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Transformac ransformac ransformac ransformac ransformación, Estado y Democracia ón, Estado y Democracia ón, Estado y Democracia ón, Estado y Democracia ón, Estado y Democracia 38 El Museo Torres García El Museo Torres García tiene como su principal objetivo ser identificado como un instrumento pedagógico, base de investigaciones y verdadero centro de arte. Ubicado en el centro histórico de Montevideo, cuenta con siete plantas destinadas a diversas ac- tividades culturales. La Fundación Torres García se establece como entidad civil sin fines de lucro en 1986 debido al impulso de Manolita Piña de Torres -viuda del artista- cuando contaba con 106 años de edad, junto a sus hijos Olimpia, Augusto e Ifigenia To- rres, y contó con el apoyo de la Generalidad de Cataluña y fun- damentalmente del Estado Uru- guayo a través del Ministerio de Educación y Cultura. EL Museo custodia un importante acervo pictórico, así como todos los es- critos originales del artista, su ar- chivo documental, muebles dise- ñados por él y otros objetos sig- nificativos. En las salas de exposiciones se realizan muestras que ilustran diversos aspectos de la obra de Torres García. Actualmente se presenta una retrospectiva, que abarca los diversos períodos de la obra del Maestro, y la muestra “Aladdin. Juguetes transformables”, donde se exhiben estas pequeñas obras de arte que el artista creó para los niños. Una de las principales formas que tiene el Museo de difundir la obra de Torres García es a través de las actividades del Departamento Educativo las cuales se incluyen visitas guiadas y talleres didácticos para preescolares, escolares y liceales, así como también cursos dictados en los Talleres de Formación Artística. La entrada al Museo es libre y gratuita, por lo que se cuenta con una tienda y librería de arte, donde se venden productos de alta calidad vinculados a la obra de Torres García. El museo está abierto de lunes a viernes de 10 a 19 horas, y los sábados de 10 a 18 horas. Peatonal Sarandí 683, Montevideo. Uruguay - 11000 Uruguay (0 5982) 9162663 - (0 5982) 915 6544 [email protected]

El Museo Torres García

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El Museo Torres GarcíaEl Museo Torres García tiene como su principal objetivo ser identificadocomo un instrumento pedagógico, base de investigaciones y verdaderocentro de arte.

Ubicado en el centro históricode Montevideo, cuenta con sieteplantas destinadas a diversas ac-tividades culturales. La FundaciónTorres García se establece comoentidad civil sin fines de lucro en1986 debido al impulso deManolita Piña de Torres -viuda delartista- cuando contaba con 106años de edad, junto a sus hijosOlimpia, Augusto e Ifigenia To-rres, y contó con el apoyo de laGeneralidad de Cataluña y fun-damentalmente del Estado Uru-guayo a través del Ministerio deEducación y Cultura. EL Museocustodia un importante acervopictórico, así como todos los es-critos originales del artista, su ar-chivo documental, muebles dise-ñados por él y otros objetos sig-nificativos.

En las salas de exposicionesse realizan muestras que ilustran diversos aspectos de la obra de Torres García.Actualmente se presenta una retrospectiva, que abarca los diversos períodos de laobra del Maestro, y la muestra “Aladdin. Juguetes transformables”, donde se exhibenestas pequeñas obras de arte que el artista creó para los niños.

Una de las principales formas que tiene el Museo de difundir la obra de TorresGarcía es a través de las actividades del Departamento Educativo las cuales seincluyen visitas guiadas y talleres didácticos para preescolares, escolares y liceales,así como también cursos dictados en los Talleres de Formación Artística.

La entrada al Museo es libre y gratuita, por lo que se cuenta con una tienda ylibrería de arte, donde se venden productos de alta calidad vinculados a la obra deTorres García.

El museo está abierto de lunes a viernes de 10 a 19 horas, y los sábados de 10 a18 horas.

Peatonal Sarandí 683, Montevideo. Uruguay - 11000 Uruguay(0 5982) 9162663 - (0 5982) 915 6544

[email protected]

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Torres García: la vida en el arte Eduardo Roland

Joaquín Torres-García (Montevideo, 1874-1949) es uno de los artistasuruguayos que mayor incidencia ha tenido a través de su obra y de sutarea docente en la historia cultural de su país, y uno de los poquísimosque dejó tras de si una escuela que trascendió fronteras y se mantieneviva en el presente, a más de medio siglo de su desaparición física.

El Universalismo Constructivo, que así se denomina su corrienteestética, fue el resultado de una vida entera de búsqueda y reflexiónincesantes, en donde el Arte -»con mayúscula», como solía decir- seconvirtió para él en una meta de carácter metafísico, por no decir‘religioso’, al que dedicó todas sus fuerzas.

La trayectoria vital de Torres-García es bastante curiosa: si bien nacióy murió en Uruguay, vivió la mayor parte de su vida fuera del país. A los17 años el joven emigró con su familia a Mataró (Cataluña), lugar dedonde era oriundo su padre, para recién retornar a su tierra natal en1934, unos meses antes de cumplir 60 años. Su larga residencia fuerade Uruguay puede dividirse, a los efectos de una mejor comprensión,en cinco períodos cronológicos: 1. Cataluña (1891-1920), 2. NuevaYork (1920-1922), 3. Italia y sur de Francia (1922-1926), 4. París (1926-1932), 5. Madrid (1932-1934).

En todo este tiempo, desde que al año de llegar a España ingresara como alumno en la Escuela de Bellas Artesde Barcelona hasta el momento en que decide regresar a Montevideo, Torres fue protagonista de primera línea enla formidable transformación del arte ocurrido en las primeras décadas del siglo XX. Fueron años en los que elartista tomó contacto con varios de los nombres más importantes de la pintura mundial a la vez que internamentese iba cocinando a fuego lento su postura final -cristalizada en Montevideo- respecto a la pintura y al arte engeneral.

En 1903 trabajó junto al gran arquitecto Antoni Gaudí en la reconstrucción de la Catedral de Palma de Mallorca;unos años después, el crítico Eugenio D’Ors considera su pintura como un paradigma del Noucentismo: es laépoca en que Torres publica varios escritos teóricos sobre esta corriente catalanista, idealista y neoclásica, a la vezde consagrarse como muralista en el marco de este movimiento.

Cuando en octubre de 1918 el gobierno catalán decide cancelar la serie de grandes murales que desde hacíavarios años el pintor venía realizando en el edificio de la Diputación de Barcelona, se produce un gran desengañoen Torres-García, que coincide con la influencia vanguardista que venía absorviendo del poeta Salvat-Papasseit yde su admirado compatriota el pintor Rafael Barradas (1890-1929), con quien intimaría primero personalmenteen Barcelona y luego de forma epistolar cuando éste se fue de la capital catalana. Se produce allí un momento deinflexión en la carrera del pintor uruguayo-catalán que, por entonces, ya tenía 44 años. De hecho, a partir de esetiempo pasará una década en silencio, sin fundamentar su producción plástica por medio de escritos teóricos -como era su costumbre-, y dos años más tarde decide irse de Europa, abandonando para siempre Cataluña, susegunda patria, como lugar de residencia.

Sus dos años de estadía en Nueva York le dejaron un sabor agridulce. Por un lado sintió la atracción delambiente cosmopolita y efevescente de una gran urbe, y por otro rápidamente reconoció que aquella sociedadmaterialista y sin tradición no era el mejor lugar para vivir. Poca obra realizó en este período: algunos óleos de laciudad y sobre todo el famoso álbum de dibujos neoyorquinos, en donde con un trazo muy particular capta ellatido de una ciudad en movimiento constante. Entre tantos otros artistas, allí conoció a Marcel Duchamp, el padredel arte conceptual que dominará el universo de la plástica durante la segunda mitad del siglo XX.

De regreso a Europa se instala en Italia, donde su propósito primario es la construcción de juguetes artísticosen madera para ser vendidos por una compañía neoyorquina. Consigue colocar su producción de manera irregular,mientras se va mudando de un lado a otro sin conseguir sustentarse como desea ni avanzar en su pintura. Másbien, según lo muestran los cuadros creados en este período, regresa al Noucentismo de inspiración clásica y

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mediterránea. Mientras vivió en Italia no logró exponer ni una sóla vez. Su pasaje por laCosta Azul de Francia -seis meses- es una prolongación del periplo italiano y el paso previopara su llegada a París, en donde su arte sufrirá una transformación muy significativa.

El ambiente artístico parisino de mediados de los años 20 era un gran laboratorio culturalen el que se ponían a prueba las últimas teorías en materia de plástica, literatura, música,cine, etcétera; un sitio en el cual se encontraban, café por medio, los artistas más talentosose inquietos del momento. Es durante esos fermetales años en los que Torres-García vive enParís cuando nacen sus primeras obras constructivas y cuando, después de una década,vuelve a escribir y a participar activamente en la discusión teórica.

Su amistad y trabajo con artistas como Theo van Doesburg, Luigi Russollo, Michel Seuphory Piet Mondrian, y la voluntad de formar un grupo para oponerse a los preceptos surrealistasfueron vitales para que Torres avanzara considerablemente hacia su posición estética final

que trataría de enseñar en Montevideo a partir de su regreso definitivo. El epicentro de este movimiento se llamóCercle et Carré, revista portavoz del grupo homónimo que realizó exposicionescolectivas en donde la abstracción geométrica era el común denominador más evidente.Por entonces Torres se reencuentra con Pablo Picasso, justo cuando la influenciacubista dejaba paso al neoplasticismo en la pintura torresgarciana.

No obstante lo bien que para su búsqueda artística se sentía en París, debiómarcharse, en virtud de que allí no era capaz de generar los recursos suficientes parasustentar a su familia. Por eso, y ya desvinculado por discrepancias conceptuales conel grupo de Cercle et Carré, se muda a Madrid a fines de 1932. El año y medio quevivió en la capital de España, según su propia opinión, fue «una de las épocas de suvida en que sufrió más» . Seguramente el contraste con el progresista ambienteparisino y el cansancio de comenzar otra vez con 57 años de edad hayan influído paraque Torres calificara de esa forma su etapa madrileña. Período en el que por otra parte, continúa pintando en claveconstructiva, utilizando las grillas y los grafismos simbólicos, esos caracteres que hoy el consumidor más desprevenidode pintura asocia con su nombre y su escuela en cualquier parte del mundo.

Dudando si viajar a México o a Uruguay, finalmente decide volver al país que lo vio nacer. Así, en abril de 1934inicia desde Cádiz su último viaje rumbo a Montevideo, una tierra virgen en materia de arte moderno, una ciudaden donde la vanguardia artística era un nombre que aludía a una realidad ancha y ajena.

En Montevideo Joaquín Torres-García terminó de dar forma a un descubrimiento que le había llevado una vidaentera: el Arte Constructivo Universal o Universalismo Constructivo, una cosmovisión ciertamente revolucionariapara el medio local, cuya semilla sólo germinó en los artistas más jóvenes, quienes consideraron a Torres más queun maestro, un pequeño Dios.

Como ha señalado Juan Fló, son tres las fuerzas que confluyen para formar su estética final: la tradición renacentistade la pintura, el formalismo de las vanguardias europeas y el carácter místico del arte primitivo. En definitiva, «en

el Arte Constructivo no ocurre una síntesis de escuelas,sino de los dos grandes grupos de contrarios entre loscuales se debatió Torres: la pintura de la luz, laespontaneidad instintiva y sensorial, la realidad visualpor una parte, y la geometría, la estructura, la razónpor otra», afirma Fló con notable lucidez.

En los 15 años finales de su vida en Uruguay, Torresdictó cientos de conferencias, escribió artículos y libros,dio clases, organizó tareas colectivas, creó un talleren la mejor tradición medieval y renacentista,persiguiendo la utopía de un arte impersonal capazde lograr la comunión del hombre con el ordencósmico. Por cierto, fue tal el resultado de su tareaque la Escuela del Sur que siguió adelante con susprincipios representa un caso sólo comparable almovimiento muralista mexicano, en la historia del artelatinoamericano.

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