Ernesto Demartino Carles Feixa Cas

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    Ms all de boli: Gramsci, De Martino y eldebate sobre la cultura subalterna en Italia

    Carles Feixa

    Cuando Cristo se detena en boli1

    Han pasado muchos aos, cargados de guerra y de lo

    que se suele llamar la Historia. Llevado de aqu para allpor el azar, hasta ahora no he podido mantener la prome-sa que hice, al despedirme, a mis campesinos de volvercon ellos y no s, la verdad, si podr jams o cundomantenerla, pero, encerrado en un cuarto y en un mundocerrado, me resulta grato volver con la memoria a aquelotro mundo, confinado en el dolor y los usos, negado a

    la Historia y al Estado y eternamente paciente, a aquellatierra ma sin consuelo ni dulzura, donde el campesinoviva, en la miseria y la lejana, su inmvil civilizacin, enun suelo rido y en presencia de la muerte. [] Pero a esatierra obscura, sin pecado y sin redencin, donde el malno es moral, sino un dolor terrenal que est para siem-pre en las cosas, Cristo no baj. Cristo se detuvo en boli.2

    1 Este artculo es el fruto de una estancia que realic en 1986 en la Univer-sidad de Roma gracias a una bolsa de viaje de la CIRIT. Quisiera hacer cons-tar mi agradecimiento a las siguientes personas: Alberto Cirese, FrancoFerrarotti, Grard Lutte, Tullio Tentori, Vincenzo Padiglione, MassimoCannevaci, Claudio Marta, Sandro Portelli y Ricard Vinyes, sin cuya ayudano hubiera podido escribir este ensayo. Tambin a Clara Gallini, a quientuve ocasin de conocer y apreciar despus. Salvo indicacin contraria,todas las citas han sido traducidas del italiano por el autor.2 Carlo Levi: Cristo si fermato a Eboli. Turn: Einaudi, 1945, p. 15.[Traduccin castellana: Cristo se detuvo en boli. Madrid: Gadir, 2005,pp. 9-10.]

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    En 1945 Carlo Levi public Cristo si fermato a Eboli, dondenarraba en tono autobiogrfico el ao que haba pasado, unadcada antes, entre los campesinos de un pueblo de Lucania, alsur de Italia. El autor, un intelectual socialista turins mdi-co y pintor haba sido condenado por el rgimen mussoli-niano en 1934 y confinado en el extremo meridional de la penn-sula Itlica, en una pequea y aislada comunidad que en el librodenomina Cagliano. De la confrontacin entre el intelectual delnorte y el campesinado analfabeto del sur y su enigmticacultura nacera esta magnfica obra literaria, que pronto alcan-

    zara un extraordinario xito de crtica y pblico, que se exten-dera a escala internacional despus de su adaptacin cinema-togrfica. El libro pona al descubierto la otra Italia, esemundo negado a la Historia y al Estado, donde los campe-sinos del sur vivan su sufrida cultura, eso que un jesuita delsiglo xvii haba denominado le Indie di quaggi (las Indiasde aqu al lado), al volver de boli tan pronto como la misin

    evangelizadora que le haba encomendado la Santa Sede fraca-s: la conversin de aquellos salvajes del sur.3

    3 Para una visin general de la historia de la antropologa italiana y deldebate sobre la cultura popular (incluyendo una antologa de textos),pueden consultarse las siguientes publicaciones: Alberto Mario Cirese:Folklore e antropologia, tra storicismo e marxismo. Palermo: Palumbo,

    1973; Pietro Clemente, Maria Luisa Meoni, Massimo Squillacciotti (eds.):Il dibatitto sul folklore in Italia. Miln: Edizioni di Cultura Popolare,1976; Carla Pasquinelli (ed.): Antropologia culturale e questione meri-dionale. Florencia: La Nuova Italia, 1977; Franco Ferrarotti: Antropolo-

    gia, storicismo e marxismo. Miln: Franco Angeli, 1978; Quaderni diProblemi del Socialismo, Studi Antropologici italiani e rapporti di classe(vol. I) y Orientamenti marxisti e studi antropologici italiani (vol. II).Miln: Franco Angeli, 1980; Tullio Tentori: Per una storia del bisognoantropologico. Roma: Inaua, 1983. Tentori particip en el IV Congresode Antropologa de Alicante (21-25 de abril de 1987), con una ponenciatitulada: Respuestas acadmicas y extraacadmicas a la demanda actualde Antropologa Cultural en Italia, una interesante lectura antropolgi-

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    El impacto de la novela de Levi coincide e incide en el reno-vado inters que en la Italia de la inmediata posguerra empe-zaba a surgir por la temtica meridional. 1945 es tambin elao en que se reedita La questione meridionale, de AntonioGramsci, a la que siguen otras obras de intelectuales y polti-cos, y el nuevo partido de Togliatti la convierte en una de lasgrandes cuestiones de debate nacional.4 Son aos de grandesmovilizaciones sociales, con ocupaciones de tierras por partede los jornaleros del sur y luchas obreras en el norte, en esoque despus se llamara la irrupcin del mundo popular

    y subalterno en la historia. Hay un gobierno de unidad nacio-nal y las fuerzas de la izquierda trabajan sobre la hiptesis deuna democracia progresiva, gestionada por los sectores socia-les y polticos del antifascismo, que hallar una notable resis-tencia. El primero de mayo de 1947, treinta y seis sindicalis-tas mueren en el sur a manos de los terratenientes y de la Mafia,y empieza a aplicarse el plan Marshall. En 1948 se produce el

    fracaso del Frente Democrtico Popular (PCI-PSI) en las elec-ciones y el triunfo por mayora relativa de la Democracia Cris-tiana (DC). Pero las luchas sociales no disminuyen: en Melis-sa y otras comunidades meridionales las fuerzas del ordendisparan contra los campesinos que luchan por la tierra. Sontambin los aos de los debates sobre el neorrealismo en lite-ratura y cine, y del compromiso del intelectual con la sociedad.

    ca de textos de Gramsci, Levi, Berlinguer, Pasolini, De Martino, De Mitay el Concilio Vaticano II, que para muchos antroplogos espaoles supu-so el primer contacto con la antropologa italiana.4 Antonio Gramsci: La questione meridionale. Turn: Einaudi, 1945 [traduc-cin castellana: La cuestin meridional. Madrid: Penthalon, 1978]; EmilioSereni: La questione agraria nella rinascita nazionale. Turn: Einaudi, 1946[traduccin castellana: Capitalismo y mercado nacional. Barcelona: Crti-ca, 1980]. En 1954 se fund la revista Cronache Meridionali, en la queintervendrn dirigentes comunistas y socialistas como De Vittorio, Napo-litano, Rossi-Doria, Chiaromonte o Alicata, entre otros.

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    Escritores y artistas como Pasolini, Calvino y Pavese inspiransus obras en las tradiciones del mundo popular. Adquiere unagran relevancia el personaje de Rocco Scotellaro, pastor meri-dional que llega a ser poeta y militante socialista de la manode Carlo Levi. Adems de a la poesa popular, Scottellarose dedicar a recoger biografas de los campesinos del sur(Contadini del Sud, 1954) y se convertir en un mito despusde su prematura muerte.5

    En este agitado contexto, la difusin del libro de Levi vienea reafirmar la alteridad propia de la cultura de los campesi-

    nos del sur (como crtica implcita a la cultura burguesa),incidiendo en la necesidad de tratar la cuestin meridional nosolo como un problema econmico o poltico, sino tambincultural y de valores. Asimismo, y al margen de su indiscutiblemrito literario y testimonial, la novela transmite una visinextica, irracional y mtica de los campesinos de la Lucania,reflejada en su existencia inmvil, fuera del tiempo y de la histo-

    ria, conmovida por el mundo de la magia y la supersticin(quin no recuerda aquella fascinante descripcin del viejobrujo de Cagliano?). La exigencia de hacer hablar lo que antesera mudo, de poner de relieve cuanto era ignorado, de sacar ala superficie aquello que estaba oprimido, se traduce en Levi enuna forma de contraposicin entre cultura campesina y cultu-ra culta, como si el mundo subalterno hubiera cortado losvnculos que lo unan al mundo hegemnico. Esta contraposi-cin se basa esencialmente en intuiciones poticas y terminapor conferir a los campesinos un aura de intangible misterio.Como si ningn instrumento cognoscitivo culto fuera capazde explicar una dimensin cultural extraa a la nocin del tiem-

    5 Rocco Scotellaro: Contadini del sud. Turn: Einaudi, 1954. Sobre la figu-ra y la obra de Scotellaro, vase Vincenzo Padiglione: Osservatore eosservato. Problemi di conoscenza e rappresentazione. La vicenda Scote-llaro, en Orientamenti marxisti e studi antropologici italiani, op. cit.,pp. 167-210; Pietro Clemente: Il caso Scotellaro, op. cit., pp. 145-161.

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    po, de historia, de cambio. Como si todo el aparato racionalfuera inservible frente a esta otra cultura, abarcable solo atravs del lenguaje de la poesa y el mito.

    La apasionada adhesin de Levi a este mundo humildey marginado, al cual llama civilit contadina meridionale(civilizacin campesina meridional), desemboca en las pginasms tericas del libro en una visin romntico-anarquizante dela lucha campesina. La civilit contadina no solo establece lascondiciones para una crtica del mundo que se ha detenido enboli (el mundo de la alta cultura europea), sino tambin los

    presupuestos de una alternativa a la Lucania que hay dentrode cada uno de nosotros, fuerza vital pronta a convertirse enforma, vida, instituciones, en lucha con las instituciones deparentesco y patronales, superadas y muertas en su pretensinde realidad exclusiva.6 No es pues extrao que estas ideassobre la autonoma, la auto-emancipacin del mundo campe-sino desde dentro de su propia cultura, pudieran presentarse,

    en los debates poltico-ideolgicos de los aos de la posguerra,como una alternativa a la teora gramsciana del bloque hist-rico, de la alianza revolucionaria entre campesinos, obreros eintelectuales. En efecto, la propuesta de un socialismo campe-sino ser presentada por Prieto Nenni, lder del PSI, en laconmemoracin de la muerte de Rocco Scotellaro y en presen-cia de Carlo Levi, en tensin dialctica con las propuestas comu-nistas y en lucha por la hegemona dentro de los movimientossociales meridionales, una vez roto el pacto de unidad de accinde las fuerzas de izquierda que sigui a la derrota electoral delFrente Democrtico Popular.7

    6 Carlo Levi, op. cit., p. 9.7 Respecto a la obra de Levi y Scotellaro, Mario Alicata dijo que han traba-jado para alejar el Mezzogiorno ms que la India y la China del cuadrode nuestro conocimiento objetivo (Il meridionalismo non si pu ferma-re a Eboli, Cronache Meridionali, n 9 (1954), p. 590, reproducido enClemente et al., op. cit.). Adems de este artculo, cabe destacar de este

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    Las Osservazioni sul folklore de Gramsci

    Podra decirse que hasta hoy el folclore se ha estudiadoprincipalmente como un elemento pintoresco [...] Debe-ra estudiarse, en cambio, como concepcin de la viday el mundo, implcita en gran medida, de determinadosestratos (determinados en el tiempo y en el espacio) de lasociedad, en contraposicin (tambin en general implci-ta, mecnica, objetiva) con las concepciones del mundooficiales (o, en sentido ms amplio, de las partes cultas

    de las sociedades histricamente determinadas) que sehan ido sucediendo en el desarrollo histrico. [...] Elfolclore solo puede entenderse como un reflejo de lascondiciones de la vida cultural de pueblo, si bien algunasconcepciones propias del folclore pueden prolongarsedespus de que las condiciones sean (o parezcan) modi-ficadas o den lugar a combinaciones extraas.8

    En 1948 empiezan a publicarse los Quaderni que AntonioGramsci haba escrito durante los once aos que dur su encar-celamiento por el gobierno fascista (desde 1926 hasta su muer-

    debate los siguientes: Pietro Nenni: Il socialismo contadino nella poesiadi Scotellaro, Avanti! (29 de agosto de 1954); Carlo Levi: Presentazio-ne, en Rocco Scotellaro, Contadini del sud, op. cit.; Gianni Baget-Bozzo:Il rimoramento italiano comincia dai contadini del sud, Terza Genera-zioni (julio-agosto de 1954); Alberto Mario Cirese: Note su contadini delSud, La Lapa (septiembre-diciembre de 1955). Un resumen del debatepuede consultarse en Pietro Clemente: Movimento operaio, cultura disinistra e folklore, op. cit., pp. 15-38.8 Antonio Gramsci: Osservazioni sul folklore, en Letteratura e vita nazio-nale. Roma: Editori Riuniti, 1975, pp. 267-268. La versin original nte-gra, que corresponde al Cuaderno 27 (XI) de 1935, puede consultarse enla edicin crtica del Istituto Gramsci: Quaderni dal carcere, vol. III, Valen-tino Gerratana (ed.). Turn: Einaudi, 1975, pp. 2.311-2.317. [Traduccincastellana: Cuadernos de la crcel. Mxico: Era, 1970-1975].

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    te en 1937). En 1950 sale a la calle el cuarto volumen, que llevapor ttulo Letteratura e vita nazionale y concluye con las famo-sas Osservazioni sul folklore. Se trata de apenas cuatro pgi-nas en la versin crtica llegan hasta ocho que tendrn unaenorme trascendencia en el debate intelectual y poltico de aque-llos aos, y que pondrn las bases de una corriente de antro-pologa marxista de gran originalidad respecto al contexto inter-nacional, corriente preocupada por el estudio de las culturaspopulares y subalternas. Las notas de los Quaderni son unconjunto extremadamente rico y variado de comentarios sobre

    historia, literatura, teatro, arte, filosofa, poltica, etc., queprovocarn un fuerte impacto en la sociedad italiana y desem-pearn un papel primordial en la renovacin del marxismo.Sin dejar de reconocer la importancia de las infraestructuras,Gramsci se interesaba por los aspectos subjetivos, culturales,cotidianos de la vida social, y especialmente por el papel de laideologa en las relaciones de clase. Debe mencionarse su concep-

    to de hegemona, con el cual intentaba describir el modo capi-talista de dominacin, que se ejerce a travs del control de lasideas ms que mediante el uso de la fuerza. Este nfasis en elmundo de las ideologas pona de manifiesto la influencia deBenedetto Croce, as como algunas peculiaridades de la cultu-ra italiana. Pese a su aparente heterogeneidad, hay un hiloconductor que recorre los Quaderni, y es el problema de laconciencia de clase. Entre las razones de la derrota de la claseobrera a manos del fascismo, Gramsci seala un tipo de limi-tacin cultural, que sera la causa de que el PCI no hubiera sidocapaz de impulsar el proletariado hacia una toma de concien-cia de la propia fuerza y de los propios derechos. De aqu sedesprenda la importancia primordial de las relaciones entrehegemona y dependencia, entre cultura dominante y culturasubalterna, que en la crcel se habra convertido en el centro

    de su reflexin. La afirmacin marxista segn la cual la cultu-ra de las clases dominantes es la cultura dominante se retomabaas de una manera ms compleja, que tena en cuenta la presen-

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    cia de una visin del mundo propia de las clases subalternasque haba que conocer, analizar y someter a una valoracincrtica. Esto explica su inters por el folclore, inaudito entrelos intelectuales de su poca (tanto ms si estos eran comunis-tas!).9

    Este inters vena de lejos. De su Cerdea natal conservabavivo el inters por la cultura popular, una cosa muy seria y quedebe ser tomada en serio. En Lettere dal carcere aparece a menu-do esta fascinacin. As, por ejemplo, en una carta dirigida a sumadre, le peda: Cuando puedas, envame algunas de las cancio-

    nes sardas que cantan por las calles en Boltano, y dime si anhacen alguna fiesta, los certmenes poticos; escrbeme los temasque cantan. La fiesta de San Constantino en Sedilo, y de SanPalmerio, las hacen an? La de San Isidro, es an tan grande?Permiten sacar la bandera de los cuatro marcos a hacer los pasa-calles? Hay an capitanes que se visten como los antiguos mili-cianos? T sabes bien que estas cosas me han interesado mucho

    siempre; escrbeme y no te creas que son memeces...10

    Este inte-rs lo manifest Gramsci claramente en otras de sus obras. En

    9 Clara Gallini: Un filone specifico di studi nella antropologia italiana.Npoles: Istituto Universitario Orientale, 1985-1986, p. 2.10 Antonio Gramsci: Lettere dal carcere. Turn: Einaudi, 1977, p. 132.Hay otra preciosa ancdota de Gramsci que revela su sensibilidad por la

    cultura popular. En el ao 1917, el gobierno haba enviado a Turn unabrigada de soldados sardos para reprimir a los obreros en huelga. Ungrupo de jvenes marxistas pensaron en hacer propaganda entre los solda-dos, que en su mayora eran pastores pobres, lanzando un manifiesto invi-tndoles a fraternizar con los obreros turineses y a no odiarles porqueeran sus hermanos de clase. Un grupo fue a ver a Gramsci, que enton-ces era profesor en Turn, para que les aconsejara y revisara el manifies-to. Segn recuerda uno de ellos: Ese manifiesto nos lo reescribi cuatroveces... Me aconseja no poner la palabra hermanos ni tampoco clase.Dijo que para los pastores pobres de la Cerdea los obreros de Turn eranunos seores y no hermanos. Para aquellos que haban ido a la escue-la, la clase era la escolar, y no la social como nosotros la entendamos.

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    La questione meridionale (1945) subray la necesidad de consi-derar los aspectos culturales del problema del sur. En Gli inte-llettuali e lorganizzazione della cultura (1949) denunci la condi-cin de los intelectuales italianos comisionados por el grupodominante para el ejercicio de las funciones subalternas de lahegemona social y del gobierno poltico, proponiendo un nuevomodelo de intelectual, no tan interesado en la elocuencia motrizexterior y momentnea de los afectos y las pasiones, sino enimplicarse activamente en la vida prctica del pueblo, como cons-tructor y organizador, escapando de la tradicin libresca y

    abstracta y acercndose a la vida normal de las clases subal-ternas. En el primer volumen de los Quaderni (Il materialismostorico e la filosofia de Benedetto Croce, 1948), iba ms all ensus reflexiones sobre el sentido comn y subrayaba la soli-dez de las creencias populares y el peligro que supondra destruir-las sin ofrecer nada a cambio que llenara el vaco, afirmando lanecesidad de nuevas creencias populares, de un sentido comn

    y, por consiguiente, de una nueva cultura y una nueva filosofa

    A los soldados sardos les tenamos que hablar de ricos y de pobres. EnCerdea los pobres trabajaban de mineros y de pastores. En Turn, deobreros... Los oficiales les haban hecho creer que los obreros de Turn eranunos seores que se haban declarado en huelga para traicionar a lossoldados que luchaban en el frente. Nosotros tenamos que convencerles

    a travs del contacto directo de que los obreros de Turn se habandeclarado en huelga contra los patronos porque no tenan pan y porquequeran la paz. Y la paz tambin la queran los pastores sardos. El mani-fiesto se difundi en el cuartel. Por un lado estaba escrito en italiano,y por el otro, en el dialecto sardo. Lo haba traducido Gramsci. l tambininsisti en que estableciramos contactos directos, utilizando compaerosobreros sardos que trabajaran en Turn. As lo hicimos y obtuvimos buenosresultados. En una reunin con soldados vino Gramsci. Los soldados sesorprendieron al ver a un profesor sardo que defenda a los obreros deTurn. Despus de la guerra, numerosos soldados volvieron a Turn parahacer de obreros. (Paolo Robotti: La prova. Bari: Leonardo da Vinci,1965, pp. 129-130.)

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    que arraiguen en la conciencia popular con la misma solidez quelas creencias tradicionales.11

    En conjunto todo converge en las Osservazioni sul folklo-re, que suponen no solo una reelaboracin sistemtica de lasreflexiones precedentes, sino tambin un salto cualitativo muyimportante. En efecto, releer aquellas pginas provoca an hoyen da un sentimiento de admiracin perpleja: el folclore pasaa ser concebido como la cultura del pueblo (es decir, delconjunto de las clases subalternas e instrumentales de cual-quier forma de sociedad existente hasta el da de hoy). Esto

    supona rechazar la consideracin del folclore como un hechopintoresco, reivindicando la dignidad de su estudio, ms allde la curiosidad erudita o romntica, como especfica formacinsociocultural que es. Subrayar algo tan obvio como que la cultu-ra popular era la cultura del pueblo fue realmente una revolu-cin para la larga tradicin de los estudios folclricos que enItalia contaba con figuras de primera magnitud como Giuseppe

    Pitr, interesados hasta aquel entonces en la forma de losrasgos culturales, sin apenas prestar atencin a su contenidoy funciones. Por otro lado, dignificar el estudio del folclore su-pona ir contra corriente respecto de las principales escuelas delpensamiento europeo e italiano: tanto para el marxismo (preo-cupado, especialmente en la dimensin econmica, por las gran-des estructuras sociales y obsesionado por eliminar la culturapopular como mera pervivencia del pasado y barrera para loscambios), como para el historicismo idealista crociano (queidentificaba la historia con la de los grupos dirigentes, dentrode la cual los subalternos no tienen voz propia), el folclore habasido, hasta ese momento, un asunto totalmente irrelevante.12

    11 Antonio Gramsci: Gli intellettuali e lorganizzazione della cultura. Turn:

    Einaudi, 1949, pp. 9 y 115; Il materialismo storico e la filosofia de Bene-detto Croce. Turn: Einaudi, 1965 [1948], p. 123.12 Antonio Gramsci: Osservazioni sul folklore, op. cit., pp. 267-268.

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    El mrito de Gramsci no reside, sin embargo, en identificarla pertenencia a una clase como el lugar donde cabe buscar laexplicacin de los hechos culturales (esto ya lo haban seala-do Marx y Engels en La ideologa alemana). Su acierto esponerlo en relacin con la dialctica hegemona-subalternidadque configura el contenido de las relaciones entre las clases encada momento histrico. Que la cultura de las clases subal-ternas (su concepcin de la vida y del mundo) se contra-ponga a la cultura oficial significa que su desarrollo no esni autnomo ni endgeno. En otras palabras: en contra de lo

    que pensaba Carlo Levi, el mundo que vive ms all de bolino se puede entender con independencia del devenir histricodel mundo ms cercano que lo ha marginado. Tampoco es unmundo inmvil. El folclore cambia a travs del tiempo, a caba-llo de las transformaciones de la cultura dominante, lo quehace que no nos encontremos hoy con un cuerpo nico eincontaminado de rasgos culturales, sino que debamos hablar

    ms bien de un conglomerado indigesto de fragmentos detodas las concepciones del mundo y de la vida que se han suce-dido en la historia.13

    El texto de Gramsci, que no es debe recordarse la versindefinitiva de un pensamiento consolidado, no deja de plantearnosciertos interrogantes. Por un lado, oscila entre una concepcindel folclore como cultura popular tout court(que incluye, porlo tanto, al proletariado y a otros grupos subalternos), y la delfolclore como conjunto de supervivencias, de estratos fosi-lizados que reflejan condiciones de la vida pasada (centrada,por lo tanto, en el campesinado precapitalista). La distincin noes irrelevante, ya que, como veremos ms adelante, esta ambi-gedad flotar en los debates posteriores al libro. Por otro lado,la misma valoracin poltica que hace del folclore flucta entreuna connotacin negativa que es predominante (el folclore es

    13 Ibid., pp. 274 y 268.

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    una concepcin del mundo implcita, no elaborada, asis-temtica, mltiple, heterognea, tradicional, adems,claro est, de subalterna), y alguna referencia positiva de susposibilidades innovadoras y progresivas: Habra que distin-guir diferentes estratos: aquellos fosilizados que reflejan condi-ciones de vida pasada y por tanto conservadores y reacciona-rios, y aquellos que son una serie de innovaciones, a menudocreativas y progresivas, determinadas espontneamente porformas y condiciones de vida en proceso de desarrollo y que estnen contradiccin, o bien se diferencian, con la moral de los

    estratos dirigentes.14Estas afirmaciones, dentro del marco de las luchas campe-

    sinas de los aos cincuenta, darn pie a todo el debate sobre elfolclore progresivo como reconocimiento de la potencialidadrevolucionaria de la cultura tradicional. En Gramsci, sin embar-go, no encontramos una teora del folclore como cultura contes-tataria. l habla de una contraposicin normalmente

    implcita, mecnica, objetiva del folclore con la cultura hege-mnica. Pero contraposicin no significa oposicin, yaque el pueblo, a diferencia de los grupos dominantes, por defi-nicin no puede tener concepciones elaboradas, sistemticas,y polticamente organizadas y centralizadas.15 Lo cual no quie-re decir que los valores y la cultura del pueblo sean una meradegradacin de la cultura y el pensamiento de las elites. En pala-bras de Pietro Clemente, que ha comentado este fragmento deGramsci: A pesar de la falta de una oposicin explcita (pol-ticamente organizada, internamente coherente) [Gramsci] noexcluye una oposicin fragmentaria y espontanesta que se rebe-la, por un lado, en el mecanismo de adaptacin popular de cada

    14 Ibid., p. 269. (El subrayado es mo.)15 Ibid., p. 268. Un excelente anlisis del texto de Gramsci puede encon-trarse en Alberto Mario Cirese: Intellettuali, folklore e istinto di classe.Turn: Einaudi, 1976.

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    producto culturalmente impuesto, y, por el otro, en el hecho deque las condiciones de vida reales de los pueblos, en su modi-ficacin con relacin a la organizacin econmico-social, y ensu confrontacin con la realidad general, estimulan actitudesjusticialistas (el derecho natural, la diferencia entre el rico yel pobre...), o aspiraciones evasivas, pero no por eso insignifi-cantes, como la identificacin con el bandolero justiciero, elhroe que se toma la justicia por su mano, etc. El resultado esque, si desde el punto de vista de la conciencia poltica y de laorganizacin, el nivel de la cultura subalterna es incapaz de un

    antagonismo consciente y coherente, esto no quiere decir, sinembargo, que sea un recipiente vaco que se llena solo con lasideas de las clases dominantes.16

    Sea como fuere, la actitud de Gramsci es firme: tanto si selo considera una concepcin arcaica que se tiene que extirpary sustituir por concepciones superiores, como si se lo juzgaun soporte de una nueva cultura progresiva, el folclore no

    debe considerarse una extravagancia [bizzarreria], una rarezao un elemento pintoresco, sino una cosa que es muy seria y quetiene que ser tomada en serio. Solo as la enseanza ser mseficiente y determinar realmente el nacimiento de una nuevacultura entre las masas populares, eliminando la distancia entrela cultura moderna y la cultura popular o folclore.17 Esta acti-vidad, que para Gramsci se corresponda en el plano intelectuala lo que haba significado la Reforma en los pases protestan-tes, se basaba en una concepcin de la cultura popular muyinnovadora, que no dejara de influenciar en la vida polticae intelectual de Italia ni en las disciplinas etnoantropolgicasdesde su publicacin en 1950. Es el hilo de Ariadna que inten-taremos desenmaraar a partir de ahora.

    16 Pietro Clemente: Movimento operaio, cultura di sinistra e folklore,op. cit., p. 30.17 Antonio Gramsci: Osservazioni sul folklore, op. cit., p. 270.

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    Ernesto de Martino y el debate sobre la cultura subalterna

    El humanismo circunscrito de la civilizacin occidentales, pues, inherente a la estructura de la sociedad burgue-sa: precisamente porque es caracterstico de tal sociedadque Cristo no vaya ms all de boli, el mundo quevive ms all de boli les ha parecido a la etnologa y alfolclore burgueses como ahistrico [...]. Como militantede la clase obrera en el Mezzogiorno italiano, me di cuen-ta de que el naturalismo de la etnologa tradicional se

    relacionaba con el mismo carcter de la sociedad burgue-sa, que entre las condiciones de existencia, por ejemplo,de los jornaleros de las Murge y la inercia historiogrfi-ca de los escritos etnolgicos y folclricos haba una cone-xin orgnica, y que mi inters terico de comprender loprimitivo naca de mi intersprctico de participar en suliberacin real.18

    En el ao 1949, poco antes de aparecer las Osservazioni deGramsci, y animado por las ocupaciones de tierras y las luchascampesinas de la posguerra, Ernesto de Martino public en larevista Societ un extenso artculo titulado Intorno a una storiadel mondo popolare subalterno. El texto, de gran trascen-dencia para la historia de la antropologa italiana, suscit pron-to un amplio y fecundo debate entre la intelectualidad progre-sista de la poca, que se aada al renovado inters por latemtica meridional y al impacto causado por la obra de CarloLevi. Entre 1949 y 1954, revistas y peridicos como LUnit,Avanti!, Societ, Paese Sera, Cronache meridionali, Rinascita,etc., se llenan de crticas y comentarios de las voces ms cuali-ficadas de aquel tiempo: De Martino, Levi, Scotellaro, Nenni,

    18 Ernesto de Martino: Intorno a una storia del mondo popolare subal-terno, Societ, n 3 (septiembre de 1949), incluido en Carla Pasquinelli,op. cit., pp. 48 y 71. Vanse las pginas 77-105 de este volumen.

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    Alicata, Forlini, Anderlini, Luporini, Giarrizzo, Cirese, Lanter-nari, Banfi, Catalano, etc.19

    Ernesto de Martino puede ser considerado el fundador de lamoderna antropologa cultural italiana, aunque su obra no hayatenido el reconocimiento internacional que mereca. Sus orge-nes intelectuales deben situarse en la escuela historicista de Bene-detto Croce, de quien De Martino fue discpulo, a pesar de quesu itinerario es un lento y a veces contradictorio alejamientode los postulados del maestro y un progresivo y heterodo-xo acercamiento al marxismo. En sus primeros trabajos se

    haba ocupado fundamentalmente de la etnologa de los pueblosprimitivos, centrndose en sus aspectos mgico-religiosos. As,por ejemplo, Naturalismo e storicismo nella etnologia (1941) es

    19 Del amplio debate suscitado por el artculo de De Martino podemosdestacar: Antonio Banfi: La cultura popolare, Rinascita, n 11 (noviem-bre de 1949); Franco Fortini: Il diavolo sa travestirsi di primitivo, Paese

    Sera (23 de febrero de 1950); Luigi Anderlini: Marxismo e cultura popo-lare, Avanti! (12 de marzo de 1950); Cesare Luporini: Intorno allastoria del mondo popolare subalterno, Societ (marzo de 1950); Fran-co Catalano: Cultura popolare e cultura tradizionale, Avanti! (15 demarzo de 1950), y la rplica de De Martino: Ancora sulla storia delmondo popolare subalterno, Societ (junio de 1950). El debate cobra denuevo importancia tras la publicacin de las Osservazioni sul folklorede Gramsci: Ernesto de Martino: Il folklore progressivo, LUnit (22 de

    junio de 1951); Gramsci e il folklore, Il calendario del popolo, n 8(1952); Alberto Mario Cirese: Il volgo protagonista, Avanti! (8 de mayode 1951); Vittorio Santoli: Tre osservazioni su Gramsci e il folklore,Societ (septiembre de 1951); Paolo Toschi (el ms conocido represen-tante del folclore tradicional): Sugli studi di folklore in Italia, La Lapa,n 2 (diciembre de 1953); Giuseppe Giarrizzo (crtica desde una posicincrociana estricta): Moralit scientifica e folklore, Lo spetattore italia-no, n 4 (abril de 1954); Vittorio Lanternari: Religione popolare e stori-cismo, Belfagor, n 6 (1954); Ernesto de Martino: Storia e Folklore,Societ, n 4 (1954). La mayor parte de estos artculos pueden encon-trarse en las antologas citadas de Pietro Clemente et al., y de Carla Pasqui-nelli.

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    una revisin crtica de las tendencias de la etnologa clsica (deLvy-Bruhl a Malinowski) desde una posicin historicista. EnIl mondo magico (1948) se empieza a evidenciar su distancia-miento del idealismo crociano: el mundo mgico de las cultu-ras primitivas nos permite acceder al conocimiento de mundosculturales diferentes que, pese a contraponerse a los rasgos dela cultura occidental, estn dotados de una coherencia y unahistoria propias. Su objetivo de historiar estas culturasotras, hasta ahora expulsadas de la historia, fue desembo-cando en una atencin por otros excluidos, ms cercanos en

    el tiempo y en el espacio. Se trataba de los campesinos del surde Italia, que a partir de ese momento constituyeron el centro desu inters cientfico y poltico. De hecho, las razones de esteencuentro con el mundo meridional fueron extracientficas:su militancia, primero en el Partido Socialista y ms tarde enel PCI, propici el contacto directo con aquellos campesinosque seran despus el objeto de sus estudios. Como l mismo

    relatar ms tarde: En los aos posteriores a la Resistenciay a la Liberacin, en calidad de secretario de la FederacinSocialista de Bari, tuvo lugar mi primer encuentro con las masasrsticas del Mezzogiorno, de las cuales tena hasta aquel enton-ces una idea bastante convencional y libresca, la que me podaofrecer la variada literatura meridionalista y los a menudoaburridos y fros escritos folclricos. El encuentro con estasmasas no se daba lugar ciertamente en el terreno de la inves-tigacin histrica, sino en el de la lucha poltica: fue precisa-mente el compromiso de transformar el presente en una reali-dad mejor lo que empez a despertar en m un compromiso denaturaleza diferente, el de un mejor conocimiento del presen-te en transformacin. Dentro de esta perspectiva, la mismainvestigacin etnolgica empez a configurarse en una nuevadimensin.20

    20 Ernesto de Martino: Furore, simbolo, valore. Miln: Saggiarore, 1962,pp. 71-72. De la reaccin crtica contra estos renovadores planteamien-

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    Esta evolucin confluy en el ya citado ensayo Intorno auna storia del mondo popolare subalterno, en el que De Marti-no observar aquello que l denominaba la irrupcin del mundopopular subalterno en la historia. Las luchas de los puebloscolonizados y del proletariado obrero y campesino de las nacio-nes hegemnicas, que dibujaron los perfiles de la conflictivi-dad social de la posguerra, estaban cobrando forma: A esca-la mundial, millones de hombres sencillos han cruzado, o estna punto de cruzar, los confines de boli. Y en este proceso,como un momento suyo, cobra forma la historia del mundo

    popular.21 La necesidad de reintegrar el mundo popular subal-terno en la historia implicaba una crtica tanto del etnocen-trismo de la cultura burguesa, como de la etnologa y el folclo-re tradicionales que haban presentado el mundo que vive msall de boli como un mundo ahistrico. La vinculacin dela historia de la etnologa sobre todo anglosajona con elcolonialismo y la de la historia del folclore con la dominacin

    burguesa de las clases subalternas de Europa que De Marti-no analiza con precursora clarividencia, es una conviccin

    tos por parte de los folcloristas tradicionales es significativa la resea quele dedic Paolo Toschi (el ms conocido de ellos): Recensione in quattroparole: Furore, molto, valore, poco, Lares (julio-diciembre de 1963),citado en Tullio Tentori, op. cit., p. 143. A la fascinante personalidad deDe Martino, la revista La Ricerca Folklorica le dedic un nmero mono-grfico (n 13, 1986). El Congreso que con el ttulo De Martino: prospettivee verifiche se celebr en Florencia del 15 al 17 de diciembre de 1975, orga-nizado por el Istituto Gramsci, marc un paso adelante en su recupera-cin. Vase tambin a este respecto el artculo de Clara Gallini: De Marti-no e lo etnocentrismo crtico, Orientamenti marxisti e studi antropologiciitaliani, op. cit., pp. 211-222. En el Museo de las Artes y TradicionesPopulares de Roma tuve ocasin de ver un excelente vdeo sobre su figu-ra, que en su origen fue un programa de la RAI: Nei giorni e nella storia.

    Itinerari lucani di Ernesto de Martino, RAI, MATP, 1986.21 Ernesto de Martino: Intorno a una storia del mondo popolare subal-terno, op. cit., pp. 46 y 70.

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    que naca de su experiencia prctica como militante poltico,y que reafirmaba su inters terico en comprender a los primi-tivos cercanos, que eran los campesinos de Puglia y de Cala-bria. Que su tarea como estudioso iba de la mano con su luchacontra las formas atrasadas de existencia material y de vidacultural lo atestiguan las conmovedoras palabras de aquelviejo campesino de una aldea de Puglia, el cual, despus de rela-tarle la larga historia de sus sufrimientos, lo anim as: Vaiavanti, tu che sai, tu che puoi, tu che vedrai; non ci abbando-nare, tu che sai, tu che puoi, tu che vedrai!22

    El artculo refleja la fascinacin que le haba causado lalectura de Cristo si fermato a Eboli, pese al distanciamientorespecto del irracionalismo que transpiraba (segn De Marti-no, por la influencia de las teoras de Lvy-Bruhl sobre la menta-lidad prelgica). De Martino crea tambin que era posibleuna aproximacin cientfica a la vida de las clases subalternas,y criticaba que se considerara a boli la separacin radical de

    dos mundos, sealando que no se poda entender a los campe-sinos de Lucania al margen de las relaciones asimtricas quelos unan con las clases hegemnicas. Por otro lado, el artcu-lo permite ver la influencia del Gramsci de Il materialismo stori-co e la filosofia di Benedetto Croce. La concepcin gramscia-na del marxismo como reforma popular moderna, susreflexiones sobre la relacin entre el intelectual y el pueblo, lesugeran la necesidad en accin poltica, de prestar en todomomento atencin a las tradiciones culturales del mundo popu-lar subalterno, aun a riesgo de la barbarizacin [imbarbari-mento] de la cultura que ello poda implicar, para que el encuen-tro del marxismo con las masas fuera una autnticaencarnacin y no una mera superposicin de doctrinas. Deah surga una concepcin del folclore progresivo que se apro-ximaba de un modo sorprendente a lo que Gramsci haba escri-

    22 Ibid., p. 73.

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    to en las Osservazioni, que an no se haban publicado: Enla fase del ingreso en la historia del mundo popular subalter-no, etnologa y folclore tienen que contribuir a dicho ingreso,identificando los elementos arcaicos, sin retorno posible, y loselementos progresivos, que aluden al futuro, de modo que laaccin prctico-poltica pueda beneficiarse de estos conoci-mientos para combatir los primeros y favorecer los segundos,o por lo menos dar un significado nuevo, progresivo, a loselementos arcaicos.23

    En el debate que sigui a la publicacin del artculo en

    Societ, se formularon una serie de crticas que, pese a todo,reconocan la originalidad y el mrito de De Martino. La acusa-cin principal fue la de populismo, la de caer en una exal-tacin irracionalista de lo popular y lo primitivo. As, porejemplo, Fortini, en un artculo que lleva por ttulo Il diavo-lo sa travestirsi di primitivo, deca: Malo si alguien tilda deirrupcin, de generosa barbarie, de mito, de olor a primiti-

    vo, de conmocin pseudoreligiosa... la revolucin que nosotrosqueremos. Otras acusaciones hacan referencia a la dificultadanaltica de mezclar en un mismo concepto (el de mundopopular subalterno) realidades tan diferentes como la de lospueblos primitivos colonizados y la de los campesinos meri-dionales y el proletariado urbano. Luporini le reprochaba,apoyndose en la cultura marxista oficial, la falta de referen-cia al Estado y a la clase obrera como clase consecuentementerevolucionaria y progresiva en el mundo moderno, que queda-ba disuelta dentro del ambiguo concepto de mundo subal-terno. Otra crtica, hecha desde una perspectiva ms conser-vadora, era la de fragmentar la vida cultural nacional endos mundos opuestos (el oficial y el subalterno), ya que losusos y costumbres populares son intrnsecamente partcipesdel conjunto de la vida de un organismo nacional, lo cual

    23 Ibid. pp. 57-59 y 69-70. (El subrayado es mo.)

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    vuelve irrelevante la pretensin de hacer una historia de lacultura popular.24

    La lectura de las Osservazioni de Gramsci en 1950 orien-t el debate hacia la cuestin del folclore progresivo y pron-to suscit una gran cantidad de escritos. De Martino escribe enLUnit: Se ha venido constituyendo un folclore progresivo, quees una propuesta consciente del pueblo contra la propia condi-cin socialmente subalterna, o que comenta y expresa, en trmi-nos culturales, las luchas por emanciparse.25 No era suficien-te historiar lo popular, atribuirle dignidad histrica, hacer saltar

    los confines de boli y reinsertar este mundo lejano en la histo-ria nacional. El texto de Gramsci subrayaba la necesidad deestudiar las relaciones entre cultura hegemnica y cultura subal-terna, los lmites y las resistencias as como los xitos dela penetracin entre el pueblo de la cultura burguesa. En unartculo titulado Gramsci e il folklore, De Martino elogia lalucidez de Gramsci al vincular los hechos folclricos a las rela-

    ciones de clase, pero toma distancia respecto a la valoracinexcesivamente negativa de la capacidad combativa del folcloreque se haca en las Osservazioni, la cual, segn De Martino,obedeca al momento histrico en el que las haba escrito: Hoyvemos las cosas bajo una perspectiva y a travs de experienciasque Gramsci no pudo tener. El autor acababa preguntndose:La vida cultural tradicional de las masas populares, es soloatraso, supersticin, o contiene tambin elementos vlidos yaceptables actualmente, sobre todo en la esfera de las manifes-taciones artsticas o literarias? Es el folclore solo cesin y envi-lecimiento de productos elaborados por la alta cultura, o bien

    24 Franco Fortini, op. cit., p. 100; Cesare Luporini, op. cit., p. 77; GiuseppeGiarrizzo, op. cit., p. 169. (Los nmeros de pgina corresponden a la

    antologa citada de Carla Pasquinelli.)25 Ernesto de Martino: Il folklore progressivo, op. cit., p. 144. Vanselas pginas 107-109 de este volumen.

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    la misma readaptacin popular de estos productos pone demanifiesto un elemento activo, una capacidad reelaboradorarica en significado humano? Junto al proceso descendiente, queva de la alta cultura al pueblo, no se da tambin un procesocontrario, ascendente? Y finalmente: ms all de la vida popu-lar tradicional, del folclore en sentido estricto, no existe tambinuna vida cultural de estas masas que rompe de forma ms omenos decidida con las tradiciones y que resuena como voz delpresente, como reflejo de las nuevas condiciones en curso?26

    En realidad, la nocin de folclore progresivo era una legiti-

    macin terica de la combatividad de las clases populares enaquellos aos de luchas. Pero mientras De Martino con elapoyo de Cirese y la crtica, entre otros, de Toschi, Giarizzo yAlicata formulaba esta hiptesis, vinculada al diseo de unademocracia progresiva de hegemona popular basada en eldesarrollo de luchas e iniciativas de base, la dinmica histricatrabajaba en su contra. En los aos que van de 1949 a 1954 se

    abre un nuevo ciclo histrico marcado por la hegemona de laDemocracia Cristiana, la ruptura de la unidad de la izquierda,la derrota de los campesinos en lucha por las tierras, los iniciosde la emigracin masiva hacia el norte industrial y la consoli-dacin del capitalismo bajo la tutela norteamericana. Ms allde estos debates terico-polticos, lo que De Martino dejarcomo preciada herencia a los antroplogos posteriores ser suobstinada insistencia en el trabajo de campo (la ricerca sulcampo) en el sur de Italia, al que se dedicar con pasin duran-te toda la dcada de los cincuenta. Es en esta importancia conce-dida a la investigacin en el propio territorio nacional, como

    26 Ernesto de Martino: Gramsci e il folklore, op. cit., p. 157. Vanselas pginas 111-114 de este volumen. Sobre el debate entorno al folclo-re progresivo, vase Pietro Clemente: Il folklore progressivo, en Ildibatitto sul folklore, op. cit., pp. 115-122, y Carla Pasquinelli: Intro-duzione, en Gli intellettuali di fronte allirrompere nella storia del mondo

    popolare subalterno, op. cit., pp. 1-38.

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    prioridad de la praxis antropolgica, donde se pondr claramentede manifiesto su capacidad innovadora, enfrentndose as tantoa la etnologa clsica (que consideraba que para hacer una inves-tigacin seria haba que ir a frica), como al folclore meridio-nalista tradicional (empeado en la pura descripcin formal,desprovista de cualquier referencia al contexto histrico y social).Este trabajo dar lugar a sus tres publicaciones ms conocidas,que se han convertido en clsicos de la investigacin antropo-lgica. En Morte e pianto rituale (1958) se ocupa del lamentofnebre en algunas comunidades rurales de Lucania, en el marco

    de la ideologa de la muerte de ciertos sectores populares, muydiferente a la propuesta por el cristianismo. En Sud e magia(1959) estudia la funcin de la magia, en particular del mal deojo (malocchio), entre las masas campesinas meridionales, comoun mecanismo de defensa contra los momentos crticos de la exis-tencia individual y colectiva. Por ltimo, La terra del rimorso(1961) es un precioso anlisis documental sobre el ritual del

    tarantismo, una especie de culto de posesin que se da enPuglia y que afecta sobre todo a mujeres jvenes que creen habersido mordidas por un animal venenoso y pretenden exorcizareste mal a travs de una msica y un baile de ritmo frentico(la tarantela).27

    Aunque la temtica dominante se refiere al mundo mgico-religioso, el alcance de estos estudios se extiende al resto deaspectos de la realidad sociocultural, consiguiendo ofrecernosuna visin total de la cultura estudiada, con unos niveles dedescripcin y anlisis equiparables a las clsicas monografas deMalinowski sobre los trobriandeses y de Evans-Pritchard sobrelos nuer, por nombrar solo los ejemplos ms conocidos. Peromientras que estos autores no se plantearon cruzar los confinesde la sociedad primitiva, que analizaban como si fuera autnoma

    27 Ernesto de Martino: Morte e pianto rituale. Del lamento funebre anti-co al pianto di Maria. Turn: Boringhieri, 1958; Sud e Magia. Miln: Feltri-nelli, 1959; La terra del rimorso. Miln: Il Saggiatore, 1961.

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    (sin referencias al contexto colonial), De Martino, se esfuerzapor hacer explcitos los vnculos asimtricos que unen, a lo largode la historia, la cultura subalterna con los grupos dominantes.El lamento fnebre, la magia y el tarantismo, por ejemplo, nopueden entenderse si se los considera nicamente productosendgenos e independientes. Deben ser considerados a partir dela dialctica de las formas arcaicas con el catolicismo, con losesfuerzos de la Iglesia para erradicar las creencias precristianasy la resistencia campesina a la dominacin aristocrtica y burgue-sa. Formas culturales configuradas histricamente, contrapuestas

    a las de la cultura hegemnica, y ejemplo de la insuficiente efica-cia de esta ltima en penetrar en la cultura subalterna.

    Se puede decir que el legado ms fecundo dejado por esta obraes la metodologa usada. De Martino empieza siempre hacien-do un extenso sondeo histrico, donde intenta analizar los ante-cedentes y la evolucin de las costumbres e instituciones, centrn-dose en el rea geogrfica estudiada, pero incluyendo, cuando

    es necesario, comparaciones con otras reas culturales. Cuan-do se consideraba suficientemente documentado, iniciaba unsistemtico y exhaustivo trabajo de campo: recorra la zonaestudiada acompaado a menudo por fotgrafos, etnomusic-logos, psiclogos, etc., y recoga cuanta informacin estuvieraal alcance, tanto de la costumbre estudiada como de su contex-to socioeconmico. Para eso empleaba tcnicas como la histo-ria oral, la entrevista, la fotografa, el sociodrama, etc., queadquiriran una gran perdurabilidad. No se puede decir lo mismode alguna de sus interpretaciones y de los conceptos por lformulados, que en general no han vuelto a utilizarse. Este esel caso del concepto de crisis de la presencia, que definira elriesgo de perder la relacin entre uno mismo y el mundoentre el sujeto y la realidad objetiva y social externa, ries-go especialmente acentuado en las situaciones de escaso control

    tcnico de la naturaleza y de fuerte opresin cultural, como esel caso ahora de las sociedades campesinas preindustriales.Contra este riesgo de desintegracin actuara el simbolismo

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    mgico-religioso, el cual constituira una especie de horizontede rescate de la vida individual y colectiva.

    A finales de los aos cincuenta, De Martino ingres en elmundo universitario y se fue alejando de la temtica meridio-nal para interesarse, al final de su vida (muri en 1965, a los57 aos), por la cultura burguesa, denunciando los oscurosmales que la asediaban y profetizando, en un libro sobre losapocalipsis culturales, el peligro de que nuestra civilizacinfuera hacia una moderna crisis de la presencia, expresin dela creciente tecnificacin y alienacin del mundo contempor-

    neo. El revival pseudoreligioso de los aos posteriores confir-mara de forma paradjica algunos de estos presupuestos.28

    Desniveles de cultura y folclore de contestacin

    La funcin que el folclore desarrolla frente a la cultura

    oficial es contestataria, a veces de forma consciente yexplcita, otras en el mbito inconsciente, implcito,aunque tambin incluye elementos inmovilistas. Con sumisma presencia, en efecto, los valores folclricos mues-tran los lmites de la universalidad de los valores oficia-les, y en este sentido, el estudio del folclore puede seruno de los medios ms eficaces para descubrir el meca-nismo de la ideologa, para entender la mistificacin lleva-da a cabo por la cultura oficial.29

    De Martino fue el pionero de una serie de antroplogos italia-nos de gran valor que, reivindicando el maestrazgo ejercido por

    28 Ernesto de Martino: La fine del mondo. Contributo allanalisi delleapocalissi culturali, Clara Gallini (ed.). Turn: Einaudi, 1977.29 Luigi Maria Lombardi Satriani: Folklore e profito. Florencia: Guaral-di, 1973. [Traduccin castellana: Apropiacin y destruccin de la cultu-ra de las clases subalternas. Mxico: Nueva Imagen, 1978, p. 22].

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    Gramsci, pusieron la primera piedra de una corriente marxistade estudio de la cultura popular: Alberto Maria Cirese, Vitto-rio Lanternari, Clara Gallini y Luigi Maria Lombardi Satrianipueden considerarse sus figuras ms relevantes.30 Alberto MariaCirese, catedrtico de Antropologa Cultural de la Universidadde Roma, es un claro testimonio de la vinculacin entre la tradi-cin folclrica y las nuevas corrientes de estudio de la culturapopular. Interesado en la poesa popular, que ha estudiado minu-ciosamente, intervino al lado de De Martino en los debates delos aos cincuenta subrayando la ambivalencia del folclore, que,

    si por un lado est ligado an a formas muy antiguas de suje-cin a la naturaleza, por el otro sirve como pretexto para larebelin y la afirmacin de la propia presencia de clase.31 En1956 formular la teora de los desniveles internos de cultura,siguiendo el hilo de las observaciones de Gramsci, para carac-terizar la estratificacin cultural que se da en el interior de lassociedades complejas la que se da en las sociedades coloniza-

    das pondra de manifiesto los desniveles externos, as comolos ritmos de crecimiento diferente que se dan en las distintaspartes de la sociedad. Esta teora la perfilar en el libro Cultu-ra egemonica e culture subalterne (1971), donde incide en elproblema de las relaciones entre la cultura de los grupos subal-ternos rurales y la de las elites urbanas: En las sociedadesllamadas superiores, las distinciones, separaciones, estratifi-caciones y oposiciones sociales entre clases o sectores dotadosde diferente poder econmico y poltico encuentran una confron-tacin general en ciertas distinciones, separaciones, estratifica-ciones y oposiciones culturales.32 Para Cirese, el folclore tendra

    30 Los datos sobre estos autores corresponden a 1986, ao en que fue origi-nalmente escrito el texto.

    31 Alberto Mario Cirese: Il volgo protagonista, op. cit., p. 163.32 Alberto Mario Cirese: Cultura egemonica e culture subalterne. Palermo:Palumbo, 1971, p. 12. Vase tambin Il folklore come studio dei disli-

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    por objeto el estudio de los desniveles de cultura que en las socie-dades complejas acompaan a los desniveles de clase. Dichosdesniveles de cultura deberan buscarse en la poesa popular, loscuentos, las creencias religiosas, la msica, las prcticas mdicas,etc. El autor sigui interesndose por las relaciones entre elmundo popular y el mundo culto, especializndose en el siglo xix,aunque ms tarde dirigi su atencin hacia el parentesco y lainformtica como instrumento de trabajo cientfico, en conso-nancia con la influencia ejercida en l por el estructuralismo.

    Vittorio Lanternari, que ocupa la ctedra de Etnologa de la

    Facultad de Magisterio de Roma, es uno de los antroplogositalianos ms conocidos en el contexto internacional, por sustrabajos sobre los movimientos mesinicos y anticoloniales enel llamado Tercer Mundo. A pesar de su especializacin en laetnologa de las sociedades no occidentales,33 Lanternari se haocupado en diversas ocasiones del folclore, intentando haceruna lectura gramsciana de la religin popular. Particip, por

    ejemplo, en el debate sobre el folclore en los aos cincuentacon un artculo sobre la religin popular, donde pona comoejemplo de la dialctica dominacin-subalternidad el conflictoentre la Iglesia oficial y las creencias populares en la fiesta deSan Juan: La larga y penosa historia de esta fiesta revela quefrente a los continuos ataques que desde hace veinte siglos hadirigido la Iglesia contra su paganismo, las masas rsticas lehan opuesto sistemticamente una resistencia cultural arti-culada en su religiosidad mgica y pagana, ms cercana a las

    velli interni di cultura. Cagliari: Universit di Cagliari, 1961-1962; Lapoesia popolare. Palermo: Palumbo, 1958; Intellettuali, folklore e istintodi classe, op. cit.; Antropologia e folklore, tra storicismo e marxismo.Palermo: Palumbo, 1973.33 Vittorio Lanternari: Movimenti religiosi di liberazione e di salvezza dei

    popoli opresi. Miln: Feltrinelli, 1960 [traduccin castellana: Movimien-tos religiosos de libertad y salvacin. Barcelona: Seix Barral, 1965]; Antro-

    pologia e imperialismo. Turn: Einaudi, 1974.

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    necesidades vitales de las pobres y atrasadas comunidades rura-les.34 Tambin ha estudiado con precisin las fiestas de fin deao en un rea etnogrfica, situndolas en el contexto econ-mico y social de las culturas agrcolas. Tambin se ha interesa-do por el folclore en la sociedad contempornea a partir defenmenos como la protesta estudiantil, el consumismo, losmovimientos carismticos y neopentecostalistas, los Hare Krish-na y los neorurales, mostrando la posibilidad de enfocar desdeuna perspectiva antropolgica la misma cultura burguesa.35

    Clara Gallini, catedrtica de Antropologa Cultural en el

    Istituto Universitario Orientale de Npoles, puede ser consi-derada como la discpula ms directa de Ernesto de Martino,continuadora de sus investigaciones sobre el mundo mgico-religioso del Mezzogiorno. Su primer libro, por ejemplo, esla finalizacin de una investigacin emprendida por De Marti-no sobre los rituales de la argia, unas ceremonias con aguabendita que se celebran en Sicilia.36 Sin embargo, Gallini se

    distinguir del maestro en la mayor atencin prestada a lasrelaciones entre infraestructuras y superestructuras, en corres-pondencia con una ms coherente formacin marxista. Comoella misma afirma, respecto a De Martino me diferenciabaen el sentido de una mayor atencin a las conexiones entre losniveles econmico, social e ideolgico. Me he alejado progre-sivamente de la tesis que ve la magia y la religin como unarespuesta cultural a los riesgos de una crisis de la presenciaa partir de una lectura ms materialista de lo social.37 Aunque

    34 Vittorio Lanternari: Religione popolare e storicismo, op. cit., p. 212.35 Vittorio Lanternari: Folklore e dinamica culturale. Npoles: Luguori,1976; La grande festa. Vita rurale e sistema di produzione nelle societtradizionali. Bari: Dedale, 1976 [1959].

    36 Clara Gallini: I rituali dellargia, Padua: Cedam, 1967.37 Clara Gallini: Un filone especifico di studi nella antropologia italiana,op. cit., pp. 18-19.

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    Gallini es conocida en nuestro pas por su crtica radical ala antropologa radical norteamericana (Las buenas intencio-nes, 1974), su labor como antroploga se ha centrado en eltrabajo de campo, especialmente en la isla de Cerdea. En Ilconsumo del sacro (1971) estudia las largas fiestas que se cele-bran en verano y que duran nueve das. Consisten en pasar lajornada alrededor de un santuario acompandose de gran-des comidas. A diferencia de otras tradiciones, estas fiestas nohan desaparecido con el impulso modernizador, y en algu-nos casos incluso se han revitalizado. Para Gallini la gran

    fiesta era tradicionalmente una celebracin de nivelacinsocial, un aparato ideolgico que, como momento de consu-mo colectivo, permita igualar en el mbito ceremonial y deconsumo aquello que no estaba consentido en el nivel de laproduccin: es decir, conseguir una cohesin entre las clases.Es precisamente este nfasis en la funcin social del consumolo que para Gallini explicara la permanencia del resto en la

    actual sociedad de consumo: La fiesta es un momento de con-sumo, y como tal puede ser refuncionalizado para la modernaeconoma, que de momento social esencial lo transforma enuno de tantos posibles momentos de consumo, que podan serdisfrutados an por las nuevas clases, marginales o no. Elresultado implcito de esto es que el sistema de las fiestas formaparte de una subalternidad no-antagonista.38

    Luigi Maria Lombardi Satriani, catedrtico de Historia delas Tradiciones Populares en la Universidad de Calabria, es segu-ramente el antroplogo italiano ms conocido en nuestro pas(probablemente porque es el nico que ha visto traducidos dos

    38 Ibid., p. 20. Vanse tambin Dono e melocchio. Palermo: Flaccovio,1973; Il consumo del sacro. Feste lungue di Sardegna. Bari: Laterza, 1971;Tradizione sarde e miti doggi. Dinamica culturale e scontri di classe.Cagliari: Edes, 1977. [Traduccin castellana: Las buenas intenciones. Pol-tica y metodologa en la antropologa cultural norteamericana. Mxico:Galerna, 1975].

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    de sus trabajos). Su tesis principal, que present en 1967 en unartculo titulado Analisi marxista e folklore come cultura dicontestazione, propone analizar la cultura subalterna en claveopositiva. La cultura popular sera de naturaleza contestataria,ya sea de manera explcita (en los cantos populares, por ejem-plo, se pueden encontrar contenidos de oposicin) o bien demanera implcita (por su misma presencia, el folclore muestralos lmites de la penetracin de la cultura y los valores burgue-ses). An reconociendo las funciones narcotizantes que puedetener el folclore, Lombardi considera prioritario investigar sus

    potenciales usos revolucionarios, apoyndose en los anlisis deGramsci y De Martino sobre el folclore progresivo. Cita, porejemplo, una cancin siciliana en la cual un sirviente se dirigeal Cristo crucificado pidindole que destruya la mala raza delos patrones. Cristo, refirindose a su amarga experiencia enla tierra, le invita a tomarse la justicia por su mano: Cui volila giustizia se la fazza / Ne speri chautru la fazza pri tia. El

    peligro de esta legitimacin religiosa de la revuelta la habrancaptado las clases dominantes en 1857, cuando consideraron lacancin como subversiva, prohibindola y sustituyndola poruna versin que subrayaba la resignacin y el perdn comoactitudes del buen cristiano.39

    Las tesis de Lombardi Satriani han sido criticadas como unainterpretacin populista errnea de los escritos de Gramsciy De Martino, que no se basa adems en ningn trabajo decampo y menosprecia la capacidad hegemnica de la cultu-ra dominante que, de forma paradjica, en los mismos momen-tos en los que Lombardi explicitaba estas tesis, estaba acaban-

    39 Vase Luigi Maria Lombardi Satriani: Analisi marxista e folklore comecultura di contestazione, Crtica marxista, n 6 (noviembre de 1968),pp. 64-88; Antropologia culturale. Analisi della cultura subalterna. Miln:Rizzoli, 1980 [1968], pp. 146-147 [traduccin castellana: Antropologacultural. Anlisis de la cultura subalterna. Buenos Aires: Galerna, 1975];Il silenzio, la memoria e lo sguardo. Palermo: Sellerio, 1979.

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    do de destruir los ltimos reductos de la cultura popular tradi-cional: Es verdad que las masas populares son radicalmenteotras respecto de las dominantes? Subrayar la alteridad signi-fica eludir el anlisis de los mecanismos de circulacin cultural,que a menudo conllevan tambin la aceptacin de los mensa-jeros de la cultura dominante y el hecho de someterse a deter-minados mecanismos de poder (como por ejemplo, la mafia).Significa hacer del pueblo una entidad abstracta, eludiendo elproblema de los lmites y de las restricciones que constriencotidianamente una cultura subalterna, precisamente en tanto

    que negada y oprimida.40 El mismo Lombardi, en un libroposterior (Folklore e profito, 1974), reconocer la existenciade una tendencia del folclore a entrar en la lgica del lucro capi-talista, quejndose a su vez de la banalizacin de la cual habasido objeto el concepto de contestacin y matizando el senti-do de su tesis: La propuesta [del folclore como cultura decontestacin] naca de la urgencia de contraponer una visin

    asctica, si no idlica, del folclore, an hoy difundida en Italia,de la exigencia de estudiar la cultura de las clases subalternasponindose de manifiesto los contenidos polticos opositores,explcitos e implcitos. El trmino contestacin no haba teni-do an la fortuna que tuvo a partir de 1968, con el movimien-to estudiantil, y no haba sufrido el proceso de desgaste que loha convertido en un tpico.41

    Modelos norteamericanos y trabajo de campo

    El hecho de que los montegraneses sean prisioneros de supropia moral, centrada en la familia, y que a causa de ello

    40 Clara Gallini: Un filone especifico di studi nella antropologia italiana,loc. cit., pp. 22-23.41 Luigi Maria Lombardi Satriani: Folklore e profito, op. cit., p. 21.

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    no puedan actuar en comn o por el bien comn, cons-tituye un obstculo fundamental para su posterior progre-so econmico y para el progreso en general. Natural-mente hay otros obstculos de gran importancia, comola pobreza, la ignorancia y una estructura social sobre laque el campesino se siente marginado de la sociedad. [...]El punto de vista que asumo es el siguiente: para los obje-tivos del anlisis y de las lneas de accin, la base moralde una sociedad puede considerarse tilmente como unfactor estratgico o condicionante.42

    En 1961 se public Una comunit del Mezzogiorno (con unsignificativo subttulo: Las bases morales de una sociedad atra-sada), versin italiana del libro que Edward Banfield habapublicado en Estados Unidos tres aos antes. El libro es frutode la investigacin que el antroplogo haba realizado durantealgunos meses del ao 1954 en Montegrano, pseudnimo de un

    pueblo del sur de Italia. Su tesis principal es que el atraso dela sociedad meridional tena su origen, principalmente, en elfamilismo amoral, nocin que resuma el concepto de vida enque se basaba la mentalidad campesina. Su postulado bsi-co era maximizar las ventajas de corto alcance del ncleo fami-liar, suponiendo que todos los otros harn lo mismo. En unasociedad de familistas amorales, nadie va a seguir los interesesdel grupo o de la comunidad, excepto si se identifican con lossuyos.43 Esto provocaba una situacin de envidias y hostilidadesconstantes en la vida de la comunidad, que se manifestaba enlas rivalidades entre las casas y en la imposibilidad de realizaractividades cooperativas incluso las que tenan un tono pol-tico destinadas a promover la riqueza y el bienestar del pueblo.

    42 Edward Banfield: Una comunit del Mezzogiorno. Le basi morali di unasociet arretratta. Bolonia: Il Mulino, 1961, p. 127.43 Ibid., p. 36.

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    Esto contrastaba, segn el autor, con el profundo sentido comu-nitario existente en Estados Unidos, donde estamos acostum-brados a ver florecer un gran nmero de iniciativas cuya fina-lidad es, en buena parte, el incremento del bienestar comn(incluyendo en estas desde la Cruz Roja hasta la Cmara deComercio!). Para Banfield, solo un agente externo el Esta-do es capaz de mantener el orden y reducir el peligro de desin-tegracin de la comunidad y la aparicin de la violencia, conlo que amenaza constantemente al familismo amoral. Por consi-guiente, solo el Estado tiene suficiente capacidad de promover

    el progreso del pueblo y destruir las bases morales que fomen-tan el atraso social.

    Quien sepa de los fecundos debates que en aquella pocainvolucraban a los estudiosos meridionalistas italianos sobreestas cuestiones (y que Banfield ignoraba); quien tenga conoci-miento de las condiciones en las que el autor hizo su investiga-cin (a duras penas unos pocos meses, sin nociones del idioma

    se lo tena que traducir su mujer, y an menos del dialec-to, ni conocimientos de la historia local y las luchas campesi-nas que haca pocos aos haban afectado a la regin); quienhaya ledo alguna de las propuestas del autor para fomentar elcooperativismo como hacer una revista en una sociedad dondela gran mayora de sus miembros eran analfabetos; quiensepa todo esto no se sorprender con los siguientes comentariosde Franco Ferrarotti, uno de los socilogos ms prestigiososdel pas: Banfield [...] aplica con demasiada facilidad y extrn-secamente modelos y valores anglosajones (asociacionismo debase, racionalidad burocrtica...) a una situacin humana quees, en relacin a estos modelos, radicalmente heterognea y que,si se juzga basndose en estos, corre el riesgo de aparecer total-mente privada de sentido, o sea, absurda. [...] Los investigado-res americanos han proyectado y aplicado sus tcnicas con

    muchos escrpulos, pero sin pararse a analizar, tambin, losmodos de vida, el contexto histrico estudiado. Es decir, sincomprender, ms all de cualquier esquematismo idealista,

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    el significado de una situacin histrica para los grupos quela viven.44

    Recordar esto sera totalmente irrelevante si no fuera porqueel libro de Banfield se consider durante mucho tiempo y enalgunos lugares an se lo considera hoy en da un texto solven-te sobre la sociedad rural italiana, a partir del cual muchosantroplogos norteamericanos se formaron una imagen de estepas. El mismo Banfield haba escrito que poda afirmar quepor los aspectos tratados en este estudio, Montegrano es bastan-te tpico del sur; en otras palabras, del resto de Lucania, de

    los Abruzzi, de Calabria, de las zonas internas de la Campag-na, de las zonas costeras prximas a Catania, Messina, Paler-mo y Trapani, aunque no explicitaba las razones de estasconclusiones ni tampoco conoca directamente las regiones quenombraba. De hecho, su libro provoc un gran revuelo en elmundo de la antropologa acadmica, sobre todo su tesis delfamilismo amoral. Algunos antroplogos americanos (como

    Friedman y Silverman) encontraron pruebas evidentes de estecomplejo en otras zonas de Italia. Otros autores se las arregla-ron para confirmar este modelo en sociedades rurales a lo largoy ancho del planeta. Incluso en un pueblo de Castilla los postu-lados establecidos por Banfield han sido sobradamente compro-bados en la forma de pensar y actuar.45

    El de Banfield no era un caso aislado. Con el plan Marshall,especialmente a partir de los aos cincuenta, una serie de inves-tigadores norteamericanos empez a llegar a Italia, y a tomarel mundo meridional como terreno donde pasar el rito acad-mico del trabajo de campo, donde verificar los modelos y teor-as que traan desde sus pases de origen. La mayora se haban

    44 Franco Ferrarotti: Osservazioni intorno al rapporto tra antropologia

    culturale e sociologia in Italia, De Homine, n 17-18, p. 223.45Joseph B. Aceves: Cambio social en un pueblo de Espaa. Barcelona:Seix Barral, 1971, p. 167.

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    finalidad reformista y asistencial, aunque debe decirse quealgunas tienen bastante calidad. En el curso 1959-1960 obtu-vo la primera libera docenza (un tipo de encargo de curso) enAntropologa Cultural de la Universidad italiana (hasta elmomento solo existan estudios de Etnologa, centrada en lospueblos primitivos, y de Storia delle tradizioni popolari oDemologa, que se corresponda con el folclore). A partir deentonces trat de difundir la disciplina en el mundo acadmi-co. Como consecuencia, la expresin antropologa culturalse asoci durante muchos aos a una determinada corriente, ms

    que a una disciplina cientfica.47La confrontacin de estas nuevas corrientes con la tradicin

    autctona se puede observar en una serie de artculos apareci-dos en la revista de folclore La Lapa (1953-1955), con traba-jos de Tentori, De Martino, Cirese, Friedman, Redfield, etc.Tentori, en Sullo studio etnologico delle comunit introdujolos conceptos de la applied anthropology y la metodologa de

    la tipologa de culturas o civilizaciones: Para ejercer cual-quier influencia (con fines educativos, polticos, asistenciales)sobre una comunidad o sobre alguno de sus miembros, no sepuede prescindir de un conocimiento lo ms objetivo posible.Este objetivo nos equipara, si se me permite la comparacin, conel mdico que intenta curar a un individuo. Del mismo modoque el mdico, que acta basndose en las nociones generalesadquiridas sobre la estructura del cuerpo humano, sobre lasfunciones de sus rganos y sobre las reacciones a estmulosinternos y externos, basndose en el examen del individuo parti-

    47 Tullio Tentori: Per una storia del bisogno antropologico. Roma: Inaua,1983; Note e memorie per una discussione dellimpostazione de lan-tropologia culturale in Italia, Problemi del socialismo, n 16 (1979),pp. 95-122. Tentori prepar una ponencia, que tuvo una gran repercusin,para el I Congreso Nacional de Ciencias Sociales (1958), titulada Lan-tropologia culturale nel quadro delle scienze delluomo. Appunti per unMemorandum (incluida en el volumen citado de Tentori, pp. 153-172).

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    cular que le han confiado, del mismo modo, delante de unacomunidad, debemos conocer a ciencia cierta la estructura quese da en general, y las tcnicas que deben permitirnos hacer unexamen objetivo para despus poder estudiar, utilizando la apli-cacin de estas tcnicas, la comunidad particular en cuestin.La investigacin nos permitir ver cul puede ser la reaccineventual al elemento que queramos introducir... Contra estasorientaciones se revolvi rpidamente Ernesto de Martino, quienlas critic tachndolas de desapego respecto a la vida sociocul-tural italiana y respecto a la tradicin que, de Croce a Gramsci,

    haba estado atenta a estos fenmenos: Hay algunos de nues-tros estudiosos que se acercan a la etnologa italiana y al folclo-re sin tener la ms mnima informacin sobre esta tradicin, exal-tados, quizs, por la applied anthropology americana, y deseososde importarla a Italia. Se me permitir decir que no tengo ningu-na fe en el esfuerzo de estos estudiosos, que culturalmente sonunos desapegados en lo que respecta a nuestra cultura nacio-

    nal y, por consiguiente, los menos aptos para la obra de intro-duccin y justificacin del folclore en nuestra cultura.48

    Cabe decir que la evolucin posterior acercara estas tradi-ciones, hacindolas converger en el estudio de la dinmica cultu-ral con problemticas y metodologas parecidas a folcloristasy demlogos, a antroplogos culturales e incluso a etnlogos.Estos estudios demo-etno-antropolgicos, como los llamCirese, constituyen un caso singular de convergencia de tradi-ciones disciplinarias que en Europa casi siempre se han dado laespalda. Es significativa la evolucin del mismo Tullio Tentori.A partir de su trabajo como director del Museo de Artes y Tradi-ciones Populares de Roma, as como tambin de sus investi-

    48 Tullio Tentori: Sullo studio etnologico delle comunit, La Lapa, n 1(septiembre de 1953), pp. 5-7; Ernesto de Martino: Mondo popolare ecultura nazionale, ibid., p. 3; Robert Redfield: Come i contadini conce-piscono la buona vita, La Lapa, n 344 (1955), pp. 92-102 (reproduci-dos en Pietro Clemente et al.: Il dibatitto sul folklore, op. cit.).

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    gaciones sobre los Sassi de Matera (los habitantes de unas casasconstruidas en la roca), ir tomando conciencia de la importanciade los rasgos folclricos en la dinmica cultural, de la necesi-dad de considerar la historia como parte esencial de la investi-gacin etnolgica, y de la fecundidad del concepto culturassubalternas y de la dialctica hegemona-subordinacin parala comprensin de la concepcin de la vida y del mundo delos grupos que estaba estudiando. Poco a poco se ir vinculan-do a la tradicin demartiniana, interesndose por la historiadel bisogno antropologico en su pas, aunque recientemente

    se ha especializado en el campo de la antropologa de las socie-dades complejas, dirigiendo investigaciones sobre los sistemasde vida y los conflictos sociales en un barrio popular de Bolo-nia, y sobre los valores e ideologas de la clase media de Roma.49

    El terreno de la convergencia entre los viejos estudios folcl-ricos y la antropologa moderna es el trabajo de campo en elpropio pas, sobre todo en reas rurales, como ya haba sea-

    lado De Martino, remarcando la prioridad esencial del trabajoetnolgico. El inters por el estudio de las culturas subalternas,por la temtica meridional y por los desniveles internos decultura se ha concretado en una enorme cantidad de investi-gaciones sobre temas tan diversos como los cultos mgicos delos Abruzzi, los rituales del agua sagrada en Cerdea, el mila-gro de la Virgen de las tres fuentes en Roma, los efectos acul-turalizadores de la televisin, el ciclo y la estructura de la fami-lia campesina, la condicin de la mujer, la relacin entre folclore

    49 Vanse, entre otros, Tullio Tentori: Il sistema di vita di una comunitmaterana. Roma: Unta Casas, 1956; Scriti Antropologici (5 vols.). Roma:Ricerche, 1969-1976 (en particular el vol. II, La donna in Italia, y el vol.IV, La famiglia in Italia); Bonte, quartiere, citta. Indagine antropologicasul quartiere di San Carlo di Bologna. Miln: Franco Angeli, 1972; y, encolaboracin con Paolo Guidicini: Percepcione di classe, modelli di compor-tamento e valori del celi medi a Roma: ipotesi di una recerca. Roma:Inaua, 1981.

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    y lucha de clases en la mtica comunidad de Melissa sede deuna de las ms importantes revoluciones por la posesin detierras durante los aos 1948-1953, sobre la circulacincultural entre el mundo culto y el mundo popular, los proce-sos de aculturacin de comunidades gitanas, las tcnicas y losrituales agrcolas, la cultura de los emigrantes, etc.50 Temticasque el folclore tradicional haba estudiado con un mero descrip-tivismo formal se analizaban ahora en el marco de un comple-jo contexto socioeconmico. Algunos temas nuevos, suscitadospor la antropologa y la sociologa, se analizaban con especial

    cuidado, contemplando los aspectos folclricos e histricos. Noes un proceso lineal, porque muchos folcloristas siguen la iner-cia de la perspectiva tradicional, y las nuevas corrientes estruc-turalistas, neomarxistas, de la antropologa simblica y la nuevaetnografa, importadas del extranjero, ejercen una influencianotable sobre las nuevas generaciones de antroplogos. Pero,paulatinamente, estos irn haciendo las cuentas con la propia

    tradicin. La celebracin en 1974 de una serie de encuentrosde jvenes antroplogos en Florencia sobre la figura deDe Martino es un hecho importante en este proceso de recupe-racin que contena tambin una crtica a los modelos extran-

    50 Alfonso Maria di Nola: Gli aspetti magico-religiosi di una cultura subal-

    terna italiana. Turn: Boringhieri, 1976; Vincenzo Padiglione, Il miraco-lo della vergine delle tre Fontane, en Francesco Saija (ed.): Questionemeridionale, religione e classi subalterne. Npoles: Guida, 1978, pp. 309-328; L. Rami (ed.): Effetti della radiotelevisione su alcuni comuni degliAbruzzi. Roma: Eri, 1979; Gian Luigi Bravo: Donna e lavoro contadinonelle campagne astigiane. Cueno: Larciere, 1980; Francesco Faeta: Melis-sa, Folklore, lotta di classe e modificazione culturale in una comunitcontadina meridionale. Florencia: La casa Usher, 1979; Pietro Clemente:Mezzadri, letterati e padroni nella Toscana dell 800. Palermo: Sellerio1980; Amalia Signorelli: Scelte senza potere. Il ritorno degli emigrantinelle zone dellesodo. Roma: Oficina, 1977; Claudio Marta: Ideologiedelletnicit, Uomo e Cultura, n 29 (1982), pp. 197-203.

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    jeros que se haban empezado a introducir durante la dcada delos cincuenta.

    Folk revivale investigacin militante

    Las lneas generales de nuestro trabajo [...] refuerzan sumotivacin poltica: seguir, articular, provocar el conflic-to cotidiano por el control de las palabras, de los sonidos,de los gestos, de los significados, a travs de la msica, la

    historia, las culturas orales y populares y su conexin conlas culturas de masas y la escritura [...] en el terreno de lalucha de clases en la cultura. A travs de muchos cambiosocurridos en nosotros mismos y en la sociedad, an setrata de eso y mucho ms en la sociedad de la infor-macin, con una centralidad todava ms grande.51

    El estudio de la cultura popular en Italia no se ha dado nica-mente en los mbitos acadmicos ni se ha centrado exclusi-vamente en el mundo campesino tradicional. Por un lado,ha ido surgiendo una serie de iniciativas de carcter local, en elmundo civil extrauniversitario, a menudo vinculadas a moti-vaciones polticas y de compromiso social, interesadas en estu-diar, documentar e intervenir en toda la problemtica del folclo-re, que a partir de los aos sesenta, y con el denominado folkrevival, despertaron un renovado inters. Por otro lado, el focode atencin se iba desplazando del mundo meridional al septen-trional, del campesinado a los grupos subalternos urbanos, delmundo mgico-religioso a los problemas relacionados con lanueva cultura de masas. Todo esto responda a las transfor-maciones que estaba experimentando la sociedad italiana, quepasaba de ser fundamentalmente rural a experimentar un proce-

    51 Editoriale, I giorni cantati, n 0 (octubre de 1981), p. 1.

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    so de industrializacin y urbanizacin masivas. El periodo inicia-do con las ocupaciones de tierras y las luchas campesinas delsur de Italia se cerraba con el despoblamiento de este territorioy la consiguiente emigracin hacia las ciudades industriales delnorte (y del extranjero). La revitalizacin del inters por la cultu-ra popular era lgica en unos momentos en los que estaba desa-pareciendo el folclore por el impacto aculturalizador de la indus-trializacin y de la cultura de masas (en esa lucha de apocalpticoscontra integrados analizada por Umberto Eco). Asimismo,tampoco era extraa la atencin dispensada a las formas de

    expresin y accin de los nuevos sujetos sociales (como elproletariado, la juventud, las mujeres, etc.), que a travs de lasluchas y movilizaciones de los aos sesenta y setenta estabangenerando nuevos modelos de cultura.

    El folk revivaltiene sus precedentes en lo que Tullio Tento-ri ha llamado antropologa paralela, los trabajos que, desdemediados de la dcada de los cincuenta, haban realizado una

    serie de artistas e intelectuales que buscaban aproximarse alas temticas relacionadas con la cultura popular: la recopila-cin de cuentos populares italianos de Italo Calvino; la nove-la de Leonardo Sciascia sobre una parroquia rural; los librosde Pasolini sobre los cantos populares y la marginalidad urba-na; los de Danilo Dolci sobre el sur de Italia; la promocin,por parte de Cesare Pavese, de la collana viola, una colec-cin editorial sobre temas de antropologa y religiosidad popu-lar... por no hablar de la literatura de Levi y Scotellaro, del cineneorrealista de Visconti y Rossellini o del teatro de races popu-lares de Dario Fo. La creacin de los cada vez ms numerososMusei della civilt contadina, el inters por los dialectos regio-nales, por la historia local, por las artes y tradiciones popula-res, etc., configuran un cambio trascendental en la actitud demenosprecio que hasta haca poco haba dominado la mane-

    ra de abordar estos temas, pero asimismo pone de manifiestosu flaqueza: No hay pueblo que no revalorice su patrimoniocultural, descubriendo fiestas y costumbres olvidadas, de tiem-

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    pos pasados; no hay regin que no programe recopilaciones detradiciones populares, museos de cultura campesina; centena-res de estudiantes entusiasmados recorren la pennsula con lagrabadora y la cmara fotogrfica buscando fiestas y animan-do a las viejecitas a recordar los buenos tiempos.52 El peli-gro evidente de una recuperacin nostlgica y consumista delfolclore aliado con la mstica de la ecologa, el culto a lo rsti-co y tradicional desemboca fcilmente en lo que UmbertoEco ha llamado filosofa apocalptica de la ltima playa. Enotras palabras: la reconstruccin artificial, en el castillo de la

    industria imperial, de los tesoros culturales que el sistema alque representan ha hecho desaparecer.53 Aun as, no puedenegarse que este folk revivalha tenido tambin efectos fecun-dos, especialmente en el campo de la investigacin. Podemosnombrar, por ejemplo, la sobresaliente revista La RicercaFolklorica, que adems de prestar su atencin a la culturapopular tradicional, se ha ocupado de la relacin de esta con

    la cultura de masas.

    52 Vanse a este respecto Italo Calvino: Fiabe italiane. Turn: Einaudi,1971 [1956]; Leonardo Sciascia: Le parrochie di Regalpetra. Bari: Later-za, 1956; Pier Paolo Pasolini: Una vita violenta. Miln: Rizzoli, 1972;Danilo Dolci: Fare presto (e bene) perch si muore. Turn: De Silva, 1954.Sobre los museos de cultura campesina, vanse Alberto Mario Cirese:Oggetti, segni, musei. Sulle tradizione contadine. Turn: Einaudi, 1977;Massimo Tozzi: I musei della cultura materiale. Roma: La Nuova Italia,1984.53 Vanse Umberto Eco: Dalla periferia dellimpero. Miln: Bompiani,1977, p. 50; y tambin Apocalittici e integrati. Miln: Bompiani, 1977[1964]. Una buena crtica a este folk revivalpuede encontrarse en VincenzoPadiglione: In margine al dibatitto sul folklore, en Franco Ferrarotti:Antropologia, op. cit., p. 132 y ss. Este mismo autor tiene un sugerentetexto introductorio de divulgacin en el que estudia desde las tradicionalesprocesiones locales hasta las manifestaciones obreras: Al di l del folklore.Roma: Minerva, 1978.

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    En la renovacin de los estudios folclricos merece especialatencin la tarea que llev a cabo Gianni Bosio al frente delNuovo Canzoniere Italiano y del Istituto Ernesto de Martino deMiln, que han destacado en el estudio del canto social y pol-tico, tanto del de tipo tradicional como de los nuevos cantos deprotesta obreros y juveniles. Desde el ao 1966, y con la cola-boracin de antroplogos como Alberto Cirese, el Istituto Ernes-to de Martino ha movilizado a un nmero muy importante deinvestigadores-militantes con el objetivo que se propone el lemade la entidad: trabajar para el conocimiento crtico y la presen-

    cia alternativa del mundo popular y proletario. Tal y comoindica su nombre, se siente continuador de la herencia demar-tiniana de enlace entre investigacin y compromiso poltico enel nuevo mbito urbano-industrial de la Italia septentrional. Latradicin de Gianni Bosio ha tenido continuidad en un grannmero de iniciativas de carcter local (como el Circolo Bosiode Roma), pudindose seguir su pista en revistas como Proble-

    mi del Socialismo (fundada por el propio Bosio), Primo Maggio(dirigida por Cesare Bermani) e I giorni cantati (dirigida porSandro Portelli).54

    Estas iniciativas han planteado la cuestin de la investi-gacin militante en el campo del folclore. En palabras deSandro Portellli, la prioridad asignada a la investigacin sobreel terreno se entiende, en primer lugar, como crtica de unaantropologa cuya preocupacin terica acaba haciendo desa-parecer el propio objeto de la investigacin, transformndose

    54 Gianni Bosio: Lintellettuale rovesciato. Interventi e ricerche sulla emer-genza di interessi verso le forme di espressione e di organizzazione spon-tanee nel mondo popolare e proletario. Miln: Bella Ciao, 1975; Cesa-ro Bermani: Dieci anni di lavoro con le fonti orali, Primo Maggio.Saggi e documenti per una storia di classe, n 5 (primavera de 1975),p. 47; Cesaro Bermani, Mimmo Boninelli: Ricerca e istituzioni. Latti-vit dellIstituto Ernesto de Martino, I giorni cantati, n 1 (junio de1981), pp. 159-164.

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    en una disciplina en la que los antroplogos se estudian a smismos, expropiando los considerados objetos de la inves-tigacin de su propio lugar de objetos. Quiere ser, tambin, unintento por recuperar una relacin entre mtodo y conoci-miento de la realidad, alejndose de una actitud elitista queconsidera el anlisis de los fenmenos concretos menos noblesque el refinamiento del mtodo, y que ve el trabajo de campocomo una ingrata y pesada corve que se debe superar parallegar a la ctedra o a la biblioteca. Por lo que respecta a lafinalidad de conocer y transformar realidades social e histri-

    camente definidas, la prioridad del trabajo de campo imponeuna interdisciplinariedad radicalmente diferente de la yuxta-posicin de microcosmos disciplinarios que caracteriza la apro-ximacin institucional y acadmica a la investigacin.55 Estasideas comportan una inversin del carcter unidireccional de lasrelaciones entre el investigador