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www.elmorbito.com Publicación bimestral Periódico para ojos curiosos • Año 1 • No. 3 • La Mentira • Mejor no lo leas Advertencia: Los personajes, noticias y situaciones presentados son reales, cualquier parecido con la ficción es mera coincidencia. pág. 21 ¡Llévate increíbles regalos! GRAN VENTA NOCTURNA! Momias al 2x1 pág. 6 Ser infernal Ave, mamífero y reptil pág. 10 El Pinocho original Hundido por el peso de la verdad pág. 8 Ratadocia pág. 4 Desfaciendo entuertos pág. 20 Frutas y/o verduras: “¡Nos batiremos en duelo!” pág. 15

El Morbito no.3: La mentira

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Periodico para ojos curiosos. Historias que promueven la lectura y la imaginacion de los niños. Escritas e ilustradas por talentosos escritores e ilustradores.

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Page 1: El Morbito no.3: La mentira

www.elmorbito.comPublicación bimestral

Periódico para ojos curiosos • Año 1 • No. 3 • La Mentira • Mejor no lo leas

Advertencia: Los personajes, noticias y situaciones presentados son reales, cualquier parecido con la ficción es mera coincidencia.

pág. 21

¡Llévate increíbles regalos!

GRAN VENTANOCTURNA!Momias al 2x1 pág. 6

Ser infernalAve, mamífero y reptilpág. 10

El Pinocho originalHundido por el peso de la verdadpág. 8

Ratadocia pág. 4

Desfaciendoentuertospág. 20

Frutas y/o verduras: “¡Nos batiremos en duelo!” pág. 15

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2 el morbito / México 2010www.elmorbito.com

Netáforas

EL MORBITO / Mejor no lo leas Año 1 / No. 3 / La mentira

Dirección general: Mario Rosales / [email protected] Dirección editorial: Abril Castillo / [email protected] Dirección creativa: Jorge Mendoza / [email protected] Dirección de comunicación: Anabel Prado / [email protected] Coordinación de producción: Lorena Peña / [email protected] Comercialización: Eimar Rosales / [email protected] Coordinación de campo: Alejandro Molina Arte y diseño: Chiquita Milagro / Poderoso Kamui / Flavia Zorrilla / Alfredo Alcalá Thompson Colaboradores: Abril Castillo (Little Alice) / Ana Romero / Anabel Prado / Chiquita Milagro / David Lara / David Nieto (Yosh) / Diana Hernández / Enrique Torralba / Fernando Rudy / Flavia Zorrilla (DiaFla) / Gabriela Damián / Jimena Sánchez / Jorge López (Jore) / Jorge Mendoza (Pixilon) / Juan Palomino / Juan Carlos Quezadas / Leyolo Carcamán / Luis San Vicente / Manuel Monroy / Mónica B. Brozon / Poderoso Kamui / Tania Juárez / Teresa Martínez / Tomás Castillo / Vida Rojo (Teobromina)Consejo Editorial: Adriana de Teresa / Javier Sáez Castán / Juan Carlos Quezadas / Mauricio Gómez Morín / Mónica B. Brozon

No inventes!“El arte es la mentira que nos permite comprender la verdad” Pablo Picasso

Ilustración: Chiquita Milagro

Para muchos, la mentira es algo que hay que evitar, pero ¿qué es realmente mentir? Tal vez pase desapercibido el poder crea-tivo de la mentira, valioso más allá de las verduras que ocultamos bajo la alfombra o del 5 que omitimos mencionar a nues-tros papás. Mentir también es inventar.

En este número podrás leer la verdadera historia de Pinocho, descubrirás que el ra-tón de los dientes no existe y te enterarás de una extraña tribu con una rara rela-ción con la mentira. Sabrás de la existen-cia de una especie animal, como extraída de un cuento de hadas, y te adentrarás en un mundo oscuro de momias y poemas antiguos.

No te vayas con la finta de las maripo-sas dizque monarcas y si es necesario inventa que eres karateca, para acom-pañar a Sagitario a esta pelea del ini-gualable Escorpión.

No mientas ni te ocultes. Mejor inventa mundos como si no hubiera mañana.

¿De qué se ríe La Mona Lisa?

Mentiras verdaderasUn pintor belga llamado René Magritte hizo un cuadro donde se ve, sin lugar a dudas, una pipa y debajo de ésta, un letrero que dice “Esto no es una pipa”.

Texto: Ana RomeroIlustración: Manuel Monroy

El Morbito, periódico bimestral, octubre de 2010. Editora responsable: Abril Castillo Cabrera. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2010-011214355300-101. Número de Certificado de Licitud de Título: 14707. Número de Certificado de Licitud de Contenido: 12280. Domicilio de la Publicación: Paseo de las Palmas no. 735, piso 8, Lomas de Chapultepec, Miguel Hidalgo, C.P. 11000, México, D. F. Imprenta: SPI. Mimosas no. 31, Santa María Insurgentes, C.P. 06430, México, D. F. Distribuidor, Proyectos Oníricos, S.A. de C.V., Alonso Cano #122, col . Alfonso XIII, del. Álvaro Obregón, D. F., C.P. 01460

¿Qué se hace en estos casos? ¿Creerle al ojo y pensar “pero esto sí es una pipa”, o hacerle caso al belga que lo pintó y de-cirnos a nosotros mismos “pues no, no es una pipa, es un cuadro de Magritte”?

La discusión sobre realidad y representa-ción de la realidad lleva años partiéndole los sesos a los estudiosos y es el momen-to en el que nadie ha podido ponerse de acuerdo, y me da la impresión de que si no consiguen llegar a un arreglo es por-que hacerlo significaría desenmascarar de una vez y para siempre que la mentira puede ser más verdadera que la mismísi-ma verdad.

Por ejemplo, la Mona Lisa. Son muy pocos los que no conocen ese cuadro de Leonar-do Da Vinci, pero aun menos las per-sonas que en realidad lo han visto. Así las cosas, cabría preguntarse ¿qué sería más desastroso para la humanidad, que el cuadro se perdiera en un incendio o que las fotografías que se han hecho de éste desaparecieran de la faz de la tierra?

Esperemos que ninguna de las dos cosas suceda, aunque si el cuadro desapareciera, aún tendríamos las fotos. Alguien podría decir que és-tas no son la realidad, son una mentira: no son el cuadro, son un trozo de papel impreso. Y con todo, Da Vinci es famoso y el mundo puede contemplar la sonrisa misteriosa de la Mona Lisa gracias, precisa-mente, a una mentira fotográfica.

A lo mejor no es que los mentirosos mien-tan, tal vez sea sólo que eligieron una re-presentación de la realidad distinta a la nuestra. O quizá el mundo sea una total mentira donde las cosas no existen en rea-lidad y seamos nosotros los que las crea-mos al verlas, oírlas, olerlas o tocarlas.

¿Cómo saberlo? Lo mismo esto es una pipa que un cuento o la Mona Lisa. Po-dría ser que yo no exista, que mi nombre sea falso y que tú seas tan sólo un lector que yo me inventé: una mentira. O quizá no es que estés leyendo, más bien sueñas que vives en un mundo, en un país, en una colonia, en un cuarto donde lees un periódico que se llama El Morbito que te imaginas con todas sus letras, pero que no existe. De todos modos, lo que im-porta es que lo estás leyendo. Averiguar quién verdaderamente lo escribió sería inútil porque, al final de cuentas, todos podríamos estar mintiendo.

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No acepte imitaciones

Dizque monarcas¿Diré la verdad o una mentira?Si los animales mienten,¿por qué yo no habría de mentir?Una mentirilla no hace daño a nadie.

Texto: Anabel PradoIlustración: DiaFla

· Las mariposas Danaus gilippus thersi-ppus imitan el color de advertencia bri-llante naranja de las mariposas monar-cas, es decir, se mimetizan.

· Usan la mimesis para hacer creer a la aves y otros depredadores que ellas tam-bién son venenosas.

· El mimetismo es un concepto que Char-les Darwin utilizó en la demostración de su teoría de la selección natural, que ha-bla de que la especie más fuerte es la que sobrevive.

Venían volando dos aves en busca de ali-mento, cuando, de repente, se encuen-tran con una brillante mariposa naranja. Y un ave le dice a la otra:

—¿Cómo la ves?, ¿será de las venenosas o de las de chocolate?

—Seguro es de las de chocolate.

El ave se la come y cae muerta. La otra se va desilusionada y dice:

—Me cae que nunca vuelvo a comer cho-colate.

Netáforas 3

Texto: Gabriela DamiánIlustración: Flavia Zorrilla

Los garífuna, una etnia afrocaribeña que habita las costas de Honduras, Belice y Guatemala, no creen que sea para tanto mentir. Lo demuestra la leyenda del hé-roe Anansi, que este grupo de gente ale-gre, bailarina y con un gusto tremendo por escuchar cuentos a la luz de las velas, trajo a América desde África occidental hace casi 500 años.

Anansi es una araña-hombre bastante tramposa, pero justa y simpática, que ha-cía de mensajero entre los humanos y el dios del cielo, Nyame, que era enojón y abusivo. Los humanos de-cían a la araña qué deseaban: un sol para calentarse, la noche para descansar, lluvia... y él conseguía que Nyame se los diera. Pero éste poseía algo que Anansi quería sólo para sí: una caja que conte-nía todas las historias del mundo. La araña preguntó al dios del cielo cuánto costaba su caja para comprárse-la. Nyame dijo que le costaría una pi-tón gigante, un leopardo con dientes

inmensos, un enjambre de avispas y un hada maligna. Era demasiado.

Pero la araña atrapó a la pitón gigante por retarla a medirse con un árbol, hizo caer al leopardo en una trampa de hojas secas, encerró a las avispas dentro de una cala-baza al hacerles creer que llovía y apre-só al hada cuando la pobre se quedó pe-gada a un muñeco fabricado por Anansi (“¡Abrázalo! quiere ser tu mejor amigo”, le había dicho). A Nyame le impresionó la

habilidad de la araña-hombre para embaucar a las criaturas más pe-ligrosas, así que le entregó la caja sagrada.

Por eso Anansi es el dios del en-gaño, de las arañas, y el dueño

de todas las historias del mundo. Con todo, para los garífuna, que sufrieron la esclavitud y el mal-

trato de los más poderosos, tam-bién representa la habilidad que tienen los más débiles de superar a sus crueles enemigos, aunque sea echando una que otra mentirita.

Incluye todas las historias del mundo

Cajita felizA nadie le gusta que le digan mentiras. Se suele creer que son malas y que siempre deberían ser castigadas.

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4 www.elmorbito.comel morbito / México 2010Paparazzi

¿A qué cree que se deba ese malestar hacia las ratas? La gente asume que somos sucias. Pero no es verdad. Yo me baño cada semana, lo necesite o no.

¿Le duele tener un oficio que la obli-ga a estar de incógnita? ¿Le gustaría te-ner más reconocimiento público? (Enmudece un momento, luego toma aire y consigue continuar) A veces sí. Quisiera que por lo menos la gente, los niños y ancianos a quienes dejo dinero y regalos a cambio de sus dientes, pen-saran “Gracias, Rata de los dientes”, en vez de que lo atribuyan todo a un Ratón de quien nadie volvió a saber nada, y de un Hada que sólo llaman “hada” por no querer imaginar que una rata entra en sus cuartos de noche. Tampoco estaría mal que nos dejaran galletas y leche, así no tendríamos que meternos a la mala a sus alacenas.

*Rata. Mamífero roedor de unos 36 cm desde el hocico a la extremidad de la cola. Si la cola mide hasta 16 cm, ¿cuánto mide el cuerpo? Cuando a un niño o anciano se le cae un dien-te, ella se encarga de dejarle un dinerito bajo la cama o, en su defecto, un juguete educativo.

Exclusiva con La Rata

El raton de losdientes no existe

La Rata de los dientes se ha disfrazado en oca-siones de hada para no asustar a sus clientes. No se decide por un look final aún.

Muchos rumores han corrido a lo largo de los años. Los niños no saben qué creer, los padres des-mienten las habladurías, pero lo cierto es que, pese a lo que cualquiera de las partes sostenga, ni el Ratón ni el Hada de los dientes existen.

Texto: Abril CastilloIlustración: Poderoso Kamui

Advertencia: Si eres fiel al Ratón de los dientes o te rehúsas a creer que el Hada no es otra que una rata, quizá no seas apto para leer lo que sigue.

¿Cómo consiguió ese trabajo? (Entre sollozos y lagrimeos, la Rata co-menzó a contarnos) Un amigo quería irse a conocer el mundo y renunció a su trabajo. Le advirtieron que no lo indem-nizarían a menos que consiguiera un re-emplazo. Él de inmediato pensó en mí.

¿Y quién era ese misterioso amigo? ¿No sería de pura casualidad un ratón? Sí y no. Sí era un ratón, pero no era cual-quier ratón, era el Ratón de los dientes, el original. Lo que mucha gente no sabe es que duró muy poco en ese trabajo. Casi que sólo aportó el nombre a la pro-fesión.

¿Y qué me dice del Hada de los dientes? (La Rata, sobresaltada, nos aseguró) El Hada de los dientes soy yo. Como les pa-recía demasiado grotesco tener por ima-gen a una rata (no pudo contener el llan-to. Hizo una pausa hasta que se calmó)... ¡prefirieron decir que era un hada! A mí qué más me da. Tengo la satisfacción de hacer bien mi trabajo, ninguna otra, pues además se trata de pasar siempre desapercibida, de que nadie te vea, de no existir casi casi.

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La idea de Julián, su au-tor intelectual, no era dejarla llegar a tales di-mensiones, pero no se le ocurrió pensar en lo que se conoce como la auto-nomía de la mentira.

Texto: Mónica B. BrozonIlustración: Luis San Vicente

Así es. Uno suelta una mentira que al principio parece pequeña y más o menos blanca, y ésta empieza a moverse sola, con unas patas propias y una cola que, mien-tras más avanza, más le va creciendo.

¿Y por qué a Julián se le ocurrió esa ma-ñana llegar a la escuela, en su segundo día de clases con una mentira tan absur-da y tan sin sentido? Pues por pura y lla-na convivencia. Por las ganas que tenía de no ser un espécimen raro en una escuela nueva. Por obtener un poco de respeto de sus compañeros. Y porque la noche ante-rior se había topado con un programa de karatecas a la hora que encendió la tele. Era un documental. Julián les tenía des-confianza a los documentales, pero éste lo atrapó, y al terminar se dio cuenta de que se la había pasado muy bien después de todo y además, había aprendido. Sabía un montón de cosas sobre karate. Y deci-dió usarlas para apantallar a sus nuevos compañeros de escuela.

De modo que al día siguiente se fue acer-cando poco a poco a la bolita de los que parecían más populares y conversadores y esperó que alguno de los diálogos le diera pie para brincar al tema del karate.

Pero ellos estaban hablando de rellenos de pizza. ¿Cómo involucrar el karate con rellenos de pizza? Julián pensó que no era tan difícil:

—¿Sabían ustedes que una vez un pizzero de Chicago murió a manos de un karate-ca a quien no le pareció bueno el relleno de su pizza?

Los cuatro que integraban la bolita con-versadora se le quedaron viendo y luego se miraron entre sí.

—Así es que si alguna vez están ustedes descontentos con sus pizzas, me llaman.

Pequeño ficcionario ilustrado

Había una vez una mentira gorda…

De pel cula! Yo soy cinta negra, Daniel cuatro —Ju-lián no se dio un golpecito en la barbilla porque ya le pareció demasiado, pero el gesto hubiera combinado muy bien con el tono de la oferta—.

La confusión entre dan (que es el nombre que reciben los grados de las cintas del karate) y Daniel tenía dos razones. Una amistosa: pues en su colegio pasado había un chico del salón que se llamaba Daniel y todo el mundo le decía Dan, y una ci-nematográfica: que en la película Karate Kid, el protagonista se llamaba Daniel La-russo, y Julián pensó que los grados de la cinta negra habían sido bautizados en ho-nor a él, que tan bien había peleado con un güero muy malo al final de la historia. Sin embargo, los compañeros no estaban al tanto de los pormenores de este arte marcial y no le dieron importancia a la confusión. De hecho, tampoco parecieron darle importancia al comentario de Ju-lián ni pensaron remotamente aceptar su ofrecimiento de moler a karatazos a algún pizzero incompetente. Siguieron platican-do, ahora de los precios de la pizza en el mercado nacional. Ya no encontró Julián cómo sacar a colación sus ficticias habili-dades y pensó que su mentira había sido un fracaso rotundo.

Pero pensó mal. Los conversadores pare-cieron no tomarla en cuenta, pero una vez que tocaron el timbre y Julián se fue al sa-lón, los cuatro se miraron con las ce-jas levantadas y luego cada uno de ellos le platicó la novedad a otros tantos, y la noticia

se regó como banqueta con manguera —eso en los años ochenta, que ya después con la escasez de agua esta práctica quedó prohibida—. Al rato toda la escuela se en-teró. Y, en efecto, todos miraban a Julián; los chicos con cierto respeto y las chicas abanicando las pestañas.

Si ésta fuera una historia con moraleja, seguramente terminaría cuando un chico de sexto, karateca de veras, reta a Julián a un duelo y éste, una de dos: o sostiene su mentira y pierde los dientes por ella, o se humilla frente al mundo confesándo-la. Pero no. La mentira de Julián engordó suficiente y sólo se vio en peligro un día, cuando una niña le pidió que defendiera su honor de un gandul que la había lla-mado apestosa. Julián no le aclaró que el gandul tenía razón —ella, en efecto, no olía muy bien—. Simplemente hizo una reverencia y dijo la frase con la que con-cluía aquel documental y que por suerte se aprendió de memoria: “Cuanto más grandes sean tu experiencia, habilidad y potencia, mayores serán también tu pru-dencia y humildad”.

La niña encogió los ojos y se fue un poco desconcertada, segura de que Julián no iba a romperle la cara a su agresor.

En efecto, esta historia no tiene morale-ja, pero sí hay una conclusión que po-demos sacar de ella: hay mentiras que

engordan y mentirosos con suerte.

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www.elmorbito.com6 Pequeño ficcionario ilustrado el morbito / México 2010

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el morbito / México 2010 7www.elmorbito.com

—Es usted un mentiroso. Claramente se ve que es una momia falsa —estalló al cabo de un tiempo en contra del dueño del carromato.

—¿Me está llamando mentiroso?

—Falsario, chapucero, tramposo y em-brollón.

—¡No consiento que se exprese de mí en esos términos y mucho menos frente a un cadáver! —protestó el encargado.

—¡Un cadáver! Esto no es más que plásti-co y tela.

—¡Le exijo respeto señor! Está usted frente a una momia. De verdad que dios no quiso que Mutchinick terminará su poema.

—¡Bah! Esos ojos parecen canicas y esos huesos verdes se ven muy falsos… ¿cómo se le ocurre pensar que va a engañar a la gente con un trabajo tan burdo?

—Le juro que esto que tiene enfrente no es otra cosa que la momia del poeta Nico-lás Mutchinick.

—Esto no es más que un triste maniquí, ¡como que me llamo Nicéforo Valente y esto no es más que un triste maniquí! —exclamó el incrédulo señalando hacia el pequeño cadáver.

—Si está tan seguro de que todo no es más que una farsa, ¿por qué no termina usted mismo el poema? Le aseguro que antes de escribir una sola letra estará también convertido en momia —retó el dueño de la atracción al tal Nicéforo.

—¡Présteme una pluma! ¡Faltaba más!

—Le advierto que puede ser muy peli-groso. Además, ¿qué voy a hacer con una nueva momia?

—Presentarme como el incrédulo que dudó de la furia de dios y que por eso también fue castigado.

Pequeño ficcionario ilustrado

Una sinfonía infernal

Versos a LuciferLa momia medía cerca de un metro de altura y representaba a un enano que escribía una carta. El pequeño esperpento esta-ba sentado sobre una silla y ante sí tenía un escrito-rio. Ambos muebles eran muy antiguos.

Texto: Juan Carlos QuezadasIlustración: Poderoso Kamui

El hombrecillo sostenía una pluma de ave y parecía estar meditando mucho lo que habría de escribir en el papel.

Su vestimenta había sido confeccionada hacía poco tiempo, seis o siete años a lo mucho, pero quien la fabricó quería apa-rentar que aquel traje, de pesado tercio-pelo rojo, había pertenecido desde siem-pre al escritor enano Nicolás Mutchinick que, según se anunciaba en un pequeño letrero colgado a un lado de la figura, se había convertido en momia mientras le escribía un poema a Lucifer.

El cadáver era la máxima atracción de una feria ambulante y estaba instalado en un carromato de madera que simula-ba ser la recámara en la que en vida ha-bía habitado el artista. Entrar allí costaba cuatro reales. Si además querías una co-pia del inconcluso escrito, debías pagar dos reales más.

Ya era media tarde cuando entró el pri-mer visitante al carromato. Se acercó al escritor y se dedicó a contemplarlo. Por un rato se mantuvo inmóvil frente al des-pojo. Los ojos del visitante eran el único elemento que delataba que él no era tam-bién una figura sin vida: poco a poco la furia iba encendiendo su mirada.

—Adelante —dijo el dueño de la atracción mientras señalaba hacia la hoja de papel.

El visitante leyó el poema inconcluso. Después se quedó meditando por un rato. Buscaba las palabras precisas que habrían de encajar con lo que acababa de leer. De pronto sus ojos se volvieron a iluminar y de un jalón tomó la pluma que sostenía Mutchinick.

Instintivamente el propietario de la ba-rraca dio unos pasos hacia atrás.

La punta de la pluma tocó el papel, pero el escritor de ocasión no pudo trazar ni una sola letra porque en ese momento quedó convertido en momia.

Una momia muy parecida a la de Mut-chinick: ojos de canica, huesos verdes, dermis plastificada. Lo único diferente era el tamaño y las modernas ropas con las que Nicéforo Valente se había vesti-do aquella mañana.

La nueva momia se presentó por primera vez algunas semanas más tarde. El dueño del carromato había tardado un poco en encontrarle una personalidad atractiva a los nuevos despojos (además de que un piano no se consigue tan fácil).

—Pasen… no se lo pueden perder… ven-gan a ver a los cuerpos del escritor Ni-colás Mutchinick y del pianista Oliverio Jitrik convertidos en momias por la furia de dios mientras trabajaban en un himno dedicado a Lucifer en un lejano invierno a principios del siglo pasado.

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Niños y niñas: alégrense de vivir en esta época. Los maestros ya no dan regla-zos a los mal portados, no se acostumbra que los pa-dres le peguen a sus hijos y, sobre todo, han desapare-cido los llamados “castigos ejemplares para niños men-tirosos”. ¿Quieren saber qué eran? Sigan leyendo.

Texto: Fernando RudyIlustración: Little Alice

Todos conocen la historia de Pinocho, el niño de madera al que le crecía la nariz cada vez que mentía. Pues bien, esa his-toria está basada en uno de los castigos para mentirosos conocido como “la pie-dra en la nariz”. Su víctima más recorda-da es Hansel Mettecut, un niño holandés que mentía sin parar.

Hansel mentía apenas levantarse. Solía decir a sus padres que había dormido sentado, que tres brujas lo visitaban du-rante el sueño o que no había pegado el ojo en toda la noche porque la había pasado recorriendo el monte. De camino a la escuela, si un desconocido le decía: “¡Qué niño más bonito! ¿Cómo te lla-mas?”, nunca respondía con la verdad, sino que contestaba “Peter”, “Johann”, “Guus” o, en sus días más inspirados, “Caracortadasinnombre, para servirle”.

Mitografías

La verdadera historia de Hansel Mettecut

Castigos ejemplares para ninos mentirosos

Nunca entregaba la tarea y, para evitar el regaño de sus maestros, inventaba que su casa se había inundado, que su mamá había confundido su cuaderno con un trapo y había limpiado con él la mesa del comedor o, ya en el colmo, que las tres brujas robaban tareas para dárselas a sus hijos brujitos.

Como es natural, sus padres, maestros y hasta los desconocidos se impacientaban ante Hansel el mentiroso, pues no halla-ban cómo convencerlo de que dijera la verdad. Hasta que un día el doctor del pueblo aventuró una hipótesis: “Hansel miente a causa de su pequeña y respin-gada nariz. ¡Vean todos qué peculiar es! Es tan pequeña que apenas entra oxígeno a su cerebro. Hay que hacerla crecer”.

A todos en el pueblo (incluyendo los pa-pás de Hansel) les pareció una magnífica explicación, y también magnífico el reme-dio propuesto por el doctor: amarrarle una pequeña piedra en la nariz en cuanto dijera la primera mentira del día; cuan-do dijera la segunda, cambiar la piedrita por una más grande y así sucesivamente con cada nueva mentira.

A la mañana siguiente los padres de Han-sel pusieron manos a la obra. En cuanto oyeron que su hijo decía al despertar: “¡Qué cansado estoy, me pasé toda la no-che escalando!”, fueron a su cuarto. La mamá lo distrajo haciéndole cariñitos en la cara mientras el papá, fingiendo que le acariciaba el pelo, le colocó una cinta de cuero que le cubría la nariz y se ama-rraba, con un candado, en la nuca. De la

punta de la cinta colgaba una piedra. El papá dijo: “Lo siento hijo, pero debemos hacer que crezca tu nariz; sólo así deja-rás de ser mentiroso”. Hansel solamente soltó un suspiro.

Pero a la hora de la salida, cuando des-pués de un fructífero día de mentiras colgaba de la cinta una roca de casi me-dio kilo, el asunto ya no le pareció tan chistoso. La piedra lo forzaba a caminar encorvado y todo el mundo le hacía bur-la al son de: “A Hansel el mentiroso la nariz le crecerá, trila-lila-lá”. El pobre, huyendo de las burlas, llegó hasta el río que constituía el límite del pueblo. Llo-raba desconsolado, pero aun así repetía: “¡Qué aburrida una vida sin mentiras! ¡Nunca dejaré de mentir!”. En esas anda-ba cuando, por dar un mal paso, resbaló y cayó al río. Era un buen nadador, pero la pesada piedra dificultaba enormidades sus movimientos. Al sentir que se aho-gaba, gritó: “¡Socorro, me ahogo!”. Las pocas personas que alcanzaron a oír sus alaridos pensaron: “¡Una más de Hansel, el escuincle mentiroso!”. Y nadie acudió a rescatarlo.

Tiempo después, los adultos del pueblo comenzaron a esparcir la leyenda de que a los niños mentirosos les crecía tanto la nariz que caían al río y no podía salir de él. La historia resultó tan efectiva para espantar a los mentirosos que se divulgó por toda Holanda y luego por toda Euro-pa, hasta que a Carlo Collodi se le ocurrió transformarla en el cuento de Pinocho.

• En Rusia los obligaban a vigi-lar por las noches la entrada del pueblo para avisar si venía un lobo. Un niño siempre inventaba que sí.

• En Francia les arrancaban, mien-tras dormían, un diente por cada mentira. Los adultos le echaban la culpa a un ratón.

• En Portugal se les colgaba boca-bajo de un árbol. De ahí la expre-sión “se echó de cabeza”.

Otros castigos

ejemplares para niños

mentirosos

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www.elmorbito.comel morbito / México 2010 9Mitografías

• En Alemania los obligaban a la-varse los dientes con jabón para la ropa.

• En Italia les echaban limón en los ojos. De ahí la leyenda de que al mentiroso se le ponen rojos cuando miente.

• En España se les prendía fuego en las orejas. De ahí que se crea que al que miente se le ponen calientes.

• En México se les torcía la boca como colita de puerco. De ahí la ex-presión “que se te haga la boca chi-charrón”.

Como pueden ver, niños y niñas, tienen suerte de que en estos tiem-pos a los mentirosos sólo se les re-gañe. De todos modos, si después de decir una mentira reciben cari-ñitos, ¡corran!

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Fenomenalia

“Son puros inventos”: Pablito Hogan

Mam fero, ave y reptil?02/01/2001. Se supone que lo vieron en la isla de Tas-mania y otros más afirman haberlo reconocido en ciertas regiones de Australia: “Este extraño ser mide entre 30 y 45 cm y pesa menos de 4 kg”.

En el folleto de “¡Visita Australia!” se lee que el Ornithorhyn-chus anatinus habita en aguas dulces y hace túneles escar-bando en la tierra, donde pone su nido, lo cual sería normal, si no se tratara de “un mamífero que segrega leche a través

¡Yo lo vi! Bueno... creo que lo vi. Desde que pusieron esos espec-taculares por toda la ciudad, muchos vamos a visitar los ríos en busca de ornitorrincos. A mí me pareció ver uno y casi podría jurar que me sonrió, pero rápido volvió al agua. Mi hermano es-taba junto a mí, también una tía. Pregúntenle a ellos y verán. Ya no sabemos qué creer, ten-go un amigo que dice que vio un animal que saltaba y que tenía una bolsa en su pancita, ¡y que de ahí le salía otra cabeza!

de su propia piel. Además, si se siente en peligro, lanza ve-neno, por lo que también es considerado reptil”.

Irving Hogan, director del Instituto de Genética en Sidney, lo cataloga como “un accidente de la evolución”, mientras que su hijo, Pablito, afirma que no es más que un truco publici-tario de su padre para que más turistas visiten Australia: “Yo lo escuché hablando con el Secretario de Turismo por teléfo-no, y acordaron inventar un ser así: ‘No podrán comprobar nada’, dijo mi padre riendo”.

Quizá se trate sólo de una visión causada por la fuerte resaca de año nuevo, o sea realmente un ardid publicitario, pero todo parece indicar que este ser sólo existe en la mente de quien lo creó, y en ningún otro lugar. Habrá que ir a Austra-lia a averiguar.

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Visión superpoderosa

Detector de mentiras

Texto: Tomás Castillo • Infografía: Jore

La gente miente todo el tiempo y difícilmente lo dejará de hacer, aunque seguramente diría menos mentiras si supiera que existe alguna señal infalible (como la nariz de Pinocho) que la dela-tara. Ni modo, en la vida real no existen indicadores confiables para detectar cuando alguien esté mintiendo, pero sí formas para descubrir a un mentiroso.

Todas las emociones producen cambios en el cuerpo —sobre todo en la cara— que no siempre se pueden controlar, y son una forma de decirle a los demás (aunque no siempre queramos) cómo nos sentimos. Por ejemplo, ¿alguna vez has querido dejar de reírte, pero tu cuerpo y tu cara simplemente no te lo permi-ten? ¿No te ha pasado que quieres hacer creer a los demás que estás muy enojado, pero al final acabas soltando la carcajada?

Recuerda: hay emociones que nuestro cuerpo no puede ocultar, así que mantente alerta para ver cómo cre-

cen narices de Pinocho, aunque no haya niños de madera. Al final, más vale

ser muy sincero o un mentiroso

excepcional.

Descubre al mentirosoPara poder saber si alguien está mintiendo es necesario conocer a esa persona y saber cómo se comporta normalmente. Así, podríamos darnos cuenta de que nuestro mejor amigo se está portando raro si cuando nos dice que al tomar nuestro muñeco favorito, ya estaba roto, no nos mira a los ojos y su piel se va poniendo cada vez más roja.

Así y todo, por más práctica que se tenga en observar y detectar estas señales, es muy im-portante no cometer los errores más comunes.

Por ejemplo, no porque algunas personas ha-cen algo cuando mienten (se ponen nerviosas, se rascan la cabeza demasiado, o miran hacia abajo), cualquier persona que haga esto esta-rá mintiendo. Puede haber alguien que diga

la verdad y que, al estresarse por tantas pre-guntas, sea confundido con un mentiroso.

Pero no te vayas con la finta, pues algunos mentirosos son excelentes actores y no mues-tran prácticamente ningún signo de nervio-sismo; como si Pinocho hubiera aprendido a evitar que le creciera la nariz.

Cuerpo

Comienza a sudar

Empalidece

o se sonroja

Para ocultar una emoción, hay que controlar a la per-fección todos los músculos de la cara. Hay músculos en la cara que se activan automáticamente con ciertas emociones (en la frente, al-rededor de ojos y boca), por lo que es muy difícil usarlos para fingir emociones falsas, o dejar de usarlos para ocul-tar emociones genuinas.

Nuestros ojos también pueden decir la verdad sin que nos demos cuenta, pues sus músculos se mueven a partir de lo que sentimos. La dirección de la mirada, el parpadeo son señales con-fiables y las lágrimas resultan difíci-les de controlar cuando sentimos una emoción muy fuerte.

Las expresiones truncadas muestran el inicio de una emoción que, antes de com-pletarse, es sustituida por cualquier otra, con la finalidad de ocultar la emoción real.

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el morbito / México 2010 13www.elmorbito.comVisión superpoderosa

OjosLas pupilas se dilatan

Los músculos alrededor de los ojos se mueven todo el tiempo

Aumenta el parpadeo

Dirigir la mirada a diferentes lugares

Músculos faciales

MicroexpresionesDuran una milésima de segundo

RostroLa cara está directamente comunicada con el cerebro

Los mentirosos in-tentan controlar sus palabras y su cara, más que su voz y su cuerpo

Cuando alguien miente, ya sea que oculte o in-vente algo que no existe, no basta con tener una historia bien preparada. Muchos movimientos del cuerpo y de la cara están conectados con las emociones casi de manera involuntaria.

Las sonrisas son de las expresiones faciales más impor-tantes y hay hasta 18 tipos y mezclas diferentes (enojo y disfrute, tristeza y alegría, etcétera).

Las emociones genuinas son, generalmente, simétricas en el rostro. Si muchas expresiones faciales son asi-métricas, es probable que no sean verdaderas.

Las expresiones reales no duran mucho. Una expresión que dure más de 5 segundos es, probablemente, falsa.

El cuerpo también puede mostrar señales de nerviosismo o mentira, cuando alguien se sonroja, empalidece o suda, por ejemplo. Hay gestos que ilustran la comunicación hablada. Se identifica el engaño cuando disminuye el número de ilustradores mostrado, pues el mentiroso no siente lo que dice.

El problema para la persona que detec-te mentiras es que la gente inocente también puede es-tar emocionalmen-te afectada, no sólo los mentirosos. Es más fácil falsi-ficar palabras que expresiones faciales.

Los manipuladores incluyen esos movi-

mientos en los que una parte del cuerpo hace contacto con otra. La

mayoría de la gente no puede dejar de hacerlos

por mucho tiempo y, generalmente, aumen-

tan con la incomodi-dad. Un mentiroso pue-

de falsificarla cuando no la siente, o puede

falsificar una emoción para ayudar a encubrir un sentimiento oculto.

No hay en la voz una señal de mentira en sí, sólo signos de emociones negativas (estrés, miedo, enojo, incomodidad).

Las expresiones faciales que no están sincronizadas con el movimiento corporal son, muy probablemente, pistas para detectar el engaño.

mme

Em... este?

mm?

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Monstruo WC

Por fin podrás jugarle una diver-tida sorpresa a tus amigos e in-vitados. Cuando lleguen a lo que creen un baño acogedor y segu-ro... ¡ta-tan!, serán recibidos por el monstruo de la defecación.

Cerebros frescosSi eres de los que no comparte su lunch, esta bolsa-lonchera es justo para ti. Engaña a esos compañeros robadores de almuerzos con la le-yenda: “Mmm, cerebros”. ¡Ten por seguro que a nadie se le antojará!

¡Estoy despierto!Con estos bonitos lentes, hazle parecer a tu aburrido profesor de matemáticas que estás al tanto de la clase, mientras aprovechas para echarte una agradable siestecilla. ¡Imposible que te descubra!

Chacharas

muy

útiles

¡Llévate tu kit!p. 21

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www.elmorbito.comel morbito / México 2010 15Tentempié

“¡Hemos vivido engañados!”: Jitomates

Escandalo en el Sindicato Unico de Verduras“¡Hemos vivido engañados!” reviran los jitomates, quienes analizan sus opciones tras la escandalosa revelación.

Ensalada de frutas

Ingredientes:· 1 jitomate· 1 pepino

Para la vinagreta:· 3 cucharadas de aceite de oliva· el jugo de un limón· una pizca de pimienta en polvo· ½ cucharadita de mostaza

Preparación:

1) Mezcla todos los ingredientes de la vinagreta, batiéndolos con un te-nedor en un recipiente pequeño. Pruébala y, si es necesario, agrégale más pimienta hasta que quede a tu gusto.

* La mostaza sirve para que el aceite y el jugo de limón se integren bien.

2) Lava bien el jitomate y el pepino; pide ayuda para cortarlos en reba-nadas, en cubitos o en tiras.

3) Acomoda las rebanadas en un pla-to y báñalas con la vinagreta.

* Puedes agregar otras frutas a tu ensalada, como aguacate en rebana-das o chayotes cocidos.

Polémicas declaraciones del FBPV (Frente Botánico Por la Verdad) han puesto en jaque la reputación de jitomates, pepinos, calabazas y otros prominentes miem-bros del SUV (Sindicato Único de Verduras). “Un fruto por definición es la parte de una planta que contiene y protege las semillas”, explicó un botánico, quien prefiere permanecer en el anonimato por temor a represalias de los chayotes. “Me asustan sus espinas. Pero ya no podemos vivir engañados por frutas que dicen ser verduras”, precisó.

El presidente de la ACC (Asociación de Cocineros y Chefs) expresó su profundo desacuerdo con los botánicos. “No están tomando en cuenta el uso que le damos a los distintos productos de una planta. Si va en recetas saladas, le llamamos ver-dura. Si es dulce y lo usamos para postres, es fruta. Fin de la historia”.

Ante esta situación, el aguacate ha expresado su interés por obtener una membre-sía en el SUF (Sindicato Único de Frutas), ya que, si bien en México es consumido en guacamoles y sopas, en países como Brasil es un postre: “Me parten a la mitad, me quitan la semilla, me ponen un poco de azúcar y me comen a cucharadas”, señaló. “Estoy en todo mi derecho de pertenecer a ambos sindicatos”.

ÚLTIMA HORA: El FBPV ha emitido un nuevo comunicado, en el que acusa a la fresa de no ser un fruto. “Los verdaderos frutos de la fresa son los puntitos negros en su exterior; dentro de cada uno están las semillas. No descansaremos hasta revelar todas las mentiras de los productos comestibles”.

Texto: TeobrominaIlustración: Tania Juárez

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16 el morbito / México 2010www.elmorbito.com

Grafoscopio

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www.elmorbito.comel morbito / México 2010 17Grafoscopio

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18 el morbito / México 2010www.elmorbito.com

La columna de Leyolo Carcamán

Yo tambien tengo amigosTexto: Leyolo CarcamánIlustración: Teresa Martínez

El otro día, cuando volvía de mi paseo de rutina a las cuatro de la mañana —hora en que los Lobos apenas dejaron de aullarle a la luna— y estaba a punto de entrar a mi casa, escuché Voces en eL parque de enfrente. No quiero decir que me asusté, porque se-ría una enorme mentira, yo no le tengo miedo a nada. Pero me dio curiosidad.

Me adentré en el parque a media luz, unos columpios se balanceaban solos, como si alguien acabara de abandonarlos. Me acerqué a ellos y entonces una voz me sorprendió. Grité y grité, a punto estuve de echarme a correr, hasta que una mano me tomó por el hombro. ¡Era Lucas! Mi buen y viejo amigo que, presa del insomnio, había ido a caer al parque mientras intentaba dormir.

Nos montamos en el subibaja y, aprovechando ese clima de suspenso e incertidum-bre, rememoramos juntos Los misterios deL señor burdick, un viejo loco que asustaba de madrugada cuando Lucas y yo éramos pequeños.

Entre las cosas que nos pasaron y las historias que cuentan de este extraño vecino, Lucas y yo recordábamos bien aquella de que el señor Burdick se convertía por las noches en eL grufaLó, temible ser del bosque. Lo cierto es que, aunque dormido y en pijama, siempre llevaba consigo un libro y era mejor no interpelarlo si te despertaba con sus gritos antes del amanecer.

Pero una vez Lucas lo hizo. Nos morimos de risa al recordarlo. Le gritó hasta sacarlo de su sonambulismo. El viejo Burdick se asustó tanto al ver a Lucas (ha de haber estado muy enojado por la falta de sueño) que salió corriendo dejando tras de sí un hermoso ejemplar de la coLección de mentiras iLustradas, que aún conservamos a la fecha y que cada tanto Lucas me presta muy a su pesar.

Reíamos y platicábamos cuando otro ruido nos hizo vol-ver la vista atrás... ¡Era el fantasma del señor Burdick! (o eso creímos) Huelga decir que no nos quedamos a averiguar y, en menos de lo que aúlla un lobo, cada quien había vuelto a su respectiva casa.

Los misterios del señor BurdickChris van Allsburg

Los EspecialesA la Orilla del Viento

Fondo de Cultura Económica

Voces en el parqueAnthony BrowneLos EspecialesA la Orilla del VientoFondo de Cultura Económica

LucasKevin Brooks

A Través del EspejoFondo de Cultura Económica

Colección de mentiras ilustradas

Aitana Carrasco InglésTàndem Ediciones

El grufalóJulia Donaldson / Axel Scheffler

El Castillo de la LecturaCastillo Ediciones

LobosEmily Gravett

El Castillo de la LecturaCastillo Ediciones

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19www.elmorbito.comel morbito / México 2010 Linker

Voces en el parqueAnthony BrowneLos EspecialesA la Orilla del VientoFondo de Cultura Económica

Ir al cine se ha convertido en una actividad cotidiana. Cuando entra-mos a la sala y nos acomodamos en esos mullidos asientos, pocas veces reparamos en lo mágico que es lo que estamos presenciando porque, esencialmente, el funcionamiento del cine se basa en eso: en magia.

Actualmente, con tantos avances tecnológicos, muchas veces resulta di-fícil sorprenderse y, tal vez por ello, las últimas películas que se estrenan

recurren a otros recursos, como el 3D, que, aunque ahora nos parece nuevo, en realidad existe desde 1915.

Entre las cintas que utilizan este recurso, se encuentra la nueva versión de Alicia en el País de las Maravillas del genial director Tim Burton; en ella se cuenta el regreso de esta curiosa

niña a ese extraño mundo ubicado bajo tierra (de hecho, originalmente la historia se llama así: Las aventuras subterráneas de Alicia). La historia fue en un inicio una serie de cuentos

improvisados que un escritor inglés de pseudónimo Lewis Carroll les contaba a las tres peque-ñas hermanas Liddell (una de ellas, Alicia), mientras navegaban por el río Támesis. La película

sorprende tanto por el 3D, como por las maravillosas atmósferas del estilo tan extraño de Tim Burton.

Un elemento más para verla es la música, que saldrá en dos discos, uno con canciones inspiradas en la película (con música de Franz Ferdinand, To-

kio Hotel, Avril Lavigne y Robert Smith de The Cure) y otro más con la música incidental de la película, compuesta por Danny Elfman, habitual colaborador de Burton (la música de Batman, Beetlejuice, El

extraño mundo de Jack y el tema de Los Simpson son de él).

Como siempre, te recomendamos leer antes el libro. Hay muchas ediciones con ilustraciones geniales, pero quizá la más famosa (y no sin razón) sea la versión ilustrada por sir John Tenniel. Sin em-bargo, te invitamos a conocer todos los artistas que han creado

imágenes a partir de esta historia:

http://hugo-sb.wetpaint.com/page/Alice+Illustrations+other+ than+Tenniel

Conoce a la Alicia verdadera: http://www.flickr.com/photos/nekomancer/27170292/

Feliz regreso al Pais de las Maravillas!

Texto: PixilonIlustración: Chiquita Milagro

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20 www.elmorbito.comel morbito / México 2010Entre líneas

Pequeños vestigios

SagitarioAndo buscando como siempre, como todos.Lo que busco es lo que otros dejan en el camino sin darse cuenta. Lo que se les cayó del bolsillo cuando escapaban, lo que dejaron pensando: “No importa, nunca me encontrarán”; lo que de-jaron sin pensar, como si no tuviera nada que ver con ellos.

Texto: Jorge MendozaIlustración: Poderoso Kamui

Pero todo tiene que ver con algo, todo está conectado, y ese pequeño vestigio olvidado, esa mancha, ese lápiz extravia-do, cuentan una historia.

¿Olvidaste que desde niño acostumbra-bas morder los lápices, quizá por los ner-vios que te provocaban las miradas de la niña pelirroja que sonreía en la banca de al lado? Somos animales de costumbres y éstas pueden ofrecerle al observador mi-nucioso toda la información necesaria.

Tomaré con cuidado el lápiz que has de-jado olvidado, porque soy el maestro de la minucia. ¿Creíste que podías escapar-te de mí? Bastarán un par de trucos de detective, algunas deducciones y en poco tiempo sabré que eres “El chimuelo”, aquel que huyó corriendo la noche del crimen.

Nada escapa a mi implacable mirada, a mi capacidad infinita de deducción. No en vano los que me conocen me llaman “El ojos de cóndor”, aunque para los cri-minales siempre seré el detective Sagita-rio López. Conozco esta ciudad como la palma de mi mano. Ni siquiera lo inten-tes, por más que huyas, por más que te escondas, yo te encontraré.

Todos en la ciudad me respetan, cuando paso a toda prisa, saben que estoy bus-cando al malhechor en turno. Escucho que hablan a mis espaldas, seguramente estarán comentando mi última hazaña: cómo descubrí a la banda que falsificaba los billetes de tres mil.

Las mujeres susurran a mi paso; sé que les encantaría que me detuviera un mo-mento y las invitara a tomar un café para contarles todas mis historias, y lo haría, porque soy un caballero, pero ahora ten-go una misión, un deber más importan-te que yo mismo: encontrar a la mascota perdida de Virgo Palafox, la cantante pop de moda (e hija única del jefe de La Cor-poración).

Lo sé, lo sé, no todos los misterios son igual de interesantes, pero son tiempos difíciles y un detective no vive sólo de emociones, también necesita comer. Quién sabe, tal vez cuando resuelva este caso pueda por fin completar para esas vacaciones a la playa que llevo tantos años planeando.

Llevo todo el día caminando sin encon-trar ninguna pista aún. Será mejor que descanse un momento antes de conti-nuar. Paso frente a la arena de luchas: esta noche pelea El Escorpión vs. Picolín. Pasaré a echar un vistazo, siempre me re-conforta ver cómo el gordinflón asusta a sus enemigos.

Deja de fanfarronear.

Aunque creas que el uni-

verso está lleno de verda-

des absolutas, la moneda

está en el aire y el destino

te depara más sorpresas

de las que esperas. Aprende a confiar en los

que tienes cerca, que seguramente verán cosas

que a tus ojos son invisibles.

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www.elmorbito.comel morbito / México 2010 21El ropero

Zootropo

El cine animado tal vez haya nacido desde la época de las cavernas, con senci-llas secuencias de imágenes que contaban los pormenores de la vida diaria, como la cacería de mamuts. Pero el salto más importante para acercarnos a las animaciones de principios de siglo XX es el zootropo.

Inventado en 1834 por William Horner, este artefacto se compone de un cilindro con imágenes en su interior y una serie de ranuras. Las imágenes representan los pasos de una acción animada. Al girar se produce la sensación de movimiento: una secuencia animada. Es una ilusión óptica, ya que nuestros ojos captan una imagen y ésta permanece en nuestra memoria unas milésimas de segun-do y nuestro cerebro la une con la siguiente. He aquí la base del cine actual y el principio de la animación.

Sorpréndete en este link, con un moderno zootropo con figuras de Toy Story: http://www.navone.org/Media/Movies/ZoetropeLoop3.mov

Texto: PixilonIlustración: David Lara

¡Participa! Mándanos tus imágenes y textos a: [email protected]

¡A dibujar!

Envíanos una secuencia de 5 imágenes contándonos cómo es un día de tu mascota y gana un kit con la gorra, la playeras, un perro de peluche y la película de Marmaduke.

Cuéntanos el recuerdo más divertido que compartas con tu mejor amigo en 500 palabras, junto con alguno de los títulos reseñados en la página 18 que te gustaría leer. Cortesía del Fondo de Cultura Económica, Editorial Castillo y

Tàndem Edicions.

Las leyendas de Xico

Cuéntanos una leyenda que algún familiar o conocido te haya contado del lugar donde vives en máximo 500 palabras y llévate el libro Las leyendas de Xico, cortesía de Onírika, Cristina Pineda y Porrúa.

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22 el morbito / México 2010www.elmorbito.com

Sé verla al revéS

No hay nadie más popular que una estrella de rock. Sé malo y no digas nada, no lo vayas a arruinar. Tú haz lo que yo te diga, ¿estamos? ¡Rudo, rudo, rudo!

&%!&&&% lo primero que te digo, y lo primero que haces. ¡Tenías que salir con tus cursilerías!

¡Sal de ahí! ¡No digas nada...!¡Fraude!

Disculpa... Yo.. ¡los quiero amigos!

¡¡¡Ahhh!!! ¡Un zombie!

Descargalo en: elmorbito.com

Por: Diana Hernández

Pinocho nunca debió de haber olvidado estas frases. Complétalas y sálvalo de caer en sus terribles mentiras.

La produce flores, pero no frutos. Proverbio chino

La mentira se para sobre un pie... la sobre los dos. Benjamin Franklin

La verdad existe. Sólo se la mentira. Braque Georges

Nada es verdad ni es mentira, todo depende del con que se mira.

William ShakespeareEl hombre que no teme a las nada

tiene que temer de las mentiras. Thomas Jefferson

El que necesita tener buena memoria. Quintiliano

La mentira nunca vive hasta llegar a Sócrates

Mentira, verdad, inventa, cristal, verdades, miente, vieja

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www.elmorbito.comel morbito / México 2010 23Tiradero

LA MENTIRA POR JUAN PALOMINO

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