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8/14/2019 Elites Rurales y El Consumo de Arte y Objetos de Lujo_Frederic Aparisi
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RAFAEL GARCA MAHQUES
VICENT FRANCESC ZURIAGA SENENT
(Eds.)
IMAGEN Y CULTURALa interpretacin de las imgenes
como Historia cultural
Volumen I
8/14/2019 Elites Rurales y El Consumo de Arte y Objetos de Lujo_Frederic Aparisi
2/22
De ledici: Generalitat Valenciana, 2008
Dels textos: els autors i les autores
Direcci General del Llibre, Arxius i Biblioteques
Directora general del Llibre, Arxius i Biblioteques: Silvia Caballer Almela
Biblioteca Valenciana
Monestir de Sant Miquel dels Reis
Av. de la Constituci, 284
46019 Valncia - Espanya
Disseny, maquetaci i correcci: Emili Morales Pabn
rea de Publicacions. Direcci General de Relacions amb les Corts i Secretariat del Govern
Conselleria de Presidncia
ISBN: 978-84-482-5065-2 (O.C.)
Vol. I: 978-84-482-5090-4
Vol. II: 978-84-482-5091-1
Dipsit legal:
Imprs a Espanya
Queda prohibida la reproducci total o parcial deste llibre, aix com la inclusi en un sistema
informtic, la seua transmissi en qualsevol forma o mitj, tant electrnic, mecnic, per foto-
cpia, registre o altres mtodes, sense el perms previ i per escrit dels titulars del copyright.
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NDICE
VOLUMEN I
PRESENTACIN
LA INTERPRETACIN DE LAS IMGENESCOMO HISTORIA CULTURAL. MARCO DEL ENCUENTRO
El proyecto Los tipos iconogrficos y una reflexin sobre la terminologa en los
estudios iconogrficos. Rafael Garca Mahques
SESIONES PLENARIAS
La mujer salvaje. De la emblemtica al espectculo. Pilar Pedraza
La urna como jeroglfico: Francisco de Borja, despojo y reliquia.Jaime Cuadriello
De la Mscara. Rembrandt, Autorretratode Boston: una alegora de la Pintura y
algo ms. Imagen de la muerte y resurreccin en Miguel ngel. Jess Mara
Gonzlez de Zrate
ESTUDIOS
Del Jardn de las Hesprides al Hortus Conclusus. Interpretacin iconolgica de laportada del claustro de Santa Mara Coronada en Medina Sidonia. Antonio
Aguayo Cobo
La leona, smbolo de la mala mujer. Mara del Mar Agudo Romeo
La emblemtica en las imgenes jesuitas novohispanas del templo de la Santsima
Trinidad en Guanajuato. Monserrat Georgina Aizpuru Cruces
El smbolo poltico del nogal en los Emblemata centum regio politica de Juan de
Solrzano. Ana M. Aldama Roy
Incidencia de la emblemtica en la herldica. Escudos valencianos. Asuncin Alejos
Morn, Oreto Trescol Bordes y Desire Juliana Colomer
Pobreza y riqueza en los libros de emblemas espaoles. M. Dolores Alonso Rey
Emblemtica mariana no convento de So Francisco de Salvador, Bahia, e seus
modelos europeus. Rubem Amaral Jr.
Los Borja en Valladolid: arte, iconografa y emblemtica. Patricia Andrs Gonzlez
San Giacomo matamorosin difesa dellImmacolata Concezione: iconografia e sig-
nificato della decorazione di Santa Maria Porta Paradisi. Alessandra Anselmi
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Los Emblemata centum regio politica (Madrid, 1653) de Juan de Solrzano. Bea-
triz Antn
lites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo en el Pas Valen-
ciano durante la Baja Edad Media. Frederic Aparisi Romero
El emblema al servicio de la fe: el Evangelio emblematizado. Jos Javier Azanza
Lpez
De los bestiarios a los libros de emblemas: palabra e imagen para la salamandra
en Francia (ss. XIII-XVII). Teresa Baquedano
Metfora, smbolo y alegora: las tres Gracias del emblematismo. Christian Bouzy
Imgenes para el recuerdo: el sepulcro de Esteban Domingo y su capilla funeraria
en la catedral de vila. Sonia Caballero Escamilla
La belle dame sans merci. Aproximaci a la iconografia moderna de la mort. De
Poussin a Picasso. Eduard Cairol Carab
Ecos de un nuevo Francisco de Ass. Gestacin, difusin y ejemplos de la interpre-
tacin contrarreformista del santo. Slvia Canalda i Llobet
Emblemas para un prncipe: el manuscrito 2492 de la Biblioteca Nacional. Berta
Cano Echevarra y Ana Sez Hidalgo
El programa iconogrfico del De Laudibus Sanctae Crucisde Rabano Mauro a par-
tir del ejemplar custodiado en la Biblioteca Histrica de la Universidad Com-
plutense de Madrid (BH MSS 131). Helena Carvajal Gonzlez
El mito de Acten en la emblemtica neolatina. M. Dolores Castro Jimnez
Emblemtica y arte de la memoria en el Nuevo Mundo: el testimonio de Guamn
Poma de Ayala. Csar Chaparro Gmez
La utilizacin del gnero emblemtico en las entradas virreinales novohispanas y
su proyeccin en el siglo XIX mexicano.Juan Chiva Beltrn
La iconografa en las custodias valencianas (ss. XVI-XX). Francisco de Paula Cots Mora-
t
Entre el tmulo imperialy el llanto de Occidente. Emblema y arquitectura en las
exequias de los Austrias en la Nueva Espaa. Luis Javier Cuesta Hernndez
La ostensin de la patena: gnesis, desarrollo e interpretaciones artsticas de un
gesto litrgico en la Edad Media. Patricia Sela del Pozo Coll
Los estudios de emblemtica hispana en la perspectiva del giro visualen la post-
modernidad. Fernando R. de la Flor
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Los santos elegantes. La iconografa del joven caballero y las polmicas sobre el
lujo en el arte gtico hispano.Juan Vicente Garca Marsilla
La Escuela de Atenasde Rafael y su difusin en la prensa romana de finales del
siglo XVIII. Esther Garca Portugus
La ystria de Joseph de Joan Carbonell. Font literria del programa de Ribalta per
a la capella de Sant Josep a Algemes. Joan Carles Gomis Corell
Las Vrgenes abrideras durante la Baja Edad Media y su proyeccin posterior. Irene
Gonzlez Hernando
VOLUMEN II
Post tenebras spero lucem: presencia emblemtica en las ediciones ilustradas del
Quijote. Fernando Gonzlez Moreno
Remedios contra el olvido. Emblemtica y conquista en los muros del primer san-
tuario mariano de Amrica. Rosario Ins Granados Salinas y dgar Garca Valencia
Influencia de la Hypnerotomachia Poliphilien la arquitectura valenciana del Rena-
cimiento temprano. Federico Iborra Bernad
Promesa para una hiptesis muy provisional de la secuencia emblemtica. Vctor
Infantes
La Epifana de la Adoracin de los Magos. Fuentes e iconografa. M. Teresa Izquier-
do Aranda
Entre el barroco colonial y la tradicin europea. Una fachada de arquitectura obli-
cua en el Pirineo altoaragons: las portadas de la iglesia del monasterio nuevo
de San Juan de la Pea. Natalia Juan Garca
Programas iconogrficos monumentales gticos: usos, funciones e historia local.
Luca Lahoz
Fe y obras: un discurso contrarreformista en la sillera del coro de la catedral de
Lugo. Marica Lpez Caldern
Las empresas de Giacomo Saporiti a las heroicas hazaas del duque de Osuna,virrey de Sicilia. Sagrario Lpez Poza
Tabula Cebetis: el programa iconogrfico del comedor de los prncipes de Asturias
del Palacio de El Pardo.Jos Manuel B. Lpez Vzquez
Las murallas de Tebas y Jeric o el poder de la msica. M. Paz Lpez-Pelez Case-
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Una herldica urbana y popular: los escudos de las fallas de la ciudad de Valencia.
Jess Peris Llorca
Una obra musical profana indita de san Francisco de Borja: Ay! qu cansera,
dxeme Usted. Miguel ngel Pic Pascual
Las figuras alegricas del mural de la Feria de San Marcos. Suma y reflejo de una
pequea ciudad de la provincia mexicana. Luciano Ramrez Hurtado
Les arts figuratives i la didctica de la literatura: exemple de la llegenda del lladre
penedit. Llus Ramon i Ferrer
Mariologas o Letanas Lauretanas sobre madera hasta 1750. Interferencias, arte y
cultura en el antiguo reino de Galicia. Ivn Rega CastroAtheneo de grandesa (1681), un ejemplo de literatura emblemtica catalana. Al-
ma Linda Reza Vzquez
Fortuna, la muerte y el arte de la Pintura: una lectura emblemtica de El gabinete
del pintor, de Frans Francken el Joven. Carmen Ripolls Melchor
Virgo Potens: alabanzas marianas y zoologa fantstica en la sillera de la Colegia-
ta de Guadalupe. Lenice Rivera
Reconstruccin de la inslita iconografa del patriarca Ribera difundida en la ciu-
dad de Valencia durante las fiestas de su beatificacin. Raquel Rivera Torres
Lusitania liberata. La guerra libresca y simblica entre Espaa y Portugal, 1639-
1668. Inmaculada Rodrguez Moya
A la caza del ciervo. El smbolo del ciervo y sus fuentes en los Hieroglyphica de
Pierio Valeriano, Horapolo y el Physiologus. Antonio Rojas Rodrguez
La imagen del hroe en el teatro barroco espaol. Garca de Paredes y la construc-
cin de un emblema.Jos Roso Daz
La Dormicin de la Virgen Mara en el arte bizantino durante la dinasta de los
Palelogos: estudio de cuatro casos.Jos Mara Salvador Gonzlez
El Cristo serafn de la Estigmatizacin de san Francisco. Rafael Snchez Milln
Emblemas para una emperatriz muerta. Las honras madrileas de la Compaa
por Mara de Austria.Jorge Sebastin Lozano
Masonera y socialismo en los murales de la Escuela Nacional de Agricultura. Ana
Mara Torres Arroyo
La presencia de Tuilio en su edicin de los comentarios a los Emblemasde Alciato
(Padua, 1621). I. Los comentarios de El Brocense.Jess Urea Bracero
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Materia, imagen y magia en los Papiros mgicos griegos. M. Luisa Vzquez de gre-
dos Pascual
Imgenes del Inframundo: las puertas al Infierno. Cristina Vidal Lorenzo
La cena del rey Baltasar. Luis Vives-Ferrndiz Snchez
El emblemtico catecismo de la Compaa de Jess y su influencia en la formacin
del imaginario doctrinal de la Contrarreforma. Rafael Zafra Molina
La emblemtica en las entradas reales de la corte de los Austrias. Teresa Zapata Fer-
nndez de la Hoz
Los tipos iconogrficos, culto e imgenes de los santos de la Orden de la Merced:el ejemplo de san Ramn. Vicent Francesc Zuriaga Senent
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EL crecimiento econmico del Pas Valen-ciano en el Cuatrocientos se tradujotambin en un esplendor cultural y artstico.
El siglo XV es el gran siglo de la lengua cata-
lana, que tiene en los autores valencianos,
como Ausis March, Joanot Martorell o Joan
Ros de Corella, entre otros, a sus mximos
exponentes. Los vnculos comerciales con
Flandes y las repblicas de la pennsula ita-
liana favorecen tambin el flujo de nuevos
cnones artsticos, que renuevan el arte va-
lenciano. La Lonja, la universidad o los fres-cos de la catedral son ejemplos de ese auge
econmico y del desarrollo artstico de la ca-
pital del reino.
Valencia fue el principal ncleo de este
esplendor econmico, cultural y artstico,
pero no el nico. A finales del siglo XIV la
corte ducal de Alfons el Vell en Gandia era
ya todo un referente como centro literario y
cuna de los grandes escritores antes citados.
Las principales villas y ciudades del reino se
convirtieron tambin en ncleos artstiscos y
culturales de importancia. Junto a Gandia,ya citada, Morella, Sant Mateu, Castelln de
la Plana, Jrica, Segorbe, Alzira, Jtiva, El-
che, Orihuela o Alicante contribuyeron a ha-
cer del siglo XV el siglo valenciano por exce-
lencia.1
* Becario de Investigacin. Programa V Segles de la Universitat de Valncia-Estudi General.1. GRACIA, C. Histria de lart valenci. Valencia: Institut Valenci dEstudis i Investigacions (en adelante, IVEI)Alfons el Magnnim, 1995, pp. 275-276. FALOMIR, M. Arte en Valencia, 1472-1522. Valencia: Consell Valen-ci de Cultura, 1996, p. 153. Vase Fig. 1.
LITES RURALES Y EL CONSUMODE OBJETOS DE ARTE Y PRODUCTOS
DE LUJO EN EL PAS VALENCIANODURANTE LA BAJA EDAD MEDIA
Frederic Aparisi Romero*
Universitat de Valncia
Fig. 1. Villas y ciudades del Pas Valenciano enla Edad Media referidas en el presente trabajo(elaboracin propia).
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En todas estas villas y ciudades tienen
un marcado peso las actividades econmicas
relacionadas con la agricultura. Campesinos
son la mayor parte de sus vecinos y en la tie-
rra est la principal fuente de riqueza. Pese a
todo ello, estos ncleos tienen un marcado
carcter urbano y en algunos casos, como
Xtiva, Orihuela, incluso Castelln, Alzira y
Gandia, existe una activa burguesa, que, en
cualquier caso, poco tiene que ver con la
burguesa dinmica y comerciante de la ciu-
dad de Valencia. Fue esta burguesa urbana,junto con la nobleza, la que en mayor medi-
da foment el consumo de objetos de arte y
de lujo.2
Sin embargo, hasta el momento no se
ha tenido en cuenta el papel que la socie-
dad rural jug en la creciente demanda de
productos artsticos, atribuyendo sta nica-
mente a la aparicin de una rica burguesa
urbana.3 A lo largo del siglo XV los encargos
de objetos artsticos crecieron de forma
notable en la sociedad valenciana. Los testa-
mentos, inventarios post-mrtem e inventa-rios por embargo, as como las recrimina-
ciones de los intelectuales y moralistas,
atestiguan la riqueza y el lujo en diversos as-
pectos de la vida cotidiana, una ostentacin
sin precedentes hasta entonces en el reino
valenciano. Este crecimiento difcilmente
puede ser explicado en esa red de villas y
ciudades de segundo orden que vertebran el
territorio valenciano sin la participacin de
la sociedad rural y, ms concretamente, de
las lites rurales. Ellas favorecieron la de-
manda tanto de forma colectiva, animando
a sus propias comunidades a ornamentar sus
iglesias y otros espacios comunes, como, y
sobre todo individualmente, invirtiendo en
piezas de orfebrera y mobiliario de lujo.
1. La estratificacin interna de la co-
munidad rural
Durante largo tiempo, los historiadores
han contemplado la sociedad campesina co-
mo un bloque homogneo carente de inicia-
tiva propia y a merced del dominio seorial.
Sin embargo, las investigaciones ms recien-tes muestran no slo una comunidad cam-
pesina activa y decidida, sino, adems, je-
rarquizada en su interior. Ni Marc Bloch ni,
dcadas despus, Georges Duby centraron
sus estudios en la comunidad campesina, si-
no que ms bien ellos se preocuparon por
el seoro, sus formas y su continuidad en el
tiempo, tratando de explicar la sociedad
medieval en el marco de ste. Desde esta
perspectiva, la sociedad campesina se les
presentaba como un ente inmvil en el
tiempo y uniforme en su composicin. Es afinales del siglo XX cuando la historiografa
comienza a perfilar los trazos internos de la
masa campesina, al hacer de estas comuni-
dades su objeto historiogrfico. Emmanuel
Le Roy Ladurie, Guy Bois, Ferran Garcia-Oli-
ver o Antoni Furi son quienes, al estudiar
las comunidades de Languedoc, la Norman-
da oriental y del Pas Valenciano, detectan
la estratificacin interna del campesinado y
la existencia de un grupo de agricultores que
sobresala sobre el resto de la comunidad, si
bien tampoco ellos prestaron una atencin
2. Richard Goldthwaite ha sido quien ha estudiado el tema del arte desde una perspectiva econmica, aten-diendo a la produccin, la productividad, las tcnicas, la demanda y el mercado. Vase GOLDTHWAITE, R. Eco-nomic parameters of the Italian Art Market (15th to 17th Centuries), en FANTONI, M. et al. (ed.). The ItalianArt Market (15th to 17th Centuries). Florencia: Panini, 2002, pp. 423-444. Tambin The empire of things:consumer demand in Renaissance Italy, en KENT, F.W. (ed.). Patronage, art and society in Renaissance Italy.Londres: Oxford, 1987, pp. 153-177.3. GRACIA, C. Op. cit., p. 269.
270 Frederic Aparisi Romero
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especfica a este segmento de la sociedad
rural.4 Ha sido en los ltimos aos cuando
las investigaciones se han centrado en los di-
versos niveles o grupos que componen la so-
ciedad campesina, estudiando no slo los
sectores acomodados sino tambin otros co-
lectivos, como el de viudas y hurfanos o el
de mozos y jornaleros.
Es durante la Baja Edad Media cuando
mejor se constata el papel y las caractersti-
cas de estas lites rurales, si bien se puede
rastrear su existencia ya desde los siglos VIII-
IX. El primer elemento definitorio de estas
lites es la tierra. Los notables locales po-
seen una extensa explotacin agrcola com-
puesta de diversas parcelas diseminadas por
el trmino de su lugar, y aun fuera de l.
Parcelas que frecuentemente se correspon-
den con las mejores tierras, las de mayor f-
cil acceso y las de regado. Esta explotacin
sobrepasa la capacidad de trabajo de la fa-
milia campesina, por lo que a menudo estas
familias acomodadas tienen que recurrir a la
contratacin de jornaleros que trabajen latierra, o decantarse por la gestin indirecta y
ceder en arrendamiento la parcela de tierra.
En algunos casos, los agricultores optaron
por la compra de esclavos. Junto a la pose-
sin de tierra, lo que caracteriza la lite rural
es su economa diversificada. Estos campesi-
nos posean rebaos cuya entidad era lo su-
ficientemente grande como para disponer
de un pastor propio, algn mozo del lugar, y
no integrarse dentro del rebao comunal o
dula. A menudo eran ellos quienes arrenda-
ban las rentas seoriales. as como los im-
puestos reales y el diezmo de la Iglesia.
Igualmente, las regalas y los monopolios se-
oriales tambin quedaban bajo su control.
Participaban en el mercado del crdito emi-
tiendo prstamos y censales a favor de sus
vecinos, con lo que su preeminencia econ-
mica sobre el resto de la comunidad se acre-
centaba. Las actividades comerciales tampo-
co les eran extraas, acudiendo al mercado
con productos tanto propios como compra-
dos para la revenda. Esta preeminencia eco-
nmica iba pareja al dominio poltico en elseno de la comunidad. Si observamos con
detenimiento las protestas de la comunidad
campesina, notaremos como tales protestas
parecen responder ms bien a los intereses
propios de algunas familias que no al con-
junto de la comunidad. Son ellos quienes
ocupan los cargos de direccin y gobierno
de la comunidad, y al mismo tiempo los re-
presentantes del seor dentro de la comuni-
dad. En efecto, de entre las familias notables
se extraan cada ao los individuos que iban
a desempear los diversos cargos gestoresde la comunidad; en el caso valenciano, los
jurats, el mostassaf, el sequiery el justcia,
cargo nombrado directamente por el seor.
El dominio poltico y preeminencia eco-
nmica dentro de la comunidad se materia-
liza, se hace visible de formas diversas. En
primer lugar, mediante la fundacin de be-
neficios eclesisticos y aniversarios, tambin
con la adquisicin de capillas propias dentro
de la iglesia, un espacio colectivo donde al-
gunos pocos consiguen ser enterrados.5 La
casa, que en poca medieval tiene poco de
4. LE ROY LADURIE, E. Montaillou, village occitan de 1294 1324. Paris: Gallimard, 1975. BOIS, G. La mutationde lan mil. Lournand, village mconnais, de lantiquit au fodalisme. Paris: Fayard, 1989. FURI, A. Campe-rols del Pas Valenci: Sueca, una comunitat rural a la tardor de lEdat Mitjana. Valencia: IVEI Alfons el Mag-nnim, 1982. GARCIA-OLIVER, F. Cistercencs del Pas Valenci: el monestir de Valldigna, 1298-1530. Valencia:Tres i Quatre, 1983.5. LLIBRER ESCRIG, Jos Antonio. El finestral gtic: lesglsia i el poble de Llria als segles medievals. Llria: Ajun-tament de Llria, 2003, pp. 363-367.
lites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 271
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privada, es, junto con la propia persona, el
mejor reflejo de esa posicin preeminente.
La cantidad y, sobre todo, la calidad de los
enseres, ropajes y muebles que la visten dan
testimonio de ese nivel econmico. Por el
contrario, el resto de la comunidad se carac-
teriza por unos interiores domsticos prcti-
camente vacos, donde cualquier atisbo de
comodidad y de confort es pura casualidad.
En la casa de los acomodados, sin llegar tam-
poco a ser mucho ms hospitalaria, encon-
tramos objetos de decoracin, objetos queintentan materializar la honorabilidad de sus
moradores. Entre estos objetos se encuen-
tran los cofres, piezas de orfebrera, libros de
los ms diversos tipos y mobiliario religioso,
como oratorios y retablos. Finalmente, el
propio cuerpo se convierte en el mejor so-
porte para manifestar a los vecinos la exce-
lencia de la persona. Una hebilla de correa
de plata, un coltelldecorado profusamente,
un collar o un rosario para la esposa, son ob-
jetos de lujo que muy pocos pueden exhibir
y lucir el domingo y otros das sealados delcalendario, distinguiendo por encima de la
masa a sus poseedores. Todos estos objetos
manifiestan la posicin acomodada de aque-
llas familias ms notables, al tiempo que nos
estn informando de cmo las formas artsti-
cas de la ciudad penetran en el mbito rural.
Ahora bien, no podemos olvidar que el
tema de las lites rurales es un campo de in-
vestigacin que an est iniciando sus pa-
sos, dotndose de los presupuestos tericos
y metodolgicos necesarios para afrontar la
investigacin con garantas. Uno de estosproblemas es la nocin misma de lites rura-
les. El concepto de lite rural pretende en-
globar no slo aquellas familias campesinas
ms pudientes, sino tambin artesanos, no-
tarios y mercaderes locales que, como ya di-
jera Rodney Hilton, pese a no dedicarse di-
rectamente al trabajo de la tierra, forman
parte indispensable de una comunidad cam-
pesina.6 Por otra parte, el estudio de esta
comunidad campesina se convierte en la
primera forma de acercamiento a estas li-
tes, totalmente integradas en la comunidad.
En efecto, el inters de los sectores acomo-
dados por dirigir la comunidad, tanto en el
mundo rural como en el mbito urbano, ra-dica en las posibilidades de beneficio, fami-
liar o personal, que se puede hacer derivar
desde los rganos de poder. Las imgenes y
los mensajes que habitualmente se nos pre-
sentan desde la colectividad no dejan de ser,
en realidad, esquemas planteados por los
sectores dominantes de la sociedad medie-
val. La jerarqua de la mesa, las formas de
vestir y, en definitiva, el orden social esta-
blecido vienen dictados desde arriba, lejos
de la comunidad democrtica que la his-
toriografa romntica pretendi dibujar paraeste periodo.
2. El consumo de arte de la comuni-
dad rural
La comunidad campesina juega un pa-
pel importante en la realizacin de las gran-
des obras colectivas, aunque ello no es bi-
ce para que su seor pueda participar o
incluso ser su principal promotor.7 De entre
la colectividad, como ya hemos sealado en
lneas anteriores, es su oligarqua la que
muestra un especial inters en la realizacinde estas obras, pero, en cualquier caso, la
construccin se convertir en el referente
simblico y espiritual de la colectividad.
6. HILTON, R. Siervos liberados: los movimientos campesinos medievales y el levantamiento ingls de 1381.Madrid: Siglo XXI de Espaa, 1985, p. 41.7. En este sentido, es paradigmtico el caso de Gandia y su duquesa, Mara Enrquez.
272 Frederic Aparisi Romero
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La parroquia, en sentido material, haba
jugado un papel fundamental en el proceso
de configuracin de las comunidades cam-
pesinas ya en la Alta Edad Media. Era la
plasmacin fsica de la pertenencia a la co-
munidad incluso despus de la muerte, ya
que en su cementerio colindante se enterra-
ban a los miembros de la misma. El templo
cristiano marca las etapas de la vida campe-
sina, desde el bautizo hasta el entierro en el
cementerio. Bajo los porches, o a veces en el
interior de la iglesia, tenan lugar las asam-bleas de la comunidad, o al menos de los
singulares universitarum, para tratar cuestio-
nes que afectaban al inters comn.8 Por to-
do ello, exista una identificacin plena en-
tre el templo y la comunidad, hasta el punto
que estar fuera de la comunidad cristiana
era estar fuera de la comunidad terrenal. De
esta forma, el templo se convierte en un ele-
mento ms de cohesin de la comunidad.9
Una parroquia poda acoger a una o diver-
sas comunidades, como es el caso de Palma,
cuya parroquia deba asistir a las comunida-des de Ador, Rtova y a la propia de Palma.
Si en las grandes ciudades europeas co-
mo Brujas, Florencia o Barcelona, y del pro-
pio reino, sobre todo Valencia, pero tam-
bin Xtiva, Orihuela o Alicante, es la
oligarqua local la interesada en levantar
construcciones que ensalcen el nombre y fa-
ma de la ciudad, por qu en el caso de co-
munidades ms modestas no se puede apli-
car este criterio?, por qu, la oligarqua de
Oliva o de la Font dEn Carrs, pese a su ca-
rcter rural, no se interesar en disponer de
aquellos elementos constructivos de presti-
gio, siempre de acuerdo con sus necesidades
y sus posibilidades econmicas? En efecto,
los sectores dirigentes de Castelln de la Pla-
na, Gandia o Alzira reproducen discursos
que, a otra escala, se estn produciendo en
todas las grandes ciudades del Mediterrneo
occidental.10 Evidentemente, esos discursosse adaptan a la realidad de cada comuni-
dad, de cada universitat, en funcin de su
propia posicin en la estructura de pobla-
miento del territorio. Las manifestaciones
artsticas pueden ser un aspecto que desde
Valencia, capital del reino, hasta la Font
dEn Carrs, pequeo lugar de seoro a
82,3 km de Valencia, este presente como
forma de exaltacin de la universitaty si co-
rresponde, del seor del lugar.
8. En la restauracin que se hizo hace algunos aos de la parroquia de Palma salieron a la luz algunos arcospertenecientes a los porches donde la comunidad se reuna, como se ha hecho constar mediante una placade cermica. Vase Fig. 2.9. GARCIA-OLIVER, F. Terra de feudals. El Pas Valenci en la tardor de lEdat Mitjana. Valencia: IVEI Alfons elMagnnim, 1991, p. 48. Para un anlisis ms detallado de la comunidad campesina en la Corona de Aragn,vase SALRACH, J. M. La comunitat pagesa, en Histria agrria dels Pasos Catalans, vol. 2. Barcelona: Funda-ci Catalana per a la Recerca, 2004, pp. 505-540.10. GARCIA GARCIA, F. Llibre destabliments de Gandia. Imatges i missatges en una vila medieval. Gandia: ArxiuMunicipal, 1987, p. 7.
lites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 273
Fig. 2. Porche de la iglesia de Palma de Ganda(foto: F. Aparisi).
8/14/2019 Elites Rurales y El Consumo de Arte y Objetos de Lujo_Frederic Aparisi
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Paolo de San Leocadio es considerado el
principal introductor de las formas renacen-
tistas en el reino de Valencia pero aqu nos
interesa porque, adems de realizar sus me-
jores trabajos en la capital del reino, tam-
bin prest sus servicios en diversas villas
que vertebraban el territorio valenciano. En
1490 Paolo de San Leocadio fue contratado
por el Consellde la villa de Castelln, cuyo
carcter agrario ya fue puesto de manifiestopor Pau Viciano,11 para pintar un retablo
destinado a la iglesia de la villa que le costa-
ra veintin mil sueldos, sin incluir los mate-
riales.12 En 1501 recibi el encargo por par-
te de la duquesa de Gandia, Mara Enrquez,
viuda de Joan de Borja, de pintar y dorar el
retablo del altar mayor de la Colegiata de
Gandia, donde tambin trabajaron otros ar-
tistas de renombre como Pere Compte y Da-
mi Forment. Seis aos ms tarde, la duque-
sa le encargara todava la realizacin de dos
retablos y otras tablas por el precio de trein-
ta mil sueldos.13 En 1512 era el Consellde
Vila-real quien le encargaba la confeccin de
un retablo, tambin por treinta mil suel-
dos.14
Conservamos muchos ejemplos de c-
mo pequeas comunidades campesinas en-
cargaron retablos y objetos decorativos para
sus iglesias parroquiales, encargos que en
gran medida fueron financiados por las pro-
pias comunidades. En junio de 1349, Pen-
guila realizaba un pago de 70 sueldos al
pintor Vidal Belluga, de Valencia, ratione
cuiusdam retauli per me factum in ecclesia
loci de Penguila.15 Tambin la universitat
de Palma debi contribuir a la construccin
de su iglesia parroquial.16 Estas obras consis-tieron en la introduccin de las bvedas de
crucera separadas por arcos apuntados, en
detrimento de las formas denominadas de
conquista, sobre una nica nave central de
11. VICIANO, P. Poder municipal i grup dirigent local al Pas Valenci: la vila de Castell de la Plana (1375-1500). Tesis doctoral indita. Valencia: Universitat de Valncia, Facultat de Geografia i Histria, 1994.12. COMPANY, X. Paolo da San Leocadio i els inicis de la pintura del Renaixement a Espanya. Gandia: CEIC Al-fons el Vell, 2006, pp. 459-469. En el caso de Gandia, su Conselltambin financi las obras de finalizacin ydecoro de la iglesia-colegiata de la villa, como ya haba hecho anteriormente. Arxiu Histric de la Ciutat deGandia (en adelante, AHCG), AB-488, f. 1-11v. Durante la regencia de Mara Enrquez, AHCG, AB-448, f. 10r-12v.13. COMPANY, X. Op. cit. pp. 470-475.14. COMPANY, X. Op. cit. pp. 475-481.15. COMPANY, X. et al. (ed.) Documents de la pintura valenciana medieval i moderna. Valencia: Publicacionsde la Universitat de Valncia, 2005. Doc. 197, p. 120. Otro ejemplo lo constituye Cocentaina, cuyos juradosencargaron un retablo para su iglesia a Antoni Cabanes. Vase CERVER GOMIS, L. Pintores valentinos, su cro-nologa y documentacin. Archivo de Arte Valenciano, 1971, pp. 26-27.16. La parroquia de Palma de Ganda es una de las ms antiguas de la comarca, ya que se encuentra dentrode las Rationes decimarum Hispaniae, tanto en la lista de 1279 como en la de 1280. RIUS SERRA, J. (ed.) Ra-tiones decimarum Hispaniae (1279-1280). Barcelona: CSIC, Seccin de Estudios Medievales, 1946-1947.
274 Frederic Aparisi Romero
Fig. 3. Bvedas de crucera de la iglesia de Pal-ma de Ganda (foto: F. Aparisi).
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tres naves.17 Tanto los nervios de las bve-
das como los arcos apuntados que las se-
paran se caracterizan por la utilizacin de
ladrillos de arcilla unidos entre s por arga-
masa, alternando el blanco de sta con el
rojo del ladrillo. La nueva iglesia de Palma
se levant entre 1388, fecha de fundacin
del monasterio, y 1391, cuando dicha igle-
sia pas a ser administrada por los monjes
del monasterio.18 El mismo sistema cons-
tructivo y decorativo podemos observarlo,
muy cerca de aqu, en el claustro bajo delmonasterio de Sant Jeroni de Cotalba, cons-
truccin que haba mandado erigir Alfons el
Vell.19
Un poco ms al sur vemos otro templo
donde, a finales del siglo XIV, se introduce el
sistema de bvedas de crucera separadas
por arcos apuntados. Se trata de la iglesia de
Sant Antoni de la Font dEn Carrs.20 Sabe-
mos, adems, que esta universitatalgunas
dcadas despus decor la iglesia con un re-
tablo y una cruz de plata. La noticia nos ha
llegado a travs de tres documentos fecha-dos en 1417, 1427 y 1431.21 En 1417 Joan
Pelegr i Miquel Ros, pintores de Gandia, se
comprometen con losjuratsde la Font dEn
Carrs a hacer un retablo para la iglesia pa-
rroquial. El contrato especificaba que la
obra deba estar acabada en dos anys pri-
mer vinents, pero diez aos despus an no
se haba producido la entrega. La cruz de
plata debi comprarse tambin por estas fe-
chas. En efecto, cuando el 27 de junio de
1427 el justicia y los jurados, junto con los
consiliarii ac prohominesde la Font dEn Ca-
rrs se reunieron en el prtico del lugar el
tiempo acordado para la realizacin de am-
bas piezas haba ya finalizado.22 En dichareunin se tom la decisin de nombrar
procuratorem ac sindicum de la universitata
Bernat Ribelles, un campesino acomodado
del lugar prximo de Rafelcofer, ad instan-
dum et requirendum a los artesanos contra-
17. La tipologa de las iglesias de conquesta o colonialsse caracteriza por constar de una sola nave rectangu-lar cubierta por un artesonado de madera con tejado a dos aguas que descansa sobre una serie de arcos dediafragma transversales.18. La toma de posesin de la rectora tuvo lugar exactamente el 10 de agosto de 1391. Palma es una comu-nidad rural situada a 5 km de Gandia. En 1373 tena 59 fuegos y en 1490, 48. FERRER SERER, F. La parroquiade Palma de Ganda: apuntes para la historia. Palma de Ganda: Ajuntament de Palma de Ganda, 1987, p.82. Vase Fig. 3.19. PELLICER I ROCHER, V. Histria de lart de la Safor (seglesXIII-XVIII). Gandia: CEIC Alfons el Vell, 2007, pp.30-31.20. Vase Fig. 4.21. Vase el documento de 1417 en GARCIA-OLIVER, F. Per la histria de la cultura de la Safor, en Miscell-nia Josep Camarena. Gandia: CEIC Alfons el Vell, 1997, pp. 20-29. Archivo de Protocolos del Colegio del Pa-triarca de Valencia (en adelante, APPV), protocolo nm. 24.915, de Ramon Vidal (1427) y protocolo nm.6.463, de Francesc Cardona (1431).22. ... certus tempus iam transactum.... APPV, protocolo nm. 24.915 de Ramon Vidal (1427).
lites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 275
Fig. 4. Bvedas de crucera de la iglesia de laFont dEn Carrs (foto: F. Aparisi).
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tados la finalizacin de las piezas. La cruz de
plata haba sido encargada a Llus Campos,
un platero de la villa de Gandia,23 mientras
que el retablo, cuyas caractersticas formales
no se especifican, se le haba encargado a
Joan Pelegr, pintor, tambin de Gandia.24
Cuatro aos despus ni el retablo ni la cruz
haban sido entregados todava. Por ello, el
Conselly magistrados del lugar se volvieron
a reunir el 9 de febrero de 1431 y eligieron
a Antoni Coll, vecino del castillo de Rebollet,
como nuevo sndico y procurador, ad conve-
niendum 25 Iohannem Pelegr et Lodovi-
cum Campos rationem cuiusdam retabu-
li et rationem cuiusdam crucis argenteem.
La comunidad o, mejor dicho, sus familias
dirigentes estaban decididas a llevar el asun-
to ante los tribunales, para lo cual dan ple-
nos poderes a su nuevo procurador. Desgra-
ciadamente, no sabemos cmo finaliza el
litigio, pero quizs esto no sea lo ms impor-
tante en este momento. Lo que aqu nos in-
teresa es llamar la atencin sobre el inters
de la comunidad campesina o, para ser msprecisos, de los sectores dirigentes de esa co-
munidad, para dotarse de una iglesia de
acuerdo con sus niveles. Ya hemos comenta-
do que papel juega el templo para la propia
comunidad como elemento de cohesin. Sin
embargo, en el interior de la iglesia tambin
se reproducen las diferencias sociales que
ordenan la vida cotidiana en el exterior. Re-
alizar los donativos ms significativos, tener
un capilla familiar propia o simplemente el
privilegio de poderse enterrar en su interior
son formas de remarcar estas diferencias en
el seno de la comunidad. Son las familias
ms pudientes de la Font dEn Carrs quie-
nes quieren para su iglesia la culminacin
del retablo y adquirir una gran cruz de pla-
ta. Si observamos con detenimiento los dos
documentos, notaremos que en la composi-
cin de ambos consellsno slo las familias
sino incluso tambin los individuos se repi-
ten. Podemos concluir pues que el levanta-
miento del templo no slo implica factoresde cohesin para la comunidad campesina,
sino tambin que se convierte en un escena-
rio donde se materializan las diferencias y
las jerarquas internas de la comunidad cam-
pesina. Por otra parte, ste no es el nico
ejemplo de malas relaciones entre artistas y
clientes. Parece ms bien que en la relacin
entre unos y otros a menudo surgan proble-
mas. En 1373 tuvo que intervenir el rey Pe-
dro el Ceremonioso para que sus oficiales en
Albocsser, que a buen seguro formaran
parte de la lite local, permitieran a Domin-go Valls, pintor, acabar el retablo que l mis-
mo haba empezado.26
Al igual que la Font dEn Carrs, la villa
de Jrica tambin realiz a finales del siglo
XIV notables mejoras en su templo. En 1394
encarg un retablo de 200 florines (2.200
sueldos) para uno de los altares de la iglesia
dedicados a santa gueda y santa Mara.
Adems compr un salterio por 35 florines
(385 sueldos) y unas joyas necesarias para
23. En el documento exactamente se dice quandam cruxem dominicam argenti. Ibdem.24. Sabemos que es Joan Pelegr, o Peregr, segn documentos, no por esta procuradura sino por el otro do-cumento de Francesc Cardona, ya que en este Ramon Vidal deja en blanco el espacio donde debera figurarel nombre del pintor. Ibdem.25. Conveniendum no debe traducirse al castellano directamente por convenir, dado que la misma palabraen cataln tiene un matiz jurdico que no ha conservado en castellano. Segn Alcover, resulta ms apropiadopara el castellano traducirlo por citaro demandar. Diccionari catal-valenci-balear(en adelante, DCVB) [enlnea] . [Consulta: 12/11/2007].26. COMPANY, X. et al. (ed.). Documents de la pintura valenciana, p. 223.
276 Frederic Aparisi Romero
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dicha iglesia.27 El encargo fue realizado a
Lloren Saragoss. Todava un ltimo ejem-
plo. Tambin por estas fechas, en 1395, los
jurados de Ares del Maestrat encargaron un
retablo, valorado en 1.455 sueldos, a Gui-
llem Ferrer, pintor de Morella, bajo la advo-
cacin de santa Mara para la iglesia de di-
cho lugar.28
3. El consumo de arte de las lites
rurales
Junto a este inters por los objetos deorfebrera y retablos para el conjunto de la
comunidad, que, al final, ya hemos visto
que redundan en el beneficio personal, es
posible observar en otro tipo de documen-
tos este inters de las lites campesinas por
los objetos de lujo y los objetos de arte. Es
su condicin de campesinos la que da valor
a los objetos aqu presentados, porque slo
su posesin es ya de por s un hecho remar-
cable. Estos objetos de naturaleza artstica se
pueden enmarcar dentro de tres categoras
de anlisis. En primer lugar, los cofres, arcasy cajas, los cuales, pese a su finalidad emi-
nentemente funcional, se convierten a me-
nudo en soporte para manifestaciones arts-
ticas, o, cuando menos, son decorados con
colores llamativos. Seguidamente cabra ha-
blar de aquellas piezas que responden a una
funcin religiosa, en el marco de la religiosi-
dad popular. Se trata de oratorios, lienzos
draps de pinzell y paternostres. Finalmen-
te, nos referiremos a los objetos de lujo pro-
piamente dichos, tales como piezas de orfe-
brera, bsicamente de plata pero tambinde oro, y trabajos realizados sobre coral.
Los muebles de guardar conforman la
mayor parte de un conjunto mobiliario, por
otra parte, escaso en la casa campesina. La
diversidad de nombres y formas responde al
tamao de los mismos. As tendramos, de
mayor a menor, arquibanchs, bancso cai-
xes, caixonetsy cofres, si bien esta corres-
pondencia tampoco es algo estricta. De
todos ellos, son los cofres los que habitual-
mente suelen tener mayor valor, de maderas
ms nobles, decoradas o pintadas y, a me-
nudo, cerradas con un cerrojo. La mayor ca-
lidad de los cofres guarda relacin con su ta-
mao y con su funcin. Por una parte, supequeo tamao permite al fabricante redu-
cir los costes de produccin, con lo que el
precio final podr ser asumido por un ma-
yor nmero de potenciales compradores, no
as en el caso de muebles de mayor tamao.
Por otra parte, los cofres suelen contener los
objetos de mayor valor para la familia, co-
mo puedan ser los contratos enfituticos de
unas tierras, censales, joyas o telas de una
calidad especial, entre otros. Dado el valor
de estos objetos, se solan introducir en un
recipiente de la correspondiente vala. Lacalidad del cofre estaba determinada bsica-
mente por la madera utilizada en su confec-
cin. Los cofres de calidad media se elabo-
raban con madera de pino, mientras que los
ms cotizados eran los de nogal.29 Ahora
bien, independientemente de su calidad, su
presencia es por s misma significativa, ya
que insina la distincin de su poseedor. Los
cofres, con todo lo que contenan, no pod-
an guardarse en cualquier lugar de la casa.
Los inventarios post-mrtem habitualmente
lo localizan en la cambra major, la habita-cin principal de la casa campesina, el espa-
cio ms ntimo de la familia, donde dorma
el matrimonio y donde se guardaban las re-
27. Ibdem, p. 378 y 390.28. Ibdem, p. 385.29. MAINAR, J. El moble catal. Barcelona: Destino, 1976, pp. 30.
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8/14/2019 Elites Rurales y El Consumo de Arte y Objetos de Lujo_Frederic Aparisi
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servas de alimentos, en caso de disponer de
ellas.30
Los pintores compraban los cofres a los
carpinteros para luego ellos decorar y vender
el producto final.31 Esta decoracin es bsi-
camente de dos tipos: el simple pintado de
la madera y el dibujo de escenas concretas.
Por lo que respecta a la primera tipologa,
rara vez aparecen cofres pintados de un solo
color, sino que normalmente se documentan
combinaciones de dos colores, que suelen
ser las mismas parejas. As tendramos ama-
rillo y verde, gris y rojo o rojo con purpurina,
como el que tena Bartomeu Miquel de Xti-
va en su habitacin principal.32 En otras oca-
siones encontramos una decoracin ms ela-
borada, con escenas o figuras concretas,
como el caso del cofre de Joan Esteve, un
campesino de Benimaclet, el cual estaba
pintat ab donzelles.33 Similar a ste era
otro de los cofres inventariados en casa del
ya citado Bartomeu Miquel, pues estaba
pintat amb donzelles e lleons de la talla mi-gana, aunque no muy bien conservado.34 A
medio camino entre ambas formas decorati-
vas documentamos un estilo basado en for-
mas geomtricas y smbolos. As, son fre-
cuentes los cofres con barras amarillas sobre
diversos colores de fondo, como el que po-
sea Francesca, viuda de Pere Pastor, campe-
sino de Cogullada, cerca de Alzira.35 A tenor
de su presencia en los inventarios da la im-
presin que este estilo fue el ms habitual a
la hora de decorar los cofres, al menos para
los encargados por campesinos. Tambin en-
contramos smbolos cristianos, como en el
cofre inventariado a Joana, mujer de Bernat
Ros, campesino de la huerta de Valencia,
que estaba pintado con lo benet nom de
Jhess.36 La mayor parte de estos cofres lle-
van parte de su cuerpo reforzado con hierro
y latn.37 Adems, estn provistos de pany i
claupara garantizar la seguridad y privaci-
dad de su contenido, como el que posea
Guillem Rossell. Exactamente era un cofre
enbotit ab sa clan ab hobres dor blaves e
verts que fue subastado por 15 sueldos, cin-
co veces el jornal de un da de trabajo no es-
pecializado.38
Junto a los muebles de guardar, los in-ventarios nos informan de la presencia de
otros objetos de carcter artstico que pode-
mos englobar en dos grupos, por un lado,
los relacionados con la religiosidad popular
30. GARCIA-OLIVER, F. La vall de les sis mesquites. El treball i la vida a la Valldigna medieval. Valencia: Univer-sitat de Valncia, 2003, pp. 28-36.31. En 1391, el pintor Bernat Godall deba a Joan Samora, carpintero, cent e dos sous, preu de dos parellsde cffrens que le haba comprado. COMPANY, X. et al. (ed.) Documents de la pintura valenciana, p. 349.32. APPV, Protocolo nm. 21.173 de Bernat Lloret. Inventario de Bartomeu Miquel, campesino de Xtiva(1448).33. APPV, Protocolo nm. 24.280 de Cristfol Fabra. Inventario de la herencia Aldonsa, viuda de Joan Estevecampesino de Benimaclet (20-IV-1485). CARDELLS, F. Cultura material baixmedieval dels llauradors de lhortade Valncia. Tesis de licenciatura indita. Valencia: Universitat de Valncia. Facultat de Geografia i Histria,1997, p. 59.34. Vase nota 31.35. Arxiu Municipal dAlzira (en adelante, AMA), Protocolos de Bernat Comadolins, 040/24.36. APPV, Protocolo nm. 24.028 de Joan Comaleres (1487). CARDELLS, F. Op. cit., p. 59.37. MAINAR, J. Op. cit., pp. 32-33. FRANCO MATA, . Mobiliario medieval en el Museo Arqueolgico Nacional.Siglos VIII al XV. Boletn del Museo Arqueolgico Nacional. Tomo XV, nm. 1 y 2. Madrid: 1997, pp. 175-196.38. APPV, Protocolo nm. 22.858 de Pere Mas. Testamento de Guillem Rossell (1450).
278 Frederic Aparisi Romero
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oratorios y rosarios, bsicamente y, por
otro, las piezas de orfebrera. Algunas de las
familias campesinas acomodadas disponan
en su casa, bien en la habitacin principal
bien en la entrada, de oratorios y retablos,
de temtica religiosa en su prctica totali-
dad. La aparicin y difusin de estas mani-
festaciones podemos situarla en el ltimo
cuarto del siglo XIV, al menos para la ciudad
de Valencia.39 Segn Garca Marsilla, desta-
can las representaciones de Cristo y de la
Virgen, dedicadas sobre todo a la Pasin y lafigura protectora de Mara. Cuando los alba-
ceas de Ferran Fortuna procedieron a inven-
tariar sus bienes, encontraron en su casa un
oratorio dedicado a la Piedad.40 En cual-
quier caso, este grado de descripcin es po-
co usual. Los notarios se preocupan ms por
precisar el estado de conservacin de los re-
tablos que por especificar su temtica. Anto-
ni Am, un campesino de la ciudad de Valen-
cia, al morir dejaba en este mundo, entre
otros bienes muebles, cuatro cofres pintados
y un oratorio.41 Ms detalles nos ofrece elnotario de Aparici Noguera. Este agricultor
de Segorbe posea en su cambra majorun
oratori vell ab una thovalola listada bla-
va.42 La calidad de estos oratorios y lienzos
podemos suponer que poco tendran que
ver con el drap de pinzell de Flandes ab lo
Crucifici ni con el drap de pinzell de Flan-
des ab lo Juhici Final que posea Joan Llo-
pis, beneficiado de la parroquia de Sant
Mart de Valencia, pero su posesin nos est
indicando una intencin y una pretensin
de emular a sus vecinos, en algunos casos, y
a las gentes de ciudad, en otros.43
Paternostreses el nombre con que la
documentacin medieval catalana se refiere
a los actuales rosarios. Su presencia en la so-
ciedad medieval estaba bastante extendida
y hay que relacionarlos con las nuevas for-
mas de religiosidad popular de la Baja Edad
Media. Eran confeccionados bien con coral
o bien con vidrio y en ocasiones podan lle-
var una cruz de plata entre las cuentas de
coral o vidrio. El coral era ensartado en hilos
de plata y oro para convertirse en cadenas,
collares o, como el caso que nos ocupa, ro-sarios. Bernat Reuart, campesino de Sueca,
39. Superadas las dificultades del Trescientos, la progresiva mejora econmica deriv en el esplendor mercan-til y financiero del siglo XV. Esta bonanza econmica condujo a una mejora de las condiciones de vida y unincremento del consumo, no slo de los productos primarios, sino tambin de los bienes de lujo. Vese GAR-CA MARSILLA, J. Imatges a la llar. Cultura material i cultura visual a la Valncia dels segles XIV i XV. Recerques,nm. 43, 2001, pp. 163-194. Para la revolucin del consumo en la Baja Edad Media a nivel europeo, veseDYER, Chr. An Age of Transition? Economy and Society in the Later Middle Ages. Oxford: Clarendon Press,2005, especialmente las pginas 126-173.40. En efecto, la Virgen y Jesucristo son los protagonistas de la gran mayora de imgenes domsticas docu-mentadas, mientras que las escenas de santos quedan relegadas a un segundo plano. En cambio, los grandesaltares de las iglesias estaban dedicados principalmente a santos. La escena de la Piedad no corresponde, enrealidad, a ningn pasaje bblico ni de la liturgia, sino que se inserta dentro de las nuevas corrientes espiritua-les, tales como la devotio moderna, que llegaban del norte de Europa. Si el contenido de esta nueva espiri-tualidad proceda bsicamente de los Pases Bajos, el soporte, oratorios y pequeos retablos responda msbien a influencias de la iconografa bizantina. GARCA MARSILLA, J. Op. cit., pp. 169-173. APPV, Protocolo nm.23.022 de Mateu Yvia. Inventario de Ferran Fortuny, de Quart de Poblet (1466).41. APPV, Protocolo nm. 26.476 de Bartomeu Roca. Testamento e inventario de Antoni Am, de Valencia(1453).42. APPV, Protocolo nm. 23.895 de Antoni Mart. Testamento e inventario de Aparici Noguera, de Segorbe(1457).43. ARV, Protocolo nm. 4.139 de Pere Joan Sabrugada. F ALOMIR, M. Op. cit., p. 438.
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entre sus pocos bienes de valor, posea un
rast de paternostres de coral.44 El consumo
de coral como objeto ornamental estaba
muy extendido en la sociedad mediterrnea
de la Baja Edad Media. En el Mediterrneo
occidental, los catalanes eran quienes mayor
control y dominio posean en la pesca y co-
mercio del coral.45 Estos objetos posean un
enorme valor aadido, dado el proceso que
transformaba la materia prima en joyas, ob-
jetos ornamentales, elementos decorativos e
incluso productos para la farmacopea.Los sectores ms acomodados de la so-
ciedad campesina durante la Baja Edad Me-
dia, si no antes, vieron en la compra de pro-
ductos de orfebrera una estrategia inversora
a largo plazo.46 Una copa de plata, una he-
billa o unos pendientes eran bienes que no
perecan, que podan ser transportados u
ocultados con facilidad, sobre los que se po-
da cargar un censal y, en ltima instancia,
ejecutar un embargo. Adems, la adquisi-
cin de joyas tanto masculinas como, y so-
bre todo, femeninas se converta en una for-
ma de ensalzamiento de la propia familia
frente a la comunidad.
Las correas medievales se confecciona-
ban en buena parte con plata, junto con el
cuero, ya que la hebilla es siempre de plata
e incluso plata dorada.47 Pere Pastor posea
una correa de plata ab son parche blau ab
son cap e civella en que ha cent quinze pla-
tons.48 La correa poda servir para sostener
un pual o incluso la espada. Bartomeu Mi-
quel guardaba en su palau majorgran par-te de los objetos ms preciados que posea,
entre los que se encontraba un pual ab sa
bayna, ab guaspa e civella, todo ello de
plata.49 Otro producto orfebre que encon-
tramos con frecuencia en los inventarios de
estas lites rurales son los pendientes, siem-
pre femeninos.50 Pese al escaso grado de
descripcin aportado por las fuentes, sabe-
mos que en su mayor parte eran de plata.
Existan, adems, diversos modelos en fun-
cin de la etnia religiosa a la cual se perte-
44. APPV, Protocolo nm. 24.887 de Francesc Benet. Inventari de Bernat Reuart, de Sueca. (1444).45. En el inventario de Bartomeu Miquel se documentan a este respecto cuatro corales pequeos y un collarrealizado tambin con coral. Vase nota 31. Los catalanes procuraron obtener el monopolio de la pesca delcoral en diversos yacimientos del Mediterrneo como Cller y Tnez. SALICR, R. Els catalans a Tunis a mitjansegle XV: a lentorn dels Vives i dels monopolis de la pesca de corall, y MANCONI, F. La pesca y el comerciodel coral en el Mediterrneo occidental (siglos XV-XVI), en La Mediterrnia de la Corona dArag, seglesXIII-XVI&VIICentenari de la Sentncia Arbitral de Torrellas, 1304-2004: [Actes del ]XVIIICongrs dHistria de
la Corona dArag, Valncia 2004, 9-14 setembre. Valencia: Universitat de Valncia y Fundaci Jaume II,2005, pp. 985-1014 y 1015-1029, respectivamente.46. Adems, las piezas de orfebrera tenan ms valor que las obras pictricas entre la sociedad, del mismomodo que los orfebres estaban mejor considerados que los pintores, si bien todos ellos no dejaban de ser vis-tos como meros artesanos. Vase MARTN LLORIS, C. Introduccin a la orfebrera valenciana bajomedieval. Ar-chivo de Arte Valenciano, 1999, nmero nico, pp. 23-34.47. APPV, Protocolo nm. 27.087 de Bernat Juli. Testamento de Isabel, viuda de Mart Peres, de Almassera.(1466). Tambin en el DCVB podemos encontrar algunos ejemplos documentales sobre este objeto, DCVB [enlnea] . [Consulta: 12-XI-2007].48. AMA, Protocolos de Bernat Comadolins, 040/24.49. Vase nota 31.50. Todo parece indicar que la posibilidad de documentar pendientes masculinos entre el campesinado es es-casa, dado que los hombres con pendientes en Occidente siempre se haban asociado con lo diferente, pro-pio de esclavos, musulmanes, piratas, juglares y aventureros. Vase ROS LLORET, R. y VILAPLANA SANCHIS, S. Lospendientes masculinos en la pintura valenciana y europea. Siglos XV-XVIII. Archivo de Arte Valenciano, 1999,nmero nico, pp. 35-42.
280 Frederic Aparisi Romero
8/14/2019 Elites Rurales y El Consumo de Arte y Objetos de Lujo_Frederic Aparisi
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