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NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIA NÓMADAS 164 Hacia una apertura política del campo comunicación-educación Uriel Espitia Vásquez*  y Carlos Eduardo Valderrama H.** El artículo se propone contribuir a la superación de algunos de los reduccionismos que han caracterizado el campo de la comunicación-educación y, al mismo tiempo, ampliar el horizonte político del mismo. Plantea como idea central que una  mayor comprensión del lugar de la información y el conocimiento en la producción de lo ciudadano, en la construcción de lo local y en los procesos de resistencia, así como el reconocimiento de ciertas prácticas culturales y procesos de subjetivación  y socialización que devienen política, ayuda a generar nuevas prácticas, que eventualmente podrían llevar a reconstituir el  poder social y crear mundos alternativos desde la diferencia. Palabras clave: comunicación, educación, ciudadanía, sociedad de la información, políticas de lugar. O artigo propõe contribuir para a superação de alguns dos reducionismos que têm caracterizado o campo da comunicação- educação e, ao mesmo tempo, ampliar seu horizonte político. Planeja como ideia central que uma maior compreensão do lugar da informação e o conhecimento na produção do cidadão, na construção do local e nos processos de resistência, assim como o reconhecimento de certas práticas culturais e processos de subjetivação e socialização que se transformam em política, ajuda a gerar novas práticas, que eventualmente poderiam levar a reconstituir o poder social e criar mundos alternativos a partir da diferença. Palavras-chaves: comunicação, educação, cidadania, sociedade da informação, políticas de lugar. The article intends to contribute to overcome some reductionisms that have characterized the communication-education  fiel d and, at the same time, broa den its poli tica l hori zons. It stat es that a thro ugh lear ning abou t the impo rtance of information and knowledge in the production of city issues, in the construction of locality and in the resistance processes, as well as the recognition of certain cultural activities, and some subjectivization and socialization processes which become  politics, will collaborate in generating new practices which would lead to the social power reconstitution and build some alternative worlds based on the difference. Key words: communication, education, citizenship, information society, local policies. [email protected] • PÁGS.: 164-179 * Psicólog o. Esp e ciali s ta e n C om unicación-Educación. Candida to a M a g íste r en I nves ti g ación en Problem as Soci ales Contemporáneos. Docente/i nves ti - g ad or de la lí nea de Comunicación-Educación de l I ESCO-U nivers ida d Ce n- tral (Bogotá - Colombia). E-mail: [email protected] * * Sociólogo. Ma s ter e n Sociol ogía de la Cul tura . Doctorando d el Programa s obre la s ocieda d de la informa ci ón y el conocimiento de la Uni vers ida d A bierta de Cataluña . Doce nte/i nves ti g ador de la l í nea de C om unicación- Educación del IESCO - Universidad Central (Bogotá - Colombia). E-mail: [email protected] ORIGINAL RECIBIDO: 25-II-2009 – ACEPTADO: 19-III-2009

Hacia Una Apertura.... Carlos Valderrama Uriel Espitiapdf

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  • NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIANMADAS164

    Hacia una aperturapoltica del campo

    comunicacin-educacin

    Uriel Espitia Vsquez*y Carlos Eduardo Valderrama H.**

    El artculo se propone contribuir a la superacin de algunos de los reduccionismos que han caracterizado el campo dela comunicacin-educacin y, al mismo tiempo, ampliar el horizonte poltico del mismo. Plantea como idea central que unamayor comprensin del lugar de la informacin y el conocimiento en la produccin de lo ciudadano, en la construccin delo local y en los procesos de resistencia, as como el reconocimiento de ciertas prcticas culturales y procesos de subjetivaciny socializacin que devienen poltica, ayuda a generar nuevas prcticas, que eventualmente podran llevar a reconstituir elpoder social y crear mundos alternativos desde la diferencia.

    Palabras clave: comunicacin, educacin, ciudadana, sociedad de la informacin, polticas de lugar.

    O artigo prope contribuir para a superao de alguns dos reducionismos que tm caracterizado o campo da comunicao-educao e, ao mesmo tempo, ampliar seu horizonte poltico. Planeja como ideia central que uma maior compreenso dolugar da informao e o conhecimento na produo do cidado, na construo do local e nos processos de resistncia,assim como o reconhecimento de certas prticas culturais e processos de subjetivao e socializao que se transformamem poltica, ajuda a gerar novas prticas, que eventualmente poderiam levar a reconstituir o poder social e criar mundosalternativos a partir da diferena.

    Palavras-chaves: comunicao, educao, cidadania, sociedade da informao, polticas de lugar.

    The article intends to contribute to overcome some reductionisms that have characterized the communication-educationfield and, at the same time, broaden its political horizons. It states that a through learning about the importance ofinformation and knowledge in the production of city issues, in the construction of locality and in the resistance processes, aswell as the recognition of certain cultural activities, and some subjectivization and socialization processes which becomepolitics, will collaborate in generating new practices which would lead to the social power reconstitution and build somealternative worlds based on the difference.

    Key words: communication, education, citizenship, information society, local policies.

    [email protected] PGS.: 164-179

    * Psiclogo. Especialista en Comunicacin-Educacin. Candidato a Magsteren Investigacin en Problemas Sociales Contemporneos. Docente/investi-gador de la lnea de Comunicacin-Educacin del IESCO-Universidad Cen-tral (Bogot - Colombia). E-mail: [email protected]

    ** Socilogo. Magster en Sociologa de la Cultura. Doctorando del Programasobre la sociedad de la informacin y el conocimiento de la UniversidadAbierta de Catalua. Docente/investigador de la lnea de Comunicacin-Educacin del IESCO - Universidad Central (Bogot - Colombia). E-mail:[email protected]

    ORIGINAL RECIBIDO: 25-II-2009 ACEPTADO: 19-III-2009

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    javierNota adhesivalecturas de los contextos y las dinamicas sociales que irrumpen con lo establecido generan formas distintas de la construccin no solo de subjetivaciones si no que propicia plantearse politicamente otras posturas y en lo concreto la produccin leyes, normas, tambien genera nuenas y novedosas formas de la produccin de conocimiento y circulacin del mismo.

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  • 165NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN

    Alberto Blanco (Mxico 1951), de su libro Un ao debondad, Cuadernos de la Orquesta nm. 6, Mxico 1987.

    El campo de la comunicacin-educacin es un campo en perma-nente movimiento. No es un magmapetrificado, esttico, que se susten-ta en seguridades disciplinarias yapotegmas consuetudinarios. Es uncampo relacional que en su propiaconstitucin abre nuevos horizontesy proyecta nuevos caminos.

    Si bien est hecho de cier-tas tradiciones de diversoorden, es claro que permanen-temente se inventan otras queresponden y se adelantan a lostiempos turbulentos del presen-te. Hace una dcada, Huergoy Fernndez (1999) nos habansealado que la confluencia yla tensin conflictiva entre tra-yectorias tericas y trayectoriasprcticas, tanto del proyectomoderno de la escolarizacincomo de los proyectos eman-cipadores, trazaron las coor-denadas topogrficas de lacomunicacin-educacin.

    Coordenadas que cruzanciertos espacios o ciertos m-bitos. Espacios institucionaleseducativos, espacios medi-tico-tecnolgicos y espaciossocio-comunitarios (Huergo,2009), o los mbitos de la co-municacin en la educacin,la educacin en medios y elque resulta del cruce de laeducacin con las nuevas tec-nologas de la informacin y lacomunicacin (Valderrama,2000). Todo ello atravesado por lareflexin sobre los modos de agencia-miento del propio campo tanto en loterico como en las prcticas de for-macin del sujeto poltico.

    Sin embargo, no todas las con-figuraciones tericas ni todas las prc-

    ticas significaron aperturas y bs-quedas democrticas. El campo haestado acechado por una serie de re-duccionismos, como equiparar la co-municacin a la dimensin meditica,con lo cual se desconoce la compleji-dad y densidad comunicativas de lasociedad actual; la reduccin que re-sulta de una tecnologizacin einstrumentalizacin de los procesos

    comunicativo-educativos, con la cualse les despoja de su dimensin crtica,creativa y poltica; el comunica-cionismo que ontologiza la comunica-cin como el motor y el contenidoltimo de la interaccin social (Mar-tn-Barbero, 2003); la reduccin de loeducativo a la institucin escolar, con

    lo cual se desconocen las otras edu-caciones (Trilla, 1993); entre otras1.

    Tiene razn Huergo cuando afir-ma que los

    nombres pedagoga de la

    comunicacin o de los medios,

    comunicacin educativa, edu-

    cacin para los medios o para la

    recepcin, mediaciones edu-

    cativas, educomunicacin,

    parecen aludir ms a la poten-

    cialidad inmanente de los con-

    ceptos con relacin a [sic]

    cmo se juega en la sociedad

    (o en prcticas institucionales

    o de organizaciones), que a la

    densidad y espesor de un cam-

    po que crece al ritmo de la

    complejidad, la conflictividad

    y cierta persistencia de la crisis

    orgnica en nuestras socieda-

    des (2009).

    En esta medida, el pre-sente artculo quiere aportara la discusin y a la apertu-ra en algunos aspectos queconsideramos claves de larelacin comunicacin-edu-cacin, de manera que po-damos contribuir a superaralgunos de esos reduccio-nismos y a ampliar el hori-zonte poltico del campo.

    Hacia un estadode la cuestin

    Antes de bosquejar algunas l-neas que pensamos estn abriendoel horizonte de la comunicacin-educacin, vamos a sealar breve-mente y de manera esquemtica lasprincipales coordenadas desde lascuales se ha venido delineando, es-pecialmente en Latinoamrica.

    javierNota adhesivaSi bien esto alude a la dinamico y movilizacin de este campos Comunicacin-educacin , no se pueden desconocer las resistencias, que no solo referen a la ruptura de discursos que se han arraigado en la cultura, sino que hay implicaciones de orden potico, economico sinteresesparticulares

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  • NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIANMADAS166

    Podemos decir que, analtica-mente, el campo se ha venido con-figurando a travs de cinco nodosde tensin en los cuales confluyentanto las trayectorias tericas comolas trayectorias prcticas y profesio-nales de las que nos hablan Huergoy Fernndez (1999).

    Un primer nodo es el que ataea la tensin entre el proyecto deescolarizacin de la modernidad ylos proyectos emancipadores de pe-dagogas que podramos tildar gen-ricamente como pedagogas crticas.El primero de estos proyectos abogapor la habilitacin para el trabajo yla moralizacin del sujeto apelandoa las estrategias del disciplinamientoy del control; contempla a la escue-la como la nica voz autorizada delo que se considera culto y de lo quese cree es la moral legtima (paranuestro caso la moral cristiana); sefundamenta en las ideas de progresoy desarrollo como el camino ineludi-ble de las sociedades y considera laeducacin como el pilar para lograr-lo; favorece y legitima la racionali-dad y el conocimiento cientfico endesmedro de otros saberes, otras l-gicas y formas de conocimiento; y,finalmente, desplaza la cultura oralpor la cultura escrita (Martn-Bar-bero, 1996), basndose a su vez enmodelos comunicativos transmi-sionistas y unidireccionales en larelacin pedaggica docente-estu-diante. Los segundos han buscadoel reconocimiento de la integra-lidad del ser humano y, a su vez, laconvergencia de diversas culturasen la institucin escolar; el reco-nocimiento de diversos lenguajes;presuponen la existencia y validezde otras formas de conocimiento yla existencia de un sujeto pedag-gico activo, poseedor de experien-cias vitales y saberes propios, con

    el cual se tratan de establecer rela-ciones comunicativas horizontales ydialgicas en el proceso enseanza-aprendizaje (Freire, 1999; Kaplun,1987; Gutirrez y Prieto, 1996).

    El segundo nodo de tensin ata-e al quiebre de las instituciones tra-dicionales. Lo instituido en el marcode Occidente como proyecto defamilia, de partidos polticos, de Igle-sia y de escuela, cede paulatinamen-te, o por lo menos se ve seriamenteconfrontado, a dinmicas instituyen-tes que interpelan la idea de familianuclear, deslegitiman los partidos po-lticos por la va del vaciamiento desu propio proyecto (Martn-Barbero,2003), minan el sentimiento de ho-mogeneidad religiosa al tiempo quehacen proliferar multiplicidad deprcticas espirituales y, por ltimo,cuestionan la escolaridad en tantoreafirman las viejas deudas del pasa-do: los sistemas educativos de lospases del Tercer Mundo y de Latino-amrica, en particular, an no hancumplido con lo mnimo aceptable entrminos de acceso, cubrimiento y ca-lidad educativa, disminucin de ladesercin escolar, elevacin de logroseducativos, erradicacin de la segre-gacin tanto urbano-rural como porestratos socioeconmicos (Martn-Barbero, 1996; Hopenhayn, 2003)2.Deudas que adquieren mayor com-plejidad pues deben ser enfrentadassimultneamente con los nuevos de-safos que plantean las transformacio-nes en la organizacin del trabajo, lacultura y el desempeo ciudadano(Tedesco y Lpez, 2002: 56).

    Una tercera fuente de tensinque configura el campo de la comu-nicacin-educacin se relaciona conel conocimiento mismo. Muchos delos saberes que hoy circulan en la so-ciedad, con creciente funcionalidad

    y, en esa medida, con mayores nive-les de legitimidad y validez, lo hacenen mbitos diferentes a la institucinescolar (Martn-Barbero, 2002, 2003).As mismo, el sentido y el lugar queocupa el conocimiento en la educa-cin y la pedagoga tradicionales hasido duramente cuestionado: se co-mienza a poner en duda el saber entanto un conjunto de informacionesacumuladas e inmodificables quepueden ser transmitidas unidi-reccional y verticalmente; se cues-tiona el libro como el nico lugar delalmacenamiento y soporte de la cir-culacin del saber; y se reconocenotros soportes en la medida en que,como lo mencionamos anteriormen-te, se reconocen otros lenguajes querepresentan otros saberes diferentesdel saber cientfico.

    El cuarto nodo de tensin estrelacionado con el lugar de lainformacin, la comunicacin y elconocimiento en la sociedad con-tempornea, y especialmente, lo quehan implicado para los descen-tramientos en la educacin y la co-municacin (Orozco, 2001, 2002 y2004). Dado que la informacin y lacomunicacin forman parte impor-tante del conjunto de factores cons-titutivos y constituyentes de lasociedad actual, en tanto que esta-mos inmersos en un medio con unaalta densidad comunicativa, que losprocesos de comunicacin y las prc-ticas comunicativas son cada vezms complejos gracias a la media-cin de las tecnologas y las tcni-cas, y que la semiotizacin de la vidacotidiana es cada vez ms crecienteestamos rodeados cada vez ms noslo de cosas que poseen significa-do sino de cosas que poseen ms deun sentido, el reto que se le pre-senta al sistema educativo y a los dis-tintos agentes escolares es cmo

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  • 167NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN

    superar la formacin instrumental yeficientista de las tecnologas de lainformacin y la comunicacin(TIC), de manera que vayamos msall de los aparatos, vindolos en laperspectiva de la transformacin cul-tural que stos producen en las sub-jetividades, en el saber, en nuestramanera de pensarnos como colecti-vos (Rueda y Quintana, 2004: 231y ss.) y que, adems, podamos ins-taurar procesos que desarrollen lacreatividad de los/as estudiantes enla generacin de estrategias de con-trol, almacenamiento, produccin,circulacin, uso y aplicacin de losdiversos saberes e informaciones.

    Finalmente, la tensin inherentea la construccin de las subjetivi-dades. La idea del sujeto pedaggi-co concebido como alguien quean no es (sujeto aplazado), comoun sujeto inacabado que llega a lainstitucin escolar y debe ser mol-deado, que no sabe el qu ni el paraqu de su formacin, como un suje-to lleno de carencias (no tiene ex-periencia, no posee conocimientos,no tiene moral, etc.), es cuestiona-da por la idea de un sujeto activo,lleno de experiencia, poseedor desaberes, diverso en su subjetividad,que tiene distintas percepciones es-pacio-temporales y entabla diferen-tes formas de relacionarse con elmundo a travs de mltiples lengua-jes diferentes del escrito o de laverbalizacin formalizada.

    Lneas de fuga

    Ciudadana y sociedad de lainformacin y el conocimiento

    Segn Beatriz Busaniche (2004),en su texto Hackeando la sociedadde la informacin, las primeras refe-

    rencias al concepto sociedad de lainformacin se remiten a 1975 cuan-do la Organizacin de Cooperaciny Desarrollo Econmico OCDEadopta el trmino asesorado por al-gunos de los gures de la liberaliza-cin de las telecomunicaciones.Burch, en una reconstruccin quehace sobre los trminos sociedad dela informacin/sociedad del conoci-

    miento, afirma sobre el primero deellos que esta expresin

    reaparece con fuerza en los aos

    90, en el contexto del desarrollo

    de Internet y de las TIC. A par-

    tir de 1995, fue incluida en la

    agenda de las reuniones del G7

    (luego G8). Se ha abordado en

    foros de la Comunidad Europea

    y de la OCDE y ha sido adopta-

    da por el gobierno de los Estados

    Unidos, as como por varias

    agencias de las Naciones Uni-

    das y por el Grupo Banco Mun-

    dial. Todo ello con gran eco

    meditico. A partir de 1998, fue

    elegida, primero en la Unin

    Internacional de Telecomuni-

    caciones y luego en la ONU,

    como el nombre de la Cumbre

    Mundial a realizarse en 2003 y

    2005 (2006)3.

    Sin embargo, fue en una cum-bre del G-8 que se realiz enOkinawa en 2000, cuando se deci-di impulsar lo que all denomina-ron como sociedad global de lainformacin. En esta ocasin, lospases all reunidos trazaron un plany firmaron la famosa Carta deOkinawa sobre la Sociedad Globalde la Informacin, que es el docu-mento que contiene los linea-mientos polticos y estratgicos dela construccin de esta sociedad,desde la perspectiva de los podereshegemnicos.

    En trminos generales, la Cartaplantea que

    una Sociedad de la Informacin

    es aquella que mejor desarrolle

    sus potenciales y mejor realice

    sus aspiraciones. [y] Para ello

    debemos asegurarnos que las

    Tecnologas de la Informacin

    sirvan como soporte para econo-

    mas en desarrollo, mejoren la

    asistencia social y promuevan la

    cohesin social, as como refuer-

    cen el potencial democrtico,

    incrementen la transparencia y

    responsabilidad de los gobiernos,

    promuevan los derechos huma-

    nos y la diversidad cultural y

    adopten estabilidad y paz inter-

    nacional (Carta de Okinawa,

    2000).

    Sin embargo, segn se afirma enel documento, para que esto se hagarealidad es necesario, por un lado,defender algunos principios como laproteccin de los derechos de pro-piedad intelectual, liberalizar lastelecomunicaciones, comprometersea no utilizar programas piratas, pro-mover polticas fiscales coherentes,entre otras medidas; y, por otro, tra-zar unos objetivos para aprovecharlos beneficios potenciales de las tec-nologas de la informacin en elfomento de la competencia, promo-cionar una mayor productividad ycrear y sostener el crecimiento eco-nmico y el empleo significativo.

    Esta apuesta poltica, como pro-yecto hegemnico de construccinde un modelo de sociedad de la in-formacin, se termin de apuntalaren la Cumbre mundial sobre la so-ciedad de la informacin de Gine-bra-Tnez, 2003-2005. En dichacumbre, se reafirma que la educa-cin, el conocimiento, la informacin

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    javierResaltadoEsta es una postura ya devaluada, en la medida que las transformaciones que se han vendido dando en los ltimos aos se rescata al sujeto o se visibiliza a un sujeto con potencialidades, capacidades no solo para consumir sino para producir conocimiento

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  • NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIANMADAS168

    y la comunicacin son esencialespara el progreso, la iniciativa y elbienestar de los seres humanos, y quelas tecnologas de la informacin y lacomunicacin (TIC) no slo tieneninmensas repercusiones en prctica-mente todos los aspectos de nuestrasvidas, sino que ellas brindan oportu-nidades sin precedentes para alcanzarniveles ms elevados de desarrollo.Se hace un llamado

    a la comunidad internacional

    para que se fomente la trans-

    ferencia de tecnologa en con-

    diciones de mutuo acuerdo,

    incluidas las TIC, para que se

    adopten polticas y programas

    que ayuden a los pases en desa-

    rrollo a poner la tecnologa al ser-

    vicio del desarrollo, entre otras

    cosas mediante la cooperacin

    tcnica y la creacin de capaci-

    dades cientficas y tecnolgicas

    para colmar la brecha digital y

    del desarrollo (UIT, 2005: 67).

    Adicionalmente, se definen al-gunos prerrequisitos para que lospases del Tercer Mundo accedan alos mecanismos de financiacin:

    a) establecer polticas e incenti-

    vos en materia de reglamentacin

    destinados a facilitar el acceso

    universal y reactivar la inversin

    del sector privado; b) definir y re-

    conocer el papel clave de las TIC

    en las estrategias nacionales de

    desarrollo y en su elaboracin,

    segn proceda, junto con ciber-

    estrategias; c) desarrollar ca-

    pacidades institucionales y de

    implementacin para facilitar la

    utilizacin de los fondos naciona-

    les de servicio/acceso universal y

    estudiar ms a fondo esos meca-

    nismos, as como los destinados a

    movilizar recursos internos; d) fo-

    mentar la creacin de infor-

    macin, aplicaciones y servicios

    relevantes a escala local que re-

    dunden en beneficio de los pases

    en desarrollo y los pases con eco-

    nomas en transicin; e) apoyar

    la ampliacin de los programas

    piloto basados en las TIC que ha-

    yan arrojado resultados exitosos;

    f) promover la utilizacin de las

    TIC en el sector pblico como

    una prioridad, considerndola

    como una esfera esencial para las

    intervenciones al desarrollo basa-

    das en las TIC; sin perder la refe-

    rencia al tema de la Cumbre

    (UIT, 2005: 71).

    En sntesis, la construccin dela SIC desde los poderes hege-mnicos (G-8 y OCDE), tiene comoteln de fondo la sociedad demercado, el neoliberalismo y la des-regulacin del sector de las teleco-municaciones como una de lasacciones estratgicas, la educacininstrumental, el consumo masivo delas TIC, la eficiencia y eficacia enel ejercicio poltico, etc. Los funda-mentos ltimos de este proyecto si-guen siendo la idea de progreso, laidea del desarrollo (y su variante, eldesarrollo sostenible) y la idea de queel desarrollo tecnolgico (en estecaso de las TIC) va a traer ms bien-estar, ms democracia, ms prospe-ridad. Aqu los problemas no son losde la participacin4, los de la justi-cia y la equidad, los de la pobreza,etc., sino los de eficiencia y eficaciagubernamental.

    Ahora bien, en este mismo es-cenario, se constata por parte demuchos analistas (Giddens, 1995;Beck, 1993; Salvat, 1996; Fleury,2003; Hopenhayn, 2005), una seriede transformaciones del ejerciciopoltico y de la ciudadana. Estos

    autores afirman que estos cambios,conceptuales y prcticos, estn re-lacionados con los procesos deglobalizacin, con la crisis del Esta-do-nacin, con el impacto de lasnuevas tecnologas de comunicaciny que, en consecuencia, la respues-ta de la sociedad civil ha sido ladesafeccin ciudadana, una menorconfianza en el sistema poltico y undescentramiento de las prcticas dela ciudadana en relacin con elEstado y del sistema poltico. Enefecto, afirma Hopenhayn (2005:222) que el procesamiento de lasdemandas ciudadanas se deslocalizaespacialmente, en el sentido dediseminarse en una pluralidad decampos de accin, de espacios denegociacin de conflictos, territoriose interlocutores; y esto debido a quela microfsica del poder generamicrofsicas de resistencia, a quela complejidad de las sociedades mo-dernas y posmodernas diversifica tan-to el contenido de las demandascomo la expresin poltica de los ac-tores, a que la ciudadana se juegamenos en demandas agregables engrandes sindicatos y partidos polti-cos, y cada vez ms en temas de lavida cotidiana y del mundo simblico.

    Para el caso especfico de Am-rica Latina, ya desde hace ms deuna dcada, Norbert Lechner haballamado la atencin sobre las trans-formaciones de la poltica, afirman-do que tambin aqu acta,

    en mayor o menor grado, un con-

    junto de megatendencias que

    estn configurando un nuevo

    contexto. El predominio absoluto

    de la economa capitalista de

    mercado y los procesos de glo-

    balizacin, el colapso del comu-

    nismo y el sistema bipolar, el

    rendimiento del Estado, el nuevo

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    clima cultural y la misma pre-

    eminencia de la democracia libe-

    ral conforman un nuevo marco

    de referencia para cualquier pol-

    tica. No se trata, sin embargo, de

    un simple marco de condiciones

    externas. Cabe suponer, por el

    contrario, que cambia, no sola-

    mente el contexto de la pol-

    tica sino la poltica misma

    (Lechner, 1996: 8).

    Los rasgos ms sobresalien-tes de este cambio son, segnel autor, el descentramiento dela poltica, es decir, el debilita-miento y la restriccin de lapoltica institucionalizada conrespecto al lugar que ocupabaen la organizacin social; lainformalizacin de la poltica, osea, la poltica realmenteexistente desborda las relacio-nes formalizadas del sistemapoltico, permeando los lmitesentre lo poltico y lo no polti-co (Ibd.: 13); y, finalmente,la crisis de los partidos polticos,en tanto carecen de discursoy de estrategia frente a lasgrandes transformaciones dela sociedad contempornea.

    En un trabajo ms re-ciente, Fleury reconoce queAmrica Latina est vivien-do un proceso de transforma-cin sin precedentes entrminos econmicos, polti-cos, culturales y sociales quese desarrollan en un contextode globalizacin de la economa y deprofundas transformaciones polticas yculturales que articulan estructuras yprocesos supra y subnacionales en unanueva configuracin del poder (2003:129). La autora tambin constataque dicha crisis se agudiza por la in-capacidad gubernamental para res-

    ponder a las demandas polticas y so-ciales, tanto de actores tradiciona-les como de otros emergentes ajenosal pacto corporativo vigente, y porlas dificultades para que los acto-res polticos tradicionales liteseconmicas, tecnoburocracia, orga-nizaciones corporativas, partidos

    polticos se adapten a la nueva si-tuacin, en la cual los intereses so-ciales dejan de constituirse alinterior [sic] del Estado (Ibd.: 143).

    Es evidente que en este escena-rio, la ciudadana tradicional, esdecir, aquella entendida como un

    estatus adquirido-otorgado e inscri-ta en el marco de los derechos y losdeberes, se nos presenta como estre-cha. Pensamos que es necesario con-tinuar construyendo un sentidonuevo de ciudadana y, en conse-cuencia, de formacin ciudadana,que contemple epistemolgica y po-

    lticamente el hecho de queexiste un nuevo modo de ac-tuacin de los individuos enla escena poltica, modo quese encuentra caracterizadopor su capacidad de consti-tuirse como sujetos de de-manda y proposicin endiversos mbitos vinculadoscon su experiencia: desde lanacionalidad y el gnerohasta las categoras labora-les, y las afinidades cultura-les (Mata, 2002: 66).

    Sin embargo, este nuevohorizonte de sentido noapuntara, como lo proponenalgunos autores, a ampliarsimplemente el espectro delos derechos y deberes ciu-dadanos, tales como el de-recho a disponer de lasnuevas tecnologas, a sereducado en TIC, a conectar-se a Internet, a tener un co-rreo electrnico, a establecerredes electrnicas, a que elEstado las utilice para crearnuevos empleos, etc. El asun-to es mucho ms de fondo.No slo porque el marco dela ciudadana en trminos de

    derechos y deberes se nos aparecehoy como un marco estrecho, comolo mencionamos, sino porque lo queest en juego son las nuevas formasde produccin del espacio pblico,del espacio del ejercicio de la ciu-dadana, de la construccin de lolocal y de su necesaria conexin con

    Alberto Blanco (Mxico 1951), de su libro Un ao de bondad,Cuadernos de la Orquesta nm. 6, Mxico 1987.

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    lo global, y, por consiguiente, lasnuevas formas de produccin delsujeto poltico o ciudadano.

    Es claro, entonces, que en estemarco, las nuevas y posibles prcti-cas ciudadanas no se circunscribena una especie de tecnologizacin dela poltica y de la ciudada-na. Estar conectados aredes tecnolgicas no signi-fica automticamente ma-yor participacin ni mayorcalidad de la misma. Parti-cipar en red de los sistemasde gobierno (e-gobierno),cuando las redes estn he-chas para mayor eficienciay eficacia en los trmitesadministrativos, no puedeser sinnimo de una nuevaciudadana. Es decir, la ciu-dadana no puede estarcircunscrita a un uso ins-trumental de las tecnolo-gas de la informacin y lacomunicacin.

    Es evidente, tambin,que la ciudadana debe irms all de la lgica delconsumo tecnolgico. Labrecha digital se encabalgay se asienta sobre brechassocioeconmicas ms pro-fundas, ms injustas. Elacceso a los bienes tecnol-gicos no puede ser, en laperspectiva consumista y alritmo de las grandes corpo-raciones de la industria tec-nolgica, de la comunicacin y elentretenimiento, la punta de lanzapara superar los altos ndices de po-breza, el analfabetismo y la margi-nacin en esta sociedad.

    El ejercicio ciudadano pasa tam-bin por superar un uso instrumen-

    tal y eficientista de las TIC. Para ello,es necesario reconocer que la tec-nologa no es autnoma en un do-ble sentido: por un lado, no sedesarrolla con autonoma respecto afuerzas y factores sociales, y, por otro,no es posible aislarla de la culturaen que se integra y sobre la que ac-

    ta; forma parte integral de sta,contribuye a conformarla y es a suvez conformada por ella (Rueda,2007: 94). De manera ms especfi-ca, es necesario reconocer el carc-ter poltico de la tecnologa, en elsentido de que ella no slo puedeser usada como un instrumento po-

    ltico, sino que su diseo mismo esinherentemente poltico (Winner,1987).

    De esta manera, el ejercicio ciu-dadano pasa por hacer evidentes lospresupuestos claves desde donde seconstruye un paradigma tecnolgi-

    co, que para nuestro caso,se apoya en por lo menos dosprincipios. El primero, serelaciona con la idea de de-sarrollo. En efecto, el hori-zonte de sentido bajo el cualse mueven muchos de lospases del Tercer Mundo esel del paradigma occidentaldel desarrollo y el progreso.Paradigma que supone elmodelo capitalista de pro-duccin y la incorporacinde la tcnica y la tecnologacomo instrumentos orienta-dos a la produccin tanto debienes de capital como demercancas en general. Elprogreso, adems de suponeruna linealidad en los proce-sos de las sociedades, des-taca primordialmente ladimensin tcnica de lasmismas. As, el progresotcnico se sustenta en lacualificacin instrumentalde la poblacin y en lainnovacin tecnolgica. Elsegundo aspecto, que de al-guna manera ya se perfila enel anterior, es la idea de quelos artefactos tecnolgicos yla tecnologa en general, son

    factores independientes del desarro-llo histrico de las sociedades. Si unaperspectiva asume que con la incor-poracin en unas realidades localesde ciertos artefactos tecnolgicos,que no han sufrido ninguna suertede adaptacin sociocultural y nin-guna labor de apropiacin crtica de

    Alberto Blanco (Mxico 1951), de su libro Un ao de bondad,Cuadernos de la Orquesta nm. 6, Mxico 1987.

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    toshibaResaltadoLas tecnologas deben posibilitar nuevas formas del manejo de la informacin, pero tambin de produccin Prosumidor

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  • 171NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN

    ellos, se pueden solucionar proble-mas estructurales de injusticia e ini-quidad sociales, de desigualdadsocioeconmica y de invisibilizaciny sometimientos de tipo cultural, esporque en el fondo se cree no sloque la tecnologa posee un carcterneutro, sino que es capaz por s solade causar un determinado impactosobre los grupos sociales que acce-den a ella a travs de una apropia-cin meramente instrumental.

    Por ello, creemos que la forma-cin del sujeto en general, y del ciu-dadano en particular, adquierenuevos sentidos que el sistema edu-cativo tradicional no puede cumpliraisladamente. Una esfera pblicaglobal implica un ejercicio de la par-ticipacin cualitativamente diferen-te, con horizontes de referencia msamplios, con criterios que integrenla tensin entre lo local y lo global.En ese sentido, el ciudadano de lasociedad actual es aqul que, a tra-vs de la obtencin y la produccinde informacin, y la generacin desaberes especficos, es capaz de re-conocer los contextos culturales ysocio-polticos dentro de los cualesconstruye su significacin y su ac-tuacin poltica. Es decir, es aqulcapaz de generar un dilogo desaberes entre las distintas culturas,que sabe reconocer, comprender yvisibilizar los universos simblicosque le dan sentido y legitiman lasacciones polticas concretas, situa-das en el tiempo y en el espacio, aseste sea virtual.

    En fin, se trata de formar un ciu-dadano que pueda no slo tener ac-ceso y consumir informacin a travsde las TIC, sino que pueda y sepaprocesar, generar y transformar lainformacin en saber significativosocial y polticamente. No se trata

    entonces de formar un ciudadano queposea las habilidades procedimen-tales para acceder a una informacinde carcter instrumental (cmo ha-cer determinados trmites o encon-trar una informacin poltica, etc.),tal y como se fundamentan algunaspropuestas de participacin ciudada-na en e-gobierno, sino que posea lascondiciones cognoscitivas, sensiblesy comunicativas (comprensivas, na-rrativas y dialgicas) adecuadas paraconstituirse como sujeto crtico ypropositivo.

    Prcticas del campocomunicacin-educacin

    Mientras que el imaginario dela sociedad de la informacin pare-ce haber contribuido a seguir formu-lando la comunicacin como unasunto instrumental, distintivo deldesarrollo tecnolgico y como unasupuesta va para la reorganizacinsocial funcional respecto a unamodernidad capitalista que seglobaliza, en Amrica Latina, des-de mediados de los aos ochenta, losestudios en comunicacin han gana-do legitimidad acadmica al serreferidos de manera directa al desor-denamiento y reestructuracin ge-neralizada de las sociedades, a lasdiferencias culturales, a la cons-truccin de subjetividades y a lasveloces transformaciones de lacotidianidad5.

    La bsqueda de alternativas alas ltimas tendencias de la globa-lidad imperial y colonial y a sus in-tereses econmicos, militares eideolgicos, constituye un marcodonde el campo de la comunicacin-educacin ha encontrado caminosde articulacin con otras perspecti-vas crticas afines a la idea de re-pensar las ciencias sociales para

    sugerir caminos de conocimiento nodesarrollistas, ni modernizantes ofraccionadores de lo real, que con-tribuyan a la re-construccin de va-rios mundos, o a la invencin de unamultiplicidad de otros mundos ymundos de otro modo que animana los movimientos sociales y deantiglobalizacin6, a ciertas corrientesdel feminismo y del ambientalismo, alas teoras de la complejidad y laauto-organizacin, y al programamodernidad/colonialidad, entre otrasperspectivas de resistencia.

    Una de las formas en que cobraexpresin esa perspectiva del cam-po es el examen reflexivo y crticode la compleja mediacin que exis-te entre prcticas sociales, dominiosde saber y redes de poder, pues nopocas veces los poderes hegemnicoshan agenciado, a travs de la co-municacin y la educacin, estrate-gias globales de intervencin socialen proyectos para el desarrollo localo regional con gran impacto en lasmatrices culturales. As, se configu-ra una posicin poltica de creacinde mundo, que consciente o incons-cientemente, tiende a gobernar y asujetar en funcin de un estado derealidad y de una cosmovisin devida. Pero desde una reflexividadcrtica propia del campo comunica-cin-educacin, que interroga lopoltico de tales procesos, se com-prende que con esas tecnologas decontrol, se auspician formas de pen-sar, sentir y actuar especficas, endesmedro de otras tantas que seinvisibilizan y se excluyen (Durn,2004: 31).

    Es por eso que Huergo (2005)utiliza los trminos de planificaciny gestin, sin que constituyan unaaplicacin sistemtica de ciertosprincipios generales sobre los pro-

    toshibaNota adhesivala tecnologa no se puede ver solo como objetounas, maquinas, si bien propician cambios en el sentido del desarrollo, tambien implican las subjetividades de la sociedad

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    toshibaResaltadoLas tic implican e irrumpen las formas tradicionales de la educacin, exigiendo una mirada, unas construcciones de nuevas dinmicas en contexto con las transformaciones de la sociedad

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    cesos comunicativo-educativos opara la produccin de un mode-lo que los separe de los fenme-nos histricos, polticos y culturalesque les sirven de contexto y losatraviesan, ya que son accionespolticas que median de forma com-pleja entre las instituciones, lasprcticas sociales, los dominios desaber y las redes de poder.

    No obstante, cuando estas prc-ticas circunscriben de manerareductora lo educativo a la esco-larizacin, la comunicacin a losmedios o a la tecnologa educativa,o se reduce el campo comunicacin-educacin a un anlisis semitico ohermenutico, o a proyectos prcticosno reflexionados o sistematizados;devienen acciones estratgicas con-tra el otro (ms que con, para o sobreel otro), porque se las asla de laconflictividad sociocultural y de suspugnas por la significacin, de cons-truir relaciones vinculantes libera-doras y de posibilitar la expresin y laexpresividad de las subjetividades eidentidades.

    Esta perspectiva fue la que pri-m en las teoras de la comunica-cin-modernizacin-progreso, dondela comunicacin-agente del cambiosocial se estableci como salida parael subdesarrollo, aportando a laracionalizacin de los comporta-mientos y a la difusin de actitudesmodernas en el mbito de la planifi-cacin familiar, la innovacin en losmtodos agrcolas, la alfabetizaciny las nuevas tecnologas educativas(Mattelart, 1993).

    En cambio, si se inscribe lagestin del campo comunicacin-educacin en una perspectiva noconductista, organizacional, geren-cial o administrativista, se puede

    resignificar su accionar polticocomo gestacin de procesos colecti-vos con los otros (Huergo, 2005),donde, dada la injerencia cada vezms habitual y profunda de los ac-tores trasnacionales en lo local, yfrente a los modelos impuestos poruna sociedad o formacin culturaldeterminada, se precisa de la capa-cidad de agencia de los actores lo-cales y de prcticas reflexivas deauto-gestin, para que en medio delas voces de otros, la apropiacin detales procesos colectivos consista enpoblarlos con sus propias intencio-nes y acentos, pero a la vez, traba-jando por el entrecruzamiento de lasmatrices culturales de los grupossociales y sociedades donde tienenlugar estas prcticas (Ydice, 2004).

    Las perspectivas instrumentalesde la gestin del campo comunica-cin-educacin, desconocen el pro-ceso paradjico de constitucin delsujeto social, es decir, su carctertanto heternomo como su potencialpara la auto-organizacin. Esta do-ble condicin, tal y como lo ha plan-teado Edgar Morin, implica untrabajo de dependencia energtica,informativa y organizativa respectodel mundo exterior, o ms cabalmen-te, una auto-eco-organizacin quecontempla la emergencia de proce-sos multidimensionales e interactivos,aprehensibles por un pensamiento noracionalista, reflexivo, creativo ypolifnico.

    De all que el pensamiento ut-pico encuentre en la teora de la com-plejidad el potencial para establecerlgicas de auto-organizacin en loscolectivos y movimientos sociales,constituidos alrededor de ciertasprcticas vinculadas con redes socia-les. Vale la pena mencionar que, sinque pensemos que por s mismas se

    constituyen en una especie de pana-cea, las tecnologas digitales podranjugar un papel preponderante, ya quela difusin de sus lgicas, ligada a loscambios en las sensibilidades, ritua-lidades, socialidades e institucionali-dades, aunado a dinmicas deresignificacin y atemperamiento,modificara de forma sustancial losprocesos de produccin, la experien-cia, el poder y la cultura hasta el pun-to de permitir repensar lo poltico, loecolgico y lo social.

    Como plantean Hardt y Negri(2000: 259), el ciberespacio esentendible como una infraestructu-ra hbrida que combina un mecanis-mo oligoplico y otro democrticoque operan segn dos diferentesmodelos de redes. All es posible di-ferenciar redes jerrquicas: con gra-dos de control centralizado, rangos,planeacin activa, metas y reglasparticulares de comportamiento, su-jetas a la tirana del tiempo lineal ya estructuras arborescentes. Ymallas, redes de enjambres o multi-plicidades descentralizadas y no-jerrquicas, donde acciones demltiples agentes interactuandodinmicamente, siguiendo reglaslocales y una lgica no piramidal,ocasionan la emergencia de compor-tamientos macro-estructurales, or-denados y anrquicos a la vez, queno precisan de un plan o una inteli-gencia centralizante para la toma dedecisiones, y que son favorables a laheterogeneidad, la diferencia y la di-versidad (Escobar, 2005).

    Polticas culturales de lasorganizaciones y movimientossociales

    La forma relacional de construc-cin del campo comunicacin-edu-cacin en interfaz con la cultura y

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    toshibaNota adhesivael desarrollo esta en la creatividad,en pensar lo pensado, lo establecido y generar transformaciones de los discursos

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    toshibaNota adhesivalas tecnologia son nuevas logicas de comprender el mundo, a las sociedades y al sujeto

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  • 173NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN

    Alberto Blanco (Mxico 1951), de su libro Un ao de bondad,Cuadernos de la Orquesta nm. 6, Mxico 1987.

    la poltica, tambin se ha generali-zado respecto de otros temas clavesde investigacin para las cienciassociales en Latinoamrica. En lo querespecta al anlisis del asociacio-nismo y la movilizacin de las orga-nizaciones populares urbanas y de losnuevos movimientos sociales, Torres(2007) y Escobar, lvarez yDagnino (2001) coincidenen que las formas asocia-tivas y de participacin po-ltica en los procesos dedemocratizacin despus dela dcada de los ochenta,generalizaron la problemati-zacin de las identidadescolectivas y culturales, loslenguajes y los smbolos; tam-bin transformaron las agen-das de las polticas pblicasy los modos de apropiacin yresignificacin de nocionescomo sociedad civil, democra-cia, ciudadana, participacin,desarrollo y derechos, y lle-varon, en ltimas, a recon-siderar la relacin entrecultura y poltica.

    Asumiendo la insepara-bilidad de los significados ylas prcticas, hoy se aceptaque todos los movimientossociales, nuevos y viejos,agencian, en mayor o me-nor grado, polticas cultura-les que no son equivalentesa las polticas pblicas ni alas prcticas polticas do-minantes, como tampocoprivativas de los movimientos abier-tamente culturales, sino nuevasformas de hacer poltica por parte deuna multiplicidad de actores, pre-ocupados por la construccin de al-ternativas ms democrticas desociabilidad que impacten los sen-tidos de la subjetividad, los imagi-

    narios sociales y las identidades (Es-cobar, lvarez y Dagnino, 2001: 24).

    El concepto de poltica culturalpermite visualizar que en los proce-sos de las organizaciones y movimien-tos sociales, existe una lucha por lainterpretacin que busca resignificar

    el poder social a travs de prcticasculturales con efectos polticos, don-de tambin hay que incluir susestrategias de alfabetizacin, educa-cin y el uso alternativo de distin-tos medios de comunicacin, comose ha resaltado en las formas gue-rrilleras de comunicacin del mo-

    vimiento zapatista; en el uso de TICpara la organizacin de las marchascontra los foros de la globalizacinneoliberal; o en las nuevas perspec-tivas impulsadas alrededor del ForoSocial Mundial, como la Minga/Mutiro Informativa de Movimien-tos Sociales y la Mutiro de Comu-

    nicacin de Amrica Latinay el Caribe (MUTICOM).Estas iniciativas resaltan laimportancia de la comuni-cacin solidaria, la demo-cratizacin de los medios, eluso masivo de Internet, laafirmacin del derecho a lacomunicacin a travs deveeduras y observatorios decomunicacin, colectivosde alfabetizacin medi-tica, agrupaciones de pro-ductores independientes,organizaciones de usuariosy el movimiento del soft-ware libre, para asumir lacomunicacin como un es-pacio estratgico de la lu-cha social que tambinprecisa de otra agenda so-cial en comunicacin.

    En sus intervencionessobre polticas pblicas gu-bernamentales, las organi-zaciones y movimientossociales construyen polticasculturales democratizadorasde la sociedad, que mues-tran el aspecto poltico dela cultura porque los sig-nificados son elementos

    constitutivos de procesos que, impl-cita o explcitamente, buscan darnuevas definiciones al poder social(Escobar, lvarez y Dagnino, 2001:26), que desestabilizan significacio-nes dominantes. Para Torres (2007:296), al igual que los movimientossociales, las organizaciones popula-

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  • NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIANMADAS174

    res son decisivas en la construccinde identidades sociales, ya que ex-panden la necesidad de participa-cin, transforman la cultura polticavigente y posibilitan el surgimientode nuevas subjetividades populares,trascendiendo la esfera estatal yproyectndose a toda la sociedadporque, antes y despus delnuevo contexto generadopor la crisis del Estado debienestar y la expansinneoliberal, las luchas en losterritorios urbanos populareshan tenido un carcter pro-gresista, gracias a proyectosde autogestin y luchasreivindicativas generadoresde tejido asociativo, de sen-tidos de pertenencia comosectores populares, comodefensores de los derechoshumanos, de los intereses delos jvenes y de las mujereso protectores del medio am-biente, lo que constituyeuna base sociocultural paraotras dinmicas de articu-lacin desde lo local y losectorial.

    Esta formacin de nue-vos conceptos de lo pol-t ico en la investigacinsobre movimientos sociales,muestra que la poltica nosolo tiene lugar en espaciosinstitucionales delimitados(los partidos y el Estado, queprivatizan la esfera pblicaal emerger como institucio-nes separadas de la colectividad e ins-tituidas de tal manera que aseguranconstantemente esa separacin), sinotambin en relaciones socialesproclives a la reinvencin de la pol-tica, mediante la puesta en prcticade relaciones de igualdad y de eman-cipacin respecto de sentidos e iden-

    tidades impuestos por los modos y m-bitos tradicionales en los que se con-figura la cultura y la poltica derepresentacin. Esta resignificacinde lo poltico no se da por fuera deciertos escenarios, donde las TIC ylos medios masivos de comunicacintradicionales juegan un papel media-

    dor dado el estatuto paradigmticoque adquiri la densificacin cotidia-na de la comunicacin meditica yel dominio de los aparatos, la com-prensin de los comportamientos y lasidentidades sociales de los sujetos, laproduccin social de sentido en lacreciente visibilidad de lo urbano y

    la reorganizacin de los discursos so-ciales ante el desencantamiento sim-blico de la poltica (Martn-Barbero,2003: 446).

    Pese a que sus polticas culturalesson localizadas, numerosas organiza-ciones y movimientos sociales preten-

    den adquirir dimensionesregionales, nacionales y glo-bales a travs del uso de lastecnologas de la comunica-cin y la informacin, articu-lados en redes, donde estasplataformas tecno-simblicasestn en tensin entre lo quelas tecnologas permiten ha-cer, las maneras de apropiar-las y usarlas, y las prcticasdiscursivas donde los colec-tivos expresan sus sentidospropiamente polticos. Si lacomunicacin dinamizadacon tales recursos comienza atornarse conscientementepoltica, es posible que esaconstruccin conjunta desentidos, o la semitica de lopoltico, pase a definir agen-das pblicas, de participaciny empoderamientos, y queadems, redefina las propiasprcticas sociales: rutinas deaccin, dinmicas organi-zacionales, incorporacin dehbitos, relacin con el en-torno, con el otro, prcticasdiscursivas. Hasta el puntode que ciertos movimientospolticos y organizaciones seconsideren medios de comu-

    nicacin, o medios de comunicacinvirtuales y no virtuales de carcterpopular, que devienen organizacionessociopolticas (Valderrama, 2008).

    En la medida en que se renuevala cultura poltica y se reconoce laexistencia de una poltica cultural

    Alberto Blanco (Mxico 1951), de su libro Un ao de bondad,Cuadernos de la Orquesta nm. 6, Mxico 1987.

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  • 175NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN

    en los trminos antes mencionados,se hace necesaria una revisin cr-tica de las polticas pblicas, de lasprcticas sociales y de los ejerciciosprofesionales de comunicacin yeducacin, de manera que se explo-ren los conflictos y ambigedadesque surgen alrededor de los dife-renciales de poder y saber en la he-terogeneidad del gnero, en lasreligiosidades, en la identidad sexualy en la dimensin generacional enlos colectivos sociales.

    Polticas de lugar y prcticas decomunicacin

    La metfora fundadora del pen-samiento moderno es la idea temporaldel progreso, de la cual se derivarondiversas concepciones del desarrollo,pero tras un giro espacial ocurridoen las ciencias sociales, se insisteahora en la importancia de investi-gar las relaciones sociales existentesen el espacio, sobre todo porque lastecnologas de la produccin, de la in-formacin y de la comunicacin, arti-culadas con la globalizacin, hanreestructurado la prctica social y laexperiencia personal y colectiva alcrear simultaneidades temporales en-tre puntos muy distantes en el espacio.

    Frente a la discutible desapari-cin del espacio o a la inevitabledesterritorializacin en el nuevomodelo de globalidad de la moder-nidad capitalista, en la teora socialcontempornea se debaten las posi-bilidades o imposibilidades de laigualdad (justicia social en general)y de la diferencia, y si en las prcti-cas de los movimientos y organiza-ciones sociales aferradas al lugar, seconstruyen formas de auto-organi-zacin no jerrquicas, pese a queestn surcadas por diferencias declase, etnia, gnero y generacin.

    Se realza que en sus particula-res formas de accin y en la dispa-ridad poltica de sus intereses,existe una heterogeneidad de ex-periencias de produccin de saberesy de apropiacin de conocimientos,que al ser incorporados, situados ydesplegados en funcin del recono-cimiento de los propios aconteci-mientos y contextos compartidoscon distintas fuerzas, devendranalternativas para reconstituir ima-ginarios basados-en-lugar y mundoslocales, los cuales

    constituyen una forma emergen-

    te de poltica, un nuevo imagina-

    rio poltico en el cual se afirma

    una lgica de la diferencia y una

    posibilidad que desarrollan mul-

    tiplicidad de actores y acciones

    que operan en el plano de la vida

    diaria. En esta perspectiva, los lu-

    gares son sitios de culturas vivas,

    economas y medio ambientes

    antes que nodos de un sistema

    capitalista global y totalizante (Es-

    cobar, 2005: 41).

    Por otra parte, tras el fracaso delas soluciones modernas para la ma-yor parte de los problemas contem-porneos, la generalizacin de unasociedad del riesgo y la universa-lizacin y naturalizacin del imagi-nario del desarrollo que nos conducehacia un caos ambiental global, seseala que esta crisis de la moder-nidad capitalista se arraiga en susmodelos de pensamiento, en susmaneras depredadoras de conocer,de concebir y de transformar el mun-do, lo que ha mostrado la importan-cia de desplazarse hacia formasplurales de conocimiento y a visibili-zar otros saberes y visiones de mun-do que han sido sistemticamentedesconocidas. Tras esa bsqueda,tambin hay preocupacin por cmo

    des-occidentalizar la emancipacinsocial, explorando, por ejemplo, enlas claves de las polticas culturalesde las organizaciones y movimientossociales una posible potencialidadepistmica y tico-poltica de sussaberes situados y los alcances quetendran de llegar a constituirsecomo polticas de lugar. Sin embar-go, es claro que esas prcticassubalternas necesitan de una inge-niosidad constante para construirsentidos crticos al discurso institui-do del desarrollo, pues tras la bs-queda de alternativas a ese modelo,se precisa de un trabajo colaborativocon los actores sociales, con el finde establecer cules son las lgicascomplejas y contradictorias de ad-hesin, de bifurcacin y de oposi-cin, ya que pueden terminarreproduciendo los discursos hegem-nicos sobre el cambio social (creci-miento econmico, necesidadesbsicas, desarrollo humano, sosteni-ble o participativo), o resignificarlosa partir de los sentidos localesatribuidos a lo que cuenta como po-ltico y transformador en ciertos te-rritorios, o finalmente, fraguarrupturas mucho ms radicales frentea los imaginarios modernos del cre-cimiento, el progreso y el desarrollo.

    Una reapropiacin del lugarcomo forma de espacio vivido, pro-ductor de identidades y espacio deconstruccin de mundos culturalesengranados con ambientes especfi-cos, exige reconocer la localizacinde una multiplicidad de formas depoltica cultural, donde lo culturalse vuelve precisamente poltico (Es-cobar, 2005: 176), hasta el punto deque luchas histricas duraderas(como las de los indgenas y losafrodescendientes) ligadas a terri-torios, a derechos, a factores tnicosy a la defensa de la biodiversidad,

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    toshibaResaltadose cruzan barreras en tiempo y espacio, no hay limites

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    conducen a construir el lugar comoun proyecto de crtica radical al po-der que precisa de una gran varie-dad de prcticas, articulaciones yartefactos culturales que involucranvarios tipos de mediaciones (simb-licas, lingsticas y otras herramien-tas de agencia). Por ello, es clavevalorar el potencial de ciertos usosexpresivos, vinculantes y liberadoresalrededor de la apropiacin y pro-duccin crtica con medios decomunicacin y tecnologas digi-tales, que contribuyan a la confi-guracin de redes sociales glocalespara repensar lo poltico, lo ecol-gico y lo social, y para la confor-macin de posibles comunidadesinteligentes subalternas, incluso ar-ticuladas como una red mundial demovimientos sociales (Ibd.: 209,221, 227). Por tanto, la vinculacinidentidad-cultura-territorio en laspolticas de lugar, implica proce-sos de resistencia, reapropiacin,reconstruccin y reinvencin denuevas posibilidades de ser en ellugar y ser en redes globales (Es-cobar y Harcourt, 2002: 3).

    En el contexto del conflicto ar-mado colombiano, donde distintostipos de fuerzas se disputan el controlde recursos, territorios y poblacio-nes, ocasionando un desplazamien-to forzado masivo, las polticas delugar que incluyen estrategias co-municativo-educativas, contribuyena confrontar y revertir geografas delterror localizadas, incluso desdeprcticas de presencia verstil eitinerante que controvierten las for-mas de vivir el lugar impuestas poractores armados (Garzn, 2008).

    Como parecen probarlo variasprcticas de colectivos de comuni-cacin barriales y municipales quedesarrollan experiencias con fotogra-

    fa, emisoras, peridicos, canales detelevisin comunitarios y cine-foros,la comunicacin y la cultura se con-vierten en herramientas de resisten-cia cultural contra los impactos delconflicto armado, gracias a que es-tos medios participativos, alterna-tivos o ciudadanos, a travs deprocesos de apropiacin simblicaque involucran una re-codificacindel entorno y del propio ser, le per-miten a la gente volver a narrar, ainterpretar, a recordar y a compartircon otros las nuevas cotidianidadespermeadas por las masacres, el des-plazamiento forzado, el silencia-miento y la prohibicin de reuniones,de asociaciones o de hacer presen-cia incluso en los espacios pblicos.Estas prcticas contribuyen as a lademocratizacin de la comunica-cin, en tanto permiten la apropia-cin de formas de producir signos,cdigos, imgenes y sonidos paracontar la realidad en sus propios tr-minos y en medio de interaccionescotidianas que involucran una seriede relaciones sociales fuertementeancladas a lugares, haciendo posi-ble la recomposicin de las redes desentido y la construccin de visio-nes alternativas de futuro.

    Tales prcticas afrontan, segnTamayo (2008), mltiples desafoscuando entrelazan la comunicacin,lo poltico y los intereses que lasaniman en tanto organizaciones so-ciales: ayudar a construir relatos queden cuenta de otras voces del con-flicto; construir esferas pblicas lo-cales y regionales incluyentes querealcen los derechos polticos y so-ciales; consolidar sus propios meca-nismos narrativos y estticos, entanto que posturas polticas enmar-cadas en contextos de significacin;no dejarse cooptar por los interesesde sectores diferenciados (grupos ar-

    mados, polticos de turno, iglesias oesferas sociales) como tampocosucumbir a los de la cooperacin in-ternacional que de manera descon-textualizada ofrece ayuda paraagenciar un desarrollo de diversosapelativos; constituirse en opcionesde vida en medio del conflicto, es-pecialmente para nios/as y jvenesque as pueden hacerse partcipes degrupos escolares de radio, escuelasaudiovisuales infantiles y colectivosjuveniles de comunicacin, y de estemodo ir conformando generacionesde relevo de tales experiencias; ytransformar las mentalidades sobreel conflicto armado y sus actores,creadas por los medios de comuni-cacin masivos y por las institucio-nes educativas, con el propsito dereconfigurar perspectivas y enfoquesms amplios e incluyentes que losque histrica y socialmente se hanestablecido sobre el conflicto colom-biano, pero tambin distantes delmaniquesmo y el mesianismo enboga en el continente.

    A modo de conclusin

    Frente a los reduccionismos queamenazan con la petrificacin o conla construccin de prcticas socia-les antidemocrticas en el seno delcampo comunicacin-educacin,una mayor comprensin del lugar dela informacin y el conocimiento enla produccin, de las formas de cons-truccin de lo local y la localizacinde lo global en los procesos de resis-tencia, de la manera o manerascomo ciertas prcticas culturales yprocesos de subjetivacin y sociali-zacin devienen poltica, y de lasformas como operan las mediacionesasociadas con la interrelacincomunicativa propiciada por la re-volucin tecnolgica; permiten no

  • 177NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN

    slo descifrar las hegemonas antide-mocrticas de la globalizacin eco-nmica que mundializa la exclusinde las culturas, sino al mismo tiem-po, ayuda a comprender, acadmicay polticamente, la crisis de repre-sentacin relacionada con el senti-do mismo de las instituciones y conla participacin poltica que dina-miza nuevos sentidos de ciudadana.

    En este marco, entonces, uno delos retos para el campo de la comu-nicacin-educacin consiste en laampliacin o desborde de la ideatradicional de formacin ciudadana,de manera que se asuma que la for-macin del sujeto poltico pasa porreivindicar la multiplicidad cultu-ral, el conocimiento local, el papelde los movimientos de base y el po-der popular en la deconstruccin delimaginario del desarrollo (relanzadoahora como el acceso y la universa-lizacin de las TIC).

    Al resaltar la dimensin polticade lo cultural y la dimensin cultu-ral de lo poltico, la nocin de polti-ca cultural visibiliza el ejercicio delpoder desde las prcticas culturales,mostrando cmo se reconstituye elpoder social y se crean mundos al-ternativos desde la diferencia. Re-cientes anlisis de esas polticasculturales, ambientales y sociales,dinamizadas por las organizacionesy movimientos sociales, paulatina-mente construidas desde procesosactivos de trabajo, de apropiacin yde mediacin cultural de los mediosde comunicacin y las nuevas tec-nologas, de prcticas narrativas dereconocimiento corporal, de cons-truccin de sentidos cotidianos depertenencia y de procesos de movi-miento o desplazamiento espacial;muestran la configuracin de pol-ticas de lugar, construccin de otras

    prcticas ciudadanas de participa-cin diferentes a la ciudadana tra-dicional y de procesos de resistenciaglobales. Sin embargo, no todas lasorganizaciones sociales afianzadas enlugares y que usan medios de comu-nicacin, ni en todo momento, leapuntan a generar procesos favora-bles a la igualdad ni a convertirseen vas de expresin, vinculacin yemancipacin. Afirmar lo contrariosera ver procesos de resistencia encualquier experiencia.

    Citas

    1 Huergo y Fernndez (1999) mencionanadems el imperialismo pedaggico y elinterpretacionismo como dos formas dereducir la relacin comunicacin-educa-cin en trminos pedagogizantes osemiotizantes, respectivamente.

    2 A manera de ejemplo, y segn el Infor-me sobre tendencias sociales y educati-vas en Amrica Latina de 2008 de laOEI y UNESCO, podemos decir que sibien en Amrica Latina la tasa de escola-ridad (para 2006) de los nios entre lossiete y los doce aos alcanza ya 98%, noocurre lo mismo en las siguientes edades,pues entre los adolescentes de 14 aos,la tasa de escolarizacin es menor a 90%y a los 17 aos, un tercio de los jvenesya no asiste a la escuela [...] [y] menos dela mitad logra completar el nivel medio.Por otro lado, algunos pases de la reginan alcanzan altas tasas de analfabetis-mo: Nicaragua (20.2%), Guatemala(25.2%), Honduras (17.3%), El Salva-dor (16.4%), entre otros. Los ndices depoblacin con educacin primaria incom-pleta son demasiado altos: Colombia(24%), Mxico (23%), Bolivia (35.9%),Nicaragua (44.3%), El Salvador (40.2%),por citar algunos. Ver http://www.siteal.iipe-oei.org/informetendencias/informetendencias2008.asp.

    3 Existe tambin un debate entre sobre eluso y el sentido de las expresiones socie-dad de la informacin y sociedad del cono-cimiento, el cual, si bien es importante,no lo podemos desarrollar en este texto.Baste decir que sociedad del conocimien-to, incluso sociedades del conocimiento y

    sociedades del saber, se han usado comocontraposicin a la perspectiva hegem-nica, informacionista e instrumental dela sociedad de la informacin.

    4 Por lo menos, no los de una participa-cin que vaya ms all de lo formal enla seleccin de los gobernantes o de laejercida en el marco estrecho de unaciudadana entendida como un conjun-to de derechos y deberes (ciudadanacomo estatus).

    5 Para los intereses del campo, no es des-deable el desfase terico-prctico en-tre el paradigma de las mediacionessocioculturales fundamentado por losas llamados estudios culturales lati-noamericanos y las prcticas de co-municacin popular, que, por ejemplo,an mantienen concepciones fun-damentalistas sobre lo popular, y unapretendida omnipotencia de los mediosmasivos como instrumento de domi-nacin ideolgica.

    6 Como aclara Mato (2001), el conflic-to entre las perspectivas neoliberales yanti-neoliberales, presentado comoglobalizacin versus anti-globalizacines muy problemtico, porque el movi-miento anti-neoliberal o de globaliza-cin de la solidaridad, es global por laamplia participacin mundial de acto-res, y globalizador, porque su lucha aescala planetaria coincide en una in-terdependencia global de las socieda-des y las culturas.

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