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    SIR

    CHARLES SHERRINGT

    I0 M BR

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    4/127

    Titulo original:

    an

    on his

    Nature

    Trad.ucci6n:

    Francisco

    Martin

    Asesor cientifico de la colecci6n: Pedro Puigdomenech

    Direcci6n

    de

    la

    colecci6n:

    Virgilio Ortega.

    INDICE

    Prologo a Ia segunda edicion

    de

    1951

    9

    Prologo a la primera

    edicion

    de 1940

    10

    Naturaleza

    y tradicion . . . . .

    11

    Lo

    natural

    y

    la supersticion 37

    La

    vida

    en

    su minima expresion

    63

    La

    sabiduria del cuerpo

    87

    La

    recomposicion de

    Ia

    tierra 111

    Un conjunto formado por

    sus partes

    129

    EI cerebro y

    su

    funcionamiento 147

    E16rgano

    de

    union . . . . . . . .

    163

    El

    cerebro

    colabora con la ps ique 181

    La

    alquimia

    de Ia Tierra

    . . . . 195

    Dos

    formas

    de una mente

    (mica

    213

    Altruismo .

    225

    ©

    Foto

    portada:

    Aisa

    © 1940, Cambridge University Press

    © Tusquets

    Editores, S. A.,

    Barcelona

    © Por la presente edici6n, Ediciones Orbis, S.

    A.,

    1985

    Distribuci6n exclusiva para Argentina, Chile, Paraguay, Peru

    y Uruguay:

    HISPAMERICA r:::;;C::CNES ARGENTINA, S.

    A.

    Corrientes, 1437. 4.° piso. (1042) Buenos Aires

    Tels. 46 4385/4484/4419

    -if

    I

    ISBN:

    84-7634-310-8

    Dep6sito legal:

    M.

    24337-1986

    Impreso por Artes Grlificas EMA, S. A.

    Miguel

    Yuste, 27.

    28037

    Madrid

    Papel offset COUTO

    Encuademado por

    LARMOR

    :1

    Printed in Spain

    7

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    -!(

    ;

    PROLOGO

    A LA

    PRIMERA

    EDICION

    Se

    me

    pide

    una

    introducci6n

    para este

    libro,

    y

    considero

    que 1 mas

    apropiado

    es dar las gracias a la Universidad de Edimburgo

    par

    su

    ama-

    bilidad al invitarme a

    pronunciar

    estas conferencias, invitaci6n a la que

    respondi

    superando

    ciertas dudas

    que, supongo,

    comprend era ellector.

    Por otla

    parte,

    debo agradecer a

    sir

    S.R. Christopher, miembro de la

    Royal Society, a quien me une

    una amistad

    de anos,

    su

    gentileza al revi-

    sar las pruebas del texto y la

    digresi6n

    sabre

    parasitologia

    de

    la

    malaria

    que conforma el

    ultimo

    capitulo; tambiElil mi agradecimiento mi buen

    amigo

    J. Reid MOir

    miembro de

    la Royal Society, por sus buenos oficios

    en

    relaci6n

    can

    las referencias

    ocasionales

    a la vida y a los trabajos

    del

    hombre prehist6rico y otros temas

    similares que

    figuran en el texto.

    En

    muchos parrafos, especialmente en

    los primeros

    capitulos, el texto

    incide en

    Ia

    obra del medico del siglo XVI Jean Ferne!, un

    personaje

    segu-

    ramente poco conocido, salvo para los historiadores de la medicina,

    y

    so-

    bre el que espero publicar un libro

    1

    mas

    documentado

    desde e1

    punto

    de

    vista

    biografico

    y bibliografico.

    Ii

    Para terminar, deseo expresar mi agradecimiento a la University

    J',

    Press

    par

    su

    esmerada

    edicion, sin olvidar mi reconocimiento al Dr. Ro-

    bert Chambers por su amable autorizaci6n para reproducir

    dos

    notables

    microfotografias de

    su

    labaratario.

    C.S.S.

    Agosto

    de 194

    1 The Endeavour

    of

    Jean

    Ferne , Sir

    Charles Sherrington, editado par Catnbridge

    Univer·

    Sir

    Charles Sherrington. Fotografia de Allan Chappelow,

    B.A.

    sity Press en 1946.

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    PROLOGO A LA SEGUNDA

    EDICION

    Hemos procurado

    realizar

    en esta segunda edicion una

    revision

    bas-

    tante minuciosa. El

    libro

    hace

    hincapie

    en la

    consideracion de que

    el

    hombre

    es uno

    de tantos productos de las fuerzas naturales que actuan

    sobre 10

    material

    en las condiciones pasadas y presentes

    de

    nuestro pla-

    neta.

    El autor

    se

    dara

    por satisfecho si, gracias a

    estas

    paginas, logra

    despertar en el

    lector

    un interes favorable al tema.

    C.S.S.

    Abri l

    de 1951

    t.

    NATURALEZA

    Y TRADICION

    Quemcumque

    aegrum

    ingenio praestantem curandum

    in

    viseba

    t. siquidem

    morbi vehementia

    pateretur

      familiarem cum eo

    sermonem

    aliquandiu

    conferebat,

    cum philosophis Philosophica, cum mathematicis Mathematica,

    cum

    ducibus

    ac militibus, de urbium situ, et fluvlls eas alluentibus, deque

    instrumentis bellicis et eorum inventoribus; cum nautis de

    naVigandi

    ratione et

    regionibus

    nuper repertis; cum theologis de Deo

    Vida de Jean Femel,

    de

    Guillaume Plancy,

    1607.

    Univ.

    Medicina

    (Cuando algun' paciente :;con

    formaci6nle

    consultaba,.el.(Fern

    Fl

    l), ';i el

    estado

    del

    caso 10

    permitia.

    se complacia en darle conversaei6n;

    si

    era un filesofo,

    sobre filosolia; 5i

    era

    matemchico.

    sabre

    rnatematicas;

    si

    era un oHeial 0 un

    soldado,

    sobre

    la situaei6n de las eiudades,

    de

    los rios

    que

    las

    banan

    y

    sobre

    las maquinas belicas

    y

    sus inventores; si era marino, sobre navegacion

    y

    tierras reeien descubiertas;

    si era

    un te6logo, de DiOs.)

    ; (

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    1

    r Sobre teologia natural

    y

    10

    que

    por

    ella se entiende, contamos con no

    pocas definiciones celebres. Bolingbroke, prototipo

    genuino

    del intelec-

    tual del

    dieciocho,

    escribio

    al

    poeta Alexander Pope: «Lo que yo

    concibo

    por primera filosofia es una

    teologia

    natural ,

    y

    considero la contempla-

    cion constante de la Naturaleza, entendiendola

    como

    el conjunto del sis-

    tema

    de la

    obra

    divinaque se da

    a nuestros

    sentidos,

    la

    fuente comun de

    todas las ciencias

    y

    de ella misma,

    es decir,

    de la Teologia Natural.))

    Tambiem

    esta la famosa definicion de lord Bacon

    1

    : «Chispa del conoci-

    miento

    de Dios, que puede obtenerse mediante la luz de la naturaleza y

    el

    estudio de

    las

    cosas

    creadas; y

    por 10

    tanto,

    que puede con toda

    razon

    considerarse divina en relacion

    ca n

    su objeto

    y

    natural

    en relacion

    con su

    fuente

    de

    informacion.»

    . La ciencia natural es una ra ma del conocimiento,

    segun consenso uni-

    v e r ~ a l

    no

    basada en

    el

    a

    priori

    La

    ciencia natural

    observe.

    y

    opera

    por

    medio

    de la experimentacion para entender

    y

    desentranar el

    (como» de

    (

    10 que sucede

    en

    la Naturaleza.

    Progresa

    por generalizacion de ese

    ({comQ) e intenta descifrar algo de 9 en el pa s

    ado

    y prever cualquier dato

    j

    ~ s p ~ r sobre todo,

    su

    mayor empeno 10 constituye la

    descripcion ctel «como» de un modo total y exacto, mediante la observa-

    cion a:rrectaen e1 presente. Es precisamente

    un

    empeno que forma

    parte

    del «gusto

    de

    vivir)), principio

    que

    el estudio

    de

    1a biologia identifica

    como motor en todos los seres vivos. No es que la ciencia natural admita,

    ni que 10

    que acabamos

    de exponer implique, que

    la

    curiosidad

    de

    la

    ciencii' por la

    Naturaleza

    se

    base

    exclusivamente

    en los

    beneficios que

    de ella pueda extraer; conviene

    precisar

    con toda

    sinceridad

    que su ob-

    jeto, cuando menos parcial, es aprender el

    «como»

    de la naturaleza por

    amor

    al propio «como» por ser uno

    de los

    aspectos de la «verdad».

    Sin embargo,

    10 que no incluye en su

    objeto.

    ni plantea. es

    si

    ese

    HCOmO» es

    «buena» 0 «malo», a de

    donde

    procede

    en ultimo

    extremo.

    Tal

    objetivo implica una actitud totalmente distinta

    hacia

    la Naturaleza

    desde la perspectiva de esos

    dos interrogantes. Es

    una actitud seme-

    jante a

    la

    del nino que contempla

    una

    actividad y quiere saber como se

    hace. Podria

    alegarse

    que, para una fraccion infinitesimal de un todo

    complejo,

    enorme e inimaginable,

    esta fraccion es inutil

    para

    percibir el

    todo. y menos aun

    entender,

    y

    que

    disponerse a

    pronunciarse

    sabre la

    excelencia de ese

    todo,

    a

    sobre

    sus circunstancias

    buenas

    0 malas, es

    1.

    De

    Augmentis III. 2.

    13

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    para esa

    fracdon minuscula un a transgresion

    de su

    propi8 inteligencia

    un exponente del falso criterio de sus propias proporciones eticas. Puede

    alegarse que cualquier

    alabanza 0

    critica que exprese tal eDte es pura

    impertinencia.

    Pero, aunque la

    validez

    de

    un juicio elaborado

    en

    tales

    circunstancias equivalga en

    abstracto a nada, su

    aplicacion al todo sea

    de

    muy poca utilidad,

    cabe

    la posibilidad

    de que sea

    valida para el hom-

    bre debido a Ia repercusion que ejerce

    sobre el

    hombre mismo, Quizas

    asumir esa

    postura,

    aunque

    esta, considerada

    desde una

    perspectiva

    es-

    trictamente Iogica y

    revisionista

    de ese todo, parezca casi inaudita-

    mente

    ccantropocentrica»

    sea

    un paso propio del

    hombre que se siente

    obligado para consigo mismo, Si

    el

    hombre tiene una obligacion para

    consigo mismo

    0 para con sus

    semejantes y

    su entorno, ese ambito, en e1

    que

    se aventura

    para indagar

    el significado de

    ese

    todo del que

    forma

    parte,

    puede realmente

    serle muy

    provechoso

    a el y a

    su especie. El he -

      cho

    de

    intentarlo es otro

    de

    los aspectos

    de

    su

    empeno en a1canzar

    la

    verdad.

    Algunos fijan la fecha del comienzo

    de

    la Edad Modema

    en

    e1 Renaci-

    miento. Me

    remito

    allibro

    de un medico,

    quizas el

    mas eminente de su

    epoca, muy leido en

    su

    tiempo y muchos anos

    despues

    de

    su

    publica-

    cion, que,

    entre otras

    cosas, representa

    todo un tratado

    casi filos6fico.

    Su

    autor, residente

    en

    Paris y

    en

    contacto con la Corte, obligado a

    tratar

    a

    pacientes y a

    atender

    consultas de medicos

    de

    allende las fronteras de la

    propia

    Francia, era un espiritu liberal

    y

    un reformista de

    la medic

    ina

    y

    de

    sus

    metodos.docentes.

    La

    obra, aunque nunca conocio

    una

    edicion

    en

    lengua vemacula,

    iba

    dirigida allector medio de la epoca

    y

    es una

    dis-

    quisicion sobre el lugar

    del

    hombre

    en

    la

    Naturaleza,

    Femel,

    antes de

    dedicarse exclusivamente

    a

    la medicina, habia

    sido

    lector de filosofia en

    la Universidad

    de

    Paris.

    Fue

    tambien

    un

    notable matematico

    se

    dedico

    con

    gran

    entusiasmo al estudio de

    la

    astronomia y la geodesia. Su libro

    De

    Abdit is

    Rerum

    Causis De las

    ca

    usas

    ocultas)

    podria servirnos

    de

    refe-

    rencia.

    Ya

    en la epoca

    en que

    10 escribi6

    estaba

    Fernel en el cenit

    de su

    carrera medica.

    En aquella epoca, mediado el siglo XVI la medicina se encontraba aun

    fundamentalmente

    control

    ada

    por las caritativas manos de Ia Iglesia,

    pero Jean

    Ferriel a diferencia

    de

    Linacre, su a::;,te-c:ec;::r

    V contempora-

    neo,

    no

    era

    sacerdote. Como

    medico, destacaba en

    no

    pocos

    aspectos y

    habia

    adquirido

    gran

    fama por sus exitos

    profesionales

    en

    la

    Corte

    cu -

    rando a

    ricos

    y

    tambien

    a

    pobres que acudian en

    procesion a

    su consulta,

    Fernel

    fue

    el primero

    en

    estructurar la

    fisiologia

    en una

    sola disciplina,

    denominandola con ese termino por vez primera

    y

    sosteniendo que era

    introduccion imprescindibl e a la medicina cientifica. Su obra, primoro-

    samente editada en

    folio

    en Paris, en 1542, por Simon

    de

    Colines, consti-

    tuye el punto

    de

    partida de

    la

    fisiologia

    moderna, En la universidad se

    dedico

    mas

    a la cosmologia y al estudio

    de

    Ciceron, Aristoteles PUnio

    que

    a

    la

    patristica.

    En cualquier apoca, el

    concepto

    que los

    medicos

    ela-

    boran sabre

    la

    Naturaleza es exponente basico de

    la

    opini6n culta

    de sus

    ,contemporaneos, aparte de que el

    caracter mismo

    de

    la

    profesion

    me -

    dica siempre induce a contemplar

    la Naturaleza con

    el hombre

    como

    centro

    neuralgico.

    Es

    precisamente

    10

    que sucede

    con

    la

    obra

    de

    Fernel:

    los

    antecedentes dellibro

    y de

    autor

    son,

    por

    una parte,

    el renacer hu-

    manistico

    aun vigente

    por

    aquel entonces

    y

    por

    otra,

    el

    conflicto reli-

    gioso que, en

    la

    propia Francia, comenzaba

    a recurrir

    con

    furia

    al fuego y

    a

    la

    espada. El libro

    hace

    poca

    0 ninguna referencia

    a

    este aspecto.

    . Jean Fernel fue medico de Enrique II de Francia, por eso su libro esta

    dedicado al monarca. Circulo durante much

    os

    anos en

    forma

    de

    manus-

    clito,

    se imprimio

    en 1548

    y conoci6 muchas

    ediciones posteriores, pues

    aun 100

    afiosl mas tarde tenia lectores.

    Es

    indudable

    que

    la obra ex -

    presa,

    cuando menos

    en

    parte,

    el

    pensamiento de la

    cristiandad de

    la

    epoca. Las

    reediciones

    italiana, suiza, alemana, holandesa, e incluso la

    francesa, nunca

    aparecieron

    en

    Jengua

    vernacula, 10 que

    indica

    que

    circulu entre

    un

    sector de lectores

    bastante cultos, La

    dedicatolia ex-

    plica un poco Ia genesiS

    de

    la obra e incluye

    un

    aforismo de Hipocrates,

    ~ i e m p r e presente

    en

    las r e f l e ~ i o l ' § E - 9 , . E 2 - ~ ~ J n e l : I : : ? L J } } t e r r ~ g a n t e si la

    § vfermedad

    n O ~ l t a l g o _ s o f i r e n a t u r a b

    it

    Selov,

    quid divinum?

    Es significativo tanto por

    el

    hombre como por

    la

    epoca el que

    Ferne1

    diera vueltas en

    su

    cabeza a

    este

    interrogante. La

    frase habia

    sido mo-

    tivo de

    discus

    ion desde tiempos

    de

    Galeno. quien la habia interpretado

    como indicio

    de

    supersticion. En uno de

    los escritos hipocraticos mas

    fa-

    mosos.

    el titulado

    Sobre

    la enfermedad sagrada, se rechaza

    explicita-

    mente la

    atribucion

    de la enfermedad

    a

    la

    magia,

    pero para la sensibili-

    dad

    de Fernel, en

    una

    epoca

    mas

    refinada

    que

    la

    de los

    antiguos

    1, Mas de treinta ediciones

    en

    100 anos,

    14

    15

  • 8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf

    9/127

    curanderos

    de Cos, la

    escueta brevedad

    del interrogante «LHay algo

    80 - )

    brenatural

    en

    Ia enfermedad?» sabia

    a

    algo

    oculto

    que pugnaba por

    ex

    presarse. No hay que olvidar que, para

    Fernel,

    la

    frase evocaba

    siglos

    de

    -

    creencia

    en

    Ia magia y en el milagro. LNo habria Hip6crates (el

    vate

    de la

    j

    medicina tradicional)

    intentado

    transmitir una profunda

    verdad can

    un

    enunciado

    criptico, con la intenci6n de que durante cierto t iempo s610 ,

    los sabios lograran

    descifrarla?

    Y asi inicia Fernel su

    Dialogo , en

    el

    que

    dos

    de

    los personajes van en

    busca

    de un tercero -un

    medico- para

    plantearie el celebre interrogante

    hipocratico, formul8.ndolo

    como

    co sa

    suya,

    como si se

    tratase de una

    cuesti6n viva de aquellos tiempos de mediados del siglo XVI. Fernel ini

    cia

    sus

    razonamientos

    par el

    principio. Es

    su

    estilo. Si

    su

    incursi6n

    de

    ju

    ventud

    en

    el

    ambito

    de la

    geodesia

    Ie impuls6 a realizar

    una nueva

    me

    dici6n

    de la Tierra, cuyos calculos fueron celebres

    durante mucho

    tiempo,

    en

    este caso, el interrogante ante la naturaleza de

    Ia

    enfermedad

    Ie induce automaticamente a preguntarse que es el hombre y cual es la

    estructura del mundo. En su estudio, no hay escisi6n alguna sobre

    hom

    bre y naturaleza.

    En

    su

    deseo de empezar

    POr

    el principio, Fernel no se arredm ante

    pre

    guntas para las que con toda honestidad admite no tener respuesta.

    LQue es

    la

    Naturaleza?, se

    pregunta, porque considera que

    ni los escrito

    res

    hipocraticos

    ni Arist6teles,

    pese

    a

    las innumerables referencias

    a

    ella, la

    han

    definido

    con

    rigor. Tal vez sea que el resumen

    aristotelico

    de

    la misma, reduciendo la

    a

    simple

    movimiento,

    se

    Ie

    antoja demasiado

    ra

    dical,

    puesto que opina

    2

    que la

    «Naturaleza universal»

    de Arist6teles es

    equivalente

    a

    la

    Anima

    Mundi de

    Plat6n

    y

    sanciona la observaci6n

    de

    Tully de que ta l (Naturaleza»

    debe

    significar una Deidad Suprema

    3

    Fer

    nel admite que la Naturaleza es un principio evidente, pero

    de

    par

    sf

    in

    demostrable de forma aislada. «iLo

    habeis visto alguna

    vez, 10

    habeis

    te

    nido en la mano?», pregunta Brutus, y Filiatros

    contesta:

    «No intento

    mirar

    con el

    sentido

    real de la vista

    10 que infiero por

    la reflexi6n.»

    Fernel dio a su tratado

    forma

    de dialogo, una ~ u y en

    boga

    entre

    los fil6sofos. Ya

    Plat6n

    afirmaba

    que

    ~ n s a m i e n t 9 . J un dialogo

    interior del alma.

    En

    el

    Dialogo de Fernel, ~ n tres personajes,

    Brutus, prototipo

    del

    hombre de

    la

    calle,

    es un

    hombre culto cualquiera

    del barrio

    universitario

    del.

    Paris

    del siglo

    XVI;

    yo co:u.cGptu

  • 8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf

    10/127

    tad universi taria. Fernel

    observaba

    en la Naturaleza la evidencia de

    un

    poder y de una

    intel igencia soberanos

    que el identificaba

    con

    Dios; esa

    religion natural

    era

    para

    e1 un elemento

    importante

    de su actitud reli

    giosa. No

    era de

    esos medicos, frecuentes

    mas

    tarde

    en

    los siglos XVII

    y

    XVIII, para quienes , cuando eran creyentes, Ia Naturaleza era Ia unica

    religion. En

    su

    epoca

    n i

    en los

    cien anos

    siguientes-, para

    Fernel, la

    Na

    turaleza

    no

    era un

    Reino autosuficiente

    Ley; Galileo y

    Newton

    aun no

    habian cuestionado e1

    «primer Motor

    inmovil» de

    las esferas celestes,

    y

    ademas Fernel

    basaba

    su fe

    en

    las verdades cristianas. Pero, para

    e1.

    am

    bas

    constituian una

    sola religion,

    aunque

    consideraba

    necesario un

    sis

    3

    tema; por ello, religion natural y religion

    espiri tual requerian

    una

    armo

      J

    nia

    que evitara esa contradiccion.

    Sin

    ello,

    la vida

    carecia de

    paz,

    de

    plan,

    de direccion.

    En u n parrafo,

    escri to

    unos

    cuatro anos

    antes de

    su muerte,

    cuando

    ya

    habia alcanzado e1 cenit de su

    fama,

    y su

    nombre de medico-filosoio

    era

    .tan

    popular

    en la

    Corte

    del emperador como en

    la del

    rey, enuncia

    1 que

    podemos

    equiparar

    a

    u n a

    especie

    de credo sucinto

    sobrela

    NaturaIeza :

    La Naturaleza

    que

    abarea todas las casas y penetra en cada una de ellas, rige el

    curso las

    revoluciones del

    Sol y Ia Luna y

    de las otras

    estrellas, y la sucesi6n del

    tiempo, los eambios

    de

    estaei6n

    y

    las mareas del

    oceano. La

    Naturaleza

    dirige esa

    inmensidad

    de

    casas con

    un

    orden firme e invariable. ,Como dirigiria bien todo

    esto Ia Naturaleza sino as por la intercesi6n de una Inteligencia divina

    que, al

    ha

    ber

    creado

    el mundo, 1 conserva?

    Es

    decir,

    la Naturaleza opera bajo

    Ia

    direcci6n

    divina. Esta piausibiUdad, esta perdurabilidad de Ia ley, es Ia mayor

    virtud

    de 1a

    Naturaleza.

    Su regIa

    la corona. Sin ella

    nada en su

    reino seria

    estable,

    ni

    el

    propio

    mundo. Este rei no

    de

    la ley fue creado

    con el

    mundo para el propio

    mundo;

    cier-

    tamente representa la mente

    y Ia voluntad divinas. El padre

    de

    los

    dioses, dice

    Platon, cuando cree el mundo y la Naturaleza, los

    some

    tic a leyes

    inmutables.

    Cada

    animal,

    cada planta, cada mineral, todo 1 que

    existe

    en este mundo sublu

    nar, contiene

    una

    Naturaleza particular

    que 1 sustenta

    a

    el y

    a

    sus semejantes.

    El

    conjunto se funde en una

    Naturaleza

    universal

    que

    es

    soberana, po r decirlo asi,

    par

    consenso y simpatia unanime

    de

    todas las

    cosas.

    Par 1 tanto, la Naturaleza

    esta perfectamente ordenada y se rige

    par

    una regIa adecuada e infalible. Por 10

    que, segun

    10

    que

    antecede,

    para

    el fisico

    no

    hay

    nada en

    el hombre

    que no se

    ajuste a la ley de la Natura ezS .,.nada, sC'lurn:;u entendimienlo y au libre albedrio

    cognitio voluntatisque a rbitr ium).

    En una palabra: su «espiritu de raciocinio».

    Si

    consideramos

    este

    parrafo bajo

    una

    perspectiva

    co1ateral,

    podemos

    interpretarlo

    como un

    manifiesto

    de

    Fernel.

    El era un medico que

    vivia

    en una

    sociedad

    en la que

    1

    sobrenatural

    formaba

    parte

    de cualquier

    discusion sobre la salud y la enfermedad y se relacionaba

    con

    la minima

    peripecia

    vital

    extraordinaria. La

    astro10gia y la magia eran manifesta

    ciones

    por

    las cuales 10 sobrenatural

    reclamaba credibil idad

    de

    cultos

    e

    incultos

    y concedia a sus interpretes buenos

    beneficios

    y

    fama.

    Oficial

    mente,

    1a

    Iglesia

    las reprababa,

    pera la astrologia tenia mucha fuerza.

    1

    Therap.

    I, pret., ct tambilim Dialogo, I, 10.

    POI las mismas

    fechas

    en que Fernel

    escribia

    e1 panafo citado,

    el

    emba

    jador espanol

    ante

    la Corte

    en

    que Fernel era

    medico oficial. informaba a

    Ia

    reina sobre el

    caso

    de dos herejes, ambos

    adalides

    de los partidarios

    franceses de Ia

    Iglesia protestante:

    «No hay

    dia

    en que

    el

    italiano

    no

    re

    cuna a los

    horoscopos

    y apriete las tuercas a

    unos munecos

    de tamano

    natural , construidos

    por

    alemanes a

    imagen de CoIogny

    y

    Conde.

    Nin

    guno

    vivira

    mucho))'.

    En

    Ia

    epoca

    de

    Fernel,

    habian ya

    pasado los t iempos

    de esplendor del

    Renacimiento

    literario, hacia ya siglo y

    medio

    de

    la

    muerte de

    Petrarca,

    denominado e1 primer «moderno».

    Fernel

    sentia con entusiasmo

    juvenil

    los logros

    de

    los

    Nuevas Tiempos. Estas son

    sus

    pa1abras

    2

    :

    La

    tierra circunnavegada, la imprenta

    sustituyendo a

    diez mil escribanos,

    el

    papel

    en

    lugar

    del

    pergamino, el mundo de

    las

    letras abierto a

    todos

    gracias a la

    lectura;

    la

    escultura,

    la arquitectura,

    la

    musica,

    la pintura, al mismo

    nivel

    que las

    obras

    cumbIe de

    la Antiguedad.

    La recuperaci6n de

    los textos autenticos

    de las

    obras maestras de la sabiduria griega; el florecer del

    estudio

    y

    las Bellas Artes

    tras un invierno

    de

    trece siglos. Nuestra

    Nueva

    Epoca no desmerece

    la

    compara

    ci6n can los mejores

    tiempos

    de Ia Antiguedad.

    Nuestro

    deber

    es

    ser

    emprende

    dores.

    Ante

    la crist iandad

    se

    abrian los horizontes

    de un gran mundo

    instau

    rado por

    el

    propio cristianismo,

    y al

    crist ianismo correspondia la tarea

    de

    entrar en el y tomar posesion.

    Son

    aspiraeiones

    taciles

    de

    entender,

    pues, cronologicamente,

    Fernel

    apenas si

    esta mas alejado

    de nosotros que

    de

    los personaies

    de

    Shakes

    peare, que en gran medida

    nos parecen

    contemporaneos.

    Con el

    Renacimiento surge

    quizas

    un mayor interes par 1a

    Naturaleza,

    una

    mayor

    respuesta a su Hamada. El

    renacer humanist ico desbordo

    a

    la

    epoca como si fuese su

    ambito

    natural . no cientifica, sino estet icamente:

    Petrarca, con

    su «vida solitaria»

    y su

    melancolia

    humana,

    reflejada

    en

    el

    paisaje;

    Eneas Silvius,

    con

    sus relatos de

    los

    bosques italianos. Los pin

    to

    res comienzan a

    sentir

    que la nube,

    la

    colina y

    el

    arbol son en

    S

    dignos

    del de1eite cortesano,

    palaciego; Ia

    cosa viva,

    en

    su mu1tiplicidad de tar

    mas, atrae al

    artista. Pero

    aun.·estabf. por venir el renacirniento cienti

    fico,

    y se a1ega que el

    renacer humanist ico fue la

    causa de su retraso. El

    renacimiento

    de

    la

    cieneia es un episodio

    posterior,

    aunque en la epoca

    de Fernel hubiera portentos, algunos de elIos entregados a

    la

    reflexion

    sobre

    la

    botanica

    de Plinio,

    cerebros que,

    en realidad, ya eran una

    critica

    en ciernes,

    cuya

    l imitada rebeldia

    representa

    un indicia

    de cambio. Tan

    solo

    unos das anos despues

    del

    Dir l1ogo de

    Fernel se produciria un acon

    tecimiento

    cientifico:

    la publicacion de un libra

    dedieado

    al Papa, aun

    que posteriormente incluido en e1

    indice,

    cuestionando

    el

    sistema

    ptolo

    meieo.

    La obra

    3

    , surgida

    del

    lecho

    de muerte del anciano astronomo polaeo

    1. Catalina de Medicis. Paul Roeder, Londres.

    1937.

    pag.

    411.

    2 Dialogo, prel.

    3.

    De

    revolutionibus, etc., 1543.

    18

    19

  • 8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf

    11/127

    CopEHnico, esta considerada e1

    autentico punto de

    partida

    renaci

    miento cientifico. La medicina tendria

    alm

    que esperar hasta el siglo si

    guiente,

    ochenta anos

    despues

    de

    la

    muerte

    de

    Fernel, para

    su

    gran

    re

    surgir,

    cuando

    e1

    medico

    de Carlos I

    de

    Inglaterra, William Harvey,

    J

    descubridor

    1

    de Ia circulaci6n

    de la

    sangre, restableciera

    para

    esta cien

    cia, tras catorce siglos de tinieblas, el metoda fundamental de la «com

    probacion experimentabl.

    En

    el parrafo que

    hemos transcrito

    anteriormente,

    Fernel

    recune

    a 10

    que

    Keats

    llama «gusto

    por

    el tono isabelino», compartiendo al maximo

    Ia actitud cultural y progresista de

    su

    epoca, pero resulta

    medieval

    en e1

    conocimiento de la

    Naturaleza

    que Ie rodea, sigue

    arraigado

    en

    el cono

    cimiento cientifico

    de

    su

    epoca

    y

    representa, quiza como

    nadie; e1

    acervo

    del conocimiento naturalista de sus contemporaneos,

    un

    conocimiento

    aun

    medieval,

    que

    poco habia progresado tras las saludables esperan

    zas de

    los

    siglos

    XIII

    Y XIV. Cierto es que

    la

    modernidad

    de su

    tempera

    mento y su

    cultura

    contribuye a que apreciemos su interpretacion de la

    Naturaleza y

    del lugar que

    en

    ella

    asigna al hombre, pero, con

    todo,

    de

    tectamos facilmente con cuanta frecuencia

    su

    interpretacion es erronea,

    S1

    bien hay que anadir que no es

    un

    defecto personal, sino de

    la

    Sin

    este condicionante, Fernel no habria sido una figura tan caracteris

    tica y representativa, valedor infatigable

    de

    la audaz acti tud renacen

    t ista de profundo entusiasmo por la vida.

    Para Ferne , la vinculaci6n del

    hombre

    al resto de la Naturaleza es

    t riba en que la vida en el es

    parte

    de la

    misma

    vida que informa

    toda

    la

    creacion a n i m a d ~ plauras

    incluidas. Pero,

    en Fernel, el concepto de

    «vida))

    y

    el

    concepto de «mente» significan algo separable de la materia

    concreta en que"se

    manifiestan.

    La

    Naturaleza

    es

    el principio

    que,

    regido

    por

    Dios,

    permite

    que estas se manifiesten en 10

    concreto. Este principio

    de la Naturaleza

    t iene que

    contar con

    algo sobre 10

    cual actuar, del

    mismo

    modo

    que

    el escultor (mecesita bronce para

    una estatuall. Ese

    algo

    es la materia. Hasta aqui Fernel es aristotelico. Lo concreto, cada

    cosa

    concreta,

    es

    desglosable en materia y forma.

    La

    Naturaleza

    es la

    causa, la causa productora y la que 10

    mantiene.

    Cuando

    se

    crea algo, a

    10

    unico que

    se

    da principia es a

    su

    forma, y,

    cuando

    la cosa-perece, s6lo

    su

    forma

    desapa:rece. 8i la

    propia

    materia de

    sapareciese,

    haria

    t iempo queel

    mundo

    habriactesaparecido, se

    habria

    gastad0

    2

    . Hay

    una

    jerarquia de

    formas

    y una

    escala

    de materia.

    El

    estado

    final

    de la materia escapa a nuestra observacion, pero la razon ha

    conce

    bido, por

    medio de

    la contemplacion, cuatro elementos.

    Cada uno

    de

    elIos

    es

    una

    combinaci6n

    de materia y forma, cada

    uno

    de ellos es algo

    relativo

    con

    respecto

    a todo 10 concreto. Los cuatro elementos

    son

    tierra,

    aire, fuego

    y agua. No los percibimos en su pureza, ya

    que, par ejemplo,

    el fuego

    -e l

    fuego puro- solo se encuentra en las esferas celestes, fueIa de

    1. Descubrimiento

    que en pur idad debe

    considerarse, como

    tantos

    otros,

    la culminacion

    de

    un

    proceSQ se

    incia con

    e1

    damasceno

    Ibn Nafis (siglo XIII) y, a

    t raves del

    aragones MI-

    guel Servet y 1511-1553),

    llega

    hasta Harvey. Para ampliacion de

    detal les

    historio

    graticos, vease Historia de 1a

    circu1acioll

    de la sangre de

    J.

    Baron Fernandez, Espasa Cal

    pe,

    1973.

    N.

    del

    T.)

    2

    Dialogo 1. 1

    la tierra. La tierra sin rastro de humedad s610 existe en el centro del

    globo. E1 aire

    puro solo

    esta en el empireo. Esos cuatro elementos que

    daron

    encerrados en

    la cascara

    de

    nueve capas

    del sistema

    ptolomeico.

    Cada

    elemento

    posee

    una de

    las cuatro virtudes cardinales

    del

    mundo:

    calor,

    frio, sequedad, humedad,

    junto con

    una huella de su «compati

    ble».

    Por

    10

    tanto,

    cada elemento

    es diametralmente opuesto a su con

    trario

    y, por si

    mismo, siempre permanece

    inmutable,

    pero

    reacciona

    con su contrario. Todo 10 inanimado y animado es

    una

    mezda de estos

    cuatro elementos. Componen el cuerpo del hombre y el alimento que 10

    nutre.

    Los

    cuatro elementos llegan

    hasta

    Fernel tras un de diecinueve

    siglos. Son

    la

    «raiz

    de las

    cosas»,

    y

    desde

    Empedocles

    se

    transmiten al

    cristianismo a

    traves

    de Hipocrates y

    Aristoteles,

    convirtiendose en

    dogma. No obstante, Fernel Uene

    suficiente

    categoria como

    para

    ha

    blar de

    ellos sin cerrar categoricamente el discurso.

    un

    capitulo

    desarro11ado en el ialogo can

    amplitud

    de

    estilo es

    colastico: 1I1 Son

    estos

    elementos sustancias

    0 cualidades?»

    Que

    Fernel

    entre

    en

    semejante discusion es indicio de que,

    al

    menos en su caso,

    el

    renacer clasico no

    habia

    desplazado completamente el criterio

    cienti

    fico del siglo XIII. Es

    evidente que

    conoda a los maestros

    de

    la medicina

    arabe y que,

    con

    tal planteamiento, contradice a Avicena.

    El ialogo no

    dice

    casi nada sobre la especulacion

    «atomista»,

    y Fer

    nel hace

    referencia a

    la teoria de una

    forma un tanto singular diciendo

    que la ciencia

    no tiene cabida para

    la

    especulacion pura y sin trabas, 10

    cual,

    no obstante,

    es una puntualizacion admisible referida ala

    antigua

    especulacion de Democrito. Puntualizacion que

    alm seria

    fructifera

    en

    manos de Rutherford. Mientras otros veian la Naturaleza exclusiva

    mente

    como

    una

    multiplicidad

    de acontecimientos divinos y semidivi

    nos, de indole magica, etc., surge, al parecer, enseguida, en la mente

    de los

    griegos

    jonicos,

    el

    concepto

    de que

    constituia

    un mundo

    operacional de esos productos

    observables. Podemos

    imaginarnos per

    fectamente que la exploracion de ese algo en la Naturaleza

    fue

    casi

    el

    autentico arranque de la ciencia

    natural. Que esa

    indagacion

    no

    fuera

    en aquella epoca evidente en

    si

    10

    testimonia la reaccion

    que

    pro

    dujo POT

    parte de

    Platon,

    perc el

    interrogante a

    durar.

    De

    hecho,

    mastaroe se Ie consideraria 10 que William JaT 1es denoIHin",ba ((con-

    ceptos

    de

    sentido comun».

    Una vez establecida

    la premisa, la suposicion de que, en vista de

    la

    movilidad

    y

    cambios camaleonicos de la naturaleza,

    ese

    algo

    debia

    es

    tar

    compuesto de particulas finales moviles

    y

    subdivisibles

    de distinta

    variedad,

    no

    era una idea

    muy intrincada

    ni original, y a

    ella

    se 11ego

    rapidamente.

    Pero era dificil demostrarla.

    Se

    mantendria en el

    epigrafe

    de las puras

    especulaciones

    mas

    de 2.000

    sin

    que,

    al

    pareeer,

    in

    fluyera

    para nada en Newton,

    puesto

    que se cree que

    la

    hipotesis new

    toniana sobre la

    naturaleza

    corpuscular de

    la luz

    procede de sus pro

    pios experimentos. El tratamiento newtoniano de los vapores, en tanto

    que compuestos de particulas,

    parece

    remitirse a los ({corpusculos)) de

    Gassendi

    y

    Boyle, y las «particulas finales»

    del

    quimico Dalton, religan

    historieamente

    con

    los corpusculos de Newton. Solo mas

    tarde

    las de

    20

    21

  • 8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf

    12/127

    a

    c

    '

    nominaria «atomos)), reinstaurando Ia moda del termino griego claslco.

    El

    hecho

    genial

    estribaba, no en la especulacio n definidora del atomo,

    sino en la

    demostracion

    de su existencia.

    j

    Fernel creia

    que

    la doctrina de los

    cuatro

    elementos era mas demos

    trable que

    la de los «atomos».

    Habia

    sido, y seguia siendo,

    uno

    de

    los

    fun

    damentos de la medicina durante todo el cristianismo y

    el Islam.

    Para

    lSi

    los

    personajes del

    Dia]ogo constituye

    el nexo entre su concepto

    de

    Natu

    raleza y Ia religion, yen cierta medida los caracteriza, a modo de declara

    cion cientifica,

    el que e1 mundo no fuera, como muchos sostenian, un

    simple producto

    material del

    Azar y el Caos.

    La ciencia

    de las casas [dice

    Fernel

    en

    el "Prolegol)

    1J

    al principie era simplista y

    solo

    aprehendia

    Ie

    que

    Ies sentidos de la vista y el

    oide

    transmitian. Los efectos

    se

    descubrian tras poca reflexi6n. Con el tiempo, Ia observacion fue profundizando,

    el conocimiento

    super6

    la

    percepci6n

    sensorial y se alcanzo

    10 abstruse.

    La pri-

    mera filosofia nacio en la palabra y la obra, tilosofia que trata de di'scemir la multi-

    plicidad de

    efectos de

    sus

    causas y reconciliarlos.

    Sin

    embargQ,

    aun hay muchas

    casas

    oscuras. Sonreimos cuando se evoca la

    antigua

    teoria de los ,homos y nos

    preguntamos como puede nadie estar convencide

    de

    su existencia

    -tal

    cantidad

    de

    corpuscules

    indivisibles

    que,

    par una especie

    de azar

    aglutinante,

    han contor-

    rna do Ia inmensidad, la variedad, la exorbitancia y la totalidad de la vasta multi-

    plicidad de

    tedo el ornate de este

    mundo. Sin embargo,

    s1

    Democrito

    pudiera

    re-

    gresar,

    se

    motaria de nosotros, como era su costumbre, incluso ahora, por

    nuestros presuntos elementos.

    No

    es

    que yo

    sugiera que

    la teoria

    de

    los

    cuatro

    elementos

    sea una

    filia:

    la

    existencia

    de

    los

    elementos

    es

    verosimil y razonable.

    La

    que

    quiero dejar

    bien sentado es que

    los

    que

    convierten los cuatro

    elementos

    en causa

    de todo 10 existente,

    son

    arrastrados muy lejos por sus prop10s argumen

    tos. Las causas de muchos acontecimientos estan en algo mas.

    En mi opinion, el parrafo

    expone

    el deseo de Femel de declarar

    dos

    co-

    sas:

    primero, que no

    Ie

    satisface

    en

    absoluto e1 materialismo. Cuando

    re

    dactaba

    este

    texto, la

    Universidad

    de

    Padua era

    averroista y materia

    lista. Segundo, y s 10 mas notable,

    que consideraba simple

    hipotesis la

    doctrina, de antiguo sancionada y generalizada, de los cuatro elementos

    proverbiales

    constilutivus d6. toda sustancia

    corpore::::.. Ned ::::

    mejor

    que

    el para saber

    hasta

    que

    punto

    la doctrina estructurabi;l.la cosmologia y Ia

    geodesia, y que todo e1 armaz6n de la medicina,

    tanto

    hipocratica como

    galenica, descansaba

    sobre

    ella.

    Nada hay

    que

    demuestre

    mejor su sa

    bia independencia, presta

    a

    apartarse de

    caminos

    trillados.

    Fernel sen

    tia 10 nuevo a

    t raves

    de 10 antiguo:

    modemo

    en

    su

    insistencia de que un

    dogma

    sancionado hist6ricamente,

    y no demost rable por la observacion,

    es una hipotesis; pero anticuado al no

    recurrir

    al

    metodo

    experimental

    para

    corroborar los

    hechos

    que postulaba.

    Tambien anticuado

    al proce

    der, a partir de

    ello,

    a una elaboracion

    casi

    absoluta. Los

    elementos

    con

    fieren

    su

    propia

    caUdad a

    un compuesto

    por el

    hecho de formar

    parte

    de

    el. Aunque nuestros sentidos no puedan percibir los elementos como ta

    les,

    son

    materiales, y, si tuvieramos

    sentidos

    mas perfectos y

    medios

    de

    1.

    Diillogo

    II,

    pre .

    analisis

    mas refinados,

    podriamos aislarlos y

    contemplarlos

    en

    su

    pu

    reza

    I. A pesar de

    ello,

    despues de esta

    manifestacion, los

    trata

    como

    si su

    existencia

    estuviera probada

    y parece

    olvidar que

    esta razonando sobre

    una

    simple hipotesis. Cierto

    es que,

    en

    este

    caso,

    hace

    10

    que todo

    el

    mundo en

    aquella

    epoea, y no hay que olvidar que a poco podia recurrir.

    Algo

    que pareee notable

    es

    que

    este universo, como nosotros 10

    llama

    mos, y que pereibimos a nuestro alrededor

    con

    nuestros sentidos, es un

    universo unitario,

    un universo

    tridimensional,

    a

    pesar

    de

    que

    algunos

    de

    nuestros sentidos

    10

    capten en

    forma

    bidimensional.

    Sin

    embargo, es un

    universo

    variado,

    por

    profundamente

    homogeneo que

    sea

    como feno

    meno.

    Las lentes que 10 exploran hasta su mas remota estrella se basan

    en el mismo principio

    que

    el microscopio

    que

    nos

    revela

    los «microbios)}

    mas

    invisibles

    para

    el

    ojo

    desnudo.

    Al

    pasar de

    la

    fisica

    a

    la

    biologia,

    el

    nivel del hecho se funda

    en

    la

    misma estructura, a pesar de

    que la

    vida,

    tal como la vemos,

    sea algo

    mas

    entranable.

    Que

    el

    ojo,

    con

    ayuda

    del

    te

    lescopio,

    nos

    permita captar otros universos,

    es

    indicio de

    que

    todos los

    universos son uno

    solo. Esperamos

    como agua de mayo

    Ia

    pluralidad de

    mundos de Giordano

    Bruno

    dentro

    de universos

    fundamentalmente

    si

    milares.

    En aqueUa epoca, no

    existia

    una

    quimica

    que superase la vigente

    en

    tiempos de Arist6teles. Lo que

    habia

    procedia de

    atanores, alambiques

    y

    retortas, y, en parte,

    de las mistificaciones

    intencionadas de

    la alqui

    mia;

    la quimica propiamente dicha tardaria

    easi un

    siglo.

    En t€nminos

    generales, podemos afirmar que

    es una

    ciencia que no cobra

    inteligibili

    dad hasta Robert

    Boyle.

    Fernel, a su manera,

    iba

    por buen camino, pero

    segun

    el

    metodo alquimista de

    entOJ:1ces.

    En el DiaJogo cita un procedimiento para Ia obtencion

    de

    la

    piedra

    fi-

    losofal,

    pero soJo como pretexto para que el personaje

    principal,

    con gran

    lucidez,

    10

    desautorice.

    El

    modo en que

    Femel

    enfoca la

    gran

    ciencia de

    la

    quimica aun

    par nacer procede

    de sus

    propias

    y

    agudas observaciones

    sobre el cuerpo humano, al relaeionar ciertos procesos que se originan

    en

    el higado con la fermentacion, aunque no

    creo

    que

    fuera el

    primero

    en

    hacerlo.

    Actualmente,

    el quimico sabe que en el higado t ienen

    lugar

    nu

    merosas fermentaciones.

    Sigamos un poco el pensamiento de Fernel en su aceptacion de los

    cuatro elementos.

    Tras

    admitirlos,

    Ia

    hipotesis Ie arrastra

    muy

    lejos

    y, en

    su explicacion

    de

    la

    Naturaleza

    y

    del

    hombre, se ve obligado a razonar

    0

    exponer ideas que

    actual

    mente son

    lugares

    comunes de la quimica

    que

    se

    ensena

    en

    la

    eseuela. Primero,

    expone

    con

    dificultad que

    los

    com

    puestos

    constituidos

    por los

    elementos

    no son simples

    mezclas,

    sino

    uniones

    elementales. En

    su accion reciproea,

    sus cualidades

    se

    templan

    mutuamente, y el resultado es un nuevo euerpo aunque persistan de

    forma latente las

    eualidades

    elementales: la diversidad

    se

    ha

    heeho

    uni

    dad. Semejante

    raciocinio

    serviria actualmente de simple introduccion

    al

    capitulo de la combinacion quimica, pero, en tiempos

    de

    Fernel, es

    tructura todo un

    preambulo

    a la doctrina del temperamento.

    En

    el Dia10go

    Eudoxus habia por boca del

    propio

    Ferne . Sin

    duda

    1 Riolanus, Commentar.

    Liber de

    elementis

    cap.

    6,

    schoL

    22

    23

    http:///reader/full/estructurabi;l.lahttp:///reader/full/estructurabi;l.lahttp:///reader/full/estructurabi;l.la

  • 8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf

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    estenombre

    sugiere

    el

    del

    astronomo-filosofo

    tan estimado

    pOI Aristote

    les el

    que

    analizaramatematicamente elcursoaparente

    de

    losplane

    ;-1

    tas.El propioFernelhabiaestudiado

    provechosamente

    astronomia,

    ye l

    EudoxusdeAristotelesescribioun

    librosobre

    la Proporcion,como

    tam

    bienhicieraFerneF.Eudoxus,el personaje

    del

    Dialogo, esunsabiome

    dico

    ensu

    madurez.El cultoFiliatros

    Ie

    inducea

    hablar

    sobreel temadel

    equil ibrio.Entodos los

    cuerpos

    compuestosintervienentres factores:

    materiaelemental,

    forma

    y temperamento.Unacosarequiereuna

    forma

    paraserdichacosa,perosu temperamentoeslaclaveparaentendersu

    estadoy su comportamiento.La

    quimica

    analitica

    actual

    no habriaser

    c;

    vido

    para informaralcientifico

    de la epocade

    Fernel

    nadaque

    desease

    saber.

    A 10

    unico

    queentonces

    se

    aspirabaera

    a

    conocer

    la

    genesis

    del

    J

    resultado

    de

    las. cualidadesprimordiales.

    Esa

    resultante

    era

    el tempera

    j

    entodel

    cuerpo

    humano,la

    «constitucion». Su perfectoequilibrio

    era

    un

    ideal

    inalcanzable,un patronidealconelqueseevaluaba10 concreto

    y, entreello, el hombre.

    Enelmundo

    animado,

    y en el

    propiohombre,

    lascuatrocualidades

     j

    i

    que

    caracterizabana

    los

    cuatro

    elementos

    circulabana

    t raves

    de

    loscua

    tro humores. ((Quatuor humores

    in

    nostro

    corpore

    regnant)},

    deda

    el

    ·

    i

    poema

    medic0

    3

    • La

    sangre,

    pujantey humeda,la

    coleradel

    higado,

    con

     i

    \

    trapartida

    delaireelemental,

    la

    atrabalis

    0 melancoliapropiadel bazo

    r

    querepresenta

    la

    t ierrafriay seca; laflema erael elemento

    agua,

    hu

     :i

    medoy frio, propiodel cerebroy delpulmon.La saludesunequilibrio

    .,

    c

    aproximadoentreloscuatrohumores,unequilibriocontendenciaa de

    =i

    r.ivar

    durante

    el

    ciclo

    vitalhaciaunadelas

    docedirecciones.

    Una

    ten

    -I

    den

    cia

    mas

    0

    menosmarcada,

    porello

    en

    nuestrossemejantesse

    dan

    los

    :j

    oj

    t ipos

    sanguineo,

    colerico,

    flematico

    y melancolico,combinadosencada

    individuo.Todospertenecemosa

    uno

    u otro

    de

    esostipos.Nuestratipo

    logiaes 10 primeroqueelmedicotomaenconsideracionparainterpre

    1

    ,

    tarnos.Enlibros

    4

    doctos.figuraban

    losdiversostipos

    de

    temple

    0 tempe

    ramento.El termino

    hal legado

    hastanuestra

    epoca

    comolugar

    comun

    1

    entodaslas

    lenguas

    de

    la crist iandad.

    Cualquier

    desviaciondel

    equili

    brio

    aproximado

    normal

    seconsiderabaenfermedad,pewsiempre

    ha

    ;

    biauncontrariosusceptible

    de

    actuarcomoremedio, y, asi,ca da planta

    .Y yerbaposeiaesapotencialida.d.

    MientrasFernello

    escribia,

    los

    espa

    .. fiole;; saqueabane1 nuevoITnlndo

    bus

    cando«contrarios»frescos.En to

    das

    lasregiones,la

    Naturaleza

    ofrecia

    remedios

    para los

    temperamentos

    t rastornados,las

    enfermedades

    locales,peroFernel

    en

    su

    Dialogo pone

    en

    tela

    de

    juicio

    estapretensionuniversal,yes Eudoxusquien

    dice:

    «Si.

    el desequil lbrioconsti tucionalesla

    enfermedad,

    pero10 importante

    es

    1. En

    la

    Eticaa Nic6maco,IV. 2, Ie mencionacomohedonista.Theodore

    Gaza.

    enunIi

    brito,

    Liber de m ensib us

    atticis,

    editado

    pocos

    aii.os antes

    (1535,Paris)porel

    editordeFernel.

    Colines,mencionaelviaje delastr6nomoEudoxus a Egipto.

    2. De proport ionibus, Paris,1528.

    3.

    De

    Secretis

    Mul ierum, de Chirurgia, de Modo Medendi ,

    LibriVII, "Poema

    medicum

    nuncprimumll,edidit Dr. Car.

    Daremherg

    (Napolesy Paris,

    1885).

    8vo.VI, 27,

    linea

    490.Siglo

    XlII,

    MSBib!.Nat.

    4.

    Un

    ejemploposterior

    en

    lenguavernaculaesDes natures

    et

    complexions des hommes

    de

    Jacques

    Aubert,

    Paris,

    1572.

    24

    1

    ·-1

     

    '

    :1

    la causa.Haycausas

    que

    ignoramos»l.

    Aunque

    no disponia

    de

    microsco

    pionipodiarecurrira laquimica,Fernelera

    partida

    riodelcriteriodeque

    la enfermedady la

    epidemiason

    venenosintroducidosen el organismo

    que

    se

    diseminan,y comparabaesacausadesconocidaconesealgodes

    conocidoque

    hay

    en la mordedura

    de un

    perro

    rabioso.Suimaginacion

    ibatrasalgo

    queaun

    tardaria

    300anos

    en descubrirse:

    el microscopioy

    los virusinvisibles

    para

    el

    ojo

    humano.

    jCausas naturalesde la enfermedad todaviadesconocidas!Enel

    si

    gloXVI,enque

    se

    habiallevadoa cabo lacircunna vegacio nterrestre y en

    el quela

    imprentasustituia

    a 10.000escribanos ... jIncreible

    l

    El sistema

    medico

    de

    Hipocrateshabiaalcanzadosu maximaperfeccion,y

    cada

    en

    fermedadconstituiaun

    t rastorno

    de temperamento

    demostrable.

    LDe

    quecausasnaturalesocultaspodiat ratarse?Puesbien,Fernel se

    vale

    del

    personaje

    Eudoxus

    paraensenarnosquealgunasde lasenfermeda

    des

    sonde na tura leza

    desconocida. LSobrenatural, no natural?, pre

    gunta

    Brutus.

    No,

    replicaEudoxus,porqueesta

    pens

    an do en algoque

    sea natural . . aunque procedade

    las

    estrellas.

    Ferneldesbrozaelcamino

    haciaelrastreo

    d e f i n i t i v ~ de

    lascausas

    ocultas.

    LHabraal

    final,de ver

    dad,

    un

    rasgosobrenatural?

    Contemplandoesa

    «escala

    de vida»,La que

    distancia

    de10 humanose

    s i tuaba

    el

    travesanoanimalen laconcepciondenuestro medico-filo

    sofo?Sindudapara

    Fernel

    el

    vinculoreal

    entre

    animal

    y hombre

    eraque

    ambos fueran

    creacionesde

    Dios.

    ParaAristoteles,elhombre

    y

    elanimal

    eran

    una

    mismacategoria

    de

    seres;

    para

    Fernel,

    no.

    La

    piadosa

    fequeIe

    nutrl;:)' rechazaba

    ese

    concepto,lamente

    de

    Fernelno

    daba

    cabidaa un

    vinculo

    deparentescoentrehombre

    y

    animal.

    Nila

    mas

    levesospecha.

    Porello

    esinteresante

    examinar

    algunasde

    sus

    ideas

    posit ivistassobre

    la naturalezaanimal,ya que,

    segun

    su criterio,estaeramasproximaa la

    vegetalque a

    la

    humana,

    aunque

    su espiri tu

    fuese

    distinto

    al

    de

    las

    plantas,concepcionqueso

    steniaaun

    enelcaso

    de

    lasmas

    humildes

    es

    peciesanimales.«Laostray otrosmoluscos

    adheridos

    a

    la

    roca

    son

    inca

    pacesde

    movimiento(locomocion),

    perosienteny t ienen

    ciertaimagi

    nacion

    y ciertopensamiento (figendi cogitandique facultas))2. Si se

    les

    coge,

    se escurren.Imaginoque

    la

    opiniondeAristoteles

    no

    habria

    sido

    muydistinta

    3

    .

    En

    elcasode Fernel,la dificultadresidiaenno poderdife

    .. renCIar{(vida»

    de

    « m e n t e » ~ r a ta el,LJ.ue  los

    vegetales

    se

    nutrieran

    del

    suelo-nosabiaquetambien

    10 hacian

    delaire-

    eraevidenciadeuna

    mente

    internade la

    planta.La aceptacionuniversal

    de un

    principio

    vital,

    uno

    de

    cuyos

    donesera

    la

    mente,impedia

    la

    consideracion

    de

    cualquier

    casoconcretode vidacomoalgoquenofuera indivisiblementeviday

    mente.

    «Todoslosanimalestienenla

    nocion

    de

    10 placenteroy 10

    desa

    gradable,y estesentidolos impulsaa moverse

    hacia

    un objeto0 a a1e

    jarsedee1»5.

    La sensacion

    provoca

    «una

    agitacioninternaque

    impu1sa

    a1

    1.

    Dia.logo, II, 13.

    2.

    Physiol. V,

    cap.

    9, pag.

    109.

    3.

    De

    generat ione animalium,

    I,

    23.

    4.

    Physiol. V,

    cap. 18,

    pag.

    125a. ({Eadem

    mens naturae

    utens

    facul tat ibus corpus univeI-

    sum

    alit}), etc.

    5. Physiol.

    V, cap. 9. pag. 109a.

    25

     

    http:///reader/full/el,LJ.uehttp:///reader/full/el,LJ.ue

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    14/127

    t

    que cada uno produjera su

    propia especie, y

    la otra clase

    residia

    en los

    1!

    animal

    a

    buscar

    10 placentero y

    10 provechoso))l

    y a

    evitar 10 opuesto. Ta

    les movimientos son

    inevitables y necesarios

    en su naturaleza. Fernel

    1

    . ; . ~

    senala algunas 'de las fases del proceso

    en

    la siguiente

    forma.

    Las imagenes de un objeto externo se forman

    en

    un organo

    del

    sentido

    desde

    el

    que se transmiten al

    «sentido

    interno))

    del

    cerebro. Al ser reco

    nocidas

    como 10 que son por este

    sentido interno, dos subfacultades

    de

    ,

    dicho sentido, es decir

    la

    memoria

    y

    la imaginacion

    -situadas en

    la parte

    oJ

    nterior del cerebro-, juzgan

    si

    son placenteras, desagradables, prove

    chosas

    0

    nocivas,

    segun

    el caso. A esto

    sigue un

    impulso

    instintivo de

    "

    ;;;;

    conmocion appetitus) que «causa)} un movimiento de

    acercamiento

    al

    21

    objeto agradable

    0

    provechoso, 0 de

    alejamiento

    del desagradable 0 no

    civo. El

    movimiento

    opera

    2

    por

    contraccion (sistole)

    del

    cerebro, la cual

    impulsa los espiritus animales desde

    sus

    camaras frontales hacia la ca

    mara mas posterior (cuarto ventriculo)

    y, a

    partir de

    esta,

    por el canal

    de

    l

    1

    la medula

    espinal y a traves

    de los nervios

    hasta

    los musculos, tensando

    !1

    los adecuados a1

    acto.

    No habia posibilidad de eleccion para el animal

    "

    en

    todo

    el proceso. Ellibre

    albedrio

    era

    facultad

    exclusi.va 

    del

    hombre.

    Cuando, unos cien anos

    mas tarde,

    Descartes

    pensaba que

    los animales

    actuan como

    automatas,

    no se apartaba mucho de

    las

    tesis de FerneL

    .;I

    Y

    no hablemos

    de

    la

    epoca

    posterior

    a

    Fernel, en

    la

    que los naturalis

    ;ji

    tas, muchos de elIos medicos, confeccionaron el catalogo

    del

    reino de la

    Naturaleza con arreglo

    a

    la forma, con un celo no menos acendrado por

    II

    que

    fuera su vision. La clasificacion

    siguio

    vigente,

    y

    actual

    a

    ser el

    inventario

    de todas las formas de vida. En la

    epoca

    algunos de

    los

    que se dedicaban

    a

    la taxonomia

    llegaron

    a

    ciertos tiP05 idealeshacia los que supuestamente tendian

    am

    .,

    plios grupos de individuos,

    inconscientemente,

    como

    5i

    de un

    objetivo .'

    de

    la Naturaleza

    se tratara.

    Se

    pretendia la existencia de un

    {(universal

    1

    I

    ]

    d

    hacia el que intentaba encaminarse

    10 individual.

    Habia un arquetipo

    imaginario de planta con flores, un arquetipo de vertebrado.

    La

    tesis

    atrajo incluso

    al

    propio Goethe, quien contribuyo a

    afianzarla.

    Pero era

    lgo

    Husorio, y su propio entusiasmo Ie arrastro hacia una cierta distor

    1

    ian de

    los hechos.

    '1]

    · 1

    Sin embargo,

    el

    futuro tenia

    reservado un gran

    descubrimiento, y

    fue

    principalmente como

    consecuencia del

    estudio

    de

    I:::.

    fair::.1U 

    ::m bruto

    par

    el que

    Charles

    Darwin

    llego a

    dilucidar que la

    «escala .de la vida»

    era en

    realidad un arbol genealogico.

    En Fernel.

    no hay el

    menor atisbo

    de se

    mejante concepto.

    La

    que

    a

    elle impresiona

    es

    que las

    series

    vitales su

    .4

    gieran cierta

    continuidad,

    que

    la

    tribu animal se funda

    con la

    tribu

    vege

    tal. LQuien puede decir

    si una

    esponja

    es

    animal 0 planta?

    La

    tierra sigue

    produciendo formas

    inferiores

    a partir

    de

    S1 misma;

    las genera el limo

    fluvial y maritimo, y la carrona eria abejas e insectos. Este concepto tan

    ambig uo de generacion

    era en

    la

    epoca,

    y

    patrimonio

    de cultos e

    "

    incultos. La autoridad

    patrfstica 10

    respaldaba, pues San Agustin habia

    ensenado que desde el principio

    existian

    dos clases de origen de vida:

    el

    elementos

    y

    solo se

    activaba

    en determinadas condiciones.

    Dos

    siglos

    despues de Fernel,

    el naturalista

    Buffon seguia ensenando

    10

    mismo.

    El material procedia de cualquier parte. Pero Y la forma? En las

    for-

    mas superiores, la forma

    es

    de

    procedencia

    limitada. La forma del

    caba

    llo

    requiere que se produzca el caballo,

    la

    forma del hombre

    mente humana. Que ambos

    tengan

    dos

    ojos, una cabeza y

    cuatro

    extremidades, no

    sugiere a Fernel

    un tronco comun. La

    Naturaleza

    en su

    fertilidad produjo en

    un

    momento dado una

    de

    esas dos formas y, en

    otro

    momento,

    la otra. Ambas eran, en sentido literal extrema,

    una

    r E ~ a ~ l O n

    especial. No habia una historia, en el sentido actual, que las

    fundamen

    tara.

    Cada una de elIas

    era

    una

    creacion sin

    rakes en el pasado,

    un

    rayo

    en el

    espacio.

    Para

    Fernella

    uiorma»

    de los seres

    vivos

    es

    algo separable

    de

    su sus

    tancia;

    y no simplemente en el sentido analitico, sino tambien en el exis

    tencial. Dice que, en

    las

    cosas inanimadas, es

    la

    forma haciendose mate

    ria 10

    que

    las dota de individualidad. En los

    seres animados,

    es la forma

    que

    los estructura

    10

    que no solo les individualiza, sino la

    que

    les

    da

    vida.

    En

    una

    planta

    0

    en un

    animal, hay dos componentes: los cuatro

    elemen

    tos,

    con

    la constitucion

    resultante, y la «iorma)).

    La

    forma

    se halla en su

    estado mas

    simple

    en los elementos. En las plantas mas perfectas

    la

    forma aporta el crecimiento y la reproduccion.

    Aun

    mas perfecta es

    la forma animal que incluye sensacion y movimiento, Y la mas perfecta

    es

    la humana, la suprema 1

    de todas

    las

    formas

    sublunares.

    Es esta

    una

    concepcion

    ferneliana

    a la

    que

    hay que habituarse. El

    cuerpo,

    a pesar

    de

    que

    en

    ls

    ajustan

    armoniosamente los cuatro

    ele

    mentos dandole

    «constitucion»,

    no tiene poderes

    propios.

    No

    actua: esta

    sometido a actuacion. Lo

    que

    realiza no es efecto

    propio,

    sino del ente

    que

    10

    habita. Para Fernel y

    su

    epoca, la materia era

    un

    sustrato inerte .

    Para nosotros,

    es un

    sistema

    de

    unidades en continuo movimiento; una

    proliferacion de actividad

    que

    se automantiene, una poblacion

    de car

    gas

    electricas

    que se

    mueven en espiral, se atraen, se repelen, giran

    mi

    Hones de

    veces por

    segundo.

    El mismo termino y concepto

    de

    «materia))

    cede

    actualmente el supuesto al

    de

    energia, acto. La sustancia inerte de

    Fernel,

    incluso en

    sus estados

    mas estaticos,

    se ha

    convertido actual

    mente en equilibrio de

    avalanchas

    dinamicas. Su propia continuidad

    es

    continuidad

    de

    cambio. En

    lugar de

    escindir

    forma

    y"materia,

    estas se

    hacen

    inseparables

    Y una misma

    cosa, y constituyen e1 movimiento en

    s1. Asi

    es por

    doquier exista materia:

    en una raca, un

    arbol 0

    en

    e1

    hombre.

    A

    Fernel,

    en su simplicidad pragmatica de

    juicio, Ie

    cuesta,

    como

    a

    Aristoteles,

    perder de

    vista el individuo.

    Esta

    forma

    suprema,

    que es

    propia

    del hombre

    y 10

    configura

    y 10

    completa,

    es

    una forma

    total

    que

    domina todas las formas de todas las

    partes.

    Es una perfeccion, pero Fer

    nel

    anade

    que no

    hay

    que

    considerarla

    una mera

    armonia

    2

    Una

    armonia

    es un

    conjunto

    de

    sus partes. La forma total

    es

    un individuo,

    una

    unidad

    Creador habia situado una clase en los animales

    y

    en las plantas para

    1. DiBlogo I.

    3.

    406

    j

    2. Diillogo

    1.

    3, 407

    1

    Ibid. cap.

    12.

    pag.

    154a.

    ;]

    2

    Ibid. cap.

    13.

    pag.

    156a.

    27

    1

    1l

    26

    1

    http:///reader/full/exclusi.vahttp:///reader/full/fair::.1Uhttp:///reader/full/exclusi.vahttp:///reader/full/fair::.1U

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    indivisible

    en S

    misma. Es

    una eausa de armonia, hace

    armonicas las

    partes

    del cuerpo.

    Este concepto excluye 10 que

    en

    pSicologia

    actual

    se

    denomina

    «figurismo» y

    parece

    un tanto

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  • 8/17/2019 El hombre y su naturaleza - Charles Sherrington.pdf

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    Fisiologia adolece de aplicacion religiosa.

    Pero,

    aunque todo 10 arabe de

    sagradaba

    a Fernel, es precisamente en el,

    l igeramente

    mas que en los

    propios

    arabes,

    en quien

    persiste la

    «simplicidad», como la denomina

    Renan,

    de la

    concepcion aristotelica. Esa

    simplicidad

    era inevitable

    mente complicada par

    la

    tendencia orientalista de las

    fuentes

    sagradas

    de Fernel.

    Eudoxus

    contesta

    a

    Filiatros

    1

    : «El

    universo es doble.

    Hayen

    el, por

    una

    parte, 10 visible, 10 concreto, 10 corporeo; por otra, un mundo que

    escapa

    a nuestros sentidos,

    un

    mundo incorporeo.

    Este

    otro mundo es ta

    lleno

    de

    formas

    simples, puras, disueltas.

    Las

    mentes carecen de toda

    dimension

    y de

    todo elemento

    corporeo;

    un

    mundo

    de

    10 mas excelso y

    deseable,

    morada de

    Dios

    y

    de

    10

    divino.))

    Y

    ese

    Ser Supremo,

    de morada tan

    re

    mota y

    lejana,

    mas

    alIa incluso de Saturno, el

    planeta mas

    distante, LPor

    medio de

    que

    sistema

    ejerce la

    guia y gobierno de

    la Naturaleza

    y

    del

    propio

    mundo?

    El

    no era,

    para

    Eudoxus

    y

    los interlocutores d el Dialogo,

    un

    Espectador negligente

    0 indiferente

    respecto a

    10 que habia creado.

    Para

    elIas, no

    caia

    un

    solo gorrion

    sin que

    El 10 supiera. «El, que ha

    creado la

    Naturaleza, es quien

    la

    guia; El

    no

    abandona

    el barco

    que El

    const

    ruy0

    2

    El

    era el timonel, el piloto.

    LDe que

    sistema?)) Filiatros

    dice:

    «Con tu permiso,

    discutamos esto. Brutus,

    tu cita a

    Platon; Eudoxus

    a

    Aristoteles; y yo,

    las

    Sagradas Escrituras))3.

    Asi

    10 hacen,

    yen

    el disCUISO

    van recurriendo a las

    diversas fuentes

    para

    establecer los

    antecedentes

    bibliogr8.ficos sobre

    la

    organizacion de la

    administracion divina

    de la

    naturaleza y el mundo. El

    razonamiento se estructura sobre 10

    que pode

    mos

    denominar

    l ineas

    de

    autoridad. Las autoridades se aceptan con una

    universalidad un tanto desconcertante

    para el lector moderno. Cita

    a

    So

    lon,

    Aristoteles, Platon, las

    Sagradas EscritUIas, Virgilio,

    Plotino,

    Jam

    blico, Hipocrates, Temistio,

    DioniSio,

    Teodoreto,

    Porfirio,

    Jeronimo

    y

    otros, con 10 cual

    no dejan

    nada para una

    refutacion

    equiparable

    en

    ter

    minos generales. Es como

    si,

    desde el criterio pagano, se buscara una

    confirmacion de la

    fe

    cristiana.

    El tema que nos ocupa

    l inda con la tesis

    de una

    jerarquia

    de

    formas

    que, sometida

    al

    Dios supremo,

    compartiera

    la

    administracion de la Naturaleza

    y

    del

    mundo, y dellugar

    del espiri tu

    del

    hombre en

    relacion

    con dicha

    jerarquia. Estan los

    nueve

    caras

    de

    «formas)) celestes, en

    grado

    decreciente

    desde los

    serafines

    hasta

    los

    an

    geles.

    Esta

    Zakiel, el angel guardian

    de

    Abraham,

    y

    Rafael

    y

    Metraton,

    de Jacob

    y

    Moises respectivamente. Salen

    los «daimones))

    de Platon

    y

    el

    promio «daimOlll

    familiar

    de

    Socrates.

    No se

    escatiman

    ni los Lares y Pe

    nates. Realmente,

    muy

    lejos

    de

    Aristoteles y del comentario que de el

    hace

    Ibn

    Roschid:

    «La verdadera

    religion de

    los filosofos es el estudio

    de

    10 que

    existe.))

    Los

    espiri tus

    invocados son todos de

    indole celestial,

    y asi se situa el

    «espiritu del

    hombre)) en su debido nivel. «Todo 10 que Dios

    creo

    en su

    momenta ,

    en

    el

    cielo

    0

    en

    la tierra, es

    cu i

    dado

    y regido

    por

    El. SU

    provi

    dencia y celestial gobierno de las casas

    es directo

    y

    de primera mana.

    Pero administra animales, plantas y

    otros

    seres mortales mediante la

    lD -

    tervencion de los cielos. Y para proceder a tal delegacion ha dictado a

    sus

    ministras

    leyes que

    preven

    la

    creacion

    y preservacion

    de las cosas

    mortales»l.

    Pero el

    espiri tu

    del

    hombre,

    al compartir, como

    es

    efcaso,

    la

    naturaleza

    celestial,

    no

    queda incluido en

    esas

    cosas mortales y

    se

    halla

    bajo el gobierno directo de

    la

    Divinidad.

    En

    cuanto a

    la naturaleza del hombre, los dialogantes coinciden

    en

    que

    no

    basta

    con saber que clase de individuo es el

    hombre;

    la

    clave

    es

    t r iba

    en

    gran medida

    en

    el

    como

    ha

    llegado a ser 10 que es.

    Natural

    mente, esto no

    significa

    que muestren predispoSicion alguna por 10 que

    actualmente

    denominamos evolucion.

    Lo que inquieren es como la crea

    cion

    elabora

    al individuo,

    en

    su

    tipologia

    perenne

    Y

    de

    inmutable

    sempi

    terna repeticion,

    dentro

    de

    los

    limites

    de

    las propias

    especies creadas.

    LEs la perfeccion del nuevo individuo en su principia, antes de haberle

    sido

    insuflada

    la vida, un perfeccionamiento

    de

    materia,

    a

    la

    que

    se Ie

    ha

    dotado de cualidades potenciales?2 Eudoxus rechaza esta opinion, y la

    discusion aumenta de tono y dramatismo. Fernel ha

    lIevado

    a estos tres

    personajes

    a

    un antiguo terreno

    de batalla, y, aunque

    han t ranscurrido

    ya dos siglos

    y media desde la batalla

    original, su sola mencion, al me

    nos en

    el

    Paris de entonces,

    al tera el

    pulso.

    El obispo

    Stephane Tempier,

    con el celebre decreto de

    1276-77,

    logro

    condenar

    los principales errores de

    la

    doctrina aristotelica Y averroista

    que, por

    entonces, se ensenaban corrientemente en la Universidad de

    Paris.

    El

    decreta apuntaba directamente a

    Sigerio

    de

    Brabante

    Y a su

    ra

    cionalismo averroista, pero algunos de los ccerrores condenados consti

    tuian parte

    esencial del aristotelismo

    «ortodoxo))

    de

    Santo Tomas de

    Aquino

    y

    de los profesores de Paris.

    El

    obispo Tempier condeno

    219 cche-

    rejias , Una de

    elIas era la «individualizacion de la materia»,

    centro de

    la

    discusion en es te parrafo del Dialogo de Fernel. Los ccarticulos condena

    dos ,

    0

    por ser exactos, 216 de ellos, fueron editados de nuevo en Padua,

    poco

    menos de

    unos doce anos

    antes del

    nacimiento

    de

    Fernel, por el

    im

    presor Mathias

    Cerdonis,

    hacia

    1485

    3

    . La controversia seguia

    viva

    en

    el

    reducto paduano

    del aristotelism o. El articulo

    103 decia:

    «Forma

    hominis

    non est ab

    extr inseco sed

    edueitur de potentia

    materire»,

    y

    va

    en contra

    de 10 que argumenta Eudoxus

    en

    el Dialogo, escrito

    cincuenta

    anos des

    pues.

    Eudoxus

    derrota dialecticamente

    a Brut\.ls .

    No hay simple perfec

    cionamiento de

    materia

    que valga, no hay mer

    a

    entelequia. Lo tinieo

    po

    sible es la evolucion de 10 que hay de potencial en la materia,

    aunque

    esto aun seguira siendo

    cuali tat ivamente

    materia. Pero no basta; el

    hombre

    posee

    poderes superiores

    a los de

    la

    materia. No; en

    el rudi

    menta

    corporeo

    debidamente dispuesto y en

    el cuadragesimo

    dia de su

    devenir, empieza la forma

    especifica;

    es

    celestial,

    procede de allende las

    estrellas. Despues,

    claro esta,

    comienza

    una

    nueva vida

    individual.

    Hasta ese momenta solo ha sido parte de la vida materna.

    \

    I

    1

    Dialogo,

    I, 10,449.

    1

    Dialogo,

    I 9,

    en

    especial.

    2

    Dialogo, 1.

    7.

    3 Art icul i Parisius condemnati . sub bone memorie

    reverendo patr i domino

    Stephano

    Dialogo, I 10, 448.

    3 Dialogo, I 9, 443. anno 1276 . Padua, Mathias

    Cerdonis, 4to

    (c. 1485).

    33

    32

    http:///reader/full/Brut/.lshttp:///reader/full/Brut/.ls

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    18/127

    En

    e1 Dialogo mientras tanto, Brutus ha

    salido

    de

    escena «con

    la ca

    beza hecha

    un lio».

    En espera

    de

    su regreso, Filiatros prop

    one resumir, a

    modo

    de

    «epilogo»,

    e1 razonamiento conseguido.

    Y

    10

    hace de

    un modo

    sucinto

    1

    :

    Todo

    10

    que

    Ia

    Naturaleza engendra

    consta,

    desde

    su

    primer momenta,

    de

    ma

    teria

    y forma. De

    las

    dos, la forma es

    con

    mucho

    la

    mas importante y constituye la

    cosa

    tal

    como la

    conocemos. De 10 que

    se

    sigue

    que

    la

    cosa engendrada no es esta

    ble nf permanente. La forma por Ia que la cosa comienza a existir no

    puede

    perma

    necer

    unida

    a

    su

    materia

    para

    siempre. Se une·a ella en cierto momenta,

    de

    pronto, en

    un

    instante.

    Este es el

    verdadero

    sentido del

    «nacimiento)).

    De igual

    modo,

    en

    determinado momento, la abandona: es

    Ia

    muerte. Antes

    de

    que

    la

    forma se incorpore al material, este

    debe estar

    dispuesto. Sin ello la union

    de

    la forma con

    el

    material no pod ria

    producirse.

    Sin embargo, esto es

    una

    simple

    preparacion. A esta organizacion preparataria contribuye el padre, mediante

    la

    semilla,

    a

    de

    algun otro modo.

    Esta organizacion

    preliminar esde

    divers

    as

    dases:

    Ia union de los cuatro

    elementos formando

    un temperamento,

    la

    proporcion del

    cuerpo

    y de sus partes, la

    provision

    de

    los

    tres espiritus corp6reos a

    modo

    de me

    diadores. Todo ella procede

    de

    los

    padres

    a traves del

    germen.

    Una vez culmi

    nado este

    proceso preparatorio,la forma,Ia

    especie, entra sin

    mas de

    forma natu

    ral. y digamos par

    necesidad inevitable. Como

    esta «forma)

    es

    muy

    simple, en

    modo alguno esta constituida

    por subformas. Sin

    embargo, las

    facultades

    que po

    see Ie permiten

    desempenar

    la pluraJidad de cosas que debe hacer. Los que juz-

    gan meramente

    por el senti

    do

    y solo observan las

    causas

    inmediatas infieren que

    la

    forma

    se obtiene y procede de potencialidades

    de

    la materia. Pero hay muchos

    argumentos validos que refutan tal afirmaci6n. El padre, que engendra

    a

    otro ser

    del

    mismo nombre y clase, no 10 crea. Todo

    10

    que hace

    el

    padre es actuar

    de me

    diador

    en

    Ia concomitancia que une

    la materia

    a la forma.

    Par

    encima del padre

    hay

    un

    Artifice

    mas

    poderoso y

    mas

    sublime que al. que es quien envia la forma,

    como insuflada par un soplo.

    Lo has

    resumido

    bien -comenta Eudoxus.

    E1

    argumento,

    dadala inclinacion de

    Fernel

    hacia

    la naturaleza y Ia

    re

    ligion, era mas concebible que el de

    Ia

    materia

    viva,

    tras millones

    de

    anos de

    «preparacienn, decirlo

    conla pA1AhTA

    qllA

    Almismo emplea,

    fuera desarrollando una modificacien

    progresiva

    de la

    vida

    en su propio

    seno.

    La vida, en

    sentido humano, parece

    tener un buen

    futuro en nuestra

    superficie

    terrestre,

    pero es un mecanisme muy

    especializado

    y

    deli

    cado,

    y

    sus creaciones singulares no duran mas que un plazo limitado.

    Esta

    brevedad

    individual

    provee

    pingues oportunidades de ulterior

    me

    jora

    de

    las generaciones subsiguiente s por efecto de

    las

    leyes de

    Darwin.

    Un plazo

    intergeneracional de

    veinticinco anos, .comparado

    con

    un

    mi

    llon,

    0 incluso medio millen de anos,

    presenta grandes

    oportunidades de

    mejora

    hereditaria. 0 de deterioro de la

    raza,

    particularmente por efecto

    del stress de

    la

    civilizacion. La formacion de «especies» impliea

    especia

    lizacien

    y,

    una

    vez

    obtenido 10 geneticamente especial, es

    dificil

    de eli

    1. Dialogo I 7.

    minar.

    Una

    de

    las

    eonclusiones de la historia biologica es la de que la es

    pecializacion de la estructura heredada, a 10 largo de los cambios sucesi

    vos de

    la

    superficie de

    nuestro planeta,

    ha resu1tado

    fatidica para mu

    chos

    de

    nuestros

    poderosos antecesores. Es

    este

    amplio

    margen

    de

    utilidad

    de

    Ia mente 1 que ha permitido que el desarrollo relativo y pro

    gresivo del cerebro sea

    una

    excepcion. Y es tan

    acusado

    que

    el hombre

    ha llegado

    a considerar

    esa

    erguida cabezota

    humana como un rasgo de

    belleza biologica.

    Actuaimente Ia Naturaleza se

    nos

    muestra mas

    amplia

    que nunca y

    nos integra m as que nunca. Es,

    si

    quereis, una

    maquina, pero

    una ma

    quina parciaImente mentalizada y, por el hecho de integrarnos a

    noso

    tras,

    es una maquina

    con

    cualidades menta les humanas. Es un torrente

    vivo de energia

    -mental

    y fisica- y, a diferencia de

    las

    maquinas cons

    truidas por el hombre, la animan emociones, temores y esperanzas,

    aversiones

    y

    amores. Promete aduefiarse

    del

    planeta,

    mira adelante y

    atras».

    A que

    a

    qUien debe esa condicion

    eminente y

    en

    apariencia

    unica?

    Su respuesta decisiva es

    que se Ia

    debe

    a

    sl misma. Pero,

    para Ia

    concurrencia

    semidivina

    que

    la

    contempla, dada

    su

    proverbial ignoran

    cia,

    la

    respues ta resulta impertinente. Es

    de

    suponer que,

    si

    las estrellas

    10 oyeran,

    sonreirian. E1 pensamiento humano

    vaga errabundo.

    GDe que

    nos sirve? El hombre es demasiado pequeno

    y perecedero

    para ser su ob

    jeto. Un consejo

    seda

    «aguantar y estarse

    quieto»;

    es

    el

    consejo mas facil

    de

    seguir porque es,

    en

    apariencia.

    10

    unico que

    podemos

    hacer, al

    me

    nos par ahora.

    34

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    ill II/

    1/;/;1

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    u

    LO

    NATURAL Y LA

    SUPERSTICION

    Come son

    f jsse

    Ie stelle in

    cislo

    (jQue

    fijas

    estan

    las

    estrellas en el cielo )

    D.G Rossetti

    Videme

    mademo

    multos Japides

    virtutibus olim

    sibi

    attr ibutis deficere.

    "(Vemos que

    en los

    tiernpos rnodernos

    rnuchas

    piedras

    carecen de las virtudes que se les atribuian,)

    Petrus Garcias Episcopus

    d sanctissimu patrem et dnm

    Innocenti i i papa viij in

    determinationes

    magistraies contra conc1usiones Joanni Pici

    Mirandulani.

    Roma,

    1489,

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    2

    Nuestro

    medico-filosoto

    del siglo

    XVI,

    JeanEernel, suponia

    la existen

    cia en el cuerpo de algo incorporeo. EI

    C1.1 ElrPO

    materigJmo funcionaba por

    S mismo; estaba regido por algo que hada «vrvrr;;. En cilento a T sac-

    tOB del cuerpo, sususfancfa corporea era como una

    herramienta

    en ma

    nos

    de un artesano,

    y

    ese artesano era

    el regidor incorporeo

    del cuerpo .

    En

    esta descripcion, Fernel menciona repetidas veces el anima, con

    un significado muy similar

    a1 que figura

    en

    e1

    tratado

    psicologico

    de

    Aristoteles, titulado De Anima. Para traducir con

    una

    palabra

    e1

    sentido

    con

    que

    Fernel emplea

    tan

    ampliamente el vocablo, habria que imaginar

    que

    palabra habria empleado

    si

    hubiera

    escrito

    en

    nuestro idioma. Pero

    no

    redacto

    sus tratados en lengua

    vernacula, por 10

    que carecemos de

    pistas, pero, en

    el

    siglo

    XVII,