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1 EL ORIGEN IDEOLÓGICO DE MARGARET THATCHER: LA ENFERMEDAD MENTAL Francisco José Fernández-Cruz Sequera Abril 2013 Publicado en: http://lagranpartida.blogspot.com.es/2013_04_01_archive.html !"! # $% $ # Como el New Deal y la guerra habían motivado la intervención del gobierno en la dirección de la economía, nadie ponía en duda la necesidad de proteger a la sociedad de la peligrosa codicia del capitalismo especulativo, y para ello le necesidad de garantizar el equilibrio del mercado a través del gobierno. Como consecuencia, en los años siguientes las burocracias estatales crecieron enormemente, y eran escasas las voces que criticaban este papel del Estado. Pero Friedrich Von Hayek estaba convencido de que la intervención del Estado en los asuntos económicos llevaría a la sociedad al desastre. Hayek era un aristócrata austriaco que había huido de los nacionalsocialistas y que ahora enseñaba en la Universidad de Chicago. Hayek estaba convencido de que el uso de la política para organizar la sociedad era mucho más peligroso que cualquier problema que pudiera provocar el capitalismo, porque conduciría inevitablemente a la tiranía y al fin de la libertad. Así lo expuso en su obra “Camino de Servidumbre”. Hayek señalaba como ejemplo de su teoría a la URSS. Esta nación en su búsqueda de la utopía, había intentado controlarlo y planificarlo todo, y este afán de control los había conducido a la tiranía y a la dictadura. Y ese mismo era el camino que recorrería Occidente, si se empeñaba en la intervención del Estado en la economía y la vida pública, el “camino a la servidumbre”. La única forma de evitar desembocar en la

El Origen de Las Ideas Neoliberales de Margaret Thatcher

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EL ORIGEN IDEOLÓGICO DE MARGARET THATCHER: LA ENFERMEDAD

MENTAL Francisco José Fernández-Cruz Sequera Abril 2013 Publicado en: http://lagranpartida.blogspot.com.es/2013_04_01_archive.html

��������������������� ���������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������� �������������� !"!��#�����$��%���������������$�����#�����������������������������������������������������Como el New Deal y la guerra habían motivado la intervención del gobierno en la dirección de la economía, nadie ponía en duda la necesidad de proteger a la sociedad de la peligrosa codicia del capitalismo especulativo, y para ello le necesidad de garantizar el equilibrio del mercado a través del gobierno. Como consecuencia, en los años siguientes las burocracias estatales crecieron enormemente, y eran escasas las voces que criticaban este papel del Estado. Pero Friedrich Von Hayek estaba convencido de que la intervención del Estado en los asuntos económicos llevaría a la sociedad al desastre. Hayek era un aristócrata austriaco que había huido de los nacionalsocialistas y que ahora enseñaba en la Universidad de Chicago. Hayek estaba convencido de que el uso de la política para organizar la sociedad era mucho más peligroso que cualquier problema que pudiera provocar el capitalismo, porque conduciría inevitablemente a la tiranía y al fin de la libertad. Así lo expuso en su obra “Camino de Servidumbre”. Hayek señalaba como ejemplo de su teoría a la URSS. Esta nación en su búsqueda de la utopía, había intentado controlarlo y planificarlo todo, y este afán de control los había conducido a la tiranía y a la dictadura. Y ese mismo era el camino que recorrería Occidente, si se empeñaba en la intervención del Estado en la economía y la vida pública, el “camino a la servidumbre”. La única forma de evitar desembocar en la

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tiranía era regresar al mercado libre, donde los individuos persiguen sus propios intereses, y el gobierno representa un papel mínimo o nulo. De esto resultaría lo que Hayek llamaba un sistema autodirigido y automático, un orden espontáneo creado por millones de personas motivadas por la exclusiva búsqueda del beneficio personal, en la que el altruismo no tenía lugar. Según Hayek, el bien común sólo podía nacer del egoísmo individual. El Liberalismo venía defendiendo esta idea desde el S XVIII, pero la experiencia demostraba una y otra vez que no se puede crear un orden social en un mundo moderno y complejo,

simplemente dando rienda suelta al interés personal. Pero en este nuevo intento liberal de posguerra por imponerse estaba a punto de verse reforzado del modo más inesperado posible por los científicos que se enfrentaban a las incertidumbres estratégicas de la Guerra Fría. A finales de los años cincuenta, se construyó un bunker a prueba de bombas nucleares a 48 kilómetros al norte de Nueva York, en la que se situó durante las siguientes décadas la computadora más potente del mundo, que analizaba los datos procedentes de la red de radares distribuidos por todo el planeta que vigilaba permanentemente a la URSS. Cada segundo llegaban a esta sala miles de datos que se analizaban en busca de señales de peligro. Los estrategas nucleares diseñaron este sistema sabiendo que se enfrentaban a un tipo de conflicto completamente nuevo, en el que ninguno de los dos bandos podía permitirse cometer errores que condujera a una escalada bélica. Desde este centro de información, los estrategas buscaban un modo de usar la información que les permitiera anticiparse a lo que los soviéticos pudiesen intentar. Para ello recurrieron a una nueva idea llamada “Teoría de juegos”. Esta teoría se había desarrollado como una forma de analizar matemáticamente partidas de póker. Planteaba el juego como un sistema en el que los jugadores están encerrados juntos tratando de adivinar lo que los otros creen que va a hacer. A partir de ahí, la teoría de juegos mostraba racionalmente cuales eran las mejores jugadas para cada uno de los jugadores. La base de la teoría de juegos era una visión de los seres humanos, según la cual sólo les movía el interés personal y siempre desconfiaban de sus semejantes.

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El centro de desarrollo de esta estrategia era un laboratorio de ideas militar, la corporación RAND1. Sus estrategas usaron la teoría de juegos para crear modelos matemáticos que pudieran predecir cómo reaccionarían los soviéticos en respuesta a la actuación de los EE.UU. De aquí nació la estructura fundamental de la era nuclear basada en el despliegue de misiles protegidos en silos subterráneos y flotas de submarinos y bombarderos en el aire veinticuatro horas al día. Como en un juego, se hacían movimientos estratégicos para convencer a los soviéticos de que si atacaban EE.UU. siempre tendría misiles suficientes para destruirlos. Y según las reglas de este juego, el miedo y el interés personal impedían que los rusos atacasen. Así se creó un equilibrio basado en la destrucción mutua asegurada. Había un matemático en la Corporación RAND que llevó esta siniestra visión mucho más lejos, y se propuso demostrar que se podría crear estabilidad mediante la desconfianza y el interés personal, y no sólo en la Guerra Fría, sino en la sociedad humana en general. Era el matemático John Nash2, que fue retratado en la película de Hollywood “Una mente

1 La Corporación RAND (Research And Development)1 es un laboratorio de ideas (think tank) norteamericano formado por las fuerzas armadas norteamericanas para la realización de estudios estratégicos. Actualmente también trabaja en la organización comercial y gubernamental de los Estados Unidos. RAND tiene alrededor de 1.600 empleados distribuidos en seis lugares: En los Estados Unidos. - Santa Mónica, California (sede) y Washington, DC (actualmente localizados en Arlington, Virginia y Pittsburgh, Pensilvania); En Europa - Leiden en los Países Bajos, Berlín, Alemania, y Cambridge en el Reino Unido. En el 2003, se inauguró el instituto RAND-Qatar. Algunos consideran que el nombre de la corporación es un acrónimo de la frase "Research And

Development" ("investigación y desarrollo"). Muchos de los acontecimientos que involucran a la RAND se basan en suposiciones que son difíciles de verificar, debido a la falta de detalles acerca del trabajo de alto secreto llevado a cabo por la RAND para agencias de inteligencia y de defensa. 2 John Forbes Nash Jr. (Bluefield, 13 de junio de 1928) es un matemático estadounidense que recibió el Premio Nobel de Economía en 1994 por sus aportes a la teoría de juegos y los procesos de negociación, junto a Reinhard Selten y John Harsanyi. La película Una mente maravillosa (2001) está basada en su biografía. A lo largo de su vida su mayor característica ha sido el egocentrismo, algo que le ha incapacitado para comprender a los demás y a los que nunca consideró como iguales. A los catorce años empezó a mostrar interés por las matemáticas y la química, tal vez influenciado por el libro que publicó Eric Temple Bell en 1937: Men of mathematics. Entró en el Colegio Bluefield en 1941. Tenía trece años. Ganó una beca en el concurso George Westinghouse. En

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maravillosa” como un héroe atormentado por la esquizofrenia. En realidad, no sólo era esquizofrénico, sino que además era una persona difícil y antipática. Se hizo famoso en la Corporación RAND por haber inventado una serie de juegos crueles, de los que al más famoso lo llamó “¡Que te den, compañero!. En él, la única forma de ganar era traicionar sin piedad al compañero. Nash tomó la teoría de juegos e intentó aplicarla a todas las formas de interacción humana. Para ello hizo la suposición fundamental de que todo el comportamiento humano era exactamente el mismo que se aplicaba en el mundo hostil y

junio de 1945 se matriculó en la actual Universidad Carnegie Mellon para estudiar ingeniería química, a diferencia de su padre. Pero fue su profesor quién, dándose cuenta de su habilidad para las matemáticas, lo convenció para que se especializara en ellas. Tres años más tarde aceptó una beca de la Universidad de Princeton para el doctorado de matemáticas. En la Universidad de Princeton impartían clases Albert Einstein y John Von Neumann, algo que motivó su ansia por destacar y obtener cierto reconocimiento. Inventó un juego “matemáticamente perfecto” y en 1949 escribió un artículo titulado Puntos de

equilibrio en juegos de n-personas, en el que definía el equilibrio de Nash como una situación en la que ninguno de los jugadores siente la tentación de cambiar de estrategia ya que cualquier cambio implicaría una disminución en sus pagos. Con 21 años se doctoró con una tesis de menos de treinta páginas sobre juegos no cooperativos, bajo la dirección de Albert W. Tucker. Tuvo inmediatamente un reconocimiento entre el resto de especialistas y poco después comenzó a trabajar para la RAND, una institución de las Fuerza Aérea de los Estados Unidos dedicada a la investigación estratégica. En el verano de 1954 fue arrestado en un servicio público por “exposición indecente”, lo que dio lugar a reiteradas sospechas de haber mantenido una conducta homosexual en su juventud y, como consecuencia de ello, fue expulsado de la RAND. Se casó en 1957 con una alumna suya del MIT, la salvadoreña Alicia Lardé con la que tuvo un hijo que heredó la esquizofrenia de su padre. Un año después de su matrimonio se le diagnosticó esquizofrenia y todo cambió. Tras estar internado forzosamente durante cincuenta días en el hospital McLean, viajó a Europa, donde intentó conseguir el estatus de refugiado político. Creía que era perseguido por “criptocomunistas” (agentes comunistas infiltrados). Estuvo hospitalizado en varias ocasiones forzosamente por períodos de cinco a ocho meses en centros psiquiátricos de Nueva Jersey y salió creyendo que se había curado, hasta que decidió suspender el medicamento lo que causó la reaparición de las alucinaciones. A punto de ser internado nuevamente, se dio cuenta que las alucinaciones no eran reales por lo que usando la teoría de “todo problema

tiene una solución”, decidió resolver por su cuenta su problema psicológico y así con el paso del tiempo tuvo que aprender a vivir junto con sus alucinaciones, ignorándolas por completo. En 1967 se definió como “un antisemita fanático” definición de la que se retractaría antes de la entrega de los premios Óscar a la película de ficción basada en su vida, atribuyéndola a un delirio propio de su esquizofrenia. Sus teorías han influido en las negociaciones comerciales globales, en los avances en biología evolutiva y en las relaciones laborales nacionales. Varios años después, Nash consiguió regresar a la universidad, donde imparte clases de matemáticas.

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competitivo de la amenaza nuclear. Que los seres humanos se vigilan y controlan unos a otros constantemente, y para conseguir lo que quieren ajustan sus estrategias mutuamente. En una serie de ecuaciones por las que ganó el Premio Nobel, Nash demostró que un sistema dirigido por la desconfianza y el egoísmo no tenía por qué conducir al caos. Probó que siempre podía haber un punto de equilibrio en el que los intereses particulares de todos se equilibrarían perfectamente unos a otros. Pero la estabilidad, el equilibrio, sólo tiene lugar, si todos los involucrados se comportan de forma egoísta. Porque si piensan en cooperar el resultado se vuelve impredecible y peligroso. Un famoso juego se ideó en RAND para demostrar que en toda interacción el egoísmo siempre producía el resultado más seguro. Lo llamaron el “dilema del prisionero”3. Hay muchas versiones, pero

3 El dilema del prisionero es un problema fundamental de la teoría de juegos que muestra que dos personas pueden no cooperar incluso si en ello va el interés de ambas. Fue desarrollado originariamente por Merrill M. Flood y Melvin Dresher mientras trabajaban en RAND en 1950. Albert W. Tucker formalizó el juego con la frase sobre las recompensas penitenciarias y le dio el nombre del "dilema del prisionero" (Poundstone, 1995). La enunciación clásica del dilema del prisionero es: La policía arresta a dos sospechosos. No hay

pruebas suficientes para condenarlos y, tras haberlos separado, los visita a cada uno y les ofrece el mismo trato. Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a la pena total, diez años, y el primero será liberado. Si uno calla

John Nash

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en todas hay dos jugadores que tienen que decidir si confían el uno en el otro o si se traicionan. Imagínese que ha robado el diamante más grande del mundo y decide vendérselo a un peligroso mafioso que propone un encuentro para intercambiar el diamante por el dinero, Pero usted piensa que él puede matarle, así que le dice que va a llevarlo a un campo lejano, donde lo esconderá. A su vez él deberá ir a otro campo a mucha distancia y esconder el dinero, después usted le telefoneará, y ambos se dirán dónde están los escondites. Pero cuando va a hacer la llamada se da cuenta de que usted le puede traicionar. Se queda el diamante y va a recoger el dinero, mientras el mafioso busca en el campo vacío. Pero en ese mismo momento se da cuenta de que el mafioso debe estar pensando lo mismo, que él puede traicionarle a usted. No tiene forma de predecir cómo se va a comportar el otro. Ese es el dilema. Pero lo que mostraban las ecuaciones de Nash era que elección racional era siempre traicionar al otro, porque de esa forma en el peor de los casos se queda sólo con el diamante. Y en el mejor, se queda con el diamante y con el dinero. Pero si confía en la otra persona corre el riesgo de perderlo todo, porque él le puede traicionar. Era lo que se llamaba la “recompensa del primo”. Lo que mostraba este dilema era la extraña lógica de la Guerra fría. La solución óptima, ofrecerse a eliminar todas sus armas con la condición de que los rusos hicieran lo mismo era imposible, porque no se podía confiar en que lo hiciesen. En cambio, se optó

y el cómplice confiesa, el primero recibirá esa pena y será el cómplice quien salga libre. Si ambos confiesan, ambos serán condenados a seis años. Si ambos lo niegan, todo lo que podrán hacer será encerrarlos durante seis meses por un cargo menor. Vamos a suponer que ambos prisioneros son completamente egoístas y su única meta es reducir su propia estancia en la cárcel. Como prisioneros tienen dos opciones: cooperar con su cómplice y permanecer callado, o traicionar a su cómplice y confesar. El resultado de cada elección depende de la elección del cómplice. Por desgracia, uno no conoce qué ha elegido hacer el otro. Incluso si pudiesen hablar entre sí, no podrían estar seguros de confiar mutuamente. Si uno espera que el cómplice escoja cooperar con él y permanecer en silencio, la opción óptima para el primero sería confesar, lo que significaría que sería liberado inmediatamente, mientras el cómplice tendrá que cumplir una condena de 10 años. Si espera que su cómplice decida confesar, la mejor opción es confesar también, ya que al menos no recibirá la condena completa de 10 años, y sólo tendrá que esperar 6, al igual que el cómplice. Y, sin embargo, si ambos decidiesen no cooperar y permanecer en silencio, ambos serían liberados en sólo 6 meses. Confesar es una estrategia dominante para ambos jugadores. Sea cual sea la elección del otro jugador, pueden reducir siempre su sentencia confesando. Por desgracia para los prisioneros, esto conduce a un resultado regular, en el que ambos confiesan y ambos reciben largas condenas. Aquí se encuentra el punto clave del dilema. El resultado de las interacciones individuales produce un resultado que no es óptimo, en el sentido de eficiencia de Pareto en el que un cambio hacia una nueva situación que al menos mejora la situación de un individuo, resulte sin hacer que empeore la situación de los demás; existe una situación tal que la utilidad de uno de los detenidos podría mejorar, incluso la de ambos, sin que esto implique un empeoramiento para el resto. En otras palabras, el resultado en el cual ambos detenidos no confiesan domina al resultado en el cual los dos eligen confesar.

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por una estabilidad basada en un peligroso equilibrio de armamento entre ambos bandos. Lo que había hecho Nash era transformar esta conclusión estratégica de la Guerra Fría, en una teoría acerca de cómo funcionaba toda la sociedad. Su repercusión en la política fue enorme, porque aparentemente demostraba que era posible una sociedad basada en el egoísmo absoluto que no degenerase en el caos. Pero el precio era un mundo donde todos tendrían que ser desconfiados y mantenerse en guardia frente a sus semejantes. Pero la realidad volvía a contradecir las tesis liberales del egoísmo absoluto, pues las ecuaciones de Nash no parecían correlacionarse con la forma en la que los seres humanos se comportaban unos con otros en el mundo real. Cuando se probó el dilema del prisionero con las secretarias de la Corporación RAND, ninguna de ellas empleó la estrategia racional, en vez de traicionarse mutuamente, siempre confiaron en la otra y decidieron cooperar. Lo que nadie

había tenido en cuenta era que John Nash padecía esquizofrenia paranoide, tenía alucinaciones en las que creía que aquellos que le rodeaban y que llevaban corbata roja eran espías comunistas, y que él formaba parte de una organización secreta que podía salvar el mundo. En 1959 Nash fue ingresado por la fuerza en un hospital psiquiátrico, y pasó los diez años siguientes luchando contra la esquizofrenia, pero a pesar de los problemas

obvios que presentaban las teorías de Nash, los estrategas de RAND estaban convencidos de que eran la base científica de un nuevo orden social basado en la libertad del individuo preconizada por el capitalismo liberal, porque sus ecuaciones aportaban una base científica a la visión egoísta del ser humano y de la sociedad que había propuesto Friedrich Von Hayek. Pero las ideas de Hayek avaladas con las ecuaciones nacidas de la mente enferma de Nash iban a extenderse de forma sorprendente. En los años cincuenta en Escocia, en el Hospital Psiquiátrico de Glasgow, trabajaba como psiquiatra el Dr. R. D. Laing, que llevó a cabo un experimento con doce mujeres esquizofrénicas, con las que entablo diálogo acerca de ellas y de sus vidas, unos meses después, las doce mujeres estaban en condiciones de regresar a sus hogares. Pasado un año desde que abandonaron el hospital, las doce mujeres habían vuelto a ser internadas, su intento de curarlas había fracasado. Esto hizo que Laing modificara su objeto de estudio y atención de las enfermas a sus familias. Investigó cómo los miembros de las familias se

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comportaban entre ellos en privado, y llegó a la conclusión de que el origen de las patologías mentales estaba en la familia, por lo que todos los esfuerzos médicos para devolver a los pacientes a su entorno era contraproducente, pues se devolvía al enfermo al origen de su enfermedad. Los médicos aunque creyesen que estaban cumpliendo con su deber y haciendo lo mejor para los pacientes eran en realidad violentos agentes de la opresión.

A principios de los sesenta, Laing abrió una clínica psiquiátrica en Londres. En donde decidió investigar cómo se ejercían el poder y el control en el mundo de las familias corrientes, utilizando para ello la teoría de juegos. Laing había conocido la teoría de juegos en un viaje al Instituto de Investigaciones Mentales de Palo Alto, en California. Seleccionó a veinte parejas británicas, y usando una compleja serie de cuestionarios analizó cómo cada uno veía al otro en cada momento de su vida diaria, preguntándoles continuamente qué pensaban que quería el otro realmente. Siguiendo la teoría de juegos codificó las respuestas e hizo que las analizara una computadora. De esos análisis Laing obtuvo patrones de conducta que mostraban que, como en la Guerra Fría, las parejas empleaban sus acciones cotidianas como estrategias para manipularse y controlarse mutuamente. Lo que normalmente se veía como actos de cariño y amor, eran en realidad armas usadas de forma egoísta para ejercer poder y control. De esta investigación Laing dedujo que la familia moderna era en realidad un campo de batalla donde las personas jugaban continua y egoístamente entre sí, y el resultado de esta lucha era la estabilidad de la sociedad, y la existencia limitada y gris de todos los individuos que la forman. Laing creía que la lucha por el poder y el control que creía haber descubierto en la familia estaba estrechamente relacionada con la lucha por el poder y el control en el mundo. En una sociedad violenta y corrupta la familia se había convertido en una máquina de controlar a las personas. Laing creía que ésta era una realidad objetiva manifestada por la teoría de juegos. La teoría de juegos que contenía en sí misma suposiciones paranoicas fruto de la esquizofrenia de Nash, ofrecía una visión desoladora sobre cómo son realmente

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los seres humanos, suposiciones nacidas de la estrategia nuclear de la Corporación RAND durante la Guerra Fría. Y Lo que Laing había hecho era extender estas suposiciones al modo en que nos vemos a nosotros mismos y nuestras relaciones con los demás. Laing escribió una serie de libros del que el más conocido fue “La política de la experiencia”, que llegaron ser grandes éxitos, y se convirtió en uno de los líderes del nuevo movimiento contracultural que quería hacer comprender a la gente que no se podía confiar en ninguna institución estatal posterior a la última guerra mundial, que aquellos que decían actuar movidos por el deber público y por el deseo de ayudar, en realidad formaban parte del sistema que intentaba controlar mentes y destruir su libertad. Había que estar siempre alerta, sin confiar nunca en nadie, ni siquiera en aquéllos que decían amarnos. El movimiento contracultural de los sesenta estaba a punto de coincidir con las tesis de los herederos de Hayek.

David L. Rosenhan

Convertido en una estrella mediática en los EE.UU., Laing como líder indiscutido del movimiento antipsiquiátrico, se disponía a utilizar su creciente influencia para atacar al stablishment médico y psiquiátrico, socavando el control de la vieja élite médica. La psiquiatría según Laing era una falsa ciencia que se usaba como sistema de control político para sostener una sociedad violenta que se colapsaba, y sus categorías de locura y cordura no tenían ninguna base real. La locura era simplemente una etiqueta muy práctica que servía para encerrar a aquellos que querían liberarse de la opresión social. Siguiendo las tesis de Laing, el psiquiatra judío David Rosehan4 decidió demostrar la realidad de la tesis de

4 David L. Rosenhan fue un psicólogo judío de nacionalidad estadounidense, conocido por el Experimento de Rosenhan de 1972, que fue publicado en la revista Sciencie con el título «On being sane in insane places» (‘sobre estar cuerdo en sitios de locos’). Estudió psicología en la Universidad Yeshiva, en 1953 obtuvo su título de máster y en 1958 obtuvo su doctorado en psicología. Además de su

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Laing. Ideó un experimento espectacular, seleccionó a ocho personas incluido él mismo, ninguno de ellos había tenido nunca ningún problema psiquiátrico. Cada uno de ellos fue enviado a un hospital psiquiátrico diferente del país y dijeron a los psiquiatras de guardia que oían una voz en su cabeza que decía la palabra “pensamiento”. Esa era la única mentira que podían decir. Por lo demás, tenían que comportarse y responder con total normalidad. A todos los diagnosticaron demencia y los ingresaron, a siete de ellos se les diagnosticó esquizofrenia y a uno un trastorno bipolar. Cuando finalmente Rosenhan consiguió salir del hospital e hizo público el experimento estalló el escándalo. Fue acusado de fraude y desafiado por el más importante hospital psiquiátrico a enviar más falsos enfermos. Dos meses después este hospital declaró haber detectado a cuarenta y un impostores, Rosenhan demostró que no había enviado a ninguno.

Este experimento destruyó la idea de que los psiquiatras eran una élite privilegiada con conocimientos especiales. Pero, para entender y controlar los sentimientos de las personas en la sociedad moderna, siguiendo a Laing se volvieron hacia la pureza objetiva del análisis matemático. Se propusieron crear un sistema científico para

diagnosticar el estado mental de las personas en el que eliminaría por completo el juicio humano, sustituyéndolo por un sistema basado en el poder de los números. Renunciaron a la idea de que podían entender la mente humana y curarla, y lo que hizo la psiquiatría americana fue crear una nueva serie de categorías mensurables basadas sólo en el comportamiento superficial de los seres humanos. Muchas patologías mentales recibieron nombres nuevos, como “trastorno por déficit de atención”. Lo que importaba era que estos trastornos podían ser observados, y por tanto registrados. Robert Spitzer5 creo el nuevo sistema de diagnóstico en 1979. Un sistema en el cual el diagnóstico podía hacerlo literalmente una computadora, haciendo

célebre experimento, sus contribuciones pasan por ser uno de los pioneros en utilizar y aplicar la psicología en los procesos judiciales y legales, junto con el estudio e investigación en el área de la psicología educacional. Terminó su carrera como profesor emérito en el Departamento de Psicología de la Universidad de Stanford. �

5 Leopold Robert Spitzer es profesor emérito de psiquiatría y psicólogo. Ha pasado la mayor parte de su carrera en la Universidad de Columbia en Nueva York, Estados Unidos y forma parte de la facultad de investigación del Centro de la Universidad de Columbia para la Capacitación e Investigación Psicoanalítica. Es el arquitecto de la moderna clasificación de los trastornos mentales o DSM.

Robert Spitzer