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SUPLEMENTO ESPECIAL DE A 40 años del golpe de Estado Memorias del fuego PáginaI 12 Beneficios para el sector agroexpor- tador. Resoluciones que favorecen la especulación.Incorporación de empresarios en puestos clave de la administración pública. Ajuste y endeudamiento. Una investigación de la ex comisión de derechos humanos del Banco Central permite en- tender no sólo las medidas económicas de la última dictadura sino también las que se aplican cua- tro décadas después. El plan económico del terrorismo de Estado Pasado y Presente JUEVES 17 DE MARZO DE 2016

El plan económico Pasado y Presente - Página12 | La otra ... · La revisión histórica y crítica del rol de los sectores que obtuvieron beneficios económi- ... de un escenario

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SUPLEMENTO ESPECIAL DE

A 40 años del golpe de Estado

Memorias del fuego

PáginaI12

Beneficios para el sector agroexpor-

tador. Resoluciones que favorecen

la especulación.Incorporación de

empresarios en puestos clave

de la administración pública.

Ajuste y endeudamiento. Una

investigación de la ex comisión

de derechos humanos del

Banco Central permite en-

tender no sólo las medidas

económicas de la última

dictadura sino también

las que se aplican cua-

tro décadas después.

El plan económico del terrorismo de Estado

Pasado yPresente

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Memorias del fuegoII17-3-2016 /

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I1240 años del golpe III

Por Cristian Carrillo

Un análisis minucioso de la última dictadura cívi-co-militar y de sus efectos en el tiempo requierecomprender los distintos intereses que se agaza-

paron detrás de cada una de las medidas político-eco-nómicas implementadas durante ese trágico procesohistórico y la brutal represión que utilizó el Estado parasu implementación. Es por eso que no se puede abordarel estudio de ese período sin entender la complicidad desectores empresarios, en muchos casos marcando laagenda oficial, que permitieron políticas de concentra-ción económica con efectos que persisten en el presen-te. A cuarenta años del último golpe de Estado, se daráa conocer una investigación realizada por la Subgeren-cia de Promoción de los Derechos Humanos de BancoCentral, en la que participaron distintos peritos que ac-tualmente fueron removidos de sus funciones por partedel actual gobierno. La revisión histórica y crítica delrol de los sectores que obtuvieron beneficios económi-cos no sólo permite entender las medidas adoptadas en-tonces sino comprender las políticas que se aplican cua-tro décadas después. Las políticas oficiales que benefi-cian al segmento exportador de commodities por enci-ma de la industria, las resoluciones financieras que fa-vorecen la especulación y la incorporación de CEO decompañías extranjeras en puestos clave de la adminis-tración pública son ejemplos de decisiones que se repi-ten y algunos ejemplos de una concepción neoconser-

vador que subsistió hasta estos tiempos. “Dictada por elFondo Monetario Internacional según una receta quese aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguayo Indonesia, la política económica de esa Junta solo re-conoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganade-ra, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selectode monopolios internacionales”, señaló Rodolfo Walshen su Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar(24 de marzo de 1977).

La Subgerencia de Promoción de los Derechos Huma-nos, creada en noviembre de 2014 en el Banco Centralbajo la conducción de Alejandro Vanoli, fue el puntapiéinicial para la investigación dentro de organismo de loscrímenes de lesa humanidad de los burócratas del esta-blishment. En ese marco se dispuso la desclasificación ydifusión de archivos y documentación interna que per-mitieron ampliar el ángulo de las investigaciones y quedieron cuerpo al libro Los archivos del BCRA en dictadu-ra. El registro burocrático de la participación civil en la cam-paña represiva, que aún no fue publicado, debido al des-mantelamiento de esas áreas por parte de la actual admi-nistración. Los textos fueron escritos por Alejandro Va-noli, Pedro Biscay, Walter Bosisio, Natalia Federman,Alicia Galofaro, Santiago Kosiner, Omar Miliano, Ce-

leste Perosino. El libro se publicará independientementede ese marco institucional. La publicación se contextua-liza en un momento de notorio retroceso en las causasdonde se investiga la participación civil, principalmentede empresarios, durante la última dictadura.

“En caso de violaciones de derechos humanos, las au-toridades estatales no se pueden amparar en mecanis-mos como el secreto de Estado o la confidencialidad dela información, o en razones de interés público o seguri-dad nacional, para dejar de aportar la información re-querida por las autoridades judiciales o administrativasencargadas de la investigación o proceso pendientes(...). El ampararse en el secreto de Estado para entregarinformación requerida por la autoridad judicial, puedeser considerado como un intento de (...) perpetuar laimpunidad”, según lo establece la Corte Interamericanade Derechos Humanos. La difusión de la documenta-ción recabada dentro del Banco Central, como así tam-bién en otras dependencias públicas, va en esa direc-ción, pero también permite echar luz sobre sus conse-cuencias directas e indirectas. En este marco, los dere-chos humanos deben ser atendidos como un plan de ac-ción continuo que se traduzca en políticas concretas entodos los niveles del Estado. PáginaI12 accedió al libroinédito y hace un repaso por los puntos principales dela investigación y de los archivos desclasificados quebusca colaborar en la continuidad de esas acciones. “Lainformación presentada pretende echar luz sobre políti-cas y decisiones llevadas adelanta por sectores y actoresparticulares que, sin haber ganado una elección, adop-taron medidas económicas que marcaron profundamen-te el futuro del país. Esas minorías históricamente de-rrotadas sólo pudieron imponer su plan económico apartir de la implementación del aparato de terror”, ad-vierte la publicación en su introducción.

Un plan a medidaLa política económica que implementó la dictadura

cívico-militar se asentó en reformas institucionales y ju-rídicas que alterarían el patrón de acumulación para to-do el período y las décadas siguientes. Esta política eco-nómica y, en particular, la financiera, desarrollada e im-puesta por el ex ministro de Economía José AlfredoMartínez de Hoz y su equipo, posibilitó visualizar laconstrucción de un paradigma que altera la configura-ción de la sociedad argentina desde su instalación y al-canza en sus efectos a la actualidad. Previamente se ha-bía intentado imponer un programa neoliberal duranteel desarrollo de la gestión del ministro de Economía Ce-lestino Rodrigo con la asesoría del banquero RicardoZinn, quien propuso una devaluación monetaria con unfuerte incremento de las tarifas públicas bajo el supuestode equilibrar las cuentas públicas y el déficit fiscal. Lareceta y el diagnóstico es similar al que se implementaactualmente: reducción de déficit fiscal mediante dismi-nución del gasto y ajuste las tarifas y una fuerte devalua-ción de la moneda para ganar en competitividad.

Previo al ajuste de los militares, el país contaba conun sistema industrial que presentaba ciertas deficiencias,pero que detentaba un desempeño acorde con el con-texto regional, con indicadores de tasas de crecimientorelativas adecuadas, tasas de interés y mercado financie-ro regulados, a pesar de la presencia de desequilibrios in-flacionarios y de crisis en la balanza de pagos. En mediode un escenario de alta conflictividad social y política,en 1976 se produce un punto de quiebre al ponerse enmarcha un proceso de reorganización estructural del paíscon la intervención de las Fuerzas Armadas junto alapoyo de las elites dominantes y la acción de numerososactores civiles ligados a las grandes corporaciones.

Entre múltiples prácticas represivas y el uso del terrorestatal, se impone una serie de cambios en la jurispru-dencia ilegal que, bajo el formato de decretos leyes,operan una transformación profunda del andamiaje es-tructural del campo económico y social argentino, otor-gando visos de legalidad que garantizaría el proceso decambio de patrón de acumulación que esta última dic-tadura promovió y la década posterior de los años no-venta vino a cristalizar, según detalla el libro. La san-

ción de leyes centrales como la de Inversiones Extran-jeras de 1976 y la de Entidades Financieras del año sub-siguiente permitieron la entrada y creación de nuevosactores con lógicas desestructurantes del modelo previode Industrialización Sustitutiva de Importaciones ante-rior y abrirán las puertas para el denominado proceso devalorización financiera de la economía, que desarrollateóricamente de manera impecable el economistaEduardo Basualdo.

Martínez de Hoz modifica la base jurídica de los me-canismos de inversión extranjera, alterando la ley ante-rior de 1973, que protegía la producción nacional, in-centivaba la generación de mano de obra y orientabapor vía de decisión estatal las áreas estratégicas de des-arrollo. El nuevo decreto promovió una mayor aperturay desregulación, con limitadas normas de protecciónjunto a una equiparación de los capitales extranjeroscon los nacionales, al tiempo que facilitó la repatriaciónde las utilidades a los países de origen, mediante míni-mas contribuciones impositivas a la economía nacional.Luego, numerosas modificaciones al régimen aduanero alo largo de los primeros años irá preparando la aperturacomercial en torno a la libre competencia del mercadocon una escasa intervención del Estado nacional.

En cuanto a las reformas financieras, la Carta Orgá-nica del Banco Central, que había sido modificada en1973, fue nuevamente reformada en julio de 1976 y sele otorgó una mayor separación e independencia res-pecto del Gobierno nacional y el Ministerio de Econo-mía. Lo mismo sucedió con las inversiones extranjerasque habían sido cuidadosamente reguladas medianteLey 20557 para luego ser flexibilizadas las condicionesde ingreso y egreso de capitales, por medio del DecretoLey 21382/1976. El Decreto Ley N 21495/77 retrotrajola centralización de los depósitos y la nacionalizaciónjunto a la garantía de los mismos aprobadas por Ley20520 de 1973. El objetivo es avanzar en el desarrollode un mercado de capitales financieros que abra el jue-go a múltiples actores, de diversos portes y orígenes, ga-rantizando así en breve la llegada de bancos extranjerosy el redimensionamiento del mercado bancario y finan-ciero. Se verá entonces en brevísimo tiempo, cómo segeneran múltiples entidades bancarias a costa de cien-tos de organizaciones financieras, abriendo las puertas aun proceso de concentración financiera como nuncaantes se había registrado.

Definición de la agendaEl golpe de Estado fue saludado por entidades repre-

sentativas de diversas ramas productivas, como la So-ciedad Rural, que aportará a Jorge Zorreguieta comocuadro dirigencial al frente de la Secretaría de Agricul-tura; Confederación de Asociaciones Rurales de Bue-nos Aires y La Pampa (Carbap); la Unión IndustrialArgentina (UIA), el Consejo de Empresarios de Ar-gentina (CEA, actualmente definido como la Asocia-ción de Empresarios de Argentina, AEA) de donde sal-drá Martínez de Hoz; y la Cámara Argentina de Co-mercio (CAC), cuyo representante Guillermo WalterKlein será el viceministro de Economía. “Muchos deellos agrupados bajo la Asamblea Permanente de Enti-dades Gremiales Empresarias (Apege), que organizó unparo empresarial el 16 de febrero de 1976, evento pre-paratorio para el golpe”, destaca la investigación. Enese grupo de apoyo destituyente se encontró la Asocia-ción de Bancos Argentinos (Adeba), cuyo titular Nar-ciso Ocampo, dueño del Banco Ganadero, acercará unplan de gobierno a las Fuerzas Armadas, y su hijo, JuanOcampo, presidirá luego el Banco Nación.

En un informe titulado “¿Cuál es la imagen del paísdeseado?”, la entonces conducción de Adeba detallauna agenda para contribuir a la planificación política,cultural y económica de la última dictadura. El plan deacción que gestó este grupo de banqueros en 1978 hacíaespecial hincapié en una serie de medidas para condu-cir a la Argentina a una “auténtica economía de merca-do”, pero sus consejos no se circunscribieron a esa área.En el texto de 345 páginas, se tratan distintos tópicos,entre ellos, la necesidad de denegar el acceso al voto

universal y obligatorio a personas analfabetas o sin es-tudios básicos completos. En el área económica, las re-cetas de Adeba, muchas de las cuales aplicó la dictadu-ra y reflotó el menemismo, incorpora privatizaciones,evitar la actividad sindical, focalizarse en la economíaagropecuaria y extractiva de recursos e importar manode obra calificada proveniente de Europa Occidentalcon el objetivo de evitar la “amenaza del marxismo”.

Este texto es parte del cúmulo de documentos que sehalló en octubre de 2013 en el Edificio Cóndor de laFuerza Aérea. El capítulo sobre políticas económicas sesustenta en dos requisitos que la entidad considera prio-ritarios: implantar una economía de mercado y trans-formar el “Estado-intervencionista en un Estado-estra-tega”. En esa línea, aboga una efectiva independenciainstitucional del Banco Central, la supresión de orga-nismos estatales que no cumplan una función priorita-ria en las actuales circunstancias del país y un programade reducción obligatoria de la dotación de personal decada ministerio, secretaría de Estado y organismos des-centralizados. Los temas de corte netamente neoliberalabarcan política de precios, atendiendo a la libertad demercado, igual que con los temas que corresponden alsector agrícola, a la industria y los servicios públicos. Setratan de las mismas recetas que el establishment hoyimpulsa en agenda oficial.

La designación de una enorme cantidad de directivosempresarios en puestos clave de la administración públi-ca, lo que permite mantener un exhaustivo control delas grandes compañías sobre la política económica, no esuna estrategia exclusiva del gobierno de Mauricio Ma-cri. La socióloga Mariana Heredia revela que “38 de los48 cargos más importantes –durante el gobierno de lasFuerzas Armadas– eran ocupados por empresarios y 34de los 38 dirigentes de empresas eran miembros de laAsociación Coordinadora de Instituciones EmpresariasLibres (ACIEL)”. Entre la amplia documentación halla-da en el Edificio Cóndor, del Ministerio de Defensa,proveniente de los archivos de la dictadura, se encontra-ron elementos que permiten reconstruir, en una partesustancial, cómo fue el proceso de elaboración y cons-trucción final de dos leyes fundamentales en la estructu-ra económica que empezó a delinearse en aquellos años.

El efecto esperadoEn el plano de gestión estatal de la producción y el

desarrollo, el principio de subsidiariedad de la econo-mía, de raigambre ideológica neoliberal, fue articuladopor el equipo de Martínez de Hoz y se llevó a cabo endiversas propuestas de privatización de empresas. Se ha-bilitó una terciarización de ciertas actividades que pasa-ron del Estado al sector privado, permitiendo configurarun Estado neoclásico privatizador, lo que además abrióel juego a un modelo de organización estatal cívico-mi-litar que promovió la gestión empresarial por medio deinversión en grandes obras públicas como el desarrollode autopistas o compra de fabricación armamentística.“La vieja y conocida frase ‘achicar el Estado para agran-dar la Nación’ no se cumplía a rajatabla y, de hecho, severá emerger una patria contratista ligada al Estado demodo parasitario”, según los primeros trazos del libro.

Los principales grupos económicos locales beneficia-dos por estas políticas fueron, entre otros, Pérez Com-panc, Bridas, Bunge y Born, Acindar, Astra, Garova-glio y Zorraquín, Bagley, Terrabusi, Ferrum, Nougués,Alpargatas, Bemberg, Celulosa, Loma Negra, IngenioLedesma, Techint, Tornquist, Corcemar, Macri y Sol-dati. También lograron con el capital extranjero mol-dear otra estructura económica, que se asentó en un au-mento exorbitante de la deuda externa, otro rasgo es-tructural de la política económica implementada porlas Fuerzas Armadas, que favoreció, entre otros, las em-presas Cogasco, Alto Paraná, Autopistas Urbanas,IBM, Dálmine, Industrias Metalúrgicas Pescarmona,Celulosa Puerto Piray, Papel de Tucumán, Minetti,Aluar, Banco Galicia, Banco Francés, Grupo SADE,Banco Supervielle, Banco Río, Banco de Italia, Citi-bank, Banco Ganadero, Banco de Crédito Argentino.

Todas y cada una de estas políticas requirió de una

fuerte represión de los movimientos sociales que seoponían a su implementación. Y en esto también hubocolaboración del sector empresario. Sólo algunos casoslograron llegar a la Justicia, pero la complicidad de al-gunos gobiernos que se sucedieron y la connivencia delsistema judicial obstaculizaron el avance de las causas.

Entre los casos más conocidos se destaca el de la side-rúrgica Acindar, de la que fue presidente Martínez deHoz. Existen dos causas sobre la empresa, una en Bue-nos Aires y otra en Rosario. Ambas investigan la res-ponsabilidad del directorio en el operativo del 20 demarzo de 1975 de Villa Constitución, donde una co-lumna de 150 vehículos y camiones, policías y hombresde la derecha sindical invadió esa localidad del sur san-tafesino. Se calculan unas 150 detenciones en ese mo-mento, que se duplicaron después del golpe de 1976, 15asesinatos en marzo de 1975, que también se duplicaronluego de marzo de 1976 y más de mil despedidos ocurri-dos en meses posteriores, tras la huelga de resistenciaimpulsada por los trabajadores.

Otro caso es el del ingenio Ledesma, propiedad dePedro Blaquier, en lo que se conoció como la Noche delos Apagones, cuando durante la dictadura cortaron laelectricidad y secuestraron a más de 400 personas, delas cuales 33 permanecen desaparecidas. Con el apoyode los vehículos de la poderosa empresa del azúcar y elpapel, las fuerzas policiales realizaron en 1976 operati-vos de secuestro también en las localidades de Calile-gua y El Talar.

Los medios hicieron su aporte. Hay en curso unainvestigación sobre el director del diario La NuevaProvincia de Bahía Blanca, Vicente Massot, por su ac-tuación durante el terrorismo de Estado. El rol deldiario en los 70 es conocido. Los primeros casos enque se imputa participación efectuando aportes esen-ciales en secuestros, torturas y homicidios son los deDaniel Bombara, María Salto y Laura Manzo a finesde 1975. La Nueva Provincia difundió además el “ope-rativo de simulación”, según el cual Bombara murióal arrojarse de un patrullero y su cadáver fue robadopor subversivos. Consumado el golpe, el diario no selimitó a publicar los partes militares para ocultar elgenocidio. El 27 de mayo de 1976 publicaron fotostomadas en cautiverio de dirigentes que habían esta-do secuestrados en la base de Puerto Belgrano a quie-nes se trasladaba a la cárcel.

El libro reúne parte de esta historia y el desafío de nopermitir que –parafraseando a Norberto Bobbio– unapersona instruida sea más libre que una inculta, queuna persona con más trabajo más libre que una personadesempleada y una persona sana más libre que una en-ferma. De esto se trata la democracia y la lucha cons-tante por la libertad, señala Biscay, a cargo del Epílogo.

La estructura del plan económico de la última dictadura

El golpe económicoEl paradigma quetransformó laestructura económicay social con efectosque llegan hasta laactualidad. Losbeneficiarios de laspolíticas quenecesitaron de larepresión mássangrienta paraimplementarse. Larecetas que vuelven.

La política económica yfinanciera fue desarrollada eimpuesta por el ministro deEconomía José AlfredoMartínez de Hoz.

Jorge Rafael Videla junto conJorge Zorreguieta en laSociedad Rural.

La receta es similar a la

de hoy: reducción de

déficit fiscal mediante

disminución del gasto y

ajuste de tarifas y una

fuerte devaluación.

La socióloga Mariana

Heredia revela que 38 de

los 48 cargos más

importantes durante la

dictadura eran ocupados

por empresarios.

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Memorias del fuego 40 años del golpeIV

Por E. Raúl Zaffaroni*

Hace cuarenta años el neocolonialismo ini-ció su última etapa. La tentativa de res-tauración oligárquica de 1955, al cabo de

dos décadas, mostraba que no había tenido todoel éxito deseado. Era necesario ocuparnos de otramanera, y lo hicieron con nuestras propias Fuer-zas Armadas, alienadas con la alucinación de unaguerra mundial: la doctrina colonialista francesade la seguridad nacional.

El golpe se produjo porque la política económi-ca no era la que el neocolonialismo deseaba: noestábamos endeudados. La violencia política sólofue un buen pretexto. El desconcierto de la Presi-denta no era el problema, porque faltaban pocosmeses para la elección presidencial. Lo determi-nante fue la urgencia colonizadora de ocupar elpaís para endeudarnos.

El golpe de 1976 era inevitable: no había espa-cio político para que Martínez de Hoz y sus ven-depatrias ocupasen el poder. Balbín no los hubie-se puesto al mando de la economía; ya el onga-

niato había sacado del medio a Illia; menos aúnlo hubiese hecho un peronismo renovado. Lossindicatos pesaban. El neocolonialismo decidióocupar nuestro territorio.

El golpe de 1976 respondió claramente a unaestrategia regional. Basta mirar el mapa políticode ese tiempo –Brasil, Chile, Uruguay– para veri-ficar que los golpes no se producían por azar nipor cuestiones nacionales.

Veinte años antes, terminada la guerra de Co-rea, había habido otro manotazo regional: un ba-lazo suicida había puesto fin a la vida de GetúlioVergas, habían derrocado a Arbenz en Guatema-la, los licenciados mexicanos se civilizaban, elMNR boliviano se hacía potable, sólo faltababombardearnos la Plaza de Mayo. Pero ese golpeno había sido suficiente, los Pueblos no se habíanquedado quietos.

¿Por qué fue tan sangrienta? ¿Por qué fue la máscruenta de toda la región? La violencia políticaera un buen pretexto, pero los pretextos no soncausas. Estas respondieron más a factores internosque externos, porque la ferocidad no era funcio-nal al pragmatismo del neocolonialismo. Es algoasí como los torturadores: los sádicos no son bue-

nos torturadores, porque se descontrolan y termi-nan creando problemas.

Como factor interno del genocidio no podemosobviar que tuvimos el movimiento nacional quetal vez haya sido el más constante de la región.Fue tan fuerte que la misma dictadura de 1955 sevio obligada a convocar elecciones en poco másde dos años, cuyo resultado lo decidió Perón des-de el exilio. El curso posterior no satisfizo el ham-bre del neocolonialismo.

Después de mucho, el gorilismo había tenidoque controlar a regañadientes su odio antipopulary revanchista; la vuelta de Perón fue un sapo de-masiado grande para quienes en su insólita lectu-ra delirante aún se sentían los aliados en luchacon el Eje.

Por eso, la dictadura de 1976 no fue sólo san-grienta, sino también selectivamente asesina: eli-minó a los más activos, inteligentes e inquietosde una generación que, equivocados o no, sin du-da eran los de mayor capacidad dinamizante de lacultura y de la sociedad. Es una tenebrosa mentiraque todas las víctimas habían tomado parte en la

violencia política. Los genocidas alucinaron unaguerra y, argumentando que en toda guerra caeninocentes, eliminaron todo lo que creyeron quepodía movilizar y transformar la sociedad, todo loque se movía debía ser aniquilado.

Para una gran parte de la población, especial-mente para las clases medias, todo era muy confu-so bajo la intensa propaganda mediática, quemartillaba los slogans de siempre: la corrupción,los abusos, el desorden, el cheque de la Cruzada,las corbatas de Lastiri, etc.

No faltaron los superficialmente gorilas y polí-ticamente mentecatos, que creían que el golpeera una repetición de la dictablanda de Onga-nía, que sólo pondría orden. Faltaba una expe-riencia previa semejante, pero había, eso sí, unaclase media numerosa y asustada, siempre procli-ve a las invocaciones del orden, que viajaba conla plata dulce.

Nadie podrá asegurar que la población convali-dó en general el golpe, porque es imposible hacerun sondeo de opinión en una población que yano existe. Pero es incuestionable que el vacío deliderazgo, la propaganda, los medios que recibie-ron prebendas de la dictadura, la violencia políti-

ca y el miedo, convergieron en desarticular todaresistencia orgánica y hacer cundir cierta indife-rencia.

Pero el mundo cambia, el poder es dinámico. Elneocolonialismo terminó, sangrientamente, peroterminó. Hoy sufrimos una etapa avanzada delcolonialismo, diferente, porque para endeudarnosya no nos ocupan territorialmente, sino que lascorporaciones transnacionales –como correspon-de a la era de la revolución tecnológica– nos ma-nejan cibernéticamente, aunque sus monopoliosmediáticos repitan slogans parecidos. ¿Se acuer-dan de la cuenta cifrada de Evita en Suiza? ¿El orobajo la tumba de Néstor no suena parecido? ¿Sehan olvidado de las comisiones investigadoras?¿Milagro Sala no está siendo investigada por algoparecido con nombre de Poder Judicial? ¿El mo-nopolio mediático reemplaza al decreto 4161/56?¿Durante cuántos años todo lo que pasaba era cul-pa de la pesada herencia dejada por Perón? ¿He-mos olvidado que para hacernos entrar en elmundo del FMI derogaron la Constitución de1949 por un decreto? ¿Acaso hoy no nos dicenque estamos saliendo del aislamiento?

Empieza un nuevo ciclo de endeudamiento, só-lo que esta vez no necesitaron derogar por bandomilitar ninguna Constitución como en 1955,quebrarla brutalmente como en 1930, ni tampocodar un golpe como en 1976. Esta vez lo gestaronmediáticamente, no les costó ninguna manchainstitucional, aunque no ahorren esfuerzo por em-badurnarse en la gestión. Esta vez nos endeudaránsin sangre, pero igual habrá muertos, como resul-tado de eso que llamamos subdesarrollo, que eshacia donde nos llevan.

Ningún país racionalmente organizado tieneuna estructura jurídica que permite que una ma-yoría con mandato por cuatro años comprometael destino nacional por décadas.

Pero los Pueblos nunca se quedan quietos.Vendrá una nueva etapa de ampliación de ciuda-danía real, pero será necesario prepararse. Lostiempos han cambiado, no es admisible volver só-lo para pagar los créditos dilapidados en fugas decapitales. Debemos proyectar obstáculos institu-cionales al colonialismo, perfeccionar los pesos ycontrapesos de nuestro sistema constitucional.Para enfrentar a este colonialismo avanzado senecesitan nuevas defensas y, entre ellas, una seriarefundación institucional de la Nación.

Debemos repensar todo: desde nuestro modelode Estado y de gobierno hasta la distribución y re-caudación de nuestros impuestos, la estructura ju-dicial, nuestro federalismo, todo. Mirar cómo lohacen las grandes democracias del mundo, e ima-ginar nuestro propio modelo democrático.

Pasaron cuarenta años del golpe, pero no olvi-demos para qué lo hicieron. Hoy el objetivo esidéntico, pero las cosas cambiaron. Ahora estiempo de mirar, pensar, imaginar y proyectar. Noes tiempo de puños, sino de neuronas.

* Ex juez de la Corte Suprema. Miembro de laCorte Interamericana de Derechos Humanos.

La urgenciacolonizadora

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SUPLEMENTO ESPECIAL DE

A 40 años del golpe de Estado

Memorias del fuego

PáginaI12

De la Conadep al Día de la Memoria, los organismos de

derechos humanos han intervenido en políticas

vinculadas con las consecuencias del terrorismo de

Estado. Pero también contribuyeron en áreas como la

seguridad y los derechos sociales y la violencia

institucional. La relación con los gobiernos.

La influencia de los organismos de derechos humanos

El legado

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I1240 años del golpe III

Por Eduardo Jozami

Muchas veces se ha preguntado por qué la celebra-ción principal en relación con los derechos hu-manos se realiza en nuestro país el 24 de marzo.

Es curioso, porque esta no puede dejar de ser una fecha in-fausta: se recuerda un golpe que ensangrentó al país y lohizo más injusto. En realidad esta centralidad del 24 demarzo no tiene que ver con ninguna decisión guberna-mental, puesto que cuando se declaró ese día como feriadonacional, hacía muchos años que los centenares de milesde manifestantes que recorrían las calles cada 24 y las múl-tiples actividades que en todo el país se realizaban los díasanteriores, ya habían, de hecho, sancionado que ese debíaser considerado como el Día de la Memoria. Probable-mente, esto se explique porque la conmemoración convo-ca una adhesión muy amplia: la inmensa mayoría de losargentinos sigue condenando el golpe y la represión dicta-torial. Es cierto que la movilización del 24 se ve afectadapor desacuerdos que impiden acordar un documento úni-co, pero estas divisiones –menos relevantes en el nuevocontexto político– no impiden considerar las marchas co-mo un único reclamo por Memoria, Verdad y Justicia.

En la construcción de la fecha del 24 de marzo como lagran efemérides popular de la Argentina contemporánea,el movimiento de derechos humanos ha cumplido el rolfundamental. Aunque algunas organizaciones son ante-riores a 1976, como la Asamblea Permanente creada po-co antes del golpe, y la Liga Argentina por los Derechosdel Hombre, con varias décadas de existencia anterior,puede decirse que con sus características actuales el movi-miento de derechos humanos nace con la dictadura. Estodetermina dos de sus rasgos principales, la integraciónmayoritariamente femenina –aunque no faltaron los pa-dres de la plaza como el recientemente fallecido JulioMorresi– y la débil vinculación de los organismos de de-rechos humanos con los partidos políticos.

El gobierno de Raúl Alfonsín concitó expectativas,aunque desde un principio se plantearon diferencias enrelación con la constitución de la Conadep y el decretoque ordenaba tanto el procesamiento de los integrantesde las Juntas Militares como de los dirigentes de la gue-rrilla. Obviamente aquellas simpatías iniciales no resis-tieron el impacto producido por la sanción de las leyesde impunidad. Con el menemismo que inició su gestióncon los indultos, el movimiento de derechos humanossólo pudo pensarse como opositor. El Frepaso, la fuerzapolítica emergente en los 90, estableció relaciones es-trechas con el movimiento de derechos humanos, espe-cialmente en la ciudad de Buenos Aires en la acciónconjunta con los bloques legislativos. Naturalmente, laconstitución de la Alianza y el abandono por ésta detodo compromiso con una propuesta popular, debilita-ría notablemente esa relación.

En diciembre del 2001, el movimiento de derechos hu-manos no tenía relación importante con las principalesfuerzas políticas. Por ello, no sólo no fue alcanzado por lamasiva reacción expresada en el “que se vayan todos” si-no que el movimiento de derechos humanos aparecíaejerciendo cierto magisterio moral, un ejemplo de conse-cuencia y militancia abnegada por una causa, en un con-texto en el que los partidos mostraban su peor rostro: elde la componenda sin principios.

Recordando ese contexto, en el que nada podía razo-nablemente esperarse de la política, es fácil explicar laconmoción que produjeron las iniciativas de NéstorKirchner, tanto en la anulación de las leyes de impuni-dad y la promoción de los juicios como en la creación delos Espacios de Memoria y, en general, en una notablepropuesta de expansión de derechos. La mayoría de losmilitantes por los derechos humanos reaccionamos conentusiasmo frente a esta convocatoria presidencial. Larelación fue celebrada por ambas partes. La mayoría delos organismos comprendió rápidamente las posibilidadesque ofrecía, para concretar las aspiraciones históricas, elapoyo de un gobierno dispuesto a concretar todos sus re-clamos. Néstor y Cristina entendieron, a su vez, que estavinculación no sólo prestigiaba al gobierno sino queapuntaba a una relegitimación más general de la vida po-lítica y las instituciones. El país decadente del “Que sevayan todos”, dejaba lugar a otro que tenía en la expan-sión de derechos y en las políticas de Memoria, Verdad yJusticia su sustento más preciado.

No todos lo entendieron. Un sector del movimiento dederechos humanos, fuertemente influenciado por quienesdesde la izquierda consideraban al proyecto kirchneristacomo una impostura y reclamaban una mayor radicalidadde las políticas, se alarmó ante lo que consideraba unaviolación de la autonomía de los movimientos sociales,un intento de cooptación de los organismos. Esta críticano tenía en cuenta el aspecto principal de la cuestión: lamayoría de los organismos adhería a una política que es-taba llevando a la práctica las demandas históricas delmovimiento de derechos humanos. Lo dicho no implicaafirmar que no puedan haberse cometido errores, aunquesiempre hubo en el movimiento de derechos humanosvoces que bregaron porque este apoyo a la política oficialno generara un contexto que excluyera a quienes se iden-tificaban con otros sectores políticos. En cualquier caso,hoy, en una etapa distinta, no hay razones que puedanimpedir una mayor unidad.

En el proceso que venimos reseñando, la militancia porlos derechos humanos enriqueció su mirada y el discursode los organismos incorporó nuevas temáticas. La frustra-ción de la política iniciada con el Juicio a las Juntas alen-tó la crítica de la concepción que la sustentaba, expresadaen el primer prólogo al informe de la Conadep. La elabo-ración en el 2006 por la Secretaría de Derechos Humanosde un nuevo prólogo que rechazaba la teoría de los dosdemonios y hacía una caracterización menos simplista delos objetivos de la dictadura, pudo apoyarse en la prolife-ración de trabajos de investigación de la historia reciente,de los testimonios de los militantes de los años 70 queayudaron a valorar las luchas populares que habían prece-dido a la dictadura y muchas valiosas obras literarias y ar-tísticas que aludían a ese momento histórico. Mi expe-riencia en el Centro Cultural Haroldo Conti me permitióvalorar especialmente esta contribución del teatro, el ci-ne, la literatura y las artes visuales que influenciaron am-pliamente a la militancia de derechos humanos y aporta-ron a crear un nuevo sentido común sobre la experienciade la dictadura en amplios sectores de la población. Parteimportante de esta nueva mirada, alentada por la expe-riencia del enfrentamiento con las corporaciones duranteel gobierno kirchnerista, es el reconocimiento del rol pro-tagónico de los grandes empresarios no sólo en la gesta-ción del golpe sino también en el gobierno de la dictadu-ra. En consecuencia, el reclamo de enjuiciamiento de es-tos partícipes civiles –que encuentra dificultades paraavanzar– se convirtió en parte muy importante de la pro-puesta actual de los organismos.

Esa preocupación más amplia por las cuestiones eco-nómico sociales, que nunca estuvo ausente, se ha des-arrollado más en los últimos años y se advierte en las to-mas de posición frente al tema de la deuda argentinaque vuelve a discutirse en estos días. Si recordamos laparticipación destacada que algunos organismos de dere-chos humanos tuvieron en el debate social sobre la Leyde Medios de Comunicación Audiovisual y como apo-yaron todas las normas que fueron conformando una si-tuación global de notable expansión de derechos, se ad-vierte que el movimiento de derechos humanos ha am-pliado notablemente su perspectiva en estos años. Orga-nizaciones como el CELS o la Comisión por la Memoriade la Provincia de Buenos Aires hacen un seguimientopermanente de las violaciones a los “derechos del pre-sente”, como los denominan algunos que quieren con-traponerlos con la tarea histórica de los organismos. Sus

informes sobre los hechos de violencia institucional, lasituación en las cárceles o los cuestionamientos a las po-líticas en materia de seguridad, expresan una preocupa-ción que hoy es compartida por Madres, Familiares eHijos y todos los organismos. El acompañamiento activodel proceso kirchnerista reforzó esta mirada más global.Analizando las frustraciones de sus demandas antes del2003 y el modo como éstas avanzaron desde la asunciónde Néstor Kirchner, resulta claro para los defensores delos derechos humanos que los objetivos de Memoria,Verdad y Justicia sólo pueden lograrse en el marco deuna transformación de la sociedad argentina.

Esta última reflexión nos introduce en la actual coyun-tura. La fuerza política que lidera Mauricio Macri no tie-ne una historia de vinculación con el movimiento de De-rechos Humanos. Mantuvo siempre una calculada distan-cia que no le impidió diferenciarse de algunos reclamoscomo el relativo al enjuiciamiento de los partícipes civi-les. La entrevista concedida por el actual secretario deDerechos Humanos a uno de los grupos que niega el te-rrorismo de Estado y reclama la “memoria completa”constituyó una señal preocupante, como lo fue –aún enmayor medida, si cabe– la injuriosa declaración de DaríoLopérfido señalando que la cifra de 30000 desaparecidosfue inflada con el propósito de percibir mayores subsidios.Por otra parte, la idea de una reconciliación que facilite elolvido de los enfrentamientos de los años ‘70 aparecía enlos textos del actual secretario de Derechos Humanos y,aunque no se haya reiterado después del 10 de diciembre,parecen interpretar ese pensamiento quienes hoy consi-deran que “no deben ocuparse del pasado los Espacios deMemoria” (¿?).

Es cierto que el gobierno se ha comprometido a no de-tener los juicios por delitos de lesa humanidad, y esto de-be ser celebrado y será materia de un estricto seguimientode los organismos, pero no faltan razones para la inquie-tud respecto al futuro de las políticas de Memoria, Verdady Justicia. Más allá de la menor o mayor prudencia quemuestre el presidente para avanzar con sus políticas en es-ta área, lo más importante es que el gobierno sigue unaorientación incompatible con la vigencia de los derechoshumanos. La detención de Milagros Sala violando todoslos principios del debido proceso, el protocolo del Minis-terio de Seguridad que cercena el derecho a manifestar,los DNU que no pueden apoyarse en ninguna necesidadni urgencia para desconocer las facultades del parlamen-to, la grosera transferencia de ingresos contra los asalaria-

dos que supuso la devaluación, la ola de despidos quetambién afectó sectores importantes del área de derechoshumanos, el nuevo ciclo de endeudamiento que alegre-mente se anuncia, la integración del gobierno con predo-minio absoluto de ejecutivos de las grandes corporacio-nes, son datos que recuerdan demasiado los períodos enque fueron más castigados los ingresos de los sectores po-pulares y se retacearon sus derechos.

La visita de Obama agregó una complicación más eneste cuadro complejo. El anuncio de que el presidente deEstados Unidos visitaría la ESMA el mismo 24 de marzoy que Macri pretendía que lo acompañaran los organis-mos de derechos humanos, generó una fuerte reacciónnegativa de éstos que llevó a la cancelación de la pro-puesta. Ese día y en ese lugar, la presencia de Obama hu-biera sido vivida como una afrenta a la memoria de nues-tros compañeros y, también, como un acto hostil contralos organismos por parte del gobierno argentino. De todosmodos, el desistimiento de la ida a la ESMA, no hacesimpática la visita del presidente de los Estados Unidos.Es cierto que Obama no es Donald Trump y que algunasde sus políticas de reformas al interior de su país puedenser apoyadas, pero la política exterior estadounidense im-

pulsando una concertación mundial en la lucha contra elterrorismo interviene agresivamente en todo el mundo,desconociendo los derechos de los pueblos. También esverdad que el presidente Carter en 1977 intervino encontra de las peores atrocidades de la dictadura y que enesas gestiones dejó un recuerdo muy fuerte, la funcionariaPatricia Derian, pero Carter asumió cuando los autoresdel golpe llevaban ya 10 meses en el poder y mal puededecirse que los EE.UU. nada tuvieron que ver con la polí-tica represiva encabezada por Videla: Henry Kissinger di-jo a los funcionarios argentinos en 1976: “Si tienen algoque hacer háganlo rápido”, consejo destinado no a pararla represión sino a acelerarla, tal como entendieron susinterlocutores.

Más allá de esas discusiones, Obama viene hoy a apo-yar a Macri, convertido en portaestandarte de la ofensi-va contra los gobiernos populares del continente. Elpresidente que no descendió en Buenos Aires cuandoviajaba de Montevideo a Santiago de Chile, en tiempode Cristina, hoy llega para darle aire a la política queamenaza la Unasur y quiere reinstalar plenamente en laregión la hegemonía norteamericana. En relación conla visita del presidente de Estados Unidos, se manifesta-ron algunas diferencias entre los organismos, pero esmuy importante que haya habido acuerdo en las posi-ciones fundamentales. Esa unidad del movimiento dederechos humanos es una base en que nos apoyamospara sortear esta difícil coyuntura argentina, y para se-guir teniendo esperanza en un futuro más promisorio.Más allá de los dolores del presente, hay una historia delucha que apoya nuestra confianza.

La influencia del movimiento de derechos humanos en las políticas públicas

El largo aprendizajeCómo fue la relación delas agrupaciones devíctimas de la dictaduracon los diferentesgobiernosconstitucionales. Losdebates hacia adentro.Las demandas quetrascendieron los temasvinculados al terrorismode Estado. Los desafíosque plantea la actualgestión.

Con la Conadep, el gobiernode Raúl Alfonsín concitóexpectativas, que noresistieron la sanción de lasleyes de impunidad.

La mayoría de los organismoscomprendió rápidamente lasposibilidades que ofrecía, paraconcretar las aspiracioneshistóricas, el apoyo de un gobiernodispuesto a concretar todos susreclamos.

Resulta claro para los

defensores de los

derechos humanos

que los objetivos de

Memoria, Verdad y

Justicia sólo pueden

lograrse en el marco

de una

transformación de la

sociedad argentina.

Organizaciones como el

CELS o la Comisión por

la Memoria hacen un

seguimiento de las

violaciones a los

“derechos del

presente”, como los

denominan algunos que

quieren contraponerlos

con la tarea histórica.

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Memorias del fuego 40 años del golpeIV

Por Noé Jitrik

El reproche que uno puede hacerse, y con fundamen-to, es no prever lo que puede suceder cuando ciertascosas dejan de funcionar correctamente, cuando

comportamientos y compromisos que eran firmes se tornanerráticos e inseguros; así es cuando aparecen ciertos sínto-mas corporales, para señalar un fenómeno de orden gene-ral –le pasa a todo el mundo–, o cuando en la sociedad losdesarreglos y las anomalías superan en cantidad a una mar-cha considerada normal.

O uno no se da cuenta de en qué puede parar todo eso olo niega o está de acuerdo en lo que deparan las nubes quese tienden en el horizonte: una cosa es lo que podrían pre-ver –y en algunos casos esperar– los políticos, otra los co-merciantes e industriales, otra los especuladores, otra losobreros, otra los intelectuales, otra los pobres y los ricos.Para algunos, acostumbrados a que si algo va mal puede irpeor, esos desarreglos podrían augurar un porvenir omino-so, para otros los datos son favorables, es lo mejor que sepodría esperar: la división, que es evidentemente de claseses también de expectativas. Pero ninguno prevé del todo,pocos conocen el lugar donde se cocinan las decisiones ylas soluciones.

Creo, espero, que ese breve prólogo indica, borrosamen-te, lo que recorría el ánimo argentino desde un poco antesdel comienzo del tercer gobierno de Perón y mucho máscuando, a su muerte, asume su hierática y vacía consorte yel sucinto Rasputín que la sostiene toma rápidas iniciati-vas. La presencia, y la acción, de la “Triple A” podía hacerpensar que otras cosas se gestaban en la sombra pero que lajusticia subsistía, las instituciones nos protegían y ciertas fi-guras políticas serían el freno a una criminalización cre-ciente que algunos encontraban local, por decir así, o seacontra personajes notorios en las lides de la izquierda engeneral, y a otros, por eso mismo, les otorgaban tranquili-dad, lo que para unos era una sombra fascista, para otros un“por fin” alguien viene a poner orden en “este desquicio”.Pero prever que eso era un comienzo de algo peor no creoque nadie lo hiciera, y a eso voy. Claro que la irrupción enla universidad decía otra cosa así como que muchos amigosya no estaban y ni hablar de la economía, con el memora-ble “rodrigazo” y la parálisis sindical, poca gente tenía unaidea de cómo evolucionaría lo que podemos llamar “la si-tuación”. Menos lo que pasaba en los cuarteles.

En ese tema se puede conjeturar acerca de lo que pasaba:¿se discutiría?, ¿se tendría unidad de pensamiento y de ac-ción?, ¿se respondería a los programas represivos de la ban-

da lastireana?, ¿se trataría de olvidar los escarceos procam-poristas de algunos militares previos a la llegada de Perón?,¿cómo se estaría evaluando el evidente desorden que con-movía día a día a la sociedad argentina?, ¿de qué manera elmundo armado estaría viendo la manera de exterminar,palabra empleada en ese momento, a los movimientos,también ellos, armados, que creían que estaban a punto delograr el poder aunque el numen e inspirador, el mismísi-mo Perón, en un acceso de realismo, concepto que nuncahabía abandonado, había dejado en banda a uno de losgrupos activos, los Montoneros y, de paso, a los otros gru-pos, que nunca habían tenido su respaldo, el ERP y segura-mente otros? ¿Y los grupos de poder económico, tan preo-cupados y con tantas esperanzas puestas en los cuartelespara neutralizar las amenazas que implicaba, casi nada másque eso, la disconformidad popular, que evaluaban como“prerrevolucionaria”, que afectaban, inclusive, ¡Dios mío!,a sectores de la Iglesia?.

El golpe militar nos sorprendió en México. Al menos,no todos lo hicieron, algunos pensamos que no sólo erauna continuidad con lo que venía sucediendo sino queconstituía un perfeccionamiento, ese “por fin”, que el lo-pezrreguismo había iniciado, con ciertos éxitos, había quereconocerlo –varios asesinatos, alguna bomba domiciliaria,

la emigración de unos cuantos intelectuales y políticos,una vertiginosa devaluación–.

Y, a continuación, establecida esa filiación, comenzabaun arduo proceso de examen a varias puntas: el exilio porempezar, la adaptación a las nuevas condiciones, la cone-xión con la Argentina, el “saber” acerca de lo que sin de-mora la dictadura comenzó a ejecutar, lo que a partir de1983 se empezó a conocer en detalle y acerca de lo cual yano se podía fingir que ése era uno de los tantos golpes mili-tares que, extrañamente, afligían a un país que a muchosles gusta decir que es el más europeo de América Latina:pronto concluimos que éste tenía otro carácter y otro al-cance, no pretendía ordenar, como los anteriores, sino ar-mar un nuevo país en el cual no hubiera manifestacionesde ningún tipo, las callejeras por supuesto que no, perotambién las simbólicas, querían un país de “Dios, Patria,Hogar”, con sostén neoliberal, con afecto a bancos e im-portadores pero no a jóvenes ni a escritores ni a empresa-rios nacionales ni a sindicalistas con ideas en la cabeza, nia parientes de contestatarios, ni, en general, al pensamien-to, la cultura y concomitantes, ni, es obvio, al pobrerío queentenebrece el espectáculo de las ciudades que en algúnmomento estarán “buenas”.

El advenimiento de un Martínez de Hoz, la entrega-re-

galo luego de un despojo de película, con asesinato y todo,de Papel Prensa, el populismo barato del Mundial, la trans-ferencia de la deuda privada a la pública, los lugares de de-tención, verdaderos campos de concentración, los cadáve-res arrojados al mar, dejaban pocas, ninguna duda, acercadel alcance de la empresa que los visionarios uniformadossostenían con empeño y convicción, como si todos hubie-ran sido discípulos de Goebbels o de los franceses de Arge-lia, verdaderos maestros en cuanto a control social y méto-dos “antisubversivos”.

Poco a poco llegaban parientes, amigos y conocidos queno sólo narraban cómo habían sido “visitados” por los quedespués se supo que eran llamados “grupos de tareas” sino,sobre todo, cómo la vida toda había cambiado brutalmen-te: una cacería se había instalado, cualquier podía caer ypadecer toda clase de infamias por la licencia para matarque la dictadura había sancionado. No era fácil imaginarlo,la gente escribía poco pero sin duda además del clima deun terror que se prolongó varios años seguramente el len-guaje fue cruelmente alterado y la moral sufrió una heridaque, me temo, todavía no está cerrada puesto que, cada díaera más evidente, el golpe no fue sólo militar sino cívico-militar, expresión que dice mucho acerca de las dificulta-des de abrirle camino a la justicia.

No es fácil ir atrás y comprender claramente, con unmínimo de racionalidad, lo que se desencadenó en la Ar-gentina desde una perspectiva de la simple vida de unasociedad, pero sí que hubo quienes se beneficiaron así co-mo muchos otros se dejaron penetrar por una especie deconcepción, algo que podemos llamar difusa y feroz ideo-logía, que creían que garantizaban una existencia y queperdura en los votos que expiden cuando hay que optar,cuando hubo que optar una vez que la dictadura no diomás y se retiró de la escena con silenciosa vergüenza, de-rrotada pero firmemente convencida de que su criminalempresa, finalmente destartalada, había salvado a la pa-tria. ¿De qué? ¿De quién? Todavía nos lo podemos pre-guntar pero no tenemos dónde hacerlo: necesitaríamosun vasto tribunal en el que todas las responsabilidades,que son históricas, puedan concurrir y desprenderse desus falaces vestiduras.

Pero a nosotros, lejos, como quien mira desde una ori-lla un infinito mar, nos fue deparado contemplar y apre-ciar lo que la dictadura nos dejó; no fue poco y fue positi-vo: nos dejó que nos uniéramos pese a todas nuestras his-torias y diferencias para enfrentarla, en nuestras concien-cias, en nuestra resistencia, en nuestro imaginario, ennuestro deseo de no ser arrastrados a la muerte que de di-verso modo nos preparaban; nos dejó que muchos quedescreían de la democracia se despojaron de esa fútil cre-encia y admitieron que podía y debía ser el único caminopara que el país, que parecía perdido, pudiera ser recupe-rado y vivir; nos hizo reconsiderar nuestros modos depensamiento y de vida y aun, para los que sólo tenemoslas palabras para existir, nuevas posibilidades de manejar-nos en ese comercio, cambios de fondo, crítica más com-pleta, relaciones más profundas.

No es para agradecer pero sí para comprender, así seaprovisoriamente, cómo, en uno y otro sentido, lo que ladictadura intentó subsiste. Lo verificamos en estos días. Elnegocio con los buitres es una flagrante manifestación deesa subsistencia: la dictadura lo intentó, sus herederos es-tán a punto de lograrlo.

Desde el balcón:cuatro décadas

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Desde el Juicio a lasJuntas, realizado en plena transición, hasta la reapertura de lasinvestigaciones despuésde 2003, llevada a cabopor tribunales ordinarios, la Argentina fueprotagonista de unproceso inédito en elmundo y que se consolidó más allá de los partidos ygobernantes de turno.

Avances y retrocesos en los juicios por los crímenes de la última dictadura

El camino judicial

SUPLEMENTO ESPECIAL DE

A 40 años del golpe de Estado

Memorias del fuego

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Leandro Teysseire

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Memorias del fuegoII19-3-2016 /

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I1240 años del golpe III

Por Diego Martínez

El proceso de justicia por los miles de secuestros, torturas y asesi-natos de la última dictadura, impulsado por organismos de dere-chos humanos y protagonizado por tribunales ordinarios, es re-

conocido a nivel mundial como un caso testigo del juzgamiento decrímenes de lesa humanidad. Las peripecias de un gobierno que repre-senta a los mismos grupos de poder que promovieron y se beneficiaroncon el genocidio para intentar mostrar cierto compromiso en la luchapor Memoria, Verdad y Justicia ante el 40 aniversario del golpe de Es-tado es prueba elocuente de la consolidación de un proceso que tras-ciende a partidos y gobernantes de turno.

A partir de la declaración de inconstitucionalidad de las leyes deimpunidad lograda por los organismos en 2001, del quiebre que marcó

el inesperado apoyo del Ejecutivo encabezado por Néstor Kirchner dosaños después y de los juicios orales iniciados hace una década, son ya669 los condenados por su participación en el terrorismo de Estado; 62absoluciones y más de 120 faltas de mérito en la etapa de instrucciónratifican la plena aplicación de las garantías constitucionales a los au-tores de las más brutales y sistemáticas violaciones de derechos huma-nos del siglo pasado en la Argentina. Según el último informe de laProcuraduría de Crímenes contra la Humanidad hay 521 causas acti-vas con 2200 imputados, números elocuentes sobre el camino que fal-ta recorrer. Mientras desde 2013 se lograron incipientes avances en lajudicialización de crímenes de violencia sexual, el juzgamiento de fun-cionarios judiciales, capellanes –en ambos casos, parte del aparato es-tatal– y empresarios aparecen como los mayores desafíos del presente.

Del Juicio a las Juntas a los indultosLa primera etapa del proceso de justicia tras el retorno de la demo-

cracia tuvo su máxima expresión en el juicio a los ex comandantes yestuvo signada por la teoría de los dos demonios del presidente RaúlAlfonsín, que al asumir ordenó por sendos decretos juzgar a los miem-bros de las tres primeras juntas militares y a los líderes de las organiza-ciones armadas que habían sobrevivido al terrorismo de Estado. El go-bierno encomendó el juzgamiento de Videla, Massera & Cía. a los tri-bunales militares (sólo de haber sentencia podría apelarse ante la Cá-mara Federal) y diferenció tres niveles de responsabilidad que marcarí-an los debates posteriores: quienes dieron las órdenes, quienes las eje-cutaron y quienes cometieron “excesos”. En el Senado, donde la UCRno tenía mayoría propia, se estableció que las cámaras federales podrí-an avocarse en caso de negligencia o demora injustificada, grieta quepermitió la entrada en escena del tribunal presidido por Carlos Arsla-nian cuando el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (Consufa)concluyó que las directivas de los ex comandantes eran “inobjetables”.Los organismos de derechos humanos reclamaron sin suerte la crea-ción de una Comisión Bicameral con amplias facultades para investi-gar el terrorismo de Estado. Alfonsín optó por crear la Comisión Na-cional sobre Desaparición de Personas (Conadep) y eligió a sus miem-bros. Más frustrante aún fue que miles de denuncias presentadas antejuzgados civiles durante y después de la dictadura pasaran a manos de“jueces militares”: los sobrevivientes y familiares que se animaron adeclarar debieron toparse en los comandos con los mismos represoresque los habían secuestrado, que por supuesto no encontraron indiciosde los delitos denunciados.

La fiscalía de Julio Strassera, con Luis Moreno Ocampo como coad-yuvante, se nutrió del trabajo de la Conadep y de los organismos, ex-cluidos del proceso. A partir de las miles de víctimas registradas selec-cionaron los 700 casos con más pruebas, que abarcaran las diferentesarmas y zonas geográficas. El 22 de abril de 1985, ante los seis camaris-tas, comenzó el juicio a los ex dictadores, del que el gobierno sólo per-mitió difundir unas pocas imágenes sin sonido. Durante casi cuatro me-ses declararon 833 testigos: sobrevivientes y familiares pero también di-rigentes políticos, sacerdotes, periodistas, sindicalistas y militares, in-cluidos varios que serían condenados a partir de 2006 como el ex cape-llán Cristian Von Wernich o el ex coronel Pedro Barda. Luego fue elturno del alegato, que Strassera concluyó con su renuncia “a toda pre-tensión de originalidad” para decir “señores jueces: nunca más”. En di-ciembre llegó la sentencia: prisión perpetua para Jorge Videla y EmilioMassera, cárcel para Roberto Viola (17 años), Armando Lambruschini

(8) y Orlando Agosti (4), y absoluciones a Omar Graffigna, LeopoldoGaltieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo. El punto 30, inesperado pa-ra el gobierno, permitió a los organismos dar batalla en tribunales: or-denó juzgar a oficiales superiores que habían sido jefes de zonas y subzo-nas y a quienes habían tenido responsabilidades operativas.

En 1986, mientras distintas cámaras federales prorrogaban los plazosa favor del Consufa y crecían las presiones militares, el tribunal porte-ño condujo el segundo y último juicio antes de las leyes de impunidad,a los principales represores del “Circuito Camps”. El mismo año elCELS denunció al procurador radical Juan Octavio Gauna y a los fis-cales Juan Martín Romero Victorica y Alfredo Bisordi –avocados amaterializar los dos demonios en tribunales– por pretender imputar asupuestos “extremistas” a partir de pruebas arrancadas bajo tortura. El2 de diciembre se conocieron las condenas a Ramón Camps (25 años)y Miguel Etchecolatz (23), entre otros. Tres días después Alfonsín en-vió al Congreso la ley de Punto Final, que declararía extinguidas lascausas a quienes no fueran citados a indagatoria en los dos meses si-guientes.

La presión de los organismos y la negativa de algunos jueces a cargarcon la responsabilidad de dejar impunes miles de crímenes derivó en quealgunas cámaras y fiscalías trabajaran durante la feria judicial de verano de1987. El 23 de febrero, al concluir el plazo del Punto Final, más de 400militares estaban citados a indagatoria. La convocatoria a oficiales en ac-tividad derivó en los alzamientos “carapintadas”: la exigencia de una “so-lución política” ante los juicios. Durante la rebelión de Semana Santa,luego de hablar con Aldo Rico amotinado en Campo de Mayo, Alfonsíncalificó a los insurrectos de “héroes de Malvinas” y le pidió a miles de ma-nifestantes en Plaza de Mayo que se fueran a sus casas. Poco después elprocurador Gauna dictaminó que debían anularse las condenas a los sub-ordinados de Camps y el gobierno en la misma línea envió el Congreso elproyecto de ley de Obediencia Debida, que consideraba que todos los ac-tos de jefes y subalternos habían sido bajo coerción y subordinación. El re-sultado: la liberación de más de 150 torturadores y homicidas como Aní-bal Gordon, Eduardo Ruffo, Jorge Acosta o Ernesto Barreiro.

Los últimos años de la presidencia de Alfonsín estuvieron signadospor la lucha de algunos organismos por imputar a los ex jefes militaresque pretendían ampararse en la Obediencia Debida. La ley, en contra-partida, fue respaldada por numerosos dictámenes del procurador radi-cal Andrés D’Alessio y por fallos de la Corte Suprema de Justicia, quedesprocesó a los mayores íconos del terrorismo de Estado. Los indultosdel presidente Carlos Menem en nombre de la “paz interior” –primeroa los procesados, luego a los condenados– terminaron de sellar la im-punidad.

La larga noche menemistaLos juicios por apropiaciones de bebés nacidos en cautiverio o roba-

dos a sus padres secuestrados, delitos no incluidos en la ObedienciaDebida y los indultos, fueron en los 90 la excepción a la impunidad. Eltrabajo de Abuelas de Plaza de Mayo permitió varias condenas y debióenfrentar intensas campañas de medios y periodistas que trataban a losapropiadores como “padres históricos” y de operadores judiciales quelos veían como “salvadores” de las criaturas robadas.

La confesión de los vuelos de la muerte del capitán Adolfo Scilingo,“una forma cristiana” de morir según los capellanes de la ESMA,reinstaló el tema de la impunidad, derivó en autocríticas militares y enlos primeros reclamos del CELS por el derecho a la verdad y al duelo.La masiva movilización del 24 de marzo de 1996, en el 20º aniversariodel golpe, se tradujo días después en una denuncia por terrorismo y ge-nocidio en España, que habilitó el ejercicio de la jurisdicción univer-sal de la mano del juez Baltasar Garzón. Juicios por la Verdad en Bue-nos Aires y luego en Córdoba, La Plata, Bahía Blanca y Mar del Platapermitieron a las víctimas dar testimonio en tribunales, implicaron re-tomar la reconstrucción de la verdad y reinstalaron el malestar en loscuarteles por las citaciones a militares retirados y activos. La denunciade Abuelas por el plan sistemático de apropiaciones se tradujo en1998 en las detenciones de Videla, Massera y un grupo de marinos. Afines de 1999, en el marco de un acuerdo de solución amistosa ante laComisión Interamericana de Derechos Humanos, el gobierno de Me-nem debió aceptar el derecho a la verdad que su “mayoría automática”en la Corte Suprema había rechazado.

El gobierno del radical Fernando de la Rúa, pese a sus promesas decampaña, continuó la política de negar asistencia a jueces extranjerosy rechazar pedidos de extradición. En paralelo impulsó junto a la Igle-sia católica la idea de crear una “mesa de diálogo” con vistas a la “re-conciliación”, mientras el secretario general del Ejército visitaba y da-ba “apoyo institucional” a represores detenidos por negarse a declarar

en los Juicios por la Verdad. En 2000, ya con Scilingo preso en Espa-ña, quedó claro que el mundo era un sitio inseguro para los represoresargentinos: en Roma, por orden de un juez francés, fue detenido el exmayor Jorge Olivera, que sería liberado gracias a una maniobra de lainteligencia militar; en México fue identificado el marino Ricardo Mi-guel Cavallo, represor de la ESMA, que sería detenido en Cancún enel marco de la causa que instruía Garzón mientras intentaba huir a laArgentina.

En ese contexto el CELS presentó el escrito que derivaría en 2001en la inconstitucionalidad del punto final y la obediencia debida. Eljuez Gabriel Cavallo había procesado a dos policías por la apropiaciónde Victoria Poblete, hija de los desaparecidos José Poblete y GertrudisHlaczik, pero por las leyes de impunidad no los había indagado por lossecuestros y torturas a sus padres, que la habían hecho posible. Al añossiguiente, en la misma causa, el procurador Nicolás Becerra dictaminóque las leyes eran insconstitucionales. En los últimos meses del interi-nato del senador Eduardo Duhalde se intensificaron las presiones delEjército y de la Iglesia católica para que la Corte validara ambas leyes.

La asunción de Néstor Kirchner implicó un giro inesperado en el roldel Ejecutivo frente al proceso de Memoria, Verdad y Justicia. Primeroremovió a la cúpula militar que encabezaba el general Ricardo Brinzo-ni, cara visible de las presiones a la Corte junto con el obispo AntonioBaseotto. Luego recibió a los organismos, derogó el decreto de De laRúa que rechazaba las extradiciones y promovió el juicio político de la“mayoría automática” menemista en la Corte. En ese contexto elCongreso declaró “insanablemente nulas” las leyes de impunidad y co-menzaron a reabrirse causas en todo el país. En paralelo con la volun-tad política del Ejecutivo y el Legislativo quedaron en evidencia las li-mitaciones de la corporación judicial para afrontar procesos comple-jos, de dimensiones inusuales y con el trasfondo del terrorismo de Es-tado. Su avance, en consecuencia, dependió en gran medida de la ca-pacidad de organismos, abogados querellantes y en algunos casos fisca-les que comenzaron gradualmente a coordinar su trabajo.

El 24 de marzo de 2004, luego de visitar la ESMA junto a sobrevi-

vientes, Kirchner firmó con el gobierno porteño el convenio de crea-ción del Espacio para la Memoria y la Promoción y Defensa de los De-rechos Humanos, que implicó recuperar para la sociedad civil el pre-dio donde funcionó el mayor centro clandestino de la Armada. “Ven-go a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de ha-ber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades”, dijojunto a dos hijos de desaparecidos. El mismo día ordenó bajar los re-tratos de Videla y Reynaldo Bignone del Colegio Militar. Ante elnuevo escenario, con procesos en marcha, resistencias crecientes deoperadores judiciales y el flamante reclamo de “juzgamiento comple-to” por parte de quienes históricamente habían defendido las leyes de

impunidad, con el diario La Nación como vocero, en junio de 2005 lasaneada Corte Suprema removió el último obstáculo judicial al confir-mar que eran inválidas e inconstitucionales.

El retorno de los juiciosEl 4 de agosto de 2006, a casi veinte años de la sentencia a Camps

& Richieri, el torturador Julio Simón se convirtió en el primer conde-nado de la nueva etapa. El Turco Julián, que había ostentado su impu-nidad en TV, recibió una pena de 25 años de prisión por los delitoscontra Poblete–Hlaczik y el ocultamiento de su hija. En La Plata,donde la Cámara Federal producía pruebas desde hacía ocho años enel Juicio por la Verdad, el tribunal oral condenó a prisión perpetua aEtchecolatz. El proceso al ex director de investigaciones de la policíabonaerense fue paradójicamente un duro golpe al proceso de justiciapor la desaparición del albañil y ex militante montonero Jorge JulioLópez, que diez años después sigue impune. Testigo directo de las atro-cidades de Etchecolatz, López salió de su casa el 18 de septiembre ynunca llegó a la sala donde alegarían sus abogadas. La desapariciónsembró temor entre testigos, puso de manifiesto la falta de previsiónsobre las consecuencias de reabrir juicios a miles de represores y la ne-cesidad de garantizar la seguridad de los distintos actores.

La Cámara de Casación presidida por Alfredo Bisordi fue en esosaños el símbolo del poder judicial al servicio de la parálisis de causasde lesa humanidad. “Les juro que empujo y empujo pero hay jueces yfiscales que se hacen los distraídos”, dijo Kirchner el 24 de marzo de2007 ante miles de personas en el ex centro clandestino La Perla. Díasantes el procurador Esteban Righi había creado la Unidad de Coordi-nación y Seguimiento de causas, que activó el trabajo de fiscales entodo el país, y se creó el Programa Verdad y Justicia para remover obs-táculos desde el Ejecutivo y garantizar la seguridad de los testigos. Lalentitud en la instrucción de causas, el alojamiento de procesados conprisión preventiva en unidades militares y las recusaciones y excusa-ciones permanentes fueron algunas de las batallas que debieron afron-tar organismos y fiscales.

El juicio al ex capellán Von Wernich instaló con fuerza en 2007 lacrítica por la fragmentación de procesos, que implicaba la revictimiza-ción de sobrevivientes obligados a declarar una y otra vez. Más burdoaún fue el juicio del TOF-5 porteño al ex prefecto Héctor Febres pordelitos contra más de 300 víctimas de la ESMA. Para peor el represormurió envenenado con cianuro en su prisión VIP de Prefectura díasantes de la sentencia. El primer juicio con más de un imputado, esemismo año, terminó con condenas a Cristino Nicolaides y varios excoroneles del Batallón de Inteligencia 601 por desapariciones de mili-tantes montoneros en 1980.

El incipiente avance de los procesos reavivó en los nostálgicos de ladictadura la idea de los dos demonios, con el consiguiente reclamo de“justicia completa” y el intento de perseguir penalmente a militantesque habían sobrevivido a la dictadura. Si bien no faltaron fiscales dis-puestos a convalidar intentos de reabrir causas por delitos comunesocurridos en los 70, un documento bien fundamentado de la Unidadde Coordinación que Righi convirtió en instrucción disuadió a fiscalesy jueces de forzar el concepto de lesa humanidad para reabrir causasprescriptas.

En 2008 los juicios llegaron al interior del país, donde impactaroncon fuerza por la cercanía entre víctimas y victimarios. En Corrien-tes el principal acusado fue el empresario y ex oficial de inteligenciaJuan Carlos Demarchi, que había presidido la Sociedad Rural de laprovincia. El día de la sentencia, ante las cámaras de TV, la apolo-gista del genocidio Cecilia Pando amenazó con degollar al entoncessecretario de derechos humanos Eduardo Luis Duhalde. En Córdoba,ante un marco imponente, fueron juzgados Luciano Menéndez y sie-te ex miembros del Destacamento de Inteligencia 141. El ex coman-dante del Tercer Cuerpo expuso allí por primera vez la reivindica-ción de la “guerra revolucionaria” contra “el terrorismo marxista”que repitió desde entonces antes de cada sentencia. El mismo añoMenéndez también fue juzgado en Tucumán por el homicidio del exsenador Gerónimo Vargas Aignasse junto a Antonio Domingo Bus-si, ex jefe del Operativo Independencia y ex gobernador en los 90,que gozaba de arresto domiciliario en un country.

El TOF-5 porteño, mientras acumulaba elevaciones de las megacau-sas ESMA y Primer Cuerpo de Ejército, juzgó ese año a los apropiado-res de María Eugenia Sampayo Barragán (primera nieta restituida quequerelló a los responsables de su apropiación), a tres policías por laMasacre de Fátima y a tres ex jefes de áreas militares por crímenes enlos CCD Mansión Seré y La Cueva de Mar del Plata. En las antípodasde los juicios que habían expuesto el cinismo de Von Wernich, el

llanto de Bussi y el desequilibrio de Pando, el tribunal presidido porGuillermo Gordo prohibió el ingreso de reporteros gráficos y dio unalarga batalla que obligó a la Corte Suprema a dictar una acordada paragarantizar la publicidad de los procesos.

La presión creciente por la lentitud de los juicios, el escaso núme-ro de imputados, la dispersión de investigaciones y las dificultadespara integrar tribunales derivó en 2009 en la creación de una “Co-misión Interpoderes” con representantes de la Procuración y los trespoderes del Estado. Ese ámbito gestado a instancias de la Corte per-mitió interpelar a algunos de los jueces que frenaban causas. La de-rrota del kirchnerismo en las elecciones legislativas no tardó en serdecodificada por operadores judiciales. Cinco días después un tribu-nal de Mar del Plata absolvió al coronel Alejandro Duret por el ase-sinato de Carlos Labolita (ex compañero de Kirchner y CFK), sen-

tencia que revertiría la Cámara de Casación. El TOF-5, en tanto, re-virtió el criterio sentado desde el Juicio a las Juntas y absolvió a tresoficiales superiores que habían sido jefes de áreas militares de la ciu-dad en las cuales funcionaron centros clandestinos, fallo que tam-bién anuló Casación años después. Una de las pocas notas alentado-ras de aquel año fue la condena a Víctor Brussa, que como empleadojudicial había participado de interrogatorios con torturas en SantaFe y ya en democracia se convirtió en juez federal.

En enero de 2010 PáginaI12 advirtió que al ritmo del último año(32 condenados, 5 absueltos) demandaría 23 años juzgar a los 860 im-putados hasta entonces y anunció que sería “el año de los juicios” gra-cias a los criterios de acumulación de causas impulsados por la Procu-ración. Por esos días comenzó el primer juicio a un grupo de marinosde la ESMA y a militares del circuito Atlético–Banco–Olimpo. En el24º aniversario del golpe el ex senador Duhalde propuso “mirar paraadelante” y plebiscitar la continuidad de los juicios. Poco después, enel marco de los festejos del Bicentenario de la Patria, un centenar decondenados encabezados por Videla pidieron una amnistía a través deun obispo del Episcopado. El rechazo generalizado incluyó un respaldounánime del Congreso al proceso de justicia como “política de Estadode carácter irrenunciable”, en tanto Ricardo Lorenzetti, presidente dela Corte, advirtió que los juicios “están dentro del contrato social delos argentinos y forman parte del consenso básico de la sociedad”.2010 marcó un claro quiebre, con audiencias en paralelo en todo elpaís y un total de 109 condenados.

Durante el último lustro se concretaron juicios significativos de lamagnitud del terrorismo de Estado, que permitieron que 731 imputa-dos recibieran sentencias. Otros 250 murieron a tiempo, impunes. En2012, tras una instrucción eterna, Abuelas logró hacer realidad el jui-cio por el Plan Sistemático de robo de bebés, con condenas para Vide-la, Acosta & Cía. El trabajo tenaz de organizaciones especializadas yde la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad permitió que enlos últimos tres años 66 imputados fueran condenados por delitos se-xuales. La cifra implica un avance (hasta 2012 había un solo condena-do) aunque representa un porcentaje ínfimo de los casos documenta-dos en expedientes.

A días del 40º aniversario del golpe, la principal cuenta pendientedel proceso de Memoria, Verdad y Justicia, producto de la resistenciade la corporación judicial, es el juzgamiento de la pata civil y eclesiás-tica del terrorismo de Estado. La acumulación de pruebas sobre el rolactivo de empresarios, funcionarios, jueces, fiscales, sacerdotes y perio-distas en una trama compleja, que excedió con creces a militares y po-licías, no se tradujo en sentencias salvo en contadas excepciones comoVon Wernich, Jaime Smart o Manlio Martínez. Tal como había ocu-rrido tras la derrota del kirchnerismo en las legislativas de 2009, el usopolítico de la muerte del fiscal Alberto Nisman contra el gobierno deCristina Kirchner a principios de 2015 fue decodificado de inmediatopor los operadores judiciales y se tradujo en una seguidilla de resolu-ciones que confirmaron la negativa de la corporación a permitir elavance de causas a empresarios como Pedro Blaquier, Vicente Massoto los dueños de Papel Prensa. El progresivo desmentelamiento de lasestructuras de apoyo a los juicios del Poder Ejecutivo tras el ascenso deMauricio Macri constituye un claro aporte a la impunidad pero estálejos de significar el fin de la historia, máxime tratándose de un proce-so que hace 40 años impulsaron los organismos en soldad pero que hoyforma parte de la identidad del pueblo argentino.

El juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura

Proceso al genocidioEl Juicio a las Juntas, las causas en el

exterior, las investigaciones por el derecho ala verdad y la reapertura que comenzó hacediez años. Los empresarios, miembros de la

Iglesia y el Poder Judicial son las tareaspendientes.

Los represores de la ESMA Alfredo Astiz y Miguel Angel Cavallo fueroncondenados en octubre de 2011.

La Cámara Federal de la Capital juzgó en 1985 a los miembros de las tresprimeras juntas militares.

El ex marino Adolfo Scilingo fue arrestado en España mientras aquí regían lasleyes de impunidad.

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Memorias del fuego 40 años del golpeIV

Por Ricardo Forster *

Elijo evocar el fatídico 24 de marzo de 1976 recu-perando, desde los hilos de una memoria siemprecaprichosa, a aquellos que fuimos antes de que se

desencadenara la noche criminal de la dictadura y mo-dificara de un modo irreversible nuestras vidas y anuestro país. La rememoración lucha contra las nuevasestrategias del olvido que hoy recorren a un gobiernoque, bajo las mil caras del cinismo, intenta pasteurizarnuestra historia disolviéndola en una forma vaciada detodo contenido.

¿Cómo regresar a aquellos años únicos sin sentir unaextraña mezcla de emoción, temblor, nostalgia e inquie-tud? ¿Cómo dejar que la memoria haga el complejo tra-bajo de la rememoración y que acabe por elegir lo queguardamos sin saberlo? ¿De qué manera recordar aquellosque fuimos en los años iniciáticos? ¿Cómo escribir dequienes ya no están pero persisten, inconmovibles, enimágenes de una juventud espectral? Girar nuestra mira-da para regresar al pasado, a cierto pasado que nos hamarcado para siempre, no resulta sencillo. ¿Quiénes fui-mos? ¿Qué nos conmovió de tal modo como para lanzar-nos a la aventura de la transformación del mundo? Era-mos demasiado jóvenes, algunos quinceañeros, todos dis-puestos a ser parte de una cofradía que lograba entrelazarla política imaginada como revolución con la amistad, lapasión amorosa, el riesgo y, claro, cierta inocencia quenos permitía plantarnos ante la injusticia de la sociedadcon toda la hermosa prepotencia de quienes viven conplenitud sus años salvajes.

No había, entre nosotros, cálculo alguno ni mezquin-dades. Creíamos en ideales transformadores y en la arcai-ca potencia de lo utópico. Nos sentíamos elegidos paraabrir las sendas de una nueva historia. No imaginába-mos, no podíamos hacerlo, que el precio a pagar por esederrame de militancia e idealismo sería la entrada en lanoche más oscura. Vivíamos la plenitud de cada día, decada instante creyendo que el mañana sería nuestro yque en el riesgo se jugaba, también, la oportunidad deser actores de un tiempo preñado de esperanzas. Lamuerte no era otra cosa, no podía serlo, que la entrada almito, la metamorfosis heroica de quienes habían caídollevando las banderas de la revolución. Allí estaba laimagen eternizada del Che para recordarnos que no po-díamos morir porque seguiríamos viviendo en cada com-pañero hasta el día de la victoria final en el que todos,absolutamente todos, nos reencontraríamos en las aveni-das de la libertad y la igualdad. No podíamos siquiera

imaginar que la muerte también nos sería escamoteada,que el aura de heroicidad sería convertida en imagen pe-sadillesca de lo que no podía ser pensado como posible.Ya no se trataba del Che ni de los combatientes, ni delejemplo militante... de repente se abrió una fosa delantenuestro que pareció tragarse todo bajo ese nombre es-pantoso: “desaparecido”. Por eso el camino laberínticode la rememoración busca restituir lo que se intentó bo-rrar; intenta recuperar rostros y vidas que también fue-ron las nuestras y que seguimos añorando.

No puedo regresar a ese tiempo espléndido y terriblesin eludir la trampa del anacronismo, esa misma que noshace juzgar lo que hicimos y quienes fuimos desde la se-veridad adulta o, peor todavía, desde un mundo que seha puesto de espaldas a esa otra época en la que creíamosque podíamos tocar el cielo con las manos. Para mí,cuando viajo por los pasadizos de la memoria, cuando re-gresan los rostros entrañables de los que ya no están, nohay otra cosa que la nostalgia de aquello que fuimos, deaquello que soñamos, de las interminables discusiones enlas que cada quien arrojaba sus propias impertinencias,de esa insaciable búsqueda que nos lanzó, sin que lo su-piéramos, al más absoluto de los riesgos. En nuestras ado-lescencias fulgurantes vivimos con una prisa que presa-giaba, quizás, que lo que no nos sobraría sería el tiempo.Una extraña suspensión de la temporalidad, un vivir elinstante como si fuera eterno caracterizó, eso lo pienso ala distancia, aquella experiencia generacional en la quetodo se ofrecía como posible. Sueño y voluntad, intrepi-dez y cierta arrogancia se conjugaron con el deseo fer-viente de metabolizar en nosotros, en nuestras vidas, elideal revolucionario. Generosidad y locura, ¿podía habersido diferente? ¿Hubiéramos transitado del modo comolo hicimos la historia de aquellos años si la cordura hu-biera definido nuestras actitudes? Lo dudo. El precio quese pagó –terrible, inmenso, brutal– fue la consecuenciade un sistema que no podía permitir que esos jóvenes si-guieran inventando otro mundo.

Tengo demasiado presente el vértigo de aquel año em-blemático –1973–; cierro lo ojos y me encuentro de nue-vo en el viejo edificio del Colegio Nacional Roca de lacalle Amenábar. Vuelve, siempre, la imagen y la presen-cia de Memo. Su luz. Era el mayor de nosotros, lo admi-

rábamos por su inteligencia y por la pinta que tenía.Luego llegaría el tiempo de leer su poesía y de seguir ad-mirando su frescura y su capacidad, siempre, para que-darse con la más linda. Con Memo recorrí los primerospasos de la militancia. Juntos, más Ariel y Martín y des-pués el Tupa formamos la célula del FLS en el colegio ycumplimos un papel destacado en la inolvidable tomaque nos transformó, por un par de días, en jóvenes liber-tarios capaces de interrumpir la continuidad de una edu-cación autoritaria y descorazonadora. Entre el 11 demarzo y el 25 de mayo del 73 aquello fue una fiesta. To-do estaba ahí: la agrupación, los primeros juegos de laclandestinidad adolescente, el fervor revolucionario, lasmanifestaciones, la noche del 25 caminando hacia De-voto para liberar a los presos, la extraordinaria sensaciónde pertenencia, de ser parte de algo grande y de hacerlocon los amigos. Una generación que, heredera de losmovimientos de los sesenta que inventaron al joven y asus rebeldías, nos convertía a nosotros, que recién entrá-bamos al escenario de la historia, en insólitos actores deun drama cuyo final no podíamos entrever.

Tal vez, eso siempre lo pensé, el final se devoró de ma-la manera, junto con los amigos del alma, la exquisita lo-cura de aquellos sueños. Claudio Ferraris (Memo para losdías militantes y para el empecinamiento de la memoria)brilla, a lo lejos, con la luz de esas ilusiones; pero tam-bién brilla desde su bella juventud, en su poesía, en sugenerosidad para dar lo que no podía dar. Muchas vecestrato de imaginar, sabiendo que era el mejor de nosotros,la vida que hubiera merecido vivir. Siento una gran tris-teza por no poder sentir la nostalgia de esa vida, por nohaber podido ser testigo de sus logros.

Pero también tengo un profundo agradecimiento poresos años, por el aprendizaje, por los sueños comparti-dos, por las noches mimeografiando panfletos y cuader-nillos, por las interminables charlas acompañadas delhambriento deseo de saber más, por la ilusión grabadapara siempre en aquel graffiti de mayo del 68: “La ima-ginación al poder”. Los nombres de los que ya no estáncon nosotros siguen insistiendo para recordarnos, siem-pre, que hay fidelidades antiguas y fundamentales quenos acompañan a lo largo de la vida. Merleau-Pontydecía que él nunca había logrado curarse de su incom-parable infancia; nosotros, quizás, nunca acabaremos decurarnos de nuestra incomparable adolescencia y ju-ventud compartida con aquellos compañeros a los quetanto extrañamos.

✱ Filósofo.

Recordar1° de julio de 1974.

Marta Merkin

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SUPLEMENTO ESPECIAL DE

A 40 años del golpe de Estado

Memorias del fuego

PáginaI12

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Las movilizaciones contra elterrorismo de Estado

La Memoriaen la calle

Desde las proclamas militares de los 24 de marzo durante la dictadura y losprimeros actos relámpago de repudio

hasta las marchas multitudinariasencabezadas por los organismos de

derechos humanos. La concentracióncontra el indulto como la primera muestra

masiva de repudio a la impunidad.

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Memorias del fuego 40 años del golpeIV

Por Roberto “Tito” Cossa

El 23 de marzo de 1976 a las 11.30 de la noche ha-bíamos cerrado la edición de El CronistaComercial. Eran horas de gran incertidumbre insti-

tucional. Si la memoria no me falla ese día el vespertinoLa Razón encabezaba la portada con título catástrofe: “Esinminente el final. Todo está dicho”.

Al salir del diario me crucé con Rafael Perrotta, pro-pietario y director. “Cacho” (así quería que los llamára-mos) había dado un vuelco ideológico espectacular. Eraun hombre que en el pasado frecuentaba el mundo de laoligarquía; socio del Jockey Club. En sus últimos añosasumió las ideas de izquierda y puso el diario a su servi-cio. Pero mantenía su amistad con Martínez de Hoz y losprincipales generales del Ejército. Tenía, entonces, muybuena información del verdadero poder. Esa noche lepregunté que noticias tenía. “A las dos de mañana anun-cian el golpe; poné la radio”. Y agregó: “Ustedes no sa-ben lo que se viene. Va ser terrible. ¡Terrible!”

Perrotta –se sabe– está entre los miles de desapareci-dos. Testigos que compartieron sus últimas horas en lacárcel lo vieron destrozado.

Esa noche me acosté con la radio encendida. Tal co-mo lo había pronosticado Perrotta sonó la marchita mi-litar y locutor anunció que el país estaba bajo el controlde las Fuerzas Armadas.

Dormí mal y a las 10 de la mañana del día siguiente yaestaba en la redacción. Era uno de los responsables de laedición y no sabía cómo venía la mano. Un rato despuésrecibimos un mensaje del Edificio Libertador. Se convo-caba a responsables de los medios. Fuimos con el prose-cretario Hugo Murno. Esperamos un rato en el parqueque rodea a la sede militar hasta que llegó nuestro turno.Nos recibió un coronel (cuyo nombre no recuerdo)quien nos informó que, a partir de ese momento, solodebíamos publicar los cables de la agencia Télam. “¿YNoticias Argentinas?” le pregunté.

Claro. Las noticias argentinas.Con Hugo no pudimos reprimir un intercambio de mi-

radas socarronas.Y como advirtió Perrotta vino una época terrible. Con

frecuencia repaso aquéllos años y me vuelven las peoresimágenes. Desde el ventanal del Cronista vimos comodos tipos de civil subían a un camión de Juncadella alNegro Demarchi, nuestro recordado compañero y dele-gado de los trabajadores. Demarchi, también, figura en lalista de los desaparecidos. O de cuando con mi ex mujertuvimos que abandonar un departamento por un dato

que nos resultó sospechoso. Ya no podríamos dormirtranquilos en ese departamento que nos gustaba mucho.Y fuimos a parar al dos ambientes de mi ex suegra.

Cuando se produjo el golpe, El Cronista se vendió rá-pidamente a un sector vinculado con el poder. Penséque no iba a resistir seguir trabajando en un diario quese convertiría en un vocero de la dictadura y renuncié.Tenía como recurso de vida al imprevisible oficio de dra-maturgo. Y, más aun, decidí abandonar el país. Me ins-cribí en la lista de espera de ELMA, la empresa nacionalque admitía algunos pasajeros en sus buques de carga. Lehabía escrito a mi entrañable compañero, el periodistaHoracio Eichelbaum, quien me dijo que en Andalucíaencontraría un lugar bajo el sol.

Entretanto me puse a escribir. Y terminé un borradorde La Nona. que se estrenaría en agosto de 1977 congran éxito. La Nona inclinó la balanza para quedarme enel país. Habíamos formado un grupo con Carlos Gorosti-za, Carlos Somigliana, el escenógrafo Leandro Ragucci yel director y productor Héctor Aure. Tomamos el teatroLassalle y estrenamos algunas obras. El estar en grupo,con mis colegas, con actores y directores, haciendo loque me gustaba me daba alguna protección. Yo me habíahecho mi propio prontuario. No estaba en la guerrilla. Esmás, varias veces discutí con algún compañero sobre laeficacia de la lucha armada. Se sabía que yo era la quesuele calificarse como un “hombre de izquierda” pero,me decía, inocuo. No me desprendí de los pocos librosmarxistas que tenía en la biblioteca. Pensé que si la jau-ría entraba en mi casa entendería que un escritor poseye-ra esos ejemplares. No advertí que en una vieja libretatenía anotado el teléfono de unos de los más importantesjefes Montoneros. Ese dato, sí, me hubiera provocado unmal momento.

Hace poco tiempo el ex ministro de Defensa, AgustínRossi, recibió de la Fuerza Aérea las listas donde figuran

los artistas y periodistas que estábamos prohibidos. Apa-rezco en “Fórmula 4”, la más sospechada, con la califica-ción “posee antecedentes marxistas”.

En fin. Sobreviví. En 1980 hice un viaje a Europa conel propósito de visitar a mis amigos y compañeros exilia-dos: Osvaldo Soriano en París, Mabel Itzcovich en Ro-ma, Carlos Alfieri en Barcelona y Norberto Colominasen Madrid. Hablamos mucho de la situación en el país, aveces con otros argentinos que frecuentaban a mis ami-gos. Sentí que el subtexto del diálogo era: “¿cómo podésvivir en la Argentina?”. Y sí: me lavo los dientes todaslas mañanas, almuerzo y ceno como siempre; escribo tea-tro, estreno y me va bien; duermo tranquilo y hago elamor. Y a veces nos juntamos los amigos, tomamos vinoy nos reímos. La vida sigue. En ningún caso apareció elmínimo reproche sobre si había que quedarse o habíaque partir. Todos éramos víctimas.

También es cierto que uno se cargaba de culpas. Ahíestaban esas valientes mujeres girando alrededor del mo-numento en Plaza de Mayo. Ganas de gritar, de salir deesa asfixia que nos tenía inmóviles. Hasta que aparecióTeatro Abierto. Los autores prohibidos en los espaciosoficiales decidimos salir de los sótanos donde nos ence-rrábamos con la consigna no escrita: “hay autores, aquíestamos”. Convocamos a los actores y a los directores ypusimos en escena 20 obras breves con gran éxito de pú-blico. Algunas de esas obras claramente dirigidas al mo-mento que vivíamos. A la semana, un atentado destruyóparte de la sala. Si bien la etapa de terror había quedadoatrás, el atentado demostraba que la dictadura no estabadispuesta a permitir rebeldías. Entendieron que TeatroAbierto, más que un hecho artístico, era un acto de re-sistencia política. Entendieron bien y golpearon. TeatroAbierto se trasladó al teatro Tabarís y potenció la con-currencia de público, La solidaridad del mundo culturalfue enorme. Más de cien pintores nos donaron cuadroscon los que pudiéramos reparar las pérdidas, veinte salasse ofrecieron para albergar el ciclo. Surgió “Danza Abier-ta”, “Poesía Abierta”. Por primera vez sentimos que enmedio del infierno estábamos vivos.

Pasaron cuarenta años desde aquélla noche en que Pe-rrotta me dijo que lo que se venía era terrible. Cuarentaaños, pero la dictadura no se desprende de mi memoria.Los juicios y las condenas a los genocidas son reparado-res. La presencia de Madres, Abuelas, H.i.j.o.s, y los or-ganismos de derechos humanos me hacen pensar que notodo está perdido.

Pero a veces me pregunto: ¿cómo pudiste vivir en laArgentina?

Vivir endictadura

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SUPLEMENTO ESPECIAL DE

A 40 años del golpe de Estado

Memorias del fuego

PáginaI12

L U N E S 2 1 D E M A R Z O D E 2 0 1 6

Télam

El proceso de justicia por los crímenes de la última dictadura

Dar testimonio

La reapertura de los juicios en todo el país permitió que personas que nunca se habían animado sumensus relatos a la reconstrucción de lo que pasó durante el terrorismo de Estado. Eso hizo que sedenunciaran nuevos casos, pero también que afloren cosas que se habían mantenido ocultas, como los crímenes sexuales en los centros clandestinos de detención. La voz de las mujeres.

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Memorias del fuegoII21-3-2016 /

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I1240 años del golpe III

Por Sonia Tessa

“Hace 34 años que me están torturando.” La contundente frase deBeatriz Beletti ante el Tribunal Oral Federal número 2 de Rosarioera escuchada por primera vez en un juicio oral y público. Fue el 23

de noviembre de 2010. Beatriz demoró en denunciar lo que le habíaocurrido: secuestrada el 14 de septiembre de 1976, cargó con el silenciohasta que, en 1997, vio en una entrevista televisiva a su secuestrador,Alberto Vitantonio, que estaba en plena actividad como policía de laprovincia, y era el jefe de seguridad de un partido de fútbol. Ni siquieraentonces fue a Tribunales por ella, sino por la familia Labrador, con cin-co integrantes asesinados y desaparecidos. “Durante años pensé, sostuve,que no hay que hablar de la tortura. Sin embargo, voy a hacer una ex-cepción porque creo que si todos venimos acá y decimos sólo que nostorturaron, no se va a tener la dimensión de lo que era eso”, dijo Beatrizla primera vez que su palabra se escuchó en una sala de audiencias, de-lante de los jueces, en la cara de los perpetradores del terrorismo de Es-tado en Rosario. “Me decían que hablara, que iba a terminar teniendo

un hijo de un hijo de puta. Me decían que tenían tiempo de hacerme unhijo, reventármelo y volver a hacerme otro”, relató entre llantos. La es-cena es inolvidable para quien la haya presenciado, y se repitió por milesen todos los tribunales orales del país desde que los juicios reabiertos en2003 llegaron a la instancia oral. Si hoy la Argentina es un ejemplo parael mundo por sus juicios por los crímenes de lesa humanidad, realizadosen tribunales ordinarios, con sus jueces naturales, se debe en gran partea la valentía de miles de sobrevivientes que pusieron su pellejo por se-gunda vez, después de más de 30 años de silencio, de saber que podíancruzarse en la calle con sus torturadores, con los asesinos de aquellacompañera o aquel compañero con los que habían compartido la vida yla militancia afuera, o la casinovida adentro del centro clandestino dedetención. A 40 años del golpe, debiera ser ocioso recordar por qué losjuicios tienen una lógica propia que los hace crecer, multiplicarse en lascomplicidades civiles, judiciales, eclesiásticas, avanzar hasta completarla mayor cantidad de piezas del rompecabezas. Un dato da la pauta: des-de 2010, con la primera condena por violaciones como delitos de lesahumanidad contra Gregorio Molina, en Mar del Plata, se dieron 15 sen-tencias por esta causa, con 65 condenados. Mientras tanto, todavía, mu-chos represores mueren impunes. Según los números de la Procuraduríade Crímenes contra la Humanidad, en estos años murieron 252 acusa-dos. Cuando la embestida por poner fin a estos procesos se hace oír confuerza, es cuando los testimonios se hacen más nítidos y valiosos.

Desde la Procuraduría indicaron que al 1º de marzo se cuentan 526causas por delitos de lesa humanidad, de las cuales 155 tienen sentencia,14 están en juicio, 113 con elevación a juicio, y 244 en instrucción. Deltotal de 2354 imputados, hay 56 prófugos y 252 murieron. En tanto, hu-bo 665 condenados, 62 absueltos, 880 procesados, 132 con falta de méri-to (no se encontraron pruebas para mantenerlos vinculados a la causa).En tanto, 28 acusados fueron sobreseídos y hay 26 personas indagadas,cuya situación procesal aún no está definida. También hay 250 imputa-dos. A 3 represores se los declaró incapaces, y por tanto no pueden sersometidos a juicio.

Apenas asumió, el presidente Mauricio Macri dijo que estos juiciosiban a seguir. Pero esa continuidad no se dará por generación espontá-nea, sino que depende de una cantidad de acciones minuciosas y conti-nuadas que involucran –durante los últimos doce años han involucrado–fuertemente al poder ejecutivo. “Hay un recorte muy evidente en las po-líticas públicas de memoria verdad y justicia, de acompañamiento a lasvíctimas y testigos, a través –por dar sólo un ejemplo– de los once despi-dos en el Programa de Memoria, Verdad y Justicia, pero también en elUlloa, en la Secretaría de Derechos Humanos”, enumeró Elizabeth Gó-mez Alcorta, que fue coordinadora del Programa de Memoria... hasta di-ciembre pasado, e integra la Red de Abogadas y Abogados en juicios pordelitos de lesa humanidad.

La coordinadora de la Procuraduría, Carolina Varsky, también subrayóel valor que tiene una política activa del Estad para llevar adelante losjuicios por delitos de lesa humanidad. “Todos estos años, desde la reaper-tura del proceso de enjuiciamiento y quizá desde el primer juicio, que sehizo en 2006, se supo conseguir y mejorar una metodología de trabajoque respetara a las víctimas, que le diera preponderancia a estos juicios,que distintas agencias preparan a cada testigo para este proceso. Fue muyimportante que fuera una política de estado”, explicó Varsky.

Cada testimonio requiere de un acompañamiento, de una puesta en

valor de la palabra de la víctima, que durante años esperó el momento decontarlo frente a un Tribunal. O que lo temió, o lo esquivó. “Hubo des-pidos en todas las áreas involucradas con el seguimiento y apoyo a los jui-cios. Desde el actual Poder Ejecutivo dicen que los juicios van a seguir,pero no se sostienen solo a partir del poder judicial: si se recortan las áre-as donde se hacían las investigaciones, donde acompañaban los allana-mientos, en realidad, los van a dejar morir –describió Gómez Alcorta–.Muchas de las investigaciones que hicimos desde el Programa concluye-ron en detenciones específicas. En 2015 logramos la detención del gordo1, un represor de Campo de Mayo. Esa investigación estaba en la justiciapero el que aporta el dato es el Ejecutivo. La idea de que los juicios sigansin el sostén de una política pública vinculada a la memoria, la verdad yla justicia es una falacia”. La convicción de Gómez Alcorta se confirmócon “el sinceramiento de (Claudio) Avruj (secretario de Derechos Hu-manos de la Nación), que salió a decir que los viejitos tienen que estaren sus casas o con la resolución para que sean atendidos nuevamente enhospitales militares. Todo eso son señales porque el poder judicial es muypermeable al poder político. Nosotros cuando estábamos en el Ejecutivosalíamos a sostener que había que garantizar todas las especialidades enlos centros de salud de los penales de Ezeiza y Marcos Paz, para que losdetenidos puedan recibir la atención debida pero sin abandonar el lugarde detención”.

Y, por si aún hiciera falta, la abogada de la Asamblea Permanente porlos Derechos Humanos de La Plata, Marta Vedio, recuerda que “la clan-destinidad de la represión, del terrorismo de estado, nos priva de todaotra prueba que no sea la palabra de los sobrevivientes. Sin sobrevivien-tes no hay reconstrucción histórica”.

En esa misma línea, Varsky destacó “el valor del testimonio, a lo largode todo el proceso, al comparar los primeros testimonios en los juicios enlos 80 con lo riquísimo que son los testimonios hoy en los debates, decuánto aportan, del lugar en el que el testigo víctima puede ubicarse. Asícomo el testigo-víctima en los 80 se concentraba en recordar compañe-ros desaparecidos e identificar a los responsables, hoy pueden hablar desus vivencias, sin olvidar a los compañeros ni a los responsables. Eso ge-neró una mejora en la escucha. Si el testigo puede hablar es porque hayalguien que los está escuchando desde otro lugar, los está respetando. Eso

también genera el escenario para que puedan distinguirse los delitos porcrímenes de violencia sexual”.

Según un dicho popular, de esos que se impregnan en el imaginariocolectivo, el miedo no es sonso. Las experiencias vividas dejan a las víc-timas siempre al borde de revivir el horror. Los riesgos acechan menosque en 1985, cuando declarar en el Juicio a las Juntas era un pasaporteseguro a amenazas y seguimientos por la calle. Aunque, si del pellejo setrata, Silvia Suppo es una herida sangrante: testigo en la primera causade la provincia de Santa Fe, la causa Brusa, contó en octubre de 2009 lasviolaciones que sufrió de parte de tres represores en el centro clandestino“La Casita”, que le provocaron un embarazo. Juan Perizotti, el jefe delGrupo de Infantería Reforzada –donde estaba alojada cuando descubrióel embarazo–, le dijo que había que “subsanar el error”. Aborto forzado esla figura que contempla el estatuto del Tribunal Penal Internacional paralo que vivió Silvia. Cuando lo contó ante el Tribunal, el 8 de octubre de2009, Silvia también pudo enfrentar a los acusados. Días después, le dijoa Las 12 que sentía “satisfacción por la tarea cumplida. Era importantísi-mo para mí”. Hoy, está elevada a juicio la causa por esos delitos que su-frió Silvia, pero ella no podrá narrarlos frente al Tribunal: el 29 de marzode 2010 fue asesinada de nueve puñaladas, en el negocio Todo Cuero,que tenía en el centro de Rafaela. Su asesinato político nunca fue aclara-do, aunque hay dos condenados a prisión perpetua por el crimen: el 30de marzo del año pasado Rodrigo Sosa y Rodolfo Cóceres fueron declara-dos los únicos culpables de ese crimen. Dos jóvenes casi analfabetos, quecuidaban coches cerca del negocio de Silvia, y si entraron a robar, se lle-varon poco: 200 pesos. Queda pendiente la responsabilidad que pudie-ron tener Emiliano Rodríguez y Miguel Angel Mendoza, imputados pororden de la Cámara Federal de Santa Fe aunque el juez de instrucción lossobreseyó dos veces. Cuando el Tribunal de Santa Fe dio el veredicto dela causa por el asesinato de Silvia, con la condena de los dos jóvenes queapuñalaron a Suppo, la hija de Silvia, Marina Destéfani, reclamó que seinvestigue “la trama de encubrimiento policial y judicial” que actuó paraque el asesinato de esta militante política pasara como una muerte enocasión de robo. Es que hubo videos en la Terminal que se perdieronconvenientemente, allanamientos inexplicables en la casa de familiaresde los dos únicos acusados y poca voluntad de investigar una pista quellevaba directamente a los condenados en la causa Brusa, que terminó el22 de diciembre de 2009 con condenas al ex juez federal Víctor Brusa yotros cinco represores, entre ellos la carcelera María Eva Aebi.

Dar testimonio, entonces, fue un acto de valentía a lo largo de estos

años. Vedio recuerda lo que le ocurrió en La Plata. “María Esther Beh-rens fue la primera testigo en el juicio por la Verdad de La Plata en 1998.Aquella primera declaración que fue muy impresionante, nos dejó unaimpresión muy vívida porque María Esther fue llamada a declarar por ladesaparición de su esposo Carlos Esponda, pero escuchándola nos entera-mos que ella misma había estado secuestrada y desaparecida”, rememoróla abogada. Behrens declaró hace pocos días en la causa por el secuestro ydesaparición del joven poeta Daniel Omar Favero y su compañera MaríaPaula Alvarez. En este proceso están imputados tres miembros de la Poli-cía Bonaerense.

Vedio sumó otro recuerdo. “Me vino a la memoria una declaración deJorge Julio López en la que el él cuenta que cuando se lo llevaron por pri-mera vez, su esposa fue a hacer la denuncia a la comisaría 3 de los hor-nos, y le dijeron: ‘no señora, no haga nada, mejor no haga nada, ya va avolver’. Y efectivamente la señora no hizo nada. Y ese mecanismo no esmuy contado, porque la mayor parte de las voces que hemos podido escu-char en los juicios y en el uso de la palabra en general, han sido atribui-das a las víctimas o a los familiares de víctimas con mayor cantidad de

herramientas para manejarse, para expresarse y para hacer valer sus dere-chos. Estos juicios, literalmente los juicios por la verdad, han tenido lacapacidad de dar voz a muchas personas que no tenían las herramientasni el capital simbólico para ser escuchados.”

Hablar frente a un tribunal se convirtió, muchas veces, en una razónpara seguir viviendo. “Al tiempo que es una situación más que traumáti-ca, te da la oportunidad de hacer oír tu voz en un lugar donde tu voz pe-sa, lo que vos decís va a servir a la Justicia”, sintetiza Viviana Nardoni,directora del Museo de la Memoria de Rosario y ella misma testigo-vícti-ma en la causa Guerrieri 2. La onda expansiva de estos testimonios vamás allá de la experiencia propia. “Es una reparación importantísima,simbólica, a los que fueron víctimas, pero además es un aporte a que seconozca la verdad. Y también han surgido a partir de estos juicios, canti-dad de informaciones y datos que no se sabían antes. Muchos hemos lle-gado tardíamente a la etapa de la denuncia y muchos más han llegado através de los juicios a decir qué les había pasado. Así han aparecido nom-bres que no estaban en los expedientes. Esto de que mucha gente que du-rante tantos años hizo silencio pueda tener lugar donde su palabra sea es-cuchada y tenga peso es fundamental, porque te hace recuperar parte detu identidad como persona, y poder mirar a la sociedad bien de frente ydecir: yo soy esto, esta se mi historia y estoy sirviendo a la justicia”.

Entonces, la dimensión subjetiva para quienes sufrieron el terrorismode Estado es importante, pero hay mucho más. “Que una institución tanimportante en nuestro sistema como es la justicia escuche, transcurrir pa-ra mí eso solo ya es una forma de reparación muy importante, sobre todoteniendo en cuenta que son víctimas a las cuales las instituciones del es-tado durante 30 años las rechazaron, las discriminaron y en muchos ca-sos, incluso durante la democracia, las persiguieron”, consideró Ana PipiOberlin, abogada, militante de Hijos, querellante en distintas causas porlesa humanidad y hasta el 9 de diciembre pasado, Directora Nacional deAsuntos Jurídicos de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.La mirada de género está impregnada en su práctica. “Hay muchas muje-res que no habían declarado antes, nunca habían dicho su testimonio. Yme impactan mucho las historias vinculadas a las situaciones propias quesufrieron las mujeres. Cuando relatan que les decían que eran malas ma-dres, o unas putas... Esa carga machista, además de todo, ese plus de vio-

lencia por el hecho de ser mujeres, deja en evidencia una dimensión queantes no aparecía. Por un lado, la mayoría de las veces están recordandoy volviendo a pasar por ese momento espantoso que vivieron cuando su-frían sus propias torturas, pero las fortalece por otro lado, porque durantemuchos años las tuvieron calladas, durante muchos años incluso las quetestimoniaron no lo habían contado. Ahora esto cambió mucho, hayuna escucha habilitada. Aunque falta mucho, nosotras vivimos enoján-donos con los funcionarios judiciales porque muchas veces no generan elespacio necesario”. Y, agrega Oberlin como un factor que ayudó a surgirestos relatos, simultáneamente iban creciendo los movimientos de muje-res, los feminismos.

Hablar es liberador, si la palabra tiene lugar. La psicoanalista FabianaRousseaux puntualiza que el valor del testimonio “aparece permanen-temente, aún mucho tiempo después de haber dado las declaracionesen los juicios, sigue dando vueltas a nivel subjetivo el hecho de haberpodido decir las cosas que nunca se pudieron ni siquiera mencionar, nisiquiera en el ámbito privado. Muchas mujeres sobrevivieron despuésde transitar los peores horrores y vejaciones con un silencio culpabili-zante sobre ellas mismas, una pregunta sobre qué tuvieron que ver conesto, que es terriblemente cruel. Fueron cuerpos sometidos a una situa-ción no sólo de torturas, sino de secuestros, cuerpos violentados. Esavergüenza que atraviesa a esas situaciones a las que han sido socialmen-te sometidas, hace que no hayan podido compartir esto ni siquiera consus maridos”, explicó Rousseaux. La especialista en atención a víctimasde derechos humanos, fundadora y ex directora del Centro FernandoUlloa cuestionó “la mirada de los propios compañeros de militanciahombres hacia estas mujeres que fueron sometidas a situaciones de vio-lencia sexual. Hay una carga muy compleja sobre las mujeres en la si-tuación de los centros clandestinos de detención. Por eso, muchas mu-jeres, al no haber podido enunciar esto en su familia, en la situación delos juicios se vieron diciéndolo en tres instancias: ante los jueces, antela sociedad y ante sus hijos y maridos”.

Si las personas son en tanto hablantes, si sólo simbolizando se trami-ta una experiencia, los juicios tienen efectos sobre la sociedad que vanmás allá de las propias condenas, que en sí mismas son esenciales pararestaurar un tejido social devastado por el terrorismo de estado. Comohija de desaparecidos, militante de Hijos, y abogada querellante en lascausas por delitos de lesa humanidad en Santa Fe –además de represen-tante de los hijos de Silvia Suppo–, Lucila Puyol cree fervientementeque estos juicios transformaron a quienes participaron en ellos. “Como

dijo Ricardo Forster, creo que la memoria es una zona de conflicto noresuelto, entre quienes pugnamos por abrir, ampliar, desocultar, inves-tigar, contra quienes no quieren investigar, sino ocultar, cerrar, ence-rrar. Una tensión que no es inocente, ni ingenua, sino que tiene intere-ses, ideología e intencionalidad. Y nosotros creemos en una memoriaactiva, dinámica, que recupere las experiencias, las vivencias y los do-lores del pueblo. Esta memoria histórica es la que llegó a los juicios ora-les”, expresó Puyol. Sentada como querellante, vio con sus propios ojoscómo nadie podía quedar indiferente a relatos de dolor, de horror, decrueldad planificada, pero también de redes solidarias tejidas entrecompañeras y compañeros. “Ya no son iguales los Tribunales y creo quenunca más lo serán. En nuestros juicios no hay lugar para una Justiciaciega, sorda y muda, no es posible no escuchar las voces de las víctimas,los y las sobrevivientes; no es posible no conmoverse con los desgarra-dores testimonios sobre los hechos propios, no es posible no conmover-se cuando relatan hechos de quienes ya no están, de sus compañeros ycompañeras asesinados o desaparecidos. Y no es posible porque los jui-cios de lesa humanidad, desde el principio estuvieron atravesados de

memoria, porque cuando los teníamos obturados por las leyes de impu-nidad, volvían año tras año, como reclamo permanente, constante,desafiando a la justicia, al derecho y a las instituciones del Estado”.

Los juicios son mucho más que el proceso hacia una condena, son so-bre todo los espacios de la construcción de una verdad jurídica, como su-brayan en los fundamentos de la sentencia el Tribunal Oral Federal nú-mero 1 de Rosario en la sentencia de la causa Porra. “No puede pasarsepor alto la dimensión política y constructiva del acto de juzgar, que guar-da relación con esa idea expuesta por Hannah Arendt respecto de ‘la ne-cesidad del hombre de comprender su historia’. De más está decir que es-ta idea se relaciona con los procesos sociales de construcción de sentido”.El fallo firmado por las juezas Noemí Berros y María Ivón Bella, junto aRoberto López Arango recuerda también que “cualquier decisión judicialpuede ser vista como un producto del ejercicio de la facultad de juzgar y ala vez como ‘la forma por excelencia de la palabra pública y autorizada,una instancia excepcional para la creación y recreación del significadoacerca de lo ocurrido”.

En ese contexto, las palabras de Oberlin ponen la necesidad de de-fender los juicios en una dimensión bien presente. “Creo que las pala-bras de las víctimas de delitos sexuales en el marco del terrorismo deestado promueve que mujeres que sufren la violencia de género y laviolencia sexual se sientan habilitadas para contar lo que pasa. No espuro pasado, pura reparación. Muchas mujeres lo dicen en los juicios:esto sigue pasando, siguen violando a mujeres y utilizando el cuerpo demujeres como campo de batalla, y son conscientes de la importancia deesa palabra.”

Por eso, la abogada recuerda que el proceso de verdad y justicia tienevalor “para todo el país, porque lo que pasó en la Argentina no le ocurriósolamente a quienes fueron víctimas directas, le ocurrió a todo el puebloargentino, y el hecho de que hayamos tenido que vivir tantos años con laimpunidad cara a cara, con la desesperación de saber que esas personasque habían cometido esos delitos estaban libres se impregnó de algunamanera en el país y estos juicios hacen que se desande ese camino y quevuelva a ubicar las cosas en el lugar que tienen que estar. El victimarioestá en el banquillo de los acusados”. Con esa convicción, considera queel proceso en marcha “es irreversible”. Puyol agrega que “la condena co-mo pueblo no tiene marcha atrás. Más allá de que haya más y a vecesmenos gente en los juicios, está instalado que hubo terrorismo de estadoy debe ser juzgado”. En la causa por el secuestro y asesinato de OsvaldoCambiaso y Eduardo Pereira Rossi el 14 de mayo de 1983, en un bar cén-trico de Rosario, la abogada querellante de Hijos, Nadia Schujman, fuemuy directa en el final de su alegato, que fue el 9 de marzo pasado. Lesdijo a los integrantes del Tribunal: “La participación del poder judicialfue esencial en el engranaje del terrorismo de Estado, como lo demues-tran innumerables testimonios en cada uno de los juicios. La bendiciónjudicial contribuyó un notable aporte. Ahora, ustedes, jueces de un esta-do democrático, están haciendo algo distinto. Están poniendo las cosasen su lugar. Sin embargo, se trata de un poder desprestigiado por muchosmotivos que sería largo analizar aquí. Gran parte de la sociedad piensaque nuestro poder judicial cambia sus fallos según el cambio de coyuntu-ra. Ustedes, con sus próximos fallos en estas causas, podrán demostrarque no es así”. La causa Cambiaso tiene en curso el alegato del fiscalAdolfo Villate, y se espera sentencia en abril. Porque en el rompecabezasquedan muchas piezas por acomodar.

El valor de las y los testigos en la reapertura del proceso de justicia por los crímenes de la última dictadura

La palabra irremplazableDe la denuncia por los desaparecidos en los

80 a los relatos en nombre propio de estaépoca. Lo imposible de escuchar se hizo un

lugar y a partir de la primera condena poragresiones por delitos sexuales en el marcodel terrorismo de Estado, que fue en 2010,

ya se produjeron 15 sentencias por esacausa.

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Memorias del fuego 40 años del golpeIV

Por Alejandra Gils Carbó *

A 40 años del golpe de Estado de 1976, la reflexióngenera sensaciones diversas. El recuerdo de los crí-menes más atroces de nuestra historia, el dolor de

las víctimas y sus familiares, el reconocimiento a su luchapacífica e incansable hasta encontrar por fin –luego de tresdécadas de impunidad– el camino a la justicia. Un recorri-do inabarcable en estas líneas, pero necesario para com-prender el valor central que tuvo este proceso en el fortale-cimiento de nuestras instituciones y nuestra democracia.

A pesar del tiempo transcurrido, de las omisiones ycomplicidades que ocultaron la verdad y frenaron la justi-cia, hoy podemos identificar al juzgamiento de los respon-sables de crímenes de lesa humanidad en Argentina comoun modelo reconocido a nivel mundial. La reapertura delos juicios tras la anulación de las leyes de obediencia de-bida y punto final trajo consigo la paulatina consolidaciónde una política de Estado de la que nos sentimos orgullo-sos. Pero, más allá de los discursos, esa política requiere uncompromiso cotidiano por parte de los poderes públicos, yen particular de los funcionarios judiciales, para evitar re-trocesos.

Después de 40 años del golpe cívico-militar, hoy son lostribunales ordinarios nacionales (y no comisiones especia-les, ni tribunales internacionales o ad hoc) los que juzgana los responsables directos y políticos de las desaparicio-nes, torturas, asesinatos, robo de niños, violaciones, yotros crímenes aberrantes. Los juicios tramitan por las le-yes vigentes, respetando de modo integral las garantías deldebido proceso.

Al mismo tiempo, las investigaciones son cada vez másprofundas y abarcan no sólo a los responsables directos(integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad que per-petraron los crímenes), sino también a los responsables ci-viles (políticos, eclesiásticos, judiciales, empresarios) quedieron las órdenes, garantizaron impunidad y se beneficia-ron económicamente por el robo de bienes, la apropiaciónde sociedades, o la desaparición de trabajadores, en elmarco de un modelo de valorización financiera que se ins-tauró a sangre y fuego.

Los procesos judiciales confirmaron lo que ya en 1981Emilio Mignone y Augusto Conte habían descripto conclaridad bajo el nombre de “doctrina del paralelismo glo-bal”. La existencia de dos órdenes normativos durante laúltima dictadura, uno de carácter público que otorgó a laJunta militar un poder absoluto por encima incluso denuestra Constitución Nacional pero que no fue utilizadomás que como un reaseguro. Y otro de carácter secreto,que fue el que en verdad guió la comisión de los crímenesque hoy se juzgan. Esta normatividad clandestina salió a laluz en toda su magnitud en los juicios llevados adelante enlos últimos diez años. Su reconstrucción fue posible gra-cias a la labor tenaz llevada adelante por miles de perso-nas, desde las organizaciones sociales y desde el Estado,

mediante la reconstrucción y preservación de testimonios,documentos, archivos y otras pruebas concretas.

Claro que el camino de la justicia no es ni ha sido fácil,ha debido atravesar obstáculos y desafíos que hasta hoy re-quieren esfuerzos cada vez mayores. Sin lugar a dudas fue-ron los y las sobrevivientes, sus familiares y los organis-mos de defensa de los derechos humanos los principalesresponsables de mantener activa la lucha contra la impu-nidad. Su compromiso democrático y su perseveranciahan logrado que las autoridades públicas asumieran acti-vamente sus obligaciones en materia de verdad, justicia yreparación integral.

La transformación en el Ministerio Público Fiscal

En el ámbito del Ministerio Público Fiscal, a mi cargodesde septiembre de 2012, el modelo de gestión orientadoa la investigación de crímenes de lesa humanidad fue laprimera gran política institucional diseñada desde la Pro-curación General que trascendió dos gestiones: la del exProcurador Esteban Righi y la actual.

Bajo un marco legal que promovía el trabajo segmenta-do, atomizado y compartimentado, la experiencia de losequipos de lesa humanidad cambió para siempre esa figurade los fiscales de escritorio, por equipos de trabajo dinámi-cos y multidisciplinarios, con presencia en el territorio,con diálogo permanente con las víctimas y con un com-promiso de cara a la sociedad. De esta manera el Ministe-rio Público Fiscal comenzó a ponerse al frente de los pro-cesos impulsando la acción judicial.

Ese modelo de trabajo, por entonces incipiente y acota-do a las unidades de lesa humanidad, fue la referencia quebuscamos emular desde mi llegada la Procuración. Desdeesa perspectiva creé las Procuradurías especializadas entrata de personas, violencia institucional, criminalidadeconómica y narcotráfico. A la vez, jerarquizamos el tra-

bajo de la Unidad de Lesa Humanidad, que se transformóen la actual Procuraduría de Crímenes contra la Humani-dad, y creamos la Unidad especializada para casos de apro-piación de niños y niñas durante el terrorismo de Estado.

Como parte de esta misma agenda de defensa de dere-chos fundamentales hemos puesto en funcionamiento re-cientemente la Dirección General de Derechos Humanos,una estructura orientada a potenciar las distintas políticasque impulsa el Ministerio Público Fiscal en esta materia ya apoyar la labor de los fiscales en todo lo concerniente alrespeto y promoción de los derechos humanos.

Gracias al trabajo de estas dependencias, y de los fisca-les y funcionarios que intervienen en cada uno de los jui-cios, el Ministerio Público Fiscal hoy es la única agenciaestatal que puede brindar el pulso cotidiano del procesode verdad y justicia en todo el país.

Los datos de la Procuraduría de Crímenes contra la Hu-manidad muestran este proceso de manera contundente:156 causas han obtenido sentencia, mientras otras 357 seencuentran actualmente en investigación. 669 imputadoshan sido condenados. 62 han sido absueltos y otros 876están procesados actualmente siendo investigados.

Un total de 13 juicios se encuentran actualmente encurso, la mayoría de ellos corresponden a las llamadas“megacausas”, que es una particularidad del proceso ar-gentino: nuclean un importante número de víctimas e im-putados en un mismo expediente.

Este proceso de verdad y justicia también ha permitidorecuperar la identidad de 119 personas, por entonces be-bés o niños sustraídos a sus familias biológicas, como partede un cada vez más evidente plan sistemático.

Detrás de estos resultados hubo, por parte del Ministe-rio Público Fiscal y de su órgano de gobierno, la Procura-ción General, una decisión que, como dijimos, trascendióa las gestiones y las coyunturas externas para mostrar re-sultados concretos a las víctimas, sus familiares y la socie-dad en su conjunto. Sólo así se logra comprender el valorfundante del proceso de verdad y justicia para nuestrasinstituciones democráticas.

Replicar ese modelo para luchar contra la impunidady dar respuesta a las justificadas demandas sociales res-pecto de la administración de justicia es, todavía, unaasignatura pendiente. El desafío nos encuentra con unanueva generación de fiscales y funcionarios a quienes lainvestigación y el juzgamiento de los crímenes de lesahumanidad formó bajo un nuevo paradigma. Porque nose trata sólo de un diseño institucional, sino también deun grupo amplio de profesionales capacitados para inves-tigar el crimen organizado con sensibilidad por los inte-reses de las víctimas y respeto por los derechos humanos.Ese legado, entre tantos otros, representa un punto departida desde el cual proyectar las necesarias transforma-ciones que requiere nuestro sistema de Justicia.

✱ Procuradora general de la Nación.

El legadodel procesode verdad y justicia

Télam

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SUPLEMENTO ESPECIAL DE

A 40 años del golpe de Estado

Memorias del fuego

PáginaI12

M A R T E S 2 2 D E M A R Z O D E 2 0 1 6

Julio Pantoja

La identificación de los cuerpos de los desaparecidos

Historias recuperadasDesde el “show del horror” de los primeros años de la democracia a la Iniciativa

Latinoamericana. El trabajo paciente del Equipo Argentino de Antropología Forense. Las tensiones y paradojas que se generan ante la posibilidad del rito y el duelo.

El Pozo de Vargas, en Tucumán, donde está trabajando el EAAF para identificar restos de desaparecidos.

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Memorias del fuegoII22-3-2016 /

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I1240 años del golpe III

Por Marta Dillon

“El tiempo está descoyuntado como desarticulados loshuesos en su urna diminuta. ¿Cabe un hombre en eseespacio? ¿Qué es lo que cabe ahí dentro? ¿qué se vela,

por qué se llora, por quién lloran los que lloran? Hay unafoto también que desafía la lógica lineal de los años quepasan: las tres hijas están juntas, el padre con ellas no tie-ne edad para ser su padre. Pero los años se han comprimi-do, al revés del dolor que se actualiza”.

Deberían estar en cursiva las líneas que anteceden, sonnotas tomadas de pie, en la puerta del velorio de quien lle-vaba muerto 32 años y sin embargo hasta ese 8 de agostode 2009 no tenía una tumba con su nombre, ni se habíaabierto el espacio ritual del llanto compartido, la despedidade los restos, los abrazos que se conduelen, el silencio des-pués.

¿Cuándo muere un desaparecido? ¿Cuándo se apaga laesperanza loca de su regreso? ¿Cómo dejar descansar en paza quienes alientan desde su juventud permanente, desdelas fotos de las banderas, desde los nombres que se dicen yse reclaman presentes, las luchas por la memoria, la verdady la Justicia para el genocidio argentino?

Lo público y lo privado, lo particular y lo colectivo sefunden como en una clase magistral cada vez que un des-

aparecido o que una desaparecida es enterrada, devuelta ala trama social que la había cobijado o también desguar-necido en vida. Este hombre, Juan Carlos Arroyo, para elcaso de esas notas transcriptas aquí, volvió 32 años des-pués de muerto a su tierra natal, a dónde le había pedidouna vez a los cielos, cuando la lucha y la clandestinidadlo mantenían alejado, “que me tiren como lluvia y flore-ceré en los cerros”. Y su familia lo lloró como si su cuerpono hubiera perdido todavía toda encarnadura. Y alrede-dor de su familia, una movilización de personas humildes,de organizaciones sociales, de compañeros y compañerasde militancia, lo saludaron desde la memoria, dandocuenta también del paso del tiempo y de lo que en esetiempo se construyó como si abrieran sin querer el arcoposible para que la familia fuera y volviera desde un dolorañejo pero recién llegado a la alegría compartida de ha-ber rescatado a uno del siniestro anonimato al que lo ha-bía condenado el plan sistemático del Terrorismo de Es-tado que también aplicó la política de exterminio contralos cuerpos muertos.

Esas tensiones y paradojas son las que trae la identifica-ción de los restos de quienes estuvieron desaparecidos.Tensiones y paradojas que acompañaron desde siempre,desde antes de que fueran un equipo, a quienes integran elEquipo Argentino de Antropología Forense y que son losresponsables de las inscripciones definitivas en el país delos muertos de quienes habitaron por décadas el territorioliminar de la desaparición. Se puede contar, por caso, unaescena que aparece en el libro Tumbas Anónimas, de Mau-

ricio Cohen Salama: un joven completamente borrachoen la puerta de un hotel de lujo canta “yanqui go home”antes de reunirse, justamente, con un científico norteame-ricano, Clyde Snow, que después de haber participado enuna mesa convocada por Abuelas de Plaza de Mayo se dis-ponía a reunir estudiantes de Arqueología Antropologíapara que lo ayuden en la posible identificación de cuerposde personas desaparecidas y a la vez trasmitirles su expe-riencia. El joven, uno de esos estudiantes convocados, ve-nía de una manifestación antiimperialista en la que la gi-nebra había pasado de mano en mano para contrarrestar elfrío y de pronto se encontraba con la contradicción de quealguien llegado desde ese país emblemático iba a decirlescómo encontrar desaparecidos que no iban a aparecer convida como reclamaba la consigna que habían inventado lasMadres de Plaza de Mayo. Era el año 1984 cuando sucedióesa escena, el joven que se había emborrachado finalmenteno pudo con sus contradicciones y no formó parte del gru-po que empezaría a consolidarse entonces, cuando colabo-raron en la exhumación de un cuerpo en el cementerio deBoulogne, en la provincia de Buenos Aires, donde se supo-nía que podían hallar a Rosa Rufina Betti, una maestra decorte y confección que había sido secuestrada en diciembrede 1976. Estaban en cambio Luis Fondebrider, PatriciaBernardi y Mercedes Doretti que todavía siguen siendoparte del EAAF y ya dejaron de soñar que su trabajo un díase terminará, porque aun cuando se terminen las chancesde abrir fosas para seguir buscando en suelo argentino –quea 40 años del golpe cívico militar todavía siguen devol-viendo restos de los masacrados– serán llamados para reali-zar su tarea en otros territorios en conflicto, en América la-tina y en el mundo.

“En mi primera exhumación, allá por el año 84, una delas cosas que me dejaron dura fue el hallazgo de la ropa. Yovenía de la arqueología tradicional, donde hueso de guana-co y lobo marino, era generalmente el material arqueológi-co junto con utensilios de piedra y hueso. El género recu-briendo los huesos de aquella fosa me sacudió. No sabíaqué hacer. El pincel sobre el género se traba, dado que mu-chas veces sólo se trata de fibras e hilos generalmente sin-téticos que es lo único que resiste el paso del tiempo. Tieneun valor, que va más allá del objeto, sino que la ropa repre-senta a una generación, a un momento en el tiempo”, re-cuerda Patricia Bernardi de aquella experiencia fundacio-nal que llevó todo el día y buena parte de la noche, queterminó con la tristeza de no haber hallado a quien busca-ban si no a otra mujer más joven que tampoco tuvo nom-bre, que dejó para la madre de Rosa Rufino una madrugadasin consuelo y a los jóvenes estudiantes con la casi certezade que no podrían seguir adelante con esa tarea, porqueapenas la entendían, porque se estaban formando, porquelas emociones eran muchas y se acumulaban. Y tambiénporque faltaba tiempo para que se pudiera entender, si esque acaso se puede entender ahora, qué es lo que vuelvecon los restos de una persona desaparecida. Y qué es lo quese va definitivamente.

“Me devolvieron una urna con un montón de huesos,con un cráneo, que yo le digo era eso porque abrí la urna yhabía un cráneo, con un mechón de cabello que yo recortéy guardé, eso es; tuve una hija sana, inteligente y hermosay me devolvieron un montón de huesos”, declaró AngelaMorales, mamá de Cristina Constanzo, una joven de 25,estudiante de Ciencias Económicas, en el Juicio a las Jun-tas. Cristina había sido la única identificada por ClydeSnow con la colaboración del odontólogo argentino Gas-tón Fontaine, entre un grupo de 20 restos que correspondí-an a otros tantos jóvenes asesinados por las balas del Te-rrorismo de Estado en Córdoba. La lógica desolación deMorales no podía saber todavía cuánta fortuna implica pa-ra tantos ahora el hallazgo de los restos, la evidencia mate-rial de la existencia de quienes se ama en ausencia, aunquehaya otras, aunque estén las pocas fotos que sobrevivierona los años del terror, los relatos y hasta la memoria, la ma-terialidad del cuerpo, las marcas de la barbarie que tantasveces se imprimen en los huesos; todo eso que emerge delas fosas anónimas todavía se está elaborando.

Pero en 1984, al mismo tiempo que se abrían fosas co-munes en distintos lugares del país, se removían con palas

mecánicas o con palas empuñadas por hombres acostum-brados a echar tierra y no a quitarla y desconocían el cui-dado amoroso y paciente que implica desenterrar a un des-aparecido, no estaba del todo claro, más que para algunaspersonas en particular, el interés por recuperar los restos. Yes que esa consigna radical, “aparición con vida”, no erasólo una declaración de principios si no una demanda con-creta y tenía plena vigencia. De hecho, la Conadep –esacomisión de notables que elaboró el informe Nunca Más–perdió la oportunidad, según Clyde Snow, de pedir a quie-nes denunciaban la desaparición de personas queridas, da-tos pre mortem que podrían haber ayudado a identificarrestos que de todos modos se exhumaban, de todos modosse fotografiaban y hasta salían en los medios como parte deun show macabro que lastimaba a los familiares. Las de-nuncias sobre entierros de personas N.N. en distintos ce-menterios, las palas mecánicas escupiendo tierra y huesos,mezclando los restos entre sí perdiéndose todavía más laposibilidad de individuación que ya había comenzado enlos centros de detención clandestina y aun antes, cuandocualquier militante era un subversivo y la subversión un ar-quetipo; ese era el contexto en que empezó a fraguar la ta-rea del Equipo Argentino de Antropología Forense, a for-marse el grupo al que irían sumándose otros, rostros entra-ñables para quienes buscamos a nuestros queridos como elde Carlos “Maco” Somigliana y otros que también dejaronsu impronta como Alejandro Incháurregui. El tiempo enque estos jóvenes empezaron a avanzar en la edad adulta almismo tiempo en que se acostumbraban a reconocer hue-sos y determinar su edad y hasta el sexo a ojo desnudo, acuidarlos como tesoros que le arrebataban a la tierra peroen pocas ocasiones al anonimato porque la tecnología noalcanzaba, a sentirse que hacían algo más que marchar porMemoria, Verdad y Justicia como ya lo hacían, aunquetambién se encontraran con tremendas contradicciones.

“Para mí fue un impacto tremendo cuando me encontrécon las Madres (de Plaza de Mayo) queriendo evitar unaexhumación, siempre habíamos pensado que estábamosdel lado de ‘los buenos’”, recuerda Bernardi de la primeravez que se topó con esa resistencia, en 1985. Y aunque per-sistió ese reparo por parte de un sector de las Madres, talvez, décadas más tarde, mucho más cerca de estos contun-dentes 40 años que se están conmemorando ahora, ese in-dividualismo que se le achacaba a la necesidad de recupe-rar los restos de las personas detenidas-desaparecidas por elTerrorismo de Estado, haya zanjado en el diálogo entre unHijo y una de esas Madres:

–La diferencia –dijo él– es que vos pudiste abrazar a tushijos. Para mí ésta podría ser la única manera de abrazar ami padre.

“Cuando lo vi, la primera palabra que me vino a la men-te fue ‘upa’”, contó Sofía Arroyo, una de las tres hijas deJuan Carlos Arroyo, después de contemplar la imponentefigura del esqueleto de su padre, recuperado de la fosa co-mún más grande del país, en el cementerio de Avellaneda,en la provincia de Buenos Aires. La menor de las tres, Ma-rina, en ese mismo acto, enredó su cabello en las falangessueltas y desnudas de su padre para recuperar la caricia quenunca había tenido. “Es el primer contacto físico que ten-go con él”, dijo Clarita Bachini, que ni siquiera se encon-tró con un esqueleto completo sino con un cráneo y unospocos huesos porque los restos de su padre, identificado en2010, se habían mezclado con otros, con los restos de otrosfusilados en el mismo paredón de una esquina de Ciudade-la, cinco cuerpos desarticulados por las balas que corrieronla misma suerte de ser primero inhumados juntos comoNN después de pasar más de veinte días en la morgue delHospital Ramón Carrillo en el verano de 1977, exhuma-dos en 1984, vueltos a inhumar juntos y mezclados en unabolsa de consorcio en 1986, recuperados por el EAAF en2006 y finalmente identificados en 2010, aunque no todossus huesos porque no de todos los huesos se puede extraerla muestra de ADN necesaria para ser comparada con la delos familiares que donaron su sangre.

Los restos de Juan Carlos Arroyo y de Federico Bachinihabían esperado largo tiempo cuidadosamente protegidosen cajas de cartón o de plástico, en el laboratorio del

EAAF, junto a otros cientos de esqueletos recuperados pe-ro no identificados hasta que llegó la posibilidad que abrióla Iniciativa Latinoamericana para la Identificación depersonas Desaparecidas (ILID) en 2007, un convenio quefirmaron los antropólogos con el Ministerio de Salud y laSecretaría de Derechos Humanos que permitió la compa-ración masiva de muestras óseas –de los restos– y de sangre–de familiares– cuando ya se habían agotado las instanciasposibles para devolverle el nombre a quienes eran busca-dos, para reponerlos en la trama social, para fijar en el in-consciente de quienes los amaron el adiós necesario paraseguir adelante con la propia vida. Si hasta ese año se habí-an identificado y devuelto a sus familias los restos de 170personas y se había localizado a otras 120, aunque sin res-tos para organizar el ritual del duelo porque estos habíanpasado a osario común y sólo quedaban de testigos las hue-llas dactilares; la Iniciativa permitió la identificación de420 personas asesinadas por el Terrorismo de Estado. Yano fueron necesarias las historias clínicas odontológicas,las rémoras de quebraduras, los clavos quirúrgicos y otraspocas marcas que pueden quedar en los huesos y que per-miten la identificación. Desde 2007 es el adn, esa informa-ción básica, esa cadena química que en cada organismoempuja la vida, impulsa el desarrollo del cuerpo, que guar-da una clave única para quienes somos aunque no digaexactamente quienes somos –porque para eso hace falta latrayectoria vital, la experiencia, la red de afectos y un largoetcétera– pero sí puede dar cuenta de una genealogía, es eladn el que dice “estos huesos fueron”. Y otras preguntas seabrieron, otros rituales se inauguraron, otros lenguajes tu-vieron que ser inventados para nombrar esas ceremoniaspostergadas que por fin tuvieron lugar. Y también cambia-ron las carátulas de los expedientes en curso, porque la evi-dencia de los cuerpos no es sólo el retorno del desapareci-do, es también la prueba del modo sistemático de la elimi-nación.

“Encontraron a mamá”, me descubrí yo misma diciendoun día a mi hermano, desde un océano de distancia poruna llamada de Skype. Y enseguida el horror y la sorpresapor lo que estaba diciendo, la habían encontrado, sí, o lahabían identificado, mejor, en unos pocos huesos, los quese pudo recuperar porque los suyos se habían mezcladotambién con otros.

¿Un cuerpo son unos pocos huesos? ¿Hay un desapareci-do que retorna cuando lo que queda de él son apenas asti-llas?

Desde el EAAF no alcanzan a responder estas preguntaspero sí saben que aun cuando el lenguaje no alcance paranombrar lo que emerge con cada identificación, hay algodel orden del consuelo que trae cada una de esas pruebasde adn que dan positivo.

El año pasado, casi al final del año, cuando noviembreagobia de calor bajo el sol que campea sobre el enormepredio de La Perla, el Centro Clandestino de Detenciónmás grande fuera de la provincia de Buenos Aires, cuatrofamilias tomaron la decisión de enterrar juntas lo que que-daba de Lila Rosa Gómez Granja, Luis Agustín Santillán,Ricardo Enrique Saibene y Alfredo Felipe Sinópoli. Lo hi-cieron ahí mismo, donde habían sido encontrados los res-tos, en una sola urna. Sobre ella, una escultura, cuatro co-lumnas de metal que suben desde la tierra y se entrelazan,remedan las cadenas de ADN pero también podrían darcuenta de historias entramadas que volvieron a contarsedesde la certeza de que en esa tierra fueron masacrados,que las voces de los testigos que dieron cuenta durante tan-tos años de que en ese predio se hicieron cremaciones yenterramientos no eran fantasiosas si no parte de la memo-ria compartida que hoy se pone en común ahí donde la pa-labra está jerarquizada: en los juicios de lesa humanidad.

“Hace treinta años que hablo en presente, que digo ‘mihermana está desaparecida’. Ahora digo ‘a mi hermana lafusilaron: la secuestraron, la desaparecieron y la fusilaron.Sé lo que pasó, no me gusta, pero tengo el verbo final”,dijo Ana Feldman en 2009 poco antes de organizar el ho-menaje para su hermana Laura, secuestrada en febrero yasesinada en marzo de 1978, en un enfrentamiento fra-guado en la esquina de Virgilio y Urunduy, en Lomas deZamora. Es que con un cuerpo que emerge del anonimato

forzado, de la aplicación de la administración genocidade la muerte, emerge también la información, se desnudala trama de un Estado que no sólo mataba a través de losgrupos de tareas si no que cubría después sus rastros consu propia maquinaria burocrática: para quienes fueron en-terrados en cementerios como NN hubo partidas de de-función, autorizaciones desde el registro civil correspon-diente para la inhumación, anotaciones en los libros dia-rios, una coordenada perfecta para el trozo de tierra don-de se suponía que sería olvidado. Y lo paradójico es quefue, es, esa misma maquinaria la que hizo sonar sus goz-nes, la que advirtió dónde estaban los cuerpos aunque notodos pudieron ser recuperados. La identificación de Cris-tina Constanzo, por caso, pudo ser realizada en los prime-ros años de democracia por la denuncia de dos trabajado-res de la morgue de la ciudad de Córdoba, hartos de con-vivir con hasta 90 cuerpos de personas jóvenes acribilla-das en un lugar que tenía espacio para hasta 6 cadáveres yque fueron despedidos luego de que se dirigieran, en ple-na dictadura, a Jorge Rafael Videla para explicarle su si-tuación y solicitarle un aumento de sueldo.

Además del tiempo pasado para referirse a su hermana,Ana Feldman se encontró con una certeza: la identifica-ción de los restos de su hermana, con todas las contradic-ciones que le pudo producir la frase, fue “una de las cosas

más maravillosas que me pasó en la vida”. Y es que aunquese hayan acelerado las identificaciones, 592 personas iden-tificadas y enterradas definitivamente por sus familias sontan pocas si se las comparan con las miles que faltan. Peroen cada entierro, particular o militante, con homenaje oen silencio, hay algo de esos y esas desaparecidas que vuel-ven que vuelve para todos y para todas. Como cada 24 demarzo que se marcha se marcha por una y por todos, añotras años, cada vez somos más en la Plaza, tantos que cues-ta creer que hayan pasado 40 desde la madrugada de 1976en que cambió la historia. Porque la historia sigue viva,porque ahora mismo hay una fosa abierta en el Pozo deVargas, en Tucumán, donde el EAAF sigue trabajando,porque en este mismo año se recuperaron dos cuerpos quetodavía esperan su identidad de un cementerio en la pro-vincia de Corrientes.

Hay algo que sí saben los Antropólogos, como se le lla-ma a ese grupo que sigue trabajando desde hace más detreinta años, manipulando los huesos como si fueran teso-ros, esperando que todos los que todavía acumulan en susoficinas del barrio de Once encuentren su nombre a medi-da que más familias dejen sus muestras de sangre para com-pletar la identificación. Y es que el plan deshumanizadorque se aplicó también sobre los cuerpos muertos al quitarlelos nombres y los ritos ha fallado. Que cada restitución deesos restos abre un diálogo y que en esos diálogos la memo-ria sigue fortaleciéndonos a todos, entramándose, resistien-do, uniendo a las generaciones en relatos que dan cuentade quienes no queremos ser, nunca más.

El Equipo Argentino de Antropología Forense y la identificación de las víctimas del terrorismo de Estado

El lenguaje de los huesos

Los restos de Sabino Rosalesfueron entregados a sus familiaresen Mendoza en 2011.

Lo público y loprivado, loparticular y locolectivo sefunden cuando undesaparecido ouna desaparecidaes enterrada. Laposibilidad dedevolverles elnombre a quieneseran buscados,para reponerlosen la trama social.

“En mi primera

exhumación, allá por

el año 84, una de las

cosas que me dejaron

dura fue el hallazgo

de la ropa.”

“Hace treinta años

que hablo en

presente, que digo

‘mi hermana está

desaparecida’. Ahora

digo ‘a mi hermana

la fusilaron’.”

DyN Gonzalo Martínez

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Memorias del fuego 40 años del golpeIV

Por Horacio González *

La marcha se hace con un sinfín de pensamientos.Algunos diminutos y otros de alcances mayores.Comienza tímidamente, con el anuncio de la cita,

hora y lugar, siempre en algún punto de la Avenida deMayo o las Diagonales. A veces se podría pensar hastaqué punto fue favorecida la Marcha con esta disposiciónde los urbanistas modernizadores de los años 30. Paraellos, era racionalizar la ciudad, pero para la Marcha es laposibilidad de desglosarse en tres afluentes, como un mis-terioso río mesopotámico. Es presentar tres opciones dedesemboque en la Plaza, el centro y las laterales norte ysur. Menos que un Delta pero más que un único Corre-dor. No son divisiones políticas, pero están antes de ellas,no las fundan ni las explican, pero importan. Importanporque la Marcha tiene el encargo de pensar la memoriay repensar la Ciudad.

La Marcha piensa así con su involuntariatopografía. Y la ciudad las pone en movi-miento a través de cuerpos, pancartas y tam-bores que desaguan como un trípode en laplaza. Así, la Marcha hace marchar tambiéna las geometrías urbanas. Luego, hace Mar-char a los grandes carteles. Pareciera que ca-minan solos, que ellos llevan a las asistentes,pero es al revés. Si son muy grandes, unostajos en la tela dejan pasar el viento por susaberturas. Sin embargo parecen siemprearrastrar a sus portadores. Es como ir trasuna idea o dejarse empujar por una historia.Remotamente, la murga, que a veces pareceartificiosa los días de Carnaval, es el basa-mento sonoro impensado de la Marcha, elque le conviene espontáneamente. La murga es inmemo-rial, medieval, con la gravedad profunda del arlequín. Sa-be lo que es un aniversario. “El año que vuelve hacia nos-otros”. Ese año que sobresale por encima de cualquierotro. Ese mes y año –marzo de 1976–, en que se quiso en-garzar el país sobre otras bases, asociando Estado a Terror.Esta idea está en los trasfondos de los actos más oscurosde la humanidad. La Marcha camina lentamente, hayapretujamientos, prevalencias y empujones. En su pensa-miento pausado, la Marcha piensa que es parte de la hu-manidad creadora, que rechaza las formas más sombríasde esa misma humanidad. La Marcha va desembocando ala Plaza con el pensamiento de que en ella se rehace laforma cabal de lo humano.

¡Viene Obama a la Marcha! ¡No se olvide los palos degolf, señor Presidente! Es lindo jugar al golf en Barilochevigilado por los protocolos correspondientes, no tienemás que cinco minutos para golpear la pelotita para dis-persarla. Parecería que fue atraído por la Marcha, por elpensamiento de la Marcha. Pero no. Obama no viene ala Marcha, viene a ponerse encima de la Marcha. Trae

cautelares, archivos y agua mineral especialmente fiscali-zada. Viene a descaminar y congelar la marcha, no a im-pedirla. Los archivos. Muy bien si los abre. Pero la Mar-cha en sí misma ya es un Archivo, es un Archivo peregri-nante y viviente recorriendo el cauce que le brindan losedificios parejos de las avenidas. Recorramos las fotos enblanco y negro que van desfilando mudas, sostenidas porla Marcha que ha distribuido las manos en varios secto-res: las que sostienen esas fotos, las que percusionan tim-bales, las que aplauden o reparten proclamas. En generalson fotos de jóvenes tomados en escenas familiares o enimágenes para un carnet. Saco y corbata, quizás la mayo-ría. ¿Son “setentistas”? Se equivocan sus Palos de Golf,presidente Obama, cuando dicen “setentistas”, como di-jeron con desprecio. Eso no significa que esos rostros serepiten eternamente hasta el olvido, sino que pueden re-gresar cada vez de manera diferente. “Aniversario.” Y sig-nifica que la Marcha sabe que cada año en que ella mar-

cha –y ella camina pensando– es otra. Ahora, con esa fo-titos de tres cuartos perfil izquierdo de los muchachos ymuchachas desaparecidos, la Marcha piensa, a partir deellos, que nos están permitidos toda clase de agregados yreinterpretaciones. Porque ellos son las imágenes de los“desterrados universales”, como decía un gran escritor delpaís de Obama, Nathaniel Hawthorne.

Solo que los desterrados vuelven, con sus nuevas signi-ficaciones y se disponen a pensar las formas nuevas dehacerle frente a los nuevos temas (las astucias renovadasdel capitalismo material e inmaterial) y a los temas pro-pios que los Palos de Golf vienen a incautar, a decomisar.Creen tener su propio alicate para abrir a su merced lahistoria nacional.

La Marcha se desdobla, no es una, son dos o más. Peroen su última razón, es una única marcha a pesar de quehaya los de adelante y los de atrás, los de un horario y otrohorario, los que piensan que todo estuvo mal desde siem-pre, los que balbucean que sostienen un proyecto y los quenotifican sobre un programa máximo. Unos ven poros,ángulos diversos y construcción de mayorías lúcidas resis-

tentes al nuevo Imperio de los Signos del Capital. Losotros proclaman no ver diferencias en las variantes tanmatizadas que hay en cualquier historia. Pero en el fondo,para los grandes asuntos de la humanidad, es una solaMarcha. ¿Es esto ser “antinorteamericano”? ¡Qué trabajooponerse a todo que lo que significa la nación norteameri-cana! La Marcha lo supo desde siempre y no se confundeentre las clases jurídico-empresariales-militares-político-mediáticas-financieras que gobiernan ese país y su culturasocial. No solamente compleja. Complejísima. Podríamosponer muchos más guiones. Solo pensar en escritos y ac-tos de la crítica de todos los colores, que contiene la histo-ria norteamericana al Estado Industrial o a los Gobiernos,que van desde W. H. Thoreau al “Unabomber”.

Por eso, la Marcha también es un archivo sobre la cul-tura norteamericana, a su asombrosa variedad, y sobre loque la marcha se permite seguir llamando Imperialismo.La marcha sabe que ella es también un archivo de los ac-

tos del Imperio. A veces un archivo solo dememorias, sin signos de escritura. Sabe lamarcha lo que es, pero el que está dentro deese archivo –por ejemplo, Obama, que algu-na vez dirigió una revista de leyes en su pa-ís–, no percibe lo que es. Y considera “anti-norteamericana” cualquier forma válida depensar esta situación, más allá de la condes-cendencia de devolver archivos, por otra par-te una larga demanda anterior de los organis-mos argentinos de derechos humanos. No seolviden de ningún papel, señores, muchos se-rán triviales, otros muy conocidos, tantosotros los reveló Assange. Pero traigan lo es-pecíficamente relevante, si no quieren que ladevolución de archivos sea un acto publicita-

rio intrascendente que obscurezca aún más la misma exis-tencia de un mundo de archivos desconocidos que dirigenla vida de pueblos enteros. La Marcha, señor Obama (ymister Macri) considera a su estilo de gobierno como unintento de desnutrir la historia dejándole el pellejo vacío.El antiguo represor quería arrasar con todo. La Marchapiensa que usted vio en Macri una solución para el pro-blema de la historia, del hecho simple y conocido de que“hay historia”. La solución era nombrar algunas palabrasque son una clave a ser pensada, darlas vuelta, ponerlas alrevés, racionalizar todo, desollar todo, desplumar la me-moria dejándola en estado de museo o de legajo. ¿Enton-ces no es importante que se haya hablado de Archivos?Claro que sí. Pero la Marcha piensa, porque piensa que es-tá en peligro, por eso va a ser mayor que nunca. No quie-ren suprimirla, quieren desvanecerla y ahuecarla, tomán-dole sus motivos y hacerlos exteriores a ella misma. Poreso marcha la Marcha. Para seguir marchando desdeadentro de su propio sentimiento de emancipación social.

✱ Sociólogo.

La Marcha comoacontecimiento

colectivo

Guadalupe Lombardo

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SUPLEMENTO ESPECIAL DE

A 40 años del golpe de Estado

Memorias del fuego

PáginaI12

M I E R C O L E S 2 3 D E M A R Z O D E 2 0 1 6

Documentos de la Secretaría de Niñez sobre hijos de desaparecidos

La gente del futuroTrámites de guardas y adopciones, legajos de trabajadores,

fotografías y partidas de nacimiento fueron relevados para aportar ala búsqueda de niños apropiados, pero también para reconstruir elrelato estatal de los hijos de desaparecidos que se criaron con sus

familias. Los institutos de menores como parte del circuito represivo.

Las fotos, de Julio Pantoja, forman parte del ensayo “Los hijos, Tucumán veinte años después”.

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Memorias del fuegoII23-3-2016 /

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I1240 años del golpe III

Por Victoria Ginzberg

Yamila y Jimena Zavala Rodríguez se sentaronen el escalón del hall del edificio. Apenas unrato antes, caminaban por la vereda con su

mamá. Habían ido a comprar gaseosas porque en dosdías era Navidad. Casi estaban en la puerta de casa.Su papá venía en dirección contraria, hacia ellas.Pero no llegaron a encontrarse. De pronto, la esce-na, como todo lo conocido, como la vida, se desva-neció. Un auto se interpuso rápidamente entre lamujer que caminaba junto a sus hijas y llevaba labolsa de las compras y el hombre que se acercaba.Bajaron otros hombres. Hugo gritos, tiros. A la mu-jer la agarraron de los pelos y la metieron en el auto,que aceleró y se perdió de vista. El cuerpo del hom-bre quedó en el piso, un poco en la vereda y otro po-co en la calle, hasta que alguien, en algún momento,se lo llevó. Y todos se fueron. Y Yamila y Jimena,que tenían casi cuatro y dos años y medio, se senta-ron en el escalón del hall del edificio de la calleLambaré.

En 2011, Raquel Robles era Directora Nacionalpara Adolescentes Infractores cuando llegó a su ofici-na un oficio del juzgado federal de San Martín en elque se pedía información en un caso de posible apro-piación de un menor durante la última dictadura. El

papel –el símbolo de que allí, en el edificio dondetrabajaba, en la oficina estatal de la que era parte,podía haber información que ayudaría a encontrar al-gún nieto, algún hermano de un compañero– movili-zó a Raquel Robles y ella, a su vez, movilizó a toda lasecretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Fami-lia (Sennaf). El organismo armó una comisión pararelevar los legajos y documentos del período 1973-1985. De pronto, 18 personas comenzaron a revisarmiles y miles de trámites de guardas y adopciones, le-gajos de trabajadores, fotografías y partidas de naci-mientos.

El trabajo que coordinó Paola Sánchez, comenzócomo una manera de aportar información a la bús-queda de niños apropiados durante el terrorismo deEstado y con ese objetivo se hizo un convenio conAbuelas de Plaza de Mayo. Pero también permitióiluminar un círculo concéntrico más amplio relacio-nado con los hijos de desaparecidos que de una uotra forma, a veces rápido pero otras veces no tanto,se encontraron con sus familias, que en algunos casoslos criaron y los protegieron como su mayor tesoro,en otros los soportaron como una presencia incómo-da y, muchas veces, hicieron lo que pudieron, tratan-do de dar lo mejor en un contexto complicado y peli-groso.

Muchos de estos niños hoy cuarentones crecieron

sabiendo la verdad, o al menos sabiendo que sus pa-dres estaban desaparecidos o habían sido asesinadopor los militares, pero otros escucharon relatos másdifusos y confusos, que hasta podían incluir supuestosaccidentes de tráfico para explicar la orfandad.

Para regularizar la situación de estos niños que sehabían quedado sin padre y madre, para que fueran alcolegio o pudieran salir del país o para obtener sus do-cumentos, abuelos, abuelas y tíos y tías debieron tra-mitar guardas y tutelas. Esos trámites se hicieron conintervención de la Sennaf e implicaban visitas deasistentes sociales, que el Estado mandaba para “con-trolar” las condiciones en que vivían estos chicos ychicas. Los asistentes sociales hacían sus informes–que en general se parecían a los de una inmobilia-ria– y opinaban acerca de si les parecía que el “entor-no” era “adecuado” o si era “favorable” y si los meno-res eran bien tratados y debían permanecer allí o no.

El Estado se encargaba “velar por el bienestar” delos huérfanos que había creado. ¿Es esto una paradojabrutal? ¿Era un resabio del aparato burocrático queseguía funcionando al margen del circuito terroristadentro del mismo Estado? Para Raquel Robles no setrata de ninguna de estas cosas: “Cuando se habla deterrorismo de Estado no hay que pensar en los milita-res, sino en el aparato estatal que se ocupa de todo.Se ocupa de matar a los que cree que tiene que matary se ocupa de los niños, con diferentes modalidadessegún la realidad pero con un denominador común.Inclusive se ocupa de dar subsidios a las familias a lasque se mata la fuente de sustento. Y está el aparatojudicial que da ‘legalidad ‘a todas las situaciones irre-gulares que van quedando. Lo mismo con las propie-dades, las escrituras que se firmaron en los campos deconcentración. Es un aparato con todas las ventani-llas funcionando, y ahí es donde Kafka fue muy ge-nial, porque en todas sus ventanillas actúa con unacoherencia tremenda. Así como hay un plan de apro-piación de niños, hay un plan para resolver los cabossueltos que van quedando”.

Raquel habla del método nazi de fragmentación delas acciones para pensar en el trabajo estatal y judi-cial durante la última dictadura. “Sentís que sos unatrabajadora social y que estás haciendo tu tarea, perono comprendés dentro de qué maquinaria estás. Elterrorismo de Estado es mucho más grande de lo quepensamos”.

A través de un convenio con la secretaría de Dere-chos Humanos, los documentos se fueron digitalizan-do y entregando a sus “dueños”, a quienes aparecíanen la carátula. “Cuando tomamos conocimiento deque existía esta información, entendimos que era va-liosa para las personas que figuraban allí, que en esaépoca eran niños. Había un relato del Estado de unaparte de su infancia y nosotros no sabíamos si cono-cían estos hechos, todos, una parte o si tenían unaversión distinta. Muchos de los que participamos eneste trabajo somos hijos de desaparecidos y sabemosque cualquier cosa que se encuentre tiene un valormuy grande, porque en muchos casos no sólo desapa-recieron nuestros padres, sino también los registrosde sus vidas, sus libros, sus fotos”, explica ManuelGonçalves, secretario ejecutivo de la Comisión Na-cional por el Derecho a la Identidad (Conadi).

Los institutos Entre los niños que fueron apropiados y los que pu-

dieron regresar enseguida con sus familiares luego delsecuestro o asesinato de sus padres hubo un montónde situaciones intermedias. Los legajos de la Sennafpermiten iluminar un hecho que a pesar de los 40años transcurridos desde el golpe de Estado no esmuy conocido ni fue sistemáticamente relevado: laderivación de hijos de desaparecidos a institutos demenores y la pertenencia de estos establecimientos alcircuito represivo como un dispositivo más, al igualque los centros clandestinos, las cárceles y las comi-sarías.

Yamila y Jimena Zavala Rodríguez son las niñasque se sentaron en el escalón del hall de su edificioluego de presenciar el asesinato de su padre, MiguelDomingo Zavala Rodríguez (ex diputado nacional eintegrante de las FAP), y el secuestro de su madre,Olga Irma Cañueto, el 22 de diciembre de 1976 enAlmagro. Lo siguiente que recuerda Yamila es unhombre y unos chupetines. Dos meses después, ella ysu hermana fueron rescatadas por su abuela del insti-tuto de Menores Mercedes de la Sala y Riglos, enMoreno. Según surge de sus legajos, estuvieron allí adisposición del Comando I del Ejército, con sede enPalermo. En una nota fechada el 23 de diciembre, lasecretaría del Menor y la Familia le informa al direc-tor del instituto que “se ha dispuesto autorizar el in-greso de la menor Zabala Rodríguez Gimena, debien-do quedar anotada a la orden de la Junta Militar. De-biendo no ser entregada ni visitada por ninguna per-sona sin la correspondiente orden de la dependenciamilitar correspondiente”.

Mientras las niñas estaban en el Riglos, su abuelapaterna, Ana María Mendoza de Zavala Rodríguez,viuda de un juez, logró mover sus contactos hasta darcon ellas. En una nota del 16 de febrero de 1977 eldirector del instituto, Osvaldo Lauro, le pidió a la se-ñora Amanda Rousseau de García, de supervisión deInstitutos, que le informe “qué actitud asumir encuanto a las visitas de las alumnas mencionadas” da-do que “se encuentran bajo la dependencia de la Jun-ta Militar”. Finalmente, luego de que la abuela sobre-actuara valores occidentales y cristianos, el propioministro de Interior de la dictadura, Albano Har-guindeguy, intervino para que las chicas pudieranvolver con su familia. “No sé que hubiera pasado simi abuelo en vez de juez hubiera sido almacenero,por ahí no nos devolvían”, dice Yamila, hoy abogadaque patrocina a víctimas de crímenes de lesa huma-nidad en Mar del Plata.

También en diciembre de 1976, también en la Ca-pital Federal, Claudia Urondo y Mario Koncurat fue-ron a una cita envenenada –juntos, contradiciendotodas las normas de seguridad. Se resistieron durantehoras a una patota compuesta por más de una docenade represores y llegaron a la ESMA muy heridos o yamuertos. Sus hijos, Nicolás y Sebastián, de dos y tresaños, estaban en el jardín de infantes, en Caballito.Era el 3 de diciembre de 1976, Nicolás cumplía dosaños y sus papás le habían prometido que iba a haberfestejo. Pero como nadie los fue a buscar, la directorase hizo cargo de ellos un par de días, hasta que llamóa una comisaría.

Los abuelos comenzaron la búsqueda, pero no erafácil, los chicos estaban anotados en la escuela conotro apellido. Estaban también en el Riglos. Y así co-mo a las Zavala Rodríguez las controlaba el Ejército,los Koncurat dependían de la Marina.

Nicolás y Sebastían estuvieron a cargo del juez co-rreccional de Menores Jorge Muller, que luego se de-claró incompetente. El trámite pasó al juzgado crimi-nal de instrucción 9 a cargo de Oscar Hermelo. El se-cretario tutelar de ese juzgado era Gonzalo DalmacioTorres de Tolosa, uno de los dos civiles que actual-mente están siendo juzgados en la megacausa ESMA,denunciado por Adolfo Scilingo por participar de losvuelos de la muerte. A través de Torres de Tolosa yuna pista en el diario dejada por el juez anterior de lacausa, que publicó la búsqueda de dos niños “abando-nados”, la familia pudo encontrar a los chicos.

El mismo Torres de Tolosa lo confirmó. Pidió ex-cepcionalmente la palabra durante el juicio para re-ferirse a este caso. Dijo que al hablar con el abuelode los niños en el juzgado se dio cuenta que los Cam-pagnolo eran KoncuratUrondo, que fue a la ESMA a“consultar” a Jorge “El Tigre” Acosta y que éste lomandó a ver a Francis William Whamond, que “esta-ba en pleno conocimiento de la situación”.

Torres de Tolosa intentó quedar como el “salva-dor”, el artífice del reencuentro familiar, pero en su

relato aportó información importante. Por un lado,confirmó que el grupo de tareas de la ESMA asesinóa Claudia y Mario y reveló que tuvo que pedir “auto-rización” a la ESMA para que los chicos volvieranacon su familia. “Fue a buscar aprobación del GT paraentregar a los niños, que se hallaban sustraídos, rete-nidos y ocultados a disposición de la Armada, usandocomo lugar de cautiverio la institución del Riglos”,dijo durante su alegato la fiscal del juicio ESMA,Mercedes Soiza Reilly.

Cuando Nicolás fue a declarar en el juicio, llevósu legajo. Lo había recuperado antes de que se for-mara la comisión en la Sennaf. Lo había ido a pedirpara poder reconstruir su historia, porque sus prime-ros recuerdos empiezan después, con sus abuelos, enla Pampa. Así supo que en el Riglos estuvo enfermoy lo alimentaron a cuchara y que lloraba mucho.Una hoja entre todas le llamó la atención. Es unbreve escrito a máquina en el que se da cuenta delllamado de una asistente social que hacía prácticasen el Riglos y que informaba sobre un chico rubio,de entre dos y tres años que se llamaba Nicolás, aun-que la fecha no está clara. “Ella trató de brindarlecariño porque se lo veía muy triste, pero le aconseja-ron que no se acercara mucho porque era hijo desubversivos y si se acostumbraba al trato de ella, lue-go sufriría mucho más. Estaba un poco aislado. Nosabe que pasó luego con el chiquito”, dice el infor-me. Nicolás volvió al Riglos dos veces, para tratarque alguna imagen saliera a la luz. Pero nada. Hayvivencias que quedarán por siempre en la oscuridad,aunque tienen efectos que llegan hasta hoy. “Hicemuchos años de terapia. Y creo que el hecho de ha-ber estado ahí 45 días varados nos dañó un montón,fue un gran trauma. Me doy cuenta ahora de mani-festaciones que tuve, como rigidez en las manos.Creo que haber estado ahí nos daño tanto como notener a nuestros viejos. Sé lo que es cuando un nenese encuentra en situación de una demanda que no esrespondida. Sé lo que eso genera en la psiquis. Estraumático que no estén tu mamá y tu papá, pero siestá tu abuela o tu tía puede haber una suplencia,aunque no se sustituya, pero el hecho de estar insti-tucionalizado de tan chico te daña”, explica Nicolás,hoy psicólogo.

Como Nicolás, Yamila y su hermana no tienenningún recuerdo del Riglos. Aunque en el caso deYamila sí tiene recuerdos anteriores, como el asesina-to de su papá y el hall en el que se sentó con su her-mana, al que volvió de grande y vio casi igual, aun-que más chico. Lo último que se acuerda de ese día esun hombre y chupetines, que, según el legajo, debióser el vecino del 3B que las llevó a la comisaría. Elinstituto es un agujero negro. Luego, viene la vidacon sus abuelos.

El Riglos no fue el único Instituto en por el quepasaron hijos de desaparecidos, también fueron partedel circuito, entre otros, la colonia Capitán Sarmien-to, el Instituto María del Pilar Borchez de Otamendiy el Carlos Arenaza. En el Riglos se sabe que al mar-gen de los niños que estuvieron allí a disposición deMarina o Ejército pero documentados, también hubocasos de internaciones clandestinas, sin registros, co-mo los chicos que fueron llevados allí luego del ope-rativo que se realizó en marzo de 1976 en la quintade Moreno donde estaba reunida la cúpula del PRTERP.

La diferenciaHay pequeños o grandes datos que estos documen-

tos y legajos de la Sennaf pueden revelar, pero los pa-peles también tienen información falsa, que se co-rresponde con la versión oficial de la dictadura de al-gunos hechos. Por ejemplo, la mamá de Yamila y Ji-mena está “fugada” y las niñas “abandonadas”. “Re-cuerdo un caso en el que se llevan a los padres deuna casa de San Telmo, una casa que destruyen. Lanena está en una institución y el informe de la psicó-

loga dice que la niña fabula, que no quiere aceptarque ha sido abandonada. Pensé, ‘quién sabe qué hasido de la vida de esta chica, a lo mejor sigue pensan-do que fabulaba’. Me parece importante que la genterecupere este pedazo de su historia”, cuenta RaquelRobles. Por eso, quienes reciben los legajos que fue-ron digitalizados tienen la oportunidad de hacer undescargo para rectificar la información.

El terrorismo de Estado abarcaba todas las ventani-llas, pero también dejaba margen para pequeños ograndes gestos de resistencia o de dignidad. La posi-bilidad de que los padres de estos niños estuvieran,en los papeles, efectivamente desaparecidos por razo-nes políticas parecía depender bastante de la volun-tad del asistente social que hacia los informes y, enalgunos casos, también del relato que recibían de losguardadores.

“Así como había una psicóloga que ponía una bar-baridad u otras que repetían el relato oficial, tambiénhabía algunos que escribían la palabra desaparecido.Para mí, que hace 25 años trabajo en el Estado, esimportante que, aun en ese marco, en el que la vidaera bastante frágil, hubo gente que escribió lo que te-nía que escribir. Es para pensar que siempre hay unmargen para tomar una decisión más ética en rela-ción a tu profesión como funcionario público. Por unlado está la magnitud del terrorismo de Estado. Du-rante el trabajo, también nos encontramos con loslegajos de dos asistentes sociales desaparecidas. Ydespués está la capacidad como trabajador de haceruna diferencia, de dignificar tu lugar de trabajo. Pu-diste hacer una diferencia y no la hiciste o pudistehacer una diferencia y la hiciste. Eso también se veen los legajos. La gente que puso la verdad y la genteque no. A menudo se escucha ¿`qué podría haber he-cho?... No sabíamos.` No es que hay cosas que se po-drían haber hecho, hay cosas que se hicieron. Lopienso también para la situación actual, en la que noestá en juego la vida, pero sí el trabajo. ‘Nos estánpor despedir a todos, ¿qué podría haber hecho? Haycosas que se pueden hacer, podés agarrar el volantede un compañero. Y también hay margen para hacerlo mejor posible tu trabajo”.

Fuera de registroEstos documentos, como cada registro oficial, así

como muchos papeles íntimos, pensados para notrascender a la esfera pública, pero que por las cir-cunstancias terminaron enredados en ella, se vansumando a un hilado que permite armar el tejidosocial de las historias, que son individuales y colec-tivas, personales y políticas. Hay episodios que, de-bido a que sus protagonistas eran demasiado jóve-nes, no pueden ser recuperados sino como sensacio-nes, como las huellas que dejaron. Son los que ex-plican que lo primero que hacía Sebastián, a los tresaños, cuando se levantaba en la casa de sus abuelos,fuera armar con cuidado y esmero las camas, lo quehacía que Nicolás se tapara la cara con las manoscuando veía que un adulto movía las suyas y que elentrenador de natación de Yamila tuviera que pedirque en las competencias se cambiara el sistema delargada porque el disparo la paralizaba. Desde latemprana La Historia Oficial, infancia y dictadura esun tema recurrente, pero en los últimos años se fuecomplejizando con reflexiones y aportes de los pro-tagonistas, muchos en clave de ficciones. Los escri-tos de Angela Urondo, Félix Bruzzone, Ernesto Se-mán, Laura Alcoba, Mariana Eva Pérez, la mismaRaquel Robles (y en esta lista cuadra también “Unamuchacha muy bella”, de Julián López, que no eshijo de desaparecidos pero tiene una pertenenciageneracional) y muchísimos otros, las películas deAlbertina Carri y Benjamín Avila y la obra de tea-tro Mi vida después, de Lola Arias, por citar solo al-gunos, son parte del entramado de una generaciónque se está pensando, como les ocurre a todas, porcierto.

Archivos de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia sobre hijos de desaparecidos

Niños en el tiempo

El legajo de las hermanas Zavala Rodríguez.

Un trabajo quecomenzó paraaportar información ala búsqueda de niñosapropiados permitióiluminar un círculoconcéntrico másamplio relacionadocon los hijos dedesaparecidos quese criaron con susfamilias y dio cuentadel paso de muchosde ellos por institutosde menores.

El legajo Por V. G.

Mi legajo no tienefoto. Tiene un nú-mero, el 506516.Yuna descripción“cromática” y otra“morfológica”. Diceque mi cutis esblanco, mi cabellorubio, mis ojos me-

dianos y mi iris verdoso. Que mifrente es ancha, mis cejas arquea-das, mis párpados normales, minariz cóncava, mi boca mediana,mis labios finos, mi mentón normaly mis orejas medianas. Dice tam-bién, que mis padres están desaparecidos.Y lo dice en 1978.

La asistente social que me entre-vistó por primera vez, para autori-zarme a salir del país en un viajeque mezclaba vacaciones en Dis-ney con una visita a la parte de lafamilia que estaba exiliada en Méxi-co, volcó en el papel, evidentemen-te, todo lo que mi tía le dijo. No más,pero tampoco menos. Era 1978 yallí figura “desaparecido” al lado delos nombres de mis padres. En lasobservaciones se aclara que “fue-ron retirados de su domicilio por ungrupo de personas, en mayo de1977, nunca más supieron deellos”. No es poco. ¿Qué pensaríala funcionaria que escribió aquelloen el expediente?

Muestra el legajo, y por lo quesé, esta característica se repite enmuchos otros documentos simila-res, que la vocación frustrada delos asistentes sociales es la deagente inmobiliario. “Se trata de undepartamento moderno, suma-mente confortable, luminoso y congrandes ventanales hacia jardinesy campos de deportes. La menortiene una cómoda habitación paraella sola, amueblada de acuerdo asus necesidades”, describió la per-sona que hizo el informe en 1983.La mirada de clase, la asociaciónde buen pasar económico conbienestar emocional es práctica-mente unánime en los legajos queinvolucran a menores y no sólo losque se relacionan con hijos dedesaparecidos. No es que la estu-viera pasando mal, aclaro, tendien-do en cuenta el contexto. Pero esono dependía de la cantidad decuartos que tenía el departamentodonde vivía.

De mi legajo se desprende quefui una pequeña sobreadaptada.“Normal, vivaz y simpática”, dice(sí, muchos de los que me cono-cen se preguntan qué pasó des-pués, pero no viene al caso) Queera “mimada por todos” por ser “lamenor y la única niña de sexo fe-menino” de la casa. Que “no pre-sentaba problemas”, y que, de he-cho, cuando hablaba de mis pa-dres decía “que están muertos”.En otra visita, la asistente socialparece quedarse conforme porquecada vez hablaba menos de mispadres.

¿Qué sería normal en esas cir-cunstancias? ¿Hablar mucho, ha-blar poco, llorar, reír? Es probableque las asistentes sociales no losupieran. Pero es seguro que loque observaban en esas pocas vi-sitas, ese supuesto comportamien-to de “niña normal” a la que no lehabía pasado lo que sí me habíapasado, las tranquilizaba.Nicolás Koncurat en Rosario.

Yamila y Jimena.

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Memorias del fuego 40 años del golpeIV

Por Julio Maier

“De nuevo estoy de vuelta/después de largaausencia/igual que la calandria/que azota el venda-val” reza la recontraconocida zamba del “Chango”

Rodríguez. El texto y sus palabras denotan mejor quecualquier explicación el significado completamente dife-rente que ellos tienen según el momento y en el lugar enel que son escritos o pronunciados. Para el autor de lacuartilla aquel texto representaba la alegría por el pasofestivo de la prisión a la libertad, la expresión de la razónde ser de su calvario, el homenaje sentido a quien lo ha-bía acompañado durante su sufrimiento.

Al menos para mí, el título que preside significa todolo contrario. Tristeza, al conocer el “vendaval” actual dedespidos de empleados y de trabajadores, sin atención al-guna al problema humano de sus familias, con la únicajustificación del cierre correcto de un balance, en el me-jor de los casos; al sentir en carne propia la disminucióndel valor del salario de aquellos “felices” de no haberperdido el empleo, de poder seguir ocupados, pérdidaque mi familia y muchas como la nuestra pueden sopor-tar o capear de algún modo, pero que para otros significaperder su albergue o ganar ayunos; al presenciar que sepretende corregir el déficit fiscal suprimiendo los im-puestos con los que contribuyen al bien común quienestienen sus necesidades más que satisfechas, que no au-

mentarán la satisfacción de necesidad real alguna con osin la desgravación, sencillamente porque les resulta im-posible como individuos o como familia; al ver al gobier-no de mi país y al Congreso nacional apurado, determi-nado en materia (derogación de una ley nacional y per-misión de contratar bajo el imperio de otra ley nacional)y en tiempo (antes de mediados de abril) por un juez ex-tranjero de primera instancia, de una comuna de unaciudad, importante, pero ciudad al fin, amenazados, so-juzgados por él y el interés financiero de personas priva-das, con sede única en el egoísmo patético de la afirma-ción de la propiedad privada por sobre todas las cosas,egoísmo puro de personas harto satisfechas en sus necesi-dades que ni siquiera pestañean ante la pobreza ajena,ante el hambre o ante la carencia de sustentos elementa-les para la vida digna de otros, sus congéneres. Estupor,al presenciar que personas y partidos políticos que en te-oría defienden a los más necesitados, si bien expresanesa teoría en palabras, de modo altisonante, conocen ycalifican los problemas sobrevinientes a su decisión, ava-lan el fruto de esas órdenes y amenazas, al punto de queun vecino, confundido por los discursos parlamentarios yla votación posterior, me pidió alguna explicación deamigo que, por supuesto, no pude satisfacer.

Confieso que resulta quizás imposible explicar mi es-tado de ánimo. Noto que entre la trágica historia cuyoscuarenta años de sucedida recordamos –muchos aún

con tristezas pendientes– (yo, en cambio, si tuviera po-der, recordaría su finalización) sólo existe un cambio deapellidos, mínimo si se quiere. El hoy significa o repre-senta lo mismo que el ayer. Si alguien explica una dis-tinción entre Martínez de Hoz y Prat-Gay o Aranguren,ella es sólo circunstancial y no siempre favorece a lostiempos presentes. Ello funda mi depresión –en térmi-nos vulgares– frente a los hechos. Haber llegado despuésde 40 años al mismo punto no es un hecho capaz defundar optimismo ni alegría en nadie (¿o no recuerdan,por ejemplo, la supresión del impuesto a las sucesiones,la “tablita”, Papel prensa, etc.?). Existe, sin embargo, al-go peculiar en la comparación: esta vez llegamos a esepunto por elección propia, pues nadie puede fundar des-conocimiento acerca de aquello que sucedería, menosaún los más educados; sólo quizás se pueda expresar sor-presa por la velocidad de los acontecimientos, algo que,seamos sinceros, es propio de la época en la que vivi-mos. Aquella peculiaridad funda también nuestra res-ponsabilidad por los resultados, como ciudadanos y co-mo país.

Hace pocos días, un ministro del gobierno precedente,a quien respeto y admiro, dijo algo que me impactó: pa-rece que estamos condenados a comenzar siempre desdecero. ¡Ojalá tenga razón! porque mi pesimismo estimaque comenzaremos desde algún subsuelo, a estar por cier-tos datos históricos.

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SUPLEMENTO ESPECIAL DE

A 40 años del golpe de Estado

Memorias del fuego

PáginaI12

J U E V E S 2 4 D E M A R Z O D E 2 0 1 6

Los organismos de derechos humanos repasan sus historias, los momentos peligrosos, los conmovedoresy también las alegrías. De la lucha por la justicia por los crímenes del terrorismo de Estado a la demanda

por los derechos económicos, sociales y culturales y la denuncia de la violencia institucional.

La historia del movimiento de derechos humanos

Presentes

Guadalupe Lombardo

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Por Abuelas de Plaza de Mayo

Hacía seis meses que las Madres dePlaza de Mayo habíamos convertidola orden policial de “circular” en “la

ronda de los jueves”. Pero aquel jueves de1977 una madre se apartó de la ronda y pre-guntó: “¿Quién está buscando a su nieto otiene a su hija o nuera embarazada?”. Ungrupo de madres comprendimos que debía-mos organizarnos para buscar a los hijos denuestros hijos apropiados por la dictadura yfundamos Abuelas de Plaza de Mayo. Envia-mos escritos a la Corte Suprema de Justicia,a las Naciones Unidas y al Vaticano. Reco-rrimos orfanatos. Nos entrevistamos confuncionarios, obispos y políticos. Pero la res-puesta, en todos los casos, fue el silencio.Recién en abril de 1978 un medio, el diarioBuenos Aires Herald, se atrevió a publicaruna carta de lectores que daba cuenta de laexistencia de niños desaparecidos en el país.

En 1979 viajamos a Brasil para encontrar-nos con el Comité de Defensa de los Dere-chos Humanos en el Cono Sur (Clamor), de-pendiente del Arzobispado de San Pablo.Allí recogimos testimonios de sobrevivientesque confirmaban los nacimientos de nuestrosnietos en cautiverio. En agosto, llegaron losprimeros frutos y con la ayuda de Clamor, lo-calizamos en Chile a los hermanos Anatole y

Victoria Julien Grisonas, secuestrados el 26de septiembre de 1976 junto con sus padresaún hoy desaparecidos en el partido de SanMartín, provincia de Buenos Aires.

Mientras la dictadura agitaba su campaña“los argentinos somos derechos y humanos”,las Abuelas aportamos archivos a la nóminade 5.566 casos de desaparición que los orga-nismos presentamos a la Comisión Interame-ricana de Derechos Humanos (CIDH) de laOEA. Y en octubre nos lanzamos al mundo adifundir la búsqueda. Para la Navidad de1979, cada una de nosotras recibió miles detarjetas con fotos de niños y cartas de escuelasy universidades. Eso nos dio una gran fortale-za, porque dentro del país nos marginaban.Los datos que recogíamos en los viajes demos-traron la existencia de un plan sistemático deapropiación de bebés, que incluía maternida-des clandestinas, personal médico y listas deespera de personas dispuestas a quedarse conlos hijos de nuestros hijos. Frente al horror,respondimos con verdad y justicia. Así fue co-mo el 19 de marzo de 1980 logramos nuestraprimera restitución, encontramos a TatianaRuarte Britos y Laura Malena Jotar Britos, se-cuestradas junto a su madre y el padre de Lau-ra en octubre del 77 en la localidad bonae-rense de Villa Ballester. La publicación delinforme de la CIDH, que denunciaba las vio-laciones a los derechos humanos en la Argen-

tina, coincidió con el llamado de la dictaduraa un “diálogo político” con el fin de lograr elaval civil a lo actuado por las fuerzas armadas.Pero la repercusión del tema en el exterior eracada vez más grande.

Entre 1980 y 1983 localizamos a cinco ni-ños desaparecidos y nos fuimos convencien-do de que la restitución era un acto de repa-ración para nuestros nietos. A la vez inicia-mos averiguaciones para saber si existía al-gún elemento de la sangre que les permitieraprobar la pertenencia familiar de un indivi-duo. Con este objetivo recurrimos en 1982 acientíficos de la Sociedad Americana para elAvance de la Ciencia, en Estados Unidos.“Lo que piden es posible, pero nunca se hizo.Vamos a investigar”, nos dijeron los científi-cos. Pasamos seguidamente a Nueva York yen el Blood Center quedaron en estudiar eltema. En 1983 un Congreso Internacionalen Nueva York nos dijo: “Sí, se puede”.

Un año más tarde, con la “primavera de-mocrática” en la Argentina, llegaban buenasnoticias desde Washington. Los científicoshabían logrado demostrar la inclusión de unniño en una familia. Así logramos la técnicapara identificar a nuestros nietos, y la cienciaun futuro promisorio, en particular la genéti-ca, cuyos estudios sobre ADN han perfeccio-nado los métodos de identificación de perso-nas hasta hacerlos completamente fiables.

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Memorias del fuegoII

Abuelas de Plaza de Mayo

La búsqueda de losdesaparecidos vivos

Dafne Gentinetta

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40 años del golpe III

Los años siguientes nos trajeron alegrías ytristezas: entre las alegrías, el juicio a las jun-tas militares y la CONADEP, la creación delBanco Nacional de Datos Genéticos, laConvención de los Derechos del Niño, laformación de la Comisión Nacional por elDerecho a la Identidad (CoNaDi), y másnietos encontrados; y entre las tristezas, lasleyes de obediencia debida y punto final, ylos indultos. A mediados de los 90, en razónde que nuestros nietos ya no eran niños sinojóvenes, las Abuelas cambiamos nuestras es-trategias. Comenzamos a realizar campañasde difusión para convocar a los chicos condudas sobre su identidad y hacerlos partíci-pes de su propia búsqueda.

Muchas personalidades respondieron a laconvocatoria. Actores, directores y drama-turgos creamos Teatro por la Identidad; mú-sicos de todos los géneros participaron deMúsica por la Identidad; arquitectos, fotó-grafos, diseñadores, artistas plásticos y cine-astas se nos acercaron a colaborar. La difu-sión permitió a más jóvenes encontrar suidentidad y fue creando conciencia en la po-blación sobre el derecho a la identidad.

En 2003 accedió a la presidencia de la Na-ción Néstor Kirchner. Poco conocíamos deél, sin embargo, lentamente fuimos descu-briendo su compromiso y voluntad por cons-truir un país más justo y soberano. Gratísimafue la sorpresa cuando fuimos recibidas en sudespacho de la Casa Rosada y nos encontrar-nos con un hombre de extrema sencillez,abierto a escuchar y a resolver nuestros re-querimientos de larga data. Prometió y cum-plió. Fue él quien pidió perdón en nombredel Estado por las atrocidades cometidas du-rante la última dictadura y así abrió las puer-tas a la verdad histórica: se anularon las le-yes de obediencia debida y punto final; co-menzaron los juicios a los genocidas y suscómplices, y cada lugar de encierro, de tortu-ra y de muerte se convirtió en un espacio dememoria. Estas políticas de estado continua-ron durante los dos mandatos de CristinaFernández de Kirchner: se creó la UnidadEspecializada para Casos de Apropiación deNiños durante el Terrorismo de Estado; sejerarquizó el Banco Nacional de Datos Ge-néticos (BNDG) y se fortaleció la ComisiónNacional por el Derecho a la Identidad.

Cuarenta años después del golpe y con unamirada retrospectiva desfilan por nuestra me-moria tantos y variados recuerdos que nos re-afirman la convicción de que el camino quenos impuso la dictadura militar no tiene fin.Podemos hablar del comienzo de sus aciagosdías en que esperábamos el regreso del hijo,hija, la esposa o el compañero que nuncavolvió. La ingenuidad que en la mayoría delos casos teníamos las Madres-Abuelas pen-sando que los dictadores nos darían respuestaa nuestras preguntas: ¿Dónde están? ¿Dóndenacieron nuestros nietitos? Conservar la ha-bitación intacta, su ropa limpia, el plato en lamesa. Preparar el ajuar para el bebé que debí-amos criar esperando el regreso de sus padres,fueron parte de esa ingenuidad.

El paso los meses y los años nos fueronconvenciendo de que nuestra misión seríapara siempre. Y dejamos todo lo rutinario yhabitual para salir a reclamarlos dentro y fue-ra del país. Con miedo, desconocimiento ysoledad al principio, luego con desafío, soli-daridad y comprensión creciente con el co-rrer del tiempo. Juntar las manos, elaborar es-trategias, buscar caminos y aprender a mo-vernos en ese nuevo mundo no deseado, fue-ron las pautas que marcaron nuestra decisión.

Hoy nos proclaman por el mundo comolas vencedoras del más negro episodio políti-co de nuestro país. Quizá el amor y el orgullo

por nuestros hijos, la ternura por nuestrosnietos puedan hacernos ver como heroínasde esta historia.

Pero nuestros pasos fueron los que debimosdar, porque seguiremos caminando, brindan-do por la vida que cada nieto encontrado re-presenta, y por la ausencia de los hijos cuyaentrega de vida nos hace renacer para estalucha que no tiene fin. Porque eso nos hanlegado y esperamos seguir legando: donde ha-ya un derecho humano vulnerado estaremos,por nuestros hijos, por nuestros nietos, y pornuestro pueblo. Cada día que pasa decimos:¿Qué más? Para hacer el “Nunca Más”

Guadalupe Lombardo

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Memorias del fuegoIV

Asociación de Madres de Plaza de Mayo

Nuestros días

Tati Almeyda, Madres de Plaza de Mayo

Siempre Por Tati Almeyda

La primera vez fui a la pla-za, se ve que llegué tem-prano porque recuerdo es-

tar sorprendida de que estuvieravacía. Pasaban los minutos y se-guía sin haber nadie. Y de re-pente ahí estaban. No sé dedónde salieron. De pronto unaronda enorme, masiva, empezóa dar vueltas alrededor de la pi-rámide. Aquella tarde meacompañaba el que por enton-ces era mi yerno. Entonces em-pezamos a caminar, como to-dos, siguiendo la ronda, y ve-mos que agarran del brazo a unchico que marchaba con noso-tras, para llevárselo. Recuerdoque mi reacción fue algo total-mente inconsciente. Empecé alos codazos, a empujar, con mu-cha gente más que se metió pa-ra que no se lo llevaran, y lo lo-gramos. Es algo chiquito, peromuestra lo enorme que fueronesas catorce primeras madres,esas valientes mujeres que em-pezaron todo el jueves 30 deabril de 1977 en la Plaza.

Para mí, fue la primera vezque veía en vivo y en directo elabuso y la represión, fue el pri-mer contacto que yo tuve con elhorror que se estaba viviendo,mas allá del dolor de la pérdidade Alejandro. El momento másterrible, y así lo recordamossiempre, fue la desaparición denuestros hijos. Hubo muchosmomentos peligrosos. El peor,sin dudas, fue el secuestro y ladesaparición de Azucena Villa-flor, Esther Cariaga y MaryPonce. Fue deliberado: “Así sedejan de joder”, pensaron. Fueun parate de dolor, de horror,un parate humano. No fue laprimera vez que quisieron ame-drentarnos. Pero se olvidaronque somos madres.

Cuando secuestran a las tres,yo todavía no me había acerca-do a Madres. Cada madre tieneuna historia de vida: la mía esque yo no podía ser más gorila.Me salían pelos por todos lados.Era profundamente antiperonis-ta. Lo mío venía de familia: dellado de mi padre, una tradiciónmilitar, estuve rodeada siemprede coroneles, comodoros; y dellado de mi madre, eran todosradicales, antianti.

Eso me lo enseñó la madreMaría Adela Gard de Antoko-letz, la primera que me recibiócuando llegué a Madres, aquien no me resigno a olvidar.“A quién te falta a vos”, mepreguntó cuando llegué. Parami sorpresa, era lo único que leimportaba: no me preguntó na-da que tenga que ver con misideas políticas ni nada pareci-do. Me largué a llorar, hice uncatarsis total. “Qué estúpidaque fui, Adela”, le decía yo.

“No digas eso, cada madre traesu historia”, me calmaba ella.“Además Tati, mirá como tehas convertido, con tu historiafamiliar y todo”.

A Alejandro lo secuestran enel año 75. Él estaba cursandoprimer año de medicina, tenía20 años, y trabajaba. Cuandotodavía un trasnochado dice“por algo los secuestraron”, no-sotras decimos claro que sí, quefue por algo: porque eran mili-tantes, militantes comprometi-dos con su país, con su pueblo.

Él desaparece durante el go-bierno de Isabel Perón, cuandoel accionar de López Rega y latriple A ya había dejaba a su pa-so 2000 mil secuestros y asesi-natos. Tres de los seiscientoscentros clandestinos que fun-cionaron a partir del 24 de mar-zo de 1976 ya existían desde en-tonces. Así que todo eso siem-pre hizo difícil mi relación conel peronismo. Recuerdo queAlejandro me decía “esta gorili-ta de mierda, sin embargo comola quiero”, y me abrazaba. Yome reía. No entendía nada: loúnico que sabía es que no eraperonista. Nos costó mucho sa-lir de la burbuja. Desde algúnlugar Alejandro se estará riendode ver a esta gorila de mierdahaciendo las cosas que hago.Así lo siento yo.

El verdadero antes y despuésde la historia, para mí, se da conla llegada de Néstor y Cristina.Eso lo tengo bien claro. Ahí to-mé conciencia, empecé a anali-zar realmente el peronismo. Elcompromiso de mi hijo Alejan-

dro lo encontré en Néstor,quien me demostró con suejemplo y teniendo la edad quetendrían nuestros hijos, que re-almente había que creer en laspersonas. Creer en Menem, enDe La Rúa, ¡por dios! Un de-sasosiego total. Néstor, en cam-bio, es nuestro otro hijo, así losentimos. Nunca voy a terminarde agradecerle que fue el únicopresidente que tomó los dere-chos humanos como política deEstado, no de un gobierno. Élanuló las leyes de impunidad ypudimos seguir juzgando en laArgentina. A través de su ejem-plo, me afiancé en mi compro-miso con mi hijo Alejandro.

Por Hebe de Bonafini

El día más triste de mi vida fueel día que comenzaron los se-cuestros en mi familia, que se

llevaron a mi hijo mayor. La des-aparición de un hijo es como si enel medio de la casa cayera una bom-ba, como si nada más tuviera im-portancia, como si no hubiera nimás sol ni más luna ni más nada,como si todo lo del alrededor noexistiera. Tuvimos, realmente, sen-saciones muy extrañas. Como si degolpe te quedaras ciega, como si degolpe no escucharas más. Inmedia-tamente buscás a Dios y Dios no es-tá. Fue muy horrible, triste, angus-tiante y solitario a pesar de estaracompañada por mi marido y misotros hijos. Parecía imposible de so-portar. Ése fue el día más triste.

Después, el día más peligroso fueel día de secuestro en la IglesiaSanta Cruz, al otro día el de Azu-cena y sentir que todo se venía en-cima. Todos los pasos escuchadosdetrás se olían a secuestros; todaslas llamadas telefónicas se olían acrímenes; las que estábamos máscomprometidas con el movimien-to, tuvimos que irnos de las casas,nos fuimos sin saber adónde Laura,Licha, Lidia y yo, todas Madres dela Plata que veníamos siempre aBuenos Aires. Nos fuimos de nues-tras casas. Nos dimos cuenta quecon irnos no ganábamos nada, queel peligro seguía, que teníamos queafrontarlo, que no podíamos dejara nuestras compañeras solas, que aAzucena, Mary y Esther teníamosque buscarlas, reclamarlas, pedir-las, gritarlas y volvimos cada unanuestras casas, cada una con sumiedo, con el miedo de su familia,con el miedo a desaparecer. Nocreíamos que nuestras compañerasiban a desaparecer, siempre pensá-bamos que las íbamos a recuperar.Cada llamada, cada golpe en lapuerta, cada amenaza por teléfonoolía a la muerte.

Pasaron muchas cosas, pasaron

muchos años. Las Madres crecimos,socializamos la maternidad, recha-zamos la reparación económica, laexhumación de cadáveres, los ho-menajes póstumos, peleamos paraser un colectivo, luchamos con mu-cha fuerza para socializar la mater-nidad. Y a partir de ahí fueron lle-gando las alegrías, con Néstor yCristina llegaron muchas alegrías, yla más disfrutada fue el día quecumplimos 35 años de lucha y tuvi-mos el coraje de armar una murgacon los compañeros uruguayos de“Agarrate Catalina”. Nos disfraza-mos de murgueras, nos pusimos lossombreros y ellos nos pintaron lascaras de murgueras. Fue un día muyfeliz, muy alegre que nos llenó desatisfacción. Nadie lo podía creerporque fue sorpresapara todos.

Lo más emotivonos pasó el 19 defebrero de 2010,cuando Cristina de-cidió festejar sucumpleaños con lasMadres, en Olivos.Nos recibió vestidacon una vestimentasencilla como sifuera una de nues-tras hijas: un panta-lón negro, los zapa-titos bien bajos, el cabello tomadode arriba, con esa sonrisa, ese afec-to, ese amor tan propios de ella, ynos regaló su vida. Nos hizo ir congente que filmara, que grabara y fo-tografiara y nos contó toda su vida:su infancia, sus partos, su pareja, sufamilia. Fue emotivo. Fue un regaloinesperado. En vez de que nosotrosle regaláramos a ella, ella nos rega-ló a nosotros. Nos llenó de emo-ción cada cosa que nos contaba.No fue para hacerlo público, sinopara que lo guardáramos en nuestroarchivo. Nosotros tenemos un ar-chivo importante, pero el másgrande las Madres lo tenemos en elcorazón y ese día Cristina se nosinstaló para siempre en el corazón.

El 19 de febrero

de 2010 Cristina

decidió festejar

su cumpleaños

con las Madres

en Olivos.

El peor momento

fue el secuestro y la

desaparición de

Azucena Villaflor,

Esther Cariaga y

Mary Ponce.

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40 años del golpe V

Línea Fundadora

de pieHace mucho que ya me afeité

los pelos; pero tampoco soy pero-nista del todo. Eso sí, rescato, ¡yde que manera! la figura de Evita.

Cuando volvió la democraciay fuimos a votar, voté por Al-fonsín. Lo recuerdo como unmomento hermoso. Hacía añosque no ponía la bandera en elbalcón de mi casa en Palermo.Ese día saqué la bandera argen-tina. Y cuando fui a votar, en laescuela nos mirábamos entre to-dos cómplicemente, nos tocába-mos. Fue inolvidable.

La primera vez que pensé queempezábamos a respirar otro ai-re fue cuando se le da perpetuaa la Junta, cuando el fiscal JulioStrassera dice estas palabras nome pertenecen, le pertenecen alpueblo argentino. Me recorrióel mismo escalofrío que sientoahora al recordarlo 30 años des-pués. Fue una bocanada de aire.Pero resulta que después lamen-tablemente vinieron las leyes deimpunidad.

Los indultos, después, fueronun cachetazo. En los 90 fue muyduro, también quisieron tirarabajo la ESMA e insistían con lareconciliación. Pero no nos ame-drentamos y seguimos adelante.En el año 95 irrumpe HIJOS,con su bienvenida actitud inso-lente. Fue una alegría enorme ylos acompañamos siempre en to-dos los escraches. Algunas vecesla policía se paraba adelante pe-ro nosotros seguíamos. Ahora noson tan pibes como aquella épo-ca, pero siguen siendo divinos.¡Los gases que nos tiraron en el2001! Ese jueves estuvimos en laplaza con Laura Conte, HugoCañón y Jorge Morresi. Nos tira-ron gases y nos pegaron. Pero lo-gramos que el presidente se fueraen helicóptero.

Cuando se anularon las leyesde Punto Final y ObedienciaDebida, estábamos en la plazafrente al Congreso. Fue impre-sionante vernos a todos lloran-do, a los abrazos. Y los juicioshan sido otra bisagra: verlos enComodoro Py ahí sentados...Tipos grandes mayores ponien-do cara de abuelitos mayoresamorosos, cuando fueron y sonasesinos terribles, fue muy fuer-te. Por ejemplo, Luciano Benja-mín Menéndez, que dijo lo vol-vería a hacer. No se han arre-pentido. Pero aunque lo hicie-ran jamás los vamos a perdonar,ni nos vamos a reconciliar. Por-que los únicos que lo podríanhacer son nuestros hijos. Ynuestros hijos no están.

Todavía falta mucho para veral último genocida tras las rejas.Quizás para cuando llegue esedía ya no estemos. Pero estamostranquilas: porque hoy vemos aesta juventud comprometida,militante, con una dignidiad yun ejemplo que nos reivindica,

son nuestra felicidad. Nos estándemostrando que ellos han to-mado las banderas. De a poquitoles vamos la pasando la posta. Ydigo de a poquito porque toda-vía, a pesar de las sillas de rue-das, los bastones, la edad que te-nemos, las locas seguimos de pie.

Guadalupe Lombardo

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Memorias del fuegoVI

Por Familiares de Desaparecidos yDetenidos por Razones Políticas

Nuestros primeros encuentros fueron enuna oficina prestada por la Liga Argen-tina por los Derechos del Hombre, en el

quinto piso del edificio de Corrientes 1785. Losfamiliares y las madres se llamaban y se convo-caban “a una reunión muy importante en Co-rrientes y Callao”; no se daban más precisiones.Fue en esa oficina que nos fuimos conociendo,planificamos las primeras acciones y las prime-ras cartas para difundir lo que pasaba, y en esamisma oficina aprendimos entre todos a redac-

tar los Hábeas Corpus. Era el punto de encuen-tro de una gran familia: por allí pasaron Ma-dres, los curas metodistas del MEDH y los pri-meros militantes por los derechos humanos.Fue el inicio de una lucha que lleva 40 años.

En esa misma oficina nos pusimos nombre:“Asociación de Familiares de Detenidos Desapa-recidos por Razones Políticas y Gremiales”.“Gremiales” no era un agregado: la mayor partede la represión fue sobre los trabajadores y granparte de nuestro trabajo lo hacíamos en las fábri-cas y con los sindicatos. Entendíamos que habíarazones gremiales en las detenciones. Las listaslas haciamos por gremio: tantos periodistas, tan-

tos maestros, tantos metalúrgicos desaparecidos. Las cartas, que envíabamos a políticos, cien-

tíficos, a las iglesias, eran clave porque eranuestra forma de denunciar lo que pasaba yromper el silencio. Los compañeros llegabancon las direcciones y decían “encontré la direc-ción de tal”. Nosotros siempre pusimos la cara apesar del riesgo que eso significaba.

En esa misma oficina planificamos la primeramarcha. Fue el primer momento riesgoso que vi-vimos. Fue en octubre del 77. Fuimos, intenta-mos ir hacia el Congreso. Unos meses antes, enabril de ese mismo año, ya habíamos presentadoun petitorio ante la Comisión de Asesoramien-to Legislativo (CAL), formado por las tres ar-mas y que reemplazaba al Congreso. Así que fui-mos otra vez, con varias firmas que suscribíanun carta. Éramos una cuadra entera de compa-ñeros. En esa oportunidad, las monjas y los cu-ras iban adelante para evitar la represión. Toda-vía no usábamos carteles identificatorios, lasmarchas duraban poco, tenías que irte rápido.Pero no pudimos evitarla: sobre Rodríguez Peña,llegando a Avenida de Mayo, las fuerzas represi-vas nos encerraron. Vaciaron los colectivos 60que pasaban y metierom a todos adentro: todosdetenidos. Algunos zafamos porque nos meti-mos dentro de algunos negocios. Desde ahí vi-mos cómo se llevaban también a las monjas: en-tre los detenidos estaba Alice Domon, que dijo“hasta que no los liberen a todos nosotras tam-bién nos quedamos presas”. Y así fue. Se queda-ron en la comisaría con los presos hasta la no-che siguiente, en que todos fueron liberados.

Nunca fuimos clandestinos. Poníamos la fir-ma en todos lados. Tomábamos, eso sí, algunosrecaudos, por ejemplo nunca dábamos los cer-tificados de domicilio en las solicitadas y losmás jóvenes nos cuidábamos de ir siempre a laplaza. Pero miedo nunca tuvimos. El miedo lohabíamos perdido con la desaparición de nues-tros familiares. Ya no había qué temer: no nosquedaba otra cosa que buscarlos. A eso nos en-tregamos totalmente. Empezamos solos, nosconocimos en la búsqueda y nunca mas nosapartamos de la lucha.

La vuelta de la democracia fue otro cantar. Li-ta Boitano, llegada desde Italia, donde pasó cin-co años trabajando y contestando a todos los pe-didos que se hacían desde Argentina, trajo más

de 60 kilos de documentos sobre los desapareci-dos, que sirvieron luego para los juicios. Litacuenta que al pasar por la Aduana, le preguntan:“¿Qué trae ahí, señora, tan pesado? Traigo infor-mación recabada desde italia sobre los desapare-cidos en argentina”, le contestó. Ya era otro aire.

En los juicios participamos de la comisióntécnica de recopilación de datos. Nuestro tra-bajo consistió en juntar todos los testimoniospara poder sistematizarlos. Eso fue el principiode lo que después fue la CONADEP. Participa-bamos en la confección de los listados para po-der hacer que la gente vaya a los juicios y le lle-vaba cotidianamente los listados a la secretariade León Arslanian, que era la que te entrevista-ba para que dejaran entrar a la gente.

En el medio sufrimos la muerte de Lucas Or-fanó, uno de los fundadores, esposo de LiliaJons. Una muerte no esperada. Lo enterramosen Familiares. Además del dolor, nos unió.Siempre fuimos una gran familia, que comparti-mos más momentos con los compañeros quecon las familias.

En los 90 nos tocó enfrentar la impunidad, yasin miedo, con la fuerza de que éramos miles yestábamos todos juntos. La marcha que mas nosconmovió fue la marcha contra los Indultos. Nopodíamos tener dimensión de la gente que iba air. Se juntaron como 200 mil personas. La ideaera ir de Tucumán y Avenida de Mayo al Con-greso y decir unas palabras. Tuvimos que desviarde Corrientes y Callao, pasar por atrás del Obe-lisco, 9 de julio, Avenida de Mayo y de ahí alCongreso. Lo más conmovedor fue que mientrasíbamos caminando por Corrientes, la consignaque cantaba la gente era NO NO NO, con eco,caja de resonancia, fue impresionante. Fue lacondena de la sociedad a los Indultos. Fuerontantas en cuarenta años. Los carteles se pegabanen circuitos específicos porque por fuera no du-raban ni medio día. La gente se sumó con fuerzaa medida que fue superando miedos.

Con lus juicios sabemos que la justicia siem-pre llega. Después de tantos años, llegó. Espera-mos mucho por los juicios. Es una etapa que noesperábamos que llegara pero llegó. Nos saca-mos una gran mochila de encima. Poder decirdelante de un juez lo que había vivido, la des-aparición de los compañeros. Hay que seguirmarcando este camino.

Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas

Una granfamilia

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Por Centro de Estudios Legales y Sociales

En diciembre de 1977 en las pá-ginas de La Nación se publicóuna lista de nombres que exhi-

bía el alcance de la desaparición depersonas. No fue producto de una in-vestigación periodística sino del regis-tro que desde fines de 1975 hacían losfamiliares de las víctimas. La Asam-blea Permanente por los DerechosHumanos fue la primera organizacióna la que las familias recurrían cuandotodas las puertas de los cuarteles, lasoficinas y las iglesias católicas se cerra-ban. Para 1978, las denuncias erancuatro mil. “Por causa de esa lista elgobierno no pudo decir que no habíadesaparecidos”, diría años despuésEmilio Mignone. Esas nóminas fueronel primer paso de un método: dejar es-crito lo que ocurría en papeles capacesde comenzar el áspero camino que po-día llevar a la justicia, acopiar losnombres propios y las circunstancias,hacerlos atravesar pasillos, mostrado-res, ventanillas, indiferencias, dejarlostallados en la burocracia estatal, tam-bién en la más hostil, insistir hasta quealgún funcionario judicial moviera elexpediente de un cajón a otro, volvera empezar.

Mónica, 24 años, fue secuestrada enla casa que compartía con sus padres,Emilio Mignone y Angélica Sosa deMignone. Augusto María, hijo de Au-gusto Conte y Laura Jordán de Conte,fue desaparecido por la Armada mien-tras hacía el servicio militar obligato-

rio. Liliana, hija de Alfredo Galletti yÉlida Bussi de Galletti, fue desapareci-da cuando tenía 31 años. Gustavo Jo-sé, hijo de Boris Pasik y Elena Du-brovsky, fue desaparecido cuando te-nía 19 años. Gustavo, hijo de José Fe-derico Westerkamp y Angela Muruzá-bal de Westerkamp, fue detenido, tor-turado y estuvo preso siete años y me-dio. Alejandra, 19 años, hija de Car-men Aguiar de Lapacó y Rodolfo La-pacó, estuvo secuestrada junto con sumadre y nunca recuperó la libertad.Noemí Fiorito de Labrune no tenía fa-miliares biológicos víctimas del terro-rismo de Estado pero sí había cuidadoa Leticia Veraldi, detenida desapareci-da a los 17 años. Todos los hijos eranmilitantes. Todos los adultos armaronlos comienzos del CELS en 1979.

Mignone, presidente del CELS:“Todos los días se presentaban cientosde hábeas corpus, yo he presentadoquince o veinte por mi hija. Calculoque se llegaron a presentar ochentamil, porque además se repetían. Laconsigna que dábamos a la familia era:“‘presente el hábeas corpus, presénteloen la semana siguiente, en la otra y enla otra. Eran montañas de papel inútilque circulaban por los juzgados”. Ladocumentación de las denuncias, el es-fuerzo por explicar el funcionamientodel método represivo, el trabajo inter-nacional para saltear el laberinto inter-no y la presión sobre el Poder Judicialfueron las estrategias. Alicia Oliveira,abogada del CELS en aquellos años:“La idea de Emilio era que había quedejar todas las huellas posibles en lajusticia, es decir en un órgano burocrá-tico, porque por más que no se investi-gara en ese momento, las pruebas que-daban, se iba dejando la historia”.

En septiembre de 1979, para la visi-ta de la Comisión Interamericana deDerechos Humanos (CIDH), elCELS preparó un informe con 300desapariciones en las que se podíaidentificar la responsabilidad estatal.Labrune: “Mi primera reacción cuan-do seleccionaba las denuncias deAPDH era ‘no, no es posible’”. LaCIDH recibió más de 7.500 denun-

cias y poco tiempo después la Organi-zación de Estados Americanos difun-dió su informe. La testarudez para po-ner en circulación en el país este do-cumento puso a los integrantes delCELS en peligro. El gobierno militarhabía prohibido su publicación y des-truido los ejemplares que le habíanenviado. Mignone consiguió 500ejemplares del llamado “Informe pro-hibido” y de manera artesanal se hi-cieron otros 1000. Aguiar de Lapacó:“Había pocas fotocopiadoras y parano andar con el informe completo lle-vábamos hojas intercaladas”. El 27 defebrero de 1981, la sede del CELS fueallanada y Aguiar de Lapacó y Wes-terkamp, detenidos. También, Mig-none, Pasik, Conte y Marcelo Parrilli.“Fue la única vez que lo vi con mie-

do”, recuerda Isabel Mignone sobre supadre. El 6 de marzo fueron liberados.

El trabajo jurídico acumulado du-rante la dictadura fue la base para bus-car verdad y justicia en los años si-guientes hasta llegar a la históricasentencia del juicio a las juntas mili-tares. Luego de la tristeza y la frustra-ción que generaron las leyes de obe-diencia debida y punto final y los in-dultos, el CELS insistió con nuevasestrategias. En 1995, Adolfo Scilingoentrevistado por Horacio Verbitsky,presidente del CELS desde 2000, con-tó cómo el gobierno militar arrojabaal Río de la Plata a los prisionerosadormecidos. El testimonio tuvo unimpacto enorme y abrió la puerta deun nuevo camino: exigir que el Esta-do garantizara el derecho a saber laverdad. Después de la negativa de lasinstancias nacionales, incluida la Cor-te Suprema, en 1999 el Estado asumiósu responsabilidad ante la CIDH.Aguiar de Lapacó dijo en ese momen-to: “Estoy contenta porque esto seempezó como algo chiquito y lo quese logró es a favor de todos”. El cami-no comenzaba a despejarse. En 2005,en la sentencia del caso “Simón”, im-pulsado por el CELS y por Abuelas dePlaza de Mayo, la Corte ratificó la in-constitucionalidad de las leyes de im-punidad que se había logrado en

2001. Hoy, 40 años después, la des-aparición de Mónica Mignone estácerca de ser sancionada por el PoderJudicial.

Con el final de la dictadura, elCELS amplió la agenda de trabajo.Las estrategias que se habían desple-gado en la lucha contra la impunidaddel terrorismo de Estado mostrabanque también eran potentes para do-cumentar, analizar y buscar justiciapor las violaciones a los derechos hu-manos cometidas por el Estado de-mocrático, aunque ya no como partede un plan sistemático. También seabrió el escenario para incidir en laspolíticas públicas y colaborar con elfortalecimiento de un Estado protec-tor de derechos.

Para 1986, el CELS ya contaba conlas primeras sistematizaciones sobre laviolencia policial y con estrategias delitigio para enfrentarla. Los noventatambién significaron el trabajo en de-rechos económicos y sociales. En di-ciembre de 2001, el CELS volvió apresentar habeas corpus por las perso-nas detenidas durante el estado de si-tio declarado en forma irregular y acorrer entre teléfonos, teclados y pape-les para sacar a las personas de las fau-ces de unas fuerzas de seguridad que,otra vez, se mostraban voraces. La cau-sa judicial por las muertes ocasionadaspor las balas policiales tuvo que transi-tar, otra vez, el áspero camino del Po-der Judicial: hoy, 15 años después, eljuicio se acerca a su final. En noviem-bre de 2001, el CELS había presenta-do otro habeas corpus, en ese caso co-lectivo, por las personas presas en lascomisarías de la provincia de BuenosAires: el caso “Verbitsky”. En 2005 laCorte Suprema hizo lugar al pedido yestableció parámetros para una priva-ción de la libertad digna. Las condi-ciones mínimas siguieron incumplién-dose, pero fue un antecedente funda-mental para exigir la vigencia de losderechos humanos en las cárceles.

Hoy el CELS es un equipo de traba-jo de decenas de personas. GastónChillier, director ejecutivo, en la pre-sentación del Informe Anual de 2015:“Nos encontramos para lo que es elmandato del CELS en estos días y fueel mandato original: trabajar para vi-vir en un mundo donde haya vigenciaplena de los derechos humanos, másigualitario y más justo”. Muchos mo-mentos se transforman en una marcaque se agrega a ese camino. Cuandoen el caso de los asesinatos de DaríoRiquelme y de Mariano Wittis un tri-bunal consideró que todas las víctimasde la violencia policial son víctimas,sin usar el adjetivo “inocentes”.Cuando hay una amenaza de desalojoa familias que ocupan tierras porqueno tienen dónde vivir. Cuando unapatota asesinó a Mariano Ferreyra.Cuando una visita a una cárcel permi-tió tomar imágenes de “la realidad in-fernal que esa burocracia administra”,como escribió Verbitsky. El día quelos agentes penitenciarios que asesi-naron a Patricio Barros Cisneros fue-ron sancionados. La madrugada en laque todos los teléfonos celulares sona-ron en cadena: otro habeas corpus, es-ta vez presentado por la familia de Lu-ciano Arruga, la APDH La Matanza yel CELS, había permitido encontrarel cuerpo de Luciano.

Hoy es 24 de marzo y caminaremospor Avenida de Mayo hasta llegar a laplaza, otra vez. Es una alegría que te-nemos cada año. La de ocupar las ca-lles con nuestros cuerpos. Y encon-trarnos. Y al decir presente invocar atodos los que no están.

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40 años del golpe VII

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)

Por la ampliaciónde los derechos

Horacio Verbitsky, presidente del CELS, el día de la sentencia del caso Poblete.

Emilio Mignone y Alicia Oliveira, en tribunales.

CELS

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Por Servicio de Paz y Justicia

Desde su fundación en 1974, el Servi-cio, Paz y Justicia Argentina (SER-PAJ) ha manifestado una marcada

identificación latinoamericana, acompañan-do a los pueblos del continente en sus lu-chas, promoviendo la construcción de mo-delos sociales inclusivos basados en la pro-tección integral de los derechos elementalesde los pueblos, hombres, mujeres y niños.

Comprometido en los procesos de trans-formación y liberación desde y con los ex-cluidos y violentados, el SERPAJ trabaja poruna sociedad justa y participativa que asegu-re la vigencia de los DDHH, la justicia, la li-bertad y la paz. Entre sus objetivos funda-

mentales se encuentra: Educar para la Paz ylos DDHH. Sus actividades contemplan,desde la promoción y difusión de una cultu-ra de la Noviolencia hasta acciones y acom-pañamiento en favor de los derechos inte-grales de las personas y de los pueblos.

Estas actividades son llevadas adelantedesde sus distintos equipos de trabajo, locali-zados en la provincia de Buenos Aires y ca-pital. El Premio Nobel de la Paz 1980, Adol-fo Pérez Esquivel, fue su fundador y es el ac-tual presidente.

Contar la trayectoria del SERPAJ se ha-ce difícil, ya que en primer lugar nuestrocompromiso siempre fue con la vida, conlos excluidos, con los empobrecidos y mar-ginados de nuestro país y el de AméricaLatina. Sostenemos la especificidad que losDDHH abarcan todos los aspectos de la vi-da tanto de las personas como la de los pue-

blos, del pasado, del presente y del futuro.Dicho esto y en relación con la Conme-

moración de los 40 años del atroz golpe cívi-co militar en marzo de l976, cantidades demomentos han pasado, como lo señalaAdolfo Pérez Esquivel “A lo largo del tiempolas personas y los pueblos van conformandosus tramas históricas con conflictos y luchas,entre esperanzas, incertidumbres, tensiones,desencuentros y problemas muchas veces noresueltos, abiertos a la capacidad creativaque ha permitido avanzar a la humanidad apesar de todo, con miedos y alegrías” De es-te modo como organización de DDHH he-mos vivido nuestra historia.

De incertidumbres miedos y peligros se nu-tre muestra trayectoria de la cual rescatamos

el episodio del 4 de abril de 1977 cuando de-tienen a Adolfo Pérez Esquivel, lo encarce-lan, torturan y lo hacen participar de un vue-lo de la muerte, gracias a la presión interna-cional y a una fuerte campaña de defensapor parte de distintas organizaciones mundia-les durante su detención recibe por parte dePax Christi el Memorial Juan XXIII por sulucha por la paz en América Latina despuésde más de un año de encarcelamiento le danarresto domiciliario. Un delito terrible seinstalaba en la Argentina que era la figuradel detenido desaparecido, algunas familiaslograban encontrar a sus seres queridos, perootras no y la consecuencia son los 30000 des-aparecidos por los que aun se busca justicia.

Otro episodio marco mucho al SERPAJfue cuando en octubre de 1980 se anuncia elotorgamiento del Premio Nobel a Adolfo,ese mismo día por la tarde sufre un intento

de asesinato, del cual resulta ileso al igualque sus acompañantes.

Este caminar junto a los pueblos nos per-mitió acompañar y compartir el nacimientoy la lucha de distintos organismos de DDHHque aun continúan con su pedido de Memo-ria, Verdad y Justicia.

Adolfo señala que un momento de alegríapara el SERPAJ, es cuando los logros son al-canzados después de un trabajo incansable demuchas mujeres y hombres integrantes delSERPAJ, como lo fue en 1995 la creación dela Aldea Jóvenes para la Paz en el partido deGeneral Rodríguez, un centro educativo pro-ductivo destinado a jóvenes en situación devulnerabilidad, donde se dictan distintos ta-lleres y se trabaja en forma articulada con lasfamilias, la comunidad y las escuelas. En el2003 se crea la Aldea Jóvenes para la Paz enel partido de Pilar con similares característi-cas, ambas funciona hasta la actualidad.

En este mismo periodo reforzaron y nacie-ron nuevos equipos de trabajos que dan suimpronta a nuestra organización, como loson el equipo que realiza sus acciones en laEstación de trenes de Constitución, con ni-ños y jóvenes en situación de calle, equipode trabajo Zona Norte que desarrolla su tra-bajo en los municipios de San Miguel, JoséC Paz y Malvinas Argentinas, donde articu-la acciones con escuelas y organizacionesbarriales y posee un amplio trabajo en el te-mática de los Juicios de Campo de Mayo,otros de los equipos es el de Pueblos Origi-narios que acompaña toda la problemáticade los pueblos indígenas.

Como decíamos anteriormente la vida delas personas, de los pueblos y organizacionesestá acompañada de luces y sombras, tal vezsi deberíamos señalar el momento más tristepor el cual atravesamos fue la muerte, en elaño 2011, de una querida compañera quepuso toda su impronta a los distintos trabajosque se fueron haciendo en los diferentes mo-mentos, que fue Norma Miranda, una granpersona llena de pasión con una sonrisa tier-na y mirada transparente quien no dejo deluchar hasta el último momento.

Queremos mencionar un momento emo-tivo que atraviesa estos 40 años y que en es-te 2016 se cumplen 10, que es la entrada alCentro Clandestino de Detención y exter-mino más grande del país: Campo de Ma-yo. En el 2006 impulsado por unos de losequipos del SERPAJ, junto a varias organi-zaciones se marcha y se realiza el 1º actodentro de una guarnición militar en funcio-namiento y se logra colocar frente al Hospi-tal Militar donde funciono la Maternidadclandestina una placa recordatoria en ho-menaje a los detenidos desparecidos que pa-saron por ese centro.

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Memorias del fuegoVIII

Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ)

Caminar junto a los puebloslatinoamericanos

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Por Arturo Blatezky

Aún hoy, luego de décadas,produce profunda conster-nación y el mismo dolor

permanente solamente el recuer-do de la vertiginosa y mortal su-cesión de los hechos: Al mismotiempo en que el Pastor ErnestoHeuser llevara al grupo de jóve-nes de nuestra parroquia de laIglesia Evangélica del Rio de laPlata a participar del trabajo deuno de los primeros proyectosecuménicos de este tipo, la crea-ción de una salita de primeros au-xilios con guardería y apoyo esco-lar en la que fuera en ese momen-to “Villa Comunicaciones”, elasentamiento más grande de laciudad de Buenos Aires, se suce-den: en 1964 el golpe en Brasil,luego Bolivia, la invasión de losEstados Unidos a la RepúblicaDominicana y en 1966 el golpeen Argentina.

A ello se suma el genocidio delpueblo paraguayo, vigente desde1954

Lo que de este modo sangrientocomienza a expandirse invadien-do nuestro continente es la “Doc-trina de la Seguridad Nacional”.Es por ello que miles de chicas ychicos de esa generación de lasiglesias cristianas de la Argentina,tanto católicos como evangélicos,juntamente con sus sacerdotes,pastores, religiosas y religiosos,fueron “desapareciods” y extermi-nados, en lo que no dudo en cali-ficar como una de las mayorespersecuciones de cristianas y cris-tianos del Siglo XX, a la vez queuno de los más importantes testi-monios de lo que es realmente laIglesia fiel a Jesús y consecuente-mente su amor preferencial porlas y los pobres, en su compromi-so y martirio hasta la muerte jun-to a ellas y ellos, crucificadas to-das y todos hoy por el sistema ge-nocida del capitalismo y sus ins-trumentos fundamentales: el im-perialismo y el fascismo cuandofuera necesario para doblegar laresistencia de los pueblos.

Para entender por qué tantascristianas y cristianos de las igle-sias ecuménicas comprometidascon nuestro pueblo hasta entregarsus vidas por la justicia, la frater-nidad y la paz irrumpieron en lavida social y militante en nuestropaís y los otros países latinoameri-canos es necesario recordar algu-nos hitos de importancia funda-mental que se dieron en la IglesiaCatólica y en las iglesias de la Re-forma del Siglo XVI. Trataré demencionar los mas importantes:

1962 1965: II Concilio Vatica-no, 1967: “Mensaje de los obisposdel Tercer Mundo”, 1968: Asam-blea General del Episcopado La-tinoamericano en Medellin,1969: Surgimiento del “Movi-miento de Sacerdotes para el Ter-cer Mundo” en la Argentina y demuchos otros grupos sacerdotalesy laicos profundamente compro-metidos con las y los pobres enotros países de America Latina.

Por su parte las iglesias evan-gélicas históricas y ecuménicas,nacidas con la Reforma del SigloXVI así como las diversas iglesiasOrientales (Ortodoxas) habíancreado luego de un muy largoproceso de integración en 1948como “Nunca Mas” a los genoci-

dios de la segunda mitad del S.XIX y primera mitad del S. XX el“Consejo Ecuménico (Mundial)de Iglesias” en Ginebra, Suiza,nacido paralelamente y en parteimpulsado por las mismas perso-nas las Naciones Unidas.

Una cantidad de pastores, sa-cerdotes, obispos, religiosas y reli-giosos así como laicos y laicas ca-tólicos y evangélicos participaronde la creación y el trabajo de laAPDH. Fue sin embargo muy im-portante que en febrero de 1976se creara un movimiento a travésdel cual las iglesias mismas secomprometieron como tales en ladefensa de la vida, la dignidad ylos derechos de las personas, asícomo se había recomendado a ladelegación que viajó en diciem-bre de 1975 tanto en el ConsejoMundial de Iglesias en Ginebracomo en la Santa Sede en Roma.Además, de hecho varias de lasiglesias fundadoras del MEDH yaestaban trabajando conjuntamen-te en defensa de la vida y los de-rechos de los refugiados en la Co-misión Argentina de Refugiados.

La ocasión puntual para la cre-ación del MEDH fue el asesinatode José Tedeschi y Francisco Soa-res, sacerdotes profundamentecomprometidos con la vida de lospobres, a comienzos de febrero de1976. Entre otros estuvieron pre-sentes en ese primer encuentrofundacional Adolfo Perez Esqui-vel, Jorge Pascale, Carlos Gatti-noni, José de Luca, Eduardo Pi-mentel y Guillermo Frugoni Rey.

El 9 de julio en una segundaAsamblea fundacional, esta vezsobre la base de las iglesias, losdelegados nombrados por las mis-mas crearon oficialmente elMEDH como organización ecle-sial de derechos humanos.

Hoy trabajamos e modo espe-cial en diversos proyectos de re-sistencia al criminal sistema capi-talista instalado mediante el te-rrorismo de estado en 1976 y susconsecuencias de marginación y

muerte. Así es que llevamos ade-lante un juicio penal contra losprincipales responsables del apa-rato bancario y financiero que sis-temáticamente produjeron elatroz empobrecimiento y la de-gradación de las condiciones devida ante todo de los más pobresy jóvenes de nuestro pueblo.

Otro campo de trabajo delMEDH en la actualidad que con-

sideramos de enorme importanciaes el de la prevención, la aten-ción y la defensa de mujeres, ni-ñas y niños que sufren situacionesde violencia, maltrato y abuso.

Este programa se lleva adelanteen más de 30 centros de asesora-miento y defensa de mujeres, jó-venes y niñas/os en parroquiaspobres y proyectos barriales evan-gélicos y católicos.

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40 años del golpe IX

Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos

Las otras iglesiasA su vez, en cada una de las re-

gionales que el MEDH tiene enlas provincias del interior de laArgentina las/los compañeras/osy las comunidades tratan de res-ponder a las problemáticas másacuciantes de la zona y a las vio-laciones a los derechos humanosque se registran y la ayuda que lees solicitada.

Como es de imaginar estasviolaciones a la dignidad y dere-chos de nuestro pueblo es múlti-ple y alcanza desde la impunidadde los responsables por las inun-daciones en Santa Fe pasandopor la expoliación de la tierra delos pueblos originarios y la escla-vización de los trabajadores enlos yerbatales misioneros hastala mortandad infantil por lacontaminación petrolífera de lastierras patagónicas, los crimina-les programas del monopolio so-jero y el consecuente envenena-miento y degradación de los se-res humanos y la naturaleza todahasta el igualmente genocidasistema de la minería a cieloabierto. En todo ello se confir-ma entre nosotros cada día, queel genocidio de ayer fue necesa-rio para instalar un sistema eco-nómicosocialpolítico criminalque perdura impunemente en elgenocidio de la actualidad.

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Memorias del fuegoX

Por Asamblea Permanente por los Derechos Humanos

La Asamblea Permanente por los Dere-chos Humanos (APDH) surge el 18 dediciembre de 1975 de una autoconvoca-

toria de personas provenientes de los más di-versos sectores sociales, políticos, intelectuales,sindicales y religiosos argentinos, en respuestaa la creciente situación de violencia y de quie-bre de la vigencia de los más elementales dere-chos humanos que se escalaba en el país.

A lo largo de ese año 1975 ya había enArgentina más de 700 muertos producidosen secuestros, allanamientos ilegales y en-frentamientos callejeros y se reclamaba porla desaparición forzada de más de 300 perso-nas. Se hacía manifiesta la operación debandas clandestinas armadas que, luego uni-ficadas bajo el nombre de Triple A, amena-zaban, secuestraban, torturaban y asesinabana dirigentes y militantes políticos y sociales,con la anuencia y la protección de las fuerzasde un estado que se había vuelto terrorista.

La APDH adoptó como meta y fundamen-to de su acción la Declaración Universal deDerechos Humanos de las Naciones Unidas.

Entre sus fundadores figuran Alfredo Bravo,el Obispo Carlos T. Gattinoni y el pastor Jo-sé Miguez Bonino de la Iglesia Metodista, laDra. Alicia Moreau de Justo, el Obispo Jai-me de Nevares, Susana Pérez Gallart, Eduar-do Pimentel, Raúl Aragón. En estas cuatrodécadas se sumaron el Dr. Raúl Alfonsín,Alicia Gillone, Dr. Emilio Mignone, el rabi-no Marshall Meyer, el Dr. Augusto Conte,Rosa Pantaleón, el rabino Roberto Graetz yAldo M. Etchegoyen, entre otros.

Los fundadores imaginaron un nombreque fue a la vez identidad y práctica social yorganizativa: Asamblea refería al colectivohorizontal y plural de tratamiento y deci-sión; Permanente a la continuidad, sin hia-tos, de la tarea, con el foco puesta en la de-fensa y promoción de los derechos humanos.

En sus primeras acciones atendió especial-mente a cientos de familiares de personasdesaparecidas que se fueron haciendo milesen los primeros años de la dictadura, y quedejaban su desgarrador testimonio de los se-cuestros. Con esa información la APDH hi-zo pública la primera lista de desaparecidosen el año 1977. Y en octubre de 1979, cuan-

do la Comisión Interamericana por los Dere-chos Humanos (CIDH) de la OEA visitónuestro país aquella lista había crecido apro-ximadamente a 5 mil denuncias.

En aquellos años también se iniciaroncontactos internacionales con el Director deDerechos Humanos de las Naciones Unidas,Dr. Theo Van Boven y con el Consejo Mun-dial de Iglesias con sede en Ginebra paracompartir con ellos las graves situaciones deviolación de derechos humanos que padecíanuestro país.

Además, la APDH recibió testimonios devíctimas sobrevivientes y familiares que in-tegraron el Informe Nunca Mas. Aquel in-forme abrió el panorama al país y al mundosobre los hechos aberrantes cometidos por ladictadura cívico militar.

Con la llegada de la democracia 1983 ade-más de la continuidad en la lucha de los de-rechos civiles y políticos la APDH dio in-tensidad a la defensa de los derechos econó-micos y sociales.

El compromiso de la APDH con la ver-dad, la justicia y la dignidad humana, así co-mo su amplia pluralidad ideológica, religiosa,y social nunca declinaron. La APDH ha par-

ticipado y participa en juicios de lesa huma-nidad y milita en la defensa de la educación,la salud, el trabajo, la vivienda, con foco enlos sectores vulnerables y vulnerados.

Hoy la APDH es un colectivo nacional,con casi 30 regionales, organizada federal-mente, con una conducción en la que parti-cipan decididamente las compañeras mili-tantes y las regionales de todo el país. Losencuentros nacionales de militantes que seestán realizando todos los años son el caldode cultivo de esta nueva organización querecoge y procesa los problemas de derechoshumanos de Argentina.

A 40 años de iniciada la lucha por losDDHH ratificamos nuestro carácter asam-bleario y permanente, invitando a todasaquellas personas que quieran participar denuestras tareas militantes.

Una respuesta inesperada En al año 1981 Joan Báez, durante su gira

por varios países de Latinoamérica, visitónuestro país. La recibimos en la APDH ennuestra sede actual a la que nos habíamosmudado hace poco tiempo. Fue un encuen-

tro maravilloso que nos permitió conversarcon ella sobre las dificultades de nuestra lu-cha común en la tarea de la defensa de losderechos humanos, la paz y la democracia.Tuvimos el privilegio de que cantara paranosotros en nuestro modesto salón de actos.

Joan Báez era considerada persona peligrosa,vigilada, seguida y amenazada por las fuerzasde seguridad de aquellos días de la dictaduracívicomilitar, que llenaron los pasillos de ac-ceso a nuestra casa con gases lacrimógenos. Lavivienda de la encargada del edificio, a quienconocíamos muy poco, recibió la peor parte.

Cuando pudimos restablecer el orden,nuestro secretario bajo a hablar con ella, pa-ra pedirle disculpas por el ataque del quefuera objeto. Nos preocupaba su reacciónpor la inseguridad que nuestra presencia enel edificio pudiera representar.

Ante su asombro, la señora de avanzadaedad, confesó que se sentía orgullosa de co-laborar con nuestra lucha, que también ha-bía sido y seguía siendo la suya propia. Eraoriunda de las Islas Canarias y toda su fami-lia era republicana. Su esposo había sido pri-sionero de Franco.

El informe de la CIDH Extracto de entrevista a Aldo Etchegoyen1

en 2012“Yo, junto con Emilio Mignone, entramos

en Argentina, en 1980, el informe de la Co-misión Interamericana de Derechos Humanosque vino en octubre del `79. Tener ese infor-me acá en Argentina, en 1980, es tener unabomba en la mano. Y Mignone fue a Was-hington, más o menos en marzo del `80, a laorganización de Estados Americanos y pre-gunta: ¿Está el informe? “Sí, está el informe”¿Está en inglés? “Está en inglés y en castella-no” Ah no me diga ¿Me lo puede mandar a laArgentina? “Sí, como no ¿Cuántos le manda-mos?” Pide quinientos ejemplares. A los dosdías llega Mignone a Buenos Aires, nos reuni-mos en la mesa directiva de la APDH y noscuenta. Nos queríamos agarrar la cabeza ¿Qui-nientos ejemplares, Emilio? “Y los tengo queir a buscar a Ezeiza”. Y me acuerdo que DonJaime... Le dice no vayas solo, tenés que iracompañado y especialmente por un religio-so. Yo no sabía dónde meterme, si debajo dela mesa o dónde meterme. Al otro día Migno-ne me viene a buscar en su Fiat 1500, vamosa Ezeiza, pedimos el informe en un formula-rio. Emilio me dice ¿Qué ponemos? Porquehabía que escribir en el informe qué materialíbamos a retirar. Le digo mirá Emilio, ponga-mos “material educativo de la Organizaciónde Estados Americanos”. Y bueno, así pone-mos. Viene el vista de aduana, nos lleva aldepósito. Eran cinco paquetes cien kilos cadauno ¡Quinientos kilos! El vista lo abre, lo mi-ra, no se da cuenta de lo que tiene en la ma-no. El corazón mío, no sé el de Mignone, peroel mío funcionaba que yo te digo, y dice “bue-no, llévenselos”. ¿Dónde los íbamos a llevar?Los ejemplares eran más pesados que el autitode Mignone. Alquilamos un camioncito, tu-vimos que cargarlo con mucho esfuerzo. Ve-nimos para Buenos Aires, nos para un controlpolicial, nos requisa todo, el policía se sube alcamioncito, mira los documentos y no se dacuenta tampoco lo que tiene en la mano y fi-nalmente entramos el informe. En la calle Pa-raguay estaban esperándonos para llevarlos.Que si nos encuentran en ese momento, yono estoy acá. Te aseguro que no estoy acá.”

1. Presidente honorario de la APDH. Fallecido el 1º de noviembre de 2015.

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH)

Las primeras denuncias

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40 años del golpe XI

Por Asociación de ExDetenidos Desaparecidos

1976. 40 años. ¿Qué, quiénes,éramos en aquel entonces?Militantes, revolucionarios

llenos de sueños y ambiciones.Soñábamos con un mundo distin-to, justo, solidario, igualitario.

Desde las organizaciones políti-cas, desde los sindicatos, las villas,los barrios, las ligas agrarias, lasparroquias.

Cada uno a su modo y con sussueños, pero todos convencidosde que nuestro pueblo tiene dere-cho a una vida digna. También lohacíamos combatiendo los emba-tes de los poderosos y las traicio-nes de la burocracia sindical.

Y nos atravesó el genocidio dela dictadura cívicomilitareclesiás-tica, como atravesó a todo el pue-blo argentino.

Nos fuimos conociendo al finde la dictadura, en los pasillos dela Comisión Nacional sobre laDesaparición de Personas (Cona-dep) o en los juzgados. A princi-pios de noviembre de 1984 y fren-te a la inminencia del Juicio a lasJuntas, se formó la Asociación deEx Detenidos Desaparecidos(AEDD) con el lema Memoria,Verdad y Justicia, pero siemprevelando por todos los derechoshumanos, los de ayer y los de hoy.

Fuimos críticos del juicio por-que sólo se juzgaba a las tres pri-meras juntas, porque en las gradasdel tribunal estaban en libertad yvociferando los represores a loscuales señalábamos con nombre yapellido.

Pese a todo, estuvimos, dimostestimonio. Nos conmocionó unaentrevista con los integrantes deltribunal en la que nos dijeron quenuestros testimonios en los quecontábamos haber compartidonuestro secuestro con tal o cualcompañero servirían para hacerprescribir la causa de acuerdo a lapena correspondiente al delito deprivación ilegal de la libertad y eltiempo transcurrido desde que lovimos hasta esa fecha

A partir del juicio, propusi-mos una solicitada que fue pu-blicada en casi todos los diariosy se llamaba “Testigo se ofrece”.La firmaron centenares de so-brevivientes. Las prescripcionesnos llevaron a la calle y protes-tamos con mesas colocadas portoda la Capital.

En esos años sentíamos la des-confianza hacia nosotros, los apa-recidos. Había calado muy hondoen la sociedad el “por algo será”.Por algo será que desaparecieron,se decía durante la dictadura. Enla democracia, decían: “por algoserá que aparecieron.” Siemprepor algo era.

Para las madres y los familiares,representábamos la militancia desus seres queridos, nuestros com-pañeros, pero la militancia era al-go de lo que no se hablaba, estabaenterrado, era mala palabra.

Costó mucho combatir ese pre-juicio. Lo fuimos venciendo connuestra participación constanteen las denuncias de lo ocurrido.

Cuando terminó el Juicio a lasJuntas empezamos a plantearnosdos temas: el archivo de los com-pañeros vistos y en simultáneoqué nos ocurrió en los campos deconcentración.

Para ese entonces las reunionesera vehementes charlas sobre laexperiencia de cada uno: caracte-rísticas de los centros clandestinosde detención, los represores, el ca-rácter de las torturas, los métodos.En cada palabra compartida apa-recía la necesidad de desentrañarlo ocurrido en esos lugares de te-rror y muerte. Acaloradas charlasque se repetían cada vez que apa-recía un nuevo compañero.

Helen Marx, la sabia madre dela compañera Nora Marx, nosaconsejó: “Desarrollen el archivo.Para lo otro, hay tiempo.”

Tenía razón porque las reflexio-nes recién las pusimos en palabrasy papeles en 1996.

El archivo, que comenzó confichas en una caja de zapatos porla perseverancia de otra madre dedesaparecidos que aún colaboracon nosotros, Syra Franconetti,fructificó en los Trabajos de Re-copilación de Datos (TRD), quefueron incorporados primero a losJuicio por la Verdad de La Plata yluego, por los juzgados de instruc-ción en la causas como Atlético,Banco, Olimpo (ABO), en la deMiguel Etchecolatz, en el llamadocircuito Camps y en tantas otras.Esas primeras cajas de zapatos lue-go se volvieron un archivo, quefue declarado “Patrimonio de laHumanidad” por la UNESCO.

Con la sanción de las leyes deimpunidad y los indultos, comen-zaron largos años de desconciertoy aislamiento de los organismosde derechos humanos.

Surgió una de nuestras primerasreflexiones ¿Por qué sobrevivi-mos? Donde tratábamos de darrespuesta a una continua preguntaque nos realizaban las madres y fa-miliares:

¿Por qué vos estás y mi hijo,no?” Esa pregunta que nos atrave-saba, nos desgarraba y para la cualno teníamos respuesta.

Para nosotros la situación co-menzó a cambiar a mediados de1994. Para ese entonces empeza-ron a llegar a nuestras reunionesalumnos secundarios que requerí-an entrevista y ayuda para realizartrabajos, al tiempo que los profe-

sores nos invitaban a dar charlas alas escuelas.

En 1995 nos sacudieron lasdeclaraciones de Adolfo Scilin-go sobre los vuelos de la muerteporque la sociedad comenzó ahablar de aquellas cosas que lossobrevivientes veníamos denun-ciando, algunos desde 1979 enEuropa. Se nos planteó el pro-blema del valor de la palabra.¿Por qué se le cree al represor yal sobreviviente no?

En 1996, por fin pudimos reali-zar nuestro seminario “Argentinapostdictatorial ¿Sociedad de so-brevivientes?, en el marco de laCátedra Libre de Derechos Hu-manos de la facultad de Filosofía yLetras que fundara Osvaldo Bayer.

Estamos a 40 años del golpe deEstado, pero también a 20 años dela creación del Encuentro Memo-ria, Verdad y Justicia, que organi-zó por primera vez la históricamarcha del 24 de marzo de 1996,que entre otras cosas sirvió comoaliciente en España para que elentonces fiscal Carlos Castresanarealizara la presentación para quese juzgara allá a los represores ar-gentinos a partir del principio deJusticia Universal.

El Encuentro sigue hasta el díade hoy organizando la marcha de

repudio al golpe del 76. Colectivode organismos de derechos huma-nos, organizaciones sociales y po-líticas que recuerdan a los desapa-recidos, su militancia, los represo-res, la necesidad de la justicia, pe-ro también la vigencia de los de-rechos humanos hoy.

La anulación de las leyes deimpunidad en 2003 constituyó unmomento de gran alegría y satis-facción, a la vez que significó unagran responsabilidad: ponerse ar-mar las denuncias para que pros-peraran las causas en los juzgadosde instrucción. “Tenemos que en-trar en los juzgados con changui-tos llenos de denuncias,” se entu-siasmaba nuestra compañeraAdriana Calvo.

Siempre entendimos esta comouna lucha colectiva, siempre diji-mos que los juicios eran del pue-blo. Por eso, siempre instamos a laparticipación de colectivos socia-les, de sindicatos y de estudiantes.

La idea de poner en categoríasjurídicas lo que nuestro pueblo sa-bía, que en Argentina se cometióun genocidio, fue tomando cuer-po con los aportes de Carlos Sle-poy desde Madrid y de DanielFeierstein, desde la cátedra deAnálisis de las Prácticas Genoci-das de la Facultad de Ciencias So-

ciales de la Universidad de Bue-nos Aires (UBA).

La satisfacción de la condenaal genocida Etchecolatz llegó dela mano de un golpe duro, quenos conmocionó muchísimo. Ho-ras antes de que presentáramosnuestro alegato para pedir la con-dena, fue secuestrado nuestrocompañero Jorge Julio López, que-rellante de Justicia YA!, un testi-go fundamental para lograr la sen-tencia. Casi 10 años después, Juliosigue desaparecido y la investiga-ción no dio ningún fruto.

Su desaparición demostraba loque decíamos: que la estructuragenocida de la policía bonaerenseseguía en pie. Así quedó en evi-dencia cuando nos reunimos conel entonces gobernador de BuenosAires Felipe Solá y con su minis-tro de Seguridad, León Arslanián.Nos dijeron que no podían ir afondo porque se ponía en riesgo lagobernabilidad de la fuerza de se-guridad provincial.

En 2010, sufrimos un golpedemoledor con la pérdida denuestra compañera Adriana Cal-vo, cofundadora y columna verte-bral de la asociación. Nos costó ynos sigue costando muchísimo re-emplazar su fuerza, su ímpetu y suvisión política. El fallecimientode otro baluarte de la Asociación,el compañero Lázaro Gladstein,nos hizo tambalear nuevamente.

Nuestra asociación acuñó unlema: “Porque luchábamos nosdesaparecieron y porque apareci-mos seguimos luchando”.

Y en eso estamos a 40 años delinicio de la dictadura, a 20 añosdel nacimiento del EncuentroMemoria Verdad y Justicia y a ca-si diez años de la desaparición deJulio López. Seguimos levantandolas banderas de la Memoria, laVerdad y la Justicia por los críme-nes de ayer. Seguimos reivindi-cando a los compañeros desapare-cidos como militantes revolucio-narios y flameando sus banderas,que eran y son las nuestras.

Seguimos en pie por los dere-chos humanos que se violan hoy ypara impedir que esos crímenes sesucedan mañana: denunciamos larepresión de las luchas populares,el gatillo fácil, la criminalizaciónde la pobreza y de la protesta, losagrotóxicos y la megaminería, larepresión a los pueblos origina-rios. Guardamos en el cuerpo to-das las memorias. Seguimos enpie, seguimos luchando.

Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos

Las memoriasen el cuerpo

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Por H.I.J.O.S. Capital

La impunidad era política de Estado. Losgenocidas caminaban por las calles. Laapropiación de bebés y los vuelos de la

muerte eran justificados en televisión. La or-ganización política era estigmatizada. Los do-centes acampaban. Los piquetes asomaban.La violencia institucional se alimentaba delos indultos, la obediencia debida y el puntofinal y salía por las calles a imponer el gatillofácil. Mientras, los pañuelos blancos seguíanen las plazas, en las rondas, en las calles.

Era 1995. Era un país dependiente, sin Pa-tria Grande, con deuda social. En ese mo-mento de la historia, nos pusimos un nom-bre colectivo H.I.J.O.S.: Hijos e Hijas por laIdentidad y la Justicia contra el Olvido y elSilencio. Nos organizamos para luchar por elJuicio y Castigo a los genocidas, por la liber-tad de los presos políticos, por la reconstruc-ción de los lazos sociales rotos por el terroris-mo de Estado. De la mano de las Madres,Abuelas y Familiares, al “no te metás” le res-pondimos con organización y fuimos pormás: levantamos las banderas de las organi-zaciones políticas, sociales, sindicales, estu-diantiles y culturales en las que militaron los30.000 compañeros detenidosdesaparecidos.Nos organizamos en regionales en todo elpaís y otros lugares del mundo. Los testimo-nios, las anécdotas, los dolores, las ideas, em-pezaron a rondar con los mates y fortaleci-mos nuestra lucha con la convicción de quesomos todos hijos e hijas de la misma histo-ria, esa que viene de lejos con cada compro-miso con las causas justas. Por eso decimosque nacimos en sus luchas y que viven en lasnuestras. Nos parieron hombres y mujeresque lucharon por un país para todos, pero selos llevaron por un país para pocos.

Quienes quisieron impedir ese país grandey justo, lo hicieron con una dictadura cívico-militar. Impusieron el terror y el miedo conel objetivo de instalar un plan económico,

social, político y cultural de exclusión. Desdela cúpula de la Iglesia, la corporación judi-cial, los grupos económicos y las Fuerzas Ar-madas, con la participación de Estados Uni-dos, pretendieron aniquilar toda forma de or-ganización política. Con las puertas abiertaspor la Triple A (Alianza Anticomunista Ar-gentina), los genocidas que ocuparon la CasaRosada el 24 de marzo de 1976 produjeronmiles de exiliados, asesinados, detenidosdesa-parecidos y presas y presos políticos. La au-sencia de justicia benefició a esos culpables,por eso construimos el escrache: una herra-mienta política para la construcción de lacondena social y la visibilización de la impu-nidad. ¡Si no hay justicia, hay escrache!, diji-mos por los barrios para denunciar dónde vi-vían los torturadores y apropiadores. Definiti-vamente, los genocidas no habían logrado niel silencio ni el olvido: nuestro pueblo sostu-vo siempre vigente el reclamo por el Juicio yCastigo y la lucha por la restitución de laidentidad de los nietos y nietas.

Por eso, mucho tiempo después (demasia-do), llegó el momento histórico en el que losgenocidas fueron llevados a los tribunalespara ser juzgados y condenados. El procesode Memoria, Verdad y Justicia iniciado en el2003 con Néstor Kirchner y Cristina Fer-nández, reconoció en políticas de Estado lacondena social sostenida por nuestro pueblo:¡qué lejos quedó el piso cuando condenaronpor primera vez a perpetua a los genocidasVidela y Menéndez! ¡Qué abrazos más largosaprendimos a darnos cuando apareció unnieto o nieta de las Abuelas, uno de nuestroshermanos! Pero ese momento de justicias tu-vo su dolor inesperado: volvieron a desapa-recer a Jorge Julio López. Volvieron a actuarcomo grupo de tareas. Julio era testigo en eljuicio al genocida Etchecolatz. Julio éramostodos, porque sin su verdad, sin la de todoslos sobrevivientes, difícil sería tener los jui-cios. Ese mensaje de miedo para los testigosobtuvo el repudio masivo que confirmó que

el pueblo no permite más golpes a la demo-cracia. Pasaron casi 10 años y todavía segui-mos exigiendo saber qué pasó con Julio Ló-pez y el Juicio y Castigo para los culpables.¡Los juzga un Tribunal; los condenamos to-dos!, dijimos por todo el país para difundirlos juicios a los genocidas y convocar a parti-cipar. Una vez más, al miedo le respondimoscon organización y militancia.

En ese camino, en el 2015 cumplimos los20 años de lucha de la Red Nacional deH.I.J.O.S.: 20 años desafiando lo imposible.En los primeros encuentros a mediados de los90, costaba armar la imagen de los genocidaspresos. Luchábamos por eso, pero con losverdugos sueltos e impunes, parecía lejano,imposible. Con militancia y la decisión polí-tica de dos presidentes para que seamos partedel tejido de la Patria Grande, recuperamosla posibilidad de tener un país más cercano alque quisieron construir los 30.000 compañe-ros detenidosdesaparecidos. Y para eso erafundamental que los asesinos del pueblo de-jaran de estar impunes. Así, empezamos a es-cuchar a los jueces y juezas decir “prisión per-petua” y que esa fuera la condena para másde 600 genocidas. Seguimos exigiendo el Jui-cio y Castigo para todos los genocidas. En es-te sentido, denunciamos que todavía conti-núa la impunidad para los genocidas civiles,como Blaquier, Massot y Magnetto.

Tenemos muchos recuerdos de todos estosaños de lucha: el primer encuentro nacionalen Córdoba, el escrache a la Sociedad RuralArgentina, la declaración del Día Nacionalde la Vergüenza por la asunción del genoci-da Bussi como gobernador de Tucumán, laimpugnación a Patti para impedir que ocu-para un lugar en el Congreso, el escrache aAstiz en Tribunales y el día en el que lasMadres nos traspasaron el pañuelo blanco,son parte de nuestra historia colectiva.

Esta democracia de más de 32 años tuvoque ser defendida muchas veces. Nadie olvi-da los levantamientos de los carapintadas, nila masacre de diciembre del 2001 contra larebelión popular, cuando el pueblo volvió aser víctima de políticas de exclusión y repre-sión, con más de 30 asesinados en todo el pa-ís y las Madres nuevamente reprimidas enPlaza de Mayo. Nadie olvida. Como tampocoolvidamos la desaparición forzada de MiguelBrú, ni lo que hicieron con Luciano Arruga,ni los asesinatos de Fuentealba, Cabezas, Da-río, Maxi y Mariano Ferreyra. Por eso, a 40años del golpe genocida, nos sentimos nueva-mente convocados y convocadas a defenderla democracia, porque el cambio de gobiernoestá significando a diario la vulneración dederechos: miles de personas despedidas en elEstado y el sector privado, la criminalizaciónde la protesta, la profundización de prácticasde violencia institucional, la persecución po-lítica a militantes, con el extremo de que hoyMilagro Sala sea una presa política.

Tenemos que defender firmemente nues-tra democracia y, ahora que las corporacio-nes volvieron a la Casa Rosada y EstadosUnidos retorna a la región, debemos reafir-mar que no permitiremos ni un paso atrás.Este 24 de marzo, como cada año, marcha-mos en todo el país. Esta vez, con 40 años delucha, memoria y militancia, denunciandoque sin derechos no hay democracia.

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Memorias del fuegoXII

Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio

Nacimos en sus luchas,viven en las nuestras

Guadalupe Lombardo

Daniel Jayo