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EL JOVEN MARTIN, EN NOCHES DE ORACIÓN Martin, ya jovencito, vivía en el barrio de Malambo, en casa de Doña Isabel García Michel, mujer honesta y buena cristiana, en cuya casa trabajaba su madre. Con la confianza de una persona conocida, Martin acudía con frecuencia a doña Isabel, para darle una vela o cabos de vela. La buena mujer se los daba de buena gana, pensando que tal vez los necesitaba para leer. Y llego el día en que despertó en su corazón la curiosidad de ver que hacia Martin con las velas encendidas, hasta altas horas de la noche. Sigilosamente se acercó a la puerta de su cuarto y, por un resquicio, pudo ver algo que nunca había imaginado. Vio las velas encendidas delante de un crucifijo y a Martin, postrado de rodillas, orando, con las manos juntas sobre el pecho y el rostro bañado en lágrimas. La oscura silueta del adolescente Martin, ante la fuerte luz de las velas encendidas, se perfilaban piadosa y arrojaba, ajena a la mirada escrutadora de doña Isabel. La curiosa señora quedo profundamente impresionada y, cuanto vio a hurtadillas, al día siguiente, le dio a conocer como novedad espectacular a sus familiares y amistades. -Comadrita-le dijeron-, permítanos ver con nuestros propios ojos lo que usted dice haber visto. Entre estas comadres estaba francisca, hija de la doña Isabel.

El Joven Martin

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EL JOVEN MARTIN, EN NOCHES DE ORACINMartin, ya jovencito, viva en el barrio de Malambo, en casa de Doa Isabel Garca Michel, mujer honesta y buena cristiana, en cuya casa trabajaba su madre. Con la confianza de una persona conocida, Martin acuda con frecuencia a doa Isabel, para darle una vela o cabos de vela. La buena mujer se los daba de buena gana, pensando que tal vez los necesitaba para leer.Y llego el da en que despert en su corazn la curiosidad de ver que hacia Martin con las velas encendidas, hasta altas horas de la noche. Sigilosamente se acerc a la puerta de su cuarto y, por un resquicio, pudo ver algo que nunca haba imaginado. Vio las velas encendidas delante de un crucifijo y a Martin, postrado de rodillas, orando, con las manos juntas sobre el pecho y el rostro baado en lgrimas. La oscura silueta del adolescente Martin, ante la fuerte luz de las velas encendidas, se perfilaban piadosa y arrojaba, ajena a la mirada escrutadora de doa Isabel. La curiosa seora quedo profundamente impresionada y, cuanto vio a hurtadillas, al da siguiente, le dio a conocer como novedad espectacular a sus familiares y amistades.-Comadrita-le dijeron-, permtanos ver con nuestros propios ojos lo que usted dice haber visto. Entre estas comadres estaba francisca, hija de la doa Isabel.Desde aquel da, Martin era mirado con reverencias y con entera confianza se encomendaron a sus oraciones. En esta etapa de su vida, el santo mulato avanzo en sus conocimientos literarios y se perfecciono en el arte de escribir con buena caligrafa.