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La ciencia versus la forma en que vemos las cosas. Rafael D. Santos Noviembre 2013 Platón: el mito de la caverna -Después de eso -proseguí - compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor las cabezas. Más arriba y más lejos se halla l luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos. -Me lo imagino. - Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan. -Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros. -Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí? -Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas. -¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro del tabique? -Indudablemente. -Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven? -Necesariamente. -Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos? - ¡Por Zeus que sí ! - ¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados? - es de toda necesidad.

El mito de la caverna

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La ciencia versus la forma en que vemos las cosas.

Rafael D. Santos Noviembre 2013

Platón: el mito de la caverna

-Después de eso -proseguí - compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de

educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en

forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde

niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo

delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor las cabezas. Más arriba y más

lejos se halla l luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un

tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público

para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.

-Me lo imagino.

- Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios

y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre

los que pasan unos hablan y otros callan.

-Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.

-Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los

otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen

frente a sí?

-Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.

-¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro del tabique?

-Indudablemente.

-Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los

objetos que pasan y que ellos ven?

-Necesariamente.

-Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan

del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra

que pasa delante de ellos?

- ¡Por Zeus que sí !

- ¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales

transportados?

- es de toda necesidad.

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- Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué

pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse

de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz y , al hacer todo esto, sufriera y a causa del

encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué

piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora en

cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si

se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a

contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentiría en dificultades y que considerará

que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?

- Mucho más verdaderas.

- Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿ no le dolerían los ojos y trataría de eludirla,

volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más

claras que las que se le muestran?

- Así es.

- Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar

hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría

los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que

son los verdaderos?

- Por cierto, al menos inmediatamente.

- Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría

con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos

reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de

noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente

que, durante el día, el sol y la luz del sol.

-Sin duda.

- Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le

son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito.

-Necesariamente.

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-Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años

y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos

habían visto.

- Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.

- Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces

compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?

- Por cierto.

-Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para

aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique,

y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después,

y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría

deseoso de todo eso y que envidiaría a los más estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los

más honrados y poderosos entre aquellos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero,

y "preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre" o soportar cualquier otra

cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?

- Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.

- Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría

ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?

- Sin duda.

- Y si, mientras su vista aún está confusa, antes de que sus ojos se hayan acomodado de nuevo a la obscuridad, tuviese que dar su opinión sobre estas sombras y discutir sobre ellas con sus compañeros que no han abandonado el cautiverio, ¿no les daría que reír? ¿No dirán que por haber subido al exterior ha perdido la vista, y no vale la pena intentar la ascensión? Y si intentase desatarlos y llevarlos allí, ¿no lo matarían, si pudiesen tenerlo en sus manos y matarlo?

- Seguramente.

- Ésta es precisamente, mi querido Glaucón, la imagen de nuestra condición. La caverna subterránea es el mundo visible. El fuego que la ilumina, es la luz del sol. Este prisionero que sube a la región superior y contempla sus maravillas, es el alma que se eleva al mundo inteligible. Esto es lo que yo pienso, ya que quieres conocerlo; sólo Dios sabe si es verdad. En todo caso, yo creo que en los últimos límites del mundo inteligible está la idea del bien, que percibimos con dificultad, pero que no podemos contemplar sin concluir que ella es la causa de todo lo bello y bueno que existe. Que en el mundo visible es ella la que produce la luz y el astro de la que procede. Que en el mundo inteligible es ella también la que produce la verdad y la inteligencia. Y por último que es necesario mantener los ojos fijos en esta idea para conducirse con sabiduría, tanto en la vida privada como en la pública. - Comparto tu pensamiento, en la medida que me es posible.

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- Mira también si lo compartes en esto: no hay que asombrarse de que quienes han llegado allí no

estén dispuestos a ocuparse de los asuntos humanos, sino que sus almas aspiran a pasar el tiempo

arriba; lo cual es natural, si la alegoría descrita es correcta también en esto.

- Muy natural.

- Tampoco sería extraño que, de contemplar las cosas divinas, pasara a las humanas, se

comportase desmañadamente y quedara en ridículo por ver de modo confuso y, no acostumbrado

aún en forma suficiente a las tinieblas circundantes, se viera forzado, en los tribunales o en

cualquier otra parte, a disputar sobre sombras de justicia o sobre las figurillas de las cuales hay

sombras, y a reñir sobre esto del modo en que esto es discutido por quienes jamás han visto la

justicia en sí.

- De ninguna manera sería extraño.

- Pero si alguien tiene sentido común , recuerda que los ojos pueden ver confusamente por dos

tipos de perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la tiniebla, y otro de la tiniebla a la luz; y al

considerar que esto es lo que le sucede al alma, en lugar de reírse irracionalmente cuando la ve

perturbada e incapacitada de mirar algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es: si es que al

salir de una vida luminosa ve confusamente por falta de hábito, o si, viniendo de una mayor

ignorancia hacia lo más luminoso, es obnubilada por el resplandor. Así, en un caso se felicitará de

lo que le sucede y de la vida a que accede; mientras en el otro se apiadará, y si se quiere reír de

ella, su risa será menos absurda que si se descarga sobre el alma que desciende de la luz.

--Por tanto, si todo esto es verdadero, dije yo, hemos de llegar a la conclusión de que la ciencia no

se aprende del modo que algunos pretenden. Afirman que pueden hacerla entrar en el alma en

donde no está, casi lo mismo que si diesen la vista a unos ojos ciegos.

--Así dicen, en efecto, dijo Glaucón.

--Ahora bien, lo que hemos dicho supone al contrario que toda alma posee la facultad de

aprender, un órgano de la ciencia; y que, como unos ojos que no pudiesen volverse hacia la luz si

no girase también el cuerpo entero, el órgano de la inteligencia debe volverse con el alma entera

desde la visión de lo que nace hasta la contemplación de lo que es y lo que hay más luminoso en el

ser; y a esto hemos llamado el bien, ¿no es así?

--Sí.

--Todo el arte, continué, consiste pues en buscar la manera más fácil y eficaz con que el alma

pueda realizar la conversión que debe hacer. No se trata de darle la facultad de ver, ya la tiene.

Pero su órgano no está dirigido en la buena dirección, no mira hacia donde debiera: esto es lo que

se debe corregir.

--Así parece, dijo Glaucón.

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Reflexion, como lo importante no es solo lo que se lee, sino el cambio que produce el

conocimiento aprendido en el comportamiento humano, a continuación una breve reflexión a

titulo personal. Sobre la relación de la caverna y la educación.

Sobre el mito de la caverna, traído a nuestro conocimiento por Platón, y con una verdad que

trasciende el tiempo y el espacio, siendo más verdadera que nunca, me puse a pensar en cómo

aplicarla a mi formación gerencial, y estuvieron rondando tantas mariposas de ideas en mi mente

poco formada en el área, que hasta me creí incapaz de asociar el mito de la caverna con la vida

gerencial, incluso vacuo e indigno, y bien, luego de abandonar la tarea con incluso baja

autoestima, se ilumino mi mente y mi espíritu con cosas emocionantes, un día estando en clases,

me sentí que yo era quien estaba en la caverna, sentí que estamos encadenados constantemente

a una silla fría y carente de todo calor humano que te enclaustra en lo que dicen los libros, y en lo

que dicen los profesores, hoy vemos solo sombras de lo que es la realidad, y todas reflejadas en

pizarrones acrílicos, a través de marcadores o power points, pero en fin, solo imágenes vacías de

realidad, claro que en base a esto es que nos vemos nosotros dentro de la realidad.

El estudiante debe por ley estar amarrado a una silla, y solo ve las sombras que los

profesores refleja de la realidad, los profesores mueven los objetos de acuerdo a los programas de

estudio establecidos, incluso mueven los objetos a su antojo o de acuerdo a su ideología propia,

dejando ver en las sombras cosas que desean hacer ver a sus alumnos, es decir los estudiantes no

ven la realidad solo la sombra de una versión personal de esas realidades, es muy sencillo solo

estar sentados viendo sombras, pero triste de aquel que iluminado su entendimiento (con hechos

del mundo del conocimiento, y hechos sabiduría a través de la reflexión profunda) quiera

demostrar a otros que la realidad está afuera en la luz, le intentaran matar,

Generalmente las aulas son como cavernas que no encadenan sino que causan la

percepción de un estado de confort y comodidad, con sus luces blancas y sus sistemas de aire

acondicionado, todo equipado para que los estudiantes se sientan bien y aprendan, pero el

verdadero conocimiento y sabiduría esta en el trabajo de campo, en la calle, en todos los días y

noches de trabajo y de producción que los profesionales aportan a su país, aquel que sale al

campo de trabajo ya no vuelve a las aulas, y los que vuelven, ven los salones de clases con una

visión diferente.

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Y su relación con nuestra realidad contractual.

En este pasaje se describen varios estados sucesivos del hombre "con respecto a la educación y a

la falta de ella", está claro que nacemos y crecemos en un mundo de oscuridad de conocimiento,

ignorantes del ¿POR QUE? de las cosas, estamos atados de pies y manos para alcanzar la

sabiduría, incluso hoy en día, en nuestra llamada sociedad de la información, bombardeados de

millones de libros, datos, noticias, por todos los medios de comunicación, nuestro modelo

educativo nos enseña solo sombras de las cosas, pero no existe mucha reflexión en lo que

aprendemos, vemos imágenes del mundo pero no se nos muestra las razones, incluso somos

esclavos de lo que denomino “la parte de la verdad que se nos permite ver”, y vivimos nuestras

vidas creyendo en esas medias verdades de las cosas, creyéndonos muy sabios por interpretar las

sombras de la verdad, nos creemos conocedores y expertos, existen los honorables que ven las

sombras y hablan de ellas, y son honorables por ello, pero es triste que no debatamos entre

nosotros mismos en busca de la verdad, el texto dice que los hombres de la caverna no se ven a sí

mismos, y nosotros en nuestra sociedad actual tampoco lo hacemos, competimos en contra de

nosotros mismos por querer saber más de las sombras, y si vemos algo que otro no ve, se lo

ocultamos y nos creemos dueños de la verdad. Pero en realidad solo vemos la sombra de lo que

se las cosas. Cuando alguien se eleva por encima de los demás y comprende las coas desde el

plano de la sabiduría, puede ver a sus compañeros como ignorantes y quiere iluminarlos también,

pero solo lo ven como a un loco, y lo condenan por querer mostrar las cosas, pero más que nada lo

condenan por querer mostrar la luz, pues las personas no quieren ver la luz; se sienten cómodas

en su oscuridad, y odian a muerte a quién les quiera negar su verdad verdadera, a quién les señala

la luz, existe entonces el confort de la ignorancia.

Pero más allá de nosotros y de lo que vemos existe la luz, la sabiduría, el conocimiento, la ciencia,

que nos encandila y mucha veces nos deja ciegos con su implacable luz que quema, cuando vemos

las cosas desde otro punto de vista superior, nos cegamos y nos negamos a ver de tal forma las

cosas que bajamos la mirada. Estamos viendo detrás de la pared donde se reflejan los objetos de

los cuales vemos las sombras, y tardamos en acostumbrarnos a este nuevo mundo, hasta que lo

podemos ver a plenitud y nos sentimos desdichados por no haberlo visto antes, la verdadera

reflexión de las cosas y verlas a la luz nos permite ver sus tres dimensiones y sus colores, así pasa

con el conocimiento, la encontrar la luz vemos el conocimiento en su máxima expresión, y en todo

su espectro, pero no podemos dejarnos cegar, hay que abrir los ojos y seguir siempre este

camino de la luz.

A nivel organizacional hablar del mito de la caverna lo podemos enmarcar en que nadie se ve

entre sí, todos ven solo sombras del trabajo que se hace, pero nunca un contexto general de toda

la amplitud que tiene la organización, ni se atreve a romper las cadenas y ver la luz, entender las

cosas y trabajar por un sistema holístico, y si alguien es sacado de lo que siempre hace se molesta

y siempre quiere regresar a su comodidad de ignorancia.