Galen strawson

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    Resumen

    El Argumento Bsico de Strawson es de los ms fuertes contra la responsabili-dad moral en filosofa de la accin. Uno debera ser responsable de su personalidadpara ser responsable moralmente de sus acciones, pero entonces nadie sera jamsresponsable.

    En este artculo critico los intentos ortodoxos de solucin al reto escptico deStrawson y muestro cmo comparten con el Argumento una misma nocin teolgi-

    ca heredada de agente-mnada. Una propuesta de solucin pasa por una nueva con-cepcin de sujeto.

    Palabras clave: Filosofa de la accin, responsabilidad moral, agente, compati-bilismo, incompatibilismo, determinismo, libre albedro, identidad social.

    Abstract

    The Strawsons Basic Argument is the stronger against moral responsibility inPhilosophy of action. One should be responsible of his identity to be moral respon-

    sible of his actions, but then nobody could be never responsible.

    Revista de Filosofa

    Vol. 30 Nm. 2 (2005): 193-213ISSN: 0034-8244193

    Ningn hombre es una isla.*

    Meditacin en torno a la (im)posibilidad

    de la responsabilidad moral

    Vicente RAGA ROSALENY

    Recibido: 27 de septiembre de 2005Aceptado: 8 de noviembre de 2005

    Departament de Metafsica y Teoria del Coneixement. Universitat de Valncia. Phrnesis-analy-tic philosophy group. Becario de investigacin FPU del Ministerio de Educacin y Ciencia. Este tra-bajo ha sido llevado a cabo dentro del proyecto de investigacin Creencia, motivacin y verdad(BFF2003-08335-C03-01). Agradezco los comentarios de un informador deRevista de Filosofa a unaversin previa de este artculo, as como la ayuda de los profesores Carlos Moya y Julin Marrades, ytambin algunas conversaciones mantenidas con Juan Jos Colomina, Bernat Mart, David Mateu yPascual Raga, que de algn modo han contribuido a la elaboracin de este texto.

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    In this article I criticize orthodox solutions to Strawsons sceptical challengeand show how they share with the Argument the same theological notion of monad-ical agent. A new solution needs a new conception of agent..

    Keywords: Philosophy of Action, Moral Responsibility, Agent, Compatibilism,Incompatibilism, Determinism, Free Will, Social Identity.

    No man is an island, entire of itself.Every man is a piece of the continent, a part of the main.

    (John Donne, Meditation, XVII)

    Uno de los argumentos escpticos ms fuertes, por lo que respecta a la cuestinde la atribucin de responsabilidad moral, que se han formulado en el campo de lafilosofa de la accin sera el Argumento Bsico de Galen Strawson. La exigenciastrawsoniana de una responsabilidad por ser lo que se es, por los rasgos constituti-vos del agente, para poder dar cuenta de la responsabilidad moral por las propiasacciones, convierte tal atribucin en algo, aparentemente, injustificable. Mi inten-cin en este ensayo ser rebatir el argumento strawsoniano, o al menos ponerlo enentredicho, y, para ello, dar primero tres pasos preliminares, que me permitirn,como conclusin, afirmar la posibilidad de tal responsabilidad.

    En un primer momento, pues, mediante una breve ojeada a la historia de la filo-

    sofa tratar de establecer cul puede ser el origen de la nocin de individuo que esten la base del Argumento Bsico, y que es la que dota de toda su fuerza a la argu-mentacin escptica strawsoniana. En segunda instancia, establecer ese mismoArgumento, que se pretende vlido independientemente de compromisos con dis-tinciones entre determinismo e indeterminismo, para, en tercer lugar, exponersucintamente los intentos de respuesta que desde posiciones compatibilistas eincompatibilistas se han venido, o podran venirse, formulando. El fracaso de todaslas respuestas tradicionales me permitir desvelar los supuestos compartidos tantopor el argumento escptico, como por sus intentos de solucin, a saber, la nocin deindividuo expuesta en primera instancia.

    Llegados a este punto, mi argumento dar un giro crtico positivo e intentar,consciente de la no naturalidad de la nocin de agente-mnada que subyace a todoslos modelos argumentativos expuestos, proponer una concepcin de sujeto que dcuenta de todas las limitaciones anteriores y, en tanto que histrica y socialmenteconfigurada, polmica con el esquema de la propuesta strawsoniana. No sera nece-sario que el agente fuera causa sui, para poder ser moralmente responsable de susacciones, porque tal nocin de agente es incoherente y no se compadece con unavisin amplia, filosfica, transdisciplinar e intuitivamente considerada del serhumano, ndulo donde sociedad e historia se cruzan y crean.

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    I

    La imagen que del agente se desprende de la tradicin dominante en el campode la filosofa de la accin actual, sobre el que se vierten las cuestiones relativas ala libertad (entendida como voluntad libre) y a la responsabilidad moral (que tienea la libertad como su presupuesto), no es la nica posible. Es ms, las distincionesque tal imagen comporta, los compromisos metafsicos que mantiene, tornan suma-mente implausibles las atribuciones de responsabilidad moral y la defensa de lalibertad, ante argumentos que presionen sobre las correlaciones entre exterioridad yheteronoma, interioridad y autonoma o autodeterminacin, as como sobre losaspectos sociales, histricos y de contenido, que configuran habitualmente al suje-to de la accin.

    La nocin de individuo, de su libertad y responsabilidad moral asociadas, quesubyace a esta tradicin, podra tener sus orgenes ms remotos en el pensamientode un autor escasamente citado y conocido por ella, el pensador medieval PedroAbelardo.1 Como eptome de un cambio sociocultural y econmico-poltico ha deentenderse la exhortacin al conocimiento de uno mismo que aparece en los escri-tos ticos de este autor. La tesis fundamental, que caracterizara a Abelardo comorepresentante del movimiento espiritual que en el siglo XII habra coadyuvado a esetemprano surgimiento del individuo era: que la moralidad de un acto se defineslo por la intencin de quien lo realiza, lo cual enlaza bien con la nocin teolgi-ca cristiana que anima su concepto de voluntariedad.

    El pecado como consentimiento interno a la inclinacin a realizar una accinmala, implicara siempre, segn se desprende de la doctrina abelardiana, un sucesopsicolgico especifico, una decisin y, en tanto que rechazo consciente de la volun-tad divina, sera un acto de plena afirmacin de la propia individualidad (as comouna opcin por la condena eterna, nica alternativa a la salvacin en el modeloheroico abelardiano).

    Este carcter interno y aislado de la decisin, el consensus, implicara, alejn-dose de otros modelos como el aristotlico,2 por un lado la separacin entre el

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    1 No pretendo defender que ste sea el nico origen posible de la nocin de individuo propia delmbito de estudio que nos concierne, ni tampoco que la relacin con la filosofa de la accin actual

    sea directa, antes bien mi propsito es mostrar con ms claridad alguna de las dificultades recin apun-tadas, as como sus supuestos subyacentes (y para ello he seguido a Montoya, J. (1996), pp. 37-40, 48-49).

    2 Sera interesante elucidar las similitudes y diferencias entre las nociones de pecado y hamarta,o decisin yproairesis, entre muchas otras, que permitiran poner en entredicho lecturas como la delyo moral chisholmiano, o la del yo profundo evaluativo de Watson. stas, segn mi interpreta-cin, a pesar a su pretendida filiacin respecto del pensamiento de la Grecia clsica, de hecho distor-sionaran el contexto cultural y de pensamiento de los autores griegos (para un ejemplo a contrario,vase Williams, B. (1993), especialmente pp. 50-102). As, por ejemplo, la hamarta que es literalmen-

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    carcter moral o ethos y la decisin moral: el consensus no es necesitado por nin-guna inclinacin antecedente. Y, por otro lado, el corte entre la decisin moral y laaccin externa.3 En ese espacio vaco entre el carctery la accin, estara la deci-sin moral y, por tanto, el individuo.

    II

    Con esta breve exploracin por la historia de la filosofa querra, pues, habermostrado los vnculos genealgicos observables entre la concepcin abelardiana delsujeto y el individuo atomizado, reducido a mera estructura decisoria con creencias,deseos y valores (creseos),4 desconectados stos (y vaciados de contenido), pormor, en principio, de una apropiada atribucin de responsabilidad, de la sociedad yde la historia (entendidos stos ms bien como amenazas condicionantes que comocondiciones posibilitantes), en la filosofa de la accin contempornea (amn delplanteamiento moralmente neutro que tambin suele caracterizarla, aunque sto,como todos los otros rasgos, est sometido a contraejemplos variados, que no des-mienten su amplia difusin y general aceptacin acrtica).

    Sin embargo, tambin hay diferencias notables entre ambas concepciones. Losavances de la ciencia moderna en campos diversos, y los cambios ideolgicos varia-dos propios de la Modernidad han llevado a una visin naturalizada del mundo y

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    te un yerro, algo perteneciente al orden del conocimiento y que en el momento dado sera inevitable,se acerca mucho a una nocin de tica cvica, en la que se trata de la armona entre valores de la ciu-dad y persona educada (esto es, del ajustarse el individuo al orden social). Por su parte, la nocin depecado, que es la que est detrs de las lecturas de Chisholm o Watson, se aproxima mucho ms a unmodelo heroico, en el que la decisin individual salva o condena, en el caso de una sociedad moder-na a la alabanza moral o al menosprecio y recriminacin, y por lo tanto se vincula a esa nocin delibertad como voluntad absolutamente libre, ligada a una concepcin de responsabilidad moral propiade agentes radicalmente individualizados y deudora de una tradicin teolgica concreta.

    Lo mismo sucede con laproairesis o preferencia deliberada, sta se refiere al finalizar de un pro-ceso de deliberacin y no a un suceso psicolgico determinado. La proairesis es el termino utilizadopor Aristteles bien para referirse a acciones que brotan de nuestro carcter ( ethos), bien para tratardel conflicto entre acciones que expresan nuestro ethos y circunstancias extraordinarias (como, porejemplo, el arrebato de una pasin amorosa).

    En ambos casos, ni hamarta, niproairesis, podran simplemente vincularse genealgicamente a

    una nocin teolgica de libertad como la que est detrs de las propuestas de los modernos autores quehan tratado estas cuestiones en el campo de la filosofa de la accin (antes bien, su filosofa de laaccin, la aristotlica, podra servir de gua para la propuesta alternativa que introduzco en este art-culo).

    3 Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que puedaconsiderarse como bueno sin restriccin, a no ser tan slo una buena voluntad (Cf. Kant, I. (1992),p. 21).

    4 Hbrido, vocablo neolgico, que ana creencia y deseo (agradezco a Pascual Raga la for-mulacin de esta definicin).

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    del ser humano en su seno, con implicaciones metafsicas, ontolgicas y antropol-gicas varias, que separan ntidamente al modelo abelardiano de aquellos que impe-ran en el mbito que nos ocupa. Responsabilidad moral y libre albedro o voluntad,siguen ligadas, y permanecen todos los aspectos mencionados en la caracterizacindel consensus, pero la divinidad, contra cuyo trasfondo de omnipotencia, severidady justicia, se dibujaba la libertad humana plena, parece haberse ido emborronandohasta desaparecer de la composicin pictrica.

    Pero, verdaderamente se ha ido? En un mundo en el que, en virtud de los avan-ces cientficos, no hay proposicin general ms ampliamente compartida, conmayor apoyo inductivo y emprico, que la de que todos los sucesos, entendiendosuceso en sentido amplio, tienen explicacin, cabe preguntarse por el lugar delagente, instancia de la voluntariedad, decisin y responsabilidad. Si por explicacinse entiende la explicitacin de las circunstancias que hicieron necesario el sucesoacaecido, y si tales sucesos, en un mundo naturalizado, se insertaran en cadenas osecuencias causales (epistemolgicas pero, de modo especial, tambin ontolgicas),donde un estado de cosas causa otro, que a su vez es causado por uno anterior, y assucesivamente, en qu se diferenciara el mero suceder, o causalidad transente,del causar la accin del agente, o causalidad inmanente?5

    Y la respuesta a esta pregunta sera que, precisamente, el agente se diferencia-ra del mero suceder en el cumplimiento de las condiciones de la accin y voluntadlibres, que daran cuenta de la subsiguiente atribucin de responsabilidad, en la este-la de la tradicin dominante, y que seran esencialmente dos: que est en poder del

    agente el realizar o no la accin; que esa capacidad resalte sobre un amplio tras-fondo de deseos, de posibilidades no actualizadas, pero actualizables (el Principiode Posibilidades Alternativas) y que el agente constituya el origen de esa accin,deseo, volicin, y no sea otra cosa ajena a l la que tenga el control (el Principiode la Originacin o, como veremos luego, de la Responsabilidad ltima).

    En ese mundo tal y como lo he caracterizado, y centrndome en el requisito dela originacin, por mor del argumento que voy a desarrollar, parecera necesario queuno fuera causa incausada de aquellas acciones que propiamente pueden atriburse-le, responsabilizndose por ellas, en tanto que acciones libres, que le perteneceran,que controlara, sin que otra cosa las causara, sin otra fuente de originacin. Pero (yaqu retorna el dios emborronado), motor inmvil, causa incausada, y dems epte-

    tos se han venido atribuyendo, esta vez s desde Aristteles, a la divinidad, que sehabra encarnado, pues, ahora en el hombre aparentemente naturalizado.Chocan aqu dos intuiciones ampliamente extendidas, de sentido comn, dos

    fuentes diversas de conocimiento y tradicin, dos conjuntos de instituciones socia-les, macroestructuras, etc. Por un lado, el punto de vista prctico, subjetivo, que da

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    5 Cf. Chisholm, R. M. (1982), pp. 28-29.

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    cuenta de una capacidad humana central, la de influir en el mundo y ser origen delas propias acciones, voliciones, y que se acompaara de las ms diversas actitudesreactivas y prcticas asociadas, en la interaccin comn (sustentando, adems, noslo importantes instituciones, sino el propio sentido de una vida valiosa). Por otro,el punto de vista objetivo o teortico, antes apuntado, ligado al avance de las cien-cias, que dibujara un panorama donde tal capacidad se diluira o encontrara seria-mente amenazada.6

    Ms all del rotulo concepcin heredada del determinismo, que se desprende-ra de la caracterizacin que del mundo naturalizado he hecho, donde las accionesy elecciones humanas se entenderan como efectos de las secuencias causales enque, ms ampliamente, se integran todos los sucesos del mundo,7 el problema deese segundo punto de vista, tal como lo plantean los sucesores del determinismofuerte clsico (aleccionados por el propio avance de la ciencia, por ejemplo en elcampo de la fsica, con los avances de las diversas formulaciones de la fsica cun-tica) sera el de una cuestin de incompatibilidad generalizada. La libre voluntadimplicara verdadera responsabilidad y tan incompatible sera con el determinismocomo con el indeterminismo, siendo por tanto inviable su defensa, pese a nuestroprimer punto de vista, si cupiera, como estos autores defienden, aplicar a tal dilemael tercio excluso.

    No sera, pues, en realidad, necesario decidirse por uno de ellos (lo que supon-dra eludir las cuestiones relativas a la plausibilidad de una solucin de sntesis,entre determinismo e indeterminismo,8 as como las argumentaciones relativas a la

    relevancia y sentido de las reflexiones derivadas de los nuevos campos abiertos porla fsica, la neurologa, entre otros), como muestra uno de los argumentos ms rele-vantes de los ltimos tiempos en esta lnea dura, y contra el que trato de articulareste ensayo: el Argumento Bsico de Galen Strawson.

    Segn se explicita en el Argumento Bsico,9 pues, no seramos responsablesmoralmente de nuestras acciones, sea el determinismo verdadero o falso, dado quenadie podra cumplir el requisito de Responsabilidad ltima (que postulamos comouna de las dos posibles condiciones de la responsabilidad moral). Las accioneslibres, que impliquen verdadera responsabilidad, ya lo he apuntado, lo seran en vir-tud de una razn del agente que las causa; esto es, en funcin de cmo es uno men-talmente. Pero no querramos, sta es la baza de Strawson, que esas cadenas causa-

    les que llevan de nuestros deseos, creencias y valores a nuestras voliciones y accio-nes, fueran nuestras de modo azaroso, sin bases, por suerte (entendida como lack of

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    6 Cf. Kane, R. (2002), pp. 4-6.7 Cf. Honderich, T. (2002), pp. 461-476.8 Vase Double, R. (1996), pp. 847-854, que critica a Honderich en tanto que al entender ambos

    en sentido actitudinal, como asimismo el propio Double, no podra apelar a su verdad o falsedad.9 Puede seguirse en Strawson, G. (1986), pp. 28-29; Strawson, G. (1994), pp. 5-24.

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    control, no como chance, y del tipo de la que podramos denominar suerte consti-tutiva),10 ni en virtud de algn tipo de control externo al agente.11 En suma, el requi-sito para que las acciones y razones fueran propiamente del agente es que stas seeligiesen en virtud de unos principios, de los que, a su vez debera ser responsable,mediante otros principios de eleccin, y asad infinitum.

    Otra forma de argumentarlo, ms intuitiva, conectando con lo dicho respecto delavance de ciertos mbitos de la ciencia, y de aquello en que consisten nuestros pun-tos de vista, sera decir que la combinacin de nuestra experiencia temprana, y msall de sta, de nuestra carga gentica, y del entorno, e incluso, del condicionamien-to social, se opondran a la confianza ingenua en esa capacidad de autodeterminar-se ltimamente, que constituye el tipo de libertad que mucha gente supone queposeemos (y que as planteado, parecera deslegitimar movimientos como el den-nettiano, o incluso mi apelacin primera a la genealoga teolgico-metafsica de lanocin del agente libre y responsable).12

    Si lo enuncio primero de un modo menos riguroso cabra decir que no estamosante una cuestin epistemolgica, esto es, que no cabra bloquear el Argumento, yla cuestin planteada de la imposibilidad de la responsabilidad moral, apelando a undesconocimiento, o al posible estatuto inalcanzable de una completa explicacin delcomportamiento humano,13 de sus razones para actuar (pues sobre ese eje gira elArgumento de Strawson, y a ese punto dirigen sus miradas todos aquellos que atien-den a la condicin del Origen). Ni tampoco atendiendo a una posible salida por vaindeterminista, entendida sta como puro azar,14 ya que la accin y decisin impre-

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    10 Vanse Nagel, Th. (1979), pp. 51-72; Williams, B. (1993a), pp. 97-110. Cabra aqu una obje-cin como la que Hurley, S. (2003), pp. 121-122, planteara al argumento de la suerte constitutiva. stasera una suerte que fijara identidades, mientras que el argumento strawsoniano aqu, que podra asi-milarse al de una suerte de lotera natural constitutiva, imposibilitante de la responsabilidad moral,debera ser necesariamente relativo a identidades ya constituidas (as afortunadas o desafortunadas).La incoherencia que de aqu se deriva parecera atentar contra la vertiente indeterminista delArgumento Bsico (que, recordemos, se pretenda vlido sin necesidad de apelar al determinismo oindeterminismo) y, de algn modo, se enlazara con mis posteriores crticas al supuesto carcter mera-mente negativo, condicionante, de los elementos sociales, culturales, histricos, constitutivos del indi-viduo (perspectiva sta que deja de lado su carcter trascendental, de condicin de posibilidad). Pero,me parece necesario apuntarlo, el argumento de Hurley debera dar cuenta todava del hecho de que,al menos intuitivamente, sigue parecindonos vlido apelar a la mala suerte constitutiva en el sentidocriticado (lo que muestra la necesidad de una investigacin genealgica de la nocin de individuo,como la que aqu estoy llevando a cabo de manera tentativa).

    11 Luego refinaremos sto, con las distinciones relativas al control constrictivo, no constrictivo ylos casos del Mundo Feliz (control no constrictivo encubierto).

    12 Puede, de hecho, hacerse referencia a autores de otras tradiciones, como Foucault (vaseFoucault, M. (1991), pp. 39-46), que tambin apoyan esta crtica.

    13 Cf. Ayer, A. J. (1982), pp. 16-17, ya que si no de facto sera tericamente alcanzable.14 Si bien la cuestin, como veremos es ms compleja y, tanto esta objecin, de entrada ms sim-

    ple, como la ya ms severa de la ininteligibilidad o de la postulacin de misteriosas entidades metaf-

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    decibles, carentes de bases, parecen en primera instancia s libres, pero difcilmen-te responsables (y dotados de una libertad valiosa), ya que sta, la responsabilidadpor las acciones y decisiones, es algo que responde a mis razones, guas de mi elec-cin, y es fruto de los rasgos (creencias, deseos, motivaciones) que estrechamenteme constituyen, bases de mi decisin.

    Y sto cuestiona la tercera posibilidad de escape, la apelacin a razones, de lasque requeriramos poder causal, y cuyas explicaciones, la explicacin por razones,equipararamos, siguiendo a Davidson,15 con la explicacin causal (con lo que estaargumentacin se inclinara del lado del determinismo, pretendidamente compatiblecon la libertad y responsabilidad). As pues, si hubiese una explicacin causal de mieleccin, con base en mis razones, educidas de mis rasgos constitutivos, y nos cen-tramos en la condicin del Origen o de Responsabilidad ltima, el problema serael de la responsabilidad por el propio carcter, el de si somos fuente de esas cade-nas causales en que consisten nuestras razones.

    Por supuesto que cabe, como arguye Dennett,16 frente a las exigencias de ulti-midad o control absoluto, de autodeterminacin como autocreacin de corte teol-gico, apelar a la complejidad, del agente, a su ser sensible a razones, a su capaci-dad para la revisin y alteracin del carcter basndose en la reflexin.17 Pero stosera quiz tomarse las cosas con demasiada ligereza, o pretender recluir en elcampo de las meras abstracciones tericas lo que constituye un problema metafsi-co que s afectara a nuestras conductas e instituciones, y que los avances de la gen-tica, neurologa, sociologa, etc, plantean como cercano y cotidiano.

    Sin ultimidad, por un lado, ni el mecanismo sensible a razones mencionado porDennett (y argumentado por los semicompatibilistas Fischer y Ravizza)18 habrasido adquirido por medios controlables por el agente, ni su efectiva aplicacin detales capacidades en circunstancias especficas se ejercera bajo su control. Y, porotro lado, los intentos de alcanzar la ultimidad por va indeterminista chocaran conel requisito de la racionalidad, de la eleccin conforme a rasgos propios (aunque lasacciones autoconfigurativas de Kane traten de dar una respuesta incompatibilistabastante elaborada a esta objecin).

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    sicas, en pro de una responsabilidad y libertad incompatibilistas, ser susceptible de una reformula-cin ms interesante en autores como Kane.

    15 Cf. Davidson, D. (1980), p. 3-19.16 Cf. Russell, P. (2002), pp. 242-244.17 Tambin en breve volver sobre este punto, con una sucinta, pero ms detallada, exposicin de

    las diversas posiciones que podran encuadrarse en el seno de una actitud compatibilista.18 Cf. Fischer, J. M., Ravizza, M. (1998), pp. 170-206.

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    III

    En cuanto a las posibles respuestas al Argumento: compatibilistas, incompatibi-listas libertaristas, o pragmticas (y revisionistas), dentro de la tradicin filosficaque nos concierne, todas resultan insatisfactorias por lo que respecta a la preguntapor el origen, condicin de la atribucin de responsabilidad de los agentes indivi-duales y, en gran medida, por la razn ya apuntada del tipo de caracterizacin destos, que los deja inermes ante planteamientos como el de Strawson (por cuanto elrequisito de autocreacin divina, que contrasta con la finitud humana y la abstrac-cin sociohistrica operada, se deja sentir al resituar al sujeto en su contexto mun-dano).

    Compatibilistas clsicos (como Hume o Ayer), o de nuevo cuo, con su compa-tibilismo refinado (jerrquicos, como Frankfurt, evaluativos o de fuente mltiple,como Watson, de la razn, como Wolf), todos ellos se caracterizan por un postula-do de libertad implicando verdadera responsabilidad en un mundo determinista y,excepto quiz Wolf (que, frente a los otros acentuar el componente normativo), porla cada vez ms afinada bsqueda de un yo real o profundo, origen de las cadenascausales, de las razones, que concluyen en acciones de las que pueden responsabi-lizarse.

    Frente a los que optaran por enfrentarse al Argumento Bsico mediante unaremisin a una instancia decisoria separada de los estados mentales, razones delagente, afectadas por los argumentos que cuestionan su control ltimo y exigen una

    autodeterminacin amenazada por las cadenas causales de sucesos, que pareceranarrastrar al sujeto en sus encadenamientos; la opcin compatibilista, ya desdeHume,19 propone la identificacin del agente con sus creencias, deseos y motivos.

    Libre y responsable sera aquel que hiciese lo que quisiese hacer, esto es, queactuase conforme a las razones que tuviera,20 y aceptando que la relacin entrerazn, decisin y accin pudiese ser de necesidad causal; as, de lo que se tratarasera de distinguir entre la causalidad que necesita mis acciones, pero con la que meidentificara, y aquel control que me constreira, coaccionara, bien fuera median-

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    19 Y la ya mentada versin remozada ayeriana, que aqu sigo (Cf. Ayer, A., J., op. cit.; Moya, C.J. (1997), pp. 117-119).

    20 Lo que supone un primado de la autodeterminacin, en detrimento de la otra condicin indica-da al inicio de m artculo, el Principio de Posibilidades Alternativas, rasgo ste que aqueja a toda estatradicin (y no simplemente como una opcin expositivo-metodolgica, lo que dara pie al estableci-miento de una crtica, como de hecho se ha llevado a cabo en reflexiones en algn punto cercanas alas expuestas en este artculo, al criticar la nocin de un agente concebido en trminos casi divinos,causa sui teolgica, que es en el extremo lo que requieren todas las posiciones que, acercndose al pro-blema del libre albedro y la responsabilidad moral desde la posicin tradicional, optan por la va dela autodeterminacin, quieran ser o no radicales).

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    te una fuerza externa, bien mediante estados psicolgicos de carcter patolgico.21

    El problema (amn de los ms generales, que afectan al compatibilismo en suconjunto) es que, como se encargara de mostrar Frankfurt,22 si bien el compatibi-lismo clsico acertara a distinguir, segn los compatibilistas, en qu consiste lalibertad de accin, descuidara el libre albedro, cayendo en complicaciones variasy vctima de diversos contraejemplos claros, como la dificultad para evitar atribuirresponsabilidad moral a los animales, que al menos en algunas de sus especies msdesarrolladas parecen, en tanto que poseedores de deseos y creencias, capaces dedesarrollar acciones libres (al modo compatibilista); o, an ms grave, la incapaci-dad en que se encontrara para explicar casos de experiencia de falta de libertad envirtud de deseos no compulsivos (y, en la misma lnea, pero ahondando en ello, losejemplos de condicionamiento social, que seran de control no constrictivo, y que,de nuevo, no podramos aceptar como situaciones en las que al agente pudiera atri-bursele adecuadamente responsabilidad, aunque el compatibilista clsico no tuvie-se otro remedio).

    La concepcin estructural y jerrquica de Frankfurt sorteara esas dificultades,atendiendo a una libertad, con la atribucin de responsabilidad subsiguiente, enten-dida como un querer lo que se quiere querer. El agente frankfurtiano poseeradeseos de hacer cosas, o deseos de primer orden, y los deseos que le movieranefectivamente a la accin constituiran su voluntad. Sin embargo, y aqu estara elgrado de complejidad que lo distinguira de nios y animales, adems poseera unsegundo nivel de deseos, de segundo orden, o actitudes reflexivas y evaluativas,

    cuyo objeto seran los deseos de primer orden, constituyendo su volicin de segun-do orden, deseos de que ciertos deseos nos conduzcan a actuar, una subclase destos.

    Libertad y responsabilidad se daran en las acciones en que hubiera armonaentre niveles, sin atender a la condicin del Principio de Posibilidades Alternativas,como ya indiqu, quedando la experiencia de la falta de libertad no compulsiva paralos casos en que tal coherencia de niveles no se diese y el sujeto actuase, por ejem-plo, por un deseo de primer orden que no querra, desde su segundo nivel reflexivo,que constituyese su voluntad. Con ello tambin se dara cuenta de una diferenciaentre agentes, con una idea de gradualidad interesante, existiendo una categora deellos, la del wanton, en la que se incluiran todos los que careciesen de esa comple-

    jidad y se dejasen guiar por la mera economa de los deseos de primer orden.La propuesta frankfurtiana, sin embargo, ha sido objeto de importantes crticas,

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    21 Y aqu se introducen los bien conocidos casos de comportamiento obsesivo, la cleptomana,entre otros, cuya especial modulacin causal se distinguira del control del agente, de su causalidadpropia.

    22 Cf. Frankfurt, H. G. (1982), pp. 89-90.

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    como la que Watson realiza,23 en el seno de su propia tradicin. Y es que, entre otrasobservaciones crticas posibles (dentro de las cuales se incluira la cuestin msgeneral de la originacin, sobre la que he de volver al tratar del compatibilismo engeneral, tal como lo enuncian estos autores, sus exponentes ms destacados), sepuede remedando el Argumento Bsico, cuestionar que la adicin de niveles delmismo tipo de estados mentales deseos logre otra cosa que desplazar jerrquica-mente la wantonicidad. Cabra, pues, preguntar en qu sentido obtendra el agenteun control volitivo de sus estados mentales mediante la simple adicin de conten-dientes del mismo tipo al conflicto de deseos, y si no sera necesario, a su vez, pos-tular nuevos niveles de deseabilidad que tan slo extenderan ad infinitum el pro-blema (lo que resultara claramente inaceptable y, ms an, abocara a un corte arbi-trario del ascenso de niveles por mor de la finitud psicolgica de los agentes).

    La respuesta frankfurtiana,24 que pasara por la identificacin con los deseos delagente, que constituiran su yo profundo, mediante un compromiso decisivo, resul-ta cuando menos, pese a sus intentos de afirmar lo contrario, oscura y, probablemen-te arbitraria, adems de no escapar de un cuestionamiento general, relativo a lasfuentes de los deseos o ms altos niveles de volicin.25 Crticas a las que tampocoescapa su intrprete, Watson, pese a su planteamiento de mltiples fuentes, que pre-tendera sortear la dificultad de la jerarqua frankfurtiana.

    En el agente, segn Watson, una fuente es la de los deseos, parte apetitiva delalma platnica (en la interpretacin de la doctrina de ste, del que Watson se reivin-dica seguidor, aunque esto debera tomarse con cierta distancia), y otra la de los

    valores, o esquema evaluativo, parte racional. De nuevo la armona sera el signo dela libertad y responsabilidad, aunque la duplicidad de orgenes y carcter de losestados mentales, con la evaluacin de lo deseado, parecera mejorar el plantea-miento estructural anterior. Sin embargo, y aun cuando se plantease, por ejemplo,una evaluacin profunda, involucrando al yo (identificado esta vez con sus valores)hondamente, una evaluacin radical ya que la eleccin radical, dado el determinis-mo, no sera posible, 26 qu habramos ganado en realidad respecto a Frankfurt? Enambos casos, cabra plantearse el carcter externo, heterogneo de los elementosconstituyentes del agente, y la ausencia de control por relacin al origen, en los tr-minos en los que lo plantea el Argumento Bsico.

    En ese sentido resulta interesante la propuesta de Wolf,27 que caracteriza en

    estos trminos crticos las propuestas compatibilistas observadas, denominndolas

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    23 Cf. Watson, G. (1982), pp. 107-110.24 Cf. Frankfurt, H. G. (1988), pp. 159-176.25 Como se deduce adems de su reiterado rechazo y, en el artculo antes citado, explcito, de la

    dimensin histrica, de la importancia del origen causal de deseos y creencias26 Cf. Taylor, Ch. (1982), pp. 111-126.27 Vanse Wolf, S. (1990), pp. 67-93; Wolf, S., 1987b, pp. 46-62.

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    punto de vista del yo real, y propone la suya propia, asimismo compatibilista, elpunto de vista de la razn. A las argumentaciones vistas, opone pues Wolf algu-nas observaciones en la lnea apuntada (y que, asimismo recoge el propioWatson),28 como la importancia de la historia y del entorno o, como se plantea demodo ms general en los denominados casos del Mundo Feliz, la posibilidad deun control no constrictivo encubierto, por el que los deseos del agente, mediante porejemplo un condicionamiento social refinadamente oculto, provendran de unafuente ajena al mismo (y cabra entonces preguntarse, como sucede en otro ejemplofacilitado por Wolf, el del nio que vive una infancia extremadamente desgraciaday lleva a cabo luego actos punibles, en qu sentido podra el agente ser considera-do justamente responsable por ser quin es y, en ltima instancia, dada la conexincausal aseverada entre rasgos de la personalidad y acciones del individuo, de susactos).

    El problema es que la perspectiva wolfiana, pese a plantear la libertad y respon-sabilidad como funciones de la capacidad para actuar de acuerdo con la razn, estoes, como poder de reconocer lo Verdadero y lo Bueno,29 recaera en problemassemejantes a los que pretende criticar y superar. Pues si bien se optara en su pers-pectiva por una renuncia a la responsabilidad metafsica de la propia constitucindel yo, decantndose por una responsabilidad moral, con la capacidad de autorrevi-sin y correccin como corolarios (y la introduccin de la suerte moral, como ele-mento relevante de su propuesta), de nuevo el control normativo, de lo correcto, auncuando no se hubiera reducido a una cuestin de complejidad psicolgica, se vera

    aquejado por el problema del origen en el sentido en que, por ejemplo, los casos delMundo feliz lo plantean.30

    Aparentemente cerrada la va compatibilista, la opcin incompatibilista, en unade sus ms sutiles formulaciones, la de Kane,31 se presenta como alternativa dese-able al intento de responder al reto del Argumento de Strawson. La perspectivaincompatibilista rechaza la posibilidad de defender libertad y responsabilidad altiempo que se afirma el determinismo, tal como lo hemos expuesto, apostando por

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    28 Cf. Watson, G. (1987), pp. 151-153.29 Recurdese que el suyo es un planteamiento con una fuerte carga normativa, punto ste a su

    vez criticable, en tanto que deudor de un objetivismo moral no justificado, aunque sto es algo que

    aqueja a una gran parte de los autores, si bien no tan radicalmente, del campo de la filosofa de laaccin moderna.

    30 De hecho, de nuevo Wolf rechaza, en el caso de la accin buena, la condicin del Principio dePosibilidades Alternativas y aprueba un dominio incluso irresistible de lo Bueno, la primaca de laarmona, por delante de cualquier otra consideracin, con lo que quedara preso de las posibles mani-pulaciones (no resulta imposible imaginar un Mundo Feliz donde los agentes hubiesen sido manipu-lados para actuar, desear y evaluar reflexivamente conforme a lo Verdadero y lo Bueno) o cadenas cau-sales de estados mentales que escaparan al control agente.

    31 Vase Kane, R. (1996).

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    la indeterminacin y, en muchos casos, por una instancia decisoria, desligada de losestados mentales del agente, amenazados por ese determinismo invasor, en tantoque seres en el mundo natural, y dadas las cadenas causales en que se enlazan talesestados.

    Sucintamente expuesta, por razones de espacio, cabe decir de la posicin deKane, que sorteando algunas de las objeciones clsicas que se le hacen al incompa-tibilismo, y consciente de los lmites expuestos respecto de la anterior lnea argu-mentativa, propone contemplar la exigencia de ultimidad en su carcter radical, ascomo la condicin finita humana, planteando la exigencia, si es que ha de existiralgn tipo de responsabilidad y libertad valiosa, de que el agente realizase algunasacciones libres indeterminadas, en el sentido de una posibilidad categrica, entrealternativas igualmente asequibles dadas unas mismas circunstancias.

    Pero si las razones o motivos nos inclinan a elegir A en lugar de B, siendo A elresultado razonable de la deliberacin, parecera que la eleccin de B, en exacta-mente las mismas circunstancias, si posible sera irracional (y caera dentro de lasobjeciones que por lo que respecta al incompatibilismo libertarista, rpidamente,hemos sealado). Para evitarlo y defender esta posibilidad, que algunas veces debe-ra tener el agente en su mano, esto es, la de poder ir configurndose mediante esetipo de decisiones y acciones, postula Kane la racionalidad plural, la posibilidad deque existan razones diversas, por ejemplo morales y no morales, que no obliguen aescoger, dada la historia psicolgica del sujeto, una opcin antes que otra. Es decir,que tales razones no puedan ordenarse segn una escala bayesiana de preferencia,

    de racionalidad; que sean inconmensurables, dadas las mismas circunstancias.Teniendo en cuenta esta salvedad, lo que Kane propone es que en determinados

    momentos el agente elige, en virtud de una intencin general, no a priori, no deter-minada por rasgos y circunstancias anteriores (lo que de nuevo recuerda la caracte-rizacin abelardiana del consensus), de un modo u otro, con libertad, reforzandocon ello sus rasgos morales u otros. El control, la responsabilidad, ltima es posi-ble, est al alcance del sujeto y no mediante actos indeterminados irracionales, opostulaciones metafsicas problemticas, eso al menos pretende Kane, sino a travsde decisiones sobre las que el agente tiene un control no antecedentemente determi-nante (lo que reintroducira las amenazantes cadenas causales), pero s en el mismomomento de darse.

    Sin embargo, y dejando de lado la compleja discusin relativa a las mltiplescrticas que el libertarismo de Kane ha recibido,32 baste hacer hincapi en las dudasque suscita una posicin que, en ltima instancia se entiende como eleccin sinbases, y trata as de evitar el regreso al infinito del Argumento Bsico, que aceptaen su formulacin como reto. Cabe preguntarse si resulta plausible una autodeter-

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    32 Vanse Strawson, G. (1986), pp. 25ss; Wolf, S. (1990), pp. 46ss, para crticas al libertarismo engeneral.

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    minacin hecha con independencia de las propias creencias y razones, que se redu-ce a constatar en el momento de la eleccin, que sa, cualquiera que fuese la deci-sin tomada, era la opcin preferida, porque, de hecho, tautolgicamente fue la pre-ferida y realizada.

    As pues, los ya tradicionales argumentos compatibilistas e incompatibilistas, seencuentran en dificultades al tratar de responder al Argumento Bsico. Dificultadescompartidas, pese a la diferencia de posiciones en el espectro del campo de laaccin, que permiten especular sobre la comn condicin que les aboca al fracasoante retos como el que plantea Galen Strawson.

    Y es que, ciertamente, mantienen todas estas corrientes supuestos comunes que,ya hemos parcialmente adelantado y denunciado, en tanto que no asumidos comotales seran pre-supuestos o prejuicios. La concepcin puramente estructural delagente, desentendindose de contenidos (en todo caso, de nuevo en general, moral-mente neutros), la atencin y el intento de dar cuenta de libertad en trminos de pro-cedimientos, antes que de actitudes, el formalismo pues, unido a, en general, unadesatencin radical a la dimensin histrica y social del agente (en todo equipara-ble as al pecador abelardiano), caracterizan a estas diversas corrientes.

    Existen, sin embargo, otras alternativas, que rompen con este paradigma fallidodel libre albedro y de la responsabilidad, como la que plantea P. F. Strawson.33

    ste, frente a las opciones hiperintelectualizadas de compatibilistas e incompatibi-listas, plantea la responsabilidad en trminos sociales, de actitudes y trato que lagente se da, unos a otros. Considerar a la gente responsable es tratarla de determi-

    nados modos, realizar demandas generales, y reaccionar segn las respuestas delotro. Las actitudes reactivas, tales como la ira o el resentimiento, entre muchasotras, seran constitutivas de la responsabilidad moral, responsabilidad que se iraadquiriendo en la sociedad a medida que el agente se adiestrara en la prctica detales actitudes.

    No habra una justificacin terica ulterior, en la propuesta de P. F. Strawson ala pregunta metafsica o la validacin de un cierto contenido de creencias en tornoa la responsabilidad. De este modo, la dimensin ontolgica en que se mueve el retodel Argumento Bsico, no encontrara espacio para plantearse en el seno de las prc-ticas reactivas, en tanto que stas descansaran en aquello que constituye el marcode los juegos de lenguaje bsico en nuestra concepcin del ser humano. La excusa

    o la exencin de actitudes reactivas,34 en el lmite el hecho de que a determinadosseres no les otorguemos responsabilidad alguna, reservndoles un trato objetivo,descansara no en un descubrimiento metafsico, sino en un simple test de la capa-cidad para entrar en la dinmica de las actitudes reactivas.

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    33 Vase su Strawson, P. F. (1995), pp. 37-67.34 Vase para tal distincin Watson, G. (1987b), pp. 259-261.

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    Sin embargo, pese al atractivo de esta propuesta, pretendidamente conciliatoria,la consideracin meramente pragmtica de la responsabilidad, de las actitudes reac-tivas que, segn Strawson no se modificaran en virtud de descubrimientos metaf-sicos como la verdad del determinismo, resulta poco plausible.35 Se podra, pues,poner en cuestin la supuesta inescapabilidad de esas reacciones humanas, o que nopudiesen elevarse interrogantes relativos al marco de las prcticas, ya que ste pre-senta diversos puntos desde los que cabra solicitar una revisin de las actitudesreactivas, por ejemplo focalizando el carcter cognitivo de la responsabilidad, laposibilidad de que nuestras actitudes dependieran de juicios falsos. Parecera que unms completo informe de las condiciones de la responsabilidad podra suscitar pro-blemticas metafsicas que podran socavar la integridad normativa de las prcticas.De este modo, la perspectiva ontolgica, rasgo tambin compartido por las resea-das corrientes compatibilista e incompatibilista, as como por el reto del ArgumentoBsico, continuara siendo una posicin mejor asentada (terica e intuitivamente).36

    Es por ello que parece necesario, sin olvidar lo aprendido con P. F. Strawson, nilas crticas realizadas a los intentos de solucin tradicionales, atender al ArgumentoBsico desde una perspectiva metafsica, ontolgica, enfrentndose desde esa posi-cin a la cuestin de la condicin de Origen, o Responsabilidad ltima. En lugar deno tomar completamente en serio la exigencia de ultimidad, o creer que sta est alalcance del agente con relativa celeridad, en lugar de despreocuparse por la condi-cin ontolgica del agente, nuestra propuesta, retomando las sugerencias de diver-sos autores,37 sera la de cuestionar su estatuto individualista, abstrado de la urdi-

    dumbre de interlocucin del espacio social en el que surge, y aunque de manera yasecundaria en nuestra atencin (por imperativos de espacio), ahistricamente con-cebido, desustancializado, sin contenidos, reducido a mera estructura, formalizadoy procedimentalizado, ajeno a la dimensin actitudinal de la responsabilidad (y a lacuestin de las demandas y expectativas normativas sociales a ella ligadas, comohemos visto en P. F. Strawson).

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    35 Vanse criticas en Watson, G., op. cit.; Vargas, M. (2004), pp. 220-222.36 No puedo hacerme eco detallado aqu de las propuestas que, parcialmente en consonancia conlo dicho, retoman la propuesta de Strawson, sin olvidar las crticas. Si bien interesante alguna de esaspropuestas revisionistas, al mismo tiempo aseveran cosas que podran resultar cuestionables, comoVargas cuando pretende renunciar a la coherencia con las intuiciones o el sentido comn, arguyendosu carcter incompatibilista (Vanse Vargas, M., op. cit.; Haji, I. (2002), pp. 202-228).

    37 Entre ellos Dent, N. J. H. (1997), pp. 171-183; Taylor, Ch. (1996), pp. 41-68, y despusBenson, P. (1994), pp. 650-668; Russell, P. (2002), pp. 237-239; Richardson, H. S. (2001), pp. 287-303.

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    IV

    Diversos factores, aunque slo haya reseado uno muy claro al inicio de mitexto, han coadyuvado a la concepcin del yo originador como portador de la res-ponsabilidad moral, en el sentido en que el Argumento Bsico plantea la cuestin,pero cabra preguntarse en qu sentido lo que constituyen condiciones y puntos departida en la constitucin del sujeto. Los rasgos heredados del agente y el entornosocial, entre otros, deberan convertirse directamente en condicionantes tout courty elementos por los que cabe responsabilizarse de un modo absoluto, segn elmodelo de la autocreacin (mxime cuando, sin tales condiciones el agente, direc-tamente, no existira).38

    La educacin, que cualifica al agente para participar en el sistema social, en losjuegos de lenguaje del elogio y la culpa, que est destinada a hacer del nio origende sus propias acciones, puede realmente cualificarse gradualmente, como puedenhacerlo responsabilidad y libertad, en funcin del tipo de sociedad, de factoresvariables y flexibles, de tipo sociohistrico, y no parece claro el paso de esa gradua-lidad y amplitud a una exigencia rasa y extrahumana de autocreacin ex nihilo,segn una nocin de individuo y agencia que no se compadece con la de nuestrassociedades e historia, con nuestra condicin finita.

    Vivimos en horizontes sociales que incluyen discriminaciones valorativas, ynuestra identidad se define por los compromisos e identificaciones que asumimosen ese marco. Identidad pues en el seno de la interlocucin, siempre como respues-

    ta a la pregunta quin soy yo? (y el uso del lenguaje slo existe y se mantiene enel seno de una comunidad lingstica), dentro de la conversacin social, de las prc-ticas y demandas normativas sociales. Por ellas, evalundonos mediante juiciosvalorativos, regulamos nuestras conductas y en esta dimensin normativa y socialde la responsabilidad moral es donde caben elementos de la agencia no contempla-

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    38 Un argumento que vendra a reforzar mis aseveraciones sera el que apuntan Hurley y Fischery Ravizza (vanse las obras citadas en la bibliografa) de la no regresin de la causalidad o de la trans-ferencia de la no-responsabilidad, que rechazara la rpida asimilacin de la causacin de las accionesa la del modo de ser, esto es, que se enfrentara a la formulacin strawsoniana en su misma raz, opo-nindose a la exigencia de la responsabilidad por la propia personalidad, para poder aseverar la res-ponsabilidad de las acciones del individuo, en tanto que causalmente explicitadas (para causar las

    acciones no sera necesario haberse causado tambin a uno mismo, segn el riguroso modelo que hevenido exponiendo). Si bien este argumento me resulta atractivo mi formulacin, matizada por las con-sideraciones sociohistricas, pretende dar cuenta de l de un modo ms rico, que evite las crticas rela-tivas a su aparente arbitrariedad en cuanto al lmite de las cadenas causales en las que se insertaranlos individuos y sus acciones (ya que los autores citados compartiran con Galen Strawson, as comocon el resto de soluciones propuestas al reto del argumento bsico, cuyos lmites he mostrado, lamisma nocin de individuo como agente individual, con dos mbitos escindidos, interior y exterior,separados de manera neta, y comprendiendo todava cualquier factor sociohistrico como una limita-cin a la libertad de ese yo interno, ncleo de las decisiones moralmente relevantes).

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    dos en las perspectivas tradicionales, como el sentido del propio valor o la capaci-dad como agente.39

    Y as, tal como expone Benson, podra suceder que un agente cumpliera contodos los requisitos y capacidades procedimentales que se suponen suficientescomo para garantizar su libertad y responsabilidad (dejando por ahora entre parn-tesis el reto strawsoniano o el del determinismo), esto es, la conexin causal apro-piada, sin obstculos, entre voliciones y acciones y que, sin embargo, como sucedeen diversos casos que revelan la dimensin social de la libre agencia, no confiaseen su competencia como agente y, por lo tanto, no pudiese disfrutar de esa libertadaparentemente inobjetable.

    Sentimientos como el de la vergenza,40 o situaciones en las que se manifiestala influencia de otros agentes, por ejemplo en los denominados casos de luz degas, o de instituciones histricas, como la de la esclavitud; todos ellos vinculadosa la dimensin social del agente, por cuanto degradan la confianza en su capacidadpara responder por la propia conducta, a la luz de las demandas y expectativas nor-mativas fruto de la interaccin social, sin que necesariamente las capacidades pro-cedimentales se vean afectadas, revela la artificiosa dicotoma que entre interiori-dad/ exterioridad y autonoma/ heteronoma, plantean argumentos como el de GalenStrawson (y respetan, en tanto que asumen la misma figura de agencia, los argu-mentos contemplados).

    En la medida en que, a la luz de esta argumentacin, se revela la mayor com-

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    39 No me comprometo, ya que ese, soy consciente, es uno de los riesgos de mi argumentacin,con la posicin tayloriana de la que extraigo las nociones de red de interlocucin o espacio moral,ya que la sustantividad de su concepcin comunitarista se enfrenta a dificultades relativas a la hipos-tatizacin de los marcos culturales en que se insertaran los sujetos, imposibilitando, en ltima instan-cia, la responsabilidad individual por las propias acciones y la autoevaluacin postuladas, fuera delmarco cultural de referencia. Mis argumentaciones, si bien han acentuado la dimensin social del yo,considerando el radical olvido de este aspecto en la filosofa de la accin contempornea, y en rela-cin con el argumento strawsoniano, apuntan ms bien a una nocin de agente en tanto que punto decruce entre individualidad y sociedad, historicidad y accin presente.

    40 Vanse James, W. (1952), pp. 189-191; Taylor, G. (1985), pp. 53-84; Deigh, J. (1983), pp. 225-245; Williams, B. (1993b), pp. 50-102; Goffman, E. (1970). Esta interesante discusin se centrara enun sentimiento moral, de autoproteccin, relacionado con la idea de degradacin de la propia imagendel yo, y con su estructura de interaccin yo-mundo, que reafirmara as el entrelazamiento individuo-

    sociedad, la dimensin social de las actitudes morales, de la responsabilidad y la libertad, ms all delreductivo y solipsista anlisis tradicional (ya que como indiqu siguiendo a Benson, la imagen que unotiene de s mismo, resultado de la interaccin con los otros miembros de la propia comunidad, esto es,producto social y no del individuo, afectara a la respuesta y competencias como agente que puede des-arrollar el sujeto que el grupo evalua. La identidad y roles as socialmente constituidos, de modo par-cial, mediante la vergenza, en tanto que interiorizacin de un juicio social, metafricamente plasma-do mediante la imagen del tribunal o del observador externo, la sensacin de ser observado, afectar-an a las capacidades y posibilidades de actuacin del agente, sin que los modelos tradicionales en filo-sofa de la accin pudiesen dar cuenta de ello).

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    plejidad de las relaciones entre individuo y sociedad, la posibilidad de que factoresexternos al cuerpo individual tanto limiten, cuanto contribuyan al desarrollo de lapropia autodeterminacin, y a la inversa, mostrndose adems una variabilidad his-toricosocial que, de nuevo, los argumentos tradicionales y especialmente el deStrawson, no contemplan, cabra retar a la exigencia de autodeterminacin o auto-creacin en los trminos en que lo formula el Argumento Bsico. As pues, el agen-te s que podra ser responsable moralmente de sus actos, aunque no fuese causa sui,porque los condicionantes sociales, histricos, los estados mentales que escapan asu control personal, son las condiciones de la constitucin del individuo y posibili-dades abiertas a la decisin y acciones del sujeto sociohistrico, pero no de modoabsoluto, como propiedades de un agente-mnada sino como cualidades historico-sociales, que posibilitan un mayor o menor grado de desarrollo moral.41

    Quiz no seamos dioses, pero tampoco, necesariamente, simples eslabones decadenas causales inacabables. Para que sea posible dar cuenta de un conceptohumano de responsabilidad sera necesario abandonar el modelo teolgico-metaf-sico de antao, en un sentido ms radical que aquel en que lo planteaba Dennett,pues, como reza el ttulo de un libro de Rafael Snchez Ferlosio, mientras no cam-bien los dioses, nada ha cambiado.

    Referencias bibliogrficas

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    41 Sera de gran provecho atender a los estudios sociolgicos que dan cuenta de la gnesis social,o de la encarnacin de las estructuras historicosociales en el agente (como, por ejemplo, Berger, P.;Luckmann, Th. (1968); Bourdieu, P. (1999), pp. 169-323) que permitiran, desde otra perspectiva,ahondar en los prejuicios asumidos por la tradicin de pensamiento dominante en el campo de la filo-sofa de la accin, y en sugerir propuestas de superacin, como la que en este ensayo he planteado.Asimismo, cabra consultar en el mbito de la filosofa poltica y de la teora moral a autores que sos-tienen una posicin cercana a la mia como: Benn, S. (1976), pp. 109-130; Benn, S. (1988); Benson, P.(1987), pp. 465-486; Benson, P. (1991), pp. 385-408; Christman, J. (1988), pp. 109-124; Christman,J. (1989), Christman, J. (1991a), pp. 1-24; Christman, J. (1991b), pp. 343-359; Christman, J. (1998),

    pp. 383-406; Dworkin, G. (1988); Friedman, M. ( 1986), pp. 19-35; Grovier, T. (1993), pp. 99-119;Hill, T. (1991); Lehrer, K. (1997); Mackenzie, C.; Stoljar, N. (2000); Mele, A. R. (1991), pp. 271-280;Mele, A. R. (1995); Meyers, D. T. (1989); Scanlon, T. M. (1998); Schneewind, J. B. (1998); Stocker,M. (1976), pp. 453-466; Taylor, Ch. (1985); Taylor, Ch. (1991). Algunos formando parte del debateliberalismo-comunitarismo, otros cercanos a reflexiones sobre el feminismo, a la teora poltica engeneral o, por ltimo, vinculados al mbito de estudio, la filosofa de la accin, sobre el que ha versa-do este artculo; todos ellos comparten una nueva imagen del sujeto en la que ste no se entiende comoseparado o limitado de modo absoluto por los factores sociales e histricos que lo constituyen y capa-citan en tanto que agente moral, social y poltico.

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    Vicente Raga Rosaleny

    Dpto. de Metafsica y Teora del ConocimientoFacultad de Filosofa y CC. de la EducacinUniversidad de [email protected]

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