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Experimento de la cárcel de StanfordEl experimento de la cárcel de Stanford es un conocido estudio psicológico acerca de la influencia de
un ambiente extremo, la vida en prisión, en las conductas desarrolladas por el hombre, dependiente de
los roles sociales que desarrollaban (cautivo, guardia). Fue llevado a cabo en 1971 por un equipo de
investigadores liderado por Philip Zimbardo de la Universidad Stanford. Se reclutaron voluntarios que
desempeñarían los roles de guardias y prisioneros en una prisión ficticia. Sin embargo, el experimento
se les fue pronto de las manos y se canceló en la primera semana.
Las preocupaciones éticas que envuelven a los experimentos famosos a menudo establecen
comparaciones con el experimento de Milgram, que fue llevado a cabo en 1963 en la Universidad de
Yale por Stanley Milgram, un antiguo amigo de Zimbardo.
Índice
[ocultar]
1 Metas y métodos
2 Resultados
3 Conclusiones
4 Críticas al experimento
5 Cultura popular
6 Notas y referencias
7 Véase también
8 Enlaces externos
[editar]Metas y métodos
El estudio fue subvencionado por la Armada de los Estados Unidos, que buscaba una explicación a los
conflictos en su sistema de prisiones y en el del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Zimbardo y
su equipo intentaron probar la hipótesis de que los guardias de prisiones y
los convictos se autoseleccionaban, a partir de una cierta disposición que explicaría los abusos
cometidos frecuentemente en las cárceles.
Los participantes fueron reclutados por medio de anuncios en los diarios y la oferta de una paga de
15 dólares diarios (en 2006 corresponderían a 57 euros diarios) por participar en la «simulación de una
prisión». De los 70 que respondieron al anuncio, Zimbardo y su equipo seleccionaron a los 24 que
estimaron más saludables y estables psicológicamente. Los participantes eran predominantemente
blancos, jóvenes y de clase media. Todos eran estudiantes universitarios.
El grupo de 24 jóvenes fue dividido aleatoriamente en dos mitades: los «prisioneros» y los «guardias».
Más tarde los prisioneros dirían que los guardias habían sido elegidos por tener la complexión física más
robusta, aunque en realidad se les asignó el papel mediante el lanzamiento de una moneda y no había
diferencias objetivas de estatura o complexión entre los dos grupos.
La prisión fue instalada en el sótano del departamento de psicología de Stanford, que había sido
acondicionado como cárcel ficticia. Un investigador asistente sería el «alcaide» y Zimbardo el
«superintendente».
Zimbardo estableció varias condiciones específicas que esperaba que provocaran la desorientación,
la despersonalización y la desindividualización.
Los guardias recibieron porras y uniformes caqui de inspiración militar, que habían escogido ellos
mismos en un almacén militar. También se les proporcionaron gafas de espejo para impedir elcontacto
visual (Zimbardo dijo que tomó la idea de la película Cool hand Luke - La leyenda del indomable). A
diferencia de los prisioneros, los guardias trabajarían en turnos y volverían a casa durante las horas
libres, aunque durante el experimento muchos se prestaron voluntarios para hacer horas extra sin paga
adicional.
Los prisioneros debían vestir sólo batas de muselina (sin ropa interior) y sandalias con tacones de
goma, que Zimbardo escogió para forzarles a adoptar «posturas corporales no familiares» y contribuir a
su incomodidad para provocar la desorientación. Se les designaría por números en lugar de por sus
nombres. Estos números estaban cosidos a sus uniformes. Además debían llevar medias de nylon en la
cabeza para simular que tenían las cabezas rapadas, a semejanza de los reclutas en entrenamiento.
Además, llevarían una pequeña cadena alrededor de sus tobillos como «recordatorio constante» de su
encarcelamiento y opresión.
El día anterior al experimento, los guardias asistieron a una breve reunión de orientación, pero no se les
proporcionaron otras reglas explícitas aparte de la prohibición de ejercer la violencia física. Se les dijo
que era su responsabilidad dirigir la prisión, lo que podían hacer de la forma que creyesen más
conveniente.
Zimbardo transmitió las siguientes instrucciones a los «guardias»:
Podéis producir en los prisioneros que sientan aburrimiento, miedo hasta cierto punto, podéis crear una
noción de arbitrariedad y de que su vida está totalmente controlada por nosotros, por el sistema, vosotros, yo,
y de que no tendrán privacidad... Vamos a despojarlos de su individualidad de varias formas. En general, todo
esto conduce a un sentimiento de impotencia. Es decir, en esta situación tendremos todo el poder y ellos no
tendrán ninguno.— vídeo The Stanford Prison Study, citado en Haslam & Reicher, 2003.
A los participantes que habían sido seleccionados para desempeñar el papel de prisioneros se les dijo
simplemente que esperasen en sus casas a que se los «visitase» el día que empezase el experimento.
Sin previo aviso fueron «imputados» por robo a mano armada y arrestados por polícias reales del
departamento de Palo Alto, que cooperaron en esta parte del experimento.
Los prisioneros pasaron un procedimiento completo de detención por la policía, incluyendo la toma
de huellas dactilares, que se les tomara una fotografía para ser fichados y se les leyeran susderechos
Miranda. Tras este proceso fueron trasladados a la prisión ficticia, donde fueron inspeccionados
desnudos, «despiojados» y se les dieron sus nuevas identidades.
[editar]Resultados
El experimento se descontroló rápidamente. Los prisioneros sufrieron —y aceptaron— un
tratamiento sádico y humillante a manos de los guardias, y al final muchos mostraban graves trastornos
emocionales.
Tras un primer día relativamente anodino, el segundo día se desató un motín. Los guardias se prestaron
como voluntarios para hacer horas extras y disolver la revuelta, atacando a los prisioneros con
extintores sin la supervisión directa del equipo investigador. A partir de ese momento, los guardias
trataron de dividir a los prisioneros y enfrentarlos situándolos en bloques de celdas «buenos» y «malos»,
para hacerles creer que había «informantes» entre ellos. Esta treta fue muy efectiva, pues no se
volvieron a producir rebeliones a gran escala. De acuerdo con los consejeros de Zimbardo, esta táctica
había sido empleada con éxito también en prisiones reales estadounidenses.
Los «recuentos» de prisioneros, que habían sido ideados inicialmente para ayudar a los prisioneros a
familiarizarse con sus números identificativos, evolucionaron hacia experiencias traumáticas en las que
los guardias atormentaban a los prisioneros y les imponían castigos físicos que incluían ejercicios
forzados.
Se abandonaron rápidamente la higiene y la hospitalidad. El derecho de ir al lavabo pasó a ser un
priviliegio que podía, como frecuentemente ocurría, ser denegado. Se obligó a algunos prisioneros a
limpiar retretes con sus manos desnudas. Se retiraron los colchones de las celdas de los «malos» y
también se forzó a los prisioneros a dormir desnudos en el suelo de hormigón. La comida también era
negada frecuentemente como medida de castigo. También se los obligó a ir desnudos y a llevar a cabo
actos homosexuales como humillación.
El propio Zimbardo ha citado su propia implicación creciente en el experimento, que guió, y en el que
participó activamente. En el cuarto día, él y los guardias reaccionaron ante el rumor de un plan de huida
intentando trasladar el experimento a un bloque de celdas reales en el departamento local de policía
porque era más «seguro». La policía rechazó su petición, alegando preocupaciones por el seguro y
Zimbardo recuerda haberse enfadado y disgustado por la falta de cooperación de la policía.
A medida que el experimento evolucionó, muchos de los guardias incrementaron su sadismo,
particularmente por la noche, cuando pensaban que las cámaras estaban apagadas. Los investigadores
vieron a aproximadamente un tercio de los guardias mostrando tendencias sádicas «genuinas». Muchos
de los guardias se enfadaron cuando el experimento fue cancelado.
Un argumento que empleó Zimbardo para apoyar su tesis de que los participantes
habían internalizado sus papeles fue que, cuando se les ofreció la «libertad condicional» a cambio de
toda su paga, la mayoría de los prisioneros aceptó el trato. Pero cuando su libertad condicional fue
«rechazada», ninguno abandonó el experimento. Zimbardo afirma que no tenían ninguna razón para
seguir participando si eran capaces de rechazar su compensación material para abandonar la prisión.
Los prisioneros empezaron a mostrar desórdenes emocionales agudos. Un prisionero desarrolló
un sarpullido psicosomático en todo su cuerpo al enterarse de que su «libertad condicional» había sido
rechazada (Zimbardo la rechazó porque pensaba que trataba de un ardid para que lo sacaran de la
prisión). Los llantos y el pensamiento desorganizado se volvieron comunes entre los prisioneros. Dos de
ellos sufrieron traumas tan severos que se los retiró del experimento y fueron reemplazados.
Uno de los prisioneros de reemplazo, el prisionero número 416, quedó horrorizado por el tratamiento de
los guardias y emprendió una huelga de hambre. Se lo recluyó en confinamiento solitarioen un pequeño
compartimento durante tres horas en las que lo obligaron a sostener las salchichas que había rechazado
comer. El resto de los prisioneros lo vieron como un alborotador que buscaba causar problemas. Para
explotar este aspecto, los guardias les ofrecieron dos opciones: podían o bien entregar sus mantas o
dejar al prisionero número 416 en confinamiento solitario durante toda la noche. Los prisioneros
escogieron conservar sus mantas. Posteriormente Zimbardo intervino para hacer que 416 volviera a su
celda.
Zimbardo decidió terminar el experimento prematuramente cuando Christina Maslach, una estudiante de
posgrado no familiarizada con el experimento, objetó que la «prisión» mostraba unas pésimas
condiciones, tras ser introducida para realizar entrevistas. Zimbardo se percató de que, de las más de
cincuenta personas externas al experimento que habían visto la prisión, ella fue la única que cuestionó
su moralidad. Tras apenas seis días, ocho antes de lo previsto, el experimento fue cancelado.
[editar]Conclusiones
Se ha dicho que el resultado del experimento demuestra la impresionabilidad y la obediencia de la gente
cuando se le proporciona una ideología legitimadora y el apoyo institucional. También ha sido empleado
para ilustrar la teoría de la disonancia cognitiva y el poder de la autoridad.
En psicología se suele decir que el resultado del experimento apoya las teorías de la atribución
situacional de la conducta en detrimento de la atribución disposicional. En otras palabras, se supone que
fue la situación la que provocó la conducta de los participantes y no sus personalidades individuales. De
esta forma sería compatible con los resultados del también famosoexperimento de Milgram, en el que
gente ordinaria cumple órdenes de administrar lo que parecen shocks eléctricos fatales a un compañero
del experimentador.
Casualmente poco después de la finalización del estudio se produjeron motines sangrientos en las
prisiones de San Quintín y Attica, y Zimbardo comunicó sus descubrimientos al Comité judicial de los
Estados Unidos.
[editar]Críticas al experimento
El experimento fue ampliamente criticado por su falta de ética y considerado en los límites del método
científico. Los críticos incluyen a Erich Fromm, que cuestionó si se podrían generalizar los resultados del
experimento.
Como fue un trabajo de campo, fue imposible llevar a cabo los controles científicos tradicionales.
Zimbardo no fue un mero observador neutral, sino que controló la dirección del experimento como
«superintendente». Las conclusiones y las observaciones de los investigadores fueron muy subjetivas y
basadas en anécdotas, y el experimento es muy difícil de reproducir por otros investigadores.
Algunos de los críticos al experimento argumentan que los participantes basaban su conducta en cómo
se esperaba que se comportasen o que la modelaron de acuerdo con estereotipos que ya tenían sobre
prisioneros y guardias. En otras palabras, los participantes realizaban un mero juego de rol. Como
respuesta, Zimbardo declaró que, incluso aunque inicialmente pudiera haber sido un juego de rol, los
participantes internalizaron sus papeles a medida que el experimento continuó.
El experimento fue criticado también respecto a su validez ecológica. Muchas de las condiciones
impuestas al experimento fueron arbitrarias y pueden no estar correlacionadas con las condiciones
reales de las prisiones, incluyendo la llegada de los «prisioneros» con los ojos vendados, hacerles vestir
solamente batas, no permitirles vestir ropa interior, impedirles mirar a través de ventanas y prohibirles
usar sus nombres reales. Zimbardo se defendió de estas críticas declarando que la prisión es una
experiencia confusa y deshumanizante, y que era necesario impulsar estos procedimientos para darles
a los «prisioneros» las condiciones mentales adecuadas; pero es difícil saber cuán similares son estos
efectos a los de una verdadera prisión, y las condiciones del experimento son difíciles de reproducir
exactamente para que otros investigadores puedan llegar a conclusiones a este respecto.
Algunos dicen que el estudio fue demasiado determinista. Los informes describen diferencias
significativas en la crueldad de los guardias, el peor de los cuales fue llamado «John Wayne» por los
prisioneros, pero otros fueron más amables y a menudo concedieron favores a los prisioneros. Zimbardo
no realizó ningún intento de explicar estas diferencias.
Por último, la muestra fue muy pequeña, de sólo 24 participantes en un periodo de tiempo relativamente
pequeño. Y dado que los 24 interactuaban en un mismo grupo, tal vez sea más correcto considerar el
tamaño de la muestra como 1.
Haslam y Reicher (2003), psicólogos de la Universidad de Exeter y la Universidad de St. Andrews,
llevaron a cabo una repetición parcial del experimento con la asistencia de la BBC, que televisó escenas
del estudio en un reality show llamado «El experimento». Los resultados y conclusiones fueron muy
diferentes a los de Zimbardo. Aunque su procedimiento no fue una réplica directa del de Zimbardo, su
estudio arroja nuevas dudas sobre la generalidad de sus conclusiones.1
[editar]Cultura popular
Una novela de 1999 del autor alemán Mario Giordano titulada Black Box se inspiró en el
experimento de Stanford.
En 2001 la BBC realizó un documental, The Experiment, que recreaba el experimento con
voluntarios. Se detuvo por preocupaciones acerca del bienestar de los participantes.2
Das Experiment (El experimento), una película alemana del director Oliver Hirschbiegel rodada
en 2001, está basada en la novela de Mario Giordano, que a su vez se inspira en este experimento.
The Black Box, una obra adaptada de Das Experiment, fue dirigida por Anthony S. Beukas. En ella
actuaron miembros de la Yeshiva College Dramatics Society de la Universidad de Yeshivaen
diciembre de 2005.
El relato del experimento va a ser filmado por Christopher McQuarrie, ganador de un Oscar por el
guion de Sospechosos habituales, a partir de un guion que escribió con Tim Talbott.
El 27 de octubre de 2006, la productora de Madonna detuvo la producción de una película sobre el
experimento.3
El episodio My Big Fat Greek Rush Week de la serie de televisión Veronica Mars realizó una alusión
al experimento cuando varios de sus personajes principales participaron en una recreación del
mismo. En particular, hay dos personajes que actúan de forma similar a como lo hicieran el
«Prisionero número 416» y «John Wayne».
El episodio Not for nothing de la serie Life gira en torno a una reproducción del experimento de la
cárcel de Stanford.
La película estadounidense de 2010 titulada The Experiment , protagonizada por Adrien Brody , es
un remake de Das Experiment
[editar]Notas y referencias
Philip Zimbardo
Philip Zimbardo
Philip Zimbardo en 2008.
Nombre Philip George Zimbardo
Nacimiento 23 de marzo de 1933 (80 años)
Estados Unidos, Nueva York
Nacionalidad estadounidense
Ocupación psicólogo, profesor
Cónyuge Christina Malach
Sitio web
Philip Zimbardo
Philip George Zimbardo (Nueva York, 23 de marzo de 1933 - ) es un psicólogo, investigador del
comportamiento, fue presidente de laAsociación Norteamericana de Psicología en 2002 y son
célebres, tanto en el mundo académico como fuera de él, sus trabajos en psicología social,
especialmente el experimento de la cárcel de Stanford (ver la correspondiente película alemana "El
Experimento"). Profesor de laUniversidad Stanford desde 1968, ha enseñado antes
en Yale, NYU y Universidad de Columbia. Una de sus labores importantes ha consistido en hacer
llegar la psicología al público gracias a la serie en la cadena PBS Descubriendo la psicología.
[editar]Enlaces externos
Entrevistado en ShrinkRap Radio (en inglés)
¿Por qué los chicos buenos hacen cosas malas? Una entrevista con el doctor Philip
Zimbardo (en español)
Zimbardo, P. (2007). From Heavens to Hells to Heroes. In-Mind Magazine.
Vídeo entrevista: Experimento de la cárcel de Stanford (Maldad por situación)
Disonancia cognitivaEl concepto de disonancia cognitiva, en Psicología, hace referencia a la tensión o desarmonía interna
del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona al mantener al
mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto
con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones
simultáneas, todo lo cual puede impactar sobre sus actitudes.
El concepto fue formulado por primera vez en 1957 por el psicólogo estadounidense Leon Festinger en
su obra A theory of cognitive dissonance.1 La teoría de Festinger plantea que al producirse esa
incongruencia o disonancia de manera muy apreciable, la persona se ve
automáticamente motivada para esforzarse en generar ideas y creencias nuevas para reducir la tensión
hasta conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre sí, constituyendo una cierta
coherencia interna.
La manera en que se produce la reducción de la disonancia puede tomar distintos caminos o formas.
Una muy notable es un cambio de actitud o de ideas ante la realidad.
Índice
[ocultar]
1 Reducción de la disonancia
o 1.1 Mentalidad retributiva
o 1.2 Ejemplos
2 Referencias
3 Bibliografía recomendada
4 Enlaces externos
[editar]Reducción de la disonancia
La motivación para la reducción de la disonancia se debe a la tensión psicológica que un individuo tiene
que soportar cuando su sistema cognitivo presenta una gran disonancia o incoherencia interna. Por
ejemplo, una persona con valores y creencias morales inculcadas desde su infancia puede verse
involucrado en acciones que él mismo rechazaría (guerras, muertes, torturas...), por lo que se ve
motivado a introducir valores superiores que justificarían su actitud: la defensa de la Patria, el evitar
males mayores, etc.
[editar]Mentalidad retributiva
En la toma de decisiones, es también muy importante[cita requerida] el efecto de la disonancia cognitiva.
Cuando hay un esfuerzo o se produce un coste, lo consistente es que a este costo o penalidad le siga
una recompensa apreciable. Toda persona busca el éxito[cita requerida], que no es otra cosa que la
recompensa ante el esfuerzo[cita requerida]. Por el contrario, el fracaso es disonante; ocurre cuando al
esfuerzo o costo no le sigue la recompensa. En estos casos el individuo puede reducir la consiguiente
disonancia buscando otra posible recompensa futura: sólo se aprende del error, esto servirá para evitar
futuros errores... Otras veces, cuando se ha elegido una alternativa que no ha resultado lo satisfactoria
que se pensaba, se pueden encontrar ventajas que antes no se habían detectado. Por eso, después de
una compra importante, el comprador suele valorar mejor el producto adquirido que antes de la
compra[cita requerida].
En filosofía, sin embargo, tal tipo de disonancia cognitiva no se interpreta como un fenómeno inherente
al ser humano sino como una mentalidad procedente del pensamiento religioso como respuesta al
malestar o al dolor[cita requerida]. Tal mentalidad se conoce como mentalidad retributiva, debido a que se
comprende como una retribución moralmente necesaria al esfuerzo, sacrificio y dolor que per se
carecen de valoración. Es lo común[cita requerida] en el conjunto de las religiones de todo el mundo y forma
parte como residuo en la mentalidad moderna en numerosos momentos de nuestra vida[cita requerida].
[editar]Ejemplos
Un experimento clásico realizado por Leon Festinger demostró la existencia de la disonancia cognitiva.
El experimento consistió en pedir a una serie de sujetos que realizasen una tarea muy aburrida. Al
concluir la tarea dividió a los sujetos en tres grupos, les preguntó qué les había parecido la tarea y todos
opinaron que les resultó muy aburrida. A los sujetos del primer grupo, el grupo control, les dijo que el
experimento había concluido y que se podían ir. A los sujetos del segundo grupo, les dijo que afuera se
encontraba una persona que tenía que realizar la tarea pero que no estaba muy convencida, así que les
daría 1 dólar si le decían que la tarea fue muy divertida, con los del tercer grupo hizo lo mismo, pero en
vez de un dólar les dio 20. Posteriormente los integrantes del segundo grupo serían informados de que
los del tercer grupo recibieron una suma mayor de dinero.
Al cabo de una semana Festinger llamó a todos los sujetos para preguntarles de nuevo qué les pareció
la tarea, los del primer y tercer grupo reafirmaron su anterior respuesta, que la tarea había sido muy
aburrida. Sorprendentemente descubrió que los del segundo grupo creían que la tarea fue divertida. La
explicación de por qué en el tercer grupo no se produjo el efecto de disonancia cognitiva, es que al
haber sido pagados ya tenían un justificativo para la mentira dicha, por lo cual no debieron modificar su
percepción del experimento. El segundo grupo de control por el contrario, no tenía un justificativo para la
mentira (solo les pagaron 1 dólar), con lo cual debieron modificar sus percepciones del experimento y
comenzar a considerarlo divertido.
En el ámbito del mercadeo, se refiere a aquel malestar que el individuo padece después de una compra,
"¿será o no buena la compra?, ¿habré acertado?...". El mercadeo ha de intentar que esta disonancia,
este malestar, sea el menor posible.
[editar]Referencias
1. ↑ Festinger, L. (1957). A theory of cognitive dissonance. Stanford, CA: Stanford University Press. ISBN
978-0-8047-0911-8.
[editar]Bibliografía recomendada
Tavris, C. y Aronson, E. (2007). Mistakes Were Made (But Not by Me): Why We Justify Foolish
Beliefs, Bad Decisions, and Hurtful Acts. Harcourt Books. ISBN 978-0-15-101098-1.
Experimento de MilgramEl experimento de Milgram fue una serie de experimentos de psicología social llevada a cabo
por Stanley Milgram, psicólogo en la Universidad de Yale, y descrita en un artículo publicado en1963 en
la revista Journal of Abnormal and Social Psychology bajo el título Behavioral Study of
Obedience (Estudio del comportamiento de la obediencia) y resumida en 1974 en su libroObedience to
authority. An experimental view (Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental). El fin de la
prueba era medir la disposición de un participante para obedecer las órdenes de una autoridad aun
cuando éstas pudieran entrar en conflicto con su conciencia personal.
El investigador (V) persuade al participante (L) para que dé lo que éste cree son descargas eléctricas dolorosas a
otro sujeto (S), el cual es un actor que simula recibirlas. Muchos participantes continuaron dando descargas a pesar
de las súplicas del actor para que no lo hiciesen.
Los experimentos comenzaron en julio de 1961, tres meses después de que Adolf Eichmann fuera
juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalénpor crímenes contra la humanidad durante el
régimen nazi en Alemania. Milgram ideó estos experimentos para responder a la pregunta: ¿Podría ser
que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto sólo estuvieran siguiendo órdenes?
¿Podríamos llamarlos a todos cómplices?
Milgram resumiría el experimento en su artículo "Los peligros de la obediencia" en 1974 escribiendo:
Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre
cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la
Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente
porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos
morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos
de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de
los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal
descubrimiento del estudio.
Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974)
Índice
[ocultar]
1 Método del experimento
2 Resultados
3 Reacciones
4 Interpretaciones
5 Variaciones
6 Ejemplos de la vida real
7 El experimento en la cultura popular
8 Referencias
9 Véase también
[editar]Método del experimento
A través de anuncios en un periódico de New Haven (Connecticut) se reclamaban voluntarios para
participar en un ensayo relativo al "estudio de la memoria y el aprendizaje" en Yale, por lo que se les
pagaba cuatro dólares (equivalente a 28 dólares actuales) más dietas. A los voluntarios que se
presentaron se les ocultó que en realidad iban a participar en un investigación sobre laobediencia a la
autoridad. Los participantes eran personas de entre 20 y 50 años de edad de todo tipo de educación:
desde los que acababan de salir de la escuela primaria a participantes con doctorados.
El experimento requiere tres personas: El experimentador (el investigador de la universidad), el
"maestro" (el voluntario que leyó el anuncio en el periódico) y el "alumno" (un cómplice del
experimentador que se hace pasar por participante en el experimento). El experimentador le explica al
participante que tiene que hacer de maestro, y tiene que castigar con descargas eléctricas al alumno
cada vez que falle una pregunta.
A continuación, cada uno de los dos participantes escoge un papel de una caja que determinará su rol
en el experimento. El cómplice toma su papel y dice haber sido designado como "alumno". El
participante voluntario toma el suyo y ve que dice "maestro". En realidad en ambos papeles ponía
"maestro" y así se consigue que el voluntario con quien se va a experimentar reciba forzosamente el
papel de "maestro".
Separado por un módulo de vidrio del "maestro", el "alumno" se sienta en una especie de silla eléctrica y
se le ata para "impedir un movimiento excesivo". Se le colocan unos electrodos en su cuerpo con crema
"para evitar quemaduras" y se señala que las descargas pueden llegar a ser extremadamente dolorosas
pero que no provocarán daños irreversibles. Todo esto lo observa el participante.
A los participantes se les comunicaba que el experimento estaba siendo grabado, para que supieran
que no podrían negar a posteriori lo ocurrido.
Se comienza dando tanto al "maestro" como al "alumno" una descarga real de 45 voltios con el fin de
que el "maestro" compruebe el dolor del castigo y la sensación desagradable que recibirá su "alumno".
Seguidamente el investigador, sentado en el mismo módulo en el que se encuentra el "maestro",
proporciona al "maestro" una lista con pares de palabras que ha de enseñar al "alumno". El "maestro"
comienza leyendo la lista a éste y tras finalizar le leerá únicamente la primera mitad de los pares de
palabras dando al "alumno" cuatro posibles respuestas para cada una de ellas. Éste indicará cuál de
estas palabras corresponde con su par leída presionando un botón (del 1 al 4 en función de cuál cree
que es la correcta). Si la respuesta es errónea, el "alumno" recibirá del "maestro" una primera descarga
de 15 voltios que irá aumentando en intensidad hasta los 30 niveles de descarga existentes, es decir,
450 voltios. Si es correcta, se pasará a la palabra siguiente.
El "maestro" cree que está dando descargas al "alumno" cuando en realidad todo es una simulación. El
"alumno" ha sido previamente aleccionado por el investigador para que vaya simulando los efectos de
las sucesivas descargas. Así, a medida que el nivel de descarga aumenta, el "alumno" comienza a
golpear en el vidrio que lo separa del "maestro" y se queja de su condición de enfermo del corazón,
luego aullará de dolor, pedirá el fin del experimento, y finalmente, al alcanzarse los 270 voltios, gritará
de agonía. Lo que el participante escucha es en realidad un grabación de gemidos y gritos de dolor. Si
el nivel de supuesto dolor alcanza los 300 voltios, el "alumno" dejará de responder a las preguntas y se
producirán estertores previos al coma.
Por lo general, cuando los "maestros" alcanzaban los 75 voltios, se ponían nerviosos ante las quejas de
dolor de sus "alumnos" y deseaban parar el experimento, pero la férrea autoridad del investigador les
hacía continuar. Al llegar a los 135 voltios, muchos de los "maestros" se detenían y se preguntaban el
propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables
de las posibles consecuencias. Algunos participantes incluso comenzaban a reír nerviosos al oír los
gritos de dolor provenientes de su "alumno".
Si el "maestro" expresaba al investigador su deseo de no continuar, éste le indicaba imperativamente y
según el grado:
Continúe, por favor.
El experimento requiere que usted continúe.
Es absolutamente esencial que usted continúe.
Usted no tiene opción alguna. Debe continuar.
Si después de esta última frase el "maestro" se negaba a continuar, se paraba el experimento. Si no, se
detenía después de que hubiera administrado el máximo de 450 voltios tres veces seguidas.
En el experimento original, el 65% de los participantes (26 de 40) aplicaron la descarga de 450 voltios,
aunque muchos se sentían incómodos al hacerlo. Todo los "maestros" pararon en cierto punto y
cuestionaron el experimento, algunos incluso dijeron que devolverían el dinero que les habían pagado.
Ningún participante se negó rotundamente a aplicar más descargas antes de alcanzar los 300 voltios.
El estudio posterior de los resultados y el análisis de los múltiples tests realizados a los participantes
demostraron que los "maestros" con un contexto social más parecido al de su "alumno" paraban el
experimento antes.
Además de este proyecto, Milgram realizó otro en el que se utilizaban ratones de experimentación. El
experimento consistía en mostrarles la salida a los ratones, dentro de una caja de paredes
electrificadas. El ratón entendía que la salida no le beneficiaba y seguía a la próxima pared, para así
encontrar la salida[cita requerida]. El experimento muestra que el ratón tanto como el ser humano puede ser
condicionado con presión para hacer lo que pide el demandante o maestro como en el experimento con
alumnos[cita requerida].
[editar]Resultados
Milgram rodó una película documental que demostraba el experimento y sus resultados,
titulada Obediencia, cuyas copias originales son difíciles de encontrar hoy en día.
Antes de llevar a cabo el experimento, el equipo de Milgram estimó cuáles podían ser los resultados en
función de encuestas hechas a estudiantes, adultos de clase media y psicólogos. Consideraron que el
promedio de descarga se situaría en 130 voltios con una obediencia al investigador del 0%. Todos ellos
creyeron unánimemente que solamente algunos sádicos aplicarían el voltaje máximo.
El desconcierto fue grande cuando se comprobó que el 65% de los sujetos que participaron como
"maestros" en el experimento administraron el voltaje límite de 450 a sus "alumnos", aunque a muchos
el hacerlo les colocase en una situación absolutamente incómoda. Ningún participante paró en el nivel
de 300 voltios, límite en el que el alumno dejaba de dar señales de vida. Otros psicólogos de todo el
mundo llevaron a cabo variantes de la prueba con resultados similares, a veces con diversas
variaciones en el experimento.
En 1999, Thomas Blass, profesor de la universidad de Maryland publicó un análisis de todos los
experimentos de este tipo realizados hasta entonces y concluyó que el porcentaje de participantes que
aplicaban voltajes notables se situaba entre el 61% y el 66% sin importar el año de realización ni la
localización de los estudios.
[editar]Reacciones
Lo primero que se preguntó el desconcertado equipo de Milgram fue cómo era posible que se hubiesen
obtenido estos resultados. A primera vista, la conducta de los participantes no revelaba tal grado de
sadismo, ya que se mostraban preocupados por su propia conducta. Todos se mostraban nerviosos y
preocupados por el cariz que estaba tomando la situación y, al enterarse de que en realidad la cobaya
humana no era más que un actor y que no le habían hecho daño, suspiraban aliviados. Por otro lado
eran plenamente conscientes del dolor que habían estado infligiendo, pues al preguntarles por cuánto
sufrimiento había experimentado el alumno la media fue de 13 en una escala de 14.
El experimento planteó preguntas sobre la ética de la experimentación científica en sí misma debido a la
tensión emocional extrema sufrida por los participantes (aunque se podría decir que dicha tensión fue
provocada por sus propias y libres acciones). La mayoría de los científicos modernos considerarían el
experimento hoy inmoral, aunque dio lugar a valiosos estudios sobre la psicología humana.
En defensa de Milgram hay que señalar que el 84% de participantes dijeron posteriormente que estaban
"contentos" o "muy contentos" de haber participado en el estudio y un 15% les era indiferente
(respondieron un 92% de todos los participantes). Muchos le expresaron su gratitud más adelante y
Milgram recibió en varias ocasiones ofrecimientos y peticiones de ayuda de los antiguos participantes.
Hay un colofón poco conocido del experimento Milgram, reportado por Philip Zimbardo: Ninguno de los
participantes que se negaron a administrar las descargas eléctricas finales solicitaron que terminara el
experimento (que se dejaran de realizar ese tipo de sesiones) ni acudieron al otro cuarto a revisar el
estado de salud de la víctima sin antes solicitar permiso para ello.
Seis años después del experimento (durante la Guerra de Vietnam) uno de los participantes en el
experimento envió una carta a Milgram explicándole por qué estaba agradecido de haber participado a
pesar del estrés:
Fui un participante en 1964, y aunque creía que estaba lastimando a otra persona, no sabía en absoluto por
qué lo estaba haciendo. Pocas personas se percatan cuándo actúan de acuerdo con sus propias creencias y
cuándo están sometidos a la autoridad. [...] Permitir sentirme con el entendimiento de que me sujetaba a las
demandas de la autoridad para hacer algo muy malo me habría asustado de mi mismo [...] Estoy
completamente preparado para ir a la cárcel si no me es concedida la demanda de objetor de conciencia. De
hecho, es la única vía que podría tomar para ser coherente con lo que creo. Mi única esperanza es que los
miembros del jurado actúen igualmente de acuerdo con su conciencia [...]
Sin embargo, no todos los participantes experimentaron este cambio en su vida. De acuerdo con los
estándares modernos, los participantes no fueron totalmente desengañados, y algunas entrevistas de
salida indicaron que muchos participantes nunca entendieron del todo la naturaleza del experimento.
Los experimentos provocaron críticas emocionales más acerca de la ética del experimento mismo que
sobre los resultados. En la publicación Jewish Currents (Actualidades judías), Joseph Dimow, un
participante en el experimento de 1961 en la Universidad de Yale, escribió acerca de sus sospechas
tempranas de que "todo el experimento estaba diseñado para ver si los estadounidenses comunes
obedecerían órdenes inmorales, como muchos alemanes habrían hecho durante el periodo nazi". De
hecho este era uno de los fines explícitos del experimento. Citando del prefacio del libro de
Milgram, Obedience to Authority:
La cuestión surge para saber si hay conexión entre lo que hemos estudiado en el laboratorio y las formas de
obediencia que hemos condenado de la época nazi.
En 1981 Tom Peters y Robert H. Waterman Jr. escribieron que el Experimento Milgram y el posterior
Experimento Zimbardo en la Universidad de Stanford eran aterradores en sus implicaciones acerca del
peligro que amenazaba en el lado oscuro de la naturaleza humana.
[editar]Interpretaciones
El profesor Milgram elaboró dos teorías que explicaban sus resultados:
La primera es la teoría del conformismo, basada en el trabajo de Solomon Asch , que describe la
relación fundamental entre el grupo de referencia y la persona individual. Un sujeto que no tiene la
habilidad ni el conocimiento para tomar decisiones, particularmente en una crisis, lo cual llevará la
toma de decisiones al grupo y su jerarquía. El grupo es el modelo de comportamiento de la
persona.
La segunda es la teoría de la cosificación (agentic state), donde, según Milgram, la esencia de la
obediencia consiste en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un instrumento que
realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se considera a sí mismo responsable de sus
actos. Una vez que esta transformación de la percepción personal ha ocurrido en el individuo, todas
las características esenciales de la obediencia ocurren. Este es el fundamento del respeto militar a
la autoridad: los soldados seguirán, obedecerán y ejecutarán órdenes e instrucciones dictadas por
los superiores, con el entendimiento de que la responsabilidad de sus actos recae en el mando de
sus superiores jerárquicos.
[editar]Variaciones
En su libro Obedience to Authority: An Experimental View, Milgram describe diecinueve variaciones de
su experimento. Generalmente, cuando la cercanía física de la víctima era incrementada, la obediencia
del participante decrecía, cuando la distancia física de la autoridad era mayor, la obediencia del
participante incrementaba (experimentos 1 al 4). Por ejemplo, en el experimento 2, donde los
participantes recibían instrucciones por teléfono, la obediencia disminuyó en 21 por ciento. Es
interesante que algunos participantes trataron de engañar a la autoridad (el experimentador) fingiendo
que continuaban con el experimento. En la variación donde la víctima tenía la mayor cercanía física con
el participante, cuando los participantes tenían que mantener físicamente el brazo de la víctima sobre la
placa que generaba la descarga eléctrica, la obediencia decreció. Bajo esta circunstancia, sólo 30 por
ciento de los participantes completaron el experimento.
En el experimento 8 los participantes fueron mujeres: Anteriormente todos los participantes habían sido
hombres. La obediencia no varió significativamente, aunque las mujeres manifestaron haber
experimentado mayores niveles de estrés.
El experimento 10 se realizó en una oficina modesta en Bridgeport, Connecticut, fingiendo que quien
realizaba el experimento era la entidad comercial "Research Associates of Bridgeport" sin conexión
aparente con la Universidad de Yale (para eliminar el factor de prestigio de la Universidad que
influenciara el comportamiento de los participantes). En estas condiciones la obediencia cayó al 47,5%.
Milgram también combinó el poder de la autoridad con la conformidad. En esos experimentos los
participantes fueron acompañados por uno o dos "maestros" (también actores, como el aprendiz o
víctima). El comportamiento de los acompañantes afectó fuertemente los resultados. En el experimento
17, cuando dos maestros adicionales se negaron a cumplir las órdenes, sólo 4 de los 40 participantes
continuaron en el experimento. En el experimento 18, los participantes realizaron una tarea de
acompañamiento (leyeron las preguntas por un micrófono o registraron las respuestas del aprendiz) con
otro maestro, quien completaba la prueba completamente. En esa variación sólo 3 de 40 desafiaron al
experimentador.
Recientes variaciones del experimento Milgram sugieren que la interpretación no supone obediencia ni
autoridad, sino que los participantes sufren una desolación aprendida, donde se sienten incapaces de
controlar el resultado, de manera que abdican a su responsabilidad personal. En un experimento
reciente donde se usó una simulación de computadora en lugar de un aprendiz que recibía descargas,
los participantes que administraban las descargas eran conscientes de que el aprendiz era irreal, pero
aun así los resultados fueron los mismos.
En la popular serie Basic Instincts, se repitió el experimento Milgram en 2006, con los mismos
resultados con los hombres. En un segundo experimento con mujeres se mostró que ellas eran más
proclives a continuar el experimento. Un tercer experimento, con un maestro adicional para generar
presión, mostró que en esta condición los participantes continuaban con el experimento hasta el final.
[editar]Ejemplos de la vida real
De abril de 1995 a junio de 2004 hubo una serie de engaños, conocidos como Strip Search Prank Call
Scam, en la cual trabajadores de restaurantes de comida rápida en Estados Unidosrecibían una llamada
de alguien que decía ser oficial de policía, quien persuadía a las figuras de autoridad para desnudar y
abusar sexualmente de los trabajadores. El artífice obtuvo un alto nivel de éxito al persuadir a las
víctimas para que realizaran actos que no habrían realizado en circunstancias normales. El principal
sospechoso de estas llamadas, David R. Stewart, fue encontrado no culpable en el único caso que ha
ido a juicio hasta ahora.
[editar]El experimento en la cultura popular
Una película que tiene como elemento constituyente este experimento es la francesa "I... Comme Ícare",
del año 1979, dirigida por Henri Verneuil e interpretada por Yves Montand, Michel Albertini, Roland
Amstutz, Jean-Pierre Bagot y Georges Bell entre otros. En ella se muestra una sesión completa del
experimento de Milgram.
El músico inglés Peter Gabriel incluyó en su trabajo "So" (1986) un tema llamado We do what we're told
(Milgram's 37) en el que hace explícita referencia al experimento.
En el libro "El guardián del juego" se recuerda este experimento como parte de la clase de primer curso
de Psicología en la universidad de Winchester.
[editar]Referencias
Blass, Thomas. "The Milgram paradigm after 35 years: Some things we now know about obedience
to authority", Journal of Applied Social Psychology [1], 1999, 25, pp. 955-978.
Blass, Thomas. (2002), "The Man Who Shocked the World", Psychology Today, 35:(2), Mar/Apr
2002.
Blass, Thomas. (2004), The Man Who Shocked the World: The Life and Legacy of Stanley Milgram.
Basic Books (ISBN 0-7382-0399-8).
Levine, Robert V. "Milgram's Progress" [2]. American Scientist.
Book review of "The Man Who Shocked the World: The Life and Legacy of Stanley Milgram".
Thomas Blass. xxiv + 360 pp. Basic Books, 2004.
Milgram, Stanley. Official website [3]
Milgram, Stanley. (1963). "Behavioral Study of Obedience".[4] Journal of Abnormal and Social
Psychology 67, 371-378.
Milgram, Stanley. (1974), Obedience to Authority; An Experimental View. Harpercollins (ISBN 0-06-
131983-X).
Milgram, Stanley. (1974), "The Perils of Obedience" [5]. Harper's Magazine
Abridged and adapted from Obedience to Authority.
Milgram, S. (1988). Obediencia a la autoridad. En J.R. Torregroso y E. Crespo (Comps.). Estudios
básicos de la psicología social. (pp. 365-382). Barcelona: Hora
Miller, Arthur G., (1986). "The obedience experiments: A case study of controversy in social
science". New York : Praeger.
Parker, Ian, "Obedience". Granta [6] Issue 71, Autumn 2000.
Includes an interview with one of Milgram's volunteers, and discusses modern interest in, and
scepticism about, the experiment.
Slater, L. (2006). Cuerdos entre locos. Grandes experimentos psicológicos del siglo XX. Barcelona:
Alba
Tarnow, Eugen, "Towards the Zero Accident Goal: Assisting the First Officer Monitor and Challenge
Captain Errors" [7].
Wu, William, "Practical Psychology: Compliance: The Milgram Experiment." [8].
El experimento está muy bien reproducido en la película de Henri Verneuil titulada "I... comme
Icare" ("I... como Ícaro" también podría traducirse como: "I... de Ícaro").
(http://fr.wikipedia.org/wiki/I_comme_Icare).
[editar]Véase también
Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Experimento de Milgram.
Tercera Ola
Experimento de Rosenhan
Experimento de Sherif
Experimento de Asch
Experimento de la cárcel de Stanford
Experimento de Robber's Cave
Control social
El señor de las moscas
El juego de la muerte (documental)
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