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UNAM SUA Filosofía. Filosofía en México, grupo 9051. Celia Palacios Gómez Tagle Control de lecturas no. 2 ::: El pensamiento prehispánico 25 de agosto de 2011 El pensamiento prehispánico A la pregunta de si existe o no la filosofía prehispánica, Miguel León Portilla responde con un ensayo que, de manera sistemática, explora todas las aristas del tema. Introducción Los moldes y estructuras propias de su visión del mundo y del hombre, así como la transformación de este pensamiento a lo largo del tiempo indican que el pensamiento náhuatl era un sistema coherente de conceptos, doctrinas religiosas y explicaciones sobre su mundo. Ahora bien, el concepto de filosofía es un invento occidental, con las limitaciones y extensiones que su propio origen y uso determinan, especialmente porque el alcance de esta disciplina está cerrado a otras culturas y no abarca lo que está por conocerse o descubrirse. Aplicar este marco de la filosofía a algo no occidental como el pensamiento náhuatl, así, simple y llanamente, hace quedar desfavorecida cualquier interpretación, por lo que León Portilla se cuestiona si «filosofía» es un término adecuado para comprender históricamente el pensamiento antiguo náhuatl. Sección I. La aplicación del concepto de filosofía y la posibilidad de aprehender lo peculiar y propio del pensamiento náhuatl A lo largo del tiempo en la misma tradición occidental, “los conceptos clave (ciencias, arte, religión, literatura) han ampliado su connotación original, adquiriendo un nuevo sentido de comprensión o aplicabilidad universal.” 1 Esto ha traído nuevos problemas epistemiológicos, los que fueron tratados con una actitud científica, y hasta cientificista. Sin embargo, el estudioso de un hecho histórico no puede comprenderlo cabalmente si no es consciente de que asume posturas, concepciones y categorías mentales de su propia época y personalidad. No es posible el estudio aislado, objetivo, distante y frío, como si fuera un examen de laboratorio, de un hecho histórico o antroplógico. En cambio, lo que sí puede hacer el estudioso es la invención de una nueva idea que se ajuste más al ente histórico, con gran apego a la documentación histórica. No dejará de ser una invención, pero es lo mejor para poder hablar de una filosofía prehispánica. Sección II. Fuentes para el conocimiento de la filosofía prehispánica Hay cuatro categorías de fuentes: a) hallazgos arqueológicos, b) códices o manuscritos, originales o copias, c) otros textos en idioma indígena, con alfabeto latino, y d) historias y crónicas del s.XVI, tanto en idioma indígena como en español. En la historia de los pueblos náhuatl, los historiadores coinciden en destacar tres grandes períodos: el teotihuacano (del s.I al s. VII d.c.), el tolteca (del s.IX al XI d.c.) y el azteca/mexica (del s.XI al s.XVI d.c.). El esplendor teotihuacano representa las raíces más hondas del pensamiento religioso, con muchas semejanzas al pensamiento maya. De los conceptos del sabio-sacerdote Quetzalcóatl de la tradición tolteca y de su contexto es de donde surgió el grueso del pensamiento prehispánico. Ya en el período mexica, el pensamiento náhuatl se distingue por la influencia de los tlamatinime («los que saben algo» o «los que saben cosas»), quienes transmiten sus categorías, dudas y concepciones espirituales (como Nezahualcóyotl, Tlacaélel, Tecayehuatzin y Ayocuan Cuetzpaltzin) y los huehuetlatolli (ancianos distinguidos), quienes son una fuente moral y filosófica. 1 LEÓN Portilla, Miguel. Estudios de Historia de la Filosofía en México, p. 15 1 de 4

El Pensamiento Prehispánico

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Ensayo basado en algunos textos de Miguel León-Portilla sobre el penamiento y filosofía náhuatl

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El pensamiento prehispánicoA la pregunta de si existe o no la filosofía prehispánica, Miguel León Portilla responde con un ensayo que,

de manera sistemática, explora todas las aristas del tema.

Introducción

Los moldes y estructuras propias de su visión del mundo y del hombre, así como la transformación de este pensamiento a lo largo del tiempo indican que el pensamiento náhuatl era un sistema coherente de conceptos, doctrinas religiosas y explicaciones sobre su mundo. Ahora bien, el concepto de filosofía es un invento occidental, con las limitaciones y extensiones que su propio origen y uso determinan, especialmente porque el alcance de esta disciplina está cerrado a otras culturas y no abarca lo que está por conocerse o descubrirse. Aplicar este marco de la filosofía a algo no occidental como el pensamiento náhuatl, así, simple y llanamente, hace quedar desfavorecida cualquier interpretación, por lo que León Portilla se cuestiona si «filosofía» es un término adecuado para comprender históricamente el pensamiento antiguo náhuatl.

Sección I. La aplicación del concepto de filosofía y la posibilidad de aprehender lo peculiar y propio del pensamiento náhuatl

A lo largo del tiempo en la misma tradición occidental, “los conceptos clave (ciencias, arte, religión, literatura) han ampliado su connotación original, adquiriendo un nuevo sentido de comprensión o aplicabilidad universal.”1 Esto ha traído nuevos problemas epistemiológicos, los que fueron tratados con una actitud científica, y hasta cientificista. Sin embargo, el estudioso de un hecho histórico no puede comprenderlo cabalmente si no es consciente de que asume posturas, concepciones y categorías mentales de su propia época y personalidad. No es posible el estudio aislado, objetivo, distante y frío, como si fuera un examen de laboratorio, de un hecho histórico o antroplógico.

En cambio, lo que sí puede hacer el estudioso es la invención de una nueva idea que se ajuste más al ente histórico, con gran apego a la documentación histórica. No dejará de ser una invención, pero es lo mejor para poder hablar de una filosofía prehispánica.

Sección II. Fuentes para el conocimiento de la filosofía prehispánica

Hay cuatro categorías de fuentes: a) hallazgos arqueológicos, b) códices o manuscritos, originales o copias, c) otros textos en idioma indígena, con alfabeto latino, y d) historias y crónicas del s.XVI, tanto en idioma indígena como en español.

En la historia de los pueblos náhuatl, los historiadores coinciden en destacar tres grandes períodos: el teotihuacano (del s.I al s. VII d.c.), el tolteca (del s.IX al XI d.c.) y el azteca/mexica (del s.XI al s.XVI d.c.). El esplendor teotihuacano representa las raíces más hondas del pensamiento religioso, con muchas semejanzas al pensamiento maya. De los conceptos del sabio-sacerdote Quetzalcóatl de la tradición tolteca y de su contexto es de donde surgió el grueso del pensamiento prehispánico. Ya en el período mexica, el pensamiento náhuatl se distingue por la influencia de los tlamatinime («los que saben algo» o «los que saben cosas»), quienes transmiten sus categorías, dudas y concepciones espirituales (como Nezahualcóyotl, Tlacaélel, Tecayehuatzin y Ayocuan Cuetzpaltzin) y los huehuetlatolli (ancianos distinguidos), quienes son una fuente moral y filosófica.

1 LEÓN Portilla, Miguel. Estudios de Historia de la Filosofía en México, p. 15

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Sección III El pensamiento de Quetzalcóatl y la cosmovisión tolteca

Para los tlamatinime, “la antigua visión que daba raíz y sentido a su vida aparece como suprema visión del sabio-sacerdote Quetzalcóatl”2, o Ce Ácatl Topiltzin, quien meditando llegó concebir sus doctrinas religiosas. Su pensamiento dio nuevo sentido a una más antigua visión del mundo, preservada en la simbología y los ritos comunes

Entre las categorías cosmológicas toltecas están la necesidad de explicación universal, la periodificación del mundo en edades o ciclos, la espacialización del universo en rumbos y cuadrantes y la lucha como molde para pensar el acaecer cósmico. Todas ellas eran el objetivo de las meditaciones de Quetzalcóatl, pues él buscaba el misterio de la divinidad, y no lo encontraba en la cosmovisión tolteca. Entonces concluyó una doctrina que incluyera un dios supremo, uno y dual que, engendrando y concibiendo, había dado origen y realidad a todo. Este dios supremo es Ometéotl, dios de la dualidad, el «mellizo precioso» (Quetzalcóatl también significa mellizo precioso). Ometéotl es Ometecutli (el señor de la dualidad) y Omecihuatl (la señora de la dualidad); es también Tlaque Nahuaque, dueño de la cercanía y de la proximidad, el que en todas partes ejerce su acción.

Varias son las ideas toltecas heredadas a los náhuatl: 1) La concepción del universo en cuadrantes, pisos celestes e inferiores, ciclos o eras que terminan con un fin violento. El ser de cada era depende de los dioses, y su voluntad es desconocida a los hombres. 2) Hay una suprema divinidad dual, un principio que engendra y concibe, dueño de la cercanía y la proximidad, manifestado en varias parejas de dioses. 3) Hay un sentido y misión del hombre en la tierra: participar en la creación del toltecáyotl, el conjunto de artes e instituciones toltecas. 4) Para encontrar una raíz más profunda, hay que superar la toltecáyotl en busca de Tlilan Tlapalan, la región de la sabiduría que se accede por el rumbo de la luz (por el este), a través de la meditación y de la superación de la realidad transitoria.

Sección IV. Las categorías propias del pensamiento náhuatl

La lengua náhuatl se presta para relaciones conceptuales abstractas y universales. Los tlamatinime usaron vocablos abstractos y universales, así como otras formas metafóricas, como la yuxtaposición de ideas (adyacentes o contrarias) para evocar y complementar una idea. La yuxtaposición apunta a rasgos esenciales y da lugar a cierta poesía y a nuevas formas de expresión.

Hay varios términos que conforman la visión náhuatl del mundo. Son cinco los rumbos: el ombligo de la tierra y cuatro rumbos o cuadrantes de colores. Hay travesaños superiores (topan, «lo que está arriba») e inferiores (mictlan, «lo que está abajo»), ninguno de los cuales son visibles o palpables por los humanos. Lo que se ve en la tierra es tlalticpac, pues es tangible, cambiante, perecedero; se desgarra como plumaje y es como un sueño, transitorio. Los hombres, los macehualtin, han sido merecidos por la sangre y el sacrificio de los dioses. Cada era o sol, acaba; Ollin Tonatiuh es el sol del movimiento, la era actual. El hombre en tlalticpac como el posible dueño de un rostro (ixtli) y un corazón (yolotl) es una metáfora para indicar la moralidad. Un niño nace sin ixtli ni yolotl; un maestro le ayuda a desarrollarlos, puede darle un corazón firme. La educación es teixtlamachiliztli, es dar sabiduría a los rostros. El corazón tiene entonces varios caminos: uno es moyolnonotzani, quien dialoga intensamente con su corazón y puede llegar a convertirse en yoltéotl, corazón endiosado, una especie de adivino, creador, artista; otro es yolloquimilli, «corazón que da vueltas en vano y gira». El rostro y el corazón de un hombre deben considerar lo que quedó establecido en principio, in qualli (lo que le conviene, lo que puede asimilar), in yectli (que sigue el camino justo y recto). Rostro y corazón pueden encontrar el camino in xochitl, el mundo de «flor y canto»: el arte, el símbolo y la poesía. La verdad, neltiliztli, viene de la fijación sólida, del enraizamiento profundo, de lo que hace permanecer, lo que da raíz a las cosas. Lo divino es remoto y cercano, aunque invisible e impalpable.

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Sección VI. El pensamiento de Nezahualcóyotl

Dominó su pensamiento la afirmación reiterada del cambio y del tiempo, fugacidad de todo lo existente. Tiene una casi obsesión por la muerte y la posibilidad de superarla, para encontrar una raíz más allá del cambio y del tiempo. Se opuso a los sacrificios humanos y del culto oficial lo más que pudo. Fue fiel a su visión de los travesaños superiores. Meditó mucho para esclarecer el misterio de los rostros y corazones humanos frente a Tloque Nahuaque. La posibilidad de acercarse a Moyocoyátzin, «el que se está inventando a sí mismo», es un texto filosófico universal. Sufre tristeza por el poco tiempo que dura la reunión de rostros y corazones. Nezahualcóyotl dio un sentido de salvación personal al pensamiento náhuatl: Al enderezar su corazón, se le da un sentido a su movilidad, a su núcleo dinámico. Él mismo enderezó su corazón con flor y canto, con vida y raíz. Por encima de las dudas y misterios que circundan al Dador de Vida, es menestr aceptar su realidad. Esto es lo único que da tranquilidad y raíz al corazón: Tlaque Nahuaque es arbitrario e incomprensible.

Sección VII. El pensamiento de Tlacaélel

Encontró y dio a los mexicas su misticismo guerrero. Le concedió una gran importancia a la conciencia histórica. Él pensó que las victorias y palabras de Huitzilopochtli eran ellegado de los aztecas, lo que los hacía distintos y les daba su propia raíz. Él persuadió a los mexicas de que su dios es Huitzilopochtli, agigantándolo como símbolo de poder y fuerza y asociándolo con el sol del movimiento. Entonces, la misión de los aztecas era evitar el cataclismo del fin de esta era. Como los dioses se sacrificaron y nos dieron su sangre, les correspondía a los aztecas retribuirles con sangre también, que es la energía vital, para evitar que el sol del movimiento muera. Tlacaélel institutyó las guerras floridas, que fueron pactadas con Tlaxcala y Huejotzingo. La raíz de los aztecas está en la guerra.

Sección VIII. El pensamiento de Tecayehuatzin y el diálogo de «flor y canto»

Su principal preocupación fue la de encontrar la verdadera raíz en la tierra, a través de flor y canto. Tecayehuatzin se pregunta si es aquél el único camino o si es el destino del hombre el emprender búsquedas sin término. Conversando con otros tlamatinime, obtiene diversas respuestas, que compila en un texto: algunas son visiones pesimistas, otros no se lo cuestionan, otro piensa que flor y canto embriagan y dispersan la conciencia solamente. Como conclusión, Tlacayehuatzin dice que aunque aún con dudas, él cree que «flor y canto» es, al menos, lo que hace posible su amistad con otros tlamatinime.

Mi conclusiónLa respuesta breve y rápida a la pregunta inicial es sí, sí existe una filosofía prehispánica. El pensamiento

completo es coherente y está integrado totalmente en la vida de los náhuatl. Responde de manera completa a las cuestiones más importantes que cualquier filosofía se hace: ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? ¿para qué estamos aquí? Proporciona un marco para el crecimiento de la visión, en conjunto con otros pensadores.

De hecho, hay puntos muy cercanos con el pensamiento de algunos pensadores griegos, como Heráclito: “Coatlicue es la fuerza cósmico-dinámica que da la vida y que se mantiene por la muerte, en lucha de contrastes, tan necesaria, que su sentido último y radical es la guerra...”3

Bibliografía1: León Portilla, Miguel, El pensamiento prehispánico, Estudios de Historia en la Filosofía en México. Editorial UNAM, 1963, 11-70

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