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EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. 1. INTRODUCCIÓN. El Sexenio Democrático fue la última etapa de la revolución liberal en España y representó un intento de ampliar el liberalismo e instaurar la democracia. Pero aquellos años estuvieron llenos de conflictos de diversa índole: políticos, con la aparición del federalismo, el levantamiento carlista y el estallido de la guerra en Cuba; sociales, con las reivindicaciones de las clases populares y los primeros pasos del obrerismo socialistas y anarquista; y económicos, derivados del contexto de crisis y de lucha entre proteccionistas y librecambistas. 2. LOS INICIOS: REVOLUCIÓN Y GOBIERNO PROVISIONAL. El Pacto de Ostende (alianza de los sectores progresistas y demócratas en 1866) llevó a la revolución de septiembre de 1868, la Gloriosa, que supuso la caída de Isabel II y el fin de la dinámica de enfrentamientos entre moderados y progresistas que había marcado todo su reinado. Al grito de “¡Viva España con honra!”, triunfó sin apenas derramamiento de sangre, formándose juntas revolucionarias en muchos puntos del país. Jefes militares como Prim, Serrano y Topete se pusieron al frente de todo este movimiento insurreccional. Isabel II se encontró sin apoyos y se exilió a Francia. A partir de ese momento, la pugna entre las distintas facciones liberales dejó el paso a la que enfrentaría a fuerzas democráticas y reaccionarias. Los liberales moderados (Serrano) y los progresistas (Prim) tomaron la dirección del Gobierno provisional dejando fuera a los demócratas. El general Serrano presidió el Gobierno desde octubre de 1868 hasta junio del año siguiente. Unas Cortes Constituyentes, elegidas por sufragio universal, elaboraron la nueva Constitución. 3. LA CONSTITUCIÓN DE 1869. 1

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EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES.

1. INTRODUCCIÓN. El Sexenio Democrático fue la última etapa de la revolución liberal en España y

representó un intento de ampliar el liberalismo e instaurar la democracia. Pero aquellos años estuvieron llenos de conflictos de diversa índole: políticos, con la aparición del federalismo, el levantamiento carlista y el estallido de la guerra en Cuba; sociales, con las reivindicaciones de las clases populares y los primeros pasos del obrerismo socialistas y anarquista; y económicos, derivados del contexto de crisis y de lucha entre proteccionistas y librecambistas.

2. LOS INICIOS: REVOLUCIÓN Y GOBIERNO PROVISIONAL. El Pacto de Ostende (alianza de los sectores progresistas y demócratas en 1866)

llevó a la revolución de septiembre de 1868, la Gloriosa, que supuso la caída de Isabel II y el fin de la dinámica de enfrentamientos entre moderados y progresistas que había marcado todo su reinado. Al grito de “¡Viva España con honra!”, triunfó sin apenas derramamiento de sangre, formándose juntas revolucionarias en muchos puntos del país. Jefes militares como Prim, Serrano y Topete se pusieron al frente de todo este movimiento insurreccional. Isabel II se encontró sin apoyos y se exilió a Francia.

A partir de ese momento, la pugna entre las distintas facciones liberales dejó el paso a la que enfrentaría a fuerzas democráticas y reaccionarias. Los liberales moderados (Serrano) y los progresistas (Prim) tomaron la dirección del Gobierno provisional dejando fuera a los demócratas. El general Serrano presidió el Gobierno desde octubre de 1868 hasta junio del año siguiente. Unas Cortes Constituyentes, elegidas por sufragio universal, elaboraron la nueva Constitución.

3. LA CONSTITUCIÓN DE 1869. El principal objetivo de los revolucionarios fue elaborar una nueva Constitución

que estableciera el reconocimiento de la democracia como sistema. En este sentido, podemos considerar a la de 1869 como la primera Constitución democrática de la historia de España. Sus rasgos fundamentales son:

- El proceso constituyente, por primera vez, lo llevó a cabo un Asamblea elegida por sufragio universal (varones mayores de 25 años). Presenta una regulación muy minuciosa y detallada de derechos sociales y políticas.

- Se reconocía la soberanía popular y al pueblo como origen y fuente de ella. - La forma de gobierno era la monarquía democrática, que privaba al rey de

capacidad legislativa y limitaba sus prerrogativas a la cabeza del ejecutivo a un papel casi meramente simbólico, de equilibrio y mediación entre las fuerzas políticas.

- Establecía una efectiva división de poderes con el fortalecimiento de las Cortes y la independencia del poder judicial.

- Establecía el sufragio universal y la capacidad de todo elector para ser candidato al Congreso.

- El poder legislativo radicaba en un Parlamento bicameral, con un Congreso elegido por un sistema proporcional, y un Senado, mediante sufragio universal indirecto con ciertas condiciones.

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- Reconocía por primera vez de modo expreso las libertades democráticas básicas (asociación, reunión, expresión) y, también por primera vez, había un reconocimiento de la libertad religiosa, aunque el Estado seguía comprometido a sufragar los gastos de culto y clero.

En la cuestión de la forma de régimen la solución fue un nuevo concepto de monarquía: el de “monarquía democrática”, aunque era muy numerosa entre los diputados la opción republicana.

En conclusión, esta Constitución ha sido considerada como la más avanzada en el constitucional español del siglo XIX. Incorpora los principios de la democracia, triunfante a partir de las revoluciones de 1848 en Europa. Intenta evitar los excesos autoritarios del régimen anterior Responde a la composición de la Asamblea Constituyente en que eran clara mayoría los progresistas y monárquicos demócratas y la izquierda, frente a tradicionalistas, isabelinos y unionistas.

4. LA MONARQUÍA DE AMADEO DE SABOYA. Había una nueva Constitución, pero España era una monarquía sin rey; por ello,

se instauró una regencia presidida por el general Serrano, mientras que Prim fue nombrado jefe de Gobierno. Estaba descartada la vuelta de la familia borbónica. Se tuvieron en cuenta diferentes propuestas de candidatos al trono español:

- Los generales Serrano y Espartero, vetados por Prim. - Leopoldo de Hohenzollern, con la oposición de Napoleón III. - Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II, vetado por progresistas y demócratas. - El duque de Montpensier, vetado por Napoleón III. - Amadeo de Saboya, apoyado por Prim y los demócratas. Mientras tanto, durante 1869 se produjeron diversos problemas que amenazaban

la estabilidad del nuevo régimen: comenzó la guerra de Cuba en demanda de autonomía política; se reorganizaron los carlistas que promovían a su pretendiente don Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro, como rey legítimo y, finalmente, se sucedían los levantamientos y agitaciones republicanas en gran parte del país.

A fines de octubre de 1870 se logró solucionar la cuestión del rey. Amadeo de Saboya, duque de Aosta, aceptó el trono tras obtener el consentimiento de las potencias europeas, y, por fin, las Cortes lo eligieron rey a mediados de noviembre. Su reinado fue efímero debido a diversos factores: su valedor, el general Prim, fue asesinado días antes de su llegada a España; el acrecentamiento del conflicto militar en Cuba y frente a los carlistas; la hostilidad de la nobleza y la burguesía que lo consideraban un advenedizo, miembro de una familia real enemiga de la Iglesia. Por otra parte, las movilizaciones obreras y populares reclamaban el establecimiento de un régimen republicano y federal. Después de repetidas crisis de gobiernos, don Amadeo abdicó en febrero de 1873. Inmediatamente, el Congreso y el Senado, constituidos en una sola Asamblea Nacional, dispusieron, de forma ordenada y pacífica, la proclamación de la República.

5. LA PRIMERA REPÚBLICA Y SU EVOLUCIÓN. Estanislao Figueras fue designado por la Asamblea presidente de una República

unitaria, pero inmediatamente chocó con los republicanos federales. Su principal cometido era convocar unas Cortes Constituyentes para promulgar una nueva Constitución. Los problemas más importantes radicaban en la crisis de la Hacienda, la

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incipiente guerra carlista en el norte, el problema de Cuba y la escasa colaboración del ejército, más inclinado al moderantismo y simpatizante de los alfonsinos. En sus meses de gobierno puso en marcha ciertas medidas democráticas, como la promulgación de una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud en Puerto Rico y la supresión de las quintas.

Pero una sublevación popular exigiendo el establecimiento de cantones libres –revolución cantonal- comenzó en Cartagena y luego se extendió por otras ciudades del sur y levante peninsular. En esta revolución (en la que cada población se proclamaba cantón independiente del poder central) confluyeron tres revoluciones: la regionalista, la política y la social. Las clases populares creyendo encontrar en el federalismo la igualdad plena y un mayor reparto de la riqueza, siguieron a los federales intransigentes que querían dar el poder de decisión a las regiones y acabar con el centralismo.

Con el triunfo de los republicanos federales surgieron entre ellos discrepancias sobre los pasos que debían seguirse en la organización de la España federal (el nuevo modelo aparecía dividido en 17 Estados entre los que figuraban como tales Cuba y Puerto Rico). Unos –los transigentes, que constituían la mayoría encabezada por Pi i Margall- consideraban primordial conseguir el orden social para luego proceder a construir una República federal desde arriba; otros –los intransigentes- defendían que se debía comenzar por la construcción de la federación desde abajo, lograda la cual debía llegar la paz social. Ambos grupos presentaron a las Cortes sus propios proyectos para una Constitución federal.

Pi i Margall, al no poder alcanzar la aprobación del proyecto de Constitución y viéndose desbordado por la revolución de los cantones, dimitió, sucediéndole Salmerón. Este, durante el escaso mes y medio de mandato, se limitó a restablecer militarmente el orden y a reprimir de modo especial los movimientos obreros internacionalistas.

Salmerón dimitió por problemas de conciencia (no quiso firmar unas penas de muerte contra los revolucionarios), siendo elegido como nuevo presidente de Gobierno Emilio Castelar. Su programa se redujo a restablecer el orden, porque, si bien había finalizado el movimiento cantonal, quedaban otros focos de desorden: la guerra con los carlistas en el norte y la de Cuba Sin embargo, este intento fue interrumpido por el golpe de Estado del general Pavía (enero de 1874), que con fuerzas de la Guardia Civil disolvió las Cortes Constituyentes, finalizando así la Primera República.

A modo de conclusión, las dificultades a las que tuvo que hacer frente el proyecto democrático del Sexenio se debieron a:

- La debilidad de las fuerzas políticas democráticas. - El acoso de fuerzas profundamente antiliberales, como el carlismo. - La falta de apoyo de la burguesía, partidaria mayoritariamente del

moderantismo y el liberalismo limitado y censitario. - La decepción y radicalismo de las clases populares que exigían soluciones para

sus necesidades básicas: trabajo, salarios, derechos sociales, etc. - Los problemas exteriores, como los movimientos independentistas de las

colonias, que superaban la capacidad de respuesta de España. Su fracaso respondía, en suma, al retraso social y económico de la España de

entonces.

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