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DIGITAL Semanario de las Iglesias de Granada y Guadix EDICIÓN ESPECIAL 21 de junio de 2015 1106 AÑO XXIII

Fiesta 1106

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Revista diocesana Fiesta digital, Semanario de las Iglesias de Granada y de Guadix.

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  • 1DIGITAL

    S e m a n a r i o d e l a s I g l e s i a s d e G r a n a d a y G u a d i x

    EDICIN ESPECIAL21 de junio de 2015N 1106 AO XXIII

  • 2Hace una semana, el Papa hablaba de las dos parbolas del Evangelio: la de la semilla que germina y crece sola, y la del grano de mostaza (cf. Mc 4, 2634). A travs de estas imgenes tomadas del mundo rural, Jess presenta la eficacia de la Palabra de Dios y las exigencias de su Reino, mostrando las razones de nues-tra esperanza y de nuestro compromiso en la historia.

    En la primera parbola la atencin se centra en el hecho que la semilla, echada en la tierra, se arraiga y desarrolla por s misma, independientemente de que el campesino duerma o vele. l confa en el poder interior de la semilla misma y en la fertilidad del terreno.

    En el lenguaje evanglico, la semilla es smbolo de la Palabra de Dios, cuya fecundidad recuerda esta parbola. Como la humilde semilla se desarrolla en la tierra, as la Palabra acta con el poder de Dios en el corazn de quien la escucha. Dios ha confia-do su Palabra a nuestra tierra, es decir, a cada uno de nosotros, con nuestra concreta humanidad. Po-demos tener confianza, porque la Palabra de Dios es palabra creadora, destinada a convertirse en el grano maduro en la espiga (v. 28). Esta Palabra si es acogida, da ciertamente sus frutos, porque Dios mismo la hace germinar y madurar a travs de caminos que no siempre podemos verificar y de un modo que no conocemos (cf. v. 27). Todo esto nos hace comprender que es siempre Dios, es siempre

    Dios quien hace crecer su Reino por esto reza-mos mucho venga a nosotros tu Reino, es l quien lo hace crecer, el hombre es su humilde cola-borador, que contempla y se regocija por la accin creadora divina y espera con paciencia sus frutos. La Palabra de Dios hace crecer, da vida. ()

    La segunda parbola utiliza la imagen del grano de mostaza. Aun siendo la ms pequea de todas las semillas, est llena de vida y crece hasta hacerse ms alta que las dems hortalizas (Mc 4, 32). Y as es el reino de Dios: una realidad humanamente pequea y aparentemente irrelevante.

    Para entrar a formar parte de l es necesario ser pobres en el corazn; no confiar en las propias ca-pacidades, sino en el poder del amor de Dios (). Cuando vivimos as, a travs de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeo y modesto en una realidad que fermenta toda la masa del mundo y de la historia.

    () La victoria del Seor es segura: su amor har brotar y har crecer cada semilla de bien presente en la tierra. Esto nos abre a la confianza y a la es-peranza, a pesar de los dramas, las injusticias y los sufrimientos que encontramos. La semilla del bien y de la paz germina y se desarrolla, porque el amor misericordioso de Dios hace que madure.

    ()

    Es Dios quien hacecrecer su Reino Parbolas

    vozdelPapa

  • 3El pasado jueves la Santa Sede presentaba la nueva En-cclica del Papa Francisco, titulada Laudato si, sobre el cuidado de la casa comn. Y con un nmero especial, dedicamos nuestras pginas a este documento sobre cuestiones de medio ambiente, ecologa y humanidad.

    La tierra es un don de Dios; es nuestra casa, donde habitamos. Este regalo, donado gratuitamente para nosotros, desde el inicio de los tiempos, lo hemos ido deteriorando, generacin tras generacin, y de forma especialmente aguda con el desarrollo de nuevas tc-nicas y medios para su explotacin. En el olvido de este don de Dios, el hombre ha eximido tambin su respon-sabilidad para la custodia, cuidado y cultivo de la casa comn, como denomina a la creacin el Papa Fran-cisco en su Encclica Laudato si. El hombre ha olvidado ser agradecido con Dios por el hbitat recibido y ha prescindido de su responsabilidad ante la naturaleza. En su nueva Encclica el Santo Padre nos ayuda a tomar conciencia del don de la creacin, de la naturaleza y del propio don de la vida.

    La nueva encclica nos abre un horizonte para tomar conciencia del regalo que es la naturaleza, la casa co-mn, donde todos los seres humanos habitamos; y es que la naturaleza nos abre y acerca al misterio de Dios, y por extensin nos ayuda a tomar conciencia del regalo que es nuestra vida.

    En este nmero especial ofrecemos un resumen de la Encclica, como apoyo para una primera lectura y para ayudarnos a tener una visin de conjunto y detectar las lneas de fondo. Y sin duda, adems de este resumen, recomendamos la lectura de la Encclica. Junto a este resumen de la encclica, incluimos otros contenidos de inters referidos a este asunto, como un texto sobre la santidad de la vida y la economa de explotacin o las mentiras que sobre la agricultura se han divulgado en cuestiones como la productividad o el libre mercado.

    Para tomar concienciade los dones de Dios

    Editorial

  • 4SumarioDirectora:Paqui Pallars Garca

    Redaccin:Rosa Die AlcoleaPedro Flores Medina

    Delegado en Guadix:Antonio Gmez Casas

    Edita: ARZOBISPADO DE GRANADAPlaza Alonso Cano, s/n18001 GRANADA tel.: 958 215 675 e-mail: [email protected]

    Diseo y maquetacin:Secretariado de Medios de Comunicacinde la Archidicesis de Granada

    Sumario02. Voz del Papa

    Es Dios quien hace crecer su ReinoParbolas

    03. Editorial Para tomar conciencia de los dones de Dios

    05. Mirada

    Restauracin de las cubiertas de la iglesia de llora

    Apunta a tus hijos a la clase de religin catlica

    Dales fuerza y esperanza, consuelo ante su dolor

    La visita que no toc el tiembre, a beneficio de Manos Unidas Guadix

    Obra de teatro en beneficio de Critas Pa-rroquial de Hescar

    Filosofa Religiosa Rusa y el Postsecularismo

    El Arzobispo bendice el nuevo ropero de C-ritas Diocesana

    Reunin en beda de los Tribunales de la Provincia Eclesistica de Granada

    Agenda

    13. Textos La santidad de la vida y la economa de explotacin Norman Wirzba

    15. A fondoUn testigo de la unidad de Benedicto y FranciscoLaudato si

    26. Cultura Sobre el libre mercado y la productividad Falacias acerca de la agricultura (II)

    30. Luz de la Palabra Por qu sois tan cobardes? An no tenis fe? XII Domingo del Tiempo Ordinario

  • 5Mirada

    El acuerdo de colaboracin ha sido posible gra-cias a la ilusin y decidido apoyo de la Platafor-ma pro Restauracin de la Iglesia de llora.

    El Arzobispado de Granada, a travs de la parroquia de llora, y el Ayuntamiento de llora han firmado un Convenio de colaboracin para la restauracin de las cubiertas laterales de la iglesia de la Encarnacin de este pueblo granadino.

    Con este Convenio se culmina un proceso de reunio-nes e intenso trabajo iniciado hace ms de un ao entre la Plataforma pro Restauracin de la Iglesia de llora, la Diputacin Provincial de Granada y el Arzo-bispado de Granada.

    El Convenio ha sido posible gracias a la ilusin y el decidido apoyo de la Plataforma pro Restauracin de la Iglesia de llora, quien, en nombre propio y con el apoyo de ms de 600 vecinos, solicit el 2 de agos-

    to de 2014 la tramitacin del expediente al ayunta-miento de la localidad, que ha permitido alcanzar este Convenio y la subvencin otorgada para acometer la restauracin de las cubiertas laterales del templo, que es el monumento ms importante del municipio.

    Dada la catalogacin de Bien de Inters Cultural (BIC) del edificio, las obras se ejecutarn en breve tras los permisos oportunos, siguiendo el proyecto aprobado por Resolucin de la Delegacin Provincial de Cultura de la Junta de Andaluca el 22 de marzo de 2006.

    Agradecemos enormemente a todas estas organi-zaciones y al resto de interesados su trabajo en pro de la restauracin del monumento ms importante de nuestro municipio y tambin a todo el pueblo de llora, quien con su constancia, esfuerzo y tesn estn consiguiendo poco a poco cumplir con nuestro nico objetivo, explic la Plataforma pro Restauracin de la Iglesia de llora.

    Restauracin de las cubiertas de la iglesia de llora Convenio de

    colaboracin

  • 6MiradaApunta a tus hijos a la clase de religin catlica

    Carta pastoral del Obispo de Guadix, Mons. Gi-ns Garca.

    Cada ao por estas fechas, los padres ejercen el de-recho de elegir en los colegios pblicos la clase de religin para sus hijos. Es un derecho amparado por el universal de la libertad religiosa, y por el propio nuestro. Querer una enseanza que dote a sus hijos de formacin en lo tocante a la religin es tan legtimo como darles lo necesario, o datarlos de los medios ms apropiados para su crecimiento y maduracin como hombres y mujeres.

    Pero es necesario reconocer, que como tantas otras cosas importantes en la vida, hemos hecho un pro-blema de este derecho a recibir en la escuela una enseanza religiosa. Pues yo me niego a verlo como un problema y no como una oportunidad. Hay proble-mas, claro que s; pero la enseanza de la religin no puede ser un problema.

    Hablamos, por tanto, de oportunidades y posibilida-des.

    Los padres son los primeros responsables de la educa-cin de sus hijos; las dems instancias, tanto pblicas como privadas, tienen slo un papel subsidiario para proteger y ayudar a los principales educadores. Los pa-dres tienen que encontrar en la escuela un medio que les ayude a educar a sus hijos en los valores y creencias que ellos tienen.

    Los padres cristianos saben que una educacin inte-gral pasa por la formacin religiosa de sus hijos, y as lo exigen como ciudadanos dotados de derechos a las instancias pblicas. En nuestra dicesis de Guadix, ms del 90% de los padres piden la educacin reli-giosa. Sera una negacin de la libertad y del derecho privar a los nios y adolescentes de esta educacin.La religin en el aula trata sobre Dios y sobre el fe-nmeno religioso, pero al mismo tiempo introduce al alumno en una cultura marcada por el cristianismo. Cmo se puede explicar el arte o la literatura de oc-cidente sin conocimientos del cristianismo? Cmo entender nuestro medio sin la huella cristiana? Qu importante tambin el conocimiento de personas que en la historia han sido modelo de vida para muchos, y que hoy son ejemplo tambin para nosotros. Ade-ms, sin olvidar los valores humanos que nacen de la conciencia cristiana: amor, dilogo, tolerancia, compa-sin, etc.

    La clase de religin dar la posibilidad a los hijos de co-nocer los fundamentos de la fe y crecer como hombres y mujeres de bien. Me pregunto, a quin estorba la religin en la escuela? Es un problema ideolgico?; en ese caso, por qu no respetar las ideas del otro? Acaso los padres creyentes son menos contribuyen-tes que los que no los son?

    No quiero olvidar al colectivo de enseantes de reli-gin que acompaan a los alumnos con maestra y dedicacin. Yo mismo he podido ver en los centro de enseanza de nuestra dicesis el afecto que alumnos y compaeros tienen a los profesores de religin. Y, gracias a Dios, son muchos los profesores y directivos de centros que respetan esta opcin y colaboran leal-mente con ella, sin zancadillas.

    Unas palabras para agradecer, de igual modo, la labor de los centros de enseanza concertados de inspira-cin catlica, que en nuestra dicesis son cinco, y que realizan un trabajo muy hermoso con centenares de alumnos. Bajo la gua del Evangelio hacen crecer a los nios y jvenes como personas y como cristianos.

    Queridos padres, os invito a todos a seguir eligiendo la enseanza de la religin catlica para vuestros hijos, les haris un gran bien con esta opcin. No olvidis que Dios s es importante, y que su cercana nos hace a todos mejores. Slo por eso, apunta a tu hijo a clase de religin catlica.

    + Gins, Obispo de Guadix

  • 7MiradaDales fuerza y esperanza, consuelo ante su dolor

    Celebrada la Plegaria musical en Granada por la paz, los cristianos perseguidos y por la conver-sin de los perseguidores, cantada y orada en comunin el pasado da 14 en el Auditorio Ma-nuel de Falla, en una iniciativa promovida por el Coro Santa Cecilia de la S.I Catedral.

    La imagen reproducida en estos ltimos meses de mi-les de cristianos perseguidos y las brutales escenas de hombres, mujeres y nios asesinados a causa de la fe en los pases de Oriente Medio han convulsionado la mayora de los corazones. En otros casos, esas mis-mas imgenes se han visto con indiferencia, como de si una pelcula se tratara, con ojos anestesiados ante la violencia y justificados por una lejana territorial y cultural.

    La realidad, si no se mira con ojos anestesiados, provo-ca el corazn de la persona, que le hace estar dolorida e intranquila por lo que all viven miles de personas. Esta realidad y el deseo de hacer algo juntos, en co-munin, para recurrir a Aqul que todo lo puede y que vence la muerte aunque nos arrebaten la muerte, tu gracia vale ms que la vida es el testimonio que cada da vemos en estos hermanos en la fe- es el origen de esta Plegaria musical. Se trata de una iniciativa surgi-da en la Archidicesis de Granada, promovida por el Coro Santa Cecilia de la S.I Catedral, con su Directora, Veronika Gosch, y uno de sus miembros, ngel Luis Benito, para orar juntos al Seor por la paz y por los cristianos perseguidos. Tal es as que el pblico con-gregado en el Auditorio Manuel de Falla, el pasado da 14, con los miembros de 15 coros distintos, entre ellos

    jvenes de la Schola Pueri Cantores de la Catedral, cantaron juntos una oracin por la paz y los cristianos perseguidos compuesta expresamente para este mo-mento. Con una sola voz, en comunin, en oracin, dice el texto: Padrenuestro que nos amas, Padre de misericordia, Padre colmado de amor, mira a tus hijos que sufren perseguidos por su fe, que mueren por Je-sucristo y esperan llegar a l.

    Haciendo propias en esta plegaria musical las palabras de San Agustn Quien canta, ora dos veces-, las sopranos del coro, junto al pblico, elevaron su voz con esta oracin, mientras el resto del coro cantaba al mismo tiempo el Ave Mara. Por su parte, Brbara Arredondo, soprano solista, elevaba tambin su voz recogiendo las palabras de Jess en la Cruz: Padre, perdnales, porque no saben lo que hacen. Y es que en el encuentro de oracin musical se rez no slo por los perseguidos, sino tambin por los perseguidores, por aquellos que hoy estn cargados de odio y violen-cia en su corazn y en sus ojos, para que el Seor cam-bie sus corazones y los convierta, porque para Dios nada hay imposible.

    A lo largo de esta interpretacin fue sucedindose otra oracin hablada por la paz y por nuestros herma-nos, as como por la conversin de los perseguidores, en distintos idiomas: alemn, armenio, chino, espaol, francs, griego, ingls, italiano, japons, rumano, ruso y ucraniano. La oracin principal por la paz y los cris-tianos perseguidos ha sido compuesta por ngel Luis Benito, con msica de Veronika Gosch y orquestacin de ngel Lpez Carreo. Asimismo, en un momen-

    Auditorio Manuel de Falla el pasado domingo da 14.

  • 8Mira de Amescua estrena una obra de teatro el sbado 27 de junio.

    La obra que se llevar a escena se llama La visita que no toc el timbre, de Joaqun Calvo Sotelo, cuya re-presentacin ser en el teatro Mira de Amescua, de Guadix, el sbado 27 de junio, las 21 horas.

    Lo que se recoja en taquilla ser destinado al proyecto emprendido por Manos Unidas de la Dicesis de Guadix, que consiste en la am-pliacin de una escuela en Mada-gascar, para facilitar la enseanza a cientos de chicos y chicas en una de las zonas ms pobres del plane-ta.

    UNA COMPAA GRANADINA

    Surgi en Granada en 1994 con el propsito principal de recuperar para el pblico nuestro teatro reli-gioso del Siglo de Oro. Est com-puesta por aficionados que dedican

    muchas horas de su tiempo libre a la preparacin de obras dramticas de forma totalmente desinteresada.

    En sus 21 aos de existencia ha realizado centenares de representaciones, especialmente de autos sacra-mentales, con gran xito. Pero, sin abandonar este objetivo, tambin han restado atencin a otros gne-ros teatrales, como es el caso de la obra actual.

    Miradato determinado se elevaba a Dios la splica: Te lo pedimos, Seor, dales fuerza y esperanza, consuelo ante su dolor, y guarda en sus corazones el regalo del perdn. Mara, Auxiliadora y Reina de la paz, intercede por nosotros.

    La certeza de que Cristo est es lo que lleva a nuestros hermanos cristianos de Oriente a seguir permanecien-do en estas tierras: No es el momento de huir. Nos quedamos aqu. Pedir por nosotros. Slo necesitamos saber que peds por nosotros, afirmaba hace meses una joven cristiana de Oriente a nuestro Arzobispo, ante el ofreciendo de Mons. Javier Martnez de aco-gerles en la Archidicesis para evitar las persecuciones y la muerte a causa de la fe.

    La Plegaria musical por la paz y por los cristianos per-seguidos concluy con la bendicin final de nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martnez, a los asistentes y a nuestros hermanos en la fe.

    El Secretariado de Medios de Comunicacin Social del Arzobispado de Granada ha elaborado un sencillo v-deo para compartir esta oracin cantada y que hoy

    pueda seguir rezndose y cantndose con esta finali-dad, por la paz y nuestros hermanos perseguidos, en comunin.

    Paqui Pallars

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    LEER NOTICIA AMPLIADA

    La visita que no toc el timbre, a beneficio de Manos Unidas Guadix

    La compaa granadina en una representacin anterior.

  • 9Mirada

    Obra de teatro en beneficio de Critas Parroquial de Huscar

    La asociacin Al Agua Santas Benditas, de Huscar, represent el pasado da 13 la obra de teatro El ca-samiento, de Javier de Carmen, a beneficio de Cri-tas Parroquial de Huscar.

    Desde Critas Parroquia de Huscar agradecen el gesto a la asociacin Al agua Santas Benditas y al propio Javier de Carmen por haber representado la obra de manera desinteresada. Tambin agradecen la labor de la Herman-dad del Santo Sepulcro, que ha favorecido esta iniciativa solidaria, y la colaboracin del Ayuntamiento de Huscar, que ha permitido que se representa en el teatro de la lo-calidad.

    En Guadix han actuado varias veces, representando La Hidalga del Valle, El Pintor de su Deshonra y El Gran Teatro del Mundo, de Caldern de la Barca (esta l-tima el ao pasado a beneficio de Manos Unidas), as como Sol de Medianoche, de nuestro ilustre paisano Antonio Mira de Amescua, cuyo nombre escogieron para identificarse y honrar su memoria.

    LA OBRA

    Esta obra fue estrenada en Madrid en 1949, con tal xito que, adems de pasearse por toda la geografa espaola, fue objeto de una pelcula. Los ingredien-tes que conforman esta comedia pueden resumirse

    en tres: unas gotas de humor fino, otras de ternura y algunas tambin de poesa. Con estos elementos bien ensamblados, el autor consigue una corriente de simpata entre intrpretes y pblico que facilitar la in-troduccin del pensamiento moralizador de la obra: la solidaridad humana.

    Con un argumento bastante original, lo ms destaca-do del caso es que el autntico y verdadero protago-nista no habla ni una sola palabra y apenas lo vemos desde que se presenta por sorpresa en el piso de los hermanos Villanova hasta tambin su inesperada par-tida despus de llegar. Pero para los dos hermanos, esa corta visita no habr sido estril.

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    El casamiento es una obra que alterna escenas dia-logadas con nmeros musicales. Un vodevil de am-biente y personajes populares, lleno de sentido de humor y de equvocos, que pretende como poco divertir al espectador.

    Critas Parroquial de Huscar viene realizando una gran labor solidaria, sobre todo en estos tiempos de crisis. Durante el ao son muchas las iniciativas y colectas que realizan para recoger alimentos y fondos que les permitan afrontar las situaciones de pobreza que se dan en Huscar. Y, cada vez ms, cuentan con el apoyo y la confianza de los oscenses que colaboran con sus donativos y, en ocasiones, realizando trabajos como voluntarios.

  • 10

    MiradaFilosofa Religiosa Rusa y el Postsecularismo

    Del 11 al 13 de junio en la Universidad Pontificia Juan Pablo II de Cracovia (Polonia) tuvo lugar el Congreso Anual Internacional Krakow Meetings 2015, organizado por la Facultad de Filosofa de la Universidad Pontificia Juan Pablo II de Cracovia en colaboracin con el Instituto de Filosofa Edith Stein (IAP-IFES) y el Centro Internacional para el Estudio del Oriente Cristiano (ICSCO) de la Archi-dicesis de Granada, entre otros.

    El tema de este ao fue Filosofa Religiosa Rusa y el Postsecularismo. Tras la famosa conferencia del 2001 de Jrgen Habermas, en la que el filsofo hizo un llamamiento a que la razn ilustrada comenzara a usar la herencia religiosa de la humanidad, an existente en nuestra sociedad, muchos autores, incluidos Jac-ques Derrida, Alain Badiou, Slavoj Zizek, Giorgio Agamben y otros, inesperadamente empezaron a in-teresarse por el Cristianismo. Por otro lado, el movi-miento de la Radical Ortodoxy, que est en un fuerte desarrollo (John Milbank, Catherine Pickstock, Gra-ham Word y otros), y los autores como William Cava-naugh o nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martnez, intentan responder a esta pregunta desde el punto de vista cristiano. Por lo tanto, los organizadores del Con-greso decidieron incluir en esta importante discusin contempornea a los filsofos religiosos rusos de los siglos XIX y XX, tales como a Vladimir Soloviev, p. Pavel Florensky, p. Serguei Bulgakov, p. Georgy Florovsky o Aleksei Losev, entre otros, que haban formulado una concepcin nica sobre las relaciones entre la religin y la ciencia, la filosofa, la cultura y la vida social y cuya herencia no slo no ha perdido su actualidad hoy en da, sino que tiene palabra que decir en esta actual discusin del Occidente.

    En Krakow Meetings 2015 participaron especialistas en filosofa, teologa, antropologa y cultura de muchos pases del mundo, como, por ejemplo, Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Polonia, Israel, Holanda, la Gran Bretaa, Italia, los Estados Unidos, Espaa, etc.

    Las instituciones acadmicas de nuestra Dicesis fue-ron representadas por Artur Mrowczynski-Van Allen, Director del Departamento Eslavo del Centro Internacional para el Estudio del Oriente Cristiano (IC-SCO) y profesor del Instituto de Filosofa Edith Stein (IAP-IFES), Miembro del Comit Cientfico del Congre-so; por Aaron Riches, profesor del Instituto de Filo-sofa Edith Stein (IAP-IFES) y del Instituto de Teologa Lumen Gentium, que ofreci su ponencia sobre Eleusa: el secularismo, el post-secularismo y la sofiologa rusa; y por Olga Tabatadze, profesora del Centro Interna-cional para el Estudio del Oriente Cristiano (ICSCO), cuya ponencia se centr en La revista Put (1925-1941) y la cuestin de la libertad en el contexto de la cultura europea post-secular.

    Parte imprescindible del Congreso form el debate El Cristianismo y el conflicto en el que los participantes discutieron el conflicto ruso-ucraniano, tema de mu-cha actualidad, puesto que la filosofa est llamada a ofrecer una explicacin racional tambin de una expe-riencia actual, que forma parte del campo de estudio y del quehacer filosfico. Este importante debate fue presidido por los profesores Aaron Riches, Natalia Va-ganova (Rusia) y Gennadii Aliaev (Ucrania).

    Finalmente, Krakow Meetings 2015 termin con un paseo filosfico y el gran deseo por parte de todos los participantes de volver a encontrarse de nuevo en otras ediciones del Congreso para continuar la conversacin sobre la filosofa religiosa rusa y la actualidad.

    El profesor en los Institutos Lumen Gentium y Edith Stein de la Archidicesis Aaron Riches durante su exposicin.

  • 11

    MiradaEl Arzobispo bendice el nuevo ropero de Critas Diocesana

    Mons. Javier Martnez tambin ha visitado las ins-talaciones con el equipo directivo de Critas Dio-cesana y los responsables del ropero.

    Nuestro Arzobispo fue recibido en la sede central de Critas Diocesana su Delegado en Granada, D. Alfon-so Marn, y su Director, Javier de Benavides, Director, acompaados por otros miembros de Critas Diocesa-na.

    BENDICIN DEL ARZOBISPO

    Mons. Javier Martnez accedi a las instalaciones del ropero, salud a los trabajadores y voluntarios, y bendi-jo el local con unas palabras previas de afecto a la labor que se realiza en el ropero: El signo de que el Seor est con nosotros es que cuando nos encontramos con un ser humano lo miramos con la misma mirada con la que el Seor nos mira a nosotros, lo amamos con el

    mismo amor con el que el Seor nos ama a nosotros, o deseamos amarle con ese amor. No siempre nos sale espontneo o no siempre somos capaces, pero nuestro deseo y nuestra splica es que siempre, a cualquier ser humano, est como est, le podamos mirar con el mis-mo amor con el que el Seor le mira a ese ser humano y nos mira a nosotros, sealo Mons. Martnez.

    El Arzobispo ha explicado por qu se realiza el rito de la bendicin: El agua bendita no es ningn rito mgico, el agua bendita es hacer memoria de la Pasin y de la Resurreccin de Cristo, y del Bautismo por el cual el Seor se ha unido a nosotros.

    Despus de la bendicin, Irene Estvez, la responsa-ble del ropero diocesano de Critas, ha explicado al Arzobispo el funcionamiento y las tareas que se reali-zan y le ha enseado las instalaciones, acompaada del equipo directo de Critas Diocesana y otros miembros.

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    AGENDA

    Federacin. Eucarista de accin de gracias y clausura del curso cofrade con la Real Federacin de Herman-dades y Cofradas de Semana Santa en Granada. El da 22 a las 20:30 horas en la S.I Catedral, presidida por Mons. Javier Martnez.

    Documentales. Proyeccin de los documentales Walking next to the wall y Nasarah sobre cristianos de Oriente, los das 22 y 23 de junio, respectivamente, a las 20 horas, en el Centro Cultural del Arzobispado (Edi-ficio Curia Metropolitana). Entrada gratuita. El martes 23 la proyeccin contar con la presentacin por parte de su autor, el periodista Fernando de Haro.

    Concierto solidario. A beneficio de Proyecto Hombre Granada, en el marco del Festival Internacional de Msica y Danza, se celebra un concierto solidario de poesa de Santa Teresa y msica, el da 28 a las 21 horas en el saln de actos de la antigua capilla del Colegio Mximo de Cartuja, actual Facultad de Comunicacin y Documentacin de la UGR.

    Mirada

    Desde Granada, asisti el Vicario Judicial de la Dicesis, D. Sebastin Snchez Maldonado, en un encuentro en el que se emplaz a los parti-cipantes a asistir al IX Simposio de Derecho ma-trimonial y procesal cannico, que se celebrar en septiembre en el Seminario San Cecilio de Granada.

    El Tribunal Eclesistico Metropolitano de Granada par-ticip los das 15 y 16 en la reunin que los Tribunales de la Provincia Eclesistica han celebrado en el muni-cipio jiennense de beda. En la Casa de Espiritualidad de los PP. Carmelitas Descalzos en beda se congre-garon los miembros de los Tribunales Eclesisticos de Almera, Cartagena, Granada, Guadix, Mlaga y Jan.

    En representacin del Tribunal Metropolitano de Gra-nada estuvo el Vicario Judicial, D. Sebastin Snchez Maldonado. La reunin comenz con una ponencia a cargo del Vicario Judicial de Jan, D. Pedro Jos Mar-tnez Robles, titulada El error que determina la volun-

    tad del c. 1099. Posteriormente, el P. Francisco Vctor Lpez Fernndez, OCD realiz una visita guiada al Museo de San Juan de la Cruz, en la que todos pudie-ron conocer las salas, as como las reliquias, obras de arte y enseres expuestos en aquel Museo.

    En el encuentro los participantes tambin se ocuparon de asuntos propios de los Tribunales, como el prxi-mo IX Simposio de Derecho matrimonial y procesal cannico, que tendr lugar los prximos 24 al 26 de septiembre de 2015 en el Seminario Diocesano de Granada, organizado por el Tribunal Eclesistico Me-tropolitano de Granada.

    Los veintids asistentes a la reunin realizaron una vi-sita guiada a la Baslica Menor de Santa Mara de los Reales Alczares y tambin a la Iglesia del Salvador, de beda. La reunin concluy con la invitacin a asistir al Simposio que en el mes de septiembre se celebrar en nuestra Dicesis de Granada.

    Reunin en beda de los Tribunales de la Provincia Eclesistica de Granada

    Participantes en la reunin de los Tribunales de la Provincia Eclesistica de Granada.

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    Y muchas organizaciones cristianas, si no la mayora, parecen hoy en da estar perfectamente a gusto con la economa militar-industrial y su destruccin cientfica de la vida. Sin duda, si queremos permanecer libres y permanecer fieles a nuestra herencia religiosa, tenemos que mantener una clara separacin entre la iglesia y el estado. Pero si queremos conservar algn sentido o co-herencia o significado en nuestras vidas, no podemos tolerar la actual desconexin total entre la religin y la economa. Por economa no me refiero a la carrera universitaria que lleva ese nombre, y que es el estudio de cmo hacer dinero, sino ms bien a los caminos para hacer y cuidar una casa humana, un hogar, y los cami-nos para situar y mantener esa casa humana dentro de la casa de la naturaleza. Desinteresarse de la economa es desinteresarse de la prctica de la religin; es desinte-resarse de la cultura y de lo que distingue a lo humano.

    Probablemente la cuestin ms urgente con la que se enfrentan las personas que quieren dar su adhesin a la

    Biblia es sta: Qu tipo de economa se correspondera con la santidad de la vida? Cul sera la economa, cu-les seran las prcticas y las restricciones de un modo de atender a las necesidades de la vida que fuese adecua-do para los cristianos? No creo que hoy la cristiandad institucional tenga una idea clara sobre ello. (**Nota) Creo que su idea de una economa cristiana es sin ms la de la economa industrial, que es una economa fir-memente fundada en los siete pecados capitales y en el quebrantamiento de todos y cada uno de los Diez Mandamientos. Evidentemente, si el cristianismo quiere sobrevivir como algo ms que un respetuoso servidor y alentador de las iniquidades que resultan lucrativas, en-tonces los cristianos, aparte de cules sean sus organiza-ciones, van a tener que interesarse por la economa, es decir, por la naturaleza y por el trabajo. Van a tener que dar respuestas viables a quienes dicen que no es posible vivir sin esta economa que nos est destruyendo a no-sotros y al mundo, y ven la destruccin de la creacin como la nica forma posible de vida.

    Evidentemente, el sentido de la santidad de la vida no es compatible con una economa explotado-ra. No es posible que tengamos conciencia de que la vida es sagrada y que al mismo tiempo estemos tan contentos viviendo de unas prcticas econmicas que a diario destruyen la vida y merman su posibilidad.

    Norman Wirzba

    La santidad de la vida yla economa de explotacin

    Textos

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    La santidad de la vida se oscurece tambin en la con-ciencia de los cristianos actuales por la idea de que el nico lugar sagrado es la iglesia como edificio. Puede que esta idea sea ms dada por supuesta que enseada explcitamente; sin embargo, es verdad que a los cristia-nos se les anima desde la infancia a pensar en el edificio de la iglesia como casa de Dios, y a la mayora les costara un terrible esfuerzo y una enorme vergenza considerar sus casas, o sus granjas o sus tiendas o sus fbricas, como lugares sagrados. Es comprensible que a los americanos de hoy les resulte difcil considerar sus viviendas o sus lugares de trabajo como lugares sagra-dos, porque la mayora de ellos son lugares de profana-cin, profundamente implicados en la destruccin de la creacin. La idea de la santidad exclusiva de los edificios de las iglesias, desde luego, es decididamente incompatible con la idea, que tambin se ensea en las iglesias, de que Dios est presente en todas partes para or nuestras plegarias. Es incompatible con la Sagrada Escritura. La idea de que un artefacto de fabricacin humana pueda contener a Dios fue expresamente rechazada por Salo-mn en su oracin de la dedicacin del Templo: Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, cunto menos este templo que yo te he erigido! (1 R 8, 27). Y estas palabras de Salomn las recordaba mil aos despus San Pablo, predicando en Atenas: El Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene, siendo como es Seor de cielo y tierra, no habita en templos construi-dos por manos humanas... Pues en l vivimos, nos mo-vemos y existimos, como han dicho algunos de vosotros (Hech 17, 24 y 28).

    La idolatra se reduce siempre a la adoracin de algo hecho con manos humanas, de algo que se halla limi-tado dentro de los trminos del trabajo y de la compren-sin humanos. Por eso Salomn y San Pablo insistan en la inmensidad y en la trascendencia de Dios, liberndolo, como si dijramos, de nuestras ideas acerca de l. No se le puede cercar, ponerle bajo control humano, como a una criatura domstica; es el ser ms incontrolable que existe. La presencia de Su espritu en nosotros es nuestra condicin indmita, nuestra unin con lo indmito de la creacin. Por eso es por lo que resulta tan peligroso so-meter las cosas de la naturaleza a propsitos humanos, y por lo que frecuentemente eso nos da como resultado el mal, la divisin y la profanacin. Por eso es por lo que los poetas de nuestra tradicin le han atribuido a la natura-leza tantas veces el papel, no slo de madre o abuela, sino tambin el del maestro y el del juez ms grande que hay sobre la tierra, una figura misteriosa y de gran poder. Los requisitos que el propio Jess establece para su iglesia no tienen nada que ver con albailera ni con carpintera, sino con personas; su iglesia est donde estn dos o tres reunidos en mi nombre (Mt 18, 20).

    ** Nota: Se podran fcilmente citar aqu algunos textos de la

    Doctrina Social de la Iglesia Catlica que van en la direccin de

    lo que aqu seala Wendell Berry, pero hay que reconocer

    que, en esto como en otros muchos aspectos de la Doctrina

    Social de la Iglesia, sta se queda en gran medida en los tex-

    tos magisteriales, mientras que la vida de la inmensa mayora

    de las comunidades cristianas concretas est totalmente colo-

    nizada por las categoras de la cultura de la Ilustracin y por

    sus liturgias y sus prcticas econmicas y polticas. En cuanto a

    los textos mismos, adems de la Encclica del Papa Francisco,

    cf. especialmente el Captulo X del Compendio de la Doctrina

    Social de la iglesia, Librera Editrice Vaticana, 2005, 252-271,

    donde se halla una sntesis de las enseanzas anteriores de la

    Iglesia en este punto; cf. tambin San Juan Pablo II, Mensaje a

    la XXIII Jornada mundial de la Paz, 1990, que lleva como ttulo:

    Pace con Dio Creatore, pace con tutto il creato.

    Textos

  • 15

    La publicacin el jueves 18 de la encclica Laudato Si constituye un testimonio de continuidad entre el Papa Francisco y su predecesor el Papa Bene-dicto XVI. A diferencia de lo escrito por algunos medios de comunicacin intentando enfrentar y oponer a Francisco y Benedicto, la publicacin de la segunda encclica del Papa Francisco testimo-nia la profunda unidad de fe y espritu que une a los dos ltimos Papas.

    De hecho, el mundo vio las imgenes de dicha unidad entre el Papa entrante y el saliente en las fotos que se publicaron de su reunin en Castel Gandolfo donde, solo unos das despus de la eleccin del Papa Fran-cisco, ste fue a saludar y rezar con el Papa emrito. Ms an, el testimonio pblico de esta unidad se vio claramente con la publicacin de la primera encclica

    del Papa Francisco Lumen Fidei (LF)un documento magisterial que fue casi enteramente legado a l por el Papa Benedicto: Estas consideraciones sobre la fe... pretenden sumarse a lo que el Papa Benedicto XVI ha escrito en las Cartas encclicas sobre la caridad y la es-peranza. l ya haba completado prcticamente una primera redaccin de esta Carta encclica sobre la fe. Se lo agradezco de corazn y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, aadiendo al texto algunas aportaciones (LF, 7). Que Francisco recibiera la enccli-ca de Benedicto y la publicara como propia deja claro el profundo sentido de unidad con su predecesor. Esta unidad fundamental est presente tanto en Laudato Si como en la urgencia compartida por ambos Papas de abordar la cuestin de la ecologa y la obligacin cristia-na de cuidar la creacin.

    Un testigo de la unidad deBenedicto y Francisco

    aFondo

    Laudato si

  • 16

    En primer lugar: no es el caso que la preocu-pacin por el medio ambiente site de algu-na manera al Papa Francisco en desacuer-do con Benedicto. Muy al contrario, en su preocupacin por los problemas del medio ambiente Francisco est siguiendo el cami-no abierto por Benedicto XVI, quien fue ex-traoficialmente apodado como el Papa de la Ecologa por haber firmado un acuerdo que converta a la Ciudad del Vaticano en el primer estado europeo con emisin neutra de carbono (CO2). Como resultado de dicha iniciativa ecolgica de Benedicto, dos mil paneles fotovoltaicos fueron instalados en lo alto del tejado del Aula Pablo VI o Sala Ner-vi, uno de los edificios principales del Vatica-no, permitiendo a la Santa Sede reducir sus emisiones de dixido de carbono en torno a las 225 toneladas al aoy ahorrando de esa forma el equivalente a 80 toneladas de gasleo anualmente. El proyecto consigui el European Solar Prize de 2008. Estos pa-neles solares fueron complementados con otras actuaciones, entre las cuales podemos destacar un proyecto de reforestacin finan-ciado por el Vaticano en una isla pelada en el ro Tisa. En 2007, dicha extensin de 15 hectreas de tierra fue de hecho rebautiza-da como el Bosque Climtico Vaticano y, en teora, est pensada para absorber tan-to CO2 como el que produce la Ciudad del Vaticano. Todas estas actuaciones fueron llevadas a cabo gracias a la insistencia del Papa Benedicto XVI a que la comunidad in-ternacional comience a respetar y fomentar una cultura ecolgica.

    A la luz de todo esto, la encclica Laudato Si expresa y difunde todava ms la propuesta de la Iglesia con respecto a la ecologa, el medio ambiente y la creacin. La novedad de la encclica consiste en iluminar, desde la fe y la enseanza de la Iglesia, la cuestin ecolgica. Por eso, la publicacin de Lauda-to Si sita al Papa Francisco como nuestro segundo Papa de la Ecologa.

    Aaron RichesArchidicesis de Granada

    Publicado en el BlogCiudad de Dios y de los hombres

    www.arzobispodegranada.es/blog

    aFondo

  • 17

    aFondo

    La tierra es un don de Dios; es nuestra casa, don-de habitamos. Este regalo, donado gratuitamen-te para nosotros, desde el inicio de los tiempos, lo hemos ido deteriorando, generacin tras ge-neracin, y de forma especialmente aguda con el desarrollo de nuevas tcnicas y medios para su explotacin. En el olvido de este don de Dios, el hombre ha eximido tambin su responsabilidad para la custodia, cuidado y cultivo de la casa comn, como denomina a la creacin el Papa Francisco en su Encclica Laudato si. El hombre ha olvidado ser agradecido con Dios por el h-bitat recibido y ha prescindido de su responsa-bilidad ante la naturaleza. En su nueva Encclica el Santo Padre nos ayuda a tomar conciencia del don de la creacin, de la naturaleza y del propio don de la vida. Ofrecemos un resumen de la En-cclica, como apoyo para una primera lectura y para ayudarnos a tener una visin de conjunto y detectar las lneas de fondo. Adems de este resumen, recomendamos la lectura de la Enccli-ca Laudato si.

    Qu tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los nios que estn creciendo? (n. 160). Esta pregunta est en el centro de Laudato si, la espe-rada Encclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa comn. Y contina: Esta pregunta no afec-ta slo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestin de modo fragmentario, y nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y el valor de la vida social: Para qu pa-samos por este mundo?, para qu vinimos a esta

    vida?, para qu trabajamos y luchamos?, para qu nos necesita esta tierra?: si no nos planteamos estas preguntas de fondo -dice el Pontfice no creo que nuestras preocupaciones ecolgicas puedan obtener resultados importantes.

    La Encclica toma su nombre de la invocacin de san Francisco, Laudato si, mi Signore, que en el Cntico de las creaturas recuerda que la tierra, nuestra casa comn, es tambin como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos (1). Nosotros mis-mos somos tierra (cfr Gn 2,7). Nuestro propio cuer-po est formado por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura (2).

    Pero ahora esta tierra maltratada y saqueada clama (2) y sus gemidos se unen a los de todos los abando-nados del mundo. El Papa Francisco nos invita a es-cucharlos, llamando a todos y cada uno individuos, familias, colectivos locales, nacionales y comunidad internacional a una conversin ecolgica, segn expresin de San Juan Pablo II, es decir, a cam-biar de ruta asumiendo la urgencia y la hermosura del desafo que se nos presenta ante el cuidado de la casa comn. Al mismo tiempo, el papa Francisco reconoce que se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturale-za, y crece una sincera y dolorosa preocupacin por lo que est ocurriendo con nuestro planeta (19), permitiendo una mirada de esperanza que atraviesa toda la Encclica y enva a todos un mensaje claro y esperanzado: La humanidad tiene an la capacidad

    La tierra, nuestra casa comn

  • 18

    aFondode colaborar para construir nuestra casa comn (13); el ser humano es todava capaz de intervenir positiva-mente (58); no todo est perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pue-den tambin superarse, volver a elegir el bien y regene-rarse (205).

    El Papa Francisco se dirige, claro est, a los fieles ca-tlicos, retomando las palabras de San Juan Pablo II: Los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la creacin, as como sus deberes con la na-turaleza y el Creador, forman parte de su fe (64), pero se propone especialmente entrar en dilogo con todos sobre nuestra casa comn (3): el dilogo aparece en todo el texto, y en el captulo 5 se vuelve instrumento para afrontar y resolver los problemas. Desde el principio el papa Francisco recuerda que tambin otras Iglesias y Comunidades cristianas como tambin otras religio-nes han desarrollado una profunda preocupacin y una valiosa reflexin sobre el tema de la ecologa (7). Ms an, asume explcitamente su contribucin a partir de la del querido Patriarca Ecumnico Bartolom (7), am-pliamente citado en los nn. 8-9. En varios momentos, adems, el Pontfice agradece a los protagonistas de este esfuerzo tanto individuos como asociaciones o institu-ciones, reconociendo que la reflexin de innumerables cientficos, filsofos, telogos y organizaciones sociales [ha] enriquecido el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones (7) e invita a todos a reconocer la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecologa inte-gral y para el desarrollo pleno del gnero humano (62).

    RECORRIDO DE LA ENCCLICA

    El recorrido de la Encclica est trazado en el n. 15 y se desarrolla en seis captulos. A partir de la escucha de la si-tuacin a partir de los mejores conocimientos cientficos

    disponibles hoy (cap. 1), recurre a la luz de la Biblia y la tradicin judeo-cristiana (cap. 2), detectando las races del problema (cap. 3) en la tecnocracia y el excesivo repliegue autorreferencial del ser hu-mano. La propuesta de la Encclica (cap. 4) es la de una ecologa integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales (137), inse-parablemente vinculadas con la situacin ambien-tal. En esta perspectiva, el Papa Francisco propone (cap. 5) emprender un dilogo honesto a todos los niveles de la vida social, que facilite procesos de decisin transparentes. Y recuerda (cap. 6) que ningn proyecto puede ser eficaz si no est anima-do por una conciencia formada y responsable, su-giriendo principios para crecer en esta direccin a nivel educativo, espiritual, eclesial, poltico y teol-gico. El texto termina con dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en un Dios creador omnipotente (246), y la otra propuesta a quienes profesan la fe en Jesu-cristo, rimada con el estribillo Laudato si, que abre y cierra la Encclica.

    El texto est atravesado por algunos ejes temti-cos, vistos desde variadas perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: La ntima relacin entre los pobres y la fragilidad del planeta, la con-viccin de que en el mundo todo est conecta-do, la crtica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnologa, la invitacin a buscar otros modos de entender la economa y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecologa, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabi-lidad de la poltica internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. (16).

  • 19

    El captulo asume los descubrimientos cientficos ms recientes en materia ambiental como ma-nera de escuchar el clamor de la creacin, para convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y as reconocer cul es la contribucin que cada uno puede aportar (19). Se acometen as varios aspectos de la actual crisis ecolgica (15).

    EI cambio climtico: Si el clima es un bien comn, de todos y para todos (23), el impacto ms grave de su alteracin recae en los ms pobres, pero muchos de los que tienen ms recursos y poder econmico o poltico parecen concentrarse sobre todo en enmas-carar los problemas o en ocultar los sntomas (26): La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la prdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros seme-jantes sobre el cual se funda toda sociedad civil (25).

    La cuestin del agua: El Papa afirma sin ambages que el acceso al agua potable y segura es un derecho hu-mano bsico, fundamental y universal, porque deter-mina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condicin para el ejercicio de los dems derechos humanos. Privar a los pobres del acceso al agua sig-nifica negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable (30).

    La prdida de la biodiversidad: Cada ao desapare-cen miles de especies vegetales y animales que ya no

    podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrn ver, perdidas para siempre (33). No son slo even-tuales recursos explotables, sino que tienen un va-lor en s mismos. En esta perspectiva son loables y a veces admirables los esfuerzos de cientficos y tcni-cos que tratan de aportar soluciones a los problemas creados por el ser humano, pero esa intervencin humana, cuando se pone al servicio de las finanzas y el consumismo, hace que la tierra en que vivimos se vuelva menos rica y bella, cada vez ms limitada y gris (34).

    La deuda ecolgica: en el marco de una tica de las relaciones internacionales, la Encclica indica que exis-te una autntica deuda ecolgica (51), sobre todo del Norte en relacin con el Sur del mundo. Frente al cambio climtico hay responsabilidades diversifi-cadas (52), y son mayores las de los pases desarro-llados.

    Conociendo las profundas divergencias que existen respecto a estas problemticas, el Papa Francisco se muestra profundamente impresionado por la debili-dad de las reacciones frente a los dramas de tantas personas y poblaciones. Aunque no faltan ejemplos positivos (58), seala un cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad (59). Faltan una cultura adecuada (53) y la disposicin a cambiar de estilo de vida, produccin y consumo (59), a la vez que urge crear un sistema normativo que [...] asegure la pro-teccin de los ecosistemas (53).

    aFondoLo que le est pasando a nuestra casa. Captulo I

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    aFondo

    Para afrontar la problemtica ilustrada en el ca-ptulo anterior, el Papa Francisco relee los relatos de la Biblia, ofrece una visin general que pro-viene de la tradicin judeo-cristiana y articula la tremenda responsabilidad (90) del ser humano respecto a la creacin, el lazo ntimo que exis-te entre todas las creaturas, y el hecho de que el ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos (95).

    En la Biblia, el Dios que libera y salva es el mismo que cre el universo, y en l se conjugan el cari-o y el vigor (73). El relato de la creacin es central para reflexionar sobre la relacin entre el ser humano y las dems criaturas, y sobre cmo el pecado rompe el equilibrio de toda la creacin en su conjunto. Es-tas narraciones sugieren que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relacin con Dios, con el prjimo y con

    la tierra. Segn la Biblia, las tres relaciones vitales se han roto, no slo externamente, sino tambin dentro de nosotros. Esta ruptura es el pecado (66).

    Por ello, aunque si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Es-crituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio abso-luto sobre las dems criaturas (67). Al ser humano le corresponde labrar y cuidar el jardn del mundo (cf. Gn 2,15) (67), sabiendo que el fin ltimo de las dems criaturas no somos nosotros. Pero todas avan-zan, junto con nosotros y a travs de nosotros, hacia el trmino comn, que es Dios (83).

    Que el ser humano no sea patrn del universo no significa igualar a todos los seres vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar que lo caracteriza ni tampoco supone una divinizacin de la tierra que

    nos privara del llamado a cola-borar con ella y a proteger su fragilidad (90). En esta pers-pectiva todo ensaamiento con cualquier criatura es con-trario a la dignidad humana (92), pero no puede ser real un sentimiento de ntima unin con los dems seres de la na-turaleza si al mismo tiempo en el corazn no hay ternura, compasin y preocupacin por los seres humanos (91). Es necesaria la conciencia de una comunin universal: creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos uni-dos por lazos invisibles y confor-mamos una especie de familia universal, [...] que nos mueve a un respeto sagrado, carioso y humilde (89).

    Concluye el captulo con el co-razn de la revelacin cristiana: el Jess terreno con su re-lacin tan concreta y amable con las cosas est resucitado y glorioso, presente en toda la creacin con su seoro univer-sal (100).

    El Evangelio de la creacin. Captulo II

  • 21

    aFondo

    Este captulo presenta un anlisis de la situacin actual de manera que no miremos slo los sntomas, sino tambin las causas ms pro-fundas (15), en un dilogo con la filosofa y las ciencias humanas.

    Un primer fundamento del captulo son las reflexiones sobre la tecnolo-ga: se le reconoce con gratitud su contribucin al mejoramiento de las condiciones de vida (102-103), aun-que tambin da a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder econmico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero (104). Son justamente las lgicas de dominio tecnocrtico las que llevan a destruir la naturaleza y a explotar a las personas y las poblaciones ms dbiles. El paradigma tecnocrtico tambin tiende a ejercer su dominio sobre la economa y la poltica (109), impidiendo reconocer que el merca-do por s mismo no garantiza el de-sarrollo humano integral y la inclusin social (109).

    En la raz de todo ello puede diagnosticarse en la po-ca moderna un exceso de antropocentrismo (116): el ser humano ya no reconoce su posicin justa respec-to al mundo, y asume una postura autorreferencial, centrada exclusivamente en s mismo y su poder. De ello deriva una lgica usa y tira que justifica todo tipo de descarte, sea ste humano o ambiental, que trata al otro y a la naturaleza como un simple objeto y conduce a una infinidad de formas de dominio. Es la lgica que conduce a la explotacin infantil, el aban-dono de los ancianos, a reducir a otros a la esclavitud, a sobrevalorar las capacidades del mercado para au-torregularse, a practicar la trata de seres humanos, el comercio de pieles de animales en vas de extincin, y de diamantes ensangrentados. Es la misma lgica de muchas mafias, de los traficantes de rganos, del narcotrfico y del descarte de nios que no responde al deseo de sus padres (123).

    Desde esta perspectiva, la Encclica afronta dos pro-blemas cruciales para el mundo de hoy. En primer lugar, el trabajo: En cualquier planteo sobre una

    ecologa integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo (124), pues Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rdito inmediato es muy mal negocio para la sociedad (128).

    En segundo lugar, los lmites del progreso cientfico, con clara referencia a los Objetivos Generales del Milenio (132-136), que son una cuestin ambien-tal de carcter complejo (135). Si bien en algunas regiones su utilizacin ha provocado un crecimiento econmico que ayud a resolver problemas, hay difi-cultades importantes que no deben ser relativizadas (134), por ejemplo una concentracin de tierras pro-ductivas en manos de pocos (134). El Papa Francis-co piensa en particular en los pequeos productores y en los trabajadores del campo, en la biodiversidad, en la red de ecosistemas. Es por ello necesario asegurar una discusin cientfica y social que sea responsa-ble y amplia, capaz de considerar toda la informacin disponible y de llamar a las cosas por su nombre, a partir de lneas de investigacin libre e interdiscipli-naria (135).

    La raz humana de la crisis ecolgica. Captulo III

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    El ncleo de la propuesta de la Encclica es una ecologa integral como nuevo paradigma de jus-ticia, una ecologa que incorpore el lugar pecu-liar del ser humano en este mundo y sus relacio-nes con la realidad que lo rodea (15). De hecho no podemos entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida (139). Esto vale para todo lo que vivimos en distintos campos: en la economa y en la poltica, en las distintas culturas, en espe-cial las ms amenazadas, e incluso en todo mo-mento de nuestra vida cotidiana.

    La perspectiva integral incorpora tambin una eco-loga de las instituciones. Si todo est relacionado, tambin la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daos ambientales (142).

    Con muchos ejemplos concretos el Papa Francisco ilustra su pensamiento: hay un vnculo entre los asun-tos ambientales y cuestiones sociales humanas, y ese vnculo no puede romperse. As pues, el anlisis de los problemas ambientales es inseparable del anlisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urba-nos, y de la relacin de cada persona consigo misma (141), porque no hay dos crisis separadas, una am-biental y la otra social, sino una nica y compleja crisis socio-ambiental (139).

    Esta ecologa ambiental es inseparable de la nocin de bien comn (156), que debe comprenderse de manera concreta: en el contexto de hoy en el que

    donde hay tantas inequidades y cada vez son ms las personas descartables, privadas de derechos hu-manos bsicos, esforzarse por el bien comn signi-fica hacer opciones solidarias sobre la base de una opcin preferencial por los ms pobres (158). Este es el mejor modo de dejar un mundo sostenible a las prximas generaciones, no con las palabras, sino por medio de un compromiso de atencin hacia los po-bres de hoy como haba subrayado Benedicto XVI: Adems de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una re-novada solidaridad intrageneracional (162).

    La ecologa integral implica tambin la vida cotidiana, a la cual la Encclica dedica una especial atencin, en particular en el ambiente urbano. El ser humano tiene una enorme capacidad de adaptacin y es admirable la creatividad y la generosidad de personas y grupos que son capaces de revertir los lmites del ambiente, [...] aprendiendo a orientar su vida en medio del des-orden y la precariedad (148). Sin embargo, un desa-rrollo autntico presupone un mejoramiento integral en la calidad de la vida humana: espacios pblicos, vivienda, transportes, etc. (150-154).

    Tambin nuestro propio cuerpo nos sita en una re-lacin directa con el ambiente y con los dems seres vivientes. La aceptacin del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa comn; mien-tras una lgica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lgica a veces sutil de dominio (155).

    Una ecologa integral. Captulo IV

    aFondo

  • 23

    Este captulo afronta la pregunta sobre qu po-demos y debemos hacer. Los anlisis no bastan: se requieren propuestas de dilogo y de accin que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la poltica internacional (15) y que nos ayuden a salir de la espiral de autodestruccin en la que nos estamos sumergiendo (163). Para el Papa Francisco es imprescindible que la cons-truccin de caminos concretos no se afronte de manera ideolgica, superficial o reduccionista.

    Para ello es indispensable el dilogo, trmino pre-sente en el ttulo de cada seccin de este captulo: Hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente, donde es difcil alcanzar consensos. [...] la Iglesia no pretende definir las cuestiones cientficas ni sustituir a la poltica, pero [yo] invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades par-ticulares o las ideologas no afecten al bien comn (188).

    Sobre esta base el Papa Francisco no teme formular un juicio severo sobre las dinmicas internacionales recientes: Las Cumbres mundiales sobre el am-biente de los ltimos aos no respon-dieron a las expectativas porque, por falta de decisin poltica, no alcanzaron acuerdos ambientales globales real-mente significativos y eficaces (166). Y se pregunta: Para qu se quiere preservar hoy un poder que ser recor-dado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario ha-cerlo? (57). Son necesarios, como los Pontfices han repetido muchas veces a partir de la Pacem in terris, formas e instrumentos eficaces de gobernanza global (175): necesitamos un acuer-do sobre los regmenes de gobernanza global para toda la gama de los llama-dos bienes comunes globales (174), dado que la proteccin ambiental no puede asegurarse slo en base al clcu-lo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capa-ces de defender o de promover adecua-damente (190, que cita las palabras del Compendio de la doctrina social de la Iglesia).

    Igualmente en este captulo, el Papa Francisco insiste sobre el desarrollo de procesos de decisin honestos y transparentes, para poder discernir las polticas e iniciativas empresariales que conducen a un au-tntico desarrollo integral (185). En particular, el es-tudio del impacto ambiental de un nuevo proyecto requiere procesos polticos transparentes y sujetos al dilogo, mientras la corrupcin, que esconde el ver-dadero impacto ambiental de un proyecto a cambio de favores, suele llevar a acuerdos espurios que evitan informar y debatir ampliamente (182).

    La llamada a los que detentan encargos polticos es particularmente incisiva, para que eviten la lgica eficientista e inmediatista (181) que hoy predomina. Pero si se atreve a hacerlo, volver a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como humano y dejar tras su paso por esta historia un testimonio de gene-rosa responsabilidad (181).

    Algunas lneas orientativas y de accin. Captulo V

    aFondo

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    El captulo final va al ncleo de la conversin ecolgica a la que nos invita la Encclica. La raz de la crisis cultural es profunda y no es fcil re-disear hbitos y comportamientos. La educa-cin y la formacin siguen siendo desafos b-sicos: Todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo (15). Deben involucrarse los ambientes educativos, ante todo la escuela, la familia, los medios de comunicacin, la cateque-sis (213).

    El punto de partida es apostar por otro estilo de vida (203-208), que abra la posibilidad de ejercer una sana presin sobre quienes detentan el poder poltico, econmico y social (206). Es lo que suce-de cuando las opciones de los consumidores logran modificar el comportamiento de las empresas, for-zndolas a considerar el impacto ambiental y los pa-trones de produccin (206).

    No se puede minusvalorar la importancia de cursos de educacin ambiental capaces de cambiar los gestos y hbitos cotidianos, desde la reduccin en el consu-mo de agua a la separacin de residuos o el apagar las luces innecesarias (211). Una ecologa integral tambin est hecha de simples gestos cotidianos don-de rompemos la lgica de la violencia, del aprovecha-miento, del egosmo (230). Todo ello ser ms sen-cillo si parte de una mirada contemplativa que viene de la fe. Para el creyente, el mundo no se contempla desde afuera, sino desde adentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los

    seres. Adems, haciendo crecer las capacidades pe-culiares que Dios le ha dado, la conversin ecolgica lleva al creyente a desarrollar su creatividad y su en-tusiasmo (220).

    Vuelve la lnea propuesta en la Evangelii Gaudium: La sobriedad, que se vive con libertad y conciencia, es liberadora (223), as como la felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando as disponibles para las mltiples posibili-dades que ofrece la vida (223). De este modo, se hace posible sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los de-ms y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos (229).

    Los santos nos acompaan en este camino. San Fran-cisco, mencionado muchas veces, es el ejemplo por excelencia del cuidado por lo que es dbil y de una ecologa integral, vivida con alegra (10). Pero la En-cclica recuerda tambin a san Benito, santa Teresa de Lisieux y al beato Charles de Foucauld. Despus de la Laudato si, el examen de conciencia instru-mento que la Iglesia ha aconsejado para orientar la propia vida a la luz de la relacin con el Seor debe-r incluir una nueva dimensin, considerando no slo cmo se vive la comunin con Dios, con los otros y con uno mismo, sino tambin con todas las creaturas y la naturaleza.

    LEER ENCCLICA COMPLETA

    Educacin y espiritualidad ecolgica. Captulo VI

    aFondo

  • 25

    aFondo

    La Encclica concluye con una Oracin interreligiosa por nuestra tierra y una Oracin cristiana con la creacin, que ofrecemos.

    Oraciones por nuestra tierra y con la Creacin

    ORACIN POR NUESTRA TIERRA

    Dios omnipotente, que ests presente en todo el universo y en la ms pequea de tus criaturas,T, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,derrama en nosotros la fuerza de tu amorpara que cuidemos la vida y la belleza.Inndanos de paz, para que vivamoscomo hermanos y hermanassin daar a nadie.

    Dios de los pobres, aydanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierraque tanto valen a tus ojos. Sana nuestras vidas,para que seamos protectores del mundo y no depredadores,para que sembremos hermosuray no contaminacin y destruccin.Toca los corazonesde los que buscan slo beneficiosa costa de los pobres y de la tierra.

    Ensanos a descubrir el valor de cada cosa,a contemplar admirados,a reconocer que estamosprofundamente unidoscon todas las criaturasen nuestro camino hacia tu luz infinita.Gracias porque ests con nosotro todos los das.Alintanos, por favor, en nuestra luchapor la justicia, el amor y la paz.

    ORACIN CRISTIANA CON LA CREACIN

    Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas,que salieron de tu mano poderosa.Son tuyas, y estn llenas de tu presencia y de tu ternura.Alabado seas.

    Hijo de Dios, Jess,por ti fueron creadas todas las cosas.Te formaste en el seno materno de Mara,te hiciste parte de esta tierra,y miraste este mundo con ojos humanos.Hoy ests vivo en cada criaturacon tu gloria de resucitado.Alabado seas.

    Espritu Santo, que con tu luz orientas este mundo hacia el amor del Padrey acompaas el gemido de la creacin,t vives tambin en nuestros corazones para impulsarnos al bien.Alabado seas.

    Seor Uno y Trino, comunidad preciosa de amor infinito,ensanos a contemplarteen la belleza del universo,donde todo nos habla de ti.Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitudpor cada ser que has creado. Danos la gracia de sentirnosntimamente unidoscon todo lo que existe.

    Dios de amor, mustranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cario por todos los seres de esta tierra, porque ninguno de ellos est olvidado ante ti.Ilumina a los dueos del poder y del dineropara que se guarden del pecado dela indiferencia,amen el bien comn, promuevan a los dbiles,y cuiden este mundo que habitamos.Los pobres y la tierra estn clamando: Seor, tmanos a nosotros contu poder y tu luz, para proteger toda vida,para preparar un futuro mejor,para que venga tu Reinode justicia, de paz, de amor y de hermosura.Alabado seas.Amn.

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    LIBRE MERCADO

    El libre mercado -el juego sin freno de las fuerzas econmicas- es malo para la agricultura, porque no es capaz de darle su valor a los productos agrcolas, pero no puede darle un valor a las fuentes de esos produc-tos en el suelo, en el ecosistema, en la granja, en la familia o en la comunidad de agricultores. Quienes miran la agricultura desde el punto de vista del li-bre mercado, en efecto, no entienden la relacin del producto con su origen. Creen que la relacin es pu-ramente mecnica porque piensan que la agricultura es o puede ser una industria. Y el libre mercado es absolutamente incapaz de proponer algo distinto a eso.

    El libre mercado valora la produccin a costa de todo lo dems, y este nfasis exclusivo en la produc-cin, en la agricultura, provoca inevitablemente un exceso de produccin. En la agricultura, tanto los pre-cios altos como los precios bajos causan exceso de produccin, y sin embargo, el exceso de produccin conduce slo a precios bajos. Quizs podra entonces decirse que, en el libre mercado, la productividad agrcola no tiene relacin directa ni estable con el va-lor. En este estado de cosas, la agricultura produce en exceso, y el excedente se usa como arma contra el agricultor que lo produce en orden a rebajar los precios, bien al servicio de una poltica alimentaria barata para el consumo interno o para hacer que nuestros productos alimenticios sean competitivos en el comercio mundial.

    Sobre el libre mercadoy la productividad Falacias acerca de

    la agricultura (II)

    Cultura

    Tomado de Wendell Berry (Home Economics), les acercamos dos falsedades ms sobre la agricultura: que el libre mercado puede proteger la agricultura y que la productividad es un criterio suficiente de produccin.

  • CulturaEn una poca en que la inversin urbana en la agri-cultura (esto es, en la industria agropecuaria o agri-business) estimula una productividad ms alta que lo que el mercado de la economa urbana puede asumir, entonces la economa rural slo se puede proteger controlando la produccin. Las reservas deberan ajustarse a las necesidades previstas, y esas necesida-des deberan incluir siempre excedentes para usar en caso de prdida de las cosechas. Un tal ajuste slo puede ser aproximado, por supuesto, pero dado que se trata de una productividad anual, pueden hacerse correcciones anuales. De este modo, las fuentes de produccin pueden protegerse impidiendo unos ex-cedentes fuera de control y unos consecuentes valo-res bajos de mercado que destruyen a la vez la tierra y a las personas.

    El libre mercado es el Darwinismo econmico, con una modificacin fundamental. Mientras que los bi-logos darwinistas han reconocido siempre la violencia del principio competitivo, los polticos darwinistas han sido incapaces de resistir a la tentacin de sugerir que en el libre mercado se benefician tanto el predador como la presa. Cuando sucede una ruina econmica, segn esta manera de ver las cosas, sucede slo como resultado de la justicia econmica. Y as David Stock-man poda decir que el estado del funcionamiento de una economa dinmica, que compensa sus prdi-das con un auge masivo de nuevos trabajos y nue-vas inversiones que tienen lugar en otro sitio, en la industria informtica. Que estos fracasos y estos xitos no les estn sucediendo a las mismas personas, ni siquiera a los mismos grupos de personas, eso es una percepcin que est ms all del alcance de las categoras de Mr. Stockman. En su modo de razonar, se ve enseguida que la pobreza de los pobres se justi-fica con la riqueza de los ricos.

    La idea del libre mercado es el resultado de un de-seo perezoso (si no malvado) de fundar la economa humana en la ley de la naturaleza. El problema con l es que los hombres no pertenecen a la naturaleza de la misma manera en que pertenecen los zorros y los conejos. Los seres humanos viven artificialmente, me-diante el artificio y el arte, mediante la obra humana, y la economa tiene en ltimo trmino que responder a este rasgo especficamente humano. Unas fuerzas econmicas desenfrenadas daan tanto a la naturale-za como a la cultura humana.

    Hay, propongo, dos leyes de una economa humana, muy distintas de las leyes que rigen el libre merca-do, que de hecho son antinaturales e inhumanas:

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  • 28

    1. El dinero tiene que no mentir acerca del valor de las cosas. No tiene que dar una imagen falsa, ni por inflacin ni por la usura, del valor del trabajo necesa-rio o de los bienes necesarios. Esos valores no tienen que estar sometidos, mediante maniobras de los mer-cados o de los bancos, a manipulaciones monetarias.

    2. Tiene que haber un equilibrio decente entre lo que la gente gana y lo que paga, y esto slo puede ha-cerse controlando la produccin. Cuando los agricul-tores tienen que vender en un mercado deprimido y luego comprar en uno sometido a la inflacin, eso es la muerte para los agricultores, la muerte para la agricultura, la muerte para las comunidades agrarias, la muerte para el suelo, y (por decirlo en trminos urbanos) la muerte para la comida.

    PRODUCTIVIDAD

    En muchos sentidos, la forma ms popular de tratar los problemas de la agricultura en Amrica ha con-sistido en ensalzarla. Durante dcadas hemos estado deambulando en medio de un diluvio de estadsticas de produccin que llovan a mares del gobierno, de las universidades y de las empresas agropecuarias. Ninguna fanfarronada de poltico estara del todo completa sin un cumplido dirigido al agricultor ame-ricano, del que se dice que l solo est dando de comer a setenta y cinco o a cien o sabe Dios a cun-tas personas. La agricultura americana es fantstica-mente productiva, y a estas alturas todos deberamos saberlo.

    Que la agricultura americana es tambin increble-mente costosa es algo menos sabido, pero igualmen-te innegable, an cuando los costes todava no han

    entrado en la contabilidad oficial. Los costes se pro-ducen en la prdida del suelo, en la prdida de las granjas y de los agricultores, en la contaminacin del suelo y del agua, en la contaminacin de los alimen-tos, en el deterioro de las pequeas ciudades y de las comunidades rurales, y en la vulnerabilidad cada vez mayor de todo el sistema de oferta alimentaria. Las estadsticas de productividad por s solas no pueden mostrar estos costes. Estamos llegando, sin embargo, a un tocar fondo que no aparece en nuestros libros.

    Desde un punto de vista agrcola, frugalidad es una palabra mejor que productividad. Es una palabra mejor, porque implica una contabilidad que tiene en cuenta ms factores. Una persona frugal es sin duda una persona productiva, pero la frugalidad tambin implica una adecuada consideracin a los medios de produccin. Ser frugal es cuidar de las cosas; es pros-perar, es decir, es estar sano siendo parte de la salud. No se puede ser frugal en solitario; uno slo puede ser frugal en la medida en que su tierra, sus cosechas, sus animales, su lugar y su comunidad van bien.

    Cultura

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    El gran fallo de esa contabilidad selectiva la que lla-mamos la economa es que no conduce a la fruga-lidad; da tras da, estamos representando la trama de una paradoja homicida: una economa que condu-ce a la extravagancia. Nuestra gran culpa como pue-blo es que no cuidamos de las cosas. Nuestra econo-ma es de tal manera que decimos que no podemospermitirnos el lujo de cuidar de las cosas: la mano de obra es cara, el tiempo es caro, el dinero es caro, pero los materiales la materia de la creacin son tan baratos que no podemos permitirnos el lujo de cuidarlos. El martillo de demolicin es el instrumen-to paradigmtico de nuestro modo de actuar con los materiales.

    No podemos permitirnos el lujo de talar un bosque de forma selectiva, de extraer un mineral sin destruir la topografa, ni de cultivar sin producir una catastr-fica erosin del suelo.

    Una economa orientada a la produccin puede real-mente vivir de este modo, pero slo mientras dura la produccin.

    Supongamos que, previendo el fracaso irremediable de este tipo de produccin, vemos que tenemos que asignarle un valor de continuidad. Si esto sucediera, entonces nuestro modelo de produccin tendra que cambiar; de hecho, ya habra cambiado, porque el cri-terio de productividad por s solo no puede permitir-nos ver que esa continuidad tiene un valor. El valor de la continuidad slo es visible para la frugalidad.

    Cultura

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    luzdelaPalabra

    Job 38, 1.8-11Salmo 106, 23-312 Corintios 5, 14-17

    Marcos 4, 35-40:

    Un da, al atardecer, dijo Jess a sus discpulos: Vamos a la otra orilla. Dejando a la gente, se lo llevaron en bar-ca, como estaba; otras barcas lo acompaaban. Se levant un fuerte huracn y las olas rompan contra la barca hasta casi llenarla de agua. l estaba a popa, dormido sobre un almohadn. Lo despertaron diciendo: Maestro, no te importa que nos hundamos?. Se puso en pie, increp al viento y dijo al lago: Silencio, cllate!. El viento ces y vino una gran calma. l les dijo: Por qu sois tan cobardes? An no tenis fe?. Se quedaron espantados y se decan unos a otros: Pero, quin es este? Hasta el viento y las aguas le obedecen!.

    Por qu sois tan cobardes?An no tenis fe? XII Domingo del

    Tiempo Ordinario

    Jess en la tormenta en el mar de Galilea. Pieter Bruegel the Elder.

  • laPuntadaReflexiones para nufragos

    Lo primero que captamos del misterio de Dios no suele ser la verdad, sino la belleza.

    Hans Urs von Balthasar

    Telogo catlico