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GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS Por Miguel Artola De la Real Academia de la Historia FAMILIA Y JUVENTUD (*) El 5 de enero de 1744 nació en Gijón Jovellanos. Fue bautizado de socorro el mismo día, según consta en su (*) Hace ya bastante tiempo publiqué un largo estudio sobre la bio- grafia y el pensamiento de Jovellanos ( «estudio preliminar» al tomo LXXXV de la Biblioteca de Autores Españoles, que era el III de los dedi- cados a editar las obras de D. Gaspar Melchor, Madrid, Real Academia de la Historia, 1956, págs. VII-LXXXVII). Cuando Ángel García Sanz me invitó a participar en esta obra, le advertí con toda claridad que actual- mente mis preocupaciones investigadoras eran otras y que me resultaba imposible volver a los archivos para reescribir un nuevo estudio sobre la peripecia vital de Jovellanos. De nada han servido mis razones ante la insistencia de García Sanz, que no ha dejado de esgrimir nuestra vieja y continuada amistad, nacida en las aulas de Salamanca, cuando él era alumno mio. No me he podido resistir al fin, pero debo mencionar algunas obras publicadas después de mi escrito que me parecen serán de utilidad al interesado por la biografia de Jovellanos: Javier Vn[tE a, Jovellanos, Madrid, Alianza, 1988; John H. R. Po^T, Gaspar Melchor de Jovellanos, New Jork, Twayne, 1971; Gaspar G6[vtEZ ue [a SEataa, Jovellanos, el espa- 15

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  • GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS

    Por

    Miguel ArtolaDe la Real Academia de la Historia

    FAMILIA Y JUVENTUD (*)

    El 5 de enero de 1744 naci en Gijn Jovellanos. Fuebautizado de socorro el mismo da, segn consta en su

    (*) Hace ya bastante tiempo publiqu un largo estudio sobre la bio-grafia y el pensamiento de Jovellanos ( estudio preliminar al tomoLXXXV de la Biblioteca de Autores Espaoles, que era el III de los dedi-cados a editar las obras de D. Gaspar Melchor, Madrid, Real Academia dela Historia, 1956, pgs. VII-LXXXVII). Cuando ngel Garca Sanz meinvit a participar en esta obra, le advert con toda claridad que actual-mente mis preocupaciones investigadoras eran otras y que me resultabaimposible volver a los archivos para reescribir un nuevo estudio sobre laperipecia vital de Jovellanos. De nada han servido mis razones ante lainsistencia de Garca Sanz, que no ha dejado de esgrimir nuestra vieja ycontinuada amistad, nacida en las aulas de Salamanca, cuando l eraalumno mio.

    No me he podido resistir al fin, pero debo mencionar algunas obraspublicadas despus de mi escrito que me parecen sern de utilidad alinteresado por la biografia de Jovellanos: Javier Vn[tE a, Jovellanos,Madrid, Alianza, 1988; John H. R. Po^T, Gaspar Melchor de Jovellanos,New Jork, Twayne, 1971; Gaspar G6[vtEZ ue [a SEataa, Jovellanos, el espa-

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  • partida de nacimiento (1). Eran sus padres FranciscoGregorio Jovellanos y Carreo, regidor y alfrez mayorde la villa y concejo de Gijn, y Apolinaria Jove, hija delmarqus de San Esteban del Puerto, ambos de condicinnoble. Tuvieron ocho hijos, adems de cuatro que murie-ron de corta edad. Para sostener y educar tan numerosafamilia, sus padres no disponan de otros bienes que lapequea ferrera de Dueas y un no ms rico mayorazgo,a que se sumaban los irigresos del cargo de regidor y alf-rez mayor de la villa y concejo de Gijn. Patrimonio esca-so para permitir acomodar tan numerosa familia. Fran-cisco Gregorio de Jovellanos los destin de acuerdo conlas posibilidades de la poca: los mayores, al servicio delRey en la Marina, y los menores, Alonso y Gaspar Mel-chor, al de Dios, en la Iglesia.

    La coyuntura de su nacimiento cuando se alza en elmbito nacional la estrella de la reforma (2), determinasu vocacin. Muy pronto entrar en contacto con el esp-ritu de la poca, al que inmediatamente se vincular.Tras cursar las primeras letras y latinidad en Gijn, estu-di Filosofa en un colegio de Oviedo. Las enseanzasque recibiera -fundamentalmente el latn y la filosofaescolstica- resultaron poco gratas al futuro ministro yms adelante, en una vida profundamente inclinadasobre los problemas educativos del pas, no dej demanifestar su. profundo desacuerdo y la necesidad desustituirlos por otros ms racionales, sobre todo ms ti-les, tanto desde el aspecto formativo del individuo comodel inters nacional.

    ol perdido, Madrid, Sala Editorial, 1975, 2 vols.; Jos Miguel vEL CasoGONZLEZ, ed., Jovellanos. Obras completas, Oviedo, Instituto Feijo-Cen-tro de Estudios del Siglo XVIII, 6 vols. hasta ahora, 1984-1994.

    (1) Julio Sonlozn: Documentos para escribir la biografa de Jovellanos.Madrid, 1911, dos volmenes, 4, doc. I.

    (2) ngel del Rfo, ob. cit. pg. XI.

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  • En mi niez y primera juventud hube de seguir losmtodos establecidos en la escuelas pblicas, y los queconocen estos mtodos saben forzosamente habr malo-grado con ello mucho tiempo (3).

    En 1757, a los trece aos de edad, recibi la primeratonsura de manos del Obispo de Oviedo don Juan Fran-cisco Manrique de Lara, con el nico fin de obtener unbeneficio diaconal en San Bartolom de Nava, al quehaba sido presentado por su ta, abadesa del Monasteriode San Pelayo.

    Pas a Avila donde comenz los estudios de leyes ycnones bajo la direccin de su obispo, Romualdo Velar-de y Cienfuegos, en cuyo palacio residan numerososjvenes asturiano .

    En 1761 recibi la institucin cannica del prstamode Navalperal, y en 1763 el beneficio simple de Horcaja-da, y poco despus, oncluidos sus estudios con los gra-dos de bachiller y licenciado en leyes y cnones por laUniversidad de Osma, su protector le proporcion unabeca canonista con voto en el Colegio Mayor de San Ilde-fonso de la Universidad de Alcal, donde, tras realizarunos ejercicios que aprob nemine discrepante, fue nom-brado colegial mayor el 10 de mayo de 1764.

    Su estancia en Alcal no cabe dudar que fue uno delos perodos ms gratos de su vida. Aos ms tarde haraun encarecido elogio de aquella ciudad,

    que pareca fundada en obsequio de las ciencias, pobladasolamente de escolares y la mejor residencia de un jovenque entraba en la carera de las letras (4).

    (3) Introduccin a un discurso sobre el estudio de la Economia civil.Sonlozn: Jovellanos. Manuscritos inditos, raros o dzspersos, pg. 77.

    ^4) Todo en estos pueblos anima y favorece la aplicacin de losestudiosos. La conversacin de los buenos instruye, su ejemplo alienta yestimula y su amistad inspira un amor preferente a la sabidura... Enotras poblaciones, la gallarda, la riqueza, el lujo y los talentos frvolos

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  • Continu su trayectoria de excelente estudiante, segradu de bachiller en cnones el da 24 de diciembre delmismo ao de su ingreso, y desempe en 1765, comosustituto, las ctedras de Sexto y Decretales mayores.Concluido el primer ao de estancia, disfrut de sus pri-meras vacaciones, regresando a Asturias, de donde falta-ba desde haca ocho aos, y emple el siguiente en visi-tar la mayor parte de la provincia, observando y estu-diando cuanto se ofreca a sus ojos. En mayo de 1766 vol-vi al Colegio alcalano, donde oposit a una ctedra deCnones, que segn Cea no consigui por haber sido ele-gido tres veces sucesivas para informante de pruebas decolegiales. Una vez evacuadas estas comisiones, se pre-par para opositar a la canonja doctoral de la Catedralde Tuy.

    En Alcal hizo sus primeras y ms fieles amistades,entre las que hay que destacar la de su pap, Juan Ariasde Saavedra, constante amigo que se cuidara, en losaos sucesivos, de acomodarle, primero, y de la admi-nistracin de sus bienes, ms tarde, y que en la desgraciapudo probar cumplidamente el temple de su amistad.

    El balance de la educacin recibida lo hizo aos mstarde y no fue ciertamente elogioso.

    En mis estudios segu sin elecci el mtodo regular denuestros preceptores. Me dediqu despus a la filosofia,siguiendo siempre el mtodo comn y las antiguas asigna-ciones de nuestras escuelas. Entr a la jurisprudencia sinms preparacin que una lgica brbara y una metafisicaestril y confusa, en las cuales crea entonces tener una lla-ve maestra para penetrar el santuario de las ciencias (5).

    roban por lo comn la atencin y los ojos de los jvenes; pero en stasnada es estimable, nada bien visto que no tenga relacin con los estudiosy las ciencias. Elogio fnebre del Seor Marqus de los Llanos de Algua-zas. B.A.E., tomo XLVI, pg. 284.

    (5) Discurso... sobre la necesidad de reunir al estudio de la legislacinel de nuestra historia y antigiiedades. B.A.E., t. XLVI, pg. 288.

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  • A finales de 1766 pas a Madrid camino de Tuy, y esen este momento cuando se produce inesperadamenteun radical cambio de orientacin en su vida. La nicareferencia de que disponemos acerca de este suceso es eltexto de Cean, extraordinariamente conciso, que lo atri-buye a la influencia de sus primos los marqueses deCasa-Tremaes, algunos de sus colegiales y, especial-mente, don Juan Arias de Saavedra. Lo cierto es que lasinstancias de los anteriores le hicieron abandonar su via-je y cambiar su destino, quedando en Madrid en la con-dicin de pretendiente a alguna de las vacantes que seprodujesen de alcalde del crimen.

    Esta situacin debi de prolongarse alrededor de unao, durante el cual fue propuesto dos veces en consultadel Consejo de Castilla, antes de que Carlos III le nom-brase, por despacho de131 de octubre de 1767, alcalde decuadra de la Real Audiencia de Sevilla.

    Antes de ocupar su destino quiso volver a Asturiaspara pasar las Navidades con su familia. En enero regre-s a Madrid, donde prepar su traslado a Sevilla, paracuyos gastos cont con la ayuda de su protector Arias deSaavedra, quien le proporcion todo lo necesario y aunpara vivir los primeros aos en aquella ciudad con ladecencia correspondiente a su clase y destino (6).

    SEVILLA (1768-1778)

    En el momento de emprender el viaje para cubrir sudestino, Jovellanos tiene veinticuatro aos, una excelen-te figura y una clara vocacin. Cean Bermdez, su com-paero de viaje, nos hace un minucioso retrato que valela pena transcribir.

    (6) C^rr BExn^GnEZ: Memorias para la vida del Excmo. Seor D. Gas-par Melchor de Jovcllanos y noticias analticas de sus obras. Madrid, 1814,pgs. 9 y 11.

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  • Era de estatura proporcionada, ms alto que bajo, cuer-po airoso, cabeza erguida, blanco y rojo, ojos vivos, piernasy brazos bien hechos, pies y manos como de dama, y pisa-ba firme y decorosamente por naturaleza, aunque algunoscrean que por afectacin. Era limpio y aseado en el vestir,sobrio en el comer y beber, atento y comedido en el tratofamiliar, al que arrastraba con voz agradable y bien modu-lada y con una elegante persuasiva todas las personas deambos sexos que le procuraban (sic); y si alguna vez se dis-tingua con el bello, era con las de lustre, talento y educa-cin, pero jams con las necias y de mala conducta. Sobretodo, era generoso, magnfico y aun prdigo en sus cortasfacultades; religioso sin preocupaci6n, ingenuo y sencillo,amante de la verdad, del orden y de la justicia; firme en susresoluciones, pero siempre suave y benigno con los desva-lidos; constante en la amistad, agradecido a sus bien-hechores, incansable en el estudio y duro y fuerte para el

    ^ trabajo.

    De su vocacin no cabe dudar. Cean, nica fuentepara el conocimiento de su vida hasta estos aos, nosdice en su biografa cmo

    procuraba informarse en todos los pueblos de trnsito de supoblacin, cultivo, producciones e industrias, y en SierraMoreno, que principiaba entonces a poblarse y levantar suschozas, indagaba el rgimen y gobierno que en ello seobservaba y todas las circunstancias relativas a tan grandey ltimo objeto, y apostilla: Desde tan temprano manifestel deseo de conocer la economa poltica, en que ms ade-lante fue consumado (7).

    Despus de Madrid y Vergara, Sevilla es por estosaos el ms importante centro del pensamiento ilustra-do, gracias a la influencia del intendente Olavide, decidi-do promotor del espritu enciclopedista. En su tertulia,en el comentario crtico de libros y sucesos, se fijar defi-nitivamente su vocacin y su adscripcin al partidoreformista, manifestada desde el primero de sus escritos.

    (7) Cab.ts, ob. cit. pgs. 12 y 13.

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  • De 1774 -advertencia al Delincuente honrado- datala primera afirmacin de su fe en las luces.

    La luz de la ilustracin no tiene un movimiento tanrpido como la del sol; pero cuando una vez ha rayadosobre algn hemisferio, se difunde, aunque lentamente,hasta llenar los ms lejanos horizontes; y, o conozco mal minacin, o este fenmeno va ya apareciendo en ella (8).

    Fe que se perfila y concreta en los aos sevillanos segnel propio testimonio de Jovellanos, quien, en su Intro-duccin al Discurso sobre el estudio de la Economa Civil,testimonia la evolucin seguida cuando dice:

    Destinado muy temprano a un ministerio pblico, nofue menos forzoso cultivar con igual desperdicio la cienciaconsagrada a l; porque el desengao de la inutilidad de laJurisprudencia no puede venir sino de su mismo estudio. les el que, fatigando la razn, la despierta, la hace salir desus intrincados laberintos y, convencindola de que el cono-cimiento de nuestras leyes y el arte de aplicarlas a los nego-cios de la vida, o de regularlos, en falta de ellas, por los prin-cipios de la justicia natural, que es el nico objeto del juris-consulto, la lleva directamente hacia ellos. A este desenga-o sigue, naturalmente, otro, debido tambin al mismoestudio.

    Cuanto se ha reunido en l se dirige solamente a dirimirlas contenciones particulares segn leyes, y nunca a formarleyes para dirigir las contenciones. Sin embargo, unanacin que cultiva, trabaja, comercia, navega; que reformasus antiguas instituciones y levanta otras nuevas; unanacin que se ilustra, que trata de mejorar su sistema pol-tico, necesita todos los das de nuevas leyes; y la ciencia deque se deben tomar sus principios y el arte de hacerlassegn ellos, son del todo forasteros a nuestra comn juris-prudencia.

    Esta conviccin di a mis estudios una direccin msdeterminada, porque recorriendo los grandes y diversosconocimientos que requiere la ciencia de la legislacin,

    (8) B.A.E., XLVI, Pg. 80.

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  • hube de reconocer muy luego que el ms importante y msesencial de todos era el de la Economa Civil o poltica (9).

    En julio de 1775, Jovellanos, miembro de la Junta deTemporalidades de Sevilla, redacta un informe relativo alpatronato de las escuelas fundadas por la seora Garayo,a cargo de los jesuitas. En principio, se trata nicamentede determinar cul pudiera ser la voluntad presunta de latestadora, tras la expulsin de aquellos. Jovellanos trans-forma la cuestin legal en problema poltico al afirmarque toda la disposicin fue hecha en favor del pblico,y en defensa de sus derechos reclama la nulidad de laspretensiones del heredero legtimo, marqus de Monte-fuerte, y la conveniencia de entregar la direccin de lasescuelas apersonas pblicas y empleadas en el serviciode V.M.. Y aun aprovecha la ocasin para solicitar unanueva orientacin de la enseanza: Los frutos de estaexcelente fundacin sern tanto ms seguros cuanto esms fcil de arreglarla a los mejores principios de edu-cacin que conocemos en el da, dando a los maestros un

    plan o mtodo ilustrado que no est expuesto a las lenti-tudes, vicios e inconvenientes que se advierten en losmtodos comnmente seguidos por los preceptores y

    maestros vulgares (10).

    Mtodo ilustrado que los posteriores textos del mismoautor nos obligan a pensar que no sera muy distinto del

    Plan general de estudios que form Olavide en 1768, con-siderado por Cotarelo de sencillo, aunque no poco radi-cal en algunos puntos" (11), y que ms tarde fue aplica-do en el reino por Real provisin de 22 de agosto de 1769,plan que Jovellanos calificar en 1777 de bien medita-

    (9) En Jovellanos. Manuscritos inditos, raros o dispersos, pg. 77.(10) Informe sobre el Patronato de las Escuelas de Garayo, B.A.E., t.

    L, pg. 428.(11) Iriarte y su poca, pg. 185.

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  • do, expresando vivos deseos de que se estableciese entodas las Universidades del reino (12).

    Si las ideas pedaggicas de Jovellanos estn influidaspor el pensamiento de Olavide ^1 primero de sus textosrelativos a la Administracin es posterior en siete aos asu llegada a Sevilla-, no cabe duda que en otros aspec-tos haba completado su formacin con anterioridad.Cronolgicamente, sus primeros escritos -especialmen-te los fechados en el mismo ao de su llegada a la ciudaddel Betis- reflejan otra de las facetas tpicas del ilustra-do: el humanitarismo. La estructura de la mquina ju-dicial no cabe duda que sorprende a su espritu y no tar-da en mostrar su disconformidad, abogando por sureforma.

    De 1768 son una serie de solicitudes e informes desti-nados al arreglo de la polica, abolicin de la prueba deltormento, modificacin del interrogatorio de los reos yreforma de las crceles. La simpl enunciacin de lostemas, nica cosa que nos ha quedado, basta a probarque se trata de un meditado proyecto de reforma total dela administracin de justicia, basado en la sustitucin dela pena vindicativa e influido, sin duda alguna, por el Tra-tado de los delitos y de las penas, de Beccaria, publicadocuatro aos antes y traducido por los enciclopedistas detodos los pases, que le dedicaron los mayores elogios.

    Junto con la reforma de la justicia plane la de loshospicios en una Memoria leda en la Real Sociedad Eco-nmica de Sevilla, simple ejercicio metdico, segn lacostumbre de las Sociedades Econmicas, de plantearseun problema y ofrecer una solucin, siempre con carc-ter extraoficial. En esta ocasin la Sociedad de Sevillaconstituy una Junta para estudiar el de los hospicios,correspondiendo a Jovellanos tratar el aspecto relativo a

    (12) Informe sobre el estado de la sociedad mdica de Sevilla. B.A.E.,t. XLVI, Pg. 282.

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  • su salubridad. Nuestro autor se desenvolvi con su habi-tual competencia y redact un breve informe que, portratarse de un simple ejercicio acadmico, justifica sucarcter general. Mis observacione sern generales yabstractas y no se contraern a pas alguno; pero lasreglas que se deduzcan de ellas se podrn aplicar fcil-mente a cualquier hospicio (13). El problema se con-creta en la conveniencia de establecer hospicios genera-les donde se recojan indistintamente todas las clases depobres, desvalidos, robustos o impedidos, de un Estado.La prctica est por la afirmativa y la razn por la con-traria (14). Y en esta disyuntiva no cabe dudar cul serla respuesta para Jovellanos. .

    Para el afn reformista de la poca, la Iglesia, en susmanifestaciones sociales y en ocasiones en su doctrina,no posee privilegio alguno que impida su mejora deacuerdo con las luces. Y Jovellanos, como representantetpico de este espritu, no tardar en proponer sus ideasa la consideraciri de los obispos y del pblico en gene-ral, cuya conformidad tcita y supuesta tena el valor deun plebiscito.

    Al concebir el Estado y la sociedad en razn de laEconoma poltica, son incapaces de comprender deter-minados fenmenos espirituales, entre los cuales va aocupar un lugar muy destacado la funcin de las rde-nes religiosas, especialmente las contemplativas. Es lgi-co que en una teora general del Estado, profundamenteinfluida por la fisiocracia, y su divisin de la poblacinen clases productivas y estriles, no exista lugar algunopara el contemplativo. A este espritu corresponde la soli-citud de Jovellanos, cerca del arzobispo de Sevilla, desti-nada a convertir las monjas en artesanas y los conventos

    (13) Discurso acerca de la situacin y divisin interna de los Hospi-cios. B.A.E., t. L, pg. 431.

    (14) Ibid.

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  • en manufacturas de hilanzas. Creemos -deca- quelas hilanzas podran darles una ocupacin tanto ms tily segura cuanto su propia habilidad y delicadeza les hacea propsito para trabajos ms finos (15).

    Esta ltima gestin no pas del intento, pues el arzo-bispo se neg a permitir la entrada de los maestros en losconventos, cuya comunicacin alguna vez puede serdaosa y siempre es arriesgada (16).

    En Sevilla complet su formacin Jovellanos con elestudio de la Economa poltica, meta imprescindible enla formacin de todo ilustrado. Mediado el siglo tienelugar el gran cambio dentro del pensamiento econmicocon la sustitucin del mercantilismo, primero, por lafisiocracia, y ms tarde, por el libre cambio. En la for-macin de Jovellanos ambas escuelas ejercieron notableinfluencia a travs de las obras de Cantillon y AdamSmith, de cuyo conocimiento existe constancia docu-mental. De la de ste, en abundantes citas insertas en eltexto del Informe de la Ley Agraria. De la de aqul, en laexistencia de una traduccin del Essai sur la nature du

    commerce en gnral, hecha por nuestro biografiado en1775. Formacin completada por la lectura de Condillac,su autor preferido por los aos de 1781, hasta el punto deconsiderar su obra, en el Discurso sobre los medios depromover la felicidad de Asturias, como la obra quedebera leer y meditar todo socio, y en ella encontrar losprincipios de la ciencia econmica slida y concluyente-mente establecidos (17), y a la que habra que aadirtodos los autores epaoles de prestigio: Navarrete, Mon-cada, Uztriz, Ulloa, etc., que en la ocasin citada reco-mienda cn igual calor.

    (15) Jovellanos al Arzobpo de Sevilla, 8 de abril 1778. B.A.E., t. L.pg. 355.

    (16) El Arzobpo a Jovellanos, 25 de abril 1778. B.A.E., t. L. pg. 356.(17) B.A.E., t. L, pg. 440.

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  • En su inters por la economa juegan dos importan-tes factores: el hasto del magistrado que quiere dar leyesen lugar de limitarse a su interpretacin, y la influenciade Olavide y su tertulia, en que se trataban a untos deinstruccin pblica, de poltica, de economa, de policay de otros ramos tiles al comn de los vecinos y a la feli-cidad de las provincias, apoyando Olavide los principiosy axiomas de estas ciencias en obras y autores extranje-ros (18). Cean indica la influencia de Luis Ignacio Agui-rre, que por aquel tiempo regresa a Sevilla despus de undilatado viaje por Europa, llevando consigo gran parte delos libros en que apoyaba sus afirmaciones, y que Jove-llanos no tard en leer, aprendiendo con este fin el ingls.El resultado fue que Jovellanos se decidi a entablar elplan de nuevos estudios, dirigidos principalmnte a laciencia econmica, considerdola nica capaz de for-mar un sabio magistrado (19).

    Este cambio en su orientacin cabe sealarlo hacia elao 1774, fecha en que, por muerte de Pedro JosRamos, ascendi a la plaza de oidor, abandonando laSala del Crimen para pasar a formar parte del RealAcuerdo de Sevilla.

    A este momento corresponde tambin la terminacinde EI delincuente honrado, que de hecho pone fin a susobras literarias, sustituidas por el estudio de los concre-tos problemas econmicos que se planteaban en Sevilla,y que se inicia con el Informe sobre extraccin de aceites,en que, influido posiblemente por el laissez-faire, laissez-passer, recientemente enunciado por los fisicrata ,empieza a manifestar en forma terminante su confianzaen la existencia de un orden econmico natural esencial-mente justo, de una armona natural perturbada por laignorancia, los prejuicios y las leyes. Dejando al margen

    (18) CEtv, ob. cit. pg. 18.(19) Ibid., pg. 19.

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  • las propuestas concretas relativas a la extraccin de acei-te y su tasa, hay que destacar la decidida apologa quehace de la libertad comercial.

    Quisiramos ^iice- restituir del todo la libertad, quees el alma del comercio, la que da a las cosas comercialesaquella estimacin que corresponde a su abundancia oescasez, y la que fija la justicia natural de los precios conrespecto a la estimacin de las mismas cosas (20).

    En 1775 traduce el libro de Cantillon para su usoparticular y redacta el Informe del Real Acuerdo de Sevi-lla sobre el establecimiento de un Montepo, en que, trascriticar duramente el desarrollo de los Motepos exis-tentes en el pas, propugna su reforma con objeto detransformarlos en autnticas instituciones crediticias,idea desarrollada ms ampliamente en la carta a Cam-pomanes -el mejor economista de nuestro siglo- conocasin de remitirle el libro de Valle de la Cerda sobreerarios pblicos, que aqul consideraba perdido en suApndice a la educacin popular.

    Su prestigio com.ienza a cimentarse y a extenderse, ycomienza igualmente la carrera de los honores y cargoscon la eleccin para socio de nmero de la Real Sociedadde Amigos del Pas -en consideracin a su talento,aplicacin y celo patritico-, en 15 de abril del men-cionado ao, a que se sum en septiembre la asesora delas rentas y fbrica de tabacos.

    En el seno de la primera institucin citada, y con suapoyo, se dedic al establecimiento de escuelas de hilan-zas. Busc edificios, maestras, tornos para las alumnas,que pretendi reclutar entre las hurfanas de los hospi-cios e incluso, como hemos visto, entre las monjas declausura (21). Form un reglamento, que se imprimi y

    (20) B.A.E., t. L, pg. 3.(21) Carta al Arzobispo de Sevilla. B.A.E., t. L. pg. 355.

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  • se ha perdido, hasta el extremo realmente notable de queSomoza lo omitiese en su Inventario, proponiendo,segn la costumbre de las Sociedades, premios para losmejores alumnos. Su obra corri la peculiar y triste suer-te de casi todas las creaciones de los Amigos del Pas y nodur ms tiempo que el de su permanencia en Sevilla. Ams de las hilanzas se ocup de la agricultura andaluzay de las pesqueras de Ayamonte, temas que traslad aTrigueros, animndole a redactar unas Memorias sobrela agricultura, artes y comercio de Andaluca, semejantesa las trabajadas por Capmany para Barcelona, obrastiles que sern nuestra mejor apologa (22).

    ngel del Ro, al analizar la obra sevillana de Jovella-nos, dice:

    En dos direcciones se escinda la inclinacin de su esp-^ ritu: de un lado, la literatura y el arte; de otro, los estudios

    serios, que, siguiendo el carcter de la cultura setecentista,tenan una amplitud enciclopdica y un marcado sentidoprctico. No es fcil sealar, ni en Jovellanos ni en ningnotro autor de su poca, la lnea fronteriza entre ambas incli-naciones (23).

    Participando de ambas tendencias simultneamente,escribi EI delincuente honrado, ilustracin popular desu pensamiento jurdico, drama de mayor inters comomuestra de la ideologa del autor que como obra de mri-to artstico (24). Ideologa expresada por el propio Jove-llanos en el prlogo, y cuya tesis consiste en descubrirla dureza de las leyes, que, sin distincin de provocad yprovocante, castigan a los duelistas con pena capi-tal (25).

    Junto con el teatro se dedic a la poesa en los das

    (22) fdem a D. Cndido Mara Trigueros. B.A.E., t. L., pg. 164.(23) Ob. cit. pg. XVI.(24) Ibid., pg. XVII.(25) B.A.E. t. XLUI, pg. 77.

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  • feriados y en los ratos que le quedaban libres (26), afi-cin que culmina en la correspondencia potica iniciadacon la epstola a Fr. Diego Gonzlez, en que traza la His-toria de Jovino, compuesta de intento para presentarseante sus nuevos amigos, y que comenzaba:

    Mireo, pues te placeQue sepa el caro DelioMi profesin, mi nombre,Mi patria y mis sucesos...

    Correspondencia ampliada luego a todos los poetasde la nueva escuela salmantina, y cuya composicin mscaracterstica ser la Carta de Jovino a sus amigos sal-mantinos, en que, tras figurar un encantamiento con quela Envidia quiere oscurecer los nombres de sus amigosDelio, Batilo y Liseno, entregndolos al amor de sus nin-fas Jualinda, Ciparis y Mirta, consigue de Apolo su libe-racin, ocasin que aprovecha para exhortarles a crearuna poesa didctica y moral, cuyo fin habr de ser lacorreccin de las costumbres.

    Guiados por la suerteA ms nobles objetos, recorramosEn el afn potico materiasDignas de una memoria perdurable.Y pues que no me es dado que presumaAlcanzar por mis versos alto nombre,Dejadme al menos en tan noble intentoLa gloria de guiar por la ardua sendaQue va a la eterna fama, vuestros pasos.

    Papel este de preceptista muy del gusto de Jovellanos,que lo continuara toda su vida, dejando numerosasmuestras en su correspondencia, en que corrige el estilode las composiciones que sus amigos le presentaban,tarea que desempeaba con tal sinceridad, que en suscrticas no se reconocen ni la amistad ni el parentesco.

    (26) CEdx, ob. cit., pg. 22.

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  • MADRID (177-1790)

    En 1778 Jovellanos se encuentra en una de las encru-cijadas de su vida. La amable vida sevillana, los amoresciertos o fingidos, son sustituidos por la austeridad delsabio, que inicia su etapa productiva. Termin la juven-tud y con ella Jovellanos abandona prcticamente la poe-sa y totalmente el teatro, gneros ligeros que no encajanya en su produccin futura y se le han quedado pequeosa su ambicin de ilustrar y reformar. Si se consulta lacronologa de sus obras se hace claramente visible elcambio. El ncleo de su obra potica -ms de las dosterceras partes- corresponde a los diez aos de Sevilla.Los aos sucsivos slo la polmica literaria, o ms ade-lante la guerra contra Francia, le llevarn a utilizar supluma en gnero tan olvidado.

    Cen Bermdez nos habla de la tristeza de su despe-dida al verle llorar en Aldea de Ro y Jovellanos cierraesta etapa de su vida dirigiendo a sus amigos de Sevillala epstola que comienza:

    Voyme de ti alejando por instantesiOh gran Sevilla!, el corazn cubiertoDe triste luto y del continuo llantoProfundamente aradas mis mejillas.

    eternos compaerosDe mi florida edad, dulces amigos,Pedazos de mi alma, ^do estis ahora?

    y en que se encuentran fragmentos en que la exaltacinlrica le hace profeta sin saberlo:

    ^Ay!, ^do le arrastra su fatal destino?Llvale a corta edad a que se engolfeEn alta mar, donde el continuo embateDe afanes y vigilias, de ti ausente,Su vida a un tiempo y su ventura acabe (27).

    (27) Jovino a sus amigos de Sevilla. B.A.E., t. XLVI, pg. 40.

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  • Aldea del Ro es su Rubicn. A1 reiniciar su viaje sur-ge el Jovellanos familiar, con su peculiar curiosidad, quele lleva a tomar nota de cuanto de inters encuentra ensu camino. Inspeccion las colonias que Olavide funda-ra en Sierra Morena, e indag el sistema de su gobierno ^y el estado de su cultura, producciones y manufacturas,y el mismo examen hizo en los pueblos de Andaluca y dela Mncha por donde transit, visitando sus templos ydems edificios pblicos (28).

    El traslado a Madrid es el principio de los honores yde la fama que van a acumularse sobre su cabeza duran-te el decenio largo de su vida en la Corte.

    Llegaba all -dice ngel del Ro- cuando el impulsoilustrado que caracteriza el reinado de Carlos III estaba entodo su apogeo. Desde el primer momento se vi rodeadopor un propicio ambiente de respeto y amistad (29).

    Antes de comenzar su viaje, la Real Sociedad Econ-mica Matritense le haba elegido ya como individuo denmero, en tanto la Sevillana haca de l su socio direc-tor en Madrid, con lo que se convertir durante estosaos en el lazo de unin entre ambas Corporaciones.

    Campomanes, figura menos estudiada de lo quedebiera, es el protector de Jovellanos, en quien descubreel perfecto ejemplo del hombre ilustrado, al que protegey lanza en el mundo de la corte.

    En 1779, cuando Jovellanos llega a Madrid, Campo-manes se encuentra en la cumbre de su carrera, tantopoltica como intelectual. En estos aos, que constituyenel cenit de las luces, en frase de Snchez Agesta (30),Campomanes es, sin duda, la cabeza directora del grupo.Fiscal del Consejo de Castilla, promotor, fundador ydirector de la Real Sociedad Econmica Madrilea,

    (28) CEN BERMDEZ, ob. cit. pg. 25.

    (29) Ob. cit., pg. XXVII.

    (30) Luis StvcxEZ AcESZa: El pensamiento del despotmo ilustrado.

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  • impulsor de las Sociedades Econmicas de provincias,director de la Real Academia de la Historia, etc., su pro-duccin ha culminado en 1775 con la publicacin delDiscurso sobre el fomento de la Industria popular. Final-mente, rene en su tertulia lo ms representativo de loselementos de la Espaa ilustrada. La tertulia de Cam-pomanes -dice Snchez Agesta-, antesala de socieda-des, consejos y audiencias, fue el centro y smbolo vivode ese contacto que funde en una misma silueta a un gru-po vario de hombres del siglo XVIII.

    En esta tertulia consume Jovellanos las horas que ledejan libres las pesadas ocupaciones de su cargo. Y des-de la tertulia su paisano y protector lo lanza a la RealAcademia de la Historia, primero, y ms tarde al Conse-jo de rdenes, cargo donde podr desenvolver conmayor libertad y fruto su vocacin de legislador y refor-mista.

    Su actividad inicial est vinculada a la Real Academiade la historia, que le ha nombrado supernumerario el 16de abril de 1779, y en cuyo Archivo se conservan los ori-ginales de las numerosas censuras de obras diversas quela Academia le pasaba. En los siguientes, ingres en lasAcademias de San Fernando (1780), Espaola (1781),Cnones (1782) y Derecho (1785).

    En estos primeros aos Jovellanos llevar a cabo unalabor gigantesca: acude a su cargo, asiste a los actos decuatro Academias y el resto de sus horas se consumen enla lectura, pues, como dira a Posada, para el hombrelaborioso el tiempo es elstico y da para todo. Es enestos aos cuando adquiere la definitiva madurez, que lepermitir en los inmediatos dar cima a sus obras funda-mntales. De vez en cuando presenta una breve aporta-cin, anticipo de obras futuras, siempre a instanias dealguna de las Corporaciones de que forma parte, desta-cando entre ellas sus discursos de ingreso en las Acade-mias de la Historia y de la Lengua.

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  • En el Consejo de rdenes su extraordinaria capaci-dad de trabajo no fue desaprovechada y pronto recaye-ron en l numerosos encargos y comisiones, con las quese inicia el Jovellanos de los Diarios, que, con diversasinterrupciones, continuar hasta el fin de su vida.

    Su personalidad y posicin en el seno del Consejo derdenes harn de Jovellanos el mentor constantementeconsultado, ocasin que aprovechar para insistir en lasventajas del liberalismo econmico. Los sucesivos infor-mes que presentar en el Consejo de rdenes, en la Jun-ta de Comercio y Moneda, en la Real Sociedad Econ-mica, dan siempre el mismo tono. El primero de susinformes es en su sola enunciacin -Informe sobre ellibre ejercicio de las artes (1785)- un completo programade reforma. Los restantes abundan en el mismo espritu,cuyo fundamento es la fe en la existencia de un ordennatural justo, que est oscurecido por leyes y prejuiciosque es necesario borrar, dejando la solucin a cargo de lalibre concurrencia y del inters individual. Junto con elya citado y ms importante de sus trabajos econmicos. de la poca, es preciso mencionar el Informe sobreFomento de la Marina Mercante (1784), que corri bajo elnombre de la Junta de Comercio y Moneda, que no duden adoptarlo en su totalidad; el voto particular presenta-do a la misma Junta sobre la Introduccin y uso de lasmuselinas (1785); el Informe sobre la fabricacin degorros tunecinos (1787) y los dos Dilogos sobre el traba-jo del hombre y origen del lujo (1787).

    Siendo importantes sus trabajos econmicos, tienentodava mayor inters las obras que poseen un carcterpoltico, tema que Jovellanos trata por primera vez deMadrid. No se espere un tratado doctrinal, que jamsescribir, lo que, por otra parte, es una constante del pen-samiento ilustrado espaol. Se puede hablar nicamen-te de textos polticos en cuanto se piense en ellos en fun-cin de los escritos de ltima hora de Jovellanos, espe-

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  • cialmente los apndices a la Memoria en defensa de laJunta Central, a la que aportan extraordinaria luz y quehasta ahora han pasado inadvertidos, posiblemente porla divergencia existente entre ttulo y contenido.

    El ms importante de todos ellos es el discurso deingreso en la Real Academia de la Historia, Sobre la nece-sidad de unir al estudio de la legislacin el de nuestra his-toria y antigiiedades, todo l dedicado a tratar acerca dela Constitucin espaola y sus modificaciones a travs dela Historia, y que constituye el complemento necesariopara una recta comprensin de la Memoria anteriormen-

    te citada.En el brevsimo Plan de una disertacin sobre las leyes

    visigodas, presentado en 1785, a la Academia de la His-toria, momento en que sta preparaba la edicin del Fue-ro Juzgo, incide nuevamente en la misma idea al desta-car la importancia de unas leyes anticuadas y muertas,unas leyes que ya nadie obedece, pero cuyo conocimien-to es esencialsimo, ora se consideren como depsito dela Constitucin y el Derecho que gobern a nuestrosabuelos, ora como fuentes de la Constitucin y las leyesque vivimos nosotros (31).

    Junto con los textos que podemos llamar doctrinales,es preciso sealar otros ms concretos, pero igualmenteinteresantes para completar el conjunto del pensamien-to de nuestro autor. En este grupo cabe incluir su Stira

    contra la mala educacin de la nobleza y el Discurso sobreel establecimiento de un Montepo para los nobles de laCorte, que forman parte de la numerosa coleccin de tex-tos de la poca en que se critica la funcin de la noblezaen el Estado e incluso su validez al atacar el carcterhereditario que constituye su esencia. La idea funda-mental en este caso -igualmente conforme en un todocon los restantes escritos del siglo- es sustituir a la

    (31) B.A.E., t. XLVI, pg. 455.

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  • nobleza de sangre por la de la virtud, de que el hombrevirtuoso, I'h6nnete homme, constituye la encarnacin.

    Finalmente habremos de incluir en este apartado elgrupo de escritos que comienzan en esta poca (32) yhacen referencia a la poltica del Principado, cuya pros-peridad va a ser en adelante una de las metas a que aspi-rarn las realizaciones de Jovellanos. Cronolgicamente,el Discurso sobre promover la felicidad de Asturzas (1781)es el primero de los textos, al que siguen sin interrupcinel Plan general de mejoras de Gijn (1782) y los diversosreferentes al puerto de Gijn, carretera de Pajares, etc-tera, de los aos sucesivos.

    El programa a realizar, y ste s que fue uno de lospocos xitos polticos de Jovellanos, consisti funda-mentalmente en promover la extraccin del carbn,tema respecto al cual su liberalismo econmico le lleva aafirmaciones realmente notables, que tendremos oca-sin de estudiar ms adelante. El resto de su programaest concebido en funcin del carbn: caminos de lasminas al mar, creacin de un puerto suficiente en Gijn,establecimiento de un Instituto tcnico, igualmente enGijn; fomento de marina carbonera, etc. El conjunto desu pensamiento resultada exacto y acertado, aunquediversos incidentes impidieran su normal desarrollo has-ta muchos aos despus de su muerte.

    El Consejo de rdenes, primero, y el Ministerio deMarina, despus, hicieron de Jovellanos un viajero habi-tual. Con los viajes comenzaron los Diarios, brotar suinters por el arte, hasta entonces no manifestado y en elque se consagrar como agudo crtico, y se concretar lainvestigacin histrica en la formacin de la gigantescacoleccin de documentos histricos publicada con el

    (32) Despierta en l entonces [1782] una de las vocaciones msfuertes: la de promover la mejora econmica, moral e intelectual de suprovincia. ngel del Rfo, ob. cit., pg. XXXVIII.

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  • nombre de Coleccin de Asturias. Esto, en cuanto a suvocacin. Cumplir adems la rdenes recibidas y setransformar en reformador de la enseanza y en inge-niero, dando en estos aos la mejor muestra de su capa-cidad de trabajo y de su enciclopdico valer.

    Del cuidado con que se desenvolvi en el cumpli-miento, tanto de las misiones oficiles como de las parti-culares -por ejemplo, la de Cen, de apuntar lo quehallase de ms notable en mis correras-, podrn ser-vir de muestra los escrpulos que le impidieron recogerpor escrito las observaciones de su viaje de Madrid aLen en 1782, pues, segn sus palabras, para conocerlos objetos es preciso observarlos muy detenidamente,preguntar, inquirir, apuntar sus ms notables circuns-tancias. De otro modo, el observador se expone a grandeserrores y equivocaciones, y tengo para m que la falta deeste detenimiento es lo que ha puesto en tanto descrdi-to las relaciones de los viajeros (33).

    El resultado de sus viajes ser una notable y diversaproduccin. Para el Ministerio de Marina, los variosinformes sobre la carretera de Pajares; para Ponz, las pri-meras cartas descriptivas de los monumentos artsticos,y para l, el comienzo de la Coleccin de Asturias.

    El primero de sus viajes le llevar en 1782 a presidirla eleccin de prior en el convento de San Marcos, deLen, y desde all, con una nueva comisin a trazar uncamino de Oviedo a Gijn.

    En el camino les sali al encuentro desde SalamancaMelndez Valds -el caro y dulcsimo Batilo-, quienles acompa durante dos jornadas enteramente dedica-das a las musas, en que Melndez recit sus ltimas com-posiciones, que merecieron los mayores elogios de Jove-llanos, que vea realizados sus deseos de una poesadidctica y moral, en una palabra, til, lo que le hizo

    (33) Cartas a Ponz, B.A.E., t. L. pg. 274.

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  • decir en una de sus cartas: Batilo est ya en la encruci-jada (34).

    Durante su estancia en Gijn tuvo la satisfaccin dever estrenadas sus dos obras teatrales, que, compuestasmucho tiempo antes, no fueron representadas hasta esteao, en que se verific a instancias de algunos jvenesamigos del autor.

    Finalizada la comisin, y con el fin de ampliar susnotas sobre Asturias, solicit y obtuvo prrroga de lalicencia con objeto de regresar a travs de Galicia, dondevisit El Ferrol, La Corua, Santiago y Pontevedra, pararetornar a Madrid por Astorga. Cen recoge la noticia deque en esta ocasin comenz sus Diarios, pues no otracosa sera la relacin del viaje de que habla, aunquehaciendo notar que este trabajo no lleg nunca a susmanos.

    Despus de seis meses de viaje regres a Madrid enoctubre de 1782, instalndose en el nuevo domicilio de lacalle de Juanelo, que la oficiosidad de Arias Saavedra lehaba buscado durante su ausencia, como ms acomo-dado que el antiguo de la calle del Gato. Una vez instala-do, reemprendi sus mltiples trabajos, a los que se aa-dieron los de superintendente de los tesoros de las rde-nes de Calatrava y Alcntara, ministro de la Real Junta deComercio, Moneda y Minas; subdirector de la RealSociedad Econmica Matritense para el ao 1784, de laque fue director al siguiente.

    La preocupacin por la enseanza da sus primerosfrutos despus y como consecuencia de este primer via-je, y ser causa del segundo. Con objeto de reformar laenseanza elabor un plan de estudios para el ColegioImperial de Calatrava, en Salamanca. Una vez aprobadopor el Consejo, recay en su propio autor la labor deponerlo en prctica, comisin principal que le llev nue-

    (34) Canas a Ponz, B.A.E., t. L. pg. 274.

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  • vamente a Salamanca, quedando encargado adems devisitar el monasterio de las Comendadoras de Santiago yde arreglar su archivo, as como de construir un nuevoColegio para la Orden de Alcntara, a cuyo fin Carlos IIIhaba destinado las rentas de una de sus encomiendas.

    La repreentacin al rey del comerciante gijons JuanBautista Gonzlez para que los subdelegados de Marinano le impidiesen la libre extraccin por mar del carbnde piedra, dio origen a un dilatado expediente, en el queJovellanos jugara un papel decisivo a partir del momen-to en que, en marzo de 1789, se acord que todo pasasea sus manos para que en su vista expusiese cuanto se leofreciese en la materia. Jovellanos evacu su informe enlos pocos das que van de128 de marzo a19 de abril, pro-poniendo:

    1. Que se protegiese la propiedad de las minas de car-bn de piedra y la libertad de su beneficio y trfico.

    2. Que para facilitar su exportacin se mandase abrircaminos desde las minas al puerto de ms inmediato a ellas,y que se proporcionase barcos para su transporte; y

    3. Que se estableciese en Asturias la enseanza de lamineraloga terica y prctica (35).

    El Consejo, en vista de su informe, public la RealCdula de 26 de Diciembre, aprobando la primera pro-puesta, y comision a Jovellanos para que pasase aAsturias e informase acerca de los medios de realizar loscaminos y dems medidas.

    Ambas comisiones tuvieron la virtud de alejarle deMadrid en un momento sumamente delicado de sucarrera, librndole de las consecuencias de la cada deCabarrs.

    En Salamanca permaneci los meses que van de abrila agosto de 1790, llevando a cabo cumplidamente susdos primeros encargos; no as el tercero, que tropez con

    (35) CEtv, ob. cit., pg. 178.

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  • las oposicin de los franciscanos, quienes, luego que laobra del nuevo Colegio estaba fuera de cimientos y adoce pies de altura, lograron suspenderla, siguiendo enlo sucesivo sta obra la suerte de Jovellanos, adelantan-do con su llegada al Ministerio y suspendindose con sunuevo destierro.

    Las diferencias con los frailes, que haban dado ori-gen a una abultada correspondencia, perdieron intersante la noticia de la detencin en Madrid del conde deCabarrs. Persuadido Jovellanos de que la hostilidad dePorlier no le permitira regresar a la Corte, busca por lava reservada de Marina lo que no habra obtenido por lade Justicia, y consigue de Valds el ansiado permiso parapasar a Madrid con el pretexto oficial de informar alConsejo de rdenes del resultado de su comisin sal-mantina, y con la oculta finalidad de defender al amigoen desgracia.

    El 20 de agosto -fecha en que comienzan sus Dia-rios- emprendi su viaje, para llegar, venciendo la opo-sicin de Cean, a Madrid el 22, donde, tras recorrer lascasas de los amigos, segn dira, me confirm en el ori-gen del mal.

    Los seis das de su estancia en Madrid se consumenen sucesivas visitas infructuosas, que culminan en la ape-lacin escrita a Campomanes el 24 de agosto, carta enque la honestidad de Jovellanos le lleva a perder un ami-go poderoso por defender a otro en desgracia, y en la quereclama la intervencin de Campomanes en uno de losprrafos de mayor vigor jams salidos de su pluma.

    Como me precio de ingenuo, no debo ocultar a Vm. que,en caso de vernos, ser tan imposible que yo deje de hablarpor un amigo cuya suerte est en manos de otro, como queexija de ste cosa que sea contraria a su honor y a la justi-cia... A esto slo he venido aqu; por esto slo he odo la vozde mi corazn antes que la de muchos respetables dictme-nes. Valgo poco, pero nada dejar de hacer por salvar de rui-

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  • na a un amigo inocente y de mancilla, al ms sabio magis-trado de la Nacin, de quien soy el primer amigo (36).

    La respuesta de Campomanes, dilatada hasta el dasiguiente, fue hecha en forma verbal a Cen, que habasido el portador de la anterior, y se resuma en decir queel Sr. Jovellanos quera ser heroico y que S.E. no podaserlo. Fracasado en sus gestiones, an recibe un oficiode Porlier en que le manifiesta el disgusto de S.M. porhaber regresado sin autorizacin. Responde haciendopblico el permiso que Valds le proporcionara. Sigue unnuevo oficio de Porlier ordenando el pronto fin de sucomisin y que inmediatamente se ponga en caminopara Asturias a desempear la comisin del real servicioque le est encargada en aquel Principado (37).

    ASTURIAS (1790-1801)

    La orden de Porlier no era sino un destierro disfraza-do, contra el que Jovellanos proclamara en diversas oca-siones (38). El destierro pone a Jovellanos en el momen-to y lugar adecuados para llevar a cabo la obra de querealmente es capaz.

    En Asturias, Jovellanos pasar de proyectista a reali-zador y llevar a cabo su mejor obra como poltico -elInstituto Asturiano-, al tiempo que compondr el msimportante de sus tratados doctrinales: el Informe en el

    expediente de Ley Agraria.El exaltado amor de Jovellanos por su patria chica,

    (36) Sonlozn: Las amarguras de Jovellanos. Ap. III. Documentos para

    escribir la biografa de Jovellanos, vol. I, nm. 16. El nm. 15 es una notaaclaratoria en que expone minuciosamente el desarrollo de las gestioneshechas por Jovellanos durante su estancia en Madrid.

    (37) Porlier a Jovellanos, 26 agosto 1790. Son^ozn: Documentos. I. 88.

    (38) Cf. Correspondencia con Godoy sobre las causas del destierro a

    Gijn. 1793 y 1796. SotNOZn: Documentos, pgs. 103 y ss.

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  • manifestado desde muy temprano en numerosas Memo-rias y escritos dedicados al aumento de su prosperidad yriqueza, que culmina para la poca a que pone fin su des-tierro en el Plan de mejoras de Gijn, junto con el presti-gio adquirido por sus restantes publicaciones y comisio-nes, van a hacer de l el personaje fundamental de la his-toria gijonesa de estos aos. El sentido de su propiaimportancia y de la que le otorgan las comisiones conce-didas harn que sea respetado y obedecido, hasta el pun-to de que en sus manos estar durante aos el realgobierno de la villa.

    Lleg a Gijn el 12 de septiembre, se instal en la casafamiliar y se fij inmediatamente un plan de vida regula-do, al que se someti durante los once anos de su destie-rro, apenas interrumpido por su breve ministerio, y quealteraba nicamente con ocasin de los frecuentes viajesa que sus comisiones le obligaban.

    Por la maana escribe cartas -pocos aufores espaoleshabrn dejado una correspondencia ms copiosa-, leelibros, trabaja en sus escritos o en las comisiones que elGobierno le encarga o su celo de promovedor de la riquezale dicta; por las tardes, pasea frente al mar con algn amigoo con los alumnos del Instituto; por la noche, amigos yparientes se renen en tertulia... En la de Jovellanos, la lec-tura se alterna con la buena conversacin o con partidas desecansa, de mediator, de otros juegos. A veces se preparanen ella las veladas del Instituto o se discuten los planes demejora (39).

    Su obra tuvo, sin embargo, enemigos. La envidia, laintriga, el partidismo poltico o religioso, turbaron enmuchos momentos la serenidad de Jovellanos y trataronpor medios muy diversos de hacer fracasar muchos desus esfuerzos. El progresivo abandono del esfuerzo ilus-trado, incluso en los ltimos aos de Carlos III, se haca

    (39) ngel del Rfo, ob. cit., pg. 47.

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  • sensible en cada rincn de Espaa. La decadencia de lasSociedades Econmicas, estudiada por nuestro autor en1786, es uno de los sntomas ms claros del cansancioque la muerte del rey ilustrado iba a precipitar. Jovella-nos fue particularmente sensible a la naciente oposicin.Sus Diarios abundan en expresiones de temor que le pro-ducir lo que para l era fenmeno inexplicable de opo-sicin. a las Luces. A1 general movimiento de repulsa, queno adquiri vigor hasta aos ms tarde, se aadieron lasrivalidades provincianas, esa perpetua lucha de unoscon otros, ese devorarse por la envidia y los celos, en suopinin una de las cosas que hace ms ingrata esa resi-dencia a los que han vivido por ac largo tiempo (40).

    Los primeros aos de su destierro estarn casi total-mente ocupados por los viajes que le impuso el desem-peo de la comisin de minas. Para esta poca los Dia-

    rios constituyen un testimonio superabundante. Destacaen ellos una inicial preocupacin informativa. En el Dis-

    curso anteriormente citado hay un epgrafe especial-mente significativo. Es preciso conocer el pas antes detrabajar en favor de la felicidad, aconseja a los socios dela Econmica Asturiana. Y, siguiendo su propio consejo,recorre el Principado de punta a cabo y en todas direc-ciones, y no slo el pas, sino tambin las provincias lim-trofes. Visita as Santander, y en el que llama Gran Viajellega a las Vascongadas, que recorre con extraordinariaparsimonia, para regresar por Burgos y Palencia. EnAsturias visita las minas abiertas y las abandonadas, bus-ca nuevos yacimientos e impulsa en todas partes la pros-peccin. En el Pas Vasco le interesan ms los procedi-mientos industriales y el estudio de las posibilidades deun mercado para el carbn asturiano.

    La intrincada orografa asturiana siempre ha sido elmayor enemigo de la felicidad del Principado, y estu-

    (40) Jovellanos a Francisco de Paula, B.A.E., t. L, pg. 312.

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  • dia la apertura de caminos carboneros que abaraten losportes. En las postrimeras del gobierno ilustrado, yabajo Carlos IV, todava consigue Floridablanca nombrar-le subdelegado de Caminos, puesto desde el que tendrocasin de realizar su anterior programa. Top con todaclase de inconvenientes y obstculos, desde la hostilidadde Oviedo y la rivalidad de sus paisanos, hasta los erro-res tcnicos como el cometido por su adjunto, el inge-niero de Marina Casado de Torres, al proponer la nave-gacin por el Naln, proyecto al que logr atraer al pro-pio Jovellanos, quien, segn sus palabras, jams descon-fi de los grandes recursos que halla el espritu humanoen las Ciencias, y del que no tard en arrepentirse.

    No pudo realizar todo lo que su ambicin le sugera;pero, aun as, modific notablemente el sistema de carre-teras, debindosele las comunicaciones fundamentales,como la de Pajares, que enlazaba al Principado conLen, de inters fundamentalmente ganadero y comer-cial, y la de Oviedo a Gijn, realizada anteriormente, a laque deban unirse, de acuerdo con su proyecto, los cami-nos carboneros.

    Junto con las minas y los caminos, el tercer elementoimprescindible para la prosperidad de Asturias son lospuertos, que en su opinin no puede ser otro que el de Gi-jn. En este captulo, al inters general se superpone otroparticular. La obra del puerto de Gijn era algo as comoun patrimonio familiar, en el que su padre ya desempea-ra un notable papel. En su programa previ y, en gran par-te, motiv el ulterior desarrollo de su villa natal. Junto yen torno al puerto, que aos antes haba sido beneficiadopor el decreto de Comercio libre, mejor las construccio-nes urbanas hasta dar un nuevo aire a Gijn.

    El resultado de sus experiencias y estudios tenda a larealizacin de las siguientes proposiciones:

    l.a A establecer una absoluta libertad en el cultivo ycomercio de los carbones, para animar el inters y la indus-

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  • tria de propietarios, sacadores y conductores de los car-bones.

    2.a A construir un camino desde las minas al puerto deextraccin para abaratar el precio de los portes.

    3.a A conceder algunas gratificaciones y franquicias alos buques para abaratar los fletes y crear una marina car-bonera.

    4.a A establecer aqu una Escuela de Nutica y Minera-loga, para lograr buenos pilotos y buenos marineros (41).

    La ltima de estas proposiciones dara lugar a la rea-lizacin del Instituto Asturiano.

    La enseanza fue preocupacin fundamental enJovellanos, quien durante los aos de su destierro lleva-r a la prctica lo que hasta entonces no haba podidosino proponer a la consideracin de los sabios o al juiciode los ministros del Consejo de rdenes. En estos aosrealizar sus aspiraciones ms ambiciosas, creando enGijn el centro pedaggico de mayor inters del siglo,junto con. el Seminario de Vergara.

    Su afn de difundir las luces se plasma en un vastoprograma que slo conseguir realizar de manera frag-mentaria. Busca satisfacer la necesidad de ilustracin detodas las edades y estados, y comienza la obra desde lamisma base, con dos escuelas de primeras letras paraambos sexos, par las que adopt el mejor sistema omtodo de educacin, despus de haber examinado losarreglados de otras partes. Los alumnos ms aventaja-dos de la escuela, tras un certamen pblico, pasaban acursar estudios en el Real Instituto Asturiano.

    Concibi la idea de formar en Asturias una escuelade matemticas el ao de 1782, la propuso al rey en 1789y la adopt S.M. en 1791. Estos son los preliminares delInstituto (42).

    (41) Informe sobre navegacin del Naln. SoNtozn: Jovellanos.Manuscritos inditos, raros o dispersos, pg. 235.

    (42) CE/^tv, ob. cit., pg. 187.

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  • La idea de su fundacin encaja plenamente en elmovimiento general del pensamiento educativo de laIlustracin, que comenz con la crtica de las disciplinasespeculativas que se cursaban en las Universidades ycre en el Real Seminario de Vergara, y en las numerosasSociedades Econmicas de la poca, los Centros dondese refugiaron las ciencias demostrativas, las cienciastiles, a las que un pas debe su prosperidad (43).

    En la Noticia del Real Instituto Asturiano se incluyeun resumen, no carente de inters, acerca de las vicisitu-des porque pas el proyecto antes de convertirse en rea-lidad en enero de 1794. La Ordenanza por que haba deregirse es igualmente obra de Jovellanos, quien verti enella el resultado de su no escasa experiencia y abundan-tes lecturas. Conforme en todo a ella se formaron cte-dras y sea aumentaron otras, se fij el sistema de ense-anza, se compraron globos y varios instrumentos mate-mticos, se junt una escogida biblioteca, se ejecutaronlos exmenes y se celebraron los certmenes pbli-cos (44).

    El xito del Instituto super las esperanzas de su pro-motor y pronto fue necesario pensar en un nuevo edifi-cio ms adecuado a las necesidades que la casa cedidapor su primer director, Francisco de Paula Jovellanos,para alojarlo. Para subvenir a los gastos apel Jovellanos

    (43) Noticia del Real Instituto Asturiano. B.A.E., t. L. pg. 380.(44) CEAtr, ob. cit. pg. 188. La orientacin del Instituto responda

    a las ideas fundamentales de Jovellanos: la instruccin, base de todaprosperidad, necesidad del estudio de las ciencias tiles frente a la ruti-na escolstica, filosofia estrepitosa y vaca, roa -segn sus pala-bras-, obstculo mximo, para los hombres del siglo XVIII, de oda posi-bilidad de progreso; concepto armnico de la educacin, segn el cual, altiempo que se preparaba al fisico, al ingeniero o al navegante para desem-pear eficazmente su oficio y para abrir camino en actividades olvidadaso vrgenes entonces en Espana, se le dotase del mnimo de cultura inte-lectual, social, esttica y hasta fsica, que deba poseer todo ciudadano.ngel del Rfo, ob. cit., p. LII.

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  • a la generosidad de todos los asturianos acomodados deEspaa y de Amrica mediante cartas circulares, y, luegoque reuni algn dinero, eligi el sitio, que le fue cedidopor el Ayuntamiento; encarg de los planos a Villanueva,y arbitr recursos de mil maneras, sin que las persecu-ciones de que fue objeto le permitiesen ver materializado

    su sueo.

    Junto con el Instituto, represent en pro del estable-cimiento de una ctedra de Comercio, que completara elciclo de las enseanzas que en Gijn deban darse. Final-mente proyect una especie de Sociedad literaria, en laque se reuniesen cuarenta vecinos de los ms sealadospor su educacin, clase y conducta, a conversar, a leer laGaceta de Madrid, Mercurio y dems peridicos que sepublicasen en el reino; a jugar al billar y a los naipes, conarreglo a las pragmticas de juegos, y a tomar caf (45).Esta Sociedad .u otra muy semejante -el extremo noqueda muy claro en el texto de Cen, nico que lo men-ciona- tendra como finalidad cientfica el tratar sobrematerias literarias pertenecientes a aquel Principado.Con objeto de impulsar estos trabajos redact dos ins-trucciones para la formacin de un vocabulario del dia-lecto asturiano, una, y de un diccionario geogrfico, laotra. En este caso, como en tantos otros, la diligencia deJovellanos estuvo muy por encima de la vocacin y pre-paracin de sus paisanos.

    EZ Informe en el expediente de Ley Agraria

    La reforma agraria es uno de los puntos fundamenta-les del programa que la Ilustracin pretende realizar enEspaa. La obra no logr pasar ms all de los informes

    (45) CEtirr, ob. cit., pg. 225.

    46

  • de toda suerte y de algunos decretos marginales que nobastaron ni remotamente a resolver el problema.

    El Consejo de Castilla llevaba aos acumulando ensus archivos multitud de expedientes promovidos pordiferentes organismos, en que se expona el estadolamentable de la agricultura y la necesidad de poner fina los exorbitantes privilegios de los ganaderos y a losexcesos en la libertad de vincular y amortizar.

    En 1777 Campomanes orden pasasen todos losexpedientes a manos de la Sociedad Econmica deMadrid, la cual, abrumada por tal cmulo de papeles, losdevolvi al Consejo para que alguno de sus relatores for-mase un memorial ajustado de todos ellos. El Memorialajustado en el Expediente de Ley Agraria vi la luz el 1 deseptiembre de 1784 y a continuacin fue remitido al exa-men de la Sociedad.

    Esta cre entonces una Junta de entre sus miembrospara tratar el asunto, y los vocales que la componan pre-pararon diversas Memorias. Jovellanos, que era uno delos vocales, present un plan sistemtico del modo enque se deba despachar el informe. Fue aprobado por laJunta, que descarg en l la tarea de presentar un infor-me sobre el que la entidad continuara sus deliberacio-nes. As lo hizo Jovellanos, y la Junta le encarg, a finesde 1787 o principios de 1788, la extensin del informe,que no pudo realizar durante el resto del tiempo de supermanencia en Madrid.

    El destierro, librndole de muchos trabajos, le pro-porcion la ocasin de dedicarse a l con la necesariaintensidad y en abril de 1794 pudo remitir a la Sociedadla que haba de ser su obra capital y el texto que mayorinfluencia ha tenido en la historia de la Espaa contem-pornea.

    El Informe fue examinado por la Junta de Ley Agra-ria, y, una vez aprobado, la Sociedad lo suscribi porentero, remitiendo al Consejo sin ningn reparo copia

    47

  • certificada de su informe..., no ocultando al Consejo elnombre del que lo ha extendido por la memoria particu-lar que ha contrado con este servicio al pblico. Final-mente, fue impreso por Sancha en 1795.

    Hay un anticipo de la vuelta de Jovellanos al favorreal. Es el oficio de Godoy del 16 de julio pidindole uninforme sobre varios puntos de instruccin y economapblica, al que Jovellanos no pudo responder sino demanera parcial, y eso aprovechando los cortos descansosde que disfrut durante su segunda comisin a Vizcaya.La correspondencia sucesiva fue hacindose cada dams ntima y amistosa. El programa de Gobierno deJovellanos se concret en la frmula: Buenas leyes, bue-nas luces, buenos fondos, que da ttulo a la segunda desus cartas.

    Poco despus de su regreso, hallndose en Pola deLena, supo de boca de su sobrino Baltasar de Cienfuegosla noticia de su nombramiento para la embajada deRusia, cargo que no le proporcion ninguna satisfaccin.Mi nombramiento a la Embajada de Rusia, en que estenvuelto no menos que el sacrificio de toda mi felicidad,el abandono de mi casa, hermanos, amigos, alumnos ytodos mis dulces cuidados y esperanzas (46). Una vezconfirmado de oficio el nombramiento, procur evitar loque consideraba un destierro ms ingrato escribiendo aGodoy al tiempo de regresar a Gijn, donde recibi elhomenaje pblico de sus convecinos y amigos con mani-festaciones verdaderamente notables (47). An conti-nuaban las fiestas cuando llega a Gijn la noticia de su

    (46) Jovellanos a Ponz. Gijn, 22 octubre 1797, B.A.E., t. L. pg. 197.(47) Entra el 19 en Gijn; le reciben diputados de la villa, del clero,

    del comercio y todos los caballeros, sus amigos, con salvas de artilleria,cohetes, vivas y general alegra... Aparecen a cumplimentarle en los dassiguientes las diputaciones de la Sociedad Patritica, del claustro de laUniversidad de Oviedo y las de otras villas del Principado. CEN, ob.cit., pg. 61.

    48

  • promocin al Ministerio de Gracia y Justicia, que fueseguida de una segunda edicin de las fiestas y homena-jes, repetidos ms adelante con ocasin de su llegada aMadrid.

    La noticia de los sucesivos nombramientos superabaen mucho a la seal de la real confianza que solicitarade Godoy el ao anterior. El exceso, en lugar de alegrar-le, le entristeci, y en sus Diarios comenta con irona losexcesos de sus paisanos en su honor, mientras yo, aba-tido, voy a entrar en una carrera, difcil, turbulenta; peli-grosa; me consuela la esperanza de comprar con ella larestauracin del dulce retiro en que escribo esto (48).

    Este humor inicial se confirma ms tarde, con oca-sin de la entrevista con Cabarx-s a las puertas deMadrid, punto desde el que, segn Cen, quiso abando-nar la empresa y regresar a Gijn ante la descripcin delestado de la Corte, tan distinta de la que conociera bajoCarlos III.

    De su Ministerio poco cabe decir, si no son las causasde su cada, y an stas no estn suficientemente aclara-das. Para esta poca faltan casi totalmente las noticias,empezando por los Diarios, que se interrumpen con oca-sin de su llegada al Ministerio, sin que, de otra parte,jams cumpliese la promesa de redactar un informesobre lo acaecido en los ocho meses en que disfrut delfavor real.

    Somoza fue el primero en anteponer los motivosideolgicos a los personales en la cada de Jovellanos.ngel del Ro profundiz an ms y formul la, hasta elmomento presente, interpretacin ms verosmil. Laraz de todo reside en un hecho sencillo y, como se ver,indudable: la filiacin o, al menos, la inclinacin janse-nista de Jovellanos.

    Intervino en dos asuntos de importancia, y sus reso-

    (48) Diarios. B.A.E., t. LXXXVI, pg. 3.

    49

  • luciones no eran lo ms a propsito para bienquistarlecon sus enemigos. El uno, un pleito entre el den de laCatedral de Granada y la Inquisicin, dio origen a laExposicin al Rey sobre lo que era el Tribunal de la Inqui-sicin, en que casi se llega a proponer su extincin y seinsiste en la devolucin de gran parte de sus atribucionesa los obispos (49). El otro, la reforma de la enseanza enlas Universidades, empezando por la de Salamanca, casade la promocin de Tavira a la sede salmantina. Esnuestro Bossuet y debe ser el reformador de nuestra Sor-bona.

    A esta poltica reformadora hay que aadir la repug-nancia moral por la corrupcin que alcanzaba incluso altrono y la ruptura con Godoy, al que privaron de sus car-gos sin quitarle por ello su influencia. Todo junto basta ajustificar su cada y destierro, sin tener que recurrir a lastruculencias del envenenamiento frustrado.

    La destitucin de Jovellanos fue acompaada delnombramiento para el Consejo de Estado y del reintegroen el ejercicio de sus anteriores comisiones. Antes de vol-ver a ellas pas a Trillo a tomar las aguas, sin que hubie-se logrado mejora en el impedimento de su mano dere-cha .

    A su regreso a Gijn su primera visita fue para lasobras del Instituto, que mand suspender hasta la pri-mavera para proveerse entre tanto de materiales.

    Cen nos lo describe reorganizando su vida.

    Arregl su casa, familia y hacienda, de que era nicoheredero por muerte de su hermano, y cumpli su testa-mento. Desembarazado de los obsequios y ordenados todos

    (49) Todo clama por la reintegracin de los Obispos en sus dere-chos perdidos y su jurisdiccin usurpada, y ms que todo, las circuns-tancias del da, en que la conservacin de la fe va a estar librada sobre sucelo y autoridad. Sotvtozn: Documentos para escribir la biografa de Jove-Ilanos, pg. 211.

    50

  • sus asuntos domsticos, volvi al tenor de la vida que habaobservado antes de ir al Ministerio (50).

    En este momento comienza el ocaso de su vida. Laprdida de su hermano Francisco de Paula, primer direc-tor del Instituto, es un rudo golpe del que no se repondr.Sus esperanzas han pasado igualmente por una duraprueba. El ambiente que le rodea no es el mismo de suestancia precedente. La Espaa ilustrada y progresistaque Carlos III creara va desapareciendo, y a los magis-trados ilustrados que fueron sus amigos y protectores hasucedido una nueva generacin de intrigantes y ambi-ciosos. Su gran obra, el Instituto, empieza a ser atacadopor unos y minado por otros. El obispo de Lugo repre-sentar a los primeros; Caballero, a los ltimos. En 1799y 1800 se celebrarn an los segundos y terceros cer-tmenes pblicos; en 1801 anuncia ya su ruina. Ayer-dice en. su Diario- se han mandado suspender los tra-bajos del nuevo edificio o, por mejor decir, se han redu-cido al mnimo... Se nos deben 40.000 reales de la pen-sin del ao ltimo... ^Quin podr parar los golpes quela calumnia y la envidia dan en la oscuridad? (51).

    A ms de los ataques al Instituto tiene que sufrir enestos aos la molestia de pequeos problemas familiaresde carcter econmico. Pedro Inguanzo y Ribero, mstarde secretario de la Central, cotutor a la sazn conJovellanos de Manuela Blanco, le plantea incesantes yenojosos problemas de liquidacin de cuentas. La viudade su hermano, Gertrudis del Busto, motiv por su parteuna nutrida correspondencia por asuntos testamenta-rios. En 1799 se sospecha de su rectitud y se le exigencuentas de la administracin de la carretera de Len aAsturias. Problemas minsculos, pero que contribuan a

    (50) CErt, ob. cit., pg. 75.(51) Diarios. B.A.E., t. LXXXVI, pg. 28.

    51

  • aumentar su abatimiento y molestias, y que le llevaronincluso a vivir de prestado de resultas de la prdida quesufrir su sueldo por cobrarse en vales reales, de lasnumerosas cargas a que tena que hacer frente y de laescasa renta que obtena de su mayorazgo.

    En 1800, la oposicin al Instituto y la animosidad a lafigura de su promotor se concretan en una delacin an-nima y secreta dirigida a los reyes, cuyos principales car-gos -aparte de uno muy vago de presentarlo como cabe-za de los reformistas, casi se le puede tener por uno delos corifeos o cabezas del partido de esos que llamanNovatores- no eran sino fruto de la envidia provincia-na, tales como el que se le hubiese ddicado una lpidaen Oviedo junto al camino de Gijn, el haber pretendidopreferencias indebidas en procesiones y actos pblicos.El annimo delator terminaba su poco brillante trabajopidiendo el destierro de Jovellanos. Parece que el mejormedio sera separarle, sin que nadie le pudiese penetrar,muy lejos de su tierra, privndole toda comunicacin ycorrespondencia... Que sea el escarmiento de l y de losinfinitos libertinos que abrazan su perniciosa doctrina ymximas corrompidas (52).

    Para terminar de perderle se difundi por Asturias lanoticia, que el propio Jovellanos transmiti a Madrid, enuria alarmada representacin a Carlos IV, de que en unaedicin castellana de El Contrato Social se critica algobierno espaol, al tiempo que se elogiaba a Jovellanosy a Urquijo.

    Ambas causas se entremezclarn para contribuir ahacer perder el ya escaso crdito de que Jovellanos dis-pona en la Corte. La primera se transformar en manosde Caballero, en na investigacin privada que correr acargo del regente Lausaca, en tanto que la segunda ter-

    (52) Soivtozn: Documentos para escribir la biografia de Jovellanos.,vol. I, pg. 225.

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  • minar, segn Cean, en la prohibicin de que Jovellanosmantuviese correspondencia con ningn ministro.

    El mismo Lausaca fue encargado de cumplimentar laorden de detencin y destierro. Redactada en trminosde gran rigor, hubo de practicarla al pie de la letra. Sor-prendi a Jovellanos en su cama en la madrugada del 13de marzo; le prohibi toda comunicacin, en tanto sehizo cargo de sus papeles, y le mantuvo encerrado duran-te todo el da, sacndole de Gijn en la madrugada delsiguiente. Escoltado por un destacamento de tropas yacompaado por el propio regente, con quien establece-ra una slida amistad, fue conducido, sin pasar porOviedo, a Len, donde permaneci encerrado diez dasen espera de nuevas rdenes. De Len fue trasladado porBurgos y Zamora a Barcelona, sin que le fuese permitidohablar con nadie en el camino, y, una vez all, encerradoen el convento de la Merced con el mismo rigor y priva-cin de trato. Es necesario notar, como muestra de sunotable presencia de espritu, que, despus del primermomento de sorpresa, tras su estancia en Len, reanudasus Diarios, recogiendo cuantas observaciones le sonposibles en el camino de su destierro.

    De su encierro barcelons no sali sino para embar-car en el bergantn correo de Mallorca, pasando directa-mente del despacho del capitn general a la Cartuja deValldemosa, donde entr el 18 de abril para iniciar su lar-go y duro destierro.

    MALLORCA ( 1801-1808 )

    En el destierro balear de Jovellanos hay dos etapascaracterizadas por la diferencia de trato. Forman la pri-mera los trece meses de apacible vida en que estuvo ence-rrado en la Cartuja de Jess Nazareno, poca en quevivi sometido casi totalmente a la regla de la Orden.

    53

  • Los motivos del destierro, qe ciertamente tiene todoel aspecto de una persecucin, no aparecen con claridadsuficiente. Los nicos textos fidedignos -las Representa-

    ciones de Jovellanos y los oficios de Caballero- inducena pensar en una animosidad personal por parte delministro, que recurre a la lettre du cachet para eliminar aun hombre que no sabemos si poda ser su rival, en tan-to que Jovellanos reclama en sus Representaciones contrala delacin secreta y exige que al destierro sustituya eljuicio crtico. Los antecedentes -denuncia secreta,informes de Lausaca, no explican el motivo de la perse-cucin. Somoza recoge la especie de que fue confinadopara que aprendiese el Catecismo.

    Lo nico cierto es que se trata de un abuso de autori-dad por parte del ministro, que, a no dudarlo, ha presen-tado a Jovellanos ante los reyes como hombre peligrosoal que conviene mantener alejado de Asturias y de la cor-te. Slo esto puede explicar el extraordinario lujo de pre-cauciones que se toman para impedirle toda comunica-cin con los monarcas, despus de sus dos Representa-

    ciones.La primera de ella data del 24 de abril -ocho das

    despus de su alojamiento en la Cartuja de Valldemo-sa -. En ella puede rastrearse una leve sospecha de quetal vez el encierro se deba a una cuestin doctrinal -sehabr credo que mis delitos y sus pruebas se hallaranen mis papeles-, y est redactada no ya para implorarsu gracia, sino para reclamar su suprema justicia.

    El marqus de Valdecarzana, a quien se dirigi parasu personal entrega a los reyes, temeroso de su suerte, laretuvo en sus manos, lo que motivo la segunda Represen-tacin, a la que acompaaba copia de la anterior. Sutenor era fundamentalmente el mismo de la primera: Sise me tiene por reo, ^por qu no se me conceden los dere-chos de tal? ^Por qu no se me acusa, se me oye y se mejuzga? Y ^por qu trastorno de todos los principios de

    54

  • justicia y humanidad se anticipa el castigo al juicio y lapena a la sentencia? (53).

    Para su entrega fue designado su capelln, Jos Anto-nio Sampli, quien con este exclusivo fin se desplaz a lacorte, de acuerdo con las instrucciones de Arias Saave-dra. Una vez en ella se entrevist con Mayo. Denunciadopor el propio Mayo, pas a aumentar el nmero de losdetenidos con ocasin de la caida de Jovellanos, quedan-do las Representaciones en manos del juez Marquina.Con esto se evit que llegasen a manos de Carlos N, aun-que no su difusin, porque desde este momento comen-zaron a circular por Espaa copias manuscritas deambas.

    Caballero, que tema nuevas Representaciones, deci-di el traslado del prisionero de Valldemosa a Bellever, loque se verific en los primeros das de mayo de 1802. Lasinstrucciones comunicadas al gobernador del Castillomanifiestan claramente el temor a posibles futurascomunicaciones del detenido con los reyes -siempreque el criado de dicho seor haya de entrarle la comida,hacerle la cama u otro cualquiera servicio que necesitepara su comodidad y aseo, deber estar presente el ofi-cial para precaver que hable reservadamente con su amoni pueda darle papel, tinta, etc..

    A1 mismo tiempo que se tomaban tantas precaucio-nes para incomunicar a Jovellanos, un desconocido(^Antonio de Oliveras y Pinto?) se preparaba a dar cursoa las Representaciones con ocasin de la estancia de lacorte en Barcelona. Caballero cree se trata de dos nuevasRepresentaciones y repite a Vives su anteriores rdenes,responsabilizndole personalmente de su cumplimiento.Este ampla por su cuenta el texto de la orden y dispone,adems de una mayor vigilancia, para lo que ofrece, si

    (53) Memoria en defensa de la Junta Central. B.A.E., t. _XLVI, Ap. III

    n 2.

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  • preciso fuera, enviar ms fuerzas, un registro minuciosode su habitacin y das ms tarde sustituye al gober-nador.

    A partir de este momento se crea una ambiente detemor y sospechas por parte de los guardianes, que trans-formarn el encierro de Jovellanos en una vigilancia ine-xorable. El miedo a las represalias llega a extremosridculos. Ni siquiera el capitn general se atreve a resol-ver los menores problemas. Si Jovellanos tiene que con-fesarse, si se encuentra enfermo y se hace preciso quepasee o que tome las aguas, la consulta a Madrid resultaimprescindible, y slo se le permite hacer lo que Caba-llero autoriza. Y no puede decirse que sus concesionesfuesen muy generosas, pues no le autorizaban sino ahacer ejercicio en la terraza del Castillo o a tomarbaos de mar acompaado del gobernador, un oficial ydos soldados.

    A pesar de tal lujo de precauciones, lo cierto es queJovellanos consigue deslizar sus cartas fuera de la forta-leza y recibir las que le dirigen parientes y amigos, hastael punto de encontrarse puntualmente informado de lossucesos de la corte y de Asturias.

    Ya en 1803, y desde luego en 1804, desde el momentoen que se le autoriza a tratar de su testamento pormedio de cartas que ha de dirigir abiertas, la vigilanciase afloja y Jovellanos reanuda su habitual norma de vida.Comienza un nuevo Diario -el duodcimo-, en el queanota da a da las incidencias cotidianas e incluso losdatos meteorolgicos; se cartea con Posada sobre temasliterarios y filolgicos y con Cean sobre temas de arte. Seocupa en describir los monumentos de Palma para cola-borar a la obra que ste ltimo estaba preparando, susti-tuyendo, segn manifestara a Cen en uno de los mslogrados trozos que de su pluma saliera, los estudiosserios por los agradables.

    En estas ocupaciones se pasan los aos, sin que sus

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  • repetidas instancias -1805 y 1807- a Caballero yGodoy encuentren el menor eco.

    Mientras tanto, se suceden los acontecimientos en laPennsula. Las tropas francesas ocupan las plazas fuer-tes. Murat es designado lugarteniente por Napolen. Elproceso del Escorial es un plebiscito ganado por el prn-cipe de Asturias. La tensin interna se resuelve brusca-mente en el motn de Aranjuez, que provoca la cada delfavorito y la abdicacin de Carlos IV, y con ella llega laorden de libertad para Jovellanos, firmada por el mismoministro que diera la de reducirlo a prisin.

    La inmediata reaccin de Jovellanos es reclamar deFernando VII un juicio pblico que restaure una fama ybuen nombre que considera en entredicho desde su apa-ratosa detencin, destierro y prisin. Y en la carta aEscoiquiz, a que acompaa la anterior representacin,aade: As que, logrado que haya la declaracin de miinocencia, slo pretender, en premio de mi servicio, quese me permita volver al rincn de donde me sacaron. Eneste momento, enfrentado a su destino, elige la que con-sidera la obra de su vida y solicita nicamente la resti-tucin de las comisiones que le fueron encargadas enAsturias.

    l.a De fomentar el comercio del carbn de piedra deAsturias, hoy muy desanimado.

    2.a De restablecer y perfeccionar el Instituto Asturiano,perseguido por la rabia de mis enemigos...

    3.a Y, en fin, de dirigir el camino de Asturias y Lenpara hacer felices a dos grandes provincias (54).

    Mientras espera la respuesta se traslada nuevamente

    a la Cartuja de Valldemosa, y desde all recorre la isla enviaje triunfal. Su carta no tuvo respuesta porque jamslleg a manos del rey, que, entre tanto, haba dejado de

    (54) Jovellanos a Escoiquiz, 14 abril 1808. Memoria en defensa de laJunta Central, ap. N, nm. 6.

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  • serlo. Ya no le quedaba sino regresar a su villa natal, aspi-racin que no logra sino momentneamente.

    A partir de120 de mayo, en que llega a Barcelona, losacontecimientos se precipitan al verse mezclado con larevolucin, que en Mallorca an no haba comenzado.Apenas libertado, se encuentra repentinamente arrastra-do por el torrente del levantamiento popular y la guerra,en el momento que ms desea la tranquilidad de su reti-ro gijons. Los nuevos problemas, que le acuciaran des-de su llegada a Barcelona, producirn en su interior unaresonancia de hombre acabado -dichoso el que en talcrisis puede vivir en la oscuridad-, que slo lograrvencer la noticia de la victoria de Bailn, que galvaniza-r su nimo y le llevar nuevamente a la poltica activa y,en definitiva, a los ltimos y ms amargs desengaos.

    En Barcelona, y ms tarde en Zaragoza, son requeri-dos sus servicios, y en esta ltima se le intenta retenerincluso por la fuerza. En ambos casos se resiste excu-sndome con el dbil estado de mi salud, segn dice ensu Diario. As llega hasta Jadraque, donde le esperaba sums fiel amigo y mentor, el compaero de todas las cri-sis, Arias de Saavedra. Y es en Jadraque donde tiene querenunciar a su sueo. La guerra no le perdona y exige del una decisin a la que se resiste con todas sus fuerzas,plenamente consciente de la inadecuacin de su personaa los nuevos tiempos y problemas. Ante l, cerrndole elcamino de vuelta a la patria, se encuentra la corte afran-cesada, que le ofrece la vindicacin de sus persecucionesy la ltima posibilidad de realizar su programa, cifradaen el Ministerio del Interior. A sus espaldas un levanta-miento popular, del que teme ms que espera. A Palafoxle haba manifestado los peligros que podan resultar dela turbacin y falta de orden que se adverta en el movi-miento del pueblo (55). Su enfermedad, a las puertas de

    (55) Diario decimotercero. De Barcelona a Jadrague. En Escritos in-ditos de Jovellanos. pg. 123.

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  • Madrid, no ser sino indecisin ante el partido a tomar y,sobre todo, resistencia a intervenir. Conciencia de que hapasado su tiempo (56).

    Jadraque es otro de los momentos oscuros de la vidade Jovellanos. El Diario decimotercero se interrumpe elda 23 de junio, y su correspondencia con sus amigosafrancesados plantea problemas que hacen difcil suinterpretacin. Antes de intentar reconstruir la que supo-nemos evolucin de su pensamiento, destaquemos elhecho de que Jadraque est libre de franceses durantetodo el tiempo de su estancia en ella, lo que quita todovalor a la consideracin de que sus cartas no tienen msfinalidad que ganar tiempo.

    Tras las instancias de los patriotas, es solicitado porlos afrancesados y por el propio Napolen, que requierensus servicios y necesitan su prestigio. Su respuesta es lamisma: Se les respondi contestando con la absolutaimposibilidad de trabajar, escribir el 11 de junio en suDiario, respuesta poco comprometedora y que le conser-va abiertos todos los caminos, especialmente si se tieneen cuenta que va acompaada de todo gnero de mani-festaciones favorables al nuevo estado de cosas: Djen-me Vms. recobrar mi salud y me vern consagrarla todaen bien de la patria, a una con sus buenos amigos (57).

    El 15, en su contestacin a Mazarredo, descubre porprimera vez su pensamiento.

    Pues que el gran problema de si convena inclinar lacerviz o levantarla est ya resuelto, resolver otro que anqueda en pie. ^Es, por ventura, mejor una divisin, que

    (56) En sus contestaciones a los diversos requerimientos y en Dia-rio puede verse cul era el estado vacilante de su espritu. Espera a saberel partido que toma la nacin; le preocupa la falta de noticias de las pro-vincias y, sobre todo, de Asturias. A fines de junio todava est indeciso.ngel del Rfo, ob. cit., pg. CVI.

    (57) Jovellanos a O'Farril, 11 junio 1808. Sonaoza: Documentos paraescribir la biogra fa de Jovellanos, nm. 108.

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  • arma una parte de la nacin contra el todo para hacer suopresin ms segura y sagrienta, o una reunin generaly estrecha, que har el trance dudoso y tal vez of receralguna esperanza de salvacin?... La causa de mi pas,como la de otras provincias, puede ser temeraria; pero esa lo menos honrada y nunca puede estar bien, a un hom-bre que ha sufrido tanto por conservar su opinin, arries-garla tan abiertamente cuando se va acercando al trmi-no de su vida.

    El texto, una incipiente condenacin del colaboracio-nismo, parece concluyente, y, sin embargo, en fecha tantarda como el 16 de julio, continuando el tono habitualde su correspondencia anterior, remite a Urquijo, para sutraslado a Jos, la renuncia al Ministerio, en que puedenleerse fragmentos tan poco acordes con su anterior comoel siguiente: Cuando V.M., al ocupar el trono de las Es-paas, trata de labrar la felicidad de mi patria... Ruego,por tanto, humildemente a V.M. que, exonerndome deeste encargo, se digne recibir el nuevo homenaje de migratitud, junto con el ms vivo deseo de contribuir, hastadonde me sea dado, al servicio de V.M. y al bien y felici-dad de la nacin.

    Finalmente, a finales de julio, se recibe en Jadraquela noticia de la rendicin de Dupont en Bailn. De repen-te, todo parece posible para el esfuerzo del pueblo levan-tado en armas. Son unos das en que se siente que Espa-a, olvidada la verguenza del reinado anterior, tiene antes un futuro indito lleno de presagios favorables. Jove-llanos, que ha recibido de Cabarrs una carta en queacepta premonitoriamente lo que va a ser triste destino-yo me hallo embarcado sin haberlo solicitado en estesistema, que he credo y creo an la nica tabla de lanacin; le ser fiel y Dios sabe a dnde iremos a parar yqu ser de nosotros-, contesta con una extensa cartaen que abandona el tono caracterstico de su correspon-dencia anterior. Comienza designando a Jos como el

    60

  • rey intruso, para hacer an ms categrica su condenaal colaboracionismo.

    Que Vm. la siga cuando ya no queda al opresor otrorecurso que conquistarnos..., esto es lo que ni el honor ni larazn podrn disculpar jamas (58).

    LA JUNTA CENTRAL(Septiembre 1808 - Enero 1810)

    La decisin lo lanza nuevamente a la poltica activa.El 3 de septiembre es elegido diputado, por la JuntaSuprema de Asturias, en la Central que haba de formar-se poco despus en Aranjuez. La historia externa de estainstitucin es sobradamente conocida; no as la interna,a pesar del testimonio del propio Jovellanos en su Memo-ria en defensa de la Junta Central.

    En la crisis de 1808 el primer hecho a destacar es laquiebra total de las instituciones del antiguo rgimen. Enel general derrumbamiento de la Espaa antigua, la pri-mera manifestacin revolucionaria es la aparicin de lasJuntas, animadas del firme propsito de no abdicar susoberana, que fundan en la eleccin popular, principionuevo de insospechables consecuencias a la sazn.

    Ms tarde, la Junta Central continuar la revolucinal atribuirse la soberana, al mantener el sistema degobierno surgido del levantamiento, al oponerse al resur-gimiento de la antigua administracin, y, finalmente, alproyectar la reforma de la estructura poltica del pas. Ensu seno se enfrentarn dos tendencias: la conservadora,cuyo programa ser el restablecimiento del pas bajo suantigua base, y la renovadora, decididamente revolucio-naria. Entre ambas Jovellanos se debatir intilmente y

    (58) Agosto 1808. Documentos para escribir la biografa de Jovella-nos, nm. 123. SoNtozn: Las amarguras de Jovellanos, ap. XVIII.

    61

  • su inmenso prestigio no bastar a formarle un partido.Quien haya consultado las actas de sus sesiones, habrnotado la abundancia de votos que present por escritoy el.casi inalterable rechazo de sus proposiciones.

    Fracas en restablecer la vieja administracin, fraca-s en el intento de renovar la composicin de la JuntaCentral mediante la peridica sustitucin de sus vocales,fracas en su intento de establecer un Consejo de Regen-cia, forma legal prevista en las Partidas para casos seme-jantes. Muy pronto se cans de lo estril de sus esfuerzos,renunci a intervenir en la gobernacin presente del pasy se entreg por entero a la tarea, ms de su gusto, deproyectar el futuro.

    Cuando se constituye la Comisin de Cortes con obje-to de preparar un text inicial, comprensivo de las refor-mas que habrn de presentarse a las futuras Cortes, Jove-llanos, uno de los elegidos, se desentender de las tareasdel Gobierno.

    De m s decir que desde que fui nombrado para el(encargo de convocar Cortes), me mir ms bien como indi-viduo de la Comisin que de la Junta, a la cual solamenteasista cuando se trataban cuestiones relativas a Cortes, aotras de igual importancia, o er particularmente avisadopara venir a ella (59).

    Su intervencin en esta Comisin tuvo una influenciacapital en el ulterior desenvolvimiento de la revolucinespaola. Llam a formar parte de ella a gentes que con-sideraba ilustradas, y de este modo el tradicionalistaCapmany fue encargado de la relativamente inoperantecomisin encargada de determinar el ceremonial de Cor-tes, en tanto que liberales como Argiielles y Antilln erannombrados para Juntas de capital trascendencia, comola de Constitucin y Legislacin. En relacin con este

    (59) Nota 26 a la Memoria en defensa de la Junta Central.

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  • captulo de sus amigos en la Comisin de Cortes, no cabedudar de que Jovellanos fue utilizado por los liberales,que hicieron de l un compaero de viaje. Amparadaspor el prestigio de su nombre se introducirn una seriede medidas revolucionarias muy afines a su ^espritu yque ms tarde se ver obligado a desautorizar en el msconfuso de sus textos, los apndices a la Memoria endefensa de la Junta Central, cuando ya era tarde paraimpedir su desarrollo.

    En sus cartas a lord Holland manifest sus temores yoposicin a la revolucin inminente, exponiendo losinvariados principios de su poltica, principios totalmen-te inatendidos.

    Nadie ms inclinado a restaurar y firmar y mejorar;nadie ms tmido en alterar y renovar... Desconfio muchode las teoras polticas; y ms, de las abstractas. Creo quecada nacin tiene su carcter; que ste es el resultado de susantiguas instituciones; que si con ellas se altera, con ellas serepara; que otros tiempos no piden precisamente otras ins-tituciones, sino una modificacin de las antiguas; que loque importa es perfeccionar la educacin y mejorar la ins-truccin pblica; con ella no habr preoupacin que nocaiga, error que no desaparezca, mejora que no se facili-te (60).

    Su gestin en la Junta Central ser totalmente estril.Se encontrar completamente solo, a excepcin del fielPachn -Camposagrado-, que seguir una y otra vez suvoto por admiracin a su persona y no por identidad depensamiento. Ni dirigir la poltica de la Junta, como seha dicho con reiteracin, ni siquiera podr formar unpartido. En cambio, le tocar sufrir las consecuencias dehaber unido su nombre a un organismo que, a pesar desus temores y vacilaciones, permiti con sus medidas el

    (60) Jovellanos a Lord Holland. Sevilla, 22 de mayo de 1809. Cartasde Jovellanos a I.ord Holland, t. 1, pg. 188.

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  • desarrollo del espritu revolucionario. En 1810 la oposi-cin del embajador ingls, unida a la invasin de Anda-luca por el ejrcito de Jos, provocar la cada de la Jun-ta, correspondiendo a Jovellanos sufrir la ignominia jun-to con sus compaeros de un vergonzoso registro, acu-sados de fugarse con grandes sumas de dinero, y mstarde, de nuevas persecuciones y detenciones.

    Este