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Elementos modernistas en Crepusculario, de Neruda Si unánimemente solemos considerar el periodo comprendido en- tre 1895 y 1900 como el de mayor auge del Modernismo, no es tan sencillo encontrar idéntica coincidencia en el establecimiento de la fecha final de dicho Movimiento Literario. Sin embargo, ya nos parece cargado de augurios el titulo del libro publicado por Rubén en 1910, Poema de Otoño. A partir de dicha fecha comienza a pensarse que no todo es belleza. Así, herido de muerte por el mandato del mejicano González Martínez’, el cuello del cisne deja de tener la forma del asa de un ánfora griega para alcanzar su total ocaso con la muerte de Darío en 1916. No obstante, las huellas modernistas persistirían aún durante al- gunos años, hasta el extremo que todavía en 1935 Juan Ramón 2 llega a afirmar: «. -- En la poesía joven está más clara la presencia de Rubén Darío que en la intermedia. Todos los poetas de mi generación le de- bemos mucho a Darlo, incluso Unamuno, que pertenece al Noventa y Ocho pero hoy está Darío más vivo que nunca. Aparte de esto, puede decirse que nos hallamos en pleno modernismo. Hay actual- mente en España un gran entusiasmo por la poesía. Por lo demás, el modernismo existirá siempre —con el nombre que sea, porque el nom- bre se lo ponen los demás—, ya que no se trata de una escuela sino de un movimiento permanente.>’ Prescindiendo de las reservas que podamos mantener respecto a la aceptación total de las palabras del poeta de Moguer, es evidente que 1 Enrique González Martínez, Los Senderos Ocultos, Mocorito, 1961. 2 Juan Ramón Jiménez, «El Modernismo poético en España y en América», La Voz, Madrid, 18-111-1935.

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Elementos modernistasen Crepusculario, de Neruda

Si unánimementesolemosconsiderarel periodo comprendidoen-tre 1895 y 1900 como el de mayor augedel Modernismo,no es tansencillo encontraridéntica coincidenciaen el establecimientode lafechafinal de dicho Movimiento Literario.

Sin embargo,ya nosparececargadode auguriosel titulo del libropublicado por Rubén en 1910, Poema de Otoño. A partir de dichafechacomienzaa pensarsequeno todoes belleza.Así, heridode muertepor el mandatodel mejicano GonzálezMartínez’, el cuello del cisnedeja de tener la forma del asa de un ánfora griegaparaalcanzarsutotal ocasocon la muertede Darío en 1916.

No obstante,las huellas modernistaspersistiríanaún duranteal-gunosaños,hastael extremoque todavíaen 1935 Juan Ramón2 llegaaafirmar: «. - - En la poesíajovenestámásclarala presenciade RubénDarío queen la intermedia.Todos los poetasde mi generaciónle de-bemos mucho a Darlo, incluso Unamuno, que perteneceal Noventay Ocho pero hoy está Darío más vivo que nunca. Aparte de esto,puededecirse que nos hallamos en pleno modernismo.Hay actual-menteen Españaun gran entusiasmopor la poesía.Por lo demás,elmodernismoexistirásiempre—con el nombrequesea,porqueel nom-bre se lo ponenlos demás—,ya que no se trata de una escuelasinode un movimiento permanente.>’

Prescindiendode las reservasque podamosmantenerrespectoa laaceptacióntotal de las palabrasdel poetade Moguer, es evidenteque

1 Enrique GonzálezMartínez,Los SenderosOcultos, Mocorito, 1961.2 JuanRamón Jiménez,«El Modernismopoético en Españay en América»,

La Voz, Madrid, 18-111-1935.

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la poesíaescrita en lengua españolacon posterioridada 1920 tieneun arranqueperceptiblementemodernista.

En medio de este panoramapoético entra en el mundo literarioun joven chileno quemediosiglo despuésllegaríaa alcanzarel PremioNobel de Literatura; nos referimos,claroestá,a Pablo Neruda, cuyaevoluciónestéticaexpresaJaimeAlazraki en los siguientestérminos,diciéndonosque es «primerode facturamodernista,despuésde paren-tescovanguardista,luego, plegándosea la poesíacombativa,llamadasocial en la jerga literaria, parafinalmenteseguir direccionesquesoncreacióndel propio Neruda».

Según Margarita Aguirre ~, algunasde las composicionesque in-tegran Crepusculario datande 1920, pero, como es de todosconocido,el libro no aparecehasta el año 1923.

Por reglageneralsueledecirsequees en estaobra inicial en dondese encuentranlos rasgos más relacionadoscon el modernismoquepuedenhallarseen Neruda,siendoéstosescasosy referentesa las men-ciones de piedras preciosas,etc. Sin embargo, una lectura mínima-menteatentade Crepusculario nos ofrece un panoramamuy distinto.En este sentidohe procuradoagruparaquelloselementosquepudie-sen tenerun arranquemodernistay quemásdestacanen los poemasdel libro mencionado.

De 1894 data la más antigua definición que del Modernismo nosda el propio Rubén: a.. - De esta conjunción admirableha nacido yse ha desarrolladoen América lo que generalmentese llama Moder-nismo, queno es otra cosaqueel versoy la prosacastellanospasa-dos por el tamiz del buen verso y de la buenaprosafrancesa.»Porello, Jean Franco afirma que «Francia fue la fuente más importantede abastecimiento,en parte porque se considerabala civilización fran-cesa como el modelo más elevado de elevancia,y en parte porqueun gran número de acaudaladoslatinoamericanosvivían en Paris bre-ves o largos períodos y allí adoptabancriterios de valoración fran-ceses>’. No obstante, Federico de Onís6 advierte que cl Modernismono es, en modo alguno, un afrancesamientode las letras bispánicas.Durante todo el siglo xviii yxíx, nuestra literatura no hace más quevivir a la sombra de las corrientes literarias francesas.Sin embargo,ahora, aunquederivada de ellas, surge una nueva actitud que da vida

JaimeAlazraki, Poética y poesíade Pablo Neruda, Las AméricasPublishingCompany,New York, 1965, pág. 7.

Margarita Aguirre, “Cronología de Pablo Neruda’>, en las Obras Completasde Pablo Neruda, Edit. Losada,Buenos Aires, 1968, p. 9 del vol, 1.

5 JeanFranco, La Cultura Moderna en América Latina, EdiL JoaquínMortiz,México, 1971, p. 20.

6 Federicode Onís, Introduccióna la Antología de la PoesíaEspañola e His-panoamericana,Edit. Las Américas Publishing Company,Nueva York, 1961, pá-gina xiv y XV.

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a nuestra poesía y que será patrimonio exclusivo de las lenguashispanas.

CuandoNerudaescribeCrepusculario todavíaflota en el ambiente—y más en el de provincias— la esenciapoética modernista.Por ello,el entronquecon la poesíafrancesaque hemosvenido comentandosemantendráen el poeta chileno, lo que lleva a FernandoAlegría adecir que «la poesíafrancesaes parte tan integral de la tradición his-panoamericanacomo la española».Y dentro de la más pura tradiciónpoéticafrancesaseencuentra«El Nuevo Sonetoa Helena»,cuyahuellade Ronsard reconoceel propio Neruda en el primer verso: «Cuandoestés vieja, niña (Ronsardya te lo dijo)», aparte que la maneradetratar el latino tema del Carpe Diem es totalmente francesa,conser-vando, incluso, el nombrede Helena:

«Cuandoestésvieja,niña (Ronnardya te lo dijo),te acordarásde aquellosversosqueyo decía.Tendráslos senostristesda amamantartus hijos,losúltimos retoñosde tu vida vacía.- -

Yo estarétan lejanoque tusmanosde ceraararánel recuerdode mis ruinasdesnudas.Comprenderásquepuedenevaren Primaveray queenla Primaveralas nievessonmáscrudas.

Yo estarétan lejanoque el amory lapenaqueantesvacié en tu vida comoun ánforaplenaestaráncondenadosa morir enmis manos...

Y serátardeporquese fue mi adolescencia,tardeporquelas flores unavez danesenciay porqueaunqueme llamesyo estarétan lejano.-

Por otro lado, temas tan importantescomo los relacionadoscon elclasicismo grecorromanollegan indirectamentea los modernistas,esdecir, a travésde Francia,y seaprovechanintroduciendode nuevoenla poesíatoda la cultura mitológica, al igual que la escandinava,a laque quizáse recurriesepor lo que encerrabade medievaly legendaria.

Así, Crepuscuiario se abre con el nombre de una divinidad griega,Helios, cuyo tercer poematitula «Pantheos»,escrito, como la Helenadel Nuevo Soneto, con fi, a la maneragriega, subrayando,de estemodo, la esencia helénica de dos vocablos de indiscutible origengriego.

El mismo origen tiene la estructurade la fábula de Pelleasy Me-lisanda, cuyo ambiente nos evoca con insistenciael recuerdode la

7 FernandoAlegría, «La Evolución Poéticade Pablo Neruda»,en Aproxima-cionesa Pablo Neruda, simposioorganizadopor Angel Flores, Edit. Ocnos,Bar-celona,1974,p. 9.

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Mitología. Así, «zumbael vuelo perdidode las lechuzasciegas»,recia-mente, las aves de Atenea.

A pesardel paralelismoque la fábula nos pudieseevocarcon Poli-femo y Galateao con Acis y Galatea,no me parecerazonablepensarya en un influjo del barrocoespañol—innegable,por otro lado, enNeruda, pero en añosposteriores—estudiadoy comentadopor Sainzde Medrano~.

Y entre los recuerdos del mundo griego no podía faltar la pre-senciadel ánfora, tantasvecesexpuestaen las composicionesmoder-nistas, que ya hemos tenido ocasión de encontrar en el primertercetodel «NuevoSonetoaHelena»,como recipientede sentimientos.

Otro anhelode los modernistasfue la creaciónde un ambientedevaguedady ensueño,recuerdo, al mismo tiempo, de galantesépocaspasadas.En este sentido,el jardín juega un papel fundamental,sien-do, tal vez, los jardines recorridos por el Marquésde Bradomín losmás ilustres ejemplos.

Esta cargasimbólica es la que encierrael jardín en «Inicial»: «Heido bajo Helios, que me mira sangrante/ laborandoen silencio misjardines ausentes.»Otro tanto ocurre en «El Encantamiento»,dePelleasy Melisanda:

«Melisanda,la dulce, se ha extraviadode ruta:Pelleas,lirio azuldeun jardínimperial,se la lleva en losbrazos,comoun cestodefruta.»

En esteúltimo caso,el jardín es calificado de «imperial’>, conceptomuy presenteen los modernistas,ya que una de las etapashistóricasque más atractivo ejerce en el Modernismo,aparte,claro está,delsiglo xviii, es la correspondienteal Imperio. Prescindiendodel re-cuerdode Marquina,etc., la misma «MarchaTriunfal» de Rubénestáimpregnadade espíritu imperial. No obstante,en el ejemplo de Ne-ruda es evidentequeel adjetivo no tiene otra intenciónque la simple-menteevocadorade unaépocapasaday refinada.

Elementoinseparabledel jardín es la fuente, en la que los poetasmodernistasadmiraronsu valor escultórico,el sonido queen sus pie-dras producíael agua, o, simplemente,el ejemplo de fugacidad quepudieraofrecer.

En Crepuscularioaparecendos fuentes,unaen «Inicial» y otra en«La Muerte de Melisanda»:

8 Luis Sainz de Medrano,«Sobre Neruday los ClásicosEspañoles».Separatade Anales de Literatura Hispanoamericana,núms. 2-3, Madrid, 1973-1974.

9 Ramóndel Valle-Inclán, Sonata de Otoño, Sonata de Invierno y SonatadePrimavera,

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«A la sombradelos laurelesMelisandamuereen silencio.

Porella llenarála fuenteun llanto trémulo y eterno.»

De las flores que pudiésemosconsiderarcomo modernistas,talvez seala rosauna de las que cuentacon máslarga tradición y, porlo general, como expresiónde belleza, a pesarque Jorge Guillén II

escribiese:«La palabra ‘rosa’ no es más poéticaque la palabra ‘polí-tica’. Por supuesto,‘rosa’ huelemejor que‘política’, simple diferenciade calidadesrealesparael olfato.» En Crepuscularioestaflor encierradiversas significaciones: los propios versos del poeta en «Inicial»;fuente de placer, principalmenteerótico, en «Morena la Besadora».AmadoAlonso~ ya pusode manifiestoestaactitud diciendo: «No cabeduda de queen esapoesíaamorosade juventud, todo rosal lleva unacargamuy especialde apetito erótico, pero,en fin, el rosal se refierea lo apeteciblede la vida.»

En «Barrio sin luz», la rosaes algo tan puro quecorre el peligrode perdera poca costasu pureza; es unamaneramás de presentarlo bello, como volveráa ocurrir en «Mariposade Otoño»,en la «Sin-fonía de la Trilla» y en «La Muerte de Melisanda».

Y si la rosa,como tantasotrasflores, son llevadasa la poesíaporlos modernistases debido a la bellezaqueencierran;belleza quenoes sólo visual, sino que se extiendeen todaunagamaamplia de sen-sualidad, destacándoseentre sus cualidadesel aroma. Los dos ejem-píos de esta línea quehallaron en Crepuscuiarioestánen «El NuevoSonetoa Helena»,en dondeademásevocan la idea de fugacidad dela hermosura,y en «Sensaciónde Olor» que,apartedel titulo, se abrecon unos versos claramenteambientales:

«Fraganciade lilas..»

Indisolublementeunido al Modernismoestá lo exótico y con ellonosencontramosen variasocasionesalo largo de las páginasdel libroque venimos comentando.De hecho, en «Esta Iglesia no Tiene>’, lapresenciadel inciensoy de los lampadariosvotivos nos sugieretodoun mundofastuoso;mundoqueno se intensificaráen «Tengo Miedo»,en dondelas evocacionesrubenianasson innegables:

«Tienemi corazónun llantodeprimaveraolvidadaenel fondo de un palaciodesierto.»

lO JorgeGuillén, Lenguajey Poesía, Alianza Editorial, Madrid, 1969, p. 195.II Amado Alonso, Poesíay estilo de Pablo Neruda> Edit. Sudamericana,Bue-

nosAires, 1968,4. edición,p. 224.

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Y entre las muestrasde exotismohemosde citar el lujo y suavidadexpresadospor medio de la sedaen «Mancha en Tierras de Color».Como crítica es la descripciónde «La Cabellera»de Melisanda:

«Pesada,espesay rumorosa,en la ventanadel castillola cabellerade la Amadaesun la¡npadarioamarillo.»

Y el poema siguiente, «La Muerte de Melisanda»,vuelve a estarpresenteel castillo, con todas sus sugerenciaslegendarias.

Como también se encuentrandentro de la misma línea de exotis-mo las Quimerasde la «Oración» y los rojos de «Aquí estoy con mipobrecuerpo»,rojos que surgendel metal noble por excelenciacomoes el oro:

«Aquí estoycon mi pobrecuerpofrenteal crepúsculoqueentintade oros rojos el cielo de la tarde:

mebastacon sentir frente a mi cuerpotristela inmensidaddeun cielo de luz teñido deoro.»

Y relacionadocon la temáticade castillos, princesas,sedas,oros,etcétera,apareceen la «Sinfonía dc la Trilla» un relincho de cristal,como en «La Muerte de Melisanda», «habrá galope de corceles ¡ lu-narios ladridos de perros».

Pero el Modernismo,en su afán por crear un mundo de bellezaalejadodel real, recurre a la búsquedade animales que por su colo-rido y forma —como es el caso del cisne—> o por los lugaresen losque viva pueda contribuir a la evocacióndel exotismo que venimosaludiendo.Esto es lo que ocurre con el tigre en «Aromas Rubios enlos Camposde Loncoche»,así como con las mariposasen «Sinfoníade la Trilla», en dondeellas,todas dulzura, colorido y suave fragilidad,llegarían a trillar; simbolismo—la expresiónde la delicadezasuma—que vuelve a apareceren la «Canciónde los AmantesMuertos»: «Cuan-do moría una mariposa¡ lloraban los dos.»

Por otro lado, el empleo del vocablo «lebrel», así como el de «cor-cel», nos vuelven a hacer pensar en pasadosesplendoreshistóricos.No en vano surgenen «La Cabellera»y en «La Muerte de Melisanda>’.

No obstante,las huellasmodernistasen estelibro inicial de Nerudano se reducena la utilización de determinadosconceptos,sino quetambién afectaal empleo del léxico, ya que es frecuenteque nos ha-llemos ante participios de presentecon toda su carga expresiva deacción captadaen plena realización: «rosas tremantes’> en «Inicial»;«mancha volante» en «Mariposa dc Otoño»: «tarde doliente» en «Me-

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lisanda».Otro tanto podemosdecir del recursoa los cultismos,comoen «Pantheos»cuandoconsideraalbas las manos;en «El Nuevo So-neto a Helena»,el ánfora está plana; en la «Oración»podremosleerimpolutas y laceria; comolas alamedasbifrontes y el terraplén yacenteen los «Aromas Rubios en los Camposde Loncoche»;y La mariposavototea en «Mariposa en Otoño»; hasta que el cuerpo de Melisandallega a serunahostia.

Finalmente, la métrica es elementode capital importanciaen elModernismo,tanto por las innovacionesestróficascomo por la reacti-vación de formasde remoto origeny ya poco usuales.En estesentido,Navarro Tomás>2 considerael alejandrinocomo verso principal en talperíodo.Y en Crepusculario, Nerudanos ofrececinco composicionesen alejandrinos,de las que cuatro,precisamente,son sonetos,el tipode poemaqueadoptóDarío «definitivamentecon los cuatro de La Re-volución Francesa, los cuatro de Azul, 1888, y los muchos otros quecompusodespués.Su ejemplo fue inmediatamenteseguidopor Juliándel Casal, Salvador Díaz Mirón, Salvador Rueda y los poetas pos-teriores»“.

En la breve exposiciónque suponenlas presentespáginashemospodido comprobarcómo el libro inicial de Neruda, Crepusculario,presentauna huella modernistamucho más profunda y marcadadelo quecon sumageneralidadsuelepensarse,acostumbradoscomo es-tamos al autor de las Residencias,del Canto General, de las Odas,etc.

Pablo Neruda, el Pablo Neruda que hemos llegado a considerarcomo una de las figuras más claras de lo que consideramoscomopoesíapolítica, antagónica,por lo tanto, del Modernismo,nos ofreceen su trayectoriaestilística un vivo ejemplo de lo que Tamayo Var-gas14 consideracomo origen de la poesíaactual cuando escribe: «lapoesíade hoy arrancade una síntesisde modernismoy antimoder-nismo. Búsquedade un lenguaje,por unaparte. Francarevolución,por otra, hacia temasmás simplesy más en contactocon el hombremismoy su medio ambiente».Esta última idea constituiríamástardeel anhelo del poeta, motivado por el contacto con la crueldadde laguerra y que expone en «Explico Algunas Cosas»,de España en elCorazón, indiscutible punto de partida de su poesíasocial y política:

«¿Preguntaréispor quésu poesíano noshabladel sueño,de las hojas,delos grandesvolcanesde supaísnatal?

¡2 Tomás Navarro Tomás, Métrica española, Edit. Guadarrama,Madrid-Bar-celona,1974,4: edición,PP. 419y ss.

13 TomásNavarroTomás,op. cit, 424.14 AugustoTamayoVargas,Introduccióna Nuevapoesíaperuana, El Bardo,

colección de poesía,Barcelona,1970, p. 7.

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Venida verla sangrepor lascalles.¡Venid a verla sangrepor lascalles,veniraver la sangrepor las calles!» 15

JUAN JosÉ AMANTE BLANCO

Universidad Nacional Educacióna Distancia

15 PabloNeruda,Obras Completas,Edit. cit, p. 277.