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El salto de los antílopes versión para la web

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El tílopes an los de salto

Jotaele Andrade

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DibujoD oiseñ Tumminaro Aarón digital:

Wara Chi Antílope Máscara tapa: de

I.S.B.N.: 978-987-1846-11-5

Edición Ediciones armado. mono El - papel en

© Andrade Jotaele - 2013

E-mail: [email protected]

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El salto de los antílopes La poética de Jotaele Andrade está construida desde una visión del mundo que no tiene distancias entre lo vivo y lo extinto, cualidad que la torna feroz y frágil a la vez. Sobre una lírica exquisita saltan estos antílopes hambrientos, asoman sus cornamentas por las ventanas, duermen en los umbrales, lamen los restos de un recuerdo. Podría decirse que los poemas de este libro son poemas de amor, de un amor ausente, resquebrajado pero no por eso menos intenso o luminoso. Las imágenes, de una extraña belleza, trajinan los actos mínimos de la cotidianeidad y se rozan con profundas cavilaciones existenciales. El yo poético se hace cargo de su discurso y no esquiva el cuerpo, se siente presente en su convicción, despierto tras las palabras que combina en metáforas que caen, como por un tobogán, desde la crueldad a la ternura. Siempre a dos puntas, podríamos decir entonces que “El salto de los antílopes” es un libro extremo, sin embargo es suave y sutil, poesía en estado puro. laura yasan, Buenos Aires junio 2011

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ah cavar en el abismo como se cava en la amargura de un corazón en la arena de los días o en la indecisa tierra de la duda mover el cuerpo en edredones y toses en la impura verdad de acontecer aún todavía en las horas se arraciman tentáculos ganchos de feria niños atroces que quieren ver al condenado o apedrearlo o escupirlo ya viejos una vez que hayas sucedido ¿a qué has llamado casa con el idioma aterrado balbuceante de todo hombre? ¿qué has habitado en el espacio de la carne el frío y el amor en la inminencia de los años? ¿qué has podido guardar sin que el estiércol los escrúpulos o el fuego no hayan violentado? algo es cierto: el furor de la vida en sí misma su agitado quehacer y el símbolo del desastre en la ceniza el número del miedo en los saltos del antílope

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a Karina Oliver porque la existencia no es sueño o es un sueño vivo digo un color o una música o aroma que pesan y cambian de forma y van de su esencia a sí mismos y pasan y son otros colores otras músicas o aromas pero insisto existir no es sueño amanece y desamanece en los días llueve en los días la herida en el sueño no es herida apenas símbolo quizás deseo como en las flautas reposa la música así es el sueño la existencia es la flauta soplada por el misterio del aire es ese aire que se hace música esa música que en sus materias vibra y se levanta se pone un cuerpo una textura un color un ritmo y es su propio compás buscando su reposo es decir su sueño y pasa y ha sido en sí o nada de esto es la existencia o un paso en falso dentro de la noche o una fórmula lúcida que se interroga o se grita o se completa al fin desvaneciéndose y ante ella se inclinan las rosas y el caos

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habitas un espacio una cercanía algo como un círculo o una ventana por la que pasa el explosivo júbilo y la quietud de todo eres ese espacio junto con tu sombra y no más esa cifra ya dada con tu modo de mirar las cosas nombre tu y y piel tu músculo sangre y maneras de masticar y hablar y contradecirse esperar el curso favorable agradecer y cortar el pan tú ya estás dicho o balbuceado o convocado dulcemente ya estás eres ese con la soledad de sí mismo y la compañía de sí mismo con su propia ausencia y su atado de dudas habitándote hecho de todo cuanto está hecha la existencia encendido y dicho y arrojado como una piedra que en el viento se vuelve arena

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se encuentra la noche y se encuentra el silencio o los ruidos que indican que el silencio es o existe aún roto o desvanecido y la turbamulta de cosas que la noche aglutina lamida cansinamente por el neón los faros imprecisa pero siendo están esas cosas y los seres emparedados un vaho de comidas y los destellos de una pantalla bien esas cosas están dichas o diciéndose y de algún modo nos dicen ya emparedados o contra la pared interrogada en su blancura o su color ocre en esa mudez de muro finalmente golpeado finalmente piedra secretamente nada encerrada todo eso te dice que también estás en la noche o el silencio emparedado o sosteniendo un corazón ruidoso una pena la mera cuestión de estar vivo mientras contra todo incluyéndote incluyéndonos abate la soledad sus grandes alas

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palpas la palabra ya dicha la húmeda palabra formulada como a un ser querido o lejano la tocas la inviertes y dice nuevamente lo dicho pero de otro modo como toda palabra que se ha dicho y que ha nombrado algo plácido o pálido tal una tímida muchacha o quizás nada hay en esa palabra ninguna consistencia de cosa ni humor quizás es una conjunción de vocales y ha dicho la duda o no ha querido decir cosa alguna y sin embargo ha hendido al silencio y resonado como una moneda contra la lata del mendigo o has dicho ahá despreocupadamente o distraído pero esa no es la palabra que ahora arde entre tus dedos como la zarza o el corazón del amante abandonado a la que tocas y sujetas del mismo modo en que se sostiene un talismán azul extrañamente azul y encendido tan encendido que tus cenizas comienzan a caer y recobr sa entonces la verdadera apariencia

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esa bailar ina posa sus pies cuando tus dedos tantean la nada pareciera que ríe con la incesante gota que golpea a l metal pareciera sofocar su alegre corazón sombrío pero aún escuchas sus pasos sobre la gasa de la sombra sobre la arena que ha acumulado el tiempo detrás de cada cosa a veces da un paso en falso y cae en tu corazón con un sobresalto o rueda con la manzana que tu mano torpemente ha dejado caer cualquier estruendo es música entonces un rumor el aire agitado de tu respiración donde ella baila y ya tus manos se han hundido palpan arenas hojarasca recogen objetos que se rompen estruendosamente y ella baila entre esas cosas rotas con los pies desnudos en el giro de tus dedos que se vuelven polvo

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aquí sucede algo roto en este cuarto quizás en esta casa en el borde de la lámpara donde la luz se esfuerza en su equilibrio y lame contornos y objetos roto como un número o una moneda o un insecto destripado contra la blancura de la pared o una cajita que contuviera la mitad en sombra de un anillo las perlas de un collar arrancado por el amante iracundo y hace ruido como un tic tac o algo que cae o cede o se desgarra aquí en este cuarto esta casa quizás esta ciudad hay algo roto o ya inconcluso o desunido de su unidad de su acontecer como objeto o cosa o sentido en un desorden casi imperceptible como la mota de polvo en el espejo como comienza una manía o ir adentrándose en la edad roto quizás en este mundo en la esfera que encierra el aire de este mundo como un número que no cierra en su cifra una moneda en las manos de un prestidigitador o un nombre quebrado como un vidrio o como un hueso así de roto o inconcluso o desunido en este cuarto en esta casa que las sombras hunden y las aguas hunden y pace la hierba envenenada

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pon estiércol a mi nombre cárgalo contra la manada que el león aterra contra la madre que defiende a sus cachorros toma lo que quede y cárgalo como un arma y dispara contra la belleza y las rosas (yo como una bala contra el mundo) recógelo entonces y mételo al mortero luego y dale duro hasta que saques hebras granos cosa molida ingredientes de veneno para amantes sin constancia y más duro dale aún mañana y tras mañana día y noche hasta que quede cierta ceniza fino polvo casi un vaho y contra la sombra o la locura hacia el día ardiente o claro hacia el crepúsculo la taberna el manicomio o la náusea el pozo o la zanja sóplalo de una vez por todas

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y dónde vuelve esta luz ahora enmohecida caída ya sobre el rostro que amamos alguna vez y donde llora el adolescente su pálido amor su costumbre de morir cada día dónde retorna esta luz vuelta rostro cuenco que la sed cava cuchillo al fin entre la carne eras viajero oh todo hombre es viajero si ha nacido entonces la luz era una piedra gastada en el camino un tronco reseco en la colina un murmullo de hierbas bajo la pisada era voluble como el humo o los girasoles o los ríos quizás frágil y tímida como los antílopes como esas flores que el sol marchita esa luz giraba con el asombro o era el asombro mismo revelado ya en su medida su peso y paso y aún así era todavía vacío sustancia del vacío que esperara ya certificarse en las cosas en la precaria sustancia de las cosas eras viajero y no importaban las distancias todo hombre es viajero si ha caído de bruces a los días si ha dicho madre siempre hace frío si retorna despacio de su verbo de luz ya dicho que habrá alumbrado lo posible y lo imposible y que habrá sido pena o rostro amado aleteo indeciso entre los días pan o herida o el salto del antílope entre las matas y todo aquello que se cierra en su pregunta

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ahora dicen muerte vejámenes de la rosa en el polvo de enero en el jardín devastado por la lluvia ya ha reclamado su bandera el caos su tajo el cuchillo su estadía el frío y la memoria se puede andar entonces sobre el escándalo como el amante pasa sobre la hojarasca evitar el comentario o la elegancia de apartar con un pie restos y sobras así como nada guarda la ceniza del fuego ni de los elementos de que ha procedido ni la cómoda recuerda su estatura de árbol nada de estos asuntos renace ya extiende el vacío su desnuda mano crece la yerba en los caminos nada ha sucedido que no haya sucedido aunque ahora digan muerte agrupando enloquecidos los objetos y lo querido dé marcha atrás rehúya su antiguo alimento con el beso llorado y roto en el desprecio el talle desastrado en la distancia y digan muerte y no mueran con la boca abierta como si el aire fuera un vidrio una fórmula densa un remolino con la boca repleta de peces muertos cucharas cosas no nacidas o inconclusas y cruja obstinado ese número de amor contra la sombra esa cifra de arterias y de rosas carne y pálpitos y temblores hundiéndose asombrosamente

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te despier tas y bostezas abres la ventana y dejas que el sol penetre como un secreto ya dicho muchas veces o una canción que ininterrumpidamente se quema y renace donde bailan y se entibian sombra y día que ahora comienzas a escalar ya asombrada o destituida del asombro y apenas alcanzas a disipar las últimas brumas del sueño entre tostadas anotaciones costumbres de las cosas que se restituyen a su orden como se incrustan hombres y máquinas al horario y el sol se dice ya definitivamente en la mañana y estarás sola junto al alfabeto de las cosas la taza de café los panecillos los signos irreconciliables del olvido ya despierta reconcentrada en tu pie lo cóncavo de tus senos ensimismada de ti en tu nombre donde eres y vuelves a ser extrañamente en el gesto de abrir la puerta de calle y girar la llave en la manera de entornar los párpados cuando el sol rebota en los cristales sola aún cuando lleves la sombra de otros hombres llena de ti y sola como todas las cosas que han despertado una vez más en este mundo

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cuando el antílope da su respingo y la niña clausura corazón y ventanas con cintas negras y es el aire el ardor del metal al rojo vivo un veneno acre un pelaje húmedo hay un idioma para entenderse con el miedo señas vertiginosas escritas en la carne cifras que se dan al caos ceros que se cierran y son el desorden voluptuoso del vacío candados del útero que resuenan con las llaves de la muerte ya niebla en que las cosas se dan por aludidas sin saberse basta estarse aquí exactamente aquí mismo aquí dentro o fuera en este espejismo en que es real el sueño la fatiga pensar el futuro la sombra de los astros basta para entenderse en ese idioma y suceda el estruendo del aire que anuncia la caída

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escuchas pasos en la música de la hojarasca sobre la arena o tu nombre que ya es ceniza materia acontecida no sucede que vuelvas a los vivos a su quehacer de angustias y labores que aparezcas como si retornaras de un fabuloso viaje intacto sereno tal las aguas que han sido nube y marea y charco nada sólo es la música cerrada de tu nombre la memoria a cuyas puertas se golpea como se golpea un espejo ya quebrado y hundido contra la nada o como se recuerda la luz o la hoguera en la tiniebla no no es que retornes apartando raíces escribiendo o desescribiendo la trama desde el revés conformando tu aire y tu milagro conformándote desde tu alta estatura pero de algún modo retornas ah intacto y esparcido como si retornaras de un fabuloso viaje desde el porvenir y fueran tus pasos los que crujieran sobre la hojarasca de nuestros nombres

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delicada es la mano que detiene al aire delicada tal las flores y algunas palabras que hemos dicho en el pálido torbellino de amor en el coraje de amor cuando temblaba la carne y aún podíamos cantar o reír o subir al árbol y el cuervo todavía no giraba tan cerca de nuestras cabezas ahora que recogemos restos o frutas que se pudren cuando las rozan nuestras manos y vamos a funerales y engordamos o nos complace un traje nuevo o una nueva amante y hablamos de fútbol hacemos el amor mecánicamente y nos dan terror los días lluviosos o fríos los domingos sin tv la alocada juventud ajena ahora me digo que pagamos seguro contra la epidemia y nos paraliza una puntada un ganglio inflamado emocionarnos en fin acostumbrados al orden a dios a la policía al magro alimento de la realidad ni siquiera merecemos la mansedumbre de esa mano que detiene el aire y vence la timidez de las rosas delicadamente

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hay un yacer secreto de las cosas como si su esencia se tomara una pausa o se aquietara imprevistamente y quedara suspendida en el vilo de sí misma y en ese paréntesis fuera y se olvidara aquello que conforma o se confundiera y su memoria sostuviera otra hechura y se pensara hierro la esencia de la rosa y se supiera puñal o bala y por ese instante se creyera en la mano ofendida y se hundiera la rosa en el pecho qué terrible que se saliera de sí misma y se suponga fuego o agua que propiciara semejante escándalo una simple rosa hay un oscuro yacer de las cosas como un sueño que de pronto se mira y grita de pavor ante su rostro conformado como nosotros que guardamos lo inconfesable detrás de puertas y ventanas claveteadas

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atravieso ya no el camino o el universo (a veces) y el silencio a veces (muchas veces) digo que no sólo atravieso un largo trabajoso camino hasta tus manos tu vientre quizás tu corazón atravieso también otros cuerpos confundidos manos que intentan retenerme o retienen todavía partes de mí o alas o dudas que intentan persuadirme o me persuaden a entrar en puertas secretas en desvanes húmedos que recorra hondas escaleras objetos músicas que bajo el polvo reposan del mismo modo en que reposa el árbol en la semilla y atravieso el mal humor y las ojeras el cristal de la angustia que ensimisma a las cosas el llanto del niño como la cuerda de un juguete que ya no avanzara y prosiguiera su ruido eternamente y atravieso charcos cadáveres ruinas luces quebradas contra el desasosiego o la impudicia contra la noche que borrará sin escándalo cuanto he atravesado sólo por elegirte nuevamente entre las cosas asombrosas

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la araña alguna vez no tendrá hilo pienso que cruzará distraído el claro el joven antílope y el niño irá girando sin ver el borde del pozo quería un pensamiento feliz luego que la noche cerrara su compuerta con la risa del sicótico una mano quería una duda en cero la verdad en un pez que salta y cae otra vez a las profundas aguas una imagen simple como los trazos infantiles mujer mi lecho es de enfermo saludable rodeado de cosas que oscilan o tiemblan nadie sabe respiro un sol que se esfuerza en calcinarme un aire de árbol donde se agita el ahorcado muchacha quería un objeto feliz como un cuadrado o una esfera o una piedra recogida en una tarde camino a tu casa o hacia el crepúsculo y me comen las palabras los insectos o los pájaros que hallan semillas en lugares insólitos y no hay silencio ni reposo luego mi pensamiento es un montón de ruido de cosas cayendo contra un fondo de dudas o de rocas ahora mismo te derrumbas como si una piedra o una bala trizara tu imagen y ensordeciera el día

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me inter rogo en el pavor de mi existencia con mi pena dicha y crecida gritada en el llanto que ha clausurado a l útero digo que me observo fuera de mí ya hombre y taciturno como el patio de los ancianos donde las sombras enraízan desalojado mientras las vidas tiemblan y otras se matan o recogen restos y lloran hondamente lo que duele observo las plumas del pájaro inmóvil que con un pie aparto la miseria y la codicia con sus flores podridas en el escote de las muchachas estúpidas el sombrío oficinista los empleados del mes las drogas y el sistema educativo la única vida preciosa malgastada en el brillo de las baratijas y los pasatiempos las bombas ya lejos de mí me observo entre el murmullo de gente y las bocinas las vidrieras el colapso de la economía el terror que dios provoca la náusea diaria que vomita a este mundo mientras todo duele y aparto con el pie cada cosa y continúo desde aquí me grito ¡despierta! socavo el aire con las uñas golpeo esta pálida membrana que nos separa

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pero en el espejo hay un hombre triste e inmóvil apartado hacia el costado impar de la jornada y los afanes

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tal vez dije árbol o dije muro o yerba contra el muro no sé ah metáfora de las cosas e imagen de las cosas donde las cosas no están aquí no hay un jardín ni huerto manos que tantean el espesor del vacío que son quizás el vacío o el paso del vacío hacia sí mismo vocablo hecho de aire y apariencia sustancia que la duda certifica y crea un perro una lámpara ajenos a un perro una lámpara nada es aquí o todo es su duda una presunción o el deseo al fin y al cabo que se levanta en su espejismo la rosa que dices los asuntos de la noche y los mastines los días atravesados por grandes embarcaciones nada es y sólo es cierta esa mano sobre la que cada cosa se encuentra y que al cerrarse ya lenta o rápida ah tan rápida obtiene un pálido color una cifra de polvo instantáneamente desvanecida

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ha pasado veloz el día apenas se ha detenido conmigo sin mí en un espejo donde yo era un niño que llevaba agua para apagar el ocaso y tan rápido era un hombre tan de pronto el amor la barba una herida en la espalda o el muslo bajo el paladar para la imposible palabra quizás el nombre o la súplica repito tan rápido era un hombre confundido entre juguetes entre el vello el deseo cegado por las urgencias que un hombre nunca entiende veloz el día un cálculo que cierra y arroja su ordenado círculo de nada una llave quebrada entre las manos como un golpe que algo ha roto y nadie escucha y es la tierra luego que bajo los pies se abre o la escarcha que ha escondido las frías aguas o el espejo donde eras un niño quebrado ya en mil pedazos como una luz que ha viajado por sí misma y reposa al fin ensombrecida

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ay ya sé que puedo hundir mi mano en tu carne como un cuchillo o una piedra en el estanque pues tu cuerpo es sueño o algo más delicado una aleación de aire y líquido que dieron en ti una tarde en que el mundo estaba distraído afanado en sus siglos o en la guerra en la sed del hombre que en su pesadilla cava y tiembla de fiebre y muerte y llora solo como todo hombre o en un día sin dios fue tu cuerpo o en todos los días donde dios es una historia excesiva y sanguinaria como los ogros el cuco o la policía pero fue tu cuerpo digo en este mundo hecho de alas y de blanda nieve de blanda espuma que lamiera lo cóncavo de las horas donde guarda el día su ensimismada sombra su pálido vidrio y hecho con el salto de los antílopes sobre las llamas con la cáscara del resplandor tu cuerpo fue como el misterio acontecido y ya aceptado o lo fugaz que perdura en su instantáneo asombro y es aún en su fragilidad semejante a todos donde hundo mis manos para tocar la música que tu existencia compone para oírla con mis manos o sumergirme allí donde el viento reposa y pasan las cosas que nunca se repiten

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a Camila Vera pero bailan los antílopes o braman de celo o energía demasiado jóvenes aún para temer al león que siempre acecha bailan sobre tu corazón de muchacha que sueña en la siesta que baila y gira a grandes bocanadas bebiendo la lenta lluvia de una música triste llena de garabatos o de plumas llena de una risa que estalla con su fruto esa música digo llena de lluvia y de cántaros donde el agua suena y se desborda llena de sí misma y de las cosas que buscan compañía o el roce del aire o el misterio de su presencia vacía también esa música o ausente como un color que nadie a descubierto aún como un grito en que se recogiera en trizas el y silencio se ofrendara a sí mismo y bailan los antílopes desde el tambor de su piel y en los escudos donde todavía golpea la maza del guerrero pero más aún con tu corazón joven que baila y atruena con semillas reventadas en tu mano bailan en tu cadera que baila aún en el reposo los antílopes y tienen esos ojos con que miras cada día y cada día es un incendio un pálpito salvaje de muerte y vida la permanencia compartida de una música que nos arrastra hacia el silencio y el giro rutinario de los astros

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o venido estaba yo cuando fui sueño el esbozo de una niña una tarde cualquiera o cualquier noche venido entonces como un suceso feliz o una inconsciencia como un objeto sin forma ni nombre todavía y ya arrancado del polvo ya levantado no en mí no en este que ahora escribe y se recoge entendido en el escándalo de la vida si no en el destejido tapiz del porvenir escrito más allá de esa niña y en la carne cerrada de esa niña pero abierta digo al tacto húmedo del amor a los nombres esbozados en el aire primaveral en el humo abierto en el pálpito de esa carne ya estaba yo contendiente de muñecas y de pájaros enhebrándome desde las pálidas luces del porvenir a las raíces de un tiempo ya mío de un decir: aquí estoy he llegado y traigo este largo llanto para lavar tu pena estas manos para echar a andar tus muñequitas quebradas

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pregunto si tu hierba sigue joven si prosigue tu alma el curso de los ríos hacia arriba si era esa pregunta tal vez y a un otro o una otra de todos modos qué es una pregunta si no un territorio indeciso algo que a medias se formula y conjuga un accidente de aire en el vacío una pierna o una torre que mantiene su memoria inexpugnable quién sabe si preguntamos por las manos y no por aquello que ellas han resguardado si al decir pájaro o árbol no decimos también su caída ese apego hacia el caos que nos roe en secreto acaso me pregunte a mí mismo finalmente qué ha sido de aquel que respiraba aún sin agonía temperamental y retraído como un cuarto de amantes o como una jugada de naipes donde se apostaban astros y almas sí acaso yo mismo me estoy interrogando y busco construirme o lo contrario o busco vanamente descansar sobre una hierba extinguida hace mucho tiempo

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pues bien la luz no arde dirás has dicho y tampoco esa luz hará desentumecer la carne que roe el invierno y es verdad pero hablas de la luz mecánica fría del neón que en los hospitales titila y en los colegios vuelve melancólico y triste al estudiante hablas de la luz que rebota contra el cuchillo hiriendo las pupilas pero he aquí otra translúcida y tibia como la lengua de la madre que a sus cachorros lava translúcida como la fuerza que se advierte por su consecuencia invisible como la nota de amor que no se ve pero suena y persevera aguda o grave en el grito o el llanto gozoso de amor henchido en el recogimiento callado de aquel que recuenta los minutos o las horas quizás los días que faltan aún para la presencia amada y está ese bajo esa luz

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tibia y terrible como la permanencia junto a un animal que de pronto pudiera devorarnos recontando minutos horas quizás días y los pusiera en una bolsa que a su vez cargara en su espalda y anda entonces como cualquiera con una bolsa de piedras a su lomo pero bajo esa luz invisible y terrible anda digo con muchos años ya y su espalda no se dobla he aquí entonces esa otra luz que trepa implacable y tibia por células y por la delicada envoltura del pensamiento en la levedad de la burbuja sin romperla terrible como una explosión en las arterias para la sangre nueva y la pujanza para lavar la pena y el encono para librar la espontánea vocación de amor que las cosas provocan la claridad que debe el día la cerviz del trigo ofrendada al viento lo increíble lo efímero del mundo y que permite a la sombra su volumen y estáse en paz

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sí sobre los colores basta azuzar un animal y es entonces el vér tigo la violenta tinta de la sangre en la palidez del aire basta inclinar los ojos sobre el abismo para aprender el deseo o en la mujer que lava su cabellera en lágrimas para el caos basta un gesto sabes sabemos un grano irrita al ojo y las aguas del estanque se aquietan luego de la piedra o las patas de la sedienta bestia dejemos entonces que repose el polvo que moscas y días coman de la cifra de amor abandonada y aprende de una vez señora de la estridencia que el desprecio es una brasa que se sopla en la oscuridad y se traga a solas

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te avienes no a este cuerpo que en su edad cava como en la consistencia del humo y contempla espantado cómo se cumple el círculo y su vacío la sombra y la nada de las cosas parece que te acercaras a algo de mí que desconozco a un aliento remoto o futuro o un vidrio donde vive no lo reflejado si no otra vida otro deseo que no es deseo si no la voluntad en vilo que se recrea y hace ya un caballo ya la sustancia del caballo que también es memoria del aire y la distancia o se recrea en sol que guarda su sombra en cada objeto y me tomaras digo o arrojaras contra tu pecho y resbalara allí o me fundiera no este denso material de hombre con su carga de piedras y su herida no la presa fácil de mi desnudez es algo que no cabe entre los días una madera olorosa que en su aroma crece o una música enterrada en su temblor o la vocación secreta de un lenguaje que nada ha dicho o ha dicho todo y es real entonces en su silencio como haber dicho amor entre la fiebre o haber gritado desnudo en el espejo y la pregunta y contra tu cuerpo todo eso se aferrara tomara una consistencia de cosa que sucede tal sentido que me quitara la piel como una prenda o una cáscara y me volviera música o color o luz o esas cosas que aletean y son tu aire ya dicho y celebrado

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vale la permanencia del jaguar en su guar ida o tras la presa la quieta siesta de pueblo y los amantes que nunca duermen la guitarra callada cuando el amor es la sola música la nota sostenida que triza la copa vacía y los espejos todo en su idioma ha sido dicho arrojado a su idioma ya de agua blanda o duro élitro a su constancia de ser y levantarse o yacer todo es su idioma como revolotea la mariposa su aire gentil y del mismo modo en que permanece el mundo he dicho mundo y digo laderas ah ya inclinadas en el reverso del aire ya rodando por los siglos digo orillas barro multitud de las cosas y soledad de las cosas hoja que se desprende y rama aferrada al tronco aún órbitas de la luz y curvatura del mundo por donde lo amado se aleja sin despedirse y desciende luego ah impura consistencia de cuanto ha sido sonido o ráfaga o lenta caminata por el camino enyerbado desciende todo a su hondo misterio ya dicho y acontecido otra vez y nuevamente ahora de otro modo ah ya concluido el griterío de las cosas el mundo redondo grávido como un seno o como la pupila sorprendida por la luz y ya has comprendido entonces a la piedra su consistencia de objeto su fórmula violenta si es arrojada oh todo desciende digo ya ves como las aguas que han saciado la sed correspondiente y son ligeras como los antílopes o la vida

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vuelvo a escr ibir sobre ese cuerpo con las yemas quemadas escribo y aprieto y hurgo la palabra de amor hecha trizas en la boca y beso con la palabra de amor hecha trizas clavadas en la boca ese cuerpo escribo con los ojos ese cuerpo acercándome hasta un amasijo de ojos y cuerpo y restrego y fundo y escribo con mis cabellos e hilo sobre ese cuerpo un vestido de amor hecho cadencia grito raíz mortaja sobre ese cuerpo escribo hundo mis pies como sobre la vid madura y corre bajo mis pies una sangre demasiado oscura y rancia escribo sobre la ceniza con mi propio cuerpo con el aliento entrecortado por grandes cuchilladas

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con las costillas escribo con las uñas sobre ese cuerpo y el vientre el sexo la espalda con mi cuerpo escribo para decir levántate y anda levántate y anda ah levántate

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todo cuanto va junto y se encamina no hacia el deseo o lo conspicuo no hacia la membrana de la sombra en que todo es incierto si no hacia un punto preciso inequívoco tal el sabor de las naranjas o lo áspero del paladar cuando es arena la palabra o lo nombrado todo aquello que estalla y se contradice y se contrae y no retorna y se incinera súbitamente y se rehace a grandes zancadas sobre las horas dando gritos de júbilo retraído a veces o encerrado en un puño que incesante golpea la puerta cerrada o ya en silencio como un cortejo sin muerto todavía y terrible como las venas cortadas del amante todo eso que se ha encontrado y que retumba agradece grita y llora porque te han dicho y amado y puedes sentir ah instantáneo y fulminante al gozo y a la pena en un sólo ardor palpitando al unísono en un sólo latido donde la vida no puede interrogarse