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UNIVERSIDAD VIRTUAL DE QUILMES TRABAJO PRÁCTICO N° 1 INTRODUCCIÓN A LA GEOGRAFÍA PROFESORA: Lic. María Cecilia Chiasso ALUMNO: Hugo David Cardozo AULA N° 79

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Trabajo práctico de Geografía Humana

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UNIVERSIDAD VIRTUAL DE QUILMES

TRABAJO PRÁCTICO N° 1

INTRODUCCIÓN A LA GEOGRAFÍA

PROFESORA: Lic. María Cecilia Chiasso

ALUMNO: Hugo David Cardozo

AULA N° 79

10 de noviembre de 2014

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GEOGRAFÍA HUMANA  

TRABAJO PRÁCTICO 1   -   (TP1)

CONSIGNAS

 1- ¿Por qué es importante la Geografía  Regional en  la  evolución  del

pensamiento  geográfico?  Explicar y fundamentar.

2- ¿Cómo se relaciona la Geografía escolar con respecto a la construcción

del  Estado-Nación y, en especial, con respecto al territorio? Argumentar la

respuesta. 

3- ¿Cuál  es la utilidad del concepto de Escala  en el análisis geográfico?

Argumentar. Dar  ejemplos.

IMPORTANTE:

- Se recomienda evitar la copia de párrafos y conceptos. Las  respuestas se

deben elaborar y argumentar.

- Realizar las citas bibliográficas según corresponda.

- Explicitar toda la   Bibliografía consultada para elaborar el TP1.

- Trabajo individual   obligatorio . Ver orientaciones formales de presentación en la

Clase 6.

- Fecha de entrega:   Lunes 10/11/2014,   23 hs .  NO hay prórroga.

- Sólo se evaluarán los Trabajos que se presenten según las condiciones

establecidas en la Clase 6.

Lic. Cecilia  Maria  Chiasso.

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1) El concepto de región es, en primer término, polisémico y ha sido motivo de

debates en la comunidad científica. Sin embargo, es posible definir una región

como “una porción de espacio terrestre individualizada e identificada” (Carballo y

Chiozza, 2013: 73). Así, es objeto de estudio de la Geografía Regional, una de las

más antiguas e importantes tradiciones del pensamiento geográfico, que recoge

una doble herencia: una antigua, vinculada a la descripción o corografía -“las

descripciones de pueblos y lugares del mundo conocido (…) en la cultura greco-

latina antigua” (García Álvarez, 2006: 28)-; otra moderna, ligada a la idea de

región como unidad de las interacciones hombre-medio (Ortega Varcálcel, 2000).

Esta corriente adquiere su denominación a finales del siglo XIX, en pleno proceso

de institucionalización académica de la disciplina, y se constituye como la

orientación dominante en las nacientes escuelas nacionales del período.

De tal modo, la geografía regional tendrá su etapa de auge entre el último tercio

del siglo XIX y mediados del siglo XX y será considerada la esencia y objeto de la

geografía, que se define como “la ciencia de la superficie terrestre según sus

diferencias regionales”, a la luz de importantes teóricos como Vidal de la Blache,

Herbertson o Hettner. Además, las regiones eran concebidas como unidades

verdaderas y objetivas, cuya singularidad debía ser desentrañada por el geógrafo,

y estaban identificadas con la región natural –síntesis particular de la relación

naturaleza-sociedad- (García Álvarez, 2006).

Los estudios regionales fueron importantes, por otra parte, desde la perspectiva

político-social, al estar vinculados a procesos y problemas significativos de la

época (colonialismo, construcción de los Estados-nación, etc.), como camino

pedagógico de aprendizaje para los nuevos geógrafos y como “la mejor vía de

garantizar la integración entre la geografía física y la humana y, por ende, de

preservar la unidad de la disciplina (…), amenazada progresivamente [por] la

diversificación y la especialización interna” (García Álvarez, 2006: 30). No

obstante, hacia 1940 la tradición regionalista ingresa en una etapa de agotamiento

en los principales centros de producción de conocimiento disciplinar y es

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fuertemente cuestionada internamente por los planteamientos del positivismo

lógico y externamente por las transformaciones de posguerra –como el

crecimiento urbano, la revolución en los transportes, etc.-, que modificaron las

formas de organización regionales características (García Álvarez, 2006: 31).

En los últimos veinte años, se ha dado un renacimiento de la geografía regional,

impulsado por estímulos externos como la demanda turística de los países

desarrollados, el estudio de las respuestas regionales a la globalización y de las

alianzas geoeconómicas a escala pluriestatal (Unión Europea, Mercosur),

motivaciones político-ideológicas relacionadas a los regionalismos funcionales, los

de tipo cultural-identitario y a la emergencia de los nacionalismos; así como

también estímulos internos vinculados a la difusión de la filosofía posmoderna que

valora la diferencia y, paradójicamente, al llamado a recuperar la unidad de la

geografía ante los riesgos de la fragmentación interna (entendiendo la región

como el encuentro entre la geografía física y la humana) (García Álvarez, 2006).

2) Como señala García Álvarez (2006:60): “la enseñanza pública de la

geografía ha sido, (…) desde el siglo XIX, vehículo para la socialización de las

ideologías territoriales dominantes, objetivo del que tampoco se ha separado hoy

día”. Ergo, fue utilizada para construir un lazo político-emocional ciudadano-

Estado, proveer información acerca de los recursos existentes y hasta para

legitimar situaciones geopolíticas desiguales, como el orden colonial. Así, la

mayoría de los países la han convertido en vital instrumento para la formación de

identidades socio-territoriales en diversas escalas, lo que abona su permanencia

en los sistemas educativos nacionales (García Álvarez, 2006).

Siguiendo a Benedetti (2011), estas cuestiones están asociadas a una noción

de territorio ligada al saber geográfico escolar y hasta de sentido común, que a su

vez se vincula con el desarrollo de la geografía en el período 1870-1850. Es en

este lapso donde la geopolítica cobra importancia, en plena consolidación de los

Estados modernos y el auge del imperialismo, y la relación Estado-territorio es

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centro de interés de destacados geógrafos como Ratzel, Mackinder y Haushofer.

La categoría territorio no poseía una función heurística y se empleaba desde una

perspectiva estadocéntrica que proponía como unidad de análisis al Estado -

fetichismo estatal-, una mirada realista y prescriptiva de las relaciones

internacionales y un discurso racista, etnocéntrico y con connotaciones de clase y

de género, sumado a un enfoque naturalista que hacía uso de analogías

organicistas y metafísicas para la díada Estado-suelo (Benedetti, 2011).

La geopolítica clásica se conformó como una geografía del Estado, donde el

principio de soberanía territorial –visible en la institucionalización del planisferio

político, que concebía el territorio como soporte material estatal - implicaba la:

idea de la autoridad política exclusiva y excluyente ejercida por un Estado sobre un área

determinada [y fue] sostenida por el discurso oficial (…) a través del sistema escolar, la

cartografía oficial y la literatura patriótica desde fines del siglo XIX (Benedetti, 2011: 17).

3) El concepto de escala, junto a otros como el de espacio geográfico y

localización, ha sido siempre esencial en el análisis geográfico y fue objeto de

teorizaciones que van más allá de la escala cartográfica y que proponen dar

cuenta de las relaciones de poder en el espacio (Carballo y Chiozza, 2013). Ergo,

la selección de una escala implica establecer niveles de análisis y “determina la

relevancia de los fenómenos, su impacto y significado” (Valenzuela, 2006: 124).

Por otra parte, la escala puede ser vista desde diferentes concepciones, según

Gutiérrez Puebla (2001; citado por Valenzuela, 2006): como tamaño –órdenes de

magnitud y niveles de resolución cartográficos como planos, cartas y mapas-;

como nivel –jerarquías del tipo local, nacional, global-; como red –fuerzas

operantes en diversos niveles y profundidades de influencia- y como relación –

donde los elementos contemplados en su interrelación adquieren importancia

diferenciada y una realización objetiva-. Además, en un escenario donde la ciencia

geográfica se presenta como multiparadigmática –lo que implica la coexistencia de

diferentes corrientes de pensamiento con sus propios supuestos filosóficos,

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objetivos y preferencias metodológicas-, los distintos enfoques privilegian

temáticas que sugieren determinadas escalas de análisis. Así, la tradición del

posibilismo historicista en Francia se centró en la escala regional; la Nueva

Geografía, cuantitativa y neopositivista, osciló entre las escalas regional y mundial;

la Geografía del comportamiento y la percepción da preeminencia a los espacios

acotados, la escala local; la Geografía Radical, “ha explorado la dialéctica entre

las diferentes escalas, al enfocar las relaciones económicas asimétricas, el

intercambio dispar y los procesos de desarrollo desigual” (Valenzuela, 2006: 129),

en el marco de los conflictos del capitalismo global; la Geografía Humanista ha

puesto énfasis en el “lugar” y la escala local (Valenzuela, 2006).

Como señala Valenzuela citando a Harvey, encerrarse en una sola escala de

pensamiento entraña un análisis al menos cuestionable, de modo que:

la relatividad en la visión de un mismo hecho desde distintas escalas constituye una opción

sumamente enriquecedora para los estudios geográficos. Supone centrar la atención sobre

los procesos que generan las formas, la materialidad y la dinámica del espacio geográfico (…)

y que contribuyen a dotar al enfoque de la disciplina, con una complejidad que le brinda

originalidad y utilidad (Valenzuela, 2006: 130).

En vistas de lo expuesto, el análisis escalar favorece la comprensión de los

espacios geográficos de forma integral, no sólo desde su expresión física sino

también social, permitiendo reconocer soluciones a las complejas problemáticas

actuales. Así, bajo la trama interactiva que dinamiza los procesos globales,

regionales y locales, los ejemplos de este tipo de estudio son múltiples,

relacionando lo natural, ambiental, social y político en el territorio. Un ejemplo

modélico de las escalas diseñado por Eugeni Sánchez, distingue entre escalas

relacionales (la vida cotidiana y familiar, la escala convivencial del barrio y los

espacios de recreación y trabajo) y escalas político-administrativas (como la

escala local del municipio, a la que siguen la del departamento, de la provincia, de

la nación, instancias macronacionales) y otras de tipo funcional (como escalas de

regiones económicas y/o urbanas y rurales). (Carballo y Chiozza, 2013).

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Bibliografía.

- Benedetti, A. (2011) “Territorio: concepto integrador de la geografía

contemporánea” en Souto, P. (Coord.) Territorio, lugar, paisaje. Prácticas y

conceptos básicos en Geografía. Primera edición. Buenos Aires, Editorial de la

Facultad de Filosofía y Letreas Universidad de Buenos Aires.

- Carballo, T. y E. Chiozza (2013) Geografía Humana. Carpeta de trabajo.

Primera edición. Bernal, Universidad Virtual de Quilmes.

- Chiasso, M. (2014) Clase IV. Documentos de cátedra: Introducción a

la Geografía. Universidad virtual de Quilmes.

- : Clase VI. Documentos de cátedra Introducción a la Geografía.

Universidad virtual de Quilmes.

- : Clase VI. Documentos de cátedra: Introducción a la Geografía.

Universidad virtual de Quilmes.

- García Álvarez, J. (2006) “Geografía regional” en Lindón, A. et al (dir.)

Tratado de Geografía Humana. México, Anthropos Editorial.

- Ortega Valcárcel, J. (2000) Los horizontes de la Geografía. Teoría de la

Geografía. Primera edición. Barcelona, Editorial Ariel.

- Universidad Virtual de Quilmes, (s/f). Curso Inicial de Socialización, “Guía

para citar y referenciar bibliografía adaptado al Estilo Harvard, en Universidad

Virtual de Quilmes. [En Línea]. Buenos Aires,  disponible en:

http://qoodle.uvq.edu.ar/file.php/3868/Guia_para_citar_y_referenciar_bibliografia_

en_Harvard.pdf [visitado el  27 de marzo de 2014].

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- Valenzuela, O. (2006) “Contribuciones al análisis del concepto de escala

como instrumento clave en el contexto multiparadigmático de la geografía

contemporánea” en Investigaciones Geográficas. Número 59. Universidad

Nacional Autónoma de México. Abril 2006, pp. 123-134.