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- Brian Haughton: Angélique Cottin, "La Niña Eléctrica" Angelique Cottin "La Niña Eléctrica" Extraños fenómenos que rondaban a la niña de la ciudad La Perrière, Francia el 15 de enero de 1846, cuando tenía 14 años. Eran las ocho en punto de la tarde y Angélique, junto con otras chicas, estaba tejiendo guantes de seda en un bastidor de roble cuando de repente comenzó a temblar como si estuviera vivo. Las niñas no podían mantenerlo quieto, sin importar quien lo intentara. Se convirtió en una angustia y los vecinos fueron avisados, estos no las creyeron, y les dijeron que continuaran con el trabajo. Así que poco a poco fueron volviendo a su trabajo de tejedores, éste se mantuvo inmóvil hasta que se acercó Angélique, comenzó de nuevo a temblar. Todas las chicas tenían miedo, pero también Angélique sintió una extraña acción sobre el objeto.

Electricos Brian Haughton

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Electricos Brian Haughton

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- Brian Haughton: Angélique Cottin, "La Niña Eléctrica"

Angelique Cottin "La Niña Eléctrica"

Extraños fenómenos que rondaban a la niña de la ciudad La Perrière, Francia el 15 de enero de 1846, cuando tenía 14 años. Eran las ocho en punto de la tarde y Angélique, junto con otras chicas, estaba tejiendo guantes de seda en un bastidor de roble cuando de repente comenzó a temblar como si estuviera vivo. Las niñas no podían mantenerlo quieto, sin importar quien lo intentara. Se convirtió en una angustia y los vecinos fueron avisados, estos no las creyeron, y les dijeron que continuaran con el trabajo. Así que poco a poco fueron volviendo a su trabajo de tejedores, éste se mantuvo inmóvil hasta que se acercó Angélique, comenzó de nuevo a temblar. Todas las chicas tenían miedo, pero también Angélique sintió una extraña acción sobre el objeto.

Cuando los padres de Angelique se enteraron de incidente, pensaron en una posesión. Por lo que la niña fue llevada a la casa parroquial para ser exorcizada. El cura no quiso saber nada de ella, pero en cambio quería presenciar por sí mismo el extraño fenómeno, y después de hacerlo, convencerse a sí mismo del fenómeno físico, aconsejó a sus padres que la llevaran a un médico.

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Más fenómenos poltergeist

Mientras tanto la situación empeoró para Angélique. Cuando trató de sentarse en una silla, ésta fue empujada o tirada lejos, tal era el poder de la fuerza que ni siquiera un hombre era capaz de sujetar la silla. Una mesa pesada de 60 libras flotó en el aire cuando ella la tocó. Si trataba de dormir en una cama, ésta se sacudía y el único lugar donde podía dormir era una piedra cubierta de corcho. Cada vez que se acercaba a los objetos ellos se alejaban, incluso sin ningún contacto aparente. El contacto más leve de su mano, del delantal o de las enaguas las cosas – incluso los muebles más pesados – volaban o saltaba, incluso con firmeza eran dados la vuelta. Las personas que estaba cerca de ella, ni siquiera sin estar en contacto con ella con frecuencia obtenían descargas eléctricas.

Un tal señor Hebert, mientras estaba sentado en un recipiente pesado, fue levantado con él en el aire. El sonido de un viento frío – como a menudo se experimenta con fantasmas o en casos de poltergeist – fue observado en su presencia. Angélique fue herida muchas veces por sus propios movimientos violentos e involuntarios cuando el poder estaba activo su corazón se aceleraba hasta 120 pulsaciones por minuto. También sufría convulsiones durante la actividad y asustada por el poder siempre huía de la escena.

Los efectos producidos, eran menores si  estaba en una alfombra o en una tela y se intensificaban notablemente si estaba desnuda tocando el suelo. Los metales, al parecer, no se sentían afectados en absoluto, lo que indicaba que se trataba de una forma de electricidad de un raro tipo. Sus “poderes” a veces se detuvieron por completo durante dos o tres días, y luego comenzaron sin previo aviso otra vez. Cuando ella estaba cansada los efectos se reducían.

Los fenómenos probados en París

El médico a quien Angélique había sido remitido la llevó junto con su padre y su madre a París. Se realizaron pruebas preliminares con el Dr. Tanchou quien fue testigo, entre otras cosas de una brisa fría que soplaba alrededor, una mesa de comedor fue movida “por el mero toque de su vestido, el sofá grande y pesado en el que estaba sentado fue ‘empujado’ con gran fuerza contra la pared tan pronto como Angélique se sentó a su lado.” El Dr. Tanchou impresionado suficientemente decidió llamar al bien conocido físico y astrónomo François Arago, y estuvo suficientemente convencido de los fenómenos psíquicos y los presenció ante un comité oficial de investigación. El comité declaró que los fenómenos eran reales y se publicó en un informe en el Journal des débats (febrero de 1846)

Arago señaló muchas cosas sobre el extraño poder de Angélique, él creía que era una especie de electro-magnetismo. Se observó que el lado izquierdo de su cuerpo, especialmente alrededor de su lado izquierdo estaba más caliente que el derecho. Su cuerpo se vio afectado por movimientos impredecibles y producía sacudidas que eran transferidas a cualquier persona que la tocara con la mano. Los fenómenos se producían continuamente, pero de manera esporádica durante el día, y más intensamente por la noche, de siete a nueve.

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Cuando un pedazo de papel, una pluma o cualquier otro objeto reluciente se colocaba en la mesa, y Angélique acercaba su mano izquierda, incluso antes de que los tocara, el objeto salía fuera de la mesa, como si fuera arrastrado por una ráfaga de viento. La mesa en sí salía volando al minuto de que ella la tocara con la mano. Si ella trataba de sentarse en un asiento éste era arrogado a una distancia, y si había alguien sentado, también era desplazado con el asiento. Un día, a pesar de que la silla estaba en manos de dos hombres muy fuertes, se rompió entre las manos. En otra ocasión, un cofre que entre tres hombres sujetaban, sentados encima, se trasladó de esta manera. Arago señala que Angélique: “no podía tocar ningún objeto sin romperlo o tirarlo al suelo. Sus observaciones también confirmaron lo que otros habían notado antes, que los muebles sólo necesitaban ser tocados ligeramente con su ropa para ser movidos o volcados.

Las anomalías magnéticas

Arago probablemente llegó a su teoría sobre electro-magnetismo después de observar la extraña sensibilidad que tenía la joven a la acción de los imanes. Una aguja horizontalmente suspendida en el aire giró rápidamente con el movimiento de su brazo, aunque no hubo contacto, o se mantenía quieto mientras se desviaba de la fuerza magnética. Cuando ella se acercaba al polo norte del imán experimentó un choque de gran alcance, mientras que el polo sur no tenía ningún efecto, ella estuvo de acuerdo en realizar muchas veces experimentos como esconder sin su conocimiento la posición de los polos de los imanes, pero siempre acertaba cuál era el polo norte, ella lo sentía. Esto fue muy similar a los intentos del alemán Kaspar Hauser, el misterioso niño, 20 años antes. Arago, sin embargo, no vio ninguna evidencia de que la joven realizara algún efecto sobre una brújula, aunque había esperado que existiera alguno.

A pesar de la naturaleza imprevisible de los fenómenos, la salud en general de Angélique Cottin era muy buena, se sugirió que algún tipo de enfermedad nerviosa podía causar esta condición. Arago resumió  sus conclusiones diciendo que el caso de Angélique Cottin desmostraba: “Que de acuerdo con las condiciones particulares, el organismo humano tiene un poder físico, que sin instrumentos visibles, levanta los cuerpos pesados, atrae o los repele, de acuerdo con la ley de la polaridad, y produce fenómenos de sonido.” Pero este no fue el final del caso.

Los padres de la niña, pobres vieron una oportunidad, decidieron, en contra de los consejos de los médicos exhibir a Angélique en París como una atracción, para que los visitantes pagaran por verla. Catherine Crowe (ver Night Side of Nature p. 301) sugirió que tras los fenómenos psíquicos había remitido, estaba convencida de que la chica fingía lo que originalmente había sido un verdadero y misterioso fenómeno.

El 10 de abril de 1846 los fenómenos remitieron, para no volver.

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¿Motivos de escepticismo?

Frank Podmore ( en Mediums of the 19th Century, pp42-3) ha mantenido que el contacto de la ropa de Angélique, particularmente el borde inferior de las enaguas, con diferentes objetos se efectúa era necesario para producir los fenómenos. Él observó, como otros de sus detractores que había ‘un doble movimiento por parte de la muchacha’, un movimiento primero en la dirección del objeto lanzado y después lo alejaba, el primer movimiento era tan rápido que generalmente no se observaba.

De hecho, este puede haber sido el caso de una o dos veces cuando se hiciera trampa, pero por el testimonio de muchas personas es difícil engañar a tantos con un simple truco de niña usando los músculos de las piernas para mover los objetos. Es posible, aunque si ella usaba un método tan obvio de engaño parece un poco exagerado que no hubiera sido detectado durante casi cuatro meses.

En cualquier caso, la explicación no resuelve que las sillas del laboratorio de física de París, donde fue investigada fueran arrojadas contra la pared con tanta fuerza que se rompió en pedazos o la mesa pesada de la cocina fuera levantada, en la que había sido colocados los platos, vasos, y en dos ocasiones fue volcada mientras que Angélique estaba siendo observada de cerca. Por desgracia, los relatos de estos fenómenos pueden ser exagerados y poco fiables, no podemos considerarlos una prueba de nada.

Otros eléctricos o niñas poltergeist

Aunque Angelique fue probablemente la ‘Niña Eléctrica” más conocida, hubo más en esa misma época. Catherine Crowe habla de una joven – Mademoiselle Emmerich, hermana del profesor de teología en Estrasburgo, que también tenía este poder ‘eléctrico’. El problema se originó a partir de un susto serio, después de que la niña cayera en un estado de profundo trance, fue acompañado de un algo grado de claridad. Su cuerpo estaba tan cargado de electricidad que  se convirtió en una verdadera pila eléctrica, como Colin Wilson pone (Poltergeist, p. 132), y dio descargas eléctricas a todos lo que estaban cerca de ella, como con Angélique Cottin, a menudo ni siquiera los tocaba. Increíblemente, ella fue capaz de dar a su hermano, el catedrático Emmerich, un shock agudo a varias habitaciones de distancia. Corrió a su habitación y cuando entró le dijo riendo: “Ah, lo sentiste, ¿verdad?”. Por desgracia, la enfermedad de Mademoiselle Emmerich terminó con su muerte.

Fuentes:

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Crowe, Catherine  The Night Side of Nature. Hertfordshire, Wordsworth Editions Ltd; London, The Folklore Society. 2000 (1848), pp301-2.

Fort, Charles  Wild Talents - In The Complete Books of Charles Fort. New York, Dover, 1974, p1032.                Inglis, Brian.  Natural and Supernatural - A History of the Paranormal. Bridport, Prism Press, 1992, pp184-6, p234.

Michell, J. & Rickard, B.  Unexplained Phenomena. London, Rough Guides Ltd, 2000, p69.

Podmore, Frank.  Mediums of the 19th Century. New York, University Books, 1963, (2 Volumes). Vol 1, pp41-43.(Originally published in 1902 as Modern Spiritualism).

Wilson, Colin.  Poltergeist! A Study in Destructive Haunting. Sevenoaks, Kent, New English Library.1982, p132.

Artículo original en inglés

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Angélique Cottin: la chica PoltergeistCompartirTwittear

Angélique Cottin era una pequeña niña campesina, que al parecer ejercía un extraño efecto

sobre las personas y las cosas, que hoy en día se conoce como psicoquinesia o telequinesia.

De hecho, los fenómenos psíquicos que ella producía son muy similares a los que

normalmente se asocian con los poltergeists. 

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A Angélique se le conocía como la «chica eléctrica» o la «chica poltergeist», y su caso,

aunque no único, fue uno de los primeros fenómenos paranormales investigados

científicamente. Como tal, Angélique merece una seria atención, no sólo por parte de los

parapsicólogos y los entendidos en la materia 

Los extraños fenómenos en torno a esta niña comenzaron a suceder en la ciudad de La

Perriere, en Francia, el 15 de enero de 1846, cuando Angélique contaba con 14 años. A las 8

de la noche, Angélique junto con otras chicas, estaba tejiendo guantes de seda, cuando, de

repente, la rueca que usaban comenzó a temblar como si estuviera viva 

Las niñas intentaron contarlo a sus vecinos, pero éstos no les creyeron y les obligaron a

continuar con su trabajo. Una por una, regresaron lentamente al taller, que se mantuvo

tranquilo hasta que Angélique llegó a él. En ese momento, las ruecas comenzaron de nuevo a

moverse misteriosamente. Todas las niñas gritaban de pánico, menos Angélique, que sentía

una extraña sensación de atracción hacia las ruecas 

 

Cuando sus padres se enteraron del incidente, pensaron que su hija debía estar poseída, así

que la llevaron a la iglesia del pueblo, a fin de que fuera exorcizada. Sin embargo, el cura

pretendía primero presenciar el extraño fenómeno por sí mismo, para convencerse del extrañ

suceso y aconsejó a sus padres que primero llevaran a la niña a un médico. 

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Mientras tanto, las sensaciones extrañas de Angélique continuaron. Cuando la niña trataba de

sentarse en una silla, ésta la empujaba hacia fuera, y era tal la fuerza del poder que ni siquiera

un hombre la podía sentar sobre ella. Si dormía en una cama, ésta se sacudía, y el único lugar

en el que podía hacerlo era sobre una gran piedra recubierta de corcho. 

Los objetos se acercaban a ella, incluso sin contacto físico aparente. El simple toque de su

mano, incluso sobre muebles pesados, hacía que éstos rebotaran y saltaran de arriba a abajo.

Las personas que estaban cerca de ella podían tener con frecuencia descargas eléctricas.

Cuando esto sucedía, el corazón de la niña latía a 120 pulsaciones por minuto, y a veces

venían acompañadas de convulsiones. 

Lo curioso del caso era que los metales no se veían afectados por su poder, lo que indicaba

que, si fuera un poder eléctrico, sería un poco raro. Sus poderes a veces desaparecían

durante dos o tres días y a continuación se iniciaban sin previo aviso. Cuando ella se

encontraba cansada, por ejemplo, los efectos se reducían. 

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La niña fue llevada a París para ser sometida al estudio médico. Allí fue examinada por el

doctor Tanchou, que fue testigo de sus poderes. Precisamente, en muchas ocasiones, el sofá

en el que se sentaba la niña se movía por la sala de consulta. El médico, sumamente

impresionado, requirió los servicios del famoso físico y astrónomo, Francois Arago. El físico

llegó a la conclusión que los fenómenos eran reales y publicó un informe en febrero de 1846. 

Arago pensaba que el poder de Angélique se debía al electromagnetismo. Señaló que el lado

izquierdo de su cuerpo, concretamente sobre su mano izquierda y la pelvis, se hallaba más

caliente que la parte derecha cuando se producían los fenómenos de la niña. Además, los

fenómenos no se producían continuamente, sino sobre todo de noche, entre las siete y las

nueve. 

Arago se inclinó aún más hacia su teoría del electromagnetismo cuando descubrió que la niña

tendía a lanzar los objetos que se movían a su paso hacia el norte, incluso la propia Angélique

actuaba como una brújula, ya que siempre lograba acertar dónde se encontraba el norte de

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algún lugar en concreto. 

A pesar de la imprevisible naturaleza de los fenómenos, la salud de Angélica era excelente,

aunque se sugería que alguna enfermedad nerviosa era lo que podía haber provocado el

origen de los fenómenos. Los padres de la chica, pobres y viendo la sugerente oportunidad,

decidieron, en contra de Arago y los médicos, realizar en París una exposición con la niña,

para que la visitaran los turistas previo pago. 

Sin embargo, el 10 de abril de 1846, los fenómenos paranormales desaparecieron, y ya no

volvieron jamás.