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Orlando Geler Sea un buen orador EDITORIAL PAX MEXICO, Librería Carlos Césarman, S.A.

Geler Orlando - Sea Un Buen Orador

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Orlando Geler

Sea un buen orador

EDITORIAL PAX MEXICO, Librería Carlos Césarman, S.A.

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Primera edición en español: Septiembre de 1974Tiraje de esta edición: 2,000 ejemplares© Derechos reservados por la EditorialPax-México, Librería Carlos Césarman, S.A.

Primera reimpresión: Noviembre de 1983Segunda reimpresión: Febrero de 1986Tercera reimpresión: Enero de 1988Cuarta reimpresión: Septiembre de 19903,000 ejemplares

ISBN 968-860-199-3

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Primer Capítulo

SEA UN BUEN ORADOR

Como es bien sabido, existen en la vida muchas situaciones en lasque la gente se comunica oralmente, es decir, por medio de la palabra.Cotidianamente ejercitamos el arte de la conversación, las más de lasveces informal, y en ocasiones incurrimos en discusiones que puedentomar diversas formas. Con frecuencia, tenemos ocasión de leerartículos literarios, en los que apreciamos un aspecto más elaboradogramaticalmente, y, de vez en cuando, podemos participar en lo que sellaman debates, los cuales se suscitan cuando se propone algo queprovoca opiniones divergentes.

Hay ocasiones en las que es necesario dirigir algunas palabras a unauditorio, grande o pequeño, sobre un determinado tema. Esto es lo quese califica como oratoria.

Esta obra trata principalmente de este tipo de discurso oral,aunque no por ello queramos establecer que la oratoria sea superior aninguna de las demás formas de comunicación, ya que todas cumplen sucometido en un mundo comunicante por excelencia.

Con respecto al orador, hay que señalar que éste se enfrenta acuatro factores elementales:

1. La ocasión en que la oratoria es necesaria o importante.2. El auditorio, la gente que deseamos que piense, sienta o actúe de

determinada manera.3. El tema que tendremos que desarrollar.4. El orador, cuya tarea específica es la de discutir el tema elegido

ante un auditorio específico.

Estos factores elementales y sus interrelaciones constituyen elmeollo de la oratoria.

Como ya lo hemos señalado, la oratoria es solamente una de lasinnumerables facetas de nuestra diaria vida comunicante.

Todos desempeñamos en la vida de nuestra comunidad, estado opaís, un papel más o menos relevante. Toda nuestra sociedad está basadaen los principios de libertad en el intercambio de ideas, opiniones yexperiencias; la libertad de expresión es uno de nuestros derechos máscelosamente defendidos. No obstante, más que un derecho, es unaresponsabilidad. La efectividad de una sociedad democrática esdeterminada por la efectividad con que sus miembros participan en todassus actividades. La mayor amenaza a sus instituciones proviene no tantode los elementos definidamente subversivos, cuanto de la participación

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indiferente o inefectiva, o bien de una falta de participación de susmiembros.

Los cursos de acción tomados por una sociedad democráticaresultan del libre intercambio de información, de actitudes, opiniones yexperiencias, elementos que afloran preferentemente en la oratoria.

El hacernos hacia atrás y doblar la cerviz ante los puntos de vistade nuestros contrincantes, válidos o no, nos convierte en miembrosperfectamente inútiles de semejante sociedad.

Hay muchas personas que tienen algo importante que decir y que seinteresan en mejorar su capacidad de expresión. Al aumentar dichacapacidad, aumentan asimismo sus ideas y su voluntad para imponerlas asus oyentes. La verdad es que hoy en día hay tanta necesidad de oradorescomo siempre, y quizá más, en parte porque hay más ideologías enconflicto que analizar, discutir y llevar a cabo. Cuando la humanidad dejede hablar en público o en privado, ya no será tal, sino que consistirá enun rebaño de ovejas.

Medios de difusión

Aunque el uso cada vez mayor de los medios de difusiónproporciona más oportunidades para hablar en público, algunasautoridades en la materia exponen que dichas invenciones han debilitadola costumbre de utilizar formas más directas e íntimas de comunicacióninterpersonal. Cualesquiera que sean sus errores y limitaciones, estosmedios de difusión todavía estarán entre nosotros por mucho tiempo.Gran parte de nuestros problemas consistirá en la cuestión deutilizarlos de forma más eficaz para el bien común, ya que atravesamospor una época de confusión en todo lo que concierne a nuestra herenciacultural, política, económica, religiosa y filosófica. Existe una grannecesidad de hombres y mujeres con capacidad de pensar, de hacerfructificar ideas en pro del mejoramiento de la humanidad.

La libertad de expresión se ha conceptuado siempre como underecho o privilegio. No obstante, el privilegio o derecho de hacer uso deesta libertad, tiene poco valor práctico a menos que poseamos lahabilidad requerida. Dicha participación depende en gran parte de doscosas: tener ideas que contribuyan a los objetivos de nuestroscongéneres, y poseer la habilidad de presentar dichas ideas de formaclara y convincente. Como dice Thomas Mann: “El que sabe cómoacomodar bien sus palabras y tiene el don de la expresión, tanto losdioses como los hombres le abruman con aplausos y siempre encuentraoídos dispuestos a escucharle.”

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El instinto y el discurso

El discurso no es un don innato, de la misma forma en que no lo esleer, tocar el piano o resolver una ecuación. Se trata de una disciplinaaprendida.

El niño adquiere en dos o tres años lo que sus ancestros del tiempode las cavernas debieron digerir en milenios. Mientras que el hombreprimitivo, al aprender su lenguaje desde el principio, no contaba connada más que con gritos y vocalizaciones que expresaban sussentimientos y emociones, el niño moderno nace en un ambiente en el quelos patrones del lenguaje ya han sido fijados. Aprende a hablarprincipalmente al imitar dichos patrones de las personas que lo rodean.Al principio, son sus padres quienes le proporcionan sus modelos; mástarde lo son sus compañeros de juego y sus maestros. La forma en que elniño aprende a hablar depende sobre todo de los modelos de que disponeen sus primeros años de formación. Independientemente del lenguaje desus ancestros, aprenderá el idioma y la forma de expresión de suambiente nativo. Hay personas que parecen tener una cierta disposiciónpor un tipo u otro de discurso, pero es poco probable que dicha aptitudinnata constituya una base segura sobre la que se pueda constituir unasólida estructura de comprensión.

Así pues, el desarrollo del lenguaje requiere estudio y práctica, yaque no se deriva del instinto de hablar, aun cuando puede haber impulsosinnatos a vocalizar o emitir sonidos por una u otra razón.

Las ideas surgen sobre todode poder expresarlas

El estudio y la práctica del lenguaje son esenciales por variasotras razones.

“Orator fit, non nascitur”. Los romanos decían que “el orador sehace, no nace”. No hay que esperar que todo el mundo se convierta en unDemóstenes o en un Cicerón. Hay que admitir que existen ciertaspredisposiciones naturales que hacen de un ser humano algo especial. Notodos podemos llegar a ser un Toscanini o un Debussy, por más queestudiemos. Así pues, las diferencias individuales, en conjunción con unacantidad prodigiosa de trabajo, producen luminarias en todos los camposde las actividades humanas.

Sin embargo, aunque pocos podemos alcanzar las alturas de laeminencia oratoria, a todos nos es dado, por medio del estudioconcienzudo y de la práctica, aprender a hablar de forma más eficaz delo que hablamos ahora.

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Asimismo, pocos nos veremos en necesidad de recurrir a este tipode discurso exaltado que comúnmente etiquetamos con el nombre deoratoria; con todo, nadie puede escapar completamente a la oportunidad,e incluso a la responsabilidad de decir con fuerza y claridad lo quetengamos que expresar si participamos activamente en los asuntos de lasociedad en que vivimos, a cualquier nivel.

Es hacia este tipo de oratoria al que van dirigidos nuestrosesfuerzos en este pequeño tratado sobre cómo hablar bien en público.Posteriormente, si deseamos perfeccionarnos, podemos llegar tan lejoscomo nuestras ambiciones, capacidad individual y persistencia noslleven. No se puede llegar a ser un buen orador de la noche a la mañana.No obstante, hay que tener presente que cualquiera que desee dedicar eltiempo y el esfuerzo necesarios al arte del bien hablar, mejorará enforma notable su capacidad de expresarse ante un grupo de oyentes.

La vieja creencia de que la práctica lleve a la perfección, nosiempre es cierta, ya que incluso puede desorientar por completo. Lapráctica lo único que hace es fijar los hábitos, buenos o malos. Por ende,es necesario desarrollar una práctica inteligente, basada en elentendimiento de lo que tratamos de hacer, del porqué lo hacemos. Unesfuerzo consciente y concienzudo en aplicar los principios del bienhablar, ciertamente nos llevará a un mejoramiento, cuya intensidad sólonosotros podemos decidir.

Entrenamiento oratorio

Constantemente nos vemos bombardeados con discursos públicos,ya sea directamente o a través de los medios de difusión, como la radioy la televisión. Es un fenómeno cotidiano del que es difícil escapar.

No siempre es fácil dar oídos a lo que vale la pena, ni diferenciarentre verdades totales y verdades a medias, o ejercitar un juicioracional en cuanto a lo que constituye un razonamiento sano.Primeramente, es menester descubrir e identificar la propagandaperniciosa (no toda propaganda es perniciosa), el uso excesivo declichés, slogan y estereotipos.

Al leer los anuncios o al escuchar los comerciales por la radio o latelevisión, advertimos cómo se utilizan términos impresionantes, peroque muchas veces no significan absolutamente nada, ya que van dirigidosa suscitar actitudes en vez de proporcionar información correcta sobrelos productos anunciados.

Así pues, uno de los requisitos determinantes del entrenamientooratorio es el de expresar conceptos coherentes y perfectamenteanalizables.

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Por otra parte, la esencia de un régimen democrático reside en laparticipación abierta y libre de sus miembros, en los asuntos de lasociedad.

En el grado en que tal participación no existe, ya sea por el letargode sus miembros, o debido a las presiones existentes para impedir dichaparticipación libérrima, a ese grado la sociedad deja de ser democrática.

El entrenamiento y la experiencia en la oratoria pública noscapacitará a elegir nuestros temas de discurso en relación con nosotrosmismos, con nuestro auditorio y con la ocasión; nos enseñará a escogermaterial para los discursos, que sea interesante, informativo, apropiadoy convincente, de acuerdo a lo que exija la ocasión. Nos enseñará aorganizar el material, de tal manera que sea lógicamente dispuesto,comprendido y retenido; nos facilitará la elección de un lenguaje quecontribuya a la comprensión, que estimule las imágenes y que despierteo intensifique actitudes deseadas. Finalmente, nos revelará laimportancia de una presentación efectiva, uso adecuado de la voz y de laacción corporal, que refuerce y haga específicos el lenguaje y las ideasque trata de exponer.

Todo esto es muy importante en el entrenamiento para unaparticipación más ética y efectiva en una sociedad democrática. Estaparticipación es tan vital que, sin ella, no puede existir semejantesociedad.

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Segundo Capítulo

PRIMEROS DISCURSOS

Primeramente, hay que elegir un tema que dominemos, y que estéde acuerdo con nuestro caudal de experiencias y convicciones personales.

Preguntémonos: ¿Qué es lo que conozco más? Es probable quetengamos alguna especialidad, un pasatiempo, preferencia o experienciasinsólitas. ¿Podemos hablar con autoridad de alguna de ellas?Consideremos las actividades a las que hemos dedicado gran parte denuestro tiempo, o ACERCA de las cuales tenemos una oportunidad pocousual de recabar información.

Los oradores, como regla general, se muestran más elocuentes,dinámicos y persuasivos cuando tratan de temas con los que estáncompletamente familiarizados, y en los que creen intensamente. Aun elorador sin experiencia, cuando se ve conminado a defender lo que élconsidera como importante o sagrado, a menudo se olvida de sí mismo yse vuelve fuerte y convincente, con el resultado de que lo que dice esefectivo, impresionante e incluso elocuente. Es probable que nosdesempeñemos mejor en temas que estamos ansiosos de tratar con unpresunto auditorio.

En segundo lugar, elijamos un tema en el que se interesen nuestrosoyentes, o al menos, uno en el que podamos interesarlos.

Hay que recordar que la gente inteligente desprecia los lugarescomunes y la rutina; por lo tanto, si somos prudentes hay que evitarescrupulosamente estas particularidades aburridas.

Por último, elijamos un tópico que sea específico en naturaleza,limitado en alcance (no hay que explayarse demasiado en un tema, sopena de no decir nada preciso) y que encaje dentro de las experiencias denuestro auditorio. Evitemos los temas teóricos, filosóficos o subjetivos.Para nuestro primer discurso, discutamos objetos familiares oactividades susceptibles de ser realizadas por quienes nos escuchan.

A continuación ilustramos la diferencia que existe entre temasabstractos y temas concretos:

Temas abstractosLa lucha por la libertadEl significado de la democraciaEl valor del patriotismoMejoramiento de la personalidadLa importancia de la agriculturaLa ingeniería como profesión

Temas concretosCómo tocar el piano en tresleccionesCómo conducir un automóvilLa vida de las colmenasCómo construir un palomarRefinamiento del azúcarLos mil usos de un martillo

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Proposición o pensamiento central del discurso

Como punto inicial en la preparación de un discurso informativo,primeramente hay que establecer un tema central alrededor del cual sepuede dar forma al discurso. El único requisito es hacer entender aloyente el modo particular de tocar el tema.

El tema central a que aludimos puede tomar la forma de una frase.Por ejemplo:

1. Puede hacerse en forma de pregunta, a la cual se irá respondiendo enel curso de la plática.

2. Puede consistir en una breve definición del tema.3. Puede revelar nuestras intenciones, el porqué del discurso.

Cuando el tema central se introduce en forma de pregunta, lo quehacemos es formular una pregunta para luego contestarla durante eldiscurso. Dicha pregunta se puede iniciar con un cómo, cuándo, por qué,qué, dónde. Cuando el tema central constituye una breve definición deltema, ya responde por sí mismo a la pregunta ¿Qué es? El discurso vadirigido a la expansión de la definición dada al principio, por medio deluso de hechos, ilustraciones, diagramas, comparaciones o cualquier otroelemento que sea necesario para hacer comprender al oyente.

El pensamiento o tema central puede dividirse en cuatro facetas opuntos de apoyo.

Por ejemplo:

Tema central: La organización social de las abejas.

1. La reina pone los huevos.

2. Las hembras son las obreras.

3. Los machos con los zánganos.

El uso de más de cuatro o cinco puntos de apoyo, puede complicarlas cosas en detrimento de la claridad del discurso. Es por ello quemuchos oradores sólo echan mano de dos o tres puntos de apoyo.

Desarrollo del discurso

El desarrollo del discurso se determina en gran parte por la formay la oportunidad en que el orador presenta el tema central o proposición.En el discurso informativo, la ubicación del tema central se determina

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sobre la base de lo enterado que esté el auditorio acerca de dicho tema.Básicamente, un discurso debe dividirse en las siguientes etapas:

Introducción

1. Obtener la atención del público y despertarle el interés.

2. Establecer y acelerar el tema central.

Desarrollo

Desarrollar el tema central.

1. Punto de apoyo N° 1.

2. Punto de apoyo N° 2.

3. Punto de apoyo N° 3.

Conclusión

1. Reexposición del tema central y resumen de los puntos.

Esbozo de los puntos

Otra fase de la organización del discurso, se relaciona con elesbozo y arreglo de los puntos de apoyo.

1. ¿Merece la atención e interés del público?

2. ¿Cumple con los requisitos peculiares del tema?

3. ¿Se ha ideado este esbozo para facilitar la comprensión y

retención?

4. ¿Mantiene el discurso en la dirección apropiada?

Los puntos pueden arreglarse de acuerdo con varios órdenes.

1. Orden cronológico.

2. Orden de operación.

3. Orden de desarrollo y proceso.

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4. Orden espacial o geográfico.

Esbozo modelo

Cómo usar una brocha

Introducción

1. El hacer las cosas por nosotros mismos se ha convertido en una

necesidad en estos tiempos en que la mano de obra es tan cara.

2. Una de las primeras tareas a las que habremos de enfrentarnos es a

la de la decoración y mantenimiento de nuestras casas.

3. Déjeme enterarles de cómo se utiliza una brocha con eficacia.

Pensamiento central: Hay tres pasos que deben recordarse al usaruna brocha.

Desarrollo

1. El primer paso es empapar la brocha en pintura.

A. Sumerja en la pintura solamente la mitad de las cerdas.B. Quítese el exceso de pintura apoyando la brocha en la orilla del

recipiente.2. Cójase la brocha por el mango.

A. Aplíquese la pintura solamente con la orilla de las cerdas.

3. El tercer paso es la aplicación de la pintura sobre una superficie.

A. Aplíquese la pintura sobre la superficie con brochazos ligeros ybreves.

B. Levántese la brocha gradualmente al final de cada brochazo. Estaprecaución evita que queden brochazos espesos.

Conclusión

Reexposición de todos los pasos.

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Aglutinación del discurso

El discurso informativo se puede resumir en los siguientes cuatropasos:

1. Obtener la atención del público y relacionar el tema con las

necesidades de los oyentes.

2. Prever lo que intentamos decir enumerando los puntos principales.

3. Desarrollar cada uno de los puntos en torno al siguiente patrón:

a) Establecer el punto.

b) Dar evidencia.

c) Reestablecer el punto.

4. Resumir: repetir los puntos principales.

Si el orador tiene en mente todos estos pasos, logrará infundir susideas en el auditorio.

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Tercer Capítulo

PRACTICA DEL DISCURSO

Aunque a veces es muy útil apuntar y memorizar las frasesintroductorias de un discurso, no hay que tratar de confiar todo a lamemoria. Para el principiante, especialmente, la memorización de undiscurso tiene dos riesgos: primero, durante el discurso el orador temeolvidar lo que ha preparado, y a veces, el no poder recordar algunapalabra puede echar a perder toda su presentación o exposición; segundo,es probable que suene artificial y mecánico en su discurso, perdiendo laespontaneidad que acompaña a la exposición de una idea. A menudo,aunque no siempre, la memorización obliga más bien a recordar, lo queperjudica a la comunicación de las ideas.

Práctica oral

Al ensayar un discurso, hay que utilizar lo que se llama métodoextemporáneo. Una vez que hemos preparado el esbozo y reunido materialde apoyo, practiquemos el discurso “hablándolo”, es decir, repasando envoz alta las ideas que queremos exponer, hasta que seamos capaces decristalizar nuestro pensamiento y lenguaje. Como primer paso,memoricemos el pensamiento central, así como los puntos principales.

No hay que desalentarse si nuestros primeros intentos oratoriosson vacilantes y tímidos, ya que con una práctica continua, la fluidez yla confianza deberán aumentar. Dos o tres ensayos bien espaciados sonde más utilidad que uno solo, por más largo que éste sea.

Preparación mental

La preocupación que suele asaltar a un orador impreparado puedeverdaderamente arruinarlo todo. En el lapso que media entre lapreparación del discurso y su presentación, la angustia constante acercadel éxito que podamos tener, la insatisfacción, la duda sobre nuestracapacidad y la anticipación de consecuencias desastrozas, sólo sirvepara aumentar la tensión y el nerviosismo. Por lo tanto, hay que evitartodas estas cosas negativas.

Por medio de una disciplina mental es posible evitar pensar en losaspectos desagradables. Lo mejor es adoptar actitudes positivas.Pensemos en cómo hacer más atractiva nuestra exposición; cultivemosla ansiedad de hablar de nuestro tema, la “urgencia de comunicarnos”.

Cuando llegue el momento del discurso, subamos a la plataforma opodio que para el efecto se haya instalado, con calma y dignidad, y

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coloquémonos en el centro, teniendo cuidado de mantenernos alejados dela orilla, pues nada sería más trágico que, en el arrebato de nuestraelocuencia, cayéramos al suelo, echando por tierra todos nuestrosesfuerzos. Es importante que no nos apoyemos en ningún mueble, silla omesa, pues esto sugeriría una informalidad fuera de contexto. Así pues,una vez que hayamos tomado posición, hagamos una pausa breve antes deempezar a hablar, para brindar a nuestro auditorio la oportunidad deprepararse a escuchar. No empecemos el discurso cuando todavíaestamos caminando.

Postura y acción corporal

Como regla general, si nuestra postura y movimientos corporalesno son demasiado llamativos, lo más probable es que seansatisfactorios. Un buen orador demuestra su entusiasmo y conciencia enlo que está haciendo a través de su postura; adopta una postura derecha yairosa, pero no tiesa, con las piernas no demasiado separadas, las manosa los costados, la cabeza erecta. No trata de esconderse ni de apoyarseen algo. Si está nervioso e incómodo, probablemente introduzca una manoa la bolsa del pantalón o por detrás del cuerpo. Mientras estosmovimientos no interfieran con nuestra capacidad de comunicación, nohay por qué condenarlos. Afrontemos a nuestro auditorio y hagámoslesentir que le estamos hablando, que esperamos que nos escuche y quetenemos algo importante que comunicarle.

Así pues, hay que mirar todo el tiempo a nuestro auditorio, y, enocasiones, fijar la vista en algunos de nuestros oyentes.

Voz

En una ocasión, un filósofo dijo: “El alma del hombre es audible, novisible”. Indudablemente, nuestros oyentes basarán muchas de susimpresiones acerca de nosotros, en cómo nos escuchen. Si contamos conuna voz rica y llena de tonalidades, es seguro que arrobaremos a nuestroauditorio. Sin embargo, pocos son los oradores con este tipo de voz.Independientemente de la riqueza o pobreza de nuestro equipo vocal, hayalgunos mínimos esenciales que con toda probabilidad están a nuestroalcance.

1. Se nos puede escuchar si nos esforzamos lo suficiente. Tambiénse nos puede entender si atendemos cuidadosamente a nuestraarticulación. En todo momento hay que cuidar la claridad y la audibilidad.En la oratoria existen muy pocas reglas inviolables; dos de ellas son muysencillas: ¡Hay que hacerse escuchar y entender !

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2. Podemos adoptar un tono y manera de conversación. No esnecesario predicar, ni adoptar un tono de arenga, incurriendo con ello enel ridículo y dando impresión de insinceridad. Por supuesto que debemosampliar nuestro estilo de conversación lo suficiente como para exponerclaramente lo que queremos decir, pero, al mismo tiempo, hay queesforzarnos por dar la impresión de que conversamos sinceramente concada uno de los miembros del auditorio.

3. Podemos acomodar la voz a la ocasión y al tema. Una pláticaregida por cierto humor puede requerir viveza y jovialidad, mientras queuna conferencia sobre mercadotecnia exige otro matiz. Lo que si hay queevitar siempre es la monotonía.

4. Hay que hablar con ritmo normal, ni demasiado rápido nidemasiado lento, con claridad y asegurándonos de que nos comprenden.

Si hablamos con demasiada lentitud, hacemos que los oyentes seduerman, y si lo hacemos con rapidez, los agotamos porque tratan deponerse al parejo.

5. Hay que evitar a toda costa vocalizaciones o palabrasincoherentes como “eh”, “este”, etc. Normalmente, estos vicios sepueden eliminar si nos lo proponemos.

Estos cinco requisitos son esenciales mínimos. Si no somoscapaces de satisfacerlos, probablemente necesitemos la orientaciónespecial de una clínica del lenguaje. Por otra parte, en caso de que nopudiéramos satisfacerlos al inicio de nuestro estudio de oratoria, hayque esperar el mejoramiento gradual en el uso de la voz.

Vicios y manerismos del orador

Los manerismos individuales revelan el nerviosismo y otrasactitudes estorbosas. Hay que esforzarse en eliminar aquellos que nosimpidan una comunicación libre y fácil con nuestro auditorio, o que noshagan parecer ridículos. He aquí algunos de dichos manerismos:

1. Retorcerse las manos.

2. Doblar y desdoblar papeles.

3. Abotonar y desabotonar la chaqueta.

4. Poner los brazos en jarras.

5. Colocar los dedos pulgares bajo el cinturón.

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6. Mirar constantemente el suelo.

7. Cruzar los brazos.

8. Risas nerviosas o tontas.

9. Tronarse los dedos.

10. Tirarse de las orejas o de la nariz.

11. Balancearse.

12. Pasearse con exceso.

13. Asegurarse constantemente el sujetacorbatas.

14. Hacer sonar las llaves o las monedas.

15. Rascarse.

16. Humedecerse los labios con demasiada frecuencia.

17. Cambiar la mirada constantemente sin detenerla en ningún

sitio.

18. Juguetear con un lápiz.

19. Mantener las piernas demasiado separadas o demasiado juntas.

20. Mesarse los cabellos repetidamente.

Una de las fases esenciales de un curso de oratoria es la crítica.Indudablemente, se puede aprender mucho al estudiar los principios de laoratoria y al esforzarnos en ponerlos en práctica, pero habrá másprogreso si contamos con alguien que valorice nuestra actuación, nosadvierta nuestros puntos débiles y nos sugiera cómo podemos mejorar.Asimismo, una persona así, nos puede señalar nuestros aspectosinmejorables, de tal manera que podamos prestar atención a lascarencias que manifestamos. El hacer dichas evaluaciones y críticas esuna de las responsabilidades fundamentales del maestro de oratoria.Muchas personas, con sólo pensar en la posibilidad de que alguienpresencie sus ensayos, creen que la crítica resultante será adversa, y,por lo tanto, desagradable. No obstante, no necesariamente esdestructiva. La crítica constructiva es una evaluación en la que elcrítico observa tanto las características favorables como lasdesfavorables. Sus objetivos son: 1) reforzar los puntos positivos, 2)corregir los puntos débiles y 3) eliminar los errores.

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1. Es muy importante comprender lo que es crítica. La crítica debeser definida e inteligible para que podamos entenderla. Si nocomprendemos los comentarios del crítico, debemos buscar otro tipo deinformación; si no lo hacemos, entonces no avanzaremos.

2. Necesitamos cultivar, si todavía no la tenemos, una actitud sanaacerca de la crítica. En vez de temer, o incluso resentir, lo que nosseñalen acerca de nuestra actuación, debemos recibir con avidez todacrítica.

3.Evitemos la autodefensa emocional cuando se nos señala unerror. Muchos estudiantes de oratoria no pueden mejorar porquecontinuamente se disculpan de sus errores. Racionalizan excesivamentecon las siguientes excusas:

1. No tuve tiempo de prepararme.

2. Le soy antipático al maestro.

3. No todos podemos ser igualmente listos.

4. Si quisiera, mejoraría.

5. El maestro no sabe apreciar un buen discurso.

6. No vale la pena esforzarse.

4. Hay que evitar albergar sentimientos de desaliento. Muchosestudiantes creen que después de haber asistido a clases de oratoriadurante dos o tres semanas, ya deben haber aprendido todo lo referenteal arte de la oratoria, y cuando descubren que todavía no poseen lafluidez y la finura necesarias, se rinden desesperanzados. No se dancuenta de que la preparación, la práctica y la presentación de losdiscursos, no es algo que se pueda aprender de inmediato. Por lo tanto,cuando advierten que aprender a hablar en público es difícil, sedesalientan.

El dominio de la oratoria es generalmente lento; se necesitanmeses para hacer de una persona un buen orador.

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Cuarto Capítulo

UN BUEN ORADOR NECESITA SER CULTO

En la antigua Grecia, cuando se empezaba el estudio de la oratoria,se esperaba que el orador dominara todo el conocimiento humano.Hippias, por ejemplo, uno de los maestros de oratoria más famosos deaquel tiempo, hombre de memoria prodigiosa, se jactaba de que podíapronunciar un discurso sobre cualquier tema que se le presentara.

Hoy en día, empero, con el gran acervo de conocimientos, tal proezasería de todo punto imposible. Al mismo tiempo, en el desarrollo denuestra máxima efectividad como oradores, es menester que ampliemosnuestra cultura en todo lo que sea posible. Aquel que conoce solamenteun campo, aun cuando lo conozca exhaustivamente, se ve limitado en sucapacidad de dirigir la palabra a toda clase de auditorios.

La historia de la literatura, por ejemplo, es indescifrable sin elconcurso de la historia; la física no se puede comprender sin elconocimiento de las matemáticas. Un ingeniero que construye un puente,debe considerar dicha estructura, tanto como un logro de ingeniería,como un medio de comunicación e integración sociales.

De forma similar, el orador que se dirige a un auditorio compuestode campesinos, a la vez que les indica sus puntos de vista sobre la formaen que se aumentan las cosechas, asimismo debe entender qué tipo deventajas económicas y sociales reportaría dicho aumento.

Las alusiones literarias son a menudo efectivas, pero, parautilizarlas, debemos conocer nuestra literatura, así como su aplicaciónen diversos aspectos de la vida real.

En muchas ocasiones, hay que echar mano de sucesos históricos.Más de un abogado ha podido ganar un pleito por su conocimiento de lamedicina o de la química.

La elocuencia sin sabiduría es un gran peligro.Cicerón

La preparación de un buen orador lleva toda una vida. Los grandesoradores siempre han sido grandes lectores, y siempre se han mostradoávidos de aprender cosas nuevas y de familiarizarse con gente de la cualpodrían aprovecharse intelectualmente.

Como ya lo expusimos con anterioridad, la cultura en un orador esun elemento sine qua non. Huelga decir que el orador debe ser asimismosincero en lo que expone. Sin embargo, con todo y lo importante que es lasinceridad, por sí sola no basta, ya que un tonto sincero dice tonteríassinceras. Hace veinticuatro siglos, Platón escribió: “Nunca será sólido el

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arte de la oratoria, si no se apoya en la verdad.” Ahora bien,conocimiento es verdad. Solamente una persona ampliamente educadapuede apoyarse en la verdad de que habla Platón.

Los discursos específicos requierende una preparación específica

En una preparación específica tenemos que reunir todo el materialpertinente, eligiendo aquel que contribuya mejor a la realización denuestro propósito, teniendo siempre en cuenta el tipo de auditorio al quenos vamos a dirigir y el tema del que vamos a hablar. Se puede decir conjusticia que, en cualquier situación oratoria, existen dos factoresbásicos: lo que se dice y la gente que recibe lo dicho. El propósitoinmediato de un orador es el de imbuir en sus oyentes una ideaespecífica. Como consecuencia inmediata o remota de lo que el oradorexpone, los oyentes pueden 1) adquirir nueva información, nuevas ideas;2) reforzar sus creencias y actitudes ya aceptadas; 3) cambiar dichascreencias y actitudes; 4) especular acerca de una nueva actitud,diferente de la que hasta entonces han tenido, o 5) simplemente obtenerdiversión y entretenimiento como resultado de una idea que el orador haevocado o estimulado.

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Quinto Capítulo

TEMOR AL PUBLICO

Si somos como la mayoría de los estudiantes de oratoria, cuandocomparezcamos ante un auditorio lo más probable es que nos asalte unaaprensión nerviosa que ataca de varias formas. Aun cuando hayamostenido una experiencia anterior, estos sentimientos nos pueden asaltarlo mismo.

Los ataques más benignos de este temor dan lugar a unaincomodidad momentánea que desaparece cuando el orador se encarrila.Por lo general, no se les presta mucha atención, ya que no interfierengran cosa en el discurso, y no duran mucho. Con todo, hay casos másserios que parecen forzarnos a renunciar a todo discurso. Es a estoscasos a los que se aplica la etiqueta de “temor al público”.

Qué hacer

Algunos maestros de oratoria tratan de luchar con el problema deltemor al público, simplemente restándole importancia, omitiendo sudiscusión. Algunas autoridades en la materia creen que el miedo alpúblico se debe a una personalidad perturbada o mal ajustada originada aveces por una falta de aplomo. “Cuando no se tiene aplomo, toda lapersonalidad oratoria se perturba y pierde eficiencia.” Al corregir estaperturbación o desajuste de la personalidad, o al obtener aplomo, sesupone que este temor debe desaparecer.

Otro medio de tratar este asunto es el de discutirlo libremente,como un fenómeno común y corriente. La idea en este tipo de alternativa,es que una vez que se comprende la naturaleza de la experiencia, almenos se tiene conocimiento de lo que se trata. Incluso se puede llegar aaceptar el hecho de que nunca se le llega a dominar por completo. Esprobable que incluso nos convenga no desembarazarnos de este temortotalmente.

Ciertamente, nos interesamos en saber qué tiene que ver todo estocon la oratoria, particularmente cuando hacemos un discurso. Tambiénnos interesa saber qué podemos hacer al respecto. Es obvio que elnerviosismo tiene definitivamente un efecto inhibidor en la presentaciónde un discurso. Sólo cuando nos encontramos cómodos y calmadospodemos hablar con un máximo de efectividad. Los remedios deben seguirdos líneas definidas, ambas esenciales y dependientes por completo denuestros esfuerzos.

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Cultivo de una actitud positiva

En primer lugar, debemos desarrollar una actitud diferente hacia elfenómeno del nerviosismo y la hipertensión, de la que indudablementetenemos ahora. Cambiemos nuestro usual punto de vista acerca del miedoal público.

El nerviosismo es importante cuando interfiere en nuestrodiscurso.

El nerviosismo en sí puede ser o no importante. Lo que importa esel grado en que permitamos que nos evite realizar lo que nos hemospropuesto. Una vez que nos abstraemos en lo que estamos haciendo, elnerviosismo tiende a desaparecer.

El nerviosismo no es algo patológico. Hay que darnos cuenta de queel nerviosismo ante la idea de aparecer en público, no es evidencia deuna personalidad patológica, sino que se trata de una reacciónperfectamente normal. Casi sin excepción, los oradores más grandes delmundo se han sentido exactamente igual que el orador más bisoño, y loque es más, nunca han podido desterrar del todo esa tensión.

Seguridad en una preparación adecuada. El miedo al público sesuscita, en parte, de una falta de autoconfianza, o de la sospecha de quelos oyentes puedan pensar que no estamos bien preparados.Probablemente, nada nos ayudará tanto a vencer ese temor como laseguridad en nuestra preparación.

El saber exhaustivamente lo que vamos a decir, la secuencia de lasideas, el material de apoyo, son nuestros mejores aliados. En nuestrosprimeros discursos podemos echar mano de algunos apuntes. Inclusive,hay que pensar con detenimiento en el lenguaje específico que vamos ausar para dar forma a nuestras ideas, siempre y cuando no tratemos dememorizar todo el texto del discurso.

Una preparación completa también presupone una ciertaconsideración de la forma en que vamos a presentar nuestro material.Implica el ensayo en voz alta. Asimismo nos ayudará conocer deantemano la naturaleza de la ocasión, el auditorio y el ambiente físico, eincluso la acústica de la sala. ¿Qué tan formal o informal va a ser? ¿Queva a haber antes y después? ¿De cuánto tiempo dispondremos?

No hay que tratar de ocultar el nerviosismo. El tratarconscientemente de ocultar nuestro nerviosismo, el cual se traduce en eltemblor de manos y piernas, provoca efectos contraproducentes, ya queal esforzarnos por dominar los músculos correspondientes, ponemos enmovimiento otros músculos, lo que da por resultado una mayor tensiónnerviosa, y por ende, más obvia. El relajamiento es la clave. Cuando la

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situación es completamente informal, algunos oradores hacen algunareferencia jocosa a su nerviosismo, pero si utilizamos esta salida paradominarnos, hay que hacerlo sólo de pasada, pues si aludimos a ello confrecuencia, corremos el riesgo de concentrarnos, aparentemente enbroma, en lo que tratamos de eliminar.

Un músculo accionado suavemente es poco probable que se pongarígido. Ante cualquier reacción de temor, la corriente sanguínea recibeun exceso de adrenalina y de tiroxina, el cual debe encontrar salida. Sieste exceso no se consume, crea una hipertensión. Sin embargo, elmovimiento que lleve como finalidad consumir este excedente deenergía, debe ser moderado, ya que si es demasiado vigoroso, sóloservirá para aumentar en vez de disminuir dicho exceso. Una cantidadmoderada de movimiento nos ayudará a consumir el exceso de energía y aeliminar la tendencia a ponernos rígidos.

Es importante evitar el pasearse como león enjaulado, así comojuguetear con algún objeto. Aunque en muchas actividades artísticas ointelectuales el ritmo ocupa un lugar preponderante, en la oratoria, sibien hay un ritmo en el discurso y en la enunciación de las palabras, hayque evitar un ritmo en el cuerpo, ya que enajena tanto al público como alorador. Paseemos la mirada de un lado a otro del auditorio,asegurándonos de que todo el mundo recibe atención durante el discurso.Utilicemos las manos, los brazos, las expresiones faciales y todo elcuerpo para dar énfasis a lo que decimos, y a la vez para aliviar lastensiones excesivas que interfieren en nuestro discurso.

Elección de temas

En una ocasión, una persona que estudiaba oratoria, eligió un temasobre geología. Al preguntársele el porqué de su interés en este campo,tuvo que admitir que había elegido este tema porque “había que hablar dealgo”. La familiaridad con el tema es muy importante para darnosconfianza, especialmente si sabemos más al respecto que nuestrosoyentes. En un caso semejante, mantenemos una posición desuperioridad, tenemos status.

Huelga decir que estamos mucho más interesados en temas que nosson familiares que en tópicos de los cuales sabemos muy poco o nada.

De vez en cuando nos interesamos en algún tema que empezamos aestudiar. Aunque todavía no sabemos cosa al respecto, lo poco queconocemos nos basta para sustentar una plática interesante. Inclusopodemos desarrollar toda la ponencia en torno a la curiosidad que dichadisciplina nos produce. En un caso similar, contamos cuando menos conuna cierta dosis de inspiración e interés, misma cosa que no ocurre

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cuando tratamos de analizar un tema del que nuestros oyentes puedensaber tanto como nosotros, o quizá más.

A veces hay temas que nos son familiares, pero que no creemos quepuedan constituir un buen modelo para un discurso. En una ocasión, unestudiante de oratoria se quejaba de lo imposible que le resultaba elegirtemas para un discurso. Ante semejante aseveración, el director delcurso de oratoria, le dijo: “Si no tiene un tema, hable de su pueblo.”“¿Donde nació Ud?” “En París”, fue la increíble respuesta. “¿Cuántotiempo ha vivido allí?” “Toda mi vida.” “¿Quiere Ud. decir que habiendonacido y vivido toda su vida en París, no tiene de qué hablar?”

Al elegir un tema con el que estamos familiarizados, y en el quenos interesamos sobremanera, tendremos un buen principio parainteresar en él a nuestro público. Además, lo que es más importante,gozaremos tanto hablando acerca de ello que olvidaremos las tensiones ydejaremos de sentir un vacío en el estómago, así como casi todos losdemás síntomas del temor al público.

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Sexto Capítulo

PRINCIPIOS GENERALES DEL DISCURSO

Gran parte de la teoría de la oratoria se centra en las cinco artesque debe poseer el orador si quiere triunfar: 1) debe tener algo que decir(requisito mucho más importante de lo que uno cree); 2) debe organizarsu material dentro de cierto orden; 3) debe dar forma a su discurso en unlenguaje claro, vívido y elegante; 4) debe inventar o seguir un métodopara retener en la mente lo que tiene que decir hasta que termine, y 5)debe decir su discurso al público, de tal manera que lo que diga sea de lamáxima eficacia.

El modo de decir un discurso es importante a causa de que elsignificado, las ideas que queremos exponer a nuestros oyentes, sondeterminados tanto por la forma en que utilizamos la voz, las manos, losdedos y las expresiones faciales como por las palabras y la manera enque enlazamos éstas. Al cambiar la expresión, podemos alterar porcompleto el sentido de cualquier cosa. A nuestros amigos podemosllamarlos con los nombres más insultantes o molestos, siempre y cuandolo hagamos con la sonrisa en la boca. Es bien sabido, por ejemplo, que lasmujeres suelen decirse las cosas más horribles y nefastas, en lostérminos más acariciantes. Así pues, lo que queremos decir no dependetanto de las palabras que utilizamos cuanto de la manera en que lasdecimos...

Cuando nos dirigimos a un público, grande o pequeño, tenemos enmente ciertas ideas que deseamos imbuirle. Si escribiéramos dichasideas, nuestra expresión se vería limitada a las solas palabras, a más deun subrayado o bastardillas. Es cierto que se puede expresar muchosolamente con palabras, y prueba es de ello el gran acervo de laliteratura mundial a través de los siglos. Sin embargo, la gente que leeobras literarias en voz alta, a menudo difiere enormemente de lo que elautor trató de decir, y diferentes lectores dan diferentesinterpretaciones -diferentes significados- a esa literatura, por la formadiferente en que la leen.

Cuando se escribe, ningún lector puede darse cuenta de lasinflexiones de la voz del escritor, los énfasis puestos en ciertaspalabras, el fraseo exacto de las oraciones. Si las ideas tienen un fuertecontenido emocional, es probable que quien las escriba recargue un pocola pluma o golpee con más fuerza las teclas de la máquina de escribir.Todas estas cosas son invisibles al lector, especialmente si lo queescribe es impreso posteriormente.

En otras palabras, la expresión no significa agregar algo a nuestrolenguaje, con la única intención de dar una buena apariencia, sino que es

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una parte integral de la comunicación oral. Es precisamente nuestraforma de hablar la que hace que nuestras palabras sean totalmenteiteligibles, y si no lo logramos, nuestro auditorio no se dará cuenta nisiquiera de que somos inteligentes, y lo que sepamos no nos servirá denada. Por medio de la expresión, hay que dar énfasis a las palabras yfrases que son especialmente importantes, y dar a las oraciones mismasel fraseo que permita a nuestros oyentes seguirnos con más facilidad.

La expresión ayuda a hacer el lenguaje más claro, ya que hace quelos significados sean más completos y específicos. Contribuye a lavivacidad con imágenes más reales y añade substancia al revelar lasactitudes y sentimientos que provoca el tema en discusión.

Aspectos de la expresión

El discurso consiste en un sistema doble de símbolos, los queescuchamos y los que vemos. Los primeros, superficialmente, pueden sermás obvios. En el sistema audible se incluyen tanto las palabras queutilizamos cuanto la forma en que las expresamos.

El sistema visible consiste en todo lo que vemos que hace elorador, lo cual contribuye u obstaculiza la comunicación de las ideas quetrate de exponer. Este código visible es importante también.

Para que un discurso sea totalmente efectivo, hay que establecerun rapport (palabra francesa que significa relación), entre orador yauditorio. Oliver ha explicado este concepto de la manera siguiente:“Debe existir un lazo de simpatía que una al orador y su auditorio. Debehaber una corriente de entendimiento, cordial y cálida que fluyarecíprocamente. Para que haya una comunicación genuina, el orador y suauditorio deben fundirse. Es posible que este último no siempre esté deacuerdo con él, pero con todo, debe emocionarse con los sentimientos deaquél, y el orador debe corresponder rápidamente a los sentimientos delpúblico. Este, creo, es el significado general del término rapport. Unorador sin rapport puede ser todo lo claro, fluido, intelectual y hastaconvincente que quiera, pero nunca puede alcanzar las alturas de un granorador. Para emocionar a sus oyentes, debe existir un fuerte nexosentimental entre éste y su público.

Esta relación con el auditorio, este “nexo de simpatía”, esta“corriente de entendimiento, cordial y cálida”, es el resultado de unaexpresión eficaz, la cual, a su vez, se basa, primeramente en la actitudinicial del orador hacia su público, y en segundo lugar, en la “urgencia”que aquél sienta por comunicarse.

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Expresión sencilla y “natural”

Muchos sostienen la creencia de que todo lo que tiene que hacer elorador para expresar un discurso de forma eficaz, es ser “natural”. Sinembargo, como medida de expresión, la naturalidad es un conceptoequívoco. Lo que muy a menudo es calificado como natural, muchas vecesno es más que lo habitual. Estamos tan acostumbrados a hacer algo decierto modo -atarnos las cintas de los zapatos, por ejemplo- que nosparece perfectamente natural, y cualquier otro método o manera derealizar tan simple tarea, nos parecería absurdo. Toda costumbre sesiente como algo natural, porque se ejecuta casi automáticamente, concierta inconsciencia. Pero cualquier costumbre nueva que se adopta parareemplazar a una vieja, viene a ser tan natural como aquélla, cuando seejecuta inconscientemente. Así pues, decir que hay que ser “natural”,usualmente equivale a proponer hacer las cosas como de costumbre. Lo“natural” en un discurso, puede o no ser eficaz, según lo eficaces quehayan sido nuestros primeros hábitos de discurso.

Resumiendo, el modo natural de hablar se caracteriza con todaprobabilidad, por muchos hábitos ineficaces.

No obstante, hay un sentido en el que se puede recomendar la“naturalidad”, y se divide en varios puntos que hay que observar:

1. No actuar afectadamente; usar un mínimo de exhibición; lucirnossolamente lo necesario para revelar fuerza.

2. Ser normalmente vigoroso; hablar como lo hacemos cuandohablamos en serio en cualquier otra ocasión, con seriedad suficientepara convencer a la gente de que creemos lo que decimos.

3. Sentirse en casa; hablar como lo haríamos entre quienesconocemos.

4. Hablar con sencillez y evitar las exageraciones, la insuflación,las actitudes pomposas.

5. Ser directos; conectarnos directamente con nuestros oyentes,haciéndonos de cuenta que somos uno de ellos.

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Séptimo Capítulo

ANALISIS DEL MOMENTO Y LUGARDE UN DISCURSO

El éxito de nuestra oratoria residirá muchas veces en nuestracapacidad para entender la situación del discurso y en la astucia quemostramos para adaptar el material a los requisitos peculiares. Undiscurso efectivo debe ser oportuno y adecuado a la ocasión. Además,debe interesar a los oyentes y satisfacer sus deseos, humores,tendencias y preferencias. Por lo tanto, el estudio de la ocasión y delauditorio es un paso imprescindible cuando se plantea un discurso.Basándonos en lo que descubrimos con respecto a nuestro auditorio y a laocasión, podemos determinar las metas, dar cuerpo a la tesis opensamiento central, elegir el patrón de desarrollo, pesar el material deapoyo y escoger el lenguaje.

Ocasión

Las ocasiones para hablar en público son abundantes, y se suscitana la menor provocación. Inauguraciones, despedidas, campañas políticas,banquetes, fiestas, funerales, etc. Cada uno de estos eventos requiere deun tratamiento diferente, así como de diferente tema y expresión. Alescoger la estrategia para un discurso determinado, hay que pesar lossiguientes elementos de la ocasión: hora de la reunión, lugar, costumbresque prevalecen en la localidad y propósito del discurso.

Hora de la reunión

La hora de nuestra aparición puede contribuir en mucho a nuestroéxito. Asimismo, hay que medir cuidadosamente todo aquello que precedao que suceda a nuestra intervención.

Al estudiar la cuestión relativa al tiempo, debemos considerar losiguiente:

1. Cuáles son los antecedentes históricos del discurso? a. ¿Políticos? b. ¿Económicos? c. ¿Religiosos? 2. ¿Qué sucesos pasados inmediatos originaron el discurso? a. ¿Son conocidos por el auditorio? b. ¿Está enterado de ellos el comité organizador?

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3. ¿De qué forma afecta al orador y al auditorio la hora en que se

va a celebrar la reunión con el consiguiente discurso? a. ¿Es una hora conveniente? b. ¿De qué forma afecta la hora al orador? c. ¿Cómo afecta a los oyentes? ¿Están alertas, soñolientos,

cansados, aburridos, neutrales o pasivos?

Lugar de la reunión

Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia que tiene ellugar donde vamos a hablar. El ambiente físico puede constituir unaventaja o un obstáculo. Mientras que un sitio puede sugerir solemnidad ydecoro, otro se presta más para la frivolidad y la alegría. Una iglesia,sitio histórico, cementerio, inspiran a menudo un silenciocontemplativo. Por otra parte, un estadio o un teatro puede estimular lacharla y la risa. Un ambiente viciado puede contribuir al malestar eincomodidad. El orador debe estudiar cuidadosamente el tamaño de lasala, sus propiedades acústicas y la comodidad del auditorio.

Como oradores, debemos decidir lo que exige de nosotros el sitiodonde vamos a hablar. En una sala pequeña, debemos ejercitar lamoderación y la finura, manteniendo la voz en un tono quedo deconversación, con pocos gestos y movimientos suaves. Por otra parte,desde el momento en que en una sala pequeña se producen menosinfluencias distrayentes que en otro sitio, podemos presentar elmaterial de forma más concisa. Para poder lograr un discurso efectivoen una gran sala o a la intemperie, debemos ser más vigorosos yenérgicos, especialmente si no contamos con aparatos de amplificación.Hay que hacer gala de más movimientos, de gestos más rotundos y de untono de voz mucho más fuerte.

Estudiemos minuciosamente el sitio donde se va a celebrarnuestros discurso, haciendo una especie de inventario de lo siguiente:

1. ¿Dónde se va a celebrar el discurso?

a. ¿Se va a realizar bajo techo o a la intemperie?

b. ¿Es famoso el sitio de reunión o de mala fama?I. ¿Han ocurrido eventos importantes en ese sitio?II. ¿Qué oradores importantes han disertado allí?III. ¿Qué tan familiarizado está el público con este sitio?

c. ¿En qué tipo de comunidad está ubicado el sitio de reunión?

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I. ¿Rural o urbano?II. ¿Industrial o residencial?III. ¿Clase media o alta?

d. ¿Cuáles son los tabúes que imperan en esa localidad?

e. ¿Se trata de una sala alquilada, de un sitio de reunionespermanente o de un centro comunitario?

2. ¿De qué comodidades dispondrán los asistentes?

a. ¿Se sentarán, permanecerán de pie?

b. ¿Estarán aglomerados?

c. ¿Se les confinará a una parte pequeña de la sala?

d. ¿Habrá ventilación adecuada?I. ¿Aire acondicionado?II. ¿Ventiladores?

e. ¿De qué manera influirá el ambiente en los oyentes?I. ¿Hay distracciones con las cuales competir?II. ¿Es agradable o desagradable el ambiente?III. ¿Pueden todos los asistentes ver al orador con facilidad?

3. ¿Cuáles son las condiciones del alumbrado?

a. ¿Podrá el orador ver las reacciones faciales de los oyentes?

b. ¿Se apagarán las luces al empezar la conferencia?

c. ¿Se dispondrá de luz natural o artificial?

d. ¿Estará bien iluminado el orador?

4. ¿A qué problemas de acústica se enfrenta el orador?

a. ¿Dispondrá de aparatos de amplificación del sonido?

b. ¿Se radioemitirá el discurso o se grabará?

c. ¿Está la sala acústicamente acondicionada?

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5. ¿De qué comodidades dispone el orador?

a. ¿Va a disponer de un atril?

b. ¿Va a quedar el orador por encima o por debajo del auditorio?

c. ¿Los asistentes quedarán directamente en frente del orador olo rodearán?

Las costumbres y el orador

Las costumbres que el orador debe observar son aquellas quedictan lo que debe y lo que no debe hacer como orador público. Pensemos,por ejemplo, en el abismo que existe entre diferentes grupos religiosos.

En Hispanoamérica, esto no constituye ningún problema, ya que lainmensa mayoría profesa la religión católica, la cual no ofrece muchasocasiones a los fieles para que digan discursos dentro de las iglesias.

Por lo tanto, cuando un orador va a decir un discurso en algún lugarcon el que no esté familiarizado, debe observar al pie de la letra aquelantiguo proverbio que reza: “Adonde fueres, haz lo que vieres.”

Así pues, deben formularse las siguientes preguntas:

1. ¿qué es lo que se considera apropiado en ese lugar?

2. ¿Cómo debe vestirse?

3. ¿Qué tipo de expresión debe utilizar?

4. ¿Qué debe hacer con respecto al lenguaje y a la dicción?

5. ¿Cuáles son las costumbres del auditorio local?

6. ¿Qué es lo que se acostumbra en cuanto a los honorarios?

7. ¿Se va a cobrar la entrada?

8. ¿Cuánto va a recibir de honorarios?

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Octavo Capítulo

TIPOS DE PUBLICO

La regla fundamental que debe observar todo orador es: tener enmente a su auditorio. Qué decir y cómo decirlo, está íntimamenterelacionado con las cuestiones de dónde, cuándo y a quién decirlo.

Por auditorio se entiende, obviamente, las personas queconstituyen nuestros oyentes. También hay lo que se conoce con elnombre de gran público, o sea el que propician la prensa, la radio y latelevisión. Asimismo recibe el nombre de auditorio ausente.

Tipos de público

Como regla general, ningún grupo de personas se congrega por meracasualidad o accidente. Existe una fuerza motivadora que las atrae y lasreúne, haciendo de ellas lo que se conoce con el substantivo colectivo deauditorio o público. Mucha gente asiste a un discurso sólo porcuriosidad, por conocer al orador. Las figuras públicas a menudo exigenhonorarios elevados, no porque hablen muy bien, sino por el solo hecho deatraer público.

El otras ocasiones, la gente se reúne porque pertenece a un club oasociación cívica o social, tales como Rotarios, Leones, etc. Para teneréxito como oradores, debemos considerar cuidadosamente las fuerzasque entran en juego, el grado de organización que ha tenido lugar y cosaspor el estilo. Hemos de decidir por qué los oyentes han asistido a lareunión, y por qué permanecen en ella.

Los grupos espontáneos poseen un grado menor de cohesión, deintegración y de organización, ya que los miembros que los integrantienen pocos nexos en común. Se reúnen de manera fortuita. Comoejemplo de estos grupos, podemos mencionar las aglomeracionescallejeras, frente a un escaparate u otro tipo de atracción, las personasque esperan en una estación, etc. Todos éstos pertenecen a gruposespontáneos.

El transformar estos grupos en un verdadero auditorio, compete alorador, y para ella necesita ejercitar sus dotes de elocuencia o depsicología de las masas, ya que no cuenta con aliados externos paraunificarlos. Debe ganárselos por su propio valor e interesarlos en untema determinado, antes de que pueda pretender exponer suspensamientos.

El grupo de conversación o de discusión tampoco puedeconsiderarse como un auditorio, en el sentido usual de la palabra, ya quecada uno de sus miembros se considera a sí mismo como participante u

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orador con el mismo derecho a hablar cuando le venga en gana. Cuando nohabla, obviamente se convierte en oyente, pero no deja que el orador enturno se extienda mucho. Cualquier intento que uno de ellos haga pormonopolizar la conversación, se considera como una violación de laetiqueta. Para transformar a un grupo de discusión en un auditorio, elorador debe obtener primeramente el consentimiento de los demás.

Al contrario de los dos primeros tipos de auditorio que se acabande describir, el auditorio inactivo se reúne por la voluntad de susmiembros en reconocer y prestar su atención a algo, llámese orador,cantante, obra teatral, etc. Los miembros de este tipo de público seconsideran como oyentes o espectadores, no como oradores niparticipantes. De ordinario, asisten con la intención de ser espectadores,de permanecer inactivos, a veces incluso inertes. Una vez que vienen ypagan su admisión, esperan que los entretengan o diviertan.

Con un grupo inactivo, el orador cuando menos está seguro de quelo escucharán al principio; por consiguiente, el mantener la atenciónconstituye un problema menor que con el grupo espontáneo, por ejemplo.Si aspira a más, debe esforzarse por conseguirlo. Algo en el orador, en laocasión o en el tema, ha atraído a los oyentes. El descubrimiento de estealgo es la clave para llegar a este tipo de grupo.

Fuentes de información acerca del auditorio

Nunca antes, el orador había dispuesto de tanta información,tantas técnicas o tanta ayuda. Entre sus aliados valiosísimos se cuentanel psicólogo social, el sociólogo y el geógrafo, con sus estudios sobre laconducta colectiva, las tendencias demográficas, actitudes y prejuicios.La opinión pública produce mucha información que podemos utilizar confrecuencia. Aunque es probable que no contemos con dichas fuentes o conel tiempo necesario para hacer estudios elaborados, podemos aprendermucho de todo esto. La opinión pública, a través de la prensa, puedeproporcionar muchos datos acerca de las tendencias del pensamientopopular en una gran variedad de temas.

Los informes estatales o federales proporcionan estadísticasdetalladas acerca de la edad, sexo, educación, ocupación, afiliaciónreligiosa, alfabetización, grado académico y demás, de las personasintegrantes de un pueblo, ciudad, estado, e incluso de todo el país.

En ciertos casos, los periódicos o revistas locales dan informaciónmuy conveniente para el análisis de los auditorios. Antes de formularopiniones, empero, hay que asegurarse de las tendencias políticas deleditor, y tener en mente que las publicaciones de este tipo, no sóloreflejan las actitudes locales, sino que también las moldean. En laspáginas editoriales de los periódicos se pueden encontrar muchos

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indicios sobre la naturaleza y política de un editor. La opinión o punto devista de un periódico se debe comparar con otros periódicos, fuentes deobservación y observadores. En todas las comunidades existen personasclave cuyo juicio, en cuanto a la comunidad en que viven, es de tomar encuenta.

En muchas ocasiones, tales personas constituirán nuestra fuentede información principal acerca de lo que se espera de nosotros y acercade lo que es apropiado. Por lo general, el mantenedor de un programa, o elciudadano más destacado, nos dará la tónica de lo que acontece. Mientrasmás gente consultemos, más probable es que nos formemos un juicioexacto sobre nuestro auditorio.

Todo esto, indudablemente, nos da la impresión de que el análisisde un auditorio es una tarea tediosa. De ser así, nuestra conclusión escorrecta. Naturalmente, no es necesario meternos en semejanteembrollo, si el discurso que vamos a dar es muy breve o intrascendente.Sin embargo, hay muchas situaciones de oratoria en las quenecesitaremos consultar muchas fuentes.

¿Qué sabe nuestro público acerca del tema elegido?

El incursionar en un campo muy conocido del auditorio, sin darnoscuenta de que lo es, significa perder tiempo y correr el riesgo deaburrirlos. De igual modo, el asumir que están mejor informados de loque realmente están, es idénticamente desastroso. El orador sensatoempieza en el punto en que se encuentran sus oyentes, y de ahí se muevehacia adelante. De esta forma, lo que saben sirve de base.

En estos tiempos de rápida comunicación, es muy posible que elpúblico disponga de un resumen, o incluso del texto completo de lo que elorador va a decir. En este caso, el orador debe esforzarse especialmentepara adaptar su presentación cuidadosamente a la situación local.

Lo que el público sepa acerca de nuestro tema se convertirá en unaimportante determinante de nuestra estrategia. Por ello, hay queinvestigar las siguientes cosas:

1. ¿Cuál es la actitud de la mayoría de los oyentes hacia eldiscurso?

a. ¿Ha despertado su curiosidad el título?

b. ¿Es desorientador?

c. ¿Necesita aclararse?

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2. ¿Qué publicidad se ha dado al discurso?

a. ¿Cuánta? ¿De qué tipo? ¿Quién la hizo? ¿Con qué propósito?

3. ¿Qué tanto conoce la mayoría acerca del tema?

a. ¿Por qué fuente de información? ¿Estudio? ¿De oídas?

4. ¿Ha tenido oportunidad el público de leer el discurso o unresumen de éste?

5. De no ser así, ¿podrá hacerlo posteriormente?

¿Cuáles son las actitudes y opinionesque pueden ser favorables al orador?

Suponiendo que ya nos hemos enterado de qué información generaldisponen nuestros oyentes acerca de nuestro discurso, necesitamosinformación más específica acerca de sus opiniones y actitudes conreferencia a la posición que ostentamos y a los argumentos quepensamos exponer. G. W. Allport define una actitud como: “un estadomental y neutral de conciencia, organizado a través de la experiencia,que ejerce una influencia directriz o dinámica sobre la respuesta delindividuo a todos los objetos y situaciones con que se relaciona”.

Las opiniones y las creencias se consideran usualmente como laexpresión o la verbalización de las actitudes. La experiencia, el medioambiente y el condicionamiento hacen que las personas adopten ciertasinclinaciones, predisposiciones y estados de conciencia para actuar conrespecto a instituciones, actividades, grupos y procesos. Cuandoestamos conscientes de ello, y podemos capitalizarlo en un estado deconciencia para actuar, tenemos más probabilidades de imponer nuestropunto de vista y llegar a nuestra meta. Por ejemplo, si participamos enuna campaña para recabar fondos para la lucha contra el cáncer,encontraremos una gran respuesta en aquellos que ya han tenido cáncer,o que han tenido parientes con esa enfermedad. Como están bienconscientes de la amenaza que representa esa enfermedad, se encuentranen un estado de conciencia indicado para actuar, por lo que nuestraapelación causará la respuesta deseada. Nuestra tarea como oradores esla de decidir cómo, por medio de las opiniones y actitudes favorables,podemos atraernos a los oyentes. Por lo general, el orador dirige susproposiciones, basándose en actitudes y opiniones favorables.

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¿Cuáles son las actitudes y opinionesque nos son desfavorables?

Según lo que ha sido dicho anteriormente, no es necesario efectuarun desarrollo extenso acerca de cómo enfrentarse a las actitudes yopiniones desfavorables de nuestros oyentes. Como oradores, esigualmente importante que sepamos cuáles son las actitudes y opinionesque nos obstaculizan, y cuáles nos ayudan.

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Noveno Capítulo

FUNCION DE LA ATENCION

Junto al aspecto de la motivación en la oratoria, está el dobleproblema de la atención y del interés. Generalmente, la gente prestaatención a aquello que promete cierta satisfacción de sus deseos ynecesidades, en otras palabras, de sus motivos. Se ha dicho que para quelos argumentos sean efectivos, debe apelar a los deseos humanos. Aesto, habría que añadir que cualquier discurso informativo, o cualquierplática, deben apelar a algún aspecto de la naturaleza humana queatraiga y retenga la atención, que influyan en los oyentes al menos enque deseen escuchar. Obviamente, a menos que dispongamos de unauditorio, no podemos hacer ningún discurso. Se ha observado en muchasocasiones que todos tenemos derecho a hablar, pero nadie puede obligar anadie a ser escuchado. Sin embargo, los auditorios generalmenteescuchan al orador que tiene algo importante que decir.

Por lo tanto, uno de los problemas fundamentales a que se enfrentael orador, es el de ganar y mantener la atención y el interés de unpúblico. Esta aseveración se aplica a cualquier tipo de situaciónoratoria, ya sea conversación, conferencia, discusión, ensayo,presentación de una obra o discurso.

La atención se puede definir desde dos puntos de vista. En primerlugar, se puede decir que se trata de un fenómeno fisiológico, unafunción corporal en la que el aparato de respuesta se vuelve mássensible a ciertos estímulos, mientras que es menos sensible a otrosque momentáneamente son menos importantes.

Así pues, en una multitud, a menudo observamos algún rostroconocido, mientras que las demás caras se desvanecen, por decirlo así.Entre los sonidos que salen de una orquesta, con frecuencia podemosaislar el sonido de un solo violín u otro tipo de instrumento. En el barullode una conversación, muchas veces podemos distinguir alguna voz enparticular. Estas selecciones se llevan a cabo por medio de un procesoque agudiza nuestra sensibilidad para algún estímulo en particular queen el momento puede tener un significado peculiar. Se trata de un actosensorio-neuromuscular.

La atención también puede definirse como un fenómenopsicológico, esto es, como un elemento de la conciencia. Desde estesegundo punto de vista, la atención es un proceso por medio del cualaumenta nuestra conciencia de un determinado estímulo o tipo deestímulo, el cual entra de forma más directa en lo que el psicólogoJames llamó “foco de la conciencia”, mientras que todos los demás

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estímulos quedan relegados, indudablemente, en el “margen” de laconciencia.

Realmente, no es posible hacer una distinción entre los aspectosfisiológicos y psicológicos de la atención; cualquier diferenciaciónposible es esencialmente asunto de cómo se considera el fenómeno.Ambos están presentes en cualquier acto que implique atención.

Por lo tanto, nuestro problema como oradores es el de ponernuestro tema en el “foco de la conciencia” de nuestros oyentes, haciendoque todo lo que sea ajeno a dicho tema, se quede o se relegue en el“margen” de la conciencia. Si somos capaces de mantener la atención einterés de nuestro público en el problema que tratamos, evitando que sedistraiga con otras cosas o ideas, tenemos seguro el éxito comooradores. Es probable que el público no acepte nuestras ideas, perocuando menos nos habrá escuchado. A veces eso es todo lo que podemosesperar.

Adaptación

Nadie puede atender a un estímulo más que unos cuantos segundos.Estamos tan acostumbrados a los ruidos, vistas y otras sensaciones queexisten en nuestro alrededor, que apenas los advertimos. Los miles deestímulos de todos tipos que nos asaltan han perdido su poder deatención a causa de su constancia. Nos hemos adaptado a ellos. Estaadaptación es tan completa que cualquier respuesta que provoquenpermanece al margen de la conciencia, e incluso más allá.

Este mismo fenómeno de adaptación tiene lugar tanto en laoratoria pública como en una simple conversación. Por ejemplo, noescuchamos a un orador que dice cosas que ya conocemos; y mientras quesigue con su perorata, apenas si nos damos cuenta del hecho de quehable, y no tenemos idea de lo que está diciendo. La sola monotonía en laexpresión de algunos oradores, desprovista de vida y de interés, tanto enel desarrollo del pensamiento, o en la pérdida de la atención y delinterés de parte de los oyentes. De hecho, ya no son oyentes; se hanadaptado tanto a esos estímulos en particular, que ya no responden aellos, de tal manera que aunque los estímulos fisiológicos se mantienen,los psicológicos dejan de existir.

Una vez que hemos perdido la atención de nuestro auditorio, esextremadamente difícil volverla a obtener. La continuidad depensamiento se ha roto, y a nuestros oyentes no les será fácilcomprender un argumento o explicación a medias.

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Relación entre atención e interés

Como señalamos al principio de este capítulo, generalmente sepiensa en la atención y el interés como dos entidades perfectamenteunidas e identificadas. No obstante, probablemente es mejor hacer ciertadiferenciación entre ellas, aunque admitamos que se trata de fenómenosíntimamente relacionados entre sí. La atención es un acto definido,aunque no siempre voluntario, por medio del cual, los estímulosadquieren mayor relieve. El interés, por su parte, tiende a ser de másduración, y se puede decir que es una actitud suscitada por los motivos,a través de la cual obtenemos satisfacción.

Cada uno de estos actos es esperado, pero el interés de alguien enun tema determinado puede persistir a través de cualquier número detales actos. Por ejemplo, uno se puede interesar continuamente en unmejoramiento cívico sin menoscabo de la atención prestada a losnegocios. Un estadista puede disfrutar de las novelas de misterio,prestándoles toda su atención al leerlas, sin que ello interfiera paranada en el bienestar nacional al cual dedica su vida. Su interés essimplemente temporal. Atendemos con más explicitud a las cosas quenos interesan, pero de la misma forma en que nuestro interés activofluctúa de vez en cuando, así también fluctúa nuestra atención. Podemosinteresarnos en muchas cosas y mantener dicho interés durante años. Porlo tanto, el problema del orador es el de elegir aquellos intereses que enel momento puedan tener el valor más grande de atención e implicar losproblemas más urgentes.

Atención involuntaria

Con frecuencia, ciertos aspecto del estímulo, o del organismo deloyente -el impulso de estornudar, por ejemplo-, pueden suscitar unaatención inmediata sin ningún esfuerzo de parte del oyente. Los cambiosrepentinos o grandes, poseen un gran valor de atención dentro del patrónde los estímulos: ruidos fuertes, como el del rayo durante una tormenta;destellos repentinos, como el del relámpago; el cesar del tic-tac de unreloj en una habitación silenciosa; el énfasis que de pronto hace unorador en medio de un discurso monótono. Desde el momento en que, deordinario, no podemos evitar este tipo de estímulos repentinos yfuertes, la atención así suscitada recibe el nombre de atencióninvoluntaria o primaria.

Dentro de nosotros, como oyentes, existen ciertos factores que danefectividad a este tipo de estímulos. Entre ellos, podemos citar nuestrospropios hábitos de atención, el estado emocional del momento, el interésque prevalezca. Un director de orquesta, por ejemplo, ha entrenado de tal

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manera sus hábitos auditivos que, puede detectar, entre todos lossonidos que producen los instrumentos de su orquesta, una nota falsaemitida por algún instrumento, y usualmente puede incluso identificarlo.A veces nos volvemos ultrasensibles a ciertos estímulos a los que deordinario estamos completamente adaptados. Una madre de familia norepara durante el día en los ruidos producidos por sus hijos, pero al finde la jornada, se vuelve completamente sensible a sus voces ycomportamiento. Así pues, por estas observaciones, podemos deducir quevemos y escuchamos aquello que nos interesa.

Aunque el orador puede tener ciertos límites en el uso que haga delos aspectos externos de los estímulos que pueden suscitar una atencióninvoluntaria, su uso de los factores que residen dentro del organismo, esilimitado. La atención de sus oyentes, el estado emocional de éstos y suinterés del momento, proporcionan vías para una inmediata atención. Através de estas vías puede dirigir la atención de su público al tema quediscute o también al que desea discutir.

Atención voluntaria o secundaria

Cuando el individuo concentra su atención en algún tema oactividad, usualmente con algo de esfuerzo o tensión, hace uso de unaatención voluntaria o secundaria. Mientras la atención sea prestada através de una aplicación directa o consciente, se trata de atenciónvoluntaria, por lo que el sentido de esfuerzo persiste. El prestaratención voluntaria durante un determinado período de tiempo, cansa,porque implica actividad muscular. Si asistimos a una conferencia, noporque nos interesa, sino porque creemos que debemos hacerlo, y nosforzamos a escuchar cuidadosamente a todo lo que se expone en ella, alfinal de la misma nos encontraremos agotados.

Es difícil escuchar a algunos oradores sin esfuerzo, poco o mucho,de nuestra parte. Hablan indistintamente o en voz tan baja, que ni se lesescucha ni se les entiende. El mismo tema que tratan puede ser árido,desprovisto de toda animación. Su lenguaje es obscuro y las ideasabstractas. Agotan al público al tratar de que éste les escuche. Muchagente, simplemente no pone el esfuerzo necesario para seguirlo en suexposición, ya que ello depende por completo de una atención voluntaria,o sea forzada de su parte. Hay profesores universitarios que nunca logranotro tipo de atención.

Observaciones respecto al problema del orador

No se puede mantener la atención involuntaria de un públicodurante mucho tiempo. Se necesita variedad, tanto en el uso del lenguaje

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como en la expresión. Sin embargo, la variedad misma puede sermonótona, ya que si utilizamos los mismos patrones una y otra vez,llevan a la adaptación, y por ende, a la pérdida de la atención. Hay queevitar escrupulosamente el exceso en nuestros patrones habituales devariedad: las inflexiones, las pausas, los énfasis, etc., porque puedenhacerse muy monótonos. Este tipo de recursos tiende a distraer laatención de lo que estamos tratando de decir, especialmente cuando seles utiliza por sí mismos y no contribuyen al significado de lo quedecimos.

De forma similar, el comportamiento extraño o estrambótico delorador contribuye a distraer al público del tema que se está tratando. Enuna ocasión se observó a un orador que utilizaba el elemento demovimiento sobre la plataforma, de forma muy definida. Primeramente,se colocaba a un lado del atril, y en seguida se movía hacia el otro lado,con tres pasos precisos. Veintiocho segundos después (¡hubo quien letomara el tiempo con reloj en mano!) repetía la operación, a la inversa, yasí durante media hora. Huelga decir que lo que dijo se perdió en el vacíohace mucho tiempo.

De esto, vemos que hay que evitar el uso de recursos o patronesexternos que acaparen la atención por sí mismos o que se vuelvanmonótonos.

No obstante, deben ser parte del proceso comunicativo, siempre ycuando contribuyan a lo que tratamos de estimular.

Cómo mantener la atención

El ganarse la atención inicial del auditorio y el mantenerla durantetodo el discurso, son cosas distintas. El hecho de que contemos con unagran atención al principio, no garantiza que sigamos gozando de ellaconforme avanza nuestra exposición. Usualmente, el público nos prestaatención porque está interesado en lo que tenemos que decir,cualesquiera que sea el tópico, o porque quiere escuchar lo que nosotroso cualquiera tenga que decir acerca de un tema que le interesavitalmente. De cualquier manera, los oyentes han asistido en un estadode atención anticipada. Quizá esperan salir de allí con sus creenciasreforzadas o renovadas; o es probable que simplemente hayan venidoporque oyeron que alguien va a hablar de algo y tienen curiosidad.Asimismo es posible que hayan asistido meramente por espíritu deimitación. De todos modos, hay que decirlo, contamos con su atencióninicial. Nuestro problema, pues, no consiste en atraer la atención, sinoen mantenerla. Es en esto en lo que el factor interés juega un papelpreponderante.

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El público no es pasivo

El público puede estar relajado e inactivo, de lo que se puedeobservar, pero no es pasivo. Desde el momento en que se ha reunido conalgún propósito, usualmente bastante definido, aun cuando exteriormentepuede no revelar una ansiedad intensa, asume una actitud mental ocorporal que obra el efecto de dirigir su atención al orador en cuantoéste aparece en escena. La atención anticipada ahora se vuelve activa. Sicon la ayuda de su ineptitud, el orador pierde dicha atención, si fracasaen la satisfacción de la mencionada anticipación, lo más probable es quesea su culpa.

En primer lugar, si los asistentes no tuvieran interés, no habríanasistido. Con todo, hay ocasiones en que las circunstancias exterioresquedan completamente fuera de control, ya sea del orador o del público,destruyendo toda oportunidad de que se establezca un rapport entreellos.

No obstante, a veces se presenta una situación en la que laatención inicial de que tanto hemos hablado, no es segura -la alocucióndespués de un banquete, por ejemplo-. Los comensales se han reunidosobre todo para disfrutar de la camaradería producida por el simplehecho de comer juntos. Es cierto que pueden estar interesados de quehabrá alguien que les dirija unas palabras al final del ágape (oprobablemente al principio); y si el orador o el tema a tratar son derelevancia, puede ser una de las razones por las que están ahí. Con todo,su interés inmediato y, por ende, su atención, están dirigidos a laconversación entre su pequeño círculo, y por lo general no prestanninguna atención a la mesa de honor. No tienen ninguna prisa por rompersu atmósfera, y a menudo es necesario reclamar su atención.

Esta tarea pertenece por lo general al maestro de ceremonias omantenedor del programa. A veces, todo lo que necesita es ponerse de piey quedarse quieto. De este modo, se realiza un cambio en el patrón deestímulos, lo cual es uno de los factores básicos de la atención.

De vez en cuando, el orador necesita llevar a cabo algún cambiomás obvio, como instalar o hacer instalar una pantalla para laproyección de una película o de diapositivas. Esta actividad tambiénservirá como factor de atención.

Humor

Ciertamente no se puede decir que todo discurso debe contar con suparte humorística. No obstante, algo de humor ayuda a desarmar a unpúblico hostil; e incluso con un público amigable, puede ser útil parailustrar un punto.

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Para lograr su mejor efecto, el humor debe tener ciertascaracterísticas:

1. Debe ser apropiado.

2. Debe contribuir al punto que tratamos.

3. Por regla, debe ser genial.

4. Debe ser breve.

5. Siempre debe ser de buen gusto.

6. Debe ser espontáneo.

7. No se debe usar continuamente, so pena de dar al orador una

reputación de humorista, a menos que sea esta la reputación que

desee crearse.

Un humor adecuado puede servir para revivir una situación difícil yaburrida. A menos que deliberadamente queramos retratarnos comohumoristas, hay que utilizarlo con parquedad. De esta forma, cuandoechemos mano de él, el efecto será elocuente. La estimulación y elmantenimiento de la atención e interés constituyen por regla general unmedio para alcanzar un fin determinado, y no un fin por sí mismo. Elpropósito básico de estos recursos o métodos es el de obligar, pordecirlo así, al público a que nos escuche, de tal manera que podamosllevar a cabo nuestro verdadero propósito, que es el de despertar larespuesta deseada.

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Décimo Capítulo

COMPOSICION DEL DISCURSO

Los lugares exóticos, los sucesos de otros tiempos y la vida decivilizaciones extrañas, siempre parecen tener más encanto que lo quenos es familiar. El orador bisoño de ordinario juzga su propia experienciacomo algo completamente desprovisto de interés. Con frecuencia sequeja de que nunca le ha sucedido nada emocionante, de que “su pueblo escomo tantos otros pueblos pequeños”, de que “no ha vivido mucho comopara haber tenido experiencias insólitas”, etc.

Como resultado de todo esto, el principiante elige temas como “Lavida en el Artico”, “Las hormigas gigantes del Amazonas”, o “Lascostumbres tribales de los senegaleses.”

Cuando estos temas no se convierten en buenos discursos, elaprendiz de orador se siente frustrado y desalentado. ¿No fue insólito eltema? ¿No fue emocionante? ¿No leyó, pues, todo un artículo alrespecto? ¿No memorizó todo lo que el autor escribió? ¿Por qué,después de toda esta preparación, no sonó convincente?

Hay que admitir, en principio, que este principiante no llenó losrequisitos de una preparación específica. Desde el momento en queestaba exponiendo la experiencia de otra persona, se vio limitado por elnúmero de detalles que el autor había presentado. Desgraciadamente, nopodía utilizar nada de su propia experiencia personal para enriquecer sualocución. Lógicamente, lo que dijo no sonó cierto, ni fue convincente, niera parte de él mismo. Quizá fracasó porque se concentró en recordarideas, en vez de presentar ideas.

La técnica oratoria no basta para cubrir un pensamiento mediocre,ni para disimular lugares comunes y verdades mal digeridas. Tampocopuede proporcionar al orador la seguridad, el aplomo y la persuasividadque acompañan a una experiencia substanciosa.

El breve, el orador prudente es aquel que elige un tema que lepermita extenderse en su propia preparación cultural e intelectual.

Preparación general

Anteriormente ya hemos aludido a la importancia que tiene lapreparación general del individuo en la oratoria efectiva. Podemosaumentar nuestra eficacia como oradores a través de la experienciadirecta, de la conversación, del cine y de la lectura. Cicerón, el ingenteorador romano, decía: “...nadie puede sobresalir ni alcanzar las alturas dela elocuencia sin aprender, no sólo el arte de la oratoria, sino todas lasramas del conocimiento”.

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El estudio de los grandes oradores nos revela que el conocimientoes uno de los principales fundamentos de la elocuencia en la oratoria.Todos ellos estaban familiarizados con Virgilio, Horacio, Lucrecio,Dante, Cervantes, Lope de Vega, Racine, Molière, etc., y eran más quemaestros de la técnica; perpetuos estudiantes y pensadores. A causa dela riqueza de su preparación, llevaban a la plataforma una persuasividadque trascendía a la volubilidad de muchos de sus contemporáneos. Lagente estaba atenta en estos oradores porque tenían algo importante quedecir, mensajes demasiado importantes como para no escucharlos.

Una preparación cultural amplia no se puede adquirir en un día nien un año. Si el orador en ciernes tiene un discernimiento estrecho, sisus actitudes son débiles o si sus poderes de percepción son mediocres,seguramente tendrán dificultad en alcanzar la elocuencia. Su esterilidadintelectual será un factor de su ineficacia.

¿Cuáles son las señales de la esterilidad intelectual? Elestudiante de oratoria que constantemente se queja de que no tiene nadaque decir, se obstaculiza con esta dificultad. Probablemente no sabecómo utilizar su experiencia previa. Lo que debería hacer es pensarseriamente en las necesidades de su comunidad y en las de sus oyentes.¿Qué es lo que tiene que subrayar como importante? Su dificultad, porsupuesto, puede estribar en que no tiene conciencia o sensibilidad paradirimir los problemas culturales, políticos, sociales y económicos queexisten a su alrededor; o quizá la esfera en que vive es tan limitada queno posee la confianza suficiente para expresarse fuera de su pequeñocírculo.

Toda persona que sospeche que necesita ampliar su cultura -quesomos la gran mayoría- debe trazarse un programa de lectura definido.Encabezando la lista, debe colocar las grandes obras de la literaturauniversal en todos los tiempos: los clásicos griegos y latinos, Cervantes,Lope de Vega, Calderón de la Barca, Boccacio, Molière, Racine, Alfonso elSabio, Schiller, Goethe, Ortega y Gasset, Thomas Mann, D’Annunzio,Benavente, Pérez Galdós, Sartre, Moravia, Borges, Neruda, Blasco Ibánez,Jean Cocteau, Stefan Zweig, etc. La lista es tan enorme, que estosnombres representan solamente la base de la sabiduría humana, de lasensibilidad y belleza de todos los tiempos. Existe lo que se llamalectura creativa, así como escritura creativa. Cuando la mente estáapoyada por la invención, la página de cualquier libro que leamos sevuelve luminosa y preñada de alusiones ocultas. Toda frase esdoblemente importante, y el sentido del autor se vuelve tan amplio comoel mundo.

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Acotaciones del autor

Digerir y recordar todo lo importante es, por supuesto, imposible.Lo más que podemos recordar, cuando vamos a decir un discurso, es eltema general, alguna idea pertinente, o quizá una acotación. Por lo tanto,la necesidad de hacer algunos apuntes es evidente.

Es conveniente tener una libreta de apuntes, en la cual podemosacumular material para nuestros discursos.

1. Una parte de dicha libreta hay que dedicarla a los temas. Cuandoal leer, o meditar, nos asalta una idea que se puede extender enun discurso, hay que anotarla inmediatamente. De esta forma,podremos llegar a disponer de una larga lista de temasexcelentes.

2. Otra parte de la libreta hay que consagrarla a las acotaciones,anécdotas, bromas e ilustraciones singulares.

3. También nos puede ayudar la colección de críticas de discursos,o de esbozos.

Preparación de un discurso

La preparación de un discurso se puede dividir en ocho pasos:

1. Elegir un tema.

2. Hacer un inventario de lo que ya sabemos al respecto.

3. Adquirir elementos adicionales.

4. Cristalizar, estructurar y aglutinar el tema.

5. Formular una tesis apropiada.

6. Preparar una bibliografía.

7. Elegir el material que se va a utilizar.

8. Lectura, síntesis y observaciones.

Elegir un tema

La elección de un tema de discurso es ciertamente tareaindividual, que depende de muchos factores variables. Así pues, pareceinnecesario elaborar toda una lista de temas específicos que pudierancautivar la fantasía del orador bisoño. Una lista completa, por supuesto,

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sería tan grande como la vida misma, ya que los discursos se hacen detodas las fases de la conducta humana.

Tomando una sugerencia de los antiguos retóricos, hacemos unalista de los siguientes campos de actividad para estimular elpensamiento. Los temas no son de ninguna manera exclusivos, niprecisos, ya que es difícil delimitar los campos de la sabiduría humana.De cada uno de ellos se pueden sacar miles de temas, y lo que se obtengadepende, en gran parte, de la inventiva de cada quien.

Temas para discursos informativos

1. Crítica a. Cine. b. Teatro. c. Discursos. d. Literatura.

2. Sucesos cotidianos.

3. Definiciones.

4. Descripciones.

5. Explicaciones y demostraciones. a. Aparatos. b. Máquinas. c. Herramientas. d. Procesos. e. Procedimientos

6. Revistas.

7. Interpretaciones. a. Costumbres sociales. b. Religión. c. Asuntos políticos. d. Gobierno. e. Historia.

Temas para discursos de entretenimiento

1. Historias verdaderas acerca de nosotros mismos. a. Acerca de otras personas.

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2. Relatos de viaje.

3. Estudios de carácter.

4. Cuentos fantásticos o verosímiles.

5. Informes sobre: a. Libros. b. Obras de teatro. c. Películas.

6. Situaciones humorísticas.

7. Sucesos triviales pero espectaculares.

8. Exageración.

9. Paradoja.

10. Parodia.

11. Sátira.

Temas para discursos estimulantes

1. Actos heroicos.

2. Héroes y grandes personalidades.

3. Eventos memorables.

4. Instituciones y organizaciones importantes.

5. Temas patrióticos.

6. Temas religiosos.

Temas para discursos de convicción y actuación

1. Problemas políticos. a. Internacionales. b. Regionales. c. Nacionales.

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d. Estatales. e. Personales.

2. Problemas agrícolas.

3. Problemas industriales.

4. Problemas de negocios.

5. Problemas laborales.

6. Problemas educativos.

7. Problemas familiares.

8. Problemas religiosos.

9. Problemas filosóficos y étnicos.

10. Problemas sociales.

11. Problemas científicos.

12. Asuntos personales.

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Decimoprimer Capítulo

UTILIZACION DE UN LENGUAJE CLARO

Una vez que hayamos hecho un análisis de la ocasión y delauditorio, determinado nuestro propósito y reunido y organizado elmaterial, el siguiente problema al que nos enfrentamos es el lenguajeque vamos a utilizar en nuestro discurso. Gran parte del éxito de laoratoria depende del uso que hagamos de nuestro idioma.

El castellano, una de las lenguas más hermosas del gruporomántico o romance, se presta, por su sonoridad y prosopopeya acualquier propósito oratorio. Su claridad, sus vocales redondas y llenasde fuerza, sus consonantes vitales y determinantes, dieron origen a loque el Emperador Carlos I de España y V de Alemania decía: “El francéses para hablarle a las mujeres, el italiano para hablar de amor, elalemán para hablarle a mi caballo y el castellano para hablar con Dios.”

Ahora bien, su complejidad como lengua latina, es de todo el mundoconocida. Al compararse con idiomas dialectales tales como el inglés,por ejemplo, resulta un prodigio de perfección filológica, e incluso sedestaca por encima de sus demás hermanas romances. Así pues, una vezhecha la natural apología de lengua tan perfecta, la cual, el orador debeconocer mejor que nadie, adentrándose en todos sus giros y elegancias,proseguimos en lo que se refiere a su uso.

Cuando hablamos de comunicación de las ideas o del imbuimientode pensamientos en los demás, hablamos de forma figurativa, ya que enrealidad no es posible imbuir pensamientos de una persona a otra, y lasideas no pueden ser comunicadas, de forma real, a nadie.

A pesar de que ocasionalmente se sabe de casos de telepatía o depercepción extrasensorial, hasta el momento no existe forma detransmitir los pensamientos a otra persona de manera segura yconsistente. En una situación oratoria normal, del orador al oyente nopasa nada más que ondas sonoras y luminosas. Las ondas sonoras notransmiten un pensamiento, sino que solamente provocan pensamientosen quien las recibe.

Base del significado de las palabras

Al escuchar repetidamente ciertos sonidos vocales en asociacióníntima con cosas, acciones, sucesos o cualidades, cuando estamosaprendiendo a hablar de pequeños, aprendemos a usar dichos sonidoscomo substitutos de ocurrencias no verbales. Cuando alguien los usaba ynosotros los escuchábamos, traían a nuestra mente las cosas querepresentaban, y así aprendimos a utilizarlos con el mismo propósito.

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Toda la estructura de nuestro lenguaje está compuesta de tales sonidoso palabras, dispuestos de tal manera, y con una sistematización tal quellega a tener significados muy complejos.

Para exponerlo brevemente, el lenguaje tiene un significado paranosotros únicamente sobre una base de asociaciones que se haconstruido entre los sonidos y las cosas que representan. Así pues, elsignificado se basa exclusivamente en nuestra propia experiencia deasociar el símbolo, esto es, la palabra o frase, con el objeto.

Para nuestros oyentes, el significado de las cosas se basa, deforma similar, en sus experiencias individuales. Desde el momento enque dichas experiencias no pueden ser las mismas para diferentespersonas, ninguna palabra puede tener el mismo significado para dos omás individuos, y como nuestras experiencias y asociaciones cambianconstantemente, por lo que el significado está en continuo desarrollo,ninguna palabra puede tener el mismo significado para la misma personaen un cierto período de tiempo; asimismo, las palabras tampoco tienensignificados idénticos de una generación a otra.

La comunicación entre los individuos es posible sólo porque dichasasociaciones son suficientemente parecidas, y esto tanto paraindividuos distintos como también para el mismo individuo en ocasionesdiferentes.

Al estudiar diferentes temas, descubrimos que las palabras y lacombinación de éstas no constituyen el único tipo de símbolo que sepuede usar para comunicarnos. Cuando somos muy pequeños, aprendemosen la escuela los símbolos que indican las operaciones fundamentales dela aritmética, expresados con las palabras más, menos, por, entre.Posteriormente aprendemos la importancia y el uso de los símbolos enproceso y relaciones más complicados. Estos símbolos constituyentambién un lenguaje, al igual que las palabras.

Desde el momento en que las ideas que otras personas obtienen denosotros a través de los símbolos que usamos y las formas en que losusamos -ya sea que demos un discurso o que expongamos un plano dearquitectura- es evidente que su comprensión depende en gran parte deluso de dichos símbolos. Como nuestro interés fundamental es el hablar,concentremos nuestra atención en las simbolizaciones del discurso, dellenguaje hablado. Obviamente, si en verdad nos sentimos impulsados porel deseo de comunicarnos, debemos escoger nuestro lenguaje con muchocuidado. El uso erróneo de una palabra, o el uso de una palabraequivocada, o de una oración mal hecha, puede destruir por completo elsignificado que deseamos dar. Primeramente, hay que asegurarnos de queentendemos de forma clara y definida el lenguaje que estamosutilizando; en seguida, debemos ver si dicho lenguaje es claro y definido

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para nuestros oyentes, de tal manera que tanto ellos como nosotrospodamos obtener aproximadamente los mismos significados.

Objetivos en el uso del lenguaje

Cuando estamos preparando un discurso, debemos aplicarnos en lossiguientes objetivos específicos: claridad, vividez e impresión.

Claridad es un atributo en nuestro lenguaje que suscitasignificados definidos y específicos. La claridad proporcionacomprensión. Nuestras ideas a menudo pueden carecer de claridad porquenunca nos hemos esforzado en ponerlas en un lenguaje definido yespecífico. Mientras no expresemos nuestros pensamientos en unlenguaje claro y definido, independientemente del simbolismo queutilicemos, no podremos aclarar dichos pensamientos.

La vividez se basa fundamentalmente en las imágenes, la cual, asu vez, proviene de experiencias concretas. Estas imágenes pueden servisuales, auditivas, motrices, térmicas, etc., o bien una combinación detodas. Mientras nuestro lenguaje suscite con más fuerza estas imágenes,más vívido será.

La impresión se refiere a la coloración emocional, que es unaspecto integral del significado de gran parte del lenguaje queutilizamos. No basta que el orador use un tipo de expresión con unsignificado lógico, sino que también debe mostrar al público lo que élsiente al respecto. No sólo debe comunicar al oyente lo que es la idea,sino lo bien o mal que le parece.

Estos tres objetivos no son de ninguna manera incompatibles. Nosólo es posible, sino muy ventajoso, elegir una forma de lenguaje que lostenga en cuenta al mismo tiempo. No siempre podremos hacer esto, pero,con mucha frecuencia, una sola frase u oración tendrán de inmediato unagran claridad que conlleve un significado lógico, vívidas en cuanto aexperiencias personales e impresionantes en el estímulo de actitudesemocionales. Cuando podamos lograr todo esto, tendremos másposibilidad de éxito como oradores.

Cómo obtener claridad

En su Arte de la retórica, Aristóteles dice mucho acerca del estilo,término que se refiere al uso que uno hace del lenguaje que nos especuliar, y por medio del cual se nos puede distinguir entre otrosescritores u oradores. El filósofo griego decía a la letra: “... un buenestilo es, antes que nada, claro”. Si deseamos que nuestras ideas seanclaras para el público, primeramente deben serlo para nosotros. Elpensamiento desempeña un papel determinante en el uso del lenguaje. Si

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nuestros conceptos son vagos y confusos, no sólo nos será imposiblehacerlos comprensibles a nuestro auditorio, sino que nosotros mismosnos quedaremos sumidos en una confusión perpetua. Por lo tanto, laaclaración de los conceptos es un esencial absoluto del pensamientoclaro, así como de un discurso igualmente claro. Un términomalentendido, es un término falsificado.

Por todas estas razones, hay que estar seguros de quecomprendemos con claridad nuestras propias palabras. Aun cuandotengamos que buscar los hechos concretos de la experiencia a la quenuestro lenguaje abstracto se refiere, nuestro uso de las palabras debeajustarse a esos hechos, y las relaciones expresadas en ese lenguajedeben corresponder a las relaciones que existen entre los hechos mismosde la experiencia. El decir que la nieve es blanca, es cierto sólo si enrealidad lo es.

Significado de las palabras

En muchas de las palabras, casi no tenemos dificultad para sabercon exactitud suficiente, lo que significan cuando las usamos.Escuchamos y decimos palabras tales como mesa, casa, vaso, crédito,fútbol (barbarismo por desgracia ya aceptado por todas nuestrasacademias), caminar, paseo, estudiar, escribir, hablar, rojo, frío, duro,etc., las cuales, con algunas variaciones individuales, significan lomismo para todos los hispanohablantes. Como se refieren a cosas oexperiencias perfectamente bien definidas, y como su significadorepresenta hechos, podemos utilizarlas dentro de un contextointeligente, sin temer que alguien las malentienda. Se les llama amenudo términos concretos. Sin embargo, aunque el significado de talestérminos sea bastante definido, a veces hay confusión a causa de su usodescuidado.

Por otra parte, hay muchas palabras que tienen un significado queno se determina tan fácilmente. Generalmente se las clasifica comotérminos abstractos, porque no se refieren a cosas específicas ydefinidas, sino a conceptos generalizados basados en una gran variedadde experiencias. Al formar dichos conceptos, abstraemos algún rasgoimportante de un gran número de experiencias en las que este rasgo enparticular es importante.

Aunque el proceso de abstracción no es simple, es probable quepodamos ilustrarlo con bastante sencillez. El vehículo en que nostransportamos a la ciudad es un objeto individual y específico; pero hayotros miles de vehículos conducidos por miles de personas. Todos ellostienen ciertos rasgos en común, y desempeñan funciones losuficientemente similares como para agruparlos en una sola

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clasificación a la que podemos dar el nombre de automóvil o coche. Sinembargo, existen muchos tipos de vehículos esencialmente similares queno transportan personas sino mercancías de todo tipo. Además, como sifuera poco, también hay otro tipo de vehículos similares que circulan porel agua y el aire, e incluso por debajo de la tierra, como es el caso de lostrenes subterráneos. Al extraer los rasgos comunes de estos vehículos,podemos llegar finalmente a un concepto que podemos llamar tráfico otransporte. Todavía podemos ir más allá de estas abstracciones yagruparlas con otras actividades, tales como producción, y por último,llegamos a un nivel todavía más alto de abstracción, que designamos conel nombre de comercio.

No necesitamos detenernos aquí en nuestro proceso de abstracción,ya que podemos tomar otros elementos de otros renglones, para llegarfinalmente al concepto de negocio, e incluso podemos considerar talescosas como parte integrante de la economía del país o del mundo.

Palabras de este tipo pueden dar lugar a una gran indefinición yconfusión. Por lo tanto, cuando utilicemos estas palabras, hay que tenercuidado de que nuestro propio entendimiento sea claro, si queremos queel significado que les damos sea asimismo claro para nuestro público.

Supongamos que queramos usar el término “grandes negocios” enun discurso. ¿Qué significa precisamente para nosotros? ¿A qué hechosde la experiencia corresponde este término? ¿Qué tan grande debe serun negocio para dársele este adjetivo? ¿Es su calidad de grande el únicocriterio, o implica el término algún tipo de organización en particular?De forma similar, a veces queremos hablar acerca de la “libre empresa”,del “seguro social”, de la “soberanía estatal” o de cualquier otrotérmino de los miles que se han puesto tan en boga. ¿Qué significan paranosotros exactamente, estos términos? ¿A qué hechos de la experienciase refieren? Si no tienen para nosotros un significado claro, ¿cómovamos a utilizarlos de forma inteligente en un discurso? De hecho,¿cómo vamos a poder incluso pensar inteligentemente acerca de lo querepresentan, a menos que nuestras propias ideas al respecto seanclaras? La claridad y honestidad de nuestro pensamiento se revela engran parte a través de lo definido en el significado de las palabras conlas que expresamos nuestras ideas.

Mientras no tengamos, por ejemplo, una idea bastante precisa de loque es el comunismo, no podremos hablar con sensatez de él.

Podríamos enumerar cientos de palabras que usamos diariamentesin tener una noción clara de lo que significan. Nunca nos hemos tomadola molestia de comprobar su correspondencia con los hechos de laexperiencia o las relaciones que hay entre esos hechos. Por loconsiguiente, nuestro pensamiento no sólo es obscuro e indefinido, sino

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que, desde el momento en que no entendemos, nos es imposible hacer quelos demás entiendan.

El uso deliberado de un lenguaje que no es claro para nosotros nipara nuestros oyentes, no satisface la exigencia de un pensamientohonesto, ya que para esto se requiere pensar con claridad. Cuandosemejante lenguaje se utiliza para ocultar nuestra manera de pensar opara confundir al público, traicionamos el requerimiento deresponsabilidad social que caracteriza a toda acción oratoria.

Uso de las abstracciones en la oratoria

Es imposible evitar el uso de términos abstractos. Mientras que laspalabras que comúnmente designamos como concretas, son muy útiles,de hecho, indispensables, por otra parte, tenemos que condensar cuandomenos los aspectos importantes de nuestras experiencias específicas.Tenemos que contar con términos convenientes que cubran toda la gamade experiencias que incluyan el rasgo particular que queremosmencionar. Una de las características de la comunicación simbólica esque por medio de su uso somos capaces de condensar esa amplia gama enuna expresión abstracta.

Por ejemplo, ¿qué significa la “crisis del tercer mundo”,abstracción en la que cotidianamente incurrimos cuando hablamos de lospaíses subdesarrollados? El término crisis se ha utilizado durantemuchos años en varios contextos. Se aplica frecuentemente a lasituación económica, la situación laboral, la situación militar. Laeducación, de vez en cuando, afronta una crisis. Lo mismo puede decirsecon referencia a la moral, a las costumbres, a la religión. Una fiebre ouna enfermedad grave también llegan a una crisis. ¿Cuál es el comúndenominador? ¿Se trata de un término lo suficientemente común que norequiere una definición cada vez que tenemos que usarlo?

De la misma forma, hablamos acerca de conceptos morales y éticostales como la verdad, la honestidad, la integridad; de conceptosreligiosos como fe y creencia; de conceptos estéticos como la belleza;de conceptos políticos como democracia, comunismo; de relacionesmatemáticas como ecuaciones, números, vectores, etc. No tenemos queanalizar estos términos con referencia a experiencias humanasespecíficas, cada vez que los utilizamos.

No obstante, hay que tener presente que las experiencias dediferentes personas, al aludir a tales conceptos, están muy lejos de seridénticas.

Varían de generación en generación, de una localidad geográfica aotra, de un nivel educativo a otro, de una religión a otra. El costo de lavida en el nivel económico de una clase social “significa” algo

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completamente diferente del costo de la vida de una clase social muchomás elevada.

A menos de que estemos seguros de que el status económico-social de un auditorio es esencialmente similar al nuestro, esconveniente traducir cada nuevo concepto que introduzcamos entérminos que le sean familiares. La claridad en la comunicación, implicaalgo más que la selección de palabras aisladas. Es la manera en queformamos nuestras frases y oraciones, convirtiendo éstas en párrafos, ylos párrafos en una pieza oratoria. Es muy fácil acumular palabras cuyosignificado aislado es perfectamente comprensible, pero que en conjuntono tienen sentido.

Cómo revelar lo que queremos decira nuestro público

Hay muchos métodos por medio de los cuales podemos revelar elsignificado de nuestras palabras. Todos ellos tienen que ver con laaplicación de las determinantes fundamentales del significado.

Explicación

Lo que es una explicación se ilustra con la definición típica que alrespecto se encuentra en cualquier diccionario. Consiste esencialmenteen encontrar una palabra o conjunto de palabras para explicar elsignificado de otra palabra. Sin embargo, también hay que entender laspalabras que definen. Por ejemplo, la definición de la palabra metal enun diccionario, sería completamente ininteligible para quien no conoceel significado de todas las palabras de definición: “Cualquier tipo desustancia elemental, como el oro, la plata, el cobre, etc., todos loscuales se caracterizan por su opacidad, conductividad, y por un brillopeculiar que presentan cuando están recién fracturados.”

A veces, estas definiciones verbales son las únicas disponibles. Eldiccionario es un recurso valiosísimo, cuyo uso debe recomendarse, perosi buscamos las definiciones en los diccionarios, hay que asegurarnos deque entendemos todos los términos utilizados en dichas definiciones. Deigual modo, si tratamos de explicar a nuestro auditorio el significado dealgún término, hay que estar seguros de que nuestra explicación mismaes comprensible.

Clasificación

El significado de las palabras se puede aclarar a menudo por mediode un proceso de clasificación y diferenciación. Este proceso usualmente

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se combina con la explicación. Primeramente, se indica que la cosa(objeto, acción, cualidad, relación, etc.) pertenece a una gran clase deobjetos más o menos similares, y en seguida se demuestra que difiere enciertos respectos de otros objetos del mismo tipo. Un automóvil, porejemplo, se clasifica como un vehículo, pero se diferencia de otrosvehículos en 1) que está hecho especialmente para transportarpasajeros, 2) que cuenta con un mecanismo propio de fuerza, y que 3)sirve para transitar por carreteras normales.

Sinónimos

Con frecuencia se puede definir satisfactoriamente una palabra,utilizando otra palabra o frase, conocida como sinónimo, que está tancercana de la palabra definida, que se obtiene una clara comprensión. Asíalterar es igual a cambiar ; ilícito es igual a ilegal.

El estudio cuidadoso de los sinónimos sirve para indicar algunosmatices de diferencia en el significado de las palabras. Por ejemplo, siconsideramos sinónimos tales como mandar, ordenar, dictar, regular,instruir, nos daremos cuenta de que, en términos amplios, todos tienenun significado similar. Pero, en términos más precisos o rigurosos,ninguno de ellos se puede intercambiar. De esta forma, hay que tenercuidado al usar los sinónimos para explicar el significado de nuestraspalabras.

Etimología

El conocer la derivación o etimología de una palabra, nos ayuda acomprender su significado. La palabra salario, por ejemplo, proviene delvocablo latino salarium, y originalmente se refería al dinero que se dabaa los soldados romanos para que compraran sal. Y siguiendo en estalínea, el adjetivo salado, por ejemplo, tiene varias acepciones. Laprimera de ellas, es la que hace referencia a algún alimento con sal; lasegunda, dícese de una persona con salero, esto es, con gracia; latercera, y más pesimista de todas, de alguien con mala suerte habitual.

Malentendimientos

Se producen malentendimientos cuando utilizamos palabras conmúltiples acepciones, a menos que abundemos en el sentido particularque deseamos darles. La palabra integración, por ejemplo, es un términoindispensable en la teoría sociológica, pero ha llegado a tener unaconnotación mucho más específica, incluso una denotación, dentro de ladiscusión de las relaciones interraciales, en países que, como los

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Estados Unidos, son problemáticos al respecto. En una ocasión, undestacado sociólogo daba una conferencia en una ciudad del sur de losEstados Unidos, famosa por su racismo. En cierta parte de su discurso,introdujo el principio “integración del currículum”, a lo cual, unmiembro del auditorio se puso de pie y dijo: “Me gustaría decirle alorador que esa palabra no la usamos por acá.” Este malentendido, debidoen parte a la incultura de aquel sureño, y en parte a la coloraciónemocional que una palabra puede tener en determinado contexto, es unejemplo clásico de lo que sucede cuando se emplean términos designificado múltiple.

Términos técnicos

Cualquier campo del pensamiento posee su propio vocabulario oconjunto de términos, o bien terminología, que se usa exclusivamente encada disciplina u ocupación. Muchos de esos términos también se utilizanen las conversaciones de todos los días. Por ejemplo, cuando decimosque alguien está neurótico, no lo decimos en el sentido en que unpsiquiatra lo aplicaría, sino como parte de un lenguaje vernáculo, esdecir, popular.

Los especialistas, por regla general, no son buenos oradores. Alestar familiarizados con el vocabulario especializado de su profesión, seolvidan de que gran parte de ese lenguaje no tiene ningún significadopara los no iniciados. Así pues, si estamos empapados en unaterminología propia de nuestra profesión, al dirigirnos a un público,debemos saber traducir dicho lenguaje en términos llanos, accesibles alhombre común y corriente.

Estereotipos o frases hechas

Nuestra conversación, al igual que gran parte del lenguaje habladode los demás, contiene muchos términos o expresiones cuyo significadotiene una gran carga emocional, pero poco lógica. Estos términossuscitan alguna imagen, agradable o desagradable, según la connotacióndel término, que no nos hace pensar, sino sólo sentir. De hecho, como lamayoría de los seres humanos creemos que sabemos lo que significan,sin haber aclarado jamás nuestros conceptos, también pueden usarsepara dar la impresión de que razonamos, sin que en realidad estimulemosen nada el proceso racional.

El uso de tales términos no es censurable del todo; a vecesestimulan actitudes loables, las cuales, a su vez, se traducen en actosadmirables. En el discurso estimulante, por ejemplo, en el que elobjetivo es intensificar las actitudes, el uso ocasional de expresiones

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con gran carga emocional, puede ser enteramente permisible. Noobstante, tales términos no deben usarse como substituto delpensamiento. Estas expresiones reciben el nombre de estereotipos,frases hechas o clichés.

Muchos de nuestros estereotipos provienen de las creenciasresultantes de sobresimplificar las soluciones a diversos problemas quepueden ser un poco más difíciles de lo que queremos admitir. Muchasveces generalizamos antes de haber observado los problemas de formaadecuada, para hacer que dicha generalización sea válida. Oímos decir,por ejemplo, que los norteamericanos son pueriles, que los franceses sonfríos y mal educados, que los españoles con glotones y que los italianosson embrollosos, y por ello, colocamos el correspondiente sambenito atodos sus compatriotas.

Si queremos basar nuestros argumentos en un razonamientohonesto, evitemos los estereotipos. Muchos locutores de la radio y latelevisión, aparentemente creen que si repiten algo con la suficientefrecuencia y estentoreidad, llegará a creerse. Hitler sostenía estacreencia, y en su Mein Kampf podemos darnos cuenta de ello. Al deplorarsu estereotipo de “Asia para los asiáticos”, el difunto presidente de lasFilipinas, Magsaysay, señaló que “no debemos tratar de acomodar lasinnumerables y cambiantes necesidades del bienestar nacional a lacamisa de fuerza de un estereotipo”.

Brevedad

Como regla, hay que evitar las oraciones largas, dando preferenciaa las aseveraciones breves y concisas. Aristóteles dice que losdiscursos se vuelven obscuros con la verborrea. La riqueza superficial dela verbosidad no substituye a la claridad; si podemos decir lo que hayque decir con cinco palabras, no utilicemos quince. Descubriremos amenudo que la brevedad por sí misma no sólo contiene claridad, sino queasimismo impresiona a causa de lo directo de su naturaleza.

Sin embargo, hay ocasiones en que la brevedad escontraproducente. Por ejemplo, un político que se dirige a las multitudesdiciendo parcamente “quiero que me elijan”, tiene todas las de perder.

Si por el contrario, arguye razones de peso y se muestra gentilhacia sus posible partidarios, es probable que venza en su campaña.

Así pues, una forma sensata de exteriorizar sus ambicionespolíticas, sería la siguiente:

“Aunque no soy, ni jamás he sido tan ambicioso como para aspirara tan alto puesto, estoy profundamente consciente de la necesidad, debery obligación de acceder a los deseos del pueblo, de ocupar semejante

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cargo. Por lo tanto, no opondré ningún obstáculo a la consumación de estedeseo.”

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Decimosegundo Capítulo

Como se explicó en el capítulo anterior, para que se noscomprenda, debemos usar un lenguaje claro; para suscitar y mantener elinterés y la atención, hay que utilizar un lenguaje vívido. La fuentefundamental de la vividez reside en las imágenes que seamos capaces dedespertar en la mente de nuestro público. La vividez es el sine qua nondel estilo hablado. Esto no implica que la vividez y la claridad esténnecesariamente divorciadas. Por el contrario, para poder lograr lavividez necesaria en un discurso, primeramente debemos ser claros, yaque la claridad es el primer paso dado hacia la vividez.

Imagen

Aunque no se conoce con exactitud la naturaleza de las imágenes,el fenómeno nos es familiar. En cierto sentido, la imagen es una formade recuerdo. Como no podemos volver a vivir experiencias reales delpasado, sólo las podemos revivir en la conciencia a través de algunaforma de imagen. Para los propósitos de este libro, no es muy importanteque comprendamos exactamente lo que sucede en el individuo cuandoproduce una imagen, pero sí debemos entender algo de la importancia quetiene en el pensamiento.

Gran parte de nuestro pensamiento se desarrolla en forma derecuerdo de experiencias pasadas y de organización de dichasexperiencias en nuevas combinaciones. Es el volver a vivir esasexperiencias, su recuerdo de forma sensorial, por medio del cual, laexperiencia se nos hace conocida, de forma primaria, lo que constituyela imagen. Si, por ejemplo, hemos asistido a un concierto sinfónico,podemos revivir ese acontecimiento al recordar la manera en que estabadispuesta la orquesta en el escenario, los movimientos graciosos deldirector, el ataque al unísono de los primeros violines, los movimientosde las manos de la arpista al acariciar las cuerdas de su instrumento.Este renovamiento de nuestra experiencia visual constituye nuestraimagen visual.

Al mismo tiempo, también podemos recordar los sonidos queescuchamos, el mezclarse de la melodía con la armonía, el desarrollo deltema central de la pieza, el estruendo de los címbalos o de los metales,la necesidad de los oboes o el tintineo de la celesta. El revivir esaexperiencia auditiva constituye nuestra imagen auditiva.

¿Hemos paseado alguna vez en una lancha embestida por elmovimiento de las olas? Después de desembarcar, ¿cuáles eran nuestrassensaciones? ¿No seguimos sintiendo el balanceo durante algún tiempo?

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Imagen verbal

Hay personas que manifiestan una gran dificultad para evocar unaimagen sensorial; sin embargo, pueden recordar muy bien la imagenproducida por las palabras. Hay muchas abstracciones de las que no sepuede recordar ninguna experiencia directa, y para las que no existe unaimagen inmediata de los sentidos. Al oír y utilizar términos tales comojusticia, verdad, belleza, honor, caridad, y cientos de otras ideasabstractas, nos parece difícil visualizar dichas generalizaciones. No haynada que ver, oír o sentir, de forma directa. No obstante, las palabras serevisten de una máxima importancia en el proceso del pensamiento, yaque podemos usarlas, y de hecho, las usamos en la formulación de lasideas. Primeramente, las utilizamos al referirnos directa yespecíficamente a las cosas de los sentidos, recordando por lo tanto laimagen directa de esas cosas; en segundo lugar, las utilizamos paraaquellas abstracciones en las que es difícil evocar una experienciadirecta. Mezclamos las palabras en combinaciones nuevas, con nuevasrelaciones y nuevas ideas. Pero en estas nuevas relaciones e ideas,debemos asegurarnos de que las palabras que representan a las cosas,aun de forma abstracta, puedan combinarse por sí mismas en las nuevasrelaciones indicadas por las nuevas combinaciones de palabras. Lasrelaciones de palabras que no tienen correspondencia con las relacionesde los hechos, simplemente no tienen sentido más que en los cuentos dehadas y en el campo de la fantasía.

Formas de imágenes verbales

La imagen verbal puede adoptar varias formas. Las palabras en quepensamos nos pueden venir a través del sentido auditivo, como si lasoyéramos; por medio del sentido visual, como si estuvieran escritas enuna página, o con ayuda de algún otro mecanismo. La imagen verbal delsordo, puede suscitarse con ayuda de símbolos de las manos, perotambién puede ser visual. En cualquier forma que ocurra, la verbalizaciónproporciona la imagen en la que se desarrolla gran parte de nuestropensamiento, principalmente porque gran parte del proceso de pensarimplica conceptos abstractos, para los que, el único método que tenemosde evocación, es la imagen verbal. Estos conceptos son tan generales,que una imagen clara y vívida de la generalización misma, es imposible.

La imagen es específica: no recordamos la belleza abstracta, sinolas cosas bellas. No tenemos experiencia de la verdad como tal, sino quesólo conocemos directamente las cosas que son verdaderas. Todo lo quetenemos de dichas generalizaciones es un concepto de belleza, de

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armonía, de verdad, en cuya formulación la palabra es el paso final, yésta, por sí misma, es concreta. La única manera en que podemosrecordar los conceptos es a través de la imagen de las palabras querepresentan a las generalizaciones. Los conceptos mismos, estáncompuestos de innumerables ejemplos específicos de experienciasdirectas, por medio de los cuales podemos evocar una serie de imágenes.Así pues, las imágenes desempeñan un papel principal en la memoria.

Como las abstracciones son tan difíciles de interpretar entérminos de experiencia real, nuestros oyentes se cansarán pronto deuna sucesión interminable de tales ideas generalizadas. Su interés yatención flaqueará, a menos que podamos encontrar una manera de darvida a dichas abstracciones y ponerlas en un lenguaje que esté másdirectamente relacionado con sus experiencias. La vividez en el lenguajeexige imágenes, las cuales se suscitan con términos concretos. Aunquenos será imposible eliminar del todo los términos abstractos, lacomprensión que nuestro público tenga de tales términos será más clara,las ideas más vívidas, si expresamos las abstracciones en términos quesusciten imágenes específicas.

Imágenes e imaginación

La imagen simple es un acto de evocación, un acto de memoria.Cuando las imágenes sensoriales se combinan en formas novedosas, aveces completamente lógicas, pero a menudo fantásticas, el procesorecibe el nombre de imaginación. Toda invención es resultado de unaimaginación activa. Toda nueva relación es producto de imágenes viejasdispuestas en nuevas combinaciones. Son estas nuevas combinaciones deviejos elementos las que el orador describe cuando propone algodiferente de lo que ya se conoce.

Tipos de imágenes

Hablando en forma general, los enterados en la materia reconocenla existencia de siete tipos de imagen, cada uno de ellos correspondientea cada uno de los sentidos.

1. Visual: evocación de cosas y eventos que llegan a nuestraconciencia a través del sentido de la vista, como es el caso de escenasfamiliares, rostros, sucesos, localidades.

2. Auditiva: evocación de impresiones que han llegado a nuestraexperiencia a través del sentido del oído, como lo son las voces de

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amigos, melodías o armonías musicales, rumor de las multitudes, ruidode las olas, de la lluvia, etc.

3. Gustativa: evocación de impresiones llegadas a nuestraconciencia a través del sentido del gusto, tales como la acidez dellimón, la exquisitez de un platillo, la amargura de la quinina, lo saladodel agua de mar, el sabor de un filete, etc.

4. Olfativa: evocación de impresiones llegadas a nosotros a travésdel sentido del olfato, tales como la fragancia de una rosa, el aroma delcafé, la frescura del ambiente después de la lluvia, el fuerte olor de losajos, etc.

5. Cinestética: memoria de las sensaciones de movimiento, talescomo correr, patear una pelota, remar, nadar, arrojar una piedra en unestanque tranquilo, conducir un automóvil en medio de un denso tráfico,etc.

6. Táctil: recuerdo de cosas sentidas a través del sentido deltacto, tales como la suavidad de la seda, la aspereza de una barba sinafeitar, el viento en la cabeza descubierta, la morbidez de una piel devisón, etc.

7. Térmica: evocación de impresiones de temperatura, tales comoel frío o el calor extremo, la brisa fresca después de una tardeagobiante, el café caliente por la mañana o el refresco frío en el calordel mediodía.

Estos, no son todos los caminos por los que las impresiones puedenpenetrar en nuestra conciencia. Los psicólogos reconocen varios otrossentidos, cada uno de los cuales suscita un tipo de imagen. Entre ellospodemos mencionar el hambre, la sed, la náusea, el cansancio, elequilibrio, y todos ellos pueden despertar una imagen tan vívida comolas de los sentidos antes descritos.

Cuando el público nos escucha hacer una descripción o usar unapalabra o frase que impliquen uno o más de dichos tipos de imágenes,basa sus propias imágenes suscitadas de esta forma, en experienciaspasadas que involucran impresiones sensoriales similares a las que sonrepresentadas oralmente. Basándose en dichas experiencias, construyeen su propia conciencia un patrón de imágenes a través del cual tiende arevivir mentalmente, aunque sea por un instante, su experiencia original.

En ese proceso, crea para sí mismo una reconstrucción vívida desus propias experiencias, y materialmente nos ayuda a lograr vividez en

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nuestras descripciones. De esta manera, escuchar se convierte en unproceso creativo.

Aunque casi todos los tipos de imagen pueden ser fuertes, se creeque para la mayoría de la gente, la imagen visual es más viva quecualquier otro tipo de imagen. Así pues, las imágenes suscitadas por lapalabra, que evocan experiencias e imágenes visuales, son las que tienenmás probabilidades de llegar al mayor público de oyentes.

La imagen visual, obviamente, no es el único tipo de imagen de quepodemos echar mano. Aunque parece ser que es la que produce mayorimpresión en la mayoría de la gente, muchas de estas imágenes visualestienen un gran contenido de imagen auditiva. A algunas personas se lesfacilita la evocación de imágenes vívidas de muchos tipos; mientras queotras insisten en que su capacidad de crear imágenes es muy débil, quesólo puede hacerlo con gran dificultad, y que aun este esfuerzo tiende aser muy desvaído e impreciso. Este tipo de personas responde, como yalo dijimos, a imágenes verbales, las cuales substituyen a las imágenesbasadas en los sentidos. Sin embargo, como ya se señaló, incluso laimagen verbal depende de otros tipos de imágenes, tales como auditivas,visuales, cinestéticas, etc. Casi se puede asegurar que la gente quecarece de un tipo u otro de imágenes, es muy rara.

Concreción

Ya hemos visto que mientras que las palabras abstractas sonremotas en cuanto a su referencia a la experiencia, los términosconcretos, por otra parte, llevan mucho más directamente a lasasociaciones reales que dieron significado original a los términosmismos. Por lo tanto, el significado de esos términos, es mucho másdefinido y claro que el de los términos abstractos. Desde el momento enque es más probable que susciten imágenes específicas, contribuyenmucho más a la vividez de la expresión. De esta forma, el términoprocedimiento parlamentario, con el cual, mucha gente ha tenido unaexperiencia directa y concreta, puede tener un significado másespecífico que democracia, aunque ambos estén basados en filosofíasidénticas y se pongan en práctica a través de principios asimismoidénticos.

La elocuencia es el poder de traducir una verdad a un lenguajeperfectamente inteligible para la persona a quien hablamos. El ideal eslograr una inteligibilidad inmediata. Así pues, en vez de utilizartérminos generales, utilicemos, cada vez que ello no sea posible,palabras y expresiones que estimulen imágenes sensoriales definidas.Hay que tener en mente que nuestro auditorio no puede tener una imagende belleza abstracta, y que solamente puede evocar cosas bellas. Por lo

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tanto, no digamos que cierta escena fue bella, sino especifiquemos suselementos de belleza: los cerros, el cielo infinito, el mar, etc. Todosestos son detalles descriptivos que requieren de un mínimo detraducción a pensamientos, para poder establecer cierta vividez.

Las fábulas de Esopo son un buen ejemplo de lo específico yconcreto, en comparación con lo generalizado o abstracto. Todas ellasson coherentes y reales, porque fueron tomadas directamente de la viday experiencia reales.

Familiaridad

Otro atributo de las palabras que pueden contribuir a la vividez esla familiaridad. Cada vez que nos sea posible, utilicemos palabras queexistan dentro del vocabulario de nuestro público. Si utilizamostérminos nuevos y extraños, primeramente hay que traducirlos paranosotros. Cuanto más tiempo y atención sean necesarios paracomprender una frase, menos tiempo y atención se puede dar a la ideaque contiene y, por ende, se concebirá con menos vividez.

Matices

Gran parte de la claridad y vividez de nuestro lenguaje dependendel uso minucioso que hagamos de los matices del significado. Ningunapalabra es exactamente lo mismo, y entre dos términos aparentementeidénticos, siempre existe alguna distinción ligerísima.

Hace 2,400 años, en la antigua Grecia, un hombre llamado Prodicus,intentó señalar los matices entre palabras como bravura, osadía, valor,coraje; adversario, oponente, antagonista, enemigo; estimación yaprecio; agradar y gustar; voluntad y deseo, etc. En esa época reconocióla importancia de elegir la palabra justa para dar el matiz exacto delsignificado deseado.

Comparemos los siguientes grupos y tratemos de establecer ladiferencia que exista entre las palabras, aparentemente sinónimas:

detrimento, daño, perjuiciotener, poseerpequeño, chico, diminuto, minúsculoderretir, fundir, revenir, licuificar, disolverrehusar, declinar, rechazarcompleto, intacto, entero, totalfirme, duro, turgente, sólido, tieso, rígido, erectoinsinuar, sugerir, aconsejarrectificar, corregir, remediar, aliviar, enmendar, enderezar, reformar

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competir, concursar, contenderbravo, valiente, intrépidosignificado, significancia, sentidoironía, sátira, sarcasmo

¿Tienen nuestras ventanas cortinas, persianas, postillos ? Nuestromodo de hacer las cosas, ¿es cuestión de costumbre, hábito o práctica ?En nuestras relaciones sociales, ¿somos meramente civilizados, o bien,afables, corteses, amigables, atentos? El crimen que vimos en la prensa,¿se cometió premeditada, voluntaria, intencional o deliberadamente?

Los fabricantes de textiles y de tintes, continuamente lanzan almercado nuevos matices o tonos de colores conocidos, a los cuales dannuevos nombres. Los comerciantes en telas aprenden dichos nombres ypueden discutir al respecto con conocimiento de causa. Hay un grannúmero de rojos, azules, verdes y amarillos. Para quien se interesa enestas cosas, estas diferencias son importantes. Las diferencias sutilesque existen en las relaciones humanas, por ejemplo, son tan importantescomo las diferencias entre los colores, y quizá más.

En el campo de la oratoria, que es el que nos interesa, trataremosno sólo de cosas materiales, sino también de relaciones humanas. Enestas relaciones existen muchos matices. La percepción y respuesta aellos, puede decirse que constituye una parte de esa cualidad humanaconocida como refinamiento. “Ser refinado, consiste en ser capaz dehacer distinciones sutiles.” Fue Oscar Wilde el que dijo que había genteque sabía el precio de todo, pero que no conocía el valor de nada.

Palabras sencillas

Las palabras sencillas y breves ordinariamente se prestan más quelas largas a su traducción en imágenes, por ende, a la vividez de laexpresión.

A menudo, nuestra elección no se debatirá tanto entre palabrasbreves y largas, cuanto entre conceptos sencillos, de fraseo fácil, yconceptos complejos difíciles de traducir. Las palabras, no sólo se debenusar bien, sino que deben ser familiares a quien las escucha, para quefaciliten en vez de retardar su traducción a imágenes concretas. Suextensión, a menudo tiene menos importancia que su inteligibilidad.

Hay mucha diferencia entre un lenguaje simple y un lenguajeflorido. Este último, se refiere, por lo general, a un tipo de lenguaje, a unestilo exaltado por encima del auditorio, del tema, de la ocasión, y delorador mismo. Un orador experto, que ofrece un discurso sobre un temamuy elevado, en una gran ocasión, con toda la formalidad de rigor, haríamal en imitar a un joven cuanto desconocido orador, que habla sobre un

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tema sencillo, en una ocasión informal. Un estilo ampuloso y exaltado,que consiste, al menos parcialmente, en el uso de palabras queraramente se utilizarían en una conversación, es apropiado en tales ycuales ocasiones, ya que son éstas las que imponen el estilo. Aun así, sepuede incurrir en ampulosidades innecesarias.

Metáfora y símiles

Probablemente, las dos figuras más útiles para el orador son elsímil y la metáfora. Se parecen en que ambas son comparaciones decosas esencialmente desiguales, y difieren en que la primera estableceque existe una igualdad o parecido, mientras que la última simplementelo implica.

En el párrafo siguiente hay varios ejemplos de símiles y demetáforas.

“Una monarquía es un guerrero, armado y cubierto de cota de malla,al que un escollo escondido puede hacer naufragar. La república, por suparte, es un navío difícil de maniobrar, en el que los marinos siempreestán con los pies húmedos, pero al cual nadie puede hacer zozobrar.”

Otra figura del lenguaje es la personificación, en la que, las cosaso las ideas son tratadas como seres vivos, dotados de los atributos ocaracterísticas de personas o animales. He aquí un ejemplo depersonificación: “La principal responsabilidad de la ciencia es la deprotestar cuando ve que la ciencia y la tecnología se utilizan en la formapeligrosa en que se han venido utilizando en años pasados.” “La segundagran mentira del comunismo camina de la mano con la primera, y es queno hay Dios.”

Uso de las figuras del lenguaje

El uso prudente de las figuras del lenguaje contribuye a la vividezde la expresión, así como a la claridad. Sin embargo, hay que tomaralgunas precauciones al respecto, para no incurrir en frases pocofelices.

1. Cuando utilicemos símiles, metáforas, personificaciones y otrasfiguras, no hay que llevarlas demasiado lejos. Las imágenes suscitadaspor su uso, no deben ser grotescas, a menos que nos lo propongamos.Ocasionalmente, se puede adoptar un efecto humorístico, pero hay quetener cuidado de que no destruya la tónica de seriedad que debeprevalecer.

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2. Las figuras no deben ofender; deben ser de buen gusto. Al igualque con la claridad, evitemos los lugares comunes, lo vulgar, lorepulsivo.

3. Las figuras deben ser consistentes. Las metáforas incongruentesusualmente aparecen a causa de la incapacidad del orador para visualizarlas cosas particulares que está utilizando como base para lacomparación. Por ejemplo, un candidato prometió recientemente a suspartidarios, “limpiar de corrupción este albañal, aunque para ello debavestir las ropas del fontanero”.

4. Las figuras deben mantenerse a tono con el contexto. Si el temay su tratamiento son llanos y sencillos, las figuras asimismo debenserlo.

5. No hay que exagerar el uso de las figuras. Hay ocasiones en asque el lenguaje directo es más eficaz que el lenguaje indirecto de lasfiguras. El público, a veces querrá y exigirá hechos mondos y lirondos sinembellecer. En esas circunstancias, es mejor utilizar con parquedad lasfiguras del lenguaje, o no utilizarlas en absoluto. El lenguaje florido, quese compone de figuras inapropiadamente exaltadas, a menudo peca de unexceso de figuras, y las emplea sobre todo para adornar y no para aclararlos conceptos.

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Decimotercer Capítulo

EXPRESION: ASPECTOS VOCALES

Aunque el decir un discurso es una actividad total, como ya lohemos señalado, y su expresión involucra a todo el mecanismo delcuerpo, es posible separar los dos aspectos principales de la expresión:voz y acción. En este capítulo consideremos la voz en sus distintosaspectos en relación con dicha expresión.

Hay que tener siempre presente que el modo en que utilizamos lavoz es parte integral de nuestro discurso, tan importante como laspalabras mismas. La palabra hablada es un fenómeno diferente a lapalabra escrita. Ambas tienen que ver con la comunicación de las ideas;en realidad la voz y la palabra no se pueden separar en un discurso másde lo que se pueden separar la melodía y la armonía de la música.

Podemos considerar los aspectos vocales o auditivos del discurso,de la misma forma en que consideramos la producción y la modificaciónde cualquier sonido: siempre debe de haber alguna fuente de energía queinicie una vibración en un cuerpo elástico. Esta vibración produce elsonido, el cual, cuando se modifica y se amplifica, crea todos losefectos de los que la voz es capaz. La investigación intensiva de estosaspectos de la voz es todo un estudio que requiere muchos años de labor.

Respiración

Se ha sostenido durante mucho tiempo que para que la voz alcancesu mayor eficacia, volumen y calidad es necesario respirar de ciertamanera definida, con una máxima expansión del torso. Este método derespiración recibe ordinariamente el nombre de diafragmático oabdominal, basándose en la teoría de que se produce por un movimientodescendente el diafragma durante la inhalación, y por la acción de losmúsculos abdominales durante la exhalación. Se ha sugerido que eldiafragma produce un impulso ascendente para enviar el aire fuera de lospulmones durante la exhalación. Por desgracia para esta teoría, elaparato respiratorio está tan íntimamente ligado a los nervios quefunciona más bien como una unidad, y su control por separado no resultafácil. Además, no se puede inhalar sin usar el diafragma, y tampocopodemos exhalar sin usar los músculos abdominales, ya que, en últimoanálisis, no disponemos de otra manera de hacerlo.

Entre los diversos tipos de respiración, el llamado abdominal odiafragmático es el menos indicado para un control consciente, y aun sise pudiera controlar, no se obtendría ninguna ventaja evidente en cuantoa la producción de la voz.

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¿Significa esto que no hay que dar atención a la cuestión de larespiración? No. El propósito de la respiración, en lo que a la emisión dela voz respecta, es 1) mantener en vibración las cuerdas vocales, 2)producir sonidos de voz, y 3) dirigir una corriente de aire a través de lagarganta y de los conductos orales donde se produzcan estos sonidos devoz.

1. El aliento debe tener la presión adecuada como para que lossonidos sean audibles a la distancia que sea necesaria. Es posible que senos escuche un susurro a una distancia sorprendente, si los sonidostienen suficiente presión. Una presión adecuada obrará el efecto de quenuestras consonantes sean más claras y precisas, y que nuestras vocalessean escuchadas con más facilidad a más distancia. Desafortunadamente,el uso vigente del micrófono, parece haber disminuido la importancia decultivar voces fuertes.

2. Hay que mantener en todo momento una reserva adecuada dealiento, para que la voz no desfallezca y sea audible. No se debe hablarcon los pulmones completamente llenos ni vacíos del todo.

En el discurso ordinario, esto es, en la manera en que hablamoscotidianamente, no necesitamos más que un aliento breve en cada pausacorta, y un aliento completo, esto es, una inhalación plena, en las pausasfinales. Con estas pequeñas “refacciones” de aliento, se puede hablar oleer una frase de cualquier tamaño, sin ahogarnos. Si las divisiones opausas de nuestro discurso, están bien planeadas (puntuación), yhacemos acopio de aire en cada pausa pequeña, no hay por qué tenerdificultades en mantener una reserva adecuada de aire en los pulmones.

3. Controlemos el aliento para que produzca una presión regular deaire al pasar por las cuerdas vocales, lengua, dientes y labios. Éstos sonlos productores y modificadores de la voz que nos permiten producirtodos los sonidos y efectos tonales del discurso. Regularidad nosignifica uniformidad constante de presión, ya que habrá que variarlapara producir cambios en el volumen, así como en el acento y en elénfasis.

Producción de la voz

Si nos pasamos los dedos por la garganta, nos daremos cuenta queen su parte media existe una pequeña eminencia, la cual recibevulgarmente el nombre de manzana de Adán, y es algo más prominente enlos hombres que en las mujeres. Esta eminencia es una parte de lalaringe, la cual es el órgano más importante en la producción de la voz.

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También tiene otras funciones, las cuales no nos interesan en estecontexto.

La laringe contiene dos estrechos tendones llamados cuerdasvocales. A través de la operación de un cierto número de músculos de lalaringe, estas cuerdas vocales se puede unir o separar en uno de susextremos, formando una V cuyo vértice apunta hacia la manzana de Adán.

Las cuerdas vocales también se pueden tensar y relajar e inclusopueden vibrar parcialmente. Obviamente, ni estamos conscientes deestos movimientos ni podemos controlarlos de forma consciente, pero sípodemos sentir y escuchar los efectos, y a través del control de éstos,controlamos asimismo los mecanismos que los producen.

Cuando las dos cuerdas vocales se unen lo suficiente para formarla resistencia adecuada al paso del aliento proveniente de los pulmones,pero no tanto como para impedir totalmente dicho paso, se les puedehacer vibrar de la misma manera en que un trompetista hace vibrar suslabios sobre la boquilla del instrumento. Esta oscilación de las cuerdasvocales establece, a su vez, una vibración en las cavidades que quedanentre ellas y los labios del orador, y con esto, de forma que todavía no seentiende de modo total, se produce un sonido.

Por medio de la tensión y relajamiento de las cuerdas vocales, yvariando la presión del aliento y los movimientos de los diversosórganos de la boca y de la garganta (lengua, labios, paladar, mandíbulainferior, dientes), este sonido se puede modificar, cambiar, aumentar odisminuir, y transformar en cualquiera de los diferentes sonidos quemodulamos diariamente. En la formación de las palabras, estos sonidosse combinan en multitud de maneras, dándonos un vocabulario de cientosde miles de palabras, sin agotar todas las posibles combinaciones.Además, estas palabras pueden ser dichas de infinitas maneras, pormedio de cambios en el tono de voz, produciendo una gran variedad deefectos que son sumamente importantes para el significado quedeseamos expresar.

Por medio de estas variaciones podemos producir cambios sutilesque estimulen en nuestros oyentes cambios igualmente sutiles en cuantoal significado, sin que en realidad se den cuenta de lo que sucede.

Los tonos producidos de esta forma (independientemente de laspalabras), se pueden describir en términos de cuatro atributos básicos alos que se han dado diversos nombres, pero que ordinariamente se llamancalidad, fuerza, tiempo y volumen.

Calidad

Calidad es el término que usualmente se da a aquellacaracterística del sonido que nos permite identificarlo en cuanto a su

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origen. Otro término, que se usa a menudo en el mismo sentido, estimbre. De esta manera, reconocemos la voz de un amigo por el teléfono,a causa de su calidad o timbre individual. De forma similar, podemosescuchar el tono de algún instrumento que forma parte de una orquesta,el oboe, por ejemplo, a causa del peculiar timbre nasal de su tono. Unpiano puede tener un tono suave, mientras que otro puede contar con untono brillante y duro.

El término calidad se usa a menudo para aludir a la evaluaciónsubjetiva de un sonido, ya sea agradable, malo o bueno. Decimos que eltono de un violín barato tiene una calidad pobre, mientras que el de unStradivarius o un Amati se caracteriza por una calidad rica, pero ambascalidades se reconocen como tonos de violín por su timbrecaracterístico. Nuestro propia voz tiene un timbre individual que ladistingue de otras voces, pero eso no quiere decir necesariamente que sucalidad sea agradable o desagradable.

Una buena calidad, si no la poseemos de forma innata, no seadquiere de la noche a la mañana. Si nuestro voz es definitivamentedesagradable, hay que tomar un curso para corregir su modulación y suemisión.

Principales defectos en la calidad de su voz

Nasalidad. La nasalidad se origina generalmente, al permitir quegran parte del tono pase por los conductos nasales. Teóricamente, sóloexisten tres consonantes nasales, que son la m, la n y la ñ. Al producirlos sonidos de estas letras, observamos que el aliento pasa por la nariz.En realidad, también las vocales que preceden a estas letras, senasalizan un poco. El defecto de la nasalidad consiste en dar dichacalidad a letras que no lo ameritan.

Estridencia

En cierto sentido, la estridencia no se puede considerar como unafalta de calidad, sino más bien un volumen exagerado. Obra el efecto deabrumar al oyente. Las personas con este tipo de voz la imponen en todaocasión, venga o no al caso. En ocasiones, la estridencia sólo puede serun intento de sobrecompensación, y, por ende, algún desajuste de lapersonalidad. También puede deberse a un exagerado sentimiento desuperioridad.

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Calidad y personalidad

Una voz agradable es una ventaja en cualquier forma de hablar, yasea en oratoria, en la lectura, en la actuación o en la conversación. Granparte de la impresión que la gente recibe de nosotros, se debe a lacalidad de nuestra voz, ya que ésta crea una de las primeras impresionesque, posteriormente, puede ser difícil borrar. De hecho, gran parte de lapersonalidad que se nos atribuye se origina en las impresiones quecreamos a través de la calidad y otros atributos de la voz.

La personalidad es básicamente aquello que de nosotros afecta alos demás, ya sea que reaccionen favorablemente o desfavorablemente.No existe ninguna esencia misteriosa que emane de nuestro organismo ala cual se pueda colgar el rótulo de personalidad. El único modo deimpresionar a los demás de alguna manera, es a través de lo que ven oescuchan de nosotros. Si deseamos crear una impresión favorable, estoes, si queremos exhibir una personalidad agradable, debemos llevar acabo cosas ante las que los demás reaccionen favorablemente.Ciertamente, una voz extremadamente nasal, chillona, opaca oestridente, no contribuye para nada a la formación de una impresiónfavorable. Una de las maneras en que la fricción social se puede aliviar,es cultivando una voz que a los demás guste, aunque sea por su sonido.

Fuerza

El término fuerza no es muy afortunado, ya que puedeinterpretarse de muchas formas. Con respecto a la voz y su producción,se refiere al volumen, el cual se correlaciona con lo que en física sellama intensidad. Para nuestro leal saber y entender, y en lo que nosconcierne, la fuerza se compone de tres cualidades: acento, énfasis yvolumen.

Acento

El acento se refiere a la ligera tensión o volumen que se da aciertas sílabas de una palabra.

Énfasis

De la misma manera en que ponemos de relieve una sílaba de unapalabra, para hacerla resaltar y dar a la palabra su correcto patrónrítmico y, por ende, su justa pronunciación, asimismo podemos darénfasis a una o más palabras en una oración para hacerlas sobresalir ydar a dicha oración su significado. Este relieve que se da a las palabras

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de una oración, se conoce como énfasis. El énfasis señala el significadode una oración, demuestra de qué manera se conecta con otra, marca lasdiversas cláusulas de una oración, da a cada parte su sonido propio.

Tomemos por ejemplo la siguiente oración:

Este es (no otro) el regalo que me dio mi hermana.

Este es (créanlo o no) el regalo que me dio mi hermana.

Este es el regalo (no un préstamo ni una venta) que me dio mihermana.

Este es el regalo que me dio mi (la mía y de nadie más) hermana.

Este es el regalo que me dio mi hermana (no mi madre ni mihermano).

Este es el regalo que me dio (no me lo vendió) mi hermana.

Observemos que al dar énfasis a diferentes palabras de estaoración, no sólo les dimos más fuerza, sino también una inflexióndiferente.

Volumen

Ocasiones diferentes exigen diferentes grados de volumen. En unasala pequeña, por ejemplo, no sólo es innecesario hablar con la mismafuerza con que lo haríamos en un gran auditorio, sino incorrecto. El gradode volumen necesario es determinado sobre todo por la distancia a quenecesitamos proyectar la voz, modificado por las interferencias (ruidos,murmullos, peculiaridades acústicas, etc.) Es un error creer que siempredebemos hablar por encima del ruido que hace el público. A veces, elutilizar una voz menos estentórea, pero que el público pudiera oír siestuviera callado, nos permitirá disfrutar de su atención e inducirlo aque se calle para poder escuchar. En general, los oradores animados, losque se interesan profundamente en su tema, tienden más a hablar en vozalta que los que no son tan entusiastas. Un cierto grado de fuerzaespontánea en la voz, es indicio del interés y sinceridad del orador. Sinembargo, hay que evitar los gritos, a los que los oradores superficialesrecurren tan a menudo como substituto de su falta de capacidad.

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Tiempo

El factor tiempo es un atributo del tono vocal, y se manifiesta detres formas principales: cantidad, duración de la frase y duración de laspausas entre las frases.

Cantidad

El término cantidad se refiere a la cantidad de tiempo en que semantiene un sonido o palabra. Hay mucha diferencia, por ejemplo, entredecir: “España es heredera directa de Grecia” y “Espaaaña esheredeeeera directa de Greeeeecia”. El alargar un sonido o toda unapalabra puede hacerlos impresionantes, ya que intensifica el significadoque de otra manera parecería demasiado casual. Por otra parte, alimprimir brevedad en una palabra, se le puede dar una cualidad definida yfinal que no tendría de otro forma.

Duración de la frase

El sentido de todo discurso, ya sea oratorio o simplementecoloquial, consiste en hablar en frases y no en palabras aisladas, ya quees necesario contar con una unidad de sentido. Por ejemplo, en lasiguiente oración: “Es de lamentarse, el abandono en que se tienen losestudios clásicos en México”, un orador capaz propondría:“Esdelamentarse, elabandonoenquesetienenlosestudiosclásicosenMéxico”y no: “Es/de/lamentarse/el/abandono/en/que/se/tienen/los/estudios/clásicos/en/México/.”

Obviamente, este modelo no es fijo, y pueden hacerse variascombinaciones en pro de mayor elocuencia y claridad. Las unidades desentido no son rigurosas, y en cualquier pasaje se pueden abreviar oextender. Se pueden combinar dos o más de ellas para formar una unidadmás larga, y, asimismo, una larga se puede descomponer en dos o tres.Todo depende del efecto que queramos crear. Con todo, hay queasegurarse de que nuestras frases, breves o largas, consistan en unaunidad de sentido y no se quite una palabra a una unidad que la necesita,para darla a otra que no la necesita. Hay diferencia entre “El profesorinsiste/ en que el estudiante es perezoso”, y “El profesor/ insiste enque el estudiante/ es perezoso”.

Al variar la duración de la frase, obviamente, también variamos elnúmero de pausas o períodos de silencio entre frase y frase. Como reglageneral, en un discurso parejo, las frases cortas son acompañadas de

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pausas relativamente largas, dando una impresión de peso, importancia ydignidad.

Pausa dramática

En ocasiones, al terminar algún pasaje particularmenteimpresionante y haber llegado a un clímax de pensamiento y deexpresión, se puede aumentar de forma significativa la impresión alparar por completo y permanecer en silencio unos cuantos segundos,mientras que todo lo que hemos dicho acaba de asentarse en el público.

Articulación

Experimentos realizados por entendidos en la materia, demuestranque gran parte del poder de nuestra voz reside en el sonido de lasvocales, mientras que la inteligibilidad del discurso recae en la claridadde las consonantes. Para un discurso que se pueda entender a cualquierdistancia hay que cuidar tanto las vocales como las consonantes, enotras palabras, hay que atender a toda la emisión de sonidos.

Pronunciación

¿Qué es una buena pronunciación? ¿Cómo se puede determinar lapronunciación que hay que observar para tener cierta seguridad de quenuestro discurso está aceptable? He aquí algunas de las preguntas que sehace forzosamente el orador que quiere mejorar su modo de hablar.Aunque las respuestas no siempre son fáciles, algunas sugerenciaspueden ser útiles.

Primeramente, una buena pronunciación consiste grosso modo enun conjunto de criterios por los que se puede determinaraproximadamente si una pronunciación es aceptable o no. Dichoscriterios son determinados, por lo general, por los dictados del uso y porel prestigio de aquellos oradores cuya pronunciación se considera buena,y, por lo tanto, se toma como base para una comparación. No es difícilentender por qué las autoridades en la materia, al tratar de valorizardichos criterios, y de pesar el prestigio de diversos oradores, todosigualmente eminentes, desisten ocasionalmente, sobre la pronunciaciónpredominante de cierta palabra. El simple hecho es que, en nuestro belloidioma, no existen reglas fijas de pronunciación. Es bien sabido que laúnica diferencia substancial que existe entre el castellano que se hablaen España y el que se habla en Hispanoamérica, es la pronunciación de lac, la s y la z. Si bien es cierto que en la Argentina se da un énfasis a lapronunciación de la y, y de la ll, esto no pasa de ser un regionalismo que

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se extiende al Uruguay y a otros países del cono sur. Según el erudito donSalvador de Madariaga, el romance más puro, fuera de España, se habla enMéxico, y esto, no sólo en lo que se refiere a construcción gramatical,sino también a pronunciación. En España misma existen ciertos abismosfonéticos en el uso de las consonantes antes mencionadas, y en Galicia,llegan incluso a transformar la o castellana, profunda e inconfundible,en una u más o menos suave.

Así pues, en la pronunciación de la lengua castellana, sonora yrotundamente latina, no existen más reglas que las de la inteligibilidad.En contraposición con el inglés, lengua rudimentaria y de dudosapronunciación, tanto que George Bernard Shaw hacía irrisión de suinexactitud, al cuestionar la pronunciación de muchos de sus vocablos, elcastellano, puede decirse sin ambages, es la más perfecta y clara de laslenguas romances o románicas, ya que sus vocales no adoptan mediostonos como el francés y el portugués, sino que se enuncian siempre de lamisma forma, y una a es siempre una a en todo el ámbitohispanoparlante. Otra cosa muy distinta son los diversos acentos con quese habla nuestra lengua, mas, en éstos, no se puede hablar de correcciónni de incorrección, sino de modos y usos, por lo que un erudito cubanoque pronuncia un discurso ante la Real Academia de la Lengua Española,lo hace con la misma fluidez y corrección con que pudiera pronunciarloun letrado de Salamanca, dándole las inflexiones y matices del paísdonde nació, pero dentro de un estilo igualmente castellano.

Así pues, en una lengua tan universal como la nuestra, con todoslos atributos de perfección y resonancia que tiene, el único criterio parasu pronunciación consiste en la articulación inteligible de las palabras,ya que al ser universal, forzosamente tiene sus diferencias fonéticas, yeso solamente en las pocas consonantes a que hemos aludido conanterioridad.

Fluidez

La fluidez es otro aspecto que hay que considerar en el uso de lavoz. El lenguaje fluido hace precisamente eso: fluye. Se mueve y avanzasin vacilación, sin mostrar incertidumbre en las ideas ni en las palabras.No hay que confundir fluidez con rapidez. Se puede ser igualmente fluidoemitiendo 130 palabras por minuto que 200. Aunque el lenguaje debemoverse resueltamente, esto no significa que lo haga de forma continua,sin interrupciones ni pausas. Hay que dividir el discurso en frases,separándolas por medio de las pausas.

Los requisitos esenciales para obtener fluidez son los siguientes:1) conocimiento total de los puntos que tratamos de presentar, y delorden en que intentamos hacerlo, 2) conocimiento igualmente total del

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material de apoyo con ayuda del cual vamos a desarrollar esas ideas, 3)dominio suficiente del idioma para evitar las lagunas innecesarias, 4)eliminación absoluta de expresiones incoherentes como, este, eh, etc.,vocalizaciones superfluas que se originan cuando estamos dando formaal siguiente pensamiento o idea, 5) confianza en nuestro conocimientocomo para no dejarnos vencer o intimidar por la ocasión, y 6) práctica yexperiencia para dirigirse al público.

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Decimocuarto Capítulo

ASPECTOS VISIBLES DEL DISCURSO

Los aspectos visibles en el discurso revisten tal importancia que,cualquiera prefiere ver las noticias por la televisión, que escucharlassolamente por la radio. Si el lenguaje que uno usa es de la máximaimportancia en la comunicación, lo que se ve de ese lenguaje es todavíamás importante.

Confrontación

Hace casi 5,000 años, los egipcios solían decir a sus hijos: “Siquieres juzgar el carácter de un amigo, no te atengas al juicio de losdemás, procura tratarlo en alguna ocasión mutuamente agradable yconversa con él, prueba su corazón a través de lo que dice. Escúchalohasta el final sin interrumpirlo, si desea abrirte su corazón, y no teburles ni lo eludas. Te dará la oportunidad de formarte un buen juicioacerca de él.”

Lo que hace que el discurso sea algo preeminente como medio decomunicación es precisamente este factor de confrontación, la situacióncara a cara que permite la concesión y recepción simultáneas deestímulos: esto es, el orador recibe estímulos de sus oyentes al mismotiempo que les concede estímulos auditivos y visibles. Nuestrasconversaciones cotidianas constituyen ejemplo el ejemplo que nos esmás familiar en cuanto a la operación del principio de la confrontación.Éste es el factor que impulsa a las compañías a tener conferencias confrecuencia, y a las organizaciones profesionales a reunirse enconvenciones periódicas, y a las naciones, a asignar misionesdiplomáticas en otros países.

Como en cualquier forma de comunicación que no sea el discursodirecto, se carece de confrontación, ninguna puede reemplazarlo. Laradio, la televisión y el cine, con todo lo excelente que puedan sertécnicamente, no pueden permitir la recepción y concesión simultáneasde estímulos que es el ingrediente del discurso directo. Cuando uncandidato político desea llevar a cabo una campaña efectiva, no sólo sehace escuchar y ver por la radio y la televisión, sino que va hacia suspartidarios para verlos y para que lo puedan ver, ya que de esta formapuede observar sus reacciones aun cuando está hablando, lo cual resultaimposible en cualquier otro tipo de situación hablada.

El orador es algo más que una persona a la que hay que oír. En unasituación oratoria normal y eficaz, es alguien a quien hay que ver. Apesar de la tendencia cada vez mayor a hablar con micrófono, todavía hay

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casos en los que el orador se dirige al público de cerca, con su propiovolumen de voz, en los que el aspecto visible del discurso contribuye a laefectividad de la comunicación. Por lo tanto, es importante queexaminemos el aspecto de la acción corporal visible para determinarcuáles son los principios que debemos seguir para hacer que dichacontribución sea todavía más significante.

No hay oratoria sin acción

Cuando nos enfrentamos directamente a un público, no se puedepracticar una oratoria sin acción. Incluso es improbable que este tipo deoratoria se produzca ante un micrófono. Las acciones visibles de undiscurso naturalmente no contribuyen cuando dicho discurso se realizapor la radio, aunque sí puede obrar una cierta influencia sobre la voz delorador. Pero, mientras estemos a la vista de un público, lo que nos vehacer tiene interés y significancia para él. Todo movimiento, porpequeño que sea, tiene un significado propio. Esto es especialmentecierto cuando se trata de una situación oratoria en la que laconfrontación es uno de los factores.

Así pues, no hay solución al problema de lo que hay que hacer conlas manos, los brazos o los pies, ya que incluso el no hacer nada con lasextremidades, tiene asimismo su significado. Y si nuestra inactividad estan evidente que nuestros músculos se ponen tensos, eso significa paranuestros oyentes que somos oradores nerviosos y asustados. Alcolocarnos frente a un público, obviamente no nos podemos esconder desus miradas. Mientras más tratemos de ocultarle nuestros movimientos,más evidentes se vuelven.

La gente es afectada por impresiones de las que es absolutamenteinconsciente. Responde, de forma bastante peculiar a estímulosdemasiado débiles para concientizarlos. En un cierto momento, nos hasucedido que nos damos cuenta de un ruido muy suave que hemos estadoescuchando durante algún tiempo, pero que hasta entonces no habíapenetrado en nuestra conciencia. A veces podemos decir si ciertoelemento está presente en algún estímulo o no, aun cuando dichoelemento sea demasiado débil para sentirlo si se presentara por sí solo.

De forma similar hay ciertas cosas pequeñísimas que vemos yoímos que hace la gente, aunque en realidad no estemos conscientes dequé es lo que nos hace pensar así. Puede tratarse de una tensiónimperceptible de un músculo facial, de una ligerísima inflexión en lavoz, del movimiento de un dedo.

Estos aspectos de un estímulo del cual no estamos conscientes,porque se encuentran por debajo del limen o límite de la percepción,pero a los que, con todo, respondemos, se conocen con el nombre de

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estímulos subliminales. Aquellos de los que estamos conscientes, porqueson lo suficientemente fuertes como para rebasar el límite o limen dela percepción, se llaman supraliminales. El individuo es totalmenteinconsciente de los ligeros movimientos de sus músculos faciales, delas inflexiones de la voz, etc. En otras palabras, constantementepresentamos patrones de estímulos que contienen elementos por encimadel límite de percepción tanto para nosotros como para quienes nosrodean. Sin embargo, también presentamos patrones que contienenelementos por debajo de nuestro propio límite de percepción y del deellos, pero que, con todo, influyen considerablemente para crear lasimpresiones que los demás se forman a nuestro respecto.

En una persona bien motivada, cuyas actividades exteriorescorrespondan a sus impulsos y actitudes fundamentales, no hay conflictoentre los estímulos subliminales y los supraliminales que presenta a susoyentes. No obstante, cuando se han cultivado costumbres opuestas aesta naturaleza básica, entonces hay conflicto, y los oyentes seenfrentan a la necesidad de determinar qué grupo de patrones es másauténtico. Es significativo que, independientemente de lo pulida quepueda ser la forma exterior, las impresiones más fuertes y profundasprovienen de patrones de actividad más profundos. Lo que hacemoscuando estamos “en guardia”, tiene a menudo una gran significancia enlos juicios que otros se forman de nuestro carácter.

Si, por lo tanto, hemos de proporcionar a nuestros oyentes lo queAristóteles llamó prueba ética de lo que decimos, hay que asegurarnosde que esos movimientos imperceptibles, de los que tanto nosotros comoellos estamos completamente inconscientes, y contra los cuales nopodemos protegernos con una coraza adecuada, no nos traicionen. El viejoprincipio de que un orador es un hombre bueno con habilidad para hablar,es válido tanto desde el punto de vista ético como desde el psicológico.Nada de lo que se ha dicho hasta ahora va en detrimento de laimportancia de una buena expresión, consciente e intencionalmentedesarrollada y que, en verdad, consista en actitudes y movimientosfísicos que son totalmente obvios tanto para el orador como para elauditorio. Lo que importa es considerar, con referencia a los aspectossubliminales de nuestra conducta, si deseamos que nuestra oratoriatenga una máxima eficacia, es que no debe haber, de ninguna forma,conflicto entre esos aspectos inconscientes e inintencionados y lasfases conscientes y controlables de la expresión.

“A menos que nuestra expresión pública y nuestro carácter moralestén de acuerdo”, dijo Filóstrato, “seremos como flautas que hablancon una lengua que no es la suya.” Vale la pena considerar esos aspectosde la expresión sobre los que ejercemos algo de control.

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La actividad corporal visible usualmente se divide en cuatro parteso aspectos: postura, movimiento, gestos y expresión facial.

Postura

Lo primero que un público observa cuando aparecemos frente a él,después de advertir nuestra apariencia general, estatura y proporciones,es nuestro porte: Desde el momento en que esto es lo que da al públicouna primera impresión, y partiendo de que es muy difícil cambiar laprimera impresión, debemos esforzarnos por que ésta sea favorable. Lapostura, como otros aspectos de la conducta corporal, es algo que creaun impresión total. Implica la posición de los pies, la distribución delpeso, la posición de los hombros y de la cabeza, el modo de colgar losbrazos cuando no se utilizan. Todas las partes del cuerpo deben funcionarcomo una unidad. El público no aprecia estas partes por separado, ni lacontribución que aportan a una impresión total, sino que nos ven de unasola pieza. No obstante, para propósito de análisis y de estudio, esconveniente considerar separadamente las diferentes partes del cuerpo yel efecto que obran sobre el patrón total.

Posición de los pies

Antes que nada, hay que aclarar que no existe lo que pudierallamarse una “posición de orador”. Muchos buenos oradores son tanactivos que cuando se encuentran en la plataforma de un escenario noguardan ninguna posición más de unos cuantos segundos. Por lo tanto, nose puede hablar de una posición específica de los pies. En el pasado sehicieron muchos esfuerzos por describir tales posiciones,prescribiéndolas para ciertas actitudes del orador, pero las reglas erantan rígidas que se volvieron completamente mecánicas y hubo quedescartarlas.

Esto no significa que cualquier posición en que queramos poner lospies, sea aceptable. Hay algunos principios elementales al respecto:

La posición más flexible que podemos adoptar con los pies escolocar un pie un poco más adelante que el otro, con el talón de aquélpuesto en algún ángulo cómodo con respecto al otro. Desde esta posiciónbásica podemos avanzar, retroceder, cambiar el peso del cuerpo de un piea otro. Al recomendar esta posición, no queremos decir que al apareceren el escenario coloquemos los pies de esta forma, deliberada ymecánicamente, ya que eso será peor que cualquier otra cosa quetratáramos de hacer con los pies.

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Distribución del peso

Cuando mantenemos una actitud animada y nos movemos por laplataforma con soltura, el problema de la distribución del peso seresuelve por sí mismo.

Sin embargo, habrá ocasiones en las que no podamos cambiar deposición.

En estas ocasiones, la cuestión de la distribución del peso delcuerpo, puede adquirir importancia.

En realidad, hay solamente unas cuantas posibilidades de colocarel peso del cuerpo:

Sobre la planta de cualquiera de los pies.Sobre el talón de cualquiera de los pies.Sobre el talón y la planta de alguno de los pies.Sobre las plantas de ambos pies.Sobre los talones de ambos pies.

En los referente a la distribución del peso, se pueden hacer algunassugerencias al respecto.

1. Evitemos la posición de rigidez militar.

2. Hay que evitar colocar los pies en un ángulo preciso, o con lostalones muy juntos.

3. No permitamos que la posición de los pies y la distribución delpeso del cuerpo se estorben mutuamente.

4. Evitemos colocar todo el peso del cuerpo en una sola pierna,manteniendo la otra echada hacia adelante por completo. Es mejormantener los pies bastante juntos; se ve mejor y nos da másflexibilidad.

5. Evitemos el constante cambio del peso, de atrás hacia adelante,de un lado para otro. Mantengamos una posición, hasta que tengamosrazón para cambiarla.

6. Evitemos el uso constante de una sola posición, ya que resultaráfatigoso tanto para nosotros como para el público.

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Cuerpo y hombros

Nuestro porte, que se revela sobre todo por la manera en quecolocamos los hombros, indica a nuestro público gran parte de nuestraactitud hacia nosotros mismos y hacia ellos. Mantengamos una posturaerecta, con el estómago metido, lo cual dará a nuestros oyentes unamuestra de respeto hacia nosotros mismos. Como regla general, podemosesperar del público, la misma dosis de respeto que manifestamos anuestro respecto. Así, pues, nuestro porte ante ellos debe ser motivadopor una confianza razonable en nuestro conocimiento y habilidad, asícomo en nuestra integridad, esto es nuestra prueba ética.

Evitemos la exageración en el porte, ya que crearíamos unaimpresión de fatuidad, de desprecio y condescendimiento, actitudes queciertamente despiertan reacciones desfavorables o adversas. Esigualmente importante que evitemos la actitud de disculpa cuando no haynada de qué disculparnos.

Hay ocasiones en las que debemos disculparnos ante nuestropúblico; en esas ocasiones, hagámoslo abiertamente.

Brazos y manos

Siempre es un problema qué hacer con las manos y los brazos.Probablemente, lo mejor sea dejarlos colgar, cuando no los utilizamos.En una ocasión informal, podemos meternos las manos a los bolsillos delpantalón, teniendo cuidado de no dejarlas allí indefinidamente.Asimismo, podemos colocarlas por detrás. Si contamos con un atril,podemos recargarnos hacia adelante, apoyando las manos en las orillas,siempre y cuando sea momentáneamente, pero si no estamos utilizandoalgún apunte, no nos enclaustremos detrás del atril para siempre.

Gestos

Cuando se habla de gestos, hay que aclarar que existen cuatro tiposde ellos: gestos de locación, gestos de énfasis y gestos de simbolismo.En los gestos de locación, señalamos la locación aproximada de las cosasde las que estamos hablando. Colocamos varios objetos en relaciónespacial unos con otros. Indicamos direcciones, tamaños y áreas.Visualizamos al público esas relaciones espaciales. En los gestosdescriptivos, tratamos de describir el aspecto de cosas que no tenemosa nuestro lado. Son parecidos a los gestos de locación. Los gestosenfáticos, consisten la mayoría de las veces, en abrir las manos concierta fuerza, levantar el dedo índice, etc. Los gestos de simbolismo son

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poco más o menos como los descriptivos, ya que tratamos de describircosas, objetos y situaciones.

Expresión facial

Es probable que tengamos la impresión de que, con todo lo que seha dicho acerca de la importancia de la postura, del movimiento y de losgestos, nuestros oyentes van a observar minuciosamente todomovimiento o gesto que hagamos, y que estarán conscientes de cada pasoque damos, de cada cambio de posición.

La verdad es que, si esas acciones son lo que deben ser, esto es,parte del proceso total de comunicación, nuestros oyentes no observaránespecífica y conscientemente lo que hagamos.

Toda nuestra cara debe reflejar el humor o actitud general. Si elambiente es propicio a una expresión de alegría, hay que adoptar unaactitud alegre. En ocasiones habrá que estar muy serios. En otras, muysolemnes. Por regla general, no tratemos de adoptar una expresión que nopodemos sentir. Esencialmente, esto significa que nuestra expresióndebe ser un reflejo sincero de nuestro humor. Habrá ocasiones en las quenos veamos obligados a improvisar un discurso, aun cuando no tengamosdeseos de hacerlo.

“... aunque el mismo Demóstenes no triunfó en sus primerosintentos, posteriormente llegó a tener una facultad tal que, cuando elpueblo de Rodas expresó en elevados conceptos, su admiración por sufamosa oración para Ctesiphon, al oírla leer en la voz dulce y potente deAesquines, aquel juez bueno y grandioso les dijo: ‘¡Cómo se hubieranconmovido si lo hubieran visto hablar! Porque, el que solamente escuchaa Demóstenes, pierde la mejor parte de la oración.’ ”