Gelin, A., Los Pobres de Yave

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  • 7/27/2019 Gelin, A., Los Pobres de Yave

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    Albert Glin

    Los pobres de Yav

    El libro de Albert Glin, 'Los pobres de Yav', influy profundamente en la joven generacin religiosa de los aossesenta. En castellano lo public 'Nova Terra, Barcelona1965'. Hoy es casi imposible encontrar un ejemplar ennuestras bibliotecas latinoamericanas. Por ello nos ha

    parecido bien volver a ofrecer este regalo a las generacionesreligiosas de hoy. Estamos seguros que el autor se alegrar.

    En esta edicin popular, hemos hecho algunas pequeasadaptaciones de lenguaje y hemos suprimido las notas y labibliografa.

    I

    LA POBREZA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

    El Antiguo Testamento habla muy a menudo de la Pobreza considerada comofen meno social. Ninguna literatura antigua nos la describe tan detalladamente, ni

    pretende darnos sobre ella un juicio tan cabal. Evidentemente, la pobreza cal muhondo en el pensamiento de Israel. Pero esta idea se expresa siguiendo unas l neas, unaspistas que no siempre parecen concordantes. Esto se debe al temperamento intelectualde los autores b blicos, menos preocupados que nosotros por la coherencia l gica, queacostumbran a dar, en forma sucesiva, los aspectos complejos de una realidad. Y tambi n puede ser debido a los distintos ambientes en que nos encontramos siguiendo la Biblia.

    Del examen de los textos parecen desprenderse tres formas de comprender la pobreza.

    La primera, y la m s importante, la considera como un estado escandaloso que de

    ning n modo tendr a que existir en Israel. El origen de esta acepci n lo encontramos enla religi n mosaica.

    Al fundar el pueblo de Dios, en los desiertos de Sina y de Kadesh, Mois s le dot dun alma com n y una especie de sensibilidad colectivista que facilitaba su estructura,semin mada. Su solidaridad casi org nica hac a que los individuos vivieran y actuaranen funci n del todo, de modo que cada individuo era, con respecto al grupo, lo que losmiembros son con respecto al cuerpo viviente. Esperanzas, pruebas, bienes, todo era com n. El bienestar que, prometido por Yav , so aban para el futuro, deb an compartirlotodos. El Deuteronomio que, m s tarde, dar a nueva vida al mito del desierto, tratando dereconstruir el pueblo de Israel sobre sus moldes originales, no har sino expresar una

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    intenci n aut nticamente mosaica, evocando el ideal de un pueblo fraternal, en el que nodeber a haber pobres.

    Sabido es en qu deriv esta intenci n cuando el pueblo escogido se asent eCana n. Hubo que adaptarse a las condiciones de una civilizaci n agr cola, que pon a e

    juego todo el complejo de posibilidades e iniciativas personales; desde ese momento,intervienen la suerte y la desgracia, la distinta calidad de los terrenos, las razzias m s menos frecuentes, los matrimonios con la poblaci n ind gena, poseedora de excelentestradiciones agr colas; stos eran elementos determinantes del xito o del fracaso. Elpedazo de tierra propio se convert a en el centro de atracci n: el deseo de acrecentarlo,aun cuando fuera por medios inconfesables, contradec a los t rminos del d cimmandamiento formulado por Mois s (Ex 20, 17; ver Miq 2, 2). Sin duda alguna, la reuni n regular de la anfiction a israelita rememoraba las normas del pasado y el actosagrado del s ptimo a o, que devolv a el car cter comunitario a los productos de la tierra y liberaba a los esclavos hebreos (Ex 21, 2ss; 23, 10-l1), renovaba la primitiva unidad de Israel. Pero no podemos sobreestimar la eficacia de este retorno a loscomienzos, que obstaculizaba la marcha de la historia y los c lculos de los campesinos.

    El advenimiento de la civilizaci n urbana, conjugado con el de la civilizaci n real omon rquica, no hizo sino acentuar el mal. Fue en las ciudades donde se constituyeronlos gremios de artesanos, que agrupaban a los obreros especialistas, con detrimento delos cuadros tradicionales; en las ciudades residieron los grandes propietarios que, alsocaire de las crisis y de las guerras, redondeaban sus fortunas, instauraban un r gimenlatifundista (Is 5, 8), desentendi ndose del proletariado rural que ellos mismos creabancon sus propias manos. El rey, centro de unidad de su pueblo y administrador de subendici n, alentaba el movimiento en lugar de frenarlo. A partir de David, se presientecon claridad este fen meno de dislocaci n de Israel: David se apoya en una guardia extranjera, realiza la amalgama con elementos no israelitas, superpone a las estructurasantiguas un cuerpo administrativo de hombres nuevos. Se produce un clima totalmentedistinto, con el esplendor de los palacios, el peso de los impuestos y las diversasimplicaciones internacionales (comercio, guerras, alianzas). La primera diatriba antimon rquica que se lee en la Biblia, se pone intencionadamente en la boca de Samuel,al nacer la monarqu a: es una defensa de esos hombres que, a partir de Salom n, hanllevado sobre s el peso del lujo y del prestigio de los reyes (1 Sam 8, 10- 18).

    Los profetas, que fueron la conciencia de Israel, se esforzaron por mantener la tradici n mosaica. A causa de la violencia de sus ataques contra el orden establecido,nos parecen hasta revolucionarios. En realidad, nos hablan en nombre del pasado, perosin ser considerados como tradicionalistas. Lo que pretenden extraer del pasado es unideal religioso que quieren restablecer, en cuanto a su inspiraci n esencial, dentro deuna sociedad m s desarrollada. Y en este sentido, les caracteriza una fidelidad profunda a la tradici n.

    En cuanto se perfila un retorno a la concepci n tradicional all est n ellos: Aj as dSilo aparece junto a Jerobo n cuando ste va a enfrentarse con Salom n, y lo mismoocurre con Eliseo junto a Jeh cuando ste se dispone a derruir la casa de Ajab. Y El asel maestro de Eliseo, defendiendo el patrimonio familiar de Nabot de las pretensiones delmismo Ajab, no es sino el eco atronador de una tradici n siempre respetuosa de losderechos de toda persona comprendida en la Alianza israelita.

    Los grandes profetas, erigidos en defensores de los d biles, no cesan de denunciar todas las formas de opresi n: el comercio fraudulento (Os 12, 8; Am 8, 5), elacaparamiento de las tierras (Miq 2, 1-3; Ez 22, 29), la arbitrariedad de la justicia (Am 5,

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    7), las reducciones a esclavitud (Neh 5, 1-5), las violencias de las clases poseedoras -los'am ja'ares (2 Re 23, 30.35)- y los funcionarios sin entra as tras los que se escudaban lospropios reyes (Jer 22, 13-17):

    Ay de aquellos que tornan el juicio en ajenjo

    y echan por tierra la justicia ! (Am 5, 7).

    La medida del mal se ha desbordado...

    no se respeta el derecho...

    no se defiende la causa de los pobres (Jer 5, 28).

    No ser a nada dif cil ir entresacando de los textos, desde Am s a Zacar as, infinidadde protestas parecidas. Pero lo m s importante es comprender su verdadero significado.No es que los profetas adopten una actitud rom ntica frente a los pobres en cuanto tales:

    Jerem as, por ejemplo, ataca tan duramente su falta de fe como lo hace con los ricos (Jer 5, 4); y en cuanto a Isa as, aludiendo a este mismo tema, lanza sobre unos y otros la c lera de Yav (Is 9, 12-16). El punto de vista de los profetas es religioso: ricos y pobresson juzgados por su comportamiento frente a la voluntad de Yav . Pero se descubre en la riqueza una especie de trampol n del orgullo y de la soberbia:

    Efra n dice: Pero me he enriquecido,

    he llegado a la opulencia (Os 12, 9).

    Y, en consecuencia, se propende a la destrucci n de los v nculos sociales:

    Por haberse llenado sus ricachos de iniquidades

    y haber enga ado a sus habitantes con palabras mentirosas,

    ...por eso me he puesto yo tambi n a herirte

    y devastarte, a causa de tus pecados (Miq 6, 12-I3).

    Los profetas contraponen las palabras pobre y pecador ( rasha ). Am s, como

    despu

    s comprobaremos, establece un paralelismo entre pobre y justo ( saddik ): comse ala sutilmente Mowinckel, el pobre es justo con relaci n al opresor, quien, al tratarleinjustamente, le priva de su derecho primordial a los favores de la Alianza, que figuranen el pacto del Sina ; este vocablo contiene, pues, una referencia al derecho. Esto noquiere decir que los pobres sean, en principio, agradables a Yav , sino que Diosconsidera el hecho de maltratar a los pobres como un atentado a su propia Soberansobre Israel. En un proceso contra los nobles de Israel, pronuncia estas palabras:

    Porque hab is devastado la Vi a

    y los despojos del pobre llenan vuestras casas.

    Porque hab is aplastado a mi pueblo

    y hab is manchado el rostro de los pobres (Is 3,14-15).

    La terminolog a que equipara al pueblo de Yav con los pobres de Israel, nodemuestra suficientemente hacia qu lado se inclinan las preferencias del Se or?

    Yav declara, por boca de Am s:

    Por haber vendido al justo ( saddik ) por dinero,

    y al pobre ( ebi n ) por un par de sandalias;

    aplastan a los desvalidos ( dal-Iim ) contra el polvo

    y profanan el derecho de los pobres ( anauim ) (Am 2, 6-7).

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    Obs rvense los t rminos empleados. Para designar a los pobres, el hebreo poseeuna palabra neutra: rash , que se usa con frecuencia, sobre todo en el libro de losproverbios. Pero la predicaci n prof tica, con su prolongaci n deuteron mica, hacepatente su piedad en t rminos que presentan a los pobres como figuras concretas y

    vivientes. Para los profetas, la pobreza no fue nunca algo neutro. Cuando hablan de ella,lo hacen para protestar contra la opresi n y la injusticia de los ricos y poderosos. Es,pues, perfectamente l gico que se sirvan de expresiones que le permitan manifestar lossentimientos de su esp ritu.

    La palabra ebi n ha sido estudiada recientemente por P. Humbert. Deriva de la ra hebraica aba , querer, desear, cuyo sentido se mantiene tambi n en acadiano y enegipcio antiguo. El ebi n es algo codicioso, el pobre considerado ante todo en suaspecto de pordiosero, de mendigo. La palabra no s lo expresa carencia, sino tambi n amismo tiempo, petici n y esperanza de ayuda. Despu s de analizar los textos en queaparece su descripci n, la imagen que nos forjamos es la de un indigente que pidelimosna. El texto m s antiguo de la misma es el Ex 23, 6.11, que data, seg n se estima generalmente, del siglo IX. El t rmino, tal vez de origen extranjero, debi de implantarseen Israel, en el momento de la aparici n del pauperismo y de su colorario, la mendicidad.

    La palabra dal se refiere a una ra z hebrea dato , ser insignificante, d bil, miserable,corroborada tambi n en expresiones acadianas y rabes. El dal es el pobre en su estadode miseria y se emplea en el sue o de Fara n, para describir las siete vacas flacas ( dallot ) que suceden a las gordas (Gen 41, 19) y en la expresi n estereotipada dal-la ja'ares (los pobres del pa s), es decir, el proletariado rural.

    La palabra ani , en forma pasiva katil, proviene de la ra z 'anah Il , cuyo significadooriginal ser a: estar encorvado, inclinado, hundido, humillado, agobiado. El ani es hombre que se encuentra en un estado de valor, de capacidad, de vigor disminuidos,

    bajo el peso de la miseria ( oni ) transitoria o permanente, derivada de la pobreza econ mica, y tambi n de la enfermedad, del cautiverio y de la opresi n. Es el equivalentedel t rmino espa ol humillado.

    La palabra anau (empleada una sola vez en singular) tiene el mismo sentidofundamental que ani . Esta palabra ha tomado, con m s facilidad que las anteriores, unsentido religioso (humilde ante Dios), pero esto ocurre con car cter general y, en muchoscasos, sobre todo en la expresi n anue ja'ares (pobres del pa s), sigue us ndose comosin nimo de ani .

    Se ha se alado, en la medida de lo posible, los or genes y lazos de ese vocabulariode la pobreza, cuya evoluci n sem ntica trazaremos en las p ginas siguientes. Comoquiera que una traducci n rigurosamente exacta resultar a muy dif cil, pondremossiempre al lado de cada palabra la transcripci n del original.

    Pocos textos ser n suficientes para resumir toda la lucha a favor de esos pobrescuyo retrato hemos tratado de esbozar. Se afirma que nuestra poca ha descubiertonuevos rasgos de la pobreza; no obstante, las circunstancias de pobreza en que seencontraban los hombres de Dios, en la antigua Alianza, eran substancialmente lasmismas. Los desheredados forman un inmenso cortejo que clama ante Yav su estado dedeshumanizaci n, su carencia absoluta de estabilidad familiar, su necesidad de cobijo,su imposibilidad de labrarse un porvenir, su opresi n y su desesperanza. Y los profetasson como el eco de esos lamentos:

    Oid esto, vacas de Bas n...

    que oprim s a los d biles ( dal-Iim ),

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    maltrat is a los pobres ( ebionim )... (Am 4, 1).

    Ay de los que dan leyes inicuas,

    y de los que escriben leyes tir nicas,

    para apartar del tribunal a los pobres ( oniyim ) de mi pueblo

    y conculcar el derecho de los desvalidos ( dal-lim ) (Is l0, 1-2).

    Haced justicia al pobre, al hu rfano,

    tratad justamente al desvalido ( ani ) y al menesteroso ( rash ),librad al pobre ( dal ) y al indigente ( ebi n ),

    y salvadles de las garras del imp o (Sal 82, 3-4).

    Del Mes as se ha dicho que:

    juzgar con justicia al humilde ( dal-lim )

    y con equidad a los pobres ( anauim ) de la tierra (Is 11, 4).

    El Deuteronomio, nacido en pleno ambiente prof tico, confiere el mismo matiz a laspalabras ani y ebi n : su legislaci n impregnada de parenesia, intenta librar del

    pauperismo a todas sus v ctimas, incluyendo en ellas a los levitas y extranjeros. El a

    de remisi n de cr ditos y de esclavos hebreos, la prohibici n de los pr stamos con inter y la de retener el salario del trabajador, la obligaci n trienal del diezmo en favor de lospobres y del pago diario a los obreros: he aqu las instituciones que defiende y justifica abundantemente. Pero la exhortaci n caritativa va m s all de lo que exigen estas leyesconcretas: Nunca dejar de haber pobres ( ebionim ) en la tierra por eso te doy estemandamiento: Abrir s tu mano a tu hermano, al necesitado ( ani ) y al indigente ( ebi n ) dtu tierra (Deut 15, 11).

    El alma compasiva de Israel sigue palpitando en las sentencias de los Sabios, lomismo antes que despu s del Destierro:

    El rey que hace justicia a los humildes ( dal-Iim )hace firme su trono para siempre (Prov 29, 14).

    El justo reconoce el derecho de los pobres ( dal-Iim ),

    pero al imp o no le importa nada de ellos (Prov 29, 7)...

    El que da al pobre ( dal ) se lo presta a Yav (Prov 19, 17).

    Ese h bito del Deuteronomio pasa al libro de Job, en el que se oye el clamor del an y del dal implorando a Dios (Job 34, 28) y un cuadro de negra belleza recoge el esc ndalodel observador que no renuncia a creer en la Justicia divina:

    Los malvados cambian los linderos ajenos,

    roban los ganados con su pastor.

    Se llevan el asno del hu rfano

    y toman en prenda el buey de la viuda.

    Los indigentes se apartan del camino

    y los pobres se ocultan igualmente.

    Como burros salvajes del desierto,

    tienen que salir en busca de su presa,

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    acuciados por el hambre de sus hijos,

    pero no logran el pan para saciarlos.

    Durante la noche siegan los campos ajenos

    y vendimian las vi as del imp o.

    Se mojan con los aguaceros de los montes,

    sin m s abrigo que las rocas.

    Arrancan de los pechos al ni o hu rfano y toman en prenda la capa del mendigo.

    De la ciudad salen gritos de los moribundos,

    y pide socorro el alma de los oprimidos...

    Antes del d a se levanta el asesino

    para matar al desvalido y al necesitado... (Job 24, 2-12).

    Es sta la m s tremenda descripci n que hallamos en la Biblia sobre la situaci n dlos pobres.

    Los lamentos a veces se convierten en maldiciones. Una especie de terror sagradoenvuelve el pasaje en el que Ben Sir , resumiendo la tradici n b blica, levanta su voz por los pobres. Como la sangre de Abel, la voz del pobre clama al Se or:

    Hijo mio, no arrebates al pobre su sost n

    y no vuelvas los ojos ante el indigente.

    Da al hambriento

    y satisfaz al hombre en su necesidad.

    No irrites al coraz n angustiado

    y no difieras socorrer al menesteroso.

    No desde es al suplicante atribulado,

    no vuelvas el rostro al pobre.

    No apartes los ojos del mendigo

    y no des ocasi n al hombre de maldecirte:

    pues si te maldice en la amargura de su alma,

    su Hacedor escuchar su oraci n (Eclo 4, 1-6).

    * * *

    Esta forma de concebir la pobreza cuya l nea hemos seguido hasta ahora,atendiendo a las normas espirituales del pueblo elegido y analizando sus leyes einstituciones, nos presenta este fen meno como un mal social vituperable. (Comp rescon la perspectiva aristot lica que mira a la sociedad como separada por vocaci natural y consagra las clases sociales). En la Biblia el pobre aparece como una v ctimadigna de l stima o como un desecho que salvar. Sin embargo, existe otra concepci n quesiguiendo su l gica, nos hace intuir en el pobre al pecador.

    La ley de la retribuci n, heredada de las civilizaciones paganas, aparece formulada desde el comienzo de la historia de Israel y subsiste hasta el fin del juda smo. La riqueza

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    es considerada como una recompensa a los justos ya aqu en la tierra; el hombretemeroso de Yav , alcanza el triunfo en este mundo y consigue la felicidad, la riqueza, la paz, la salud y todas las bendiciones del cielo. Claro est que, en el principio, era elpueblo entero el que, surgido de un movimiento de liberaci n revolucionaria, forjado enlas pruebas del desierto y nacido por voluntad del Dios de las recompensas, estaba llamado a compartir los bienes de Yav . Pero la historia contradec a este ideal. Al pobreno le quedaba m s que el derecho fundamental. Derecho que permanece inalienable y que se espera ver confirmado con el advenimiento del Mes as (Is 11, 4; Sal 72, 2; 37, 11).

    El ideal de la Alianza estar siempre presente en el pensamiento de Israel.Y este ideal se iba adaptando a los hechos. El xito de alguno de los israelitas

    establecidos en Cana n era un hecho ambiguo que se tend a a considerarlo comoanotado en el activo de la ley de la recompensa. Cierto que la realidad demostraba la

    virtud como ligada a la pobreza y la maldad emparejada con la riqueza (Prov 19, 1; 28, 6;19, 22). Pero, en el c rculo de los sabios, era la relaci n inversa la que, cada vez m s, sconsideraba como normal. Nacido de padres pobres, pero honrados. Esta expresi estereotipada, que se lee en tantas vidas de santos, nos demuestra hasta qu punto hanpervivido aquellos viejos esquemas. Incluso Job, cuando un d a intent analizarlos, se vioacusado por sus amigos de destruir la piedad (Job 15, 4), es decir, de trastornar la

    religi

    n. Los Sabios, en sus observaciones, se sirven de la palabra rash , adjetivo neutro,cuando hablan de los pobres. Ello demuestra que no sienten simpat a por tales personas:

    El hombre perezoso cae en manos de la pobreza ( resh )

    (Prov 6, 11; 24, 34; I0, 4; 20, 13).

    El bebedor y el comil n se empobrecer n

    y el sue o le har vestir harapos (Prov 23, 2).

    El que labra la tierra tendr pan abundante,

    el que se va con los ociosos se hartar de pobreza (Prov 28, 19).

    El matiz no es todav a religioso, pero llega a serIo en los Prov 13, 18:

    Pobreza ( resh ) y verg enza para el que desde a la instrucci n.

    Y m s completamente a n en los salmos id licos, cuyas premisas ser n discutidaspor Job, Qoh let y los anauim de los salmos 37, 49 y 73. El justo triunfa en todo lo queemprende (Sal 1, 3).

    Bienaventurado el var n que teme a Yav

    y pone toda su complacencia en sus mandamientos.

    Su descendencia ser poderosa sobre la tierra

    y la generaci n de los justos ser bendecida.

    Habr en su casa riqueza y bienestar (Sal 112, 1-3).

    Este endurecimiento y esta esquematizaci n estrecha de la ley de la recompensa,este movilizar a la divinidad en su propio provecho, se ala una fase del pensamientoisraelita. Pronto veremos c mo se super esta fase. Desde ahora qued monos con la idea de que la existencia de un justo pobre frente a un rico malo, plantea un problema cuya nica salida era recurrir al esquema de la trascendencia, bien fuera esperando el dsupremo del triunfo de Yav (Sal 37) o bien proyectando esta esperanza hacia el m s all(Sal 73).

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    * * *

    En los medios sapienciales, encontramos una tercera l nea de pensamiento. ElSabio, si bien siente horror hacia la penuria -que contradice vivamente su teor a deeudemonismo terreno- repudia igualmente el bienestar excesivo. Ambos estados sehallan llenos de tentaciones: si el hombre se convierte f cilmente en ladr n cuando sehalla en un estado de miseria, con la misma facilidad cae en el orgullo cuando tienesuperabundanciaa de bienes:

    No me des ni pobreza ni riqueza.Dame aquello de que he menester,

    no sea que, harto, te desprecie

    y diga: Qui n es Yav ?,

    o que, necesitado, robe

    y blasfeme del nombre de mi Dios (Prov 30, 8-9).

    El ideal es un estado intermedio que parece el m s propicio a la virtud. El Antiguo Testamento relata a su modo la f bula del zapatero y el financiero y pone de manifiestoque la salud, la fuerza y la alegr a interior (Eclo 29, 22; 30, 14-16) no son, en modoalguno, patrimonio exclusivo de los ricos. Algo as nos dir m s tarde Proudhom enaquellas p ginas de sabor franciscano:

    La pobreza es decorosa; sus vestiduras no son los harapos del c nico... Su vida eslimpia, higi nica y recogida. La pobreza cambia sus s banas al menos una vez por semana;no tiene aspecto fam lico ni cadav rico. Como los compa eros de Daniel, la pobreza,comiendo sencillas legumbres, rebosa de salud; tiene su pan de cada d a y es feliz. No es el

    bienestar absoluto, pues esto seria para el trabajador una forma de corrupci n. No e bueno que el hombre disponga de todas sus comodidades; por el contrario, debe sentir constantemente el aguij n de la necesidad... La pobreza es buena y debemos considerarla como el principio de nuestra felicidad.

    Tambi

    n la Biblia compadece al rico que corre en pos de Mamm

    n (Eclo 31, 8). Algunos han aventurado la hip tesis de que los m s fervientes seguidores del Yave smproced an en gran parte de esa clase media, cuya existencia es indiscutible, pero cuyoslmites son dif ciles de precisar. Habr a que buscar en ella la conexi n entre pobre y piadoso. Sin embargo, nosotros creemos que se puede encontrar una explicaci mucho mejor.

    * * *

    As , pues, el vocabulario de la pobreza ha adquirido una especie de aureola religiosa. Sus t rminos han sido trasladados al plan espiritual. De expresar en principiouna realidad sociol gica, pasaron un d a a significar una actitud espiritual.

    Esto no tiene nada de extra o. Pensemos, por ejemplo, en la palabra esclavo(ebed ) transformada igualmente y aceptada en el lenguaje religioso. Y sin ir tan lejos,pensemos en la palabra proletario que, en las canciones de Jacques Pr vert, ha perdido

    ya su acepci n peyorativa original, pasando a expresar el ideal de la condici n humana.De la misma forma, las palabras anauim, oniyim, dal-lim, ebionim , se han incorporado al

    vocabulario de la teolog a de la gracia.

    El pobre se ha convertido en el cliente de Dios. Pobreza significa proximidad a Dios, apertura interior a Dios, disponibilidad de esp ritu y humildad ante Dios. El modo

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    de operarse este cambio de lo sociol gico a lo religioso, de la pobreza f sica a la espiritual,es precisamente lo que intentaremos explicar en las p ginas siguientes.

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    LA IGLESIA DE LOS POBRES

    DESDE SOFONIAS A LOS SALMISTAS

    La teolog a de la Alianza es el centro de gravedad de la Biblia. Sin excluir de sullamamiento a la humanidad, a la que se alude en los grandes textos sobre Ad n, esaimagen universalista que es como el trasfondo de toda la historia sagrada, para facilitar incluso ese universalismo, Dios elige un pueblo-testimonio y mediado. Entre todas lasfamilias de la tierra, Israel es la primera saz n de los frutos (Jer 2, 2), el primog nit(Ex 4, 22), el pueblo de sacerdotes (Ex 19, 5-6). Dios e Israel trabajar n para siempreunidos en la obra com n; sus relaciones se expresar n en un vocabulario de ndolafectiva, el de los desposorios (Os 2, 21-22; Jer 2, 2; 3, 1; Ez 23; Is 50, 1), que pervivir

    hasta los ltimos vers culos de la Biblia (Apoc 21, 17). La acci n salvadora de Dios enfavor del pueblo que l mismo se eligi , es un acto de justicia ( sedakah ) electiva: et rmino, sea en singular (Os 2, 21; Sal 36, 11; Is 46, 12ss.), sea en plural (Jue 5, 11;1Sam 12, 6ss), encierra una idea de autoridad y de lealtad dentro del marco de la Alianza.Israel, en su trayectoria hist rica, vive constantemente en presencia de Dios: la historia est llena de los d as de Yav , de sus epifan as, benevolentes o airadas, seg n queIsrael, por su conducta moral, se haya hecho acreedor de la bendici n o del castigo.

    Este castigo, en la perspectiva inicial de la Alianza, ten a un car cter exclusivamenteterap utico y educativo. Pero, a partir del siglo VIII, los pecados aumentan cada vez m en n mero y gravedad. Am s se escandaliza de los quebrantamientos de la justicia,

    Isa as se ve rodeado de un pueblo de labios impuros, Sofon as reprende severamente elorgullo de Jud y Jerem as llega a la afirmaci n de un pecado-estado que hacepr cticamente imposible la conversi n (Jer 6, 30; 13, 23). Hay que someter a Israel a unr gimen de justicia vindicativa. Y sin embargo, ninguno de estos profetas, ni siquiera elm s pesimista, ha desesperado jam s del cumplimiento de los designios de Dios. Porque,para ellos, la teolog a de la Alianza est salvaguardada por la teor a de el Resto deIsrael.

    Es un Israel cualitativo el que se perfila como objeto de las promesas y como sujetode la tarea encomendada en principio al Israel hist rico y, a partir de Am s, as anuncian todos los profetas. La idea del Resto es uno de los pensamientos

    fundamentales de Isa as (Is 4, 3; 6, 13; 7, 3). Se trata, ante todo, de una visi

    escatol gica: el Resto ser el Israel del futuro. Y este futuro se considera inminente: est al llegar el momento en que Dios reconstruir por s mismo un pueblo totalmente nuevo.

    Y desde Jerem as (Jer 31, 31-34) y Ezequiel (Ez 34, 30-31; 36, 26-28) el sue o colectivoes esa Nueva Alianza que establecer por fin una comunidad digna de Dios. Dedecepci n en decepci n, se ir atrasando este ensue o. Despu s del destierro, los jud ode Jud se proclamar n altivamente el Resto (Neh 13), pero siglo y medio m s tardeZacar as (Zac 13, 8-9) seguir pidiendo todav a a Israel que se purifique para que sepueda establecer en l el pueblo de Dios.

    Sabemos que los profetas, anunciadores del futuro, son tambi n sus constructores. Junto con los disc pulos que agrupan en torno a ellos, construyen ya como un bosquejo

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    de la sociedad futura. As ocurre con Isa as cuando, al percatarse de su fracaso con la masa, se consagra a la ense anza de sus disc pulos, iniciativa que preludia la queadoptar Cristo dedic ndose a la formaci n de los Ap stoles, despu s de su fracaso enGalilea; es el propio Isa as (Is 8, 16s) el que se ala el nacimiento de una sociedadreligiosa espiritual, distinta de la nacional. Todos los profetas tienen, pues, susdisc pulos, que conservan y difunden las palabras de sus maestros; en torno a supredicaci n se observan claramente zonas de simpat a, a veces en forma entusiasta,como en el caso de Isa as. Esta influencia puede ejercerse a distancia o incluso con

    car cter p stumo, como le ocurri a Jerem as. El resultado es siempre el mismo: poco a poco se va constituyendo el Resto de Israel.

    * * *

    Pero hay una expresi n privilegiada que, a partir del siglo VII, califica siempre a eseResto, d ndole -hasta el advenimiento de Cristo- una caracter stica especial. El profeta Sofon as , cuyos escritos datan aproximadamente de los a os 640 a 630, identifica por primera vez al pueblo del futuro como un pueblo de pobres:

    En aquel d a:

    No te avergonzar s ya de las rebeliones

    con que te alzaste contra mi,

    porque yo arrancar de tu seno

    a tus fanfarrones jactanciosos

    y dejar s de ensoberbecerte

    sobre mi santo cerro.

    Dejar en tu seno como resto

    un pueblo pobre ( ani ) y humilde ( dal ),

    que buscar refugio s lo en Yav .

    El Resto de Israel no cometer iniquidad,

    no dir mentira,

    ni tendr en su boca lengua mendaz.

    Se apacentar n y dormir n

    sin que nadie los inquiete (Sof 3, 11-l3).

    Sofon as fue testigo de la primera gran humillaci n de Jud . A fines del siglo VII, suterritorio hab a sido reducido a la mitad por los asirios, como consecuencia de las

    conquistas de Senaquerib, y s lo un milagro evit la ca da de Jerusal n (Is 37, 30-38). La situaci n del pueblo escogido, bajo la tutela de Asur, no pod a ser m s precaria. Esposible que fuera ese estado de humillaci n el que condujera al profeta a elegir el

    vocabulario expresivo que forma la base de su s ntesis espiritual. El pauperismo,end mico en Israel, hab a atra do la caritativa piedad del Deuteronomio y de los profetas.

    Am s se pronuncia en favor de los pobres ( ani, anau ) y de los desvalidos ( dal ) (Am 2, 6-7)Sofon as insiste, pero en un sentido distinto, de esas mismas palabras: adem s dexpresar el fracaso, tienen tambi n un sentido de invocaci n. Hay que hacerse pobreante Dios, lo mismo que se es pobre ante Asur. Esto consiste en eliminar toda forma deorgullo. Como disc pulo de Isa as, el profeta sabe que la esencia del pecado es la soberbia (Is 2, 6ss) e induce a sus contempor neos a esa pobreza espiritual, que es la fe, y que se

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    manifiesta en un sentido de abandono, de humildad y de confianza absoluta:

    Buscad a Yav ,

    vosotros, los pobres ( anauim ) de la tierra,

    que cumpl s su Ley;

    Buscad la justicia,

    buscad la pobreza ( anauah ),

    y tal vez qued is al abrigoel d a de la ira de Yav (Sof 2, 3).

    El profeta tiene ya ante sus ojos un grupo indiscutiblemente fiel, cuyo fervor alienta l cada vez m s. El t rmino con el que los designa, suena aproximadamente comomuslim (musulm n: hombre sometido totalmente a Dios). La idea de pobreza se explica inmediatamente por la de la justicia ( sedek ), dado que la religi n, en el Antiguo

    Testamento, se presentaba generalmente como un sistema de derechos y deberes.

    El or culo de Sofon as que hemos le do en primer lugar, anuncia la realizaci futura del ideal que empieza a vivirse en torno a l y gracias a sus exhortaciones. Su

    expresi

    n es muy rica en contenido: la pobreza se opone al orgullo ( gaja, gabah ) comuna actitud espiritual aut ntica (Sof 3, 11). Este comportamiento fundamental lleva consigo la rectitud de la vida moral (Sof 3, 13). En definitiva, el sentido de la Alianza es loque determina el verdadero vocabulario de la pobreza y de la justicia: el Resto de Israeles el pueblo del futuro, al cual se dirigen las promesas mesi nicas de seguridad y deabundancia (Sof 3, 13c). Esta ltima afirmaci n es contraria a las ex gesis que, en esta materia, dan al vocabulario de la pobreza un sentido puramente sociol gico, puesevidentemente Israel no es un pueblo de indigentes.

    Sofon as, secundario por el n mero de sus vaticinios, se nos muestra como un genioreligioso, cuya s ntesis ha pesado considerablemente en la marcha de la historia.

    * * *

    La cat strofe del 587 fue un fracaso de consecuencias muy diferentes de las del vasallaje impuesto por los asirios. Jud vio partir al destierro a los mejores de sus hijos,lejos de sus habituales estructuras y garant as. Pero este fracaso fue la ocasi n de unresurgimiento espiritual, de cuya importancia podemos darnos cuenta por el lenguaje deSofon as.

    De las ruinas del Israel pol tico empieza a surgir un Israel cualitativo. Tres profetascontribuyen activamente a su formaci n: Jerem as cuya obra fue le da revisada y editada;Ezequiel y el Segundo Isa as . Es f cil descubrir d nde se ha inspirado este ltimo para lanzar su llamamiento a Israel, para que prepare su retorno con palabras dedicadas alpueblo que tiene la Ley en su coraz n (Is 51, 7) y cuyos hijos han sido instruidos por

    Yav (Is 54, 13), que no es otro sino el pueblo anunciado por Jerem as en la m fundamental de sus profec as (Jer 31, 31-34). En ella, la comunidad del futuro se entrev como un grupo compuesto por miembros selectos, cuyo esp ritu habr de ser semejanteal que, con su religi n personal y m stica del hombre de Yav , alienta en el profeta.

    Jerem as no se nombra a s mismo pobre m s que una sola vez (Jer 20, 13: ebi n ), peres realmente el hombre que ha sabido sumergirse totalmente en Dios, que ha sabidoapoyarse en l abandon ndose absolutamente en una relaci n confiada y personal, queproporciona la felicidad y la paz. La lecci n de su vida no la despreciar el grupo original

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    cuyo retorno es saludado en aquella ant fona triunfal:

    Canten los cielos y salte de gozo la tierra!

    Que los montes hagan resonar sus cantos!

    Porque Yav ha consolado a su pueblo

    y de sus pobres (aniyim ) ha tenido piedad! (Is 49, 13).

    La ambivalencia entre pueblo y pobres es evidente.

    Qu ocurrir cuando, gracias a Ciro, tenga lugar el retorno de los jud os dBabilonia?

    * * *

    Desgraciadamente, a su retorno, acechaban graves e inesperados contratiempos a los entusiasmados sionistas. No se puede sino conjeturar las dificultades inherentes a sureinstalaci n en la tierra de sus antepasados; se sabe algo de la obstrucci n samaritana

    y de la miseria relativa en la que hubieron de vivir (Ag 1, 5). Pero el problema m s graveque plantea el profeta de aquella poca es la falta de homogeneidad de la poblaci n d

    Jud : los elementos ind genas -judaicos-benjaministas, estancados en unsemipaganismo, se incorporaban con dificultad a la lite que volv a del exilio. Estos ltimos, con el mismo af n con que esperan el retorno de los jud os todav a cautivos enBabilonia, intentan obtener la adhesi n -la conversi n- de sus hermanos al yave smoaun cuando se trata de un yave smo menos puro. As se ir constituyendo ese Israelcualitativo, cuya formaci n parece ser la mayor preocupaci n de los cap tulos 56 a 66 dellibro de Isa as.

    Recientes trabajos de investigaci n, particularmente los de Elliger, han hechoprogresar la cuesti n del Triple-Isa as en el sentido de la unidad del autor. Autor que nopodr a ser sino un profeta que se esfuerza por establecer en tierra firme la comunidad

    ideal prevista por Sofonas y preparada en el Exilio. En la descripci

    n de esta comunidadencontramos las mismas palabras de los tres vocabularios usados ya por Sofon as

    consolid ndose y reforz ndose mutuamente.

    En primer lugar, el vocabulario de la Alianza, Dios construye su pueblo (Is 60, 21;62, 12; 63, 8; 65, 10.19.22; 57, 14; 58, 1), el cual ser depositario de una Alianza eterna (Is 61, 8) y al que se le aplican los calificativos tradicionales: raza bendecida por Yav (65, 9,23), pueblo santo (Is 62, 12), elegidos de Yav (Is 65, 9.15.22), rescatados (Is 62,12).

    Inmediatamente despu s, el vocabulario de la justicia. El t rmino justo define alhombre de la Alianza (Is 60,21) que tiene frente a s a los imp os (Is 57, 20.21), a los

    esc pticos (Is 66, 6), a los id latras (Is 57, 13), a los ladrones y violentos (Is 58, 6-7; 61,8). La justicia ( sedakah ) es la fidelidad a un credo religioso, moral y social del que,lomismo que Ezequiel, el Triple-Isa as es testimonio y prueba viviente.

    Las gentes piadosas se caracterizan (Is 57, 11) por su temor de Dios (Is 57, 11), quees una parte de la justicia y como su resorte religioso. Los deberes sociales se enumerancomo complaci ndose en ellos (Is 56, 10-12; 58, 7; 59, 4.14ss). El legalismo ocupa, desdeluego, el primer plano.

    Pero no es ste el inspirador del concepto de la pobreza que podemos deducir del vocabulario con que se nos habla de ella. Cuando el profeta indica su misi n diciendo:

    predicar la buena nueva a los pobres ( anauim ),

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    sanar a los de coraz n quebrantado ( nishber -Ieb ),

    consolar a los afligidos ( abelim ) (Is 61, 1-3),

    el sentido inmediato nos induce, ciertamente, a pensar en una pobreza real, f cilmenteconcebible en las condiciones de Jud . Es indudable que la atenci n recae primeramentesobre el estado f sico de la comunidad; pero la palabra pobres entra a algo m s. Esteotro sentido se pone de manifiesto en dos textos maravillosos:

    As habla el Alt simo,

    cuya morada es eterna y cuyo nombre es santo:

    Yo habito en la altura y en la santidad,

    pero habito tambi n con el contrito y el humillado ;

    para hacer revivir los esp ritus humillados ( chafal )

    y reanimar los corazones contritos ( daka ) (Is 57, 15).

    B. Duhm llega a la conclusi n de que estas palabras no pueden referirse solamente a una situaci n f sica, sino qu adem s expresan el desaliento que resulta de esa situaci n material, el cual provoca en los fieles una ardiente b squeda de Dios, por medio de la oraci n, el arrepentimiento y la mortificaci n, actitud que da como resultadoesa humildad que convierte a los pobres en piadosos . Pero esta explicaci n puedeconsiderarse incompleta y un tanto escasa, desde el momento en que la pobreza seafirma en un contexto religioso, en el que el hombre aparece situado frente a la trascendencia divina. sta es la nica idea que hay que considerar en Is 66, 1-2; en esepasaje sublime, la peque ez del hombre ante la grandeza de Dios, su temor y anonadamiento frente a la voluntad del Creador que habla, han sido expresadas encircunstancias exactas desconocidas, que tal vez se refieran a los primeros intentos deSheshbassar para reconstruir el santuario de Si n.

    As dice Yav :

    El cielo es mi tronoy la tierra el escabel de mis pies

    Qu casa podr as edificarme?

    En qu lugar morar a yo?

    Todo eso lo hicieron mis manos;

    todo me pertenece, dice Yav .

    Pero mis ojos se posan sobre los humildes ( ani )

    y sobre los de coraz n contrito ( nek )

    que temen mis palabras.Jam s, sin duda alguna, se hab a expresado de forma tan exacta en qu consiste la

    pobreza espiritual: entrega total a Dios, absoluta humildad en el respeto, obediencia y sentimiento de culpabilidad -o mejor a n- de compunci n. En esto consiste la perfecci de la fe.

    Los Salmos posteriores al Exilio armonizar n estos principios b sicos. Por medio deellos se manifestar directamente la comunidad de los Anauim.

    * * *

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    El Salterio es una colecci n muy compleja, en la que figuran buen n mero de textosanteriores al Exilio. La reacci n antiwelhausiana que se manifiesta, por ejemplo, en elmagn fico comentario de Gunkel, ha reconquistado muchas de las posicionestradicionales. Pero tambi n es cierto que, a partir del retorno del Exilio, tuvo lugar una gradual adaptaci n y edici n de los salmos, con vistas a su utilizaci n lit rgica en elsegundo Templo. Esas ediciones conten an, sin duda, las viejas composiciones y losc nticos de Si n que los desterrados cantaban junto a los r os de Babilonia (Sal 137,1-4); y recog an tambi n los fragmentos m s recientes, nacidos en el Exilio o durante la

    dominaci n persa, con el car cter de cantos espirituales. Los esp ritus religiosos,sensibilizados al modo de Jerem as, reflejaban en ellos sus plegarias, sus anhelos, susconfesiones. Es en estos pietistas donde el alma del profeta se democratizaba, por decirlo as , donde los sue os de los profetas tomaban cuerpo: ellos son ese Resto y esospobres que Sofon as y el Segundo y Tercer Isa as hab an intentado formar, una vezconcebida la figura ideal.

    No pretendemos, desde luego, penetrar en el interior de su alma; para ellodeber amos evocar a Jerem as, el pobre ( Ebi n , Jer 20, 13) que influy sobre todos ellos;pero quisi ramos esbozar su comportamiento como grupo, su conciencia colectiva deser, como alguien ha dicho, una ecclesiola in ecclesia , su convicci n de que ellos

    constitu an el verdadero Israel:porque se complace Yav con su pueblo,

    glorifica a los anauim y les salva.

    Este audaz paralelismo que aparece en el salmo 149, 4, nos obliga a la lectura deotros cuatro salmos indispensables para su comprensi n, porque el movimiento de lospobres se nos describe en ellos, partiendo de su nexo de solidaridad, de su alma comunitaria.

    El salmo 34 es alfab tico, lo mismo que los otros tres. Cada verso comienza,sucesivamente, por una de las veintid s letras del alfabeto hebreo. Nos cuesta mucho

    admitir que el verdadero poeta, lejos de sentirse limitado por esas exigencias de forma,encuentra en ellas mayor est mulo: los poetas b blicos no escrib an como Paul ValeryPor eso nos encontramos con una ordenaci n deficiente y con m ltiples repeticiones.Pero lo que nos interesa es, precisamente, esto: descubrir las sensaciones que despertaba en un jud o la palabra anauim y comprobar las contradicciones que pod a suscitar.

    El salmo 34 se basa en un hecho individual: el ani que ha recibido un favor divino y quiere expresar su agradecimiento al Se or (v. 7): pero su sentido comunitario es tanprofundo que le lleva a invitar a los anauim a regocijarse y orar con l. El hecho contieneun doble sentido apolog tico: de cara a los imp os, que acaso sientan conmoverse sucoraz n, y de cara a los pobres que, en todo caso, se sentir n reafirmados en su

    camino: La fidelidad a Yav tiene siempre recompensa!El autor viene a ser para los suyos maestro prudente y sabio, y la misma lecci n, que

    va reiterando pacientemente, nunca incurre en monoton a. El t rmino honor fico que hasituado al comienzo de su exposici n, se repite a modo de tema, ampliando y detallandosu contenido en siete paralelismos: los pobres son, sucesivamente, los que temen a

    Yav (vv. 8,10), los que se refugian en l (v. 9), los que le buscan (v. 11), sus santos(v. 10), los justos (vv. 16, 20, 22), los de coraz n contrito y los afligidos de esp ritu (v19), quedando estas ltimas expresiones perfectamente aclaradas en el salmo 51,

    vers culo 19, en el que se refieren, m s que a las pruebas materiales que sufren los justos, a problemas puramente espirituales. Uno de los editores a ade un octavo

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    paralelismo: los pobres son tambi n los servidores de Yav (v. 23). As es como toda la religi n del Antiguo Testamento, con su temor impregnado de confianza, nos explica la actitud espiritual contenida en esa palabra-clave: anauim . De la misma manera, en lostiempos de Cristo, la primera bienaventuranza y en realidad la nica quedar aclarada e ilustrada por todas las siguientes.

    El salmo 37 es tambi n una lecci n de sabidur a, pero dirigida a un impaciente queno comprende la lentitud con que act a la Providencia y al que se le recuerda la consigna Wait and see!:

    Aqui tate en Yav y espera en l (v. 7).

    Parece que el amonestado es un joven, al que se le recomienda que tenga fe en lassentencias y en la experiencia de un anciano; ste, por su parte, conoce las costumbresde Yav en su gobierno del mundo. Dios hace justicia a los anauim :

    Los pobres poseer n la tierra (v. 11).

    El optimismo sano de la fe conf a en los esplendores del futuro esos; pobres sesienten agobiados bajo el peso de su suerte y de su situaci n insostenible, pero su t tulde tales no es una simple referencia a un estado sociol gico determinado, sino que tiene,adem s, un innegable sabor religioso. Se trata de los que se han sometido a Yav y obedecen, y tambi n, en este caso, el estudio de los paralelismos resulta revelador: losanauim son los que esperan en Yav (v. 9), los justos (v. 17), los irreprochables (v.18), los benditos de Dios (v. 22), sus fieles (v. 28), los ntegros y los rectos (v. 37),los que conf an en Dios (v. 40). En una palabra: el triple vocabulario de la Alianza, de la

    justicia y de la pobreza -mencionado al referirnos al Triple Isa as- confluye para designar a este grupo de gentes llamado muchedumbre viviente, animada por un aliento com n

    El salmo 9-10 sigue siendo un manifiesto del mismo grupo de personas. Es tambi un caso concreto el que sirve de partida: uno de los miembros de la comunidad ha sidosalvado de la desgracia (vv. 14-15); inmediatamente el asunto se convierte en un casot pico: as es como Yav trata a sus fieles en el curso de la historia y as como, encualquier caso, actuar cuando esa historia llegue a su t rmino:

    Tu, oh Yav !, oyes las preces del humilde (10, 17).

    Porque Yav es el asilo del oprimido (9, 10).

    La alusi n a los anauim adquiere un ritmo constante (9, 14.17; 10, 2.9.12); losindividuos van apareciendo con sus problemas concretos e incluso con suscaracter sticas espirituales. Dej monos llevar, tambi n en este caso, por el significado delos paralelismos. Los anauim son aquellos que conocen el nombre de Yav (9, 11) -contodo lo que la expresi n hebrea conocer implica de experiencia, de intimidad, de entrega

    y de sensibilidad espiritual- y aquellos que buscan a Yav (9, 11). Dej monos llevar,

    sobre todo, por esa ant tesis que opone constantemente los pobres a los imp os orgullosos. Pero ya volveremos sobre este punto, pues estamos convencidos de que la mejor forma de hallar la definici n del grupo de los anauim es descubrir lo que se oponea ellos.

    Aun cuando el salmo 25 tiene un sentido m s personal, en l encontramos siempreesa tendencia ing nita en el juda smo a vibrar simp ticamente y a darles el car cter delecci n. El orante, en una situaci n dif cil, manifiesta su confianza en Yav :

    No me abandonen la integridad y la rectitud,

    pues que en ti espero, Yav (v. 21).

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    Y as termina. Pero ha quedado ya claramente perfilado el programa de la comunidad, que nunca deja de evocar, como tratando de encontrar en ella el sost n de lfe. Los anauim del vers culo 9, son aquellos que hacen profesi n sincera de sumisi n obediencia a Dios los mismos que son fieles a su alianza y a sus mandamientos (v. 10),que le temen (vv. 12-14) y esperan en l (v. 3).

    En resumen, estos salmos de despu s del Exilio nos trazan un esquema bastantecompleto de los pietistas, que la palabra anauim acaba por definir casi t cnicamente. Tans lo nos falta intentar concebirlos en bloque, como el n cleo piadoso de la naci n. esto resultar tanto m s claro, cuanto mejor los comparemos con el bloque opuesto,tambi n perfectamente caracterizado.

    * * *

    Hay que imaginar a los anauim como rodeados por c rculos conc ntricos deenemigos: el Israel poco ferviente, las clases dirigentes, los que se sent an atra dos por lacultura pagana y todos los que ambicionaban las riquezas y lo que san Juan llamar orgullo de la vida. De estos enemigos -de ellos sobre todo- los anauim trazan un retratomuy rico en colorido. Quiz sea un cuadro excesivamente apasionado y no exento deret rica. Pero este cargar las tintas no desfigura la realidad, antes al contrario, nospermite comprender en toda su amplitud el drama eterno de las dos Ciudades, cuyasfronteras se encuentran en el coraz n mismo de Israel. En contraste con el grupoanterior, nos hallamos ante el grupo de los imp os (rash : Sal 34, 22), de lospecadores ( pescha : Sal 37, 38; hatta : Sal 25, 8), de los orgullosos ( geeu : Sal 37passim). Es de notar que este ltimo ep teto figura como contrapuesto a pobre, fijandoas su significaci n profunda.

    M s que estas acepciones constantes que les son aplicables, lo que hay que notar esel comportamiento concreto del grupo. Los hombres que lo componen son a un mismotiempo enemigos de los pobres (Sal 9, 14) y enemigos de Yav (Sal 37, 20). Ah est

    precisamente el punto clave del dilema que se desarrolla entre el verdadero Israel y elIsrael seg n la carne. Dios tiene sus testimonios que constituyen la comunidad de sushijos (Sal 73, 15): lo parad jico es que su testimonio se produce en las peorescondiciones. Estos ntimos de Dios nunca dejan de gritar, de protestar y de quejarse de l. C mo es que Yav no se muestra m s sol cito en reconocer a los suyos?

    Vuestras palabras contra m , son duras, dice Yav . Porque vosotros dec s: quhemos hablado contra ti? Como diciendo: es in til servir a Dios. De qu nos aprovecha servirle y guardar su Ley y afligirnos en presencia de Yav Sebaot? Bien dichosos son lossoberbios y prosperan los imp os, y aunque tientan a Dios, escapan. He aqu lo que unosa otros se dicen los que temen a Yav :

    Estas murmuraciones sorprendidas y transcritas por Malaqu as (3, 13-16) hacia ela o 430, provienen del campo de los pobres y se alan, en plena poca persa -eseper odo de profunda expansi n espiritual- un evidente malestar y casi una crisis de fe. Aloirles, se dir a que la vieja ley de la recompensa temporal s lo est vigente en un sentido nico. Por un proceso de generalizaci n que es, sin duda, un sistema de patentizar m claramente su esc ndalo, los hombres justos estiman que, en el gobierno del mundo,las cosas no marchan como es debido:

    ...Mir con envidia a los imp os

    viendo la prosperidad de los malos.

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    Pues no hay dolores para ellos;

    sano y robusto est su cuerpo.

    No tienen parte en las humanas aflicciones

    y no son atribulados como los dem s hombres.

    Por eso la soberbia los ci e como collar

    y los cubre la violencia como vestido.

    Sus ojos se les saltan de puro satisfechosy dejan traslucir los malos deseos de su coraz n.

    Motejan y hablan malignamente,

    amenazan altaneramente...

    Por eso seduce a mi pueblo su conducta

    y se sorben a boca llena esas aguas.

    Y dicen: Lo sabe acaso Dios?

    Lo conoce el Alt simo? (Sal 73, 3-l1).

    En boca de Job -que encarna el personaje literario del pobre- encontramosreflexiones parecidas:

    C mo es que viven los imp os,

    se prolongan sus d as y se aseguran en su poder...?

    Y eso que dec an a Dios: Ap rtate lejos de nosotros,

    no queremos saber de tus caminos (Job, 21, 7.14).

    Ya alguien, en la antig edad, hab a dejado constancia de la facilidad con que lossatisfechos negaban al Se or (Prov 30, 9). Job insistir en ello se alando en el impque desaf a a Dios, esa grosura de hombre maduro y ese abotagamiento que le obstruyela inteligencia (Job 15, 27). No hay nada de sat rico en esas frases, pues dif cilmente seencuentran rasgos de humor entre los pobres. Hay burlones ( les ) que, precisamente,no pertenecen a su clase. Para el pobre todo esto es trascendental, por cuanto es toda su visi n en ese debate con un adversario que se lleva todas las ventajas. Situados en elterreno de la eficacia, la habilidad humana y la ausencia de escr pulos, rinden muchom s que la observancia de la ley de Dios. Los hijos de las tinieblas son m s astutos quelos hijos de la luz Lo lamentable es que el terreno donde se sit an espont neamente lospobres y los imp os, es el terreno de la eficacia. El triunfo terrenal, eso que en la Biblia sellama bendici n (beraka ), paz ( salom ), salud ( yesha ) es o no una prueba del amor deDios a los suyos?

    La tradici n as lo asegura. Pero los esp ritus fuertes se re an de estas antiguallas; enrealidad,

    Dios ha escondido su rostro y no ve nada (Sal 10, 11).

    Para el justo, stas son palabras desatinadas, fruto de situaciones desesperadas.Porque para l, cualquier forma de fracaso -pobreza, enfermedad, prisi n, destierro- essiempre una se al del cielo, una teofan a negativa, un gesto de c lera o una prueba queel Se or le env a: algo que invita al hombre a reflexionar y a convertirse. Para los imp otodo eso es palabrer a, mojigater a, cuentos... Lo nico que prueba todo esto es que Diosno se ocupa para nada de sus amigos, lo cual les da pie para sus bravatas y susfanfarronadas:

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    B rlanse de m cuantos me ven,

    se r en y mueven la cabeza:

    Se encomend a Yav -dicen-; l brele l;

    s lvele l, pues dice que le es grato (Sal 22, 8-9).

    Y como en Oriente apenas hay diferencia entre el gesto y la palabra, el hombrelenguaraz (Sal 140, 12) burl n y calumniador, se convierte f cilmente en sanguinario(Sal 26, 9; 55, 24), pronto a la acci n violenta y a los atentados y obrador de iniquidad(Sal 94, 4).

    A trav s de los salmos, se enfrentan dos mundos espirituales separados, vigil ndosemutuamente. Y los extremos se tocan: los imp os, al igual que los pobres, tienentambi n sus reuniones y concili bulos -compa a de malvados (Sal 1, 1) ocongregaci n de justos (Sal 111, 1)-. En uno y otro bando se piensa en bloque. Unos y otros se alegran y regocijan en grupo. Se detestan mutuamente y a los sarcasmos del

    bloque infiel replican las maldiciones de los anauim , tan extra as a nuestros o docristianos, pero que en aquel entonces no eran sino un intento apasionado de restablecer la justicia divina concebida dentro de los l mites de una recompensa temporal.

    * * *

    Vale la pena insistir en este aspecto de la sensibilidad comunitaria. Los anauim soinclinados al sod (Sal 111, 1), palabra que expresa una amigable conversaci n, unareuni n ntima, un c rculo donde se expansiona con toda confianza, m s bien que una sociedad organizada; es la palabra que se emplea para expresar las relaciones entre Dios

    y los fieles (Sal 25, 14) o el afecto entre dos seres (Sal 55, 15). Loeb tiene raz n al noquerer dar a esta expresi n un sentido demasiado sociol gico, aun cuando caiga en elloalguna vez. Est claro -nos dice- que los pobres ten an tendencia a reunirse en grupos,organizados o no, y que se sent an especialmente felices viviendo en com n con algunos

    de sus amigos o, por lo menos, pasando muchos ratos juntos.Ved cu n hermoso y agradable es

    reunirse y habitar con los hermanos.

    Es como fin simo leo sobre la cabeza,

    que desciende sobre la barba, sobre la barba de Aar n,

    y baja hasta la orla del vestido (Sal 133, 1-2).

    San Agust n se ala estas palabras como las que dieron origen a los monasterios. Elsalmista hace alusi n al leo de alegr a que los jud os esparc an, despu s de la comida,sobre la cabeza de sus comensales y que era el mismo que se usaba para consagrar a lossumos sacerdotes y a los reyes, responsables de la fecundidad y el bienestar del pa s. Lidea de alegr a compartida y expresada por toda la comunidad se manifiesta en dosocasiones, y precisamente cuando se describe el clima en el cual se desarrollaba la liturgia de acci n de gracias. Cuando un miembro de la comunidad escapaba de unpeligro, con lo que se demostraba la Providencia ejercida sobre l, los anauim iban atemplo y, despu s de agradecer a Yav su misericordia, celebraban juntos el gapsagrado. En este momento tan fraternal expresaban a Yav la alegr a de su coraz n:

    Comer n los pobres, y se saciar n,

    y alabar n a Yav los que le buscan.

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    Viva nuestro coraz n siempre! (Sal 22, 27).

    Lo ver n los afligidos y se alegrar n,

    y se fortalecer nuestro coraz n,

    los que buscan a Dios.

    Porque oye Yav a los afligidos

    y no desde a a sus fieles (Sal 69, 33-34).

    III

    LA ESPIRITUALIDAD DE LOS POBRES

    El Salterio, al ponernos en contacto con los pobres, nos descubre el lugar prominente de su sentido comunitario. El Israel cualitativo, idea tan grata para Jerem a(Jer 31, 31-34) y para Ezequiel (Ez 36, 24-28), se realiza exclusivamente en ese grupo: ya hemos visto c mo ellos mismos lo proclaman ingenuamente, dando tanto alcance alsignificado de grupo que, a menudo, su propia experiencia religiosa desemboca en una reverencia a ese Israel que es el santuario espiritual donde sus almas se expansionan(Sal 130, 7-8; 131, 3).

    Pero hay que intentar penetrar en su secreto interior para descubrir a qu nivel seproduce el encuentro con su Dios.

    Observemos que, en sus c nticos espirituales, se lamentan constante y mon tonamente. Yav cierra sus caminos, obstruye sus sendas (Lam 3, 9). El camino dela vida es para ellos abrupto, jalonado de trampas y de espinas. Las palabras infortunio

    (oni ) y miseria ( sarah ) se repiten hasta la saciedad en sus confidencias, contribuyendo nopoco a imprimirles un car cter eleg aco. Su vida es desafortunada. Toda la gama delsufrimiento humano desfila ante nosotros en extra o cortejo.

    Las literaturas antiguas nos han interesado siempre en las gestas de los grandes y de los h roes; estaba reservado a la Biblia el evocarnos toda esa inmensa teor a de lopeque os, de los humildes, que atraviesa de parte a parte la historia y cuya voz despierta la conciencia de los hombres: esa sangre de Abel que clama desde los or genes delmundo, esa muchedumbre de la que Cristo sentir piedad, hace llegar a nosotros suinfinita cadena de lamentos a trav s del viejo salterio. V ctimas de las injusticias sociales,de ]as vejaciones de ricos insolentes o de las burlas de jueces inicuos, los salmistas noscuentan su opresi n (Sal 94, 73) haci ndose eco de las quejas de Malaqu as (3, 5) yNehem as (5, 1-5). A esas voces se mezclan, tal vez, las de los levitas en situaci n pocoestable (Neh 13, 10-l1), pues, con intrigas diversas, se pretend a desposeerlos de suscargos (Sal 5, 9; 27, 11-12).

    Podechard ha analizado muy bien el comportamiento de los enfermos, grupoextraordinariamente numeroso: La desventura del enfermo es motivo de alegr a para susenemigos, los cuales se burlan de l (22, 8), le insultan (102, 9), se complacen ante la inminencia de su muerte (41, 8-9), comercian con ella (22, 18-19), la desean (41, 3-6), sino llegan a contribuir a provocarla en algunas ocasiones (22, 13-14; 17, 21-22). M s duna vez aparece tambi n la impiedad junto a esos otros sentimientos (22, 9 38, 21): seregodean de ver al justo abatido y de que Dios parece mostrarse impotente para acudir

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    en su ayuda (22, 9; 38, 21). Este gozo sat nico de sus enemigos hace sufrir profundamente a los salmistas (22, 7; 30, 2; 38, 17; 41, 12; 102, 9)... Y estos enemigosparecen estar al margen de toda desdicha. Nada les afecta: desconocen la desgracia y la debilidad (38, 20)... A veces les abandonan sus propios amigos (38, 12), si es que nollegan a alzarse traidoramente contra ellos, despu s de haber comido su pan (41, 10)... Siuno se traslada al ambiente de aquella poca, menos individualista que la nuestra, dondecada uno depend a esencialmente de los dem s, moral y materialmente; donde apenasexist a la vida privada; donde la p rdida de la consideraci n p blica llevaba consigo una

    serie inimaginable de humillaciones y de inconvenientes de todas clases; si, en fin, seconsidera el estado de hipersensibilidad de un hombre debilitado al que su imaginaci ensombrece a n m s la realidad, quiz pueda llegarse a comprender todo lo quesignifican los lamentos dolorosos que resuenan en nuestros salmos.

    A esto hay que a adir, adem s, los horrores de la prisi n en la que se debat an loh roes de los salmos 22 y 69 y la difusa hostilidad que se cierne sobre el autor del salmo120, tanto bajo el dominio de los b rbaros del extremo norte como del este:

    Ay de m , peregrino en Mesec,

    que habito en las tiendas de Cedar!

    Demasiado se ha prolongado mi destierroentre estos enemigos de la paz (vv. 5-6).

    Es preciso repetir que estos devotos personajes en modo alguno se complac an en sudesgracia ni se resignaban a ella. Vivir la vida en la tierra de los vivos: sta era suaspiraci n com n. Los t rminos vida, felicidad, luz, bienestar, paz, seguridad.salud (ver Sal 85), tan abundantes en los salmos, expresan la cualidad de la recompensa que ellos esperan ac en la tierra. Por eso, cuando ven frustradas susaspiraciones, sopesan su propia responsabilidad, analizan su conciencia y no cesan deconfesar sus pecados, que consideran la causa de su estado:

    Porque me rodean males sin n mero,

    se me echan encima mis iniquidades

    y ni siquiera puedo levantar la vista (Sal 40, 13).

    Pero, a la larga, ese control permanente de sus pecados resulta depresivo y hasta desilusionador. Es cierto que, a su juicio, una desgracia personal se ala un pecado. Esta es una idea que nunca se abandona. Pero, de acuerdo con ella, c mo no preguntarse elporqu de que Dios se muestre tan exigente s lo con sus amigos? Los fieles de aqueltiempo no sab an mucha teolog a, pero conoc an bien que la fe, la confianza absoluta, esel camino recto hacia Dios. Pues bien, los fracasos humanos indican la existencia delpecado; pero acaso tengan un sentido mucho m s profundo y sean el medio doloroso de

    que se sirve Dios para conducir al hombre a una renuncia absoluta, a una especie dedesnudez completa ante l, a una purificaci n dram tica de la fe que hace exclamar finalmente: De lo m s profundo clamo a ti, Se or... El sufrimiento no destruye alhombre, pero nos revela lo que somos en realidad... Tenemos ciertas barreras que elpensamiento, por s solo, jam s ser a capaz de atravesar. Necesitamos, para cruzarlas, la experiencia de la pobreza, de la c rcel, de la enfermedad... Es como si vi ramos una cara distinta de las cosas que hasta entonces ni siquiera hab amos sospechado. Tal vez setrate de una nueva dimensi n del mundo, la dimensi n vertical, el camino m s corto quelleva desde la desgracia hasta la invocaci n:

    Yo soy un pobre menesteroso ( ani ) (ebion ).

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    Soc rreme, oh Dios!

    T eres mi ayuda y mi libertador.

    Oh Yav , no te detengas! (Sal 70, 6).

    Este itinerario lo recorri antes el profeta Jerem as, precursor e inspirador de losanauim . No se puede exponer aqu en detalle todo el cuadro de sus sinsabores: llamadopor Dios a una vocaci n, ya de s penosa, encuentra poca acogida por parte de unauditorio reacio, que a n se volv a m s hostil con el tono punzante del profeta rodeado

    de pocos disc pulos, sin tener un techo donde cobijarse, fue despreciado por las gentesde su tierra, por los sacerdotes y profetas oficiales, por los capitanes y jefes de Judquerellas, acusaciones, persecuciones y fracasos de toda ndole constituyen la trama deesas Confesiones cuya forma y fraseolog a, e incluso cuya orientaci n imitar n mastarde los anauim . Pero, sobre ese fondo de tragedia, se yerguen las afirmaciones de la fe:dir ase que las dificultades han actuado sobre ella a modo de trampol n. Empleando una imagen de los salmos de los enfermos, Jerem as exclama:

    S name, oh Yav !, y ser sano;

    s lvame y ser salvo,

    pues t eres mi esperanza (Jer 17, 14).

    Cuando m s duras eran sus recriminaciones contra el gobierno de la Providencia, enlo m s agudo de la crisis que puso en peligro incluso su vocaci n, el profeta recibe delSe or la orden de cesar en sus lamentaciones demasiado humanas, las mismas que,siglos m s tarde, continuar n en labios de sus disc pulos:

    Si sabes distinguir lo noble de lo mezquino,

    seguir s siendo como mi propia palabra (Jer 15, 19).

    Yav no quiere dar ninguna raz n de sus designios, como lo hab a hecho algunosa os atr s (Jer 12, 5), pero nadie puede pretender objetarle lo m s m nimo sobre su

    justicia (Jer 12, 1). La nica actitud religiosa que cabe ante el misterio de la justicia divina es el silencio de la fe.

    Porque yo estar contigo (Jer 15, 20).

    No basta, acaso, la certeza esencial, dada por Dios a su servidor? Jerem as, epobre ( ebi n ) (Jer 20, 13), acaba por ponerse totalmente en manos del Se or, con una confianza sin l mites que lleva en s misma la claridad. Cuando, viviendo totalmentesumergido en el mundo, el hombre se esfuerza en dejarse llevar por Dios hacia el bien y se termina por chocar en el fracaso, no queda sino esta nica realidad, fuera de toda medida: ES DIOS.

    Ideas semejantes aparecen tambi n en una composici n realmente compleja que. a

    nuestro entender, data de las postrimer as del Exilio . La tercera Lamentaci n es obra deun disc pulo del profeta. El autor se sumerge en la gran corriente literaria de los anauim de la que es, ciertamente, m s tributario que iniciador. Pero el escriba, a trav s de lasformas de su estilo antol gico, ha dado una interpretaci n personal del ejemplo pat ticde su maestro sensible al dolor colectivo nacional y mezcla en l su propio sufrimiento:

    Acu rdate de mi miseria y de mi aflicci n,

    ajenjo y veneno.

    Cuando me acuerdo, se abate mi alma dentro de m (vv. 19-2O).

    Pero, de pronto, aparece esa actitud de silencio religioso y de fe incondicional:

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    Yav es mi parte, dice mi alma;

    por eso quiero esperar en l...

    Y es bien esperar, callando,

    el socorro de Yav ...

    Sentarse en soledad y silencio,

    porque es Yav quien lo dispone...

    Poner la boca en el polvosin perder jam s la esperanza (vv. 24, 26, 28, 29).

    Y henos aqu , con estas palabras, frente a la actitud final de Job. Poco importa la consistencia hist rica del antiguo personaje a quien un autor genial atribuye su inmortalpoema: ese problema pierde todo su inter s en cuanto se ha comprendido el sentido dellibro. Porque los mon logos y di logos de este amigo ntimo de Dios est n cargados de la experiencia an nima de los anauim y la hacen penetrar en la gran literatura, siendo tanaut nticos como las Confesiones de Jerem as. El m rito particular del libro de Jobconsiste en proporcionarnos un tipo de pobre literario y teol gico. Job es un Jerem as dcolores m s subidos. Las desventuras se ceban en l: Jerem as presenta a Dios como

    alguien que le ha seducido y vencido (Jer 20, 7): para Job es, adem s, un enemigo que leacomete (16, 12 19, 12), que ni siquiera le deja tragar la saliva (7, 19), ni respirar (9, 19),una especie de Fuerza ciega (14, 13.18-19) cuyo poder es manifiesto, pero cuya equidades dif cilmente identificable. Sin embargo, todas estas consideraciones no llegan nunca a interrumpir la corriente de la fe. Mientras reza y conf a, Job sabe conscientemente que la

    Justicia de Dios es un misterio y que las categor as mentales en que se pretendeencasillarla, son algo completamente ajeno a ella. Los te logos de su tiempo le acusan dedestruir la piedad (15, 4), cuando lo que hace es salvarla, al vivir su dimensi transcendente, al llegar a Dios mismo -ipsissimus Deus- m s all de todarepresentaci n y de toda imagen. Al mismo tiempo, presiente que el hombre jam puede considerarse completamente puro ante su Creador, pero sin dejar de preguntarsepor qu Dios exige tanto de su criatura. Helo ah ante un doble misterio: la trascendencia divina y la miseria humana. Pero su fe, intacta y purificada, resuelve la interminablecuesti n. Y no es que Job llegue a una conclusi n a fuerza de razonamientos, sino por la misma intensidad del sentimiento religioso que le inquieta. Y el poema desemboca,lgicamente, en una soluci n religiosa...: el hombre debe someterse a Diosconfiadamente, perseverando en su fe incluso cuando su esp ritu se encuentra totalmente desasosegado:

    S que lo puedes todo

    y que nada puede impedir que tu voluntad se realice.

    Cierto que profer palabras sin tinoy habl de cosas para mi ignoradas,

    rehuyendo tus consejos

    con excusas sin sentido.

    Por todo me retracto y hago penitencia

    entre el polvo y la ceniza (42, 2-3. 6).

    Este silencio, esta contrici n, esta humildad, este sometimiento total, este abandonoabsoluto de s mismo, es la actitud esencial del pobre. Seg n los temperamentos y lassituaciones, el tema podr variar m s o menos, pero en definitiva se tratar siempre de lo

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    mismo: del cr dito infinito que se abre a Dios. He aqu el salmo 131, en el que ya Or genes descubr a, en su tratado contra Celso, un clima b blico completamente distintodel concebido por la sabidur a hel nica:

    No se ensoberbece, oh Yav !, mi coraz n,

    ni son altaneros mis ojos;

    no corro detr s de grandezas,

    ni tras cosas demasiado altas para mi.

    He reprimido mis deseos,

    y como ni o destetado en los brazos de su madre,

    as est mi alma satisfecha de lo que es.

    Espera, oh Israel!, en Yav

    ahora y para siempre.

    Cualquiera que sea el obst culo que se haya interpuesto en la vida de estoshombres, la miseria ( oni ) o la desventura ( sarah ) que tan a menudo mencionan, osimplemente, la desilusi n experimentada por el discreto salmista que acabamos de leer,

    es evidente que, a trav

    s de

    l, encontraron su verdadero camino hacia Dios:Antes de ser humillado ( eaneh )

    estuve descarriado (Sal 119, 67).

    El sufrimiento adquiere una indiscutible dignidad: es el camino que conduce alPadre. El relato del Siervo de Dios (Segundo Isa as) y el s mbolo de la cruz (Cristo)constituyen la ant tesis de la tr gica fatalidad griega. La religi n b blica est libre deconciencia tr gica, o por lo menos, la ha superado. Un d a el autor de la Ep stola a losHebreos dir de Cristo: Aunque era Hijo, aprendi por sus padecimientos la obediencia(Heb 5, 8). Esta ltima palabra, seg n el m s moderno comentarista, refleja e! primitivosentido de la expresi n anauah en la que insistiremos de nuevo. Tal es tambi n ldial ctica del Antiguo Testamento que ha transformado la escoria humana del hombre de

    Yav .

    Yav ha encontrado en ellos esa fisura que es para l una posibilidad de acogida, la atenci n de la fe, en expresi n de San Pablo (Gal 3, 2), confianza sin l mites y humildadfeliz y radical, cuya idea est como incrustada en el t rmino anauah .

    * * *

    A lo largo del itinerario espiritual que acabamos de recorrer, hemos encontrado,como sucesivas flechas indicadoras, las palabras que expresan la pobreza en susdiversos matices. El Salterio es el lugar donde se emplean en forma masiva, como

    veremos, m s ordenada. Por lo tanto, debemos detenernos en l.

    Ani , ebi n , dal , son las palabras a las que recurren espont neamente los salmistaspara expresar la miseria de su condici n:

    Pues soy m sero ( ani ) y desvalido ( ebi n )

    y mi coraz n est herido en mi pecho,

    voy desapareciendo como sombra que se alarga. (Sal 100, 22-23).

    Estoy afligido ( ani ) y dolorido ( ko'eb );

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    sost ngame, oh Dios! tu ayuda (Sal 69, 30)...

    Todos mis huesos dir n:

    Qui n semejante a ti, oh Yav !,

    que libras al desvalido ( ani ) del poderoso,

    al pobre ( ebi n ) y al afligido ( ani ) de quien le despoja? (Sal 35, 10).

    Inclina, Yav , tus o dos y yeme,

    porque estoy afligido ( ani ) y soy menesteroso ( ebi n ).Guarda mi alma, pues soy tu devoto;

    salva, mi Dios, a tu siervo, que en ti conf a (Sal 86, 1-2).

    Que no se vea confuso el oprimido ( dak )

    y el pobre ( ani ) y el indigente ( ebi n )

    glorifiquen tu nombre (Sal 74, 21).

    Como ya lo hemos dicho, hay en estas palabras una referencia habitual y ardiente alDios salvador. Estos hombres exponen pat ticamente ante l una situaci n que lesparece violenta, como si tuvieran la certeza de estar destinados a una suerte mejor. Dehecho, como ya se ha visto, ellos siempre se consideraban del grupo de los justos:

    Yo s que Yav saldr en defensa del pobre ( ani ),

    en defensa de los desvalidos ( ebionim ),

    y s lo los justos alabar n tu nombre (Sal 140, l3-14).

    Pero lo m s caracter stico es que se consideran opuestos a los orgullosos. Esta ant tesis, que ellos subrayan insistentemente (Sal 9-10, 86, 94, 119, 123), les sit a sinm s requisitos en un clima religioso:

    Tu salvas al humilde ( am-ani )

    y humillas a los soberbios ( ramoth ) (Sal 18, 8).No olvides a tus ( aniyim ) (Sal 74, l9).

    Porque oye Yav a los afligidos ( ebionim )

    y no desde a a sus fieles (Sal 69, 34).

    Todas estas censuras y afirmaciones no representan algo m s que la simple certeza de salir de un mal paso? No significan, acaso, un estado de dependencia y de adhesi profunda a su Dios?

    La palabra anau expresa directamente esta actitud espiritual. Anau es el t tulprivilegiado de aquel que no se enfrenta a Dios; la virtud correspondiente, la anauah suena algo as como a humildad. Lo que ocurre es que esas expresiones son dif ciles detraducir en una sola palabra, como ocurre siempre con las experiencias espiritualesdemasiado abundantes. Es el caso de la fe paulina. Son palabras que tienen una especie de aura, y ya hemos visto en el cap tulo anterior c mo la expresi n anau habllegado a convertirse en sin nimo de hombre religioso. El traductor griego del salterio seda cuenta de que est abordando un terreno nuevo: en su idioma, utiliza las palabrasdulce, clemente, benigno, dulzura, benevolencia, que tienen, en su acepci n corriente,una resonancia de nobleza. Al hacerlo as , parece haber puesto en claro un matiz originaldel t rmino anau : el hombre que est siempre delante de Dios, temiendo su palabra,obedeciendo sus rdenes, acogiendo sus dones y desconcertado, sin duda, al recibir sus

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    golpes, consciente de ser pecador y fr gil, pero seguro al mismo tiempo de formar partede la legi n de sus hijos... Este hombre se ir inclinando poco a poco -por una especiede l gica vital- hacia una calma y serenidad interiores y hacia una forma determinada depaciencia e incluso de comprensi n fraternal. Se trata, evidentemente, de un tipo dehombre religioso que solamente el cristianismo realizar de un modo completo, pero cuya presencia se insin a ya, sin duda alguna, en la Antigua Alianza.

    Los dem s vocablos griegos de que dispone el traductor para verter a su lengua el vocabulario hebreo de la pobreza, le han parecido inadecuados para expresar esa dimensi n religiosa de las palabras originales, por lo que de ordinario las usa tan s para expresar la condici n sociol gica de los salmistas y ani , ebi n , dal , aparecentraducidos por penes, ptojos y tapeinos.

    La vida del ptojos , de la que me hablas, es la forma de vida del que no tiene nada: encambio, la del penes es la del que vive ahorrando y vigilando constantemente lo quepuede o no puede hacer, leemos en el Pluto de Arist fanes (vv. 552-553); el primero es,pues, el pedig e o o mendigo: el segundo vive con estrecheces y dificultades: el t picproletario necesitado. No obstante, en alg n caso, el traductor griego del Salterioennoblece ambas palabras al darles el sentido de la expresi n anaua (Sal 22, 27; 69, 33).Pero esto ocurre raras veces.

    Tampoco a la palabra tapeinos hab a conferido el helenismo un significadoexcesivamente noble. Representaba, m s bien, una idea de insignificancia, de bajeza:Temo que Lisias me parezca falto de envergadura ( tapeinos fane ), leemos en el Fedro dePlat n, y para Arist teles (Pol tica, IV, II) el tapeinos es un hombre desprovisto de los

    bienes normales, como la suerte, la fuerza, la riqueza, los amigos. Una vez, sin embargo,en un hermoso pasaje de las Leyes de Plat n, el t rmino aparece ennoblecido:

    El Dios que tiene en sus manos, siguiendo la antigua creencia, el principio y el finde todos los seres, va cumpliendo sus designios a trav s de las revoluciones de la naturaleza: su Justicia nunca deja sin castigo las infracciones cometidas contra la ley

    divina, a cuyas normas se sujeta, modesto y ordenado ( tapeinos kai kekosmemenos ), todaquel que desea vivir feliz, mientras que algunos, henchidos de orgullo, exaltados por lasriquezas, los honores y hasta la belleza f sica asociada a la Juventud y a la ligereza,inflaman su esp ritu de suficiencia ( hibris ); a su juicio, no necesitan ser regidos por nadieni sujetarse a ley alguna, sino que incluso se sienten capaces de conducir ellos a losdem s; a stos, Dios les deja de su mano....

    Vemos aqu que, frente al orgullo, se elogia esa actitud prudente, llena demoderaci n y modestia. No se trata de la humildad, que es la toma de conciencia de esa relaci n con el Dios Soberano y Misericordioso, partiendo de un estado de reconocimientode la propia impotencia y de la imposibilidad en que se halla el hombre de satisfacerse a s mismo, lo cual desemboca en una apertura hacia los dem s. La perfecci n del hombregriego es una t cnica personal de orden y equilibrio; la del hombre b blico es laresultante de ese drama trascendental en el que interviene el Dios personal y su criatura: sta puede aceptar su llamada -esto es la anauah - o puede rechazarla -esto es el pecado-.El equilibrio tiene un l mite que incluso lo define; pero ese l mite no lo es la anauah porque su dimensi n se amolda a la dimensi n de Dios.

    La concepci n griega de los dioses es, por regla general, pesimista y sombr a. Sinembargo, parece que el helenismo llega a la conclusi n de que la actitud humilde y suplicante atrae el favor de los dioses, capaces de humillar con un simple gesto a losgrandes y de salvar con la misma facilidad a los humildes ( mikroi ) de los mayorespeligros. Esta afirmaci n de Jenofonte, en un discurso dirigido a sus tropas al acabar de

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    hacer una ofrenda a los dioses (An basis, III, 2, 10; v ase tambi n VI, 3, 18) se acerca mucho a la idea de humildad, aun cuando no llega a utilizar el t rmino tapeinos . Estapalabra, usada a veces en el Salterio griego sin car cter religioso (por ejemplo el Sal 88,16), aparece evidentemente ennoblecida en el Salmo 18, 28, anteriormente citado; y en elSalmo 131, 2, el silencio espiritual expresado en hebreo tiene ya un contenido:manten a mi alma en la humildad.

    Esta valoraci n de los t rminos griegos, obligados a soportar una carga para la cualno estaban dispuestos, se aprecia menos en el Salterio que en otros libros b blicos. Sinembargo, ser a interesante comprobar el criterio seguido por los traductores posteriores a los Setenta en este libro concreto. A trav s de ellos, nos podremos dar cuenta de la evoluci n sem ntica que se va desarrollando y que se fija en los t rminos m sociol gicos. Tomemos de nuevo el texto del Salmo 18, 28:

    T salvas al humilde ( am-ani ).

    Los Setenta traducen ani por tapeinos , Aquila por penes y S maco por pr is . Hay unaespecie de promoci n espiritual de todo el vocabulario griego de la pobreza. No hay queolvidarlo al leer la primera Bienaventuranza, incluso en San Lucas: Bienaventurados lospobres ( ptojoi ).

    La misma tradici n manuscrita hebrea puede ofrecer alguna duda al respecto. En elSalmo 9-10, que ha sido llamado el c ntico por excelencia de los pobres y de loshumillados, los pasajes 9, 13.19; 10, 12.17, se refieren a los aniyim , oprimidos einfortunados, o bien a los anauim , humildes y abiertos a Dios? La traducci n griega- penes y ptojos - nos inclina hacia la primera hip tesis y por ella optan tambi n muchosmanuscritos hebreos en los vers culos 10, 17 y los masoretas en lo que se refiere al 9, 19.Sin embargo, es significativo que estos ltimos hayan interpretado como sigue los

    vers culos 9, 13 y 10, 12.17:

    (Yav ) no se olvida de los clamores de los humildes...

    No olvida jam s a los humildes..

    T , oh Yav ! oyes las preces de los humildes...

    Nos hemos limitado, en nuestro examen, al vocabulario del Salterio, cuyo lenguajemuestra cierta regularidad. Pero hasta en el Salterio se nota cierta variaci n, a n m acentuada en otros libros b blicos. A nuestro entender, hay dos hechos que se puedendar por sentados.

    a) El vocabulario hebreo se ha ido haciendo apto para traducir una actitudespiritual. A veces se siente el paso de la acepci n sociol gica a la religiosa, como si elt rmino guardara el recuerdo del itinerario recorrido: tal es el caso del salmo 9-10. Otras

    veces, sin embargo, no encontramos en las palabras ni sombra de evoluci n: ani , ebi n

    dal , tienen sentido religioso desde el primer momento. Es lo que ya hemos visto en eltexto de Sofon as, 3, 12.

    b) El vocabulario griego ha sufrido una sublimaci n no menos extraordinaria. LosSetenta daban siempre a la palabra ptojos el mismo significado religioso de lasexpresiones hebreas que traduc a. Cosa l gica, pues la lengua griega no pose a otrost rminos m s claros: la palabra taloeinos , bajo, vil, no designaba ordinariamente m que una condici n social -la misma a que alud a la palabra ptojos- , y eso cuando no tenun sentido peyorativo; su significado moral y religioso les viene de los Setenta, y precisamente porque traducen el sentido de las expresiones hebreas.

    Bastar con pocos ejemplos para ilustrar esta doble realidad.

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    mundo se compra todav a con el dinero de la virtud; pero esa virtud se concibe en susentido m s puro y profundo. Ben Sir , el buen burgu s de Jerusal n, en el siglo II,convirti la palabra anauah en uno de los slogans de esa sabidur a que l deseabacomunicar tanto a los ricos como a los pobres. l que, como es propio del sabio, viviobservando, vio malos ricos, contra los que increpa duramente (Eclo 13, 18-19) y pobresimp os (13, 23) o vagos (10, 27); para unos y otros tiene consejos en abundancia, ya que l no se evade jam s de la realidad social ni de la tradici n. Sin embargo, concibesiempre al hombre en un plano superior al de su condici n social:

    Rico, noble o pobre,

    su gloria estar en el temor del Se or.

    No es justo afrentar al pobre ( dal ) inteligente

    ni honrar a todo hombre prepotente.

    El grande, el juez y el poderoso son honrados,

    pero ninguno mejor que el que tema al Se or (Eclo 10, 25-27).

    Temer a Dios, no es acaso tener conciencia de su propia condici n?

    Hijo m o, honra a tu Dios, pero con humildad ( anauah ) (10,28).

    Abominable es para el orgullo ( ge'ut ) la humildad ( anauah ) (13-20).

    La actitud fundamental del hombre religioso se nos da en el cap tulo 1, vers culo 34:

    y se complace (Dios) en la fe y la mansedumbre ( praites ),

    teniendo en cuenta que los dos sentimientos son casi id nticos entre s : la fe significafidelidad; la humildad, docilidad y aceptaci n. En el elogio que hace de los patriarcas,Ben Sir alaba a Mois s:

    Por su fe ( emunah ) y su mansedumbre ( anauah ),

    (Dios) le escogi de entre toda carne (45,4).

    Son los mismos t rminos que aparecen en los N meros (12, 3-7) y que ayudan a comprender ese dif cil pasaje. Por consiguiente:

    No es propio de hombres la soberbia ( ga'auah ) (10, 18).

    Humilla ( safal ) infinitamente tu orgullo ( ga'auah ) (7, 17).

    La humildad irradia bondad, y casi dir amos que hombr a de bien:

    Inclina tu o do al pobre ( ani )

    y con mansedumbre ( anauah ) resp ndele palabras amables (4, 8).

    Hijo m o, p rtate con modestia ( anauah ),

    y ser s amado m s que el dadivoso.

    Cuanto m s grande seas, hum llate m s,

    y hallar s gracia ante el Se or.

    Porque grande es la misericordia de Dios

    y revela sus secretos ( sod ) a los humildes ( anauim ) (3, 17-19.

    Desde luego, no es uno de los menores encantos de Ben Sir este presentimiento quele lleva a usar las mismas palabras con que en el Evangelio se nos har la revelaci n dlos misterios del Reino de Dios: Te alabo, Padre, Se or del Cielo y de la tierra, porquehas ocultado esas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los peque o

  • 7/27/2019 Gelin, A., Los Pobres de Yave

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    (nepioi ) (Lc 10, 21).

    Ben Sir -ha dicho Gauthier- ha desvinculado la actitud religiosa que entra a lanauah del substrato material donde hab a germinado. La condici n social, para l, ncuenta en absoluto: la humildad no es m s que una actitud interior del alma, una idea moral accesible a todos, lo mismo a los ricos que a los pobres. En realidad, esta postura difiere notablemente de la de Sofon as: para ste, es evidente que la anauah era una

    virtud que s lo se daba en un clima m s concreto. Pero cabe preguntarse si dicha virtudno necesita este condicionamiento externo para poder desarrollarse. Hay posibilidadesde pobreza espiritual al margen de la pobreza pobre de que habla monse or Ancel?Esto es tan verdadero que los adeptos de la anauah , un siglo despu s de Ben Sir sentir n espont neamente la necesidad de esta base real y tratar n de proteger la anauah con una especie de voto de pobreza.

    Hay un autor, J. Van der Plo g, que por primera vez ha esbozado un sugestivoparalelismo entre anauah e is!ani , entre anau y musIim . El sentido religioso t cnico de lapalabra islam es: sumisi n a Al . El Cor n fundamenta su credo religioso en una actitudde sumisi n, humilde y confiada que, por definici n, repugna al temperamento naturaldel alma rabe. Y Abraham es presentado como prototipo del hombre religioso, como el

    verdadero muslim , completamente sumiso a Dios por su fe en la Revelaci n. Incluso la paternidad de esta definici n es atribuida al patriarca: Es l quien os ha llamado ya almuslimi (Sourate, 22, 77).

    * * *

    Este ideal, expresado en los t rminos ani-anau , la Biblia nos lo presenta encarnadoen esas maravillosas personalidades que van jalonando su ruta hist rica. Y aparecenprecisamente en la poca en que se hab a logrado plenamente este ideal, especialmentedespu s del Exilio.

    En uno de los salmos lit rgicos compuestos, que conmemora la fundaci n desantuario de Jerusal n y la promesa revelada por Samuel (2 Sam 7) hecha por Yav a ldinast a de David, la comunidad comienza as su plegaria:

    Acu rdate, oh Yav !, de David

    y de todas sus dificultades ( `unnot ).

    Una nueva lectura, garantizada por los Setenta, reemplaz la expresi n sudificultades por su humildad ( anauah , prait s), refiri ndose a una forma determinada de piedad.

    Pero hay m s todav a. Al retorno del Exilio, cuando se les dio t tulo a los salmos y setrat de identificarlos con las situaciones del pasado, el rey David, a causa de lasdificultades que hab a tenido que superar y de la confianza que supo manifestar en ello,fue considerado como el h roe representativo de los pobres. Los mismos t tulos de lossalmos pueden ser altamente significativos: atestiguan la grandeza de David e incluso ledotan de una aureola mesi nica que envuelve su persona, siendo ste el clima en quedebemos situar el t tulo religioso de ani , dado a su descendiente Zacar as (Zac 9, 9). Desesenta y nueve veces que se emplea la palabra ani en los salmos, treinta y cinco figura en los salmos atribuidos a David. Y es que David vivi realmente afligido y oprimido comolos pobres, siendo esta aflicci n la que le permite comprender que su alto destino es undon gratuito de Dios y que su misma pobreza le ha conducido a la gloria real.

    Mois s era un hombre muy humilde ( anau , pr is ), el m s humilde de toda la tierra.

  • 7/27/2019 Gelin, A., Los Pobres de Yave

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    Esta reflexi n de los N meros, 12, 3, no ser realmente una glosa, como defiendeSell n? Lo que es indudable, por lo menos, es que est ntimamente relacionada con los

    vers culos siguientes (vv. 5-8: alabanza de Mois s, prototipo de los profetas), con losfragmentos