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FALTA TRABAJAR LA CONCIENCIA DE LAS PROPIAS MUJERES PARA SER, SENTIRSE Y SABERSE SUJETAS DE DERECHOS.
ANÓNIMA
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Sylvia Navarrete BouzardDirectora Museo de Arte Moderno
Lorena Wolffer es una de las artistas más polémicas de la década de 1990, en la medida en que marcó con sello combativo el desarrollo de las prácticas neoconceptuales en México. Ahora bien, con la expo-sición Lorena Wolffer / Expuestas: registros públicos, el mam pretende hacer algo más que un recuento de 13 memorables performances y acciones que ha realizado esta artista y militante mexicana en el pa-sado reciente, sobre el grave problema de la violencia de género y, por extensión, familiar. ¿Cuál es el propósito de este proyecto? Prin-cipalmente, y de manera poco habitual en un museo, transformar la violencia hacia las mujeres en un fenómeno visible y público, con base en las experiencias directas de las víctimas, y como eco a la alarmante escalada que vive el país en este ámbito.
Lorena Wolffer no concibe proyecto que esté desprovisto de al-cance social: sus intervenciones enfocan la violencia de género como una plaga socio-cultural que debe someterse a debate público y san-cionarse legalmente. Desde nuestra perspectiva institucional, ¿cómo contribuir a señalar, denunciar y sanar el daño? No sólo recopilando e invitando a los visitantes del mam a intervenir, anónimamente o con nombre y apellido, la documentación de las obras y acciones colec-tivas que lanzaron a la artista entre 2007 y 2013 a las calles y a los albergues de la Ciudad de México. Estas obras, con frecuencia desga-rradoras, evidencian desde el inventario de insultos misóginos hasta aquellos objetos, por anodinos que sean, con que la amenaza y el aco-so se perpetran en cualquier grado, repercutiendo a nivel psicológico, emocional, físico, patrimonial, económico y sexual. Y desembocando, en ciertos casos, en la muerte.
El método de Lorena Wolffer, y la causa que lo anima, han de con-vocarnos a la participación, con el fin de propiciar una fuerza solidaria real que haga de este proyecto artístico una circunstancia democrática de producción y de intercambio. En efecto, al revelar las artimañas con que se agrede a las mujeres, al asumir la mediación entre los testimo-nios y lo no-dicho, Lorena Wolffer pone al alcance de cualquier ciu-dadana la protesta contra toda forma de injusticia y de sexismo. Ésta es una vía que el mam desea ayudar a despejar, dada su intención de apuntalar el carácter comunitario de esta exposición.
Una proyección adecuada de Expuestas: registros públicos entre el público masivo está garantizada por los programas educativos y
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conviviales diseñados ex profeso en esta ocasión: pláticas performá-ticas, talleres y cursos, no sólo de equidad de género y de derechos ciudadanos, sino también de orientación para ayudarnos, a niños, jó-venes y adultos, a construir relaciones más armoniosas en la pareja, la familia y la sociedad. Para tales fines, también estamos convencidos de la pertinencia de esta publicación de distribución gratuita, en la cual la presentación del ciclo emprendido por Lorena Wolffer se com-plementa con información adicional, de utilidad concreta e inmediata para todo público: en especial, los encartes relativos a los tipos y mo-dalidades de violencia según la Ley de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia del Distrito Federal, así como el Directorio de dependencias locales y federales que atienden dichos casos.
Felizmente, esta iniciativa ha despertado la simpatía de numerosas personas comprometidas con la red de apoyos que ha tejido Lorena Wolffer a lo largo de los años. Sin la entusiasta colaboración de ciertos organismos, el potencial de la exposición, sus actividades paralelas y su publicación se hubiera visto menguado: a onu Mujeres, Inmujeres df, Fundación Ford, Fundación Diarq iap, conavim, Red Nacional de Refugios, fevimtra, cavi, y de manera particular a Ana Güezmes, Te-resa Incháustegui, Ana Luisa Liguori, Alejandra Negrete Moraita, Au-rora del Río Zollezzi, Wendy Figueroa, Maricela Chávez Arriaga, María de los Ángeles López Peña, Nelly Montealegre Díaz, Ximena Cuevas, María Teresa Priego, Marisa Belausteguigoitia, Marta Lamas, va nues-tra profundad gratitud. Lo mismo a los talleristas Andrea Medina Ro-sas, Claudia de Anda, Alejandra Parra, Sofía Silva, Antonia Cintora y Hugo Cruz, por su cooperación. Y, desde luego, a la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados, lxii Legislatura, y a su presidenta, Martha Lucía Micher Camarena.
No me resta sino reconocer la inteligente y enérgica interlocución con Lorena Wolffer, la entrega del curador Octavio Avendaño, así como los esfuerzos de cada uno de los miembros del equipo del mam en cuidar la concreción de este proyecto: en especial a quien coordinó su preparación, Janice Alva; a Elizabeth Jaimes, que se encargó de su programa educativo junto con la artista, y a Luis Miguel Leon, el editor de la presente publicación.
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La violencia contra las mujeres y las niñas es una grave violación de los derechos humanos con consecuencias físicas, sexuales, psicológi-cas e incluso mortales. Además de afectar el bienestar de las mujeres y niñas e impedir su plena participación en la sociedad, la violencia ejercida en contra de ellas también impacta negativamente a sus fa-milias, comunidades y países.
El derecho de las mujeres a vivir sin violencia está consagrado en los acuerdos internacionales y en las leyes mexicanas. Sin embargo hay mucho por hacer; seis de cada diez mujeres en México han sufrido violencia en algún momento de su vida, y todavía persiste una cul-tura de silencio e impunidad. En respuesta a este flagelo mundial, la Organización de las Naciones Unidas lanzó la Campaña: ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas, que coordina onu Mujeres. Las estrategias de esta campaña son visibilizar el problema y las soluciones, incrementar la responsabilidad de todos los actores, invertir en prevención y combatir la impunidad. En el marco de esta Campaña, nos unimos al Museo de Arte Moderno en la presentación de la exposición de Lorena Wolffer / Expuestas: registros públicos.
Hoy junto a ustedes tenemos que desarrollar un mensaje de cam-bio: la violencia contra las mujeres y las niñas es evitable y puede ser detenida. Tenemos el impulso, el respaldo político mundial para pro-mover y hacer efectiva la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y, lo más importante, tenemos la convicción y los medios para que las mujeres y las niñas vivan una vida libre de violencia. No podemos esperar.
Esa es la razón por la que las mujeres, los hombres y las y los jó-venes se han manifestado en todo el mundo para decir una misma cosa: BASTA YA. COMPROMETÁMONOS individual y colectivamen-te a hacer todo lo posible por promover y proteger los derechos de las mujeres, de modo que cada niña y cada mujer puedan vivir libres de violencia y discriminación. Es nuestro deber hacer todo lo que esté a nuestro alcance. No es un asunto privado ni exclusivo de las mujeres, es un problema que nos afecta y que requiere del compromiso de to-das y de todos.
Ana GüezmesRepresentante de onu Mujeres en México
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Dra. Teresa IncháusteguiDirectora del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal
La participación de las mujeres en el arte ha sido vasta y trascenden-te. Más allá de ser musas o modelos, han sido creadoras en diversas expresiones artísticas y, con su crítica, han revolucionado las miradas que se tienen sobre la realidad.
A lo largo de la historia, las mujeres artistas se han enfrentado a la discriminación. En algunos casos, cedieron su talento para que lo expusiera un hombre en su lugar, mientras que en otros, se hicieron pasar por hombres para poder expresarse y no sufrir exclusión.
Gracias a la lucha feminista, se han abierto espacios de expresión donde las mujeres escriben, cantan, bailan, pintan, esculpen, actúan y ganan un derecho del que han sido reprimidas.
No obstante, hay mucho camino por recorrer en la lucha para erra-dicar la violencia contra las mujeres y las niñas. Esta problemática se ha mantenido dentro de un sistema nutrido por su invisibilización y normalización. La violencia atraviesa todos los campos en los que nos desarrollamos, se conserva en la estructura de las instituciones y se establece en cada una de sus manifestaciones cotidianas (física, psicoemocional, económica, sexual, patrimonial o feminicida).
El arte no está exento de tal normalización. Por ello, debe aprove-charse como instrumento que la visibilice, suscite su análisis, cambio, denuncia y deconstrucción en espacios de lucha y resistencia.
Lorena Wolffer es una artista que transgrede este sistema, una activista que presta su cuerpo para representar los de millones de mujeres y, de esa manera, resignifica los objetos cotidianos, las pala-bras, la imagen, otorga voz a la reflexión y genera propuestas enca-minadas a la erradicación de la violencia.
Desde hace más de veinte años, la participación de Lorena ha ge-nerado un punto de debate y espacios que afortunadamente hemos compartido. El Instituto de las Mujeres del Distrito Federal ha acom-pañado a Lorena desde la plaza pública hasta la galería, desde el me-tro hasta las calles de la ciudad. Es un placer para nosotras asistir a su nueva exposición de denuncia y resistencia en el Museo de Arte Moderno, seguras de que marcará un hito para la lucha contra de la violencia de género.
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Lorena Wolffer (LW): Aunque mis primeros tra-bajos estaban centrados en experimentar con mi cuerpo, con ver hasta dónde lo podía llevar, siempre tuvieron un fuerte componente político relacionado con la situación del país y/o con ciertos comentarios en torno al género. Sin embargo, en If She Is Mexi-co, Who Beat Her Up? –performance en el que apa-rezco como una modelo golpeada con maquillaje de efectos especiales sobre una pasarela, modelando ropa y objetos que refieren igual al zapatismo que a la Virgen de Guadalupe o al Ejército–, en efecto hay una intención más clara por evidenciar la fabrica-ción cultural del cuerpo, y por abordar las relaciones entre México y Estados Unidos desde una analogía entre el país y mi cuerpo.
LW: Uno de los principales objetivos de If She Is Mexico, Who Beat Her Up? era devolver la mirada: mirar a quien te mira a ti. Pensando en que se trata-ba de una modelo que lo hacía desde lo alto de una pasarela, ese gesto de regresar la mirada era muy poderoso y de inmediato desarticulaba la mirada inicial (que asumimos como masculina) que cons-truye a las mujeres como objetos de deseo y con-sumo. La suma de la modelo, los golpes y la mirada creaban una tensión bien interesante.
Entrevista de Lorena Wolffer por Octavio Avendaño, curador
Octavio Avendaño Trujillo (OAT): El propósito de esta entrevista es rastrear a lo largo de tu trabajo ciertos intere-ses, estrategias y posturas que puedan dar una visión más amplia de Lorena Wolffer / Expuestas: registros públicos. Para empezar quiero referirme a If She Is Mexico, Who Beat Her Up? que rea-lizaste en 1997, año marcado por la ma-sacre de indígenas tzotziles en Acteal y la violencia desatada por el narcotráfico. Considero que es en ese performance donde comienzas a acercarte de manera más clara a las problemáticas del cuerpo como constructo cultural, en compara-ción con tus primeros performances que eran más cercanos a la experimentación de los límites del cuerpo asociados con ese medio.
OAT: Uno de los símbolos de If She Is Mexico, Who Beat Her Up? refería al tema de la moda. Más adelante, en Soy totalmente de Hierro (2000) la signifi-cación de la modelo opera para criticar los estereotipos femeninos, el clasismo y el racismo predominantes en nuestra cultura y que se hacía evidente en la campaña publicitaria de El Palacio de Hierro.
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LW: Mi primer acercamiento a los temas de género no estuvo ligado ni a las teorías feministas ni a los estudios de género; más bien se dio a través del performance desde la primera pieza que produje, pre-cisamente por lo que la disciplina misma posibilita en el uso y la articulación del cuerpo. Al regresar de San Francisco (donde viví por dos años) y empezar a tra-bajar en distintos proyectos con feministas, activistas, abogadas, trabajadoras sociales y académicas, me fui familiarizando más y más con temas como la equidad o la performatividad –la teoría promulgada por la fi-lósofa norteamericana Judith Butler, que afirma que todas y todos producimos los géneros en la repetición de los actos que asociamos con ellos– y eso me llevó a asumir ciertas posturas, algo que no había hecho has-ta ese momento.
LW: El negro, el rojo y el gris son mi Pantone y siempre han estado conmigo. Sin embargo –con Soy totalmente de hierro, una contracampaña que produje en respues-ta a la que lanzó la tienda departamental El Palacio de Hierro– sí me asumí en huelga frente a las campañas publicitarias en las que las propias mujeres afirman, encarnan y celebran su cosificación. En los cinco es-pectaculares aparecía Mónica Martínez, una mujer morena vestida con rojo y negro, caminando por las calles de la Ciudad de México; algo todavía insólito si pensamos que la mayoría de las y los modelos siguen siendo blancos y que siempre ocupan escenarios que son explícitamente inaccesibles para la mayoría de la población o que son virtuales y, por tanto, imposibles.
LW: El performance partía de los reportes policiacos en 50 de los casos de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez que azarosamente me encontré en la red. Los casos, grabados con una voz masculina en el audio de la obra, fungían como la guía para que yo trazara sobre mi cuerpo cada uno de los golpes, las cortadas y los balazos que las 50 mujeres recibieron. Además de llamar a las mujeres por su nombre y apellido –y dejar de utilizar términos vagos e inexactos como las
OAT: En ese sentido podríamos pro-poner un segundo momento en el que comenzaste a complejizar tu trabajo al-rededor del cuerpo para problematizar la identidad de género, incluso replan-teando tu posicionamiento con el arte. Ese segundo momento se detona cuan-do regresas de San Francisco en 1999.
OAT: Al regresar a México, comienzas a utilizar el rojo y el negro (referencia a los anarcosindicalistas), pero también el gris en todas tus intervenciones cul-turales, lo vemos desde Soy totalmente de Hierro hasta Lorena Wolffer / Ex-puestas: registros públicos. Incluso en cómo vistes: el color como resistencia y que enuncia una postura.
OAT: Mientras dormíamos (el caso Juá-rez), el performance que hiciste en 2003 a partir de 50 casos de mujeres violen-tadas de las que ubicas esa violencia en tu cuerpo, me parece trascendente porque abandonas la generalización de un tema –la mediatización– de las muertas de Juárez para encontrar en lo específico la fuerza de denuncia y de-velar más de lo que se logra cuando se generaliza algo.
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Soltustelus. Bisqua obse, pervis henatquo cur, essendem, vatu quam utum portestia L. Sp. Rae nis, con temquid esturnum nul conducon te omnius sentis. Ibus, si pratia ponvehe beferor ibuntelis.
Vehempes nit? Nihil ubi sere culto aucerunum nic mant actum ublissil hacchil icerdienatum tam manum audactus ave, etrachi, untemum sedo, movermilis, comnos faudente teatum aut inticerio ex nonduc vig-nos diosterei publicidem intiam P. Notilique coendam pecen recrudam tem in denit; hos, co et? Vala
se me tam tem escene in tes, nia autestander quem facivis cons sernum popubli cerfirtiem horsum audessu scio, con pratum Palibusque poenimandum nos re intis intid noticent C.
m hos, quemo nimorio, erei tem senihi, quem hos st popublicut vigitilicio pra, neque etiam non temuraella mors comnosse que commoraedi fac vit.
Orio ad partium atimihi cioctor que vit? La oc, non sernite popotis cam, utu eriostra vis huidem auctum hos confecit audam num iamediurnum us; Catast vidio iu voludea L. Ad con senihilicem es essultum probsen atientil ve, quam dienatum ommorteri, misque haet; nos latis convolu dentiam se nos omner-di, conesil inuntem quidiem nestrum at, forsu-lerce mori pature, con hos conscria? Irit; nit, stervirit, corum teatquem or locchicaes culoc tesilie ium rei in strenatiam dep
Soltustelus. Bisqua obse, pervis hena-tquo cur, essendem, vatu quam utum portestia L. Sp.
Rae nis, con temquid esturnum nul conducon te omnius sentis. Ibus, si pratia ponvehe beferor ibuntelis.
Vehempes nit? Nihil ubi sere culto au-cerunum nic mant actum ublissil hac-chil icerdienatum
OAT: Al trabajar con reportes policia-cos en Mientras dormíamos te diste cuenta que te hacía falta trabajar con las mujeres directamente, lo cual se de-tonaría en tus proyectos siguientes: el testimonio, el encuentro directo con las mujeres.
OAT: Sí, porque después de Mientras dormíamos te empiezas a involucrar no solamente con lo que sucede en Ciu-dad Juárez sino en Atenco, en Chimal-huacán, en Toluca y en los refugios.
muertas de Juárez– y nombrar la violencia específica y real que vivieron, también buscaba regresar toda la conversación sobre Juárez al cuerpo de una (otra) mujer. El horror está ahí con todas sus letras, comas y palabras, tanto en lo que está dicho como en lo que se ignoró u omitió, sobre un cuerpo femenino.
LW: Los reportes son brutales pero me faltaba la voz de las mujeres, y eso fue lo que eventualmente me llevó a producir Expuestas: registros públicos: mi interés por trabajar con y desde la voz y la enuncia-ción de la mujeres. Otro factor fundamental fue dar-me cuenta de que la violencia no estaba lejos, allá en Juárez, sino en mi propia historia, en la de mi vecina o mi amiga. Comenzar a desnaturalizar la violencia implicó reconocer que como mujer, en este país y en prácticamente cualquier otro, vives una realidad inequitativa de raíz que te obliga a luchar perma-nentemente por las cosas más básicas y en la que quienes ocupan posiciones de privilegio no lo suelen reconocer.
LW: Frente a la escalada de la violencia contra las mujeres en todo el país con focos rojos en lugares como Chimalhuacán, el planteamiento inicial de Ex-puestas: registros públicos era producir trabajos a partir de los testimonios de las mujeres, para trans-formar la violencia que habían experimentado en un fenómeno visible y público. El proyecto inició en el Refugio de Fundación Diarq iap, donde descubrí lo reparador que resulta para las mujeres contar sus historias: ser ellas quienes narran lo que les pasó, cómo lo vivieron, y qué fue lo que las llevó a escapar (muchas veces después de planearlo por años) de las manos de sus agresores, comúnmente sus parejas o esposos. Platiqué con decenas de mujeres de distin-tas edades, profesiones y procedencias. Cada una me contó su historia; las que habían llegado poco tiempo antes siempre lo hacían desde el dolor y la fractura, las que llevaban meses, desde la entereza que resulta de haberse reinventado a sí mismas en
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tres meses, el tiempo promedio que permanecen en el Refugio. Como decía, durante estas conversacio-nes fui descubriendo la importancia del testimonio, de la palabra en primera persona, y de cómo todos estos testimonios juntos conformaban una suerte de narrativa nacional bien distinta a la oficial. También empecé a hablar en plural de un nosotras, de la vio-lencia que nos toca, afecta y moldea a nosotras.
LW: Yo creo que sí tuvo que ver con asumirme den-tro de ese nosotras pero también fue el resultado de los intercambios y las relaciones con las mujeres, y del poder de cada una de las intervenciones para vi-sibilizar la violencia contra las mujeres en entornos públicos, diseminar las palabras y las vivencias in-dividuales y subjetivas de las mujeres, y encontrar formas alternativas y ciudadanas de reparación y sanación. Haber seguido trabajando únicamente dentro de los confines del arte hubiera supuesto una verdadera contradicción: lo que importaba era lo que sucedía afuera en el mundo con las mujeres.
LW: Reconocerme como feminista es la consecuen-cia natural de mis ideas y mi forma de ver, enten-der y estar en el mundo. Como decía al inicio de la entrevista, tardé algunos años en acercarme a los feminismos y a los estudios de género, y cuando lo hice encontré una enorme resonancia en la teoría de temas que había estado explorando desde el cuer-po. Fue y sigue siendo un diálogo muy interesante. Yo creo que la aversión que los feminismos siguen produciendo no es más que el propio sistema que éstos critican actuando cabalmente. Por todos estos motivos me resulta importante identificarme como feminista. Por otro lado, la metodología que he desa-rrollado a lo largo de los años –que conjuga el arte, el activismo, la performatividad y el testimonio dentro de un marco legal– me llevó a definirme como artista y activista cultural, y a buscar reemplazar la palabra obra por intervenciones culturales cuando me refiero a lo que hago. Con el tiempo ha habido una especie
OAT: Y en ese momento en que pasas al nosotras, ¿hay un cisma en el que tomas distancia del arte como sistema autónomo para abrirlo al activismo?
OAT: La identidad es algo que elegi-mos y que construimos a lo largo de nuestra experiencia. Durante todo este tiempo que has trabajado y explorado el/tu cuerpo, has fortalecido tu femi-nismo desde el arte y el activismo.
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Soltustelus. Bisqua obse, pervis henatquo cur, essendem, vatu quam utum portestia L. Sp. Rae nis, con temquid esturnum nul conducon te omnius sentis. Ibus, si pratia ponvehe beferor ibuntelis.
Vehempes nit? Nihil ubi sere culto aucerunum nic mant actum ublissil hacchil icerdienatum tam manum audactus ave, etrachi, untemum sedo, movermilis, comnos faudente teatum aut inticerio ex nonduc vig-nos diosterei publicidem intiam P. Notilique coendam pecen recrudam tem in denit; hos, co et? Vala
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m hos, quemo nimorio, erei tem senihi, quem hos st popublicut vigitilicio pra, neque etiam non temuraella mors comnosse que commoraedi fac vit.
Orio ad partium atimihi cioctor que vit? La oc, non sernite popotis cam, utu eriostra vis huidem auctum hos confecit audam num iamediurnum us; Catast vidio iu voludea L. Ad con senihilicem es essultum probsen atientil ve, quam dienatum ommorteri, misque haet; nos latis convolu dentiam se nos omnerdi, conesil inuntem quidiem nestrum at, forsulerce mori pature, con hos conscria? Irit; nit, stervirit, corum teatquem or locchicaes culoc tesilie ium rei in strenatiam dep
Soltustelus. Bisqua obse, pervis hena-tquo cur, essendem, vatu quam utum portestia L. Sp.
Rae nis, con temquid esturnum nul conducon te omnius sentis. Ibus, si pratia ponvehe beferor ibuntelis.
Vehempes nit? Nihil ubi sere culto au-cerunum nic mant actum ublissil hac-chil icerdienatum
de reacomodo, de reconocimiento de mi ubicación en una conciencia del lugar desde el que estoy ha-blando y de a quienes me estoy dirigiendo.
LW: Es cuando se agrava la violencia generalizada pero también la violencia contra las mujeres, que en-tonces se transforma en doblemente invisible pues si antes ya lo era ahora lo es por doble cuenta pues la violencia relacionada con el narcotráfico y el crimen organizado es siempre más importante. Y a pesar de la implementación de leyes como la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (tanto la local como la federal), es fundamental recordar que es-tamos hablando de una violencia que ni se investiga ni se castiga; el mensaje es bastante claro.
En lo que se refiere a Expuestas: registros públi-cos, además de las intervenciones incluidas en la exposición, hay muchas experiencias del proyecto imposibles de documentar. Hablo, por mencionar uno de muchos ejemplos, de los talleres que he imparti-do con sobrevivientes de trata y prostitución en los que la finalidad no fue producir una pieza final, sino emplear mi metodología para trabajar con ellas y sa-nar vivencias específicas. Ubicarme entre el arte y el activismo me llevó a reemplazar los museos por las calles y las plazas públicas, y a colaborar en buena parte de las instituciones dedicadas a las mujeres y la violencia de género, desde Inmujeres DF hasta el Programa Universitario de Estudios de Género (pueg) de la unam, pasando por otras como la Fiscalía Es-pecial para los Delitos de Violencia contra las Muje-res y Trata de Personas (fevimtra) o la Comisión Na-cional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (conavim). Este trabajo también me ha llevado a sumergirme en la legislación y en sus al-cances: muchas de las intervenciones parten de leyes específicas, como el derecho de réplica que establece nuestra Constitución, pues me parece fundamental transformarnos en sujetas de derechos.
OAT: Es evidente en Expuestas: re-gistros públicos, porque abarca un pe-ríodo muy específico que es de 2007 a 2013, cuando se agrava la violencia pú-blica con la guerra declarada de Felipe Calderón al narcotráfico, sumado esto a la violencia privada en todos los sec-tores. Expuestas se constituye entre el activismo y el arte.
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LW: Es un recorrido particular porque el proyecto ori-ginal sucedió antes en decenas de espacios públicos y con miles de mujeres –que trasladaron sus expe-riencias de ámbitos privados a esferas públicas– y la exhibición en el Museo de Arte Moderno nace de un gesto que, además de documentar la totalidad del proyecto, busca alterar al museo con lo que ya suce-dió afuera de éste.
LW: He descubierto que me obsesiona mirar de vuel-ta. Durante Expuestas: registros públicos me apasio-nó conocer las historias de las mujeres, saber quién era cada una de ellas, qué era lo que había vivido y sobrevivido, e intercambiar miradas. Al final, el aspecto fundamental del proyecto fue lo que no se puede grabar ni guardar en un cajón: fueron los en-cuentros, las conversaciones y las miradas con cada una de las mujeres. Eso sólo está en mi memoria y espero que en la de ellas también.
OAT: De alguna manera hemos ido develando la manera en que has cons-truido una metodología de trabajo y la importancia de ir abordando el cuer-po; ver cómo lo que empezó siendo un gesto artístico al inicio de tu incursión en el arte, se convirtió en una serie de intervenciones culturales desde el arte y el activismo. En ese sentido, Lorena Wolffer / Expuestas: registros públicos no es únicamente un proyecto de ex-posición que recoge 13 intervenciones realizadas entre 2007 y 2013; sino una apropiación del museo como un espa-cio de transformación y de vinculación directa con las personas.
OAT: Finalmente, Lorena, cuando te miran, ¿tú a quién miras?
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La obra contiene vivencias de Fabiana, una usua-ria del Refugio de Fundación Diarq iap obligada por su esposo a vender dulces a diario en los semáforos junto con sus cuatro hijos; si regresaban sin haber-los vendido, todos eran recibidos con golpes.
Durante el performance, Wolffer repartió choco-lates envueltos con fragmentos del testimonio de Fabiana a automovilistas en semáforos de Avenida Revolución, ofreciéndolos como regalos un 14 de febrero. Algunas personas las recibieron gustosas, otras con reticencia, y otras tantas no los aceptaron.
14 de febrero fue trasladada al mam con los cho-colates envueltos con las palabras de Fabiana.
Esta intervención se llevó a cabo en un módulo instalado en espacios públicos, en el que más de dos mil mujeres transeúntes respondieron de manera anónima a una encuesta en torno a las violencias. El uso de la encuesta sirvió como es-trategia para abordar públicamente el tema; quienes reconocieron haber sobrevivido alguna vio-lencia recibieron un botón rojo con el símbolo de igualdad tachado, las demás obtuvieron uno verde con el símbolo de igualdad intacto para colocarlo en su ropa.
Una proyección en el mam mostró las cifras re-sultantes de las seis preguntas de la encuesta, in-tercaladas con fotografías documentales. Además el público pudo elegir uno de los dos botones, ahora en forma de calcomanías, para reconocer si había expe-rimentado alguna de las violencias.
Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres, producida con Inmujeres DF, Zócalo; Metrobus, estaciones Doctor Gálvez, Insurgentes e Indios Verdes; stc Metro, estaciones Balderas, Chabacano, Guerrero, Pino Suárez y Zócalo; Centro Cultural Universitario, unam; Mercado de Jamaica y Calle Academia, Centro Histórico, México D.F., 2008
Avenida Revolución, México D.F., 14 de febrero de 2008
14 DE FEBRERO
ENCUESTA DE VIOLENCIA A MUJERES
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Con base en el derecho de réplica que establece la legislación mexicana y durante un lapso de cuatro horas, decenas de mujeres transeúntes escribieron las palabras que querrían dirigir a sus agresores mientras cientos de personas las leían y observa-ban. Los Muros de réplica se montaron a un costado del asta bandera en el Zócalo de la Ciudad de Méxi-co con la frase “Soy mujer y he sido víctima de vio-lencia por parte de un hombre. Éste es mi nombre y esto es lo que tengo que decirle a mi agresor”.
Cinco fotografías documentales de esta acción colectiva fueron exhibidas dentro de la exposición.
Zócalo, producida con Inmujeres DF, México D.F., 2008
MUROS DE RÉPLICA
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Con datos de la Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres realizada por el Instituto Nacio-nal de Salud Pública en 2003, los carteles expuestos en vagones y andenes del stc Metro divulgaban las cifras oficiales sobre las agresiones más frecuente-mente registradas y sus consecuencias sobre la silue-ta de actrices de la época de oro del cine mexicano, todavía hoy iconos cardinales de la feminidad en la cultura popular mexicana.
Los tres diseños fueron expuestos en el espacio museístico en fotomurales y tres fotografías docu-mentales se tradujeron en postales que el público podía llevarse.
Estaciones y vagones del stc Metro, México D.F., 2009
INVENTARIO
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Esta pieza contraponía dos voces: la primera, escrita sobre los muros de la sala, agrupaba insultos dirigi-dos a usuarias del Refugio de Fundación Diarq iap por parte de sus agresores, en todos los casos sus parejas o esposos. La segunda voz, en formato de audio, desplegaba las réplicas públicas enunciadas por las mujeres.
La obra fue reproducida con los mismos insultos rodeando al público sobre los muros de una de las salas del mam.
Además de operar como una fe de hechos de las vivencias de decenas de mujeres, el performance también perseguía revelar las repercusiones que és-tas tuvieron en Wolffer. Buscando separarse de ellas, narró las historias de violencia contra las mujeres que tenía presentes en ese momento para en se-guida materializarlas, una a una, en trozos de masa negra envueltos en fieltro. Al final, las y los espec-tadores se llevaron las historias con la promesa de encontrar formas simbólicas de sanarlas.
Durante la exposición en el museo se invirtie-ron los papeles del performance original: ahora fue el público quien dejó sus historias en masa envuelta en fieltro para que posteriormente la artista buscara sanarlas.
Desmontar la representación, Casa del Tiempo, Universidad Autónoma Metropolitana, México D.F., México, 2010 y Festival Internacional de Teatro en las Fronteras, Tijuana, Baja California, México, 2010
Inter-voces, Celda Contemporáneo, Universidad del Claustro de Sor Juana, México D.F., septiembre-octubre de 2009
ACTA TESTIMONIAL
FE DE HECHOS
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Se trató de una colaboración con ocho mujeres so-brevivientes de violencia que estuvieron albergadas en el Refugio de Fundación Diarq iap. En esta acción que reconoce el poder de la palabra en primera per-sona, las mujeres compartieron e intercambiaron sus experiencias con transeúntes en el Parque España.
Cinco fotografías documentales de esta expe-riencia fueron exhibidas dentro de la exposición.
Mano a mano con el General Cárdenas, producida con Antimuseo, Parque España, México D.F., 13 de febrero de 2011
CONVERSANDO LA VIOLENCIA
EVIDENCIAS
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La intervención participativa fue realizada en cola-boración con donadoras anónimas de México, Que-rétaro y Tijuana. Este ejercicio alternativo de denun-cia ciudadana consistió en recabar y exhibir objetos domésticos empleados para ejercer todos los tipos y las modalidades de violencia contra las mujeres. Cada donación se acompaña de un breve testimo-nio en el que la donadora narra la historia detrás del objeto.
La obra fue reproducida en su totalidad dentro de la muestra en una vitrina con los 123 objetos re-cabados y sus respectivos testimonios.
Jardín de Academus, Museo Universitario de Arte Contemporáneo, México D.F.; Museo de la Ciudad de Querétaro, Que-rétaro; Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres, producida con Inmujeres DF, Alameda Central, México D.F.; Mano a mano con el General Cárdenas, producida con Antimuseo, Parque España, México D.F.; Centro Cultural Tijuana, Tijuana, Baja California; y muma, www.museodemujeres.com, 2010-2011
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Durante el performance, que se llevó a cabo en una carpa en el Zócalo capitalino, el público recurrió a sus propios saberes para enmendar episodios específicos de violencia experimentados por distintas mujeres, sobre el cuerpo de Wolffer que operaba como el cuerpo metafórico de todas ellas. Posteriormente, cada par-ticipante reveló las violencias propias para finalmen-te dejar recetas contra la violencia hacia las mujeres. A lo largo de seis horas intervinieron alrededor de 80 personas.
La pieza fue representada en el mam con tres series fotográficas de las enmiendas llevadas a cabo por integrantes del público, acompañadas de los epi-sodios de violencia que buscaban sanar.
Para este performance, Wolffer colaboró con sana-doras y curanderos de China, Gales y Brasil que re-mediaron secuencias de violencia experimentadas por mujeres mexicanas sobre el cuerpo de la artista, que de nuevo fungía metafóricamente como el cuer-po colectivo de dichas mujeres. La idea fue valerse de métodos curativos tradicionales de cada ciudad para tratar manifestaciones actuales de la violencia de género culturalmente específicas a otro país.
Mapa de recuperación se presentó en un video editado por Ximena Cuevas que documenta el perfor-mance realizado en Inglaterra con Sara Bernard, una hierbera galesa que trabaja con recetas del siglo xvi.
9th OPEN International Performance Art Festival Beijing, China, 2008; Experimentica, Cardiff, Gales, Inglaterra, 2009; Festival Internacional de Teatro Latino Americano, Uberlândia, Minas Gerais, Brasil, 2013; y Festival Internacional de Teatro Latino Americano, Bahía, Brasil, 2013
16 días de activismo, Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres, Zócalo, producida con el Centro Cultural de España en México e Inmujeres DF, México D.F., 4 de diciembre de 2011
ANTIMEMORIAS: ENMIENDAS PÚBLICAS
MAPA DE RECUPERACIÓN
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Este trabajo, diseñado específicamente para la ex-posición en el mam, fue un memorial virtual y públi-co producido por las y los asistentes a la exposición con los nombres de mujeres –los propios o los de fa-miliares, amigas o conocidas– que han experimen-tado cualquiera de los tipos y las modalidades de violencia. Concebido como un ejercicio ciudadano de visibilización, reconocimiento y reparación, el Memorial estuvo albergado en un sitio de internet al que también se podía acceder a través de la red.
El público asistente al Museo introducía los nombres de mujeres en una de las salas para pos- teriormente verlos incorporados al Memorial proyec-tado en la siguiente sala de la exposición.
MEMORIAL
RECETAS CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES y RÉPLICAS
Las piezas de tránsito –desplegadas en tapetes y postes de luz del Jardín Escultórico del Museo– conectaban las dos salas en las que la exposición fue montada a través de las obras Recetas contra la violencia hacia las mujeres y Réplicas. En el primer caso se trató de recomendaciones puntuales formu-ladas por distintas personas para combatir la violen-cia hacia las mujeres en el día a día, y en el segundo de réplicas públicas que algunas mujeres dirigieron a sus agresores.
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Texto de Amy Sara Carroll, investigadora
Am, sam quam alic tem sam dolupta aut lis ipsam iur, volorpor mo-lorest, sinvend essunt accum quasitio que volupturisit ium volorercient verumque perspelitius aut volupta mustrum alitinc ilique quam aut ren-dam non comnim audae et ea velland uciliquiam dolum quam voloratem ese parum fuga. Ut ent, occum et quos que quatisto magnis et maxi-must dolorum cus.
Olore dolorru ntempero et volendu santotaepres sum esseque restius acestor sunt ut ommolupta volupta sequaspere atecesto dita num acea asimpor aut everem eatem etus ut reptatius volecaectur? Qui simus eos nihilistem autempe dignam quodio et oditio earchil ignate simpos ma sum quatibu sdaecer iandes ent liquam rem hit dolorei cturian ihiliquo ius non nobis dolecum et est, unt, ommostem isi omnis autem. Hendi consequam, conse consere ceritas reperum quam quid molupta sintis et aspello bea nis aditempores aruptia aut lant ut pore, et aute serchic tem explias mod que odit alitatiae verepedita sin ratur aut ut ad ut exce-rup tatibus molo blabore omnia qui denti simod quam consequia ipsam aut faccupt aturepudamet et quiam quaspedia dolorep eritium accum endaessit, sum accusdandae mo blab ipiet explique soluptium, quo ea-quidebis ima sit volupta eratem. Nem eium que parit antiur, simi, qui dolorepro cullatisque sitibus dus, quaspici ium fugitat emoluptat.
Ditas nusdaest, ullendipsa consed min rere id que lanti dolum incten-dipis estrum fuga. Itae consequ untur, od unt, sam, utatur maximusam asimpor aut aut providuci dolorit volorem porunt, sit in net et voloribus sincipsant.
Nem reniendebis veris mos si dit accum que exerundita pa pel in rehent es apel il et, sunt est, sumqui ulpa quo el
¿Qué implica declararse como una artista y activista cultural? ¿Qué desafíos debe enfrentar quien decide insistir en enunciar, visibilizar y problematizar situaciones que buena parte de la sociedad –incluyendo a sus “representantes” y artistas– estigmatiza, minimiza o desprecia?
Si en este pedazo del mundo hemos normalizado la indiferencia ante la violencia y su impunidad ¿qué nos garantiza que podamos sentir seguridad? ¿Será que nunca vamos a asumir la vulnerabilidad de nuestras vidas y a asumir una responsabilidad –incluso colectiva–por las vidas de otros y otras? “Negar esta vulnerabilidad, desterrar-la, sentirnos seguros [y seguras] a expensas de cualquier otro tipo de consideración humana, supone desperdiciar el principal recurso para orientarnos y encontrar una salida”, nos recuerda Judith Butler1.
Hace muchos años que Lorena Wolffer desarrolla una práctica que pone en cuestión la normalización de la violencia hacia las mujeres, denunciándola pero también accionando, escuchando, proponiendo formas de articulación simbólica y real para abordar esos problemas. Su obra no es sobre la violencia hacia las mujeres, sino que es obrar con las mujeres en situaciones de segregación, de exclusión y violen-cia, afectándose del pathos y la rabia que ello genera y produciendo estrategias que posibiliten acciones inmediatas para enfrentar el aco-so, la discriminación y el inminente peligro en que pueden estar sus vidas. En términos mucho más precisos, su obra ha ido explorando las complejas maneras de constitución y normalización social de las nociones de mujer, cuerpo, feminidad y violencia.
En este ámbito de operaciones se fueron generando las distintas intervenciones que integran el proyecto Lorena Wolffer / Expuestas: registros públicos. Convencida del poder del testimonio y la palabra en primera persona para generar narrativas que posibiliten un camino de recuperación, Wolffer ha buscado siempre un contacto directo con las mujeres en situaciones de riesgo, privilegiando la voz y las narrativas personales de esas mujeres. Una manera de proceder que inevitable-mente nos remonta a aquel relato donde Walter Benjamin se pregunta “si no será la narración la atmósfera propicia y la condición más favo-rable para muchas curaciones”2.
Expuestas: interpelando la normalidadIleana Diéguez
1. Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. Buenos Aires: Paidós, 2006.
2. Denkbilder. Epifanías en viajes. Buenos Aires: El cuenco de plata, 2014.
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Socializar esos testimonios que en ocasiones han tomado también la forma de un objeto, exhibirlos y ponerlos en relación en el espacio público, ha sido una de sus estrategias más recurrentes como manera de “infiltrar territorios preponderantemente masculinos”3 y de generar espacios antagónicos de enunciación crítica.
En más de una ocasión Lorena ha otorgado a su cuerpo dimensio-nes metafóricas, como si en él pudiera reunir y transformar los cuer-pos lastimados de tantas mujeres. Y ese cuerpo propio lo ha puesto en manos curadoras, como si el afecto pudiera reparar tanto dolor que ha ido cargando consigo. Recuerdo vívidamente aquella vez que decidió intentar poner de fuera de sí y multiplicar en los escenarios públicos –porque nunca es suficiente todo lo expuesto– las increíbles historias que había acumulado trabajando con mujeres del Refugio de Funda-ción Diarq iap en la Ciudad de México. Fe de hechos, nacido de esas circunstancias, fue una acción en duelo, fue el acto que propició un lugar para que muchas mujeres, incluso hombres, que habían acudido esa noche como espectadoras(es), pudieran comenzar a contar, a poner ante otros y otras, experiencias terribles que marcaban sus vidas y que nunca habían dicho. Esa noche todas las personas allí reunidas supi-mos que no hay dolor ajeno, que el dolor de otras es también mío, que todas y todos somos sujetos expuestos a la pérdida. Y que poder enun-ciar desde un espacio común podría ser el comienzo de un cambio que necesitamos con urgencia. No sé si podemos pensar en la curación, en la sanación. Mínimamente, necesitamos respirar, ganar aliento.
Las violaciones, desapariciones y crímenes contra cualquier perso-na y en particular contra las mujeres, son perpetrados también contra cada una y cada uno de nosotros. Son enunciados, como ha dicho Rita Laura Segato4, de una “soberanía totalitaria” que ha llegado al colmo de lo tolerable, de lo imaginable, de lo impronunciable. Podríamos, una vez más, recordar las cifras. Pero esas cifras ¿qué siguen diciendo en una sociedad que ha normalizado la muerte violenta, el comentario feroz, el desprecio, la negación a todo cuanto nos azota? ¿A qué cifras tendremos que llegar para que le importe a la gran mayoría, para que sea un dolor real, una indignación real?
3. Lorena Wolffer. Texto facilitado por la autora.
4. La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas
en Ciudad Juárez. México: Universidad del Claustro de
Sor Juana, 2006.
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Desde hace más de dos décadas, Lorena Wolffer ha entablado una guerra contra las construcciones dominantes que definen qué es Mé-xico y qué son las mujeres; una guerra en contra del arquetipo –tan amado como vilipendiado– de qué es la mujer mexicana. Si bien Ex-puestas: registros públicos reúne varias piezas recientes que marcan una ruptura en la trayectoria de Wolffer, es importante recordar que el uso de evidencias de la violencia, literal y epistémica, y la invención de nuevos significados para el concepto jurídico de “derecho de répli-ca” son características que comparte el conjunto de su obra.
Antes de que el “derecho de réplica” asumiera connotaciones más comunes en las obras posteriores a 2007 en las que la artista privilegia el lenguaje; éste ya había aparecido, por vez primera, en los perfor-mances que realizó en la década de 1990 como el derecho a repetir acciones (re-perform) “el arte de un gobierno económico”.1 En Terri-torio mexicano (1995-1997) –que es posterior a Sudar sangre de Ana Mendieta, pero anterior a ¿Quién puede borrar las huellas? de Regina José Galindo– Wolffer permaneció desnuda durante seis horas sobre una plancha quirúrgica mientras treinta litros de sangre de vaca caían sobre su cuerpo y un audio en repetía “Peligro, se acerca a territorio mexicano”. En Si ella es México ¿quién la golpeó? posó en una pasare-la de moda ataviada con tonalidades verdes, rojas y blancas mientras, en el fondo, se oía el sonido de las sesiones del Senado Norteameri-cano de 1996 en las que se habló de retirar a México la certificación otorgada por su desempeño en la lucha contra el tráfico de drogas.
Una obra de Katherine Gibson y Julie Graham, dos feministas es-pecializadas en geografía económica, publicada bajo el pseudónimo de J.K. Gibson Graham hace eco de la mitad del argumento que sub-yace en estas obras tempranas, cuando destaca, en general, que “lo primero que hizo que realmente sintiera la fuerza de la globalización fue un artículo de Sharon Marcus acerca de la violación [..., la] fuer-za que tiene como discurso, es decir, como un lenguaje de dominio, como una narrativa firmemente construida acerca de los diferenciales de poder”.2 La otra mitad del argumento de Wolffer se tiene que apre-hender como algo propio de un momento y de un lugar, algo que tiene cierta duración pero que también corresponde a una época. Los per-formances que la artista realizó en la década de 1990 revelan sistemá-ticamente las dimensiones ‘otrizantes’ de aquella retórica desarrollista
“El derecho de réplica”Performance—Lorena Wolffer—Performatividad
Amy Sara Carroll
1. Michel Foucault, Nacimiento de la biopolí-tica: Curso en el Collège de France 1978-1979, traducción de Horacio Pons (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007), 157-163.
2. J.K. Gibson-Graham, The End of Capitalism (As We Knew It): A Femi-nist Critique of Political Economy (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2006), 120.
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que presentaba a México como el “segundo sexo”, como el ciudadano de segunda en la TLCización del continente. En estas obras, Wolffer no usa su cuerpo a fin de exhibir lo personal o lo privado, sino que lo emplea como la alegoría de una experiencia particular de la globaliza-ción neoliberal: la de la violación repetida del cuerpo político mexicano multi-mediada al interior del país por la tecnocracia de la república por vía de un proyecto de representación que, según concede la misma Wolffer, era insostenible.
Si Daniel Montero señala el 2002 como el año en el que aquello que había sido considerado como arte alternativo del D.F. se convirtió en arte contemporáneo mexicano, Wolffer también considera que el año 2002 marca un hito en su obra, pero por distintas razones3. Para el 2002, los efectos cotidianos de los ‘estados de excepción’ promulgados por el libre mercado ya habían sido inscritos brutalmente en México, sino es que en todo el planeta. En ese entonces, la narrativa excepcional del “caso Juárez” propuesta por los adeptos a la alter-globalización suscri-bía, de manera inconsciente, los prejuicios de género que modulan las narrativas triunfalistas de excepcionalidad de la doctrina neoliberal. En tanto que alude a una reinscripción involuntaria en una lógica cultural que proclama a las “mujeres desechables y otros mitos del capitalismo global”,4 el título de Mientras dormíamos [el caso Juárez] (2002) le otor-ga a la artista el derecho de replica cara a la cobertura sensacionalista –empleada por agentes que van desde los medios televisuales hasta los aparatos jurídico-políticos– del feminicidio de Ciudad Juárez.
Antes de que Wolffer forzara las mandíbulas de los corchetes que encierran “[el caso Juárez]” y las abriera trazando sobre su cuerpo aquello que había quedado descrito en los reportes forenses, Mientras dormíamos ya citaba la violencia rutinariamente inscrita en el cuerpo social. La mayoría de las personas en México identificarían Mientras dormíamos [el caso Juárez] como una referencia a “Mientras dormías”, un segmento del noticiario matutino de Ciudad Juárez en la década de 1990 en el que se trasmitían imágenes de mujeres asesinadas y muti-ladas. Otras quizás no sabrían que también alude a un ensayo de Char-les Bowden al que se le suele atribuir haber llamado la atención de los lectores estadounidenses al caso de Juárez.5 Si bien Mientras dormía-mos anticipa la importancia, cada vez mayor, que el texto encontrado y los documentos públicos tendrían para la obra de Wolffer, también recuerda a la manera en la que la artista había encarnado a México en obras anteriores. De hecho, ella misma recuerda la insatisfacción que sintió con esta pieza como algo que merece ser revisado: “Al concen-trarme en Juárez, podía pensar que la violencia estaba allá. Para mí, era una estrategia de negación. Pero la violencia nunca estaba lejos”.6
Alejándose conscientemente de la promulgación disociativa de la metáfora dañina, en sus propias palabras, Wolffer buscó “una
3. Daniel Montero, El cubo de Rubik, arte mexicano en
los años 90 (México, D.F.: Fundación Jumex Arte Contemporáneo, 2013).
4. Melissa W. Wright, Dis-posable Women and Other Myths of Global Capitalism
(New York: Routledge, 2006).
5. Charles Bowden, “While You Were Sleeping.” Harper’s
Magazine 293, no. 1759 (Di-ciembre de 1996), 44-52.
6. Conversación por Skype con la autora, 12 de mayo
de 2015.
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des-normalización de la violencia, reconociendo que existe en mi pro-pia historia y en aquélla de mi vecina, mi madre, o mi hermana.”7 El cambio en el trabajo de Wolffer coincide, a grosso modo, con la “Guerra contra el narco” del ex-presidente Felipe Calderón y con la promulgación, en 2007, de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Diseñada para garantizar que las mujeres tuvieran una amplia protección en contra del abuso físico y psicológico, esta última establecía un protocolo de atención para las víctimas de violencia en refugios abiertos las 24 horas ya existentes. De manera inesperada, la campaña de espectaculares Soy totalmente de hierro que Wolffer ha-bía realizado en 2002, le dio acceso a uno de esos albergues, el Refugio de Fundación Diarq iap. No queda ninguna copia del cuestionario que Wolffer distribuyó ahí, pero la artista recuerda cómo lo detallado de las respuestas que le dieron las mujeres la impulsó a abandonar cual-quier resabio de objetividad, ya fuera la que busca el periodismo o a la que aspiran las ciencias sociales. Mientras que aquellos que hacen las políticas públicas se debatían en clasificar las diferencias semánticas entre “femicidio” y “feminicidio”, para la artista el objeto se confundía con el sujeto, el otro con el yo. Wolffer se preguntaba: “¿Cómo reconci-liamos las buenas intenciones de la legislación con las vivencias coti-dianas de las mujeres en México?”
En 2008, el mismo año en el que entró en vigencia la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para el Distri-to Federal, Wolffer empezó a colaborar con otras sobrevivientes para visualizar la narrativa como una forma de reparación. Los siguientes proyectos de Wolffer refutan explícitamente los términos del distan-ciamiento estético de lo político y del distanciamiento político de lo estético. Por ejemplo, al igual que Mientras dormíamos, 14 de febrero conserva algunos de los elementos del arte del cuerpo que Wolffer ha-bía realizado en la década de 1990, pero también apunta a la amplia-ción de una réplica metafórica por parte de la artista. En el día de San Valentín de 2008, Wolffer distribuyó chocolates en los semáforos de Avenida Revolución vestida como escort. Los dulces de la celebración iban aderezados con la dura realidad del testimonio de Mari, una de las interlocutoras de Wolffer: “Me prendió fuego...”, “Tuve que comprar escobas...” En 14 de febrero el lenguaje no funciona como un medio adaptado a las nociones del conceptualismo genérico, ni a manera de aforismo como ocurre con los imperativos según las intenciones más explícitas de algunas de sus representantes feministas como Jenny Holzer y Barbara Kruger. En vez de eso, la gravedad del testimonio fragmentado de Mari logra “hacer cosas con palabras” y dotar al traba-jo Wolffer con la letra y el espíritu del “derecho de réplica”.
Esto también ocurre en Encuesta de violencia a mujeres (evm) (2008), en la que Wolffer utilizó la “obra de formato” para encuestar a
7. Correspondencia con la autora, 30 de junio de 2015.
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cerca de dos mil mujeres en el Zócalo y en diez estaciones de metro. Las sobrevivientes de violencia incluidas en la muestra recibían un botón rojo con el signo “≠” que funcionaba como una validación iróni-ca de sus experiencias. Aquellas participantes en el proyecto que ha-bían tenido suficiente fortuna como para no haber tenido que enfren-tarse a la violencia de primera mano, recibían un botón verde con el signo “=”. Para gran sorpresa de Wolffer, después de una presentación de este proyecto sin precedentes, la Secretaria del Facultad de Psico-logía de la unam le preguntó a la artista si podía procesar los “datos” arrojados por la Encuesta. ¿Los resultados? A diferencia de aquellas limitadas encuestas que el gobierno había hecho en hospitales, que sugerían que las mujeres casadas eran más susceptibles de ser vícti-mas de violencia doméstica que sus contrapartes solteras, la encuesta de la artista reportaba, tristemente, que no había veda que protegiera a la totalidad de las mujeres mexicanas.
La Encuesta de violencia a mujeres llevó a Wolffer a imaginar otros foros interactivos para el diálogo entre mujeres. Al considerar el testi-monio como un enunciado performativo, la obra de la artista se adhie-re a un movimiento en zig-zag que va y viene entre el performance y la performatividad y de regreso, pero también hacia la inquebrantable integración entre su arte y su activismo de cara a la escalada, supues-tamente indecible, de la violencia contra las mujeres En 2008 Wolffer erigió sus Muros de réplica en el Zócalo. En cuatro horas, los muros del proyecto se habían convertido en depósitos narrativos desbordados, en murales espontáneos dedicados al poder de ejercer el propio “dere-cho de réplica”. En 2009, en Acta testimonial las respuestas de las mu-jeres al abuso verbal de sus agresores- presentado como una escritura naturalizada sobre el muro- se convirtieron en arte sonoro, en archivos de audio que flotaban en el aire. Entre 2010 y 2011 Wolffer organizó Evidencias (2010-2011), un conjunto de objetos cotidianos acompaña-do por las explicaciones narrativas de sus donantes dando cuenta del reuso violento de dichos objetos contra las mujeres.
Ciertamente, Wolffer nunca cedió su “derecho de replicar” lo re-tórico, en particular, nunca dejó su figuración alegórica de la mujer (mexicana) tal y como se ve en obras como Mapa de recuperación (2009) o Antimemorias: enmiendas públicas (2011), cuyos rituales de sanación funcionan como algo que media la falta de vínculos que hay entre la vivencia y la legislación (si no es que la provocación de distan-ciamiento que se da en algunas piezas ejemplares del arte del cuerpo feminista tan universalizados como Cut Piece de Yoko Ono y Rhythm 0 de Marina Abramovic). Sin embargo, lo que resulta más llamativo de estas obras de Wolffer es la manera en la que la artista privilegia las palabras de las mujeres, cómo se niega a hablar por las demás. El tes-timonio aterriza estas acciones, incluso cuando cualquier explicación
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Lorena WolfferSemblanza
Desde hace más de veinte años, el trabajo de Lorena Wolffer (México D.F., 1971) ha sido un sitio permanente para la resistencia y la enuncia-ción en la intersección entre el arte y el activismo. Mientras en su propia obra artística aborda asuntos relacionados con la fabricación cultural del género y tenazmente defiende los derechos, la agencia y las voces de las mujeres también ha producido, facilitado y curado decenas de proyectos con una gama heterogénea de artistas en plataformas como el museo, el espacio público y la televisión cultural. Desde la creación de radicales intervenciones culturales con diversas comunidades de mujeres hasta la elaboración de nuevos modelos pedagógicos para el desarrollo colectivo de conocimientos situados, estos proyectos se pro-ducen dentro de una arena que reconoce la pertinencia de los lenguajes experimentales y desplaza la frontera entre lo que conocemos como alta y baja cultura. Wolffer es una artista comprometida y su quehacer –un escenario para la voz, las representaciones y las narrativas de otras y otros, habitualmente invisibles en el contexto mexicano– articula la posibilidad de una realidad social cimentada en el respeto y la equidad.
de lo significativo que es a lo largo de Expuestas es insuficiente. El len-guaje en esta exhibición no habla por sí mismo, sino que corresponde a la voz de muchas, que hablan por ellas.
Expuestas está montada como una “pieza de conversación”8. Asis-te a sus talleres. Contribuye al Memorial con los nombres de mujeres que han vivido violencia. Tal y como lo sugiere la práctica de Wolffer después de 2007, el “derecho de réplica” constitucionalmente asegura nuestro derecho a responder pero también entraña una responsabili-dad colectiva de atestiguar.
8. Grant Kester, Conversa-tion Pieces: Community + Communication in Modern Art (Berkeley: University of California Press, 2004).
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La exposición y el cuaderno Lorena Wolffer / Ex-puestas: registros públicos, no hubiera sido posible sin la colaboración de:
María María Acha-Kutscher, Marisa Belausteguigoitia, Meritxell Calderón, Elías Calvillo, Joel Castro, Amy Sara Carroll, Ximena Cuevas, Gabriela Delgado Ballesteros, Ileana Diéguez, Francisco Eizaguirre, Rafael Encinas, Susana Franklin, Federico Gama, Ricardo Garibay, Juan Enrique González, Lucero González, Aurelia Juárez, Ilya Haro, Angélica Hernández, Verónica Hernández, Gabriel Hórner, Sara Islas, Ana Luisa Liguori, Pancho López, Renata López Hernández, Martha Lucía Micher, Tania Molina, Aurora Montaño Barbosa, Guillermina Navarro, Itzel Ordóñez Corona, Roberto Palma, Rodrigo Parra, María Renée Prudencio, Raúl Reyes Contreras, Tomás Ruiz Rivas, Emanuel Sánchez, Kira Sosa Wolffer, Kyzza Terrazas, James Tyson.
Fundación Ford
Facilitadorxs de los talleres: Familias en armonía / Taller sobre equidad de géneroClaudia de Anda, Alejandra Parra, Sofía Silva, Antonio Cintora y Hugo Cruz
Taller abierto de derecho y ciudadaníaAndrea Medina Rosas
Prevención y detección de las violenciasPersonal del Centro Especializado de Atención a la Violencia, Fundación Diarq iap
Proyecto apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Sistema Nacional de Creadores de Arte, año 2006.
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
Rafael Tovar y de TeresaPresidente
Saúl Juárez VegaSecretario Cultural y Artístico
Francisco Cornejo RodríguezSecretario Ejecutivo
Instituto Nacional de Bellas Artes
María Cristina García Cepeda Directora General
Xavier Guzmán Urbiola Subdirector general de Patrimonio artístico
Magdalena Zavala Bonachea Coordinadora Nacional de Artes Visuales
Sylvia Navarrete BouzardDirectora del Museo de Arte Moderno
Roberto Perea CortésDirector de Difusión y Relaciones Públicas
Créditos del cuaderno
Coordinación editorial Luis Miguel Leon y Lorena Wolffer
DiseñoLuis Miguel Leon
TextosIleana Diéguez y Amy Sara Carroll
Fotografías Archivo de la artista: págs. 13 (abajo), 14 (arriba), 15 (arriba) y 18 (arriba)Eduardo Galindo: pág. 20 Federico Gama: pág. 13 (arriba) Guillermina Navarro: págs. 16-17 y 19 (arriba)Juan Enrique González: págs. 6 y 15 (abajo) James Tyson: pág. 19 (abajo)Pancho López: págs. 14 (abajo) y 30
Museo de Arte Moderno
Sylvia Navarrete BouzardDirectora
Marisol ArgüellesSubdirectora
Luis Miguel GarcíaAdministración
Natalia de la Rosa Iñaki HerranzAbel MatusSofía Neri Curaduría e investigación
María del Carmen CanalesDiana CamargoRegistro y control de colecciones Daniel QuinteroEduardo GalindoComunicación y relaciones públicas
Luis Miguel LeonKitula HernándezEditorial y diseño
Sol VargasDesarrollo
Janice AlvaExposiciones
David OsnayaArely FloresDiseño museográfico
Alejandro ZepedaPágina web
Elizabeth JaimesServicios educativos
Rubén BarreraServicios generales
Juan CasarrubiasSeguridad
Amigos del Museo de Arte Moderno
Guadalupe Artigas de Ramos CárdenasPresidenta
Aimée Labarrère de ServitjeVicepresidenta
Paloma Muñoz-SecaSector juvenil
Enrique Téllez KuenzlerVicepresidente honorario
Eugenio López AlonsoJune LowellMalú Montes de Oca de HeymanJosé Pinto MazalPatronos
Luis MéndezHéctor Armando Rocha MoralesSantiago Sepúlveda IturbeAmigos
Jaime RodríguezContralor
María OrtizVoluntariado
Dolores FloránAsistente
Créditos de la exposición
Octavio AvendañoCuraduría
Janice AlvaCoordinación
Luis Miguel Leon / Kitula Hernández Diseño gráfico
David Osnaya / Arely FloresDiseño museográfico
Alejandro ZepedaProgramación Memorial