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1 El Islam explicado a nuestros hijos. Muhammad. 2 Allah y el Corán. 6 Los ángeles. 8 Los cinco pilares del Islam. 9 Testimonio de fe. 9 Cómo lavarse. 11 La oración. 12 El ayuno. 17 La peregrinación. 21 La visita. 23 La mezquita. 24 Adhan. 25 La oración del viernes. 26 Tasbih. 27 Du’a. 27 Nuestras creencias. 28

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El Islam explicado a nuestros hijos.

Muhammad. 2 Allah y el Corán. 6 Los ángeles. 8 Los cinco pilares del Islam. 9 Testimonio de fe. 9 Cómo lavarse. 11 La oración. 12 El ayuno. 17 La peregrinación. 21 La visita. 23 La mezquita. 24 Adhan. 25 La oración del viernes. 26 Tasbih. 27 Du’a. 27 Nuestras creencias. 28

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Muhammad Muhammad era huérfano. Su padre murió antes de que naciera y su madre murió siendo él aún muy pequeño. Por esto, Muhammad vivió primero junto a su abuelo Abdul Muttaleb y más tarde con su tío Abu Taleb. Los dos querían mucho a Muhammad y ambos le dedicaron grandes cuidados. Cuando Muhammad creció y se hizo fuerte para trabajar, cuidaba de las ovejas en los alrededores de La Meca, la ciudad en donde vivía. Muhammad era sólo un chiquillo cuando trabajaba de pastor. Más tarde, cuando fue creciendo y se hizo un muchacho, Abu Taleb, el tío de Muhammad, solía llevarle con él en sus viajes de comercio. Abu Taleb y muchos otros en La Meca eran mercaderes y los viajes que hacían eran muy largos. Sus camellos transportaban hasta La Meca las mercancías más variadas. Ésta era una experiencia muy buena e interesante para Muhammad y cuando se hizo más mayor pudo él conducir ya sus propias caravanas. Vivía en La Meca una viuda rica que se llamaba Jadiya. Era dueña de varias caravanas de comercio y encargó a Muhammad que las condujera. Jadiya había tomado una decisión muy sabia, pues Muhammad era honesto y buen mercader y tuvo mucho éxito. Pasado algún tiempo, Muhammad y Jadiya se casaron y se establecieron con sus hijos en La Meca, donde vivieron una vida feliz y en paz. A medida que los años pasaban, Muhammad se iba haciendo un hombre mayor y comenzó a pensar profundamente sobre muchas cosas. Aunque su vida familiar era muy feliz, había varios problemas que le preocupaban. A menudo, Muhammad se iba a las montañas de los alrededores de La Meca y allí, en una cueva del Monte Hira, solía sentarse a pensar en paz y soledad: -Me pregunto cómo ha sido que yo, que antes era un huérfano, soy ahora un hombre tan rico-, pensaba Muhammad, -tengo una buena esposa e hijos que me quieren, y sin embargo aún no soy del todo feliz. Muhammad sabía bien porqué le ocurría esto, porque desde hacía tiempo se sentía afectado por la situación que existía en La Meca. No se ayuda a los pobres. No se ocupan de los huérfanos, ni de cuidar a los enfermos hasta que se recuperan. La gente de La Meca sólo parece estar interesada en tener mucho dinero y cuando lo consigue, aún quiere tener más. Estos pensamientos inquietaron a Muhammad durante muchos años. Pero un día, cuando tenía cuarenta años de edad, Muhammad se encontraba en la cueva del Monte Hira y un ángel se apareció delante de él. El ángel, cuyo nombre era Gabriel, le dijo a Muhammad: -“Lee en nombre de tu Señor que ha creado todo; que ha creado al hombre de un coágulo de sangre”. Inmediatamente, Muhammad supo lo que quería decir. Debía ir a La Meca y decirle a la gente: Allah ha creado al hombre. Allah ha creado todo aquello que el hombre necesita para vivir. Por tanto, el hombre debe ser agradecido con Allah. Debe rezarle sólo a Allah y sólo obedecerle a Él. Es deseo de Allah que el pobre y el enfermo sean atendidos, y que la gente debe esforzarse con toda su capacidad en hacer el bien y llevar una vida honorable. Después de la muerte, tales personas serán recompensadas generosamente por sus esfuerzos. Pero aquellos que hacen el mal a propósito recibirán un castigo terrible, a menos que se arrepientan sinceramente de lo que han hecho y pidan a Allah que les perdone. En un principio, Muhammad se quedó muy alterado, pues no había visto nunca un ángel. Pero aún así, se dio cuenta de que el ángel había dado respuesta a las muchas preguntas que

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le habían estado inquietando. Muhammad llevaba algún tiempo preguntándose quién le había estado ayudando; ahora ya lo sabía: era Allah. Se preguntaba porqué la gente de La Meca era avariciosa y tacaña con los pobres; ahora ya sabía por qué: era porque desobedecían a Allah. Allah ha creado al hombre y todo lo que hay en este mundo, y por esto el hombre debe obedecer solamente a Allah. Cuando Muhammad volvió a la ciudad, le contó a su esposa Jadiya todo lo que le había ocurrido, y todo lo que el ángel Gabriel le había dicho. –“Allah nunca te deshonrará” dijo Jadiya a su esposo, “porque tú haces muchas cosas buenas. Mantienes unidas a las familias. Llevas la carga de los débiles, ayudas al pobre y al necesitado, atiendes a los invitados y pasas dificultades por seguir el camino de la verdad”-. Muhammad se sintió muy feliz de que su esposa creyera y confiara en Allah, como él. Empezó a hablar a sus amigos del ángel Gabriel y de lo que el ángel le había dicho. Al principio, sin embargo, sólo unos pocos prestaron atención a lo que Muhammad decía. La mayoría simplemente le ignoraban, porque estaban demasiado ocupados ganando dinero, y no tenían tiempo ni deseos de pensar en Allah. Durante este tiempo, y también más adelante, el ángel Gabriel siguió apareciéndose a Muhammad y siempre le recordaba la misma cosa. Muhammad había sido elegido para ser el Profeta de Allah, y su tarea era ir a la gente y decirles que hicieran buenas acciones y que no adoraran a ninguna divinidad, excepto a Allah. Muhammad debía decirles que gastaran su dinero en ayudar a los pobres. Por fin, Muhammad empezó a dirigirse a la gente de La Meca. Escogió hermosas palabras para hablarles de lo que Allah quería de ellos, esperando que de esta manera se interesarían: -Cuando hayas comido suficiente y veas a un pobre que tiene hambre, debes darle de tu comida y vestirle con tus ropas. Hay que cuidar a los enfermos y ocuparse de los huérfanos. Si hacéis todas estas cosas, que son la voluntad de Allah, seréis recompensados. Pero si os negáis a hacerlo, les advirtió Muhammad, seréis castigados muy severamente. Desgraciadamente, la mayoría de la gente de La Meca simplemente se rió de lo que Muhammad les decía. Y aún peor, se negaron a adorar a Allah y siguieron creyendo que era más importante tener mucho dinero. Algunos de ellos llegaron a tirarle piedras al Profeta y mataron a algunos de los que le seguían y creían sólo en Allah. Su enemistad fue creciendo y llegó un día en que la gente de La Meca decidió que Muhammad, su familia, sus parientes y sus amigos debían ser expulsados de la ciudad. Entonces, los mandaron a un valle en las montañas fuera de La Meca, y a nadie le estaba permitido visitarles ni llevarles comida. Tuvieron que estar en aquel lugar desolado durante casi tres años, y llegaron a pasar tanta hambre que a menudo se comían las hojas de los árboles porque no tenían suficiente comida. La vida allí era tan dura que al poco tiempo Jadiya, la esposa del Profeta, murió. Muhammad se sintió muy triste. Entonces se le apareció el ángel Gabriel y le explicó a Muhammad que Allah quería ayudarle. Debía sacar a sus amigos y a su familia de La Meca y llevarles a otra ciudad llamada Medina. Allí la gente estaba dispuesta a escuchar la palabra de Allah, le dijo el ángel a Muhammad.

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Muhammad les dijo entonces a sus hijos y a sus amigos que dejaran La Meca y se fueran a Medina y así, todos los que creían en Allah y adoraban tan sólo a Allah se fueron de La Meca. Los últimos en irse fueron Muhammad y su compañero íntimo, Abu Bakr. Sin embargo, la gente de La Meca no se contentaba con expulsar a Muhammad. Ahora querían matarle, porque les había estado advirtiendo de sus malas acciones. Pero Muhammad consiguió escapar cuando la gente de La Meca iba a matarle. El joven y valiente primo de Muhammad, Ali, se acostó en la cama de Muhammad para que la gente de La Meca pensara que el Profeta aún estaba allí. Pero Muhammad y Abu Bakr hacía tiempo que se habían marchado, y para que nadie les encontrara, se escondieron en una cueva. Cuando la gente descubrió que había sido Ali el que estaba en la cama de Muhammad y que el Profeta se había ido, se pusieron muy furiosos. Pero nada podían hacer, porque Muhammad estaba ya fuera del alcance de sus malas intenciones. Medina era totalmente distinta de La Meca. Aquí, Muhammad tenía más amigos que enemigos. No obstante, las gentes de La Meca no le dejaban en paz, y le siguieron hasta Medina para luchar contra él. Pero Allah ayudó al Profeta y a sus seguidores, y les protegió de sus enemigos. En medina, Muhammad siguió recibiendo los mensajes de Allah a través del ángel Gabriel. Estos mensajes fueron reunidos en un libro, llamado el Corán. En el Corán podemos leer todo lo que Allah le ha dicho al hombre. El Profeta y sus amigos construyeron una mezquita en Medina y en ella rezaban cinco veces al día. Una vez al año, hacían un mes de ayuno. Durante los días de ese mes, no comían ni bebían nada durante el día. Se acostumbraban así a obedecer todas las órdenes de Allah. Con esta experiencia, aprendieron a comer muy poco y así tenían comida de sobra para dársela a los pobres. Daban también a los pobres parte de su dinero. Muhammad y sus amigos creían en Allah y le adoraban sólo a Él. Eran obedientes a Allah y seguían Sus órdenes. Por eso se les llama musulmanes. Aquellos que creen en Allah, que adoran sólo a Allah y que hacen las cosas según el Corán, son musulmanes. Pero aquellos que no creen en Allah y se niegan a obedecerle y hasta quieren matar a los musulmanes y les declaran la guerra, no son musulmanes. Ésos son los incrédulos. En Medina, durante muchos años Muhammad y sus seguidores tuvieron que defenderse contra los ataques de sus enemigos y en muchas ocasiones se vieron forzados a luchar contra ellos. Pero en esas batallas Allah ayudó a Muhammad y a los musulmanes. Pasado algún tiempo, los incrédulos empezaron a comprender que, gracias a la ayuda de Allah, Muhammad era mucho más fuerte que ellos. Al final, se dijeron a sí mismos: Debemos dejar de luchar, porque nadie es más fuerte que Allah. No podemos derrotar a Muhammad, porque Allah le ayuda. Por tanto, es mejor que nosotros también creamos en Allah y le adoremos. Muhammad y los musulmanes estaban muy contentos de que la larga guerra hubiera acabado por fin. Allah les había ayudado tal como Él les había prometido, y pudieron regresar a La Meca donde antes habían sido el primer grupo pequeño que creyó en Allah. Cuando llegaron a La Meca, hicieron juntos una oración. Después de eso, algunos de ellos se quedaron en La Meca, pero otros que tenían su casa en Medina regresaron allí. No obstante, estos musulmanes que vivían en Medina viajaban hasta La Meca una vez al año, porque allí estaba La Kaaba. La Kaaba es una gran casa de piedra sin ventanas, que parece

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un gran cubo. Fue construida por el Profeta Ibrahim, que vivió muchos años antes de Muhammad. Cuando veas la Kaaba recordarás lo que Allah dijo a la humanidad, y lo que la humanidad debe hacer: debe CREER EN ALLAH, ADORAR SÓLO A ALLAH Y ESFORZARSE POR HACER EL BIEN. Estas son las órdenes de Allah. Allah ha enviado muchos profetas a la humanidad, con mensajes procedentes de Él, que es el Creador del hombre y del universo. Muhammad fue el último de los numerosos profetas de Allah, y a su muerte dejó tras de sí el Corán, en el que estaban escritos todos los mensajes de Allah. En el Corán están también muchas historias de otros profetas, que vivieron mucho antes de Muhammad. Encontrarás algunas de ellas en este libro.

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Allah y el Corán

Todas las palabras de Allah que el ángel Gabriel entregó al Profeta Muhammad están escritas en un libro. Este libro se llama el Corán. En el Corán podemos leer todo lo que Allah nos dice, a nosotros personalmente, y a toda la humanidad. En el Corán podemos encontrar las historias de muchos profetas, ya que Allah ha mandado siempre profetas a los hombres para que le adoraran sólo a Él e hicieran el bien. Ésta es la razón de que hubiera muchos profetas antes de Muhammad. También podemos encontrar en el Corán muchas otras cosas. En él está escrito todo lo que los musulmanes creemos y lo que debemos hacer. Cuando sabemos lo que está escrito en el Corán y lo practicamos, nos hacemos buenos musulmanes. Todo lo que sabemos acerca de Allah es lo que Él mismo nos ha dicho. Allah dijo al ángel Gabriel que hablara a Muhammad y éste le dijo a la gente lo que el ángel Gabriel le había dicho a él. Allah es Único, no hay divinidad excepto Allah. Esto significa que sólo Allah pudo haber creado a la humanidad y la Tierra, la Luna, el Sol y las estrellas. Allah es el Único creador de todas estas cosas. Por supuesto, sabéis que muchas cosas que hay en la Tierra funcionan por sí solas. Por ejemplo, si pones unas semillas en la tierra y esperas unos pocos meses, nacen plantas de ellas. Poner las semillas en la tierra es fácil, pero hay una pregunta que debéis haceros: ¿De dónde sale la tierra y de dónde sacamos las semillas? Podéis decir que las semillas pueden cogerse de otras plantas, y estaríais en lo cierto. Pero, pensad un momento: esas otras plantas necesitan también la tierra en donde crecer y ¿de dónde sale la tierra? La tierra está hecha de pequeñas partículas de arena, de minerales, de sales y de otras materias. ¿De dónde podemos sacar la arena y las demás cosas? Las plantas necesitan además agua para crecer y ¿de dónde sale? Las plantas necesitan la luz del Sol para poder brotar de la tierra. ¿De dónde obtendremos la luz? Necesitamos también del día y de la noche para poder contar cuántos días tardan en crecer las plantas. Como ya hemos dicho, es fácil poner las semillas en la tierra y esperar hasta que salgan las plantas, pero nadie puede hacer todas las cosas que se necesitan para que funcionen. Ningún hombre puede hacer la tierra y el aire, la luz o el agua, ni el día y la noche. Y es exactamente igual con todas las demás cosas. Por ejemplo, el hombre puede construir casas. Para hacerlo necesita piedras, pero él no puede hacer las piedras. El hombre puede también construir coches y aviones. Para hacerlo necesita también, entre otras cosas, hierro y caucho. Pero tampoco puede hacer el hierro ni el caucho. El hierro se saca de ciertas rocas y cuando éstas se calientan, el hierro se hace líquido y sale de ellas. El caucho se saca de ciertos árboles. Cuando se les corta la corteza, sale de ellos un jugo que es caucho líquido. Pero las rocas de las que se saca el hierro y los árboles de los que sale el caucho no fueron hechos por el hombre. Aún con toda la inteligencia y habilidad, el hombre no es capaz de hacer estas cosas. Esto quiere decir que cuando el hombre hace coches o aviones, o fabrica cualquier otra cosa, lo hace usando materiales que ya existen en la tierra. Si no hubieran estado ya listos para ser usados, el

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hombre no podría haber hecho esos coches, aviones o las demás cosas. Todo lo que el hombre usa para hacer algo ha sido creado por Allah. Allah ha creado todas esas cosas que el hombre necesita para vivir, construirse casas, sembrar cultivos y criar animales de los que saca alimentos o ropas, y aún hacer coches y aviones. Sin Allah, el hombre no sería capaz de hacer nada, por la sencilla razón de que si no fuera por la voluntad de Allah, el hombre no existiría. Allah es quien ha creado la tierra, el aire, el sol, el agua y las muchas otras cosas que el hombre necesita para poder vivir. Sin ellas, el hombre no puede vivir y eso quiere decir que el hombre no podría existir sobre la Tierra. Allah es Quien ha creado al hombre y Quien lo mantiene con vida. Todas las cosas proceden de Allah. Por esto es por lo que decimos: No hay otra divinidad excepto Allah. Allah es Quien ha creado todas las cosas. Allah también le ha dicho al hombre lo que debe hacer, porque eso es bueno para él. Allah mandó profetas para que hablaran al hombre. El hombre debe pensar siempre en Allah y estarle agradecido, y obedecer las órdenes que le ha dado a través de Sus profetas.

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Los ángeles

El ángel Gabriel trajo las palabras de Allah al Profeta Muhammad y por esto llamamos a Gabriel el ángel Mensajero. Hay muchos otros ángeles y en el Corán podemos leer acerca de ellos. Cada uno de nosotros tenemos dos ángeles que nos acompañan siempre. Estos ángeles toman nota de todo lo que hacemos. Anotan nuestras buenas acciones y nuestras malas acciones. A estos ángeles les llamamos los Ángeles Escribientes. Hay además otros ángeles. Por ejemplo, hay un ángel que ayuda a la gente cuando muere. Este ángel trae la muerte, y por esto le llamamos el Ángel de la Muerte. No podemos ver a los ángeles porque están hechos de cosas que nuestros ojos no pueden ver. Pero es igual, nosotros sabemos que existen porque Allah nos lo ha dicho. A veces, podemos llegar a sentir la presencia de estos ángeles. Los ángeles han sido creados por Allah, de la misma forma que el hombre y todo lo demás ha sido creado por Allah. Los ángeles obedecen a Allah y son Sus servidores. Sabemos que cuando el Sol sale y se pone; cuando las nubes se mueven en el cielo, cuando cae la lluvia, cuando crecen las plantas y ocurren todas las cosas que pasan en la naturaleza, es Allah Quien las ha creado y Allah es Quien las mantiene. Nada puede ocurrir si no es por la voluntad de Allah. Así también, Allah creó a los ángeles que le obedecen. Ellos hacen su voluntad y cuidan de que todo ocurra según la voluntad de Allah. Son los siervos obedientes de Allah. Allah quiso que el hombre le obedeciera; que le rezara a Él e hiciera el bien. Quiso que el hombre supiera acerca de Allah. Por esto, el ángel Gabriel fue enviado por Allah. El ángel Gabriel le dijo a Muhammad lo que Allah quería que el hombre hiciera. Ésta era la tarea de Gabriel. A través del ángel Gabriel, Allah ha hablado a muchos profetas antes de Muhammad, para que el hombre recordara y no olvidara lo que Allah quiere que haga. En el Corán podemos leer acerca de esto. En él están las historias de Adán, Noé, Abraham, Moisés (Adam, Nuh, lbrahim, Musa) y de muchos otros profetas. Todos ellos han dicho a los hombres:

DEBÉIS CREER SÓLO EN ALLAH DEBÉIS ADORAR SÓLO A ALLAH

SOLÓ DEBÉIS HACER BUENAS ACCIONES.

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Los cinco pilares del Islam

El Islam tiene cinco pilares, como una casa: Decir la Shahada, rezar (por lo menos) cinco veces al día, ayunar el mes de Ramadán, pagar el Zakat a los necesitados e ir en peregrinación a La Meca. Si los pilares son fuertes, la casa se sostendrá bien. Si todos los musulmanes hacen estas cinco cosas, el Islam será fuerte.

Testimonio de fe (Shahada) Hasan y Laila son hermanos y sus padres les han traído a vivir a este país. A menudo, han oído hablar a los mayores sobre el Profeta Muhammad y sobre el Islam. Les han oído decir también: “Nosotros somos musulmanes”. Los niños han sentido curiosidad. Una vez, Hasan le preguntó a su padre: -“Cuando dices que somos musulmanes ¿qué quieres decir?”- Su padre le respondió: -“Quiero decir que seguimos el mensaje de Allah que le fue entregado al Profeta Muhammad por el ángel Gabriel y que está escrito en el Sagrado Corán”-. Hasan y Laila habían oído ya hablar algo del Corán y del ángel Gabriel. -“¿Qué es el Islam?”-, preguntó Laila. -“Islam es nuestra fe”-, dijo su padre. –“Un musulmán que cumple sus obligaciones hace cinco cosas: dice la Shahada, reza (por lo menos) cinco veces al día, ayuna el mes de Ramadán, da el Zakat a los pobres y va de peregrinación a La Meca cuando ha ahorrado suficiente dinero para el viaje”-. -“Eso suena como que hay que hacer un montón de cosas”-, comentaron Hasan y Laila. -“Bueno”-, dijo su padre, -“no tenéis que aprenderlas todas de una vez, pero si le dedicáis un poco de tiempo cada día, podréis llegar a cumplir las cinco obligaciones, como todos los demás buenos musulmanes. Decir la Shahada, rezar cinco veces al día, ayunar en Ramadán, dar el Zakat e ir al menos una vez en peregrinación a La Meca”-. -“Hay algo que todavía no entiendo”-, dijo Hasan –“¿Qué es la Shahada?”- El padre sonrió y dijo a Hasan: -“No te preocupes. Hay algunas cosas que no entiendes todavía, pero pronto las aprenderás. También tú, Laila. Hoy empezaremos con la Shahada.-“Repetid ahora conmigo-“, dijo su padre, -"Ash hadu an la ilaha i'la Allah-“ Hasan lo repitió con su padre. -"Ash hadu an la ilaha i'la Allah-“ -“¡Yo ya lo se!”-, exclamó Laila: -"Ash hadu an la ilaha i'la Allah-“ .-“Muy bien”-, dijo el padre, -“pero debéis saber también lo que significa. Significa: Declaro que no hay divinidad excepto Allah. Cuando dices esto, estás diciendo la Shahada. Nosotros, los musulmanes, sabemos que Allah es Dios y que no hay otros dioses aparte de Él. Allah es Quien ha creado a todo el mundo. Allah ha creado todo lo que existe. Ésto es lo que queremos decir

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cuando decimos: la ilaha i’la Allah. Estas palabras significan: -“No hay dios sino Allah, en la lengua árabe, como nos ha enseñado el Profeta Muhammad”-. -“Eso no es nada difícil”-, dijo Hasán. -“¡Claro que no!”-, dijo el padre, -“pero aún no hemos acabado. Eso es sólo la primera parte de la Shahada"-. -“¿Y cómo es la segunda parte?”-, preguntó Laila con curiosidad. El Padre le dijo muy despacito: -Wa ashhadu anna Muhammada-rasulu-lah"-. -“Por favor”-, pidió Laila, -“dí las dos partes de la Shahada juntas otra vez”-. -“Con mucho gusto”-, dijo el padre: -“Ashhadu an la ilaha i'la lah, wa ashhadu anna Muhammad-rasulu-lah”-. Laila fue la primera en intentarlo. –“Ash... Ash... Ash...--. Pero se atascó con las palabras y no pudo seguir. -“iAshhadu!"-, exclamó Hasan. Laila continuó: --Ashhadu an la ilaha i’la lah, wa ashhadu anna Muharnmad-rasulu-lah”-. -“¡Muy bien!"-, dijo el padre. –“¡Ahora te toca a tí, Hasan!” Hasan dijo la Shahada sin ninguna falta. –“Ahora debéis saber también lo que significa en español. Significa: Declaro que no hay divinidad excepto Allah y declaro que Muhammad es el enviado de Allah”-.

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Cómo lavarse para la oración

Un día Laila preguntó a su madre: -“¿Cómo aprendió la gente la forma en que debían rezar?”- Su madre le contestó: -“El Profeta Muhammad les enseñó”-. –“A mí también me gustaría rezar”-, dijo Laila, -“¿podrías enseñarme?”- -“Por supuesto que sí”-, dijo su madre, -“te enseñaré y te contaré también cómo el Profeta Muhammad se lo enseñó a la gente. Muy pronto sabrás cómo se hace. Todos los musulmanes rezan de la misma forma, tal como lo hacía el Profeta, para que puedan rezar juntos al mismo tiempo. Si no fuera así, cada uno estaría haciéndolo de una manera distinta. Decimos la oración en árabe para que todos digamos lo mismo y no que cada uno diga algo distinto. Nosotros queremos poder rezar juntos, pero si uno dice la oración en árabe, otro en español y otro en inglés, entonces sería imposible. Por esto, decimos las oraciones en árabe, tal como el Profeta Muhammad nos ha enseñado-. -“El Profeta Muhammad ha dicho que debemos lavarnos para así estar limpios antes de hacer la oración”-, siguió diciendo la madre de Laila. --Es como si al lavarnos con agua clara y limpia estuviéramos también limpiando nuestros pensamientos. No es bueno rezar estando sucios”-, -“Ahora os voy a enseñar a lavaros-” dijo la madre. –“En primer lugar, nos lavamos las manos con agua, primero la derecha tres veces y luego la izquierda también tres veces; luego nos enjuagamos la boca tres veces y la nariz tres veces, y nos lavamos la cara tres veces. Después, nos lavamos los brazos hasta los codos, primero el derecho tres veces y luego el izquierdo otras tres veces. Una vez hecho esto, nos mojamos la cabeza pasando simplemente las manos mojadas sobre el pelo, desde la frente hasta la nuca y desde la nuca hasta la frente. Y por último, nos lavamos los pies, cada uno tres veces, empezando por el derecho y luego el izquierdo, hasta los tobillos. Ahora ya estamos limpios y listos para hacer la oración"-. -“Realmente, esto es muy fácil”-, dijo Laila. –“Primero me lavo las manos, luego me enjuago la boca y la nariz, después de eso, me lavo la cara, todo tres veces, y luego...-“Laila se paró. Ya no se acordaba de qué venía después. Parecía disgustada, pero su madre sonrió y le dijo: -“No te preocupes, casi lo sabes ya todo. Después de la cara vienen los brazos y ¿sabes cuál te tienes que lavar primero?- -“Sí lo se”-, dijo Laila, -“primero el derecho y después el izquierdo, hasta los codos, tres veces cada uno, y luego con las manos mojadas las paso por encima del pelo, desde la frente a la nuca y desde la nuca a la frente. Y, por último, me lavo tres veces los pies, primero el derecho y luego el izquierdo hasta los tobillos, y entonces ya estoy limpia”-. -“¿Cuáles son las palabras de la oración?”-, preguntó Laila. -“Todavía no las he aprendido"- -“No, aún no”-, dijo su madre, -“pero lavarse es primero y es muy importante. Creo que ya es bastante por hoy. Mañana os mostraré como el Profeta nos enseñó la oración-“.

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La oración

-“Ayer aprendiste cómo lavarte antes de hacer la oración"-, le dijo a Laila su madre. --Hoy te enseñaré cómo se hace la oración. Pero antes de empezar, muéstrame cómo nos lavamos. ¿Te acuerdas aún?" -"Por supuesto que sí”-, dijo Laila, y empezó a demostrárselo a su madre. Su madre se quedó muy contenta, -“Muy bien”-, le dijo, --lo has aprendido muy pronto-. Laila se puso muy feliz al oír los elogios de su madre. La madre entonces pasó a la explicación. -“El Profeta Muhammad dijo que debemos hacer rectas las filas cuando rezamos juntos, o si no se crearía confusión. Nos ponemos de forma que quedemos mirando en dirección a La Meca”-. -“¿Por qué tenemos que hacerlo así?”-, preguntó Laila. -“Porque la Kaaba está en La Meca”-, respondió la madre. –“Tú sabes que la Kaaba es la casa de oración más antigua que tiene Allah. Allah nos ha dicho a través de Muhammad que debemos ponernos en dirección a la Kaaba cuando rezamos. Ésta es nuestra Qibla, es decir, la dirección en la que hacemos la oración. Ahí es donde se encuentran todos los buenos pensamientos de los musulmanes cuando rezan juntos. Esto es mejor que si cada musulmán mirase en una dirección distinta cuando reza, ¿no es verdad?- -“Claro que sí”-, dijo Laila, -"pero dime más cosas. Quiero saber cómo se hace”-. -“Bueno, no tengas mucha prisa"-, dijo la madre. –“Tienes que prestar mucha atención para luego poder recordarlo. Una vez que estemos de pie mirando hacia La Meca, debemos mantenernos callados y concentrarnos. En nuestros pensamientos nos preparamos para rezar y le pedimos a Allah que nos ayude a rezar correctamente. Luego levantamos las manos hasta las orejas y decimos: Al’ahu akbar”-. -“Eso quiere decir, Allah es el Supremo”-, interrumpió rápidamente Laila. –“Eso lo sé ya”-. La madre asintió con la cabeza y dijo. –“Ahora ponemos la mano derecha sobre la izquierda y recitamos la Sura Al-Fatiha-“. -“Ya lo he aprendido, ¿puedo recitarlo?--, preguntó Laila con entusiasmo. -“Sí”-, dijo la madre, -“pero recuerda que debes ponerte mirando la Qibla y recitarlo correctamente”-.

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Laila levantó las manos y dijo. –“Al'ahu akbar”-. Después las bajó y puso la derecha sobre la izquierda y empezó a recitar la Sura Al-Fatiha:

-“Bismillahi-Rahmani-Rahim.

Alhamdu-li-llahi rabbi-l alamin. Ar-rahmani-rahim. Malikyaumi-din.

iyaka na'budu wa iyaka nasta'in.

ihdina-sirata-l-mustaqim. Sirata-ladhina an'amta alaihim ghairi-l-maghdubi alaihim wa la dalin. Amin”-.

-“¡Eso está muy bien!”-, le dijo su madre. Laila estaba muy contenta. Estaba muy entusiasmada con aprender la oración y lo pasaba muy bien porque ya sabía una parte. -“¿Qué viene después?”-, quiso saber Laila. -“Quédate como estás”-, dijo la madre, -“y dí otra Sura corta. Ya sabes lo que es una Sura, ¿no? Es una parte del Corán, y el Corán es el libro que Allah reveló al Profeta Muhammad. ¿Conoces algúna Sura corta?- -“Sí”-, dijo Laila, -“La Sura Al-Ijlás:

-“Qul huwa-llahu ahad. Allahu samad.

Lam yalid wa lam yulad, wa lam yalkun-lahu kufuwan ahad"-. -“Eso ha estado muy bien”-, dijo la madre. –“Ya sabes recitar dos Suras de memoria”-. -“Y conozco otra”-, saltó Laila, -“Inna ataina …”-. Su madre sonrió y dijo: -“¡Espera! ¡No tan deprisa! Esa puedes recitarla después”-. La madre pasó entonces a explicar cómo el Profeta Muhammad había dicho que después de recitar la Sura Al-Fatiha, debíamos recitar otra Sura corta. Después debíamos inclinarnos hacia adelante y repetir tres veces; Subhana rabi-al-adhim. -“¿Eso qué quiere decir?”-, preguntó Laila. -“Eso quiere decir: Gloria a mi Señor, el Magnífico”-, le respondió su madre. -“Eso significa que mi más grande Señor es Allah”-, dijo Laila y se inclinó hacia adelante diciendo tres veces: -“Subhana rabbi-al-adhim”-. La madre continuó: -“Entonces nos ponemos otra vez en pie y decimos: Sami’a llahu liman hamida. Rabbana wa lakal-hamd. Esto significa: Allah escucha a los que le alaban. Oh Señor nuestro, a Ti te alabamos”-. Laila repitió las palabras, -" Sami’a llahu liman hamida. Rabbana wa lakal-hamd.” -. --Después decimos: -“Allahu akbar y nos arrodillamos”-.

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Laila miraba atentamente a su madre mientras ella le explicaba las oraciones y prestaba mucha atención a todo lo que decía y hacía. -“Ahora ponemos la frente en el suelo y decimos tres veces: “Subhana rabbial-ala”-, le dijo a Laila su madre. Laila imitó a su madre y repitió: -“Subhana rabbi-al-ala”-, tres veces. -“Después decimos: “Allahu akbar”, y nos sentamos. Luego decimos: “Allahu akbar”, y nos volvemos a arrodillar poniendo la frente en el suelo. Mientras estamos con la frente tocando en el suelo, decimos tres veces: 'Subhana rabbi-al-ala'. Finalmente, nos volvemos a poner en pie y al hacerlo decimos: “Allahu akbar”-. -“Pero aún no me has dicho lo que significa -“Subhana rabbi-al-ala”-. Dijo Laila. -“Eso quiere decir: Gloria a mi Señor, el Sublime”- contestó su madre. La madre se puso entonces muy contenta porque se dio cuenta de que Laila había estado prestando mucha atención. -“Bien hecho"-, elogió la madre, -“lo has aprendido de maravilla. Lo volveremos a practicar más veces hasta que lo sepas de memoria, pero por hoy, ya hemos hecho bastante. Has estado muy atenta y has trabajado mucho, y estoy muy orgullosa de tí. Mañana aprenderemos más, y pronto serás capaz de rezar como una persona mayor”-. Laila también estaba encantada de haberlo hecho todo correctamente. Antes de irse a la cama, intentó memorizar las palabras de la oración: Subhana rabbi-al-adhim, -que quiere decir: Gloria a mi Señor, el Magnífico; Sami’allahu liman hamida-que quiere decir. Allah escucha a los que Le alaban; y Subhana rabbi-al-ala, -que quiere decir: Gloria a mi Señor, el Sublime-. Pero Laila había estado aprendiendo mucho ese día y estaba cansada. Pronto se quedó profundamente dormida.

La oración (Segunda parte) Al día siguiente, la madre le dijo a Laila que había llegado el momento de que aprendiera la segunda parte de la oración. –“Pero antes de empezar”-, dijo la madre, --vamos a repasar lo que ya has aprendido”-. Laila se puso de pie y dijo: -“Primero, tengo que estar de pie mirando a La Meca, que es la Qibla"-. -“Muy bien”-, dijo la madre, -“pero, ¿no te has olvidado de algo? o ¿ya te has lavado?- -“¡Anda!”-, exclamó, -“¡se me ha olvidado!”-

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Laila se fue corriendo al cuarto de baño y se lavó como le había enseñado su madre. Empezó por las manos luego la boca, la nariz, la cara, los brazos, -la derecha primero, y luego la izquierda, todo tres veces-, y después se pasó las manos mojadas sobre el pelo, de la frente a la nuca y de la nuca a la frente. Acabado esto, se lavó los pies, -el derecho y el izquierdo, tres veces cada uno-, hasta los tobillos. Mientras lo hacía, pensaba: “Casi me había olvidado de lavarme antes de rezar, aún sabiendo lo importante que es. Hay que estar limpios antes de la oración. No debo olvidarlo nunca más”. Después, volvió de prisa a donde estaba su madre y se puso de pie junto a ella en la alfombrilla de oración. Laila concentró sus pensamientos en la intención de hacer su oración y se puso mirando la Qibla. Levantó las dos manos hasta las orejas y dijo: "Al'ahu akbar”. Luego puso las manos sobre el pecho, la derecha sobre la izquierda, y empezó su oración con la Sura Al-Fatiha y la Sura corta Al-Ijlás. Después dijo: “Al'ahu akbar”, al tiempo que se inclinaba hacia adelante, ponía las manos en las rodillas y repetía tres veces: “Subhana rabbi-al-adhim”. Después dijo, mientras se volvía a poner derecha: -"Sami'a-llahu liman hamida. Rabbana wa laka-l-hamd”, y mientras se arrodillaba, dijo: “Allahu akbar”. Luego, puso la frente en el suelo, repitiendo tres veces: -"Subhana rabbi-al-ala”. Después de eso, dijo: “Allahu akbar”, y se sentó en el suelo. Luego, volvió a arrodillarse con la frente en el suelo y dijo tres veces: -"Subhana rabbi-al-ala”. A veces, Laila se atascaba y lo hacía mal, y entonces su madre le ayudaba, y al final todo salió bien. “Ahora acabas de hacer el primer rak'a”, dijo su madre. “Para continuar con el segundo rak'a, repites la Sura Al-Fatiha”. “¿Y luego la Sura Al-Ijlás?” respondió Laila. “Sería mejor que recitases otra, ya que la sabes”, sugirió su madre. Entonces, Laila recitó la Sura Al-Kauzar:

Inna 'atainaka-l-kauzar. Fasalli li rabbika wa-nhar. Inna shani'aka huwa-l-abtar. “¿Sigo ahora como con el primer rak'a?"-, preguntó Laila. –“Sí”-, dijo la madre. “Ahora nos inclinamos hacia adelante y decimos: -“Subhana rabbi-al-adhim”-. Laila se inclinó hacia-adelante y luego se volvió a poner derecha. Luego, cuando estaba arrodillada, dijo. -"Subhana rabbi-al-ala”-, y al volver a arrodillarse, dijo: “Subhana rabbi-al-ala” -“¡Ya he terminado el segundo rak'a!”-, exclamó muy complacida. -“¡Así es!”-, dijo la madre, también muy complacida. -“¡Has terminado el segundo rak'a! Recuerda que la oración de la mañana tiene sólo dos rak'as. Para terminarla decimos unas pocas palabras, mientras estamos sentados en los talones”-. Laila se sentó en los talones con su madre:

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-“Ashhadu an la ilaha i'la lah, wa ashhadu anna Muhammadan 'abduhu wa rasuluh”-. -Eso significa: Atestiguo que no hay más divinidad excepto Allah y atestiguo que Muhammad es Su siervo y enviado. -Te queda aún una cosa-, le dijo a Laila su madre. -Pero no te preocupes, porque lo puedes decir conmigo cuando recemos juntas-. La madre sonrió. -No te tomará mucho tiempo aprenderlo de memoria. Es así: “Al'ahurnma Sal'ii 'ala Muhammad wa 'ala ali Muhammad. Significa: Oh Allah, bendice a Muhammad y a los seguidores de Muhammad”. Laila entonces imitó a su madre, y giró la cabeza a la derecha y luego a la izquierda, diciendo cada vez: “As-salamu alaikurn wa rahmatullah”. -Con esto, deseamos la paz y las bendiciones de Allah a todos-, explicó la madre. Luego llevó a Laila en brazos y la abrazó, y dijo: -Estoy muy orgullosa de ti porque ya sabes rezar. Desde hoy en adelante la haremos juntas todos los días. Pronto le vamos a dar una sorpresa a tu padre y verá que su hija es una musulmana buena e inteligente-. -¡Sí!-, dijo Laila, -pero antes tendré que aprender el último trozo, para que pueda recordarlo y no olvidarlo nunca-. -Asegúrate de que sabes también el significado de lo que estás aprendiendo-, dijo la madre. -Aunque recemos en árabe como el resto de los musulmanes de todo el mundo, tenemos que saber exactamente lo que decimos cuando estarnos rezando. Mientras le explicaba esto, acariciaba con cariño el pelo de Laila. Laila estaba muy contenta. Había conseguido aprender mucho en tres días: cómo lavarse para la oración y cómo hacer la oración. Cuando lo hiciera todos los días con sus padres, lo sabría de memoria. No le había resultado difícil porque su madre se lo había explicado muy claramente, de la misma forma que el Profeta Muhammad se lo había explicado a los primeros musulmanes de La Meca y Medina. Aquellos musulmanes se lo explicaron después a sus hijos, y así sucesivamente en cada generación. Un día Laila también se lo explicaría a sus propios hijos, para que ellos llegaran a ser buenos musulmanes y supieran cómo enseñárselo a sus hijos e hijas.

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El Ayuno

Hace poco, llegó el tío Ismail. Nos hizo sólo una corta visita, porque no podía quedarse mucho tiempo. -Está a punto de comenzar el mes de ayuno-, les dijo el tío Ismail a Hasan y a Laila, -y para entonces me gustaría estar en casa-. -Cuéntanos algo del mes del ayuno-, dijeron Hasan y Laila. -Con mucho gusto-, dijo el tío Ismail, y empezó: -Tan pronto como comienza el mes del ayuno, todos los musulmanes en América, en Arabia, en Europa y en el resto del mundo empiezan a ayunar. De momento, hacerlo todo el mes sería demasiado para vosotros. Pero cuando crezcáis, no tendréis ningún problema-. -¿Qué es el ayuno?-, preguntó Hasan. -Ayunar significa no comer, ni beber nada-, respondió el tío Ismail. -¿Nada en absoluto?-, exclamaron Hasan y Laila. -¡Absolutamente nada! respondió el tío Ismail, pero al ver su gran sorpresa, siguió explicando: -Sin embargo, para que no sea imposible de soportar, podemos romper el ayuno por la noche. Esto quiere decir que en el mes de Ramadán ayunamos desde muy temprano por la mañana, hasta que el sol se pone, al atardecer-. -¿Por qué tenemos que ayunar?-, preguntó Laila. -Bueno-, dijo el tío Ismail, -con el ayuno aprendemos muchas cosas, tales como lo bien que Allah nos provee para que tengamos suficiente para comer durante todo el año, sin que tengamos que pasar hambre. Por lo tanto, el mes de Ramadán nos sirve de recuerdo cada año para que seamos especialmente agradecidos a Allah por el alimento que Él nos ha dado. En otras palabras, ayunando aprendemos a apreciar el valor de la comida, a la que a menudo no damos importancia. Al no comer durante el día y tener que esperar hasta el atardecer, nos damos cuenta de lo buena que es la comida-. Laila pensó en lo que el tío Ismail había dicho y estaba de acuerdo con él: -Yo sé que si pudiera comer al día todos los dulces y golosinas que quisiera, y durante unos días no pudiese conseguir ninguno, me haría pensar en lo mucho que me gustan-, comentó ella. -¡Exactamente, Laila!-, dijo el tío Ismail. -Pero existen además otras razones para ayunar. Cuando ayunamos, aprendemos a pasar el día sin comer. -Esta experiencia es muy útil. Porque, si llegase un día en que no tuvieras nada que comer, no sentirías hambre tan pronto. Y no te asustarías porque sabes que ya has experimentado el ayuno durante Ramadán. Entonces, serás capaz de esperar pacientemente hasta que consigas algo de comida-. -¡Tienes razón, tío-, dijo Hasan. -Una vez me olvidé de llevar el bocadillo al ir al colegio y pasé un hambre terrible durante el recreo. Pero si empezara a ayunar y aprendiera a soportarlo, no sentiría tanta hambre la próxima vez que olvidase mi bocadillo-.

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Tío Ismail sonrió. -Así es-, dijo, -pero eso no es todo. Hay todavía otra razón mejor para ayunar. Cuando estamos ayunando, podemos también darnos cuenta de cómo se sienten los pobres cuando no tienen nada que comer y están a punto de morirse de hambre-. Al oír esto, Hasan se puso muy triste. -¿Cómo es posible que haya gente que no tiene nada que comer?-, se preguntó. Pero entonces, se acordó de haber oído acerca de esos niños en el mundo que mueren de hambre cada día, o que simplemente tienen muy poco para comer. Hasan recordó también que cuando no quería terminar la cena, sus padres le decían: -No debes desperdiciar la comida y dejar que se estropee. Hay mucha gente en el mundo que se muere de hambre-. -Y aún hay más-, dijo el tío Ismail, -cuando ayunamos, no es sólo que pensemos en la gente que no tiene nada que comer. Tampoco nosotros comemos durante ese día. Esto significa que comemos menos y, por lo tanto, que estamos ahorrando comida. Esa comida que ahorramos debemos dársela a los pobres que pasan hambre. Por lo tanto, el ayuno significa comer nosotros menos para darles comida a los pobres-. -Eso es buena idea-, dijeron Hasan y Laila. -Cuando llegue Ramadán, nosotros vamos a ayunar. Les diremos a mamá y a papá que tomen el dinero que se ahorra en el ayuno para dárselo a los pobres que pasan hambre. Más adelante, cuando seamos mayores, ayunaremos todo el mes de Ramadán y entonces habrá más dinero ahorrado para que los pobres puedan recibir aún más de nosotros-.

El Ayuno (Segunda parte) Pasó algún tiempo y llegó el mes de Ramadán. El tío Ismail ya se había ido a su casa. Hasan y Laila se dieron cuenta de que sus padres se levantaban antes de lo normal, y les oían ir a la cocina. Era todavía de noche y estaban comiendo una comida que se llama el Sahur. Hasan y Laila decidieron ir con ellos. -Queremos comer el Sahur con vosotros-, dijeron. Fue una sorpresa agradable para los padres, que se sintieron contentos de tener hijos que eran tan buenos musulmanes. Se sentaron y comieron todos juntos. Después hicieron juntos la oración de la mañana, y luego los niños se fueron de nuevo a la cama. Un poco más tarde, Hasan se levantó para ir al colegio. Esta vez no había desayuno para él, ni bocadillo para llevar al colegio. Hasan tenía hambre, pero no decía nada. Al llegar el mediodía, tenía más hambre que nunca, pero pensaba en el tío Ismail que estaba en Palestina. Los musulmanes de Palestina estarán también ayunando y, con toda seguridad, el tío Ismail tendrá tanta hambre como él. Hasan pensó también en lo que el tío Ismail le había dicho: los pobres tienen hambre todos los días. Sin embargo, Hasan sabía que al atardecer podría comer algo y que también podría beber todo lo que quisiera. Al acercarse la noche, la madre puso una pequeña comida en la mesa. La comida de la mañana se llama el Sahur, y la comida de la noche se llama Iftar. La familia se sentó a la mesa y empezaron a comer. Pronto se les pasó el hambre. Hasan y Laila se sentían muy contentos de haber superado tan bien su primer día de ayuno.

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Algo más tarde, comieron una buena cena. Estaba deliciosa y todos la disfrutaron. Poco después, los niños se fueron a dormir. Hasan estaba muy cansado, pero antes de quedarse dormido, sus pensamientos volvieron al tío Ismail y a las razones que les había dado para el ayuno de los musulmanes: quieren compartir su comida con los pobres. Hasan estaba muy agradecido de que al menos él pudiera comer al llegar la noche. Los pobres no lo podían hacer. Tenían que seguir con hambre también por la noche. Hasan entonces dijo en su corazón: -Doy gracias a Allah por darme suficiente para comer-. Estaba ya a punto de quedarse dormido, cuando de repente se acordó de una cosa. Saltó de la cama y se fue a donde estaban sus padres. -No os olvidéis de levantarme para el Sahur-, les pidió. Quiero ayunar también mañana, para que los pobres tengan más de comer-. Después de esto, se volvió a meter en la cama y pronto se quedó profundamente dormido.

El Ayuno (Tercera parte) Laila también se levantó a la mañana siguiente. Después de tomar el Sahur, su madre le dijo: -Antes de ayunar, se debe también decir la Niyya-. ' -¿Qué es la Niyya?-, preguntaron los niños. -Niyya significa intención-, dijo la madre. -Cuando ayunamos, decimos: Voy a ayunar hoy todo el día, y después de decir esto, no comemos nada hasta la noche-. -¿Cómo se dice eso en árabe?-, preguntó Hasan. -No tienes que decirlo en árabe-, respondió la madre, -pero es muy sencillo. Se dice: -Wa bisaumi ghadan nawaitu-. -¡Eso es muy sencillo de decir!-, dijeron los niños y lo repitieron: -Wa bisaumi ghadan nawaitu-. Esa misma noche, su madre les dijo a Hasan y a Laila que los musulmanes tienen también que decir la Niyya antes de empezar a comer el Iftar. Y luego les explicó: -La Niyya dice: Allah mío, por Ti he ayunado este día, y ahora comeré de Tu alimento. En árabe se dice: Allahumma laka sumtu wa 'ala rizqika aftartu-. -¡Vaya!, exclamó Hasan, -eso es bastante difícil-. El padre de Hasan estaba delante y oyó lo que el muchacho había dicho. -Sí-, dijo el padre, -no es fácil, pero si tuvieras que ayunar todos los días, entonces lo dirías cada noche y te sería muy fácil aprenderlo-. -De acuerdo-, dijo Hasan, -pero como aún no lo se, ¿podrías ayudarme a aprenderlo? -¡Claro que sí!-, le aseguró su padre, -Pero creo que es mejor que digamos la Niyya juntos al mismo tiempo. Así, los niños podréis aprenderlo más fácilmente. Y después, podemos empezar a comer todos juntos-.

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Después de la cena, la madre les habló a los niños de la Lailatu-l-qadr. - Lailatu-l-qadr es una de las noches que hay al final del Ramadán, en la que intentamos estar despiertos para recitar el Corán y hacer muchas oraciones -, dijo. –Es una de las diez últimas noches de Ramadán, aunque no sabemos cuándo es exactamente. Ésta es la noche en la que, hace muchos años, el ángel Gabriel habló al Profeta Muhammad por primera vez, y le dijo que fuese a las gentes a llevarles el mensaje de Allah: Allah ha creado a la humanidad. La humanidad debe hacer el bien. Deben rezar a Allah y deben ayudar a los pobres y a los enfermos-. Después de escuchar esto, Hasan comprendió mucho mejor lo que el ángel había dicho: Los musulmanes debemos ayudar a los pobres, y esto quiere decir que debemos darles de comer cuando no tengan comida. Ésta es la razón de que tengamos el mes de Ramadán; Hasan y Laila estaban ya deseando que llegara la noche en que podrían quedarse despiertos para Laitu-l-qadr.

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La Peregrinación

Tres meses más tarde, el tío Ismail vino de nuevo a visitarles. Esta vez, se trajo con él a la tía Fátima. Los dos acababan de estar en La Meca haciendo el Hayy, que significa la peregrinación. -Había muchísima gente en La Meca. Había gentes de muchos lugares distintos- dijo el tío Ismail. -Sí-, dijo la tía Fátima, - aquellos hombres y mujeres estaban en La Meca porque en el Corán dice que debían estar allí. Como ya sabéis, el Islam significa decir la Shahada, rezar cinco veces al día, ayunar en el mes de Ramadán, dar el Zakat a los pobres e ir de peregrinación a La Meca-. --¿Qué hicisteis en La Meca?-- preguntó Laila muy interesada. -Hicimos la peregrinación según la forma que el Profeta Muhammad nos enseñó-, explicó el tío Ismail. -Primero, fuimos a una pequeña montaña cerca de Arafat, y allí nos quedamos todo el día rezando a Allah. Por la noche, salimos más lejos hasta llegar a un valle del cual llevamos unas piedrecillas. Al día siguiente, volvimos a Mina, que es un pueblo pequeño cerca de La Meca. En Mina hay tres altos pinares de piedra. Arrojamos las piedras que habíamos traído, contra los tres pilares. Mientras lo estábamos haciendo, pensábamos: ahora estamos tirándole estas piedras a Iblis (Satanás) para que nos deje en paz. Cuando acabó esto, sacrificamos un cordero-. -Yo sé por qué hicisteis eso-, interrumpió Hasan. -Fue en recuerdo del Profeta Abraham-. -Así es-, dijo la tía Fátima sonriendo a Hasan, -ya sabes mucho. Luego me cuentas la historia de Abraham ¿vale?-. Pero aún había más que contar de la peregrinación. El tío Ismail continuó: -Luego nos fuimos a La Meca en donde está la Kaaba. La Kaaba está situada en el centro de la mezquita. Es una gran casa de piedra con el techo plano y sin ventanas. En realidad, se parece a un cubo muy grande. Caminamos alrededor de la Kaaba y dimos en total siete vueltas, exactamente como el Profeta Muhammad nos ha enseñado-. -El Profeta Abraham y su hijo Ismail fueron también los que construyeron la Kaaba-, dijo Laila. -Cierto-, dijo la tía Fátima, -y ¿sabes también por qué la hicieron? -No-, dijo Laila, -¡Cuéntanos por qué! -Construyeron la casa porque eran profetas que habían oído el mensaje de Allah-, explicó el tío Ismail. -Ellos obedecieron el mensaje y quisieron que otra gente se acordase de Allah cuando pasaran por la casa. Ésta es la razón de que los musulmanes vayan allí en peregrinación-. -¿Se puede entrar dentro de la casa?- preguntó Laila.

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-No es necesario-, respondió el tío Ismail. -No se trata de una casa como las nuestras. Basta con verla por fuera. Dar vueltas alrededor de la Kaaba te recuerda que Allah ha mandado continuamente mensajes a la humanidad a través de los profetas. El primero de esos profetas fue Adán y el último Muhammad. Todos los profetas dijeron lo mismo: Debéis creer en Allah. Él os ha creado y ha hecho las plantas y los animales para que viváis de ellos. Debéis rezar a Allah y hacer el bien. El tío Ismail y la tía Fátima siguieron hablando acerca de La Meca, y Hasan y Laila estaban fascinados escuchando. Su tío y su tía habían visto allí a gentes tan diferentes... Unos tenían la piel muy oscura, otros más clara, y algunos la tenían de color marrón oscuro. Pero, a pesar de esa diferencia de aspecto, estas gentes se consideran hermanos y hermanas porque ellos son musulmanes que creen en Allah y siguen lo que el Profeta Muhammad les enseñó. -Cuando sea mayor-, pensó Hasan, -iré en peregrinación a La Meca-.

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La visita

El tío Ismail y la tía Fátima habían venido de nuevo a visitarles. Esta vez, trajeron con ellos a sus dos hijos, a su hijo Ali y a su hija Yamila, que eran de la misma edad que Hasan y Laila. Al entrar en la casa dijeron: -As-salamu alaikum-. Hasan y Laila les respondieron: -Wa alaikum salam-. Ellos sabían que el Profeta había dicho en una ocasión que debíamos saludar siempre a los demás y desearles paz. -As-salamu alaikum, Wa alaikum salam-, quieren decir: “La paz sea contigo”, y “contigo sea la paz”. Los niños estuvieron jugando juntos aunque Hasan y Laila sólo hablaban español y Ali y Yamila no sabían ni una palabra de español. A pesar de eso, lo pasaron bien jugando. Más tarde, se llamó a los niños a comer y Laila enseñó a los visitantes dónde estaba el cuarto de baño, para que pudieran lavarse las manos. Después de eso, fueron juntos a sentarse a la mesa. Antes de empezar a comer, Ali y Yamila dijeron: -Bismil’ah-. Al oírlo, Hasan le preguntó a su tío Ismail: -¿Por qué dicen eso? -Quiere decir: “En el nombre de Allah”, respondió tío Ismail. -Antes de comer, decimos. “En el nombre de Allah”, porque la comida que comemos viene de Allah. Por eso, pensamos en Allah antes de comer. Después de haber comido, decimos: “al-hamdu-li l'ah”. -Eso quiere decir: “Gracias a Allah”, dijo Laila. -Exactamente-, dijo tía Fátima, -damos gracias a Allah después de comer porque todo lo que tenemos viene de Allah. ¡Pero ahora vamos a comer!- Todos disfrutaron de la deliciosa comida. La madre había cocinado algo superespecial para los invitados. Al terminar de comer, tanto Hasan como Laila dijeron: -Al-hamdu-lil'ah, Gracias a Allah-. -Hay también un du'a (súplica) que se dice después de comer-, dijo tía Fátima. -Es bastante fácil: Al-hamdu-li l'ahi ladhi at'amana wa saqana wa ya'alna muslimin. Esto quiere decir: Gracias a Allah que nos ha dado nuestra comida y nuestra bebida y nos ha hecho musulmanes-. -Ése es un bonito du'a-, dijo Hasan, -voy a aprenderla enseguida-. Entonces, la repitió algunas pocas veces con la ayuda de Ali y Yamila, y Laila la aprendió también.

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La Mezquita

Una mezquita es una casa en la que rezan los musulmanes. Algunas mezquitas se parecen a una casa cualquiera, pero la mayoría tienen una torre alta que se llama minarete. Cuando llega la hora de la oración, el Muecín, que es quien llama a la oración, sube al minarete y desde allí da el Adhan. El Adhan es la llamada a la oración. Hay bastantes cosas que se pueden observar en una mezquita. En una gran mezquita, hay normalmente fuentes o varios grifos para que los musulmanes se laven antes de ir a rezar. Cuando entramos en una mezquita, debemos quitarnos los zapatos porque el suelo está siempre cubierto de alfombras o de esteras. No se debe andar encima de ellas. Cuando los musulmanes rezamos, tocamos en el suelo con la frente y, por tanto, es muy importante que el suelo esté limpio y no permitir a nadie que entre con los zapatos puestos. En la sala principal, hay un Mihrab que se llama Qibla. Como ya sabéis, la Qibla es la dirección en la que rezamos. Esta dirección apunta al lugar en donde está la Kaaba en La Meca. El Mihrab está hecho para que sepamos hacia dónde tenemos que rezar. Al lado del Mihrab hay una escalera alta que se llama Mimbar. Éste se usa para los discursos de la oración del viernes. El Imam se sube en él para hablar, para que la gente le pueda oír claramente. En todo el mundo, allí donde viven musulmanes, éstos han hecho mezquitas y lugares de oración. Cuando Muhammad llegó a Medina, la primera cosa que hizo fue construir una mezquita. La mezquita es el lugar en el que los musulmanes rezan juntos a Allah.

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Adhan

Antes de la oración, se dice el Adhan. Al'lahu Akbar Al'lahu Akbar Al'lahu Akbar Al'lahu Akbar Ashhadu an la ilaha i'la l'ah Ashhadu an la ilaha i'la l'ah Ashhadu anna Muhammada-rasulu lah Ashhadu anna Muhammada-rasulu lah Hayya 'ala-salah Hayya 'ala-salah Hayya 'ala-l-falah Hayya 'ala-l-falah Al'lahu Akbar Al'lahu Akbar La ilaha ila lah Eso quiere decir: Allah es el Supremo, Allah es el Supremo Allah es el Supremo, Allah es el Supremo Atestiguo que no hay divinidad excepto Allah Atestiguo que no hay divinidad excepto Allah Atestiguo que Muhammad es el enviado de Allah Atestiguo que Muhammad es el enviado de Allah Venid a la oración Venid a la oración Venid a la salvación Venid a la salvación Allah es el Supremo, Allah es el Supremo No hay divinidad excepto Allah.

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La Oración del Viernes

Todos los viernes, el padre va a la mezquita a rezar. La Oración del Viernes se llama Salatul-yum'a. En español significa oración en congregación, porque en este día los musulmanes forman una reunión o congregación en la mezquita. Antes de ir a la mezquita, debemos lavarnos tal como nos lavamos para la oración. Pero es mucho mejor darse una ducha antes de ir a la Oración del Viernes. Al llegar a la entrada de la mezquita nos quitamos los zapatos. Dentro de la mezquita, debemos andar descalzos, o sólo con calcetines o medias. Cuando el padre llega a la mezquita, hay alguna gente sentada en el suelo, leyendo el Corán. Los hombres se sientan delante y las mujeres detrás. Cuando va llegando más gente y se acerca el tiempo de la oración del mediodía, el Muecín dice el Adhan, que es la llamada a la oración. Alza la voz: Allah es el supremo, Muhammad es el Profeta de Allah y venid a la oración. Seguro que ya sabes como suena el Adhan. Entonces, el Imam sube al Mimbar. Un Imam es un musulmán como todos los demás, pero sabe más del Corán. El Mimbar tiene varios escalones como los de una escalera y, para dar el discurso, el Imam se sube por esta escalera hasta un punto desde el que todo el mundo le oye claramente. El discurso que pronuncia el Imam se llama Jutba. El Imam habla a la gente de lo que está escrito en el Corán y dice que deben rezar sólo a Allah y hacer siempre el bien. Después de la Jutba, el Muecín hace otra llamada. Ésta se llama Iqama. Cuando la gente lo oye, saben que está a punto de empezar la oración y que si no se dan prisa será demasiado tarde. El Imam baja del Mimbar y se coloca delante del Mihrab. El Mihrab es un nicho vertical en la pared que indica la dirección de La Meca. Los musulmanes siempre nos ponemos cara a La Meca cuando rezamos. Los musulmanes se ponen en filas largas detrás del Imam. El padre se coloca también en la fila. El Imam levanta las manos y dice: “Al’lahu Akbar", y la gente repite lo que él hace. Levantan las manos y dicen: “Al’lahu Akbar". Todos juntos rezan una oración de dos rak'as, que dura lo mismo que la oración de la mañana. El Imam es el hombre que dirige la oración. Los que rezan detrás de él hacen exactamente lo mismo que él. Le siguen para que así la oración no sea desordenada. Una vez terminada la oración, la gente se dicen unos a otros: “Assalamu aiaikum", que quiere decir: La Paz sea contigo. Luego, todos se marchan a casa.

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Tasbih

Cada vez que el tío Ismail viene de visita, los niños observan que al acabar su oración no se levanta inmediatamente. Se queda sentado un ratito, haciendo tasbih. Tasbih significa alabar a Allah. Después de la oración, tío Ismail dice 33 veces: Subhana-lah Esto quiere decir: Alabado sea Allah. Luego, dice 33 veces: Alhamdu-li-l'ah Esto quiere decir: Doy gracias a Allah. Después de esto, dice 33 veces: Alahu Akbar Esto quiere decir: Allah es el Supremo. El tío Ismail usa dos dedos para contar. Al terminar, hace una Du'a y después se levanta.

Du'a Hasan y Laila siempre hacen du'a después de sus oraciones. Du'a significa pedir a Allah (súplica). El Profeta Muhammad nos enseñó muchas frases de du'as que podemos usar, pero nosotros podemos hacer también nuestros propios Du'as. Y también se pueden hacer en español. El Profeta Muhammad nos enseñó un Du'a para la mañana y otro para la noche. Al levantarse cada mañana, Hasan y Laila dicen: "Alhamduli-l'ahi ladhi ahyana ba'da ma amatana wa ilaihi-nushur". Que quiere decir: -Alabanzas a Allah que nos ha levantado de nuestra muerte y a Allah regresaremos”. Hasan y Laila saben también un Du'a para la noche. Antes de acostarse, dicen: “Al’ahumma bismika amutu wa ahya". Que quiere decir: "Oh Allah, vivo y muero en Tu nombre”. El profeta dijo en una ocasión que cuando estamos dormidos, es como si hubiéramos muerto, porque dejamos de ser conscientes de lo que pasa. Por eso, Hasan y Laila hacen este du'a antes de acostarse, para dormir bien y levantarse de nuevo a la mañana siguiente. Por la mañana cuando se levantan, dan gracias a Allah porque Él les ha levantado, De la misma forma, cuando lo pensamos un poquito, podemos imaginarnos cómo es la vida después de la muerte. De la misma forma en que nos despertamos del sueño por la mañana, así seguiremos viviendo después de morir. Por esto damos gracias a Allah por ello y hacemos nuestros Du'as todas las mañanas y todas las noches.

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Nuestras creencias

Nosotros creemos en Allah, el Único y Todopoderoso Allah, Señor y Creador. En Él confiamos y sólo a Él tememos. Creemos en los ángeles creados por Allah. Sabemos de ellos aunque no los podamos ver. Ellos son siervos obedientes de Allah y cumplen todas Sus órdenes Creemos que las palabras que Allah reveló a los profetas fueron escritas en libros. El último libro, que le fue dado a Muhammad, es el Corán. El Corán es el único libro de Allah que está completo y se conserva en su forma original. Creemos que Allah ha enviado a Sus profetas a toda la humanidad con el mensaje de que adoraran a Allah e hicieran el bien. Creemos en el Día de la Resurrección, cuando Allah nos resucitará de la muerte. Seremos recompensados por el bien que hemos hecho y aquellos de nosotros que no hayan creído en Allah e hicieron el mal, serán castigados. Creemos que Allah nos ha enseñado a comprender lo que son el bien y el mal, para que así podamos decidir por nosotros mismos hacer el bien y rechazar el mal