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EL INMIGRANTE Y SUS PROBLEMAS · Dijo Rudyard Kipling, en su poesía “Si”: Si puedes tener fe en ti mismo… Si puedes soñar, sin que los sueños im-periosamente te dominen…

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EL INMIGRANTE Y SUS PROBLEMAS

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Fernández Gago, Serafín El inmigrante y sus problemas. - 1a ed. - La Plata : Al Margen, 2011. 144 p. ; 21x15 cm.

ISBN 978-987-618-116-7

1. Inmigración. I. Título CDD 304.82

Fecha de catalogación: 12/05/2011

© Ediciones Al MargenCalle 16 nº 553C.P. 1900 - La Plata, Buenos Aires,ArgentinaE-mail: [email protected]ágina web: www.edicionesalmargen.com

Diseño de cubierta e interior: DCV María Victoria GoicoecheaISBN 978-987-618-116-7

Printed in Argentina - Impreso en ArgentinaQueda hecho el depósito que establece la ley 11.723

Todos los derechos reservados. No puede reproducirse ninguna parte de este libro por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopiado, grabado, xerografi ado, o cualquier almacenaje de información o sistema de recuperación sin permiso del editor.

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Todos los inmigrantes hemos tenido problemasfueron resueltos de acuerdo a la

inteligencia y constancia de cada unoestos comentarios y narraciones están dedicados

a todos los inmigrantes que han sufridoy vivido con tristeza y alegría

el desarraigo de su tierra

Los libros para las personas soncomo las fl ores para las Abejas,deben leerse y, como hace la abeja, extraerles el néctar

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Algunos de los nombres y anédoctas,narraciones de El Inmigrante y sus Problemas,

son comentarios, hechos que viví y otros que me contaron.Si por cualquier circunstancia existe algún parecido

con alguna persona , nombre o con la realidad, tan lejanaes pura coincidencia.

Serafín

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Qué difícil es ser inmigrante, ya que uno trae en sus espaldas, una cantidad muy grande de ilusiones, problemas, inquietudes y conoci-mientos que deben ser amoldados al lugar que hemos elegido ir.

Hay una gran cantidad de situaciones que se le presentan al inmi-grante para poder sobrevivir, cada uno tiene su forma de resolver los problemas que se le presentan cotidianamente en su labor.

El inmigrante es aquella persona que se ha desplazado de su lugarde nacimiento a otra ciudad u otro país, y que se ha quedado allí ya

sea para estudiar, trabajar o desarrollarse cultural e intelectualmente; hay un cambio geográfi co, donde debe realizar nuevas amistades, te-ner otro trabajo; puede haber otro clima.

El emigrante va a otro país para trabajar y ganar dinero, ahorrar lo que pueda, tal vez pensando siempre en retornar a su pueblo (es difí-cil volver a su terruño), con unos dinerillos y comprar alguna propie-dad y quedarse defi nitivamente en su tierra. Es como la golondrina que se desplaza de un continente a otro temporariamente y vuelve siempre al hogar donde nació.

Los inmigrantes somos personas errantes, ya sabemos de antema-no que nos vamos, pero no sabemos cuándo volveremos. Llegamos a un país para establecernos, pero, ¿hasta cuando? Inmigrante, emi-grante, así nos llamaban los paisanos de antes.

Ya que la nostalgia y los sinsabores nos roen la mente, ya no sola-mente somos emigrantes los que venimos de otro país, sino también los que nos trasladamos dentro de la misma tierra, de una ciudad a otra, o de una provincia a otra, del campo a la ciudad y viceversa.

PRÓLOGO

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En todas las épocas hubo emigraciones, las mayores se sitúan en el siglo XV tras los descubrimientos de las Américas, y también a partir de las guerras de 1914 y 1939.

Siempre después de las grandes guerras hubo emigraciones, ya que se quería salir de esos lugares donde se pasaba mucha hambre y había guerras permanentes. También se buscaba ir a vivir a otros lu-gares para desarrollarse cultural y espiritualmente, y vivir en libertad.

Los emigrantes vamos de un país a otro, llevamos una mochila car-gada de cosas que estimamos necesarías para poder vivir los primeros tiempos y otras que son ilusiones, que las tenemos en nuestro cerebro y que tratamos de realizarlas, aunque sea con dolor y sacrifi cio.

Algunos venimos con conocimientos muy rudimentarios, otros vienen a estudiar a una ciudad desde un pueblo, otros vienen a traba-jar y mejorar su situación económica y cultural, juntar unos dinerillos y volver a su lugar de nacimiento.

Todos los inmigrantes debemos refl exionar y adecuarnos a las dis-tintas situaciones que encontramos al abandonar nuestro pueblo.

Las circunstancias por las que se emigra son muchas, algunas po-líticas, otras económicas, hay quienes buscan otras latitudes donde no hay guerras, para mejorar y ver si hay otras oportunidades para desarrollar el intelecto y regresar a su tierra en mejores condiciones.

Qué hermoso es volver al pueblo donde uno nació, pero cada vez queremos más el lugar donde uno se desarrolló.

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Muchas veces estamos confundidos, tenemos mucho nerviosismo, tensión, tal vez preocupaciones excesivas, por nuestra salida del país y otras veces tenemos optimismo por el viaje que vamos a realizar, ya que en nuestro país es muy difícil sobrevivir y desarrollarse en plenitud.

También tenemos una mirada optimista de lo que nos va a ocurrir, pero debemos afrontar conscientemente las difi cultades que vamos a tener.

No obstante lo que nos han contado otros inmigrantes, emprender el camino del desarraigo es doloroso. También hay que establecer metas y cumplirlas si es posible.

A la mayoría de los inmigrantes les interesa el trabajo, ganar un jornal del que pueda vivir con su familia cómodamente, y también aprender, ya que la educación ayuda a la desenvoltura de uno y al desarrollo económico, a adquirir conocimiento de otras culturas y a aplicar el que uno trae en su intelecto e integrarlo en el lugar donde ha elegido vivir.

El inmigrante no debe olvidar que viene de una cultura distinta y debe aprender y ver las posibilidades que le da ese lugar nuevo, conocer las otras lenguasy formas de vida, comidas que son distintas.

Los inmigrantes desde el exilio voluntario venimos soñando, ve-mos cómo el tiempo va pasando y envejecemos. Cada momento que pasa nos integramos más donde vivimos, es así que cada uno tiene su capacidad creativa y su destino.

Hay que tomar en determinado momento decisiones importantes, que fueron incorporadas en nuestra mente mucho antes de llevarlas a cabo.

LA IDENTIDAD DEL EMIGRANTE

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En el momento de la despedida, cuando uno se va a otro país, mira por la ventanilla del tren que va dejando atrás su casa, sus parientes, con la esperanza de volverlos a ver pronto, pero muchas veces ya no se vuelve nunca más.

Muchas veces hacemos comparaciones entre el lugar donde uno nació y donde se encuentra, algunas son reales y otras no, ya que con el transcurso del tiempo, tal vez se desfi guran los contornos, las dis-tancias. Al vivir en un país más grande, surgen dudas acerca de por qué se realizó el viaje, si estuvo bien o mal. Pero son decisiones que se toman en circunstancias muy especiales, ya sea por falta de trabajo o para ver si en otro país se puede mejorar la vida de uno.

El emigrante debe estar tranquilo y a gusto con la gente que lo rodea, debe tener esperanza, aprender con el tiempo, no hacer com-paraciones odiosas.

Una cosa es tomar una decisión, en un momento determinado, por los problemas que estamos viviendo, y otra analizarlo después de mucho tiempo, porque se ve con otra perspectiva, con otra realidad.

El saber es un bien eterno, ya que nadie nos lo puede sacar, por más que tengamos que exilarnos en otro país.

Muchas veces, haciendo planes la tensión baja. Si uno tiene una intuición, debe analizarla muy cuidadosamente, hay que tener tena-cidad, paciencia y esperanza de que las cosas van a salir bien.

Al emigrar hay una etapa creadora y vigorosa, siempre hay un poco de locura en los emigrantes, ya que vamos con muchas ilusiones, que muchas veces no se cumplen

Los primeros tiempos del inmigrante comienzan con obstáculos, problemas de trabajo, de idioma, fi nancieros, las relaciones con las personas nuevas, pero siempre hay que seguir adelante.

En mi senectud, la amistad es como un bálsamo estimulante en el trabajo. Ha habido momentos de silencio, cuando uno se pone viejo, las fuerzas mentales parecen estar intactas, pero no es así, la vida se siente distinta y las cosas se ven diferentes de cuando uno era joven.

El odio lleva aparejada la ira, la cólera y la violencia. Se puede evi-tar todo esto, en especial los resentimientos, si la persona es tolerante con los demás y acepta los errores que cometió, todos hemos cometi-dos errores, debemos estar contentos con lo que tenemos, con lo que

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Dios nos dio, saber agradecer a los que nos ayudan a seguir adelante, vivir el último día como en la infancia, estar contentos.

Los inmigrantes tenemos una forma de deambular por la vida, muchas veces no sabemos qué camino elegir, pero debemos elegir uno, si nos va bien correcto, en caso contrario no debemos exhalar una lagrima por los desaciertos, debemos continuar intentando, lle-gar a lo propuesto, continuar en la vida.

Dijo Rudyard Kipling, en su poesía “Si”: Si puedes tener fe en ti mismo… Si puedes soñar, sin que los sueños im-periosamente te dominen… Si puedes pensar, sin que los pensamientos sean tu objetivo único... contemplar que las cosas por las que diste tu vida se han desecho, y agacharte y construirlas de nuevo aunque sea con gastados instrumentos…Si puedes obligar a tu corazón, a tus fi bras, y tus nervios, a que te obedezcanaun después de haber desfallecido y que así se mantengan, hasta que en ti no haya otra cosa que la Voluntad gritando: “¡Persistid, es la orden!”. Los inmigrantes tenemos que tener permanentemente actitudes

positivas para poder avanzar en nuestros objetivos. Muchas veces tratamos de encontrar nuestra identidad, nuestros

ideales, pero en oportunidades encontramos la tristeza y no la alegría como buscamos.

Por los vaivenes de la vida, uno se deja llevar, como si fuera un to-rrente de agua, pero cuando despertamos es muy difícil volver, ya que retomar el camino de vuelta, se hace cuesta arriba, y con los años que hemos pasado en el extranjero, tenemos muchas difi cultades para continuar, para volver a integrarnos con nuestros amigos y parientes.

A medida que pasan los años nos vamos arrugando, y perdiendo la talla y cada vez es más difícil volver y adaptarnos al lugar donde nacimos.

La historia de los inmigrantes, comienza antes de partir de su te-rruño, ya que fue madurando la idea de ir a algún lugar, para trabajar y estudiar la forma de vivir mejor.

La mayoría de nosotros no teníamos estudio, ni ofi cio. Éramos de condición muy humilde, vinimos después de largas noches de sufri-miento, con privaciones por la guerras que hubo.

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Entre los años 1914 y 1960, los buques venían repletos de in-migrantes europeos, que tenían ilusiones por los comentarios que hacían algunos que habían regresado a su tierra. Se decía que en América se ganaba mucho dinero, así que en poco tiempo pensaban volver y comprar tierras en su pueblo, pero lamentablemente la ma-yoría no pudo hacer una fortuna, de modo que en América formaron su familia y se quedaron defi nidamente.

La iluminación durante un viaje, en esas circunstancias que se nos presentan, algunas veces nos identifi camos con esos personajes, que están insertos en nuestra mente. Al leer algún libro o ver un cuadro, ver un mapa nos recuerda la niñez.

La comida de un inmigrante se compone de pan, una ración de verdura o sopa, y algún mengrullo de carne, cebolla, etc. Trata de aho-rrar todo lo que puede, porque pasó difi cultades en su tierra y piensa volver con un poco de guita para comprar algunas propiedades.

El emigrante es aquella persona a la que en su país le es imposible vivir. Busca alcanzar cierta posición económica, social y cultural que le permita vivir, desarrollarse y poder ofrecerle un bienestar a su familia. Por lo tanto, se pone a pensar cómo resolver todos estos problemas y su cara se ilumina cuando afl ora en su mente que en tal o cual país lo puede lograr; es entonces que con esta mochila llena de problemas pero con la ilusión de poder resolverlos, emigra justamen-te al país que su pensamiento le indicó.

Es evidente esa alegría al embarcarse, pero casi de forma inmedia-ta su cara denota tristeza, angustia y dolor porque la familia, las cosas, los amigos, los compañerosy su tierra natal quedan atrás y quién sabe si podrá volver, o si sólo apenas quedará una simple nostalgia y un pensamiento constante de que algún día volverá.

El emigrante, mantiene su identidad, justamente por ese pensa-miento en su terruño, en sus amigos, compañeros, familiares, en fi n todo lo que le queda como recuerdo.

No hay que olvidarse de que todo cambia a una velocidad que muchas veces uno no alcanza a interpretar, conocer, darse cuenta.

El emigrante, viene con todas las esperanzas de encontrar un buen trabajo, progresar lo más pronto posible para formar una familia o, por lo general, traer a la familia que dejó al partir. Con el tiempo se le

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borran las caritas de los hijos más pequeños, y esto sí que no lo deja vivir en paz ni un minuto, hasta que no logra reencontrarse con todos los suyos. En otros casos ha ocurrido que el emigrante se olvida de la familia que tenía en su lugar de origen.

Entonces, ¿cómo encuentra o mantiene su identidad? La mantie-ne con su acento, que jamás pierde, ni aun después de haber domina-do el idioma nuevo; tratando de encontrarse con paisanos o personas del mismo país, y hablar en su lengua, hablar de sus costumbres, de sus comidas típicas, de sus fi estas, de sus andanzas de adolescentes. A su vez va creando centros sociales, culturales, deportivos donde se reúnen y charlan de todos estos principios.

Los nativos de los alrededores de esos centros, también se juntan y se integran mutuamente y se entretienen con juegos, anécdotas, pro-blemas del país, fi estas y comidas, es así como el gringo o el gallego mantienen su identidad y el nativo la suya.

Esto último que estoy diciendo tiene una gran verdad, si no basta ver la fi esta del inmigrante que se viene realizando todos los años en Berisso, Capital del Inmigrante (ciudad cerca de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires). Es asombroso ver cómo comienza la fi esta, rememorando el desembarco que se realiza en el Puerto La Plata con parientes y amigos, que están esperando y saludan cuando ven algún conocido o pariente; no olvidan jamás el abrazo fraterno con sus familiares, parientes o amigos, cuando realmente llegaron al puerto de Buenos Aires, todos hemos llorado de emoción por ese encuentro que tantas veces hemos pensado.

Además, desfi lan todas las colectividades, niños que apenas co-mienzan a caminar y los abuelos, con vestimenta típica de la región. También cada colectividad presenta comidas o dulces, pan, alguna bebida, su música y su baile.

Esta feria de las colectividades se hace en varios lugares de la Ar-gentina, a mí me tocó un año verla y visitarla en Mar del Plata, tam-bién en Berisso. Pude degustar sándwiches de jamón crudo, de la colectividad española; probar una bebida de una colectividad que no recuerdo; y unos bizcochos con almendras de la colectividad italiana.

Esto nos demuestra que el emigrante no olvida su identidad, sino que se las inculca a sus hijos y nietos, por eso en el desfi le nos en-

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contramos, como dije, con niños y hasta abuelos. Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que la identidad se encuentra en las costum-bres, recuerdos y las anécdotas de nuestros antepasados.

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Todos los procesos de adaptación son diferentes para cada uno de los inmigrantes, están infl uenciados por muchos factores, como ser la edad, el trabajo, el estudio, si se va a un país del mismo idioma, las razones por qué emigro, es decir, si fueron razones voluntarias, polí-ticas, económicas o familiares. Estos son todos factores que infl uyen en la adaptación, en mi caso por haber tenido 15 años y haberme en-contrado con personas desconocidas, falta de confi anza ha sido muy duro, pero todo se logra de acuerdo con lo que cada uno se propone.

Todos tenemos distintas formas de adaptación (ganar dinero e irse nuevamente a su terruño), ya sea que se trate de una persona que tuvo que irse por problemas políticos o sociales, o un inmigrante que piensa quedarse defi nitivamente en ese país.

En cuanto a la adaptación de un inmigrante, se parte desde la cultura de origen, es decir esas canciones que quedaron en su cere-bro hasta que se fue de su país, siempre las escucha recordando esa nostalgia, esas canciones que quedaron en su mente cuando emigró y que, por evolución y transcurso del tiempo, ya prácticamente se escuchan muy pocas veces en su patria nativa, solamente las escucha en el destierro, como una forma de recordar ese pasado.

Debe integrarse a la nueva vida, asimilar lo que está viviendo, tras-ladando su cultura y adaptándolo a su medio nuevo.

Todos los inmigrantes tenemos mucha capacidad de adaptación, o seaes decir, capacidad de acomodarnos a donde estamos, integrándo-nos culturalmente pero sin perder nuestras vivencias.

EL PROCESO DE ADAPTACIÓN

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Debemos integrarnos a la nueva sociedad, debemos ajustar nues-tras acciones a lo que ocurre a nuestro alrededor, tenemos que acep-tar nuevas condiciones de trabajo e insertarnos en los distintos clubes u organizaciones sociales, para asimilar las nuevas culturas.

También infl uye en nuestra adaptación si el desplazamiento al lu-gar que se eligió es cercano o lejano, ya que en ese caso es para vivir en él y desarrollarse espiritual y materialmente.

El proceso de adaptación es muy difícil, implica tristeza y ale-gría, se percibe un dolor por haber emigrado, habiendo dejado atrás muchas cosas.

Son situaciones que debemos enfrentar para poder desarrollar lo que teníamos en mente cuando emigramos.

Normalmente los inmigrantes venimos en malas condiciones eco-nómicas, y tenemos que buscar un trabajo, aunque sea el que no que-ríamos hacer en nuestra tierra, pero qué le vamos hacer, de algo hay que vivir. Hay que encontrar un ambiente acogedor, es decir, relacio-narse con los demás inmigrantes antiguos y con los nativos del lugar.

Se pueden presentar diversos problemas, ya sea por la pérdida de los amigos, parientes, el lugar donde se nació; renacen los recuerdos de su tierra.

Son distintos síntomas, sentimos el desarraigo de nuestro pueblo natal, pero debemos pensar en positivo, siempre para adelante y así tener mayor capacidad de adaptación. Estas cosas que nos pasan es-tán infl uenciadas por nuestras vivencias anteriores.

Debemos buscar el desarrollo espiritual y material para poder avanzar y crecer, son experiencias individuales de cada inmigrante, de acuerdo a su capacidad y tesón.

Al principio vamos con mucho entusiasmo, tratando de resolver todas las situaciones que se nos presentan, con la idea de que vamos a lograr lo planifi cado.

Al dejar atrás nuestro hogar de nacimiento, debemos acomodar-nos al entorno que tenemos en el país adoptado.

Para todos los inmigrantes que hemos venido de tierras lejanas, nuestra adaptación depende en gran medida de lo que queremos ser. Tenemos factores internos como ser la nostalgia del pasado y facto-res externos, o sea el lugar y las personas de donde nos encontramos.

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La tristeza y congoja que nos produce ese proceso de adaptación, puede en algunos casos generar problemas psíquicos, neurológicos y otras enfermedades. Lo que tenemos que hacer los inmigrantes es desarrollar sistemas de defensa, o sea estar ocupados, además del tra-bajo, con reuniones entre paisanos que nos permiten aprender cómo han hecho ellos para poder integrarse a ese lugar.

El viaje de un inmigrante siempre es largo, no se puede despren-der de la morriña, de esa nostalgia que nunca olvida de donde es.

Integrarse es un proceso necesario para adaptarse al lugar y a la población donde uno vive. Evidentemente se produce un cambio en el entorno, que ya no es en el que se nació, y uno debe relacionarse con distintas personas y culturas, ya que el fi n del inmigrante es con-seguir un buen trabajo, ganar dinero y traer a su familia a vivir con él, ya que se extraña mucho a los seres queridos.

Los que emigramos de Europa para América, tomamos contacto con otra cultura, otro idioma, y giros idiomáticos distintos a los que uno conoce, queremos vivir mejor, y tener un proyecto de futuro para nuestros descendientes.

Todos los inmigrantes, cuando nos vamos de un país a otro, lle-vamos en nuestro cerebro la planifi cación de lo que queremos hacer, muchas veces resulta que podemos y en otras ocasiones fracasamos, tal vez porque no teníamos la información necesaria o nos habían transmitido información errónea.

No nos debemos olvidar que los emigrantes muchas veces per-demos cosas que hemos aprendido en la niñez, ya sea a través del tiempo, o porque se diluyen o se deforman.

Qué difícil es el proceso de adaptación del inmigrante, hay pena por lo que dejó, afl icción por todo lo que le pasa, algunas veces hay mucha tristeza. Es necesario liberar el corazón, se debe liberar la mente de las distintas preocupaciones, si no hay soluciones a la los problemas que se nos presentan.

Se puede vivir sencillamente, hacer todo lo que se puede para lle-gar a lo propuesto.

Para adaptarse a la nueva vida, se debe saber llevar sobre las espal-das esa carga tan grande de haber salido de la tierra o ciudad propias con tantas ilusiones que al fi nal se transforman en realidad.

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Recuerdo cuando inmigré nos reuníamos con otros connacionales para ver cómo hacer las cosas, conseguir un buen trabajo o continuar el estudio, unos vinimos del extranjero y otros de ciudades o pueblos del interior de la Argentina, es así que nos reunimos con otros estu-diantes de la misma zona.

Conozco el caso de un señor de 65 años que había venido de Es-paña, para radicarse en Argentina, donde vivían sus hijas y nietos. Llegó a mediados de 1954, en ese momento había mucho trabajo, y él se reunía con otros españoles, iba a distintos clubes a jugar a las cartas y a charlar sobre temas relacionados con los emigrantes. Pero un día un paisano le dijo a mi abuelo Serafín, no sé si fue en broma o en serio, le dijo que si pasaba más de cinco meses en este país no podría volver a España. A partir de ese momento comenzó a enfer-marse de tristeza, tenía mucha pena y él decía que quería ir a morir a su pueblo, es así que no obstante tener todos sus parientes más cerca-nos, que eran sus hijas, nietos y bisnietos, se agravaba su enfermedad. Lo llevaron a varios médicos, le dijeron a sus hijos que era imposible su cura, que era la enfermedad de la nostalgia, de esos recuerdos del pasado, ya que en su pueblo todos los saludaban y lo invitaban a las bodegas a tomar un vinito y comer un pedazo de jamón o algún cho-rizito, aquí nadie lo saluda, ni lo conoce.

En vista de lo que le sucedía, uno de los nietos conversando con él, le preguntó si él quería volver a su pueblo; el abuelo dijo que sí, que quería ir a morir a su tierra, en ese lugar tenía unas tierra y una hermosa casa. El nieto le dijo que iba a conversar con sus hijas y que le sacarían el pasaje para que volviera a su lugar nativo, es así que cuando supo que podía volver a su terruño, se curó, se fue a vivir con unas sobrinas a su casa y vivió muy feliz, hasta que murió a los 93 años, evidentemente él no estaba en condiciones de adaptarse al nuevo mundo, no pudo resistir el desarraigo.

El emigrante se relaciona con otras nacionalidades o diríamos cul-turas, y debe entenderlas, tomarlas para sí en procura de un mejor bienestar y poder construir su persona en el mundo donde vive.

Su relación con los nativos de esas tierras, implica también la apli-cación de su conocimiento a las situaciones que se le presentan para construir su identidad y poder formar una familia, un núcleo de con-

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nacionales con los que podrá conversar y analizar las situaciones que se le presentan.

En el aprendizaje descubre esos lugares donde vive, absorbiendo las nuevas cosas para integrarse a la sociedad con esos vínculos que para él son nuevos.

El proceso de adaptación, tanto laboral, como mental es diferente, en una persona joven que se adapta fácilmente, encuentra amigos entre los de su edad y otra muy difícil cuando el que emigra es una persona mayor, ya con una personalidad defi nida.

La afl icción que un emigrante siente es a veces casi insoportable, pero dadas las circunstancias por las que tuvo que viajar a otro país, se debe tranquilizar y dejar pasar el tiempo, que es el que alivia el dolor de ese paso traumático que hizo que se trasladara a otro lugar.

Muchas veces la adaptación depende de la energía que el inmigrante tenga para enfrentar la realidad , y en este proceso de adaptación infl u-yen las nuevas circunstancias que tiene que afrontar.

A muchas personas que emigran, se les presentan cuadros de distinta patología, como enfermarse de tristeza, o de alegría, unas pueden ser confusas, porque ocurren distintas circunstancias que enfrenta el inmigrante.

Los inmigrantes siempre padecieron de tensiones nerviosas, no nos debemos olvidar que muchos inmigrantes, vinieron de una gue-rra muy traumática en su país, es así que muchos de ellos no se adaptaban al lugar donde inmigraron, ya sea por falta de familiares, de amigos, trabajo distinto, por frustraciones en distintas ocasiones, falta de trabajo, distinta comida, distinto clima, etc.

Con los transportes aéreos y terrestres existentes y las comunica-ciones, ahora es fácil ir de un lugar a otro, para buscar nuevas opor-tunidades, infl uyen en su elección muchas circunstancias, ya sea si es joven o ya entrado en edad, su cultura, su idioma. Son múltiples las variables que impulsan a emigrar, ya que deben dejar en su terruño todas sus vivencias ancestrales, son cargas emocionales y ahí comien-za una nueva vida.

Las condiciones de vida que existen en el lugar donde uno se en-cuentra, no son las más idóneas pero uno debe adaptarse e integrarse en esa sociedad, realizar vinculaciones con los connacionales que allí

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se encuentran, ya que en casi todos los países existen centros de las distintas regiones o países, y de esa forma comentar, escuchar lo que les ocurrió a otros inmigrantes.

Muchas veces los inmigrantes tenemos miedo al fracaso, lo que corresponde es adaptarse rápidamente a la sociedad donde uno vive. Siempre aparece la tristeza, existen cuadros depresivos ya que uno se siente solo, y no tiene con quién conversar. Algunas veces dan ganas de volver, pero qué va hacer uno si vuelve. Es muy importante com-partir con otros lo que a uno le pasa, lo que se siente cuando se está solo, ya que muchas veces las cosas no resultan tal como uno lo sueña.

En los inmigrantes infl uyen distintas cosas, el cambio de lugar, el desarrollo mental, ese proceso de adaptación, entre el lugar donde vivió y donde vive, esos problemas de identidad, las angustias que se le pre-sentan, tienen que aprender una nueva realidad, aceptarla o rechazarla.

En periodo de adaptación, se le pueden presentar distintas cir-cunstancias muy complejas, por las motivaciones particulares de cada uno, en especial en cuanto a la forma de llevar a cuestas la mochila de preocupaciones y de vivencias anteriores.

Muchas veces lloramos de amargura por habernos ido a otro país, ya que no nos salen las cosas que hemos planifi cado y soñado.

Hay que convivir, con distintas personas que nos son extrañas, distintos lugares, tiempos más modernos, adaptarnos a las nuevas circunstancias.

Siempre conviene tener buenas relaciones con los que están per-manentemente en contacto con nosotros, debe haber comprensión, conexión con otros, es necesario tener conversaciones.

El coraje, la serenidad y la garra es lo que debe tener un inmigran-te para poder alcanzar lo deseado.

En la introducción, digo que un inmigrante lleva consigo una mochila cargada de pensamientos, ilusiones, dolor, sacrifi cios y, por qué no, de nostalgias.

Mochila que posiblemente en un primer momento se vuelve livia-na, ya que sus pensamientos le dicen que pronto regresará a su terru-ño junto a los suyos; pero con el andar del tiempo, se vuelve cada vez más pesada, al darse cuenta de que el “volver” se va transformando en un mero deseo de muy difícil realización.

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El pensamiento con el cual sale de su país es positivo, empren-dedor y con esperanza, pero al llegar, ¿con qué se encuentra? Con una tierra extraña, casi, podríamos decir, hostil ya que en ese momento no deja de ser “el gringo o gallego que viene a hacer la América”. Por lo tanto, en sus pensamientos están siempre presente su tierra ya muy lejana y sus seres queridos; aparece cada tanto la morriña, ese recuerdo lejano.

Pronto se da cuenta de que todo se vuelve extraño, y ve su retorno como un oasis, allá lejos, como un espejo, como un sueño lejano.

Frente a esta realidad, observa que no le queda otra cosa que “adaptarse”, o sea acomodarse y transformarse de acuerdo a las es-tructuras y funciones nuevas, y ajustarse a las demás cosas de la tierra a la cual eligió emigrar.

Al principio, esta adaptación, es un verdadero sacrifi cio, y entonces uno busca refugiarse en sus pares, como ser sus paisanos, o personas de su país natal.

Viendo que el “retorno” se vuelve cada vez más lejano, comienza muy despacio a adaptase a la tierra que emigró.

Es un paso trascendental, triste y penoso, ya que uno tiene que ir dejando atrás costumbres, gustos, amores.

Lo logra gracias al convivir a diario con los compañeros de trabajo, estudio y, por qué no, de esparcimiento.

Con todo, la adaptación nunca va a ser defi nitiva, plena, ni aun cuando uno se haya formado, haya estudiado y conformado una fa-milia, ya que siempre le falta algo, su tierra, amigos, familiares, etc., etc., pues en la mochila, queda un residual de cada una de las cosas que trajo al emigrar.

Como emigrante, a corta edad, mi adaptación resultó sin tanto dolor. Pero a medida que pasaron pasan los años, al pensar en mi pueblo no puedo refrenar la congoja que me atraganta la garganta, ni las lágrimas que surcan mi cara.

El inmigrante es una persona de dos patrias; una es donde pudo consolidar sus sueños y la otra, la tierra donde nació la cual nunca se olvida y siempre está presente en el pensamiento, con la nostalgia de que algún día va a volver a ella.

Lo primero que sentí cuando llegué al país que había elegido para ser

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un inmigrante fueron las comparaciones que realizaban los inmigrantes antiguos, la cuales en muchas ocasiones pueden resultar muy tediosas.

Siempre se debe tratar de que funcione la mente, el deseo de triunfar, de lograr algo, lo importante son los actos que uno realiza, los esfuerzos que se han hecho, armonizando el pensamiento.

La vida fl uye incesable y uniforme, duermo, trabajo, discurro por mi país adoptivo, el tiempo transcurre inexorablemente, las ideas germinan como las plantas, los problemas son sutiles, los hechos pa-sados se desvanecen en el tiempo.

Cuánto podemos ya esperar, habiendo visto correr tanto tiempo, no se trata nada más que una sensación casi imperceptible, como distintivo inconfundible del inmigrante, esa cualidad, la razón es cla-ra: estados de conciencia etéreos que se perciben de un modo vago a inconcreto.

Cómo infl uyen las cosas, es el interior a lo que aspiro. Desvanecida la causa de los sollozos, se experimenta una sensación de tristeza, y otras veces de alegría, por haber logrado lo propuesto.

Es muy importante establecer relaciones con los connacionales y nativos del lugar, para poder enfrentar los problemas que se nos pre-sentan en la vida. A veces lo que uno vivió se olvida, pero no así lo que se aprende para poder continuar con lo propuesto.

Durante la adaptación a las distintas comunidades que elegimos para vivir, muchas veces somos rechazados.

Los problemas de adaptación, todos tan sutiles, se desvanecen en el tiempo. Distintivo inconfundible del inmigrante, esa cualidad. Tenemos que crecer en ámbitos inhóspitos, y muchas veces hay que sobreponerse a esos inconvenientes.

Todo proceso de adaptación, requiere un tiempo para fortalecer el espíritu, debemos tener resignación.

Muchas veces hay incoherencia en lo que se dice y se hace, en lo que vale menos y lo que vale más, tal vez sea porque no tenemos la tranquilidad necesaria por querer avanzar muy rápido, o por falta de conocimiento para resolver los problemas que se nos presentan.

Debemos siempre planifi car el futuro, la claridad de lo que pen-samos nos facilitará encontrar las soluciones, pensar en descubrir lo que queremos.

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Actuar con inteligencia, pero siempre tener fe en la intuición de cada uno, la vida es una ilusión de lo que pretendemos lograr.

El desafío del inmigrante consiste en no desanimarse aunque las cosas no le salgan tal como se lo propuso.

Debemos tener mucha paciencia y saber esperar, hemos visto co-rrer tanto tiempo que tal vez no se trata más que de una sensación casi imperceptible.

No debemos adoptar posturas que no encajan en el marco de las condiciones en que estamos viviendo, se deben buscar otros caminos.

El dialogo es lo más importante para llevar adelante los proyec-tos de uno, hay que escuchar y evaluar siempre lo que dicen los de-más, tener paciencia y las cosas van a salir según uno se lo proponga.

Debemos hacer un balance de lo que hemos vivido y de donde es-tamos sentados; vamos a tener la sensación de que el tiempo sucede casi alternativamente entre el presente y el pasado y el futuro.

Lo que importa es lo que uno se propone, hay veces que uno siente una sensación de fracaso, al pasar el tiempo y pensar que no todo le salió bien, pero debemos tener paciencia y no exigirnos demasiado.

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El trabajo para el inmigrante es muy importante, es una fuente de ingresos para tener una vivienda y poder elevarse culturalmente, es una forma de permanencia en el lugar donde se desarrolla, aun cuando en muchos casos se deben hacer trabajos que en su país no realizaría, tal vez porque consideraba que no le correspondía hacer-los, por su saber o su estudio, pero como ahora tiene que vivir, puede realizar cualquier trabajo lícito.

El problema idiomático es un escollo para entenderse con los na-tivos, pero con voluntad y estudio se puede superar. También se pier-den hechos muy signifi cativos de vida, y además del idioma está la cultura, la capacidad del inmigrante de mantener su identidad, todos los inmigrantes estamos sometidos a muchos procesos, en especial en relación con la adaptación a las culturas.

El inmigrante busca un mejor vivir en el país que adopta; la mayo-ría emigra para conseguir un trabajo digno, o también por razones de estudio o especialización en su profesión, los inmigrantes debemos luchar contra los muchos problemas que se nos presentan, debemos desarrollar nuestra creatividad, tratar de conseguir un trabajo estable.

Los relatos de los inmigrantes que vuelven hacen que muchos se entusiasmen y quieran salir del país a buscar fortuna en otros, ¡qué ilusiones tiene uno cuando parte!, hay gente inmigrante que no cuenta lo mal que le ha ido, sino que cuenta solamente los benefi cios, y esa es una de las razones por las cuales muchos emigrantes ven espejitos de colores, cuando en la mayoría de los casos son negros.

LOS TRABAJOS

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Hay que saber sobrellevar la vida, es muy dura en el extranjero, los emigrantes debemos entregarnos al trabajo con devoción, si no, no hay solución.

Tuve que aceptar un trabajo, que los nativos de ese país no querían hacer. Como tenía que ganarme un sueldo, aceptaba cualquier tra-bajo, de albañil, de zanjero, trabajo en las huertas, cosechando todo tipo de verduras. Cuando sale un trabajo, bueno, hay que aceptarlo sin muchas pretensiones, el trabajo es un placer, es muy importante estar ocupado y ganar un emolumento.

Lo importante cuando se emigra, es tener un trabajo para poder vivir y mandar algo a nuestro terruño.

Mientras se busca un buen trabajo, debemos pensar siempre que la mayoría de los inmigrantes realizamos trabajos que los nativos no quieren realizar.

Debemos ser conscientes de la vitalidad que tenemos, que es el deseo de triunfar, de lograr algo, lo importante son los actos que uno realiza al armonizar el pensamiento, al realizar el esfuerzo para conseguir lo propuesto. Como ya he dicho, para la búsqueda de un puesto de trabajo, la edad del emigrante era y es fundamental para encontrar uno y puede volverse hasta traumático.

Para poder acceder al mercado laboral, es importante saber el idio-ma, tener ya una especialización en algo, tener un ofi cio, así se puede tener acceso al mercado laboral y conseguir un trabajo digno, en for-ma más inmediata que aquel que no tiene preparación alguna.

El emigrante generalmente llega con la mochila llena de ilusiones y con las manos vacías, de plata y de conocimientos específi cos, por eso llega a esclavizarse con el fi n de encontrar un trabajo lo más inmediatamente posible, el cual muchas veces no es digno, pero le permite vivir y paulatinamente lograr vaciar la mochila.

El emigrante trae una mochila bien cargada de ilusiones y muchas cosas que quiere lograr, pero al mismo tiempo trae mucha fuerza de voluntad y empeño, o sea como se dice vulgarmente “no le tiene miedo al trabajo”. Tanto es así que su primer trabajo posiblemente no tenga nada que ver con su perspectiva.

También es muy constante y se esfuerza todos los días un poqui-to más, hasta alcanzar un trabajo digno y semejante a su condición

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social, que le permita crecer y conseguir vaciar la mochila en parte. El inmigrante, el gringo, el tano, el gallego, el ruso, todos estos son

nombres que recibimos los que venimos de otro país, con el afán de progresar en aquello que no se pudo en nuestro terruño.

Esto se logra con mucho esfuerzo, empeño, sin vergüenza y tra-bajando de sol a sol, hasta haberse integrado socialmente y haber lo-grado la mayor parte de esas cosas que trajo en su mochila. Me relató un inmigrante italiano: “En mi caso particular, a los 11 años, iba a la escuela primaria por la mañanas y por las tardes iba a una zapatería para aprender el ofi cio de zapatero remendón. Hasta que no aprendí a hacer algo conciso no me pagaban, a excepción de algunos pocos pesos los fi nes de semana. Recién con el tiempo y viendo mi avance en el aprendizaje, por sí solo, mi patrón me dijo que me pagaba por los arreglos que hacía.

“Seguí de aprendiz hasta que cursé tercer año del comercial, ya a esa altura había aprendido hacer todos los arreglos, pero consideré que estaba perdiendo mucho tiempo y mis padres querían que le dedicara ese tiempo al estudio, aunque era muy buen alumno, pero ellos pensaban en mi porvenir, sabían que estudiando podía tener otro acceso al mercado laboral y/o explotar mi profesión. Mis padres siempre hicieron estudiar a sus cinco hijos, con mucho sacrifi cio, y no aprobaron jamás que buscáramos trabajo, ni en nuestro país ni aquí. Mi padre siempre nos decía que él para eso trabajaba todos los días del año, para que no nos faltara nada y pudiéramos estudiar, ya que ellos consideraban que con el estudio era posible conseguir o realizar por nuestra cuenta un trabajo profesional y digno.

“Fue así, por lo menos en mi caso, que al recibirme de Perito Mercantil, comencé a atender un Consultorio de Radiología, inclu-so después trabajé como contador. Como contador, me dediqué a la profesión liberal, por lo tanto, pude hacer un trabajo, para mí muy fructífero, no sólo por lo económico, sino también por la experiencia que gané, al atender desde un individuo hasta sociedades de todo tipo, asociaciones, consorcios, etc. Terminé mis últimos años de pro-fesión como empleado gubernativo, donde me jubilé.

“Yo personalmente he tenido con mis trabajos grandes satisfac-ciones, pero jamás puedo olvidar la alegría, la satisfacción, el orgullo

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y otras tantas cosas que sintieron mis padres, sentimientos que sólo pudieron expresar a través de las lágrimas que les brotaban de los ojos y que jamás voy a olvidar, ya que yo lo experimenté en carne propia con mi hija al recibirse de geóloga”.

Hay que trabajar para poder tener un techo donde cobijarse, nun-ca hay que quejarse, hay que hacer como las abejas que se levan-tan temprano para recoger el néctar y guardarlo para cuando no hay tantas provisiones, ya que en la mayoría de la ocasiones, pasamos necesidades.

A muchos inmigrantes nos ocurre que queremos progresar muy rápido, aunque sea con un poco de angustia, ya que es muy difícil digerir lo que nos ocurre.

Vivir muy buenos momentos en contacto con la naturaleza, una comida improvisada, asado de tocino y chorizos y un buen vino.

Recuerdo que en el pueblo comentaban que los emigrantes gana-ban mucho dinero, lo mandaban a su tierra, pero a consta de mucho sacrifi cio, vivían en una pieza 4 o 5 paisanos, hacían la comida, lava-ban y no iban a ningún lugar para poder ahorrar, y así mandar unos patacones que se ganan a montones.

Hay que mirarse permanentemente en el espejo y ver cómo enve-jecemos y darnos una nueva oportunidad, hay que separar las viven-cias del pasado y del futuro.

El equilibrio que debe realizar un inmigrante consiste en adaptar-se a las diversas circunstancias, se requiere de mucha concentración y razonamiento.

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Es muy sacrifi cado ir a otro país, no es sencillo adaptarse, hay que explorar y ver todo lo capaces que podemos ser para incorporarnos a ese lugar.

Vamos a encontrar muchas difi cultades, pero debemos transformar los escollos que se encuentran a nuestro paso y tratar de encontrar las soluciones que creemos convenientes de acuerdo a nuestro criterio.

El inmigrante debe hablar, dialogar, conversar con el nativo para poder conocerlo y de esa forma no tener tanto dolor por el desarrai-go, ese sufrimiento tan recurrente.

Cuando tomamos un camino, debemos transitarlo sin pensar en que tal vez existían otros y que sólo elegimos ese.

Los emigrantes no debemos llorar por lo que hicimos o por lo que no hicimos: lo hecho, hecho está y no podemos deshacerlo, por más que nos reprochemos por qué lo hicimos, todos tenemos que elegir permanentemente, lo que no debemos es cometer el mismo error.

Los emigrantes podemos tener muchas angustias por lo que nos ha pasado, el sufrimiento se vuelve recurrente.

Cada emigrante vive situaciones diferentes, ya sea por su cultura, su edad, su personalidad, y se deben desarrollar actitudes para cum-plir los objetivos propuestos.

Hay que tener mucha templanza y paciencia para que nos ayuden a sobrellevar esa dura carga de ser inmigrantes. Muchas veces ocul-tamos nuestras emociones.

Es muy importante confi ar en la memoria, no se debe abandonar la serenidad, muchas veces los desafíos aumentan nuestras defensas.

LAS DIFICULTADES

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Existe un temor, principalmente en los adultos, cuando emigra-mos; no sucede lo mismo con los jóvenes, que se integran más rápido, es así que todos sufrimos el desarraigo, somos lo que elegimos ser, hay que elegir permanentemente distintos caminos.

Solo eligiendo soy un ser en la libertad que es el fundamento de la vida: fi losofía de la libertad.

Los emigrantes de otros continentes, decimos “vamos a hacer la América”, no debemos olvidarnos de que también envejecemos.

Siempre hay un poco de locura en los emigrantes, ya que vamos con muchas ilusiones, que muchas veces no se cumplen, hay que sa-ber sobrellevar la vida, es muy dura en el extranjero, siempre es con-veniente aclarar las ideas sin apuro, y planifi cando continuamente.

Hay que analizar las ideas e interpretarlas prudentemente, para no dar un salto al vacío, muchas veces debemos bajar las pretensiones, ya que cuando las tensiones son muy altas, podemos fracasar en nuestro intento de progresar.

Los ideales del inmigrante son las cosas que piensa que va a reali-zar, pero es muy difícil. Hay que ser positivo, y pensar que saldrá todo bien, pero nunca debemos abarcar más de lo que podemos, siempre debemos ser realistas en lo que nos proponemos.

Lo ideal es lo que uno pretende, muchas veces no se logra, pero más que saber, lo que importa es no errar. Para poder conocer algo es preciso antes tener la certeza de que se puede conocer y saber cómo.

Los ideales son esquemas abstractos donde se defi ne cómo deben ser las cosas.

Una idea o un sistema de ideas pueden considerarse desde dos puntos de vista opuestos, desde dentro y desde fuera.

Las cosas de por sí no tienen medida, son desmesuradas, no son ni más ni menos ni así ni de otro modo.

Fijar la atención en las pruebas equivale a volver a lo andado, cuando ya se está caminando hacia otra meta.

Edesafíos para los inmigrantes, esto trae muchos inconvenientes y provoca estrés, pero como el tiempo avanzaba, tomé coraje y me dije: “lo voy a hacer”.

Miramos a través de las ventanas, en los días más lluviosos, ver cómo caen esas gotas nos recuerda el terruño, el razonamiento es

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que hemos salido de nuestra tierra y estamos inmersos en otra, en la prometida y de la que tanto nos hablaron otros paisanos.

La problemática que se les plantea a los inmigrantes es muy gran-de, cada país al que emigramos tiene sus problemas, tanto culturales, como personales y laborales.

Muchas veces nos da la sensación de que podremos llegar, y de que teniendo fe seguramente estaremos en ese lugar tan ambicioso.

Muchas veces somos imprecisos en lo que queremos, ya sea por miedo al fracaso o porque no tenemos el coraje de realizar lo que pensamos, también puede ser por la inexperiencia.

Otras veces nos encontramos con dos caminos, que parecen iguales pero que van por distintos senderos, y debemos elegir uno; si nos equi-vocamos, no debemos quejarnos porque lo hemos elegido nosotros.

Sería interesante señalar la virtud de que nuestro tipo de vida rota, dura y áspera, puede oponerse a las de esos tiempos más coherentes y suaves, ya sea por carencia de vida interior.

Muchas veces había contradicciones entre lo que pensábamos y lo que realizábamos, ya que no podíamos hacer lo que queríamos, tuvimos que desplegar nuestras iniciativas creativas.

Muchas veces tenemos que encarar algunas difi cultades, pero con paciencia y esfuerzo se pueden superar los problemas que se nos presentan.

De acuerdo a su defi nición: inconveniente (impedimento para ejecutar algo), contrariedad (oposición lo que impide o retarda un logro), como emigrante me vinieron a la mente, casi podría decir que pasaron como una foto, muchas pero muchas difi cultades que tuve que afrontar, y a las que tuve que aplicar la sabiduría y paciencia necesaria para lograr mis objetivos.

Estas difi cultades, son más o menos gravosas según la edad, ya que las obligaciones, las ilusiones y todo lo que se trae en la mochila es muy distinto.Me comentó un inmigrante italiano: “Yo emigré, junto con mi madre y los cinco hijos, teniendo sólo once años un 3 de ene-ro de 1953, para encontrar a mi padre que había emigrado en 1949.

“En cuanto a mi ambientación familiar, fue normal, sin difi culta-des, más bien, alegre por cuanto nos encontramos toda la familia. Las verdaderas difi cultades las encontré cuando tuve que interrelacionar-

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me con los demás, por cuestiones de idioma fundamentalmente, por trabajo, ya que me encuentro en un país con otras culturas, modos de vida, etc.

“Para mí en particular, con todos los estudios que hice hasta gra-duarme en la universidad, el idioma fue y es lo que más me cuesta, tanto que a la fecha, sigo teniendo un vocabulario muy pobre. Mane-jar un vocabulario rico, es de mucha utilidad, tanto en la comunica-ción con las personas en el estudio (por el trato con los compañeros, con los maestros y profesores), como en el trabajo. Al momento, con 55 años de estadía, mi acento es de un extranjero o en algunos casos me preguntan de qué provincia soy.

“Yo percibo que el idioma es la mayor difi cultad que un emigrante debe afrontar y vencer, puesto que así puede lograr una mejor y rápi-da comunicación, un trabajo más acorde con su saber, de lo contrario no puede afi anzarse y por qué no, defenderse”.

Qué difícil es ser inmigrantes, en los tiempos de antes, la gente emigraba por las guerras, por el hambre que había en muchos paí-ses, ahora es distinto emigran para buscar nuevas oportunidades. La mayoría de los problemas que tienen es por falta de conocimiento del idioma, además hay muchos aventureros que se creen que en el extranjero atan los perros con chorizos.

Otros van a hacer un trabajo que en su país no realizan, lo con-sideran denigrante y lo dejan para otro, en el extranjero tratan de ahorrar lo más que pueden, sin gastar un peso en cosas superfl uas.

El emigrante tropieza a veces con difi cultades, pero si se cae, hay que levantarse y continuar adelante, debemos tener siempre ilusiones que es lo más importante, ya que nos ayuda a seguir.

No debemos perder la calma o la serenidad, por pequeños que sean los hechos tenemos que tratar de analizar la situación y com-prender que siempre a un inmigrante se le presentan problemas, que debemos enfrentar y encontrarles la solución.

Nunca debemos quedar a medio camino, tenemos que alejar los temores o el miedo al fracaso, debemos continuar hacia nuestro ob-jetivo planifi cado.

La voluntad, persistir serán unos de los principios para alcanzar los objetivos propuestos.

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Los recuerdos y las épocas de nuestra niñez nos traen nostalgia al corazón y al espíritu, tenemos que tratar de dejarla atrás y vivir el presente, siempre pensando en el futuro que nos espera.

Ortega y Gasset: “Yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”

Las circunstancias que se le presentan a un inmigrante, están re-lacionadas con lugar en que vivimos y con cómo actuamos, porque esa vida la hemos escogido, eso nos hace responsables a nosotros y no a otros.

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El emigrante tiene una sabiduría especial para sobrellevar sus an-gustias, sus penurias, sus temores. Sabe superar esos momentos de incertidumbre, no debe enojarse con el destino que eligió, sino poder avanzar hacia lo que se propuso.

Cada emigrante tiene su propia capacidad para enfrentar su futu-ro, esas circunstancias que se le presentan, las difi cultades que tiene para relacionarse, ya sea por hablar otro idioma o porque las personas son diferentes, debemos tener presente que siempre tenemos algunas limitaciones.

El dolor que uno siente cuando está lejos de sus amigos y familiares es muy intenso, es conveniente empezar desde la solidaridad, desde la alegría, estar contento con uno mismo por lo que está haciendo.

Las añoranzas que se viven rememorando el pueblo, que cada vez re-cordamos menos, y como el tiempo pasa, es así que se diluyen todos esos recuerdos y uno muchas veces piensa: “habrá sido real o lo habré soñado”.

La clave del emigrante, aunque haya altibajos en nuestro destierro, es ser fuertes como el hierro, es tirar para adelante, lo importante es llegar y tener la frente alta.

El inmigrante debe mirar bien su accionar para poder llegar, debe ser positivo, pensar que todo saldrá bien, pero nunca debe abarcar más de los que puede.

Muchas veces tenemos que esperar para conseguir algo sin correr muchos riesgos, el querer ganar dinero o no, depende mucho de lo que uno se propone, aunque hay que ir paso a paso, muy despacio para no caer en la tentación.

LAS ESPERANZAS

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Se debe mantener un equilibro, uno debe pensar con cuidado, por-que habrá momentos muy tensos que muchas veces nos harán sentir inseguros, pero qué le vamos hacer, se debe continuar con las metas programadas, con las estrategias, a fi n de conseguir lo propuesto.

Hay que tener los pensamientos muy claros, canalizar la energía para que todo salga tal como lo hemos pensado, es muy importante la cultura para los inmigrantes.

El inmigrante llega con su mochila cargada de todas las cosas que en su tierra no pudo lograr. Pero esperanzado en poder cumplir todos sus anhelos en la tierra a la cual emigró.

Esperanza, que poco a poco, y con muchos esfuerzos, se va trans-formando en una bella realidad.

Para esto, tendrá que afrontar y vencer un sinnúmero de difi culta-des, como el idioma, costumbres distintas, búsqueda de trabajo, es-tudio y esfuerzos.

Una vez logrados sus anhelos, su pensamiento, implacablemente y a diario, le recuerda que hace muchos años dejó su tierra, y es así como renace la nostalgia y la esperanza de volver.

Aquí, para un emigrante, la esperanza es la tabla de salvación y su pensamiento se agiganta y no para hasta lograrlo.

Un esfuerzo es la delicia suprema para conseguir lo planifi cado. Gustos y disgustos no son más que imaginación, en esta vida todo es verdad, y todo es mentira.

Desde la puerta lo he visto y en este momento sin saber más, he presentido que afuera de lo corriente iba a producirse, en la vida te-nemos como unas antenas invisibles, para tener precaución.

El azar, el improperio, aporreado toda la vida, esta arremetida se sumaba a otras cosas que le han sucedido.

Las misma fl uctuación que en lo intimo de mi ser se había pro-ducido, en estimación y desestimación con referencia a las distintas situaciones que se presentan.

El silencio que después sigue, yo no sabría describirlo, en ese silen-cio hay de todo, ese silencio es como un abismo, no sé cuánto tiempo ha pasado.

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Los sentimientos regresan cuando en soledad escuchamos una música de nuestra tierra, recordamos esos pasados que uno ya no sabe si son reales o son una fantasía.

Los vínculos que creamos, nos darán respeto, también nos faci-litarán mucho lo que queremos hacer, hay que agradecer a los que nos ayudan.

Los inmigrantes, cuando salimos de nuestro país nos ilusionamos con tener un buen trabajo, aprender un ofi cio, estudiar, tener la espe-ranza o el anhelo de poder vivir mejor.

Debemos tener conciencia de las difi cultades que vamos a tener en el extranjero y buscar la forma de solucionarlas, con tiempo y paciencia.

La esperanza es necesaria cuando se nos presenta algún problema, es necesario buscar con ahínco su la solución, esta es una de las di-fi cultades que se nos presentan a los inmigrantes para conseguir un buen trabajo, e integrarse integrarnos en ese lugar.

No nos debemos olvidar que venimos de otro lugar, la vida está hecha de muchos momentos gratos e ingratos, se debe tener com-prensión, tenemos que vivir la vida día a día con sus penas y alegrías, tratar de realizar los sueños que uno trajo desde su terruño.

La esperanza de los inmigrantes es reconocer que existen proble-mas y tratar de encontrarles soluciones, y realizar nuestros proyectos, es decir nuestros sueños futuros.

La Madre Teresa de Calcuta dijo: Tener fuerza y convicción no tiene edadcuando no puedas trotar, camina, cuando no puedas caminar usa el baston ¡Pero nunca te detengas! Los inmigrantes debemos ser capaces de vencer esos obstáculos

que se nos presentan y tratar de avanzar hacia lo planifi cado, estar entusiasmados con la vida, con quienes nos rodean y con uno mismo.

Los inmigrantes tenemos dolor por lo que hemos dejado en nues-tra tierra, y los problemas que hemos experimentado en el desarraigo. Debemos vencer esos obstáculos, enfrentarlos con optimismo y valor, siempre hay que tener la fuerza interior para poder conseguir los objetivos deseados.

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Los inmigrantes tenemos vivencias muy enriquecedoras del pasa-do y son fundamentales para el proceso de integración al nuevo país.

La integración del inmigrante a la nueva realidad supone tener una mirada alejada para tener relaciones con los distintos estamentos de la sociedad en la que vive. Existen muchas variables para cada uno de los emigrantes, en algunos casos la adaptación es más fácil, por conocer el idioma, por tener algunos familiares y connacionales con los que poder hablar, en fi n el emigrante lo que quiere es poder adaptarse y llevar una vida mejor que la que tuvo.

La integración al nuevo suelo no es defi nitiva, sino que es perma-nente su actualización.

Hay que reconocer lo que está bien y lo está mal, hay que tener una ética de vida para poder progresar, debemos vincularnos con los demás.

En los primeros años es cuando más se recuerdan los tiempos pa-sados, con el tiempo se van diluyendo, pero siempre hay regresiones, es una forma de conformar la identidad de cada emigrante, a todos nos pasa lo mismo, ese desarraigo del pueblo, país o ciudad, y la evo-lución mental con la inserción en esa nueva sociedad, que muchas veces se hace hostil y otras no tanto.

No nos debemos olvidar que la vida está llena de difi cultades y obstáculos, debemos tener vigor y energía

Hay veces que uno se siente triste y dan ganas de encontrase con al-gún connacional para hablar sobre el futuro y también sobre el pasado.

Nunca imaginé las cosas que me podrían ocurrir, hay que hacer un

LA INTEGRACIÓN

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esfuerzo muy grande, y al fi nal se logrará lo que uno se propone para integrarse al país que decidió emigrar.

Uno debe buscar su lugar para poder integrarse, debe buscar la armonía de la mente para poder avanzar.

La integración, conceptualmente, es la acción y efecto de inte-grar o integrarse. Para un emigrante es el proceso de acomodación a nuevas situaciones culturales, costumbres, tradiciones, en un país distinto del que dejó.

Las costumbres y tradiciones, las adquiere paulatinamente con el transcurso del tiempo. Respecto a las situaciones culturales, son las más problemáticas para integrar o adquirir, por las difi cultades, ya vistas, en relación con el aprendizaje del idioma.

El emigrante trae en su mochila la fuerza de voluntad y empeño de tratar de cumplir sus ilusiones, por lo tanto sabe que uno de los primeros objetivos es el aprendizaje del nuevo idioma.

Con este aprendizaje puede lograr comunicarse con las personas, y lo va a mejorar a diario con los compañeros de trabajo, de estudio, etc. Se observa fácilmente que al emigrante de cierta edad le cuesta mucho más que al que es joven.

Además hay que considerar la situación de los emigrantes ya grandes, por ejemplo, el caso de mi padre, que tenía 40 años, y vino para lograr los objetivos que traía en su mochila, o sea lo primordial era encontrar un trabajo y para eso tuvo que saber comunicarse e integrarse con sus compañeros.

A los adolescentes les resulta más fácil, ya que van a la escuela y no sólo se comunican con sus maestros y compañeros, sino que también al estudiar, van conociendo y aprendiendo el idioma más rápido y con el tiempo muchos de los adolescentes son profesionales universitarios, y adquieren un acento tal como el que tienen los nacidos en ese país, mientras que en el habla de los grandes permanece un acento incon-fundible y es imposible defi nir si es un inmigrante de tal o cual país.

El espíritu del inmigrante debe aprender cosas nuevas, el equili-brio que debe realizar consiste en adaptarse a las diversas circunstan-cias que se le presentan, para lo cual se requiere mucha concentración y esfuerzo.

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El diálogo es lo más importante para llevar adelante sus proyectos, hay que escuchar y evaluar siempre lo que dicen los demás, tener paciencia y las cosas van a salir según uno lo proponga.

Es muy importante confi ar en la memoria, no se debe abandonar la serenidad, muchas veces los desafíos aumentan nuestras defensas.

El inmigrante se integra a la sociedad en la que vive, pero no to-talmente, ya que existen muchos factores y conocimientos anteriores que siempre andan revoloteando. Siempre se trata de preservar la in-tegridad cultural, no nos olvidemos que el emigrante es una pieza de ajedrez que llegó donde está el rey, los alfi les y los peones y debe ser uno de ellos para poder integrase y adaptarse a las nuevas condicio-nes que se le presentan, se requiere mucha concentración y esfuerzo.

Los inmigrantes tenemos una mirada de tristeza por habernos ido de nuestro país, dejando atrás a nuestros amigos, compañeros y fami-liares, esta melancolía se renueva permanentemente.

La mayoría de las emigraciones se han producido por la difícil si-tuación económica y política que se vivía en el país de origen.

Se nos presentan problemas por haber dejado nuestra familia, nues-tra tierra y amigos, debemos hacer un esfuerzo muy grande para adap-tarnos, el objetivo es ahorrar dinero y enviarlo a nuestros familiares.

En muchos casos nos encontramos solos, sin amigos, sin familia, y tenemos que adaptarnos a otras culturas, debemos mentalizarnos de que vamos a otro país y que será otra forma de vivir.

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Cuando partimos al extranjero debemos tener confi anza, tener una mirada optimista, pensar que los proyectos que teníamos en el cerebro se van a hacer realidad.

Recuerdo que cuando emigré era un chaval, tuve que afrontar y asumir la adultez, porque al estar en otro país, me tenía que hacer cargo de las difi cultades que se me presentaban.

La nostalgia, ese recuerdo del lugar donde uno nació y vivió, la separación de su familia pueden ser algunas de las causas de la no adaptación, como también del sufrimiento.

Es muy difícil vivir en el extranjero, ya que uno viene de un lugar distinto, con una forma de vida distinta. La adaptación de antes es muy distinta de la de ahora, ya que existen medios de comunicación y traslado que son rápidos.

Durante los primeros años, tal vez sentimos euforia por haber logrado irnos a buscar nuevos horizontes, pero a veces al sentirnos solos nace la nostalgia y sentimos ese dolor por estar tan lejos de nuestros amigos y familiares. Hay una ruptura con nuestros amigos y familiares, se va perdiendo esa relación, porque todos con el tiempo cambiamos la forma de ser, es decir que evolucionamos, avanzamos para adaptarnos a las nuevas situaciones.

En esos años aparece un desequilibrio emocional, y por eso todos los inmigrantes tratan de ahorrar lo máximo posible para poder vol-ver pronto a su lugar de origen.

Hay muchos inmigrantes que experimentan la nostalgia, por la

LA NOSTALGIA

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pérdida de sus amigos, sus familiares, porque al estar tan lejos y no tener contacto permanente se pierden esas relaciones tan importan-tes para la vida. Por otro lado, deben adaptarse al entorno nuevo.

El tiempo transcurre inexorablemente y cada vez nos ponemos más viejos y recordamos los tiempos de antaño.

Los hombres de ahora ni siquiera nos acordamos de que en otros tiempos la vida era otra cosa, y no se trata de la diferencia que hay entre cada día y el anterior, no se trata de los contenidos de nuestro afán, de que nuestros apetitos sean hoy distintos de los de ayer. Se trata de que la forma misma de vivir es otra cosa.

La nostalgia, es pena, dolor, tristeza de verse lejos del lugar o las personas amadas, o es también el recuerdo de un bien perdido.

Pasan los días, los años y sólo nos sostiene este sentimiento: “volveré”.Es tan fuerte la nostalgia que se siente por la tierra de origen, que

por momentos uno se olvida hasta del motivo que nos hizo emigrar, haya sido cual fuere, aún si hubiese sido por necesidad económica y la tierra a la que emigramos nos haya proporcionado mucho para llenar nuestra mochila.

Ya dije que a esa mochila nunca la va a poder vaciar del todo, al contrario, en cada minuto, en cada día, aunque la vacíe de todas las cosas que trajo, por otro lado la va llenando de nostalgia.

Hay emigrantes que realmente vuelven a su tierra natal, lo cual nos hace pensar que por fi n pudieron vaciar la mochila, pero la cues-tión es que vuelve nuevamente cargada, posiblemente no de las cosas que llevó, sino de más nostalgia.

Los días y las semanas, los meses y los años transcurrían, de tarde en tarde me asaltaba el recuerdo, al pasar el tiempo me han olvidado mis parientes y los que me conocían, y uno se pregunta qué he venido hacer aquí.

Es muy difícil olvidar los pueblos, esas calles y callejuelas donde jugábamos a las escondidas y que tantas veces caminamos, esos luga-res de origen que están gravados a fuego en el cerebro.

Muchos de los inmigrantes dejaban su tierra porque siempre ha habido amenazas de guerra y también por el hambre que se pasaba.

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Descendí y ascendí vertiginosamente, imponentes las montañas y el silencio, el declive de las calles y senderos hasta un barranco, los puentes del río, en el fondo se veía caer el agua de las cascadas con su espuma blanquecina.

Me representaba, en las noches de luna, la escena de contemplar sobre los árboles del monte la cara redonda del astro y su cuarto menguante. La luna me dice placidez, mientras que los chopos, ba-lanceándose con la brisa, me susurran continuidad de nuestra vida.

Esos chopos gráciles que se menean al compás de la brisa, y cuyas hojas tiemblan despacio, el temblor de esos árboles es incesante y los pájaros chillan por doquier.

En lo alto el cielo azul y claro, en esos días de primavera, ese pai-saje con los árboles frutales con sus fl ores tan hermosas y las abejas revoloteando para extraer el néctar, esa prístina pureza del cielo sin nubes, y en lo alto un cuervo graznando.

La nostalgia, no hay que vivir pendiente de la nostalgia, no se debe pensar tanto en el pasado, sino en el presente y en el futuro, se debe meditar tener un carácter refl exivo y sereno, se debe modelar el cerebro para poder avanzar.

Muchos inmigrantes deben hacer un viaje inesperado al extranjero. Todos los emigrantes queremos tener un bienestar para nosotros y

nuestra familia, pero muchos no lo conseguimos por distintos motivos. Como ignorar que somos de otra tierra, ya que en el habla y en

las acciones, siempre estamos recordándola, cuántos sueños se han hecho realidad, ya que los inmigrantes soñamos, planifi camos nues-tro futuro.

Muchas veces no vemos el panorama, nos parece que es imposible de llegar, en la vejez es muy triste no tener quien nos dé una caricia, o un vaso de agua.

Hay muchas veces que uno tiene un viejo recuerdo de su tierra, una cadenita, un reloj o una lapicera, un libro o cuando ve algo por televisión que le recuerda su tierra lejana.

Muchas veces concurrimos a distintas colectividades, clubes galle-gos, andaluces, asturianos, catalanes, leoneses, etc., y ahí disfrutamos

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de las fi estas recordando nuestro terruño, escuchando la música vieja de cuando vinimos, por supuesto que en esos lugares degustamos esos platos típicos de cada zona.

Son reuniones en las que nos encontramos con nuestros paisanos, escuchamos la música de ese entonces, el sonido del habla de los que recién llegan. Es necesario evolucionar, conocer nuevas amistades, es un placer volver a sentir ese pasado, esa nostalgia, los recuerdos del cántaro de cobre que tenía mi abuelo y que con ellos íbamos a buscar agua a la fuente.

El llanto es como un remedio para la tristeza y también para la alegría, derramamos las lágrimas que van brotando como si fueran un manantial, y en unos momentos se evaporan.

Dejar el dolor, ese recuerdo, y volver a comenzar como inmigrante, el regreso qué difícil es, juntarse con esos amigos de antaño, donde falta ese contacto personal, que se perdió con el transcurso del tiempo.

Muchas veces a los inmigrantes no se los entiende, la clave del éxi-to es que el inmigrante debe adaptarse al lugar donde vive, disfrutar esos momento.

Esos viajes asombrosos que hacemos los inmigrantes, a los lugares más increíbles y lejanos del planeta.

Cuando se va y hace su maleta, siempre deja rastros en los que va a extrañar, va a recordar. Puede estar en el mejor lugar, pero no puede saber si volverá a verlo.

Extrañar es una forma de tener dolor, es sentir nostalgia por su lejanía, es sentirse triste, traer recuerdo en nuestra mente de los tiem-pos lejanos.

Extrañar los olores, de las comidas típicas del pueblo, de las fl ores en los prados, donde caminó en su niñez, hay que tener esperanza.

Son añoranzas de la juventud, de ese lugar donde nacimos, sim-plemente porque estamos en otro país, disfrutando de una vejez.

Muchas veces viene a la cabeza ese recuerdo de antaño, haciéndo-nos llorar por haber dejado ese hogar.

En esos momentos de nostalgia y tristeza, debemos levantar la cabeza y seguir con nuestra vida.

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Dicen que no hay rosas sin espinas, es así que para poder adaptarse al lugar, debemos sobreponernos a ese dolor y avanzar hacia nuestros proyectos.

Cuando vivimos lejos, muchas veces sentimos un silencio impene-trable, recordando esos lugares de la juventud.

Extrañar y recordar, es lo que nos hizo felices en cierto tiempo, es una forma de volver a disfrutar de esos momentos que tuvimos, es volver a vivirlos en compañía de familiares y amigos que no conocen esos lugares donde uno nació.

Los momentos de antaño, traen recuerdos, traen nostalgias, for-talecen el espíritu de seguir adelante, pero siempre debe vivirse el presente, se debe actuar con serenidad y no perder la calma porque puede haber nubarrones en nuestras ilusiones.

Adiós compañeros de mis recuerdos, al despedirme, acuden a mi me-moria esos recuerdos de antaño, cuando íbamos a pescar truchas al Olgaño.

Muchas veces me asaltan los recuerdos, a pesar del tiempo que ha pasado, no los he olvidado, siempre he ido para delante, aunque algunas veces he retrocedido, pero siempre con ganas de mejorar mi situación para que en otra ocasión pudiera hacer lo que pretendía.

Pensaba al tomar el tren en el apeadero de Villadepalos que hay que sacrifi case para tener algo en el futuro.

Es difícil avanzar, cuando no se tienen muchos conocimientos, ni morlacos.

Los recuerdos y las épocas de nuestra niñez nos traen nostalgia al corazón y al espíritu, tenemos que tratar de dejarla atrás y vivir el presente, siempre pensando en el futuro que nos espera.

Hay un dicho en mi pueblo que dice que “el Cuervo nace en la peña y siempre tira para ella” por eso el emigrante nunca se olvida de su terruño.

Iba yo por un camino muerto de hambre y merendando, y en eso me voy acordando, del caldo de berzas con un poco de unto y tam-bién el de fréjoles secos.

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El exilio es el destierro o la expulsión de una persona, de un terri-torio o país determinado. En el exilio debemos tratar de cumplir con las metas propuestas, muchas veces somos inconscientes del peligro que nos acecha, pero debemos tomar decisiones que no siempre son racionales, pero debemos elegir el camino que tenemos decidido.

Los inmigrantes vamos al exilio dejando nuestra patria nativa, por miedo a la guerra, para ver si podemos vivir mejor y sin sorpresas, muchos nos venimos a esta tierra a trabajar y a estudiar, buscando una mejor situación.

Los inmigrantes nunca olvidamos nuestro pueblo de origen. Me integré y nunca dejé de agradecer a este país, mi país Argentina, por todo lo que me permitió hacer, con mucho sacrifi cio y esfuerzo. Al abandonar el país de uno para establecernos en otro, nos dividimos en dos partes, tenemos una mitad en el país nuevo y la otra en el país donde crecimos.

El secreto de la adaptación es trabajar y trabajar y ahorrar para poder volver, teóricamente, al terruño de uno.

Siempre el inmigrante o emigrante, se siente extranjero, aun cuan-do le haya ido muy bien, siempre recuerda las calles, las lluvias, la nie-ve, los carámbanos de los tejados, la concurrencia al bar de su pueblo, siente que no es de aquí, ni de allá, ya que pasaron muchos años desde que se fue de su pueblo .

EL EXILIO

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En mi país adoptivo, la Argentina, he conocido gente extraordina-ria que me ha ayudado mucho y me invita a las reuniones sin hacer distinciones entre nativos y extranjeros.

Siempre es muy complicado estar en otra tierra, ya que son distin-tas las culturas, es otro trato el de los habitantes.

Tal vez porque le falta ese calor humano que tenía en su pueblo rodeado de su familia y que no tiene ahora, no es un turista, sino una persona que vino a ganarse el pan para él y su familia, es difícil hacer amigos apenas compañeros de trabajo.

Los extranjeros que, venidos de otras latitudes, tratamos de se-guir nuestras tradiciones, juntándonos con connacionales, tratamos de entonar alguna canción de la época en que salimos, en mi caso: pasodobles, la gaita y muñeiras, y otras de mi provincia.

Podemos decir que el exilio es una emigración forzada, dolorosa, no querida, de una persona que, por razones políticas u otras, debe emprender precipitadamente hacia otro territorio, quizás sin tiempo para pensar o discernir si es realmente el lugar que más le conviene o quiere.

Para el emigrante común la partida también es dolorosa, no lo sufi cientemente querida, y la causa es principalmente de carácter económico, emprende la emigración hacia un territorio que estudió y reconoce como el más indicado para el logro de sus objetivos.

Al exilio se lo puede comparar, como si a un árbol joven, frondoso, bien verde y lleno de frutos, lo cortan desde el tronco, tardará mucho en crecer nuevamente para volver a fl orecer y transformarse en un árbol robusto.

El exiliado tiene que dejar todo lo hecho, como a medio hacer, posiblemente quizás, hasta una familia, por esto decimos que es el destierro, la expulsión. Quien se exilia tiene que irse precipitadamen-te hacia otro territorio que no conoce, que no fue elegido para vivir y elaborar sus objetivos.

Se da el caso que posiblemente se encuentra con todos los incon-venientes, al igual que un emigrante común, pero con el agravante de que él no pudo pensar o elegir, no tuvo tiempo para decidir dónde ir,

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batido por el desarraigo de dejar su tierra, su familia, su trabajo, dejar en su tierra todo lo realizado y todos sus logros.

En este nuevo territorio, se habrá encontrado con otro idioma, sin poder encontrar un trabajo digno ni acorde a su preparación.

Igualmente tiene que vencer todos los obstáculos que se le presen-tan, y encarar una nueva vida hasta poder volver.

Más aún puede ser que triunfe, se haga de una buena posición económica y se adhiera a la cultura del territorio donde se encuentra desterrado.

Es posible que el exiliado, quiera cambiar todo lo logrado por vol-ver a su tierra.

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La tradición es la transmisión del conjunto de costumbres, creen-cias, relatos, vestimenta, comidas y festividades de un pueblo, que se van transmitiendo de padres a hijos.

Cada generación recibe el legado de las que la anteceden y colabo-ra aportando lo suyo para las futuras. Así es que la tradición de una nación constituye su cultura popular, y se forja de las costumbres de cada región, país, pueblo, raza.

El conjunto de las tradiciones de un pueblo está integrado por festividades religiosas, ritos indígenas relacionados con las leyes de la naturaleza (según el país al que se emigra), supersticiones, cánticos, bailes, vestimentas, juegos, músicas, comidas, lengua.

En un mundo tan globalizado e interrelacionado, mantener las tradiciones y signos característicos de cada pueblo, raza y nación, no es tarea fácil.

La lengua, la vestimenta, la música, los bailes, constituyen hoy una cultura casi universal que va en detrimento de la identidad histórica y cultural de los pueblos.

Dado que el mundo es uno, la raza humana una y los derechos humanos comunes a todo el género, las diferencias que marcan a una cultura o tradición no tienen el propósito de dividir y diferenciar a los hombres, sino el de unirlos a partir de lazos comunes. Ellas crean un sentido de pertenencia y de devoción común hacia los ancestros que fueron moldeando, a través del tiempo y el valor, la cultura de cada pueblo de origen.

TRADICIONES

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Bueno sería por un momento refl exionar sobre qué elementos los emigrantes que llegan a las tierras de adopción, aportaron como nue-vos ingredientes enriquecedores para esa tradición. A la tradicional fusión entre la cultura indígena, española e italiana se suman en el siglo XX las dos grandes inmigraciones europeas.

No sin asombro, el recién llegado se encuentra con costumbres nuevas que tendrá que asimilar; como por ejemplo, en el trabajo del campo, para algunos emigrantes, son nuevas estas palabras: alambra-do, albardón, apareado, apero, asado, taba, talero, tranquera, doma, yerra; en la vestimenta: el poncho, la bombacha de campo; en la co-mida: locro, asado, puchero, mazamorra, empanadas; también las fes-tividades religiosas, como la Pachamama, la Virgen de Iratí.

Respecto al aporte de los inmigrantes, ha sido comentado en el capítulo anterior al hablar de la fi esta del inmigrante.

Cada inmigrante en su mochila trae sus costumbres, relatos, su-persticiones, cantos, música, instrumentos típicos de su región, bailes, comidas, lengua; introduce todos estos elementos en el país adopta-do. Sin querer, el nativo también va asimilando e incorporando en su vocabulario palabras que le eran desconocidas y todo lo que dije que el inmigrante trae.

Así es como se enriquecen ambos, inmigrante y nativo, mediante la transmisión, la interrelación, la fusión de las tradiciones de cada uno. Se puede perder algún elemento pero se adquieren o incorporan otros. Tradición proviene del latín traditio, y éste a su vez de tradere, “entregar”.

Tradición es todo aquello que una generación anterior, por es-timarlo valioso, le lega a las generaciones siguientes. Se considera tradición a los valores, creencias, costumbres y formas de expresión artísticas característicos de una comunidad, en especial aquellos que se trasmiten por vía oral. Lo tradicional coincide así, en gran medida, con la cultura y el folclore, “sabiduría popular”. Una costumbre es una práctica social arraigada.

Para apreciar la importancia que tiene la costumbre, basta ir al Derecho anglosajón donde la costumbre es fuente de derecho prima-ria y, como tal, se aplica antes (o al mismo tiempo) que la ley.

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En Villadepalos, mi pueblo, celebramos dos fi estas patronales, una es la de San Sebastián el 20 de enero y la otra es conoce conocida como las Fiestas de la Magdalena, y dura toda la semana del 22 de julio, hay romerías en el campo del Virtu y también se realiza la pro-cesión, desde la iglesia hasta el camarín, un año se hace en la parte de arriba del pueblo y otras en la parte de abajo.

El camarín se adorna con los mejores manteles, sabanas y colchas bordadas, y en el piso se ponen espadañas y en el camarín fl ores, to-das las casas adornan sus puertas con mantones y fl ores.

El camino se hace desde la iglesia junto a todo el pueblo, llevan-do en andas la virgen hasta el camarín, , también hay una orquesta que acompaña tocando pasodobles y música sacra, después de tantos años para mí fue muy emocionante volver a realizar ese trayecto.

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Acerca de este tema, se vino hablando permanentemente en casi todo el libro; no obstante, resulta interesante profundizar sobre el mismo.

Al referirme a la niñez, estoy hablando de niños emigrantes, ve-mos que algunos viajan junto a familiares mayores de edad, y otros solos a encontrarse con sus padres, o parientes que los reclaman. De inmediato nos damos cuenta de que en ellos no se producen gran-des inconvenientes respecto a su adaptación en la nueva tierra, por cuanto van desarrollando su quehacer, adaptación, crecimiento, esco-laridad, lengua, por lo cual las difi cultades de integración, podemos decir, no se alcanzan a observar.

La difi cultad de un niño puede producirse como algo que no logra interpretar hasta que no sea adulto, pues al convivir con su familia, ve que le hablan un idioma distinto al que diariamente escucha y tiene que aprender y hablar para comunicarse con otros niños nativos.

Los juegos, estudios, esparcimientos, etc. los comparte con los compañeritos, y si bien puede acordarse de alguno que dejó, no en-cuentra diferencias que puedan hacerle notar que es un inmigrante.

Esto es algo vivido con mi hermano menor, que cumplió los cinco años al mes de haber desembarcado, por lo tanto él jugaba con los demás chicos del barrio y al tercer mes tuvo que comenzar la prima-ria, pude observar que él ni se percató de nada y su vida continuó sin tropiezos de ningún tipo.

A medida que crecía, y al estar en contacto con su familia, se inte-resó por la razón por la cual teníamos dos idiomas, ya que en casa se

NIÑEZ-ADOLESCENCIA

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hablaba un dialecto, y cuando estabamos en contacto con las gentes hablábamos otro, me pude dar cuenta de que él fue el que menos tuvo problemas en comunicarse, interrelacionarse en la escuela o du-rante los juegos con sus amigos.

El porqué de las cosas se lo tuvimos que explicar los familiares, ya que para él todo era confusión y al mismo tiempo trataba de compren-dernos, y comenzó a profundizar sus preguntas; que por qué hablamos de otro país, de otro idioma, de parientes lejanos, pero al mismo tiem-po con otros que convivíamos a diario, fue entonces que nació en él la necesidad de conocer su pueblo natal y su familia, o sea sus raíces.

Un adolescente, sí se da cuenta y además se pregunta por qué tuvo que dejar su pueblo natal, sus compañeros y todos sus recuerdos.

Al mismo tiempo está contento y los días son años, hasta llegar, ya que el adolescente sabe que se va a encontrar con su padre y/o con familiares que lo están esperando.

La adaptación tampoco le resulta muy complicada, ya que paula-tinamente, o por trabajo, o por tener que seguir estudiando, o jugar con los adolescentes del barrio, su interrelación en el medio en que va a vivir le resulta normal. Pero sabemos que muchos adolescentes llegan solos y sus pensamientos se desdoblan entre lo que dejaron y lo que se van a encontrar.

En estos casos la incertidumbre va carcomiendo al joven hasta que logra una precaria adaptación. Precaria al principio ya que tiene que buscar trabajo, lugar donde vivir y cómo comunicarse. Por lo que ve-mos no es una tarea fácil, la primera ayuda, es tratar de buscar algún paisano del mismo pueblo o país y así facilitar la convivencia en un país extraño, así sucesivamente y con el paso del tiempo encuentra su adaptación, no sin dolor por los familiares y/o amigos y compañeros que dejó.

Pensamiento este último, que no lo dejará dormir ya que el des-arraigo es muy doloroso.

Se emigra en busca de un bienestar que no se logra en el país pro-pio, poco a poco, y con el tiempo se logra atemperar ese pensamiento fi jo en los seres queridos que quedaron tan lejos y son tan difíciles

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de ver o tener cada vez que se los necesita; y se logra también formar una familia, un bienestar, una adaptación más fi rme, pero nunca de-fi nitiva, ya que en algún lugar de su cerebro está presente, el “cuando volveré”.

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Con estos últimos puntos, nos damos cuenta de que lo que ocurre con el inmigrante es casi idéntico a lo que le sucede a un hijo adop-tado, ya que el emigrante tiene una tierra natal y una tierra donde vive (Patria de adopción), la comparación es fácil, mujer que le dio la vida (madre biológica) y la mujer que lo cría (madre adoptiva).

Esta comparación es muy triste, dolorosa y al mismo tiempo es tan cierta como la vida misma, en ambos casos existen nexos muy fuertes, sentidos, arraigados, tanto con la palabra “madre” como con la palabra ”patria”.

Es por este lazo tan fuerte que el emigrante, a pesar de todo el bienestar económico obtenido, a pesar de haber formado una familia, haberse identifi cado y adaptado a la patria de adopción, siempre tie-ne la nostalgia y el pensamiento de volver a su patria natal.

Muchas veces me he preguntado quién y de dónde soy, ya que hay momentos en los que creo que soy de aquí y otros de allá, pero es cierto que los inmigrantes tenemos dos patrias, la que nos cobijó y la de donde venimos.

En la patria donde nos desarrollamos, hemos aprendido muchas cosas que no conocíamos, como ser la alimentación, la vestimenta, la forma de hablar, formamos una familia y también como se pueden conseguir conocidos o en algunos casos amigos de verdad, esas per-sonas que se brindan sin pedir nada a cambio, y por supuesto uno está en deuda con ellas y debe ser leal.

PERSONA DE DOS PATRIAS

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Algunas veces al hablar con los nativos del país adoptado nos va-mos transformando y asimilamos su forma de ser, sin perder ni nues-tras creencias ni nuestras raíces.

Estando en el extranjero uno piensa en el futuro que le deparara, pero también en lo que dejó en su tierra, debemos hacer mucho esfuerzo para lograr lo que nos propusimos cuando salimos de nuestro pueblito.

Hay recuerdos de la infancia que no se olvidan jamás, pero con el tiempo, uno se pregunta si habrá sido verdad lo que nos ha pasado, esos cuentos del fi landón, cuando en las largas noches de invierno la gente se reunía para hablar, comer y hacer amistades, si era posible.Recordando los lugares que uno recorrió cuando era niño, el río, la montaña, el bosque, los sembrados, las faenas del campo, cuando uno iba a pescar ranas y anguilas a los regueiros y al río, esas noches de espera en el caneiro, para ver si caía alguna en el breiton, de vez en cuando ya entrada la noche uno se tiraba al agua tanteando a oscuras el breiton para ver si ya había algo, pero lo más importante era al salir el sol, que ahí si recogíamos las artes de pesca, íbamos contentos para casa con esos kilos de peces.

Las noches acostados debajo de esas cabañas improvisadas con ramas y hojas de helechos, dormíamos arriba de unas hojas y con un fuego prendido para espantar a los lobos y a las raposas. Qué her-moso era disfrutar y asar en una parrilla algunos peces y degustarlos con un poco de sal.

Normalmente los caneiros se hacen al comenzar la primavera, ya que es ahí cuando hay más peces y anguilas y salen del frío invierno, durante el que están medio adormecidas. Era un problema cuando caía alguna nutria, ya que rompía el avante porque era muy frágil, ahí sí teníamos que soltarla y coser donde estaba rota el elemento de pesca.

Otras veces íbamos a los arroyos y a los río y poníamos varios an-zuelos con sus cordeles atados a una piedra para pescar esas sabrosas anguilas que eran un manjar para todos los del bierzo.

Esto que estoy contando son recuerdos de esos momentos imborra-bles de nuestro cerebro, que vienen en forma recurrente, cuando somos viejos y medios achacados, para recordarnos esos tiempos pasados.

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Qué bonito es envejecer pensando siempre en el futuro, no sola-mente en el pasado.

La salida desde el pueblo, la separación de las familias, el descon-suelo de los que se van y de los que se quedan, para todos es muy difícil, es como si fuera un destierro.

Estábamos llegando al Río de La Plata con su agua marrón que parecía café con leche, lloraba de alegría o tristeza, por encontrarme con mis padres biológicos, no los conocía, y también por haber de-jado a mis padres de crianza que eran mis abuelos Serafín y Encina.

Cuando el barco atracó en el muelle, todos los pasajeros estába-mos en la baranda mirando cómo arrimaban las escaleras para que bajaramos. Desembarcamos y nos llevaron a un salón muy grande donde había mesas y bancos donde nos sentamos a la espera de que nos llamaran para poder salir.

Yo tengo dos patrias, Argentina y España, una fl or de ceibo y la otra un clavel. Es hermoso donde nací, pero también lo es donde cre-cí, el dolor del desarraigo con el tiempo se disipa, es como la neblina que desaparece, pero al mismo tiempo es recurrente.

El inmigrante continuamente hace comparaciones, entre el país que eligió para vivir y el país donde nació, la mentalidad se encuentra dividida, como así también la esperanza en su corazón.

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El miedo es la perturbación angustiosa del ánimo por algún peli-gro o mal que amenaza; es el recelo de que suceda algo indeseable. A todos estos estados de ánimos, las madres los presienten y saben que nada pueden hacer, es por esto que son ellas quienes más prefi eren dejar sus terruños y buscar un lugar donde criar a su familia.

No por esto, ellas no sienten dolor, tristeza, desarraigo, por estar lejos y quién sabe si volverán a ver a sus seres queridos, que dejan.

Por eso, siempre que en los pueblos hubo guerra, el resultado infa-lible en todos los casos ha sido madres que lloran a sus esposos, a sus hijos, parientes, amigos y conocidos.

Es por esto que las grandes masas emigratorias siempre se produ-cen después de estos hechos tan catastrófi cos tanto económica como moralmente.

He aquí que el emigrante dentro de su mochila trae también estos miedos.

En especial las madres son las que más sufren por las pérdidas humanas, y sin importarles lo económico, quieren buscar un lugar dentro en el universo que les permita crear una familia sin miedos, sin frustraciones, sin angustias, sin pensar cómo salvar a los que más aman en este mundo y poderlos criar dignamente y que ellos tam-bién encuentren el sosiego y la tranquilidad que les permita formar su propia familia.

Un inmigrante italiano dice: “En cuanto a mi experiencia, no viví ni recuerdo nada de la segunda guerra mundial, ya que nací en el 42 y

LOS MIEDOS

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en el 45 fue el armisticio de la guerra, desembarqué al inicio de 1953 en la Argentina”.

A qué viene todo esto, se preguntarán. Es que en 1955 fue el de-rrocamiento del presidente Juan Domingo Perón, y toda mi familia nos arrinconamos dentro de casa muy angustiados, ya que mi padre no había llegado y tampoco nos podíamos comunicar con los demás parientes, y veíamos a las demás personas, aún con los hijos chicos, subiéndose a los techos de las casas para ver cómo los aviones bom-bardeaban el Séptimo de infantería.

Creo que es un ejemplo, nosotros que habíamos vivido una guerra, nos refugiamos en nuestra casa, pero a quienes seguramente jamás habían vivido una situación semejante, esto los sorprendió con cierta ligereza.

Yo recién después de cumplir los 21 años me saqué la carta de ciudadanía, se preguntarán por qué, no es más que miedo, ya que a los 18 años aquí se hacía el servicio militar, y además a esa edad si hubiese vuelto a mi pueblo me hubieran obligado a hacer el Servicio o solamente quedarme como turista un tiempo normalmente corto.

Es así posiblemente como piensan todas las personas una vez que afrontaron una situación límite, como puede ser una guerra.

No puedo negar que con el correr del tiempo, estos miedos se van aligerando, pero ante cualquier movimiento bélico, por más in-signifi cante que sea, mi cerebro responde inmediatamente a estos estímulos, diciéndome “buscá un refugio, no solo para vos, sino para todos tus familiares y parientes, conocidos y amigos”. Es algo aletar-gado, pero que al primer inconveniente se dispara dándome órdenes precisas de lo que tengo que hacer.

Cuando hablo de conocidos y amigos, generalmente, son los nue-vos, que hice compartiendo juegos, esparcimientos, recreos, un mate, un vaso de cerveza, un vaso de vino, o sea son todos aquellos que de tanto escucharme y hasta pedirme que les hablara de estos hechos que viví, se les fueron haciendo carne en ellos, por lo tanto yo soy el responsable de aconsejarlos acerca de cómo deben encarar situacio-nes semejantes.

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Los inmigrantes muchas veces tenemos miedo de no cumplir con lo que planeamos cuando nos fuimos de nuestro país, en algunas opor-tunidades es por las difi cultades que tenemos frente al impacto de la nueva lengua y de los habitantes del lugar donde hemos decidido vivir.

Los inmigrantes no debemos tener miedo, sino precaución, previ-sión de algún acontecimiento, yo creo que todos hemos tenido mie-do, lo que hay que hacer es reconocerlo y enfrentarlo, tenemos que tener una motivación especial para perderlo y de esa forma avanzar hacia nuestro destino.

Yo soy un inmigrante español. Nací en el año 1933; entre 1936 y 1939 tuvo lugar la Guerra Civil Española y desde 1942 hasta 1945 la Segunda Guerra Mundial. Yo era pequeño, pero como comentaban los familiares y paisanos del pueblo, todos los del pueblo sufrimos en carne propia esas consecuencias, en todas las familias había algún muerto, por eso recuerdo que las mujeres estaban todas vestidas de negro…

Dijo Mandela: “No es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe afrontarlo” .

La vida de un inmigrante es un cambio continuo, él debe adaptar-se al lugar que eligió, no hay que temer a la adversidad, sino afron-tarla, saber vencerla.

A los inmigrantes nos acechan peligros desconocidos, son los que nos inspiran temor y tal vez no nos dejan actuar, el miedo es un sentimiento que el inmigrante percibe más cuando es mayor y siente temores por no cumplir con lo que tiene que hacer, en cambio cuan-do se es más joven, los miedos se disipan, ya que la mente está más ocupada en estudiar, en trabajar y en jugar.

Los tropezones que uno tiene en la vida, son para que aprendamos a no tener miedo y enfrentar la realidad que estamos viviendo.

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Mis ojos asombrados observan a este mundo nuevo, casi no com-prendo lo que ocurre, pero en mi pecho siento dolor y alegría, simul-táneamente, por la llegada.

Traigo conmigo una pesada mochila llena de temores, ilusiones, pérdidas y miedos.

Por fi n he podido concretar lo que tanto soñé, no sé si mi corazón soportará el gozo de pisar nuevamente mi tierra, sentir los olores, recorrer sus callecitas y tratar de encontrar lo que hasta ahora estaba en mi baúl de los recuerdos.

Volver es alegría y tristeza, nada es igual, yo soy otro y puedo mirar con ojos adultos ese pedazo de tierra y cielo que me vieron nacer y que siempre se guardan como un tesoro para que nada ni nadie lo toque.

Mi tierra se presenta ante mí con todas sus hermosuras y me sien-to pleno, pero no totalmente, ya no están allí todos los seres que amo; las callecitas de barro, por donde pasaban los carros tirados por untas de bueyes, se transformaron en calles transitadas por autos, las casas se ven igual pero al entrar es todo nuevo, no es reconocible para mí, lo mismo pasa con las personas, soy un americano, hasta no me reco-nocen; pero sí están sus recuerdos vivos y presentes en mí, recuerdos de tiempos idos. Allí fui feliz y hoy también lo soy.

Dios me dio la oportunidad de volver a ver mi terruño amado. Soñar es algo que no nos pueden negar, por eso lo pude lograr,

volver a mi pueblo, cerré los ojos y me volvió su fotografía.

SOÑAR CON VOLVER

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Al abrirlos, ya no estaba, sino que me encontré con una realidad muy distinta de mi añorado pueblito. Yo no tenía en cuenta que después de más de 50 años, como cambié yo, también cambian los pueblos.

Las personas envejecen, los pueblos cambian con el correr del mo-dernismo, por lo tanto yo no podía pasear con la fotografía a cuesta.

Como dije al principio con la llegada, en mi pecho latía fuerte-mente una disyuntiva, entre alegría y dolor. Alegría porque me reen-contré con mi tierra querida, y dolor por los familiares vivos que volví a dejar y familiares que había dejado y que ya no estaban.

Hoy siento que mi mochila está un poco más liviana, partieron las angustias del retorno y apareció el goce por lo vivido, por los abrazos compartidos, una copa de vino con los amigos, y al pisar esta tierra tan añorada siento que se llevó consigo mi niñez.

Tango que me pones triste al recordar ese pasado, ya que tuve que emigrar a otro lado, llorando ese destierro en el extranjero.

¡Adiós pampa mía!Me voy… Me voy a tierras extrañasAdiós, caminos que he recorridoríos, montes y cañadas,tapera donde he nacidoSi no volvemos a vernos,tierra queridaquisiera que sepas que al irme dejo la vida ¡Adiós!... A dejarte, pampa mía,ojos y alma se me llenancon el verde de tus pastos y el temblor de las estrellas…Con el canto de tus vientosy el sollozar de vihuela que me alegraron a veces y otras me hicieron llorar.¡Adiós pampa mía!

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Me voy camino de la esperanzaAdiós, llanuras que he galopado,sendas, lomas y quebradas lugares donde he soñado.Yo he de volver a tu suelo,cuando presientaque mi alma escapacomo paloma hasta el cielo¡Adiós!¡Me voy pampa mía…!¡Adiós!

(Letra: Ivo Peley. Música: Canaro/Mores) Tal como lo expresa la letra de este hermoso tango y su música,

me hace recordar el día en que salí de mi pueblo, esta canción con remembranzas del campo con sus pastos verdes, como así el arrabal de Buenos Aires en ese entonces.

En mi pueblo, Villadepalos, no teníamos esas extensiones como las que hay en esta patria adoptiva, esas pampas inmensas, con sus pocos árboles. Salí de mi pueblo en el año 1948, pero siempre lo re-cuerdo con alegría y esperanza, sueño con volver algún día.

La máxima de los emigrantes es poder crecer tanto espiritual como materialmente, debemos seguir siempre adelante.

Los inmigrantes dejamos huellas en nuestra mente y nuestro co-razón, por lo que fuimos, y a veces sentimos la necesidad de regresar, aunque sea con la mente a esos lugares de nuestra juventud.

Es mejor buscar pensamientos positivos, porque ellos alimentan el espíritu de continuar con nuestra tarea, reconocer que qué es lo que queremos ser.

Muchas veces nos sentimos ausentes, solos, aunque estemos con mucha gente.

Nuestra mente vuela, nos trasladamos a los lugares y momentos en que fuimos felices. Ver cómo pasa el tiempo, en algunas oportunida-des nos pone triste, por pensar que nunca más vamos a volver a ver esos lugares, la añoranza de volver a ver el terruño.

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Aunque el viaje nos haya causado dolor, cuando lo vemos a la dis-tancia, lo tomamos con alegría, son hechos tan distantes que muchas veces los sentimos deformados.

A los inmigrantes nada nos es fácil, es difícil pero todo se puede conseguir con constancia y paciencia, sufrimos en soledad.

Los amigos deben ser amigos en cualquier tiempo que sea, si ten-go mucho dinero, amigotes aparecen a montones, a comer y beber como los caballos cimarrones, si algún día estoy necesitado, muy po-cos amigos están a mi lado, que me sigan confundiendo digo a mis amigos en que líos los he metido, pero si yo no he hecho a ninguno daño, pero siempre hay alguno que quiere sacar ventaja aunque a mí me hayan puesto la mortaja, cuando me lleven en el funeral, no me envíen fl ores, por más que envíen coronas, este hombre está vivo y lo veréis siempre de bromas, que me sigan confundiendo, les digo a mis amigos, lo digo sonriendo, no me asustan los líos, no quiero que me vengan a despedir, sino a saludar y nos encontraremos todos en otro lugar.

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Si uno busca en un diccionario, “vínculo” es unión, atadura. También encontramos “vincular”, es perpetuar o continuar una cosa o su ejer-cicio. Las dos defi niciones, para nosotros emigrantes nos están indi-cando algo que para encontrarlo debemos bucear en lo más profundo de nuestro corazón; y entonces logramos darle forma a nuestro título.

Podemos decir, que el vínculo afectivo con nuestra tierra natal, con nuestros seres, con nuestras amistades, con los simples recuerdos y/o afectos que hemos dejado; no es más que la “atadura que se perpetúa en nuestro corazón para siempre”.

Este vínculo es el que no nos permite destetarnos jamás de nuestra Madre Tierra, ya que es igual de fuerte, doloroso e insondable que el vínculo entre madre a hijo.

Yo puedo ser testigo de lo que estoy diciendo, ya que siendo muy chico tuve que dejar mi terruño natal y todos los demás afectos que se pueden perder de niño, es que nunca, ni aun en el momento de mi vejez, pude dejar de sentir un dolor muy grande al nombrar mi patria nativa, mi pueblito, algún compañero, algún amigo o cualquier situación que me haga recordar todo aquello que dejé.

Soy nacionalizado argentino, hice todos los estudios acá, me hice de compañeros, de amigos, comparto vacaciones, momentos tristes y alegres de mi vida, pero para ser sincero, estoy muy bien hasta que de algún modo esos recuerdos se me presentan ante los ojos, para que estos alivien mi congoja mediante unas lágrimas.

VÍNCULO AFECTIVO

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Es sufi ciente escuchar una canción, ver un partido de fútbol, ver una ópera lírica, ver una película, escuchar un pasodoble, ver un pro-grama, o una propaganda que muestre lugares de mi tierra natal, para que mi vivencia se torne insoportable y muy difícil de tolerar.

Yo, a todas estas cosas que me hacen recordar de a mi país, no las viví porque era muy pequeño y vivía en un pueblito del cual salí y llegué a mi nueva patria.

Con el tiempo, si se quiere, todo esto, lo viví más aquí que en mi pueblo.

Es por todo esto que me imagino que a todo emigrante le debe pasar lo mismo, y al dejar mi tierra siendo tan pequeño, es que como puedo, escucho, leo, veo, todo es bello y me enorgullezco de mi patria natal, sin dejar, tampoco, un solo instante en pensar qué pasa con mi nueva patria adoptiva que tanto aprendí a querer, respetar y servir como todo ciudadano de bien.

Por favor no le pidan nunca a un emigrante que se olvide de su tierra natal, ya ven cómo por algo tan simple el “vínculo” está siempre latente en los corazones de cualquier emigrante.

Muchas veces los inmigrantes hemos tenido sueños premonito-rios de lo que debemos hacer. También defi nen nuestra personalidad, los hábitos, los ideales.

Muchos de los emigrantes que fueron al extranjero, formaron una nueva familia, en algunos casos se olvidaron de la que tenían en su ciudad, y dejaron a su mujer y sus criaturas indefensas.

Es la forma en que cada inmigrante expresa el vinculo afectivo, después de que salió al extranjero y enfrentó las difi cultades que tuvo, por distintos motivos no pudo o no quiso reconstituir su familia ori-ginaria. Cada caso es un misterio infranqueable.

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Después de un viaje tan largo en barco, el dolor que uno siente cuando se va del pueblo y se encuentra en altamar solo, sin un ami-go, es inmenso. Llegamos muchos inmigrantes desde el continente europeo a este país que nos prometía paz, y trabajo, salíamos como hormigas de los distintos pueblos para radicarnos en otro país.

La mayoría no teníamos ofi cio, y aunque lo tuviéramoshubiése-mos tenido, había que trabajar de lo que fuese, porque había que ganarse el puchero, es así que la mayoría nos empleábamos en la construcción, como mozos, porteros, o en otros casos como ayudan-tes de vendedores en los distintos comercios, pensando en volver al pueblo o ciudad de donde veníamos, pero la mayoría nunca volvió para radicarse en su patria de nacimiento, en algunos casos por falta de medios y en otros porque habían formado una familia acá.

Los inmigrantes cuando vinimos, nos albergábamos en una pieza, con baño compartido, nos bañábamos una o dos veces por semana y si había que salir a alguna fi esta también.

Comíamos patatas, zapallo, ensalada de cebolla, lechuga y también algunos ajos, tomates y unos mendrugos de carne, para poder ahorrar, misereando para poder juntar unos pesos y hacernos una casita.

Cuando un emigrante decide irse de su terruño, debe elegir un lugar determinado, se tienen que tener en cuenta las condiciones ex-ternas que nos rodean, pero también nuestro pasado, o sea nuestros conocimientos.

LOS DESAFÍOS

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Debemos escoger entre distintas alternativas, toda elección va a im-pactar en nuestro presente y en el futuro, el tomar una decisión, por un motivo u otro, puede determinar que avancemos o retrocedamos.

Existen problemas que son muy difíciles de afrontar, pero debe-mos decidir. En muchos casos existen varios objetivos a elegir, pero como todos estamos infl uenciados por nuestra nostalgia, tenemos que tener en claro las metas que queremos alcanzar.

En las decisiones de los inmigrantes infl uyen muchas cosas, como ser su conocimiento, su cultura y también qué es lo que se quiere ser.

Se debe tener mucha información y analizar lo que se pretende realizar, tomar un camino u otro, también hay que tener en cuenta si uno está dispuesto a afrontar lo que le ocurra.

A los inmigrantes especialmente les ocurre, que a veces sienten miedo y sufren por no haber sabido de antemano lo que les podría ocurrir, cada inmigrante es árbitro de su destino, es decir que en la vida siempre estamos eligiendo.

Cada emigrante tiene su destino, algunos tomamos los desafíos de lograr algo con mucho cariño, con persistencia de llegar a lo que nos propusimos, pero por muchas circunstancias a veces no se llega, o se llega aproximadamente, y tenemos que volver a intentar llegar a ese lugar.

Los desafíos son ilusiones, esa luz que irradia desde el interior de nuestro cerebro, que aunque surjan tempestades, a través del tiempo se aclaran las ideas y avanzaremos a través de los obstáculos que se nos presentan en nuestros proyectos.

Pero es importante tener presente lo que dijo Almafuerte: “Si te caes, te levantas con más fuerza para proseguir el camino”, ya que hemos puesto nuestra ilusión en llegar a destino.

Se debe poner todas nuestras energías en ese capital invertido que es la ilusión, que es la que nos ayuda a vivir en nuestra existencia. Siempre debemos tener un horizonte a donde queremos ir, al cual pensamos llegar.

En el inmigrante, siempre conviven sus sentimientos del desarrai-go, su entusiasmo, sus frustraciones, alegrías y tristezas. En algunos

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momentos estamos confusos en cuanto a lo que debemos hacer, pero siempre debemos respetar nuestras convicciones, el deber de apren-der, trabajar para de esa forma poder llegar, y que nuestra ilusión, nuestros proyectos se hagan realidad, esa cosa que pensábamos cuan-do decidimos emigrar.

Lo que importa es lo que uno se propone, hay veces que uno expe-rimenta una sensación de fracaso al ver pasar el tiempo y pensar que no todo le salió bien, debemos tener paciencia no exigirnos demasiado.

Hay que mirarse permanentemente en el espejo y ver cómo enve-jecemos y darnos una nueva oportunidad, hay que separar las viven-cias del pasado y las del futuro.

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En un tiempo pasado no hubo para mí más que pensamientos de volver a mi lugar de origen, volver a caminar por esos senderos y calles de mi niñez, muchas veces los pensamientos se vuelven muy obsesivos, tal vez uno no se encuentre mentalmente bien.

Los inmigrantes vivimos desparramados por todos lados, es así que en cualquier lugar del mundo hay inmigrantes españoles.

Cuando uno vuelve a su terruño después de tantos años de haber estado en el extranjero, para pasear, y reencontrarse con familiares y amigos de antaño, después de tanto tiempo transcurrido, las calles, las casas les parecen más chicas de lo que uno pensaba, ya que uno las había visto con ojos de niño y cuando vuelve ya es un hombre entrado en muchos años, o sea un anciano.

Muchos nativos de los distintos países que no han salido de su terruño como emigrantes, no saben nada del sufrimiento y el dolor de ese desarraigo, cada vez que recuerdo, cuando salí en el barco del puerto y desde la baranda miraba como cómo me iba alejando de la costa y cada vez apenas se dejaba ver la tierra, pensaba si y algún día podría volver a mi tierra, nunca podré olvidar ese momento.

Después de cincuenta años volví a mi pueblo, me parecía diferente de como lo había visto, estaba todo cambiado, allí mis compañeros de la escuela de Villadepalos me llaman “el indiano” y aquí me llaman “gallego”. Los vi tan viejos que me parecía mentira que habían pasa-do tantos años sin estar ahí.

DE VUELTA A VILLADEPALOS

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Después de tanto trajinar y tanto andar, llegué nuevamente a mi querido pueblo de Villadepalos, por supuesto yo era un niño cuando me fui, volví ya viejo y con muchos años en la espalda, con el pelo blanco como la nieve.

En el pueblo viví mi niñez con mis abuelos, que fueron mis padres adoptivos, siempre los extrañé.

La casa de mis abuelos, fue construida a principios del siglo XIX, tenía un altillo con una boardilla al que se subía por una escalera en caracol donde guardaban manzanas y también colgaban algunos ra-cimos de uva, en el primer piso se encuentran los cuatro dormitorios, un comedor y una cocina grande, con su cocina a leña, no había sillas, sí varias banquetas y dos bancos con respaldos de aproximadamente tres metros, , fueron realizados con madera de castaño y en el medio, una mesa grande, hecha en madera de roble con las patas cinceladas con distintas facetas.

En la planta baja se encuentran las dos bodegas separadas por una pared, en una de las bodegas se encuentran colgados los jamones, chorizos y botillo, también están los racimos de uvas para comerlos en invierno, también en esta bodega se encuentran los barriles de vino, como hay varios cajones con tapa, donde se guarda la harina de trigo, de maíz, y en otros las nueces, almendras, avellanas, porotos, garbanzos, guisantes etc.

En la otra bodega, se guardaban las patatas, las mazorcas de maíz, fré-joles secos con sus vainas, comida para las vacas, los cerdos y la gallinas.

Como no había luz, recuerdo que era de noche, hace tanto tiempo, cuando me mandaron a buscar unos chorizos y patatas, para cocinar-las y comerlas, tenía que ir con un candil, bajé la escalera y me fui a la bodega, abrí la puerta y se cerró de golpe, el candil se apago, tropecé con una madera y me caí, tuve un susto muy grande, prendí nueva-mente con un fósforo el candil y recogí los chorizos, unas patatas y unos garbanzos y los llevé para la cocina.

La casa tenía a su alrededor un huerto donde se plantaban dis-tintas verduras, como ser lechuga, acelga, tomates y berzas que se ponían en la sopa, había también varios frutales, como ser manzanos, duraznos y un ciruelo muy viejo.

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Por el frente de la casa pasaba una acequia con mucha agua que venía de arriba del pueblo de las distintas fuentes, y había casi siem-pre algunas anguilas y peces.

La casa tenía una escalera afuera que había sido construida con sus escalones de pizarra negra.

Atrás de la casa se encontraba el huerto y un tinglado de madera, con techo de pizarra, donde se guardaban las vacas y los cerdos, a un costado se encontraba el lagar.

El pueblo tenía alrededor de 500 habitantes, en el barrio de abajo había dos escuelas, una de niñas con una maestra, y una de niños con un maestro. Lo mismo en el barrio de arriba.

Después de muchos años llegó un día muy importante en mi vida, el consulado argentino y las autoridades de inmigración de España me permitieron que viajase a la Argentina donde se encontraban mis pa-dres, viajé en un barco de carga y pasajeros, viajé solo, sin conocer a na-die, viajaba gente de todas las nacionalidades, todos querían escapar de los problemas que había en ese entonces en todos los países de Europa.

De niño sufrí la guerra, en casi todas las familias había alguien que había muerto, por eso la gente se sentía muy triste y las mujeres se vestían todas de negro y con un pañuelo a en la cabeza.

En esa época, debido a que en el país recién había terminado la guerra civil y las ciudades estaban destrozadas, la mayoría de los campos abandonados, no había intercambio comercial con otros paí-ses, el gobierno fi jó precios a la producción, los productores rurales debían entregar una parte de la producción al gobierno al precio

que les imponía la autoridad, es así que comenzó a faltar merca-derías y apareció el mercado negro donde se vendían los comestibles a más de cuatro veces de lo que había establecido el gobierno –era el estraperlo–, además faltaban muchas cosas, como ser el pan, fi deos, arroz, lo único que había pero en poca cantidad eran lentejas, porotos y garbanzos que se cosechaban, como también trigo y centeno, un poco de aceite. El gobierno les entrego entregó a todas las familias una libreta de racionamiento para retirar los elementos de los econo-matos, esta situación se desarrollo durante los años de 1938 a 1950.

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Todos los vecinos del pueblo nos conocíamos, es así que en las grandes fi estas siempre nos reuníamos y disfrutábamos de la música, esas grandes orquestas que venían de distintos lugares, generalmente las fi estas se hacían en el campo del Virtu.

Recuerdo que en muchas ocasiones íbamos fútbol al Campo la Barca. Algunos de los inmigrantes sufrimos más el destierro que otros,

ya sea porque éramos más jóvenes, teníamos algunos parientes o nos hicimos de amigos y nos pudimos integrar más rápidamente a la sociedad elegida.

Cuando uno emigra, trata de hacerse un bienestar, conformar una familia, y muchas veces se pregunta qué hubiera sido de uno si se hubiera quedado en el pueblo, muchos no sabemos por qué vinimos, unos éramos jóvenes con mucha ilusión y otros mayores, que está-bamos cansados de la guerra y del hambre que había por todos lados.

La primera vez que llegue llegué a mi país de origen después de tanto tiempo, al bajar de la estación del ferrocarril, veía que había varias personas viejas esperando a alguien que venía, le dije a mi mu-jer “a quiénes estarán esperando esos ancianos”, bajamos y no me conocían, ni yo a ellos, ya que habían pasado muchos años.Hasta que llamaron “Fino”, y ese era yo, fue una emoción muy grande que me fueran a buscar, ya que eran compañeros de la escuela de Don Ramón Vuelta, efectivamente los vi, tenían la melena blanca y algu-nos con un cayado, yo le decía a mi esposa “qué viejos que están mis compañero”, es que yo todos los días me miraba en el espejo y nunca creí que yo también era tan anciano.

A pocos kilómetros pasando el río Sil se encuentran al sur las dis-tintas sierras, que están totalmente llenas de árboles, como castaños, cerezos, almendros, avellanos y también zarzas y otros frutos típicos del monte salvaje.

Recordaba que cuando era niño hacíamos escapadas al río y al monte, nos metíamos a nadar, mergullándonos para ver si podíamos pescar al-guna trucha que estaban en el fondo del río y otras veces entre las oucas.

Luego íbamos para arriba de la montaña de los carrascos, con sus matorrales amarillos de las denominadas escobas a recoger los frutos

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que hay en esos lugares inhóspitos, como ser frutillas salvajes y pám-panos, los árboles crecen en las rendijas de las rocas.

El viento soplaba y llovía intensamente, golpeando sus gotas en las ramas de los árboles, cuando la lluvia menguaba, continuábamos subiendo esas laderas empinadas, por esos caminos de piedra y barro.

—Pero, Fino, ¿porque te marchas tan rápido?—Saben lo que pasa, me tengo que ir porque mi lugar no es Vi-

lladepalos, sino la Argentina, donde me transformé en hombre y for-mé una familia, mi mujer, mis hijos, mis nietos, y además tengo mu-chos amigos, y estando tan lejos aunque que los veo casi a diario por la cámara de la computadora, siempre creo que hay algo que endulza la vida y la vuelta a mi patria adoptiva es mi última ilusión, y ahí me enterrarán, ya que he comprado un prado para que me entierren baji-to, la ilusión nunca se pierde. A veces recuerdo esa deprimente lluvia y la humedad en Villadepalos esas noches con nieve, el cierzo, los vendavales en las ventanas y el silbar del viento en invierno. Cuando llega la primavera se siente el cantar de los pájaros, las fl ores comien-zan a salir con ímpetu entre las hojas del suelo.

Adiós compañeros, al despedirme, acuden a mi memoria esos recuer-dos de antaño, cuando íbamos a pescar ranas y anguilas en los Lameiros.

Ya con muchos años en la espalda, habiendo cumplido los 70 y pico, no digo cuantos para que no se asusten, si no dirán que soy un viejo cascarrabias, a mi no me ofenden porque digan que soy viejo, porque es una realidad palpable, y todos lo dicen con cariño, volví nuevamente al pueblo.

Al año siguiente volvimos a mi pueblo en el mes de enero, vimos que la calle estaba totalmente llena de nieve, pero había mucho hielo y estaba la calzada muy resbaladiza, desde Ponferrada que tomamos un taxi la velocidad era muy baja, queda tan cerca pero con la ansie-dad nos parecía una eternidad no llegar al pueblo, pero ahí no más lo vi, las montañas, vi la vía del ferrocarril y me di cuenta de que ya estaba en ese lugar, pasamos por el robrado y la cuesta donde había tantas viñas y encinas, me acordaba de la viña de mi abuelo, que al fondo había una montaña de piedra con un castaño en el medio.

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Desde el pueblo se ve el monte, en verano todo verdor y en invier-no lo tapan las nubes, la neblina y la nieve.

Qué hermoso ver los caminos nevados, y la gente caminando con sus madreñas de madera, con sus alpargatas para que no se les enfríen los pies, si bien no hay barro como aquel entonces, todavía las usan.

Estuve durmiendo en casa de una prima y amigos, como es in-vierno, desde la ventana veíamos, mi mujer y yo, cómo nevaba, había muchos pajaritos que se guardaban debajo del alero, en los linteles y ventanas al resguardo de las inclemencias del tiempo.

Era día melancólico en el que desaparecían los rayos de sol entre los árboles, es que ya se comenzaba a ver la penumbra, entre ese pro-montorio de piedra que estaba al oeste del pueblo.

El sol vuelve a nuestra casa y los problemas tienden a evaporarse, ya que hemos despertado a la mañana y recordamos parcialmente nuestros hermosos sueños, de haber vuelto a nuestra tierra nativa, lo inteligente será adaptarse no mirar para atrás, debemos de dejar de hacer compa-raciones entre el presente y el pasado, debemos avanzar con alegría.

En los regueros se veía nadar a las nutrias y a los lirones, no era como antes que los íbamos a cazar para comerlos, porque como dijo el viejo Vizcacha, todo bicho que camina va a parar al asador, “cuan-do hay hambre no hay pan duro”.

Quería ir al monte para tener un momento de tranquilidad y so-siego, así que decidí ir con una bota de agua, y fui caminando hasta lo alto de la montaña, me senté debajo de un castaño que estaba todo fl orecido, y se sentía solamente el revoloteo de las abejas que iban a extraer el néctar de esas fl ores.

Me acosté en la hierba y creo que me dormí, porque desperté sobre-saltado al sentir el graznido de un cuervo que estaba posado en un árbol.

Me sorprendió, al mirar a mí alrededor, la cantidad de fl ores en el suelo, unas amarillas y otras blancas.

Al comenzar la primavera con toda su belleza, verdor y suave dul-zura, el ruiseñor se hallaba cantando en la maleza, los ruiseñores lan-zan al aire tus trinos buscando su pareja.

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Los aromos estaban totalmente amarillos, también había muchos árboles con sus fl ores para que cuajaran los sabrosos frutos del bosque.

Esos prados y campiñas con sus viñas en fl or, su sembrado germen de nueva vida que nos da de comer.

Uno se quedaba asombrado de que a medida que el sol se elevaba, las fl ores parecían más hermosas, al estar en silencio, fueron apare-ciendo varios pájaros, picafl ores, ratoneras, gorriones y jilgueros, con sus cantos, me sacaron de ese éxtasis en que estaba cuando meditaba y veía esas plantas verdes y brillantes.

Otro día estaba sentado en un rincón debajo de un parral, eran al-rededor de las cinco de la tarde, se alcanzaban a ver entre el follaje a distintos pájaros, comiendo que comían higos de las higueras que están estaban muy maduros.

Los pájaros trinan de alegría al ver que nacen sus pichones, mira-ba sentado en una hamaca en el jardín, observaba el nido que había en una parra, en el que había varios pichoncitos piando con la boca abierta, esperando que sus padres les pusieran la comida en la boca.

Se sentía la melodía en los campos, uno se deleita al ver sus fl ores y sentir su fragancia, yo sentía una alegría inmensa por estar en ese lugar, ya que había estado cuando era niño y me venían a la memoria esos tiempos.

Las tranquilas noches de verano, el cielo azul estrellado y las Tres Marías, siempre miraba al sudoeste, donde está mi Argentina.

En Villadepalos hay tres bares, son esos lugares típicos en que no ha pasado el tiempo, con su mostrador de madera de castaño, hay mesas y sillas donde se encuentra a los paisanos jugando a las cartas y otros juegos.

También se sientan en la barra a conversar y tomar un té o café, esos hombres con un cigarrillo en la boca, ese olor penetrante a humo de tabaco, concurrimos todos los paisanos a tomar café con orujo, después de comer con toda la familia, ya que es una forma de hablar sobre lo que ha ocurrido y enterarnos de todas las novedades y conocer todos los chismes de los parroquianos.

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En estos bares se puede degustar distintas frugalidades, empare-dados de chorizo colorado, peces del río Sil, jamón con aceitunas, y también se puede pedir la famosa sopa de unto que era tan rica en esa época, y la sopa de berzas, que hacían con un pedazo de hueso de jamón y con un poco de carne.

Al estar en Villadepalos, tan distante del lugar donde vivo, veía el río Sil con su playa de pedregullo. Cómo me hubiera gustado haber pasado un verano completo en ese río viendo cómo pasan los peces y vuelan al ras del agua las golondrinas cazando los insectos.

En este pueblo en ese entonces varias noches en la semana, prin-cipalmente en esas largas noches de invierno, había reuniones fami-liares –el fi andón–, era una forma de compartir valores, entre copa y copa de vino y comiendo algún pedazo de chorizo, como también algunas frutas secas, se desgranaba el maíz, uno también se enteraba de todo lo que ocurría en el pueblo, además se escuchaban anécdo-tas y chistes de distintas personas, estas reuniones eran simplemente para hablar de distintos temas y además comer algunas delicias que preparaban las mozas de la casa.

En la argentina también nos reunimos generalmente para comer un asado y de esa forma afi ncar los lazos con los amigos y conocidos, se comentan los distintos viajes que ha realizado cada uno con sus problemas y lo que pasó, siempre esas comidas son adornadas con vino, algún postre y, fi nalmente, café con una copa de coñac.

Allá lejos y hace tiempo y después de muchos años de estar en la Argentina, volví de nuevo a mi pueblo, los compañeros de la escuela me invitaron a comer unos chorizos y tocino asado, y a compartir una noche en el monte, para recordar esos tiempos de mi juventud.

El preparativo del viaje es un buen estado de ánimo y uno está dispuesto a pasarla bien, no quejarse de la lluvia, ni del sol que en lo alto y en medio de esos árboles y arbustos era sofocante.

Salimos del pueblo, al amanecer, con dirección al río Sil, con un sol radiante, apenas salía el sol, caminando por aquellos prados verdes y sus frutales, a la mañana el rocío era intenso, ese olor a hierba recién segada, por esos carreiriños de los prados caminábamos, de vez en

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cuando, saltaba alguna libre, como así levantaban vuelo muy veloces algunas perdices.

Cruzamos el puente colgante del río, y a lo lejos se veía una red atra-pada entre las ramas y también había una barca cuadrada a través de la cual que en la época en que el rió estaba muy crecido, se pasaban los animales de una orilla a la otra con dirección a la feria de Cacabelos.

En una mochila pusimos pan, unos chorizos rojos, un pedazo de jamón y tocino, llevamos algunas frutas secas y unas manzanas rai-netas, llevábamos también dos botas de más de 2 litros, una con vino y la otra con agua, esta última, para apagar el fuego.

Ahí estaban los caminos sombríos de la ladera, comenzamos a escalar las montañas subiendo despacio por los senderos resbaladizos que hay en la ladera.

Al atravesar en el medio de las faldas de las colinas, mis compañe-ros de la escuela mientras caminaban, contaban relatos y tradiciones del pueblo, de algunos me acordaba y de otros me había olvidado.

A veces sentíamos las campanillas que llevan algunas ovejas en esas tierras llenas de árboles, arbustos y maleza, a lo lejos se veían las peñas desnudas de blanco y negro esos distintos colores de la pizarra, abruptos barrancos cavados por el torrente de agua.

Al atardecer se veían algunos pastores que iban arriando ove-jas hacia el corral de piedra para encerrarlas y cuidarlas, ya que en esos montes existen varios lobos y en algunas oportunidades atacan al rebaño.

En esos senderos del monte tan trajinados por las vacas y las ove-jas, como así también por las personas, hay musgos en los intersticios de las rocas, uno debe tener mucho cuidado al caminar, si no se pue-de tropezar con las raíces que salen a la superfi cie.

Al subir por esos senderos angostos y resbaladizos, y a los costados llenos de zarzas y arbustos, en uno de los recovecos había un castaño muy grande que tenía en el medio un agujero, y desde ramas tan frondosas se veían los erizos con sus castañas madura, las que caían al suelo eran comidas por los jabalíes que hay en la zona, también nosotros recogimos algunas castañas para comerlas asadas.

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También había robles muy gruesos y viejos con muchos años, que tenían muchas bellotas que caen y los jabalíes se las comen.

De tanto subir y bajar las distintas cuestas por esas trochas del monte escarpado y con aspecto selvático, estábamos bañados en sudor.

Al mediodía llegamos a una zona donde había un castaño enorme, creo que tendría más de siete metros de circunferencia, nos sentamos en el césped que había en esa zona para tomar un descanso, y ahí a un costado hicimos un redondel con piedras y rocas, juntamos leña, pu-simos una parrilla, prendimos fuego y asamos unos chorizos y unas lonjas de tocino que comimos con pan, vino y agua de ese manantial, que salía de un peñasco. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tan-to estar comiendo y hablando con mis amigos de la infancia.

Qué hermoso era tomar agua fresca, casi congelada de esos ma-nantiales que hay en los caborcos, se sentía caer el agua de las pe-queñas cascadas, las fragancias de las fl ores, terminamos la comida y como hacía calor nos tendimos en la sombra de un roble, en una manta en el sueldo y no pusimos a descansar, pero al poco tiempo vimos que iba a venir la lluvia, así que levantamos nuestra carpa para no mojarnos y esperamos que no lloviese para continuar hasta el atardecer subiendo, escuchando el zumbido de las abejas entre las fl ores y el murmullo de los pájaros.

Llegamos casi al anochecer a lo alto de la montaña, era una lo-mada, encontramos un lugar en el que había unos árboles llama-dos carrascos y rebolas, al costado pasaba un hilo de agua que iba en dirección al cavorco, ese manantial se encontraba a pocos metros de donde decidimos acampar, armamos la carpa, como así también nos surtimos de leña para el fuego que usaríamos al asar el tocino y los chorizos. Comimos con mucha afi ción, ya que teníamos mu-cha hambre, también comimos unas avellanas y manzanas, después de que algunos contaron cuentos de épocas antiguas, nos pusimos a dormir, durante la noche llovió en algunos momentos con repetidos chaparrones, cuando desaparecían las nubes se veía brillar a la luna a través de los árboles, durante la noche se veían unos esqueletos semipodridos de árboles que relumbraban, parecían fantasmas, al día siguiente amaneció con un sol fragante y luminoso, sin nubes.

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En la cima había un castaño seco, que tenía varios agujeros donde hacen los nidos los pájaros carpinteros, en sus ramas había un nido con pichones, y en los alrededores volaba un gavilán que quería robar-le los pajaritos, pero estos se defendían acosándolo permanentemente, los padres de esos pajaritos se turnaban para alimentarlos y cuidarlos.

También en lo alto de ese árbol había un nido de cigüeñas, parece que ya tendría varios años porque era muy grande, era una atalaya, se divisaba todo el contorno, se veía que en el pico llevaba alguna rana o culebra para darle de comer a su prole, las cigüeñas son pájaros que en invierno se van al sur y vuelven al mismo nido en primavera.

Gozaba de ese amplio y variado paisaje, que está lleno de recuer-dos de mi niñez, que recorrí en muchas oportunidades en busca de frutas silvestres, esas fresas rosadas salvajes, como así también los pámpanos que estaban maduros y eran amarillos, se sentía el aroma de las fl ores silvestres y las hierbas aromáticas.

En las paredes de los angostos cavorcos hay grietas con hiedras y por entre las rendijas de las peñas sale un hilo de agua, que a medida que avanza para abajo se transforma en un arroyito, que va al río Sil.

Continuamos subiendo por la ladera al monte por un carreiriño de las cabras, es un poco empinado y está muy húmedo, tenemos que ir despacio y tomarnos de los arbustos y hierbas para no resbalar, y después de andar durante más de dos horas llegamos una zona alta del monte.

En la cima buscamos un lugar donde había varios árboles achapa-rrados, ahí armamos una carpa con unas lonas que habíamos llevado, también cortamos un poco de hierbas secas y recogimos hojas que pusimos en el suelo, y nos dispusimos a pasar una noche alrededor del fuego, contaban cuentos y relatos, cenamos asando un poco de tocino, adornándolo con un poco de pan y vino.

Desde esa altura de la montaña se pueden ver las casas del pueblo con sus paredes blancas y los techos negros, ya que están construidos con pizarra, había varias canteras en la zona.

Fue muy hermoso estar reunido con mis amigos de antaño y ha-blar de muchos temas.

Pero como era a fi nes de primavera y hacía un poco de frío, tuvi-mos la precaución de dejar un tronco grande para que nos durara el

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fuego hasta la mañana y nos dispusimos a pasar una noche alrededor el fuego, escuchando los cuentos y las anécdotas de mis compañeros de la escuela.

Por todo lo que nos relataban y me contaban en el pueblo, unos eran inventados y otros se referían a lo que tal vez le había ocurrido a algún paisano. Era muy hermoso estar al lado del fuego, era una noche azul, y se veían titilar las estrellas en el fi rmamento.

Es así que a media noche estabamos dormidos, sentimos un rui-dos, pensamos que sería algún cerdo salvaje, pero qué va, era uno que se había acostado afuera, al lado del fuego roncaba como un marrano.

Así pasamos la noche, con el fuego prendido y a la mañana nos levantamos y fuimos a una fuente del cavorco a lavarnos la cara, y recogimos algunos frutos salvajes, preparamos un café de cebada, porque no había otro, y con un pedazo de pan y un poco de tocino desayunamos.

Desarmamos la carpa y continuamos subiendo la ladera, recorrien-do y parándonos para recoger algunos pámpanos y frutillas salvajes, fuimos caminando y llegamos a un lugar donde hace muchos años había una viña y siempre quedan rastros, por lo que nos pusimos a buscar algunas uvas, que luego comimos con pan.

También me llevaron hasta el Castrelín de San Juan de las Palue-las, un poblado fortifi cado de la antigüedad, era un recinto amuralla-do donde vivían las comunidades prerromanas de astures, que habi-taban esta zona desde la antigüedad, situado en una pequeña colina cerca del río Sil, está dividido en varias zonas donde han habitado personas que se dedicaban a la agricultura, a la caza y la pesca.

A la tardecita después de mucho andar decidimos retomar por otro camino que era mejor, ya que en otra época pasaban los carros, después de andar durante más de una hora, tomamos un sendero y es así que llegamos cerca del molino, donde había una barca; nos subimos y tirando por un cable llegamos a la otra orilla.

Unos viejos compañeros de la escuela me invitaron a ir al campo de la Vila a jugar a los bolos, yo me acordaba de cuando era niño, se colocaba una piedra alargada como de 30 centímetros y encima se

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ponían los bolos de madera, y con una bola redonda se le pegaba y se jugaba para ver quién los tiraba más lejos.

Habíamos llegado a fi nes de abril y la mayoría de los árboles ya tenían fl or y en el caso de los cerezos ya estaban medios maduros, a principio de mayo es cuando están en su punto justo. Qué hermoso es volver a saborear esas cerezas y comerlas debajo del árbol.

Otros recuerdos que me vienen a la memoria, ver en los entierros a las mujeres vestidas todas de negro con los pañuelos en la cabeza, con antorchas, realizando la procesión. Era un cortejo fúnebre que iba al cementerio a enterrar un muerto, era costumbre que los difuntos fue-ran sin cerrar el cajón y se podía ver el rostro del muerto, lo llevaban entre cuatro hombres y el cura iba adelante, rezando una oración al difunto, de vez en cuando paraba y la gente le daba unas monedas y así hasta llegar al cementerio que estaba detrás de la iglesia.

Al lado de la casa mi abuelo Serafín tenía un lagar, que era de seis metros por ocho, se componía de una prensa, una viga grande y una rueda que se hacía girar manualmente, para aplastar las uvas y manzanas.

A ese lugar se traían las uvas en carros, se las ponía en una rampa que iba directamente al depósito donde se encontraba la prensa, se hacía el mosto para después pasarlo a los barriles de roble para su fermentación.

También se hacía jugo con las manzanas que se prensaban y se hacía la sidra que se embotellaba y se guardaba en la bodega.

El mejor vino de la zona era en aquel entonces el del robrado y la cuesta, es un vino elaborado artesanalmente, que tenía aproximada-mente 12º o 13º grados de alcohol, la mayoría es tinto ya que las uvas de esa zona se dan mejor, al haber tanta humedad en Villadepalos, de abajo, donde hay muchos regueiros y riachos.

Este vino debe tomarse despacio y saborearse para encontrar esa fragancia refi nada ese sabor a las distintas frutas que existen en la zona.

Antes de tomarlo debemos ver su color y oler sus aromas, tomarlo despacio disfrutando de ese tinto oscuro. En esa época los chavales pisábamos las uvas y salía el mosto por atrás del carro, donde había

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unos cántaros que una vez llenos se volcaban a los toneles de roble, los chavales siempre probábamos el mosto que salía a raudales por el espito.

Algunas veces solamente se lo fermentaba con el mosto y otras también se le ponía todo el pellejo del vino y de esa forma salía un poco más oscuro.

Se dejaba fermentar sin tapar hasta que comenzaba a hervir y des-pués se le ponía una pizarra y se sellaba con cal, colocando solamente un tubo de vidrio que tenía la forma de una “s” y se le colocaba agua hasta la mitad, para que pudieran salir los gases pero no entrara aire.

Una vez que ya había hervido por segunda vez, es decir cuando estaba apagándose despacio y sin ruido, se lo sellaba y de esa forma ya estaba el vino, que había que dejar descansar en esos barriles de roble durante sesenta días, por lo menos, antes de tomarlo.

A un costado, el barril tenía un orifi cio tapado por un corcho, que al momento de probar el vino, se le colocaba una canilla de madera para que por ahí saliera.

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Invito a unos viejos amigos y paisanos, porque entre nosotros nos reímos de lo que nos ha pasado cuando éramos chavales, lleno de verdades, belleza e ilusiones.

Ahí sí que hay discusiones, acerca de si era mejor el pasado o el futuro, porque uno tiene necesidad de sentirse seguro.

He cumplido setenta y cinco años, unos más y otros menos. Qué hermoso es ser septuagenario, viendo cómo envejecemos poco a poco.

Siempre hay un motivo para festejar, aunque sea con un poco de pan y agua, y poder caminar.

Todos pensamos en el futuro, aunque sea tomando una copa de vino y comiendo un pedazo de pan duro.

Algunos estamos más contentos y otros medio amargados, por todo lo que ha pasado, pero todo tiene solución, hay que buscar la ocasión y el lado positivo, por si viene la guadaña y te deja sin abrigo.

Yo estoy contento, soy un viejo cascarrabias, pero qué le vamos hacer, siempre hay que sorprender.

A los viejos debemos comprenderlos en sus achaques. Qué difícil es ser viejo y protestar por todo, ya que a todos incomodo.

Hay que pensar cómo vivieron, no los debemos amargar, debemos tomar con cariño las cosas que hacen, ya que vienen con sus bagajes.

El destino de los viejos es un esquinero, qué se le va hacer, ya que hablan con cualquier paisano, es cosa de no creer.

CUENTOS DE SOLEDAD Y ABURRIMIENTO,

RELATOS NO PARAR REIR,

SÍ PARA LLORAR, POESIAS Y ALGO MÁS

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Los años hasta los setenta pasan volando, después continuamos en tren llevando una carga muy pesada, somos un problema para nuestros hijos.

Hemos trabajado de sol a sol teniendo proyectos, trabajando y estu-diando con ahínco para poder sobrevivir y alimentar a nuestros pichones.

Como ocurre en ciertas ocasiones con esos pájaros que vuelan para buscar sus destinos, todos lo hacemos por igual.

Hoy es un día especial, por eso festejamos nuestros cumpleaños todos los años invitando a todos los amigos de antaño, a comer y beber, es la única forma de festejar.

Déjalo tranquilo con su envejecimiento ya que algún día le llegará el momento en que tendrá que partir dejando a sus parientes muy contentos con toda la riqueza acumulada que ellos disfrutaran, ya que no les ha costado nada.

Qué difícil es pasar la vejez, siempre hay alguna ñaña, es que siem-pre a la mañana nos levantamos cansados, muchas veces no sabemos pensar, tal vez por estar cansados o porque el cerebro no funciona normalmente.

Es así que pasan los días, pensamos en el pasado, recordamos los tiempos juveniles los juegos y travesuras que hacíamos.

De noche cuando me despierto me da angustia por lo que le pasa a un anciano, comienzan a temblarnos la manos, no podemos caminar mucho, y nos cansamos de tanto cavilar, no sabemos cuándo debe-mos marchar.

Lo más importante es el esfuerzo y la dedicación. Es el sufrimiento el que nos va a dar fuerza para continuar, así pasaron los años, me volví un cascarrabias y achacoso, andando con cayado por todos los lados.

El puebloen Villadepalos nací,en la Argentina crecí.En ese pueblo me he criado,y en el otro me he enamorado,tengo fe en mi destino.

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Allí lejos de mi pueblo,en la pampa he de morir.Allí me tienen que enterrar,pues así será el destino.Ya que elegí ese caminotuve que atravesar la gran marpara encontrarme y poder trabajarpara poder encontrar un nuevo hogarpara estudiar y trabajar.Qué hermoso es disfrutardespués de tanto luchar contra esos elementos.Pero no es el momento de claudicar.Tengo que saborear la miel y no me tengo que quejar.

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Abuelo, un día en febrero allá lejos y hace mucho tiempo Ud. se fue a otra dimensión, nunca lo olvidaré por los consejos que me dio en el pasado. A pesar del tiempo transcurrido, siempre lo recuerdo, como si estuviera a mi lado.

Abuelo, yo sé que estaba cansado de tanto sufrir, por eso quiso partir.La nostalgia de sus nietos que están en un país tan lejano, recorda-

ba esos tiempos de antaño, cuando íbamos a pescar anguilas al río y regar los prados del foral y la divisiña.

También cuando a la tarde los domingos iba al salón que había en la granja y tocaban música con un organillo.

Era primavera, hacía mucho frío en los campos todos fl oridos y sem-brados, era una delicia ver cómo crecían los retoños del trigo y centeno.

Recuerdo los momentos hermosos que pasé en ese pueblo cami-nando por los prados con mi abuelo y ayudándole a segar el pasto para llevarlo y dárselo de comer las vacas.

En el monte con sus árboles de robles y encinares, las bellotas que caen con el soplar del viento.

Los cochinos que se alimentan con esos frutos tan sabrosos, y los jamones tan gustosos.

En las matanzas de los cerdos, las mujeres lavando las tripas en el río, con su agua congelada, para hacer los chorizos rojos y el sabroso botillo.

Los paisanos con sus hoces a segar van a cortar el trigo.El segador con su hoz al hombro, caminado por los senderos en

dirección al campo a cosechar sus granos.

ABUELO SERAFÍN Y SU NIETO RECORDANDO

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El carro chirriando por las calles de barro, transportando los rollos de mieses para ser mallado, con esos mallos en las eras golpeando para extraer los granos y llevarlos a guardar en las bodegas.

Abuelo me acuerdo cuando íbamos a vender la vaca y comprar otra con cría a Cacabelos, en esa feria comíamos un plato de pulpo que tenía solamente sal, pimentón y aceite de oliva con un pedacito de pan.

También cuando lo acompañaba a arar con esa yunta de vacas, el abuelo arando sus tierras para que salieran las patatas fuera de la tie-rra y los nietos arrancándolas y poniéndo en el carro esos tubérculos tan ricos y gustosos que hacen agua en la boca.

Los recuerdos muchas veces están deformados, es que los viejos estamos viviendo de esos momentos, ese aroma que uno siente cuan-do recuerda esos lugares donde vivió, son pequeñas porciones de la vida a la que debemos prestar atención, es cuando sentimos una voz interior que nos llama a la refl exión, es dar sentido a nuestra realidad.

Los viejos van caminando por los senderos con sus cayados, lo más importante es iluminarse en volver a verlo, aunque sea allí en lo alto del cielo.

Mi abuelo Serafín al morir, me envió los recuerdos de mi infancia que comenzaron a resurgir espontáneamente, como cuando comien-za a llover y cada vez más intensamente, así me ha ocurrido a mí, ya que cuando llegué a la Argentina, simplemente se me había olvidado todo lo pasado, era una negación de la mente, por dejar a una persona que quise tanto, y no sabía si lo volvería a ver, al encontrarme con dos desconocidos que eran mis padres, no recordaba nada de mi pueblo, parece mentira lo que es la mente, tal vez era porque había sufrido mucho y era una forma de autoprotegerme. Después de mucho tiem-po, comenzaron a brotar esos recuerdos vividos en el pasado que fue-ron tan importantes en mi vida, es así que pensando en las cosas que me había dicho mi abuelo, la vida se me hizo más llevadera y feliz.

Al pie de la sepultura un niño lloraba desconsolado, porque se ha-bía ido su abuelo, en ese momento llegó un sacerdote para echar una bendición, de regreso del cementerio a la casa, pensaba en ese dolor de la familia que había perdido por un tiempo a un ser querido.

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Mi abuelo siempre está presente, aunque haya partido hace mu-cho tiempo, creo que esta siempre conmigo.

Tenía tantos sueños que algunos se realizaron, otros se realizarán en el futuro, aunque sea allí arriba, ya que tengo muchos años en mi espalda.

El camino del inmigrante es muy difícil, debemos subir muchas cuestas para poder crecer, algunas veces nos caemos, pero debemos levantarnos con más ganas de triunfar.

Andar en soledad por los distintos países, con otros idiomas, tra-bajos, pero qué le vamos hacer, debemos continuar con mucho cari-ño, sin lamentaciones por lo que hicimos o dejamos de hacer, aun-que estemos agobiados, debemos descansar, pensar y seguir, nunca abandonar, debemos insistir en lograr lo que en nuestra mente nos hemos propuesto.

Por más que tengamos difi cultades, nunca tenemos que claudicar, sino pensar siempre en positivo y de esa forma lograremos nuestro objetivo.

Nos despertábamos a las mañanas con las primeras luces del alba para continuar nuestro destino que era la Argentina, la tierra soñada, pasaron varios días y cada vez se hacía más difícil continuar, ya que estábamos un poco cansados, pero siempre teníamos entereza de lle-gar al destino soñado.

La vida está llena de alegría, tristeza y miseria, que nos hacen ver cada día, lo que hicimos, lo que hicieron nuestros padres, el tiempo de dolor hay que remediarlos con el sufrimiento.

La vida en muchas oportunidades no es como uno se propone que sea, se debe extraer el néctar que se encuentra y de esa forma obtener la alegría necesaria para poder vivir.

Se debe aprovechar todas esas cosas que se pueden obtener, hay que estar contento con lo que tenemos y el lugar donde vivimos.

Si uno desea estar alegre, debe estar contento con uno mismo por lo que hace, uno al trabajar puede ser feliz, ya que mente ocupada no piensa en mosquitos.

La felicidad tal vez sea una recompensa por el esfuerzo que he-mos hecho.

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La alegría que se nos da a los inmigrantes, cuando volvemos a ver el lugar donde uno nació, tal vez sea un premio a la constancia.

Para llegar a lo programado o deseado, debe construirse día a día, tratando de mejorar su situación, la felicidad se logra avanzando, trabajando con ahínco y estando contento con lo que se va logrando.

En la vida lo peor que le puede ocurrir a un inmigrante es no tener un objetivo lejano, un proyecto de vida, que es lo que quiere ser, estar contentos, debe darse gracias a Dios por lo que se ha obtenido.

La felicidad es una oportunidad, no hay que perseguirla, sino tener un objetivo bien defi nido para lograr las cosas que uno tiene en mente.

Estando en ese lugar extraño, acuden a mi mente esos recuerdos de antaño, esos momentos vividos, pero que debido al tiempo trans-currido uno no sabe si es verdad o son sueños.

Muchas veces en los sueños uno ve a esas mujeres con sus sayos negros que van con su oz a segar el trigo y el centeno, y otras con un canasto en la cabeza llevando la comida a los que se encuentran trabajando en el campo, ahí despierto y veo que estoy en la cama que estaba soñando esas visiones tan lejanas que quedaron en el cerebro guardadas y salen a relucir.

Recuerdo cuando a la mañana me levantaba e iba a la escuela en invierno con un una campera de lana y un saco, con alpargatas y las galochas para que no se me enfriaran los pies, al entrar todos los alumnos dejábamos las galochas de madera (madreñas) afuera, deba-jo de un alero y al retirarnos nos las volvíamos a poner, el horario de la escuela era de mañana y tarde.

La escuela funcionaba en la Ruanova que estaba a trescientos me-tros de nuestra casa, es así que en los días de lluvias llevábamos los paraguas, el salón donde nos daba las clases nuestro maestro, que se llamaba Don Ramón Vuelta Nieto, tenía como quince metros de largo, por cuatro de ancho. Los alumnos nos ubicábamos así: en la entrada los más chicos y a medida que teníamos más edad más atrás.

El maestro nos enseñaba principalmente castellano, matemáticas, geografía e historia, la literatura que nos enseñaba era solamente de escritores españoles y en especial historia sagrada. En cambio, en

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geografía nos enseñaba los ríos, las ciudades y los países de todo el mundo, es así que sabía dónde se encontraba la Argentina y la ciudad de La Plata, donde se encontraban mis padres…

El maestro todos los días, lloviera o hubiera un sol radiante, des-pués de comer, tomaba un paraguas y se daba una vuelta de una hora por los caminos de tierra, ya que en ese entonces no había ninguno asfaltado, y volvía a la hora que tenía que dar clase a sus alumnos.

Recuerdo, abuelo, cuando me tenía que ir a la Argentina, un día Ud. me dijo, “Fino, cuando estés en ese país debes estudiar y trabajar, no te olvides que estudiar y trabajar es muy difícil, pero sin sacrifi cio no hay solución, hay que tener mucha fe y voluntad, los que tenemos poca plata y pocos conocimientos debemos tratar de conseguirlos leyendo muchos libros de todo tipo de lectura, es muy difícil salir de la mediocridad, pero con el talento, voluntad y esfuerzo se llega a donde uno quiere ir.

La vida, la tristeza y la alegría, son como la lluvia que viene y se va, es como un turista que se va de viaje, llega a su lugar y goza de esas cosas de la naturaleza.

La vida es como el viento, no gime, sino que canta de alegría al mover las hojas de los árboles.

El viento nos trajo a este país llamado Argentina.

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1.- Yacaré que se duerme es cartera.

2.- Puré de enfermo: Puro zapallo.

2.- El que se quema con zapallo, ve a una sandia y empieza a soplar.

3.- Pollo que sobra es ensalada rusa.

4.- Desayuno criollo: Puro mate.

5.- Hacer la América: ir a otro país para ganar mucho dinero.

6.- Muchos inmigrantes hicimos la América formando una familia.

7.- Educación–esfuerzo–competencia–mérito.

8.- El hombre no es alto por su estatura, sino por su inteligencia y cultura.

9.- Para un gallego la corbata es igual que un poncho para el gaucho.

10.- La vida se construye y también se destruye.

11.- Es difícil avanzar cuando no se tienen muchos conocimientos, ni patacones.

12.- Los recuerdos en muchas oportunidades están deformados.

13.- Los viejos vivimos de los recuerdos.

14.- Ese aroma que uno siente, cuando recuerda esos lugares donde vivió.

15.- En un momento sentí una voz interior que me llamaba.

16.- La lectura de un libro es para las personas, como para las abejas el recorrido de las fl ores, nunca se puede determinar cuánto néctar contiene.

FRASES

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17.- En una lectura rápida de un libro, no podemos extraer la sustancia.

18.- Hay que leer, hay que leer para aprender.

19.- Es mejor estar preparado para una oportunidad y no tenerla nunca, que tener una oportunidad y no estar preparado (anónimo).

20.- No es digno de saborear la miel el que se aleja de la colmena por miedo a las picaduras de las abejas. (Shakespeare).

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• En la vida hay que ser derecho, no torcido como una parra.

• Hay que saber apreciar a los amigos.

• Hay que ser tolerantes con los que no saben.

• Cuando estaba en Cuba, pensaba en las circunstancias que me llevaron a ir a trabajar tan lejos.

• Cuando uno emigra piensa en la soledad, y en el miedo a lo desconocido.

• Los recuerdos muchas veces están deformados por el tiempo pasado.

• Muchas veces la gente aparenta hacer caridad, amor al prójimo, pero lo que quiere es sacar ventaja para ellos.

• Es difícil avanzar, cuando no se tienen muchos conocimientos, ni patacones.

• Amigos, amiguiños, las vaquitas por lo que valgan.

• No estudies tanto porque te puedes hacer una hernia en el cerebro.

• Cuanto más estudian, más burros se creen, ya que les falta saber mucho más.

• Cuanto más leo, más me doy cuenta de lo poco que sé.

REFLEXIONES DE MI ABUELO SERAFÍN

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Contar la historia de los inmigrantes en la Argentina es una tarea muy ardua, ya que los inmigrantes perteneceremos a distintos países, a distintas provincias y distintas regiones y cada uno tuvo sus proble-mas, sus peculiaridades.

Indagar sobre el pasado de cada uno es muy controvertido, con situaciones insólitas que en muchos casos uno no quiere contar, no es nada sencillo, solamente se puede informar lo que le ocurrió a distintos inmigrantes.

Lo que le ocurrió o podría haberle ocurrido a cualquier inmigrante es muy difícil de relatar por todas las circunstancias que atravesó cada uno, algunos casos están deformados por el transcurso del tiempo, se ha tratado de desarrollar el tema del modo más ajustado posible a los hechos y al tiempo en que ocurrieron.

Al tomar el barco, avión o colectivo ya comienza su desarraigo, algunas veces al principio lo toma con alegría, pero en otros casos con mucha tristeza, le viene la melancolía de su lugar de origen, es una forma distinta del destierro, unas veces obligado por problemas políticos o sociales y otras es en forma voluntaria.

El inmigrante sufre y goza, la mayoría de los inmigrantes son per-sonas audaces, intrépidas, que no tienen miedo a enfrentarse a los problemas que se le presenten, siempre tienen esperanza de volver a su lugar.

En su desarraigo el emigrante debe luchar permanentemente con-tra esos tiempos del pasado, ya sea bueno o malo, ya que ha emigrado a otro lugar.

HISTORIA DE LOS INMIGRANTES

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Porque uno eligió tal país, tal vez por infl uencia de otros inmi-grantes, o por conocimiento de su económica y su población.

En el exilio se sufre mucho, es una de las peores cosas que le puede ocurrir a un individuo que tiene que emigrar por problemas políticos, dejando a sus amigos, su trabajo y algunas veces a su fa-milia y parientes.

En este libro en muchos casos hay omisiones, deformaciones, rei-teraciones, ambigüedades, creo que es por el paso del tiempo que se ven las situaciones distintas de lo que fueron.

Es muy fácil detectar errores en los escritos que otros realizan, pero es más fácil criticarlos sin aportar ideas.

En este libro hay solamente apreciaciones de lo que le puede ocu-rrir a cualquier inmigrante que fue a la Argentina, las peripecias de los inmigrantes, sus alegrías y tristezas, y la amargura, ya que no to-das las cosas le salieron como quería.

Cuando emigré, subí a un tren en mi pueblo para que me llevara a tomar el barco, subía por la escalera pensando en mi gente y mi tierra, desde la baranda de hierro veía a toda la gente que había venido a despedir a sus parientes y paisanos, agitando la mano me despedí de mi tío que me había acompañado, también me despedía del terruño llorando por lo que dejaba.

Parte el barco y ahí comienza nuestro problema de emigrante, el desarraigo, tal vez, es un sueño, un delirio, una aventura, pues es todo eso, ya que es muy difícil determinar por qué hemos decidido ir al extranjero. El barco avanza y nosotros desde la popa vemos que se desvanece el puerto, la tierra y ya es todo agua, vemos por la proa que el barco avanza con toda su fuerza, ese rumor de la olas, levantando una espuma blanca, en lo alto las gaviotas revoloteando y tirándose a la mar para recoger los desperdicios que tira el buque.

Los emigrantes vamos con mucha voluntad de progresar, como dicen en el pueblo “fue hacer la América”, ganar mucho dinero y volver, pero la mayoría no ganó la fortuna que pensaba.

Uno debe mirarse al espejo, enorgullecerse de ir como inmigrante al extranjero, haber podido labrarse un porvenir, formar una familia en esta patria libre.

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Imberbe, casi un niño, emigré de mi patria nativa, llorando por dejar a mis familiares y amigos en esa aldea, pero no quedaba otro remedio, había que eludir las guerras, el hambre y la miseria.

Mi abuelo Serafín siempre me decía, “debes trabajar y estudiar con ahínco, es la forma de vivir mejor, acuérdate de tu sufrimiento y trata de ayudar a otros para que no le ocurra a ellos lo que tú no querías que te ocurriera, en la vida siempre hay que dar algo aunque sea una parte ínfi ma, es una forma de devolver a la sociedad lo que a ti te dio”.

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LA INMIGRACION: Los censos son estadísticas que se realizan en un momento dado,

sirven para saber, cómo funciona la economía, determinando la can-tidad de habitantes, describiendo cómo viven, qué tipo de vivien-das poseen. También es importante saber qué tipo de explotaciones agropecuarias se realizan, los tipos de cultivo, la cantidad de ganado, como así las industrias. Su fi nalidad es tratar de buscar soluciones a los problemas sociales, como así también estudiar los presupuestos y poder realizar planes a largo plazo extrapolando a futuro los datos, para determinar lo que puede necesitar la población en el futuro, como ser viviendas, escuelas, hospitales, carreteras, etc., de acuerdo al aumento de la población que se estima probable según los índices estadísticos.

En la Republica Argentina, las estadísticas existentes de la pobla-ción son a partir del virreinato del Río de La Plata, los censos han sido esporádicos y muy rudimentarios, tenían solamente la fi nalidad de determinar cuántos habitantes había en las distintas poblaciones, en especial en Buenos Aires y algunas provincias, como ser Córdoba, Santa Fe, y otras ciudades, hubo varios intentos de realizar el conteo de la población en todo el territorio, ya que se necesitaban jóvenes para las milicias y el pago de impuestos, no se realizaron, creo, en las poblaciones del Chaco, Formosa ni en las provincias de la Patagonia, de las que solo se tenía simples estimaciones. El primer censo fue realizado en 1869.

Como consecuencia de la aprobación de la Constitución de 1853, es que se comienza a darle importancia a los censos de población y

ESTADÍSTICAS DE INMIGRACIÓN

A LA ARGENTINA

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negocios para de esta forma recaudar tributos. Eran recuentos par-ciales; en distintas publicaciones y libros existen estadísticas de po-blación a partir de 1550, tal como se informa en el CUADRO Nº 2, en párrafos posteriores se informa acerca de los distintos censos realizados en el país.

En los censos se informan datos estadísticos donde se detalla la cantidad de habitantes, la cantidad de empresas, la producción en sus distintas ramas (agropecuaria, industrial, viviendas, servicios, in-gresos promedio de población, etc.), las estadísticas son cifras que se consignan en listados, es decir que son datos demográfi cos, y econó-micos a una fecha determinada.

Estos datos estadísticos son cifras mudas que necesitan ser inter-pretadas y sirven para que las empresas y el gobierno planifi quen sus expectativas a largo plazo.

Con respecto a la inmigración, en nuestro país, Argentina, hubo varias etapas en la inmigración:

La Primera fue cuando se descubrió América y los europeos, en especial españoles, italianos y portugueses, llegaron a este continente, en ese periodo, España debido a la emigración al nuevo mundo prác-ticamente se quedó sin juventud es así que tuvo muchos problemas económicos, aunque llegaban cargamentos muy grandes de oro y plata a la península ibérica, pero así como entraban, salían para otros países, ya que en España no había mucha población que trabajase en los campos e industrias, es así que a partir de 1492 comienza a decli-nar la población española y aumenta su empobrecimiento.

La Argentina desde el descubrimiento del Río de la Plata se cons-tituyó en un polo de atracción muy grande para todos los inmigrantes.

Los emigrantes hemos venido a esta hermosa tierra argentina de distintos lugares del planeta, vinimos la mayoría sin un centavo, pero con una ilusión muy grande, es decir, querer trabajar, estudiar y progresar espiritual y económicamente.

Hay infi nidad de anécdotas y cosas que les ocurrieron a los inmi-grantes, unos porque teníamos esa nostalgia de querer volver a nues-tra tierra y llenos de plata, pero bueno ya que no pudimos conseguir eso, sí hemos conseguido vivir en paz en un país que nos brindó todo,

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sin discriminación de ninguna especie, nos brindó tanto nacionali-dad, ideología como religión.

La segunda etapa fue a partir de 1853 hasta 1900, cuando las perso-nas se iban de Europa en busca de aventura y también para conseguir algo más de lo que tenían a su alrededor.

La inmigración tuvo una infl uencia muy grande a través de las distintas colectividades, viñateros italianos en Mendoza, galeses en Chubut, estancieros ingleses, suizos y polacos en Misiones, españo-les y muchas otras colectividades, es así que se formó una identidad argentina, tal como lo dice la Constitución en el Preámbulo: “…pro-mover el bienestar general, y asegurar los benefi cios de la libertad, para nosotros, para nuestra posterioridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino…”

La Tercera etapa es desde 1900 a 1930, ya que los inmigrantes lle-gaban a la Argentina, queriendo salir de esos lugares por problemas económicos, religiosos y políticos, como así por la guerra que había.

La Cuarta etapa se da a partir de 1930, hasta 1960, es cuando afl uyeron más inmigrantes de todas las nacionalidades.

Todos venían con la esperanza de que después de trabajar como obre-ros estacionales en las cosechas volverían a sus hogares con algunos pe-sos, pero la mayoría se quedó y se radicó defi nitivamente en Argentina.

No nos debemos olvidar de que Sarmiento y Alberdi y otros más tenían muy claro que había que dar educación, sacar la intolerancia y la ignorancia, y es así que esos ideales fueron plasmados en la Cons-titución de 1853.

Todos los inmigrantes españoles trajeron su idioma y costumbre, sus tradiciones, lo mismo hicieron los de otras nacionalidades, es así que se formaron tantas organizaciones o clubes con las denomina-ciones de las distintas provincias de España, (Centro Gallego, Leo-nes, Asturiano, Andaluz, Catalán, Vascos, etc.).

Una de las primeras colonizaciones se realizó a partir de los pri-meros meses de 1825, cuando llegaron ingleses, irlandeses que se instalaron en el sur de la provincia de Buenos Aires.

El mayor caudal de entrada de inmigrantes en el Argentina se dio entre el periodo de 1904 y 1914. Principalmente a partir de la guerra

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de 1914 es cuando vino la mayor inmigración de distintos países de Europa, todos llegaron con una esperanza muy grande de progresar y formar una familia.

Después de la Guerra Civil Española, (1936/1939) y de la Segun-da Guerra Mundial (1939/1945) vinieron muchos inmigrantes de la península ibérica, y de otros países de Europa, ya que unos escapaban para que no los persiguieran por problemas políticos y religiosos; otros simplemente porque querían tener paz y elevarse económica y cultural mente.

Así también ocurrió en mi patria adoptiva que es la Argentina, de la que tuvieron que emigrar, entre otros, D.F.Sarmiento, J.B.Alberdi, Esteban Echeverria y en todas las épocas en nuestra patria tuvieron que emigrar muchos pensadores por problemas políticos.

El éxodo de científi cos y técnicos argentinos comenzó en la década del 1960 y se acentúo a partir de la dictadura del Gral. Juan Carlos Onganía.

Dijo Salvador de Madariaga: “Los hombres no pueden tomar po-sesión de la tierra, sin que la tierra tome posesión de los hombres”.

Muchos inmigrantes se dedicaron al comercio y otros a la ganade-ría y lechería, como los vascos, y otros a la agricultura, a la industria, al comercio y a la agricultura.

Desde 1825 en adelante se fundaron varias colonias, especialmen-te en Santa Fe y Entre Ríos. También se formaron la colonias de los galeses en la Patagonia, en muchos casos las colonias eran apoyadas por el gobierno, facilitándoles el viaje y entregándoles recursos para que pudieran poner en marcha su producción agrícola.

El llamado censo de 1707 consistió en determinar la población de distintas provincias solamente.

El censo de 1707 tuvo los siguientes datos

Buenos Aires capital 40,000 habitantes campaña 32,168 Santa fe 11,292 Corrientes 9.228 Entre Ríos 11.600Misiones 43.340 Total 147.628

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POBLACION SEGÚN LOS CENSOSAÑO Fuente % Incremento total Población población Anual1707 Azara 310.6281819 La Fuente 3,200% 27.000 1837 Sir Woodbine Parish 1,600% 675.0001860 Martin de Mussy 3,500% 1.210.0001869 1º Censo nacional 5,700% 1.830.214 1895 2º Censo nacional 4,600 % 4.044.0111914 3º Censo nacional 1,906% 7.903.662 1947 4º Censo nacional 0,618 % 15.893.827 1960 5 Censo nacional 1,463 % 20.013.7931970 6º Censo nacional 1,520% 23.363.431 1980 7º Censo nacional 1,600% 27.949.4801991 8º Censo nacional 1,446% 32.615.528 2001 9º Censo nacional 1,171% 36.260.130 2010 10º Censo nacional 1.06% 40.091.359

“La constitución de 1853, siguiendo los principios de las de 1819 y 1826, se refi ere a la necesidad de los censos nacionales con el fi n de “arreglarse a ellos el número de diputados”. Para cumplir con sus disposiciones el Gobierno de la Confederación ordenó en 1857 la formación de un Censo Nacional que se realizó de un modo defi -ciente en 1858 y comprendió solo a las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Córdoba, San Luís, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán.

En 1862 se dictó una ley que ordenaba el primer censo general pero no pudo cumplirse.

Seis años más tarde, siendo Presidente Domingo Faustino Sar-miento y con el apoyo de su ministro Vélez Sarsfi eld, se sanciona una nueva ley que permite llevar a cabo el Primer Censo Nacional de 1869, dirigido por el doctor Diego de la Fuente; tuvo por objeto un empadronamiento de la población y “fue muy sencillo y elemental en todas sus investigaciones, principalmente las relativas a las condicio-nes personales de sus habitantes”.

Este censo fue el primero que hubiera verifi cado la población en la

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República Argentina, comprendiendo todas las provincias y territorios.El segundo censo, en 1895, de la República Argentina fue orde-

nado por la administración de eldel doctor Luis Sáenz Peña, por ley, el 22 de julio de 1894, y llevado a cabo en todo el territorio de la Argentina bajo la administración del doctor José Evaristo Uriburu.Este Segundo Censo Nacional en 1895, se realizo el 10 de mayo y no fue solo un censo de población, sino el primer censo general para orientar la legislación en todos los aspectos (Estadísticas Históricas Argentinas-Vicente Vázquez –Presedo). De todos los censos anali-zados este es el más completo de todos.

En 1970 el gobierno dicta un decreto con referencia a los censos nacionales, provinciales y municipales –Administraron centralizada, descentralizada y empresas estatales–, los cuales deberán realizar ta-reas para el programa anual que le asigne el INDEC. Con referencia a los Nacionales la norma prescribe que estos se levantarán con la siguiente periodicidad:

a) Decenalmente en los años terminados en cero los censos de población, familia y vivienda.b) Quinquenalmente en los años terminados en dos y siete los censos agropecuarios.c) Quinquenalmente en los años terminados en 3 y 8 los censos económicos.En los anexos siguientes vemos a través de los números cómo ha

sido el fl ujo de los inmigrantes que han ingresado a la Argentina. Los datos fueron extraídos de internet y de distintos libros que se detallan en la bibliografía.

La Superfi cie territorial más insular de la República Argentina es de 3.761.274 Km2.

Con respecto a las cifras de los datos de población, como así de los inmigrantes residentes y entrantes en la Argentina, hay diferencias entre distintos autores y publicaciones, los datos verifi cables y cons-tatados fueron en especial los de los Censos de: 1869, 1969, 1895, 1914, 1947, 1960, 1970, 1980, 1991 y 2001.

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CENSO DE 1895“La República Argentina ha quedado constituida defi nitivamente

después de la capitalización de Buenos Aires y resuelto así en el se-gundo fi n de la Revolución de Mayo”.

Esto se ha conseguido con grandes sacrifi cios. Pero los pueblos, como los individuos no logran fácilmente aquello que apetecen, lu-chan y trabajan, porque la lucha y el trabajo son ley de la existencia.

La solución del segundo fi n de la revolución ha costado mucha sangre. Comenzada la lucha casi al mismo tiempo que la guerra de la Independencia, se produjo:

1º La guerra civil en el litoral, que terminó con la batalla de Cepeda.2º La creación de las provincias por la libre y espontánea voluntad de los habitantes de las principales ciudades y sus respectivos territorios; y el aislamiento de estas mismas provincias desde 1820 hasta fi nes de 1830. 3º La lucha en el Congreso General Constituyente entre unitarios y federales.4º La revolución militar (1828) y la guerra a muerte como consecuencia de ella.5º El advenimiento de Rosas y su tiranía esterilizadora.6º La constitución (1853) creada por las trece provincias que formaron la Confederación Argentina.7º La guerra civil entre la Confederación y la provincia de Buenos Aires.8º La unión de las catorce provincias sobre la base de la constitución de 1853, con la reforma fundamental de la anulación del artículo que creaba a Buenos Aires capital de la nueva nación.9º La transmisión constitucional del mando, y las últimas manifestaciones de la guerra civil.10º Como consecuencia fi nal de esta lucha, la capitalización de Buenos Aires, es decir, el cumplimiento de la obra del Congreso de 1853, y la solución defi nitiva del segundo fi n de la revolución de Mayo.

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Administración: “Asegurados los dos fi nes de aquella, nos resta a los argentinos si no perpetuar la obra de los patriotas de Mayo de 1810, elevar la nueva nación a un grado de prosperidad con la buena administración de las rentas, y el fi el cumplimiento de los preceptos de la constitución nacional” (Censo del año 1895).

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La “Villa Berisso” fue la consecuencia una localización industrial autóctona, el saladero, generado desde los inicios del siglo XIX por la presencia de vacunos, cuya cría casi natural se desarrolló en las vastas llanuras existentes.

Uno de los primeros inmigrantes que llegó a la zona fue Juan Bau-tista Berisso, por el año 1848. Se trata del impulsor de la ciudad de Berisso como “Capital del Inmigrante”. Según cuenta el escritor Manuel Chueco, Juan vivía en La Boca y se trasladó a Berisso para instalar un saladero donde se producía tasajo –que consiste en carne salada y hervida–, charque y, además, se aprovechaban los cueros de vaca y de cerdo para manufacturas.

Desde fi nes del siglo XIX y principios del XX arribaron a la re-gión lituanos, griegos, croatas, armenios, checos, eslovacos, árabes, italianos, españoles, serbios, húngaros, israelitas, ingleses, irlandeses, escoceses, etc., transformando la villa de los saladeros en el chaperío ondulado de los mil idiomas.

Venían de los lugares más lejanos del mundo, escapando de las guerras, por problemas políticos y religiosos y el hambre que había en sus países de origen.

Su primera preocupación fue unirse y concretar una causa común: la preservación de sus costumbres, sus lenguas, sus deseos y, a la vez, su defensa, su representación y su orientación en la nueva tierra.

Esa decisión conformó una de las características de la ciudad y de los berissenses: numerosos salones de actos de las distintas co-lectividades que a través de su trayectoria socio-cultural permitieron desarrollar inquietudes propias y ajenas.

BERISSO, CAPITAL DEL INMIGRANTE

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Es así que bajo ese cielo azul de la Argentina, se confunden hoy católicos, protestantes, evangélicos, ortodoxos, israelitas, musulma-nes y budistas, sin que la creencia individual signe diferencias funda-mentales de convivencia, aunque celebren esas fechas aproximadas la misma festividad religiosa.

La ciudad de Berisso nació como consecuencia de la localización de una zona industrial, de frigorífi cos, el puerto y establecimientos fabriles, como la hilandería.

Por ley, en 1882 se creó la ciudad de La Plata, y se la designó capital de la provincia de Buenos Aires, incluyendo a Ensenada y a Berisso como parte e integrantes de su territorio.

Además, se dio impulso al puerto de La Plata, ubicado en la des-embocadura de río Santiago. Al momento de crearlo, se apropió de una franja de cada margen, dando lugar a la aparición de dos ciuda-des: la de Ensenada, al norte del puerto, y Berisso, al sur.

Debido a la guerra de 1914 y a la gran demanda carnes y cueros, se creó el frigorífi co Swift en 1916. También se construyó la destilería YPF y más tarde la hilandería, es así que hubo mucha cantidad de inmigrantes que llegaron a trabajar en las distintas empresas de la zona. Eso hizo que las empresas fueran un factor determinante para terminar con la endogamia y facilitar la exogamia. El contacto labo-ral entre inmigrantes de distintas nacionalidades hizo que esa ciudad sea una mezcla de distintas etnias.

Hay un cuento, “La Noria”, de María Cayata, que relata el ena-moramiento de un eslavo con una correntina, que generó hijos de tez morena con ojos azules. “Linda cruza, carancho con lechuza”, sostenía el abuelo de las criaturas.

Debido a las mezclas entre las distintas nacionalidades, las genera-ciones actuales han diluido su pertenencia ancestral. Que mi caso sirva de ejemplo: estoy casado con una hija de italianos. La mezcla étnica es de tal magnitud, que se han mixturado parejas de distinta procedencia, y los descendientes acusan antepasados de diversifi cados orígenes, que por las leyes biológicas fortalecieron su concepción física.

El 3 de abril de 1957, el gobierno de la provincia de Buenos Aires por Decreto Ley 4656, crea el Partido de Berisso. La autonomía se consoli-dó desde enero de 1958, que es cuando Berisso comenzó a expandirse.

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En Berisso, todos los inmigrantes se fueron adaptando y formado sociedades para reunirse y ayudarse mutuamente entre las distintas colectividades. Esto les permite al día de hoy mantener vivas sus tra-diciones y transmitirlas a sus retoños.

El 28 de marzo de 1978, el gobernador de la provincia de Bue-nos Aires, por decreto Nº 238, designó a la ciudad de Berisso como “Capital del Inmigrante”, es así que en el mes de septiembre se lleva a cabo en esta ciudad “La fi esta del Inmigrante”, en la cual se llevan a cabo desfi les con los bailes típicos de cada colectividad, como así carrozas. También se elige a la reina del inmigrante, con las colecti-vidades de las localidades vecinas.

La designación como “Capital del Inmigrante”, avivó las culturas exógenas a las que adhieren no sólo los descendientes de determi-nadas colectividades y centros tradicionalistas, los cuerpos de bailes infantiles, juveniles y de adultos, como una manera de recrearse y comunicarse con el público que las contempla y aplaude.

POEMA CON TODOSAlguna vez el barro,convocó a los hombres a poblarloy muchos convergieron al llamadopor el sólo afán de desafi arlo.Miradas celestes y párpados oblicuos,etnias, creencias, culturas diferentes,se tensaron para mover las ruedas,transpiraron jornadas sin descansoy terminaron amigos de la greda. Lo rasgaron para tener un puerto.Le montaron fábricas y hogares,lo drenaron con montes y viñedosy sus riachos ondulados navegaron.Los hijos se hundieron levementeal danzar la música lejana

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y la sombra de los sauces hospedóun mate, un churrasco y una zamba. Argentinos de otros pagos, se allegaron, agrandando el pago de casas enlatadasque ensanchó benigno su perenne abrazojuntando balalaikas y guitarrasles hizo saborear la convivenciay comprobar la fuerza de la unión humanapara, con todos, modelar un alma. Dr. Horacio Urbañski

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CUADRO Nº 1: Inmigrantes ingresados vía ultramar años 1857-1956Fuente: Memoria de la Dirección de Migraciones, Año 1956.

QUINQUE-

NIOSITALIANOS ESPAÑOLES FRANCESES POLONESES RUSOS ALEMANES

1857/ 1860

(4 AÑOS)10355 3370 1105 12 240

1861 / 1865 33664 6401 4687 185 426

1866 / 1870 79880 16226 6694 234 872

1871 / 1875 82851 28458 22608 222 1963

1876 / 1880 69210 16068 10409 190 1956

1881 / 1885 182620 23133 20763 120 5914

1886 / 1890 311266 135631 73080 4035 8270

1891 / 1895 161240 36450 11197 11010 4403

1896 / 1900 264453 95264 14403 6456 4290

1901 / 1905 289534 146774 14034 19739 5852

1906 / 1910 506656 505884 20146 64754 13452

1911/ 1915 300451 484092 19635 55308 15191

1916 / 1920 46937 105001 6623 1489 6967

1924 / 1930 318460 213395 7161 33151 6725 35892

1931 / 1935 216328 186082 5867 95301 4672 24194

1936 / 1940 57355 54533 2965 16802 1301 9589

1941 / 1945 34063 21370 2124 34323 509 12155

1946 / 1950 709 4557 127 143 24 857

Resaltado el quinquenio de mayor afl uencia de cada grupo

CUADROS ESTADÍSTICOS

Page 128: EL INMIGRANTE Y SUS PROBLEMAS · Dijo Rudyard Kipling, en su poesía “Si”: Si puedes tener fe en ti mismo… Si puedes soñar, sin que los sueños im-periosamente te dominen…

128

QUINQUE-

NIOSITALIANOS ESPAÑOLES FRANCESES POLONESES RUSOS ALEMANES

1951 / 1955 274098 101722 3446 14308 5504 6966

1956

(1 año)13608 9937 488 210 121 1278

TOTAL 3412717 2302560 251268 195739 183974 171667

Resaltado el quinquenio de mayor afl uencia de cada grupo

CUADRO Nº 2: Población y tasas de crecimiento 1536-2010Total de inmigrantes desde 1536 al año 2001

1 2 3 4 5 6 7 8

ESTADISTICA DE INMIGRANTES ESPAÑOLES E ITALIANOS EN ARGENTINA

AÑOS Total

Población

Italianos Españo-

les

Otros Población

Nativa

Indice de

Creci-

miento en

miles

Índice de

Creci-

miento

en miles

1526

1536

1.550 340.000

1.580 337960

1.650 298.000 -0,02 -0,002

1.778 420.900 2,70 0,021

1797 310.628

1.800 551.000 2,40 0,564

1.809 406.000 11,10 1,233

1.810 609.200

1.810 700.000

1819 527.000

1.825 766.400 14,50 0,906

1826 773841

1829 634.000

1.837 781283

1.839 768.000 13,60 0,971

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129

1 2 3 4 5 6 7 8

ESTADISTICA DE INMIGRANTES ESPAÑOLES E ITALIANOS EN ARGENTINA

AÑOS Total

Población

Italianos Españo-

les

Otros Población

Nativa

Indice de

Creci-

miento en

miles

Índice de

Creci-

miento

en miles

1849 935.000

1.850 1.100.000

1853 1858100

1.857 1.299.300 3.021 854 19,0 1,056

1857 / 1860 6.822 2916

1.858 2.976 784

1.859 1.304.000 3.009 802

1.860 3.349 930 5659

1.861 4.807 786 6301

1861 / 1870 53.702 171416

1.862 4.902 934 6316

1.863 7.836 1.092 10408

1.864 8.422 1.608 11682

1.865 7.697 1.985 11767

1.866 9.212 2.074 13696

1.867 7.221 3.186 17046

1.868 18.937 3.834 2234

1.869 1.830.214 71.403 34.068 104859 1.619.884 32,0 2,667

1.870 23.101 3.388 39667

1.871 8.170 3.554 31614

1871 / 1880 222074 283.112 150764

1.872 14.769 4.411 60352

1.873 26.878 9.185 71000

1.874 23.904 8.272 45900

1.875 9.130 4.036

1.876 6.950 3.463

1.877 7.556 2.700

1.878 13.514 3.371

Page 130: EL INMIGRANTE Y SUS PROBLEMAS · Dijo Rudyard Kipling, en su poesía “Si”: Si puedes tener fe en ti mismo… Si puedes soñar, sin que los sueños im-periosamente te dominen…

130

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ESTADISTICA DE INMIGRANTES ESPAÑOLES E ITALIANOS EN ARGENTINA

AÑOS Total

Población

Italianos Españo-

les

Otros Población

Nativa

Indice de

Creci-

miento en

miles

Índice de

Creci-

miento

en miles

1.879 2.464.000. 22.774 3.422

1.880 18.416 3.112

1.881 20.506 3.444

1881 / 1890 417074 885.456

1882 / 1886 27.077

1887 / 1890 103.976

1.882 29.587 3.520

1.883 37.043 5.023

1.884 31.983 6.832

1.885 65.503 6.132

1.886 43.328 6.973

1.887 65.139 13.286

1.888 75.029 25.407

1.889 88.647 71.151

1.890 39.172 9.591

1891 / 1900 489913 696.780

1.891 15.511 3.831

1.892 27.850 4.593

1.893 32.077 6.799

1.894 37.009 7.069

1895 4.044.911 492.636 198.685 315.517 3.038.073 30,7 1,195

1.895 41.203 11288

1.896 75.804 18051

1.897 44.628 72078 72078

1.898 39.135 19716 130600

1.899 6.591.000 53.205 19798

1.900 52.149 20.383

1.901 58.314 11.171

Page 131: EL INMIGRANTE Y SUS PROBLEMAS · Dijo Rudyard Kipling, en su poesía “Si”: Si puedes tener fe en ti mismo… Si puedes soñar, sin que los sueños im-periosamente te dominen…

131

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ESTADISTICA DE INMIGRANTES ESPAÑOLES E ITALIANOS EN ARGENTINA

AÑOS Total

Población

Italianos Españo-

les

Otros Población

Nativa

Indice de

Creci-

miento en

miles

Índice de

Creci-

miento

en miles

1901 / 1910 892485 1.889.372

1.902 32.214 13.912

1.903 21.917 14.656

1.904 39.851 29216

1.905 53029 33.393

1.906 79.287 48.749

1.907 98.238 82.606

1.908 93.479 125.497

1.909 93.526 71024

1.910 107672 103128

1.911 94.578 75.412

1910/1920 1112328 1348392

1.912 80.583 147.640

1.913 114.252 101.636

1.914 7.903.662 942209 841.149 607.813 5.494.740 36,0 1,906

1915 / 1920 73.071 147840 589174

1.915 8.762 19.000

1.916 3.981 21.768

1.917 672 12.499

1.918 640 9.188

1.919 9.057000 12.183 20.824

1.920 49722 35.000

1921 / 1930 534.794 399473 253207

1921 48.633 51.899

1921 / 1924 4.511.656 627.011

1.922 70.891 60.190 44.738

1.923 100.793 51.070

1.924 80.832 56.372

Page 132: EL INMIGRANTE Y SUS PROBLEMAS · Dijo Rudyard Kipling, en su poesía “Si”: Si puedes tener fe en ti mismo… Si puedes soñar, sin que los sueños im-periosamente te dominen…

132

1 2 3 4 5 6 7 8

ESTADISTICA DE INMIGRANTES ESPAÑOLES E ITALIANOS EN ARGENTINA

AÑOS Total

Población

Italianos Españo-

les

Otros Población

Nativa

Indice de

Creci-

miento en

miles

Índice de

Creci-

miento

en miles

1.925 67.308

1.926 69.400

1.927 81.352

1.928 40.622

1.929 43.037

1.930 18.280

1.930 11.800.000 232.637

1931 / 1935 64193 63.963

1.932 9304

1931 / 1940 1475725 1364321 730135

1.933 7.402 8.337

1.934 8.317 9.336

1.935 8423

1.936 6.426 9.453 40416

1.937 10926 5.150 12928

1.938 12.958.217 17936 13.170 17376

1.939 13.129.723 14372 13.446 18190

1.940 13.320.611 11.246

1895 / 1846 1475725 729321 729135

1945 / 1949 15290566

1941 13.518.239

1942 13.708.386

1943 14.130.871

1944 13.909.950

1.946

1.947 15.893.827 786.207 749.392 900.328 13.457.900 20,4 0,618

1.948

1.949

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133

1 2 3 4 5 6 7 8

ESTADISTICA DE INMIGRANTES ESPAÑOLES E ITALIANOS EN ARGENTINA

AÑOS Total

Población

Italianos Españo-

les

Otros Población

Nativa

Indice de

Creci-

miento en

miles

Índice de

Creci-

miento

en miles

1.950 110.899

1.955

1.956

1.957

1.958

1.959

1.960 98.801

1.960 20.013.793 878.298 715.685 1.010.464 17.406.092 19,6 1,463

1.961

1.962

1.963 21.926.900

1.964

1.965

1.967

1.968

1.969 23.711.000

1.970 9.514

1.970 23.363.431 637.050 514.500 1.058.850 21.154.031 15,2 1,520

1970 9514

1.973 24.719.000

1.974

1.975 25.380.000

1.980

1.980 27.949.480 488.271 373.984 1.040.904 26.034.287 16,0 1,600

1.981

1982

1.983 29.627.000

1989

Page 134: EL INMIGRANTE Y SUS PROBLEMAS · Dijo Rudyard Kipling, en su poesía “Si”: Si puedes tener fe en ti mismo… Si puedes soñar, sin que los sueños im-periosamente te dominen…

134

1 2 3 4 5 6 7 8

ESTADISTICA DE INMIGRANTES ESPAÑOLES E ITALIANOS EN ARGENTINA

AÑOS Total

Población

Italianos Españo-

les

Otros Población

Nativa

Indice de

Creci-

miento en

miles

Índice de

Creci-

miento

en miles

1990

1991 32.615.528 356.923 244.212 1.027.075 30.987.318 15,3 1,443

1992

1998

1.999

2.000

2.001 36.260.130 216.718 134.417 1.180.805 34.728.190 12,3 1,171

2010 40.091.359 10,6 1,06

Fuente: Dantos extraídos de la D. N. Inmigraciones

Fuente: Biblioteca Cemla-Indec , censos y estimaciones

Fuente: Banco Central de la Republica Argentina-volumen III - 1976

CUADRO Nº 3: Anuario Estadístico de la Republica Argentinas -1978Fuente: Anuario Estadístico de la Republica Argentinas -1978.

1 2 3 4 5 6 7

Periodo Población Italianos Españoles Total de

inmigrantes

Población

nativa

1870/1874 1.737.000 71.403 34068 104.529 210.000 1.527.000

1875/1879 2.086.986 274.414 274.414 1.812.572

1880/1884 2.345.782 372.381 372.381 1.973.401

1885/1889 2.738.723 949.198 949.198 1.789.525

1890/1894 3.595.050 548.828 548.828 3.046.222

1895 3.955.000 492.636 198.685 315.679 1.007.000 2.948.000

1895/1899 4.049.420 669.325 669.325 3.380.095

1900/1904 4.692.719 784.298 784.298 3.908.421

1905/1914 5.396.482 1.709.434 1.709.434 3.687.048

Page 135: EL INMIGRANTE Y SUS PROBLEMAS · Dijo Rudyard Kipling, en su poesía “Si”: Si puedes tener fe en ti mismo… Si puedes soñar, sin que los sueños im-periosamente te dominen…

135

1 2 3 4 5 6 7

Periodo Población Italianos Españoles Total de

inmigrantes

Población

nativa

1914 7.885.000 942.209 841.149 575.642 2.358.000 5.527.000

1915/1919 8.235.651 1.872.637 1.872.637 6.363.014

1920/1924 8.972.453 681.610 681.610 8.290.843

1925/1929 10.424.787 1.872.637 1.872.637 8.552.150

19301934 11.935.738 1.663.074 1.663.074 10.272.664

1935/1939 13.092.536 1.989.365 1.989.365 11.103.171

1940/1944 14.152.653 1.811.626 1.811.626 12.341.027

1947 15.705.000 786.207 749.392 711.401 2.247.000 13.458.000

1945/1949 15.290.566 2.371.749 2.371.749 12.918.817

1960 20.010.000 2.366.000 2.366.000 17.644.000

1970 23.390.000 2.210.000 2.210.000 21.180.000

Fuente: Anuario Estadístico de la Republica Argentina 1978

CUADRO Nº 4: Tasas medias anuales de crecimiento de la población y sus diversos com-ponentes.

Tasas medias anuales de crecimiento total de la población

Y sus diversos componentes

Periodos

Quinquenales

Población Total Tasa de Crecimiento

Vegetativo

Tasa de imigración neta Tas de crecimiento total

1870/1875 17,9 10,2 28,1

1875/1881 19,4 3,9 23,3

1880/1885 19,1 11,8 30,9

1885/1890 16,1 38,0 54,1

1890/1895 15,6 8,2 23,8

1895/1900 15,6 13,8 29,4

1900/1905 18,2 9,7 27,9

1905/1910 19,4 25,8 45,2

1910/1915 19,5 19,6 39,1

1915/1920 18,8 -1,6 17,2

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136

Tasas medias anuales de crecimiento total de la población

Y sus diversos componentes

Periodos

Quinquenales

Población Total Tasa de Crecimiento

Vegetativo

Tasa de imigración neta Tas de crecimiento total

1920/1925 19,8 10,3 30,1

1925/1930 18,4 8,7 27,1

1930/1935 16,2 2,3 18,5

1935/1940 13,3 2,2 15,5

1940/1945 14,5 0,9 15,4

1945/1950 15,9 7,1 23,0

1950/1955 16,2 3,4 19,6

1955/1960 15,6 1,4 17,0

1960/1965 14,4 1,2 15,6

1965/1970 13,4 1,1 14,5

1970/1975 14,4 2,3 16,7

1975/1980 16,7 -1,6 15,1

1980/1985 14,6 0,6 15,2

1985/1990 13,4 0,8 14,2

1990/1995 12,6 0,7 13,3

1995/2000 11,9 0,7 12,6

2000/2005 11,3 0,6 11,9

2005/2010 10,6 10,6

Fuente 1870/1930: Lattes (1975);1970/1950 Recchinnide L 950 Recchinni de Lattes ( 1999)

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137

CUADRO Nº 5: Población total entre mediados del siglo XVI y el año 2001.

Tasas anuales de crecimiento para los periodos comprendidos

1 2 3 4 5 6

_Año Longitud del

periodo en

años

Población

total

Tasas medias

anuales por

año , por mil

1.550 340.000

1.580 337.960

1.650 100 298.000 -0,020 -0,002

1.778 128 420.000 2,700 0,021

1.800 22 551.000 12,400 0,564

1.809 9 609.200 11,100 1,233

1.825 16 766.400 14,500 0,906

1.839 14 926.300 13,600 0,971

1.849 935.000

1.850 1.100.000

1.857 18 1.299.300 19,000 1,050

1.869 12 1.830.214 32,000 2,667

1.895 26 4.044.911 30,700 1,195

1.914 19 7.903.662 36,400 1,906

1.930 11.800.000

1.947 33 15.893.827 20,400 0,618

1.960 13 20.013.793 19,600 1,463

1.970 10 23.363.431 15,200 1,520

1.973 24.719.000

1.975 25.380.000

1.980 10 27.949.480 16,000 1,600

1.991 11 32.615.528 15,300 1,443

2.001 11 36.260.130 12,300 1,171

Nota: -Fuentes: 1550-1947: Lates 1975; 1969/2001: INDEC.-CEDLADE 1995

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CUADRO Nº 6: Detalle de los Censos y sus autoridades

Año Presidente Denominación del Censo Contenido Duración Población

(en miles)

1857/58 Justo José de

Urquiza

De la Confederación Población

1869 Domingo F.

Sarmiento

Primer censo de la Republica

Argentina

Población 3 días 1830

1895 José

Evaristo

Uriburu

Segundo Censo de la

República Argentina

Población, Agrope-

cuario, Industrial

1 día 4045

1914 Roque Sáenz

Peña

Tercer Censo Nacional Población, Agrope-

cuario, Industrial

1 día 7904

1947 Juan Domin-

go Perón

Cuarto Censo General de la

Nación

Población, Agrope-

cuario, Industrial

3 días 15894

1960 Arturo

Frondizi

Censo Nacional de Población,

Viviendas y Agropecuario

Población, Vivien-

das, Agropecuario

1 día 20014

1970 Roberto

Marcelo

Levingston

Censo Nacional de Población,

Familias y Viviendas

Población, Familias,

Viviendas

1 día 23364

1980 Jorge Rafael

Videla

Censo Nacional de Población,

y Vivienda

Población,

Viviendas

1 día 27949

1991 Carlos Saúl

Menem

Censo Nacional de Población,

y Vivienda

Población, Hogares,

Viviendas

1 día 32615

2001 Fernando de

la Rua

Censo Nacional de Población

y Vivienda

Población, Hogares

y Viviendas

2 días 36250

2010 Cristina

Fernández

Censo Nacional de Población,

hogares y viviendas

1 día 40.091

CUADRO Nº 7:Periodos Inmigratorios en la Argentina

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Períodos Inmigratorios en la Argentina

1856-1870: Este período está condicionado por la inestabilidad política, los enfrentamientos internos y

la guerra del Paraguay. Los inmigrantes fueron en su mayoría italianos y españoles.

1871-1880: Período ascendente, estuvo hegemonizado por italianos y españoles.

1881-1890: En estos años se inició decididamente el proceso agrícola y comenzó la gran inmigración

estimulada sobre todo por la inmensa extensión del territorio que la llamada “conquista del

desierto” liberó para el cultivo.

1891-1896: Por la crisis económica el saldo tuvo una tendencia negativa: los ingresos y los egresos fue-

ron prácticamente equiparables.

1897-1903: Se produjo una recuperación del fl ujo inmigratorio, a pesar del confl icto fronterizo con Chile,

el bajo rendimiento de las cosechas y la suspensión de los trabajos públicos.

1904-1913: A causa del auge de la agricultura y la reanudación de las obras publicas, este período fue el

de mayor inmigración, hasta tal punto que el aporte inmigratorio fue superior a la diferen-

cia entre los nacidos y fallecidos por año.

1914-1918: La Primera Guerra Mundial incidió negativamente en la corriente inmigratoria.

1919-1929: Pese a la necesidad de mano de obra para la reconstrucción de Europa y el alza de los sala-

rios en el Viejo Mundo, en estos años se restableció el fl ujo inmigratorio, mayoritariamente

italianos y españoles.

1930-1938: A raíz de la fuerte crisis económica, en 1932 el gobierno nacional cerró la inmigración. Los

pequeños saldos positivos casi totalmente a mujeres.

1939-1946: La Segunda Guerra Mundial incidió negativamente en la inmigración Europea, por primera

vez, los inmigrantes de los países limítrofes, especialmente paraguayos, superaron a los del

Viejo Mundo.

1947-1955:

En estos años se recuperó la inmigración europea, alentada básicamente por el proceso in-

dustrializador que se vivía en el país. Los italianos constituyeron el 50% de los inmigrantes;

los españoles el 23%; y los paraguayos el 5%.

1956-1994: El fl ujo inmigratorio perdió intensidad y los primeros puestos del mismo fueron ocupados

por los inmigrantes procedentes de los países limítrofes. En los últimos años la inmigración

originaria de Corea del Sur, China y Japón.

FUENTES DE LOS CUADROS:

Además de la bibliografía, debe tenerse en cuenta que las cifras

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son tomadas de los censos y publicaciones informadas, y en algunos casos son estimativas.

Desde 1550 hasta 1869, información del INDEC; desde 1869 a 2001 censos poblacionales.

Con anterioridad a 1869, las cifras son estimativas, ya que no se poseían datos relativos a la población existente en la Confederación o la Argentina

El crecimiento de la población fue lento debido a las guerras in-testinas que eran frecuentes en la Confederación, se calculaba una tasa de crecimiento anual del 19 por mil, se informan los índices que se pudieron ubicar en distintas publicaciones.

Entre 1869 y 1895, la población creció a un ritmo del 27 por mil.

Entre 1895 y 1914 la población creció a un ritmo del 34 por mil.

En 1970 los extranjeros eran 2.210000.

Superfi cie total del continente: 2.791810.

Superfi cie insular 970.190

Total superfi cie 3.762000

Los números estadísticos son los que informan la potencialidad de los hechos pasados, una información estadística, bien realizada nos da una idea cabal de lo que ocurrió y qué proyección podemos hacer sobre el futuro, es una comparación de unos años con otros.

El plan de este pequeño informe estadístico es solamente para ver cómo fue evolucionando la población.

No es mi incumbencia juzgar las cifras informadas, ya que los distintos libros, análisis y cálculos estimativos realizados por varios investigadores no son coincidentes, pero sí hay una aproximación.

Se informa la bibliografía de la cual he extraído los números.

ANEXO GRÁFICOS DE LOS CENSOS 1869 Y 1895

ANEXOS GRÁFICOS DE LOS CENSOS 1869 Y 1895

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Mapa ubicación de la Republica Argentinas en América del Sur

Mapa de la Republica Argentina

Grafi co del censo de 1895

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El autor de este pequeño libro, que tuvo la inestimable colabora-ción del Cr. Pascual Russo, inmigrante italiano, como así de otros que han colaborado desinteresadamente, no tiene la pretensión de haber agotado un tema que es inagotable por las distintas circunstancias que afectan a todos los inmigrantes.

Han colaborado muchas personas desinteresadamente al leer y aportar ideas y comentarios sobre varios capítulos, ya que es un tema tan vasto que sería imposible de abordar sin la colaboración de ellos.

Es así que se han puesto distintos capítulos, algunos son originales y otros no tanto, ya que fueron sugeridos por otros inmigrantes, son hechos que salieron a la luz en distintos momentos y circunstancias, hay muchos errores pero sabrán disculpar los lectores.

Si un libro sale bueno se defi ende solo, pero si no resulta así, no hay quien logre defenderlo.

CONCLUSIÓN

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1.- Historia de inmigración: Lucía Gálvez. Editorial Grupo Norma 2003.2.- La inmigración española en Mendoza. Estudios monográfi cos: Consulado General de España 1989.3.- Historia de la inmigración en la Argentina: Fernando Devoto. Editorial Sudamericana 2004.4.- La Población y la inmigración en Hispanoamérica: Edición cultura Hispánica 1954.5.- Inmigración en la Argentina: José Panettieri. Editorial Macchi 1970.6.- Estadísticas Históricas Argentinas: Vicente Vázquez Presedo. Editorial Macchi 1971 y 1976. 7.- Estudio sobre el llamado Plan Pinedo: Instituto Americano de Investigaciones sociales y económicas Bs. As. 1943.8.- La Población y la inmigración en Hispanoamérica: Víctor Audera Oliver. Ediciones Cultura Hispánica 1955 .9.- Estadísticas CEMLA.

BIBLIOGRAFIA

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10.- Dirección General de Inmigraciones: Memoria 1857/1924.10.- Dirección General de Inmigraciones: Memoria 1933, 1934 y 1936.11.- Dirección General de Inmigraciones: Memoria 1950, 1956, 1957, 1958.12.- La emigración Española a América Siglos XIX y XX Cesar Yánez Gallardo. Editorial Archivos de Indiana 1994. 13.- La emigración Argentina contemporánea a partir de 1950: Juan Carlos Zuccotti. Editorial Plus ultra 1987. 14.- Capital humano español y desarrollo latinoamericano: Salvador Palazon Fernando. Instituto de cultura Juan Gil Albert. Valencia 1995.15.- Dinámica migratoria argentina 1955 /1984: Democratización y retorno de expatriados. Centro editorial América latina 1986 (nº 194 Y195) 16.- Los Abuelos Gallegos en América: Alberto Sarramone. Editorial Biblos 2002.17.- Españoles fuera de España Dirección General de Instituto Español de Emigración Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.18.- Biblioteca del Emigrante: Resumen estadístico migratorio en la República Argentina – años 1857/192419.- Revista de la Dirección Nacional de migraciones Bs. As. 194720.- Roberto Pennisi: italianos en el puerto de Mar del Plata, la pesca, la industria y otras historias. Editorial Atlántica 200621.- Geografi a: Lorenzo Dagnino Pastore ( fs.240): Ediciones Geográfi ca Argentina (1951)

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22.- Geografía de América- Alberto a.C. Daris: Editorial Geográfi ca Tres Arroyos 21.- Datos básicos de la emigración española 1975: Publicación Ministerio de Trabajo- Instituto Español de Emigración22.- La situación y Evolución social –Síntesis nº 4 INDEC 1998 23.- Censos de 1869/200124.- Berisso y la Biodiversidad humana Dr. Horacio Urbañski25.- Inmigrantes Dr. Horacio Urbañski

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Prólogo ...................................................................................... 11

La identidad del inmigrante ..................................................... 13

El proceso de adaptación .......................................................... 19

Los trabajos ............................................................................... 29

Las difi cultades ......................................................................... 33

Las esperanzas .......................................................................... 39

La integración .......................................................................... 43

La nostalgia .............................................................................. 47

El exilio ..................................................................................... 53

Tradiciones ............................................................................... 57

Niñez-Adolescencia ................................................................. 61

Persona de dos Patrias .............................................................. 65

Los miedos ................................................................................ 69

Soñar con volver ....................................................................... 73

Vinculo afectivo ........................................................................ 77

Los desafíos ............................................................................... 79

De vuelta a Villadepalos ........................................................... 83

Cuentos de soledad ................................................................... 97

El abuelo Serafín y su nieto recordando .................................. 101

Frases ........................................................................................ 107

ÍNDICE

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150

Refl exiones de mi abuelo Serafín ............................................ 109

Historia de los inmigrantes ..................................................... 111

Estadísticas de inmigración a la Argentina ............................. 115

Berisso, Capital del Inmigrante ............................................. 123

Cuadros estadísticos ................................................................ 127 Cuadro nº 1: Inmigrantes ingresados vía ultramar, años 1857- 1956 Cuadro nº 2: Población y tasas de crecimiento 1536-2010 Cuadro nº 3: Anuario estadístico de la Republica Argentina- 1978 Cuadro nº 4: Tasas medias anuales de crecimiento de la población Cuadro nº 5: Población entre mediados del siglo XVI y el año 2001 Cuadro nº 6: Detalle de censos y sus autoridades Cuadro nº 7:

Periodos inmigratorios en la Argentina

Conclusión ............................................................................... 143

Bibliografía ............................................................................... 145

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