lucha entre los dos Estadocomo una batalla definitiva entre el bien y el maen este siglo. En ella, la línea estalinista era ebien, o al menos necesaria para el bien en virtude su supuesta oposición al mal de Hitler.
Era un argumento de gran fuerza persuasiva. Laceptaron, o estuvieron a punto de hacerlo, variageneraciones de progresistas occidentales. E935 la lógica de este enfoque se amplió en u
esfuerzo mundial por conquistar la lealtad deOccidente progresista en el gran fraudpropagandístico conocido como Frente Populaque utilizó al antifascismo para mantener en línea us simpatizantes al tiempo que el terror seguí
causando estragos en Rusia. El Frente Popula
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umó al ya existente (y que incluso era mayor) da misma revolución, les llegó a los soviético
exactamente en el momento en que el gobierno dStalin se aproximaba a su fase más siniestra
brutal. ¿Una paradoja? No se trataba de unparadoja hija de las coincidencias. Era un engañoY estaba planeado. Porque esta primera graconfrontación entre los dos Estados totalitarios fu
un engaño en sí misma y algo muy distinto a lo qupretendía ser.
Todo dio comienzo con la toma del poder dHitler y con el incendio del Reichstag. El siniestr
parece haber pillado totalmente por sorpresa Hitler. Casi ningún investigador del hecho creque el mismo dictador haya dado la orden y, nótesbien, tampoco ningún hombre de Münzenberugiere en algún momento la responsabilidad d
Hitler. Esa noche, éste estaba cenando coGoebbels y su familia. Le avisaron por teléfoncuando el grupo escuchaba música tras la cena. Aprincipio, Goebbels creyó que se trataba de un
broma y colgó el teléfono. Una segunda llamad
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estropeó la velada y el canciller cayó en la cuentde lo sucedido. «¡Ahora los tengo!», gritó presa duna gran excitación, y partió de inmediato hacia eugar de los hechos.4
Una vez en el escenario, Hitler intuyó al instanta gran oportunidad demagógica que le brindaba ápidamente la aprovechó dando paso a algo qu
fue como una caricatura del frenesí hitleriano. L
condujeron a un palco que daba a la Cámara dSesiones, para entonces toda en llamas. «Hitler sapoyó en el parapeto de piedra y contempló el rojoceáno de llamas. De súbito, se giró. Tenía eostro escarlata por la excitación y por el calo
einante... y de pronto empezó a gritar con todaus fuerzas: “¡Ahora les enseñaremos! Cualquier
que se interponga en nuestro camino debe seaniquilado. Hace demasiado tiempo que el puebl
alemán es blando. Todo dirigente comunista deber fusilado. Todos los diputados comunistas serácolgados esta misma noche. Todos los amigos dos comunistas serán puestos entre rejas. Y es
vale para los socialdemócratas y el Reichsbanne
ambién”».5
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Así fue proclamada sobre la marcha la línedura nazi. Hitler decretó que este ataque contra lvida política alemana era un atropello comunistauna señal para la insurrección izquierdista. Lo
ojos intentaban tomar por asalto Berlín con estncendio; lo habían provocado para que todos loubversivos se lanzaran contra el Reich quenacía. Les asustaba el poder fascista que s
galvanizaba a su alrededor; trataban de conquistaa nueva Alemania para ellos. Pero no se saldríacon la suya.
Los nazis habían buscado un pretexto para ataca ahora lo tenían. Al día siguiente, Hitler promulg
u infame Decreto de Emergencia del 28 dfebrero, el pilar jurídico del totalitarismo nazi. Ldea que regía su histérica retórica era bieimple: la policía alemana dejaba de se
esponsable ante la justicia. La policíapertrechada con ese poder, trabajó toda la nochhasta antes del helado amanecer; las escuadras darresto patrullaban las calles de Berlín y de laprincipales ciudades y no tenían ningun
estricción legal. Los policías estaban preparado
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En las principales comisarías se habían apiladmiles de citaciones ya firmadas y selladas, con enombre y las señas en blanco, listas para seellenadas con cualquier comunista, o simplement
con cualquiera, a quien quisieran atrapar Goerin sus muchachos. Eran la carta blanca del terror d
Estado. Los futuros miembros de la Gestapo laapilaban.
Nada de esto debería haber sorprendido cualquier observador atento. Hitler habíprometido una y otra vez destruir al comunismalemán. Ahora, cumpliendo fielmente su promesaanzó el ataque.
Es increíble que la mayoría de los comunistancluso algunos dirigentes, no estuviera
preparados para esa contingencia. Esta falta danticipación fue muy real. El mismo Münzenberg
aunque había recibido instrucciones de Moscúólo estaba preparado a medias. Desde eprincipio, el Komintern había menospreciadistemáticamente la amenaza hitleriana. El mism
Congreso de Amsterdam ilustra claramente es
política; lo mismo sucede con la doctrin
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«errónea» del «socialfascismo». Incluso eiempos del Frente Popular y aun más tarde, hast
el mismo fin del comunismo, se mantuvo liguiente mentira: existe una fraternidad invisibl
entre los demócratas y los fascistas que sólo pueder desentrañada por el pensamiento radical.
En 1933 se menospreciaron muchas cosas d
Hitler; la principal fue su espectral velocidadadie sospechó que pudiera destruir la Repúblicde Weimar en un solo mes o que para mediadodel año siguiente, Von Hindenburg, ese graeutónico que una vez había despreciado a Hitle
lamándole «pequeño cabo», estaría en su lecho dmuerte dirigiéndose al canciller con un senbalbuceo agonizante como «Su Majestad».6 Entrquienes menospreciaron la amenaza estaban lo
comunistas.7
Después de una última reunión coos editores de sus periódicos, Münzenbercomentó que la dirección del partido le recordab«a bailarines que no se han dado cuenta de que eelón ya ha caído».8 Sin embargo, diez días ante
de la investidura de Hitler, Moscú había prohibid
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cualquier resistencia con uso de fuerza ante unmultitudinaria manifestación de las SA a lapuertas de la sede del partido. Diez días antes dencendio del Reichstag, la flor y nata de l
zquierda alemana se reunió para una últimexhibición de impotente división. Los comunistae congregaron en una sala; los socialdemócrata
en otra. Luego llegó el fuego y el dictador atacó.
Parece que Willi evitó su arresto por un golpe dbuena suerte. Sin duda, estaba entre los más altodirigentes de la Internacional que figuraban en lista nazi. Esa mañana, con la primera luz del día
una escuadra de arresto se presentó a la puerta du piso en Tiergarten. Por supuesto ya hacía má
de un mes que no estaba en esa calle. Pero niquiera estaba en Berlín. Esa noche ya habíaido arrestados varios centenares de dirigente
pero Münzenberg estaba en Frankfupronunciando un discurso. Había pasado la nochallí con agentes del Socorro. Cuando la policílamó a su puerta en Berlín, les atendió e
ndispensable secretario confidencial d
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Münzenberg, un joven llamado Hans Schulz. ¡Sellos hubieran sabido a quién tenían delanteSchulz, con su aspecto vulgar, pálido, sumiso y spierna coja, llevaba en su memoria fotográfica
famosa en todo el apparat , una cantidanimaginable de información sobre las actividadeecretas en Alemania y en el mundo. Schulz era e
contacto personal de Münzenberg con los nivele
más profundos del aparato, entrenadcuidadosamente para ser el guardián de loecretos de Münzenberg. La memoria de Schu
era el almacén de toda aquella información qunadie osaba dejar por escrito. Era la mano derech
¿o acaso la izquierda?) de sus secretos: en ciertentido, era el Willi invisible. Adiestrado e
Moscú para el trabajo secreto, Hans llevaba en scabeza mucha más información sensible que todo
os comunistas arrestados esa noche. A la policíaSchulz les pareció un empleadillo de mala muertque obedientemente les mostró todas lahabitaciones. Y por supuesto no encontraron a shombre.9
La defraudada patrulla policial pasó l
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nformación a Frankfurt. Allí los lugarefrecuentados por Münzenberg eran lo bastantconocidos como para que una segunda patrulla senviara al instante a su café favorito. Tenían razón
En aquel mismo momento, el jefe de la propaganddel Komintern se encaminaba al bar a tomar edesayuno. Portaba varios periódicos para leer laensacionales noticias sobre el incendio de l
noche anterior.Jamás llegó a la puerta del café.
He dicho que la policía no se enteró de quién erHans Schulz. No obstante, quizás algún miembr
de la patrulla sabía más de lo que estaba dispuesta admitir. La decisión de Hitler de aplastar apartido comunista alemán sólo fue posible graciaa una decisión paralela que significó el controabsoluto de la policía por parte de Hitler. Y eaquel momento, contrariamente a lo que se creíaa policía berlinesa era bastante izquierdista.
Esta es una de las razones que confirieron saterradora importancia a las camisas pardas d
Ernst Röhm: la necesidad de contar con un cuerp
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absolutamente obediente también requeriría quHitler reestructurara por completo la policínventando la Gestapo. La última mañana d
febrero de 1933 fue el instante preciso en qu
Alemania pasó de ser un Estado con policía a seun Estado policial. Resulta llamativo que para lhuida de Münzenberg, la acción clave fuera obrde un policía. Cuando la patrulla estaba a punto d
rse, un hecho de escaso relieve tuvo lugar en evestíbulo. Uno de los policías reconoció a lmujer de Hans Schulz, la hija de un prominentpolicía socialdemócrata, la apartó del grupo y lusurró: «Corre. Avisa a tus amigos y escapa». L
estaba diciendo lo que él sabía y ellos no. De lnoche a la mañana, el mundo había cambiado.11
Esta transgresión a las normas policiales y epro de la decencia quizá salvara a Münzenberg.
Pocos minutos después de que la policíabandonara el piso de Münzenberg, Babette Grosansiosa de tener noticias, telefoneó desdFrankfurt. Se le repitió el mensaje del policía. Dno haber sido así, ella, su marido y todos lo
demás podrían haber caído junto al resto de lo
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caminó sola hasta la puerta de sus ex parienteLos Buber se quedaron de piedra cuando vieron esta mujer aterrorizada en el umbral y dnmediato se dieron cuenta del peligro. Buber hiz
una útil sugerencia. El Saar distaba unos ciekilómetros de allí. Aunque era territorio alemáncomo resultado de una cláusula sumamentvejatoria del Tratado de Versalles, no estaba baj
control alemán y, por tanto, funcionaba fuera dealcance de la policía alemana. Se podía entrar sivisado. Buber allí tenía un colega, un catedrático quien erróneamente creía de confianza. Siembargo, para entrar en el Saar era menester e
pasaporte y, en aquel momento, el de Münzenberequivalía a una orden de detención. De cualquiemodo, tampoco lo tenía consigo.
Sólo en Frankfurt se podía conseguir un nuev
pasaporte. Provistos de una carta decomendación de Buber, Babette y Emvolvieron sobre sus pasos dejando a Münzenberen un paseo junto al Rin, en el suburbio de MainzEl día en que nació oficialmente el totalitarism
germano, también era carnaval, un carnaval po
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etapa más en su huida. Aún debían procurarse unvisado para entrar en Francia. Babette Grosodavía tenía que regresar a Berlín a buscar u
esencial y secreto depósito de dinero en metálic
que estaba en manos del embajador soviéticoTampoco el Saar dejaba de presentar peligros. Ecolega de Buber, posiblemente un simpatizantnazi, luego resultó menos fiable de lo previsto
Pero Münzenberg, a menos que saliera dAlemania y pronto, era hombre muerto. Tenía qupasar de incógnito, cruzar la frontera, debídesaparecer. Para lograrlo, únicamente el Saapodía servir.
Al alba el Lincoln llegó a la pequeña caseta da aduana en la frontera. Aún caía la nieve sobre e
camino casi desierto. Salió un guardia, se acercal coche a oscuras, apuntó con la linterna a cad
ostro. Hizo una pausa. Sin pedir los pasaportes, eguardia hizo señas a Emil de que continuase.Sólo nos podemos imaginar lo que debe de habe
pasado por la cabeza del joven conductor cuandpisó el acelerador e hizo avanzar la larga y pesad
imusina.12
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*
De súbito, empezaba una nueva época.
Hitler se había hecho con el poder absoluto. Aos pocos días de los acontecimientos alemaneos trabajadores del distante Washington se reunía
en las escalinatas del Capitolio, donde FrankliRoosevelt juraría el cargo de presidente poprimera vez y diría a los norteamericanos que lúnico que debían temer era al mismo temor.
En cuanto a Münzenberg, una vez cruzó lfrontera alemana, esa nevada y primer
Walpurgisnacht del terror nazi, su camino a Parífue relativamente directo. Se quedó escondido eel Saar al menos una semana a la espera de que eaparato le procurara los papeles necesarios parentrar en Francia. Mientras estaba allí, eKomintern en Moscú ya estaba al tanto de suandanzas y alertó al partido en París sobre snminente llegada. Luego, a principios de marzo
Emil cruzó con su jefe la frontera francesa y s
dirigió directamente a la Ciudad de la Luz.13
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Había llegado —en la historia de Alemania— lgran crisis de la historia del comunismo alemánCasi al mismo tiempo, a principios de marzo d
933, Stalin ordenó al aparato que comenzase lcampaña de contrapropaganda a las medidas dHitler, una campaña en la que la organización dWilli, ahora trasladada a París, tendría un pape
protagonista. También al mismo tiempo y quizáantes, el tirano ruso había empezado a perfilar eel mayor de los secretos su verdadera política, na oficial, con respecto al nuevo gobiern
germano. Incluso entre los bolcheviques de mayo
ango, era ínfimo el número de dirigentes al tantdel verdadero enfoque de Stalin ante esta nuevamenaza. Es significativo que entre ellos nestuvieran los mandos del Ejército Rojo ni dninguna de las otras fuerzas armadas, aunque sfiguraban, y en primer lugar, los personajes clavede los servicios de espionaje.
Pese a la apariencia externa de hostilidad confrontación que destilaban operaciones como l
nueva campaña «antifascista» de Münzenberg, l
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a que él mismo era judío, Radek jamás estuvo dacuerdo con una política anti-alemana. Tampoco lestaba Stalin. «Solamente un idiota se podrímaginar que nosotros romperíamos co
Alemania», confió Radek a su amigo y compatriotpolaco, el oficial de inteligencia Walter Krivitskcuando estaba a cargo de la campañ«antifascista» en plena efervescencia. «Lo qu
escribo aquí es una cosa. La realidad es otraadie nos puede dar lo que nos ha dado AlemaniaPara nosotros, romper con Alemania eimplemente impensable.» Cuando Münzenberg s
estaba instalando en París, Stalin envió a Rade
como emisario directo y confidencial para questableciera contactos de máximo secreto con eembajador alemán en Moscú. Estaconversaciones tuvieron lugar sin el conocimient
de la diplomacia ni del ejército soviéticos. Y econtenido...: fueron negociaciones sobre asuntode mutuo beneficio.16
De forma simultánea, un agente secreto de mualto nivel, un hombre muy conocido por Willi, fu
despachado de Moscú a París, actuando com
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enlace entre los jefes del Kremlin y los europeo portando instrucciones precisas sobre cóm
debía encarar Münzenberg el nuevo movimientantifascista a escala mundial. Este agente tambié
era un protegido de Radek y contaba con toda sconfianza.
Y llegó al Oeste con instrucciones directas dél.17
Este agente secreto tuvo una de lantervenciones más siniestras y extraordinarias da época. Se organizó en París una vasta campañ
con un primer punto de mira en el incendio deReichstag y estrechamente coordinada por e
emisario de Moscú y el apparat europeo norteamericano.18 Representaría el punto dpartida de la campaña antifascista y, en esentido, la primera confrontación directa de l
egunda guerra mundial.La campaña que Münzenberg dirigiría desdParís fue planeada para facilitar y encubrir amismo tiempo esta relación real y secreta entre logobiernos alemán y soviético. Stalin necesitab
parecer totalmente hostil a Hitler; Münzenberg l
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ayudaría a crear esa imagen que encubriría eapaciguamiento que se estaba llevando a caboComo veremos, y dado que hasta ahora no se hentendido cabalmente, se trató de un montaje qu
permitió la realización de acciones dcolaboración entre los dos dictadores.
La campaña creada por Münzenberg y Radeestaba en su apogeo. Llenaba los titulares de l
prensa mundial. Todo en ella destilaba unhostilidad manifiesta y una total confrontación. Pou parte, los nazis, con sus arrestos de comunista el espectáculo montado por Hitler en el juici
por el incendio, daban la misma señal d
confrontación extrema. Entre los occidentaleprogresistas y cultos, sin duda la campañcomunista era la más convincente, sobre todo paraquellos que no necesitaban que nadie le
convenciera sobre el mal nazi. La campaña golpeduramente a los nazis, en especial a las SA, una otra vez. No cabe duda de que generó toda clasde falsedades, pero al fin y al cabo se tratabfinalmente de un verdadero antifascismo. Parecí
correcto en su esencia y obviamente lo era. ¿Cóm
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podía dejar de serlo?Al menos, así parecía. Pero las apariencia
engañaban.
*
El foco de la campaña nazi se centraba en euicio de los acusados por Hitler de ser loncendiarios y de haber tratado de provocar unnsurrección comunista contra el Estado nacionaocialista. Cuando la Cámara de Sesiones aún er
presa de las llamas, la policía berlinesa habíentrado por los pasillos humeantes y apresado a u
oven descamisado, histérico y vociferanteupuestamente in fraganti, llamado Marinus vader Lubbe. Fue arrestado en el acto mientragritaba: «¡Protesto! ¡Protesto!» con un fuertacento holandés.19
Marinus van der Lubbe fue claramente uno de loncendiarios y el único capturado. Desde e
principio dijo haber actuado solo y se mantuvo eus trece hasta que fue decapitado un año despué
por la guillotina de Leipzig.
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La confesión simple, torpe y atolondrada de Vader Lubbe sobre su actuación en solitario resultabnconveniente. Ninguno de los bandos quería uolo protagonista. Una vez que Hitler hub
proclamado que se trataba de una conspiraciócomunista, los nazis necesitaban conspiradorecomunistas y no a este solitario e insensatdescamisado. De cualquier manera, en vez d
fusilar sin más al cautivo, los nazis decidieroexplotar el hecho de que su captura en medio das ruinas lo había hecho famoso en todo el mundo
Al menos era indudablemente culpable. Poanto, los nazis pondrían a Lubbe sobre e
escenario rodeado de varios responsables dprimera fila del comunismo, a quienes, por emedio que fuera, esperaban vincular al holandédurante el juicio y así justificar la represió
anticomunista.Los arrestos a gran escala de comunistas habíaproseguido desde aquella noche. Pero unos diedías después del incendio, en lo que al parecer fuun golpe de suerte, la policía berlinesa dio co
res peces gordos de suma importancia. Un
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esultó ser nada menos que Georgi Dimitrov, uveterano dirigente del Komintern y principacolaborador búlgaro de Stalin, un famoso experimentado conspirador. Dimitrov estab
acompañado por otros dos búlgaros, Simon Popo Vassili Tanev, sus lugartenientes.
Los tres fueron delatados por un camarero deestaurante adonde habían ido a cenar. Era un siti
harto inconveniente para tres extranjeros agentedel Komintern, un restaurante con gran clientelnazi para la que, en plena campaña de represiópolicial, el arresto de comunistas era una actividaa la orden del día. Los tres búlgaros entraron l
más ostentosamente posible y pidieron sus platoSu aspecto fuera de lo común y su acentextranjero atrajeron la atención. Cuando se lepidió la documentación, los papeles que mostraro
eran claramente falsos, aunque estuvieran emanos de un alto cargo del Komintern, famoso eel mundo por sus falsificaciones impecables.2
Fueron arrestados y rápidamente procesados acusados del siniestro junto al diputado comunist
Ernst Torgler y Van der Lubbe.
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Sigue siendo un gran misterio el arresto e inclusa presencia de Dimitrov en Alemania po
aquellos días. Dimitrov era un conspiradoveterano, normalmente no asignado a Alemania. S
mera presencia en el país y en aquel momentequiere una explicación. Parece claro que l
detención se produjo en medio de una misióclandestina ordenada por el mismo Stalin. Jamá
e ha podido saber de qué se trataba.21
Importantemiembros del apparat han declarado que Stalin lendió la trampa a sabiendas. Si es así, ¿por qué
Si Dimitrov hubiera estado en serio peligro entros nazis, la explicación podría ser que Stali
rataba de librarse de este agente entregándolo os fascistas. Las comunicaciones de Radek co
agentes de Berlín expresan preocupación, ya quDimitrov y sus colaboradores podían estar «e
nminente peligro». Pero pudo haber sido sólestratégico, ya fuera un mensaje hecho pro forma un agente fuera del circuito o una legítimexpresión de ansiedad previa a que se hiciera epacto. Porque, como veremos, cada vez está má
claro que, pese a las apariencias, Dimitrov nunc
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corrió peligro durante su estancia en BerlínCiertamente este relevante estalinista nunca habíestado más seguro. Parece que la verdadera misióde Dimitrov era simplemente entrar en Alemani
o más conspicuamente posible y ser arrestado, dejarse arrestar a propósito, en el momento dencendio. Y así sucedió.
Simon Popov y Vassili Tanev eran, com
decíamos, funcionarios del Komintern. Fueron lamarionetas del caso. Después del juicio dLeipzig, cuando Dimitrov y sus camaradas fueroabsueltos y puestos en libertad, porque así fueegresaron a su «hogar» moscovita, donde fuero
agasajados con todas las muestras imaginables dvictoria y regocijo. Allí los tres posaron parendas estatuas de «heroísmo».22 En el moment
oportuno, Stalin premió a Dimitrov, la nuev
celebridad antifascista, con el cargo cada vez mánoperante de director del Komintern.A Popov y Taner, sin embargo, no les fue ta
bien. Tras aquel momento de gloria, los dos fueroenviados al gulag acaso porque entendían muy bie
o que estaba pasando. De Taner no se supo má
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Popov se las arregló para sobrevivir esos días años interminables en un infierno de frío —veintaños en total—, hasta que una apelación lo puso eibertad en 1955.
A medida que seguimos el desarrollo de estoacontecimientos, quedará bien claro que la famosconfrontación entre los dos Estados fue en partuna fachada inventada por ambos servicio
ecretos para fines muy distintos a cualquier cosque estuviera entonces sobre el tapete. La campañcomunista contra el juicio de Leipziprobablemente no fue el ataque directo contra epoder nazi que aparentaba. Tampoco la acción naz
en Leipzig parece haber tenido como finalidaauténtica un ataque contra los comunistas. Dhecho y casi con seguridad, el montaje fue uncolaboración secretamente controlada entre lo
dos dictadores. Seis años antes del pacto germanooviético, en el inicio del régimen hitleriano, lodos dictadores ya estaban montando su plencolaboración. Basada en un profundo odio mutuode eso no puede caber duda, pero aun así un
colaboración; sirvió a fines comunes, fines que n
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desafiaban al poder de cada uno, sino que lconsolidaba. Todo esto sucedió bajo el manto —emanto ideal— de la campaña antifascista creadpor Münzenberg. La atrocidad de la batalla tom
a forma de una máscara ideal. Medio sigldespués, esa máscara aún está firmemente en sitio, aunque ahora sea una máscara sobre el rostr
de un cadáver.
Por varias razones, hace tiempo que muchoestudiosos han tenido sus serias reservas sobre emito de la heroica resistencia comunista contrHitler antes de la guerra. Pero la mayoría h
creído que, pese a todos sus fallos, el antifascismde Stalin era sincero.
En realidad, lo era y no lo era. Debemoconsiderar con mayor detalle los motivos dambos dictadores en esa época.
¿Por qué estaban dispuestos los comunistas cooperar de algún modo con los nazis, tamanifiestamente decididos a destruir ecomunismo? Desde los días del Mein Kampf , u
ibro que Stalin leyó por entonces, Hitler habí
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prometido que, una vez alcanzado el poder, su listde prioridades estaría encabezada por la luchcontra el partido comunista alemán. En marzo d933 no tenía la intención ni la opción de renega
de esta promesa básica de su ideario. Aun asHitler no deseaba antagonizar con Stalin de formprematura o irresponsable. El Ejército Rojo era eEjército Rojo. Pero, sobre todo, no querí
provocar que Stalin (ni los signatarios dVersalles) optase por la vía militar antes de que éestuviera listo. Por tanto, debía procederse aerror anticomunista. Las circunstancias lo exigían
pero a Stalin había que amenazarle con cautela
in sobrepasarse. Hitler debía actuar según suplanteamientos anticomunistas y tranquilizar, amismo tiempo, a Stalin con unos acuerdoecretos, muy especiales y mutuament
beneficiosos.Recordemos que aún faltan seis años para epacto germano-soviético. Hace mucho que se sabque fue Stalin quien buscó con mayor ahínco lalianza soviética con Hitler en 1939. Lo que e
menos conocido es que desde el principio, Stali
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rató en secreto de comprometer a Hitler en unalianza de pacificación y conciliación tras lfachada de una confrontación dialéctic«antifascista».23 La respuesta de Münzenberg antel incendio del Reichstag sólo fue el primemovimiento.
No se trata de que Stalin haya ignorado a Hitlecomo amenaza. El veía a todo el mundo como un
amenaza. Pero también creía que se debía llegar ápidos acuerdos con un adversario poderoso. Ne ponía a pelear con gente de su misma talla. Poanto, respondió a Hitler con la clásic
combinación del palo y la zanahoria. No era u
palo muy serio; era un palo casi de meras palabra de acciones encubiertas de distracción. Pero l
blandió de forma muy engañosa.Si Alemania se encaminaba al rearme, Stali
quería que le sirviera para una guerra eOccidente. Hasta el mismo día en que las tropanazis cruzaron sus propias fronteras, la estrategide Stalin implicaba que Hitler nunca jamás sembarcaría en una guerra europea de dos frente
Al igual que tantos marxista-leninistas, e
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probable que Stalin haya contemplado la tormentque se avecinaba como una fase inevitable ncluso deseable para el aniquilamiento de l
burguesía. Quería que Francia, Gran Bretaña
Estados Unidos amenazasen a Hitler. Si iba haber una guerra, que se produjera en Europoccidental, no en Rusia, y entre los que él veícomo potencias burguesas que a la postre s
destruirían entre sí en el proceso. El haría mupoco ruido de sables.Mientras tanto, el comunista más importante de
mundo estaba perfectamente dispuesto a que suamados camaradas alemanes cayeran en la tramp
nazi, sobre todo si su servicio secreto podía tenea información precisa de quiénes y cuándo era
arrestados.24 Después de todo, nunca fue uencomiable protector de sus propios camarada
a fueran compatriotas o extranjeros. Por econtrario: la represión nazi podía ahorrarle lmolestia de tener que hacerla él mismo.25
Otro objetivo invisible de la campañantifascista era la apuesta moral. Es evidente qu
os comunistas no eran los únicos qu
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eaccionaban con miedo y odio contra los naziRadek, como dirigente bolchevique normalmente cargo de la respuesta antinazi y expertobservador de la política alemana, recibió l
orden de perfilar una nueva línea que aplaudierostentosamente el Pacto de Versalles, hasta aquemomento, objeto de una acerba crítica comunista.2
De hecho, los signatarios de Versalles s
alarmaron bastante, pero no lo suficiente.27 Una das grandes tragedias de toda la historia humanfue que las potencias de Versalles, incluyendo Estados Unidos, no se alarmaron hasta el punto ddecidirse a actuar como fuerza preventiva pararrancar a los nazis del poder en 1933 o 1934. Dcualquier modo, Stalin se dio cuenta de que en uprevisible futuro, un miedo totalmente justificadal nazismo dominaría los valores morales de l
zquierda e incluso del centro en las democraciaY él decidió que su aparato encamara ese altnivel moral. Cuando las cosas se pusieran feas, lUnión Soviética necesitaría detentar la autoridamoral del antifascismo.
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Sin embargo, otro objetivo del movimientantifascista estaba íntimamente relacionado con lógica moral de esta política ambivalente. S
rataba del espionaje. Miles de jóvenes brillantee idealistas en las democracias liberales seríancorporados a la esfera de influencia de Stali
por medio del fervor ético de su reacción ante l
amenaza nazi. Stalin podía también utilizar lcobertura moral del antifascismo para infiltrarsen los gobiernos occidentales. Algunos de estoeclutas provocarían los grandes escándalo
periodísticos de los años venideros: Burgess
Maclean, Hiss y Chambers.Tanto el «antifascismo» de 1933 como el Frent
Popular encubrieron el reclutamiento de loervicios secretos. En 1939 Walter Krivitsk
explicó con claridad meridiana este aspecto deFrente en su libro In Stalin's Secret Service. Baja cobertura del Frente Popular, señaló que: a) eervicio secreto británico fue uno de los objetivo
para el reclutamiento. Aquí es donde descubrimo
fenómenos como el grupo de espías de Cambridge
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b) se produjeron infiltraciones en la burocracia deew Deal en Washington. He aquí el grupo d
norteamericanos en la órbita de Münzenberg, ecírculo de gente que incluía personajes como Noe
Field y, según se supone, Alger Hiss; c) en egobierno francés del Frente Popular infiltraroopos soviéticos. Los hechos fueron publicado
pero ignorados.
He aquí lo que escribió Krivitsky. En GraBretaña, «los mensajes antifascistas atrayeron a unúmero significativo de estudiantes, escritores indicalistas. Durante la tragedia española y en lo
días de Múnich, muchos miembros de l
aristocracia británica se alistaron tanto en laBrigadas Internacionales como en nuestro
ervicios secretos». (El subrayado es mío.)28 Deste modo, la base del reclutamiento en Cambridg
a estaba consolidada doce años antes de quBurgess y Maclean tuvieran que huir. Y en EstadoUnidos, el objetivo obvio eran los jóvenebrillantes de las universidades de la Costa Est«Con los miles de reclutas alistados bajo la
banderas de la democracia, creci
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considerablemente la red de espionaje del partidcomunista, que penetró en territorios hastentonces vírgenes. Al ocultar cuidadosamente su
dentidades, los comunistas se abrieron paso e
miles de cargos importantes.» (Subrayado míoPor último, estaba Francia, que en cierto sentidfue donde más se infiltraron:
«El Front Populaire estaba tan íntimamentelacionado con la alianza franco-soviética qucasi llegó a enquistarse en toda la estructura degobierno. Es verdad que había gente como LéoBlum que procuró que la situación militar n
afectara a la política interna, pero esos esfuerzofracasaron en gran medida. La mayoría en Franciadesde el general Gamelin y el diputadconservador De Kerillis al sindicalista Jouhauxestaba tan obsesionada por la idea de que leguridad de Francia estaba ligada a Moscú que e
Frente se convirtió en el factor dominante de lvida francesa. En la superficie, el Kominteroperaba a través de sus organizaciones legale
Periódicos como Ce Soir , clubes del libro
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empresas de publicidad, teatros, compañías dcine, toda clase de agencias fueron instrumentodel “frente anti-Hitler” estalinista. Entrbambalinas, la OGPU y el servicio soviético d
nteligencia militar se afanaban por conquistaposiciones en las instituciones estatales dFrancia».29
Las prácticas del espionaje alcanzaron nuevacimas. El reclutamiento llegó a un alto nivel definamiento. En Rusia se crearon escuelas par
entrenar a los reclutados. Si se podía lograr quos idealistas creyesen que, entre todos lo
estadistas del mundo, sólo Stalin se oponíeriamente a Hitler, entonces toda clase de gent
en gobiernos occidentales o cerca de elloóvenes bien pensantes de Cambridge, estrella
normaliens, jóvenes progresistas de launiversidades norteamericanas, todos erausceptibles de reclutamiento para esa batalla y der inducidos con suma meticulosidad al trabaj
de espionaje, el auténtico objetivo desde e
principio.
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Mientras tanto, cuando se conocieran lapesadillas del terror estalinista, podríconvencerse a los simpatizantes del mundo enterde que desviasen su atención de la evident
ealidad —que Stalin era un tirano asesino y qua revolución que presidía era una tiranía asesin
— porque ¿quién más le paraba los pies a Hitler?¿Quién, por cierto?
En realidad, los dos dictadores dependíadeológicamente de su odio mutuo. Cada unnecesitaba un monstruo al que odiar y cada unencontró esa necesidad satisfecha por el otro. Emonstruo del fascismo, nacido de la contra
lustración, encontraba la justificación de su odial dirigirlo contra el comunismo, su monstrunecesario, nacido de la Ilustración.
Sin duda, ambos tenían la determinación d
destruir al otro, pero los dos querían evitacualquier confrontación militar prematura. Estmiedo fue el abono para su colaboración.30 Hitleno dejaba de temer un ataque ruso y sentía graemor ante la posibilidad de un ataque preventiv
de los aliados. Esa es la razón del espejism
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público de una confrontación y de la secretealidad de la colaboración. A esto los estalinista
añadieron la opción moral del antifascismoccidental como nuevo mito, un mito profundizad
por el espionaje activo y el simultáneestablecimiento de redes y agentes en Alemania Europa del Este, esenciales para establecer epoder soviético y eliminar a todos los rivales n
estalinistas una vez llegado el momento de lverdadera toma del poder, lo que sucedió despuéde 1945.
Por último está la lógica perversa de la mismevolución. La noción de que el fascism
epresentaba un necesario rito de pasaje hacia levolución era algo sostenido ampliamente por lo
marxistas-leninistas de la época. Lo mismucedía con el reconocimiento de la proximida
entre las dos ideologías. El fascismo «es eompehielos de la Revolución», tal era un clichfavorito de los marxistas en aquel tiempo. Emismo Münzenberg lo utilizó para explicar poqué las clases bajas urbanas que constituían l
militancia nazi eran exactamente el mismo tipo d
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gente que representaba la base social de locomunistas.
«Pardo por fuera, rojo por dentro», solía decir.3
«Queríamos una revolución y la tuvimos»
Está claro que la mayoría de la gente qurabajaba en la campaña antifascista d
Münzenberg no tenía la más remota idea de nad
de esto. Creían en la causa antifascista y lo hacíaconvencidos. Militaban apasionadamente. Muchodieron la vida. Rara vez el cinismo genera lealta sacrificios del nivel de los que tuvieron lugar e
esos días extraordinarios. Cómo los agente
otalmente conscientes de esta mentiracionalizaron, o no, sus dobles vidas, es algo qu
debe dejarse para el lado oscuro del estudio de laalmas. Pero casi todos los participantes de la
campañas antifascistas fueron utilizados. Ademáesa gente luchaba, a menudo con una maravillosvalentía, contra el enemigo de verdad. Stalin quismonopolizar los altos valores morales por razonemaléficas. Pero eran los altos valores morales lo
que realmente estaban en juego. Su heroísm
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puede haber estado comprometido, pero ndisminuido por el modo en que fue utilizado.
Si el nombre de Willi Münzenberg aún retiene eesplandor de alguna refulgencia heroica, aunqu
a sea débil, se debe a que organizó y lideró lprimera campaña sistemática y a gran escalcontra la pesadilla de Hitler. Fuera la que fuese lnaturaleza de su cinismo y la de sus hombre
cuando planearon esas campañas, más allá de lopecados cometidos bajo su manto o de lamanipulaciones siniestras que enmascararon, lapasiones que movilizó el antifascismo fueroinceras y justificadas. Por esta razón, esta histori
no es la mera narración de algún ruin acuerdentre bandoleros, sino una tragedia.
*
Münzenberg se tomó algún tiempo antes dhacerse ver en público en París, pero a los pocodías de su llegada, la vida cultural de la ciudad yen consecuencia, la vida cultural de Occidente
había entrado en una nueva fase.
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El 23 de marzo de 1933 se estrenó el nuevumbo con una multitudinaria manifestación d
protesta contra las consecuencias del incendio deReichstag en la que el «todo París» estuv
presente.32 André Gide, Elsa Triolet y LouiAragon estaban allí. André y Clara Malrauxelegantes, soberbios y recién llegados a la famafueron colocados con sumo cuidado en la primer
fila. Este tipo de eventos sentó las bases para unnueva elite cultural y política que perduraría hastel fin de la guerra civil española. Esta fue lprimera de cientos, acaso de miles, dmanifestaciones que se produjeron en Occidente
La causa conseguía adhesiones y alistaba a lacelebridades. En público y en secreto, legal legalmente, Münzenberg concentró todas su
energías en un solo y absoluto objetivo: hace
oposición. Oposición y nada más.En París, Münzenberg se alojó en su refugio da Rive Gauche. Con la ayuda del Komintern
pronto se instaló en un vetusto edificio de oficinaal fondo de un callejón oscuro y cas
mperceptible del Boulevard Montparnasse.33 A
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fin de atraer y explotar el creciente sentimientmundial contra los nazis, creó un nuevo y variadconjunto de frentes. A las pocas semanas, eKomintern se había hecho con una editorial en e
Barrio Latino, Éditions du Carrefour, en eBoulevard Saint-Germain, una editorial que antede que la comprase el aparato había editadelegantes antologías de poesía y lujosa
monografías sobre arte contemporáneo. Una de lapersonas que más colaboró para la transferencide la editorial al Komintern fue un joven elegante escritor francés cuyos mejores amigoeran Raymond Aron y Jean-Paul Sartre. Se tratab
de Paul Nizan, y los tres amigos (naturalmente) sautoproclamaban los tres mosqueteros.34
También se organizó un antifascismo clandestincuya misión era enviar agentes a Alemania par
mantener el contacto con los comunistas quhabían quedado atrás y hacer espionaje en eTercer Reich. El hombre que había sidpresentado a Lenin como el artista de las redeclandestinas ahora recibió el encargo de penetra
en el mundo de Hitler. El ingenio de Münzenber
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e multiplicó. Por ejemplo, una vez arrestadDimitrov, se hizo evidente que agentes dMünzenberg habían sido introducidos en la prisiódonde estaba el dirigente del Komintern. Lo
hombres de París sabían que Willi y Dimitroestaban en contacto regular y sin impedimentoante las mismísimas narices de los nazis. Lconsideraron como un tributo definitivo al geni
de su maestro.35
Pero, al parecer, la comunicacióentre Dimitrov y Münzenberg no resultaba uengaño tan grande para los nazis.
Aun así, se establecieron nuevas redes en todAlemania. Condesas simpatizantes era
despachadas allí con documentos cosidos en suvestidos. «Reposaban» en clínicas dirigidas pomédicos que también estaban en la clandestinidadelacionados a su vez con mujeres anónimas d
ajados abrigos, que eran los contactos con soecepandilleros de las calles berlinesas, quienes a svez pasaban el sobre a algún tipo impávido que spaseaba con su violín. Ricos y pobres se uníaecretamente en la actividad clandestina. Gent
que ni siquiera se había considerado jamás d
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zquierdas se relacionaba con revolucionarioconvencidos.36 A los periodistas se les dabápidos cursillos en técnicas de espionaje y se lo
enviaba a territorio nazi a buscar noticias y ealizar tareas no tan públicas.37 Las nuevas rede
de Münzenberg animaban a la gente en peligro hacían llegar documentos falsos a manonecesitadas. Asimismo, mantenían un flujo d
nformación sobre los arrestos en masa dcomunistas, el rearme germano, la primerpersecución estatal de judíos y sobre lconstrucción de un nuevo e inmenso campo dconcentración en una pequeña ciudad llamadDachau.
En el mismo París había un aparato político ybastante desarrollado a la espera de las órdenes d
Willi y que servía tanto para la propaganda compara operaciones clandestinas. Willi podía haceuso del partido comunista francés, al que envió umandat el Komintern, es decir, una ordeplenipotenciaria de Moscú, exigiéndole que l
prestara toda la ayuda posible en sus operacione
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Poco después, un mandat similar, escrito en urozo de seda para que estuviera cosido a la rop
del correo, fue firmado por Münzenberg y enviadpor Gibarti a Earl Browder, el líder del partid
comunista norteamericano en Nueva York.38 Eprincipal contacto de Münzenberg dentro departido francés era su comisario cultural, eedactor-jefe de L’Humanité Paul Vaillan
Couturier, sobre quien Münzenberg tendríautoridad en asuntos relacionados con la direcciódel movimiento antifascista.39 Como resultado hasta 1935, siempre que Vaillant llevó a cabalguna acción vinculada con la campaña, desdcortejar a André Gide a despachar a Malraux Alemania, es razonable pensar que estesponsable de la propaganda francesa habí
coordinado sus acciones con Münzenberg.40
Pero la maquinaria del Amsterdam-Pleyel yestaba instalada en la capital francesa, soslayandel partido francés y las órdenes directas deKomintern. Amsterdam-Pleyel había sido alertadobre la nueva estrategia en la reunión convocad
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que contactó fue Owen Lattimore, el famosinoísta norteamericano, quien, según él, le habíido presentado como un simpatizante dispuesto
echar una mano a la causa comunista.43 Se debañadir que la Liga contra el Imperialismo siemprfue usada como instrumento de propagandaabotaje y espionaje.44
La propaganda y las operaciones encubiertas de
Komintern en el Lejano Oriente habían inspiradas novelas de Malraux, Los conquistadores y L
condición humana. Ambas narraban el tipo dexperiencias que habían vivido Gibarti y su genteSería interesante saber cómo el joven Malraulegó a estar tan minuciosamente informado sobr
estas cosas, en especial cuando, pese a sudesmentidos, el novelista sólo había pasado unopocos días en China antes de escribir esa
estupendas obras.45Olvidarse de la paz resultó fácil. De la noche
a mañana, el Comité Mundial contra la Guerrpasó a llamarse Comité Mundial contra la Guerr el Fascismo. Así nació la mayor contribución
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aunque no la más importante, de Münzenberg a lnocencia política manipulada.46
Mientras tanto, París se había convertido en lmeca de todos los exiliados políticos que huíadel nuevo Reich. Se congregaban en Montparnass se reunían en los cafés. Entre ellos había espía
Agentes harapientos y aterrorizados deKomintern, fugados del infierno en vagones d
ercera clase, arribaban al umbral de Münzenberecién llegados del frío fascista.47 Ecomprensible que esa comunidad alemanexiliada, justamente temerosa, indignada y carentde recursos, se sintiera irresistiblemente atraídpor el entorno parisino de Münzenberg. Casi nexistía un solo refugiado alemán en Europa cuyvida no hubiera sido rozada por las actividades dMünzenberg. Gran parte de la subsecuente histori
política de Europa y América fue fundada por eflujo de lealtades que entonces se gestaron. TantManes Sperber como Arthur Koestler escribieropáginas vividas y maravillosas sobre esos díacuando trabajaban para Willi en el corazón d
aquella colmena. La mitad de la inteligencia de u
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gran país había sido lanzada a una nueva grotesca diáspora. Las consecuencias hapersistido durante décadas.
Un instrumento más sereno y concentrado de lnueva política fue una organización llamadComité Mundial para la Ayuda a las Víctimas deFascismo Alemán. Este Comité era un frente má
educido y mucho más afinado de propaganda espionaje que la Liga contra la Guerra y eFascismo. A principios de marzo, un correo dMoscú llevó instrucciones específicas para screación.48 Una vez más, Gibarti fue nombrad
esponsable.El Comité Mundial no pretendía contar con mile
de miembros. Eso quedaba para las grandeorganizaciones. En cambio, ellos debía
procurarse contactos políticos de summportancia y llevar a cabo tareas especialmentecretas. Por ejemplo, sus agentes fueroesponsables de proporcionar desinformación
Winston Churchill.49
La cabeza nominal y el hombre de paja de
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Comité Mundial era un izquierdista políticamentmuy respetable que, pese a su apariencia dndependiente, era un íntimo colaborador d
Münzenberg. Se trataba del conde Michae
Károlyi, un dirigente político de la altaristocracia húngara, quien en el caos de 191había sido nombrado primer presidente socialistde Hungría. Debido a que su gobierno fu
derrocado por el levantamiento comunista de BelKun en 1919, la mayoría de los observadorepensaba que el conde tenía que ser antiestalinistaAunque siempre insistieron en su independenciael conde y su esposa fueron entusiasta
admiradores y acólitos del gobierno soviético eos años veinte y treinta. Continuaron siéndol
hasta la crisis de 1948-1952 en Europa del Esteque culminó con la ejecución de muchos de su
amigos. No cabe duda de que el conde Károlycolaboró a sabiendas en su papel de responsabldel Comité Mundial y como asesor y hombre dpaja de Münzenberg. En el ínterin, la condesdemostró gran coraje e ingenio en sus misione
ecretas en el interior del Reich.50
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Desde el momento en que Stalin lo creóeguramente a instancias de Radek, se supuso qu
el Comité Mundial, como la Liga, serviría comcobertura y centro de actividades secretas, u
ugar de reunión para los agentes influyentes y lode acción encubierta. En Norteamérica, ElizabetBentley dio sus primeros pasos hacia la NKVD ravés de la Liga.51 En Inglaterra, Maurice Dobb
el asesor en Cambridge de la Liga y comunistconfeso, condujo al joven Kim Philby a París parque se pusiera en contacto con el ComitMundial.52 De allí, Philby pasó a Viena y al inicide una carrera espectacular. Un detalle curiosoanto Gibarti como su control del Komintern e
París, Gyula Alpari, eran húngaros. Eramiembros de lo que he denominado la «mafihúngara», un grupo de cosmopolitas no rusos entr
os que destacaban los procedentes de HungríaConstituían el núcleo fundador de los servicioecretos soviéticos. Kim Philby pasó sus último
días de Cambridge, antes de que lo enviaran a lcrucial reunión con Gibarti, afanándose po
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descifrar un texto en húngaro.53
Luego sin duda quedaba la cuestión del propicontacto de Münzenberg con el mundo invisibleUna vez a la semana, en el anochecer de ParíWilli dejaba sus oficinas en el BoulevarMontparnasse y simulaba dar un paseo por equartier . Cada vez partía en una nueva direcciódando vueltas a su antojo por el viejo laberinto de
Barrio Latino. Durante la caminata, se tropezabnvariablemente con una sucesión de exiliadoalemanes. Como los conocía a todos, se detenía charlar. Una de esas charlas tenía lugar cademana, exactamente a la misma hora, en la Rué d
Montparnasse, una callejuela que se cruzaba con egran Boulevard del mismo nombre. Münzenberg sdetenía y hablaba con un hombre que, segúBabette, se parecía a «un médico judío». Los do
hablaban poco rato. De tanto en tanto, el personacambiaba y Willi se encontraba con un hombrmás alto y considerablemente más joven. A vecee trataba de Hans Shulz, el secretario d
Münzenberg, quien acudía al encuentro: Hans, d
fenomenal memoria, llevaba todo un secretariad
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clandestino en la cabeza. La gran ciudad reposabaLos gorriones vespertinos sobrevolaban formaban círculos sobre los famosos tejados.
El encuentro en la esquina era la reunió
emanal entre el jefe de propaganda del Kominter su oficial de enlace. Duraba unos pocos minutoara vez más. La charla era concentrada. Para eso
expertos, tres o cuatro palabras podían definir un
ínea política o sintetizar un objetivo de largalcance. Una pregunta. Una opinión. Una ordenUna decisión. No tardaban mucho. Hasta Wilquedaba impresionado por la tersa economía de lransacción y por la velocidad con que su
nterrogantes y las directivas se movían eabsoluto secreto hacia y desde Moscú. Spreguntaba y se recibía respuesta, pernmediatamente. La eficacia de la red d
ransmisión de informaciones del apparat , sobrodo por medio de la llamada «orquesta roja» doperaciones secretas de radio, había recorrido uargo camino desde que Willi enviara mensajes
Lenin en frascos de mermelada.54
Estos controles también se reunían regularment
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con Louis Gibarti.55 En esa época, el famosesidente de la NKVD, Ignace Reiss, estaba e
activo en París. En Berlín Babette Gross se habíhecho buena amiga de su mujer, Elizabeth, antes dque Hitler tomase el poder. Sin embargo, en ParíMünzenberg le dijo que debía fingir no reconocea Elizabeth Poretsky ni a su marido Reiss legaban a cruzarse en el camino.56
Después de 1935 el control parisino dMünzenberg fue otra figura de aquella mafihúngara a la que pertenecía Gibarti. Su nombrverdadero —al menos no le conozco otro— er
Gyula Alpari, un nombre a veces inadecuadamentanglosajonizado como «Jlius» o «Julius», tal come llamaré aquí.57
Según Babette, Julius era un padre de famili
que se quejaba con frecuencia de que su trabajo lobligaba a estar siempre de viaje. El y Willi sconocían de mucho tiempo atrás, desde al menos lplaga del hambre del Volga, y Julius debió dhaber conocido a Gibarti también desde hací
argo tiempo, posiblemente desde sus días co
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Bela Kun en 1919. Pese a su aspiración a una videdentaria, Julius siempre había estado próximo a
ojo del huracán. En Berlín, a principios de loveinte, había sido el editor de Inprecorr , un
especie de registro del Komintern y de lRevolución, un documento todavía nuficientemente valorado en la historia de
comunismo. Pero también había estado en lo
principales países europeos y en América.Llegados a este punto, quisiera conjeturar quulius (o tal vez otro húngaro que tenía un gra
parecido con él; un candidato es otro miembro da «mafia» llamado Bela Szantil) quizás actu
como representante del Komintern en Nueva Yordurante la campaña de Sacco y Vanzetti. Lo ciertes que un personaje casi idéntico a su descripcióvivía clandestinamente en Nueva York en un
pequeña y pobre habitación de la calle Treinta aoeste de Manhattan. Como representante deKomintern, observaba, reclutaba y ordenaba...
Sabemos de la presencia de este hombre por eestimonio de Whittaker Chambers, ya que est
mismo agente fue quien le introdujo en e
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espionaje. Si este delegado era Alpari, como a mme parece probable, el hecho sugeriría que tantChambers como Kim Philby fueron alistados pomediación del mismo miembro de la «mafi
húngara».La reunión de Chambers con el delegado empez
en la principal sala de lectura de la BibliotecPública de Nueva York. El chico brillante d
Columbia había sido enviado a la biblioteca poos reclutadores del partido en Nueva York. Suponía que allí adquiriría el conocimient
necesario para ser un «literato», según era ldenominación en la jerga del partido de un reclut
al que se le preparaba para trabajar como escrito propagandista.Una tarde, Chambers, inclinado sobre un grues
volumen, se percató de que un hombre de aspect
extranjero le observaba atentamente y que de tanten tanto lanzaba una mirada al lomo de su libroEra evidente que quería hacer notar su presenciaDa la casualidad que el libro de Chamberversaba sobre la revolución húngara de Bela Kun
Sus miradas entraron en contacto y el hombre s
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puso a hablar en alemán sobre la obra, sobre eoviet húngaro. El desconocido hablaba de su
protagonistas «como si fueran amigopersonales».58
Chambers y el desconocido se encontrarovarias veces más en la sala de lecturas hablandde política hasta que, una noche, el hombre diotro alcance a la situación con una simpl
pregunta.«Sie sind ein Kommunist, natürlich?» (¿Ustees comunista por supuesto?)
« Natürlich», contestó Chambers.« Ja.»
En este punto, el anónimo personaje sugirió salde la biblioteca y continuar la conversación en uitio más privado. Cuando bajaban las escalinata
del edificio, el hombre se volvió a Chambers y d
una manera tranquila pero firme le hizo unadvertencia: «No debe decir a nadie que mconoce o que sabe dónde vivo».
Vivía en una pequeña habitación en la callTreinta. Cuando llegaron allí, el desconocid
empezó a instruir a Chambers sobre los deberes
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exactamente con la de Julius.59
En cualquier caso, Julius estaba entre loprincipales jefes de los servicios secretos deKomintern en el París de 1935. Su destino eugerente y terrible. Cuando los nazis entraron e
París en 1940, el agente no pareció sentir que situación en la capital francesa fuer
necesariamente peligrosa. Al fin y al cabo, l
URSS tenía una firme alianza con Hitler. Pero nobstante, ¿acaso no correría algún peligro el jefecreto del movimiento «antifascista»?Al parecer, no. Este hombre que había estado e
el núcleo de las actividades secretas contra e
Reich en plenos años treinta, se sentípeculiarmente confiado, incluso complacientBabette Gross tomó nota de su preocupanterenidad. «Debe de haber pensado que su
documentos eran excepcionalmente fiables», mcomentó. Babette habló con frialdad, ocultandcualquier sentimiento.
Si pensó que estaba a salvo, Julius cometió uerror. A finales de 1940 Gyula Alpari fue detenid
por la Gestapo en París, seguramente con e
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conocimiento complaciente de Stalin. En 1944 fuejecutado en la prisión nazi de Sachsenhausen.60
*
Pero Julius y sus contactos eran todos invisibleEn cambio, la operación de Münzenberg requeríun alto grado de vida pública. Una parte esencia
del círculo de influencia parisina siempre ha sido chic. Uno de los primeros protectores dMünzenberg en París fue una figura brillante memorable en la historia de lo selecto llamadLucien Vogel.61 Primero en Berlín, más tarde e
París y aún posteriormente en Estados UnidoLucien Vogel fue uno de los editores de laevistas más influyentes e innovadoras, aparte d
creador de modas, de este siglo. Münzenberg l
conoció en los años veinte. Ya en 1926 Vogel sdedicaba a introducir la vanguardia artística y eestilo del arte soviético post-revolucionario. Fude los primeros en reconocer sus posibilidadepara el gran estilo europeo. Fue el conservador de
Pabellón Soviético en la Exposición Internaciona
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de las Artes Decorativas de 1926, un muestrariorprendente del constructivismo y del arte n
figurativo soviéticos, el propósito de los cualeera fusionar el bolchevismo en las mentes de l
nteligencia europea con la imagen de todo lmoderno. Y por supuesto, ése fue un proyecto degusto de Willi.
De publicar en Berlín, Vogel pasó a París, dond
procedió a crear una gran revista de lujo queflejaba el gran estilo francés, Vu, junto con unpublicación literaria paralela, Lu. Ambaformaron parte del Trust Münzenberg; ambaproyectaron el estalinismo tras un imaginari
disfraz de lujo. Vogel también prestó numerosoervicios a Willi. Por ejemplo, casi todas la
ofertas que le hizo el aparato a André Gide parque viajase a la URSS o un posible acuerd
cinematográfico con la Mezhrobpohmfilm Rusfueron canalizados a través de Vogel.62 Y fuMarie-Claude, la hija de Vogel, quien sirvió danfitriona a Münzenberg cuando éste se dio conocer en la escena social francesa.
En la segunda semana de marzo, Emil condujo
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Willi en el Lincoln por el allé des arbres qulevaba a la residencia de campo de Luden Voge
un refugio irresistiblemente lujoso y nido de espíaun poco al nordeste de París, en la Forêt de Saint
Germain. Era conocida como La FaisanderieConstruida en el siglo XVI, La Faisanderie habíido coto de caza de Luis XIV. Era un edifici
bajo, ancho y acogedor al final de un
mpresionante alameda y en medio de un parqueVogel mantenía allí casa abierta para la izquierdelegante, el gran palacio de la crema estalinistaVogel conocía a todo el mundo. Era uno de loimpatizantes mejor situados en Europa, un árbitr
del buen gusto y un anfitrión nato. Se vestía, segúel conde Károlyi, «como el grand seigneur de loaños noventa, con su pipa inseparable, brillanterajes de cuadros, pantalones ajustados y anticuad
cuello alto».Por lo general un fin de semana en LFaisanderie no tenía nada de clandestino. Sólo srataba de reunir a los elegidos; era un caos denderos políticos y sexuales que se cruzaban. A
veces, los invitados se quejaban de qu
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necesitaban una semana para recuperarse de ldiversión. La fría casona de piedra estaba llena d«rusos blancos, armenios y georgianos, mujeremorenas de ojazos negros que, echadas en la
bajas chaise-longues con almohadones, hablabaentre sí en voz alta y en ruso, un idioma que ni eanfitrión ni su mujer ni ninguno de los demánvitados podía entender». Vogel vivía «rodead
de rusos, periodistas y funcionarios soviéticos»Había «americanas elegantes, espías alemanes agentes y aventureros de todos los países».63
Otro habitué era Pierre Bertaux, un jovebrillante de una familia académica muy formal qu
eran conocidos de André Gide y los Mann. PierrBertaux empezó a frecuentar La Faisanderiporque se enamoró de Marie-Claude, la hija dVogel. Y si bien este amorío dio la impresión d
er recíproco durante un tiempo, al final MarieClaude rechazó a Pierre sin la menocontemplación e inclinó su balanza a favor dVaillant-Couturier, un joven dinámico predestinada una muerte prematura. Esta decisión persona
uvo connotaciones políticas. Con la llegada d
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Willi a París, Vaillant alcanzó su madurez polític se vio proyectado al escenario mundial. La
fotografías de esa época muestran un rostro anch sensual, con la triste mirada distante de u
omántico desdichado. Vaillant daba la impresióde estar considerando su propia muerte tempranaEra un organizador brillante con una profundcomprensión de los hábitos culturales de su paí
El aparato no podría haber elegido a un mejocandidato. Y Marie-Claude eligió a Vaillant.64
El rechazado Pierre entraría de lleno en emundo secreto, pero como demócrata anticomunista, y llegaría a ser una figur
mportante en la Resistencia. Felix, su padre, habíido el mejor germanista de su generación. E
diccionario popular francés-alemán llevaba snombre. Pierre se educó totalmente bilingüe; s
encontraba en su salsa cuando hablaba un Deutscberlinés sin el menor acento. Esto le hizo útil. Egobierno francés le puso a cargo de las radioantinazis que emitían para Alemania y también sconvirtió en un operativo secreto. Una de su
primeras misiones fue ir a Alemania, arrancar l
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fortuna personal de Thomas Mann de manos nazi llevarla a Suiza. La misión fue un éxito.65
En una entrevista que me concedió poco antes du muerte, Bertaux recordaba La Faisanderie com
una floresta mágica. «Era un mundo aparte. Habígente por todos lados, charlando en pequeñogrupos informales, cientos de canapés, muchadas y venidas al bar, nadie se ponía de pie cuand
e presentaban y, entre los que se quedaban, nunce sabía quién se acostaba con quién. Todo ermuy discreto y simpático, pero un pocestrafalario.» Para cuando Bertaux hizo su primeraparición en este paraíso social, Münzenberg ya s
había asomado a la vida pública. El joven echuna mirada por el salón y allí estaba su EminenciRoja, como «pez en el agua».66
Además de la comida deliciosa, las bebidas
as chicas morenas de ojos de azabache tendidapor los chaise-longues, La Faisanderie establena de espías. Eran habituales muchos miembro
del entorno de Münzenberg, incluyendo al ubicunovelista Egon Erwin Kisch. También l
frecuentaba una especie de pseudo-escritor
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agente del Komintern llamado AlfreKantarowicz, quien durante la guerra civespañola fue comisario cultural y a quieMünzenberg eligió como «director de
espectáculo» —la frase es de Koestler— en otrorganización, la Asociación de EscritoreAlemanes en el Exilio. En la barra del bar, se solíver a una figura asombrosa y educada, Mija
Koltsov, un alto jefazo de la NKVD, un confidentde Stalin de una forma que jamás sería ni podríhaberlo sido Willi. De una inteligencia prodigios con una personalidad encantadora, el acceso
Stalin le hizo de facto el agente soviético má
poderoso de Europa. Y lo siguió siendo durante lguerra civil española. Su íntimo amigo era IlyEhrenburg, el representante del estalinismo entros escritores occidentales. En su vejez, Ehrenbur
olía preguntarse en voz alta por qué, por quKoltsov, ubicado en semejantes alturas, tapoderoso, tan obediente, había muerto en el gulamientras que él había sobrevivido. ¿Por qué? 67
También estaba la cuestión de la conexión de
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gobierno francés con Münzenberg, así como lactitud del partido comunista francés. La presencide Münzenberg en París creaba complicacioneanto para la alta jerarquía del partido como par
el propio gobierno. La ambivalencia de estúltimo es sumamente interesante. Se podríuponer que el centro y la derecha podían ver e
Münzenberg a un peligroso subversivo. Y lo er
desde muchos puntos de vista. Pero eso no erodo.La aproximación al gobierno fue gestionada po
un escritor famoso, Henri Barbusse, cuya vidacomo prueban fehacientemente los archivos d
Moscú, estaba tan manipulada por el aparato coma de Rolland.68 Se le sumó el siempre bieelacionado Vogel.69 Era necesario tranquilizar os intranquilos miembros del sistema y a lo
nerviosos comunistas de un solo golpe. Para llevaa cabo esta gestión, Vogel y Barbusse consiguieroque el mediador fuera un admirable histrión, uabogado y diplomático llamado Gastón Bergery.
Bergery era un político inmensamente ambicios
un simpatizante muy astuto e independient
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ituado en la exacta frontera entre comunistas anticomunistas. Estaba casado con la hija dLeonid Krassin, el principal negociador de Lenien el mundo no comunista, el protagonista de l
famosa «Carta Zionoviev» de una época anteriocaracterizada por gente como Somerset MaughamBergery representaba a una fracción política simayor importancia en la Assemblée Nationale
Aunque la falta de dinero y su pertenencia a upartido sin futuro hacían tábula rasa con suesperanzas políticas, había seguido el ejemplo du suegro y era un letrado activo en los grande
negocios entre el Este y el Oeste. Tenía la
mejores relaciones. Ligado de modo íntimo perdiscreto a los soviéticos, también era el asesor dGeneral Motors en representación del gobiernoera un intermediario entre los dos mundos, a
ervicio de todos pero sin que nadie le controlaraSegún Bertaux, «era uno de los franceses mánteligentes de su generación».
Tenía acceso privilegiado al Elysée y aentonces presidente del Consejo, Camill
Chautemps, un político centrista muy sagaz qu
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preveía con claridad la crisis con AlemaniaBergery compartía esa previsión y, por tantolegaron a un acuerdo. Ambos vieron al instante l
útil que les sería integrar a Münzenberg y su
operaciones en la estructura francesa. Münzenberpodría gozar de la protección oficial siempre qudirigiera su notoria capacidad de subversióndesinformación y de creación de problemas contr
os alemanes, no contra Francia. ¿Quién podíaber si de tanto en tanto no compartirían los frutode ese espionaje?70 De un solo golpe, lofranceses se harían con un instrumento contundentcontra los nazis y controlarían a los comunistas. S
convocó una reunión secreta del Consejo dMinistros y, para perplejidad de quienes nestaban al tanto del asunto, la oferta de Bergery fuaceptada. A Münzenberg a los miembros de s
aparato se les daría cartes d’identité comrefugiés provenant d’Allemagne. La condición erque no interfirieran en los asuntos políticos depaís. Por supuesto, el acuerdo no se hizo públicopero se puso en práctica con la vigilancia y l
colaboración del servicio secreto francés y de
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partido comunista. Fue un acuerdo y una victoriaMünzenberg sería algo más que tolerado eFrancia; sería protegido. A partir de aquel instanto más seguro para un alemán escapado
necesitado del favor del gobierno francés erconseguir el respaldo de Münzenberg.
Se distribuyeron las cartes d’identité. No habínada que hacer. La policía y la derecha francesa
fueron testigos indignados, pero impotentes.El gobierno de Chautemps estaba determinado comprometerse en actividades antifascistas. Mual principio, Pierre Bertaux planteó a Chautempque él podría instalar una radio en alemán par
emitir en Alemania si era financiada en secreto poel gobierno francés. El presidente aceptó la idede inmediato. Bertaux la puso en marcha y emitipor última vez el mismo día en que los alemane
entraron en París.*
Según Bertaux, Chautemps no necesitó neflexionar sobre su propuesta. Apenas el jove
hubo terminado su presentación, el presidentimplemente le dijo: «Bien. Adelante».71
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*
Tal era el ambiente, público y secreto, cuand
Münzenberg llegó a París en marzo de 1933. Todestaba en orden, salvo por un detalle capita
ecesitaría un director para la campañantifascista, una mano derecha, un lugarteniente.
El lugarteniente fue seleccionado en Moscú traconsultar con las dos figuras claves: Münzenberg Radek. Así como Stalin adoptó la nueva políticcon desacostumbrada rapidez, así también sealizó la elección de la sombra secreta d
Münzenberg. Una vez que Radek le dierpersonalmente todas las instrucciones, el elegidubió al tren en Moscú. Llevaba consignstrucciones de máximo secreto para Münzenberg
También se le había investido de tal poder qupodría resultar una amenaza para el mismMünzenberg. Viajó a París por el camino máargo, la ruta alternativa del apparat a Occidente
es decir, sin cruzar Alemania, sino dirigiéndose a
norte, pasar a Escandinavia desde Leningrado y
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de allí, en dirección sur, a los Países Bajos parentrar en Francia por la Gare du Nord.
Este hombre era el agente secreto de quien ya hhablado. Era el contacto con Radek y había sid
elegido como enlace entre Moscú y París. A partde entonces, sería la mano derecha de Münzenber, al mismo tiempo, su espía en todos los sentido
La elección, se hiciera como se hiciera, fue osad
brillante. El hombre que se apeó del tremoscovita en la Gare du Nord era la perfecciócompuesta por todas las improbabilidades. Y lmás improbable de todo en este hombre era qucon su rostro estragado y su tierna sonrisa, est
frecuente diletante, este consorte de Dietrich amigo de Kafka, este donjuán del teatro berlinéestaba destinado a convertirse en una de lafiguras más extraordinarias de la historia de
espionaje.Su nombre, su nombre verdadero, era Otto Katz
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3 El lugarteniente
Otto Katz, el maestro de la vida clandestina, eren el fondo de su corazón un hombre de teatro. Eagente secreto que se convirtió en la mano derechde Münzenberg cuando se organizó la gra
campaña soviética antifascista de los años treintamaba el mundo del teatro y del cine y pasó graparte de su vida en esos ambientes. Sus amigos, dBertolt Brecht a Lillian Heilman, de Serg
Eisenstein a Fritz Lang, eran gente de la farándulaKatz se pasó la vida entre estrellas y fue uhabitué del teatro y el cine internacionaAfirmaba —y posiblemente sea cierto— que sprimer gran amor había sido Marlene Dietrich
Resulta perfectamente coherente que, cuandprestaba declaración, a punto de ser condenado muerte, Otto Katz haya invocado el nombre d
oel Coward.1
Katz había sido introducido en el teatro y en e
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ervicio secreto por Münzenberg, quien en 1924 lhabía descubierto como un jovencísimo comunistaaunque no confeso, con una gran afición por emundo de la cultura y de la duplicidad, cuand
rabajaba de redactor para la revista liberal Da
Tagebuch.2 Era un alemán de los Sudetes que vivíen Praga, criado en la misma clase media altcheco-judía y de la misma generación que Fran
Kafka. Se pavoneó toda su vida de que en suventud había pertenecido al círculo de Kafka o más probable es que haya sido cierto. Es verda
que Katz fue íntimo de dos íntimos amigos dKafka, Max Brod y del novelista Egon Erwi
Kisch (otro hombre de Münzenberg). El punzantcrítico vienés Karl Kraus solía hacer muchouegos de palabras con Kisch und Kafka3 Kisc
era un declarado comunista comprometido en lo
asuntos internos del Komintern. Había llegademprano a la esfera de influencia de Willi. Este lhabía nombrado «trabajador cultural» encargadde apoyar los intereses soviéticos en el círculiterario de Berlín. En cambio, Otto Kat
encontraría su hábitat natural en el teatro. N
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del constructivismo y Dziga Vertov aPiscatorbühne, de Gropius y Walter Benjamin Kafka.4 Y al sopesarle el talento para ese tipo dcosas, Münzenberg también se percató depotencial de Otto Katz como espía.
Ya era un promisorio hombre de Münzenbercuando Katz conoció a su amigo y contact
político de toda la vida, Bertolt Brecht, aqueantipoeta del final de Weimar. Katz tambiéntervino en la carrera teatral del director Erwi
Piscator. Brecht y Piscator: no eran mala compañípara un joven ambicioso, y en ella, siempre bajo e
ojo vigilante de Willi. Otto empezó a despuntacomo una personalidad con estilo. De joven, erdelgado; y lo sería en su edad madura, de medianestatura y de huesos finos, con una cabeza d
ntelectual que pronto mostraría una temprancalvicie y grandes y tristes ojos que hacían pensaerróneamente que podía ver a través de sumelancólicos pensamientos. Tenía una sonriscautivadora y mucha simpatía personal. Desde e
principio, Otto poseía un atractivo casi legendario
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enía un gran don teatral para controlar a voluntaas ilusiones de cualquier supuesta intimidad. Perambién debe señalarse que en lo concerniente
amistad también poseía el don de practicarla. S
amistad con Kisch parece haber sido sincera y lea duró toda su vida.
Su relación con Bertolt Brecht, que empezó eos tempranos días de Berlín y duró más allá de
exilio de Brecht en Hollywood, ofrecía un cariemblemático. Tanto figurativa como literalmentepuede verse a Katz como el rostro secreto dBrecht, un Bertolt Brecht de las sombras. Ecualquier caso, los aspectos más desagradables d
a personalidad del dramaturgo encuentran soscuro reflejo en el agente secreto. Pienso eespecial en su compartida reacción ante las peorecrueldades del estalinismo. Siempre qu
afrontaban los públicos, brutales e indiscutiblehorrores que de tanto en tanto llevaba a cabo sgran líder, los dos tendían a reaccionar no con lconsabida negación o preocupación, sino con algmás próximo a una especie de admiración sádica
evemente excitada. Es como si percibieran eso
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crímenes como un misterio profundo y deliciosque también tenía su parte cómica. Representabauna especie de broma definitiva surgida de lmente del cínico absoluto. Ciertamente, el cinism
era para ambos una especie de fe en común. Lodos parecían compartir una devoción al cinismcomo la forma más pura de la fe, convencidos dque el filo cortante de su desprecio y su hábito d
embrar el descrédito levantaban el velo defraude burgués y desenmascaraban la falacia de«humanismo».
Casi sin esfuerzo, este menosprecio ponía ambos en una posición intelectual invulnerable
nada podía moverlos de ella. Katz y Brecht, contrdel fraude burgués en todo su kitsch espirituadaban la bienvenida a las «medidas tomadas» pou líder cuando éste reprendía tan sonadamente
os fatuos que aún se aferraban a la mentirhumanista, a la imbecilidad de la decencia y lusticia.5 Esta fe compartida en el cinismo, es
curiosa fe en la no fe, es la que posibilitmaginarse a Katz aplaudiendo la tétrica brom
post-nietszcheana de Brecht sobre las primera
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víctimas del Gran Terror: «Cuanto más inocenteon, más se merecen el paredón».6
A resultas de ello, también los dos compartíauna común fascinación por la mentira, así como uapreciable talento para practicarla. Ambodebieron alcanzar un sitial de honor entre lmuchedumbre de grandes mentirosos de este siglouno en política, el otro en el arte. Ambos parecía
compartir el placer (también con Radek, dicho sede paso) de considerar la mentira como un tipo dverdad, quizá la más elevada: la Mentirvindicada.
Pero el vínculo más profundo que los unía era e
dinero, sobre todo si se trataba de dinero negro. Edossier FOIA sobre Katz aclara que era uno de loagentes soviéticos, tal vez el principal, encargadde pagar a Brecht un subsidio secreto durante su
años de exilio después de 1933, en especial eHollywood. Brecht jamás vendió barata sconciencia. Y Katz fue su contacto, su mentor, sguía y su cajero del régimen.7
De esta manera, Otto Katz fue una especie d
personaje en el mundo del teatro berlinés. De all
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ólo tuvo que dar un paso para entrar en el munddel cine. No es de extrañar, pues, que, cuando llegó la hora de ir a Moscú a iniciar e
entrenamiento realmente serio como agent
ecreto, la cobertura que allí se le asignó fue ddirectivo de la Mezhrabpohmfilm Russ, lproductora de cine de Münzenberg.8 Su relaciócon el mundo del cine persistió casi hasta s
muerte. Su actividad más importante se desarrollprobablemente en Hollywood, adonde el aparatenvió a Katz de incógnito en 1935 a reorganizaas redes de simpatizantes estalinistas
prepararlos para las nuevos retos del Frent
Popular.Otto Katz se convertiría en un operativo clave d
a penetración del aparato en Hollywood. ¡Quorgulloso se sentía de sus triunfos secretos e
aquella ciudad! Solía jactarse y decir: «Colódescubrió América y yo descubrí Hollywood»Por supuesto, su experiencia en el teatro y en ecine soviéticos, su amistad con Brecht y MarlenDietrich, Eisenstein y Vertov, le habían preparad
bien y, como veremos, las redes estalinistas d
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Hollywood ya estaban firmemente establecidapara cuando llegó, en marzo de 1935, con lmisión de prepararlas para el Frente Popular.Apareció de incógnito con la identidad de uficticio luchador antifascista llamado «Breda»Fue en este tiempo cuando, usando este alias, Katupervisó la fundación de la Liga Antinazi d
Hollywood. Puso «a cargo» de la misma a Doroth
Parker, íntima amiga de Lillian Heilman, y Donald Ogden Stewart, que actuarían como laestrellas publicitarias.11 La Liga Antinazi dHollywood fue un frente comunista clave en cuyentorno se llevó a cabo el trabajo políticestalinista durante el Frente Popular.
Pero la labor de Otto en Hollywood sdesarrolló en múltiples direcciones. Desde loempranos días de Berlín, Katz había estad
elacionado con Gerhart Eisler, un veteranapparatchik y uno de los agentes soviéticos mámportantes en Norteamérica. A partir de 1935 erabajo de Katz en Norteamérica a menudo s
hacía en colaboración con Eisler.12 Hanns Eisle
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hermano de Gerhart, un músico y apparatchi
activo en Hollywood, también colaborestrechamente con Katz. A través de Hans, Otto selacionó con la selecta comunidad de alemane
emigrados en Los Angeles, en especial riconocentes, gente del nivel y el entorno del directo
Fritz Lang.13 Katz siempre hizo hincapié emantener relaciones con cualquier celebridad qu
pudiese seducir, especialmente para reforzar scontrol sobre estalinistas comprometidos comHeilman, Hammett y Parker. Lillian Hellman, poejemplo, quien también conoció a Gerhart Eisler rabajó con él —aunque luego lo negara—,14 pud
abrirle las puertas a Otto en muchos sitionfluyentes de Hollywood y Nueva York.
La Liga Antinazi y las redes que Katz ayudó organizar permanecieron activas durante la guerr
civil española y siguieron estándolo hasta el pactoEl mismo Katz visitó en repetidas ocasiones lcolonia cinematográfica, por lo general dncógnito, tiempo después de que comenzara l
guerra. El papel preciso y la naturaleza d
aquellas redes en los años treinta todavía aguarda
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una seria investigación, aunque los ArchivoCentrales de Moscú han empezado a revelaconsiderable información en la que Katdesempeña un papel prominente. Aún falta excava
mucho más, pero lo que aún queda por descubrransformará y profundizará sin duda nuestr
conocimiento del poder estalinista en la industridel cine.15 Lo que ya no se puede dudar es qu
esas redes patrocinadas por el soviet existieron fueron motivo de prioritario interés para aquellomiembros del partido norteamericano encargadode desarrollarlas. Otto Katz, como antes Gibartdesempeñó un papel de máxima responsabilida
en la manera en que esto se llevó a cabo.El propósito de las redes nunca fue influir en e
contenido de las películas. El objetivo erencontrar sitios lucrativos para gente amiga de l
diáspora comunista alemana, generar publicidapara el Frente Popular, «estalinizar» la cultura deespectáculo y utilizar la inmensa riqueza culpablde Hollywood como fuente de dinero para eaparato, un proveedor ubérrimo de dólares que n
dejaban huellas. Hay informes sin confirmar d
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que Katz visitó Hollywood incluso después dPearl Harbor, aunque para entonces ya había sidexpulsado de Estados Unidos por la sospecha biefundada de espionaje, espionaje realizado durant
el Pacto Nazi-Soviético a favor del aliado mámportante de Hitler.16 Hasta el golpe de Estad
checo de 1947, después de que Katz volviera Praga a ayudar a montar el régimen estalinista
grandes sumas de dólares provenientes dHollywood seguían llegando secretamente aaparato en Checoslovaquia a través de gente que éconocía en Los Angeles.17
Aunque Otto no siguió siendo un poeta, dcualquier modo era un hombre de considerablnivel literario. Hablaba fluidamente cincdiomas: checo, alemán, inglés, francés y ruso
Escribía en cualquiera de ellos con gracia, estilo envidiable rapidez.18 Con numerosos nombrefalsos, escribió o editó cierta cantidad de librousando muchas veces el seudónimo de «AndrSimone».* En otras ocasiones, usó «O.K. Simon»
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que era su seudónimo para el Left Book Club englaterra. Algunos de estos libros tuvieron u
éxito considerable. Todos son importantes comdocumentos para esta o aquella estrategia d
propaganda. Ahora están olvidados, pero, si seconstruye el plan de cualquiera de ellonvariablemente emergen claras señales de la
necesidades secretas del aparato estalinista en u
momento determinado.Lillian Heilman incluye un retrato afectuoso ípicamente hipócrita de Katz en sus memoria
evocando al hombre que «me convenció de qufuera a España» como alguien «delgado» y d
«aspecto preocupado» así como «valiente» «generoso»19. Respetuosa del mito, idealiza ahombre. Le traza un sendero a través del tiempo eel que los hechos no cuadran, tal como ningú
estudioso de la vida de Heilman se sorprenderíde saber. Primero, nos informa de que Kat«permaneció en España hasta casi el día de lvictoria de Franco, cuando, en Nueva Yorkalgunos de nosotros recaudamos el dinero par
pagar la fianza, sacarlo de allí y enviarlo
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México». Debo señalar que cuanto aquí dice euna patraña. De hecho, Katz no estaba en Españen el momento de la capitulación republicana. Eningún momento, Otto estuvo arrestado en Españ
ni en ningún otro sitio, al menos no hasta su crueencarcelamiento en Praga. Por tanto, lo que dicHeilman sobre la «fianza» para sacarlo de lprisión es necesariamente un invento. A la fantasí
de que Otto había sido liberado (gracias a ella) das garras franquistas, añade que viajó de Madria la seguridad de México. De hecho, Katz pasgran parte de 1939 y todo 1940 en Nueva Yorcolaborando estrechamente con vario
ntelectuales (entre ellos, Lillian Heilman) evarios proyectos políticos y literarios. Esto tuvugar en el mismísimo momento en que ella
Hammett fueron los instigadores espirituales de l
fundación del periódico estalinoide P.M . en NuevYork, exactamente la clase de publicación dMünzenberg en la que se especializaba Katz. Dhecho, desde la Liga Antinazi de Hollywood hasta guerra civil española y la fundación de P.M
Katz era sin duda el control de Hellman en l
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política cultural del estalinismo. Tal vez, comconsecuencia de esa intimidad, cada palabra quescribe sobre Katz, salvo lo de «delgado» «aspecto preocupado», sea una mentira.20
Al igual que Hellman, Arthur Koestler conocibien a Katz, tal vez demasiado bien como parhacer afirmaciones sobre su valentía y sgenerosidad. Koestler lo comparaba co
Münzenberg. Escribió que Otto era «ecomplemento perfecto de Willi... [Mientras] Wilera un líder duro, Otto era un operador sutil etorcido... moreno y apuesto, con un encant
bastante especial. Era el tipo de persona qu
después de encender un cigarrillo, siempre cerrabun ojo. Y este hábito se le fijó tanto que a menudcerraba un ojo cuando trataba de resolver uproblema, aun cuando no estuviera fumando».21
El parpadeo calculador de Katz no le era menofamiliar a Claud Cockburn, el periodistestalinista, hombre británico de Münzenberg padre de los hermanos Cockburn, conocidafiguras del periodismo de izquierdas neoyorquin
en los años setenta y ochenta. Bajo la supervisió
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de Münzenberg, Cockburn solía inventar ldesinformación soviética y quizá conocía mejoque nadie al agente secreto.22 Hay varios misterioen la relación de Katz y Claud, sin duda siniestroCockburn era un activo propagandista deKomintern; siempre fue un apologista del régimemuy refinado y alguien al que Otto parece habeguiado por los aspectos más delicados de s
rabajo. Si bien el retrato de Katz que Cockburescribe en sus memorias deja mucho en el tinteroo demás suena a verdad. «Era un hombre d
estatura media con una gran cabeza, ligeramentcadavérica, en la que los huesos eran extrañament
prominentes. Tenía unos ojos grandes melancólicos, una asonrisa de especial ternura un halo de misterio, un misterio en el que siemprestaba dispuesto a inducirte, a ti y sólo a ti ya qu
e estimaba tanto.»23
Aquí Cockburn da en la clave de lo que reiteraodos los informes conocidos: el encanto poderos tranquilo de Katz. Otto utilizaba su aire de esta
al tanto y su apariencia de brumosa mundanida
como medios de halago y seducción. Era un reflej
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ndispensable de su personalidad. Podía crear llusión de intimidad con quien se le ocurriese. Y
valiéndose de esa habilidad podía meterse en ebolsillo a gente más precavida como Irvin
Thalberg o Norma Shearer. Su poder seductor sveía fortalecido en gran medida por el morbosatractivo de la conspiración. El mismo erconsciente de que tenía aspecto de espía. Usaba e
atractivo del hombre de acción para seducir. Tení lucía un aire conspirativo; no era algo qudisimulase. Formaba parte bastante obvia de sdon de hacer visible su mejor disfraz.
Pero el encanto y la simpatía son la forma má
uperficial de la intimidad. Conocer bien a OttKatz a menudo representaba detestarlo a muerteLa viuda del novelista alemán Gustav Reglequien había colaborado a diario con Katz durant
os días antifascistas de París, pero luego fudelatado por Otto y el aparato comunista durantu exilio en México, cuenta que su esposo se pus
a bailar de alegría cuando se enteró de que Kathabía sido ahorcado.24 Porque fue ahorcado en l
última oleada de juicios estalinistas de 1952
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ejecutado a la manera clásica de la justicigangsteril del régimen como postrera recompensa todos los leales servicios prestados, condenado a ese silencio definitivo que proteg
para siempre todo aquello que Otto conocídemasiado bien.
No es de sorprender que el poder seductor dOtto haya sido tanto sexual como político
Consideremos la historia de Marlene Dietrich. Ensistía en haber sido el primer marido del «AngeAzul», una conquista de su remota juventudcuando había sido taquillero de un teatro en Teplitdonde Dietrich cantaba y bailaba como una corist
más. Contaba a todo el mundo la historia de esamor. Cockburn afirma que «con respecto cualquier otra cosa, se le podía llamar mentirosohipócrita y rufián sin que se le moviera un pelo
pero si se dudaba de su relación con Marlene, sponía hecho una fiera».25 Como mínimo, sabemoque el espía tenía amistad con Dietrich. Durante lguerra, Paul Willert, por entonces un agente de lnteligencia y la propaganda británicas, recuerd
haberse encontrado con Katz y Dietrich en u
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aparcamiento de Hollywood junto con Fritz LangLang era entonces y después un completo inocent un auténtico antifascista. Todos los documento
que he visto indican que Lang dio su dinero y s
apoyo sin segundas intenciones a la lucha contra eenemigo nazi.) Resultó claro para Willert que Kat Dietrich eran viejos y buenos amigos.26 En A
Unfinished Woman, Lillian Heilman informa (si
er fiable, por supuesto) que, mientras cenaba coKatz en París en 1937, «una famosa y hermosestrella alemana» —obviamente Dietrich— sacercó a la mesa para darle un beso y decirle unconfidencia al oído. «Por favor, olvida lo que ha
oído», cuenta Heilman que le dijo Katz después dque se fuera Dietrich. «Nos amábamos cuando ellera joven y yo no estaba tan triste.»27
Otto se casó con una hermosa alemana llamad
lse, su Ilschen. (Un informe de los dossieres FOIdice que por razones desconocidas se divorció apoco tiempo y que luego volvió a casarse coella.) Koestler recuerda de sus días en París ehaberse encontrado con Katz a primera hora de l
madrugada en el mercado de la Rue de l
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Convention, «un Otto sin afeitar y sin corbata, ecuello de la camisa abierto, con una bolsa dcompra en la mano, regateando con una pescaderael ojo izquierdo astutamente cerrado, desplegand
a misma simpatía concentrada que yo le habívisto practicar cuando se dirigía a Ellen Wilkinsoo a Geneviève Tabouis».28
Aparte de las compras, Otto no era un marid
fiel. Tenía incontables aventuras. Recuerdo quecuando empecé mi investigación, la esposa de udistinguido profesor emérito, con un elegantmantón español, se me acercó y me dijo: «Jovenusted tiene que hablar con nosotras, las anciana
osotras somos las que nos acostamos con todoesos espías».29
Aun así, el donjuán era una persona seria. El ojparpadeante, la simpatía, los alias, los sucesivo
engaños, todo estaba al servicio del objetivunilateral que era la tarea política. Y en él habíalgo más que conspiración y seducción. El difunteconomista checo Eugen Löbl, que fue otro de loacusados en los juicios Slansky de 1952, conoci
bien a Katz después de la guerra en Praga. El m
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confió que jamás hubiera adivinado que su amigfuera algo más que un periodista excepcionalmentnfluyente. Recordaba largas y animadas tardes d
conversación con Otto. Löbl recordaba que «er
más que inteligente; era sabio».30
Casi con seguridad, fue un agente doble dentrdel sistema soviético: espiaba al Komintern, de
que era miembro, en nombre de poderes mágrandes y hostiles, más próximos al mismo Stalinuna encamación más de todas las traicionenternas que deben de haber estado al servicio d
Stalin en, digamos, 1937. El asunto sigue siend
polémico por varias razones. Para empezar, hamucha gente que aún cree que el Komintern de loaños treinta representaba una línea menoestalinista que la NKVD dentro del gobiern
oviético. Eso se debe a que fue un canamportante para las fantasías de Lenin. AKomintern se le ha visto como algo mánternacionalista que la NKVD, algo mádealistamente revolucionario, menos sujeto a l
policía secreta. Guy Burgess o Anthony Blunt, a
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ecibir a recién reclutados, invariablemente decíaque trabajaban para «el Komintern», aunque sucontroles, Theodore Maly y Alexander Orlov, eraagentes de alto nivel de la NKVD o, com
delicadamente los denominó Babette Gross en mpresencia, «los otros servicios».31 Resultaba máfácil convencer a un novato de que sirviera a lnternacional que a una policía secreta.
Esta distinción moralizante entre la NKVD y eKomintern aún está vigente para muchoestudiosos del tema. Por ejemplo, lo eprácticamente sin excepción entre los apologistadel Frente Popular.32 En realidad, esta supuestdiferencia es casi una completa ilusión. Es verdaque a partir de 1935 todos los servicios soviéticoe volvieron más señaladamente rusos y antntelectuales de lo que habían sido con Lenin
También es cierto que esto formó parte de ucambio que apartó del poder de los servicioecretos a los intelectuales extranjeros de
Komintern y acercó a los policías rusos de lKVD. También es verdad que Stalin despreciab
al Komintern y que la NKVD era su instrument
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favorito. Pero ¿acaso no fue estalinista eKomintern? Puede ser verdad que algunomiembros de la organización hayan ocultado callado sus reservas sobre la política y lo
métodos del Kremlin, pero simplemente resultmposible demostrar que después de 1928 algú
dirigente del Komintern optase por una línepolítica concreta ligeramente amenazante y much
menos hostil a los designios de Stalin. La mayorípracticaba una abyecta obediencia y llevaba cabo su tarea de buena gana y sin la menoprotesta. Tampoco hay razón alguna para suponeque el Komintern servía de refugio para algun
clase de buen «leninismo» moralmente superior amal «estalinismo» de la NKVD. Muchos de lonombramientos más importantes de Lenin habíaido hechos naturalmente en la Cheka. Muchos d
esos leninistas sobrevivieron y triunfaron en lKVD y en la Inteligencia Militar Soviética (eGRU) durante el estalinismo. De hecho, cuandStalin ordenó a la NKVD que penetrase, ocupase iquidase a la dirección del Komintern, fue u
chequista de los primeros tiempos, Mija
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Trilliser, un íntimo de Dzerzhinski y del mismLenin, en quien Stalin depositó su confianza para tarea. De muchas maneras, Trilliser era eeninista cabal. Al final, Stalin masacró a placer
funcionarios de ambos servicios durante el TerrorSin embargo, es cierto que la política de Stali
perseguía que la NKVD y el GRU se infiltrasen eel Komintern, y no al revés. En 1935 todos lo
altos cargos de la Internacional estaban en manode los otros servicios.33 Dejó de tener unexistencia independiente y significativa. Es hartprobable que Otto Katz haya desempeñado algúpapel en esta transformación y actuado com
agente del Komintern cuando en realidad estaba aervicio de las otras agencias más poderosas. L
caída del Komintern hizo caer en desgracia a WilMünzenberg. Pero cuando Willi cayó, Otto Katz
un «prototipo» del Komintern como nadie podríhaberlo sido, no le acompañó en la caída. Por econtrario, el auge de Katz como personaje de grapoder en el aparato data precisamente del instanten que Willi cayó en desgracia con Stalin.
Una cuestión muy interesante es el patrocinio co
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que contaba Katz. El bolchevique de mayoerarquía más cercano a su carrera era Karl Radek
Era normal. Como ya hemos visto, Radek era emejor amigo de Münzenberg entre los viejo
bolcheviques. Cualquiera de sus colaboradorecercanos podía contar con Radek en Moscú.3
Pero, como veremos, Radek también era ebolchevique más involucrado en los secretos má
profundos y realistas de la política alemana dStalin tras la toma del poder por Hitler. Eespecial, Radek era uno de los muy contadoerarcas totalmente al corriente de la polític
estalinista de apaciguamiento y colaboración co
os nazis. De hecho, él fue el mayor y más secretemisario de Stalin en las conversaciones qucondujeron a estos acuerdos.35 Este detalle ecrucial. Radek tenía a su cargo la misma campañ
antifascista que Münzenberg y Katz organizaban eEuropa justamente para ocultar y dar coherencia os acuerdos secretos. Con Katz como s
protegido, resulta fácil comprender por qué a éste le asignó en París el nuevo y vital trabajo d
agente secreto residente para la agitació
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antifascista de 1933.Ya que necesariamente Katz trabajaría co
algunos de los secretos más delicados mportantes de la época, está claro que Radek
Stalin debían tener una máxima confianza en shombre. La misión requería una combinación únicde talentos. El agente secreto de su mayoconfianza, encubierto por la dimensión de l
campaña antifascista, necesitaría un gran talentpara la publicidad y para la vida pública junto un no menos poderoso talento para la actividaecreta. Era menester que inspirara idealismo y u
compromiso moral muy profundo, al tiempo qu
estuviera comprometido a diario en actividadean cínicas y engañosas que no dejaban el menoesquicio para el acceso a la verdad. Tenía que se
capaz de convencer a la gente de que realizara lo
mayores sacrificios en aras de la causa márascendental y urgente del siglo y, al mismiempo, también tendría que utilizar a esa mism
gente en aras de una de las máximas mentiracontemporáneas. Semejante emisario debía ser un
combinación de contradicciones, contradiccione
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unidas por un oscuro lazo de imaginación y ddureza de corazón. Eso fue lo que encontraron eOtto Katz. Y así era el hombre que llegó a París emarzo de 1933 portando la agenda secreta para e
nuevo movimiento.Todo dio comienzo de forma bastante idealista
En 1927 la primera tarea de Münzenberg para Otthabía sido ayudarle a manipular la carrera teatra
del director Erwin Piscator, cuyo trabajo en aqueiempo ya estaba públicamente ligado al SocorrRojo Internacional.36 Katz fue nombrado directoadministrativo de Piscator. Desde este puestoKatz se encontró dirigiendo los egos y las fortuna
de Bela Belazs, Alfred Döblin, Bertolt BrechWalter Mehring, Toller, Tucholsky e inclusMarcel Breuer y Walter Gropius. Uno de surabajos más importantes fue supervisar l
preparación de los planos de Gropius para e«Teatro Total» que alojaría a la compañía dPiscator.37
Todo aspirante a militante revolucionario debconvertirse en un experto en el arte de l
provocación. Es decir, debe aprender a crea
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ituaciones que obligarán al enemigo a realizaacciones que redundarán en su contra. Katz sransformó en un maestro en esta clase d
manipulación. Su iniciación en este arte tuvo luga
en el Piscatorbühne.Veamos cómo funcionó. En 1927 Piscator y
enía una flamante reputación como uno de lodirectores del Volksbühne, el teatro estata
prusiano, una institución fundada por el gobiernde Weimar. Era exactamente el tipo de operacióiberal y altruista que el apparat deseab
desacreditar y destruir. En 1928 Piscator se hartde ser un mero director más en esta institución d
alta cultura pero bastante anónima. Buscaba uéxito mayor con un teatro propio.
Su problema estribaba en cómo dejar eVolksbühne, que siempre le había prestado u
apoyo razonable. Tenía perfecta libertad para irscuando quisiera. Si encontraba un medio más aptpara su talento, sólo debía presentar su renuncia rse. Sin embargo, nada se ganaría políticament
con un curso de acción tan simplista y si
victimismos. Necesitaba algún modo por el cua
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cualquier paso en su carrera diera la impresión der un acto justo y que esta ruptura pareciese unebelión contra la opresión. La justicia requerí
que alguna injusticia o calamidad social l
obligase a dar ese paso. Y si esa injusticia podíimultáneamente poner sobre el tapete la absurd
farsa de la democracia alemana, entonces el éxitde Piscator también podía servir a sus amigos y
a causa del régimen soviético.Por desgracia, no había ninguna injusticioportuna de la que echar mano. Había qunventarla, pues. Esto brindó a Otto su estreno ea provocación. Enroló al dramaturgo Ernst Tolle
amigo íntimo de Willi, y juntos pergeñaron unobra que escribiría Toller, una pieza de teatro qupresentaría problemas políticos y prácticos lbastante serios como para asegurarse de que e
Teatro Nacional rechazaría su programación. Fuescrita a propósito para que esto sucediera. Ascuando llegó la inevitable negativa, lo único quuvo que hacer Katz fue armar un buen escándalobre el inconcebible acto de opresión
«censura». Entonces, la inteligencia berlinesa s
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umó a la protesta. En la prensa cundió la alarmaTodo el mundo se rasgaba las vestiduras y firmabpeticiones contra la traición a los más altovalores de la cultura alemana, esos mismo
valores que, cuando Münzenberg dictabdocumentos retóricos a su gente, solía llamar «lradición de Goethe, etcétera, etcétera». La partid
de Piscator ya no parecía un mero paso interesad
egoísta en su carrera, sino que resplandeció coel santo fulgor de la victimización. Piscator no sbeneficiaba sino que sufría y se merecía el aplausde todo alemán decente.
De hecho, los planes de Piscator de abandonar e
Volksbühne ya habían sido formulados muchantes de que Toller escribiera la obra y de que snventase el «escándalo». Otto lo había hecho. Fu
un debut brillante.
No obstante, el Piscatorbühne no prosperó. Acabo de un año, empezaron los problemafinancieros y el enfurecido director culpó a Katz, quien, años más tarde, se referiría como «esdonjuán ninfomaníaco».39 Münzenberg alej
discretamente a Katz y lo instaló en uno de lo
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clubes del libro del Trust, el Universum Büchereque luego serviría de modelo para el Left BooClub británico. En el club, la arrogancia de Katz u obsesión por la buena vida casi volvió loco a
personal subordinado.40
Luego, en 1930, se produjo el desastre. Egobierno descubrió graves irregularidadempositivas en los libros de Piscator, y Katz fu
acusado de ser el responsable. Se necesitaban pronto cien mil marcos o el futuro espía corría eiesgo de ir a la cárcel. Por supuesto, Katecurrió a Münzenberg. Ante su jefe, dejó de lados buenos y refinados modales y estalló en u
ataque de lágrimas y gritos desesperados. Comfuera, tenia que conseguir esos cien mil marcos e suicidaba.41
Münzenberg reconocía una oportunidad e
cuanto la veía. Con un simple golpe de geniadministrativo decidió ahorrar cien mil marcosntroducir a este hombre en otra clase de deuda
Alejaría a Katz del alcance del gobierno alemán yen su momento más vulnerable, lo promocionaría
Lo despachó a Moscú como directivo de l
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productora de cine del Trust, la MezhrabpohmfilRuss. Era un cargo importante para una nuevvida. Nótese la psicología: promocionar a uhombre en el preciso momento en que éste h
caído en la abyección y amenaza con suicidarsedemuestra un sutil instinto de poder. ArthuKoestler escribe que «Willi necesitaba a Ottopero apenas se preocupaba de ocultar el despreci
que le inspiraba. En una ocasión le preguntcuándo había conocido a Otto, me dijo con sparlanchín acento de Turingia: “Lo pesqué en ecanal Landswehr”». Ese canal berlinés es unestrecha riera convenientemente situada par
arrojar allí cadáveres o para suicidarse».42
Por tanto, Otto se instaló en la Mezhrabpohmfilde Moscú como jefe de la sección alemana, en e
corazón mismo del cine soviético en su época dapogeo. Llevó todos sus conocimientos de Weimaal nuevo trabajo en una época de gran influencidel cine alemán en todo el mundo. Mientrarasplantes alemanes como Lubitsch y F.W. Murna
paseaban por Sunset Boulevard, Piscator y Lott
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Lenya cruzaban la Plaza Roja.Sin embargo, quienes trabajaban en l
productora cuando Katz era directivo sostieneque, aunque figuraba su nombre a la puerta de
despacho, rara vez se le veía. La direccióverdadera estaba en manos de otro empleado dMünzenberg, Francesco Misiano, quien al menoera un cineasta de verdad, algo que jamás fue Kat
Los archivos prueban que Misiano, como Katzambién estaba involucrado en empresas máestrictamente políticas.43 Katz se introdujo en lcomunidad moscovita de periodistas y escritoreComo siempre, era el hombre que conocía a tod
el mundo en el ambiente del periodismo, el cine a literatura. Por casualidad, su viejo amigo Ego
Erwin Kisch, el amigo de Kafka, también sencontraba en Moscú por ese entonces. Intimo
desde Praga, los dos consolidaron aún más sarga amistad que duró hasta el fin de sus vidaDonde estaba Egon, era probable que estuvierOtto. Y Egon Erwin, un hombre ciertamentencantador, era amigo de todo el mundo.
Cuando llegó a Moscú, Katz apenas era algo má
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que un joven diletante tanto en la vida culturacomo en la secreta. Obviamente derrochaba talentcon sus idiomas, su velocidad ante el teclado de lmáquina de escribir, su simpatía, su capacidad d
engaño. Pero carecía de disciplina; necesitaba unmano firme. Pero poseía el don; ya era hora dmoldear a este donjuán para su destino como unde los «grandes ilegales». Los servicios soviético
e dispusieron a entrenarlo para un trabajo dauténtica conspiración dentro del appara
nstruyéndole en técnicas secretas y relacionándolcon las redes que verdaderamente importaban. Eu aspecto externo, Otto seguiría siendo el mism
de siempre, pero ahora su talento quedaría fijado algo profundo e invisible. Casi nunca estaba en edespacho de la productora. Era evidente que scargo allí era una tapadera.44 El estaba en otr
itio entrenándose para el verdadero oficio de svida.Lo hacía al más alto nivel; lo más probable, baj
a supervisión de Karl Radek. En 1927 Radehabía dado un mal paso cuando apoyó a Trotsky e
un momento poco oportuno. Pasó algún tiempo e
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desgracia mientras Stalin consolidaba su podePero en 1930 Radek había encontrado la forma detornar al primer plano. Stalin depositaba un
especial confianza en sus opiniones sobre cultura.
sobre Alemania. Fue en esa época cuando OttKatz, siguiendo los pasos de su mentor en Berlíne hizo íntimo de Radek, su futuro protector.
Su personalidad se endurecía, cambiaba. Ante
de que lo ejecutaran en Praga, escribió a KlemenGottwald: «Sólo en Moscú llegué realmente entender la misión y los principios del partidcomunista.
Y cuando vuelvo la mirada a esa época, ahora e
os últimos minutos de mi vida, puedo declarahonradamente que yo cambié en Moscú, en eentorno soviético».45
Así fue. En esos años, Otto parece haber pasad
por esa rara experiencia que es una auténticransformación de la personalidad. No se trata dque se haya convertido en otra persona, poupuesto, sino que una parte lúdica, espontánea
humana de su personalidad, la que otrora l
pusiera en la natural compañía de Piscator, Kisc
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Kafka, retrocedió y se subordinó a una partmenos atractiva, pero que había sido tan reforzadque tomó permanentemente la dirección de su vidaCuando visitaron Moscú a comienzos de lo
reinta, Münzenberg y Babette quedaron mumpresionados por el cambio. Babette encontró a
donjuán de Weimar «serio, determinado eservado. Se guardaba para sí mismo lo qu
pudiera pensar sobre las penurias de la vidcotidiana en Moscú o sobre el incipientbizantinismo del Kremlin. Repetía sin el menoesfuerzo las consignas entonces en boga; se habíconvertido en un leal funcionario del régimen».46
*
Para cuando ya estuvo listo para regresar Europa en 1933, Otto Katz era un agente secretmuy entrenado que operaba con un alto nivel dconocimientos. En los veinte años siguienteendría numerosas aventuras próximas a
verdadero centro del espionaje. En París sería e
nfiltrado de Stalin, nada heroico, pero calculand
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el mensaje de la propaganda, calibrando las redeen Alemania, dando sus órdenes especiales a locorreos en el Reich. En Londres, tocaría toda clasde aspectos secretos de la vida política, desde l
fundación del Left Book Club hasta pasadesinformación a los conservadores británicos. EHollywood fue él quien amparado por un aliaorganizó y supervisó gran parte de las redes d
impatizantes estalinistas, mientras que en NuevYork asistió a su amigo y camarada Gerhart Eisleen misiones de espionaje. Durante la guerra civespañola, ayudó a importar el terror de la NKVD a península ibérica. Durante la segunda guerr
mundial, mientras Stalin aún era el aliado dHitler, estuvo atareado en Nueva York, hasta quun recalcitrante y casi complaciente Departamentde Estado le anuló la visado, sólo después d
haber sido avisado repetidas veces (correctamente) de que Katz era un peligroso agentoviético y (más dudoso) «probablemente u
agente nazi» también. Cuando este problema anulu misión en Nueva York, hizo una estratégic
etirada a la ciudad de México, entonces u
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mportante foco de actividad de la NKVD en ehemisferio occidental. Se sabe que allí colaborestrechamente con Umansky, el veterano oficial da NKVD, quien luego fue asesinado ca
eguramente por su propia gente. Katz pasó lguerra participando en operaciones soviéticadentro de Estados Unidos y en el Cariberabajando entre otros con Fulgencio Batista, e
antecesor de Fidel Castro. En ese tiempo, Batistera admirado y apoyado por la izquierda. Katecibió autorización para hacerle importante
ofertas a Batista en nombre de los soviéticos sentraba en la esfera de influencia de Stalin.47
Cuando terminó la segunda guerra mundial, Katfue llamado a Praga acompañado como siemprpor Kisch. Se convirtió en un periodista de altnivel y en funcionario del gobierno. Estuv
presente en el comienzo del golpe y durante lcreación del Estado checo estalinista. En 194Otto Katz tenía finalmente una autoridamanifiesta. Al parecer, también ermanifiestamente insufrible debido a s
arrogancia.48
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Esto duró poco tiempo. Cuando empezó la guerrfría, el agente estaba en el poder en Praga, lciudad de su infancia; allí había empezado comun joven brillante entre los amigos de Kafka. S
ésta fue la realización de Katz, le duró poco. Estoentado a parafrasear la primera oración de l
novela de su viejo amigo, El proceso.Alguien debió de haber calumniado a Otto K
puesto que, sin haber hecho nada malo, fueron arrestarlo una mañana.La gratitud de Stalin era mortífera. Sólo s
ndiferencia dejaba vivir a la gente. Otto Katz fuarrestado y ejecutado en Praga como una de la
víctimas de las purgas Rajk-Slansky, la serie dprocesos políticos que se llevaron a cabo en todoos países del Este europeo entre 1948 y 1952
que formaban parte de una vasta y demencia
aunque significativa operación por la cual Staliconsolidó su paranoico poder en los reciéconquistados territorios. Las purgas Rajk-Slanskfueron el detonante para el inicio de la guerra fríaEn 1948 mucha gente como Otto Katz, grande
figuras entre los dirigentes veteranos, muchos d
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os que habían sentado las bases en Europa para lexpansión del poder comunista a lo largo de loaños treinta y la propia guerra, salían a la palestresperando la merecida recompensa. El autócrat
os consideró sirvientes comprometedores ubilados. Había llegado la hora de deshacerse d
ellos. A cientos, incluso a miles, se les arrestócondenó y ejecutó. Los políticamente invisibles
nutilizables simplemente fueron ejecutados simás. A las figuras más conspicuas se las llevó auicio político acusadas generalmente de una list
de delitos inventados que sirvieran de propagand dejaran al descubierto la doble vida del deserto
De ese modo, décadas de servicio secreto sconvertían en vidas sospechosas de traición. Eodas las capitales de Europa Oriental di
comienzo un grotesco circo de confesiones
muertes; fue una gira circense de terror políticque no se detuvo durante cinco años. Muchas das «confesiones» que se producían de ciudad e
ciudad eran extravagantes contorsioneprecisamente del tipo de historia que aquí estamo
ndagando; de hecho, una parte esencial de
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fenómeno fue el esfuerzo sistemático poeescribir la historia desde cero. Otto Katz habíido un actor protagonista. Ahora en Praga
acusado en los procesos Slansky, dio un pas
adelante para su última larga hora ante lacandilejas.
Pocas veces se ha señalado que un protagonistcentral en esta incesante ola del terror estalinist
fue un topo norteamericano al que ahorconoceremos en detalle. Su nombre es tan anónimcomo bien conocido es el de su amigo y (como ycreo) camarada topo, Alger Hiss. Vale la penaclarar por qué Hiss es tan famoso mientras Fiel
permanece en las sombras. A su manera, Field fuun espía al menos tan importante como AnthonBlunt o Hiss. Y una manera de medir smportancia es la reacción estalinista ante l
amenaza de que lo desenmascararan. Se convirtien un detonante de lo que sucedería y se trató de uncidente que coincidió plenamente con e
comienzo de las purgas Rajk-Slansky.En el verano de 1948 parecía inminente qu
aliera a la luz el trabajo secreto de Field. El luga
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era Washington; los medios eran los testimonios dElizabeth Bentley y Whittaker Chamberestimonios que revelarían entonces sobre Ja
Peters lo que ahora los Archivos Centrale
moscovitas confirman que era realmente aquehombre: un mafioso húngaro a cargo de ladiversas redes de espionaje en Washington, una das cuales incluía a Field, el viejo colega de Ott
Katz. En otras palabras, se trataba exactamente dos obedientes y viejos cuadros «antifascistas» quahora Stalin estaba dispuesto a desacreditar destruir. Y Noel Field, emergiendo del mismcentro de lo que sería el caso Hiss, se convirtió e
el instrumento y en el dedo acusador cuyadelaciones serían responsables de todas aquellamuertes. Uno de los acusados fue Otto Katz.
Pero para que esto sucediera, debemos volver
Chambers. Su testimonio provocó tal alarma en eaparato que convocaron de inmediato a Noel Fiela Budapest, donde éste esperaba encontraprotección del extremo frío que azotaba al serviciecreto. Pero el refugio anhelado fue una nuev
decepción. Field fue arrestado. Lo mismo sucedi
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con su mujer, su hermano y otros miembros de lfamilia. Su previa relación con Allen Dulles, ravés del cual Field había servido a los rusos rabajado contra los norteamericanos en el OSS
ahora servía a sus propios camaradas como pruebde que él en realidad era un maestro del espionajnorteamericano. Poco después, el «espínorteamericano» empezó a «confesar»; su
acusaciones sirvieron para aniquilar las viejaedes. Es evidente que Field no era un «maestrdel espionaje norteamericano»; era un comunistconvencido y apparatichik y lo seguiría siendhasta su muerte muchos años después. En 1948 s
verdadero papel fue el de colaborador con la genta cargo de los juicios estalinistas. Field, en partpresionado, en parte soldado obedientdesempeñó el papel asignado de acusador. S
actuación obtuvo como fruto el que miles y milede personas fueran condenadas a muerte. Pero noel Field; él no fue fusilado ni colgado, aunque
i lo que confesó de sí mismo era verdad, podríhaber recibido cincuenta condenas a muerte
Tampoco le pasó nada a ninguno de sus pariente
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En cambio, él y su mujer fueron puestos en libertapocos años después, el mismo y preciso día en quAlger Hiss salió de la penitenciaría de LewisbergFueron «rehabilitados». Según explicó el aparato
odo había sido un malentendido.Herta y Noel Field jamás regresaron
Occidente. Field fue luego un directivo de lEditora Estatal de Hungría y los dos siguiero
iendo estalinistas recalcitrantes y de la peoespecie hasta el fin de sus vidas.*
Y así, en plena histeria de una típica caza dbrujas comunista, Otto Katz fue arrestado. Poupuesto que Otto sabía muy bien con quié
idiaba. De inmediato, dejó claro a la policíecreta que estaba dispuesto a confesar lo qu
quisieran que dijera, lo que fuera. Este esfuerzpor evitar a los esbirros del sótano fracasó. No er
uficiente. La tortura era necesaria de cualquiemodo. Y, por tanto, Otto fue torturado durantmeses mientras se iban plasmando lanexactitudes de su «confesión»49. Est
«confesión» es un ejercicio de desinformación. S
a puede considerar como el último servicio d
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Katz a la causa. Está plagada de mentiras, pero somentiras reveladoras. Como en su mendacidad loagentes casi siempre procuraban tapar algmportante, vale la pena estudiarla.
El reo hizo su confesión desde el banquillo dos acusados, dolido y hablando con una dentadur
postiza que no encajaba bien y que le habían dadese mismo día. La suya había sido destrozad
durante el «interrogatorio». ¡Quién se podría habemaginado en los viejos tiempos de charlaencantadoras en París, Nueva York o Hollywoodque Otto Katz usaba una dentadura postiza! Alestaba en el banquillo de los acusado
esforzándose para pronunciar las palabras. Auasí, se las arregló para decir exactamente lo que lhabían ordenado que dijera. En un momentdeterminado mencionó a Noel Coward, a quien
egún dijo Otto, él había reclutado como agentbritánico durante la guerra, todo para recalcar aúmás su traidor trabajo trotskista. Dijo al tribunaque él mismo era pura escoria, una sabandijaComo escritor, sin embargo, ¿qué tipo de ingenier
del alma había acabado siendo? Un traidor. ¿Qu
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clase de modelo para los demás? Un hombre quno entendía al pueblo. Un hombre que habíraicionado todo por lo que valía la pena vivir. E
el proceso ensució a mucha otra gente, comunista
no. Ensució, sobre todo, su propia vida confesandcon especial abyección que era judío y burgués; uer humano despreciable.
Y así acabó el «proceso» de Otto Katz. Sólo e
as últimas frases de su discurso, la parte en que sdirigió al tribunal y empezó a rogar que le mataseporque no merecía vivir ni un solo día más, bajó eono de la voz hasta una especie de murmullo qua no podía escucharse.
*
Una última palabra sobre asesinatos.Desde que Otto Katz desapareció de la escena
varias personas con cierto conocimiento de caushan afirmado que durante su entrenamiento eMoscú, Otto Katz podría haber sido preparadcomo asesino y verdugo.
En muchos años de investigaciones, no h
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hallado ninguna prueba para estas acusaciones.
«¿Otto Katz? El mató a Willi Münzenberg.»En 1985 me concedió una entrevista Pau
Willert, un hombre de Münzenberg en París, Berlí Nueva York que, antes de la segunda guerr
mundial, trabajaba para el espionaje británico. Esfue su exclamación cuando mencioné a Otto
Willert me dijo más tarde que sólo sospechaba du participación, pero no es el único que hopinado así. Mucha gente ha creído y afirmado quKatz tuvo parte en ese crimen ordenado por eapparat .
Es un asunto espinoso. Que Katz haya sido ucómplice más o menos directo no es sólo posiblino probable. Katz dejó entrever algo en su últim
carta a Gottwald. Rumores al respecto leñalaban, incluso entre los apparatchiki, durantos procesos Slansky.50 Es incuestionable que Kat
participó en el esfuerzo del apparat podesacreditar y difamar a Münzenberg una vez quWilli rompió con Stalin e incluso después de s
muerte. Pero es casi seguro que Katz estaba e
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ueva York cuando asesinaron a Willi en junio d940.51 Si esto fue así, resulta obvio que Katz n
pudo estar presente en la escena del crimenTambién le han acusado escritores «de confianzade haber estado en Praga cuando se perpetró efalso suicidio de Jan Masaryk. Se trata ddesinformación o confusión. En realidad, el agentpresente en el apartamento de Masaryk la noche d
u muerte no era Otto Katz, sino Bedrich Reicinuna clase distinta de operativo a quien, cómo noStalin eliminó junto a Katz en los procesoSlansky.52
También se ha acusado a Katz de otros hechodurante el golpe checo. Lo más verosímil es quhaya estado muy comprometido en muchoaspectos secretos de ese oscuro acontecimiento. Yampoco puede descartarse que haya tenido algú
ipo de responsabilidad en los numerosos iniestros asesinatos que tuvieron lugar en aqueiempo. Aun así, su papel exacto, por lo que yo séigue siendo mera conjetura.
Por último, el dossier de Katz en el America
Freedom of Information, del FBI, present
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nformes sin confirmar sobre su responsabilidaen cierto número de asesinatos en Europa duranta fase «antifascista» de su carrera. A Katz se ldentifica sencillamente como «pistolero» en lo
documentos del Departamento de Estado, ahora eos Archivos Nacionales, documentos cuynformación es bastante de fiar. No he lograd
aprobarlos ni desmentirlos.
El caso más importante contra Katz se centra eu papel en España. Observadores muy bienformados lo han acusado sin dudarlo de esta
directamente involucrado en designar a lavíctimas del terror de la NKVD durante la guerr
civil. Aquí las pruebas son casi concluyentes.53
Por tanto, el misterio de la implicación de Kaen esos asesinatos debe persistir en lambigüedad. Sin embargo, un aspecto de esta
acusaciones es muy sugerente, ya que desprende eufillo de la desinformación.Durante la guerra, muchos de los que estaban a
corriente de lo que sucedía en el mundo deespionaje, a merced de la gran cantidad d
chismes del servicio secreto en circulación
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legaron a decir que Katz había participado en lmuerte de Willi. Esto se convirtió en una especide hecho consabido entre los iniciados.54
En 1955 apareció un libro titulado The Net tha
Covers the World , del escritor austríaco dedicada los espías Edward Shapiro, que usaba eeudónimo de «E.E. Coockridge». Era un escrito
cuyos libros ferozmente anticomunistas eran de u
estilo sensacionalista que apenas escapa de literatura más vulgar. Aun así, lanzaba suacusaciones con gran autoridad. En aquemomento, sus inciertos ensayos tuvieron una granfluencia.55 El libro contiene muchas páginancendiarias que revelan las actividades secreta
de Otto Katz. Los pasajes en cuestión soensacionalistas y carecen de fuentes, aunqu
aparenten cierta credibilidad. Sólo cuando se la
examinan, prueban ser falsedades o mediaverdades muy tergiversadas.La mayoría de las afirmaciones má
ensacionales de Shapiro aparece sin la cita duna fuente. Una razón de este silencio es que l
nformación de Shapiro, posiblemente inclus
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obre Katz, provenía de un alto funcionario decontraespionaje británico que insistió en eanonimato. Este funcionario bien pudo ser nadmenos que Guy Liddell, el hombre, como veremo
de quien el escritor inglés Goronwy Rees estaban convencido de que era uno de los protagonista
del círculo de Blunt.56
Una de la falsedades del ensayo de Shapiro e
que Otto Katz (y no Reicin) estaba presente en eapartamento de Masaryk la noche de su «suicidio»¿De dónde salió ese desatino? La segunda grampostura no es para dejarla pasar sin má
Shapiro afirma que Katz estaba presente en el su
de Francia cuando Münzenberg fue asesinado. Yprosigue citando una supuesta declaración dBabette Gross a los servicios británicos, o alguien que se la pasó a ellos, según la cual, por l
que ella sabía, Katz había estado presente en lescena del crimen y había pagado grandes sumas os hombres que habían ejecutado el asesinato.57
Esta declaración, aparentemente dada Cookridge por los servicios británicos y qu
pretende ser una cita directa de Babette Gross, e
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casi sin duda un bulo, una falsificación. Cuando sa mostré a Babette, ella jamás la había visto y anstante la tildó de invento. Jamás había hechemejante declaración a nadie y ciertamente
nadie del servicio británico. Me dijo que nunchabía tenido ni la más remota idea de que Katestuviera en Francia cuando murió Willi. Habíoído con incredulidad la posibilidad de que podrí
haber sido así. La reconstrucción de lomovimientos de Katz en aquel tiempo demuestrcasi con total seguridad que estaba en Nueva YorkBabette Gross ni entonces ni en ningún otrmomento creyó que Katz hubiera sido el asesin
de Münzenberg.
Ello no quiere decir, sin embargo, qudesmentidas esas falsas acusaciones contra KatzGross no guardara simpatía a su viejo conocidoCasi al final de nuestras conversaciones le hice lpregunta más explosiva sobre este famosantifascista.
Estaba claro, dijo, que era un importante agent
oviético. Mi pregunta iba más allá. Mucho
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documentos bien informados existentes en loarchivos históricos manifiestan que Katz tambiéera un agente nazi. ¿Creía ella que podía habeido verdad?
Al oír la pregunta, Babette no se mostrorprendida en lo más mínimo. En cambio, guardilencio con cierta solemnidad. Cuando contestóimplemente señaló que Otto Katz estuvo e
contacto con Hubert Ripka en el momentapropiado.Fue una respuesta extrañamente indirecta a un
pregunta directa, una respuesta que sólo podíener significado para alguien que conociera e
contexto político. Otto Katz estuvo en contactcon Hubert Ripka en el momento apropiado.
¿Hubert Ripka? ¿Y quién era Hubert Ripka? Eos años treinta, Ripka había sido el ministr
checo de exteriores del gobierno de Edvard BeneFue una curiosa manera de responder a mpregunta sobre los nazis, y no logré arrancarle unola sílaba más a Babette Gross.
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4 Proceso, contraproceso y laconspiración Dimitrov
El movimiento antifascista patrocinado por eoviet, o sea, la respuesta movilizada po
Münzenberg y su gente tras la toma del poder dHitler y el incendio del Reichstag, se convirtió euna confrontación que dio la impresión de ser lprimera gran batalla en una guerra de nuevpropaganda entre el aparato soviético y los nazi
Hitler se había propuesto convalidar su toma depoder con un proceso judicial prolongado istemáticamente publicitado en el que se acusarí
a los comunistas de ser los instigadores dencendio y de toda una serie de delitos contra e
pueblo alemán. La escenificación de esta parodiudicial representó uno de los pocos experimento
que hizo Hitler con juicios simulados. Pronto sdecantó por el simple asesinato post-jurídico par
levar a cabo las venganzas de un puro y simpl
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Estado de terror post-jurídico. No habría muchomás «procesos nazis»; en esto Hitler se lanzaría unas maniobras propagandísticas normalmente máasociadas con el terror estalinista. Se instaló u
lamativo tribunal en Leipzig con el aparentpropósito de enjuiciar y sentenciar a Marinus vader Lubbe como el pirómano y a las celebridadecomunistas como los supuestos cerebros grises de
iniestro.Con el proceso de Leipzig, Stalin decidifinalmente que el Komintern y Münzenberucharan de verdad contra el creciente poderí
nazi. ¿Cómo podían dejar de hacerlo? E
prisionero estrella del tribunal de Leipzig erGeorgi Dimitrov, que no era alemán sino búlgaro uno de los líderes más famosos de la InternacionaComunista; se sabía que era uno de los consejero
personales de Stalin y, por tanto, estaba entre locomunistas más poderosos del mundo. ¿No luchacuando estaba en juego la vida de Dimitrov?
Pues bien, devolvieron los golpes. AhorMünzenberg, Katz y el Komintern apuntaron co
odo su arsenal contra el régimen nazi. El incendi
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el proceso de Leipzig se convirtieron en el focde una furia sin precedentes.1
En junio de 1933 Münzenberg partió de París eun viaje ultrasecreto hacia Moscú, donde spreparó para los acontecimientos venideros. Viajpor la ruta del norte, atravesando, en lugar dAlemania, Escandinavia. Una vez allí, empezaroas reuniones con el Komintern y su servici
ecreto para perfilar la estrategia final contra eproceso de Leipzig. Estas reuniones se celebraroen un ambiente de nerviosismo y de renovación dácticas. Sin embargo, Münzenberg se pasó gra
parte del tiempo en la sede del Komintern e
prolongada consulta con el director Piatnitsky, obre todo reunido, en el último piso del edificio
con Mirov-Abramov, el jefe del servicio secretde la Internacional. Pero Willi también hall
iempo para otras actividades en aquel mes dunio. Por ejemplo, fue llevado a visitar la reciéestrenada escuela de espionaje, montada poMirov-Abramov con el objeto de preparar comunistas extranjeros para que bajo los auspicio
del nuevo «antifascismo» operasen en calidad d
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espías y operativos encubiertos. Esta sórdidnstitución había sido emplazada en el suburbi
moscovita de Podlipki. El lugar, patrullado poguardias militares armados y con perros policía
estaba rodeado por un doble muro. Su«estudiantes» habían sido seleccionadometiculosamente de entre los rangos de lonocentes y su sinfín de clubes por los cazatalento
de los partidos locales y luego evaluados, entrotros, por mafiosos húngaros como Gibarti, Alpao Bela Szantil, anfibios de los mundos de legalidad y la ilegalidad. Pese a que su aparentazón de ser era el combate «antifascista», lo
estudios no estaban especialmente enfocados eAlemania. Se esperaba que los alumnos cambiasede nombre y se comprometieran al secreto de povida. El aparato dejaba claro que cualquie
violación de ese secreto, no importaba cuándocómo o dónde sucediera, sería castigada con lpena de muerte. Su nombre de tapadera, tras ealambre de espino, era el de «Octava BasDeportiva Internacional» y entrenaba a gent
proveniente de todas partes, de Corea a Paraguay
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Había numerosos candidatos de Estados Unidos Gran Bretaña. Babette Gross nombró a trealemanes que, tras haber aterrizado en el Reich eparacaídas con equipos de radio, fuero
descubiertos por la Gestapo y fusilados. Uno dos reclutas germanos de Podlipki, aunque n
mencionado por Gross, fue Ruth Kuczynski, la hijde René Kuczynski, quien luego en Inglaterra
durante la guerra, fue la espía relacionada con loacontecimientos del parque Bletchey y conocidpor su nombre de guerra, «Sonia».2 Por lo que yé, nunca se han revelado los nombres de lo
participantes norteamericanos o británicos. E
descubrimiento de sus identidades podría revelapistas fascinantes.*
Es importante recordar para nuestra historia queal mismo tiempo que Radek era arrestado
condenado por el terror, Bujarin era señaladcomo siguiente víctima, Mirov-Abramov y ugrupo de ex alumnos de Podlipki, que aún estabaen la URSS, fueron también arrestados ejecutados. Todos fueron acusados de espionajcontra la Unión Soviética. Sin duda, se trató de u
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esfuerzo para no dejar pistas. Un exameconcienzudo de las vidas y los destinos de estoespías truncados seguramente daría muchaecciones que nos podrían enseñar el verdader
rabajo del apparat en Occidente bajo lapariencia de «antifascismo».3
Pero, mientras la orden de batalla antifascista dMünzenberg se pergeñaba en Moscú aquel mes d
unio, graves acontecimientos se producían en laestructuras de partido único de los dootalitarismos. Fue en ese junio cuando
Münzenberg le llevaron a inspeccionar el campde trabajo esclavo que construía el canal Moscú
Volga. Esta fue la ocasión en que bajó la mirada afoso y musitó algo sobre los esclavos del antiguEgipto. Ese mismo mes, en el funeral de ClarZetkin, una vieja amiga y camarada, Münzenber
vio a Zinoviev, camarada de Lenin, merodeando upoco apartado de la ceremonia. Con todnocencia, Willi llamó a Zinoviev y le hizo gesto
de que se acercara y se sumara al resto de laautoridades presentes. Una vez a su lado, Zinovie
e confesó que había caído en desgracia y que, e
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el pueblo al que le había confinado Stalin, lejos dMoscú, tenía dificultades hasta para procurarse luficiente para comer. Zinoviev estaba sólo anicio de su caída del Olimpo bolchevique; s
descenso acabaría años después en otro simulacrde proceso que llevaría a su ejecución. Estucedió al comienzo del Gran Terror. En contrast
con Hitler, Stalin utilizaría estos simulacro
urídicos como un virtuoso, elevándolos a unnueva forma política y a límites inimaginables.Pero durante esos días, el mismo Hitle
afrontaba complicaciones entre sus viejocamaradas. Por ejemplo, tenía problemas con lo
camisas pardas de las SA. ¿Daría Hitler mápoder a las SA? ¿Menos? En esas semanas meses de 1933 la retórica antiburguesa de lRevolución, tan cara a la propaganda de lo
camisas pardas, estaba a menudo en labios dHitler. A veces, en sus discursos, Hitlemascullaba en voz alta cuánto desearía desatar lfuria de los buenos muchachos de las SA contra lcorrupta burguesía que los había explotado durant
anto tiempo. Sin embargo, se refrenaba. Prometí
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a los esbirros que pronto hallarían satisfaccióejerciendo una violencia transformador«comparable a la de la Revolución rusa». Amismo tiempo confesaba en secreto a Anthon
Eden y otros diplomáticos de las potenciademocráticas que lo mejor era desmilitarizar educir los efectivos de su ejército privado. Un
de cal y otra de arena. No es de extrañar.
El proceso de Leipzig dio comienzo el 20 deptiembre de 1933. La estrella comunista era siduda Dimitrov, a cuya zaga iba el desventuradErnst Torgler. Se trataba de un político comunistbastante popular. Era tan ajeno a los tejemaneje
del aparato que, después del incendio, se presenta la policía en una búsqueda inoportuna dpublicidad electoral. Para decirlo con delicadezese paso no le fue nada beneficioso. Puede qu
Torgler fuera un dirigente sin el menor poder en eaparato, pero era un político muy visible. Todector de periódicos conocía su nombre.4
La opinión generalizada era que el juiciepresentaba la primera batalla frontal en una gra
guerra de desinformación entre las alas derecha
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zquierda de los totalitarismos en el poder. En ellaos aparatos propagandísticos de nazis
comunistas parecían enzarzados en un combate siregua, sin ceder un milímetro de terreno, si
economizar armamento en su confrontacióabsoluta. Por supuesto, desde el incendio deReichstag y la llegada a París de Willi, el aparatde propaganda había trabajado organizando la
fuerzas antifascistas. Pero ahora, con Leipzig a lvista, parecía que por primera vez Willi y Ottenían permiso para golpear a los nazis donde máes doliera y sin ahorrar municiones. Su tarea er
mancillarlos, convertirlos en el hazmerreír de l
humanidad, cubrirlos de culpabilidad y vergüenzaFinalmente, la Internacional Comunista podíatacar al nuevo totalitarismo de la derecha siescatimar nada en esta nueva y definitiv
confrontación.Pero no fue así del todo.Ahora es posible entrever que aquell
confrontación absoluta no fue más que otra ilusiónPruebas solventes sugieren que el verdader
ntercambio entre los nazis y los comunistas co
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especto a Leipzig, incluso en esos primeros pasodel régimen de Hitler, contenía un elemento mumportante de confabulación. Las pruebas hace
harto probable, casi seguro, que el proceso d
Leipzig fue amañado por los dos aparenteadversarios y que no se trató de ningunconfrontación, sino —seis años antes del pactgermano-soviético— de una colaboración, u
acuerdo que a partir de ahora denominaré l«conspiración Dimitrov».Examinaremos esta extraordinaria operació
ecreta con algún detalle, pero, antes de adentrarsen los secretos de Leipzig, debemos observar la
ácticas públicas del gran triunfo propagandísticde Münzenberg.
Han sido descritas muchas veces.5 Münzenbercomprendió de forma instintiva que su tarea d
propagandista era devolver la iniciativa a locomunistas, transformar el esfuerzo de Hitler poculpar a los comunistas del incendio en otrprueba más de la criminalidad nazi. Como todo emundo, se preguntó, ¿a quién beneficia e
ncendio? Cui prodest ? La obvia respuest
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implificó su método: culpemos a los mismonazis. Acusemos a los acusadores.6
Esta era la reacción que esperaba el mundoMünzenberg actuaba basándose en premisacompartidas por los observadores más avisadode todas partes. Los nazis parecían culpables. Yque el incendio era tan increíblemente convenientpara que tomaran el poder, sólo cabía preguntars
cómo podía ser que ellos no fueran sus autoreEsta impresión fue corroborada por eoportunismo transparente, la violencia, la premur la mendacidad del terror anticomunista desatad
en marzo de 1933. Münzenberg no tuvo qu
nventar estas sospechas; todo el mundo lacompartía. La mayoría suponía que el incendio erexactamente lo que parecía ser: una conspiraciónazi para destruir la República de Weimar y l
zquierda alemana.Aunque Münzenberg nunca encontró una pruebconvincente de que los fascistas hubieraencendido la mecha, esta presunción de culpa nazal menos al principio, pudo haber sido sincera d
u parte. Después de todo, él sabía que lo
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comunistas no lo habían hecho.7
¿Acaso lo sabía?¿Quién más? ¿Y ese payaso de Van der Lubbe?
Esta simple pregunta —¿quién incendió eReichstag?— no ha sido aclarada hasta la fechaMe inclino a coincidir con la opinión hoesultante de las actuales investigaciones según l
cual Marinus van der Lubbe actuó a solas. N
obstante, sigue habiendo alguna posibilidad de quos nazis, o algún sector nazi, provocara el fuegoY en 1989 Babette Gross, por lo general taescrupulosamente exacta y poco especulativa, morprendió cuando dijo que pensaba que al meno
era concebible que el fuego fuera obra del appara
comunista.8 Si esta suposición se confirmara, spresentaría ante nosotros un nuevo y radicanterrogante sobre los orígenes de la segund
guerra mundial.Pero lo más probable es que Van der Lubbactuara solo y eso era exactamente la impresióque él mismo dio: un hombre confuso nsignificante, desesperado por consegu
protagonismo, cualquier protagonismo, en un
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era un nuevo tipo de alma en pena: la otra cara das masas.
Los partidarios de que una conspiración hayido responsable del incendio se apoyan en un
dudosa presunción: que era físicamente imposiblque una sola persona hubiera podido encendeantos pequeños fuegos con tal rapidez en u
edificio de semejantes proporciones. Est
presunción era dominante en la opinión dGoebbels y de Münzenberg. El autor del estudimás serio sobre el asunto, Fritz Tobias, la refutin dejar lugar a dudas. El muchacho se habílenado los bolsillos con fósforo barato y mecha
de parafina, fáciles de encender y de accióprolongada, la misma que usaban las amas de casalemanas cada día en sus cocinas. Se habípaseado por todo el edificio vacío colocando un
ras otra en todo lo que le pareciera inflamable. Yhabía mucho para arder. La gran Cámara dSesiones estaba atestada de madera reseca y dcortinajes polvorientos. El reptante fuego sólardó minutos en convertirla en un infierno.
Es posible. Según parece, Van der Lubbe pud
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haber incendiado el Reichstag en solitario.Pero Goebbels necesitaba una conspiración y
por tanto, se encontraron conspiradores. Locuatro famosos comunistas fueron llevados a
banquillo de los acusados. Eran Dimitrov, epopular Torgler, carente de poder real, y los dougartenientes de Dimitrov: Popov y Tanev. A
ninguno de ellos se les podía probar una posible
ncluso remota conexión con el delito. Perucedió que los nazis cometieron toda clase derrores en los procedimientos de Leipzig. Spuede suponer que a Van der Lubbe se le podríhaber obligado a «confesar» su participación e
una conspiración. Pero no. Van der Lubbe babeab se reía; su gran cabezota se bamboleaba de un
parte a otra y mostraba perplejidad. Sin embargonunca «confesó» nada salvo que era el responsabl
del fuego. En cuanto a los jueces, es verdad qupara diciembre de 1933 Hitler aún no habídemolido por completo el poder judicial autónomde Alemania. Sin embargo, la actitud de los juecefue, si no totalmente cobarde, al meno
deplorablemente parcial en todos los aspectos. L
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naturaleza puramente propagandística del eventaltaba a la vista. Sobre todo, dada la falta d
pruebas; Goebbels ni siquiera intentó dar un airde legitimidad al asunto. Actuó como si eso n
uviera la menor importancia y su indiferencia antas apariencias hace aún más sospechosa l
absolución de todos los acusados, salvo Van deLubbe.
La estrategia de Münzenberg y Katz para eproceso, luego perfeccionada en la sede moscovitde los servicios secretos del Komintern, parechaber empezado a tomar forma casi el mismo dí
de la llegada de Willi a París. Diez días despuéel siniestro, un joven novelista y activista literarilamado Gustav Regler telefoneó desde Alemani presentó a Münzenberg una brillante ide
excepcionalmente útil basada en un recuerdbrumoso y distante. Hasta entonces había sidconsiderado un brillante literato, pero uzquierdista marginal que, como todo buentelectual comunista, tenía alguna relación con la
edes de Münzenberg. Aunque todo el mund
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opinaba que se necesitaban varios hombres parprender semejante fuego en el gran edificio, ningúestigo había visto entrar a nadie, salvo al dement solitario Marinus cuando apareció tembland
por la ventana rota de un restaurante. Ahora lodiarios se preguntaban cómo podían haber entrad salido los conspiradores sin ser vistos. Est
especulación periodística hizo que Regler s
acordara de algo muy lejano. De los días de sniñez, cuando las barricadas de la revolución d918, Regler recordó con nitidez que había un
entrada subterránea al Reichstag, un túnel. El túneenía cañerías de vapor que provenían de un
central eléctrica y terminaba en los sótanos deedificio. He aquí una explicación obvia y posibleodos esos pirómanos debían haber entrado alido por el túnel. Alertado por esta inspirad
dea, el novelista se las ingenió para localizaunos planos del edificio capitalino en el archivde Sttutgart. Entonces llamó a Münzenberg con lnformación de que con un buen soborno podrí
hacer que fotografiasen los planos.
Willi captó el mensaje al instante. Le replicó
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Regler que estaba por escribir un libro acusando os nazis del incendio y que se podía considera
contratado como colaborador. «No se preocuppor el dinero. ¡Tráigame esas fotos!», grit
Münzenberg.9El dinero apareció y las fotografías se hicieron
Sólo después de que Regler estuviera a salvo en eren rumbo a París, osó echar una mirada a lo qu
enía. Se encerró en el lavabo. Sacó las fotos deobre. Allí estaba el túnel tal como lo recordabaLlevaba de la central al edificio del ReichstagPero Regler se percató de algo más. Había uegundo túnel que salía del primero y que llevab
al sótano de otro edificio adyacente. Se trataba da residencia oficial del presidente del Reichstag
¿Quién era ese presidente? El hombre que vivíallí era nada menos que Hermann Goering. Lo qu
ignificaba que existía un pasaje directo nvisible entre la casa de Goering y el mismísimReichstag.10
Regler se apoyó en la pared del lavabo y respirhondo. Eureka.
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Münzenberg se dispuso a probar que a través dese túnel un grupo de nazis sediciosofundamentalmente de las SA, había entrado en e
Reichstag esa noche de febrero y, tras habeabierto el camino al Estado del terror eAlemania, había escapado al refugio de la casa dGoering.
Como primer paso, Münzenberg y Ottpublicaron, a bombo y platillo, un informensacional, el libro por el que Regler había sid
contratado por teléfono. Fue El libro pardo sobr
el terror de Hitler , anónimamente dirigido, e
parte escrito por Katz con la ayuda de muchontelectuales apasionados y reunidos en lo qu
pronto sería el colectivo propagandístico dMünzenberg en París.11 El libro se publicó poca
emanas antes de que diera comienzo el Procesde Leipzig; se tradujo de inmediato a muchodiomas y fue ampliamente distribuido en librería
de todas partes cuando el juicio estaba en plendesarrollo.
Entonces se diseñó un nuevo golpe d
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propaganda para los medios de comunicación. Fuel contraproceso, una «investigación judicial»organizada para «probar» la culpa nazi, que tuvugar a principios de septiembre de 1933 e
Londres. El contraproceso de Londres emitió s«veredicto» el día antes de que empezara el juicide Leipzig. Simultáneamente, el aparato organizvarias comisiones y comités de investigación par
mantener vivo el flujo de información y dpropaganda en tomo al evento al tiempo qumantenía el control de las actividades paralelas públicas.
De hecho, hubo dos libros pardos, el primero
otro volumen muy ampliado y corregido, Eegundo libro pardo sobre el terror de Hitler . Lo
dos eran de lectura turbulenta y preocupanteObviamente eran pura propaganda, pero d
cualquier manera retienen parte de la dignidad dhaber representado el primer esfuerzo sistemáticde exponer el fascismo alemán a la luz del díaDocumentan el muy creciente catálogo de crímenenazis, en la mayoría de los casos de forma exacta
El capítulo octavo del segundo libro trata de la
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persecuciones antisemitas y, aunque el tongeneral es discretamente antisionista y proclive una lectura marxista del antisemitismo, levelación de los hechos está allí. Los dos libro
on una amalgama de suposiciones inspiradamentiras, desinformación y de tanto en tantpruebas muy sólidas de los emergentes horrorenazis. ¿De dónde provenía esta información? D
donde se pudiera encontrar. De la nuevclandestinidad. Del apparat . De los refugiadoDe un grupo de personajes a la sombra dconspiraciones, sobre todo en Berlín. Y del aire.
El fervor militante del antifascismo de lo
ibros, la novedad y el talante de las denuncias, loconvirtieron en dos de los tratados políticos mámportantes de la época. Es cierto que se tratab
de textos nada límpidos, apresurados
deshonestos de muchas maneras, incluyendo unfuerte dosis de hálito siniestro. No obstante, unno necesita apoyar de ningún modo la retóricestalinista para darse cuenta de que sus arengaantifascistas eran esencialmente correctas. Lo
ibros tuvieron un éxito considerable en tod
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Europa y América. Era imposible ser una personpolíticamente seria en el otoño de 1933 y no habeoído hablar de estos libros. Sólo seis mesedespués del ascenso de Hitler al poder, dos obra
a presentaban pruebas fehacientes de que lonazis estaban degradando y embruteciendo ecorazón de la política alemana.
Mientras mantenía conversaciones secretas eMoscú a principios del verano de 1933, la nocióde organizar el contraproceso se le ocurrió Münzenberg al recordar los tribunales secretoevolucionarios en Rusia antes de la Revolución.
Ya que se trataba de un medio para contrarrestar eespectáculo propagandístico de los nazis, no podídar la impresión de estar bajo control comunistaEl contraproceso de Londres era un
«investigación imparcial» celebrada ante unasamblea de famosos juristas, políticos celebridades literarias, que iban de StafforCripps a H.G. Wells, gente cuyas opiniones eraespetadas por cualquier movimiento antifascist
de amplia base, seleccionada cuidadosamente po
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capa y espada; era nada más que otro miembro da reducida y desgraciada banda de hombres
mujeres decentes que luchaban por lo que creían quienes acaso no vivieran mucho tiempo. Empez
a cultivar la expresión triste de un coraje casrágico. Empezó a contar historias de su
«misiones» en Alemania para rescatar una solvida, para salvar el ideal. Sus contertulios l
escuchaban con comprensible emoción.14
Siembargo, estas «misiones» eran ciertamente unficción. No he encontrado la menor prueba de quKatz haya estado jamás en la Alemania nazi.
Tampoco dejó pasar mucho tiempo para hace
contactos ingleses de una naturaleza muy distintaEso formaba parte del trabajo clandestino, al fin al cabo objetivo básico de todo el montajantifascista. Cuando Otto estaba en Londres, su
colegas Blunt y Maly ultimaban el reclutamientde los espías de Cambridge, uno de los cualeGuy Burgess, trabajaría estrechamente con Katz eel futuro próximo.15
Pero el gran acontecimiento público d
Münzenberg y Katz era el contraproceso
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convocado con gran fanfarria justo antes de qucomenzara el juicio de Leipzig y organizado paridiculizarlo. Obtuvo un gran éxito en línea
generales, aunque no careció de fallos. La
chapuzas y las prisas hicieron caer las máscaramás de una vez; independientes como ArthuGardfield Hays y H.G. Wells se sintieron muncómodos en más de una ocasión. Lo que lueg
cuenta Hays en sus memorias es bastantcondenatorio.16 Aun así, en el mundo fue la granoticia. La prensa no hablaba de una conspiraciócomunista, sino nazi y, para ser más exactos, duna conspiración «parda» de las SA. Goebbels
os jueces de Leipzig pasaron por completo a ldefensiva. Durante dos semanas demoledoraespectaculares y expeditivas, el extravagantproceso de Londres conquistó los titulares. E
esas semanas, tuvieron lugar extrañamanipulaciones y conspiraciones, pero nadmportó. Ante el mundo civilizado que leía l
prensa, los nazis habían sido humillados desenmascarados. Y el mundo civilizad
naturalmente se regocijó. En Leipzig, el proces
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de Goebbels degradaba con sumo aburrimiento eprocedimiento judicial mes tras mes. La prensmundial se hundió en ese hastío. Sólo en contadaocasiones remitía el tedio, como cuando Goebbel
Goering hacían acto de presencia en algunesión. Eran histriónicos. Goering, ataviado co
uno de sus uniformes más extravagantes, spaseaba en su comparecencia chillando contra lo
nsultos que había aguantado durante la campañde Münzenberg. Dio un taconazo al referirse aibro pardo. «¡Aquí dice que soy un idiota seni
que he escapado de un asilo de lunáticos y quengo el cráneo partido en varios sitios!» Y s
dirigió a Dimitrov aullando: «¡Espera a que tponga las manos encima fuera del santuario de estribunal!».17
El mundo entero lanzó una carcajada. Van de
Lubbe se encogía en el asiento, aturdido eguramente drogado. Sus delgadas extremidadecolgaban de su uniforme rayado de presidiario. Aveces gemía; otras se reía como un bobalicón. Ecambio, Torgler aparecía bien vestido, inclus
elegante. Disfrutaba de los servicios de u
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excelente abogado que montó una defensperfectamente creíble de su cliente. Pero Torgledaba la impresión de tener la cabeza en otra parteTras su germánica compostura, parecía merodea
a ansiedad. Había miedo en sus ojos.Dimitrov era un intrépido. Hacía alarde de un
confianza que se reflejaba en cada noticia y sveía en cada noticiero. Los búlgaros se mostraba
más seguros de sí mismos a medida que pasabaos días. En el banquillo de los acusados, los trentercambiaban bromas con los guardias; a menude oía cómo reprimían la risa los jóvenes policía
alemanes de mejillas sonrosadas con sus quepis
us botas teutónicas. A Dimitrov se le veíadiante y desafiante. Parecía que nada podí
pararle. Todos notaban su temeridad provocadoraDimitrov espoleaba al tribunal. Se reía y burlab
de sus pomposas deliberaciones. En los díafinales, indignó a los magistrados al transformar spropia defensa en una pieza de oratoria comunistncendiaria que electrificó a la sala y sólo acab
cuando los guardias, ya sin risas, se lo llevaron.
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La valentía de Dimitrov en esta ocasiónfundamento de su posterior fama mundial comhéroe comunista, fue sin embargo engañosa y noconduce a la agenda verdadera y secreta de
proceso de Leipzig. Medio siglo después, parecharto probable que Dimitrov fue tan valientprovocando a los nazis en aquel tribunal dLeipzig por la simple razón de que no estaba e
peligro alguno y sabía perfectamente que no tenínada que temer. Cuando Dimitrov desplegó sflamígera retórica denunciando los procedimientoamañados, estaba en posesión de su propio secretprofundo: el proceso estaba amañado, es verdad
pero a su favor. Dijera lo que dijera, estaba alvo. Podía lanzar su diatriba «antifascista» baja protección invisible de Hitler; era e
beneficiario de un acuerdo ya alcanzado entre lo
ervicios secretos soviéticos y la más alterarquía nazi. Y dicho acuerdo le aseguraba labsolución y el regreso triunfal a Rusia al términde lo que en realidad era un montajpropagandístico que representaba un gran dram
de confrontación.
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Porque el proceso de Leipzig acabó eabsolución. Entonces y hasta la fecha, en toda lpropaganda y antipropaganda montadas en torno este evento, este sorprendente final, quizás e
hecho central de todo este asunto, envariablemente omitido y olvidado.
¿Absolución? ¿Declarados inocentes en uproceso nazi de esta importancia? ¿Cómo pued
uno imaginarse algo semejante? Aunque en aquemomento no se dio en el clavo, el resultado vicipor completo la propaganda de ambos bandos. Siduda, descalifica la acusación de Hitler de que encendio era resultado de una conspiració
comunista dirigida por Dimitrov.* Pero tambiédesmiente la contrarréplica de que los nazis habíaorquestado el proceso de Leipzig con el merpropósito de ensuciar a los comunistas y cubrirs
as espaldas. En vez de ocuparse de este hechesencial, hasta la fecha prácticamente todas ladiscusiones sobre el caso se han limitado a lcuestión de quién ensuciaba a quién.
No se da en el clavo. Y no dar en el clavo era d
o que se trataba. Porque la verdad es que l
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absolución había sido acordada desde el principipor los dos servicios secretos.
Se trataba de lo que aquí llamamos l«conspiración Dimitrov». Su agenda sugiere que l
colaboración de los servicios de las dos mayoreiranías del siglo XX no empezó, como aún ahor
muchos desearían creer, con los acuerdos quconformaron el Pacto Nazi-Soviético de 1939
Esta colaboración empezó prácticamente en laprimeras semanas del poder nazi. Además, estraicionera e invisible conjunción fue consumad
no pese a, sino gracias al «movimientantifascista», que llegó a tener un protagonismo ta
mportante en la vida moral de este siglo.En este sentido, como gran decepción en l
guerra ideológica, la conspiración Dimitrov asumuna preocupante importancia, mucho más allá d
er un mero y ruin acuerdo en aras de consolidar epoder gangsteril del fascismo alemán. Como hechpráctico y como metáfora, refleja un invisible lazespiritual entre los dos totalitarismos. A mí mparece que mucha gente ilustrada de Occident
ardó tanto tiempo en reconocer la monstruosida
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del comunismo porque éste es un monstruo nacidde los ideales de la Ilustración. Y la Ilustración enecesaria, ciertamente indispensable, para lesperanza de la civilización en nuestra época. Po
esa razón, mucha gente cuyo humanismo hunde suaíces en la Ilustración tuvo dificultades desde e
principio en discernir los males del Estadmarxista-leninista. Incluso mucho tiempo despué
de que esos males fueran claramente manifiestomuchos observadores honestos no se los creían no sentían la necesidad de denunciarlos. Aqudirigimos la vista a una línea entre lo mejor y lpeor de la civilización. La protección del idea
progresista pareció basarse en la negación omisión de los horrores manifiestos que habícausado la aplicación radical de ese mismo ideaY dentro de las necesidades de esa negación
Münzenberg y sus sucesores se movían en selemento.Por otro lado, esa gente no halló dificulta
alguna en detectar los males del nazismo. ¿Leesultó difícil? No, pues esos males eran patente
obvios. En el Occidente progresista, estuvo mu
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claro que el nazismo sólo podía acarreadesgracias a la humanidad. Esa percepción moraesultó fácil. Por desgracia, la era totalitaria di
dos monstruos al mundo y ellos s
complementaron. Visto desde el presente, hastcasi parecen necesarios el uno al otro. Si el azotdel nazismo era evidente, el del comunismpresentaba tremendos obstáculos para su lúcid
econocimiento. La conspiración Dimitroproporciona una temprana visión de cómo estodos males trabajaron juntos y de cómo el unervía de máscara al otro. Hasta un grado quamás se podría haber supuesto en aquel tiempo, e
acuerdo secreto de Leipzig sugiere que estos domonstruos, uno visible, el otro en la sombra, eragemelos.
Detengámonos en el funcionamiento. Está lejode ser una novedad la especulación de que eproceso de Leipzig se desarrolló según un acuerdprevio y oculto entre los dos servicios secretoCasi desde el inicio, corrieron rumores en lo
aledaños del apparat sobre algún pacto entr
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Hitler y Stalin con respecto al Reichstag. FranBorkenau da una temprana relación de estoumores en su libro European Communism. Peron sólo rumores. Del mismo modo, entre lo
máximos dirigentes del partido búlgaro, al quDimitrov dominó hasta su muerte, era algo dicho edicho con frecuencia18.
En 1952 los rumores se confirmaron por l
nvestigación de Ruth Fisher, quien los expuso eu libro Stalin and German Communism. Fisheera miembro de la familia Eisler; fue unmportante figura del partido alemán en su primer
época, un personaje fundador del partido checo y
más tarde, una apasionada antiestalinista. En sobra investigó este tema en profundidad. Loarchivos de Fisher en la biblioteca Houghton dHarvard contienen una gran cantidad de materia
nédito y de correspondencia reunida durante snvestigación.He aquí lo que escribió Ruth Fisher:
«Mientras el proceso se desarrollaba, conocí e
París a dos importantes testigos, Wilhelm Pieck
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que estaba ansioso por hablar con Maslow conmigo [Maslow era amante de Fisher y scompañero de deserción del KDP], y MariReese, una diputada comunista en el Reichstag
ntima amiga de Torgler. [Luego regresó Alemania y se convirtió en una simpatizante nazpero este hecho no anula su credibilidad; ellecibía todos los detalles del abogado de Torgle
con quien estaba en contacto casi diario.] Caduno por su lado me contaron la misma historia: quantes de que Dimitrov se dispusiera a lanzar svaliente perorata ante el tribunal, él ya conocía eacuerdo secreto entre el GPU y la Gestapo po
medio del cual lo dejarían en libertad. Los otrodos búlgaros estaban incluidos en el acuerdo, perno así Torgler ni Van der Lubbe. A Pieck y a Reeses preocupaba esto por distintas razones. Pieck, a
enterarse de que Torgler había sido abandonado u suerte por el Politburó, temía que éste se diercuenta de lo sucedido e hiciera una declaración epleno tribunal denunciando el pacto entre las dopolicías secretas. Por tanto, cuando lo vi, Piec
estaba haciendo los preparativos para la llegada
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Londres de un refugiado de la clandestinidad eAlemania [es decir, para el contraproceso que sorganizaba en Londres bajo la supervisión de OttKatz]. El refugiado llevaría el sorprendent
mensaje de que Torgler era un traidor a la causantifascista. La reacción de Maria Reese, poupuesto, fue muy diferente; tiempo despuéedactó un panfleto rompiendo con el comunismo
pero sólo con vagas alusiones al acuerdo porquesperaba salvar la vida de Torgler y no queríenemistarse con la Gestapo. El correo de Pieck fua Londres y dio su mensaje, pero como Torglenunca reveló el acuerdo por el que se salv
Dimitrov, se permitió que la acusación en scontra quedara en nada».19
Parece que la verdad empezó a salir a la luz
ravés de Torgler y de la alarma de su amante anta decisión de no incluirlo en el pacto. El esfuerzpor desacreditar a Torgler en Londres sugiere cofuerza que Otto Katz, como responsable deevento, también formaba parte de la conspiración
Pero hay más. Arthur Koestler, colaborador d
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protagonistas son los dos dictadores, Hitler Stalin... El guión del proceso fue preparado poos dos regímenes dictatoriales. Por un lad
Moscú, a través del Komintern, intenta captar l
opinión pública y facilitar la infiltración soviéticen la vida política de Europa occidental. Por otroHitler, que acababa de llegar al poder, necesitabcon desesperación atraer las facciones extrema
del chovinismo de su país. El proceso estprecedido por un acuerdo entre los serviciodiplomáticos de Hitler y Stalin en la capital dDinamarca. Según este acuerdo, los tres búlgaro“acusados” serán absueltos e intercambiados d
nmediato por espías alemanes cogidos eerritorio soviético. Este acto diplomático e
puesto en conocimiento de los reos búlgaros antedel juicio. Por esa razón, al contrario de lo que le
ocurre a los alemanes en el mismo proceso, gozade los necesarios privilegios en alimentaciónvisitas de los abogados defensores a las familiacorrespondencia, prensa y una habitación especiaen la que pueden recibir a los corresponsale
extranjeros».22
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Semerdjiev admite que no tiene unconfirmación documentada de lo que se enteró eel Comité Central; en su opinión, ese material er
an confidencial que había sido llevado a MoscúDe cualquier manera, pudo añadir algunos detallemás. Tal como él la entendía, la estrategia dStalin sufrió una profunda modificación entre el
de marzo, cuando Hitler firmó el decreto demergencia, y el 9 de marzo, cuando Dimitrov fuarrestado. Fue un giro que redobló la apuestpolítica y propagandística que se jugaba en euicio y, por tanto, profundizó mucho l
participación soviética en el proceso.Cuando Dimitrov fue detenido de manera ta
extraña y fácil en el café de Berlín (aunquSemerdjiev cree que el arresto no fue planeado upuso una auténtica sorpresa), Stalin respondi
de inmediato metiendo en prisión a unos veintécnicos y especialistas alemanes que estaban en l
capital, dejándolos como rehenes para el canje coDimitrov. Según Semerdjiev, esto precipitó un
erie de reuniones secretas entre los servicios naz
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soviético. Dimitrov encabezaba la División dEuropa Occidental del Komintern; por tantoconocía muy bien las redes secretas soviéticas quoperaban en Alemania. Stalin temió que esta
edes quedaran en peligro; la caída del legapartido alemán le dejaba relativamente indiferentSegún Semerdjiev, los dos puntos capitales que snegociaron en aquellas conversaciones entre lo
dos servicios fueron un grado de seguridad paras redes clandestinas y la puesta en libertad dDimitrov.
En un momento nos ocuparemos de por quHitler pudo haber estado dispuesto a participar e
esta conspiración aparentemente grotesca. Aquí emportante señalar que, aunque Münzenbereguramente conocía el plan general del acuerdo
es probable que no haya estado al corriente de lo
detalles concretos. Según Semerdjiev, eso se dejen manos de Wilhelm Pieck. Los ArchivoCentrales contienen copias de telegramas que lcorroboran. Sin embargo, Mirov-Abramoambién debió de saberlo todo al respecto. Da l
casualidad de que durante junio de ese año
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Münzenberg mantuvo complejas consultas coMirov al planear la estrategia para Leipzig. Radeambién lo debe de haber conocido in extenso. Lo
Archivos Centrales muestran claramente qu
Radek dirigió personalmente importantes aspectoconspirativos del acuerdo.23 Lo mismo hizo OttKatz, protegido de Radek, que había ido a Parícomo primer portador para Münzenberg d
nstrucciones e información después del incendide marzo.24
El mismo Dimitrov, desde el momento de sarresto hasta su puesta en libertad, fue mantenidperfectamente informado de los acontecimientos ea misma prisión. El aparato tenía un invisibl
acceso a todo Leipzig. Se le pasó a Dimitrov uejemplar de El libro pardo en su cómoda celda allí lo leyó con toda tranquilidad.25 El encargad
de mantener informado a Dimitrov era WilhelPieck, el mismo que había levantado las sospechade Ruth Fisher por su comportamiento en París eel transcurso del contraproceso de Londres. Piecfue el contacto de Dimitrov durante toda s
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estancia carcelaria y fue incluso quien lproporcionó el borrador de su explosivo discursante el tribunal, esa repentina y espontánedemostración de coraje que sacudió al mundo.26
Por tanto, el propio entorno de Dimitrov eBulgaria ha sido la principal fuente de informaciópara aclarar los detalles claves de la conspiraciónLa misma Babette Gross también confirmó l
historia. En 1989, en Múnich, volví sobre la teside Ruth Fisher y le pregunté su opinión. Lconfirmó al instante. Añadió que ciertos abogadode Leipzig también habían participado en eacuerdo y que años más tarde ella se habí
encontrado con Torgler, quien le había contado lodetalles del asunto.27
En consecuencia, las pruebas son concluyenteLa persecución de Hitler contra el comunism
alemán fue llevada a cabo casi con seguridad coa colaboración, al menos parcial, de Stalin y econocimiento y cooperación personal del futurefe de la Internacional Comunista, usando com
cobertura el «antifascismo» del Komintern. Ca
in duda, la absolución de Dimitrov fue resultad
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de acuerdos secretos con los nazis. El escándalque dio lugar al movimiento antifascistpatrocinado por los soviéticos, una de laprincipales fuerzas de la vida moral de este siglo
fue un invento que contó con la colaboraciódirecta del mismísimo Hitler.
Pero ¿por qué? La duda principal sobre l
colaboración de los dos dictadores concierne a lmotivación de Hitler. ¿Qué imaginable quid pr
quo pudo inducir a Hitler a dejar escapar a lmayor presa comunista que jamás había cazadoRuth Fisher no dice nada al respecto. Sin embargo
as circunstancias políticas de aquel momentpermiten al menos una hipótesis probable.
Desde el punto de vista de Hitler, el hecho dque el juicio se centrara en los comunistas servípara distraer la atención de su verdaderpreocupación, que no era con sus enemigos locomunistas, sino con sus viejos aliados camaradas de las SA. De hecho, Hitler y locomunistas tenían un enemigo común en las SA
aunque Hitler quería mantener en secreto s
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enemistad. La cuestión principal que abordabHitler en los primeros meses de 1933 era qufuerzas armadas, qué tipo de policía y ejércitdebía desarrollar a fin de imponer el totalitarism
en su nuevo poder. Esta decisión era mucho mámportante que la lucha contra los comunistas. D
ella dependía toda la base de su futuro Estadopolicía a la vez que en el plano internaciona
determinaría la base de su posición de preguerren Europa.28
La opción era entre el existente ejército alemán as SA. Por un lado, en su calidad de canciller er
el jefe supremo del Reichswehr , el cual, pese
que no contaba con su confianza, estaba a sdisposición. Por el otro, debía mucho a las SA, lbanda indisciplinada de camisas pardaparamilitares, el ejército callejero que había sid
an esencial para el auge del partido nazi. Su lídeera Ernst Röhm, antiguo camarada de Hitler. Lodos habían conspirado juntos desde el día cero d
919. Desde el principio, habían utilizado a laSA como instrumento de intimidación política
como los extras del teatro callejero y marcial de
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nazismo, y como un medio para galvanizar a lovarones airados, a menudo en paro, de la clasobrera alemana que engrosaban las bases demovimiento nazi, así como las del partid
comunista. Cuando Hitler asumió el poder e933, las hordas de camisas pardas de Röhepresentaban lo que era el nazismo. Y eran lazón por la que Hitler era tan temido.
Antes de 1933 este ejército privado tamanifiestamente peligroso de fanáticodeológicos no tenía el menor estatus oficial en e
gobierno alemán. No obstante, su sombra brutaoscurecía todos los aspectos de la vida política
Uno de los errores más lamentables de Weimahabía sido ceder una parte de su soberanmonopolio de las fuerzas armadas permitiendo lexistencia de semejante organización. A mediado
de 1933 Röhm contaba con un millón de hombrepertrechados y uniformados; tres millones y medimás aguardaban en reserva. Esto hacía que las SAel ejército privado de un partido político, fueruna de las organizaciones militares má
mportantes del mundo; ciertamente aventajaba e
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mucho al mismo ejército germano.29 Esta amenazno pasó desapercibida a los ojos de los ministrode Exteriores de Europa. Sin duda, el Reichsweh
aún existía y Hindenburg era su general en jefeSin duda, las SA no constituían un verdaderejército. No lo suficiente. Todavía no.
Pero Röhm había esperado largo tiempo sascensión al poder y, en marzo de 1933, estab
bastante seguro de que finalmente había sonado lhora de su recompensa.Röhm, homosexual, indiscreto, falso, siempr
había supuesto —y se le había asegurado— quecuando los nazis tomasen el poder, Hitle
desmantelaría el ejército y transformaría a las SAen el ejército alemán con Röhm a la cabeza. Eruna aspiración completamente totalitaria. Suponíque el ejército no debía ser leal a esa vaga
variada entidad llamada nación, sino a un partid su ideología; no a un país en su conjunto, sino una idea, o mejor dicho, seudoidea, el fascismono a la seguridad territorial de una Alemaninotable en el pasado por su variedad, sino a l
puesta en vigor dentro y fuera de las frontera
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alemanas de un vil sueño: Ein Volk, Ein Reich, Ei
ührer .Por su parte, el Reichswehr detestaba a las SA
El sentimiento de clase jugaba un papel important
en este desprecio. En Alemania el ejército era unprofesión privilegiada a la que pretendían accedemuchos varones de clase alta. Los oficialeconsideraban a la banda de Röhm como una hord
de boy scouts descerebrados pero peligrosos como títeres políticos salidos de las clases bajaPara ellos, era inimaginable que esta banddeprimente aspirara a igualarse con el ejércitgermano de Federico el Grande, Bismark
Hindenburg. El líder de este grupo de oficialendignados era Hindenburg, ahora objeto de la
manipulaciones de Hitler. Y el principal objeto du desprecio era el mismo Röhm, con el resultad
de que éste era inmensamente repudiado por ungran cantidad de gente a la que Hitler considerabmportante para su propio futuro.
A nivel internacional, la amenaza de Röhcausaba una alarma y una preocupación aú
mayores. En Europa, la «amenaza alemana» y la
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SA parecían ser la misma cosa. De habeatisfecho Hitler los deseos de Röhm, Alemania s
habría militarizado de un solo golpe, dotada podecreto con un nuevo e inmenso ejército d
fanáticos revanchistas obsesionados por lconquista y fieles sólo a Röhm y Hitler. Carecía dmportancia si la organización resultaba sencompetente: los ejércitos incompetentes puede
er tan peligrosos como los competentes. A finalede la primavera de 1933 Stalin, Chautemps y lobritánicos compartían un obvio interés comúnestabilizar el Reichswehr y prevenir lmilitarización de las SA. Por encima de su
diferencias, todos coincidían en eso.Pero el meollo del asunto es que unas SA
militarizadas eran una posibilidad que el mismHitler consideraba con no menos alarma. Pese
us muchas promesas a Röhm, no se proponíhacerlas realidad. El más profundo secreto demundo a finales de marzo de 1933 era que Hitlehabía tomado una decisión. Optaba por e
eichswehr . Por tanto, estaba a la búsqueda de u
modo de librarse de su viejo camarada y tambié
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de sus boy scouts.30
Hitler tenía muchas razones. Ciertamente temíuna invasión francesa preventiva y sospechabaquizá correctamente, que la militarización de laSA haría demasiado peligrosa a Alemania a loojos de Europa. Hitler quería tranquilizar a lobritánicos. En febrero de 1934 aplacaba a AnthonEdén con la promesa de que desmovilizaría do
ercios de las SA y que el resto quedaría expuesta la inspección internacional.31 Pero su verdadermotivo era más simple. ¿Convertiría Hitler Röhm, de la noche a la mañana y por su propidecreto, en el hombre más poderoso de Europa¿Más poderoso que él mismo? ¿Capaz tal vez dun golpe de Estado?
Todo lo contrario.
A finales de 1933 sólo un minúsculo grupo dgente estaba enterada de que en absoluto secretHitler había empezado a conspirar junto con snovísimo secuaz, Heinrich Himmler, a fin dconsolidar su control personal de la policía y lo
militares alemanes por medio de un conjunto d
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nuevos cuerpos de elite. Se trataba de las SS, lSD y la Gestapo, que reemplazarían a las SA comcolumna vertebral del poder nazi. De hecho, lprimerísima tarea que se asignó a este nuev
consorcio de policía militarizada fue servir comarma de Hitler en un súbito, pero gigantesco, actde gangsterismo por medio del cual se aniquilaría las SA y a sus líderes, empezando por Röhm
odos sus lugartenientes, apresados y ejecutados eas setenta y dos horas de terror infraestatal que sconoció como «la Noche de los CuchilloLargos».32
En mi opinión, ésta es la clave de todo el asuntol propósito secreto pero verdadero del proces
de Leipzig fue desacreditar a las SA, antes de s
eliminación. Ese fue el interés común en el qu
Hitler y Stalin encontraron la base para unelación profundamente secreta. A la luz de estnterés compartido, de pronto se vuelve coherentodo el esfuerzo de las campañas nazi y comunista
El objetivo común de las dos campañas d
desinformación no era atacarse entre ellos, aunqu
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e insultasen. El objetivo común, cabalmententendido por Hitler y Stalin, era preparar a Röh a las SA para la carnicería.
Vilipendiar a Röhm no era algo que pudier
hacer Hitler sin alertar a Röhm del peligro. Per¿los comunistas? Que ellos consiguieran loitulares. Que ellos alarmaran al mundo y aeichswehr . Fue el primero de una serie de pacto
por los que ambos dictadores hicieron uso el undel otro para desacreditar a sus propios enemigonternos. Todo el plan de los Libros pardos y de
contraproceso de Londres fue para descalificar as SA y en especial a Röhm. Es curioso qu
ambos libros no cargaran demasiado las tintaobre Hitler. Por supuesto, resulta vilipendiado
pero la campaña de Münzenberg tuvo cuidado eno acusarlo del incendio. Por el contrario, e
dictador es exculpado explícita y reiteradamenteLos libros conocían quién era el culpable. Las SAhay que acusar a las SA. Las SA prendieron lmecha. Las SA son la fuente contaminada de lviolencia nazi. Las SA están degradando l
política alemana con sus atrocidades. Y los do
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ibros presentan un inventario extenso, a menudacertado y completamente condenatorio, de esaatrocidades. Lo más importante es que la campañde Münzenberg nunca perdió la oportunidad d
declarar la amenaza de un golpe de las SA contrel canciller Hitler, o incluso más alarmante, ugolpe contra el Reichswehr .33
Pienso que Röhm fue el objetivo de ambo
dictadores. Se dispusieron a minar la base políticde las SA demostrando que su liderazgo estableno de aventureros traicioneros y que Ern
Röhm era un degenerado inestable inepto para epoder.
¿Y quién podía negar que fuera verdad?
*
A primera hora de la mañana del 30 de junio d934 Hitler voló a Múnich. A la señal de que e
avión aterrizaba en aquella ciudad, dio comienza purga de sangre. Los nuevos cuerpos de elite d
Hitler se embarcaron en su primera prueba d
verdad como brazo armado. A lo largo y ancho d
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Alemania, los principales líderes de las SA sencontraron de súbito cara a cara con algo nuevoun renovado horror salido de la ciénaga de lntriga nazi: las Waffen SS. Al llegar al Ministeri
de Interior de Múnich, el canciller entró en unala de recepción para ver los cadáveres apiladoobre el suelo; los cuerpos acribillado
apuñalados y aporreados de los verdadero
creyentes de las SA que habían madrugado y shabían vestido con el uniforme de lujo para dar lbienvenida a su líder y ahora ensuciaban el sueloficial con sus prendas ensangrentadas. Hitleentonces prosiguió viaje a Wiesse, un suburbio d
Múnich, donde, en una clínica de reposo, se habíaeunido los dirigentes más importantes de las SA
para una conferencia especial convocada por sFührer. Hitler se encaminó al dormitorio de Röh
lo despertó bruscamente. «Atadlo», fue su ordenEdmund Heines (un objetivo prioritario de loataques de Katz) estaba en la cama con su propichófer. Ambos fueron acribillados a balazocuando intentaron levantarse. Los SS iban y venía
por los pasillos, que retumbaban con los grito
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Entonces Hitler se retiró a la Casa Parda, lugar dan gratos recuerdos para él, mientras por tod
Alemania empezaron a repiquetear laametralladoras y la oleada coordinada de arresto
umarios y de asesinatos prosiguieron durante laiguientes setenta y dos horas.
En París los acontecimientos fueron vistos co
atisfacción, pero fue en Moscú, como veremodonde se siguieron con tal interés que abrieronuevas vías de acción. En este contexto, debeñalarse que los archivos muestran que durante l
campaña, el mismo Radek mandaba a sus agente
en Berlín que encontrasen modos de implicar a loprincipales dirigentes de las SA.34 Inmediatamentdespués de la muerte de Röhm, se editó un tercer definitivo libro, una vez más anónimamente escrit
por Katz, lleno de una documentación falsificadpor dos trabajadores literarios del apparat : BrunFrei y Alfred («Konny») Norden. Se titulaba E
ibro blanco sobre las ejecuciones del 30 de juni
de 1934.35
El libro blanco tenía como objeto rematar lo
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argumentos de los Libros pardos y revisar eistado de los principales inculpados ncendiarios de las SA de tal manera que l
versión comunista estuviera coordinada con l
ista real de los lugartenientes ejecutados dRöhm: Karl Ernst, Walter von Mohrenschild otros. El libro blanco da la impresión de ser untento de cuadrar todas las versiones del evento
poner en consonancia dos campañas paralelas ddesinformación, la soviética y la nazi.Se ha de añadir que el manuscrito del Libr
blanco fue revisado meticulosamente en Moscpor Dimitrov, quien en aquellos días hacía mu
pocas cosas que no fueran supervisadas por emismo Stalin en persona.36
Aunque Röhm era el segundo hombre má
poderoso de Alemania, hasta el proceso judiciano había figurado entre los nazis más visibleAntes del proceso de Leipzig, siempre habícedido el protagonismo a Hitler, a Goering, Goebbels y a otros. Pero ahora el líder de las SA
de súbito y contra su voluntad, pasó a acaparar l
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atención mundial cuando corrió la noticia de quel héroe de la nueva masculinidad alemana era uhomosexual.
Y es verdad, Röhm lo era aunque apenas s
upiera. Münzenberg y Katz lo hicieron famosmediante una propaganda fraudulenta y algunafalsificaciones. He aquí cómo lo consiguieron.
Una de las afirmaciones más persistentes de lo
ibros pardos es que Marinus van der Lubbe erhomosexual. La noción perdura hasta la fechcomo noticia que la gente ha oído vagamente upone que sabe sobre el pirómano: er
homosexual. No hay la menor prueba al respecto
Fue un total invento de Katz, urdido en algúmomento de 1933 durante un viaje a Holanda coun periodista de ese país.37
La mentira sólo tenía un propósito. Se trataba d
vincular sexualmente a Lubbe con Röhm. En 1933no como ahora, los periódicos serios npublicaban por lo general información sobre lohábitos sexuales de una persona a menos quformara parte de una noticia importante. Hast
entonces, la homosexualidad de Röhm era alg
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abido por un círculo reducido de enterados. Percuando Katz inventó pruebas de lo que parecía unaventura de Röhm con el hombre que habíncendiado el Reichstag, la noticia apareció en la
portadas de los periódicos de todo el mundo.La supuesta prueba para montar el fraude fue u
documento que el apparat inventó o adquirió alguien interesado en el asunto y del que no s
abe nada hasta la fecha. Consistía en una lista dnombres de muchachos, muchos encubiertos coalias. Un tal «Herr W.S.» lo presentó en econtraproceso de Londres. Se trataba en realidade un agente de Katz, que declaró ser amigo d
cierto «doctor Bell» cuya principal tarea en lvida era conseguir muchachos para Röhm. Emédico alcahuete prudentemente había guardaden secreto este inventario de nombres com
«seguro de vida».«Herr W.S.» declaró que el doctor Bell le habícontado que había conocido a Van der Lubbcuando éste hacía autoestop en 1931. Al parecerl«gracioso», entregó el jovencito Lubbe a
Obergruppenführer Röhm. Es de justicia comenta
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que por las fotos que le han sobrevivido, Van deLubbe era un joven excepcionalmente feo, caepelente. Sus facciones con ojos bizcos eran d
una bobaliconería simiesca. Movía torpemente s
cuerpo blandengue y daba una impresióbufonesca. La mera noción de que fuer«gracioso» es un absurdo.
Nada importó. El Libro pardo proseguía con l
fabulación de «Herr W.S.»:«El doctor Bell sacó unos papeles de un armari
ecreto. Mostró una página y dijo: “Esta es la listde amantes de Röhm. Si alguna vez la publico
Röhm es hombre muerto”. Me mostró la lista qucontenía unos treinta nombres. Recuerdperfectamente que uno de ellos era Rinus seguidde un apellido holandés que empezaba por Va
der».
38
La noticia era sensacional y se propagó por emundo entero.
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Todo era un fraude. La información del Libr
ardo y del contraproceso sobre las atrocidadede las SA era verdadera, pero no menomanipulada. A menudo esta información er
exacta. Provenía de muchos contactos encubiertopero en especial de ciertas filtraciones de loficina central de Policía en la Albrechstrasse dBerlín.39
No está claro quién escudriñaba los archivos eese lugar tormentoso. Podía tratarse de comunistaque todavía trabajaban para la policía berlinesaDurante la República de Weimar, la policíberlinesa había sido socialdemócrata,
«izquierdosa», al menos lo suficiente para que e933 muchos comunistas y simpatizantes aú
estuvieran en sus filas. Una posible segunda fuentpodrían haber sido los mismos nazis, elemento
vinculados a la nueva Gestapo con un manifiestnterés en desacreditar a las SA, en especial senían el visto bueno de Hitler. Un personaje d
esa categoría era Rudolf Diels, un malhechor que ganó rápidamente la confianza de Hitler y qu
operaba servilmente siguiendo las instruccione
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que venían de arriba. Una tercera posibilidad soos conservadores no nazis, auténticos creyentes e
el honor del Reichswehr , horrorizados ante lo quveían cada día en este espantoso centro de intrig
violencia policiales. O pudo haber sido unngeniosa combinación de las tres.
El más famoso de estos conservadores era uoven abogado llamado Hans Bernd Giseviu
quien durante la segunda guerra mundial sirvicomo contacto secreto para la inteligencinorteamericana y fue un importante miembro de lconspiración de Von Stauffenberg de 1944 parmatar a Hitler, el esfuerzo final del Reichsweh
por lavar su honor y salvar a la patria.40 En scargo en la Prinz Albrechstrasse, el joveGisevius participaba en una callada perndignada conspiración que intentaba socavar la
SA. Colaboraba con su inmediato superior, otrconservador no nazi llamado Arthur NebbeSabemos que esto implicaba sustraer ficheros pasárselos a la clandestinidad antinazi. Sin dudagran parte de esta información apareció en la
campañas de Münzenberg. La ironía del asunto e
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que, si Gisevius era la fuente, entonces le estabhaciendo el juego a Hitler.
De hecho, es harto probable que Hitler supiero que estaba haciendo. Y que se sintier
encantado. Consideremos el extraño curso de estoacontecimientos.
Una semana después de finalizado econtraproceso de Londres, Hitler —con un enfad
verdadero o fingido— cesó de súbito a RudoDiels, su sicario personal en la policía, debidpresuntamente a las filtraciones que habían ido parar a la propaganda de Londres. Diels parecihaber caído en desgracia; Hitler estaba hecho un
furia. Diels escapó a Checoslovaquia, donde sumoreó que amenazaba con hacer «incómodaevelaciones» si no se le volvía a dar el poder. Y
ciertamente muy pronto Diels volvió a su cargo. A
os ojos de Gisevius y Nebbe, este retorno era efin. Diels era su archienemigo. Con la exoneracióque ellos mismos le habían causado, estabaeguros de que las acusaciones se tornarían contr
ellos y con una añadida venganza. Pero no. El dí
que volvió Diels, convocó a Gisevius a s
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despacho y le recibió con muestras de cariño amistad. ¡Sorprendente! A Gisevius no se le iba fusilar, sino a promocionar. ¡A un nuevo cargoSería el contacto especial con la Gestapo
¿Dónde? ¡Nada menos que en el proceso dencendio del Reichstag!
Diels detestaba a Gisevius. La promoción debide ser ordenada por el Führer el día anterio
cuando, durante el reintegro de Diels, el jefe de lnovata Gestapo había recibido órdenes directadel mismísimo Hitler.
Estas se referían en exclusiva al incendio y siduda incluyeron la promoción de Gisevius. A
final, Hitler informó a Diels de que su primerorden absolutamente confidencial y prioritariería enterarse de todo lo que pudiera sobre «Her
Röhm y sus amistades». Hitler hizo una pausa par
que el mensaje calara. Entonces, añadió: «Estpuede ser la misión más importante de scarrera».41
Otra fuente de contactos entre el Reich nazi y lo
oviéticos puede que fuera cierto general y oficia
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de inteligencia llamado Von Bredow, entoncedirector de la inteligencia militar en e
eichswehr . Se sabe que Bredow mantenía unocomplejos contactos clandestinos con otr
organización de rusos blancos que, al igual quKatz, tenía su sede en París y se la conocía com«el círculo Guchkov». Los agentes soviéticos lhabían infiltrado. Un informe digno de confianz
del Departamento de Estado norteamericano decíen 1940 que Otto Katz había intervenido como e«correveidile» entre Bredow y los soviéticos. Poencima de si era verdad o no, encaja perfectamentcon la información disponible. El mism
memorándum sostiene algo de gran interés: «Katconoce los secretos de la Casa Parda».42 Comexperimentado oficial de inteligencia cuya primerealtad era el ejército y en su calidad de no naz
Bredow tenía todos los motivos para asistir Katz, ya que conocía los secretos de la intrig«parda» para atacar a las SA, en especial si sasistencia contaba con la tácita aprobación decanciller, aunque después del 30 de junio, esa
actividades podrían haber proporcionado
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Bredow una información altamentcomprometedora para Hitler entre sus camaradanazis. Si creía que estaba a salvo y en el bandganador, cometió un error. La misma noche de l
purga sangrienta que él mismo había contribuido crear, Bredow caminaba hacia su casaparentemente a salvo de cualquier peligro. En eumbral, se encontró con agentes de las SS qu
acaron sus revólveres y, sin mediar palabra, lmataron a tiros.43
Otra maquinación contra las SA es un casargamente olvidado de desinformación conocid
como el «memorándum Oberfohren». Hay prueba
que sugieren con fuerza que esta extraordinarifalsificación fue generada por Gibarti, el viejugarteniente de Münzenberg. Fue a través de u
frente de prensa que él dirigía, la Oficina d
nformación Alemana,44
bajo completo controoviético, según los Archivos Centrales, quambién indican un elaborado papel para est
«servicio de prensa» en futuras campañas.45
El doctor Ernst Oberfohren era un profeso
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germano de ciencias políticas de mediana edaque se convirtió en un miembro bastante soso nada espectacular del ala conservadora deReichstag. Como conservador, era tan hostil a lo
nazis como a los comunistas, aunque su partidoos nacionalistas alemanes, quedó atrapado en e
campo gravitacional del fascismo y fue uncómodo aliado de la coalición derechista en la
primeras semanas de Hitler en el poder. Estalianza indignó a Oberfohren y verbalmente sopuso a quienes en su partido imaginaban que erposible «instruir» y disciplinar a Hitler. Paralirse con la suya, hizo por lo visto maniobra
bastante deshonestas. Se le desenmascaró, dimitide su escaño y fue presa de una crisis nerviosaCuando sus peores temores se hicieron realidad, epobre hombre se suicidó el 6 de mayo de 1933.
La desesperada muerte de un alto protagonistdio una oportunidad de oro al apparat . AOberfohren ahora se le podía citar, sin temor ningún desmentido, como la «fuente» para lahistorias secretas sobre la perfidia de las SA qu
filtraba para ese entonces Gibarti a la prens
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británica, en especial al Manchester Guardian
Las directivas secretas de Karl Radek, ahora a luz de los archivos moscovitas, explícitament
ordenaban a su gente a que hiciera uso deanchester Guardian como principal plataform
de prensa para esta campaña. Sin duda, utilizabcontactos ya asignados y coordinados por la gentde Münzenberg.46 Como punto culminante, l
Oficina de Información Alemana hizo público u«memorándum» supuestamente escrito poOberfohren (o por un periodista próximo a éusto antes de apretar el gatillo. En él, hacecuento de todos los horrores que ha presenciado
Logró titulares sensacionales en todas partes.Era una pieza pura de propaganda falaz
posiblemente escrita por el mismo Gibarti. E«memorándum Oberfohren», al igual que el rest
de la campaña, exonera a Hitler de esos malePromociona y admira al Reichswehr al tiempo qudemuestra que Röhm y sus hombres representauna amenaza para la legitimidad germanaDescribe a Hitler no como el dueño de l
ituación, sino como un segundón que est
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perdiendo el control de los perros rabiosos de laSA.47 Oberfohren dice que la alianza de Hitler coHindenburg no puede sobrevivir con las hordafascistas que amenazan a ambos. Describe a Röhasistido por Goering y Goebbels) determinado levar a cabo un golpe de Estado contr
Hindenburg, la coalición y el Reichswehr , sobrodo contra el Reichswehr .48
Esta fantasía de que Hitler de algún modo ncontrolaba la situación probó ser peculiarmentaceptable. Esta misma idea fue creída por amplioectores de la inteligencia norteamericana duranta guerra, incluyendo a gente próxima a Alle
Dulles, y lo mismo le sucedió a muchoalemanes.49
El mismo día de la gran purga, mientras lopelotones de fusilamiento rompían la calma d
Wiesse y de Múnich y acribillaban a grandeeminencias en sus propios despachos, un altcargo de la policía berlinesa fue a decirle a Hitleque Himmler era un peligro, que estaba matandgente y que tenía demasiado poder.50
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Uno se pregunta si Hitler no estalló en una de suegendarias risotadas demenciales.
Dos días antes de las Navidades de 1933 e
mundo entero se quedó estupefacto con la noticide que Van der Lubbe había sido condenado morir en la guillotina mientras los demás acusadode Leipzig quedaban absueltos. ¡Absueltos
Goering y la prensa nazi aullaron de indignacióhasta que apareció una nueva consigna afirmandque la absolución era prueba de la independenciudicial en el régimen de Hitler. Torgler pront
desapareció en un campo de concentración. A
Dimitrov, Popov y Tanev se les trasladó dLeipzig a la cárcel de Moabit, en las afueras dBerlín. Allí se les retuvo durante dos meses hastu regreso a la Unión Soviética. Mientas tanto
Münzenberg prosiguió su campaña y Hitler puliu plan contra Röhm. Luego, a finales de febrero
exactamente a un año del incendio, los búlgarofueron puestos en libertad sin previo aviso volaron triunfantes a Moscú.
Misión cumplida.
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Un episodio literario bastante revelador marcel fin idóneo de este evento fundacional, pero aúmisterioso, de la segunda guerra mundial. Uno
pocos días después de dictada la sentencia, doalemanes asociados con el Comité dnvestigación del Proceso de Leipzig, en otra
palabras, Katz y algún subalterno anónimo
visitaron a André Gide y André Malraux con lpropuesta de una misión en Berlín. Durante toda lcampaña de Dimitrov, a Gide y a Malraux se lehabía usado incesantemente en todo tipo dactividades, desde peticiones de firmas hast
presidir las reuniones de protesta más elegantes da inteligencia parisina.51
Pero esta nueva misión aún parecía máatractiva. Gide y Malraux viajarían a Alemania
e presentarían (con una maleta de peticiones) antel mismísimo Hitler. Bueno, si no era Hitler, podíer Goebbels.
Y ellos usarían su prestigio como los máeminentes literatos de Europa para presionar
favor de la pronta puesta en libertad de Dimitrov.
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Astutamente, Katz o sus hombres apelaron a lmagen de aventurero que de sí mismo tení
Malraux, su creencia de ser el T.E. Lawrence galoUna importante fantasía de Malraux era s
dentificación con el famoso aventurero y agentecreto británico.
Al cabo de algunos días, L’Humanité anuncique Malraux y Gide, la juventud y la sabidurí
unidas, la conciencia hecha carne de Europaviajarían al corazón del terror hitleriano parescatar a Dimitrov de su encarcelamiento. El 2 d
enero, la víspera de su partida, Gide cenó en casde los Malraux con dos amigos, ambos mu
próximos al aparato comunista de propagandaAlix Guillain y Bernard Groethuysen. Toda lcharla giró en torno a la vecina y mayor confidentde Gide, una mujer llamada Maria va
Rhysselberghe, o como Gide la llamabcariñosamente, «la Petite Dame». La Petite Damadoraba a Gide; actuaba en muchos aspectos comuna esposa postiza, su compañera cotidiana, lmujer con quien Gide podía ser como era y n
estar solo. Vivían en el mismo edificio y cuand
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Gide estaba en París se veían varias veces al díaSin embargo, de vuelta a su apartamento y sin econocimiento de Gide, Maria van Rhysselberghescribía un copioso diario repleto de su
conversaciones, un verdadero inventario de todaus idas y venidas. Era una biógrafa secreta qu
dejó tras de sí un informe sobre la vida de Gidque es tan absorbente como fehaciente.
Todo lo que sucedió en torno a la visita a Berlífue fielmente anotado en el diario secreto de lPetite Dame. El ambiente era de entusiasmo.
Aunque seguramente ni Gide ni Malraux labían, el viaje era insensato y fraudulento. Un
vez que partieron de la Gare de l’Est y entraron eAlemania, la prensa dejó de informar. Ldesaparición de la atención informativa era ecorrelato exacto de la atención del aparato. Kat
no parece haber tenido el menor interés en lo quus embajadores pudieran decir o no a Hitler Goebbels. Lo único que importaba era que se lehabía visto partir. Tal como Katz debe de habeprevisto, cuando los dos prohombres llegaron a l
capital alemana, ni un solo nazi importante estab
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en Berlín. Todos, Hitler y Goebbels incluidos, shabían ido a Múnich para asistir a una conferencidel partido. Tampoco había nadie del otro bandodel apparat clandestino, para darles l
bienvenida. Ellos se apearon del tren, fueron ahotel y de allí al Ministerio de Información en lWilhelmstrasse. Sólo estaban las secretarias. Lodos representantes de la conciencia europea n
mantuvieron reunión oficial alguna con nadie.Malraux y Gide decidieron dejar una cartdirigida a Goebbels. A juzgar por el estilo, ydiría (sin seguridad) que el autor fue Gide. Samentaba explícitamente de la ausencia d
Goebbels, explicando que en toda Europa la suertde los búlgaros causaba una creciente angustia que era deplorable que no pudieran regresar Francia portando la noticia de la inminent
iberación de los prisioneros. No hay la menomención de Torgler en el campo de concentraciónEntregaron la carta a un funcionario y los doescritores partieron.52
Por lo que he podido reconstruir, eso es lo qu
ealmente sucedió. Treinta y ocho años más tarde
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a propia versión de Malraux de loacontecimientos contradice totalmente lo quacabo de narrar. Durante una entrevista en 197con Jean Lacouture, Malraux insistió en que él
Gide fueron llevados ante la presencia dGoebbels, a quien manifestaron sus reclamacioneMalraux cita lo que afirma que presuntamente fua respuesta del Reichminister. «Lo que ustede
buscan es justicia», se supone que dijo Goebbel«A nosotros nos interesa otra cosa, la justicigermana.» A lo que el nacionalista fraseólogMalraux dice que Gide contestó con un débi«Hélas!», su solitaria contribución a la discusión.
Por lo que yo puedo determinar, esta historia euna completa falsedad. Está claro que los nazimportantes no estaban en Berlín aquel día. Si, po
alguna razón, Goebbels regresó imprevistamente
aún no había salido, lo que queda es la carta, dcontenido ampliamente divulgado, cuyo mensajprincipal es deplorar la ausencia de GoebbelAdemás, todos los estudios sobre Gide sounánimes al afirmar que los dos escritores n
estuvieron con nadie de relevancia política. Est
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ncluye el testimonio de la Petite Dame en sudiarios escritos inmediatamente después de habediscutido el asunto con Gide y Alix Guillain.
La versión de Malraux es un fraude.
Resulta fácil entender que un hombre del amopropio de Malraux podía haber inventado sencuentro en los dominios del mal para ocultar eeconocimiento, aún lacerante para su vanida
política —casi cuarenta años después de quhaber sido vilmente utilizado—, de que en saspiración (compartida con Gide) por recoger eegado de Víctor Hugo y de Émile Zola como erand homme des lettres, la conciencia de Europa
implemente, había hecho el ridículo.Sin embargo, mientras pergeñaba la historia d
u reunión con Goebbels, Malraux manifestó sospecha, basada en una información que no lleg
a precisar, de que mientras él y Gide actuaban ea charada berlinesa, «Hitler y Stalin ya estaban punto de confabularse».53 En 1972 Malrauxministro de Cultura con De Gaulle, estaba en unituación privilegiada para tener la mejo
nformación sobre el tema.
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En cualquier caso, Gide y Malraux sencontraron en Berlín con tiempo en sus manoTípico de él, Malraux intentó tener una reunión coun gran hombre, Oswald Spengler, el autor de L
decadencia de Occidente. Pero Spengler estabfuera de la ciudad. Intentó entonces ver a sfamilia política, ya que los padres de ClarMaliaux eran judíos alemanes que hacía much
iempo que residían en Francia. Pero tampocestaban los Goldschmidt. No hubo suerte. Para eautor de La condición humana, la misión eBerlín resultó una completa pérdida de tiempo.
Gide al menos pudo salir y pasarse la tarde en u
bar gay.54 Siempre le había gustado esa parte de lvida berlinesa e incluso en fechas tan tardías, seimeses antes de la carnicería de la PurgSangrienta, aún era posible encontrar allí u
rémulo recuerdo de Weimar bajo los tilos.
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5 El acuerdo
Y así las cosas, el hecho es que eacontecimiento que originó la campaña antifascistde Stalin fue casi con seguridad la coberturnecesaria para el primero de una serie de acuerdo
con Hitler y el gobierno nazi. El de Dimitrov sólfue un primer paso para poner en marcha toda unestrategia política global de Stalin. Ya vendríaotros acuerdos instigados por uno u otro bando.
Poco antes de la madrugada del 3 de julio d934, tres días después del comienzo de la Nochde los Cuchillos Largos, el cimbreante avióprivado de Hitler aterrizó en el aeropuerto dTempelhof en Berlín, llevando de regreso a
Führer tras las noches y los días sangrientos dMunich. En la pista le esperaba un tenso comité dnazis veteranos reunidos para dar la bienvenida aíder ahora absolutamente indiscutible y saluda
una nueva era de política gangsteril. Al frente de
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grupo, que se dividía entre asesinos y futuravíctimas, se contoneaban Himmler y Goering.
La débil luz del alba contenía una apropiadviolencia de rojo sobre negro. Al pasar ante lo
hombres mudos y con el brazo en alto, Hitleparecía lento y mareado. Miraba al vacío. Lemblaban los labios y arrastraba los pies a
caminar como si estuviera pisoteando hojas seca
o basura.1
Minutos después de la medianoche del 30 dunio, la Noche de los Cuchillos Largos, Stalialudó la nueva era con una reunión similar d
asesinos y de futuras víctimas. Convocó en e
Kremlin para después de medianoche al Politbur a los jefes de los servicios de inteligencia par
evaluar la situación. Su conducta en esa reunión dmadrugada fue calma, metódica y totalment
calculada. Poseía una información, que habílegado a su despacho con sorprendente rapidezde una exactitud notable. Cuando abrió la boca, loicarios de Röhm aún estaban siendo ametrallado
en sus camas.2
Vale la pena destacar quiénes fueron lo
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participantes. Para empezar, no se había invitado ningún representante del ejército a escuchar lo qupensaba Stalin de un acontecimiento quransformó totalmente la situación militar europea
Parece que Stalin no tenía el menor interés en qualgún militar conociera su pensamiento. El grupestaba dominado por gente de los servicioecretos, incluyendo a J.K. Berzin, el inmediat
uperior de Walter Krivitsky, que desertaría cuatraños más tarde. J.K. Berzin volverá más adelante nuestra historia como un poderoso personajecreto durante la guerra civil española.3 Hub
otras cosas raras esa noche. Por ejemplo, sentad
cerca de Stalin estaba un participante cuypresencia puede resultar inexplicable a primervista.
Se trataba de Karl Radek, el viejo camarada
valedor de Willi Münzenberg. En ese momentostentaba el pomposo título de director del Burde Información del Comité Central del PartidComunista. De cara al mundo, era un famosbolchevique que escribía importantes columnas e
svestia y hacía acto de presencia en evento
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culturales. Nada de eso justificaba su proximidaa Stalin aquella noche. La verdadera razón de spresencia no era visible.
Stalin abrió la reunión con unas observacione
generales sobre la política nazi. Se basaban en unexcelente información, gran parte de la cuaprovenía de los espías que trabajaban en Alemanicomo miembros de la clandestinidad antifascista
Hitler, dijo, estaba lidiando en ese momento covarios adversarios —enemigos peligrosos extremistas— de su política «moderada»desleales derechistas monárquicos del ejército adicales nazis como Röhm. Esa gente era incapa
de la inequívoca lealtad que el resto del ejércitalemán daba de forma tan impresionante a sFührer.
Por fortuna, Hitler acabaría esa misma noche co
esos problemas. En cuanto a los europeos, Stalipredijo (correctamente) que sus lídereconsiderarían el cambio como una muestra dflaqueza por parte de Hitler. Estaban equivocadoHitler no saldría de esa noche debilitado, sin
como el personaje más «poderoso» (una de su
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palabras favoritas) de Europa. El Führer se estabprobando a sí mismo. Y por supuesto, esacarrearía consecuencias profundas para lpolítica soviética.
Por tanto, dijo Stalin al comité, la políticoviética quedaría vinculada a la alemana. Lueg
Krivitsky resumió la postura del dictador. «Staliiempre había creído que se debía llegar
acuerdos con un enemigo poderoso. La noche de30 de junio le convenció de la fortaleza de Hitler.Y añadió: «El curso de la política soviética coespecto a la Alemania nazi siguió este dictado d
Stalin. El Politburó decidió que a toda costa debí
nducirse a Hitler a llegar a un acuerdo con egobierno soviético».4
Fue —o pareció ser— así de simple. En medide la misma Noche de los Cuchillos Largos, Stali
anunció su política: «Lograr un acuerdo con Hitlepese a inconvenientes o rechazos».5 Cinco añoantes del pacto, el curso de los acontecimientos yestaba marcado. Los asistentes captaron emensaje. Krivitsky no indica que Karl Radek, e
íder del movimiento antifascista sentado cerca d
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Stalin, demostrara la más mínima sorpresa eaquel momento.
Radek no demostró sorpresa porque no la tuvoEstaba entre los pocos elegidos que conocían l
verdadera estrategia de Stalin desde el principiouna política dual frente a Hitler que consistía en uabierto antifascismo más un secretapaciguamiento. De hecho, Radek pudo ser e
único dirigente completamente consciente dedoble juego. Era el bolchevique de mayocategoría más íntimamente vinculado con lcampaña antifascista que orquestaba Münzenberen las democracias occidentales.6 Asimismo, er
el emisario secreto de Stalin para lanegociaciones con el embajador alemán cuyobjetivo era apaciguar a Hitler y preparar eerreno para el pacto. Y ¿por qué no? ¿Qué mejo
cobertura que el antifascismo para un emisariemejante?7
Radek era un viejo amigo de Walter KrivitskyAmbos eran judíos polacos en un mundo rusoambos eran protegidos de Felix Dzerzhinsk
Radek solía visitar el despacho de Krivitsky en l
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Lubyanka para charlar sin muchos tapujos con samigo. Parte de la mejor información que tenemoobre Radek en esos cambiantes y engañosoiempos proviene del testimonio de Krivitsky. N
da la impresión de saber que Radek ya negociabcon los alemanes, pero el conocimiento que teníde la situación podría haber sido un golpremendo para las miles de personas que e
Europa y en América se comprometían en lcampaña contra Hitler y el nazismo, tantas vececon riesgo de la propia vida.
«Colirio estratégico para idiotas» es comdenominó Radek a la campaña en presencia d
Krivitsky. En cuanto al ataque de Hitler contra locomunistas, únicamente los «imbéciles» podíamaginarse que la Unión Soviética «se pondría e
contra de Alemania debido a la persecución naz
de comunistas y socialistas».8
La campañantifascista era una mera maniobra, «un asunto dalta política». Stalin «no tenía la menor intencióde romper con Alemania». Y, por cierto, Krivitskafirma que en 1933-1934, ningún miembro de la
altas esferas del aparato —supuestament
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ncluyendo a Münzenberg— «soñaba» con unuptura real con Alemania.9 No cabe la meno
duda de que la campaña antifascista tenía supropósitos estratégicos: unía a la izquierdanducía al rearme en las democracias
conformaba la base emocional para una renovadealtad a los soviéticos. Pero lo que realment
buscaba Stalin y casi desde el principio era un
alianza con Hitler.10¿Una alianza con Hitler? En 1939, cuando e
agente desertor se lo contó a los servicios secretooccidentales, se le trató como si fuera un dementeCuando los gobiernos rechazaron a Krivitsky, ésthizo pública su información. Sus artículos fuerovituperados por la izquierda y provocaron ugeneral escepticismo en los demás. ¡Alianza co
itler! Era el producto de un desvarío, materia
cómico, absurdo; prueba de que Krivitsky era ufraude y probablemente un monstruo.11
Pocos meses después de publicado el testimonide Krivitsky, se firmó en Moscú el PactGermano-Soviético, exactamente en la fecha qu
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había predicho que se firmaría. El absurdo sconvirtió en profecía.
Y la profecía era notablemente acertada. Desd939 el tiempo ha confirmado la mayoría de la
aseveraciones de Krivitsky. Por ejemplo, en 193dio una idea general pero precisa sobre lconspiración en Cambridge de Philby y BlunTambién esbozó en términos generales per
fehacientes la penetración del aparato en egobierno de Roosevelt, dos aventuras llevadas cabo con los auspicios de unos ideales que Radepromocionaba públicamente pero que descartaben privado.
A lo largo del estío de 1934 se sucedieron lonformes secretos sobre la purga de las SA. Stalios leía uno tras otro, absorto. Estudiab
meticulosamente cada documento. Famoso por lahoras que se pasaba en el despacho, el colegial deerror hacía sus deberes, página tras página
Mientras pergeñaba sus grandes planes, ningunminucia se le pasaba por alto. Cada detalle er
válido. Esta diligencia maduraría en los asesinato
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de Kirov y en el Gran Terror, acontecimientos quempequeñecerían la sangrienta purga nazi.12
Una importante diferencia entre los domonstruos radicaba precisamente en esa lentmaquinación. La tiranía de Hitler se define por lmpaciencia. El austríaco era rápido y l
velocidad era su fortaleza. Desarmaba a loadversarios con el relámpago teatral de s
violencia. Por su parte, Stalin era lento, la lentitupersonificada. Hitler actuaba pronto; Stalin, afinal. Stalin poseía el alma del burócrata; Hitler, ldel actor. El terror de Stalin no debe nada aefectismo; todo su poder se basaba en un
everidad inconmovible y anónima. Se dice que eos años treinta era raro que los moscovita
pronunciasen el temido nombre mientras que el dHitler era gritado con el terrible «Heil Hitler!
cada vez que se encontraban dos personas. ParStalin, la paciencia era el principal instrumentdel asesino, y su venganza, no menos cruel que lde Hitler, podía esperar casi una eternidad. Eran lortuga y la liebre del totalitarismo.
Y ahora la tortuga consideraba cuál sería s
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próximo y muy lento paso.
*
El uso de la campaña antifascista comcobertura del apaciguamiento de Hitler y de lanegociaciones es uno de los más osados brillantes actos de vil duplicidad en la historipolítica. De hecho, fue algo tan absoluto en sraición a los valores morales más esenciales de l
política contemporánea que incluso a cincuentaños de distancia aún es difícil de aceptar comprender. Sin embargo, se trata de alg
básicamente simple.Stalin impuso una política dual, en apariencicontradictoria, pero coherente en la realidad. Unvez que Hitler estuvo en el poder, la estrategia dStalin fue estabilizar sus fronteras orientaledirigiendo la agresión nazi contra las democraciaoccidentales. De haber guerra, quería que fuerentre Alemania y Occidente, mientras él quedabal margen del conflicto tras la seguridad de un
alianza con Hitler. Parece haber asumido qu
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Hitler sería tan cauto como él. Estabcompletamente convencido de que los alemaneamás se embarcarían en una guerra de dos frente
Por supuesto que, pese a su considerabl
admiración por el tirano de Berlín, Stalin nquería que Hitler ganase. Su idea era destruir Hitler y a las democracias en una tercera guerrmundial que acabaría con la intervención de
Ejército Rojo en territorios ya preparados por suervicios secretos y sólo cuando los combates dverdad hubieran cesado. Entonces, él, gángstecontra gángster, podría apuñalar por la espalda un rival ya maltrecho por los combates.13
Por tanto, el objetivo era doble. Primero, diriga agresión germana contra el Oeste. Para ello
Stalin necesitaba que las democraciaeaccionaran contra la amenaza nazi. Con ese fi
e organizó la campaña antifascista.En segundo lugar, a fin de asegurarse de quHitler realmente marcharía hacia el Oeste, ermprescindible que hubiera unas negociacioneecretas que permitieran una división estable de l
Europa Oriental, una asistencia mutua y
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eventualmente, una alianza firme. Tal fue eobjetivo de las misiones de Radek ante eembajador alemán. Por supuesto, ninguna de lapartes fue sincera. A Stalin no se le pasaba por l
cabeza la cuestión de la sinceridad.En cuanto al socialismo europeo, podí
uponerse que todos los recursos del Komintern sconsumirían en la crisis que le estaba preparand
Hitler en Berlín, pero Stalin tenía otro enfoqueVeía los acontecimientos alemanes desde unperspectiva muy distinta. Ante el auge del nazismono tenía la sensación de rabia y temor que se lpodría haber supuesto al líder del comunism
mundial.14
Al dictador ruso no le quitó el sueño el asesinatde la democracia alemana a manos de Hitler. Todo contrario. Había sido su apuesta desde e
principio. Incluso el ataque de Hitler contra ecomunismo alemán no era un nubarrón tan negrcomo para que Stalin no pudiera entrever un rayde luz. Es verdad que la Gestapo estaba violandos domicilios comunistas y que los dirigente
alemanes ya estaban en campos de concentración
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Es verdad que los gamberros callejeros que habíapuesto sus músculos al servicio del partido ahore ponían las camisas pardas y desfilaban al so
de una nueva música.
Pero ¿este nuevo enemigo no era absolutamentde recibo? En absoluto. Era harto improbable quos comunistas alemanes pudieran conquistaegalmente el poder. E incluso en el caso d
ograrlo, una Alemania comunista con una línepolítica equivocada podría resultar peligrosamentndependiente. Por otro lado, un buen acuerdo co
Hitler ayudaría a purgar el comunismo alemán desos elementos sospechosos. Que lo haga Hitle
pues. Además, Stalin creía que su clase de podeen Europa requería el colapso del orden «burguésestablecido. También creía, correctamente comuego probaron los acontecimientos, que Alemani
ólo sería suya después de una guerra. Era umarxista-leninista después de todo. Suponía quodo lo que destruyera el orden establecido l
beneficiaba.15
La suya era una visión excepcionalment
penetrante y de largo alcance. Fueron numerosa
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as coincidencias con lo que realmente sucedió ea segunda guerra mundial. Pero hubo un gra
descuido, típico de la tortuga en su relación con liebre.
Simplemente Barbarroja no se esperó lnvasión alemana. Al menos, no con tantrontitud .
Documentos capturados del Ministerio nazi dExteriores revelan que Stalin comenzacercamientos al máximo nivel y absolutamentecretos con el gobierno nazi casi inmediatament
después de que Hitler se hiciera con el poder e
933. Las conversaciones tuvieron lugar en lembajada alemana en Moscú, pero no a través deministerio soviético, sino de un más selectemisario ajeno a la burocracia. Este emisario fu
Radek.
16
Antes de que Hitler llegara al poder, eantifascismo público de Stalin había sido retóric ambivalente; expresaba la teoría marxista y siturgia correspondiente. El fascismo era e
íntoma de que la sociedad burguesa se caía
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pedazos, de que el desenmascarado capitalismo sdesestabilizaba y de que todo se encaminaba a sevolucionaria agonía final.
Stalin puso en práctica esta conocida teoría
Previo grandes cosas en la demolición de WeimaComo devoto bolchevique, siguió al pie de la letra política Zimmerwald de Lenin, sin dar cuartel
ningún partido de la izquierda no soviética, todo
ellos «socialfascistas», todos condenados desaparecer. Y si Hitler podía realizar esta tareamejor que mejor.
Incluso existió la posibilidad de ayuda militaoviética a los nazis. Durante los años veinte
hasta 1933, secreta y públicamente Stalin habíconcertado con Alemania un puntual intercambide asistencia militar. Después de mayo de 193Stalin dio por terminada esta ayuda, pero aun a
Radek fue autorizado a mantener viva lposibilidad de una colaboración militar nazoviética. Ciertamente, éste se manifestó efusivo entimental al respecto. «Hay unos muchacho
magníficos en las SA y las SS», dijo Radek a su
contactos germanos. «Ya lo veréis. Llegará el dí
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en que arrojarán granadas de mano en nuestrnombre.»17
Incluso cuando el fascismo se transformó en un
preocupación prioritaria para los comunistas, sratamiento pasó por diferentes fases y en pos d
diferentes objetivos. El antifascismo de El libr
ardo puede asemejarse mucho al del Frent
Popular. Para un lego, pueden parecer idénticoEl anterior antifascismo, pese a todas sudecepciones, fue un instrumento genuino de lpolítica estalinista del palo y la zanahoria coespecto a Alemania. El Frente Popular fue má
adicalmente engañoso. No hay duda de que ldea todavía era presionar a Hitler en pro de l
deseada alianza, pero añadió a la Gran Mentira eEuropa una siniestra agenda doméstica de n
menor importancia.En un grado significativo, el Frente Popular fuun frente propagandístico para el Gran Terror. Lcampaña de Stalin para aniquilar todo vestigio dpensamiento político independiente dentro de l
Unión Soviética coincide precisamente con l
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campaña para proclamar el pluralismdemocrático y la apertura en el Oeste. El Frente a Purga fueron preparados al unísono. La fech
culminante de ambos fue 1936 y muy en especia
937. Para la primavera de 1938, con los crímenecasi terminados en Moscú, Stalin empezó desentenderse de la operación de propaganda. Eel verano de 1939 la había congelado po
completo.El evento propulsor del Gran Terror tuvo eignificativo modelo de la Noche de los Cuchillo
Largos y de la oleada de miedo consecuente. En lmedianoche del 1 de diciembre de 1934 sei
meses después de que Stalin se hubiera inmerso eel estudio de la purga nazi, todo Moscú despertcon las ululantes sirenas y los frenéticos focos duz que iluminaban el cielo. Por la radio y po
altavoces en las calles, llegó la terrible noticiaSerguéi Mironovich Kirov, el amado camarada dStalin, acababa de ser asesinado en Moscú. Esmuerte formaba parte de una confabulación contra Revolución.
El mundo leninista estaba a punto de se
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desmembrado en público y morirían millones deres. Gente a la que no hacía mucho se habí
proclamado como salvadores de la humanidad mupronto se arrastrarían por los tribunales soviético
confesándose monstruos del mal y rogando que ses ajusticiase. Stalin era perfectamente conscient
de que este desagradable espectáculo harímenester unas cortinas de humo en Occidente
alguna fuerza de propaganda que contrarrestara laoleadas de duda y revulsión que seguramente sproducirían, incluso entre los más fieles. Esta fuuna de las razones por las que se proclamó l«táctica» del Frente Popular en aquel precis
momento. Se la promocionó como el indispensablvínculo que uniría a todos los pueblos de buenvoluntad contra el fascismo. Esta sería la segundigazón con los soviéticos. Ninguna person
decente podía oponerse al Frente Popular, pese os juicios.Los propagandistas de Stalin se escandalizaron
Sin duda, esa matanza tan pública, tan extremaalienaría a los inocentes. Stalin no le dio ningun
mportancia. Les replicó: «Europa se lo tragar
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odo».18
Una vez más, tuvo razón.
París fue el centro para coordinar el alcanc
europeo del Terror, aunque el foco pronto pasó España, donde se expandió con una matanza a graescala de los indeseables que aún circulaban baja cobertura de la guerra civil española. Antes d
eso, las tareas incluyeron desde la falsificación ddesinformación hasta concertar una selecta muestrde ametrallamientos, envenenamientos coestricnina y asesinatos con hachas y garrotes devolucionarios sobrantes a lo largo y ancho d
Europa y América. Los blancos eran cofrecuencia comunistas o ex comunistas. Y, poupuesto, estaba Trotsky. Otra víctima fue Ignac
Reiss, «Ludwick». Cuando le llegó finalmente s
hora, es casi seguro que Münzenberg estuvpresente. Mientras el Frente Popular spertrechaba para llevar a nuevas cimanimaginables la ortodoxia estalinista y s
producían millones de muertos en la Unió
Soviética, éstas eran las nuevas y verdadera
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esponsabilidades del aparato.Stalin se preparaba para el 1 de septiembre d
939.
*
Karl Radek fue la oculta eminencia gris de todoestos acontecimientos que conducirían a la guerrael movimiento antifascista, la búsqueda del pactoel Terror. Dentro del Kremlin, también fue emotor de lo que podría denominarse el estalinismntelectual. Catherine Károlyi le recuerda en un
magnífica recepción que, en honor de Georg
Bernard Shaw, se dio en la embajada británica dMoscú en 1931, «sobre una balaustrada con unblusa rusa negra» en concentrada conversación coLady Astor, «muy pálido y con una barba a lAbraham Lincoln y el aspecto de un communar
francés».19 Gustav Regler le recuerda en 193bebiendo mucho en una recepción en la casa dcampo de Máximo Gorki, con el cuello de lcamisa abierto en la mesa del banquete, fascinand
a Malraux y a las celebridades literaria
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extranjeras y lanzándose a hablar.peligrosamente. Sus colegas bolcheviquecallaban, paralizados por el miedo.20
Desde su juventud revolucionaria, Radek habíestado marcado por una especie de feroz ansiedadpero también había en él algo cínicodespreciativo, destructor. Su mente scaracterizaba por una especial aleación de cinism
certidumbre. Al igual que Brecht y su protegidKatz, al igual que muchos de los mentirosos máexpertos, sus razonamientos le convencían de qucualquier cosa importante, realmente importanteestaba basada en una falsedad. Como resultado, l
falsedad se convirtió para él en una clase dverdad. Para Radek, duplicidad era una palabrmágica. Este punto de fe, contradictorio y potentee hacía arrogante y lo instalaba en una perpetua
fácil victoria ante la estúpida credibilidad de lonocentes. Estaba seguro de que la vida era unmentira. Y eso, creía él, le hacía tener siempre lazón. Era el intelectual ideal de Stalin.
Porque era un intelectual, uno auténtico. En u
círculo lleno de hombres tenaces y aburridos y d
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malhechores inteligentes, era un genuino hombrpolítico y literario en la clásica tradición europeaPolaco y judío, sus modales y su aspecto eran lode un revolucionario cultural alemán, con un
excepcional tendencia a la conspiración. La intrigera su especialidad. Se convirtió en un fogospeón revolucionario para Dzerzhinski cuandcumplió los dieciocho años. Su relación con e
fundador de la moderna policía estatal fudefinitiva.21 Luego vino Lenin. Incluso antes de lRevolución, Radek ya era su asesor de prensa y sexperto en política alemana. Después de lRevolución, Radek figuró entre los fundadores de
Komintern y se le confió que prestara especiaatención a la propaganda y a su servicio secreto.
Radek alcanzó la cima de su carrera, perentonces dio un grave paso en falso. Tras e
fallecimiento de Lenin, apoyó a Trotsky contrStalin en la batalla por el poder. Este error dio poerminada su primera etapa de éxitos. E
noviembre de 1927 Stalin le envió al exilio apueblo de Tomsk, completamente alejado de l
vida política soviética. Radek no estaba hecho d
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un material muy duro; el exilio pronto destrozó sebeldía y él empezó una maniobra minuciosa e
pos del perdón de Stalin, lo que dio su fruto pudo retornar a Moscú. Pero no fue un regres
riunfal. Se le relegó a un apartamento escuálido gélido en el sótano de un edificio de arrabaRadek era un hombre al que se le acababan loecursos. Se le borró la alegría juvenil. Caminab
encogido y arrastrando los pies. Iba a morir eaquel sótano. Algo más era menester.En 1930 encontró ese algo y la suerte de Rade
dio un giro de ciento ochenta grados. Del sótano smudó a Dom Pratisetsvo, un edificio d
apartamentos reservado para los miembros mámportantes del gobierno. Su piso era magnífico
Tenía una vista deslumbrante del Kremlin y del ríMoscova. También gozaba de línea directa con e
despacho de Stalin.22
Se desconoce de qué se valió para cambiar sestatus de este modo pero la estratagema debió der impresionante. El rumor más difundido no est
aceptado por todos los historiadores, pero Trotsk
su secretaria de confianza, Van Heijenhoor
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afirmaron que Radek utilizó el sótano y su anteriovinculación con Trotsky para actuar como cebpara los trotskistas clandestinos aún en Moscúobre todo para un alto oficial de la NKVD
lamado Blumkin. La traición de Radek les llevante el pelotón de fusilamiento.23
Sea como fuere, el hecho es que Radek recuperel favor de Stalin de una forma espectacular. E
933 y 1934 era muy difícil encontrar a algúcolaborador más íntimo del dictador: cerebro gride la línea antifascista, emisario ultrasecreto antos nazis, asesor en todo lo concerniente a l
política cultural y su invisible mano derecha e
asuntos internacionales. Pese a su pomposo título a su alto cargo en Isvestia, Radek estaba casi todel tiempo en su piso, a menudo echado en el graofá frente a la vista de las torres del Kremlin
haciendo lo que siempre había hecho mejoreyéndolo todo y calculando cada ángulo de lanoticias. A su alrededor, había revistas, periódico manuscritos en cinco idiomas. Controlaba desdames Joyce a la NKVD, desde la relación d
Malraux con Aragon al último chisme sobr
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confabulaciones de algún refugiado alemán. Nade le pasaba por alto. Leía y calculaba. Y sobrodo, esperaba que sonara aquel teléfono ta
especial.
Sonaba constantemente. Radek se habíconvertido en el hombre de confianza de Stalin, eel colaborador más importante de todos.
Mientras tanto, se avecinaba el Terror. Vistdesde fuera del prisma totalitario, la lógica deTerror parece impenetrable. ¿Por qué? Un régimedesea cambiar un equipo de dirigentes por otrmás satisfactorio. Pues muy bien, ¿por qué n
cesarlos? ¿Reemplazarlos? ¿Hacerlos caer edesgracia si es necesario? Sin duda, a Stalin lhubiera sido muy fácil alejar del poder a sucamaradas en desgracia. ¿Por qué matarlos y en eproceso empezar una oleada de matanzas hastalcanzar millones de víctimas en toda la sociedad¿Por qué? El Terror rojo compite con eholocausto nazi como ejemplos magistrales de unmalignidad sin motivo aparente.
Pero eso es ver las cuestiones del poder, de l
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ociedad humana y de la culpabilidad desde laperspectivas humanistas o religiosas quustamente pretendían destruir las ideologíaadicales de este siglo. Un principio básico de l
KVD era que el sistema necesitaba el arresto, lortura y la muerte de gente totalmente obediente
es decir, inocente, ya que sin un terror al azar, lonocentes jamás tendrían miedo. Y el mied
proporcionaba coherencia al Estado soviéticincluso ideológicamente). Desde esta perspectivaparte de esa malignidad sin motivo aparente encajen su sitio.
Por supuesto hay mucho más: por ejemplo, est
claro que el totalitarismo de Lenin favorecía laparición y el encumbramiento de cierta especide personalidad política. El éxito alcanzado poStalin no fue un accidente en los anales del mal. E
istema marxista-leninista se basaba en el terropolicial, la delación y el poder absoluto, y ashabía sido desde el principio. Jamás hubo umomento en que estos elementos no dominasen lcultura política. Y era una cultura que favorecí
con toda naturalidad la clase de sensibilidad d
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Stalin, un hombre inmensamente inteligente astuto, obsesionado por una necesidad sádica paranoica de venganza, inmune a cualquier cariñhacia sus semejantes y convencido de que la
únicas motivaciones humanas con sentido eran lambición y el miedo.
Pero el pensamiento de Stalin, en especial sobrel Terror, también estaba influido por la ideología
ncluso en su forma «pura», el marxismo-leninismantifica necesariamente al Terror, tal como antede 1930 ya lo había demostrado el culto leninistde Dzerzhinski. Como todo bolchevique, Staliconsideraba que el Terror era un instrumento de l
Revolución.Asimismo, era fiel a la teoría marxista en s
creencia de que los valores y compromisondividuales carecen relativamente de sentido e
a gran dialéctica histórica. Ya que los individuono hacen la Historia, sus cualidades especiales nienen la menor importancia. Todo el mundo eeemplazable. Si sucede que el sistema autónom
arroja a esta o a aquella persona al basurero de l
historia, ¿qué importancia tiene? La pérdida de u
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ndividuo carece de sentido.En consecuencia, si el mariscal de camp
Tukachevsky está consolidando de forma brillanteacaso demasiado brillante, al Ejército Rojo par
una confrontación con Hitler, es correcto que seeliminado. Hitler estará más tranquilo; se hiquidado una amenaza para el sistema. Mañan
mismo el ejército tendrá otro excelente marisca
de campo al mando, sin capacidad para oponersal partido ni a su líder. ¿Quién puede objetar? Srataba nada más que de aplicar radicalmente leoría marxista.
También era una maquinaria imparable d
mediocridad y de crímenes.Tras el asesinato de Kirov, el Terror agrup
ecretamente sus fuerzas. Por supuesto, los doprimeros grandes objetivos, Kamenev y Zinoviev
fueron arrestados de inmediato, pero no scelebraron sus juicios hasta un año y medidespués, hasta agosto de 1936. En el ínterin, reinuna relativa calma. Sin duda, se eliminó a miles dpersonas carentes de importancia, es decir, gent
que no era del partido, por medio de palizas qu
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no fueron noticia, de asesinatos en sombríoótanos, de pelotones de fusilamiento y de batida
generalizadas. Pero aparte de estos hechontrascendentes, 1935 fue un año tranquilo.24
En esa falsa calma, se creó el Frente Popular.
El Frente Popular fue la alianza antifascista deKomintern con la izquierda no estalinista
Dimitrov anunció su existencia durante el VCongreso de la Internacional celebrado en agostde 1935. Ya que hacía años que los delegados shabían dedicado a sabotear y difamar a lo«socialfascistas» que ahora debían abrazar, se vi
obligado a definir la esencial mendacidad deproyecto desde el inicio. «Camaradas», dijo a lnmensa e inquieta sala, «recordaréis la antigu
historia de la guerra de Troya... El ejércit
atacante no logró la victoria sin recurrir al famoscaballo de Troya. Entonces, pudo penetrar en emismo corazón del campo enemigo.»25
De ese modo, se hizo encajar el Frente Populaen el esquema y se lo instaló, irresistiblement
noble, en el amanecer de Occidente.
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La celebración de la nueva era de buenoentimientos con la garantía de esta paz fu
bulliciosa y desbordante. En París, Nueva YorkHollywood y Londres una nueva variedad d
ortodoxia estalinista se convirtió en el elementcultural y de moda dominante de la época. Casningún personaje cultural de relieve se salvó de snfluencia. Stalin había vuelto a tener razón
oponerse al Frente sería considerado indecentecasi equivaldría a apoyar a Hitler. Los buenodeseos de una época estaban asegurados.
En París el espectáculo cultural del año fue eCongreso en Defensa de la Cultura celebrado e
unio de 1935 en la Salle Mutualité. Desfilaroodas las celebridades literarias de Europa, desd
E.M. Forster a Pasternak y Malraux. Tal vez fue emayor espectáculo jamás concebido para l
«guerra de ideas». El congreso pareció ser lculminación de la colaboración entre Gibarti Münzenberg, esos dos inventores del congrespolitizado de escritores, pero Babette Gross negotundamente que Münzenberg hubiera tenido alg
que ver con él y yo no he encontrado prueba algun
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de que Gibarti o Katz hayan estado presentes. Lofondos secretos parecen haber provenido de MijaKolstov, amigo de Katz e íntimo de Stalin.26 Ecierto que el evento no estuvo abiertamentelacionado con Münzenberg, a quien se mantuv
aparte porque los servicios franceses lo vigilabaestrechamente. Y sin duda era de capitamportancia que el patrocinio soviétic
permaneciera en secreto y la presencia comunistal mínimo, aunque la sala estuviera llena de cabo abo con los «sospechosos de siempre».
De cualquier manera, Gibarti y Katz erapresencias importantes aunque invisibles en lo
Frentes Populares de Londres y Nueva York. ELondres se fundó el Left Book Club bajo ldirección de Katz y es probable que con fondoecretos.27 Mientras tanto, Claud Cockburn, e
amigo de Katz, fundó Week , un pequeño pero munfluyente periódico. Cockburn actuabeguramente a las órdenes de Katz y Wee
canalizaba la información que proporcionaba eapparat .28
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En alta política, el crisol trágico del FrentPopular era España, donde importantes hombrede Münzenberg como Katz y Alvarez del Vaydesempeñaron papeles de primer orden. Como s
rataba de una guerra del Frente Popular, tambiéfue el principal territorio europeo al que sextendió el Terror.
En las relaciones franco-soviéticas, el moment
culminante del Frente Popular fue la gira dpropaganda de André Gide por Rusia. Coincidicon dos hechos: la puesta en marcha del gobiernde Blum en París y la muerte de Máximo Gorkacaso por asesinato, seguida por su funeral oficia
en Moscú durante el mes de junio de 1936. Parambos eventos, se echó mano de todas lariquiñuelas de la guerra de ideas mientras e
dictador se preparaba para los juicios d
Zinoviev, Kamenev y sus camarada«conspiradores» que tuvieron lugar en agosto.Con los juicios, se destapó el Terror. Lo
procesos resultaron un gran éxito. Zinóviev Kamenev leyeron al pie de la letra sus textos. Su
«confesiones», casi sin paralelo en la literatura d
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a abyección, formaron la base para justificanuevas purgas, encarcelamientos y ejecuciones. Aos dos se les había prometido el perdón a cambi
de la cooperación, pero por supuesto tan pront
hubo acabado el espectáculo, se enviaron sendopelotones de fusilamiento para escoltarlos hastos sótanos. Cuando los soldados irrumpieron ea celda de Zinóviev, éste se dio cuenta al instant
de lo que iba a suceder. Se echó al suelo, rogó cou voz chillona que le concediesen el perdón y dia impresión de estar histérico. Esto provocó qu
uno de los jóvenes de la NKVD sacara sevólver, obligase a Zinóviev a entrar en una celd
adyacente y le disparara allí mismo un tiro en lcabeza. Al enterarse Stalin de lo sucedido, quedmuy impresionado. Concedió una medalla aasesino de Zinóviev.29 Años más tarde, a Stalin l
divertía inmensamente que su criado, un hombrlamado Pauker, imitara el miedo del viejevolucionario y lo caricaturizara durante la
borracheras a altas horas de la noche quconstituían el esparcimiento favorito del dictado
Le encantaba en especial cuando Pauker s
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arrastraba por el suelo y se aferraba a las sillamientras imitaba el acento judío de Zinóviev hacía una parodia de la oración hebrea, «Ohescucha Israel».30
La tortuga se movía ahora con rapidez, capaz dorprender, capaz de súbitos giros aterradore
Tres semanas después de la conclusión del juicioel 27 de septiembre de 1936, se produjo uno d
os hechos más inesperados. De golpe pero eecreto, Karl Radek fue arrestado. Pocos días máarde, Münzenberg llegó a Moscú. En vez de teneu acostumbrada reunión con Radek, se le inform
de forma totalmente confidencial que ya no l
vería más.Mientras Münzenberg escuchaba, una nuev
manifestación de miedo debió de llegarle al alma
Karl Radek era muy astuto. Sin duda, conocía adedillo la capacidad de traición de su gran jefencluso antes de su arresto, por lo visto invent
alguna clase de estratagema como «seguro dvida». En la Lubyanka, se resistió co
determinación a sus interrogadores. Cuando lo
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otros acusados chantajeados le pidieron qucooperara, contestó que lo haría sólo cuando emismo Stalin en persona le dijera que no moriría.
En aquel momento, Radek tomó asiento en s
celda y escribió una extensa carta. Era personapara Stalin y se desconoce el contenido, pero fuo bastante fuerte como para que Stalin s
presentara al día siguiente en el edificio de l
KVD. Allí los dos mantuvieron una largconversación a puerta cerrada. No se sabe de lque hablaron, pero cuando terminó Radek era otrhombre. Resultaba evidente que se habíconvencido de que Stalin le temía más muerto qu
vivo. Había logrado hacer algún pacto por svida.31
A partir del instante en que Stalin abandonaquel día el edificio, Radek cooperó en todo. Tre
meses después, en enero de 1937, durante suicio, llevó a cabo una actuación abyecta coingular regodeo, corrigiendo a Vishynsky cuand
el ebrio fiscal farfullaba y se trababa; Radek scondenó a sí mismo con entusiasmo. Su
declaraciones fueron seguidas con especial interé
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por los otros jerarcas y, muy especialmente, pouna delegación muy atenta de la embajadalemana. Su testimonio era carnaza auténtica deégimen, una víctima propiciatoria para el nuev
giro del Terror.32
El veredicto condenó a todos los acusados a lpena capital, a todos menos a Radek. Lmpusieron diez años de prisión. En ese momento
Radek se volvió a la sala, hizo una tímida mueca yencogiéndose de hombros, levantó las mano«¿Quién lo sabía?»
¿Quién ciertamente? Los verdaderos objetivo
del juicio contra Radek y sus «secuaces en lconspiración» serían las próximas víctimas deTerror: Nikolái Bujarin y el mariscal de campTukachevsky.
Tukachevsky nos interesa especialmente. Radefue acusado de ser un espía alemán, un ardid qucomportaba el mérito especial de explicar sucontactos secretos, reales y plenamentautorizados, con los alemanes y así se evitaba qu
os nazis o cualquier otro cayeran en la tentació
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de utilizarlos de un modo perjudicial. En sdeclaración, Radek hizo un firme desmentidoAseguró al tribunal que el mariscal Tukachevskno sabía nada, absolutamente nada de s
ntercambio de «ciertos materiales» con loalemanes. Estas palabras equivalían a una pena dmuerte anunciada. Al leer la noticia en la prensoccidental, meses antes del arresto d
Tukachevsky, Walter Krivitsky se volvió a smujer y le dijo que el mariscal era hombrmuerto.33
En aquel mismo momento, en un laboratorio da Gestapo se falsificaban unos documentos qu
pretendían demostrar que el mariscal Tukachevskramaba tomar por asalto el Kremlin al frente d
una unidad renegada del Ejército Rojo, asesinar Stalin y conquistar el gobierno soviético.34
Las fuentes de esta desinformación eran loervicios secretos soviéticos en colaboración coa Gestapo. Como de costumbre, ambos gobierno
quedaban servidos. Hitler usaría lafalsificaciones para librarse de cierto personal d
a Wehrmacht que consideraba poco leal mientra
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que Stalin dispondría de todo lo necesario parapresar a los miembros del estado mayor deEjército Rojo y fusilarlos a todos. ¿Por quiquidar al alto mando? En parte, para aplacar
Hitler; en parte, por sus propias razones.35 Staliborraría de un solo plumazo la amenaza a spolítica alemana y también la amenaza a smismo.36
El mariscal Tukachevky era un hombre munotable. Aunque nacido en la baja aristocracizarista, era un comunista convencido. Jamás se hpresentado la más mínima prueba de fuentes nestalinistas que pudiera poner en duda su lealtad a Revolución. Era una persona culta, políglotantelectualmente ágil y con un toque de ironía. Si
duda, se trataba del militar ruso más inteligente du generación y uno de los más brillante
miembros de todo el gobierno. Había viajadextensamente. Conocía muy bien Alemania y sejército. Ese conocimiento le había convertido eel más poderoso partidario de prepararse para unpronta confrontación con la amenaza nazi. Est
postura implicaba caer en la peligrosa situación d
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que sus opiniones no resultaran del agrado dHitler ni de Stalin. Entre 1935 y 1936 habíogrado consolidar el Ejército Rojo. Gozaba d
una extraordinaria popularidad entre los mandos.
Cada uno tenía su propia razón, pero lodictadores coincidieron. Había que ocuparse dTukachevsky.
Y lo hicieron.
Así como el Frente Popular corría paralelo aTerror, la guerra de ideas en París corría paralela esta conspiración. Mientras proseguía ediscurso antifascista, los servicios secretos s
cuidaban muy mucho de que el letal intercambientre los dos dictadores se mantuvierabsolutamente a buen recaudo, a prueba dfiltraciones y sin que dejara la menor huella.
La trama contra Tukachevsky fue preparada poos soviéticos, pero Hitler decidió participar poc
antes de fines de 1936. Eso sucedió cuando Radelegó a un acuerdo en su celda carcelaria. E
mismo Stalin había planeado a qué manos debí
legar el dossier Tukachevsky.37
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En diciembre de 1936 Walter Krivitsky se reunien París con su inmediato superior entonces eEuropa, un hombre llamado Slutsky. Sencontraron en la terraza del Café Viel en e
Boulevard des Capucines, cerca de la Opera dParís. En esta reunión, Slutsky ordenó a Krivitskque congelara sus actividades antigermana«Hemos abierto el camino hacia un pront
entendimiento con Hitler y las negociaciones haempezado. Estamos progresando.» En cuanto aantifascismo, añadió Slutsky, «no hay nada parnosotros en este cadáver en descomposición ques Francia con su Front Populaire».38
Luego llegaron a la parte especial de la misiónA Krivitsky se le ordenó que seleccionara doagentes que pudieran hacerse pasar por oficialealemanes y que los tuviera a mano en París. No s
e comunicó que dichos agentes serían utilizadopara asesinar a uno de los más conocidoenemigos de la NKVD de esos tiempos, un líder da emigración ruso-blanca en París, el genera
Miller. Su muerte sería usada en el juicio contr
Tukachevsky.
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El material incriminatorio contra Tukachevskfue entregado a Reinhardt Heydrich a través de loagentes soviéticos en París inmediatamentdespués del juicio a Radek. Las falsificacione
alemanas basadas en esa documentación shicieron bajo la supervisión de Heydrich eAlemania. Hitler en persona vio las falsificacioneen mayo.39
Naturalmente estas operaciones requeríaagentes de absoluta confianza que trabajasen ecompartimentos estancos. En París uno de locentros de la intriga nazi-soviética fue unconfederación de perdedores políticos conocid
como la Unión de Veteranos Zaristas, un grupo dviejos soldados aferrados a la hebra cada vez máfina del honor castrense y fieles a la sociedad quos bolcheviques habían destruido. El líder de l
Unión era el general Miller, que estaba dedicado abotear aquella victoria irreversible y a dirigas actividades de los derrotados. Como era d
prever, la organización de Miller soportaba todipo de infiltrados, lo que la convertían e
erritorio propicio para toda clase d
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conspiraciones. Tenía en su seno a incontableagentes soviéticos, algunos de ellos relacionadocon Katz.40 El segundo de a bordo era un tageneral Skoblin, cuya mujer era una famoscantante rusa de baladas, Nadezhda PlevitskayaAmbos eran agentes soviéticos. Además, lespecialidad de Skoblin era el contacto con lonazis.
La primera misión de Skoblin fue hacer llegar oídos alemanes que Tukachevsky estabconspirando con el estado mayor alemán. Cuandesta información llegó a su despacho, Heydriceconoció de inmediato que se trataba de un
mentira, pero decidió usarla como desinformaciócontra ciertos enemigos locales. El principiector del proceso de Leipzig se estaba volviend
algo habitual.
Mientras tanto, se pergeñó la información contrTukachevsky, una información que inclusuperaba la del informe adulterado. También e
este caso se contó con fuentes nazis. Se la hizcircular por una red como si el destinatario fuer
Stalin y, de paso, llegó a varios personajes de l
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política europea a quienes convenía engañar. Luta elegida resulta reveladora y curiosa: eervicio de inteligencia checo del president
Edvard Benes.
Benes era un político indiscreto de quien spodía esperar que hablaría sin pensárselo doveces. Una broma que circulaba entre lodiplomáticos de la época era que las tres mejore
maneras de conseguir información en Europa era«el teléfono, el telégrafo y el teleBenes».41 Cuandel servicio secreto, asistido por su mano derechaHubert Ripka, le pasó esta desinformación, ecrédulo Benes se sobresaltó. ¿Qué es esto
¿Traición? ¿En el Ejército Rojo?No perdió un segundo en informar a Stalin
ambién al servicio secreto francés. Stalin quedencantado de que los franceses pensasen que e
fraude era algo auténtico. Mientras, haciendo galde una solemne perplejidad, escuchó el aviso dBenes.
En la política europea de aquel momento no ernada baladí el que Benes estuviera convencido d
a culpabilidad de Tukachevsky. Según Isaia
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Berlin, hasta una persona que desconfiababsolutamente de Stalin como Winston Churchiquedó persuadido de que Tukachevsky era uraidor y de que el mensaje de Benes era sólido.42
Pero ¿cómo le llegó la historia al servicicheco? ¿Quién fue el remitente?
Sabemos que el origen de la ruta fue París; l«fuente» fue identificada como alemane
antifascistas. Esto significa que el agente tenía quoperar en París y estar bien relacionado con lclandestinidad antifascista. Debía operar a un altnivel, pero no ser conocido por los militantecomo hombre de la NKVD. También tenía qu
haber sido conveniente que tuviera algunexperiencia en la secreta colaboración nazoviética. No sorprendería nada que este hombr
haya sido un protegido de Radek.43
El número de agentes en activo en París quuvieran todas las características necesarias pareste perfil no era muy alto. Pero sólo uno de elloas tenía todas, incluyendo el requisito crucial der un informante de confianza de la gente cercan
a Benes, de gente como Hubert Ripka, el prime
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ministro de Benes.Es el momento de recordar al lector la respuest
que me dio Babette Gross sobre el posible papede Otto Katz como agente nazi; su respuesta fu
que había sido amigo de Hubert Ripka en emomento oportuno.44
*
Es muy poco claro el papel desempeñado poMünzenberg en la política de sosegamiento de lonazis. Babette Gross apunta marzo de 1936 coma fecha en que Münzenberg reconoció que e
Frente Popular era un fraude. Pero sin duda, se ldebieron de despertar las sospechas bastantantes. Ignazio Silone, que le conoció bien, opinabque, pese a su atractiva personalidad y al fervor du antifascismo, era «tan cínico como el resto d
ellos».45 Ciertamente no le tenía ninguna simpatía la idea democrática y, durante 1935 y gran partde 1936, aún ponía a la Revolución por encima dodo. ¿Estaba al tanto de la diplomacia secreta d
Stalin?
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Con Radek hablando con relativa libertad, con lque sabía Krivitsky y con la probablparticipación de Katz, da toda la sensación de qua conocía. ¿Lo sabía todo? ¿Tanto como Katz? ¿O
como Reiss? Las respuestas a estas incógnitaeguramente murieron con él.
Pero en la práctica, desde el momento dearresto de Radek, Münzenberg supo que el Terro
ahora se movía en su dirección. Vivía con unuevo miedo y con una nueva relación con epoder. Ya no servía a la Revolución. Ahorntentaba salvarse de ella.
La última vez que Willi Münzenberg vio a OttKatz fue durante el pacto. Münzenberg había hechu ruptura y con gran cuidado se movía hacia l
oposición abierta, viviendo en París y editandie Zukunft . Se protegía estando a la luz pública.
Un día estaba sentado en un café dMontparnasse en el que entró Katz. Münzenberg ndejó pasar la oportunidad.
«¡Otto Katz!», exclamó en voz alta.
Katz se quedó de piedra. Entonces empezó
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ecibir la andanada de sarcasmos que le lanzMünzenberg en voz bien alta para que todo emundo pudiera oírle. Y la terminó haciéndole unapreguntas. ¿Para quién trabajas ahora? ¿Stalin
¿Hitler? ¿O acaso para Benes?Katz se puso lívido y abandonó el café si
pronunciar una sola palabra. Por lo que dijo, spuede suponer que Münzenberg conocía el curs
ecreto de los acontecimientos. Fue su últimencuentro.46
*
Eso es lo que se sabe. A mediados de los añoreinta, los dos Estados totalitarios bajo l
cobertura de su mutuo odio estaban negociand
una alianza a fin de posicionarse ante la guerr
que se avecinaba. A medida que cobraba forma l
uerra de ideas, los dos servicios secreto
utilizaban esta lucha para proporcionars
desinformación contra los enemigos locales d
cada uno. Así, Stalin usó la Gestapo par
desacreditar y destruir a Tukachevsky y el alt
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mando del Ejército Rojo, mientras Hitler usab
al Komintern y la operación de Münzenberg par
desacreditar y destruir a Ernst Röhm y las SA.Fue un acuerdo que tuvo por tapadera e
«antifascismo». Desde el punto de vista éticoepresenta una traición a todos aquellos que s
alistaron en la lucha antifascista comimpatizantes idealistas. Y desde el político
formó parte de un acuerdo más amplio qudesembocó en la segunda guerra mundial.El final de Radek pasó desapercibido. El 30 d
enero de 1937 salió de su piso en Moscú y no se lvolvió a ver jamás. Hay varias versiones de lo qu
e sucedió. Solzhenitsyn afirma que, pese a spoder real o imaginario sobre Stalin, simplemente le fusiló. Alexander Orlov, un veterano de lKVD próximo a estos acontecimientos, sostien
que, al principio, se le acomodó relativamentbien para poder dar una apariencia de arrestdomiciliario bastante suave y convencer así Bujarin para que cooperara en su caso. PorquBujarin fue encarcelado apenas se cerró el caso d
Radek. De ser así, el improbable buen trato dur
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o que tardó Bujarin en tragarse el improbablcebo.
Otra versión afirma que a Radek le sacaron de spiso y lo despacharon al más sórdido y gélido d
os campos de trabajo del subártico siberiano. Ale hundió en el mundo de los escuálidos preso
muertos de frío y de hambre, en harapos entre laatas y los insectos. Se dice que sobrevivió do
años.La exacta forma de su muerte es objeto ddebate.47 Una historia dice que murió en una pelecon otro preso. Esta versión tiene una sugestivvariante. Cuando Lenin y Rádek se hicieron con e
poder, los bolcheviques se embarcaron en unerie de experimentos con el objeto de aniquila
esa abominable excrecencia burguesa que es lfamilia. Como resultado de esta política, que s
complicó con la guerra civil, los desastrenaturales y el hambre en el Volga, la UnióSoviética se llenó de bandas de huérfanodepauperados y antisociales, grupos desesperado ambulantes de niños, los bezprizornii. Vivía
mendigando y robando. En los años veinte, mucho
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visitantes afirmaban con frecuencia haber vistbandas de niños pordioseros que eran echados golpes de culata de las estaciones de ferrocarrpor los soldados del Ejército Rojo.
Quienes sobrevivieron, crecieron. Las bandas dniños ambulantes se convirtieron en bandas dadultos antisociales, brutales, incontrolablecriminales, una auténtica amenaza. A veces l
KVD los apresaba y los ametrallaba en masaOtras, eran enviados a los más remotos campos drabajo forzado del Artico para que allí muriera
como esclavos.La historia cuenta que, en algún momento d
939, una banda de monstruos procreados por lRevolución acorraló a Karl Radek en el patio da prisión. Ahora él estaba muy distante de l
historia. Tenía a su alrededor el invierno asesino
el grupo de miserables anónimos de lRevolución. Alguien le arrojó al suelo. Entonceiguiendo los impulsos con que habían vivido, lo
bezprizornii empezaron a patear y aplastar contra tundra la cabeza de aquel hombre que tanto s
había enorgullecido de su inteligencia.
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La diosa Némesis es cruel. Cruel e ingeniosa.
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SEGUNDA PARTE
El caso del traidor
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6 Cambridge West
La mansión Courtauld en Portman Square eLondres alojó hasta 1989 a una de las grandenstituciones mundiales para el estudio de l
historia del arte. Aunque el edificio es muy grand
—tiene ochenta habitaciones—, su discrecióarquitectónica la convierte en un ejemplo ideal desa contenida elegancia aristocrática que instaló emperio británico en el corazón de su capital
mediados del siglo xviii. En semejante casa, eduque de Chesterfield debió de recibir a sunvitados al pie de las tres Gracias. Bajo e
pórtico neoclásico, había dos llamadores. Uno erpara entrar en el Instituto Courtauld. El otro
aparte, tenía marcado «Residencia del Director».En la mañana del 23 de abril de 1963 un hombr
lamado Arthur Martin, un investigador deervicio de contraespionaje británico, se acercó
a puerta e hizo sonar el timbre. En aquel tiempo
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el director del Courtauld era un hombre delgadofrío y distante; como intelectual se trataba de umuy prestigioso historiador y connoisseur de artque llevaba en ese cargo desde 1947. Lo seguirí
estando hasta su retiro diez años después. Slamaba Sir Anthony Blunt.
Esta no fue de ningún modo la primera de ladecorosas charlas de Sir Anthony con e
contraespionaje británico. Tediosos encuentrocomo éste se habían sucedido desde hacía docagotadores años, desde la desaparición de dohombres, Guy Burgess y Donald Maclean, cuydeserción a la Unión Soviética en 1951 se habí
convertido al instante en una de las noticiaensacionales e imperecederas de la polític
contemporánea.Formaban una extraña pareja. Los dos s
conocían desde sus días universitarios eCambridge, nunca habían intimado mucho y, everdad, tampoco habían simpatizado en demasíaEn el Trinity College, Donald nunca había sido lbastante rápido, brillante, homosexual
mportante como para impresionar a Burgess. A
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éste le parecía un grandullón aburrido, inseguroraumatizado por la angustia sexual y eentimiento de culpa típico de un presbiterian
escocés. Sin embargo, con sus modos dolientes
erios, Maclean había llegado muy lejos. En 195Burgess era una presencia brillante pero cada vemás gastada en los altos y medianos círculos de lvida literaria y en los ámbitos políticos
adiofónicos ingleses. Ese mismo año, a Macleae iba mucho mejor. Hasta hacía poco habíervido como miembro experimentado de l
comunidad diplomática inglesa en Washingtonahora era el principal asesor del embajador, co
acceso a la información más confidencial, eespecial sobre las relaciones entre Estados Unido Londres.1 Tal como sucedieron las cosas, duranta estancia de Maclean en Washington, Gu
Burgess fue despachado inexplicablemente a lcapital norteamericana, al parecer para librarle duna serie de escándalos entre ligeros e intolerableen que había incurrido. En Washington, Burgess spasó unos meses frecuentando, ebrio
escandaloso, los círculos medios de la comunida
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diplomática británica. Su comportamientexcesivo despertaba el rechazo a su paso. Salojaba en el sótano de otro amigo de Cambridge cuya esposa incomodó sobremanera con su
hábitos enfermizos. Sin embargo, este amigo era uhombre al que Burgess realmente se sentía mupróximo. Se trataba de Kim Philby.
Cuando a Maclean le llegó una llamada cargad
de malos augurios para que regresase de inmediata Londres, Burgess se las ingenió para regresar éambién a casa. Maclean sabía, aunque se suponí
que lo ignoraba, que se le había llamado porquestaba siendo investigado como presunto agent
oviético. Burgess también lo sabía porque todo eplan británico para arrestar a Maclean estaba a svez infiltrado, casi al máximo, de soviéticos.
La noche del 25 de mayo de 1951 Guy y Donal
estaban juntos en el coche que conducía Guy haciel último ferry nocturno para cruzar el canal desdSouthampton a Saint-Malo. Dio la casualidad dque ese día 25 de mayo Donald cumplía treinta ocho años, pero ninguno de los dos estaba par
festejos. Huían de una orden de arresto contr
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Maclean. Burgess no, sólo Maclean. Todavía sospechaba muy poco de Burgess. Su misión debíimitarse a lograr que Donald llegase
Southampton y se pusiera a salvo lo antes posible
Cuando Burgess recogió a Maclean en su casa eas afueras de Londres, Melinda, la esposa d
Maclean, preparaba una fiesta íntima para smarido. Jamás había visto a este visitante ma
encarado, que ni siquiera se había anunciado y quera una visita cuando menos inoportuna. He aquí a persona con quien el nombre de su marid
quedaría asociado para siempre. Donald, temiendque hubiese una escucha del MI-5 en la habitación
e presentó como el «señor Stiles» y dijo que «erde la oficina».
Melinda se encontró en un aprieto. Lo único qupodía hacer era pedirle al señor Stiles qu
compartiera con ellos la cena de cumpleañoCuando la comida se acercaba a su fin, Melindalió un momento del comedor. Burgess se volvi
a Maclean y le habló con su acostumbrado maono. Le comunicó que le había llegado la hora
Debían partir de inmediato, ya mismo. No era un
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ugerencia, sino una orden. Cuando su esposa dos últimos doce años volvió al comedor, Donal
Maclean se puso en pie y se excusó. Dijo: «Eeñor Stiles y yo tenemos un compromiso urgente
no espero volver hasta muy tarde. Por si acaso, mlevo una muda». Y salieron dejando a Melind
estupefacta con las sobras del pastel dcumpleaños.2
Sólo podemos imaginar lo que esos dos hombremarcados se dijeron en el viaje hacia el sur. Fuuna carrera contra el tiempo en la que casi pierdeel barco. Aunque sus nombres quedaron asociado
para siempre, Burgess y Maclean, después de supoco cordiales días universitarios, se habíaelacionado cada vez más debido a la pasió
enfermiza de su encuentro en el mutuo secreto y e
odio mutuo. La fuerza del sadismo verbal dBurgess era legendaria, y con el paso del tiempe había vuelto cada vez más chantajista y abusiv
con respecto a Maclean. Este ya tenía motivos máque suficientes para temer y detestar a su viej
camarada de universidad y de espionaje.3
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Cuando llegaron al aparcamiento del muelle dSouthampton, Burgess, más que estacionar ecoche alquilado, lo abandonó, y corrió coMaclean hacia el ferry llamado Falaise. El barc
hizo sonar la sirena en la oscuridad, ancho pesado, a punto de zarpar. Se suponía que lparticipación de Burgess en la fuga terminaba allEn Washington las instrucciones de Kim Philb
habían sido claras: «No vayas tú también, Guy»Burgess empujó a su corpulento compañero haciel embarque. A su lado, Maclean era alto encorvado. Tenía los labios lívidos por el miedoBurgess estaba al mando. Echó media libra a
encargado del aparcamiento y le gritó«¡Regresamos el lunes!». Y entonces, cuando sona sirena de partida, los dos corrieron hacia l
pasarela.
El Falaise era el último ferry de la noche. Justcuando estaban a punto de levantar la pasarelaBurgess actuó siguiendo el impulso que hacía díamaduraba, el añadido de último minuto a la intrigaSin necesidad, también saltó a la pasarela. Cuand
a costa británica empezó a desaparecer en l
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oscuridad, la historia cambió un poquitín.4
Trece años más tarde, las autoridades aún ndejaban en paz a Sir Anthony. Desde la deserció
de Burgess, Blunt todavía tenía que aguantar aburridos policías como Martin por la mera razóde que él y Guy habían sido amigos un tiempontimos, incluso. Se conocían desde los tiempos d
Cambridge, cuando Blunt había sido un profesomuy joven en Trinity College y un Guy Burgess aúmás joven había aparecido deslumbrante por lcalle High, ya equipado con la letal sonriscondescendiente y el imparable flujo de s
cháchara, por la que se le conocía como «el mejode los astutos marxistas de Londres».5 Ya era udipsómano, pero si bien el alcohol podía dejarlhecho una piltrafa estúpida y hundido en l
autocompasión, en Cambridge la bebida hacía quu natural esplendor estudiantil brillase aún máalto. El joven Anthony Blunt sólo fue uno más dos muchos que pensaron que Guy Burgess era un
de los seres humanos más brillantes y atrayente
que habían conocido.
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Pero eso era el pasado. Una inocente relación da juventud de Sir Anthony, que luego habíomado un rumbo más serio. Cuántas veceoporíferas e insoportables, tenía que explicar qu
í, que alguna vez había considerado a Guy comun buen interlocutor intelectual; y que sí, en uiempo le había atraído su indiscutible encant
personal, pero que no sabía nada de sus secreto
compromisos políticos. Nada sobre suactividades subversivas (en caso de que lo fueranen la BBC. Nada sobre traiciones o espionajdentro de la inteligencia británica, aunque paraclarar las cosas debe decirse que el mismo S
Anthony había colaborado con el servicio secretdurante la guerra. Nada sobre la actividad dBurgess como alto miembro del gabinete dClement Atlee. Blunt lo había negado todo con ta
frecuencia que hasta parecía hecho de negativaEn cada visita, este conocedor del esnobismo sentía más entretenido, más travieso, máeatralmente paciente mientras le era cada vez má
fácil negar las viejas y consabidas pregunta
Ahora Arthur Martin visitaba una vez más l
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esidencia del director y estaba a punto decomenzar el agotador y tolerado pequeño ritual.
Blunt hizo pasar a su visitante. Martin tomasiento, incómodo, frente a él. Blunt siempre l
había intimidado un poco. Entre los dos, había ungrabadora.
Entonces Martin pasó al ataque. Los servicios deguridad británicos, dijo, habían tomado posesió
hacía poco de una información bastante inequívocque probaba que Blunt había sido un agentoviético durante la segunda guerra mundial. Blun
contestó que semejantes pruebas no podían existpor la simple razón de que jamás habían tenid
ugar actividades como las que se le estabamputando. Martin insistió. Acababa de llegar d
Estados Unidos, dijo, donde había mantenido unprolongada entrevista con Michael Whitne
Straight. Blunt recibió esta información con lmirada impertérrita y en completo silencio. Ndemostró la menor reacción. Martin recordó emomento más tarde. «Pienso que le dije algo acomo “estuve con el señor Straight el otro día y m
contó sus relaciones con los rusos”.» Lueg
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describió exactamente lo que habían sido esaelaciones según las palabras de Straight.
Anthony Blunt continuó impasible, mirando Martin sin la menor señal de alarma, salvo quiz
una inmovilidad demasiado extrema en su cara dpóquer, su estrecha armadura. De súbito se habíquedado sin respuestas fáciles. No pronuncipalabra. Blunt pensaba lo más rápido que podía
posiblemente esperaba el próximo movimiento dMartin. Arthur Martin también guardó silencioCuando el silencio se prolongó lo suficiente compara que Martin se diera cuenta de que Blunt no lompería, el interrogador se inclinó hacia delant
habló directamente a la grabadora, lenta claramente. «He sido autorizado por el fiscal deEstado para darle una inmunidad formal a lprosecución.»
La expresión de Blunt continuaba siendo dcalculada reserva. Con la inmunidad, el primeemor, la cárcel, se había disipado. Su instinto l
decía que no tenía que confesar la verdad en arade su protección. Al cabo de unos instantes, s
puso en pie, se sirvió un trago muy largo y s
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acercó a la ventana. Allí permaneció un buen ratobservando con su fría mirada de experto lobrotes primaverales en Portman Square. Serínteresante saber qué miedos, qué opciones, qu
memorias de arruinada pasión pueden habepasado por su cabeza mientras el tiempo senovaba a sí mismo. La cinta de la grabador
giraba en silencio. Detrás de Blunt, sobre l
chimenea, colgaba el Eliezer y Rebeca en emanantial de Poussin, que Blunt había descubierten París mal atribuido y que había adquirido coel dinero de su íntimo amigo Victor RothschildAparte sus secretos, el Poussin era su má
preciada posesión. Martin no volvería a hablaPor último, Anthony Blunt tomó un largo trago du copa, se volvió a su acusador y dijimplemente: «Es cierto».7
La conspiración de Cambridge es la infiltracióen cualquier gobierno más investigada de toda lhistoria moderna y el más famoso episodio de lhistoria del espionaje. Casi cada año sdesenmascara a nuevos miembros; sin embargo, e
contraste con las historias de espías en las que l
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motivación es el dinero, la venganza o el mernacionalismo de baja estofa, nunca ha perdidmagnetismo este conjunto de dobles vidas en lmaginación pública. Esto acaso guarde relació
con el hecho de que sus secretos provenían casi das máximas autoridades. De no habers
descubierto a Donald Maclean, es muy probablque hubiese sido nombrado embajador británico e
Estados Unidos. Un éxito de la temporada 198del teatro West End fue una obra próxima a lealidad en la que Anthony Blunt mantenía un larg mañoso diálogo con la reina de Inglaterra. L
historia del desenmascaramiento de los miembro
de esta red se asemeja a un drama perpetuamentenovado de odios ocultos y verdades furtiva
Cada nueva identificación —el tercer hombre, ecuarto hombre— produce un nuevo reconocimient
escandaloso.A menudo, la gente se pregunta con verdaderperplejidad cómo pudo ser que tantos de estongleses privilegiados fueran «traidores a s
clase». Eso es desconocer tanto su traición com
u clase. El aparato de Münzenberg llegaba a tod
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país que fuese del interés de los soviéticosAlemania, Francia, Inglaterra, Estados UnidoHolanda, las democracias escandinavas y muchomás. En todas partes se lanzaba a organizar la
elites intelectuales, en especial donde esas eliteestaban en formación, es decir, en launiversidades. Precisamente la misma gente qunstituyó la penetración en Cambridge supervis
operaciones paralelas en Nueva York Washington, en la Ivy League y la École NormalSupérieure, de París a Berlín. La Internacional erealmente internacional. El obvio aunquaramente comprendido golpe de genio en lo
ervicios secretos detrás de esas operaciones erel simple reconocimiento de un vínculo esenciaentre el llamado «sistema» (por el cual se da entender poco más que a la elite de un paí
determinado) y lo que llamó Lionel Trilling l«cultura de adversarios», esa parte de la sociedaque, en virtud de su educación superior y sequipamiento critico, desarrolla una posiciódeterminada dentro de la clase media, basada en l
ambigüedad y en una perspectiva crítica, en l
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argumentación, el conocimiento y la protesta. Estcultura de adversarios representa una rama de laclases medias, por lo general, su ala de mayovigor intelectual y artístico. Aunque sea de form
ambigua, se siente atraída por las posturaadicales pues éstas forman parte de su visión da libertad y de la verdad. Se imagina que lolución radical demolerá la fachada burguesa
ospecha que la visión radical alcanza la verdamás profunda. De hecho, la capacidad real dcomprender o aceptar la visión radical es lo que lcultura de adversarios cree que la distingue de lnmensa clase media hipócrita y mediocre a la qu
pertenece, pero de la que quierecomprensiblemente, apartarse.
El reclutamiento de los espías de Cambridge agentes similares en todas las democracias s
basaba en este simple postulado: la cultura dadversarios es una elite. Esto es lo qucomprendían y explotaban los operativofundadores del grupo de Cambridge, ArnolDeutsch y Theodore Maly. Y lo mismo sucedió co
ese residente de la Internacional que instruyó a
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oven Whittaker Chambers en la BibliotecPública de Nueva York. A la juventud elitistpuede convencérsela de la calidad de su rebeldíaEs posible que acarreen esas presunciones hasta l
madurez y hasta el poder. Coged esa protesta en lescuela. Desarrolladla correctamenteProfundizadla; convenced de su bondad, asustacon ella, presionad con ella, ponedla en una red
Entonces habréis forjado el invisible víncul«revolucionario» entre la bohemia y el poder.
Si rastreamos las ocultas motivaciones moralede los espías de Cambridge, esos compromiso
emergen como una especie de mapa, un mapnotablemente claro, de la vida intelectual progresista británica de nuestra época. Es uetrato compuesto, aunque sea en sombras, qu
muestra a la elite de la generación heredera de lcultura de Bloomsbury, ese grupo dinámico problemático de gente al que Noel Annan dio enombre burlón, pero algo vanidoso, de «NuestrEdad». He aquí a los chicos de Bloomsbur
legando a la madurez y al poder. Su
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características son curiosamente estereotipadaaunque muy clasistas. Los espías de Bloomsburmostraban muchas de las mejores característicade su tiempo de adversarios; encajaban de form
casi demasiado natural con la generación que loprecedía. Eran los chicos del alto Bloomsbury. Ecírculo salió muy en especial de ese crucero de lestrategia cultural de Lytton Strachey que fue e
club de discusión de Cambridge, Los ApóstoleBlunt era uno de los jóvenes amigos de VirginiWoolf; también había sido el amante universitaride Julian Bell, sobrino de la Woolf. Guy Burgesa quien se le podría señalar como el últim
hombre británico de Münzenberg, fue durantmuchos años uno de los jóvenes amigos de Harol
icolson. Parece que no fue uno de sus amantepero le brindó compañía y amistad relacionándos
con él por medio del lazo sexual y social que Ssaiah Berlin ha denominado «homintern» en otrcontexto. Burgess se aprovechó concienzudamentde su amistad con Nicolson para progresar. Unazón del éxito estelar que logró con ese esfuerz
fue que asumía por completo la sensibilidad d
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Bloomsbury. Progresó en el mundo de los mediobritánicos de una manera que Strachey, emagistral manipulador de la elite de Cambridge ea generación anterior, hubiera calificado d
nnata.Pero estas características son también típicas de
eclutamiento del apparat y lo mismo se pueddecir de lo sucedido en Norteamérica, desd
Washington a Hollywood, aunque en las ciudadenorteamericanas la atracción proteica de la elitpresentara un rostro de Washington o dHollywood. Lo mismo ocurrió en Francia. Yambién le pasó a Otto Katz. He dicho que Otto er
un típico intelectual de vanguardia de su época país, el arquetipo de Weimar; manifestaba lapresunciones, los modos y modales de Piscator Dietrich, de Brecht y Feuchtwanger, en todo lo qu
hacía e incluso en todo lo que ocultaba. Ottempezó su vida queriendo ser un artista en Weima fracasó. En el fondo, no era mucho más que u
astuto diletante con algún fuego extra. Carecía do necesario para aproximarse ni de lejos a l
grandeza de Kafka; ni siquiera alcanzaba l
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distinción más modesta de su amigo Kisch. Ottuvo que contentarse con ser un espía. Pero fue e
espía perfecto. Más en el espionaje que en el arteepresentaba a su época.
Del mismo modo, la historia moral de estoescondidos idealistas de la Revolución —unotable número de los cuales reclutados con loauspicios de Münzenberg— necesariament
ncluye a muchos que encamaron las mejoredeas, talentos y valores existentes en la culturprogresista de su tiempo. La derecha tiende condenar toda la cultura de adversarios porque della salió un grupo de simpatizantes, espías
raidores. Esto es más que absurdo. En la mayoríde las democracias liberales, la cultura dadversarios incluye gran parte de lo que represento mejor de la sociedad: lo más animado, osado
creativo; lo más consciente. Fue así en la RivGauche de André Malraux; lo mismo en lbohemia de Greenwich Village donde loeclutadores del apparat lograron cosecha ta
ubérrima. Y lo mismo sucedió en los dormitorio
del Trinity College, donde en 1938 Anthony Blun
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levó a cabo su discreta campaña de reclutamientoY lo mejor es digno de recordarse.
Al hacer esta afirmación no es mi intencióevocar alguna clase de contracultura sentimenta
para justificar a estos hombres y mujeremiserables. Los espías de Cambridge fueroervidores de Stalin, estalinistas puros. Lo mism
pasó en Francia, Estados Unidos y los demá
países democráticos. No habrá perdón históricpara ellos. Nada puede borrar su infamia. Servicio a la tiranía y sus mentiras acaso fueron e
el fondo más infames que la terrible serie draiciones y crueldades que a sabiendas se llevó
cabo gracias a su complaciente colaboración. Nobstante... hay que reconocer que se aproximaron u meta maléfica y sucumbieron a ella guiados po
un conjunto de inquietudes que fueron y sigue
iendo admirables e incluso indispensablesndispensables para la sociedad y para nosotroo hay la menor duda de que sus actividade
fueron reprochables. Pero también debe vérseledesde la perspectiva de la observación d
Rebecca West: «El caso del traidor siempre e
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complejo. Se trata de un tipo necesario dpersona». De Praga a Hollywood, ése fue el caso
Desde la primera hora, Münzenberg comprendiperfectamente esta simbiosis de radicalismo
elitismo y poder. Por esa razón, descubrió que unvía posible era el patrocinio de importanteexposiciones de, por ejemplo, arte dadaístaMünzenberg en persona se dejó fotografiar e
admiradas exposiciones dadaístas en las que smaestro Stalin hubiera encontrado buenas razonepara fusilar a todos los participantes. Por esmisma razón su gente distribuyó copias edieciséis milímetros del cine soviético d
Eisenstein y Pudovkin en todos los campuuniversitarios de Occidente. Estas actividadeograron una cosecha excelente de simpatizante
de alto nivel cultural, y de esa multitud salieron, e
especial de la primera fila, unos pocos futuroespías de verdad.Vistos a esa luz, no debe sorprender lo activo
que fueron los hombres de Münzenberg en lafases iniciales de las grandes historias d
espionaje. El fermento de la creación de opinió
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adical llevada a cabo por Münzenberg apuntabiempre al trabajo en los servicios secretos. Ki
Philby fue enviado directamente ante Gibarti eParís con una carta de presentación de los hombre
de Münzenberg responsables de la Liga contra emperialismo en Cambridge. Se le indujo arabajo secreto por medio de Gibarti y del Comit
Mundial para la Ayuda de las Víctimas de
Fascismo Alemán. A lo largo de la década de loreinta, Burgess estuvo vinculado a laoperaciones de Münzenberg en París. Una vedesenmascarado, Blunt intentó desinformar a lnteligencia británica con historias engañosa
obre Otto Katz. Por su parte, Katz era el contactde los novelistas Josephine Herbst y su maridohn Herrmann, activos en la bohemia d
Greenwich Village el año en que Herrman
empezó a servir como correo de una red de fuentedel espionaje soviético extendida entrfuncionarios del New Deal en Washington, dos dos cuales eran sin duda Alger y Priscilla Hiss. Au vez, ellos formaban parte de otra red e
Washington dirigida por el mafioso húngaro qu
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usaba el nombre de Jay Peters. Esa red había sidorganizada por un joven norteamericano llamadHarold Ware, vinculado a Münzenberg desdmediados de los años veinte y un espía en activ
en 1933. Pero la conexión era aún más poderosen Francia. Durante la segunda guerra mundiacuando André Malraux conoció al general DGaulle por primera vez, le dijo que en los año
reinta la tradición francesa de Voltaire había sidusurpada y estaba ahora dirigida por un tal WilMünzenberg. Era un nombre que el general jamáhabía oído mencionar.8
De modo que los espías de Cambridge, pese aenor británico de sus traiciones, tenían s
contrarréplica en un número equivalente dactivistas en la elite norteamericana del pode
Cuando se hizo pública la noticia de la desercióde Burgess y Maclean, precisamente a mediuicio del caso Hiss, la mayoría de lo
observadores intuyeron que entre las brumaexistía un paralelismo entre los descubierto
diplomáticos ingleses y el acusad
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norteamericano. Tampoco ese paralelismo pasdesapercibido a los protagonistas. En los últimodías previos a su fuga, Maclean, bebiendcompulsivamente hasta el límite, farfulló: «Yo so
el Hiss inglés», una confesión entoncencomprensible para su interlocutor, Cyr
Connolly.Resulta menos obvio el hecho de que l
ransformación de estos idealistas en espíamplicara necesariamente un lento trabajpsicológico de iniciación y profundización. Parello, resultaba imprescindible la colaboracióentre los responsables en el aparato de la creació
de opinión, es decir, la gente de Münzenberg, y lohombres mudos, invisibles y sin rostro de lcobertura profunda del apparat . Trabajabauntos. Las actividades encubiertas de las qu
hablamos empiezan con ideas e ideales. Noel Herta Field, Anthony Blunt y Donald Maclean en mi opinión lo más probable) Alger y Priscill
Hiss, jamás hubieran entrado en el mundo deespionaje y de la traición si no se les hubier
abierto una puerta que vieron como un camin
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directo a los más altos compromisos moraleposibles.
Esta fusión de opinión pública y acción secretqueda perfectamente ilustrada por las trayectoria
nterrelacionadas de dos hombres.Uno es norteamericano, Noel Field, u
comprobado topo en el Departamento de Estadobre quien nadie tiene nada que decir, e
contraste con el caso de Hiss. El otro es umafioso húngaro, Theodore Maly, un agente qumerece ser considerado como uno de los mágrandes ilegales, padre fundador del serviciecreto de la NKVD, acólito de Felix Dzerzhinsk
del Santo Terror. Estas dos vidas permiteentender por qué los fundadores de los serviciooviéticos llegaban a creer que estaban poniendos cimientos para un nuevo y grandioso edifici
del bien.9
Estos dos hombres, ambos muy amables, ambomuy crueles, están relacionados. El reclutamientde Field, o al menos su preparación como espíoviético en Foggy Bottom, tuvo lugar e
Washington. Pero fue supervisado por Mal
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cuando éste estaba en Europa antes de que shiciera cargo del círculo de Cambridge. Hubo upunto de encuentro entre Washington y Londres en él participó activamente Maly. De hecho, s
mayor ilusión era que lo transfirieran orteamérica. La razón era clara: la mujer qu
amaba estaba en Nueva York.
*
El hilo de Ariadna que conduce de Cambridge orteamérica, el «antifascismo» y el «espionaje»
que lleva de Maly a Noel Field, era un
comunista germano-norteamericana, amiga dWilli Münzenberg y de Babette Gross, llamadHede Massing. Conocía a los Münzenberg desdel primer momento. Fue amiga de Babette hasta efinal de su vida, antes y después de haber sido unespía. De joven, había sido actriz. Era una mujeatractiva y dada a los amoríos. Se casó tres vece cada uno de sus maridos formó parte o estuvo eas cercanías del aparato. El primero fue nad
menos que Gerhardt Eisler, el hermano de Rut
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Fisher, un hombre destacado del apparatchik
quien, en Norteamérica especialmente, trabajaríen estrecha colaboración con Otto Katz. Segundo marido, llamado Julian Gumperz era u
editor izquierdista vinculado al Trust MünzenbergEl tercero era un profesor y escritor llamado PauMassing, que participó en las actividadeparisinas de Willi y Otto.
Mientras vivía en París con Massing, Hede diel paso del que estamos hablando: pasó de lpropaganda al activismo totalmente encubiertbajo el «antifascismo» de Münzenberg y Katz. Fubajo la supervisión de uno de los grandes ilegale
e íntimo colaborador de Theodore Maly: el gramaestro de espías Erwin Poretsky, conocido com«Ludwik» y, sobre todo, como «Ignace Reiss», sunombres de guerra.
En el verano de 1933 todas las piezaempezaban a encajar. Estaban a punto de teneugar el juicio de Leipzig y el contraproceso d
Londres. Willi y Otto consolidaban su misión. E«antifascismo» tomaba forma. En Gran Bretaña
Maly y sus colegas perfeccionaban con gran éxit
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as redes en Cambridge. Y en Norteamérica, eew Deal de Franklin Roosevelt cumplía su
primeros cien días.En respuesta a todo esto, el aparato ultrasecret
de «Ludwik» en París se movió en nuevadirecciones. Willi Münzenberg y Ludwik, eespectiva representación de la propaganda y de l
cobertura profunda, tenían buenas relacione
personales, pero sus operaciones eran autónomaA Babette se la había ordenado no demostrar emás mínimo reconocimiento si se cruzaba coReiss o su mujer aunque fueran viejas amigas.
Así estaban las cosas cuando Ludwik convocó
Hede un día de verano para darle las instruccionenecesarias en sus nuevas tareas. Se debía preparapara encontrarse con «un camarada de la máximmportancia». «Trate de tener el mejor aspecto», l
dijo Ludwik. «No vaya tan llamativa como tienpor costumbre... Muestre respeto hacia la gentmportante.»10
Ludwik escoltó a Hede hasta un café cercano a Opera llamado el Café Scribe. Allí se sentaro
a una mesa, pidieron un apéritif y conversaro
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mientras esperaban. Unos pocos minutos máarde, se les apareció un «hombre elegante, alto
delgado, de unos cuarenta años. Tenía la carbronceada, extrañamente ascética con ojos oscuro
profundos. Sus manos eran largas, finaaristocráticas».
Se trataba de Maly. Hede no sabía quién eraPodría no haberse enterado jamás. Ciertamente n
o sabía cuando escribió sus memorias. Pero srataba de Maly.El elegante agente tomó asiento y, previ
presentación, se dirigió a Hede por su nombre dpila. Le dijo que entre «nuestra gente» del aparat
e le conocía como «der Lange», el Alto. Poanto, ¿por qué no le llamaba así Hede?En ese instante, Ludwik hizo mutis.Maly había convenido esta cita para presidir l
que sería un cambio radical en la vida de espía dHede. Aunque Massing ignoraba el trabajo dMaly en Inglaterra, el Alto se mostraba orgullosoncluso envanecido, de sus contactos británico
Massing presintió algo importante. «Supuse»
escribió ella más tarde, «que encabezaba algú
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aparato, probablemente el GPU en Inglaterra y qu
era candidato a marchar a América con es
mismo cargo» (subrayado del autor). «Félix [eayudante de Ludwik] probablemente habí
mencionado el hecho de que yo era una auténticciudadana norteamericana con un auténticpasaporte norteamericano; que iba a viajar Estados Unidos; que había trabajado para Ludwi
que valía la pena verme.»De modo que lo que había llevado a esta altcargo secreto de la conspiración de Cambridghasta el Café Scribe eran asuntos norteamericanos
El Alto se recostó en la silla y sugirió una salid
nocturna. «Era gentil, mundano y hablaba un ingléfluido.» «Se necesita un inglés como yo parconocer París», dijo señalando con un guiño sexcelente traje a medida.
El resto de la noche fue como una melancóliccita sin mayores consecuencias, menos una reunióde espías que una escena de Ninotschka, lpelícula de Ernst Lubitsch, esa comedia domance y revolución, vuelta a rodar en una clav
crónicamente melancólica. Cenaron en u
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estaurante normando y terminaron a las cuatro da madrugada en el Melodie Bar, escuchando a u
grupo de jazz mientras, con un par de coñacs, de
ange la tomaba de confidente. Le confesó que er
un hombre enamorado, que trataba de que lransfirieran a Norteamérica para poder reunirs
con una mujer de la red de Ludwik llamada GerdFrankfurter. El Alto amaba a Gerda, pero la habí
perdido. No sabía si la volvería a ver. La tristeze espesó cuando terminaba la velada y él caíauna y otra vez, en «ataques depresivos de malconciencia».
A Hede la enviaban a Nueva York usando es
valioso pasaporte norteamericano auténtico paradentrarse en una nueva fase de trabajo secretoDe hecho, en Norteamérica, Hede llegaría conocer bien a Gerda Frankfurter y colaborarí
con ella a menudo. Maly sacó una cigarrer—«Pensé que era un método bastante primitivo»pensó ella—, la rompió por la mitad y le dijo queconocería a su contacto en Norteamérica cuande mostrara la otra mitad.
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Pocas semanas después de su llegada a EstadoUnidos, un hombre se presentó a la puerta deapartamento que había conseguido en Nueva YorkEra corpulento, arrogante, estúpido y estab
vulgarmente vestido. Anunció que tendría quener la otra mitad de la cigarrera, pero que l
había perdido. Era un ejemplo típico de la nuevaza de la NKVD. Irrumpió dando órdenes.
Trabajando con su nueva cobertura de periodist«antifascista», Hede empezó a frecuentar locírculos izquierdistas de Nueva York Washington; era una agente dispuesta a contactacon los «inocentes». Una de las personas para la
que Hede se convirtió en la conexión con «lclandestinidad antifascista», es decir, el appara
era Josephine Herbst, una novelista y periodistdel círculo de Ernest Hemingway. Parece que
ravés de este contacto con Hede (y muposiblemente mediante una reunión coMünzenberg y Gibarti), Josephine Herbst fuenviada a Alemania en lo que tiene todo el aspectde ser una misión secreta para Münzenberg, l
primera de una serie de acciones encubiertas qu
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ella y su marido llevaron a cabo para el apparat .La cooperación entre Hede y Gibarti para l
misión de Herbst en Berlín ilustra a las claras lelación entre Willi y el grupo para misione
ultrasecretas encabezado por Ludwik.) En aquellépoca, Herbst se convirtió en una buena amiga en un importante contacto político, o ambas cosade Otto Katz. Fue una amistad que Josephin
mantuvo a buen recaudo del ojo público guardandel secreto el resto de su vida. En el ínterin, smarido, John Herrmann, recibía entrenamientpara un serio trabajo de espionaje en WashingtonEra un novelista de poca monta que había servid
como compañero de juergas alcohólicas de ErneHemingway, desde París hasta Key West. Pronto sencontraría comprometido en actividades secretacontra Washington, casi al tiempo en que Hed
legaba a la capital para realizar una misión dalto nivel.La misión de Herrmann en Washington consistí
en ayudar a dirigir la red creada por Harold Wareuna red que incluía, en mi opinión, a Alger Hiss. A
Hede Massing se le asignó relacionarse con un
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oven estrella en alza en el Departamento dEstado, Noel Field. Su misión, o al menos ascreía ella, era guiarlo, muy delicadamente, raspasar la puerta secreta. Herrmann y Massin
rabajaban codo con codo. Eran operativoasignados a Cambridge.12
Hede Massing no parece haber sabido que par
934 Noel Field ya era objeto del interés dMoscú y que hacía algún tiempo que lo era. Smadre, una cuáquera practicante, visitaba Europa menudo y había hecho repetidas veces de correpara Ludwik. Mamá Field era apasionadament
contraria a Hitler; las misiones que realizó parLudwik en Alemania estaban protegidas por sevidente rostro norteamericano y su preciospasaporte norteamericano. Jamás he oído dec
que la madre de Noel Field fuera algo más que unincera e inocente antifascista. No obstanteprecedió a su hijo en el mundo secreto y llevó cabo misiones secretas para Ludwik. Nótese bieque con frecuencia a los correos se les seleccion
precisamente por su inocencia. La razón es simple
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i los atrapan, los inocentes no tendrán nada qudecir. Debo añadir que la incorruptible rectitud a pasión moral de la señora Field, aunque útile
exasperaban a Ludwik.13
Sigue siendo un misterio si el aparato descubria Field a través de su madre o fue al revés. Perde regreso a Norteamérica, Noel Field ya estabecretamente comprometido en actividade
comunistas. Probablemente lo haya estado desd926 o 1927.14 Formalizó su entrada en el partidcomunista casi al mismo tiempo que WhittakeChambers se reunía con el fantasma del Kominteren la Biblioteca Pública de Nueva York. Téngasen cuenta que ninguno de los dos fue reclutado pomiedo a Hitler; la fecha es demasiado temprana.15
Y cuando se le anunció a Donald Maclean qupodía servir mejor a la Revolución en el Foreig
Office británico, el joven Noel Field se dispuso ervir los mismos intereses como diplomáticnorteamericano.
El relato de Hede de cómo guió al presuntnocente Noel Field rumbo al espionaje es uno d
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os informes más completos existentes sobre estclase de seducciones. El primer paso fue hacersamiga de Field. Lograrlo le resultó fácil. Noel lcayó sinceramente bien; lo mismo sucedió co
Herta, su esposa. Massing estaba sola eorteamérica; la pareja le brindó compañía; era
«casi europeos». De hecho, Herta Field eralemana; y Noel, nacido en Londres, provenía d
una tradición americana cosmopolita, un poco a lmanera del viejo Henry James. A Hede, Noel lpareció soñador, idealista, impulsivo. Asimismenía una gran carrera por delante. En un futur
nada lejano, le ofrecieron un puesto en el que s
encargaría de los asuntos alemanes, nada más nada menos.
Treinta años después, los colegas editores dField en la Hungría comunista guardaban silenci
cuando éste se les acercaba por los pasilloemían que el intransigente estalinista los delatasal Comité. ¡Qué historia tan diferente la de aquellprimavera en Washington, durante el primemandato de Roosevelt! De joven, Field parec
haber sido, si no exactamente encantador, al meno
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una persona simpática. En alguna parte hay unfoto del joven Noel tomada por Herta en un bosqua unos diez minutos del centro de WashingtonField está desnudo y radiante ante la cámara
Tomaron la foto para probar lo rápidamente que eoven diplomático podía pasar de los despacho
del Estado al estado de la naturaleza.En otra ocasión, caminando a altas horas de l
noche por el Malí, cargado de vino, Noel hizo unpausa ante el Lincoln Memorial, abrió sus largobrazos y empezó a cantar una serenata, lnternacional , a la estatua del gran Daniel Cheste
French. El viejo Lincoln contemplaba al canto
cuáquero.La tarea de Hede era endurecer y halagar a est
espíritu bastante triunfador y romántico. Su trabajconsistía en vigilar e informar de cada cambio, po
minúsculo que fuera, en la oculta superficie de lbondadosa e ingenua cabeza de Field. Ella debíprobar y acerar su idealismo, ganarse su confianz localizar su capacidad de traición. Hede tení
que pensar con Herta y Noel, sentir con ello
espirar al unísono.
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Field amaba a Wagner y supuso que su amigalemana antifascista también debía amar a WagneHede lo detestaba. Noche tras noche, cuando Noelegaba a casa tras otro día de éxitos en e
Departamento de Estado, Hede se reunía con ellopara probar los pasteles gemütlich de HertaDespués de la cena, no fallaba nunca: WagneHede se echaba en el sofá simulando gran place
mientras el hijo de cabellos rizados de locuáqueros suspiraba al son de Lohengrin. Nacababa nunca. Al final, el silencio permitía quHede les hiciera volver a la realidad con una sericonversación sobre el antifascismo, sobre l
errible confrontación en Europa, sobre lRevolución. Ante todo, Hede incidía en lpreocupante cuestión de qué podía hacer realmentcontra esa amenaza un gobierno merament
burgués como el de Roosevelt. Después de todoRoosevelt era juez y parte del sistema capitalistque había procreado al fascismo. Formaba partdel problema, tal como sabían los revolucionariocomo ellos. Las buenas intenciones no era
uficientes. Para buscar una salida había que mira
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a la Unión Soviética, al marxismo-leninismo. Per¿cómo? ¿Con qué ayuda?
No está claro cuánto tiempo le llevó a NoeField convertirse en un verdadero agent
oviético. Yo mismo no descarto la posibilidad dque Field pueda haber estado totalmentcomprometido y dentro del aparato para cuandHede entró en su vida. Field puede haber sabid
más sobre las maniobras de Hede de lo que spermitía decir. Después de todo, hacía años quera un miembro secreto del partido comunistaMassing informa que al principio Field vacilantes de robar documentos oficiales. Dice que s
ecluta prefería escribir resúmenes de importantedocumentos, resúmenes que llevaba a su casa uego leía en voz alta a Hede, quien los copiaba eaquigrafía. Massing sugiere que esta cautela er
producto de la rigidez moral de Field, como si laquigrafía sólo supusiera media traición. Eargumento carece de verosimilitud. Es mucho máprobable que esa cautela fuera una elementaaunque astuta medida de protección, una manera d
asegurarse que los soviéticos recibirían e
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material sin dejar ninguna pista escrita que lpudiera denunciar. Si Alger Hiss hubiera insistiden que Whittaker Chambers tomara notas en vez dpermitir que Priscilla escribiese los resúmenes e
a máquina de escribir de la casa, los Hiss jamáhabrían sido descubiertos. ¿Quién era pues enocente? ¿Noel o Hede?
Es de señalar que todos los relatos sobre la
actividades de espionaje de Noel Field socaracterísticamente contradictorios sin excepciónLas pruebas disponibles durante años han llevada inevitables conclusiones sobre él. Esauposiciones han sido confirmadas por lo
archivos del Ministerio de Interior en Budapest.Pero está claro por otras fuentes que, a mediadode los años treinta, Noel Field era una fuente dpleno rendimiento para el espionaje soviétic
dentro del Departamento de Estado de Roosevelasimismo queda claro que, cuando pasó a Europal cabo de un tiempo, siguió dentro de ldisciplina soviética durante el transcurso de lguerra hasta el momento de su arresto en Budape
en agosto de 1949. Eso sucedió cuando su coleg
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Alger Hiss estaba siendo acusado por WhittakeChambers en Washington.
Algunos dicen que Field fue un agente lleno dvacilaciones y complejos de culpa; un hombre qu
obrellevaba un conflicto de lealtades. Se afirmque en 1936, a punto de ser promocionado parese cargo de ensueño de los asuntos alemanes, lechazó y partió hacia Europa para trabajar en l
Liga de las Naciones, no en respuesta a lanecesidades soviéticas, sino porque aún sentíesquemores ante el espionaje y no podía soportaraicionar al gobierno norteamericano cuandrabajaba para él bajo juramento. (Ello implic
que traicionar a la Liga de las Naciones era unactividad más aceptable.) Sin embargo, otroestigos de excepción describen a Field como u
espía secreto excepcionalmente ansioso por entra
en acción; muy dispuesto a borrar las distanciaentre el espionaje y el asesinato. Según estversión, el ambivalente era el aparato, no Field: eaparato decía que no a Field, pese a su buenpredisposición. De hecho, todos los relatos de l
carrera de Field sitúan una y otra vez al jove
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norteamericano en el lado siniestro de loacontecimientos, en situaciones políticas no aptapara aficionados. En el momento álgido del Terropor ejemplo, estaba a salvo y era influyente e
Moscú, disfrutando de toda clase de privilegioque por lo general Stalin no otorgaba norteamericanos que parloteaban demasiado sobrconflicto de lealtades estando a su servicio.17
En suma, una nebulosa confusa y reacia se posobre todo nuestro conocimiento de Noel Field; euna humareda que a mí me parece una cortina dhumo que nubla a cada paso nuestra vista ante everdadero trabajo político de Field. Y un
cantidad muy sustancial de ese humo proviene duna sección del aparato encabezada por Ludwik Krivitsky. Incluso tras la muerte de Field, la nieblcontinuó expandiéndose. Karel Kaplan, el deserto
checo que actuó como investigador del gobiernde Dubcek en los juicios de Slansky, me contó quos documentos que había visto en Praga indicaba
que, después de 1938, el aparato «desconfiaba» dField porque había estado demasiado próximo
Krivitsky. Esto puede ser verdad. También pud
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ratarse de una cobertura dentro del aparato.Es verdad que llegué a sospecharlo de pur
nferencia y no con pruebas concretas. Las pruebaon contradictorias. Una versión apunta que Fiel
estaba fuera del aparato porque pertenecía acírculo de Reiss y Krivitsky. Otra sugiere questaba fuera porque Reiss y Krivitsky no queríaaber nada de él. Estas versiones incesantement
esbaladizas sobre su ambivalencia me suenacomo un intento de confundirlo todo. Se dice quos informes sobre las instrucciones de Fieldupuestamente descubiertos en los archivo
húngaros en 1993, vienen a apoyar el lado má
oscuro del siniestro compromiso de Field comagente secreto. Según Maria Schmidt, Fielraspasó la distancia que va del espionaje a
asesinato. Pero incluso sin los archivos d
Budapest, hay ante nosotros pruebas que sofehacientes. Field estaba en el aparato. Lo estaben Washington. Y en París. Y en Marsella. Lestaba cuando llegó ante Allen Dulles y lo estabcuando trabajó para la gente de Münzenberg e
Europa. Tras su puesta en libertad y tras el Terro
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desencadenado en su nombre, siguió siendo uestalinista de tal fanatismo que resultaba casncreíble. Por ejemplo, el día de su salida de l
cárcel, él y su mujer se enteraron por primera ve
de que Stalin había muerto mientras ellos estabapresos, un hecho que los abrumó de dolor de tamanera que se abrazaron conmovidos «sollozando». Que ahora se aduzcan los problema
de conciencia de este hombre en sus primeroiempos de espía suena, cuando menonverosímil. Supongamos que realmente Field s
negó a usar su cargo oficial y desobedeció unorden directa con la justificación de estar pasand
por un conflicto de lealtades, ¡nada más y nadmenos! ¿Es imaginable que los residenteoviéticos accedieran, demostrando su gra
comprensión del caso, y sugirieran un traspaso
un cargo europeo extremadamente sensible dondel reticente espía pudiera meditar sobre sus dudasEsta posibilidad, en mi opinión, es absurda. N
hay duda de que Ludwik se hubiera negado emplear a un peligro tan evidente para l
eguridad en Europa o para cualquier otro sitio. S
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hubiera negado a verlo personalmente. Nobstante, sabemos con total certeza que Noel Fielfue a Europa con el patrocinio soviético, que ale encontró con Ludwik y que Krivitsky le llegó
conocer bien. También sabemos que finalmente sconvirtió y siguió siendo un apparatchik de todconfianza durante muchos años.
De hecho, ninguna de estas versiones sobre la
ambigüedades de Field son creíbles o, en mopinión, verdaderas. Aparte del relato de HedMassing, ninguna prueba concluyente sugiere quLudwik guardara la menor duda sobre Field o quéste la tuviera sobre Ludwik. No creo que Field s
negara a espiar en el Departamento de Estado nque Ludwik se negara a emplearlo.18 Considermucho más probable que Field siempre hicierexactamente lo que le ordenaban que hiciera. Un
negativa de su parte le hubiera colocado de modrremisible fuera del aparato y acarreado graveproblemas a finales de 1934.
La mejor prueba de que disponemos sobre estproviene de Whittaker Chambers. Mucho antes d
que Field tuviera problemas, Krivitsky l
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comunicó explícitamente a Chambers que eaparato había dado una orden directa a Field dque rechazara su promoción en el Departamento dEstado y se pasara en cambio a la Liga para esta
en activo en Europa.19 Se puede medir lmportancia de este paso, a ojos vista clarament
negativo para la carrera profesional de Field, coel papel luego desempeñado por Field en las rede
«antifascistas» del aparato en el verdadero foco dnterés, la Europa del Este. Las supuestas dudas vacilaciones de Field (en mi opinión, inexistentesno tuvieron la menor consecuencia. Es verdad qua versión de Hede Massing difiere de lo que esto
afirmando, pero supongo que ella era tan inocentcomo Field y que simplemente no tuvo la menoparticipación en esta decisión. Debió de sentirsconfundida por una cortina de humo de su propi
cosecha. La prueba que apoya esta hipótesis es qua Massing nunca se le informó de que Field, ehombre al que se suponía que entrenaba con suave antifascismo de tintes meramente moralista
hacía años que era un miembro secreto
disciplinado del partido comunista. El inocent
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que se relamía de gozo escuchando Lohengri
abía tal vez más sobre las estrategias secretas da amistad de lo que Hede se imaginaba. ¿Quié
vigilaba a quién? Mi corazonada es que s
vigilaban mutuamente.«¡Oh, Hede, Hede!», así exclamó Babette Gros
cuando hablamos de su vieja amiga. Daba entender que se trataba de una persona inocente
riste, manejable. No obstante, la inocente Hedacaba la versión de su reclutamiento y de svinculación con Noel Field con una nota finafascinante merecedora de una futura investigación«Pienso que Krivitsky se queda muy corto en l
que manifiesta en su libro In Stalin’s SecreService. Creo que, si Noel Field puede y quiercontar su historia, se comprenderá mucho mejor erágico doble papel de Krivitsky.»20
Este comentario me suena como algo que podríesultar profético para futuras investigacioneSólo le puedo añadir una nota de mi propicosecha. El Noel Field que convenció a HedMassing de que él era una persona tan bondadosa
an llena de exquisitas reservas morales, s
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actaba, incluso en sus instrucciones de Budapesde haber colaborado con la NKVD en la búsquedde Ludwik, tras la ruptura de éste con Stalin, hastdar con su escondite en Suiza. Field sentía u
nmenso orgullo por haber apoyado al equipo qudescubrió al viejo espía en Lausanne, y que allí lacorraló y mató a tiros.21
Diez años después del asesinato de Ludwik, loacontecimientos de la emergente guerra fría dúbito convirtieron a Field en un espía muy en e
frío. Se había pasado la guerra como agentoviético trabajando en los equipos «antifascistas
que Stalin había desplegado por toda Europa. Ale encontraba el verdadero punto de intersecció
entre propaganda y cobertura profunda. Lo«cuadros antifascistas» tenían asignada una seri
de objetivos aparte de la resistencia al fascismoDe hecho, se trataba de redes creadas para destrua la oposición, incluyendo a cualquier otroposición antifascista, y sentar las bases para epoder estalinista en la Europa post-nazi. Aquí e
donde las redes de Münzenberg, y en especia
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Otto Katz, desempeñaron su papel políticamentmás decisivo. Y es también el escenario en el qu
oel Field llegaría a su edad madura como espíaEstá claro que su especialidad en los servicio
ecretos era trabajar con esos cuadromencionados a los que servía como principacontacto norteamericano.22 El querido amigo dKatz hizo algo más que dictar a Hede Massin
esúmenes de la documentación del Departamentde Estado. Trabajando en estrecha colaboraciócon las operaciones de Münzenberg y bajo lcobertura de ser un importante filántropnorteamericano en el mundo de los refugiado
europeos, Field fue, a partir de este momentoesponsable directo del destino y, de hecho, de lupervivencia de incontables refugiados político
en Europa. Esta era toda la clase política no-naz
del continente. Tal como Field y sus jefes sabíamuy bien, esta gente atemorizada y en forzadcompetitividad sería la depositaría del poder en lEuropa post-nazi. Y la tarea de Field era ayudar asegurar que se trataría de un poder estalinista.
En esa capacidad, Field llevó a cabo una misió
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de gran valor para los soviéticos. En Suiza, shabía puesto en contacto con Allen Dulles, sviejo amigo del Departamento de Estado, ahora cargo de la estación de la OSS en Ginebra. Fiel
o persuadió de que su trabajo en la Liga y máarde en el Comité del Servicio de Amigo
Americanos y organizaciones similares le habíapermitido tener contactos de primer orden co
mportantes grupos antifascistas que desconfiabade los norteamericanos. Se ofreció como enlaceVelaría en las sombras por los interesenorteamericanos y le aseguró a Dulles que lmantendría bien informado y en contacto con l
gente idónea. Resulta evidente que Field sconsideraba bajo la disciplina soviética cuando lhizo la oferta a Dulles. Y es también obvio quDulles, en lo que se podría calificar como error d
bulto, cayó en la trampa de la «oferta». Econsecuencia, Field se convirtió en uno de loasesores de Dulles sobre política antifascista. Yuna vez más, en la inteligencia norteamericana snfiltró al más alto nivel otro agente doble a
ervicio de Stalin.23
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Un éxito bastante rotundo para quien, según snos pide que creamos, no desempeñó ningún papemportante. Una vez terminada la guerra, Field ib
a la búsqueda de una nueva misión cuando llegó e
fatídico día en que Whittaker Chambers acusó Alger Hiss, el colega topo de Field en eDepartamento de Estado, de ser un agente secretoApenas leyó los titulares en París, Field entendi
que le había llegado la hora. Con Chamberacando a la luz la red de Ware, Field sabía que ecuestión de tiempo las pistas conducirían a él. Sdebía evitar a toda costa una citación incluso comestigo y no como acusado.*
En cambio, recurrió naturalmente a looviéticos. Y por supuesto, Beria, el jefe de lKVD y el aparato coincidieron con él: no debí
caer en manos norteamericanas. Pero lo
oviéticos no optaron por rescatarlo tal como lhabían hecho con Maclean. No habría piso ndacha. Todavía no. Primero debía arrestárselunto a su esposa, su hermano y su hija adoptiva. Y
aparte de esta familia deshecha, se debía arrestar
una gran cantidad de gente más.
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Se le ordenó ir a Praga. Field fue a Praga. Y eaquel momento, Noel Field desapareció de la fade la tierra.24
En realidad, a Field le llevaron a una casegura en las afueras de Budapest donde se letuvo bajo una severa vigilancia. Allí looviéticos le revelaron la nueva misión que tant
deseaba. Sería el hombre cuyas acusacioneustificarían una nueva oleada de arrestos en mas de purgas que se llevarían a cabo en toda l
Europa del Este estalinista.25
Ahora debía adoptar otra pose y lo hizo. S
anunciaría que durante toda la guerra habíactuado como una especie de superagente uperespía norteamericano, un conspirador de
máximo nivel y agente doble trabajando a la
órdenes de Allen Dulles. Se afirmaría que en estcapacidad clandestina había dedicado su vida uchar contra la Revolución y, sobre todo, eclutar una gran cantidad de traidores para su red
Había transformado a unos presuntos bueno
comunistas en espías norteamericanos, titoísta
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rotskistas y otra escoria de esa laya.Por supuesto, los acusados eran comunistas
quienes Stalin quería eliminar; un alto porcentajde ellos había permanecido en activo en lo
cuadros del movimiento antifascista antes durante la guerra. Era evidente que Stalin habídecidido que había llegado la hora de deshacersde los cuadros de una vez por todas y cubrir la
huellas con una nueva serie de juicios apañadoField era el motor ideal para la purga ya que ernorteamericano y, a la vez, había sidpúblicamente activo con esos cuadros a partir d936. Como había conocido a todo el mundo, tod
el mundo podía ser liquidado en su nombre.Murieron miles.Y así, en nombre de Noel Field dio comienzo e
Budapest, pero con el tiempo se extendió a toda l
Europa del Este, una nueva purga dentro departido que culminó en Praga con los juicioSlansky de 1952 y sus numerosas víctimas.
Una de las almas condenadas fue el mentor viejo amigo de Noel Field, Otto Katz.
No se sabe con exactitud cómo cooperó Field e
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este asunto. Es incuestionable que tanto a él coma su familia se les retuvo en Budapest en calidade prisioneros. Tanto a él como a Herta lenterrogaron sin cesar, aunque se dice que lo
documentos de su instrucción, escritos en los díade su puesta en libertad, lo muestran como ucolaborador total, incluso entusiasta, de la policíecreta.26 Según se da a entender, fue torturado. N
obstante, desde las primeras fases de estoperación, Field se comportó como un prisionerextrañamente cooperativo y sus sufrimientos nerminaron con su vida. Hay un hechobresaliente y por encima de cualquier otr
consideración: Field no fue ejecutado. Miles dotros fueron conducidos a la muerte en su nombrepero el gran responsable de esta gigantescconspiración salvó la vida. ¿Por qué? Hubier
esultado muy fácil liquidarlo. Años más tardeField fue uno de los primeros en se«rehabilitado». ¿Por qué? Le podría haber sidmuy fácil contar la verdad, exponer la mentira.
Pero Noel Field no lo hizo. Los estalinista
húngaros le brindaron protección e ingresos par
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oda la vida. Y por el resto de su vida, est«inocente», tan famoso por su ambivalencia ndecisión, los sirvió con una dedicación jamá
manchada por la más mínima sombra de duda.
Sólo conocemos unas pocas anécdotas de sestancia en prisión. Noel Field estaba retenido eaquella casa de campo cuando se llevó allí a lprimera víctima del Terror para ser acusado
orturado y obligado a confesar. Se llamaba TiboSzonyi. Era inocente por supuesto; también srataba de un veterano organizador de cuadro
estalinistas en Europa, un operativo secreto que shabía pasado la vida dentro del partido. Se creí
un líder admirado del partido, un soldadpoderoso y de confianza del estalinismo, tal como era su buen amigo Noel Field.
El primer paso para desmoralizar a Tibor Szony
fue arrojarle el cubo de agua fría de la acusacióde alta traición. Era un agente norteamericano, ualcahuete de Allen Dulles y de la OSS. Euperespía Noel Field era su enlace. Naturalment
Szonyi negó la acusación. Explícito su negativ
como si estuviera mostrando su carnet del partid
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como prueba irrefutable de inocencia. He aquí a uhombre del Comité Central, un hombre que lhabía dado todo al partido, cuya lealtad había sidprobada a lo largo de muchos años, toda una vid
de servicios.Entonces, como una alucinación, Noel Fiel
alió de la habitación de al lado. Alto de talle, dmentón prominente y enormes ojos, este cuáquer
norteamericano, hijo del éxito puritano, debió dproducir la impresión de un extraterrestre a loojos del húngaro. La impresión ahora se convirtien pesadilla. Field se plantó ante el atónitapparatchik y procedió a repetir toda l
acusación. Obligado o no, Field ya estaba en aqueprimer momento trabajando con los verdugos dSzonyi. Lo repitió todo: sí, Szonyi era un peón dos norteamericanos. Sí, a menudo él habí
actuado de enlace con Allen Dulles para laraiciones de Szonyi. Sí, Szonyi era un traidor acomunismo, un eslabón más en la maligna reantisoviética.
Ante esta presencia espectral, a Szonyi debiero
de tambaleársele todas sus certezas más íntima
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Field estaba hilando diminutos retales de verdaeconstruidos como extravagantes inversiones dos hechos, una visión final paranoica
políticamente explosiva. Por supuesto Szony
había trabajado para Field. ¿Qué antifascisteuropeo y encubierto no lo había hecho? Habíarabajado juntos en Europa para el partido. Lo
dos eran servidores absolutamente leales de l
Revolución. ¿Noel Field? ¿Un superespía? Toduna vida de compromiso a rajatabla estaba siendconvertida en un relato de traición absoluta.
Cuando terminó, Noel Field abandonó lhabitación y se procedió al verdader
«interrogatorio» de Szonyi. Fue llevado a cabcon más golpes que palabras. Al cabo de unapocas horas, el viejo y orgulloso miembro deComité Central, que había servido al partido ta
bien y durante tanto tiempo, se arrastraba por euelo farfullando confesión tras confesión sobrus conspiraciones con Allen Dulles, la OSS y, poupuesto, Noel Field.
Aunque sin duda Field no estuvo presente e
odos estos «interrogatorios», éste fue sólo e
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primero de los miles que tendrían lugar continuación. Lo que empezó en Budapest sextendió a toda la Europa del Este. Un jerarca traotro del partido, casi todos ellos gente que habí
militado en los cuadros antifascistas antes durante la guerra, confesaron haber conspirado as órdenes del gran monstruo de Field. Antes der ejecutados, participaron en destrozar su
propias vidas con un montón de falsedades.27
En efecto, un objetivo prioritario de las purgadel Terror europeo entre 1948 y 1952 fue reunir os viejos cuadros antifascistas de la preguerra
a guerra, borrar las pistas de su anterior trabajcon un buen saco de mentiras judiciales eliminarlos a todos. Será tema de investigación eaños venideros descubrir exactamente qu
crímenes y qué compromisos quiso ocultar Stalicon la matanza de sus propias redes clandestinaen Europa. Hasta ahora, la bibliografía quconozco aún no ha acometido seriamente estarea.28 Conocemos uno de los muchos siniestro
ecretos que Katz debe de haberse llevado a l
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umba: que el proceso por el incendio deReichstag, el evento que dio pie al movimient«antifascista», fue una colaboración con HitlePero los documentos sugieren que Katz conoci
otros muchos secretos relacionados con eantifascismo. Se dice que estaba al tanto de loecretos de «la Casa Parda»; es probable que hay
conocido los intríngulis de la caída y muerte d
Tukachevsky y otros miembros del estado mayoin duda conoció muchos de los secretos del terroen España y, ya que estamos en este contexto, debeñalarse que los objetivos prioritarios para s
captura y eliminación en España fueron lo
cuadros antifascistas. Por último, Otto debió dconocer la manera en que se utilizó al serviciecreto checo en el sanguinario episodio que pus
en el poder al gobierno que ahora, obedientemente
o condenaba a muerte.La entrada de Estados Unidos en la guerra frí
precipitó una crisis en el mundo del espionajeHiss y Chambers ponían al descubierto las rede
norteamericanas que se habían formado bajo lo
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auspicios del mismo «antifascismo» cuyos cuadroeuropeos estaban siendo desmantelados en el EsteTodas estas operaciones abrían el camino haciYalta y a que Stalin pudiese conquistar gran part
de Europa del Este. Tanto para Stalin como paras democracias occidentales, en Yalta habí
mucho que defender.Se había cometido un sinnúmero de fechorías e
nombre del «antifascismo» de Stalin. Philby Burgess estaban especialmente bien situados parlevar a cabo esta clase de traición, ya que amboenían buenas relaciones oficiales con el Ejecutiv
de Operaciones Especiales. Se le llamaba siempr
por sus siglas inglesas SOE; era una sección de lnteligencia británica formada para apoyar a loesistentes en activo en Europa, la mayoría de lo
cuales se dirigían naturalmente a los británico
pidiendo ayuda. Dentro del SOE, Philby y Burgesenían la oportunidad de subvertir o destruir aquellos que no figurasen en los planes de StalinAlgunas cosas se saben. Muchas otras aún no haido descubiertas. Está, por ejemplo, el cas
rágico de cómo el grupo de Cambridge traicionó
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os miembros de la resistencia de Mihailovich eYugoslavia.29 Probablemente es sólo la punta deceberg.30
No obstante, si los soviéticos y los ingleseenían secretos que esconder sobre las traicione
del «antifascismo», también les sucedía lo misma los norteamericanos. Y lo más probable es qu
oel Field tuviera buena idea de cuáles eran eso
ecretos. Un misterio que merece investigarsería el relativo silencio de la comunidantelectual norteamericana sobre el caso Field.3
Las reticencias de los principales asesorediplomáticos de Truman, los llamados «Sabios»para llegar al fondo del caso Hiss, fueron quizáaún más fuertes en el caso Field porque el trabajde Field había sido posible gracias al error dcálculo de Allen Dulles en un momento en que ést
era el número dos de la recién creada CIA, quacabaría dirigiendo. Los comunistas pudieroacusar a Field de ser un agente norteamericano poa simple razón de que lo era. Es harto probabl
que Field, como enlace de la OSS con l
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esistencia antifascista europea, haya hecho tanto más daño a los antifascistas no estalinistas que lconseguido por Philby en el SOE.
Sin duda, ésta no era una historia que Alle
Dulles deseara ver en las portadas de loperiódicos. Si Stalin buscaba una manera dnhibir y de neutralizar el ataque norteamericano a
aparato por el caso Hiss, pudo encontrar l
olución en el caso Field. Cuando lonorteamericanos descubrieron a Alger Hiss, Stalial vez pensó que tenía una carta americana co
que defenderse. En mi conjetura esa carta era NoeField.
El nuevo Terror de la Europa del Este duró d948 a 1952. Durante ese tiempo, no se presentó e
caso Field públicamente. Ni siquiera se lo juzgóTampoco fue ejecutado aunque un númer
ncontable de agentes de su supuesta red fueroahorcados, fusilados o muertos en torturacondenados por sus «confesiones». El y Hertestuvieron en prisión hasta noviembre de 1954, uotal de seis años. Entonces fueron puestos e
ibertad. Resulta interesante que ese día coincid
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exactamente con la fecha en que Alger Hiss salide la penitenciaría de Lewisburg. Se lo«rehabilitó» simplemente.32 Así se evitó que NoeField pasara por el viacrucis de quedar expuesto a luz pública mundial y que no se cuestionara eistema que él, más que ninguna otra personaabía que estaba basado en mentira tras mentira.El alto y desgarbado norteamericano nunca mir
hacia atrás. Uno podría suponer que la experiencihubiera dejado en un «idealista» como él algunduda sobre la justicia de Stalin. De ningún modoCuando Hungría salía lentamente del estalinismo
oel vivía en Budapest más leal que nunca a
égimen. Nunca volvió a Occidente, salvo por unbreve visita, aunque hubiera podido hacerlo sicorrer ningún riesgo. Jamás concedió unentrevista a un periodista o historiador fuera la qu
fuera la ideología del entrevistador. Jamás hizo emenor esfuerzo por explicar o aclarar su papel eos acontecimientos. El impertérrito soldado de
estalinismo trabajó el resto de su vida como ucargo medio en el sector editorial húngaro. Hast
el final, sus colegas le temían. ¡Y con qué razón!
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Herta Field sobrevivió a Noel. Falleció en loaños ochenta, cuando Hungría estaba a punto dalir de décadas de opresión. Por aquel entonce
os perseguidos habían empezado a volver. LászlRajk, el hijo de un dirigente comunista húngarenviado a la muerte por las confesiones de NoeField, fue quien organizó en Budapest la gra
manifestación pública celebrando la caída decomunismo. Para cuando expiró Herta, nesultaba nada fácil encontrar en Budapest
muchos fieles al marxismo-leninismo.Pero Herta era uno de ellos. A la gente qu
asistió a su funeral se le comunicó ante el ataúque cuando terminara la ceremonia debían ponersde pie y cantar la Internacional . Era la voluntade Herta.
La gente se miró incómoda, pero se pusieron dpie y con voces a capella entonaron el viejhimno, estrofa tras estrofa, hasta el final.33
Los espías de Cambridge estaban obsesionado
con el caso Hiss. Burgess, fascinado, lo veía com
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«la batalla entre el bien y el mal en la que todo ebien está de parte de Hiss y todo el mal de partde Chambers». Esto puede parecer una mera normal postura de izquierdas, hasta que añadi
era el echt típico de Burgess) que, incluso en ebien, Hiss era probablemente culpable. Sublimina soberbiamente culpable ya que sólo un comunist
podría lograr la perfección casi total de l
duplicidad que debe haber tenido la vida de Hisi Chambers tenía razón.34 Maclean estaba eorteamérica cuando estalló el caso His
Públicamente, Donald adoptó la pose típica dndignación. Hiss era un inocente progresista qu
e sentía víctima de la América fascista. Pero fuMaclean quien confesó a Cyril Connolly al final dunas cuantas copas: «Yo soy el Hiss inglés». En edesayuno de la mañana siguiente, para asegurars
de que nadie justificara con el alcohol supalabras de la madrugada anterior, Maclean volviobre el tema. «¿Qué harías si te dijera que soy u
agente comunista?» Connolly le miró a la caraMaclean terminó el asunto con un seco «Vamo
denúnciame».
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Donald estaba al borde del abismo.35
La conspiración de Cambridge fue un éxito cas
otal. Con un poco más de buena fortuna, todos
cada uno de los espías podrían haberse retiradin dejar la menor mancha sobre Kent y sus título
de nobleza. Donald Maclean sólo quedó adescubierto por un casual incidente en lo que s
denomina Sigint, o señales de inteligencia, y por erabajo sesudo e ingenioso llevado a cabo por eFBI.36 De no haber sido por un golpe de buenuerte con el que se logró descifrar un códig
conocido como «Venona Intercepta», no sería nad
fantasioso imaginarse la era Kennedy con uDonald Maclean incólume, un agente soviético eel cargo de embajador británico en EstadoUnidos; con un Kim Philby, un agente soviétic
dirigiendo el contraespionaje británico, o quizcomo «C», a cargo de toda la inteligencibritánica; a Guy Burgess, agente soviético, en lcúpula de la BBC; y a Anthony Blunt, agentoviético, confidente de gran parte de lo
personajes más encumbrados de la vida polític
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del país, desde la sede de los Rothschild a la CasReal. El jefe de reclutamiento de Stalin en eTrinity College había logrado una excelentcosecha. Y todo podría haber pasad
desapercibido de no haber flaqueado un miembrdel grupo, Goronwy Rees, quien finalmente salió a palestra y, al igual que Whittaker Chamber
cantó la verdad.37
*
Pero ahora debemos retomar el camino que llevde Field al gran profesional ilegal que le envió
Hede Massing: Theodore Maly. En numerosaocasiones, Anthony Blunt comentó a Arthur Marti a Peter Wright que él y sus amigos jamás podría
haber sido engatusados para entrar en el espionajpor la clase de cretinos astutos pero brutales quBeria despachaba a Occidente en los últimoaños.38 Pero Maly era diferente. Maly era uhombre con presencia moral. Maly llegaba a lcúpula.
Y eso hizo. Quien envió a Hede Massing
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Washington también pertenecía a la mafia húngar conocía perfectamente a todos los agenteecretos de los que hemos hablado. Era un colegntimo de Dzerzhinski, su camarada del Sant
Terror. Era también el húngaro elegante paexcellence, amable, políglota, culto y refinado, uhombre de una inteligencia polivalente y llena dmatices. Tenía muchos nombres. Algunos l
lamaban Teddy, otros, Teo. Dependiendo del paen que se encontrase, adoptaba distintos alias. Amenudo usaba el de «señor Peters», un alias con epropósito de confundir, ya que su colega de NuevYork, otro miembro de la misma mafia, tambié
usaba el alias de «Peters» hasta que fue deportada Hungría de resultas de las revelaciones dElizabeth Bentley y de Chambers. Allí trabajó eesto de sus días en ediciones húngaras, quizás a
ado de su antiguo recluta Noel Field. Otro aliade Maly era «Paul Hardt». Finalmente estaba eobrenombre que había oído Hede Massing, de
ange.39
La misión norteamericana que ordenó a Massin
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esa noche en el Melodie Bar es prueba inequívocde que estaba perfectamente al tanto de lituación del espionaje en Norteamérica. Pero ha
más pruebas de la vinculación entre Cambridge
Washington. Saltan a la vista cuando se investiga carrera de Michael Straight. Se reclutó a est
norteamericano en Cambridge a instancias de Mal con su permiso se le hizo retomar a su país par
que trabajara en la capital.Michael Straight entró a formar parte del aparata través de Blunt, el residente allí de Maly. Comveremos fue un reclutamiento del que Blunt sarrepentiría toda su vida. Es importante señala
desde el principio que Blunt dejó bien claro que sntención era que Straight entrara en el aparat
norteamericano, no en el británico. El círculo dCambridge y las infiltraciones en Washingto
estaban vinculadas.He aquí cómo cuenta la historia el mismStraight.40 Un día de 1937, poco después de que smejor amigo, John Cornford, cayera muerto eEspaña, se le pidió que pasara por los aposento
del brillante profesor Anthony Blunt, «en el pati
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más hermoso de Trinity».En 1937 Straight, que ya era un estudiant
comunista, estaba sumido en el dolor. Gran partde la conversación que ese día mantuvo con Blun
versó sobre lo que podía hacer en memoria de samigo. Mientras hablaban, Blunt preguntó Michael qué pensaba hacer una vez dejarCambridge. Michael no pudo contestar porque n
o sabía. En cualquier caso, se haría ciudadanbritánico.En ese momento, Blunt adoptó el frío ton
controlado del que fue un experto toda su vida. Ldijo directamente a Straight: «Algunos de nuestro
amigos tienen otras ideas para usted».«¿Otras ideas?»
Blunt mantuvo el mismo tono de incisivautoridad.
«Su padre trabajó en Wall Street», continudiciendo. «Era socio de J.P. Morgan. Con esocontactos y con su formación de economista, ustepodría forjarse un brillante porvenir en la bancnternacional.»
«No deseo una carrera brillante en la banc
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nternacional», contestó Straight. «Y tampocengo el menor interés en convertirme en u
banquero.»«Nuestros amigos han pensado mucho en usted»
nsistió Anthony. «Me han dado instrucciones parque le diga que eso es precisamente lo que ustedebe hacer.»
«¿Que yo debo hacer?... ¿Qué amigos le ha
dado esas instrucciones?»«Oh, amigos de la Internacional. La InternacionaComunista... Mis instrucciones se limitan nformarle de su responsabilidad y ayudarle eodo lo que esté a mi alcance.»41
Straight protestó diciendo que le serínaguantable una vida en Wall Street. Blun
convino en hacerles saber a «nuestros amigos» scri de coeur . Al poco tiempo, Maly informó
Blunt que, si bien era esencial que Straight entraren la clandestinidad en Norteamérica, laelaciones de su familia en Washington serviríaanto como las de Wall Street.
La familia de Michael era propietaria de l
evista New Republic. ¿O no era así?
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Lo era. Maly estaba muy bien informado sobre epotencial de Straight en Washington. Y ciertamentMichael Straight regresó a Norteamérica y sconvirtió en el editor de esa publicación. Cuand
a lo era, su hermana Beatrice Straight se casó coun hombre llamado Louis Dolivet, que a su vehabía sido agente del Komintern y uno de los mámportantes protegidos de Willi Münzenberg. E
perfectamente posible que aún estuviera bajo ldisciplina de Moscú cuando se casó con BeatricePor cierto, Dolivet estaba maravillosamentelacionado con muchos de los protagonistas d
nuestra historia. Había sido un estrech
colaborador de Otto Katz. Mientras realizaba unmisión en Ginebra para los soviéticos antes de lguerra, había compartido una oficina con NoeField. En ese tiempo, estaba muy próximo (acas
era un control) de la amante de Noel Field, unmujer llamada Herta Tempi, que también era unagente de Münzenberg.42
Maly había logrado emplazar muy hábilmente u nueva adquisición. Al cabo de pocos días de s
legada a la capital, incluso antes de toma
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contacto con su control soviético, Straight sencontraba en la sala de estar del segundo piso da Casa Blanca tomando el té con los Roosevelt.43
Pero ¿qué clase de hombre era Theodore Malyeste reclutador del Santo Terror, este maestro dos espías «idealistas»?
Maly empezó su vida como un servidor de Dio
la terminó como un servidor de Stalin. Estrayectoria lo define muy bien. Estuvo presente ea fundación de la NKVD, entonces llamad
Cheka; fue colaborador, amigo y protegido tanto dMijaíl Trilliser, fundador de la sección extranjer
de la NKVD, y del mismísimo Dzerzhinski. Svida describe un periplo pedagógicamentlustrativo de las consecuencias éticas que tuvo l
visión de Lenin y de Dzerzhinski. Maly era un
persona de una naturaleza, por todo lo que sabeexcepcionalmente pura, gentil, culta y bondadosaingún informante lo niega. No obstante, est
buena persona estuvo presente en la creación deotalitarismo y su vida ejemplifica la unión entr
adicalismo y terror.
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Lo que más recuerdan de él sus amigos es snteligencia, sus ojos azules, la tímida dulzura du sonrisa y su astuta bondad. Allá en Budapest, e
Alto había comenzado su carrera sacerdotal. Sól
ras haber vivido los horrores de la primera guerrmundial, hizo la crucial transición de la religión a revolución, de la fe al terror. Cuando estalló l
guerra, el padre Maly se enroló como capellá
castrense y trabajó en los Cárpatos con las tropadel frente oriental. Allí cayó prisionero y se pasel resto de la guerra en campos de prisioneros dguerra, siendo testigo de horror tras horror, viendcómo morían en masa los soldados de tifus y d
frío, tratando de darles el último consuelo de la fmientras sus cuerpos se llenaban de sabandijas.
Dada la experiencia por la que el joveacerdote pasó su iniciación en el infierno
parecería inmensamente presuntuoso, un acto darrogancia, permitirse sugerir que, pese a sbrillante y gentil personalidad, Maly era débi¿Quién osaría afirmar algo semejante a la luz destas realidades? No obstante, hay gente cuya fe
humanidad se ven reforzadas ante horrores n
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menos terribles.La fe de Maly se desmoronó.
«Perdí la fe en Dios y, cuando estalló levolución, me uní a los bolcheviques. Romp
completamente con mi pasado. Ya no era húngarni sacerdote ni cristiano, ni siquiera el hijo dalguien. Sólo era un soldado perdido en acción.»
Este paso al anonimato, la opción de l
disociación desesperada, es uno de los atajomorales más importantes de la experiencimoderna. El deseo de ser bueno lleva a Maly poel camino de la deshumanización, aunque creyerque se trataba de una opción redentora. Revestid
con la incógnita de su fe aniquilada, el nuevo Malateo se sumó a los «guardianes de la revolución»es decir, a la Cheka, la primera encamación de l
KVD. La nueva tarea sacramental era rehacer e
mundo. Una de sus primeras obligaciones fuacompañar a los escuadrones de la Cheka por loerritorios de la guerra civil.
Es curioso, pero esta persona bondadosa volvia encontrarse en medio de una indescriptibl
brutalidad.
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«Pasábamos por pueblos incendiados que habíacambiado de mano varias veces en un solo día.
uestros destacamentos rojos “limpiaban” laaldeas del mismo modo que los blancos. Lo qu
quedaba de sus habitantes, ancianos, mujereniños, todos eran ametrallados por haber dadcobijo al enemigo. No podía aguantar los gritos das mujeres. Simplemente no podía.»
Cuando empezaban los gritos de las mujereMaly simulaba tener diarrea. Y entonces, compara confirmarlo, sufrió un serio ataque ddisentería. Mientras las metralletas de la Chekacribillaban a la gente en las plazas, Maly, e
protegido favorito del Santo Terror, corría esconderse tras un camión. Allí se doblaba de udolor tan ético como intestinal, pero con las manono sobre el estómago, sino tapándose los oídos.
El Terror funcionó. La guerra civil llegó a su fi la Cheka había puesto a salvo la RevoluciónPero sus crueldades muy pronto fueron seguidaras la colectivización del campesinado ruso po
asesinatos en masa. Y curioso es constatarlo, e
bondadoso Maly volvía a hacer acto de presencia
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«Yo sabía lo que le estábamos haciendo a locampesinos, cuántos eran deportados y cuántofusilados. Aun así, yo seguía allí. Todavíesperaba la oportunidad de reparar lo que habí
hecho.»¿Reparar? ¿Reparar cuando se pertenecía a l
policía secreta? Es un mal uso fascinante de lnoción de reparar, más aun cuando proviene de u
ex sacerdote. No es menester ser un experto eeología avanzada para darse cuenta de qucualquier pecador con deseos de poder reparar supecados, lo primero que debe hacer es dejar dcometerlos. La persona que quiere reparar u
asesinato, primero debe dejar de matar, dejar dparticipar en el crimen para siempre.
Pero Maly estaba perdido para la redenciónCuando entró en el mundo de Dzerzhinski, cuand
optó por transformarse en un instrumento más deTerror revolucionario, comprometió su alma coun sistema político que aunaba Bien y TerroMal, sé tú mi Bien! Pese a toda su ternura, Male había convertido en un protegido de esa visió
fáustica cuya gran expresión colectiva de est
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iglo ha sido la ética revolucionaria. Tambiéoel Field era bueno y gentil. Y como Maly, Fiel
ambién de modo recurrente se encontraba metidhasta el tuétano en medio de crueles brutalidades.
En su libro Witness, Whittaker Chambers hablde un hombre que había servido fielmente a lRevolución hasta que una noche oyó gritos eMoscú. Nada más que eso: oyó gritos. Y se vin
abajo. El padre Maly también había oído lomismos gritos, pero no vio la forma de dar marchatrás o de cambiar de rumbo.44
¿Por qué? Una suposición tal vez acertada es quos conflictos sádicos de este buen ser humano s
nscriben en su compromiso para con la visión dantidad de Dzerzhinsky. Sin embargo, l
necesidad de reparar le llenaba la cabeza y, en sbúsqueda, se embarcó en una extraña y privad
campaña secreta.Un día se le presentó una campesina rogándolpor la vida de su marido que había sidentenciado a muerte por robar unas patatas par
que la familia no muriera de hambre. Así fue l
colectivización: se fusilaba a cientos de miles d
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personas. A los ojos de la Cheka, este hijcondenado de la madre Rusia no tenía la menoposibilidad de salvación. Era un «enemigo dclase»; su vida no tenía sentido alguno y no valí
nada. La Cheka no estaba protegiendo las patatasestaba liberando al régimen de un elemento nometido, de un «enemigo de clase», por tanto. Ldea era liquidar a los hombres como éste. L
mujer del pobre hombre apelaba a un viejo sistemde valores, como si el robo de unas patatas fuerel «mal» y su castigo pudiera ser mitigado por lmisericordia. Ella estaba ante Maly haciendo suego campesino en nombre de algo tan viej
como el Bien.Como buen marxista-leninista, Maly entendí
perfectamente que «bien» o «mal» eramenudencias moralistas en el gigantesco pla
evolucionario de purgar el mal del capitalismoAdemás, Maly ni siquiera estaba seguro de tener lautoridad para salvar al miserable.
Sin embargo, allí mismo y haciendo de tripacorazón, Maly decidió que actuaría, haría s
eparación. Como fuera, rescataría a est
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miserable vida humana. Haría acopio de todo spoder, de toda su capacidad de persuasión, de todu empuje, de todo lo que tenía para salvar a estadrón de patatas totalmente inocente.
Se dirigió a su superior de la NKVD, otrmiembro de la mafia húngara, e hizo slamamiento. Milagrosamente, funcionó. El jef
escuchó, sintió compasión y estuvo de acuerdo
untos los dos hombres conmutaron la pena dmuerte. Así de fácil. Estaba hecho; era un acto dmisericordia, una intervención personal. ¡Y taimple!En aquel momento, Maly recibió orden de viaja
a otra parte en una misión de dos semanas.«Cuando regresé, lo primero que hice fue busca
al acusado. No pude encontrar el expediente. Fui mi jefe. No sabía nada de lo que había sucedido
ambos empezamos a buscar los papeleFinalmente, los encontramos. Garrapateado sobra cubierta decía “ejecutado.”»
«Esta vez», dijo Maly, «no me dolió eestómago.»
En cambio, regresó presa de estupor a lo
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cuarteles. Cuando entró en su habitación, Maldescubrió que en su ausencia esta vez era su gatel que había sufrido el dolor de estómago y hechus necesidades encima de su cama. Con sum
calma, el ex cura cogió al inofensivo animal y almismo lo estranguló con su propias manos. Luegarrojó el cuerpo por la ventana.
A la mañana siguiente, supo que no podía viv
más en la Unión Soviética. Una vez más, en vez dvolver hacia atrás, prosiguió su marcha hacidelante. Se dirigió al cuartel general y solicitó edestino en el extranjero que tantas veces habíechazado, por más que el espionaje en Europ
fuera un negocio mucho menos sangriento que laduras tareas cotidianas de la NKVD en el propipaís. Sus superiores se mostraron encantadoSiempre habían pensado que Maly desperdiciab
u talento en las despiadadas matanzas de lcolectivización.El sucesor de Trilliser en la dirección de l
ección extranjera de la NKVD, un tal Slutskyiempre había admirado a Maly por sus buena
maneras, su dominio de varias lenguas, su bue
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aspecto, su tacto y su capacidad para laelaciones sociales.45 Muy pronto nombró a The
para un cargo a la altura de sus capacidadeAsumiría delicadas responsabilidades englaterra.
Cuando Maly envió a Hede a Norteamérica, erun hombre enamorado aunque nunca lograría tene
un destino en Norteamérica para reunirse con samada Gerda Frankfurter.En 1938, en pleno Terror, se le llamó a Moscú
Se le ordenó que dejara su trabajo con el grupo dCambridge, que pasó a manos de un nuevo contro
el siniestro asesino Alexander Orlov.46 Todoabían que este retorno significaba el fin y Maly labía mejor que nadie. Fue a París rumbo a
matadero y allí hizo una pausa. Sus amigos en e
aparato volvieron a darle la señal de alarmaVolver a Rusia era suicida. Encuentra una salidaEl hombre de las reparaciones titubeó.
Vamos, vamos. ¿Qué posibilidades tenía descapar de los comandos de ejecución si tratab
de esconderse de algún modo en Europa? ¿O
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ncluso en América? Maly sopesó las opciones.También contaba el descrédito. Si huía, sabí
que los hombres de Yagoda usarían sus años dacerdocio para crear el retrato final del traidor
nadie jamás podría descubrir la mentira. Su honode espía, su seriedad como revolucionarioquedarían hechos añicos para siempre. Paralvaguardar ese honor, Maly quería que alguie
en el futuro supiera o se ocupara de creer quhabía muerto obediente a la Revolución.Maly fue a la Gare de l’Est y subió al tren.En Moscú, se le asignó un trabajo de oficina po
unos pocos y tediosos meses. Se sentaba ante u
escritorio y repasaba papeles. Leía IsvestiaMiraba por la ventana a la plaza Dzerzhinski, a lestatua colosal que allí se había erigido ememoria de su viejo amigo y mentor, la mism
estatua que en los grandes días de agosto de 199ería derribada por la multitud jubilosa. Mientraescribo, se habla de levantar en el mismo lugar umonumento apropiado, acaso una inmensa cruzque sirva de centinela a los millones de muertos.
Contemplando la estatua de Felix, el padr
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Theodore Maly esperaba reunirse con esomuertos. No esperó mucho. Una buena mañana, eescritorio amaneció vacío. Nunca más se le volvia ver.47
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7 Bloomsbury y el espionaje
El gran éxito en Europa y América de TheodorMaly y la «mafia húngara» consistió en encontrauna puerta que comunicara directamente con locentros de poder dentro de la elite de la cultura d
oposición al sistema y, en especial, dentro de lmodernidad imperante en ese momento. Poupuesto, se trata de un asunto de mucho mayo
alcance que el significado de unas cuanta
raiciones aisladas. En un grado muy notable, laelites de las democracias de este siglo eligierodefinir su gusto y su lenguaje por medio deenguaje de la revolución y de la disociación densibilidades. Los Picasso cuelgan de las parede
de los banqueros.Es en este sentido más profundo, en el nexo entr
el lenguaje de las elites democráticas y el lenguajde la revuelta, donde el espionaje coincide con l
cultura.
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Y en este sentido los espías de Cambridgendrían que ser conocidos más exactamente com
«los espías de Bloomsbury». O incluso se lepodría calificar con mayor precisión como lo
espías hijos de Bloomsbury. Uno de los primeroamantes de Anthony Blunt fue Julian Bell, eobrino de Virginia Woolf; fueron Blunt y su gent
quienes animaron a Bell a ir a España, donde dej
a vida. Blunt también reclutó a Michael Straighcuando éste aún estaba sumamente afectado por lmuerte en España de su gran amigo John Cornfordquien a su vez era hijo de dos miembroacadémicos de la cofradía, Frances y Franci
Cornford. Burgess y Blunt fueron educados en eambiente de Bloomsbury. Añadamos a esto lntimidad de Burgess con Harold Nicolson. Lo
espías de Cambridge estaban en la segund
generación de Bloomsbury y se les debconsiderar como sus herederos.
Nuestro conocimiento de Bloomsbury está tadominado por la presencia y el genio de Virgini
Woolf que a veces olvidamos que el círculo fu
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menos creación suya que de Lytton Strachey, sntimo amigo —y novio en algún momento—
Strachey siempre se vio como un «animadocultural», un hombre con una misión. Tuvo mu
clara esa misión a temprana edad. Basándose en lcuestión del gusto, se propuso redefinir la ética a naturaleza de la elite británica. Cuando aún er
un joven estudiante en Cambridge y más tarde
durante la primera guerra mundial, Strachey splanteó una tarea esencialmente edípica: definuna nueva era en la opinión británica organizanda los hijos más brillantes de los Victorianoeminentes y reuniéndolos en un club dedicado
destruir el filisteísmo, la hipocresía y la represióque, según él, definían el odiado y amado mundpaterno.
En la práctica, lo que creó Strachey en el círcul
de Bloomsbury se convirtió en una especie dmafia intelectual por medio de la cual los hijoprivilegiados del sistema británico podían sumarsa la cultura opuesta al sistema sin sacrificar eestatus con el que habían nacido. Los miembros d
Bloomsbury comprendían correctamente que l
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evolución modernista era la mayor fuerza culturade su tiempo. Y también creían que representabun desafío para todo lo que sus padres habíaconsiderado valioso. Strachey enseñó a su
eguidores cómo pertenecer a esa cultura de tamanera que se sintieran doblemente privilegiado
o era tarea fácil, pero él, el vástago más brillantde una familia notable en todas sus ramas po
moldear y manipular a la opinión públicbritánica, lo consiguió. El objetivo evidente ereforzar, no debilitar, el estatus aristocrático al qu
pertenecían por nacimiento los miembros decírculo. Los plebeyos o los no universitarios, po
más impresionantes que fueran sus logros, no eraadmitidos en el club. La necesidad de derribar us padres del pedestal no era exactamente e
problema de D.H. Lawrence. En consecuencia
Bloomsbury trató a Lawrence como un parvenu echazó al «mal educado» de James Joyce hastque el genio de ambos alcanzó tal éxito que sólpodían hacer el ridículo ignorándolos. Bloomsburfue una operación casera de la elite británica.1
El mismo Strachey era un tipo más bie
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desagradable. Quentin Bell, hermano de Julian, ldescribe como «una criatura torturadora de lootros y de sí mismo, pasando de un drama a otroun desarraigado miserable, siempre quejándose d
algo y suspirando, una persona insoportable»Aunque el tiempo ha justificado parcialmente Strachey gracias a los muchos triunfos dBloomsbury en materia de estética e influencia
debe señalarse que, aparte de Virginia WoolBloomsbury no produjo ningún otro artista dprimer orden. Siguiendo la dirección de Stracheyel círculo siempre estuvo demasiado preocupadpor cuestiones de estética como para roza
iquiera una verdadera grandeza. En cuanto desbancar a los Victorianos, me resulta imposiblomitir que George Eliot, la quintaesencia de lVictoriano, escribió sobre el sexo con much
mayor inteligencia y sentimiento que la modernistVirginia Woolf.Aun así, fue necesaria la subversión de la
costumbres tradicionales llevada a cabo poStrachey. En la experiencia modernista, hub
fuerza, inevitabilidad y gran belleza. Sólo con l
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perspectiva del tiempo, la perversión e hipocresíntelectuales de Strachey parecen dominar est
afán por proporcionar a sus socios una plataformmás segura que nunca desde la que desdeñar a la
clases medias británicas.A fin de que la cofradía tuviera una razó
fundamental de ser, Strachey hizo que asumiera uculto a la amistad enunciado por George Moore
un filósofo de Cambridge, de modo que hasta lfecha casi invariablemente se trae a colación, cadvez que se discute a los espías de Cambridge, eestúpido pseudo-pensamiento de E.M. Forstecopiado de Moore: hay que tener la valentí
uficiente como para traicionar al propio paíantes de traicionar a un amigo. Y cuando tuamigos colaboran en la muerte de cientos de milede seres humanos que no tienen el privilegio de t
amistad, entonces ¿qué?Sin embargo, y a pesar de tanta palabrería sobra sagrada amistad, Strachey no era precisament
un ejemplo ideal de ese principio. Lo máprobable es que haya sido todo lo contrario. Com
abemos por la documentación increíblement
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voluminosa sobre cada pelo y señal de cada unde los miembros del círculo, no hubo nadmaravillosamente amistoso en locomportamientos de Bloomsbury. Inclus
comparado con el patrón poco bondadoso de lmayoría de los ambientes literarios, Bloomsburfue algo excepcionalmente malicioso entre supropios miembros y cruel hasta el punto de
adismo sistemático con los de afuera. Toda espalabrería sobre la «amistad» ocultaba interesemuy diferentes.
Paul Johnson los describe muy bien: «Por algStrachey era hijo de un general. Sentía gra
nclinación por el elitismo narcisista y dirigía ecírculo con manos de acero, aunque parecieraánguidas. De los Apóstoles aprendió lo
principios del poder de grupo: la capacidad n
ólo de excluir sino de alardear de elloPerfeccionó el arte de la inaccesibilidad y eechazo: un mandarín de Bloomsbury podí
desaparecer con una mirada o un tono de vozDentro de este círculo mágico, la exclusividad s
convirtió en una especie de sistema de mutu
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apoyo vital. El y [Leonard] Woolf lo llamaban “eMétodo"».3
Si la amistad no fue el verdadero motor, eobjetivo a largo plazo tampoco era formar un cluocial para los universitarios brillantes. El legad
de Strachey venía a demostrar el modo en que lposición privilegiada de una elite podía encajaperfectamente con una actitud despectiva hacia e
istema, siempre en nombre de la sacrosantamistad. Un absurdo, por supuesto. La verdaderpolítica de Bloomsbury fue, siempre y ante todouna búsqueda del poder cultural elitista en GraBretaña.
En la primera generación, pocos miembros decírculo eran simpatizantes y menos aún auténticoestalinistas. El tono lo sentó la escritura de ligero
matices izquierdistas de Leonard Woolf, eespecial cuando trataba la política imperiaSidney y Beatrice Webb, los mentores políticos dos Woolf, se convirtieron en propagandistas cas
abyectos de Stalin. Pero el legado de Strachey, e
decir, la colocación de los nuevos mandarines a l
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argo y ancho del mundo editorial, radiofónicoacadémico e intelectual era, cuando menos, uuelo muy fértil.Aquí es donde hacen acto de presencia Burgess
Blunt.Desde el punto de vista público, el movimient
para «estalinizar» el gusto de Bloomsbury ldirigió Otto Katz y el aparato de Münzenberg. Par
ese fin, se utilizaron frentes británicos como eLeft Book Club y sus numerosos apéndices. Desda vertiente clandestina, el proceso estaba dirigid
por Blunt y su lugarteniente Burgess, supervisadoa su vez por Maly y Ludwik desde la oficin
ondinense de reclutamiento del Secret IntelligencServices (SIS), y apoyados desde las sombras poos cazatalentos que operaban en las universidade en las redes de propaganda de Münzenberg
Gibarti. Su conexión con los soviéticos se hacía ravés de una red dual NKVD-Komintern quoperaba en Amsterdam, Berlín y París. Al menoen 1927 el proceso ya estaba en marcha cuandLudwik se instaló en Amsterdam. Hitler nada tuv
que ver con su fundación. La organización y
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estaba completada en 1935 y culminó suactividades en España, donde ciertoobservadores, como por ejemplo George Orwelosaron dar muestras de disensión.
Pero volvamos al Cambridge de Strachey. Edelfín evidente para todo esto era Blunt. Loespías de Cambridge fueron los herederos dBloomsbury por línea genealógica directa. E
caballo de Troya fue el Club Cambridge dConversación, los Apóstoles, una sociedad secretcon solera en el campus y compuesta por jóvenearistócratas intelectuales. Entre sus miembros scuentan Tennyson y Hallam. Strachey y Leonar
Woolf habían hecho suyo el grupo antes de lguerra en aras de sus propios intereses políticoUna generación más tarde, Blunt y Burgesvolvieron a apropiarse de él. Fue Blunt quie
previo las ricas oportunidades que quedarían aalcance de la mano si los Apóstoles eran usadopor el aparato.
Un club secreto de jóvenes brillantes, loApóstoles, había representado el medio ideal par
as truculentas fantasías de Strachey sobre el sex
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el poder; allí podían ponerse en práctica emedio de jóvenes corruptos y de cabelloenmarañados. Modificando apenas los principiode Strachey, Blunt y Burgess lo transformaron e
un medio ideal para el reclutamiento del apparaEra elitista, secreto y compacto gracias a lapropias lealtades.4 Al controlarlo, pudierocapturar la imaginación de los muchachos d
Bloomsbury mientras se les preparaba, tal comhabía hecho Strachey con sus padres, para unvida de poder graciosamente fusionada con edesprecio al orden establecido. En la visióarrogante que tenía Strachey de las clases media
estaba implícito el derecho a gobernarlas. Este erexactamente el tipo de desprecio que Blunencontró tan coherente con su propio espíritdesdeñoso y tan útil como instrumento político.
Durante sus amoríos con Blunt, Julian Beescribió una carta a su madre describiendo coalgún detalle esta aventura (su iniciación sexualcuyo punto culminante llegó cuando Blunt le envia una conferencia en una ciudad francesa, Poitigny
El evento lo organizó un complejo simpatizant
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oviético relacionado con los primeros miembrode Bloomsbury, el príncipe Dimitri Mirsky.5 Biepuede ser que el príncipe haya sido el inventor da conferencia cultural como instrumento d
propaganda en las elites. El principe muriódemente, en el gulag.6
La aventura de Blunt con Bell terminó cuandulian inició otra relación con una mujer y lueg
uvo «una serie de amantes». Pero mientraduraba, escribió a su madre: «Me parece que no tpreocuparás ni escandalizarás. No quiero, siembargo, que se sepa, pues puede llegar a oídode Virginia y entonces alguien puede sacar lnoticia en el Times».7
Una vez descubierto, Blunt no huyó a la UnióSoviética y es evidente que, a diferencia de Philbydetestaba la mera idea de vivir en la Utopía a l
que había sido tan fiel. Ahora bien, ¿qué era lo quno detestaba Blunt? Aunque sus trajes estabahechos a medida y odiaba a la madre patriocialista, era un estalinista irredento del appara
carente de conciencia con respecto a paíse
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«ideales» o amigos. Mucho menos le importabesa abstracción llamada «humanidad». También ldetestaba. Su esnobismo era absoluto. Era umanipulador con genio, con tal talento para l
ntimidación sutil y para medir la vanidad de suvíctimas que los esfuerzos de Guy Burgess en esdirección parecen chapuzas de aficionado. Yeligió para sí el papel de perfecto Prufrock de
istema británico. «Deferente, encantado de podeer útil, cauto y meticuloso», a Blunt se lencontraba invariablemente, como una sombradetrás de la izquierda con poder. Era amigo ncluso íntimo de personajes principales de toda l
vida británica, desde los Rothschild hasta los máaltos niveles de los servicios de inteligencia. Lmayoría de los intelectuales están relacionadocon lo que podríamos llamar el poder sin pode
Blunt quería algo más. Pretendía una autoridadiscreta pero real, un poder que pudiera ejercein parecer que lo hacía. Estaba hecho para l
duplicidad.Sus relaciones con las mujeres —con alguna
mujeres al menos- parecen haber sido las de u
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penitente necesitado. Cuando se le acercaba lhora del desenmascaramiento, le daban auténticoataques de terror, casi infantiles, ante lperspectiva de perder la buena opinión de la rein
sabel y de la reina madre. En una ocasiónbastante ebrio en un taxi junto a RosamunLehmann, rompió en sollozos ncomprensiblemente empezó a pedirle perdón. Ta
vez esta extravagante demostración no fuera máque una manera de comprobar si Goronwy Rees, eamante de Rosamund, alguien que conocía la rede Blunt, se había ido de la lengua en suconversaciones de cama.
En cambio, la actitud de Blunt hacia los hombreera de una furia feroz, controlada y reprimida, una búsqueda silenciosa, pero incesante, de lopuntos vulnerables. Por lo general, los encontrab
obviamente en los secretos del sexo o de lambición, de la posición o de la vergüenzociales. Y lo mejor, en todo a la vez.En realidad, era un chantajista de clase muy alta
Se movía en una especie de onda sadomasoquist
que de algún modo recuerda la ética de ambigu
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desprecio de Strachey. Siempre se ponía en unposición desde donde poder despreciar a quieneervía. Despreciaba a los miembros melifluos
ostentosos del sistema, a quienes veía como lo
diotas de la historia, condenados a ser barridopara siempre. También despreciaba a sus jefeoviéticos, a quienes ignoraba incluso cuando lo
obedecía. Imbéciles, pesados, insoportables. En e
vacío entre la servidumbre y el odio, Blunt hallabel poder.8
El que tantos espías de Cambridge fuerahomosexuales puede explicarse por Strachey
Bloomsbury. El culto de la «amistad» de Stracheera en realidad un culto a la homosexualidad. Eestaba convencido de pertenecer a una elite eróticde más fina sensibilidad que superaba l
vulgaridad y ordinariez del varón heterosexual. Euna carta a Keynes, habla de Cambridge, con s«ambiente triste de paradoja y pederastía», comel sitio ideal para lanzar su crítica de la vidnglesa, una crítica que era al mismo tiemp
desdeñosa, masoquista, airada y (al parecer
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pasiva.9 No obstante, «no nos podemos contentacon decir la verdad» aunque «debemos decir toda verdad y toda la verdad es el Mai... Es unocura que soñemos con hacer comprender
zoquetes que los sentimientos son buenos cuandcon el mismo impulso decimos que los mejoreon sodomitas... llegará nuestra hora dentro d
cien años».10
Maly tuvo que ser especialmente hábil al tocaeste tema. La moral comunista y el marxismoeninismo en general han sido siempre mu
hostiles a cualquier clase de libertad homosexuaSiempre que se aborda el tema, por lo general so relaciona de una manera u otra con l
decadencia burguesa. Sospecho que Anthony Blun Guy Burgess utilizaron a fondo su tremend
astucia para convencer a sus controles soviético
de que un círculo homosexual basado en el modelde Strachey podía utilizarse, tanto por las tácitaealtades como por las virtuales posibilidades qu
ofrecía, como base de una red de espionajeCarezco de pruebas para demostrarlo, pero pued
haberse dado una argumentación de esta guisa. S
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así fue, debió de ser un intercambio munteresante. En los archivos de la ex Unió
Soviética existen análisis sutiles y de largalcance sobre el papel que puede desempeñar l
homosexualidad en una red de espías. Soexplícitos sobre las maneras en que el vínculexual mantenía unidos en su alienación a Burges los demás. Hay informes similares no meno
agudos sobre la capacidad de introducirse en laelites gracias a este vínculo «homintern». (Téngaspresente que ciertos miembros de este círculo neran homosexuales. No lo era Kim Philby, nampoco el autoflagelado de Maclean, al que sól
e le puede llamar homosexual de formendenciosa.)
Ciertamente había muy poca tolerancia con lohomosexuales dentro del aparato estalinista
aunque por supuesto muchos miembros lo eranLos jóvenes radicales de los años treinta tuvieroa fantasía de que el comunismo significabibertad sexual. Y en el Occidente privilegiado
algo de esto era verdad. Sin duda, la bohemia y e
adicalismo estaban interconectados, en comunió
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con esa perspectiva rigurosa y airada del intelectque busca compensación por sentirse apartediferente y excluido.
Pero dentro del apparat , el puritanism
comunista y la intolerancia casi increíble de Stali sus allegados provocaban que la mayoría de su
homosexuales y bisexuales tuviera que vivir comayor cautela y más sentimiento de culpa que su
hermanos y hermanas del mundo no comunistaPensemos en los sufrimientos que le causaba Whittaker Chambers el hecho de ser homosexual, a Louis Aragon, el poeta de la libertad sexual, qudebió suprimir sus deseos mientras vivió Els
Triolet, pero que se transformó en un deslumbrantengorro para el partido cuando ella murió.
Por supuesto, nada de esto significaba lo mámínimo para los homosexuales que habían tenid
a mala suerte de vivir en la Utopíevolucionaria. Exactamente cuando AmabeWilliam-Ellis, sobrina de Lytton Strachey e hija dohn Strachey, entonaba loas al canal del ma
Blanco, Stalin había enviado allí a tres m
homosexuales a la agonía del campo de trabaj
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esclavo y a su muerte segura y prematura.11 Loimpatizantes que visitaban el país a menudo era
manipulados sexualmente. A André Gide lodeaban atractivos efebos que le hicieron caer eituaciones comprometidas. Primero los utilizaro
para manipularlo y luego para insultarlo cuandpublicó Retorno a la URSS.12
La condesa Károlyi describió con qué risotada
ecibió el apparat el plan de Gide de exigir libertad sexual durante su patética audiencia coStalin, que, para bien de Gide, jamás llegó celebrarse.13
*
Münzenberg fijó su interés en las universidadea fin de tomar contacto con la cultura antisistem
en su lugar de origen. En Cambridge, él y Gibarestaban representados por la Liga contra emperialismo y por los dos profesores má
comprometidos en ella: Roy Pascal y MauricDobb. Estos dos personajes ejercieron un
profunda influencia en toda la conspiración d
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Cambridge.14 Pero después de 1932 Otto Katambién hizo de Inglaterra una de sus bases d
poder.De hecho, en el verano de 1933 el inglés de Ott
era extrañamente fluido cuando sentó pie aparecer por vez primera en Londres. No he podidencontrar ninguna prueba de que Otto hubieresidido antes en un país de lengua inglesa; si
embargo, desde el momento en que pisó Dovequizá de incógnito, su inglés era bastante suelto alpicado de modismos populares. Seguro que n
era perfecto; estaba lleno de errores teutónicoípicos, pero era fluido. ¿Dónde lo aprendió
¿Como colegial en Praga? ¿Acaso en un curso dentrenamiento en Moscú? Sea donde fuere, ehecho es que Otto podía decir lo que quisiera englés. Y quería decir muchas cosas.
Llegó en un momento especialmente dulce en lhistoria del totalitarismo. Theodore Maly yestaba muy bien instalado en Inglaterra. Habílegado mucho después de que en 1927 Ludwi
hubiera colocado a su recluta en los niveles alto
del organigrama de la inteligencia británica. Mal
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Ludwik trabajaron juntos desde Londres hastAmsterdam. Maly permaneció en Inglaterra casoda la década de los treinta operando de tanto eanto desde una oficina al lado de la que ocupaba
os propagandistas londinenses de Gibarti, uequipo denominado la Internacional contra lGuerra, que de hecho era la oficina británica deAmsterdam-Pleyel. A cargo estaba un hombre d
Münzenberg reclutado de entre los elegidos dBloomsbury, John Strachey, primo segundo dLytton Strachey. Como de costumbre, lpropaganda y el espionaje funcionaban codo cocodo.
Cuando su tren llegó a Londres, a Otto laguardaban muchos amigos, además del serviciecreto británico, porque ya era objeto de l
vigilancia del SIS probablemente desde e
momento de su llegada.15
Años más tarde Otto sufanaría diciendo que él estaba perfectamente aanto de esta vigilancia desde el primer instante
Uno se pregunta quién o qué le hizo darse cuenta.La primera tarea de Katz fue organizar e
espectáculo del contraproceso del incendio de
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Reichstag asistido por una imparable bola dfuego británica, nada menos que la muy roja ElleWilkinson. Era uno de los líderes de más peso eel ala izquierda del laborismo; también había sid
una de las colaboradoras de Willi y Louis emuchos esfuerzos radicales del pasado. En algúgrado, esta personalidad fundadora del partidaborista debió de ser consciente del verdader
papel de Otto. Sólo un ingenuo podría no habersenterado de que se trataba de un agente soviéticoY Ellen Wilkinson no se dejaba engañar por nadieO mejor dicho, por casi nadie. Durante un tiempoa había engañado Stalin y luego se convirtió e
una antiestalinista acérrima. Y Otto Katz la engaño suficiente como para usar su honest
antifascismo como tapadera para el acuerdo coHitler. Pero en ese punto, engañó a todo el mundo
Ellen siguió bajo el hechizo de Katz hasta el finade Múnich. Se ha sospechado que tuvieron unaventura. Fueron ciertamente íntimos. Lconvenció para que fuera a España. Incluso en everano del Pacto, Ellen con mucho gusto le hiz
una visita en la Riviera.16
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Otro contacto que aguardaba a Otto en Londreera Claud Cockburn, el estalinista y propagandistde toda la vida. Le había conocido por primervez un año antes en el Amsterdam-Pleyel. En lo
iguientes años, Cockburn y Katz colaboraríauntos en muchas aventuras en Londres, en Españ sin duda también en América. Su relació
alcanzaría su cenit surrealista cuando, en 1952
Otto pronunció un discurso en los muelles dPraga haciendo su «confesión» y encubriendalgunas importantes pistas secretas. Otto contcómo había traicionado la Revolución sirviendo Trotsky y a Lord Beaverbrook en una conspiració
con el despiadado agente imperialista ClauCockburn, entre otros.17
¿Cuál había sido su verdadera relación? Poalguna curiosa coincidencia, entre Amsterdam
Pleyel y el día en que Katz llegó a Londres para econtraproceso, Claud Cockburn había lanzado unpublicación llena de rumores políticos parenterados titulada Week . La idea subyacente erpublicar para la minoría selecta un semanari
leno de los últimos chismes políticos, todo
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cuidadosa e inteligentemente elaborados parervir los intereses de la línea estalinista. Er
evidente que Week no podía ni debía contar couna distribución masiva. La gratificante sensació
de pertenecer a los selectos que viven al tanto da actualidad política no es el propósito de Time ewsweek. Week equivalía a «un boletín de teorí
de la conspiración».18 Su objetivo era
precisamente los enterados a quienes estabdirigido. Se trataba de una espléndida estrategia.Pero ¿de dónde demonios sacaba Cockburn es
nformación? En la publicación había muchamentiras, pero gran parte de la información er
muy exacta y a menudo de muy buena fuente. ¿Dqué despachos provenía todo esto? Cockburiempre tomaba la pregunta a la ligera. L
conseguía de conocidos; tenía toda clase d
amistades. No era más que la charla habitual dos muchachos en los pubs de Fleet Street de loque sin duda Cockburn era un buen parroquianoEso y ciertos... llamémosles «corresponsales» eAlemania. Ciertos «amigos» en París. Ya se sabe
Gente. Aquí y allí.19
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Tal vez, pero Week salió a la calle poco despuéde que Cockburn mantuviera una reunión de altnivel con Münzenberg y Katz. Su irrupción en lvida política coincide precisamente con el period
de máxima colaboración entre Cockburn y Katz¿Fue mera coincidencia que Katz fuera un agentprofesional del Komintern y de la NKVDentrenado por Willi y Radek para justamente est
clase de información y desinformación? ¿Careceste hecho de significado? Lo más probable es quuna parte considerable de los rumores qudivulgaba Cockburn desde Week se originardentro del apparat y fuera material que llegaba
Cockburn a través de su mejor guía por lovericuetos de esa selva de espejos, Otto Katz.
Un detalle sugerente de las sombras que ocultaa relación de Katz con Week nos lo proporcion
un rumor que corrió en aquel tiempo. Según sdecía, habría una edición del semanario en NuevYork financiada por Ralph Ingersoll, un influyentamigo y colega de Henry Luce, que en los año
reinta se convirtió en amante de Lillian Hellman
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a fiel protegida política y querida amiga de OttKatz. Ingersoll no sólo estaba encandilado poHellman, sino que con su prédica la vida políticde este alto directivo en la organización de Luc
asumió una decidida postura estalinista. Pronto sconvirtió en el patrocinador y financiero de lapublicaciones prosoviéticas en Nueva York.20
Ingersoll fue el editor del periódico estalinist
.M ., un típico diario al estilo de MünzenbergAquí también pudo haber una presencia invisiblde Katz. Lillian Hellman y Dashiell Hammeguiaron a Ingersoll paso a paso en esta empresaprácticamente en cada párrafo publicado. Hamme
entrevistaba a los posibles colaboradores en shabitación del hotel Plaza. En los primeros mesede la publicación, cada palabra que apareció e.M . contó con el visto bueno de Hammett o d
Hellman, ya fuera en Nueva York o en la casa dcampo de Hellman en Westchester County.21
El objetivo era alcanzar una distribución masivpara que P.M . fuera el primo norteamericano de C
Soir , el periódico estalinista de París, un diari
del que Katz era el evidente control. Su protegid
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Paul Nizan era el director y contaba con epatrocinio intelectual de otra celebridad literariamiga, el poeta, novelista y abyecto estalinistLouis Aragon.22
¿Tuvo Otto un papel similar en P.M .? ¿Tambiévisitaba la finca de Westchester County? Eperfectamente posible, incluso probable, pero npuede probarse. Es cierto que agentes de alto nive
del aparato, desde Katz a Louis Dolivemerodearon siempre por las inmediaciones de.M . mientras duró la existencia del semanario.2
Sea cual fuera la vinculación, el hecho es qudebió de ser escrupulosamente clandestina.
¿Y el mismo Cockburn? A menudo se hugerido, entre otros Peter Wright, que pudo ser u
colega de Katz en el servicio secreto de lnternacional.24 Para cuando estalló la guerra civ
española, es seguro que fabricaba desinformaciópara Otto Katz.25
¿Fue Cockburn un espía? Tal vez sí, tal vez noAl final, el interrogante no parece tener muchentido. Cockburn se pasó la vida adulta como e
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periodista estalinista más visible y mejoelacionado de Inglaterra. Era la encamació
perfecta de cierto tono mordaz de desdeñoscondescendencia —su tono era Bloomsbur
vulgarizado— fusionado con un cerebro y uespíritu del más acérrimo estalinismo. GuBurgess hablaba como escribía Cockburn. En ecaso de Cockburn, Stalin lo tenía renido a sus pie
En el otoño de 1933 el contrapoceso conquistos titulares y cumplió sus objetivos. E
antifascismo se convertía en la noticia número unque exigían los tiempos. Londres sucedía a Parí
como su capital. Pero había más cosas por haceen Inglaterra además de montar el contraproceso.
El Left Book Club, en el que también intervinKatz, fue uno de los medios usados parpromocionar el estalinismo selecto. Se debecordar que Münzenberg fue uno de lonventores del club del libro en su forma modern que año y medio antes de que enviara a Katz
Moscú, le había nombrado administrador
esidente del Universum Bücherei, su club de
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ibro en Berlín. El Left Book Club fue la versióanglosajona del Universum Bücherei.26
Quienes lo dirigían eran ingleses, por supuestoohn Strachey, Harold Laski y Victor Gollancz. D
este trío, Strachey era el agente; Gollancz casi lera, y Laski era un muy refinado inocente.27 Junto Sidney y Beatrice Webb, el muy ambiciosStrachey se convirtió en el principal vocero de
estalinismo intelectual de Inglaterra y en el hombrde paja de la Internacional contra la Guerra.Su biógrafo dice que consultaba invariablement
con Harry Pollit y el «partido comunista británicoantes de hacer las selecciones de títulos para eclub.28 Sin duda, pero Harry Pollit era un notoridiamante sin pulir. No sabía nada de la complejpolítica literaria e intelectual a la que se dedicabel club. Quien realmente sabía de estas cosas er
Otto Katz. Las primeras selecciones ofrecidas poel Left Book Club son un reflejo directo de lapreocupaciones que por entonces tenía la oficinde Münzenberg en París a cargo de Katz: un librde Rudolf Olden, un colaborador de Münzenber
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de toda la vida, y una traducción de Le temps d
mépris, de Malraux, escrito bajo la influencia dMünzenberg con la «colaboración» de dos colegade Katz, Manes Sperber y Willi Bredel.29 Ademáras una cantidad de seudónimos («O.K. Simon»
entre otros), Katz también escribió unos cuantoibros seleccionados y olvidados hace muchiempo.30
De modo que Otto fue cuando menos el ángeutelar del club y probablemente algo más.El nombre, club del libro izquierdista, pued
levar a confusión. Al igual que UniversuBücherei, era mucho más que la librería y ventpor correo del comunismo británico. Fue una redifusora de la opinión estalinista en Inglaterra. Eclub tenía la acostumbrada oferta de Münzenberen materia de campamentos, conferencias y gira
de propaganda por la URSS. Organizaba a locuadros para dominar la opinión en sectorediversos, desde el teatro a las artes y el deporteCuando se necesitaba propaganda, los conejos da protesta saltaban de la chistera clandestina
Había clubes para aplaudir el cine soviético, e
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arte soviético y todo lo soviético, pues lo que sbuscaba sin descanso era la legitimidantelectual. Esta ansia de contar con el prestigio d
nombres famosos en la cultura llegó a ser un
auténtica neurosis colectiva en el apparat .3Tampoco la Iglesia quedaba al margen. Gibarti sentía especialmente orgulloso de cómo dominabas posturas políticas del reverendo Hewle
ohnson, rector de la catedral de Canterbury.3Dicho sea de paso, Johnson nunca llegó a ser earzobispo de Canterbury aunque muchos créduloeuropeos llegaban a esa conclusión para deleite dGibarti.) Johnson era una criatura realmentdespreciable, sin cerebro y de un alegrestalinismo, un clérigo del que se podía confiaque daría sus bendiciones a cualquier acto dcrueldad o tiranía siempre que se lo pidier
Gibarti. Al mismo tiempo, denunciaba comanticristiano cualquier desafío o cuestionamientdel poder del dictador donde y cuando sprodujera.33
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En la juventud del hermano de RosamunLehmann, el editor y poeta John Lehmann, puedecogerse el hilo de Ariadna que enlaza espionaj
propaganda.En 1933 John Lehmann era un joven literat
prometedor y excepcionalmente bien relacionadque acababa de tener un encontronazo con el eg
de Virginia Woolf. La consecuencia fue undolorosa aunque breve interrupción en una carrereditorial que se convertiría en una de las mábrillantes de Gran Bretaña.
Al final de la década, John Lehmann hizo s
aparición recién llegado de Cambridge y funtroducido en el oficio haciendo el trabajigeramente peligroso de asistir a Leonard
Virginia Woolf en la Hogarth Press. La entrevistpara solicitar la entrada en la editorial se la habíprocurado su gran amigo Julian Bell, sobrino dos Woolf y amante de Anthony Blunt.34
Leonard y Virginia Woolf quedaron encantadocon Lehmann, que consiguió el trabajo. Realizó s
aprendizaje con tal éxito que para 1932 empezó
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producirse cierta e inevitable fricción. JohLehmann era mucho más que un joven brillantePronto demostró una auténtica y específica aptitupara la edición. Leonard y Virginia podían dejarl
odo en sus manos; por primera vez durantmuchos años, les era posible tomarse unavacaciones, días, semanas enteras de libertadLehmann no era solamente un buen trabajador. N
ólo tenía ideas y gusto propios, sino que empeza poner la marca de una nueva generación en algque siempre había sido territorio exclusivo de loWoolf.
Pese al cariño nada fingido que Virginia Woo
entía por la joven promesa, no le gustaba la nuevínea editorial que Lehmann intentaba impone
Estaba apareciendo una nueva generación dealistas antipoéticos, una generación para la cua
Virginia Woolf representaba una institución, nuncun modelo. Los escritores de los años treintasumían su propia identidad; John Lehmann era shombre en Hogarth. Virginia observaba todo estcon los ojos entornados. A medida que s
avecinaba la inevitable confrontación, el ambient
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e volvía cada vez más tenso en la editoriaHogarth.
En ese momento, Lehmann decidió que lo mejoera marcharse de Travistock Square por un tiemp
reunirse con sus amigos en la Europa de lengualemana, amigos que él había llevado a la editoriaHogarth (Christopher Isherwood, Stephen SpendeW.H. Auden). Ese era el lugar donde debía esta
Sin embargo, aunque no lo cuenta en su hermosibro de memorias The Whispering Gallery, dondólo hace un comentario de pasada sobre «eemolino de actividades antifascistas
antibélicas... clandestinas»,35 John Lehmann no fu
a Viena de forma espontánea. Lo enviaron.¿Quién? Como las cosas se ponían feas e
Hogarth, Lehmann fue a pedir consejo a JohStrachey y éste le escuchó y comprendi
perfectamente. Estuvo de acuerdo en que lituación con los Woolf se estaba poniendo difíci¿Por qué no tomarse un tiempo, dejar que las aguavolvieran a su cauce? Visita el continente. ¿Qué taViena? Después de todo, los amigos de Lehmann
sherwood, Auden y toda clase de gente fascinant
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rían allí ese verano. Y Strachey sabía cómacarle el mayor provecho al viaje. ¿Por qué n
viajar con los auspicios de una espléndidorganización radical que dirigía el mismo Strache
de la que seguramente Lehmann había oídhablar? ¿La Internacional contra la Guerra? Lnternacional no era meramente idealista. S
asentaba en el núcleo de la verdadera luch
antifascista. Y Strachey estaba en condiciones dnformarle confidencialmente de que la verdaderucha antifascista se centraría en Viena. Vienería el lugar donde se debía estar ese verano. Eoven casi dio un respingo cuando Strachey sugiri
que viajase a Viena como «corresponsal secreto»
¿Era Viena el lugar donde la «verdadera» luchantifascista tendría lugar? Viena sería donde sdesarrollaría la ilusión de la lucha antifascista. Srataba de una ilusión creada para servir a fine
muy diferentes de la derrota de Adolfo Hitler. E934 el aparato eligió Viena como el escenario d
una importante campaña antifascista com
apadera de actividades encubiertas. Casi co
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eguridad, Gibarti fue el principal protagonista deesfuerzo propagandístico mientras que loperación clandestina de espionaje y subversióestuvo a cargo de Alexander Orlov. Después d
Viena, Orlov pasó a Inglaterra, donde entró dirigir el grupo de Cambridge. Después dLondres, fue a España con proyectos aún máambiciosos.36
El objetivo de la campaña antifascista de 193no era de ninguna manera oponerse a AdolfHitler. Por el contrario. El fin era minar a los doprincipales partidos austríacos. Uno de ellos erde extrema derecha, los «clérigo-fascistas». E
otro, de izquierdas, era el partido socialdemócratmarxista, pero no estalinista. Hitler y Stalidetestaban por igual a los dos partidos. Y lfinalidad compartida por los dos dictadores er
utilizar la campaña «antifascista» para provocar sdestrucción.En Viena Otto Bauer lideraba a los marxistas n
estalinistas, que básicamente eran socialistaurbanos. El líder de los «clérigo-fascistas», de
partido ultraconservador corporativo cristiano, er
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el primer ministro austríaco Engelbert Dollfusótese bien que por más «clérigo-fascista» qu
fuera, era tan detestado por Hitler como Bauer lera por Stalin. Ese es el punto clave. Ambo
dictadores ansiaban aniquilar esos partidos. NDollfuss ni Bauer habían.hecho jamás acto dometimiento a los respectivos dictadores. E
objetivo de la campaña de Austria era servir tant
a soviéticos como a nazis con la desaparición dos dos partidos.37 Sólo en apariencia apoyaron us supuestos y respectivos aliados ideológico
Un año más tarde, Dollfuss sería asesinado por lonazis, no por los comunistas. La «ayuda
estalinista hizo trizas al partido de Bauer. Poanto, una campaña para desestabilizar a Bauer
Dollfuss representaba un hecho bienvenido poHitler. El servicio secreto de Stalin se aprestó co
odo entusiasmo a hacer la faena. En 1934 Dollfuse había propuesto destruir los logros muy realedel anterior gobierno socialdemócrata de BaueEn ese preciso momento, Stalin vio la oportunidade aniquilar a los odiados socialdemócratas con e
disfraz de apoyo y asistencia.
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Gibarti y Orlov se dispusieron a crear uncampaña «antifascista» muy visible, mezclandpropaganda con acciones encubiertas, saboteand desacreditando a los no estalinistas de Baue
bajo la apariencia de «ayuda», mientras generabauno de los lemas políticos más predominantes destructivos de los años treinta. Este afirmaba qua socialdemocracia, la izquierda, y la
democracias en geñeral, eran demasiado débiledemasiado ambivalentes, demasiadcontradictorias como para poder luchar realmentcontra Hitler. Por esa razón, tarde o temprano, lgente decente se volcaría a favor de la izquierd
dura y madura de Stalin. Pero efectuarían estcambio gracias a una campaña «antifascista» quen verdad no representaba el menor reto a Hitler que, de hecho, contaba con el beneplácito de
dictador nazi.La mentira sobre la debilidad democrática cou consiguiente campaña de promoción resultaro
un éxito espectacular. Para cuando todo hubacabado, las brutalidades combinadas del appara
de los clérigo-fascistas lograron dispersar a tod
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a izquierda no estalinista, convertida aestalinismo o en la cárcel. Muchos de los jóvenelusos de Bauer se precipitaron a encontrarse cous «amigos» en la URSS. Los soviético
prepararon un desfile en su honor; luego loenviaron al gulag.38 Simultáneamente, y pardeleite de los nazis, Dollfuss resultó realmentdepurado y también desacreditado y hacia el fina
de ese mismo año los nazis lo asesinaron. Fueemplazado por un gobierno de la derechantinazi, totalmente mojigato, débil e intimidadque quedó a merced de los dos dictadores. Ycuando finalmente Hitler entró en Austria con e
Anschluss en 1938, las protestas de Stalin fueroestrictamente protocolarias.39
Esta operación requirió muchos espejos rotos
muchas cortinas de humo. Las vitrinas de laibrerías se vieron invadidas de títulos sobre laatrocidades austríacas; la prensa rezumaba loufrimientos. Victor Gollancz envió a Naom
Mitchison a Austria con un anticipo «generoso
para que redactara lo que luego fue el Vienn
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iary. Mitchison, una indoblegable compañera dviaje, se sintió muy halagada de hacer de correo«Transportaba documentos de los amigoocialistas a los camaradas británicos en mi
gruesos pantalones de lana», escribió orgullosa.4A los simpatizantes, desde Stephen Spender W.H. Auden y Hugh Gaitskell, se los hizconverger en masa. Strachey tenía razón. Viena er
el lugar donde había que estar.Mientras tanto, John Lehmann hacía su trabajo d«corresponsal secreto» mecanografiando artículonocentes aunque rabiosamente antifascistas. E
una ocasión se le acercó un camarada «moreno»,
quien alguien le había presentado, que insistió eener una reunión a solas con él. ¿Y de qu
hablaron? De política, de política en serio.La charla en esta clase de reuniones d
eclutamiento era notable por ser muy a fondo y, amismo tiempo, evasiva. Hasta ahora, Lehmanhabía redactado artículos —sabiamente sugeridopor la Internacional— que colocaba en distintapublicaciones inglesas. Un trabajo estupendo
valiente. Pero había otras cosas que hacer contr
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el fascismo. Y lo que era aún más importante, urabajo más serio. Trabajo especial.
¿Como qué?Bueno, tenía que ver con... «otra clase d
nformación política».¿Otra información?Precisamente de qué «otra clase de información
e trataba quedaba en el aire, pero el moren
visitante se mostraba persistente, «negándose aceptar un “no” como respuesta».41
«Mi “sargento de reclutamiento” presionabmucho, pero se mostraba muy vago sobre lo que yenía que hacer exactamente.»
Lehmann se puso nervioso. «Me olí una trampa.es decir, decidí que al final me revelaría ququería que yo me convirtiese en un agentoviético.» En ese momento, aún comprometid
con su inocente papel de «corresponsal secreto» un poco asustado, volvió a recurrir a JohStrachey. No sabemos de qué hablaron, perdespués de la conversación, Lehmann escribió quu charla «me convenció de que estaba pisand
erreno demasiado peligroso». El «misterios
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caballero» que había sido tan persistent«desapareció de mi vida».
Lehmann termina su «miniconfesión» con uuspiro: «Por supuesto ahora veo que er
especialmente vulnerable. Quizá tuve la grauerte de escapar de la trampa con tod
facilidad».42
Este heredero de Bloomsbury estuvo en el punt
exacto de intersección entre propaganda espionaje. La Internacional contra la Guerra era lama de propaganda del aparato soviético d
espionaje. Lehmann había sido enviado a Vienpara una prueba de reclutamiento y, debido a su
eticencias y a su posiblemente falsa inocenciahabía suspendido el examen. Era un examen quotros superaban incluso con notable. Un candidatriunfador, por ejemplo, fue Kim Philby.
*
La relación entre Blunt y Burgess es la que mejolustra la mezcla de propaganda y espionaje en e
círculo de Bloomsbury. Una vez descubierto, Blun
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convocó una «conferencia de prensa» en la sala duntas del Times de Londres. En ella manifestó qu
Guy Burgess le había dirigido y controlado para eapparat . La verdad es que todo parece indicar qu
en realidad Blunt reclutó a Burgess. Realmente fuuna elección arriesgada. Trabajaron juntos; Philbenía el papel decisivo mientras Blunt conducía
atemperaba los incorregibles entusiasmos
excesos de Burgess.Aunque todo el círculo estaba bajo el control da NKVD, tiene algún sentido pensar que Burges
era «el hombre de Münzenberg» en el grupo. Scarrera, su trabajo en la radio, su «círculo»
forman el clásico reflejo británico del estilMünzenberg. Burgess conocía bien a los elementoegales de Münzenberg, viajaba con frecuencia
París y se jactaba ante Goronwy Rees de cierta
elaciones culturales que sólo podía organizar loficina de París: una cena con Theodore Dreisepor ejemplo, cuando el aparato se afanaba eorganizarle otra conferencia al autor de Un
ragedia americana. He oído decir que Burges
legó a conocer a Münzenberg en persona. Es mu
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posible aunque no dispongo de ninguna pruebaBabette Gross no podía recordar nada al respecto
De haber sido un «hombre de Münzenberg», Gudebería de haber conocido razonablemente bien
Otto Katz. Burgess también fue un espía bajo lupervisión de un control. En los primeroiempos, Maly le ordenó que se hiciera pasar po
militante fascista trabajando y acostándose con u
impatizante fascista miembro del Parlamento, ual capitán Jack Macnamara. Era una evidentmisión encubierta, al igual que lo fue su trabajo eel SOE durante la guerra. Que Burgess haya sideso y simultáneamente un hombre de Münzenberg
es decir, dedicado a la propaganda, nos indicprecisamente el alto grado de interpenetracióexistente entre los servicios de espionaje y dpropaganda, algo que tantas veces ha sido puest
en duda. Burgess se movía entre los mundos dMaly y Gibarti. Y lo hacía simultáneamente.43
Al nivel más profundo, el pobre Burgess parechaber estado a merced de la muy cruel musa defracaso. Representa uno de los grandes
nstructivos ejemplos del ser fracasado. Esa clas
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de gente suele abundar en los servicios secretoUna vida de éxitos en el arte y el intelecto no enada fácil. Lo que comienza como una jovepromesa puede hundirse fácilmente en un
desagradable región entre el segundo y tercenivel, el reino del anonimato donde a menudhasta los mejores caen y permanecen para siempreEn 1931 la opinión generalizada era que Gu
Burgess llegaría a ser uno de los grandeacadémicos de su tiempo. A la vista de cómerminó, legañoso, sensiblero, baboso, result
complicado entender cómo tanta gente seria podíhaber pensado alguna vez que el joven Gu
Burgess era uno de los seres humanos mábrillantes, impetuosos y prometedores que habíaconocido.
Al preparar este libro, he conocido a mucho
agentes influyentes que trabajaron para distintogobiernos dentro de la tradición Münzenberg. Máde uno me dejó con una imagen preocupante anónima, la sensación de que alguna sombra habíobrevolado sobre nuestra conversación. M
iento tentado de denominar a esa sensació
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pasajera como el fantasma de Guy BurgesAparece una y otra vez: el mismo encanto falaz. Lmisma erudición y el mismo alcance intelectuaorprendentes pero demasiado poco convincente
La misma capacidad encantadora para el chismea misma actitud superficial de conocer a todo e
mundo y saberlo todo. A menudo la mismelegancia, aunque una elegancia fracasada, u
poco decaída, un poco sucia o torpe o anticuada fuera de lugar. A menudo el mismo mundillexual, ya sea heterosexual u homosexual, da l
mismo. A menudo el mismo río de alcohol flotanden las cercanías. Estos hombres (cuantos h
conocido son todos varones) empezaron sus vidacomo jóvenes promesas que maravillaron a todoAl igual que Guy, se lanzaron a la vida con lomejores contactos en el mundo de las artes, de l
política, de la cultura. Y luego...La podríamos denominar la maldición dBurgess. La misma desolación, a veceacompañada de alcoholismo. La misma oscuridaprofunda recubierta por el rápido movimiento d
una opción incierta a otra y el mismo final d
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ncumplidas promesas, desgastadas y al finaolvidadas. Dan la impresión de hombres cuyadobles vidas se originaron en la bifurcación fataentre sus grandes expectativas originales y su
verdaderos egos secretos. Para ellos, el fracasdio comienzo virtualmente en el instante de semprano éxito, allá en el pasado, cuando lo
estrenos impactantes parecen éxitos de verdad. S
fracaso es un fracaso vivido antes de que lo vistcomo promesa se mezclara y confundiera con lpérdida.
Para personas semejantes, el trabajo en el mundecreto puede resultar maravillosament
evigorizante. Los sitúa en el reino del poder; lontroduce, aunque sea en secreto, dentro de una re
de la mayor importancia, les confiere un papecomo el que ofreció en su día la esperanza. Un
vez más, no les tiembla la mano. Secretamentpueden sentir las fuerzas recuperadas. Salvo quepara ese entonces, la labor del desgaste y de luina ya está casi terminada. Los dioses, a quiene
al principio echan la maldición de ser un
promesa, luego los convierten en espías.
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Pero si Burgess fue una trágica y emblemáticfigura del fracaso, Blunt estaba espiritual materialmente ligado al éxito. No podía fracasa
no fracasaría jamás. Su demonio conductor no era musa del fracaso, sino del deseo de esta
conectado con los medios del poder. El éxitdefinía la vida de Blunt así como el fracaso la d
Burgess. Tal vez el misterio de su amoprolongado y escondido por Burgess deba situarsen esta extravagante unión entre el fracasrepidante y el éxito impecable.
En una obra sobre la deserción efectuada por l
BBC en los años ochenta, el guionista presenta Burgess adviertiéndole a Blunt que se va a escapaa Rusia con Maclean con una nota que no contienmás que números. Los números son referencias unos versos de poesía, una estrofa de RobeBrowning, una balada titulada «Waring» sobre uoven de promisorio futuro que ha fracasado y qua no puede soportar lo que ha sido de él. Cuand
el poema empieza, Waring ha decidido por últim
dejar Londres sin despedirse de nadie. Escapa y.
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e marcha a Rusia.En la película, Blunt recibe la carta, la abre y v
a referencia. ¿Browning? «¿Waring?» Perplejocoge el libro de poemas, lo hojea hasta qu
encuentra el que busca y entonces lee a solas, sottvoce:
¿Qué le ha pasado a Waring desde que nos dejó sin decir nada, eligió tierra o mar, botas y arcón, plumilla o bastón, en vez de ir por arriba y abajo
nunca más por la ciudad de Londres?
Al instante, Blunt cae en la cuenta. Le llega algasí como un súbito reconocimiento y vemos que l
capta. ¿Guy? ¿«Nos dejó sin decir nada»? Guambién deserta. Entonces, enfurecido y a la veraicionado, desconsolado y en peligro, Blun
arroja el libro al suelo. No he hallado ningunprueba de que esto sucediera realmente, pero s
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rata de un hallazgo brillante y emotivo deguionista: ben trovato.
En el apogeo de sus aventuras londinense
Burgess vivió en dos pisos consecutivos. Eprimero, desde los años treinta, consistía en uático en Chester Square. El segundo, donde vividurante la guerra, era un sitio espacioso
agradable de Bentinck Street alquilado con lobuenos oficios de Victor Rothschild. Los dougares parecen encajar en la iconografía de
espionaje como dos maisons de rendezvous. Lodos han sido descritos vividamente varias vece
en especial por Goronwy Rees y MalcolMuggeridge. En Bentinck Street la musa de lhistoria parece haber decidido cumplir uno de superiódicos caprichos. En el número 9 de Bentinchay una placa azul y blanca que indica que alalguna vez vivió Edward Gibbon, el autor de l
ecadencia y caída del Imperio Romano.En Chester Square, Burgess recibía en cam
como un escuálido Luis XIV y atendía a sus visita
en habitaciones «repletas de basura
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ndescriptibles y de los restos diseminados de lfiesta que había tenido lugar el día anterior».44 Aado de la cama, había pilas de libros —Burges
parece haber leído Middlemarch casi sinterrupción en su vida adulta— y muchas botella
algunas de ellas tumbadas. Casi siempre tenía mano una sartén palpitante con el hedonauseabundo de un guiso casero que cocinab
Burgess cada semana como un reconstituyente máo menos espeso con el que contrarrestar el alcohongerido, y sin perder tiempo en los fogones. «Un
velada en casa de Guy», escribió Goronwy Ree«era como ver una comedia francesa a la que l
habían inyectado todos los ingredientes del drampolítico. Las puertas de los dormitorios se abrían cerraban; caras desconocidas aparecían desaparecían en las escalinatas por las qu
entraban visitantes recién llegados: funcionariopúblicos, políticos, turistas en Londres, amigos colegas de Guy que entraban y salían de las cama luego continuaban su ronda con una muy seri
conversación política...»45
El piso de Bentinck Street fue el hogar d
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Burgess durante la guerra. Londres, como capitade los aliados, también se convirtió en el centro dodas las conspiraciones habidas y por habe
Algunos de los protagonistas hacían acto d
presencia, de tanto en tanto, en Bentinck StreeEra un sitio delicioso, muy bien acondicionadoncluso lujoso. Lo cual era testimonio de l
creciente influencia de Blunt y Burgess sobre s
buen amigo Lord Victor Rothschild, quien se lhabía subarrendado por una ínfima cantidad.Si uno pudiera enterarse de quiénes y de qu
cosas pasaban por Bentinck Street durante esoaños sería posible reconstruir una complet
historia secreta, grotesca pero notable, de legunda guerra mundial. Sería como un Prou
político: un cuarto de siglo después, el cataclismde una época visto por Jupien. Bentinck Street s
ransformó en una especie de salón en el quBurgess reunía al submundo homosexual dLondres con algunos de los operativos políticomás tortuosos y despreciables entonces en activoPienso, por ejemplo, en el barón Wolfang von un
zu Putlitz, o en una repugnante criatura del select
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anonimato de la política francesa llamada EdouarPfeiffer. Todo esto se movía bajo el hechizo degrupo de Bloomsbury.
Malcolm Muggeridge describe de forma aún má
memorable que Rees una visita a Burgess. El erun chico de clase media. En este pasaje, se puedoír su protesta amarga y nada corriente contrBloomsbury y su esnobismo:
«Allí nos encontramos con otra reunión dntelectuales desplazados, pero más prósperos
más seguros socialmente que los de Horizon: JohStrachey, J.D. Bernal, Anthony Blunt, Guy Burges
odo un Quién es quién revolucionario. Fue lprimera y única vez que conocí a Guy Burgesquien me dio la impresión, como jamás he tenidde otra persona, de estar moralmente afectado dalguna manera. Su mera presencia física fue, parmí, maloliente y siniestra, como si tuviera unenfermedad contagiosa, como una tisis galopanteesta impresión cuadró con los acontecimientovenideros; así como cuadraba su piso d
millonario tan bien puesto, tan espléndido com
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para proporcionar, entre otras amenidades, huesoespeciales de plástico para morder si el estrés dos bombardeos se hacía insoportable. Era un
hospitalidad para una compañía distinguida, e
futuro ministro del gabinete (John Strachey); eguru honorífico de la extrema izquierda (J.PBernal) y el connoisseur extraordinario (Blunt) otros notables, todos agrupados de algún modo e
orno a Burgess. O sea, la escoria etoniana junto a crema enferma de una sociedad enferma».46
Uno de los grandes personajes de Bloomsburbien conocido por Burgess era Harold Nicolson
Se conocieron a principios de los años treintaUno de los biógrafos de Nicolson cita a Burgescomo un joven que supo atraerse el cariño y ldedicación de éste en aquel tiempo. No está nad
claro y puede dudarse de que fueran amantes, peresulta evidente que terminaron siendo muy buenoamigos. También está claro que Burgess utilizó samistad con Nicolson para promocionarse. Aravés de la influencia de Nicolson pudo Burges
en 1936 entrar en la BBC. De hecho, buena part
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del éxito de Burgess en el sistema británico tuvugar con el patrocinio de Nicolson. Este n
compartía ninguno de los principios políticos dBurgess; la vinculación no era política en e
entido amplio, sino en el sentido más estrecho dBloomsbury, y dependía del viejo código dupuestos del círculo exclusivo.47
No hay duda de que a Burgess le supervisaba
us mensajes en la radiofonía sus «amigos» deapparat , pero sólo al cabo de un año o dos dhacerse pasar por simpatizante fascista, trabajanden la oficina y en la cama del capitán MacnamaraMientras tanto, Burgess tuvo un trabajo de directo
de relaciones públicas para un frente nazi dimpatizantes, la Hermandad Anglo-Alemana, u
grupo al que Philby le ordenó que se afiliaraAmbos fueron miembros en activo durante do
años. Jamás se ha explicado por qué este merhecho no lo descalificó automáticamente parocupar cualquier cargo en la inteligencia británicaEs algo que se omite en cualquier exposición aespecto, aunque resulta difícil comprender cóm
emejante riesgo clamoroso pasó desapercibid
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por las autoridades de control. Ser miembro de lHermandad significaba una asociación directa coos nazis. Pero ¿para qué preocuparse? Los do
fueron introducidos en las secciones más sensible
de los servicios británicos por Guy Liddell, snfatigable admirador y una de las mayores figura
en la historia de la inteligencia británica.Liddell es uno de los personajes más misterioso
en la historia del espionaje. Desde mediados dos años veinte hasta su retiro a mediados de locincuenta, fue el experto más importante de loervicios británicos y norteamericanos en l
actividad secreta soviética tanto en Inglaterr
como en el resto del mundo. Prácticamente toda lnformación sobre el apparat con que contaba e
departamento de Estado antes de la fundación de lOSS tenía su origen en los informes que llegaba
de Londres y de Liddell. Era una de las figuramás queridas y de mayor confianza de loervicios británicos. Durante años y años, eimple hecho de que se asociara el nombre d
Liddell a la más ligera sospecha provocaba l
emible ira de los miembros eméritos de lo
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ervicios, de Sir Dick White, por ejemplo.También es verdad que virtualmente todos lo
progresos significativos que tuvieron lugar en loervicios debido a los buenos oficios del grupo d
Cambridge tuvieron el patrocinio de Liddell. Spuede rastrear su ayuda y apoyo en todo lo quhicieron. Una y otra vez, se ha propuesto snombre como el de un posible topo; una y otra ve
e ha rechazado esa posibilidad. La acusación máeria proviene de Burgess y de Goronwy Reeamigo y colega de Blunt reclutado por el aparaten ese tiempo y que acabaría rompiendo con él euna fecha incierta: posiblemente en la del Pact
Germano-Soviético. Rees consideraba que toda lcarrera de Blunt, antes y después de sdesenmascaramiento, había contado con lprotectora colaboración de Liddell.
El interrogante sobre Liddell sólo pueddespejarse en los archivos y da la sensación de seun misterio más persistente incluso que el casHiss. Mientras esperamos que se lleve a cabo y scomplete la necesaria investigación, el caso contr
Liddell mejor formulado, aunque luego puesto e
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duda, es el de John Costello.48 Tengo poco quañadir, salvo manifestar que encuentro tan masiva comprometedoras las pruebas circunstanciale
contra Liddell y a favor de las acusaciones dRees que, una vez conocidas, resulta casmposible volver a ver a Liddell a la luz de unimple inocencia. Se necesita más investigación
Pero como me comentó un sagaz observador: «S
Guy Liddell no fue un agente soviético, entonceestaba perdiendo el tiempo».En la muy extensa lista de verdade
comprometedoras que se saben de Liddell figurque era una presencia habitual en el salón d
Bentinck Street. Aquél era un sitio que hasta uniño un poco rápido podía detectar como lleno diesgos de seguridad. ¿Cómo puede ser que un alt
funcionario del contraespionaje británico hay
elegido un lugar así para entretenerse? Tambiéfue el responsable de dar los primeros cargos quKim Philby y Guy Burgess ocuparon en eervicio. Ocurrió poco después de que ambo
dejaran el conocido frente nazi, muchos de cuyo
miembros fueron acusados directamente d
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raición durante la guerra. Es seguro que en 193Philby y Burgess habían dejado de pasar por nazi¿Y qué? El grave riesgo de seguridad seguíexistiendo. Tal vez Liddell desconocía eso
hechos. En ese caso cometió un grave erroprofesional. O puede que supiera que se habíahecho pasar por nazis. Entonces también sabía queran agentes soviéticos. Si sabía la verdad y no l
mportó, sería un inconsciente y un incompetentePero nadie piensa así de Liddell.Por otro lado, Nicolson era poderoso en l
adio.49 Durante la guerra, fue la cabeza políticde la BBC, con acceso directo a Churchill as
como al secretario parlamentario del Ministerio dnformación, que dirigía los servicios secretos. Yin duda, era un personaje legendario d
Bloomsbury, casado con Vita Sackville-West, un
mujer que fue amante de Virginia Woolf y unnotable autora de diarios, diplomática y árbitro debuen gusto.
En los numerosos diarios publicados dicolson, las entradas sobre Burgess so
ncompletas y cándidas. Desde 1952 Nicolson hiz
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odo lo que estuvo a su alcance para ocultar estcrédula y poco favorable relación con el espía
unca se ha explorado seriamente esta historia eu dimensión emocional y política, aunque u
historiador excepcionalmente meticuloso de ladiofonía, W.J. West, ha estudiado su
consecuencias para la BBC.50
Con el patrocinio de Nicolson, Burgess subi
como la espuma en las redes de Bloomsburypronto se convirtió en el productor político mánfluyente de toda la BBC, donde introdujo
propagandistas y simpatizantes a raudaleaturalmente, incluyó a Anthony Blunt, cuya
frecuentes apariciones en la BBC le ayudaron eu ascenso. Para la clase de ambición de Blunt, e
prestigio académico necesitaba del lustre añadidde algo popular.
Burgess explotó su papel en la BBC con sutilez habilidad.51 Pero hubo algo más. Como comentacónicamente el biógrafo de Nicolson, «no pued
haber duda de que Burgess consiguió de Harolnformación sensible que pasó a sus jefes d
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Moscú».52
Cuando Burgess desertó, Nicolson escribió en sdiario algo revelador. La entrada es angustiosa«De haber considerado a Guy un hombre dcoraje, habría pensado que se había ido a unirse os comunistas. Pero como sé que es un cobarduno se pregunta cómo sabía esto Nicolsonupongo que era sospechoso de haber pasad
cosas a los bolches y que al darse cuenta de sculpa, se rajó».Hay algo repelente en estas líneas. Angustia, s
pero impresiona el tono colegial, la idea débil evasiva sobre el «coraje» hecha en una frase qu
evela ignorancia del verdadero coraje y decomunismo de Burgess, el uso de «darse cuenta»como si el otro no supiera lo que hacía, finalmente el lenguaje de jovencito con eso d
«haber pasado cosas a los bolches» y «se rajó»He aquí a un Apóstol —la encarnación misma dedeal de Lytton Strachey— que había mantenid
una larga amistad con uno de los más conocidopersonajes de Bloomsbury, que le mintió una y otr
vez y que lo utilizó siempre que tuvo l
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oportunidad no en su propio beneficio, Dios no lpermita, sino en el de la tiranía. Nicolson habíido engañado, ensuciado y manipulado no par
hacer fortuna o conseguir ser admitido en un clu
exclusivo. Burgess había hecho todo esto a fin draicionar a su país. Y Nicolson olvida que él er
algo más que un amigo de Burgess. Era umiembro del gabinete de Winston Churchill, u
hombre del que en cierta medida dependía edestino de pueblos enteros. Pero es incapaz dasumir nada de esto. No puede ni quiere dar lcara, ni lo hará en años venideros. En scorrespondencia con Moscú, Nicolson sigui
ratando a Burgess como si sólo se tratara de uamigo excepcionalmente equivocado con quien nestaba de acuerdo. Jamás reconoció que es«amigo» le había utilizado a él, su posición, s
confianza, ese algo inmencionable llamado spoder político y su confianza política parraicionarlo a él y a su país, junto con mucho
otros países, aún más desgraciados. Fue un E.MForster al revés por completo, pero yendo aún má
allá. En vez de reconocer lo sucedido, la voz d
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icolson asume un tono infantil. ¿«Se rajó»Habla como si Burgess fuera un chico de diez añodescubierto haciendo trampas en algún juegocomo mínimo un juego en el campo de deportes d
Eton. Representa un final tortuoso y de pesadilla aculto a la «amistad» malicioso, malhumorado ansioso de poder que anunciara Lytton Strachey.
No obstante, sería sumamente erróneo termina
con una nota de mera condena de este hombrutilizado y engañado. La entrada del diario dicolson acaba con una nota de gran dolo
personal. Siente una verdadera tortura; unverdadera vergüenza. Nicolson concluye diciendo
«En mis sueños, su rostro absurdo me contemplcon ojos borrachos y ciegos».53
Alguna bestia terrible, nacida en Bloomsburyhabía vuelto a casa encogida y arrastrándose.
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8 En América
Aunque la labor del aparato en la vida cultural política de Estados Unidos asumió formadiferentes a la de Inglaterra, existen paralelismoen los dos países. Como hemos visto, el desarroll
de las organizaciones de espionaje con base eCambridge y Washington estaba coordinado poas mismas gentes. Maly envió a Hede Massing eclutar a Field en Foggy Bottom mientras é
permanecía en Londres ocupado con el entorno dBurgess y de Blunt. La operación tenía un alcancrasatlántico. Si bien en Estados Unidos no existi
un equivalente preciso al Left Book Club, laigilosas intervenciones del aparato se prodigaro
hasta llegar a un gran arco que abarcaba desde lcultura de masas hasta las regiones superiores deacademicismo intelectual, desde Broadway hasta bohemia modernista, desde la red d
impatizantes hasta Hollywood.
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En América podemos encontrar al aparatconcertando la boda de Sinclair Lewis mientrafortalecía los mitos de masculinidad y bohemipregonados por Hemingway. Incidió en la cultur
del glamour de Hollywood mientras controlabedes de influencia que llegaron hasta la guerr
civil española. Rastrear cada aspecto y detalle deste fenómeno puede resultar abrumador. Pued
perderse la pista entre tantas redes, muchaformadas con el obvio propósito de confundiParece más instructivo seguir unos pocos hilos ravés del telar del siglo americano.
Podemos empezar con Sinclair Lewis en Austria
La pista que allí seguimos nos guiará a través dun gran número de artistas y espías hasta culminaen una noche sofocante en Washington.
*
Poco antes de que Lenin diera a Münzenberg smandato, Sinclair Lewis era el escritor serio máfamoso de Estados Unidos. Es difícil exagerar e
prestigio internacional de que gozaba a mediado
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de los años veinte. Calle mayor apareció en 1920abbitt en 1922; El doctor Arrowsmith en 1925
Su retrato satírico del filisteísmo triunfante eorteamérica, tan crítico y convincente, le habí
convertido en todas partes en el mayor best-selleobre un tema americano. En 1926 esa inmenseputación mundial fue codiciada por Willi, quie
montó un esfuerzo meticulosamente orquestad
para sumar a Sinclair Lewis en las redes de loimpatizantes. Todo se centró en su boda.La historia empieza en 1926 en Viena, dond
Dorothy Thompson, hija de un pastor protestantdel norte de Nueva York, se consagró como l
mayor estrella en boga del periodismnternacional norteamericano. En 1926 Doroth
Thompson poseía un atractivo personal bastantrresistible.1 Era una joven con mucho nervio
con algo de la ansiedad y del ímpetu propios duna reportera principiante, muchísima audaciaurgencia por llegar al fondo de cada historia y unpertinacia rigurosa por entender realmente lo quucedía. Pero esa energía vital estaba al servici
de algo mucho más importante. Dorothy Thompso
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era una persona excepcionalmente inteligenteEscribía con un innato y mundano sentido deestilo, muy superior al común denominador deperiodismo de su tiempo, y poseía un talento qu
ba directamente al grano, sin rodeos ndistracciones. Por más hija que fuera de un pastoprotestante de provincias, era una ingénita analistdel poder, la política y los acontecimiento
públicos.El 9 de julio de 1927, el día en que cumplireinta y tres años, un grupo de amigos influyente
organizó una cena en su honor a la que concurrio más granado e interesante de Viena. Un invitad
mportante fue el conde Károlyi, el aristócratfavorito de Münzenberg. La velada alcanzó spunto culminante con la presencia de una gracelebridad, el señor Sinclair Lewis.2
La ocasión resultó un éxito a medias. Lewis nestuvo especialmente brillante esa noche, pero ne emborrachó ni se comportó mal como era s
costumbre. En tan grande compañía, dio lmpresión de estar preocupado, meditativo, aunqu
e esforzó por mostrarse simpático y casi lo logró
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Hubo un momento en que cogió papel y lápiz parhacer el boceto de su casa ideal, una finca ruraaún por construir en alguna colina de Vermont aúpor descubrir. El dibujo pasó de mano en mano. L
gente suspiraba, sonreía. Le llegó a Dorothy, quo estudió. Después de la cena, Lewis llevó
Dorothy a un rincón a solas. En un instante, snclinó hacia ella y en voz baja le pidió la mano.
Dorothy Thompson lanzó una carcajada. «¡Peroeñor Lewis, si apenas le conozco!»Acto seguido, tomó distancia y contempló por u
momento el rostro de su futuro esposo.
Dorothy Thompson y Sinclair Lewis proveníacasi del mismo mundo social y cultural; si noatenemos a sus antecedentes, ese casamientesultaba algo brillante y natural. Ella escribió qu
él era «de mi misma sangre y, en muchos aspectode mi misma naturaleza». Dorothy sentía poLewis esa confusa admiración que a menudmuchos periodistas sienten por los artistas de lmaginación. En su caso, esa admiración fue e
detonante de su enamoramiento. Era una mujer qu
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no se reprimía ante estadistas o reyes, pero sentía un poco cohibida ante Lewis. Al principiintió una reverencia atemorizada ante su espíritorturado y su sombrío poder. Lo encontrab
«estimulante hasta el punto de resultar agotador»pero la hija del pastor añadió: «Es un hombre muingular y diabólico, borracho, blasfemo, a vece
pienso que poseído por un demonio».3 Por su lado
Lewis amaba en ella la manifiesta franqueza eficacia; sentía que le bajaba un poco la depresiócuando estaba en presencia de esta chica ruramaravillosamente mundana. Amaba su energía, sntelecto, su amor. No era suficiente. Lewi
ambién era un alcohólico intratable y un hombrque poseía una amplia y trágica capacidad de odihacia cualquiera a quien tuviera la mala fortuna damar.
La relación probó ser la gran prueba pasional dus vidas. Fue exigente y cruel. El motor fue lnfelicidad. Los dos la abandonaron sólo tras año
desgastados y sin esperanza debido a la adiccióde Lewis. Fue una unión trágica, pero a los ojos d
Münzenberg el romance entre estas dos luminaria
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epresentaba una oportunidad sin parangón parnfluir en la opinión pública norteamericana.
Münzenberg le dio la máxima prioridad. Inclusantes de la boda, en los primeros días de
omance, Willi viajó personalmente —¡siprecedentes!— a Viena para consultar con su gent concertar una discreta entrevista con la feli
pareja. No es que ellos ignoraran con quién s
encontrarían, por supuesto.4
Muy pronto se les organizó una gira dpropaganda por la URSS, una luna de miel poodo lo alto. Justamente en ese momento, apareci
de algún modo en sus vida un joven periodist
norteamericano, triunfador y con bastante talentolamado Vincent Sheean. Se trataba de uimpatizante muy comprometido con la operació
de Münzenberg. Sin duda, Sheean fue u
nstrumento para las manipulaciones de que fueroobjeto Lewis y Thompson, aunque es difícevaluar hasta qué punto era inocente.5 En cualquiecaso, la pareja pronto le cogió gran cariñoVincent se convirtió en un predispuesto acólit
para su relación y para su viaje. Después de qu
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ambos murieran, les dijo adiós con un librbastante bueno sobre el matrimonio titulad
orothy and Red .Sheean puede haber sido más o menos inocente
pero eso no sucedía con su amiga, que era unagente profesional al servicio de Münzenberg. Slamaba Rayna Prohme y sirve como un ejempl
más de la relación simbiótica entre el aparato d
propaganda y el de espionaje. Era una fervientcomunista de Chicago, una verdadera fanática que acababa de divorciar del dramaturgo Samso
Raphaelson, autor de The Jazz Singer , un hombrque más tarde desempeñaría un papel important
entre los simpatizantes de Hollywood.6Rayna había trabajado para Willi y Gibarti com
agente de propaganda en Europa y China, a vececon el enamorado Vincent a su lado. ¿Qué sabí
éste del «trabajo especial» de Rayna? No quedclaro, pero ciertamente algo tenía que saber. E927 mientras Vincent hacía de guía de Dorothy
Red por la URSS, Rayna fue convocada a Moscpara preparar una nueva misión secreta de l
mayor importancia. Y a Vincent Sheean le doli
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mucho saber que ella no estaba en Moscú poamor a él. Estaba allí para abandonarlo.
Rayna estaba a punto de ingresar en la escueldel Komintern de acciones secretas, para se
entrenada como agente secreto de penetración, uopo que regresaría a Estados Unidos. El pas
dado por Rayna en el siguiente escalón deespionaje hizo desesperar a Vincent. Ella estaba
punto de tener una vida secreta. Seguramente ldarían una nueva identidad, una nueva existenciaTodo le sería asignado: identidad, creenciaamantes. Todo sería mentira. ¿En qué quedaba lntimidad, el amor, en la vida de una agent
ecreta? ¿Cómo es el marido de una mujer cuyvida es una mentira?
Es evidente que Rayna estaba a punto de acabaa relación con Vincent y con su amor. L
echazaba y optaba por su trabajo de espionajeo vivió para completar la misión. CuandVincent estaba en Moscú con Dorothy, ella depente sufrió una hemorragia cerebral y murió os pocos días. Dorothy le hizo de enfermera en s
echo de muerte; Vincent estuvo a su lado. L
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desesperación del joven se convirtió en dolor.El apparat enterró a Rayna en Moscú; Doroth
Thompson caminó al lado de Vincent en eescasamente concurrido funeral. El ataúd avanzab
por las calles llenas de nieve mientras Vincent Dorothy lo seguían a paso lento. Junto a ellocaminaba nada menos que Soong Chin Ling, Madame Sun Yat-Sen, la viuda del revolucionari
chino. Madame Sun Yat-Sen era un operativo deKomintern, uno de los agentes más importantes deLejano Oriente.8 Trabajaba bajo el total controdel aparato. Había servido como aval para eascenso de Rayna en los servicios soviéticosTras el pequeño cortejo de caminantes ateridos dfrío, avanzaba la gran limusina de Madameervicial y acogedora en su grandeza posmperial.
¿Se percató Dorothy Thompson de hasta qupunto su visita a Rusia estaba dirigida por loervicios soviéticos y vigilada por sus operativos
¿Se enteró de la verdadera naturaleza de la carrer
de Rayna Prohme o tenía alguna idea de
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verdadero papel de Vincent? Sheean afirma que lconfesó a Dorothy toda la verdad sobre Rayncuando ésta agonizaba en Moscú. Dudo mucho quea cierto. Dorothy escribió entonces una larg
carta a Lewis en la que describía la muerte dRayna y aludía a su conversación con Vincent. Lcarta relata la verdadera historia de forma muerrónea, tan errónea que creo que la confesión d
Vincent fue deliberadamente falaz.10
El viaje de 1927 a Moscú dejó bastante qudesear por muchos otros motivos. DorothThompson no cayó en la trampa. Al año siguientescribió un libro vivaz, directo y notablement
bien escrito titulado The New Russia. Aunque coun tono favorable, el libro identifica sin tapujoas principales deficiencias del sistema soviético
al que define como una sociedad dominada por u
istema nacionalista y paranoico de espías y deubicuo OGPU.11 Tal como había previsto WillThompson llegó a ser la más importante periodistantifascista de su generación, pero también unólida y bien informada anticomunista en una fech
orprendentemente temprana.
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El aparato obtuvo un éxito apenas mayor coLewis. Siguió bajo el influjo de Sheean y éstcontinuó siendo un militante simpatizante. En e
estío de 1939, por ejemplo, se sumó a ClifforOdets y Dashiell Hammett como principalefirmantes de una carta abierta contra WalteKrivistky por sus revelaciones sobre los servicio
ecretos de Stalin. El anuncio apareció en loperiódicos de costa a costa firmado por unacuatrocientas celebridades culturales escogidas dentre las redes de simpatizantes y estalinistas dHollywood. El documento hacía hincapié e
efutar las afirmaciones de Krivitsky sobre lcolaboración nazi-soviética.
No pudieron hacerlo en peor momento. Esmismísimo día, los mismos periódicos anunciaroel Pacto Germano-Soviético.
Incluso bajo la influencia de Sheean, Lewinunca se convirtió en un estalinista a la maneradigamos, de Dashiell Hammett. No fue más que umero simpatizante de otros compañeros de viaje
aunque mucho me temo que, más que el honor o l
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perspicacia, lo que le salvó de la desgracia dlegar a ser un Romain Rolland fue el alcoholism la soberbia.Desde el principio, se resistió hoscamente. En e
último minuto antes de su gira de 1927, anuncique no le apetecía ir, algo típico en él. Dcualquier manera, ¿quién demonios necesitaba Rusia? Iría después, cuando le diera la real gana
Dorothy se sintió desilusionada, pero, propio della, se lanzó al viaje, curiosa y tentada.En Moscú, Münzenberg había echado la casa po
a ventana; hasta se trajo de Norteamérica Theodore Dreiser para que la visita tuviera e
deseado carisma literario. Lewis se sumó al grupres semanas después. Una recepción por todo l
alto le dio la bienvenida. El autor de Calle mayo
e movió por Rusia abrumado de elogio
banquetes, multitudes reverentes y promesas dediciones millonarias. Las muchas cartas que lenvió Thompson antes de su partida somaravillosas no sólo como testimonios de la viddel receptor de esta clase de operación d
propaganda, sino también como cartas de amor. L
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ernura es tan fresca como una manzana.12
Trece años después, había acabado la edad de lnocencia. El Pacto Germano-Soviético arranc
muchas máscaras. El matrimonio de Dorothy y Rehabía naufragado. En pleno invierno de 1940, en emomento álgido del Pacto, Otto Katz llegó
ueva York para cumplir una misión de espionaj
en América. Cinco días después, DorothThompson cogió el teléfono, llamó al FBI y pidihablar con un responsable de inteligencia. Luegproporcionó al Buró varios de los alias de Ottonformó que se había encontrado con él en varia
ocasiones, que sabía que era un agente de lKVD e hizo especial hincapié en que Katz tení
elaciones secretas y muy estrechas con los nazis el gobierno alemán. Tres días después de eso, l
División de Visados del Departamento de Estadconfeccionó un memorándum tan próximo a lverdad sobre Otto como ningún otro documentoficial que yo haya visto.13
El último párrafo es particularmente llamativo
«Según la información dada por una fuent
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olvente pero anónima, esta persona fue conociden California en otro tiempo como Breda. Ha siden diversas ocasiones un espía internacionaagente del gobierno soviético, miembro del GPU
ha actuado de intermediario para el general VoBredow, también estuvo en el Servicio dnteligencia del Reichswehr y trabajó un tiemp
para el gobierno francés así como para e
obierno nazi. Se dice que conoce la historiecreta de la Casa Parda» (subrayado deautor).14 ¿Una fuente solvente pero anónima? Ememorándum fue escrito tres días después de llamada de Dorothy al FBI. Mi suposición es qu
ella era la fuente anónima o que había informado os investigadores sobre esa fuente. En cualquie
caso, alguien tenía algo muy gordo entre manos.¿De dónde diablos sacó Dorothy Thompson ta
orprendente y fidedigna información? No lo séPero se trataba de una información de primermagnitud que fue a parar directamente a la CasBlanca, donde el aviso fue considerado irritante uego ignorado. Aunque Dorothy era por entonce
a periodista antifascista de mayor prestigio en e
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país, distaba de contar con las simpatías degobierno Roosevelt. A.A. Berle, el colaborador dRoosevelt que se ocupó del asunto, terminfastidiado su análisis del material y le di
carpetazo.15
En consecuencia, a Otto se le sometió a pocpresión y pudo pasarse los siguientes once meseen Nueva York. Durante esta estancia, sus íntimo
amigos Lillian Heilman y Dashiell Hammefundaron P.M., el periódico estalinista en ingléparalelo al francés Ce Soir , un diario del que OttKatz era el mentor invisible.16 La estancia de Katen Nueva York no tuvo problemas, aunque él lschen tuvieron algún disgusto con e
Departamento de Inmigración a principios de junide 1940, cuando se produjo la invasión de Franci unas pocas semanas antes de que Münzenber
fuera asesinado durante su huida.17 Informacióposterior, proveniente principalmente de lobritánicos, afirma que Katz estuvo munvolucrado en el asesinato de Münzenberg.18 E
mismo Otto contó con palabras bien delicadas
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Klement Gottwald que él había «contribuido en lucha contra [Münzenberg]».19 ¿Significa qu
ayudó a organizar el crimen desde esa distancirasatlántica? En los meses precedentes, Otto habíntimado con un agente británico que en juniecomendó a Willi hacer el viaje que acabó con e
asesinato.20 De cualquier manera, sigue siendo umisterio el papel de Otto Katz en la muerte d
Willi Münzenberg.Un detalle final: cuando Dorothy Thompsoelefoneó al FBI, Katz dio el nombre de una amig
como referencia. El informe se refiere a ella com«La señora de John Hermann ( sic)».21
La señora de John Herrmann era más conocidcomo Josephine Herbst. A través de JosephinHerbst tiraremos de otro hilo de la red cultural de espionaje. Es un hilo que conduce a la vida d
Ernest Hemingway.
*
Resulta un instructivo ejercicio de histori
cultural confeccionar una lista de todos aquello
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ntegrantes o próximos al círculo parisino dHemingway en los años veinte y constatar cuántode ellos terminaron formando parte de loervicios secretos soviéticos o colaboraron co
ellos. La lista es de considerable extensión. Alfiguran John Dos Passos junto con Donald OgdeStewart y su gran amigo John Howard LawsonPero había muchos más. Uno de lo amigos d
Hemingway más interesantes de los días de Fiestera un hombre del Medio Oeste, poco talentospero gran bebedor, un candidato a escritor con máesperanzas que futuro, llamado John Herrmann. Ya su lado, su amiga y futura esposa, de mayo
alento que él, Josephine Herbst.Sinclair Lewis podía ser muy famoso, pero par
a gente que rodea a Hemingway no pasaba de seun célebre escritor convencional. Lewis nunca fu
un miembro apreciado de la elite bohemia modernista, la nueva generación de John DoPassos y Ernst Hemingway. Ellos también habíaatraído la atención de Münzenberg. Pero lhistoria de su vinculación con los servicio
oviéticos es mucho más compleja que la trist
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historia de Dorothy y Red.
La historia empieza entre los conductores dambulancias en la primera guerra mundial. Durant
os dos años previos a que el presidente WoodrowWilson decidiera la entrada de Estados Unidos ea guerra, muchos jóvenes norteamericanos ávido
de aventuras, debieron resignarse a ser meros n
combatientes en lo que a ellos les parecía el graacontecimiento de sus vidas. El campo de batalleuropeo era el sitio que importaba. Sin embargopara ellos el único camino disponible para llegaallí era conducir una ambulancia. Y así fue cóm
una generación de jóvenes, incluyendo a escritorecomo John Dos Passos, Hemingway, E.FCummings y John Howard Lawson, por el merhecho de poder estar allí, se convirtieron echóferes sanitarios subiendo y bajando por lodestrozados campos de Francia en su Ford ModelA o en furgonetas Citröen.
La guerra significaba vida de verdad, poupuesto, pero también Europa. Y por supuesto, l
elación con Europa es una característica crucia
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en la personalidad cultural de todnorteamericano. La guerra les ofrecía una Europque no era la de Henry James, ni tampoco lEuropa a la que James creía que la historia habí
hecho consciente y hermosa, sino una Europa dcatástrofe y bohemia, una Europa de guerra, devolución, de libertad, de soltarse las atadura
Era una Europa que ellos podían utilizar par
enfrentarse y reemplazar a ese orden civilizado aque James, como gran expatriado, habíconsagrado su vida.
Eran la generación nacida alrededor de 1895 fueron allí en busca de aventura, de autenticidad
de escape de su provincianismo. Volvierocreyéndose los portadores de la verdad ante ecinismo, de la misión de futuro ante la desilusióneran los muchachos que rescatarían la vida real
os auténticos sentimientos de todas las mentira—las mentiras burguesas— que habían quedaddesacreditadas para siempre en las trincheras.
Los chóferes provenían, casi todos ellos, de lamplia clase media y alta de América, con su
manuales de urbanidad y buenas maneras, su
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balaustradas de caoba, sus alfombras persas, lapalmeras plantadas en macetones y las urnas dbronce bruñido, las bibliotecas con edicioneencuadernadas de Tennyson y Henry Wadswort
Longfellow y... Henry James. Adiós a todaquello. La nueva cultura del siglo XX asumiríuna actitud bohemia de rechazo para crear unnueva vida.
Aquellos chóferes no crearon la nueva vidmoderna. La descubrieron, principalmente a travéde otros norteamericanos que ya vivían en EuropaLos círculos entonces de moda estaban compuestopor una diminuta vanguardia, europeizant
iderada principalmente por norteamericanos de lgeneración anterior: Ezra Pound, T.S. Eliot Gertrude Stein. La generación de 1895 llegó tard vestida de uniforme. Una vez acabada la guerra
e lanzaron a adquirir el estilo exclusivo de lnueva bohemia. Lo hicieron con el recuerdo de larincheras, pero sentados a los pies de los nuevo
árbitros de la novísima estética, mirandembelesados a través de la trémula luz lo
Picassos y Matisses que colgaban del techo a
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uelo cubriendo las paredes de Gertrude Stein ea Rue de Flerus. Una vez que captaron el sentid
de lo moderno, los Dos Passos y los Hemingwapudieron popularizar el nuevo estilo como jamá
habían podido o pretendido hacer supredecesores. Los conductores de ambulanciaconvirtieron «lo moderno» en la voz de una nuevgeneración. Dotaron al modernismo que antes de l
guerra había sido de un cerrado esteticismo con unuevo y más amplio significado político. Sacarode los salones los cultismos de Stein y de Pound os hicieron famosos.
El éxito de lo moderno de principios de los año
veinte está ahora tan anticuado, tan marchito, tapasado de moda y hasta de academicismo, quesulta difícil imaginar que también fue novedos fresco en su día. El estilo de Hemingway, ahor
a menudo criticado y sin embargo todavía tamitado, traspasó en su momento la mente de ungeneración como una revelación, proclamando unnueva y mejor manera de vivir, una nueva y mejomanera de sentir, una nueva y mejor manera d
decir la verdad. Prorrumpió en los oído
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norteamericanos como una voz ética; tenía podemoral y resonaba con el sonido de una nuevautenticidad. Con él, Hemingway emplazó el mitde un nuevo heroísmo bohemio y se convirtió en e
escritor más famoso en lengua inglesa de estiglo. Casi ocurrió lo mismo con Dos Passo
aunque sin duda a una escala diferente. Eanhattan Transfer , la música nasal de la charl
americana está captada con una seca y agudexactitud. Y suena muy distinta a la de aquell«civilización» a la que diera voz Henry James.
Aunque los dos llegaron a Europa al mismiempo, no se conocieron personalmente hast
924. Para entonces, el aparato ya había reparaden ellos y, por decirlo metafóricamente, sdisponía a tomar posesión de todo cuantepresentaba el simbolismo de las vidas de esto
dos hombres. Ese esfuerzo llegaría a un clímax dconspiración durante la guerra civil española.Se conocieron en París y al principio los do
óvenes leones se llevaron de maravilla. Chóferede ambulancia ambos, hermanos e hijos del mism
mundo, se entendieron de inmediato. Era
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compañeros, y lo celebraron tomándose unacopas. Otro viejo amigo era Donald OgdeStewart, quien en 1924 era un clásico «refinadode esa época, admirador de Cole Porter, maestr
de la high life, experto en brindis. En realidad erun buen amigo de Cole Porter junto con lomiembros de la jet , Gerald y Sara Murphy. DoPassos solía pasar gloriosos días de primaver
con Stewart y Hemingway en la villa de loMurphy en la Riviera. Picasso los visitaba cadarde. Era el paraíso de la vanguardia, com
escribía John Dos Passos a su amigo John HowarLawson.22
John Herrmann y Josephine Herbst tambiéformaban parte de este círculo. Pero ellos nestaban en el paraíso. A medida que se ajaba eatractivo y el tiempo los envejecía, Herrmann s
convirtió en espía y Herbst en propagandista.23
Afinales de los años veinte, Stewart, quien luegería un importante estalinista de Hollywood, aú
no había conocido a Ella Winter, quien, a su vezería una de los agentes de mayor confianza de
aparato en Norteamérica. Ella estaba por entonce
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ecién casada con Lincoln Steffens. Una nota d926 de Hemingway a Dos Passos la menciona. Eípicamente cruel. «Por supuesto habrás oído lo da boda de Steffens con una horrible intelectual d
Bloomsbury de 19 años. Ultimo capítulo del librde la revolución.»24
Todos se iban conociendo.
*
En 1927 la operación de propaganda con base eueva York sobre el caso Sacco-Vanzetti habí
conseguido captar la atención mundial. Pero e
caso estaba diseñado tanto para las masas compara las elites. Ciertos esfuerzos concretos teníacomo destinatario exclusivo a las elites. No es dorprender que reflejaran el gusto de los agenteesponsables y que favorecieran a la vanguardi
berlinesa. Un ejemplo de esto fue la vanguardieatral de Nueva York, en especial una pequeñ
organización conocida como el New PlaywrightTheater.25
Se trataba de un grupo modernista capitanead
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por John Howard Lawson y el autor estrella era scolega de las ambulancias, John Dos Passos. Aprincipio, éste se mostró encantado de colaboracon el teatro; tenía el regusto clásicament
nsatisfecho del novelista por las tablas. Ademáel pequeño teatro en el Village sería «radical»; edecir, tendría la imagen «expresionista» deamericanizado Piscator. Y, por supuesto, su líne
política sería la de la Revolución.Durante el tiempo que duró la aventura, LawsonDos Passos y todos los demás miembros del NewPlaywrights Theater estuvieron bajo la supervisiódel gran dúo del partido comunist
norteamericano, dos hombres de paja del apparalamados V.J. Jerome y Alexander Trachtenberg.2
Los dos eran apparatchiki que recibíanstrucciones de cualquiera de los mafioso
húngaros de Münzenberg residente en Nueva YorkYo me inclino a pensar que en aquel momento eepresentante del Komintern en Nueva York er
Gyula Alpari o Bela Szantil. Ciertos informes da inteligencia británica también apuntan a Gibart
Mafiosos húngaros, todos ellos.
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En cualquier caso, el verdadero propósito deew Playwrights Theater era apoyar l
estalinización de la vanguardia neoyorquinmientras servía a sus fundadores, sobre todo
ohn Howard Lawson y a su amigo políticoFrances Faragoh, como plataforma de lanzamientpara introducirse en el mundillo de HollywoodPresentaron dos obras «expresionistas» de Do
Passos, The Moon is a Gong y Airways, Inc. Laobras obtuvieron un éxito minoritario que fuuficiente para lanzar en 1928 y 1929 a Lawson
Faragoh a la industria cinematográfica. Y allegaron. En Hollywood los dos se embarcarían e
el verdadero trabajo de sus vidas, que no era eeatro ni el cine, sino organizar la opinió
estalinista en la industria del entretenimiento eorteamérica.27
Este pequeño y excéntrico teatro de GreenwicVillage, por tanto, desempeñó su pequeño papecomo punta de lanza. Y dejó a su paso un pequeñmisterio.
Un cuarto socio del New Playwrights Theate
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había sido un tipo curioso con el no menos curiosnombre de Em Jo Basshe. Es un cero a la izquierden la historia del teatro, pero nos es de sumutilidad para nuestra historia porque a través de s
destino podemos entrever la intensidad del interéde los servicios secretos internacionales por ecírculo del teatro de vanguardia en el que smovió Basshe.
Los documentos de los Archivos Nacionales dEstados Unidos revelan una historia muy peculiade Em Jo.28 En 1931 dos años después de quLawson y Faragoh partieran a Hollywood, lnteligencia británica informó a lo
norteamericanos que, durante el tiempo del NewPlaywrights Theater e incluso después, Em JBasshe había sido un agente del Kominterperfectamente entrenado. La información de lo
británicos sugiere que Em Jo trabajaba eorteamérica con una falsa identidad. Se añadíamuchos datos sobre su estrecha asociación coMünzenberg y Gibarti. Los informes señalan quhabía trabajado en Nueva York con Gibarti y qu
en 1931 había viajado a Europa y se habí
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encontrado con Gibarti y Münzenberg para recibu recompensa y ser promocionado a un nuev
cargo en el servicio secreto. Los informebritánicos vinculan de forma explícita a Bassh
con el aparato de Berlín, así como coMünzenberg y Gibarti personalmente. Informaobre sus movimientos, conversaciones y plane
Se citan todos los nombres correctos. L
nformación es excepcionalmente probable.Pero ¿es verdad? Cuando vi por primera veestos documentos en Washington, me subió ladrenalina. Había encontrado finalmente e
eslabón entre el apparat y las primeras redes d
Hollywood. Me pareció haber tropezado pocasualidad con un revólver olvidado pero en epasado humeante. Su gastada pólvora, cincuentaños después, aún era visible en la recámara. ¡E
o Basshe, el agente profesional en el teatro dueva York! Em Jo Basshe. Una vez dicho en voalta, es un nombre difícil de olvidar. ¡Por tantoéste era el ojo invisible de Moscú! Y no se tratabde un obvio estalinista como John Howar
Lawson, que era lo que todo el mundo suponía.
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Se trataba de un hallazgo de primera clase. Mobligó a lanzarme a una nueva investigación. Yesta investigación descubrió... nada más qudificultades.29
Me fue imposible encontrar la más mínima pistque probara las alegaciones del informe británicoDe hecho, todo parecía contradecirlo de unmanera altamente sospechosa.
El Em Jo Basshe que desenterré tenía toda lapariencia de haber sido el clásico inmigrante. Lopapeles nos muestran a un Em Jo llegado
orteamérica a los doce años, una edad pocpropicia para el trabajo clandestino. Formó part
de la inmensa oleada de judíos del Este europeque llegaron provenientes de Vilna y de Pale pocantes de la guerra de 1914. La informacióbritánica contradice este hecho al afirmar que E
o «figura como hijo de David Jochelman», umportante sionista polaco de la extrema izquierdque vivió y trabajó en Londres, un protegido dMaxim Litvinov —el comisario de asuntoextranjeros de Stalin—, que también sirvió d
«asesor oficial» a la misión bolchevique qu
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dirigía Leonid Krassin en Londres. Como hijo dochelman, Em Jo tendría que haberse criado e
Londres. Hoy sería posible rastrear su posiciócomo protegido de Willi y del Komintern a travé
de sus importantes contactos bolcheviques. Nhubiera llegado a Norteamérica de niño sino yadulto y posiblemente de forma ilegal. Ecualquier caso, los británicos lo presentaban com
un agente de una potencia extranjera: «Informaciódefinitiva ha sido recibida por nuestros amigos daquí [eufemismo habitual para informadoreecretos] de que el Comité Central del Socorr
Obrero Internacional ha creado recientemente u
Departamento Cultural Internacional encabezadpor Em Jo Basshe».30 ¡Encabezado por Em JBasshe! Nada menos.
Pues bien... tal vez. Debo admitir que n
encontré ningún rastro de su infancia en NuevYork, aunque es indudable que todo el mundo lomaba por norteamericano. No se menciona u
pasado británico en ninguna parte. La sombra quveo pasar por la documentación disponible es l
de un muchacho inmigrante amante del teatro qu
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empieza su carrera como un aficionado visible in eco en el teatro de Eugene O’Neill, primero e
Provincetown y luego en el Village, donde empeza trabajar de tramoyista a los diecinueve año
Quería ser dramaturgo. Escribió varias obraexpresionistas de extrema izquierda sobre lopresión de los negros. Supongo que los críticoe aburrieron. Alexander Woolcott describió un
de sus obras como una «tragedia en catorcntermedios».31 Pero al menos las obrapresentaban la política de moda y eso le valió lentrada en el New Playwrights. No es que alfuera un factótum. De hecho, era el clásic
ubalterno.
Añádase ahora la versión de John Dos PassoDos Passos le conoció bien y dejó el retrato má
completo que yo conozca en Most Likely tSucceed , una novela autobiográfica sobre esoiempos, pobremente concebida pero bastante fie
a la realidad; fue escrita mucho después de quDos Passos se convirtiera en un anticomunist
militante.32 Describe a Basshe como el meno
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adical de todo el grupo de John Howard Lawsonun judío diligente con algo de talento, un habituadel teatro Yidish en el Café Royale y que, al finaacaba hecho una ruina como artista y com
hombre, un caso patético.Coincidiendo con nuestro argumento, Dos Passo
afirma (en clave novelística, por supuesto) quecuando se desbandó el New Playwrights, Em J
discutió y rompió con sus amigos Faragoh Lawson debido a la política estalinista de estoúltimos. Por esta razón, cuando Faragoh y Lawsoriunfan en Hollywood, Dos Passos nos muestra
un Em Jo abandonado, expulsado de la buena vida
que siempre había sido el verdadero objetivo dLawson y Faragoh. Sin apoyo del partido, Em Je convirtió en el clásico perdedor sin ningú
atractivo, entregado a un alcohol cada vez má
barato y quejoso de cómo le habían traicionadus viejos camaradas, esos bastardos estalinistaque se hacían ricos y famosos en Hollywood.
Ahora bien, ¿puede ser que el hombre descritpor Dos Pasos también fuera el agente secret
completamente entrenado, controlado y con alta
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esponsabilidades que nos describen lobritánicos? Es concebible. La borrachera, efracaso y una aparente ruptura con Stalin nprueban necesariamente lo contrario. Guy Burges
ambién fue un borracho y un fracasado y éambién aseguraba (de tanto en tanto) haberl
vuelto la espalda a Stalin. Tal vez Em Jo fue eBurgess del barrio judío neoyorquino. Si
embargo...La carencia total de pruebas que lo corroborees preocupante. Es aún más preocupante cuando spiensa que esa información llegó a lonorteamericanos probablemente desde el despach
de Guy Liddell.33
· Y lo repito: Es casi seguro que el hombre qu
acilitó esta información al Departamento d
stado fue Guy Liddell .
Acaso aquí esté la clave. ¿Por qué alguien qumuy bien puede haber sido el reclutado poLudwik pasaría, tan ostentosa y gratuitamente, estnformación de que un dramaturgo de tercer
categoría era en realidad un agente soviético?
Avanzo una hipótesis. Supongamos que Em Jo n
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fue el Burgess judío. Supongamos que no era uagente secreto ni nunca lo fue. Supongamos que lversión de Dos Passos sobre el destino de Em Jes bastante fidedigna. Supongamos sobre todo qu
a ruptura del pobre hombre con Stalin fue lverdadera causa.
En ese caso, el cuarto socio del NewPlaywrights podría haberse convertido en un
persona potencialmente muy peligrosa. Podríhaber representado una auténtica amenaza para lnueva e importante misión de Lawson y Faragoh eHollywood. Todos los testimonios coinciden eque Em Jo se iba de la lengua. Y ciertament
estaba en una posición en que podía decir cosamuy comprometedoras para sus viejos camaradaY en su disgusto, pudo incluso llegar amenazarlos con hacer algo así. Era meneste
desacreditar a Em Jo. Y acaso asustarlo un poco.¿Cómo? Pues, si estamos suponiendoupongamos entonces que el recluta de Ludwik e
Londres entregara a los norteamericanos unnformación oficial, totalmente creíble, de que E
o Basshe era un agente soviético y posiblement
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un extranjero deportable. Eso haría que lonorteamericanos trataran las historias dedipsómano Em Jo con todo el desprecio que smerecían. Acaso la amenaza de deportación l
hiciera callar la boca. Mientras tanto, esta falshistoria distraería la atención con respecto Lawson y Faragoh exactamente del mismo modque me distrajo a mí cincuenta años más tarde.
Es sólo una hipótesis, lo admito. Pero es unhipótesis que tiene el mérito de hacer encajaodas las piezas conocidas.
De cualquier modo, espía o simple fracasado, ehecho es que el pobre Em Jo Basshe tuvo un
muerte temprana, avejentado, olvidado y solo. Nvivió para ver la guerra.
Mientras tanto, Lawson y Faragoh se habíamarchado a Hollywood y es a Hollywood dondnos conduce nuestro próximo hilo. Otro lleva Moscú. El New Playwrights Theater, el modeloriginal del posterior Group Theater, cerró e928. Lawson y Faragoh llegaron a la Costa Oest
al tiempo que Dos Passos iniciaba una gira típic
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de Münzenberg por la URSS. Todo el recorridfue planeado allí. A Dos Passos lo instalaron euna casa de huéspedes junto con el nuevo ministrde Cultura, Fadaev. Pronto intimó con Vali
Gerasimova, la mujer de Fadaev y «altfuncionaría del GPU».34 Dos Passos viajó por enterior de la URSS de la mano de la ubicu
estalinista intransigente Anna Louise Strong
conoció a Meyerhold y a Eisenstein ntercambiaron halagos. Se le trató como a un grahombre.35
Al igual que la mayoría de los simpatizanteDos Passos se mostraba receloso y aferrado a sescepticismo, a su independencia. Insistía en quenía una mente abierta. Sabía que esos rusoramaban algo. Podía darse cuenta de que todo est
no era más que propaganda. Y, sin embargo, ¿po
qué estaban tan interesados? El no era famosorealmente famoso como, por ejemplo, SinclaLewis. No era muy influyente ni tenía un grapúblico. ¿Por qué desenrollar esas alfombras dbienvenida si no eran sinceros? Debían admirarl
de verdad. Tenía que ser real.
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Hoy día no se lee mucho a Dos Passos, perpara sus lectores el encanto de su trabajo, sduradera frescura, se encuentran en el tono, en ealiento whitmaniano, en algo de su lenguaje que e
genuinamente afilado, convincente, verdadero. DoPassos más que oír cantar a América, oyó cómhablaba y lo hizo con una precisión y unpeculiaridad que jamás alcanzó Hemingway.
Pero la visita a Rusia reveló una grave debilidaen su personalidad de artista y de hombre. En scorrespondencia desde Rusia, hay una carencique resulta dolorosamente obvia y que también smanifiesta típicamente en el tono. Se la puede oí
En Rusia, el retintín de chico malo desaparece da voz de Dos Passos. Deja de ser el cínico
burlón sabihondo de barrio. Cambia y vuelve a seel hombre amable de Harvard, de la clase medi
alta a la que realmente pertenecía, una personespetable que, aunque incapaz de no usar bien locubiertos, se preocupaba por no decir nadncorrecto. Sobre todo, quería ser justo, justo co
ese maravilloso experimento humano de lo
oviéticos, justo con el socialismo en Rusia. Al
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Dos Passos volvió a su corrección fundamental dclase media, carente del menor interés.
En su mejor momento, las cartas a LawsonHemingway y Cummings brindan una lectur
maravillosa; si se les hinca el diente, se oye ecrujido de una manzana recién comprada en unfrutería callejera. Pero cuando no alcanzan emejor tono, resultan deprimentes y juveniles. E
ono se vuelve insufrible, de una especie dengreimiento provinciano. Las cartas dHemingway a menudo son groseras e insensiblepero se las ingenia para introducir su infamadismo entremezclado con su aún más famos
elegancia. Su malicia incorregible era ajena a DoPassos, realmente una buena persona, alguien ququería ser equitativo y justo de una manera quHemingway desconocía.
Al dejar Rusia, Dos Passos fue escoltado hastel tren por la directora de teatro asignada comguía, seguidos por toda la compañía que se reunien la plataforma para despedirse del gran escritonorteamericano. Cuando esperaban a que sonara e
ilbato de partida, la directora le hizo por últim
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a pregunta crucial. «Usted les cae muy bien», dijeñalando a los actores. «Pero quieren hacerle un
pregunta. Quieren que se retrate. Quieren sabecuál es su posición política. ¿Está usted co
nosotros?»36
Dos Passos dice en su posterior novelautobiográfica que sintió que «la cabeza se lencogía y palpitaba... Dio otra calada al cigarrillo
echó para atrás el sombrero y apenas se balanceobre las plantas de los pies». Cuando trató dcontestar, lo único que le salió fue un tartamudeque acabó farfullando que la respuesta le llevarídemasiado rato, que no había tiempo suficiente n
para empezar. Por último, el tren partió librándolde sus admiradores.
A la mañana siguiente, cuando el tren cruzaba lfrontera polaca, escribió a Hemingway que «fu
como salir de la cárcel».37
En cierto modo, se lhabía dejado salir de la cárcel. Era en parte lcárcel del régimen y, en parte, la de su conflictcon respecto al régimen: el cautiverio del frívolcinismo del escritor en liza con su no menos cínic
amabilidad. El cruce de la frontera lo liberó, l
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permitió volver a su inmadurez. El mal chicpodía volver al centro del escenario y decirle a samigo Ernie: «Dios santo, lo único que debehacer para saber lo estupendas que están las cosa
en Rusia es echar un vistazo a Varsovia; ladiferencias en las caras de la gente, la manera eque comen, hablan y caminan por la calle. Dcualquier modo, Varsovia es también un antr
espantoso».Lo único malo de Rusia, comunicó Hemingway, es que, si bien «le puedes sacar pasta los editores, no se la puedes sacar al país ienes que gastártelo todo en vodka y arenque
alados». Además, el clima sin sol era un horro«Con razón quieren todos irse a América. Despuéde todo, algo debe de haber en este benditpaís.»38
Y allá en Hollywood, Lawson y Faragoh sestaban instalando, preparándose para organizaas redes de simpatizantes que más tarde, duranta época de los Diez de Hollywood, s
convertirían en objeto de una polémic
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nternacional.39
Los inocentes a veces se preguntan por qué eaparato realizó tal esfuerzo para organizar redeestalinistas en Hollywood. Si el propósito era lpropaganda, no hay duda de que fracasaría. E938 era manifiesto que la Metro-Goldwyn Maye
no producía propaganda soviética. Esa no era lcuestión. Era evidente que Willi y Otto n
pretendían dirigir las decisiones de la WarneBrothers. Por el contrario, jamás hubierapermitido a su gente que se pusieran al descubiertratando de ganar influencia de un modo ta
estúpidamente obvio. Medio siglo despué
entada a mi lado en Múnich mientras tomábamoel té, la voz de Babette Gross se crispó repitienduna letanía. Tú no apoyas a Stalin. No te declaracomunista. No proclamas tu amor al régimen. N
pides a la gente que apoye a los soviéticos. JamáBajo ninguna circunstancia.Tú te declaras un idealista independiente. N
entiendes demasiado de política, pero piensas quos pobres lo tienen mal. Crees en las mente
abiertas. Te alarma y atemoriza lo que est
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ucediendo aquí, en tu propio país. Te atemoriza eacismo, la opresión de los trabajadores. Opina
que los rusos están intentando un gran experimenthumano y esperas que tengan éxito. Crees en l
paz. Deseas que haya entendimiento internacionaDetestas al fascismo. Piensas que el sistemcapitalista es corrupto.
Lo dices y repites una y otra vez. Y no dice
nada, nada más. Y terminó, cansada: «Sí, sí. Diceodo eso».
El verdadero mandato en Hollywood erbifronte y su destinatario no eran las masas sin
as elites. El objetivo no era hacer películaestalinistas. Se trataba de «estalinizar» la culturnorteamericana del glamour al tiempo que sntentaba buscar una fuente de dinero contante onante, los tan necesitados dolares que no dejase
huella para que el aparato pudiera financiadistintas operaciones por el mundo. Tambiéervía de refugio para algunos apparatchiki com
Bertolt Brecht o Hanns Eisler. Para lograr esto
fines, la idea era hacer que la elite de Hollywoo
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e identificara con el tipo correcto de intelectuaestalinista; hacer del Frente Popular una partcentral de la cultura del glamour . Que lapelículas sigan siendo películas. Que s
enriquezcan y se diviertan. Por supuesto, no lepermitáis que desafíen seriamente el régimen dStalin, pero eso era secundario. Que Hollywooance sus estrellas y llene las pantallas d
atracciones. Que mantengan su corrupción. Qupersistan en la inocencia. Era una estrategia quvalía la pena.
Por supuesto, a los comunistas de la cultura delamour se les asignaron varias misione
políticas, o para ser más exactos pseudo-misionecomo la fundación del Screen Writers Club. Perestos esfuerzos propagandísticos no pasaban der un simple pretexto. A los jefes del campo d
concentración de Kolyma, a los responsables deGran Terror y del hambre en Ucrania, lemportaba un comino cuántos miles de dólareemanales cobraba un grupo de creadore
mimados y consentidos de productos kitsch e
Hollywood. Su único interés era desviar a la
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arcas del aparato la mayor cantidad posible ddólares.
La operación en Hollywood era esencial para eFrente Popular y representaba una extensió
natural de las conocidas actividades dMünzenberg con las élites literarias. Olvidémonode la miseria. Una cultura estalinista del glamou
debía contar con los mejores, visitar los lugare
más interesantes, vivir en los sitios más perfectovestir las mejores prendas. Debía dar lapariencia de riqueza ilimitada. Debía mencionaos mejores nombres y hacerlo donde mayor fuer
el impacto. Como diría Cole Porter, el amigo d
Donald Ogden Stewart, debía rezumar clase. ¿Snecesita respetabilidad intelectual? Pues bienBertolt Brecht y la colonia de inmigrantes podíabrindarla. La apariencia debía casar ideología co
gran estilo de vida; éste debía ser desenfadadocomo lo eran Tom y Daisy Buchanan, con eempaque de una facilidad casi sin límites. Debírradiar la fascinación del éxito sin esfuerzo; u
mero asunto de céspedes bien cortados, martini
perfectos y la mejor y más deliciosa compañí
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amás imaginada.Ser elite. Aplicarse a ello. Y hacerlo mientra
as elites arden de injusticia y donan su dinerpara combatirla.
¿Qué injusticia? No importa, seguid al líder.
«Colón descubrió América, pero yo descubHollywood», solía decir Otto Katz. Las oficina
de Münzenberg en Berlín y París dirigieron desdel principio la evolución de las redes dHollywood. En Nueva York, V.J. Jerome Alexander Trachtenberg, hombres de Gibarthabían estado presentes en el inicio de las carrera
cinematográficas de Lawson y Faragoh y tambiérabajaron en estrecho contacto con ellos e
California.40 Otto estuvo de incógnito eHollywood en su supuesta primera visita en marz
de 1935. Su misión fue consolidar y cambiar eumbo de las redes de simpatizantes agrupados eorno a Lawson y Faragoh para adecuarlas a
próximo Frente Popular. Usó el alias de «RudolpBreda»41 y se hizo pasar por un luchado
antifascista que había escapado para contar l
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historia de lo que representaba arriesgar la vidcontra la Gestapo. (De hecho, no he halladprueba alguna de que Katz haya estado eAlemania entre 1933 y 1939.) Otto había pensad
correctamente que Hollywood quedaría prendadcon un aristócrata. Por tanto, el combatiente por libertad «Herr Breda» llegó acompañado por un
de verdad: el príncipe Hubertus von zu un
Lowenstein. Y ése era su verdadero nombre.Otto y el príncipe lograron arrancarle lágrimas Hollywood y, por usar palabras del medioconquistaron su corazón. Por supuesto, bastantgente, y no sólo Lawson y Faragoh, se dio cuent
de que «Herr Breda» era un fraude. Habínumerosos refugiados alemanes como SalkViertel que habían conocido perfectamente bien Katz en Berlín. Se mantuvieron callados. «Her
Breda» mentía, pero la suya era una mentira nobl antifascista. ¿O acaso no era así?42
Bajo la dirección de Katz, se fundó el frentconocido como la Liga Anti-Nazi de Hollywood.4
Fue la primera fachada para la actividad de
Frente Popular en la colonia del cine. Par
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celebrar la ocasión se reunió a todas lauminarias de la ciudad para escuchar la histori
espeluznante de Breda. Fue la gran ocasiódramática de Katz para actuar como nunca se l
había permitido Piscator. Después de reunir en ungran gala a toda la elite de Hollywood en honor d«Breda», se organizó otra cena de gala parecaudar fondos a cien dólares el plato e
beneficio de los refugiados alemanes. Entre lonvitados estaba el arzobispo de Los Angeles. Emaestro de ceremonias era Donald Ogden Stewarquien describe a «Breda» en esa ocasión com«irresistiblemente inteligente y sincero ( sic)», a l
que añade, con su viejo sentido de culpa, que «echampán también era muy bueno».44
Herr Breda dio comienzo a la gran cenarrodillándose ante el arzobispo de Los Angeles
besándole el anillo, un homenaje político aespíritu. Luego se puso en pie para hablar.Y habló de los horrores de Alemania. Evocó su
batallas (ficticias) contra la Gestapo, la mismGestapo con la que sin duda Otto estaba e
colaboración. Contó las luchas verdaderas de su
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amigos, sus camaradas, contra el nazismoEntremezcló terribles verdades con terriblementiras.
«Fue una de las veladas más felices de mi vida»
escribió Stewart. «Herr Breda nos ofreció undescripción estremecedora del horror nazi, cuyodetalles había podido reunir arriesgando su propivida en repetidas ocasiones. Yo me sentí
orgulloso de estar sentado a su lado, orgulloso destar de su parte en esta lucha... Allí estaba uhombre que había dedicado su vida, sin flaquear con el máximo riesgo de morir, torturado por loprincipios que yo, en mi traje de etiqueta, estab
empezando a luchar.»45
Cuando Herr Breda tomó asiento, Stewarconmovido y tocado por la mala conciencia qununca le abandonaba, se puso en pie («en mi traj
de etiqueta») y con voz emocionada, hizo primera pregunta que estaba en las mentes de todo«¿Qué puedo hacer yo?»
¿Hacer? Aparecieron los talonarios. Hollywoofundaría y financiaría la Liga Anti-Nazi.
Y al lado de Otto, estaba el príncipe. El príncip
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Hubertus von und zu Lowenstein era un personajnteresante y escurridizo. Desde el principio, lo
dos tuvieron la misión de consolidar las redes ybien establecidas del aparato y darles la nuev
ínea correcta según el último viraje efectuado poel Frente Popular. Esta actividad tendría una granfluencia en la vida norteamericana y en la
actitudes políticas de los siguientes cuarenta años
Durante largo tiempo, el príncipe continuactuando como el hombre de Katz en los círculode celebridades tanto en Hollywood como e
ueva York, atrayendo no sólo a las estrellas, sinambién a las mejores cabezas del exilio alemán
Al igual que los condes Károly, o Wolfang von unzu Putlitz o la princesa Koudachova, Lowensteiera uno de los aristócratas de Stalin. Era uactivista político mendaz y habilidoso a quie
puede suponerse bajo la égida y el control de KatLa grandeza de su título y lo sublime de suentimientos causaron un gran impacto e
Hollywood, aunque años después, había algo eél, tal vez su arrogancia, que le hizo perde
popularidad. Aun así, al inicio lo hizo muy bien e
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a colonia del cine. Uno se imaginaría que los ncomunistas de entre los exiliados alemanes no sendirían ante sus encantos con la facilidad drving Thalberg o Norma Shearer, pero no fue as
Hasta Thomas Mann sucumbió.
Sucumbieron por un tiempo bastante largoCuando al final llegaron el pacto y la guerra, n
Katz ni el príncipe abandonaron la posantifascista, pero se vieron obligados a cambiarldelicadamente el matiz. Tuvieron que inventar unnueva línea que pudiera proteger sus credenciale«antifascistas», al mismo tiempo que la nuev
alianza y, con ella por supuesto, a Hitler. No cabíduda de que cualquier servicio a favor de lontereses nazis tenía que darse del modo má
ambiguo posible. Una solución era desviar latención a las democracias como los «malos de lpelícula» junto con un rápido retorno a la retóricde la «paz». Esas democracias decadentes: eealidad nunca había habido una verdader
diferencia entre ellas y los fascistas. Eran un
auría de «perros de la guerra». No importab
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quién ganaba en Europa. La guerra sólo era ugrupo de imperialistas destrozándose mutuamenteLos norteamericanos que aspiraban a ayudar Gran Bretaña durante la batalla de Inglaterra e
ealidad se decidían a favor de la posturmperialista. En cuanto a los países conquistado
por Stalin, Finlandia y el este polaco estaban fuerde cuestión ya que la mera sugerencia de que al
había un problema equivalía a dar muestras de udeseo casi satánico de guerra. Esos ajustes eEuropa Central tenían muchísimo sentidocualquier antifascista serio tenía que resistirse entir la más mínima simpatía por naciones com
a imperialista Inglaterra, que estaba a punto decibir su merecido.
Fue en este momento cuando Thomas Maneaccionó presa de una gran indignación. En l
primavera de 1940 Lowenstein y Katz estaban eueva York trabajando codo con codo en la nuevempresa ambidiestra del antifascismo. La carta dThomas Mann rompiendo con Lowenstein cortando toda relación con los distintos «comités
«ligas» que dirigía el príncipe es un document
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memorable y rutilante de la literatura de lndignación.
Mann comienza citando fríamente un artículo depríncipe en el que se cuestionaban los motivo
ngleses en la guerra naval. Luego se distancia dus razones en unas pocas oraciones duras
directas. Y ataca frontalmente la posición dearistócrata. Luego apunta: «Ningún agente nazi,
estalinista, podría haber sembrado tan maliciospropaganda contra las democracias y la lucha muerte que están llevando a cabo contra el régimegermano» como hace usted». A renglón seguidoMann exige que se borre al instante su nombre d
una organización dirigida por el príncipe, unorganización «cuyo secretario general es usted dpor vida, según parece». Luego acaba: «Lamentcortar tan duramente unas relaciones que durant
antos años fueron llevadas con la mayocorrección, pero vivimos una guerra civil mundiaen la que todos debemos tomar posiciones y usteha elegido la suya».46
El duro contenido de la carta da testimonio de l
ectitud política de Thomas Mann. También d
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dea del poder del Frente Popular como vehículde la Gran Mentira. Los hermanos Mann se lhabían creído; Heinrich completamente; Thomacasi por completo. La carta se refiere a una
«relaciones que durante tantos años fuerolevadas con la mayor corrección». El hecho qu
vale la pena señalar más allá de la satisfactoriferocidad del lenguaje de Mann es que lo que vi
claramente en 1940 fue algo que ni siquiera habípodido entrever en 1935.
Hasta el momento del pacto, el propósito y hastel nombre de la Liga Anti-Nazi de Hollywoo
pasaron por numerosos cambios para satisfacer lacambiantes necesidades propagandísticas deestalinismo. Pronto España se convirtió en unparte esencial de la agenda; luego el centrprioritario de interés volvió a estar en la causantifascista. Aunque la inmensa mayoría de lonocentes de Hollywood tenían auténticoentimientos antinazis, hay muchas razones par
dudar de la «sinceridad» de dirigentes ta
maleables como Stewart o Parker, Heilman
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Hammett. Ciertamente, las principales figuras da Liga, incluyendo a Parker, Stewart y Dashie
Hammett, estaban infinitamente mácomprometidos en defender a Stalin que en resist
a Hitler.47 La verdad es que la resistencia d
verdad contra los nazis siempre ocupó un lugaecundario para todos ellos. Ante el pacto, n
desertó ninguna figura importante de las redes d
Hollywood. Otto Katz había elegido bien a loesponsables del frente. Cuando Hitler y Stalin spusieron a colaborar públicamente, ParkeStewart, Heilman y Hammett permanecierompertérritos, más intransigentes que nunca. L
disciplina no aflojó. No se levantó una sola voz dcrítica pública. Ni siquiera optaron por un silencidecente.
De inmediato, la Liga Anti-Nazi cambió d
nombre y se convirtió en la «Liga de Hollywoopor la Acción Democrática». Todos y cada uno dus dirigentes defendió el pacto a ultranza. Todo
aplaudieron la invasión conjunta nazi-soviética dPolonia y celebraron el comienzo de la segund
guerra mundial, siempre bajo la bandera de se
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«anti-guerra». Aunque los norteamericanocontinuaron paladeando la vaga doble retóricantifascista que pretendía coherencia con el pactono se hizo la menor crítica seria de la acció
militar conjunta de Alemania y la URSS. Todos loíderes de la Liga proclamaron su pleno apoyo a lnvasión de Finlandia, incluyendo el despreciabl
ataque de Hellman contra los finlandeses cuand
el Ejército Rojo aún estaba ocupando ese paí«Yo no creo en esa buena y amorosa pequeñepública de Finlandia que ahora arranca tantaágrimas. Yo he estado allí y me parece un
pequeña república pronazi.» (Dicho sea de paso
no hay la menor prueba de que Lillian Hellmahaya estado en Finlandia en toda su vida.)4
Entretanto, en el momento culminante de la batallde Inglaterra, los estalinistas de Hollywoo
querían que el mundo supiera que los yanquis nrían allí. De hecho, rápidamente se creó unorganización llamada superlativamente Comitéos-Yanquis-no-Llegarán. La estrella puesta a
frente fue Dashiell Hammett.49
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Todo esto se consumó simbólicamente con lboda entre Donald Ogden Stewart, el amigo dHemingway, y Ella Winter.
Poco después de que se fundara la Liga Antazi de Hollywood, Dorothy Parker y Donal
Ogden Stewart fueron despachados a SaFrancisco a dar una conferencia patrocinada por l
Liga de Escritores Americanos, el frente literaridel partido.La reunión de San Francisco se celebró en hono
de Harry Bridges, el líder estalinista del sindicatportuario de San Francisco. Bridges er
mportante para los soviéticos porque por medide su control de los muelles podía boicotear apoyar la respuesta norteamericana a una guerra eel Pacífico si se le ordenaba hacerlo.50 Segú
Donald Henderson, Bridges estaba vinculado coa operación Münzenberg y con el apparat militamuchos agentes estaban comprometidos en suoperaciones en San Francisco y se habíaplaneado acciones de contingencia para sabotea
cualquier acción norteamericana en el Pacífico qu
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e opusiera a los designios de Stalin. LoArchivos Centrales han demostrado que Bridgeoperaba bajo un estricto control soviético.51 Leunión de San Francisco nada tenía que ver con literatura, pero era algo que entusiasmó a lo
visitantes de Hollywood.En el estrado, Ella Winter, «nuestra adorad
Ella»,52 como la llamaban, los presentó a l
multitud. Ella declaró que Parker y Stewart eragente que con unas pocas ocurrencias «puedeayudamos más que mil panfletos llenos de grandepalabras».53 Luego sobrevino el momento álgidoUn activista que aún desconocía el proyecto deFrente Popular se levantó para denunciar que longenios de Hollywood eran diletantes ricos quólo sabían dar fiestas de lujo.
Stewart se quedó inmóvil en el estrado
uborizado por su famosa mala conciencia, per«nuestra adorada Ella» no quiso tolerar nada poel estilo. No iba a quedarse sentada escuchando un incontrolable radical que podía hacer peligrauna captura tan importante como la de esta
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uminarias de Hollywood. El camarada, en su afáde dar muestras de una plena rectitud, había dichcosas fuera de lugar. Winter se lanzó contra él. AStewart le ofreció una muestra en vivo y en direct
de sus poderes sorprendentes de sadismo verbaCuando acabó de arrojarle sus dardoenvenenados, el orador espontáneo quededucido a un silencio tembloroso y aniquilado
Mientras Stewart, absorto, escuchaba cómo Elldestrozaba a un hombre que detestaba casi tantcomo él se detestaba a sí mismo, el guionista sintiun vuelco en el corazón. Poco tiempo despuéStewart y Winter contrajeron matrimonio.
Como esposa, Ella Winter dirigió los pasos máo menos inciertos de su marido por los recovecodel apparat hasta que él murió en 1980, del mismmodo que previamente había guiado las andanza
de Lincoln Steffens.Porque el primer matrimonio de Ella había sidcon Lincoln Steffens. Tal como mencionamoanteriormente, ella y el periodista escandaloso emido expositor de ruindades habían empezado s
elación en 1919 con ocasión de la Conferencia d
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Paz de París, a la que ella asistía como secretaride Felix Frankfurter, un cargo para el que habíido recomendada por Harold Laski, su profeso
en la London School of Economics. Conoció
Steffens cuando le propuso cenar con el futurpresidente de la Corte Suprema. Resulta fáccomprender por qué Steffens quedó prendado della. Las fotografías de la época muestran a un
muchacha muy atractiva, de mandíbula cuadradacon mucha calidez e inteligencia en esos ojos quuego enamoraron a Stewart. Se casaron cuand
ella quedó embarazada de su hijo, Pete SteffenPor un asunto de principios, se divorciaron a
poco tiempo, aunque vivieron juntos hasta quSteffens falleció en agosto de 1936.54
Esa muerte resultó maravillosamente oportunaDejó en libertad a Ella y ésta pudo dedicarse a l
nueva táctica del Frente Popular cambiando laburrida literatura amarilla de Steffens por unnueva vida como propagandista en el mundo delamour.55
¿Cuándo entró Ella en el aparato? Una conjetur
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posible sería alrededor de 1930, durante una visita la URSS, de la que regresó a Occidentconvertida en una simpatizante, la perfecciómisma de la mujer-Münzenberg. Según Gibart
Ella Winter era «una de nuestros agentes de mayoconfianza en la Costa Oeste».56 Había trabajado eestrecha colaboración con él y con el aparato dpropaganda de Münzenberg desde al menos 1933
probablemente antes.57 Era, en suma, una dedicadactivista de la propaganda soviética. Había siduna simpatizante desde el primer momento de lRevolución, pero hasta 1930 había expresado danto en tanto serias dudas sobre los bolchevique
En 1930 las dudas habían desaparecido. EllWinter se convirtió en una de las más acérrimadefensoras de la tiranía estalinista en EstadoUnidos y siguió siéndolo hasta el final.
Como señala de forma más bien delicada ebiógrafo de Steffens, una vez que Ella se convirtien compañera de viaje, «dirigió» políticamente in pausas a Steffens. Ella fue «su agentnstructor».58 Para cuando murió Steffens, ya l
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había convencido de un estalinismo que npermitía el menor atisbo de pensamiento críticoesiduo moral o contacto con la realidad. Erimplemente abyecto. Cuando empezaron lo
Procesos de Moscú en las últimas semanas de svida, él procedió a defenderlos mecánicamentedemasiado cansado y moralmente exhausto compara responder a los más obvios y elementale
cuestionamientos de su validez.59
Y así, pocos meses después de que «Breda» smarchara de Hollywood, incluso pocos mesedespués de la muerte de Steffens, «nuestra adoradElla» comenzó su romance con Stewart, el amig
de Hemingway.
*
Pero recojamos el segundo hilo del círculo dHemingway, el que dejaron John Herrmann y sesposa Josephine Herbst, la anfitriona de OttKatz. Este nos conducirá de Montparnasse Washington.
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Josephine Herbst y John Herrmann eramiembros de la generación de 1905 que tuvo commayor estrella literaria a Hemingway; por tanto, lmística de sus vidas se concentró en alto grado e
esa figura. Al igual que él, los dos eran personajeípicos del Medio Oeste, de fe protestante
oriundos de pueblos pequeños, educados euniversidades de provincias. Como é
eaccionaron en cuanto descubrieron que poseíaalgún talento especial y se encaminaron al este, ueva York, y aún más al este, a Europa, como s
fuera parte de su destino. No estuvieron presenteen la guerra europea, pero los dos fueron
Alemania tras el armisticio; allí, por separadovivieron la clásica bohemia modernista de lposguerra. John hizo sus pinitos en historia del art en literatura. Nietzsche era su dios. Portab
iempre un ejemplar de Three Lives de GertrudStein como si fuera un talismán. Quería que todoupieran que él formaba parte de la nuev
conciencia. No hace falta añadir que escribía unnovela.
Josephine también era parte de la nuev
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conciencia (había tenido una aventura coMaxwell Anderson) y también escribía una novelaSe titulaba The Unmarried . Después de Alemaniaohn y Josephine se encaminaron aún por separad
a París, donde John Madox Ford presentó John Hemingway. Los dos se cayeron estupendamentbien. John pasó a ser un miembro y un bebedomás del círculo que pronto quedaría inmortalizad
en la novela Fiesta.60
La iconografía de Fiesta hace que la primera veque se conocieron John y Josephine nos parezca lmagen perfecta. Fueron presentados en el Caf
Dome, donde John, sentado ante una alta pila d
platillos, intentaba curarse una resaca poniéndoseuna vez más, medianamente ebrio. Los dobebieron juntos. Pronto descubrieron que estabahechos el uno para el otro. Se entendieron
Hablaban igual y sentían admiración por lo mismoLa estrella de Hemingway estaba en auge y a elloes pareció que era su propia estrella. John osephine se gustaron de verdad. Lo suficient
como para irse juntos al apartamento de John.
El lugar le pareció a Josie el sitio ideal par
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vivir con un espíritu fraterno. El poseía unmáscara mortuoria de Nietzsche y, «como uantuario privado», un ejemplar de Ecce Homo. E
amor llegó raudo. Josie empezó a llamarlo s
«chico hermoso», y John pensó que finalmenthabía encontrado a la mujer que le comprendía. Sacostaron juntos, bebieron juntos, conocierountos a todo el mundo. Pronto se marcharon d
París para instalarse en un pueblo de pescadoreen Bretaña donde podían escribir juntos, el ideade las parejas progresistas norteamericanas daquel tiempo, juntos en medio de su fantasía.61
En 1926 decidieron que había llegado realment
a hora de empezar. Empezar realmenteeriamente: invadir el ancho mundo y conquistar l
que habían dejado atrás. Retomaron del exilio volvieron a Nueva York.
Ya hace tiempo que se rompió el vínculo entrmodernidad y radicalismo político, algo que e927 parecía lo más natural del mundo a persona
como John y Josephine. Ahora somos consciente
de que el «radicalismo» de los padres fundadore
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de la modernidad, Eliot, Pound y Stein, era más menudo de derechas que de izquierdas. Para mayonri, a mediados de los años treinta, lo
apologistas de Stalin ya tenían serios problema
para ocultar el férreo filisteísmo y el odio deistema comunista por todo lo que fuera un
genuina estética moderna (o cualquier otra). Poúltimo, se debe señalar que la promoción de l
estética vanguardista de posguerra en EstadoUnidos estuvo en manos sobre todo de lolamados «nuevos críticos» en los departamento
universitarios de literatura. Con contadaexcepciones, los «nuevos críticos» no eran mu
impatizantes de la extrema izquierda. Tendían er «apolíticos», con una postura liberal centrista
aunque entre ellos había un buen número dderechistas.
Pero en 1926 el tono predominante era mudiferente. Entre la generación de jóvenes de JohHerrmann y Josephine Herbst, la relación entre lmodernidad bohemia y un izquierdismgeneralizado llamado «radicalismo» parecían do
caras de la misma moneda.
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Radek y Willi se dieron cuenta claramente dque organizar las elites significaba organizar lcreencia de que el radicalismo político y artísticeran lo mismo. En las democracias de clase media
esta noción tenía alguna validez. En la prácticestalinista, no poseía ninguna por supuesto. Auasí, con proyectos como el New PlaywrightTheater y el fermento general que procurab
«politizan» la cultura literaria de Nueva York París, se pretendía dar validez a esta mera y débuposición. El regreso de Herrmann y Herbst ueva York coincidió precisamente con l
decisión del aparato de intervenir en la vid
cultural; muy pronto la pareja empezó a colaboraen ese esfuerzo como típicos literatos de segundcategoría que pasan a ser falsas celebridadeenvueltas por la propaganda del aparato.
Poco después, el Komintern decidió aumentar scontrol del frente cultural con un gran congreso descritores. Se celebraría en la misma Rusia erviría dos objetivos políticos. El primero er
europeo. Se trataba de optar por las moda
estéticas entonces en boga. El segundo era má
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estrictamente soviético: consolidar el control dStalin sobre la vida cultural soviética. En Europaa moda era el surrealismo, que sería estalinizad
bajo el liderazgo del visionario surrealista Loui
Aragon, supervisado en todo momento por sesposa Elsa Triolet, quien, al igual quKoudachova y Moura Budberg, era otra «dama deKremlin».62
Elsa Triolet era rusa de nacimiento; una mujeculta y bien educada, nacida en el seno de lnteligencia profesional de San Petersburgo. Er
hermana de Lily Brik, el gran amor dMayakovsky. A diferencia de su hermana, Triole
e marchó de Rusia tras la Revolución y viviprimero en la comunidad de rusos emigrados eBerlín, más tarde en París. Tras un primematrimonio desdichado, se convirtió en la espos
de Louis Aragon, el poeta surrealista, novelista periodista. Con el paso del tiempo, estmatrimonio llegó a representar una de las unionepúblicas más infames y oportunistas de EuropaManipulando el cada vez más elaborado mito d
er la musa de Aragon, cuya vida y obr
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controlaba con mano de acero en la vida real, ElsTriolet se las ingenió para ser una de laprincipales figuras políticas y culturales de siempo. Durante décadas, fue la intelectua
estalinista más influyente de París. Sus servicios aégimen jamás flaquearon en ningún momento
Trabajó en estrecha colaboración con MünzenbergKatz y Mijaíl Koltsov, así como con sus sucesore
en el aparato soviético y, por supuesto, tambiécon el partido comunista francés. ¿Tenía el dossiede Triolet en la NKVD, como el de Koudachovael siniestro sello de Nash, «nuestra»? Es bastantposible, pero (como en el caso de Clau
Cockburn) si era o no una agente bajo la disciplinoficial es algo que carece de importancia.
Triolet no fue un mero factótum en el appara
Era una declarada estalinista que tenía l
costumbre de situarse lo más cerca posible de lcúpula. Conocía bien a Radek. Durante largoaños mantuvo una muy cordial relación coAlexander Fadaev aun cuando ese burócrata fuacaso responsable nada menos que de implantar l
política cultural de Stalin con los medios má
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iniestros. El hecho psicológico básico es quTriolet no era una verdadera creyente bolcheviqueEn un raro lapsus de debilidad, confió a un amigestalinista que desde los primeros días de Sa
Petersburgo había detestado a los bolcheviqueEstaba atada a la tiranía estalinista por razoneque siguen siendo poco claras, pero el hecho eque estaba atada. Se entregó al régimen con toda
us fuerzas obedeciendo lo que aparentemente ldictaba su gélido corazón.63
El ascenso de Triolet y Aragon a la cima de lvida cultural francesa de izquierdas —algo quduró el resto de sus vidas— tuvo lugar en l
Conferencia de Escritores de Jarkov. Asumieroese papel durante esas festividades. En la semande viaje en tren de Moscú a Jarkov, Aragón Triolet fueron compañeros inseparables d
Fadaev, quien acababa de dar un paso de giganten el organigrama del poder soviético aofrecérsele la dirección del congreso. En laiguientes décadas, justo hasta el momento en qu
Fadaev se suicidó después del discurso secreto d
ruschov en 1956, la buena fortuna política d
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ambos estuvo ligada al poder de Fadaev.Josephine Herbst y John Herrmann fueron do
entusiastas delegados norteamericanos a JarkovAllí frecuentaron la compañía de la delegació
alemana, encabezada por uno de los más estrechocolaboradores de Willi Münzenberg, upropagandista teutón llamado Ludwig Renn.64 Lápida promoción de la pareja en el aparat
después de Jarkov puede ser atribuible a la buenmpresión que le causaron a este miembrnfluyente de la operación de Münzenberg e
Berlín. Sea como fuere, el hecho es que Herbst Herrmann ya no sólo eran decididos estalinista
ino personas cuyos nombres y ambiciones erabien conocidos en los niveles más altos deaparato. De regreso en Nueva York, pronto se leadmitió en los círculos más destacados de l
nocencia.Esto hizo milagros con sus reputaciones. Depente, los nombres de Josephine Herbst y Joh
Herrmann se mencionaban a la par que el dTheodore Dreiser; ambos fueron aceptados com
autores por el agente literario Maxim Lieber, qu
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ambién era agente en otro sentido, y contaba entrus clientes a nada menos que a Otto Katz.65
Al mismo tiempo, a los dos se les empezó encaminar delicadamente hacia el trabajo secretoosephine era usada regularmente por el partido us frentes como periodista. Probablemente paresguardar su aparente independencia, no se hiz
miembro del partido ni siquiera en secreto. E
934 Gibarti les presentó en Nueva York Münzenberg en persona. Ella también estaba econtacto regular con Hede Massing, que trabajabbajo la tapadera de «periodista antifascista»Parece ser que por entonces, o poco después e
Europa, conoció a Otto Katz.66 Tras habeconocido a Münzenberg y a Gibarti, fue enviada Berlín con un proyecto periodístico que también lfacilitó el contacto con la organización clandestin
de Münzenberg, contacto ciertamente autorizado upervisado por la oficina de París, adonde ellegresó meses después. En 1935 la pareja era bie
conocida por Katz.67 Fue en ese preciso momentcuando el apparat empezó a confiar a John u
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mportante «trabajo especial», el de espionaje.68
La promesa del amor y del arte no marchabviento en popa para Josie y John. Como todos lo
espías de Cambridge, John cayó en el alcoholism se hundía rápidamente en un sonado fracaso. N
ocupaba un lugar significativo en el munditerario. Su único mérito consistía en un libr
pobremente editado y en su amistad con ErnHemingway. Pero Hemingway no le tomaba eerio. Es verdad que le gustaba pescar y beber co
Herrmann. «No hay mejor compañero que John»escribió Hemingway.69 Pero de ahí a creer en e
amigo John como escritor había un trecho.La fuerza que impulsaba a Josephine Herb
parecía una especie de convulsa ferocidad. Compersona, podía ser un elemento bastant
desagradable: dominante, abusiva y grosera.70
Nobstante, los documentos nos revelan a una mujeatormentada por el deseo de dar y recibir ternuraunque fuera una ternura entremezclada con lfuria. Era toda necesidad; y en ese estado se veí
como una mujer engañada: en los sentimientos, e
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el sexo, en la vida.En 1932 todo esto, el furibundo dilema de Josie
el fracaso de John, el papel de ambos en eaparato, produjo una crisis durante una estancia e
a colonia de artistas en Yaddo.En la famosa colonia, Josie conoció a una fuerte
ólida, hermosa e intensamente seductora pintorlamada Marion Greenwood, una mujer qu
normalmente definía su fuerte personalidad eérminos sexuales. De inmediato, Marion spercató de la vulnerabilidad y de las necesidadede la escritora. No tardó en descubrir uncombinación probablemente simple que abrió la
puertas a la homosexualidad de Herbst. MarioGreenwood introdujo a Josie en un nivel de placeorgásmico, de esperanza voluptuosa, que jamáhabía experimentado durante su vida promiscu
con John. Con Marion conoció la gratificaciócompleta de la entrega.Esta experiencia llevó a Josie al final de s
matrimonio y luego también al rechazo de MarionEn una aparente reversión feliz a la vieja utopía, e
río, Marion, Josie y John, decidieron pasar u
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argo idilio en México donde aprenderían a seibres, iguales y a amarse el uno al otro. (Dichea de paso, México se estaba convirtiendápidamente en un lugar de moda para lo
norteamericanos radicales y para el apparat deKomintern en general y la tendencia llegaría a splenitud durante la segunda guerra mundial.) Lores norteamericanos se dirigieron a un pequeñ
pueblo llamado Taxco y allí probaron la capacidadel triángulo humano para aguantar una presióexual fuerte. Fracasaron.
A medida que pasaban las semanas, los trehacían esfuerzos por parecer libres, amorosos. L
apariencia se hizo cada vez menos convincenteohn se marchó primero dejando a Josie y Marion
Luego una perpleja y dolida Josie se dio cuenta dque su entrega a Marion ponía a ésta cada vez má
nerviosa. Las cosas dejaban de ser idílicaEntonces Josie se fue al norte para tratar de evitaa ruptura inminente una vez Marion se distancióe dio la espalda y «volvió a los hombres».71
De México, John Herrmann regresó a lo que é
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lamaba su «trabajo». Ya no se trataba del trabajde escritor, pues éste ya no existía. A quien lodioses destrozan cuando es una promesa, luego lconvierten en espía. Herrmann seguía una versió
americana de la trayectoria de Guy Burgess.Su nuevo trabajo, que el partido denominab
«trabajo especial», requería instalarse eWashington. Allí le echaría una mano a un hombr
lamado Harold Ware. Y la misión que lencomendaría Harold Ware sería de espionaje.72
Hasta su muerte en 1935 en un accidente dcoche, Harold Ware fue uno de los principaleagentes norteamericanos usados por el aparat
para infiltrarse en el gobierno. Había nacido y shabía criado en el totalitarismo; era el hijo amabl taciturno de una parlanchína propagandist
estalinista que se hacía llamar «Mamá Bloor»
Casado con una literata comunista del GreenwicVillage, muy amiga de los Herrmann, llamadessica Smith, «Hal» se había pasado gran part
de su juventud en la Meca soviética, donde se lentrenó como organizador y agente secret
vinculado a las primeras redes de Münzenberg.7
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En 1931 ya estaba listo para regresar a EstadoUnidos y ocupar un cargo en Washington. Warentró en el Departamento de Agricultura y empezu carrera secreta en el mundo de Washington.
Había conocido a John antes del interludimexicano, cuando trabajaron juntos en el MediOeste organizando frentes de propaganda entre logranjeros. Cuando John llegó a la capital se l
convirtió en la oculta mano derecha de Ware pareclutar y controlar las redes de agentenfluyentes y de espionaje en la burocracia d
Washington, misión que implicaría a Alger Hiss yen un área paralela, a Noel Field.
Cuesta tiempo terminar un matrimonio. Cuandella regresó de México, pese a lo que habíucedido, su matrimonio aún no había acabado deodo. Sin duda estaba liquidado, y sin embarg
persistían la esperanza y el sueño, aunque todestuviera marcado por la muerte de la confianzmutua. Josie no había acabado con John, nacabado de estar furiosa con él ni de necesitarlo
Visitaba a menudo Washington, con frecuencia s
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quedaba con él en la acogedora calefacción y emedio del caos de lo que era el apartamento duna sola habitación en la avenida New HampshireY allí, qué duda cabe, Josephine Herbst er
plenamente consciente de cuál era el trabajo dohn.
Se debe añadir que Josephine Herbst contabcon la confianza suficiente del aparato como par
permitirle saber la verdad de una manera que, poejemplo, Melinda Maclean o Eleanor Philby jamáconocieron. Cuando menos, Josephine Herbposeía un conocimiento culpable de esaoperaciones de espionaje en Washington. La
conocía y las aprobaba completamente. ¿Cuácomprometida estaba? Bastante. Ciertamentmucho más de lo que jamás hizo sabepúblicamente.
No hay prueba de que ella estuviera activa en eaparato de Washington o en cualquier aparato despionaje aparte de las misiones de propagandque, trabajando como «periodista» en EspañaBerlín y América Latina, cumplió para Otto Katz
En eso trabajaba abiertamente para el Komintern
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u trabajo la satisfacía. Pero si bien se le permitiaber cuál era el verdadero trabajo de John, no h
visto documento alguno que pruebe o niegue quosephine Herbst haya sido una espía del mism
modo que lo era sin duda Herta Field o, casi siduda, Priscilla Hiss.
Y, sin embargo, sin embargo...: durante legunda guerra mundial, tuvo lugar un episodi
bastante curioso.Después de Pearl Harbor, Josie solicitó consiguió un trabajo en la sección alemana deecién fundado servicio de inteligenci
norteamericano en Washington. No era nada rar
en sí mismo. Ciertamente Herbst estaba muy bienformada sobre el tema de la propagand
germana. Había trabajado en eso para Münzenber Katz en la misma Alemania y en otros sitio
operando tanto públicamente como en lclandestinidad. De hecho, estabexcepcionalmente bien conectada con algunas das figuras más importantes en ese campo, agenteoviéticos cuyos trabajos eran de la mayo
mportancia. Era la clase de información qu
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podía utilizar perfectamente el servicio dnteligencia norteamericano en su lucha contra lo
nazis.Lo curioso es que nada indica que Josie hay
dicho algo sobre su previa experiencia en este tipde trabajo. Josephine Herbst no mencionó palabrobre sus conocimientos especiales, su trabajecreto en Alemania, sus contactos con algunos d
os agentes mejor situados y en activo, su graapiencia acerca de todo el movimientantifascista. Tampoco dijo absolutamente nadobre el trabajo de su ex marido como agentoviético en contacto regular con alto
funcionarios norteamericanos, de quienes podíener la certeza de que en aquel preciso instant
estaban violando sus juramentos constitucionalei palabra.
Su actitud distó de ser inocente. Careció dbuena voluntad. El mayor comentario de Herbobre el trabajo del servicio norteamericano coa propaganda nazi era burlarse de su bisoñez. Si
duda, tenía razón; aquellos agentes eran un grup
de meros aficionados. Con excepción de ella, po
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upuesto. Por lo que resulta cuando menos extrañque no se ofreciera a instruirlos. Ella estaba eituación de proporcionar un conocimient
experimentado. Uno se pregunta por qué no l
hizo. Una posible respuesta es que intentabproteger a viejos amigos, en especial a sus viejoamigos estalinistas. A lo que se tendría queplicar: precisamente.
Al cabo de un año de trabajar con documentoconfidenciales en la sección alemana deprincipiante servicio norteamericano, por últimoosephine Herbst fue considerada un grave riesg
para la seguridad, algo manifiesto, y se l
despidió. El cese se basó en mucha menonformación de la que he mencionado aquí. Comecuela, se produjo un mini-escándalo sobre lerrible injusticia de la que había sido víctima.
De hecho, no hubo ninguna injusticia en el ceseEl silencio de Joephine Herbst sobre su trabajpara el aparato sugiere que no tenía la menontención de ser especialmente leal o útil a la OCa que despreciaba tan públicamente el esfuerzo a
que no tenía el menor deseo de asistir. Podríamo
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preguntarnos por qué deseaba tanto trabajar allí no en otra parte. Por cierto, una vez que se la cesen los servicios norteamericanos, JosephinHerbst no dedicó, en ninguna de sus capacidade
una sola hora de su existencia al esfuerzo bélicnorteamericano contra Hitler.
Por supuesto, Herbst no fue honesta con su
deas porque el estalinismo no lo permitía. Por esnos resistimos a considerar el dilema de Herbcomo persona. Pero no deja de ser un dilemconmovedor. He ahí una mujer de talento para siempo y lugar, luchando duro para vivir la dign
vida de una promesa americana; luchando duro poalcanzar un destino que esperaba que fuera el suyoel destino de un excepcional compromiso moral de una vida dedicada al arte. Y he ahí el fracasde ese esfuerzo.
Era desesperadamente infeliz. Siete años anteHerbst había estado en Washington para ponepunto final a ese matrimonio malogrado que habíempezado tan brillantemente en el Café Dome. S
biógrafo cita una carta escrita a John tras l
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aventura mexicana con Marion Greenwood, unvez que ella retornara a él y a su trabajo de espíaFue escrita a las 3.30 de la madrugada en unofocante noche de Washington. La dejó para é
obre la mesa de la cocina. Al leerla, se puedentir el calor, el fracaso, la sofocante hora oscur silenciosa de la madrugada.
«Acabo de llamar para saber la hora tras habeestado sentada, caminando, llorando. No tendríaque haberme dejado venir aquí para estar taola... De no haber estado tan sola tantas vece
como ahora... No habría caído en el estado en e
que me he sentido en los últimos meses, la mujemás infeliz del mundo... Has sido bueno conmigestas últimas semanas y te amo más que a nadie eel mundo. Si no lo hiciera, sufriría sin parar. Perú nunca te has molestado o esforzado en hacerm
el amor ni en decirme que era hermosa en algúentido. En realidad, nunca lo hiciste hasta qu
ella lo hizo y por eso ha sido tan doloroso...»74
A solas, con esa desolación en Washington, Josi
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casi no tenía con quién hablar. Sin embargo, habíun hombre que colaboraba con John en su «trabajespecial» y que solía pasar de tanto en tanto por epequeño apartamento. Tomaban café juntos
hablaban. Era un literato muy inteligente, aunqude misteriosos modales dostoievskianos y uextraño acento, vagamente germánico, que hacícreer a mucha gente que era extranjero. Josi
ecuperaba cierta calma hablando con él. El erextremadamente culto; comprendía de formnstintiva la mente de un escritor. Finalmente, elle confesó sus problemas y él la escuchó co
gentileza. Era penetrante, cuidadoso, bueno. Er
ealmente muy atento, muy afectuoso.Fueron unas reuniones que marcarían el resto d
u vida. Con ellas, se cerraría el círculo quempezó con Sinclair Lewis. El visitante de Josi
e hacía llamar Karl y el verdadero nombre dKarl era Whittaker Chambers.
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9 El fin de la inocencia
El vínculo invisible entre las Grandes Purgas d936-1938 y el Frente Popular ofrece una idea da íntima conexión existente entre inocencia error característica de gran parte del pensamient
evolucionario y utópico. En ese contextonocencia y terror nunca estuvieron ta
entrelazados como en los años sombríos en que emundo se encaminaba a la segunda guerra mundia
El bolchevismo «idealista» estuvo ligado a lbrutalidad desde sus primeras horas. El Terror dDzerzhinski siempre había actuado en nombre da «justicia revolucionaria». A través de é
hablaba la Revolución. Pero hubo una diferenci
entre el Terror soviético anterior a 1936 y eposterior. La Cheka de Dzerzhinski y el GPmataron y destrozaron las vidas de gentbásicamente perteneciente a las clases proscrita
Asesinaban a los «enemigos del pueblo», lo
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perdedores en la guerra de clases, los miserablecuya culpa de clase, se suponía, no merecía lmenor piedad. Merecían la expropiación; smerecían el aniquilamiento de sus ideas, de s
forma de vida, de su cultura. Si la Revolucióconsideraba conveniente la muerte, merecíamorir. Al administrar la derrota de suadversarios, el Partido era el instrumento de l
Historia y de su inmensa venganza impersonal. Nhabía apelación alguna ante la sublime crueldad.Pero con las víctimas de las purgas se añadió u
nuevo elemento ya que las víctimas previstas eranante todo, comunistas, o sea, gente hasta 193
nmune a las matanzas más arbitrarias de l«justicia socialista». Hasta entonces, tal vez emás preciado privilegio de los miembros departido había sido la inmunidad formal a la pen
de muerte. Con Lenin, los bolcheviques habíaiquidado a los enemigos de clase a miles, pero sefrenaban, bastante comprensiblemente, antes d
fusilar a un miembro del partido. Sin embargo, e935 la inminente purga del partido requería el fi
de ese privilegio deslumbrante. En ese año Stali
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había movido sus piezas.1
El fin de la inmunidad de los miembros departido a la pena de muerte supuso un cambimportante en la justicia soviética. El Terroambién implicó tremendas consecuencia
filosóficas para el sistema. Veamos cómo. Loprocesos estalinistas no sólo sometieron a lomiembros del partido al Terror marxista-leninista
ino que al mismo tiempo establecieron la Mentiren el lugar que le correspondía dentro del idearicomunista elevándola a la apoteosis de lvisibilidad .
Se trataba de una novedad. Es importantecordar con cuánta audacia fueron llevados
cabo los juicios del Terror.2 Era como si una partde su estrategia desafiara literalmente lo creíble
Está claro que los observadores más serioncluyendo a los comunistas, entendieron a laclaras que virtualmente cada sílaba pronunciadpor el fiscal jefe Vyshinsky y que resonaba en esacámaras deslumbrantes de injusticia y d
fanatismo, era falsa de principio a fin. Sin duda, u
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alto porcentaje de los crédulos e iletrados screyeron lo que se les decía, o quizá, para ser máexactos, se lo creyeron a medias. Pero ¿y lopolíticamente serios? La desvergüenza de est
falsedad pública significó una nueva clase de fevolucionaria y, simultáneamente, un nuevo nive
de sometimiento público. Era un sometimientuperior a la mera obediencia. Casi todos lo
bolcheviques importantes asesinados en las purgaeran completamente obedientes al dictador. Everdad que en la alta jerarquía había algunesistencia a la política de Stalin y al recient
culto a su personalidad, pero después de 1928,
efectos prácticos, esa resistencia no representabninguna amenaza terrible. No importaba. Inclusos obedientes en alguna medida aún tenían sudeas personales. La nueva dispensa instituía u
ometimiento totalitario que no dejaba lugar parningún residuo de lo «privado». No era suficientque Galileo se arrepintiera y renunciara pariempre a decir en voz baja eppur si muove. E
Terror haría que la Mentira traspasase la mer
upresión del discurso. A partir de entonce
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Galileo —los cientos de miles de Galileos—estarían sujetos a ejecución sumaria por el merhecho de que pudieran darse cuenta de lo obviode que pudieran pensar que eppur si muove. En l
ostentosa mendacidad de los procesos, Staliprocuró imbuir a la Mentira de una nueva otalitaria force majeure sobre esa cosa vencidaa veracidad. Los juicios no sólo fueron nuevos e
a historia de la injusticia organizada. Fueron unnovedad en lo que podríamos denominar lhistoria de la verdad. Fue el fin de la inocencia.
En su novela de 1924, La montaña mágica
Thomas Mann descubrió la relación oculta entr
nocencia y terror y desarrolló el tema en laalturas cristalinas, pero tuberculosas, de uanatorio en los gélidos Alpes suizos. Allí, en u
pseudo-hospital llamado Berghof, lleno d
europeos ricos enfermos de tuberculosis (y menudo de simple neurastenia), Mann anticipó lfuerza que encontraría su ruptura de 1937 con lonca decrepitud moral de Moscú. En lo alto de s
Casa de la Montaña, dos intelectuale
hipocondríacos, cada uno paralizado por su propi
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brillantez, se lanzan a competir para ganarse limpatía de Hans Castorp, un joven agradable
diligente y no demasiado lúcido, de esa alta clasmedia alemana que Mann veía complaciente y a l
espera de que sobrevinieran las catástrofes deiglo allá abajo en las llanuras europeas.
A un lado de este debate está LudovicSettembrini, un humanista italiano, liberal
anticlerical que predica el progreso de lcomunidad humana bajo los dictados de la razón os principios del humanismo idealista. S
oponente es Naphta, un jesuita experto en la altpolémica, un hombre cuya severa disciplina dentr
de la fe se sustenta en una visión apocalíptica duna gran revolución que sera vengadoracriptocristiana y comunista. En un momento dedebate, Naphta hace gala de un gran desprecio po
as moderadas esperanzas de paz y de luz dSettembrini.
«“No”, continuó diciendo Naphta. “La liberació el desarrollo del individuo no son la clave d
esta época, no son lo que exige nuestro tiempo. L
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que necesita, lo que se esfuerza por conseguir, lque creará es el Terror.” Pronunció la últimpalabra en voz más baja que las demás sin moveun músculo de su cuerpo. Sólo sus gafas brillaro
de repente.»3
Lo que necesita, lo que se esfuerza po
conseguir, lo que creará es el Terror. La abrupt
rofecía de Naphta conmociona la calma deerghof .Cuando la dice, sólo un débil temblor invisibl
raspasa su cuerpo para que las gafas le brillen dmproviso. Es el temblor de una excitació
cerebral, airada, intransigente.«Naphta permaneció inmóvil, resplandecient
como una espada en el aire.»Resulta fácil sustituir la presencia temblorosa d
aphta en ese momento por la de FeliDzerzhinski o incluso por la de Theodore Maly.Stalin se inspiró para sus purgas directamente e
a gran Purga Sangrienta de Hitler de junio d934. Como en el caso de Hitler, la nueva polític
de Stalin requería la matanza de sus antiguo
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camaradas. No sólo Stalin aprendió una soberanección de la Noche de los Cuchillos Largos, sin
que, como hemos visto, fue casi sin duda uparticipante activo en su preparación con el pape
que desempeñó en el proceso por el incendio deReichstag. Había sido un participante activprácticamente desde el momento en que Hitleomó el poder.
Y una vez que tuvo lugar la Purga de SangreStalin empezó de inmediato a trazar sus planeEstudió de forma meticulosa cada informe que lpasaba el apparat a fin de sopesar la utilidad quesa experiencia podía tener para sus propio
fines.4 Seis meses después de los acontecimientoalemanes, asesinos a las órdenes secretas de Stalie presentaron en el despacho de Sergué
Mironovich Kirov y lo asesinaron a tiros.5 Fue e
pistoletazo de salida para la purga del partido questaba a punto de llevar a cabo Stalin. EvgeniGinzburg escribió en sus memorias que «el añ
937 empezó, a todos los efectos, a finales d934, y para ser más exactos, el primero d
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diciembre».6
La conexión entre el Terror inminente y el ocultpapel de Stalin en la muerte de Kirov ha sidnegada con mil mentiras, pero que algo muiniestro había sucedido fue bastante evidente par
muchos observadores desde el primer momentoEntre ellos, estaba el novelista francés y comunistPaul Nizan, quien, junto a su esposa Henriette
esidía en Moscú por esas fechas. Nizan habíido el compañero inseparable desde su época dcolegial de Jean-Paul Sartre y Raymond Aron; destos tres mosqueteros, Nizan era el más militanteTrabajaba para la operación Münzenberg en Parí
entre otras cosas, colaboró en la preparación de ledición francesa del Libro pardo. Conocía mubien a Otto Katz.7 Paul y Henriette fueroecompensados por estos esfuerzos con un
estancia en Moscú, haciendo lo que podríamolamar trabajo de posgrado sobre la revoluciónpreparándose para cumplir su elegido papel dpropagandistas entre los franceses.
Ya anciana, Henriette Nizan recordaba la noch
del asesinato de Kirov. Ella y su marido había
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asistido a un concierto la noche del 1 ddiciembre. En medio de la actuación, la noticia deasesinato empezó a circular entre el público. En lplatea, donde estaban sentados Nizan y ella, nadi
enía la menor idea de lo que había sucedido, peruna especie de silencio más que profundo, eilencio del miedo, se hizo palpable en la sal
mientras la orquesta continuaba su actuación, que
de repente, carecía de sentido. Al mirar hacia lopalcos donde estaban todos los miembromportantes del partido, la pareja vio que una tra
otra las sillas se iban quedando vacías. «Era uambiente muy extraño, muy impresionante
Recuerdo que le dije a Nizan que era exactamentcomo el de una declaración de guerra. Y en ciertmanera, lo fue.»
A los Nizan no les pasó desapercibida l
verdadera naturaleza de esta nueva guerrnvisible. En diciembre de 1934 Paul y Henrietteran dos fervorosos militantes y lo siguieroiendo hasta el pacto. Sin embargo, Henrietteñala que en el momento del asesinato de Kirov
a los dos les pareció totalmente evidente qu
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«Stalin tenía algo que ver con esa muerte».8
«Stalin tenía algo que ver con esa muerte.» Loizan no pueden haber sido los únicos qu
ospecharon la verdad; debemos suponer qumucha gente inteligente presente en aquel momentuvo la misma intuición. A partir de aquel instantea inocencia de la izquierda tendría que asumir un
nueva relación con la Mentira. Desde entonces, lo
dealistas de Stalin sabrían, o al menos tendríaque saberlo vagamente, que la voz de lRevolución era una voz falsa. Toda una generacióde educados creyentes estaría obligada a vivdentro de lo que Orwell denominó «e
pensamiento dual».
Pero la verdad es que la mayoría de lonocentes, incluso cuando debieron afrontar l
obvia mendacidad del Terror, no pudieroapartarse de su sueño. La política culturaestalinista nunca se mostró más confiada, máolemne ni más ferviente que en esos díainiestros. «He hecho un viaje muy corruptor»
confió Nizan a Sartre y a De Beauvoir cuand
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egresó a Francia.9 Pero no fue la corrupción lque resquebrajó la militancia de Nizan. Lcapacidad de sostener mentalmente mentiras verdades al mismo tiempo no es una proeza moraan notable como suponen de todo corazón lo
demasiado racionalistas. La mayoría lpracticamos de alguna manera gran parte deiempo. Después de su vuelta de Moscú, Niza
continuó ascendiendo en el mundo de Münzenber se transformó en la mano derecha de LouiAragon en el nuevo periódico del Frente Populaque Otto Katz ayudó a fundar, el Ce Soir . Nizaiguió leal hasta el pacto.10
Cuando este acontecimiento irrumpió en emundo en agosto de 1939, trayendo consigo legunda guerra mundial, Paul Nizan, como todoos intelectuales parisinos, estaba en el sur d
Francia de vacances y en compañía de Jean-PauSartre y Simone de Beauvoir. Cuando les llegaroos periódicos con los sorprendentes titulareizan se quedó de piedra en la terraza estival, ta
perplejo que el diario le temblaba en las mano
mientras leía. Era un hombre en pleno trance d
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una revelación. Según Simone de Beauvoir, squedó sin habla y abrumado como si se hubieraencendido las luces en una habitación en la que ée abría paso a ciegas. De súbito, pudo ver la
formas verdaderas con las que se había tropezadodos esos años de supuesto «antifascismo». Parizan también fue el fin de la inocencia.11
Nizan rompió con el partido esa misma seman
De inmediato, se alistó en el ejército francés. Y siperder un segundo, la prensa intelectuaencabezada por la columnista Geneviéve Tabouianzó una campaña denigratoria contra Nizan
Tabouis, a su vez, era una periodist
upuestamente «independiente y antifascista» a laórdenes de Otto Katz. Vendía sus servicios aaparato soviético por buenas cantidades de dineroSegún Babette Gross, el embajador soviético s
quejaba amargamente a Münzenberg de lo caro qualían sus honorarios. Aunque cara, era obedienteElisabeth Poretsky cuenta que a menudo publicabcolumnas que le habían sido dictadas directamentpor Otto Katz y que ni siquiera se tomaba e
rabajo de reescribirlas con sus propias palabra
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El apparat le puso el seudónimo de «tintero dStalin». Los ataques de Tabouis contra Nizafueron durísimos.12
*
En el mundo norteamericano del espectáculo spusieron los cimientos para el Frente Popular e
marzo de 1935, cuando Otto Katz llegó dncógnito a Los Angeles para fundar la Liga Antazi de Hollywood.13 El evento paralelo entre lo
ntelectuales literarios tuvo lugar en París durantel sofocante mes de junio de 1935 y se conoci
como el Congreso Mundial en Defensa de lCultura.14 Debido a que la convención se reunió euna sala llamada Salle Mutualité, ha pasado a lhistoria como el Congreso de la Mutualité. Fue un
de los congresos más famosos y sobre el que sderramó más tinta de toda esa época, una obra deatro intelectual cuidadosamente planificada
diseñada con el objeto de preparar a la elitcultural para el Frente Popular. Lo presidiero
André Gide y André Malraux.15
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Los verdaderos cerebros grises que organizaroa los presentes en el podio fueron Ilya Ehrenburg Mijaíl Kolstov, dos rusos designadoestratégicamente que no estaban bajo la égida d
Münzenberg. Según Babette Gross, Münzenberg nntervino para nada en la Mutualité. Que no l
hiciera acaso prefigura lo que Stalin tenía en mentpara él. El Frente Popular representó la ruina d
Münzenberg. ¿Se había previsto la muerte de KaRadek y, junto a él, de Willi Münzenberg? ¿Era esu verdadero papel? De ser así, ¿lo sabía Ott
Katz? Sin duda, fue uno de los agentes mámportantes a cargo del Frente y él sobrevivió
prosperó después de la caída de sus dos máximovaledores.
Se estaba preparando el Terror.
Resulta de especial interés el papel de Gide eel Congreso de la Mutualité. La estrategia deFrente Popular exigía la adhesión de toda lzquierda de la elite francesa, la cual, en lradición de Voltaire, era entonces, como ahora
especialmente sensible al liderazgo intelectual d
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quien fuera el máximo disidente en París de entros hombres de letras. En 1935 ése era Andr
Gide. No tenía la menor importancia que Gidfuera homosexual; nada importaba que fuera rico
que se deleitara de serlo, que fuera el típico granbourgeois. Nada de eso contaba. En 1935 él era efrancés de cuyos hombros colgaba el manto dZola. Encarnaba la conciencia de Europa; era e
decano de los legisladores reconocidos.La historia del gato y el ratón entre Gide y eKremlin es larga, truculenta y delicada. Alcanzó umisterioso crescendo en la misma antesala deTerror cuando Gide visitó la URSS en 1936 par
a gira más grande que se le haya dispensadamás a un prohombre. Terminó con el autor dos inmorales en el estrado junto a Stali
pronunciando la oración fúnebre sobre el cadáve
de Máximo Gorki.Uno de los instrumentos del aparato parcortejar a Gide fue casi sin duda un joven llamadPierre Herbart. Durante nuestra entrevista eMúnich, Babette Gross me contó que el aparat
había manipulado a Gide por medio de «vario
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óvenes» que se reunían en tomo al maestro. Lugerencia era que, dada la homosexualidad d
Gide, estas manipulaciones eran en parte sexualePero ¿qué jóvenes? Babette Gross no dio nombre
quizá no los sabía. Pero a mí me parece hartprobable que Pierre Herbart fue uno de lonstrumentos para ese juego.
La relación de Gide con Herbart era anterior
u conexión con el aparato. Había conocido aoven Herbart en el entorno de Jean Cocteau, eautor de Opium, su gran rival y del que tantdesconfiaba. Pierre había caído en una seridrogadicción y llevaba la vida vacía de un jove
muy apuesto que frecuentaba el círculo de una riccelebridad homosexual. Apenas lo conoció, Gide dispuso a rescatar a Pierre de lo que él veí
como el vacuo libertinaje del ambiente drogadict
de Cocteau. Puede ser muy probable que él mismhaya tenido una aventura (breve) con Herbart. Unvez le confesó a Maria van Rhysselberghe quPierre tenía el cuerpo que él más hubiera queridpara sí mismo.16
Fuera la que fuese la conexión sexual, el hech
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es que Gide rescató a Pierre de las garras dCocteau. Le pagó un tratamiento en una clínica ddesintoxicación y persuadió al joven para quabandonara la villa de Cocteau en el sur d
Francia y entrara en el ámbito más serio de spropia casa en París.17
A través de toda la vida de Pierre Herbart, spresiente el problema insoluble de la ausencia d
padre. Pierre era hijo de la alta burguesía; uno dus hermanos llegó a ser nada menos qugobernador del Banco de Francia. Pero lohermanos Herbart fueron hijos abandonados de lburguesía. El padre desapareció cuando Pierre er
muy joven. Años después, se le pidió queconociera su cadáver encontrado en una zanja
era el de un vagabundo.18
Por tanto, no es de sorprender que la relació
con Gide haya sido más la de un hijo adoptivo qua de un amante. Pero aún sucedió algo más coespecto al sentimiento edípico de Pierre. En lo
años veinte, Gide tuvo un encuentro sexual, unola vez y nunca más, con la hija de Maria va
Rhysselberghe, su esposa y compañera en todo
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os sentidos menos en el sexual y el litúrgico. Eu única experiencia no con la Petite Dame, sin
con la hija, Gide concibió a Madeleine.En esa situación, Pierre Herbart hizo algo que l
dio un papel de la máxima importancia en la vidde Gide. «Legitimó» a la pequeña Madeleincasándose con Elisabeth, pese a que ésta teníveinte años más que él, de hecho edad suficient
para ser su madre. Entonces, Pierre se convirtió epadre adoptivo al mismo tiempo que hijadoptivo. Este perverso papel se complicó aúmás con múltiples ambigüedades.19
El rescate de Pierre también exigió que Gid
procurase para su protegido un trabajpresentable. Gide se dispuso a convertirlo eescritor y en intelectual. Había algunaposibilidades de éxito. Pierre era ciertamente mu
nteligente; tenía buen gusto y poseía una finaunque débil competencia como escritor. En esesfuerzo, Gide encontró la asistencia del aparatoAl poco tiempo, lanzaron a Pierre en una carreriteraria tan patrocinada por el partido como l
que por entonces tenía Paul Nizan con genuin
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alento. Eso significó muchos artículos y encargoen varios periódicos y revistas de la izquierdntelectual de París; luego vino la estancia e
Moscú de un año, casi coincidente con la de Paul
Henriette Nizan. Así las cosas, a Pierre se labrieron las puertas mientras Gide contraía undeuda con el partido francés, su comisaricultural, Vaillant, y sus hombres. A medida qu
pasaba el tiempo, el aparato se sintió más confiad seguro de tener a Pierre firmemente bajo contro que Pierre fuera su garantía ante Gide.20
Con esto en mente, parecen haber desestimadas ambigüedades de Pierre. Si Pierre Herba
contribuyó a que Gide cayera en brazos deaparato, yo tengo la impresión de que también layudó a librarse de ese abrazo.
Gide tal vez era el más importante referentfrancés del Frente Popular, pero lo que fue, debió ser, la noticia política más relevante, siduda de mal agüero, fue la extraña ausencia dMáximo Gorki en el Congreso de la Mutualité. A
principio se había anunciado que Gorki sería e
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«presidente honorario» del Congreso, pero esanuncio se había hecho antes del asesinato dKirov. En algún momento, durante los hechos qudesencadenó aquel crimen, se cancelaron la
gestiones para la visita de Gorki. Stalin eligió saac Babel y Boris Pasternak como sus delegado
para reemplazar al anciano padre del realismocialista, quien no podía asistir, según se inform
a los delegados, debido a su mal estado de salud.2
La verdadera razón para la ausencia de Gorki eParís es que, al igual que Paul y Henriette Nizanabrigaba serias dudas sobre la muerte de KirovDesde los primeros días de la Revolución, Gork
había formado parte de la estructura política dLeningrado. Había conocido bien a Kirov y, con smuerte, Gorki se olió lo mismo que los NizanPero a diferencia de ellos, Gorki tenía un
posición en la que no cabía esta clase dospechas. Y Stalin lo sabía.Gorki era un anciano y, pese a sus fallos, u
hombre valiente. Estaba muy enfermo; su magrostro de tísico estaba claramente marcado por l
muerte. Asimismo, era el portavoz viviente má
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espetado de la Revolución. Y, como veremos, poazones tanto personales como públicas, se estab
distanciando del régimen. Gorki tenía motivopara creer que Stalin estaba de algún mod
mplicado no sólo en la muerte de Kirov, sinambién en la de su propio hijo, Max Peshkov
ocurrida unos pocos meses después. Era patentque crecían sus sospechas. De modo que Stali
consideró lo siguiente: ¿debía darse el podio Gorki en París tal como estaba planeado¿Enviarlo para que pudiera hablar con importantentelectuales europeos?
Los viajes de Gorki habían llegado a su fin. E
autor de Los bajos fondos jamás volvería Europa.22
La ausencia de Gorki en la Mutualité tuvo la mu
probable excusa de su mala salud. La mayoría da gente la aceptó sin pensárselo dos veces. Y scelebró el evento sin él. Lo que de verdad se dijen las grandilocuentes deliberaciones deCongreso para la Defensa de la Cultura es alg
que ha sido explicado muchas veces. Sería un
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ontería repetirlo aquí. La sala estaba abarrotadabrilló la intransigencia moral; se dio una vueltmás de tuerca a la confusión de la inocencia. Looradores sudaban y luchaban con su retóric
haciendo maniobras de entrada y salida desd«posiciones» en gran parte fatuas y siemprmaginarias. La estrategia del Frente Populaequería que el control soviético de la Mutualit
fuera invisible pero firme. Los aburridoesultados tuvieron su lado cómico. En umomento, Gustav Regler pronunció un discurso tabrillante en defensa de la cultura soviética que lmultitud no pudo contener más su apasionamiento
La gente se puso en pie y entonó la Internacional voz en grito. Cuando el triunfante Regler abandonel estrado, un agente de la NKVD llamadohannes Becher le recibió indignado y le dijo
«¡Lo ha arruinado todo! ¡Nos ha puesto adescubierto!»23
Otro hecho de indudable interés en la Mutualitfue el caso de Victor Serge.
Se trataba de un novelista y anarquista francé
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cuyo fervor revolucionario le condujo a Rusipara recibir con júbilo el gran amanecer doctubre de 1917. Allí se hizo agente del Kominter allí dio sus primeros pasos en el mundo de
espionaje. Siempre retuvo su pasión anarquistapero continuó sirviendo al Komintern escribiendo con dudas crecientes hasta 1933. Ubuen día llamaron a su puerta, fue arrestado
enviado al gulag.24
Serge había previsto su caída y como unespecie de seguro de vida había logrado sacar da Unión Soviética un manuscrito antiestalinista
pero aún firmemente revolucionario, tituladiteratura y revolución, con el ruego de que e
caso de que se produjera su desaparición, el librfuera publicado o utilizado como medio parconseguir su liberación.25
Entonces Serge desapareció. Su causa fuapoyada por un puñado de gente, entre ellos lorotskistas, quienes coordinaron su intervención ea Mutualité. Al final de un largo día d
propaganda, un distinguido radical italiano co
fuertes simpatías anarquistas, Gaetano Salvemin
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omó la palabra. Salvemini había sido un senadode izquierdas en el Parlamento italiano; era uoponente duro e implacable de Mussolini. Ahorenseñaba Civilización italiana en la Universida
de Harvard. Salvemini exigió que el Congresdenunciara el Terror tanto en la URSS como eAlemania. Luego preguntó si la delegacióoviética podía dar alguna explicación «sobre l
manera en que Victor Serge está siendo tratado ea Unión Soviética».Problemas. Ehrenburg y Kolstov se entrevistaro
al instante tramando cómo controlar la situaciónDemasiado tarde. Otra oradora había tomado l
palabra, una trotskista llamada Madeleine Paz. Siperder un instante, apoyó la moción de Salvemini anunció al Congreso que ella tenía razones de pespara creer que el distinguido escritor
evolucionario francés Victor Serge estabencarcelado en la Unión Soviética. Exigió que sdijera dónde estaba.
Una simple solicitud como aquélla da la medidde las tiernas sensibilidades de la política cultura
estalinista, pues aquello provocó la más absolut
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consternación en la sala. ¿Dónde estaba Victo
Serge? Con este desafío a la Mentira, se notó uemblor palpable en la mano invisible. Un
especie de histeria colectiva se apoderó de
ecinto. Los delegados, hasta entonces tan dócilede pronto se pusieron a gritar los unos contra lootros. Se mostraban los puños. Se lanzaronsultos y rechinaron los dientes. Agarraban la
illas plegables y las agitaban en el aire.Gide y Malraux, en lo alto del estradocontemplaban el espectáculo y dieron poerminada la sesión, que terminó sin má
ceremonias. La simple pregunta de Salvemini y d
Madeleine Paz quedó sin contestar mientras la sale iba vaciando.26
La noche del miniescándalo en la Mutualité
Gide se sintió muy conmovido por lo sucedido. Adía siguiente, solicitó audiencia al embajadooviético. Se le negó la entrevista. Al tercer día
Gide, seriamente agitado, se despertó temprano preparó el primer borrador de una carta d
protesta ante el embajador excepcionalment
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astuta. Gide tuvo el cuidado de no ponerse dparte de Serge en ningún momento. La cartcuando menos era demasiado amable. Gide simitó a señalar la «debilidad» de la respuest
oviética a las preguntas sobre Serge. Esdebilidad, decía, había dejado a los simpatizantede la URSS «fatalmente desarmados ncapacitados» ante sus críticos.27
Esa tarde, Gide leyó su carta en una reunión damigos. Alix Guillain, una periodista estalinista dalto nivel y esposa de quien acaso era eacadémico de izquierdas más influyente dFrancia, criticó la carta con todo el furibund
puritanismo de las de su especie. ¿No podía veGide que los defensores de Serge no eran más quunos poseurs? Sólo piensa en lo que podían haceos enemigos del socialismo con sus palabra
obre los amigos de la Unión Soviética ququedaban «desarmados e incapacitados»; sólpiensa en cómo manipularían y distorsionarían esmensaje.28
Gide escuchaba con atención, casi no abrió l
boca, pero al día siguiente decidió hacer cas
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omiso del consejo de Alix Guillain. Volvió evantarse temprano y entregó personalmente s
carta en la embajada soviética.Da fe de la importancia que Stalin daba al pape
de Gide en el Frente Popular francés el hecho dque seis meses después, Victor Serge fue liberaddel gulag. Según Robert Conquest, ésta fue «casi lúnica ocasión en que la opinión extranjer
consiguió influir en Stalin».29
¿Cuál puede ser la razón de semejante anomalíaLa Unión Soviética estaba a punto de dar un pasealmente serio para una nueva y significativ
medida de control del gobierno francés. Es
medida dependía de agentes secretos, pero graparte se haría en público. Era menester que laclases cultas francesas se convencieran de que estnfluencia comunista era correcta y sabia. Desde l
Revolución Francesa, esas clases habían utilizadcomo referente moral de excepción no a loíderes de sus gobiernos, no a la Iglesia, sino
algún prominente escritor. Sin duda, Stalin erncapaz de comprender esta realidad tan simple
pero ciertamente la comprendía Radek co
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absoluta claridad. Francia era la tierra de VoltaireEsa deferencia para con los grandes escritores erbásica en la sociología de la elite francesa; era uhábito aprendido en el lycée. Como gra
prohombre de las letras, Gide era esencial para lcredibilidad de la nueva política.
Y Gide lo sabía. Pese a su agitación ante ecauce de los acontecimientos, tomó perfectament
a medida del poder que ahora tenía en sus manoun poder muy superior al de cualquier escritor du tiempo.
Al año siguiente, Gide dio finalmente su vist
bueno a la gira por la Unión Soviética. Parentonces, el gobierno del Frente Populaencabezado por Léon Blum, atestado de agenteoviéticos, ya estaba en el poder y Gide había sid
un invitado de honor a la ceremonia de toma dposesión. Y para entonces, las intrigas deespionaje no se concentraban en Victor Serge, yen libertad, sino en la muerte misteriosa, acaso easesinato, de Máximo Gorki.
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*
Como Gide, Máximo Gorki asumía su papel deconocido legislador de la humanidad co
ardiente seriedad, pero a diferencia de GideGorki realizaba su tarea no como simpatizanteino como genuino revolucionario. El papel d
Gorki en la Revolución se remontaba al de Lenin
Como escritor, Gorki había llegado temprano a lfama. A principios de siglo, ya era uno de loescritores más famosos de Rusia. En 1901 suobras sediciosas le habían acarreado serioproblemas con el régimen zarista. Cuatro años má
arde, Gorki había conocido a Lenin y abrazado lcausa bolchevique. De hecho, era el bolcheviqumás famoso del partido. Como amigo de Tolstóepresentó un puente entre la alta cultura rusa y eubmundo de las células clandestinas; contribuy
económicamente a las operaciones de Lenin y scomprometió con las secretas redes fiscales departido. Mientras tanto, aumentaba su fama.3
Máximo Gorki no figuraba entre esos artista
hechos por la Revolución. Al contrario, é
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contribuyó a hacerla realidad.31
Y cuando se produjo la Revolución, dio podescontada la gran tarea de crear una nueva culturpara el nuevo hombre soviético con ungrandiosidad pomposa y provinciana que podríesultar conmovedora si uno pudiera pasar por altos graves daños hechos en su nombre. Gork
difería mucho de Gide en su grandiosidad. Carecí
de la ironía de Gide, de su amor a la vida privadade su interés por lo ambiguo. Gide se hizo con emanto de Zola, pero se lo puso sobre los hombroal como le caía y lo portaba con una sonrisa quignificaba que el «teatro de la conciencia»
aunque importante, también tenía su lado absurdo.
La relación de Gorki con Lenin y los demádirigentes de la revolución bolchevique es un
pantomima trágica del vínculo entre cultura poder. Cuando Lenin asumió el cargo, Gorkasumió a la vez su propio sitial de portavontelectual de la Revolución humana. Se propus
ponerlo en consonancia con el papel de Lenin,
quien veía como el portavoz y ejecutor del pode
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Gorki parece haberse visto a sí mismo como enecesario contrapeso de Lenin: su propia bondaen armonía con la fuerza del dictador. Si Lenin iba ser el nuevo creador y destructor, Gork
epresentaría la causa de la humanidad ante estgrande y definitivo avatar del poder.
Precisamente esta fantasía, en mi opinióncondujo a Gorki a la bancarrota moral. Tambié
fue el paradigma viviente para diez mil agotadoredebates sobre el arte y la política que tendríaugar, junto con los congresos y los simposio
culturales que los orquestaban. Todo esto forma unmenso y recurrente fenómeno en la cultur
occidental para la cual la noción de Gorki sobre svínculo personal con Lenin proporciona unespecie de inspiración original. Inevitablementeen los años treinta, Gorki fue el santo patrón d
ncontables reuniones dedicadas a este pseudoema. Y no obstante, Gorki era muy inteligente y ne le engañaba con facilidad. Su visión de
carácter de Lenin era aguda. Richard Pipes cita Gorki —quien a su vez citaba sin comentarios a u
francés que había llamado «guillotina pensante»
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Lenin— a propósito de la misantropía de Lenin«Amaba al pueblo. Lo amaba con responsabilidadSu amor miraba muy lejos a través de las niebladel odio».32
Su amor miraba muy lejos a través de la
nieblas del odio. Gorki tuvo muchaoportunidades para sentir ese odio de primermano. Era el humanista residente entre lo
bolcheviques; en ese papel, a menudo apelaba Lenin para salvar la vida de algunas almacondenadas. Más tarde escribió que Lenin siempre mostraba algo perplejo durante estantercesiones, como si le costara comprender po
qué la vida de cualquier individuo podía valer eiempo y el esfuerzo. No es que Lenin pensara qua gente a punto de ser fusilada fuera buena o malao podía comprender que la vida o la muert
mportaran algo.33
Podríamos especular un poco sobre lpsicología de este intercambio entre Gorki Lenin. En su carácter de intercesor de lRevolución, Gorki tuvo que sentirse, al meno
parcialmente, repelido por el gélido sistema e
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cuyo altar él debía depositar sus peticiones. Per¿acaso no es posible, incluso probable, quambién se sintiera atraído? ¿Que le excitara
conmoviera el terrible espectáculo de l
ndiferencia omnipotente de la Revolución ante l«frívola» decencia de la justicia? De otra manera¿por qué un artista de la categoría de Gorki sdedicó tan fielmente a desempeñar ese papel? Est
e convirtió en parte bastante explícita de lmitología bolchevique. En el cine sentimental dpropaganda de la época se muestra a Gorki una otra vez presentando ante Lenin de forma fiel ecaso del pueblo. A mí me parece que a Gorki l
atraía desempeñar ese papel, así como sospechque una similar e inconsciente atracción al Terromotivaba a Theodore Maly. He aquí a dohombres, Gorki y Maly, a quienes no se pued
considerar «malos» bajo ningún concepto. Por econtrario, los dos querían vivir exquisitamente dacuerdo con sus conciencias. ¿Acaso no es posiblque ambos reaccionaran motivados por su propiechazo a un temor reverencial, no a favor de l
bondad de la nueva deidad leninista, sin
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precisamente de su salvaje indiferencia ante ebien?
Si una ambigüedad de esa clase imperaba en eentimiento de Gorki por Lenin, ¿qué debe habe
entido entonces por Stalin? Los resultados fueroamentables. Al tratar de continuar desempeñandu papel con Stalin, pronto Gorki se vio reducido a abyección moral.34 Pero se trató de un
abyección dividida entre el servilismo público a rebelión secreta, como si hubiera revivido aespíritu astuto de su pasado campesino. Gorki fuun obediente servidor de la Revolución. Amaba lRevolución. Creía en su verdad. Declamab
alegremente su Mentira. Sin embargo, era serio eu carácter de «conciencia» revolucionaria. Intentinceramente defender a las víctimas del régimen
Utilizó su prestigio con una finura digna de
mismísimo Gide. Al borde del final, creció sebelión. Preso en el servil esplendor de smansión en las afueras de Moscú, planeó sumovimientos de oposición contra el dios salvaje.
Lenin tenía una paciencia limitada para este tip
de juegos. Al principio, Gorki había sido un
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figura sumamente visible en el gobierno, pero e921 el dictador, cansado de la devoción regañon las apelaciones de alto vuelo de Gorki, decidi
poner alguna distancia entre él y el escrito
Ordenó que se fuera al extranjero, donde suargumentaciones plenas de buena concienciayudarían a apoyar precisamente las ilusiones quMünzenberg intentaba generar. En el extranjero
odos los miembros de la inteligencia rusacomunistas o no, lo buscaban. El los conocía, lonvitaba a su casa, hablaba y discutía con ellos. S
vida estaba plena de historias, opiniones promesas. Gente que le hubiera temido en Rusi
legó a brindarle su amistad y a confiar en él. Lhacían muchas confidencias, algunas de las cualeal vez muchas, eran políticamente peligrosas.35
Gorki se veía como el humanista de l
Revolución, no como su agente provocador. Siembargo, solía tomar extensas notas de estaconversaciones, estrictamente para sus propiofines y no los de la Cheka. En efecto, estaanotaciones se convirtieron en un archivo de alt
voltaje de la opinión rusa en el extranjero.36
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En 1931 a Gorki le llegó la hora de regresar Rusia. Aunque no se había llevado bien con Stalien la década anterior, ahora el dictador se dispusa brindarle todo lo que el mundo soviético podí
ofrecerle a un escritor. Gorki ocuparía un lugaclave en la nueva cultura. A su vuelta a Moscú, fuobjeto de lo que se podría denominar una especide «culto literario a la personalidad» que, e
cierto modo, era paralelo al del mismo StalinGorki siempre había gozado de todos loprivilegios que podía ofrecerle el régimen. Ahore le instaló en un entorno próximo a l
magnificencia. Se le concedió una casa de camp
palaciega y una residencia en Moscú. Spublicaron grandes tiradas de sus obras que erade lectura obligada por decreto. El aparato, tanten Rusia como en el extranjero, le trató como
uno de los principales genios de la historia de lhumanidad. Se empezó a poner su nombre eciudades, calles y plazas, lo que alcanzó unprofusión casi descabellada. La visión original du papel público alcanzó una especie de grotesc
ealización. Era el icono literario del mund
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estalinista.Mientras tanto, el escritor sufría un cambi
amentable. Se estaba convirtiendo en el portavode total confianza de un régimen macabro.
¿Había perdido después de 1931 la pequeñgracia salvadora de sus antiguas ambigüedades¿Había sucumbido ante la Mentira?
Tal vez no. Consideremos, por ejemplo, est
curiosa historia de su maleta.La historia de la maleta de Gorki ha sido contad
con detalle por Nina Berberova, sobre todo en sfascinante libro sobre la amante y traductora d
Gorki, la baronesa Moura Budberg.37 Es un librque ha tenido críticos respetables; sin embargo, lnotable historia de Berberova está basada epruebas fehacientes y en su propia experienci
como íntima de la casa de Gorki tanto ePetersburgo antes de 1921 como en Europa antede que Gorki retornara diez años más tardencluye un relato minucioso del papel de Mour
Budberg en la vida de Gorki, primero en Rusi
antes de 1921, luego en el extranjero hasta 1931
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ncluso más tarde cuando el escritor ya habíegresado a Rusia y hasta su muerte en 1936.
Cuando Stalin lo llamó para su triunfal regresoGorki se planteó el dilema de qué hacer con toda
as notas comprometedoras que había tomado dus contactos con rusos en el extranjero.He aquí la versión de Berberova.Gorki tenía claro que archivos de esta naturalez
bajo ninguna circunstancia podían viajar con él Rusia. Por cierto, su comportamiento con respecta este archivo demuestra que en 1931 entendíclaramente que su regreso a Rusia significaba questaba dispuesto a perder la libertad intelectual
artística de que había gozado y que, en el futuro, svida sería objeto de un meticuloso escrutiniotalitario. Según Berberova, cuando Gorki s
dispuso a dejar la villa en Capri, repasó su
papeles separando todo aquello que pudiercomprometerlo a él o a terceros a los ojooviéticos. La misma Berberova le ayudó en esarea. A continuación, guardó los documento
peligrosos en una maleta que cerró con llave.
Decidió que esta maleta quedaría en manos d
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algún custodio de su entera confianza. Explicó coumo cuidado a quienes le rodeaban que la malet
permanecería en Occidente y no regresaría a Rusiaunque él mismo solicitara que se la enviasen. S
alguien oía semejante petición, aunque lo hicierél mismo personalmente, u otra persona en snombre, debían ignorarlo por completo o replicaque no podía ser.
¿Y a quién confió esta maleta llena ddocumentos comprometedores? Después dpensárselo mucho, decidió ponerla en manos de samante y colaboradora, la baronesa Budberg.38
Las lealtades, o la carencia de ellas, qumotivaron a la baronesa Moura Budbergepresentan uno de los verdaderos misterio
personales generados en la historia revolucionari
de traiciones y quebrantos. ¿A quién amaba eealidad Moura? ¿A quién servía en realidad? Nexiste una respuesta clara y de hecho la historia da vida de esta extraordinaria mitómana desafia limpleza de la palabra «realidad». Berberova l
considera sin dudar como una de las «damas de
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Kremlin», el traicionero grupo que también incluía la princesa Koudachova y a Elsa Triolet. En mpresencia, Berberova se refirió a Moura Budbercomo una «agente doble» que trabajaba para lo
oviéticos y para el Foreign Office británico. Eses lo que yo también interpreto de su fascinantibro, aunque se trata de una obra con sus propio
misterios.
Moura Budberg se crió en la clase media de lociedad moscovita durante el reinado del últimzar. Se casó muy joven con un excelente partidoun miembro sin título de la aristocrática familiBenckendorff. Tuvieron dos hijos. Su marid
estaba en el servicio diplomático del zar eLondres y Berlín; a su lado, incluso antes de 1917a se había embarcado en su carrera de gra
cosmopolita, algo que seguiría haciendo hasta e
final de su vida.Pero la principal carrera de Moura fue la de unuperviviente, aunque una superviviente en l
cima. Durante la revolución, su marido resultmuerto por una multitud en Latvia; sus hijo
alvaron la vida de milagro y fueron separados d
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ella. En San Petersburgo, la joven y aterrorizadviuda buscó y encontró la protección de RobeLockhart, que, en 1917 y 1918, era el diplomáticoccidental y agente secreto británico má
mportante en Rusia. Se hicieron amantes y aunquMoura contrajo un matrimonio de conveniencicon un barón báltico en lo que fue una farsestrictamente legal, pero que le proporcionó e
ítulo nobiliario, el hombre realmente importanten la vida de Moura Budberg durante lRevolución fue Lockhart.39
A finales de 1917, en medio de laconspiraciones e intrigas que rodeaban la
maniobras de Lenin para lograr el Tratado dBrest-Litovsk y su reacción ante el desembarcaliado en Arkangelsk, Lockhart cayó en una tramppreparada por Dzerzhinski, acaso instigada po
Sidney Reilly. Lockhart y Moura fueron arrestadountos con acusaciones graves y altamentcomprometedoras. Estaba claro que los fusilaríain pérdida de tiempo.40
Pero no fueron fusilados. Se les puso en libertad
Por qué fueron puestos en libertad sigue siend
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objeto de conjeturas. Sabemos que mientras lpareja estaba prisionera en el mismo Kremlin, ehombre a cargo de su custodia era un apuesto perasesino y fanático ex sastre de Londres llamad
akov Peters. Y sabemos que Peters estaríprofundamente involucrado en los acontecimientovenideros.
Berberova obviamente cree que Lockhart
Moura recuperaron la libertad porque Mouredujo con éxito a Peters, que éste quedó prendadde ella y que, manipulando sus celos, la baronesnegoció el acuerdo. Tal vez. Fuera lo que fuese, npudo tratarse de algo baladí. Lockhart fue liberad
regresó a Londres. Moura también salió eibertad, pero permaneció en Moscú.
Fue en aquel momento cuando la baronesapareció en la vida de Máximo Gorki. Se la envi
a trabajar como «secretaria y traductora» en snmenso piso de San Petersburgo. Pronto sconvirtió en la figura clave de la compleja y vastesidencia. Está claro que Gorki sucumbió a su
encantos con un amor que le duraría el resto de s
vida, primero en Rusia, luego en Berlín y Capr
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Le duró hasta el final de sus días, cuando Mourvivía con H.G. Wells en Londres, y Gorki la llamdesde su lecho de muerte.41
¿Fue un amor verdadero? Como tantomitómanos, Moura Budberg creía que no podívivir si hacía una distinción demasiado rigurosentre lo real y lo irreal. Pudo haber habido amoverdadero entre Gorki y la baronesa; al mism
iempo, muchos testigos creen que manipulaba amilímetro las emociones de Gorki. En esto spuede complementar la versión de Berberova coa de Anthony West, el hijo de H.G. Wells
Rebecca West, para quien Moura años despué
ería virtualmente una madrastra. Según West, aprincipio de sus amores, Moura se dirigió a Gorkhecha un mar de lágrimas y le hizo un«confesión». No la habían enviado como mer
ecretaria y traductora. Era una agente de lpolicía. Había salvado la vida a cambio daceptar este trabajo, esta misión: espiarloZinóviev, el infame Zinóviev, la controlabaTrataba de desacreditar a Gorki a los ojos d
Lenin. Y ahora estaba atrapada; amaba a Gork
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pero era prisionera de Zinóviev.West afirma que Gorki se sintió muy conmovid
por esta confesión. La consideró una prueba deamor de Moura. En vez de debilitar la confianz
que depositaba en ella, la reafirmó y la amó aúmás. Moura creía en él; lo probaba el habersarriesgado a la venganza del aparato al contarle lverdad. Mientras tanto, esta renovada confianz
brindó a Moura una protección permanente de qualguien la descubriera. Nadie podía decirle nada Gorki sobre Moura que ella misma no le hubierconfiado anteriormente.
En 1920 esta historia sexual se repitió con otr
hombre. Ese año, H.G. Wells, a quien Moura yhabía conocido en Inglaterra a través del rusófilnglés Maurice Baring, llegó invitado a la casa d
Gorki en San Petersburgo. Durante la visita
Moura sedujo a Wells y empezó lo que sería unelación para toda la vida. Según Anthony WellMoura le hizo la misma «confesión» que le habíhecho a Gorki. Tuvo el mismo efecto en Wellatándolo a ella aún más profundamente.42 Hay un
foto de los tres juntos. En ella, Gorki contempl
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con afectuosa camaradería a Wells, mientras éstecon los ojos semicerrados, mira a Moura, y éstapor su parte, se dirige a la cámara con una miradde innegable fascinación rusa.
Años más tarde, una serie inesperada dacontecimientos dejó claro a Wells que Moureguía en frecuente contacto con el aparatoviético. Hacía mucho tiempo que él creía qu
ella había roto los lazos que la ataban a Zinóviev us esbirros. Cuando se encararon, ella le espetque «como biólogo tenía que saber que lupervivencia era la primera ley de la vida»
¿Había mentido? Sí, había mentido. Deseaba viv
para seguir con vida había tenido que «pagar eprecio». ¿No le gustaba a Wells? Tenía quaceptarla tal cual era.43
El hijo de West llegó a creer que los último
años de la vida de su padre estuvieroenvenenados por el reconocimiento de que, aunquenía firme constancia de la falsedad y e
oportunismo de su amante, no podía vivir sin ellaAl amar a Moura por encima de su singula
deshonestidad del mismo modo como la habí
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amado cuando creía en su franqueza, Wellpermaneció a su lado hasta el final.44
Los tres hombres —Lockhart, Gorki y Wells— lamaron hasta el final. Gorki la llamó desde secho de muerte. Lockhart continuó amándola
nunca dejó de estar en contacto con ella. Tal vehasta Peters, el policía secreto, mantuvo viva llama. Nunca lo sabremos. Stalin lo hizo fusilar
mediados de los años treinta.
Cuando Gorki regresó a Rusia en 1931, Mourno fue con él y se quedó con Wells. Entre 1931
935 las relaciones de Gorki con Stalin, pese
ensiones ocasionales, habían sido afectuosa. Poejemplo, Stalin visitaba con bastante asiduidad lcasa de Gorki, y también Yagoda, el jefe de l
KVD.45 Pero en 1934 Gorki había empezado
rritar a Stalin con sus ruegos en pro de una mayomoderación. Los acontecimientos de 193agravaron el distanciamiento, hasta que al finacuando Stalin se enteró de las sospechas de Gorkobre todo acerca del asesinato de Kirov, l
elación personal llegó a su fin.46
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Pero parece que hubo una dimensión más íntimen la desconfianza que le tenía Gorki a Stalin. Seimeses después del asesinato de Kirov, el hijo dGorki había muerto de forma inesperada y en una
circunstancias que todo el mundo considerextrañas. En contraste con su padre, el joven Maera un peso ligero impenitente. ¿Conciencia de lRevolución? ¿Voz de la humanidad? Max amaba l
bebida, los coches de carreras y las diversioneTenía una mujer bonita y dos de sus compañerode juergas favoritos eran el médico de su padre, ual doctor Levin, y el secretario de su padre, u
hombre llamado Kryuchkov. Ambos eran agente
de la NKVD. Ambos estaban a las órdenes dYagoda. Pero aparte de la vigilancia policiaYagoda tenía un interés bastante especial personal en la residencia de los Gorki, de la qu
era visitante habitual. Mucha gente creía en aqueentonces que Yagoda mantenía una aventuramorosa con la hermosa mujer de Max.47
Y luego Max murió extrañamente. Al final de unuerga con sus amigos, los agentes de la NKVD, e
mayo de 1935, el joven sufrió un desmayo en l
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nieve primaveral y fue llevado a su casa coneumonía. Puesto bajo el cuidado del doctoLevin, no se recuperó.
En 1938, cuando el Gran Terror se ibaproximando al fin de su vasto curso, Stalidispuso públicamente quitar del medio a estmismo doctor Levin y al secretario Kryuchkov e
un juicio en el que los acusó de haber planeado ejecutado, junto a su diabólico jefe Yagoda, loasesinatos de Máximo Gorki y de su hijo Max. Poupuesto confesaron y por supuesto fuero
declarados culpables y ejecutados.48
Aún es imposible probar que Máximo Gorki o shijo fueron en realidad asesinados por el appara
aunque entre los observadores mejor informadoas sospechas son profundas y persistente
¿Ordenó Yagoda que matasen a Max? Parnosotros, resulta menos importante la veracidad desta sospecha que si Gorki pensó que su hijpudiera haber muerto de esa manera. La mera idede que Yagoda podría haber estado detrás de l
muerte de su hijo, sumada a sus dudas sobre e
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asesinato de Kirov, repercutió sin duda en la salude Gorki ya débil y debió de hacerle sentir quecomo portavoz de la Revolución, él ya tenía mupoco que perder.
El hecho es que seis meses después de la muertde Max por «neumonía», un debilitado pero aúcombativo Gorki defendió públicamente a uno dos acusados de la muerte de Kirov, Kamenev, qu
de hecho ya había sido elegido como una de lavíctimas del inminente Terror. Esto sucedió cuandStalin le negó a Gorki la presidencia honoraria deCongreso de la Mutualité. En la prensa soviéticempezaron a leerse acusaciones contra el escrito
Mientras tanto y en el secreto más absoluto, Gorkhabía empezado a escribir un manuscrito atacandal régimen. Lo tenía oculto en su casa en laafueras de Moscú. Que pudiera trabajar en él
mantenerlo fuera de la vista de los espíapoliciales que le rodeaban en todo momento rindestimonio a su astucia. Espías como Kryuchkoeían cada carta, atendían cada llamada telefónica
mecanografiaban cada página escrita por él. Au
así, Gorki se las ingenió para esconder est
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rabajo en algún recóndito rincón de la inmensesidencia. La NKVD encontró los documento
comprometedores después de la muerte deescritor; para ello tuvieron que demoler e
edificio. En sus amargos últimos días de vida, eagonizante David del proletariado, su hijo muertous sueños reducidos a escombros, acumulab
ocultamente piedras para su pequeña honda contr
Goliat.Los espías de la mansión de Gorki no hallarous manuscritos hasta después de su muerte, pere habían enterado de la maleta y, por supuestoambién Stalin.
El mismo verano del Congreso de París, cuandaún vivía Gorki, su esposa, Ekaterina PavlovPeshkova (una mujer que también era una agentde la NKVD),49 de viaje por Europa occidenta
hizo una visita a Moura Budberg en Londredonde vivía con Wells. En el curso de lconversación, Peshkova exigió amable perfirmemente que los archivos de Gorki regresaran Rusia. Moura trató la petición de la mujer d
Gorki exactamente como Gorki se lo habí
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ordenado. Para indignación de la otra mujer, lbaronesa amable pero firmemente se negó entregarlo.
Pero ése no fue el final. Según el testimonio d
Berberova, un año más tarde, en la primavera d936, cuando Gorki estaba al borde de la muerte
Moura recibió una segunda visita de Moscú. Estvez el emisario fue una mujer que obviamente er
una destacada agente de la NKVD. Llegó portanduna carta del mismo Gorki en la que el escritoogaba a Moura que viajase por última vez a Rusi
para decirle adiós. La carta ni siquiermencionaba la maleta. Sólo contenía el ruego de s
última voluntad.50
Sin embargo, la visita implicaba ciertacondiciones. La agente de la NKVD se las expliccon fría meticulosidad. Primero, la agent
acompañaría a Moura en todo momento tanto en eviaje a Moscú como en el retorno a LondreSegundo, el viaje se haría con el máximo secretoTercero, el viaje sería organizado por el servicioLas dos mujeres cogerían un tren de línea hasta l
frontera ruso-finlandesa, donde subirían a un tre
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especial con un vagón privado preparado parellas por orden expresa de Stalin. En él viajaríauntas hasta Moscú.
Por último —y lo más importante—, Mour
levaría la maleta con los archivos de Gorki. Teníque contener todos y cada uno de los documentode Máximo Gorki que estaban en posesión dMoura Budberg.
La baronesa no respondió de inmediato. Estabatemorizada y necesitaba pedir consejo. Tambiédebió de pensar que necesitaba protecciópersonal. Tan pronto como pudo, Moura mantuv
una reunión secreta con su viejo amigo RobeLockhart, quien aún ostentaba un alto cargo en loervicios británicos. Aunque no le ofreció l
protección británica, el consejo de Lockhart fufirme y tal vez incluso sensato. Estaba bien clarodijo, que la NKVD quería los documentos dGorki y los quería con muchas ganaProbablemente conseguirían lo que se proponíanYa no bastaba la primera y rotunda negativa d
Moura a Peshkova. Con buenas o malas artes, e
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Rusia o fuera de Rusia, el aparato tomaríposesión de esos papeles. O Moura se loentregaba tal y como se le ordenaba o la NKVDos conseguiría usando sus propios métodos. Se l
estaba ofreciendo una opción que no teníelección. En efecto, Lockhart le aconsejó que sindiera.51
Lo hizo. Encubierta por un velo de misterio qu
mantuvo el resto de su vida, Moura Budberg partide Londres acompañada por su compañera de lKVD. Viajaron exactamente como se habí
previsto que viajarían y Moura portaba la maletde Gorki. Cuando llegaron a Moscú, de inmediat
a escoltaron a la casa de campo de Gorki. Allantes de que fuera conducida hasta el lecho deescritor, la esperaban Voroshilov y el mismo Stalien persona. Moura puso la maleta directamente e
manos del dictador.52
*
La historia del viaje tan manipulado y vigilad
de André Gide a la URSS se ha contado e
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nnumerables ocasiones. El primero que lo hizfue el propio Gide en el libro que publicó eeptiembre de 1936, Regreso a la Unió
Soviética, el documento por el cual el ancian
mandarín se libró finalmente del apparat .53 Fue uataque contra todo el sistema soviético. Más tardePierre Herbart describió la escena que se produjen España durante los primeros meses de la guerr
civil cuando le llevó las galeradas a MijaKolstov a su regimiento. El agente cogió lapruebas de Retomo. Las hojeó complaciente empezó a leer. Al cabo de unos momentos, tuvuna expresión de incredulidad. Empezó a pasar la
páginas con más rapidez, agitado. ¡Un ataqueGide había escrito un ataque! La expresión de sostro entremezclaba la indignación y el temor.54
Dicho sea de paso, Kolstov no era el únic
agente que supervisaba la manipulación de GideTambién era uno de los visitantes que habíconfiado sus pensamientos a Gorki. Kolstopereció más tarde en el gulag. Acaso el primevistazo que echó a las pruebas de Gide tambié
haya sido el de su propia muerte.
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Pero en junio de 1936, pese a las repetidaadvertencias que se le habían hecho a Münzenberentre otros, por parte de los condes Károlyi) d
que Gide jamás sería un simpatizante de confianza
finalmente Gide había aceptado embarcarse, couna comitiva de distinguidos intelectualefranceses, en la mayor de las giras de propagandaEl aparato le concedió la máxima prioridad
Obviamente le consideraban indispensable para eFrente Popular en Francia. Gide fue recibido pofuncionarios en trance y entusiastas multitudes. Ne ahorraron ningún exceso ni ninguna formmaginable de elogio.
En la comitiva que le acompañaba figurabPierre Herbart. El juego entre el gato y el ratón sestaba convirtiendo en una historia interminableEn algún momento del viaje, en algún rincón de s
propia intimidad, Gide estaba llegando a ldecisión de oponerse al aparato. ¿Cuándo tomó ldecisión? ¿Cómo lo hizo? En Rusia dio toda lmpresión de ser el perfecto burlado. Cuatro mese
después, publicó un importante e incluso nobl
ibro anticomunista. Como sea que se produjo es
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cambio, la impresión que se tiene es que lo hizconjuntamente con Herbart. El momento, o máprobable, la secuencia de momentos en que svolvió contra el sistema deben dejarse a l
maginación. A la investigación académica sólo lhan quedado mínimos trazos del cambio. Estclaro que dos meses después de su regreso de lURSS, mientras redactaba este texto, el vigilant
aparato estaba plenamente convencido de que lobra apoyaría sin la menor fisura al FrentPopular. Por tanto, concertaron convertirla en eéxito del año, el libro bandera de la época. Perde algún modo, Gide se apartó en secreto de es
peregrinaje de mentiras. La misma peregrinacióhabía tenido como momento culminante y, a la vezcomo momento más bajo, la muerte y el funeral dMáximo Gorki.
En mayo de 1936 Gorki agonizaba. En esiempo fue cuando Moura recibió a la emisari
exigiéndole que regresara con la maleta. Llegó finales de junio, cuando Gorki ya estaba en s
echo de muerte en la casa de campo, inmovilizad
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por la edad y en medio de su larga y perdidbatalla contra la tuberculosis y contra una dolencicardíaca cada vez más grave. Por orden de Stalinen torno a la mansión se había montado un
guardia muy publicitada; todo estaba supervisadpor la NKVD. Tenía un doble propósito. Uno erpropagandístico. Stalin quería que el fallecimientde Gorki fuera una noticia mundial; era la muert
del padre del realismo socialista y éste era súltimo elogio del régimen. El otro era poeguridad; asegurarse de que el anciano no decí
nada inconveniente antes de morir.También era indispensable que Gorki muriera e
el momento oportuno. Hacía tiempo que Stalihabía decidido que el mes de agosto era endicado para el gran lanzamiento del Terror poodo lo alto. Por tanto, era esencial que l
conciencia de la Revolución estuviera enterradacuando menos, a finales de julio. Por fortuna, este podía arreglar sin mayores problemas.
El 31 de mayo, los médicos de Gorkncluyendo al borrachín de Levin, aseguraron
Stalin que no cabía duda de que el escritor morirí
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pronto, muy pronto. Ya no le era necesario adictador temer que la pluma de Gorki pudierescribir alguna prosa desagradable en su contraPor desgracia, la muerte inminente no solucionab
el problema del todo. Podía ser que Gorkestuviera incapacitado para escribir, pero el viejaún podía hablar. Peor aún, estaba tratando dhablar, pidiendo constantemente recibir visitas, e
especial de famosos visitantes extranjeros, gente a que se escucharía en Occidente. Había algo quGorki quería decir. Algo importante.
El plan original para fundir el Frente Popular
el Terror en un solo todo incluía la celebración dotro Congreso de la Mutualité en Londres en eranscurso de mayo. Mijaíl Kolstov e Ily
Ehrenburg volverían a estar al frente, junto cocasi todos los simpatizantes de Gide, incluyendo celebridades como Elsa Triolet y Louis AragonOtra invitada de honor iba a ser la famosraductora, camarada de los escritores soviéticos
vieja amiga de Rusia en el extranjero, la barones
Moura Budberg. Pero cuando la salud de Gorki s
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agravó el 31 de mayo, los planes cambiaron.Entonces Ehrenburg y Kolstov dedicaron su
habilidades a la política fúnebre, a la diplomacihospitalaria, todo en clave estalinista. ¿Quié
permanecería al lado de la cama de Gorki? ¿Ycuándo?
Sus tácticas estaban dictadas por las necesidadedel Frente Popular y alentadas por el Terror. A fi
de promocionar el Frente Popular, la escenmortuoria de Gorki, como en una grandiosa pinturhistórica, debía dar la impresión de convocar cou luto inminente a toda la inteligencia occidenta
Pero para proteger el Terror, a Gorki había qu
mantenerlo en silencio. Por tanto, a Ehrenburg Kolstov se les asignó una misión especial: afligir os grandes y famosos con la agonía de Gork
pero evitar que nadie se acercara al lecho antes d
iempo.55
Entretanto, los efectos de la política del FrentPopular en la política europea ya habíaprovocado el intencionado (y no tan intencionadodesastre. El 6 de junio de 1936 se instaló e
Francia el gobierno del Frente Popular de Léo
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Blum. Al cabo de pocos días, se convocarodiversas huelgas en todo el país. Gide partiríumbo a Moscú dejando un París semiparalizad
por la agitación obrera. Al mismo tiempo, otr
gobierno del Frente Popular, el de Españaespoleado por el íntimo amigo y colaborador dOtto Katz, Julio Alvarez del Vayo, se habíencaminado hacia una crisis que en julio estallarí
con el acontecimiento que representaba lquintaesencia de todo el Frente Popular, la guerrcivil española.56
El tira y afloja de esta situación empezó a teneu impacto en la vida de Gide. El resultado tuvo s
aspecto tragicómico. Cuatro días antes de quBlum asumiera el cargo de primer ministrfrancés, Ilya Ehrenburg cenó con André Gide y lnformó de que Gorki estaba gravemente enfermo
al borde de la tumba. Le urgió que dejara todo lque estuviera haciendo y se aprestara a viajar Moscú lo antes posible. Olvídese del Congreso dLondres; apresúrese a llegar a Moscú antes de quexpire el anciano. Gide estuvo de acuerdo. Es
misma noche, empezó urgentemente lo
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preparativos.57
Al día siguiente tenía la casa llena de gentdispuesta a ayudar para que pudiera partir esmismo día. De mal humor y nervioso, Gide se pusa hacer las maletas frenéticamente, luchando pomantener la calma mientras se aprestaba a irse as pocas horas. Al mismo tiempo, Gorki e
Moscú había mejorado de súbito. El viejo s
ecobraba. Ya no parecía un moribundo. Si bieeguía siendo un hombre obviamente enfermo, dpronto daba la impresión de sentirse muchmejor.58
El escritor francés Jean Malaquais, que estuvpresente ese día, recordaba que alrededor de lados de la tarde sonó el teléfono en el piso de GideEn la sala, llena de la comitiva de Gide, se hizo e
ilencio. Tal vez Gorki había fallecido. Malaquaie puso al teléfono.«Es el ojo de Moscú», anunció Malaquais co
cierta burla macabra a la sala expectante. Soyeron algunas risitas cuando Gide cogió e
eléfono. Quien llamaba era Ilya Ehrenbur
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explicando que, pese a la urgencia del día anterioe había producido un cambio inesperado. Gork
estaba mejor. Mucho, muchísimo mejor. De hechono existía ninguna prisa. Un viaje precipitado
Moscú ya era realmente bastante innecesario. Tacomo estaban las cosas, lo más conveniente erque la visita no tuviera lugar ahora. Gorki estaríbien y, de hecho, sería preferible aplazar la visit
unos días.59
Gide escuchaba. Cuando colgó, la sala seguíexpectante. ¿Había muerto Gorki?
«C’est remis», declaró secamente Gide. Lopresentes prorrumpieron en carcajadas ante e
viaje pospuesto.En realidad, Ehrenburg le propuso una nuev
agenda para su llegada a Moscú. Ehrenburg lexplicó que todo había sido organizad
meticulosamente. La fecha ideal para la llegada Moscú era el 18 de junio.60
¿Asesinó Stalin a Gorki? No lo sabemos. Pero lque sí sabemos es que Gorki expiró dos horadespués de que aterrizara el avión de Gide e
Moscú. Era a última hora de la tarde del 18 d
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unio. Precisamente ese día.61
Louis Aragon y Elsa Triolet también vivieron einiestro toma y daca de la muerte de Gorki. S
guía fue Kolstov en vez de Ehrenburg. Pese a lapocas simpatías que les despertaba Gide, habíaparticipado intensamente en los preparativos de sviaje y ellos figuraban entre aquellos a los quGorki deseaba ver. A principios de la primavera
Ehrenburg había advertido a la obediente Elsa quno hiciera una visita precipitada al maestragonizante. En junio, cuando el inminentfallecimiento del anciano ya era una noticinternacional, la pareja pensó que lo mejor era a
menos dar la impresión de que se apresuraban a a su lado. Ya en Rusia, visitaron a Lily Brik, lhermana de Elsa, quien les pidió que se demorarao más posible en Leningrado al parece
eteniéndoles a propósito.62
Cuando por fin Kolstov pudo conducirles a lcasa de campo, él sabía que Gorki estaba a puntde expirar, aunque durante el viaje los halagcontándoles que el mismo Gorki había pedido qu
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os llevaran ante él «apenas llegasen».63
¿Apenas llegasen? Se les había hecho perdedías enteros ex profeso. En el atardecer del 18 dunio, cuando aterrizaba el avión de Gide e
Moscú, Kolstov llegó a las puertas de la mansióde Gorki. Allí los guardias les negaron el permisde entrada. Mientras el chófer discutía con loguardias, apareció el doctor Levin. Naturalment
el médico pasó sin ningún problema. Ldelegación francesa, indignada, le vio entrar. Uato después, volvió a salir Levin y Kolstov se l
acercó. El agente secreto y el médico de la NKVDhablaron en voz baja unos momentos. Entonce
Kolstov se volvió con lágrimas en los ojos Triolet y Aragon y les comunicó que Gorki estabmuerto.64
Las jornadas de duelo nacional por efallecimiento de Gorki incluyeron umultitudinario funeral oficial en la Plaza RojaGide pronunciaría un discurso. Era una partmportante de la estrategia del Frente Popular qu
estuviera presente en la tribuna una relevant
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figura de la literatura europea.Gide y Herbart (los demás escritores del séquit
de Gide aún estaban en Londres o viajando) fueronstalados en el hotel Metropole. Allí Gid
preparó su primera aparición pública para la giraKolstov era el principal organizador de esta fasdel evento y a través de él Herbart recibinstrucciones para Gide acerca de lo que s
consideraba que tenía que ser el enfoque correctdel mensaje. El tema tenía que ser el destino de lcultura de oposición al sistema bajo el imperio da revolución. Kolstov sugirió que se elaborar
una teoría de lo que él denominó «corrientes» e
contraposición a «contracorrientes». En pocapalabras, esta opinión era que fuera de la UnióSoviética, fuera de la patria de la Revolución, lgente consciente y culta siempre tenía que esta
preparada para ir «contra corriente». Sin embargodentro de la Unión Soviética, debido al triunfo da Revolución, la oposición dejaba de se
encomiable o siquiera admisible y se debíauspender los impulsos de la cultura de oposición
Dentro de la Unión Soviética, el deber de la
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personas responsables era ir con la corriente, ncontra. Puesto que la cultura anti-sistema habíriunfado en la Unión Soviética, la oposición ya n
podía tener sentido. ¿Veis qué simple? Simplísimo
En su habitación del hotel Metropole, Gide sdispuso a redactar su discurso sobre este temaTenía a Herbart a su lado.
Una palabra sobre la relación de Gide co
Herbart. A mí me parece bastante posible que lhistoria de la ruptura de Gide con el aparato estoterrada en la historia secreta de lo que lucedió con esta relación en el transcurso de 1936
Es evidente que Kolstov y Münzenber
consideraban que Herbart era un fiel servidor deestalinismo. También es obvio que, pese a lamuchas debilidades de Herbart como personaellos se equivocaron en cuanto a su fidelidad
Herbart había vivido en Moscú los últimos mesede 1935 y los primeros de 1936 preparándoscomo propagandista, posiblemente en el mismentorno que los Nizan. Cuando retornó en mayo d
936 para actuar como escolta de Gide en Moscú
a le resultó más que evidente a la Petite Dam
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que Pierre había dejado de ser un admiradoncapaz de la menor critica del Estad
estalinista.65 Pierre se pasó un tiempconsiderable confiándole al maestro historiaconfidenciales sobre la estupidez gubernamental a censura cultural imperantes. Cuando se concerta visita de Gide, ella también notó que alg
próximo a la conjura estaba pasando entre los do
hombres. La Petite Dame, que se ufanaba daberlo todo, se percató de que ahora manteníaargas conversaciones confidenciales de las qu
ella no sabía nada. Poco antes de la partida eunio, cuando ella estaba al lado de Gide en e
coche y Pierre había ido a comprar cigarrilloGide se dirigió a Maria y le confesó de formbastante misteriosa: «Pierre y yo nos entendemos»Y ni una palabra más.66
¿Se aprestaban ambos a la ruptura incluso antede la partida? En la víspera del funeral, el 19 dunio, cuando Gide se afanaba en terminar ledacción del discurso, de pronto alguien llamó a puerta. La abrieron y apareció, para perplejida
de Pierre, nada menos que Nikolái Bujarin
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Figuraba en la lista de los oradores de lceremonia. Ya era un hombre marcado para ldestrucción y esa destrucción no tardó en llegar. Euicio a Radek pondría los cimientos para s
muerte. Fue el juicio en el que serían juzgados condenados los agentes Kryuchkov y Levin por lo«asesinatos médicos» de Max Peshkov y MáximGorki. Pero el 19 de junio de 1936 Bujarin
aunque desprovisto de poder, seguía siendo uno dos más importantes bolcheviques vivientes. Amenos Pierre lo sabía.
Gide estaba concentrado en su discurso, perPierre le presentó de inmediato a este gra
personaje tratando de situarlo.Gide hizo la típica suposición de autor de qu
Bujarin había ido a interesarse por su discurso nsistió en explicar algunas de sus ideas a
nesperado huésped. Utilizando la sugerencia dKolstov sobre las «corrientes» «contracorrientes», Gide resumió su escrito: cómGorki, con su genio para la protesta, habíepresentado una fuerza contra la opresión y cóm
a través de toda la historia de la cultura, es
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cultura ahora tan en peligro por la amenazfascista, los artistas siempre habían cumplido upapel de oposición al poder, más o menovigoroso, más o menos velado. Pero ahora con l
Revolución triunfante, algo esencial habícambiado en la cultura. Con esta victoria, el artisthabía dejado de ser el adversario del poder. Ahoru voz tenía que ser de afirmación, apoyando a
proletariado y sobre todo a sus líderes, ya quellos habían heredado el «triunfo calmo adiante» hecho realidad gracias a luchadore
como Máximo Gorki.Gide miró a Bujarin esperando su aprobación
Bujarin no expresó su opinión. En cambio, lexplicó en francés que tenía muchos deseos dmantener una conversación en privado con éAbsolutamente en privado.
Creerá que soy un espía de la policía, pensHerbart. «No, no», replicó rápidamente Gide«Pierre no es de trop. Puede hablar con enteribertad, camarada... Bunin.»
¿Bunin? Bunin era un novelista y poeta, amigo e
otro tiempo de Gorki, de ninguna manera u
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bolchevique. Era un emigrado que habíabandonado la URSS hacía ya más de una década
Fue una metedura de pata colosal, un errodesesperante. Bujarin quedó en silencio ante Gide
El conocimiento y la inocencia se miraron a loojos. Apareció una sonrisa en los labios dBujarin, una sonrisa que más tarde Herbacalificaría como de «indescriptible desprecio»
Salió de la habitación sin decir una sola palabrmás.67
Al día siguiente, Gide se presentó en la PlazRoja y pronunció su discurso proclamando ante lmultitud enlutada el fin de la cultura de oposició
al sistema. En el estrado estaba Stalin en persona.No lejos del dictador, en lo que podía habers
considerado como el más alto honor que podíofrecer la vida, se podía ver a la baronesa Mour
Budberg.68
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10 La estratagema española
La creación del Frente Popular marcó eprincipio del fin para Willi Münzenberg. En eranscurso de 1935 mantuvo aletargadas suospechas de que la furia del monstruo pudier
apuntar en su dirección. Seguía siendo umportante comunista extranjero. Incluso disponí
de un gran poder. A juzgar por las aparienciaodavía disfrutaba de plena confianza. Es verda
que para 1935 su autoridad había empezado declinar un poco. Por ejemplo, el Congreso de lMutualité no estuvo a su cargo. Pero al añiguiente, Willi no tuvo más dudas sobre el destin
que le deparaba Stalin y empezó a sentir en carn
propia lo que era el miedo de verdad.Durante el verano de 1935, un año antes de
fallecimiento de Máximo Gorki, Babette Gross Münzenberg llegaron a Moscú para asistir a lo qu
ería el último congreso mundial del Komintern
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El VII Congreso de la Internacional Comunista fuun evento brillante y con mayor podepropagandístico que todos los congresoanteriores. Tuvo lugar en la magnificencia de
Palacio de los Nobles. Georgi Dimitrov, el hérofalaz del juicio por el incendio del Reichstagahora instalado en el cargo igualmente falaz ddirector del Komintern, pronunció el discurs
naugural. Fue en esta ocasión cuando BabettGross, por primera y única vez en su vida, pudechar una mirada al hombre que gobernaba emundo comunista y en cuya presencia Münzenberhabía estado tan a menudo. Babette subía la gra
escalera del Palacio de los Nobles cuando dpronto los guardias le cortaron el paso. Stalin, uhombrecito diminuto, bajaba los escalones y pasa su lado.
En el VII Congreso del Komintern se proclamel Frente Popular. Allí los asambleístaevolucionarios tomaron conocimiento de laácticas del «nuevo antifascismo». Hasta entonce
a los comunistas siempre se les había ordenad
que dirigieran su veneno más virulento contr
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odos los antifascistas no comunistas, a los qudebían calificarse de hipócritas, débiles estúpidos, adjetivos apenas mejores que loanzados contra los fascistas a los que decía
oponerse. A partir de ahora, se debía mimar abrazar a todos los despreciables «sociafascistas». Los delegados escuchaban obedientepero sin poder creer lo que oían. ¿Cooperar? Est
era todo lo contrario de lo que siempre habíostenido Lenin. Atentaba directamente contra lesencia del duro corazón revolucionario. Anulabel mismísimo principio de confrontación y odipermanentes al que todos los allí reunidos había
dedicado sus vidas.1Esa indignación estaba, por supuesto, prevista
Dimitrov tenía claro que había que imponer lnueva línea sin que produjera fisuras. Se debí
aplacar la intransigencia revolucionaria. Lustancia de su discurso fue manifestar a lodelegados que él comprendía su sorpresa. Pero erevidente que todos debían comprender que lnueva línea sólo parecía tergiversar los principio
La nueva línea era naturalmente una mentira. L
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Revolución, la verdadera Revolución, no habíido traicionada de ninguna manera. Si lo
comunistas hablaban de momento de cooperar coos lacayos del capitalismo, naturalmente era par
engañarles. Pidió a los delegados que recordaseel instructivo relato del caballo de Troya, esvacía oferta de paz preñada de muerte depositada las puertas del enemigo. Ponderemos e
ignificado de ese gesto, camaradas. Esta es lverdad de nuestro nuevo frente.2
El ambiente del VII Congreso del Komintern, acomo el ambiente que se respiraba en Moscú es
verano de 1935, era de obligada alegría. Siembargo, la desaparición y los arrestos de variocomunistas conocidos por Babette y Münzenberhacían que la gente hablara en voz baja. Una tard
de sol, Babette estaba en la terraza del hoteMetropole con sus amigas Suzanne Leonhard Sophie Liebknecht. Podía resultar difícil hallar urío de mujeres mejor situadas en las altas esfera
del comunismo internacional. La conversación di
un giro crítico; una de las presentes manifestó s
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echazo a la nueva línea de Stalin y se quejó de lcalidad de vida en la URSS. Con el propósito dponer un poco de buen humor en el grupo, Babetthizo algo parecido a una broma. «No hables así»
dijo. «Harás que nos encierren a todas.»Nadie se rió. Las tres quedaron en silencio
algo cambió en sus vidas.Así era la inocencia estival en 1935.3
Pero el asunto realmente importante de esverano no tuvo lugar en el Palacio de los NobleCada día, a Münzenberg le pasaban a recoger poel hotel y le llevaban al cuartel general deKomintern, donde se le empezó a mostrar la nueva
nvisible y verdadera situación. Aun cuando el VCongreso diera la impresión de representar eapogeo del poder del Komintern y el FrentPopular apareciera como la culminación del estil
de política cultural de Münzenberg, de hecho eviejo sistema estaba siendo desmantelado desddentro. Era algo que se venía fraguando desdhacía algún tiempo. Los Archivos Centrales dePartido contienen correspondencia entr
Münzenberg y Dimitrov de meses antes en la qu
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Münzenberg se queja del sabotaje que sufrían suoperaciones a manos del Buró de EuropOccidental y se muestra lo bastante preocupadcomo para solicitar explícitamente que se l
«permita conservar sus funciones».4 La crisis quhabía temido estallaba ahora. En una serie dacciones encubiertas y de cambios burocráticoas distintas funciones del Komintern —creació
de Lenin— estaban siendo usurpadas en silencio puestas bajo el control oculto pero absoluto de loervicios de inteligencia y de la policía secreta
Era el reflejo burocrático exacto de la manera eque se usaría el Frente Popular para enmascarar e
Terror.5¿El Socorro Rojo Internacional? Ya no existía
¿La Mezhrabpohmfilm Russ? La gran productordel cine soviético, el hogar de Vertov, Eisenstein
Dovzhenko, desapareció en las brumaburocráticas. Los viejos frentes y sus redeeguirían existiendo bajo nuevos sistemas d
control y muchas de sus operaciones seríadesplazadas. Willi actuaría como «enlace»
«asesor». El Comité Mundial para la Ayuda de la
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Víctimas del Fascismo Alemán dejaría dfuncionar. Pese a sus numerosos éxitos edesinformación y espionaje, ahora se necesitabodo un nuevo frente. Se conocería como e
Rassemblement Universel Populaire, o RUP. Wilno estaría a cargo del RUP. A la cabeza estaría uzalamero y brillante joven en ascenso, un agentecreto rumano llamado Louis Dolivet, buen amig
de Otto Katz, entrenado en la organización dMünzenberg y ya cómodamente instalado en lanuevas premisas. Dolivet sería el jefe. Wil«aconsejaría».6
De todas estas reuniones cuyo objeto er
eformar secretamente la Internacional, dohombres en especial emergieron como los nuevopoderes de Moscú. Representaban un emblemperfecto del momento que se vivía. El primer
habló con Willi sobre política y propagandculturales. Era el repelente Andréi Zhdanov. Fue lprimera responsabilidad verdaderamentmportante de este hombre famoso. Seríecordado como el más siniestro de todos lo
brutales personajes que dirigieron la cultur
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estalinista hasta la muerte del dictador.7 Zhdanofue quien impuso el Terror en el arte, el policíecreto del realismo socialista. Cuando s
consideran los horrores que experimentaron loescritores y artistas soviéticos en aquel periodocuando uno piensa en el infierno que sufrieroMandelstam, Ajmatova, Meyerhold e innumerablemás, debe recordase que quien presidía esta
orturas era Zhdanov Hasta Münzenberg, uhombre nada fácil de intimidar, se sentíobresaltado por la grosería de aquel hombre
ante su absoluta ignorancia de lo que era EuropaEste sería el encargado de instruir a Münzenber
obre los nuevos aspectos de la política y lpropaganda culturales, el responsable de estpolítica durante el apogeo del idealismo culturacomunista.8
Pero las reuniones estuvieron dominadas pootro hombre aún más poderoso que nunca hizo actde presencia. Sus directivas eran transmitidas poerceros; su nombre sólo era invocado como «e
camarada Moskvin». Puede parecer extravagant
que «Moskvin» no asistiera a las reuniones y qu
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al parecer nunca se le viera personalmente. Perasí eran las cosas. Su nombre era desconocidovagamente siniestro, y para Münzenberg, nuevo
o le era familiar. No obstante, por orden d
Moskvin se desmanteló la organización dMünzenberg y se liquidó lo que quedaba de lMezhrabpohmfilm Russ.9
¿Quién era Moskvin? Probablement
Münzenberg no sabía que en realidad se trataba dMijaíl Trilliser, el director y fundador de lección extranjera de la NKVD y ahora un alt
cargo del GRU. De hecho, había llegado encamar la interpenetración de los tres servicio
Por su mediación, la NKVD y la inteligencimilitar asumían el control secreto pero efectivo da Internacional. Zhdanov y Moskvin-Trilliser, h
aquí la nueva era; aquí estaba la nueva brutalida
cultural; aquí el oculto pero ubicuo papel de lpolicía secreta. Este era el poder que se ocultabras la máscara.10
*
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Y así, cuando Münzenberg regresó a París aqueverano, aunque seguía siendo una pieza importantdel aparato, había sido degradado un poco. Debide sospechar pero no podía saber a ciencia ciert
que estaba condenado a muerte. Tenía un pocmenos de poder. Su nueva responsabilidad erervir como el principal comunista en la formació
del nuevo Frente Popular alemán incorporando
a izquierda alemana en el exilio. El trabajo teníu importancia. Allí Münzenberg hizo muchos dos contactos con no estalinistas en el exilio que lerían útiles tres años después, cuando é
finalmente decidió romper con el régimen
Además, muchas de sus antiguas redes aúfuncionaban aunque con nuevos nombres y éiguió en contacto con ellos. Por último, actuab
como asesor de Dolivet y el RUP.11
El Rassemblement Universel Populaire era enstrumento social y político del Frente Popular eFrancia.12 En realidad, no estaba dirigido por eKomintern, sino vinculado con el aparato a travéde los sindicatos soviéticos. Münzenberg debía se
u eminencia oculta, el enlace con los rusos, nad
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más. Tenía una espléndida sede en la Rué de lPaix; se eligió la dirección por su elegancia y snombre, Paix. Era la imagen del nuevo rico.
Porque el Frente Popular fue ante todo un
cuestión de estilo. En París, el RUP encamaba esestilo. En América, se produjo al mismo tiempo ucambio similar; se abandonó el comunismntelectual y se optó por el nuevo estilo de lo
impatizantes de Hollywood. Se habían acabados sombríos días de pobreza. Ya no serían más ecentro de atención los exiliados alemanes de ropaaídas y problemáticas pasiones morales. El RUendría vida social, sería más selecto y mostrarí
un poco de clase. Y Dolivet era el agente ideapara mezclarse con los muy ricos. Criptocomunisto no, Dolivet adoraba y admiraba a todos los quencajaran en la calificación que había inventad
Cole Porter, «los ricos-ricos».13
(Después de lguerra, Dolivet, por entonces colaborador dAlvarez del Vayo, se casó con Beatrice Straighhermana de Michael Straight.) Dolivet era mufino; muchos opinaban que la mot juste er
«remilgado». El banquero sueco Olof Aschberg
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un amigo de toda confianza del aparato, actuarícomo maestro de ceremonias y manipuladofinanciero del RUP. En la mansión de Aschberg ea Place des Nations, se celebraron grande
ecepciones para recibir los nuevos tiempos. Ale reunía el dinero de París. Elsa Triolet escribi
novelas maliciosas sobre estos eventos.14
Era una imagen que intentaba compaginar l
ntransigencia política con el abrigo de martcebellina, la Revolución con el detalle perfecto, lcerteza con la gracia fácil y perfumada que emande una imagen de éxito completo. Fue el momentde mayor esplendor del comunismo de Hollywood
de la izquierda con encanto. Ya no era menesteque los congresos revolucionarios se celebraseen ruidosas salas sindicales. A partir de ahora, lochicos de Stalin se reunirían en el Carnegie Hall.
Lillian Hellman aparecería con su abrigo darmiño para aceptar los cheques de la ayuda España.16 Se esperaba que los simpatizantes dHollywood tuvieran el aspecto de encontrarse ea cima del mundo, paseando por jardines d
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césped y brindando con copas tintineantes. Lo suyera aunar el moralismo de Lincoln Steffens con lelegancia de Scott Fitzgerald. En la Costa Oeste lboda de Donald Ogden Stewart con Ella Winte
hizo realidad el nuevo simbolismo. El ambientdominante está perfectamente captado en el cuent«The Genial Host» de Mary McCarthy, que, comha señalado la autora, está basado en una velad
con el círculo de Lillian Hellman aunque ndentifique a la genial anfitriona. Incluso se intenteflejar una imagen de cierto lujo durante e
Congreso de Escritores en España en plena guerrcivil.17 Este era el comunismo de las casas d
campo, el antifascismo de las galas de largo. Ero que le hacía brillar los ojos a Elsa Triolet.
A medida que el nuevo estilo iba tomando forma
o mismo sucedía con el Terror. En agosto d936, ocho semanas después de la muerte dMáximo Gorki, llegó el turno de los juicios Zinóviev, Kamenev y Smimov, héroes fundadoredel leninismo, quienes, tras ser condenados, fuero
conducidos a los sótanos de la Lubyanka y muerto
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a tiros.Un mes más tarde, Münzenberg estaba e
Bruselas con Louis Dolivet haciendo unagestiones para el RUP. Por casualidad s
ropezaron en la calle con un viejo conocido dWilli, un bolchevique holandés que había roto coStalin y se había aliado con Trotsky en el exilioCuando vio a Münzenberg con Dolivet, sabiend
muy bien que Willi estaba comprometido hasta euétano en los servicios secretos, Sneevliet lcortó el paso y dijo en voz alta, para que todo emundo pudiera escuchar, «Caín, ¿dónde está thermano Abel-Zinóviev?».
Münzenberg no pudo pronunciar palabra.18
Poco después de este encuentro con Sneevliet eoctubre de 1936, a Willi se le convocó en Mosc
para recibir instrucciones. Los archivos muestrauna carta a Dimitrov escrita un mes anteproponiendo la aprobación de todo un conjunto dnuevas operaciones.19 Obviamente, Münzenberrataba de apuntalar su situación y demostrar s
utilidad. Ahora se le pedía que viajase par
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estudiar los resultados. Se le pidió que fueracompañado de Babette. Aunque no era habituaque se le pidiera viajar con su mujer, tampoco srataba de algo insólito. La pareja hizo el viaj
presa de cierta ansiedad.Poco después de la llegada a Moscú, Willi fu
levado aparte y se le comunicó de formabsolutamente confidencial que Karl Radek habí
ido arrestado en secreto y que seguramente serícondenado.20
Willi debió de quedarse de una pieza. ¡Radekarrestado! Radek no sólo era su más viejo socio eel aparato, sino también su valedor en las má
altas cotas del poder soviético. Si el más leal dos agentes había caído, ¿cuánto faltaba para l
propia ruina?
En pocos días, Willi tuvo pruebas de que estabal borde del abismo. En esa época, el principanstrumento para velar por la uniformidadeológica dentro del Komintern era un
organización conocida como la Comisión d
Control Internacional. La CCI era una especie d
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ribunal secreto para el aparato; se usaba pararbitrar problemas internos, pero de forma muchmás significativa para imponer la línea política vigilar a quienes de tanto en tanto podían olvidars
de la obediencia debida.Münzenberg casi no se lo pudo creer cuando fu
lamado a declarar ante la CCI.21
Las acusaciones que pesaban en su contra era
alarmantes justamente por ser demasiado endebleSe le acusó de haber aflojado en sus deberes dvigilancia. Hacía dos meses que había estallado eevantamiento falangista en España. Se le acusó d
haber permitido que un «espía de Franco», u
mecanógrafo llamado Liane, se infiltrara en sdespacho. Münzenberg casi lanzó una carcajada¿Liane? ¿Un espía de Franco? No tuvo el menoproblema en demostrarle a la Comisión que s
habían basado en una información claramente falsobre Liane. Dijo a la Comisión que el asuntcarecía de la más mínima importancia. Era baladí
Pero por supuesto, éste era el problema. A lComisión le importaba un rábano si los «hechos
era ciertos o falsos. Y no dieron marcha atrás ant
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as palabras de Münzenberg.En este viaje, Babette y Willi estaban alojado
en un nuevo hotel en la Plaza Roja, el MoskvaAllí se encontraron en total soledad. El mied
había hecho estragos en toda Rusia. Los viejoeninistas se denunciaban los unos a los otros poodas partes. La gente hacía lo que fuera con tal d
evitar el arresto; hacían lo inimaginable par
probar su fidelidad al régimen. Nadie fue visitarlos. «Después de todo», dije Babette«podíamos estar entre los condenados.»22
Y podía ser. Sin tener en cuenta que Münzenberos había dejado en ridículo con el asunto Liane
os miembros de la Comisión le convocaron poegunda vez. Y luego una tercera.
Münzenberg tomó conciencia de que su videstaba en peligro directo e inminente. «Está
preparando el nudo corredizo», escribió Babett«Ahora sólo tiene una idea fija. Marcharse dMoscú lo antes posible.»23
Pero ¿cómo podían abandonar Moscú? Wilabía que tenía que negociar la partida; la únic
esperanza de salvación para él y Babette dependí
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de su propia capacidad de negociación. ¿Ynegociar con qué? Radek ya no existía más. Aprotector de Willi se le podía dar por muerto. CoRadek condenado, su propio prestigio se estab
convirtiendo en un veneno. Willi tendría que daalgo a cambio del destino que ya le habíaasignado en la próxima e inminente purga y lenía que hacer de inmediato. ¿Qué podía dar?
España. Se salvaría con España.En el mismo momento en que la Comisión lestaba interrogando, Stalin ordenó por primera veal partido comunista soviético que anunciara spúblico apoyo a los comunistas españoles en l
guerra civil.24 Y lo que aún era más importanteStalin firmó una orden secreta aumentando el flujde voluntarios y de armamento secreto con destinal conflicto español.25
Sin embargo, Stalin insistió firmemente en queste envío de armas y voluntarios no selacionara directamente con su gobierno. S
mostraba especialmente inflexible en su exigencide que el dinero para la República española n
aliera de los bancos soviéticos. No habría ningú
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crédito soviético, al menos no para la RepúblicaEl flujo de armas y de hombres debía provenir dos simpatizantes de Europa y de América; lo
hombres irían voluntarios. Ahí es dond
Münzenberg entrevio su oportunidad. Comprendique las armas, el dinero y los hombres qunecesitaba Stalin para su política españolendrían que salir de las redes de simpatizante
que él mismo había creado. No se podía cumpleficazmente la orden sin él. El —él y Otto Katz—habían sido los organizadores deaprovisionamiento secreto de armas y dpropaganda para España desde los primeros día
de la rebelión de Franco.26 España, escribiiempo después Babette, «fue la tabla dalvación». A ella se aferraron los dos para evita
que la marea se los tragase.27
Pero ¿aguantaría esa tabla?Münzenberg se encaminó a la sede deKomintern para reunirse con Palmiro Togliatti, ecomunista italiano que ocupaba el cargo dDimitrov, entonces de vacaciones. Münzenber
utilizó la orden de Stalin para presentar su caso. S
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e tenía que cumplir el nuevo edicto, lo mejor erque Togliatti paralizara los procesos de la CCI permitiera que Münzenberg volviera a su trabajen París porque únicamente él podía arreglar e
envío de armas y hombres a España sin que Rusiquedara claramente involucrada. Si realmente nhabía otra opción, ya regresaría de París parhablar con la Comisión, pero más adelante. Ahor
España lo necesitaba. Willi presentó su argumentcon toda la fuerza que le había hecho famoso y diesultado. Togliatti se hizo cargo de la situación
prometió conseguir muy pronto una orden dalida.28
Por desgracia, las órdenes emanadas desde eKomintern ya no tenían la misma autoridad dantaño. Willi regresó al hotel Movska. La pareje preparó para salir cuanto antes. En el moment
de la partida, una llamada a la puerta les anuncial único visitante que tuvieron. Era Heineumann, el cuñado de Babette, casado con s
hermana Margarete y una figura importante de lección alemana del Komintern. El y Margaret
esidían en Moscú en el hotel Lux. Los archivo
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muestran que la caída en desgracia de Neumanestuvo vinculada con el destino de loMünzenberg. Neumann y Münzenberg habíaestado codo con codo durante las discusione
nternas de los comunistas alemanes ya en 1932 en el Congreso de Amsterdam. Por lo general, ses habían opuesto Wilhelm Pieck y Walte
Ulbricht, sus implacables enemigos. Los archivo
muestran que durante largos años, estos dos habíaolicitado sistemáticamente la caída en desgracide Münzenberg. En fecha tan temprana comfebrero de 1935, los informes muestran Münzenberg intercediendo a favor de su cuñado e
una carpeta siniestramente titulada «El caso Heineumann».29 Durante el VII Congreso, se le habí
hecho responsable de la descartada polític«socialfascista», a resultas de la cual se le habí
despojado de sus altas responsabilidades y ahorrabajaba como un modesto traductor en la seccióalemana.
Heinz Neumann había ido a despedirse. Los trehablaron con ansiedad. Luego llegó la hora de l
partida y, en ese momento de nervios, lo que no s
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había dicho salió a la superficie. Se quedaron siaber qué decirse. Luego Neumann prorrumpió eollozos. «Sabíamos», dijo más adelante Babette
«que no nos volveríamos a ver nunca más.»30
No muchas semanas después tuvo lugar, medianoche, la llamada a la puerta de lhabitación en el hotel Lux. Mientras se llevaban Heinz, Margarete empezó a llorar. El la miró y co
el típico reflejo de cualquier marido ante laágrimas de la esposa, le dijo, «No llores», perentonces se detuvo. «Llora entonces», dijo. «Hamucho de qué llorar.» Estas fueron las últimapalabras que le dirigió. Nunca más se supo de él.3
Poco después, Margarete también fue arrestadaLa enviaron al gulag y hubiera muerto allí duranta guerra de no haber sido porque Stalin la entreg
antes a su aliado nazi. Así, Margareta fu
ransferida del campo de concentración comunistde Karaganda al campo nazi de Ravensbrück, unmás de los muchos que Stalin pensó que era mejoque los nazis ejecutaran o encarcelaran.32 Allí shizo íntima amiga de Milena Jesenská, el gra
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amor de Franz Kafka.33 Margarete se las ingenipara sobrevivir hasta la liberación del campo dRevensbrück en 1945. Con la derrota del nazismovolvió a pender sobre ella la amenaza de unmuerte segura. Pareció que sería liberada por eEjército Rojo y caería otra vez en manos de StalinEsta vez podía estar segura de que la eliminaríanCuando se abrieron las puertas del campo, ella
una amiga empezaron una larga caminata rumbo aOeste. Por último, sucias y agotadas, sencontraron con un pequeño destacamento doldados norteamericanos que de algún modo s
habían agenciado un carro y un caballo. «Subid»
dijo uno de los soldados, «ya habéis caminaduficiente y se os nota. Ahora iréis en coche.» Pouerte todo había terminado.34
Pero en octubre de 1936 a Willi Münzenberg lhabía llegado la hora de huir. Tras dejar atrás Heinz Neumann, él y Babette se dirigieron a lestación de ferrocarril. En aquellos días, lovisitantes de la Unión Soviética debían entrega
us pasaportes a la policía cuando entraban en e
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país y se los devolvían cuando tenían el permispara salir. Llegaron a la estación, pero «nadie vina darnos nuestros pasaportes con los visados dalida y los pasajes».
La orden de Togliatti no se había hecho efectivo había sido ignorada.
Parecía ser realmente el fin. Babette y Wilpodían regresar al hotel o caminar por las calle
eguramente bajo vigilancia. Volvieron al hoteAllí pasaron toda la noche sentados en lhabitación, a la espera de que vinieran arrestarlos. Pero cuando llegó el alba, aún no shabía producido la llamada a la puerta.
Con la madrugada, Münzenberg supo que teníuna sola oportunidad más para salvarse los doTan pronto como pudo, fue a la sede del Kominter pidió entrevistarse con Togliatti. Allí, segú
Babette, organizó un «tremendo escándalo». Nabemos lo que sucedió en esta reunión a los grito puñetazos sobre las mesas, pero debió de ser l
mejor actuación de su vida, en la que empleó todo
os recursos de persuasión y de amenazas qu
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podía desplegar Willi Münzenberg. Sólo sabemoque, cuando terminó, Togliatti, totalmentacobardado, lívido de miedo, cogió el teléfono dio la orden para los visados de salida e
presencia de Münzenberg. Esta vez funcionó.Partieron ese mismo día.El viaje de regreso a casa no fue tranquilo. A
cruzar el Báltico desde Finlandia, los pilló un
violenta tormenta; durante dos días el barco estuva merced de las olas. Babette y Willi temían quei el barco buscaba el refugio de algún puerto
podría tratarse de un puerto soviético y allí sólDios sabía los peligros con que podía
encontrarse. La pareja había iniciado su nuevvida de peligros. Vivirían así cada momento hasta rendición de Francia y la muerte de Willi. Por e
momento, aún estaban con vida y al meno
viajaban de regreso a Occidente. Y tenían una cosmás: a medida que el Terror se removía a salrededor, aún se aferraban a su tabla dalvación, el instrumento que los protegía de l
corriente abrumadora de asesinatos.35
España.
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*
La tragedia de la guerra civil española, e
acontecimiento político por excelencia del FrentPopular, ha sido descrita y analizada muchas vecepor historiadores muy competentes.36 Estaría fuerde lugar aquí resumir los grandes argumento
históricos que ha originado esta contienda. Parnuestros propósitos, que son examinar el papel deervicio secreto en la cultura, lo mejor es enfoca
una sola cuestión y sus consecuencias: los motivode Stalin y su gobierno para intervenir en est
ucha.Mi hipótesis es que por más elementos que haya
ntervenido, el objetivo de Stalin en esta terriblexperiencia no fue precisamente la obtención de lvictoria. Mi creencia es que la victoria real de lguerra civil española siempre fue unconsideración bastante secundaria en la estrategide Stalin. Si se examina lo que hizo en Españadejando a un lado toda la fina retórica de que hiz
gala el aparato en apoyo de la República, pront
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e hace patente que su política nunca fue calculadpara conducir a una victoria o a algo aproximado a victoria de sus aliados españoles. Todo l
contrario.37
Sin duda, podría argumentarse que la Repúblicespañola se sumió en la derrota que se completen marzo de 1939, simplemente porque Stalin erun estratega incompetente o idiota. Esto me parec
una simpleza y una equivocación. Los campos deste siglo están blancos con los huesos de quienemenospreciaron la inteligencia de Josef Stalin. Spolítica española retiene la apariencia dncompetencia y autoderrota sólo mientras un
uponga que el dictador quería de verdad ganar lguerra, que, por alguna razón, tenía el sincerdeseo de que el gobierno republicano dzquierdas fuera el gobierno indisputado d
España. Sin embargo, ¿que razón tenía para deseaalgo semejante? Se puede ganar mucho en unguerra aparte de la victoria. En mi opinión, eso eo que sucedió en España.
Sólo cuando se identifican correctamente lo
verdaderos deseos del dictador, el curso de acció
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de Stalin deviene bastante coherente. Se trata duna típica actuación estalinista astuta exitosamente llevada a cabo. Su objetivo, segúcreo, no era de ningún modo la victoria de l
República española, sino su utilización en unmenso tablero geopolítico. Eso significaba d
hecho organizar la derrota republicana? Espolítica pone al descubierto la inmensa falacia de
Frente Popular. Me resulta claro que Stalin queríomar posesión del gobierno español no parposeerlo él mismo y mucho menos para que lposeyera la izquierda no estalinista. Stalin queríel gobierno de España para poder usarlo com
moneda de cambio.38
He aquí un rápido resumen del curso de loacontecimientos políticos.
Dicho en breve, a principios de 1936 asumió e
poder en Madrid un gobierno del Frente Populaotalmente acorde con la línea adoptada en el VCongreso del Komintern. Era una coalición dpartidos izquierdistas bajo la presidencia de umarxista radical, no estalinista, Largo Caballero
un hábil pero envejecido político con un fuert
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apoyo popular, y ex secretario general de la UGTel sindicato mayoritario. Los otros líderes de lcoalición, a la izquierda o no de Largo Caballeroe consideraban indispensable debido a s
popularidad.Era uno de esos raros individuos que s
adicalizan con el paso de los años. Ya teníesenta y cuatro cuando asumió la presidencia
era mucho más radical de lo que había sido en suventud. Entre sus principales consejeros estabulio Alvarez del Vayo, un estrecho colaborado
de Münzenberg desde los días del hambre en eVolga y su guía y principal contacto en 193
durante la única visita que hizo Münzenberg España. Mientras Largo era sin duda sincero en saspiración de independencia política, Alvarez deVayo da la impresión opuesta y de maner
abrumadora. Se pasó la vida diciendo que era uocialista mientras actuaba exactamente como uestalinista a ultranza. Ciertamente era el criptocomunista por excelencia y su larga asociación coMünzenberg, enriquecida por su íntima asociació
con Otto Katz durante la guerra civil (no mencion
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a ninguna de estas dos relaciones en sumemorias), sólo puede profundizar aún más esmpresión hasta convertirla en convicción.39
Largo Caballero, por otro lado, era un hombrhonorable que veía su destino a la luz de loueños más imprecisos de la izquierdevolucionaria. Para él, el Frente Popular era s
última oportunidad de convertirse en el Lenin de
Mediterráneo. Motivado por las vanidades de sueño, fue víctima de la manipulación de sualiados comunistas y se acercó al estalinismo sicaer nunca en él. Ciertamente no era estalinista niquiera comunista en el sentido más riguroso de
érmino. En 1935 y 1936 los comunistaepresentaban el partido menos nutrido y admirad
de toda la izquierda española. El grupo realmentmportante de la izquierda eran los socialista
adicales y las bases obreras de la UGT, lverdadera base política de Largo Caballero. Poupuesto, pese a ser una minoría, los operativo
estalinistas se infiltraron en todos los órganos degobierno. La ubicuidad del apparat en est
gobierno fue lo usual en cualquier Frente Popula
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Sucedía lo mismo en Londres y también eWashington. Pero en España fue bastantmpresionante.40
Una vez el Frente Popular asumió el poder eEspaña, la siguiente fase estuvo marcada por laprovocaciones y contra-provocaciones dzquierdas y de derechas. Estas fueron tant
espontáneas como controladas secretamente; e
objetivo era la desestabilización de la sociedaespañola. Las acciones eran aterradoras por sviolencia y crueldad y se convirtieron en uncaracterística normal de la vida política nacionaRápidamente el país se polarizó y pronto se lleg
a una situación próxima a la histeria colectiva.4Manifestaciones multitudinarias llenaban laplazas de Madrid; carteles con el rostro de Stalie veían por todas partes; el mismo gobiern
ervía como medio para divulgar la retórica de levolución.42 Mientras tanto, los intelectualeespañoles sucumbían casi sin excepción en lceguera sistemática del pensamiento «politizado»ebrios de elixires ideológicos.
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En esta situación, el 17 de julio de 1936 uoven oficial del ejército con amplio apoy
castrense y político encabezó un pronunciamientmilitar que negaba legitimidad al gobierno. E
general Franco se proclamó líder de la rebeliómilitar. Como tal, Franco se convirtió en el adalide una rebelión abiertamente fascista contra lRepública española. Estallaba la guerra civil.
La primera reacción de Stalin ese verano fue lde hacer que Willi y el Komintern hicieran muchuido, pero poco más.43 Los simpatizantes, si
embargo, desempeñaron un importante papel en ladquisición de material bélico para la República
André Malraux, por ejemplo, dio el primer pasen su famosa actuación en España sirviendo comntermediario en la compra de unos avione
franceses.44 Al mismo tiempo, el aparato de
Komintern recibió órdenes de iniciar lopreparativos para el aprovisionamiento encubiertde material militar bajo los auspicios soviéticos con destino a España. Stalin puso dos requisitoneludibles. El primero fue que se mantuviera
fuera de la línea de fuego todos aquellos cuy
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dentidad pudiera hacer patente la vinculación degobierno soviético. Segundo, todas laadquisiciones militares debían ser secretas y sicréditos.44 Los españoles y sus aliados debíapagar en efectivo. A Malraux le encantó su misión
o era de primerísima magnitud, pero lacreditaba como el pseudo-héroe francés de lnueva contienda.
Stalin observaba si Franco podía ganar la guerr hacerlo rápidamente. Franco no lo hizo. Estabclaro que la República podía devolver los golpeA punto de acabar el verano, la rebelión de Francno avanzaba. En noviembre de 1936 el gobiern
de Largo Caballero se trasladó a Valencia y lafuerzas nacionales sitiaron Madrid confiadas ealcanzar una pronta y definitiva victoria. PerMadrid, el primer ejemplo de gran ciudad sitiad
en una guerra moderna, resistió. Y resistiheroicamente. No cayó. El lema del momento er«¡No pasarán!».
En ese momento, Stalin decidió aprovechar lituación de una nueva manera. A principios de
otoño de 1936, cuando Willi se enteró del arrest
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de Radek y sintió el aliento del Terror en su propicara, el dictador firmó el decreto secretordenando nueva y mayor ayuda a España.45 Eese momento, el partido soviético anunció couma grandilocuencia su alianza con lo
comunistas españoles. Fue cuando Münzenberapareció en el despacho de Togliatti argumentandque su organización de París resultab
ndispensable para implantar la nueva política.De hecho, la razón verdadera de esta decisión dStalin no fue tanto ayudar en la lucha a LargCaballero como utilizar esta ayuda como pretextpara hacerse con el control del gobierno españo
estalinizarlo en todos los aspectos posibles parque terminara completamente a su merced. Lconsideración de que esto podía perjudicar eesfuerzo bélico republicano, incluso condenarlo a
desastre, no tenía gran importancia a los ojos dStalin. Lo único importante era que el gobierno dLargo Caballero pudiera ser reemplazado pogente realmente nash, nuestra. Y no sólo esoLargo Caballero debía ser reemplazado por u
ítere de obediencia ciega. En noviembre, e
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apparat había hecho su elección. El factótum seríel ministro de Hacienda, un prestigioso ambicioso profesor de fisiología, Juan Negrín. Lestalinización del gobierno se haría mediante un
erie de provocaciones ingeniosas y siniestraorquestadas por Orlov, Stashevsky y los mandodel aparato. Primero acaecería el golpe de Estadque reemplazaría a Largo Caballero por Negrín
finales de mayo de 1937. Las peoreprovocaciones incluyeron el estallido del Terrooviético, que, para justificar la caída de Larg
Caballero, se dirigió contra la revuelta danarquistas y no estalinistas del 1 de mayo d
937. Esa revuelta, tal vez provocada por eaparato, se la conoce como «los sucesos dmayo».46
¿Por qué entonces Stalin tuvo más interés e
controlar el gobierno español que en derrotar Franco? Resulta importante entender que Stalin ne dispuso a reemplazar a Largo Caballero y
destruir la izquierda española no estalinista por edeseo neurótico o puramente intelectual d
conseguir la pureza ideológica en España o e
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cualquier otro sitio. Eso era más propio de LeninQuiso el control del gobierno porque creía quecon España en la mano, podía convertirse en uparticipante de pleno derecho en la polític
europea, negociando con Gran Bretaña y Francipor un lado, y con Alemania por otro. Su monedde cambio se llamaba España. El temor que lmotivaba era el aislamiento; su peor miedo era qu
Hitler decidiera atacar Rusia y que lo hicierpronto y con éxito. Para evitar que esto sucedierae propuso negociar con España en la mano.En las últimas semanas de 1936, después de qu
el terrible sitio de noviembre hubiera dejado bie
patente que Franco no podría ocupar pronto fácilmente Madrid, unos emisarios de Stalinencabezados por David Kandelaki, mantenían eBerlín negociaciones secretas y optimista
calmando a los nazis. Estos diálogos clandestinocontinuaron en los primeros meses de 1937. Stalie mostró sumamente satisfecho por el progresealizado. Informó explícitamente a loesponsables de su confianza en el aparato
ncluyendo a quienes estaban a cargo de la guerr
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española, que «muy pronto llegaría a un acuerdcon Alemania».47 Tener presente esta gravísimraición es esencial para comprender toda l
actuación soviética en España. Durante los mesemás cruciales, heroicos y sangrientos de la lucharmada antifascista en Europa, mientras españole radicales de todo el mundo se jugaban la vid
por lo que creían que era una batalla para detene
a oleada fascista, el gobierno soviético, eupuesto patrocinador de esa batalla y de esucha, utilizaba el sufrimiento español e
negociaciones cuyo objetivo era una alianza coHitler.
Ya que una España comunista representaría unamenaza tanto para Hitler como para lademocracias, era muy probable que ambas partefueran proclives a hacer algunas concesione
mportantes para asegurarse la derrota de unEspaña comunista. Porque aún había algo más qupodía solucionar España. Significaría el triunfo dFranco. Pues bien, una España fascista amenazaría Gran Bretaña y Francia, tranquilizaría a Hitler,
haría que la agresión fascista tomara rumbo a
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Oeste, acordonara Francia, alejando el peligro das fronteras rusas. De modo que a España se l
podía utilizar de varias maneras. Visto desde estperspectiva, Stalin no quería el control de España
ino las concesiones que podía sacar por sntercesión, ya fuera reteniéndola o renunciando
ella. Estas concesiones podían llegar de variofrentes, pero sobre todo provendrían de lo
alemanes.En mi opinión, ésta es la clave de toda sestrategia en España. Stalin no tenía ningún interéparticular en que allí hubiera un gobierno dzquierdas. Quería una España que le sirvier
como apuesta, acaso la mayor apuesta de todas, eu partida contra la amenaza alemana.
El control estalinista del gobierno español paspor varias fases. En primer lugar, el aparato debínfiltrarse en todos los estamentos de la base de
poder gubernamental, ya fueran políticos militares. A Largo Caballero había que destituirl reemplazarlo por el obediente Negrín. Al mism
iempo, se debía eliminar o silenciar por la fuerz
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a cualquier grupo político que opusiera resistencial golpe de Estado; se debía eliminar toda posibloposición en la vida política española. Ya que locomunistas constituían una minoría en la izquierd
española, el plan requería un ataque masivocoordinado y sorpresivo usando el terror no contros fascistas, sino contra los principales aliados da República. Se le señaló a Stalin que est
mplicaría provocar la desmoralización deesfuerzo bélico contra Franco. Era consciente desa posibilidad y no le preocupó en absoluto.
Otra prueba que sugiere que Stalin había optadpor un sacrificio intencionado de España fue s
negativa a que el gobierno soviético concediercréditos financieros paralelos a los que Hitler Mussolini ofrecían generosamente a Francoasegurando de ese modo que su cliente ganaría l
guerra. Stalin estaba en perfectas condiciones duministrar a la República como mínimo créditos armamentos como los que Hitler proporcionaba Franco. Pero sabía que un gobierno bien armado o bastante equipado como para ambicionar l
victoria, sería acaso imposible de controla
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Además, no esperaba ni intentaba que el gobiernepublicano durase mucho; sabía que era poc
probable que pudiera devolver los créditos que se otorgaran. Por tanto, insistió en que s
aprovisionamiento intencionadamente inadecuadde armamento fuera pagado en efectivo, pesetobre peseta. A fin de que se implantara est
política, ordenó al aparato que creara una red d
alcance mundial para financiar con fondoprivados el esfuerzo bélico en España. Aquí edonde hacía acto de presencia Willi Münzenberg esto es lo que le salvó el cuello durante un tiempoPrivatizar el financiamiento de la guerra civ
española puede parecer una opción bastantextravagante para un comunista, aunque nadie spercatase de ello. En los círculos políticamentcorrectos, se promocionó sin descanso como un
virtud la donación de dinero «para España»«España» se convirtió en el destinatario favoritde la caridad del Frente Popular. Fue lpreocupación obsesiva de todos los frenteprogresistas a finales de los años treinta. L
rágica ironía es que todas esas recaudaciones d
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fondos y toda esa buena voluntad habían sidorganizadas únicamente para reforzar lndependencia fiscal soviética y para traicionar l
causa republicana.
Pero mantener a España bajo el yugo financierno era suficiente. Sabiendo que el gobiernespañol estaba a su merced, Stalin se hizdirectamente con el control de su tesoro público
o por casualidad su primer servicio con lobolcheviques consistió en asaltar bancos. Inclusahora, el alcance real y la legalidad de lransacción sigue estando oscuros. Años despuéndalecio Prieto, ministro de Defensa de Largo, si
duda un espíritu apasionado, la llamó «un desfalcmonumental». La operación se llevó a cabo con emáximo secreto y sin el conocimiento de altofuncionarios del gobierno, incluyendo a
presidente. Implicó la transferencia de una graparte de las reservas de oro del país a l«seguridad» del territorio soviético.
En esta colosal transferencia de riqueza, eprincipal socio de Stalin fue nada más ni nad
menos que Negrín, el ministro de Hacienda d
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Largo Caballero. Ciertamente, su cooperación coel apparat le valió más tarde el nombramiento dpresidente de gobierno.
La increíble historia del oro ha sido descrita po
varios participantes, incluido Krivitsky. La ideera que el suministro soviético dependiera de quel oro estuviera en Rusia; a cambio, según leoría, llegaría el armamento. ¿Cuál fue e
balance? Stalin no tenía la más mínima intencióde devolver esos lingotes.48 En el transcurso de ubanquete con el Politburó para celebrar la llegaddel oro español a Moscú, Stalin anunció: «Loespañoles no volverán a ver su oro del mism
modo que no ven a un palmo de sus narices».4Supuestamente el oro fue usado para pagar layuda soviética, pero lo que permanece poco clarhasta la fecha es en qué términos exactamente
como resultado de qué negociaciones. Lo cierto eque nada volvió a España y, por supuesto, lderrota de la República facilitó la negativoviética a hacerlo. El arreglo de cuentas habrí
precisado de la victoria republicana, no de s
derrota. Desde el principio, fue esencial para l
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política de Stalin que España resultara fácil dacrificar.50
Al ser usada España más como moneda dcambio que como un premio digno de victoria, ecurso de la misma guerra civil española adoptó uono curiosamente propagandístico. Desde snicio, la guerra civil estuvo asociada a la mentir
del Frente Popular y, en esas circunstancia
necesariamente se basó en el fraude y lpropaganda.Pero el estilo político fue extremo en España
Hay momentos en que un observador cínico podríentender la misma guerra como un acontecimient
más literario que militar, pese a la brutalidaeinante y a las numerosas bajas. Desde los días e
que Byron se erigió en el héroe del liberalismeuropeo al dejar su vida en Missolonghi luchand
por la independencia griega, no hubo un conflictmilitar tan dado a la retórica del escritor-héroe. Eprobable que esto sucediera en proporción directal lugar prioritario que desde los primeros días ldio a esa táctica el aparato de Münzenberg. L
política cultural tuvo su culminación sobre tod
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con un cuadro: el gran Guernica de Picasso. Peraquella mística también produjo muchos libros dcierto valor imperecedero. Al menos doexcelentes novelas, posiblemente ya clásica
fueron escritas por los dos principales «héroesiterarios: La esperanza, de Malraux y Por quié
doblan las campanas, de Hemingway. Comemprano negociador con los españoles, Malrau
in duda estaba más comprometido políticamentque Hemingway. Sin embargo, su presencia fubásicamente propagandística, como lo fueron suposteriores aventuras de aviador con el pañuelblanco al viento mientras sobrevolaba el frente de
Ebro. Su verdadera aportación a los soviéticos eEspaña consistió en implantar el estilo atractivo a lo Byron que dominó la imagen de la guerra dprincipio hasta casi el final.51
Por otro lado, Hemingway viajó a Españformando parte de un proyecto cinematográficorganizado por un frente de famosonorteamericanos, un grupo llamado HistoriadoreContemporáneos que componían Lillian Heilman
ohn Dos Passos, Dorothy Parker, Archibal
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Macleish y, por supuesto, el mismo HemingwayLa película destacaría el nombre de Hemingway e titularía La tierra española. El objetivo de lo
Historiadores Contemporáneos era engalanar l
película con celebridades, recaudar fondos y (cascon seguridad) ocultar la participación de OttKatz en la producción.52 Pero España fue un centrrresistible para todos los escritores de esa época
de W.H. Auden y Stephen Spender a Parker Hellman. Esa tendencia alcanzó su culminaciócon el II Congreso Internacional de Escritores para Defensa de la Cultura celebrado en julio d937, notable tanto por los insultos contra e
raidor Gide como por su extravagancia. Allí egusto del Frente Popular por el lujo y el gran estillegó a extremos incongruentes. Con España euinas, los escritores brindaban con champán po
a República e iban de recepción en recepción.53
Pero si en la guerra civil se intentó disfrazar aestalinismo con una ilusión a lo Byron, quienemurieron allí no eran ninguna ilusión. Allí perdia vida Julian Bell, el sobrino de Virginia Woolf,
ohn Cornford, el amigo de los espías d
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Cambridge. Su idealismo a veces era difícil ddistinguir de un cinismo juvenil. Dada la manerbyroniana de su fin, John Cornford era un heredercultural curiosamente directo del gran romántico
Se le conocía por «Rupert John» en honor dRupert Brooke, el primer gran amor de su madreel poeta y héroe a lo Byron de la primera guerrmundial y el hombre con quien no se casó France
Cornford. Tanto Brooke como Cornford fueron, agual que Byron, estudiantes del Trinity College eCambridge. Cornford ocupó su sitial en unespecie de tradición de muertes prematuras. Byromurió en Missolonghi, Brooke en Skyros, Cornfor
en España. Es una línea de sucesión romántica, unucesión «apostólica» de apuestos jóvene
muertos en nombre de la libertad.54
Pero la guerra civil española también perviv
como el mito del último y trágico florecimiento deKomintern. Ese mito fue creación en gran parte dWilli Münzenberg. Se trataba también de unlusión. El 14 de septiembre de 1936 Stali
convocó una reunión para tratar la cuestió
española. Tuvo lugar en la Lubyanka y allí s
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determinó cuál sería la siguiente fase de lpresencia soviética en la guerra civil.55
Hasta entonces, la intervención soviética shabía llevado a cabo a través del Komintern, tantdesde el punto de vista secreto como públicoAhora se decidió que todas las operaciones deKomintern en España quedaran bajo el controdirecto de la policía secreta soviética. De form
imultánea, se decidió también usar esa policípara hacerse con el control absoluto del PartidComunista de España.56 Suponía el fin de la tablde salvación de Münzenberg.
En consecuencia, puede suponerse que a partde esa fecha los presuntos operativos deKomintern en España estaban en realidad bajo econtrol directo de la NKVD. Entre ellos figurabaos dirigentes de las famosas legiones d
voluntarios extranjeros del Komintern, laBrigadas Internacionales. Incluidos en estubordinación del Komintern a la NKVD tiene qu
haber estado Otto Katz y su colaborador máestrecho en Francia, Julio Alvarez del Vayo. E
España al menos estos dos hombres actuaron baj
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os auspicios de la policía secreta. Fueron suagentes de facto y con toda probabilidad tambiéde jure. Una vez se comprende esto, ciertas cosaaras de la escena cobran bastante sentido. Entr
ellas está la curiosa diferencia de posición entrKatz y Münzenberg con respecto a España. Segúodas las apariencias, Katz era todavía eugarteniente de Münzenberg. Mi opinión es qu
después de 1936 la relación entre ellos podrídescribirse con mayor exactitud como la decazador y la presa. Después de ese año, Katz fuun agente encubierto de la NKVD mientras quMünzenberg era un blanco encubierto.*
Otto estaba en auge. Willi, aunque se le permitíer útil en España, estaba condenado a
exterminio. Por esa razón, Katz podía pasarse lmayor parte del tiempo en Madrid o Valenci
mientras que Willi jamás entró en España durantoda la contienda57. Y eso explica que Wiladvirtiera a Babette que no fuera nunca a Españaporque allí corría el riesgo de perder la vida.5
España pudo parecer la tierra de los grande
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heroísmos a la juventud de la época, pero ehombre a cargo de fabricar esa ilusión sabía mubien que era territorio en manos del Terror y que émismo era uno de los objetivos de ese Terror.
*
Toda esta estrategia puede ilustrarse por medide los destinos de dos indispensables agenteecretos en el terreno. Se llamaban Berzin
Orlov.59 Ya nos hemos encontrado con ellos. J.KBerzin era el alto mando de la inteligencia sentadal lado de Radek en el Kremlin cuando Stali
convocó a sus lugartenientes la Noche de loCuchillos Largos y les anunció la nueva políticcon respecto a Alemania. Orlov, por su parte, erun protegido de Yagoda que, después de marcharsde España, fue a Inglaterra a hacerse cargo degrupo de Cambridge, reemplazando a TheodorMaly. Berzin era un leninista de la vieja escuelaun operativo con formación castrense, cínico y lbastante comprometido como para estar al lado d
Radek esa noche, un hombre sólido y de confianza
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Orlov era el espécimen desagradable, el pistolerde nuevo cuño de la NKVD, graduado en lacámaras de tortura de los sótanos de la Lubyankacada día más pobladas.
Berzin y Orlov. Cada uno de ellos operaba coel máximo secreto en España; los dos tenían upoder apabullante. Berzin actuaba con la máximcobertura. Su mera presencia en el país era u
ecreto celosamente guardado y sólo sabido pounos pocos funcionarios del gobierno español.6
Se le había confiado el mando supremo deejército republicano, incluidas las legiones dvoluntarios del Komintern, las Brigada
nternacionales. Su subordinado inmediato en lerarquía del Ejército Rojo en España era e
general Vladimir Gorev, una figura clave en ldefensa de Madrid durante el sitio de noviembre
diciembre de 1936. (Dicho sea de paso, muchohistoriadores han confundido a Gorev con Berzinque usaba el nombre de guerra «Grishin». Gorev Grishin eran dos personas diferentes.)61
Mientras tanto, el cargo secreto de Orlov era ta
encumbrado como el de Berzin. Era el jef
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encubierto de la policía secreta en España, ehombre que Stalin había nombrado para dirigir eTerror en España.62 Juntos, Berzin y Orloepresentaban el poder invisible tras la forc
majeure republicana. Sin embargo, no tardarían eentrar en conflicto.63
Berzin pensaba con bastante sensatez que la tomoviética del gobierno español no debía alienar
iquidar por completo a la izquierda española parque, cuando la misión estuviera cumplida, éstpudiera seguir combatiendo. Después de todoBerzin dirigía un ejército y el valor de Españcomo mercancía podía desaparecer si su ejércitno estaba en condiciones de combatir. Commilitar, sabía lo que se necesitaba para que uejército siguiera luchando. Simplemente no creíque las tácticas terroristas e imperialistas d
Orlov fueran compatibles con la victoria bélica.64Orlov y su policía secreta tenían una visión mu
diferente. Entendían que, si se debía estalinizacompletamente al gobierno español, a la izquierdno estalinista había que someterla o eliminarla po
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medio de la fuerza: matanzas masivas, terror ortura. En cuanto a ganar la guerra, ¿era realmentan necesario el potencial militar? Tal veesultaría más fácil hacerse con el gobiern
español y conseguir el objetivo de Stalin pomedio de la debilidad y no de la fuerza.
Ambos tenían razón.
Berzin era un buen comunista. No le tenía mácariño que Orlov a la izquierda no estalinistaOrlov era sin embargo un hombre de unbrutalidad y crueldad fuera de lo común, inclusentre bolcheviques. Berzin, convencido de qu
Orlov estaba destruyendo el potencial españopara proseguir la guerra, escribió un memorándua Stalin exponiendo sus razones y exigiendo ldestitución de Orlov. El memorándum estabefrendado por Artur Stashevsky, principa
comisario de Stalin en España. Para lograr uapoyo aún mayor, Stashevsky procedió a consultacon el mariscal de campo Tukachevsky, el jefe deestado mayor soviético, quien también coincidi
con la obvia verdad de las palabras de Berzin. E
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mismo Stalin estuvo de acuerdo con ememorándum y así lo manifestó explícitamente.65
Sin embargo, estar de acuerdo con ememorándum no era el asunto. De lo que BerzinTukachevsky y Stashevsky no se dieron cuenta fude que Stalin no sólo no tenía el menor interés euna victoria republicana, sino que tampoco lnteresaba que los españoles alcanzaran un
upremacía militar sólida. Sus consejeromilitares podían comprender esta estrategia duapero Tukachevsky, Berzin y Stashevsky no estabaen condiciones de entender que el propósito últimde Stalin era entregar España pronto y con tod
facilidad. Stalin sabía que no podía apaciguar Hitler con un poderoso enemigo comunista en eoeste; sabía que cualquier aumento indebido depoderío republicano podía provocar que Hitle
atacara pronto. Y eso había que evitarlo a todcosta. Stalin no podía permitir que el antifascismespañol consiguiera un serio potencial militar. Cogente como Berzin, Tukachevsky y Stashevskapostando demasiado fuerte por la eficacia milita
a Hitler no podía tranquilizársele.
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Así que adelante. Stalin tranquilizaría a Hitleal como Hitler le había tranquilizado a él loche de los Cuchillos Largos. Desde el Kremli
Stalin dio orden de que se arrestase a los tre
asesores militares —experimentados y de sconfianza— y, aunque estaba por completo dacuerdo con todo lo que le habían dicho, mandfusilarlos.66
La secuencia de los hechos fue como sigue. Eoctubre de 1936
Stalin planeó su estrategia. Dos semanadespués, Stashevsky eligió a Negrín par
eemplazar a Largo Caballero. En ese momentoOrlov inició operaciones terroristas en Madrid Barcelona. Para diciembre, Pravda proclamaba os cuatro vientos que las purgas violenta
epresentaban el único camino conducente a lvictoria en Cataluña. Estas acciones, dirigidadesde Valencia, las conocían los rusos de MadridSeguramente su traductor Robles también estaba acorriente.67
A principios de marzo, la brutalidad de Orlo
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entre los izquierdistas españoles era tan extrema ndignante que Berzin envió su memorándum d
alarma a Stalin. Este simuló tomar en serio secomendación aunque, a mediados de marzo
Orlov se sintió lo bastante respaldado como parhacer desaparecer a José Robles Villa: fue uanticipo de lo que se avecinaba. Las andanzas dBerzin en aquellos momentos son inciertas. A
principios de abril, Stashevsky estaba en Moscpara reunirse con Stalin y Tukachevsky, a quien sconsideraba aún con mando en los altos niveleaunque la colaboración secreta de Stalin con lGestapo para eliminarle y liquidar el estado mayo
oviético ya estaba en marcha y en una fasavanzada de preparación.
Ahora estalló el Terror. En mayo alcanzaron sapogeo sangriento las matanzas en Barcelona
Fueron ejecutados muchos anarquistas antiestalinistas, en especial miembros del POUMun partido marxista ajeno a la ortodoxia de MoscúAndreu Nin, el líder del POUM, fue arrestadoCuando no «confesó» pese a la tortura, fu
asesinado en las cercanías de Alcalá de Henare
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eguramente por orden del mismo Orlov.A finales de mayo, el apparat lanzó el golpe d
Estado contra Largo Caballero. El pretexto oficiafue una demanda hecha por el partido comunist
español a Largo, una demanda que hubierignificado la liquidación o supresión d
virtualmente todos los izquierdistas no estalinistapertenecientes a la coalición gobernante. Si
dudarlo, Largo se negó en redondo a aprobar estpasaporte a una derrota segura. Entonces se ldepuso por «derrotista» y se le reemplazó por epartido de la «victoria» de Negrín. La nueva cimde la jerga estalinista cuenta bien a las claras l
historia. Puesto que buscaba la victoria, Largo fudepuesto por derrotista. A Negrín, debido a questaba dispuesto a presidir la derrota, se lcalificó de «victorioso».
Está claro que para cuando Juan Negrín, eamigo de Otto Katz, juró el cargo, Stalin ya habídecidido entregar España. Precisamente esdecisión fue la que no supo interpretar Berzin, u
error letal.
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Al mismo tiempo, con la influencia de Stalin eu máximo apogeo en España y con las reservas d
oro ya a salvo en territorio soviético, las potenciadel Eje reforzaron sus ayudas a Franco. Stali
empezó a recortarlas.68 En 1938 Stalin comunicfríamente al embajador español que «su créditoestaba «agotado».69 De hecho, a los españolenunca se les había otorgado ningún crédito. Había
enido que pagar en metálico lo poco que tenían con ese poco se encaminaban a una segura derrotaEsta les cayó encima justamente dos oportunomeses antes de que Stalin sellara su alianza coHitler, su objetivo desde el principio.
En la discusión entre Orlov y Berzin, Otto Katomó partido por el primero y, por esa razón, lueg
pudo sumarse al bando victorioso. Otto ya era uestrecho colaborador de Negrín. Según Pau
Willert, actuaba para el gobierno de Negríobornando a los elementos más venales de lprensa europea para asegurar una coberturfavorable para su cliente.70 Como agente deKomintern que hacía carrera en España, tenía qu
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pertenecer a la NKVD y al GRU. Se sabe de buenfuente que asistió a Orlov en la selección de locondenados a muerte. Su papel en esta tarea fualgo bien conocido en ese tiempo.71 Además, ebastante probable que Katz, como intelectual quconocía bien Inglaterra, haya tenido algún papel ea designación de Orlov como responsable de lo
espías de Cambridge cuando España se sumió e
a derrota.Pero, sobre todo, Katz era un agente de altango del Komintern a cargo de la propaganda e
España durante una guerra definida por una lógicque distaba mucho de perseguir la victoria. En es
misma línea, Katz contaba con otro viejcolaborador de Münzenberg, Julio Alvarez deVayo, ministro de Asuntos Exteriores de Negrícuando al mismo tiempo trabajaba con Katz a
frente de una organización de propaganda llamadAgence Espagne.72 Tras la derrota, Alvarez fue Estados Unidos, donde trabajó en variaactividades patrocinadas por el aparato, por lgeneral mano a mano con Louis Dolivet, el e
director del RUP y cuñado de Michael Straigh
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quien también fue a Estados Unidos cuanderminó su buen trabajo en el Frente Popular. Eueva York, Alvarez del Vayo se ocupó en l
evista Nation de la línea política internaciona
usando la fuerte influencia emocional que teníobre Freda Kirchway, la editora estalinista.7
ation nunca dejó de tener a alguien dMünzenberg en su dirección editorial.74 Alvare
del Vayo reemplazó a Louis Fisher, un hombre da vieja guardia muy amigo de Münzenberg y dKatz que rompió con el partido en la segundguerra mundial. En tiempos de Stalin, las portadade Nation estaban dedicadas a temas de políticnternacional y eran casi abiertamente estalinista
La sección de cultura era, no obstanteabiertamente antiestalinista. Era una táctica típicde Münzenberg: poner a comunistas en la
primeras páginas y a socialdemócratas en laúltimas. Proporcionaba una imagen dndependencia y servía como una especie danzadera para llegar a los inocentes, lo
verdaderos destinatarios de la publicación.
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*
Es muy probable que Otto Katz haya estado bie
nformado sobre la caída de Berzin y Gorev ascomo de la de Tukachevsky. Como hemos visto eu intervención cuando el incendio del Reichstag
estas aventuras conjuntas con los nazis no eranada nuevo para él. Pero sabemos a ciencia ciertque estuvo al tanto del asesinato de Robles, eraductor de Gorev, por una fuente bien diferente
Es una historia sacada de las crónicas literarianorteamericanas.
Esto es lo que sucedió.Alrededor de 1935, es decir, con la creación de
Frente Popular, el aparato decidió incluir en suapoyos la incomparable celebridad de Erne
Hemingway. Tenía la personalidad ideal para eFrente Popular. A su manera, era tan importante eEstados Unidos como Gide lo había sido eFrancia. Los jefes del Frente Popular esperaba
ransformarlo en el más grande de lo
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impatizantes literarios.Resulta difícil exagerar, incluso hoy, el impact
ético del estilo de Hemingway en al menos dogeneraciones de norteamericanos. «Liberó nuestr
enguaje escrito», escribió Martha Gellhorn, sercera esposa. Aunque era una mujer con mu
pocas ilusiones sobre Hemingway como hombredécadas más tarde aún le rendía un tribut
merecido de admiración.75
A su manera americanaHemingway realizaba lo que podríamos denominau tarea byroniana. Rejuveneció el lenguajiterario y lo revitalizó con la promesa de u
heroísmo duro y creíble. Era irresistible. Y mu
pronto obtuvo el reconocimiento a su gran fuerzaHacia 1935 su reputación había superado emucho sus orígenes en la vanguardia moderna. Erin duda uno de los escritores norteamericano
más famosos, admirados e influyentes del mundoHabía liberado el lenguaje y ese logro, unido a sfama, significaba que, en la lógica de loacontecimientos, la guerra civil española sería lguerra por excelencia de Hemingway. De hecho
hasta podría exagerarse diciendo que se inventó e
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estilo del Frente Popular teniendo en mentexplícitamente a Hemingway y Malraux. La nuevmagen debía mucho a la influencia de ambos. Po
ejemplo, los tres principales líderes del Frent
Popular de Hollywood, Lillian Hellman, DashieHammett y Dorothy Parker, eran escritores cuyprosa se basaba en vulgarizar el estilo dHemingway. En inglés, Hemingway era e
moralista más influyente de la palabra de su épocauperando incluso a Eliot. El aparato tenía todaas de ganar si lo reclutaba, aunque la unión entra maquinaria y el hombre estuvo plagada d
engaños y decepciones mutuas. Bajo la influenci
de esta fatal coincidencia, la tarea de Hemingwacomo artista sucumbió ante su primera corrupciópública realmente seria. Y nunca más volvería escribir como lo había hecho.
Ya hemos visto cuánta gente del entorno dHemingway estaba dentro o cerca del aparato. Coa creación del Frente, algunos inocentes y otro
que no lo eran tanto se arremolinaron en torno a s
héroe. En 1936 el proceso de captación estab
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bien avanzado. Hemingway se estaba convirtienden un simpatizante y su estilo coincidía en muchcon el del Frente Popular.76
Luego, a finales de 1936, justo cuando Staliempezó a hacerse con el gobierno español, eaparato decidió patrocinar una película dpropaganda de altos vuelos que pudiera usarspara recaudar fondos y transportar el heroísmo d
a ocasión a Hollywood y los centros intelectualeSe pensó que la vinculación de Hemingway con eproyecto era indispensable.77 En ese momentoHemingway se había enamorado de MarthGellhorn, ella misma una compañera de viajespecialmente bien relacionada. EleanoRoosevelt, por ejemplo, sentía por ella un gracariño, casi maternal.78 En consecuencia, Marthenía fácil acceso a la Casa Blanca. Por todas la
azones del mundo, Hemingway debía participaen La tierra española.El director sería un comunista holandés llamad
oris Ivens y estaría respaldado y patrocinado poun grupo de famosos simpatizante
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norteamericanos: Hellman y Parker, el mismHemingway, Archibald Macleish y John DoPassos.
En 1937 la amistad de Hemingway y Dos Passo
pasó por un momento crítico. Mientras Dos Passohabía iniciado su carrera algún tiempo antes, leputación de Hemingway había superad
claramente y para siempre la de Dos Passos. Par
erminar de arreglar las cosas, Dos Passos, y eespecial su mujer Kate, eran íntimos de Pauline, lmujer de Hemingway, y sentían muy poca simpatípor la infidelidad cada vez más notoria dHemingway con Martha Gellhorn. Por último, Do
Passos, que hasta entonces había sido evanguardista norteamericano favorito del aparatoestaba siendo desplazado en la hagiografía de lextrema izquierda por la estrella mucho má
utilante de Hemingway. Recordemos que lpsicología de Dos Passos era la de una buenpersona. Ser bueno era esencial para smentalidad, así como ser malo lo era para la dHemingway. Esto significaba que, cuando Do
Passos escuchaba un argumento serio contra su
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deas, trataba de asimilarlo y contestarlo. Y ahore escuchaban argumentos muy serios contra e
estalinismo, en especial por parte de los trotskistaen la fragua intelectual cada vez más caliente d
ueva York. Había cierto tipo de dudas quHemingway, el mal chico, despreciaba pofrívolas, intelectuales e irreales. Por su parte, DoPassos escuchaba y se intranquilizaba.7
Ciertamente, su posición ideológica era mápróxima al anarquismo que al leninismo. Desde epunto de vista del aparato, se estaba volviendo dpoco fiar. Si las cosas se salían de quicio, aunquel aparato lo había apoyado, acaso sería menesta
desacreditarlo. Por el momento, Dos Passos seguíiendo uno de los Historiadores Contemporáneo
Se convino que él, Hemingway y toda la felbanda de Contemporáneos trabajarían juntos en L
ierra española.80
Así llegamos a la primavera de 1937. La nuevestrategia de Stalin ya estaba implantada. Madrihabía resistido el sitio de diciembre, aunque egobierno republicano se había trasladado
Valencia. Hemingway ya estaba en España. El 3 d
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mayo, Dos Passos zarpó de Nueva York y tras unbreve estancia en Francia prosiguió su viaje rumba España. En ese preciso momento fue cuandBerzin escribió su memorándum para Stali
denunciando la incompetencia y la brutalidad dOrlov. Poco tiempo después, por orden de Orlov posiblemente como reacción ante estmemorándum, José Robles Villa, el traductor d
os generales rusos y buen amigo de John DoPassos, fue arrestado en Valencia por la NKVDrasladado a un sótano y asesinado a balazos.81
Dos Passos tardó casi un mes en llegar a Españ el 17 de abril ya estaba en Valencia. Para es
entonces, Berzin estaba probablemente bajarresto, pero aún no había muerto. El hecho de quBerzin aún estuviera con vida cuando su traductoa había sido asesinado sugiere que Stalin todaví
no se había decidido con respecto a España.Por supuesto, Dos Passos no sabía nada de estoA su llegada a Valencia tuvo el primer contactoAlvarez del Vayo. Se presentó listo para su misióen España. Su segundo paso era ver a su amig
Robles.
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Por alguna razón, nadie pudo decirle dóndvivía. Le pareció extraño. Dos Passos habíentendido que Robles tenía un cargo importante eValencia y, sin embargo, nadie parecía haber oíd
hablar de él. Pronto Dos Passos se encontrlamando a las puertas de casas desconocidas poas calles de la ciudad, siguiendo vagas pistas d
puerta en puerta. Por último, llegó a un pobr
apartamento en un barrio pobre. Allí encontró Margaret, la mujer de Robles, sola.Sola y fuera de sí. José había desaparecido
Simplemente un día no había regresado a casa ydesde entonces, nadie le había podido da
nformación sobre su paradero. Nadie le tendíuna mano. Había ido a la policía, al despacho dAlvarez del Vayo; había recurrido a todo españomportante que le vino a la mente, y no habí
abido nada hasta que hacía unos pocos días lhabían comunicado que José estaba bajo arresto¿De qué le acusaban? José era el republicano máapasionado que uno pudiera imaginarse. Margareestaba aterrorizada.
Ya hemos visto cómo la fuerza de su decenci
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convencional convirtió a Dos Passos en una fácpresa para la manipulación durante su visita a lURSS en los años veinte. En esta ocasión, estdecencia le hizo actuar en consecuencia. A
nstante Dos Passos entendió que su deber erayudar a Margaret a encontrar y defender a smarido. Actuó de inmediato.82
Su primer paso fue volver al despacho d
Alvarez del Vayo y pedir información. Del Vayaparentó no saber nada.83 Lo siguiente que hizo fuvisitar a otro viejo amigo, José Quintanilla, upolicía secreto que admitió vagamente que habíhabido un arresto, pero que el asunto carecía dmportancia. Se arreglaría pronto, muy pronto.
Julio Alvarez del Vayo tenía que ocuparse dcosas mucho más importantes que de ldesaparición de Robles. Dada la agenda secreta d
a guerra civil, la oficina de propaganda de DeVayo era un lugar donde se conspiraba más que umera oficina para guiar y confundir a la prensa. Sarea auténtica era la búsqueda de la uniformidadeológica. Muchos de los que trabajaban en e
despacho de Del Vayo eran en realidad agente
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ecretos con la misión de mantener informado aaparato de cualquier desviación a la lealtaestalinista. Repito que esto no estaba motivado poa necesidad del purista por la uniformidad. L
azón era el deseo de asegurarse de que durante lpurga que se llevaría a cabo tras loacontecimientos de junio, la gente que seríeliminada no pudiera convocar a aliado
nesperados.No es menester mencionar que esta obsesión poa uniformidad ideológica es absolutament
equivocada para cualquier política de coaliciónen especial en tiempos de guerra. Winsto
Churchill era el viejo paladín del anticomunismeuropeo, pero cuando las cosas cambiaron, se aliencantado con Stalin, manifestando que con tal dderrotar a Hitler aceptaría la ayuda del mismísim
Satán y que incluso se las ingeniaría para decalgo a favor de Lucifer en la Cámara de loComunes. Así no fueron las cosas en España. Sésta era la paranoia estalinista, como ciertamento era, se trataba de una paranoia con u
propósito: el método político era asegurar que
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cuando él tomara posesión del Estado español, nencontraría ninguna resistencia significativa. Ecuanto a debilitar el esfuerzo bélico, justamente deso se trataba todo el asunto. Eliminar cualquie
posible oposición era la principal tarea de loficina de Alvarez del Vayo, quien sin la menoduda pertenecía al aparato, aunque le era útil parus innumerables engaños posar com
«socialista».84
En esa oficina trabajaban dos jóvenes. Uno dellos, todavía un adolescente, era Francisco«Coco», el hijo de José Robles Villa. Otro era ubrillante joven comunista norteamericano llamad
Liston Oak.85 Oak había empezado en Nueva Yorcomo comunista. Allí lo habían captado para eaparato y el servicio secreto. Fue enviado a loficina de Del Vayo. Como tarea colateral actuab
como guía de las celebridades que visitabaEspaña. En Madrid, se pasó horas y horas aervicio de Hemingway viajando por las zonaurales a la búsqueda de alcohol en suficient
cantidad y calidad para que el maestro pudier
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hacer de anfitrión en el hotel Florida.86
Pero la parte principal de su trabajo consistía emarcar a las próximas víctimas. Al principio eprobable que Oak ignorara la finalidad con que susarían sus objetivos informes sobre la correcciópolítica. Pero era un joven brillante. Prontempezó a darse cuenta de que algo pasabaEmpezó a sospechar que se le estaba utilizand
como el dedo que aprieta el gatillo en lmaquinaria de exterminio. Se dio a beber ecompañía de parlanchines generales rusos y, por lque sé, incluso pudo haberlo hecho antes ecompañía de Robles, ya que él no hablaba ruso
De cualquier modo, Oak tomaba la precaución dbeberse medio litro de crema de leche antes dunirse a estas celebraciones para poder seguobrio cuando los rusos ya estaban del otro lado
Poco a poco, cuando se iba de la fiesta, conocímás nombres de condenados.87 Y de algún modo otro, un día de mayo, Liston Oak se enteró de lverdad sobre su amigo desaparecido, José RobleVilla.
Con esta información, Liston Oak dio lo qu
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ería su primer pequeño paso para escapar de lMentira. Habló a solas con Coco Robles y lnformó de que sabía con toda certeza que su padr
había muerto. Lo había fusilado la NKVD. Y pidi
al muchacho y a su madre que, por favor, dejarade hacer tantas preguntas.
Dos Passos desconocía esta conversación. Aúuponía que Robles estaba arrestado por algun
falta leve. Se dirigió a Madrid, donde tenía queunirse con sus amigos los HistoriadoreContemporáneos y ponerse a trabajar en La tierr
española. Hemingway y Martha Gellhorn residíaen el hotel Florida, disfrutando de los privilegio
que les deparaba el estrellato de Hemingwayaboreando el licor que les procuraba Liston Oa
así como la publicidad con que se le agasajaba anuevo héroe de lo que él denominaba «mi segund
guerra».88
Cuando llegó Dos Passos, la bienvenida dHemingway distó de ser cordial. A los ojos déste, Dos Passos estaba más interesado en creaproblemas, en parlotear sobre ese tal Robles qu
en hacer La tierra española. Además, l
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desaprobación de Dos Passos de su aventura coMartha Gellhorn ya era explícita. Esas dos razonemotivaron la rabia vengativa de Hemingway. ¿Qudemonios sabía Dos Passos sobre lo que u
hombre tenía que hacer en tiempos de guerra? Sexistía algún radical de oficina, ése era DoPassos. ¿Por qué tenía que seguir molestando coese tal Robles? Sigamos adelante. Tenemos un
guerra por ganar.A este ambiente tenso también se incorporosephine Herbst poco después, a mediados d
abril.89 Herbst no era de ninguna manera lbastante famosa como para estar entre lo
Historiadores Contemporáneos, pero estaba mápredispuesta políticamente. Mi suposición es quHerbst fue enviada a España para vigilar controlar a las celebridades norteamericanas e
Madrid. Pertenecía lo suficiente al aparato compara que se le permitiera saber que su marido erun agente del espionaje soviético en WashingtonYa había trabajado en secreto para Münzenberg eAlemania y, con toda probabilidad, también l
había hecho en otros sitios, tanto en su país com
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en el extranjero. Pero en verdad la presencia dHerbst en los círculos literarios era básicamentuna imposición del aparato de propaganda.
De ese modo, cuando Herbst llegó a Madrid fu
a ver inmediatamente a Alvarez del Vayo. Commiembro activo del aparato, muy pronto se lnformó de la situación. Se le dijo sin tapujos qu
Robles había sido fusilado sin previo juicio
procedimiento judicial alguno por haber sido uespía fascista.90 Se le puso al tanto denerviosismo que esto estaba causando entre lofamosos norteamericanos. Se la consultó sobrcómo lidiar la situación. Veinticinco años despué
al escribir sobre estos sucesos en un ensayelegante plagado de falsedades y evasivas, Herbafirmó que el aparato quería que mantuviera a DoPassos en la ignorancia de lo que le habí
ucedido a Robles.91
Dice que, por un problemde conciencia, ella no estuvo de acuerdo con esenfoque y que, como amiga de Dos Passos, actude forma independiente e insistió en que se lnformara. Es algo que no se ha podido probar y
al como verá el lector, es harto improbable. En m
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opinión, esto mismo demuestra que Herbst hizo lgestión que le había ordenado el aparato y ademácon suma eficacia. En cualquier caso, está clarque salió de Valencia después de una reunión d
consulta con sus colegas de la policía secreta deapparat y que ella partió con el claro mandato dntervenir en la confusión reinante en el hote
Florida.
Sean cuales fueren sus motivos, echemos uvistazo a lo que realmente hizo Josephine HerbsOrganizó la humillación y el descrédito públicode su querido amigo John Dos Passos, mientrahacía circular la mentira de que el íntimo amigo d
ohn en España era un espía fascista fusilado poello. Esto lo hizo en medio de una serie dprovocaciones públicas de los comunistas contros «espías fascistas» dentro de los círculo
epublicanos, acusaciones de las que luego shacían eco todos los periódicos y todos lodebates políticos en Madrid. Fue la creación duna histeria colectiva contra los supuestofascistas que se infiltraban en las fila
epublicanas. Las acusaciones las tomaron en seri
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os intelectuales presentes en el país.92 Todas lapruebas indican que el aparato mintió a propósitdel fascismo de Robles; esa mentira fue propagadnsidiosamente por Herbst y los norteamericano
del Florida se la creyeron.93 Además, aunque máarde afirmó haber dudado de la veracidad de l
historia sobre Robles que ella misma habídivulgado, en ningún momento esas dudas hiciero
mella en su comportamiento o mitigaron lvirulencia de la calumnia. Ciertamente no permitide ningún modo que esas dudas aliviaran el cruedolor y la siniestra humillación pública que suactos infligieron a Dos Passos.
Veamos cómo resolvió el problema. Apenalegó al Florida, se dio cuenta de las tensione
existentes entre los dos escritores que tan bieconocía. Pronto encontró la oportunidad de habla
con Hemingway a solas. Fue tomando unos coñacacaso la noche de su llegada, en la habitación dél. Hemingway, que al igual que Dos Passos aúcreía que Robles sólo estaba arrestado, lanzó undiatriba contra las tercas indiscreciones de Do
Passos. Entonces Herbst realizó una jugada qu
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ememoró más tarde con su prosa impregnada deestilo de Hemingway: «Bajé mi copa y dije: “Ehombre ya está muerto. Quintanilla tendría quhabérselo comunicado a Dos”».
Hemingway le devolvió la mirada, estupefacto.9Rápidamente ella le dijo que hablaba co
conocimiento de causa. Se había enterado de lverdad en Valencia, pero de boca de alguien
quien no podía mencionar porque era un asuntconfidencial; ese alguien lo sabía por un tercer«de arriba». No está nada claro por qué Herbst npudo mencionar a esa persona. El porqué no lhizo treinta años después es aún menos claro. D
cualquier manera, la mentira estaba a salvo coella. Le dijo a Hemingway que, ya que ella estabcomprometida en guardar el anonimato denformante, si alguien se lo decía a Dos Passo
había que evitar que se enterase de que la historiprovenía de ella. Al usar este dudoso truco moraHerbst se aseguró su propio anonimato.95
A cubierto con ese secreto, Herbst instruyó Hemingway de cómo podía manejar el dilema d
Dos Passos. Se debía contar a Dos lo sucedido
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o era posible mantener en la ignorancia a amigoan queridos como él. Pero ¿cómo? ¿Dónde
Acordaron no hacer lo esperable: avanzar por epasillo hasta la habitación de Dos Passos, llamar
a puerta y decirle con toda calma la verdadSabían que la historia le escandalizaría y lhundiría en una agobiante derrota. Uno pensaríque era una situación en la que debe primar l
ntimidad y la discreción. Pues no, Herbst Hemingway decidieron contárselo al día siguient en un contexto muy distinto. Iba a haber unmportante reunión de rusos y alemanes famosos
otras personalidades extranjeras. Todo el mund
estaría presente. Hemingway y Dos Passos, comcelebridades que eran, serían el centro datención. Aconsejado por Herbst, Hemingwapensó que sería el mejor sitio para comunicar
Dos Passos la muerte de su amigo. Pero ya que ne podía nombrar a Herbst como fuente, ¿quiédirían que había sido el informante? Decidierodecir que Hemingway se enteraría por u«corresponsal alemán» allí mismo en aquell
fiesta. ¿Y qué harían cuando Dos Passos pidier
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hablar con el corresponsal alemán? Pues bienHemingway podía decir que el alemán se habínegado a hablar con él.
Esa fue la estrategia que planeó Josephin
Herbst aquella noche con Ernst HemingwayHerbst pensó que se trataba de un plan espléndid observó con sumo interés cómo despertaba eado sádico de Hemingway.96
Al día siguiente, Hemingway puso manos a lobra con todas las energías de su vena sádica. Locasión era un almuerzo por todo lo alto en ecastillo que había pertenecido al duque de Tovacomo homenaje a la Brigada Internaciona
oviética. Los republicanos también celebraban eDía de Thaelman (Thaelman era un comunistalemán, uno de los héroes de la propaganda dMünzenberg) por lo que había numeroso
alemanes presentes.97
En esta reunión tan polític tan pública, Hemingway se abrió paso hasta Joha través de toda la gente que se arremolinaba eomo a ellos y anunció lo más mordazment
posible que, si Dos Passos aún se preocupa por s
amigo Robles, tal vez le gustaría saber que s
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había descubierto que era un espía fascista y qupor ello lo habían fusilado.98
Dos Passos se quedó consternado. ¿Fusilado¿Un espía fascista? ¿De dónde había sacado esoHemingway respondió al instante con su mentira a de Herbst sobre el corresponsal alemán. Añadi
que el corresponsal estaba presente, pero que nquería hablar con él. Me parece obvio que l
mplicación patente de esta mentira era que e«corresponsal alemán» consideraba a Hemingwamás de confianza que a Dos Passos. Y seguramentasí fue interpretada por todas las personanfluyentes que escuchaban.
Entretanto, Herbst observaba a cierta distanciaanónima y segura, cómo su labor producía edeseado y cruel efecto. Desde el otro lado de lala no podía oír las voces de sus amigos, per
podía ver el creciente dolor de Dos Passomientras Hemingway lo interpelaba.99
Cuando Hemingway hubo terminado, Dos Passovio a Herbst y se acercó a ella en busca de ayudaSe le acercó con «una pequeña taza de café en l
mano», tembloroso y manifiestamente presa de u
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gran dolor. Le explicó la situación. Luego spreguntó por qué si Ernest había hablado con escorresponsal alemán, él no podía. Con la peontención, Herbst le dijo serenamente que en s
opinión ya era hora de que dejara de hacer mápreguntas. Le recomendó que fuera a ver a Alvaredel Vayo, y allí lo dejó, inmerso en la humillaciópública que ella misma había creado.
Al escribir sobre este episodio veinticinco añodespués, Herbst intentó atribuir sus motivos amandato de su conciencia, casi exquisitamentdelicada. El hecho real es que el comportamientde Herbst con Dos Passos fue manipulador
deshonesto de principio a fin. Yo creo que sconsecuencia fue lo que se había propuestoilenciar y humillar a Dos Passos mientras s
propagaba la mentira, ampliamente creída por cas
odos los presentes, de que su amigo era un traidoY esto se llevó a cabo de tal manera que creó lmpresión pública de que Hemingway era un
persona políticamente responsable, a diferencia dohn Dos Passos. También me parece crucial y n
debido al azar que esto haya ocurrido cuando e
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aparato se había embarcado en conquistar Hemingway y, al mismo tiempo, en desacreditar un John Dos Passos demasiado entrometido. Ecuanto a la alegación posterior de Herbst de qu
había dudado de la versión del apparat sobrRobles, me da la impresión de que, de habeenido en el fondo esas dudas, su actuació
aparece entonces más radicalmente despreciable
nnoble. Me parece evidente que Herbst estabcumpliendo una misión que consistía en divulgar lmentira sobre Robles a fin de reforzar lvinculación de Hemingway con el aparato y ddesacreditar el máximo posible a Dos Passo
Además, creo que era una misión que se le habíencomendado. En cualquier caso, fue un trabajucio y Herbst lo hizo a la perfección.
Pero aún hay más. Mi investigación ha dejad
demostrado que en el hotel Florida también habíuna persona que, pese a ser una amistad política dHerbst, ésta no la menciona en ningún momento eu ensayo tan salpicado de nombres y apellidoo pudo dejar de verlo; ella misma menciona qu
e reunía a menudo con sus amigos del hotel, per
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a éste lo deja en el limbo cuando habla de Españo en cualquier otro de sus escritos. Al igual que smarido, ella era una agente soviética. Una vez eMadrid, ciertamente llevó a cabo su misión con l
presencia física y probablemente con lcolaboración de otro agente de la NKVD, durantaños su mentor, su maestro y posiblemente scontrol. Se trataba de Otto Katz. Parece probable
es casi virtualmente seguro que Katz estuvpresente en el castillo de Tovar cuando Herbmontó la humillación pública de Dos Passos. Nfaltó nadie de la gente importante y Otto estuvo almostrando España a las celebridades. En est
ocasión figuró, al igual que en tantas otras, com«corresponsal alemán».
Esto significaría que, mientras Josephine Herbobservaba desde una distancia prudencial cóm
Hemingway llevaba a cabo la cruel tarea a quella le había comprometido, Otto Katz tambiémerodeaba por allí observando la escena.100
Una vez completada la humillación de John Do
Passos y convencidos todos los famosos reunido
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en Madrid de que su mejor amigo en España era uespía fascista, la literatura quedó en libertad parumarse a la noble causa del Frente Popular co
Hemingway a la cabeza. Se siguió hablando de L
ierra española y Dos Passos se quedó el tiempuficiente en Madrid para hacer unas cuantaugerencias a Hemingway y los cineastaugerencias que luego se aceptaron. Pero tod
estaba en ruinas. Por un lado, Dos Passos, pese agolpe recibido, se negó a dar marcha atrás. No sragó la mentira. Aún tenía el deber de ayudar
Margaret Robles. Tal como veía las cosas, sprimera obligación era regresar a Valencia, ayuda
a Margaret y conseguir un certificado de defunciódel gobierno español ya que sabía que sin él lviuda nunca se beneficiaría del seguro de vida quRobles tenía en la universidad John Hopkins. Fu
a ver a Alvarez del Vayo, quien con otra mentira lprometió el documento. Por supuesto, nunccumplió.101
Rumbo a Valencia, Dos Passos se encontró pocasualidad con otro amigo del círculo d
Hemingway, Evan Shipman, quien, con ton
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bastante burlón, le dijo que, puesto que su amigRobles había quedado totalmente desacreditado, lmejor era que él mismo se marchara de España. Eescritos posteriores, Hemingway haría hincapié e
a «cobardía» de Dos Passos por haberse ido dEspaña. Se trató de otra inmensa falsedad. Dhecho, a partir de aquel momento, la conducta dDos Passos fue notable no sólo por su rectitud
ino también por su valentía.102
En realidad, Dos Passos era más valiente de lque él mismo se creía. En España loacontecimientos se sucedían rápidamente. Barziestaba acabado, si no muerto. En Cataluña, l
estrategia de la policía secreta estaba a punto dconseguir su objetivo. En mayo, con Negrín en egobierno, se desencadenaría el Terror eBarcelona sin restricciones. Se arrestaría a
detestado Andreu Nin, poco tiempo despuéasesinado por orden de Orlov, mientras lomiembros del POUM serían pasto de la represiónCataluña y sobre todo Barcelona se transformaríaen el escenario de horribles masacres. Y ahor
ohn Dos Passos viajó a Cataluña. Allí conoció
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George Orwell. Por su mediación, mantuvo uneunión con Andreu Nin. El hombre desaparecerí moriría una semana después.
Entonces, cuando sólo faltaban unos pocos día
para el inicio del Terror, una llamada casnaudible a la puerta alertó a Dos Passos en l
habitación de su hotel. Cuando abrió, se encontrcon el rostro atemorizado de Liston Oak, el jove
norteamericano de la oficina de Alvarez del Vayque había contado la verdad sobre la muerte dRobles.
El estalinismo en España se acercaba a sculminación. Hasta entonces, Oak había sido un
oven promesa del aparato en continuo ascensoSin embargo, España y el Terror, las contrafuerzade la ambición, hacían mella en su conciencia alimentaban sus temores. Estaba al borde de s
propia crisis. La ejecución de Robles había sidun paso en esa dirección. Pero unos pocos díaantes en Barcelona había dado otro aún mágrande cuando se encontró con un verdugo de l
KVD, un asesino con todas las de la ley llamad
George Mink a quien había conocido tiempo atrá
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en los muelles de Nueva York trabajando para epartido. Mink estaba entusiasmado con la nuevofensiva estalinista; olía a dinero y lucía uatuendo de lujo como buen gángster que era
Creyendo que Oak era de fiar, Mink lo invitó a shotel a tomar un trago. Como era su costumbre eEspaña, Oak simuló beber mientras Mink lo hací al rato empezó a hacerle confidencias. E
primero de mayo, le confió, el aparato provocaría rebelión de los anarquistas y del POUM eBarcelona, algo que los comunistas usarían comustificación para desencadenar el Terror e
Cataluña. Todo estaba listo. No podía fallar. Min
había llegado para la ocasión y estaba encantadcon el plan. Le confió muchos detalles suponiendque Oak aún era nash y sugirió en un ataque dgenerosidad que Oak aprovechara est
oportunidad de oro para comprometerse aún mácon la NKVD.Sus palabras produjeron el efecto contrario. Oa
decidió ponerse en contacto con el mismísimAndreu Nin. Contó a quien estaba a punto de se
asesinado lo que le había dicho Mink. De un
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forma insensata y trágica, Nin hizo caso omiso da amenaza. Insistió en que contaba con un fuert
apoyo. La hostilidad estalinista no era ningunnovedad.
El gran gesto moral del joven Oak representabin duda una traición. Poco después, una siniestr
conversación con un fanático del partido le hizaber que lo habían visto. Todo lo que hacía Ni
estaba bajo vigilancia. Oak se dio cuenta de quhabían terminado sus días de seguridad.* Ahorestaba tan amenazado como lo había estado samigo Robles. No escaparía con vida si no se ibde España de inmediato. Ya mismo.
Oak había penetrado en lo que sería el Terror eEspaña. Ahora, antes de que estallara la violenciaListon Oak se había atemorizado en serio. Estabconvencido de que jamás saldría de España si n
o hacía al instante. Ya mismo.Y recurrió a Dos Passos para escapar. Jamás ldejarían irse con lo que sabía. Lo estababuscando; si huía solo, nunca alcanzaría la frontercon vida. Oak había llegado a España como un se
nvisible y sabía perfectamente que moriría e
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España en el anonimato del mismo modo quRobles, invisible, salvo que interviniera lafortunada lealtad de Dos Passos. Su mismpresencia en España era un secreto. Si lo mataban
nadie conocería o daría testimonio de la verdadalvo unos pocos amigos e intelectuales de Nuev
York.¿Por qué Dos Passos? Era un hombre famoso. E
aparato no podía eliminarlo sin pagar un precinimaginable a nivel mundial. El rostro de DoPassos había ilustrado la portada de la revistTime. Contaba con el escudo de la visibilidad. YListon Oak sabía que moriría irremisiblemente
menos que se procurase algún escudo dprotección.
En aquella habitación de hotel, el joven susurrque había escuchas y en voz baja pidió ayuda.
Dos Passos se hizo cargo de la situación anstante y actuó con claridad y contundencia. Ldijo al joven que a partir de ese momento habídejado de ser el Liston Oak de la oficina dAlvarez del Vayo y pasado a ser el secretari
privado de John Dos Passos. Cruzarían juntos l
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frontera francesa de inmediato, ya mismo. Y en sviaje al norte, Liston no volvería a moverse deado de Dos Passos por un solo instante.103
Y así fue como John Dos Passos abandonEspaña y el comunismo, protegiendo al jovedesertor aterrorizado no con su cuerpo, sino con sfama y manteniéndolo a cubierto paso a paso haciel norte. Hasta que no llegaron a Perpiñán no s
percató el joven del horror en que había sidnducido y volvió a ser libre.
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11 La muerte de Münzenberg
Después de su huida de Moscú en octubre d936, Münzenberg concentró sus energías ealvar el pellejo. Sin embargo, eso no le llevó
una rápida o abierta ruptura con Stalin. Por e
contrario, aunque Willi sabía muy bien que habícaído en desgracia, una vez de regreso en Paríaferrado a su «tabla de salvación» de operacioneespañolas, realizó algunos de sus servicios má
mportantes para el régimen. Aun utilizandEspaña para escapar de la red de arrestos que sucedían en torno a Radek, Willi entendió que
partir de entonces su supervivencia era algestrictamente provisional y que la amenaza d
iquidación volvería a asomar en cuanto dejara der útil en España.
Siete meses más tarde, en el sangriento estío d937, llegó finalmente esa hora. El gobiern
español estaba totalmente en manos de la NKVD
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El Komintern en España, tras la fachada ddealismo byroniano del Frente Popular, se habí
convertido en una tapadera de la policía secretaPara ponerlo en términos más personales, e
proceso que separaría a Otto Katz de WilMünzenberg había tocado a su fin.
Y puesto en términos más generales, eKomintern, que siempre había sido la base de
poder de Münzenberg, estaba en pleno proceso diquidación. En los primeros meses de 193Münzenberg aún retenía algún grado de influencien el aparato. Aún se podía defender con unazarosa mezcla de chantaje, servicio y visibilidad
Pero en mayo y junio de ese año, estaba claro qumuy pronto necesitaría un nuevo tipo dprotección.
Lo hemos denominado «el escudo de l
visibilidad». En el caso de Willi tomó muchaformas. En esos días, Whittaker Chamberdenominaría «creación de una identidad» a esbúsqueda de autodefensa. Pero Chambers era uhombre que había optado por la clandestinidad
había elegido la invisibilidad y el anonimato d
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una vida de espía sólo para descubrir lo fácil quera morir en esas penumbras. En los añoranscurridos tras ese descubrimiento, Chamber
vivió en el terror, seguro de que moriría com
Robles había muerto y como había temido morLíston Oak. La seguridad significaba escapar desa oscuridad mortífera. Chambers tenía queaparecer, que se le volviera a ver. Necesitab
volver a figurar en la vida cívica, conseguirse urabajo, un cargo visible; escribir regularmenteconvertirse en un editorialista a los ojos de todo emundo. Tenía que ser visto por los amigos, asista las reuniones de prensa, vivir una vez más en l
esfera humana en vez del anonimato oscuro deodio clandestino.
Esa búsqueda fue bastante diferente parMünzenberg. Vivía en un peligro mucho má
directo del que jamás acechó a Chambers, percomo dirigente antifascista, Willi ya era un hombrfamoso. Su seguridad ahora dependía de si usaríu visibilidad como escudo aun cuando estuvier
comprometido en una batalla secreta contra su
antiguos camaradas. No es de sorprender qu
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hallara su autodefensa tras la fachada demovimiento antifascista que él había contribuido crear.
El intento de Münzenberg de moldearse un nuev
mejor escudo con el antifascismo tenía su ladpeligroso. En 1937 la búsqueda de Stalin de unalianza con Hitler ya estaba en una fase bieavanzada y era de dominio público entre lo
agentes secretos de alto rango que los alemanes yno serían objeto de operaciones seriamenthostiles. El Frente Popular, incluyendo al de lguerra civil española, pronto sería dejado a uado.1 En diciembre de 1936, poco después de qu
a estratagema española estuviera acabada ddiseñar y en proceso de implantación, WalteKrivitsky tuvo una reunión en París con Slutsky, edirector de la sección extranjera de la NKVD. E
objetivo inmediato de Slutsky era conseguir de laedes de Krivitsky un par de agentes varonecapaces de pasar por nazis durante un tiempconsiderable. Krivitsky no lo sabía en esmomento, pero estos reclutas luego sería
utilizados en la conspiración para incriminar a
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mariscal de campo Tukachevsky y al resto deestado mayor soviético. En su entrevista coKrivitsky, aquel día Slutsky explicó a las claras eestado de la cuestión unos seis meses antes de
nombramiento de Negrín y de que se desatara eTerror en España.
«Hemos marcado el rumbo hacia un prontentendimiento con Hitler», dijo Slutsky. «Y hemo
empezado las negociaciones. Están progresandfavorablemente.»Krivitsky quedó un poco confuso. Sucedía e
mismo mes en que se escogía a Negrín comcandidato a ser el próximo presidente prosoviétic
de España y cinco meses antes de que jurara ecargo. Krivitsky era consciente de que Stalibuscaba fórmulas de acuerdo con Hitler, pero eagente aún no comprendía cabalmente la relació
entre el acuerdo con los alemanes y loacontecimientos en España. Preguntó a Slutskcómo podían ir tan bien las conversaciones con loalemanes pese al conflicto español. Slutsky quitmportancia a la contradicción. «Esta vez», dijo
«este asunto es lo importante. Sólo será cuestió
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de tres o cuatro meses antes de que lleguemos a uacuerdo con Hitler... No hay nada para nosotros eeste cadáver putrefacto de Francia con su FrentPopular... Le puedo contar a usted la propi
opinión de Stalin con sus propias palabras. Hacpoco le dijo a Yezhov que en el futuro inmediatlegará a un acuerdo con Alemania.»2
Esto ocurría en 1936, no en 1939. Pasarían tre
años —al menos públicamente— antes de que epacto tan deseado se hiciera realidad. Siembargo, la estrategia ya estaba planteadanmersos en su colaboración totalitaria, Hitler
Stalin habían desbrozado el camino que conducía
a segunda guerra mundial.Seis meses más tarde, se desencadenó el Terro
español con toda su furia. A medida que la guerrcivil española se encaminaba a la derrot
epublicana, algo que Stalin, en mi opinión, habídecidido hacía tiempo, los soviéticos concentrarou atención en aquellos sitios de la Europa de
Este donde Stalin pensaba lograr las máximaconquistas: Rumania, Polonia, Austria
Checoslovaquia, Finlandia. El foco del interés d
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Stalin se alejaba de las zonas periféricas comEspaña y se desplazaba a los lugares que éverdaderamente quería ocupar y someter.
Esto significó que, cuando 1937 dio paso
938, la utilidad de Münzenberg para el aparatdeclinaba lúgubremente camino de sdesaparición. Al mismo tiempo, mientras OttKatz continuaba moviéndose entre Valencia
París, cada vez le preocupaban menos los asuntoespañoles; en cambio, se dedicaba cada vez más a política del Este de Europa, en especial a
gobierno de Benes controlando a los comunistaencubiertos dentro del Ministerio de Asunto
Exteriores checo. Allí su participación crecía y sactividad se volvía más intensa y conspirativa.
De España a la Europa del Este; del Komintern a NKVD: éstas eran las realidades del mund
ecreto a medida que todo se encaminaba hacia legunda guerra mundial. Fue inevitable que esocambios se vieran reflejados, desde un ángulerrorista, dentro del aparato. Una nueva y sigilos
oleada de asesinatos y de terror surcó los aparato
europeo y norteamericano, dirigida contra much
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huyó. Su fe se desmoronó tras una última reunióen París con Krivitsky; su carta a Stalin, llena duficientes insultos y denuncias como para que l
condenaran a muerte cien veces, fue despachad
por medio de un correo sumamente inseguro. Reisviajó a Suiza, donde, al parecer con la ayuda d
oel Field, fue descubierto y asesinado sólo domeses después, el 4 de septiembre de 1937.3 Poc
después, el mismo Krivitsky buscaba dóndefugiarse.4
Pero todos éstos eran hombres invisibles a univel más alto que el de Chambers. Se trataba dagentes clandestinos cuyas vidas se habíacaracterizado por mantener el máximo secreto. Agual que Robles o Liston Oak, era factible que sos asesinase en las sombras y en el anonimato e
que habían vivido. En 1937 Münzenberg ya era u
blanco tan preciado como ellos, pero no era taaccesible debido a que era un hombre famoso aún contaba con un escudo protector.
*
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En los tres meses y poco que median entre earresto de Radek en octubre de 1936 en Moscú u proceso en enero de 1937, Münzenber
maniobró en la incertidumbre tratando de reforza
u posición en España por medio de sprotagonismo en el RUP y en el nuevo FrentPopular alemán. En este tiempo, no estaba nadclaro el acuerdo que Radek podía arrancarle a
dictador ni qué dirección tomaría senjuiciamiento. ¿Sentarían a Radek en el banquillde los acusados? Resultaba fácilmente imaginable¿Arrastraría Radek a Münzenberg en s«confesión»? Si el acuerdo con Hitler estaba
punto de ser realidad, era lo más probable. ¿Podíel Terror llegar a actuar en París?
Cuando el juicio contra Radek dio comienzo eenero, Münzenberg decidió que lo que más l
convenía era «enfermarse» durante una temporad argüir que, por razones de «salud», le ernecesario un descanso en el campo. Se inventó unhistoria: sufría de una «leve neurosis cardíaca»También hizo correr el rumor de un colaps
nervioso.5 Por supuesto, no le pasaba nada. D
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cualquier modo, Münzenberg entró en una clínicpoco conocida en la campiña francesa, oculta en lque había sido una posesión rural del poetomántico Chateaubriand. Allí se sometió a lo
cuidados de un notable médico francés conocidcomo el doctor Le Savoureux.6
Por lo que he podido determinar, la clínica dedoctor Le Savoureux era una auténtica institució
médica. Al mismo tiempo, servía como refugio aantibolchevismo clandestino. Tenía el nombresonante de La Clinique de la Vallée aux Loup
Allí, en el valle de los Lobos, en las proximidadedel pequeño pueblo de Châtenay-Malabry
Münzenberg encontró protección mientras eproceso a Radek seguía su curso.
El doctor Le Savoureux es, en mi opinión, upersonaje bastante misterioso. Da la impresión d
haber sido un hombre de gran valentía personal de una impresionante flexibilidad ideológicaSupongo que era de nacionalidad francesa. Nobstante, estaba casado con una rusa, una hija dPlejanov, el revolucionario y camarada de Leni
que se convirtió en el líder de los menchevique
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a facción contraria a Lenin en los días previos a Revolución. El médico y su esposa se movían
por tanto, entre los emigrados rusos de izquierdacírculos infestados de espías soviéticos. Si
embargo, su clínica parece haber sido un lugaeguro. Al menos resultaba difícil asesinar a l
gente. Allí, el doctor Le Savoureux dirigía uervicio de protección para personas en peligro.
Mientras Willi residía en la clínica de ChâtenayMalabry, el doctor le contó una historinteresante. En la primavera de ese mismo año
nada menos que Nikolai Bujarin, sucesor de Radeen el banquillo de los acusados en el próximo gra
uicio, había estado en París en misión oficiaEsta visita había tenido lugar pocos meses antedel fallecimiento de Máximo Gorki.7 Esa visita el contacto que Bujarin hizo con el doctor L
Savoureux, arrojan una nueva luz sumamentnteresante sobre la visita que el viejo bolcheviquhiciera a la habitación de André Gide el día antedel funeral de Gorki y, en especial, sobre eurgente deseo de Bujarin de hablar con Gide
olas. También arroja nueva luz sobre el súbit
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econocimiento de Bujarin de que Gide no era lpersona idónea para escuchar sus confidenciacomo demostró al abandonar la habitación deescritor sin pronunciar palabra y, tal como Herba
o describió, con una «sonrisa de indescriptibldesprecio».
La misión oficial de Bujarin en París había sidconvenir la adquisición para los archivo
oviéticos de importantes documentoprovenientes de los archivos de loocialdemócratas alemanes. Incluían importante
papeles de Marx y Engels y se trataba de uncompra perfectamente legítima. Se la debí
negociar con el conservador menchevique de lodocumentos, un estudioso llamado Bori
icholaevsky.8
Las conversaciones de Bujarin con Nicholaevsk
pronto dejaron de ser una mera negociación sobra posible adquisición de los documentos. Shicieron confidenciales y luego secretas. Bujariempezó a hablar con gran sinceridad sobre lamaquinaciones políticas que tenían lugar en e
entorno de Stalin.* El informe un poco novelad
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que hizo Nicholaevsky, publicado como «A Lettefrom an Old Bolshevik», es un documento de gravalor. George Kennan lo ha calificado como «lfuente documental más importante y autorizada qu
enemos de las purgas».9Parece ser que en el transcurso de esta visita
acaso por mediación de Nicholaevsky, Bujarin fupresentado al doctor Le Savoureux. Todo indic
que al menos se habló de la posibilidad de quBujarin, sobre quien los nubarrones del Kremlia se cernían amenazadores, pudiera desertar
Occidente y convertirse presumiblemente en uegundo Trotsky.
Fue en compañía de Le Savoureux cuandBujarin recibió el telegrama ordenándole quompiera las negociaciones con Nicholaevsky egresara en el acto a Moscú. Era una obvia seña
de su propio fin, una invitación a la ejecuciónBujarin se quedó consternado. Le temblaba la vozestaba lívido, desesperado. Era más que evidentque su vida había llegado a su fin.10
El doctor Le Savoureux trató de persuadir
Bujarin para que se negara a obedecer la orden
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Sólo puedo suponer que Bujarin y el mencheviquambién consideraron qué clase de protección l
aguardaba como desertor ante el peligro de lvenganza de Stalin. Trotsky vivía precariamente e
el exilio, escondido en un campamento armado tinerante con un servicio de seguridad más sever
que los que entonces se asignaban a cualquier jefde Estado. Y aún así, al cabo de tres años, l
clavarían un piolet en el cerebro.Bujarin no podía o no quería dar ese paso. Npodía o no quería ignorar la invitación amatadero. Es inevitable que uno se preguntentonces cuál sería el mensaje que deseaba confia
a Gide en aquellos momentos previos al funeral dGorki.
Münzenberg, fingiendo estar enfermo en el vallde los Lobos, cobijado en la casa segura de
doctor Le Savoureux, aguardaba que el juicicontra Radek siguiera su curso. Observaba caddetalle, cada minucia en el flujo de mentiras. Amedida que avanzaba, se dio cuenta de que no se denunciaba en la sala del tribunal, no se l
mplicaba. Por último llegó la sentencia
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misteriosamente no se le condenó a muerte. Poalguna razón, Stalin había decidido atrasar sdesaparición; por el momento, no habría balazo ea nuca. Debió de suponer un alivio para Willi. E
peligro había aumentado, pero todavía no erdefinitivo.
Y había razones para ello. En enero de 1937 lutilidad de Münzenberg para el régimen no s
había agotado; quedaban unos cinco o seis mesede servicios. Todavía tenía trabajo en su misión dorganizar las redes de propaganda de la últimcausa en España del moribundo Komintern. L«tabla de salvación» aún servía.
Pero una vez que la policía secreta completó eecuestro y la captura de la República española
Münzenberg perdió el último escudo protector quenía ante el poder de Stalin. A un mes del inici
del Terror en España, la maquinaria desplegadpara el exterminio de Willi se puso en marchabiertamente. En mayo de 1937 pocas semanadespués de que dos típicos colaboradores dMünzenberg, Liston Oak y John Dos Passo
ealizaran su huida a Perpiñán, el obedient
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partido comunista alemán expulsó a MünzenbergLas razones esgrimidas para la denuncia fueroípicas del apogeo estalinista. Se le considernsuficientemente dedicado al Frente Popular. E
otras palabras, el Frente Popular estaba acabado ycon su caída, Willi Münzenberg perdía el últimescudo de protección.
Ahora necesitaba un nuevo truco. Una vez qu
España pasó a ser algo del pasado, la estrategia dMünzenberg fue convertirse en un genuino lídedel movimiento antifascista entre los emigradoalemanes, incluso en un momento en que el aparate estaba retirando de esos menesteres. Fue l
época de su participación en los «comitéHeinrich y Thomas Mann». Su táctica fumanipular dentro de esos grupos honorables mantenerlos activos cuando al partido bajaba l
guardia. Trataba de despistar al sistema que émismo había creado. Ahora era el cazador de spropia serpiente. Como resultado, estos grupos menudo adquirían un tono más auténticamentantifascista del que habían tenido hasta entonce
Willi estaba seguro de que su propia seguridad l
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exigía estar continuamente comprometido eoperaciones de propaganda que unieran a suamigos y a sus enemigos, tanto reales comaparentes. No podía romper con nadie ni podí
comprometerse con nadie. Si disociarse del terropuede ser denominado independencia intelectuaentonces por último Willi estaba en posesión desa «independencia» cuyas ilusiones había estad
organizando durante las dos últimas décadaecesitaba distanciarse lo suficiente de Stalicomo para desobedecerlo sin demasiadaalharacas; al mismo tiempo, le era menestepermanecer lo bastante cerca del aparato para qu
no pudieran pegarle un balazo sin que les rebotaraSe trataba, en definitiva, de una danza mupeculiar.
En los archivos, por ejemplo, hay un inform
obre una reunión del Comité Heinrich y ThomaMann. Tuvo lugar en 1938. Estuvieron presenteanto Willi como Otto Katz, aunque para es
entonces había surgido entre los dos una manifiesthostilidad. El principal inocente presente er
Thomas Mann. El objetivo de Otto en esa reunió
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era sobornar a uno de esos comités honorables coun dinero del aparato proveniente de InglaterraWilli no se lo permitiría. Se desató la discusión el intercambio de golpes ante el autor de Muert
en Venecia. Al final, fracasó el esfuerzo de OttoWilli seguía siendo imprescindible para el comitéThomas Mann se retiró lleno de dignidad perperplejo.11
En los viejos tiempos, Münzenberg había creaduna ambigüedad acerca del poder secreto de locomunistas dentro de los distintos frentes. Ahoraal moverse con máxima destreza por ese mismerritorio ambiguo, Willi encontraba refugios. S
propósito original había sido el servicio secretdel aparato. Ahora era escapar de los verdugos.
Mientras tanto, la NKVD había lanzado uncampaña sistemática para que Münzenber
volviera engañado a la Unión Soviética. Era unbuena noticia; significaba que la protección de lvisibilidad era lo bastante eficaz como para evitael asesinato simple y llano en París. Una y otrvez, las comunicaciones de Moscú le llegaban e
forma de orden, pedido, ruego, engaño, mandato
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marrullería para que regresara de inmediato. Lomensajeros abarcaron desde el conde Károlyhasta Louis Fisher, el editor de Nation, qulegaban portando las invitaciones.12 Una y otr
vez, Münzenberg rehusó aceptarlas. El mismDimitrov le envió varias peticiones. En umomento determinado, un agente importante de l
KVD llamado Beletsky, de quien Willi sabía
ciencia cierta que era uno de los jefes deescuadrón de asesinatos políticos en España, einiestro Buró de Tareas Especiales, se le acerc
personalmente y, desplegando su mejor sonrisa, ldijo: Vuelve a casa. No temas nada. «¿Quié
decide tu suerte?», le preguntó Beletsky mupertinentemente. «¿Dimitrov o la OGPU? Yo sque Yezhov está de tu parte.»13
Era una trampa evidente que Münzenberg evitó
En mayo de 1983, tres meses después de Múnichodavía se seguían haciendo estas tentativas dhacerle viajar a la URSS. Ese mes, Gibarti fuelevado de su trabajo para la NKVD en Nuev
York y regresó a Europa, donde se le asignaro
nuevas misiones en España y París. Antes de qu
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Gibarti partiera de Nueva York, Earl Browder, eecretario general del partido comunist
norteamericano, se reunió con él a solas y ladvirtió que no debía tener ningún trato con e
raidor Münzenberg.14
Cuando Gibarti llegó a París, lo primero quhizo fue buscar a Münzenberg. Curiosamente, sencontraron en el lugar más público que pudiera
maginarse: la terraza del Café Veil. Cuandomaron asiento, Münzenberg sacó de su bolsilluna carta reciente de Dimitrov renovando sapelación para que regresase a Moscú. Gibarti leyó e intentó argumentar que Dimitrov tenía razón
Allí no había nada que temer; su regreso erperfectamente seguro.
¿Seguro? Willi le contestó que lo único segurera que si volvía a Moscú sería eliminado com
odos los demás. Diez años después, se lehabilitaría. Era, por tanto, un viaje que evitaríhacer. Münzenberg dobló entonces la carta, se lguardó en el bolsillo y, mientras Gibarti trataba dcontestarle, dirigió la mirada a la plaza e
primavera.15
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Münzenberg era un editor y para mantener svisibilidad precisaba algún foro público para sunuevas maniobras. Necesitaba una revista. E938 fundó una nueva y en muchos aspecto
nnovadora publicación que bautizó, con lo qupuede considerarse una valentía quijotesca, Di
Zukunft (El futuro). Die Zukunft representaría uforo de alto nivel para los argumentos y la
esperanzas de la amenazada izquierda alemanaPero también serviría como escudo protector dMünzenberg. La revista tenía su típica mezcla dnocencia, grandeza intelectual y mensajes entríneas. Entre los colaboradores figuraban rebelde
genios, simpatizantes y agentes secretos. Loesponsables editoriales eran Arthur Koestler
Manes Sperber; escribían los hermanos MannGibarti y Otto Katz también prestaban s
colaboración. A medida que la década se acercabcada vez más a su clímax bélico, casi contra supropias intenciones, Die Zukunft se convirtió ealgo que, visto desde el presente, tiene toda lmagen de ser la primera publicació
auténticamente antitotalitaria de los mejore
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miembros de la inteligencia de ese entonces.Fue un modelo para futuras publicaciones. E
modo y el personal de Die Zukunft tienen eco eer Monat , la publicación de posguerra dirigid
por Melvin Lasky, y a través de ella, en lapublicaciones del Congreso para la Libertad dCultura: Encounter, Preuves y Tempo Presente. Eos movimientos del Frente Popular, com
eacción a la política de vida o muerte del Terroestaba perfilándose lo que sería la intelectualidaanticomunista de la posguerra.16
Finalmente, como tanta gente que ha perdido epoder, Münzenberg escribió un libro. Se titul
ropaganda als Waffe (La propaganda comarma), un hábil y espectacularmente bienformado análisis de los métodos nazis d
propaganda bélica. Pero debe considerarse com
obra suya sólo en parte, ya que en la redaccióestuvo asistido por un hombre que aún le era leaKert Kersten. Desde el punto de vista político, eibro es rimbombante y moderado a la vez. Se cur
en salud. Ataca sin piedad a Hitler, pero su postur
ante Stalin es de blanda deferencia. No se atreve
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dar un portazo.Mientras tanto, el aparato, cada vez má
frustrado, pasaba de la seducción al gruñido quclamaba venganza. Los archivos del Kominter
contienen extensos informes sobre el «Caso WM»Las acusaciones más furibundas contrMünzenberg provenían de Wilhelm Pieck, ehombre que sirvió como intermediario durante l
conspiración Dimitrov, más tarde primepresidente de la estalinista República Democráticde Alemania. En junio de 1937 un funcionario deKomintern, Bohumil Smearl, llegó a París parratar de rescatar grandes sumas de diner
depositadas en distintos bancos a nombre de WilMünzenberg.17 Kurt Sauerland, un joven escritofiel a Münzenberg, estaba en Moscú retenido comehén contra Münzenberg. Willi le dijo a Smea
que devolvería los depósitos únicamente sSauerland era puesto en libertad. Ahora Wilnegociaba con vidas. (La táctica resultó un éxitpasajero y un fracaso a largo plazo. Se le perdona vida al joven Sauerland hasta el asesinato d
Münzenberg. Entonces también se le ejecutó.)
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Pero Willi también podía lanzar amenazas. Se hafirmado que amenazó con hacer públicos loecretos de las operaciones encubiertas de looviéticos si era expulsado del partido comunist
alemán.19 Esa amenaza no funcionó. Fue expulsadoficialmente en mayo de 1937.20 Aun así, seguíamenazando con hablar. ¿Cuánto podía revelar¿Poco? ¿Mucho? ¿Negociaría algo a cambio de su
evelaciones? Münzenberg se estaba convirtienden un hombre sumamente peligroso.Mientras tanto, la tortuga había levantado su pat
escamosa y se aprestaba a dar el siguiente pasoSe trataría de la segunda guerra mundial. Despuédel 1 de septiembre de 1939, ya le era imposible Münzenberg seguir protegido por la cortina de lambigüedad. En Die Zukunft denunció por veprimera a Josef Stalin. Sin embargo, ese ataque
visto desde la distancia del tiempo transcurridoparece bastante suave y puramente moralista. Eealidad, la respuesta de Münzenberg al pacto y a guerra fue más una manera de protegerse que u
ataque serio. Y ahora precisaría una protección d
otra naturaleza.
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Acaso podía encontrarla en los otros servicioecretos europeos. Con el estallido de la guerraos servicios secretos de los aliados empezaron
converger en París. Paul Willert, un hombre d
Münzenberg en otros tiempos, fue nombradepresentante de los servicios británicos en l
Oficina de Información Británica que se abrió eParís bajo la dirección de Noel Coward. Fue e
aquel momento cuando Münzenberg empezó supequeños almuerzos.Una vez a la semana, en el comedor privado d
un restaurante de la Rive Gauche, se reunía paralmorzar con unos jóvenes miembros de lo
ervicios secretos de las fuerzas aliadas. En eranscurso de estas comidas, Willi analizabistemáticamente los avances de los nuevo
aliados soviéticos y nazis desde su punto de vist
excepcionalmente bien informado. Uno de lohabituales era Paul Willert. Los agentes prestabaatención como colegiales.21
Münzenberg se había inventado una nueva ngeniosa triquiñuela política. Ahora sabía qu
necesitaba ponerse del lado de los aliados s
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quería protección, pero también sabíperfectamente que los gobiernos de Francia, GraBretaña y Estados Unidos y en especial suervicios de inteligencia tenían infiltrados agente
simpatizantes estalinistas y no podía confiar eellos. El comedor de un restaurante era un buemedio. El sabía que semana tras semana supalabras serían oídas en las cancillerías de Gra
Bretaña y Francia. Al mismo tiempo, si bien sencontraba con estos jóvenes a puerta cerrada dforma semi-pública, aún no confiaba su seguridafísica a ninguno de ellos. Todavía.
El gobierno británico en especial estab
nteresado en su suerte y desde las altas esferadel gobierno Ellen Wilkinson, ahora unapasionada antiestalinista, se quiso saber de éFue en ese momento cuando Münzenberg advirtió
Ellen que debía tomar las máximas precaucioneen cualquier asunto que concerniera a él o a ArthuKoestler cuando trataba con el servicio dnteligencia británico, pues allí se cobijaba uno dus más peligrosos enemigos.22 Fue también en es
momento cuando Ellen Wilkinson y su amig
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Herbert Morrison se convirtieron en adversariomplacables de Guy Liddell, para gran indignació
del principal protegido de Liddell en el SOE, KiPhilby.23 De hecho, fue Wilkinson quien entonceerminó con los ascensos hasta ese momentninterrumpidos de Guy Liddell en los servicioecretos británicos. ¿Era Liddell el hombre a quieemía Münzenberg? La información disponible n
o aclara, pero es evidente que no estaba dispuesta confiar su seguridad a los británicos ni a lofranceses.24 Sentía que le era indispensablmantenerse a distancia, pero a la vista, de ellos.
Esta combinación de presencia y ocultamiento npodía durar demasiado. En la primavera de 194as invasiones de Escandinavia y el Benelueguidas por el ataque contra Francia inutilizaro
el escudo de visibilidad que protegía a Wil
Münzenberg.
*
En mi opinión, lo más probable es qu
Münzenberg muriera a manos de la NKVD, pero e
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hecho dista de estar aclarado. Como verá el lectopuede darse el caso plausible de que Münzenbere suicidara, que él mismo se haya colgado de
árbol en un bosquecillo próximo a una pequeñ
aldea del valle de Isère la tarde del 21 de junio d940, al día siguiente de la capitulación d
Francia. Y pese a lo improbable de que esto secierto, no puedo descartar el suicidio com
posible explicación.Lo cierto es que murió violentamente y poestrangulamiento. Me parece más factible easesinato político. La mayoría de los análisis de lmuerte de Münzenberg sostiene que fu
probablemente asesinado por un equipo dexterminio de la NKVD que había dado con spista cuando escapaba rumbo al sur en los días dfrenética desesperación en que caía Francia. L
hipótesis se basa en que hacía años que Willi erun blanco de la NKVD y que por entonces el Burde Tareas Especiales había desplegado a suhombres por el sur de Francia para ajustar cuentacon algunos de los que huían.25 Para mayo
desgracia, a principios de ese año, Münzenber
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había cumplido una antigua amenaza contra Stalipublicando en un periódico belga los nombres dcuarenta comunistas alemanes importanteasesinados durante el Gran Terror. Esta clase d
ista jamás se había hecho pública de manos duna fuente tan autorizada.26
¿Fue suicidio o asesinato? No estoy seguro. Lógica de mi incertidumbre tiene el siguient
desarrollo. Si Willi no se suicidó, no hay dudas dque fue asesinado. Si fue asesinado, es casi segurque el autor del hecho fue la NKVD con la ayudde los nazis. Además, aunque entra dentro de laposibilidades que haya habido un suicidio, es
caso depende casi exclusivamente de la merpalabra de una persona que podría ser el principaospechoso del asesinato. Añadamos que l
personalidad de Münzenberg no era melancólica n
propensa a las depresiones. Ninguno de sucolaboradores de toda la vida ha sido capaz daceptar que este hombre se haya quitado la vidaSu situación el 21 de junio de 1940 erdesesperada, pero aún guardaba algunas cartas e
a manga. Con un esfuerzo de determinación
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podría haber escapado perfectamente de FranciaBasta con pensar que todas las personas, todas siexcepción, que huían a su lado llegaron a sdestino y muchas de ellas en un tiemp
elativamente breve.Aun así, en ese momento de 1940, Münzenber
debía de ser consciente de que dependíúnicamente de sí mismo y de que una peculia
amenaza se cernía sobre él. Sabía que su huida dFrancia y su futuro dondequiera que fuese seríaobjeto de una persecución implacable por parte dos servicios secretos de ambos dictadore
Entonces sí que es posible el suicidio. Cierto tip
de persona dinámica, acorralada, puede inclusnegarse a la rendición y en un último acto ddesafío tomar de nuevo las riendas, aunque sea poúltima vez.
¿Suicidio o asesinato? Ya sea que Münzenbermurió en un acto de desesperación desafiante acorralado a manos de terceros, lo cierto es qumurió víctima de lo que él mismo habícontribuido a crear.
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Lo que sigue es, aun con algunas conjeturas, lque sabemos que sucedió.
A principios de abril de 1940 dio comienzo eblitzrkieg contra Noruega y Dinamarca. Par
principios de mayo, los pánzers entraban rodanden los Países Bajos. El gobierno francés ordenque todos los alemanes (y norteamericanos) eedad militar fueran a campos de internamiento
Cuando apareció el último número de Die ZukunfMünzenberg tuvo que tomar su decisión. ¿Huiría olas de Francia en búsqueda de la protecció
británica? ¿O se sometería al régimen dnternamiento y a la no muy segura protección d
os franceses? Es importante saber que al tomaesta decisión, Münzenberg pidió ayuda a suamigos de los servicios británicos de inteligenciaMuy poco antes de hacerlo, mantuvo una reunió
con Paul Willert y Sefton Delmer, ambos de lSOE. Y les preguntó a los dos lo que debíhacer.27
No es menester dudar mucho de la confianza qupodían inspirar Paul Willert o Sefton Delmer par
darse cuenta hoy de que se trató de un
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conversación con amplios márgenes dnseguridad. Si la ruta de escape de Münzenber
era sabida por los servicios de inteligencibritánicos, como seguramente hubiera sucedido, e
oficial de la SOE receptor del mensaje en Londrepodría haber sido Kim Philby. Además, de nlegar a oídos de Philby la ruta de Münzenberg, s
podían levantar serias sospechas acerca de l
confianza que podía inspirar Sefton Delmer.28
Duna manera u otra, lo más posible es que lconversación no tuviese garantías de seguridadPor último, los agentes británicos aconsejaron Münzenberg que entrara en un campo d
nternamiento para luego seguir la ruta del sur.De ese modo, con el consejo de Delmer
Willert, alrededor del 13 o 14 de mayo de 1940Babette y Willi Münzenberg se dirigieron a u
estadio llamado la Stade des Colombes con unmuchedumbre de alemanes y norteamericanos que congregaban para ser internados. La victori
alemana se hacía palpable a cada hora que pasabaTodos los allí presentes sabían que tenían qu
legar a la frontera española y que el camino d
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alida era posiblemente Casablanca o tal veMarsella, o incluso la frontera suiza.
Babette y Willi habían hecho planes concretopara encontrarse una vez salieran de los campo
de internamiento. Ella tenía asignado un campo dmujeres cerca de Gur. Pero ahora que el gentío sarremolinaba en tomo a ellos, llegó el momentdel adiós. Se abrazaron y entonces Münzenberg s
alejó entre la multitud que hablaba alemán y upoco de inglés americano. El gentío pronto loeparó.
Delmer y Willert habían estado en lo ciertoOleadas de refugiados provenientes de los Paíse
Bajos bloqueaban todas las rutas de escape desdParís hacia el sur. El internamiento era una vímucho más fácil de huida y todo el mundesperaba que fuera de corta duración. Muchos n
o veían como un encarcelamiento, sino como umedio más eficaz para huir. Los hombres fueroeparados en grupos de cien y enviados a varioitios. El elegido para Münzenberg fu
Chambarran, al sur de Lyon. Y así partió Willi, un
más en la anónima muchedumbre.29
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Algunos han sugerido que Münzenberg tenícomo destino concreto no Casablanca, sinMarsella, donde se encontraría con su viejo amigValeriu Marcu, un rico emigrado rumano, e
comunista y veterano conspirador de los díaprevios a la Revolución. Se dice que Marcdisponía de una gran suma de dinero para Willademás de la documentación necesaria para qu
pudiera zarpar del puerto de Marsella como uhombre libre. Este encuentro, si alguna vez fuposible, pudo o no planearse conjuntamente coos servicios británicos. Babette Gross no se creí
esa historia. Además, la documentación disponibl
ndica que en la crisis del 21 de junio, Willi estabnteresado en dirigirse no a Marsella, sino a Suiza
donde él y Babette disponían de cuentas bancariaYo mismo tiendo a descartar la historia del pape
de Marcu en el rescate.30
El campo de internamiento de Chambarran eruna gigantesca base militar en las cercanías dLyon. La imagen que tenemos de Münzenberg un
vez llegado allí es extrañamente bucólica, s
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enemos en cuenta el miedo y la angustia qudebían sentir todos los allí destinados. Allí fue parar el gran poderoso de la vida clandestina, siduda sometido, pero disfrutando del sol en l
fresca primavera, colaborando con toda alegría ea tarea asignada de cuidar el jardín de
comandante del campo. Por primera vez en su vidadulta, Willi era ajeno al poder. Por primera ve
en su vida adulta, no era más que un hombre entrotros hombres; cultivaba la tierra francesaplantaba habichuelas. Los informes apenadifieren, pero ninguno de ellos da la más mínimmpresión de que Münzenberg estuvier
particularmente deprimido. Es verdad que smostraba abatido, introspectivo. Caía en silenciopoco habituales en él. La preocupación por luerte de Babette impregnaba su
conversaciones.31
Sin embargo, la palabr«depresión» no fue la utilizada por los testigos.La mayoría de los hombres internados e
Chambarran eran exiliados alemanes de medianedad, muchos de ellos miembros de la izquierd
alemana en la que tanto había participado Wil
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Münzenberg para crear el Frente Popular. Dhecho, la compañía alcanzaba cierto grado ddistinción. Junto a él estaba Kurt Wolff, el graeditor alemán, luego norteamericano; Leopol
Scharzchild, el escritor y editor liberal. Habímuchos otros. Estaban todos ellos entre laprincipales personalidades de la cultura alemanque Hitler intentaba eliminar. Se debe señalar qu
en todos los campos —Chambarran, Le Vernet, LCheylard y otros más—, el aparato hacía acto dpresencia con sus agentes.32
Alguno de ellos seguramente fue el que hizo actde presencia a continuación. El recién llegad
destacaba especialmente entre esos hombres dmediana edad por el mero hecho de ser muy jovenHizo su aparición una buena mañana con saspecto veintiañero. Todo el mundo recuerda qu
el joven era pelirrojo. Este «joven pelirrojocontó la extraña historia de que era un comunistque se las había ingeniado para escapar de ucampo de concentración nazi. Una vez libre, habíogrado llegar a Francia y ahora se encontraba e
Chambarran.33
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Este inesperado recién llegado, cuyo nombrpermanece en el más completo anonimato, estabespecialmente interesado, incluso se podría decque preocupado, por Münzenberg. Se esforz
mucho y a la vista de todos por ganarse sconfianza. Durante sus entrevistas conmigoBabette Gross seguía sospechando profundamentde cualquiera que, como aquel joven, tuviera un
afiliación comunista que le hacía tan obviamentpeligroso. No obstante, según todos los informepoco a poco, el joven consiguió ver a Münzenbercada día y entonces no perdía oportunidad dcongraciarse como podía con él. A principios d
unio, empezó a insistir con una persistencinaccesible al desaliento en que lo trasladasen a
barracón donde dormía Münzenberg. Pronto estaben su compañía el día entero y Willi daba l
mpresión de aceptar su presencia. El joven smostraba bien dispuesto, era útil y siempre estaballí; era fuerte y decidido.
Pero la capitulación francesa era inminenteMünzenberg empezó a preocuparse por l
iguiente fase de su huida. Estaba en posesión d
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un mapa del área entre Grenoble y ValenceDespués de estudiarlo palmo a palmo, trató dconvencer a varios de sus conocidos en el campde que se le unieran y huyeran juntos hacia Suiza
que era la frontera neutral más próxima. Quien smostró especialmente entusiasta con esta idea fuel joven pelirrojo.34
Había otros. Entre los alemanes mayores, Wil
ntentó alistar a un sindicalista socialdemócratbastante conocido; no era comunista, sino más bieun anticomunista conocido de Münzenberg de lodías del Frente Popular en París. Se llamabValentín Hartig.
Debe señalarse ahora que el comportamiento dValentín Hartig en aquellas circunstancias y, sobrodo, su subsiguiente historia política sólo pued
considerarse con la máxima desconfianza. Est
claro que el hombre que más alentó a Münzenbera emprender su desdichado viaje a Suiza fuHartig.35 Está igualmente claro que el 21 de junide 1940 Valentín Hartig abandonó a los refugiadoin la menor explicación. Se separó de ellos
partió con rumbo desconocido. La realidad es qu
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no fue hacia el sur, sino hacia el norte, edirección a París, para sumarse a los invasorealemanes. Allí le dieron la bienvenida. Aunquhistóricamente había sido un militante d
zquierdas, Hartig empezó una nueva carrera en emovimiento sindical de los colaboracionistas.36
Este cambio siniestro, sumado a su relación coel joven pelirrojo, me obligan a considerar a est
personaje con las más negras de las sospechaBabette Gross, tras una larga correspondencia coHartig y tras conocerlo personalmente después da guerra, estaba convencida de que había sid
completamente inocente en la eliminación d
Münzenberg. Yo no comparto ese convencimientoEs posible que diera a Babette una versión qununca se hizo pública y que ella no me reveló en eranscurso de nuestras entrevistas. Lo cierto es qu
a conducta de Hartig nunca ha sido explicadatisfactoriamente en ningún informe o documentde mi conocimiento.37
Hacia el 18 de junio era de dominio público qua capitulación francesa era cuestión de días. El 2
de junio a las cinco de la madrugada, e
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comandante de Chambarran reunió a todos lonternados. Según un informe, se abrieron la
puertas de los campos y se dejó en libertad odos. Según Helen Wolff, se los hizo subir e
autocares y fueron enviados a otro campo más aur considerado de mayor seguridad.38 Eso no lucedió a Münzenberg. A Willi y los demánternados recibieron orden de formar una column
de marchar hacia un campo en el sudoestaunque nadie creía que pudieran llegar allí: LCheylard.39
Entre los que iban en esta marcha estaban HartigLeopold Schwarzchild, Hans Siemsen, KlemenKorth, Paul Westheim, Münzenberg y el pelirrojoSe ha afirmado que Kurt Wolff también participóHelen Wolff me aseguró que el diario de su difuntesposo desmiente rotundamente esa posibilidad.
A diferencia de Kurt Wolff y los demás, que sfueron en autocares, Münzenberg y su grupempezaron una larga caminata por la autopista deur D20 rumbo a Marsella. Al atardecer de ese dí
habían avanzado unos veinte kilómetros. S
detuvieron a descansar en el hermoso valle verd
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del río Isère, un sitio con tres pequeñas aldeas mupróximas entre sí a la vera de un gran bosqueuropeo, el Caugnet. Los tres pueblos vivían comuna unidad, Saint Marcellin, Montagne y Sain
Antoine. Sólo Saint Marcellin era lo bastantgrande como para tener correo y una alcaldía. Soaldeas construidas alrededor de iglesias del siglxii, lugares donde la gente se casa con la mism
gente con que aprendió a caminar y a hablar. Sopueblos cuyos cementerios son tan populares coma escuela, y donde uno puede hablar sinexactitudes sobre lo que todo el pueblo conoce.
Los refugiados alemanes se detuvieron en Sain
Antoine y allí, en las proximidades de la iglesiadecidieron pasar la noche. Münzenberg seguínsistiendo en cambiar el rumbo y dirigirse
Suiza, pero sus peticiones no tenían eco, salvo
egún parece, en el pelirrojo y en HartigMünzenberg le confió que estaba en posesión ddos mil francos franceses, lo que representaba unfuerte suma de dinero para cualquier refugiadoCuando los hombres se dispusieron a descansa
Willi les comunicó que a través de Hartig se habí
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enterado de que en el pueblo de al lado había ucoche en venta y que se proponía ir allí comprarlo. Estaba bastante seguro de lnformación. Hartig, el honesto Hartig, ya habí
econocido la zona y había estado allí. Ypensemos lo que podían hacer con un coche. Lenían cerca, tentador, a sólo dos kilómetros.4
Típico en él, Münzenberg decidió actuar d
nmediato. Iría a Montagne y trataría de adquirir ecoche que Hartig había visto. Estaba claro quanto si lo lograba como si no, regresaría d
cualquier modo a buscar a los demás. Sin duda lituación era relajada, pero no hay ningun
evidencia de que Münzenberg y sus amigoiguieran viaje en el acto. Todo el mundo estuv
de acuerdo en que Valentín Hartig debíacompañarle, ya que había estado allí y hablab
francés perfectamente. En Montagne, comprarían no el coche y regresarían.El joven pelirrojo también acompañó
Münzenberg y Hartig. ¿Por qué? Era uno de lomás predispuestos a cambiar de rumbo y marcha
en dirección a Suiza; la compra del coche harí
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posible esa opción. Tal vez, sabía conducir. Nestá claro que Münzenberg o Hartig supierahacerlo. Münzenberg siempre había viajado coEmil, su chófer y guardaespaldas. De cualquie
modo, él fue uno de los que fueron a Montagne, aparecer junto a otro joven del grupo, aunque estúltimo hecho permanece en la duda.
Los tres o cuatro partieron. «Todavía lo pued
ver», dijo más tarde Siemsen, «saludando con ebrazo en alto mientras cruzaba aquellocampos.»41
Con ese saludo, Willi Münzenberg desaparecde la historia.
*
Jamás regresó. Es más, ninguno de sucompañeros regresó nunca. Ni uno. WestheimSiemsen y los demás quedaron a la espera en SainAntoine y esperaron en vano a que algunegresase. Los cuatro, si en verdad eran cuatro
desaparecieron sin dejar rastro.* Para el anochece
os cuatro habían desaparecido, sin una palabra d
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explicación o la menor pista sobre el porqué de lhuida.
Este simple hecho consumado, el que nadiegresara, es el único aserto indiscutible que s
puede hacer de todo este misterio, el único puntfirme de una historia inasible. Münzenbergdesaparecido y muerto. El pelirrojo y otro posiblacompañante, desaparecidos. Valentín Hartig, u
hombre de izquierdas, desaparecido pareaparecer en París bajo el auspicio de los nazidurante la alianza entre comunistas y fascistas.
Si uno solo de los acompañantes de Münzenbergcualquiera de ellos, hubiera retomado a Sain
Antoine, con o sin el auto, en cualquier clase destado de perplejidad, para explicar cualquiedesastre ocurrido, todo el asunto se podría ver hodesde un ángulo muy distinto. Al menos alguie
parecería inocente.Sabemos que los cuatro llegaron a Montagne si
ncidentes. El camino discurría al lado de un densbosque llamado Thivolet. Lo pasaron y muy pront
e les vio y oyó en el pueblo negociando l
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compra o el alquiler de un coche. Les daba lmismo si era compra o alquiler. Fracasó el primentento, pero se les indicó que fueran a ver a otr
persona del pueblo, una tal Madame Gorbetie
quien tenía un coche que acaso quisiera vendeLuego Madame Gorbetier recordaría que tuvo uvisitante, uno solo. El desconocido que se lacercó, dijo ella, hablaba muy bien francés, y n
legaron a ningún acuerdo sobre el coche. Debida su fluido francés, está claro que el visitante dMadame Gorbetier tiene que haber sido Hartig no Münzenberg.
Pero ¿por qué Hartig y solo? ¿Negociaba e
nombre del grupo mientras los otros descansabaen el café? ¿Era portador Hartig de los dos mfrancos o Willi aún estaba en posesión del dineroSólo sabemos que más tarde ese mismo día
Madame Gorbetier volvió a ver al evasivo Hartigpero esta vez a última hora de la tarde, a diekilómetros de allí, en el tercer poblado, SainMarcellin. Una vez más, Hartig estaba soloDespués de este cambio de escenario, Valentí
Hartig también desaparece en dirección a París
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os nazis. Y para entonces, lo más probable es quMünzenberg ya estuviera muerto.
La cuestión crucial es la siguiente: cuando Hartintentaba comprar el coche, Münzenberg debió d
quedarse a solas con el pelirrojo y el segundoven. Los tres permanecieron en el café d
Montagne a la espera y allí se les vio. Se dice quMünzenberg se sentía tan cansado que apena
podía seguir adelante. Pero a partir de este instanta secuencia se difumina.
En 1987 un libro polémico causó un grampacto en un simposio sobre Münzenberg qu
uvo lugar en Zúrich. El libro fue publicado en lRepública Democrática por un hombre llamadGerhart Leo, quien detentaba un alto cargo en emundo periodístico de Honecker. Sostenía que spadre, un tal Wilhelm Leo, había sido uno de loóvenes acompañantes de Willi. No está claro si e
pelirrojo o el otro. El libro dice que su padre lhabía contado toda la verdad de los hechos dMontagne cuando la familia regresó para residir e
a República Democrática.
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Según Gerhart Leo, una vez hubo partido Harti Münzenberg se quedara en el Café de Montagn
con sus dos compañeros, Willi se mostrdesesperado. Dijo sentirse enfermo y en un estad
al de agotamiento y desmoralización que no podíeguir adelante sin un descanso. Pidió a sus do
compañeros que se adelantasen por el bosque quél ya trataría de alcanzarlos. Le obedecieron
partieron, aunque por qué Willi dijo de ir por ebosque es bastante inexplicable. ¿Hacia dónde¿La frontera suiza? Estaban agotados. Caía lnoche. No tenían coche. Hartig no había vuelto es posible que tuviera el dinero. Es obvio que l
más sensato era regresar adonde estaban sucompañeros refugiados, acampados y listos parpasar una noche bajo las estrellas a sólo unocuantos kilómetros de distancia. Esos refugiado
odos ellos, se pusieron a salvo a los pocos díai siquiera se les envió un mensaje a quieneesperaban en Saint Antoine. Los dos jóvenes, ecambio, se internaron en el bosque.
Leo afirma que su padre y el otro jove
esperaron en el bosque el improbable encuentr
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con el ya repuesto Münzenberg. Pero no llegó.Cuando pasó más tiempo del debido, Le
ostiene que los dos volvieron a la linde debosque. Allí encontraron a Willi. Se había colgad
con unas sogas usadas para embalar el tabacocal.
Babette Gross leyó y releyó este libro varia
veces. Sentía el máximo recelo. En primer lugaconsideraba que la fuente, un periodistmanifiestamente comunista con una editoriaestatal detrás, era muy poco digno de confianzaAdemás, no conocía ningún Wilhelm Leo entre lo
exiliados alemanes, aunque tuviera de ellos uconocimiento enciclopédico. Negaba con todotundidad que Münzenberg hubiera conocid
antes al pelirrojo Leo. Además, no podía creer quMünzenberg hubiera confiado su vida a dodesconocidos. Sin duda, hubiera sido mucho mejocorrer el riesgo en compañía de los demáefugiados e ir hacia el sur en busca de salvación
Münzenberg había dejado bien claro que, co
coche o sin él, volvería a reunirse con sus amigo
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en Saint Antoine, ya fuera para recogerlos compasajeros o para pasar la noche con ellos y luegeanudar la marcha. ¿Por qué, entonces, en medi
de la desesperación y una posible enfermedad
habría de cambiar el rumbo y lanzarse a pie haciSuiza? La idea de que en un hombre tan con lopies en la tierra como él hubiera siquierconsiderado embarcarse en semejante caminata, d
noche, con rumbo incierto y en estado dagotamiento, sin protección y en compañía de doóvenes comunistas, era algo insensato a ojos d
Babette. Lo mismo me parece a mí.Añadamos el misterio del largo silencio. ¿Po
qué el joven Leo y su familia esperaron casi mediiglo para aclarar uno de los misterios má
persistentes de la segunda guerra mundial? Coalgo de frivolidad, Gerhart Leo dice que e
égimen de Ulbricht no le tenía simpatía a loexiliados alemanes como su padre y sentía intensantipatía por Münzenberg. Willi fue una personprácticamente inexistente en la RepúblicDemocrática hasta la publicación del libro de Leo
El autor afirma que el régimen se hubiera opuest
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a que se conociera esta historia. Me resulta difícde creer. En Occidente y durante la guerra fría, screía universalmente que Münzenberg había sidasesinado por el aparato; esto era una acusació
contra la NKVD y el partido alemán. Una pruebfehaciente de que la teoría del asesinato era falsa más que falsa, paranoica, sólo podría habeecibido los plácemes del gobierno comunista. Si
embargo, fue en 1987, con Hartig y muchos otroestigos ya convenientemente muertos, cuando spermitió que la historia saliera a la luz.42
Babette creía que el libro carecía de cualquievalor. Aunque no usó esa palabra conmigo, cre
usto decir que lo veía como un intento ddesinformación.
Volvamos al 21 de junio de 1940. En algú
momento después de que Münzenberg y sucompañeros se dieron cuenta de que no habíningún coche en Montagne, sucedió una de docosas. Valentín Hartig desapareció por razonedesconocidas. Probablemente no regresó nunc
con sus compañeros a Saint Antoine ni devolvi
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os dos mil francos de Willi que acaso haya teniden su poder, ni dio ninguna explicaciónSimplemente partió, fue visto esa noche en SainMarcellin, y se apresuró a reunirse con su
presuntos protectores, los nazis.Willi se quedó a solas con uno o dos jóvene
uno de los cuales pudo haber sido Wilhelm Leo. Yes bastante posible que un Münzenberg exhausto
desesperado tomara una repentina decisiónenviara a los jóvenes al bosque y, una vez solocaminara hasta la linde del bosque, encontrara loga y se colgara. Creo que es psicológicament
verosímil. Sé que también lo es físicamente. Wil
abía cómo hacer un nudo corredizo. Una historifamiliar recuerda que, cuando era niño, en medide una tremenda discusión con su padre borrachoel chico amenazó con matarse, se encaramó a
ático de la taberna con una soga. Una vez allí hizel nudo y se sentó a considerar ese último actoMientras se lo pensaba, se quedó dormido, con lcuerda por almohada.43
Ahora, en 1940, podía haber hecho el nudo un
vez más. Y podía haberlo usado.
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Pero hay otra posibilidad que es la del asesinatoCuando fracasó el primer intento de comprar eauto, Hartig pudo haber ido a intentarlo co
Madame Gorbetier, posiblemente incluso eposesión del dinero. Es evidente que Münzenberconfiaba en Hartig. Se quedó en el café esperandoPero Hartig no volvió. Es posible que todo
upusieran que Hartig habría vuelto con lcompañía de los demás refugiados en SainAntoine. En cualquier caso, los tres se quedaroolos. Anochecía.
En ese momento, Münzenberg y los jóvenes s
evantaron y partieron. Se los vio salir juntos decafé, lo que contradice la versión de Leo de quos dos jóvenes se adelantaron dejando a Willi e
el café. Ciertamente no podían haber hecho algan alocado como partir a pie a la caída de l
noche rumbo a Suiza. Es obvio que tenían lntención de volver sin el coche y sin Hartig cous compañeros que estaban a unos poco
kilómetros de allí. Y en esa dirección caminaron
Tenían que apresurarse si querían llegar a Sain
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Antoine antes del anochecer. El camino pasaba pounas arboledas.44 Pudieron decidir tomar un atajoSe internaron.
Münzenberg avanzó por la creciente oscuridaólo un corto trecho. Ahora estaban fuera de l
vista. Y sea lo que fuera lo que sucedió continuación, tuvo que pasar muy rápidamente.
Si Willi Münzenberg fue asesinado, tal como ycreo, el método fue uno de lo comúnmente usadopor asesinos. Con una cuerda firme, lo bastantfuerte como para ser llamada soga, capaz dostener el peso de un hombre suspendido en e
aire, se hace un lazo y el asesino aferra los cabos u muñeca, se acerca a la víctima por la espaldae pasa el lazo por encima de la cabeza y apriet
con todas sus fuerzas mientras le clava una rodill
en la espalda. El golpe de la rodilla sumado a lfuerza de la cuerda rompe el cuello y produce amismo tiempo el estrangulamiento. La víctima npuede defenderse. La muerte, si no es instantáneaes rápida. El asesino ha de ser un hombre joven
fuerte y el resultado es casi indistinguible de l
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muerte por ahorcamiento salvo por algún moretóen la espalda.
Si así ocurrió con Willi, a los asesinos les fumuy fácil pasar la soga por una rama y colgar a
hombre ya muerto y dejarlo allí balanceándosmientras desaparecían.
La premisa número uno de cualquier asesinato e
atrapar a la víctima a solas; en este caso, alejar Willi de los demás compañeros. Fue Hartig quieo convenció de dejar el grupo para la búsqued
del coche irresistible. Una vez logrado, fue Hartiquien dejó a Münzenberg solo con los dos jóvene
A partir de entonces, Hartig desaparece rumbo a lprotección nazi. Si Willi fue asesinado, lo fue siduda por los dos jóvenes a las órdenes de l
KVD. Babette tenía razón. Münzenberg jamáhubiera confiado en los dos jóvenes sin HartigEran obviamente peligrosos. Pero ¿HartigConfiaba en él. Pensaba que era de fiar, uocialdemócrata, un no comunista, un hombre d
confianza sin ataduras con el pasado.
Creo que en eso se equivocó.
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Admito que Hartig pudo haber partido hacia enorte por mera cobardía dejando solo Münzenberg con los dos jóvenes por razones nelacionadas con el asesinato. Babette Gros
podría tener razón en su conclusión de que ernocente. Sin embargo y ante la ausencia de má
pruebas, sigo pensando que su comportamiento ealtamente sospechoso o, cuando menos, sumament
propicio para los asesinos.El posible error fatal de Münzenberg consistien creer que Hartig era lo que decía ser, uocialdemócrata. No lo era; se trataba de uzquierdista que se sentía libre de pasarse a lo
nvasores alemanes en París del mismo modo quo hizo Julius Alpari, el antiguo contacto de Wil
en el espionaje, un alto cargo del aparatoviético, quien se sintió perfectamente a salv
ante la llegada de la Wehrmacht . Haciéndospasar por socialdemócrata, Hartig, desde mi puntde vista, estaba idealmente situado para que sdoble vida sirviera a los dos dictadores. No lafirmo; lanzo la conjetura. Pero si Valentín Harti
colaboró en el asesinato, entonces me parec
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factible que el fin de Münzenberg se debió a uncolaboración de los servicios nazi y soviético.
Puede muy bien haber sido una última cláusuletal en el finamente editado pacto.
En octubre se descubrió el cadáver. Las hojacaían rápidamente, pero aún no habían cubierto deodo el cuerpo en descomposición de Willi cuand
o encontraron los perros de los cazadores. Loga que lo había atado al roble seguramente sompió pronto; cuando se descubrió el cadáve
éste estaba sentado, con las rodillas empinadabajo el árbol. No tenía dinero encima, salvo u
valioso reloj en la muñeca. En su bolsillo habíuna tarjeta postal dirigida a Babette, una carta coel membrete del PEN Club de París y algunopapeles que no pudieron identificarse.
Los hombres que encontraron el cuerpo fueroápidamente a la alcaldía de Saint Marcellin
notificarlo, pero antes de hacerlo, mientras loperros gruñían y ladraban en torno al cadávecada uno de ellos arrancó un trocito de la soga qu
había estado anudada al cuello. Se trataba de un
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uperstición campesina. Por alguna razón, creíaque un trozo del nudo corredizo de un ahorcaddaba suerte a los cazadores.
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Epílogo
Un comunista que está siendo juzgado por su vida en Praga ha confesado posorpresa ante el tribunal que yo le dinstrucciones escritas para que fuera un
agente británico y que yo era un altocargo del Servicio de InteligenciBritánico. Se llama André Simon yrecuerdo vagamente haberle conocido
en París en 1940. Deseo informar a l prensa que, debido a una recientoperación dental, tengo los labiocosidos.
The Diaries of Noel Coward, 5 de noviembre de 1952
Diez años de la muerte de Willi Münzenberg, e
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950, Estados Unidos había entrado en la guerrfría y Otto Katz estaba de regreso eChecoslovaquia, donde salió de las sombras entró en la nueva y tenue luz totalitaria como u
hombre poderoso. Durante la guerra, se le habímantenido alejado de las líneas de fuego. Loespías tienden a ponerse a un lado cuando avanzaos ejércitos. Se había instalado en México
exiliado pero nada ocioso, metido en numerosamaniobras políticas.Pero en la guerra, Katz había hecho un pequeñ
ervicio al aparato divulgando desinformacióobre la muerte de Münzenberg. Para este fin
utilizó a su «vocero francés», Geneviéve Tabouia corrupta y ruin periodista a quien ingleses
norteamericanos consideraron erróneamente comuna especie de heroína de la verdad en el moment
de la caída de Francia. Katz logró que ellanunciara en su libro They Called Me Cassandr
o que sería la mentira oficial soviética sobre lmuerte de Willi, según la cual, naturalmente, ésthabía sido un colaborador de los fascistas. D
hecho, gran parte de la desinformación póstum
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obre Willi puede rastrearse hasta Katz. Pocahoras antes de su propia ejecución, como pruebde su lealtad al partido, dio testimonio de que éhabía contribuido a la caída de su viejo amigo.
En 1944, cuando acababa la guerra, Kaabandonó de súbito la ciudad de México y viajcon su amigo Kisch a Praga. Los dos asistieron a proclamación del nuevo Estado checo, listo
para recibir la recompensa por toda una viddedicada a las confabulaciones.Antes del golpe checo, a finales de los año
cuarenta, Katz pasó algún tiempo en el Ministeride Información. Dios sabe muy bien que es
ministerio que combinaba propaganda y serviciode inteligencia debió de haber sido su hábitanatural, pero también se le nombró responsable dnoticias internacionales del periódico naciona
ude Pravo. Allí empezó a escribir su máconocida columna política, «Habla AndrSimone». Finalmente Otto se estaba haciendo unombre.
No se trata de que hubiera dejado el servici
ecreto. Mientras el gobierno Benes-Masaryk s
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mantuvo firme, el trabajo secreto necesario parpreparar su caída requirió toda clase de esfuerzoocultos* Después del golpe, Katz fue de grautilidad para un gobierno que sustituía epensamiento por la conspiración. De una manera otra, Katz estaba en su elemento.
Sin embargo, había cambiado. El otrora seductoera ahora un prepotente del poder. En otro tiempo
en la terraza de Norma Schearer e Irving ThalbergKatz había desplegado sus encantos con su acentde los Sudetes. Ahora era arrogante y vulgar. Svanidad, en un tiempo tan hábilmente ocultada, svolvió clamorosa y chillona. Un izquierdist
norteamericano recuerda habérselo encontrado ea Conferencia por la Paz de 1946 en París cuand
un taxi pegó un frenazo a su lado. Tras lventanilla del vehículo estaba Otto Katz; habí
hecho que el taxi se detuviera de golpe con sólmencionar el nombre del gran personaje que iba ver: Maurice Thorez.1 Hasta su antigua modesticobró un tono gestual y fanfarrón. Después de uneunión de figurones en Praga, Katz comentó qu
no quería «dar la impresión de ser el poder detrá
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del trono».Con el golpe, Katz se hizo aún más influyente e
febrero y marzo de 1948, cuando Stalin decididar por terminada su supuesta colaboración co
os no comunistas de Checoslovaquia y se cargó egobierno de Benes como se había pactado eYalta. Durante tres años, Katz había servido comagente de penetración en ese gobierno.2 Pero en e
nvierno de 1948 el golpe checo consiguió eriunfo de la verdad sobre la apariencia. Egobierno de Benes, con el que Katz habímantenido relaciones tan prolongadas comcomplejas, se había basado en la fantasía de un
coalición de demócratas y comunistas, del tipo dlusiones que había sabido crear Münzenberg
Ahora se le ordenó al aparato demoler esa ilusió establecer un Estado abiertamente totalitario. E
gobierno de Benes fue reducido a la nadaMasaryk «se suicidó». El líder estalinista KlemenGottwald, borracho de poder (y también dalcohol) asumió todo el poder y llegó tambaleantal sitial que le correspondía como cabeza de u
gobierno enteramente obediente al Dictador de
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Proletariado.3
Con este nuevo gobierno, Otto Katz parecihaber culminado su vida secreta y haberlo hech
con total autoridad. Por fin podía dejar atrás laviejas redes secretas de Norteamérica, Francianglaterra y México. En el país de su infanci
había nacido el paraíso socialista; esa inevitabl
Utopía por la que Katz se había pasado la vidmintiendo finalmente había comenzado a implantael reino de la perfección materialista. ¿Todavícreía o podía creer Otto en este sueño? Tantadécadas de mentir por la verdad ¿habían hech
mella en su capacidad de creer? No es que estcreencia tuviera importancia. La sinceridad de lfe de Katz no estaba condicionada para nada por edestino que se le estaba preparando.
Nunca hubo verdadera seguridad en la Utopíancluso para el servidor más obediente. Siempre debía temer la letal gratitud de Stalin. Otto Kat
había dicho y visto muchas cosacomprometedoras a lo largo de esas década
¿Quién podía saber si en esta nueva vida no se irí
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de la lengua? Podía suceder que el dictadoevitara ese riesgo enviándole a la discreciódefinitiva, ese silencio que ningún interrogadopodría romper. No obstante, al final algo má
nesperado que la recompensa de Stalin hizo caea Otto Katz. Fue destruido por una crisis demundo secreto, una crisis en la que estabanvolucradas todas esas viejas redes en las que é
había intervenido con tanto ahínco.La crisis a la que me refiero provino de Américcon el estallido de la gran causa célebre de esépoca: el caso Hiss. Fue un suceso que tuvo ufuerte impacto en la política norteamericana. Per
ambién repercutió profundamente en la políticcheca. Debido a que involucraba a un gran númerde sus viejos contactos norteamericanos, tambiéalcanzó de pleno a Otto Katz, sobre todo gracias
oel Field.*
En agosto de 1948 se planteó el caso Hiss ant
el Comité de Actividades Antiamericanas por e
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estimonio sobre todo de tres espías: ElizabetBentley, Whittaker Chambers y, más tarde, HedMassing. Los tres habían entrado en el aparato ravés de las redes de Münzenberg y, aunque no s
e mencionara en las interpelaciones, suestimonios pusieron en peligro muchas de laedes que se habían organizado en Norteamérica
en especial en Washington, tras la fachada de
«antifascismo» de Münzenberg. El momento de laevelaciones llegó seis meses después del golpde Estado checoslovaco y tuvo lugar en lamarmóreas dependencias del Congreso, al inicide la débil campaña presidencial de Truman, en e
mismísimo momento en que los dirigentes de lvieja coalición de Roosevelt tenían toda la razódel mundo para temer que su base política estaba punto de caer hecha trizas. Las sesiones de
Comité, convocadas fuera de fecha y con una clarntención política, se celebraron para escuchar eestimonio de un correo y hombre de contacto de
espionaje soviético, un viejo amigo de Otto Katz de los mafiosos húngaros de Nueva York, u
hombre que trece años antes había sido el enlac
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de una de las más importantes redes eWashington. El testigo era «Karl», el antiguconfidente de Josephine Herbst. Trece años anteoculto tras este alias, tras sus modale
dostoievskianos y su indefinible acento alemán«Karl» había frecuentado el diminuto desangelado apartamento de John Herrmann eWashington. Allí escuchó cariñosamente l
emocionada historia de la infelicidad de JosiePero ahora «Karl» se había puesto tras emicrófono y con la identidad norteamericana dWhittaker Chambers empezó a decir unas verdadeobre el apparat como jamás las había dich
norteamericano alguno.Debido a esta decisión, Whittaker Chamber
quedaría sometido a toda una vida de vituperacióe insultos, pero, por el momento, lo que decía er
electrizante. También era terriblemente peligrosno sólo para una de las partes. Si Chambers estabdiciendo la verdad, todas estaban en peligro, eespecial todas las redes de América y Europcreadas con la cobertura de Münzenberg y su
hombres. Eran las que a lo largo de la guerra y co
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a apariencia de «antifascistas» se habíanfiltrado en todos los gobiernos aliados y en un
gran cantidad de organizaciones honorables, con efirme propósito de preparar y asegurar l
conquista soviética en Alemania y Europa deEste. Y ahora, en el momento justo del triunfo desta política clandestina, Chambers revelaba unnformación que podía poner todo eso sobre e
apete.El ejemplo típico de un agente que estaba epeligro directo era el viejo pupilo de HedMassing en espionaje, Noel Field. El peligralcanzó la alerta roja cuando Chambers hizo l
declaración más explosiva: una de las personaque servían como agentes del espionaje soviéticen la red de Washington era nada menos que AlgeHiss, un importante personaje de los medio
diplomáticos norteamericanos. Chambers afirmque Hiss, junto con su mujer Priscilla, habíestado al servicio de los rusos como mínimo desdmediados de los años treinta.
Era vital que Field no quedara al alcance de lo
norteamericanos. Los rusos actuaron de inmediat
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para evitarlo. Cuando las declaraciones dChambers conquistaron los titulares de todo emundo, Noel Field estaba en Praga. Estab«frenético» por lo que sucedía en Washington
buscó y pronto contactó con sus controleoviéticos.4 Temía que Hiss o Chambers o quizá
algún otro clandestino de Washington, como poejemplo el abogado Laurence Duggan, pudier
acusarlo en cualquier momento.5 A medida quavanzaban las revelaciones, a Field se le convocen Budapest, donde desapareció de improviso. Fu«arrestado». Y lo mismo les sucedió a su mujeHerta, a su hermano Herman y a su hij«adoptiva», una mujer nada propensa a lo filial, yadulta y una comunista alemana de la línea durlamada Erica Wallach.
Estos «arrestos» fueron en parte auténtico
encarcelamientos y, en parte, un teatro. Field y sfamilia quedaban prisioneros y sin libertad dmovimientos. Entre otras cosas, su confinamientfacilitaba a los apologistas soviéticos dOccidente el presentarlos como víctimas de
égimen en vez de los acérrimos colaboradore
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que en realidad eran. Pero la verdaderepresentación sólo se avecinaba. Como reacció
ante el caso Hiss, Noel Field estaba a punto de que dieran el papel de ubicuo superespí
norteamericano cuyo «testimonio» ahora podríutilizarse para justificar una nueva e inmensoleada de Terror que conmovería al mundcomunista de las democracias populares. Este fu
el mito de Noel Field como maestro manipuladode una extensa red de traidores a la Revoluciónodos ellos manipulados por Allen Dulles y aervicio del capitalismo y del peor demonio dodos, el nuevo archienemigo de Stalin, el marisca
Tito. Los traidores eran sirvientes del capitalismconfabulados para destruir la RevoluciónPretendían restaurar el capitalismo. Este fue epretexto para el gran Terror dentro del partido qu
e produjo en toda la Europa del Este y que sirvipara justificar la ejecución de miles de personas.Es evidente que los soviéticos coordinaron e
Terror desatado gracias a Noel Field y el casHiss. Field fue arrestado pocos días antes de qu
empezara el juicio por perjurio de Alger Hiss e
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ueva York; recuperó la libertad el mismo día quHiss abandonó la penitenciaría federal dLewisburg. Mientras tanto, en Estados UnidoField desapareció de las noticias y no se pens
más en él. El y su familia de espías desaparecierodel diario frenesí de la atención pública y lcompleja historia de los juicios comunistas fueemplazada por la noticia sensacional de los His
el agotador drama de acusaciones y réplicaobre su presunta inocencia o culpabilidad.
Los Hiss respondieron a las acusaciones dChambers con una negativa indignada
ecalcitrante, absoluta y políticamente escandalosa la que se aferraron todas sus vidas. Todo era unmentira; cada palabra traslucía una odiosa paranoica falsedad; era un despreciable invento dos guerreros de la guerra fría y sus cohorte
derechistas para desacreditar a la diplomaciprogresista de Estados Unidos. En el subsiguientntercambio de réplicas y contrarréplicas, no s
dejó de tocar ningún aspecto de la opinión polític
norteamericana. Como ha señalado Diana Trilling
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«durante años, el caso Hiss representó en pequeño que había representado el caso Dreyfus e
Francia».6 Mientras los Field desaparecían tras eelón de acero, el caso Hiss se convirtió en la gra
polémica norteamericana de la época.
La letal actuación de Noel Field finalmentdesapareció de la vista por completo. Pero nunc
ha muerto la polémica sobre si WhittakeChambers decía la verdad o no sobre el espionajde los Hiss. En este mismo momento, el vaivén depéndulo ha empezado a ganar velocidapropulsado por los hallazgos en varios archivos.
A finales de 1992 el director de los archivooviéticos, el general Dimitri Volkogonov, setractó de unas declaraciones hechas poco ante
en las que afirmaba que en los archivos de l
nteligencia Militar Rusa no existía ninguna pruebque indicara la culpabilidad de los Hiss ni quChambers hubiera sido algo más que un simplmiembro del partido comunista norteamericano. Lprimera declaración de Volkogonov salt
naturalmente a las primeras páginas de lo
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periódicos norteamericanos y por un momento sa consideró como la palabra definitiva sobre e
caso, hasta que el general se desdijo reconociendque el abogado de los Hiss, un hombre llamad
ohn Lowenthal, le había presionando much«para que dijera cosas de las que no estabenteramente convencido».7
¿Cómo estaban relacionados Alger Hiss y NoeField? Las respuestas definitivas han de esperar que se abran más los archivos rusos y de Europdel Este, pero el informe de Budapest encontradpor Maria Schmidt deja en claro que ambo
conocían bien sus respectivos trabajos secretoncluso sin esos informes, sabemos que los Hiss os Field eran amigos en Washington antes de l
guerra, en los soleados días en que los jóvene
partidarios del New Deal charlaban alrededor duna piscina. Hasta la guerra y edesenmascaramiento de Field como agentoviético, los dos mantuvieron contactos d
cooperación. Pero más allá de estas amistosa
asociaciones, es obvio que la búsqueda de refugi
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de Field en el Este fue provocada por el casHiss. Herta y Noel iniciaron su horrenda odisea partir del terror de la guerra fría. Los Fielalieron de la prisión húngara exactamente e
mismo día en que Alger Hiss cumplía el fin de scondena en Estados Unidos.
Ya hemos visto cómo Hede Massing actuó dcontacto introductor de Field en el espionaj
cuando éste aún era funcionario del Departamentde Estado. Al mismo tiempo, en otra red, JohHerrmann y Whittaker Chambers dirigían la red dpenetración a la que pertenecía Hiss. HedMassing, en su libro This Deception, describ
cómo en 1935 Alger Hiss presionaba a su bueamigo Field para que dejara el. grupo de Massin se incorporara a su propia red de agentes. Fielo consideró, dado el buen entendimiento que tení
con Hiss. Esto provocó presiones; entonces Fielorganizó una reunión entre Hiss y Massing parque discutieran qué organización debía quedarscon él.8 Según Maria Schmidt, los archivohúngaros confirman al cien por cien la versión d
Massing de este evento.9 Se dice que la
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declaraciones de Field a la policía secreta e954 están plagadas de información sobre e
espionaje de Hiss, pues lo conocía muy bien desde sus comienzos.
*
Y así los destinos de los Hiss y de sus amigoField se entrelazaron en la alta política de lépoca. Lo mismo sucedió con sus juicioespectivos. Mintiendo por la verdad y, segú
creo, mintiendo hasta el final, los cuatrepresentan una mezcla emblemática y torturad
del bien y del mal. Fue su destino común el que loecretos de sus duplicidades se transformaran emágenes necesarias para las distintas visiones de
bien y del mal de su tiempo.Los procesos del Terror levantados en torno
Field, uno de los episodios más terribles eveladores de la historia contemporánea europea
aún son muy poco conocidos. Tuvieron lugar eodas las capitales del Este, menos en Belgrado
En Hungría, Rajk fue procesado y fusilado; e
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Checoslovaquia, el presidente Slansky y muchomás hallaron la muerte. Y fue en este últimproceso en el que Otto Katz, el buen amigo dField, fue condenado a muerte.
En sus memorias, Lillian Hellman se lamenta dque Otto Katz hubiera sido ejecutado porque «eégimen quería matar su espíritu independiente».
Es un disparate paralelo a la versión sostenida po
os apologistas del régimen según la cual Field fuen realidad una mera víctima de la opresióestalinista en los tiempos de los juicios RajkSlansky. Otto Katz fue un servidor enteramentobediente al régimen hasta los últimos minutos d
u vida. En cuanto a Field, si bien es cierto que srabajo como agente corría peligro por laevelaciones sobre sus actividades en Occidente
de hecho actuó durante toda la época de los juicio
Rajk-Slansky como un provocador y verdugo qucolaboró plenamente como «superespínorteamericano» cuyo «testimonio» era utilizadpara condenar a muerte a incontables agentes camaradas igualmente comprometidos con e
movimiento antifascista. Schmidt insiste en que lo
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documentos de sus declaraciones de 195confirman categóricamente estos supuestos. Pera colaboración de Field también salta a la vistae le permitió seguir viviendo y se le «rehabilitó»
mientras que literalmente miles de sus camaradadel viejo movimiento fueron «liquidados» en esmismo tiempo y en su nombre.
Es importante recordar que la gente condenad
en esos juicios no eran necesariamente disidenteni adversarios del régimen. Creer que lo eran ecaer en un craso error. No era gente que dudara neran los Bujarin del Este. Casi cada uno de elloera un estalinista convencido. Rajk, Slansky
Reicin, Katz: eran todos eficaces y lealeervidores. No murieron por oponerse a Stalin
Murieron porque habían obedecido a Stalin de unmanera que ahora era conveniente silencia
Reicin, una de las principales víctimachecoslovacas, no era un tierno partidario de libertad. Era un notorio y feroz agente de lKVD, casi con seguridad un participante direct
en la muerte de Masaryk.11 Rajk había sido u
ferviente inquisidor estalinista en Hungría, cuyo
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numerosos actos de opresión incluían la tortura decardenal Jozsef Mindzenty y la opresión de lglesia católica.12 También es verdad que afirma
que todos estos infelices llevados a juicio habíaido colaboradores de los crímenes de Staliepresentaría una calumnia insensata. De ningú
modo. Muchos eran comunistas inocentes dealistas. Muchos eran funcionarios decentes
venales que estuvieron en el lugar equivocado eel momento menos oportuno. O se tratabimplemente de judíos, ya que el Terror de Stali
adoptó entonces un carácter abiertamentantisemita. Sin embargo, se debe recordar qu
Stalin nunca consideró como aliados a sucolaboradores más próximos. Siempre eraenemigos potenciales, traidores a la espera dalgo. En los juicios, el dictador ajustaba cuenta
anto con sus aliados como con sus enemigos. Ycasi siempre, lo que hacía era borrar huellas.
Pero sin duda, los juicios Rajk-Slansky tuvieroun significado más amplio que una simpl
espuesta a la crisis que creó en los servicio
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ecretos el desenmascaramiento de Hiss. Liniestra oleada de conspiración propagandístic
que en los últimos años de la década de locuarenta barrió todo, salvo el poder comunista e
Alemania y en el Este, debe verse como lculminación triunfante de dos décadas de trabajclandestino que, después de 1945, fue reforzado puesto en su sitio por el Ejército Rojo. Y
rágicamente, entre las muchas operacioneencubiertas para captar, subvertir, desacreditaaplastar o aniquilar cualquier facción política nobediente a Stalin, las de las redes del movimientantifascista deben ser consideradas como las má
mportantes. Dentro de los servicios de GraBretaña y Estados Unidos, en el SOE y en laOSS, desde Kim Philby hasta Jürgen Kuczynskos agentes de penetración utilizaron sus cargo
para desacreditar y destruir las facciones del Est de Alemania que resultaban inaceptables parStalin.13 En los pasillos de la OSS y deMinisterio de Información británico, gente quahora sabemos que eran agentes de penetración
gente cuyo prestigio provenía de su historial en e
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antifascismo diseñado por Münzenbergprocuraban que sus compañeros antifascistaperfectamente auténticos, pero no comunistaquedaran a un lado, desprestigiados y declarado
oficialmente indignos de confianza. Es undesgraciada ironía que la labor de desacreditar lamotivaciones políticas de los otros antifascistaestuviera a cargo de agentes de un aparato polític
que hasta poco tiempo antes había mantenido unalianza activa y manifiesta con Hitler y que durantargo tiempo utilizó su antifascismo para encubrus secretas vinculaciones con el dictador alemán
Pero casi nadie se entera de esa ironía. L
estrategia funcionó. El trabajo de los topos dCambridge para demoler la facción dMihailovich en Yugoslavia es la única de estaraiciones estudiada en profundidad y bie
conocida. Hubo muchas más que se originaroanto en los servicios británicos comnorteamericanos.14 La gota que finalmente rebosa copa en 1948 fue sangrienta y tenaz.
Y así, con el caso Hiss, dio comienzo un nuev
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Terror. Los juicios para liquidar a estalinistaobrantes se pusieron en marcha en todos lo
Estados satélites. En Hungría, László Rajk, ecomunista más popular del país, fue arrestado
levado a una casa en las afueras de Budapest qude hecho era una cárcel y una cámara de torturaAllí se le careó personalmente con Noel Fieldprisionero en el mismo lugar, quien insistió en s
nuevo papel de superespía norteamericano.Los juicios del Terror iniciaron su gira por todEuropa del Este. Empezaron en Albania Bulgaria, cobraron fuerzas en Hungría alcanzaron su terrible esplendor con los juicio
Slansky en Praga. Allí, se cebó en los obedienteervidores que se habían mostrado más activos eos cuadros estalinistas del movimient
antifascista en Europa y en la estratagem
española. El porqué fue así es algo que nunca hido investigado en profundidad.15*
Entonces, en noviembre de 1951, el presidentRudolf Slansky fue arrestado junto con otromportantes miembros de su gobierno, la mayorí
udíos. Katz no estuvo en la primera redada d
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víctimas. Nuestra última visión de él como hombribre es de pie en un autocar donde se encontró coa esposa aterrorizada de Otto Sling, uno de lo
arrestados. Se dice que intentó consolarl
amablemente.Poco después de esta charla, los agentes de
aparato al que Katz había servido toda su vida ldieron caza.
*
Los relatos de cómo se obtenían las confesionede los prisioneros representan uno de los má
erribles documentos que haya visto este siglo. Lconfesión de Artur London y The State of M
ind de Eugen Löbl son relatos de cómo todartificio concebible de dolor físico, humillacioneerror, falsas promesas, falsa camaradería y otr
vez terror fueron utilizados de forma sistemática nvencible. Todos confesaron. Ni uno falló.
¿Otto Katz? Según Löbl, confesó en cuantfueron a por él. No ofreció la menor resistencia
«Confesó en el ascensor», dijo Löbl.16
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Y a finales de noviembre de 1952 Otto Katz sentó en el banquillo de los acusados y ley
exactamente lo que se le había requerido. Sconfesión no hace especial hincapié en Noel Field
pero en cambio es interesante como una especie dparodia grotesca y tergiversada de su propia vidde agente secreto. Otto recalcó de qué maneraiendo él hijo de un rico fabricante, siempre s
había sentido atraído por los «elementos burgueseudíos». Confesó que era trotskista desde los díade Piscator. Durante el Pacto, se había convertiden un agente sionista a través de la diabólicnfluencia de un judío miembro del gabinete d
Daladier, Georges Mandel. Señaló que habíconspirado con el reaccionario Benes. E
orteamérica, lo había hecho con Louis Fisher y e«nacionalista judío» Felix Frankfurter. En París, l
habían reclutado Noel Coward y Paul Willert para inteligencia británica. En Estados UnidoDavid Schoenbrun, el «agente del judaismcapitalista», lo había introducido en el servicinorteamericano. Había colaborado con lo
sraelíes. Le había influenciado el monstruo d
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Earl Browder. Había trabajado para los sionistaen México. Había sido correo de Slansky y «otroconspiradores» entre los periodistas extranjeros.
Muchos años después, Löbl recordaba que l
confesión de Katz había tenido un tonpeculiarmente histriónico y que Katz había dichque «no hay árbol lo bastante alto parcolgarme».17 Löbl se preguntaba si acaso Katz n
había señalado por ironía a todos sus amigos deOeste o si simplemente se encaminó a la muertcomo siempre había vivido, como un poseur .
Sin contestar a este interrogante, la transcripciópublicada sugiere algo un tanto diferente. Arthu
Koestler estaba convencido de que la confesión dKatz era un mensaje entre líneas para él y que eenguaje era una imitación directa de la confesió
de su personaje, basado en Bujarin, en Darknes
at Noon.18
Cuando se acercaba al fin de lconfesión, Katz habló de su vida como escrito«Soy un escritor, supuestamente un arquitecto dalmas. Qué clase de arquitecto he sido.Semejante arquitecto de almas merece la horca.
Luego, al igual que tantos otros acusados, se lanz
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a suplicar la pena de muerte. «El único servicique aún puedo hacer es alertar a todos aquelloque, por su origen ( sic) o idiosincracia, estén epeligro de tomar el mismo camino al infierno.»
Luego prosigue: «Cuanto más duro el castigo...»Y entonces, a media oración, algo le traicionóCuanto más duro el castigo..., pero la voz le fallóContinuó moviendo los labios, pero su solicitud d
muerte se transformó en un susurro ininteligibleuna especie de gemido.
Katz fue ahorcado al día siguiente.Pero antes de que el verdugo lo fuera a busca
antes del alba, Otto se arrodilló en el suelo de lcelda y terminó su vida tal como había vividoescribiendo. Primero redactó una extensa cartpara Klement Gottwald, el presidente del paíetractándose de su confesión y defendiendo s
propia integridad. La carta representa un textcoherente y muy inteligente, notable, dadas lacircunstancias en que fue escrito. Sin duda, estplagado de mentiras, pero es fluido, inclus
ocuaz; un documento considerable y de algun
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manera persuasivo.Luego Otto escribió una última carta a su muje
A ella se le había permitido una visita un pocantes. Este sería el adiós por escrito. Después d
que se lo llevaran, los guardias encontraron en scelda una pila de papeles llenos de intentodesechados de empezar esta carta, junto con eexto que finalmente había completado. «Mi mu
querida Ilschen», empieza una y otra vez Ottontenta redactar una frase. «Dediqué todo lo buenque había en lo más recóndito de mi ser a nuestrelación», pero vuelve a vacilar y tiene que coge
una nueva hoja. Por último, lo consigue y añade
«Recuérdalo y olvida todo lo demás sobre mí»Usando el verbo en pasado, habla de su trabajo ecomún como socialistas en un lenguaje que apunthacia la retórica religiosa: «Tuve tiempo suficient
para pensar en el futuro y lo vi en toda su gloriaVi un sitio reservado para ti...». ¿Escribió esto cofe o sin ella, para los ojos de Ilse o los deaparato? Quizá ni él mismo lo supiera. Y repite eueño. La urge «para adelante, siempre par
adelante». Luego, arrodillado, repite su ruego
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«Olvídame. Olvídame. Vive y olvídame».
El cádaver de Otto, como el de Slansky y suotros compañeros de prisión, fue incinerado.19 La
cenizas y los huesos fueron puestos en bolsas y upar de agentes secretos fueron asignados para quos sacaran de la ciudad y se deshicieran de ello
donde no pudieran encontrarse. Se les habí
ndicado algún apropiado valle de la desolaciónpero el camino hasta allí era largo y aburridoAdemás, este asunto de las bolsas era absurdo. ¿Aquién le importaba? ¿Quién lo sabía? En ucamino solitario cerca de Praga, los agentes s
aproximaron a una zanja llena de basura. Alecharon las bolsas y se alejaron dejándolas aolvido del crudo viento invernal.
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Apéndices
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Nota sobre los archivos
Este estudio sobre las vinculaciones entre loervicios secretos soviéticos y la vida intelectua
de Occidente dio comienzo cuando MijaGorbachov se embarcó en la perestroika. Minvestigaciones en muchos archivos y la
entrevistas mantenidas naturalmente se vieroenriquecidas por los tremendos acontecimientoque culminaron finalmente en agosto de 1991. Nobstante, en esos primeros años, la mayoría de loarchivos estatales de la Unión Soviéticaciertamente aquellos de mayor importancia parmí, siguieron estando inaccesibles para loestudiosos occidentales. Sin embargo, desde 199un acceso considerable aunque todavía restringid
a los documentos históricos del régimen caído hposibilitado profundizar en muchas cuestioneEsto es especialmente cierto en los llamadoArchivos Centrales del Partido, o máformalmente, el Centro Ruso para la Conservació
Estudio de los Documentos de Histori
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Contemporánea, en la calle Pushkinskaia dMoscú. Estos Archivos Centrales del Partido soel principal depósito de los anales del Kominterno Internacional Comunista. Puesto que el hilo d
Ariadna que yo sigo aquí fue dejado por WilMünzenberg, un padre fundador del Kominternhay una gran cantidad de material que me ha sidde gran valor. Quiero aprovechar la ocasión par
agradecer a mi investigador en Moscú, el profesoRoman Shenin, a S. Todd Weinberg, el profesoHarvey Klehr, John Costello y Alan Cullion por sgenerosa asistencia al ayudarme a organizar comprender la vasta cantidad de material que d
pronto se me hizo disponible en la última fase dmi trabajo. También deseo agradecer a PatriciKennedy Grimstead sus consejos admirables úcidos cuando me puse manos a la obra
Recomiendo sus textos indispensables sobre eema a cualquier futuro investigador.Me alegra informar no exento de cierto alivi
que los muchos meses pasados en los ArchivoCentrales, donde se guarda la mayoría de l
documentación sobre Münzenberg, hasta ahora ha
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confirmado o coincidido con mi anterionvestigación. Además, han quedado corroborada
algunas de mis principales hipótesis. Por ejemplohasta enero de 1993 creía por deducción, pero n
podía estar seguro, que la autoridad bolcheviquque mandó a Münzenberg llevar a cabo lcampaña acerca del incendio del Reichstag erRadek. Ahora estoy seguro. Hasta 1993 m
nvestigación fuera de los archivos me había hechener una certidumbre moral, pero sin la pruebdefinitiva, de que durante el Proceso Dimitrov eLeipzig, el invisible intermediario entre Stalin os nazis era el comunista alemán Wilhelm Pieck
Este libro ya estaba en galeradas cuando sdescubrió en Pushkinskaia cierto telegrama demáximo secreto dirigido al mismo Stalin. Quedabprobado que Pieck había sido el intermediario. Y
in duda, algunos detalles significativos hacambiado. Por ejemplo, yo sabía que el «camaradMofskin», quien en 1935 cerró las empresas dMünzenberg, era de hecho Mijaíl Trilliser, un altmando de los servicios secretos, y que en el tem
en cuestión participó en la toma final y secreta d
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odas las funciones del Komintern por parte de lpolicía secreta soviética. Erróneamente supuse quTrilliser actuaba para la NKVD. De hecho, fupara el GRU. Es una distinción de cierto relieve
aunque no muy grande.Lo más importante es que las dos premisas e
que se basa este libro han sido ampliamenteforzadas y probadas como fehacientes por est
material. La primera postula lo que puede pareceimple, pero que ha adquirido el cándido aspectde lo obvio visto desde el presente. Cuandempecé mi trabajo, tenía que hacer grandeesfuerzos por verificar y luego demostrar inclus
mi premisa más básica: que las empresas dMünzenberg no eran de hecho independientes norganizaciones políticas espontáneas, sinniciativas propagandísticas del gobiern
oviético, por lo general enmascaradas tras unfachada de «izquierdismo independiente». LoArchivos Centrales del Partido finalmente hapuesto punto final a esta vieja discusiónDemuestran y de forma abrumadora que la
numerosas empresas de Münzenberg estaba
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otalmente controladas por el aparato del gobiernoEstá claro que todo lo que organizó, desde lcampaña Sacco-Vanzetti hasta el Movimiento poa Paz y la propaganda para la guerra civ
española, fue realizado en firme conjunción con eégimen.
Esto no representa ninguna sorpresa para loestudiosos del tema. Dada la condición pública d
iderazgo de Münzenberg en el partido comunistalemán, su famoso vínculo personal con Lenin eSuiza y su lugar en el círculo íntimo de lobolcheviques incluso antes de 1917, por nmencionar su explícita y encarnizada actuación e
pro de la causa soviética durante Weimar, podríuponerse que su subordinación a la Internaciona
era segura. De ningún modo. Los simpatizantes du causa siempre han negado la subordinación d
Münzenberg al régimen. Es comprensible. Al fin al cabo, Münzenberg organizaba y dirigía ampliaedes de simpatizantes pro-estalinista
Precisamente esa negación y esa pretensión dndependencia política son el sine qua non d
odos los frentes de simpatizantes. Hasta finales d
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os años ochenta, los partidarios del FrentPopular continuaron negando, sobre todo (upongo que necesariamente), la direcció
estalinista de las empresas de Münzenberg. Inclus
capacitados observadores seguían viend«izquierdismo independiente» y «espontaneidadras fenómenos como el Movimiento por la Paz d
fines de los años veinte y principios de los treinta
La documentación de los archivos obliga ectificar esas opiniones. Por supuesto, esomovimientos estuvieron compuestos caexclusivamente por inocentes motivados poinceros ideales. Pero el Movimiento por la Pa
manipuló el miedo a la guerra, tan generalizado eEuropa y Estados Unidos después de 1918mediante un aparato político que era invisiblervidor de los designios de Stalin. Y la
verdaderas políticas de aquel aparato distabamucho de propiciar la paz.
*
Una segunda premisa importante confirmada po
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os Archivos Centrales es la que apareció tiempdespués de haber empezado mis investigacione
o sólo trabajó Münzenberg obedeciendo agobierno soviético, sino que sus empresas estaba
coordinadas con los otros servicios secretooviéticos, que estaban plenamente infiltrados e
ellos. La dimensión encubierta empezaba dentrdel Komintern, pero se expandía más allá de eso
ímites. Los Archivos indican claramente quMünzenberg y sus lugartenientes siemprcoordinaban sus actividades con el serviciecreto del Komintern conocido como el OMS
con Mirov-Abramov, su director. También indica
que esos lugartenientes siempre estaban ligados otros servicios secretos del gobierno: a la seccióextranjera de la policía secreta (la INO de l
KVD-KGB) y al GRU, la inteligencia militar.
Parte de este trabajo secreto no representninguna sorpresa. Se esperaba que un aparato dpropaganda como el de Münzenberg estarícapacitado para divulgar desinformación. Siduda. Lo hacía a todo nivel, desde expandir falsa
noticias hasta las manipulaciones más refinadas e
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as áreas más sensibles de las cancilleríaextranjeras. Pero hubo mucho más. Los frentes dMünzenberg, por más «idealistas» que fueran, pomás llenos de «inocentes» que estuvieran, estaba
diseñados y utilizados como fachadas para algunode los aspectos más siniestros del espionajeacciones encubiertas, agentes de influenciancluso sabotaje.
Ahora es difícil entender cómo podría habeido de otro modo. En los Archivos Centrales, lonformes de actividades legales e ilegales s
entremezclan y se hacen indistinguibles. Arabajar con el OMS, Münzenberg estaba asociad
con las escuelas del Komintern de entrenamientde espías y agentes encubiertos. Sus empresas y epersonal estaban profundamente comprometidos eel reclutamiento de espías. Le estoy sumament
agradecido a ese infatigable investigador que eohn Costello, quien desde el principio comparticonmigo descubrimientos de su propia cosecha earchivos de Alexander Orlov y Kim Philby quconfirman mi comprensión del papel desempeñad
por los frentes de Münzenberg como centros d
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eclutamiento de agentes secretos y, en especiamis hipótesis sobre el papel de los asesores dMünzenberg en el reclutamiento de Philby. Lodescubrimientos de archivos que conmig
compartió Harvey Klehr, de Emory Universityarrojan nueva luz sobre el papel del Komintern enpor ejemplo, las redes de espionaje de Jay Peteren Washington durante los años treinta, redes e
as que participó gente de Münzenberg. La obrecién publicada de Thierry Wolton, tambiébasada en los archivos, ha descubierto materiaque indica cómo Münzenberg y su gente llevaron cabo la penetración de preguerra en el gobiern
francés, lo que reflejo en la parte dedicada aRassemblement Universel Populaire y lo sucediden tomo al viaje de Gide a la URSS en el capítul9.
El material es cuantioso e indispensable. Sevaluación y publicación acaban de empezaMientras, el material más sensible sigue fuera dnuestro alcance. Desde 1992 se ha supuesto quos Archivos Centrales del Partido están abierto
por completo y sus secretos son los únicos po
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evelar. De hecho, es contado el materiaealmente sensible sobre el espionaje soviético e
Occidente que no sufre restricciones. Inclusmaterial que ha pasado por el Komintern, sigu
estando clasificado en los archivos de la KGB y lnteligencia Militar, por no mencionar lo
ultrasecretos «Archivos Presidenciales» que ahorestán, de forma bastante fantasmagórica, en lo
aposentos de Stalin en el Kremlin. El actuaervicio secreto ruso sigue poniendo límites muestrictos a lo que se considera materia reservadaUna serie de los temas más secretos tratados eeste libro, la conspiración Dimitrov, la historia d
Walter Krivitsky, la verdad sobre la muerte dMünzenberg, la intriga en torno a la de MáximGorki, los sucesos de España relacionados con ldesaparición de Berzin, el posible papel de Gu
Liddell, todo ello ha sido aclarado en parte por enuevo material, pero de forma indirecta fragmentaria.
Debo añadir una palabra sobre Alger y PriscillHiss. No la última palabra por supuesto; jamá
parece haber una palabra definitiva sobre ello
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Como verá el lector, en mi opinión, la verdad decaso Hiss sólo se obtendrá tras un completestudio de las carreras políticas y del espionajealizado por Noel y Herta Field. Y no se llegará
ese estudio completo sin un acceso a los archivode los estados satélites de la Unión Soviética. E
992 un alto cargo del gobierno soviético, egeneral Dimitri Volkogonov, hizo una declaración
de la que luego se retractó, según la cual no habípruebas de que Hiss hubiese sido un espía. Estpenoso episodio sólo demuestra la limitación quepresenta para los estudiosos el depender d
portavoces oficiales. La verdad es que, com
materia de archivo, el caso Hiss aún no ha sidnvestigado abierta o sistemáticamente y no lo ser
hasta que los estudiosos puedan examinadirectamente los archivos de la Inteligenci
Militar Soviética. En el ínterin, las pruebas de quAlger y Priscilla Hiss eran agentes del espionajoviético son bastante espectaculares.
Pero todas las revelaciones más sensacionalede los últimos tiempos han aparecido de form
fragmentaria y siempre relacionadas con algun
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decisión de alto nivel cuyas motivaciones políticano han sido por lo general difíciles de precisar. Lapertura de las verdaderas fuentes históricas acabde empezar. Ha habido algunos esfuerzos de
gobierno ruso, pero son dignos de aplauso sobrodo los trabajos de empeñados investigadores
archiveros rusos llevados a cabo en condicionedeplorables. El proceso aún está en mantilla
Mientras escribo, aparecen nuevos impedimentoDebo añadir que los esfuerzos del gobierno rusdeberían tener su eco en Occidente, en GraBretaña, en Francia y en las otras democraciaTampoco hay que pensar que Estados Unidos est
exento de participar. El Acta de Libertad dnformación ha servido de forma admirable a lo
estudiosos, pero la mayoría de los investigadorecoinciden en que su desarrollo se ha vist
dificultada por muchas restricciones anticuadas absurdas. En verdad, se hace menester un nuevespíritu de apertura de todas las partes para quese libre y renovado discurso histórico de la posguerra fría, del que espero que este libro form
parte, pueda tener el papel que le corresponde.
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Pierre Bertraux Noami MitchisoPatricia Bosworth Steve Nelson MichaeBurke Henriette Nizan Andrew
Cockburn Allen Oak John Costello RutPrice Alan Cullison Margaret RegleRobert Crowley Herb RomersteiRonald Dahl Jorgen SchliemanManuela Dobos Maria Schmidt FrançoiFejtö Peter Semerdjiev Babette GrosCarlotta Shipman Peter Gross JankSperber Norman Hackforth HermaStarobin John Hunt Michael Straigh
oris Ivens Sam Tanenhaus Kot JelinskTzvetan Todorov Karel Kaplan RoberTowers Catherine Károlyi Diana TrillinHarvey Klehr Gus Tyler Peter Kurt
Ruth von Mayenburg Melvin Lasky SiDick White Leo Lerman Paul WillerRuth Levine Helen Wolff Eugen LoebWilliam Wright
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Archivos FOIA
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Lillian Hellman, dossier 100-16858.Otto Katz, dossier 65-9266.Willi Münzenberg, dossier 105-54056.
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Fotos
El espía que sabía demasiado. Walter Krivitskexplica el pacato nazi-soviético pacos meses antde su súbito fallecimiento (UPI/Bettmann)
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Karl Radek, el sabio del cinismo, poco antes du arresto (Upi/Bettmann)
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Willi Münzenberg en Moscú (izquierda), a puntde acceder al poder, en 1921 ( Foto ABZ: Berlín)
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Máximo Gorki y H.G. Wells con MourBudberg, la espía que ambos amaban (Universit
of Illinois Libraries)
La princesa Maria Pavlova Koudachova, agentoviética, en el tiempo en que empezó a controlaa vida de Romain Rolland
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Willi y Babette ( Propiedad de Margaret
uber-Neumann)
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Gorki regresa a Rusia (UPI/Bettmann)
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Münzenberg en Berlín, después de que Lenin lencomendara su misión ( Atlantic; Berlín)
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Otto Katz, el lugarteniente, y uno de los agentemás complejos de su época ( National Archives)
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Marinus van der Lubbe ante el tribunal
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La muerte de Weimar: el incendio del Reichstael 27 de febrero de 1933
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Dimitrov, Popov y Tanev esperan confiados euicio
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Babette Gross con Arthur Koestler en 195Cortesía de Peter Gross)
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Josephine Herbst y John Herrmann rumbo Rusia (The Beinecke Library)
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André Gide y André Malraux se preparan para lfrustrante «misión en Berlín», la ocasión en quMalraux se olió la conspiración (Giselle Freud )
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Ella Winter, a quien Gibarti consideraba lprincipal agente en la Costa Oeste, con Lincol
Steffens y Sinclair Lewis
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Harold Ware, el americano de Münzenberconvertido en espía.
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Dorothy Thompson en la Plaza Roja ( Doroth
Thompson Papers: Syracuse University Library)
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Liston Oak ( segundo por la izquierda), agentde propaganda en Madrid, con intelectualeErnest Hemingway, extrañamente sin barba, estde pie al lado de Oak ( Joan Worthington)
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Hede Massing, la instigadora de Noel Field en eervicio secreto y esposa un tiempo de Gerha
Eisler, declarando en Washington tras su ruptur
con el partido (UPI/Bettmann)
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Alger y Priscilla Hiss cuando se celebró suicio en Nueva York. (UPI/Bettmann)
notes
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Notas a pie de página
1. Mintiendo por la verdad
1 Numerosos escritores se han ocupado de lvida y muerte de Willi Münzenberg. De lejos eibro más importante es Münzenberg , de Babett
Gross. Otros libros útiles son Münzenberg Endede Wessel y Münzenberg de Kerbs. Tambiémportantes son Münzenberg , de Carew-Hunt as Ende Willi Münzenbergs, de Kersten
Artículos indispensables son «Münzenberg», dSchliemann y «Münzenberg» de Gruber. Un textignificativo, pero polémico es Frühzug nac
Toulouse, de Leo.Valiosas memorias personales y políticas d
Münzenberg aparecen en el volumeautobiográfico de Koestler, Invisible Writing ; eThe Owl of Minerva, de Regler; y en Ces Temps
à, de Sperber, especialmente en Le Pon
nachevé. También importante para los eventos
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as personas del entorno de Münzenberg es Vo
otsdam nach Moskau, de Buber-Neumann. Locondes Károlyi incluyen en sus memorias A Lif
Together y Memoirs unos retratos reveladores. E
mismo Münzenberg escribió un artículautobiográfico, «Die Dritte Front» y undescripción de la fundación de la agencia dayuda, «Cinco años del Socorro Roj
nternacional». La información sobre Münzenberevelada por el Freedom of Information Acdossier# 105-54056) referida a los archivos de
Departamento de Estado y del FBI eorprendentemente escasa e inexacta, en contrast
notable con los informes sobre personalidadepróximas a él. Parece que los funcionarionorteamericanos sabían mucho más sobre locolaboradores de Münzenberg que sobre él. (Deb
eñalar que gran parte de los archivos sobrMünzenberg siguen estando inexplicablementclasificados.) No obstante, un informe muy úti«Memorándum sobre el Socorro Rojnternacional basado exclusivamente en fuente
comunistas y soviéticas», fue preparado por l
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División de Asuntos Europeos Orientales deDepartamento de Estado, 16 de diciembre 1932Es de esperar que este documento excelente hayido ampliamente leído en el gobierno. (Archivo
acionales de Estados Unidos).Información sobre Münzenberg es copiosa en lo
archivos de la Internacional Comunista en MoscúVéase mi «Nota sobre archivos».
2 Gross, Münzenberg , pág. 47.3 Véase Tuck, Engine of Mischief .4 Véase Chambers, Witness, pág. 6. Véas
ambién Slonim, Soviet Russian Literature, pág68.
5 No está claro si Maly provenía deprotestantismo o del catolicismo según loestimonios escritos. Sin embargo, el mejor dejos es Our Own People, de Poretsky (Londre
969; Ann Arbor, 1970). Poretsky afirma que Malera un sacerdote. Otras fuentes, como Orlov eThe Secret History of Stalin's Crimes, se refierea él como «pastor».
6 Información al autor de Diana Trilling.
7 Para una discusión sobre el papel d
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Dzerzhinsk bajo Stalin, véase The Russia
evolution de Pipes.8 Koestler, Invisible Writing ,, págs. 250-251.9 Para la familia Kuczynski y su múltiple vida e
el espionaje, véase The Secrets of the Service, dGlees. La relación de Robert René Kuczynski coMünzenberg se menciona en Münzenberg , dGross, pág. 158. El mejor trabajo académico sobr
a familia Eisler es de Peter Lubbe. Stalin anGerman Communism de Ruth Fisher es una obrmportante.10 Información de Ruth Price al autor.11 Salvo que esté indicado, las citas directas as
como las paráfrasis de Babette Gross estáomadas de mis entrevistas grabadas de julio 198912 Información de Paul Willert al autor.
13 Münzenberg, «Mit Lenin in der Schweiz»
nprecorr , citado en Münzenberg , de Gross, pág59.14 Con su ayuda, Münzenberg escribi
numerosos artículos y discursos. El único librcon su firma es un admirable estudio de l
propaganda anzi, Propaganda als Waffe. Le ayud
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en la redacción Kurt Kersten.15 Los Archivos Centrales del Partido en l
calle Pushkinskaia de Moscú son conocidooficialmente como el «Centro ruso para l
conservación y estudio de documentos de historicontemporánea». A partir de ahora me referiré ellos como «Archivos Centrales» o «AC». LSección Tercera de los AC está dedicada a lo
archivos de la Internacional Comunista y laorganizaciones que la sucedieron. Contiene supropios archivos y los de sus lazos con variopartidos comunistas y socialistas extranjeroAdemás y como parte de esos lazos, l
nternacional Comunista mantenía un serviciecreto muy activo conocido como el OMS, e
castellano Departamento de Relacionenternacionales. Muchos de los documentos de
OMS, aunque no necesariamente todos, tambiéestán en los Archivos Centrales, aunque mediados de 1933 se restringió el acceso. Siembargo, queda establecido que Münzenberg tuvuna estrecha y continua colaboración con Mirov
Abramov, director del OMS.
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Las actividades políticas de Münzenberg, tantegales como ilegales, incluso el simple control dimpatizantes como Barbusse, eran enviados
Moscú en informes rutinarios. (Un ejemplo típic
e encuentra en AC 495.19.213, en un dossier dmaterial de Henri Barbusse sobre el control dimpatizantes relacionados con el Komintern e
España, incluyendo a Ellen Wilkinson.) Lo
archivos están llenos de solicitudepresupuestarias para viajes de propaganda dimpatizantes, informes sobre notas relativament
breves en la prensa, evaluaciones matizadas derabajo de «inocentes», informes meticuloso
obre todos los comités y sus funciones, iniciativade propaganda tanto públicas como secretas eodos los países importantes.
Deben descartarse las opiniones ligeras sobre l
upuesta «independencia» del trabajo político dMünzenberg y de sus organizaciones tras examinaos Archivos. Cuando el trabajo se volví
políticamente sensible, como sucedícontinuamente, parece que para Münzenber
ningún detalle era lo bastante nimio como para n
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enviarlo al Comité Ejecutivo y solicitanstrucciones de Moscú. Los informes financiero
eran hasta el último céntimo (véase AC 495.292dossiers 242a y 244a, entre otros mucho
ejemplos). Ciertamente, algunos proyectos mubuenos de propaganda y organización fueroometidos a la aprobación personal del mism
Stalin (AC 495.19.243).
En cuanto a la «independencia» personal dMünzenberg, es cierto que se le concedían algunoprivilegios por su antigüedad como dirigente, peres perfectamente evidente que era el sirviente duna gran maquinaria y que se esperaba qu
obedeciera las órdenes de sus superioreEjemplos típicos de esto se encuentran en A
495.19.337 y 495.73.26.) La magnitud de estelación de Münzenberg con el CCIC (Comit
Central de la Internacional Comunista) destaca coespecial claridad después de 1936 cuando otromiembros del partido alemán, en especial WilhelPieck y Walter Ulbricht, decidieron desacreditarloLa respuesta de Münzenberg está llena d
alusiones a su largo y obediente servici
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Secretariado de G. Dimitrov, AC 495.74; dossieobre «el caso WM»).
La penetración en las actividades dMünzenberg por parte de otros servicio
oviéticos, en especial la Brigada Extranjera de lPolicía Secreta Soviética (OGPU-NKVD-KGBINO) y la Brigada de Inteligencia del Ejércit
Rojo, es evidente en los archivos del partido que
veces nombran a altos mandos de los serviciocomo Abram Slutsky (director del INOparticipando en reuniones donde se discutíaactividades de Münzenberg. (Un ejemplo típico spuede encontrar en las actas de una reunión de
Comité Ejecutivo del Komintern sobre la situacióalemana; se llevó a cabo el 7 de septiembre d933 en condiciones de conspiración ya que l
mayoría de los presentes usaron pseudónimo
pero allí estaba Slutsky. Se pueden hallamúltiples ejemplos, inter alia, en el Secretariadde Osip Piatnitsky, AC 495.19, dossiers 216a217, 347, 357. Todos muestran la presencia dSlutsky o de algún otro alto representante de lo
ervicios.)
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16 Regler, The Owl of Minerva, pág. 170.17 Para el uso de Münzenberg de esta frase
véase Gross, Münzenberg , pág. 133.18 Koestler, Invisible Writing , pág. 382.
19 El texto más solvente sobre los inicios deKomintern es Lenin and the Komintern, volume, de Lazitch y Drachkovitch. Otra obrndispensable es de los mismos autores, Th
omintern. Historical Highlights. Essaysecollections, Documents. También esencial eThe Biographical Dictionary of the Komintern
ecopilado por Lazitch y Drachkovitch. Para uestudio útil de su papel y actividades, véas
Utopia in Power , de Heller y Nekrich. También hconsultado In Stalin’s Secret Service, de Krivitsk Russia and the West , de Kennan.
20 Payne, The Life and Death of Lenin, pág
510.21 Ibid ., pág. 213.22 Debido a su conspicuo papel público
Münzenberg evitaba contactos que pudieran hacepensar que operaba aparte del apparat . Los A
ienen mucho material indicando que la
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operaciones de Münzenberg se llevaban a cabo eestrecho contacto con los distintos servicioecretos soviéticos, no sólo el OMS, sino tambié
el INO y el GRU. (Véase AC 495.19.213
495.19.246, 419.19.247, 495.19.357, 495.19.396nter alia) Babette Gross afirma que Münzenber
era concientemente ignorante de los detalles que sconfiaban a otros agentes operativos o a l
memoria de Hans Schulz, su secretariconfidencial. Sin embargo, el íntimo contactnstitucional entre Münzenberg y Mirov-Abramov
así como con Radek (que siempre mantuvo unparticipación de alto nivel en el trabajo secreto
obre todo en asuntos alemanes) quedaevidenciados en los archivos (AC 495.60.244aVéase Op. cit . de Gross, sobre Mirov, págs. 130262-265, 293; sobre Schulz, 00. 227, 262-266
Además, debemos asumir que, siguiendo la clásicorganización en compartimientos estancos de loervicios secretos, a menudo Münzenberg sólo ernformado en casos de necesidad.
23 Que Otto Katz era miembro de la NKVD y d
a inteligencia militar soviética (GRU), así com
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de los servicios del Komintern, es una conclusióen la que coinciden quienes estuvieron próximos us actividades. Esta era la opinión de Babett
Gross con la que coincidían muchos otro
ncluyendo a Koestler, Regler y Ruth Fisher.Koestler dice que Münzenberg hablab
abiertamente de que Otto se había infiltrado «parespiar a Willi enviado por el apparat» (Invisibl
Writing , pág. 236), haciendo notar que esta clasde afirmaciones formaba parte del tono duperioridad que adoptaba normalmente Wil
cuando se refería a su mano derecha. Desde eiempo de su primera misión de Moscú a París e
933, a Katz se le habían confiado misiones mápropias de la NKVD que del Komintern. El trabajecreto en la campaña del incendio del Reichstaequería una técnica de espionaje y un compromis
personal de muy alto nivel. Es significativo quKatz llegó al ápice de su influencia después d935, la fecha en que la distinción entre loervicios del Komintern, la NKVD y el GR
dejaron de tener algún significado. A mí me parec
que es harto probable que Katz perteneciera a un
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de estos servicios.Aunque la participación de Katz en las empresa
legales de la Internacional Comunista fucompleja, prolongada y a menudo bastant
pública, los archivos que documentan su actividaesultaron ser bastante pobres, al menos en lo
Archivos Centrales. Esta escasez es sugestiva en misma. Lo más posible es que los archivos haya
ido purgados del material sobre Katz. Lo ququeda es inocuo o muestra un papel secundario dKatz (AC 495.73.26). También aparecnvolucrado en misiones muy secretas usand
nombres falsos, razón por la cual quienes purgaro
os archivos pasaron por alto esos documentopor ejemplo, las conversaciones secretas de Kat
con Alfonse Sachs, abogado de Torgler, 8 deptiembre 1933, AC 495.292.244a, en las qu
participa Katz con el alias de «Breda»). Se puedcontrastar la escasez de documentos sobre Katcon la abundancia de papel sobre su jefe mávisible, Münzenberg; los gruesos dossiers de Willenan las polvorientas estanterías. Otra posibl
azón para esta escasez de documentos de
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Komintern es que Katz haya sido un agente deGRU o de la NKVD y miembro del Kominterólo para desviar la atención. Si es así, n
veremos pronto esos dossiers. Los documentos d
esas agencias siguen siendo estrictamentconfidenciales. De hecho, el trabajo de la mannvisible de Otto Katz puede muy bien haber sid
de tan alto secreto que acaso estén en los Archivo
Presidenciales donde los principales documentodel régimen están guardados en habitaciones quhabían sido el aposento privado de Stalinciertamente un occultum occultorum elegido coespectral simbolismo.
La cuestión de si Louis Gibarti (o LadislaDobos, para usar su verdadero nombre) era de l
KVD así como «hombre de Münzenberg», es mápolémica. Cuando conocí a Babette Gross, ella n
o veta como un agente de la NKVD. Creía que erun hombre temperamentalmente inepto para erabajo secreto. «Era demasiado expansivo.» Si
embargo, cuando le conté sobre sus actividades eueva York en los años treinta, informació
ecopilada por el Freedom of Information Act
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os Archivos Nacionales de Estados Unidos, elllegó a la conclusión de que Gibarti, como Katz
había trabajado para «el servicio ruso», o como veces lo llamaba, «el otro servicio». Al parece
e refería así al GRU o a la NKVD. Aunque ehecho le pareció «inaudito», creyó que ése era ecaso. Además, me informó John Costello, cuynvestigación sobre el veterano agente Alexande
Orlov, de la NKVD, se basa en importantearchivos moscovitas, que estos archivos confirmami sospecha de que Kim Philby empezó sespionaje en Europa a través del Comité Mundiapara la Ayuda de las Víctimas del Fascism
Alemán que dirigía Gibarti. Por esta razón, eComité servía como un frente tanto de la NKVDcomo del Komintern y Gibarti tenía unparticipación directa en el reclutamiento de espía
24 Knightley, The Master Spy: The Story of Kimhilby, págs. 36-37. El Comité Mundial de Ayuda las Víctimas del Fascismo Alemán, lorganización que despachó a Philby a Viennmediatamente tras salir de Cambridge, estab
dirigida por Gibarti. El Comité Mundial era u
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frente legal para acciones ilegales, como veremoVéase nota 20.) Philby fue presentado a Gibar
por Maurice Dobb, un personaje de Cambridgque reclutaba gente para los servicios soviético
ambién activo en otra organización de Gibarti, lLiga contra el Imperialismo. (Véase John Costello
eadly Illusions, págs. 126-128.) De hecho, eviaje de Philby a Viena pasando por París sirve d
útil información sobre cómo funcionaba eervicio de reclutamiento.25 Walter Goldwater, el conocido librer
neoyorkino y ex comunista, nos cuenta un ejemplde esta fusión entre librería y espionaje. Dice qu
durante su época de militante, le pidieron quabriera una librería cerca de la Universidad dColumbia para que sirviera como tapadera dactividades de espionaje. (Walter Goldwate
entrevista en una serie sobre la cultura intelectuaprogresista de Nueva York, cortesía de DianTrilling.) La razón para usar una agencia de prenscomo tapadera del espionaje es obvia: ambaactividades se dedican a trasmitir información
Puede resultar difícil distinguir a «reportero
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ndependientes» de otra clase de informadoreiempre que se pueda mezclar de forma discreta lnformación legal con la ilegal. Ejemplos son l
Continental News Service en la que Kim Philb
rabajó con el agente austríaco Peter Smolktambién conocido como Peter Smolka-Smollett)
el American Feature Writers Syndicate fundadpor Whittaker Chambers en Nueva York casi a
mismo tiempo. Información del FOIA indica quun pionero en esta estrategia concreta puede habeido Gibarti.26 Véase Segunda Parte, capítulo 8, para la vid
muerte de Rayna Prohme. Véase también Vincen
Sheean, Personal History, capítulo 6.27 Dossier del FOIA sobre Louis Gibarti, 61
6629, sección 3ª. Declaración ante el ConsejEspecial del Senado, Robert Morris y lo
enadores norteamericanos Willis Smith y HomeFerguson, París, 28 de agosto de 1951. Pregunt65.
28 Gross, op. cit ., pág. 133.29 Véase Caute, The Fellow Travellers.
30 Gross, op. cit ., pág. 220.
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31 La frase está sacada de un retrato poco fiablde Gibarti en el libro Crime without Punishmen
de Gunther Reinhardt, un personaje decididamentdesagradable, un colaborador del FBI que
finales de los años treinta se las ingenió parfrecuentar el círculo de Gibarti. Está claro que lconocía, pero también se puede demostrar que estetrato es sensacionalista y falso. La cita sobre l
«cría de conejos» es al menos plausible. Para seusto, debo añadir que la esposa de Gustav Regleme dijo que el retrato que también hace de smarido es fidedigno. Margaret Regler fue quien mecomendó el libro.
32 Gross, op. cit . 216-221.33 Berberova, op. cit ., pág. 260.
34 Un excelente ejemplo es un dossier dcorrespondencia entre Rolland y Barbusse sobr
os preparativos del Congreso de Amsterdam eAC 495, que es comparable con la carta dRolland a Barbusse publicada por Gross, op. cit
págs. 224-225.35 El papel de Koudachova en la vid
ntelectual de Rolland ha sido documentado d
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forma meticulosa, a veces favorable, como eomain Rolland , de David Jame Fisher. Desd
muy temprano, algunos especialistas se percatarode la manipulación estalinista del escritor (Eugen
Lyons, Assigment in Utopia). Para el tiempo de smuerte, muchos creían que era un miembro deaparato. (Información de Francois Fejtö al autorEn nuestras conversaciones, Babette Gross afirm
in sombra de duda que Koudachova era umiembro del aparato, asignada explícitamente pardominar la vida de Rolland. Se puede echar unmirada a la colaboración entre Gibarti y Rollaneyendo Inde, el diario de Rolland, aunque e
ector debe saber que el libro fue editado por lmisma Koudachova, quien puede haber queriddemostrar la «independencia» de su marido. Uaspecto menos atractivo de la relación Gibart
Rolland está documentado por Gross (op. citpágs. 224-225). La afirmación de que recibientrenamiento en Moscú para su misión coRolland se encuentra en La fin des Soviets, dGuillbeaux, en un capítulo titulado «Las boda
estatales de Romain Rolland: Prisionero de
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Kremlin». Pero Guillbeaux es un personaje mupoco fiable; es un informador claramentendencioso y posee una personalidad antipática
En su libro de 1937, casi da la impresión de ser u
impatizante de los fascistas. De cualquier modoaunque no es de fiar, lo cierto es que conoció biea Koudachova en la URSS. Afirma que basa supalabras en información de André Gide y Vícto
Serge.36 Grosss, op. cit ., págs. 224-225.37 Véase Desanti, Les Clés d’ Elsa.38 Véase Justin Kaplan, Lincoln Steffens. Par
as dudas sobre el apoyo de Steffens al Terro
véase Hook, Out of Step, págs. 204-205, 569.39 Stewart, By a Stroke of Luck , págs. 233-242
esp. 234.40 Véase dossier del FOIA ante el Consej
Especial del Senado del 28 de agosto de 1951Pregunta 72. Se puede ver la relación de EllWinter con Katz más adelante cuando discuto epapel de Katz en la fundación de la LigAntifascista de Hollywood.
41 Lazitch y Drachkovitz, Lenin and th
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omintern, vol. I, pág. 174.42 Para la salida de Münzenberg de l
nternacional de la Juventud Comunista, véase, op
cit ., págs. 99-109.
43 Paul Johnson, Modern Times, pág. 174.44 Gross, op. cit ., 118.45 Payne, op. cit ., pág. 538.46 Conquest, Harvest of Sorrow, pág. 53.
47 Op. cit ., pág. 113.48 Münzenberg, citado por Schliemann e«Münzenberg», pág. 71.
49 Saint Anthony’s Papers, n° 9. Dedicado a lnternacional Comunista, capítulo sobre Wil
Münzenberg, por R.N. Carew-Hunt, pág. 75. Para relación de Gorki con Münzenberg, véas
Gross, passim.50 Conquest, op. cit ., págs. 55-56.
51 Bertram D. Wolfe, The Bridge and the AbyssPraeger, Nueva York, 1967, págs. 114-115.52 Payne, op. cit ., págs. 537-538. Un
descripción de las fuerzas políticas activas durantel hambre se encuentra en Conquest, op. cit .
53 Gross, op. cit ., págs. 120-121.
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54 Koestler, op. cit ., pág. 253.55 Referencias a los estrechos contactos d
Louis Fisher con Münzenberg y Katz se encuentraen muchas fuentes, incluyendo el propio libro d
Fisher de fines de los años treinta, Men anolitics. Véase también, Gross, op. cit . Para l
conexión de Del Vayo, véase Gross, op. cit ., pág82 y 306, y Koestler, op. cit ., pág. 401 y mucho
extos sobre la guerra civil española. Para un textobre el papel de Del Vayo y la influencia deestalinismo en Nation, véase Freda Kirchway, dSara Alpern. Agradezco la información a RaBernstein, viuda del colaborador y traducto
norteamericano de Del Vayo, Joseph Bernsteinquien también colaboró con Otto Katz.
56 Gross, op. cit ., pág. 126.57 Ibid ., sobre el canal Volga-Moscú, págs. 262
263.58 Ibid ., págs. 251. Véase también Paul Johnsonodern Times, págs. 274-275. Para la historia de
canal del mar Blanco, en especial la campañpropagandística que involucró a importante
figuras literarias soviéticas en el estío de 1933
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véase Alexandr Solzhenitsyn, Archipiélago Gulag
59 El epíteto de Stalin lo cita Krivitsky, I
Stalin’s Secret Service, pág. 74.60 Para la reacción de Münzenberg ante Estado
Unidos, véase Gross, op. cit ., pág. 270.61 La situación del partido norteamerican
después de las redadas de 1922 en BridgemanMichigan, se estudia en Draper, America
Communism and Soviet Russia, págs. 1-51, Klehr, The Heyday of American Communism
págs. 3-27.62 Además de los comentarios de Gross sobre e
papel de Münzenberg en el caso Sacco-Vanzetti, e
mismo Münzenberg comenta con orgullo su éxiten International Press Correspondence, n° 1, 8, 42, 1 de agostó 1928, «Cinco años de Socorr
Rojo Internacional», págs. 1044-1045. Véas
ambién Russell, Sacco and Vanzetti.63 Inprecorr , loe. cit.64 Lyons, Assigment in Utopia, pág. 32.65 Russell, Sacco and Vanzetti, pág. 13.66 Lyons, op. cit ., pág. 13.
67 Ibid ., pág. 31.
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68 Russell, op. cit ., pág. 222.69 Ibid ., pág. 29.
70 Una descripción interesante, aunquproblemática, del fuerte control del Socorro Roj
de la campaña desatada por Sacco y Vanzetti, hido documentada en detalle en una fuent
comunista, Proletarischer Internationalisms, dZelt. Zelt lo escribió tras haber obtenido acceso
os archivos del Komintern en Moscú. Spropósito era dar el crédito de la campaña a lnternacional y empequeñecer la contribució
«burguesa». Es extremadamente detallada sdescripción de la organización de Socorro Rojo
u control de la campaña. Es interesante que, pesa que subraya y elogia sin ningún rubor la eficacide la operación, en ningún momento menciona Münzenberg. Para cuando escribía Zelt, el guí
espiritual y fundador del Socorro Rojo era unombre maldito en la RDA.71 Russell, op. cit ., pág. 119.72 Ibid . Para el conocimiento de la culpabilida
de Sacco, véase pág. 133. Las dudas de lo
organizadores se citan en pág. 140.
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73 Porter, The Never Ending Wrong , pág. 27Rosa Baron también es citada por Zelt.
74 Russell, op. cit ., pág. 117. En parte, Russee basa en Zelt.
75 La estrecha asociación entre Gardner Jackso Louis Gibarti está documentada en dossier
ahora en los Archivos Nacionales de EstadoUnidos, 800.00B, dossier sobre Louis Gibart
documento 37.76 Steve Nelson, un ex miembro del aparatnorteamericano, me contó que Parker era umiembro secreto del partido durante una entrevisten agosto de 1989.
77 Meade, Dorothy Parker , págs. 181-186.78 Véase Baker, Brandéis and Frankfurter , cap
2, para una descripción de la relación de Mario Félix Frankfurter con el caso Sacco-Vanzetti.
79 Véase Russell, op. cit ., págs. 133-134.80 Ibid ., págs. 141-142.81 La orquestación del «Movimiento por la Paz
a través de los frentes de Münzenberg y suorganizaciones asociadas es muy visible en l
voluminosa documentación de propaganda de lo
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frentes en aquel tiempo, culminando coAmsterdam-Pleyel. Su proceso de desarrolloempezando por la Liga contra el Colonialismo, sransformación en Liga contra el Imperialismo e
os días del Congreso de Bruselas, y la crecientpreocupación por la paz que culminó eAmsterdam, está documentada por Gross, op. cit
págs. 181-227. La información confidencial
estimada correcta que me dio Babette Gross indicque el autor del plan de paz era un hombre dMünzenberg, un francés llamado Guy Jerram, cuyproyecto para un movimiento pacifista patrocinadpor el aparato fue presentado a Stalin en 1928
quien lo revisó personalmente. Al parecer, la fras«conspiración de paz» empezó con Jerram.
82 AC 495.292.242a y 244a. Estos archivoconsisten en la correspondencia referida al Juici
de Leipzig con la Comisión Antiguerra del ECCque a su vez había estado a cargo de los CongresoAntiguerra de Bruselas y Amsterdam.
83 El discurso de Nehru en la Conferencia dBandung está citado por Schliemann, Gross, pág
88.
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84 Joachim Fest, Hitler , pág. 135.85 Información de Herb Romerstein y Jorge
Schliemann al autor.86 Los archivos centrales contienen numeroso
dossiers sobre el Congreso de Amsterdamncluyendo muchos de correspondencia entr
Münzenberg y Piatnitsky sobre el tema. Estodocumentos se encuentran en el mismo siti
495.19 en especial) que los de la Liga Antmperialista, y más tarde de los distintos comitéantifascistas, incluyendo del Comité Mundiacontra la Guerra y el Fascismo.
87 Para los acuerdos secretos en Amsterdam
véase Gross, op. cit ., pág. 227.88 El golpe de Papen lo expone Fest en Hitle
págs. 339-345. Véase también y en especiaGross, pág. 229. Es interesante señalar que los AC
contienen un informe del servicio secreto Piatnitsky escrito por un informante encubierto qudata de una semana después del golpe de Pape29 de julio) y que apunta que los eventos había
producido una división entre los mandos nazis
Röhm presionaba en pro de un golpe de Estad
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para el 31 de julio de 1932, y Hitler propiciabuna toma legal del poder. El contexto de la cartdeja claro que a Piatnitsky le había mantenidnformado sobre el debate a alto nivel en las fila
nazis esta fuente, cuyo nombre de código era «tamigo Teddy» (AC 495.19.247). Desconozco ldentidad de «Teddy», pero sus documentos está
en los archivos dedicados al aparato d
Münzenberg.* En la mayoría de los casos, me referiré a estorganización con el nombre contemporánecorrespondiente al asunto en cuestión. Mágeneralmente, usaré a menudo la palabra aleman
apparat en un sentido conocido por muchocomunistas de la época, refiriéndome a ladistintas ramas de los servicios secretooviéticos considerados en su conjunto.
* Se refiere a un famoso caso de derechohumanos ocurrido en Scottsboro, Alabama, e931. ( N. del T .)
2. El incendio y el fraude
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1 La obra habitual de referencia sobre encendio del Reichstag es The Reichstag Fire d
Tobias.
2 Gross, op. cit ., pág. 240. En esa épocaMünzenberg consultaba con Iosif Piatnitsky y scentraban en el trabajo del Amsterdam-Pleyeaunque se debe recordar que Gibarti era el jefe d
este proyecto y del Comité Mundial para la Ayudde las Víctimas del Fascismo Alemán. Se debeñalar que Gross recalcó que el trabajo d
Gibarti en París nunca se hacía en el despacho dMünzenberg obviamente para mantener l
apariencia de separación. La mudanza a París sconsideró posiblemente al mismo tiempo en quAmsterdam-Pleyel se transformaba para dedicarsa la campaña antifascista. Piatnitsky erumamente activo en el espionaje y su influenciuperaba el ámbito del Komintern y alcanzaba lo
otros servicios. Véase Poretsky, Our Own People
págs. 105-106.3 Gross, op. cit ., 232.
4 Véase Fest, Hitler , págs. 396-397.
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http://slidepdf.com/reader/full/el-fin-de-la-inocencia-stephen-kochpdf 961/1072
5 Tobias, The Reichstag Fire, págs. 84-85.6 Fest, op. cit ., págs. 474-475.
7 Véase Paul Johnson, Modern Times, pág282-283; véase también Gross, op. cit ., págs. 227
233.8 Gross, op. cit ., 232.9 Ibid ., pág. 235.10 Hsi-Huey Liang, The Berlin Police Force i
he Weimar Republic, Berkeley, U. of CaliforniPress, 1970.11 Gross, op. cit ., 235.12 Ibid ., pág. 238.13 Ibid ., págs. 234-239.
14 Un resumen útil de estos acontecimientos spuede encontrar en Utopia in Power: The Histor
of the Soviet Union to the Present , de Heller ekrich, págs. 322-244. El papel de Radek s
expone con información fehaciente. (VéasBlackstock, The Secret Road to World War II .) Sencuentra información indispensable sobre lopinión de Radek referente a las relaciones coAlemania en esa época en Krivistsky, In Stalin
Secret Service.
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15 AC 495.60.244a. Carta de Radek «Vinograd», 10 de abril de 1933.
16 Eugeny Gnedin, Iz istorii otnoshenii mezhd
SSSR is fashistskoi Germanii, págs. 22-27. Véas
ambién Hilger y Meyer, The Incompatible Allieság. 262.
17 Véase en Karel Kaplan, Report on th
urder of the General Secretary, la carta de Ott
Katz a Klement Gottwald, pág. 276. La conexióentre Radek y Otto Katz me fue revelada por PauWillert en una entrevista de 1990. Katz fupresentado a Willert a través de contactos previoentre Radek y el padre de Willert.
18 Los contactos con el OMS (el servicio dnteligencia del Komintern, Otdel mezhdunarodno
vyatzi) en apoyo de la campaña antifascista eParís están explicados en Gross, pág. 264. L
upervisión debió de correr a cargo del OMS siningún otro servicio soviético. No obstante, estuposición puede ser ingenua. En aquellos años, eervicio del Komintern empezaba a cede
crecientes competencias a los otros servicios. Po
o general, esto sucedía de forma encubierta. Si s
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concede la posibilidad de que Katz era un enlacentre el movimiento antifascista y el apparat , lprobabilidad de que Alpari (y otros) tuvieravínculos similares no parece una especulació
gratuita. Esto explicaría que Alpari hayobrevivido a las purgas en las que la mayoría dus viejos camaradas de la OMS resultaro
ejecutados y también su curioso comportamient
ras la caída de Francia.19 Véase Tobias, op. cit . sobre al arresto dLubbe.
20 Véase ibid ., sobre los arrestos de DimitrovPopov y Tanev.
21 Humbert-Droz, Dix ans dans la luttantifasciste, vol. 3, págs. 111-112.
22 Información de Frieda Marshall al autor.23 Un útil resumen de los acuerdos públicos
privados del acercamiento entre Hitler y Stalin e933-1935 puede encontrarse en Stalin’s Secre
War , de Tolstói, pág. 88 y sus notas a pie. Otrmaterial valioso está en Stalin. The Glasnos
evelations, de Laqueur. Véase también Robert C
Tucker, Stalin in Power .
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24 Véase Hilger y Meyer, pág. 252; ConquesTerror , pág. 195.
25 Véase Regler, Owl of Minerva, págs. 331354.
26 Véase Krivitsky, págs. 9-15.27 Véase Heller y Nekrich, Utopia in Powe
págs. 324-326.28 Krivitsky, pág. 70.
29 bid ., pág. 72.30 Ibid .31 Información de Steve Nelson al autor.32 Gide, Littérature engagé, pág. 335.33 Regler, op. cit ., pág. 170.
34 Gross, op. cit ., págs. 242-243.35 Regler, op. cit ., pág. 164.
36 Una descripción reveladora de esa misióclandestina de propaganda, dirigida por el aparat
en 1934, se puede encontrar en A Life Togetheas memorias de la condesa Catherina Károlyi. Sa puede suplementar por el texto sobre la mism
misión que aparece en las Memoirs del condMichael Károlyi. Tómese nota de las do
versiones ligeramente diferentes que se dan de
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papel desempeñado por el embajador francés eBerlín.
37 Langer, Josephine Herbst , de la edicióústica de 1985, págs. 206-217.
38 El dossier FOIA sobre Louis Gibarti, 616629, sección 3ª. Declaración de Louis Gibarante el Consejo Especial del Congreso de EstadoUnidos, Robert Morris y los senadores Willi
Smith y Homer Ferguson, París, 28 de agosto951.39 El procedimiento para establecer la autorida
oviética sobre un partido local y sus dirigenteera una orden escrita, conocida como manda
firmada por un oficial determinado del Kominterncomo podía ser Gibarti, y presentada al partidocal. El mandat tenía el efecto de una orden qu
exigía una total cooperación y sin duda obedienci
por parte de los dirigentes locales con respecto aproyecto entre manos. Según Babette Gross, umandat de esta naturaleza llegó a Vaillant para laoperaciones de Münzenberg en París. Gibardeclaró que él también había tenido un manda
escrito y firmado sobre seda por Münzenberg qu
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él presentó a Earl Browder en Nueva York emarzo de 1934.
40 Gross, op. cit ., págs. 240-242. Es posible quhubiera otros mandos aparte de Münzenberg e
esta actividad coordinada al nivel más alto deapparat . No está nada claro quién asumió estautoridad después de la caída en desgracia dMünzenberg. Un candidato podría ser Mija
Koltsov como el rostro más público. Tambiéestaba Louis Dolivet y el Rassemblemen
Universel Populaire, o RUP. Véase abajo.41 AC 495.292.244a. Documentos de l
Comisión Antiguerra del Juicio de Leipzig y de
Contra-Proceso de Londres.42 La vida de Gibarti casi no ha conocido l
etra impresa y el único libro en el que desempeñun papel importante, Crime without Punishmen
de Gunther Reinhardt, no es de fiar. Mi fuentprincipal han sido las entrevistas y los dossierobre Gibarti en los Archivos Nacionales d
Estados Unidos, así como la solicitud de FOIA.43 Véase archivo de FOIA.
44 Para la Liga contra el Imperialismo com
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nstrumento de sabotaje y espionaje, estoy edeuda con el inédito The British Connection, dDeacon, en especial págs. 112-114. Deacon sbasa en revelaciones sobre Percy Glading en e
caso Woolrich Arsenal. Las opiniones de Deacohan sido confirmadas por John Costello durante snvestigación en los archivos soviéticos. El h
descubierto que Maurice Dobb, de la Liga contr
el Imperialismo en Cambridge, y el mismo Gibarestuvieron involucrados en el reclutamiento dKim Philby. Véase Deadly Illusions, págs. 125
26.45 El mito de las aventuras de Malraux co
Borodin en la clandestinidad comunista fuprobado falso por Jean Lacouture. (Véase Andr
alraux, de J. Lacouture, págs. 114-117.) Uejemplo impresionante de los inventos de Malrau
al respecto puede encontrarse en los documentoque incluye Edmund Wilson en su ensayo sobrMalraux en la obra Classics and Commercials
Acaso vale la pena señalar que Gibarti, espía eChina, conoció al verdadero Borodin, quie
ambién aparece como personaje de La condició
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humana, y que Borodin conocía bien a muchos dos fundadores de la Liga contra el ImperialismoVeánse las memorias de Charles Shipman,
«Manuel Gómez».)
46 Véase Schliemann, «Münzenberg».47 Véase Sperber, Au-delá de’l oubli: Le
orteurs d’eau, capítulo 1.48 Karel Kaplan, Report on the Murder of th
General Secretary, pág. 276 .49 Para la desinformación que el ComitMundial hizo llegar a Churchill, véase Deacon, op
cit ., págs. 105-107. Se debe señalar que lduquesa de Atholl era considerada una important
«inocente» por el Comité Mundial.50 Es motivo de gran debate si Michael Károly
estaba o no bajo la disciplina del aparato. A lomiembros del apparat en Estados Unidos se le
nformaba sin sombra de duda de que el condestaba bajo la disciplina del partido. (VéasVoros, American Comissar .)
Yo mismo conocí a la difunta condesa Károlyi principios de los ochenta. Ya tenía más de novent
años y aún era una mujer de gran encanto. Teng
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con ella una deuda de gratitud. En dos ocasionefui residente en una fundación de artistas que ellhabía creado en el sur de Francia y que estabdedicada a la memoria de su marido. En aquello
iempos, yo no era consciente del papel que ellhabía desempeñado en el tema que aquí me ocupaunque leí parte de sus memorias y conocía lochismes que corrían en la fundación sobre s
presunto espionaje. Aunque no me causó ningunmpresión entonces, es posible que haya visto enombre de Münzenberg por primera vez cuandeía aquel libro.
En las contadas ocasiones en que hablamos d
política, la condesa siempre daba la impresión daber más de lo que estaba dispuesta a decir. S
pensamiento, aunque sutil y profundo, seguíestando hipnotizado por el mito revolucionario
Por ejemplo, una vez le pregunté si considerabque era verdad lo que contaba Archipiélago Gula
de Solzhenitsyn. «Es verdad», replicó después duna pausa solemne y apesadumbrada. «Eexagerado, pero es esencialmente verdad.» M
dejó (y aún me deja) perplejo que una mujer co
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os conocimientos que tenía pudiera decir queaunque Hungría era un país comunista, «no es lbastante comunista para mí». Había algnvencible en su inocencia.
La condesa hacía un instructivo contraste coBabette Gross, su no menos inteligentcontemporánea, pero mujer más realista y flexiblpolíticamente. Las dos tenían algún parecido
eguramente se habían conocido bien.51 Véase la explicación de Elizabeth Bentleobre su trabajo en la oficina de Nueva York de l
Liga contra la Guerra y el Fascismo en Out o
ondage.
52 Véase Costello, op, cit ., págs. 125-126.53 Véase Anthony Boyle, Tie Climate o
Treason, pág. 108.54 Gross, op. cit ., pág. 264.
55 Para los contactos de Gibarti con Alpari Fried, véase la entrevista con Louis Gibarti en loDavid Dallin Papers, colecciones especiales de lBiblioteca Pública de Nueva York.
56 Información de Babette Gross al autor.
57 Información de Babette Gross. Véase tambié
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a entrevista con Louis Gibarti en los David DalliPapers, Biblioteca Pública de Nueva York.
58 La descripción de la reunión de Chambercon este representante se encuentra en su Witness
págs. 214-217.59 Estoy agradecido a Sam Tanenhauss, e
biógrafo de Whittaker Chambers por lnformación (no en Witness) de que Chamber
legó a pensar que era posible que su contacto ea Biblioteca de Nueva York hubiese sido uoficial del Komintern llamado Bela Szantil (veces escrito Szanto). Szantil es un candidatperfectamente posible para esta identificación
pero no lo es más ni menos que Alpari, con quieparece haber tenido una semejanza física.
60 Véase entrada sobre Alpari en Lazitch Drachkovitch, The Biographical Dictionary of th
omintern.61 Lucien Vogel fue una figura de primermagnitud en la historia de la edición de revistaTambién en ese tiempo fue un importantcompañero de viaje y aparece muchas veces en lo
distintos eventos a que se refiere esta obra. Ha
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eferencias suyas en Gross, op. cit ., en Gide, Le
cahiers de la Petite Dame y en las memorias dos condes Károlyi. Le agradezco a Leo Lerman lnformación sobre la carrera de Vogel en Nuev
York tras la ruptura con los soviéticos. Tengo unespecial deuda de gratitud con el difunto PierrBertaux por la información acerca de Vogel y shija, Marie-Claude.
62 Véase Gide, op. cit . sobre el papel de Vogeen la oferta de Mezhrabpohmfilm para filmar snovela Los sótanos del Vaticano y la sugerencipara que Gide hiciera en 1932 una gira por lUnión Soviética.
63 Conde Károlyi, Memoirs, págs. 286-287.64 Para una descripción del papel desempeñad
por Vaillant-Couturier en la estalinización de lvida cultural francesa, véase Ory, Nizan, pág
27-130. Para la reunión de Münzenberg coMarie-Claude Vogel, Vaillant-Couturier y Kurellavéase Gross, op. cit ., págs. 239-241. Para unfotografía de Vaillant-Couturier, véase Desant
es clés d’Elsa, pág. 231. Para la historia d
Alfred Kurella en el Komintern, véase Lazitch
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Drachkoviotch, A Biographical Dictionary of th
omintern, págs. 207-208. Para la falta deputación de Barbusse y Rolland en el círcul
chic de París, así como detalles de la personalida
de Vaillant, véase entrevista de Pierre Bertaux coel autor, 10 de junio de 1986.
65 Mann, Diaries, págs. 154-158. Tambiénformación del difunto Pierre Bertaux al autor.
66 Pierre Bertaux, entrevista con el autor, 10 dunio de 1986.67 Para una buena descripción de la actitu
general de Ilya Ehrenburg, véase Lottman, La Riv
Gauche.
68 Varios documentos en los AC sobre lmanipulación de Barbusse a manos de Münzenberexisten a lo largo de 495. Se puede encontrar uejemplo típico en 495.19.337, documentos 1, 3
9.69 Información de Babette Gross al autor.70 Sobre compartir los frutos del espionaje entr
Willi y los franceses, véase Károlyi, Memoirs
pág. 238, con nota al pie.
71 Pierre Bertaux, entrevista con el autor, 10 d
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unio de 1986.* La historia de las distintas emisora
antifascistas, algunas tan pequeñas que operabadesde camiones o coches, representa en sí mism
un admirable capítulo en la historia del espionajeMünzenberg y Katz participaron en este terreno. Sabe que una de las áreas en que Burgess colabor
con la gente de Münzenberg fue en el suministro d
material en inglés para las emisoras comunistaVale la pena señalar que todos los estudiantes da escuela de espionaje del Komintern, sita e
Podlipki en las afueras de Moscú, recibíaentrenamiento en técnicas de radio y que lo
ransmisores usados para esta tarea tambiépodían ser utilizados para otro tipo de trabajo dnteligencia. (Véase Costello, The Mask o
Treachery.)
* Un detalle de historia literaria. Cuando Pauizan escribió su novela La conspiración sobróvenes próximos al aparato, le dio el nombre d
«André Simon» al espía de verdad que frecuentaba esos muchachos. Seguramente se trata de un
broma entre ellos. Nizan conocía bien a Katz y e
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posible que éste le haya introducido en el trabajdel Komintern. (Véase Gross, Münzenberg , pág242-243.) Nizan trabajó en el proyecto de Katz E
ibro pardo del terror de Hitler (véase l
biografía de Nizan por Pascal Ory para pasajes dizan en la edición francesa de Le livre brun).
* En 1992 se abrió un importante expedientobre Noel Field en los archivos de la policí
ecreta húngara; ahora está en la sede deMinisterio de Información de Budapest. Parecconfirmar mi tesis sobre la actuación de Field y lañade mucha más información. Contienesúmenes y transcripciones de los interrogatorio
previos a su salida de la cárcel y a s«rehabilitación», poco antes de que empezara unnueva vida como comunista acérrimogenerosamente subvencionado por el régimen d
Budapest. Field explica cándidamente su trabajo aervicio del espionaje soviético y en el procesmplica explícitamente a Alger Hiss como s
colega en esas tareas. El expediente ha sido leídpor Maria Schmidt, una experta húngara en e
ema, quien escribió un artículo al respecto en e
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que presenta sus descubrimientos («This HisDossier», The New Republic, 8 de noviembre d
993).
3. El lugarteniente
1 He consultado numerosas fuentebibliográficas para la vida de Otto Katz. Incluyea Gross, Münzenberg , Koestler, Invisibl
Writing' , Regler, The Owl of Minerva; Kersten«Das Ende Willi Münzenbergs», Wesse
ünzenbergs Ende; y Karel Kaplan, Report o
he Murder of the General Secretary, inter aliaHay una nota al pie importante y de fiar, por tantnmensamente hostil, en Stalin and Germa
Communism, de Ruth Fisher. En los Archivoacionales de Estados Unidos existe un
voluminosa información sobre sus actividades eorteamérica. En respuesta a mi solicitud, se h
abierto un gran archivo FOIA del FBI sobre suactividades, FBI FOIA dossier 65-9266. Aparec
en todos los textos sobre los juicios Slansk
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Hodos, Show Trial , Karen Kaplan, Dans le
archives du comité central , Slanska, Report on m
usband y The State of Mind , inter alia). Socupan de Katz, aunque falsamente, Lillia
Heilman en An Unfinished Woman y Ella Winteen And Not to Yield . Además estoy en deuda poas entrevistas que me concedieron Paul Willer
Pierre Bertaux, Herman Starobin, Margaret Regle
Rae Bernstein, Peter Lübbe, Robert Crowley, GuTyler, John Hunt, Henriette Nizan, Manuela Dobo Steve Nelson, entre otros. Me han sidndispensables las conversaciones con Joh
Costello y la documentación de su propi
nvestigación.2 Para los primeros contactos de Katz co
Münzenberg, véase Gross, op. cit ., pág. 309.3 Pawel, The Nightmare of Reason, págs. 98
112 y passim.4 Gross, op. cit ., págs. 310-311. Para eambiente intelectual de la época, veánse lopasajes de la relación de Kafka y Kisch en ibid , en Willett, The Theater of Erwin Piscator , junt
con los relatos sobre el Piscatorbühne en l
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biografía de Bertold Brecht por Hayman, Bertol
recht . Para una memoria de la época, véasambién Viertel, The Kindness of Strangers, coeferencias a Katz en págs. 101 y passim. Un
divertida narración de la gente y la época se puedhallar en Prater Violet , de Isherwood.
5 Véase Gross, op. cit ., pág. 311. El papel dKatz en los asesinatos conjuntos del Komintern
a NKVD en España, se expone en el capítulo 1de esta obra. La devoción de Brecht al estalinismen sus aspectos más crueles está sintetizada entellectuals, de Paul Johnson (Weidenfeld
Londres, 1988; Harper & Row, Nueva York
988).6 Hook, Out of Step, págs. 491-496.7 Dossier FOIA sobre Otto Katz, 65-9266.8 Gross, op. cit ., pág. 311.
9 Draper, artículo sobre Katz, «The Man WhWanted to Hang», The Reporter , 6 de enero, 1953págs. 26-30.
10 Para simpatizantes de Hollywood anteriores 935, véase The Hollywood Writer’s War , d
Schwartz y las memorias de John Howard Lawson
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Ella Winter y muchos más.11 Véase Meade, Dorothy Parker , págs. 253
254. También Stewart, By a Stroke of Luck , Schwartz, op. cit ., pág. 83 y passim. La presenci
de Katz en Hollywood también queddocumentada por muchos autores de memoriaentre ellos, Viertel, The Kindness of Strangers.
12 La estrecha relación de Katz con Eisler qued
documentada en el dossier FOIA, sección Imemorándum del FBI de 4 de febrero, 1943También información de la entrevista del autor coRae Bernstein. Que Lillian Hellman trabajaba coKatz queda sugerido por el hecho de que Josep
Bernstein, marido de Rae y colaborador editoriade Otto, fue presentado a Katz por Hellman.
13 Información sobre Otto Katz y Fritz Langdossier FOIA sobre Katz. Se hacen referencias a l
vida social de Katz en Hollywood en las memoriade Viertel, The Kindness of Strangers. Véasespecialmente págs. 101-102 y 211-220.
14 Información de Rae Bernstein al autor.15 Véase AC 495.72.26. Un documento sobre e
Comité Mundial contra la Guerra y el Fascismo
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dirigido a Otto Katz en el que se discute «erabajo activo en Norteamérica» (posiblementegal). Véase también AC 495.19.336 y 337.
16 Véase dossier FOIA sobre Katz acerca de s
expulsión de Estados Unidos en noviembre d940.17 Información confidencial al autor.18 A Discord of Trumpets, de Claud Cockburn
The Theater of Erwin Piscator , de Willert, nvisible Writing , de Koestler dan testimonio de lapidez con que Katz escribía en varios idioma
Debo añadir que Rae Bernstein, viuda de JosepBernstein que colaboró con «André Simone» e
en of Europe, dice que el inglés de Katz distabde ser perfecto y requería una profundcorrección. Ya que muchos de los libros d«Simón» o «Simone» aparecieron primero e
nglés, lo más probable es que todos tuvieraayuda editorial como la de Joseph Bernsteinquien, dicho sea de paso, fue también la manderecha literaria en inglés de Julio Alvarez deVayo.
19 Hellman, op. cit ., pág. 68.
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20 Para la relación de Hellman con Katz y suactividades en Nueva York en 1939 y 1940, deba información a Rae Bernstein, Margaret Regler a viuda de Ralph Bates. Ningún texto, document
o memoria de los varios centenares que he vistmenciona un arresto o encarcelamiento de Katz eEspaña. En las últimas fases de la guerra civespañola, estuvo en Norteamérica, París y l
Riviera. Como verá el lector, yo creo muprobable (aunque no esté seguro) que Katz estuvnvolucrado en secreto en P.M ., en cuya fundació
participaron estrechamente Hellman y Hammett, tacomo demuestran William Wright y Carl Rollyso
en sus biografías de Hellman.21 Koestler, op. cit ., pág. 209.
22 Para la presentación de Cockburn Münzenberg, véase A Discord of Trumpets, pág
232, y para una relación bastante cándida sobre lfabricación de desinformación para Katz eEspaña, véase págs. 306-309.
23 Cockburn, op. cit ., pág. 306.24 Información de Margaret Regler al autor.
25 Cockburn, op. cit ., pág. 305.
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26 Entrevista del autor con Paul WillerLondres, 6 de junio de 1986.
27 Hellman, op. cit ., pág. 68-69.28 Koestler, op. cit ., pág. 211. Genevieve er
una famosa periodista política en Francia; ElleWilkinson, en algún momento compañera de viajefue una importante personalidad del partidaborista británico.
29 Entrevista confidencial con el autor.30 Información del difunto Eugen Loebortografía inglesa del original Löbl) al autor.
31 Para las afirmaciones de Burgess y Blunt der agentes del Komintern, véase A Chapter o
ccidents, de Rees, y After Long Silence, dStraight, en los pasajes que describen a Burgess Blunt cuando los intentaban reclutar. Que Maly Ortov estuvieran entre los primeros controles de
círculo de Cambridge ha sido probado por JohCostello. Véase The Mask of Treachery y el Ne
York Times del 26 de junio, 1991, pág. 11.32 Sobre apologistas del Frente Popular, véas
reda Kirchway de Alpern y Men and Politics, d
Fisher.
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33 La penetración del Komintern por la NKVD el GRU en 1935 ha sido estudiada por un buenúmero de autores de fiar. La mayor obra es Th
Great Terror , de Conquest, págs. 399-408 assim. Agradezco a Herb Romerstein eevelarme la verdadera identidad del «camarad
Moskvin». Estuvo a cargo de liquidar el TruMünzenberg en 1935; en realidad se trataba d
Mijaíl Trilliser, miembro fundador de la NKVDquien para 1935 parece haber estado vinculadcon el GRU. Esta información fue confirmada eunio de 1992 por la investigación en los archivo
del Komintern de Moscú realizada por Harve
Klehr, con quien estoy en deuda. Para el papel d«Moskvin» en la liquidación de las empresas dMünzenberg, véase Gross, op. cit ., pág. 277.
34 Información de Paul Willert al autor.
35 La responsabilidad de Radek en asuntoalemanes fue un factor indispensable para su altcargo en la jerarquía soviética. Véase Utopia i
ower , de Heller y Nekrich, págs. 232-233También Lenin and the Komintern, de Lazitch
Drachkovitch, y muchas otras fuentes bie
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nformadas.36 Véase Willett, op. cit .37 Un texto fidedigno sobre las relaciones entr
Katz y Piscator se encuentra en ibid . Tambié
Babette Gross brinda una abundante informaciónCookridge en The Net That Covers the World da información exclusiva (sin fuente) de que Kat
contribuyó a los decorados de Piscator.
38 Willett, op. cit ., págs. 65-71.39 Ibid .40 Gross, op. cit ., pág. 311.41 Koestler, op. cit ., pág. 211.42 Información de Herbert Marshall al autor.
44 Ibid .45 Karel Kaplan, op. cit ., pág. 276.46 Gross, op. cit ., pág. 311.47 Para el contacto de Katz con Batista, véas
nforme FOIA.48 Información de Herman Starobin al autor.49 Información del difunto Eugene Loebl a
autor.50 Entrevista del autor con Karel Kaplan,
ulio, 1989, Munich. Véase también la carta d
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Katz a Klement Gottwald en Report on the Murde
of the General Secretary, de Kaplan, págs. 272279. Que corrió el rumor de que Katz había tenidparte en el asesinato de Münzenberg en el tiemp
de los interrogatorios de Slansky, me fuconfirmado por Karel Kaplan, la principahistoriadora checa del acontecimiento.
51 Véase dossier FOIA sobre Katz, página
elevantes hasta junio de 1940.52 Correspondencia de Marcia Davenport con eautor.
53 Información de Herman Starobin al autor.54 Véase dossier FOIA sobre Katz, entrevist
con Hermann Rauschnigg. En The Mask oTreachery, John Costello especula sobre lposibilidad de que Anthony Blunt haya intentadconfundir a sus interrogadores británicos a
afirmar que un hombre de la descripción de Katfue su primer control. El siguiente estudio dCostello, Deadly Illusions, quita un poco dverosimilitud a esta teoría.
55 Véase Gardiner sobre Cookridge en s
descripción de Kim Philby en Code Name: Mary
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Véase también Costello sobre Spiro-Cookridge eThe Mask of Treachery.
56 Guy Liddell es un personaje cuyo nombre haparecido repetidas veces en la historia de espía
más persistente de nuestro tiempo, la cuestión de«topo» en el servicio británico, del protector promotor de los espías de Cambridge. Era econfidente de confianza de Anthony Blunt, s
ntimo amigo y jefe político dentro del mundo da inteligencia británica y sus actividades en lohechos que desembocaron en la fuga de Burgess Maclean favorecieron el éxito de la misma. Todfuncionó a la perfección para imposibilitar l
captura. El crítico literario Goronwy Rees, íntimamigo y compañero de conspiración de Blunt y dBurgess, fue a la tumba convencido de que Liddehabía sido parte de la trama. Quienes apoyan
Liddell en los mandos de la inteligencia británic entre sus historiadores no sólo son numerosoino también muy respetados. El más importante e
el difunto Sir Dick White, decano de los serviciobritánicos, quien detestaba a Goronwy Rees
quien escaló su alto cargo en el servicio con e
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patrocinio de Liddell. Muchos de loobservadores por quienes siento una alta estimpiensan que el caso contra Liddell está cerrado u inocencia, confirmada.
Yo no. Considero que el caso aún está abiertoTodavía no conozco ningún argumento o pruebque, en mi opinión, demuestre fehacientemente lnocencia de Liddell. Eso no significa que est
convencido de su culpabilidad, pero como eector verá en distintos pasajes cruciales de estobra, las pruebas circunstanciales contra Liddeno son una mera casualidad; son absolutamentmponentes.
Parte de esas pruebas contra Liddell provienede que él fue la posible fuente de Spiro sobrKatz. A su vez, una posible fuente de ladeclaraciones de Liddell sobre Katz es u
nformante muy bien situado llamado AnatoBakaylov, un extravagante periodista e intelectuauso blanco, muy bien relacionado con los grupo
de exiliados y con miembros de la clase dirigentbritánica interesados en los asuntos soviéticos. N
es casual que Bakaylov fuera uno de lo
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nformantes más fiables del MI-5 sobre exiliadousos y las interminables intrigas secretas qu
consternaban y embrollaban la vida en el exilio. Ehombre con quien trabajó Bakaylov en ese asunt
era el ubicuo Guy Liddell, el hombre del quantas veces se ha dicho que estaba fuera de todospecha.
Ahora bien, Bakaylov era de hecho un agent
oviético y uno de los más aptos de ese periodoEstaba en el lugar idóneo para dar desinformacióal servicio británico, al Foreign Office y a lopolíticos. Y así lo hizo durante años, siempre coel visto bueno de Liddell. En los días felices de l
preguerra y antes de la caída en desgracia de OttoBakaylov y Katz colaboraron en todo tipo dmisiones como equipo. Para la información sobrBakaylov, estoy en deuda con The Mask o
Treachery, págs. 311-312, 602, de Costello ascomo con el inédito de Deacon, The Britis
Connection.57 Cookridge, The Net That Covers the World
ág. 249.
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4. Proceso, contraproceso y la conspiració
imitrov
1 Los AC, 495, secciones 292, 248, 251 y 60contienen gran cantidad de documentación de cascada detalle operativo (contrapuesto conspirativo) de la campaña del incendio de
Reichstag. Es evidente que Münzenberg mantuvo us superiores meticulosamente informados dodos los aspectos de su trabajo. Llenan esto
archivos conversaciones con abogadoevaluaciones de los participantes, documentos d
os comités conjuntos, borradores ddeclaraciones de los acusados, interrogatoriocorrespondencia controlada entre participantes us familias, resúmenes de prensa y mánformación por el estilo.2 Información de Ruth Price al autor.3 Para la creación de la «Octava Base Deportiv
nternacional» de Podlipki, véase Gross, op. cit
págs. 264-266, 267. Para la caída de Mirov
Abramov, véase Conquest, The Great Terror , pág
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408.4 Para un útil resumen del lugar que l
corresponde a Torgler en el comunismo alemánvéase Borkenau, European Communism. Tobía
naturalmente discute el caso de Torgler eprofundidad, aunque nunca se ha investigado hastel fondo la complicada conexión de Torgler coodo el asunto. Indispensable para esa exploració
esulta Stalin and German Communism, de RutFisher y en especial la correspondencia entrFisher y María Reese ahora depositada con lodocumentos de Fisher en la biblioteca Houghton dHarvard. Muchos de ellos, junto a otros, han sid
publicados por Peter Lübbe en su antología dRuth Fisher y Arkady Maslow, Abtrünnig wide
Willen, en especial págs. 219, 248 y 273Gisevius, en To the Bitter End , también brind
nformación sobre el papel de Torgler.5 La principal obra sobre el incendio deReichstag es The Reichstag Fire, de Tobias. Lbibliografía es extensa y fehaciente.
6 Para los planes de Münzenberg en est
periodo, véase Gross, op. cit ., págs. 239-270.
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7 Ibid . pág. 249.8 Entrevista del autor con Babette Gross, 6 d
ulio de 1989, Múnich.9 Regler, op. cit .
10 Ibid ., págs. 160-161.11 The Brown Book of the Hitler Terror and th
urning of the Reichstag y The Second Brow
ook of the Hitler Terror , tuvieron numerosa
ediciones y fueron ampliamente traducidos. En sumemorias, Gustav Regler, Arthur Koestler y ManeSperber escriben vividamente sobre el colectivque produjo los libros. El mismo Otto Katescribió un libro sobre su composición titulad
er Kampf um ein Buch. No he hallado ningunraducción. Después de la guerra, Dimitro
escribió su versión del hecho en Da
eichstagsbrandprozess.
12 Véase Gross, op. cit ., pág. 251. Véasambién Regler, op. cit . y Costello, The Mask o
Treachery, pág. 298.13 Un importante documento para comprende
esta fase de la carrera de Katz es su carta
Klement Gottwald escrita el día de su ejecución e
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Praga y reproducida en Report on the Murder o
he General Secretary. El contacto de Katz coEllen Wilkinson y otros se cita también en Elle
Wilkinson, de Vernon.
14 Stewart, By a Stroke of Luck !15 Debido a que un importante testigo de
círculo de Burgess confundió el nombre de OttKatz con el de otro miembro del aparato soviétic
lamado Rudolph Katz, a menudo se ha dicherróneamente que Otto participó de algún modo ea vida londinense de Guy Burgess durante l
guerra. No es verdad; Otto estaba en Méxicdurante todo ese periodo; el Katz visto con tant
frecuencia en el apartamento de Burgess de lcalle Bentinck era Rudolph, un agente que salvpor su ideología era muy distinto a Otto, Segúimmy Hewett, amante de Burgess, Rudolph Kat
era un homosexual compulsivamente lujurioso y u«gordinflón torpe y desmañado». Costello aclaresta confusión sobre los Katz, aunque señala quBurgess tuvo algún contacto real con la operacióde Münzenberg (The Mask of Treachery, pág
330). Para una relación sobre los desplantes d
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Burgess entre los literatos comunistas en Parívéase A Chapter of Accidents, de Rees y snarración de cómo Burgess se las ingenió para quél y Rees cenaran con Theodore Dreiser.
16 Véase Hays, City Lawyer .17 La actuación de Goering en el juicio est
ratada por Tobias, op. cit ., 221-228.18 Información de Tzvetan Todorov y Pete
Smerdjiev al autor.19 Fisher, op. cit ., págs. 308-309.20 Arthur Koestler, op. cit ., págs. 247-249.21 Malraux confesó su escepticismo sobre est
ema en una entrevista con Jean Lacouture cuand
éste le preparaba su biografía. ( André Malrauxpág. 182.)
22 Prefacio de Ot lajpzigskija prozes
ibirskite lageri, de Popov. Estoy sumament
agradecido a Tzvetan Todorov por habermenseñado esta importante prueba y por habermproporcionado la traducción literal de lntroducción de Semerdjiev que aquí incluyo cou amable permiso.
23 La afirmación de Semerdjiev de que Piec
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actuó de intermediario entre los gobiernos nazi oviético queda confirmada por un cable hallad
en los archivos centrales, escrito por Pieck enviado a Piatnitsky y traducido del alemán par
que sólo lo leyera Stalin. Este documento contienuna propuesta del gobierno germano a Staliugiriendo que el dictador ofreciera asilo polític
«de cualquier manera a Dimitrov y los búlgaros»
Tal como decía Ruth Fisher, el acuerdo no incluía Ernst Torgler. El cable en cuestión fue recibidpor Piatnitsky cuatro días después de la sentencide Leipzig, el 28 de diciembre de 1933, tras edescanso navideño. (AC 495.19.248.)
En cuanto a la participación personal de Radeen toda la secuencia de estos hechos, el telegramde Radek probablemente codificado al «camaradVinograd» en Berlín, del 20 de abril de 1933
muestra claramente que 1) él daba la ordeespecífica a su agente de encontrar informacióque relacionara el incendio con el S.S. OberführeKurt Daluege, y, en consecuencia, con las SA yque entonces Deluege se ocupaba principalment
de colocar a oficiales de las SA en toda la nuev
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administración alemana y se lo identificabplenamente con los intereses de las SA; 2) quVinogradov sería asistido en la recopilación de lnformación por «conversaciones discretas» co
un oficial de la Reichswehr , el coronel Oskar voeidermayer, un agente secreto alemán mu
próximo a Radek, quien había servido comoperativo encubierto para concertar el intercambi
oficial de material militar e información entre egobierno soviético y el ejército alemán despuédel Tratado de Rapallo. Por tanto, Neidermayeera un experto en los oscuros canales secretoentre ambos gobiernos; 3) que la información
desinformación así obtenidas serían divulgadaentre otros periódicos, por el Mancheste
Guardian, que por cierto era la principapublicación en lengua inglesa para la campaña d
Münzenberg.Considero que el texto de este telegrama apoyde forma significativa mi tesis de que el propósitcomún de ambos dictadores en su colaboración daquel momento era utilizar la propagand
comunista acerca del proceso de Leipzig como u
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medio para desacreditar a las SA a favor deejército alemán y así prepararse para los hechodel 30 de junio de 1934, conocidos como l«Noche de los Cuchillos Largos». La carta d
Radek a Vinogradov se encuentra en los A495.60.244a.
24 Véase Karel Kaplan, op. cit . Para la carta dKatz a Klement Gottwald del 3 de diciembre d
952, véase pág. 276.25 Tanto Regler como Koestler en sus obracitadas recuerdan el acceso de Dimitrov al Th
rown Book cuando estaba en la cárcel.26 Información de Peter Semerdjiev al autor: un
carta del 6 de noviembre de 1992 y una extensentrevista telefónica del 13 de noviembre demismo año.
27 Entrevista del autor con Babette Gross el 4 d
ulio de 1989.28 Un útil resumen de esta bien conocida crucial coyuntura en los planes de Hitler se puedencontrar en Modern Times, págs. 296-300, dPaul Johnson.
29 Véase ibid .
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30 Ibid .31 Carlton, Anthony Eden, pág. 46.32 Para el plan y el comportamiento de Hitler e
a «Noche de los Cuchillos Largos», véase To th
itter End , de Gisevius y Hitler , de Fest.33 Para las SA como objetivo de la campaña d
Münzenberg, véase en especial el texto de Tobiaen The Reichstag Fire y en Ces Temps-là d
Sperber.34 Véase nota 23.35 The White Book on the Executions of Jun
30, 1934.36 Tobias, op. cit ., pág. 143; también Echo de
Woche, de Wollenberg, 12 de agosto, 1949.37 Gross, op. cit ., pág. 248.38 Tobias, op. cit ., pág. 57.
39 Se mencionan las intrigas con e
departamento de policía de Berlín tanto envisible Writing de Koestler como en The Owl o
inerva de Regler. El testimonio directo mácompleto dentro de Central de Policía en PrinAlbrechtstrasse está en To the Bitter End , d
Gisevius.
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40 Véase Gisevius, op. cit . El complot VoSatuffenberg ha sido ampliamente analizado en unextensa bibliografía. En especial, recomendaría l
utobiography of a Spy, de Mary Bancroft.
41 Véase Gisevius, op. cit .42 Archivos Nacionales de Estados Unido
800.00B, dossier Louis Gibarti, documento 73Memorándum de la División de Visado
Departamento de Estado, con fecha 29 de enero940, sin firma pero anotado VD; AMW: MLSPara el papel de Bredow en el círculo dGuchkov, veá se The British Connection, pág07, de Deacon.
43 Toland, Hitler , pág. 465.44 Información mencionando a Gibarti com
probable autor del Memorándum Oberfohren spuede encontrar en FOIA dossier 61.6629. U
cuidadoso análisis del Memorándum Oberfohree encuentra en The Reichstag Fire, de Tobiapág. 104.
45 AC 495,73.26.46 Véase carta de Radek a Vinogradov, citada e
pág. 407 n. 15.
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47 Véase Tobias, op. cit ., apéndice C.48 Ibid ., págs. 144-146.49 La fantasía de que Hitler era un mero hombr
de paja en peligro de perder el control de
gobierno nazi a manos de las SA llevó a que loconservadores le apoyasen secretamente para quesistiera esa amenaza.Vale la pena señalar que después de los hechos
una vez que Estados Unidos entró en la guerra, estversión de la temprana historia nazi estaba vigententre los altos mandos de la inteligencinorteamericana. En 1942, en Ginebra, MarBancroft, una agente de la OSS que era íntim
amiga de Allen Dulles y Gisevius, actuó comenlace entre los dos durante la preparación dentento de asesinato de Hitler en el complot de Vo
Stauffenberg, el último intento de salvación d
parte de los conservadores alemanes antinazis y samado ejército, esta vez asistidos en secreto poEstados Unidos. En sus conversaciones conmigoBancroft dejó bien claro que Dulles aceptó caoda la versión de Gisevius sobre aquellas lucha
ntestinas en el gobierno nazi y sobre el incendi
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del Reichstag.La tragedia del esfuerzo de los conservadore
por arruinar a las SA estriba en que no sirvió parescatar el honor de la política ni del ejércit
alemanes y, en cambio, quedaron a merced dHitler y de Stalin. Al menospreciar la importancide Hitler y exagerar la de las SA, consolidaron epoder nazi y, en consecuencia, promovieron lo
objetivos de los dos dictadores que odiaban.Entrevista de Mary Bancroft con el autor, 12 deptiembre de 1986.50 Véase Gisevius, op. cit .51 Rhysselberghe, Cahiers d’André Gide. Le
Cahiers de la Petite Dame. Notes pour l’histoirauthentique d’André Gide, 1929-1937. Véas
ambién Gide, Littérature engagée, en especial l
muy útil cronología.
52 He consultado numerosas fuentes pareconstruir el viaje de Gide y Malraux a Berlínos cuadernos de Maria van Rhysselbergheittérature engagé, de Gide; Anti-Memoirs, d
Malraux; André Malraux, de Lacouture y otros.
53 Lacouture, op. cit ., pág. 182.
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54 Véase los cuadernos de Maria vaRhysselberghe y las cartas de André Gide a RogeMartin du Gard.
* Hasta el final de su vida, Whittaker Chamber
negó haber visitado la Unión Soviética. Ermentira. Se puede demostrar que estuvo en lURSS desde principios de abril hasta finales dunio de 1933. También es verdad que retornó co
el alias de «Hugh Jones» que luego negó habeusado jamás. El hecho de que haya ocultado sviaje a Rusia está seguramente relacionado con ehecho de haber sido entrenado por el apparat . Lafechas de su visita coinciden con la creación de l
escuela, aunque regresó a Estados Unidos siiempo de haber completado el curso. L
coincidencia de las fechas es al menos curiosaVéase Weinstein, Perjury, págs. 115-117. Véas
ambién la entrevista de Walter Goldwater coDiana Trilling, en el archivo de Trilling. Aquí hido usada con su permiso.* En el terreno político, recuérdese que Dimitro
sus asistentes no eran comunistas alemanes, sin
extranjeros y evidentes agentes de Moscú y e
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Komintern. Su elección como acusados podía dapie a un problema internacional; podríconsiderarse una provocación contra la URSS. Siembargo, durante el juicio no se hizo hincapié e
os vínculos de Dimitrov con Moscú del mismmodo que tampoco lo hizo Münzenberg coespecto a la autoría nazi del incendio.
5. El acuerdo
1 Véase Gisevius, To the Bitter End .2 Walter Krivitsky, In Stalin’s Secret Service
capítulo 1.3 Para la actuación de Berzin durante la guerrcivil, véase ibid ., capítulo 3, y Conquest, Th
Great Terror , pág. 209.4 Krivitsky, op. cit ., págs. 2-3.
5 Dziak, Chekisty, págs. 83-84.6 Para la relación de Radek con la campañ
antifascista, véase Krivitsky, op. cit ., pág. 10, acomo Heller y Nekrich, Utopia in Power , pág
325. Gross, Münzenberg , págs. 179-180. Véas
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ambién Dziak, op. cit ., pág. 28.7 Heller y Nekrich, op. cit ., págs. 310-322.
8 Para confirmación de la opinión de Radekvéase también Litvinov tal como lo cita Gusta
Hilger, citado en Blackstock, The Secret Road tWorld War II , pág. 262.
9 Krivitsky, op. cit ., págs. 8-15.10 Ibid ., págs. 1-25. Véase esp. págs. 10-11
odas las referencias a Radek.11 La mejor descripción existente de la estancide Krivitsky en Estados Unidos se encuentra eThe Cambridge Spies, de Newton, pero hamuchos textos válidos sobre la reacción occidenta
ante la deserción de Krivitsky. Una de las mejorees Eyewitness to History, de Levine, págs. 182—
87. Las relaciones de Krivitsky con los serviciobritánico y norteamericano, junto con su papel e
el desenmascaramiento de la conspiración eCambridge, son importantes y complejas y se larata en una vasta bibliografía. Un ejemplo típic
es Philby: The Long Road to Moscow, de Seale McCoville, en muchas referencias. Se discute e
caso Krivitsky eficazmente en Deadly Illusions, d
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Costello, con especial referencia a su tratamientde los hechos en España.
12 Conquest, op. cit ., págs. 62-63.13 Para un análisis completo del movimient
hacia el pacto, véase Heller y Nekrich, op. citpágs. 316-319. Para el pensamiento estratégicgeneral de Stalin anterior a la guerra europeavéase Modern Times, de Paul Johnson (pág. 359
El lector también puede consultar Dziak, op. citcapítulos 4, 5 y 6.14 Tanto en The Great Terror de Conquest com
en Utopia in Power de Heller y Nekrich, sdiscute la predisposición de Stalin a que se le
hiciera daño a los comunistas alemanes en 1933.15 Heller y Nekrich, op. cit ., págs. 251-258
Véase también Krivitsky, op. cit ., págs. 1-25.16 Heller y Nekrich, op. cit., págs. 309-311
citando a Gnedin, Iz istorii otnoshenii mezhdSSSR i fashstskoi Germanii. Dokumenty
ovremennye kommentarii, págs. 22-21.17 Hilger y Meyer, The Incompatible Allies
págs. 267-268.
18 Krivitsky, op. cit ., pág. 284.
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19 Catherine Károlyi, A Life Together , pág. 27120 Regler, The Owl of Minerva.21 Lerner, Karl Radek , págs. 8-30.22 Gross, op. cit ., pág. 179.
23 Desde el campo trotskista, se encuentra undescripción del fallecimiento de Blumkin y selación con Trotsky en la obra With Trotsky i
xile, de Van Heijenoort.
24 Para una interesante descripción del ambientpolítico en Moscú en 1934 y 1935, véase Stali
and the Kirov Murder , de Conquest.25 Dimitrov, The Working Classes Agains
ascism, pág. 47 .
26 El papel de Koltsov en el Congreso dCultura de 1935 se señala en La Rive Gauche, dLottman. Babette Gross me confirmó estnformación. Que Katz tuvo un papel importante e
el Left Book Club me lo señaló primero PauWillert, quien comentó que «Katz tenía un montóde dinero de Negrín», es decir, dinero degobierno republicano español, para gastar epropaganda tanto en Gran Bretaña como en e
continente. Katz habla de su papel con Gollancz
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Laski en su carta a Klement Gottwald; véascapítulo 4, nota 2.
27 Para el papel de Otto en la fundación del LeBook Club, información al autor de Paul Willer
entrevista del 6 de junio de 1986.28 MacDonald, The United States, Britain an
ppeasement, 1936-1939. Citado por Pau
ohnson en Modern Times, pág. 345.
29 Conquest, op. cit ., pág. 104.30 Ibid ., pág. 146.31 Ibid .32 La mejor relación de la purga de 1935 de
Estado Mayor del Ejército Rojo se encuentra e
The Great Terror , de Conquest, capítulo 7, «Easalto contra el ejército». Las referencias dConquest son demasiado minuciosas como parer resumidas aquí, pero se basa, como yo, e
Orlov y Krivitsky. Para una síntesis incisiva y útdel asunto y de las varias posiciones que se haomado al respecto, véase Stalin. The Glasnos
evelations, de Laqueur. Para un reexamedetallado del papel y la información de Orlov
véase Deadly Illusions, de Costello. Otro libr
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que me ha parecido útil es The Secret Road t
World War II , de Blackstock. Véase también Th
ncompatible Allies, de Hilger y Meyer.33 Krivitsky, op. cit .
34 Conquest, The Great Terror , págs. 195-205.35 Para el caso Tukachevsky en relación co
Hitler y Alemania, véase ibid . págs. 195-205.36 Para la idea de Conquest sobre los motivo
de Stalin para la muerte de Tukachevsky, véasbid ., págs. 182-192.37 Ibid .38 Krivitsky, op. cit .39 Conquest, Stalin and the Kirov Murder, pág
199.40 Para la vinculación de Katz con l
organización de Miller y el círculo Guchkovvéase The Mask of Treachery, de Costello.
41 Véase The Great Terror , de Conquest, pág99. Se cita la broma de «tele-Benes» en Th
Secret Road to World War II , de Blackstock.42 Véase entrevista del autor con Sir Isaia
Berlin, 24 de enero de 1992.
43 Debo señalar que, según Rae Bernstein
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durante el periodo que Katz pasó en Nueva Yorkhizo frecuentes referencias (cuando hablaba dentrdel círculo comunista de confianza) a su pasadelación de privilegio con el presidente Bene
nformación de Mae Bernstein al autor.44 Véase Gross, op. cit ., pág. 312.45 El comentario de Silone fue recordado po
órgen Schliemann en una conversación con e
autor.46 Gross, op. cit ., pág. 312.47 Conquest, Stalin and the Kirov Murder , pág
82-183; Solzhenitsyn, Archipiélago Gulag , vol. 2, véase entrada en el glosario.
6. Cambridge West
1 El mejor estudio de las actividades e
Washington del grupo de Cambridge se encuentren The Cambridge Spies, de Verne Newton.
2 Boyle, The Climate of Treason, págs. 400-4103 Ibid ., 271-273 y passim.
4 Ibid ., págs. 400-405.
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5 Entrevista telefónica del autor con PauWillert, 25 de junio, 1987.
6 Costello, The Mask of Treachery, pág. 208.7 Se cita y parafrasea la descripción de est
escena en Conspiracy of Silence, de Penrose Freeman, págs. 415-420.
8 Malraux, Antimemorias, pág. 89.9 El papel de Maly queda establecido po
Costello en op. cit ., especialmente págs. 278-28510 Véase This Deception, de Massing. Ecapítulo titulado «Assigment America» describe leunión de Massing con Maly. Hede Massin
falleció antes de que se identificara a Maly com
el control y reclutador de Cambridge y no conocíu verdadero nombre cuando escribió el librodentificó correctamente a «der Lange» si
embargo con «Paul Hardt» desconociendo que er
uno de los alias de Maly. Su descripción de «deLange» encaja a la perfección con la de Maly eodo detalle. Ciertamente, su descripción de
personaje y su papel representa una pruebfehaciente de la verosimilitud general del libro.
11 Langer, Josephine Herbst , págs. 206-207.
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12 Massing, op. cit ., págs. 115-138 y passim.13 Poretsky, Our Own People, pág. 144.14 Lewis, Red Pawn, pág. 37.
15 Para el reclutamiento de Chambers, véaserjury, de Weinstein. Según el testimonio d
Louis Budenz, captado por Flora Lewis confirmado por mi propia investigación en loArchivos Nacionales de Estados Unidos, Noe
Field ya era miembro del partido comunista e927.16 La mejor fuente de información sobre Noe
Field es el libro Red Pawn de Flora Lewis (1965Sus conclusiones sobre el trabajo de Field par
os soviéticos están formuladas de forma muconservadora y en ningún momento van más allde las pruebas entonces disponibles. Desde lfecha de esa publicación, ha aparecido mucha má
nformación aunque está bastante dispersa. Eespecial, vale la proveniente de Karel Kaplan, umiembro del gobierno de Dubcek que conocimucha de la documentación de la época. (Véas
erjury, de Weinstein.) Véase también Sho
Trials, de Hodos. Una copiosa información sobr
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el trabajo de Field como agente secreto, tanto eEuropa como su espionaje con Alger Hiss eWashington, ha sido estudiada en los Archivos deMinisterio de Información, Budapest, por Marí
Schmidt, una investigadora que ahora trabaja eos archivos de la policía secreta húngara.17 La historia de Field en Moscú se encuentra eed Pawn de Lewis, así como This Deception d
Massing.18 La misma Massing informa que Krivitsky ldijo que Field había trabajado para él entre 1936 938. Véase op. cit ., pág. 152.19 Chambers, Witness, pág. 381.
20 Massing, op. cit ., pág. 39.21 Lewis, op. cit ., pág. 97. También exist
nformación de María Schmidt.22 El papel de Field en la actividad antifascist
está citado en Red Pawn, de Lewis, Show Trialsde Hodos y Dix ans dans la lutte antifasciste, dHumbert-Droz. Un informe de primera mano sobresta experiencia desde dentro se encuentra en Th
Confession, de London.
23 El perfil esencial de la relación de Noe
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Field con Allen Dulles, empezandnmediatamente después de la primera guerr
mundial y terminando con la histeria asesina de louicios Slansky, ha sido realizado por Flora Lewi
en su admirable trabajo de 1965, Red Pawn. Nobstante y tal como verá el lector, pese a lexcelencia de ese libro, yo considero que toda lhistoria de Noel Field, incluso en su relación co
Dulles y la OSS, es merecedora de una nuevnvestigación post-guerra fría.24 Se informa sobre la desaparición de Field e
ed Pawn de Lewis.25 Se informa sobre las sucesivas oleadas d
arrestos masivos en Show Trials, de Hodos.26 Información de María Schmidt al autor, 24 d
enero de 1993 en Budapest.27 La mejor manera de asegurarse de que u
ecreto de inteligencia se mantiene secreto es quodas las partes quieran que así sea. Looviéticos no querían que se supiera una palabrobre Noel Field, pero mucho me temo quampoco los norteamericanos.
En mi opinión, la decisión soviética de utilizar
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oel Field como catapulta para lanzar el Terror eEuropa del Este servía en parte como tácticdefensiva en una crisis mundial del mundo deespionaje precipitada por la revelaciones d
Elizabeth Bendey, Hede Massing y WhittakeChambers. En Field el aparato puede habeencontrado la persona idónea para servir commuro de contención para que las investigacione
americanas no se extendieran al Este y divulgaraas decepciones hechas públicas por los militante«antifascistas».
La verdad es que Field conocía a Allen Dulles que era un agente doble. Más adelante durante l
guerra, Field había sido considerado (cuandmenos) como un reportero que asesoraba a laOSS sobre qué antifascistas europeos debían seapoyados. En ese papel, Field logró buenos éxito
para los soviéticos.Durante la guerra, todos los serviciooccidentales estaban infiltrados por el apparat esta clase de «asesoría» era uno de sus objetivoprioritarios. La idea era sabotear la resistencia n
estalinista contra Hitler y promocionar a la gent
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del aparato; gente que Stalin pondría en el podeuna vez Hitler hubiera desaparecido y los ejércitoestuvieran en sus barracones. El trabajo de zappara el estalinismo en Europa del este y Alemani
era llevado a cabo por el apparat y uno de suzapadores más eficaces eran los servicios dnteligencia occidentales, los que apoyaban
definían la lucha de la resistencia antinazi porqu
por su intermedio se podía sabotear a louchadores no estalinistas y promocionar a loobedientes. Uno de los libros en el que hay unexcelente investigación de este aspecto de lguerra es The Secrets of the Service, de Glees.
28 En Show Trials, Hodos señala este patrón eas persecuciones del este, pero no explora e
profundidad la motivación que podría haberlcreado.
29 Beloff, Tito’s Flawed Legacy.30 El mejor estudio que conozco del papedesempeñado por los agentes soviéticos dentro dos servicios de inteligencia británicos par
destruir a las facciones antifascistas indeseable
es The Secret of the Services, de Glees.
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31 La relación de los Sabios con lanfiltraciones en Washington es un gran tema. Loextos básicos para su consideración son sin dudas memorias de Acheson, Present at th
Creation, Witness to History, de Bohlen emoirs de Kennan. Tanto Acheson como Bohle
evitan elegantemente pronunciarse sobre lculpabilidad de Hiss; Kennan ni lo menciona. N
dicen que sea inocente ni culpable. Bohleimplemente señala que el comportamiento dHiss en Yalta no le había parecido comprometidoEl tono del pasaje parece más calculado pardefender la integridad de las deliberaciones d
Yalta que la de Hiss. En cuanto a Kennan en sumemorias, el pasaje en que describe su decisióde escribir un memorándum sobre las relacioneoviético-americanas, el denominado «Larg
Telegrama» demuestra claramente que considerabque el Departamento del Tesoro dirigido por HarrDexter White estaba irremisiblemente socavadpor elementos pro-soviéticos. En el mismo «LargTelegrama», como en la subsiguiente versió
aumentada, su denominado «Artículo X», Kenna
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explícitamente da el grito de alerta sobre la gravpenetración que sufre el gobierno de WashingtonY razones fundadas tendría ya que hoy no puedcaber sombra de duda de que Harry Dexter Whit
era un solícito informante del espionaje soviéticen el Departamento de Estado.
Como más tarde escribió Kennan en sumemorias, «la penetración en los servicio
centrales del gobierno norteamericano por parte dmiembros o agentes (concientes o no) del partidcomunista norteamericano a finales de los añoreinta no era un mero producto de lmaginación... existía realmente; y asumía un
proporción que, si bien nunca llegó a seabrumadora, tampoco era superficial» (págs. 191
92).Es importante recordar que los Sabios debían s
poder político a la coalición de Roosevelt y apoder que ésta confería al partido demócrataunque todos ellos considerasen que la políticoviética de Franklin Roosevelt y Harry Hopkin
era obra de unos diletantes peligrosament
ncompetentes. Al igual que su jefe, el president
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Harry Truman, no podían apoyar ni repudiar eenfoque de Roosevelt. En el ínterin, cualquieimpieza muy pública de las infiltraciones e
Washington hubiera provisto a la derecha populist
de un instrumento peligroso y demasiado eficapara atacar el acuerdo de Yalta, la política dcontención y su propia posición en el poder. Eema de Richard Nixon, «Veinte años de traición»
estaba dirigido a ellos y a una distancia de pocoaños.32 Hodos, op. cit ., pág. 88.33 Información privada al autor.34 Rees, A Chapter of Accidents, págs. 162-164
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35 Costello, op. cit ., pág. 548, citando a Th
issing Diplomats, de Connolly, pág. 33.36 Véase The FBI-KGB War , de Lamphere.
37 La fase final de la carrera de Philby est
ratada en The KGB de Andrew y Gordievsky, acomo en The Master Spy: The Story of Kim
hilby, de Knightley. Véase también un despachde Richard Beetson, Washington Times Service,
de diciembre de 1987.38 Wright, Spycatcher , págs. 225-226.39 La fuente indispensable sobre la vida d
Maly es Our Own People, de Poretsky. Véasambién op. cit . de Costello y referencias mu
nteresantes sobre la rehabilitación de Maly con lKGB en The KGB, de Andrew y Gordievsky.
40 Straight, After Long Silence. Parnformación sobre su reclutamiento, véase pág
00-106.41 Ibid ., pág. 102.42 Los contactos de la familia Straight con Loui
Dolivet están tratados en After a Long Silence
Véase también The Cambridge Spies, de Newton.
43 Straight, op. cit ., pág. 110.
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44 Chambers, op. cit ., pág. 14.45 Orlov, The Secret History of Stalin’s Crimes
ágs. 229-232.46 Para la relación entre Orlov y Maly, véas
Costello, Deadly Illusions.47 Orlov, op. cit .* Por supuesto, si de verdad Field era un agent
doble trabajando para los norteamericanos (com
a veces se afirma), a él le hubiera bastado ponersen contacto con su control Allen Dulles para que le protegiera dejándole al margen de lo
eventos que se precipitaban en Washington. Perprecisamente lo que no buscó Field fue l
protección norteamericana.
7. Bloomsbury y el espionaje
1 Bell, Virginia Woolf págs. 48, 54 y 63.2 Bell, op. cit ., págs. 129-130.
3 Paul Johnson, Modern Times, pág. 168Referencia al «Método» en The Cambridg
postles, de Allen, pág. 71.
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4 Véase The Cambridge Apostles, de DeaconVéase también, The Mask of Treachery, dCostello.
5 La historia de la aventura de Julian Bell co
Anthony Blunt se comenta en The Mask oTreachery, de Costello, págs. 151-153.
6 Se informa sobre la muerte del príncipMirsky en The Fellow Travelers, de Caute.
7 Costello, op. cit ., págs. 151-152.8 Estoy en deuda en este pasaje y a lo largo decapítulo con el estudio de Costello sobre Blunt eThe Mask of Treachery.
9 Holroyd, Lytton Strachey, vol. I, pág. 225.
10 Citado en Modern Times de Paul Johnsonpág. 167, cit. ibid ., págs. 211-212.
11 Conquest, The Great Terror , págs. 317. Parel análisis profundo de Arnold Deutsch sobre l
homosexualidad de Blunt, véase Deadly Illusionsde Costello, pág. 226.12 Para un relato esclarecedor de la activida
política de Gide en esos tiempos, véase La Riv
Gauche, de Lottman.
13 Catherine Károlyi, A Life Together .
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14 Un resumen excelente de las actividades dPascal y Drobb se encuentra en The Mask o
Treachery, de Costello.15 Katz se refiere a esta vigilancia británica e
a carta a Klement Gottswald, escrita horas antede que lo ahorcaran y publicada en Report on th
urder of the General Secretary de KareKaplan.
16 La visita de Wilkinson a Katz en la Rivierestá mencionada en Men and Politics de LouFisher.
17 La relación de Otto Katz con Claud Cockburfigura de forma prominente en A Discord o
Trumpets, las memorias de Cockburn, y en Figurof Eight y The Years of «The Week », ambos dPatricia Cockburn.
18 Ibid .
19 Cockburn, A Discord of Trumpets.20 Roy Hoopes, Ralph Ingersoll .21 William Warner, Lillian Heilman: Th
mage, the Woman, Simon & Schuster, NuevYork, 1986, págs. 167-169.
22 El papel de Otto Katz en Ce Soir y en e
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periodismo político parisino en general era bieconocido dentro del aparato durante el FrentPopular. Ce Soir era una publicación abiertamentcomunista y los directores fueron todos próximos
Katz, pero aparte de eso, Katz participdirectamente en la compra de los servicios dperiodistas. (Información de Paul Willert al autoVéase también Our Own People de Poretsky.) Qu
Ce Soir estaba financiado por el aparato dpropaganda queda bien claro en Paul Nizan, dOry, págs. 172-173.
23 Información de Patricia Bosworth al autor.24 Wright, Spycatcher , págs. 288, 339. La fras
precisa de Wright para describir a Cockburn e«de interés para los servicios como izquierdistprominente y como agente del Komintern» (pág339). Cockburn estaba lo bastante cercano a l
nternacional como para adoptar un alias de guerro «alias de partido»: «Frank Pitcaim». Esto nequivale a decir que Cockburn fuera un miembrdel servicio secreto del Komintern.
25 La historia de Tetuán aparece en A Discord o
Trumpets, de Claud Cockburn.
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26 Thomas, op. cit ., pág. 149. Para enombramiento de Strachey como director deMovimiento Mundial contra el Fascismo y lGuerra, véase pág. 138.
27 Que John Strachey era un miembro de plendel aparato soviético a mí me parece quedaclaramente demostrado por su actuación en lnternacional contra la Guerra y en su actitud (ta
como la describe John Lehmann en una carta Andrew Boyle) cuando se intentó reclutar Lehmann para servir de espía durante la campañvienesa de propaganda de 1934. (Véase BoyleThe Climate of Treason, edición revisada e
ústica, págs. 105-106.) Pocos observadoredudarían de lo muy comprometido que estabStrachey en fecha tan tardía. Tal vez el caso dGollancz es más polémico. En los años del LBC
Gollancz fue cuando menos un simpatizante dquien se podía estar seguro que satisfaría lanecesidades del partido y de la dirección dStrachey. Mi suposición, basada en dos estudioecientes, es que era algo más que eso. Véas
ntellectuals, de Paul Johnson y Victor Gollancz
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de Edwards.Para las consultas de Strachey con los lídere
del partido comunista británico acerca de laelecciones en el Left Book Club, véase Joh
Strachey, de Thomas. Para el LBC en generavéase S. Samuels, «The Left Book Club», Journa
of Contemporary History, vol. II, Nueva York966.
29 Para la relación de Olden con Münzenbergvéase Gross, op. cit ., págs. 229, 232.30 Información de Paul Willert al autor.31 Estoy en deuda con Herbert Marshall por est
observación que hiciera por primera vez a finale
de los años veinte y treinta cuando trabajaba en lección de lengua inglesa de la productor
Mezhrabpohmfilm de Münzenberg.32 Información de François Fejtö al autor.
33 Para la relación de Hewlett Johnson coGibarti, información de François Fejtö al autoPara el papel de Johnson como propagandistestalinista en general, véase The Fello
Travellers de David Caute.
34 Para la amistad de Julian Bell con Gu
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Burgess, véase The Climate of Treason, dAndrew Boyle, pág. 110.
35 Lehmann, The Whispering Gallery, pág212. El relato de Lehmann de esta etapa de s
vida, en especial la relación con Virginia Leonard Woolf, se puede encontrar en págs. 184228.
36 Costello, Deadly Illusions, capitulo VI.
37 Dollfuss fue asesinado por los nazis en 193438 Véase Krivitsky, op. cit .39 Véase Heller y Nekrich, Utopia in Power .40 Mitchison, You May Well Ask , pág. 195.41 Boyle, op. cit ., págs. 105-106.
42 Ibid ., págs. 106.43 El despacho de Maly y las oficinas de la Lig
contra el Imperialismo eran contiguos en el mismedificio de Londres. Véase Deacon, The Britis
Connection, págs. 113-115.44 Véase Rees, A Chapter for Accidents, pág17-128.
45 Para la cita y la anterior, véase ibid ., pág55.
46 Muggeridge, The Infernal Grove, págs. 106
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07.47 Para el fascinante listado de los contacto
ociales que Burgess dio a la NKVD, véaseadly Illusions, de Costello. Nicolson figura e
a lista.48 Véase Costello, The Mask of Treachery
págs. 570-602. Su otro libro, Deadly Illusions
iene la version mejor documentada a la fecha d
os servicios de Goronwy Rees a los soviéticoVéase págs. 221; 245-246.49 Glees, The Secrets of the Service, pág. 149
Véase también W.J. West, Truth Betrayed , pág52-58 y passim.
50 Nicolson, Diaries and Letters, pág. 435Citado por Glees, The Secret of the Services.
51 Wells, op. cit .52 Milne, Harold Nicolson, citado en Penrose
Freeman, Conspiracy of Silence, págs. 234.53 Nicolson, op. cit ., pág. 349. (Entrada del 1 dunio de 1951.)
8. En América
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1 Peter Kurth, American Cassandra: The Life o
orothy Thompson, Little Brown, Nueva York990.
2 Véase Sheean, Dorothy and Red . El incidentambién consta en Kurth, op. cit .3 Kurth, op. cit ., pág. 109.4 Información de Babette Gross al autor.
5 Que Vincent Sheean fue un simpatizante muutilizado al menos hasta el 1 de septiembre d939, queda probado por haber firmado una cart
atacando a Krivitsky que se publicó en loprincipales diarios de Estados Unidos en agost
de ese año; que conocía bastante bien la posicióde Rayna Prohme dentro del aparato quedugerido en Dorothy and Red y confirmado en la
memorias de John Dos Passos, The Best of Times
n Informal Memoir . Para el papel de SamsoRaphaelson entre los simpatizantes de Hollywoodvéase Schwartz, The Hollywood Writers’s Wars.
6 Véase carta de Dorothy Thompson a SinclaLewis sobre este evento en Dorothy and Red , d
Sheean, pág. 67. Véase también la versión d
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Sheean sobre la relación, págs. 74-77, así como sersonal Memoir , capítulo VI.7 Sheean, op. cit ., pág. 77.
8 Sobre Soong Chin Ling como agente d
Münzenberg, véase Gross, Münzenberg ,, pág83 y el dossier FOIA de Louis Gibarti, 61-6629ección 3ª. Declaración de Louis Gibarti ante e
Consejo Especial del Senado de Estados Unido
Robert Morris y los senadores Willi Smith Homer Fergusson, París, 28 de agosto de 1951.9 Véase Sheean, op. cit .
10 Véase las cartas de Dorothy Thompson Sinclair Lewis reproducidas en ibid .
11 Véase el libro de Thompson sobre su viajeThe New Russia.
12 Sheean, op. cit ., cartas de Thompson a Lewis13 El 20 de junio de 1940, la División d
Visados del Departamento de Estado archivó umemorándum sobre Otto Katz refiriéndose nformación de «una fuente solvente per
anónima» (Archivos Nacionales de EstadoUnidos, 800.00B, dossier sobre Louis Gibart
documento 73). Otra correspondencia sobre est
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episodio puede hallarse en los Archivoacionales, 800.00B, dossier sobre Katz-Breda.14 Ibid .15 La carta de contestación de A.A. Berle fu
producida en un requerimiento de la FOIA sobrKatz. Tiene fecha de 8 de mayo de 1940.
16 Véase supra, capítulo 7, nota 23.17 La documentación de los problemas de Ka
con el Departamento de Inmigración en aqueiempo se encuentran en el dossier FOIA y loArchivos Nacionales.
18 Se pueden encontrar especulaciones sobre epapel de Katz en el asesinato de Münzenberg en s
dossier de FOIA, en especial en las entrevistaconcedidas al FBI por Hermann Rauschnigg.
19 Karel Kaplan, Report on the Murder of th
General Secretary, pág. 276 .
20 Archivos de Estados Unidos, carta de R.LBanermann, agente especial a cargo de la Divisióueva York a J.F. Fitch, jefe de agente
especiales, 9 de febrero de 1940, en el Archivo dEllis lsland de Otto e Ilse Katz, 800.00B, dossie
obre Louis Gibarti, documento 74.
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21 Se informa de Katz como visitante de l«señora de John Hermann» en Quinta Avenida, 1el 10 de septiembre de 1935 en el archivo de Ellisland 993251/40. Esta información figura en e
nforme del agente J.R. Malley al FBI de fecha 1de febrero, 1940; Nueva York archivo 65-1763Archivos Nacionales de Estados Unidos, 800.00Barchivo sobre Katz-Breda.
22 Virginia Spencer Carr, Dos Passos, pág. 19723 Véase Langer, Josephine Herbst .24 Hemingway, Selected Letters, págs. 114
20.25 La fundación del New Playwrights Theater
u deuda con Piscator constan en las memorias dHarold Clurman.
26 Se indican los papeles de Trachtenberg erome en The Hollywood Writers’ War , d
Schwartz, págs. 89-90.27 Aunque aún falta hacer mucha investigaciónel interés manifiesto y persistente del aparatoviético de propaganda en la colonia del cine d
Los Angeles ha sido ampliamente documentado. E
rabajo de Lawson y Faragoh entre lo
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impatizantes de Hollywood y para la unidaespecial del partido comunista fundadconcretamente para trabajar en la colonicinematográfica, está estudiado admirable
eveladoramente en Schwartz, op. cit . Siguiendo línea común a estudios parecidos, Schwart
pretende difundir la fantasía de que el partidcomunista era de algún modo independiente de l
nternacional y del control político soviético, dmodo que las empresas «idealistas» de sus frenteno estaban del todo coordinadas para servir a liranía estalinista. Esta es una noción que h
quedado descartada por todas las pruebas ho
disponibles. El partido comunista norteamericaniempre fue financiado e ideológicament
controlado por la Unión Soviética.28 El dossier sobre Em Jo Basshe se encuentr
en los Archivos Nacionales de Estados Unido800.00B.29 Las fuentes sobre la vida de Basshe so
escasas. Hay una entrada bastante condescendientobre él en Twentieth Century Authors (1942) d
Kunitz y Haycroft. Su obras son Earth (New
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Playwrights Theater, 1927); Centuries (1928ortrait of Tenement House (1928) y Doomsda
Circus (1938). Son inéditas. A Basshe lmencionan todos los que han escrito recuerdos de
ew Playwrights Theater. Participó en el teatrLafayette de Harlem en la División de Teatr
egro de la WPA, en donde trabajó de directoFigura en Most Likely to Succeed , la novela d
Dos Passos, como «Eli».30 Archivos Nacionales de Estados Unido800.00B, dossier sobre Em Jo Basshe, document5.
31 La crítica de Woolcott se cita en la entrad
obre Basshe en The Biographical Dictionary ohe American Theater .32 Dos Passos, op. cit .33 Los documentos que testimonian sobre est
historia son memorándums de la embajadnorteamericana en Londres, basados enformación facilitada por la inteligencia británica
La fuente probable puede haber sido Guy LiddelEstán en los Archivos Nacionales de Estado
Unidos, 800.00B, dossier sobre Em Jo Basshe.
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34 Virginia Spencer Carr, op. cit .35 Para la gira de Dos Passos por la URSS
véase ibid ., págs. 235-248.36 Ibid ., pág. 247.
37 Ibid .38 Carta de John Dos Passos a Erne
Hemingway del 24 de diciembre, 1928, ahora ea biblioteca John F. Kennedy, colección Ern
Hemingway, y citada en ibid ., pág. 248.39 Ha habido numerosas versiones de estepisodio. Véase Schwartz, op. cit ., y David CauteThe Great Fear , Simon & Schuster, Nueva York
978.
40 El papel de V.J. Jerome y AlexandeTrachtenberg en el New Playwrights Theateaparece en Dos Passos, Most Likely to Succeed
El comentario de Katz sobre Colón y Hollywoo
está citado en Draper, «The Man Who Wanted tHang».41 Archivos nacionales de Estados Unido
800.00B, dossier sobre Katz-Breda.42 Véase Viertel, The Kindness of Strangers
págs. 101-102.
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43 Una versión excelente aunque «inocente» y dprimera mano de la fundación de la Liga Anti-Nazde Hollywood se puede encontrar en By a Strok
of Luck , de Stewart.
44 Ibid ., pág. 225.45 Ibid ., págs. 225-226.46 Mann, The Letters of Thomas Mann: 1889
1955, págs. 330-332.
47 Schwartz, op. cit ., págs. 82-83.48 Wright, Lillian Heilman, págs. 162. Wrighcita a Heilman del New York Times, 20 de enero d
940. Para una análisis de la propia versión dHellman sobre su reacción ante la invasió
finlandesa, tanto en ese momento como en AUnfinished Woman, véase Rollyson, Lillia
ellman, págs. 149-152. Rollyson llega a lconclusión que la versión de Hellman sobre eso
acontecimientos es «una muestra indignante ddespropósitos».49 Lyon, Red Decade, pág. 374.50 Un personaje principal en el comunismo de l
Costa Oeste que fue invitado a integrarse en e
círculo mágico de los estalinistas de Hollywood
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u elite de celebridades fue Harry Bridges, quiepara 1936 era la figura dominante de la CIO, lgran central sindical de aquellos tiempos a nivenacional. Los Archivos Centrales del Partid
ahora muestran que Bridges era un miembro deaparato bajo control soviético. Véase Klehr Haynes, The American Spectator , diciembre d
992, págs. 34-36. La batalla legal
propagandística llevada a cabo durante décadaobre la presencia de Bridges en Estados Unidoes una historia interminable. Durante años, egobierno hizo todos los esfuerzos concebibles pardemostrar la relación de Bridges con lo
oviéticos. Durante años, el aparato respondió coodos los esfuerzos concebibles por desacredita
el otro esfuerzo y protegió el secreto más o menoventilado de la subordinación de Bridges a Stali
su gobierno.En Washington, los comunistas infiltrados en egobierno de Roosevelt, incluyendo sin duda Donald Hiss, hermano de Alger Hiss, realizarocontinuas maniobras para desenfocar
desacreditar la investigación del gobierno
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mantener a Bridges en el poder en los muelles dSan Francisco. Mientras tanto, con una inmunidaque espanta, el aparato de propaganda exaltó defendió a Bridges año tras año. Entre lo
estalinistas de Hollywood, Bridge era consideradcomo un santo. Véase Schwartz, op. cit .
51 Lyons, op. cit ., pág. 51.52 Stewart, op. cit .
53 Meade, Dorothy Parker , pág. 254.54 Véase Justin Kaplan, Lincoln Steffens.55 Stewart, op. cit ., págs. 230-236.56 Véase dossier FOIA sobre Louis Gibarti.57 Justin Kaplan, op. cit ., pág. 312. Ella Winte
era una figura destacada en el Comité para lAyuda de las Víctimas de la Opresió n Fascista, lama norteamericana del Comité Mundial para la
Víctimas del Fascismo Alemán, el cual, po
upuesto, estaba dirigido por Gibarti.58 Ibid ., págs. 311-312.59 Ibid ., págs. 321-324.60 Langer, op. cit ., pág. 79.61 Ibid .
62 Aunque las pruebas me han parecido vaga
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mi impresión es que posiblemente Radek haya sidel cerebro gris detrás del Congreso de Escritorede Kharkov. Su política cultural parece obra suyaEn ese momento, Radek acababa (pero sól
acababa) de recuperar la confianza de Stalin y dasumir el protagonismo en la política cultural dStalin, papel que desempeñó hasta que lpurgaron.
En cuanto a la frase «damas del Kremlin», spuede encontrar en Berberova, Histoire, y fuusada en mi presencia por Nina Berberova durantnuestra entrevista del 10 de enero, 1991. La«damas», mujeres que defendían a Stalin en lo
círculos culturales euopeos, incluían a la baronesBudberg, la princesa Koudachova, Elsa Triole
unsch Éluard y muchas más.63 Desanti, Les Clés d’Elsa. Tambié
ecomendable es una reseña extraordinariamentnteresante de Francois Fejtó sobre este libraparecida en Encounter (1983).
64 Véase Herbst, The Starched Blue Sky o
Spain, págs. 121-122.
65 Que Maxim Lieber era el agente literario d
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Katz se menciona en Weinstein, Perjury, pág322-324.
66 Agradezco a Alinor Langer la útnformación sobre los contactos de Josephin
Herbst en aquel tiempo.67 Véase supra, nota 21.68 Weinstein, Perjury, págs. 134-145. Para l
elación de Herbst y Herrmann con Katz, véase e
dossier sobre Otto Katz de FOIA 1, 65-1763. Alegar a Nueva York el 10 de septiembre de 1940Katz cita a una «amiga», la señora de JohHerrmann, Quinta Avenida, 10. La cobertura dKatz en esta ocasión, según un informe de la
autoridades norteamericanas, era que estabhaciendo investigaciones para un libro sobre laexploraciones árticas. Esto puede estar ligado arabajo que hacía al mismo tiempo Peter Smolka
Smollett sobre el mismo tema, pero para eaparato. Véase Andrew y Gordievsky, KGB: Th
nside Story, págs. 325-335.69 Hemingway, Selected Letters, pág. 548.70 Información de Robert Towers al autor.
71 Langer, op. cit .
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72 La relación de John Herrmann con HarolWare se discute en profundidad en Langeosephine Herbst .73 Gross, Münzeneberg , pág. 124.
74 Langer, op. cit ., pág. 171.
9. El fin de la inocencia
1 La pena de muerte para miembros del partiduso era esencial para el éxito de las purgas; snstitución se explica en Conquest, The Grea
Terror , págs. 23-28. El papel de la pena de muert
en la preparación del Terror también estconsiderada en «Letter from an Old Bolshevik», eicholaevsky, Power and the Soviet Elite.2 El texto indispensable para el Terror es el d
Conquest, op. cit . (edición revisada de 1990).
3 Tomas Mann, The Magic Mountain, Knopueva York, 1952. «Of the City of God», pág. 4004 La atención prestada por Stalin a los detalle
de la purga de Röhm se discute en Krivitsky, I
Stalin’s Secret Service y en Conquest, The Grea
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Terror , pág. 38.5 Véase Conquest, Stalin and the Kirov Murder
6 Evgenia Ginzburg, Within the Whirlwind
ueva York, 1981.
7 Ory, Nizan, pág. 125. Asimismo informacióde Henriette Nizan al autor.
8 Información de Henriette Nizan al autor.9 El comentario de Nizan a Sartre se cita en Ory
izan, pág. 136.10 Ibid .11 Simone de Beauvoir, La force de l'âge, Parí
Edition Folio, 1986, pág. 427.12 La información esencial sobre la reacción d
a prensa intelectual a la ruptura de Nizan con epartido en Ory, op. cit ., capítulo 8. Véase tambiéLottman, La rive gauche. Véase también PoretskyOur Own People e información de Babette Gros
al autor.13 La intervención de Otto Katz en la fundacióde la Liga Anti-Nazi de Hollywood figura enumerosas memorias y biografías, en especial e
y a Stroke of Luck , de Stewart y en Doroth
arker , de Meade.
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14 Lottman, La Rive Gauche, cap. XII.15 Ibid .16 Cahiers d’André Gide 5. Les Cahiers de l
etite Dame. Notes pour l’histoire authentiqu
d’André Gide. 1927-1937, Gallimard, París1974, pág. 205.
17 Ibid ., pág. 155.18 Ibib.
19 Ibid ., pág. 152.20 Para el vínculo de Herbart con lapublicaciones supervisadas por Vaillant, véasCahiers d’André Gide y su informe sobre lactividad periodística de Herbart entre 1932
935 y sobre su viaje a la URSS.21 Lottman, La Rive Gauche, pág. 84.22 Ibid . Para una crónica más detallada, véas
Berberova, Histoire de la baronne Boudberg
págs. 259-263.23 Regler, The Owl of Minerva, págs. 232-233.24 Lottman, op. cit ., págs. 92-93.25 Ibid ., pág. 91.26 Ibid ., pág. 93.
27 Gide, Littérature engagée. El texto de l
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carta de Gide se encuentra en págs. 97-98. Para uelato de estos acontecimientos vistos desde l
propia casa de Gide, véase Cahiers d’André Gide
págs. 445-449. Véase también Lottman, La Riv
Gauche.28 La crítica de Alix Guilain contra esta carta s
eñala en Cahiers d’André Gide, pág. 469.29 Conquest, The Great Terror , pág. 464.
30 Para las relaciones financieras entre Gorki el partido prerrevolucionario, véase Pipes, Th
ussian Revolution, págs. 350-352, 369-378.31 Para la historia política de Gorki y su prime
acercamiento al pensamiento revolucionario
véase Troyat, Maxim Gorky, págs. 92-99. Véasambién Pipes, The Russian Revolution, pág
350-352; 369-378.32 Pipes, op. cit ., pág. 351. Esta cita incluye e
pasaje de Gorki a Lenin.33 Ibid ., pág. 351.34 Troyat, op. cit ., capítulos XVII y XVIII.35 Berberova, Histoire, págs. 250-254.36 Ibid ., pág. 255.
37 Ibid ., «Le Marché», págs. 223-274.
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38 Ibid ., pág. 255.39 La relación entre Lockhart y Moura Budber
iene su versión más famosa en Lockhart, Secre
gent . También se discute y analiza en Berberovaistoire.
40 La versión de Berberova del arresto dMoura Budberg y Lockhart que es muy similar a lde Lockhart, se encuentra en Histoire, «Amour e
prison», págs. 67-106.41 Ibid ., pág. 266.42 Anthony West, H.G. Wells, págs. 72-76.43 Ibid ., pág. 145.44 Ibid ., págs. 144-147.
45 Troyat, op. cit ., pág. 189. Véase tambiéBerberova, Histoire, pág. 279.
46 La historia de la mutua desconfianza entrStalin y Gorki a partir del asesinato de Kirov s
cuenta en Orlov, The Secret History of StalinCrimes.47 Aparte Berberova, Histoire, véase Conques
The Great Terror , pág.48 Véase Conquest, op. cit ., págs. 375-398.
49 Berberova, op. cit ., págs. 258-259.
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50 Ibid ., pág. 259.51 Ibid .52 Ibid ., pág. 268.
53 Las historias sobre el viaje de Gide a l
URSS empezaron con la del mismo Gide y al añiguiente con Retouches à mon retour de l’URS
1937). Las notas y memorias de otroparticipantes también tienen algún valor, e
especial Guilloux, Carnets: 1921-1944. Lversión de Lottman, La rive gauche, es de fiar está bien documentada. Para información detalladobre los preparativos del viaje y su
consecuencias, los Carnets de María va
Rhysselberghe son indispensables. Le doy lagracias a Jean Manquais, quien asistió a Gide en lpreparación del viaje, por la entrevistdispensada.
54 Cahiers d’André Gide, págs. 602-610.55 Berberova, op. cit ., pág. 264, en especial lnota a pie de página.
56 Los acontecimientos en España sencaminaban a una crisis a lo largo de 1936. Qu
Alvarez del Vayo fuera un colaborador estrecho d
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Otto Katz era algo bien sabido; su asociación en lAgencia Espagne durante el curso de la guerra eun claro ejemplo. Pero en realidad Alvarez deVayo ya colaboraba con el aparato de Münzenber
mucho tiempo antes de esa fecha. Véase Grosünzenberg , págs. 272, 311.57 Para los preparativos de la partida de Gide
véase Cahiers d’ André Gide, págs. 539-550. L
agradezco a Jean Malaquais el relato de suecuerdos sobre lo sucedido en casa de Giddurante estos acontecimientos.
58 Véase Cahiers d’André Gide, pág. 457.59 Ibid .
60 Ibid ., pág. 547.61 Véase Troyat, Maxim Gorky, pág. 193.62 Berberova, Histoire. Información sobre est
visita también aparece en Desanti, Les clés d’Eisa
63 Véase Berberova citando a Aragon, eistoire, pág. 263.64 Ibid ., y Desanti, ibid .65 Les cahiers de la Petite Dame, pág. 542.66 Cahiers d’André Gide, 5, pág. 542.
67 Un relato sobre la visita de Bujarin a l
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habitación del hotel de Gide aparece en Desantop. cit ., pág. 253.
68 Información de Nina Berberova al autor.
10. La estratagema española
1 La línea política anunciada en el VII Congresdel Komintern se analiza en Heller y NekrichUtopia in Power , págs. 310-311. Véase tambiéConquest, The Great Terror y Gros
ünzenberg..2 Dimitrov, The Working Classes Agains
ascism, pág. 47 .3 Gross, Münzenberg , pág. 276.4 Archivos Centrales del Partido, 495.19.337.5 Ibid ., págs. 275-282.6 Ibid ., págs. 286-288.
7 Ibid ., pág. 277.8 Ibid .9 Ibid .
10 La identidad secreta de Míjail Trillise
dentro del Komintern es clave y revela cóm
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funcionaban en ese momento los servicios secretode Stalin. Agradezco la ayuda del profesor HarveKlehr en la identificación de esta imposturdurante su visita a los archivos de la Internaciona
en Moscú en junio de 1992; le agradezco eespecial la información, nueva para mí, de que eu carácter de «camarada Moskvin», Trillise
estaba bajo la disciplina del GRU y no (como y
había supuesto) de la NKVD aunque hubiera siduno de sus fundadores. También debo agradecer Herbert Romerstein, el primero en alertarme sobrel papel clandestino de Trilliser en el Kominternu original investigación, que mucho antes de qu
e abrieran los archivos ya había establecido eshecho.
11 Gross, op. cit ., págs. 282-289.12 Dirijo la atención del lector a un interesant
estudio de Thierry Wolton sobre el trabajo dDolivet, Pierre Cot, Olof Aschberg y otroveteranos políticos reunidos en torno al RUP: L
rand recrutement . El estudio de Wolton eespecialmente informativo sobre los vínculos de
RUP con los servicios secretos soviético
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nformación muy ampliada con el material darchivo recientemente disponible.
13 Información de Michael Straight al autor.14 Gross, op. cit ., pág. 288 y Desanti, op. cit .
15 Lynn, Hemingway, pág. 449.16 Se reproduce esa fotografía en Mario
Meade, Dorothy Parker: What Heil Fresh is This
17 Una buena descripción de ese congreso qu
eñala lo extravagante de su lujo se encuentra eStephen Spender, World within World , Simon &Schuster, Nueva York, 1978.
18 Gross, op. cit ., pág. 287.19 Archivos Centrales del Partido, 495.73.26
tem 2: Carta de Münzenberg a Dimitrov.20 Ibid ., pág. 290.21 Ibid ., págs. 290-293.22 Ibid ., pág. 290.
23 Ibid ., pág. 291.24 Ibid . Para los antecedentes militares ecretos de esta decisión, véase también Krivitskyn Stalin’s Secret Service, págs. 82-90.25 Krivitsky, op. cit ., 82-84.
26 Para el papel de Münzenberg en los primero
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días del aprovisionamiento de España, véasGross, op. cit ., pág. 291. Para más detalles depapel de la gente de Münzenberg en el suministrde armas para España en los primeros momento
del conflicto, veáse Thomberry, Malraux e’Espagne, capítulo 1.27 Gross, op. cit ., pág. 291.28 Ibid ., págs. 290-291.
29 Archivos Centrales del Partido, 495.19.243 en especial 495.19. 337.30 Gross, op. cit .31 Ibid . Véase también Buber-Neumann, Unde
Two Dictators, págs. 4-5.
32 Buber-Neumann, op. cit ., II Parte, págs. 167 s.
1 El libro de Buber-Neumann sobre Milenesenská es un importante documento y ha sid
raducido a varios idiomas. Véase MilenaTusquets Editores, Barcelona, 1987.2 Buber-Neumann, Under Two Dictators, pág
324.3 Gross, op. cit ., págs. 291-292.
4 La literatura histórica sobre la guerra civ
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española es lógicamente cuantiosa. Desde 1975, sha llevado a cabo una considerable revisión. Emanual clásico de La guerra civil española dHugh Thomas se debe leer en su edición corregid
aumentada de 1976 y suplementar con emportante cuerpo de investigación español
aparecido tras la muerte de Franco. El tono y ldirección de la primera edición de Thomas e
plenamente favorable al Frente Popular. En esespíritu, trató los textos de Krivitsky y de Orlovexpresa un claro desprecio y un total repudio. Nconozco ninguna otra autoridad respetable quhaya adoptado la misma actitud desde la muerte d
Franco. Las revelaciones de Walter Krivitsky haido objeto de insultos periodísticos y ataque
pseudo-académicos casi sin interrupción desde emomento de su publicación; su historia posterio
ha sido de constante confirmación de virtualmentodos sus datos y de casi todos los detalles, aunquno de todos. Dirijo la atención del lector a la notbibliográfica de The Great Terror , en su edicióde 1968, pág. 570, y al comentario de Conque
obre esa nota en su introducción al Reassesmen
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págs. viii, de 1990. Se puede encontrar un ataqunteresante contra Krivitsky en materia de detalle
en Poretsky, Our Own People, págs. 171 y passim
Estoy especialmente en deuda con John Costello
cuya investigación sobre Orlov basada en loarchivos soviéticos promete hacer necesaria unevisión de toda esta discusión y demostrar que l
versión de Krivitsky sobre el papel de Orlov e
España, en términos generales, está documentadaVéase también Costello, Deadly Illusions
capítulo XII.5 Véase Krivitsky, In Stalin’s Secret Service
capítulo III, «Stalin’s Hand in Spain», págs. 75
16. Un útil análisis general de la guerra civil spuede encontrar en Johnson, Modern Times
capítulo IX, «The High Noon of Aggression».6 Véase Johnson, Modern Times, pág. 329 y su
fuentes, en especial, Salas, Intervencióextranjera en la guerra de España, Madrid, 1974Aquí se estudia cómo Stalin financió su ayuda a lRepública española; mucho material de apoyo sencuentra en Krivitsky, op. cit .
La misión de Alvarez del Vayo como hombre d
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Münzenberg se menciona en Gross, op. cit ., pág272, nota 311. Nótese que el estrecho vínculo coOtto Katz se menciona en la nota 311. Esto era dgeneral conocimiento de todos los testigo
principales, como Louis Fisher (véase Men anolitics). Agradezco a Rae Bernstein l
nformación de que Alvarez y Katz siguierocolaborando en Nueva York después de la guerr
civil. La influencia de Alvarez del Vayo sobrLargo Caballero figura en todas las historias de lguerra. En cuanto a su afirmación de toda la vidde ser un «izquierdista independiente», se la debconsiderar a la vista de estos hechos. L
pretensión de independencia debiera estar apoyadpor alguna prueba de una actividademostrablemente independiente o una palabrpública atribuible a este hombre que no est
firmemente enraizada en la línea principal, público secreta, de la política estalinista. El funcionarimás abyecto no podría haber prestado un mejoervicio. Me parece improbable al máximo grad
que Münzenberg o Stalin hayan confiado a u
«izquierdista independiente» la
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esponsabilidades y el nivel de información que se dio a Alvarez del Vayo en España. No hay dud
de que se trataba de un agente secreto con todaas de la ley. Ciertamente era una persona d
confianza del aparato de Münzenberg incluso antede que empezara su ascenso como funcionario degobierno español. Sea cual sea la historia de suealtades, la obediencia siempre estuvo allí y as
fue su recompensa: Alvarez del Vayo fue la úniccriatura viviente para la cual la estrella de laprobación de Stalin jamás dejó de brillar. Lamemorias de Julio Alvarez del Vayo se publicaroen 1950 (The Last Optimist , Viking, Nueva York)
40 Johnson, op. cit ., págs. 324-325.41 Ibid ., págs. 324-327. Una interesante versió
política de primera mano se puede encontrar eBuber-Neumann, Von Potsdam nach Moskau
obre la aportación de Heinz Neumann aKomintern en España, en especial en asuntoelacionados con Alvarez del Vayo en 1936.42 Johnson, op. cit ., págs. 326, 328.43 Krivitsky, op. cit ., pág. 76.
44 Thornberry, Malraux et l’Espagne, págs. 33
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34. La versión de Thornberry es de lejos la mejo más detallada que existe. Las actividades d
Malraux fueron tanto a nivel clandestino de ventde armas como de propaganda.
45 Krivtisky, op. cit ., págs. 76-78.46 Ibid ., págs. 80-85.
47 Johnson, Modern Times, pág. 333. Véasambién Krivitsky, op. cit .
48 Krivitsky, op. cit ., pág. 31. Para un análisimás detallado de las afirmaciones de Krivitsky de los argumentos de Kandelaki, véase BrüneBolloten, The Spanish Civil War , págs. 106-107 notas.
49 Krivitsky, op. cit ., págs. 83-85.50 Véase Burnett Bolloten, The Spanish Civ
War: Revolution and Counterrevolution, págs
145-158.
51 Para mayor información sobre el papel deMalraux, véase Thomberry, Malraux et l’Espagne
Para la reunión general de personalidadeculturales en España, véase The Last Great Cause
de Weintraub.
52 Información del difunto Joris Ivens al autor e
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ulio de 1986 en París. En nuestra entrevista, Ivene equivocó en este punto. Me dijo que conocí
bien a Katz, pero que éste «no había tenido nadque ver» con la película. Sin embargo, añadió qu
historiadores contemporáneos habían sidengañados para evitar cualquier sospecha sobre upapel para Otto.
53 Se puede encontrar una excelente descripció
de este congreso en Spender, World within Worldpágs. 238-247.54 Deacon, The Cambridge Apostles.55 Krivitsky, op. cit ., pág. 82.56 Ibid ., págs. 32-83.
57 La presencia de Katz en Valencia erampliamente conocida. Véase Gross, op. cit ., pág312.
58 Información de Babette Grosss al autor.
59 Krivitsky, op. cit ., capítulo III.60 Ibid ., págs. 96-99. La historia previa y epapel de Berzin en España también se expone eConquest, The Great Terror .
61 Véase Burnett Bolloten, The Spanish Civ
War , pág. 307.
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62 Conquest, op. cit ., pág. 410.63 Krivistky, op. cit ., págs. 99-115.64 Ibid ., págs. 106-107.65 Ibid .
66 Krivitsky explica la relación entre lamuertes de Tukachevsky, Stashevsky y BerzinVéase también Conquest, The Great Terror , «ThAssault on the Army».
67 Para estos acontecimientos de octubre d936, cuando Pravda declaró esenciales a lapurgas y el conocimiento que de ellas tenía Berzinvéase Krivitsky, op. cit .
68 Ibid ., pág. 115.
69 Véase Johnson, Modern Times, pág. 33citando a Hugh Thomas, La guerra civil español
también a Salas, Intervención extranjera en l
uerra de España.
70 Información de Paul Willert al autor.71 Información de Herman Starobin al autoueva York, diciembre de 1986.72 Véase Gross, op. cit ., págs. 311-312. Véas
ambién Weintraub, The Last Great Cause, pág
24, 129.
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73 La política y la relación de Del Vayo coFreda Kirchway están tratadas bajo una lufavorable en Alpern, Freda Kirchway.
74 En los años treinta y gran parte de lo
cuarenta, Nation encajaba casi perfectamente en eperfil de una publicación dirigida o controlada poagentes estalinistas o por estalinistas cercanos agentes del aparato al tiempo que utilizaba a n
comunistas o incluso a anticomunistas «inocuoses decir, críticos literarios o de arte) para dar lnecesaria apariencia de independencia. LouiFisher tuvo una participación importante en lpublicación entre fines de los veinte hasta l
egunda guerra mundial. Fisher fue cuando menoun simpatizante estalinista y de fiar, íntimo de Kat Gibarti, y totalmente bajo la influencia de
aparato de Münzenberg. Por lo general, se pensab
que Fisher no estaba bajo la disciplina directa deervicio secreto de la Internacional. Krivitsky, poejemplo, lo consideraba un simpatizantndependiente aunque excepcionalmente obediente
predispuesto y con una alta reponsabilidad. A m
me parece que a Fisher se le podría caracteriza
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cuando menos, como «un hombre de Münzenberg»es decir, un propagandista estalinista que operabcon pleno conocimiento de causa siguiendo ladirectivas generales de la organización d
Münzenberg. Cuando Fisher rompió con Stalin ea Segunda Guerra, fue reemplazado en Nation po
Alvarez del Vayo, quien no sólo era un hombre dMünzenberg, sino también una importante figura d
a España estalinista, casi sin duda vinculado a lKVD o también al GRU. (El lector recordará qua política de Stalin consistía en poner toda l
actividad del Komintern en España bajo el controdirecto de los servicios secretos.) La imagen d
ndependencia de Nation provenía de la «Seccióde arte y literatura» en la que se permitía a ncomunistas y anticomunistas de izquierdas adoptaposiciones apolíticas o incluso virulentament
antiestalinistas.75 Véase Martha Gellhorn, «On Apocroyphism»aris Review, n° 79, 1981, pág. 301.76 Información de Margaret Regler al autor.77 Información del difunto Joris Ivens al autor.
78 Lynn, Hemingway, págs. 465-466. Véas
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ambién Eleanor and Franklin, capítulo 38, pág567.
79 Virginia Spencer Carr, Dos Passos, pág359-363.
80 Ibid ., págs. 262-263. Veánse también labiografías de Hemingway y Hellman.
81 Virginia Spencer Carr, op. cit ., págs. 366367.
82 Ibid .83 Ibid ., pág. 367.84 Véase supra, nota 43.85 Virginia Spencer Carr, op. cit . Acaso vale l
pena señalar que en edad avanzada Liston Oa
ntentó que la historia de sus experiencias coStalin se limitase a su círculo de íntimos. Lmayoría de la gente relacionada con él no tenídea de que hubiera estado en España o que l
experiencia más importante de su vida hubierenido lugar allí.86 Información de Allen Oak al autor.87 Ibid .
88 Las palabras de Hemingway sobre «m
egunda línea» fueron mencionadas por el difunt
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oris Ivens en el transcurso de la entrevista con eautor.
89 Un texto biográfico clásico sobre laactividades e implicaciones de Herbst en est
asunto es Josephine Herbst de Langer, págs. 219233. Langer se basa en el artículo de Herbst «ThStarched Sky of Spain» que apareció en Nobl
Savage, n° 1, luego reproducido en The Starche
Sky of Spain, de Herbst.90 Herbst, op. cit ., pág. 154.91 Ibid .92 Estoy muy agradecido a Margaret Regler po
el regalo de un manuscrito del diario de guerra d
Gustav Regler durante estos acontecimientos. Laentradas para los meses de mayo y abril sovividos relatos del ambiente periodístico dMadrid en esas fechas, en especial, los rumores d
raiciones de los «espías fascistas» entre las filaepublicanas. Estas provocaciones específicas como ejemplo, la reacción de un literato a quieHerbst considera como uno de los «mejorehombres» que conoció en España, se puede
encontrar en las entradas manuscritas del 15, 16
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7 de abril de 1937. Estos son justamente los díade los acontecimientos del hotel Florida que aque explican.
93 Cincuenta años más tarde, Joris Ivens, quie
estuvo presente durante todo el incidente, repitia falsedad que imputaba a Robles como agent
doble y lo hizo con la aparente convicción de qua acusación era cierta. Aunque afirmaba carece
de pruebas inequívocas al respecto, Ivens añadidetalles operativos: afirmó que Robles habíestado enviando por las noches mensajeuminosos a las líneas fascistas. Alguien debe d
haber proprocionado estos detalles a Ivens y él lo
debe de haber repetido durante loacontecimientos que aquí nos ocupan. Joris Ivenentrevista con el autor, junio de 1986.
94 Herbst, op. cit ., pág. 154.
95 Ibid .96 Ibid ., pág. 155. Préstese atención acomentario de Herbst sobre el consentimiento dHemingway acerca del engañoso curso de accióque ella había sugerido, «Quizás estuvo d
acuerdo con una predisposición demasiad
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alegre».97 El diario de guerra de Regler habla de la
celebraciones del Día Thaelman aunque él nparece haber estado presente en el castillo. Véas
ambién Virginia Spencer Carr, Dos Passos, pág368.
98 Véanse ambos ibid, y Herbst, The Starche
Sky of Spain.
99 Herbst, op. cit ., págs. 156-157.100 Queda establecida la presencia de Otto Kaen el hotel Florida en el diario de guerra dRegler, entrada del 17 de abril de 1937. El pasajespecífico dice: «En Madrid, Simon (alias d
Katz) frecuenta a unas condesas inglesas. Frances hace explotar bombas bajo la cama. Wilkinsoambién está allí». En Ellen Wilkinson, de Vernon
queda confirmado que Wilkinson estaba con Ott
Katz en el hotel Florida. El lector puede notar quClaud Cockburn, a quien Herbst describe como samigo, también estaba en el hotel y que en esperiodo Cockburn mantenía una intenscolaboración política con Katz.
101 Virginia Spencer Carr, Dos Passos, pág
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370.102 Las alegaciones de Hemingway y Shipma
obre la cobardía de Dos Passos se resumen ebid .
103 Ibid ., pág. 371. Carr se basa en parte en ThTheme is Freedom, de Dos Passos.
* Debo añadir que en mi opinión Gibarti tambiée convirtió en miembro de la NKVD o del GR
en ese momento aunque también es probable que lhiciera antes. Por ejemplo, se le confió unamisiones secretas muy delicadas en España ya e938 y posiblemente incluso en 1939. Para est
hecho, cuento la siguiente anécdota: en 193
Gibarti estaba en Nueva York haciendo un trabajpara el aparato en la comunidad alemana en eexilio mientras colaboraba con el escritor alemáStefan Heym. Cuando se lo conté a Babette Gros
ésta se mostró genuinamente sorprendida«¿Gibarti? ¿Trabajando con Heym?» Le contestque sí, que Heym había sido su socio por aqueentonces. Ella se indignó. «¿Stefan Heym? ¿Eescritor? ¿De la República Democrática? ¡No!» L
aseguré que las pruebas documentales era
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nrrefutables. Se quedó sin habla. «Increíble. Esignifica que Gibarti estaba en el otro servicio
Bastante increíble.»* El mejor relato del encuentro de Oak con Min
es el propio testimonio de Oak ante el Comité dActividades Antiamericanas del 5 y 21 de mayo d
947. (Cámara de Representantes del octavCongreso). Diez años antes, Oak había escrito un
descripción menos detallada de su cambio políticen España en una serie de artículos para eperiódico socialista The Call , julio y septiembrde 1937. También se puede consultar el dossieFBI FOIA sobre Liston Merriam Oak.
11. La muerte de Münzenberg
1 El Frente Popular cayó en un descrédit
universal cuando sucedió lo del Pacto GermanoSoviético, pero ya estaba en decadencia dentro deaparato para la primavera de 1937. VéasKrivitsky, In Stalin’s Secret Service, l
conversación mencionada con Slutsky, págs. 214
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215.2 Ibid ., págs. 215.3 El asesinato de Ignace Reiss ha sido estudiad
en muchas obras. Véase, por ejemplo, Dewassasins at Large. Una fuente indispensable e
Portetsky, Our Own People.4 Krivitsky, op. cit ., capítulo VII, «My Brea
with Stalin».
5 Se describe la supuesta enfermedad dMünzenberg en Gross, Münzenberg . Nótese quGross se equivoca en la ortografía del apellido. ELe Savoureux, no Le Savouret.
6 Véase ibid .
7 La visita de Bujarin a París está estudiada eCohen, Bukharin and the Bolshevik Revolution
págs. 365-367. Véase también Medvedev, Nikola
ukharin, pág. 122. El incidente con el doctor L
Savoureux se relata en Gross, op. cit .8 Las reuniones de Bujarin con Nicholaevskestán descritas en detalle en Nicholaevsky, Powe
and the Soviet Elite.9 El comentario de Kennan se encuentra en s
prólogo a Power and the Soviet Elite.
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10 Véase Gross, op. cit .11 Véase dossier del FOIA sobre Otto Kat
65.9266, sección 7a, archivo 100-15865, 13 dulio de 1944.
12 Los intentos de Károlyi y Fisher smencionan en Gross, op. cit .
13 La visita de Beletsky a Münzenberg estmencionada en Krivitsky, In Stalin’s Secre
Service, pág. 62. Gross aceptaba la versión dKrivitsky.14 Gross, op. cit .15 Ibid .
16 La historia de Die Zukunft se narra e
numerosas memorias: Gross, MünzenbergSperber, Ces temps-là, Koestler, Invisibl
Writing , entre otras. Fue un modelo para De
onat y otras publicaciones.
17 Gross, op. cit ., págs. 289-292.18 Véase ibid . y Schliemann, «Münzenberg»Asimismo información de Babette Gross al autor.
19 Véase «Münzenberg» de Schliemann, pág. 80Véase también Wessel, Münzenberg Ende, pág
333.
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20 Schliemann, «Münzenberg», pág. 82.21 Información de Paul Willert al autor.
22 La advertencia a Wilkinson sobre lnteligencia británica se menciona en Deacon, Th
ritish Connection, pág. 173.23 La relación de Philby con Liddell se analiz
en Costello, The Mask of Treachery, págs. 418438 y 605.
24 Véase Gross, op. cit .25 La presencia del aparato en los campos dnternamiento en esa época se estudia en Regle
The Owl of Minerva, págs. 331-354.26 Le Peuple, 30 de enero de 1940.
27 Información de Babette Gross al autor.28 Véase Glees, The Secrets of the Service
págs. 127-132 y todas las otras referencias Sefton Delmer. Glees examina las actividades d
Delmer en tiempos de guerra. Delmer estaba mápróximo a Münzenberg en esa época que WillerGlees llega a la conclusión que Delmer estabbajo control soviético. Yo encuentro que el casmeticulosamente investigado por Glees e
nteresante pero demasiado basado en inferencia
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como para alcanzar una certidumbre definitiva.29 Gross, op. cit .
30 Las esperanzas que Münzenberg tenía decibir la ayuda de Marcu se mencionan en Carew
Hunt, «Münzenberg», pág. 87.31 Sobre el estado anímico de Münzenberg
nótese la pequeña diferencia entre la versión dBabette Gross ( Münzenberg , pág. 324) y la d
Schliemann (Münzenberg», pág. 87).32 Una descripción de estas penetraciones deaparato en los campos de internamiento se puedencontrar en Regler, The Owl of Minerva.
33 La historia del joven pelirrojo aparece e
Kersten, «Das Ende Willi Münzenbergs»; Grosünzenberg ; Wessel, Münzenbergs Ende,
Schliemann, «Münzenberg».34 Véase Wessel, op. cit ., pág. 333.
35 Ibid .36 Schliemann, «Münzenberg», págs. 88-89.37 Ibid . y también Gross, op. cit .38 Gross, op. cit .
39 La partida de Chambarran es tratada po
numerosos autores: Kersten, «Das End
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Münzenberg»; Gross, Münzenberg Carew-Hun«Münzenberg»; Gruber, «Münzenberg» y Wesse
ünzenbergs Ende. Nótese que mi información dHelen Wolff contradice la creencia generalizad
de que Kurt Wolff formaba parte del grupo qumarchó a pie. Wolff salió de Chambarran eautocar.
40 Wessel, op. cit ., págs. 234-235.
41 A Siemsen le citan en Kersten, «Das EndWilli Münzenbergs» y en Schliemann«Münzenberg», pág. 87.
42 Leo, Frühzug nach Toulouse.43 Véase Gross, op. cit .
44 La magnitud de los bosques se puede apreciaen los mapas de la región hechos por los Cuerpode Ingenieros de Estados Unidos durante legunda guerra mundial. Están disponibles en l
colección cartográfica de la Biblioteca Pública dueva York.* Se puede tener una idea del papel de Radek e
estas intrigas en el libro Power and the Sovie
State («The Letter from an Old Bolshevik», pág
37) de Nicholaevsky, donde el autor describe su
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conversaciones con Bujarin y sugiere lo que sabí lo que ignoraba un dirigente veterano y de altango como Bujarin cuando estaba a punto d
desencadenarse el Terror. Es un detalle fascinant
que, según Nicholaevsky, Bujarin creía que eFrente Popular había sido creado como respuesta una secreta red de propaganda establecida en lURSS por nada menos que Ernst Röhm. Se l
había informado de que esa red estaba dominadpor homosexuales activos en la vida cultural dMoscú. Esta conspiración olvidada fueguramente un embuste de Stalin, pero al
podemos ver varias pistas que ya se nos había
aparecido. La «conspiración homosexual» dMoscú tiene un extraño paralelismo con algunohechos relacionados con el proceso por encendio del Reichstag; es su rama soviética, po
así decirlo. Es muy posible que haya formadparte del esfuerzo conjunto de Hitler y Stalin pardesacreditar a Röhm poniendo de relieve shomosexualidad y, por tanto, abrir paso a seliminación.
* Según un informe, Hartig reapareció esa tard
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unos pocos momentos, pero si lo hizo fue sin lootros, sin el dinero y sin la menor explicación do sucedido, y tras este breve contacto, volvió
desaparecer, esta vez para siempre.
Epílogo
1 Información de Herman Starobin al autor.2 Se explica el papel de Katz en el gobierno d
Masaryk en muchas fuentes. Véase Costello, Th
ask of Treachery, págs. 298. También lagradezco a Herman Starobin la información sobr
u trabajo en Checoeslovaquia.3 La muerte de Masaryk es sin duda un hechcrucial en la historia del golpe checo y es trataden toda la bibliografía sobre el tema. Secomienda Too Strong for Fantasy, las memoria
de Marcia Davenport, relato personal sobre loúltimos días de Masaryk.
4 El mejor texto sobre la crisis de Field en emomento del testimonio de Chambers se encuentr
en Lewis, Red Pawn. Por otro lado, quede clar
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que, si el gobierno húngaro decide desclasificar ldocumentación con las declaraciones de NoeField descubiertas por Maria Schmidt en 1992 eos archivos del Ministerio de Información, l
nueva información podrá profundizar mucho máen este aspecto.
5 Si se cree la información que me pasó MariSchmidt, la principal investigadora de los archivo
de la policía secreta húngara, el aparato resolvicon un asesinato el problema planteado por lposible indiscreción de Duggan. Según MariSchmidt, debido a que Duggan estaba a punto der descubierto, unos asesinos lo arrojaron a l
muerte desde el piso diecisiete de su bufete dabogado en Nueva York.
6 Diana Trilling «How McCarthy Gave Ant