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4 MENTE Y CEREBRO 64 - 2014
ENCEFALOSCOPIO
La mayoría de nosotros he-
mos experimentado al-
guna vez la satisfacción de
gastar dinero en otra persona,
sea a través de un regalo o un
donativo. Un equipo interna-
cional de psicólogos da cuenta
ahora de que la relación entre
el gasto generoso y la felicidad
constituye un fenómeno váli-
do en todo el mundo, incluso
en países empobrecidos como
India o Uganda. «Aquí, en Nor-
teamérica, podemos pensar
que podemos permitirnos el
lujo de gastar dinero extra en
otros, mientras que a los habi-
tantes de lugares más pobres
les resultaría preferible inver-
tir en sí mismos sus limitados
recursos», explica la autora
principal del estudio, Lara Ak-
nin, de la Universidad Simon
Fraser. Y apunta: «Pero hemos
visto que la generosidad es pro-
vechosa en los países ricos y en
los pobres».
Esta conclusión brota de una
encuesta realizada a 200.000
personas adultas de 136 países
a quienes se les preguntaba
sobre sus donativos y su bie-
nestar subjetivo. Tras descartar
ciertas variables (demográficas,
ingresos familiares y otras), se
observó una correlación po-
sitiva entre los donativos y la
felicidad en 120 de estos países,
tanto ricos como pobres. Según
las respuestas, el refuerzo en el
LA B
OC
A
PSICOLOGÍA SOCIAL
Generosidad y felicidadLas personas son tanto más felices cuanto más donan a las obras de caridad
PERCEPCIÓN
Más olfato durante la ovulaciónRelacionan la capacidad olfativa de las mujeres con las funciones del sistema reproductor
El estado de ánimo y el apetito de la mujer se encuentran en
relación con su ciclo menstrual. También se dan cambios,
aunque más sutiles, en la forma de pensar y el comportamiento.
En particular, el sentido del olfato se agudiza cuando la fertilidad
es máxima, es decir, en la segunda mitad del ciclo.
Un estudio publicado en marzo pasado en Hormones and Be-
havior comparaba la sensibilidad olfativa de 16 mujeres que to-
maban anticonceptivos orales con la de otras 17 que seguían su
ciclo natural. Se analizaron dos períodos: en torno a la fecha de
ovulación y durante la fase luteínica (justo después de la ovu-
lación). Las participantes olisquearon aromas de limón, menta,
rosa, almizcle, así como las feromonas masculinas androstenona y
androsterona. Las mujeres que seguían su ciclo menstrual natural
mostraron, en las proximidades de la ovulación, más acusada
sensibilidad al almizcle y a las feromonas que las que tomaban
anticonceptivos. No obstante, el efecto puede que no se limite a
los aromas masculinos. Un estudio de marzo de 2013 publicado
en Physiology and Behavior apuntaba que la mujer posee, en ge-
neral, un sentido olfativo más agudo durante su fase luteínica. A
fin de comprobarlo, los investigadores midieron la capacidad de
las participantes para detectar el olor de n-butanol, un alcohol
de aroma muy sutil.
Los resultados son típicos de la investigación en este ámbito,
pues los efectos son leves y no todos los estudios concuerdan en
los detalles. Aun así, los hallazgos respaldan la hipótesis extendida
de que las concentraciones hormonales en el organismo femenino
MENTE Y CEREBRO 64 - 2014 5
bienestar por haber donado en el
último mes resultaba el mismo,
aunque los ingresos del encuesta-
do se hubieran duplicado.
A continuación se llevaron a
cabo varios experimentos con
el fin de verificar si la donación
reforzaba el sentimiento de feli-
cidad. Se pidió a participantes de
Canadá y África del Sur, seleccio-
nados al azar, que optasen entre
comprar una bolsa sorpresa para
sí mismos o para un niño enfermo
que no conocían y que se hallaba
hospitalizado en su localidad. Aun-
que el PIB y la renta per cápita en
África del Sur son muy inferiores
a los canadienses, quienes optaron
por entregarle el obsequio al niño
se manifestaron más felices que
aquellos que gastaron el dinero
en ellos mismos.
Según los estudios, publicados
en mayo de 2013 en Journal of
Personality and Social Psycholo-
gy, los experimentos ofrecen una
robusta coherencia transcultural,
la cual respalda la idea de que la
relación entre donar a otros y el
bienestar propio constituye un
rasgo universal de humanidad.
De hecho, otra investigación apoya
esta conclusión. Aknin y sus cole-
gas publicaron en enero del año
pasado, en PLOS ONE, que los be-
bés sonreían con mayor frecuencia
cuando compartían un regalo que
al recibirlo. Además, en un conjun-
to de estudios publicados en 2012
en Nature, se demostraba que la
donación resulta más espontánea
que la codicia, pues esta última re-
quiere una mayor capacidad para
pensar.
Aknin opina que la donación
suscita buenos sentimientos en to-
das las personas por la misma ra-
zón que la comida y el sexo: nues-
tro cerebro dispone de un sistema
de recompensas inmediatas ante
ciertas conductas fruto de la selec-
ción natural, que, a la larga, contri-
buye a la supervivencia. Ninguno
de nuestros antepasados hubiese
podido sobrevivir por sí mismo,
señala Aknin. «Si la generosidad
alentaba los vínculos sociales, es
posible que fuera una estrategia
adaptativa.»
—Marina Krakovsky
influyen en sus sentidos y preferencias, de manera que
promueven la reproducción.
«Creo que estas variaciones en sensibilidad olfativa
se hallan íntimamente vinculadas a las funciones del
sistema reproductor. Asimismo, la capacidad de identi-
ficar ciertos aromas aumenta cuando la probabilidad
de procrear aumenta», corrobora Jessica McNeil, doc-
toranda de psicología en la Escuela de Educación Física
y Deportes de la Universidad de Ottawa y coautora del
estudio «Hormonas y comportamiento». Sin embargo
advierte que ciertos estudios han expuesto resultados
contradictorios. Con todo, los mecanismos fisiológicos
responsables de estos efectos restan por elucidar. De
momento, la investigación no ha hallado una relación
entre las concentraciones de hormonas concretas y la
sensibilidad olfativa.
—Tori Rodriguez
Altruismo contagioso
La conducta altruista se pega, confirman nume-
rosos estudios. En cierto experimento con 24 pro-
bandos, un acto inicial de bondad por parte de
unos sujetos indujo a terceros a hacer donativos,
si bien en cantidades cada vez más bajas. Aun así,
la suma total donada triplicó la inicial. Esta cas-
cada, identificada por James Fowler, de la Univer-
sidad de California en San Diego, y por Nicholas
Christakis, director del Laboratorio de Naturaleza
Humana en la Universidad de Harvard, constituye
una forma de cartografiar el altruismo contagio-
so. Sobre estas líneas se muestra un extracto de
la investigación.
Eleni Lucas100 € 10 €
5 €Erika
Lysander
JamesJay
Brecken Harla
20 €
8 €
5 €5 €
DA
VID
PO
HL
6 MENTE Y CEREBRO 64 - 2014
ENCEFALOSCOPIO
PSICOLOGÍA
Cambios emocionales durante la menstruación Los sentimientos femeninos hacia la pareja varían sutilmente cuando la fertilidad es máxima
COGNICIÓN
Inteligencia aviariaLos hallazgos en la capacidad cognitiva de los córvidos contribuyen al conocimiento
de la evolución de las destrezas sociales
La inteligencia de la familia de los cór-
vidos, grupo de aves al que pertene-
cen cuervos, grajos, grajillas, cornejas y
urracas, entre otras especies, rivaliza con
la de monos y delfines. Estudios recientes
revelan impresionantes detalles relativos
al razonamiento social de los córvidos y
ofrecen indicios acerca del modo en que
pudo evolucionar nuestra propia inteli-
gencia interpersonal.
Una de las capacidades que ha merecido
la atención en fecha reciente es la respues-
ta de estas aves al ver rostros humanos.
Según informaban Barbara Clucas y sus
colaboradores, de la Universidad estatal
Humboldt, en Ethology en abril de 2013,
los grajos alzan el vuelo con mayor rapidez
cuando la persona que se les acerca los mira
directamente que si fija la vista hacia otro
lado. Los investigadores se aproximaron a
pie a grupos de grajos de tres zonas de los
alrededores de Seattle, ora con la mirada
fija en los pájaros, ora observando algún
punto distante. Los córvidos se dispersaron
antes cuando les observaban, a diferencia
de otros animales, que evitan a las personas
sea como sea.
Clucas conjetura que el hecho de ignorar
a los humanos que se acercan mirando a
otro lado constituye una adaptación apren-
dida de la vida en la gran ciudad. Múltiples
estudios han demostrado que los grajos
aprenden conductas de prudencia unos
de otros.
El equipo de John Marzluff, de la Univer-
sidad de Washington y coautor con Clucas
del artículo citado, comprobó las faculta-
des de aprendizaje de estos pájaros. Los ex-
perimentadores se aventuraron en diversos
parques de Seattle divididos en dos grupos
que se distinguían por una máscara que
les cubría el rostro. Unos enmascarados
atraparon pájaros; los demás, con otra ca-
reta, sencillamente, pasaron de largo. Cinco
años después, ambos grupos volvieron al
parque portando sus respectivas másca-
ras. Los pájaros que fueron capturados la
primera vez recordaban qué careta corres-
pondía a los capturadores; acto seguido,
transmitieron la información a sus crías y
a otros grajos. Todos ellos graznaron con
fuerza y huyeron de los investigadores que
portaban la máscara amenazante.
Según Marzluff, aunque esta reacción
pueda considerarse normal, resulta un tipo
de aprendizaje social complejo a nivel cog-
nitivo, además de raro en el reino animal.
«Una cosa es aprender por experiencia pro-
pia y otra muy diferente observar lo que les
ocurre a otros individuos e inferir de ello lo
que nos pasará a nosotros», subraya.
Los cuervos reconocen rostros humanos
valiéndose de las mismas vías visuales ce-
En los días de máxima fertilidad, las mujeres tienden a pre-
ferir hombres sexualmente deseables, constatan varios
estudios. Quedaba por saber si estas variaciones afectan a sus
relaciones sentimentales a largo plazo. Psicólogas de la Univer-
sidad de California en Los Ángeles encuestaron a 65 mujeres con
pareja estable para indagar cómo variaban sus sentimientos
hacia su consorte a lo largo del mes. Los resultados indicaron
que los días más fértiles, las mujeres que consideraban a su
compañero menos deseable sexualmente se sentían menos
ligadas a él y eran más críticas con sus fallos. Por el contrario,
las mujeres con una pareja más atractiva física y sexualmente
manifestaban una mayor satisfacción con su relación y se sen-
tían más unidas a su compañero durante esas mismas fechas.
No obstante, la intención general de mantener su relación no
variaba en función del momento del mes.
Las investigadoras afirman que sus resultados apoyan la teo-
ría de que las mujeres seleccionan a su pareja poniendo en la ba-
lanza su deseo hacia genes de «elevado rendimiento» (hombres
sexy posiblemente promiscuos) y varones fiables y dispuestos
a comprometerse como padres. Muchos hombres reúnen am-
bas cualidades, por lo que es probable que numerosas mujeres
experimenten tan solo variaciones sutiles en la atracción y sa-
tisfacción durante su ciclo menstrual.
—Tori Rodríguez
THIN
KST
OC
K
MENTE Y CEREBRO 64 - 2014 7
Fluctuaciones en fertilidad y humor
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28
Fase folicularMaduración de oocitos(óvulos) en los ovarios
OvulaciónFertilidadelevada
Fase luteínicaEl útero se apresta
a la gestación
Con
cen
trac
ión
hor
mon
al
Mejor humor
Menos confianzaen los demás
Reacciones másacusadas a fármacos
Mayor toleranciaal dolor Mayor
motivaciónsexual
Mejor humorConviccionesmás firmes
Olfatoagudizado
Menordeseo
de fumar
Mayorvulnerabilidad
emotiva
Fuertescambios
de humor
MenstruaciónDías del ciclo
Premenstruación
Hormona folículo-estimulante Estrógeno Hormona luteinizante Progesterona
Habilidades de las avesINSTRUMENTOS
El pinzón picama-
deros de las Islas
Galápagos sabe utili-
zar una ramita para
extraer insectos de
las cortezas.
Los loros Kea son diestros
en resolver problemas: pue-
den usar palitos o cordeles
para empujar o jalar comida
y ponerla a su alcance.
COMUNICACIÓN
Alex, un loro gris
africano, aprendió
más de 100 palabras
y las etiquetas de al menos
35 objetos. Era capaz de
emplear de manera correcta
palabras en una frase, así
como de decir «no»,
«ven aquí» y «quie-
ro un plátano».
Incluso de exigir con un
«quiero volver» que le
llevaran de nuevo a su
jaula tras un período de
pruebas cansinas.
El arrendajo siberia-
no modula sus cantos
de alarma para advertir
a sus congéneres de si
un halcón cercano repo-
sa, busca una presa o está
atacando.
ALIMENTACIÓN
Los cuervos compar-
ten información
sobre la ubica-
ción de la ca-
rroña.
El indica-
dor dorsipar-
so encamina a humanos
u otros animales hacia las
colmenas. Cuando sus in-
genuos cómplices las abren,
estos pájaros aprovechan los
despojos.
Las charas floridanas po-
seen una memoria espacial
exraordinaria: localizan
comida que han visto ocul-
tar a otras.
DESTREZAS VISUALES
Las palomas pueden apren-
der a distinguir un cuadro
de Picasso de uno de Monet.
Las urracas pueden di-
ferenciar un rostro entre
miles.
rebrales que las personas, se constató en
2012. Mediante tomografía por emisión de
positrones se halló que cuando los grajos
veían caras humanas a las que asociaban
con amenaza o, por el contrario, con aten-
ciones, aumentaba en su cerebro la activi-
dad de la amígdala, el tálamo y el tallo cere-
bral, regiones vinculadas al procesamiento
de las emociones y al aprendizaje del mie-
do. También fulgieron áreas que regulan la
percepción, atención y huida en respuesta
a rostros amenazantes.
La similitud con la actividad cerebral
humana y los paralelismos en cuanto a la
inteligencia social revisten importancia,
ya que pueden haber evolucionado tras la
existencia de nuestro último antepasado
común hará unos 300 millones de años. Las
semejanzas de nuestra especie serían así un
caso de evolución convergente que acon-
tece cuando dos organismos sumamente
diferentes desarrollan, por separado, unos
mismos rasgos. Alex Taylor, experto en
córvidos de la Universidad de Auckland,
afirma: «La evolución ha llegado repetida-
mente a una misma solución».
—Harvey Black
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ENCEFALOSCOPIO
Nuestros cinco sentidos
delimitan el mundo que
percibimos. No alcanzamos a
oír tonos que sean demasiado
agudos o graves, ni podemos
ver la luz ultravioleta o la in-
frarroja, a pesar de que estos fe-
nómenos no son diferentes de
los sonidos y las imágenes que
nuestros oídos y ojos pueden
detectar. Pero ¿y si fuera posi-
ble alejar las fronteras senso-
riales allende las limitaciones
de la anatomía?
En un estudio publicado en fe-
cha reciente en Nature Commu-
nications, se utilizaron implantes
cerebrales para «enseñar» a ratas
a ver la luz infrarroja (por lo co-
mún, este tipo de luz les resulta
invisible). Si el cerebro fuese tan
versátil que aprendiera a proce-
sar señales sensoriales de nuevo
tipo, tal vez llegásemos a tener
tacto mediante extremidades
protésicas, ver el calor por la luz
infrarroja e incluso desarrollar
un sexto sentido para la orien-
tación magnética.
Miguel Nicolelis, de la Univer-
sidad Duke, y sus colegas, entre-
naron a seis ratas para que me-
tieran el hocico en un portillo
cuando se encendía un led azul
situado sobre aquel. Después, fi-
jaron cámaras infrarrojas en la
cabeza de las ratas y las conec-
taron a electrodos implantados
en la corteza somatosensorial
primaria de los roedores, región
cerebral responsable de proce-
sar las señales de los sentidos.
Cuando la cámara detecta-
ba luz infrarroja, estimulaba
neuronas correspondientes a
los bigotes de los animales. El
estímulo se intensificaba cuan-
to más se acercaban a la luz
infrarroja, o cuanto más vol-
vían la cabeza en esa dirección,
emulando la activación cerebral
correspondiente a la luz que ven
los ojos. A continuación, se dejó
a los múridos sueltos en sus
jaulas. Esta vez se utilizó luz in-
frarroja, en lugar de los led azu-
les, para señalarles los portillos
que debían visitar.
Al principio, ninguna de las
ratas entendió las señales in-
frarrojas. Sin embargo, pasa-
dos 26 días de entrenamiento,
todas habían aprendido a usar
la luz antes invisible para ellas
para localizar los portillos
correctos. Incluso seis meses
después, los roedores eran
capaces de responder a la es-
timulación neuronal a través
de sus bigotes; también a la
luz infrarroja. Según los in-
vestigadores, ello sugiere que
las neuronas sensoriales son
capaces, en caso necesario, de
responder a múltiples tipos
de indicaciones.
Esta metodología podría
contribuir en la creación de
«canales sensoriales» desti-
nados a personas necesitadas
de prótesis. Los miembros ar-
tificiales les proporcionarían
retroalimentación sensible
y les facilitarían su control.
Además, según los hallazgos, el
cerebro es capaz de gestionar
un repertorio sensorial más
extenso. Es posible que algún
día veamos, oigamos, olamos
o toquemos lo que ahora no
podemos percibir.
—Melinda Wenner Moyer
SUEÑO
Excitación neuronal inversa durante el descansoUna actividad cerebral peculiar podría contribuir a fijar los recuerdos mientras dormimos
PERCEPCIÓN
Implantes sensorialesDescubren en ratas la posibilidad de ampliar la capacidad perceptiva de los sentidos
Aunque se conoce desde hace tiempo
la importancia del dormir para la
formación y conservación de los recuer-
dos, persiste el misterio sobre el modo
en que operan estos procesos. Un estu-
dio publicado en marzo pasado propone
que una extraña actividad eléctrica, con
intervención de neuronas antidrómicas,
interviene en ello.
De ordinario, la actividad neuronal exi-
ge una señal que llega a los sentidos (un
sabor, o un olor, por ejemplo) y que reciben
las dendritas de las células nerviosas. Se-
guidamente, esa señal se transmite en for-
ma de mensaje electroquímico, mediante
largos axones, hasta otras neuronas. El ce-
rebro, al dormir, se encuentra en su mayor
parte «cerrado» a las señales sensoriales,
puede pensarse. Sin embargo, los datos
indican que, durante el sueño, impulsos
eléctricos que se propagan por el cerebro
a modo de ondas controlan la neuronas.
En 2011 se descubrió que estas ondas
eléctricas inducen a ciertas células nervio-
sas del hipocampo (centro de la memoria) a
activarse en una dirección inversa a la habi-
tual (antidrómica) mientras dormimos, en-
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MENTE Y CEREBRO 64 - 2014 9
Cuando el cerebro es sacudido por una
explosión, la conmoción resultante
desemboca a veces en problemas psico-
lógicos irreductibles, como depresión,
ansiedad, irritabilidad, trastornos del sue-
ño, dolores y dificultades de recordación
o aprendizaje. Se estima que, tan solo en
EE.UU., decenas de miles de militares vete-
ranos padecen este síndrome postconmo-
cional (SP), antes asociado al trastorno de
fatiga de combate. Nuevos indicios apun-
tan a que esta cronificación podría deberse
a un desequilibrio hormonal. De ser así,
un tratamiento de reemplazo hormonal
podría lograr una impresionante recuperación.
Desde la Primera Guerra Mundial, la medicina ha tratado de
averiguar la causa de que al menos un diez por ciento de las con-
mociones cerebrales en adultos (de cualquier causa, trátese de
accidentes, caídas o lesiones deportivas) provocan dolencias psi-
cológicas y físicas persistentes. Charles Wilkinson, endocrinólogo
de Asuntos de los Veteranos de Puget Sound y de la Universidad
de Washington, y sus colegas se sintieron intrigados por estudios
que señalaban deficiencias hormonales pituitarias (afectan solo al
uno por ciento de la población general) en numerosas personas
que habían sufrido una conmoción cerebral. Hasta entonces no
se había investigado si la conmoción a causa de una explosión
podría perturbar al sistema hormonal.
El equipo de Wilkinson examinó a 35 soldados que habían ex-
perimentado el estallido de una bomba cercana. Descubrieron que
alrededor de la mitad de los sujetos
mostró un descenso abrupto de las
hormonas sexuales y de crecimien-
to comparados con otros soldados
movilizados que no sufrieron nin-
guna conmoción. Los datos fueron
presentados en el Congreso de Biolo-
gía Experimental de 2013, en Boston.
Los investigadores conjeturan
que la fuerza de una explosión per-
turbó la capacidad de la glándula
pituitaria para producir o trans-
portar sus hormonas. En el cerebro
existen receptores de la hormona de
crecimien to y de su subproducto, la hormona IGF-1. La ubica-
ción de estos receptores (regiones como la amígdala, la corteza
prefrontal, el putamen y el hipocampo) se corresponde con la
de funciones trastornadas en el SP (entre ellas, el estado de áni-
mo, el sueño y la memoria). Se cree, además, que las hormonas
afectan a la plasticidad, el mantenimiento y la protección del
cerebro. Wilkinson y sus colaboradores prevén ensayar si la te-
rapia de sustitución hormonal podría beneficiar a pacientes de
SP. El investigador se muestra optimista, pues se ha demostrado
que dicha terapia mejora esos mismos síntomas en personas con
deficiencias hormonales por otras causas. «Existen indicios de
que los problemas cognitivos y anímicos consiguientes a la defi-
ciencia en la hormona del crecimiento pueden tratarse mediante
sustitución hormonal», ratifica Wilkinson.
—Stephani Sutherland
PSIQUIATRÍA
Relacionan la conmoción cerebral con la deficiencia hormonalEl hallazgo podría explicar por qué las lesiones cerebrales en apariencia leves pueden provocar enfermedades persistentes
viando, en vez de recibir, una señal eléctrica
desde sus axones hacia sus propias dendri-
tas, no hacia otras neuronas. Un reciente
trabajo, publicado en Proceedings of the
National Academy of Sciences USA confir-
ma el insólito comportamiento neuronal.
También propone que esta activación a la
inversa debilita la capacidad de las dendri-
tas para recibir señales de otras neuronas.
Según R. Douglas Fields, director de
laboratorio en los Institutos Nacionales
de Salud de Estados Unidos y coautor
del estudio, el debilitamiento de las co-
nexiones neuronales puede tener una
doble función. Los autores proponen que
esta conducción antidrómica contribu-
ye a reforzar las señales eléctricas de las
neuronas vecinas, fenómeno necesario
para consolidar los recuerdos, así como
para liberar en el cerebro espacio donde
almacenar los nuevos recuerdos una vez
despiertos.
Aunque el estudio se ha llevado a cabo
en ratones, los científicos creen que el sue-
ño podría inducir a una excitación inversa
en las neuronas humanas. Fields explica
que este peculiar comportamiento eléctri-
co puede subyacer a los efectos positivos de
la estimulación cerebral profunda, método
que todavía no se comprende del todo. Sin
embargo, ha demostrado mejorar los sínto-
mas de la enfermedad de Parkinson y otros
trastornos neurológicos. —Erica Westly
ISTO
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