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Estos estereotipos se impregnaron en la cultura popular, al tiempo que creaban otras figuras que hoy también se usan para ilustrar un pasado “superado”, tales como el líder charro, el funcionario co- rrupto o el periodista chayotero. Es decir, con cada nuevo grupo en el poder se pue- den distinguir nuevos personajes que for- marán parte de las dinámicas sociales, al menos en el imaginario popular. a construcción de L una identidad II Fotografía del Archivo de la Crónica Municipal 1 Si bien los estereotipos creados du- rante el siglo pasado puedan tener algo de cierto, en aquellos años se pasó por alto todo nuestro legado católico, como si la Colonia no hubiese influido en nuestra cultura; y esto pese a que se alaban figuras como la de Sor Juana Inés de la Cruz y se enorgullecen de tener en nuestro territo- rio nacional a la Ciudad de los Palacios. De esta forma, el proyecto nacionalista, tan propio no sólo de Cárdenas, sino de todos los presidentes y algunos intelectuales de la época tuvo mayor interés en encum- brar aquello que antes había sido oculta- do: los elementos indígenas. Así, en medio de este panorama, se promueve el Día de los Muertos. Con el día de muertos se buscó resal- tar toda la herencia de los pueblos origina- rios, principalmente de aquellos asenta- dos en el centro de México. Se dijo así que la festividad sobre la que hoy hablamos tiene sus raíces en estas culturas y en su concepción de la muerte. Lo cual no es del todo mentira, pero tampoco es del todo cierto. Si no, ¿por qué éstas se enmarcan únicamente en el 1 y 2 de Noviembre? Por desgracia, no se conservan mu- chos documentos sobre la concepción de la muerte en estas culturas. Tenemos, eso sí, variadas referencias al respecto; te- nemos los testimonios de Bernardino de Sahagún, los calendarios maya y nahua, documentos sobre las cosechas y tenemos la poesía de Nezahualcóyotl. De estos es- critos podemos descifrar una concepción cíclica de la vida, la cual incluye a la muer- te desde luego. Las estaciones son cíclicas, por lo mismo las cosechas; las calamidades también son cíclicas, ¿por qué no habrían de serlo también los hombres? Quizá los hombres no regresarían a la vida en un sentido literal, pero la muerte tampoco los alejaría de la vida. Estos hombres, mujeres y niños, también regresarían y para po- der sentir su presencia no hace falta sino realizar algunos ritos, tal cual se hace con las cosechas cada año. De ahí que se ten- ga la creencia de que en algún momento del año ellos podrán regresar a este plano. Idea que no aparece en el cristianismo/ca- tolicismo. (Salvo la absurda idea de que un hombre puede volver de entre los muertos ¡vivo!)

Fotografía del Archivo de la Crónica Municipal a

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Page 1: Fotografía del Archivo de la Crónica Municipal a

Estos estereotipos se impregnaron en la cultura popular, al tiempo que creaban otras figuras que hoy también se usan para ilustrar un pasado “superado”, tales como el líder charro, el funcionario co-rrupto o el periodista chayotero. Es decir, con cada nuevo grupo en el poder se pue-den distinguir nuevos personajes que for-marán parte de las dinámicas sociales, al menos en el imaginario popular.

a construcción de Luna identidad II

Fotografía del Archivo de la Crónica Municipal

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Si bien los estereotipos creados du-rante el siglo pasado puedan tener algo de cierto, en aquellos años se pasó por alto todo nuestro legado católico, como si la Colonia no hubiese influido en nuestra cultura; y esto pese a que se alaban figuras como la de Sor Juana Inés de la Cruz y se enorgullecen de tener en nuestro territo-rio nacional a la Ciudad de los Palacios. De esta forma, el proyecto nacionalista, tan propio no sólo de Cárdenas, sino de todos

los presidentes y algunos intelectuales de la época tuvo mayor interés en encum-brar aquello que antes había sido oculta-do: los elementos indígenas. Así, en medio de este panorama, se promueve el Día de los Muertos.

Con el día de muertos se buscó resal-tar toda la herencia de los pueblos origina-rios, principalmente de aquellos asenta-dos en el centro de México. Se dijo así que la festividad sobre la que hoy hablamos tiene sus raíces en estas culturas y en su concepción de la muerte. Lo cual no es del todo mentira, pero tampoco es del todo cierto. Si no, ¿por qué éstas se enmarcan únicamente en el 1 y 2 de Noviembre?

Por desgracia, no se conservan mu-chos documentos sobre la concepción de la muerte en estas culturas. Tenemos, eso sí, variadas referencias al respecto; te-nemos los testimonios de Bernardino de

Sahagún, los calendarios maya y nahua, documentos sobre las cosechas y tenemos la poesía de Nezahualcóyotl. De estos es-critos podemos descifrar una concepción cíclica de la vida, la cual incluye a la muer-te desde luego. Las estaciones son cíclicas, por lo mismo las cosechas; las calamidades también son cíclicas, ¿por qué no habrían de serlo también los hombres? Quizá los hombres no regresarían a la vida en un sentido literal, pero la muerte tampoco los alejaría de la vida. Estos hombres, mujeres y niños, también regresarían y para po-der sentir su presencia no hace falta sino realizar algunos ritos, tal cual se hace con las cosechas cada año. De ahí que se ten-ga la creencia de que en algún momento del año ellos podrán regresar a este plano. Idea que no aparece en el cristianismo/ca-tolicismo. (Salvo la absurda idea de que un hombre puede volver de entre los muertos ¡vivo!)

Page 2: Fotografía del Archivo de la Crónica Municipal a

Fotografía del Archivo de la Crónica Municipal

Fotografía del Archivo de la Crónica Municipal

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En esta misma línea, el contacto con los seres que han fallecido no se limita-ba a saber que su existencia continuaba en otro plano, sino en agradecerles por la contribución que hicieron en vida. De aquí que estas celebraciones se realizaran al final del ciclo agrícola, una vez que el periodo de siembra/cosecha llega a su fin por ese año. Así, estas celebraciones tie-nen lugar desde finales de Agosto y hasta bien entrado Noviembre. Pero no como una celebración continua, sino en perio-dos de veinte días. Número muy impor-tante para aquellas culturas.