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El Rey Chunk

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cuento educativo para niños en negocios

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El Rey Chunk

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Érase una vez una selva perdida donde los animales y las

plantas eran únicos. Las plantas eran de colores exóticos y

los animales alegres y curiosos, por lo que comían desde

insectos hasta flores con olores dulces y amargos. La selva

siempre había sido un lugar hermoso y pacífico incluso

cuando llovía.

Un día, llegó una pequeña expedición de cinco investiga-

dores chinos que querían conocer la selva y aprender so-

bre las plantas y animales de ese lugar. En un principio los

animales se sorprendieron de la inesperada visita, se asus-

taron, se sintieron invadidos y huyeron a esconderse en lo

más profundo de la selva. Fue un tiempo más tarde que se

dieron cuenta de que los humanos iban únicamente a ex-

plorar y no a agredir a la naturaleza, fue por eso que los

animales salieron de sus escondites y regresaron a sus ma-

drigueras, nidos, árboles, charcos y cuevas. Como vieron

que los humanos seguían siendo pacíficos y trataban bien a

todos los animales, los animales respetaron a los chinos y

nunca hubo problemas entre ellos. Los chinos vivieron po-

co tiempo en una pequeña y rústica casa en un árbol, pero

pronto terminó su expedición y la abandonaron por com-

pleto y regresaron a su país sin dejar huellas.

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Al notar esto, todos los animales fueron de curiosos a ver qué

había en aquella casa del árbol. Al darse cuenta que no era peli-

groso entraron por la puerta principal los que subieron y cupie-

ron ya que los gorilas estaban muy grandes y por más que inten-

taron no cupieron. Los mamíferos más arriesgados comenzaron

a meterse a la boca todos los envases y cosas brillantes que veían

a la boca, a oler los restos de ropa que los chinos habían dejado

y de esta forma aprendieron o por lo menos lograron deducir al-

gunas cosas de los humanos. Siendo los changos los animales

más parecidos física y mentalmente a los humanos, fueron quie-

nes lograron apoderarse de la casa en el árbol desde un princi-

pio. Con el paso de los días, la casa en el árbol se volvió parte de

la vida cotidiana, un artefacto más en la selva, casi como un pe-

dazo putrefacto más de madera al que nadie volteaba a ver.

Solamente los changos seguían obsesionados con semejante in-

fraestructura que los podía proteger de la lluvia, calor, el viento y

otros animales.

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Incluso los changos dejaron de parecer de su especie debido a

que adoptaron el sistema jerárquico de las abejas en el que el

rey era quien habitaba con su familia la casa en el árbol y el

resto de los changos dedicaban su vida a protegerlos e incluso

a trabajar para ellos llevándoles comida, noticias de la selva y

todo lo necesario. El poder se obtenía en el caso de los chan-

gos de esta selva por la fuerza y la sabiduría. El chango rey fue

nombrado Chunk por el resto del séquito de changos porque

era dominante, convincente y muy fuerte físicamente, pero a la

vez era astuto e inteligente, comprensivo y buscaba el bienestar

de todos. Con el tiempo fue envejeciendo y obteniendo cono-

cimientos infinitos que le permitieron siempre regir bien a su

manada de forma que todos, excepto algunos rebeldes y apar-

tados sociales, vivieran felices y con un buen nivel de vida.

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Habiendo sido siempre la base de la alimentación de la manada

de Chunk el plátano, la especie era vulnerable sin él, ya que sus

vidas dependían de éste. Solamente alguno que otro chango ca-

prichoso se complicaba la vida intercambiando con otros ani-

males plátanos por otras frutas. Y casos más escasos pero los

había, los changos con ínfulas de ser finos cambiaban 20 pláta-

nos, significando esa cantidad el alimento de 4 días de un chan-

go, con las abejas por un poco de miel que les alcanzaba para

tan sólo un día. Pero bien, esos eran casos remotos porque la

mayoría disfrutaba comer todos y cada uno de los plátanos de

su vida incluso cuando eran pocas las porciones y todos estaban

agradecidos por tener ese alimento aún sabiendo que era el úni-

co.

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Es por esto que los plátanos eran un tesoro muy preciado

para toda la comunidad de changos de la selva y los prote-

gían como a sus propias vidas.

Una noche cayó una tormenta inesperada, los animales tu-

vieron que refugiarse y proteger a sus crías de los fuertes

vientos y las estruendosas lluvias. Fue una noche larga e incó-

moda para todos, pero al día siguiente, como cada día, salió

un bello y caluroso sol que hiso sonreír y sentir contentos a

todos los afectados por la tormenta menos a los changos que

lo habían perdido todo: sus plátanos, todos y cada uno de los

árboles de plátano, no habían resistido la tormenta por su

fragilidad y sensibilidad al agua. Este evento puso a todos los

changos con los pelos de punta y fueron a ver al rey Chunk;

inclusive los changos que eran apartados sociales se vieron

forzados a ir, ya que no tenían la más mínima idea de que

hacer. Fue así que Chunk pidió un tiempo para poder pen-

sar, prometiendo una respuesta para para el día siguiente an-

tes de mediodía.

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Desde temprano los changos ya se hallaban dentro de la casa

esperando la salida de su aclamado rey. Fue así que unos minu-

tos antes de que el sol se encontrara exactamente por encima

de la casa del árbol, salió Chunk con el siguiente discurso: “Es

necesario que la raza evolucione, siempre hemos sido una raza

privilegiada y nunca lo hemos explotado, a partir de hoy trabaja-

remos de manera armónica con los demás animales para de es-

ta manera poder obtener los pocos plátanos que queden y co-

menzar a investigar cómo plantarlos. Lo primero que quiero

que hagan es que vayan con los demás animales y comiencen a

preguntar qué es lo que necesitan y ver de qué manera pode-

mos ayudarles.”

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Fue así que los changuitos comenzaron a preguntarle a los de-

más animales y se dieron cuenta que podían servir de muchas

maneras, la jirafa que tenía un cuello muy largo siempre había

tenido comezón y nunca se pida rascar su enorme cuello; al hi-

popótamo se le atoraban ciertas frutas en sus muelas y era casi

imposible que se le zafaran, ya se había resignado a vivir con la

angustia; el león en alguna ocasión cayó a un pantano con algas y

el agua le estropeó su melena, así que necesitaba de algún ani-

mal con cinco dedos que le fuera desenredando su melena para

volverse a ver majestuoso; la cebras ya estaban hartas de verse

siempre iguales, querían que les untaran carbón para verse sola-

mente negras de cuando en cuando; los elefantes no podían afi-

lar muy bien sus colmillos rascándolos contra los árboles, y así

como estos ejemplos había muchísimos. Al día siguiente todos

los changos llegaron muy emocionados y alborotados a contarle

a su rey: esto fue un desastre porque todos los changos hablaban

a la vez y no se entendía nada. Fue así que enfurecido el rey Chunk gritó que todos se callaran y

le dio una piedra al changuito que tenía más cerca de él y dijo

que solo el que tuviera la piedra podría hablar de lo que investi-

gó. Una vez que todos y cada uno de los changos habló, fue el

turno de Chunk, quien dio instrucciones de que intercambiaran

sus servicios a los animales por plátanos principalmente y otras

frutas para poder comer.

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Fue así que comenzaron cambiando sus servicios por tres plá-

tanos, pero después estos se iban acabando y los cambiaban

por uno y con suerte dos. Los plátanos se almacenaban en la

casa donde los changos más fuertes los vigilaban y estos no

debían ser comidos por ningún chango, ni si quiera por

Chunk ya que se estaban guardando hasta que supieran como

plantarlos. El sabio Chunk estaba estudiando a la madre natu-

raleza para ver como multiplicarlos y a la vez preguntándole

a los animales más viejos y sabios. Los changos en vez de plá-

tanos comían otras frutas como manzanas, sandias, naranjas,

duraznos, flores, entro otras muchas deliciosas frutas más,

después de dos meses de cansado trabajo los changos habían

juntado todos los plátanos de la selva y cada vez traían menos

alimentos y se encontraban tristes. Chunk empezó a distraer-

se de su tarea de sembrar plátanos, a pesar de que se encon-

traba muy cerca de la solución, para ver que estaba pasando,

y fue que después de observar y platicar mucho con sus súb-

ditos, se dio cuenta que estos estaban cansados y hartos de

comer todo menos plátanos.

Fue así que acordó a darle un plátano a cada chango y apren-

dió la importancia de tener a sus súbditos contentos, ya que

una vez que comieron, empezaron a trabajar tan duro como

antes si no es que más.

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Viendo Chunk el enorme incentivo que era para su manada

el plátano y dándose cuenta que dos cabezas piensan más

que una, prometió un festín con algunos plátanos en nombre

de quien descubriera como sembrar los plátanos guardados.

Fue así que todos comenzaron a investigar fuera de las horas

de trabajo como plantar este delicioso alimento, pero en el

afán de que cada uno quería que el festín fuera en su nom-

bre y sentirse el héroe no sólo se comenzó a sentir una sepa-

ración en la manada, si no que nadie compartía lo que sabía

con los demás changos y el proceso se volvía muy lento; fue

así que Chunk anuló el decreto y en cambio seguía estando

en pie lo del festín pero con la ligera diferencia de que logró

enormes resultados: el festín sería en nombre de la manada.

No pasó ni un mes, cuando entre todos los changuitos, in-

cluido Chunk, aportaron su granito de arena y comenzaron a

plantar los primeros plátanos para ver si estos crecían.

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Unos días después comenzó a salir de la tierra una maravillosa

ramita verde, todos los changos se encontraban súper emotivos

y emocionados además de satisfechos con su ardua labor. Co-

menzaron a plantar el resto de los plátanos en un pequeño valle

que se encontraba poco sombreado por una enorme montaña,

era el lugar ideal ya que como habían aprendido el plátano se

da en lugares soleados con poca sombra.

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Pero como en todo en esta vida se presentó un nuevo obstácu-

lo: los gorilas comenzaron a arrancar las pequeñas plataneras

que median ya casi el tamaño de un chango, por fortuna no ha-

bían arrancado más que unas cuantas plataneras cuando el rey

Chunk se percató de esto y se acercó de inmediato a evitar el

desastre, pero Chunk lucía sereno y calmado ya que él sabía

que si se enojaba solo lograría poner más tenso el ambiente, no

por nada era el chango más sabio e inteligente, fue así que el lí-

der de los gorilas le explicó que ese era su asoleadura desde ha-

ce muchos años y no lo habían usado por que habían emigrado

y accedió a parar el arrancadero de plataneras durante dos días

mientras Chunk pensara que podía ofrecerles para evitar este

desastre.

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Fue así que llegó Chunk dos días después, les explicó que eran

pequeñas plataneras y le dijo cómo aprendieron a cosecharlas.

Al principio los gorilas querían apropiárselas pero el león, a

quien los changuitos le peinaban la melena, lo impidió, ya que

comenzó a ser amigo de los changuitos desde aquel momento.

Fue entonces que comenzaron las negociaciones terminando

en que les cedían el terreno siempre y cuando durante dos años

pudieran comer hasta un 20% de plátanos los gorilas y después

poder intercambiar miel por plátanos con los changos.

F I N