Ette, Literatura en Movimiento

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  • OTTMAR ETTE

    LITERATURA EN MOVIMIENTOE,SPACIO Y DINAMICA

    DE UNA E,SCzuTURA TRANSGRESORA DE I]RONTERASE,N EUROPA Y AI,IERICA

    CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTIFICASMADRID, 2OOB

  • UNO .

    Cartografra de un

    RECORRIDO

    mundo en movimiento

    2pti uia n relato de aiEes, en el caal eslzuiera esritoqw rno lermaneceria er algin lrgar, sin baber llegado

    jamis; qae ttto tiEaia, sin rrnca baberpartida -endonde, detpau dr baberse ido,janis se sabria i ano

    bfuiue llegado o no? Tal relalo ria rn escindalo,la exlexuacidr de la legibilidad-.por benonagta.

    Ror-rNqS.Lnrnps, -tl Zr

    Aproximaci6n al movimiento

    'l':rnto la literatura como la ciencia descansan en un numero inmenso de cambios delugar, que en muy contadas ocasiones han sido registrados en Ia literatura y menosItin se han convertido en objeto de reflexi6n en la ciencia. Si en el tren o en elevi

  • segun el pais de origen de algin viajero (como seria por ejemplo la investigaci6n deautores franceses, espaioles, alemanes, chilenos o chinos) o a partir de sus destinosgeogrSficos (viajes a Am6rica, a Europa, a Asia). Precisamente porque e.l espacio yel movimiento son omnipresentes en eI relato de viajes, a menudo no se reflexionasobre ellos. La investigacion de aspectos literarios, hermen6uticos, frlosoficos y es-pecificos de la escritura de los relatos de viajes no s6lo nos puedc facilitar nuevasinformaciones y perspectivas acerca de ellos mismos, sino tambi6n acerca de Ia lite-rutlra y sus formas y, a su \rez, de las escenificaciones del saber en su con,unto.

    La fascinaci6n que despertaban precisamente los relatos de viajes de los si-glos xtau y xtx

    -y con estos textos de la modernidad temprana queremos comen-zar nuestro recorride en los lectores de su epoca es impresionante e incluso se hamantenido constante a lo largo de varias etapas hist5ricas. Tambi6n en el siglo XX elrelaro de viaies

    -tal y como lo demuestran los amplios e intensos estudios dedica-

    dos a este g6nero, en especial durante los ultimos treinta afros- no ha perdido uadade su poder de irradiaci6n, no s61o como objeto de interes historico (literario) o cien-tifico-hist

  • UNO . RECORRIDO

    tal en los moyimientos de entendimiento omripreserites en la litetatura de viajes,concebidos como movimientos del comprender en el espacio, que concretiza espacialmente la d:,nl,mtca entre el saber y el actuar humanos, entre lo no sabido y lopre sabido, efltre los lugares dcl leer, del escribir ), de lo relatado, o, para decirlo dem^ner^ mis plistica: transferida a un modelo espacial dinimico ficilmente comprensible para ellector. El entender se preseflta como ull proceso concluido y a pe-sar de ello abierto para eI lector, como experiencia vivencial (E r-faltrang) que se pue-de entender en su especifica condici6n procesual Cada relato de viajes les ptesentacon ello a sus lectores modelos plisticos del entendimiento, que ser6n desen-ueltosen su dimensi5n espacio temporal. El telato de viajes es un modelo de experienciaspuesto en escena, moldeado de tal m^net^ que pueda apropiarse de las formas depercepcion de elementos de culturas extranjeras

    -y flo en primer lugar de los ele-mentos mismos-. Un modelo de percepci6n de tal indole, no obstante, rerine ensi pricticas y m6todos que segfin mi opini6n- son de capital impottancia parala comprensi6n de la comunicaci6thteta.ita en su totalidad.

    Dimensiones del relato de viajes

    Recurriendo a una obsetvaci6n de Claude L6r,i-Strauss, quien en sts Tristes trapiqueshabia recalcado que los viajes se asientan en por lo menos cinco dimensiones,T r.a1epor de pronto decir que l.as primeras /os dimensiones de1 espacio se manifiestan especificamente en el tegistro y la evaluaci6n cartogriflcos de 1os viajes analizados. Elviajero se muer.e, figurativameflte, a lo largo de una linea dentro de ufl sistema decoordenadas bidimensional, que encuentra su expresion con toda 1a deseada nitidezen los primeros apuntes manuscritos y las resultantes pfimefas elabotaciones carto-gr6.ficas.

    I11 viajero alem6n sin duda mds conocido del siglo xlx, y a su r.ez mis famosoinvestigador sobre la Amedca Latina de su tiempo

    -fsx2nd61 von Humboldt-,hizo trzzos cartogrificos en sus diarios de viaje de los tios por los que navego, loscuales nos ejemplifican el avance Iineal del viajero

    -y en parte tambi6n del relatode viajes- en donde sigue este eje. Los dibujos que Humboldt rcaLzata del doMagdalena, en la actua,l Colombia, se limitao a una fnea tortuosa y una margen afi-lada y estrecha a diestra y siniestra del rio, que se completa con el esgrahado de Iascordilleras ), sierras visibles desde el rio, que el naturalista prusiano pudo incluir porhaberlas r,-isto con sus propios ojos.8 Algunas notas por escrito completan los signos 6pticos, los cuales documentan cuin reducida era la petspectir.a de tunel que sele oftecia al viajeto desde el do. Un mapa topogrifico concluido oculta sin embar-go ese enfoque de la lenta exploraci6n de una finea porque escenifica siempre una

    7 V6ase Claude L6vi-Strauss, Titu trupiqu*, Paris: Plon, 19558 Comp6rese la reproducci6n de sus mapas sobte el viaje a Colombia en Alexaoder von Huoboldt,

    -IzKobubien. Et Co/onbia. Una antologia de sus diarios editada por la Academia de las Ciencias de la Rcp6blicaDemocritica Alemana y la Academia Colombiana de Jas Ciencias, Bogoti: PubJicismo 1'Ediciones, 1982,pp 29a 34a

    CARTOCRAPIA DE UN MUNDO EN IVIO\.N,{IENTO

    nurnela abarcadora desde ardba, un ,e desde un ingulrr que ya flo es e1 del sujeto concreto y su restringido campo visual. La elabora-ai.in dc un mapa topogrifico es por Io tanto equivalente a Ia transposici6n de expe-nerreias indi'r,iduales lineales

    ^ tr^.vs de distintos estadios intermedios, a una visi6n

    pnnorAmica extendida en su superficie, asentada en una red (de mapas), la cual su-Srerc uoa perfecci6n, que el viajero solo nunca podria obtenet. A su t,ez, sin embar-grr, trcne que quedar siempre fragmentzrta y crea precisamente por ello la ilusi6n de*t\ ndrcl (dieg6tico) dentro del cual se siflian e1 espacio, el tiempo y la acci6n del re-hur de viajes en si. Los diarios del naturalista y escritot prusiano ofrecen eI fasci-Runt(] esPecticulo de c6mo se van creando mutuamente el marco ), el cofltenido, Ialinca y Ia superficie de su tan evocado (cuadro de la naturaleza).

    r Esto se pone de relieve sobre todo en la materialdad de sus notas. El espa-: eio libre en e1 papel de los diarios de Humboldt lo tellena con detallados ap6ndi-Li ees, los cuales se amoldan aI curso del rio y se extienden por toda Ia superficie va-.r: +{* del papel, un detalle que no se debe s6lo al necesario ahorto de tan caro,, r-ratcrial. Dibujo )'texto 11o rinicamente se ilustran de maneta reciproca, sino que,,, a Su vez, se compenetfan. No debemos reconocef en elio's6lo la expresi6n dei, aqr.,cl horror uacui que llel,aba a. adornx 1os mapas premodetnos con.f6da clase de'',, nronstruos y seres fabulosos. A la imbricaci6n del cuadro con el*ieii

  • LINO . RECORRIDO

    parte de la acual Colombiar2 hay superficies sin anotaciones; sin embargo, son losdetalles cartogr6ficos de los tramos del rio los que llenan estos vacios. EI imbitodel conocimiento se ha extendido considerablemente, mls alld de lo que eI ojo delviajero solo pudiera abarcar. La transicion del diario de viajes al rcItto de viaies co-ne paralelz a este desarrollo, aunque tambi6n segin las reglas propias de este g6ne-ro literatio.

    La tercera dimentiin del espacio es aquella que iustamente se ha propuestocomo tarea e investiga el relato de viajes de finales del siglo x\aIII )' principiosdel xx. Apenas hay relatos de viajes en los cuales flo se encuentre tambi6n el esca-lamiento a una montaia. Lz vtsta desde arriba delinea tanto una teoda del paisajecomo un paisaje de la teoia, en lo cual a.la traosparencia de la mitada le correspon-de un significado a su vez literario y epistemol6gico. La literatura y la ciencia, la teo-iz y la. pticttca muchas veces se unen de rr,anet^ estrechisima en tales paisajes de lateoria.ll Ejemplares y a su vez un modelo literario son las ascensiones a las monta-ias en l/o1age i /'i/e de France de Bernardin de Saint-Pierre, que, siguiendo la tradi-ci6n de Rousseau, buscan claridad v transparencia desde la cumbre y conducen auna pdmera estetizaci6n de Ias cumbres no europeas. En relaci6n con los viajes deinvestigacion especificamente cientificos y sus resultados, cabe mencior, runavezm6s el logrado trabajo de A-lexandet von Humboldt. No se agoto de ninguna ma-flera en el famoso escalamiento del Chimborazo,la sino que desemboc6 en formasnuevas de reptesentaci6n crtogtallc de las montarias y en proyecciones con perfi-les esquematizados y precisos de las regiones visitadas. Una vez mis se comple-mentan el ojo y el oido; las conclusiones \r 125 .*O...ncias de los -,'iajeros se com-pletan con los resultados obtenidos por otros investigadores y viajeros, con laconsulta de las fuentes en archivos y bibliotecas. El sin duda mis famoso resultadode este ttabajo son las Tab/ean pb1:iqae des Andu et palt uoisins, que Humboldt ya ha-bia esbozado en el viaje de i803, dutante su estancia en Guayaquil, y modific6 mistarde en Paris para crear una obra que es tambin extraordinaria desde el punto devista artistico. Cuadro de la natualeza y perfil ideal, artefacto est6tico y resultadocientifico en uno, nos presenta un panorama conjunto de los resultados cientiflcosque se refieren a un espacio geogrifico extenso en dependencia con los respectivosniveles de altura, el cual rebasa con mucho el campo visual de un solo liajero. Tam-bi6n aqui se compenetran mutuamente el cuadro 1'el texto y remiten a los funda-mentos hist5rico-cienuficos 1, spi.l.rologicos de las evaluaciones que Humboldtreabz6 de sus viajes. Junto con la bidimensionalidad del mapa topogr6hco, tambi6n

    12 idem, sin pigina Estc mapa es de fdcil acceso en el lbro de Wolfgang Hagen Hein (ed). Ahxatderuon Htmboldl. ltben wd Werk, Fraokfurt am Main: V/eisbecker Yerlag, 1985, p.244.

    13 N[e referir6 a este tdrmino en m6s de ma ocasi6n; v6mse en espe cial los capitulos 2 y 11 de este vo-lumen

    14 \'6ase para ello la excelcore pelicula de Raher Simon, Die Buhigung du CbinboraTo (uoa coproduc-ci6o DEFA/ZDF, 1989), asl como el libro de Paul Kanut Scbifer y Rainer Simon, Die Buteigtng du Cbinbo-raqo. Eize Filnetpelition aulAlexardzr wt HmboUt Sprren, Ktiln: vgs VerlagsgeselJschaft, 1990 Para Ia di-mensi6o est6tica de esta ascensi6o rase recientemente Jum Pimentel, , en Ottmar Eme y \\hlter L Bernecker (eds.),Antichter Ameikat, Frankfurt am Maio: \'enuert, 2001

    ra rr:prcsentacir. r.l:;,":., ;". .-,;" :J.lilr:)l,*,u" der esbozo afinn representaci6n que cumple las exigencias cientilicas en el per{il ideal y contienelr:r vcz mi.s la ya tratada arnp\aci5n de Ia perspectiva y del campo visual. A su vez,*c enfrcntan dos diferentes lugares del escribir: el lugar del escribir durante el viaje'-,quc segtin Humboldt fue representado en grabados en cobre y cuadros-, v unee,trrntlo lugar de escritura que se asienta en el pais de procedencia del viajero, tam-lrri'n dste un espacio, que (se imaginar> mis de una vez en Iz tconografia del ilustra-rln prusiano.l5

    l.a cuarta dimensidn del relato de viajes es, hablando en tdrminos de l.6vi-Strruss, la del tiempo. El viajero se mueve pot un lado en e1 devenir cronol

  • I-TNO . RECORRIDO

    vible, ahota que ella se ha rruelto tan poderosa y sus adr.ersarios tan d6biles?;Haciad6nde nos ditigimos? Nadie sabria decido; porque ya nos faltan los t6tminos decomparaci6n:las condiciones de vida hoy dia entre los cristjanos son de tanta igualdad, como no 1o han sido en ning3rn otro tiempo y otro pais del mundo; asi la grandeza de aquello, que ya este hecho, impide la prediccicin de lo que arin falta por ha-cer. [...] No es necesario que Dios mismo hable, para que obtengamos signosseguros de su voluntad; basta investigar cuil es la matcha habitual dela natrra\ezaycuiles las tendencias conLinuas de los hechos.le

    La expetiencia epocal especiflca de un desatrollo hist6rico que se sustrae c d^yezm6s a los modelos coflocidos y Ie niega toda legitimaci6n ala. Hi$oia como Magis-h'a Vitae en Ia Francia posrevolucionada2o conduce aqui como ya eri apariencianos da a entender ia f6rmula Oi a//ons-naas donc?- a un movimiento de desviaci6nen el espacio: una investigaci6n de la democracia en los Estados Unidos debe ofrecer informaci6n sobre el desarrollo de la misma en Europa. El viaje hacia e1 Occi-dente sc conv.ierte aqui en una miquina de tiempo politica que Alexis de Tocquevi-Ile

    -seguramente como el primero de una larga e ininterrumpida cadena de

    viajeros que continia hasta el presente se encargo de poner en matcha. iNo hansido con ftecuencia viajes de explotaci6n, dcsdc y sobrc los Estados Unidos, los re-latos de viajes alemanes e italianos de Ja posguerra en los que se trataban de comprender no tanto 1as condiciones del otro en su tiempo, sino que se buscaba la re-flexi6n acerca de 1as posibilidades de 1o propio efl el futuro? Asi, el r.iaie en elespacio ----{omo Io mostr6 el cubano Alejo Carpentier en su novela del OrinocoIn: pasos perdidoj- 56 p11scl6 convertir en un viaie por diversos tiempos y haciaotras 6pocas; una forma de viaje que de manera similar al cambio brusco de la uto-pia a 1a uctonia sc Ie empczaba a hacer familiar a1 r,.iandante en cuanto a sus posibilidades de apertura

    -aqui s6]o aludida- hacia e1 fururo. La hteraitra de viajesfunge asi -tal y como ocurre en nuestro sigle como litetatura en si.El viajero europeo del siglo xvIII, y probablemente tambi6ri el del xlx, cree,

    empero, en un tiempo comffl a toda Ia humanidad, es decir, en un eje temporal conel que se pueden relacionar linealmente los diferentes niveles temporales, de losque 6l ha dejado constancia. En una concepci6n de tal indole, el viaje temporal secoil.ierte necesariamente en movimiento del viajeto efltre los diferentes grados dedesarollo cultural, hist6rico, econ6mico y social, sin importar si este desarrollo setiiie de forma positiva o negatir.,a, si el desarrollo, por ende, se lee como evoluci6no como degtadaci6n. El descubrimiento de tiempos particulares, independientesIos unos de los otros, empieza z, g^n^r en importancia, a mi parecer, en la Iiteraturade viajes del siglo xx.

    El viaje de Flota Tdstan al Pelt (Piregrinations d'une paia) tambi6n inclu1,s l2expetiencia del viaje tempotal porque la. autora de este, incluso hoy en dia fascinan-

    19 Alexis de Tocqueville, De /a d,lnorratie ex Amiique. Pdmera edici6o hist6rico-critica revisada y aumentada por Eduardo Nolla, tomo I, Puis: Vrin, 1990, p 8.

    20 Cfr. tambi6o Reinhart Kosellek, , en (id ), Vergangene Zukunf. Zrr Senatlk gucbicht/ither Zeiten, Fratk-furt am Main: Suhrkamp, 2," ed , 1984, pp 38 66

    CARTOGR-{F]A DE UN MUNDO EN I\{OVIMIENTO

    is rrlnto de viajes, al presenciat en Arequipa, se siente tr^s\^d^d^ ^lalirlrtl l\lcdia europea:

    Parz mi, como hija del siglo xrx y viniendo de Paris, la reptesentaci6n de un baio los portales de una iglesia, en presencia de una inmensa muhitud de gente,tuc algo nor.edoso; pero el especticulo aleccionador eran Ia brutalidad, la groserarcslimenra, Ios harapos de Ja misma gente. cuya e\trcma ignorancia 1 tonta supersrjcion, trasladaron mi imaginaci6n a la Edad Media.2l

    .Xr,nque Flora Tristan anota con precisi6n la npidez con que Ia moda francesa influ:r rn ln iodumentaria de las mujeres peruanas, no dene otro remedio que concluir deti.${llo, que ella considera superstici6n, que el pueblo peruaflo sigue en su infancia22;: rjtrr arin permarleceri largo tiempo en manos del poder eclesi6stico. Como es natu-

    ro falta Ia menci6n de1 punto de referencia litetado del que Flora parte pata lalentaci6n de un misterio: la misma n tt^dor^ remite a 1a obta de Victor Hugo Na-

    *s1)ane de Pais,23 que habia apzrecido apenas unos cuantos aios antes.Si el viaje de Alexis de Tocqueville a Estados Unidos en 1831 1leva al franc6s

    a! futur.r, el viaje de Flora Tristan al Perf en 1833 en cambio conduce a la francesa*1 i:asado. Sin embargo, en ambos se relaciona 1o otro, ei tiempo del otro, con elfrr.rpio tiempo y su cronologiz

    -urt interesante ch.trre-cr0ir/-, gue es tanto mds

    ilr*ctiva puesto que los dos eran afectos a concepciones de valores completamentedlutintar, una orientada al pasado y el otro al futuro. La ctarta dimensi6n contienel,n rtrexistencia, el entrelazamiento de diferentes ejes temporales y conceptos de*irmpo, incluyendo los espacios @eogt6ficos, culturales, politicos, etc.) coo ellos re-laeionados. La confrontaci

  • UNO . RECORRIDC)

    Fray Servando Teresa de Mier llega a conocet muy ptofundamente a miembros quepertenecen a los mis diferentes estratos de la sociedad espafrola; experiencia quetambi6n pudo vivir su contempor6neo Alexander von Ilumboldt durante su viajepor la Nueva Espafra.2s El relato de viajes se acerca asi a un g6nero Jiterario que sehalla pr6ximo a los relatos del dominico mexicano fray Sen.ando: me refiero a lanoue/a picaresca que, dicho sea de paso, justamente con la publicacion de El PeiqailloSarniento de Fernindez deLizatdt a principios del siglo XIX en la Nueva Espafra, in-corpora Iahteratttt colonial espafrola a1 mundo novelesco de las litetaturas moder-nas de Latinoamerica. El continuo ir y venir por la nueva sociedad le oftece al viaje-ro del siglo xlx la posibilidad de competir con la novela hist6rica, al estilo deWalter Scott, o con el modelo de novela realista pregonado pot BaLzac,y de abarcaruna totalidad social pattiendo del propio movimiento (hermen6utico). A su vez, lanovela puede ser superada en la medida en que la exigencia de copia quede cimen-tada enla referencia al estatus testimonial del informante y a traves de la veracidadde rutas de viaje comprobables: lugares existentes y mapas adjuntos le ofrecen allector un marco seguro, de aparente exactitud ficica de la teal-idad, pM l^Iectut^del texto. Lahtetantta de viajes es, en ultima instancia, aquella Iiteratura que pone alp6blico por lo menos de tal manera en movimiento, que le anime al lector a ((re-co-rren> las tutas dei viaje con al,rrda de los mapas topogrifrcos correspondientes.

    No cabe duda de que esta quinta dimension, por supuesto, se complemefltacon una uxta dimensidn,26la dela imaginaci6n v la ficcion, que hace que la lectura delrelato de viajes se convierta, al setvitse de modelos ficcionales y literarios, en algoztractivo para el lector contemporineo, y qitz5. aun m6s para Ia lectorz de aquella6poca, que tenia muchas dificultades para iajar Humboldt tampoco r,.eia contra-dicci6n alguna eotre una dimensi6n y funci6n cientifica y una especificamente po6-tica del relato de viajes, tal y como lo escribe al final de su retrospectiva hist6rica alas , recogidas en 1.847 en st Kotmos:

    Las desctipciones de la naturaleza, ruelvo a tepetit aqui, pueden ser delimitadas ycientlficamente precisas, sin que pierdan por ello el aliento estimu]ante de la imagi-nacion. Lo po6tico tiene que emanar de la relacion censurada enffe lo sensual y lointelectual, de1 sentimiento de comunicaci6n universal, de la limitacicin mutua y de launidad de la vida de la natualezt.2'-

    Se profundizari esta armotiz entre la ptecisi6n cientt[tca y el poder po6tico evoca-dor del relato de viaies en las reflex.iones acerca de la friccionalidad del g6nero.

    La. septima dimentidn del relato de viajes, en extremo comple.ia, se podda definircomo aquella que corresponde al espacio literario. Esta dimensi6n se refiere aI modo

    25 Cft Ottmar Ette,

  • UNO . RECORN]DO

    concretos. Pero en primer lugar seri necesario precisar las mrlltiples telaciones entre literatura y viajes.

    Literatura y viajes

    No se puede {ijar una linea divisoria entre la literatura ficcional y la literatura de via-jes. Sin embargo, podemos indicar categorias de una pertinencia que cambia histo-ricamente, la cual nos proporciona las bases para considerar un texto concretocomo pertenecrente zl.z literatura de."iajes (cuya definici6n depende del momentohist6rrco). De vital irnportancia es, en este sentido, el hecho de que Ia sexta dimensi6n del relato de viajes se refiere esencialmente al lector y la telaci6n de 6ste con latecepci6n colectiva y los convencimientos relativos a 1o hist6ricamente verdadero.X{uchos de los textos que hoy calificamos como [teratura de ficci6n se han leidodesdelaperspectivadelrelatoder.iajeseincluso camorelatosdeviajes.Yviceversa,hubo relatos de los hechos que se comprendieron y(imal?) interpretaron como ficcionales. No resulta dificil encontrar ejemplos quepongan de manifiesto estas dos formas discrepantes de lectura; Wolfgang Neubetha llegado a Ia siguiente conclusi6n:

    Desde este punto de rista, 1a ficcionalidad no significa la desviaci6n intencional delo fictico de una realidad dada, sino mis bien de aqueJlo que una sociedad considerafrdedigno en un detetminado espacio hist6rico. Los criterios ilr uconformea la tealidacl> como categorias analiticas y literarias de 1a po6tica del relato de viajesse rueh-en asi obsoletos.28

    Nos apartamos con ello de un modo de ver que analiza esquemdticamente la inten-cionalidad del autor y la est6tica de Ia produccion y nos acercamos a la problem6tica de una perspectiva del relato de viajes que incluye las funciones de lectuta delmismo efl particular y de la Jiteratura en general. La cita del Kotmrr de Humboldt,mencionada anteriormente, pone de reJieve que la funci6n po6tica no es un simpleaccesorio ornamental, ni mucho menos un factor perturbador, sino que tambi6n esun componente esencial de la literatura de viajes occidental de cufro moderno (a Iacual se puede agregar la fu/ation htstoiqae de Humboldt, que funciona, en cierta ma-nera) como bisagra entre el siglo xt'-rrr y XIx, y tambi6n como fundamento para elmodetno relato de viajes sobre Latinoam6rica) . EI ef;fet de rdel qtte tlcanza un textono se puede medir ingenuamente efl ufla presupuesta cealidad fidedigna,r>; el \,erda-dero efecto de realidad depende mis que nada de las formas de escritura cambiantes e hist6ricamente efrcaces y de la

  • UNO . RECORRIDO

    tinente. En la actuaLidad, tampoco los bancos de datos y las autopistas de la infor-maci6n nos protegen del extrar.io de acervos de saber, que condrcionado por lostiempos actuales ya flo parecen ni relevantes ni pertinentes. Lo que no puede serprocesado como dato, hov m6s que nullca esti sometido a un ptoceso de eliminaci6n, cuyos cdtedos jam6s han encontrado un coflsenso intetcultutal.

    Pero l'oh.zmos a la dimensicin poetokigica de nuestra preguflta. El mor.,imien-to del viaje esti inscrito en la literatuta misma. Sabido es que Ia primera novela de lamodernidad (y no solo segun Bajtin), eI pt/ote de Cervantes, descansa en la estruc-tura fundamental del viaje. La nor.ela no solo recurre a 1as estructuras del viaje, sinoque hace el intento de incluir activamente al lector en dicho r.iaie (en eI Qulote, porejemplo, un viaje a trar,6s de La Mancha, dela geogrzfia, la historia y Ia sociedad es-pafrola y tambi6n en zigzag a trav6s de modelos de Ia imaginaci6n transmitidos lite-rariamente v por medio de la cultura popular).30 El relato de viajes, en este sentido

    -y tambi6n en relaci6n con otros g6neros y subg6neros, como por ejemplo la no

    vela picaresca- es literatura potenciada, pues duplica la estructura de viaje inhe-rente ala novela como estructura de expedencia comunicable, con la facticidad (aveces fingida) de una ruta comprobable. No nos debe extraiar por tanto que Ho-nor6 de Balzac compare, en su famoso > de Ia. Coruidie hamaine, alnor.,elista con ufl r.iajero:

    Ya que la critica ignoraba el plan genetal, yo le perdonaba tanto mis, cuanto uno nopuede impedir el ejercicio de la critca, ni el de la vista, el de Ia lengua y del juicio.Bien, los tiempos de la imparcialidad no han comenzado pan mi. Por lo dem6s, unautof que resuelve no queref exponerse al fuego de la critica no deberia comenz^r

    ^esctibir, asi como ufl r.iajero no deberia ponerse en camino si siempre quiere contarcon un cielo despejado.ll

    La compzraci6n entre el autor y el r.iajeto no s61o incluye el imperativo y los peLigros del se meltre en raute

    -con el que se simboliza el proceso mismo de escritura

    como movimiento espacial-, sino que tambi6n se teftere a la daci6n entre la co-rrespondiente ruta y el plan general, cuya compreflsi6n supone, para la criica (ytambi6n para el lector particular), la condici5n preiapara entender el mor,'imientoconcreto del viaie y un proyecto general de experiencia. Cuando se compara eI de 1a critica con los elementos de la naturaleza a los que se expone el uola-ge/lr, se \,re con claridad que no s6lo se debe comprender la dimensi6n del contenidoen el escrito como url movimiento, sino tal vez tambi6n la expetiencia que e1 autortiene al escdbir. Se trata de un movimiento que sigue un plan general, el de L"e Co-midie bumaine, expuesto tambi6n al

  • t]No ' RI]CORRTDoEl juego evocador y con guiios en su exposicien- 6n11s el viaje v [alectura, entre el volar 1'el sol>rer.olar, nos conduce dc nuevo a la materialidad clclos siqnos gri{lcos sobre la pigina, signos quc cl lcctor debe recorrer con unmorimiento lineal de los o jos. El mor,imiento que sc ha rctiiza.dct desemboca cnotro, que a su vez es aflilogo a los movimiefltos que llcvri a ca[r

    C.{RTO(IR.\FI'\ DF L'N \ILNDO IrN Il()\'l\llIlNT()

    +L'rrr. rclato de viajes, sobre toclo el que se aboca al llamado pa.

    l,)s probable que el conricnzo del siglo xlx se pucda cztrzcteitz^t tambien des-ik't'sta perspectiva de traosrnision transadintica de informacion, por la d.ivisi6n(lirc sc cstablece entre formas proccdentes de las especialidades cientificas v lormasrltr(' n() son especiFlcas del tamo;41 sin embargo, no cr)nvienc descuidat tambi6nr(lili les formas y funciones de Ia lectura que debetrr()s inc,rrporar a nuestras refle-itr)tlqs. Porque las estrategias de autentificaci6n cientificas de ninguna manera son*tp:lccs de eclipsar los procedimientos literarios, es decir, los i,tlr(rcntes a cualquiet tipo dc escritura, tambi6n a la historiogrifica, para (prote-h.i'rD c()n ellos el texto frente a modelos de lectura no cientificos. El anilisis querlectdc una disciplina especifica del relato de viajes utiliz:indolo como fuente es lc-f irrrrro; pero es igualmente licito indagar los procedimientos literarios, los movi-

    r* \'iase Matv Louise Prart,

  • UNO . RECORRIDC)

    mientos metaf6ricos y metonimicos en textos prugmitic^ o expositivamente estili-zados; es decir, poner de relieve lo literario de la Literatuta de viajes y considerarIa funci6n po6tica de igual importancia a las otras funciones y tateas del relato dev12J es.

    Asi, e1 g6nero del relato de viajes en cada caso descansa, aunque siempre deforma distinta, en el alejamiento y posterior acercamiento del yo narrado y del yonarador. Precisamente, Ias aseveraciones especificas de una disciplina que se dejanevaluar, dependen, en lo que se refiere a sus estrategias de autenticidad, del fortale-cimiento de la figura (iteraria) del yo narrado, puesto que 6l es el fnico que fidedig-namente puede apar'ecer como testigo directo y g^rz,rlte de lo relatado; una funci6nque se manifiesta en el relato de viajes del siglo xlx por las continuas teferencias alos objetos representados que se vieron con los propios ojos y dando cuenta delpaso del dominio del oido a la predominancia de Ia vista.a2 Sin embargo, esto vifl-cula estructuralmente el relato de viajes con la autobiografia y sus estrategias de autentificacion, que se basan cn un iuego de estructura igualmente compleja entre elyo narrado y el yo narrador.

    El paralelismo entre la autobrografia. y el relato de viajes ha sido mencionadocon ftecuencia. Ralph-Rainer Wuthenow, partiendo del mismo, ha hecho la obserr,zci6n de que, a diferencia de la autobiografia, era mls probable desarrollar .43 Algunos adosantes, Numa Broc habia propuesto ya una tipologia de esta indole, que distinguiaeflfte ruJageilrpilr, ullagel4r-czn2pi/ateary conpi/ateurpar.aa Dado que se encuefltra ya enel Vo-yage aatoar du monde de La P6rouse un desdoblamieflto entre el yo narrado y elyo narcador

    -a pesar de que este relato fue escrito durante el viaje y posterior-

    mente ya no se corrigi6, puesto que su autor mufi6 en circunstancias misteriosasdurante ese viaje-, cabria formular la pregunta de si la divisi5n propuesta porNuma Broc es algo m6s que una pfi.cica clasificaci6n esquemitica que, en el mejorde los casos, no hace sino bosquejar Ia tendencia fundamental que sigue todo relatode viajes individual. Porque, desde el puflto de vista hermen6utico, es imposibleque exista el

  • L]NO . RECORRII)O

    Si intentan.ros aplicar al relzrto clc riajes las clefiniciones propuestas por Genette rc-remos que dichas definiciunus nr) son pcrtincntes pera analizarlo. Por regla general,cl espacio tcnvitico i no encuentra cabida en el rclato de viajes, rsicomo tampoco Jo puede hacer zx fiegdlit'l tn11\ literatura dc diccicln no tmrginrria

    -peflse1rr()s cn los paralelrs con Ia autobiogr:rfia . El rclato tlc r.iajes se c:rracre riza mis bicn p()r una singular oscilacion entrc i:lcci(in v diccion, por un r-aiv6n cor.rtinuo que ir-npide una clasificacirin estable tantr> en lo relcrcntc a la produccirincorno a la recepcion. Entre los polos de Ia ficci ha r.isitaclo y' t'islo. F,nfte untlecrura de esta rnanera institucionalizada f ia lectura de relatos cle viajes fantisticr>s,empero, se puede pensar en nn modo de lectur:r que oscila permanentemente cntrcla y lo ) para fl() rctlucir-y ftlarla, polisemiaclel texto analizado mediante una rclcrencialidad ertcrna al tc\t() o un:r ficcionaliza-cion literaria interna; en otras palabras, para no reducir la varicdacl de mor-inricnto,la dindmica y la r-aguedad del relato de viajes. A continuacile correspondc a 1e clcspedrJa dc lo propio. Esta f uedcr*rcrrtllcarsc

    -com() por ejemplo en el I'op,qe r) /'i/e de Fr,tnce clel jor-en Bernardinilr S.rrrrt-l)ierrc- sn [q1112 cle Lu-ra despedida clc los seres qucrids o de la naturalc-e* ,r l,r quc sc ha ronraclo aflcirin. En este caso, la dimension dc las r.ivencias huma-,1:i\ ilrcnsas (la posicion del yo narrado) pasa tl primer plano:

    Sc dispam el irltimo tiro de cai6n Se han izrckr las rclas; vco ctirro se r-an perrliun-tlo Ios contornos cle Jas riberas, los fucrrcs r bs techos de Port Louis. i,\di6s, mis,rrtriqos, nr.'is r-aliosos qLrc t()(los los tcsoros rlc las Indias! 1r\clros, bosques dcl N,,r-lc, qLre nuncll mis r-olver[ a vcrl]-

    I'tr rc;rlirlad se cncuentra, cn ci Lbro cle Ilernardin rle Saint-Picrrc, una duplicaci6nrft ('ctc ILrg:rr dc la literarura dc liajcs: la despedicla de Europa no s6lo se erpresa enl,rrnr;r clc unlr carta, sino tarrl>i6n por sef+rnda vez en eIJornn4 c1.,e se inscrta inmc-.li.ri;rrnu,rre clespues en el cuadcrno de bitacora Aclui se pintan con tonos latidicoslat e spcciFtcaciones n:iuticas rclevantes, asi como un accidente, en el cual mucrcn{Ir! iriPulantes lrente a las costas bretonas, apcnas se habiar-r hecho a la mar cluran-r* l;t srrlicla dc Europa. El relato de Bernardin cs revelador porqrLe desartolla unal:lrpccti.'.a cloble, que peln-ritc presefltar, por r.r'rerlio de la carta (Iiteraria), el munckritttcrior clel viejero ), por la sLrpuesta via sobria clcl cuaderno de l>iticora, las vivcn-rr-ts c(rfbca(l^s hacia el rnundo exterior. lll hibridismo del relato de r.iaics no sirlotx:Imitc el empJco dc dos gcncros bastantc difcrcntcs ), relacionados de manera sulrrtiicial entrc si, sino tambiin una doble perspcctiga de la scparacirin dolorosa 1'.lri pcligro dc una partida v un largo viaje hacia el mundo cxtracuropeo. La dupli-..rcirin introcluce, en cierto modo al mxrgco, una curiosa oscilacion entre la pre-*.etltxcia)n literaria de Ia expericncia indjricluel 1'las formas cle cscritura con equiva-furlt( tn la realidad y de alquna manera orientaclas en la fidelidad de los hechos, k.rau-:rl sulrrava e] carictcr Friccional del texto

    S.in embtrgo, Ia clcspcrlicla de lo propir> tambien pucde inciuir una reflexi6n,lr rrur\r>r alcance que pernritc vcr lo propio clcscle una nucr':r pcrspectir.a:

    Al caer Ia nocbe, el mar se albotot6 v se ler.anki un riento frio. Narrcgamos tumboal notocste con el in clc no cncontrarnos c()n las fragatas inglesas que, como sccrcia, naveuaban pof csas zonas. Serian las 9 de la noche cuando avistamos Ia lrrz cleuna cabaria de pescadorcs dc las Sisatgas, kr Liltimo que vlmos dc la costa de Iluropa A meclida que nos alcjibanos, el debil rcspJanclor se fuc fundicndo con Ia luz delas primcras estrellas clue etrpezaban a xsonrxr en el horizonrc \ nLrestras miradas serlctuvieron sin queret en ellas Nunca poclri olvidar una impresion asi aqucl clueheya ernprenclido un vilLjc por mar en uLrr eclrrl en que las emociones todavia gozanlas en mor-imiento!48

    'llcrnardjnclcSrinrPJerre,L'oyt.4ttil'i/edeFranttLirolJiricrdtroii/'ileAlatrice/76lll77A lnLroclrLc-, i r:oras clc Yvcs R6Lrot, Paris: La D6couverte/Nlaspelr, 1983, p 36" ,'\lcrro

  • LlN() . RIi(l()lLRlD()

    Iln csa parte dc su relato, Alexandet von Humboldt inttr>dujo un cl6bil v diminu-to signo luminos de la costa espadola, quc marca el lusar donde se separa cle 1r>propio. Al convcrtir la costa espaiola en costa del pal's na/al, 1o propio se enfrrcedesde una perspectiva nueva. De este modo, la extraiia fisparla se abre a la lluro-pa muis amplia 1'sc conr.ierte en 1o propio (o qttzi con nris precision: en lo ajcnodentro de lo propio). [.o cual, a su vez, induce a una primera reflexi6n

    -16111vi1implicita- sobre la propia percepci6n, porque en lo sucesivo el r.iaieto erPcr:i-mefltari y presentara el llamado Nuevo Mundo c0m0 eilrlPez, como habitantc tlcl\riejo Nfundo.ae Asi, en el relato de viaies no s6lo se pone dc te]ieve el plano dc Iaexperiencia individual desde la perspectiva del yo narrado, sino tambi6n dcsdc ladistancia dcl t'o narrador, que pucde recurrir a str mcmoria t' a aquello que de porvida se encuentra alli almacenado. Por endc, se introduce uu oscilat entre Io ltvi-do y lo narrado desde la distancia, lo c1ue, cn lo sucesir, Ie pcrmite a HumboldtIler.ar a cabo un rcflejo de las condicirines de la percepciiru v hacer comentariosdesde un plano abstracto )'. f,a existencia real de las cabarlas de lospescadores de las Sisargas pasa

    -elr vista de su enormc su carga polisemica- a

    un segundo plano, pero sin desapareccr por comPleto, Ptlesto que informan alIector accrca de la ruta gue ha tomado el barco.

    A1 emprender un viaje a America o a Ultramar, la dcspedida de Europacoincide con eJ paso de un r.iaie terrestrc o fluvial a un viajc maritimo. En el rcla-to de viajes generalmente se pofle de relieve un cambio de esta magnitud y confrecuencia se reflexiona sobre 6l utilizando criterios te5rico-perceptivos. (ieorgForster, en sts Anrichlen uom Niederrheil

    -6$p que de cierta manera se relacionacon las Ansicblen der Natar de Humboldt, quien acompaio a aquel temprano cir-cunnayegante en su viaje por el fun-, se sirvio de la vision del mar pl':,alanzaruna mirada retrospectiva sobre la r.uelta al mundo quc habia dado doce aios an-tes conJames Cook y tambi6n lo utiliz6 como punto dc partida para sus teflexi

  • IINO . RF]CORRIDo

    Academia dc que Ia ttaducci6n id6nea de seria (port6D). Y por ese port

  • IINO . RF,CORRIDC)

    Tenia unos contornos celestiz.les I-os marineros v los soldados se aprerujaban para lle-gar a la escotilla, y nmca mtes se habia actirzdo tantas veces el cabrestante.54

    Aqur el especticulo pasa de la distancia a la proximidad: labelleza natural y paradisia-ca de la isla halla su paralelo en Ia natural y descarada belleza de una de sus habitan-tes. Bl spectacle se ha desplazado de la naturaleza a los hombres y de la costa al barcode los viaicros. La at*telante mkadahacia lz tiera prometidz se ftansforma en la an-siosa mirada mascu.lina sobre la mujer paradisiacamente irocente que se les dcvcla aIos hombres. Este doble movimiento, que degrada el anftteatto de la costa en un sim-ple tel5n de fondo, en un decorado hibilmente disefrado para colocar a la mujer en clcentro de la atenci5n, tiene tambi6n en cuenta la posici6n del espectador, llue solopodr6 participar como uolear del espect6cu.lo a trav6s de la fnica apertura disponible,una escotilla. Similar es Ia funci5n del relato de viajes que interrumpe Ia descripcionde los encantos de Ia muchacha para permitir que el priblico lector tome el lugar delos marineros o espectadores iniciales

    -y sienta con ello las bases para el enorme6xito del texto-. Bougainville desarrolla aqui un teatro de imigenes en eI cual la mu-chacha no habla 1i por ende, es parte del reino de Ia r,tturaleza; pero precisamenteesa mudez es la que permite al natradot vincular el lenguaje corpora.l de la bel.la des-conocida con el c6digo de las diosas de la Antigiiedad. De esta manera se pone enmovimiento un juego de correspondencias entre el Vieio y ei Nuevo I\{undo, el iuegode una literatura friccional cu),os movimientos de viaje, m6s alli de las fronteras dis-cursivas, ya no se limitan a la realidad extralingii(stica. De aqui resulta buena parte dela capacidad de fascinaci6n que emana del relato de Bougainville.

    Seria Francamente absurdo preguntarse por la referencialidad del riltimo pasa-je aqui expuesto. La textualidad hace tiempo que ocupo su lugar. Es dificil encon-trar un relato de'riajes en el cual las ya mencionadas dimensiones iiterarias del viajeap^rezc^n con tal densidad, como lo hicieran en Ia presentacion literariamente per-feccionada que nos propotciona Bougaim'i-lle sobre Tahiti. La bidimensionalidaddel mar se amplia de manera imptesionante por medio de la tercera dimension, lade la altura. Como podemos observar, nos eflcontramos ante un movimiento con-tt^do

    ^l que veiamos en La Condamine, porque no se ejecuta el paso del mundo de

    las montafras al del

  • LIN() . RLTCORRIDO

    No s61o fesulta inreresrrtte, en esta not2t fechade precisamente e] 24 de djciemltrede 1898, que el pais clesconocido de,uelo aparcciera como una arr.rable desconocida5' antc cl viajero mascnlin., o que ya desde cl rnism. barco se introdujeran las di-ferefltes dimensiones espacia)cs y sociales del luqar de dcstino. E,s sol>re tockr revelador el hechnajes fijos v alnra-cenados en la rnemoda y la in-raginaci6n recobran r-ida Ellos encarnan en rnis deun sentido el mor.imiento que el texto rc prescnta

    El clestino anhclarlo es asi crmo se lo imaginaba. pcr. est. fl() tiene por c1u6ser siempre asi. Sin cmbarso, cn el relato de viajes de Richard Gr>rclon .Smith se r-rtj_liza esta posiciciackr el:rr1c a Jas cokrnias

    -aunque intitilnentc- con el af6n de cierto lucro (una cspet;!ti;:r (lLre de vez en cuando tambi6n se pcrfila cn el relato de viaies), al final de cstar r!r;r sc desmirologiza cl trcipico corno lr-Lgar clc riqueza material, porque cl narrarl,,r cspcra haber despertado, mcdiante la descripcion del horror de la escla.iturl cnB:< lfi: rlc France, Ia piedad de los tiranos europeos l,zJcanzar asi un beneflcio innral.rr;rl Para los hombres: la caridad "z El retorn. a lo propio se transforma en unail tttt:trl:t. inclu:r' un coniuro. tl /icn ta/a/,"'el ltrgar rlc nacimicnt,,. qllc \a no rcru'a1v,r r1u6 abanclonar el filosofo para cncuntrar l,,s objctos para sus meditaciones. I)e{'rte lttodo, toda Ia din6mica del telato de viajes, la dedicacicin a la altcriclacl cxotizaJ.r, rerm.ioa en una quietud, en el mor-imiento que cfectria la rcc.nciliaci6n con lo1t;,,Pio. El lugar litcrario de viaje del retorn. se sittia por lo tant. dentro rle uII mo-r rricnto henneneutico que abarca todo cl tcxto )- qLle en Ilcrnardin de Saint pierrelrr nlina en el reconocimiento, que encuentra su crlminaci6n en la famosa partc fi,rirl ck: su relato.

    Lugar literario de viaje y movimiento hermen6utico:ii'rlur.rmente seria posible r- deseable seg.ir cliferenciando los lugarcs litcrarios der r,rie aclui expuestos e investigarlos con mxyor proftrndidacl desde el punto dc vista!:r"triric. t' comparatistico. Deberia anali.zarse un nfmero mar c>r de reJatos de

    'iajesi'r llcrnardin dc Saiot Pierre, Vo14qL i I'i/t: ,4e l)nn*, of. , pp 238 s''' idem, p 251rr ltlcnr, p. 255.

    cn cJ original dice asi: gril pJerrre sur Jcsr.,. i peut cssul-er Lrs lxrDrr ie repenrir i tcs,,!.r Indcs, i'1.ai fhit [orru

    secreto atractir.o, rur ningrrna fortuna, ,r , Ibid.

    5051

  • UNO . RECORRIDO

    teniendo en cuenta sus lugares especificos para comprender ^

    p^rir de ellos la mul-tiplicidad de funciones que se les pueden adjudicar a estos lugares dentro de los re-latos de via)es. Aqui, la friccionahzaci6n de lo refereociable presenta sin duda unmodelo fundamental, por lo que el planteamiento del problema incluiri en los capi-tulos siguientes una literatura que no se define como literatura de viajes, pero quese puede considerar una literatura en movrmiento. tal y como la hemos derermina-do en este libro.

    Sin embargo, no debemos dar por terminado el anilisis de los diferentes luga-tes literarios de viaje de un texto

    -tritese de un relato de viaies, una novela, unaautobiografia o de cualquier otro tipo de texto na71a11yo-'m6s bien deberiamospreguntarnos dentro de qu6 dindmica y movimiento se sifiian estos lugares y qu6movimiento desencadena

    ^ st yez su propia modelaciSn. Yz se han sefralado diver-

    sas posibilidad es para reahzar una tipificacion del relato de viajes: por ejemplo, unaclasificaci6n

    ^ p^rljLr del pais de origen del viaiero, del pais que tiene como destino,

    del predominio de determinados modelos de g6nero, de una tipologia del mismovialero; de las posibilidades de locomoci6n y transporte (viaje por tierra o por mar);de la forma del viaje, en la que se presta especial atencion al objeto, como, porejemplo, los viajes de estudios, de la atenci6n dispensada al sujeto

    -2g., los viajes

    de formaci6n-. Sin embargo, los viajes se pueden concebir, desde la perspectivaaqui elegida, como movimientos del entendimiento en el espacio. Por ello, pareceposible distinguir algunas figuras fundamentales del movimiento literario de viaje apartir de la puesta en escena particular de determinados lugares y de los \rectoresinterpolados. Estas figuras r.an a ser presentadas ejemplarmente a continuaci6n, apartir de cinco tipos bdsicos que a veces pueden zbarcar todo un texto; en muchos,sin embargo, s6lo partes y pLrrfios de un relato de viajes o de un texto narrativo.

    1.. El ciralo. Laparte final del Voyge i /'i/e de France de Bernatdin de Saint-Pierre hapuesto de relieve de qu6 manera los lugares litetarios de viaje sofl capaces de con-trolar un modelo de movimiento del entender

    -aqui en el sentido de un retornomodificado-, en tanto es una declaracion a favor de 1o propio. En el viaje de Ber-nardin se puede reconocer de manera casi id6nea Ia Iigura bisica de un movimientode riaje circular, en el cual eI via.jero, al final de su viaje, regresa al punto de partida.Este modelo fundamentzl me parece que predomina en los viaies a Ultramar de lossiglos X\aIII y XIX, tanto en los viaieros europeos como no europeos. La modcla-ci6n del lugar literario de viaje del retorno que lleva a cabo Belr:,adin muestra quelas diversas observaciones de carLcter hist6rico-natural o hist6rico-cultutal sobre lanaoualeza y la historia de la cultura que se presentan y discuten en el relato de via-)es en forma de cartas, cuadernos de biticora y tratados de botinica o frlos5ficos,apufltan, en riltima instancia, al punto {inal del viaje, en este caso a la madre patrraFrancia. A su vez, cabe sedalat que los textos del argentino Domingo Faustino Sar-miento y del chjleno Benjamin Vicuia Mackenna se mueven en direcci6n contraria.El incremento del saber sobre lo otro, sobre sus condiciones de wida y formas cul-turales, se religa a un aprovechamiento del saber en el pais de origen del viajero. EnIo que concierne, por ejemplo, a los viajeros europeos del siglo X\rIII ]/ comienzos

    CARTOGRAFIA DE UN MUNDO EN MOVIMIENTO

    Xtx, lo anterior repercute en la mejora del sistema colonial y en un primer in-trr por abolir la esclavinrd, que se buscaba conseguir a trav6s de previos cambiosla nraclre patria. Tambi6n afecta alz apropiacion del texto por parte del lector,

    sc prefiia y canzlizz no como pr6logo ---de cuya efictcia dudaba Bernar--.,

    sino mds bien como reflexirin final en la iltima cartz.Bl viaje sigue asi elirniento del circulo hermeneutico, pues ptesenta 1o pre-sabido desde el mismo

    del texto, 1o controla a parir de nuevas experiencias ), adquisicion de co-tos, lo completa o (como ocurre con el esquema de la histotia natural de

    nnrdin, dispuesto esf6ricamente en torno a ufl cefltro) lo l'uelve a sistematizar,linalmente enlazar.una.vez mas, en un riltimo movimiento (que se puede abrirnucvo), ese saber tan modificado v ampliado con el acervo de conocimientossc tiene sobre lo propio. En este ejemplo, el circulo hermen6utico no es de nin-

    manera tn circalu uitiotus. Er,tetzLmente en el sentido de rra niv en ab1me, eldc viajes de Bernardin contiene, en la c^rt^ diecisiete, una expedicion a pie

    parte de Port-Louis y recorre toda la costa de la Ile de France p^t^ rcgtesat all de partida y controlar y acttaltzat coflscientemeflte todo el acervo de cono-

    existente en este movimiento hermen6utico circular. De este modo sederivar, desde luego, nuevos conocimientos y apreciaciones. Lo pre-sabido

    ncr sabido se ponefl en relaci6n reciproca ^

    p^ttit de Ia experiencia erripirica ones de terceros, y se viflculan alaruta de1 viaje. El itinerarro se con-

    paso a paso -----eri el sentido literal de Ia,palabn-, en un camino del com-; el viaiero se torna en punto de orientacion de un movirniento hermen6uti-

    quc el lector puede seguir incesantemente a traves de sus lecturas. La literatutaviaics es una literatura que sin cesar pone delante de los ojos el movimiento del

    Lo pte-sabido siempre acompafra al viajero, por lo cual el aolageur pur, el viaje-no es mes que una abstracci5n. Esta constante presencia de lo pre-sabi

    observa con claridad en aquellas circunnavegaciones que mantenian en sus-a los compatriotas europeos del ultimo tercio del siglo xvIII y rcvelaban ya, ade los itinerarios, la hermen6utica de todo el proceso-experiencia [fl)er-fah-

    ti] del viaie. La P6touse, pot ejemplo, llevo consigo, en su circunnavegaci6n, nouoa asombrosa cantidad y variedad de objetos apropiados para el intercambio,

    - *hu, tambi6n un sinnrimero de instrumentos cientificos, copiosas instrucciones y,' .*Ibrc todo, una biblioteca de m6s de mil tomos, asi como una colecci6n completarfo mapas.6s Todo ello le sirvi6 p^r^ comp^nt y comprobar cdticamente los resulta-rlr.r recogidos duraote su viafe con otros datos, respectivamente, con los datos dis-fErnll)les en la Europa de aquella 6poca. Los relatos de viajes de otros viajeros, cu-tt" datos se controlan de manera concienzuda, constituyen gran parte de lalribliotcca que lleva consigo. La precisi6n a Ia que aspiraba un procedimiento her-trirni'utico de esta indole se r'rrelve visible en una an6cdota relatada por La P6rouse,

    Itlcm, p. 251.( lfi. Broc, Iz Giogr4bie det Pbilonpbu, 0?. cit., P. 290.

    52 53

  • UNO . RECORRIDC)

    aparentemente un intento de poner de telieve la facticidad del g6neto del relato dev1ales:

    Apenas habiamos anclado, cuando r.imos subir a bordo al buen cura de Patatounkacon su mujer y todos sus hijos. Desde ese momento previmos que Pronto veriamosaparecer a algunos de aquellos personajes ), los podriamos instalar en la escena, queya habia sido descrita en el ultimo viaje de Cook.66

    No s6lo el relato de viajes, sino incluso el ptopio viaje se convierte en un diilogocontinuo con otros relatos de r.,iajes. Tambi6n sus resultados, expedencias )r, a ve-ces, sus petsonajes y figuras son pucstos en movimiento )/ se Uenan de nueva vida.La intertextualidad se exhibe como modelo o patr6n de movimiento. El arribo dela expedici6n a la peninsula de I(amchatka se conr'.iette en un acontecimientodQi-uu, pues las representadas cn el relato del tiltimo viaje de Cook tomanforma, comieozarr a vtit e incluso suben a bordo. En este pasaje, La Pdrouse

    que perdio la vida en el Pacifico Sur de maneta s.imilar a como la perdio su granmodelo, James Cook- pone de relieve 1a metamorfos.is de personalidades que ha-bia conocido efl otros lbros, donde a su vez habian sido ($)uestas efl escenD), enpersonas cuya existencia es real, a las que puede saludar con alegria cuando suben abordo

    -y por consiguiente efltran en su propia realdad-. A1 final de su estancia

    agasalara a estos perszn?xdger -corno

    si todavia hubiera necesidad de otro espejismo- con el relato de viajes de Cook y, por ende, con su propia transformaci6n enpetsonaies de la literatura de viajes. Sin duda, esto representa una variante extrema-damente comple,a (y lograda) del motivo de la aniraaci1n de personajes imaginadosque en varias ocasiones hemos encontrado tl analtzar el lugar literario de viaie delarribo. E1 escenado en el que algunas de las personas representadas en el tercer viaje de Cook dan cuenta de la fidelidad a los hechos del relato de viajes (y al mismotiempo de su propia existencia ltterana) es extraordiriario y no seria indigno de lapluma de un norelisra de nuesuo tiempo:

    Nosotros les pedimos que aceptarm la relaci6n del tetcer viaje de Cook, lo cual alpatecer les hizo sentir gran placer; en el s6quito se encontraban todos los personajesque el editot habia puesto en escena, Monsieur Schmaleff, el buen cura de Paratoun-ka, el infeliz haschkin: 61 les tradujo todos los articulos que les interesaban y e1losrepetian ctdt vez que todo correspondia a la petfecta vetdad.67

    Lo pre-sabido, que se habia llevado al viaje en forma de una biblioteca, se transfre-re, siguiendo el movimiento hermen6utico circular, ala. realtdad empiticamente ex-perimentada, que seria nueva para eI ualageurptr, pero no pa,ta eI uolageur /ectear. La.P6rouse sigue estc movimiento y completa algunos acoritecimientos que entretanto

    66 Jean Franqois de La P6rouse, Volage aatow dr monde rur lAslrolabe et la Boarale (/ 78 5 I 788) ^Iextosescogidos, inroduccioo I notas de H6ldne Minguet, Paris: Editions La D6couverre, 1981, p. 218-

    '- Idem, pp.

    -107 s. En este pasaje resulta especialmente interesaate que el proceso d.ela lruducidn, qtesubyace a todo relato de viaje, aqui se mueva eo sentido contrario, eo taflto se re ftaduce Io traducido; inclu-so si se deruelve a la lo que se le habia extraido

    CARTOGB*\FIA DE UN MUNDO EN MO\TIMIENTO

    +* rreurrieron a los hombres que el editor del cuaderno de bit6cora de Cook habia5fD cn escena. La realidad ap2ltece en cierto modo como una edici6n corregida

    r e*nrcntada. Lo empirico se funde cofl 1o Pre-sabido, la experiencia Literaria -por

    +${nplo en Ia figura del bzn rilrd- se completa continuamente. No importa si setr*ta dc Venus, de una japonesa desconoc.ida o de personas ya retratadas li--e;rdilan,ente: lo pre sabido siempre entra ala circularidad del movimiento herme-+e'!:tteo clel viaje e influye en la perspectiva de la mitada a 1o otro, que ya se habia**4rvcrtido en lo propio de manera virtual e imaginaria.68

    .

    (]uc en este movimiento Io pre sabido puede il,egar a cubrir por completo laraptliencia empirica se pone de relieve en los relatos de viajes de los siglos x'rtrt y

    . i.1 {5 seguramente tambien, en los de fluestros dias). Esto sucede, por ejemplo,iiti cl via,e que Friedrich Nicolai rcalizxa en 1781 por Alemania y Suiza, y cuyos

    nltados verti6, al modo de los enciclopedistas, en doce voltimenes. Con todara-.,:6t, lklph Rainer Vruthenow dijo de este r.iaie que habia sido un , .6e Aqui el circulo herme-6a*tieo se jnmoviliza y se r.acia y lleva e1 viaje, en su tarea de adquisicion de expe

    i:: ,:leerrcias empiricas, ad absardum; su funci6n se limita a ser pretexto ), legitimaci6n

    cl autor.r0 Viajat se convierte en simple coleccionismo; eI coleccionismo, enn literatuta, vacia y pura.7l Un circulut uitiosttshermerrdutico de este tipo subya

    ltuchas veces en Ios modetnos l'iajes turisticos, cuando el viajero se Pone eflde un Libro de guia turistica y sigue al pie de la letra sus proPuestas 5' troatai-

    i*,, lil viaje airco intercolltinental, que cncarfl2 -si scguimos la slr {.rN"ino todo lo negativo de un viaje, ejempLihca aqui-con sus Peliculas de

    .,1 que le oftecen al viajero un cuadro lleno de colotido y muy tranquilizadorItrc la

    "lteridad clue recorreri- el uso masivo de tales citcuitos de entend.imien-

    1'11 movimiento fisico no es lo mismo que un viaie. El viaje no implica necesafla-un movimiento fisico. EI efecto perturbador que conlleva la experiencia de

    .Slteridad cultural de 1o ajeno se cofltrarresta a bordo con la transformaci6n de losen espectadores (que se han ttasladado en avi6n, pero siguen siendo estiti-

    : lo ajeno ap^rece como cuadto multicolor y se neutraliza al mismo tiempo. Lar con el snero uiEe nos protege a su vez del mismo viaje: no padeceremos de

    iquclla enfermedad que significa el cuestionamiento de 1o ptopio a partir de lot{trJ. lunque nunca se tiene la seguridad de no suFtir los efectos secundarios. Si flo!{i:iescnros cierta aversi6n al neologismo, podriamos hablar del iaiero occidental

    i.1,..,*'"--.

    . Sobre la perspectiva que adopta el relato de viajes de Humbotdt mediante Ios textos litetarios de re

    xieil, v6ase Ott-ur Ette, nDe. Bick auf die Neue W'elo>, en Alexander von Humboldt, Rtise in die Aqil'::,: du Frankfurt am Mai Leipzig: Insel, 1991, pp. 1563-1597,': ow, p.360.

    que anc6s y escriror de eratura de viaies, nos ofrece, segin Frie-, li Wolfzeftet, un ejemplo mds de este tipo de viajes, en el que s6lo se produce un mo\rimiento espacial,

    {},r !m de comprensi6n; un viaje en el que el conocimiento adquirido s6lo es uo reconocimieoto de lo. rer,ull:ido; v6ase Wolfzetrel, Ce duit le uagabo o|. .it., Pp.15+ s.tr [;,n reLaci6n con la literatura y el colecci I interesmte esrudio de Yvene Sinchez, Coler-

    : *iar*, | lileratura, Nladrid: Citedra, 1999.

    54 55

  • UNO . RECORRIDO

    que entra dccidefilahTeflte en contacto cofl len6menos culturales ajenos, a los quevalora y juzga siempre

    ^ p^tit de modelos occidentales no reflexionados (aunque

    se corra siempre ei riesgo de 1a casualidad). En caso de duda acerca de riesgos oefectos secundarios, consriltese Ia oficina de viajes o 1a guia turistica.

    EI esquema circular del recorrido del viaje se encuentra tambi6n en Ia ya men-cionada obra de Flora Tristan Pin;grinatian: d'ane paia, aunque su relato de viajes seinterrumpe antes de emprender el viaje de retorno aFnncia.. Dicho modelo se ha-lla aqur

    -como ya seialara Frieddch Woifzettel- .12 Ya al comienzo del texto se sefrala que el inicio del viaie coincide cofl el tri-g6simo cumpleafros de esta militante francesa: a la busqueda se le entremete a suvez la aceni)aci6n de una ruptura y de un m6gico comienzo, :utTa uitd nzua que le ce-derd el paso, a medida que se vaya desarrollando el viaje, a una cteciente desilusi6n.Esa busqueda de un reinicio se veri ya minada en el mismo lugar literado de riajedel arribo al , en el puerto de Valparaiso; Ia noticia de la llegada deun barco francds habia hecho que muchos fianceses se acercaran al puerto:

    Ellos estaban todos reunidos en el embarcadero cuando nosotros descendimos Mesorprendi6 aquel especticulo. Creia encontrarme en una ciudad francesa: todos loshombtes, que me rodeaban, hablaban ftanc6s: su vestimenta era de fltima moda.Tl

    Conviene sefralar ia enorme diferencia que existe entre la llegada a Valparaiso deFlora Ttistan )- la de Ida Pfeiffer

    -mujer que tambi6n viajaba sola-. Esta lleg6 aIa ciudad portuaria chilena una decada m6s tarde y compar6 todo con Eutopa deuna maflera despectivzi y despreciativa.Ta La sorpresa que se produce al arribar noes fruto del encuentro con lo otro, sino con lo propio, esto es, con 1o conocido. Lahuida de Io propio choca con la presencia de 1o propio en lo otro que se busca; 1aconsecuencia es Ia desilusi6n. El

  • UNO . RECORR]DO

    dificil reconocer nuevos espacios libres que puedah senir de superlicies de proyecci6n vacias.

    Resultaria tentador buscar una forma b6sica no s6lo del viaje, sino tambi6ndel relato de viajes en la posmodernidad, en el oscilat entte dos o mis Puntos. Porlo demis, tambi6n se deberia tratat zqtti aquel movimiento del entendimiento en elque se basa e1 trabajo y los procesos de comptension de los coloquios internaciona-Ies. Los te5ricos latinoamedcanos de nuestto siglo est6n tanfamlltartzados con estetipo de procesos de comprensiSn, que estos irltimos repetcutitln en sus construc-ciones teciricas, por lo que seda posible leet a contrapelo algunos textos te6ti-co culturales de los aios ochenta y noventa del siglo XX y con.ettidos en relatos dev1ale.

    3. Itt linea. Latercera. figura bdsica del movimiento de comprensi6n espacial es e1viaje lineal que va desde un Punto de partida hasta un punto de llegada En estecaso, tesulta secundario si se trata de un movimiento ascendenre o descendente Enla Iireratura nx'sLica, desde sus inicios, encontramus e] esquema bisico de un vialede esta indole como aproximzci6n z 1o absoluto, a 1o divino, impulsado por e1 deseo de realizaci6n y protecci6n trascefldental. Este liaje Ileva a una fusi6n con lameta anhelada, no est, previsto el retorno o 6ste s6lo es de menor importancia. Unmodelo espacial con estas caractedsticas se encuentra a menudo en la mistica espafrola, de modo especial efl santa Tetesa de Jesf s, cttyo Camino de pefecidn se sin.e de\a metaf6ica del r-iaje para la comprensi6n racional y no racional, la expetienciamfstica de Dios. Tambi6n sus Moradas del ca inteior se guran por este csquemade espacio sactal esttictamenteierarqttzado e inttoducen un mo-'-imiento a 1o largcrde un camino de estaciones, semejantes a los que subyacen a Ia ptocesi6n en diversas religiones, donde son la comprensi6n de un proceso animico esPiritual Por medio de lo espacial y 1o corp6reo. A ello le corresponderia la peregrinaci6n medieval,en tanto el camino mismo se vive como proceso de toma de conciencia y comoanilisis de las diferentes etapas y de su signifrcado implicito; sin embargo, por enci-rrra de Ia experiencia del camino se halla siempre la del arribo, en la medida en que1a meta representa no s61o la culminaci6n, sino que le ptopotciona el vetdadetosentido: Ia plenitud de ia petegtinaci6n. Por 1o tanto, la Erlea suPone siempre unaacentuaci6n del lugat literario de viaje del arribo. Esta constituye

    -al lado de ottasestaciones del desprendimiento de 1o ptopio (del Mundo), del exanien o de\a gracia divina recibida- el elemento centtal, simbolizante y dador de sentido delrelato del petegrino. El relato se inmoviJiza, empero, muchas veces en el espaciotrascendental de la llegada.

    Tambidn se encuefltran fotmas seculadzadas de este movim.iento viajeto y decomprensi6n en Ia litetatura de viajes de1 siglo xrx

    -Pensemos simPlemeote en la

    famosa forma intetmedia de la

  • UNO'RECORR]DO

    ble impresi6n que hasta ese momento habiamos tenido de la defotme metr6poli, sedisolvi6 de pronto en admiracion y asombro.8O

    La pregunta, si este movimiento es fehaciente y responde al viaje real de Campe,s61o abarca y agota an aspecto concreto de estos pasaies y del texto completo. Lahibil puesta en escena, como aproximaci6n hermen6ut.ica a un centro resplandeciente del que muchos huyen, apunta al estado ambiguo y friccional tanto del relatode viajes como de sus Biefe aus Pais81 (Canas desde Paris), qre tanto se diferenciande los ottos escritos de Campe. La comprensi6n de un proceso revolucionario seconcibe

    -segun la rnetl,fotz de un cambio radical- como ufl proceso de movi-miento y como una djnimica que debe pasar del viajero a los lectores y expresaruna concepci6n de la l-itetatura que se ajusta de mtiltiples maneras al movimientointerior y cxterior del pribJico iector.

    4. La Otra figura bisica del viaje como movimiento del entendimiento dene los contornos de una estrella. Resulta revelador que Alexander von Humboldten su riaje por las colonias hispinicas de Am6rica se a,p^tt^r^ en dos ocasiones delesquema de su itinerario y en ambos casos nacietan textos que no podian ya ser in-tegrados enla Rektian histoiqae, en el relato de viaje . Cuando en el tercery riltimo volumen de st fulation l-Iumboldt aia.dt6 al texto existente lo que iba aeditar m6s tarde por separado

    -st Es:ai palitique sur /'i/e de Cuba-, ya habia pubJi

    cado como obta independiente st Essai po ae rur le Rolaune de la Nouuelle Etpagne.Hasta ese momento habian sido, se decia, r^zones de tipo pragm6tico o hist6ri-co-cientifico, respectivamente, de geografia humana, las que habian impedido lacreacion de un reiato de viaje unitado, y solo habian permitido publicaciones par-ciales e independientes. En la investigaciSn sobre Humboldt no se ha tomado encueflta que en ambos casos se ttata de estructuras espaciales totalmente diferentes,en tanto Humboldt descubre enLa F{abzna ), en M6xico dos centros urbanos cu-yos archivos y bibliotecas pudo consultar; ciudades que le sin-ieron tambi6n depunto de parttdaparareaLzar viajes mis o menos cortos y excutsiones, que comotales tenian una importancia propia.

    Este cuarto tipo de movimiento en el espacio parte de un centro determina-do; un punto de artanque pata reahza,t: , cuyo recorrido es mis omenos circular 1'lleva a uoa ampliaci6n

    -en forma de 65ffsll2- del espacio re-

    corrido y descrito. La diallctico, entre irea y centro corre de manera aniloga a determinadas estructuras politicamente centralizadas; lo cual nos sirve de explica-ci5n acerca del fen6meno de que Humboldt dedicara a Ios difetentes espacios(politicos) asi explorados distintos libros. En Latinoam6rica, un movimiento detal indole corresponde zlz dialecitca que se establece entre la ciudad y el campo;

    80 Idem, p 928r Joachim Heinrich Campe, BieJi aat I'a* 7rr Zeit der Reto/rtion getcbieben, Brawschweig, 1790; estas

    cartas apatecieron por primeta vez entre octubre de 1789 1, lebrero de 1790 eo el Bramvbu,eigerJoartaly es-bozan una perspectirz asombrosamente visionaia de la fase inicial de la Reloluci6o fraocesa.

    CARTOGRAFIA DE UN N,IUNDO EN I,IO\-IMIENTC)

    er* lfls sociedades urbanas de una cultura escritural y ias amplias regiones no ur-;;,'.$trt;ir" elonde se hallan asentados los m6s dir.ersos sistemas cultutales. Como es:'.::.ta1;:rfr.r, en st bncando de 1845, Domingo F'austino Sarmiento reclujo esta oposi-:,

    ---,;r maflera de una f5rmul^- ^la afltitesis: civilizaci6n t barbarie. Un mo-

    ;&.:t.: rrpacial que se expande en forma de estrella y se religa de nuevo a la ciudad+..r air( ()r)tramos en la ptimcta novela escrita por un hispanoamericano en Hispa-r*':rrrrricr

    -E,l Periquil/o Sarniento deJoseJoaquin Fern6,ndez de Lizardi, publica-.* ;::i I lJ 1 682- y denc, como es natural, una ser-ie dc cons ecuencias mu1. espccifi-!++ tlrrt los viajeros ), los investigad6tes. Al ser-",irse de la ciuclad como constante

    i ili:i4t,, tlc partida, las reEJiones no urbanas se con',,ierten en zonas que el r.iaje-

    e.' r:tr.4sriqador atraviesa r6pidamente para recoger informaciones que almacena,-{**.riliza )r valora despu6s en Ia ciudad con un enfoque cultural urbano de

    ] europeo-. Estancias prolongadas en regiones no urbanas, que le sirven al-. r(1 tle punto de partida, son muy escasas en la America Latina del siglo xtx.- 4'l'r+ irnportante excepci6n en este sentido es la de los relatos de los misioncros,

    residencias escriturales son las mismas misiones. Ellos constituyen una es-ilc microclima cultural-escritural que, por regla general, se halla dentro de:jones culturales no europeas. Seria una labor muy valiosa llevar a cabo un

    de los relatos de los misioneros a partir de las figuras b6.sicas de movitii efl el espacio que hemos esbozado, con e1 fln de constatar en que medidafclatos 1, sus autores prefieren o se abren a otras estructuras espaciales her-

    .., niuticas y otros mor'-imientos del entcndimieflto frerite a los usados por 1os',r igrr)s curopeos (que se encontraban de paso) en sus relatos. Habria que anaLi

    *r.rlrre todo, si hay modeios en sus escritos cuyas caracteristicas no se dejendentro de la tipologia que hemos presentado y que remitan al modelo de

    is cristiano de indole hist6rico sagrado-teleol6gico'- Yolvamos alz forma de estrella del movimiento espacial. En los movimien-

    6idtviaje, que, puestos unos sobre otros, preseflten en tendenciatrazos delade una estrella, se trata naturalmente de una ftgura elemental de experien-

    prefldizaje humanos. Esta figura elemental la podemos encontrar en el nifroque, desde el centro protegido de Ia madre, realiza excutsiones cada vez

    lcf nnas para ampllar sus conocimientos y volver de nuevo al lado de la madre.sin:ilar sucede con las grandes ciudades ubicadas fuera de Europa, que du-la 6poca colonial se convirt.ieron en importantes puntos de partida y de cen-

    fulfurales para los viajeros europeos; ciudades que durante la Colonia repre-iglran la madrepatia. Sin embatgo, este procedimiento no es s6lo caracteristico

    1g Jufancia, sino que podemos observarlo tambi6n en el modelo de experienciai.$. r*trsi6n de la ciencia occidental, la cual se apropia de espacios cada vez mis

    I *les

    -muy similat a los contornos irregulares de una mancha is 1in12-.

    para I de elooial, z desleld cn

    ei!i. r.l (t998),pp 20s-231

    60 61

  • I.INO . RIJCoRRTDO

    E n 1-9 r-1 , \' cofl motivo de su conferencia inaugural e n cl Co//i.4e de France, RolandBarttres present6 un modelo similar de comprensi un cspacio de iuego, cl( ntro del cuel la piedta o el hilo no ticnen nris scnriclc>clrrc ser cJ regrlo plcno del afin, cn el crral se ha convertido.Sl

    Los movirnientos discursivos, sirnbolizados etimologicamentc en las a//rie.r el r.uttes(idas l vcnidas) del nino, senerxn uoa ampliaci6n del campo del saber que podrra-mos definir J.a conro el campo s leo6nrcnos v su jncofpofacion al accrvo rlc conociuricn-tos existcntes. l,a innovacion r los conocir-r'rientos previos, o mis bicn, los prcjuicios, sc condicionan mutuamentc; los mitockrs de conocimiento cn lorma clc cstrella (.v los movimientos del viaie) repiten cspacialnrente esta rclaci6n entrc lonuevo l Io pre-sabido. La prcferencia que rruestra la literatura de r-iaies por cstafigura bisica posiblemente se clclrc a que esra literatur:r espacializa plisticarr.rcntelas estrucruras de pensamiento \ 1as formas de cxpansion del sabcr en 1os rris cli\-ersos calllPos.

    5. E/ sa/to. J,a quinta v ultima Frcura bisica que presentaremos a munera dc cjcrn-plo y rliscutiremos es, por lo mcn()s a ptimc're vista, de nztueleza algo diltusa. (icrrrespondc a aquel relato de r.iajes (r' modekr clel entendimiento) qr.re carece clc unpunto dc partida v dc arribo concretos. ResLrlta diflcil cncontrar cjemplos dc cstetipo dc rnovimiento cn krs siglos xuII v xlx. Por ello rccurrird a r-rn ejemlrlo clc larrartativa dc ficcicin clcl siglo XYltt: Jacqiles fu fuld/irte et son niitre, dc Dcnis l)iclcrot.lln la famosa escena de entrada, en la que el narrador mantiene un cliilogo ficticitrcon el lcctor acerca del protagonista del texto, saltan a la vista las estructuras bisi-cas del mor.imiento del viaje que van a aprrecer en la no.,.ela:

    ;Crimo se encontraron? Por casuaLdad, como todo el mrrndo ;Crirlo se llarntban:;(]ue les importa? .,De dondc venian? Del lugar mis pr6imo 2r\donde iben? ;Es(luc uoo sabe aclrinde va?;(]u6 decian? lll Serior no clccia nacle, t Jacques clecia que

    Bl Rolancl Ilarrhes, Irrarr [.tqon funtqrra/e le la Cluin' fu -fy'uiolagie /i/t/ntire lu Co//i4e dL ltaue lrotorty'e le 7

    pw,fur I977, Prris: Seuil, 1911, pp 42 s; rcinrpreso cr (.itl): (Euru .lttfJ/i/*, tomo lll, a!. dt., p 871,

    CAI{TO(;IIAFIA DE LIN ilIUNDO F,N NIO\TINIII]NTo

    t (.dPitairc rJecia, cluc totlo 1o quc nos sucedcria aqul abajo para bien o para ma| es-t,rlra va cscril,o alli erriba 8a

    L ( dpcctativas de la fiqtrra clcl lector ficticio se v(:n una V otra ve7 l'rustfa(12s, pues- l,rcArrntas obtienen como tcspucsta nuevas preguntas: I:-r/-ct qw /'on vtil oi /'ox. l,r casualidad aparece dcsdc cl inicio como motor de lo cluc ocurre; r sin em-.r;,,r 1s

    -111 ) como seialara liriclt f{iihler en Lrn rnemorable esrudio- una ca-'ir,l;,r1, que en su juego dial6ctico con Ia ncccsidatl histririca cles:rrrolla una posibi-

    1,..!,'l construida para cada situaci6n histcirica.s5 No hav ntnutin plan djvino de*r;' rr lrrtt detris de Io ocurrido, asi con'ro tampoc() r-rn detallaclo o (pre)cletcrminado;ii., t.ui() de viaje I-a particla 1'la lJegacla se susrracn el cr>nocimiento del Iector LTn

    : r',i'rr rlt' attibo preciso cs sustituido p()t la acentlracicin de la apertura racUcal hacia': lrrtut() y las sendas dcl liaje: ise sabe hacia d6ncle nos conclr,rce el r-iaje? Si se leouu.',r :r lr.rs hombres Ja posibilidad de disponer de un punto dc partida 1' cle arribo

    .),i +rr rr ctrnino r.ital, es decir, cuando no se le ;rermite el acccso conscjcntc l, reflexi-.,.' !., l-rnl() al motnento de su nacimiento cuvas huellas puedc lJcvar el cr-rcrpo, sin, . r,.r r llus rnis que huellas- como al momcnto de le muerte, la nor.ela lc ufrcce cn

    .

    i,4r dc comple-,!:,1 o. E nicro csta

    . : d,,n este vida y dcE; rrpcvicn6il r'ital se le nicga al le los pasajcs de la,ti,r ( l:l (lc Didcrot. Esta des ilusi6n tructura clc nol-e

    .1; ,'.- *.t,lrlcs Las claves ltnales de la novela que nos ofrece Diderot son inter:rctir-as..--

    ".rrlrirr las teglas de diccii>n actuales-. F,l itinerario de don ()uiiote \- l:r ti,rmx e\

    ' ,,-: qtr n:r nrostrar cu6n importante es el rnodelado topico de la partida, 1a llcgada o el

    liirrlt(), algo que muchas \reccs se ha ignotado. Con frecucncia aparcccn eo 1os re,i letr,, tlc viaje de los siglos XVIII y xix notas intro(luctorias qrrc lc inFormarr al lector

    '.,_'q"rrrtcrtualmentes6nos6lodelinicio,sinotambi6ndeladel proYecto. .,' tL ', r,rjc, asi como de su , dc su postrcr ). rcatzaci6n. De este

    1:q.1:'- +,'"1,,, cl telato cle viajes de los sigkrs X\-IU 1, xtx, y en mlrchos casos tanrbi6n el del

    ' l)tnis Dideror, ltqrt k 1it,tliste et iail /u//r? Edicitin critce de Sinrooe l-ccontte r -tean [,c Gallior,

    ', Drr.v, 7911

    . p 3( lr Iirich lidhlet. Der /ilenti.trle Ztfa//, dar Ali)glihe md lit Nonenditkay' Nftinchen: F-ink, 1973; tam-

    ',1 I, u"Est-ce tlLrc J'on sajr or'r l\rn va?" Zur strukcurellen Eirheit ron "Jacclues le Faralisrc ct soo l\Ia.i-, r t,il

    ,\, l'ertritthllen Rotrari.i/itrlte Beihitt :lJtr tirur Liioritdtroz,iolagrrhen 1)ttatun.irtrsrLtlt,l\Iiinchen:l't"6, pp 219-2.19Irr cuaoto e Ia deFrnici6n del rrmino, v6esc (ldrard (lcoete,

    -feaz7r, l);rris: SeLLil, 1997

    62 6i

  • UNO . RECoRRIDO

    siglo xx, ie ofrece a su priblico lectot la entrada Iibre a toda una vida entera quecada le ctor puede -----en el sentido literal de \a palabru- seguir y comprendet en susaspectos especificos de percepcion. La fascinaci6n que emana del relato de viajes sedebe, por cierto, a la ocupaci6n libidinosa de1 podet de disposicion sobre los movj-mientos del pensamiento, que se pueden repetir infinitas veces. Quizi esto sirva derespuesta al enigma que Ldvi Strauss planteara de forma parad.6jica, tanto al textomismo como a sus lectores, en el capitulo inicial de sts Tittes tropiqaes:

    No obstante, este g6neto de relato encuentra una acePtaci6n que me parece inexpli-ctble.Lt Amazonia, el Trbet 1'Africa inundan las tiendas con libros dc viajes, repor-tajes de expediciones y ilbumes de fotogtafias, en los cuales la preoctrpaci6n acetcadel efecto domina tanto, que el lectot no puede aprecit el valor del testimonio quese le esti ofreciendo. No fomenta el espiritu cririco, sino s6lo despierta en 6l Ia demanda por una cantidad ctdt s,ez malror de dicho forraie, que deglute en cantidadesprodigiosas.sT

    En el pasaje citado de sts Tristes tnipicos, qte se halla en el capitulo titulado . Si aplicamos este hecho al hilo de nuestra atgumentacion nos daremoscuenta de que las razones de la , como se dice en e1 mismo apartado de S/ Z,hacia la integridad, la abundancia y Ia unidad de un texro, cuyas partes de-

    ar una relacion funcional entre si. Barthes destaca cuatto momentos ende texto: partir f uolager / ariuer / restense Br'el siglo X\TII no existe nin-

    to que haya desarrollado formas experimentales del relato de viajes de ma-tica y poetol6gica tan radical como 1o hiciera Diderot con su Jacqret

    en eI campo de la novela. Por lo tanto, se podria hablar -y esto conciernedimension Lteoia de viaje- de un cierto (retraso)) poetol6gico del re-

    viaies en relaci6n con el g6nero novelesco. Un retraso que se fundamentariainstancia en el lugar te6rico gen6rico de Ia literatura de viajes y su rradi-

    yinculo con determinados modelos de diccion y de lectura. En sus esctitosy mAs arin en sus ptopios relatos de viaje, Roland Barthes ha hecho hinca-

    csta deficiencia poetologica. Los fragmentos publicados en 1944 sobre unI Grecia rcahzado por Barthes en 1938;1os esbozos marroquies de los afros

    publcados p6stumamente con el titulo de Incidents, y el libro sobre elJap6n,det signet ----

  • uNc) . Rt.j(-()RRIIX)

    de viaje reales de Barthes; e[ texto literario dedicado a)rpon, empcro, no tiece ensu construccion ninguna estructur,r que lc ptesente con diligencia al lectot el oscilarentrc dos mundos como esquema henr-rendutico bisico El relato de viajes se sus-trte a la obJigacion de precisar un punto de partida v un final cvidentcs; de modclarlugares Iitcrarios cle r.iaje e incorporar]os a un desarrollo natrativr mu1'sui generis.A pcsar de to alllevar a cabo estc cxperiment(), colro muy bien pone de relieve el 6xito dc L'l:uflrcdct ri,Etcs. Porclue eJ )nQerio dr /os sigrtos tan-rtri6n esti sutcado dc caminos I m()\i-mie ntos en forma de saltos discontinuos clc los que cl lectot pucdc aproPiarsc clemanera cfeaE\,2.

    Los relatr>s de viajes de los siglos X\-III y xlx no desarrollan su lucrza dealraccirin solo por Ia relaci