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Gerónimo de Sade EL VAMPIRO DROGADICTO (Antología de cuentos)

El Vampiro Drogadicto

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es una bibliográfica que hace reflexionar sobre el consumo de sustancias

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Gerónimo de Sade

EL VAMPIRO DROGADICTO

(Antología de cuentos)

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Autor: Gerónimo de Sade

Diseño de la portada: Marco Gama Viggiano

Primera edición: 2011

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PRÓLOGO

Gerónimo de Sade

Escritor franco-mexicano nacido en el año 1978 en Toulouse, Francia. A muy temprana edad cambió de residencia a Guadalajara, Jalisco, México. Lugar donde ha vivido la mayor parte de su vida. Entró a la Universidad de Guadalajara donde estudió Ingeniería en Computación. Al terminar sus estudios vivió y ejerció su carrera algunos años en Paris, ciudad que lo dejaría marcado por un gran ambiente multicultural que ampliaría enormemente su gusto por el arte y la cultura. Al volver a Guadalajara continuó ejerciendo su profesión sin dejar de leer grandes autores clásicos como Edgar Allan Poe, Aldous Huxley, Marques de Sade, George Orwell, Franz Kafka, Juan Rulfo, Tolstoi, Albert Camus, Antoine de Saint Exupéry y Antón Pávlovich Chéjov entre muchos otros. Harto de trabajar por varios años para trasnacionales del ramo de las tecnologías de la información, de pronto sintió un gran vacío de expresión humanista en su vida. Fue entonces que decidió adentrarse más en la literatura para luego ejercerla en su primer proyecto “El vampiro drogadicto” que es una antología de cuentos, publicada en el año 2011 en sitios como www.lulu.com, www.amazon.com y books.google.com.

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En su obra de cuentos de ficción se tratan temas controversiales como son las drogas, las adicciones, la legalización de la mariguana, la educación, globalización del crimen, ignorancia y otros más. Muchos de estos temas en boca del pueblo mexicano que atraviesa un periodo sanguinario desde que Felipe Calderón Hinojosa asumiera la presidencia de la república en 2006 y declarara la guerra al narcotráfico. Algunos con un toque de humor negro, dirigidos a cuestionarse sobre uno mismo y nuestro entorno, donde sin duda alguna, el lector se identificará con más de alguno de sus personajes.

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EL VAMPIRO DROGADICTO

En busca de nuevas sensaciones y después de haber estudiado todo con cuidado decidió por fin actuar. Entró en la casa a altas horas de la noche y la encontró sentada en el escritorio inmersa en un proyecto. La sorprendió al pararse frente al escritorio como una gran sombra. La vio dar un salto, le impactó su cara de hielo, la respiración entrecortada a punto de gritar. Pero antes de que lo hiciera, le enseñó sus afilados colmillos, levantó la mano hacia ella como lo hace un hipnotista y la desvaneció en un sueño profundo. La movió hasta un sofá junto al escritorio. Luego de unos minutos, ella despertó.

–¡Eres un vampiro o al menos tus colmillos lo demuestran! –dijo agitada.

–Tranquilízate o te mando a dormir de nuevo –le ordenó y cuando vio que la respiración de ella se apaciguaba le contestó con serenidad –así es, y no soy un vampiro cualquiera como los de esas películas de Hollywood, soy más que eso. Yo tengo un gusto especial por las sangres contaminadas por todo tipo de drogas, por eso, busco toda clase de adictos y estoy continuamente en busca de nuevas experiencias.

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–Estás diciendo entonces que chupas la sangre de gente adicta a drogas como la marihuana, la cocaína, heroína, morfina, LSD, crack, etc.

Escuchó la pregunta de ella mientras jalaba una silla cerca del sofá.

–Sí –contestó –pero la sangre de los que son extremadamente adictos. Además las drogas que tu mencionas son muy pocas. Mi catálogo es todavía mucho más amplio.

–¿Cómo? No te entiendo –le dijo ella con una voz apagada.

–Vamos, vamos no me digas que esas son todas las drogas que conoces.

–Pues sí, esas son las que combatimos en mi país para que no lleguen a nuestros hijos, según dice el gobierno federal. Esas son las drogas malas que hacen que la gente se pierda, son las que han provocado la pérdida de valores morales a los cuales enfrenta la sociedad de hoy. Por eso estamos como estamos con toda esta violencia encima.

–¡Ja, ja, ja qué ingenua eres! –dijo en tono de burla mostrando esta vez sus largos y puntiagudos colmillos–¿Qué no sabes que hay más drogas que esas? Las

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drogas están por todas partes. Están las drogas legales e ilegales. ¿Tomas café?

–Sí claro, todas la mañanas –le contestó ella más serena, como si de pronto se le hubiera olvidado quien rondaba a su alrededor.

–¿Fumas tabaco?

–Por supuesto, aquí tengo mis cajetillas.

–¿Te tomas tus copitas de vez en cuando?

–Todos los fines de semana.

–Entonces eres una drogadicta más. ¿Y todas esas cajitas llenas de pastillas en aquella repisa qué son?

–Son antidepresivos que me recetó mi doctor.

–¿Y esas otras?

–Son calmantes para el continuo estrés que sufro en mi trabajo. Y algunas otras son somníferos, pues no logro dormir bien.

–¡Por Dios! Mezclas demasiadas drogas –dijo y sus ojos se iluminaron al oír la gran mezcolanza mientras sentía que se le hacía agua la boca.

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–Pero no, yo no soy adicta a esas drogas pesadas como la marihuana, la heroína o la cocaína. Esas drogas que hacen que los jóvenes se vuelvan locos y que los lleva a perder el rumbo de sus vidas.

–De qué hablas –dijo de manera brusca, lo que hizo que ella se sujetará fuerte del sofá– la marihuana no es una droga dura y el alcohol sí lo es, encima es legal. Ha matado más gente el alcohol que cualquiera de las otras drogas ilegales y no porque sea ultra nociva, sino más bien por su combinación mortal con el volante, por ejemplo.

–Pero entonces –le contestó ella nerviosa aunque interesada en el tema -también te chupas a la gente que consume alcohol, cigarrillos, café…

–Café, chocolates, sodas con cafeína, pero te confieso que los que consumen alcohol saben muy ricos, me encanta la sangre con tequila y whisky de los borrachos. Entre más elevada sea la dosis más los disfruto. Aquí en México me he chupado hasta a varios huicholes bajo el influjo del peyote ¡Qué experiencia! Si te contara. Pero repito, lo que busco más, es gente que le entra a las drogas duro y tupido. Por ejemplo, hay gente también adicta a la adrenalina y me he chupado a varios ultra-adictos a sensaciones extremas, ¡No sabes que ricura! ¡Huy, si pudieras chupar sangre como yo!

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–Vaya, nunca se me había ocurrido que hasta la adrenalina es una droga –le dijo ella mucho más tranquila y metida en la plática.

–¡Oh sí, esos chicos extremos son una delicia, para chuparse los dedos! –enseñó sus dedos largos con sus uñas como clavos lo cual hizo que ella recordara nuevamente ante quien estaba y volvió a aferrarse al sofá.– Hay cantidad de sustancias en el organismo que son súper adictivas – continuó el vampiro.

–Pero entonces –dijo ella, esta vez temblando– ¿Vienes a chuparme a mí, por la mezcla de drogas que hago?

–No precisamente –contestó mientras se levantaba de la silla y se dirigía a la ventana–. Ya he experimentado con gente como tú que mezcla todo tipo de drogas y no es lo que estoy buscando por ahora. Además tu eres adicta, pero no le das duro, eres una pequeña adicta podría decirse.

Eran ya las dos de la madrugada y el vampiro volteó para ver la foto donde ella estaba junto a su esposo, él de negro y ella de blanco.

–¿Hace cuanto que estas casada? –preguntó mientras continuaba observando la foto.

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–Cuatro años, pero pareciera que no lo estamos, él desde hace dos años llega todos los días de madrugada. Y lo peor siempre llega oliendo a perfume de mujeres. Me tiene toda abandonada, se acuesta con todas las que se le cruzan y para rematar todavía en la madrugada quiere hacerlo conmigo –el vampiro notó que luego de esas últimas palabras los ojos de ella se agrandaron.

–Ahí lo tienes –dijo– ahora ya sabes que vengo por el adicto al sexo de tu marido.

Ella gritó, pero él otra vez levantó la mano hacia ella como lo hace un hipnotista. A los pocos minutos llegó su marido, estacionó el auto y abrió la puerta. Al entrar lo sorprendió al pasar por la cocina y le clavo sus afilados dientes hasta no dejarle ni una gota de sangre. El vampiro dejó una nota para ella “Este es el primer adicto al sexo que me chupo ¡Y ha sido todo un manjar!”

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LAURA

Laura en su apartamento recordaba cómo había sido su último aniversario hacía unas semanas y lo rápido que pasaba el tiempo. Treinta años, reflexionó, treinta años y no he podido tener ninguna relación estable en todo este tiempo. Lo sigo afirmando, no necesito de ningún hombre, se dijo. No voy a dejar que esos parásitos inferiores abusen de mí, bastante me he esforzado para ser una profesional, ser reconocida y no depender de nadie. Casarme jamás, tener hijos, no lo sé. Pero cuando se recostó sobre su cama para ver la tele, un recuerdo la tensó, su tía Trufila hacía cuatro años atrás le había dicho:

–Mija, ¿Y tú para cuando? –Tía no es mi prioridad tener hijos, si se puede bueno, si no, ni modo –había contestado ella pensando en por qué las señoras sólo pensaban en eso, como si tener niños fuera poner palomitas en un horno de micro-ondas.–Ay Mija, no digas eso, y luego ¿Quién crees que te va cuidar durante tu vejez?Se reía de lo absurdo de ese razonamiento. Ella sabía que tener hijos no garantizaba que estuvieran siempre allí para cuidarte, además opinaba que tener hijos nada más por lograr tener quien la cuidará en su vejez, era algo totalmente

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egoísta e interesado. Para ella era algo ridículo que la gente siguiera teniendo hijos e hijos al por mayor cuando el país presentaba una gran inestabilidad social, con falta de oportunidades y encima aquella gran explosión de violencia que vivían. Pero aún así seguía viendo parejas y parejas procreando, solo pensaban en tener más y más hijos, aunque sólo los alimentaran con tortilla y frijoles. Y si a eso le sumaba todas aquellas niñas de entre trece y dieciséis años que resultaban embarazadas por solo meterse en una aventura de un día, era demasiado. Mejor se concentró en el televisor. Estaban las noticias que cada día Laura sentía más amarillistas. Veía el recuento de víctimas desde el día en que el presidente de la república había decidido declararles la guerra a los narcotraficantes. Cerca de treinta mil muertos desde el 2006, anunciaban. También mencionaban que la mayoría de los muertos eran jóvenes menores de treinta y cinco años. Y que eso se debía a la falta de empleos formales, los jóvenes eran de esa manera fácilmente reclutados por el crimen organizado. Gracias a nuestro presidente del empleo, pensó, definitivamente creo que eso de los niños no va conmigo, si es sólo para convertirlos en carne de cañón, en un país sin oportunidades… Aunque ¿Pasar una vida sin ser madre? Se cuestionó, ¡Pero no! Sería egoísta traer un niño a sufrir en este mundo loco, pero…

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Harta apagó el televisor que le había acercado más incertidumbre sobre su dilema. Se levantó determinada a sacarse todo tipo de emociones que la perturbaran. Se dirigió hacia su agenda que estaba sobre el escritorio, a un lado de la computadora. Leyó su cita con el médico destinada a ver los resultados de los exámenes médicos que se había aplicado durante un mes. Exámenes que le habían fastidiado la vida, pero necesarios porque ella quería saber ya las causas de esas las molestias que sentía.

Laura salió de su cita con el doctor. El diagnóstico había sido ovarios poli-quísticos. Esa mañana había un viento gélido que la paralizaba como la noticia que acababa de recibir. Todavía recordaba a su médico decir: No te preocupes, a quienes los tienen sólo les cuesta más tener niños. Entró a su auto y se dirigió hacia su apartamento, mientras sus pensamientos empezaban a aumentar como una bola de nieve que se hacía cada vez más grande. Llegó a su apartamento prendió la tele y se tiró sobre la cama pues ya no podía con el peso de su razonamiento. Pasaron unas horas, pero la calma no había llegado, seguía enfrascada en su dilema de si deseaba o no procrear algún día, no era sino un problema más por resolver en su vida, el cual jamás pensó que tendría que enfrentar. Tengo que hacer algo, se dijo, esto me está agobiando ¡Ya sé! Este fin de semana invitaré a mis amigos a mi apartamento, eso hará que me

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despeje y me olvide del asunto. Después de varias llamadas, pasó a hacer una lista de lo que sería necesario para la velada y salió en busca de todo para la noche siguiente.

La primera en llegar fue su mejor amiga acompañada de su esposo. Eran recién casados. Con una gran sonrisa su mejor amiga la tomó de la mano y en voz baja, le anunció:–¿Qué crees Laura? –Dime –le contestó Laura sin imaginarse nada.–Ya vas a ser tía –Le dijo su mejor amiga. –Felicidades –exclamó Laura y la abrazó, a la vez que sentía una gran tristeza, lo del niño le recordaba lo que el doctor le había anunciado. Pero trató de no hacer que eso interfiriera con la felicidad de su mejor amiga. Rápido se dijo: este es mi día, me voy a divertir y dejar de pensar en todo esto. Después de una hora, ya tenía a todos sus invitados. La mayor parte eran intelectuales o extranjeros. Fue cuando un extranjero empezó a hablar de lo mal de la situación, decía:–Es normal, tienes casi ciento diez millones de personas y tienes a la mitad en la pobreza. A sumarle, no hay empleos formales, no hay facilidades para crearlos y el dinero está en pocas manos. ¿Qué queda por hacer? El comercio informal está saturado y agotado. Pero qué me dices de la demanda de vuestro país vecino: todo tipo de drogas ilegales, mano de obra barata, órganos, mujeres y un gran etc. En pocas

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palabras tenemos una gran demanda que genera todo tipo de empleos para satisfacerla. En conclusión entre más seamos más nos pelearemos por los recursos y más violencia habrá. Laura se quedó mirándolo por un largo rato. Le pasaba por la mente la noticia sus dificultades para tener niños. Se levantó dio varias vueltas por su apartamento bastante inquieta. Entonces se visualizó con un niño en los brazos y sintió ternura, calor, sentimientos que jamás había experimentado. Despertó de su letargo, y fue a la sala donde estaban todos sus invitados y habló:–Les voy a pedir de favor que se retiren, he recibido una llamada de emergencia por parte de mis familiares y me dispongo a ir pronto. No es nada grave pero tengo que ir. Les pido una gran disculpa. Abrió la puerta y empezaron a salir todos con gran desconcierto. Su mejor amiga le pregunto:–¿Éstas bien?–Sí, sí lo estoy, mejor que nunca –contestó Laura con cara llena de certeza.Después que todos sus invitados se fueron, sacó sus mejores ropas, se embelleció como nunca y salió al antro más cercano. Una vez ahí se sentó en la barra mientras varias miradas la rodearon. Un joven alto bien formado de alrededor de veinte años se le acercó sonriendo. Empezó a coquetear con ella. Luego vinieron los besos, después salieron en el auto de ella. Pasaron una larga y acalorada

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noche. Esa fue la primera de muchas otras noches, con muchos otros muchachos muy guapos. Y cada vez que ella iba en el coche junto con su nuevo amante para dirigirse a su apartamento, recordaba:“No te preocupes, a quienes los tienen, sólo les cuesta más”

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MARIGUANA

Antes de haberse sumergido en el universo de la planta, lo poco que sabía estaba basado en puros prejuicios. Recordaba que algunos amigos usaban de manera muy despectiva las palabras “¡Estas mariguano!” cuando él comentaba algo sin sentido. Sus familiares le asustaban cuando era pequeño diciéndole: “Ya métete a la casa porque en la noche hay muchos “mariguanos”. Pero jamás había oído que algún mariguano hubiera causado un accidente por estar bajo el influjo de la mariguana, aunque sí de alcohólicos y casi cada semana. Tampoco rememoraba haber visto un mariguano fuera de su casa gritándole a su familia o a su mujer, en cambio a causa de otras drogas sí. En toda su vida jamás tuvo un incidente con algún mariguano y pensaba: “Es una plantita que no se ha demostrado que haga gran daño, si no es que ninguno y es el principal comercio de las bandas del crimen organizado. Más del sesenta por ciento de las ganancias de estos grupos provienen de esa droga. Si la mariguana se legalizara para su producción, comercialización, venta y consumo sería un golpe duro para esos grupos criminales. Cuanto más profundizo sobre ella más cualidades positivas le hallo que no sólo en su consumo como droga, sino en cientos de otras aplicaciones que podrían beneficiar enormemente a la

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sociedad hoy en día. Desde luego sé que todo en exceso es malo. A ver tomate diario quince tazas de café, o a diario una botella de tequila, o tres litros de coca-cola, a ver si no te enfermas.” Con todos esos razonamientos que lo inquietaban fue que decidió crear su página electrónica en protesta a la ridícula prohibición de esa planta que crecía de la misma tierra que Dios nos había dado.

Un sábado por la mañana, como parte de un ritual que hacía fuera de sus labores de oficina, encendió su computadora personal y entró a la página para administrarla. La página se llamaba “Mariguana” y sus respectivas traducciones al inglés, francés, italiano, alemán y portugués. Ya tenía más de setenta mil seguidores. Ese día, se dispuso a publicar otro artículo interesante en defensa de la mariguana: “Los mitos de la mariguana”, era el nombre. Copió la liga del artículo y presionó sobre publicar. A los pocos minutos treinta personas habían hecho clic en “me gusta” y en cada refrescada que daba a la página esa cantidad aumentaba de manera impresionante. También aparecían muchos comentarios que decían: “legalícenla” en diferentes idiomas. Miles de personas por minuto que se unían al grupo. Provenían de todas partes del mundo. Existía toda una cultura que era muy particular en las diferentes regiones del planeta y la gente se expresaba acorde a sus ideologías, tradiciones y costumbres. La página había ido creciendo

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globalmente, ya que él dominaba cuatro idiomas. También empezó a empaparse más de todo lo que giraba alrededor del cannabis al cual muchos le atribuían cualidades casi divinas. Aseguraban que les hacía menos daño que otras drogas, entre ellas el tabaco y el alcohol. Algunos decían que si el fin de semana te puedes echar unos vasitos de tequila con tus amigos, debería existir la misma opción de fumarte unos porros para relajarte, hasta sería mejor, habría menos accidentes de tráfico, la mariguana no entorpece como el alcohol, se dijo una vez más. Fue una sorpresa ver participar en la página a un filósofo que había publicado un libro sobre cómo usar la mariguana para poder inspirarse de manera creativa. Él mismo había tenido algunas experiencias con la mariguana, pero jamás se adentró en su uso, no porque considerara a esta yerba maldita, sino más bien por su convicción de que al comprarla estaría alimentando a esos grupos criminales que lucran aprovechándose de la censura basada en una completa ignorancia llena de tabúes. Además le temía a sus adulteraciones o el aumento de la fuerza de la mariguana con selección artificial, que alguna vez le causaron una mala experiencia. Pero entre más trabajaba en su página más conocía. Se dio cuenta que muchos de los mariguanos eran profesionales que tenían un buen trabajo, pagaban impuestos y tenían una vida estable, saludable y fumaban para relajarse, disfrutar la buena vibra que la mariguana les

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causaba. Aprendió que esta droga no era más que una droga blanda, supo de sus cualidades medicinales para los efectos secundarios en los tratamientos del cáncer, aprendió que con una hectárea de mariguana se podía hacer la misma cantidad de papel que con cuatro hectáreas de árboles gastando menos energía para su producción. Siguió conociendo un sin fin de usos industriales, textiles, medicinales, etc., que alguna vez fueron utilizados en la historia de la humanidad. Simplemente empezó a pensar que era una planta maravillosa. Una planta que si se legalizaba hasta podría sacar de la crisis al país por sus múltiples usos y más teniendo una gran demanda por parte de los vecinos del norte.

Una mañana notó que seguía incrementándose el número de seguidores, ya no eran mil personas por semana, empezaban a ser dos mil, luego tres mil, cuatro mil y crecía el número. Después de un año había cerca de dos millones de usuarios comentando. Él estaba asombrado, hasta había grupos culinarios que hablaban de todo tipo de delicias. No había día que pasara sin que se venerara la planta. Todo tipo de intelectuales pasaban a iluminar a los miembros del grupo aportando nueva información, él la tomaba y la compartía con gran entusiasmo, se sentía parte de ese gran movimiento que irradiaba una gran conciencia cannabica.

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Dos años después, estaba harto de sólo escuchar las cualidades de la mariguana y bregar para que se legalizara la planta maravillosa que una gran comunidad defendía; a su vez, veía cómo el gobierno invertía inútilmente enormes cantidades de dinero para perseguir a traficantes y consumidores de esta droga, cuando era obvio que eso no detendría el tráfico debido a la gran demanda que había por parte del país vecino del norte y la gran pobreza que sufría México. Advertía cómo el pueblo seguía lleno de prejuicios ante aquella yerba. La ignorancia era grande. Pero también fue testigo de un incremento de defensores de la planta por un debate nacional que logró que más gente se informara sobre las drogas. Cansado de la hipocresía de los gobiernos y agobiado pronosticó “Algún día va a legalizarse, pero ese día todavía está muy lejano”.

Finalmente, al ver que las cosas cambiaban a pasos muy lentos, llegó a un grado de angustia tan severo que lo llevó a trabajar a diario horas extras. Los viernes en que solía tomar unas copitas con sus amigos pasó a los grandes excesos de alcohol. En sus borracheras solía gritar: “¡Pinche alcohol nos va a matar! Veintidós mil accidentes de tráfico al año ¿Cuántos de esos se deben al alcohol? ¡Ah pero por un pinche cigarrito del cual nadie ha muerto por sobre dosis, ni por algún efecto secundario y menos provocado accidentes…se hace todo un circo!” Sus amigos

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lo llevaban a su casa casi inconsciente. Cayó en una crisis moral profunda. Sus abusos empezaron a mermar su salud, al aparecerle todo tipo de dolores crónicos. Fue a consultar doctores que sólo le daban más y más drogas legales para aliviarlo y no hicieron más que empeorar su estado. Entonces tocó fondo, no le encontraba sentido a nada.

Una tarde, fue en busca de unas hojas de rasurar. Se disponía a quitarse la vida, cuando sintió una iluminación. Dejo las navajas, se conectó al Internet, abrió una página, sacó de su cartera su tarjeta de crédito y entonces ordenó un bonche de semillas de mariguana.

A partir de entonces, cada día a las cinco y media de la tarde, hora de salida normal, todos los días, dejaba por completo su trabajo y se disponía a realizar actividades que le gustaban, entre otras: convivir con amigos y familiares. Los viernes ahora en vez de irse a tomar unas copitas de alcohol se fumaba unos cigarritos de mariguana hechos de su cosecha. A partir de ese ritual su salud mejoró considerablemente, se sentía más relajado, y con más ganas de vivir.

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MÓNICA

Mónica estaba en su oficina, eran las nueve y media de la mañana cuando empezó a prepararse su café, prefería el colombiano, sino más vale nada, se decía. Prendió su computadora. Se dispuso a trabajar cuando sonó el teléfono.

–Bueno –contestó esbozando una sonrisa que se trasmitió a través del tono de su voz.

–Si bueno, ¿Mónica? ¿Eres tú? –dijo la voz que hablaba por el teléfono con un tono moderado.

–¿Carla? –respondió rápido Mónica.

–Sí, soy yo ¿Cómo estás? –preguntó su mejor amiga.

–Pues estoy un poco con los ánimos bajos –dijo Mónica con una voz que reflejaba frustración.

–Pero ¿Por qué? ¿Qué Pasa? ¿Cuéntame?

–Pues he estado piense y piense en mi vida sentimental y cómo hace rato no doy una. Desde que salí de mi última relación hace cinco años, sigo estancada. Y es que en serio Carla, todavía lo sigo amando, lo adoro, aunque él ya esté casado y viva en París con su esposa y sus tres hijos, a diario estoy en el facebook mirando sus fotos y no dejo de recordar

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lo hermosa que fue nuestra relación. Y por más que salgo con nuevas personas aquí en México, simplemente no dan el ancho, ¡No lo dan! –dijo mientras cerraba la puerta de su oficina.

–Mónica tranquila, ya encontrarás a alguien –contestó Carla dándole ánimos–. Sólo tienes que armarte de paciencia. Dime ¿Qué paso con el muchacho aquel que me platicaste, que era de Ciudad Guzmán?

–Pues no, no, no. Estuvimos chateando, y… Imagínate que escribía: Kavallo, cosina, Kazaz, sapato…no, no, no -recordaba Mónica con espanto–, casi me infarto. Lo peor es que nos vimos y el chavo tenía un BMW, me platicó de sus dos casas en Cancún y otras dos de día de campo en Cuernavaca. Pero cuando yo quería hablar de algún tema cultural, me daba la vuelta o bostezaba. Y pues tú sabes que yo necesito admirarlos en algo y sinceramente no admiro a la gente por el número de pertenencias que tengan. Además ni siquiera terminó la primaria.

–Estoy de acuerdo contigo debe de haber algo más – contestó Carla apoyando la idea de Mónica–. ¿Y qué paso con Gilberto?

–Gilberto, es excelente persona, pero es que sus hobbies, simplemente no me gustan. Le encanta la banda y llega

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siempre con su música a todo volumen, y yo en toda mi vida jamás he soportado a la gente que hace eso. Le encanta poner narcocorridos. Yo los detesto. Mira que me invita a su rancho, de más de treinta hectáreas donde tiene todo tipo de animales a los cuales doméstica, pero no es lo mío. Yo soy más de salir a lugares culturales, me gusta el cine francés, ir a un buen café, obras de teatro, artes plásticas, los viajes a otros países y la comida internacional. Pero suponte si termino con él, sólo me tendrá ahí encerrada en su rancho con sus animales. Nuestros gustos no concuerdan. Yo necesito cosas intelectuales y eso lo cumplía muy bien mi ex. Y para colmo Gilberto no ha terminado ni siquiera la secundaria. Luego, detesto que para salir con él siempre tenemos que salir con sus guaruras. Y según me dijo es hijo de alguien muy importante, pero que de los negocios de la familia mejor no pregunte.

–Ijoles amiga te compadezco –habló Carla impresionada por lo que oía. Pero qué te puedo decir, en México la falta de educación está por todas partes. La gente ve puras telenovelas y fútbol. Si comienzas a hablar de algún tema interesante, o empiezan a bostezar o te tachan de rarito. Aquí sabes que lo que cuenta es ser un gran payaso, el alma de la fiesta, lo demás sale sobrando. Aunque desde luego te estoy diciendo que esto es la generalidad, pero también hay intelectuales, aunque te soy sincera, escasean. Además con

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todo esto de la inseguridad la gente preparada se está yendo a otros países. Imagínate, de por sí México ya era un país pobre de educación, pues ahora hasta fuga de cerebros tiene. Tengo la impresión de que te costará mucho trabajo encontrar alguien con tus exigencias. Agrégale a todo esto que las políticas de hoy prefieren invertir en armas que en educación. Hay cada vez más población, y cada vez menos presupuesto para las universidades y la investigación. Se invierte mucho pero solo en la educación básica, la primaria, porque a nuestros gobiernos sólo les interesa invertir en gente que sea capaz de trabajar en maquiladoras, cosas que no requieren de mucha capacidad intelectual. Todo esto porque a nuestros vecinos del norte sólo les interesa mano de obra barata y a muchos gobernantes mexicanos el dinero fácil y rápido. Es de verdad triste. Según la encuesta nacional de lectura del 2006 el mexicano lee menos de tres libros durante un año, mientras que los europeos leen un libro por mes.

–Vaya que es alarmante, yo por eso sigo adorando a mi ex europeo. –Contestó Mónica ya más calmada, como si hubiera sacado un nudo de sentimientos que la amargaban. Siguieron su plática que duro cerca de una hora para luego acordar salir a tomarse un café, ritual de cada fin de semana.

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Una semana después, por la mañana el teléfono de Mónica volvió a sonar, era Carla y se enfrascaron en la acostumbrada charla de cada semana:

–Que crees Carla –dijo Mónica con voz de estar a punto de revelar algo sorpresivo– volví a salir con Gilberto. Y esta vez me desconcertó. Llegó a mi casa sin hacer ningún escándalo. Me invitó a un restaurante italiano muy rico. Después me llevó a un concierto de música clásica. Me dijo que había vendido su rancho y que pensaba retomar sus estudios, pero en París. Y lo que más me fascinó, fue que de una carpeta sacó las escrituras de un apartamento en esa ciudad, París, en el arrondissment número nueve, cerca de galerías Lafayette. Te lo juro, lo leí y es de verdad y está a su nombre. También me mostró un par de boletos para viajar a visitar el departamento. Me dijo que me amaba con todo su ser y que quería casarse conmigo, me entregó un anillo. Me convenció de que nos fuéramos a París, que allá nos casaríamos y que ya tenía todo preparado. Me mencionó que allá podría hacer lo que quisiera, que hay miles de cafés, museos y lugares culturales. Que si quería volver a estudiar que lo hiciera… - y Mónica siguió contándole a Carla cada detalle.

–Acepta usted a Gilberto cómo su esposo… –Dijo el cura, meses después, en la presidencia municipal del arrondissment número nueve donde se veía carros de lujo

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blindados por todas partes y decenas de guaruras con apariencia de la mafia italiana. Había invitados de parte de Mónica, entre ellos estaba Carla y toda su familia a quienes les habían pagado todo el viaje. Por atrás la madre de Gilberto decía a su esposo:

–Me da gusto que hayas logrado tu alianza con los Rocatagliatta que tienen varias plazas por aquí en Europa y que Gilberto por fin haya encontrado su media naranja.

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ROGER

Roger trataba de recordar qué lo había inspirado a estudiar ingeniería en computación y terminar en un ambiente con muy pocas mujeres a su alrededor. Era frustrante llegar al trabajo y ver cómo las únicas mujeres guapas eran acosadas por decenas de ingenieros dejándolo al margen de cualquier posibilidad. Al llegar a su trabajo se vio reflejado en un espejo junto a otros compañeros y notó su baja estatura. Era consciente de que esa era su principal desventaja, pues feo no era, sin embargo, la baja estatura, en un país como el suyo EE.UU, donde la mayoría de las mujeres son altas, no ayudaba.

Al rato, cuando se dirigía a comprar un café un suceso le disparó una idea. Vio a una muchacha que desde luego no tenía el perfil de una mujer de su país. Era una mujer latina muy esbelta y para gran alegría suya, de poca estatura. Y aunque las latinas en general prefieren a los hombres altos, a partir de aquel momento Roger empezó a interesarse por el resto del continente al sur de su país e inició unos cursos de español.

Unos días después recibió un e-mail con una invitación para exponer sus trabajos en la ciudad de Guadalajara en México. Jamás había oído hablar de esa ciudad, pero era la perfecta

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oportunidad para Roger de encontrar mujeres de baja estatura, por lo que no dudó en aceptar. Al llegar a Guadalajara, como él lo había augurado halló cientos de mujeres de baja estatura por todos lados. Al presentar su trabajo vislumbró pocas mujeres pues seguía siendo un ambiente de ingenieros, pero varias de las que visualizó eran atractivas, bajitas y muchas mostraban señales de interés por él. Estaba asombrado al ver la gran belleza de las mujeres de esa región. Logró conocer algunas de ellas pero no concretó ningún acercamiento íntimo. Cuando Roger regresó a su país mantuvo esa relación de amistad con ellas y con un ingeniero que lo había recibido durante su estancia. Casi todas las conversaciones sucedían por el chat interno de la compañía. Solía platicar con Miguel, el ingeniero que lo había recibido. Compartían sus percepciones sobre las mujeres que había visto. Roger le hizo saber de sus frustraciones con el sexo femenino y al escuchar a Miguel se dio cuenta que él no era el único con infortunios, por eso compartió con él la clara ventaja que Roger veía con respecto a las mujeres latinas.

–De verdad Miguel –escribía Roger por el chat con un español que día a día iba mejorando– nunca yo haber visto más ojos sobre mí que en tu país que he visitado. Además las mujeres latinas son hermosas.

–¿Y qué hay de las asiáticas? –preguntó Miguel

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–No, preferir yo latinas. Las latinas muy sensuales y asombrosas cuando bailar –Roger le pasó por el chat unas ligas de unos videos de youtube.com de mujeres bailando todo tipo de ritmos latinos–. Yo contarte, un día haberme inscrito en un sitio especializado en buscar pareja por aquí en la región donde yo vivo. Dos meses y nada. Entonces yo haberme sumergido en el mundo latino, yo haber decidido explorar un sitio latino para encuentros. En los siguientes días no parar de recibir notas de cientos de mujeres que querer conocerme.

–No me sorprende –leyó Roger la contestación de Miguel por el chat–, en América latina hay mucha miseria y muchas mujeres encuentran la esperanza de salir de ella consiguiendo una pareja que las pueda llevar a un país del primer mundo. ¿Tú buscas algo serio?

–Claro que no, yo sólo querer divertirme lo más que pueda. Yo no podría estar con una sola pareja. Yo querer muchas aventuras y quizás llegar el día en que no necesitar más de eso, entonces tal vez yo establecerme.

–¿Y por qué no pagas unas prostitutas? Debe haber muy guapas por allá en donde vives, ¿no? –escribió Miguel.

–Las prostitutas aquí ser muy caras. –Roger comparó precios con Miguel. Para su sorpresa los precios en

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Guadalajara no eran tan bajos pero Roger conocía un lugar más barato que Guadalajara. Y en otro mensaje escribió:

–Pero ¿Cómo es que en Tijuana ser siete veces más barato que en tu ciudad?

–¿Has ido a Tijuana? –le contestó Miguel.

–No, aún no, pero haberme hablado mucho algunos compañeros. Ellos dicen que por veinticinco dólares o menos puedo con una prostituta hermosa.

–Claro, como la canción “Welcome to Tijuana, Tequila sexo y marihuana” No es más que la ley de la oferta y la demanda, hay muchos extranjeros como tú que vienen a México a hacer lo que no pueden en su país. Entre esas cosas esta tener relaciones sexuales con prostitutas a menores precios. –Decía el mensaje de Miguel.

–¿Pero por qué crees que ser tan barato? –Preguntó Roger con un aire de ingenuidad.

–Te lo estoy diciendo, imagínate que hay miles como tú, en busca de diversión, no de una relación seria y todas sus ataduras. Figúrate un país como el nuestro con un estado débil que no puede regular grupos criminales que hacen trata de mujeres. Si a eso le sumas el valor de la moneda

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inferior al tuyo ¿Qué resulta de todo eso? –Leyó Roger asombrado el análisis de Miguel.

–Pero si tú estar en mi lugar y tener precios siete veces menos a unos cuantos kilómetros, con mujeres extremadamente hermosas. ¿Qué harías? –Lanzó la pregunta Roger.

–No lo sé, pero te has preguntado ¿De dónde salen todas esas mujeres a precios irrisorios? –Vio Roger aparecer la respuesta de Miguel en la pantalla de su ordenador.

Dos semanas después, a pesar de las reflexiones de su amigo mexicano, Roger iba camino a Tijuana con varios de sus amigos. Como le habían platicado, en las calles había una enorme cantidad de hermosas prostitutas que ni en sueños se hubiera imaginado y por una nada. En esos días aprovechó para cumplir varias de sus fantasías, al igual que sus amigos. Cuando regresaban sobreexcitados compartían sus experiencias.

Al día siguiente, Roger le contó con gran emoción su experiencia única, a su amigo Miguel.

–¡Para ya! –Contestó Miguel–. Este fin de semana pasado desapareció mi hermana menor de catorce años. Se cree que fue robada por un grupo de tratantes de blancas. No es la primera que desaparece por esta zona. ¡Déjame en paz!

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Fue la última vez que Roger tuvo comunicación con Miguel.

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TIEMPOS AMORALES

Sonó por tercera vez el celular, esta vez decidió leer los mensajes. Al leer el tercero rápido tomó sus cosas, se despidió y salió de ese lugar que frecuentaba tanto y que lo hacía sentirse como un muchacho de veintitantos años. Era un domingo, día de las madres e iba en dirección a su casa cuando sonó el celular de nuevo, lo tomó y contestó:

–Ya voy en camino, déjame respirar tantito –contestó a la defensiva como solía hacerlo los últimos meses–. Ya casi llego, pero recuerda que sólo estaré unos minutos, porque yo pasaré el día con mi madre– colgó y siguió la ruta llena de tráfico con gente por todas partes en las que notaba cada vez una mayor cantidad de gente populacha y se dijo: “Pinche gente naca, los odio, ojala se mueran algún día”.

Llegó a la casa de su suegra, su esposa le abrió la puerta con una expresión de indiferencia forzada. Fue directo hacia donde estaba su suegra y la felicitó para luego saludar a sus cuñados y cuñadas. Mientras lo hacía no dudó en sacar el nuevo juguete de última tecnología que había comprado. Con voz de alabanzas mostró todas las características de su nuevo celular, varios de sus cuñados y cuñadas se quedaron apantallados. Después se acercó a su suegro y le mostró su nuevo artefacto, este desde luego también quedó asombrado.

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Él, orgulloso de sí mismo, se sentía casi realizado, con un ego que casi flotaba. Después pasó a mostrar unas cadenas de oro que acababa de comprar, continuó con una computadora portátil que bajó de su auto y terminó mostrando su auto último modelo. Al terminar desde luego ya no encontró en qué entretenerse y se despidió rápido para salir rumbo a la casa de su madre, pero antes detuvo el coche en la casa de un amigo para saludarlo. Bajó del coche, trató de ponerlo en algún lugar donde su amigo lo pudiera ver, para también presumir delante de él. Revisó que estuviera impecable. Entró a la casa y tocó a la puerta. Su amigo abrió y se saludaron con un abrazo.

–¿Ese es tu nuevo auto? –preguntó su amigo señalando justo donde él quería que su amigo señalara.

–Ese mero, al fin realicé mi sueño de tenerlo y además es de lujo con asientos de piel…–continuó alardeando cada detalle del auto y pasó a mostrarlo todo. Por fin le pidió a su amigo que lo acompañara a dar una vuelta. Y mientras daban la vuelta…

–¿Has visto como se ha puesto el país? –preguntó su amigo con voz de preocupación.

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–Sí, sí he leído y he escuchado las noticias día tras día, es increíble que nos estemos rodeando de gente naca, vulgar, que no quiere trabajar y hacer nada para ganarse la vida.

–Yo he quedado asombrado como el crimen organizado no para de reclutar jóvenes, al parecer como no hay fuentes de empleo digno, los jóvenes prefieren ganar dinero fácil y rápido. Buscan tener una vida gloriosa y quedar en un narco corrido, aunque sepan que todo eso no durará. Pero te soy honesto, hay veces que los entiendo. Tú qué preferirías, ¿Vivir peor que un perro y ser un don nadie toda tu vida o tener poder y gloria unos añitos de tu vida, aunque el precio sea alto? Muchos de esos jóvenes ni se fijan en las consecuencias, sólo ven el poder y el respeto que le tienen a esos grupos y les importa poco su futuro. Yo creo que todo eso se debe a que hay cada vez una brecha mayor entre ricos y pobres.

–Pues sí, pero los pobres no son más que gente naca y de nada sirve darles dinero, ni ninguna otra cosa, jamás cambiarán su forma de ser, esa gente es feliz en su propio mundito. Ellos son felices con poco –contestó como diciendo, eso no tiene solución y está fuera de nuestras manos.

–Pero te das cuenta que la pobreza se duplicó en los últimos dos años, te das cuenta que hay gente preparada sufriendo la

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pobreza, gente que vivía en una clase media o a veces hasta rica que ahora lleva una vida de pobre –con seriedad mirándole a la cara, su amigo siguió- Esa gente antes vivía con varios autos, iba al cine y de compras regularmente, tenían casas y terrenos, tenían que mostrar un estatus social, pues ahora no pueden costeárselo. ¿De dónde crees que sacarán el dinero ahora?

–Vamos no te lo tomes tan en serio, vive la vida, yo por eso me compro las cosas que me gustan y por supuesto espero no ser como esa bola de gente naca que empieza a abundar, además nada podemos hacer para cambiar las cosas. Hay que vivir, no te quiebres la cabeza –se acomodó sus lentes oscuros de marca y llevó a su amigo de regreso a su casa.

Después, feliz de haber ostentado una vez más, se dirigió a la casa de sus padres para disfrutar de la comida del festejo del día de la madre. Tomó la avenida principal con la misma cantidad descomunal de tráfico de siempre, se desesperó y tomó un atajo por una callecitas que más o menos conocía pero que no le gustaba por lo populares que eran. No había casi autos, siguió avanzando y en eso escuchó un ruido raro que salía de su auto. Paró el motor para revisar qué había pasado, había sonado como si le hubieran aventado una piedra pequeña. Al bajarse salieron tres hombres armados con metralletas de una camioneta negra, que lo obligaron a

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entregar las llaves. Uno de los hombres armados lo golpeó fuerte en la cabeza y él cayó inconsciente.

Despertó, estaba en una cama, le pareció un hospital. Una enfermera notó que tomaba conciencia y llamó a recepción para informar que las visitas podían pasar. Entraron sus padres junto con su esposa, le anunciaron que había sido víctima del robo de su auto y lo que había dentro. Asimismo le dijeron que a su esposa la habían sorprendido tres hombres armados quienes le habían quitado a su hijo, cuando iba llegando a su casa. Le habían dado instrucciones específicas para rescatarlo, entre ellas pagar nueve millones de pesos.

Después de un mes le remataron la casa, cuatro terrenos, tuvo que vender todo tipo de lujos y pedir prestado a todos sus familiares que depositaron la cantidad de dinero como se había indicado en las instrucciones del rescate. Sólo quedaba ir a salvar a su hijo.

Salió en la madrugada de aquel gris viernes en busca de su hijo, en el auto de su amigo, quien acepto con algo de miedo conducirlo. Con una voz sepulcral habló a su amigo:

–Tenías razón, este pinche país no tiene remedio, ni siquiera hay dónde huir, desde ahora tendré que mantener un perfil bajo, y todo por estos hijos de la chingada que cada día

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abundan más –llevaba una cara de gran irritación y frustración. Continuó. –Todo es culpa de este gobierno que decidió declararle la guerra al narco, que les cerró las rutas y sus negocios para que saltaran a otros negocios como el robo y la extorsión. Deja que lleguen las nuevas elecciones entonces van para afuera. Estoy seguro de que se van a calmar cuando el nuevo gobierno entre al poder, pues ellos negociaran con el crimen organizado y sólo se dedicaran al tráfico, estoy seguro.

Llegaron al lugar, había una bella mujer, junto a ella una gran camioneta negra con vidrios polarizados. Había tres hombres con metralletas a los costados de la mujer. Se bajó del auto y volteó a su alrededor. Vio la gran llanura casi desértica fuera de todo indicio de población. Caminó hacia la mujer con aire de confianza y seguridad como si ya la conociera y le preguntó:

–¿Está todo listo?

Ella contestó con voz sarcástica:

–Sí, todo está listo, hoy morirás quemado junto con tu amigo en el auto.

Los tres hombres dispararon, mataron a su amigo. Después sacaron un cadáver de la camioneta negra y lo quemaron junto al de su amigo. -Vámonos le dijo a su amante y sus

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tres nuevos cuñados para dirigirse donde estaba su hijo e iniciar una nueva vida.

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UN CAMBIO SIN VIOLENCIA

Aquel sábado por la noche, en su casa entró en la tercera página electrónica. La noticia de la página decía: “El gobierno inaugura una biblioteca pública en los suburbios de la ciudad.” Para él era una muy buena noticia. Comenzó a enviar peticiones, una tras otra. Lo he logrado, se dijo sonriendo con satisfacción.

Diez años atrás, en una mañana de sábado invernal, se disponía a visitar a su padre. Cerró su humilde casa que había comprado con un crédito del gobierno. Desde su popular vecindario, divisó en el horizonte una espesa capa gris sobre la ciudad, una capa que parecía estática como una nave traslúcida, la contaminación ambiental terminaría por destruirlo todo. Prendió su auto, pasó por la avenida de costumbre. Tráfico, polvo, baches, bollas y conductores que parecía que si no llegaban a su destino perderían su vida o la de algún ser querido y que no dudaban en hacerle señas con las luces o pitarle como locos. Notaba que esa gente parecía vivir en sus propias burbujas y lo demás sólo era un estorbo. Se paró en un semáforo frente a un puesto de revistas, miró la primera plana de uno de los periódicos, decía “Mujer colgada frente a un hospital”. El semáforo cambio a verde, avanzó unas cuadras, dio vuelta y llegó a la casa de su

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padre, en una calle que parecía haber sufrido un mini bombardeo. Tocó a la puerta y su padre lo recibió:

–Pasa hijo.

–¿Cómo estás? –preguntó con seriedad.

–Estoy mejor

Notó que su padre presentaba un tic nervioso en sus manos.

–Siento que hayas perdido tu camioneta por segunda vez – dijo al sentarse en el sofá de una casa con muy pocos muebles, sin decoración.

–Descuida hijo. Benditos seguros. Pronto seré reembolsado, pero no cometeré el error de comprar otra camioneta. Las cosas van de mal en peor. Las noticias no paran de hablar de decapitados, mutilados, colgados, robos, secuestros y balaceras por todo el país.

Escuchaba a su papá como si estuviera alegrándose de su buena suerte al no haber muerto en el incidente

–Esta vez compraré el auto de más bajo perfil en el mercado. Se acabaron los lujos. Entre menos ostentoso sea uno, mejor. Siento que te hayan tocado para vivir tiempos como estos, hijo.

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–Padre –habló con un tono lleno de seriedad y preguntó– ¿Tú crees que si los periódicos no anunciaran ejecuciones o mutilaciones, el crimen organizado seguiría haciendo estas acciones?

–No lo sé hijo, es buena pregunta –su padre se quedó unos segundos abstraído–. Las atrocidades que hacen estos grupos son para amedrentar a sus adversarios. Y hoy que el periodismo está a merced de un capitalismo casi descontrolado, se potencian fenómenos así.

–Lo sé –continuó bien inmerso en la plática –los periódicos actuales ya no publican lo que el gobierno les impone como en el pasado. Ahora publican lo que la gente lee más, casos de: decapitados, colgados, secuestrados, balaceras, etc. Los periódicos hasta cuentan ya con secciones especiales para esta guerra inútil. Pero parece ser un negocio para los medios de comunicación. De pronto todos los medios públicos muestran todo tipo de fotos sin censura, fotos que antes formaban sólo parte de los medios sensacionalistas. La información se está volviendo amarrilla y es porque la gente la disfruta.

–Así es hijo –su padre también estaba interesado por la plática– un filósofo francés decía que el hombre es sádico por naturaleza y disfruta viendo las crueldades de sus semejantes. Es una especie de instinto animal.

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–Pero, ¿Qué pasaría si todo el mundo ignorara esas notas escandalosas y en cambio leyera algo más constructivo, digamos algo más educativo de manera positiva? –preguntó como tratando de reafirmar una respuesta que ya había encontrado.

–Definitivamente cambiaría el mundo hijo, estoy seguro. Y cambiaría hacia algo mejor.

–Lo sé papá y estoy trabajando para cambiarlo.

Diez años después, en una mañana de invierno salió de su casa para ir a visitar a su papá. Desde su humilde casa que había terminado de pagar unos días atrás, divisó una casi nula nube gris. Tomó su bicicleta por el volante para luego subirse en ella y entrar en la ciclo pista que habían construido por toda la ciudad. Casi no vio autos durante el camino. Los pocos que había eran muy respetuosos del peatón y no parecían tener prisa. La gente que pedaleaba tenía un semblante relajado, sonreían y eran también muy respetuosos ante el peatón. Paró en un semáforo en la esquina donde había un puesto de revistas. La primera plana de un periódico decía “El congreso vuelve a apostar por la educación y la cultura por décima vez”. El semáforo cambió al verde y avanzó unas cuadras, dio vuelta y la calle que parecía haber sufrido un mini bombardeo estaba plana y acogedora. Entró a la casa de su padre.

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–Hijo estoy totalmente sorprendido de cómo han cambiado las cosas –dijo su padre con una cabellera y una barba blanca. En su voz se percibía la alegría. –No pasa ningún año sin que se invierta en hacer más escuelas tanto para jóvenes como para adultos así como bibliotecas y centros culturales. Se invierte en universidades, proyectos tecnológicos y ahora somos un país que exporta tecnología.

–Lo sé papá –dijo como si no le sorprendiera lo que su padre expresaba– y lo mejor de todo es que ya no se respira un ambiente de inseguridad e incertidumbre. Ahora se respira un ambiente lleno de retos y oportunidades.

El mismo día por la noche en su casa, se conectó a Internet, abrió una página electrónica en la cual introdujo su nombre de usuario y su contraseña. Dentro de la página se desplegó en letras en la parte superior “Unión de Hackers Mexicanos –Por un México mejor”. Había una larga lista de actividades que se les asignaba a cientos de hackers mexicanos y algunos extranjeros que buscaban mejorar a México. Actividades que se distribuían según las diferentes especialidades de cada hacker; todas eran a favor de incrementar la educación y la cultura. Él había elegido, años atrás, un par de esas actividades. Su especialidad era manipular los registros de visitas en las páginas. Incrementaba sus contadores y hacía creer a los periódicos que esos artículos eran populares, entonces después

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escribían más sobre el tema. Mientras hacía eso recordaba los inicios de la organización que creó y que no tardó mucho en tener más simpatizantes que trabajaban en secreto para cambiar un país sin usar la violencia.

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UNA PIEL SIN TATUAJES

Una lluviosa mañana, ella estaba en la casa de su amiga cuando notó que ésta sentada frente al televisor, no paraba de cambiar de canal. Pasó por miles de canales y cada vez que cambiaba la señal, había anuncios. Ella pensó: “Qué mierda, ¿Cuándo fue el momento en que el hombre empezó a pagar para ver toda esta basura por el televisor?”, pero reparó en que su amiga no se cuestionaba ese fenómeno. Ella se levantó y le dijo a su amiga que tenía deberes que hacer en su casa. La finalidad era zafarse del martirio de pasar horas sin poder ver un programa completo, debido al constante cambiar de canales, que al final sólo llevaba a olvidarse de lo que uno estaba viendo. Salió de la casa de su amiga para subirse al transporte público. A lo lejos percibió una especie de camión hippie que al acercarse mostró cientos de pequeños anuncios de todo tipo de colores, sobre productos y servicios. Volvió a reflexionar “¡Dios Santo, en qué mundo vivimos!”. Subió al transporte y en el camino observaba las casas que estaban llenas de bloques de pintura de cuarenta por cuarenta centímetros con anuncios parecidos a los del camión. Lo que la perturbó más fue ver árboles que en cada una de sus hojas tenían pequeños anuncios también, eran traslucidos, pero se alcanzaban a ver imágenes y letras pequeñas. Semáforos que parecían periódicos llenos de

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anunciantes. Los autos de lujo portaban marcas de productos muy finos. El famoso refresco de cola estaba por todas partes; era increíble la variedad de anuncios creativos que lograban para cada cosa. Al llegar a su destino, y bajar del transporte vio que el pasajero que iba bajando delante de ella llevaba un pequeño tatuaje que decía “Más refrescante que el agua” mostraba una botella muy bien diseñada. Pensó “¿Pero qué es eso? ¡Un anuncio tatuado!”. Descendió del transporte público sacada de onda, después de dos cuadras llegó a su casa donde su madre la recibió.

–¿Dónde andabas hija?

–Pues andaba contando el número de anuncios comerciales en la ciudad, pero fue inútil, son más que las estrellas del universo –dijo ella con sarcasmo.

–Así es este mundo hija –y vio como su madre la miraba de reojo mientras acomodaba unos trastes– así nos tocó. Lo importante es que tú tienes una buena educación para no dejarte engullir por toda esa maquinaria corporativa que crea necesidades ficticias.

Unas horas después llegó su padre con el periódico del día el cual aventó en un sillón de la sala. Desde lejos ella percibió un tatuaje en el diario. Era la imagen de un tatuaje similar al que había visto en el individuo que se había

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topado en el camión. El artículo decía: “Las empresas amplían programas de propaganda a través de tatuajes”. Se sentó a leer la nota completa. En resumen entendió que ahora cualquier persona que se hiciera un tatuaje con la propaganda de algún producto recibiría una cantidad mensual. Quedó perpleja ante tal noticia. De inmediato mostró el artículo a sus padres quienes le respondieron que eso era para gente naca, que no todo el mundo lo haría y que se diera cuenta que ellos no habían pintado ni casa, ni autos ni ninguna otra cosa con anuncios. Ella también pensaba lo mismo y estaba segura de que jamás haría algo así. Pero sentía que la suya era de las pocas familias que no se prestaban para anunciar algo.

Pasó un año y cuando regresaba de la casa de su amiga en el transporte público no pudo evitar desviar la atención sobre la cantidad de tatuajes que había sobre la piel de toda la gente a su alrededor. Empezó a notar diferencias. La gente rica y guapa llevaba puras marcas de moda y mucho caché que las engalanaba. Mientras viajaba escuchó hablar a la gente sobre sus ganancias y que las corporaciones eran las que al final decidían si tú eras una persona acorde a tal o cual marca. Entonces le quedó claro el porqué el vulgo llevaba tatuados anuncios de muy mal gusto que no los embellecía para nada. Fuera como fuese ella seguía resistiéndose a tal novedad comercial.

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Unos días después cuando regresaba de la preparatoria a su casa, en el camino un muchacho la alcanzó y le ofreció acompañarla. Al percibir su gran atractivo y sobre todo que no tenía ningún tatuaje, aceptó la oferta con gusto. Pensaba divertida “Por fin uno limpio y guapo ¿Pero estará totalmente limpio? Lo tendré que averiguar”. Encontró que el muchacho era bien educado, caballeroso y también notó un buen gusto en su forma de vestir. Cuando llegaron a la casa de ella, el joven la invitó a salir y ella sin oponer ninguna resistencia aceptó. A partir de entonces, empezaron a frecuentar todo tipo de lugares y siempre la pasaban bien. Parecían ser el uno para el otro. Y lo mejor de todo no había aparecido sobre él ningún tatuaje.

Un viernes por la noche, cuando volvían de un antro, en el auto de él comenzaron a besarse apasionadamente para después pasar a tocarse por encima de la ropa. Ella sintió lo musculoso que era y aprovechando la situación ardiente en que se encontraban los dos le dijo:

–Quítate la camisa.

Él de inmediato se la quitó. Al no ver ningún tatuaje ella se entusiasmó aún más “Este es el bueno” pensó, y le propuso que fueran directo a un motel.

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En menos de quince minutos llegaron a un cuarto en el que comenzaron a comerse a besos. Entonces, en la poca luminosidad de la habitación, ella le dijo con una voz apasionada:

–Muéstrame tu arma

Él rápido se bajo el cierre y sacó su descomunal miembro que a través de su longitud tenía tatuado un anuncio fosforescente de una marca de un condón muy conocido. Ella pegó un brinco hacia atrás y aterrada ante lo que estaba viendo, escuchó a su pareja decir:

–No sabes la fortuna que me pagan por ese tatuaje ¡Es genial! ¿No te parece?

Con una mirada de no poder creer lo que veía, su cara se torció, y horrorizada tomó sus cosas para salir corriendo a la calle en busca del primer taxi que la alejara de todo aquel chasco.

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VÍA EXPRESS

Aquel día de verano todo brillaba como si la vida misma fuera un astro con luz propia. Había logrado terminar sus estudios y lo mejor de todo es que tenía firmado un contrato para trabajar como ejecutivo en una empresa de tecnologías de la información. Fue válido el esfuerzo de pagar una de las universidades más caras y prestigiosas de la región. Había rendido frutos el trabajo duro y los sacrificios que hizo en esa universidad en las afueras de la ciudad donde vivió durante casi cinco años y que estaba a punto de abandonar. Como el contrato lo indicaba pasarían por él para su primer día de trabajo. Se asomó por la ventana del dormitorio en la universidad y distinguió una limosina de la cual bajó una persona con la vestimenta de un chofer quien tocó a la puerta del dormitorio.

–Sr. Vengo por usted para llevarlo a la empresa ¿Está listo? –dijo el chofer después de que él abriera la puerta.

–Sí, estoy listo, podemos irnos.

Ya en camino, notó que llegaban a lo que llamaban la famosa Vía Express y vio que el chofer sacaba una tarjeta que era leída por un sensor, inmediatamente se abrió el paso y entraron a una autopista que pasaba por encima de la

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ciudad. Observó lo elevada que era, tan elevada que las casas lucían como pequeños cuadros y las manzanas como cuadros más grandes. Calculó que los pilares que sostenían aquella autopista, se elevaban unos cien metros por encima de la ciudad. Luego distinguió varias bifurcaciones de la vía que salían hacia diferentes destinos. Iban a gran velocidad y solo se veían autos de lujo. De pronto a un costado suyo pasó una gran camioneta con una mujer joven llena de alhajas, una cara que parecía de porcelana y vestida muy a la moda. Le llamó la atención la limpieza de la ruta. Hacia adelante, la ciudad parecía no tener fin y en algunas partes vio unas nubes negras por debajo de la estructura que ocultaban la ciudad. Entraron en una curva muy inclinada que permitió ver la ciudad por debajo de la vía. El panorama le mostró colas enormes de autos que avanzaban a paso de tortuga. Entonces llegaron a la empresa cuya puerta de entrada conectaba directo con la vía. Cinco años después, se convirtió en un ejecutivo de primera clase con una familia de dos niños y una adorable esposa. Una gran dicha lo acompañaba cada vez que arribaba a la nueva residencia que había comprado para que su familia tuviera más espacio. Estaba dentro de un barrio privado con seguridad al entrar. Allí todo lucía en perfecto orden y olía muy bien. La gente era muy respetuosa y vestían como salidos de un mundo perfecto. Solo tenía que preocuparse por sacar adelante sus problemas laborales, lo demás venía en consecuencia. Se

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sentía exitoso. Sabía que algunas veces tenía que quedarse hasta tarde trabajando y que su vida casi pertenecía a la empresa, pero todo valía por el bienestar de su familia y su seguridad económica.

Tiempo después, en una charla que tuvo con un compañero, una noticia lo dejó nervioso. “Hay rumores de que toda nuestra área será cerrada.” Dijo su compañero. “¡Qué! Pero no entiendo, si no hemos parado de expandirnos y en todo el año ha habido números positivos.” dijo inquieto “Pero qué no has leído las noticias. Todas las bolsas del mundo están en picada. Nadie está comprando. Todo está estancado ahorita. Todo por la crisis hipotecaria de nuestros vecinos. Ha sido todo un efecto dominó y nos está pegando duro.”

Un mes después de esa plática encontró los resultados del fin de año en uno de sus e-mails. Noventa y siete por ciento menos de ventas. Sintió incertidumbre por todas partes, como si se tratara de un barco que estuviera a punto de hundirse. Ese mismo día por la tarde el jefe convocó a una junta y él se presentó junto con otros veinte ejecutivos. Lo escuchó ordenar “Tenemos un mes para recortar a todos los empleados.” Fue el mandato. Sintió un peso enorme sobre sí y una culpabilidad monumental, así como una enorme frustración por no poder manejar lo que pasaba.

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Un mes después su jefe citó de nuevo a los veinte ejecutivos a una junta por la tarde y habló: “Tenemos treinta días para encontrar un puesto nuevo dentro de la empresa, de lo contrario seremos recortados. Nos entrevistarán en todas las áreas que no han tenido bajas y veremos si tenemos una oportunidad. A partir de mañana empezamos. Les deseo suerte.”

No pasaron ni dos días y escuchó al dueño de la empresa declarar la bancarrota. Después de la debacle, su reflejo inmediato fue buscar empleo en otras empresas. Preparó su curriculum y lo envió a cientos de compañías, tuvo decenas de entrevistas, pero todo era inútil, muchas de ellas también estaban recortando a cientos. Ahora tenía que competir con todos ellos por un puesto. Lo que más le preocupaba era cómo seguiría pagando la gran hipoteca contraída por la casa, la educación de sus hijos y todos los gastos familiares. Hizo cálculos y tenía dinero para apenas cuatro meses. En ese período tendría que encontrar un empleo.

Cuatro meses después, leyó en los periódicos que la crisis todavía no había tocado fondo. Hizo cuentas y ya estaba viviendo con el crédito de varias tarjetas de banco. Sus deudas se estaban profundizando.

Unos días después, su hijo acusó un profundo dolor de muelas. El niño le dijo que se había estado aguantando

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porque sabía de la situación a lo cual él respondió que el dolor no debe aguantarse. Al no tener más seguro de salud privado, el anterior había expirado con el empleo pasado, decidió llevarlo a una clínica pública. Salieron, pero al no poder pagar la Vía Express tuvo que dirigirse por las calles de la ciudad. Mientras iban por las calles, observaron casas sucias, basura por todas partes y el auto no paraba de tambalearse por tanto bache. Volteó a ver a su hijo quien llevaba una expresión de miedo por lo que veía. Los semáforos estaban todos chuecos y doblados. Pasó una hora y no habían avanzado ni cincuenta metros a causa del tráfico. Los dos se sentían sofocados y atrapados ante todo ese espectáculo caótico. Abrió la ventana para preguntar cuál era la mejor salida y sintió un terrible tufo a hollín que lo hizo toser varias veces. Una señora que se acercó para darles señas con una gran sonrisa mostró varios dientes faltantes, pero con gusto les ayudó. Nunca se imaginó semejante miseria. Por donde quiera se apreciaban grafitis en las paredes. No podía creer el enorme caos por el cual estaba atravesando. Notaron con estupefacción la cantidad de ruido que había en los negocios que ponían bocinas enormes con música popular para atraer más clientes. Vieron los ruidosos y viejos camiones públicos llenos de gente colgando de las puertas. Los dos se miraron con la cara pálida, llenos de horror ante aquel espectáculo. Bien escamados, continuaron a vuelta de rueda hasta que por fin

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llegaron a la clínica donde se encontraron con tres grandes colas a las cuales no se les veía fin. Preguntaron en qué parte podían ser atendidos y un policía gordo, con el uniforme sucio y los dientes amarillos les señaló la cola kilométrica que habían visto al llegar. Se miraron el uno al otro como no pudiendo creer lo que les estaba pasando. Se quedaron en la cola hasta el anochecer y finalmente llegaron ante la recepcionista que les preguntó: “¿Cuál es el problema?” “Mi hijo tiene una muela que le duele mucho”, respondió. La mujer lucía una ropa anticuada, anteojos enormes de color verde moho y con cara de déspota les entregó una ficha sin dirigirles la mirada. Él leyó la ficha y asombrado exclamó “¡En un año van a atender a mi hijo! ¡Esto es una urgencia! Mi hijo trae un dolor severo de muela. ¡Esto es una locura!” la mujer sólo dijo “Siguiente” En ese mismo momento el celular sonó y él contestó de inmediato. Estuvo unos minutos platicando y colgó. Volteó hacia su hijo con una gran sonrisa y un tono de voz relajado “Vámonos hijo, una nueva empresa me emplea a partir de la semana que viene. Iremos a una clínica dental particular para atenderte, todo saldrá bien” y le guiñó el ojo.

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DIOS Y RANJIV

Aquel día después del accidente, cuando Ranjiv llegó al cielo, un ángel femenino muy sensual le recibió y le condujo a una sala que estaba entre las nubes. Allí después de unos minutos se presentó San Pedro y le dijo que había recibido su solicitud. Ranjiv no recordaba muy bien haberla enviado y entonces San Pedro comenzó a leer lo que más bien parecía una plegaria. “Has dicho esto justo antes de morir”, dijo San Pedro y leyó “Dios mío sálvame y prometo estar en tu equipo para salvar a la humanidad de sus pecados” y San Pedro continuó “Al haber dicho esas palabras automáticamente se formó tu currículum, además puedo leer que fuiste una persona muy inteligente que resolvía cientos de problemas complejos por semana”. Ranjiv se encontraba algo perturbado al escuchar todo eso. No lograba asimilar lo que estaba pasando y con esfuerzo intentaba recordar lo que le había sucedido antes de llegar a aquel lugar, pero San Pedro seguía hablando: “Bienvenido seas Ranjiv, debido a tus grandes cualidades intelectuales formarás parte del proyecto “Salva-Tierra” junto con otros tres compañeros y tu misión será salvar el planeta tierra de la depredación de los seres humanos” Ranjiv le preguntó a San Pedro si había otras opciones y recibió una respuesta negativa. Pero como desde su infancia estaba acostumbrado a resolver problemas

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de toda índole, le pareció que no tendría ningún inconveniente para adaptarse a su nueva vida espiritual.

Tiempo después, San Pedro presentaba Ranjiv a sus compañeros en la sala Supernova “Ranjiv te presento a San Zhuo, ella está encargada de Europa”. Todos estaban sentados y Ranjiv parado les iba saludando a medida que San Pedro continuaba presentándolos. “Te presento a San Dimitriv que está encargado de Asia, San Masaki encargado de África, yo estaré como líder del proyecto y tu estarás encargado de América”. Una vez presentados, todos los presentes le dijeron “Bienvenido San Ranjiv”. Ranjiv emocionado preguntó “¿Entonces somos cinco?” “¡No!” contestó San Pedro “Somos seis, Dios también es parte del equipo, nos guía por el buen camino, cada idea que producimos se consulta con Él antes de llevarla a ejecución. Debes saber que Dios fue quien creó la Tierra y sus habitantes, por lo tanto, Él conoce a fondo su diseño, más que ninguno de nosotros. Es el miembro del equipo que más tiempo lleva en el proyecto”. Para Ranjiv fue emocionante pensar que participaría en un proyecto con Dios, de pronto se sentía casi realizado.

Durante varios meses, en su cubículo en la sala de las constelaciones trabajó con sus compañeros de los diferentes continentes. Debatió con ellos todo tipo de problemas. Notó el profesionalismo de sus colegas en todos los aspectos,

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colaboración, enfoque en la resolución de problemas, mentes abiertas, soporte, etc. Simplemente sentía que estaban cumpliendo un excelente trabajo en equipo, labor muy necesaria porque casi todos los problemas humanos eran ya globales y no se podía sólo pensar en dar soluciones a un continente por separado. Ranjiv hasta llegó a pensar que había una excelente química y que todo iba a salir mejor de lo que se imaginaba. Cuando terminaron el proyecto dijo: “Bueno, entonces sólo queda mostrarle nuestra idea a Dios, porque a San Pedro le pareció excelente y a nosotros también” dijo Ranjiv quien notó que sus compañeros cambiaron la cara de entusiasmo por una cara de espanto. “¿Todo bien?” preguntó Ranjiv “¿Dije algo malo?” nadie contestó nada. Ranjiv algo desconcertado no hizo caso a esa reacción debido a su gran exaltación por la idea que se acababa de engendrar y rápidamente se la envió a Dios para su revisión.

No pasaron ni cinco minutos cuando una voz burlona sonó por toda la sala “Ja, Ja , Ja, Ja Ranjiv, he leído la idea que formulaste con tu equipo y no para de causarme risa ja, ja, ja, qué iluso eres ja, ja ja, ¡Bienvenido! Pero tienes que esforzarte ¡Mucho, mucho, mucho más!” Sus compañeros le mencionaron a Ranjiv que esa era la voz de Dios. “Pero si nuestra idea es simplemente genial” pensó Ranjiv y se sintió humillado por la burla de Dios quien se suponía era una

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divinidad y no debería causar ningún mal. Ranjiv se sentía afligido desmoralizado ante la insensible respuesta de Dios anunciada frente a todo el público del cielo. “Quiero ver a Dios en persona” dijo Ranjiv “Eso no es posible” le contestó San Pedro “aquí nadie lo ha visto”, agregó. “Pero lo que acaba de hacer Dios es denigrarnos, humillarnos, ni si quiera nos ha dado una buena crítica, ni una sugerencia, eso es falta de profesionalismo, ¿Cuántas ideas han implementado desde que empezó Dios el proyecto?” preguntó Ranjiv. “Desde que yo llegué aquí al cielo no han realizado ninguna, seguimos buscando gente como tú, con las ideas más brillantes, pero cada vez que se le presenta un proyecto bien definido pasa lo mismo y eso que tenemos ya más de dos millones de equipos como éste. Tenemos la esperanza de que algún día llegue alguien con esa idea brillante que satisfaga a Dios”.

Años después Ranjiv seguía esforzándose y comenzó a investigar todos los proyectos del cielo para ver si alguien más había logrado implementar alguna idea tan grandiosa como la suya. No encontró a nadie. Sentía que todo esto del cielo era un fraude montado para satisfacer la perversidad de Dios en humillar gente. Pero Ranjiv se dijo a sí mismo “Esto tiene que cambiar, o la tierra desaparecerá y la tierra es como mi madre. A ella le debo lo que soy.”

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Inmediatamente se reunió con sus colegas y empezó a decir, “No tenemos porque pasar por la opinión de Dios para llevar a cabo una idea, no porque él haya diseñado y creado la tierra nos tiene que limitar. Todas las ideas hasta hoy rechazadas e incluyendo la nuestra son excelentes, están llenas de buenas intenciones y son nobles. Así que quiero que cada uno de ustedes lleve a todos los encargados de los proyectos del cielo la propuesta de pasar por alto a Dios”. Cada uno de sus colegas vendió propuesta por todo el cielo de que no tenían que pasar ya más por Dios, de que Dios se había vuelto un estorbo, de que todas las ideas que se habían generado durante miles de millones de años eran buenas. Compilaron todos los proyectos que jamás habían salido a flote. Ranjiv no paraba de maravillarse, todas las propuestas que iba leyendo eran admirables. “Ya es tiempo de cambiar el destino fatal de la Tierra” pensó con firmeza y se dispuso a implementar su nuevo proyecto de ignorar a Dios para entre todos tomar las riendas del destino de la madre tierra.

Pasaron cerca de diez años y la idea de no pasar más por la supervisión de Dios se había propagado por todo el cielo con gran aceptación. Todo el cielo estaba determinado a saltearse a Dios sin importar el precio de las consecuencias. Ya estaban cansados de sólo recibir humillaciones por parte de Dios quien no aprobaba ningún proyecto y tenía todo estancado; además de preocupados por ver cómo la Madre

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Tierra iba de mal en peor en manos de los seres humanos. Rápidamente se organizaron y entre todos seleccionaron por votación las diez mejores ideas, las revisaron y aprobaron para su producción. Fueron ejecutadas a lo largo y ancho de los continentes. La aplicación fue todo un éxito.

Cien años después la humanidad había cambiado por completo, era respetuosa con su entorno, tenían un alto grado de conciencia sobre la responsabilidad de sus actos, no eran burdamente egoístas y pararon la depredación de los recursos. La tierra comenzaba a parecerse al paraíso. Eso demostró que había muy buenas ideas y que Dios sólo se estaba mofando perversamente de la capacidad de todos. Desde el cielo Ranjiv observaba contento el éxito de las mejores ideas aplicadas cuando la voz de Dios se escuchó por todas partes “ja, ja, ja ¡Muy bien Ranjiv por fin diste con la idea! Creer en ustedes mismos, estar convencidos de que sus ideas son buenas sin permitir que nadie, ni Dios, les reprima sus buenas intenciones. Y por supuesto obtuvieron mi aprobación porque de lo contrario, nada habría cambiado en vuestra madre Tierra”.

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EL DIBUJANTE

Sonó la alarma y el seguro de su celda fue liberado. Al mismo tiempo sonaron otras y él salió como todos los demás. Mientras bajaba por las escaleras su mejor amigo lo alcanzó. –¿Listo para una jornada más?–Sí, estoy listo –dijo él y miró a su alrededor las cientos de jaulas grises y descuidadas. Entonces comenzó su jornada como lo había hecho casi toda su vida. Entró en la sala azul donde había veinte máquinas para crear todo tipo de piezas de plástico. Él era de los más lentos, tardaba mucho tiempo en terminar sus asignaturas porque solía platicar mucho con su amigo.–Que vida tan aburrida llevamos –dijo –Pues sí, pero así es esto –contestó el otro.Él observaba a su amigo hablar con su traje gris y un código de barras estampado en su frente. –Aquí nacimos y así son las cosas, no hay más que podamos hacer en este sitio –agregó su amigo.–Sí que lo hay, yo a veces dibujo con el aceite sobrante de estas máquinas –reveló su secreto–. Tengo cientos de dibujos de todo tipo, son imágenes que me vienen a la cabeza. Las pinto en las telas sobrantes del proceso. Tengo

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ocultos los dibujos, no vaya a ser que el vigilante me los vuelva a quitar, como otros que guardaba.Un día después le mostró a su compañero un par de dibujos pequeños que llevaba ocultos debajo de sus prendas. Su mejor amigo quedó maravillado con lo que había visto. –¡Es hermoso lo que has hecho!–Gracias –dijo él en voz baja–. No sabes cómo libera dedicarme a hacer otras cosas además de este trabajo monótono y repetitivo. Cuando dibujo utilizo ampliamente mi imaginación, mis sueños y fantasías. Me imagino mundos distintos a este gris y oscuro. –En tres meses es día de entrega –habló su amigo- van a venir por todo lo hecho en los últimos tres meses pasados y esta vez he oído que traerán nuevas máquinas para hacer piezas diferentes. Estoy entusiasmado pues me estoy muriendo de aburrimiento haciendo siempre lo mismo. Se disponía a hacerle una pregunta a su compañero cuando el timbre del fin de jornada sonó. Vio como todos salían del cuarto azul, cansados, con las caras llenas de grasa y la ropa manchada, sólo dijo: –Te veo mañana –y se despidió de su amigoMientras regresaba a su celda, fantaseaba sobre su próxima creación. Pero al llegar y buscar sus obras, éstas y su material para dibujar no se encontraban en donde los había escondido. Revisó cerca de diez veces para creer lo que estaba pasando. Empezó a angustiarse, porque la última vez

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que lo habían descubierto le habían advertido que si seguía dibujando le asignarían más actividades. Un mes después, cumplieron la amenaza y lo colmaron de actividades, pero aún así, él se las arregló para seguir dibujando. No había día en que dejara de hacerlo así tuviera diez minutos, un minuto. Días después, para que no le robaran sus creaciones su mejor amigo se ofreció a ocultar sus obras. Este le platicó que tenía un cuarto más grande y que al fondo a la izquierda donde se encontraba su cama se abría una gran grieta hacia abajo. La grieta en su profundidad tenía un hoyo de tamaño considerable en el cual podría ocultarlas de manera fácil. Con la ayuda de su amigo, pudo continuar con sus dibujos, trabajo que realizaba más que nada en las noches cuando la luna alumbraba. Esos días para él eran casi un ritual. Y su técnica se fue refinando de tal grado que podía dibujar rostros con gran exactitud.Pasaron otros dos meses y descubrieron el escondite de su amigo. Reconocieron de inmediato que las creaciones eran suyas, pero esta vez no lo llamaron. –Mañana es el día de entrega –le dijo su mejor amigo mientras trabajaban–. Hay rumores de que nos van a premiar porque hemos producido como nunca antes. Quizás nos pinten los cuartos, ¿Te acuerdas? Como hace ocho años.–Sí, me acuerdo –respondió él– y también nos trajeron una nueva vestimenta y nos hicieron un gran festín.

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–Y cambiaron algunas lámparas que ya estaban muy amarillas.–Pero también recuerdo que varios compañeros desaparecieron aquella vez, –dijo él con preocupación– seguido los veía en las duchas y después de ese día, jamás los he vuelto a ver, te soy sincero, temo que esta vez sea mi turno. Los rumores dicen que estas personas eran igual de lentas que yo, que siempre traían la cabeza en otro mundo. También recuerdo que varios de ellos parloteaban mucho o simplemente eran diferentes al resto.El día de la entrega se encontraba nervioso. Sabía que había descuidado mucho su trabajo por algo que él sentía que amaba. –¿Tú qué crees que les pasó a los otros? –Preguntó él a su mejor amigo mientras salían de sus celdas y seguían el camino hacia el gran patio en donde se celebraría la entrega.–No lo sé, aquí simplemente no se sabe nada. Todos nacimos aquí y hemos seguido las reglas porque si no lo hacemos como nos han dicho, el sistema se puede caer y lo más importante es mantener el sistema –mencionó su mejor amigo –recuerda lo que nos dijeron, que si el sistema se derrumba, todos desapareceremos, por eso nuestra misión es hacer las piezas que hemos venido haciendo por años.En el patio se formaron en grupos de veinticinco personas. De pie escuchó las felicitaciones y que pintarían de nuevo las instalaciones, también oyó de las nuevas máquinas y las

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nuevas piezas que ahora tendrían que fabricar. Hubo un gran festín y fue testigo de la felicidad momentánea de sus compañeros.Al día siguiente, por la mañana, vio llegar a su celda a un guardián y un hombre vestido de negro. El guardián lo señaló. Recordó que ese hombre vestido de negro era el que había hablado el día de la entrega. El hombre de negro ordenó que lo sacaran y lo pusieran a disposición. Un guardián entró, lo tomó por la fuerza y le arrimó un pañuelo a la nariz. Unos días más tarde despertó. Estaba en una celda cinco veces más grande que la anterior, bien pintada y en mejores condiciones. Tenía un escritorio y todo lo necesario para dibujar. Se levantó y se asomó por las rejas y vio más celdas similares a la suya junto con decenas de guardianes como en el lugar donde antes estaba. En todas las celdas se apreciaban dibujos similares a las piezas que él alguna vez había fabricado. Después se dirigió hacia su escritorio y allí había una hoja con una nota de bienvenida junto a otro papel en el que se indicaba que estaba prohibido dibujar cualquier cosa ya que eso ponía en riesgo al sistema, que se le induciría a una serie de cursos para indicarle qué era lo que podía dibujar. Él pensó “de seguro sólo podré dibujar esas pequeñas piezas y sus variantes” A pesar de ello, sintió una gran alegría pues haría algo que le encantaba: dibujar.

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Un año después, platicaba con su mejor amigo de aquel nuevo lugar.–No entiendo porque sólo tenemos que dibujar esas piezas – dijo él– al menos a mi no me van a limitar, por favor ayúdame a ocultar mis nuevas creaciones.

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EL HOMBRE MÁS GORDO DEL MUNDO

Una noche antes de acostarse, escuchaba un auto estacionado frente a la casa de los vecinos con una música detestable a todo volumen. Su esposa que se alistaba para entrar a la cama hizo una mueca de resignación. Él pensó en la crisis que vivían, una de las más grandes del país en las últimas décadas. La crisis para él no sólo era económica, sino también moral. Y se reflejaba por todas partes. Televisores que funcionaban como niñeras de sus hijos, niños que faltaban el respeto a sus mayores y jamás eran reprendidos, música que se escuchaba a todo volumen por las calles del vecindario a veces hasta altas horas de la noche, jóvenes paseando en sus autos con música superflua a un volumen estridente. Y lo peor del caso, es que nadie se quejaba de nada y todo el mundo dejaba hacer cualquier cosa a aquellas nuevas generaciones. “¿En qué momento se perdió el respeto por los demás?” se preguntaba. “¿En qué momento los caprichos de las nuevas generaciones se impusieron? “¿En qué momento los padres dejaron de valorarse ellos mismos y creyeron que satisfacer los deseos de sus hijos les traería la felicidad?” se obsesionaba con la cuestión. Reflexionaba que incluso, era casi imposible ir a la casa del vecino para quejarse de que su hijo le subía a todo lo que daba a la música por temor a una represalia, o peor

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aún por miedo a terminar baleado en una disputa. La psicosis era enorme, la gente prefería no inmiscuirse en nada.

Por las noches meditaba horas sobre la cuestión “¿Qué nos paso? ¿Cuál fue el error? ¿Y ahora qué podemos hacer? ¿Qué pasará? ¿Tiene que haber un gran derramamiento de sangre para que las cosas cambien? ¿Es el único modo?” Él sabía la respuesta para cambiar las cosas, o al menos creía saberla. Educación era la clave, valores morales, enseñar el respeto a los demás, ética profesional, valores humanos, civismo, etc. “¿Pero cómo se enseña eso? ¿Cuál es el modo?” Sabía la respuesta: el sistema educativo. Era necesaria una revolución educativa, invitar a la sociedad a rebelarse, a juntarse en asociaciones civiles y presionar al gobierno para generar políticas a largo plazo en favor de la educación, políticas que fueran manejadas por grupos civiles; no por gobernantes que entraban y salían después de unos años. “¿Pero cómo hacer eso?”, reflexionaba cada noche antes de dormirse y se ponía ansioso de tanto pensar. Se presionaba a encontrar una respuesta, no quería dejar ese mundo a sus dos hijos. Sabía que él podía esforzarse lo más posible para que sus descendientes no fueran unos tiranos más. Podía educarlos de la mejor manera posible, de ese modo contribuiría a hacer un mundo mejor. Pero no era suficiente, pues sus hijos vivirían infelices en un ambiente

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donde nadie respeta nada y terminarían siendo como todos los demás, o lo que es peor: no sobrevivirían. Quería hacer algo por la humanidad y no quería que fuera cualquier cosa. Seguido escuchaba a su esposa decirle que no le diera tantas vueltas al asunto, pero él no pensaba rendirse, sabía que en la historia siempre hubo mentes que habían logrado encontrar la verdad y de algún modo trasmitirla de persona a persona para trabajar como un solo ente con gran fuerza de cambio. Con esa esperanza, aquella noche, dejó la cuestión de lado por el momento. Sabía que una respuesta le llegaría para lograr ese cambio. Le dio un beso en la frente a su esposa y se quedó profundamente dormido.

Tiempo después, exhausto de tanto trabajo, decidió tomarse las tardes para ver televisión que no había visto en meses. Y una tarde, acostado frente al televisor pensó “Santo cielo, estos programas no hacen más que apelar al morbo de la gente” También sintió que la programación cada vez era más amarillista y dedujo “Seguramente se debe a esta crisis. Al ser la mayor parte del público poco educada se inclinan por programas amarillos y morbosos donde no hay que pensar mucho”. Entonces después de aquel análisis repentinamente encontró la respuesta a su gran inquietud. “Lo tengo” pensó con una euforia que se guardo para él.

Desde entonces, empezó a comer como nunca. Comía más de cinco veces al día. Todos los días hacía escala en

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restaurantes de comida rápida gringa. Por las noches se iba a los tacos, a los hot dogs de los puestos de las esquinas.

Un año después, de pesar sesenta y nueve kilos pasó a pesar ciento veinte kilos. Continuó con su dieta de tacos, refrescos, pizzas en todo tipo de restaurantes de comida rápida gringa. Todo el mundo empezó a desconcertarse al ver como alguien que siempre se había mantenido en su peso, estaba aumentando a un ritmo muy acelerado. Su familia preocupada le preguntaba por qué estaba engordando así nada más y el jamás les contestaba. Su esposa alarmada decidió dejarlo porque siempre se negaba a hablar del problema y por más que le sugería visitar a un psicólogo para resolver sus problemas, él nunca lo hizo. Y lo que derramó el vaso de agua fue ver que estaba pagando a nutricionistas para que lo ayudaran a engordar y a veces no había ni para los gastos familiares. Su esposa ganó la custodia de sus dos hijos pequeños. A pesar de eso, él iba todos los días a visitarlos y les decía “Hijos, ya verán, yo voy a cambiar este país para que sea mejor para ustedes”

Pasaron cinco años y no paraba de comer. Llegó a trescientos cuarenta kilos. En su oficina rompió más de diez sillas. Al final, ante la imposibilidad de movimientos, el gerente le propuso trabajar desde su casa. Y así desde su casa siguió tragando comida, ordenando decenas de pizzas por día. No paraba.

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Una tarde su madre lo visitó y mientras él comía unos tacos en la mesa del comedor, ella le preguntó “¿Te has vuelto loco hijo?” “No madre” contestó “sé lo que estoy haciendo, ya verás, lo hago por todos ustedes, por el país, por todo el mundo. Esto va a ser la mejor obra de mi vida”

Cinco años después, pesaba quinientos kilos y cuando salía a la calle todo mundo lo miraba con asombro, como si se tratará de un pequeño elefante paseando por la ciudad. Mucha gente lo detenía y le decía “Señor, ¿Podemos mi familia y yo tomarnos una foto con usted?”

Él empezó a frecuentar una plaza donde se hizo conocido por su gran tamaño y gordura. Un día una televisora local lo entrevistó y le preguntó: “¿Cómo es que usted llegó a este peso?” “Fue por decisión propia, y todavía no llego al peso que me he propuesto como meta” contestó “Todavía no, ¡Vaya! ¿Y cuál es su meta si se puede saber?” preguntó el locutor con cara burlona “Seiscientos kilos, quiero ser el hombre más obeso del mundo, quiero que propaguen mi meta, estoy seguro que en un par de años lo voy a lograr”

Pasó un par de años y el hombre había sido visitado por medios y televisoras del todo el mundo: CNN, Discovery Channel, National Geographic, MTV, etc. Todas las cadenas televisoras que explotaban el morbo que ya eran la gran mayoría, lo buscaron para entrevistarlo. El hombre no podía

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moverse más, seguía trabajando desde su casa. Su madre y una ayudante que había contratado, lo asistían con el aseo personal y la comida. “Entonces usted superó a cualquier hombre gordo en este planeta y ahora acapara la atención de todo el mundo”, le preguntaron un día. “¿Ahora qué sigue? ¿Usted continuará engordando? ¿Qué es lo que se propone? ¿No necesita ayuda para adelgazar?” preguntaba un entrevistador de un programa televisivo “No, no, adelgazar no, estoy bien así, me quiero mantener. Como dije a otras televisoras esto fue decisión mía y me convertí en esto porque tengo un mensaje para todos” dijo mirando a la cámara quien tomaba cada ángulo de su gordura, que era como una enorme gelatina humana. Recostado en una cama matrimonial que abarcaba por completo, transmitió su mensaje para cientos de televisoras en todo el mundo “Tenemos que hacer una revolución educativa, tenemos que exigir a nuestros gobiernos que apuesten por la educación a largo plazo, por los valores humanos, morales, por la ética profesional, por el civismo. Tenemos que unirnos todos y hacer una sola voz que demande lo que les digo. Sólo eso cambiará el mundo. Ustedes televidentes creen que me puse así de gordo nada más por nada, pero no, me puse así porque sabía que la mayoría estaría aquí viéndome y así podría pasarles mi mensaje. La falta de educación por parte de nuestros sistemas hace que las televisoras hagan programas como este, porque el pueblo es lo que pide, y hoy es lo que

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más tenemos, estamos mal, les pido reflexionar…”. Habló de todos los detalles de su idea. Y a pesar de que la enorme audiencia inició viéndolo con la mera intención de satisfacer su morbo, no falto quienes lo escucharon atentamente y lo apoyaron.

Un año después, científicos empresarios que habían oído su discurso y habían sido testigos de su éxito, le hicieron unas piernas mecánicas que podían soportar su enorme peso. Ahora no sólo su gran peso era un atractivo morboso, sino también sus piernas. Parado frente a miles de personas por todo el mundo continuó con su evangelización; además, lo siguieron cientos de asociaciones civiles en pro de la educación. Estas asociaciones civiles daban seguimiento a planes educativos a largo plazo. A partir de ahí, el mundo comenzó a cambiar para bien.

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EL PUEBLO MOSQUEADO

Aquel hombre tenía una casa en las afueras de un pueblo de cerca de mil habitantes. Se había instalado hacía apenas un año. Era una casa pequeña pero con un gran terreno. Los pocos vecinos que tenía eran vulcanizadoras, moteles y algunas casas sin terminar de construir. En un pueblo donde el pasatiempo principal son los menesteres de otros, aquel hombre se convirtió en un misterio. Profundizó el enigma, el hecho de que con las pocas personas que hablaba, jamás mencionaba su ocupación. Lo habían visto solo tres veces en el año, en la pequeña biblioteca municipal. Jamás se le vio en el mercado, ni en el tianguis de los sábados, ni siquiera salía a comprar cosas a las tienditas del centro. “Yo le he visto afuerita de su casa sentado en su terracita en una mesita que tiene, con una computadora portátil, se queda ahí ajuerita un par de horas y vuelve a entrar” dijo una vecina. No había día que en el mercado, en el tianguis, en el centro, en las fiestas o en la iglesia que no se rumorara algo sobre él. “Posiblemente es un narco” decían unos “Pero no se viste como uno de ellos” contestaba otro “Pero no todos los narcos son iguales, yo he escuchado que unos son muy educados” conjeturó otro y así se tejieron miles de teorías sobre él.

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Después de dos años del mismo hermetismo, el pueblo fue testigo de cómo la casa de aquel hombre aumentó cinco veces su tamaño, de cómo construyó una barda alrededor de su terreno y de cómo llegaron todo tipo de muebles exóticos. Los vecinos sedientos de curiosidad mandaron a sus niños para que espiaran a aquel hombre. “Hay una alberca enorme” dijeron los niños al mismo tiempo “hay palmeras por todas partes y su casa es enorme, enorme, enorme” dijo otro niño mayor y continuó “Hay mucha gente ahí trabajando, pero el sólo está sentado en su mesita escribiendo” “Sí, sí también hemos visto que llegan muchos extranjeros y siempre le piden que firme algunos libros que sacan de sus autos, se quedan un rato y se van” dijo el mayor de los chiquillos “Pero también algunos de esos extranjeros le dejan regalos y se toman fotos con él” agregó el menor.

Los rumores comenzaron a ser un escándalo, la gente pensaba lo peor. Un día en la plaza del pueblo se congregó una muchedumbre. “¡Es un narco, de seguro!” decían “Tenemos que denunciarlo como dicen en la tele y bueno pues ¿Qué el alcalde no está al tanto?” dijo un señor con muchas canas “El alcalde dice que paga sus impuestos y todos sus servicios, que no hay nada mal con él” dijo una señora y continuó “También dice que el señor pide discreción con su ocupación” “¡Discreción!” continuó el

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señor de las canas alterado “!Nuestro alcalde está comprado¡ ¡Eso es lo que pasa! No han oído lo mal que está el país, toda la violencia que hay. Tenemos que hacer algo si no terminaremos secuestrados como muchos otros pueblos del norte que ahora no son más que pueblos fantasmas” “Hay que notificar a la policía” dijo una mujer joven “¡La policía no! De seguro también está comprada, estas personas tienen dinero para comprar a medio mundo, corrompen todo lo que hay a su paso. Tenemos que acabar con él antes de que nos secuestre y acabe con nuestro bienestar. Ahorita sólo lo vemos a él, pero ¿Quién dice que en unos días no lleguen sus matones y empiecen a manchar de sangre el pueblo?” continuó el señor de las canas quien logró ganarse el apoyo de cientos de personas decididas a hacer algo para evitar cualquier infortunio. Ese mismo día más tarde juntaron todo tipo de cosas que les pudieran servir como armas, entre ellas palos, cuchillos, hachas, machetes, pica hielos, martillos y hasta una hoz. Por la noche la muchedumbre se congregó con decenas de autos a la entrada de la casa del hombre. Todos se quedaron en sus autos. Sólo el señor de las canas bajó y tocó el timbre que estaba sobre la gran pared de entrada. Después de unos minutos el hombre abrió la puerta. La gente desde sus autos vio cómo el señor de las canas le apuntaba con una pequeña pistola y le ordenaba salir. Hombres y mujeres bajaron de sus autos con todo lo que habían recolectado como armas. Vieron lo pálido que se

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había puesto aquel hombre. Una señora gritó “¡Sucio narco!” otra gritó “¡Muera cochino narco!” luego todos decían “¡Qué muera!”. Entonces se oyó tímidamente la voz de aquel hombre: “Pero yo no soy un narco, soy escritor, se los puedo demostrar” metió las manos a sus bolsillos de donde quiso sacar su cartera, pero con el nerviosismo, sólo logró sacar una bolsa llena de mariguana. “No, no, Les juro que yo no trafico con esto, sólo la uso para inspirarme” dijo espantado. Aquel hombre continuó esculcando sus bolsillos para sacar su cartera y mientras la abría quiso decir algo más pero una pedrada en la cabeza le hizo perder el conocimiento. El señor de las canas tomó la cartera y la bolsa de mariguana mostrando las dos cosas a la multitud cada vez más atizada y dijo “Lo de la cartera se puede falsificar, pero esta bolsita de droga todos sabemos que es ¡Qué no nos quiera ver la cara! ¡Es un sucio narco!”. Una mujer de la aglomeración sacó una soga mientras la gente enardecida le tiraba más piedras y le pateaban. La mujer entregó la cuerda a uno de los hombres quien la paso por el tronco de un árbol cercano a la casa. Otros tres arrastraron al hombre y le pasaron la cuerda por el cuello. Entre cuatro hombres jalaron la cuerda hasta levantar el cuerpo. Todos gritaban “Muérete sucio narco” Aquel hombre recobró la conciencia, se tomó el cuello con desesperación, se le salieron los ojos, dio varias patadas y entonces su lengua se estiró grande y su cuerpo quedó flácido, cesaron los

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movimientos. La multitud guardó silencio y regresaron a sus autos para marcharse.

Un día después, unos extranjeros descubrieron el cuerpo colgado. Los extranjeros escribieron en varios sitios sociales de Internet que el escritor novelista Juan Gómez Tello había muerto y subieron las fotos. En las noticias locales sólo se informó que seguramente había sido un ajuste de cuentas y no se procedió a investigar nada. Mientras tanto del otro lado del océano en Francia miles de personas realizaban marchas lamentando la muerte de aquel hombre.

Una noche, en un canal de televisión local, después de las telenovelas una noticia dejaría perplejos a la gente de aquel pueblo “El hombre que fue ejecutado días atrás era un escritor mexicano famoso en países Francófonos, casi desconocido en México”. El canal pasó una entrevista que años atrás le había realizado un canal cultural que no llegaba hasta ese pueblo “¿Y entonces dice usted que encontró admiradores de sus historias en los países francófonos y que ninguna editorial mexicana le abrió las puertas?”, preguntaba el periodista. “Correcto, yo escribí mis novelas en español y toqué las puertas de muchas editoriales mexicanas y no hubo respuesta, después en broma le dije a una amiga ecuatoriana que domina el francés que debería traducir mis historias a esa lengua y buscar editores en Francia. Entonces ella me dijo, déjamelo a mí yo te las

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traduzco además tengo una amiga que es editora. Mi amiga tradujo en un par de meses mis novelas, se las pasó a su conocida editora quien quedó asombrada, de inmediato me imprimieron un par de libros y en menos de un año había vendido nueve mil quinientas copias y mis obras no paraban de venderse. Después me pidieron más, pero yo necesitaba un lugar más tranquilo que la ciudad, un lugar donde pudiera concentrarme mejor, con aire puro, busqué la musa de la tranquilidad y fue entonces que decidí irme a un pueblo pequeño…” Ante tal noticia, en el pueblo reinó el silencio, y muchos se miraron el uno al otro con ojos grandes, sin decir una palabra.

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ÍNDICE

PRÓLOGO 3

El VAMPIRO DROGADICTO 5 2

LAURA 11 6

MARIGUANA 17 9

MÓNICA 23 13

ROGER 29 16

TIEMPOS AMORALES 35 19

UN CAMBIO SIN VIOLENCIA 42 23

UNA PIEL SIN TATUAJES 48 27

VÍA EXPRESS 54 30

DIOS Y RANJIV 60 34

EL DIBUJANTE 66 38

EL HOMBRE MÁS GORDO DEL MUNDO 72 42

EL PUEBLO MOSQUEADO 79 46

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