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Desigualdad: Una aproximación desde la moral Gerardo J. Núñez

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Desigualdad: Una aproximación desde la moral

Gerardo J. Núñez

Introducción

Entre los aspectos relevantes que afectan la evaluación de políticas públicas en la

actualidad están la moral, el análisis económico y la utilización del instrumental

matemático. Sin embargo, existen críticas a cada uno de estos aspectos y poca relación

entre los mismos al momento de proponer políticas públicas.

En lo moral, existe una preponderancia del pragmatismo, con lo cual el único criterio

necesario para validar moralmente una determinada política pública es el de un

legislador discrecional. Además, se encuentra poco debate sobre el valor de las

políticas públicas en el desarrollo del individuo o la persona humana.

En lo económico, el análisis de agregados macroeconómicos ha dejado de lado

consideraciones sobre la composición de esos agregados, ignorando las

individualidades que se encuentran presentes y homogeneizando implícitamente a la

sociedad a fin de poder planificar bajo el supuesto errado de completa homogeneidad

de la población.

Por último, en lo matemático existe poca claridad en los basamentos teóricos que

definen determinadas herramientas, lo que termina por generar errores en las

conclusiones que se extraen de ellas.

El objetivo de esta investigación es reconciliar dichos aspectos en función de generar

un abordaje holístico a las políticas públicas que permita resolver los problemas

asociados a la desigualdad, tomando como punto de partida la moral.

Concepción Moral

Por Moral, según la definición utilizada por Ayn Rand (1964), se entiende un código

de valores que guían las acciones y decisiones de los hombres. A su vez, los diferentes

códigos morales que existen, responden a una determinada concepción del hombre, su

naturaleza y propósito en el mundo.

La filosofía Moral tiene la tarea de responder si la desigualdad está relacionada con la

concepción del hombre como ser, con su naturaleza y propósito en el mundo.

El rasgo distintivo del ser humano con respecto a los demás seres vivos es el uso de la

razón, por este motivo Aristóteles definió al ser humano como un “animal racional”.

Al ser esta cualidad parte fundamental de la naturaleza humana, es lógico considerar

que un código de valores bueno sea aquel que promueva, proteja y exalte dicha

capacidad.

La razón, como primer elemento, está ligada a la voluntad, y a la consciencia, ya que

el ser humano puede decidir no utilizar su razón o bloquear su capacidad mediante la

supresión de la consciencia. En este mismo orden de ideas, la voluntad da a entender

que la libertad, como segundo elementos, que es también intrínseca a la naturaleza del

ser humano, ya que sin libertad no se podría ver manifestada la voluntad y no podría

entenderse que el ser humano actuase por su propia razón.

Dado este razonamiento, se utiliza en el resto de la investigación la concepción de la

naturaleza del ser humano como un ser dotado de razón y libertad, la cual está

sustentada por las ideas de Kant (1785) y Rand (1964).

El planteamiento Kantiano

La razón, para Kant (1785) hace entender que el fin del hombre no es la felicidad, sino

uno más digno, el de cultivar una “buena voluntad”, buena en sí misma. Este concepto

lo liga al “deber”, con el cual explica que las “acciones morales” son aquellas cuyo fin

es la conformidad con el deber y no la persecución de otros fines. El deber puede

entenderse como la conformidad con la razón universalmente aplicable. Para sustentar

esta afirmación, Kant (1785) plantea el Imperativo Categórico, el cual resume en obrar

conforme a una ley autoimpuesta la cual pueda convertirse en máxima universal válida

para (o posible de validar por) todo ser racional. De este modo, Kant (1785) le permite

a cada ser humano ser su propio legislador moral, dentro de un marco de respeto al

resto de la humanidad y controlado por la razón.

En términos prácticos, para Kant (1785) las buenas prácticas son aquellas

determinadas por la voluntad, que es la representación práctica de la razón, y que

siguen causas objetivas, que se entienden como fundamentos válidos para todo ser

racional.

El planteamiento Randiano

Para Ayn Rand (1964), la ética o la moral, conceptos que utiliza indistintamente, es

una necesidad objetiva para la supervivencia del ser humano como humano, es decir,

como ser racional. Los seres humanos, en virtud de su voluntad, pueden decidir vivir o

no de acuerdo a “lo humano”, que en el caso de Rand (1964) se traduce en vivir o no

de acuerdo a la razón.

Siguiendo como principio que el ser humano es un fin en sí mismo, la ética objetivista

postula que ningún bien para el humano puede requerir, ni ser obtenido mediante, el

sacrificio de otro ser humano o de lo humano, por lo que cualquier acto en contra de

un humano o de la razón es un acto inmoral.

Explicación de la desigualdad desde la moral

La primera pregunta que debe realizarse desde la moral es si la desigualdad es

inherente a la naturaleza humana y la forma en que esta se manifiesta.

Partiendo de que el ser humano es un ente dotado de razón y libertad, las

desigualdades no-físicas pueden estar ligadas a estos elementos y manifestarse en la

forma de voluntad, preferencias individuales y decisiones libres. También, existen

desigualdades relacionadas a las condiciones físicas que se manifiestan desde el

nacimiento. A estas desigualdades son naturales e inherentes al ser humano, son las

que permiten hablar de individuos.

Por otro lado existen desigualdades que son producto de la violación de esta

naturaleza. Estas desigualdades aparecen cuando se utiliza la fuerza en vez de la razón

para obligar a otros en vez de persuadirlos, quebrantando su libertad. Es importante

destacar que el uso de la libertad no es una licencia irrestricta, pues para ser moral

debe actuar de acorde a la naturaleza humana, por lo cual debe estar guiada por la

razón y no puede quebrantar la libertad de otros.

En el caso de la filosofía objetivista, la desigualdad natural no es un problema que

amerite políticas públicas. Incluso se plantea que en una sociedad libre, la ayuda hacia

las personas que enfrentan situaciones menos aventajadas debe ser una decisión

individual voluntaria. En este sentido, se permite a quien así lo desee utilizar sus

propios medios para ayudar a otros, pero no se permite a esta misma persona obtener

mediante la fuerza propia, o la del Estado, medios ajenos para su causa. Este segundo

escenario ocurre cuando se utilizan impuestos para programas sociales con los cuales

al menos un contribuyente no está de acuerdo.

Por otro lado, Kant (1785) dice que ser benéfico en la medida de lo posible es un

“deber”. Siguiendo el imperativo categórico y la definición de la naturaleza del ser

humano, este deber no podría en ningún caso ir en contra de la voluntad de algún

individuo, es decir, imponerse por la fuerza. La visión kantiana, al establecer a cada

individuo como un legislador de su propia moral no busca aislar al individuo, sino

hacerlo consciente de su responsabilidad frente a otros, responsabilidad que empieza

por el respeto a su naturaleza. De este modo, bajo el planteamiento kantiano se

consigue el mismo resultado que con el de la ética objetivista en cuanto a la resolución

de las desigualdades, se convierte en una decisión voluntaria y no sujeta a coacción.

Concepción Económica

En la literatura actual sobre la desigualdad, se asume como un mal para la sociedad

debido a las relaciones que puede tener con respecto al Producto Interno Bruto o la

estabilidad social, en esta misma literatura se consigue poca rigurosidad en su

definición. Sin embargo tiende a utilizarse como variable proxy el ingreso, lo cual se

ha convertido en una práctica comúnmente aceptada.

En términos de políticas públicas, el tema de la desigualdad se ha convertido en foco

de atención desde la pasada década, y ha tomado un nuevo auge a partir de las

investigaciones realizadas por Thomas Piketty, la derrota electoral de la derecha

chilena y los problemas asociados a las desigualdades en la región latinoamericana.

Cada vez más personas se interesan en la desigualdad y claman por políticas públicas

para solventar este “problema”, acudiendo intuitivamente a esquemas tradicionales, los

cuales tienen carácter coercitivo y redistributivo.

Desigualdad Estructural y de Mercado

Para esta investigación, se utilizará la distinción entre desigualdades dada por Easterly

(2006) donde explica la diferencia entre “Desigualdad Estructural” y “Desigualdad de

Mercado”.

“La desigualdad estructural refleja eventos históricos como la conquista, la esclavitud

y la distribución de la tierra por el Estado o el poder colonial, creando una élite por

medio de mecanismos que no son de mercado.” 1(Easterly, 2006, Pág. 2)

Cuando habla de “mecanismos de mercado”, Easterly (2006) se refiere a mecanismos

de escogencia voluntaria. Esto quiere decir que las desigualdades estructurales

responden al uso del poder, o la fuerza física, para determinar ciertos arreglos

institucionales que favorecen a un grupo, mientras que las desigualdades de mercado

son aquellas derivadas del esfuerzo, las condiciones físicas naturales y/o el azar.

1 Traducción libre realizada por los autores: “Structural inequality reflects such historical events as conquest, colonization, slavery, and land distribution by the state or colonial power; it creates an elite by means of these non-market mechanisms.”

En términos morales, las desigualdades de mercado se diferencian de las

desigualdades estructurales en que las primeras respetan la naturaleza del ser humano,

mientras que las segundas se generan desde el irrespeto a dicha naturaleza a través de

la fuerza física.

Relación entre la ciencia económica y la moral

Siguiendo la diferenciación utilizara por Easterly (2006), las políticas públicas que

atentan contra las desigualdades de mercado son moralmente reprochables ya que

atentan contra diferencias inherentes al ser humano, mientras que aquellas que apuntan

a superar las desigualdades estructurales son coherentes con la naturaleza del ser

humano.

Con una argumentación similar enfocada en la justicia, Axel Kaiser (2014) explica

que la desigualdad no es injusta per se, mientras que el origen de dicha desigualdad si

puede ser injusto. Si la desigualdad fuese injusta per se, la respuesta lógica sería la

supresión de todo individuo, la colectivización de la propiedad y estandarización de

todo aspecto de la vida, ya que cualquier expresión que diese pie a mayor desigualdad

sería injusta.

Un ejemplo de un modelo así aparece en la República de Platón. En este modelo,

donde existe una supresión de la individualidad, que pasa por la colectivización de la

propiedad, se propone que los niños al nacer sean entregados al Estado y sean tratados

como hijos comunes de todos, en virtud del colectivo. En este ejemplo, las

desigualdades desaparecen, y se trata a los individuos como partes iguales de un

sistema más grande que ellos, La República, para el cual deben vivir. Esto, sin

embargo, va en contra de la condición de dignidad del ser humano, la libertad

manifestada en la propiedad sobre su vida.

Concepción Matemática

El método científico permite incorporar sustento empírico a los razonamientos

teóricos. Esto busca brindar mayor sustento a las hipótesis planteadas al establecer

relación entre teoría y práctica. Sin embargo, el método científico enfrenta

limitaciones en las ciencias sociales cuando se quiere describir las interacciones

humanas a través de datos disponibles.

En el caso de la desigualdad, la principal variable que se utiliza para su análisis es la

distribución del ingreso o la tierra a través del índice de Gini, el cual no refleja las

causas institucionales de la desigualdad, o el orden legal que permite/detiene un

eventual cambio en dicha distribución. Por estos motivos, el índice de Gini muestra

una visión reducida de la desigualdad como fenómeno, ya que sólo se enfoca en medir

la distribución de un recurso y no las causas institucionales detrás de dicha

distribución.

Fundamentación Moral del Índice de Gini como instrumento de política pública

El Índice de Gini per se, es una herramienta descriptiva de la distribución de un

recurso. Sin embargo se utiliza para evaluar y decidir sobre políticas públicas

redistributivas orientadas a reducir esta brecha en la distribución. Cuando se utiliza de

esta forma, se atiende a un código moral en específico, que conduce a la definición de

justicia elaborada por John Rawls (2001).

En sus dos Principios de Justicia, Rawls (2001) propone;

a) Toda persona tiene el mismo derecho irrevocable a un esquema

totalmente adecuado de libertades básicas iguales, el cual es compatible con

al mismo esquema de libertades para todos; y b) Las desigualdades

económicas y sociales deben satisfacer dos condiciones: Primero, deben

estar ligadas a oficios y posiciones accesibles para todos bajo condiciones

de justa igualdad de oportunidades; y segundo, tienen que generar el mayor

beneficio para los miembros menos favorecidos de la sociedad (principio de

diferencia).

Más adelante, Rawls (2001) explica que la “justa igualdad de oportunidades” está

relacionada a la distribución inicial de recursos, la cual debe ser controlada para evitar

la concentración de recursos en el largo plazo. Según su razonamiento, la distribución

desigual de recursos genera desigualdades que no son deseables, ya que terminan en

traducirse en dominación política, lo que entorpece la “justa igualdad de

oportunidades”.

En relación con el Índice de Gini, la teoría de Rawls (2001) da la justificación moral

necesaria para aplicar esquemas redistributivos en favor de la “justicia” y la “justa

igualdad de oportunidades”. Sin embargo, las consideraciones de Rawls (2001) dejan

de lado las causas de esa distribución inicial y se fijan sólo en las consecuencias

posibles. Este acercamiento da pie a políticas que buscan despojar de la riqueza a

quienes la han construido con su esfuerzo individual, para así redistribuirla y generar

condiciones económicas más igualitarias. Esto, a través de la fuerza del Estado sin

considerar que una vez distribuida la riqueza se destruyen incentivos para generar

nueva riqueza, ya que por un lado, quienes produjeron dicha riqueza no tendrán

incentivos para producirla de nuevo, mientras que por el otro, quienes reciben una

riqueza que no está relacionada a su esfuerzo no tienen incentivos para producir su

propia riqueza.

Conclusiones

La moral es un elemento implícito en toda política pública. Dependiendo del código

moral que se utilice para fundamentar dicha política pública, habrá un desarrollo

distinto por parte de las instituciones que se generen, las cuales defenderán dicho

código.

La desvinculación de la dimensión moral en la creación de políticas públicas, puede

generar conflictos mayores en la medida que las herramientas cuantitativas no brindan

una valoración completa a la política pública.

En el caso de la desigualdad, existe una clara desvinculación en cuanto a los objetivos

que buscan las políticas públicas redistributivas y la naturaleza del ser humano como

ha sido planteada. Esto lleva a que por un lado no se resuelvan las causas de las

desigualdades estructurales y que por el otro se instrumentalice al ser humano como

un medio al servicio de otros.

La introducción de la dimensión moral como criterio de evaluación de políticas

públicas es una forma de controlar los efectos negativos de las actuales políticas

públicas que intentan resolver los problemas asociados a la desigualdad.

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