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Fermín Estrella Gutiérrez Fermín Estrella Gutiérrez, escritor, poeta, profesor y académico nacido en Almería, España, el 28 de octubre de 1900 y muerto en Buenos Aires el 18 de febrero de 1990. Aunque español de nacimiento, adoptó a Argentina como patria. Fue maestro, profesor e inspector de enseñanza, subsecretario del Ministerio de Educación en 1955, vocal del Consejo Nacional de Educación de Argentina y profesor de literatura española en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Su obra El cántaro de plata (1924) ganó el Premio Nacional de Literatura argentino, mientras que su libro de poemas Sonetos de la soledad del hombre (1929) se hizo con la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores Publicó además numerosos trabajos en la revista Nosotros y colaboró en la sección cultural del diario argentino La Nación. Su poesía derivó del ámbito familiar e íntimo y la naturaleza a lo más puramente existencial. Esta evolución se aprecia en la trayectoria de su obra, comenzando con El cántaro de plata, y continuando con Canciones de la tarde (1925), La niña de la rosa (1931), Sonetos del cielo y de la tierra (1941), El libro de las horas (1972), Sonetos de la vida interior (1979), y Versos para mi gente (1986), entre otros poemarios.

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Fermín Estrella GutiérrezFermín Estrella Gutiérrez, escritor, poeta, profesor y académico nacido en Almería, España, el 28 de octubre de 1900 y muerto en Buenos Aires el 18 de febrero de 1990.

Aunque español de nacimiento, adoptó a Argentina como patria.

Fue maestro, profesor e inspector de enseñanza, subsecretario del Ministerio de Educación en 1955, vocal del Consejo Nacional de Educación de Argentina y profesor de literatura española en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Su obra El cántaro de plata (1924) ganó el Premio Nacional de Literatura argentino, mientras que su libro de poemas Sonetos de la soledad del hombre (1929) se hizo con la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores

Publicó además numerosos trabajos en la revista Nosotros y colaboró en la sección cultural del diario argentino La Nación.

Su poesía derivó del ámbito familiar e íntimo y la naturaleza a lo más puramente existencial. Esta evolución se aprecia en la trayectoria de su obra, comenzando con El cántaro de plata, y continuando con Canciones de la tarde (1925), La niña de la rosa (1931), Sonetos del cielo y de la tierra (1941), El libro de las horas (1972), Sonetos de la vida interior (1979), y Versos para mi gente (1986), entre otros poemarios.

En general, su estilo poético destaca por la delicadeza y el matiz y se acerca a la estética romántica y modernista Domina en su obra un hondo lirismo, y una serena melancolía envuelve al paisaje, que nunca falta en su imaginario, y sus poemas, cuentos y ensayos han sido traducidos a varios idiomas

Fue designado en 1955 miembro de número de la Academia Argentina de Letras, de la que llegó a ejercer la vicepresidencia, y en la que tuvo muy activa participación. También fue miembro de número de la Real Academia de Ciencias y de la de Rubén Darío.

Publicó libros de cuentos, como Desamparados (1926), y El ladrón y la selva (1930) y novelas como La revoltosa (1928) y Trópico (1937), además de numerosos ensayos sobre literatura y libros de texto, como Historia de

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la Literatura Española, Hispanoamericana y Argentina, que han utilizado varias generaciones de estudiantes argentinos.

Póstumamente se ha presentado Los altos años (2004), serie de 38 poemas inéditos, los últimos que había escrito.

Adiós a la escuela

Ha llegado el momento de dejarte; Nuestra labor del año está cumplida; Somos el escuadrón blanco que parte

Con la amargura de la despedida.

Patio con sol que nunca olvidaremos; Aula donde aprendimos tantas cosas; Pedacito de cielo que aun te vemos

Por la ventana abierta entre las rosas...

Ya no vendremos más a tu llamado, Vieja campana de color ceniza, Ni escribiremos en el encerado Con la barrita blanca de la tiza.

Queda entre tus paredes nuestra infancia, El primer goce y el primer quebranto,

La amistad, esa flor de tolerancia, Y las maestras que quisimos tanto.

Adios, escuela, con el alma henchida De gratitud la caravana parte.

Nuestro blanco escuadrón hará en la vida Más de un alto, tal vez, para adorarte.

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