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Ficciones nº 4 - Invierno 2010

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Es una publicación del módulo Taller de escritura creativa - GES - IOC

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Este libro está escrito por alumnos y alumnas de Taller de escritura creativa

(invierno 2010) - GES Institut Obert de Catalunya

La ilustración de la portada es de Quint Buchholz.

Daria Ermakova (BCN) Manuela Galeote Velasco (IG)

Manuela Albert Benítez Fernández (CM) Ana María Bataller García (BA)

Oscar Diañez García (EV) Montserrat Gascón Planas (ML) Albert Benítez Fernández (CM)

Montserrat Rios Ituarte (EV) Manuel Jepús (MF)

Jordi Martínez (AM) M. Encarna Pijoan (ML)

Daniel Zamora (BCN) José María Fernandez Galan (BCN) Alejandro Fernández González (EV)

Núria García del Rio (CM) Gracia Gomez Juarez (BD)

Maria Gema Caballero Copete (TA) M. Isabel Albreda Vicente (MAV)

Alejandro José González Reyes (EH) Jaime Guillen Meroño (BCN)

Eva Barriga Saborido (CM) Yolanda Catalán Campos (BCN)

Maria del Señor Falla González (VI) Esta selección corresponde a una selección de los trabajos realizados en este módulo. Todos son excelentes y con estilo. Felicitamos a todos, aunque hayamos seleccionado sólo a unos pocos...

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Sobre la creación

Me encanta escribir hace muchos años, desde que enganche un libro no he parado de leer y componer, al principio eran poesias y poemas bastante faciles para mi edad...mi primer portatil me lo regalo mi madre con el pretexto de empezar a escribir un libro, el libro de mi vida, y efectivamente empece a escribirlo, todo iba viento en popa, fueron pasando los años, exactamente dos, yo escribia a un ritmo normal, cuando me venía la musa de la inspiración digamos, y aunque sentía que me subía demasiado por las ramas contando ciertas historias esto tenía futuro... Bueno al fin se me apago el portatil y nunca mas se me volvio a encender a día de hoy no he podido recuperar la información que tenia dentro, y he tenido que empezar a escribir todo de cero, pero se que no es lo mismo, puedo llegar a escribir cosas interesantes, entretenidas, pero se que tengo bastante de bloqueo ahora mismo, o un paron, mejor dicho, se que mi mente creativa solo espera al momento adecuado y mis manos teclearán a un ritmo frentetico para poder describir todas las ideas, mi madre siempre me dice que no me agobie, que los escritores mas grandes han sufrido de esto, lo que es el llamado bloqueo creativo, y que las grandes obras o las mas pequeñas pero buenas no se crean de la noche a la mañana!..

Daria Ermakova (BCN)

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Inventamos sobre los demás En ese preciso momento, Gabriel se quedó dormido en la cama de su admirado abuelo Juan del que siempre le encantaba escuchar sus fantásticas historias: perros voladores, héroes invencibles, niños con poderes... El mejor día de la semana era para él sin lugar a dudas el viernes ya que sus padres siempre iban de cena con amigos y lo dejaban en casa del abuelo. Este era para él un gran amigo ya que sabía incluso más cosas de su nieto que sus propios padres. Tras la lectura del cuento, el abuelo se dirigió hacia la terraza y caminó muy lentamente hacia su más preciado tesoro: su telescopio. Ese era el mejor momento del día para él. El abuelo pensaba que las estrellas eran, en verdad, las almas de personas que habían hecho bien a la humanidad en vida. Por eso le encantaba observarlas: estaba seguro que una de ellas era su mujer que había muerto hace un año. Tenía razones para pensarlo ya que su mujer le había prometido en vida que siempre estaría con él, observándolo desde su estrella. Y así pasaba los días, buscando y buscando aquella estrella que le recordara a su mujer. Ése era el significado que tenía el firmamento para él: allí se encontraba el amor de su vida. Entonces –dijo llorando- “ojalá hubiera hecho yo el firmamento”.

Manuela Galeote Velasco (IG) Unas horas antes, Yero está tumbado en un banco con su botella de whisky, es una despejada noche de verano a 35 grados, las estrellas brillan como nunca por la limpieza del cielo. Da un trago, es JB, la marca que más le gusta pero casi nunca puede obtenerla. De repente se escucha una dulce voz de mujer: -¿Por qué llora? Yero se inclina tan rápidamente como la borrachera le permite, y al mirar hacia su derecha ve a una mujer rubia y delgada, su belleza es tan grande que parece una creación de los ángeles. Yero la mira y pregunta, con tono grosero: -¿Quién es? Ella le contesta: -Me llamo Acpa. Yero la observa y se pregunta que lleva en la mano, parece una botella de whisky. JB? Se le iluminan los ojos pensando que esta noche puede ser perfecta, una hermosa mujer y otra botella de whisky. Sus pensamientos se interrumpen porque Acpa le vuelve a preguntar por qué llora. Los ojos de Yero están rojos, como su nariz, su estado es pésimo, ya no se acuerda de la última noche que estaba sobrio y no lloró.

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Acpa se compadece de él y le pregunta si sabe a donde está. -En el cementerio, esperando que la muerte venga a por mí pronto. Acpa sorprendida le dice que le puede ayudar, pero Yero se niega. De repente, por un tic que Yero en el ojo, Acpa se da cuenta que lo conoce. Estudiaron Física en la misma universidad y eran buenos amigos, pero el destino hizo que se separaran y perdieran el contacto, y aunque ella estaba enamorada de él, nunca se atrevió a decírselo. Acpa le pregunta: -¿comprende usted el significado que tiene el firmamento?. Era como el Dr.Ele inició la primera clase de Astronomía básica, donde se conocieron. Yero sabe que lo ha reconocido, y responde: -Sí, creo que lo comprendo. Pero sepa usted que fui yo quien lo hizo -dijo llorando- te he estado buscando desde hace años, perdí mi trabajo, mi casa y mi vida. Un día maté a una persona que me recordaba a ti, y su alma ascendió al cielo para juzgarme desde las alturas, después murieron más, cada una de las estrellas que nos observan, y todas te buscan a ti, la única culpable de que hayan muerto…- estas últimas palabras siendo casi un murmullo. De repente un disparo rompe el silencio, Acpa cae redonda al suelo, Yero le ha disparado a quemarropa. Un segundo disparo y el cuerpo de Yero cubre el de Acpa, mientras empieza una lluvia de estrellas.

Manuela Albert Benítez Fernández (CM) Era una noche de las más calurosas del verano, María trasteaba en la cocina a la única hora en que la casa parecía estar dormida. Se escuchaban murmullos de voces contenidas en el cuarto de los niños,el tic-tac del reloj en el salón y el ronroneo suave de la lavadora. ¡Por fin un momento de tranquilidad tras un día agotador!. María puso la cafetera al fuego para saborear un aromático café antes de retirarse. Sin darse cuenta llegó el sueño, ese que viene cuando se tienen los ojos abiertos. El murmullo de las voces se fue convirtiendo en el crepitar del fuego a la orilla del mar, el tic-tac del reloj en los latidos de su corazón, y el ronroneo de la lavadora en dulces palabras acariciando suaves sus oídos… María sumida en su sueño, de repente le vino un extraño olor comenzó a turbar su sentido olfativo. Su marido que salió de la habitación , cambiando los ronquidos por aullidos, ya no se escuchaba el mar, ya no olía a sal. -“El café se ha quemado, estúpida, es que ¿no eres capaz de hacer nada bien?, ¿quieres que ardamos todos en el infierno de esta casa?” María presurosa apagó el gas.

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Una cafetera menos, y un sueño más que no se hará realidad.

Ana María Bataller García (BA) Muy lejos de la Tierra, existía un lugar remoto en el que las cosas funcionaban de diferente manera. A diferencia de nuestro planeta, las cosas tenían vida propia! Todo sucedió en una masía. Allí vivia un matrimonio mayor. El tenía unos 80 años y ella rondaba los 77. El hombre, llamado Martín, tenía artrosis y los médicos le habían detectado, hacía ya unos años, alzhéimer. Le advirtieron que esta enfermedad avanzaba muy rápido. Últimamente se pasaba los dias meciéndose en una butaca de madera, forrada de tela estampada en flores ya descolorida del roce de sus pantalones. Su mujer, sin embargo, tenía mejor aspecto. Su fuerte carácter y su voz aguda, hacían que se siguiera viendo como una muchacha de 20 años. Su nombre era Agustina. Una tarde de verano, Agustina, después de haber preparado el café a Martín, salió fuera a tender la colada. Su marido, como siempre, en la butaca del salón, con un periódico entre las manos que a duras penas podía leer. Encima de la mesa la taza de café. Al cabo de un rato, entro ella en la cocina a lavar los utensilios que habia ensuciado para hacer aquel guiso. De repente, Martín, entre garraspeos, le pidió otra taza de café. - Niña! Traeme otra taza de cafe... - gritó Martin-. - Ya voy! - contestó ella-. Cuál fue su sorpresa cuando fue a hechar mano a la cafera y ésta había desaparecido. Dónde estaba la cafetera? Buscó y busco y no había ni rastro. Después de rastrear la casa de arriba a abajo, se dió por vencida. Pasados unos meses, volvió a aparecer la cafetera, en el mismo sitio que la había dejado Agustina el mismo día que desapareció: encima del fogoncillo. Quién la había puesto allí si sólo ella entraba en la cocina? Había venido sola? A partir de ese día, todas las cosas de la casa, entraban y salían. Se habían convertido en seres vivientes! Pero.... como podía ser eso posible? Todavía, al día de hoy no se ha encontrado la respuesta. Quizás en un futuro, sus familiares o especialistas en el tema la encuentren.

Oscar Diañez García (EV) Nunca tuvo mucha suerte, aunque no podía quejarse, las cosas le salieron… aunque no bien. Perteneció a la “Quinta del Biberón” y logró volver vivo del frente del Ebro, la larga mili y la pobreza de la posguerra no lo ayudaron a olvidar,

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pero como era joven tenia proyectos… entró de pasante en una empresa de hiladuras textiles cerca de su pueblo, se casó tubo dos hijas, tres nietos y se jubiló, como todo el mundo… su vida resultó ser como una foto en negativo, una foto como las que hacia todos los fines de semana, viajando por los alrededores de su pueblo y fotografiando fiestas mayores, visitas de autoridades, cultivos, paisajes, nuevos edificios, plazas, calles, entierros y primeras comuniones. Nunca tuvo la necesidad de revelarlas. Era demasiado caro, su sueldo bajo y las necesidades de su familia muchas. Siempre se conformó repasado y mirando los negativos. Cuando murió, ahora hace diez años, sus hijas encontraron en un armario más de veinte mil negativos, todas las fotografías que su padre había ido tirando a lo largo de su vida. Ante la magnitud del hallazgo, dudaron, pero al final cedieron toda la colección al archivo de la capital de la comarca. Finalmente, este año, el ayuntamiento ha aprobado una partida para digitalizar toda su obra que ha resultado ser un largo e importante reportaje de la vida, la historia y cambios de la zona en que vivió. Dicen que van a poner su nombre al archivo fotográfico de la ciudad. Revelado y en color.

Montserrat Gascón Planas (ML) “Tres” Timothy lanza tres cartas hacia el croupier, un hombre de mediana edad, bajito y con bigote. Es el único en la mesa que parece de confianza, el resto, sin duda, son delincuentes. Quien sino estaría a las 2 de la mañana en una mesa de un garito ilegal de las afueras de Jackson, Mississippi. Le había costado dos de los grandes entrar en la partida, más cien de sobornar al botones del hotel para que le diera la dirección de la tintorería en la trastienda de la cual ahora estaba perdiendo más de lo que se podía permitir. “Voy”. Hoy no era su día de suerte. Las cartas que necesitaba parecían huir de él como Kate, que hacía tan solo unas semanas se había largado con todo, lo suyo y lo de él. Si no remontaba empezaría a tener problemas, problemas de los que terminan en una prisión federal o en el fondo de un río con unos zapatos de cemento. Con estos tíos no se puede jugar. “Dos más”. Ya no había otra opción de cambio, ya no servía de nada arrepentirse. Como el día en que el decano del MIT de Massachusetts le llamó para comunicarle su expulsión de la prestigiosa universidad. No renuevan las becas a los estudiantes que organizan timbas en las fraternidades, por muy brillantes que sean, por mucho que la NASA se haya fijado en ellos. Pero a quien le interesan los satélites cuando tienes veinticinco años, los bolsillos llenos de dinero y una chica diferente cada noche. Luego llegaron los grandes casinos de Las Vegas, las grandes apuestas, ganar y la suite gratis cortesía del hotel… luego las grandes palizas, también cortesía del Casino: la casa siempre gana. Su foto en un cartel y la prohibición de volver a entrar en un salón de juego. Ahora solo le quedan las partidas ilegales, donde se apuesta todo, incluso la vida. La suerte está echada, todos tienen sus cartas, pero todavía no es el momento de mirar las suyas. Mira las apuestas, si ganara sería una buena

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noche. Uno a uno los otros participantes enseñan sus cartas, más o menos lo que esperaba. Le llega al turno al tipo del sombrero de cowboy y falso acento tejano, es al que más teme. Una a una descubre las cartas, un póker de ases de película, y lanza sus manos hacia el montón. El croupier le para, “todavía falta por ver las cartas del caballero europeo”. Timothy sonríe, no es europeo, pero su apellido francés y sus rasgos incitan al error. Con un gesto hábil muestra el cuatro, el cinco, el seis, el siete y el ocho, la escalera perfecta, la escalera de color, los treinta corazones.

Albert Benítez Fernández (CM)

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Vidas que son puro cuento EL CEMENTERIO DE LOS RECUERDOS OLVIDADOS

Sonríe aunque tu corazón llore Charles Chaplin

Es increíble ver las personas caminando por la calle y pensar: ¿Qué se esconde detrás de cada uno? Los recuerdos no se olvidan, se aparcan le decía ella siempre. Fue sin duda alguna lo mejor que ocurrió en su vida. Ella pasó por su vida, regalándome catorce años de la suya, es imposible poder contar en palabras lo que sucedió, necesitaría toda la eternidad. Pero me centraré en contar el día más feliz y el más triste de su vida. Llevaba tiempo sin entrar en aquel local, unos dos años. MOR Qui ta. MOR se llamaba, no se si existirá todavía, estaba en Andorra, lugar en el que paso siete años trabajando. Un país tan pequeño, que cuando vives tanto tiempo allí acabas conociendo a todo el mundo. El no era precisamente un santo, con veinte años y sin tener que rendir cuentas a nadie, hacía lo que quería y vestía como te daba la gana. Se coloqué en un rincón de aquel local, con una pinta de malo que la gente no se le acercaba, en fin todo un Skin Head, no era mal tío era más fachada que otra cosa. Cuando se dio cuenta notó un pisotón, se giro y la vio, se asustó al verle, sintió que tal vez le podría hacer daño. A el le pareció la persona más guapa del mundo, y supongo que en aquel preciso instante se enamoro. Después de pedirle perdón no le hizo mucho caso, y siguió a lo suyo. De fondo sonó Personal Jesús de Depeche Mode, le encantaba esa canción. Decidió ponerse en medio de la pista a bailar, de una forma un tanto rara, ya que la gente se apartaba, menos ella. Cuando acabo la canción, le agarro de la mano y le dijo, -¡te vienes conmigo! Yo no sé, si fueron las copas o que le dio miedo, pero se fue con el. Fue el destino quien tuvo que ver con aquel encuentro. Lo único cierto, es que el amor verdadero existe y el lo encontró. En todo aquel tiempo, vivieron todo tipo de experiencias buenas y malas. Estuvieron juntos en la salud y en la enfermedad. Se casaron un nueve de enero de mil novecientos noventa y nueve, un día de lluvia y frío. No paro durante todo el día de llover, excepto cuando se hicieron las fotos en el Palau de Pedralbes. Un día maravilloso que jamás olvidara. Es increíble como el cerebro humano es capaz de recordar con todo lujo de detalles, algo que le sucedió tiempo atrás. Ese fue el día más feliz de toda su vida. En Mayo del 2008, su esposa sufría dolores muy fuertes en las cervicales y en la parte trasera del brazo derecho, a la altura del hombro. Acudieron al medico de cabecera que la trataba desde hacía muchos años. La doctora les recomendó realizar una ecografía y unas placas para ver donde estaba el problema. Le realizaron las pruebas y le diagnosticaron una tendinitis del sufra espinoso. Empezó con tratamiento de

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antiinflamatorios, y realizó una visita a una reumatóloga, ya que el dolor no desaparecía y ya había pasado un mes. De nuevo en la mutua, pidieron una primera visita con la Dra. Busquets, reumatóloga de la mutua. La doctora le realizó una infiltración con cortisona para aliviar el dolor, pero no tuvo en consideración que su esposa sufría Esclerosis Múltiple desde hacia ocho años. Por lo tanto, estaba en tratamiento con interferón Beta 1ª, lo cual la tenía inmunodeprimida y con las defensas por los suelos. La infiltración se la realizo en la parte trasera del hombro derecho delante de el. Le salió un bulto de unos cinco centímetros en la axila derecha, una semana después de la infiltración. Dicha doctora, decidió que lo más conveniente, era realizar unas sesiones de fisioterapia. Sintieron INDIGNACIÓN. Debido a esa locura, acudieron a la doctora de cabecera y después de explicarle todo el proceso, decidieron que lo más propio era acudir a urgencias del Valle Hebrón. Efectivamente después de tres meses, se le realizó una biopsia y encontraron, un osteosarcoma osteoblastito de humero dé unos doce centímetros. Esto fue en agosto del 2008, en septiembre después de un viaje a París que tenían pendiente, empezó con la quimioterapia. Adriamicina y Cisplatino tres sesiones de tres días, y en diciembre antes de la intervención quirúrgica, una de ifosfamida como último recurso. Seguramente uno de los venenos más potentes que hay en la tierra. Empezaron a pensar que el infierno, tal como describe Dante, existía y estaban en el. Una y otra vez se decían esperanza, esperanza, y que les quedaba si no. El tumor seguía creciendo, ya que no respondía a la quimioterapia. En enero, el día catorce, le realizaron una desarticulación interescapulotorazica, le amputaron el brazo por completo, hombro, escápula y clavícula. Una barbaridad necesaria, ya que el tumor era ya demasiado grande. En el informe patológico, salían los márgenes libres y en el TAC torácico de marzo, no aparecía metástasis por ningún sitio. Lo único, unos nódulos milimétricos a controlar evolución en el pulmón izquierdo. En mayo el día dieciséis, acudieron a urgencias ya que no podía respirar bien desde hacia una semana y tenia fiebre. Le encontraron el pulmón izquierdo, encharcado en líquido emético. El cual según los oncólogos, era sugestivo de una recibida pulmonar. Estuvo en la planta de oncología durante quince días con drenaje pleurítico, se le dio el alta indicando, que debía volver a la semana para realizar una espirometría, una fibrobroncoscopia y un angiotac biopsia, ya que la biopsia que le realizaron anteriormente no era correcta. No realizaron la biopsia por el alto riesgo de sangrado y no les dieron ninguna esperanza de vida. Los médicos le dijeron que le quedaban semanas de vida... Su esposa decidió, que quería marchar para casa y el la asistió hasta el último momento. Aprendió todo lo necesario para poder asistir a una persona en fase terminal.

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Finalmente, el día veintiuno de junio a las veintidós y veintinueve de la noche. Su esposa falleció en su casa, como ella quería. Intento por todos los medios salvar la vida de una persona, pero no pudo. Fue un ejemplo de lucha y coraje, aunque le amputaron un brazo, ella quiso seguir adelante. Cuando un ser humano se le marcho en sus brazos y vio como sus pupilas se dilataban. Se le callo el mundo encima, le regaló el último soplo de su vida........ Solo tenía 34 años.

A Mercè Cuyo valor merece que no quede en el olvido, y que todas aquellas personas que

padecen enfermedades les sirvan de estímulo y de superación ante la adversidad. Gracias por haber compartido tu vida con nosotros.

Daniel Zamora (BCN)

Un día conmigo Otro día suena el despertador, las seis, hora de levantarse. Jordi se levanta después de rogar al despertador cinco minutos más, que siempre son diez. Sus ojos marrones, ligeramente entre abiertos, dejan ver junto con las ojeras, el cansancio de noches de estudio y lecturas frente el ordenador. Su pelo negro con algunas canas, le recuerdan que los años no pasan en balde. Su cocina de cerezo con cajones amarillos, le da los buenos días en silencio. Prepara café, la cafetera es la encargada de perfumar la casa a las seis de la mañana; la televisión, de informarle antes de salir a la calle y un beso a su esposa, la despedida hasta la noche. Jordi trabaja a cuarenta kilómetros de su casa, en un pueblo donde el frío es riguroso y las nieves constantes. Es carpintero, le gusta su trabajo, sus manos nudosas, muestran las características de su trabajo, rozaduras y golpes, que su esposa, farmacéutica, le cura cada noche con cremas y cariño. Las jornadas pasan últimamente mal, hay poco movimiento, se lamenta de no haber estudiado antes, pero se anima por no dejar pasar una segunda oportunidad. Otro día de poco trabajo, piensa, hasta donde vamos a llegar. Pero una de sus virtudes es no perder la esperanza nunca y siempre demostrar fortaleza, que junto con su buen sentido del humor, hace que los días pasen mejor. Y como no, el, como cada día comiendo en el coche -hay que ahorrar, se recuerda-, ya comeremos en el bar, en época de vacas gordas. Las tardes más de lo mismo, poco trabajo y lejos de casa, en invierno la sensación de soledad se acentúa, las noches llegan antes y el cansancio también. Pero Jordi sigue adelante su pequeño triunfo de cada día, que es poder llegar a casa y poder ver a su pequeño de cuatro años despierto, pocas veces lo consigue, solo los fines de semana. Esperando que mañana el día sea mejor se marcha de vuelta a casa, cuarenta kilómetros más, la radio le acompaña, y le arranca alguna nota de su garganta.

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La llegada siempre cargada de preguntas, como te ha ido el día cariño, le pregunta a su esposa y el niño, como se comportó hoy en el colegio, ¿bien?, le pregunta. Como cada noche la cena va rápida, no puede perder tiempo, su nuevo rol de estudiante apenas le deja tiempo para ver la televisión, ni leer, una de sus pasiones. Otro beso, seguido de un: “voy a estudiar” y se despide de nuevo, tal vez hasta mañana o tal vez hasta llegar a la cama poder charlar tranquilamente aunque sean diez minutos. Más tarde se duerme con la tranquilidad de saber que los que más quiere están bien, y la tranquilidad de aprovechar las segundas oportunidades que te da la vida. Como cada noche, esperando que suene el despertador otra mañana a las seis.

Jordi Martínez (AM) Siempre seguiré adelante

Dedicado a mis hijos. África estaba nuevamente castigada, una vez más, tenia que copiar cien veces No interrumpiré a la maestra. Siempre era lo mismo. Era una niña movida, impetuosa, siempre ansiosa por mostrarle a todo el mundo lo que valía, lo que sabía, lo que era y quien deseaba llegar a ser. Lo curioso es que llegaba a casa y allí todo era lo mismo... –¡Africa! ¡No grites! -¡Africa, estate quieta! - ¡Africa, callate y ponte a dormir! - ¡Africa no entretengas a tus hermanas que tenéis que ir al colegio! Y aquellas tantas veces, África suspiraba para sí y pensaba desolada: Nadie me entiende, pero si yo no grito.. pero si yo siempre soy obediente, si además casi siempre estoy quieta y callada... Cuando África llegó a la adolescencia, fue la primera de sus hermanos, -Carlos Eva y Sara- que empezó a dar los típicos disgustos juveniles a sus padres; empezó a tontear con chicos y a fumar, tampoco iba a clase, desobedecía, contestaba... en fin, como cualquier otro muchacho o muchacha de su misma edad y en su misma situación. Y precisamente, ése fue el principio de su intensa y complicada vida... A los 17 años, dió a sus padres el mayor disgusto que podía darles... se había quedado embarazada y el padre de la criatura se desentendía por completo del asunto. Pero, de cualquier modo ¿que podría esperarse de un joven inexperto como ella, de apenas 20 años, quién al anunciarle África su preñadez se echó a llorar de miedo y corrió a brazos de su madre? África, lejos de tener miedo se encogió de hombros y pensó “Bueno estoy embarazada, sé que se lo tengo que contar a papá y mamá... pero...bien, ya se lo diré más adelante, además aún hay tiempo; si sólo estoy de tres meses. Esperaré a encontrar el momento más adecuado...”. Pero los meses pasaban, su vientre abultaba cada vez más y su propio miedo había conducido a la situación de que, estando casi de cinco meses no había acudido a hacer ninguna de las revisiones periódicas que tan

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importantes son durante la gestación. África era muy feliz en el sentido de que todo se lo tomaba con mucha tranquilidad y aplomo, ¿para qué correr, para qué angustiarse? Cuando lo explicó en casa, se armó un gran revuelo. En consecuencia ella se asustó mucho pero, no por su tan joven embarazo, sino porque todo el mundo gritaba, la madre lloraba, el padre maldecía, sus hermanas la miraban como diciendo ¿Pero en que estabas pensando? Y peor aún, su hermano mayor la ignoraba, era como si ella hubiera dejado de existir... Se sentía extraña en su propio cuerpo, en su propia vida, en su propio círculo familiar. Pasaron tan sólo unas semanas y poco a poco todo volvió a la normalidad; su familia aceptó aquel embarazo, ella hubo de dejar sus estudios, - algo que arrastraría toda su vida-, y a los siete meses de gestación rompió con aquél “padre” que lloraba y temía por su vida al tener que convertirse en Papá. África se dio cuenta en ése mismo momento cuán cobardes pueden llegar a ser algunas personas cuando la vida les sorprende por la espalda y les trae alguna consecuencia inesperada como aquella. África, quién seguía viviendo en la felicidad absoluta sólo pensaba en que iba a tener un bebé, algo que para ella era sorprendente. Se sentía muy curiosa por saber como sería su bebé, como sería ser mamá... No pensaba en nada más. Ella cogía la vida como le venía, todo le parecía interesante, todo lo que le iba pasando era algo nuevo y siempre diferente y eso le gustaba; África jamás había soportado la monotonía; era una chica joven y alocada, aún en su primera juventud. Cuando nació su hija Raquel... ¡Dios, era tan bonita!... Su vida cambió totalmente, todo cambió para ella, una nueva etapa se abrió en su horizonte: había dejado de estudiar, empezaba a buscar trabajo y fue entonces cuando experimentó lo complicado de trabajar con una hija a cuestas. África siempre estimó la gran suerte del apoyo que le ofrecieron sus padres, quienes siempre estuvieron a su lado, así como sus tres hermanos, quien a su manera estaban siempre con ella, apoyándola y ayudándola en todo lo que les era posible. Cuando Raquel cumplió los cuatro añitos, África decidió vivir su vida por su cuenta, ya que pensaba que sus padres ya habían hecho suficiente. Cuando emprendió su vida sola, todo se complicó aún más; además, África se decidió por retomar los estudios... Pero... cuán complicado era cuidar de la niña, trabajar y además estudiar! Tuvo que hacer un esfuerzo titánico; y en esto la ayudó mucho el hecho de ser una persona abierta a la novedad, adaptable y positiva; se lo tomó como un reto, y no consideró ni tan sólo la posibilidad de considerarlo una complicación innecesaria. Cada vez que surgían adversidades, África se crecía ante ellas, salía adelante, usaba su empeño y buen criterio. De este modo transcurrió su vida durante muchos años...; dejó de lado los hombres, la fiesta y se dedicó en exclusiva a trabajar, estudiar cuanto podía y jugar mucho con su niñita. Estaba por entonces compartiendo piso con su hermana menor, con quien pasó épocas de verdaderas complicaciones y calamidades económicas, pero siguieron pasando los años, hasta que cuando contaba 26 años conoció al que hizo de padre de su hija Raquel y padre biológico de su segundo hijo, Óscar.

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Su vida había sufrido otro importante cambio, se había complicado todo en el momento en que acepto vivir con Jorge, quién crió a su niña y le hizo un precioso niño cuando África tenia 32 años. Realmente, el pequeño Óscar fue fruto de su empecinamiento y cabezonería puesto que ella hacia mucho tiempo que ya tenía ganas de ser mamá otra vez, ya que Raquel con trece años era una niña totalmente independiente y autónoma, relativamente sensata y constante en sus estudios para su edad, ya que así la habían enseñado Jorge y ella. El nacimiento del pequeño Óscar, mostró a África otra preciosa etapa de su vida, a diferencia del nacimiento de su hija, el cual al no haber sido esperado -debido a la juventud de África- pasó casi sin darse cuenta. De hecho, cuando se puso de parto de Raquel se sorprendió de lo rápido que habían pasado los nueve meses; su niña ya venía. Sin embargo, Óscar supuso el descubrimiento de la sensación materna puesto que iba controlando todo, analizando todos y cada uno de los momentos de la gestación, cuando aparecían sus primeras patadas, en que momento eran sus controles y ecografías...incluso el parto fue analizado y escudriñado hasta el más mínimo detalle. Pasaron así doce años de vida en pareja, y a excepción de los tres o cuatro primeros, el resto de la relación fue intensa y tormentosa, ya que Jorge, aun y ser un buen hombre, no entendía ni quería aceptar la complicada vida que es tener que trabajar y criar hijos. El problema de Jorge residía en el hecho de que él conocía otro tipo de vida, la de vivir para uno mismo sin pensar en nada ni en nadie. En esto, claro, la experiencia había enseñado a África que la vida había que planteársela de manera muy diferente. A veces pensaba que quizá fuera muy impaciente e impetuosa, y otras tantas se preguntaba si hacía las cosas bien y tomando en cuenta las consecuencias.. Pero la verdad es que cuando éstas llegaban estaba a la altura; las afrontaba, tiraba fuerte del carro y seguía adelante. Jorge, por lo contrario, no era así ni por asomo, y finalmente sucedió lo que tenia que suceder; la relación acabó en ruptura. Después de esto, África emprendió de nuevo su vida en solitario, su hija se había convertido en una mujer fuerte, segura, constante y mucho más sensata que su complicada madre; además acabó su carrera con excelentes notas, las cuales suscitaban un gran orgullo maternal. Y Óscar, con nueve añitos se había convertido en un niño encantador – algo movido e inquieto, pero en fin, como todos los niños…- . Óscar le recordaba a sí misma cuando en el colegio la castigaban a copiar No interrumpiré a la maestra, cuando sus padres le decían cientos de veces que se estuviera quieta. Ése niño, su niño, era igual. A sus casi 40 años, África desconoce como va a ser ahora su vida pero eso es precisamente lo que a ella más le fascina; es eso lo que la empuja a seguir mirando hacia delante, eso es lo que la ha impulsado a retomar sus estudios y a descubrir nuevas metas que alcanzar. Eso es lo que la mantiene viva… seguir andando por la senda de la vida, seguir encontrando motivos para todo, seguir levantándose cuando cae, seguir levantando a sus hijos cuando ellos también caen… En definitiva, seguir viviendo en esta vida, una vida que todavía la ha de ofrecer lo mejor que aun puede dar de si misma.

Montserrat Rios Ituarte (EV)

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LA MAGIA DE LA VIDA El eco de las estrechas calles del barrio, dejaban entreoír unas voces alegres y risueñas. Eran las 6 de la tarde y como cada tarde María se divertía con sus amigas del barrio. Después del colegio siempre se reunían para jugar y charlar. Era una época espléndida, la edad de la inocencia. Todo iba fenomenal y María siempre estaba rodeada de amigas era una niña simpática y muy buena amiga, todas se llevaban muy bien. Las niñas crecían, pero María contra más crecía, más se daba cuenta de que no era una flor como las demás, ella no se abría de la misma forma y con el mismo resplandor que las demás, y en cierto modo era así. Intuía que algo no funcionaba bien, se sentía vacía e insegura, era como si le faltara algo. Cada día que pasaba se hacía la misma pregunta, ¿por qué soy tan diferente al resto? Se sentía como un ángel con alas rotas, estaba algo desencantada de la vida, pero ahí estaba luchando y mirando hacia delante, la vida seguía. No obstante las fuerzas le disminuían, cada vez más, se sentía muy deprimida. Sus amigas mantenían una relación muy buena con sus madres, siempre estaban pendientes de todo, el día de Reyes, aniversarios e incluso en los momentos tan importantes de un adolescente, comprarse su primer sujetador su primer novio... Ellas siempre estaban ahí y con muy buenos consejos además. Por el contrario, ella estaba acostumbrada a hacer las cosas sin dar explicaciones a nadie. Su madre pronto buscó un trabajo para su hija siendo muy jovencita. Estudiaba y trabajaba a la vez, eso era lo más importante para su madre o creía ella que era lo más importante para el futuro de su hija. Su madre no tuvo mucha suerte en la vida, quizá ese era el resultado. Se estaba perdiendo lo mejor de su vida y no se daba cuenta de que su hija la necesitaba. María se sentía desprotegida, necesitaba a esa madre amiga. Su afectividad estaba vacía y las malas relaciones familiares dieron lugar a que un día enfermara. Una madrugada sintió que se ahogaba, como si no pudiera respirar y al mismo tiempo, el corazón parecía que se le salía por la boca, le latía con mucha rapidez. Se vio envuelta por un temor extraño y oscuro... paso por su mente la idea de la muerte era como una corazonada pensó "has llegado al final" Ahora lo que sentía era una soledad inmensa. La vida se le volvió monótona, apenas salía, dejó sus amistades y también tuvo que dejar el trabajo y encima nadie la entendía. Los ataques de pánico le estaban destrozando la vida y tanta medicación no tenía que ser bueno. En sus salidas al psicólogo, hizo amistades y le hablaron de otro tipo de terapias naturales. María reflexionó sobre este tema y decidió buscar por otro lado, un tratamiento más suave sin dejar de momento el actual. Comprendió, que podía ser posible curarse si encontraba el nudo conflictivo que la hacia enfermar. Se fue hacia el otro pueblo, en busca de un centro de terapias en la dirección que le había

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indicado una amiga. Además de mejorar con este tipo de terapias, menguó la medicación hasta desaparecer por completo. Estaba muy contenta, sentía que estaba en el camino correcto, el camino hacia su evolución. La terapeuta también realizaba cursos de Reiki, flores de Bach entre otros, como a María le fue tan bien y estaba tan contenta de la ayuda que recibió, decidió ponerse en serio a estudiar y aprender este tipo de terapias para poder ayudar a personas, que como ella lo estaban pasando muy mal. Ella, más que nadie, podría entender lo que era sufrir y tenía la capacidad de poder ayudar psicológicamente a otras personas. Obtuvo sus títulos y montó un centro de terapias. Gracias a su mala experiencia en la vida, le llego su recompensa, que mejor recompensa que la de poder ayudar a los demás. Ahora se sentía valorada y lo más importante, comprendió que sus padres hicieron lo que pudieron y lo que ellos sabían hacer nada más. Este relato, se lo dedico a mis padres a mi pareja y sobre todo a mi niño Noel y también a todos los grandes maestros descubridores, que nos han dejado este maravilloso regalo.

M. Encarna Pijoan (ML) Caos y más caos -¡Te digo que me lo cuentes, venga, por favor, sabes que yo aun no había nacido así que esa es tu obligación, si no, haberme tenido antes! Eso era lo que estuvo gritando durante más de veinte minutos el benjamín de la familia. Mi hijo Javier, siempre había sentido debilidad por los dos perros de casa: nuestros Bulldogs franceses. La hembra era blanca con un parche negro en el ojo, algo pasada de peso, divertida y muy nerviosa, se llamaba Babi. La otra cara de la moneda era el macho, todo negro y una cruz de pelo blanco en el pecho, un perro de lo más tranquilo, su nombre Dólar. Su historia preferida era de cuando entraron en casa por primera vez, y le gustaba tanto, por los acontecimientos que sucedieron durante esa primera y larga noche. Todo empezó cuando en mayo del dos mil cinco apareció mi novia, la que hoy es mi esposa, con una cesta de mimbre y dos cachorros de cuatro semanas de vida. Al principio todo iba muy bien, corrían libremente por la casa y curioseaban todo lo que se les ponía por delante, se entretenían con uno de mis viejos zapatos tirando de sus cordones. Pero, llegó el momento clave de la noche, irse a dormir. Los pusimos juntos en la misma cesta, pensando que dormirían plácidamente toda la noche, pero no fue así. Se despertaron al poco tiempo y provocaron un caos solo comparable con la segunda guerra mundial. Primero consiguieron colarse en el cuarto de la lavadora. Esa maniobra llevó a tener al primer perro verde de la historia, ya que mordieron la botella del detergente y les cayó encima, de ahí el color tan original de su pelaje. Por si eso fuera poco, con una habilidad increíble llegaron al salón de la casa. Su paso por esa estancia de la casa tampoco paso inadvertido,

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ya que desde el primer disco a la última película o figura que consiguieron alcanzar tenia la marca de sus pequeños dientes. Después de tanto ejercicio se sentirían cansados y se pusieron a dormir en el sofá, tiñendo de verde su color blanco hueso. El número final de la función fue cuando entraron en la cocina. Allí sí que la armaron bien gorda. Lo primero fue mordisquear todo lo que estaba a su alcance, la tapa de la basura, el cubo de la fregona, la escoba, tres quilos de patatas crudas y un par de paños de cocina. Para rematar la faena habían alcanzado su saco de pienso que estaba encima de un taburete, le hicieron un agujero en la base y desparramaron veinte kilos de pienso por toda la cocina. En ese instante mi novia y yo escuchamos un ruido extraño que nos levanto de la cama. Fuimos a la cocina y tras un rápido vistazo nos quedamos petrificados, pero, eso sí, los dos cachorros recibieron nuestra presencia con mucha alegría, ladridos y ganas de jugar. Nos pasamos el resto de la noche limpiando la casa y colocando cada cosa en su sitio. -¡Gracias papa! ¡Sabes, es muy divertido cuando tú me lo cuentas! Me dijo Javier, soltó un par de carcajadas, salió corriendo a toda velocidad hacia el jardín de la casa, se lo contó a su madre y se fue a jugar con los perros. Aquella noche me enfade mucho, pero hoy, lo recuerdo como algo divertido que le podría suceder a cualquiera. Sin ellos nuestra familia no sería la misma. A mi novia, gracias de corazón, porque con ellos hemos aprendido a ser pacientes y a disfrutar de experiencias que sin ellos no serian posibles. Gracias!

Manuel Jepús (MF) Granada y yo Eran las 21:00 de la tarde, el tren se puso en marcha y la imagen de su madre se quedaba atrás en aquel cristal empañado de años. José de 29 años se iba a vivir a Granada, ciudad en la que veraneo en varias ocasiones y conoció a una chica 10 años mas joven que el. Viaje angosto he interminable se le hizo, pero al fin el tren finalizo su trayecto, Granada era una blanca ciudad, pues por aquella época nevaba, sus calles estrechas y adoquinadas eran signo de historia y vida, pasada la gran vía, se dirigió a una de las calles mas populares de dicha ciudad, una calle donde se podía respirar el aroma de las cachimbas tes e infusiones mas peculiares, olor a páprika, melón , fresa, canela y un poquito de pasión, alli se encontró con su niña, como el la llamaba, ahora tocaba adaptarse tenia que encontrar un trabajo o una casa que compartir y a la vez dedicarle tiempo a su relación, por la cual tanta espera tenia su rencuentro. Pero las cosas no surgieron como José pensó, o como quiso pensar, mejor dicho, su relación duro bien poco, pues 10 años menos son muchos cuando hay problemas y tienen que solucionarse juntos. No era

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fácil encontrar trabajo y la juventud a veces no acepta el sacrificio por mucho amor que se tenga, así que como ella le dijo, sin ataduras si no hay dinero se termino el amor. Sintió frío, dolor interior y eso se manifestó con una sonrisa nerviosa y una sensación de llanto inminente, pero se mordió el labio cerro sus ojos dejándolos entreabiertos, la miro a los ojos y le dijo , que amor?. Y se fue. Se quedo solo en su casa alquilada sin trabajo y con una maleta aun sin vaciar. Pero José contra todo pronostico encontró al poco tiempo trabajo cerca de un bar, donde el vivía y en donde muchas veces el dueño, un chico marroquí de gran inteligencia le invitaba a una que otra cerveza y le daba conversación. Esa compañía le ayudo a sobrevivir aquella situación extraña por la que vivía. Consiguió combinar su trabajo con una de sus pasiones que era el boxeo, corría por las mañanas frías por las calles de granada y subía el Albaizín con constancia dejando atrás ese odio, que a veces se genera cuando no se puede parar de pensar, mas tranquilo y sosegado llegaba a su trabajo tras una ducha caliente y un día intenso José dormía, no antes sin llamar a su madre y decirle que estaba perfecto que no se preocupara, en sus ojos se notaba la nostalgia, pero el no podía volver pues sus pagos habían subido, su inquilino dejo de pagarle y se convirtió en ocupa de su única propiedad en Barcelona, la crisis afectaba a todos y los bancos subían sus intereses dejando a José sin escapatoria para volver con su familia, ahora allí no tenia a nadie solo un trabajo que aunque de interminables horas, le ayudaba a pagar su hipoteca. José decidió adaptarse y en vez de caer en la desesperación aprovecho el poco tiempo que tenia libre , entrenaba los días de descanso y entre medias de aquel maldito turno partido de la hosteleria, hizo amigos en el trabajo y ellos llevaron a otros amigos, pero los mas arraigados fueron en aquel pequeño bar donde descubrió que la gente hace cosas sin esperar nada a cambio, su amigo Assam, reunía a casi todos sus conocidos en aquel humilde bar, que tenia fama de hacer los mejores mohitos de granada y allí José con la compañía de sus amigos algún que otro billar pasaba las noches en las que necesitaba compañía. Después de 3 años una mañana le despertó el móvil, era el director del banco, con el cual hizo amistad al pertenecer los dos a la misma ciudad natal. El hombre tenia una historia similar a la suya amor desamor, en fin la vida en forma de vida. Aquella mañana el director le dijo: Don José María he conseguido rebajarle su hipoteca y dentro de 3 meses le tocara su revisión, la cual me he encargado personalmente de que se la reduzcan el máximo posible por lo buen cliente que es. Aquellas palabras se transformaron en la solución a sus problemas, hacia poco que había conseguido alquilar su piso de Barcelona a unas personas responsables y tras 3 meses transcurridos de ahorro, intentando gastar el mínimo dinero y recuperar el perdido, José se dispuso abandonar granada. Habían sido años malos y buenos sensaciones inolvidables he imborrables no se podía sentir tantas experiencias en tan poco tiempo, pero cuando dejo granada y vio en aquel mismo espejo el paso de la estación, la sensación de pena y tristeza era la misma que cuando partió por primera vez. Ahora el esta de nuevo con su familia encontró trabajo y

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consiguió poder combinarlo con el estudio, pero lo mas importante es que aprendio de lo errores y consiguio superar los obstaculos. Asi es la vida, tantas vueltas y las que quedan por dar, una historia personal que contar, que espero que os haya gustado y que todas estas vivencias nos sirvan al leerlas para comprender que todos tenemos muchas mas cosas en común de las que creemos y que las personas nunca son las mismas siempre que el contexto de la situación sea diferente.

José María Fernandez Galan (BCN) El gran reto Todo sucedió una tarde de otoño. Alejando estaba reunido con sus amigos charlando y tomando un refresco. Mientras hablaban de diferentes cosas, Alejando propuso hacer una salida a una montaña cercana al pueblo, la montaña de Montserrat. Durante un rato, los amigos presentes discutieron sobre la idea; que si serian capaces, que si era una locura,... al final, algunos de ellos decidieron no participar pero hubo tres (cuatro con Alejando) que querían intentarlo; ese seria su nuevo reto. En los días siguientes, los cuatro amigos se fueron informando de los recorridos y necesidades para llevar acabo tal hazaña. Una vez localizada la ruta y comprobar que era necesario unas diez horas para conseguirlo decidieron que era necesario un entrenamiento previo, así que quedaron algunos días para hacer rutas un poco mas cortas y así, poco a poco, irse acostumbrando. Al acercarse el día esperado empezaron los preparativos. Linternas preparadas, agua, comida... Alejando no tenía mochila para tal ocasión, así que le pidió prestada una a su padre. De buen principio, esa parecía una buena idea; su padre había utilizado la misma unos 30 años antes para hacer el mismo recorrido así que, ¿que problema podría haber? Pues precisamente ese, ¡que la mochila ya tenía más de 30 años! Las asas eran de cuero duro y gastado, haciendo más difícil su llevada. Alejando, pero, no le servía de escusa, estaba decidido. Tras pasar unos días y tenerlo todo preparado, llegó el momento que tanto esperaban. Los cuatro amigos quedaron a medianoche para empezar la ruta hacia su objetivo; tenían un largo camino para recorrer, pero estaban convencidos de conseguir llevar a cabo esa gran prueba. A lo largo del camino, Alejando y sus amigos iban charlando y andando a un buen ritmo; al cabo de un rato hicieron su primera parada, tal como lo habían planeado, debían recuperar fuerzas y comer un poco. Con las pilas ya cargadas, volvieron a su camino. Anduvieron un buen rato entre la noche, pero de pronto se encontraron perdidos en medio de una viña, sin señal alguno de la continuación de la ruta. Ese echo les desmotivo por unos instantes, ya que perdieron mucho tiempo en volver a situarse y creyeron estar perdidos. Tras cinco horas ya de camino, Alejando notó que le sudaban mucho los pies y decidió cambiarse los calcetines; un poco tarde, dos llagas

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ocupaban lugar en las plantas de sus pies. Eso era un gran inconveniente dado que aun les quedaba la mitad de camino para recorrer y le tocaría sufrir hasta la cima de la montaña. A la salida del sol, cuando ya llevaban mas de siete horas y el terreno se complicaba cada vez un poco mas, Joaquín, uno de los amigos de Alejando, empezó a notar dolores en las piernas y no sabia si podría continuar. En aquel instante decidieron parar de nuevo y recuperar fuerzas. Las distintas adversidades hizo que se plantearan, por unos instantes, la retirada pero, los ánimos del resto del grupo logró motivarles de nuevo. La montaña estaba cada vez mas cerca pero el cansancio les empezaba a pasar factura, pensaban que no podrían llegar pero, después de diez horas andando llegaron, al fin, al pie de la montaña. No se lo podían creer, estaban muy cerca de conseguir llegar a lo más alto y lo más importante, conseguir el reto que se propusieron. En aquel momento decidieron que cada uno subiera la montaña a su ritmo y que se reunirían en lo más alto; al cabo de dos horas, sus cámaras de fotos inmortalizaron este momento. Habían conseguido su reto.

Alejandro Fernández González (EV) EL REENCUENTRO CON LA ESPERANZA Sucedió hace mucho tiempo. Ella era no demasiado alta, delgada como un fideo, de cabellos negros como la noche, rizados por el viento. En su cara más bien alargada, resaltaban sus ojos verdes que recuerdan a las praderas de la tierra que la vio nacer. Se llama Núria y todo comenzó cuando tenía dieciséis años. Era agosto y el calor intenso apenas la podía dejar pensar. Hubo una llamada de teléfono, era su padre. Le comunico que pronto debería viajar a Barcelona, su salud se había debilitado seriamente. Su padre era un hombre recio, pero que con el paso de los años se había ido debilitando. Era catalán de origen, pero sin embargo, casualidades del destino se caso con una mujer gallega. Caprichoso el destino, decidió que su última hija naciese en ese precioso lugar que es, Santiago de Compostela. Núria se quedo angustiada, tras la llamada corrió rápido y alocadamente a buscar a su madre. Estaba nerviosa y pensaba ya en la pronta partida hasta la casa de su progenitor. Su madre, le compro el billete de tren y preparó su maleta. Triste porque en está ocasión a ella también le hubiese gustado poder viajar, para ver a su pobre marido que necesitaba los cuidados propios de una persona enferma. Núria se despidió de muy pocas personas, a ella nunca le gustaron las despedidas. Con un hasta luego y un montón de besos, cargo su maleta que era muy pesada, no por la ropa. Se fue ligera de equipaje, pero eran tantos los recuerdos que de repente parecía que arrastrase una gran losa de piedra. Una serie de imágenes que le habían sucedido a lo largo de su vida, pequeñas anécdotas, peleas con sus hermanos que adoraba… El tren comenzó a moverse, con la mano alzada y lágrimas que afloraban lentamente de sus

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ojos miro con una sonrisa pintada en la cara a su madre. Su madre intentando aguantar el tipo, también sonrió amargamente y despedía a su hija pequeña que se alejaba de sus brazos. En lo más profundo de su ser tenía la certeza que al lado de su padre estaría bien. Después de muchas horas el trayecto fue, un camino lleno de nostalgia y alegría ante el comienzo de una nueva vida. Núria llegaba a Barcelona a la misma estación que había llegado en múltiples ocasiones a pasar unos días con su familia. Esta vez era diferente, allí de pie, en el andén, vio a un hombre de tez morena quemada por el sol abrasador del implacable verano. Era su padre, la alegría le invadió todo el cuerpo, corrió desesperadamente a los brazos de su progenitor por el cual sentía verdadera adoración. Los dos se fundieron en un abrazo interminable que todavía perdura en su recuerdo. La muchacha prometió que siempre lo iba a cuidar y permanecería muy cerca hasta el fin de sus días. Felices y cogidos de la mano iniciaron el camino de sus nuevas vidas. Padre e hija estaban preparados para todas las inclemencias de la vida que pudiesen ocurrir. Ahora estaban juntos y la enfermedad no podía apagar el amor y la ilusión que tiene un padre por poder ver a su hija cada mañana. Este cuento se lo dedico a mi padre, departe de su compañera de batalla. Que aunque la lucha fue dura, nunca nos rendimos. Me has enseñado a luchar por mis sueños. Espero que donde estés te guste.

Núria García del Rio (CM) Ella era la pequeña de cinco hermanos en una época gris de represión, las clases sociales se identificaban y diferenciaban unas de otras a simple vista.pertenecía a una familia humilde de trabajadores sufridos, con un padre enfermo y una madre luchadora, se caracterizaba por su extrema timidez, estatura más bien baja, morena y de complexión delgada. Su timidez era tan grande como su sensibilidad, captaba enseguida las faltas y problemas que existían a su alrededor haciéndolos suyos. Cuantas veces pensó, daré mala suerte a mi familia ¿seré yo? Es la forma más fácil de pensar de un niño… Así pasarían los años, su objetivo principal seria poder ayudar a su madre, evitar que le faltase nada, hacerla feliz. Todavía no sabía lo difícil del trayecto que quería emprender. Como proteger a los mayores si no podía protegerse a sí misma. La crueldad la descubrió pronto, hay hienas en el mundo que esperan la presa desvalida para darle caza. Ella al no dar problemas, sus padres no repararon en que estaba ahí, con lo cual no se dieron cuenta del peligro. Si alguna vez necesitó de una madre no lo decía… callaba, lo adecuado era haberlo dicho pero se acostumbró de pequeña a vivir, callar y aguantar su miedo, en los ojos se reflejaba el sentimiento pero no hubo una mirada que lo percatase. Bastante tenía su madre con los problemas que acarreaba, sus hermanos no eran malos pero sí más movidos, necesitaban de la atención constante de sus progenitores. En sus primeros años desarrolló sentimientos dolorosos pero que supo encaminar más adelante. Salió del colegio a una edad muy temprana, tenia que trabajar mientras las demás amigas asistían al Cole, ella lo asimiló muy pronto

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¡entendía que era diferente! era como tener unos rasgos, no se puede luchar contra la genética, así lo entendería no aferrándose nunca a la envidia o sentimientos similares. Como es lógico su trabajo era más esfuerzo que dinero, con tan solo doce años no podía aspirar a mucho más, pero eso la cultivaría y la haría mas fuerte, después entendería que eso la prepararía para años después poder tirar hacia delante con el golpe más duro que le tocaría vivir. Cuando creía que la vida le sonreía formó un hogar con todo la ilusión, construyendo poco a poco y disfrutando cada momento, solo faltaba la guinda del pastel, su propio bebé….le enseñaría tantas cosas, se decía. Ese momento no fue como ella se pensaba la necesidad de otra persona por acabar un libro decidiría el futuro de ella y de su hijo. El bebé sufrió una insuficiencia fetal aguda. Todo se desplomaba a su alrededor, entonces preguntó a su Dios ¿Por qué? ¿Por qué me pasa esto? ¿Tanto mal merezco?….La situación se desbordaba y ella no sabia si vivía un sueño, cuando más ayuda necesitaba, volvería a estar sola, tenia que hacer frente a los hechos y así lo haría. Le comunicaron que no se sabía el daño cerebral que podía sufrir y el daño que sufría en órganos vitales. No supo reaccionar cuando vió a su bebe tan pequeñito rodeado de tantos aparatos que lo aferraban a la vida, quería correr…pero no, no lo hizo. Los primeros días esperaba lo peor y se aferró a su Dios…le ofrecería promesas que cumpliría toda la vida. Siempre recordaría aquel día que por primera vez vió a su hijo… en aquella plancha metálica con tanto sufrimiento en su carita, abrió los ojos unos segundos y dejaba de respirar, parecía como una despedida ,fue cuando avisó a los médicos, la imagen la perseguiría el resto de su vida. Como lo reanimaban, no respondía parecía un muñeco de trapo, lo intubaron forzándolo a agarrarse a la vida, pero él estaba cansado, no quería responder, al tercer intento empezó a respirar débilmente ahí comenzó un camino de incertidumbres y sobresaltos, le dieron los primeros resultados y no fueron muy favorables. El sufrimiento era muy importante, no se sabe si resistiría los tres primeros dias y si fuese así, podría quedar en vida vegetal. ¡¡Era justo tanto dolor!! ¿Tan importante era acabar aquel libro? Esas preguntas lanzadas al aire sin recibir respuesta. En el primer momento decidió tirar la toalla, dejar de luchar, admitir que ganaba la vida, pero decidió que no… noo, se enfrentaría hasta la muerte, si ese era su momento no quería girar la cara, aceptaba el pulso que le ofrecía la vida, lucharía como una jabata sin importarle el final, si caía su hijo caería con él. No fue fácil pero la vida la escuchó, todo lo sufrido lo convertiría en apreciar cualquier gesto o detalle que le indicase un paso adelante, cada momento se convertiría en una victoria. Tantas pequeñas cosas que no se aprecian……. Ella después de todo, no solo crío a su hijo sino que aceptó como hija a su propia sobrina, sabe que no todo lo hizo bien , que cometió muchos fallos pero siempre actuó de corazón, por eso se siente recompensada con sus hijos, se siente mimada y querida, ellos la protegen… y ella ríe mirándolos sin decir nada..Sabe que está preparada para cuidarse sola, pero les deja que ellos sientan el protagonismo, son su tesoro de valor incalculable, el oxígeno que necesita día a día, a la vez se separa lo justo para dejar que

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ellos emprendan su vuelo… Siempre dejándoles saber que ella estará ahí siempre... y que lo único que la puede hacer arrodillarse ante el mundo son sus hijos.

Gracia Gomez Juarez (BD)

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Poesía y emociones: a modo de haikus

Fuente de la imagen La noche calmada. dibuja en la luna, a un búho quieto. Maria Gema Caballero Copete (TA) Luz abierta matinal pequeña treta por fin llegaste a ella. M. Isabel Albreda Vicente (MAV) Te enfrentas al viento persistes amapola, cual mariposa. Alejandro José González Reyes (EH) Blanca margarita a tu sol pegada, esperas ser cortejada. Jaime Guillen Meroño (BCN)

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Puas de hielo en forma de barrotes lloran por el sol. Eva Barriga Saborido (CM) Con los pétalos abraza la amapola al sol del cielo. Yolanda Catalán Campos (BCN) Amapola solitaria con su piel translúcida recorta el cielo. Maria del Señor Falla González (VI)

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Profesoras del Módulo: Bea Marín Peralta Núria Córdova Medina

Institut Obert de Catalunya

Àmbit de la Comunicació

Muchas gracias