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Entrevista imaginaria a Nicomedes Guzmán
Un viaje fantástico
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Entrevista imaginaria a Nicomedes Guzmán
Nicomedes en su adolescencia, como velocista del Club Atlético Royal, en Santiago.
Memoriosa: ¿Dónde pasó su infancia, don Nicomedes?
Nicomedes Guzmán: Nací el 25 de junio de 1914 en un barrio llamado del Club Hípico, en Santiago, al sur de la ciudad. Pero mis primeros años me enseñaron el sabor de la libertad en un lugar muy distinto, el que yo llamo Barrio Mapocho, al lado de la gran calle del mismo nombre.
Memoriosa: ¿Por qué le gustó el Barrio Mapocho?
Nicomedes Guzmán: Es un barrio trágico, pero de una arisca y avasallante belleza*, que intenté desentrañar ambientalmente en mis novelas Los hombres obscuros (1939) y La sangre y la esperanza (1943).
*Nicomedes describe el Barrio Mapocho como “trágico”. Esto
se debe a que era un lugar con mucha pobreza, donde la vida
era muy difícil. El talento de Nicomedes fue observar el barrio,
describiendo su rudeza y su belleza. Es algo que pocos escritores
chilenos habían hecho antes.
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Memoriosa: ¿En qué trabajaban sus padres?
Mis padres eran obreros: él, Nicomedes, heladero ambulante y maquinista tranviario; ella, Rosa, se dedicaba a las labores de la casa. En el curso de mis páginas he tratado de esbozar en muchas ocasiones los perfiles materiales y la virtud de alma de mis padres.
Memoriosa: Me contaron que usted empezó a trabajar desde muy chico.
*Para ayudar a su familia, Nicomedes trabajó siendo un niño. En
esa época era posible. Felizmente, hoy en día está prohibido el
trabajo infantil. El deber de niños y niñas es estudiar, cuidar su salud
y desarrollarse integralmente, algo establecido en la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño.
Nicomedes Guzmán: Sí. Trabajé desde pequeño, debido a los urgentes menesteres hogareños*. Fue una escuela dura, pero maravillosa. Fui acarreador de cajas en una fábrica de artículos de cartón, ayudante de chofer, mandadero, ayudante de tipógrafo y encuadernador y otros menesteres, hasta que pasé a ocupar el más humilde puesto en una modesta oficina. Aquí comienza tal vez mi formación intelectual.
Heladero en Santiago, hacia 1901.
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Memoriosa: ¿En su tiempo libre qué le gustaba hacer?
Nicomedes Guzmán: Madrugaba para ir a dar unas cuantas vueltas a la pista atlética de la Quinta Normal y otras veces para ir hasta el Mercado “La Vega”, junto al río Mapocho, a observar el trabajo de los cargadores, el remate de las verduras, la llegada y la salida de las carretas en medio de la bruma matinal.
Memoriosa: ¿Y cuándo empezó a escribir?
Nicomedes Guzmán: Siendo un niño. Escribía viñetas literarias que enviaba, muy esperanzado, a una revista infantil. Deben de haber sido terriblemente malas, puesto que no eran publicadas. Mi buena y heroica madre, observándome, me aconsejaba tierna y piadosamente: “Déjate de cosas, mi hijo. Si no te toman en cuenta”.*
*Finalmente sí tomaron en cuenta a Nicomedes.
Logró publicar cuentos, dibujos y poemas en El
Peneca, su revista favorita y también la de muchos
niños y niñas de Chile, bajo el seudónimo de Ovaguz.
Mercado central en el Barrio Mapocho, en 1950.
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Portada de la segunda edición de La ceniza y el sueño (1960), primer libro de Nicomedes Guzmán.
Memoriosa: ¿Cuándo publicó su primer libro?
Nicomedes Guzmán: En 1938, a los 24 años. Eran nueve poemas que se editaron bajo el título La ceniza y el sueño, que me dieron la oportunidad de conocer a nuestro formidable poeta Pablo Neruda. Desde entonces fuimos amigos.
Memoriosa: ¿Por qué le gusta escribir?
Nicomedes Guzmán: Para mí es muy importante contar lo que veo con mis ojos. Creo que la literatura tiene una responsabilidad vital: crear el clima propicio a la paz, al mejor entendimiento entre los hombres, esto a trueque de describir sus luchas, decir sus verdades.*
*Para Nicomedes era muy importante contar la verdad sobre la
vida de las personas, para así lograr la paz y el entendimiento.
Como escribe en su libro La Sangre y la Esperanza: “Era la vida,
era su rudeza y eran sus compensaciones”.
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Memoriosa: Muchos de los personajes de sus libros son niñas y niños.
Nicomedes Guzmán: Me interesé mucho por la infancia. Uno de mis personajes más queridos es Enrique Quilodrán —protagonista de La sangre y la esperanza—, un niño de una familia muy pobre del Barrio Mapocho, en Santiago. En mi trabajo como editor en el sello Cultura, además, dirigí el libro Había una vez de Vicente Panini Ortiz, dirigido a niños y niñas como tú, Memoriosa.
Nicomedes (a la izquierda) junto escritor Jacobo Danke, vecinos y niñas y niños del conventillo de la calle Mapocho. Santiago, 1955.
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Una moneda al río y otros cuentos. Guzmán, Nicomedes. Estados Unidos: Monticello College, 1954. Disponible en Memoria Chilena: http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-7784.html
Nicomedes en su adolescencia, como velocista del Club Atlético Royal, en Santiago. Foto perteneciente a la Fundación Nicomedes Guzmán.
Heladero, hacia 1901. Archivo Fotográfico, Biblioteca Nacional de Chile. Disponible en Memoria Chilena: http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-68842.html
Mercado central en el Barrio Mapocho, en 1950. Archivo Fotográfico, Biblioteca Nacional de Chile. Disponible en Memoria Chilena: http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-67937.html
Portada de La ceniza y el sueño. Guzmán, Nicomedes. La ceniza y el sueño. Santiago de Chile: Ediciones del Grupo Fuego de la Poesía, 1960. Foto perteneciente a la Fundación Nicomedes Guzmán. Libro disponible en Memoria Chilena: http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-7785.html
Nicomedes (a la izquierda) junto escritor Jacobo Danke y vecinos del conventillo de la calle Mapocho 2490. Santiago, 1955. Foto perteneciente a la Fundación Nicomedes Guzmán.
Fuente entrevista imaginaria
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