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maricande-martinez-alcudia
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El silencio de la noche era interrumpido por el aullar de los perros y el terror hacía sentir más intensos los latidos del corazón, los niños se acurrucaban con sus madres y ellas murmuraban una plegaria. Los golpes de la herradura de un caballo en el empedrado, se hacían sentir en el cráneo de los temerosos vecinos y el relinche de la bestia se metía en los oídos con dolor, el jinete era un charro vestido de negro con botones muy gigantes como si fueran de plata llevaba en la mano un machete lleno de sangre, pasaba sin hablar porque era un jinete sin cabeza, estaba el cuerpo completo pero sin nada sobre los hombros.
No crean que nada mas los niños le tenían miedo sino,
también jóvenes y viejos, mujeres y hombres en las noches
de luna llena después de las 11 de la noche, nadie asomaba
la mirada por los callejones empedrados del viejo barrio
minero, los dueños de las pulquerías se daban prisa para
echar afuera a los parroquianos antes de la hora papal, al
salir de la pulquería caminaban su borrachera
canturreando tras pies, caro pagaban sus parrandas pues
ellos mismo decían ¿Verdad de Dios vi, un hombre sin
cabeza, hasta la borrachera se les bajaba cuando la
escuchaban, un blastimero lamento. Luego el venir de un
caballo que no galopaba más bien parecía como si avanzara
bailando sacando chispas con sus cascos del viejo empedrado y el fuego de sus ojos los
hacían ver más negro y a la luz de la luna reflejaba su tenebrosa silueta. Estos sucedía desde
a principios de siglo o quizás desde mucho tiempo atrás, en las calle de observatorio en las
calles de la palma muchos fueron testigos primero escuchaban un alarido que casi
desgarraba el alma seguido de una fuerte corriente de aire como si este huyera descolorido
por el angosto callejón, después se sentía la presencia del jinete sin cabeza el infortunado
testigo sentía un escalofrío que recorría todo su cuerpo con sudor en el rostro y piernas
paralizadas. El jinete se perdía en la oscuridad escuchándose nuevamente el doloroso
alarido que más que un ser humano parecía venir del mismísimo infierno, la conseja
popular decía que todo fue por una mujer.
Una noche de luna llena el jinete enamorado encontró a su rival ante la ventana de su
amada, así te quería encontrar traidor y tu eres una traidora, sacaron sus machetes en
mortal duelo, cada uno trataba de defenderse y se tiraban sin piedad, clavaban las espuelas
a sus nerviosos corceles y los filos de sus machetes estaban ensangrentados, después el rival
mortalmente herido, desapareció en la noche, pero antes su machete de acero había
encontrado el cuello del amante burlado, su cabeza había rodado por el suelo ante el balcón
EL JINETE SIN CABEZA
de la ingrata, el permaneció montado por mucho tiempo, a paso lento el caballo camino por
el oscuro callejón, yéndose en la nada, en las sombras de la noche la cabeza se perdió, tal
vez el diablo se la llevo al infierno, por eso se dice que en las noches de luna llena el jinete
del caballo negro, no busca a su rival, sino busca su cabeza para descansar en paz, esa paz
que les es negada a las almas en pena