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ESTUDIO DE ASISTENCIA TÉCNICA Y
FINANCIAMIENTO RURAL DESDE UNA
PERSPECTIVA DE GÉNERO. URUGUAY.
Paula Florit (Coord).
Maximiliano Piedracueva.
Alejandra Gallo.
Juan Bassaiztéguy.
Estudio de asistencia técnica y financiamiento rural desde una perspectiva de género. Uruguay. Consultoría a cargo de: Paula Florit (Coord) Maximiliano Piedracueva. Alejandra Gallo. Juan Bassaiztéguy. Programa Regional de Políticas de Igualdad de Género MERCOSUR. AECID. REAF. DGDR-MGAP.
2013. Montevideo, Uruguay.
Introducción.
La perspectiva de mainstreaming
de género supone un proceso de
transversalización de la cuestión de
género, buscando el desarrollo de políticas
género sensitivas en todas las esferas de
las políticas públicas. Esta perspectiva
recomienda por ende la constitución de
dos elementos:
(i) la construcción de una
institucionalidad de género estable, que no
esté sujeta a decisiones y coyunturas
contingentes, ni dependa de los gobiernos
de turno, una institucionalidad que vele
por colocar la cuestión de género en la
agenda pública; (ii) el establecimiento de la
sensibilidad al género a nivel general,
previendo las consecuencias disímiles para
varones y mujeres de las diversas políticas
públicas y las diversas prácticas sociales, en
consecuencia el desarrollo de diagnósticos
y el desarrollo de políticas sensibles al
género desde su planificación inicial.
Estos dos componentes, puntos
óptimos de la institucionalidad de género
desde el mainstreaming, no han sido
alcanzados en el Uruguay actual. Por el
contrario, el Uruguay se encuentra en una
fase de revisión de sus políticas públicas,
indagando a posteriori las consecuencias
hacia las mujeres de algunas acciones
ciegas al género. Este proceso es por ende
el resultado de una conquista de la
cuestión de género y se realiza con
ambición de ajustar las políticas y
programas hacia el futuro.
En ese marco, los dos estudios
compendiados en este informe
desarrollaron objetivos orientados al
análisis desde una perspectiva de género
de las acciones ejecutadas por el estado
uruguayo entre los años 2005 y 2010 hacia
el medio rural, en particular acciones de
asistencia técnica y financiamiento.
Los presentes estudios fueron
encamendados por la Dirección General de
Desarrollo Rural del Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca (DGDR –
MGAP), y fueron desarrollados en el
marco del Programa Regional de
Fortalecimiento Institucional de Políticas
de Igualdad de Género para la Agricultura
Familiar del MERCOSUR a través del
convenio REAF – AECID. El primero de
ambos estudios tuvo como objetivo
principal: Sistematizar y generar
información que aporte al conocimiento
sobre las brechas de género existentes en
el acceso a políticas públicas (servicios
ATER) para las agricultoras familiares,
trabajadoras rurales y comunidades
rurales. El segundo de ellos, orientado a la
mirada de género al financiamiento rural
se centró en: Sistematizar y generar
información que aporte al conocimiento
sobre las brechas de género existentes en
el acceso a políticas públicas de
financiamiento rural para las agricultoras
1
familiares, trabajadoras rurales y
comunidades rurales. En consecuencia,
esta mirada unificada, permite analizar las
distintas dimensiones del accionar público
en el medio rural como una sola realidad,
compleja y multifacética, pero única en
relación a cómo se configuran las
relaciones de género en el medio rural y
cómo el Estado uruguayo aporta a ello.
En aras de ello los apartados
subsiguientes se orientan a dar cuenta de
los abordajes teóricos y metodológicos que
guiaron ambos estudios, los
procedimientos de relevamiento y los
primeros hallazgos en el trabajo de
investigación. El informe se organiza en
ocho capítulos, los primeros cinco
presentan los supuestos y conceptos que
dan sentido a las políticas de género. Los
capítulos seis y siete se enfocan en el
análisis de los hallazgos, de manera que el
capítulo seis aborda el examen de los
programas de Asistencia Técnica y
Extensión Rural desde un enfoque de
género, mientras el séptimo capítulo
aborda los resultados del estudio sobre
herramientas de financiamiento rural y su
llegada a las mujeres rurales. Finalmente
el octavo capítulo presenta las
recomendaciones hacia los/as
tomadores/as de decisiones respecto a las
políticas públicas.
Agradecimientos.
Agradecemos la colaboración y
buena disposición de productoras y
productores de muchos rincones del país
por permitirnos conocer sus vivencias y
opiniones y, por tanto, poder realizar este
trabajo que esperamos sea un aporte para
la agricultura familiar del Uruguay.
Debemos agradecer también a
aquellas instituciones públicas y
funcionarios/as que nos abrieron sus
puertas y brindaron información de
relevancia para los objetivos de este
estudio.
Equipo de consultores:
Lic. Paula Florit (Coord.)
Lic. Maximiliano Piedracueva
Lic. Alejandra Gallo
Ing. Juan Carlos Bassaizteguy
2
Índice
Pág. 2 Introducción Pág. 4
I. Conceptualización sobre género, políticas públicas y desarrollo territorial rural. Pág. 13
II. El enfoque de género y la agricultura familiar. Pág. 22
III. Las políticas públicas uruguayas para el desarrollo rural. El trabajo del MGAP a partir de 2005
Pág. 27
IV. Aproximación conceptual a la Asistencia Técnica y la Extensión Rural. Pág. 36 V. Desarrollo Rural. Pág. 52 VI. Asistencia técnica e implementación de programas desde una perspectiva de género. Pág. 72 VII. Herramientas de financiamiento rural. Pág. 95
VIII. Estrategias para revisar la llegada al medio rural de las políticas públicas desde una mirada de género. Pág. 111
Referencias bibliográficas. Pág. 115
Anexo metodológico.
4
Capítulo I
Conceptualización sobre género, políticas
públicas y desarrollo territorial rural.
a. Género y políticas públicas.
b. Estrategias de desarrollo con perspectiva de género: El
enfoque MED.
c. Enfoque de la emancipación.
d. Enfoque del empoderamiento.
e. Enfoque de Género en Desarrollo (GED).
f. La incorporación de la perspectiva de género en las políticas
públicas.
g. El enfoque de género y la agricultura familiar.
h. Sistema sexo género
i. La división sexual del trabajo y su carácter estructurador.
j. Agricultura familiar, la organización social del trabajo, un
mundo masculinizado.
k. La socialización por género.
l. Estado y género en el medio rural ¿qué política pública?
5
i. Conceptualización sobre género,
políticas públicas y desarrollo
territorial rural.
a. Género y políticas públicas.
La cuestión de género ha ido
ganando terreno y visibilidad pública a lo
largo de los últimos 60 años, ello supone
que las concepciones en torno a la
desigualdad de género así como las
visiones sobre las formas adecuadas de
subsanar esta inequidad se han ido
modificando. Durante el período
comprendido entre 1945 y la actualidad se
han ido implementando políticas públicas
con concepciones diferentes en torno a los
roles de las mujeres y los hombres, y con
mayor o menor visibilidad de las
diferencias que las políticas suponían para
cada grupo. A partir de los años ´70 y ´80
surgen políticas públicas que tematizan la
cuestión de género y que, con diferentes
características, buscan atacar las
desigualdades y las consecuencias
negativas que estas suponen para las
mujeres. Las diversas propuestas han sido
construidas sobre la base de mejoras y
críticas a las políticas precedentes,
marcando el acento en aspectos variados
de la inequidad. Si bien algunos de estos
enfoques ya han sido totalmente
superados, otros aún se encuentran en
debate y confrontan no sólo por el
adecuado diagnóstico sobre la situación,
sino ante todo por la forma más exitosa de
política pública para construir equidad de
género. Es preciso entonces conocer las
principales características, supuestos y
medidas de las vertientes que aún se
encuentran en debate, estableciendo las
fortalezas y debilidades de cada enfoque
así como los espacios más adecuados para
La noción de género supone negar
que las diferencias que se
observan entre hombres y
mujeres responden a
características biológicas
naturales. Esta perspectiva señala
que las desigualdades
sistemáticas que sufren las
mujeres son el producto de una
concepción en la sociedad de que
hombres y mujeres son diferentes
y por lo tanto deben asumir roles
heterogéneos.
La concepción que diferencia
hombres y mujeres por sus
características biológicas es una
construcción social y se
manifiesta con mayor o menor
gravedad en los diversos países y
grupos sociales dentro de estos.
La diferencia de género en tanto
construcción social que reproduce
la desigualdad debe ser abordada
desde las políticas públicas y las
acciones estatales, y puede ser
modificada.
6
la implementación y desarrollo de cada
uno de ellos.
El punto de partida de las políticas
para la igualdad que se encuentran en
debate actualmente es la distinción entre
la concepción natural de la diferencia entre
sexos, y la concepción de género como una
construcción social. Reúne a los enfoques
que a continuación se desarrollan, y es
encuadre teórico de este diagnóstico, el
supuesto de que existe una diferencia
construida entre los roles y posibilidades
de hombres y mujeres. Esta diferencia
construida –diferencia de género-
responde a una concepción hegemónica
del mundo que está fuertemente
masculinizada y que ubica
sistemáticamente al hombre en posiciones
y espacios de poder mientras subsume a la
mujer a roles y posiciones subalternas. En
tanto construcción social la diferencia de
género no puede ser nunca concebida
como el resultado natural de las
consecuencias biológicas, sino que es
producto de una ideología implícita en las
distintas sociedades. Esta ideología,
aunque hoy aparece como un patrón
común en los diversos países, se manifiesta
de forma disímil entre ellos y al interior de
los mismos. De modo que la forma que
toma la desigualdad de género varía en los
diversos grupos sociales, según sea mayor
o menor la internalización de las pautas
discriminatorias. La existencia de una
diversidad de formas de concebir el
sistema de género y la diferencia de
género, así como el reconocimiento de la
diferencia como una forma de
discriminación y no como un resultado
natural de las diferencias biológicas, es lo
que señala que estas diferencias pueden
ser abordadas por las políticas públicas,
modificadas y de construidas.
A efectos de abordar la cuestión de
género desde el Estado las políticas
públicas juegan un rol fundamental por su
capacidad de construir y fortalecer
imaginarios sociales y de priorizar recursos
e impulsos legales y económicos. Desde
esta mirada las políticas públicas son
concebidas como la “acción de las
autoridades públicas, investidas de
legitimidad gubernamental, que abarca
múltiples aspectos, que van desde la
definición y selección de prioridades de
intervención, hasta la toma de decisiones,
su administración y evaluación.” (Thoening,
J.C., 1997) Esta concepción de las políticas
públicas evidencia que las mismas son
estrategias de priorización estatales en
base a recursos finitos. Estas priorizaciones
designan qué y cómo se emprenderá desde
el Estado, y qué será dejado a la voluntad y
posibilidad de acción de la sociedad civil
organizada. En consecuencia lo que se hace
y omite en las políticas públicas en
referencia al género responde a un
7
esquema de prioridades estructurado a
partir de fuentes diversas1.
García Prince (2008) señala que la
teoría de género basa su acción política
bajo tres supuestos en torno a las políticas
públicas, a saber: (a) las políticas públicas
son acciones estatales, por lo tanto
definiciones nacionales legitimadas; (b)
pueden materializarse a través de variadas
formas como decretos, instituciones,
acuerdos y/o combinación de ellas según
se considere adecuado para la
problemática social a abordar; (c) son
explícitas y están recogidas en documentos
respaldados por las autoridades estatales;
(d) tienen un curso de acción, presentan
explícita o implícitamente objetivos y/o
metas que buscan alcanzar; (e) recogen
una problemática social y actúan según el
criterio de desarrollo y/o priorización de
una temático y/o un grupo social para
orientar el curso de la acción ciudadana.
Bajo esta concepción de política se
recorren algunos enfoques de políticas
públicas con perspectiva de género que
surgieron como respuesta a políticas
públicas que no atendían a la diferencia de
1 Las formas como se priorizan los diversos temas y
problemas sociales depende del conocimiento de los mismos, de la existencia de grupos de presión nacionales, de la existencia de acuerdos internacionales, así como del concepto sobre el rol que juegan esos temas en la preservación del tipo de democracia y de modelo de desarrollo nacional optados.
situaciones y contextos de hombres y
mujeres.
A partir de la segunda guerra
mundial, el debate en torno al desarrollo y
el lugar de las políticas públicas en el
mismo capta la escena mundial. Las
primeras propuestas de los organismos
internacionales, implementadas en
diversos países, eran propuestas que
podrían concebirse como “ciegas al
género”. Bajo la concepción de políticas
“ciegas al género” se denominan las
políticas que no atienden a las diferencias
de situación de hombres y mujeres, ni
cuestionan la forma como la política
impactará diferencialmente en estos
grupos.
Las propuestas de desarrollo en
vigencia apuntaban al incremento de la
productividad y el crecimiento de las
sociedades “subdesarrolladas”. En este
enfoque la mujer era vista como pasiva en
un proceso de desarrollo ya que no se la
veía como agente productiva sino
únicamente como agente reproductiva. La
primera forma alternativa a este enfoque
fue el llamado MED o Enfoque de Mujeres
en el Desarrollo.
b. Estrategias de desarrollo con
perspectiva de género: El enfoque MED.
El MED surgió a inicios de los años
´70 y denunció la falsa neutralidad de
género de las políticas de desarrollo y
8
destacó el rol productivo de las mujeres.
En este sentido criticaba las políticas
desarrollistas que se orientaban a la familia
o a la mujer como una vía de acceso a la
familia, destacando el rol de la mujer fuera
del hogar. Este enfoque destacó la
productividad femenina fuera de los
hogares pero no supuso una crítica al rol
doméstico, de modo que incrementó los
ámbitos de trabajo (productivo y
reproductivo) de la mujer. Fue un enfoque
orientado a la mujer específicamente, no a
las relaciones entre géneros. Según Garcia
Prince (2008) este enfoque se orientó al
trabajo de políticas públicas en tres líneas:
Igualdad jurídica y socioeconómica
de la mujer viabilizada
principalmente mediante oficinas
de la mujer. Este enfoque se
desarrolló especialmente en la
llamada década de la mujer entre
los años ´75 y ´85 (llamado MED –
equidad).
Orientación a las mujeres más
pobres atendiendo a las políticas
de rol de mujer reproductiva y las
necesidades básicas en ese rol, y
también al rol de mujer
productiva, utilizando políticas de
microcréditos y microfinanzas.
Este enfoque aún tiene influencia
entre las políticas públicas y se
desarrolló especialmente a partir
de los años ´70 (MED –
antipobreza).
Ubicación de la eficiencia y
capacidad de ajuste de las mujeres
en la combinación de varios roles.
Atención a las estrategias de
supervivencia femeninas. Estas
estrategias se implementaron
especialmente a partir de los años
´80 y mantienen importante
popularidad (MED – eficiencia).
Este enfoque en general se tradujo en
acciones y proyectos para mujeres
orientados a desarrollar estrategias de
supervivencia de las mismas, así como
a mostrar su capacidad productiva. Se
destacan las acciones orientadas a
incrementar los ingresos de las
mujeres y su productividad. Entre las
críticas a este enfoque existió el de
ignorar la cuestión de género como
una cuestión relacional, donde es
relevante también considerar a los
hombres. También se critico, como se
ha dicho ya, el incremento de las
demandas hacia la mujer, al
multiplicar sus espacios de acción.
Estas críticas devinieron en la
construcción de otras perspectivas en
torno a la cuestión de género y el
modo adecuado para actuar sobre
ella.
9
c. Enfoque de la emancipación.
Este enfoque priorizó el acceso a
condiciones de igualdad sociales y
económicas, en particular en el acceso a la
salud y educación. Esta priorización amplió
las condiciones de igualdad en términos de
acceso pero mantuvo la no participación
femenina en los espacios de decisión
política. Se desarrolló mediante políticas
generales, orientadas a toda la población y
políticas focalizadas para mujeres.
d. Enfoque del empoderamiento.
El enfoque de empoderamiento
surgió a partir de mediados de los años ´70
y se tornó más fuerte a partir de los ´80. Si
bien actualmente no cuenta con una
importante adhesión (De la Cruz, 1999) se
ha de desatacar que el mismo constituyó
un aporte ya que priorizó no sólo el acceso
a los recursos sino el acceso al control de
los recursos. Se orientó a rescatar el rol de
la mujer como agente comunitario y a
posteriori como agente de participación
política. Como medidas se planteó
estrategias de empoderamiento vía el
desarrollo de capacidades personales para
influir en los espacios. Esta propuesta se
orientaba a la incorporación femenina a las
estructuras de poder formal, no al
cuestionamiento de las estructuras en sí.
En ese sentido no existía una crítica a las
estructuras por considerar que su
conformación reproducía los patrones de
poder de los varones, sino que se criticaba
la no incorporación de la mujer a esos
espacios.
e. Enfoque de Género en Desarrollo (GED).
Este enfoque dio centralidad a la
división entre las características físicas
naturales de hombres y mujeres, y las
proyecciones que la sociedad hace sobre
cada persona en función de su sexo de
nacimiento. Esta perspectiva se orientó a
denunciar la forma como las culturas,
estructuras e instituciones se orientan a
reforzar las desigualdades de género y la
asignación de roles socialmente
construidos a hombres y mujeres.
Como herramientas básicas para la
comprensión de la situación de género esta
mirada enuncia (a) la división sexual del
trabajo, (b) la división entre los espacios
públicos y los privados o domésticos, (c)
controles diferentes de ingresos, recursos y
uso del tiempo, (e) múltiples roles de la
mujer, (f) existencia de necesidades y
estrategias diferentes entre hombres y
mujeres. Todos estos conceptos –que se
definirán con más detalle al presentar la
situación de la mujer en el medio rural
uruguayo- fueron la base para la
implementación de propuestas de políticas
diversas, de las cuales las más destacables
son:
10
Políticas de igualdad de
oportunidades. Estas políticas
centraban sus acciones en la
generación de igualdad en las
condiciones de partida entre
hombres y mujeres. Muchas de sus
medidas se mantienen, pero se
han combinado con otras al
constatar que las brechas de
género persistían más allá de la
equidad de oportunidades, de
modo que se adicionó la
preocupación por la igualdad de
resultados.
Políticas de acción positiva. Son
políticas orientadas al desarrollo
de acciones que contrarresten las
desigualdades actuales y pasadas
en los ámbitos económicos,
domésticos u otros espacios de
poder de modo de transformar las
situaciones de inequidad y la
existencia de grupos
desfavorecidos. Son típicas de este
enfoque las medidas como el
establecimiento de cuotas.
Políticas de mainstreaming de
género. Esta perspectiva se orienta
al reconocimiento de la cuestión
de la desigualdad de género como
una problemática a atacar en todos
los ámbitos de la esfera pública y
de la ciudadanía, entendiendo que
los elementos que reproducen las
estructuras y pautas de inequidad
son transversales a todas las
políticas públicas. Desde este
enfoque se busca que la
planificación de una perspectiva de
género este presente en todas las
fases de la construcción de las
políticas públicas y en todas las
políticas, rompiendo con la
concepción de políticas de género
restringidas a algunos reducidos
espacios y de orientación paliativa.
Son típicas de este enfoque las
acciones orientadas a la
transversalización.
El mainstreaming de
género busca colocar la
cuestión de género como
una dimensión transversal
en todas las políticas
públicas, exigiendo que
toda planificación y
ejecución atienda a las
incidencias diferentes que
puede tener sobre las
condiciones de vida de
varones y mujeres.
Esta perspectiva abandona
la idea de que las políticas
de género tienen que ser
concebida como políticas
concretas sino que progne
que la cuestión de género
sea tomada en toda la
planificación de políticas.
11
Las diversas acciones concretas de las
estrategias de desarrollo hasta aquí
presentadas han sido implementadas,
criticadas y mejoradas para conformar
un paquete de diversas medidas
posibles para alcanzar la igualdad de
género. Cada medida concreta
adquiere valor en la medida que el
contexto específico y lo política
pública lo requiere. Sin embargo, si
bien se han acumulado diversas
estrategias y acciones concretas de las
distintas etapas del pensamiento
feminista, existe un relativo consenso
en concebir el mainstreaming de
género como el enfoque dominante en
la planificación de políticas para la
conquista de la igualdad. En
consecuencia en este documento se
harán presentes algunos de los pilares
teóricos de este enfoque.
f. La incorporación de la
perspectiva de género en las
políticas públicas.
La noción de “género sensitivas” o
de “sensibles al género” de las
políticas refiere a la capacidad o
sensibilidad para identificar los
elementos que construyen
inequidades entre los géneros y
transformarlos en base para acciones y
programación política.
Las políticas sensibles al género se
orientan a identificar si las situaciones
de varones y mujeres, y las formas
como se vinculan con los ámbitos
públicos y privados, tienen relación
con una discriminación que deriva de
la pertenencia a uno u otro sexo. Las
políticas de igualdad o género
sensitiva se orientan a romper con las
jerarquías entre géneros y su
naturalización, son por lo tanto
políticas de transformación.
El supuesto que tienen estas
políticas es que es necesario construir
una sociedad donde el concepto de
igualdad sea una realidad. La base de
la noción de igualdad que se construyó
en las sociedades actuales puede
encontrarse en el proceso de
construcción de derechos ciudadanos
en la Revolución Francesa. Sin
embargo, el establecimiento de esa
noción de igualdad establecía una
noción de igualdad en ciertos ámbitos
pero “olvidaba” velar por ella en los
espacios domésticos. De modo que la
igualdad entre ciudadanos era una
expresión de igualdad entre varones y
no entre estos y las mujeres.
Hoy, en cambio, la noción de
igualdad se ha revisado y ha dado
lugar al reconocimiento de la
diferencia y la diversidad, donde se da
cuenta de la existencia de personas
12
con intereses diferentes. De este
modo las nociones de diferencia y
diversidad dan espacio a las mujeres a
tener una forma de ser contempladas
como ciudadanas que vele por sus
intereses y no pretenda únicamente
igualarlas al modelo masculino.
Este concepto de igualdad supone
la concreción de prácticas y derechos
de diversa índole, la igualdad supone
la construcción de igualdad formal o
de derecho, igualdad de hecho y el
cumplimiento del principio de
equidad.
La igualdad formal refiere a la
conquista de igualdad en los
derechos formalmente aceptados y
legislados.
La igualdad de hecho supone que
los derechos deben concretarse en
realidades, por lo tanto asume la
distancia entre la formalización y la
realidad y trabaja sobre el proceso
de concreción.
El principio de equidad reconoce la
diferencia entre grupos y asume
que el trato igual no siempre es el
trato justo cuando los grupos, sus
experiencias, intereses y
posibilidades son diferentes. Este
principio señala la necesidad de
respetar la diferencia mediante un
trato diferencial en algunos grupos
y condiciones.
Estas condiciones son en
consecuencias requisitos para la
construcción de una sociedad
verdaderamente democrática, los
diagnósticos previos y las necesarias
políticas de igualdad de género deben
pensarse e instrumentarse en la
sociedad toda. Desde estos supuestos
es que se torna necesario reflexionar
sobre las condiciones de vida de las
mujeres pertenecientes a la
agricultura familiar.
13
Capítulo II
El enfoque de género y la agricultura familiar.
a. El enfoque de género y la agricultura familiar.
b. Sistema sexo género
c. La división sexual del trabajo y su carácter estructurador.
d. Agricultura familiar, la organización social del trabajo, un
mundo masculinizado.
e. La socialización por género.
f. Estado y género en el medio rural ¿qué política pública?
14
a. El enfoque de género y la
agricultura familiar.
Varones y mujeres son diferentes y
eso es un hecho innegable; sin embargo,
resulta inquietante desentrañar cómo y de
qué manera esa diferencia se instala y se
transforma en desigualdad. La teoría de
género ha construido categorías analíticas
útiles para comprender cómo se estructura
este sistema de desigualdades, abordando
las implicancias que tiene para los
miembros pertenecientes a uno y otro
sexo. Analizar las relaciones entre varones
y mujeres a partir de los conceptos de
sistema sexo-género, división sexual del
trabajo y socialización por género
constituyen herramientas adecuadas para
realizar este recorrido. Eso es en parte, lo
que se propone en este capítulo.
b. Sistema sexo género
A partir de la cristalización de un conjunto
de prácticas, saberes y gustos que se
definen como apropiados para los
miembros de cada uno de los sexos, se
define un determinado sistema sexo-
género. De esta forma, se atribuyen
derechos, obligaciones, responsabilidades
y privilegios distintos para varones y
mujeres. Siguiendo a Aguirre (1998), es
posible afirmar que este sistema se
constituye por relaciones de poder,
prácticas, creencias y estereotipos que las
sociedades construyen a partir de la
diferencia sexual. Anderson (2006), agrega
que estas relaciones de poder se expresan -
y funcionan- a partir de distintos principios
que se articulan entre sí para dar
coherencia y sostenibilidad al sistema.
Sobre la base de la clasificación primaria de
sexo: varón- mujer, se adhieren distintas
clasificaciones que se estructuran como
principios normativos y definitorios de los
roles. Así, las categorías de género,
devienen en jefe de familia - esposa,
trabajador remunerado - trabajadora no
remunerada, productor agropecuario - ama
de casa; infinitas combinaciones binarias
van llenando de sentido el significado de
masculino y femenino.
Uno de los elementos más preocupantes
del sistema de género es el desigual
Varones y Mujeres son
diferentes y eso es innegable,
ahora bien ¿cómo esa
diferencia se transforma en
desigualdad?
Sistema sexo – género,
división sexual del trabajo,
socialización por género son
conceptos útiles para
aproximarnos a una respuesta.
15
prestigio del que gozan los pertenecientes
a uno y otro grupo, esto nos obliga a
considerar el género y los sistemas de
género como un sistema de relaciones de
poder, dice Scott (2003) “el género es un
elemento constitutivo de las relaciones
sociales basadas en las diferencias que
distinguen los sexos y es una forma
primaria de relaciones significantes de
poder”.
c. La división sexual del trabajo y su
carácter estructurador.
Siguiendo a Hirata y Kergoat (2007), es
dable sostener que la división sexual del
trabajo tiene su expresión a partir de dos
principios ordenadores, a saber: el de
separación y el de jerarquía. Por el
primero, se designa la asignación
diferencial de tareas de acuerdo al sexo en
un momento determinado. Se trata de la
clásica división entre trabajo remunerado
y no remunerado (doméstico, de cuidados
y comunitario). Por el segundo principio, el
de jerarquía, se ponderan las actividades
de acuerdo a una escala de valoración que
asigna más valor a aquellas tareas
realizadas por los varones. A partir de la
combinación de ambos principios se
estructuran desigualdades que colocan a
varones y mujeres en desiguales posiciones
frente a los recursos.
Como alerta Kabeer (1999), es menester
reparar en el alcance estructural de estos
fenómenos y observar que “en su vertiente
más simple, la división genérica del trabajo
puede considerarse que consiste en la
asignación de tareas particulares a
personas particulares, y se convierte en
estructura social en la medida en que esta
asignación impone constreñimientos a la
práctica ulterior.” (Kabeer, 1999: 76).
Así, la división sexual del trabajo trasciende
la separación de tareas en relación a los
sexos en un espacio y momento específico,
y cumple un rol central para analizar el
conjunto de oportunidades que tienen
La división sexual del trabajo
se sostiene sobre dos
principios: el de separación y
el de jerarquía.
El principio de separación
supone que las tareas
domésticas y de cuidados son
asignadas a las mujeres y las
tareas productivas –de
trabajo remunerado- son
asignadas a los varones.
El principio de jerarquía
implica que las tareas
realizadas por varones tienen
una mayor valoración social
que aquellas realizadas por
mujeres.
16
mujeres y varones en el acceso a recursos
materiales y sociales. Esto es así, porque a
partir de la división sexual del trabajo se
estereotipan roles del cómo ser hombre y
ser mujer, que colocan a los varones en
aquellas tareas y prácticas más
íntimamente vinculadas al acceso a
recursos. Supone tanto el acceso a
recursos monetarios y de activos de
capital, como la participación en espacios
públicos vinculados a la toma de
decisiones.
d. Agricultura familiar, la organización
social del trabajo, un mundo
masculinizado.
La conceptualización sobre
agricultura familiar no está libre de debate,
sin embargo, existe un acuerdo bastante
extendido en considerarla, haciendo foco
en la organización social del trabajo, como
un modo social específico y un tipo de
producción particular. En este sentido, la
presencia o ausencia de la residencia de la
familia en el predio, la prevalencia de
mano de obra familiar por sobre la
contratada y la producción de bienes para
su venta en el mercado, resultan claves
para determinar si se está o no ante
establecimientos agropecuarios de tipo
familiar (Astori, 1992; Piñeiro, 1998; entre
otros).
Estos factores son determinantes
en la manera en que se organiza el trabajo
dentro de los establecimientos
agropecuarios de tipo familiar, al tiempo
que inciden en la lógica que adoptan sus
propietarios/as en relación a las unidades
de producción. Sobre esta, varios autores
han señalado, que la misma se orienta a
cubrir las necesidades familiares y no a
maximizar las tasas de ganancia a nivel
empresarial (Hamdan, 1994; Schejtman,
1980, entre otros). Esto supone que las
necesidades de la familia y las del
establecimiento conviven bajo una
imbricación recíproca, tanto es así que
Hamdan (1994) ha dado en llamar este
sistema como “Unidad Familia
Explotación”. Esta discusión, que no es
reciente, tiene sus raíces históricas; ya
Chayanov (1925) había presentado
argumentos suficientes para demostrar
esta mutua reciprocidad, al evidenciar que
la sobrevivencia de esta modalidad de
producción -en momentos de crisis- ha sido
posible al ajustar las concisiones de vida y
bienestar familiar, mediante el incremento
de la autoexploración.
Por estas características, no existe
una clara división entre el mundo del
trabajo y el mundo familiar, entre el
patrimonio de la empresa y el patrimonio
de la familia, lo que tiene importantes
consecuencias en términos de género,
sobretodo en lo que refiere a la situación
17
de las mujeres dentro de los
establecimientos, cuyo trabajo es pocas
veces reconocido. Una interesante manera
de ver esta cuestión es analizar la forma en
que se organiza y desagrega el trabajo
dentro de los establecimientos. Este puede
subdividirse en al menos, tres dimensiones,
a saber: el trabajo de producción para el
mercado, el trabajo de producción para
autoconsumo y subsistencia, y el trabajo
doméstico y de cuidados. Este mundo del
trabajo, está fuertemente organizado en
relación a los sexos, por una firme división
sexual del trabajo. Así, los hombres
detentan la responsabilidad sobre las
tareas más estrechamente vinculadas a la
producción para el mercado. Es decir, las
tareas simbólicamente más vinculadas al
trabajo de campo y de aquellas vinculadas
al espacio público (ventas, compras,
realización de trámites, participación en
asociaciones rurales, etc.). Las mujeres, por
su parte, suelen ser las responsables del
trabajo doméstico y de producción para
autoconsumo. Cuando participan en las
tareas de producción para el mercado, esta
es vista como ayuda o colaboración al
trabajo masculino y no como trabajo
propiamente dicho.
Cómo ha sido señalado al inicio del
capítulo, la división sexual del trabajo
comprende dos principios, tanto la división
de tareas específicas, como la valoración
desigual de las mismas. Así sucede que
aquellas tareas realizadas por los hombres
suelen ser más valoradas que las realizadas
por las mujeres. Al mismo tiempo que las
tareas con mayor valor son detentadas por
los hombres.
Una manera de ilustrar cómo
operan estos principios en la Agricultura
Familiar, es analizar la producción para
autoconsumo y el lugar que se le asigna en
los establecimientos. Esta merece un
tratamiento especial, ya que su
clasificación (como tarea producida o
reproductiva) es el resultado del aporte
que realiza a la economía de la unidad
establecimiento- familia2, en relación al
aporte de producción para el mercado. De
esta forma, cuando la producción para
autoconsumo hace un aporte significativo a
la economía, es altamente valorada por
todos los miembros del hogar y es
considerada como parte de las tareas de
producción. Sucede así, porque en
unidades de producción con situaciones
precarias constituye un elemento clave
para la continuidad de las empresas, dado
que es un aporte esencial para la
supervivencia de las familias y su
excedente pasa a tener valor de mercancía
en el comercio local. En los casos en que
esto ocurre, este tipo de producción pasa a
ser responsabilidad masculina,
evidenciando que el manejo de los
18
recursos está estructurado en relación al
sistema sexo-género. A decir de Saltzman
(1992), “la división sexual del trabajo ha
situado desproporcionadamente a los
hombres, en comparación con las mujeres,
en roles de trabajo que generan acceso
directo a los recursos materiales,
incluyendo pero no limitándose, al dinero”
(Saltzman, 1992: 56).
En establecimientos con mayor
rentabilidad, dicha producción es
considerada secundaria y parte de las
tareas domésticas. En estos casos, es
responsabilidad de las mujeres del hogar.
Siguiendo a Saltzman (1992), es posible
afirmar que esto indica una fuerte
estratificación sexual, por la cual la
separación de tareas y su asignación por
sexo están vinculadas con la generación y
la posibilidad de acceso a recursos que
ofrecen estas tareas. De esta forma, la
división sexual del trabajo que tiene lugar
en las unidades productivas coloca a los
varones en roles de trabajo que generan
mayores posibilidades de acceso a recursos
materiales, ya sea monetarios como de
otro tipo. Estas consideraciones muestran
que la organización del mundo del trabajo
en estos establecimientos-familia3 es fiel al
principio jerárquico, “la producción
masculina, vale más que la femenina
(incluso cuando son idénticas entre sí)”
(Hirata y Kergoat, 1998:142).
f. La socialización por género.
Este modo de organizar el trabajo,
enraizado en una firme división sexual del
trabajo, es transmitido de una generación a
otra, a partir de la instrumentación de
mecanismos de socialización diferencial
para los/as hijos/as, según se trate de
varones o mujeres. Dice Saltzman (1992) al
respecto: “La perspectiva de la
socialización se centra en variables
3 Denominación acuñada por Brumer (2004) para ofrecer una imagen más acabada del sistema de interrelación entre la esfera doméstica y la esfera de producción para el mercado que tiene lugar en los establecimientos agropecuarios de tipo familiar.
En la agricultura familiar, el
mundo del trabajo se organiza
sobre una firme división
sexual. Así mientras las
mujeres se encargan de las
tareas domésticas, de
autoconsumo y cuidados; los
varones son responsables de
las tareas más íntimamente
vinculadas a la producción de
bienes para el mercado. Este
modo de organizar el mundo
del trabajo, coloca a los
varones en relación directa
con el manejo de los recursos.
Asimismo, desconoce el
aporte de las mujeres en los
hogares, tornando invisible su
rol como mujeres productoras.
19
destinadas a enseñar características
apropiadas para cada sexo, sobre todo a
los niños (…) Los niños desarrollan
paulatinamente la capacidad de dividir el
mundo según el sexo y de adoptar
atributos socialmente asignados a ese
sexo.” (Saltzman, 1992: 92) Esto significa
que se promueven en los hogares gustos y
saberes distintos para hijos e hijas, que
estructuran las prácticas según aquello que
se considera apropiado para cada uno de
los sexos. Así entendida, la socialización
bosqueja un orden simbólico que delinea
las trayectorias esperadas de los varones y
las mujeres en los diferentes contextos y
que trasciende la simple separación de
tareas.
En el caso de la agricultura familiar,
si se analiza al interior de los hogares,
puede observarse que, desde edades muy
tempranas, se involucra a los hijos varones
en las tareas de producción para el
mercado, al mismo tiempo que se estimula
a las hijas para el trabajo doméstico y de
cuidados. Para el caso de los hijos de
productores familiares llegan a la
adolescencia, ya tienen un conocimiento
acabado de todos aquellos saberes
necesarios para el desempeño de la tarea
productiva. Este conocimiento es, a veces,
reforzado por la participación en instancias
de educación formal, como por ej. escuelas
agrarias o la realización de otros tipos de
capacitaciones asociadas a la producción,
por parte de los varones. Las hijas mujeres
en cambio, a esa altura, suelen estar
alejadas de las tareas de producción para el
mercado y muy involucradas en las tareas
domésticas y de cuidados familiares.
También sucede que sus proyectos
alejados del predio, como estudiar, son
fuertemente apoyados por los padres y las
madres. De esta forma, se legítima el rol
masculino asociado a la tarea de
producción y el rol femenino alejado de
estas tareas, transmitiéndose de una
generación a la siguiente, una determinada
manera de “ser varón y ser mujer”,
“Cuando hombres y mujeres llevan a cabo
roles de trabajo profundamente distintos,
ofrecen modelos que sugieren a los niños
los tipos de trabajo que pueden y no
pueden hacer cuando sean adultos”.
(Saltzman, 1992:93). Este proceso
socializador por género, estructurado en la
división sexual del trabajo, se materializa
en la dirección que adopta el proceso
sucesorio en la agricultura familiar,
favoreciendo la permanencia de los
hombres al frente de las empresas
familiares y excluyendo de esta posibilidad
a las mujeres, con serias consecuencias
para el desarrollo de oportunidades por
parte de estas.4 Es importante subrayar
4 En Uruguay esta prevalencia de los varones al
frente de los establecimientos ha sido constatada en varias oportunidades. Si bien las familias tienden a respetar los derechos de herencia (la igualdad de derechos de hijas e hijos), el proceso culmina en la designación de un único hijo varón que se hace de la
20
que el manejo del establecimiento no sólo
comprende el dominio de los saberes
prácticos de la actividad, sino también el
manejo de todo el mundo público
vinculado a la unidad productiva, lo que
incluye la participación en distintas
organizaciones de productores, comisiones
de fomento y otros modelos de asociación.
Las implicancias de la socialización
por género, no sólo se expresa en la
agricultura familiar, sino que en el medio
rural esto tiene evidencias desarrolladas
también para las poblaciones rurales no
agricultoras. Poblaciones que, habitantes
de territorios agrodependientes, no se
encuentran en relación directa con la
producción o lo hacen en carácter de
asalariados/as o trabajadores/as zafrales.
La dinámica de la tenencia de la tierra en el
agro uruguayo configuró tempranamente
la existencia de pequeños pueblos, villas y
rancheríos donde se asentaron las familias
de los trabajadores de las grandes
estancias. En estas predomina una
dinámica tradicional de división sexual del
trabajo, donde la mujer se aboca a las
totalidad de las tierras familiares por distintos mecanismos (arrendamiento, compra, préstamo, comodato). Otras veces las tierras de la mujer son incorporadas al patrimonio familiar administrado por el esposo (Gallo, Molinaro y Osorio, 2011; Gallo y Peluso, 2009). Esto viene a confirmar que la forma en la que se procesa la sucesión de las unidades productivas tiende a dar prioridad a varones sobre mujeres, hecho ya relevado en numerosas investigaciones (Ver, entre otros, Brumer, 2004; Graña, 1996; Filardo, 1994; Salamon, 1993; Voyce, 1994).
actividades reproductivas y el hombre a las
productivas. Entre estas mujeres radicadas
en pueblos y villas agrodependientes se ha
constatado que la estructura agraria
nacional configura roles de dependencia y
ausencia de trayectorias laborales propias.
En esta división la mujer se encuentra
frecuentemente fuera de los circuitos
generadores de ingreso, en ubicaciones
marginales en términos del manejo
económico y de prestigio, en relaciones de
dependencia económica y social del núcleo
familiar y en particular de una pareja. En
consecuencia el acceso a un ingreso propio
que permita satisfacer necesidades
puntuales y/o ser un incentivo o aliciente
para el desarrollo de emprendimientos
resulta esencial en el marco de la
construcción de situaciones de mayor
equidad para las mujeres del medio rural,
no únicamente las productoras. “…la
ruralidad nucleada se compone
esencialmente por familias desplazadas del
campo, y se soporta aún en relaciones de
“ausencia/presencia” de las figuras
masculinas, siendo los hombres los que
proveen del ingreso principal y
generalmente único de los hogares rurales.
(…) aparece una determinante
infraestructural, vinculada a la
concentración de la tierra y los modelos de
producción en el sector agropecuario
nacional, que genera configuraciones supra
estructurales que refuerzan la inequidad
de género y los procesos de acumulación
21
desigual en el campo.” (Florit, 2011:27) De
esta manera las mujeres de pueblos y
villas, se ubican en relaciones
dependientes económicamente, como
habitantes “no productivas” de territorios
agrodependientes.
De modo que la división sexual del
trabajo no supone únicamente una división
en las tareas que desarrollan hombres y
mujeres, sino que configura las
posibilidades de cada sexo de desarrollar
plenamente su ciudadanía.
g. Estado y género en el medio rural
¿qué política pública?
El desarrollo precedente contiene
algunas conclusiones inquietantes que
pueden sintetizarse en las escasas
oportunidades que tienen mujeres frente a
varones en el medio rural. Ante esta
realidad, parece pertinente interrogarnos
cuál es el rol que deben asumir las políticas
públicas para mejorar la posición de las
mujeres, hoy claramente vulneradas. De
acuerdo con Guzmán (1998), es posible
sostenter que la incorporación de la
perspectiva de género en las políticas
públicas habilita conocer cómo las políticas
-incorporen o no la perspectiva de género-
tienen efectos sobre el sistema sexo-
género, reforzando o transformándolo.
Esto supone, por una parte, considerar las
diferencias existentes entre varones y
mujeres en todas las fases de la política
pública (diseño, ejecución y evaluación).
Por otra, considerar la dimensión de
género con el objetivo de alcanzar un
sistema sexo género menos desigual.
22
Capítulo III
Las políticas públicas uruguayas para el
desarrollo rural. El trabajo del MGAP a partir de
2005.
23
a. Las políticas públicas uruguayas
para el desarrollo rural. El trabajo
del MGAP a partir de 2005.
En mayo de 2005 el Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca se
enunciaba sobre la transformación en la
planificación y gestión de las políticas
agropecuarias, más aún, incorporaba al
discurso político estatal una visión de
políticas hacia el desarrollo rural. En ese
sentido expresábase sobre uno de los
sectores más vulnerados y olvidados del
Uruguay Rural, la agricultura familiar. “La
atención de este importantísimo sector
social, cultural y económico con acciones
aisladas e inconexas será sustituida por una
estrategia global, conducente a apoyar sus
iniciativas apuntando a su permanencia en
el mundo rural y sostenibilidad como
productores.” (Anuario OPYPA, 2005)
Debe señalarse que la nueva
propuesta debía enfrentarse a un sistema
de gestión e intervención estatal
centralizado, desarticulado y en gran parte
disgregador; por ello la innovación
resultaba, y resultó, ardua. El Estado
recuperaba la utilidad de las políticas
sectoriales –en parte olvidadas en el uso de
las políticas macroeconómicas- al tiempo
que reconocía un mundo rural
heterogéneo el cual requería de políticas
públicas diferenciadas.
Ante este escenario
inquietante parece pertinente
interrogarse cuál es el rol que
pueden asumir las políticas
públicas para mejorar la
posición de las mujeres, hoy
claramente vulneradas.
¿Qué estrategias serían
recomendables para fortalecer
las capacidades de las mujeres
y promover así su
participación en los distintos
espacios públicos y de toma de
decisiones existentes en las
comunidades rurales?
¿Qué estrategias de
intervención de
fortalecimiento de la
agricultura familiar han
contribuido a mejorar las
capacidades de las mujeres y a
reconocer su rol de
productoras?
¿Cómo se puede mejorar el
acceso a recursos de las
mujeres de la agricultura
familiar?
¿Cómo se podrían desarrollar
estrategias financieras para
que las mujeres venzan las
limitantes del acceso a
recursos?
¿Cómo debería implementarse
la Asistencia Técnica desde el
estado de manera de
promover el reconocimiento
de las mujeres en su calidad
de productoras?
24
El sector de agricultura familiar fue
reconocido como “producción familiar” y
para ello se realizaron distintos esfuerzos
en conceptualizar y delimitar a esta
población; es en ese sentido que surge la
definición de Productor Familiar y junto
con ella el instrumento de Registro de la
Producción Familiar. Este esfuerzo
operativo se ampara en la idea de que
generar políticas hacia una población
particular requiere de una caracterización
de tal población; y por otra parte en que se
reconoce que la producción familiar del
Uruguay funciona, produce y se reproduce
con lógicas distintas a la lógica empresarial
y que por lo tanto deben pensarse
estrategias concretas de intervención.
La estrategia definida de
intervención hacia la producción familiar es
una estrategia de desarrollo rural. Con este
enfoque se pretende romper con la visión
economicista y productivista que se
encontraba anclada en el país y que
promovía estrategias homogéneas –y
macro- para alcanzar el desarrollo,
entendiendo por este al crecimiento
económico. Ante esta idea se entiende
desde el poder público que la producción
familiar no se rige por la lógica
productivista y economicista y que su
permanencia o extinción se explica más por
cuestiones que exceden a lo productivo. La
producción familiar es productor lo mismo
que habitante de lo rural y por lo tanto su
desarrollo se inscribe en un territorio
determinado en el que confluyen
producción y reproducción. Desde esta
base, se llega a la idea entonces, de que el
desarrollo rural debe tener un enfoque
territorial, esto quiere decir que el
complejo a ser abordado no es un predio,
no es una explotación, no es un paraje o
pueblo; por territorio se entiende al
Objetivos estratégicos de
DGDR
o Fomentar las acciones de integración, asociación y organización del tejido social y productivo rural.
o Fortalecimiento de la organización de productores y asalariados rurales.
o Promoción del desarrollo rural en sus múltiples dimensiones.
o Organización de la producción e inserción en las cadenas para los productos generados por la producción familiar.
o Facilitar el acceso al financiamiento y recursos financieros, con la generación de herramientas adecuadas.
o Facilitar el acceso de la población rural a la formación, tecnologías adecuadas y los avances de la investigación e innovación.
o Promover la articulación interinstitucional de públicos y privados para el desarrollo rural.
25
entramado de relaciones sociales que se
dan en determinado espacio físico, y si bien
no existen limitantes geográficas de estos
espacios, generalmente las relaciones
sociales exceden un predio e incluso un
pueblo o paraje. Pensar entonces en
desarrollo rural con enfoque territorial
implica conocer y reconocer a los actores
claves que se desempeñan en esos
territorios al tiempo que debe identificarse
el entramado de relaciones entre ellos.
El abordaje territorial del
desarrollo es una estrategia que
necesariamente no propone fines, si bien
pueden encontrarse propuestas de
desarrollo territorial que establecen a qué
se quiere llegar debe reconocerse también
que muchas de las estrategias de
desarrollo territorial quieren llegar a
cuestiones distintas. Es por ello que los
fines del desarrollo son más cuestiones
políticas que académicas. En el caso de la
propuesta del MGAP mediante la creación
de la Dirección General de Desarrollo Rural,
se define que el objetivo de esta es
“diseñar las políticas diferenciadas para la
actividad agropecuaria, con el objetivo de
alcanzar el desarrollo rural con una nueva
concepción de modelo de producción,
basado en la sustentabilidad económica,
social y ambiental y con la participación de
los actores en el territorio.” Y como
corolario se expresa que “desarrollo rural
trasciende el ámbito estrictamente
agropecuario, por lo que constituye en su
esencia un esfuerzo integrador de toda
nuestra sociedad y tiene como objetivo
central la población rural.”
Dentro de esta visión de desarrollo
rural la DGDR reformula y adecua las
herramientas pre existentes de
intervención en el medio rural al tiempo
que gestiona e integra nuevos
instrumentos. Caso de ello son los
programas como Proyecto de Producción
Responsable, Programa Ganadero y
Proyecto Uruguay Rural. Estas tres
herramientas sirvieron desde 2005 como
instrumentos de intervención de cara al
desarrollo rural. Estos tres programas, si
bien funcionaron como espacios
separados, se fusionaban en el objetivo de
mejorar la calidad de vida de la población
rural. En los tres casos la estrategia de
intervención constaba de dos grandes
componentes: un componente de
asistencia técnica y un componente de
inversión.
La política pública –entendida ésta
genéricamente como la acción de las
autoridades públicas en el seno de la
sociedad- hacia el desarrollo rural debe
ajustarse a la noción de generar
capacidades. Debe entenderse que el
desarrollo rural es entendido no sólo como
mejora de la calidad de vida de la
población rural sino como la capacidad de
26
ésta de forjar esa mejora. En este sentido y
de modo de evitar procesos clientelares y
asistencialistas la política pública sobre
desarrollo rural persigue un objetivo
central de generar capacidades y de ese
modo ciertos niveles de libertad y
autonomía en la población. Tras este
objetivo es que la DGDR se ha planteado
entre sus objetivos estratégicos el fomento
del asociativismo, la organización de los
sectores vulnerables del medio rural, la
formación y capacitación. Es por ello, y
como se detalla más adelante, el Estado
apuesta a los procesos de intervención con
un tipo particular de Asistencia Técnica en
apoyo y acompañamiento de otras
herramientas como lo es el apoyo
financiero y económico.
27
Capítulo IV
Aproximación conceptual a la Asistencia Técnica
y la Extensión Rural.
a. Vínculo entre asistencia técnica extensionista y desarrollo
rural.
b. Asistencia Técnica Extensionista hacia la mujer rural
c. Estado, Desarrollo Rural y ATER.
28
Previo la presentación de los
programas se presentará algunos
conceptos que sirvan como eje de análisis
sobre el rol de la asistencia técnica en los
procesos de desarrollo rural. Los abordajes
de la Asistencia Técnica (AT) y la Extensión
Rural (ER) cuentan con una historia
prolongada, remontándose a finales del
SXIX con los Farmer’s Institute en los
Estados Unidos, y más delante con la
Agronomía Social Rusa principalmente a
través de los aportes de Alexander
Chayanov. Posteriormente el recorrido
histórico se encuentra con dos quiebres, y
entre ellos es que se puede enmarcar la
llegada de la ATER a América Latina.
Tradicionalmente la ER se entendía
precisamente como una extensión del
conocimiento desde sectores académicos y
profesionales hacia la sociedad. En esos
términos el rol del Técnico Agropecuario se
fundaba principalmente en la
modernización del agro y en la
transferencia tecnológica.
La llegada masiva de este tipo de
servicios a América Latina se da en el
contexto de la Revolución Verde y en su
preponderante objetivo de modernización
y tecnologización del agro. Las crisis
económicas a partir de mediados de los ’70
y hasta los años ‘90 en el continente llevan
a una reconversión de las modalidades de
la ATER, en particular en lo referente al rol
del Estado que por su gran endeudamiento
público no consigue sustentar la prestación
de estos servicios.
De este modo la ATER pasa al ámbito
privado en donde los productores se
encargan de contratar el servicio técnico, si
bien en muchos casos los Estados juegan
un rol de mediador a través de la
implementación de Contratos a Terceros.
Esta breve reseña no contempla las
discusiones conceptuales de la ATER en el
medio rural sino que da cuenta de la visión
predominante. En América Latina
particularmente comienzan a surgir nuevas
escuelas de Extensión dentro de las cuales
se inserta también la Extensión Rural, en
este marco surgen desde sectores
académicos e intelectuales nuevas
revisiones sobre el concepto de Extensión,
sobre sus implicancias y sobre sus
objetivos; la Universidad Latinoamericana
juega un rol fundamental en este proceso.
Tanto la visión tradicional como la postura
crítica de extensión convivieron durante
largos períodos más no fue hasta la
consolidación de los modelos neo-clásicos
de la economía que la visión crítica cobra
un lugar esencial. Con pretensión
comparativa y de síntesis puede decirse
que la visión tradicional de la ATER partía
de ejes verticales respecto a la población, y
que la visión crítica partía de un eje
horizontal desde las bases. Si bien hoy en
día se mantienen discusiones sobre qué
debe entenderse por ATER, puede decirse
29
que muchas de las visiones actuales
resultan ser un punto intermedio entre
ambas posturas.
Cabe señalar que la evolución del
concepto de ATER no es ajena a la
trayectoria histórica de las sociedades y
junto con ello a la evolución que ha tenido
la conceptualización del desarrollo. Los
nuevos enfoques sobre el desarrollo, y
concretamente sobre el desarrollo rural,
plantean nuevas lecturas sobre las distintas
realidades y con ello se identifican nuevos
problemas y nuevas soluciones. La
perspectiva del desarrollo Rural con
enfoque territorial le otorga un
determinado rol a la ATER pues ésta se
transforma en una herramienta hacia el
desarrollo, y por lo tanto la eficiencia de los
servicios técnicos dependerá de la visión
de desarrollo en la que se amparen. Si bien
dentro de la lógica territorial existen un
abanico amplio de posibilidades puede
decirse que uno de los elementos
compartido por todas es el nuevo carácter
constructivista del territorio y por lo tanto
el nuevo rol de los agentes territoriales. El
carácter de agente otorgado a la población
local tiene implicancias directas sobre los
objetivos de la ATER. En la visión
tradicional podría decirse que “lo central es
la tecnología en sí (como “solución” a los
problemas detectados) y lo que se busca es
cómo hacer que los destinatarios la
adopten y la usen. (…) En la visión actual lo
central es la gente y lo que se busca es que
desarrolle sus capacidades de informarse
sobre los conocimientos existentes, de
decidir cuáles necesita, de acceder a ellos
en forma adecuada a su realidad, de
aprovecharlos (adecuarlos, usarlos), etc.”
(de Zutter, 2004: 105).
En estos términos la extensión de
conocimiento y la transferencia tecnológica
pierden sentido semántico puesto que no
se trata ya de una relación vertical basada
en el conocimiento, sino que se trata de
una construcción de conocimiento a partir
de un intercambio de saberes, y que esa
construcción tiene el objetivo de generar
capacidades en la población, capacidades
hacia el desarrollo.
El carácter participativo de esta nueva
visión se apoya también en los argumentos
de que cada territorio cuenta con
particularidades, es por ello que es
imprescindible que cada población
La concepción sobre la asistencia
técnica y la extensión rural fue
cambiando. De una mirada de
ATER vertical, orientada la
modernización y tecnologización,
se mudó a una perspectiva
horizontal que prioriza el
intercambio de saberes.
30
construya la ATER en colectivo. Desde esa
lógica pierden validez y sentido el paquete
tecnológico y el paquete técnico puesto
que cada territorio requerirá tecnologías
distintas, conocimientos distintos y por lo
tanto ATER distintas. En este sentido los
técnicos requeridos suelen ser distintos a
los extensionistas de la primera época
puesto que deben incluir en su formación
la capacidad de adaptación a las
necesidades territoriales y no volcar un
conocimiento preexistente.
A través de este proceso de
reconceptualización de la ATER se
incorpora también, al igual que en la visión
de desarrollo, la cuestión de la
integralidad. El enfoque territorial y el
nuevo enfoque de ATER comparten el
supuesto de que las condiciones materiales
y simbólicas en los territorios forman parte
de un único sistema, y de ese modo
contemplan que cualquier transformación
a nivel del territorio debe integrar las
distintas dimensiones sociales, económicas
y culturales. Más concretamente, que lo
económico-productivo en el medio rural
está directamente relacionado a cuestiones
culturales y sociales, así como también las
condiciones sociales y las pautas culturales
están directamente relacionadas a lo
económico-productivo. En este sentido,
prestar servicios de ATER implica exceder
el vínculo tradicional rural-agronómico y
contemplar un nuevo esquema rural como
integralidad. Las opciones en esta materia
pueden oscilar entre la interdisciplina y la
transdisciplina, esto es, pensar la ATER
como un colectivo de profesionales que
llegan a un determinado territorio y
trabajan en conjunto, o por otro lado la
formación de extensionistas rurales en
distintas áreas del conocimiento al mismo
tiempo. Ambas posturas tienen
implicancias distintas en sus prácticas y en
sus efectos, no obstante ambas reconocen
la relación integral de los proceso de
transformación.
31
a. Vínculo entre asistencia técnica
extensionista y desarrollo rural.
En el apartado anterior se realizó
una breve mención al vínculo existente
entre la ATER y las visiones sobre el
desarrollo al tiempo que se mencionó que
las modalidades de la misma dependerán
de los objetivos que persiga el modelo de
desarrollo imperante. Bajo el enfoque del
desarrollo rural con enfoque territorial la
ATER es una herramienta, un instrumento
que persigue el objetivo de transformación
de la realidad a través de la generación de
capacidades en los territorios. En este
enfoque cobra relevancia el impacto
generado por la ATER en determinado
territorio, esto es que a diferencia de
visiones anteriores el éxito del técnico no
pasa por cumplir tareas sino por lograr
productos y generar impactos. En estas
ideas se encuentra implícita la lógica de
proyectos imperante en la actualidad en
gran parte de las políticas públicas y en
gran parte de las estrategias hacia el
desarrollo, conviene detallar esta relación.
Los procesos de desarrollo rural
con enfoque territorial pretenden en
última instancia mejorar las condiciones de
vida de la población rural a través de
generar un crecimiento económico con
equidad social. La relación crecimiento -
equidad es pensada desde el enfoque
integral y sistémico, y en el que los
territorios se construyen con participación
activa de la población, de ese modo se
generarán capacidades territoriales y por lo
tanto sostenibilidad. En este marco las
estrategias concretas hacia el desarrollo se
enfocan desde una lógica de proyectos
puesto que éstos implican una entrada y
una salida del territorio, y por lo tanto
pretenden la generación de ciertas
capacidades. Los proyectos hacia el
desarrollo rural cuentan con un paquete de
herramientas que llegan a determinado
territorio por un tiempo determinado, con
objetivos de impacto concretos y medibles
para los cuales entregarán determinados
productos. Estos productos son
generalmente apoyos financieros,
subsidios, entrega de insumos y ATER; el
supuesto guía es el de la integralidad.
El punto de partida que se asume
es que la población rural es vulnerable
dadas sus condiciones materiales de
existencia, y en ese sentido cualquier
intento de transformación hacia el
desarrollo debe contemplar el acceso a
recursos y al mismo tiempo las capacidades
para administrarlos. Es en este sentido que
se integra la ATER al desarrollo rural, como
sustento y como apoyo, como elemento de
generación de capacidades y no como
trasmisión de conocimiento.
“¿Por qué entonces un productor
tendría necesidad de AT? Porque cuando
está, o juzga que está frente a una
32
situación en donde los riesgos de pérdida
son importantes, no puede permitirse
entrar en un proceso de tanteos tal vez
imposibles o incluso costosos: la urgencia
es tal, que debe actuar rápidamente.”
(Rossi, 2011: 58)
El desarrollo rural requiere de una
transformación productiva y de una
reorganización del territorio, ambos
aspectos son interdependientes. La ATER
juega un papel fundamental en ambos
aspectos, tanto a nivel económico -
productivo como a nivel de organización
social del territorio. En este sentido la
impronta agronómica se integra con la
impronta social, de forma de apropiarse de
los flujos económicos y al mismo tiempo de
acumular capital social.
Pensar el desarrollo rural en el
Uruguay refiere directamente a focalizar la
atención en la pequeña y mediana
producción así como también en los
asalariados rurales. Desde este punto de
vista el desarrollo rural debe pensarse
desde espacios públicos puesto que la
cultura predominante así como también la
escasez de recursos, resultan ser
obstáculos hacia el vínculo ATER-medio
rural. Se quiere decir aquí que la
incorporación de ATER por parte de los
pobladores rurales, de manera autónoma,
es prácticamente nula, principalmente si se
la piensa desde un enfoque de
integralidad.
Fortalecer la agricultura familiar
implica comprender (y respetar en las
propuestas) las singularidades que
subyacen en estos sistemas de producción
alternativos, considerados estratégicos por
el gobierno para mantener el medio rural
“humanizado”, en la necesidad de cambiar
el enfoque tradicional del asesoramiento
técnico sobre la clave metodológica de no
alterar la lógica de la agricultura familiar.
Considerando al ATER como un fenómeno
complejo, donde no se trata únicamente
de resolver problemas técnicos de los
productores, es necesario modificar la
relación tradicional entre el asesor y el
asesorado a través de la construcción de
modelos de funcionamiento de las
explotaciones agropecuarias que tengan en
cuenta los objetivos del productor, su
situación y sus prácticas. (Rossi, 2011)
b. Asistencia Técnica Extensionista
hacia la mujer rural.
El desarrollo con equidad en el
medio rural se ha pensado
tradicionalmente en oposición a lo urbano,
el carácter de inclusivo refiere entonces a
incluir a la población rural en los procesos
de desarrollo. Ahora bien, los territorios
rurales no son homogéneos y cuentan con
altos grados de fragmentación y
segmentación social a su interna, entre
ellas una de las fragmentaciones más
33
pronunciadas es la brecha existente entre
varones y mujeres. En estos términos las
estrategias de desarrollo rural han olvidado
muchas veces la existencia de dicha brecha
o simplemente la han incorporado como
una constante, por ejemplo en los casos en
que se asume que la mujer rural no es
productora y se establecen estrategias de
desarrollo dirigidas explícitamente a lo
rural-agropecuario. “¿Por qué resultaron
las mujeres excluidas de las estrategias de
desarrollo rural? Estas estrategias partían
de un diagnóstico que consideraba las
poblaciones como grupos homogéneos,
habitadas por personas con idénticas
necesidades, intereses y prioridades.
Consecuentemente, las iniciativas que
desarrollaba el sector agropecuario,
invisibilizaban los aportes de las mujeres al
desarrollo rural, y las diferentes
condiciones y necesidades que debían
enfrentar en razón de su condición de
género.” (Blanco, L; et al; 2001: 29)
Lo rural vinculado a lo
agropecuario mantiene aún un vínculo
estrecho con la masculinidad y en este
esquema pensar el desarrollo territorial
desde un enfoque integral es complejo.
Reconocer las distintas dimensiones que
implica el desarrollo no significa que se
trabajen de manera integrada y en muchas
ocasiones puede determinar que se trabaje
al mismo tiempo lo económico-productivo
y lo social aunque sea de manera aislada.
Bajo ese esquema la ATER que llega al
territorio se implementa desde una
postura de la división sexual del trabajo en
donde el agrónomo trabaja con los varones
y el técnico social con las familias, tal como
si fuesen dos realidades distintas. Es de
este modo que se explicita la brecha
existente y en parte se la refuerza. El
enfoque de la ATER hacia el desarrollo rural
con perspectiva de género debe
repensarse en términos de equidad de
género, esto es, romper con el imaginario
de mujer de hogar y varón productor, e
incorporar a la mujer en las estrategias de
desarrollo productivo atendiendo a las
demandas y especificidades concretas.
Si las mujeres son consideradas
destinatarias o “beneficiarias”
directas por el proyecto, y no sólo
como miembros de la unidad
familiar, su participación, acceso a
beneficios y sus niveles de
interlocución en la comunidad son
mayores. (Bejarano y Soriano;
2002)
34
c. Estado, Desarrollo Rural y ATER.
Como se planteó anteriormente el
contexto del medio rural uruguayo
requiere de intervención externa de cara a
procesos de desarrollo territorial. Esta
llegada al territorio, para el caso uruguayo,
es preponderantemente pública y
canalizada mediante programas a nivel
ministerial. El rol del Estado en estos
procesos ha sido como rector, otorgándole
a la población objetivo un lugar en la
gestión de los distintos proyectos,
hablándose entonces de gestión
participativa o cogestión. En este esquema
los objetivos del desarrollo rural pretenden
alcanzarse mediante la generación de
capacidades territoriales, y éstas se
intentan construir mediante la
incorporación de la población objetivo en
el diseño, ejecución y evaluación de los
distintos proyectos. El vínculo población-
ATER-Estado es complejo y novedoso por
lo que conviene señalar algunas
particularidades.
La visión territorial es sistémica e
integral, y tal como se ha planteado, ello
implica pensar el territorio local como
sistema integrado. Ahora bien, los flujos
del sistema no se limitan a la interna del
territorio sino que éste como espacio vivo
se interrelaciona con otros territorios,
incluso a nivel Nacional. En este marco los
espacios que integran lo territorial resultan
ser el propio territorio y todos aquellos
espacios vinculantes, en este caso, el
Estado. De cara a procesos de desarrollo
mediante proyectos deben establecerse
ciertas distinciones entre los espacios y sus
implicancias, no de manera separatista,
sino analítica. La población local se
desempeña exclusivamente a nivel
territorial mientras que la ATER tiene
ingerencia a nivel territorial y también a
nivel institucional. Por su parte el Estado,
materializado en el Programa o en el
Ministerio correspondiente, se desempeña
a nivel Institucional y a nivel político. Si
bien los espacios se interrelacionan tienen
reglas distintas de funcionamiento así
como también capacidades diferentes. La
integralidad propuesta refiere a que los
problemas hacia el desarrollo rural
requieren transformaciones a nivel de
territorio como así también a nivel
institucional y político por lo que las
responsabilidades y roles deben
establecerse de manera efectiva. La ATER
es el puente entre el proyecto y el
programa, entre el territorio y la
institución; y al mismo tiempo depende
directamente de los mandatos surgidos del
vínculo institucionalidad-política.
Diferenciar los tres niveles (territorial,
institucional y político) resulta un paso
fundamental en los procesos de desarrollo
rural.
En el caso de Uruguay los
programas de desarrollo rural se han
35
mantenido básicamente en la órbita del
Ministerio de Ganadería, Agricultura y
Pesca (MGAP), y a su interna a través de
distintos programas y proyectos a través de
cooperación internacional. A partir del año
2005 el MGAP asume nuevas funciones
como coordinador de políticas públicas
hacia el desarrollo rural y al mismo tiempo
incorpora nuevos enfoques del mismo.
Funcionaron bajo su órbita distintos
programas y proyectos que aterrizaban
simultáneamente en los distintos
territorios rurales del país, entre ellos el
Proyecto Uruguay Rural (PUR), el Programa
Ganadero (PG) y el Proyecto de Producción
Responsable (PPR). Si bien los tres grandes
programas tienen objetivos y áreas de
actuación distintas, se interrelacionaron de
manera constante al compartir la misma
población objetivo, y al mismo tiempo
porque la Institucionalidad funcionaba de
manera integrada bajo la órbita de la
Dirección General de Desarrollo Rural. En
este esquema se contempla al desarrollo
desde una perspectiva integral y al mismo
tiempo con una visión territorial, en la que
la ATER de los tres componentes
encontraba en sus objetivos la generación
de capacidades (en distinto modo) en la
población local.
De este modo debe pensarse en propiciar
el trabajo integrado de los distintos
técnicos con una perspectiva sensible a las
problemáticas de género bajo el supuesto
de que a priori existe un sistema de género
que mantiene y reproduce las inequidades
entre varones y mujeres, de modo que una
política ciega al género refuerza en última
instancia el desarrollo de capacidades y
empoderamiento diferentes entre sexos.
36
Capítulo V
Desarrollo rural.
a. Desarrollo Rural con enfoque territorial.
b. Capacidades.
c. Riqueza.
d. Capital social.
e. Agencia.
f. Herramientas de financiamiento rural.
g. Inversiones estratégicas.
h. Micro-capitalizaciones.
i. Las microfinanzas.
j. La mujer rural y el financiamiento.
37
a. Desarrollo Rural con enfoque
territorial.
Abordar la problemática del medio rural
exige poner de manifiesto cuáles son los
problemas identificados y en ese marco,
cuáles son o pueden ser algunas de las
soluciones. Es en estos términos que
pensar el desarrollo rural no es una
actividad neutra en su forma académica y
tampoco en su forma de ideología social,
“el punto de vista construye el objeto”
expresó el lingüista francés5 refiriendo a la
idea de que nuestro objeto de
investigación, o en este caso de
intervención es conceptualmente
construido. En estos términos las
estrategias de financiamiento destinadas al
medio rural cargan en sí con distintas
visiones sobre los problemas y las
soluciones del desarrollo rural, y
concretamente cargan con una impronta
determinada sobre qué se debe entender
por desarrollo rural, cuáles son sus
objetivos y cuáles son sus implicancias. Es
de este modo que el análisis de algunas de
las estrategias implementadas en cuanto al
financiamiento rural pueden ser
interpretadas a la luz de determinado
campo conceptual, y que por lo tanto, se
pretende en este apartado dejarlo en
manifiesto.
5 Ver Saussure, F. de (1977). Curso de lingüística
general. Buenos Aires: Losada.
La re-problematización de lo rural,
y por lo tanto de su desarrollo, no es tema
acabado y en la actualidad existen distintas
vertientes teóricas y políticas que lo
interpretan y reinterpretan de maneras
varias. Si bien muchas de las actuales
interpretaciones rondan en torno a la idea
de integralidad y de territorialidad, éstos
resultan ser conceptos ambiguos y poco
precisos por lo que resulta siempre
conveniente explicitar su alcance en cada
caso particular.
Para quienes esgrimen estas
palabras el desarrollo rural debe ser
interpretado desde una lógica territorial
entendiendo por ello que “el territorio no
es un espacio físico “objetivamente
existente”, sino una construcción social, es
decir, como un conjunto de relaciones
sociales que dan origen y a la vez expresan
una identidad y un sentido de propósito
compartidos por múltiples agentes
públicos y privados. “ (Schejtman, A. y J.
Berdegué; 2004:10) En estos términos el
territorio es un constructo en base a
determinadas relaciones sociales entre
distintos actores, esto es, se mantiene una
visión humanizadora del desarrollo en la
cual mujeres y varones, solitarios y en
colectivo, son parte de la definición del
espacio que ocupan.
38
En segundo lugar, y tras esa noción
de territorialidad, se entiende que el
desarrollo es un proceso y no producto.
Esta salvedad señala qué estrategias
resultan útiles de cara al desarrollo de
determinado territorio; si bien la noción de
desarrollo debe plantearse en término de
productos y objetivos concretos, esos no
son el objetivo de una estrategia de
desarrollo. Para el caso del medio rural
puede pensarse que determinado territorio
se considera desarrollado si no cuenta con
índices elevados de pobreza humana6 no
obstante al pensar en las estrategias de
desarrollo (esto es cómo alcanzar ese nivel)
no debe establecerse como objetivo la
reducción de la pobreza, pues el nivel de
pobreza es un estado particular histórico
de determinado territorio el cual puede
variar repetidas veces en distintos
escenarios. El objetivo de las estrategias de
desarrollo, en la visión de proceso, son
justamente los procesos que permitirán y
promoverán ciertas capacidades
territoriales, y en este sentido se deberán
promover las capacidades del territorio de
modo que los agentes que lo integran
puedan tejer estrategias propias de
superación de la pobreza. Es en este
sentido que el concepto de desarrollo
puede considerarse sostenible.
6 Índice de Pobreza Humana utilizada por el
Programa de la las Naciones Unidas para el Desarrollo. (PNUD)
En tercer lugar se señala que la
sostenibilidad se adquiere a través del
potenciamiento de capacidades endógenas
puesto que solamente de ese modo puede
pensarse en que determinado proceso
perdurará en el tiempo. Ahora bien,
¿cuáles son esas capacidades? Tal como se
planteó con anterioridad muchos de los
conceptos manejados en torno al
desarrollo resultan ambiguos y poco
concretos, no es la excepción el concepto
de capacidad. Es de los autores adscribir a
la propuesta macro del Desarrollo Humano
bajo la línea del economista A. Sen en la
que se propone que las necesidades y por
lo tanto las capacidades a desarrollar son
propias de cada contexto, de cada
comunidad, y por lo tanto de cada
territorio. Esta particularización del
desarrollo intenta enfatizar la idea de que
lo que se entiende por desarrollo está
directamente relacionado con el contexto
social e histórico de cada espacio habitado.
Particularmente el desarrollo rural, bajo
esta lectura, debe separarse
inmediatamente de lo que pueda
entenderse por desarrollo en espacios
urbanos puesto que los territorios, en uno
y en otro caso, son construidos en modos
distintos, con intereses distintos,
expectativas distintas. De manera un tanto
más práctica lo que se recoge de esta
39
visión es que los paquetes de desarrollo7
no resultan eficientes puesto que no son
necesarios, y sobre todo, no son viables.
Hecha la aclaración debe
entenderse también que la lógica local-
global permea las particularidades locales
estableciendo algunos parámetros
comunes. Es en este sentido que la
determinación de las capacidades a
desarrollar, si bien tomarán su
especificidad en cada territorio, debe
pensarse desde las realidades concretas
que resultan conocidas sobre el territorio
en cuestión. Es de este modo que el
vínculo rural-agrario muchas veces señala e
insinúa qué aspectos resultan de interés y
cobran importancia de cara al desarrollo. A
lo rural-agrario debe sumarse un concepto,
que si bien está implícito conviene
exponer, lo productivo. La vida rural está
constantemente vinculada a procesos
productivos agrarios de primera mano, sea
de partes de productores y productoras o
de trabajadoras y trabajadores; y el tipo de
proceso productivo es una característica
particular de dichos territorios. La actividad
productiva agraria cuenta con
características especiales que la
7 Por paquetes de desarrollo se hace referencia a un
conjunto de instrumentos, medidas y herramientas que de manera conjunta se ofrecen en determinado espacio de cara a la generación de crecimiento o desarrollo. Como ejemplo puede pensarse en el paquete denominado Revolución Verde. En cualquier caso la referencia es que es un conjunto de medidas iguales que intentan aplicarse en territorios distintos.
diferencian de otros sectores, algunas
resultan ventajosas y otras resultan
obstáculos si se proyecta sobre el
desarrollo territorial; no obstante este
detalle la postura aquí presentada no
amerita la reflexión sobre una posible
sustitución8 puesto que reconoce que
existen condicionantes culturales hacia los
procesos. En estos términos es que se
entiende que el desarrollo de los territorios
rurales debe pensarse en el eje rural-
agrario y de ese modo se deben identificar
potencialidades y obstáculos hacia una
mejora en la calidad de vida de las
personas.
Se ha dicho, entonces, que el
desarrollo rural es entendido como un
proceso que busca generar y/o potenciar
capacidades locales, y que los objetivos
últimos del desarrollo así como cuáles
capacidades, son cuestiones que surgen
desde la especificidad de cada territorio. Es
de este modo que el desarrollo debe
contar con un enfoque territorial
reconociendo a éste como un espacio
8 Por ejemplo industrializar lo agrario, generar un
mercado en torno a la prestación de servicios, entre otros.
Pensar en Desarrollo Rural es
pensar en generar capacidades
locales.
40
social, esto es: un conjunto de relaciones e
interacciones sociales.
Queda por subrayar un último
aspecto conceptual que se encuentra
transversalmente en un proceso como el
señalado. Se ha plantado la necesidad de
generar capacidades y de que estas sean
endógenas; se ha dicho que la definición de
estas capacidades dependen en gran parte
de la especificidad territorial –esto es de
los agentes y de sus relaciones-. Cabe
señalar ahora en qué áreas conviene
identificar y potenciar tales capacidades, o
dicho de otra forma, a qué se hace
referencia cuando se habla de que los
procesos de desarrollo son procesos
integrales.
b. Capacidades.
Mejorar la calidad de vida de la
población rural –si se permite esto como
uno de los fines del desarrollo rural-
requiere de procesos de construcción y
transformación en distintos niveles. Estos
niveles, sectores o áreas serán aquellos
que se identifiquen como necesarios para
el desarrollo y sobre los cuales se
visualicen debilidades y potencialidades.
De manera un tanto abstracta puede
decirse que existen tres grandes niveles de
intervención: uno económico, uno
sociocultural, y uno político-institucional.
Estos niveles son a su vez espacios físicos y
sociales en los cuales se dan determinadas
relaciones entre actores del territorio y
desde fuera del territorio.
El supuesto que se maneja es que
las capacidades hacia el desarrollo deben
contemplar un proceso de aumento de la
generación y apropiación de la riqueza por
parte del territorio; la generación de y
acumulación de capital social; y la
transformación de actores en agentes de
desarrollo. Estos tres espacios conforman
la integralidad del proceso.
c. Riqueza.
Uno de los aspectos básicos hacia
el desarrollo es potenciar las capacidades
de generar riqueza en el territorio al
tiempo que potenciar las capacidades para
que quienes la generan se apropien de la
misma. Esta cuestión refiere, de seguro, a
lo endógeno del desarrollo rural. Esta
visión establece que no es suficiente el
crecimiento económico si no se distribuye,
y a nivel de territorios, que no es suficiente
generar riqueza si una parte de esa riqueza
es apropiada por actores externos. El
sustento de la mejora de la calidad de vida
de la población rural es que ésta cuente
con una fuente digna y propia de ingresos.
Esto puede ser leído hacia la agricultura
familiar o hacia el/la asalariado/a rural.
Uno de los principales problemas
del sector productivo rural es la escasa
generación de valor en conjunto con la
escasa participación en las cadenas, o en el
41
mejor de los casos, la participación en los
eslabones más débiles de la misma. En este
contexto el fomento del desarrollo se
traduce en mejorar las posiciones de la
producción local frente a los mercados
globales permitiendo que la riqueza
generada ofrezca retornos significativos
hacia quien la genera.
d. Capital social.
El concepto de Capital Social aquí
utilizado refiere al denominado Capital
Social Sinergético. Este concepto fue
construido en tanto incluye dos aspectos
centrales: los lazos internos y externos de
unión y confianza. Establecer fuertes lazos
internos en el territorio permite acumular
ciertas capacidades –entendidas estas
como un capital- las cuales ofrecen, en
caso de usarlas, determinados beneficios.
Por otra parte la sola existencia de estos
lazos genera un capital simbólico9 que
permite a otros territorios, a otros actores,
a otras instituciones, reconocer
determinadas redes y determinados
vínculos. Esto es que el establecimiento de
vínculos de confianza a la interna del
territorio no sólo genera un capital social
sino que brinda a los “propietarios” de ese
capital una imagen de fortaleza frente a
otros actores.
9 Concepto del sociólogo francés Pierre Bourdieu.
Por otra parte, este capital, y
principalmente como producto del proceso
de su formación, establece determinadas
relaciones entre las personas e
instituciones que potencian la generación d
capacidades económicas, esto es que un
territorio que acumula capital social es un
territorio “más capacitado” para generar
riqueza y apropiársela.
e. Agencia.
En último lugar, aunque no por un
orden jerárquico, se hace mención a una
cualidad de las personas e instituciones
que habitan determinado territorio. Esta
cualidad se retroalimenta con las
anteriores: la transformación de actor en
agente hace referencia a distinción
actividad-pasividad. Todo territorio está
compuesto por actores locales más lo
necesario hacia el desarrollo es que el
territorio esté habitado por agentes. Estos
agentes son personas o instituciones que
cuentan con la capacidad de transformar
su realidad, de marcar su territorio, en una
palabra: territorializar.
Como se mencionó, los límites de
un territorio están dados por determinadas
relaciones sociales, en estas relaciones
participan actores locales y agentes
externos. Son los agentes quienes
determinan el territorio pues son estos
quienes determinan las relaciones sociales
(qué, cómo, cuándo, por qué y quiénes son
42
los que hacen) De modo de generar
capacidades locales hacia el desarrollo es
necesario que los actores que habitan el
mismo se transformen en agentes, que
aumenten su capacidad de agencia.
Para tal objetivo es necesario,
como mínimo, contar con cierto grado de
desarrollo de las capacidades anteriores.
Entiéndase por ello que la capacidad de
agencia requiere de capacidad de acción, y
que ésta está generalmente vinculada a
tener cubiertas las necesidades básicas, a
contar con determinados recursos
económicos, a formar parte de
determinadas redes sociales, a
determinada capacidad de negociación.
Es de este modo que el desarrollo
rural requiere de un abordaje integral, de
un abordaje que contemple los distintos
espacios y niveles de intervención.
f. Herramientas de financiamiento
rural.
Amplio es el abanico de opciones al
que se enfrenta un organismo Estatal que
pretende promover determinadas
condiciones de desarrollo rural a través de
herramientas de financiación. En las
últimas décadas se han instrumentado
distintas variantes de financiamiento rural
las cuales se rigen por objetivos y
modalidades distintas, aún cuando
comparten un espíritu general de
generación de condiciones de desarrollo. El
uso, y por lo tanto, las posibilidades de
éxito de estas herramientas están
directamente ligadas a la visión ontológica
del desarrollo, a cuáles son sus objetivos y
por lo tanto cuáles son sus deficiencias. En
este escrito se ha presentado una visión
vinculada al Desarrollo Rural con Enfoque
Territorial (DRET) el cual sugiere en cierta
manera cuáles deberían ser los objetivos
del financiamiento rural y por lo tanto de
las políticas que apunten a ello, y al mismo
tiempo cuáles serían las herramientas más
eficientes. No obstante ello en el Uruguay
existen distintas herramientas de
financiamiento rural algunas de las cuales
no se enmarcan en una visión de DRET.
Debe mantenerse siempre presente el
concepto de herramienta, las
capitalizaciones, los créditos, las
microfinanzas, etcétera, son instrumentos
que permiten llevar a cabo estrategias de
desarrollo, no son estrategias en sí y por lo
tanto sus fines devienen de los objetivos
planteados en un determinado esquema
de desarrollo. Con ello se pretende
explicitar que un sistema de capitalización
no reembolsable no es en sí mismo más o
menos eficiente que un sistema de
microcréditos; dicha eficiencia dependerá
de los objetivos últimos del desarrollo.
Hecha la aclaración se presentará
brevemente algunas de las herramientas
43
de financiamiento rural más comunes y de
mayor alcance en el Uruguay. El eje
comparativo será la identificación de
potencialidades y debilidades en relación a
las características rurales desde un
enfoque territorial de DRET.
g. Inversiones estratégicas.
El concepto de Inversión
Estratégica suele utilizarse vinculado a dos
grandes aspectos: riesgo y aumento del
caudal de capital. En el primero de los
casos las inversiones son consideradas
estratégicas en tanto se realizan en
sectores claves del proceso de producción
o del mercado, y tratan de generar
instrumentos de reducción del riesgo. En
este sentido se puede considerar
estratégico invertir en consultorías, en
diseños organizacionales, en calificación de
recursos humanos, entre otros. Por otra
parte el término estratégico se vincula
también al aumento del capital físico,
principalmente inversiones de largo plazo y
de recursos esenciales hacia la producción.
Llevado el concepto al foco de este
escrito puede estimarse como inversión
estratégica en el medio rural la extensión
de la superficie tierra, o por ejemplo la
incorporación de maquinaria; de hecho
ésta última opción ha sido la más
fomentada en el Uruguay. La
implementación de inversiones
estratégicas de cara al Desarrollo Rural
puede considerarse como esencial puesto
que gran parte de los problemas del medio
rural se vinculan a la escasez de capital
físico; en este sentido resulta estratégica la
expansión de superficie de productoras y
productores rurales, así como también la
incorporación de maquinaria o tecnología a
su proceso productivo. La debilidad de esta
herramienta es que generalmente lo
estratégico es dispendioso, y junto con ello
que las inversiones estratégicas en capital
no promueven capacidades por sí solas, y
en solitario –si no se acompañan de otros
apoyos- pueden repercutir en un aumento
de costos más que en un aumento de la
productividad.
h. Micro-capitalizaciones.
Capitalizar refiere a transformar en
capital a distintos recursos existentes. Si
bien el término es generalmente vinculado
a la capitalización financiera, se ha
incorporado en las agendas sobre el
desarrollo rural en referencia a promover
un mejor aprovechamiento de los recursos
existentes a nivel territorial, ya sea de
manera individual o colectiva. Es en sí un
instrumento financiero de inyección de
capital en determinado proceso productivo
con la pretensión de potenciar los recursos
existentes; dicha inversión no persigue el
objetivo de recuperación inmediata de
ganancias. Así entendida la micro-
capitalización es utilizada en el medio rural
como herramienta de apoyo a productoras
44
y productores rurales que en forma
individual o colectiva acceden a créditos o
fondos no reembolsables destinados a la
potenciación de los recursos con que
cuentan; en el caso de los fondos no
reembolsables el retorno de la
capitalización pude ser reinvertido o
generalmente, en el caso de colectivos, se
destina a nuevos beneficiarios. La
potencialidad de esta herramienta hacia el
Desarrollo Rural es similar a la
anteriormente señalada en las inversiones
estratégicas: el aumento del capital. Si bien
la micro-capitalización refiere a montos
reducidos de dinero, es una herramienta
útil de cara al aumento de existencias,
mejoras prediales, reestructuras,
diversificación, entre otras. La debilidad de
este instrumento se encuentra en su visión
de largo plazo y sus resultados “lejanos” si
es que se accede mediante el crédito,
puesto que el retorno de la inversión
puede diferir de los plazos del mercado
financiero.
Estas micro-capitalizaciones
pueden realizarse como Capital de Riesgo,
si bien no es uno de los modos más
comunes. Las Instituciones de Capital de
Riesgo pueden funcionar a través de
pequeñas capitalizaciones, esto es,
interviniendo en el Capital Social10 o en
10 Este concepto refiere al Capital Social en términos
económicos, es decir, el Capital con que cuentan los
Deuda en distintos emprendimientos o
empresas. En el Uruguay no es una
estrategia extendida, sobre todo en
empresas rurales pequeñas y medianas, no
obstante existen experiencias en las que
los Estados generan instituciones públicas
que instrumentan este tipo de servicios.
i. Las microfinanzas
Las microfinanzas nacen y se
asientan bajo la idea de que gran parte de
la población pobre en el mundo cuenta con
una heterogeneidad de barreras
institucionales de acceso a créditos y a
sistemas financieros; y es en ese marco
que los programas e instituciones de
microfinanzas apuntan a una población
concreta.
El aterrizaje concreto de las
microfinanzas es comparable en torno a
sus objetivos manteniendo grandes
diferencias en sus modalidades y
metodologías alrededor del mundo. Las
instituciones que brindan este tipo de
servicios pueden ser Organizaciones No
Gubernamentales como Bancos
Financieros, y pueden brindar servicios de
micro-créditos productivos, servicios de
ahorro, créditos de consumo, entre otros.
La estructura de microfinanzas en un
determinado territorio dependerá de las
instituciones existentes, de las
socios integrantes de determinada asociación, sea este monetario o en bienes.
45
modalidades de implementación, de la
población que accede a sus servicios y a los
objetivos que recubren las distintas
actividades.
i.a Los microcréditos.
Una de las herramientas más
utilizadas en las microfinanzas son los
microcréditos productivos o micro-créditos
a emprendedores. Si bien el concepto de
microfinanzas comprende un número
mayor de herramientas y servicios se
entiende que para el objetivo principal de
ayudar a reducir la pobreza extrema, es el
micro-crédito productivo una de las
herramientas más eficientes. No obstante
ello generalmente el micro-crédito
productivo viene acompañado de otro
paquete de servicios como los créditos de
libre disponibilidad, créditos para vivienda
y créditos para el consumo; al mismo
tiempo las experiencias más sostenibles
han profundizado y excedido el sistema
crediticio generando instituciones de
microfinanzas como los microbancos en los
que la población además de endeudarse
puede ahorrar y realizar operaciones
bancarias.
En cualquiera de los casos la base
social necesaria de cara al microcrédito es
la posibilidad de generar Capital Social en
determinada población y determinado
territorio. La “excusa” de las microfinanzas
es que gran parte de la población queda
por fuera del sistema financiero formal
principalmente por las barreras que le
impiden acceder a créditos, y dentro de
ellas las cuestiones vinculadas a las
garantías se presentan como vedettes. En
ese marco la propuesta de las
microfinanzas se basa en la generación de
lazos de solidaridad, reciprocidad y
confianza, estableciendo nuevos
parámetros institucionales en lo que
respecta al manejo financiero. En este
orden de ideas se esgrime la idea de
proceso social de construcción y
reconstrucción de relaciones entre los
distintos actores involucrados. El
fundamento del microcrédito no es el
monto de dinero en circulación sino las
instituciones que lo habilitan a circular en
un determinado territorio, esto es, los
lazos de confianza y reciprocidad
construidos entre los actores involucrados.
(Hogares, Instituciones financieras,
Gobierno)
Si bien las microfinanzas surgen
como alternativa al sistema, en las últimas
décadas puede visualizarse que de alguna
manera se han “institucionalizado” y de
ese modo se ha generado un nuevo
sistema, en este caso, el de las
microfinanzas. El hecho de que las
microfinanzas se vuelvan en sistema
financiero implica que su funcionamiento
requiere en la actualidad de ciertas
estructuras normativas formales, y por lo
tanto, cuentan con reconocimiento jurídico
46
a nivel estatal. Por otra lado esto ha
implicado que los Estados incorporen al
sistema de microfinanzas como política
pública de combate contra la pobreza, ya
sea apoyando la generación del sistema o
regulándolo y/u orientándolo.
i.b Algunos aspectos básicos.
Producción.
El rol productivo de las
microfinanzas parte del supuesto de que
un aumento en el ingreso repercute en
inversión, puesto que los sectores pobres
no invierten pues no cuentan con
disponibilidad de capital. De modo de que
para que los microcréditos se vuelvan en
un proceso sostenible deben estipularse
instrumentos adecuados de devolución de
los mismos de parte de los deudores hacia
la institución, y en este marco se asume
que los microcréditos productivos son los
que cuentan con mayores posibilidades,
siempre que se transformen en
inversiones. Ahora bien, el crédito no es un
activo sino que es una obligación que
adquiere el agente, por lo que la
redituabilidad del crédito no es inherente
al mismo sino al uso racional del crédito.
En consecuencia el éxito de los
microcréditos dependerá, en parte, de la
instrumentación del sistema
microfinanciero, pero al mismo tiempo de
la estructura productiva, de la cultura
emprendedora, de la acumulación de otros
tipos de capitales, y del apoyo con que
cuente el agente que se endeuda.
El destino del crédito puede ser
productivo en su totalidad o puede
destinarse a diferentes actividades
cotidianas de los hogares, incluso el
consumo de subsistencia. En distintas
experiencias latinoamericanas de
microcréditos gran parte de los mismos se
vuelcan al consumo cotidiano de los
hogares, a eventos sociales y familiares o a
gastos de las viviendas. La posibilidad de
acceder a un microcrédito productivo
depende en gran medida del rubro
productivo en el que esté inserto el agente,
de si es rentable asumir el riesgo de
endeudarse, entre otros factores de tipo
coyuntural. Uno de los usos corrientes de
este tipo de herramientas es el acceso a
Capital de Trabajo, una de las insuficiencias
más comunes en la pequeña producción
rural. El Capital de Trabajo puede
entenderse como el capital corriente de
una empresa (para el caso agrario puede
pensarse en los animales o en el costo de la
mano de obra por ejemplo) Es en definitiva
el capital que habilita el funcionamiento
del proceso productivo. En estos términos
resulta ser una de las herramientas
financieras más comunes pues, más allá de
contar, por ejemplo, con capital físico, el
capital corriente es el dinamizador de los
procesos. De cara al DRET en el medio rural
47
este instrumento presenta infinitas
potencialidades y su mayor debilidad es
intrínseca al riesgo asumido en cualquier
crédito o inversión: que los retornos no
sean adecuados.
Capital Social.
Parte del éxito del microcrédito
puede explicarse a través de 3 elementos:
1) Fuertes lazos sociales, 2) participación
de deudores en gestión, 3) cobro de tasas
de interés no subsidiadas. 11
En primer lugar debe destacarse el
hecho de que el éxito y sostenibilidad de
las microfinanzas parten de la base de que
el proceso microfinanciero excede al
crédito. Se quiere decir que las
experiencias han mostrado que debe
generarse un sistema de microfinanzas más
que un sistema de microcréditos. Los tres
elementos antes señalados refieren a que
en primer lugar se deben construir lazos de
confianza y reciprocidad en el territorio,
pues es de ese modo que aquellos antes
excluidos podrán tener acceso al sistema.
La conformación de dichos lazos es un
proceso que puede llevar tiempo, quizás
más que el que se cuenta pues las personas
requieren los créditos de manera más o
menos inmediata, sin embargo sin los lazos
de confianza el sistema se vuelve
11 Ver Andrés Roberts, “El microcrédito y su aporte al
desarrollo económico.” UCA, Argentina, 2003. REG. Nº97/021
insostenible. Es ese capital social lo que
permitirá que una mayor cantidad de
personas accedan al sistema y que el
mismo sea eficiente.
En segundo lugar, y en consonancia
con lo anterior, la participación de los
interesados en la gestión del sistema
microfinanciero es un elemento central.
Tanto deudores como ahorristas deben
contar con participación efectiva en el
manejo de los fondos pues ello le da
transparencia la sistema -empoderar a los
usuarios sobre las decisiones- y en ese
sentido favorecer la generación de lazos de
confianza.
El tercer punto refiere a las
motivaciones que pueden recibir los
usuarios. En caso de generar un sistema de
ahorro y crédito se deben generar
instrumentos que motiven a las personas a
ahorrar. Si bien en muchos casos las
personas se vuelven ahorristas por la
confianza de tener su dinero en un lugar
seguro, y sobre todo lejos de la posibilidad
de gastarlo, deben estipularse mecanismos
que sean redituables hacia el ahorrista. Las
tasas de interés subsidiadas simulan una
realidad económica que no siempre es
beneficiosa, por ejemplo puede habilitar a
que los hogares se endeuden en
cantidades mayores a su capacidad de
pago. De modo de transformar al sistema
en rentable sin considerar subsidios deben
generarse las condiciones para que los
48
agentes (hogares y empresas) encuentren
motivaciones a ahorrar, y una de las
maneras es que el ahorro pague tasas de
interés real; esto es que exista un “lucro”
en el ahorro. Contar con ahorristas habilita
a la solvencia del sistema y al mismo
tiempo habilita a brindar una mayor
cantidad de microcréditos a aquellas
personas que no cuentan con capacidad de
ahorro.
Origen y Destino.
De manera más o menos general el
origen de los microcréditos es mixto en
tanto son las organizaciones de la sociedad
civil quienes en convenio con los Estados
articulan y canalizan este tipo de servicios.
Si bien los fondos muchas veces tienen
origen en endeudamiento público, éstos
pasan a ser gerenciados por organizaciones
de nivel civil con un enclave más territorial,
y en algunos casos se encuentran
cooperativas o empresas privadas. 12 “Las
microfinanzas comenzaron como una
preocupación de donantes y de
instituciones que fueron llegando a la
conclusión que era necesario “enseñar a
pescar más que entregar peces”; y que
había un cierto desencanto con las
instituciones públicas financieras
nacionales en el campo de las finanzas
como banca de primer piso. Desde el punto
de vista de los donantes, se quería llegar a
12 CEPAL; 2004.
los pobres, de manera rápida, con costos
operacionales bajos y que pudieran tener
resultados efectivos.” (CEPAL: 2004: 7)
En la actualidad el destino de los
microcréditos se ha diversificado
alcanzando a sectores pobres urbanos y
rurales, como así también a sectores
empresariales pequeños o micro, a
emprendedores e innovadores que
necesariamente no califican como
“pobres”. La diversificación de los
destinatarios repercute en la
diversificación de los oferentes y en la
modalidad de los servicios. De este modo
en los últimos años el Estado ha adquirido
un rol de promotor y regulador de este tipo
de servicios, principalmente con la
pretensión de asegurar que el sector
destinario original logre acceder a estos
servicios, a saber, los sectores más pobres
y vulnerables.
Lo rural-productivo.
Se ha planteado un resumen sobre
los principales fundamentos de las
microfinanzas, y especialmente sobre los
microcréditos. En términos generales
puede expresarse que éstos son servicios
financieros destinados a las poblaciones
más pobres y más vulnerables, que
generalmente son brindados por sectores
de la sociedad civil y que persiguen el
objetivo de reducir las condiciones de
vulnerabilidad y pobreza a través de
facilitar el acceso a capital.
49
Tras esa conceptualización
conviene detallar algunas particularidades
del medio rural y de qué manera logran
insertarse las microfinanzas. “Las áreas
rurales y el sector agrícola enfrentan
situaciones que han sido ampliamente
debatidas en la literatura: los mayores
costos de transacción derivados de la
distancia, el riesgo propio de las
actividades agropecuarias, la ausencia de
garantías para los préstamos por la
pobreza prevaleciente en la población
rural, así como de los costos de obtener
información crediticia confiable acerca de
los deudores rurales.” (CEPAL; 2004:15) Si
bien en las últimas décadas el sector rural
no se relaciona solamente con la
producción agropecuaria13, aún puede
decirse que esta es la principal actividad
económica tanto en productores/as como
en trabajadores/as. En este marco pensar
la pobreza rural lleva a profundizar sobre la
estructura agraria y productiva, en las
dificultades intrínsecas a la actividad
agropecuaria, al alto riesgo que manejan
los productores y productoras, y en
consecuencia los trabajadores y
trabajadoras.
“El acceso al crédito puede mejorar
la productividad y la incorporación
tecnológica del sector agrícola, y de esta
manera contribuir al desarrollo productivo
13 Aumento del trabajo no agrícola y aumento del
trabajo rural urbano.
del sector.” (CEPAL; 2004: 15) Aún cuando
las estrategias de microfinanzas se centran
en la prestación de microcréditos
productivos, intentan, al mismo tiempo,
generar sinergias a nivel territorial
brindando servicios extra-productivos. Tal
como se ha expresado, el supuesto de
fondo refiere a que los productores y las
productoras y los trabajadores
emprendedores y trabajadoras
emprendedoras optimizan el uso del
capital adquirido mediante crédito y lo
destinan a inversiones productivas, las que
de alguna manera les generarán
determinados beneficios. Conjuntamente
con ello se brindan créditos con otros
destinos, en parte para solventar ciertas
necesidades urgentes de la población pero
al unísono se genera una circulación de
dinero en el territorio, principalmente a
través de los créditos al consumo.
j. La mujer rural y el financiamiento.14
La estructura productiva rural en
vínculo con lo agrario integra en sus
procesos a hombres y mujeres, adultos,
ancianos y jóvenes, conformando un
espectro heterogéneo que conviene
explicitar. Tras el objetivo del Desarrollo
Rural tradicionalmente se han elaborado
estrategias con el corte rural-urbano
asumiendo erróneamente que el medio
rural es único y al mismo tiempo que es
14 Economía y Sociedad, 2009. Pág. 39, Nº 71.
50
homogéneo e integrado. En esta visión se
omiten las estructuras de clases, las
diferencias etáreas y las estructuras de
poder entre hombres y mujeres. Si bien lo
específico de las desigualdades de género
es tratado en otro apartado aquí se
señalarán las implicancias de identificar a la
mujer rural como agente de desarrollo y de
qué manera ello se vincula a las
herramientas de financiamiento.
La estructura productiva material
del medio rural lleva consigo una carga
simbólica en cuanto a jerarquización de
tareas y su influencia en el bienestar de los
hogares; en estos términos la división
sexual del trabajo carga con connotaciones
desfavorables hacia la mujer rural
designándole espacios domésticos o
actividades productivas subordinadas. En
este esquema patriarcal las mujeres rurales
escasamente son percibidas como
productoras15 aún en su calidad de
trabajadoras rurales. En este marco las
decisiones productivas en determinado
predio son tomadas por el varón, sea este
el padre de familia, el hijo mayor, el
hermano o cualquiera sea el vínculo con la
mujer.
La reestructura productiva con una
perspectiva de género implica
necesariamente reconocer el rol de mujer
15 A diferencia de reproductora.
productora y de ese modo reconocerla
como agente de desarrollo.
No obstante dicho reconocimiento
en perspectiva equitativa no debe
desconocer los implícitos simbólicos que
producen y reproducen las desigualdades
entre varones y mujeres, y es de ese modo
que las estrategias de desarrollo rural
deben volver explícitas las desigualdades y
abordarlas desde instrumentos concretos y
focalizados.
La herramienta de financiamiento
atañe a una problemática clave de las
desigualdades de género en el medio rural,
la autonomía económica, y junto con ello la
posibilidad de decisión. Según las
vertientes marxistas las relaciones sociales
de producción tienen implicancias en las
construcciones sociales, y en ese sentido
“la causalidad económica (…) tiene
prioridad, de este modo el patriarcado se
desarrolla y cambia siempre en función de
las relaciones de producción.” (Cábala,
2009:40) Bajo esta visión cobra
importancia la generación de instrumentos
precisos que persigan el reconocimiento de
«…el microcrédito puede mejorar la
situación financiera de la mujer y su
posición en la familia y en la
sociedad, su autoestima y su poder
de decisión» (Cábala, 2009)
51
la mujer en su rol de agente de desarrollo;
no es suficiente identificar a la mujer como
beneficiaria de herramientas de
financiamiento si no se conoce en
profundidad las posibilidades de que esas
mismas mujeres tengan poder de decisión
sobre dicho financiamiento. En muchos
casos el acceso a créditos por parte de las
mujeres rurales forma parte de una
estrategia familiar siendo el ingreso
manejado por el varón, quien es al mismo
tiempo quien toma las decisiones
productivas, quedando a libre expresión de
las mujeres el acceso a micro-créditos al
consumo con destino de gastos cotidianos
del hogar.
De este modo se señala que el
financiamiento rural hacia mujeres debe
verse acompañado también por estrategias
que ayuden a reconstruir la estructura de
género en el medio rural, y al mismo
tiempo que éstas herramientas
representan el elemento clave que puede
transformar las relaciones de producción a
la interna de los hogares y en el territorio
en general.
Reconocer a la mujer como
productora, como trabajadora, implica
transformar las relaciones de género en
torno a la división sexual del trabajo, y ello
requiere del empoderamiento y la
emancipación económica de la mujer rural.
52
Capítulo VI
Asistencia técnica e implementación de
programas desde una perspectiva de género.
a. Asistencia técnica e implementación de programas
desde una perspectiva de género.
b. Desigualdad de género como punto de partida.
c. Mirada de las mujeres sobre la Asistencia Técnica.
d. Acceso a Asistencia Técnica por parte de las mujeres.
e. Asistencia técnica productiva: La familia como un objeto de
Intervención “ciego” a la desigualdad de género.
f. Asistencia técnica social: Instituciones de varones y pueblos
de mujeres.
g. Obstáculos en el pleno uso.
h. El trabajo técnico, falta de formación en género y trabajo
en solitario.
53
a. Asistencia técnica e
implementación de programas
desde una perspectiva de género.
El presente capítulo se orienta a
poner de manifiesto los hallazgos del
trabajo de campo. Durante el mismo se
relevó información desde 3 miradas, a
saber: se entrevistó y organizó talleres con
mujeres productoras, se entrevistó a
técnicos y técnicas extensionistas de las
áreas agrarias y sociales, y se realizó un
relevamiento cuantitativo con mujeres y
varones pertenecientes a la agricultura
familiar uruguaya. Estas tres fuentes de
información permitieron construir la
síntesis que a continuación se presenta que
tiene como principales preguntas
orientadoras reconocer qué condiciones
existen para una asistencia técnica en el
medio rural, cómo se implementaron y se
desarrollaron los programas con asistencia
técnica del MGAP en el período 2005 –
2010 desde una perspectiva de género y
cómo es posible orientar la asistencia
técnica futura a fin de lograr una asistencia
sensible al género que revea las
condiciones de desigualdad.
b. Desigualdad de género como punto
de partida.
El primer elemento que fuera
señalado por los/las técnicos/as
consultados/as y que en otros términos
expresaran las mujeres productoras,
resaltaba el hecho de que el territorio en el
cual se insertaron los programas con
asistencia técnica ya estaban marcados por
fuertes patrones culturales de carácter
sexista. En este sentido, las diferencias
entre hombres y mujeres en el medio rural
son percibidas como desigualdades donde
la mujer aparece sistemáticamente
rezagada.
Este esquema de desigualdad
-señalan los discursos relevados- no sólo se
sustenta sobre la posesión o no de bienes
sino que tiene una fuerte raigambre
cultural donde lo masculino es lo valorado
y las acciones valiosas son habitualmente
atribuidas a los varones o percibidas como
masculinas, aún cuando las practiquen en
múltiples ocasiones las mujeres. Así las
actividades productivas centrales como la
esquila, la producción y embarque de
ganado, el cultivo y el uso de maquinaria
–centrales por su peso económico- son
No se puede pensar que la
desigualdad de género la creamos
nosotros ¿no? El medio rural es
muy machista. El hombre es el que
decide, el hombre es el que sale y
si hay una fiesta es también el
hombre el que monta y recibe los
aplausos. (Técnico social)
54
caracterizadas como típicamente
masculinas y priorizadas por la cultura
local, priorizando en consecuencia a los
varones, sus acciones e intereses.
De esta manera se considera que el
ingreso de los proyectos en los territorios
lejos de ser determinante para el sistema
de género aparece como un nuevo dato en
estructuras de por sí desiguales. En
consecuencia, se entiende que los
programas se encuentran con dos niveles
de desigualdad de género, a saber, la
desigualdad que el propio programa puede
producir por cargar con una impronta
sexista, y la desigualdad pre existente que
de no ser identificada y trabajada es por
defecto profundizada en la práctica de la
asistencia técnica.
En este sentido, los/las
entrevistados/as acuerdan en señalar que
la impronta cultural pre existente en el
medio rural es marcadamente más
desigual que en el medio urbano y que la
asistencia técnica del medio rural tiene de
antemano un escenario de desigualdad de
género mucho más profundizado y
legitimado. De esta forma, afirman que
desde el momento en que los programas
se acercan al territorio ya existe un sesgo
en las vías de ingreso, quiénes se
presentan, quiénes son referentes, quiénes
lideran las empresas familiares. Estas
definiciones pre existentes orientan el
trabajo hacia los varones como población
objetivo. Esta orientación se manifiesta en
todos los programas así como en las
representaciones y directivas de
sociedades de fomento y en los registros
de titularidad y de productores familiares.
Hasta el año 2010 el registro de
productores familiares contaba
con 16.821 inscripciones. De
ellas, 4809 (28,6%) eran mujeres
mientras que los restantes
12.012 registrados (71,4%) eran
hombres. (Registro Productores
Familiares, MGAP).
Hay una señora que falleció el
marido y ella le decía: “voy a
pagar la luz” y él le daba eso,
“voy al almacén” y le daba
tanto. Ahora quedó viuda y no
sabe. Claro, fue criada que
primero el padre y luego el
marido que tenía el poder y el
don de mando. Las niñas que
se criaron con esa imagen de
madre, van a seguir, no
porque sean malas ni nada.
(Taller productoras)
55
Se debe tener presente, que estos
patrones culturales no son sólo reforzados
por los hombres sino que hay una
internalización por parte de un número
importante de mujeres que ceden el
espacio de contacto con la asistencia
técnica a las figuras masculinas de la
empresa familiar. De esta forma, los/las
técnicos/as encuentran una figura
previamente identificada como
interlocutor al ingresar o tomar contacto
con las familias y la llegada al resto del
núcleo constituye un proceso que es
percibido muchas veces como “forzado” y
que ante todo depende de una búsqueda
conciente por parte de los/las técnicos/as
de alterar el orden pre establecido en las
familias.
Cabe señalar frente a esta
búsqueda conciente por romper el orden
tomado como “natural”, que se percibe
una diferencia marcada en la
interpretación del escenario de los/las
técnicos/as sociales y la de los/las
técnicos/as agrarios/as. Mientras los/las
primeros/as señalan que esta desigualdad
de género constituye un obstáculo para los
procesos de desarrollo, los/las segundos/as
logran identificarla al ser indagados/as
explícitamente sobre ella pero le atribuyen
un rol secundario frente a las posibilidades
de desarrollo de la zona, priorizando como
objeto de preocupación el crecimiento
económico - productivo de las empresas
familiares y la mejora de los recursos
naturales. Así, el perfil técnico de la
Asistencia resulta trascendente a la hora
de interpretar el escenario en el que se
insertan los programas.
Finalmente, resulta trascendente
evidenciar que esta cultura desigual en
términos de género no es el producto de
una imposición violenta por parte de los
varones, sino que en muchos casos es
asumida y reproducida por las propias
mujeres como socialización. Se entiende
Ellos saben que decido yo porque
soy el hombre de la casa y siempre
fue así. (Productor, pregunta
abierta de encuesta)
Estuvimos en un curso sobre
mujeres y hay que hacerles
entender que tenemos derechos a
un día de inactividad, que no todo
es trabajo, que podemos salir,
incluso a una comida, porque hay
mujeres que no salían porque
tenían el mito de decirle al esposo
voy a tal lado. Hay un tema
cultural, porque creen que
nacimos con las ollas pegadas a
las manos, y que estamos para la
casa y la cocina y nada más.
(Taller con productoras)
56
muy relevante señalar que el nivel de
revisión de estos patrones de género y de
conciencia de la desigualdad por parte de
las mujeres presenta claras divergencias
según los espacios de radicación. En los
talleres y entrevistas desarrolladas en el
sur del país, especialmente en Canelones,
existe un cuestionamiento del sistema de
género y de las relaciones establecidas
entre varones y mujeres.
Esta mirada permitió a las mujeres de esas
localidades cuestionar asimismo a los
programas desde la perspectiva de género,
interpelar su conocimiento y manejo de la
desigualdad.
Es interesante subrayar que la
necesidad de “empoderar” a las mujeres,
rompiendo con los roles estereotipados, es
visto por algunas entrevistadas como una
necesidad. En particular de aquellas que
por su experiencia en distintos ámbitos de
participación (AMRU) han estado en
contacto con capacitaciones, cursos,
grupos de trabajo, etc., que han
incorporado la perspectiva de género en
sus dinámicas de funcionamiento.
Por su parte, en el norte del país,
las entrevistadas y asistentes a los talleres
manejaron un nivel de conciencia de las
desigualdades mucho menor. En sus
discursos se matizan las críticas a la figura
masculina como representante del espacio
de la familia y aparece una noción más
expandida de la agricultura familiar como
un espacio homogéneo. Eso supone
también una mirada menos crítica a los
programas desde la perspectiva de género.
Cuando vamos a un predio en
general la mujer ni sale recibir,
pocas veces, casi siempre sale el
hombre. Por lo general salen los
hombres; inclusive lo que llama la
atención… Se esconden… A veces
que nos quedamos a comer y
¿podés creer que las mujeres
comen en la cocina y no se
sientan en la mesa? Es obvio que
a la mujer la tienen siempre más
escondida. (Técnico productivo,
norte del país)
Lo que pasa que una mujer,
cuando está empoderada de su
fuerza, podés enfrentar algo,
ahora a veces tenés que hacer el
trabajo de los que no tienen la
fortaleza de ella. No nos podemos
quedar en el “yo no estudié” y
“yo no fui”, somos una mujer
rural y “yo no conozco”, pero
“preguntando se va a Roma” y
hay que fijarse metas y lucharla.
(Taller productoras, sur del país)
57
c. Mirada de las mujeres sobre la
Asistencia Técnica.
Ya buscando comprender la mirada
de las mujeres a la Asistencia Técnica
desde una perspectiva de género resulta
necesario identificar las percepciones de
las productoras sobre la asistencia técnica
en general, entendiendo que una fracción
de sus interpretaciones tiene relación con
su condición de mujeres y otra es una
lectura más amplia sobre los programas
hacia la agricultura familiar del período
2005 – 2010.
Con respecto a la Asistencia
Técnica del MGAP una vez más la división
geográfica entre norte y sur cobra
relevancia, discrepancias relativas
exclusivamente a las herramientas, más
allá de la cuestión de género. Mientras en
términos generales en el sur del país existe
una valoración positiva de la herramienta,
en el norte existe una mirada más crítica a
los programas y su implementación.
Desde el sur, en lo que tiene que
ver con el periodo 2005-2010 las mujeres
involucradas en el relevamiento realizado
rescatan su ampliación y democratización.
Establecen que a partir de ese
momento, el acceso a Asistencia Técnica
dejó de ser para “ciertas zonas” y para
personas “selectas”, habilitándose la
posibilidad de participación por parte de
productores/as a los que antes no llegaba.
Otro elemento interesante a señalar sobre
la Asistencia Técnica, por parte de las
productoras entrevistadas, es la capacidad
que tuvo la herramienta para promover
formas de acción colectiva entre
productores/as al estimular la
conformación de grupos y reactivación de
sociedades de fomento entre otros. Esto es
visualizado por las entrevistadas como el
resultado de un trabajo interdisciplinario,
en el que se combinó asistencia técnica
productiva –especialmente veterinaria y
agronómica- con asistencia técnica social
con profesionales de la psicología, trabajo
social y la sociología.
Yo lo que destaco es que esta era
una zona en la que no recibían
asistencia técnica, por lo menos
acá en Canelones, y la primera
vez que recibimos asistencia fue
cuando estuvo el PUR. De la
Sociedad de Fomento ya
teníamos, que yo no la conocía y
en la otra fomento de acá cerca,
que era para un grupo selecto,
pero hacía años que no había. Yo
hace 30 años que vivo ahí y la
verdad que a mi casa nunca me
llegaron técnicos. (Taller con
productoras, sur del país)
58
Desde el norte en cambio las
productoras no perciben la
democratización de los programas y
denuncian el rol de las sociedades de
fomento en la definición y concentración
de los beneficios en algunos productores.
Asimismo señalan que la relación con los
/las técnicos/as no permitía su
empoderamiento (de los/las
productores/as) porque no existían
explicaciones ni comunicaciones claras, los
registros no estaban adaptados a los/las
usuarios/as, las empresas familiares no
conservaban documentación de lo
presentado sino los/las técnicos/as,
frecuentemente los proyectos no se
adaptaban a los predios o los/las
productores nunca recibían una respuesta
de los/las técnicos/as o el MGAP. En este
sentido las críticas se concentran ante todo
en dos aspectos: en la forma como se
procesa la posibilidad de presentación y en
segundo término en la relación con los/las
técnicos/as extensionistas en el proceso de
ejecución y seguimiento de los proyectos
postulados.
Si bien no es posible identificar
causas inequívocas de las diferencias de
percepción observadas en las entrevistas
entre el norte y el sur puede hipotetizarse
que las mismas se deban a la mayor
presencia y trayectoria de las
organizaciones de la agricultura familiar
(CNFR, AMRU) así como del movimiento
feminista en el sur del país.
A esta discrepancia inicial, se
adicionan algunas críticas comunes entre
todas las productoras relevadas. En sus
discursos, las productoras expresan que
hay algunas fallas en la forma de
instrumentación de la herramienta que
deberían mejorarse. Uno de los aspectos
señalados en este sentido, es la demora en
el desembolso de fondos asociados a la
asistencia técnica de los proyectos. Otro
aspecto es la continuidad de la labor
llevada adelante por los/las técnicos/as
extensionistas, que muchas veces se vió
Vinieron, hicieron el proyecto y
después nunca más en la vida los
viste. Porque nos hemos anotado
en unos cuantos proyectos y
nunca salió nada, entonces es
como que te aburre quedar
escuchando, escuchando. Aparte
trabajamos solos no tenemos
empleados, no tenemos a nadie,
estamos todo el día metidos en la
chacra. Entonces como que
dejamos de lado las reuniones.
(Taller con productoras, norte del
país) Los técnicos pierden muchas horas
en el papeleo y pocas horas en los
campos. (Entrevista productora)
59
interrumpida por “temas burocráticos y de
papeleo”. Por último, pero con un papel
central para las entrevistadas, señalan la
necesidad de intensificar las visitas
prediales de los/as técnicos/as, señalando
la importancia del intercambio en el
espacio productivo de la empresa familiar.
Se considera que estas fallas
señaladas no son exclusivas de las mujeres,
sino que son deficiencias que afectan a
todos/as los/las productores. Sin embargo,
se destacan aquí porque se considera que
afectan a las mujeres especialmente ya que
al poco tiempo de los y las técnicos/as con
los/las productores se agudiza con el
menor tiempo de asistencia técnica que las
mujeres perciben de por sí –como se
detalla más adelante-. Asimismo en el caso
de los problemas de desembolsos se cree
que este problema general de las
asistencias técnicas coadyuva y perjudica
especialmente a las mujeres, dadas las
limitaciones pre existentes de acceso a
ingresos autónomos ampliamente
reseñada en la bibliografía de género.
d. Acceso a Asistencia Técnica por
parte de las mujeres.
Sobre el acceso a la Asistencia
Técnica por parte de las mujeres,
entrevistas y talleres a productoras y
técnicos/as confirman ciertas dificultades
para acceder a la herramienta, limitantes
relacionadas a lo adelantado en el enfoque
conceptual, esto es: la existencia de una
En el caso de los productores
lecheros, el rubro lechero es
muy dificultoso y muy
“esclavizante”. Los que
participaban de las reuniones
eran los hombres cuando la idea
es que fuera la “Familia” o sea
que participaran todos los
integrantes ya que son todos los
que contribuyen en la actividad
y con el ingreso. En los 10 meses
que trabajamos, logramos que
tres veces participaran las
compañeras. Esa fue una lucha.
La estrategia que
implementamos con el
Agrónomo fue ir rotando por los
predios y entonces al final las
reuniones eran en los predios.
Así logramos tener la presencia
de la mujer o de las hijas y de
toda la familia. (Técnica social)
60
firme división sexual del trabajo entre
varones y mujeres. Los discursos refuerzan
la idea de que se asigna a los varones la
responsabilidad sobre el trabajo productivo
y a las mujeres la del trabajo doméstico y
para autoconsumo. Esta organización del
trabajo tiene consecuencias en el acceso a
recursos y en la participación en la toma de
decisiones dentro del establecimiento, al
tiempo que se estructura como
desigualdad en el espacio público. En este
sentido, la división sexual del trabajo
limita la participación de las mujeres en los
espacios colectivos vinculados a la
producción familiar y obstaculiza el acceso
por parte de éstas a las políticas públicas.
La Asistencia Técnica aparece así como una
más de la políticas de acceso desigual
desde una perspectiva de género.
Esta limitación en el acceso es
manifestada por algunas de las mujeres
consultadas, quienes señalan que la
asistencia técnica no consideró a las
mujeres en su definición y ejecución. Este
aspecto se refuerza al analizar la definición
de los/as destinatarios/as de los distintos
programas.
En aquellos casos en que se
demandó la titulación del establecimiento
para poder acceder al beneficio (PG, PPR),
se verifica una fuerte exclusión de las
mujeres vinculada a las asimetrías
existentes en la titulación de varones y
mujeres. Las mujeres suelen percibirse
como colaboradoras, incluso en aquellos
casos en que trabajan a la par de los
varones y evidencian un caudal importante
de saberes y conocimientos vinculados a la
producción familiar.
En los casos en que se definió
como beneficiario al hogar, esperando una
suerte de derrame de los beneficios que
llegara de manera equitativa a los distintos
miembros del establecimiento, es probable
que se hayan reforzado las inequidades
existentes signadas por el escaso acceso a
recursos de las mujeres. Un ejemplo útil
para ilustrar esta situación es la definición
de los/as interlocutores válidos delimitados
por los técnicos extensionistas a la hora de
ejecutar la asistencia técnica.
Cuando se analizan las encuestas
realizadas, se percibe que
cuantitativamente no existen diferencias
A la asistencia técnica accede
mi esposo, tengo otras
actividades y él se dedica más
a esto. Él está en sociedad con
una hermana, yo tengo otros
trabajos, me dedico más al
campo y a otras tareas que
tengo por fuera y entonces no
voy siempre. Si tengo que
envasar miel, yo colaboro, no
tengo problema. (Taller con
productoras)
61
significativas entre los motivos de no
acceso de mujeres y varones.
En cuanto a las razones por las que
no se accedió a la asistencia técnica, como
se observa en el cuadro siguiente, no se
encontraron diferencias significativas entre
los sexos. Para ambos la principal causa por
la que no participó es que no se enteró
(50% hombres y 58% mujeres), seguido de
la falta de interés (29% hombres y 25%
mujeres).
Cuadro 1
RAZONES POR LAS QUE NO ACCEDIÓ A ATER
SEGÚN SEXO
HOMBRES MUJERES
No se enteró 50,0 57,7
No le interesó 29,5 25,0
No tiene buena
opinión de ATER
5,7 1,0
No le salió 4,5 2,9
No se adecuaba a
sus necesidades o
posibilidades
9,1 11,5
Otros 1,1 1,9
Total 100,0 100,0
Fuente: Encuesta a productores/as familiares en el marco
del programa regional de Género. (REAF-MGAP)
e. Asistencia técnica productiva: La
familia como un objeto de
Intervención “ciego” a la desigualdad
de género.
Al reflexionar en torno al acceso de
las mujeres a la Asistencia técnica un
elemento relevante es señalado por los/las
técnicos/as productivos en su proceso de
trabajo. Los/las entrevistados identifican
un desfasaje entre las preocupaciones de
género, los objetivos de los programas y
las improntas y lineamientos orientadores
que se ofrecían a los/las técnicos/as de
campo desde la dirección de los mismos.
Los/las entrevistados señalan que a
la especificidad de cada programa
–ganadera, de fortalecimiento, etc- se
añadía una orientación específica hacia el
trabajo de lo colectivo y de la agricultura
familiar como población objetivo.
Especialmente, detrás de la noción de
agricultura familiar se hizo hincapié en el
abordaje de la familia sin acompañar esta
pauta por una estrategia de identificación
de necesidades diferenciales ni la
indicación explícita de entender la familia
como un colectivo complejo y
heterogéneo. En tal sentido, la noción de
familia aparecía referida a la estructura
productiva que soportaba los
emprendimientos y no a una preocupación
explícita y programática por abordar los/las
diferentes integrantes de la misma como
62
sujetos con relaciones disímiles con los
bienes y derechos.
De esta manera los programas no
tenían una orientación en la práctica hacia
el trabajo específico con las mujeres ni
reconocían que el trabajo con la familia
podía actuar profundizando las
desigualdades existentes en ella o
sencillamente ignorando las desigualdades.
Exceptuando el PUR, desde los objetivos no
se previó una búsqueda explícita de titular
los proyectos productivos hacia las mujeres
ni se orientó a los técnicos/as agrarios/as a
la búsqueda de mujeres protagonistas en
estos proyectos. De esa forma, las
desigualdades ya existentes en las casas
encontraron en los proyectos productivos
estrategias de refuerzo al ser los varones
quienes se tornaron los interlocutores
“naturales” de los/las técnicos/as,
apropiándose así de mayores recursos
públicos que las mujeres. A este respecto, y
como ya se adelantara, las mujeres aún
siendo titulares de los proyectos quedaron
rezagadas en el contacto con los/las
técnicos/as obteniendo menor
información, capacitación y orientación.
De manera que, si el valor de la
asistencia técnica radica en acompañar el
traspaso de recursos con la construcción
de condiciones y capacidades para el mejor
uso de los mismos, el no acceso de la mujer
robustece sus condiciones de dependencia
ya que queda postergada al unísono del
acceso a recursos y de la oportunidad de
ser capacitada y desarrollar alternativas e
innovaciones en su experiencia productiva.
Resulta interesante señalar que
esta interpretación encuentra evidencia
estadística en las encuestas realizadas a
productores y productoras que recibieron
asistencia técnica. Analizando el referente
para las reuniones con el/la técnico/a en la
visita predial resulta evidente el sesgo de
género. Los datos desagregados por sexo
evidencian, diferencias significativas entre
varones y mujeres. El 84% de los hombres
manifiesta que era él quien mantenía
reuniones con los/as técnicos/as y el 15%
expresa que la reunión se mantenía con
varios miembros del hogar incluido él. En
tanto entre las mujeres encuestadas sólo el
36% expresa que el técnico se reunía con
Acá el tema es que muchos de
estos proyectos eran para
introducir innovaciones en los
predios, para incorporar otra
forma de producir y producir
mejor. El agrónomo ahí estaba un
poco para ayudar a los
productores a aprender y
“aprehender” esas técnicas. El
que presenta el proyecto y
sobretodo el que habla con el
técnico es el que tiene esa chance
y el otro no. Y bueno, la verdad es
que la mujer en general uno
apenas la ve. (Técnico
productivo)
63
ella sola y el 49% dice que lo hacía con
varios del hogar incluido la encuestada.
Resulta necesario subrayar además la
proporción de mujeres que expresan que la
reunión la realizaba con su pareja, sin
participar ella, el 8,6%.
Cuadro 2
CON QUIÉN SE REUNÍA EL TÉCNICO SEGÚN
SEXO
HOMBRES MUJERES
Usted 83,7 35,7
Su pareja 1,0 8,6
Otro
miembro del
hogar
0 2,9
Varias
personas del
hogar
incluido usted
15,4 48,6
Varias
personas del
hogar sin
usted
0 2,9
Ns/Nc 0 1,4
Total 100,0 100,0
Fuente: Encuesta a productores/as familiares en el marco
del programa regional de Género. (REAF-MGAP)
Un último elemento a señalarse es
que en múltiples ocasiones se ha señalado
que mas allá de quién “lidere” la empresa
familiar y el proyecto productivo son las
mujeres las que llevan la parte
administrativa de los predios. Esto señala
una especificidad en la división de roles
donde se le asigna a la mujer un trabajo
específico, de gran importancia para la
viabilidad de la empresa familiar. Esto
puede ser trabajado como espacio para
potenciar.
f. Asistencia técnica social:
Instituciones de varones y pueblos de
mujeres.
Un elemento que fuera señalado
tanto por técnicos/as como por las mujeres
de los talleres fue el valor de la
incorporación de la asistencia técnica
social, y la existencia de ámbitos diferentes
de encuentro de esta asistencia con
mujeres y varones.
En relación a lo positivo de la
incorporación, se señala que en múltiples
localidades nunca había habido una
asistencia técnica de este tipo y que su
llegada construyó y aportó una nueva
forma de trabajar, y en especial de pensar
lo colectivo. En este sentido la orientación
del PUR de trabajar lo colectivo permitió el
resurgimiento de Sociedades de Fomento,
grupos de productores/as y grupos de
vecinos/as. Asimismo se abordó la
comunidad como un espacio de trabajo y
se acercaron múltiples propuestas y
proyectos aterrizando en los pueblos
políticas sociales que antes no se conocían.
64
Sin embargo, como ya se ha dicho
existió en este trabajo un abordaje de
mujeres y varones diferenciado. Por una
parte, el trabajo comunitario y
construcción de grupos pudo llevarse a la
práctica con las mujeres, principalmente
por la apertura de estas y por el hecho de
que las mismas son las que se encuentran
habitualmente en los pueblos.
Por otro lado, el trabajo con los
varones se orientó al desarrollo y
seguimiento de los proyectos productivos y
al acompañamiento y fortalecimiento de
las directivas de las sociedades de
fomento.
De esta manera los varones
quedaron en contacto con el espacio de
poder y decisión, la SFR, y con el espacio de
generación de recursos, productivo.
Mientras las mujeres abordaron los
ámbitos domésticos y comunitarios. Esta
ubicación de la mujer en los espacios
comunitarios y en los pueblos lleva a que
esta aboque una parte de su tiempo a la
generación de bienestar colectivo, no
individual, trabajando sobre demandas
como la escuela, los jóvenes, el acceso a la
electricidad. De esta forma, una buena
parte del tiempo de los proyectos
destinado a las mujeres se destina en
realidad al bienestar de la comunidad en
general, canalizado a través de las mujeres,
no siendo así en el caso de los varones.
g. Obstáculos en el pleno uso.
Si bien algunas de las entrevistadas
manifiesta que no existen obstáculos para
el pleno uso de la asistencia técnica, la
mayoría de los discursos parecen coincidir
en que esto no es así. Entre las distintas
cuestiones que se plantean como
limitantes se señalan factores culturales,
relacionados con el papel que
habitualmente se le asigna a las mujeres, y
factores vinculados a la forma de
instrumentación de la herramienta.
Yo la veía venir y ya sabía.
Parecía que tenía la palabra
proyecto en la frente escrita.
Nosotros trabajamos mucho
con ella, para la escuela,
para la policlínica, armamos
reuniones, se armó un grupo
de jóvenes. Además ella
trabajaba en la fomento con
los directivos. (Taller de
mujeres rurales)
65
Entre los factores culturales, el
principal es la ausencia de reconocimiento
de las mujeres en su rol de productoras, ya
discutido previamente. Esta invisibilidad
que sufren las mujeres, es construida y
alimentada desde distintos lugares. Por
una parte, señalan un desconocimiento
que se expresa en la auto percepción de las
mujeres como colaboradoras del trabajo
masculino y no como trabajadoras
propiamente dichas, incluso en aquellos
casos en que su participación en las tareas
vinculadas al trabajo de campo es igual o
mayor que el desarrollado por los otros
miembros del hogar. Por otra parte,
manifiestan que se vive una invisibilidad
frente al resto de los integrantes del hogar.
Para las entrevistadas esta invisibilidad se
expresa en la escasa participación que
tienen las mujeres en la toma de
decisiones y en el acceso a activos dentro
de la agricultura familiar16. Es interesante
señalar que para algunas entrevistadas
esta invisibilidad es tan fuerte que se vive
como un desprecio hacia la mujer.
Otro elemento que aparece entre
estos discursos, es la falta de conocimiento
que las mujeres poseen sobre sus
derechos. El principal problema que se
menciona en este sentido es el
desconocimiento por parte de las mujeres
sobre los derechos que tienen sobre los
activos (titulación, herencia, DICOSE). Este
elemento resulta interesante dado que es
dable pensar que esta ausencia de
conocimiento sobre los derechos se
multiplique en otros espacios y límite, por
ejemplo, sus posibilidades de acceso a
programas y proyectos. Sobretodo
aquellos que tiene la titulación de los
activos como exigencia de acceso.
Como se ha mencionado ya las
entrevistadas explicitan que esta situación
se daba en el PPR y el PG, y se verá en el
próximo capítulo que limita asimismo el
acceso a créditos y préstamos financieros.
16 Hecho constatado en investigaciones relacionadas con el
relevo generacional de las mujeres en el medio rural Ver entre otros Perrachon, 2011; Gallo, Molinaro y Acebo, 2011 y Gallo y Peluso, 2010.
Eso estaría bueno, la parte de
género y la parte de estudiar
algunos otros temas porque
fuimos a Aiguá por el cambio
climático, porque las mujeres
no somos taradas, podemos
entender, más que algunos
hombres. Somos despreciadas
como mujeres rurales, porque
como mujeres no tenemos
derechos a existir, hay como
un desprecio psicológico hacia
las mujeres, de las propias
mujeres. (Entrevista
Productora)
66
Por último, las productoras
entienden que esta imposibilidad de
visualizar un rol femenino asociado a lo
productivo, atraviesa también a las
organizaciones de productores/as,
vinculado esto a los sesgos ya comentados
en relación a las instituciones. Un factor
conexo con lo anterior y que interfiere en
el uso de la asistencia técnica por parte de
las mujeres, es la resistencia de las
organizaciones de productores/as a la
participación femenina en condiciones de
igualdad, lo que equivale a decir en su
condición de productoras. Muchas de las
entrevistadas expresan que no se les
otorga en las organizaciones y asociaciones
de productores un espacio en el que se las
reconozca como iguales a la hora de
encarar temas productivos. Esta situación
deviene en un freno para acceder a la AT,
en particular en los casos en que esta fue
vehiculizada a partir de las organizaciones
de productores.
El análisis cuantitativo ofrece pistas
y refuerza las interpretaciones dadas en
relación al pleno uso de la asistencia
técnica. En ese sentido, se encontraron
diferencias significativas entre varones y
mujeres que hicieron uso de la misma. En
primer lugar el análisis de la participación
en las sociedades de fomento entre
productores y productoras que recibieron
asistencia técnica muestra diferencias
apreciables.
En cuanto a la participación en las
Sociedades de Fomento Rural, es menester
señalar que en el caso de las mujeres que
participan de las SFR, el 68% lo hace en
compañía de otros integrantes del hogar,
en tanto en el caso de los hombres este
dato alcanza sólo el 6% de los encuestados.
Para decir la verdad yo quede
afuera de todo eso. Mi
problema era que yo era
mujer sola con mis hijos y
entonces como que la gente
me veía que yo no podía salir
adelante con nada. Los que
estaban encabezando la
gremial incluso me decían que
ayudarme a mí era como tirar
la plata afuera, pensaban que
yo no podía salir adelante.
(Taller de Productoras)
Otra cosa que creen muchas
mujeres es que el número de
DICOSE está a nombre del
marido y ellas no tienen
derechos porque está a
nombre de él solo, y no, son
bienes de los dos. Tiene
derecho a reclamarle los
animales que están en la
Declaración, no porque estén
a nombre de él. Si están y se
divorcian, si los vende antes
no hay reclamo. O sea que hay
que sacar número de DICOSE y
algunos animales estén a tu
nombre. (Taller productoras)
67
En consecuencia la participación de la
mujer aparece como una conquista
agregada a la participación masculina, y no
como una forma individual de acceso al
espacio público.
Cuadro 3
PARTICIPACIÓN EN SFR EN COMPAÑÍA DE OTROS
MIEMBROS DEL HOGAR SEGÚN SEXO
HOMBRES MUJERES
Si 6,0 67,7
No 94,0 32,3
Total 100,0 100,0
Fuente: Encuesta a productores/as familiares en el marco
del programa regional de Género. (REAF-MGAP)
En relación a quiénes fueron los
encargados de decidir qué hacer en el
proyecto, el 86% de los hombres
manifiesta haberlo decidido
personalmente y en forma individual, en
tanto sólo el 32% de las mujeres que
accedieron expresan haber decidido solas
qué hacer en el proyecto. La situación más
corriente entre las encuestadas es haber
tomado las decisiones productivas junto a
varios miembros del hogar (39%), valor que
entre los hombres se ubica tan sólo en el
9%. Resulta interesante, que entre las
encuestadas el 8% expresa que esta
decisión fue tomada por su pareja,
respuesta que no se registra entre los
encuestados hombres. En consecuencia los
datos refuerzan lo antedicho respecto a
que existe una menor incidencia en la toma
de decisiones sobre los recursos por parte
de las mujeres frente a los hombres.
Cuadro 4
DECISIÓN SOBRE QUÉ HACER EN EL PROYECTO
SEGÚN SEXO
HOMBRES MUJERES
Usted 86,5 34,2
Su pareja 0 7,9
Otro
miembro del
hogar 0 5,3
El técnico o la
técnica 4,8 6,6
Varios/as del
hogar
incluido usted 8,7 39,5
Varios/as del
hogar sin
usted 0 2,6
Ns/Nc 0 3,9
Total 100 100
Fuente: Encuesta a productores/as familiares en el marco
del programa regional de Género. (REAF-MGAP)
68
Con respecto a quién trabajó en el
proyecto también se encuentran
diferencias significativas entre hombres y
mujeres que pueden apreciarse en el
Cuadro 5. Entre los hombres que
accedieron a asistencia técnica, el 86% de
los encuestados manifiesta haber
trabajado él solo en el proyecto y el 12%
expresa haberlo hecho junto a varios
integrantes del hogar. Entre las mujeres la
situación es marcadamente diferente en
tanto un 20% expresa haber trabajado ella
sola en el proyecto y el 58% dice haber
trabajado en conjunto con otros miembros
del hogar.
Cuadro 5
QUIÉN TRABAJÓ EN EL PROYECTO SEGÚN
SEXO
HOMBRES MUJERES
Usted 86,5 20,3
Su pareja 0 9,5
Otro
miembro del
hogar 0 2,7
Varios del
hogar
incluido
usted 12,5 58,1
Varios del
hogar sin
usted 0 6,8
Ns/Nc 1,0 2,7
Total 100,0 100,0
Fuente: Encuesta a productores/as familiares en el marco
del programa regional de Género. (REAF-MGAP)
En suma, es posible asumir que la
información relevada confirma la existencia
de desigualdades entre hombres y mujeres
en cuanto a la asistencia técnica. La
información cuantitativa muestra como las
entrevistas y talleres una participación
diferencial en el uso y en la toma de
decisiones sobre los recursos entre los
integrantes de ambos sexos, que se
expresa fundamentalmente en la
modalidad de participación en las SFR y en
el uso e involucramiento que tienen en la
Asistencia Técnica desarrollada. En lo que
respecta al pleno uso de la herramienta, se
observan dificultades claras por parte de
las mujeres para ello. En la mayoría de los
casos su participación se define en
conjunto con otros miembros del hogar en
lo que tiene que ver con las decisiones, el
trabajo concreto y la participación junto a
los técnicos de los proyectos. Es dable
afirmar entonces que, al igual que con
otros recursos, no existe una apropiación
igualitaria de la herramienta de asistencia
técnica por parte de todos los integrantes
de los hogares.
69
h. El trabajo técnico, falta de
formación en género y trabajo en
solitario.
Como se mencionó, en los
discursos de las productoras se identifican
algunos elementos relacionados con la
instrumentación de la asistencia técnica
que representan un límite para el uso de la
misma. En este sentido aparece
recurrentemente, la falta de conocimiento,
formación y capacitación específica sobre
temas relacionados al género por parte de
los/las técnicos/as extensionistas del
MGAP. Algunas mujeres manifiestan que,
en el caso del PUR, esta situación de
desconocimiento del tema provoca un
desfasaje entre la definición formal (de
tener como objetivo la atención a mujeres)
y la ejecución real. Quienes sostienen esta
postura expresan que esta brecha, entre lo
formal y lo real, se constata en que los/las
técnicos/as que trabajan no cuentan con
las herramientas conceptuales necesarias
para ejecutar estas acciones. De esta
manera la definición de objetivos
prioritarios en torno al género se vacía de
contenido, al no poderse sustentar en el
campo el cómo, el porqué y el para qué de
estas definiciones.
Entre las líneas discursivas que alimentan
esta posición se pueden diferenciar al
menos dos niveles. Uno que apunta a la
ejecución de la política en el plano más
general y el enfoque de género en sí, que
resulta en la imposibilidad de llevar
adelante acciones diferenciadas hacia las
mujeres. El otro, que refiere a la dotación
de herramientas por parte de los/las
técnicos/as hacia las mujeres que les
permitan a éstas generar capacidades para
disminuir las desigualdades a las que se
enfrentan. Ambas situaciones pueden
leerse como demandas específicas de parte
de las mujeres hacia los/las técnicos/as.
Una que tiene que ver con la adquisición
de herramientas conceptuales sobre
género, relacionada fundamentalmente
con la comprensión por parte de los /las
técnicos/as de cómo, porqué y para qué de
Acá se hizo una evaluación,
cuando venía el dinero de PUR,
vino una evaluadora del FIDA, con
instrucciones acerca de la mujer y
las distintas cosas. Una de las
cosas que les preguntó a los
técnicos fue: “Uds les enseñaron a
hacer proyectos?” Y entonces se
quedaron “heladas”. Les dijo, “yo
vengo de Bolivia, qué les parece
cuando se van los técnicos. En
Bolivia se les enseña a hacer
proyectos, se les va
individualizando desde niños a
quiénes apoyar y enseñarles”
Cuando ustedes se van, no queda
nada.
70
estas acciones, más allá de cumplir con un
requisito formal. La otra, vinculada a
elementos más prácticos, que permitan a
los/las técnicos/as la detección de
situaciones en las que se expresan
inequidades y trabajar con estas cuestiones
para transformar esto en capacidades para
las mujeres que les permita mejorar sus
oportunidades una vez finalizado el
proyecto o programa del que participan.
Entre las cuestiones que se mencionan se
encuentran: dificultades para armar
proyectos, desconocimiento sobre leyes y
derechos, desconocimiento sobre recursos
disponibles, desconocimiento sobre
políticas crediticias y de asistencia para
mujeres.
Por su parte, los/las
técnicos/as acompañan estos discursos
reconociendo la ausencia de formación en
temas de género como requisita previo de
ingreso ni como formación durante el
desarrollo del trabajo. De esta forma, el
trabajo técnico no requirió las capacidades
para desarrollar acciones sensibles al
género y libró a cada técnico/a y a cada
proyecto a implementar las acciones que
entendiera pertinente.
El trabajo sobre temáticas
relacionadas al género es entonces narrado
como un proceso de los/las técnicos/as en
el territorio, ya sea por el surgimiento
paulatino de situaciones que evidenciaban
la equidad, por la evidencia de contar con
mujeres “disponibles” para el trabajo
comunitario o por la influencia externa de
la expansión e institucionalización del
tema en el país. Lejos de constituirse como
un objetivo con acciones concretas y
planificadas, en aquellos programas en el
que el objetivo existió –PUR- el
seguimiento desde el MGAP no se orientó
Los técnicos no tienen formación
de género, ni saben lo qué es
género, entonces tampoco
pueden hacer una política
diferenciada porque cuando
vienen los préstamos y eso,
primero los jóvenes y las
mujeres, y eso me parece
bárbaro, y sobre todo las
mujeres solas. Ha tenido esa
política, pero falta la política de
formación. (Taller de
productoras)
Sobre todo al final del 2009 y
2010 se empezó a dar un
proceso. Al principio se
pensaba mejorar la calidad de
vida de los pescadores a través
de la familia pero recién al
final se logró algo muy
mínimo. También porque
apareció lo del portafolio de
activos y la referente de
Inmujeres. (Técnica social)
71
a su cumplimiento ni brindó el herramental
teórico ni práctico para concretarlo.
De esta forma el objetivo quedó
librado a la voluntad de los/las técnicos/as
y las acciones que se desarrollaron fueron
llevadas a la práctica desde la autonomía
de cada proyecto en el territorio, sin
orientación específica.
En suma, en relación a la ATER:
Se valora en forma positiva la existencia de asistencia técnica y las modificaciones que introducen una asistencia técnica multidisciplinaria.
Se reconoce un nivel de satisfacción disímil en relación a la democratización de la asistencia técnica, donde la variable norte – sur juega un rol importante.
En la implementación, el seguimiento y acompañamiento las productoras del norte sienten que la comunicación con los/las técnicos/as es mala.
Todas coinciden en que hace falta más tiempo técnico en los predios.
En relación al género:
Técnicos/as y productoras coinciden en que los proyectos fueron protagonizados por los varones mas allá de quién los presentara.
De la participación en reuniones, el contacto con técnicos/as y la presencia en SFR también las productoras quedaron rezagadas.
No se reconoce el rol de productoras de las mujeres. Desde el sur existe un reclamo de falta de sensibilidad de los programas y técnicos/as a la cuestión de género. Desde el norte se ve la diferencia pero no se percibe la desigualdad por haber más naturalización.
Las productoras se relacionaron con las asistencias técnicas sociales por su mayor sensibilidad al género. Juntas/os (mujeres y sociales) abordaron temas comunitarios.
72
Capítulo VII
Herramientas de financiamiento rural.
a. Herramientas de financiamiento rural.
b. Descripción de las herramientas analizadas.
c. Los programas de Asistencia Técnica y Financiamiento Rural
del MGAP.
d. Algunas primeras ideas
e. Las herramientas del MGAP.
f. Visión institucional.
73
a. Herramientas de financiamiento
rural.
En el presente apartado se
presentan algunos de los resultados
encontrados sobre las herramientas de
financiamiento, esto es: en qué consisten y
cómo llegan a las mujeres rurales; cuál es
la visión de las mujeres; cuál es la visión de
los/as técnicos/as; y cuál es la visión
institucional sobre este tipo de
herramientas. El análisis se mueve en el eje
desarrollo rural y género considerando
aspectos relevantes en ambos campos de
estudio. De este modo se prestará atención
a las especificidades de las herramientas de
financiamiento sin dejar de lado la veta de
desarrollo rural con un enfoque territorial.
b. Descripción de las herramientas
analizadas.
b.a DINAPYME.
Una de las Instituciones
seleccionadas para el trabajo sobre el
financiamiento hacia mujeres rurales fue el
Ministerio de Industria, Energía y Minería,
concretamente la Dirección Nacional de
Artesanías, Pequeñas y Medianas
Empresas (DINAPYME), entendiendo que
es esta quien puede asesorar y/o generar
líneas de políticas públicas hacia la
agricultura familiar.
En particular la DINAPYME no
cuenta con fondos de financiamiento
propios como herramienta principal sino
que tiene un rol de asesoramiento y
capacitación. No obstante ello
DINAMPYME se maneja con fondos a
llamados concretos, algunos de ellos
dirigidos a mujeres como lo es la
“Convocatoria a Mujeres Empresarias 8M”
la cual se realiza en conmemoración del 8
de marzo. Este tipo de convocatorias no es
dirigida a la población rural sin embargo se
han presentado y premiado
emprendimientos productivos de mujeres
que residen y/o trabajan en el medio rural.
En la última convocatoria (2012) el
programa destinó $ 2.500.000 triplicando
el monto inicial del año 2009. En este tipo
de convocatoria la DINAPYME selecciona
aquellos proyectos de mujeres productoras
que se encuentran en al menos un segundo
nivel de la cadena de valor, esto es que no
son productoras de materias primas sino
que trabajan en el agregado de valor. En
este sentido los llamados apuntan a
procesadoras, a productoras que trabajan
con algún grado de incorporación de valor
en el producto. Este detalle se anota
pensando en la mujer rural agropecuaria
de base primaria y aquella mujer rural que
produce otros bienes como ser conservas,
tejidos, ropa, calzados, entre otras.
74
b.b Programa de Inversiones
Productivas. DINAE.
El Programa de
Inversión Productiva se
enmarca en las líneas
de trabajo de la Dirección Nacional de
Empleo (DINAE) del Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social (MTSS). Este es un
programa que tiene por objetivo el apoyo
financiero a personas con escasos ingresos
o dificultades de acceso a crédito para la
adquisición de equipamiento y
herramientas de trabajo. Para acceder a
esta herramienta deben cumplirse con los
objetivos generales siendo el principal la
creación de empleo o consolidación del
empleo existente.
La ejecución del programa se
realiza a través de los Centros Públicos de
Empleo del MTSS y las Intendencias
Departamentales siendo éstas últimas
quienes manejan los fondos. El apoyo
financiero es en modalidad de crédito por
lo que las personas que acceden deben
reembolsarlo a las Intendencias
constituyendo con los pagos un fondo
rotatorio que permite apoyar nuevos
emprendimientos. Las Intendencias,
quienes manejan los fondos, no otorgan el
dinero en efectivo sino que entregan las
herramientas y equipamientos solicitados.
El Programa no está dirigido
específicamente a la población rural ni a las
mujeres sino que es un llamado abierto. La
visión que se tiene del MTSS ha llevado,
según la entrevista realizada, a que las
personas del medio rural y principalmente
las mujeres rurales no accedan a este
programa. Se entiende que la visión que se
tiene del MTSS es relacionada con el
empleo urbano, y a su vez se lo relaciona
con la parte legal y administrativa del
empleo (denuncias, inscripciones, etc.).
Este último punto se ha intentado mejorar
con la inclusión de las Intendencias en el
programa.
La visión de Género en el MTSS se
considera transversal, si bien no cuenta
con elementos concretos en el programa
de apoyo financiero, sí cuenta con
estímulos en otros programas como por
ejemplo en el Objetivo Empleo en el cual se
subsidia la contratación de mano de obra a
las empresas; en este caso si contratan
mujeres el subsidio es mayor.
b.c División de Desarrollo Local y
Cooperativismo. Ministerio de
Desarrollo Social.
La División de
Desarrollo Local y Cooperativismo se
encuentra dentro de la Dirección Nacional
de Economía Social del MIDES y cuenta
desde el año 2005 con el Fondo Nacional
75
de Apoyo a Emprendimientos Productivos,
un programa que tiene como población
objetivo a aquellas personas que residen
en hogares que se encuentran por debajo
de la línea de pobreza.
La población objetivo son, además
de lo ya señalado, aquellas personas que se
encuentran realizando alguna actividad
productiva en cualquier rama de actividad,
y ya sea esta de manera individual o
grupal.
El programa cuenta con un apoyo
económico, parte reembolsable en efectivo
y parte reembolsable en prestación de
servicios o bienes a la comunidad; y por
otra parte cuenta con un componente de
capacitación y apoyo a los emprendedores.
El apoyo y acompañamiento se lo da una
institución local denominada “Garante
Social” que además de acompañar los
emprendimientos es quien recibe el
dinero.
El programa no discrimina
positivamente si los proyectos son
presentados por varones y/o mujeres, no
obstante con el tiempo se ha llegado a
puntuar la participación de mujeres en los
distintos emprendimientos.
Por otra parte el programa no
tiene, en términos generales, llegada al
medio rural; por distintas razones las
políticas del MIDES, entre ellas el fondo
aquí presentado, tienen una mayor
cobertura urbana y no cuentan con
programas específicos hacia la población
rural.
c. Los programas de Asistencia Técnica
y Financiamiento Rural del MGAP.
c.a El Proyecto de Producción
Responsable
El Proyecto de Producción
Responsable (en adelante PPR) surge desde
el año 2005 a través de un convenio de
préstamo con el Banco Mundial (BM) y
subsidio con el Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento (BIRF). Las
unidades ejecutoras de este proyecto son
el Ministerio de Ganadería, Agricultura y
Pesca (MGAP) en coordinación con la
Dirección Nacional de Medio Ambiente
(DINAMA) perteneciente al Ministerio de
Vivienda, Ordenamiento Territorial y
Medio Ambiente.
El objetivo general del proyecto es
“promover la adopción de sistemas de
manejo integrado y eficiente de los
recursos naturales de uso agropecuario,
incluyendo a la diversidad biológica, que
sean económica y ambientalmente
viables”, y este surge a partir de la
identificación de un cúmulo de problemas
tales como degradación de suelos, uso
76
Objetivos específicos PPR
Lograr la adopción de prácticas conservacionistas y de restauración de las pasturas naturales.
Lograr la incorporación del aprovechamiento de la diversidad biológica como opción para el sector productivo rural.
Desarrollar un sistema público de información para la gestión y manejo de los recursos naturales, incluida la biodiversidad.
Fortalecer la capacidad local y nacional para desarrollar proyectos de manejo integrado de los recursos naturales de uso agropecuario, incentivando el uso y la conservación de la diversidad biológica y el desarrollo de servicios ambientales.
Lograr la elaboración de estudios e investigaciones para el manejo de los recursos naturales y de la biodiversidad.
Identificar nuevas áreas prioritarias para la biodiversidad en el país.
Mejorar el manejo de plaguicidas.
Difundir y hacer conocer las actividades del proyecto.
Sensibilizar al sector productivo rural sobre el manejo integrado de los recursos naturales y la diversidad biológica.
ineficiente del agua, degradación de
recursos genéticos, uso inadecuado de
plaguicidas, degradación de monte nativo,
entre otros. Bajo este diagnóstico el
proyecto apunta, tal como expresa su
objetivo general, a promover la adopción
de sistemas de manejo integrado y para
ello se propone una estrategia de trabajo
en cuatro componentes:
Componente A: Manejo integrado de los
recursos Naturales y la biodiversidad.
Este primer componente canalizó
recursos financieros directamente hacia
productores/as. Estos recursos fueron
acompañados de Asistencia Técnica y
buscaron promover la adopción de
sistemas de manejo integrado a nivel
predial. La asistencia técnica se daba entre
técnicos/as del proyecto (PPR) y
técnicos/as privados. En su modo más
usual el otorgamiento de financiamiento
fue a demanda de los productores, esto es
que se realizaron llamados concretos a la
presentación de planes prediales a los
cuales los productores/as, en coordinación
con su técnico/a, concursaban por el
financiamiento.
Componente B: Proyectos demostrativos
en área prioritarias de conservación de la
biodiversidad.
El segundo componente se basó en
el establecimiento de hasta 10 proyectos
demostrativos, cada uno ubicado en una
77
Hasta el año 2010 PPR financió
4361 proyectos de pequeños
productores de los cuales un
21% (921) tuvieron como
titulares a mujeres.
de las 10 áreas identificadas como
prioritarias. Cada uno de estos proyectos
estuvo conformado por un grupo de
subproyectos.
Componente C: Actividades de apoyo.
El componente C se planteó a
través de tres áreas de trabajo: a)
fortalecimiento institucional de la
Dirección de Recursos naturales
Renovables (RENARE) y de la Dirección
general de Desarrollo Rural; b) desarrollo
de instrumentos para la gestión eficiente
de recursos, y c) capacitación de
productores/as, técnicos/as y
profesionales.
Componente D: Gestión de proyecto.
El componente D creó la Unidad
Ejecutora del proyecto la cual tuvo a su
cargo la dirección y gestión, administración
financiera, y la evaluación y seguimiento
del proyecto.
Adjudicación de fondos.
Los criterios de adjudicación de
fondos operaban en tres áreas: el/la
beneficiario/a, el plan, y el/la técnico/a.
La definición del beneficiario se dio
a través de dos criterios, uno basado en la
relación de mano de obra
familiar/asalariada, y otro a través de la
definición de productor pequeño, mediano
y grande. El monto a ser subsidiado en el
proyecto dependía del tipo de beneficiario.
A su vez los beneficiarios podían
conformar grupos para lo cual se exigían
algunos requisitos, por ejemplo, ser al
menos tres, compartir una cuenca común,
entre otros.
En cuanto a la presentación del
Plan se establece que el mismo debía ser
elaborado y presentado por técnicos/as
habilitados siendo estos, de preferencia,
técnicos/as de instituciones y
organizaciones vinculadas al agro o
técnicos/as privados.
Se previó el desembolso de US$
225 (equivalentes a tres jornadas) de
honorarios técnicos por un mínimo de tres
proyectos individuales presentados
existiendo la posibilidad de aumentar la
cantidad de proyectos a US$ 75 cada uno
hasta un máximo de US$ 750.
78
Objetivos específicos PG
“Los objetivos específicos del
Programa son:
a) Promover la eficiencia de la
ganadería de cría para
pequeños y medianos
productores.
b) Promover la articulación y
proyección comercial de la
cadena completa; en la
comercialización de nuevos
productos y/o nuevas
oportunidades de mercados.”
c.b El Programa ganadero.
El Programa Ganadero (en adelante
PG) se ejecutó en la órbita del MGAP y fue
financiado por un préstamo del Banco
Interamericano de Desarrollo firmado en
2005. El programa comienza a ejecutarse
en el año 2006 y es reformulado en el año
2007.
El objetivo general del programa
fue “contribuir a aumentar la
competitividad de la ganadería uruguaya, y
promover el aprovechamiento integral y
sustentable de los recursos disponibles, la
mejora de la calidad de vida de los
productores/as y trabajadores/as
vinculados/as a ella.” Tras este objetivo el
eje de intervención del programa se basó
en la transferencia tecnológica y en los
servicios de extensión agropecuaria. Se
consideró que la baja productividad de
los/as productores/as se debía a la escasa
adopción de tecnologías. Esta tecnología
fue pensada en principio como tecnología
de insumo, empero el trabajo mismo del
programa dio cuenta de que el problema
eran las tecnologías de procesos las cuales
no podían ser acercadas hacia la
producción a través de técnicos que no
contaran con la formación adecuada.
El programa fue ejecutado a través
de la Unidad Coordinadora del programa
(UCP) la cual estuvo a cargo de la
coordinación, ejecución y seguimiento de
todas las actividades del programa. A su
vez existió un comité de seguimiento
integrado por representantes de los
productores, de la industria y del MGAP.
La operativa del programa se
dividió en cuatro grandes componentes:
a) Apoyo para Mejorar la Productividad de
Pequeños y Medianos Ganaderos-
Criadores; b) Desarrollo de Nuevos
Productos Ganaderos; c) Trazabilidad y
Salud Animal y Protección de Alimentos; d)
Adecuación y articulación de políticas para
el sector ganadero.
79
Del total de proyectos y planes
financiados por el Programa
Ganadero un 21% tuvieron
como titulares a mujeres.
Apoyo para Mejorar la Productividad de
Pequeños y Medianos Ganaderos-
Criadores.
“Este componente financiará
parcialmente, y con carácter no
reembolsable, la preparación y ejecución
de Planes de Gestión innovadores de
fomento de adopción de tecnología
validada y que presenten los propios
productores para aumentar la
competitividad de la ganadería de cría
bovina y ovina.” (Manual Operativo PG:6)
Los beneficiarios de este
componente eran sistemas de criadores
individuales de hasta 1.250 hectáreas
CONEAT 100. Éstos podían ser beneficiarios
del componente II del programa, pero en
ningún caso el subsidio podría superar los
US$4.000.
Quienes podían presentar Planes
eran Operadores Habilitados y capacitados
(generalmente instituciones) por el
programa los cuales, luego de acreditados,
presentaban el plan a ser evaluado por la
UCP. En caso de ser financiado, el
beneficiario recibía el pago en dos veces.
Desarrollo de Nuevos Productos
Ganaderos.
Este componente buscó aumentar
el valor agregado de la producción
ganadera. Para ello se financiaban planes
de gestión (distintos a los del componente
I) que demostraran un agregado de valor al
producto a través de innovaciones; éstas
podían darse en cualquier eslabón de la
cadena.
Bajo este componente se estimaba
financiar 35 planes presentados por
operadores privados. Los beneficiarios
podían ser empresas privadas individuales
o asociadas que ocuparan cualquier lugar
en la cadena de valor a excepción de las
empresas de la fase primaria. El monto
máximo a recibir era de US$250.000.
Trazabilidad y Salud Animal y Protección
de Alimentos.
Este componente apuntó al
fortalecimiento operativo e institucional de
la Dirección general de Servicios Ganaderos
de cara a la trazabilidad de la carne vacuna
al tiempo que buscaba generar un modelo
de co-gestión público-privado de atención
sanitaria.
80
En este componente, una de las
áreas de trabajo con productores/as fue la
sensibilización y capacitación sobre la
trazabilidad y la creación del SIRA (Sistema
de Identificación y Registro Animal). A su
vez se realizaron cursos de capacitación y
acreditación de operadores habilitados
para el manejo del sistema.
Adecuación y articulación de políticas para
el sector ganadero.
El último componente se destinó al
área de planificación de políticas públicas.
Bajo esta modalidad se buscó generar y
acercar información estratégica sobre el
sector ganadero a los tomadores de
decisiones y planificadores de políticas
sectoriales. En este sentido el trabajo se
realizó en estrecho vínculo con OPYPA.
c.c El Proyecto Uruguay Rural
El Proyecto Uruguay Rural (en
adelante PUR) surge a partir de 2001 a
través de un convenio firmado con el
Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola
(FIDA). El PUR funciona hasta 2011 pero
cuenta con una reformulación en el año
2005.
El PUR, a partir de 2005, trabaja
sobre el concepto de desarrollo rural y
sobre la posibilidad de modificar y cambiar
las determinantes estructurales que
causan, principalmente, la pobreza rural.
En este sentido el proyecto se planteó dos
grandes estrategias de acción: “1.
Promover la organización de los sectores
social y económicamente más postergados
del medio rural. 2. Mejorar su inserción en
las cadenas de valor con precios justos,
como estrategia de comercialización de sus
productos.” El objetivo general del
proyecto fue “Reducir la pobreza rural,
mediante la mejora de los ingresos de los
hogares rurales pobres y de su calidad de
vida, priorizando acciones y actividades en
las áreas de mayor concentración de
pobreza.”
81
Objetivos específicos PUR
• Fortalecer las instituciones
del sector agropecuario en el
ámbito central y local, para
asegurar la sostenibilidad de
las acciones y de las políticas
de desarrollo rural, y fortalecer
las organizaciones locales de
los destinatarios para asegurar
su participación.
• Asegurar y mejorar, en forma
sostenible, el acceso a los
servicios de apoyo a la
producción por parte de los
pequeños productores y las
pymes rurales.
• Mejorar el acceso de los
pequeños productores y pymes
rurales a los servicios
financieros.
• Contribuir al fortalecimiento
de un mecanismo institucional
de coordinación de las políticas
y proyectos de desarrollo rural.
• Contribuir, por medio del
sistema de monitoreo y
evaluación, a acelerar los
procesos de aprendizaje e
innovación en materia de
desarrollo rural.
Los destinatarios del proyecto eran
pobladores/as rurales; esto es familias,
asalariados/as, productores/as. “El
Proyecto previó beneficiar directamente a
10.000 familias de pequeños productores y
asalariados o ex asalariados (hombres,
mujeres y jóvenes) cuyos ingresos se sitúen
bajo la línea de la pobreza.” (Informe PUR;
2011: 69) En este sentido el espectro de
población del proyecto era
extremadamente amplio, en ese sentido la
llegada del PUR al territorio se dio a través
de organizaciones rurales ya existentes o a
través del apoyo a su generación.
Cuatro fueron los componentes del
proyecto: a) Desarrollo Institucional y
Participación; b) Servicios de Apoyo a la
Producción; c) Servicios Financieros
Rurales; d) Coordinación y Administración.
Desarrollo Institucional y Participación.
Este componente trabajó sobre la
institucionalidad relacionada al desarrollo
rural, en este sentido se planteó objetivos
a la interna del MGAP, principalmente en la
articulación, y por otra parte tuvo como
cometido el fortalecimiento y apoyo a las
organizaciones de base y la creación de las
Mesas de Desarrollo Rural.
Servicios de Apoyo a la Producción.
El segundo componente operó a
través de servicios de asistencia técnica
predial y a través del fortalecimiento del
trabajo grupal. Al mismo tiempo se fijó
metas en cuanto a la capacitación y
82
formación de la población rural más
vulnerable.
Por otra parte estableció un área
de trabajo en promoción y ampliación de
los servicios de asistencia técnica públicos
y privados. Finalmente una de las
herramientas fue la creación de fondos de
microcapitalización destinados a los
productores/as más pobre que no tenían
acceso a la banca formal.
Una de las principales
herramientas puestas a disposición de las
organizaciones fueron las Inversiones
Estratégicas. A través de estas las
organizaciones podían acceder a bienes de
capital (por ejemplo maquinaria agrícola) a
los cuales no tendrían acceso en
condiciones normales del mercado.
Servicios Financieros Rurales.
Este componente buscó
institucionalizar un sistema de finanzas
rurales de fácil acceso a la población
objetivo del proyecto. Para ello se creó,
además de las microcapitalziaciones, la
herramienta de microcréditos la cual se
gestionó en conjunto con FUNDASOL.
Junto con ello se creó un Fondo de
Reserva, un Fondo de Crédito y un Fondo
de Garantía.
Coordinación y Administración.
El último componente refiere a la
ejecución, coordinación y seguimiento del
proyecto. Para ello contó con una
dirección, una gerencia de apoyo a la
producción y desarrollo rural, una gerencia
financiera, una unidad de evaluación y
seguimiento, y una unidad de
comunicación.
En líneas generales el PUR trabajó a
través de la creación de herramientas
financieras y a través de la creación de
convenios de trabajo con la o
organizaciones. Estos convenios contaban
con el apoyo, por parte del PUR, de
financiación de asistencia técnica
permanente en el área agraria y social.
Estos convenios fueron co-gestionados
entre el PUR y las organizaciones siendo
éstas últimas quienes gestionaban los
fondos.
Microcréditos.
El Programa de Microcrédito Rural
consistió en una de las herramientas
utilizadas por el Proyecto Uruguay Rural
(PUR). Con esta herramienta se buscó
llegar a aquella población que en
condiciones normales no tiene acceso a los
créditos formales sean estos bancarios, de
cooperativas, entre otras instituciones. La
visión del Microcrédito se enmarca en la
83
Hasta el año 2010, 7109
personas habían accedido a
microcréditos rurales de las
cuales un 47% son mujeres.
presentada por las microfinanzas, en este
sentido busca llegar a una población
excluida proporcionándole la posibilidad de
acceder a créditos “blandos”, y al mismo
tiempo fomenta la organización de base
local a través de la promoción de prácticas
basadas en las de confianza y reciprocidad.
Operativamente el Microcrédito
Rural funcionó a través del PUR en
convenio con FUNDASOL17 y con el trabajo
de los Comité de Crédito locales. El
programa prevé tres modalidades de
préstamos los cuales cuentan con un
monto diferencial (productivo, vivienda,
libre disponiblidad); estas modalidades
prevén los fines productivos y domésticos
que puedan darle las personas al dinero. En
cada territorio es el Comité de Crédito
Local quien define cuál es su zona de
influencia y es este también encargado de
seleccionar, otorgar y controlar el
préstamo.
17 FUNDASOL es una asociación civil sin fines de
lucro que opera desde el año 1979. Está integrada por instituciones del sector social de la economía: Central Lanera Uruguaya, Comisión Nacional de Fomento Rural, Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay, y Manos del Uruguay.
Actualmente existen 131 Comité
de Crédito ubicados en 9 departamentos
del país. Accedieron a créditos unas 7109
personas de las cuales unas 3340 fueron
mujeres, aproximadamente un 47%. Un
número similar de mujeres puede
encontrarse en la participación en los
Comité de Créditos donde de las 550
personas que los integraron un 42% fueron
mujeres.
Fuente: PUR-MGAP. 2011
El Programa de Microcrédito Rural
no contó dentro de sus objetivos con una
priorización hacia la población de mujeres
rurales sin embargo implícitamente, y a
84
El total de microcréditos
otorgados fue de 10.661 de los
cuales las mujeres accedieron a
un 46,5%.
través de las modalidades en que consistía
la herramienta, logró alcanzar a la
población femenina en gran proporción.
No obstante el acceso a la herramienta se
dio en cuestiones vinculadas al rol
tradicional de la mujer reproductora, esto
es: con fines domésticos. Si bien algunas
mujeres accedieron a microcréditos
productivos, según surge en las entrevistas
y como se detalla en secciones posteriores,
la división a la interna del hogar implicaba
las más de las veces que el varón tomaba el
crédito productivo y la mujer el crédito
doméstico.
d. Algunas primeras ideas.
Se pudo observar que de las
distintas herramientas analizadas
solamente las del MGAP tienen como
población objetivo a las personas que
habitan en el medio rural. No obstante
puede apreciarse que ni éstas ni las otras
cuentan con un componente que haga
visible la dimensión de género y que por
tanto están destinadas tanto a hombres
como mujeres. La excepción es el llamado
de DINAPYME “Mujeres empresarias 8M”.
En este contexto el análisis de
cómo llegan las herramientas hacia las
mujeres de la agricultura familiar debe
acotarse a aquellas herramientas que
funcionaron en la órbita del MGAP, y si
bien se analiza al “financiamiento” como
herramienta general, los principales
insumos surgen de aquellos programas que
aterrizaron en el medio rural.
85
“El varón siempre es él que
tiene. Porque nosotras mujeres
para tener tierra solo por una
herencia.” (Taller mujeres
rurales)
e. Las herramientas del MGAP.
Las apreciaciones de las mujeres
rurales sobre las herramientas de
financiamiento que existieron hasta el año
2010 tiene un componente de sesgo claro
en cuanto a que algunas mujeres
accedieron a dichas herramientas y otras
no llegaron siquiera a escuchar sobre ellas.
Por otra parte y en un nivel más general y
abstracto, la valorización de las
herramientas depende del vínculo con la
actividad productiva. De este modo se
presentarán dos niveles de análisis, uno
que refiere a las herramientas concretas
que llegaron al medio rural y otro nivel que
refiere a las herramientas de
financiamiento en términos generales.
e.a Una evaluación sobre lo hecho.
Como se dijo con anterioridad, los
programas y las herramientas que llegaron
a la población rural fueron aquellas
implementadas desde el Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca. Estas
herramientas tenían una población
objetivo y una modalidad de ejecución
distintas según fuera el programa en el cual
se incluía. Por esta razón las apreciaciones
sobre “el financiamiento” no son
homogéneas y dependen, en algunos
casos, de elementos externos al
financiamiento en sí.
El caso de las herramientas de
financiamiento de PPR y PG tiene una
población concreta y los fines del dinero
también son my claros: productores/as y
fines productivos. Esta característica,
pensando en la posibilidad de acceso a las
mujeres, implicó que podían acceder a ella
aquellas mujeres que figuraban como
productoras en algún rubro o que tenían
un número de DI.CO.SE en el caso del PG.
En este sentido existió una brecha clara
entre varones y mujeres puesto que
quienes figuran generalmente como
titulares de la explotación o empresa son
los varones. Esto puede notarse
claramente en los porcentajes de acceso a
PPR y PG por parte de mujeres, apenas un
21%.
No obstante esto y si se atiende a
quienes sí pudieron acceder, las
entrevistadas consideran que la
herramienta es útil y que les sirvió, y a su
vez que no encuentran diferencias entre
varones y mujeres. El éxito o fracaso de la
herramienta no lo ven por el lado del sexo
86
“Viste eso es lo que yo te
decía, muchas de acá mujeres,
a veces los maridos trabajan.
Las mujeres a veces trabajan
pero no ganan sueldo.
Entonces eso dificulta, si no
tenés un sueldo fijo y no tenés
cómo pagar. Podrás querer
sacar pero si tienen miedo de
que no puedan pagar o algo,
no sacan.” (Taller mujeres
rurales)
ni por una brecha de género sino que lo
relacionan con cuestiones que refieren a
los requisitos de los llamados y al tipo de
Asistencia Técnica.
Por otro lado aquellas mujeres que
no accedieron a este tipo de
financiamiento, siendo productoras,
encuentran explicaciones que refieren a la
división sexual del trabajo, a la escasez de
recursos -puesto que los proyectos
implican una contraparte-, y a la escasa
información.
Una experiencia distinta
encontramos con los Microcréditos rurales;
con esta herramienta las mujeres
accedieron en un porcentaje mucho más
alto: un 47%. Las razones no pueden
citarse con certeza pero algunas de ellas
refieren a los requisitos, al monto y a los
fines. Las mujeres que generalmente no
figuran como productoras, que no tienen
un ingreso fijo y por lo tanto no cuentan
con una “banca” para el pago de créditos
se sintieron más cómodas en retirar un
microcrédito de $12.000 que presentar un
proyecto de US$ 4.000. A su vez muchas de
ellas utilizaron esta herramienta con fines
domésticos, incluso cuando el varón y la
mujer accedían a un microcrédito el
primero lo destinaba a la producción y la
segunda al hogar.
Otra de las limitantes claras en el
acceso a estas herramientas, sino la
principal, refiere a otra desigualdad
existente en el medio rural: la titularidad
de la explotación y de la tierra. Uno de los
principales problemas que observan las
mujeres es que al no tener tierra, no tener
animales, al figurar como colaboradoras en
la empresa familiar, no cuentan con un
respaldo que les permita “meterse” en un
crédito. Junto con eso el no tener acceso a
crédito no les permite aventurarse como
productoras. Esta problemática cuenta con
una impronta cultural muy arraigada y muy
fuerte en la cual varones y mujeres
entiende que el que sabe es el hombre, el
que trabaja la tierra es el hombre, y de ahí
sus consecuencias.
En este sentido la evaluación de los
programas del MGAP desde la visión de las
mujeres depende, en última instancia, de la
característica de la mujer. Esto porque en
un primer lugar la mujer productora que
figura como tal y que es titular de la
explotación tuvo chances ciertas de
87
“El que no tiene nada y a veces
ese ta, tendrá las mejores
intenciones, pero no puede. No
tiene respaldo de nada.”
(Entrevista productora)
acceder a este tipo de herramientas. El
problema es que en realidad el número de
mujeres que figuran como titulares de las
explotaciones es menor, incluso en
aquellas que son titulares de la tierra.
Con esto se quiere señalar que, si
bien no es la única solución al problema del
acceso a financiamiento, es prioritario
atender al rol de la mujer dentro de la
empresa familiar. Las mujeres dueñas de la
tierra y las mujeres titulares de las
explotaciones son menos vulnerables a
sufrir desigualdades en el acceso a
financiamiento. Sin embargo aquellas
mujeres que sufren de una división sexual
del trabajo de corte machista, ya sea a la
interna del hogar o desde las políticas
públicas, poco opinan sobre este tipo de
herramienta “productivas” pues
consideran que no son para ellas.
e.b La visión sobre el financiamiento.
Indagar sobre la utilidad de una
herramienta de financiamiento rural, sea
esta con fines productivos o domésticos,
implica romper un poco con las repuestas
inmediatas del “sí, claro.” Sobre todo en
una población postergada como lo es la
mujer rural. No obstante esta premisa y
presupuesto la indagación mostró que las
mujeres rurales ven al financiamiento
como algo necesario pero de una manera
muy cauta. Esto es que ellas consideran
que el acceso a créditos y subsidios es
necesario para crecer, para independizarse,
para acceder a bienes y servicios que en
condiciones normales no acceden; pero
también consideran que la oferta de dinero
no es elemento suficiente.
Esto por razones que tiene que ver
principalmente con la brecha existente en
la distribución de los recursos productivos
y por el rol y la inserción de la mujer como
productora dejando de lado su tradicional
rol de reproductora.
Acceder a un crédito implica la
proyección de poder devolverlo, cuestión
que depende de las condiciones y el
contexto en el que se mueve la mujer rural.
Si se retoman las afirmaciones anteriores
debe pensarse que las posibilidades de
devolver un crédito de una persona que no
tiene un ingreso fijo y que no tiene
recursos productivos son bajas. En este
esquema las ventajas de acceder a
financiamiento son bajas tanto para
varones como para mujeres. Nuevamente
se desprende que el principal problema es
en tener un acceso equitativo a los
recursos productivos; una mujer con tierra
88
“En muchos proyectos tanto
hombres como mujeres les
costaba participar porque no
eran proyectos para pequeños
productores; para las mujeres
que de repente no pueden
tomar las decisiones, menos.
Porque en todos tienen que
poner mucha plata, mucha
plata ¿no?, tenés que poner
una contraparte muy grande.”
(Técnico agrario)
o con animales o que es titular de la
explotación enfrenta otro tipo de
problemas, problemas que una mujer sin
nada no los tiene pues no se los plantea.
Por otra parte las mujeres no
logran romper con la división sexual del
trabajo y aún siendo productoras
mantienen la visión de que es el varón el
“productor”. De este modo no se plantean
acceder a financiamiento para sus animales
(muy pocos generalmente) y cuando
acceden lo hacen pensando en la
explotación familiar. De este modo el varón
invierte en sus animales y la mujer
también.
La indagación realizada con
técnicos y técnicas nutre a este trabajo de
elementos distintos a los obtenidos desde
las mujeres rurales. Uno de los elementos
en los cuales existe coincidencia es en que
la mujer que es titular de la explotación y
que toma las decisiones no queda excluida
por ser mujer; sin embargo son éstas las
menos. El principal problema detectado en
las entrevistas es el rol de la mujer en la
empresa familiar; ésta es generalmente
excluida de la toma de decisiones y por tal
motivo no se siente atraída por presentar
proyectos productivos y por lo tanto no le
interesa acceder a financiamiento. Por otra
parte se entiende que la lógica de
proyectos como vía de financiamiento
juega también un rol importante en la
brecha pues con escaso tiempo para
formular los proyectos los técnicos y
técnicas tienden a invitar a aquellos
productores más cercanos, que tienen todo
en regla, que tienen dinero par la
contraparte. De este modo los más
pequeños quedan por fuera, y por sobre
todo, quedan por fuera las mujeres que
generalmente no presentan y que dadas
las condiciones de requisitos y el tiempo,
los técnicos y técnicas toman las decisiones
sin consulta o, por otra parte, asumen que
no pueden dedicarles el tiempo necesario
para integrarlas en este tipo de
herramientas. Quizás por este motivo
pueda entenderse los porcentajes disímiles
entre los planes PPR y PG con los
Microcréditos siendo que en estos últimos
no se necesitaba asistencia técnica para
acceder a ellos.
89
“Servir sirve pero…tiene que
ser algo de plata enseguida
porque si hay que ya pagar… Al
mes o a los seis meses, o todos
los meses. No es muy fácil me
parece a mí para el que no
tiene nada de nada.” (Taller
mujeres rurales)
“Hay necesidades distintas por
cómo se da la organización del
trabajo, que el hombre es
quien comanda la Agricultura
Familiar, que casi siempre es
quien toma las decisiones
respecto al campo, si bien la
mujer ha participado
muchísimo del trabajo en el
campo, no solamente en el
hogar, y pienso que existe esa
desigualad a la interna.”
(Técnica social)
El caso de las mujeres que no son
productoras, por ejemplo son trabajadoras
domésticas y sus parejas peones, o son
mujeres solas jefas de hogar, muestran
dificultades en imaginar un fin productivo
al financiamiento. ¿Qué podría hacerse de
productivo que no implique acceso a
tierra? Según ellas: muy poco.
Si bien existen y ellas conocen
experiencias de trabajos de elaboración de
alimentos, confección de vestimenta, entre
otros, les dificulta pensar en que solicitan
un crédito y lo pueden devolver,
principalmente, por dificultades en la
comercialización.
Este problema de comercialización,
el cual se profundiza en el norte del país
por la baja densidad de población, es una
constante en el emprendedurismo de las
mujeres pues construir una empresa que
elabora productos de difícil colocación en
el mercado puede ser eficiente en el marco
de que las mujeres tengan otro ingreso o
dependan del ingreso de otra persona del
hogar; pero como estrategia de
independencia, de tener sus propios
recursos, de poder tomar decisiones sobre
su vida sin pensar en que si le va mal
depende de la pareja; esta situación no es
eficiente, y no es una estrategia de
emancipación, y sobre todo no reduce las
desigualdades de género. Las
desigualdades se reducen cuando la mujer
puede, al igual que el varón, vivir de una
explotación agropecuaria sea esta
ganadera, hortícola, agrícola u otro rubro,
pues son estos los tipos de
emprendimientos que logran insertarse en
las cadenas de valor.
90
“Yo creo que presentan menos
proyectos las mujeres no
porque no se animen o ese
tipo de cosas sino porque no
son quienes generalmente
tienen la explotación a
nombre de ella o los animales.
En el caso que los tienen las
mujeres participan.” (Técnico
agrario)
e.c La modalidad de proyectos.
Uno de los temas recurrentes en el
trabajo de relevamiento fue la modalidad
en que se otorgan financiamientos,
principalmente los de fines productivos.
Esta modalidad, la cual es un tanto
homogénea, sigue una lógica de proyectos.
Esta lógica implica que se realiza un
llamado por un período determinado, que
se debe presentar un proyecto, que este
debe ser presentado por un técnico o una
técnica, que el financiamiento es parcial,
que debe existir una contraparte, entre
otras características. Esta lógica es
homogénea entre programas y a su vez es
homogénea hacia la población destinataria.
Desde este punto de vistas surgen de las
entrevistas elementos que cuestionan esta
modalidad.
Desde la visión de los técnicos se
entiende que los plazos dados para la
formulación de proyectos no es adecuada y
que muchas veces optan por formularles a
aquellos productores que tienen mayores
facilidades para esta etapa.
Desde las mujeres se rescata que
los requisitos administrativos son muchas
veces complejos y discriminatorios puesto
que el que menos tiene, en este caso las
mujeres, son las que menos pueden
acceder.
Conjuntamente con este detalle de
la lógica de proyectos existe un
componente que acompaña y que puede
resultar inhibidor. Una de las hipótesis que
se manejaron es que cuando se realizan
llamados a proyectos los equipos técnicos,
generalmente, convocan a reuniones para
informarles. En estas reuniones acuden
pocas mujeres quizás porque se inhiben
por pensar que es una cosa de hombres, o
que no va a ir otra mujer, entre otras. Dada
la lógica de los tiempos de los proyectos
sucede que quien no va a las reuniones
generalmente queda por fuera.
En este esquema se consultó a los
técnicos y técnicas sobre la posibilidad de
generar líneas de financiamiento que
tuvieran por objetivo a la población
femenina, las respuestas redundan en los
puntos anteriores. Se entiende que hacer
un llamado sólo para mujeres habilita a
que muchas que no se presentan en
condiciones normales lo hagan pero no
asegura que se reduzca la desigualdad,
esto porque presumen que la mujer
91
La población rural no es
entendida como población de
interés particular. No obstante
se reconoce la dificultad de
llegar a la misma y la necesidad
de coordinar y articular entre
las distintas instituciones.
figuraría como titular pero que el proyecto
lo llevaría adelante el varón. Se daría la
misma situación en que las mujeres son
titulares de la tierra pero las manejan los
varones sean estos pareja, hijos, hermanos,
etc.
En términos generales la visión de
los técnicos y técnicas, sean sociales o del
área agraria, concuerdan en que los
problemas de acceso a financiamiento por
parte de las mujeres son principalmente
dos: en primer lugar la desigualdad en el
acceso a recursos productivos (tierra,
animales), y en segundo lugar la lógica de
proyectos que lleva a que los técnicos y
técnicas busquen a los productores de más
fácil acceso y los que pueden cumplir los
requisitos de manera más fácil y rápida.
Por su parte las mujeres
consultadas plantean que esta modalidad
resulta ser las más de las veces un
inhibidor más que una oferta atractiva.
Muchas mujeres no cuentan, como se dijo,
con bienes que le permitan pensar un
proyecto productivo, muchas no cuentan
con asistencia técnica para que las ayude a
formular los proyectos, muchas no tienen
el “training” y por lo tanto no tienen los
papeles a mano, las declaraciones, etc.
Todo esto lleva a que ellas no vean
atractivos los llamados a proyectos y a su
vez lleva a que los técnicos y las técnicas no
vean a esta población como atractiva para
sus formulaciones.
f. Visión institucional.
Otro de los ejes que se analizó y
relevó consistió en conocer la visión
institucional (de las instituciones y
programas señalados al inicio del presente
capítulo) sobre el acceso a financiamiento
por parte de la mujer rural. Como se anotó
en la descripción inicial la única institución
que contempla directamente a la población
rural es el MGAP no obstante las
herramientas y programas de las otras
instituciones son abiertas y pueden,
mediante una coordinación, llegar a esta
población.
El Ministerio de Desarrollo Social
cuenta con algunas experiencias de trabajo
con mujeres rurales a través del
INMUJERES en convenio con FAO, y
también la coordinación de INMUJERES con
la Dirección Nacional de Economía Social.
Las otras instituciones tienen lineamientos
estratégicos demasiado amplios como para
enfocarse en una población concreta como
lo es la mujer rural, sin embargo pueden
llegar a través de DINAPYME en el caso del
92
En el Microcrédito Rural el
porcentaje de mujeres
asciende a un 47%.
En la herramienta Fondos
Rotatorios llevada adelante
por el PUR el porcentaje de
beneficiarias alcanza a un 19%
MIEM, como también los Fondos de
Inversión Productiva del MTSS. Este último
incluso ha generado recientemente una
Unidad de Género y una Unidad de Empleo
Rural por lo que se apunta a considerar dos
poblaciones específicas que hacen a la
agricultura familiar.
En cualquier caso la oportunidad
de coordinar estrategias de intervención y
políticas públicas hacia la mujer rural está
sobre la mesa y depende de un trabajo
fuerte de articulación entre instituciones.
Quizás el trabajo primero sea difundir y
acercar las herramientas existentes aunque
no sean dirigidas solamente hacia mujeres
rurales.
En lo que refiere a los programas
del MGAP la cuestión es distinta pues esta
institución tiene dentro de su población
objetivo a los habitantes del medio rural.
De igual modo la visión a futuro sobre
políticas de género debe enmarcarse en la
restructuración de los programas y sobre
todo con el nuevo marco de la Dirección
General de Desarrollo Rural (DGDR).
Una de las opciones detectadas en
las entrevistas fue la de incluir una
ponderación favorable a aquellos
proyectos que integren mujeres. La DGDR
cuenta con distintas fondos de
financiamiento los cuales tienen como
destino, entre otros, la financiación de
planes productivos, de negocios, de
gestión, etc. En este marco la DGDR ha
tomado la decisión, al menos en algunos
de los llamados, de favorecer a aquellos
planes que sean colectivos y que integren a
mujeres y jóvenes.
De igual modo, y según las
herramientas analizadas, existe una claro
sesgo en lo que refiere a lo productivo.
Aquellas herramientas que apuntaron a la
producción agropecuaria, agrícola, etc.,
tuvieron una llegada muy clara en los
varones alcanzado porcentajes que rondan
el 80%, mientras que las mujeres, por
tanto, se vieron rezagadas. El único
programa que logró un nivel parejo de
acceso fue Microcrédito en el cual las
mujeres accedieron prácticamente a la
mitad de los microcréditos otorgados.
93
Los programas estrictamente
productivos y que otorgaban el
mayor monto de dinero
llegaron a un porcentaje muy
bajo de mujeres: 21%. Estos son
PPR y PG.
De los 10.661 microcréditos
otorgados un 68% fueron
créditos productivos. De éstos
un 61% fue captado por
varones.
De este modo puede verse que la
distribución de las herramientas de
financiamiento acompaña la distribución
de roles en cuanto a lo doméstico y a lo
productivo puesto que aquellos fondos que
tienen por objetivo lo productivo-
agropecuario son captados por los varones
y que los fondos pequeños y que tienen
fines domésticos son captados por las
mujeres. En este contexto se observa que
los programas y la visión institucional de la
agricultura familiar desconoce las
inequidades de género a la interna de las
familias y asume que pensar en agricultura
familiar es pensar en una unidad
homogénea en la cual todos sus
integrantes tienen las mismas posibilidades
de acceder a programas de financiamiento;
esto es que si un hogar accede a un
programa todos sus miembros son
beneficiarios. No obstante el relevamiento
da cuenta de que las familias cuentan con
una fuerte división sexual del trabajo y que
desconocer tal elemento implica
desconocer y relegar a la mujer rural.
Al analizar en profundidad los
Microcréditos a los que accedieron las
mujeres se observa que un 42% de ellas
accedieron a fondos con fines productivos,
de este modo debería tirarse por bajo
cualquier hipótesis que plantee que las
mujeres sólo se ocupan de lo doméstico y
que no les interesa la producción; incluso
al observar que los varones que destinaron
sus Microcréditos a lo productivo fueron
un 30% del total. No obstante estos
números no rompen con el 21% de los
programa netamente productivos por lo
que puede pensarse que la diferencia
radica en el monto de los fondos, en los
requisitos y en la significatividad de fondo
en la explotación, esto es que las grandes
inversiones en los predios y que por lo
tanto son las que pueden marcar la
diferencia en la producción están en la
órbita de los varones mientras que las
pequeñas inversiones de “escasa”
significatividad (una vaca lechera, dos
borregas, chanchos, gallinas, cercas)
pueden quedar liberadas a las mujeres.
94
Microcréditos
- Créditos otorgados: 10.661
Crédito productivo:
7282
61% varones, 39% mujeres.
Crédito libre disponibilidad:
331
62% mujeres 38% varones
- Créditos captados por mujeres: 4958
57% productivo.
42% libre disponibilidad
Al analizar el tipo de crédito
pedido, un dato distinto al destino que se
la va a dar al crédito, se observa que del
total de créditos solicitados por varones,
un 57% fueron créditos productivos,
mientras que en las mujeres este
porcentaje asciende a un 77%.
En suma, en relación al
financiamiento:
Las instituciones públicas que cuentan con fondos de financiamiento hacia el medio rural son aquellos programas en la órbita del MGAP.
El acceso de las mujeres a las herramientas de financiamiento productivo estuvo sesgada por su relación con la titularidad de la explotación.
La problemática identificada por las mujeres es la inexistencia de un respaldo que les permita endeudarse o invertir.
La lógica de proyectos utilizada como vía para el financiamiento cuenta con características que resultan ser obstáculos hacia la mujer.
95
Capítulo VIII
Estrategias para revisar la llegada al medio rural
de las políticas públicas desde una mirada de
género.
a. Estrategias para revisar la llegada al medio rural de las
políticas públicas desde una mirada de género.
b. Planificación estratégica de género.
c. Planificación estratégica de género.
d. Planificación estratégica de género.
e. Planificación estratégica de género.
f. La lógica de proyectos.
g. La formación.
h. Redistribución y reconocimiento.
96
a. Estrategias para revisar la llegada
al medio rural de las políticas
públicas desde una mirada de
género.
Los capítulos precedentes
ofrecieron dieron cuenta por un lado de un
primer acercamiento teórico a la
desigualdad de género en la agricultura
familiar, y por otro de las manifestaciones
concretas de esta desigualdad en el marco
de la implementación de programas de
asistencia técnica y financiamiento entre
los años 2005 y 2010. El presente capítulo
se orienta a utilizar estas experiencias y el
conocimiento acumulado dentro de las
tradiciones teóricas feministas de la
planificación para hacer sugerencias que
permitan al mismo tiempo cumplir con los
objetivos específicos de cada programa,
asistiendo al mismo tiempo a revertir las
desigualdades de género, empoderando a
las mujeres y construyendo equidad.
b. Planificación estratégica de género.
b.a Definir previamente la política.
El punto de partida de estas
recomendaciones es el supuesto de que se
ha demostrado suficientemente en la
empiria y en la teoría que, cuando los
programas no tienen una mirada de
género, por defecto reproducen las
desigualdades existentes en el medio. En
consecuencia en un medio como el rural,
donde el sistema de género es
fuertemente machista, los programas que
arriban reproducen las pautas de
desigualdad que benefician a los hombres
frente a las mujeres. De esta forma, una
llegada del estado “ciega” al género se
traduce en una captación de recursos
públicos por parte de los hombres que
profundiza la subordinación de la mujer en
el medio rural. Es por ello que el punto de
partida de estas recomendaciones es que
existe voluntad política y técnica de
desarrollar acciones específicas para el
medio rural que sean sensibles al género.
Es necesario definir y
planificar el trabajo sobre la
desigualdad de género. El
enfoque MED aporta políticas
específicas hacia la mujer. El
enfoque GED reivindica el
trabajo transversal de género
en todas las políticas. Se
considera que la radicalidad
del sistema sexo/género en el
medio rural uruguayo
requiere de la combinación de
estrategias, focalizadas y
transversales.
97
En consecuencia, la primera
recomendación es que el estado debe
planificar acciones que apunten a la
igualdad de género en el medio rural.
Como se ha visto ya, no todas las acciones
relacionadas a las mujeres resultan en
beneficios para éstas ni revisan las
relaciones de género. Como ya se ha visto
una titulación sin el debido
acompañamiento puede llevar a que las
mujeres figuren pero los hombres
ejecuten, asimismo, políticas de
financiamiento y proyectos que requieren
respaldos y garantías fuera del alcance
femenino refuerzan las brechas existentes
entres clases sin mejorar las condiciones de
las mujeres en general. Finalmente, las
orientaciones productivas y financieras que
desconocen el papel de productoras de las
mujeres se acercan a éstas reforzando la
división entre lo doméstico y lo público, y
ubica a las mujeres fuera de las cadenas de
valor “reales” de la producción
agropecuaria.
En este sentido, dos elementos
resultan claves. El primero es evitar el
diseño de políticas ad hoc que intenten
compensar con un menor presupuesto un
sistema de género que se ve reforzado por
todo el restante paquete de políticas
públicas. Se considera que en el contexto
del medio rural uruguayo, donde se
encuentra radicalizado el sistema
sexo/género, las políticas con perspectiva
de género deben tomar dos caminos. Por
una parte tomar los aprendizajes de las
estrategias de políticas de Mujeres en
Desarrollo (MED) y desarrollar políticas
específicas para el abordaje de las
condiciones de la mujer. En este sentido se
considera necesaria la existencia de
políticas cuyas destinatarias sean las
mujeres permitiendo tanto a las mujeres
como a los varones y los/as técnicos/as
comprender que son las mujeres el público
priorizado.
Por otra parte se debe
transversalizar el enfoque de género,
tomando las recomendaciones de las
políticas de Género en el Desarrollo (GED).
De esta forma se recomienda que las
políticas públicas para el medio rural
realicen un trabajo al interior para
considerar la llegada a la mujer y la forma
como la política concibe, implementa y
reproduce las relaciones entre varones y
mujeres en relación a ese recurso público
específico.
Asimismo, debe entenderse que
planificar políticas con perspectiva de
género implica prever la mirada de género
en la política, estipular los objetivos, metas
y resultados esperados, y enumerar o
estipular las acciones que acompañan
dichos objetivos. En consecuencia,
planificar estratégicamente políticas
sensibles al género y específicas de género
supone que la política pública tiene entre
98
sus resultados esperados el trabajo en
género y este no queda libre a la
autonomía de los/las técnicos/as ni a la
interpretación personal de los/las
mismos/as sobre las relaciones de género y
las formas que las acciones deben tomar.
c. Planificación estratégica de género.
c.a Construir líneas de base. Conocer para
planificar.
A partir de la asunción de que es
necesario planificar políticas de género, un
primer elemento que debe tenerse
presente es el de buscar estructurar
programas con capacidad de revertir las
desigualdades de género, puntualmente se
recomienda la perspectiva de la
planificación estratégica de género (PEG).
Esta vertiente de la planificación es
reconocida como una escuela propia
dentro de la planificación hacia el
desarrollo y las políticas públicas, y cuenta
con algunos bastiones que resultan
fundamentales para re pensar las acciones
desarrolladas desde el estado uruguayo en
el período 2005 – 2010.
En primer lugar, la PEG adapta el
postulado clásico de la planificación de que
es necesario contar con un punto de
partida para poder dar cuenta de las
diferencias e impactos que tienen las
políticas. De esta manera una propuesta de
política pública con perspectiva de género
debe de partir de un conocimiento y
medición de una línea de base en relación
específica a las condiciones de vida de
mujeres y varones. Esta línea de base debe
cubrir al menos dos aspectos, a saber, las
principales diferencias entre varones y
mujeres, y los aspectos específicos a los
que el programa apunta. En consecuencia
resulta trascendente contar con una
caracterización primaria de los/las
pobladores/as rurales y productores/as e
identificar sus principales diferencias.
Asimismo, en relación a los programas a
implementar es necesario conocer las
diferencias entre varones y mujeres en el
ámbito específico de actuación de los
objetivos del programa. Este primer
diagnóstico permite dar respuestas a
interrogantes que necesariamente deben
ser previas a la implementación de las
políticas, interrogantes del tipo: ¿las
mujeres se enterarán?, ¿tendrán las
condiciones formales para acceder?,
¿contarán con las capacidades para
acceder más allá de las condiciones
formales?, ¿se animarán?, ¿el acceso será
real o formal?
De cara a la planificación de los programas
y en particular a su implementación, contar
con un diagnóstico previo permite poner
estas interrogantes anteriores en términos
de lo que sigue, resultando obvio con ese
99
nivel de conocimiento que la respuesta es
negativa.
*Si las mujeres no asisten a las reuniones
de SFR y vehiculizo por allí las políticas ¿se
enterarán?
*Si los préstamos y proyectos requieren de
garantías y las mujeres no cuentan con
recibos de sueldo ni títulos de la tierra
¿tendrán las condiciones formales para
acceder?
*Si la asistencia técnica, en el apremio de
la postulación de proyectos, se concentra
en los referentes conocidos, y las familias
presentan como sus referentes “naturales”
a los hombres ¿tienen las mujeres
condiciones para acceder a los proyectos
más allá de lo formal?
*Si no existe un acompañamiento
permanente y continuo, donde la mujer
pueda depositar confianza para realizar un
emprendimiento propio pero no
necesariamente en solitario ¿se animarán?
* Si la idea de la producción familiar
implica un modelo patriarcal donde el
hombre es el referente e interlocutor para
los/las técnicos/as. Aún cuando la mujer
figure como titular, ¿el acceso será real o
formal?
A nivel práctico y en relación
específica a los objetivos de cada programa
resulta necesario obtener respuestas
previas a interrogantes del tipo: ¿cuántas
mujeres son titulares de ese tipo de
producciones?, ¿cuántas mujeres asisten y
participan de las SFR?, ¿cuántas mujeres
producen un determinado rubro?
La función del diagnóstico primario
y la construcción de la línea de base tienen
dos utilidades. La primera es conocer la
situación previa y revisar los supuestos de
éxito del programa para re pensar las
acciones relacionadas a su
implementación. La segunda es poder dar
efectivo cumplimiento a la tarea de valorar
los éxitos de los programas en relación a
las condiciones de las mujeres. Se entiende
que este es un paso altamente relevante
Para revertir la desigualdad
de género las políticas
públicas deben contar con
un conocimiento previo de
las desigualdades entre
hombres y mujeres en
relación a los objetivos
específicos de cada
programa y en relación a
otras variables no
directamente involucradas
pero que resultan
determinantes en el acceso
de las mujeres a los mismos.
100
en la planificación de políticas con
perspectiva de género.
No obstante su relevancia, no se
desconoce que múltiples programas no
cuentan con condiciones materiales y
logísticas para llevar adelante este
diagnóstico primario. En esos casos, y
como alternativa al ideal de la línea de
base, se propone un esfuerzo por sintetizar
la información existente ya en las distintas
evaluaciones, diagnósticos y censos a
efectos de construir una imagen general de
la situación y contar con indicadores proxy.
Una vez más la utilidad de este esfuerzo
radica en acercarse al contexto en el que se
inserta el programa y revisar los supuestos
de funcionamiento del mismo desde una
perspectiva de género.
d. Planificación estratégica de género.
d.a Generar información diferenciada.
A la necesidad de un diagnóstico
previo, en ocasiones difícil de llevar a cabo,
se adiciona la necesidad de generar
información sobre la implementación de
forma sistemática, con apertura por sexos
y con posibilidades de estar disponible. La
importancia de la información en torno a
quiénes reciben los planes de asistencia
técnica, inversión y crédito radica en la
posibilidad de identificar sesgos de género
en la implementación de los mismos. La no
disposición de esta información invisibiliza
la desigualdad de acceso formal y debilita
la argumentación al soportarla sobre
apreciaciones y estimaciones.
A nivel de las políticas públicas
analizadas en el período 2005 – 2010 dos
debilidades en este punto se hicieron
evidentes. En primer lugar la falta de
información sistemática, actualizada y
confiable a nivel de varios programas. En
segundo lugar, la ausencia de una
distinción de sexo entre los/las usuarios/as
en algunos casos por falta de información
registrada en otros casos por la
identificación a través de la empresa
familiar en lugar de los sujetos concretos
Es necesario generar
información confiable
mientras se implementan los
programas, esta debe
distinguir el sexo de los/las
usuarios/as y evitar incorporar
supuestos a través de la
unidad de registro, como los
registros a predios o a núcleos
familiares que presuponen la
igualdad entre los/as
miembros/as.
Sin registro de la
implementación no se puede
conocer si el propio programa
está generando desigualdad o
revirtiéndola, ni identificar
regiones donde la misma se
radicaliza.
101
–bajo el supuesto de homogeneidad de la
familia-.
Sin el debido registro no es posible
conocer el acceso desigual, menos aún
identificar zonas donde esta desigualdad se
profundiza y por ende requieren de un
trabajo mayor sobre las familias, las SFR y
los/las técnicos/as para su sensibilización a
la temática de género.
e. Planificación estratégica de género.
e.a Intereses estratégicos de género y
triple rol de las mujeres.
Desde el enfoque GED e
introducido dentro de la planificación
estratégica de género, surge la existencia
de dos categorías relevantes a incorporar
en una proyección de políticas públicas
hacia el medio rural, a saber, el triple rol de
las mujeres y los intereses estratégicos de
género.
La identificación de un triple rol de
las mujeres fue realizada por Moser (1993)
quien puso de manifiesto que a los trabajos
productivos y reproductivos ya descritos se
adicionaba en el caso de las mujeres un rol
comunitario importante. Este rol
comunitario, propio del ámbito público, es
desarrollado por las mujeres en la
búsqueda de conseguir estrategias
colectivas de bienestar para la familia y
frecuentemente como una extensión de su
rol de madres, señala la autora. El rol
comunitario de las mujeres, es
frecuentemente tan invisibilizado como el
productivo y cuenta con la misma ausencia
de poder y reconocimiento público.
La noción de intereses estratégicos
de género fue incorporada por Molyneux
(1985) al advertir sesgos en las políticas
que atendían las “necesidades de las
mujeres”. La autora sostiene que para
realizar políticas orientadas a la
emancipación de las mujeres, estas deben
focalizarse en la identificación de sus
intereses de género, tanto prácticos como
estratégicos. El primer aporte útil de la
autora es distinguir el término de intereses
de género de los de intereses de las
mujeres, al romper con ello con la falsa
homogeneidad de las mujeres como grupo.
Los intereses de género son los que las
mujeres tienen a partir de la posición que
ocupan en las relaciones de género, los
estratégicos buscan remover las
condiciones de desigualdad conquistando
una revisión de las bases que la
reproducen. Los intereses prácticos de
género responden a necesidades
inmediatas sin buscar una estrategia de
reversión del status quo y la búsqueda de
la emancipación. Las propuestas de
políticas públicas de GED deben atender a
ambos niveles de los intereses,
reconociendo que dado el triple rol de la
mujer la misma percibe como intereses
inmediatos problemáticas comunitarias o
102
familiares que no son privativas de la mujer
ni revisan las condiciones en las que se
ubica en relación al hombre. Por lo tanto la
política pública debe tener la capacidad de
ir más allá de los intereses inmediatos pero
sin dejar estos de lado. Resulta
imprescindible comprender que los
intereses estratégicos de género requieren
de una reflexión extra y son
frecuentemente elaborados en compañía
de técnicos/as y planificadores, mientras
los intereses prácticos son inmediatos y no
requieren generalmente mediaciones.
El análisis de los capítulos
precedentes ha mostrado cómo las
mujeres destinan sus tiempos de asistencia
técnica y los créditos a los que acceden a
intereses familiares y comunitarios,
postergando los intereses que revisan las
condiciones de desigualdad de género. La
inmediatez de las condiciones de vida de
las familias y las comunidades, rezagan la
reflexión sobre las causas que provocan
que esas condiciones se agudicen en las
mujeres. En consecuencia, las políticas
públicas deben contar con dos niveles de
trabajo, por una parte contemplar el
aspecto participativo que permite dar voz a
los/las usuarios en la identificación de
necesidades. El espacio específico para la
identificación de necesidades de parte de
las mujeres resulta un paso insalvable.
Por otra parte, y reconociendo las
dos categorías mencionadas, se debe
orientar a técnicos/as y planificar
programas que destinen recursos
específicos –humanos, materiales y
financieros- a los ámbitos familiares y
comunitarios, pero como espacios
diferentes de los ámbitos de trabajo para la
mujer. Resulta por lo tanto imprescindible
romper con el traspaso de recursos hacia la
mujer como estrategia de traspaso de
recursos a la familia y la comunidad. Se
considera en consecuencia recomendable
que la orientación de la política pública
distinga los ámbitos y objetivos de traspaso
de recursos.
Las mujeres ocupan roles en la
producción, la reproducción y
la vida comunitaria. Este triple
rol ha llevado a que en
múltiples ocasiones las
mujeres perciban necesidades
y capten recursos para
problemas familiares y
comunitarios. La política
pública debe reflexionar sobre
el lugar en que ubica a la
mujer, esta no puede ser un
canal para llegar a la
comunidad y la familia, sino
que debe contar con recursos
específicos para sus intereses,
mas allá de los recursos que se
destinen a la familia y
comunidad como
preocupación de todos/as sus
miembros/as.
103
Asimismo se entiende que el
enfoque interdisciplinario de los programas
puede y debería asistir a la identificación
de intereses estratégicos de género
provocando desde la mediación técnica un
proceso de reflexión no sólo en el ámbito
de la vida doméstica y comunitaria, sino y
principalmente en el ámbito productivo.
En la práctica la experiencia de los
créditos utilizados por las mujeres para la
atención de los niños o las reuniones y
acciones colectivas para la consecución de
una policlínica utiliza los recursos
destinados a la mujer como un bien
colectivo. Se entiende que resulta
necesario construir ámbitos distintivos y
apelar a la generación de créditos y
asistencias técnicas focalizadas en la
revisión de las pautas de género que
gestan la desigualdad. Ejemplos de ello son
préstamos productivo – agropecuarios sólo
para mujeres, proyectos productivos con
cuota de género y asistencias técnicas que
trabajen con las familias y las sociedades
de fomento el reconocimiento del rol
productivo de las mujeres.
f. La lógica de proyectos.
La distribución de fondos públicos
hacia la sociedad requiere de
determinados procedimientos y estatutos
que permitan la mayor claridad y
conformidad con tal acción. Es de este
modo que los Estados modernos han
integrado a sus lógicas de funcionamiento
la cultura meritocrática, la cual se ha
transformado de manera operativa en
llamados a concursos. Esta lógica aplica
para distintas áreas, entre ellas la
adjudicación de cargos públicos, la
adjudicación de subsidios, la adjudicación
de fondos, etc.
En lo que refiere a este trabajo de
consultoría se ha encomendado la
realización de un análisis de algunos
programas de financiamiento del cual se
podrían obtener algunas sugerencias hacia
su implementación. De este modo es que,
atendiendo a la lógica de llamados a
concursos por proyectos, se realizan las
siguientes anotaciones.
Sobremanera se entiende que el
mecanismo de llamado a proyectos para el
otorgamiento de fondos, principalmente
cuando éstos provienen de endeudamiento
externo y que cuentan hacia los/as
beneficiarios/as con un monto de subsidio,
es acertado. Empero tal afirmación debe
tomarse nota de algunas características de
esta modalidad que pueden, y de hecho
104
resultan ser, restrictivas hacia determinado
contingente poblacional.
Los llamados a proyectos
productivos son la principal herramienta
de financiamiento con que cuenta el
Estado de llegada a la población rural. Para
acceder al financiamiento la persona debe
presentarse a un concurso a través de la
formulación de un proyecto. Este proyecto,
dependiendo de los objetivos, será
analizado por distintos criterios de
elegibilidad: presentación en tiempo y
forma, estar registrado como productor
familiar, formar parte de un grupo, ser
eficiente, realizable, no exceder los montos
previstos, cumplir con el mínimo de
contraparte, entre otros. Estos criterios son
aplicables a todas las personas que estén
interesadas en acceder al financiamiento.
De los criterios señalados se
nombrarán tres que se presentan como
obstáculos más que como promotores: la
necesidad de asistencia técnica en la
formulación, el plazo, y los requisitos de
contraparte.
f.a Asistencia Técnica y los proyectos.
Se presentó en el análisis que el
requisito de la Asistencia Técnica para la
formulación de proyectos, y dadas las
condiciones en que funciona este servicio
en el medio rural, resulta ser una
constricción para las mujeres más que un
facilitador. Esto porque las mujeres que
sufren la división sexual del trabajo a la
interna de sus hogares no cuentan con
técnicos/as de referencia a los cuales
acudir cuando se presenta la ocasión. En
un segundo lugar porque las pautas
culturales sexistas dan cuenta de que los
llamados “productivos” no son de interés
para las mujeres y por tanto los/as
técnicos/as no ven en la población
femenina personas de interés a estos
llamados. Esto se traduce en que las más
de las veces las mujeres no acceden a la
información.
f.b El plazo.
De la mano de lo anterior debe
anotarse que estos llamados se realizan
con un plazo determinado en el cual los/as
técnicos/as deben difundir la información
del llamado, “convencer” a los/as
interesados/as, visitar el predio, armar el
proyecto, etc. Este plazo es relativamente
escaso si se pretende que se llegue a
aquella población históricamente
vulnerada, y por ella debe entenderse a la
pequeña producción (la más pequeña) y a
las mujeres.
f.c La contraparte.
En último lugar, y suponiendo que
se han salvado los dos problemas
anteriores, surge el inconveniente de la
contrapartida que deben aportar los/as
beneficiarios/as de los proyectos. La
dificultad vista en el acceso a créditos aquí
105
se intensifica. Si las mujeres, al no tener
bienes propios, ven con malos ojos
endeudarse ya que no saben si podrán
devolverlo; peor ven la posibilidad de
invertir –por ejemplo en una pastura o
invernáculo- si ellas deben aportar una
parte del dinero.
No conforme con esto la lógica de
los proyectos les propone que el dinero se
lo ofrecerá en distintas partidas por lo que
una parte del proyecto –en términos de
temporalidad- debe funcionar en base a los
aportes del/la beneficiario/a.
f.d Dimensiones de trabajo.
Estos problemas deben ser
atendidos si se piensa en que las mujeres
de la agricultura familiar accedan a las
herramientas de financiamiento. En un
primer lugar debe pensarse que los
problemas citados son fragmentos de un
único problema, por tanto la solución es
integral y no segmentada. Esto es que debe
reformularse el modelo de los llamados
atendiendo a las particularidades de las
mujeres rurales, particularidades que
surgen de un diagnóstico sensible al
género. Conociendo la población a la que
se quiere llegar se observará que también
debe reformularse el modelo de Asistencia
Técnica que se exige en estos llamados.
En un primer lugar se entiende
necesario la generación de cuerpos
técnicos sensibles al género, que tengan
información sobre la realidad de las
mujeres, que sepan qué hacen, dónde
están, qué necesitan, etc. Estos cuadros
técnicos serán quienes irán en busca de
beneficiarias hacia los proyectos. De este
modo la política pública puede asegurarse
una mayor llegada de sus programas a las
mujeres rurales: se asegura que les llega la
información, se asegura que cuenta con
técnicos/as que pueden explicarle la
información, que las ayudarán a identificar
necesidades y formular un proyecto.
En un segundo lugar debe
repensarse el plazo. La noción de integrar a
la población en la gestión de las políticas –
política que ha tomado la institucionalidad
agropecuaria en el país- debe asumir que
los tiempos de las personas son distintos a
los tiempos de las instituciones. Es
necesario que los llamados cuenten con un
plazo mayor de modo que los/as
técnicos/as privados –quienes terminan
siendo un pilar esencial en las políticas-
cuenten con las condiciones suficientes
para llegar a esta población.
En un tercer lugar se vuelve
necesario repensar el tipo de Asistencia
Técnica en el acompañamiento del
proyecto. Luego de presentado el
proyecto, y como se ha anotado en
aparatados anteriores, muchas personas –
varones y mujeres- saben que ejecutan un
proyecto pero no saben en qué consiste
este. Si se piensa estrictamente en las
106
mujeres esta situación es agravante.
Brindar apoyo financiero acompañado de
asistencia técnica implica que se pretende
formar a aquella persona que es
beneficiaria del proyecto. Si se parte de la
idea de que las mujeres son relegadas de
las actividades “importantes” del campo a
la interna de sus hogares, y se le agrega
que no tienen un verdadero proceso de
formación a través de la Asistencia Técnica,
puede esperarse que uno de los objetivos
de estas herramientas –dejar capacidades
instaladas- puede fracasar. Por esto es
necesario que el apoyo técnico a las
mujeres sea constante, que cuando el
beneficiario es “la explotación familiar” se
exija que participen mujeres y varones de
la familia, que los /as técnicos/as sean
sensibles a las situaciones en que las
mujeres no se integran, que se realicen
instancias de capacitación sólo para
mujeres (por ejemplo en ocasiones en que
deben permanecer varios días en un
predio, como el caso de un curso de
inseminación)
En síntesis se intentó plasmar que
el vínculo entre financiamiento, llamados,
proyectos y Asistencia Técnica es un
vínculo no neutro hacia las desigualdades
entre hombres y mujeres, y por tanto,
deben repensarse y reformularse
atendiendo a las especificidades de las
mujeres. Por último desea anotarse que la
lógica de proyectos funciona muchas veces
como lo que se ha llamado lógica de
carpetas. Con esto se quiere decir que
aquella persona que presenta un proyecto
cuenta con mayores posibilidades de
presentar y acceder a un nuevo proyecto:
conoce los requisitos, conoce a un/a
técnico/a, cuenta con fondos para la
contraparte, no cuenta con aversión al
riesgo, etc. Por el contrario aquella persona
que no se presentó en el primer llamado
lentamente va quedando relegada en los
posteriores. Es por esto que el rol de la
asistencia Técnica es central y por tanto
debe ser reformulado.
La modalidad principal de
otorgar fondos públicos
es a través de llamados a
proyectos. Esta
modalidad cuenta con
características que
resultan ser frenos y
obstáculos más que
facilitadores:
- Requisito de
ATER.
- Plazos.
- Contraparte.
107
g. La formación.
Se ha nombrado a lo largo de este
trabajo la necesaria formación,
capacitación y sensibilización respecto a las
desigualdades de género existentes en el
medio rural. Esta cuestión debe
entenderse desde una visión transversal y
desde una visión sectorial y concreta, esto
es: incluir en el diseño de políticas públicas
instancias de capacitación y sensibilización
al tiempo que generar un programa de
formación que permita contar con cuadros
técnicos formados.
Estas dos herramientas propuestas
son similares, apuntan al mismo objetivo
pero requieren de diseños diferentes. Por
una parte se entiende pertinente que cada
programa cuente con un componente de
formación hacia técnicos (sean estos
institucionales y privados) y a su vez con un
requisito de esta formación. Piénsese por
ejemplo en la acreditación de técnicos
privados de la DGDR. Esta acreditación y su
posterior habilitación podrían incluir el
requisito de haber participado en tal o
cuales instancias de capacitación y
sensibilización sobre la temática de género.
Realizar este tipo de instancias va de la
mano con la pretensión de que los/as
técnicos/as privados/as reduzcan su sesgo
hacia los varones y que integren más a las
mujeres.
En un segundo lugar debe pensarse
en instancias similares hacia los técnicos
institucionales. El Uruguay cuenta con
políticas que trabajan las desigualdades de
género a la interna de las instituciones, lo
que se propone aquí es que en instancias
similares se incluya en los planes
operativos algunas instancias de
capacitación sensibilización para que al
momento de pensar, diseñar, ejecutar y
monitorear los distintos programas se
tenga presente que aquellas herramientas
que se presentan neutras no lo son, y que
por tanto requieren de una sensibilidad y
un trabajo permanente de apoyo, reflexión
y reformulación.
Por último se entiende pertinente
que exista un programa de formación
sobre género que resulte accesible tanto a
técnicos/as privados/as como a la
población rural que es objetivo de los
programas. El Uruguay cuenta con talleres
esporádicos que surgen a partir de
demandas concretas y cuenta con espacios
de formación académica. No obstante no
existen instancias y espacios de formación
permanentes que sean de fácil acceso a
aquellas personas que viven o que trabajan
en el campo. Esta estrategia es similar a la
planteada en la acreditación de
técnicos/as, pero es sustancialmente
distinta. En primer lugar pues es abierta a
la población rural, y en segundo lugar
porque es permanente.
108
h. Redistribución y reconocimiento.
Finalmente ha de reconocerse que
existen dos niveles importantes donde se
está expresando la desigualdad hacia las
mujeres rurales, a saber: (i) la valorización
y visibilización de sus identidades y
acciones en el campo de lo productivo,
reproductivo y comunitario; y (ii) el acceso
a recursos económico productivos. A estos
dos niveles de la desigualdad de género
Nancy Fraser (1997) los denominó
injusticias simbólicas o problemas de
reconocimiento e injusticias materiales o
problemas de redistribución. Ambos son
niveles a los que debe atender la política
pública hacia el medio rural.
Reconociendo que el sistema
sexo/género estructura relaciones en las
cuales las mujeres son sistemáticamente
subyugadas y que por ende resulta
necesario revisar el aparato simbólico que
ubica a la mujer en condiciones de
inferioridad, la autora entiende que una
política de género debe comprender
acciones orientadas a la revisión del
contrato cultural en el que los sujetos se
insertan. Asimismo, y reconociendo los
múltiples diagnósticos que han mostrado
las condiciones de acceso limitado o nulo
de las mujeres a bienes y recursos, Fraser
(1997) reconoce que una política efectiva
de género no puede limitarse a poner en
valor algunas características de las acciones
de las mujeres. Lejos de ello una política de
género debe atender a las condiciones
materiales y políticas que generan esa
desigualdad brindando la oportunidad de
revisar las estructuras político –
económicas y en especial las condiciones
de falsa homogeneidad de la familia y la
división sexual del trabajo. En consecuencia
la autora identifica que para el abordaje de
la cuestión de género y la construcción de
políticas públicas en ese enclave resulta
necesario afrontar los dos ámbitos de la
desigualdad, el reconocimiento y la
redistribución.
109
A efectos del trabajo de las
políticas públicas en el medio rural se
entiende recomendable trabajar ambos
niveles de la injusticia. En relación al
reconocimiento como se ha visto en el
análisis existe una fuerte invisibilización de
la mujer como productora y como agente
comunitario. Esa invisibilización las coloca
como sujetos pasivos y reproduce la
naturalización del hombre como referente
predial, el contacto limitado con los/las
técnicos y las capacitaciones, el rezago en
los ámbitos de participación de las SFR. En
consecuencia, a través de los trabajos de
formación hacia directivos/as, técnicos/as,
mujeres y varones del medio rural se ha de
profundizar un trabajo de reconocimiento
del trabajo femenino. Estrategias prácticas
para profundizar este reconocimiento son
la exigencia de registro de tareas y horas
por miembro del hogar en los proyectos
productivos, el costeo de las horas de
“trabajadores no remunerados” en la
estimación de contrapartes, la exigencia de
la doble titulación de proyectos y la
asistencia doble a las capacitaciones y
reuniones con los/las técnicos/as.
En relación a la redistribución se ha
evidenciado ya en el análisis que existe un
patrón cultural que permite y habilita la
apropiación de activos de las mujeres por
parte de los varones. En consecuencia, y
acompañando estos procesos por las
acciones de formación antedichas se
entiende que se ha de trabajar
específicamente con la titulación y
apropiación de activos. Reconociendo que
la titulación formal no implica la posesión
real, pero entendiendo que este es un
primer paso relevante, se considera
imprescindible la existencia de proyectos y
programas orientados a la adquisición de
activos por parte de las mujeres con
titulación femenina, aún estimulando la
titulación por parte de varias mujeres de la
Hay dos niveles claves en los
que se expresan las
injusticias que sufren las
mujeres en el medio rural.
Por una parte no se
reconocen sus
particularidades y se
invisibiliza su trabajo. Por
otra parte su acceso a
recursos es
sistemáticamente menguado
y existen procesos de
apropiación de activos de las
mujeres por parte de los
varones.
Se entiende que es necesario
trabajar ambos niveles,
desde la formación, la
sensibilización y las políticas
focalizadas y condicionadas
de titulación femenina y
doble de activos, y
valoración (cuantificación,
registro) del trabajo
femenino productivo y
reproductivo.
110
familia. Asimismo, y como recomiendan
múltiples organismos internacionales se
orienta a la generación de una campaña de
promoción de la doble titulación dentro de
los matrimonios de tierra y DICOSE,
ofreciendo el herramental teórico que
permita la construcción paulatina de una
nueva subjetividad que de oportunidades
de tornar reales las medidas formales que
se sugirieron anteriormente.
111
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115
X. Anexo
i. Propuesta metodológica y desarrollo
del estudio.
Respecto al estudio de asistencia
técnica este buscaba:
(a) Analizar las prácticas y proyectos de
ATER desarrollados entre 2005 – 2010 por
el MGAP desde una perspectiva de género.
(b) Analizar la viabilidad de incorporar la
perspectiva de género en las acciones
desarrolladas en las ATER del MGAP.
(c) Identificar la participación de las
mujeres como beneficiarias de los servicios
de ATER.
(d) Sugerir posibles herramientas para el
desarrollo de ATER con perspectiva de
género.
Por su parte, el estudio de
financiamiento rural se orientaba a:
(a) Identificar y analizar las prácticas y
proyectos de financiamiento rural y
agropecuario desarrollados por entidades
públicas entre 2005 – 2010 desde una
perspectiva de género.
(b) Analizar la viabilidad de incorporar la
perspectiva de género en las acciones de
financiamiento rural y agropecuario de las
entidades públicas.
(c) Identificar la participación de las
mujeres como beneficiarias de los servicios
de financiamiento rural y agropecuario.
(d) Sugerir posibles herramientas para el
desarrollo de estrategias de desarrollo
rural y agropecuario con perspectiva de
género.
A efectos de dar cuenta de los
objetivos de ambos estudios se realizaron
estrategias de campo con elementos
comunes, a las que se añadieron
estrategias de relevamiento específicas
para cada uno de los estudios. En ambos
casos se entendió conveniente un proceso
de relevamiento en múltiples fases,
utilizando variadas técnicas de
relevamiento orientadas a relevar las
distintas miradas al fenómeno, así como la
diversidad de dimensiones que configuran
el mismo.
ii. Estudio de Asistencia Técnica.
A efectos del estudio de asistencia
técnica se identificaron como relevantes
las dimensiones vinculadas a la
caracterización productiva y toma de
decisiones, de distribución del trabajo, de
disposición y acceso a ingresos, de vías y
formas de participación femenina.
En consecuencia se definió llevar
adelante un trabajo asentado sobre tres
componentes (i) trabajo cualitativo con
116
mujeres integrantes de producciones
agropecuarias y de comunidades rurales,
(ii) trabajo cualitativo con técnicos/as
vinculados/as a ATER, y (iii) trabajo
cuantitativo de relevamiento telefónico a
una muestra representativa de
beneficiarios/as de los programas y
proyectos de MGAP en el período 2005 –
2010.
ii.a. Fase de trabajo cualitativo con
mujeres integrantes de producción
agropecuaria y de comunidades rurales.
La fase de trabajo cualitativo con
mujeres se propuso a efectos de relevar el
modo como las mujeres participaron de
espacios de organización colectivo,
accedieron o no a los programas y
proyectos del MGAP, y fueron beneficiarias
reales de los mismos18. Asimismo se buscó
visibilizar las valoraciones sobre los
proyectos implementados y las
posibilidades y obstáculos de las mujeres
de acceder a los mismos. Supuso una fase
donde se combinó una evaluación de las
mujeres de los programas así como una
descripción de expectativas en torno a los
mismos y de cara a futuros programas.
18 Esto remite a lo señalado en la introducción, a saber, el
organigrama de la producción frecuente invisibiliza el trabajo femenino. De tal forma que aún cuando existe una propiedad o acceso de derecho, el mismo no se da de hecho. De modo que las mujeres atraviesan situaciones en que aún contando con la titularidad del beneficio no cuentan con las posibilidades prácticas de tomar decisiones en torno al mismo y/o al espacio productivo en general.
Esta fase se llevó adelante en base
a dos técnicas, por una parte la ejecución
de 13 entrevistas en profundidad con
mujeres beneficiarias de los proyectos del
MGAP, logrando inteligir de manera
personalizada los hechos concretos en
referencia al acceso a los proyectos pero
asimismo la percepción en torno a los
mismos y el contexto de acceso y uso de
los proyectos y programas. De esa forma,
se buscó echar luz sobre cómo se inserta la
mujer beneficiaria en el marco de la
historia de una producción de tipo familiar,
así como las limitantes o posibilidades que
su rol al interior del núcleo suponen para el
acceso a estos programas. A efectos de
llevar adelante esta fase se realizaron
visitas a los predios, posibilitando con ello
un diálogo donde la mujer se sintiera
cómoda para la ejecución de la entrevista
así como constara con elementos
empíricos a los cuales remitirse y señalar
para ilustrar las posibilidades y limitantes
de su proceso como beneficiaria19. Como
se señalará en referencia a los grupos, las
19 Este elemento no resulta menor ya que se entiende que
existe una costumbre habitual entre técnicos e investigadores de asumir que los interlocutores tiene el uso y la costumbre de explicitar sus vivencias y sus concepciones sobre las vivencias. Sin embargo, el trabajo en el medio rural le ha mostrado a este equipo investigador que si bien existe una enorme disposición a la recepción no necesariamente la misma viene acompañada de altos niveles de empatía y comprensión entre técnicas y productores/as, por lo tanto es necesario tener una alta disposición a acercarse al territorio y los predios dándole a las mujeres la posibilidad de tener referencias prácticas, eminentemente productivas, que permitan establecer una situación de visita y un diálogo más profundo y detallado, donde las propias mujeres puedan ir evidenciando mediante sus relatos cuáles son las categorías de entendimiento con las que comprenden estos programas.
117
localidades donde se realizaron las
entrevistas atendieron a las diversidades
regionales y territoriales. El número de
entrevistas estuvo definido por el alcance
de la saturación teórica en el mayor
número de dimensiones seleccionadas.
La segunda técnica amplía la
población objetivo, buscando incorporar a
la misma a las mujeres no beneficiarias y a
mujeres que se vinculen al mundo
agropecuario de otra forma, a saber,
mediante el empleo rural. Estos grupos de
intercambio estuvieron integrados por
mujeres exclusivamente ya que se
entiende que en las cuestiones de género,
cargadas por estructuras de dominación, es
necesario generar algunas instancias donde
se facilite y privilegie el discurso de las
mujeres. En este marco los grupos tuvieron
como integrantes a mujeres de las
comunidades rurales circundantes
concretamente productoras y trabajadoras
agropecuarias, tanto beneficiarias como no
beneficiarias de los programas del MGAP
en el período 2005 - 2010.
Para ello se ejecutaron grupos de
intercambio20 nucleados a partir de SFR de
20 Denominaremos “grupo de intercambio” a una lógica de
grupo de discusión donde se colocan áreas temáticas para la discusión de un grupo entre 7 y 15 participantes y existe un moderador que da cuenta del desarrollo de las mismas así como de la participación de todos/as los/las presentes en el grupo. Sin embargo, a diferencia de los grupos de discusión los grupos de intercambio se desarrollan en grupos naturales –pre existentes- o entre personas con conocimiento previo. Esta técnica es una adaptación de los grupos de discusión que se ha venido desarrollando metodológicamente por una fracción del equipo de
10 localidades del país donde los
programas fueron desarrollados. Se apeló a
las SFR a efectos de generar una red
mediante la técnica de “bola de nieve”.
Los grupos y localidades buscaron
responder a la pretensión de encontrar
variedad en torno a las siguientes
variables:
Variedad de rubros productivos.
Características regionales y
territoriales, zonas prioritarias por
las condiciones de pobreza y
discriminaciones agravadas como
la condición fronteriza.
Variedad en la distancia de las
localidades con los centros
poblados de mayor envergadura.
Fortaleza y trayectoria de la SFR y
nivel de éxito de las acciones
desarrolladas por el MGAP.
Trayectoria de la cuestión de
género en la SFR.
Variedad en la implementación de
los proyectos de MGAP.
investigadores –Florit, 2007; Piedracueva y Florit, 2011- vinculada a la inadecuación de la lógica del grupo de discusión en las pequeñas sociedades rurales. Asimismo, esta técnica a diferencia del grupo de discusión no se desarrolla mediante un análisis circular sino que da cuenta de los consensos y disensos sin hacer el análisis de individualización. Finalmente se entiende que es adecuada porque a la virtud obvia del abaratamiento adiciona la posibilidad de ampliar el espectro de posibles interlocutores, reduciendo la presión sobre una mujer en particular.
118
Fueron por ende seleccionados
mediante muestreo intencional los
siguientes grupos:
1. Moirones (Rivera)
2. Rincón de los Rodríguez (Rivera)
3. Cooperativa apícola de Villa del
Rosario (Lavalleja)
4. Granjeros de Bella Unión (Artigas)
5. Tala (Canelones)
6. Migues (Canelones)
7. Pepe Núñez – SFR Basalto Ruta 31
(Salto)
8. Cerro Chato – SFR Basalto Ruta 31
(Salto)
9. Guaviyú de Arapey (Salto)
10. Grupo de Mujeres de Baltazar
Brum (Artigas)
ii.b. Fase de trabajo cualitativo técnicos/as
de los diversos programas.
En la forma como las políticas
públicas se asientan en los territorios
tienen una alta incidencia las instituciones
y grupos pre existentes en los mismos, a
ello se añade la impronta particular de
los/las técnicos/as ejecutores/as. De esta
forma los equipos de técnicos/as pueden
instaurar los programas, difundir e
implementar los mismos, con una enorme
diversidad configurando una gran
heterogeneidad en la forma como las
políticas públicas se implementan. En
consecuencia, esta fase se orienta a buscar
la mirada de los/las ejecutores de los
programas en referencia al alcance y
limitantes de los mismos, es especial en
relación al acceso por parte de las mujeres
potenciales beneficiarias.
Esta fase complejiza la lectura de
las interlocutoras de la fase anterior al
incorporar la mirada de los/las técnicos/as
que pudieran señalar otro tipo de
limitantes en la implementación de los
programas y en particular en el alcance de
los mismos por parte de las mujeres. Si
bien ante una contraposición de discursos
se entendió adecuado privilegiar la lectura
de las mujeres, aún en el desencuentro
esta doble lectura al fenómeno permitió
ser una estrategia de comprensión del
mismo y ante todo una pauta de mejora
para una incorporación futura con
perspectiva de género.
A efectos de implementar esta fase
se realizaron entrevistas semi
estructuradas a técnicos sociales y agrarios
de los diversos programas del MGAP en el
período 2005 – 2010, apelando a buscar
diversidad tanto en los elementos
señalados para los grupos como a lograr
heterogeneidad en los procesos específicos
119
de implantación de los programas21. Estas
entrevistas se realizaron hasta obtener
saturación teórica, realizándose un total de
13 entrevistas.
ii.c. Fase de trabajo cuantitativo con
beneficiarios/as22.
Si bien para los estudios de género
y en particular para el trabajo en el medio
rural se entiende que es relevante una
mirada cualitativa que privilegie la
percepción de los/las involucrados/as y en
especial de las mujeres, es pertinente
recordad que la cuestión de género es
relacional y se construye no sólo en
relación a una lectura y percepción del
mundo sino sobre diferencias efectivas,
empíricamente identificables, en términos
de acceso.
En consecuencia se entendió que
una comprensión cabal requería un estudio
que permitiera describir las prácticas
diferenciales entre los beneficiarios/as de
los mismos. Es por ello que se realizo una
encuesta telefónica a una muestra
miembros de la agricultura familiar
uruguaya, haciendo uso del registro de
productor familiar como marco muestral y
estratificando la misma mediante el sexo
21 Es posible mediante un trabajo de indagación previo
identificar trabajos considerados exitosos o no, así como paradigmáticos. 22
Se estima a priori 360 encuestas.
de él/la titular y el acceso o no a los
programas del MGAP. Este diseño supuso
la ejecución de 400 encuestas telefónicas a
efectos de poder realizar diferencias de
muestras entre grupos de titularidad
masculina y femenina. Esto permitió por
una parte conocer las vías de acceso o no a
los programas, así como las diferentes
decisiones intra predio de los usuarios/as
de los mismos. Asimismo habilitó a realizar
un estudio comparado de las prácticas de
los/las beneficiarios/as e identificar no sólo
la situación de la mujer (cómo están y
cómo se perciben) sino la situación de
inequidad de género en términos de
acceso y uso de los programas. Esta
encuesta permitió a su vez identificar
características en términos de uso,
satisfacción, co financiamiento dentro del
núcleo, derecho y hecho en el uso de los
financiamientos, niveles de participación y
representación de la familia beneficiaria.
Esta propuesta resultó de
considerar que se tornaba necesario poder
señalar la significación y peso de los
discursos relevados en las fases anteriores.
La implementación de la técnica sin
embargo tuvo algunos sesgos que merecen
ser señalados, pero que se entiende que no
restan valor a la posibilidad de tener un
mayor alcance al llegar a productores/as
más distantes de los centros de las SFR o
con grandes dificultades logísticas. En
especial se ha de señalar que en la
120
implementación de la misma aparece como
una limitante el acceso a teléfono o celular
de los/las productores registrados/as.
Asimismo, el hecho de estar en el registro
de productores familiares –marco muestral
de la encuestas- supone algún grado de
contacto con las instituciones circundantes
al MGAP, técnicos del ministerio, técnicos
privados o SFR.
iii. Estudio de Financiamiento Rural.
Como se dijera anteriormente,
para este estudio también se desarrollaron
una variedad de estrategias. En particular
se desarrolló un trabajo asentado sobre
tres componentes (i) trabajo cualitativo
con mujeres integrantes de producciones
agropecuarias y de comunidades rurales,
(ii) trabajo cualitativo con representantes
de entidades financieras, y (iii) trabajo
cuantitativo orientado a reconstruir el
marco de beneficiarios/as de los
programas y proyectos de financiamiento
para el medio rural y agrpecuario del
sector público en el período 2005 – 2010.
iii.a. Fase de trabajo cualitativo con
mujeres integrantes de producción
agropecuaria y de comunidades rurales.
La fase de trabajo cualitativo con
mujeres se propuso a efectos de relevar el
modo como las mujeres accedieron o no a
los financiamientos para el medio rural y
agropecuarios, así como reconocer las
trabas que identifican para el acceso a
dichos financiamientos. Esta fase se
construyó en base a dos técnicas, por una
parte la ejecución de entrevistas en
profundidad con 13 beneficiarias de
financiamientos. Buscando comprender los
hechos concretos en referencia al acceso a
los mismos pero asimismo la percepción en
torno a estos y el contexto de acceso y uso
de los prestamos y financiamientos. Esta
técnica se aplicó con una orientación
metodológica semejante a las señaladas en
el estudio de asistencia técnica.
La segunda técnica fue la ejecución
de grupos de intercambio, realizándose 10
de ellos en las mismas localidades
señaladas para el estudio de ATER.
iii.b. Fase de trabajo cualitativo con
técnicos/as de los diversos programas.
Esta fase se orientó a buscar la
mirada de los ejecutores de los
financiamientos en referencia al alcance y
limitantes de los mismos en relación al
acceso por parte de las mujeres
potenciales beneficiarias. A efectos
de implementar esta fase se realizaron
entrevistas semi estructuradas a
responsables de las entidades centrales de
las diversas entidades financiadoras.
121
Para esta instancia se realizaron entrevistas
a representantes de:
1. PPR
2. PG
3. MICRCRÉDITO
4. MIEM – DINAPYME
5. CEPES
6. MIDES
iii.c. Fase de trabajo cuantitativo.
Al previo estudio cualitativo se
añadió un trabajo cuantitativo que
permitiera analizar la existencia de niveles
desiguales de acceso a financiamiento por
parte de mujeres y varones. Ante ello se
apeló a las entidades financiadores y los
programas a efectos de reconstruir el
acceso de mujeres y varones a los
financiamientos para el medio rural. Esta
instancia contó con múltiples dificultades
ya que el nivel de exhaustividad, período y
sistematicidad de los registros fue muy
desigual. En consecuencia, el nivel de
información que es factible conocer y
analizar resultó heterogénea, permitiendo
interpretaciones de diverso nivel de
profundidad.