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Evolución de la construcción del discurso en el ensayo entre 1648 y 1726 Joaquín Garrido Universidad Complutense de Madrid Garrido, J. 2013. Evolución de la construcción del discurso en el ensayo entre 1648 y 1726. En Alicia Puigvert y Silvia Iglesias (coord.), Trabajos de semántica y pragmática históricas. Aportación al estudio de nuevos métodos. Madrid, Editorial Complutense, 55-94. Resumen La evolución de la construcción del discurso debe ser considerada en el marco de las tradiciones discursivas y los tipos de texto. El análisis de las relaciones de discurso subordinantes y coordinantes o de integración y agregación ofrece una aproximación a la estructura de las unidades más allá y por encima de la oración. Se examinan unas muestras de obras de Gracián y Feijoo, según su estructura jerárquica de discurso y la integración de dicha estructura de discurso en las unidades textuales de los párrafos, para analizar la evolución de las estructuras de discurso y de texto en el ensayo español entre 1648 y 1726. Palabras clave: discurso, texto, subordinación, coordinación, ensayo español entre 1648 y 1726 Abstract Evolution of discourse construction in the Spanish essay from 1648 to 1726 The evolution of discourse construction must be considered within the framework of discourse traditions and text types. The analysis of subordinating and coordinating relations or inclusive and additive relations in discourse offers an approach to the structure of units beyond and above the sentence. A sample of works from Gracian and Feijoo are examined, in terms of their hierarchical discourse structure and the integration of this discourse structure into the textual units of the paragraphs, in order to analyze the evolution of discourse and text structures in the Spanish essay from 1648 to 1726. Key words discourse, text, subordination, coordination, Spanish essay from 1648 to 1726 Índice 1. La construcción del discurso 2 1.1. Tradiciones discursivas, texto y discurso 2 1.2. Relaciones de discurso 4 2. La evolución del ensayo entre 1648 y 1726 6 2.1. La evolución de Gracián a Feijoo 6 2.2. Gracián 8 2.3. Feijoo 11 3. La evolución del estilo al género 16 Bibliografía 17 Anexo 21

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Evolución de la construcción del discurso en el ensayo entre 1648 y 1726

Joaquín Garrido

Universidad Complutense de Madrid

Garrido, J. 2013. Evolución de la construcción del discurso en el ensayo entre 1648 y 1726. En Alicia Puigvert y Silvia Iglesias (coord.), Trabajos de semántica y pragmática históricas. Aportación al estudio de nuevos métodos. Madrid, Editorial Complutense, 55-94.

Resumen

La evolución de la construcción del discurso debe ser considerada en el marco de las tradiciones discursivas y los tipos de texto. El análisis de las relaciones de discurso subordinantes y coordinantes o de integración y agregación ofrece una aproximación a la estructura de las unidades más allá y por encima de la oración. Se examinan unas muestras de obras de Gracián y Feijoo, según su estructura jerárquica de discurso y la integración de dicha estructura de discurso en las unidades textuales de los párrafos, para analizar la evolución de las estructuras de discurso y de texto en el ensayo español entre 1648 y 1726.

Palabras clave: discurso, texto, subordinación, coordinación, ensayo español entre 1648 y 1726

Abstract

Evolution of discourse construction in the Spanish essay from 1648 to 1726

The evolution of discourse construction must be considered within the framework of discourse traditions and text types. The analysis of subordinating and coordinating relations or inclusive and additive relations in discourse offers an approach to the structure of units beyond and above the sentence. A sample of works from Gracian and Feijoo are examined, in terms of their hierarchical discourse structure and the integration of this discourse structure into the textual units of the paragraphs, in order to analyze the evolution of discourse and text structures in the Spanish essay from 1648 to 1726.

Key words discourse, text, subordination, coordination, Spanish essay from 1648 to 1726

Índice

1. La construcción del discurso 2

1.1. Tradiciones discursivas, texto y discurso 2

1.2. Relaciones de discurso 4

2. La evolución del ensayo entre 1648 y 1726 6

2.1. La evolución de Gracián a Feijoo 6

2.2. Gracián 8

2.3. Feijoo 11

3. La evolución del estilo al género 16

Bibliografía 17

Anexo 21

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1. La construcción del discurso

1.1. Tradiciones discursivas, texto y discurso

La “arquitectura discursiva” o “arquitectura transfrástica de la prosa” (Barra 2007, 8) se entiende, en el presente enfoque de construcción del discurso, como organización jerárquica de unidades secuenciales que tiene lugar en el marco de un determinado tipo de texto. Se plantea así “el problema de la tipología discursiva”, para el cual concluye Borreguero (2006a: 55 y 65) que “Quizá necesitemos un nuevo enfoque de la cuestión tipológica para poder superar el estancamiento actual, sin volver a los primeros modelos de combinaciones aleatorias de rasgos formales, temáticos y pragmáticos”. Para Borreguero (2006: 63), “La estructura secuencial permite, pues, abordar la heterogeneidad composicional en términos jerárquicos”; se trata de la estructura secuencia propuesta por Adam (1992).

La evolución de esta organización jerárquica tiene lugar en determinados tipos de textos, constituidos por conjuntos de tradiciones de discurso específicas, en el marco de determinados actos sociales de comunicación; recordemos que, en términos de Ridruejo (2002a: 96), la “pragmática diacrónica […] trata la evolución de la lengua en cuanto que es empleada en actos sociales de comunicación” (véase también Ridruejo 2002b). En este sentido subraya Glessgen (2005, 226) la necesidad de determinar las diferencias internas entre tipos de textos y las diversas tradiciones de discurso a las que cada una de estas diferencias están ligadas, así como sus consecuencias para el análisis de la evolución:

Para la Historia de la Lengua, la Pragmática Histórica y la Lingüística de Variedades sin duda son importantes las diferencias de discurso […] La observación del cambio lingüístico en los tipos de texto confiere así una ulterior dimensión explicativa a la Pragmática Histórica1.

Las tradiciones discursivas son un componente necesario de toda teoría del cambio lingüístico, además de la cuestión de las variedades lingüísticas, como señala Koch (2005, 246):

Toda teoría del cambio lingüístico sin duda debería incluir no solo la problemática de las variedades lingüísticas, sino también el aspecto de las tradiciones discursivas.2

Los hablantes construyen sus textos, ya sean notariales o periodísticos, según modelos de dichas tradiciones, como observan Schrott y Völker (2005, 11), fundándose en Koch (1997) y Oesterreicher (1997):

Wenn Sprecher eine Urkunde abfassen [...]…, wenn sie einen Bittbrief schreiben [...], einen journalistischen Text redigieren [...] oder als administrative Funktionsträger eine petición an übergeordnete Verwaltungsorgane schreiben [...], dann greifen sie auf Modelle zurück, die die Textproduktion anleiten und zugleich Freiraum für Variationen lassen (Koch 1997, Oesterreicher 1997).

Se trata, según Kabatek (2008 : 7), de un nuevo “paradigma” o teoría, estudiada por Kabatek (2005: 45-67), Glessgen (2005: 223) y Pons Rodríguez (2008: 218) y (2010: 2); como señala Pons Rodríguez (2008: 199), “el concepto de TD [tradición discursiva] no se limita a lo que tradicionalmente se ha llamado ‘tipo de texto’ --tales serían ‘tradiciones complejas’-- sino que se amplía a “todos los tipos de tradiciones de texto” (Kabatek 2005)”.

1 Traducción del autor del texto original de Glessgen (2005, 226): “Für Sprachgeschichte,

historische Pragmatik und Varietätenlinguistik sind wohlgemerkt […] die Diskursunterschiede wichtig […]. Eine Betrachtung des sprachlichen Wandels in den Textsorten liefert so der historischen Pragmatik eine weitere deutende Dimension”.

2 (T. del A.): “Eine Theorie des Sprachwandels sollte nicht nur die Varietätenproblematik, sondern auch den Aspekt der Diskurstraditionen entschieden mit einbeziehen”.

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Estas tradiciones o modos complejos de organizar las unidades de discurso, entendidas como secuencias conectadas de oraciones, caracterizan la unidad superior en que se integran los discursos, el texto. Se considera así el texto como “el molde de organización de estos discursos que lo componen”, en el que “las opciones en la organización de los discursos constituyen el tipo de texto” (Garrido 1997: 232). En otros términos (Garrido 2009: 233):

El texto es la unidad constituida por discursos conectados entre sí y que representan conjuntamente una determinada información en el marco de una acción socialmente constituida. El texto organiza los discursos según el modo de transmisión, principalmente en cuanto a quién interviene y cuánto tiempo lo hace.

Se plantean así dos niveles diferentes, es decir, dos dimensiones de unidades distintas, el texto y el discurso. Los fenómenos discursivos tienen lugar en un nivel propio, el discursivo o nivel de las unidades de discurso (Garrido 2004), constituidas por secuencias conectadas de oraciones. En este nivel, la principal dimensión es la de proximidad frente a distancia social y cognitiva entre los participantes, construida mediante las opciones de estilo: “En cada decisión de construcción del discurso, el hablante cuenta con opciones, de léxico, de tratamiento, de sintaxis. Son los materiales del estilo” (Garrido 1997: 211). Es frecuente insistir en la distancia social de los participantes, pero igualmente importante es la distancia comunicativa, que requiere operaciones cognitivas diferentes según sea el grado de proximidad en los procesos de integración conceptual (Silva 2004: 609).

Se resuelve así la ambigüedad terminológica entre texto y discurso y, como señala López Serena (2006: 50) de acuerdo con Adam (1992), se aprovechan los términos para denominar unidades de distinto nivel de abstracción; pero en este caso, a diferencia de Adam, ambas unidades son de naturaleza estrictamente lingüística. La conexión cognitiva del tipo de texto con la acción social en que se realiza, además, abre el camino de abordar en esta unidad las relaciones entre la lengua interna, los procedimientos de organización de las unidades lingüísticas, incluido el texto, inaccesibles al control consciente de los hablantes, y la lengua externa, las propiedades accesibles a los hablantes que estos controlan conscientemente, como son la elección del léxico y la adaptación cultural de los tipos de textos a las acciones sociales en que se inscriben (Garrido 2009: 38), es decir, el desarrollo de las tradiciones discursivas entendidas como elaboración de la lengua (alemán Sprachausbau), incluyéndose en ellas, por tanto, la organización “externa” (Kabatek 2003: 208) de las variedades que constituyen los hablantes.

Efectivamente, en el sentido adoptado aquí, estas tradiciones más que discursivas son textuales; el propio Kabatek usa ambos términos, como en “tradiciones textuales o discursivas” (Kabatek 2004: 249). Son tradiciones textuales más que discursivas ya que, en términos de Kabatek (2006: 34), “no son elementos ligados a una lengua sino a una cultura en un sentido más amplio, a algo que podríamos tambien denominar una “comunidad textual”” y pertenecen al “lado cultural de los estudios del lenguaje” (Kabatek 2008: 7). De nuevo, es preciso matizar que estas comunidades textuales son más bien “subcomunidades” en “sociedades con una misma lengua”, que “desarrollan un léxico y unos géneros apropiados a su actividad social y al conocimiento correspondiente” (Garrido 2009: 238): la lengua es parte de la sociedad que la habla y las comunidades textuales que la constituyen son, por tanto, parte de esa comunidad y parte de su lengua.

Como en el léxico, en el texto hay propiedades descubiertas u observables “que los hablantes controlan conscientemente y adaptan a sus necesidades cognitivas y comunicativas” (Garrido 2009: 245); pero hay también propiedades encubiertas en el texto que los hablantes no conocen conscientemente, y que son características de la construcción del texto como unidad lingüística. Por ello son las tradiciones textuales unos “moldes histórico-normativos, socialmente establecidos” y “un eslabón entre la lingüística llamada “externa” y la “interna””, en términos de Jacob y Kabatek (2001: viii) y Kabatek (2001: 99), como recuerda Espinosa (2009: 132) al tenerlas en cuenta como factores del cambio lingüístico.

Entre texto y discurso hay una relación semejante a la que existe entre el sintagma y el grupo fónico. En cuanto al discurso, son frecuentes los enfoques que defininen, como Degand y Simon (2009, 4.19), la “unidad básica de discurso” en términos simultáneamente sintácticos y prosódicos:

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“cláusula de dependencia sintáctica”, en relación de proyección con la “unidad prosódica mayor”. Sin embargo, el grupo fónico, o unidad prosódica básica, es una unidad de empaquetamiento, de transmisión: una misma unidad sintáctica se puede emitir en un número variable de grupos fónicos. Del mismo modo, una misma unidad o segmento de discurso se puede transmitir en un número variable de unidades textuales, las intervenciones en la comunicación oral o los párrafos y capítulos en la comunicación escrita. Hace falta considerar en sí misma la estructura del discurso, integrada por oraciones organizadas no solo secuencial sino también jerárquicamente, mediante, en términos de Bustos (2000: 82 y 83), “mecanismos de estructuración interna de jerarquía supraoracional”, “modos de organización del discurso y mecanismos de ordenación del proceso”. Para tener en cuenta estos modos de organización discursiva, como recuerda Cano (2003: 297), hay que ir más allá de la oración:

La conexión extra- o supra-oracional […] parece erigirse como una de las muestras más claras de la necesidad de romper con el prejuicio secular de que la oración, definida gramaticalmente, constituye no solo la unidad superior de la Gramática, sino que solo en ella es donde adquieren sentido todas las demás relaciones gramaticales construidas entre unidades inferiores.

Además extraoracionales y supraoracionales, estas relaciones han sido denominadas transfrásticas, por ejemplo en estudios de Ridruejo (1993) y Cano (1996), en lo que este último denomina “ilación sintáctica en el discurso”.

Al mismo tiempo, como apunta Elvira (2009), “Puede haber, en efecto, una relación directa entre aspectos esenciales de la estructura de la gramática y los principios que organizan el discurso”. Entre estos principios figuran lo que Elvira (2004: 460) denomina “las necesidades informativas del discurso”, que determinan tanto las propiedades de organización interna de la oración, por ejemplo la posición inicial de elementos temáticos, como la articulación en unidades cognitivas que tienen correlatos lingüísticos, como observa Elvira (1996: 30), citando las indicaciones temporales, que abren y cierran diferentes episodios, o la opción entre sintagma nominal pleno y pronominal o elisión en la que repercute la estructura de discurso de la prosa alfonsí.

Análogamente, Smith (2003) observa que en un mismo texto se reconocen pasajes (passages) que son intuitivamente de diferentes tipos, narrativo, descripción, argumentación, comentario. Cada pasaje está en un determinado modo; los modos se definen por el aspecto y tiempo verbales, entre otros. Smith distingue según el alcance genérico o específico de los sintagmas nominales y según el aspecto verbal modos situados temporalmente (dinámicos: narrativo, noticia; estático: descripción) y modos atemporales (divulgativo, argumentativo)

1.2. Relaciones de discurso

En general, esta arquitectura de organización jerárquica de las unidades secuenciales constituye el lugar de contacto teórico de la Semántica y la Pragmática. En términos de Busquets, Vieu y Asher (2001: 81), una “teoría de las representaciones discursivas segmentadas”, es decir, un enfoque de tipo secuencial jerárquico, da cuenta de “las interacciones entre el contenido semántico de los segmentos y la estructura global, pragmática, del discurso”:

La SDRT [Théorie des Représentations Discursives Segmentées …] est une théorie représentationnelle dynamique du discours qui prend en compte la segmentation et l'organisation structurelle du discours […], pour expliciter dans un cadre vériconditionnel les interactions entre le contenu sémantique des segments et la structure globale, pragmatique, du discours : on peut légitimement décrire la SDRT comme une théorie de l'interface sémantique-pragmatique.

Una manera diferente de abordar los fenómenos que se producen como contacto entre Semántica y Pragmática es considerarlos en el marco de las unidades secuenciales, unidades de discurso o segmentos. En lugar de una unidad adicional complementaria de la oración, el enunciado, y su correlativo acto de habla, las unidades o segmentos de discurso permiten dar cuenta de las

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secuencias de oraciones, así como de la estructura interna oracional que sirve a la conexión externa de cada oración con las otras (Garrido 2010). Se dispone así de un sistema integrado de unidades en la gramática, de la oración al discurso y, como acabamos de ver, al texto, en lugar de un sistema adicional de unidades diferente del de la gramática, como por ejemplo proponen Roulet (1991 y 2000), Briz (2003 y 2007) y Pons Bordería (2010), construido en torno al acto (a su vez jerarquizado en acto director y acto subordinado, por ejemplo en Moeschler 1996: 189; cf. Garrido 2000). En lugar de actos, diferentes de las oraciones, las propias oraciones contraen relaciones que dan cuenta de los fenómenos considerados pragmáticos.

Las relaciones han sido definidas en una tradición que comienza en las propuestas sobre la coherencia de Hobbs (1985) y sobre la estructura de relaciones retóricas de Mann y Thompson (1986 y 1988), últimamente revisadas por Renkema (2009), y que se une a las estructuras de representación del discurso de Kamp y Reyle (1993) en los trabajos de Lascarides y otros (1996) y Asher y Lascarides (2003), en la mencionada teoría de las representaciones discursivas segmentadas (Busquets, Vieu y Asher 2001), así como desde el punto de vista de la optimidad (Zeevat 2010). Tradicionalmente se dividen las relaciones discursivas en diferentes tipos; en el caso de la teoría de la estructura retórica de Mann y Thompson (1986 y 1988) y Mann, Matthiessen y Thompson (1992), se proponen dos tipos de relaciones, presentativas y de asunto tratado; y se distingue además entre relaciones con núcleo y satélite y relaciones multinucleares (véase también Taboada y Mann 2006), es decir (Renkema 2009: 95), tres grupos: presentativas, de asunto tratado y multinucleares.

En realidad, se trata de dos dimensiones diferentes: una es sintáctica, la de relaciones de núcleo y satélite frente a relaciones multinucleares, mientras que la otra es semántica, de relaciones de asunto tratado frente a relaciones presentativas. Esta última distinción se considera frecuentemente como de relaciones de contenido frente a relaciones pragmáticas (Sanders y otros 1992: 6; Vieu 2007: 268), aunque hay argumentos, una vez más, para plantear un punto de vista distinto (Garrido 2007: 326): además de tratar información acerca de la realidad, hablante y oyente gestionan esa información, es decir, dan y usan orientaciones acerca de cómo debe ser procesada. Esta información sobre la gestión de la información no es algo extralingüístico; por ejemplo, el atribuir una información al interlocutor, o a sí mismo, de manera que a continuación se rechaza (Aunque sea mi hija, la encuentro muy guapa; ejemplo de King 1992: 162), no se puede considerar extralingüístico ni extragramatical, ya que tiene su representación constante en la lengua (aunque más subjuntivo, en el ejemplo anterior), como suposiciones contextuales bien del oyente, bien de ambos, relacionadas con datos anteriores presentes en el discurso o con datos de la memoria.

Las relaciones discursivas pueden ser explicitadas por marcadores pero tienen entidad propia, como tales relaciones entre oraciones. Se evita así la concepción morfológica, es decir, de las formas léxicas que marcan explícitamente las conexiones, que señalan Barra (2002), Narbona (2002) y Cano (2003), además del problema que para esta concepción plantea la “ausencia de relación biunívoca entre las funciones discursivas y los marcadores de discurso que contribuyen a realizarlas” que recuerda López Serena (2010: 2). En palabras de Cano (2003: 310), “El empleo de conectores es uno más de los mecanismos de la conexión, pero ni siquiera parece seguro que sea el central. Aquí, lo central es la función como tal; los instrumentos empleados son importantes, sí, pero secundarios, y no se ha de partir de ellos para hablar de la cohesión discursiva, sino al revés”.

Esta concepción de la organización jerárquica del discurso se propone aquí con la intención de analizar ciertas configuraciones de relaciones discursivas y su integración en las estructuras textuales, es decir, su “sentido”: como subraya Cano (2000: 111), “Lo que interesa es pasar de la constatación, cuantitativa por lo general, de los tipos de relación interoracional utilizados a determinar el sentido último de dichas preferencias”. El análisis, observa Cano (2000: 115-116) “ha de dirigirse, no tanto a buscar datos, ejemplos, cuanto realidades discursivas plenas construidas en un texto. [...] es decir, ha de ver de qué forma(s) la construcción sintáctica del discurso se modifica en el tiempo”. La evolución de las relaciones interoracionales, en efecto, puede analizarse como un fenómeno de gramaticalización, según recuerda Girón (2008: 173), que añade:

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Lo que se observa en cualquier momento histórico de cualquier lengua es la combinación de parataxis, hipotaxis y subordinación, de acuerdo con estrategias retóricas que pertenecen a las tradiciones discursivas que se emplean en cada caso.

Para abordar, efectivamente, cómo se modifica la construcción sintáctica del discurso a lo largo del tiempo analizaré la aplicación de este enfoque de la construcción del discurso a dos fragmentos, explorando las mencionadas interacciones entre contenido semántico de los segmentos o secuencias y la estructura global del discurso, es decir, la construcción del discurso en términos de relaciones entre oraciones.

Dentro del amplio inventario de relaciones (Garrido 2007), me limitaré a la naturaleza rectora o regida de las relaciones discursivas, es decir, lo que Asher y Vieu (2005: 598) denominan relaciones de discurso subordinantes y coordinantes. La ventaja de abordar la estructura de discurso de los ejemplos en términos sintácticos, de relaciones de integración frente a relaciones de agregación (Wesch 1998: 189) o de subordinación y coordinación, es de evitar la actual indefinición del catálogo de relaciones semánticas (y, en su caso, pragmáticas), a pesar de los progresos mencionados. Al mismo tiempo, unido al principio heurístico según el cual la conexión entre oraciones tiene lugar de una única manera en un texto dado, salvando maltendidos y ambigüedades (Garrido 2003: 19), el análisis en términos de la integración o agregación de oraciones en el discurso proporciona una vía segura al conocimiento de la configuración sintáctica del discurso. Para aclararla debemos acudir a criterios como el de la frontera derecha de Polanyi (1998), Asher (2008), y Prévot y Vieu (2008), y la coordinación mediante “y” de Gómez Txurruca (2003) y Asher y Vieu (2005).

2. La evolución del ensayo entre 1648 y 1726

2.1. La evolución de Gracián a Feijoo

Los ejemplos de tipo ensayístico en cuestión (véase el anexo al final) han sido analizados exhaustivamente en términos de sintaxis oracional por Girón (2003). Se trata del “discurso” 47 de la “Agudeza y arte de ingenio” de Gracián (1648) y “Prólogo al lector” del “Teatro crítico universal” de Feijoo (1726)3; nótese que la obra de Feijoo también está dividida en “discursos”, denominación y división que indican un tradición discursiva, propia del género en cuestión (Quevedo llamaba “discursos” a los ensayos de Montaigne, como observa Arredondo 1988: 178). Para estos ejemplos y un tercero, intermedio cronológicamente, el “discurso” 30 de “El hombre práctico” de Gutiérrez de los Ríos (1686), Girón (2003: 350) destaca el crecimiento de “las relaciones discursivas sintácticas” en detrimento de “las pragmáticas”:

En suma, la cohesión textual ha avanzado por las sendas de la contraargumentación y la causalidad [mediante conectores] y ha retrocedido en los caminos de la adición (parataxis). También ha disminuido el enlace asindético. Los capítulos han ido ganando textualidad

3 Los textos reproducidos por Girón (2003: 350-353 y 355-357) corresponden a las siguientes ediciones: Baltasar GRACIÁN, Agudeza y arte de ingenio (1648), Edición de E. CORREA CALDERÓN, Madrid 2001, Castalia; Benito Jerónimo FEIJOO, Teatro crítico universal, tomo primero (1726), selección, prólogo y notas de A. MILLARES CARLO, Madrid 1975, Espasa Calpe (Clásicos Castellanos). Pueden consultarse, respectivamente, las ediciones de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y la Fundación Gustavo Bueno en

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593061990149396310846/index.htm y http://www.filosofia.org/bjf/bjft000.htm.

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escrita y perdiendo textualidad oral. Las relaciones discursivas sintácticas han crecido y han disminuido las pragmáticas.

En general, encuentra Girón (2004: 884) que “En el tránsito del siglo XVII al XVIII se intensifica esta evolución y el cambio cuantitativo y cualitativo es evidente en la prosa ensayística”, de la “parataxis intraoracional” a la “hipotaxis de los periodos y enunciados”. Y concluye: “la regularización y estandarización de la sintaxis intraoracional e interoracional dan un paso de gigante en 1726” (Girón 2004: 885).

Apoyándose en la observacion de Octavio de Toledo (2007: 421) sobre “la idea de que el español, como sistema lingüístico, alcanzó ya hacia el fin del periodo clásico un alto grado de fijeza perdurable en su morfosintaxis”, Pons Rodríguez (2010: 7) plantea la posibilidad de una “frontera cronológica en el XVIII” en la “transición desde modelos de cohesión sostenidos en la subordinación floja (Girón 2003) a otros más volcados hacia la hipotaxis, mayor recurso a la conexión supraoracional causal y contraargumentativa que hacia la aditiva.” Para Pons Rodríguez, estos cambios “que repercuten en los índices de integración del discurso y en el juego de elementos usado para ello” se deben a la aparición de “Nuevas tradiciones discursivas: ensayo, periodismo”, entre otras. En términos de Cano (2000: 111 y 104):

los distintos pesos relativos de las varias clases de relación interoracional tienen mucho más que ver con los tipos de texto y las intenciones significativas que con cualquier clase de evolución cronológica (del tipo de la definida por la “hipótesis de la parataxis”) […], “según la cual las estructuras subordinadas, tanto en el lenguaje humano general como en las lenguas históricas como en los procesos individuales de adquisición del lenguaje, se originan en combinaciones asindéticas de segmentos oracionales (yuxtaposición) [...].

El tamaño, según la concepción expuesta anteriormente, es una característica central en la constitución del tipo de texto, de modo que para que sean comparables, los ejemplos elegidos deben ser de aproximadamente la misma extensión, además de constituir una subunidad en el tipo de texto en cuestión. Efectivamente, el “Discurso XLVII” de Gracián y el “Prólogo al lector” son de tamaños semejantes:

Gracián 1648 Feijoo 1726caracteres 7683 7039 palabras 1279 1181 oraciones 36 45 párrafos 10 11 palabras % 100 92,5 oraciones % 100 125 palabras/ oración 35,5 25,2

Tabla 1. Dimensiones de los ejemplos de Gracián y Feijoo

Como ejemplo de procedimiento de análisis, compararé con cierto detalle fragmentos iniciales de análoga extensión. El criterio seguido es de tomar el primer párrafo (y, como se verá, la primera unidad de discurso) de uno de ellos y compararlo con una extensión análoga en el otro. El párrafo inicial de Feijoo es más extenso, por lo que en el de Gracián son necesarios dos párrafos. El fragmento de Gracián es, pues, el siguiente:

Gracián 1648: Discurso 47 De las acciones ingeniosas por invención (G1) SU mismo nombre de invención, ilustra este modo de agudeza, pues exprime novedad artificiosa del ingenio y obra grande de la inventiva. (G2) No siempre se queda la sutileza en el concepto, comunicase a las acciones: son muchos y primorosos sus asuntos.

(G3) Ocupan el primer lugar las acciones misteriosas y significativas, que se valen de la ingeniosa invención para exprimir con plausibilidad su intento, como lo fue la del Ínclito Don Pedro, conde entonces de Saboya, con méritos de rey. (G4) Entró este héroe en la

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presencia del emperador Otón a hacer reconocimiento del feudo imperial. (G5) Iba vestido todo el lado diestro de un precioso recamado, cubierto de pedrería, pero el izquierdo, armado de fuertes y lucidas armas. (G6) Maravillado el César y Sus potentados del peregrino traje, le examinó el intento. (G7) «Señor, respondió, yo traigo esta metad adornada, para mostrar que estoy pronto a cortejaros y serviros; y esta otra armada, para dar a entender que lo estoy también para defender con las armas las tierras que con ellas he adquirido».

El fragmento inicial de Feijoo es el siguiente:

Feijoo 1726: Prólogo al lector (F1) Lector mío, seas quien fueres, no te espero muy propicio, porque siendo verisímil que estés preocupado de muchas de las opiniones comunes que impugno, y no debiendo yo confiar tanto, ni en mi persuasiva ni en tu docilidad, que pueda prometerme conquistar luego tu asenso, ¿qué sucederá sino que, firme en tus antiguos dictámenes, condenes como inicuas mis decissiones? (F2) Dixo bien el padre Malebranche que aquellos autores que escriben para desterrar preocupaciones comunes no deben poner duda en que recibirá el público con desagrado sus libros. (F3) En caso que llegue a triunfar la verdad, camina con tan perezosos pasos la victoria, que el autor, mientras vive, sólo goza el vano consuelo de que le pondrán la corona de laurel en el túmulo. (F4) Buen ejemplo es el del famoso Guillermo Harveo, contra quien, por el noble descubrimiento de la circulación de la sangre, declamaron furiosamente los médicos de su tiempo, y hoy le veneran todos los profesores de Medicina como oráculo. (F5) Mientras vivió le llenaron de injurias, ya muerto, no les falta sino colocar su imagen en las aras.

El primer párrafo de Feijoo equivale aproximadamente a los dos primeros de Gracián:

Gracián Feijoopalabras 169 178 caracteres 1023 1070

Tabla 2. Dimensiones de los fragmentos iniciales de Gracián y Feijoo

En ambos casos, para comprobar la configuración de discurso necesitamos tener en cuenta la siguiente oración, que encabeza el párrafo a continuación del fragmento en cuestión:

(G8) Ingenioso encarecimiento fue el de otro filósofo, que al mediodía salió con la antorcha en la mano a buscar algún hombre en el mayor concurso de una plaza.

(F6) Aquí era la ocasión de disponer tu espíritu a admitir mis máximas, representándote con varios ejemplos cuán expuestas viven al error las opiniones más establecidas.

La razón es que cada ejemplo, la siguiente oración encabeza una unidad discursiva nueva, de modo que comprobamos que acaba la anterior, el fragmento inicial mencionado, constituido así como unidad discursiva.

2.2. Gracián

En el fragmento inicial de Gracián, el primer párrafo está constituido por una oración que está unida a la siguiente por medio de una anáfora conceptual o encapsulador. Los encapsuladores o anáforas conceptuales (Borreguero 2006b: 76-77; Borreguero y Octavio de Toledo 2007: 126-127; González Ruiz 2008: 247-248) organizan el discurso constituyendo unidades previas o posteriores mediante su referencia etiquetada léxicamente. En este caso, “sutileza” de (G2) categoriza las anteriores “novedad artificiosa del ingenio y obra grande de la inventiva” de (G1). Mediante esta anáfora de “sutileza” que remite a las anteriores, se añade la información de que el ingenio y la inventiva se aplican también a las acciones. Se trata de la relación de subordinación (o integración) por antonomasia: la relación de ampliación de información, también llamada de elaboración o detalle; como señalan Asher y Vieu (2005: 593), de acuerdo con Hobbs (1985), la relación de discurso

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Ampliación induce la “subordinación”, mientras que la Narración induce la “coordinación””4; en lugar de estos términos, podemos también utilizar, como hemos visto, los de integración y agregación. De este modo, (G1) y (G2) están conectadas por la relación de ampliación, es decir, (G2) se integra en (G1) o se subordina a ella.

A su vez, en (G1) la palabra “acciones” funciona como encapsulador o anáfora (en este caso, catáfora) conceptual a “acciones misteriosas y significativas” (y esta a su vez a “la [acción] del Ínclito Don Pedro”) de la oración (G3); y a “ingenioso encarecimiento” de (G7). La etiquetación de su referente categoriza como “acciones” los asuntos tratados en el segundo párrafo, oraciones (G3) a (G7), y el del tercero, que comienza en (G8), calificado como de “ingenioso encarecimiento”. Al mismo tiempo, el paralelismo de (G3) y (G8) (“como lo fue la del ínclito Don Pedro”, “Ingenios encarecimiento fue el de otro filósofo”) apoyan esta relación de ampliación; por otra parte, de nuevo hay anáfora conceptual, ya que “otro filósofo” remite al “ínclito Don Pedro” de (G3).

Está clara así la relación entre (G3) “Ocupan el primer lugar las acciones misteriosas” y (G8) “Ingenioso encarecimiento fue” con (G2) “comunícase a las acciones”: ambas son ampliaciones suyas. En los términos más generales, al proporcionar información que se integra en la anterior, se trata de relaciones de integración o subordinación de (G3) y (G8) con (G2). Como veremos más adelante, entre ellas, (G3) y (G8), o mejor dicho, entre los segmentos que encabezan, hay una relación de agregación o coordinación.

Representamos la estructura jerárquica de estas oraciones en la figura 1 (siguiendo el mismo tipo de representación que la de Asher y Vieu 2005), en donde se ha omitido el desarrollo tanto de (G3) en las siguientes oraciones como el de (G8):

(G1) (G2) subordinación subordinación (G3) (G8) coordinación

Figura 1 Estructura jerárquica de (G1) a (G8).

En la primera oración, (G3), hay una afirmación genérica, que describe en presente la naturaleza de “las acciones misteriosas y significativas”, y una cláusula de alcance particular, tanto en el sintagma sujeto (“la del ínclito Don Pedro … con méritos de rey”) como en el aspecto perfectivo del verbo (“fue”). El acontecimiento particular situado en el pasado es ejemplo (“como lo fue”) del caso general (“acciones misteriosas y significativas”). A continuación aparecen cuatro oraciones, que narran este acontecimiento, es decir, que se integran en (G3), o, en otros términos, se subordinan a ella. Las dos primeras con el mismo sujeto, en la mencionada relación de ampliación de información: (G4) “Entró este héroe” y (G5) “Iba vestido”. La segunda, en efecto, añade información sobre cómo iba quien entró: el acontecimiento puntual aparece descrito adicionalmente como un estado dentro de ese acontecimiento, mediante la diferencia entre el primer verbo “entró”, pretérito simple, y el segundo “iba (vestido)”, pretérito imperfecto. En otros términos, (G5) se integra en (G4), como se representa más abajo en la figura 2.

En la siguiente, (G6), hay cambio de tema o tópico en la posición inicial externa de la oración, “Maravillado el César”, que enlaza con el vocativo en la misma posición inicial externa de (G7), “Señor”. Los verbos “examinó” y “respondió” organizan naturalemente el par como de pregunta y respuesta; y, a su vez, los tiempos verbales de pretérito indefinido agregan (coordinan) el

4 Traducción del autor: “the discourse relation of Elaboration induces “subordination” in

discourse segmentation, whereas Narration induces “coordination””.

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acontecimiento al anterior de “entró”. Se trata de la relación de narración (o secuencia) que cumple el mencionado criterio de la coordinación mediante “y”: “entró este héroe, el César le examinó, y respondió”. Dentro de la tercera, pero extraído mediante la inclusión de “respondió” en una posición parentética, aparece el estado descrito en presente (“traigo”).

Al mismo tiempo, por la mencionada relación de acontecimientos de pregunta y respuesta, “examinó” y “respondió” están coordinados entre ellos y el conjunto coordinado a “entró (e iba vestido)”. Nótese que aunque la relación previsible en la sintaxis oracional sería de subordinación de “entró”, (“cuando entró, el césar le examinó y respondió”). El criterio de coordinación mediante “y” evita así considerar la relación como de subordinación, por ejemplo la que se daría entre el trasfondo o marco de la acción (“entró”) y el acontecimiento propiamente dicho (“el césar le examinó y respondió”).

En la figura 2 a continuación aparece representada la estructura jerárquica de (G3) a (G7).

(G3) sub. sub. sub. (G4) (G6) (G7) coord. coord. sub. (G5) Figura 2. Estructura jerárquica de (G3) a (G7)

La “acción” (G3) está ampliada por (subordina) (G4) “entró”, (G6) “examinó”) y (G7) “respondió”, coordinadas entre sí (por la relación de narración o secuencia); (G5) “iba vestido” amplía a (G4) “entró” (está subordinada a ella).

“Maravillado el César” al inicio de (G6) impone la ruptura entre (G5) y (G6); en realidad, (G6) no se puede añadir en el gráfico de la figura 2 a la derecha de (G5), aplicándose la restricción de la frontera derecha, sino que está a continuación de G(4). Esta posición inicial externa en G(6) y la posición parentética en (G7) ocupada por respondió son, junto con la posición final externa, las que sirven para colocar los elementos de conexión externos a la cláusula; “respondió” podría ocupar cualquiera de las otras dos (“respondió: Señor …” o “Señor, yo traigo …, respondió”).

Podemos abordar ahora la relación entre (G3) y (G8), etiquetada en la figura 1 como de coordinación, y al mismo tiempo analizar las siguientes a (G8). La relación en realidad se da entre todo el conjunto de (G3) a (G7) representado en la figura 2, por una parte, y todo el conjunto iniciado por (G8), por la otra. La acción de don Pedro, en efecto. se une a la “de otro filósofo” iniciada en (G8). Esta misma relación se da entre los siguientes segmentos, que presentan diferentes “acciones” de “invención”. Se trata de una relación de agregación o coordinación, calificada en unos casos de paralelismo (del tipo de relaciones estructuradoras de texto para varios autores) y en otros de lista (unidad multinuclear en el enfoque de las relaciones retóricas).

Efectivamente, el discurso entero está organizado en forma de lista y de forma paralelística. El primer elemento es el párrafo encabezado por (G3), que explicita (“el primer lugar”) este carácter de primer miembro; los demás van encabezados por los encapsuladores anafóricos o catafóricos que cumplen esta función de enlace mediante su posición inicial, y que inician párrafo (es decir, el autor encaja la estructura del discurso en la del texto).

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(3) Ocupan el primer lugar las acciones misteriosas y significativas (8) Ingenioso encarecimiento fue el de otro filósofo (11) Platícanse mucho estas invenciones en los caballerosos empleos (15) Hay ejecuciones alegóricas (18) Otras acciones hay que ponen todo el artificio de su invención en el ardid, y se llaman comúnmente estratagemas (23) No fue menos ingenioso y más elegante ardid el de Hipéricles (24) Son los estratagemas lo más primoroso de todas las artes. (29) Donde prevalecen los estratagemas es en el arte militar. (34) Extraordinaria invención fue la de aquel embajador extraordinario

Cada una de estas unidades está constituida de manera análoga a la primera: una afirmación de ámbito genérico que describe el tipo de acción, seguida de uno o varios episodios que la ejemplifican. Pasemos ahora al ejemplo de Feijoo.

2.3. Feijoo

En el caso de Feijoo, la organización del discurso no está tan claramente representada por el procedimiento entrecruzado de la estructura oracional paralela y de los encapsuladores en posiciones clave de dicha estructura. Entre las dos primeras oraciones hay una relación en que lo importante es lo que se afirma en la primera, que atañe al lector y autor, y lo adicional es la idea de que en general el público recibe con desagrado la obra de ciertos autores, aunque está enmarcada (y subordinada como completiva) por “Dijo bien el padre Malebranche”. La oración (F2) no se une a la derecha de (F1), como si de una coordinación mediante “y” se tratara, agregando un hecho (entre el autor Feijoo y su lector) a otro (entre autores y su público). Se añade (F2) debajo de (F1), ya que (F2) da más información, de tipo genérico, acerca de la idea o dato expuesto en (F1): el lector condenará las decisiones del autor, se afirma en la primera; en general el público recibe con desagrado ciertos libros, como dijo Malebranche, se dice en la segunda. Esta relación se podría analizar como de evidencia o prueba o como orientación o trasfondo; en cualquier cosa, la idea general acerca de autores y público, de mayor valor por ser del padre Malebranche, se agrega o integra en la idea particular acerca del autor Feijoo y su posible lector.

Del mismo modo, la tercera oración (F3) elabora sobre la anterior (F2), puesto que informa de que solo se recibe la gloria en la tumba. Las dos siguientes, (F4) y (F5), son un ejemplo, introducido precisamente por el encapsulador “buen ejemplo”, de un caso famoso, en la oración (F4), que solo muerto recibió la gloria:

(F3) […] le pondrán la corona de laurel en el túmulo. (F4) Buen ejemplo es […]. F(5) […] ya muerto, no les falta sino colocar su imagen en las aras.

La relación en cuestión es la relación básica de ampliación de información, también denominada de elaboración, que en los casos en que proporciona una información más general que sirve de marco se denomina de trasfondo o de orientación (Asher, Prévot y Vieu 2007). Lo que interesa aquí es que todas estas subclases son de relaciones entre núcleo y satélite, en los términos anteriores, en el sentido de que la información que se puede entender sola es la que que el autor no espera propicio al lector, mientras que todo lo otro solo sirve de apoyo a esta primera, tanto la idea general de que los autores solo reciben consideración de sus lectores una vez muertos, como su ejemplo del médico denigrado en vida y honrado solo después (William Harvey o Guillermo Harveo). La transición entre (F1) y (F2) es brusca: de la apelación en presente de indicativo o subjuntivo y en primera o segunda persona (“espero”, “estés”, “condenes”) se pasa en (F2) a la tercera y el pretérito simple “dijo”, a su vez como introducción de la idea general, de nuevo en presente, acerca del público desagradecido que sirve de ampliación a la información primera.

Las relaciones en el primer párrafo (F1 a F5) aparecen en la figura 3.

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(F1) (F2) (F3) (F4) (F5) Figura 3. Estructura jerárquica de (F1) a (F5)

Para analizar la relación con la siguiente oración, F6, aplicamos de nuevo el criterio de la frontera derecha: (F6) no se une a (F5), sino a la derecha de (F1). No se trata de otra información sobre la ingratitud del público hacia el autor y el ejemplo de Harvey o Harveo. Frente a la secuencia de (F4) y F(5), la oración (F6) corta de nuevo al introducir en primera posición un dato de lugar, “Aquí era la ocasión de disponer tu espíritu […]”. En esta función de cambiar de tema son más frecuentes los datos iniciales de tiempo, pero aquí la referencia es al propio lugar del texto en su lectura. La apelación a la segunda persona y al aspecto imperfectivo remiten a la primera oración; esta, la oración (F6), sí que se une como mediante una coordinación con “y” a la primera, (F1). Se inicia así otra unidad discursiva, que consistirá en sucesivas indicaciones al lector dirigidas al lector de nuevo en segunda persona.

(F1-F5) (F6) Figura 4. Estructura jerárquica de (F1) a (F6)

La observación de estados, procesos y acciones representados por los verbos nos permite constatar los diferentes modos de estas subunidades, dentro de la primera y con respecto a la segunda. La primera oración (F1) trata de una afirmación individual, aplicada al autor en primera persona y al lector en segunda (por mucho que esté lector sea en realidad genérico, en la expresión es concreto, es quien está leyendo en ese momento). Las dos siguientes, con la introducción individual de una acción terminada (“dijo”), presenta ideas de ámbito general; el ejemplo está hecho de dos afirmaciones individuales (“declamaron”, “vivió” y “llenaron”) y sus estados resultantes (“veneran”, “falta”). En (F6) se vuelve a los tiempos verbales y correspondientes eventos de la afirmación individual de (F1):

(F1) seas fueres espero siendo estés impugno debiendo pueda prometer conquistar sucederá condenes (F2) Dixo escriben deben poner recibirá (F3) llegue triunfar camina vive goza pondrán (F4) es declamaron veneran (F5) vivió llenaron falta colocar.

(F6) era disponer admitir representando viven

El análisis de las personas verbales y del alcance de los sintagmas nominales (“el autor”, “los autores”, etc.) da las mismas diferencias entre la unidad o segmento (F4) y (F5) del ejemplo histórico, el segmento de las oraciones genéricas (F2) y (F3) sobre el público y los autores, y las dos unidades de nivel jerárquico superior (F1) y (F6), en donde (F6) está en lugar de la unidad completa siguiente, de la que es solo una parte.

Como ejemplo de la estructura jerárquica del resto, analizaré a continuación el párrafo encabezado por (F6); y como ejemplo de la diferencia entre estructura de discurso y organización del texto en párrafos, el siguiente encabezado por (F14) y, por último, el iniciado por (F16).

(F6) Aquí era la ocasión de disponer tu espíritu a admitir mis máximas, representándote con varios ejemplos cuán expuestas viven al error las opiniones más establecidas. (F7) Pero porque ese es todo el blanco del primer discurso de este tomo, que a ese fin, como preliminar necesario, puse al principio, allí puedes leerlo. (F8) Si nada te hiciere fuerza, y te obstinares a ser constante sectario de la voz del pueblo, sigue norabuena su rumbo. (F9) Si eres discreto, no tendré contigo querella alguna porque serás benigno y reprobarás el

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dictamen, sin maltratar al autor. (F10) Pero si fueres necio, no puede faltarte la calidad de inexorable. (F11) Bien sé que no hay más rígido censor de un libro que aquel que no tiene habilidad para dictar una carta. (F12) En ese caso di de mí lo que quisieres. (F13) Trata mis opiniones de descaminadas por peregrinas, y convengamos los dos en que tú me tengas a mí por extravagante; yo a ti, por rudo.

La segunda oración, encabezada por “pero”, se coordina adversativamente con la anterior: (F6) “Aquí era la ocasión … representándote con varios ejemplos”, (F7) “Pero … allí puedes leerlo”. Independientemente de que sea analizada como relación de contraste, se trata de una relación multinuclear o de agregación. Los ejemplos mencionados en (F6) hubieran sido del error en que viven “las opiniones más establecidas”; es decir, hubieran sido una lista, junto con el anterior del médico despreciado en vida. Pero el corte producido en (F6) da lugar a una nueva unidad: estos ejemplos del error de las opiniones se aplican al lector en (F8): si sigue a la mayoría, que lo haga. Es decir, las oraciones (F6) y (F7) introducen la idea del error de las opiniones establecidas a que hace referencia “constante sectario de la voz del pueblo”. En otros términos, es (F8) la oración importante y (F6-F7) presentan información adicional, que prepara al lector para entender (F8). Están subordinadas a (F8).

Las dos siguientes, (F9) y (F10), presentan la misma construcción condicional de (F8), conectadas de nuevo por un “pero” inicial; el subjuntivo presenta hipotéticamente las condiciones negativas de su lector, ser necio o no dejarse influir por nada, mientras que el indicativo presenta la positiva de ser discreto: (F8) “Si nada te hiciere fuerza”, (F9) “Si eres discreto”, (F10) “Pero si fueres necio”. Ser necio y ser discreto son las dos posibilidades que amplían la idea de seguir la voz (equivocada) del pueblo; como discreto, el lector será benigno; como necio, inexorable. Se trata en (F9) y (F10) de la ampliación, por tanto, de (F8). A su vez, (F11) amplía la idea de la rigidez en la crítica y (F12) y (F13) con imperativos, presentan la propuesta del autor “En ese caso”, es decir, cuando se es rígido: (F12) “dí de mí lo que quisieres” y (F13) “Trata mis opiniones … yo a ti, por rudo”.

La aparente complejidad se reduce a los términos siguientes, dirigidos al lector: Tras la idea de dar aquí más ejemplos sobre lo errado de las opiniones establecidas (F6), que sin embargo están expuestas en el primer capítulo de la obra (F7), si el lector sigue al pueblo (F8), puede ser discreto y benigno en su rechazo y el autor no tendrá querella con él (F9), o puede ser necio e inexorable (F10), rígido en sus críticas como todos los que no saben ellos mismo escribir; entonces puede decir lo que quiera (F11), tratar de descaminadas las opiniones del autor y este al lector de rudo.

Hay relaciones claras: (F9) y (F10), las oraciones de “discreto” y “necio”, unidas y separadas por “pero”, es decir, coordinadas; (F12) y (F13), las oraciones de “dí” y “trata y convengamos”, de nuevo, coordinadas, en construcción paralela, como las anteriores; (F10) y (F11), las oraciones de “inexorable” y “rígido censor”, en que la segunda explica o amplia la circunstacia de ser “inexorable” de la primera”, es decir, está subordinada a ella. Se trata de las estructuras locales de la figura 6.

(F9) (F10) (F11) (F12) (F13) Figura 6. Estructuras jerárquicas locales de (F9) a (F11) y de (F12) a (F13)

La relación entre (F10-F11) y (F12-F13) es aparentemente menos clara: cuando se es necio e inexorable, “en ese caso”, debe el lector decir lo que quiera etc. Además de los imperativos de (F12-F13) que establecen la relación directa entre lector y autor que encabeza el párrafo anterior (F1)

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“Lector, … no te espero muy propicio”, (F10-F11) orientan sobre cómo situar estos imperativos de decir del autor lo que el lector quiera, etc. En otros términos, (F10-F11) están subordinados, añaden información a (F12-F13). Esto obliga, en virtud de la relación entre (F9) y (F10), a reordenar su posición como, ambos, subordinados a (F12-F13), en la figura 7.

(F12-F13) (F9) (F10) (F11) Figura 7. Estructura jerárquica de (F9) a (F13)

Antes hay en (F8) la idea que abre paso a ambas opciones de (F9) y (F12-13), también en imperativo, “sigue su rumbo”, el del pueblo de opiniones establecidas expuestas al error de (F6) y (F7). En principio sería el elemento principal, que rige la opción entre necios y discretos, ambos lectores que siguen al pueblo (equivocado). Pero en realidad presenta la opción de ser necio o ser discreto, es decir, se puede entender como información adicional que previamente orienta sobre cómo entender la opción; estaría entonces subordinada a ella, enlazando con (F9), como en la figura 8.

(F12-F13) (F9) (F10) (F8) (F11) (F6) (F7) Figura 8. Estructura jerárquica de (F6) a (F13)

Esta importancia de (F12-F13) contra todo pronóstico de que la opción entre necio y discreto estaría por encima jerárquicamente de la apelación que se hace en la opción de ser necio. Pero en realidad la gran extensión de (F10) a (F13), junto con el quiasmo con respecto a la primera unidad discursiva, contenida en el primer párrafo, hace ver que lo importante es que el lector, puesto que sigue al pueblo y no le influye la lectura, puede decir lo que quiera, que el autor también lo hará y le tratará de rudo. Por quiasmo me refiero a la construcción de cruce en que la apelación al lector en el primer párrafo lo encabeza y en el segundo lo cierra. Todo lo demás en este segundo párrafo prepara para entender la apelación del autor a este lector necio e inexorable, cerrada en un “tú a mí y yo a ti”.

El siguiente párrafo presenta una ruptura, marcada en posición parentética por el marcador “no obstante” y por el verbo en primera persona en posición inicial:

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(F14) Debo, no obstante, satisfacer algunos reparos que naturalmente harás leyendo este tomo. (F15) El primero es que no van los discursos distribuidos por determinadas clases, siguiendo la serie de las facultades o materias a que pertenecen.

Es decir, a esa desfachatada actitud de no tomar en consideración los juicios del lector necio y rígido, se debe oponer la de tener en cuenta los reparos del lector. Esta unidad encabezada por la oración (F14) confirma el carácter nuclear de (F12-F13); lo que sigue se encadena con la afirmación sobre el carácter poco propicio de (F1) y el de tenerse el uno al otro por extravagante y por rudo. Sigue a (F14), con anáfora a “reparos” y con el ordenador “el primero” en posición inicial, la oración (F15), en relación por tanto de ampliación con ella, es decir, de subordinación a (F14). Y lo interesante es que cierra el párrafo, cuando la siguiente oración está claramente coordinada con ella, mediante su construcción anáforica inicial (“A que”; hoy sería “a lo que”) y la estructura de reparo y respuesta al reparo, “respondo”:

(F16) A que respondo que aunque al principio tuve ese intento, luego descubrí imposible la ejecución; porque habiéndome propuesto tan vasto campo al Teatro Crítico, vi que muchos de los asuntos que se han de tocar en él son incomprehensibles debajo de facultad determinada, o porque no pertenecen a alguna, o porque participan igualmente de muchas.

En otro términos, la unidad de discurso queda aquí distribuida entre dos unidades de texto, los párrafos tercero y cuarto. Este último sigue con otras dos oraciones, (F17) y (F18), que prosiguen el tema. Y de nuevo aparece un párrafo, el quinto, que continúa la respuesta al reparo acerca de la distribución, seguido de otro, el sexto, que ya sí constituye una frontera o ruptura, con una unidad nueva acerca de la denominación de errores, encabezada por la oración (F22):

(F19) De suerte que cada tomo, bien que el designio de impugnar errores comunes uniforme, en cuanto a las materias parecerá un riguroso misceláneo. (F20) El objeto formal será siempre uno. (F21) Los materiales precisamente han de ser muy diversos.

(F22) Culpárasme acaso porque doy el nombre de errores a todas las opiniones que contradigo.

La unidad de discurso, el reparo sobre la distribución y la respuesta, se extiende desde la oración (F15), a su vez subordinada a (F14), en el párrafo cuarto, hasta la oración (F21), al final del párrafo quinto; abarca dos párrafos. El segundo reparo empieza en (F22), en el párrafo sexto y continúa hasta (F24) y más allá, en el párrafo séptimo encabezado por (F25); de nuevo, dos párrafos. El tercer reparo, sobre escribir en castellano, comienza en (F30), inicio del párrafo octavo. Es decir, las unidades de discurso no coinciden con los párrafos, que son las unidades de transmisión, propias del texto:

(F22) Culpárasme acaso porque doy el nombre de errores a todas las opiniones que contradigo.

(F25) Ni debajo del nombre de errores comunes quiero significar que los que impugno sean trascendentes a todos los hombres.

(F30) Harásme también cargo porque, habiendo de tocar muchas cosas facultativas, escribo en el idioma castellano.

La coordinante negativa “ni” nos exime de aplicar el criterio de coordinación mediante “y”: (F25) está conectada por agregación, o en una relación multinuclear, con la unidad precedente, encabezada por (F22). En el inicio de la siguiente unidad de discurso (y del párrafo del texto), en la oración (F30) “cargo” es el encapsulador que refiere anáforicamente a los dos reparos anteriores, sobre la distribución y sobre los errores, modificado por “también”, que los implica; y refiere catafóricamente al siguiente cargo, el de escribir en castellano. De modo que claramente hay tres unidades sucesivas, encabezadas por el encapsulador “reparos” de F(14) y, por tanto, subordinadas a ella.

El reparo del castellano se desarrolla como la respuesta de (F31), la inconveniencia de escribir lo pernicioso también en latín de (F32), y, en nuevo párrafo, el noveno, el propósito de desengañar de

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lo conocido que es pernicioso en (F33). Probablemente la importancia que el autor concede a este propósito le hace destacarlo en párrafo aparte, aunque sea parte del segmento dedicado al castellano y las verdades perniciosas para el vulgo. La división en párrafos es una propiedad de transmisión, es decir, de organización del texto, como lo es el subrayado en general en la comunicación escrita, representado también por la tipografía cursiva, por ejemplo de “errores” en (F22) y (F25). En la comunicación oral, este subrayado se lleva a cabo, naturalmente, mediante recursos prosódicos. En la elocución, (F33) requeriría del orador una dicción más lenta y solemne y, correlativos del empaquetamiento en un párrafo en la escritura, apertura y cierre marcados por pausas más largas:

(F33) Tan lejos voy de comunicar especies perniciosas al público, que mi designio en esta obra es desengañarle de muchas que, por estar admitidas como verdaderas, le son perjudiciales, y no sería razón, cuando puede ser universal el provecho, que no alcanzare a todos el desengaño.

Efectivamente, (F34) comienza con “No por eso pienses”, es decir, con una oración conectada directamente con (F33). Siguen varias sobre la verdad y las sofisterías, hasta la oración (F41). Comienza el undécimo párrafo con una vuelta al tema de los errores, esta vez acerca de su distribución, en (F42) “No siempre los errores comunes que impugno ocupan todo el discurso donde se tratan”, con dos oraciones más, mencionando la segunda (F43) “cada opinión que impugno”. Y se cierra con el párrafo final, que remite al lector que el autor “espera” poco propicio del primero, iniciado con la oración (F45) “Estoy esperando muchas impugnaciones”, y concluido, de manera análoga a la reacción ante los necios de (F12-F13), con la afirmación en (F47) de que ante razones responderá, pero con un “desde luego me doy por concluido” ante “chocarrerías y dicterios”.

Hay dos detalles de interés. El primero es el verdadero cierre que sigue a la última oración, “Vale”, que, como típico del texto en tanto que despedida, no entra en relaciones de discurso con las oraciones anteriores; Girón (2003: 360) no lo considera, por otra parte, para sus objetivos de análisis de “la gramática de la subordinación y de la representación de las relaciones discursivas en los textos” (Girón 2003: 331). El segundo es la conciencia del tamaño como criterio constructivo del texto, que Feijoo muestra cuando trata la distribución en la oración (F44) del mencionado párrafo undécimo:

(F44) Este método me pareció más oportuno; porque de hacer discurso aparte para cada opinión que impugno, habiendo en unas mucho que decir, y en otras poco, resultaría un todo compuesto de partes extremadamente desiguales.

Feijoo expresa así el principio de que el texto está organizado según el tamaño, cuya aplicación hemos podido comprobar en la práctica de la distribución de los segmentos o unidades de discurso en las unidades de texto que, en la comunicación escrita, son los párrafos.

3. La evolución del estilo al género

En general, la organización del ejemplo de Feijoo es más compleja y menos diáfana que la del ejemplo de Gracián. Salvando los requisitos de la diferencia de textos, es decir, de géneros, que aunque ensayísticos son diferentes, dadas las aludidas transformaciones producidas en el siglo de Feijoo, hemos podido comprobar la diferencia en los estilos, es decir, las maneras características de organizar el discurso y así establecer la relación entre autor y lector. En los ejemplos analizados, la consideración del discurso como segmento constituido por oraciones, en relaciones unas con otras de agregación o de integración, permite comprobar las diferencias de organización jerárquica. Aparte de diferencias idiosincráticas, se confirma a nivel de discurso la tendencia observada en varios estudios y en particular por el de Girón (2003), quien, desde la perspectiva del estudio riguroso de la parataxis frente a la hipotaxis, constata la mencionada evolución desde el predominio de la primera al de la segunda. En términos de estructura de discurso, se observa la evolución hacia una mayor complejidad, que reorganiza el discurso de Feijoo frente a una hipotética ordenación

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lógica, como hemos visto, frente a la organización directamente recuperable en el ejemplo de Gracián como estructura jerárquica de menor complejidad. A la progresión de la “textualidad escrita” y la regresión de la “textualidad oral” señaladas por Girón (2003: 350) se añade aquí la aparición de la fuerte presencia del autor y del lector en el ensayo de Feijoo, que además de consecuencias internas en la organización del discurso tiene una consecuencia externa en la concepción del texto como género, hacia una modernidad prevista ya en Montaigne y Cervantes: el autor como personaje de su texto.

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Anexo

Gracián 1648: Discurso 47 De las acciones ingeniosas por invención (G1) SU mismo nombre de invención, ilustra este modo de agudeza, pues exprime novedad artificiosa del ingenio y obra grande de la inventiva. (G2) No siempre se queda la sutileza en el concepto, comunicase a las acciones: son muchos y primorosos sus asuntos.

(G3) Ocupan el primer lugar las acciones misteriosas y significativas, que se valen de la ingeniosa invención para exprimir con plausibilidad su intento, como lo fue la del Ínclito Don Pedro, conde entonces de Saboya, con méritos de rey. (G4) Entró este héroe en la presencia del emperador Otón a hacer reconocimiento del feudo imperial. (G5) Iba vestido todo el lado diestro de un precioso recamado, cubierto de pedrería, pero el izquierdo, armado de fuertes y lucidas armas. (G6) Maravillado el César y Sus potentados del peregrino traje, le examinó el intento. (G7) «Señor, respondió, yo traigo esta metad adornada, para mostrar que estoy pronto a cortejaros y serviros; y esta otra armada, para dar a entender que lo estoy también para defender con las armas las tierras que con ellas he adquirido».

(G8) Ingenioso encarecimiento fue el de otro filósofo, que al mediodía salió con la antorcha en la mano a buscar algún hombre en el mayor concurso de una plaza.

(9) Suelen, por la mayor parte, explicar un pensamiento por la semejanza, son símiles ejecutados. (G10) Tal fue la prudente y cauta enseñanza de aquel abad, que sacando las tijeras de su estuche, fue igualando el arrayán y des-cabezando los pimpollos que sobresalían, pero, ¿dónde se reconocerá más la viveza del ingenio, en el que le entendió, o en el que se dio a entender?

(G11) Platícanse mucho estas invenciones en los caballerosos empleos, y son como empresas o jeroglíficos ejecutados. (G12) Excelente capricho el de aquel caballero que entró a tornear dentro de una bien fingida montaña, para significar su firmeza propia y la dureza ajena; fue ruando por la real plaza, y en llegando a la esfera de su actividad y influencia, instantáneamente reverdeció el ufano monte, brollaron fuentes, brotaron plantas, cambiaron flores, volaron aves y bulleron fieras. (G13) Pero ya encarándose con el marcial palenque, las fuentes se convirtieron en volcanes, las flores en llamas, la armonía en horrísono fragor, y todo el monte en un formidable Mongibelo, que con espantoso ruido reventó, desgajándose en cuatro partes, abortando un encelado armado, rodeado de varios monstruos, que con trompas y añafiles le hacían salva; fueron descendiendo por las gradas, que con grande artificio formaron las ruinas. (G14) Procúrase siempre en estas invenciones, que tengan alma de significación y hermosura de apariencia.

(G15) Hay ejecuciones alegóricas, que declaran grandemente el intento; hizo siempre la agudeza célebres las hazañas, y muchos hechos no tan heroicos como otros, fueron más memorables, por ilustrarlos ella. (G16) Sonó mucho la campana del rey Don Ramiro de Aragón en Huesca, tocó a muerte para sus altivos vasallos, y para él a inmortalidad de su cobrada reputación; acción que bastó sola a hacerle tan conocido como lo fueron los Jaimes, los Pedros y Fernandos por sus hazañas. (G17) En otro género de significar fueron muy celebradas las tres banderas, blanca, colorada y negra, que alternaba en su tienda aquel bárbaro rayo del Asia, Tarnorlán, y el presente que hicieron los Citas a Alejandro, elocuentemente referido del culto y elegante Quinto Curcio, digno autor de tan gran empleo.

(G18) Otras acciones hay que ponen todo el artificio de su invención en el ardid, y se llaman comúnmente estratagemas, extravagancias de la inventiva. (G19) Redujeron algunos toda la agudeza a la astucia. (G20) Paradojo pensar fue, pero

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sirva para recomendación destas acciones; consiste su primor en una ejecución no esperada, que es un sutilísimo medio para vencer y salir con el intento. (G21) Tal fue la de aquél que, saliendo al desafío, llevaba un escudo de cristal, cubierto con un velo, y llegando a la ocasión, cogióle el sol al contrario y desarrebozando el escudo de repente, le deslumbró y cegó de tal suerte con la reflexión de los rayos, que con facilidad pudo vencerle. (G22) Y aquel otro que arrojó a su contrario una red, con que lo enredó y prendió.

(G23) No fue menos ingenioso y más elegante ardid el de Hipéricles, de quien refiere Plutarco, que habiendo defendido por un grande espacio, con extremada elocuencia, a una mujer hermosísima, llamada Friné, y viendo que era en balde, cortó el hilo a la oración, y quitándole un velo con que estaba cubierta, así como los demás reos, ostentó su belleza tan peregrina, que persuadió a los jueces mudamente la clemencia y alcanzó el perdón.

(G24) Son los estratagemas lo más primoroso de todas las artes. (G25) Válese dellos la retórica; estímalos la pintura, para duplicar la perfección; refiere muchos Plinio, el universalmente erudito; también el moderno Carducho, tan elo-cuente en la pluma, como diestro en el pincel, hace memoria agradable de algunos muy bien pensados. (G26) No los desprecia la arquitectura. pero donde se logran con fruición es en los jardines y en los convites. (G27) Entre todos, aquél del rey Don Felipe el Segundo de las Españas, siempre prudente, y aquí ingenioso, mandó servir por postre en una real merienda que dio a la reina, su consorte, y a las damas, unos pastelones, que en vez de la vianda, encerraban cada uno, dorado por dentro, una riquísima joya, compuesta y fabricada por su misma mano y gusto, que era grande; estaban ya con sus listones y todo aliño; comenzaron las damas a descubrir y admirar su tesoro, y por lograrle luego, se echaban al cuello, esta, una cadena de diamantes; aquélla, una brocha de rubíes; una, un joyel de esmeraldas; otra, una sarta de finísimas perlas, con que coronó el provecho al gusto y la galantería a la gala. (G28) Acomodó este sublime suceso el Padre Fray Pedro Gracián al convite del Sacramento, del cual se levantan las almas engalanadas de virtudes que sacan de aquel pan del Cielo, una con una rosa de esmeraldas de confianza; otra, una cadena de diamantes de fortaleza: esta, una rastra de perlas de lágrimas por sus pecados; aquélla, un corazón de rubíes, abrasado en el divino amor.

(G29) Donde prevalecen los estratagemas es en el arte militar. (G30) Rescató muchos del ignorante olvido Sexto Julio Ip. 1441 Frontino, en sus cuatro agradables libros para que sirviesen a la admiración ejemplar, ya que, ejecutados. al vencimiento. (31) Los célebres son los heroicos, que sirven de ostentar plausiblemente alguna gran prenda del ánimo, como la magnificencia, el valor, la liberalidad, la prudencia. (G32) Cuerda invención fue la de Saladino, y mayor de lo que se pudiera esperar de un gentil, pero la muerte enseña mucho en poco tiempo. (G33) Mandó arbolar en una asta los míseros despojos de una mortaja, esto es, alhaja de la muerte, y que el pregonero fuese por toda la Corte pregonando el desengaño, siempre en ella perdido.

(G34) Extraordinaria invención fue la de aquel embajador extraordinario por España en Francia, en la más augusta ocasión del duplicado real himeneo. (G35) Acción bizarra, digo española, en quien la gala, la riqueza y la ingeniosidad, a su juicio de Paris, arbitraron el vencimiento. (G36) Sacó este galán príncipe, el día de su embajada, el oriente en piedras y el occidente en perlas, y pudo en fe del dilatado poder de su gran dueño, monarca de un sol a otro; riqueza suma, mayor el artificio, pues en llegando a la majestuosa presencia de la real esposa, que presidía como luna a un cielo de señoras y de damas, al doblar la rodilla, centro de un laberinto de hilos, en que iba violentada toda aquella pedrería, quebraron todos a compás, saltaron todas las piedras a tropel, remedando nube, que herida de los rayos de aquel sol de la belleza, granizó diamantes a las damas. llovió aljófares a las meninas, fulminó rayos a los cortesanos, conquistando las voluntades todas, con tan cortesana batería.

Feijoo 1726: Prólogo al lector (F1) Lector mío, seas quien fueres, no te espero muy propicio, porque siendo verisímil que estés preocupado de muchas de las opiniones comunes que impugno, y no debiendo yo confiar tanto, ni en mi persuasiva ni en tu docilidad, que pueda prometerme conquistar luego tu asenso, ¿qué sucederá sino que, firme en tus antiguos dictámenes, condenes como inicuas mis decissiones? (F2) Dixo bien el padre Malebranche que aquellos autores que escriben para desterrar preocupaciones comunes no deben poner duda en que recibirá el público con desagrado sus libros. (F3) En caso que llegue a triunfar la verdad, camina con tan perezosos pasos la victoria, que el autor, mientras vive, sólo goza el vano consuelo de que le pondrán la corona de laurel en el túmulo. (F4) Buen ejemplo es el del famoso Guillermo Harveo, contra quien, por el noble descubrimiento de la circulación de la sangre, declamaron furiosamente los médicos de su tiempo, y hoy le veneran todos los profesores de Medicina como oráculo. (F5) Mientras vivió le llenaron de injurias, ya muerto, no les falta sino colocar su imagen en las aras.

(F6) Aquí era la ocasión de disponer tu espíritu a admitir mis máximas, representándote con varios ejemplos cuán expuestas viven al error las opiniones más establecidas. (F7) Pero porque ese es todo el blanco del primer discurso de este tomo, que a ese fin, como preliminar necesario, puse al principio, allí puedes leerlo. (F8) Si nada te hiciere fuerza, y te obstinares a ser constante sectario de la voz del pueblo, sigue norabuena su rumbo. (F9) Si eres discreto, no tendré contigo querella alguna porque serás benigno y reprobarás el dictamen, sin maltratar al autor. (F10) Pero si fueres necio, no puede faltarte la calidad de inexorable. (F11) Bien sé que no hay más rígido censor de un libro que aquel que no tiene habilidad para dictar una carta. (F12) En ese caso di de mí lo que quisieres. (F13) Trata mis opiniones de descaminadas por peregrinas, y convengamos los dos en que tú me tengas a mí por extravagante; yo a ti, por rudo.

(F14) Debo, no obstante, satisfacer algunos reparos que naturalmente harás leyendo este tomo. (F15) El primero es que no van los discursos distribuidos por determinadas clases, siguiendo la serie de las facultades o materias a que pertenecen.

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(F16) A que respondo que aunque al principio tuve ese intento, luego descubrí imposible la ejecución; porque habiéndome propuesto tan vasto campo al Teatro Crítico, vi que muchos de los asuntos que se han de tocar en él son incomprehensibles debajo de facultad determinada, o porque no pertenecen a alguna, o porque participan igualmente de muchas. (F17) Fuera de esto, hay muchos de los cuales cada uno trata solitariamente de alguna facultad, sin que otro le haga consorcio en el asunto. (F18) Sólo en materias físicas (dentro de cuyo ámbito son infinitos los errores del vulgo) habrá tantos discursos que sean capaces de hacer tomo aparte, sin embargo, de que estoy más inclinado a dividirlos en varios tomos, porque con eso tenga cada uno más apacible variedad.

(F19) De suerte que cada tomo, bien que el designio de impugnar errores comunes uniforme, en cuanto a las materias parecerá un riguroso misceláneo. (F20) El objeto formal será siempre uno. (F21) Los materiales precisamente han de ser muy diversos.

(F22). Culpárasme acaso porque doy el nombre de errores a todas las opiniones que contradigo. (F23) Sería justa la queja si yo no previniese quitar desde ahora a la voz el odio con la explicación. (F24) Digo, pues, que error, como aquí le tomo, no significa otra cosa que una opinión que tengo por falsa, prescindiendo de si la juzgo o no probable.

(F25) Ni debajo del nombre de errores comunes quiero significar que los que impugno sean trascendentes a todos los hombres. (F26) Bástame para darles ese nombre que estén admitidos en el común del vulgo, o tengan entre los literatos más que ordinario séquito. (F27) Esto se debe entender con la reserva de no introducirme jamás a juez en aquellas cuestiones que se ventilan entre varias escuelas, especialmente en materias teológicas; porque, ¿qué puedo yo adelantar en asuntos que con tanta reflexión meditaron tantos hombres insignes? (F28) ¿O quién soy yo para presumir capaces mis fuerzas de aquellas lides, donde batallan tantos gigantes? (F29) En las materias de rigurosa Física no debe detenerme este reparo, porque son muy pocas las que se tratan (y esas con poca o ninguna reflexión) en otras escuelas.

(F30) Harásme también cargo porque, habiendo de tocar muchas cosas facultativas, escribo en el idioma castellano. (F31) Bastaríame por respuesta el que para escribir en el idioma nativo no se ha menester más razón que no tener alguna para hacer lo contrario. (F32) No niego que hay verdades que deben ocultarse al vulgo, cuya flaqueza más peligra tal vez en la noticia que en la ignorancia; pero ésas ni en latín deben salir al público, pues harto vulgo hay entre los que entienden este idioma; fácilmente pasan de éstos a los que no saben más que el castellano.

(F33) Tan lejos voy de comunicar especies perniciosas al público, que mi designio en esta obra es desengañarle de muchas que, por estar admitidas como verdaderas, le son perjudiciales, y no sería razón, cuando puede ser universal el provecho, que no alcanzare a todos el desengaño.

(F34) No por eso pienses que estoy muy asegurado de la utilidad de la obra. (F35) Aunque mi intento sólo es proponer la verdad, posible es que en algunos asuntos me falte penetración para conocerla, y en los más, fuerza para persuadirla. (F36) Lo que puedo asegurarte es que nada escribo que no sea conforme a lo que siento. (F37) Proponer y probar opiniones singulares, sólo por ostentar ingenio, téngolo por prurito pueril y falsedad indigna de todo hombre de bien. (F38) En una conversación se puede tolerar por pasatiempo; en un escrito es engañar al público. (F39) La grandeza del discurso está en penetrar y persuadir las verdades; la habilidad más baja del ingenio es enredar a otros con sofisterías. (F40) Las arañas, que aun entre los brutos son viles, fabrican telas delicadas, pero sutiles; sutiles y firmes, aun entre los hombres, no las hacen sino los artífices excelentes. (F41) En aquéllas se figuran los discursos agudos, pero sofísticos; en éstas los ingeniosos y sólidos.

(F42) No siempre los errores comunes que impugno ocupan todo el discurso donde se tratan. (F43) A veces son comprendidos muchos en un mismo discurso, o porque pertenecen derechamente a la materia de él, o porque se hallaron al paso y como por incidencia, siguiendo el asunto principal. (F44) Este método me pareció más oportuno; porque de hacer discurso aparte para cada opinión que impugno, habiendo en unas mucho que decir, y en otras poco, resultaría un todo compuesto de partes extremadamente desiguales.

(F45) Estoy esperando muchas impugnaciones, especialmente sobre dos o tres discursos de este libro; y aun algunos me previenen que cargarán sobre mí injurias y dicterios. (F46) En ese caso me aseguraré más de la verdad de lo que escribo, pues es cierto que desconfía de sus fuerzas quien contra mí se aprovecha de armas vedadas. (F47) Si me opusieren razones, responderé a ellas; si chocarrerías y dicterios, desde luego me doy por concluido, porque en ese género de disputa jamás me he ejercitado. Vale.

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