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El hombre en la historia LIBERTARIO FERNÁNDEZ VERSIÓN PARA IMPRIMIR ENVIAR POR E-MAIL Etiquetas/Temas: etiquetar A fines de 1904 León Trotsky escribió la primera versión de un ensayo político cuya originalidad residió en anticipar los lineamientos generales de la futura Revolución Rusa. Hasta entonces, la controversia en el campo del marxismo ruso entre mencheviques y bolcheviques, había girado en torno a la clase que le correspondería dirigir la futura revolución, destinada a poner fin al régimen semifeudal, semiasiático, que encarnaba el zarismo. Los primeros señalaban que ese papel, dado el contenido de las tareas, debería desempeñarlo la burguesía liberal, mientras que los segundos sostenían que sólo el proletariado, apoyado en la masa del campesinado, a través de una dictadura democrática, estaba en condiciones de realizar las tareas que abrieran un cause europeo, no asiático, al desenvolvimiento del capitalismo. Ni unos ni otros, preveían la posibilidad de una transición de tipo socialista, sino como culminación de todo un período histórico. En Balance y Perspectivas, Trotsky, estudiando los acontecimientos de la Revolución de 1905, trazó una perspectiva diferente. Coincidía con Lenin y sus compañeros en descalificar a la burguesía liberal, pero señalaba que al carecer el campesinado de una política independiente la alianza obrero-campesina que subyacía en la fórmula de la dictadura democrática, solo habría de realizarse a través de una dictadura proletaria. Pero este desplazamiento radicalizaría necesariamente el curso de tareas de contenido inicialmente burgués, abriendo una transición a medidas de corte socialista y dándole al proceso un carácter ininterrumpido, cuya suerte, en última instancia, dependía del triunfo de la revolución en Europa, especialmente en Alemania. El desenvolvimiento de los acontecimientos entre la revolución de 1905 y las de febrero y octubre de 1917, y la orientación que siguió posteriormente el gobierno soviético, confirmaron los lineamientos generales de la previsión. La revolución contra El Capital El suceso inesperado que significó el advenimiento del primer Estado obrero, hizo exclamar a Antonio Gramsci que la Revolución de Octubre era “la revolución contra El Capital de Carlos Marx”. Bajo este título escribió en noviembre de 1917 en Avanti un artículo explicando que en Rusia, el libro del máximo exponente de la filosofía de la praxis era un texto más próximo a los burgueses que a los obreros. Sus páginas contenían la demostración de que en ese imperio multinacional, estancado en los márgenes de la civilización capitalista, la necesidad de una burguesía que pusiese en marcha una transformación capitalista, antes que la clase obrera pudiera pensar siquiera en luchar por el poder, adquiría prioridad absoluta. Su conclusión era por cierto significativa: “Los hechos han superado las ideologías. Los hechos hicieron estallar los esquemas críticos dentro de los cuales la historia de Rusia debería haberse desenvuelto, según los cánones del materialismo histórico”. En esta apreciación Gramsci se ajustaba la perspectiva de la historia que Marx y Engels habían trazado en el Manifiesto Comunista, y en los artículos que el primero había escrito en la década del 50’ sobre el papel de la colonización británica en la India, según la cual el capitalismo, más la allá de la ética, la moral y los intereses de clase de la burguesía, habría de cumplir un papel civilizador, señalándoles a los países atrasados y primitivos que el camino que habrían de emprender era el mismo que habían seguido las naciones avanzadas. En 1917 Gramsci no podía conocer la respuesta de Marx a Vera Zasulich, publicada años más tarde, en la que aquel, ante la pregunta sobre si inevitablemente todos los países habrían de atravesar todas las fases del desenvolvimiento capitalista, advirtió que lo escrito en El Capital sobre la acumulación primitiva estaba referido exclusivamente al desarrollo del modo de producción capitalista surgido de la sociedad feudal en Europa occidental. A parecer tampoco tuvo en cuenta la rectificación posterior de Marx sobre el papel jugado por la colonización británica en la India, o la afirmación de que la palanca de la revolución inglesa había que aplicarla en Irlanda. Trotsky, por su parte, fundó la teoría de la revolución permanente con la que se guió a través de los dramáticos acontecimientos de las tres revoluciones rusas, sobre un paradigma diferente. Así como se burla de cualquier interpretación determinista y de las supuestas leyes inexorables que la gobiernan, la historia no sigue una línea continua, no consiste en una sucesión preestablecida de estadios en la cual el futuro de las naciones más atrasadas está escrito por la historia de las más avanzadas. “La historia parece estar desenredando su madeja desde la otra punta”, escribió en los comienzos de los años 20’, al observar el escenario de derrota en que habían quedado sepultadas las insurrecciones obreras en el centro de Europa, y la tempestad que asomaba en el horizonte social de Oriente, particularmente en China. Trotsky sostuvo que el desenvolvimiento del curso histórico es desigual y combinado. Un mismo momento histórico es capaz de reunir en una unidad dialéctica los niveles más altos de la civilización con los más primitivos, independientemente del grado de desenvolvimiento alcanzado por cada país. A diferencia de las formaciones precapitalistas, encerradas en sus propias historias “provinciales” y episódicas, las relaciones espacio-temporales bajo el capitalismo tienden a adquirir un carácter universal. Trotsky explicó que el privilegio de los países históricamente rezagados reside en adquirir antes el plazo previsto los adelantos de los países más evolucionados, pasando por encima una serie de etapas intermedias. “El desarrollo de una nación históricamente atrasada hace, por fuerza, que se confundan en ella, de una manera característica, las distintas fases del proceso histórico. Aquí, el ciclo presenta, enfocado en su totalidad, un carácter irregular, complejo, combinado”, escribió en las primeras páginas de la Historia de la Revolución Rusa. Señaló entonces, que sin tener en cuenta ese carácter combinado es imposible comprender la historia de Rusia ni de cualquier otro país. Desde la otra punta de la madeja En los últimos años de su vida, en un escenario hasta entonces muy poco conocido para él, Trotsky volvió a enfrentarse con ese recorrido “irregular, complejo, combinado” que sigue la historia. Desde México, donde la revolución bajo el gobierno del general Lázaro Cárdenas había reemprendido su marcha, las tareas agrarias, nacionales y democráticas estaban en el orden del día, y la posibilidad de que la naturaleza de esas tareas adquiriera un sesgo radical y pusieran en entredicho los límites burgueses del programa en curso, era un asunto de importancia capital. ¿Qué posición adoptar frente a tal gobierno? Trotsky apoyó decididamente las medidas antiimperialistas del régimen cardenista, especialmente las nacionalizaciones de la industria petrolera y de los ferrocarriles, así como los avances en materia de reforma agraria. Señaló que la lucha contra el imperialismo y los terratenientes locales era la clave para arrancar del atraso y conquistar la independencia nacional en los países coloniales y semicoloniales y, a la vez, el camino posible para enfrentar al fascismo. Centrándose en las enseñanzas fundamentales del marxismo, recordó que la divisoria determinante de la época giraba en torno al antagonismo existente entre naciones opresoras y naciones oprimidas, y desde ahí condenó la política de los frentes populares impulsados por la socialdemocracia y el stalinismo, que en los países coloniales y semicoloniales consistía en subordinar el movimiento de las grandes masas explotadas a los intereses de las burguesías “democráticas” de los países imperialistas, vale decir a sus explotadores directos, para hacer frente al fascismo. Trotsky señaló claramente que el apoyo que los revolucionarios debían otorgar al gobierno de Cárdenas, debía partir de una posición de absoluta independencia en materia política y organizativa, y tener en cuenta que el balance de poder sobre el que tal régimen se erigía tenía un carácter oscilante y, por tanto, provisorio. Su comprensión de la naturaleza del cardenismo lo llevó a romper con los trotskystas locales, empeñados en organizar un boicot contra el gobierno por haber reconocido una indemnización a los capitales expropiados. Sobre éstos dijo que no sólo querían saltearse etapas, sino pasar por encima de la historia y de la propia clase trabajadora. Dominados por un ultraizquierdismo característico, que volvería a reproducirse una y otra vez ante la presencia de movimientos nacional democráticos o burgueses nacionales en la historia de América Latina, estos singulares epígonos, habían llegado a la conclusión de que la posición ante el gobierno de Cárdenas, de quien fuera junto con Lenin jefe de la Revolución de Octubre, estaba determinada por su condición de refugiado político. Trotsky, en cambio, observó el fuerte apoyo que tenía el gobierno de Cárdenas en la masa campesina y entre los trabajadores urbanos, clases que constituían la base social de la revolución nacional-democrática. Caracterizó a ese gobierno como un régimen bonapartista, encaminado a realizar las tareas que la burguesía nacional, débil y vacilante ante el capital extranjero y el emergente proletariado, había dejado de lado, y sostuvo que el partido de los trabajadores, debía disputar a esa burguesía la confianza y el apoyo del campesinado, ya que la fuerza política que alcanzase esa posición estaría en condiciones de conquistar el poder. Siguiendo los análisis clásicos de Marx sobre el gobierno de Napoleón III, los de Engels respecto del de Bismark, y sus propias anotaciones sobre el régimen de febrero de 1917, Trotsky reconstruyó la categoría de bonapartismo en las condiciones de un país semicolonial. Observó la existencia de un particular equilibrio del poder, típico de un régimen que adquiría un apreciable grado de autonomía, elevándose hasta cierto punto por sobre las clases sociales para desarrollar una serie de transformaciones económicas en los marcos del capitalismo de Estado, y que para desarrollar sus propósitos se apoyaba en la burocracia de ese aparato estatal, y en la base social constituida por los campesinos y los obreros, a cuyas organizaciones sometía a un férreo control. Estos rasgos reaparecieron posteriormente, en mayor o en menor medida, en algunas de las experiencias políticas desarrolladas en América Latina. Así, es a partir de este enfoque que la progresividad, las contradicciones y los límites de experiencias como la del peronismo de los años 40’ y 50’ y del chavismo en el presente, se presentan bajo una nueva luz, y ponen claro los alcances del apoyo independiente que los trabajadores y el partido revolucionario deben dar tales gobiernos. El legado de un revolucionario A siete décadas de su muerte, la personalidad de Trotsky revela una importancia excepcional. No sólo por su presencia en la primera línea de las tres revoluciones que conmovieron al imperio de los zares; por su papel dirigente en los primeros años del Estado soviético y al frente del Ejército Rojo en la guerra civil y en el combate contra los ejércitos imperialistas; por su lucha contra la burocracia stalinista dentro y fuera de la Unión Soviética, sino, además, por su incidencia en la formulación de la teoría revolucionaria. Al igual que Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo, Gramsci… Trotsky fue un innovador. Su perspectiva abarcó el vasto campo teórico en el que se presentan los problemas fundamentales de la revolución en nuestra época. En sus ideas y en su práctica se revela la sustancia viva del marxismo, despojada del dogmatismo con que el stalinismo y las supuestas ortodoxias sofocaron el pensamiento revolucionario durante décadas. Un examen crítico de esas ideas y de esa práctica, en sus aciertos y en sus errores, encierra enseñanzas de importancia inapreciable para la construcción de un futuro liberado de los males y las lacras, a las que el presente orden capitalista ha encadenado la suerte de la humanidad. La unidad socialista de América Latina ENRIQUE RIVERA VERSIÓN PARA IMPRIMIR ENVIAR POR E-MAIL Etiquetas/Temas: etiquetar Hemos visto que Trotsky, coincidiendo enteramente con Lenin, juzgaba que los problemas nacionales, lejos de desaparecer en la época del imperialismo, “conservaban su rigor” y señalaba, a este propósito, que en “Sudamérica no había comenzado a desarrollarse la época del movimiento democrático-nacional hasta el siglo XX”. En 1934, concretó del siguiente modo la meta histórica de la revolución en América Latina: “Los países de América Latina no pueden librarse del atraso y del sometimiento si no es uniendo a todos sus Estados en una poderosa Federación. Esta grandiosa tarea histórica no puede acometerla la atrasada burguesía latinoamericana, representación completamente prostituída del imperialismo, sino el joven proletariado latinoamericano, señalado como fuerza dirigente masas oprimidas. Por eso, la consigna de lucha contra las violencias e intrigas del capital financiero internacional y contra la nefasta de las camarillas de agentes locales: Los Estados Unidos Socialistas de América Latina”. Y en marzo de 1940, pocos meses antes de su muerte, volvió sobre esta consigna central en un manifiesto dirigido a la clase obrera, subrayando además, significativamente, que “el monstruoso crecimiento del armamentismo en los Estados Unidos es el antecedente lógico de la violenta solución de las complejas contradicciones existentes en el Hemisferio Occidental y no tardará en plantear categóricamente el problema del destino de los países latinoamericanos. El intervalo de la política de “buena vecindad” llega a su término. Roosevelt o el sucesor no tardarán en mostrar el puño de hierro cubierto ahora por el guante de terciopelo”. Como vemos, Trotsky tiene presente sobre todo la unidad del proceso revolucionario en América Latina; lejos de admitir como naciones a los veinte compartimientos estancos en que nos mantiene fragmentados el imperialismo, él establece que sólo podremos realizar la revolución democrática y nacional uniéndonos en una poderosa Federación, esto es, “dando cohesión estatal a territorio con población de un solo idioma”, lo que significa constituir la nación latinoamericana. No existen, pues, dentro de su concepción, una revolución argentina, o boliviana, o brasileña, o chilena, o panameña, etc., independientes, sino una revolución latinoamericana. “Los problemas centrales de los países coloniales y semicoloniales —expresa Trotsky en las tesis de la IV Internacional de 1936— son la revolución agraria, es decir, la liquidación de la herencia feudal y la independencia nacional, es decir, el sacudimiento del yugo imperialista. Estas dos tareas están estrechamente ligadas la una a la otra… La consigna de la Asamblea Nacional (o Constituyente) conserva todo su valor en países como China o la India. “Es necesario ligar indisolublemente esta consigna a las tareas de la emancipación nacional y de la reforma agraria”. En América Latina, debemos agregar a estas tareas, la de incorporar al indio a la civilización latinoamericana con plenos derechos (entrevista Trotsky-Sanjines). Trotsky, La revolución traicionada y los problemas de la transición socialista OSVALDO CALELLO twitter @ocalello Socialismo Latinoamericano VERSIÓN PARA IMPRIMIR ENVIAR POR E-MAIL Etiquetas/Temas: etiquetar Cuando en 1936 Trotsky mandó a la imprenta el manuscrito de la Revolución Traicionada la situación del régimen stalinista en la Unión Soviética estaba definitivamente consolidada. Stalin, que hasta ese momento había sostenido que la Revolución de Octubre había echado los cimientos de la sociedad socialista, declaró que tal estadio había sido alcanzado. En esos días había sido promulgada la nueva Constitución, “la más democrática del mundo”, estableciendo el voto universal para todos los ciudadanos y archivando el antiguo régimen electoral soviético que aseguraba una mayoría a la clase obrera. Simultáneamente, el régimen de partido único fue consagrado jurídicamente por primera vez mediante la justificación de que

El Hombre en La Historia

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El hombre en la historiaLIBERTARIO FERNNDEZVERSIN PARA IMPRIMIRENVIAR POR E-MAILEtiquetas/Temas:etiquetarA fines de 1904 Len Trotsky escribi la primera versin de un ensayo poltico cuya originalidad residi en anticipar los lineamientos generales de la futura Revolucin Rusa. Hasta entonces, la controversia en el campo del marxismo ruso entre mencheviques y bolcheviques, haba girado en torno a la clase que le correspondera dirigir la futura revolucin, destinada a poner fin al rgimen semifeudal, semiasitico, que encarnaba el zarismo. Los primeros sealaban que ese papel, dado el contenido de las tareas, debera desempearlo la burguesa liberal, mientras que los segundos sostenan que slo el proletariado, apoyado en la masa del campesinado, a travs de una dictadura democrtica, estaba en condiciones de realizar las tareas que abrieran un cause europeo, no asitico, al desenvolvimiento del capitalismo. Ni unos ni otros, prevean la posibilidad de una transicin de tipo socialista, sino como culminacin de todo un perodo histrico. EnBalance y Perspectivas, Trotsky, estudiando los acontecimientos de la Revolucin de 1905, traz una perspectiva diferente. Coincida con Lenin y sus compaeros en descalificar a la burguesa liberal, pero sealaba que al carecer el campesinado de una poltica independiente la alianza obrero-campesina que subyaca en la frmula de la dictadura democrtica, solo habra de realizarse a travs de una dictadura proletaria. Pero este desplazamiento radicalizara necesariamente el curso de tareas de contenido inicialmente burgus, abriendo una transicin a medidas de corte socialista y dndole al proceso un carcter ininterrumpido, cuya suerte, en ltima instancia, dependa del triunfo de la revolucin en Europa, especialmente en Alemania. El desenvolvimiento de los acontecimientos entre la revolucin de 1905 y las de febrero y octubre de 1917, y la orientacin que sigui posteriormente el gobierno sovitico, confirmaron los lineamientos generales de la previsin.La revolucin contraEl CapitalEl suceso inesperado que signific el advenimiento del primer Estado obrero, hizo exclamar a Antonio Gramsci que la Revolucin de Octubre era la revolucin contraEl Capitalde Carlos Marx. Bajo este ttulo escribi en noviembre de 1917 enAvantiun artculo explicando que en Rusia, el libro del mximo exponente de la filosofa de la praxis era un texto ms prximo a los burgueses que a los obreros. Sus pginas contenan la demostracin de que en ese imperio multinacional, estancado en los mrgenes de la civilizacin capitalista, la necesidad de una burguesa que pusiese en marcha una transformacin capitalista, antes que la clase obrera pudiera pensar siquiera en luchar por el poder, adquira prioridad absoluta. Su conclusin era por cierto significativa: Los hechos han superado las ideologas. Los hechos hicieron estallar los esquemas crticos dentro de los cuales la historia de Rusia debera haberse desenvuelto, segn los cnones del materialismo histrico.En esta apreciacin Gramsci se ajustaba la perspectiva de la historia que Marx y Engels haban trazado en elManifiesto Comunista, y en los artculos que el primero haba escrito en la dcada del 50 sobre el papel de la colonizacin britnica en la India, segn la cual el capitalismo, ms la all de la tica, la moral y los intereses de clase de la burguesa, habra de cumplir un papel civilizador, sealndoles a los pases atrasados y primitivos que el camino que habran de emprender era el mismo que haban seguido las naciones avanzadas.En 1917 Gramsci no poda conocer la respuesta de Marx a Vera Zasulich, publicada aos ms tarde, en la que aquel, ante la pregunta sobre si inevitablemente todos los pases habran de atravesar todas las fases del desenvolvimiento capitalista, advirti que lo escrito enEl Capitalsobre la acumulacin primitiva estaba referido exclusivamente al desarrollo del modo de produccin capitalista surgido de la sociedad feudal en Europa occidental. A parecer tampoco tuvo en cuenta la rectificacin posterior de Marx sobre el papel jugado por la colonizacin britnica en la India, o la afirmacin de que la palanca de la revolucin inglesa haba que aplicarla en Irlanda.Trotsky, por su parte, fund la teora de la revolucin permanente con la que se gui a travs de los dramticos acontecimientos de las tres revoluciones rusas, sobre un paradigma diferente. As como se burla de cualquier interpretacin determinista y de las supuestas leyes inexorables que la gobiernan, la historia no sigue una lnea continua, no consiste en una sucesin preestablecida de estadios en la cual el futuro de las naciones ms atrasadas est escrito por la historia de las ms avanzadas. La historia parece estar desenredando su madeja desde la otra punta, escribi en los comienzos de los aos 20, al observar el escenario de derrota en que haban quedado sepultadas las insurrecciones obreras en el centro de Europa, y la tempestad que asomaba en el horizonte social de Oriente, particularmente en China.Trotsky sostuvo que el desenvolvimiento del curso histrico es desigual y combinado. Un mismo momento histrico es capaz de reunir en una unidad dialctica los niveles ms altos de la civilizacin con los ms primitivos, independientemente del grado de desenvolvimiento alcanzado por cada pas. A diferencia de las formaciones precapitalistas, encerradas en sus propias historias provinciales y episdicas, las relaciones espacio-temporales bajo el capitalismo tienden a adquirir un carcter universal. Trotsky explic que el privilegio de los pases histricamente rezagados reside en adquirir antes el plazo previsto los adelantos de los pases ms evolucionados, pasando por encima una serie de etapas intermedias. El desarrollo de una nacin histricamente atrasada hace, por fuerza, que se confundan en ella, de una manera caracterstica, las distintas fases del proceso histrico. Aqu, el ciclo presenta, enfocado en su totalidad, un carcter irregular, complejo, combinado, escribi en las primeras pginas de laHistoria de la Revolucin Rusa.Seal entonces, que sin tener en cuenta ese carcter combinado es imposible comprender la historia de Rusia ni de cualquier otro pas.Desde la otra punta de la madejaEn los ltimos aos de su vida, en un escenario hasta entonces muy poco conocido para l, Trotsky volvi a enfrentarse con ese recorrido irregular, complejo, combinado que sigue la historia. Desde Mxico, donde la revolucin bajo el gobierno del general Lzaro Crdenas haba reemprendido su marcha, las tareas agrarias, nacionales y democrticas estaban en el orden del da, y la posibilidad de que la naturaleza de esas tareas adquiriera un sesgo radical y pusieran en entredicho los lmites burgueses del programa en curso, era un asunto de importancia capital. Qu posicin adoptar frente a tal gobierno? Trotsky apoy decididamente las medidas antiimperialistas del rgimen cardenista, especialmente las nacionalizaciones de la industria petrolera y de los ferrocarriles, as como los avances en materia de reforma agraria. Seal que la lucha contra el imperialismo y los terratenientes locales era la clave para arrancar del atraso y conquistar la independencia nacional en los pases coloniales y semicoloniales y, a la vez, el camino posible para enfrentar al fascismo. Centrndose en las enseanzas fundamentales del marxismo, record que la divisoria determinante de la poca giraba en torno al antagonismo existente entre naciones opresoras y naciones oprimidas, y desde ah conden la poltica de los frentes populares impulsados por la socialdemocracia y el stalinismo, que en los pases coloniales y semicoloniales consista en subordinar el movimiento de las grandes masas explotadas a los intereses de las burguesas democrticas de los pases imperialistas, vale decir a sus explotadores directos, para hacer frente al fascismo.Trotsky seal claramente que el apoyo que los revolucionarios deban otorgar al gobierno de Crdenas, deba partir de una posicin de absoluta independencia en materia poltica y organizativa, y tener en cuenta que el balance de poder sobre el que tal rgimen se eriga tena un carcter oscilante y, por tanto, provisorio. Su comprensin de la naturaleza del cardenismo lo llev a romper con los trotskystas locales, empeados en organizar un boicot contra el gobierno por haber reconocido una indemnizacin a los capitales expropiados. Sobre stos dijo que no slo queran saltearse etapas, sino pasar por encima de la historia y de la propia clase trabajadora. Dominados por un ultraizquierdismo caracterstico, que volvera a reproducirse una y otra vez ante la presencia de movimientos nacional democrticos o burgueses nacionales en la historia de Amrica Latina, estos singulares epgonos, haban llegado a la conclusin de que la posicin ante el gobierno de Crdenas, de quien fuera junto con Lenin jefe de la Revolucin de Octubre, estaba determinada por su condicin de refugiado poltico. Trotsky, en cambio, observ el fuerte apoyo que tena el gobierno de Crdenas en la masa campesina y entre los trabajadores urbanos, clases que constituan la base social de la revolucin nacional-democrtica. Caracteriz a ese gobierno como un rgimen bonapartista, encaminado a realizar las tareas que la burguesa nacional, dbil y vacilante ante el capital extranjero y el emergente proletariado, haba dejado de lado, y sostuvo que el partido de los trabajadores, deba disputar a esa burguesa la confianza y el apoyo del campesinado, ya que la fuerza poltica que alcanzase esa posicin estara en condiciones de conquistar el poder.Siguiendo los anlisis clsicos de Marx sobre el gobierno de Napolen III, los de Engels respecto del de Bismark, y sus propias anotaciones sobre el rgimen de febrero de 1917, Trotsky reconstruy la categora de bonapartismo en las condiciones de un pas semicolonial. Observ la existencia de un particular equilibrio del poder, tpico de un rgimen que adquira un apreciable grado de autonoma, elevndose hasta cierto punto por sobre las clases sociales para desarrollar una serie de transformaciones econmicas en los marcos del capitalismo de Estado, y que para desarrollar sus propsitos se apoyaba en la burocracia de ese aparato estatal, y en la base social constituida por los campesinos y los obreros, a cuyas organizaciones someta a un frreo control. Estos rasgos reaparecieron posteriormente, en mayor o en menor medida, en algunas de las experiencias polticas desarrolladas en Amrica Latina. As, es a partir de este enfoque que la progresividad, las contradicciones y los lmites de experiencias como la del peronismo de los aos 40 y 50 y del chavismo en el presente, se presentan bajo una nueva luz, y ponen claro los alcances del apoyo independiente que los trabajadores y el partido revolucionario deben dar tales gobiernos.El legado de un revolucionarioA siete dcadas de su muerte, la personalidad de Trotsky revela una importancia excepcional. No slo por su presencia en la primera lnea de las tres revoluciones que conmovieron al imperio de los zares; por su papel dirigente en los primeros aos del Estado sovitico y al frente del Ejrcito Rojo en la guerra civil y en el combate contra los ejrcitos imperialistas; por su lucha contra la burocracia stalinista dentro y fuera de la Unin Sovitica, sino, adems, por su incidencia en la formulacin de la teora revolucionaria. Al igual que Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo, Gramsci Trotsky fue un innovador. Su perspectiva abarc el vasto campo terico en el que se presentan los problemas fundamentales de la revolucin en nuestra poca. En sus ideas y en su prctica se revela la sustancia viva del marxismo, despojada del dogmatismo con que el stalinismo y las supuestas ortodoxias sofocaron el pensamiento revolucionario durante dcadas. Un examen crtico de esas ideas y de esa prctica, en sus aciertos y en sus errores, encierra enseanzas de importancia inapreciable para la construccin de un futuro liberado de los males y las lacras, a las que el presente orden capitalista ha encadenado la suerte de la humanidad.La unidad socialista de Amrica LatinaENRIQUE RIVERAVERSIN PARA IMPRIMIRENVIAR POR E-MAILEtiquetas/Temas:etiquetarHemos visto que Trotsky, coincidiendo enteramente con Lenin, juzgaba que los problemas nacionales, lejos de desaparecer en la poca del imperialismo, conservaban su rigor y sealaba, a este propsito, que en Sudamrica no haba comenzado a desarrollarse la poca del movimiento democrtico-nacional hasta el siglo XX.En 1934, concret del siguiente modo la meta histrica de la revolucin en Amrica Latina:Los pases de Amrica Latina no pueden librarse del atraso y del sometimiento si no es uniendo a todos sus Estados en una poderosa Federacin. Esta grandiosa tarea histrica no puede acometerla la atrasada burguesa latinoamericana, representacin completamente prostituda del imperialismo, sino el joven proletariado latinoamericano, sealado como fuerza dirigente masas oprimidas. Por eso, la consigna de lucha contra las violencias e intrigas del capital financiero internacional y contra la nefasta de las camarillas de agentes locales: Los Estados Unidos Socialistas de Amrica Latina.Y en marzo de 1940, pocos meses antes de su muerte, volvi sobre esta consigna central en un manifiesto dirigido a la clase obrera, subrayando adems, significativamente, que el monstruoso crecimiento del armamentismo en los Estados Unidos es el antecedente lgico de la violenta solucin de las complejas contradicciones existentes en el Hemisferio Occidental y no tardar en plantear categricamente el problema del destino de los pases latinoamericanos. El intervalo de la poltica de buena vecindad llega a su trmino. Roosevelt o el sucesor no tardarn en mostrar el puo de hierro cubierto ahora por el guante de terciopelo.Como vemos, Trotsky tiene presente sobre todo la unidad del proceso revolucionario en Amrica Latina; lejos de admitir como naciones a los veinte compartimientos estancos en que nos mantiene fragmentados el imperialismo, l establece que slo podremos realizar la revolucin democrtica y nacional unindonos en una poderosa Federacin, esto es, dando cohesin estatal a territorio con poblacin de un solo idioma, lo que significa constituir la nacin latinoamericana. No existen, pues, dentro de su concepcin, una revolucin argentina, o boliviana, o brasilea, o chilena, o panamea, etc., independientes, sino una revolucin latinoamericana.Los problemas centrales de los pases coloniales y semicoloniales expresa Trotsky en las tesis de la IV Internacional de 1936 son la revolucin agraria, es decir, la liquidacin de la herencia feudal y la independencia nacional, es decir, el sacudimiento del yugo imperialista. Estas dos tareas estn estrechamente ligadas la una a la otra La consigna de la Asamblea Nacional (o Constituyente) conserva todo su valor en pases como China o la India. Es necesario ligar indisolublemente esta consigna a las tareas de la emancipacin nacional y de la reforma agraria. En Amrica Latina, debemos agregar a estas tareas, la de incorporar al indio a la civilizacin latinoamericana con plenos derechos (entrevista Trotsky-Sanjines).Trotsky, La revolucin traicionada y los problemas de la transicin socialistaOSVALDO CALELLOtwitter @ocalelloSocialismo LatinoamericanoVERSIN PARA IMPRIMIRENVIAR POR E-MAILEtiquetas/Temas:etiquetarCuando en 1936 Trotsky mand a la imprenta el manuscrito de laRevolucin Traicionadala situacin del rgimen stalinista en la Unin Sovitica estaba definitivamente consolidada. Stalin, que hasta ese momento haba sostenido que la Revolucin de Octubre haba echado los cimientos de la sociedad socialista, declar que tal estadio haba sido alcanzado. En esos das haba sido promulgada la nueva Constitucin, la ms democrtica del mundo, estableciendo el voto universal para todos los ciudadanos y archivando el antiguo rgimen electoral sovitico que aseguraba una mayora a la clase obrera. Simultneamente, el rgimen de partido nico fue consagrado jurdicamente por primera vez mediante la justificacin de que en una comunidad socialista desaparecen los conflictos de clase, tal como se expresan a travs de los regmenes polticos de la democracia burguesa. Mientras tanto, en una sociedad crecientemente desigual se haba abierto una profunda brecha entre los grupos privilegiados de la burocracia y las grandes masas trabajadoras; brecha glorificada por la minora dirigente como una conquista del socialismo. En medio de un asfixiante clima de restauracin, bajo cuyo peso las reformas progresivas de los aos 20 en materia de educacin fueron condenadas como desviaciones ultraizquierdistas, un orden autoritario y jerrquico, impregnado de tradicionalismo y nacionalismo, haba logrado imponer una frrea disciplina paternalista sobre el conjunto de la sociedad, particularmente en los dominios de la literatura, las artes y las ciencias. Se iniciaba la poca trgica de los Procesos de Mosc, una grotesca infamia judicial mediante la cual el stalinismo mand a la muerte a lo que quedaba de la vieja guardia bolchevique, protagonista central de la Revolucin de Octubre.El trmino burocratismo, en alusin a las deformaciones del aparato estatal sovitico, fue aplicado por primera vez en los comienzos de los aos 20. Lenin busc el origen del fenmeno en el bajo nivel cultural de las masas, en el atraso y el carcter de subsistencia que revesta a la agricultura, y en la inmensa dispersin en que se desenvolva la produccin campesina que volva dilatados y fragmentados los circuitos de comercializacin. En diciembre de 1923, al redactarEl Nuevo CursoTrotsky tom distancia de este diagnstico y seal que el burocratismo no era una sobrevivencia del pasado en trance de desaparicin, sino un fenmeno social diferente, consecuencia de las nuevas tareas, dificultades y errores de partido. Por entonces Stalin, afianzado en la secretaria general del partido, controlaba piezas claves del aparato partidario y estatal, en una situacin de enfrentamiento abierto con Trotsky. Lenin que le haba propuesto a ste formar un bloque para desplazar a Stalin, haba sufrido un segundo ataque en diciembre de 1922 y habra de morir en enero de 1924, dejando tras s una de las pocas oportunidades que se presentaron al rgimen bolchevique para rectificar el rumbo.En 1928 Trotsky publicaLa Tercera Internacional despus de Lenin. Haba transcurrido una dcada de rgimen sovitico, y la situacin mundial que haba hecho abrigar a los bolcheviques la expectativa de que las condiciones revolucionarias de postguerra habran de permanecer durante todo un perodo histrico, ya no existan. En Alemania la revolucin haba sido derrotada nuevamente en 1923, en China la victoriosa insurreccin obrera de Shangai haba sido aplastada en 1927 por Chiang Kai-shek con la ayuda de la poltica oportunista de Stalin y Bujarin, y en la Unin Sovitica la Oposicin de Izquierda estaba liquidada polticamente y la fraccin gobernante detentaba la suma del poder pblico. Trotsky seal la presin que la tendencia contrarrevolucionaria internacional descargaba sobre el partido y observ sus efectos sobre la consolidacin de la burocracia. En esa burocracia, escribi tiempo despus, la fraccin stalinista haba encontrado la base social necesaria para desarrollar una poltica tpicamente centrista.En 1933 tras la victoria del nazismo en Alemania al escribirLa naturaleza de clase del Estado sovitico, la interpretacin del rgimen sovitico adquiere un carcter sistemtico, anticipo de la conceptualizacin de lo que tres aos ms tarde se conocera bajo el ttuloLa revolucin traicionada. Este fue el ltimo libro que Trotsky logr terminar y, al decir de Isaac Deutscher, constituye su testamento poltico. En esta obra la Unin Sovitica es caracterizada como una sociedad intermedia entre el capitalismo y el socialismo, cuyo bajo nivel de desenvolvimiento productivo impide dar carcter socialista a las relaciones de propiedad. La maquinaria estatal surgida sobre este terreno social tiene un carcter dual: es un Estado obrero en tanto sostiene la propiedad colectiva de los medios de produccin y de cambio, pero al mismo tiempo reviste un carcter burgus, derivado del contenido de las normas de reparto, necesariamente desiguales. Esta observacin constituye la clave terica de la interpretacin de Trotsky; de cmo se resolviese la tensin que encierra esa contradiccin, dependera la suerte del rgimen sovitico.Lenin haba caracterizado al Estado sovitico como un Estado burgus sin burguesa, y Trotsky apunt que ni l ni Lenin haban advertido que semejante combinacin habra de tornar incompatible el desenvolvimiento de una democracia socialista, tal como la historia se encarg de demostrar en los primeros aos de la dcada del 20. La imposibilidad de proceder a una distribucin igualitaria de los bienes, la necesidad de mantener a una minora dirigente y a la vez privilegiada, que regulase esa distribucin y, por fin, la persistencia de la divisin social del trabajo, lejos de propiciar la tendencia declinante del aparato estatal anticipada en la teora por Marx en laCrtica al programa de Gothay por Lenin enEl Estado y la revolucin, crearon las condiciones de su consolidacin y afirmaron a la burocracia en los estamentos administrativos y en los niveles directivos del partido. Trotsky explic que la burocracia, que en al principio adquiri poder como rgano burgus de la clase obrera, con el correr del tiempo se erigi en rbitro entre los trabajadores y la pequea burguesa, se desarroll como capa diferenciada y alcanz un alto grado de autonoma. Sin embargo, advirti que su situacin de privilegio no se fundaba en condiciones particulares de propiedad: los funcionarios no tenan ni ttulos ni acciones que les asegurasen el derecho a apropiarse de la propiedad colectiva; tampoco podan dejar en herencia su posicin en el aparato administrativo. Adems, los privilegios de los grupos administrativos estaban circunscriptos al dominio de los bienes de consumo. Su poder y sus rentas derivaban de un orden social cuya base material estaba determinada por la propiedad pblica de los medios de produccin y de cambio y, en consecuencia, su supervivencia la obligaba a aceptar, al menos durante cierto tiempo, el estadio alcanzado por la revolucin. En definitiva, la burocracia no era una nueva clase explotadora, una clase capitalista de Estado, como haba sido denunciada.Un colectivismo burocrtico?La discusin sobre la caracterizacin del rgimen sovitico reapareci aos ms tarde. En 1939 Bruno Rizzi, ex integrante del Partido Comunista francs, publicLa burocratizacin del mundo, libro donde desarroll ampliamente la tesis de que la Unin Sovitica, lejos de encaminarse hacia el socialismo, haba dado origen a un nuevo rgimen de explotacin y opresin poltica. Rotul a la nueva forma social como colectivismo burocrtico y opuso a los argumentos de Trotsky la afirmacin de que la burocracia detentaba la posesin de los medios de produccin y acumulaba ganancias, pero a diferencia de la burguesa bajo el capitalismo, no lo haca de modo individual sino colectivamente. Esta transferencia de la riqueza generada por el conjunto de la sociedad a favor de los funcionarios se produca a travs de la estatizacin de la plusvala arrancada a las masas explotadas. Sin embargo adverta el colectivismo burocrtico no era una tendencia exclusiva de la Unin Sovitica: el control y la planificacin estatal se desarrollaba igualmente en la Italia fascista, la Alemania nazi y la democracia burguesa de Roosevelt. En la medida que significaba una organizacin de la economa y la sociedad ms eficiente y con mayores ndices de productividad que el capitalismo, constitua una etapa histricamente necesaria, que se prolongara hasta que en algn momento el agotamiento de sus posibilidades creara por fin, las condiciones histricas para el advenimiento de una sociedad liberada de toda forma de explotacin y opresin. La obra de Rizzi sirvi de base para que otros como Max Shachtman, James Burnham y Milovan Djilas, con menor consistencia que Rizzi, anunciaran el advenimiento de lo que denominaron la revolucin de los administradores.En septiembre de ese ao Trotsky publicLa URSS en guerra, un artculo destinado a refutar el planteo de Rizzi. Record que la justificacin histrica de toda clase dominante consiste en proclamar su capacidad en asegurar el mayor desenvolvimiento posible de las fuerzas de produccin. En la URSS esas fuerzas materiales haban registrado un avance notorio y, sin embargo, el resorte de tal impulso no resida en el rgimen burocrtico sino en la nacionalizacin de los medios de produccin y la planificacin econmica. Por el contrario, la burocracia constitua el mayor obstculo para el desarrollo tcnico y cultural del pas. El hecho de que la economa sovitica hubiera dedicado dos dcadas a asimilar la tecnologa y la organizacin de los pases capitalistas avanzados, disimul el verdadero papel de los grupos administradores y dirigentes. Pero alcanzado ese punto, la burocracia entr en contradiccin con las exigencias del desarrollo; no era portadora de un nuevo sistema econmico, que resultase imposible sin su presencia y, en consecuencia, no estaba en condiciones de producir una nueva clase dominante. Anteriormente, enLa revolucin traicionada, haba sostenido que en la economa nacionalizada la calidad supone la democracia de los productores y los consumidores, la libertad de crtica y de iniciativas, cosas todas incompatibles con el rgimen totalitario, la mentira y la alabanza.Al criticar el escrito de Rizzi, Trotsky seal que en la degeneracin burocrtica del Estado sovitico no se expresaban las leyes generales de la transicin entre el capitalismo y el socialismo, sino una refraccin especial excepcional y temporal de esas leyes, bajo las condiciones de una revolucin en un pas atrasado inmerso en un contexto capitalista. Explic que a causa del reflujo poltico de la clase trabajadora, las tendencias colectivistas haban derivado en una suerte de colectivismo burocrtico. El fenmeno es en s irrefutable, pero, cules son sus lmites y su peso histrico?, se pregunt. Lo que es una malformacin en un perodo, resultado del desarrollo desigual de mltiples factores, Rizzi lo presentaba como una formacin social en la cual la burocracia se haba transformado en una nueva clase dominante. Trotsky no haca hincapi en la denominacin de la sociedad que haba surgido del repliegue de la revolucin. La singularizaba a partir de la naturaleza social del Estado: un Estado obrero burocrticamente deformado. Sin embargo, en su respuesta a Rizzi aceptaba que ste hablara de colectivismo burocrtico, siempre y cuando la definicin encerrara el contenido histrico-concreto determinado por la presencia de un rgimen de relaciones de propiedad fundado en la nacionalizacin de los medios de produccin y de cambio. Mientras estas relaciones resistieran el empuje de las fuerzas restauradoras, no habra margen para el surgimiento de una nueva clase explotadora.La dualidad del stalinismoPero Trotsky no se engaaba sobre el carcter inestable de semejante rgimen. En algn momento advirti en La revolucin traicionada los grupos de administradores de las empresas pblicas y los funcionarios estatales intentaran avanzar sobre las relaciones de propiedad estatizadas y transformarse en accionistas propietarios sobre los bienes pblicos, la tierra, los transportes, el comercio mayorista, la banca y, particularmente, sobre la industria de medios de produccin. En ese punto habran de chocar con la fraccin dirigente del partido y del Estado, cuyo centrismo dependa precisamente de la preservacin de las relaciones de propiedad establecidas por la Revolucin de Octubre. En este sentido escribi que el rgimen stalinista constitua una variedad de bonapartismo, solucin que bajo el capitalismo emerge bajo determinadas condiciones como respuesta ante la crisis. En el caso sovitico el bonapartismo se eriga sobre las bases del Estado obrero despedazado por el antagonismo entre la burocracia y las masas.La previsin de Trotsky se cumpli al menos mientras dur el gobierno de Stalin. Deutscher seala el hecho de que una vez exterminada en la Unin Sovitica la izquierda trotskysta y la derecha bujarinista, Stalin mantuvo el sistema de purgas, y con la excusa de liquidar los resabios de esas oposiciones procedi a sistemticas depuraciones en las filas en los aparatos administrativos, impidiendo que la burocracia se consolidara como un cuerpo homogneo y estructurado, en condiciones de disputarle el poder. Stalin estimulaba sus instintos voraces y les retorca el pescuezo.[1]Sin embargo, hasta qu punto podra sostenerse este equilibrio inestable entre el inters del grupo dirigente de mantener el orden existente y las tendencias hacia la restauracin capitalista? El carcter intermedio de la formacin social sovitica no poda mantenerse indefinidamente: o el rumbo era rectificado profundizando las tareas socialistas, o la subversin de las relaciones de propiedad y la abolicin de la planificacin econmica seran inevitables.Trotsky haba caracterizado al rgimen de Stalin como el gobierno de una casta burocrtica; una casta usurpadora del poder, que necesitaba de un rbitro supremo inviolable, de ah que la divinizacin del jefe supremo, a pesar de su carcter caricaturesco, constituyese una necesidad inevitable. Record que durante los primeros diez aos de la repblica sovitica la Oposicin de Izquierda haba librado una lucha por la conquista ideolgica del partido sin proponerse tomar el poder. La consigna era entonces la reforma; no la revolucin. Pero en 1927, cuando el conflicto con el grupo dirigente entr en una fase crtica, Stalin lleg a advertir que cualquier intento de modificar el balance del poder gubernamental sera respondido con la guerra civil. En consecuencia, el camino de la reforma se haba convertido en el camino de la revolucin. Sin embargo, a diferencia de la revolucin social que l haba pronosticado en Occidente, advirti que la abolicin del rgimen stalinista deba desenvolverse sobre la base del terreno histrico conquistado por la Revolucin de Octubre. En este sentido compar la revolucin poltica que postulaba con las revoluciones de 1830 y 1848 en Francia y con la Revolucin de Febrero en Rusia, que modificaron la composicin del poder sin alterar los fundamentos sociales del rgimen existente. Fue en medio de estas consideraciones que lanz una profeca que nunca habra de cumplirse: Esta crisis no tiene solucin pacfica. La burocracia sovitica no abandonar sus posiciones sin combate; manifiestamente, el pas se encamina hacia una revolucin. Pero las cosas no sucedieron de este modo y, finalmente, luego de algo ms de cinco dcadas, la restauracin capitalista puso fin a la Unin Sovitica.El Ejrcito Rojo y la revolucinAl caracterizar al rgimen de Stalin, Trotsky destac la existencia de una contradiccin: mientras en la URSS el grupo dirigente se eriga en un obstculo ante las posibles tendencias de restauracin, en la arena internacional, su papel revesta un carcter contrarrevolucionario, como haba quedado en evidencia en Alemania en 1923 y luego durante el ascenso del nazismo en este pas y en Austria, en Polonia durante el golpe de Pilsudski en 1926, en China en 1927 Dentro de una relacin recproca de causa-efecto, las derrotas del proletariado en la escena internacional fortalecan a la burocracia y, a su vez, la direccin burocrtica contribua a esas derrotas.La vigencia de esta dualidad habra de ser puesta a prueba al estallar la segunda guerra mundial. A comienzos de septiembre de 1939 Alemania invadi Polonia; el da 16 el Ejrcito Rojo cruz la frontera oriental de ese pas con igual finalidad. Una semana ms tarde las fuerzas invasoras llegaron a un acuerdo para el reparto del territorio polaco segn los trminos del pacto germano-sovitico firmado un mes atrs. En su zona el Kremlin expropi a los terratenientes, estatiz bancos e industrias y aplic un programa de transformaciones en el rgimen de relaciones de propiedad que luego habra de repetir en los pases del Bltico y de Europa Oriental. Mediante los mtodos militares el stalinismo impuso un rgimen semejante al que imperaba en la Unin Sovitica.Sin embargo el vuelco de los acontecimientos en Europa Oriental no se redujo a este aspecto principal. En enero de 1940, en discusin con Shachtman sobre el papel de las fuerzas del Kremlin en Polonia, Trotsky cit un artculo delNew York Timesde esos das, que en uno de cuyos prrafos se sealaba lo siguiente: La revolucin agraria en la Polonia sovitica ha tenido la fuerza de un movimiento espontneo. Tan pronto como se enteraron de que el Ejrcito Rojo haba atravesado el ro Zhruez, los campesinos empezaron a repartirse las tierras de los seores. La tierra se ha dado a pequeos propietarios. Se ha expropiado de este modo alrededor del 30 por 100 de la tierra cultivable. Otro de los testimonios que reprodujo Trotsky no result menos significativo. En una nota publicada en el rgano parisiense de los mencheviques en el exilio poda leerse en los das de la invasin: En las aldeas frecuentemente al acercarse las tropas soviticas surgen comits de campesinos por todas partes, los rganos elementales de la revolucin campesina se autorregulan Trotsky acot que esos comits fueron sometidos a los rganos burocrticos creados en las ciudades por las autoridades militares, pero destac que esas autoridades se haban visto obligadas a apoyarse en la organizacin creada por las masas para poder llevar adelante la revolucin agraria.Difcilmente estas transformaciones podran conciliarse con el carcter unvocamente reaccionario asignando al stalinismo en la poltica internacional. EnLa URSS en guerra, al formular las primeras conjeturas sobre el papel de Mosc en Polonia, Trotsky escribi: Nuestra concepcin general del Kremlin y el Comintern no debe, sin embargo, modificar nuestra idea de que el hecho particular de la modificacin de las relaciones de propiedad en los territorios ocupados es una medida progresiva. Debemos reconocerlo abiertamente. Cuando Hitler vuelva sus ejrcitos hacia el Este para defender la ley y el orden en la Polonia occidental, los trabajadores debern defender contra Hitler las nuevas formas de propiedad impuestas por la burocracia bonapartista sovitica. Mientras transcurran los acontecimientos seal que la expropiacin de los grandes terratenientes y la estatizacin de los medios de produccin obedecan al hecho de que la burocracia no tena intencin de compartir el poder con las viejas clases dominantes. Si por el contrario, el Kremlin se limitara a controlar los territorios ocupados, siguiendo el procedimiento del fascismo, entonces habra llegado el momento de reconsiderar la concepcin sobre la naturaleza del Estado sovitico. Al formular su pronstico, Trotsky tom como referencia la poltica seguida por Napolen Bonaparte en los pases conquistados. Apenas ingresaron sus tropas en Polonia, el futuro emperador de Francia, emiti un decreto aboliendo la servidumbre de la gleba que agobiaba a los campesinos. No lo guiaba una conviccin democrtica ni compasin por la situacin del campesinado, sino la necesidad de imponer el mismo rgimen burgus de relaciones de propiedad que haba establecido la revolucin de 1789 en territorio francs.Del partido nico al monolitismo partidarioEnLa revolucin traicionadaTrotsky revis la experiencia sovitica a la luz de los factores intervinientes en el proceso de degradacin burocrtica. Escribi que la degeneracin del partido fue la causa y la consecuencia de la burocratizacin del Estado. Record que en ese partido, construido por Lenin y la vieja guardia, la libertad de crtica y la lucha de ideas daban el contenido a la democracia interna y, en contraposicin con la doctrina forjada posteriormente por el stalinismo, la existencia de fracciones formaba necesariamente parte de la vida partidaria: La historia del bolchevismo, es en realidad, la de la lucha de fracciones. Sin embargo la toma del poder, la incorporacin de los cuadros partidarios a las funciones dirigentes del Estado, en las condiciones extremas en las que se desenvolvi la Revolucin de Octubre (crisis devastadora originada por la guerra y el hundimiento del rgimen zarista, guerra civil contra los ejrcitos blancos y guerra defensiva contra las fuerzas invasoras de los pases imperialistas) fueron creando una nueva situacin. A pesar de que los jefes bolcheviques intentaron sostener el funcionamiento de los soviets en base al principio de la democracia obrera, esas condiciones excepcionalmente desfavorables determinaron que la intensificacin de las luchas y los antagonismos pusieran en riesgo la estabilidad del poder. La consecuencia de este giro, del cual la tragedia de Kronstadt constituy una manifestacin sintomtica, fue la proscripcin, uno a uno, de los partidos de la oposicin. Trotsky seal que entre los bolcheviques nadie entendi que esta medida, en contradiccin con la democracia sovitica, obedeca a una cuestin de principios, sino, por el contrario, a una circunstancia ocasional.Sin embargo, la constitucin del rgimen de partido nico no habra de ser un episodio transitorio: era la primera fase que poco a poco conducira a la instauracin del partido mononoltico. En marzo de 1921, cuando an se luchaba en la fortaleza naval a orillas del Bltico, el X Congreso del partido resolvi prohibir la existencia de fracciones. Restringida seriamente la democracia sovitica, las tensiones y presiones de una sociedad convulsionada no podan dejar de refractarse en los enfrentamientos internos del partido gobernante, potenciando las diferencias. Tambin esta vez, los dirigentes bolcheviques consideraron la decisin como un expediente excepcional que quedara en desuso apenas la situacin mejorara. No habra de ser as.En noviembre de 1977 se celebr en Venecia un encuentro internacional de sindicalistas, militantes polticos e intelectuales de Occidente y del bloque comunista para discutir la experiencia de los pases del socialismo real y la relacin existente entre la lucha de clases en el este y en el oeste. En la ocasin el hngaro Istvan Mszros cit un artculo poco conocido de otro hngaro, Georg Lukcs, escrito en 1919. En este texto Lukcs haba advertido que los problemas que aquejaban a la revolucin (escasez y caresta de los artculos de primera necesidad) eran consecuencia de una merma de la disciplina laboral y de una cada de la produccin. La crisis tena dos salidas posibles: o la clase obrera tomaba conciencia del problema y se impona los sacrificios necesarios para afrontar la situacin, o la recomposicin de la disciplina habra de fijarse a travs de la ley, instrumento que llevara al proletariado a dictar condiciones de comportamiento a su propia clase y, en definitiva, terminara volviendo la dictadura contra si mismo. Esta ltima solucin encerraba un grave riesgo. La advertencia de Lukcs habra de resultar premonitoria: ... ese sistema legal no puede ser abolido automticamente por el desarrollo histrico. Ese desarrollo pasa entonces a las manos de una direccin que pone en peligro la aparicin y la realizacin del fin ltimo. Porque al sistema legal que el proletariado est obligado a crear de esta manera hay que darle una vuelta y, quin sabe que convulsiones, que heridas causar una transmisin que llevar por ese camino del reino de la necesidad al de la libertad?.El problema, adems de revestir una extraordinaria gravedad, resultaba indito. En octubre de 1926 la Oficina Poltica del Partido Comunista Italiano, envi un carta escrita por Antonio Gramsci al Comit Central del partido sovitico, advirtiendo el peligro de una escisin y responsabilizando a la oposicin conjunta organizada en torno a Trotsky, Kmenev y Zinviev de la crisis. En uno de sus prrafos la nota subrayaba que la historia nunca haba conocido una situacin igual, en la que la clase dominante el proletariado se encontrase en peores condiciones de vida que algunos estratos de la clase dominanda. Esta contradiccin no podra ser superada a menos que el proletariado estuviese dispuesto a sacrificar sus intereses inmediatos a los intereses generales de su clase. De no hacerlo, no podra sostenerse en las posiciones conquistadas.[2]La reconvencin, al menos en lo que a Trotsky se refiere, suena extraa. Haba sido precisamente ste quien en abril de 1923 durante el XII Congreso del partido, defendiendo la tesis de la acumulacin primitiva socialista, haba afirmado que el peso principal de la reconstrucin fabril habra de caer sobre la clase obrera y, sin cuidarse del impacto de sus palabras, advirti que podr haber ocasiones en que el Estado no pueda pagar salarios, o cuando slo pueda pagar la mitad de los salarios y ustedes, los obreros, tengan que prestarle (la otra mitad) al Estado)[3]Unas dcadas ms tarde, a comienzo de los 70, Rudolf Bahro volvi sobre el asunto. EnLa alternativarecord los pasajes de Marx en los cuales se refera a las formas forzadas de proletarizacin durante el perodo de acumulacin capitalista originaria y seal que bajo condiciones precapitalistas heredadas de la Rusia zarista, la industrializacin, ms all que la emprendiera una dictadura socialista, resultaba imposible sin trabajo asalariado y sin coercin estatal.Entre la dictadura y la democracia socialistaEn los primeros aos de la dcada del 20 la advertencia de Lukcs qued prefigurada en la Unin Sovitica. La clase social que haba protagonizado la Revolucin de Octubre haba desaparecido de la escena poltica; en muchos casos su mejores cuadros haban perecido en la guerras contra los guardias blancos y los ejrcitos extranjeros, en otros haban sido absorbidos por la maquinaria estatal. Los soviets haban perdido la antigua representatividad, y el partido bolchevique a lo sumo poda decir que hablaba en nombre de los intereses histricos de una clase que, en su mayora no lo reconoca como representante de sus intereses concretos. Bajo estas circunstancias, de haberse convocado a elecciones democrticas en los soviets, los bolcheviques habran sido derrocados. En esos aos Trotsky apoy firmemente la centralizacin del poder contra los militantes de la Oposicin Obrera como recurso extremo de defensa de la revolucin; promovi y logr llevar adelante, durante un tiempo, la militarizacin del trabajo, e intent subordinar e incorporar los sindicatos a la maquinaria estatal. Haba sacado las conclusiones implcitas que encerraba el rgimen del comunismo de guerra, y no vacilaba en tratar de aplicarlas hasta sus ltimas consecuencias. En la tensin que haba estallado entre dictadura y democracia, la eleccin por el primero de esos trminos le pareca inevitable.Sin embargo, en la segunda mitad de 1922, desaparecidas las amenazas directas que pesaban sobre la revolucin y a medida que se desarrollaba su enfrentamiento con Stalin, y se hacan evidentes los peligros que encerraba el crecimiento y la gravitacin de las nuevas capas burocrticas, Trotsky fue girando hacia la izquierda. Comenz a cuestionar la desnaturalizacin del centralismo, a defender los derechos de las nacionalidades avallados por las pretensiones del chovinismo gran ruso, a advertir sobre la creciente autonoma que haba conquistado el aparato partidario y el predominio que haba logrado imponer sobre el propio partido y el Estado. Aos ms tarde, cuando una vez ms volvi sobre el asunto enLa revolucin traicionada, seal que a pesar del cuidado de Lenin y sus colaboradores en preservar al partido de las taras del poder, la conexin estrecha y a veces la fusin de los rganos del partido y del Estado desde los primeros aos restringieron la libertad y las manifestaciones de vida partidaria. Significativamente, unos aos antes, en 1928, Bujarn, desplazado ya del poder, haba atribuido la degeneracin burocrtica y la victoria de Stalin a un slo error: la identificacin del partido con el Estado.Reconsiderando la suerte corrida por la democracia sovitica, Trotsky seal que la prohibicin de los partidos de la oposicin acarre la interdiccin de las fracciones; la prohibicin de las fracciones conduce a la prohibicin de pensar de otro modo que el jefe infalible. El resultado de esta secuencia fue la instauracin de un monolitismo policial que tuvo como consecuencia la impunidad de la burocracia, el desarrollo de la corrupcin y un clima general de desmoralizacin. Estos fueron rasgos distintivos del Termidor sovitico, perodo que, a diferencia de los aos 20 cuando al establecer la analoga con la Revolucin Francesa alertaba sobre el peligro de una restauracin del viejo orden, Trotsky lo defini esta vez como la victoria de la burocracia sobre las masas, una fase de reaccin que, a pesar del retroceso, no llegaba a alterar los fundamentos del nuevo rgimen social.A mediados de los aos 30 las condiciones generales bajo las cuales se haba desenvuelto el rgimen sovitico haban cambiado sustancialmente a lo largo de dos dcadas. Al descalificar las justificaciones de Stalin sobre la consagracin del rgimen de partido nico, Trotsky seal que la sociedad sovitica era un terreno favorable para la formacin de varios partidos. La propia historia de la clase obrera as lo indicaba. Bajo el capitalismo esa clase era la menos heterognea y an as, la existencia de capas diferenciadas aristocracia, burocracia, masas explotadas haba dado lugar al desenvolvimiento de partidos reformistas y partidos revolucionarios. Si fuera cierto como deca Stalin que ya no existan clases, no por eso la sociedad sovitica dejaba de ser mucho ms heterognea y compleja de lo que era el proletariado en los pases del Occidente. Sobre la base de un mismo terreno histrico establecido por las transformaciones sociales de la Revolucin de Octubre, y ante los mltiples problemas planteados y los interrogantes abiertos en el trnsito del capitalismo al socialismo, la presencia de un sistema de partidos soviticos surga como una necesidad profunda para el sostenimiento del rumbo revolucionario. Sin embargo, el rgimen de partido nico prevaleci en todas las experiencias postcapitalistas, desde la URSS, los pases de Europa Oriental, China, hasta Cuba y Vietnam.La transicin al capitalismoEn la noche que transcurri entre el 24 y el 25 de febrero de 1956, en el marco del XX Congreso del Partido Comunista de la Unin Sovitica, N. Jruschov present un informe secreto conteniendo la denuncia de los crmenes de Stalin. El dictador haba muerto tres aos antes y la burocracia dirigente tena decidido sacarse de encima el pesado lastre de un rgimen que se haba vuelto anacrnico. Todo pareca indicar que un nuevo perodo se haba abierto en la historia sovitica.Isaac Deutscher haba comenzado a trabajar en lo que resultara su magnifica triloga en 1949, y publicado el ltimo tomo Trotsky: el profeta desterrado en 1963. A dos dcadas largas de la muerte de su personaje, el tiempo transcurrido pareca suficiente, para confrontar los pronsticos y previsiones formulados enLa revolucin traicionadaacerca del destino del comunismo sovitico, con las tendencias que parecan por entonces marcar el rumbo del presente.En esas pginas, ms all de las previsiones de coyuntura que Trotsky haba formulado y no se haban cumplido, Deutscher abri una discusin sobre un aspecto fundamental respecto de la alternativa crtica que aqul haba subrayado en los aos 30. Seal que la hiptesis de la transformacin de la burocracia en una nueva clase poseedora no se haba verificado ni en los aos 30 ni despus de la segunda guerra mundial. En cambio, las necesidades de la defensa nacional, la destruccin del orden capitalista en Europa Oriental y en China, haban significado un refuerzo considerable para la economa nacionalizada de la URSS. Es ms, Stalin al apoyar, segn sus propios intereses, las revoluciones en el este europeo y en Asia, haba establecido un formidable contrapeso a las tendencias burguesas. A esto haba que sumar la industrializacin de postguerra, la marcada expansin de la clase obrera rusa, el aumento de los niveles de educacin de las masas y la renaciente confianza en s mismo de los obreros; todos estos factores tendan a someter al elemento burgus en el Estado. Deutscher destac que tras la muerte de Stalin esta tendencia se confirm y la burocracia no tuvo ms remedio que ceder una y otra vez ante las reivindicaciones igualitarias de las masas; y si bien la tensin entre el elemento burgus y el elemento socialista del Estado no desapareci, la brecha entre los administradores, los directores de empresa, los tcnicos y los obreros especializados, por una parte, y los trabajadores de filas, por la otra, se fue reduciendo a fines de la dcada del 50 y comienzo de los aos 60, establecindose un equilibrio entre los elementos contradictorios del Estado muy diferente al que Trotsky haba conocido. En consecuencia, Deutscher consider que la hiptesis sobre la posible aparicin de una nueva clase poseedora haba resultado indebidamente pesimista, an cuando en el momento en que fue formulada, el equilibrio era marcadamente desfavorable para los elementos socialistas.Trotsky haba sostenido que en la medida en que el rgimen sovitico desarrollaba las fuerzas productivas, creaba la base material del socialismo; pero simultneamente, en la medida en que consolidaba cada vez ms las normas burguesas de reparto, preparaba las condiciones de la restauracin capitalista. Esta contradiccin habra de resolverse en un sentido u otro: o los medios de produccin terminaban ajustndose a las normas burguesas de reparto, o esas normas eran ajustadas a las exigencias del sistema de propiedad socialista. Deutscher crey que los sucesores de Stalin, aunque de mala gana pero inequvocamente, haban tenido que aceptar la segunda de esas alternativas.Sin embargo la historia habra de demostrar, tres dcadas ms tarde, que la alternativa de la restauracin capitalista sera la que finalmente habra de imponerse.Trotsky haba enunciado que la contradiccin entre el modo de produccin no capitalista y la norma burguesa (desigual) de reparto, era la contradiccin fundamental en el periodo de transicin. Esa contradiccin perdur hasta el final de la URSS, aunque el equilibrio entre los componentes socialistas y los componentes capitalistas, ms all de las apariencias, se fue alterando en contra de los primeros. Lo que conviene tener presente en este punto es lo siguiente. El proceso de transicin tiene un lmite del que no puede retroceder sin perder su carcter de rgimen intermedio entre el capitalismo y el socialismo: los medios de produccin son (y deben seguir siendo) bienes de uso, condicin de la que no pueden desprenderse sin afectar el curso anticapitalista. Vale decir que a diferencia de los bienes de consumo, no revisten el carcter de mercancas, sino que se producen y reproducen al margen del mercado, regulados por las reglas de la planificacin.En suTratado de economa marxista, Ernesto Mandel destac que al carecer las empresas fabricantes de bienes de equipo de autonoma de decisin en materia de inversiones, no existe la posibilidad de que se forme un verdadero mercado de esos bienes; y en ausencia de ese mercado no hay posibilidad de que los precios se formen espontneamente.[4]Sin embargo, hasta qu punto mantuvo la URSS esta condicin? Al estudiar de cerca la evolucin de la economa sovitica, Mandel explic que a mediados de los aos 60, en el contexto de las reformas industriales de Kosiguin, naci y se desarroll una produccin y un comercio de bienes de produccin al margen de la economa planificada. Record, por ejemplo, que en su informe al XIX Congreso del PCUS, Mlenkov denunci que haba empresas que no cumplan con el plan porque destinaban las horas normales de trabajo a satisfacer pedidos privados, y slo atendan sus obligaciones en horas extraordinarias. Mandel destac que 1935, con la finalidad de combatir la tendencia a la irresponsabilidad de los burcratas individuales (robos, despilfarro) el gobierno introdujo el principio de la rentabilidad individual de las empresas; de ah en ms el ingreso de los directores pas a depender del rendimiento de la empresa. La idea no era nueva; en 1921 Lenin haba afirmado que la autogestin financiera sera en el futuro prximo el tipo predominante (en realidad el nico) y, en consecuencia, las empresas deberan aumentar la productividad, trabajar sin prdidas y tener rentabilidad. En la prctica este avance de la esfera de la ley del valor produjo distintos grados de contradiccin respecto del principio de planificacin. Por ejemplo, en numerosas ramas fabriles se dej de producir determinados productos fijados en plan, en beneficio de otros que no estaban contemplados, pero que redituaban mayor ganancia. Se volvi prctica habitual entre los administradores presentar listas de pedidos de maquinaria, insumos, materias primas, que escaseaban, por sobre las necesidades de la empresa de modo de asegurarse las metas del plan; con la misma finalidad se subestim la capacidad productiva, ya no slo para alcanzar las metas sino para superarlas, y asegurar de este modo las primas de los directores y gerentes. Fatalmente este criterio cuantitativo de medicin del rendimiento del trabajo acentu la tendencia que, desde sus orgenes, haba tornado vulnerable a la economa sovitica: la primaca de la cantidad por sobre la calidad.A la muerte de Stalin la contradiccin entre el principio de planificacin y el inters privado de los directores y gerentes, de los administradores y de la burocracia en general, estaba presente en todos los aspectos de la vida social sovitica. Y, en realidad, en la poltica de sus sucesores inmediatos estaba inscripto el proceso de restauracin que alcanzara expresin plena medio siglo ms tarde a travs de Gorbachov y Yeltsin.Qu fue la Unin Sovitica?Trotsky descart de plano la caracterizacin de la Unin Sovitica como un capitalismo monopolista de Estado. Un rgimen semejante implicaba la constitucin de la burguesa en una sociedad por acciones para administrar a travs del Estado la economa. En este caso no regira el mecanismo tradicional de reparto de la plusvala en proporcin al capital a travs del mercado, sino mediante una simple operacin de contabilidad. Sin embargo, las profundas contradicciones entre los accionistas haran imposible el funcionamiento de esa sociedad. Por lo dems, el Estado como nico representante de la propiedad capitalista, sera una presencia demasiado tentadora para la revolucin social. Nunca haba existido ni podra existir un rgimen de este tipo. En realidad habitualmente cuando se hablaba de capitalismo de Estado se estaba aludiendo a un sistema en el que el Estado tomaba bajo su control los medios de transporte y ciertas industrias, fenmeno perceptible bajo las dictaduras fascistas y tambin bajo democracias burguesas como los gobiernos de Roosevelt en Estados Unidos y Len Blum en Francia, cuya intervencin mantena intactas las relaciones de propiedad.Posteriormente la caracterizacin de la Unin Sovitica como un capitalismo de Estado se mantuvo a travs de una variedad de autores, desde Charles Bettelheim, Rossana Rossanda hasta Samir Amin. Sin embargo, hacer cuadrar al sistema sovitico en los cnones del capitalismo ofrece obvias dificultades. En el modo de produccin capitalista el nervio motor del sistema y su resorte regulador es la tasa de ganancia; rige la concurrencia y el desplazamiento de capitales entre las distintas ramas segn las oportunidades de beneficio; el reparto de la plusvala entre los distintos capitalistas es inherente al funcionamiento del sistema econmico. En la Unin Sovitica, por el contrario, estos rasgos caractersticos, a pesar del debilitamiento de los componentes anticapitalistas, necesitaron de la quiebra y desaparicin del rgimen basado en la propiedad nacionalizada, para imponerse. La planificacin burocrtica estableci un lmite a la ley del valor; los precios fundamentales de la economa no estuvieron determinados por las leyes del mercado, sino por el criterio de la burocracia; esos precios planificados determinaron la distribucin de las inversiones entre las distintas ramas, y entre el consumo productivo y el consumo improductivo; el sobreproducto social que se apropiaba el Estado no era el resultado del desenvolvimiento de la economa, sino de una decisin poltica, adoptada por los administradores del plan.Y, sin embargo, hasta qu momento la caracterizacin de la URSS como Estado obrero burocrticamente deformado mantuvo su validez? En 1940, al escribir la URSS en guerra, Trotsky expres la firme creencia de que el nuevo conflicto mundial provocara el advenimiento de la revolucin proletaria, la quiebra de la burocracia y el renacimiento de la democracia sovitica. En ese caso la cuestin de si la burocracia era un cncer del Estado obrero o una nueva clase se resolvera por s sola. Pero qu ocurrira se pregunt si la guerra no produca la revolucin sino la decadencia del proletariado? Entonces la civilizacin habra entrado en un estado de regresin y la democracia, en aquellos lugares donde subsista, sera desplazada por un rgimen totalitario y una nueva clase dominante, una burocracia fascista bonapartista, reinara en su lugar. La situacin ofreca las mismas sombras perspectivas si la clase obrera, luego de hacerse del poder en los pases capitalistas avanzados, lo entregara como en la Unin Sovitica, a la burocracia. En este caso no habra ms remedio que admitir que las causas de la degeneracin burocrtica no residan ni en el atraso ni en el imperialismo, sino en una incapacidad congnita del proletariado para transformarse en la clase dirigente de la sociedad. Este giro de la historia obligara a repensarlo todo: la URSS no podra ya ser considerada como una suerte de refraccin de las leyes de la transicin, sino como la primera versin de un nuevo rgimen de explotacin social, y el programa del socialismo, basado en las contradicciones del orden capitalista, se habra revelado como una utopa.En mayo de 1951 Natalia Sedova, la compaera de Trotsky, renunci a su condicin de militante de la IV Internacional. En la nota que mand a sus antiguos compaeros rechaz el hecho de que la organizacin siguiera considerado a la Unin Sovitica como un Estado obrero y le manifestara su apoyo frente a la amenaza del imperialismo. Pesaban en su decisin el convencimiento de que la revolucin haba sido destruida por completo por el stalinismo, y que ya no haba patria socialista que defender.En 1982, en el transcurso de una conferencia pronunciada en Pars, Perry Anderson seal que stalinismo haba logrado probar que no era slo un aparato burocrtico erigido por sobre la clase obrera tal la opinin de Trotsky sino un movimiento capaz de mantener el poder en un contexto de penuria y escasez como el que caracteriz a la Unin Sovitica, sino de conquistarlo en pases an ms atrasados y pauperizados como fue el caso de China y Vietnam.[5] Partidos comunistas organizados segn las mismas reglas que el PCUS haban sido capaces de expropiar a la burguesa e iniciar la tarea de la construccin socialista, an contra los deseos del propio Stalin. Una experiencia similar haban desarrollado en los Balcanes los partidos yugoslavo y albans. A la luz de estas consideraciones Anderson seal que ya no era posible seguir considerando al stalinismo tan slo como la degeneracin de un Estado preexistente de relativa pureza de clase. Poda ser tambin una generacin espontnea por las fuerzas de clase revolucionarias en sociedades muy atrasadas, sin una tradicin democrtica, ni burguesa, ni obrera. A su juicio, esta posibilidad, que habra de transformar el mundo a partir de 1945, qued fuera del campo terico construido por Trotsky.Antes de octubre de 1917 para los marxistas nunca estuvo en discusin el carcter burgus de la Revolucin Rusa. Lenin afirm posteriormente que esa etapa se haba extendido hasta el verano y an el otoo boreal de 1918, cuando emergieron en el campo sovitico los comits de campesinos pobres y la lucha de clases entr en una nueva fase. Sin embargo la gravitacin de los componentes precapitalistas (semifeudales, semibrbaros) habran de perdurar por perodo indefinido y ofrecer una formidable resistencia a los incipientes intentos de construccin socialista. En junio de 1922, durante el XI Congreso del partido, el ltimo del que particip, Lenin dijo que tena la misma sensacin del conductor cuyo vehculo sigue su propio rumbo, sin atender a sus ordenes. Ms de un ao atrs ya haba llamado la atencin sobre este fenmeno: Nuestro aparato central, durante tres aos y medio, se ha formado ya hasta tal punto que ha llegado a adquirir cierta inercia nociva en el pas; no podemos mejorarlo considerablemente rpido y de un modo rpido, no sabemos cmo hacerlo. La ayuda para mejorarlo de un modo ms radical, para infundirle una nueva corriente de fuerzas frescas, para luchar con xito contra el burocratismo, para superar la inercia nociva, debe partir de la periferia, de la base ().[6]En diciembre de 1922, al considerar el problema de las nacionalidades a la luz de la poltica gran rusa llevada adelante en Georgia por el stalinismo, seal que el aparato estatal que los bolcheviques haban considerado propio, era en realidad un aparato ajeno por completo, una mezcla burguesa y zarista, que no haba sido posible superar tras cinco aos de revolucin.Desde la finalizacin del perodo del comunismo de guerra (primavera de 1921) la experiencia sovitica segua su propio curso y, en buena medida se haba independizado de la conduccin bolchevique. Lo que Lenin llamaba capitalismo de Estado (monopolio del comercio de cereales, rgimen de concesiones a empresas capitalistas, formacin de sociedades mixtas con corporaciones extranjeras, sistema de cooperativas) y especialmente la NEP (Nueva Poltica Econmica) basada en la reapertura de los mercados campesinos y del comercio al detalle, gravitaban marcadamente, imprimiendo su propio sesgo al proceso de acumulacin; tendencia acentuada por el hecho de que la rama estatal productora de maquinaria y bienes de equipo apenas si lograba despegar, mientras que industria ligera resultaba notoriamente insuficiente para responder a la demanda de artculos de consumo masivo.Bajo estas condiciones, la necesidad de centralizar y controlar una serie de tendencias de la economa que obraban bajo impulsos autnomos, se convirti en una preocupacin para el gobierno bolchevique. Trotsky haba sostenido que para hacerse social la propiedad privada deba primero hacerse estatal, y que ese trnsito iba a estar determinado por la extincin gradual del Estado, expresin que Lenin haba vuelto a poner en circulacin siguiendo la vieja idea de Marx; una tendencia que habra de hacerse presente ya en la fase inicial de la construccin socialista, hasta reducir las funciones coercitivas del aparato y limitar su papel a la administracin de las cosas, no de los hombres.Sin embargo los acontecimientos se desarrollaron en otra direccin; reforzando y extendiendo el aparato estatal, fusionando alguno de sus rganos con los del partido, anulando la democracia proletaria en soviets y sindicatos y creando las condiciones de una nueva diferenciacin social. Ante la nueva realidad, Trotsky seal que el Estado se debata en una contradiccin: deba mantener la desigualdad en favor de los tcnicos, los obreros especializados, los administradores, dada la imposibilidad de asegurar la igualdad general y, al mismo tiempo, luchar contra ella. Precisamente la necesidad de sostener a esta minora privilegiada era lo que consolidaba al Estado y posibilitaba la expansin de la burocracia. Trotsky crea que esta contradiccin slo poda resolverse mediante el aumento de la riqueza social. La historia del rgimen sovitico demostr que esta creencia habra de resultar errada.Es sabido que la existencia del capital excede con mucho el perodo histrico que abarca el modo de produccin capitalista: lo antecede y luego ha de persistir, aunque subordinado, durante toda una fase de la poca postcapitalista. Pero en la Unin Sovitica las manifestaciones de su influencia (la divisin social, jerarquizada, del trabajo, la oposicin entre productores directos y medios de produccin, la organizacin del trabajo segn mtodos capitalistas), lejos de atenuarse se fue afirmando hasta volverse irreversible. En definitiva, no slo en la Unin Sovitica, sino en China, Vietnam o Cuba, qued en evidencia que la teora de las dos fases habra de colocar a la revolucin en una va muerta. El Estado logr construir nuevas bases materiales valindose de mtodos clsicos de acumulacin (apropiacin del plusproducto generado por los obreros y del excedente campesino), desarrollando la primera de esas fases, pero en ningn momento encontr el punto de transicin a partir del cual se desenvuelven las relaciones socialistas. La socializacin de los medios de produccin y la implantacin de la propiedad social en general, terminaron bloqueadas por la lgica de ese desarrollo, y las formas tradicionales de enajenacin capitalista (extraamiento del obrero respecto del producto de su trabajo) se reprodujeron bajo otras condiciones histricas, pero en definitiva con similares resultados.Con el tiempo el precio de estas decisiones resultara una hipoteca imposible de levantar. Esto result cierto no slo para las decisiones que tuvieron que ver con la organizacin de la economa, la gestin de la planificacin o el tipo de acumulacin. En los primeros aos de la dcada del 20 para salvar su gobierno, pero tambin las conquistas de la Revolucin de Octubre, los bolcheviques se vieron obligados a suprimir la democracia sovitica, establecer un rgimen de partido nico y terminar prohibiendo las fracciones dentro de su propio partido. La decisin se transform en una suerte de maldicin que habra de pesar durante las siete dcadas que perdur el rgimen sovitico.Notas:Isaac Deutscher.Trotsky, el profeta desterrado. Pg. 282. Ediciones Era, 1979.La carta contena un prrafo sugestivo, que pona en evidencia el desconocimiento que tena Gramsci y la mayora del PCI respecto la situacin imperante en la Unin Sovitica. Luego de reconocer la contribucin de Zinviev, Trotsky y Kmenev a la educacin poltica de los comunistas italianos deca: A ellos especialmente nos dirigimos, como los mayores responsable de esta situacin, porque creemos estar seguros que la mayora del Comit Central de la URSS no desea supervencer en esa lucha, sino que est dispuesta a evitar las medidas excesivas. La carta fue reproducida enAntonio Gramsci. Antologa, obra editada por Siglo XXI, pg. 200, dcima edicin, 1987. En una nota al pie de pgina Manuel Sacristn llam la atencin sobre el prrafo citado anteriormente, observando las reservas que en Togliatti haban producido afirmaciones de ese tipo. Sin embargo la posicin de Togliatti en ese entonces delegado del PCI ante la Internacional era de total alineamiento con la mayora del Comit Central del partido sovitico, como lo prueba la carta que esa oportunidad envi a Gramsci, criticando la posicin del bur poltico del partido italiano por demasiado condescendiente respecto a la lnea de la Oposicin en la URSS.Isaac Deutscher.El profeta desarmado. Pg.103. Editorial Era, 1979.Ernest Mandel.Tratado de Economa Marxista. Tomo III, pg. 142. Ediciones Era, 1980.Perry Anderson. Las interpretaciones de Trotsky sobre el stalinismo. Reproducido enDemocracia y Socialismo. Pg. 116.Cuadernos del Sur, 1988.Lenin. Sobre el impuesto en especie.Obras Escogidas. Editorial Progreso. Tomo III, pg. 650.Sindicatos, capitalismo de Estado y administracin obreraMATAS DIEZtwitter @matiasdiezSocialismo LatinoamericanoVERSIN PARA IMPRIMIRENVIAR POR E-MAILEtiquetas/Temas:sindicatos,trotsky,estado,administracin obrera,etiquetarEn marzo de 1938 el gobierno del general Lzaro Crdenas nacionaliz la industria petrolera controlada por empresas norteamericanas y britnicas. El ao anterior haba tomado una decisin similar con las lneas ferroviarias. La medida provoc un enfrentamiento con los gobiernos imperialistas y cont con la desaprobacin de stalinistas y socialistas, subordinados a travs de la poltica de frentes antifascistas, a las burguesas democrticas de las metrpolis. Para resistir esta presin el gobierno mexicano reforz su vnculo con los trabajadores, incorporando a representantes obreros en la administracin de las empresas nacionalizadas. En un artculo escrito probablemente en mayo o en junio de 1938,[1]Trotsky analiz el significado de la medida, midi las consecuencias posibles y dilucid a la luz de su contenido, la naturaleza de la relacin de la clase trabajadora con el gobierno de Crdenas.El imperialismo, principalmente el britnico, combati las medidas de nacionalizacin del petrleo. Los capitalistas intentaron presentar a la expropiacin a los ojos de la opinin pblica burguesa () como una medida comunista. Los marxistas demuestran que en esaetapade la revolucin (el) Mxico semicolonial est luchando por la independencia nacional, poltica y econmica.[2]Estas consideraciones sobre la participacin obrera en la direccin de la empresa nacionalizada es analizada de forma positiva para un pas dependiente (industrialmente atrasados los llama Trotsky) que discurre por un proceso de enfrentamiento al capital extranjero, tal el caso del Mxico de Crdenas, bajo un gobierno bonapartista de carcter nacionalista, que cumple elrolque la dbil burguesa nacional estaba impedida de llevar adelante, y que para mantener su poder en relacin al capital extranjero deba apoyarse en la relativamente poderosa clase trabajadora mexicana.En los pases industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ah la relativa debilidad de la burguesa nacional en relacin al proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno gira entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente dbil burguesa nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carcter bonapartista de ndole particular. Al apoyarse sobre el proletariado un gobierno de caractersticas bonapartista se ve obligado a realizar concesiones a la clase trabajadora. En un pas semicolonial, el capitalismo de estado se halla bajo la gran presin del capital privado extranjero y de sus gobiernos, y no puede mantenerse sin el apoyo activo de los trabajadores. Bajo las condiciones de la dominacin imperialista el gobierno se somete al capital extranjero, manteniendo una relativa autonoma, sometiendo a la dbil burguesa nacional y al proletariado. En un proceso de enfrentamiento con el imperialismo el gobierno bonapartista se apoyar en la clase trabajadora y mantendr una autonoma relativa de la burguesanacional.La debilidad de la burguesa nacional, dependiente tanto material como culturalmente, del capital extranjero impide que esta realice en forma autnoma las tareas democrticas y de independencia nacional que le permitiran desarrollarse ms all de los lmites impuestos por el capital extranjero, y que le permitiera la consolidacin de un Estado burgus independiente. Esta debilidad de la burguesa establece unas de las condiciones para la aparicin de una solucin bonapartista.En el Mxico de la dcada del 30 esa situacin fue acompaada de un proceso de unificacin y estatizacin de los sindicatos. La poltica bonapartista del cardenismo en su enfrentamiento con el imperialismo lo obliga a realizar concesiones a la clase trabajadora, incluyndola en la direccin de las empresas. El aspecto fundamental en la formulacin de Trotsky es que (La) participacin en el manejo de una cierta rama de la industria brinda () una amplia oportunidad de oposicin poltica. En caso de que los representantes obreros estn en minora en la administracin, tienen todas las oportunidades para proclamar y publicar sus propuestas rechazadas por la mayora, ponerlas en conocimiento de los trabajadores, etctera. En consecuencia, se trata de sostener las medidas antiimperialistas del gobierno desde una poltica independiente, delimitndose de toda ilusin reformista, teniendo presente que no existe una relacin de etapas entre el programa nacional-democrtico y las medidas avanzadas, de transicin, que sealen la voluntad de los trabajadores de luchar por el poder. Se trata, adems, de aprovechar la oportunidad que se presenta para expresar posiciones propias en el interior del movimiento obrero. Los gobiernos nacionalistas no son la va reformista al socialismo. Para los marxistas no se trata de construir el socialismo con las manos de la burguesa, sino de utilizar las situaciones que se presentan dentro del capitalismo de estado y hacer avanzar el movimiento revolucionario de los trabajadores.Esta poltica de participacin obrera en la direccin de las industrias est relacionada con la poltica general hacia la clase trabajadora, en la que Trotsky llama a la lucha por la direccin de los sindicatos, oponindose a la conformacin de sindicatos independientes, revolucionarios, aislados del conjunto de la clase trabajadora. Apela a la unidad del movimiento obrero y desde los sindicatos disputar a las direcciones burocrticas la conduccin del movimiento obrero. La poltica en el interior del sindicato es la misma poltica que en el interior de las empresas nacionalizadas. Renunciar a ello es dejar el camino abierto a la dominacin absoluta de la burocracia sindical.[3]El resultado de la participacin de los trabajadores depender de su relacin de fuerzas con las clases dominantes, de la maduracin de su experiencia de clase, y del carcter de los gobiernos que estn al frente de estos pases. Pero sobre todo depender de la capacidad en formular una poltica independiente que prevenga a la clase trabajadora de la posibilidad de un giro reaccionario del gobierno bonapartista, y posibilitar una solucin de clase de la crisis. De no ser as el imperialismo impone sus soluciones tendientes a disciplinar al movimiento obrero.Tras casi tres dcadas de democracia colonial comienza a emerger en el seno de la clase trabajadora corrientes que van expresando el creciente grado de maduracin de la experiencia de clase. Experiencia que muchas veces se ve diluida por los intentos por parte de ciertos grupos de aislar ese proceso. Pero en los claroscuros del rgimen colonial van emergiendo nuevas generaciones de luchadores, tratando de recrear una experiencia poltica perdida dcadas atrs, estableciendo las bases para la construccin de su herramienta poltica.Notas:Trotsky, Len: La industria nacionalizada y la administracin obrera, mayo o junio de 1938.Trotsky, Len: Mxico y el imperialismo britnico, 5 de junio de 1938.Trotsky, Len: Los sindicatos en la era de transicin,Programa de transicin, 1938.Trotsky: la revolucin latinoamericana a la luz del marxismoOSVALDO CALELLOtwitter @ocalelloSocialismo LatinoamericanoVERSIN PARA IMPRIMIRENVIAR POR E-MAILEtiquetas/Temas:etiquetarMi fe en el futuro comunista de la humanidad no es menos ardiente, sino ms firme hoy, de lo que era en los das de mi juventudEn enero de 1937 Len Trotsky desembarc junto con su compaera Natalia Sedova en el puerto petrolero de Tampico, en tierra mexicana. Ocho aos antes haba sido expulsado de la Unin Sovitica, luego de que el stalinismo consolidase su poder y el termidor sovitico cerrase definitivamente el ciclo abierto por la Revolucin de Octubre. En esos aos que median entre la partida desde su confinacin en Alma Ata, junto a la frontera china, y la llegada a Mxico, Trotsky haba encontrado refugio en las isla turca de Prinkipo, residi en Francia, de donde fue deportado y luego en Noruega, cuyo gobierno socialista, presionado por la burocracia del Kremlin, su principal socio comercial, lo alej de Europa en direccin a Amrica Latina. Cincuenta pases le haban negado asilo poltico.El recin llegado traa tras de s un historia estrechamente ligada a los ms trascendentes acontecimientos de las primeras dcadas del siglo XX. Copresidente del Soviet de Petersburgo en 1905 y animador principal de la primera de las revoluciones contra el rgimen zarista; dirigente junto con Lenin de la Revolucin de Octubre; titular, primero del Comisariado de Relaciones Exteriores, desde donde negoci con Alemania el acuerdo de paz de Brest-Litovsk, y luego del Comisariado de la Guerra; organizador del Ejrcito Rojo a cuyo frente logr la victoria contra los ejrcitos blancos de la contrarrevolucin y las fuerzas invasoras extranjeras; opositor a Stalin y la burocracia, contra quienes libr una desigual batalla hasta que la derrota de la oposicin conjunta que integr junto a Zinviev y Kmenev, sell la suerte de la revolucin Trotsky, adems de su singular elocuencia como propagandista y agitador, fue una de las plumas polticas ms brillantes de su poca.Resultados y Perspectivas, 1905, la magnficaHistoria de la Revolucin Rusa,La Revolucin Traicionada,Literatura y Revolucin,Su moral y la nuestra, entre otras obras, integran las pginas ms notables de la poltica y la teora, la literatura y la cultura marxista.La clase obrera y las tareas nacional-democrticasEn Mxico, su ltimo y definitivo destino, la revolucin democrtica iniciada casi tres dcadas atrs haba cobrado nuevo impulso bajo el gobierno del general Lzaro Crdenas. Las insurrecciones agrarias y la guerra civil haban puesto fin en 1910 al rgimen del general Porfirio Daz, expresin de una sociedad caracterizada por la formidable concentracin de la tierra en poder de un reducido grupo de terratenientes nativos y compaas extranjeras, aliados al capital estadounidense y britnico, radicado en la explotacin de la minera y el petrleo. En contraste con este polo de prosperidad, riqueza y poder, una inmensa masa campesina, sometida a las ms brutales condiciones de servidumbre, sobreviva en la ms completa miseria y desamparo. El Mxico que conoci Trotsky era un tpico pas semicolonial, signado por un dualismo caracterstico: focos de civilizacin construidos en torno a puertos, telgrafos, ferrocarriles, etc, necesarios para la incorporacin de la economa nativa al mercado mundial, y una inmensa periferia agraria donde el capitalismo revelaba un carcter atrasado y fragmentado. En 1937 los problemas irresueltos de la revolucin, haban sido puestos nuevamente en el orden del da por el cardenismo.En marzo de 1938 el gobierno mexicano nacionaliz las empresas petroleras, propiedad de capitales estadounidenses y britnicos. El ao anterior haba hecho lo mismo con la red ferroviaria, poniendo en evidencia la naturaleza nacional-democrtica del proceso de transformaciones en marcha. En junio de ese ao bajo el ttulo Mxico y el Imperialismo Britnico, Trotsky escribi un artculo sealando que la lucha por la independencia nacional, tanto en el plano poltico como en el econmico, encerraba el significado profundo de la etapa revolucionaria en el pas azteca. A su juicio, Mxico, bajo el gobierno de Crdenas, estaba realizado la tarea histrica que en los siglos XVIII y XIX haba desarrollado Estados Unidos durante las guerras de la independencia y por la abolicin de la esclavitud y la unidad nacional. Al igual que en el pas del norte, en Mxico la revolucin estaba limpiando el terreno para un desarrollo de la sociedad burguesa, democrtico e independiente. En septiembre de ese mismo ao destac que en este caso los problemas democrticos revestan un carcter progresivo y revolucionario. Aclaraba que el trmino democracia difera sustancialmente en cuanto a su contenido, si se lo pronunciaba en un pas atrasado y dependiente o, si por el contrario, se lo nombraba en una nacin imperialista. Quin fuera junto con Lenin jefe de la Revolucin de Octubre, adverta que mientras en la periferia colonial y semicolonial el concepto de democracia aluda a tareas de contenido emancipador, en las metrpolis ese mismo trmino significaba la preservacin del orden existente, sobre todo el dominio sobre las colonias. En estos pases las banderas de la democracia ocultan la hegemona imperialista de la minora privilegiada sobre la mayora oprimida, escribi.La revolucin permanente en las semicoloniasEste asunto tena suma relevancia para la formulacin de una poltica revolucionaria. En noviembre de 1938 se celebr en la residencia de Trotsky en Coyoacn una discusin en torno a las tareas de la revolucin en Amrica Latina. Charles Curtiss, representante del Secretariado Internacional de la IV Internacional para la seccin mexicana, abri el debate mencionando la incomprensin de los trotskystas locales respecto de la posicin de Trotsky ante el gobierno de Crdenas. Interpretaban que esa posicin estaba determinada por el inters en preservar su condicin de refugiado poltico. Curtiss explicaba que esta interpretacin reflejaba el desconocimiento de la poltica que la seccin mexicana deba adoptar respecto de la burguesa liberal, incomprensin que abarcaba la relacin con el movimiento democrtico en general. A su juicio, slo si la revolucin proletaria triunfase en Estados Unidos, sera posible saltar las etapas intermedias, pero en el presente el falso enfoque del problema democrtico interpona obstculos que tornaban prcticamente imposible desarrollar una poltica en el movimiento de masas.Trotsky se manifest de acuerdo con el punto de vista de Curtiss y seal que el esquematismo aplicado a la teora de la revolucin permanente, resultaba extremadamente peligroso para la poltica de la clase obrera. Los lineamientos generales de esa teora haban sido formulados por Trotsky en el curso de los acontecimientos que precedieron y culminaron en la Revolucin Rusa de 1905. En suma, el entonces presidente del Soviet de Petersburgo sostena que la negativa de la burguesa liberal a hacerse cargo de las tareas de la revolucin burguesa destinadas a poner fin al rgimen zarista, desplazaba hacia el proletariado la responsabilidad poltica de incorporar a ese imperio multinacional, crcel de pueblos, a la corriente de la historia. Coincida con Lenin y los bolcheviques contra los mencheviques que deducan el papel directivo de la burguesa del contenido de las tareas, pero se diferenciaba de la frmula de la dictadura democrtica de obreros y campesinos, que los primeros atribuan al contenido del futuro gobierno provisonal. En definitiva, si la burguesa liberal se opona a la revolucin y el campesinado no estaba en condiciones de desempear un papel independiente, la realizacin de la dictadura democrtica slo tendra posibilidades de realizacin a travs de la frmula de la dictadura del proletariado, apoyado en el campesinado. Trotsky explicaba que la historia no sigue un curso lineal, ni necesariamente reproduce en los pases atrasados de la periferia las etapas recorridas en los pases avanzados. En las naciones del mundo colonial y semicolonial era especialmente perceptible el carcter desigual y combinado del desenvolvimiento histrico, incrustando nclaves de civilizacin burguesa en sociedades regidas por relaciones sociales de ndole precapitalista. De forma tal, el papel de las clases sociales esperable desde un punto de vista eurocntrico quedaba alterado por un desplazamiento singular de la relacin entre clases y programas, abriendo un terreno nuevo a la lucha poltica y a la dimensin del concepto de hegemona. La Revolucin de Octubre fue la confirmacin de estos lineamientos.Sin embargo, en Mxico Trotsky alertaba sobre la tendencia a abordar de manera abstracta el problema del salto de etapas, derivando en un planteo que pretenda saltar por encima de la historia en general, y sobre todo por encima del desarrollo del proletariado. Precisamente, su teora tena como condicin para la superacin de los lmites burgueses de la revolucin, la elevacin de la clase obrera a una posicin de hegemona desde la cual asumir la representacin de la nacin. Esto es lo que haba ocurrido en la Rusia que haba emergido de la Revolucin de Febrero. Ah la clase obrera fabril, el movimiento de los soviets y el partido bolchevique, eran fuerzas poltico-sociales en condiciones de llevar la revolucin hasta sus ltimas consecuencias. No era la situacin del Mxico de Crdenas, donde los trabajadores y los campesinos seguan a una jefatura burguesa y no exista un partido revolucionario en situacin de luchar por el poder. Trotsky consideraba que por las traiciones y la inconsencuencia de la burguesa nativa, la Revolucin Mexicana era una revolucin inconclusa, e insista que bajo tales condiciones la clase obrera estaba obligada a participar en la lucha por la independencia del pas y por la democratizacin de las relaciones agrarias. Deca que si actuaba resueltamente en esta direccin, poda llegar al poder antes de que esas tareas hubieran sido realizadas, y en ese caso el gobierno obrero poda convertirse en la herramienta con la que habra de resolverse esas cuestiones. Haba sostenido ya en vsperas de la Revolucin Rusa de 1905, que las burguesas nativas de los paises atrasados eran incapaces de resolver las tareas democrticas. Este juicio era particularmente vlido en Amrica Latina, y de ah deduca que en el curso de realizacin de esas tareas, haba que oponer a la burguesa el proletariado, en especial en la lucha por la revolucin agraria, ya que la clase que lograse el apoyo del campesinado sera la clase que gobernara. Si ese apoyo lo lograba la burguesa el resultado sera un tipo de Estado semibonartista, semidemocrtico con tendencias hacia las masas, como el que exista en Mxico por esos das.Revolucin agraria y lucha antiimperialistaEn consecuencia, el eje de las tareas democrticas era, en un pas de mayora campesina, la revolucin agraria. Trotsky sealaba el carcter prioritario que revesta en el programa de transformaciones radicales la liquidacin de formas feudales de explotacin y de relaciones de corte esclavista que perduraban en el campo mexicano, as como la abolicin del trabajo agrcola forzado y del cuasi patriarcal sistema de medianera. Puntualizaba que el campesino mexicano era an ms pobre que el ruso en la poca de la Revolucin de Octubre.Desde su perspectiva, en los pases latinoamericanos, la revolucin agraria estaba indisolublemente ligada a la lucha antiimperialista. La importancia del asunto la puso de relieve en ocasin de la nacionalizacin de la industria petrolera dictada por el gobierno de Crdenas en marzo de 1938. La expropiacin de las empresas petroleras no era una tarea comunista ni tampoco socialista, sino una medida de defensa nacional de naturaleza marcadamente progresiva, que l, por su parte apoy sin reservas a diferencia muchos socialistas y comunistas metropolitanos. A este respecto sealaba la posicin deMariane, una de las principales publicaciones del Frente Popular en Francia, para cuyos editores, en la nacionalizacin del petrleo el gobierno de Crdenas no haba actuado slo: adems de la intervencin de Trotsky, la medida haba obrado a favor de Hitler. Para la socialdemocracia y el stalinismo las luchas nacionales en las colonias y semicolonias deban subordinarse a las exigencias del enfrentamiento con el fascismo. En esos das en queMarianeacusaba a Crdenas de estar bajo la influencia de Trotsky y Hitler, Maurice Thorez, secretario general del Partido Comunista francs, sostena que si el problema decisivo de este momento es la lucha contra el fascismo, el objetivo de los pueblos coloniales reside en su unin con el pueblo de Francia y no en una actitud que podra favorecer las maniobras del fascismo y colocar, por ejemplo, a Argelia, Tnez y Marruecos bajo el yugo de Mussolini o de Hitler o convertir a Indochina en una base de operacin del Japn militarista. Semejante poltica aplicada en las colonias y semicolonias, no poda dejar de tener resultados desastrosos. En la India, por ejemplo, ya iniciada la segunda guerra mundial, el Partido Comunista se sum al esfuerzo blico de Gran Bretaa, a pesar de que los dirigentes del Partido del Congreso estaban presos por reclamar la independencia. Termin por perder todo vnculo con el movimiento de masas. Algo similar les ocurri a los comunistas argentinos, empeados en el combate contra el nazi-peronismo, de la mano de los imperialismos democrticos.Naciones opresoras y naciones oprimidasEn este punto la ntida diferencia que Trotsky sostena respecto al planteo de los partidos del Frente Popular reviste una importancia capital para dilucidar las cuestiones centrales de la revolucin en los pases atrasados. El antagonismo entre naciones opresoras y naciones oprimidas es, para el marxismo, la clave para interpretar el significado histrico de la presente poca. Desde esta perspectiva y solamente desde ella, debe ser considerando el problema tan complejo defascismo y democracia, sostuvo en septiembre de 1938. Las implicancias que se desprenden de este enfoque delimitan todo un campo de problemas polticos y tericos de gravitante significacin. En esos momentos Brasil estaba bajo un rgimen que Trotsky caracterizaba como semifascista. Sin embargo, en el caso de que estallara una guerra entre el Brasil semifascista y la Gran Bretaa democrtica, el deber de los revolucionarios era el de estar junto al pas semicolonial. El conflicto no sera entre el fascismo y la democracia. En caso de que la victoria correspondiera al bando imperialista, Londres colocara otro dictador en Ro de Janeiro, mientras que si el vencedor fuera el pas dependiente, el resultado favorecera el desenvolvimiento de una conciencia nacional y democrtica que pondra fin la dictadura. A su vez, la derrota de la burguesa imperialista dara impulso a la lucha del proletariado britnico.Desde esta posicin Trotsky calificaba como quimrica, cuya nica finalidad era la de engaar a las masas, la idea proveniente de los crculos de la intelligentzia, que postulaba la unidad de todos los estados democrticos contra el fascismo. Preguntaba por qu, si Gran Bretaa amaba tanto la democracia, no les daba la independencia a sus colonias; por qu Francia no haca otro tanto con las suyas. En cambio, el gobierno britnico prefera a Franco en Espaa y rechazaba el gobierno de los obreros y campesinos, porque el caudillo era, en definitiva, un complaciente agente imperialista. Seal que los gobiernos de Gran Bretaa y de Francia no se opusieron a la conquista de Austria por parte Hitler, pero que s lo hubieran hecho si lo que estuviese en juego fuesen sus colonias. Sobre este asunto ningn revolucionario poda tener dudas. Es imposible combatir el fascismo sin combatir el imperialismo. Los pases coloniales y semicoloniales deben luchar antes que nada contra el pas imperialista que los oprime directamente ms all que lleve la mscara del fascismo o de la democracia.La certeza de esta asercin la confirmaron los trabajadores argentinos en los primeros aos de la dcada del 40, al resistir la presin de socialistas y comunistas para embarcarlos en el navo de la Unin Democrtica en direccin al campo de batalla de las democracias imperialistas. Las clases obreras y los puebl