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-- EL TECNICO INVISIBLE LA .FilOSOFÍA EXPERIMENTAl• QUE ESTÁ EN El ORIGEN DE LA CIENCIA MODERNA AFIRMA ROTUNDAMENTE QUE El CONOCIMIENTO DE LA NATURALEZA SOLO PUEDE PROGRESAR MEDIANTE EXPERIMENTOS CUIDADOSAMENTE PLANEADOS Y REAliZADOS. PERO EN LA HISTORIA TRADICIONAL DE LA CIENCIA PRÁGICAMENTE NUNCA SE MENCIONAN lOS NOMBRES DE lOS TÉCNICOS QU E PARTICIPAN EN El TRABAJO EXPERIMENTAL. STEVEN SHAPIN, QUE CONOCE BIEN LA CIENCIA INGlESA DEl SIGlO XVII, EXAMINA EL CASO DE BOYlE Y SE PREGUNTA POR El PAPEL DE lOS TÉCNICOS. ¿POR QUÉ SUElEN SER ·INVISIBlES•? ¿ES JUSTO ATRIBUIR A LOS •I NVE STIGADORES• TODO El MERITO DE LOS DESCUBRIMIENTOS? ¿CUÁlES SON lOS PROBlEMAS MORAlES Y POlÍTICOS DE ESTA DIVISION DEl TRABAJO? Está usted en Londres en 1675. Vaya al palacio de St-James y dirijase hacia el este has ta el lado sur de Pall Mall. Pase por delante de la casa de Thomas Syden- ham, el médico de moda, y de la de Nell úwyn, la amante del rey. Al llegar a la mitad de la calle, llame a la puerta de una casa de 1res pisos peneneciente a Ka.the- rinc, condesa de Ranclagh, y pida entrar en el l aboratorio siluado al iondo; man- da allí el hermano de la propietaria, Ro- berc Boyle •. químico y expeno en « fi l o- sofía naturahL Este laboratorio es un lugar de trabajo muy poblado en el cual diversos indivi- duos se afanan en producir conocimien- tos científicos; cada cual tiene un papel rela1ivamen1e especifico que cumplir. En un rincón, el propio Boyle está dictando a uno de sus secretarios. pues en muy po- cas ocasiones ha Tomado él mismo la plu- ma pam escribir. Las notas de labora to- rio a pa rtir de las cua les dicta su texto también han sido tomadas por otras per- De vez en cuando. un asistente lee o resume textos científicos para no can- sar la vista del maestro. Si la jornada e-s ap retada. varios asistemes-quimicos se afanan en el laboratorio. destil an. amal- gaman, ha cen observaciones y las regis- tran para que Boyle las utilice. Otros cx- perimeman con bomba s de aire o instrumentos hidrostáticos. Un boticario que vive en casa de ao yfe pre para timu- ras de extractos de plantas co n fines me· STEVlN SHAPIN dicinalcs. Otros técnicos, siguiendo ins- de Boyle, se van a otra parte a realizar observaciones o experimemos y vueh•en con nmas en las que están con- signados sus resultados. El laboratorio re- cibe de vez en cuando la visita de fabri- cantes de instrumen tos que 1raen aparatos que han fabricado o reparado: bombas. baróscopos; rennómelros. mi- croscopios y relescopios. Robcrt Hooke. colega y antiguo asisten- te de Boyle. pasa por allí varias veces por semana con aparatos mecátúcos, produc- tos quimicos y publicaciones c-ientíficas: a veces H'tmbién trabaja en el l aboratorio durame periodos bastante largos. (Dos anos después, en su ca l idad de arquirec- to, Hooke di bujaría para Boylc l os pla- nos de unlabora1orio totalmeme nuevo.) Una sirvienta habla a Boyle de un peda- zo de carne lumini scente que ha descu- bierto en la frr:squcra. Hay un gran mo- vimiento de criados que \'311 y vienen con baldes llenos de sangre par a que Boylc pueda examinarlos; también traen fruta. peces y mosc-as que serán inlroducidos en el recinto de la bomba de aire; otros traen el correo. que Jos sec-rclarios leerán a su maestm. Con al guna salvedad. un investiga dor moderno podría reconocer un tal escena · rio. En el siglo xvu el l aboratorio de Boyle podría ser considerado como una sede privilegiada de acrivi dad cient ifica. A principios de la Cpoca moderna. }'ex- C:CNT!:ICO 1 3 \'ÚIVME"\ 1 PÁGI NA 520 cepwando los obse1 ·varorios astronómi- cos. habia pocos lu gares dedicados al dc- sartollo de la ciencia en los que pudier:t descubrirse una división del trabajo ta in1ensa o una mano de obra tan En genetol, Jos hisloriodores de lo ciencia no se ho11 lntt:resodo mvcho por el esh.Jdio del ., papel de los Jécnicos y do otros co1egortos de persOilol que participan en la adquisición y ol reg•'}fiO dtJ. los conocJmjentos cienf((;cos. Uno de los prfr,cipolo-s con que topemos ol intentar hacernos vna idea del lrobo;o de los r&nicoJ en el posodo e$ de o!den práctico: no s61o los documentos hisrórJ.cos don pocos indicaciones sobre los asistentes empleodos en los loborol(){ios, sino quo los lesttrnOni01 de qvc d•'spO(ICmos se han de interpre. •or con precouci6n. Este grobodo fut: pvblicodo en 1664 por Caspor Schott en una ob10 litvlodo Tec_hnico cori0$0. Represento lo bembo de aire inVf:lntoda unos años on 'eJ por el olem(m OHo \On Gverickol1602-1686). Es interesante obsef!.CI' q11e los dos asistentes que operan en lo ceso de ...on Gueticke e11 Mc;:gdeburgo son doblcmcnJo .w•'rwisiblos•. f. prt'mer fugar. no se Yen svs (ni siQu•'et el personaje de la izquictda, que estó de frenre, t.·ene unos rasgos daromente definidos). Estos dos asistentes estón literolmcn/e privados de Jc/cmkiod. Por otro porre, se encoent ron en uno habitación sllvodo <it:boio de oqu611o en lo Qlt'e los visitar; tes iban o vor los expcr imel'lf<JS. los meconi.smos y los hombre$ que los hadan funcionar erort Sólo se pod!on 'V't;r los momv,Hos<Js efeoos ob/f: !1idos con lo bombo de a•-re.

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--EL TECNICO INVISIBLE

LA .FilOSOFÍA EXPERIMENTAl• QUE ESTÁ EN El ORIGEN DE LA CIENCIA MODERNA AFIRMA ROTUNDAMENTE QUE El CONOCIMIENTO DE LA NATURALEZA SOLO PUEDE PROGRESAR

MEDIANTE EXPERIMENTOS CUIDADOSAMENTE PLANEADOS Y REAliZADOS. PERO EN LA HISTORIA TRADICIONAL DE LA CIENCIA PRÁGICAMENTE NUNCA SE MENCIONAN

lOS NOMBRES DE lOS TÉCNICOS QUE PARTICIPAN EN El TRABAJO EXPERIMENTAL. STEVEN SHAPIN, QUE CONOCE BIEN LA CIENCIA INGlESA DEl SIGlO XVII, EXAMINA EL CASO DE BOYlE

Y SE PREGUNTA POR El PAPEL DE lOS TÉCNICOS. ¿POR QUÉ SUElEN SER ·INVISIBlES•? ¿ES JUSTO ATRIBUIR A LOS •INVESTIGADORES•

TODO El MERITO DE LOS DESCUBRIMIENTOS? ¿CUÁlES SON lOS PROBlEMAS MORAlES Y POlÍTICOS DE ESTA DIVISION DEl TRABAJO?

Está usted en Londres en 1675. Vaya al palacio de St-James y dirijase hacia el este hasta e l lado sur de Pall Mall. Pase por delante de la casa de Thomas Syden­ham, el médico de moda, y de la de Nell úwyn, la amante del rey. Al llegar a la mitad de la calle, llame a la puerta de una casa de 1res pisos peneneciente a Ka.the­rinc, condesa de Ranclagh, y pida entrar en el laboratorio siluado a l iondo; man­da allí el hermano de la propietaria, Ro­berc Boyle •. químico y ex peno en « fi lo­sofía naturahL Este laboratorio es un lugar de trabajo muy poblado en el cual diversos indivi­duos se afanan en producir conocimien­tos científicos; cada cual tiene un papel rela1ivamen1e especifico que cumplir. En un rincón, el propio Boyle está dictando a uno de sus secretarios. pues en muy po­cas ocasiones ha Tomado él mismo la plu­ma pam escribir. Las notas de laborato­rio a partir de las cuales dicta su texto también han sido tomadas por otras per­sona.~. De vez en cuando. un asistente lee o resume textos científicos para no can­sar la vista del maestro. Si la jornada e-s apretada. varios asistemes-quimicos se afanan en el laboratorio. destilan. amal­gaman, hacen observaciones y las regis­tran para que Boyle las utilice. Otros cx­perimeman con bombas de aire o instrumentos hidrostáticos. Un boticario que vive en casa de aoyfe prepara timu­ras de extractos de plantas con fines me·

STEVlN SHAPIN

• dicinalcs. Otros técnicos, siguiendo ins­~rucciones de Boyle, se van a otra parte a realizar observaciones o experimemos y vueh•en con nmas en las que están con­signados sus resultados. El laboratorio re­cibe de vez en cuando la visita de fabri­cantes de instrumen tos que 1raen aparatos que han fabricado o reparado: bombas. baróscopos; rennómelros. mi­croscopios y re lescopios. Robcrt Hooke. colega y antiguo asisten­te de Boyle. pasa por allí varias veces por semana con aparatos mecátúcos, produc­tos quimicos y publicaciones c-ientíficas: a veces H'tmbién trabaja en el laboratorio durame periodos bastante largos. (Dos anos después, en su calidad de arquirec­to, Hooke dibujaría para Boylc los pla­nos de unlabora1orio totalmeme nuevo.) Una sirvienta habla a Boyle de un peda­zo de carne luminiscente que ha descu­bierto en la frr:squcra. Hay un gran mo­vimiento de criados que \'311 y vienen con baldes llenos de sangre para que Boylc pueda examinarlos; también traen fruta. peces y mosc-as que serán inlroducidos en el recinto de la bomba de aire; otros traen el correo. que Jos sec-rclarios leerán a su maestm. Con a lguna salvedad. un investigador moderno podría reconocer un tal escena· rio. En el siglo xvu el laboratorio de Boyle podría ser considerado como una sede privilegiada de acrividad cient ifica. A principios de la Cpoca moderna. }'ex-

t,•,..~-..:JC C:CNT!:ICO 'J~ 1 3 \'ÚIVME"\ 1 PÁGINA 520

cepwando los obse1·varorios astronómi­cos. habia pocos lugares dedicados al dc­sartollo de la ciencia en los que pudier:t descubrirse una división del trabajo ta • in1ensa o una mano de obra tan

En genetol, Jos hisloriodores de lo ciencia no se ho11 lntt:resodo mvcho por el esh.Jdio del ., papel de los Jécnicos y do otros co1egortos de persOilol que participan en la adquisición y ol reg•'}fiO dtJ. los conocJmjentos cienf((;cos. Uno de los prfr,cipolo-s ob~>l6<:vfoJ con que topemos ol intentar hacernos vna idea del lrobo;o de los r&nicoJ en el posodo e$ de o!den práctico: no s61o los documentos hisrórJ.cos don pocos indicaciones sobre los asistentes empleodos en los loborol(){ios, sino quo los lesttrnOni01 de qvc d•'spO(ICmos se han de interpre.•or con precouci6n. Este grobodo fut: pvblicodo en 1664 por Caspor Schott en una ob10 litvlodo Tec_hnico cori0$0. Represento lo bembo de aire inVf:lntoda unos años on'eJ por el olem(m OHo \On Gverickol1602-1686). Es interesante obsef!.CI' q11e los dos asistentes que operan en lo ceso de ...on Gueticke e11 Mc;:gdeburgo son doblcmcnJo .w•'rwisiblos•. f. prt'mer fugar. no se Yen svs con:~s (ni siQu•'et el personaje de la izquictda, que estó de frenre, t.·ene unos rasgos daromente definidos). Estos dos asistentes estón literolmcn/e privados de Jc/cmkiod. Por otro porre, se encoentron en uno habitación sllvodo <it:boio de oqu611o en lo Qlt'e los visitar; tes iban o vor los expcrimel'lf<JS. los meconi.smos y los hombre$ que los hadan funcionar erort mv,'~ibles. Sólo se pod!on 'V't;r los momv,Hos<Js efeoos ob/f:!1idos con lo bombo de a•-re.

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inte:nsa o una mano de obra tan abun­danlc.m Los que trabajaban pan1 Boyle reciblan nombres muy diversos. los «secretarios) (amanuenses) solían hacer su trabajo tra­dicional pero ocasionalmente pod/an rea­lizar tareas técnicas. Los asistente• químicos soJfan designarse con el nom~ bre de «a)'IJdanles de laboratorio» (labo­rants). Los que se ocupaban de los apa­ratos mecánicos y de su ntanten1m1cnto eran los «operadores» (oJH!rators) y los constructores de estos aparatos eran Ita. mados •mecánicos» (ortificers). P,ro lo­dos podían llevar el nombre más ¡eneral de •asi.stenles». En la práctica, sin cm· barao, se utilizaba un tttmíno que desla· naba a todo el personal así empleado: el de ayudantes (servonrs) o, a •«ct. coa mú pm:isión, «ayudantes-<¡u.iuúooso. El término «técnico» (t~hnidan) se aplica· ba a qujenes trabajaban en un contcxco cientirico na rural y e:n el siglo XVII no se usaba para designar a quienes trabajaban en los laboratorios. Igual que el suslan­livo «científicon (scientlst), sólo en el si· ¡lo XX ha sido corrientemente utilizado. ¿Qui~nes eran estos asistentes, y qu~ hu· clan? Hasta donde hornos podido saber·

lo, todos los «operadores>t y «ayudantes de laboratorio» de Boyle eran de sexo masculino. Como los criados de: las ca· sas, probablemente eran contratados pan1 un cierto periodo. en general un ano, vi· v1an en casa de su patrón y trabajaban bajo sus órdenes. Hay que notar que los l~tnicos de Boyle, a direrencia de Jos de Hooke. por ejemplo, no erao aprendices que venían a formarse para adquirir las competencias de su maestro. En el COD· taco del laboratorio, solía considerane que el trabajo de los técnicos exigJa es· ruer1o fisioo o una cierta habilidad ma­nual pero sólo excepcionalmente unos \'erdaderos conocimientos. Aunque los servicios de secretariado podían consti· tu ir una etapa intamcdia para jó ... 'mes C$o.

1udian1es destinados a hacer earrua como eclesiásticos o c:n las profesiones jurídicas, parece ser que las actividades de los técnicos correspondían a empleos relat.ivamente estables. Un asistente-qul· mico de Boyle vivió y trabajó con 4!1 du­rante muchos anos; inicialmente, tal vez ruera uno de los sirvientes de la familia. El técnico, en el siglo xv11 , puede deO­nirsc por su condición de asalariado. por su dependencia para con su patrón y por

MUNDO QfN"'fFICO N~ IJJ \01.\JMEN 11 P iOIN& S 1 2

oltipo de acti'idades que ejada a cam­bio de una retribución; se le exigía como múimo que fuera hábil (y no que tuvie­ra una cultura teórica).t'l Todos estos ayudantes de laboratori•\ opcradorq, obrero! y uistcntes partkl· paban de distintas maneras en los traba. jos cientlncos de Boyle. Pero tenían to. dos algo en com\ln: eran casi «invisi· bies». Y lo eran por parúda doble. En primer lugar, cabe considerar que oran in­visibles a los ojos de Boylc y a los de aqu~llo5 para (luienes éste escribía en d si¡Jo xvu; en Jos trabajos publicados por Boyle y on su correspondencia rara vu se mencionan sus nombres y tareas.

APENAS EXISTEN ANALISIS PROFUNDOS

Y RIGUROSOS QUE INTERPRnEN EL TRABAJO

DI LOS TICNICOS

• Además, estos técnicos han permaneci· do casi totalmente invisibles para Jos his· toriadores y sociólogos que se interesan por la ciencia. En la literatura ya consi­derablo producida por estos expertos, se encuentran poquísimos estudios en los que se describa e interpret< en profu.ndi· dad oltrabajo dolos técnicos. Así, Chao· dra Mulerji ha puesto en evidencia la im· ponencia de la técnica y de los técnicos para quien quiera captar los caracteres es­pec;ncos de los distintos laboratorios (es decir, lo que llama sus «ruma.s»).<'J Un estudio erno¡¡nlnoo efectuado por el Hall lnslhute de Me.lbourne, con pretensiones -más bien divulgadoras, dedica más aten· ción que de costumbre al papel de los téc­nicos y de los asistentes.<•> Mencionemos una encuesta sobre Jos laboratorios fran· ceses que examina y compara los oríge-­nes sociales y ellipo de trabajo de los in· vcsllgadorl!1 y de los técnicos."' Limi· tándonos a la lectura de los trabajos m lis sianificati-os dedicados a la «revolución científica» del siglo xvu, se podrla croet fácilmonle que m ellaboratoriq de Soy· le no habla nadie exceptO el propio Soy· le La producción de tC><tos áentílkos ha· brfa sido ammtda exclusivamente por los IUIOres de Jos t<XtOS rumados que ball llepdo hasta nosotros. Para el historiador, por lo tanta, el pr ,.. blema es doble. Time que documenw-se para descubrir d significado del trabajo je estos t6cnicos, pero también tiene que o<pllcar por qu6 estos mlsmos téenioos pa· roban inadvtrtidos para quienes los ern· picaban. ¿Por qu~ habla tanta diferencia • entre lo que hadan ellos y lo que ha clan sus patronos? ¿Cómo se expijea la ínvisi· ~ilidad de unos y la autoridad do otros?

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La reconstitución del trabajo de los t~C· nicos se enrrcnta inmediatamente a mil lfl\lmentos retóricos sobrt' la «nue-.-a citncia• que noreció en lnalatcrra en el si¡lo xv11. A direrencia de la escolástica «tst~ril» de las universidades, a diferen .. da de las declaraciones ometarisicaso de 1o1 raciooalisw modernos, la nu....,. cien· cia experimental era considerada como una práctica que e:tigia pOnerse manos a la obra. Francis Bacon y los jefes de rila de la Royal Sodety de Londres (fundada en los ailos 1660) no dejaroo d~ imistir en un programa de aut~núca experimen­tación, ejecutado en umu condicionc.s .. rtifíciales•. para poder Uegar a una dencia de la natun.Jeza aut~ntica, obje­tiva y útil. Habla que hacer experimen· tos concreto.s, no sólo «mentales». La ciencia auténtica dependla de experimen­tos reales, ejecutados a la vista de quie­nes eran responsables de ellos y podían u! atestiguar su ,oaJor. Uno de los porta· \'OCCS más inOu)'entes de la Royal Society de<tribla en los siguientes términos la •ley rundamental• de esta companla: •Los miembros de la Socieelad tenían que ttpttir el experimento cada ~ que tu· vieran la posibilidad de trabajar en el asunto ... 6l El nuevo gentilhom'bre filOso­ro. abandonando d tradicional desprecio por los trabajos manuales, no había de pensar que ruera degradan1e oensuciarn: las numos con productos químicos, hor· nos o bombas. Al contrario, aceptada tra.nJformarse. como dice Boyle, en un simple 41hombrc de pmu», en un «Ira· bajadoO> deseoso de descubrir la verdad divina en la naturnJeza, lo cua l era si¡no de su nobl<u y de su devoción crittiana.<'»

SE HA SUBESTIMADO MUCHO LA IMPORTANCIA

DEL TRABAJO DE LOS TICNICOS

• Lo retórica que presentaba a los nuevos invesligadores como Boyle como si ruc. ran prácticos próximos a los artesanos ha sido muy eficaz.; un historiador modtt­no, por ejemplo, ha afirmado que •••· die podía dudo.r de que (Boyle) ejecutó los cle:ntos e incluso miles de experimen­tos de los que lnronnó».<ll Pero hay que darse cuenta de que Boyle y los demés C<ntilhombres que practicaban la filoso­na experimental ~o~.ejecutarom) estOS CXpt· rimen tos de acuerdo con unas modalída· des muy particulares. Asl, Boyle estimaba Que un gentilhombre daba muestraS de un •un exceso de delicadeza afeminada» si despreciaba las actividades concretas del trabajo clent!rico; pero tambi~n de­claró, no sln reconocimiento. aue habi-

tualmenLc podfa contar «Con lns manos de los demáS» para la realización de s uJ experimentos."' Pese a la retórica de es­tos pioneros. parece más que probable que Boyle, lejos de haber efectuado «lO· dos)> sus experimentos, sólo en un redu­cidlsimo número de casos manejara per· sonalmente sus aparatos y «mltttiales•. Una parte muy importante de los traba· jos experimentales de Boyle fue realiza· da para él por asistentes remunerados a tal erecto. No hay muchas ratones para pensar que su comportamiento. en este campo, ruera muy di!linto del de los de-

intercambiable en el mercado de traba· jo. No se requiere nln¡ún conocimiento especial, sólo un poco de habilidad. No obstante, los asistentes remunerados tam· bién servlan para hacer runcionar los ins­trumentos de Boyle y para realizar sus a· perimentos de química. Por ejemplo, los textos de Boyle, en repetidas ocasiones y siquiera indirectamente, aluden a loe asis­tenrcs (c[ornidos y díestro.s» que ejecutan el trabajo. a menudo penoso. que consiste en mo\'er hacia abajo d pistón de l a bom· ba de aire para producir el necesario va­el o: «el que hace runcionar la bomba»,

Ero¡__, .. -lo ,.,.,.., c:iondo ex__.,¡ o lo on~ de los o~qu~n.,.,., No • ., ... """ OJOd,o on6IWno del siglo ""' ""'"""" .... . de oiquin;o .. o/ -/os oyvdonfes folf'~n son puno. &?Museo de ho$1000 de lo cootoQio de lo .,....,;dod de Oxt) m~s dentificos de su tiempo. ¿Cuál era la naturaleza y la extensión del trabajo de los técnicos en el laboratorio de Boyle? Puede que en ciertos casos fue· ran considerados como simples fuentes de ener¡la física, como músculos suple­mentarios que obedecían a la voluntad del maestro para mover instrumentos y materiales pesados, cortar la madera para Jos hornos o acarrear el agua necesaria para las operaciones químicas. Es d tipo de trnbajo que los investigadores. tanto los del siglo xv11 como los actuales, tien· den a considerar como poco Jmportante de cara 1 la adquisición de conocimien­tos. La ciencia, indudablemente, no po­dría pro¡resar sin este trabajo, pero se cree que podria renliz.arlo cualquiera y el personal correspondiente es ráeilmente

«el que mueve el pistón hacia abajo•. ttc. oot En tales casos, se reconoce a ~--e-.. ces la existencia de una ciena hab11idad en quienes se dedicaban a estaS opero clo­nes: la experiencia adquirida podla ha· berlcs: dado una cicr1a competencia, in· dwo ciertos conocimientos «implic:itos». ~ro hay que scilalar que en otras oca· sioncs Boyle puso en duda el valor de los juicios que los técnicos ronnulaban so­bre la base de sus saben:s impücitos. Citó por ejemplo la opinión de uno de sus operadores sobre un punto preciso: este último pensaba que seria Inútil seguir ha· ciendo d vaclo en la bomba de aire para producir el erecto buscado. El inter~ de la anécdota consiste en que d juicio era erróneo. Boyle dio la orden de proseauir la operación y obtuvo unos resultados

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que le demostraron la superioridad del conocimiento filosófico sobre la simple habilidad práctica,UI)

EN GENERAL, BOYLE NO HACIA PERSONALMENTE

SUS EXPERIMENTOS

• Boyle no sólo confiaba en las manos de sus técnjcos sino tambi6n en sus ojos y su juicio. Según su propio testimonio, gran parte delltrabajo consistente en ob­servar y registrar Jos resultados de ex pe· rimentos era confiada a asistentes asala­riados. El que Boyle tm;era tal confianza en los ojos de sus t~cnicos se podía atri­buir en pane al estado de sus propios ojos: estimaba que no tenía buena vista y su mala salud le impedía, por ejemplo, lnlnsportar un barómetro hasta lo alto de una colina para observar directamente el nivel del mercurio.!•~ Además, Boyle se ausentaba a menudo de su laboratorio durante periodos bastante largos para de­dicarse a otras ocupaciones; confiaba en tonces a sus asistentes la entera respon­sabilidad de la ejecución y el registro de Jos experimentos. En todo caso, Jos textos impresos se escribían en primera persona y raramente mencionaban a la persona que habla hecho t.al observación. generalmente cuando un resui­Jado era conforme a lo esperado no se mencionaba a ningún ob­servador; la observación era sim­plemente presentada como ((testi­monio visible de la naturaleza». Se hada sobre Jodo alusión al papel de Jos técnicos en la observa· ción y el registro de los hechos cuando los resuJtados abtcnidos eran inconsis­tentes o suscitaban problemas. As(, muchos de los experimentos rea­lizados por Boyle hacia 1670 sobre la llama, la combustión y la fosforescen· cia se basaban en unos juicios visuale,s partkularmt.ntc delicados: eJ inido de los fenómenos a constatar era difícil de de terminar y había frecuentes desacuerdos emre los dislintos observadores.<lll Boy­le reconocía su inevitable dependencia de las competencias de sus asistentes y de su honradez como observadores. Sabía que había ahí un irrnportante problema vin· culada a las relaciones sociales implica­das en la producción de conocimientos: el de la confi an:a. A menos que el patrón-investigador hiciera personaJmen­te todos sus experimentos y lo observara todo con sus propios ojos, tenla que de­cidir en quién (y en qué circunstancias) podfa confiar. El problema, en la prácti­ca. sólo era grave cuando las observacio­nes eran ambiguas o anómalas desde el pumo de visl.a de las concepciones de

Boyle. Los experimentos sobre la com­bustión arrojaban sistemáticamente re· sultados dudosos de csla clase; en este contexto, Boyle observaba que los testi­monios de dos asistentes no bastaban para establecer una conclusión experi­mental cierta. Entonces hada repetir e l experimento «para su mayor satisfac­ciónn, librándo.sc así, dicho en sus pro­pias palabras, «de la necesidad de fiarse de los ojos de 1 os demás».<"l El trabajo de los técnicos era «transpa­rente» cuando el aparato funcionaba co· rrectameme y cuando los resultados eran los esperados. Por contra, su papel era constantemente mencionado cuando las cosas no estaban ocurriendo como era de esperar. En estas circunstancias. el traba· jo de los t~cnicos (o más bien su incom­petencia) pasaban a un primer plano. Sus componamientos eran una importante fuente de opac-idad entre el ojo del maes-

Este grobodq qve dolo de 1664, rspresenta o Robert Soy/~ y plontoo vn problema sobre •detecllOJ <k, oulofl• on dencio. \.&mos en segundo plano la bombo de oi~e qve eo aquel tiempo se conocfo bo¡o ~~ llombte de Mochino boyteooo (móquioo do /Joylo). Po<r> proboblemenle fue construido poro Boyle por Robert HookeJ odemós, sv montenimiemo y funcionamiento corrfon o corgo de un cifJ.flo nVme10 de oslsten~ y de fobriconfes de lnstrvmtttltOS cuyo nombre, en la gran moyor(o do los cosos, no ha llegado hosto nosotros. En genero!. tenetnO$ pocos i!vstrociones qvo nos fevrtlen ospttdos próoicos del trobojo dentJ1ico. Disponemos M combío df!J un número opredoble de rctrolos de autores cienh1k;.os y de imógenes que mvestron el material v!lllzodo. En porticulor; no tenemos ningVn docvmen!o lc0Jt09rófico que reprcson!e el laboratorio do Boyl~ v otros loborotorios del siglo X\1).).

(Ashmoleon Mvseum, Oxlotd.)

MV\;DQ OENrfttCO N~ \13 \OIUM[N 11 Pi:GINA 524

tro y la realidad de la naturaleza. El que los errores de los técrucos pudieran faJ. sear los t:llpcrime.mos acababa sirviendo de excusa para explicar y rechazar ex p.:-. rimentos fracasados. De hecho, Jas situaciones descritas por Boyle en las que tos experimentos fraca. saban rotundamente son las que mejor informan sobre la naturaleza y el Lraba. jo de sus asistentes. A "·eces, por ejcm • plo, los artesanos suministraban instru­mentos defectuosos o materiales c:xpcri­memales impuros o de mala calidad; en ocasiones. los ((ayudames de laborato­rio)) interpret.aball mal o no respetaban unas instrucciones que Boyle considera. ba claras y desprovistas de toda ambigüe­dad. Una prueba neumática, escribe Boy. le, fracasa «en nuestra ausencia ( ... ) a causa de una negligencia o de un error cometido por aquéllos a quienes había. rnos encargado realizarla>>. Boyle y uno de sus colegas de Oxford estaban senta· dos 1 ranquilamen_te junto a la chimenea cuando fueron (<-sorprendidos por un rui­do súbito>, en la habitación contigua. Era una bomba de aire que había hecho<·.· plosión porque u.n joven asistente inca-

paz la habia hecho funcionar con de· masiada ((obstinac:ióm).

Boylc dio detalles acerca de nume­rosas catástrofes ocurridas en ex~ perlmentos; la mayoria de ellas habían sido causadas por errores comeLidos por sus asistentes y afortunadamente habían tenido lugar cu:rndo él estaba lejos d•l

peligro ... Probablemente los ex¡>­rimentos más peligrosos que reaiJ~

zó versaron sobre las condiciones y la naturaleza de las explosiones. Des-­

de el inicio de estos tesu, había to· mado concienci.a de los riesgos asocia·l

dos a la mezcla de ácido nítrico y aleo· hol. En una ocasión, hubo una explosión tan violenta que parte del líquido «Salió del recipiente de vidrio y fue proyectada hasta el techo de la sala>); luego, cayen~n unas gotas que saJpicaron «la cara dd que sostenía el recipiente (y) le hicieron sentirse sumergido en fuego (asf me lo contó), lo cual le incitó a bajar las esca· Jeras como un loc.o para ir a refrescarse en la bomba». Boyle r~accionó pidiendo a su ayudante que «prestara más atención,Jl5l Después de aquilatar los risgos inhe.ren­tcs a estos experimentos, Boyle dio a su asistente unas órdenes LOdavla más dct.l~ liadas y ordenó que las pruebas se hici • ran en una sala bastante grande para que tos espectadores q ucdaran protegidos de todo peligro¡ ((incluso el operador que agitaba el recipiente se tenia que mante­ner a una buena distancia de la mezcla.>• Por des-gracia, como era de esperar. eltéc· ' nico no respetó las consignas y Boyle na· rra así la serie de acontecimientos: <<Ha­biéndome mirado yo no leja$ de allf

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para escriblr una carta, el operador ( ... ) derribó bruscamente el instrumento sin poder apartarse. Una ve.z derramado el ¡¡quido (. .. ), se produjo una expansión (o tXP·''·fión) muy sorprendente y violenta: con •· grrm ruido (que, según dijo el ayu· dantt, superaba el de un pistoletazo), los recipientes de vidrio se rompieron en mil ptdaz,OS, como pude yo constatar/o lnme-­diatamente después, y buena parte de la mezcla fue proyectada vlolentamente so· bff la ropa del operador, arrancándole el sombrero y alcam;ándolc en el rostro. so brt todo en los ojos~ causándole unas tu· mefacciona extremadamente dolorosas qur habrían podido ser muy peligrosos de"" Jraber llegado yo a tiempo (. .. )Le hict disolver inmediatamente Sacchan.mr saturni y le dije que utilizara una espon· ja sua\le para mamener los tejldos im· pregnodos con este licor mediante apli­caciones frecuentemente renovadas. ))(lt>l Poco después de este incidente. uno de los asistentes de Boylc (sin duda horrible· mmte desfigurado) buscó un empleo más uanquilo junto a Isaac Newton, en Cam· bri'!\e.'17)

BOYLE ERA EL AUTOR PORQUE ERA QUIÉN

DETENTABA LA AUTORIDAD

• lr. Judablcmcnte. gran parle de los traba· jos ejecutados por los asistentes remune· rados de Boyle no e.x.ig.ían ninguna cua­lificación especial (como máximo una derta habilidad técnica); en todos los ca­sos de esta clase, la interp retación de las relaciones entre el investigador y sus ayu· dantes no pla ntea ningún problema im­ponante. Pero hubo casos muy distintos., eomo vamos a ver ahora examinando los ten imoníos facilitados por Boyle a pro­pusito del trabajo de los técnicos en un informe de 1680 sobre experimentos con la bomba de aire. Allí, de un modo to­talmente inhabitual en él, menciona eJ nombre de su asiSlente remunerado, De­nis Papin. bien conocido por los histo­riadores por haber invemado un primer modelo de autoclave, la «marmita de Pa­Pin».Oil El propio Boyle describió las ac­tividades de Papin. Este úllimo había di­srf:ado y construido el instrumento con el que realizaba sus experimentos: lo ha­da funcionar solo o con la ayuda de oLros ttcnicos; era él quien medía y registraba casi todos los res u liados experimentales. También era él quien había diseñado y or­ganizado gran parte de los experimentos que se tenían que hacer. Redactaba, ade­rnás, de su puñ.o y letra un número nota­ble d e informes experimentales, tal vez

lll.storia dt ltu citncil1S

O.nis Popin /1647-1712?) es uno de los pocos técnk:os del siglo XVII del q~~e sobemos el nombre. Este francés estuvo al sorvido do Boy/c doronte ~dos o!1"os (despvés de 1670) poro realizar los eJf.perimenJos de éste. lo carrero ciontf1ico d e Popln hablo emptJzodo con Christian Huygens, en Holando, qr.;e lo emp/eobo como léc.nic(>. Huygem lo recamfmd6 a /os expen'menlocJaros cicnhfiCOS que grovltobcn en tomo de lo Royol Soc1ety. TIOS dejar el servido de Boyle, Papin lrobaj6 como tócnico poro esto sociódod y poro uno ocodemlo dt'JnhfK:O de WJneo"o. Tu\I'Q un empleo (mol pagoda) como profesor ci& motemótk os .,, Morbu!9o y lucrp tegres<S o lngloterro donde murió en lo osucridod y lo miseria. Esto litogrolfo, reolizOáo o partir dtJ VIl rertoto que se encuentro en lo univel$idad de Mo.rbu19q. mve&tro o Popin COil uno represen!odóf1 de su .marmifO•, un prtJcursor dtJ lo oute<lo110. (8ib/loteco del /nsfilvfo \M>IIcome, wndres.)

casi todos. El propio Boyle dijo que su técnico «tenía que in formar por escrito ( ... ) como si todos los experimentos hu­bieran sido realizados y observados bajo su propia competencia>>. «No me preo· cupé demasiado por el estilo, reconoce Boyle. a causa de mi mala salud; además, ocuporadb por todo clase de asuntos, tuve que dejar la palabra al setlor Pupin.>> Boyle añadía, finalmente, que dejó a sus asistente una parte al menos dellrabajo de interpretación (y probablemente, una vez más. casi todo): «Algunas de estas conclusiones hay que atribuirlas más a mi asistente que a mí mismo.>) ¿Cuál era entonces e l papel exacto de Boyle? Después de tomar a Papin a su servicio, una vez comprobadas sus cua~ lificacioncs generales y la seriedad de su

M\tNI!)Q CJfNTfRCO N° 113 'vOUJM~N u PA.OrNA s:a.s

trabajo, confiaba en él . Boyle dijo haber asistido a los ((principales experimentos»; dijo también que pidió a Papin q~¡.~e le tu­viera inrormado de lo que ocurría en Su ausencia; que releyó (o más bien se hizo leer por uno de sus secretarios) los i.nfor­mes del experimento de Papin «para que no pudiera pasar inadvertido nlngún error en los experimentos>). BoyJe no te­nia necc.sídad de hacer más, pÚes, escri­be. u tenia motivos sobrados para fiarme de su habilidad e inteligencia>>.tl9> A determinadas sens ibilidades modernas. podría parecerles que hay ahí algo anor· mal o incluso illmol'al. Después de todo lo que hizo Papin, se puede pensar que tendría que haber sido mencionado como uno de los autores, Lal vez incluso como e l único autor de estos trabajos. Pero no

(7) R. Boyt., Y<'bfh, l . &i~h led.), 6 .. t.. 1772, ..ol. t. PP. 3()().307. 18) C. G<fosM 'rhc odf}t' of

•'*""'""'· Prirw;etoro Unlver\I.IV Pre:ss, t960. 19) R. Soo¡to. ~h,wL 2, J1 t4. 1101 S. Sho,... .S. Xho/f«, lt.MorhCM ond me O:t·purr:pr Hoébos, lloy/o ood/l>o OitpcrimetVo/lik:, Pri~n Unlve.siry Pr&ss, t985, PP. 26-4v 1111 R &o,<.. ~.vd.3,p. 576. 1121 R. 8ovte, IM><U, d. 3, p. 224. 1131 J.V. Gollnsij, oA noble

""""'~' fe~eoreh Ol'l phosphorus ond the publk cuhvres of sciencCI in lhe~ corly ioya1 ~:.,lsJ.a,BO lt989),,. tl-39. 1141 R. 8ov4e. 'Mxks, \!01. 3, p. 5n. 1151 R. Sovle, \1\ob(U, .d. 3, p.

·593. 1161 R. 8ovl•. IM><Is, ..,¡, J. ~p. 594-595. lll( I. Now!on, Cono~nce IH.W. Tvrrbull et o/., eds.), vol. 1. Cambridge UnNenlty Prc:$s, t959. IIS)H.W. Roblmol\, •Oetlis f'o<>ln (1647-1711)•. N.o~tn Roe. Roygl s~lt:tm:!on, 5 11947(, PP. •1-50.

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fue así. Lo más que se puede decir es que realizó los e.<perimentos de Boyle y redac­tó su texto. El hisroriador no dispone del más mínimo documento que le permita decir que Boyle consideraba reprensi­ble su propia conducta; nada indica tam­pOCO que Papin o Robert Hooke (que quizá prestó tantos servicios a Boylc como Papin) se sintieran perjudica­dos.""' ¿En qué sentido, en aquella ~pO­ca, pudo considerarse a Boylc, en mayor medida que Papin, como autor de estos textos? La respuesta puede parecer tautológica: Boylc era el autor porque era quien de­tentaba la autoridad. Era ti quien presi­día las actividades de investigación, unas actividades que por lo demás se realiza­ban en su propia casa. Era él quien tenía el derecho indiscutido de decidir el pro­grama de trabajo, quien estaba habilita­do para dirigir efectivame-nte el trabajo especializado requerido de los demás,

que tomaba a su servicio. Era Boyle quien contrataba o despedía al personal, quien confiaba o no en el uabajo de Jos que es­taban a su servicio. En este sentido, Jos trabajos realizados en Jos locales de los que Boyle era propietario podían consi· derarse legílimamente como de su pro­piedad. Desde este punto de vis La, era indüeren­te que Papin poseyera un diploma de me­dicina o que ya contara con un trabajo cienúfico publicado cuando fue a traba­jar con Boyle; también que fuera consi­derado como un experto no sólo bábil sino tambi~o instruido. Tal vez fue por su instrucción por lo que Papin fue cita­do en los textos de Boyle. Pero Papin, en Jos laboratorios de su maestro, tenia la obligación de servir a Boyle como si le perteneciera. A Boyle correspondía deci­dir si podía o no oonfiar en Papin. En los manuscritos de Boyle que se conservan en la Royal Society, hay un documento

lD esceno oqr.N fltptesiJflfodo tiene lugar o fifW!l~ del siglo XVN .,,., elloborotorio de qvfmico de Anto•'ne louren/ lDvoisler. Vemo~ o lo ckrecho o lo s.eftom lovoisier anotando los res<Jitodos ds un BJt.perimenro. A lo lzqvlerdo, vn técnico tronsporlo vn instrvrnonio. & Úllf!!:ftMOMe observar que vno tecienUI o.ntologi'o eJe enso)IOS dentd'rcos .sobte lo próctico experimento/ eligió es-to J/vstn:xf6ft poro sv cubierlo. F;gurr;¡ en eflo lo $tt/Soro lovohis( jpero el técnico ha de.saporcckiol (Documenta tomado de E. Grimovx, lovoisi.or, Porfs, 1988.)

quien tenia la potestad de definir los lf­mites entre «habilidad manual>> y «cono-­cimientos>>. Él era el responsable del Lra· bajo, el que estaba cualificado para aceptar o rechazar los resultados y para decidir bajo qué forma serian publicados, y ello independientemente de que hubie­ra ejercido o no este derecho. Finalmen· te, su autoridad se exteodia a todos los

notable, el proyecto del juramento que te­nian que firmar sus técnicos. 1bdos ellos se compromeüan a no traicionar la con­fianza que en ellos hablo puesto su señor y prometían, en su fe de cristianos, no divulgar los secretos cientlficos de Boylc.O" Como es sabido, el propio Boyle se negó a ser presidente de la Royal Society

MUNOO CIENliFICO N! U3 \O!UMEN U PlOIN A 126

para no tener que prestar ningún ju. ramento.

¿QUII!N MERECE SER CITADO COMO AUTO~ DE UNA INVESTIGACI6N?

LA RESPUESTA VARIA DE UN LABORATORIO

A OTRO

• Dicho esto, no parece carente de jnteré¡ e l que hoy en dla reaccionemos ante es·.a situación y veamos en ella un problema moral. La concepción que en el siglo XVII se tenía sobre el trabajo y la autoridad diferían de la nuestra, muy probablemen­te a causa de diferencias de sensibilidad moral o pOJltica. ¿CuAl era pues el con­texto moral del siglo XVII, que hacia que los técnicos fueran invisibles? Al nivel más fundamental, el individua­lismo que impregna la mayor parte de la cultura occidental se ha apresado hisl • ricamente en las concepciones sobre la adquisición de conocimientos. En las dcncias, como en las artes y la literatu­ra, la imagen del creador es la de un in· dividuo solitario que está en conctacto eon la realidad o bebe en diversas fuen­tes de inspimdón.CUJ Si pensamos que la soledad es la situación más propicia para una percepción auténtica de la realidad, entonces consideraremos que toda em· presa co1ecliva está condenada a no pn · curar más que conocimientos mediocre:; o banales. Más aún, una interpreLación que convierte el conocimiento científico . en una especie de revelación tiende a ha­cer hincapié en breves brotes de genio in· dividual en contraste con el esfuerzo pro­longado de un trabajo colectivo. De hecho, muchas anécdotas hacen pensar que incluso hoy, en la época de la «Big Science», esta concepción individualisr.a de la ciencia como revelación está siem· pre presente. Constitu)·e la base cultural que explica la «invisibilidad>) de los léc· nicos y de otras eategorías de personaJ asociadas a la investigación científica. así como nuestra tendencia a ver la ciencia como una pura actividad de pensamien­to y no como un trabajo. En segundo lugar, hay que reconocer que pese a las proclamas de la retórica cien­tífica corriente en la Inglaterra del siglo xvn, que recomendaba ponerse manos la obra, Ja ((filosofla natural)) seguía sien· do ante todo una actividad de gentilhom­bre. En esta sociedad dominada por Jos buenos modales segufa estando muy en­raizado y era omnipresente el tradicional despr<:eio por el trabajo manual. Otros ,. ingleses que cultivaban la filosofía de la naturaleza, como Thomas Hobbes, ridi .. culiz.aron a quienes trataban de fundar

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• ciencia en la manipu1oción de instru~ J!d!IOS y no <n el mero ejereicio del p<n­;OJDiento racional; comparaban a los ,¡e...,bros de la Royal Soc:iety que prac­¡¡ca an la upe-rimentación con «charla­"nes». «mecánicOS» y tcobreros».tlJJ ¡.,ta je111rqulo que oponla la simple ha­liJidad manual (o el conocimiento em­,frico) con el conocimiento r.losófico 111tbltieamente racional y sur¡ido de la ¡dlaión era fundamental. Se puede afir­JI.3r que en sus inicio.s la organización ¡tobal de lo sociedad modema estaba ba­sada rn la distinción entre los que traba· jlhan y los que p<nsaban o combatían. U actividad del si¡IO XVII que Ueva el 110mb~ de «nlosoria natural• está mac­ada por esto du!inción y se constatan sus efectos en las relaciones entre fi1óso­fos y t~cnicos. Finalmente, la dife~ncia de cstatus en­~ el «patrón• y d «servido"' hacía a este último invisible y lo privaba de iden­tidad p<rsonal. Nunca se subrayará lo bastante que todos los téc:nicos de Boyle O' mismo Pllpio que sus pn:dcccsores y et iegas anónimos) eran criados. servido. res. ll>dos ellos eran contratados a cam­bio de una remuneración para trabajar bajo las órdenes de Boyle. Es decir, acep­taban trocar p:trte de su nutonornla y a u trabajo por un.a cierta nuna de dinero. Estas circunstancias parecen banales en un contexto moderno. Desde el siglo XlX la ciencia está profesionaliuda, lo cual si¡niliea que los inveslipdon:s ya no son aficionados procedentes de la alta sode-­< .1d sino trabajadores o.sn1nriados. En nuestros dias. prácticamente todo el pcr· sonal cientffico y téc:nico cambia traba­jo pOr dinero y al baccrlo =uocia a par­te de su libertad. Es una siluadón que en

'absoluto se considera p<li¡rosa para la in-tegridad de la ciencia. J>.:ro en el siglo xvu, la cuestión de la remuneración del trabajo tenia un significado especial des· de los puntos de vista pelltico y moral. Durante las ¡uerras civiles inglesat, y :ambi~n despu~. tuvieron lu1ar amplios debates aobre quién ten(a y podla parti­cipar eo la vida polltíca de la nación. A menudo Jas opiniones eran divergentes, pero muchos p<DSadores pOlíticos, tanto partidarios del sistema parlamentario como realistas, estaban de acuerdo en que los «servidores» no fucrnn considerados como ciudadanos de pleno derecho. Por <<SerVidores» babia que entender <n aquel tiempO a todos los trabajadores por cuen­ta ajena, que cambiaban su trabajo por una remuneración. El razonamiento era simple y claro: en la medida en que era un servidor, un individlJO quedaba des· poseído del ~(derecho de nacimientO>) que caracterizaba a los ingleses nacidos libn:s. En la medida en que dep<ndía de la vo­luntad de su amo, el u-rvidor se conside· raba privado de libertad Y era normal que su amo tomara la palnbra en su nom ...

b~: la voz del servidor quedaba inclui­da en la del amo. En el marco de esta concepción. los servidores de ambos se· xos estaban e:cac:t.amente tn la misma si­tuación que las mujeres caJadaa y las mu­jeres en situación de dependencia, que también ernn cdnvisibles» en tanto que aclores pOI!tlcos; a la esposa se la consi­deraba «incluida» en la p<rsona de su marido y este último S<' expresaba en su nombre.CUl Los debates polltkos tocaban de cerca el problema de la Invisibilidad de los t~ni­cos. Como servidores, eran invisibles dentro del contexto polftico de la ciencia par las mismu razones que los excluían de la vida pollticn en general. Papón for­maba parte literalmente de la p<rsona de Boylc; partcfn pues perfectamente legí· timo que éste hablara en nomb~ de aquél. El estado de subordinación de los tknicos pOn fa en tela de juicio sus derc· cbos palfticos en los medios científicos

MUNOOC!(Nlff-~~~-~tyowMfN 11

llutorw d~ la tlt'ncuu

y debilitaba su credibilidad. ¿Qui~n ha­brlo podido creer en el testimonio de aen­te privada de poder social? l...oJ servido­~ eran capaces de haeer funcionar máquinas p<ro no podían ser aut~nticos prQductores de conocimientos. Resulta tentador establecer una clara dis­tinción entre la situación deJ siglo xvn y la vida de un laboratorio moderno. At;­tualmcnlc, un dJJcurso que describiera las relaciones enm in\estigadores y tkn.iCO$ en ttrminos de «Jtnores» y tcservidores» serfa casi univerulmcnte recha.zado. Como diifan Jos sociólogos, la ciencia moderna reparte a los individuos en clis­tinw calq¡orlu en función de las cuali­dades y compctmcin.s de que dan mues­tras (cualificnciones, evaluaciones de las eapacídades en lo tocante a conoeimien· tos) y no de las caructcrfsticas que les se­rfan soc:ia1meme •atribuidas» de una vez por todas (p<rtcnencia a una buena fa­milia, cualidades innatas). Esta nueva

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'.nos sqún di venas modalidades y noto­dOS los paCses tiene lu mismas e:ostum­br<S· L.aJ estructuras administrativas va· rlan f'"' (unción de todos estos elementos, por cmplo cuundo se trata de definir quién puede ser técnico y quién investi· aador, cómo se opera el paso entre am­bas ence¡orfas y cómo puede ejercerse la autoridad de 105 investigadores sobre el Ullba.io de los cknicos. Pare<:e, sin em­bat'&O. que en la mayor! a de casos hay un d<rtO srado de latitud en la organización de estas rtlaciones; cada laboratorio (cualquiera que sea su disciplina o mar· co) instaura su propio sistema de usos •n·- :"lit~•. Alaunos est'n cianunence mpnizados >Obrt b base de una distinción rfgida en­ue quienes detentan el saber y quienes pn!e<D sólo una competencia tknica. En ellos, los cientfficos piensan, mientras que los tknicos $e limirnn a realizar las manipulaciones que son la ló¡ica culmi· nación del penoamiento de los primeros. En un col concexco. por supuesto, la ha­bU 1>d purn manipular y la experiencia ad ,.l.liridn con lo práctic.n no gozan de aran prtdlcamcnco, pues se considera que la ciencia esul basada fundamcntalmen· ce en la reOexlón y el razonamiento. Hay muchos laboracorios, por contra, eo los cuales la rrontera entre quienes trabajan con 1us manos y quienes delenlan el sa­lla (y por lo tanto encre los técnicos y los investi¡adortS) es bascante vaga. En es· c:os laboracorios, se estima que una \'C':r­dJ: , ... ra compren\ión de los renómenos ~.a normalmenle basada e:n una expe­rientia di~la que sólo puede dar uo tlll· bajo ereccivo sobre los objecos o procx­sos estudiados. En escos lugares, se habla par ejemplo del valor de una buena ma· nlpulati6n o se rteonooe la importancia de {<Stnlin• los organismos, los datos o los apnrucos. P<Se o la diversidad de escos contextos «morales•), se disciernen ciertos elemen· trs fundamentalc:.s en las relaciones en­" • demflicos y tknicos. Tales constan· tes parecen aarantizar una ciena continuidad entre el pasado y las sicua· <iones octuoles. El tl!cnico moderno y el del si¡lo XVII (en la medida en que pue· da otribu!rules uo papel bien definido) se definen ombos por w estado de <lepen. dencia y por la difertncia de valor gene· ralmence admitida entrt la habilidad y d saber. El cientlrico y eltb:nico tienen fun­d 1nes disdnw. pero es el primero quien d :ten ca la autoridad reconocida; a él le compete definir la oacuralcza, la ampli· lud y el si¡nlrlcado del trabajo del segun· do. En un contexto moderno. diríamos que enn aucorldnd está legitimada por unos thulos que renejan una diferencia objeciva de nivelen In adquisición de los C()noclmic:ntos necesarios para la rc­Ocxión. En una rtcience discusión sobre el papel

de los l&:nicos. a un cicnlifico se le pu­sieron los pelos de: pu.nla anlc: la mera idea de que ese~ üllimos pudieran ser ti· tulares de un doctorado. Segun ti. «no ts fácil lll!llor a butn fin una tnls de doc· rorado. Se exigen tmas cualidades incom­patibles con las que se le exigen a un buen técnico. Los científicos emplean o los téc­nicos paro tfectuar los trol>ajos rurina­rios d~ la lnvestlgaci6n, grvcias o lo cual ahorran un rlempo que pueden dedicar a problemas md.s lnltresonru e inlelec­tualmentt mds di/i't:ilts de resolver.,tll'J Como era de esptm, un lknico reaccio· nó de lnmediaco con un ardculo citula· do •los tknicos tombién son invcs~· dores• en el que declaraba que los perfil.,. de carrt1a uni~icaria de los in· vesciaadores y los tknicos se: tcniao que englobar en una nueva catc¡oria que se­ria única y en la que se inceararia todo el «personal clentlfico• (scienrific o/· fir:ers) .""'

NO HAY NINGÚN CRITERIO ABSOLUTO

QUE DISTINGA A LOS INVESTIGADORES

DI LOS TICNICOS

• La aucoridad ejercida por los investiga­dores sobre los tknlcos ¡ignifica sobre todo q ue los primeros deciden cómo se or¡anlur•n oficialmente las relaciones en en: ambos, en qu~ ~ircun¡tancias cabe considerar a alguien como autor o coau­cor, qut actividades tienen que ver con el conocimiento aut~ntico (por contraste con la simple habilidad) y cuál es la sig· nificación propiamente científica del tra· bajo de los cécnico;. Prccisantente por­que escas disposiciones son de orden moral y polillco, sursen diferencias de criterio cuando se trata de determinar si las medidas adopcadas son o no equita· ti vas y legícimas. Todos los que han tra· bll,jado en un laboracorio, siquiera por poco tiempo. puede ha~se fácilmente una idea de la diver¡eneia de opiniones. En muchos labonuorios hay UD cansen· so evidente sobrt la manera como está di­rigido el trabll,jo, pero oo siempre es as!. También sueede que los cknicos piensen. aunque no lo marúfi<Sten en voz alta, que los in,·cstí¡adores se ttatribuye:n» unos trabajos que no les eorrtsponden; ellos, los céenkos, son los <<Vcrdadcramence ím· portantes» o (tindispen.!ables)•; los que oficialmcnce detentan el poder «ignoran lo que ocurre realmence». En otras pala· bras, los criterios que sirven para distin· guir oJ invest lsador del t~cníeo (autori­dad, dependencia, compecencia ceórica) siempre pueden ser discutidos en el pla· no de los principios. Ni qué decir ciene

que el historiador o el socióloao oo cie· ne que tomar pane en estos conflictos. Pero esttl elato que codos estaS cuestio­nes ciencn una importancla vital para el funcionamiento de un laboratorio. Pre .. cisamence porque un no-cienllfico no esu\ direcrameme involucrado, SU-' suac:rcncias y reOexioncs pueden ser útiles. Digamos lo si¡uience a modo de conclu­sión: los historiadores y sociólogos que desean escudlar y comprender la nacura­leza de las actividades cientrncas cienen sólidas razones para no acepcar que los tra~os de los tknioos permanez.can oin­vísibi<Sll. A causa de los prtjuicos reinan· tes en los medios acadénlicos occidenta· les. la ciencia ha sido tradicionalmente prcsencada como una empresa formal y colaJmenlc racional. IJcvada a cabo pOr unos pensadores •ndlViduallllaS que se Ji. mila.n a rencxionar. Semejantes concep­ciones contribuyen a propapr unas imtl· genes absolulllmente idealillldas y a bloquear todo esfuerzo destinado a com· prender de modo rtalbta y positivo las actividadr:s cient(ficns. Recientemente se ha producido un vuelco saludable. Mu­chos espccloliscas oec uales de sociología y filosofía de la ciencia cratan de poner de relieve cuAnto de art<Sanal y de «no· dicho» hay en In práctica científica; po· neo de relieve la importancia de ciertaS tradiciones que ¡obleman las actividades concretas de inves:tiaación e interpretan la producción de conocimientos cientffi. cos como una aedvldad fundamencal· mente social."" Para ellos, en otras pa· labras, e:l labora 1orio tiene que com­prenderse sobrt la base del taUcr y los científicos por rercrenc:ia a los técnicos. Lm: que están rulmente prt$entes e:n una actividad, aunqut de fonnalnvisible, son aqu~llos cuyo papel se considera carente de importancia. En el caso del trabajo de laboratorio, el hecho de mantener a los técnicos en la sombra, conto si fueran in· visibles, Liene eom.o eonS<:eucncla UD con· siderable empObrecimiento de nuestra comprtnsión de 1 a práctica cientlfica.•

• -.. Boyl<, fuico y qulmko ~ (Usm.,. castle 1627-Londra 1691). Sin lniiNI· jos m los: asu.ntos mis 'tvlldos,. hKcn de: 8 u:no el< ... ~ Abloo el< ... fpoca. El> flsica. ereauó,la delmnln- pr«Uas para hallar la deruidades el< loo 161Kioo 1 el< ... liqulcloo, y anunció anta que }r.tarioete, la ley ck coml'"'"­sibilidad el< loo,..... M <)oró. con O)'lldo c1< H.­t.c. la ~ulna MAINIIca el< Ouo Voo Gueri<­U, así romo d tum6mtcro ck OaWco. En su obra El qulmico adplfco (t66t), hlzo a¡¡om:<r la co .. cepdón modtrn.a del elemento qu(mlro. Fue el primero en u1iUur J.lilt:m,tlcamente los rcacci­vos coloreados para In ln>'CSiilaclcln de los ,¡;¡. dos, de Jos cualr:s di-o la definición; estudió las soluciones sallrw, cmpk:ó el nltntto de plata para reconocer los cloruros, y el arnoniaoo pan1. ca· racterizar t i jcJdo dorhldrico. Supo recoser d gas desprendido de un3 reacción quJmica, aisló el hldró,eno, deKU~rló ll ros ramina, el sulfato mercúrl~ fa l«tOAI y el aJcohol rnftl1ico.

Page 10: EL TECNICO -- INVISIBLE - UNAM · 2015-11-21 · mico de Boyle vivió y trabajó con 4!1 du rante muchos anos; inicialmente, tal vez ruera uno de los sirvientes de la familia. El

situación reOeja el hecho de que la cien­cia se ha burocratizado y se ha diferen­ciado mucho del resto de la sociedad; pero notemos que hace apenas unos de­cenios la distinción entre el científico y el ayudante remunerado todavía corres~ poodia con bastante exactitud a la cx.is~ tente entre un hombre «bien nacido» y un obrero. Dado que estamos tejos de conocer com­pletamente el sistema de relaciones que une a investigadores y técnicos en la cien· cia <<moderna)) (es decir, a partir del si· glo xvu), sería presuntuoso ir más allá de especulaciones y comentarios má.s o menos subjeúvos. Pero nos vemos lleva­dos a pensar que los usos y sensibilida· des que acabamos de describir tienen un cierto lnterts para quien quiere compren­der la situación presente. Al nivel más fundamenllll, hay que reconocer que las relaciones existentes ea los laboratorios de fines del siglo XX constituyen. como las de an111no, soluciones prácticas a pro­blemas morales y políticos. Organizar la vida de un laboratorio, distribuir la.~ res· ponsabilidades y los m~ritos, eslllblocer tos fundamentos y la extensión de la autoridad y decidir, a menudo tras mu· cbas discusiones, qui~n ha de aparecer como «autoo) de un experimento, son asuntos que tos investigadores y técnicos perciben, con razón, como de orden moral. Análogamente, las respuestas prácticas que les son dadas concretan las distintas concepciones de los interesados acerca del funcionamiento de la ciencia y de la importancia de los trabajos requeridos por el desarrollo del conocimiento. De hteho, Jas decisiones sobre las normas <<moraleS)) del laboratorio (y especial· mente la naturaleza de las relaciones en­tre cienúficos y técnicos) forman parte in· tegrante de la práctica cotidiana de los investigadores.

EN ALGUNOS CONTEXTOS, LA HABILIDAD

Y LA EXPERIENCIA TÉCNICA

NO GOZAN DE GRAN PREDICAMENTO

• Por supuesto, los distintos laboratorios resuelven (o tratan de resolver) los pro· blemas morales de maneras muy diver· sas. Las ciencias teóricas y experimenta· les han elaborado unos conceptos dis· tintos de estas relaciones: se observan también diferencias en función del tama .. no de tos laboratorios. Estos últimos pue­den organiurse de modos disllntos, los sindicatos pueden estar representados en

e ómo se contempla actualmente el papel del técnico fuera del laboratorio?

~C6mo Son las relaciones entre los mrestipdora y los t&:ni('OS en JóJ laborarorlos lduaJes'? Como en roda la sodedad. las rdadones de señor a sin'ie.nte, predominanlc:s tn cl dglo XVII, bu sido sustJtuldas por was je.n.rqo1as, mb o menot ex-plicitas sqUn los labontlOrio~ basadu en gnn plU'tt: en los djpJomas. El estatuto dt:l cient.ílic:o tambib ha c~tmblado mutho dtsde Boyle. Tanto los tnmda.adores tomo los técnicos son asalañ"ados, l.oduso (undoudos. Aunque Jos técnicos siguen sie.ndo los aux-iJiares de Jos inl'2Sli,adore:s, se htn oonnrtido ~ t:uténtkos profesioules; dotados de coo1petenc:ias especlfic:as que Se$ permiten resoiYC.r tolS probJemas planteados por los Inv-estigadores. Lo mismo cabe de.dr, y tc.>n rrutyor rn6n, de los lngt:oJt:ros, royos diplomas suekn ser equivalentes a los de los irnesticadorQ. •. Para un lntestigador en tontacto ton tic:nlcos muy t'U-alificados. con ln¡:;enieros (...), e.J •domi.nk»~ ya no es ('Omo antes(. .... El lnYtsU&:ll.dor ya no manda, negoci:a,., tS('ribian G. ltmaine y !.U$ culaboradores hace unos dltt aJios. Esta división c!el trabajo reOrja la crt!d~.nte romplejid.ad dr.l sab« y de la comptt.tnda tknka en los labontorlos modernos.C5t ConeretAmente. t('ómo se ve desde fut:n dd laboratorio la t:Ontnbud6o de Jos té<nJcos e ingenieros? El sistema princip.al p1u2 t<SU ñsto:~t por la comunidad <"Onslste tn firmu un articulo. Esta f1.rma <"Onstilure el reconocfmienlo más ruertr qu~ se putde dar de la ('Oiüoradón tn un determiaJdo trabajo. ¿Quif:n lirmJ y en qu~ orden'? EsUas decisiones dtptndt:n dt un acuerdo entre los lorestig.Jdores inroluuados y a ll!Cf!S, en úlHmo l~rmino. dc:l director dcl labontorJo. Si el orden d~ las nrmu no es r.l alfabttico. cl pñme.r nombre sude lndk.ar aJ autor prlndpaJ del trabaA init:nlra.~ qut'. cl director del laboratorio- toando fltma.. sueSe hacerlo en última posición. los tcc:nkos t lngenitros no sutltn lnren-enlt. Ú>mo lndlca S. Shapln, son los investigJdortS quienes decidc.n atodarlos o no al aniculo. Los c:rlteños son m1l1Uples: inidath'SS persona~ autonom1a en la e)ecud6a de estas iniciativas, competr:ncia e.n ek-.rtOi aspedo.s teórkos, o por el contrario lanovadón lknlta crucial, y también anticüedad e.n ~~ lab:oratorio. La firma slgni6ca una Integración más estrec:h.a en el equipo de ln\"t'Sllgad6n, una lottgradón que sutle lr acomp21ñada de una JfUU'Of competenda. 1-J.ay tamblla otras maneras de tdt:ndonar sus nombres. Pueden aparteer en la rúbrica dt ~•cradtclmltlllM~ que sueSe: Ir delris del tul<>, justo antes dol1 blbUognfta, r.n ldra prqueiia. Junto a las contribuciones de los tknicos, descritas con mayor o mr.nor dC'talll\ Oguttn a veces las secreblñas, pero t.amb~n las colaboraciones puntua~ con orros iDlUtipdores. tos prfsbmos de material y el acceso a res:ultados todarla oo pubtkados por otros laboratorios, sin ohid.arse de las ruenk.~ de fin•otiacióo. Aunque St reoonoua asf su contribución, no se cita como autor del ardtulo a ninguna dt las ptr&Onas cuyo nombre se menciona en esta rObrie2. Rtcltn.ttmeutt ha apareddo otra forma de reconoclmienlo, intermedio f'Dtre IM d<tt anUrloru. EJ Jourm,J of Ccll Biolo,;y permtte alladi; Junto 1 Jos firmantes propi.amente dJ('hos dt!l articulo. la mencl6n

t~1'titb tlle wlstaoce of ••• ~ (con la asistencia de •• ). El nombre del téatic:o (o de Jos t&nloos) st esc:ribr asl t'n el encabeumlenlo del artkukt con la miJmll tipografi.a que el nombre de los li;Utores. f.o el articulo en (Utstlón, lnrestipdnrcs y tknlc.os t:arieron dercc:bOt formalmente al menos, a una ~,·lslbiUdadn equlnlentc. Ptro los $qUndos no ser6n citados por los artlculos ulttrlorts. las rucdones a est.J. fórmula son de difH'SO signo~ pan alr;un.os., ~ trata de una «prlma~t concedida a tl!cnkos muy Implicados en un trabajo de inlt:St.igadón; plrl otros. ts una manera hfp6crit2 de bacer dcsapJt.reCU de la lista de &nnanlts a uo oolaborador estncl:a.L Para tumjnar, y sin pretender $el' exhausdros., trartmos de dett:nnlnar lot papt&es respecth'Os del investigador y del tknico en el man:o general de la erol006n de la prActica denllfica. Nadie,. sea o no ml-estie:adnr. puede por sl solo abarcar el tonjuolo «lmpleto de conc:tptos y Ck:nicas necturios p3ra llttv a bue:n puerto un exprrlmento. El trabajo st hace rada ru mis c:olectivo y no sólo tn las grandu mAquinu de lb'i<'a de pudculas. En ~Ce último cam~ no es raro que la.s/.ubUcadones eslén firmadas por un cmlenar e im~ti,adort:s o m~ muchos de los cuales reconocen que juer.an un papel de ln¡::eniet"o o de Ck-nim Tamb;co habril que distinguir entre la situ21ci6n de los técniro!l qut tnblijan en C'Ontado dirtchJ 1 ptrm.a.nente oon un pequefto grupo de fn,utftadores y la de Jlam.adüt 4~1&-nkos de scn·ldos JtntraJes,.. dt Jos pandts lAboratorios o rnstitol.os de irm.'!lhgacl6n. En cualquie-r taSO. C-fl:da tual. a .ru nlrt.l, litnt a t'tttS que innovar p:ara resoh'f:r problemas inéditos. Jo ('uallt Jte-va a str t1eo mis que on mero ejecutor y a sentirse personalmentt implicado e.n la tn:nlun coltdha. No ts de txtral'iar que los lknkos y los in¡en1ef0!1 no aetptc-n de. bum grado ser tratados como slmples •medios• al sr:rridn de la inft.ttigad6n, icual que cua.Jquin equipo materiaL ~Cómo evatuar t'quitathtmtntt la importandt ae cada contribución lndhidual? Al¡.unas partklulas tkme.nlal~r.r tjtmpl~ han sido dtscubierUs en clisés e detect:Off$ (sobre todo d:maras d~ burbujas). Para ello ha sido necesario que los tknlcos cñben ml1c.s de lmAg~ncs m (unción de caracterfsticas rudimentarias. En •ltUn caso han atra[do la atención dt los lnlullgadores bada alg6n tnJrlo blanco. tal va únim. en tl que las trayectorias de tas p-a.rtkulas pf'fStntaban un asptclO mhabitual que no St eorrespondia con las iru:trucdones rcdbida.s. luego. tD ti artkuJo qge da cuenta del descubrimiento :apenu se d.an la11 cndas al autor dcl hallazt~ a t'tCts destinado a la rama. ;.A quién ('Orrt'S'pOndt ti mf:r1to del dtscubtlmk:nto? Es una cuestión que se plantea a todl)5 kJs nh't'les. AsL, la concesión de los/.rtmios Nobcl, a menado con:tro1-ert:ida, es: tit·i a por algunos ('Omo una condena a la lnvlslbilldad, al meoos reJa.th'l.

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