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El hispanoamericanismo britanico Author(s): William Rowe Source: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año 16, No. 31/32 (1990), pp. 291-295 Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP Stable URL: http://www.jstor.org/stable/4530507 . Accessed: 12/11/2013 16:04 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. http://www.jstor.org This content downloaded from 128.143.23.241 on Tue, 12 Nov 2013 16:04:17 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

El hispanoamericanismo britanico

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El hispanoamericanismo britanicoAuthor(s): William RoweSource: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año 16, No. 31/32 (1990), pp. 291-295Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACPStable URL: http://www.jstor.org/stable/4530507 .

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REVISTA DE CRITICA LITERARIA LATINOAMERICANA ANO XVI, N2 31-32, Lima, 1990; pp. 291-295

EL HISPANOAMERICANISMO BRITANICO

William Roue University of London

Los comienzos del hispanoamericanismo brit6nico est6n marca- dos por los trabajos pioneros de Jean Franco, sobre todo el libro The modern Culture of Latin Americal. Antes de la decada del 60, no exis- tSa al nivel intelectual ni al institucional un hispanoamericanismo ca- paz de independizarse del hispanismo. Este, que se remonta hasta mediados del siglo pasado, segufa dominado por la filologia medieva- lista. El estudio de la literatura hispanoamericana sefial6 una ruptu- ra, por diversas razones. Entre ellas resaltan la revoluci6n cubana y sus consecuencias politico-culturales, el auge editorial de la nueva no- vela latinoamericana en Europa, y la renovaci6n intelectual de la d& cada del 60, sobre todo por el marxismo.

Existian, en el afno 1970, dos centros importantes, King's College, de la Universidad de Londres, y la Universidad de Essex, ambos aso- ciados con Jean Franco y Gordon Brotherston. All i, y tambien en Edin- burgh bajo Donald Shaw, se inaugur6 la tarea importante del entre- namiento de estudiantes de postgrado para el doctorado. Tanto Franco como Brotherston habian presentado tesis sobre la literatura espafiola moderna, mientras que la segunda 'promocidn' de hispanoamerica- nistas, como Gerald Martin, James Higgins, Jason Wilson y el que es- cribe, presentamos tesis sobre ternas latinoamericanos. Fue en Essex que se estableci6 Ia primera catedra de literatura latinoamericana, ocupada, en ese entonces, por Jean Franco. El establecimiento de nue- vos puestos y centros se debi6, en cuanto a la l6gica institucional, al impacto del Informe Parry, que llamaba la atenci6n del descuido del Area latinoamericana en ]a universidad britdnica. El Informe llev6 a la creaci6n de cinco Institutos de Estudios Latinoamericanos: Glas- gow, Liverpool, Oxford, Cambridge y Londres. Estos fomentaron el es- tudio del Area desde una pluralidad de disciplinas.

Los especialistas en literatura se encontraron entre dos tipos de in- fluencia: la de los estudios literarios, patrocinados por los Departa- mentos de Espaniol, en los que se privilegiaba el texto verbal por encima

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de cualquier contexto, y la de los Institutos, dominados por ]a historia y las ciencias sociales. Esta divisi6n, que tiende a coincidir con una des- articulaci6n intelectual, queda irresuelta en parte todavia. Hasta hace poco, el uinico intento serio de integraci6n multidisciplinaria fue el pro- grama de Area Studies (estudios regionales) establecido por Gerald Martin en el Politecnico de Portsmouth. Mas recientemente, progra- mas multidisciplinarios fueron establecidos en Liverpool, Essex y Lon- dres. Habria que distinguir, sin embargo, entre la combinaci6n pura- mente institucional de disciplinas y el logro de una actitud intelectual transdisciplinaria. En este sentido, uno de los mayores problemas ha sido el de instaurar una teorizaci6n del texto capaz de revelar Ia densi- dad de articulaciones sociales, hist6ricas y culturales sin disminuir la especificidad del texto. Un factor que habrna contribufdo a esto seria el relativo descuido de la historia cultural por parte de los historiadores y los cientificos sociales. Con todo, el mayor problema fue -y probable- mente sigue siendo- el de situar no s6lo el texto sino el trabajo del crI- tico mismo.

Consideremos, mas cercanamente, las caracteristicas intelectua- les de las corrientes principales. Los primeros libros de Franco2 cons- truyeron, desde una conceptualizaci6n eficaz, la primera visi6n de conjunto de la producci6n literaria del continente, situandola dentro de sus contextos hist6ricos y politicos. A mediados de la decada del 70, Brotherston public6 dos libros, sobre la poesia y la novela respectiva- mente, que tambi6n buscaron establecer los criterios basicos para abarcar el terreno. Lo que todos estos estudios dejaron todavi a irresuel- to, a nivel de suministrar un m6todo critico, fue el problema de articu- lar la lectura del texto literario con la del texto social, sin reducir el primero al segundo o viceversa. Franco, despuds de su traslado a Es- tados Unidos, empez6 a elaborar una serie de aperturas criticas muy sugerentes, pero 6stas, aunque no dejaron de influir en Gran Bretafia, pertenecen mas bien a otros circuitos. Por su parte, Brotherston habia empezado, desde antes de los libros mencionados, a crear las bases in- telectuales para el entendimiento de los textos nativos. Esta vasta la- bor, que abarca desde las matematicas mesoamericanas hasta las obras de teatro de influencia incaica, le ha permitido desarrollar una ontologia de los textos americanos capaz de emplazar tanto a Levi- Strauss como a Derrida3. Pero desde luego, los m6todos alli desarro- llados, aunque muy valiosos, no resuelven los problemas del enfoque de la literatura no nativa, colonial y moderna.

Pasemos, ahora, a las tendencias mas significativas de los uiltimos quince aflos. Aqui, sugerimos, existe una disyuntiva basica entre los estudios de 1ndole contextual y los de orientaci6n inmanentista. Entre los primeros se destacan los trabajos de Gerald Martin, que desde una perspectiva lukacsiana buscan articular la narrativa del siglo veinte con las luchas clasistas. Consciente de la estrechez de Lukacs con relaci6n al vanguardismo, Martin sin embargo sigue privilegiando el realismo, sin resolver los problemas epistemol6gicos que surgen de esta postura. Martin tambi6n ha contribuido al desarrollo de la histo-

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ra cultural, campo emergente en el que trabajan, entre otros, Michael Gonzalez, Nissa Torrents, Alistair Hennessey, John King (con un es- tudio sobre Sur) y Edwin Williamson. Los estudios de la transcultura- ci6n constituyen otra opci6n importante: aqui habria que mencionar los trabajos de Martin (sobre Asturias), Brotherston (sobre Rosario Catellanos etc.) y el que escnibe (sobre Arguedas, Rulfo etc.). Mientras Brotherston ha remarcado ]a incidencia de los textos nativos escritos, yo me he propuesto investigar el impacto del universo oral sobre Ia producci6n textual.

Las tres perspectivas aqul mencionadas proponen, cada una a su manera, resolver las relaciones entre textos y contextos. Una proble- matica que repetidamente se presenta es la de la legitimidad del que- hacer critico. Como pregunt6 una vez Gonzalez, ,Estamos simplemen- te cumpliendo las tareas de la burguesia hispanoamericana? Asumir la responsabilidad critica pasa necesariamente por el problema de la dominaci6n cultural y el etnocentrismo. En un articulo publicado en 19854, propuse la necesidad de una reflexi6n critica que considerara los textos literarios como actos culturales, para entender los cuales habria que profundizarse cada vez mas dentro de los contextos culturales relevantes y entrar en dialogo con la tradici6n critica y las teonras de la cultura latinoamericanas. Recibi una carta de Shaw en la que objetaba que eso habia que dejarlo a los latinoamericanos mientras que a nosotros nos tocaba legitimar la literatura latinoamericana dentro de la cultura ilustrada europea5. Esta disyuntiva sigue influyendo en el hispanoamericanismo britanico, sin llegar a expresarse como debate abierto.

El inmanentismo, termino que probablemente no todos sus practi- cantes aceptarian, se caracteriza por desconocer Ia responsabilidad por Ia apropiaci6n de los textos (como si ]a critica literania no fuera un discurso social) y aplicarse al quehacer de Ia interpretaci6n. Esta acti- vidad termina justificandose por ]a discusi6n sobre las 'diferentes 'lec- turas', que en el peor de los casos se parece a un nuevo escolasticismo. Privilegiar Ia diferenciaci6n de lecturas como espacio legitimamente acad6mico6, tal vez se derive hist6ricamente del empirismo ingles y del 'practical criticism' de I. A. Richards. En el mejor de los casos, la apli- caci6n rigurosa de la teoria literaria contemporanea abre nuevas di- mensiones para el debate critico, como en el caso de los estudios pione- ros de David Musselwhite sobre Onetti y CortOzar7, o del libro de Mark Millington sobre Onetti8. En este sentido, tambi6n debenfan mencionar- se los trabajos de Stephen Boldy sobre Cortazar y Fuentes9.

Consideremos, por uiltimo, el panorama actual, sin pretender ofre- cer una descripci6n exhaustiva. En los uiltimos afios se ha generali- zado ]a enseflanza de Ia literatura latinoamericana a casi todos los de- partamentos de espafiol y se la incluye en vanios programas de maes- trfa10. En el area de las publicaciones, las editoras mas importantes de libros son Cambridge, Tamesis (cuantitativamente la mayor) y Francis Cairns en Liverpool. No existe ninguna revista nacional que se dedique, aun mayoritariamente, a la literatura hispanoamericana. La

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mas antigua de ellas, el Bulletin of Hispanic Studies, suele incluir s6Io un 5% de articulos sobre la literatura latinoamericana, hecho que probablemente se debe a su caracter hispanista tradicional. De orien- taci6n mas moderna, el Modern Language Review incluye a Ia litera- tura hispanica como una de seis areas linguisticas. El Bulletin of La- tin American Research, 6rgano de la Society of Latin American Stud- ies, valioso por su orientaci6n multidisciplinaria, da mas espacio a las ciencias sociales y ]a historia que a la literatura. Estos datos reflejan el hecho que los estudiosos de ]a literatura hispanoamericana carecen de un forum intelectual.

Los congresos anuales de la Asociaci6n de Hispanistas o de la So- ciety for Latin American Studies no suplen esta carencia, ya que sue- len reunir s61o una proporci6n pequefia de los estudiosos. Ultimamen- te se han organizado varios congresos con una propuesta intelectual renovadora en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Univer- sidad de Londres. Los centros mayores para ]a investigaci6n son Cam- bridge, Essex, Liverpool, London y Nottingham. Seguin las estadisticas publicadas por el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Univer- sidad de London'1, son varios los Colleges de Londres que rexinen el mayor numero de estudiantes para el doctorado (aproximadamente ca- torce sobre un total de 38 en todo el pais). Hace poco se estableci6 en el King's College un proyecto con el que estoy asociado personalmente: un centro de investigaciones (Centro para el Estudio de ]a Cultura La- tinoamericana) que, entre otras finalidades, propone el desarrollo de una metodologia transdisciplinaria para el estudio de Ia cultura.

Para finalizar, habria que sefialar brevemente las corrientes que se destacan actualmente, con la advertencia que las agrupaciones que sugerimos inevitablemente incluyen un elemento de arbitrariedad. En los uiltimos af'os se ha ido afirmando una corriente feminista, asocia- da sobre todo con Susan Bassnett, Verity Smith y Catherine Boyle. Paul Smith, por su parte, se ha interesado en las codificaciones del g6nero y la raza. Entre los que manejan el post-estructuralismo metropolitano (mayormente el desconstructivismo) se incluye Bernard McGuirk, que trabaja en la Universidad de Nottingham, centro importante para la teoria literaria. Fuera del caso de Peter Hulme, que ha publicado un li- bro valioso sobre el discurso colonialI2, parece que el analisis del dis- curso se practica pocoi3. En cuanto a los estudios de la mitologia y la oralidad, ha habido un crecimiento, debido sobre todo a Jo Labanyi y a Rosaleen Howard-Malverde, experta en las narraciones orales que- chuas. Mis propias investigaciones incluyen la cultura popular andi- na y la problematica de Ia cultura popular a nivel continental, y Broth- erston sigue publicando prolificamente sobre cultura mesoamericana y andina. Los trabajos de Jason Wilson sobre Humboldt, Darwin y otros viajeros rompen con el enfoque tradicional puramente paisajista y problematizan la relaci6n entre ciencia y escritura. En la Univer- sidad de Warwick se han llevado a cabo varias iniciativas interesantes, entre ellas el establecimiento de un programa de estudios compara- tivos, abarcando tanto el norte como el sur del continente, y la creaci6n

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de un Centro de Estudios Caribefnos, cuyo director es Alistair Hennes- sy. El mayor practicante de la historia literaria, en la acepci6n tradi- cional, es Higgins, quien ademas es de los pocos que estudian la poe- sia. Se deberian mencionar tambi6n los trabajos de Robert Pring-Mill, sobre la poesia comprometida. Otra carencia que se hace sentir es la escasez de investigaciones sobre la literatura colonial, salvo en el caso de Barry Ife.

En conclusi6n, aparte de estas carencias parciales, diria que el mayor problema esta en la falta de coherencia frente al objeto de estu- dio y al quehacer crltico. Estas insuficiencias se manifiestan en una serie de fenomenos, como la falta de trabajos de conjunto, la relativa ausencia de debate intelectual, la fragmentaci6n de las posturas criti- cas. A estos se afnade la pobreza de fondos econ6micos institucionales, actitud que hace mas dificil asumir la responsabilidad de la creaci6n de recursos para el futuro. Estoy lejos, sin embargo, de querer negar el vigor del panorama actual: s6lo quisiera que cumpliera sus potencia- lidades.

NOTAS

1. Londres, Pall Mall, 1967. 2. ver An Introduction to Spanish-American Literature, Cambridge,

Cambridge University Press, 1969. 3. Image of the New World. The American Continent Portrayed in Native

Texts. Londres/New York, Thames and Hudson, 1979. 'Towards a Grammatology of America: L4vi-Strauss, Derrida, and the Native New World Text', en F. Baker et al., Europe and its Others, II, Colchester, University of Essex, 1985.

4. 'Ethnocentric Orthodoxies vs. Text as Cultural Action: Some Issues in Latin American Literature', Romance Studies, 5 (1984-85).

5. Ver Donald Shaw, Nueva narrativa hispanoamericana, Madrid, C'4tedra, 1981.

6. Ver B. McGuirk y R. Cardwell (editores), Gabriel Garcia Mdrquez: New Readings, Cambridge, Cambridge University Press, 1987.

7. Por ejemplo, 'El astillero en marcha', Nuevos Aires, 11 (1973). 8. Reading Onetti: Language, Narrative and the Subject, Liverpool, Francis

Cairns, 1985. 9. Por ejemplo, 'Carlos Fuentes', en J. King (ed.), Modern Latin American

Fiction: A Survey, Londres, Faber & Faber, 1987. 10. Se trata de aproximadamente 34 departamentos. Los mAs importantes,

en cuanto a estudios hispanoamericanos, son Londres, Essex, Liverpool, Nottingham, Cambridge y Glasgow.

11. Research on Latin America in the Humanities and Social Sciences in the Universities and Polytechnics of the United Kingdom, 1984-1988, Londres, Institute of Latin American Studies, University of London, 1989.

12. Colonial Encounters, Londres, Methuen, 1986. 13. Las contribuciones muy valiosas de Ernesto Laclau se circunscriben a

las ciencias sociales.

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