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¿t:;=Is'fE ¿§{}MO§ n§o "Gomo médico que soy, es evidenfe que trqs lo muerte uc:rhc¡ lsdo. Ahorc hien, .o¡r!o cctélito, no me rtrbq lc ¡nenor duda de que nos ergusrdq olr¡r vidc en el mús crll&", Ectas pulcbror, pro$nnGÉqdqs por uH doclor en un plogrqm¡r de rcdio, resu¡ilen ltr ierrible conlrsdiccién a lc que ce enfrenlcr el ¡er hr¡mano ql hublqr de lq muerle. Un problem¡r euGr tal y Golno opunta Jooquin Grtru en esle reportcie, podriq residir en lcr form¡r -Gquivocqdq- G¡r que nos her¡ros qtoslu¡¡nbrcrdo n pertibir el mrrndo y lo que suponemos es I¡r R.ealldsd, perque ésüa es lcrn vcrslcr que podrio ubarccrr inrlr¡so m&s crllú de Io propio muerte... N su Unpopular Es- says, Beftrand Rus- sellrefiere una anéc- dota signific ativa: " F. W. H. Myers, a quien el espiritismo había inducido a creer en una vida futura, le preguntó a una mujer que acababa de perder a su hija qué pensaba que ha- bía ocurrido con el alma de ésta. La madre replicó: 'Bueno, supongo que estará gozando del júbilo eterno, pero preferiría que no hablase usted de te- mas tan desagradables"'. He aquí un ejemplo paradigmático de la agónica división en que vive la mente humana ante el misterio de la muefte, así co- mo de su intento para resolverlo recu- rriendo a la estratagema de evitar pensar en ese agónico enigma. Pero no siempre intentamos resol- ver el terrible misterio de la muerle re- curriendo al olvido de su realidad; en ocasiones intentamos hacerlo usando la estrategia de conciliar esos dos ex- tremos irreconciliables que son vida y muefte. He aquíotro ejemplo, también paradigmático: ocurrió en el transcur- so de un programa de radio que yo presentaba. Mi pregunta fue: "Y usted (omito el nombre) ¿cree que hay vida después de la muerle?". La respuesta, dada en un tono rotundo, propio de alguien que no duda, que Io tiene muy claro, fue: "Pues verá, como médico que soy es evidente que tras la muerte acaba todo. No hay más que ver un cadáver, su descomposición..." y fue explicando las pruebas de.su evidente convicción en que todo terminaba con 5B la muerte. Pero, tras esa exposición, el personaje en cuestión, no menos ro- tundo, añadió: "Ahora bien, como ca- tólico que soy no me cabe la menor duda de que, en efecto, nos aguarda otra vida en el más allá". ¿Olvido, conciliación de contrarios, creencia férrea en otra vida o ator- mentada vacilación ante el más allá? Siempre la duda. He aquí el grito pe- renne de la especie humana en la voz de un sacerdote azteca: "Muy cierto es, de verdad nos vamos, de verdad nos yamos; dejamas las f/o,.es y los cantas y ia Tierra. ¡Es verdad que nos yarylos, es yerdad gue ,Tos vamos! ¿A dónde vamos, ay, a donde vamos? ¿Eslamos alli muertos o vivímos aún? ¿Atra vez viene allí el existir?, ¿atra v€z el gozar del Dador de la vida?". Pero, ¿qué ha ocurrido para que nuestra especie, la humana, sea la única marcada a fuego por ese terri- ble enemigo que es la muefte? PAlrA UN NIÑO ]t/IORIn' ES NO NSTAR Recordemos que, en sus nueve meses de gestación, un bebé reco- rre todo el proceso de la vida en la Tierra. Como ha escrito en Tu hijo el doctor Spock: "En cada niño se vuelve a reproducir, física y psíquica- mente, según se va efectuando su desarrollo, la historia completa de /os seres vivos. Primero, el embrión se presenfa en el seno de la madre bajo la forma de una célula minúscu- la, exactamente igual a la primera célula viva que apareció sobre la Tie- rra. Algunas semanas después, cuando se encuentra sumergido en

¿Existe La Muerte ¿Somos o No Inmortales R-006 Nº100 - Mas Alla de La Ciencia - Vicufo2

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¿t:;=Is'fE¿§{}MO§ n§o

"Gomo médico que soy, es evidenfe que trqs lomuerte uc:rhc¡ lsdo. Ahorc hien, .o¡r!o cctélito, nome rtrbq lc ¡nenor duda de que nos ergusrdq olr¡r

vidc en el mús crll&", Ectas pulcbror,pro$nnGÉqdqs por uH doclor en un plogrqm¡r dercdio, resu¡ilen ltr ierrible conlrsdiccién a lc que

ce enfrenlcr el ¡er hr¡mano ql hublqr de lq muerle.Un problem¡r euGr tal y Golno opunta Jooquin Grtru

en esle reportcie, podriq residir en lcr form¡r-Gquivocqdq- G¡r que nos her¡ros qtoslu¡¡nbrcrdo n

pertibir el mrrndo y lo que suponemos es I¡rR.ealldsd, perque ésüa es lcrn vcrslcr que podrioubarccrr inrlr¡so m&s crllú de Io propio muerte...

N su Unpopular Es-says, Beftrand Rus-sellrefiere una anéc-dota signific ativa: " F.W. H. Myers, a quienel espiritismo había

inducido a creer en una vida futura, lepreguntó a una mujer que acababa deperder a su hija qué pensaba que ha-bía ocurrido con el alma de ésta. Lamadre replicó: 'Bueno, supongo queestará gozando del júbilo eterno, peropreferiría que no hablase usted de te-mas tan desagradables"'. He aquí unejemplo paradigmático de la agónicadivisión en que vive la mente humanaante el misterio de la muefte, así co-mo de su intento para resolverlo recu-rriendo a la estratagema de evitarpensar en ese agónico enigma.

Pero no siempre intentamos resol-ver el terrible misterio de la muerle re-curriendo al olvido de su realidad; enocasiones intentamos hacerlo usandola estrategia de conciliar esos dos ex-tremos irreconciliables que son vida ymuefte. He aquíotro ejemplo, tambiénparadigmático: ocurrió en el transcur-so de un programa de radio que yopresentaba. Mi pregunta fue: "Y usted(omito el nombre) ¿cree que hay vidadespués de la muerle?". La respuesta,dada en un tono rotundo, propio dealguien que no duda, que Io tiene muyclaro, fue: "Pues verá, como médicoque soy es evidente que tras la muerteacaba todo. No hay más que ver uncadáver, su descomposición..." y fueexplicando las pruebas de.su evidenteconvicción en que todo terminaba con

5B

la muerte. Pero, tras esa exposición, elpersonaje en cuestión, no menos ro-tundo, añadió: "Ahora bien, como ca-tólico que soy no me cabe la menorduda de que, en efecto, nos aguardaotra vida en el más allá".

¿Olvido, conciliación de contrarios,creencia férrea en otra vida o ator-mentada vacilación ante el más allá?Siempre la duda. He aquí el grito pe-renne de la especie humana en la vozde un sacerdote azteca:

"Muy cierto es, de verdad nosvamos, de verdad nos yamos;

dejamas las f/o,.es y los cantasy ia Tierra.

¡Es verdad que nos yarylos,

es yerdad gue ,Tos vamos!¿A dónde vamos, ay,

a donde vamos?¿Eslamos alli muertos

o vivímos aún?¿Atra vez viene allí el existir?,

¿atra v€z el gozar del Dadorde la vida?".

Pero, ¿qué ha ocurrido para quenuestra especie, la humana, sea laúnica marcada a fuego por ese terri-ble enemigo que es la muefte?

PAlrA UN NIÑO ]t/IORIn'ES NO NSTAR

Recordemos que, en sus nuevemeses de gestación, un bebé reco-rre todo el proceso de la vida en laTierra. Como ha escrito en Tu hijo eldoctor Spock: "En cada niño se

vuelve a reproducir, física y psíquica-mente, según se va efectuando sudesarrollo, la historia completa de/os seres vivos. Primero, el embriónse presenfa en el seno de la madrebajo la forma de una célula minúscu-la, exactamente igual a la primeracélula viva que apareció sobre la Tie-rra. Algunas semanas después,cuando se encuentra sumergido en

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tb¡toteca M.A.u. Mls Arcnlvo§ HJ

Pertenece a: Víctor Fco. Carrasco Ferradalnvestigador OVNI

En Scribd me encuentras en/comoVictor Francisco Carrasco Ferrada,en VICUFO, en VICTOR o VICUFO2

ellíquido amniótico, el minúsculo serpresenta branquias, como un Pez. Ala edad de un año, cuando emPiezaa mantenerse en pie Y a utilizar lasmanos y los dedos, reproduce aquelperíodo de hace muchos millones deaños en que los seres vivos de en-tonces también deiaron de caminar acuatro patas y descubrieron de estemodo que las manos les serían de

mucha mayo{ut[idád. Cumplidos losseis años de edad, el niño emPieza aliberarse lentamente de la tutela de

sus padres y busca la forma en quepodrá ocupar su lugar en el mundo,fuera de la esfera familiar. En esa

ara un niño la muerte notinieblas con que losese lugar saturado denosotros llamamos'ociel

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época el niño revive probablementela etapa que conocieron nuestrosprimitivos ascendientes, cuando sedieron cuenta de que era mejor unir-se en comunidades importantes queerrar por /os bosques en pequeñosclanes independienfes... ". Este textosignifica que'tanto nuestra especie,en el transcurso de todo su procesovital, como nosotros, a nivel de indi-vidualidad, hemos ido intensificandola frecuencia de nuestros ritmos ce-rebrales y, con ello, hemos ido mo-dificando nuestra forma de ver y en-tender la realidad.

Yo invito a los lectores a que acu-dan a mi Tratado Teórico-Práctico deAnatheóresis para mejor comprenderel contenido de este artículo, pero,consulten o no esas páginas, el he-cho cierto es que la realidad quepercibe una lombriz de tierra no esigual a la que percibe un calamar, yque la que éste percibe en nada separece a la que perciben un salta-montes, un león o un chimpancé,tres animales cuya percepción de Iarealidad también difiere entre sí. Lomismo sucede con la realidad quepercibe un feto humano: es diferentea la que percibe un bebé en su épo-ca preverbal, que a su vez difiere dela que siente y entiende un niño demás de dos años, pero de no más desiete a doce años. Porque en todosestos casos -en los de la evoluciónde la especie y en los de la evoluciónde los humanos- los cerebros queperciben son distintos. O sea, lamuerte es otra en su realidad en ca-da uno de esos casos.

Para un reptil, con su cerebro pri-mario, quizá poco más que onírico,Ia muerte es un componente de Ia vi-da, algo que forma parte de ella yque no comporta temor, pues sólosupone el sufrimiento de un procesofisiológico de agonía. Para un perro,con su cerebro ya de mamífero, lamuerte -cuando llega, no antes- esalgo más que simple sufrimiento físi-co: su mirada moribunda refleja unaintensa chispa de comprensión, algoasí como la despedida de alguienque sabe que se aleja hacia un vacíoen el que su ama o amo ya no esta-rá. Por su parte, para un niño, morires no estar. Por eso un pequeño de-sea la muefte de cuanto le pedurba,porque, de hecho, lo que quiere esque ese algo que en un momento

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dado le fastidia se aleje de su entor-no. No quiere verlo y desea que se"muera". También por eso se cubrelos ojos con las manos y dice: "Ngestoy" o "Me he muetto", porque pa-ra él morir es alejar de su miradaaquello que le daña.

Pero hay más. El niño no sólo tie-ne otro concepto de la muerte, sinoque todo evidencia que para él éstano es la oscuridad de tinieblas conque nosotros, los adultos, la imagi-namos, sino ese lugar saturado deenergía, luz y amor que nosotrosllamamos "cielo". Y ello por la sen-cilla razón de que posee una per-cepción -la tiene ya en el útero ma-terno y la va perdiendo a medidaque crece- que es capaz de perci-bir esa Iuz sumamente deseable,por acogedora, de la que hablanquienes han vivido una experienciaen el umbral de la muerte o quienesalcanzan un éxtasis.

Para los niños, para su cerebro deritmos lentos de conciencia, no pa-rece haber duda: la vida es más queeso que nosotros, los adultos, con-sideramos vida. Para ellos tambiénla muerte es vida y por eso no seplantean -no pueden hacerlo- creero no en la supervivencia tras lamuerte. Para ellos, muerte y vida noson todavía un dilema a resolver. Yes lógico que así sea porque su ce-rebro, por no haber alcanzado toda-vía la madurez de los ritmos rápidosde Ia vigilia -los llamados ritmos be-ta-, se mantiene todavía en una per-cepción subjetiva, holística, unida altodo, inmersa en una concienciaglobal.

Para la cebra, la muerte es básica-mente el dolor de la dentellada del le-ón, la pérdida de los sentidos, de lamotilidad... Para el bebé, la muerte estambién unas fauces dolorosas queoprimen y ahogan, algo que todas lascélulas de su cuerpo quieren evitar.Pero ni la cebra ni el bebé -y, en par-te, tampoco el niño- viven en el tor-mento de una constante presenciadelconcepto muerte.

¿Qué ha ocurrido, por tanto, paraque nosotros, los adultos humanos,vivamos en el constante sufrimientode saber que llevamos la muerte al la-do, acechante, dispuesta a transpor-tarnos a su reino, un lugar que conce-

'bimos formado con una materia tene-brosa, saturada de tinieblas vivas?

DOS FOR]ITAS DD MORIR

Lo que sucede, simplemente, esque cuando llegamos a una edad queoscila entre los siete y doce años, ennuestro cerebro han madurado yaunas ondas eléctricas de mayor in-tensidad que las de la infancia: losmencionados ritmos beta. Y, entreotras cosas, esos ritmos, esas nue-vas ondas cerebrales, comportanque el mundo -que para nosotros,cuando fetos, bebés y en parte niños,era subjetivo y holístico entre otraspropiedades analógicas- pasa a serdual, razonador. O sea, para un adul-to, en vigilia, ya hay un yo objetivado,un yo que divide un mundo *el mío-,de otro mundo -el del otro-. Y haytambién un concepto "tiempo" quenos dice que un día surgimos a la vi-da, a una vida que desdichadamenteotro día no lejano tenflremos queabandonar. Y como otra de las pro-piedades del cerebro beta es quepercibimos el mundo como indivi-dualidad, como singularidad, no en-tendemos ya -como lo hace el niño,especialmente el bebé, aunque a sumanera* que la vida es todo, que nohay vida y muerte, como no hay día y

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noche, que nada se fragmenta, quetodo sigue y forma una unidad quees totalidad.

Lo terrible de todo esto es que el

cerebro holístico del niño persisteen el cerebro del adulto, Pero noson dos cerebros que forman uno,sino que están escindidos. Es asícómo dentro de nosotros sobrevi-ven las dos formas de entender Y vi-vir la muerte: la que nos dice quetodo sobrevive y la que nos diceque todo termina. Sin que sepamos,además, si alguna de esas dos for-mas de concebir la realidad es cier-ta, porque ese mismo cerebro betaque enjuicia nos dice que nada Po-demos saber de la Realidad -así,con mayúscula-, dado que nuestrapercepción, todas nuestras formasde percibir, según sean los ritmoscerebrales que predominen, son só-lo aspectos de la Realidad. O sea,son sólo las "realidades" que esasmismas percepciones ProYectan,las "realidades" pertenecientes a losmundos mentales que esas ondasforjan; pero ninguna de ellas es, ne-cesariamente, la Realidad que darespuesta cierta al enigma de lamuerte.

EI, n,fITO I}NLPARAÍSO PER'DII}O

El mito del ParaÍso Perdido es elgran mito de nuestra humanidad. Esamanzana simbólica que un día co-mieron Adán y Eva y que nos iba atransformar en dioses es, en efecto,la expresión que explica la nueva for-ma en que el adulto percibe el mun-do y que tiene su centro y límite en elmiedo a la muefte. Un terrible temorque intentamos vencer recurriendo al

imposible olvido de que existe ocompensándolo con mil formas derazonamiento que intentamos nos lle-ven a la cerTeza de que nada acabacuando termina el cuerpo.

Y como ese cerebro beta, de vigi-lia, es el razonador, el que considera-mos creíble y válido, la historia denuestra humanidad post-adamita esla historia de una especie con un cÓr-tex cerebral capacitado para el excel-

so diálogo socrático, pero,sobre todo, la historia deuna especie que por causade ese mismo nuevo códexcerebral dual ha cargadocon el dolor de entenderque un día, inevitablemen-te, su cuerpo volverá a laarcilla de la que surgió.

Ya el hombre del Paleo-lítico, nuestro más leianoancestro con neocórtexcerebral, era enterrado ce-remonialmente. Y desdeaquel lejano tiempo en elque se inició nuestra espe-cie razonadora, no ha ha-bido cultura alguna que nohaya intentado mitigar sumiedo a la muede con al-gún tipo de creencia sobreel renacimiento en el másallá. Con lo que nuestracultura racional ha pasadoa ser la cultura del temor ala muerte, la cultura deuna humanidad dual quese mueve en los dos Polosde su dicotomía muerte-vi-da y que intenta resolverese dilema por la vía impo-sible del razonamiento Yno acudiendo a la fuenteviva del sentimiento vida-plena que alienta en nues-tro otro cerebro, esa fuen-te en la que sísaben beberlos místicos, esos extra-

ños seres -extraños Para la razón-que, en lugar de mirar hacia fuera,se limitan a sentir la plenitud de susubjetividad.

Lo malo es que ese otro cerebrono dual, el cerebro holístico de los rit-mos lentos, es inefable, o sea, nopuede explicar con una sintaxis foné-tica lo que es sólo sentimiento. Y esomotiva que nuestro cerebro razona-dor intente aliviarse con explicacio-nes que no son del sentimiento, sinodel pensamiento, o con explicacionesque intentan traducir -Y lo hacenmd- esos sentimientos.

¿SUPERVIVDNCIA OIN]tdORTAI,II}AI)?

Uno de los problemas básicos al

hablar de la supervivencia despuésde la muerte es Precisamente esadoble percepción cerebral. Veámosloexponiendo aquí cómo la entienden

mtmg'

uando llegamos a una eIsiete y doce años, enmadurado ya los r¡tmosmundo de forma dual:

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ambos cerebros, el razonador, el devigilia y el holístico.

El cerebro de vigilia, que es segre-gador y unidimensional, que se mue-ve en eltiempo, fragmentándolo, estáincapacitado para comprender lamuerte. Este cerebro entiende quehay una vida que termina y que másallá de la misma no puede haber na-da, porque la muede es precisamen-te la palabra que utilizamos para defi-nir ese nada, ese más allá de la vidaque no podemos percibir.

Pero este mismo cerebro concep-tual de vigilia sí puede extrapolarcuanto sabe:,eso precisamente esrazonar, contrastar los opuestos.Cuando este cerebro quiere explicarla muerte, tiene que recurrir a lo queconoce, que es la vida, y por esohabla de que más allá de la vida hayotra vida. Pero, eso sí, otra vida quepuede ser mejor o peor que la queestamos viviendo, o sea, que puedeser un cielo o un infierno. Algo que,lógicamente, se decide tras un jui-cio, porque enjuiciar, es decir, sacaruna conclusión casi siempre de ca'rácter moral tras contrastar losopuestos, es lo que sabe hacer estecerebro. Así que ya tenemos unaforma de supervivencia, un más alláen el que estaremos bien o estare-mos mal. Aunque -hay que decirlo-también puede haber otra forma desobrevivir: volver a este mundo enuna cadena de vidas que, lógica-mente también, están justificadaspor otro juicio que es el karma. Así,nuestra vida posterior será mejor opeor según el débito que hayamosacumulado en la que la precedió.

Por su parte, el otro cerebro, elholístico, percibe, por el contrario,ese más allá de la vida como una fu-sión con la Totalidad. O sea, no ha-bla de supervivencia, sino de inmor-talidad. En La Filosofía perenne Al-dous Huxley escribió: "La inmortali-dad es la participación en el eternoahora de la divina Base. La supervi-vencia es /a persistencia en una delas formas del tiempo. La inmortali-dad es el resultado de la liberacióntotal. La superuivencia es la suerte deaquellos que se hallan parcialmenteliberados en algún cielo, o que no es-tán liberados pero se encuentran, porla ley de su propia naturaleza tras-cendida, obligados a escoger una

servidumbre de.purgatorio o encar-nación todavía más penosa que taque acaban de abandonar". Dichomás directa y escuetamente: la in-mortalidad presupone la pérdida denuestra forma de percibir y entenderla vida. O sea, la pérdida de nuestraindividualidad. La supervivencia, porel contrario, intenta justificar que, dealguna manera, esa individualidadpersiste, es decir: soy eterno, pero.sin dejar de ser lo que ahora soy.

Y visto esto no es de extrañar quenuestro cerebro razonador gane la par-tida al holístico. ¿A quién le interesaseguir siendo, si no sigue siendo loque es? De manera que eso de la in-moftalidad con pérdida del yo, a en-tender de la generalidad, es algo quesólo puede contentar a los místicos,que son como niños, como bebés lo-cos. Como loco estaba aquel excelsomístico que fue Jalai-uddin Rumi, au-tor de un texto tan "descentrado" co-mo el que sigue:

"Morí mineralyme conveftíen planta.

Morí planta y me levanté animal.Morí animal y fui un hombre.

¿Por qué temería?¿Cuándo mengüé muriendo?

Una vez más moriré como hombrey me elevaré

con los benditos ángeles,mas también de la angélica

condición pasaré.Todo, salvo Dios, perece.Cuando haya sacrificado

mi alma de ángel,me tornaré en aquello que ninguna

mente jamás ha concebido.¡Oh, no exista yo!

Pues la No Existencia proclama:'A Él volveremos"'.

Y esta inmortalidad de Rumi, quees dejar de ser, ¿no es acaso moriraun cuando sea fundirse con Dios?¿Y a quién, salvo a un loco como Ru-mi que piensa con el cerebro equivo-cado, le interesa fundirse con Dios sial hacerlo deja de ser él? De maneraque no se trata de ser inmoftal, sinode sobrevivir.

Pero, ¿cómo explicar eso tancomplicado de seguir siendo unomismo dejando el cuerpo, dejándo-nos, en definitiva, a nosotros mis-mos hechos ceniza?

¿QaF E§ Er, ar,ürA YeuÉ nr, E§PÍRrTU?

Dialécticamente -y la dialécticapertenece al cerebro razonador- lasolución es fácil. Basta con concebirotros cuerpos no visibles, energética-mente sutiles, que animan el cuerpoy que son los que sobreviven tras lamuerte física. Unos cuerpos sutilesen los que, naturalmente, sobreviven.uestra individualidad e, incluso, aentender de algunos, nuestra perso-nalidad, eso que en la antigua Greciaera sólo la máscara que utilizaban losactores en tanto daban vida a un serficticio, a un personaje que dejaba deexistir cuando terminaba la función.

Y esos cuerpos sutiles son el almay el espíritu. Pero, ¿qué es el alma?¿Y qué es elespíritu?

Alma es una palabra de origen lati-no que tiene la misma raíz que la grie-ga ánemos *viento- y que el mismosignificado que spirlfus -en griegopneuma-, o sea, aire, hálito, la respi-ración que convencionalmente indicael principio de la actividad conscientedel ser humano y, más en general, elprincipio de la vida de todo ser vivien-

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individualidad. l*aintenta justifiear quealguna rnaneral es decde ser lo que ahora

te. Y este principio de alma -queequivale a espíritu- está presente entodas las culturas, incluso en las másprimitivas. Para ellas, todo tiene unprincipio invisible que las anima. Sólodespués, con el nacimiento de las lla-madas grandes culturas, como la delantiguo Egipto, ese principio poliani-mista se articula en cuerpos sutiles oinvisibles definidos, como un cuerpofísico ú'at); un cuerpo astral (ka), unaespecie de envoltura que aún partici-pa de la estructura etérea que formael universo, y un cuerpo Ya entera-mente sutil (ba), que era expresión dela textura excelsamente generadoradelDemiurgo.

Como vemos en la escueta expli-cación que antecede, los términos al-ma y espíritu son sólo simples voca-blos con los que cada cultura ha que-rido apresar su concepto de supervi-

vencia. Pero la confusión que esosvocablos han causado es tanta quepor alma -o sea, por espíritu, que eslo mismo- puede entenderse ya cual-quier cosa. Así, el catecismo de Ialglesia Católica la define de la siguien-te manera:

-¿Qué es elalma?-El alma es un ser vivo sin cuerpo

que dispone de razón y libre volun-tad.

lmposible decir más disparates fi-siológico-semánticos con menos pa-labras.

De manera que lo único que eti-mológicamente nos queda del alma Ydel espíritu es que ambas cosas sonlo mismo y que las dos expresan laobservación física de que cuando unbebé nace y respira, es capaz de mo-verse. O sea, que algo le anima y queese algo es la respiración. Por tanto,

la respiración contiene algo sutil, novisible, capaz de alentarnos (de dar-nos aliento).

Consecuentemente, morir es dejarde respirar, por la nariz o por la boca.De ahíque en las culturas antiguas -yen algunas actuales- se consideraraque un feto era un ser sin alma, Por-que para ellas un feto era un algo que

-aun pudiendo conocer el mecanis-mo fisiológico de la respiración por laplacenta- no respiraba.

Precisamente porque el alma essólo ese soplo, ese aire que nos ani-ma, Sócrates se pregunla en Fedónsitambién el alma puede morir, dadoque ese soplo puede agotarse en eltranscurso de una vida. Aunque, sinembargo, cierto es que también Só-crates opta por un alma inmortal.

Así que no está claro qué es esode morir y si al morir todo termina. Alrespecto, ni siquiera las religionesque surgen de nuestra necesidad decreer en la supervivencia se ponende acuerdo en qué cosa de nosotroses la que sobrevive en el más allá ycómo lo hace. Y tampoco los filóso-fos aclaran nada. Tanto es así que unviejo chiste nos dice que los pensa-dores se dividen en dos categorías:los que tienen perro (que creen quelos perros tienen alma) y los que notienen perro (que niegan que la ten-gan). Un viejo chiste que expresa unagran verdad: el hecho de que crea-mos o no en la supervivencia depen-de más del deseo de sobrevivir quede las demostraciones de que esasupervivencia exista.

Pero aun cuando la anterior afir-mación es cierta, ¿resulta cierto tam-bién que no disponemos de ningúnsigno cldro que evidencie que haY

una vida más allá de ésta?

¿PODEMO§ §OBRDVIVIRNO§§IN DqJAR I'E §DRr,o QUE §OMO§?

Sé que los fieles creyentes de mu-chas religiones dirán que sí, que haypruebas de la existencia del más alla.Y sé también que lo mismo argumen-tarán los seguidores de doctrinas co-mo la espiritista y los ahora muchísi-mos creyentes en vidas Pasadas (osea, en vidas futuras).

¿Todo simple necesidad de sobre-vivirnos sin dejar de ser lo que so-mos?

Cierto es que ninguna religión ni

doctrina puede demostrar de mane-ra evidente la existencia de una for-ma de supervivencia, como lo esque las regresiones a vidas pasadasno prueban que éstas sean verdade-ras (y aquívuelvo a remitir a los lec-tores a mi libro ya citado), pero tam-bién es verdad que sí haY signos

1|,

:.

I,

KIM PEDRÓS

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que pueden avalar la creencia en unmás allá. Y aquí, como en todas lasocasiones en que intentamos mos-trar la posible realidad de alguna for-ma de supervivencia, hemos de en-trar inevitablemente en el mundosubjetivo, en la experiencia personalde quien eso expresa, que en estecaso soy yo. Y mis experiencias alrespecto son muchas y variadas.

Primer ejemplo: cuando mi padremurió, yo tenía 17 años y estaba juntoa é1. Y observé que, en su agonía, mipadre fue,saludando a amigos falleci-dos que, al parecer, habían ido a reci-birle. Pero lo sorprendente fue que,súbitamente,'pareció extrañarse deque entre ellos estuviera una mujer ala que profesaba un gran amor porquele había hecho de madre y que él sa-bía estaba viva. Su frase fue: "Pero tú(omito su nombre) no tienes que estaraquí", o sea, entre los mueños. Y enefecto, cuando mi padre enfermó esamujer estaba viva y sana, pero muriórepentinamente unos días antes deque lo hiciera mi padre. Me consta,además, que durante su corta y en to-do momento agonizante enfermedad,nadie le había comunicado a mi padreque aquella mujer había muefto, puesera obvio que en el ánimo de todosestaba que habérselo dicho hubierapuesto más dolor todavía a su agonía.Aclaro también que mi padre no eraprecisamente lo que llamamos un cre-yente. Pero lo que importa es: ¿cómopudo encontrar a esa mujer entre losmuertos si nada sabía sobre su repen-tino fallecimiento?

Otro ejemplo: en miterapia anathe-orética suelo recurrir a lo que denomi-no "Percepción Global lnducida", unaestrategia de sintonización con arque-

tipos a través de la cual los pacientesvivencian seres luminosos que, sor-prendentemente, nada más surgir enla mente del paciente asumen auto-nomÍa propia y actúan por su cuenta,siempre con efectos altamente tera-péuticos. Sé que esto, escrito así, es-cuetamente, sonará extraño, pero mees imposible exponer aquí, en el corloespacio de un adículo, la increíble ri-queza de matices de ese fenómeno,típico de la expresión de un más alláluminoso, celeste y liberador.

Otro ejemplo: similar al fenómenodescrito antes -y también enmarcadoen un mundo de luz y amor- es la for-ma en que en el transcurso de mi te-rapia anatheorética vivencian sus ex-periencias aquellos pacientes quehan sufrido una muefte clínica -unaexperiencia en el umbral de la muer-te- dentro del útero o en el conductode nacimiento.

Otro ejemplo: con una determinadaestrategia, en anatheóresis suelen ex-perimentarse también intensos éxtasis.Algo que, como las experiencias ante-riores, no se puede describir con pala-bras, pero que conozco a la perfección.

Otro ejemplo: he conocido muchasmuertes de cerca y, si tuviera quedescribir la impresión que en todoslos casos he recibido, tendría que ha-cerlo del mismo modo que lo expresaElisabeth Kübler-Ross, si bien yo no

afirmo, como hace ella, mi total cre-encia en la supervivencia.

Podría añadir otros muchos ejem-plos más, pero eso no supondría de-mostrar que existe un más allá, ni ex-plicaría cómo es ni tampoco cómo loviviría cada uno de nosotros al llegar aese lugar. A lo sumo, sería una casuís-tica a investigar. De manera que meresisto a caer en Ia "esquizofisiología"de negar con un hemisferio cerebral lasupervivencia y de aceptarla con elotro. Pero situviera que definirme, algoque nunca antes he querido hacer, di-ría -volviendo a mis propias palabrasen este ar1ículo y, altiempo, parafrase-ando a Shakespeare- que la Reali-dad, la auténtica Realidad, la que es-conde el velo de nuestra limitada per-cepción, es mucho más fantástica queesos pobres mundos de supervivenciaen los que tantos humanos creen.

Por ejemplo, el hecho de que el ce-rebro racional -que es sólo una formade percibir- entienda que la muerte esalgo definitivo se debe a que nos he-mos identificado con un yo que, a suvez, se identifica básicamente con elcuerpo, de manera que perder elcuerpo es morir. Pero si tenemos encuenta que ese cerebro racional essólo una forma más de percibir, osea, es otra forma de soñar -que esoes el sueño, una forma de percibir-,¿qué tiene de extraño que en un sue-

ño desaparezca nuestrocuerpo y sigamos sien-do? Porque ser no esexistir. Existir es sólosentirnos vivos en cual-quier forma de percep-ción. O sea, de vida. Osea, de sueño. Ser, por elcontrario, sería un autén-tico despertar. Sería esoque llamamos Realidad.Un despertar siendo o noesa individualidad que noqueremos perder.

¿Todo termina, pues,tras el sueño que ahoraestamos viviendo? Pue-de ser. ¿O al salir de esesueño entraremos enotro que creeremos vida,y así durante un tiempoo eternamente? Quizá.¿O algún día llegaremosa despeftar? No lo sé.

OMAR ÁLVAREZ

Joaquín Grau

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¡NUMERO rOO!IEN meses de camino en compañía. Cien números paradespertar, juntos, un poco más a Ia vida. Cien pasosque nos han acercado a todos a la comprensión de lasinfinitas y complejas man¡festaciones del Espíritu- Por-que todo§, hoy, somos un poco más conscientes. To-

dos, hoy, somc>s Lrn pocs nr'¡ás sabios. Todos, hoy, tenemos mu-chas más interrogantes que antes" Todos, hoy, estamos más cercade la l-uz. Por eso también todos, !toy, vivimos la vida con unape!'sFecti\ra más ampl¡a, con una nueva §onciene¡a, con un innega-ble sentimiento de pertenensia a una m¡sma Realidad, a un mismoEspíritu, a una m¡sma Vida manifestada" Muche¡s no serán proba-blemente eonsc¡entes de ese crecim¡ento ;nterior, de ese eamb¡ocual¡tativo de concienc¡a, de ese conocimiento que en pequeñaspíldoras ha ido aposentándose en su subconsc¡ente a lo largo deestos año§, mes a ryle§, lectura a lectura. Pero todos quienes he-rr¡os carrlinado juntos en esta aventura que un día iniciamos haceahora c¡en meses hemos crecidc en todos los aspectos de nuestravida" Ponque, sin apenas darnos cuenta, henr'¡os camb¡ado nue§trape¡"cepc¡ón del ¡'nundo y hemos ayudado a carnbiar la de otros. Yhenros aprend¡do día a día, todos, a escuchar de verdad a los de-más, a ser más so¡¡darios, a ser rnenos dogmático§, a pensar pornosotros m¡smos, a no dejarnos rrlan¡pular, a estar ab¡erto§ a nue-vas ¡deas y a desm¡tiflcar las creencia§ comúnmente establec¡dascorl1o verdades eterrnas" Y lremos aprend¡do que Ia vida es una es-cue¡a donde cada día elue pasa, si §omos conscientes de ello, senos ofreee la opcntunidad de aprénder ur¡a lecc¡ón nueva, de mi-rarnos en los demás, de aprender grac¡a§ a ellos' Porque hoy sa-bem<¡s que s¡n les «rtros, s¡n todss y cada uno de qu¡ene§ nos ro-dean, no podríamos avanzar en el carn¡no de la evolt"lción porquenos faltaría !a posihilidad de exper¡mentan y que e§ una falacia cre-er que o'alguien se ha hecho a §í m¡srno". ¿Cómo saber lo que esla amistad, el án-rstr, el sd¡o, la alegría, la desazón, e.l desánimo' laeuforia y tantas otras rnan¡festac¡one§ de nuestro espír;tu, denuestra mente, de nuestro corazón, sin los otros? Recordemos,adenná§, q[-Ne erx este proceso de crec¡rn¡ento no basta con dar pa-sos que un día nos b¡"Iedan conduc¡r hasta la n'leta, sino gue cadapaso ha de ser [Jna ryleta, sln dejar pon ello de ser un paso. Y que-como decía l\ntonio Macl"rado- lo.s unicas que e§tán siempre devuelta de todo sor? ros que no han ido nunea a ninguna pañé,

Y ner importa que aún haya mucha Eente que no eomprenda. Noimporta q{.¡e quaenes vive¡'¡ de espaldas a Ia Iuz sigan viendo sól<¡las sombras que se reflejan frer"¡te a é1, como en la famosa alegoríade Ia cueva de Platón. Porque lo unico importante es que un día,todos, saldrán tarnbién de la caverna y podrán comprender queaquello en lo que s¡empre habían creído no e§ rYr᧠que un pál¡doreflejo de una verdad rnucho más grande y luminosa de Io que hu-bieran podido siquiera imaginar. Pero, mlentra§, no ohr¡dernos quehay rnucho dolor en el mundo -fruto de la incomprens¡ón- y quenunca se da tanto eorr¡o cuando se dan esperanzas.

du/ósAuáDE LqcE\cLl,,esti cfitl,adaporh o. J. D.

Printed in Spain -Jun¡o de 1997 - D. L.: l\i1.3.482-1 989.

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ENTREVISTA A JOSÉ ANTON¡O CAMPOYA lo largo de más de dos años de discreto silencio, José Antonio Campoy,director de MAS ALLA DE LA CIENCIA, ha venido entrevistando de formaininterrumpida al presunto guía extraterrestre del conocido Grupo Aztlán,singular personaje que responde al nombre de Geenom y afirma habitar enun planeta que orbita alrededor de la estrella Alfa B, en la Constelación deCentauro. Nos lo cuenta Garmen Quintana.

OVNIS: CTNCUENTA AÑOS DE MISTERIOEste mes de Junio el fenómeno OVNI celebra un especial aniversario, el dehaber cumplido cinco décadas de avistamientos, aterrizajes, abducciones ycontactos, sobre los que Josep Guijarro reflexiona. Y es que cincuenta años demisterio son ya muchos años, ¿Acaso comenzamos a acercarnos a la verdad?

RAYMOND MOODY SE DESDICEHa renegado del best-seller que lo hizo mundialmente famoso, Vida despuésde la Vida. En esta entrevista de Francisco López-Seivane, Haymond Mooodyse retracta de su pasado, arrepentido de la manipulación de que ha sidoobjeto durante años y a la que dice haberse prestado por "debilidad". Susnuevas declaraciones, sin duda, darán mucho que hablar.

¿EXISTE LA MUERTE? ¿SOMOS INMORTALES?¿Olvido, disolución, supervivencia? ?ara el ser humano la muerte no hadejado de ser un eterno interrogante. Joaquín Grau analiza el dilema denuestra inmortalidad o caducidad a la luz de los antiguos mitos y las últimasinvestigaciones sobre la percepción de la realidad.

EL INSTITUTO MONROE: LA MECA DE LOS VIAJEROS ASTRALESCentro especializado en el estudio de los estados alterados de conciencia,Teresa Losada y Carol Sabick nos cuentan la peculiar trayectoria del lnstitutonorteamericano Monroe, donde se estudian desde los viajes astrales hasta laestimulación del cerebro.

LA CAMA MUSICAL TERAPÉUTICASe trata de un instrumento terapéutico que combina la sabiduría chamánicacon el desarrollo tecnológicot una cama, manejada por la curandera canariaCarmen García, en la que se superan los bloqueos emocionales. María PinarMerino la ha entrevistado para nuestros lectores.

UN DETECTIVE EN LAS PIRÁMIDESHace ocho años el arqueólogo Robert Bauval sorprendía al mundo al afirmarque Gizéh era en realidad un diagrama astronómico que reproducía la cons-telación de Orión. En esta entrevista de Javier Sierra, Bauval desarrolla suoriginal teoría sobre la conexión cósmica de las pirámides.

LA PARAPSICOLOGíA CUÁNTICAPese a lo que digan sus críticos, la vanguardia cient'ñca ha acudido en apoyo de laparapsicología. Moisés Ganido pasa reüsta a la explicación de fenómenos parap-sicológicos, para los que la ciencia cuántica puede ya esbozar una explicación.

CRIMEN RITUAL EN EL PALACIO DEL DALAI LAMATres personas muy próximas al Dalai Lama han sido asesinadas ritualmenteel pasado mes de Febrero en su palacio de Dharmsala. La policía sospechade una de las facciones del budismo tibetano, la de los "sombreros amari-llos", seguidores de un dios-diablo. J. C. Deus nos cuenta los entresijos deesta conspiración.

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,.r... ,:..! ,,tllii;.-, ¡i,., ..1,,;1r,,,ri:r,.:r '.. . l,):. .. . ,:, :,: .:. .,' :,A comienzos d* este s¡Sio, en Tiahuanaec, §s haliaron los restos rie pequeñosdinosaurios herbívsros iunto a ütros nnat*riales de origen hilñlanc, l* que contra-dice las teorías sficiales sohre tuándü apareeió realmeftte la vide sebre la Tierra.Un reporlaje de Antonio Oerdán.

Pocos saben que el laureado inventor de la lelegrafía aseEuró lreber recibidoseñales de rac¡o prccedentes de Marte y desarrollé un aparatü pars tlab¡ar fonlos eso. t"s ja os "'!el.ics, N'lanuei Figueroa nos relata las facetas oouitas de

Scr :er;es si se ias trata ccn tern.,:ra s en:en m edo ail¡e la violencia, ansiedadf;'ente ar peligro y crena simpatia hacia as eroc ores humanas, Asi es el uni-verso vegetal. tan vivc y desconecido. Jesús e aile.. ¡os desre ¿ parl? Ce su len-guaje, que apenás e+tr:+n¿arnos a cjese ifrar.

§n *u afár¡ de liamar ia ateneiéi: sabre !a Bñ¿ sfi *l rnundo, el nlaes:r+ hiñdú Sriühinmoy se he lailuede e les rr]ás *sad*s aventuras físicas, nrtí*ticas y r*enta!es,retos que él ha heelia realidad ante lá sdnÉira*ian de suar¡tos le eonq¡cen" Con*hcá-abarta nss r€lste su Érrepetible adisea psr*cnai.

Di*en que ffiüris en 1S§S y qu* fue l* reenear*aeión r.lel empera**r ü¿tec§üuauhl*§n':oe, encersad* de le r*g*m*ración espiritual de Méxie*^ Fla sid* lla-maeia la {¡ltim* reina de Méxic* y scbre s* vida, narrada pür el *§critarVela**o-Fiña, se hgn d*satad* lcs más sr¡*sr¡didas eüntrsversias. Un r*port*jerJe ür:ncha Labarta.

Japóat cemienaa a de$pertar de cu letargr, L* antigua tradieión r*$urge üürrfu*rxa *nn urrfi ilrspuesta revclueionaria para el próxrm* sigl*: el a¡'t* de l*pñtr)r*¿ff ¡r*i¡l*, Austeridad frente a *onsumisnro, la fuerza del eamurti $¡Sus vivñ.L.tn trahain de Monts* Llor"

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