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XXXXXXXX DESARROLLO COGNITIVO

HAIDLE 2012

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HAIDLE 2012

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  • Febrero 2012, InvestigacionyCiencia.es 79

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    El hombre es tambin un ser social. Nuestras comunidades abarcan desde estructuras de convivencia duraderas, como la familia, hasta redes laxas que incluyen millones de miembros. En estos grupos intercambiamos sin cesar informacin de todo tipo y grado de complejidad; ya sea de forma directa, a travs de palabras o gestos, o indirecta, con textos y dibujos. El ser hu-mano se caracteriza, ante todo, por usar herramientas. Con una piedra clavamos postes en el suelo. Mediante otras mquinas fabricamos piezas de metal y plstico con las que ensamblamos despus automviles y ordenadores.

    Al preguntarnos por las caractersticas que otorgan a Homo sapiens su particular puesto en el reino animal, destaca la enor-

    sobre todo, a tres factores: una constitucin fsica que nos ca-pacita para llevar a cabo actividades de toda clase, un elevado grado de desarrollo de las capacidades cognitivas y, por ltimo, una notoria necesidad de crear cultura.

    El gnero Homo existe desde hace unos dos millones de aos. En comparacin con todo lo anterior, sus primeros represen-tantes no nos causaran demasiada impresin. Al igual que sus antepasados, los australopitecinos, caminaban erectos. Las po-derosas mandbulas de sus ancestros se haban reducido, lo que les confera un aspecto menos amenazador. Su constitucin corporal se adecuaba ms a la resistencia que a la fuerza fsi-ca. Y sus manos, en unos brazos cada vez ms cortos, contaban

    con un pulgar que permita un mecanismo de agarre fuerte y preciso.

    Poco a poco, el cerebro aument de tamao (de poco ms de 500 centmetros cbicos en los primeros representantes del gnero Homo, alcanzara una media de 1350 centmetros c-bicos en el hombre moderno). Esa transformacin requiri in-crementar de manera notable el consumo de energa. Al mis-mo tiempo, sin embargo, se redujo la longitud del aparato di-gestivo, por lo que nuestros antepasados se hicieron cada vez ms dependientes de una dieta que deba ser tan energtica como de digestin fcil. Con este teln de fondo, podramos pensar que los primeros representantes del gnero Homo no gozaban de las condiciones ms prometedoras para garanti-zar el xito en la rida sabana africana. No obstante, fueron ellos los primeros que, hace dos millones de aos, abandona-ron frica.

    Aunque, a primera vista, algunos de los cambios fsicos que ocurrieron durante la evolucin no impresionen demasiado, muchos de ellos fueron los responsables del fascinante aumento que experimentaron nuestras capacidades cognitivas. Esas trans-formaciones abrieron todo un abanico de posibilidades en la

    -portamiento social desconocida hasta entonces. Con ello, cier-tas zonas de un cerebro cada vez ms voluminoso se especiali-zaron en la concatenacin de procesos mentales, en la evalua-cin emocional del entorno o en la elaboracin y desarrollo del lenguaje. Sin embargo, los crneos fsiles no permiten recons-truir sino de forma vaga la evolucin de la estructura cerebral [vase La evolucin del cerebro de los homnidos, por Emi-liano Bruner, en este mismo nmero], por lo que, hoy por hoy, an desconocemos si la remodelacin del cerebro trajo consigo de inmediato un cambio de su funcin.

    Los primates suelen tener menos descendencia que otros mamferos de tamao similar. Sus perodos de gestacin y lac-tancia son tambin ms largos. A lo largo de la evolucin hu-mana, la infancia (el perodo en que las cras dependen de la proteccin de los padres) y la adolescencia (una poca de gran independencia) fueron alargndose de manera progresiva. Es-tas etapas se caracterizan por la facilidad con la que los jve-nes adquieren experiencia y aprenden formas de comporta-

    - ria. Poblamos todos los continentes de la Tierra, somos capaces de sobrevivir en cualquier zona climtica y hemos explorado in-cluso el espacio. Nuestras construcciones abarcan desde simples chozas hasta gigantescos rascacielos. Igualmente diversa es nues-tra dieta, que, gracias a la coccin, la fermentacin o la molienda, incluye ali-

    Miriam Nol Naidle es coordinadora del proyecto de investigacin El papel

    Heidelberg (Alemania). Ensea e investiga en el campo de la arqueologa cognitiva.

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    miento que no se encuentran controladas por los genes. Un rasgo particular del ser humano consiste en su facultad para adquirir habilidades y conocimientos sin necesidad de experi-mentarlos por s mismo: puede aprender por medio de la ins-truccin y la imitacin de la conducta ajena, aunque en un principio no entienda su utilidad. Adems, la capacidad de for-macin se prolonga durante toda la vida. Otros simios antro-pomorfos continan siendo curiosos y prestos a aprender an en la etapa adulta, pero los humanos lo somos hasta un pun-to extraordinario.

    Nuestra disposicin para establecer relaciones sociales y cul-turales se debe, por tanto, a varios motivos: no dependemos de una nica dieta, gozamos de una gran versatilidad manual, y nuestra capacidad de comunicarnos con palabras y gestos nos permite adecuarnos a las circunstancias ms diversas. Estas caractersticas, junto a la singular evolucin de nuestro cere-

    -

    cultural. Por cultura entendemos aqu la competencia para transmitir conocimientos de una generacin a otra, con inde-pendencia del parentesco biolgico.

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    xibilidad del gnero Homo se hacen patentes en su manera de manipular herramientas. El empleo de utensilios no solo brin-d nuevas posibilidades, sino que plante tambin todo un de-safo intelectual.

    El empleo de herramientas no es, sin embargo, exclusivo del hombre. Si un chimpanc desea comer una nuez, se apartar durante un tiempo de su objetivo para buscar una piedra con la que cascar el fruto. La capacidad para resolver problemas de manera indirecta rara vez forma parte del comportamiento

    avispas de arena, que emplean pequeas piedras para cubrir los nidos de sus cras. Por lo general, los animales toman deci-

    cerca del fondo marino, se cubren el morro con esponjas para proteger esa zona del cuerpo, muy sensible. Son tambin nu-merosos los animales que emplean herramientas para buscar comida. Y los simios antropomorfos van ms all: utilizan pie-

    -plazarse, limpiarse o jugar.

    En el ao 2007 se document un comportamiento asombro-so en nuestros parientes ms cercanos, los chimpancs: duran-te la persecucin de otros primates, se observ cmo empleaban palos a modo de lanzas; en otras ocasiones, se les vio usar ramas para buscar tubrculos y races. Hasta entonces, se consideraba que tales comportamientos eran exclusivos de los humanos.

    Sin embargo, hay una facultad mental fundamental que, has-ta ahora, no ha sido documentada en ningn otro animal: el

    El gnero Homo

    Un salto clave -

    La ornamenta

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    Qu nos hace humanos? Cuando nos planteamos esta pregunta, surge una respuesta casi inmediata: la inteligencia. Si bien este atributo no explica por s solo la enorme complejidad de nuestra especie, nos dife-rencia por completo del resto de los miembros del reino animal. Sin embargo, cuando intentamos entender cmo y por qu se produjo un salto cognitivo de semejante calibre en nuestro linaje, nos enfrentamos a un obstculo de primer orden: el cerebro no fosiliza.

    Cmo podemos descifrar entonces nuestra evolucin cognitiva? Por fortuna, existen otros indicios que nos informan de manera indi-recta sobre el grado de desarrollo cerebral de nuestros ancestros. En

    ja la capacidad cerebral, al tiempo que sus paredes internas nos dan algunas pistas sobre la evolucin de ciertas reas del cerebro [vase La evolucin cerebral de los homnidos, por Emiliano Bruner, en este mismo nmero]. Por otro lado, la primatologa comparada se encarga de estudiar las capacidades cognitivas de los primates no humanos, lo que nos permite establecer un punto de partida terico sobre el de-sarrollo de nuestro cerebro. Por ltimo, disponemos de una tercera prueba: el registro arqueolgico, el cual nos informa sobre el compor-tamiento de nuestros ancestros.

    Aunque no existen pruebas concluyentes sobre el papel que desempe la industria ltica

    en el desarrollo cerebral, una nueva lnea de investigacin podra zanjar la polmica NRIA GERIBS ARMENGOL

    OLDUVAYENSEPrimeras herramientas de piedra. Lascas

    cortantes.

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    Homo ergaster~ 850 cm3 Homo sapiens

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    ~ 1450 cm3

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    grandes lascas para la obtencin de tiles bifaciales, como el hacha de mano.

    MUSTERIENSEPreparacin de los ncleos para la obtencin de lascas de tamao y formato predeterminados. Produccin de lascas estandarizadas.

    INDUSTRIA LAMINARProduccin estandarizada de lascas laminares. Mejor aprovechamiento de la materia prima. Con la misma cantidad de material se obtiene ms

    2,5 Ma

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    El esquema muestra la evolucin paralela de la tecnologa ltica y las capacidades cognitivas de nuestros ancestros segn el registro arqueo-lgico. Las fechas indican el momento de apari-cin de cada tipo de industria, as como de cada especie de homnido (Ma denota millones de aos; ka, miles de aos). La aparicin de una nueva industria ltica no implica la desaparicin de la anterior. Por ejemplo, se han hallado tiles oldu-

    vayenses que datan de la misma poca que algu-nas industrias laminares.

    En cuanto a los homnidos, el esquema solo muestra la especie contempornea de cada tipo de tecnologa ltica, sin connotaciones genealgicas de ningn tipo. La cifra bajo el nombre de cada es- pecie indica la capacidad craneana media de cada una, en centmetros cbicos. Homo neandertha- lensis presentaba una capacidad mayor que los

    humanos modernos debido a su mayor tamao corporal. Homo habilis fue el primer fabricante conocido de tiles de piedra y el primer repre- sentante de nuestro gnero. El interrogante en su cronologa se debe a que los restos fsiles atribui-bles al gnero Homo se documentan a partir de los 2,4 millones de aos, pero estos no pueden asig-narse de manera inequvoca a Homo habilis sino hasta hace unos 2 millones de aos.

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  • Febrero 2012, InvestigacionyCiencia.es 85

    uso secundario de herramientas. Podemos decir que la historia cultural del hombre empez con un modo re-volucionario de solucionar problemas: con simples gui-jarros, nuestros ancestros eran capaces de obtener, a

    que desmembrar presas. Los ejemplos ms antiguos de utensilios lticos de este estilo, hallados en el este de frica, se remontan a hace 2,6 millones de aos. Cons-tituyen la primera prueba del uso de una herramienta para manufacturar otra.

    Con toda probabilidad, las primeras herramientas as fabricadas fueron elaboradas con algn material pe-recedero, por lo que no habran llegado hasta nuestros das. Una indicacin en este sentido nos la proporcio-nan los chimpancs, quienes emplean ramas para ex-traer termitas del suelo. Los objetos de piedra no apor-taran, por tanto, ms que una pequea muestra de un repertorio de prcticas mucho ms rico. Con todo, es-tos pequeos fragmentos nos informan sobre algunos aspectos clave de la fascinante diversidad del compor-tamiento humano.

    Hace unos dos millones de aos, nuestros antepasa-dos comenzaron a invertir ms tiempo en la fabricacin de herramientas. No solo recolectaban el material en el lugar en el que pretendan utilizarlo, sino tambin en zonas situadas a kilmetros de distancia. Con indepen-dencia de si transportaban el material consigo o si lo trabajaban en la zona de recogida, la produccin de

    -que huir de los depredadores o buscar agua se convir-tiesen, en ocasiones, en objetivos de mayor importan-cia, nunca dejaron de fabricar herramientas.

    Hace 1,9 millones de aos, nuestros antepasados abandonaron frica y se adentraron en zonas ms fras, hasta llegar al este de Asia. Por aquel entonces an no utilizaban el fuego, pero probablemente observaban con tranquilidad los pequeos incendios (un comportamien-to que algunos etlogos han observado hace poco entre los chimpancs). Quiz fue en estas circunstancias cuan-

    de animales muertos a causa del fuego.

    Pero habra de transcurrir largo tiempo antes de que el hombre lograse manejar el fuego. Algunos investigado-res sitan este hito hace unos 800.000 aos. Como prue-ba, contamos con semillas, trozos de madera y peder-nal quemados hallados en las inmediaciones del puente de las Hijas de Jacob, un yacimiento paleolti-co israel. Seguramente pasaron algunos cientos de mi-les de aos ms hasta que los hombres aprendieron a encender el fuego y obtener chispas, llamas y ascuas de manera intencionada, algo que se cree que consiguie-ron hace unos 200.000 aos.

    Puede que hoy nos parezca natural la capacidad para transmitir a la generacin siguiente nuestros lo-gros tcnicos e intelectuales, as como la facultad para desarrollarlos y combinar las ideas pasadas con las pro-pias. Pero, para llegar hasta aqu, nuestros antepasa-dos tuvieron que aprender a percibir al prjimo como individuos capaces de actuar de manera consciente,

    Cualquier tipo de conducta es producto de unas facultades cognitivas de- terminadas. As, los restos arqueolgicos nos indican qu capacidades cogni-tivas mnimas hubieron de poseer nuestros antepasados para poder llevar a cabo un tipo u otro de actividad. En este contexto, las herramientas de piedra constituyen una fuente de informacin fundamental por varias razones. Por un lado, nos proporcionan la prueba ms antigua de la que disponemos sobre cual-quier clase de comportamiento humano. Ello nos permite remontarnos en el estudio del desarrollo de la mente hasta hace 2,5 millones de aos, fecha de la que datan los primeros tiles de piedra documentados. Gracias a su carcter imperecedero, dichas herramientas constituyen la prueba ms abundante sobre cualquier clase de conducta.

    Adems, la industria ltica se considera completamente vinculada a nuestras habilidades cognitivas. Ninguna otra especie animal fabrica herramientas (con la ayuda de otra herramienta), por lo que la aparicin de tiles se atribuye a una transicin cognitiva de primer orden. Los tiles de piedra aparecen como pro-ducto de una accin consciente: la talla. De hecho, se ha documentado un de-sarrollo paralelo entre las capacidades cognitivas de nuestros ancestros y su tec-nologa ltica.

    Causa o consecuencia?A lo largo de los aos, se han propuesto hiptesis muy diversas. Desde los tiem-

    contribuyen al desarrollo cerebral por medio de un proceso constante de retroa-limentacin: la produccin de tiles estimula el desarrollo del cerebro y, a su vez, un cerebro ms desarrollado puede elaborar herramientas ms comple-jas. Adems, la aparicin de tiles lticos permiti el acceso a nutrientes de alto valor proteico, como la carne, imprescindibles para mantener un cerebro cada vez mayor y ms complejo.

    Sin embargo, hay quienes piensan que, ms all del acceso a la carne, las herramientas de piedra no desempearon ningn papel destacado en el de-

    otras esferas de la vida ms complejas, a su entender, que la tecnologa ltica, como las relaciones sociales.

    Sea como fuere, lo cierto es que el estado actual de las investigaciones no nos permite deducir el papel que desempe la tecnologa ltica en nuestro de-sarrollo cognitivo sin entrar en el terreno de la especulacin. El registro arqueo-lgico no basta, puesto que se limita a apuntar qu capacidades cognitivas mnimas deba poseer un homnido para poderlas fabricar. Sin embargo, la

    cbalas y ofrezca, por vez primera, datos empricos sobre la presin evolutiva de la tecnologa ltica.

    Dicha lnea de investigacin, liderada por el profesor Dietrich Stout, de la Universidad Emory, intenta determinar qu reas del cerebro participan en los procesos de talla. Para ello, recurre a la tomografa de emisin de positrones, una tcnica muy empleada en neurologa y en el diagnstico de enfermedades cerebrales. Se trata, por supuesto, de un enfoque actualista, ya que parte de la premisa de que la talla ltica exige los mismos requisitos mentales a un humano moderno que a un homnido de hace 2,5 millones de aos. No obstante, si

    durante la talla, quiz podremos saber cul era el grado mnimo de desarrollo cerebral de los homnidos que fabricaron cada tipo de herramienta. Asimismo, debera ser posible averiguar qu zonas cerebrales se seleccionaron a lo largo de la evolucin como consecuencia de la presin ejercida por la talla.

    En cualquier caso, nos encontraremos ms cerca de entender qu funcin ejerci la tecnologa ltica en el desarrollo de nuestro cerebro. Sin duda, una lnea de investigacin prometedora.

    Nria Geribs Armengol trabaja en el Instituto de Paleoecologa Humana y Evolucin Social (Universidad Rovira i Virgili, Tarragona)

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  • 86 INVESTIGACIN Y CIENCIA, febrero 2012

    as como a saber ver en las tcnicas de trabajo un principio independiente, ms all de sus aplicaciones concretas. Una piedra no solo serva para cascar nueces u obtener utensilios cortantes, tambin poda usarse a modo de martillo. Por ello, resultaba tan til que siempre haba que disponer de una. Una caja de herramientas repleta de estos objetos permita ha-cer frente a tareas laboriosas y complejas. La adquisicin de estas nuevas capacidades cognitivas queda demostrada con el ejemplo de las lanzas de madera de Schningen, de una an-tigedad estimada entre 400.000 y 300.000 aos. Constituan armas de caza verstiles, cuya confeccin debi requerir va-rios das.

    Una herramienta sin ninguna aplicacin evidente animaba a probarla en otros contextos. As, se construyeron aparatos compuestos, como tiles o armas que se montaban a partir de piezas diferentes. Los primeros en emplear esta tcnica fueron los neandertales. Hace unos 200.000 aos, con brea de abedul,

    La genialidad del invento resida en que la utilidad de la pun-ta y la de la lanza aumentaban de manera espectacular con la nueva combinacin.

    A medida que nuestros antepasados iban descubriendo nue-vas aplicaciones para sus herramientas, naci en ellos la sensi-bilidad esttica. Puede que todava no se tratase de arte, pero en esta fase del desarrollo aument con rapidez la preferencia por los utensilios de piedra simtricos y de gran tamao, por los objetos inslitos, como los fsiles, o por los colores llamati-vos. Ello condujo a nuevas formas de expresin artstica, desde la decoracin de herramientas y la confeccin de adornos per-

    sonales a la creacin de mundos abstractos por medio de pin-turas y smbolos. Aunque el arte del Paleoltico no pareciese de-sempear ninguna funcin, constitua un nuevo medio para la transmisin de tradiciones y mitos, as como indicaciones de estatus social que complementaban al lenguaje hablado.

    Los expertos no coinciden por completo a la hora de deter-minar la manera y momento en que emergi el lenguaje. La forma de los crneos fsiles, as como la de los huesos de la zona farngea y del odo, lleva a suponer que los hombres de hace entre 600.000 y 400.000 aos ya podan emitir sonidos similares a palabras y, posiblemente, tambin escucharlas. Pero el desarrollo del lenguaje requiere, adems, la capacidad de ar-ticular dichos sonidos en slabas o palabras completas, todo ello en combinaciones siempre nuevas. Si atendisemos al prin-cipio de la caja de herramientas mencionado ms arriba, po-dramos concluir que el ser humano habra adquirido la capa-cidad del lenguaje hace, como mucho, 400.000 aos. Sin em-bargo, si aquellas habilidades se transmitieron por medio del habla constituye una cuestin abierta al debate. En todo caso, la sobresaliente capacidad de intercambiar informacin, ya fue-se por medio de palabras o de imgenes, permiti continuar acumulando conocimiento.

    esta proporcionaba, Homo sapiens ampli las posibilidades de sus manifestaciones culturales hasta una dimensin inesperada. Hoy, algunos humanos todava viven en condiciones similares a las que imperaban en la Edad de Piedra; otros dirigen multi-nacionales y vuelan alrededor del mundo. Los hombres pueden

    miles de empleados de la industria alimentaria, del embalaje y de la logstica. La variedad de comportamientos que el hombre

    entorno no dependen de su capacidad para crear cultura. Esta es idntica en todos nosotros. Como especie, los humanos ha-

    individuos podamos, a veces, anclarnos en las tradiciones y des-echar toda novedad... algo que, sin duda, tambin forma parte de la adaptabilidad que caracteriza a nuestra especie.

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    Los representantes europeos del gnero Homo fueron grandes innovadores. Hace 200.000 aos ya fabricaban pegamento a partir de la corteza del abedul: al calentar en un hoyo (en una atms-fera pobre en oxgeno) fragmentos de corteza, se produca un tipo de brea. Esta se endureca al enfriar- se, pero poda volver a calentarse y ablandarse de nuevo.

    Se han descubierto restos de brea de abedul en varios yaci-mientos paleolticos de Italia, Francia y Alemania. Otros pega-mentos de la misma poca han sido hallados en Siria y, sobre todo, en Sudfrica. En estos casos, se trata de brea natural (betn) o de pegamentos compuestos a partir de una mezcla de grasa animal, resina vegetal y almagre.

    En Hornstaad, cerca del lago de Constanza, se ha recupe-rado goma de mascar elaborada a partir de brea de abedul y datada en fecha mucho ms reciente, entre los aos 4400 a.C y 3500 a.C. (Neoltico tardo). Se desconoce si esta goma fue

    -bin tzi, el individuo cuya momia fue hallada en los Alpes en 1991, utiliz este pegamento hacia el ao 3100 a.C.: las puntas

    -dul (imagen).

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    Handbook of paleoanthropology. W. Henke y I. Tattersall (eds.). Springer-Verlag. Heidelberg, 2007.Working-memory capacity and the evolution of modern cognitive potential: Implications from animal and early human tool use. M. N. Haidle en Current Anthropology, vol. 51, n.o S1, junio de 2010.