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RESE~AS BIBLlOGRAFlCAS 311 no la voy a resefiar aqui. Valga tan solo mencionar su conclusion: en la medida en que el reto del esceptico nos parezca inteligible, habra tanta razon para rechazar el principio ve- rificacionista del significado, como la habra para rechazar el reto del es- ceptico una vez que hemos caido en la cuenta que dicho rechazo no pue· de sustentarse en una base empirica ; el rechazo del reto del esceptico ha de basarse en la prueba de 10 ilegi- timo de pasar de una duda "intern a" a la consideracion de la misma desde el punto de vista "externo". Pero, si tuvimos exito en esta empresa, ya no importaria Ia verdad 0 falsedad del principio de verificacion, EI ultimo capitulo de Stroud trata de la epistemologia naturalizada de Quine. Es un espIendido analisis y sus conclusiones parecen ser devasta- doras para el program a epistemologi- co quineano. El quid de su argumen- tacion es el planteamiento de un di- lema al programa de Quine: 0 bien la epistemologia naturalizada ha de concebirse como una explicacion del conocimiento en terminos filos6ficos que hagan mencion a cadenas causa- les de sucesos, 0 bien debe entenderse como una explicacion de la posibili- dad del conocimiento en terrninos de la relacion entre la escasa informa- cion que el sujeto 'recibe a traves de sus senti dos, y las proyecciones que hace el sujeto y que se traducen en sus creencias y conocimiento acerca del mundo. En el primer caso, todo 10 que dice Quine no solo no con- testa, sino ni siquiera es relevante para el problema del esceptico, En eI segundo, Stroud muestra que el cono- cimiento del mundo que tiene una persona puede explicarse en esos ter. minos, s610 ba jo la condicion de que no se pretenda explicar todo el cono- cirniento de la misrna manera. ALVARO RODRIGUEZ TIRADO G. Evans, The Varieties of Refe. renee, ed., John McDowell, Ox- ford University Press, 1982, 404 pp. M. G. J. Evans murio a los 34 afios de edad en el ano de 1980. Evans dedico muchos afios de su vida a pensar sobre temas de teoria de la referencia y su libro, The Varieties of Reference, nos muestra ahora la gran intensidad y penetracion con que ha- bia logrado hacerlo. Cuando Evans supo que iba a morir, intento prepa- rar su libro para su eventual publi- cacion pero solo logro escribir una nueva version de la introduccion y de los tres primeros capitulos. EI resto del material de que se compone el libro de Evans deriva de versiones preliminares que el mismo se ocupo de anotar, de indicar las referencias apropiadas y, en muchos casos, de criticar la forma de exposicion 0 el contenido de las ideas que ahi se en- contraban. Fue John McDowell -co· lega y amigo de Gareth Evans- qui en se ha ocupado de la edicion de todo este material, agregando no- tas esclarecedoras de Ia direccion que parecia tomar el pensamiento de Evans, asi como tambien afiadiendo Apendices a varios de los capitulos en los que se registran algunas dudas y pensamientos que Evans contemplO, pero que por una razon u otra reo sultaba imposible incorporar en el tex- to principal sin violentar la continui- dad de los argumentos ahi expuestos.

G. Evans, The Varieties of Reference, ed., John McDowell

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Page 1: G. Evans, The Varieties of Reference, ed., John McDowell

RESE~AS BIBLlOGRAFlCAS 311

no la voy a resefiar aqui. Valga tansolo mencionar su conclusion: en lamedida en que el reto del escepticonos parezca inteligible, habra tantarazon para rechazar el principio ve-rificacionista del significado, como lahabra para rechazar el reto del es-ceptico una vez que hemos caido enla cuenta que dicho rechazo no pue·de sustentarse en una base empirica ;el rechazo del reto del esceptico hade basarse en la prueba de 10 ilegi-timo de pasar de una duda "intern a"a la consideracion de la misma desdeel punto de vista "externo". Pero, situvimos exito en esta empresa, yano importaria Ia verdad 0 falsedaddel principio de verificacion,

EI ultimo capitulo de Stroud tratade la epistemologia naturalizada deQuine. Es un espIendido analisis ysus conclusiones parecen ser devasta-doras para el program a epistemologi-co quineano. El quid de su argumen-tacion es el planteamiento de un di-lema al programa de Quine: 0 bienla epistemologia naturalizada ha deconcebirse como una explicacion delconocimiento en terminos filos6ficosque hagan mencion a cadenas causa-les de sucesos, 0 bien debe entendersecomo una explicacion de la posibili-dad del conocimiento en terrninos dela relacion entre la escasa informa-cion que el sujeto 'recibe a traves desus senti dos, y las proyecciones quehace el sujeto y que se traducen ensus creencias y conocimiento acercadel mundo. En el primer caso, todo10 que dice Quine no solo no con-testa, sino ni siquiera es relevantepara el problema del esceptico, En eIsegundo, Stroud muestra que el cono-cimiento del mundo que tiene unapersona puede explicarse en esos ter.

minos, s610 ba jo la condicion de queno se pretenda explicar todo el cono-cirniento de la misrna manera.

ALVARO RODRIGUEZ TIRADO

G. Evans, The Varieties of Refe.renee, ed., John McDowell, Ox-ford University Press, 1982,404 pp.

M. G. J. Evans murio a los 34 afiosde edad en el ano de 1980. Evansdedico muchos afios de su vida apensar sobre temas de teoria de lareferencia y su libro, The Varieties ofReference, nos muestra ahora la granintensidad y penetracion con que ha-bia logrado hacerlo. Cuando Evanssupo que iba a morir, intento prepa-rar su libro para su eventual publi-cacion pero solo logro escribir unanueva version de la introduccion y delos tres primeros capitulos. EI restodel material de que se compone ellibro de Evans deriva de versionespreliminares que el mismo se ocupode anotar, de indicar las referenciasapropiadas y, en muchos casos, decriticar la forma de exposicion 0 elcontenido de las ideas que ahi se en-contraban. Fue John McDowell -co·lega y amigo de Gareth Evans-qui en se ha ocupado de la edicionde todo este material, agregando no-tas esclarecedoras de Ia direccion queparecia tomar el pensamiento deEvans, asi como tambien afiadiendoApendices a varios de los capitulosen los que se registran algunas dudasy pensamientos que Evans contemplO,pero que por una razon u otra reosultaba imposible incorporar en el tex-to principal sin violentar la continui-dad de los argumentos ahi expuestos.

ingrid
Typewritten Text
Diánoia, vol. 31, no. 31, 1985
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312 RESERAS BIBLIOGRAFICAS

Debo decir desde ahora que, hastadonde puedo ver, la labor de JohnMcDowell es impecable. John McDo·well ha contribuido tambien con unprefacio a la presente ediciOn.

EI libro consta de tres partes: laprimera se ocupa de los antecedenteshistoricos de la teoria de la referen-cia. En ella se estudia la teoria se-mantica de Frege, la teoria de la reoferencia de Bertrand Russell y eltrabajo reciente en torno a la ohrade S. Kripke. La segunda parte, titu-lada "EI Pensamiento", se ocupa de laexposicion y defensa de 10 que Evansdenomino "El Principio de Rus-sell". Dicho principio establece queun sujeto no puede hacer un juicioacerca de un objeto a menos que elsujeto' sepa cual es el objeto sobreel cual versa su juicio. Evans defiendedicho principio ante la aparente for-mulacion de varies contra-ejemplos yesclarece su naturaleza en diversassituaciones que se agrupan bajo losruhros de "identificacion demostrati-va", "autoidentificacion" e "identifi-cacion con base en el reconoci-miento". La tercera y ultima partese titula "Lenguaje". Aqui, la preocu-paci6n de Evans es ofrecer un modeloque explique la comunicacion inter-subjetiva a traves del lenguaje. EI ul·timo capitulo se ocupa del problemade los nombres propios considerando-los, esencialmente, como herramientasmediante las cuales seestablecen prac-ticas en una comunidad lingiiisticapara facilitar la transmisi6n de infor-macion sobre un objeto en particular.Tambien dentro de esta tercera partese encuentra un capitulo sobre el pro-blema de los enunciados existencia-les. La estrategia es describir unapractica, 0 quizas seria mejor llamar-Ie, un "juego de lenguaje", en el cual

nos comportamos como si creyesemoscosas a sabiendas que no son el caso.Por ejemplo, al discutir una novelaactuamos y hablamos como si los per·sonajes fuesen reales, como si tuvie-sen una vida propia, es decir, comosi en verdad existiesen. Esto Ie per-mite a Evans discutir (lresolver?)uno de los problemas mas agudos enesta area de la teoria de la referen-cia: el problema de los enunciadosexistenciales negativos singulares.

The Varieties of Reference es unlibro muy rico en ideas. No es posi-ble, en una resefia, hacer justicia a10 intrincado y sutil de sus argumen-tos. No ten go la menor duda de quelos filosofos que se ocupan de estostemas pronto reconoceran la profun-didad del pensamiento de Evans y,sobre todo, su originalidad, La lite-ratura existente sobre filosofia dellenguaje es, sin lugar a dudas, la masextensa dentro de la actual filosofiaanglosajona, pero muy a menudo unose pregunta c6mo fue posible que talo cual articulo hubiese sido incluidoen una revista de prestigio. No meinteresa ahora indagar sobre las cau-sas. Me importa resaltar la originali-dad y frescura del libro de Evans yrecomendar su lectura sobre todo aquien se haya hecho la pregunta"l Sera posible decir algo nuevo enla filosofia del lenguaje?"

G. Evans comenz6 su investigacidnreconociendo el genio de quien puedeconsiderarse como el padre de la 16· .gica moderna y de la Hamada "16gicafilos6fica" 0 "filosofia del lenguaje":Gottlob Frege. Es indudable queFrege fue el primero en sistematizarla teo ria del significado para un len-guaje natural. Su idea rectora fueque el significado de una expresi6ncompleja del lenguaje depende del

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RESMAS BIBLIOGRAFICAS 8U

significado de sus partes y de la maonera como estas se encuentran "orga-nizadas" dentro de ella. Hacia el afiode 1890 Frege descubrlo la celebredistincidn entre el sentido de una ex-presion y su referencia: haciendo usode la nocion de sentido Frege intentodar cuenta de los aspectos cognosciti-vos del uso del lenguaje, 0 sea, de10 que los hablantes entienden al usarun lenguaje, y con ayuda de la no-cion de rejerencia; se propuso darcuenta de las relaciones que existenentre las expresiones de un lenguajey los objetos en el mundo. (Evanstraduce Bedeutung por significado yno por rejerencia, como ya es cos-tumbre. Las razones de este cambiose encuentran expuestas en las pagi-nas 7 y 8, n. 2). Ahora hien, segUnla interpretacion de Evans, el sentidoes para Frege una manero de pensaren el referente: para entender unaexpresion debemos, pues, no solo pen.sar en un objeto, en su Significado,sino debemos pensar en ese objeto deuna cierta manera. La consecuenciaimportante de esta manera de inter-pretar a Frege es que la nocion desentido de una expresidn Iingilistioadada no puede verse como algo in-dependiente de si existe 0 no un ob-jete que sea el Significado de esaexpresidn, En terminos generales pue-de decirse, entonces, que no es posi-ble hablar de una teoria del senti docomo algo independiente de una teo-ria del Significado. Por 10 tanto,cualquier analisis de las relacionessemanticas entre las palabras de unlenguaje y el mundo que pretendallevarse a cabo con independencia delas actitudes proposicionales y de lospensamientos que los usuarios de eselenguaje asocian con esas palabras,esta condenado al fracaso.

Me apresuro a decir que Evans noniega que una vez que Frege hizola distinci6n entre senti do y Signifi.cado, se sinti6 capaz de hacer afirma-ciones un tanto ligeras sobre los lla·mados "nombres vacios", Hay innu-merables pasajes en los que Fregehabla de la posibilidad de adscribir-les un sentido, como tambien de quelas oraciones que contengan dichosnombres no por eso dejan de expre-sar (en la terminologia de Frege)pensamientos. Pero, por una parte, nodebe olvidarse que Frege incluy6 ensu categoria de los nombres propiosa las descripciones definidas y, porla otra, que la existencia de nombresvacios represent6 para Frege un de.fecto del lenguaje natural -razonpor la cual, aparentemente, Frege sepermiti6 no tomar tan en serio elproblema de los nombres vacios. Se·gun Evans, 10 que explica esta actiotud -ins6lita en un tipo de pensa-dor como 10 era Frege-- fue queFrege asimil6 el uso de los nombresvacios con el uso de nombres en lapoesia, en los mitos y, en general, encualquier tipo de ficcion (pp. 28-30).

La lectura que Evans hace de lostextos de Frege sugiere, en abiertacontradiccion con 10 que suele pen·sarse, que Frege se encontraba mu-cho muy cerca de una concepcionrusseliana de la referencia, es decir,una concepcion segtin la cual el sig-nificado de un termino singular de.pende del hecho de que tenga unreferente. Evans llama a estos termi·nos "terminos singulares russellia-nos".

EI trabajo de Evans nos recuerdaa cada paso que hay mucho queaprender de la obra de Russell -qui.zas tanto como de la obra del pro·

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pio Frege. Hay. no obstante. aIgunasdiferencias notables. Tengo en menteel reeonocimiento, por parte de Evans.de 10 que llamo "nombres descriptiovos". esto es, expresiones que si bienpertenecen a Ia categoria de terminosreferenciales, su referencia se fija me-diante una descripcidn. A diferenciade los otros miemhros de esta cate-goria, una concepcion russelliana detales expresiones, segUn la cual si nohay referente no hay posibilidad deexpresar un pensamiento medianteuna oracion que 10 contenga, es in-sostenible (pp. 30·33). Empero, sidejamos de lado estas expresiones,podemos decir, sin temor a equi-vccamos, que el status de todo ter·mino genuinamente referencial es rus-selliano, 0 sea. solo tiene sentido siexiste un referente. Pero Evans seinteresa por explorar una posible mo-dificacion a la concepcion russellia-na de los terminos genuinamente reoferenciales que haga posible la ads-cripcion de un sentido (Sinn) a di-chas expresiones. Esta es una diferen-cia profunda entre ambos pensadoresperot si la hacemos a un lado, no dejade impresionarnos la convergencia desus intuiciones: ambos coincident porejemplo, en pensar que las descrip-ciones definidas dehen, pace Frege,exc1uirse de la categoria de terminosreferenciales y analizarse siguiendopara estos efectos los lineamientosque rigen el analisis de los cuantifi-cadores.

Russell y Evans comparten tambienla tesis de que para poder pensar en.o hacer un juicio acerca de. un ob-jeto, el sujeto tiene que saber czuiles el objeto relevante -es decir, debesaber cual es el objeto en el que estapensando (p. 65). Para Russell ypara Evans. tal principio exige que

el sujeto posea una concepcion. dis.crimituuoria del objeto en cuestion;en otras palabras, el sujeto debe po·seer una concepcion del objeto queIe permita distinguirlo de todas lasotras cosas en el mundo. La granimportancia de este principio, asicomo de la concepcion discriminato-ria que 10 acompafia, se vera en 10que sigue.

Por el momento quiero aludir auna distincion entre dos niveles, porasi deeirlo, en los que puede llevarsea cabo una investigacion sobre losproblemas de una teoria de la refe-rencia: el nivel del pensamiento y elnivel del lenguaje. EI fen6meno dellenguaje es un fenomeno eminente-mente social cuyo estudio reclama unanalisis detallado de la comunicaci6nentre los miemhros de una comuni-dad lingiiistica dada. AI juzgar lasemisiones Iingiiisticas de cualquiermiembro de la comunidad. tenemosa nuestra disposici6n un conjunto depropiedades semanticas que pertene-cen a las palabras por el simple he-cho de pertenecer a un lenguaje, esdecir, a un sistema de reglas en uso.Obviamente, dicho sistema existe conindependencia de cualquier uso par-ticular que se haga del mismo. Estotrae aparejada la siguiente consecuen-cia importante: siempre es posibledistinguir entre 10 que el hablantepretende decir mediante la emisi6nde ciertas palabras --0 sea. el pensa-miento que intenta expresar- y 10 queestrictamente y literalmente nos dicede acuerdo con los significados eon-vencionaImente asociados con las pa·lahras que usa. Esta distinci6n haceposible la siguiente estrategia paradefender el status russelliano de losterminos singulares: se comienza pordefinir 10 que significa el que un ter·

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RESE&AS BIBLIOGRAFlCAS 315

mino singular sea russelliano en ter-minos de la nocion de decir: el de/i.niens diria asi: nada dice quien emi-te una oracion que contenga un ter·mino singular, a menos que dichotermino singular tenga un referente.(Si nada se dice mediante una emi-sion tal, nada puede ofrecerse a maonera de condiciones para entender talemision) . Con esta definicion ennuestras manos podriamos entoncesargumentar que para entender unaoracion en la que figuran uno 0 masterminos pertenecientes a esta cate-goria, se requiere que la audienciacontemple un tipo especial de pensa·miento. Despues se podria mostrarque el tipo de pensamiento en cues-tion es russelliano 0 sea un tipo depensamiento tal que ningfin pensa-miento de este tipo podria existiren ausencia del objeto u objetossohre los cuales dicho pensamientoversa. Esta es precisamente la es-trategia que sigue Evans respecto alos terminos singulares demostrativos,expresiones como "Esta tasa" pronun-ciada 0 emitida por un sujeto quepercibe la tasa en cuestion.

Una vez que hemos hecho la dis-tincion entre 10 que un hahlante diceal usar ciertas expresiones referencia-les del lenguaje y su pensamiento 0creencia, podemos decir una primerspalahra sohre el trabajo de Kripkesegiin interpretacion de Evans. Haydos casas en los cuales, segfin la teo-ria de Kripke, un hahlante puedereferir a un ohjeto sin tener a sudisposicion una descripcidn indivi-duadora de ese ohjeto: Una personapuede usar el nombre 'Socrates' y,segfin Kripke, referir a un cierto fi-Iosofo griego, sin poder distinguir aSocrates de cualquier otro filosofoque haya vivido en la Grecia clasi.

ca. Otro caso destinto es aquel en elque una persona s£ posee una descrip-cion individuadora de un ohjeto peroresulta que ese ohjeto no es el quenaturalmente se asocia con el nombreque ha usado. Seglin Kripke, en estascircunstancias, la persona en cuestionhabria logrado referir a este ultimo.

AUn no tenemos un contraejemploa la tesis que Evans y Russell com-parten. Segiin Evans, el contraejem-plo deberia mostrar no solo que unapersona puede rejerir a --esto es, de-cir cosas acerca de- un objeto sino,ademas, es necesario argumentar quedicha persona puede tener pensamien-tos 0 creencias acerca de objetos delos cuales no posee una concepciondiscriminatoria. Y esto requiere deuna argumentacion muchisimo masradical, ya que si hemos de adscribirun pensamiento sobre un objeto a unapersona debemos, eo ipso, adscrihira tal persona una capacidad paracontemplar un mimero indefinido depensamientos acerca de ese objeto.La raztin es que nuestros pensamien-tos tienen estructura, y esto hace im-posible reconocer la adscripcidn deun pensamiento genuino a una perso-na a menos que hayamos estahlecidoa nuestra entera satisfaccidn que seha satisfecho 10 que Evans llama el"requisito de generalidad" (de aquien adelante ahreviare este requisitoasi: RG) : solo podemos adscrihir co-rrectamente un pensamiento de la for-ma a es cp a una persona si ella escapaz de entender pensamientos deltipo a es cp, b es cp, c es cp, etcetera,para cualquier objeto a, b, c, ectete-ra, que el pueda concebir; por otraparte, dicha persona debera ser capazde entender tamhien pensamientosdel tipo a es F, a es G, a es H, etce-tera, para cualquier propiedad F, G,

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H, etcetera, de la cual posea una con-cepcion. Resumiendo: para ofrecerrealmente un eontraejemplo al prin-cipio de Russell uno debe mostrarque esta capacidad general para pen·sar en un objeto dado puede poseersecon absoluta independencia de todaconcepci6n discriminatoria del objetoen cuesti6n. (Dado que el principiode Russell alude a nuestra concepcionindividuadora de un objeto, el pre·tendido contraejemplo a este principioiinicamente violaria la primera partedel RG).

Todo el mundo sabe cual es la par·te positiva de la explicaci6n queKripke ha ofrecido en su trabajo: laemision de una oracion en la que fiegura un termino referencial dice algode un objeto particular si existe unacadena causal entre la emisi6n eneuestion y dicho objeto. Si pretende-mos extender esta explicacion y lle-varla mas aHa de 10 que, aparente-mente, era la inteneion de Kripke,podria hablarse de una (pretendida)explicaci6n de c6mo es que nuestrospensamientos 0 creencias entran encontacto con sus objetos: mediante larelacion de causalidad entre el objetoy nuestros estados mentales. Evansllama a este modele "El Modelo Fo-tograIico de Ia Representacion Men-tal". Segiin este modelo, los antece-dentes causales de la informaci6n quetrae consigo un estado mental se con-sideran suficientes para determinarcual es el objeto del estado mentalen cuesti6n.

Volvamos ahora al RG. Cuandoenunciamos dicho requisito, hablamosde la "concepci6n de un objeto".Pero, l que es exactamente 10 queEvans tiene en mente? Primero, in.troduzcamos cierta terminologia. Pa·ra referirse a la habilidad por parte

del sujeto que le permite contemplarpensamientos como, por ejemplo, queJuan esta feliz, que Juan es un des-graciado, etcetera, Evans habla de IaIdea de /U(J!l£ que posee dicha per·sona. (La terminologia deriva de P.Geach, Mental Acts, pp. 53, SSe Seusa la mayiiscula para enfatizar quese trata de un termino tecnico. Seriaun error craso pensar que Evans alu-de a las ideas que tiene una personaconsideradas subjetivamente 0, peoratin, psicologisticamente.) Correlati-vamente, Evans habla de la(s) Idea(s) de una propiedad en el mismosentido. Asi,' entender una proposi-cion de la forma 'a es F' no es otracosa que el resultado de nuestro ejer-cicio de dos tipos de habilidades:una, la representada por nuestra Ideade un objeto; la otra, representadapor nuestra Idea de una propiedad,o sea, nuestra posesi6n de un eon-cepto.

Preguntemos ahora: l Que es laIdea de un objeto? La Idea de unobjeto -nos dice Evans-- es partede una concepci6n de un mundo deesos objetos que se distinguen unosde otros de ciertas maneras funda-mentales. A esta manera de distin-guirse entre si, Evans Ia denominala base fundamental de la diferen.cia (de ese objeto). Por ejemplo, dosconjuntos se distinguen entre si, fun-damentalmente, por sus miembros;dos colores por sus propiedades fe-nomenoldgicas ; dos niimeros por suposicion en la recta de los reales; dosformas por sus propiedades geome-tricas y dos objetos materiales por susposiciones espaeio-temporales. Lo im-portante de esto es notar que a pesar deque no usemos tales Ideas [usulamen-tales de objetos -Ideas que apelana Ia base fundamental de la diferen-

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RESE1iI'AS BIBUOGRAFICAS

cia- cuando pensamos acerca deellos, la sugerencia de Evans es quetales Ideas figuran de una forma cen-tral en nuestro pensamiento acercade objetos: "Me parece", escribeEvans, "que la idea de como es quelos objetos de una cierta clase, la clasede Ges, se distinguen unos de otros,debe formar parte de toda concep-cion que poseamos de una situaclonobjetiva en la que figure un G" (p.108). Asi, la verdad de la proposicionde que algfin G es F descansa en laverdad de una proposiclon de la for-ma 'a es F', en donde a es una Ideafundamental de un G. Y, la verdadde una proposicion del tipo 'a es F'descansa en la verdad de 'a = a' y'a es F'.

Pero, nadie puede pensar que elpuro "pensamiento por desoripcion"basta para fijar nuestro sistema deidentificacion de objetos a un con-junto particular de objetos en el mun-do. Basta pensar tan solo un mementoen 10 que Strawson ha llamado "re-duplicacion masiva" (vease su libroIndividuals, Methuen, London, 1959;cap. 1) para darse cuenta de la ver-dad de esta afirmacion, Es esencial,pues, un tipo de pensamiento estre-chamente vinculado con la identifica-cion demostrativa pero l que significaidentificar a un objeto de esta ma-nera?

Quien haya leido a Russell, perono 10 haya seguido en 10 que respectaa su concepcion (cartesiana ) de lamente, de inmediato sugeriria que esla percepci6n de un objeto 10 quesubyace -en el sentido de hacer po-sible- la identificacion demostrativadel objeto en cuestion, Pero, el pro-blema es que el concepto de pereep-cion es un concepto demasiado vagopara ser de gran utilidad (p. 144).

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Decirnos que vemos a alguien en IaT.V.; que oimos cantar a una perso-na en la radio; que vemos a alguienen un espejo 0 que vemos su sombra.Por otra parte G que hacer con 10que Quine ha llamado "ostensiondiferida"? Casos como el de seiialarel termometro de un auto y decir"EI autom6vil se ha calentado" soncomunes y corrientes.

El vinculo informacional a' que he-mos aludido arriba es, sin lugar adudas, una condicien necesaria paracaracterizar el modo de identificacionde un objeto que Evans ha llamado"demostrativo". Pero Evans piensaque dicho vinculo no es una condi-cion suficiente. La razon es Ia siguien-te: si centramos nuestra atencion enproposiciones acerca de un objeto cuyovalor de verdad puede determinarsemediante la simple apelaoion a la in.formacion accesible via el canal de lainformacion, entonces, no habria ninogun problema para decir que el vincu.10 informacional garantiza el quepodamos contemplar pensamientos de-mostrativos acerca de un objeto. Peroel RG nos irnpide centrar nuestraatencion exclusivamente en esas pro·posiciones toda vez que nos obliga adecir que si una persona ha de teneruna Idea de un objeto, dicha personadeb era ser capaz de contemplar unnfunero indefinido de pensamientosacerca de ese objeto. En sintesis, elmero vinculo-informacional no garan-tiza que la persona tenga la Ideaadecuada del objeto en euestion s enparticular, el vinculo-informacionalno puede ofrecer al sujeto una des-cripcien fundamental ya que podriadarse el caso que dicho vinculo, con-siderado en sl mismo, no informaseal sujeto de como localizar al objeto.

Un caso importante aunque un

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tanto peculiar, es el caso de los pen-samientos que contemplamos acercade un Ingar determinado, que tipica-mente expresamos con el adverbio delugar 'aqui'. Estos pensamientos sonpeculiares porque no dependen nece-sariamente de Ia existencia de unvinculo·informacional entre el sujeto'I el Ingar objeto de su pensamiento.En mi opinion, 10 que Evans tieneque decir respecto de este tipo depensamientos revela su gran perspica-cia filosofica. En esta seccion se en-cuentra el germen de las ideas, pordemas originales, que Evans teniaacerca de uno de los problemas masfundamentales -y a la vez mas di-ficiles de tratar- de toda la filoso-£ia, a saber, la naturaleza de nuestrospensamientos auto-conscientes. La ra-zon de que exista esta relacion entreel pensamiento auto-eonsciente y untipo especial de pensamiento sobre ellugar en el espacio, no es dificiI deexponer aunque, como ya dije, es tre-mendamente dificil de argumentar endetalle. En pocas palabras, la ideabaslca es relacionar los pensamientosque un sujeto expresa mediante eluso de oraciones en las que figurael adverbio 'aqui' con la posicion quedicha persona -el usuario del lengua-je- ocupa en el espacio, la cual asu vez se determina mediante Ia ca-racterizacicn del locus de accien ypercepcion de la persona en cuestion.

La argumentacion de Evans paraapoyar esta conclusion es sutiI y de-licada y no pretendere aqui hacerlejusticia. El resumen de la posicionque interesa a Evans defender, es elsiguiente: el pensameinto de una per-sona sobre cualquier lugar de suespacio egocentrico -en terminos ge-nerales, su radio de accion y percep-ci6n- concierne a una region deter-

minada en el espacio publico en virtudde que existen, por parte del sujeto,disposiciones indisolublemente ligadaspara dirigir sus acciones a ese lugarasi como tambien para tratar a laspercepciones de ese lugar como rele-vantes para la evaluacion y aprecia-cion de las consecuencias de su pensa-miento (p. 168). (Notese que cuandoEvans habla de un "espacio egocen-trico" no se refiere a la informacionque el sujeto adquiere sobre un tipoespecial de espacio sino, mas bien, aun tipo especial de informacion queel sujeto adquiere sobre el espacio.)

La conclusion de Evans acerca dela naturaleza de los pensamientos queinvolucran una identificacion demos-trativa de objetos materiales es simi-lar a la anterior: segfin Evans, unaIdea demostrativa de un objeto (v.gr.,'Este cp') es irreductible a cualquierotro tipo de Ideas; en particular, nopuede considerarse como una especiede identificacicn descriptiva. La ideaes, una vez mas, que un sujeto tienela Idea adecuada de un objeto envirtud de Ia existencia de un vinculoinformacional entre el objeto y elmismo, y cuando solo es asi dichovinculo le permite al sujeto localizaral objeto en su espacio egocentrico.Por 10 dicho aqui, los pensamientosdemostrativos acerca de objetos son,en la terminologia de Evans que he-mos seguido en este estudio, pensa-mientos russeUianos.

La idea importante en 10 que aea-bamos de ver es, a mi juicio, la si-guiente: tanto las Ideas demostrativasde ohjetos (Evans las llama Ideas-'este') como las Ideas que gobiernannuestras experiencias del espacio(ldeas-'aquf) estan inextricablemen-te vinculadas a ciertas formas de ad-quirir conocimiento de objetos y de

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RESE~AS BIBLIOGRAFICAS 319

lugares. De nadie puede decirse, en-tonces, que esta pensando en un ob-jeto en forma demostrativa, 0 de unIugar como 'aqui', si su pensamientono 10 controlan las maneras de ad-quirir conocimiento del objeto (lu-gar) que figura como el objeto desu pensamiento. N6tese que el tipode conocimiento que llega a adquirir-se de un cierto objeto de esta maneraes, en la terminologia del propioEvans, libre-de.identificaci6n; es de-cir, el conocimiento que obtenemosdel objeto no descansa en un juiciode identidad. Decimos que un pensa-miento, por ejemplo, el pensamientode que 'a es F', descansa en un juiciode identidad -y, por tanto, que esdependiente-de.identificaci6n- si suverdad radica en la verdad de un parde proposiciones: la proposici6n deque 'b es F' (para una cierta Idea,b) y Ia proposicion· de identidad'a=b'.

He aqui una consecuencia Impor-tante de 10 que acabamos de decir:dado que los juicios libres-de-identifi-cacion no descansan, como su nombre10 indica, en un juicio de identidad,dichos juicios son inmunes al error atraves de una identificaci6n err/mea.Por ejemplo, si un sujeto tiene unaIdea de una canica en particular ysu Idea es lihre-de-identificacidn, es-tara recibiendo informacion prove-niente de la canica en cuestidn viaalgiin canal de informacion, 0 sea laesta viendo. Si el sujeto sabe, sobrela base del mecanismo del canal deinformacion, que la propiedad de serrojo se ha instanciado, el sujeto po·dra juzgar, sin necesidad de llevar acabo una identificaci6n del objetorelevante, 'Esta es roja'. Y su juicio,como es obvio, resultara inmune altipo de error que he sefialado.

Hefiriendose al capitulo del libroen el que se trata del problema de laauto-identificacion Evans escribi6:"Considero [este ] capitulo como unprimer intento, presuntuoso y obvia-mente incompleto, [por aclarar] untema muy diflcll" (p. 137). En rea-Iidad, yo no acierto a ver en queradica 10 presuntuoso del presentecapitulo. lSera acaso que el recono-cer la magnitud del problema nosobIiga a permanecer en silencio pormiedo de incurrir en generalidadesy vaguedades que no adelantarian unapice nuestro entendimiento del pro-blema de la auto-coneiencia? Pero,l como justificar el dejar fuera untema tan central en la filosofia, sobretodo ante el reconocimiento de quetodos los verdaderos problemas filo-s6ficos estan Intimamente vinculadosentre si? Lo que S1 es un hecho esel grave peligro que se corre a1 lIegara decir una serie de vanalidades 0

absurdos cuando se eserihe sobre eltema de la auto-conciencia, Asi 10demuestra la literatura barata que vadesde la pretendida receta oriental decomo conseguir la "iluminacidn" en14 pasos, hasta la que pretende des-enterrar las "rafces de la conciencla"sin siquiera mencionar el paso a lateoria de la evolucien. Huelga decirque el trabajo de Evans, muy mo-desto si se quiere, nunca se pierdeen ninguno de estos callejones sinsalida.

Segiin Evans, nuestros pensamien-tos auto-conscientes son el resultadodel ejercicio de la hahilidad que todapersona tiene a su alcance para ad.quirir, en una forma especial, eono-cimiento de SI misma. Estas manerasde adquirir informacion, 0 conoci-miento, nos llevan a la acci6n: alactuar ponemos de manifiesto nues-

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RESE~AS BIBLIOGRAFICAS

tros pensamientos auto-conscientesque han servido como nuestro movil.Ahora bien, para decidir la cuestifinde la verdad 0 falsedad de proposi-cionescomo'Yo siento un dolor' bastacaer en la cuenta de como me siento.Pero seria un error pensar que po-demos decidir el valor de verdad detodo pensamiento que contemplamosen forma auto-conscientesimplementeatendiendo al punto de vista de nues-tra conciencia. Una vez mas, el RGnos obliga a tomar en eonsideracionuna serie de pensamientos cuyo va-lor de verdad resulta estrictamenteimposible de ser determinado a par-tir del 'punto de vista del sujeto'. Unbuen ejemplo de este tipo de pensa-miento es el caso de mis pensamientosacerca de mi propia muerte: cuandodigo 'Yo morire', en soliloquio 0para efectos de Ia comunicacidn, noestoy diciendo 10 mismo que cuan-do afirmo 'A.R.T. Morini'. El pensa-miento expresado es distinto en cadacaso, pero nadie en sus cinco sentidospodria decimos que el primer pen-samiento puede contemplarse desdeel punto de vista subjetivo 0 de miconciencia.

La conclusion de estas reflexioneses esta: las maneras especiales deadquirir conocimientode uno mismono constituyentotalmente la Idea-'yo'.Hace falta apelar, entonces, a unaidentificaci6n fundamental de la per-sona y esta, a no dudarlo, deberfi in-cluir el hecho de que toda personaocupa una posicion en el espacio-tiempo. Pero, debera incluir algomas? Es obvio que esta preguntadebe contestarse afirmativamente, pe-ro Evans no desarrollo el tema -notuvo tiempo de hacerlo- mayormen-te. Sin embargo, para los propositosde Evans podemos suponer que esto

basta: todo 10 que Evans queria mos-trar en ese estadio de su investiga-cion, era la posibilidad de pensar enuno mismo en terminos objetivos,esto es, el pensar en uno mismo comoun elemento mas del orden objetivode las cosas. Cuando resefia las con-clusiones obtenidas en ese capitulo(pp. 255-257, esp. (2)), Evans nosdice algo mas sobre 10 que deberiacontener una Idea-'yo' si es que hade satisfacer el RG: que la persona,o sea, el sujeto y objeto de los pensa-mientos-'yo', es un ser humane vi-viente y esto marea ya una lineaposible de investigacionsobre el abs-truso problema de la identidad per-sonal.

Evans se interesa por mostrar quenuestros pensamientos auto-conscien-tes son inmunes al error a traves deuna falsa identificacion. Un signode la presencia de tal fenomeno esque no tiene sentido decir, cuandopadezco un dolor, 'Alguien tiene, 0

padece, un dolor, pero, lSOY yo quien10 padece?' El fenomenode la inmu-nidad al error fue reconocido origi-nalmente por Wittgenstein en su Cua-demo Azul. Si bien la conclusionqueWittgenstein extrajo de estas consi-deraciones ha sido disputada, las con-sideraciones mismas han logrado unamplio consenso filos6fico. Por 10menos, esto es asi en 10 que toea ala inmunidad al error de nuestrospensamientos auto-conscientesen losque adscribimos un predicado psico-logico. Evans acepta esto, pero quisodar un paso mas y extender el feno-meno de la inmunidad a los casas enlos que nos auto-adscribimosuna pro-piedad [isica. (Evans considera comoejemplos de esta situacion, el tenerlas piemas cruzadas, el ser empujadoo el estar pegajoso: en ninguno de

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RESE~AS BIBLIOGlUFICAS 321

estos casos tiene sentido decir cosascomo por ejemplo 'Alguien tiene laspiernas cruzadas l son mis piernas lascruzadas?')

La inmunidad a1 error se preservaen Ia memoria: un juicio en tiempopasado 'yo fui F' no se basa en dosproposiciones: 'Esa persona fue F' y'Yo soy esa persona', de manera queno hay Iugar para una falsa identi-ficacion de Ia persona en euestion.Una vez mas, no tiene sentido decir,sobre la base de la informacion quenos proporciona Ia memoria de expe-riencias, 'Alguien vio a Ia personaque puso Ia bomba, pero l fui yoquien vio a esa persona?'

A continuacidn Evans analiza elreto que propone Shoemaker al ar-gumento en que se basa la conclusionsobre la inmunidad respecto de nues-tros juicios de memoria vease 'Per-sons and their pasts', American Phi-losophical Quarterly, vii. (1970), pp.269-285. (Hay traduccion al espafiolen Cuadernos de Critica, NQ 8.) El re-to consiste en proponer una nocion-Shoemaker Ia llama cuasi-memo-ria--- en Ia que se encuentran todosy cada uno de los elementos queconstituyen a Ia memoria con Ia ex-cepcion del requisito que exige queIa persona que recuerda una expe-riencia y e1 sujeto de Ia experienciasean una y Ia misma persona. La co-herencia de Ia nocion de cuasi-memo-ria esta fuera de disputa. Pero, l quees exactamente 10 que nos muestra?l Significa que nuestros juicios de me-moria son, en realidad, [uicios de-pendientes-de-identificaci6n?

Evans piensa que esta filtima pre-gunta debe contestarse en forma ne-gativa. Resumiendo 10 que constituyeuno de sus argumentos mas intrin-cados, Ia razon de su conclusion es-

triba en que, para Evans, todo 10que podemos aprender de una nocioncomo Ia cuasi-memoria es que existela posibilidad de cometer un error ennuestros juicios acerca de nuestrasexperiencias pasadas. Pero el error encuestion no deriva de una falsa iden-tificacion de Ia persona en cuestion,sino, en su lugar, de 1a creencia (fal-sa) de que el mecanismo de la me-moria se encuentra funcionandonormalmente cuando en realidad no10 esta. Si Ia memoria ha de incluirun elemento causal, entonces la creen-cia del sujeto podria ser que no hahabido ninguna ramificacion de Iacadena causal cuando, de hecho, siIa hubo.

No voy a decir mas sobre el pro-blema de Ia auto-identificacidn ex-cepto que, para Evans, es perfects-mente posible que un pensamientoauto-consciente carezca de objeto, Estaconclusion deberla provocar una reac-cion desconcertante en el lector aten-to. Quien se interese por apaciguareste desconcierto deb era consultar elcapitulo 7, § 7.6; pp. 249-254 dellihro de Evans.

El capitulo octavo, iiltimo de la se-gunda parte del libro The Varietiesof Reference, trata de la naturalezade los pensamientos sobre objetos encuya identificacion se ejercita una ca-pacidad de re-eonocimiento, capaci-dad que segiin Evans tenemos a nues-tro alcance independientemente de sipodemos 0 no producir una descrip-cion individuadora del (0 los) obje-to(s) de nuestro pensamiento. El casomas tipico que ejemplifica esta situa-cion es el de esa maravillosa capaci-dad nuestra para reconocer las carasde los seres humanos que hemos vis-to en alguna ocasion.

Dejo para una ocasi6n futura la

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exposicion de la tercera y ultima par-te del lihro de Evans. Si en 10 quehe expuesto hasta aqui, aiin no hasalido a relucir la originalidad y pro-fundi dad del pensamiento de GarethEvans, el que fall6 fui yo -no Evans.

ALVARO RODRIGUEZ TIRADO

Leon Olive (comp.), La explica-ci6n social del conocimiento.LLF., UNAM, Mexico, 1985,339 pp.

Las polemicas entre filosofos, histo-riadores y sooidlogos de la ciencia,desarrolladas duranteIa decada de lossesentas, han rendido sus frutos enel surgimiento de nuevas perspectivasde estudio del conocimiento cientifi-co, que han superado las distincionestradicionales de "contexto de descu-hrimiento y contexto de justifies-cion" ; "historia externa e historiainterna", Estas nuevas perspectivas,lejos de considerar a la sociologia yla filosofia de la ciencia como anta-gonicas 0 como inconmensurables, hanafirmado, mas bien, su caracter com-plementario.

Desde la perspectiva filosofica, lasohras de Lakatos, Toulmin, Wartofs-ky, Moulines, entre otros, constituyenenfoques que integran aspectos "in-temos" y "externos" en el anfilisisdel contenido y desarrollo de las teo-rias cientificas. Estas obras son bienconocidas en el ambiente filos6fico dehahla hispana. Sin embargo, desdela perspectiva sociol6gica, los autoresque pugnan por una Integracion delos problemas 16gico-conceptuales conlos de caracter "extemo" son escasa-mente eonocidos en Mexico. La difu-sion en espafiol de ensayos represen-

tativos de esta nueva sociologia dela ciencia es uno de los meritos masimportantes de Ia antologia La expli-caci6n social del conocimiento, elabo-rada por Leon Olive.

En la introduccion a la antologia,el compilador advierte que los mate-riales que la constituyen representandiferentes enfoques dentro de la nue-va sociologia del eonocimiento. Paraaclarar el caracter novedoso de estasociologia, Leon Olive expone las te-sis principales del enfoque tradicio-nal de la sociologia del conocimiento,representada por autores como Durk-heim, Mannheim, Parsons y Merton,entre otros. Con algunas variantes, aveces significativas, estos autores tien-den a considerar que su disciplinatiene como tarea tipificar los conoci-mientos que en una determinada so-ciedad se consideran relevantes y ex-plicar los origenes y funciones dedichos conocimientos. Sin embargo, elanalisis de por que los hombres con-sideran como verdaderas ciertascreencias, queda fuera del alcancede la sociologia. En todo caso, launiea relaci6n entre la sociologia tra-dicional del conocimiento y la epis-temologia se da en un sentido nega-tivo, esto es, para algunos autorescomo Mannheim 0 Merton, es posibledar explicaciones sociales de por queciertas creencias falsas se eonsideranen cierto momento como verdaderas.Asi, respecto a los problemas episte-mologicos, la sociologia tradicional es,a 10 mas, una sociologia del error,pero nunca de las ciencias verda-deras,

La nueva sociologia del conocimien-to critiea basicamente la asimetria enla explieaei6n del conoeimiento, estoes, se opone a la tesis de que los fac-tores sociales tan solo pueden expli-