1
ENSAYO Ensayo sobre ontología de la mente ROBERTO MURILLO ernando es un pensador y un genuino profesor uruversitano. Preocupado en especial por el pensamiento político y por la teoría del conocimiento, no ha abandonado las rutas clásicas y de 11:1 filosofia en aras la sociología . o de la logica: el libro por el que recibe el premio Ancora se titula Ensayo sobre ontología de la mente (E.C.R., 1985, l 20p.). En los veinte años que lleva enseñando en la Universidad de Costa Rica, ha dictado seminarios sobre Platón, Hegel y Marx (es el más sólido conocedor de este último pensador entre nosotros) y preparó una tesis sobre Bertrand Russell y un libro por el que obtuvo el premio nacional de ensayo de 1979: Filosofía política y educación superior (EUCR, 108p). Me parece que sus afinidades electivas intelectuales lo acercan a Russell y a Sartre, con quienes comparte el sentido el espíritu progresista y el amor por la libertad. Bien mstalado en su cátedra y en su biblioteca, Fernando Leal no ha sacrificado los _valores universitarios a la carrera política: por ello, ha de sobrevivir a nuestra generación. Tras un exterior austero y un hablar bien meditado, hay en Fernando un infrecuente don de amistad duradera y cordial y un agudísimo sentido del hury10r. Riguroso en su e?'-P?Sición académica, debe llegar a ser mejor conocido por el publico culto, pues su enseñanza, trascendiendo lo escolar, tiene el vigor de un nuevo humanismo de una renovada ilustración. ' No vamos a hacer una reseña del libro recién premiado del Dr. Leal como se escribiría para una revista especializada sino, como decía Cervantes, dirigida al "desocupado lector". podrá disfrutar, con el Ensaro sobre ontología de la mente, de un tratamiento a la vez claro y nguroso del tema más importante para el hombre de todas_las épocas: el.de su alma, su psique o su mente, como qmera decirse. Salvo qmzá en lo referente a Sartre, el estilo se mantiene ajeno a la jerga de las escuelas filosóficas, a veces técnicamente necesaria, a menudo sin embargo superflua y desconcertante: es un auténtico ensayo en muy castellano; que no pierde por ello profundidad y exactitud. De este libro si; puede decir lo que de todo el mejor pensamiento occidental: se presenta en él un proceso no acabado de desplatonización. De Platón se niega la división del alma y la jerarquía política que de ésta se deriva, pero siguiendo a Freud se lo 9ue Platón, mutatis mutandis, ya estaba: la u!lldad en_ la en delicado equilibrio por la virtud de Justicia, y la mostración del alma sana por contraste con el alma enferma. Junto a la idea de la mente, formula el Dr. Leal "una explicación hipotética de los orígenes del desequilibrio mental". Así, escribe en la Introducción: "Esta busca de la causa ontológica del extravío mental tiene en nuestro ensayo una función metódica, pues juzgamos que en la percepción del contraste entre la conducta normal y la conducta patológica, puede fundarse una idea definida de la mente, lo cual sería muy dificil de hacer -si no imposible-, de no contar con la ayuda que ofrece este contraste. Es un procedimiento simiiar al que utiliia füud ... " (p.11 ). El libro no posee entonces solamente el valor teórico de un estudio filosófico de la psique -muy provechoso para psicólogos-, sino el de la "cura de almas". Todo él se encamina a mostrar de manera sesuda y cordial, el camino del restablecimie¿to del equilibrio integral en el individuo y en la sociedad. Se ha dicho que Marx, Nietzche y Freud son los tres grandes pensadores antipla.tónicos de la época contemporánea; ¿No son ellos, ei:i efecto, qmenes han puesto la filosofia "sobre sus pies", entendiendo que en Platón andaba de cabeza?; uno de los méritos de! comentamos es, sin embargo, el de señalar la comcidencia entre Platón y Freud al respecto de la estructura de la psique. El "yo" freudiano viene a ser como el "alma inteligible" platónica, un principio no excluyente de los otros fact?:es _de la psi9ue, sino elemento director, guardián de un equilibno precano por naturaleza. Así como el "alma inteligible" había de defenderse de los excesos de la voluntad y de la sensualidad, el yo, sin eliminar al ello ni al super-yo, tiene que entre éstos un orden racional, un logos, siempre falible, pues "cuando el yo tiene que reconocer su debilidad se anega angustia, angustia real ante el mundo exterior, ' angustia moral ante el super-yo y angustia neurótica ante la fuerza de las pasiones del ello". (Cita de Freud, en p.46). La ob_ra del Dr. Leal nos lleva a comprender, y también a sentir, algo asi como el '.eencuentro del yo consigo mismo, convalesciente de la angustia. Pero más que por las tres clases de angustia presentadas por Freud, s_e interesa el autor en una cuarta, que constituye el centro del libro: la desmesura de la imaginación en la que podemos estudiar, por contrapartida, el extraordinario' valor positivo de la imaginación sana. Si el autor hablara de "facultades" del alma, diría sin duda que la facultad dominante, para bien y para mal, es la imaginación, pues es en virtud de ella, más que gracias a la sensibilidad y al juicio, que el hombre se da el ser desde la nada. Amigos desde hace un cuarto de siglo, Fernando Leal y yo hemos convenido en que podemos hablar de todo, menos de teoría del conocimiento, pues él se siente irreductiblemente y yo, "idealista". Así, no le discutiré lo que mevitablemente tenía que resultarme dificil en su libro tan bien logrado: la explicación del yo como "disposición de acontecimientos, que son materia-energía recogida en "bultos" o desplegada en haces" (p. 97-98). Yo, siguiendo a o le encontraría un último pero a toda explicacion de la psique a partir de la "divina materia" ... Decía don Alberto Cañas, en una de sus siempre sabrosas columnas de la Prensa Libre, que en Co,o;ta Rica entendemos por cultura los C?nciertos, las exposiciones, las puestas en escena, pero no los libros. Leer y comentar los libros cuesta esfuerzo. Más aún si s.e .trata de obras filosóficas: se cree que éstas son sólo para lll1C1ados, punto menos que ininteligibles. Si ello es cierto de algunas, no lo es del libro de Fernando Leal cuyo premio celebramos, pues el Ensayo sobre ontología de la mente resulta de una vasta cultura muy bien incorporada y depuradamente ofrecida al lector inteligente. Fernando Leal, premio Ancora en la rama de ensayo filosófico.

Ensayo sobre ontología de la mente

  • Upload
    others

  • View
    4

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Ensayo sobre ontología de la mente

ENSAYO

Ensayo sobre ontología de la mente ROBERTO MURILLO

ernando Le~! es un ~erío pensador y un genuino profesor uruversitano. Preocupado en especial por el pensamiento político y por la teoría del conocimiento, no ha abandonado las rutas clásicas y perman~n~es de 11:1 filosofia en aras ~e la sociología

. o de la logica: el libro por el que recibe el premio Ancora se titula Ensayo sobre ontología de la mente (E.C.R., 1985, l 20p.). En los veinte años que lleva enseñando en la Universidad de Costa Rica, ha dictado seminarios sobre Platón, Hegel y Marx (es el más sólido conocedor de este último pensador entre nosotros) y preparó una tesis sobre Bertrand Russell y un libro por el que obtuvo el premio nacional de ensayo de 1979: Filosofía política y educación superior (EUCR, 108p). Me parece que sus afinidades electivas intelectuales lo acercan a Russell y a Sartre, con quienes comparte el sentido ~1ítico, el espíritu progresista y el amor por la libertad. Bien mstalado en su cátedra y en su biblioteca, Fernando Leal no ha sacrificado los _valores universitarios a la carrera política: por ello, ha de sobrevivir a nuestra generación. Tras un exterior austero y un hablar bien meditado, hay en Fernando un infrecuente don de amistad duradera y cordial y un agudísimo sentido del hury10r. Riguroso en su e?'-P?Sición académica, debe llegar a ser mejor conocido por el publico culto, pues su enseñanza, trascendiendo lo escolar, tiene el vigor de un nuevo humanismo de una renovada ilustración. '

No vamos a hacer una reseña del libro recién premiado del Dr. Leal como se escribiría para una revista especializada sino, como decía Cervantes, dirigida al "desocupado lector". E~te podrá disfrutar, con el Ensaro sobre ontología de la mente, de un tratamiento a la vez claro y nguroso del tema más importante para el hombre de todas_las épocas: el.de su alma, su psique o su mente, como qmera decirse. Salvo qmzá en lo referente a Sartre, el estilo se mantiene ajeno a la jerga de las escuelas filosóficas, a veces técnicamente necesaria, a menudo sin embargo superflua y desconcertante: es un auténtico ensayo en muy ~orrecto castellano; que no pierde por ello profundidad y exactitud.

De este libro si; puede decir lo que de todo el mejor pensamiento occidental: se presenta en él un proceso no acabado de desplatonización. De Platón se niega la división del alma y la jerarquía política que de ésta se deriva, pero siguiendo a Freud se ~efiende lo 9ue ~n Platón, mutatis mutandis, ya estaba: la u!lldad en_ la ~iyersidad, mant~nida en delicado equilibrio por la virtud de Justicia, y la mostración del alma sana por contraste con el alma enferma. Junto a la idea de la mente, formula el Dr. Leal "una explicación hipotética de los orígenes del desequilibrio mental". Así, escribe en la Introducción: "Esta busca de la causa ontológica del extravío mental tiene en nuestro ensayo una función metódica, pues juzgamos que en la percepción del contraste entre la conducta normal y la conducta patológica, puede fundarse una idea definida de la mente, lo cual sería muy dificil de hacer -si no imposible-, de

no contar con la ayuda que ofrece este contraste. Es un procedimiento simiiar al que utiliia füud ... " (p.11 ). El libro no posee entonces solamente el valor teórico de un estudio filosófico de la psique -muy provechoso para psicólogos-, sino el de la "cura de almas". Todo él se encamina a mostrar de manera sesuda y cordial, el camino del restablecimie¿to del equilibrio integral en el individuo y en la sociedad.

Se ha dicho que Marx, Nietzche y Freud son los tres grandes pensadores antipla.tónicos de la época contemporánea; ¿No son ellos, ei:i efecto, qmenes han puesto la filosofia "sobre sus pies", entendiendo que en Platón andaba de cabeza?; uno de los méritos de! li~ro q~e comentamos es, sin embargo, el de señalar la comcidencia entre Platón y Freud al respecto de la estructura de la psique. El "yo" freudiano viene a ser como el "alma inteligible" platónica, un principio no excluyente de los otros fact?:es _de la psi9ue, sino elemento director, guardián de un equilibno precano por naturaleza. Así como el "alma inteligible" había de defenderse de los excesos de la voluntad y de la sensualidad, el yo, sin eliminar al ello ni al super-yo, tiene que m~ntener entre éstos un orden racional, un logos, siempre falible, pues "cuando el yo tiene que reconocer su debilidad se anega ~n angustia, angustia real ante el mundo exterior, ' angustia moral ante el super-yo y angustia neurótica ante la fuerza de las pasiones del ello". (Cita de Freud, en p.46). La ob_ra del Dr. Leal nos lleva a comprender, y también a sentir, algo asi como el '.eencuentro del yo consigo mismo, convalesciente de la angustia. Pero más que por las tres clases de angustia presentadas por Freud, s_e interesa el autor en una cuarta, que constituye el centro del libro: la desmesura de la imaginación en la que podemos estudiar, por contrapartida, el extraordinario' valor positivo de la imaginación sana. Si el autor hablara de "facultades" del alma, diría sin duda que la facultad dominante, para bien y para mal, es la imaginación, pues es en virtud de ella, más que gracias a la sensibilidad y al juicio, que el hombre se da el ser desde la nada.

Amigos desde hace un cuarto de siglo, Fernando Leal y yo hemos convenido en que podemos hablar de todo, menos de teoría del conocimiento, pues él se siente irreductiblemente '.'re~sta" y yo, "idealista". Así, no le discutiré lo que mevitablemente tenía que resultarme dificil en su libro tan bien logrado: la explicación del yo como "disposición de acontecimientos, que son materia-energía recogida en "bultos" o desplegada en haces" (p. 97-98). Yo, siguiendo a Descarte~ o ª.~usserl, si~mpre le encontraría un último pero a toda explicacion de la psique a partir de la "divina materia" ...

Decía don Alberto Cañas, en una de sus siempre sabrosas columnas de la Prensa Libre, que en Co,o;ta Rica entendemos por cultura los C?nciertos, las exposiciones, las puestas en escena, pero no los libros. Leer y comentar los libros cuesta esfuerzo. Más aún si s.e .trata de obras filosóficas: se cree que éstas son sólo para lll1C1ados, punto menos que ininteligibles. Si ello es cierto de algunas, no lo es del libro de Fernando Leal cuyo premio celebramos, pues el Ensayo sobre ontología de la mente resulta de una vasta cultura muy bien incorporada y depuradamente ofrecida al lector inteligente.

Fernando Leal, premio Ancora en la rama de ensayo filosófico.