Hammett, Dashiell - Antología de relatos breves.txt

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DASHIELL HAMMETT

ANTOLOGA

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Dashiell Hammett Antologa de relatos breves NDICE ......................3 Samuel Dashiell Hammett............................

La dcima pista...................................... .............................5 ..........................24 .........................39 ..........................52 La muerte de Main.................................. La casa de la calle Turk........................... La herradura dorada................................

El gran golpe...................................... ...............................75 El Rapto........................................... ...............................110 Un hombre llamado Spade............................ .................121 Slo se ahorca una vez............................... ....................144 Demasiados han vivido.............................. .....................154 El Ayudante del asesino............................ .....................167 .................190 ........................199 .......................202 El guardin de su hermano............................ Sombra en la noche................................. El camino de regreso...............................

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Dashiell Hammett Antologa de relatos breves Samuel Dashiell Hammett Escritor estadounidense de relatos policiacos. Tambin escribi bajo los seudnimos de Peter Collinson, Daghull Hammett, Samuel Dashiell y Mary Jane Hammett. Naci el 27 de mayo de 1894 en el condado de St. Mary's (Maryland, Estados Unidos). Hammett creci en las calles de Filadelfia y Baltimore. Sin una educac in formal (dej la escuela a los 13 aos), trabaj en diversos oficios y en diferentes lugares del pas : como mensajero para los ferrocarriles de Baltimore y Ohio, fue dependiente, fue mozo de esta cin y trabajador en una fbrica de conservas entre otros oficios. En 1915, entr en la "Pinkerton's National Detective Agency" de Ba ltimore como detective privado, experiencia que le proporcionara material para sus novelas. Hammett no solo contaba la historia, sino que tambin haba vivido los hechos. Aprendi el oficio de detective de James Wright, un agente bajo, rechoncho y de lenguaje duro, que se convirti en un do lo para Hammett (y que ms tarde servira, supuestamente, como inspiracin para El agente de la C ontinental). En Junio de 1918, abandon Pinkerton y se alist en alist en la Armada, pero la tuber culosis que contrajo provoc su licencia mdica en menos de un ao. De hecho, Hammett sufrira de mala salud por sus brotes de tuberculosis y alcoholismo durante el resto de su vida. Hammett fue un tipo enigmtico y contradictorio. Mientras fue empl eado de la famosa agencia de detectives Pinkerton entre sus tareas estaba la de romper huelgas de vez en cuando, aunque despus se decantara por una postura ideolgica claramente de izquierdas. Su carrera literaria se produjo en poco ms de una docena de aos, en los que consigui hacer resp etable la nueva narrativa norteamericana de detectives. Consigui prestigio literario rpidamente con sus novelas entre 1929 y 1931. Las dos primeras, Cosecha roja (1929) y La maldicin de los Dain (1929), le llevaron de inmediato a la fama y en El halcn malts (1930), su novela ms famosa, aunque se discute si la mejor , en la que di vida a su personaje ms conocido, Sam Spade, fue la pionera del estilo de novela negra policiaca. Gran parte del xito de la novela se puede atribuir a la adaptacin para el cine de 1941 dirigida por John Houston y protagonizada por Humphrey Bogart. Tambin fue el responsable de la creacin de El agente de la Contin ental (1924) y El hombre delgado (1934), la novela que present el matrimonio de detectives Ni ck y Nora Charles al mundo, personajes que se convirtieron en la base para una serie de famosas pelculas. Fue el inventor de la

figura del detective cnico y desencantado de todo. El agente de la Co ntinental de Hammett apareci en unas tres docenas de relatos, algunos de los cuales fueron la bas e de las novelas Cosecha roja ( ( Red harvest , 1929) y La maldicin de los Dain The Dain curse , 192 9). Corran los tiempos del nacimiento de la novela negra, un movimien to literario en que se adoptaba el enfoque realista y testimonial para tratar los hechos de lictivos. Fue el fundador de tal corriente y su ms egregio representante y destac sobre todo por su rea lismo, por la franqueza con que dibuja a sus personajes y escribe su dilogo, as como por el impact o con que se desarrolla el argumento, que supone la descripcin grfica de actos brutales, y por la s actitudes sociales hipcritas y cnicas. Demostr asimismo que tambin en este gnero se pueden d enunciar las corrupciones polticas y econmicas, aunque nada de todo esto est reido co n el humor, y su ( novela El hombre delgado The thin man , 1934) es un ejemplo de e llo. En el escritor espaol Manuel Vzquez Montalbn pueden seguirse sus huellas. No slo goz del recon ocimiento popular, tambin crticos serios elogiaron su trabajo. Varias de sus novelas fuer on ms tarde adaptadas a programas populares de radio y al cine, y tambin escribi guiones en Ho llywood y su nombre apareci en los crditos de una serie de shows de radio que utilizaron s us personajes, como el de Alex Raymond, detective privado/espa que apareci en la tira de cmics S ecret Agent X-9 (1934). Pero en 1934, con la publicacin de El hombre delgado , su lti ma novela, la carrera de Hammett como escritor estaba casi acabada y se puede afirmar que no escribi nada verdaderamente importante despus de esa fecha (no volvi a escribir nov elas, slo relatos cortos). 3 = Page 3 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves El anterior otoo haba conocido a Lillian Hellman, lectora de guiones q ue tena la ambicin de convertirse en dramaturga, y se embarcaron en una larga y tumultuosa relacin, que durara casi treinta aos. Reconocido como izquierdista, en 1951 pas seis meses en la crcel p or "actividades antiamericanas" (en realidad por rechazar atestiguar en el Civil Rig hts Congress contra cuatro comunistas acusados de conspirar en contra del gobierno de los Estad os Unidos). En 1953, volvi a

rechazar contestar a preguntas del comit del senador Jos McCarthy's. Muri el 10 de enero de 1961 en Nueva York.

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Dashiell Hammett Antologa de relatos breves La dcima pista [ The tenth clew, 1924] Un relato de El Agente de la Continental Don Leopold Gantvoort no est en casa dijo el criado que me abri la puerta , pero est su hijo, el seorito Charles, si es que desea verle. No. El seor Gantvoort me dijo que me recibira hacia las nueve. Son ahora las nueve en punto y estoy seguro de que no tardar. Le esperar. Como quiera el seor. Se apart para dejarme pasar, se hizo cargo de mi abrigo y mi somb rero, me condujo a la biblioteca de Gantvoort situada en el segundo piso, y all me dej. Tom u na de las revistas que haba sobre la mesa, coloqu a mi lado un cenicero, y me puse cmodo. Pas una hora. Dej de leer y comenc a inquietarme. Pas otra hora... Y o estaba en ascuas. Comenzaba a dar las once un reloj del piso bajo, cuando entr en l a habitacin un joven alto y delgado de unos veinticinco o veintisis aos de edad, piel muy blanca, y ojos y cabellos oscuros. Mi padre no ha vuelto todava me dijo . Es una lstima que le haya es tado esperando usted tanto tiempo. Puedo ayudarle en algo? Soy Charles Gantvoort. No, gracias me levant del silln encajando la corts despedida . Llama r maana. Lo siento murmur, y juntos nos dirigimos hacia la puerta. En el momento en que salamos al pasillo, un telfono supletorio sit uado en un rincn de la

habitacin que abandonbamos comenz a sonar con un timbrazo amortiguado. Me detuve en el umbral de la puerta mientras Charles Gantvoort se acercaba a respond er. De espaldas a m, habl en el aparato. S. S. S. de pronto, bruscamente . Qu? S y, luego, con desmayo . S. Muy lentamente se volvi hacia m con el auricular an en la mano. Tena el rostro grisceo y contrado en un gesto de angustia, los ojos abiertos de par en par por la sorpresa y la boca entreabierta. Mi padre balbuce . Ha muerto. Le han matado. Dnde? Cmo? No lo s. Era la polica. Quieren que vaya inmediatamente. Se enderez con un esfuerzo, recobr su compostura y colg el telfono. Los msculos de su rostro se relajaron ligeramente. Perdone mi... Seor Gantvoort le interrump , trabajo para la Agencia de Detectives Continental. Su padre llam a nuestras oficinas esta tarde y pidi que le enviaran un de tective esta misma noche. Dijo que le haban amenazado de muerte. Pero teniendo en cuenta que an no me haba contratado, a menos que usted quiera... Desde luego. Est usted contratado. Si la polica no ha hallado al a sesino, quiero que haga ustedtodo lo posible por encontrarlo. Bien. Vamos a la Jefatura. Ninguno de los dos habl durante el camino. Gantvoort iba inclinad o sobre el volante del automvil que lanzaba a travs de las calles a una increble velocidad. Ar da en deseos de hacerle infinidad de preguntas, pero me di cuenta de que para mantener aquel la velocidad sin estrellarnos era necesario que concentrara toda su atencin en la conduccin del auto mvil. As pues, opt por no molestarle y guard silencio. 5 = Page 5 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves En la Jefatura de Polica nos esperaban media docena de oficiales. Estaba a cargo del caso el inspector O'Gar, un sargento de cabeza apepinada que viste como un sheriff de pelcula, incluido el sombrero negro de ala ancha, pero que no por eso deja de disfrutar d e toda mi consideracin. Habamos trabajado ya juntos en dos o tres casos, y nos llevbamos de ma ravilla.

Nos condujo a uno de los despachos situados bajo la Sala de Junt as. Diseminados sobre el escritorio haba aproximadamente una docena de objetos. Quiero que mire estas cosas detenidamente dijo el sargento a Gan tvoort , y elija las que pertenecieron a su padre. Pero, dnde est? Haga esto primero insisti O'Gar , y luego le ver. Mir los objetos que haba sobre la mesa, mientras Charles Gantvoort haca la seleccin. Un joyero vaco; una agenda; tres cartas en sendos sobres abiertos dirigi dos a la vctima; varios documentos; un manojo de llaves; una pluma estilogrfica; dos pauelos d e lino blanco; dos casquillos de pistola; una navaja y un lpiz de oro unidos a un reloj tambin de oro por una cadena de oro y platino; dos monederos de piel negra, uno de ellos nuevo y el otro muy usado; cierta cantidad de dinero en billetes y monedas; y una mquina de escribir ab ollada y retorcida salpicada de amasijos de cabellos y sangre. Parte de los objetos estaban manch ados de sangre, y parte estaban limpios. Gantvoort seleccion el reloj con sus aditamentos, las llaves, la agenda, los pauelos, las cartas, los documentos y el monedero usado. Esto era de mi padre nos dijo . Las otras cosas no las he visto n unca. Como no s cunto llevaba encima esa noche, no puedo decirles si ese dinero le pertene ca o no. Est seguro de que no eran suyos el resto de estos objetos? le preg unt O'Gar. Creo que no, pero no estoy seguro, Whipple se lo podr decir se vo lvi hacia m . Es el criado que le abri la puerta esta noche. Estaba al servicio de mi pad re y l sabr con seguridad si le pertenecan o no. Uno de los policas fue a llamar a Whipple para decirle que vinier a inmediatamente. Yo continu el interrogatorio. or? Echa en falta algo que su padre llevara habitualmente? Algo de val

Nada que yo sepa. Todo lo que caba esperar que llevara est aqu. A qu hora sali de casa esta noche? Antes de las siete y media. Puede que a las siete. Sabe adnde se diriga? No me lo dijo, pero supuse que iba a visitar a la seorita Dexter. Las caras de los policas se iluminaron y sus miradas se agudizaro n. Supongo que la ma tambin. Son muchos, muchsimos, los crmenes en que no hay faldas de por medio, pero es raro el asesinato notable en que no hay complicada una mujer. Quin es la seorita Dexter? me relev O'Gar. Es... dijo Charles Gantvoort dudando . Ver, mi padre tena una relac in muy cordial con ella y con su hermano. Sola visitarles, o mejor dicho visitarla, vari as noches por semana. Yo sospechaba que quera casarse con ella. Qu clase de persona es?

Mi padre les conoci hace seis o siete meses. Yo les he visto vari as veces, pero no les conozco muy bien. La seorita Dexter, Creda de nombre, tiene unos vein titrs aos y su hermano Madden es cuatro o cinco aos mayor. El debe estar ahora camino d e Nueva York donde va a gestionar un asunto en nombre de mi padre. Le dijo su padre que iba a casarse con ella? insisti O'Gar negndose a perder de vista la 6 = Page 6 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves posibilidad de una intervencin femenina. No, pero es evidente que estaba, cmo le dira?, muy entusiasmado con ella. Tuvimos unas palabras sobre eso hace unos das, concretamente la semana pasada& Na da serio, entindame... Una discusin sin importancia. Del modo en que me habl, me tem que pensa ba casarse con ella. Por qu ha dicho me tem? salt O'Gar al or estas palabras. Charles Gantvoort se azar un poco y carraspe nerviosamente. No quiero darle una mala impresin de los Dexter. Creo, ms an, estoy

seguro, que no tienen nada que ver en este asunto. Pero no les tengo ninguna simpata , no me caen bien. Me parecen unos oportunistas. Mi padre no era fabulosamente rico, pero tena una considerable fortuna. Y aunque se conservaba bien, tena ya cincuenta y siete aos, lo que me hace pensar que a Creda Dexter le interesaba ms su dinero que l. Y el testamento de su padre? En el ltimo de que yo tengo noticia, el que redact hace dos o tres aos, deja todo a mi mujer y a m. Su abogado, Murray Abernathy, podr decirle si hay un test amento posterior, pero no lo creo. Su padre se haba retirado de los negocios, verdad? S& Me traspas su agencia de importacin y exportacin hace un ao aprox imadamente. Conservaba bastantes inversiones en diversos sitios, pero no partici paba activamente en ninguna empresa. O'Gar se lade el sombrero de sheriff, y durante unos segundos s e rasc su cabeza apepinada con expresin meditabunda. Despus me mir. Tiene usted alguna pregunta ms? S. Seor Gantvoort, conoce usted a un tal Emil Bonfils? Ha odo hablar de l a su padre o a cualquier otra persona? No. En alguna ocasin le dijo su padre que haba recibido una carta en la cual se le amenazaba?

Terminada la entrevista, O'Gar y yo acompaamos a Gantvoort al deps ito de cadveres para que identificara el de su padre. El espectculo que ofreca ste no era lo que se dice agradable, ni siquiera para O'Gar ni para m, que slo le conocamos de vista. Yo le rec ordaba como un hombre bajo y enjuto, siempre elegantemente ataviado y dotado de una viveza que le haca parecer mucho ms joven de lo que era. Ahora yaca con el crneo convertido en un amasij o de pulpa roja. Dejamos a Gantvoort en el depsito de cadveres y nos dirigimos a pi e a la Jefatura. Qu secretos se trae usted sobre ese Emil Bonfils y Pars en 1902? me pregunt O'Gar en el momento en que salimos a la calle. La vctima telefone a la Agencia esta tarde diciendo que haba recibi do una carta amenazadora de un tal Emil Bonfils, con el que ya haba tenido roces e n Pars en 1902. Afirm que Bonfils haba disparado sobre l en la calle la noche anterior y pidi que le enviaran un detective esta misma noche. Rog que bajo circunstancia alguna se informara de e sto a la polica, aadiendo que prefera que Bonfils le matara a que el asunto se hiciera pblico. E so es todo lo que dijo por telfono. Por eso estaba yo presente cuando notificaron a Charles Gant voort la muerte de su padre. O'Gar se detuvo en medio de la acera y dej escapar un silbido. 7 = Page 7 =

aos.

O que alguien le haba disparado en la calle? No. Estuvo su padre en Pars en 1902? Es muy posible. Hasta que se retir sola ir al extranjero todos los

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves Esta s que es buena exclam . Espere usted a que volvamos a la Jefat ura. Le ensear una cosa. Whipple nos esperaba ya en la Sala de Juntas. A primera vista su rostro tena la misma expresin de mscara que cuando me haba admitido pocas horas antes en la casa de Russian Hill. Pero por debajo de sus modales de sirviente perfecto se le notaba cr ispado y tembloroso. Le llevamos a la oficina donde habamos interrogado a Charles Gantvoort. Whipple corrobor todo lo que el hijo de la vctima nos haba dicho. E staba seguro de que ni la mquina de escribir, ni el joyero, ni los dos casquillos, ni el monede ro nuevo haban pertenecido al muerto. No conseguimos hacerle confesar lo que pensaba de los Dexter , pero era evidente que no

les tena ninguna simpata. La seorita Dexter, nos dijo, haba llamado tres veces aquella noche; hacia las ocho, a las nueve y a las nueve y media. En las tres ocasi ones haba preguntado por el seor Gantvoort, pero no haba dejado ningn recado. Whipple supona que la seorita Dexter esperaba a su amo y que al ver que no llegaba se haba inquietado por su tardanza. Dijo no saber nada ni de Emil Bonfils ni de las cartas en que se amenazaba a Gantvoort. La noche anterior a su muerte, ste haba salido desde las ocho hasta la me dianoche. Whipple no se haba fijado en l lo suficiente como para decir si a su vuelta estaba i nquieto o no. Cuando sala llevaba encima, generalmente, unos cien dlares. Echa usted de menos algo de lo que Gantvoort llevaba encima esta noche? pregunt O'Gar. No, seor. Creo que est todo aqu. El reloj y la cadena, el dinero, l a agenda, el monedero, las llaves, los pauelos, la pluma... Todo que yo sepa. Sali Charles Gantvoort esta noche? No, seor. El y su esposa estuvieron en casa toda la noche. Est seguro? Whipple medit un momento. S, seor. Casi seguro. Puedo decirle con absoluta certeza que la seo rita Gantvoort no sali. La verdad es que al seorito Charles no le vi desde las ocho aproximad amente, hasta las once, hora en que baj con este caballero dijo sealndome . Pero estoy casi seguro de que no sali. Creo recordar que la seorita Gantvoort me dijo que estaba en casa. O'Gar le hizo entonces otra pregunta que en aquel momento me sor prendi. Qu clase de botonadura llevaba el seor Gantvoort? Se refiere usted a don Leopold? S. Era una botonadura lisa, de oro. Los botones estaban hechos de u na pieza y llevaban el contraste de un joyero de Londres. Los reconocera si los viera? S, seor. Acabado el interrogatorio, dejamos a Whipple regresar a casa. No cree pregunt a O'Gar una vez que nos quedamos solos frente a aq uel escritorio cubierto de pistas que an no significaban absolutamente nada para m qu e es hora de que empiece a ponerme al da? Creo que s. Esccheme bien. Un hombre llamado Lagerquist, dueo de un a tienda de ultramarinos, atravesaba en su automvil esta noche el parque de Golde n Gate, cuando pas junto a un coche estacionado con los faros apagados en una avenida oscura. L a postura del hombre que haba en el interior le pareci rara, e inform de ello al primer agente d e polica que encontr. El agente hall a Gantvoort sentado al volante con la cabeza aplas tada, y este cacharro

e

continu poniendo la mano sobre la mquina de escribir manchada de sangr sobre el asiento de 8 = Page 8 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves al lado. Eran las diez menos cuarto. El forense dice que le mataron machacndole el crneo con esta mquina de escribir. Los bolsillos del traje de la vctima estaban vuelt os hacia fuera, y sobre el suelo y los asientos del automvil hallamos diseminados los objetos qu e ve sobre el escritorio, exceptuando el monedero nuevo. En el coche encontramos tambin este di nero, cerca de cien dlares. Entre los papeles hallamos ste. Me alarg una hoja de papel blanco en la que alguien haba escrito a mquina lo siguiente: L. F. G. Quiero lo que es mo. Nueve mil kilmetros y veintin aos no te ba starn para ocultarte a la vctima de tu traicin. Estoy dispuesto a quitarte lo que me ro baste. E. B. L.F.G. puede ser Leopold F. Gantvoort dije , y E. B. puede ser Em il Bonfils. Veintin aos seran los transcurridos entre 1902 y 1923, y nueve mil kilmetros es aproximadamente la distancia que hay de Pars a San Francisco. Dej la carta sobre la mesa y tom el joyero. Era de un material neg ro que imitaba piel, y estaba forrado de satn blanco. Careca de marca alguna. Despus examin los casquillos. Eran del calibre cuarenta y cinco y mostraban en la ojiva una muesca en forma de cruz, viejo truco que permite que la bala se apla ne como un platillo cuando llega a su destino. Los encontraron en el automvil? S. Y esto tambin. O'Gar sac del bolsillo de su chaleco un mechn de cabellos rubios d e unos tres o cuatro centmetros de longitud. No haba sido arrancado, sino cortado. Algo ms? La serie de hallazgos pareca interminable. Tom el monedero nuevo que estaba sobre el escritorio, el que tant o Whipple como Charles Gantvoort haban negado que fuera propiedad del muerto, y me lo alarg. Esto lo hallamos en la carretera, a un metro del coche aproximad amente. Era un monedero de poco precio y no llevaba ni la marca del fabr icante ni las iniciales de su propietario. En su interior haba dos billetes de diez dlares, tres rec

ortes de peridico y una lista mecanografiada de seis nombres, encabezados por el de Gantvoort, con sus respectivas direcciones. Al parecer los tres recortes procedan de las columnas de anuncios personales de tres peridicos distintos, pues el tipo de letra era diferente en los tres casos. De can lo siguiente: George D. D. D. R. H. T. CAPPY No contestan. FLO A las doce en punto, y de punta en blanco. BINGO Todo est dispuesto. No esperes demasiado.

Los nombres y direcciones que aparecan bajo el de Gantvoort en la lista mecanografiada, eran: Quincy Heathcote, calle Jason 1223, Denver; B. D. Thornton, call e Hughes, 96, Dallas; Luther G. Randall, calle Columbia, 615, Portsmouth; J. H. Boyd Willis, call e Harvard, 5444, Boston; Hannah Hindmarsh, calle 79, 218, Cleveland. 9 = Page 9 =

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Qu ms? pregunt despus de examinar la lista. El sargento no haba agotado an las existencias. Cuando hallamos a la vctima, los botones del cuello de la camisa haban desaparecido, aunque tanto ste como la corbata seguan en su lugar. Faltaba tambin el zapato izquierdo. Hemos buscado por todas partes, pero no hemos podido hallar ni uno ni otro s. Es eso todo? Ya estaba preparado para or cualquier cosa. No s qu ms quiere usted, demonios! gru . Es que no le parece bastant Qu me dice de las huellas? Nada. Las nicas que encontramos pertenecan al muerto. Y el automvil en que le hallaron? Pertenece a un mdico, el doctor Wallace Girargo. Llam esta tarde a las seis para informar de que se lo haban robado en las cercanas del cruce de la calle McAlli ster y la calle Polk. Estamos investigando sus antecedentes, pero creo que es persona honrada. Los objetos que Whipple y Charles Gantvoort haban identificado co mo propiedad de la vctima no nos dijeron nada. Los examinamos cuidadosamente sin resultado. La agenda contena muchos nombres y direcciones, pero nada que pareciera tener que ver con el caso. Las cartas carecan de importancia. El nmero de serie de la mquina de escribir con que se cometi el cri men haba sido borrado,

probablemente con una lima. Qu opina usted de todo esto? me pregunt O'Gar cuando, terminada la inspeccin, nos arrellanamos en sendos sillones a fumar un cigarro. Tenemos que encontrar a Emil Bonfils. No es mala idea gru . Creo que lo mejor ser que nos pongamos en cont

acto con las

cinco personas cuyos nombres aparecen en la lista que encabeza el de Gantvoort. Cree que puede tratarse de una lista de futuras vctimas? Estar dispuesto Bonfils a mat arlos a todos? Quiz. En cualquier caso tenemos que localizarles. Es posible que haya matado ya a alguno, pero muertos o no es evidente que tienen que ver con el asunto. Envi ar un telegrama a las sucursales de la agencia con los nombres que figuran en la lista y v er si pueden averiguar tambin la procedencia de los recortes de prensa. O'Gar mir su reloj y bostez. Son ms de las cuatro. Qu le parece si dejamos esto y nos vamos a do rmir? Dejar un recado al tcnico del departamento para que compare el tipo de la mquin a de escribir con la carta firmada E. B. y con la lista de nombres, y me diga si las escribiero n con ella. Supongo que s, pero tenemos que asegurarnos. Tan pronto como amanezca har que registren e l parque en que hallaron a Gantvoort. Quiz puedan encontrar el zapato y los botones desaparecido s. Mandar tambin un par de hombres a recorrer todas las tiendas de mqu inas de escribir de la ciudad. Veremos si pueden averiguar de dnde procede sta. Me detuve en la oficina de telgrafos ms cercana y envi unos cuantos telegramas. Despus me dirig a casa. Aquella noche mis sueos no estuvieron ni remotamente relacionados con crmenes ni con trabajo. A las once en punto de la maana siguiente, cuando fresco y animos o y con cinco horas de sueo en mi haber llegu a la Jefatura de Polica, hall a O'Gar inclinado s obre su escritorio mirando con asombro un zapato negro, media docena de botones de oro, una llave oxidada y un peridico arrugado que se alineaban ante l. Qu es eso? Recuerdos de su boda? Como si lo fueran respondi con voz cargada de disgusto . Escuche e sto. Uno de los 10 = Page 1 0 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves conserjes del Banco Nacional de Hombres del Mar se dispona a limpiar el local esta maana,

cuando hall un paquete en el vestbulo. Se trataba de este zapato, el q ue nos faltaba de Gantvoort. Iba envuelto en una hoja del Philadelphia Record con fecha de hace cinco das. Con el zapato iban estos botones y esta llave vieja. Como ver el tacn del zapato ha sido arrancado y no lo hemos hallado todava. Whipple ha identificado el zapato y dos de los botone s sin la menor dificultad, pero dice no haber visto nunca la llave. Los otros cuatro botones son nue vos y de los ms corrientes, de oro chapado. La llave parece que no se ha usado en mucho tiempo. Qu de duce usted de todo esto? Confieso que no pude decir nada. Cmo se le ocurri al conserje entregar esto a la polica? Los peridicos de la maana publicaron la noticia del crimen y en el la se haca referencia al zapato y a los botones. Qu han averiguado de la mquina de escribir? pregunt. Se ha comprobado que fue con ella con la que escribieron la cart a y la lista de nombres, pero no hemos podido descubrir su procedencia. Hemos hecho todas las aver iguaciones necesarias con respecto a los movimientos del propietario del automvil durante la no che de ayer y est al abrigo de toda sospecha. Lo mismo ocurre con Lagerquist, el que encontr a Ga ntvoort. Y usted, qu hizo? An no he recibido respuesta a los telegramas que envi anoche. Pas p or la Agencia esta maana antes de venir aqu y encargu a cuatro detectives que recorrieran todos los hoteles de la ciudad para ver si pueden hallar a algn Bonfils. En el listn de telfono s figuran dos o tres familias con ese apellido. Tambin envi un telegrama a nuestra agencia en Nueva York para que revisen las listas de pasajeros llegados recientemente al puerto, y mand un cable a nuestro corresponsal en Pars para ver qu puede averiguar all. Supongo que antes de nada deberamos ver a Abernathy, el abogado d e Gantvoort, y a esa tal seorita Dexter dijo el sargento. Estoy de acuerdo asent . Vamos a tantear al abogado primero. Tal c omo estn las cosas es lo ms importante en este momento. Murray Abernathy, abogado de profesin, era un caballero alto y de lgado que hablaba con lentitud y mostraba una acrrima adhesin a las camisas de pechera almid onada. Por exceso de lo que nosotros consideramos tica profesional, se neg a darnos toda la in formacin que desebamos. Pero le dejamos divagar a su modo y as conseguimos averiguar algunos datos. Lo que nos dijo fue ms o menos lo siguiente: Leopold Gantvoort y Creda Dexter pensaban casarse el mircoles sig uiente. Tanto el hijo de l como el hermano de ella se oponan a la boda, de modo que la pareja ha ba decidido contraer matrimonio secretamente en Oakland y embarcarse para Oriente la mism a tarde de la boda pensando que para cuando acabara la larga luna de miel ambas familia

s se habran resignado a su unin. Gantvoort haba redactado un nuevo testamento por el que dejaba la mitad de su fortuna a su nueva esposa y la otra mitad a su hijo y a su nuera, pero no haba fir mado an el documento y Creda Dexter lo saba. No ignoraba tampoco, y ste fue uno de los pocos puntos en que Abernathy se mostr explcito, que de acuerdo con el testamento anterior, an en vigor, toda la fortuna pasaba a Charles Gantvoort y a su esposa. Basndonos en alusiones y medias palabras de Abernathy, dedujimos que la fortuna de Gantvoort ascenda a milln y medio de dlares, aproximadamente. El abogad o afirm ignorar todo lo referente a Emil Bonfils y a las amenazas dirigidas contra su cli ente. No saba, o no quiso decirnos, nada que viniera a arrojar un rayo de luz acerca de la nat uraleza del robo de que se acusaba a Gantvoort en la carta amenazadora. Desde la oficina de Abernathy nos dirigimos al apartamento de Cr eda Dexter, situado en un lujoso edificio a pocos minutos de distancia de la casa de la vctima. 11 = Page 1 1 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves Creda Dexter era una mujer menuda, de poco ms de veinte aos. Lo qu e ms destacaba en ella eran sus ojos, unos ojos grandes y profundos de color del mbar, con p upilas que se movan incesantemente. Continuamente cambian de tamao expandindose o contraynd ose, unas veces con lentitud y otras con rapidez, pasando sbitamente del tamao de una cabeza de alfiler a amenazar con invadir el iris ambarino. Aquellos ojos revelaban que se trataba de una mujer marcadamente felina. Todos sus movimientos eran lentos, suaves, seguros como los de una gata. Las ln eas de su bonito rostro, el contorno de su boca, la nariz breve, la forma de los ojos, la hincha zn de las cejas, todo en ella era felino. Y vena a corroborar esa impresin el modo en que peinaba sus ca bellos, que eran sedosos y oscuros. El seor Gantvoort y yo dijo una vez hechas las presentaciones bamo s a casarnos pasado maana. Su hijo y su nuera se oponan a nuestro matrimonio y lo m ismo mi hermano Madden. Los tres crean que haba demasiada diferencia de edad entre nos otros. Para evitar roces, habamos proyectado casarnos secretamente y pasar un ao o ms en el extra njero. Pensbamos que para nuestro regreso habran olvidado sus objeciones. Ese fue el motiv o por el que el seor

Gantvoort convenci a Madden de que fuera a Nueva York. Tena un negocio pendiente en aquella ciudad, algo relacionado con la liquidacin de sus intereses en una fu ndicin de aceros, y lo utiliz como excusa para enviar a mi hermano all hasta que partiramos en nuest ro viaje de bodas. Madden vive conmigo y me habra sido imposible hacer todos los prepara tivos sin que hubiera sospechado nada. Estuvo el seor Gantvoort aqu anoche? pregunt. No. Le estuve esperando porque bamos a salir. Generalmente vena an dando, pues viva slo a unas cuantas manzanas de este edificio. Cuando vi que eran las och o y an no haba llegado, llam a su casa y Whipple me dijo que haba salido haca ya una hora. Despus vo lv a llamar dos veces. Esta maana telefone de nuevo, antes de leer el peridico, y me dijeron q ue... Al llegar a este punto se le quebr la voz. Esta fue la nica muestr a de emocin que dio durante toda la conversacin. La idea que de ella nos haba dado dado Charles Ga ntvoort y Whipple nos haba llevado a esperar una exhibicin de dolor mucho ms teatral. Pero co nfieso que Creda Dexter me desilusion. Se mostr comedida, discreta y ni siquiera trat de impres ionarnos con sus lgrimas. Estuvo aqu anteanoche el seor Gantvoort? S. Lleg un poco despus de las ocho y se qued aqu hasta las doce. N o salimos. Vino y regres a su casa andando? S. Creo que s. Le dijo algo acerca de que le haban amenazado de muerte? No. Neg rotundamente con la cabeza. Conoce usted a un tal Emil Bonfils? No. Le habl alguna vez de l el seor Gantvoort? No. En qu hotel se aloja su hermano en Nueva York? Las negras pupilas se dilataron abruptamente amagando con invadi r hasta el blanco de sus ojos. Ese fue el primer sntoma de temor que reconoc en ella. Pero excepcin he cha de aquella sbita reaccin, no perdi un pice de su compostura. No l o s . Cundo sali de San Francisco? El jueves. Hace cuatro das. 12 = Page 1 2 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves

Salimos del apartamento de Creda Dexter y recorrimos seis o siet e manzanas en silencio, sumidos en nuestros pensamientos. Al fin O'Gar habl: Esta seora es una gatita. A las caricias responde con un ronroneo . Pero mucho cuidado porque puede sacar las garras. Qu opina de la forma en que se le dilataron las pupilas cuando le pregunt acerca de su hermano? dije. Debe significar algo, pero no s qu. Convendra investigar el asunto y ver si realmente se halla en Nueva York. Si hoy se encuentra ya all es seguro que no pudo estar aqu anoche. Hasta el avin ms rpido tarda de veintisis a veintiocho horas en recorrer la dista ncia de San Francisco a Nueva York. Lo investigaremos afirm . Me parece que Creda Dexter no est muy seg ura de q u e s u hermano no tenga que ver con el asunto. Es posible que Bonfils no ac tuara solo. Pero no creo que Creda est complicada en el crimen. Saba que Gantvoort no haba firmado e l testamento en que la dejaba heredera y no tendra sentido que renunciara a tres cuartos de milln de dlares. Mandamos un largo telegrama a la Agencia Continental en Nueva Yo rk y nos dirigimos a mi oficina para ver si haba llegado respuesta a los cables que envi la no che anterior. Efectivamente, haba llegado. Nuestros detectives no haban hallado el menor rastro de ninguna d e las personas cuyos nombres figuraban en la lista encabezada por el de Gantvoort. Un par de las direcciones que aparecan en ella ni siquiera existan . En dos de las calles en cuestin no haba casa alguna que correspondiera al nmero indicado y nunc a la haba habido. O'Gar y yo pasamos el resto de la tarde recorriendo la distancia que separaba la casa de Gantvoort, en Russian Hills, del inmueble donde vivan los Dexter, int errogando a todo hombre, mujer y nio que viviera, trabajara o jugara a lo largo de los tres ca minos distintos que la vctima poda haber seguido para ir de un edificio al otro. Nadie haba odo el di sparo que hizo Bonfils la noche anterior al crimen. Nadie haba reparado en nada sospechoso la n oche del asesinato. Nadie haba visto a Gantvoort subir a un automvil. Fuimos a la casa de Russian Hills e interrogamos de nuevo al hij o de la vctima, a la esposa de ste y a todos los criados, sin resultado. Ninguno de ellos haba echado de menos nada que pudiera pertenecer a la vctima y que fuera tan pequeo como para poder ocultarl o en un tacn. El par de zapatos que llevaba Gantvoort la noche del crimen era uno de los tre s pares que le haban hecho en Nueva York dos meses antes. Pudo haber arrancado el tacn del zapato i zquierdo, vaciarlo lo suficiente como para introducir en l un objeto de pequeas dimensiones,

y volverlo a clavar otra vez, aunque Whipple insista en que, a menos que la operacin la hubiera llevado a cabo un experto, l habra reparado en ello. Agotadas las posibilidades del interrogatorio, regresamos a la a gencia. En ese momento acababan de recibir un telegrama de la oficina de Nueva York, segn el cual durante los seis meses anteriores al crimen no haba llegado a ese puerto ningn Emil Bonfils n i desde Inglaterra, ni desde Francia, ni desde Alemania. Los detectives que haban recorrido la ciudad tratando de localiza r a todos los apellidados Bonfils tampoco haban averiguado nada de inters. Haban hallado a once B onfils en San Francisco, Oakland, Berkeley y Alameda, pero ninguno tena nada que ve r con el crimen ni saban nada de ningn Emil Bonfils. La bsqueda por los hoteles tampoco haba dad o resultado. O'Gar y yo nos fuimos a cenar juntos. Fue aquella una cena hosca y silenciosa, durante la cual ninguno de los dos pronunci ms de seis palabras. Despus regresamos a la agencia, donde acababa de llegar un nuevo telegrama de Nueva York.

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Dashiell Hammett Antologa de relatos breves para vender a ni de Emil Madden Dexter lleg Hotel McAlpin esta maana con poder notarial intereses Gantvoort en ALTOS HORNOS B. F. y F. Dice no saber nad Bonfils ni del asesinato. Regresa a San Francisco maana.

La hoja de papel en que haba descifrado el telegrama se desliz ent re mis dedos y O'Gar y yo permanecimos silenciosos, sentados uno frente al otro, mirndonos dist radamente por encima del escritorio. Afuera en el corredor se escuchaba el ruido que hacan con los cubos las mujeres de la limpieza. Es un caso extrao dijo finalmente O'Gar. Asent. Lo era. Tenemos nueve pistas continu , que no nos han servido absolutament e para nada. Nmero uno: la llamada que hizo la vctima a su agencia para decirles que un tal Bonfils, con quien ya haba tenido problemas en Pars, le haba amenazado y disparado d espus sobre l.

Nmero dos: la mquina de escribir con que se cometi el crimen y con l a que escribieron la carta y la lista de nombres. An no hemos podido averiguar su proceden cia. Por otro lado, qu clase de arma es esa? Se dira que a Bonfils se le subi la sangre a la cabeza y golpe a Gantvoort con la primera cosa que encontr. Pero, qu haca esa mquina de escribir en un coche robado? Y por qu le haban limado la numeracin? Negu con la cabeza para dar a entender que ignoraba la respuesta y O'Gar continu con la enumeracin de las pistas. Nmero tres: la carta en que se amenaza a Gantvoort y que responde a lo que ste dijo por telfono aquella misma tarde. jiva. Nmero cuatro: las dos balas con la muesca en forma de cruz en la o

Nmero cinco: el joyero. Nmero seis: el mechn de pelo rubio. Nmero siete: el hecho de que desaparecieran los botones del cuell o de la camisa de la vctima y uno de sus zapatos. Nmero ocho: el monedero que hallamos en la carretera con los dos b illetes de diez dlares, los tres recortes de peridico y la lista de nombres. Nmero nueve: el hallazgo al da siguiente del zapato, los botones de l cuello con cuatro botones ms y la llave oxidada, envuelto todo en una hoja de diario de Filadelfia con fecha de cinco das antes. Esta es la lista completa. La nica explicacin posible es que Gantvo ort estafara a ese tal Emil Bonfils, sea quien sea, en Pars en 1902, y que ste haya vuelto ahora p ara vengarse. Recogi anoche a Gantvoort en un automvil robado en que, Dios sabe por qu moti vo, llevaba una mquina de escribir. Tuvieron una discusin, Bonfils le golpe con la mquina y le registr los bolsillos sin que al parecer le robara nada. Decidi que lo que buscaba se hallaba e n el zapato izquierdo de Gantvoort y se lo llev. Lo que no tiene sentido es la desaparicin de l os botones, ni la lista falsa, ni... Si lo tiene le interrump incorporndome ya completamente despierto . Esa es la dcima pista, la que vamos a seguir de ahora en adelante. La lista era inve ntada, a excepcin del nombre y direccin de Leopold Gantvoort. De haber sido autntica nuestros detecti ves habran hallado al menos una de esas cinco personas, pero no encontraron rastro de ning una de ellas. Para colmo, en dos casos los nmeros de las calles ni existan siquiera. Esa lista es falsa. El asesino la puso en el monedero para despis tarnos an ms, aadi los recortes de los peridicos y los veinte dlares y la dej tirada en la car retera cerca del automvil. Y si esto es as hay cien posibilidades contra una de que el resto de la

s pistas sean igualmente falsas. 14 = Page 1 4 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves Desde este momento concedo a esas nueve pistas la credibilidad de un cuento chino y, por lo tanto, voy a actuar contrariamente a ellas. De ahora en adelante voy a buscar a un hombre que no se llame Emil Bonfils, cuyas iniciales no sean ni E. ni B. y que no se hallara en Pars en mil novecientos dos. Un hombre que no tenga pelo rubio, que no lleve una pistola del calibre cuarenta y cinco, y a quien no interesen los anuncios personales en la prensa. Un hombre que no matara a Gantvoort con el fm de recuperar un objeto que llevara oculto en un zapato o en un botn del cuello de la camisa. Ese es el hombre que voy a buscar desde ahora. El sargento O'Gar gui sus ojillos verdes con gesto meditabundo y s e rasc la cabeza. Quiz no sea una locura dijo. Puede que tenga usted razn. Supongamo s que sea as. Qu hacemos? Esa gatita Dexter seguro que no lo hizo, porque la muerte d e Gantvoort le cost tres cuartos de milln. Su hermano tampoco, porque estaba camino de Nueva Y ork y porque adems nadie quita a un tipo de en medio slo porque se le ha ocurrido casars e con su hermana. Charles Gantvoort? El y su mujer son los nicos que salan beneficiados con que el viejo la palmara antes de firmar el segundo testamento. La nica prueba que tenemos de que Charl es no saliera esa noche es su palabra. Los sirvientes no le vieron entre las ocho y las once. U sted mismo estuvo all y no le vio hasta esa hora. Pero ambos le creemos cuando afirma que no sali, y ni usted ni yo sospechamos que liquidara al viejo aunque bien pudo hacerlo. Quin fue entonces? Esa tal Creda Dexter iba a casarse con Gantvoort por su dinero, n o? No creer usted que estaba enamorada de l, verdad? No. Por su modo de ser y por lo que dijo, ms bien creo que estaba enamorada del milln y medio. En eso estbamos de acuerdo continu . Ahora bien, la seorita Dexter n o es ni por asomo una mujer fea. Cree usted que Gantvoort fue el nico pretendiente que ha tenido en toda su vida? Ya veo por dnde va! Ya veo por dnde va! exclam O'Gar. Usted sospecha que puede haber un jovencito que no cuente con mi lln y medio y a quien no le cay muy bien el que un hombre con dinero le quitara la novia. Quin

sabe...

Supongamos que dejamos a un lado todas estas pistas y exploramos esta nueva perspectiva. De acuerdo respondi . Desde maana nos dedicaremos a buscar a un hom

bre que s e

disputaba con Gantvoort la patita de la gata Dexter.

Y para bien o para mal, eso es lo que hicimos. Guardamos todas a quellas preciosas pruebas en un cajn que cerramos con llave y las echamos al olvido. Hecho esto no s lanzamos a la bsqueda de las amistades masculinas de Creda Dexter. Pero el asunto no result ta n fcil como en un principio pareca. A pesar de nuestros esfuerzos por escarbar en su pasado no pudim os dar con ningn hombre que pudiramos catalogar como pretendiente. Creda y su hermano llevaba n viviendo en San Francisco tres aos. O'Gar y yo fuimos de apartamento en apartamento i nvestigando todo aquel perodo e interrogando a todos aquellos que pudieron conocerles, inclu so de vista solamente. Nadie pudo mencionar a un solo hombre que mostrara especial inters por ella , exceptuando a Gantvoort. Al parecer nadie la haba visto con ningn hombre a no ser ste o su herma no. Aunque esto no represent un progreso en la investigacin, al menos nos convenci de que nos hallbamos sobre la pista. Durante aquellos tres aos, nos dijimos, tuvo que haber al menos un hombre en la vida de Creda Dexter adems de Leopold Gantvoort. O nos e quivocbamos de medio a medio, o Creda no era el tipo de mujer capaz de rechazar la atencin masculina, que, dado el modo en que la haba dotado la naturaleza, naturalmente tena que atraer . Y si haba otro hombre, el hecho de que se ocultara tan concienzudamente vena a aumentar la posi bilidad de que estuviera complicado en el asesinato. No pudimos averiguar dnde haban vivido los Dexter antes de traslad arse a San Francisco, 15 = Page 1 5 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves pero su vida anterior no nos interesaba gran cosa. Desde luego, caba la posibilidad de que hubiera reaparecido algn antiguo pretendiente, pero en ese caso habra sido ms fc il descubrir la relacin actual que la anterior. Lo que averiguamos vino a demostrar que Charles Gantvoort no se haba equivocado al catalogar a los Dexter como cazadores de fortunas. Todas sus activid ades apuntaban a eso, aunque

no hubiera habido nada decididamente criminal en su conducta. Volv a ver a Creda y pas toda una tarde en su apartamento interrogn dola sin descanso acerca de su vida amorosa. A quin haba abandonado por Gantvoort y su milln y me dio? Su respuesta fue siempre la misma: a nadie, afirmacin que decid no dar por verdader a. La hicimos observar da y noche sin resultado. Es posible que sosp echara que estaba bajo vigilancia, pero el hecho es que no sali de su apartamento, y si lo h izo, fue para los recados ms inocuos. Hicimos vigilar su apartamento aun cuando estaba fuera de c asa. Nadie lo visit. Intervinimos su telfono y lo que omos no nos descubri nada. Interceptam os su correo y averiguamos que no reciba una sola carta, ni siquiera de propaganda. Mientras tanto habamos descubierto el origen de los tres recortes de prensa hallados en la billetera; procedan de las columnas de anuncios personales de tres pe ridicos distintos, uno de Nueva York, otro de Chicago y otro de Portland. Los anuncios haban ap arecido cinco, cuatro y dos das, respectivamente, antes del asesinato. Los tres peridicos se halla ban a la venta en los quioscos de prensa de San Francisco el mismo da del crimen a disposicin de cual quiera dispuesto a adquirirlos y recortar los anuncios con el fin de confundir a unos c uantos detectives. La corresponsal de la Agencia Continental en Pars haba hallado nad a menos que a seis Emil Bonfils, todos totalmente ajenos al caso, y se hallaba rastreando la pista de otros tres ms. Pero a O'Gar y a m no nos preocupaba ya Emil Bonfils. Esa era una pista que habamos dado por muerta y enterrada. Nos hallbamos dedicados en cuerpo y alma a nu estra nueva tarea: la de encontrar al rival de Gantvoort. As pas el tiempo y as se hallaban las cosas cuando lleg el da del reg reso de Madden Dexter. La agencia de Nueva York le haba estado vigilando hasta que aband on la ciudad e inmediatamente nos notific su partida. As fue como averiguamos en qu tr en llegara a San Francisco. Yo haba decidido interrogarle antes de que viera a su herm ana. El poda decirme lo que tanto deseaba saber y quiz estuviera dispuesto a hablar si lograba ve rle antes de que Creda tuviera oportunidad de cerrarle la boca. De haberle conocido personalmente podra haberle abordado al bajar se del tren en Oakland, pero como no le haba visto nunca y no quera que me acompaara nadie, dec id ir a Sacramento y tomar all el mismo tren en que l viajaba. Introduje una tarjeta de vis ita en un sobre y se la di a un mozo de estacin. Slo tuve que seguirle mientras recorra el tren voceand o: Seor Dexter! Seor Dexter! En el ltimo vagn, el del coche restaurante, un hombre esbelto y de

cabellos oscuros vestido con un traje de tweed muy bien confeccionado, dej de contemplar la estacin a travs de una ventanilla y tendi la mano hacia el mozo. Le estudi con detenimiento mientras abra el sobre nerviosamente y lea mi tarjeta. La barbilla le tembl ligeramente, temblor que vino a subrayar la debilidad de un rostro que ni en los momentos de mayor serenidad podra expresar entereza. Calcul que tendra entre vei nticinco y treinta aos de edad. Llevaba el cabello alisado y partido con raya en medio. Tena oj os grandes, castaos y demasiado expresivos, la nariz pequea y bien formada, el bigote moren o y cuidado y los labios muy rojos... ya conocen el tipo. Cuando levant los ojos de la tarjeta me acomod en un asiento vaco que haba junto a l. Es usted el seor Dexter? Si. Supongo que quiere verme en relacin con la muerte del seor Gan tvoort. 16 = Page 1 6 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves S. Quera hablar con usted y como me hallaba en Sacramento pens que si hacamos el viaje de vuelta juntos podra dirigirle unas preguntas sin hacerle perder mu cho tiempo. Si hay algo en que pueda ayudarles, cuente conmigo me dijo . Pero ya les dije a los detectives de Nueva York todo lo que saba y me parece que no lo consi deraron nada interesante. La situacin ha cambiado desde que sali usted de Nueva York mientra s hablaba estudi su rostro cuidadosamente . Lo que hasta hace poco poda carecer de impo rtancia, puede sernos ahora de gran utilidad. Hice una pausa mientras l se humedeca los labios con la lengua reh uyendo mi mirada. Quiz no sepa nada, pens, pero lo cierto es que est muy nervioso. Le hice es perar unos minutos mientras finga meditar profundamente. Estaba seguro de que si haca las cosas bi en podra sacarle lo que quisiera. Para evitar que los otros pasajeros pudieran or nuestra conversac in, estbamos sentados el uno junto al otro con las cabezas muy juntas, posicin que resultaba muy v entajosa. No hay detective que ignore que para hacer confesar a un hombre de carcter dbil lo mejo r es, sencillamente, acercar el rostro al suyo y hablarle en voz muy alta. Es cierto que en esta ocasin no poda alzar mucho la voz, pero la vecindad de nuestros rostros constitua suficiente ventaj a.

De los hombres que conoca su hermana me decid a preguntarle al fm , cul, aparte del seor Gantvoort, estaba ms interesado en ella? Trag saliva ruidosamente y mir por la ventanilla. Luego se volvi ha cia m y, finalmente, volvi a mirar por la ventanilla. La verdad. No podra decrselo. Enfoqu el asunto de otro modo. Pasemos revista uno por uno a todos los hombres que hayan estado interesados en ella y que ella haya podido corresponder. Madden Dexter dej de mirar por la ventanilla. Cul es el primero? insist. Su mirada se cruz con la ma un segundo. En sus ojos se reflejaba u na tmida desesperacin. Le parecer absurdo, pero yo, a pesar de ser el hermano de Creda, no podra darle el nombre de un solo hombre por el que ella se haya interesado antes de Gantvo ort. Que yo sepa jams ha querido a ningn hombre hasta que le conoci a l. Claro, cabe la posibili dad de que haya tenido algn amoro que yo ignoro, pero... Desde luego que me pareci absurdo. Aquella mujer con quien yo haba hablado y a quien O'Gar haba calificado de gatita no me pareca que pudiera pasarse mucho t iempo sin tener a un hombre al lado. Ese joven atildado que tena junto a m menta. No poda hab er otra explicacin. Le fre implacablemente a preguntas, pero cuando al anochecer lleg amos a Oakland, Madden Dexter segua manteniendo su primera afirmacin, es decir, que, a su ent ender, Gantvoort era el nico hombre que haba cortejado a su hermana. Me di cuenta de que haba e rrado el tiro. Me haba equivocado al juzgar a Madden Dexter un hombre dbil al tratar de desa rmarle con demasiada rapidez, al ir directo al asunto con demasiada urgencia. O Dexter er a ms fuerte de lo que le haba juzgado, o su inters por encubrir al asesino de Gantvoort era mayor d e lo que yo en un principio haba imaginado. Pero al menos la entrevista me llev a la conclusin de que si Dexte r menta, y de eso estaba casi seguro, era porque saba que Gantvoort haba tenido un rival y sosp echaba, o saba con seguridad, que ese rival era el asesino. Cuando bajamos del tren en Oakland supe que haba sido derrotado. Dexter, al menos por ahora, no iba a decirme lo que yo quera saber. A pesar de su evidente deseo de librarse de m, permanec a su lado y sub con l al transbordador que haca la travesa a San Francisco. Queda siempre la posibilidad de que ocurra lo inesperado, y con esa idea e n la cabeza continu 17 = Page 1 7 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves acribillndole a preguntas mientras el transbordador zarpaba. En aquel momento, un hombre fornido vestido con un abrigo ligero y portador de una maleta negra se acerc a donde nos hallbamos sentados. Hola, Madden salud a mi compaero al tiempo que le alargaba la mano

.

Acabo de llegar y estaba tratando de recordar tu nmero de telfono dijo depositando la maleta en el suelo. Los dos hombres se estrecharon la mano calurosam ente. Madden Dexter se volvi hacia m. Quiero presentarle al seor Smith me dijo. Luego dio mi nombre al hombretn, y aadi : trabaja para la Agencia de Detectives Continental aqu en San Franci sco. Esta ltima frase, dicha evidentemente con la intencin de poner a s u amigo sobre aviso, constituy para m un toque de alerta. Por suerte el transbordador iba a barrotado, y nos rodeaban al menos unas cien personas. Respir, sonre amablemente y estrech la mano a l recin llegado. Quienquiera que fuese ese Smith y cualquiera que fuese la relacin que tuviera con el asesinato (y alguna tena que tener o Dexter no se habra precipitado a informarle de mi identidad), era evidente que all no poda hacerme nada. Afortunadamente estbamos rodeados de gent e. Aquel fue mi segundo error del da. Smith se haba metido la mano izquierda en el bolsillo del abrigo, o, mejor dicho, a travs de una de esas aberturas verticales por las que se puede llegar a los b olsillos de la chaqueta sin necesidad de desabrocharse. Con aquel movimiento el abrigo, que llev aba desabrochado, se abri descubriendo el can de una pistola que, oculto a la vista de todos exc epto a la ma, me apuntaba a la cintura. Salimos a la cubierta? ms que pregunta era una orden. Dud. No me gustaba la idea de alejarme de toda aquella gente que nos rodeaba ajena a lo que suceda. Pero Smith no tena aspecto de hombre cauteloso. Ms bien pareca h ombre capaz de pasar por alto la presencia de un centenar de testigos. Me volv y comenc a caminar entre la gente. El avanzaba junto a m co n la mano derecha posada familiarmente sobre mi hombro y sosteniendo con la izquierda la pistola que apoyaba contra mi columna vertebral. La cubierta estaba desierta. Una niebla espesa, tan cargada de h umedad como la lluvia misma la niebla de las noches invernales de San Francisco , flotaba sobre e l barco y el agua y haba empujado a todos los viajeros al interior. Ahora nos rodeaba espesa e impenetrable impidindonos

ver siquiera la proa del barco a pesar de las luces que brillaban so bre nuestras cabezas. Me detuve. Smith me empuj con la pistola. Un poco ms all, donde podamos hablar me dijo al odo. Segu caminando hasta llegar junto a la borda. De pronto sent en la nuca una sbita quemazn. En la oscuridad que se abra frente a m vi brillar unos puntos de luz que crecan, crecan... avanzaban rpidamente h acia m... Semi-inconsciencia! Cuando despert me hall mantenindome a flote mecni camente. Trat de liberarme del abrigo. La nuca me lata salvajemente. Los ojos me ar dan. Me senta pesado y ahto como si hubiera tragado litros y litros de agua. La niebla flotaba pesadamente sobre la baha. No se vea nada. Cuand o al fin logr deshacerme del abrigo, la cabeza se me haba aclarado un poco, pero cuanto ms cons ciente me hallaba, mayor se haca el dolor. A mi izquierda, entre la niebla, brill una luz un instante y desa pareci. De pronto, y procedentes de todas direcciones, comenzaron a sonar en una docena d e tonos infinitas sirenas que avisaban de la niebla. Dej de nadar y me dej llevar por la corriente t ratando de averiguar dnde 18 = Page 1 8 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves me hallaba. Al poco rato distingu las rfagas de sonido, uniformemente espaciad as, de la sirena de Alcatraz. Pero aun as no logr orientarme. El sonido emerga de la niebla carente de direccin y pareca golpearme desde lo alto. Me hallaba en algn lugar de la baha de San Francisco. Eso era todo lo que saba, aunque sospechaba que la corriente me empujaba hacia el puente de Golden Ga te. Al cabo de un rato supe que haba abandonado la ruta de los transb ordadores de Oakland, pues haca tiempo que no me haba cruzado con ningn barco. El descubrimiento m e alegr. En medio de esa niebla lo ms probable es que un barco me arrollara, no que me rec ogiera. Sent fro y comenc a nadar lentamente de modo que la sangre me circu lara, pero reservando energas suficientes para utilizarlas en caso de emergencia. Una sirena se hizo or cada vez ms cerca y al fin la nave de que pr oceda apareci a mi vista. Uno de los transbordadores de Sausalito, pens. Estaba ya muy cerca. Grit sin descanso hasta quedar sin aliento y

destrozarme la garganta. Pero la sirena, con un grito de alarma, ahog mis alaridos. El transbo rdador pas y la niebla se cerr a mis espaldas. La corriente se haba hecho ms fuerte y mi intento de atraer la ate ncin del transbordador me haba debilitado. Me dej arrastrar sin ofrecer resistencia. Sbitamente otra luz apareci frente a m, se detuvo un instante y se desvaneci en la oscuridad. Comenc a gritar agitando los brazos y las piernas desesperadamente, t ratando de desplazarme hacia el lugar donde haba aparecido. Pero la luz no volvi. Comenz a invadirme el cansancio y una sensacin de futilidad. El ag ua ya no estaba fra. Me sent arropado y cmodo en aquella especie de insensibilidad acogedora. Las sienes dejaron de latirme; no senta absolutamente nada. De pronto comenzaron a sonar si renas... sirenas... sirenas... delante, detrs, a derecha, a izquierda... sirenas que me torturaban, que me irritaban... Si no hubiera sido por ellas, habra abandonado todo esfuerzo. Aqu ellas sirenas constituan el nico factor estimulante en la situacin. El agua era agradable, el cans ancio era agradable... Pero las sirenas me atormentaban. Desde mi impotencia, las maldije. Decid nada r hasta donde no pudiera orlas ms, y una vez all, en el silencio de la niebla amiga, entregarme al sueo... De vez en cuando me adormeca, pero el lamento de las sirenas volva a despertarme implac able. Esas malditas sirenas! Esas malditas sirenas! exclam en voz alta un a y otra vez. En ese momento una de ellas comenz a sonar a mis espaldas con cre ciente potencia. Me volv y esper. Ante mi vista aparecieron unas luces envueltas en el vapor d e la niebla. Con exagerada cautela, evitando hacer el menor ruido, me hice a un lado. Una vez que desapareciera aquella molestia, podra dormir. Me re tontamente al ver pasar las luces sintiendo una absurda sensacin de triunfo ante mi habilidad en eludir al barco. Esas malditas sirenas... De pronto la vida, el ansia de vivir, volvi a invadir sbitamente m i ser. Grit al barco que pasaba y aplicando a la tarea hasta la ltima molc ula de mi cuerpo, nad hacia l. Entre brazada y brazada, levantaba la cabeza y gritaba... Cuando por segunda vez recuper el sentido aquella noche, me halla ba tendido boca arriba rodeado de maletas en una camioneta de las utilizadas para el transp orte de equipajes que se mova lentamente. Hombres y mujeres se apiaban alrededor del vehculo caminan do junto a l y mirndome con curiosidad. Me incorpor. Dnde estamos? pregunt. Un hombre uniformado de rostro arrebolado respondi a mi pregunta.

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Dashiell Hammett Antologa de relatos breves ital. Acabamos de llegar a Sausalito. No se mueva. Le llevamos al hosp

Mir en torno mo. Cundo vuelve este barco a San Francisco? Ahora mismo. Me baj de la camioneta y avanc hacia la pasarela del barco. Me voy en l dije. Media hora ms tarde, helado y tembloroso, y manteniendo a duras p enas la boca cerrada para que mis dientes no entrechocaran como dados en un cubilete, sub a un taxi en la terminal del transbordador y me dirig a casa. Una vez all me beb un vaso de whisky, me frot el cuerpo con una toa lla spera hasta sentir escozor en la piel y, a pesar del enorme cansancio que senta y de un indescriptible dolor de cabeza, comenc a sentirme persona otra vez. Telefone a O'Gar para decirle que viniera inmediatamente a mi apa rtamento y despus llam a Charles Gantvoort. No ha visto an a Madden Dexter? le pregunt. mos en q u e No, pero he hablado con l por telfono. Me llam en cuanto lleg. Queda

maana por la maana nos veramos en casa del seor Abernathy y que all me in formar del asunto que gestion en nombre de mi padre. Puede llamarle ahora y decirle que tiene usted que salir de San F rancisco maana temprano y que le gustara verle en su apartamento esta misma noche? Si usted lo desea... Hgalo, por favor. Pasar a buscarle dentro de un rato e iremos a ve rle juntos. Qu es lo que...? Se lo dir cuando le vea le interrump. O'Gar lleg en el momento en q ue acababa de vestirme. Pudo sonsacarle? me pregunt aludiendo a mi plan de abordar a Dexte r en el tren para interrogarle. Si le dije con amargo sarcasmo , pero por poco me olvid de lo que me dijo. Le acribill a preguntas desde Sacramento a Oakland y no pude sacarle ni una pala bra. En el transbordador, camino de San Francisco, me present a un tal Smith avisndole al mismo tiempo de que era detective. Y esto nada menos que en un barco lleno de gente! El seor S mith me arrim el can de su pistola a la barriga, me hizo subir a cubierta, me atiz un cula

tazo en la nuca y me tir a la baha. de que e s e No dir que se aburri, no?

brome O'Gar. Luego frunci el entrecejo . Pue

Smith sea el hombre que buscamos, el que se encarg de liquidar a Gant voort. Pero por qu tuvo que delatarse tirndole a usted por la borda? No tengo ni idea confes mientras buscaba entre mis sombreros aque l que menos presin ejerciera sobre mi dolorida nuca . Dexter saba que yo andaba buscando un antiguo amoro de su hermana. Y por lo que se ve crey que yo saba ms de la cuenta. De no ser as no habra cometido la torpeza de avisar a su amigo de que se las entenda con un sabueso en mis mismas narices. Es posible que cuando Dexter perdi la cabeza y meti la pata de esa manera, Smith se imaginara que antes o despus acabara por emprenderla con l y decidiera lanzarse a eliminarme a la desesperada. Pero de todo eso nos enteraremos dentro de un moment o dije mientras nos dirigamos hacia el taxi que nos aguardaba y salamos en direccin a la ca sa de Gantvoort. No creer que Smith va a estar esperndole, no? me pregunt el sargento . No. Se quedar escondido hasta que vea cmo caen las pesas. Pero Mad den Dexter tendr que dar la cara para protegerse. Tiene una coartada, lo que signific a que en lo que respecta al 20 = Page 2 0 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves asesinato en s es inocente. Y si cree que yo estoy muerto, cuanto ms d la cara ms seguro se encontrar. Pero estoy seguro de que aunque no haya intervenido direct amente en el crimen, sabe perfectamente lo que ha pasado. No pude ver muy bien, pero creo que no sali a cubierta con Smith y conmigo en el transbordador. Ahora estar en su casa y esta vez va a tener que cantar de plano. Charles Gantvoort nos esperaba en la escalinata de su casa. Subi al taxi y nos dirigimos al apartamento de Dexter. No tuvimos tiempo de responder a las pregunta s que Gantvoort nos diriga sin interrupcin. Est en su casa esperndole? pregunt. S. Bajamos del taxi y entramos en el edificio. Deseo ver al seor Dexter. Soy el seor Gantvoort dijo ste al filipin o que se hallaba a cargo de la centralita.

El muchacho habl en el telfono. Suban nos dijo. Cuando llegamos a la puerta del apartamento de los Dexter, me ad elant a Gantvoort y puls el timbre. Creda Dexter abri la puerta. Sus ojos color mbar se dilataron y su sonrisa se le hel en los labios al verme entrar decididamente en el apartamento. Atraves rpidam ente el pequeo vestbulo y entr en la primera habitacin que vi abierta e iluminada. Y all me encontr cara a cara con Smith. Los dos nos sorprendimos, pero su asombro fue mucho ms profundo q ue el mo. Ninguno de los dos esperaba tropezarse con el otro, pero mientras yo saba que l e staba vivo, l me supona en el fondo de la baha. Aprovechando su desconcierto, logr dar dos pasos hacia l antes de que entrara en movimiento. En un abrir y cerrar de ojos ech mano a la pistola. Con cada gramo de mis ochenta kilos de peso reforzados por el re cuerdo de cada segundo que haba pasado en el agua y cada latido de mi nuca dolorida, le encaj un derechazo en pleno rostro. Cuando quiso reaccionar fue demasiado tarde para parar el golpe. Los nudillos me crujieron con el impacto del puetazo y mi mano qu ed totalmente insensible. Pero Smith se derrumb en el suelo y no se movi ms. Saltando por encima de su cuerpo corr hacia la puerta situada al otro extremo de la habitacin mientras que con la mano izquierda desenfundaba la pistola. Dexter no puede andar muy lejos grit por encima de mi hombro a O' Gar, que acompaado de Gantvoort y de Creda traspasaba en ese momento el umbral de la pu erta por la que yo haba entrado . Mucho cuidado! Recorr precipitadamente el resto del apartamento, registrando tod o minuciosamente sin ningn resultado. Luego volv junto a Creda, que, con ayuda de O'Gar y de Gantvoort, trataba de revivir a Smith. El sargento me lanz una mirada por encima del hombro. Quin cree usted que es ese payaso? me pregunt. Es mi amigo, el seor Smith. Gantvoort dice que es Madden Dexter dijo. Mir a Charles Gantvoort, que afirm con la cabeza. Es Madden Dexter dijo. Durante diez minutos nos aplicamos a la tarea de revivirle. Al f in abri los ojos. 21 = Page 2 1 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves Tan pronto como se incorpor comenzamos a dirigirle preguntas y ac

usaciones con la esperanza de obtener una confesin antes de que se recuperara de su as ombro. Pero le dur muy poco. Todo lo que pudimos sacarle fue: o y slo a l. Llvenme si quieren. Si tengo algo que decir, se lo dir a mi abogad

Creda Dexter, que se haba hecho a un lado al recuperar el sentido su hermano y nos miraba a unos pasos de distancia, se adelant bruscamente y me cogi del brazo. Qu tienen contra l? pregunt imperiosa.

No quiero entrar en detalles respond , pero s puedo decirle lo sigu iente. Vamos a darle la oportunidad de demostrar en un juzgado bien moderno y ventilado q ue no mat a Leopold Gantvoort. Pero si estaba en Nueva York... No es cierto. Un amigo suyo fue a Nueva York en su lugar y gesti on los negocios de Gantvoort bajo el nombre de Madden Dexter. Si ste es el autntico Dexte r lo ms cerca que estuvo de Nueva York es cuando se encontr con su amigo para que le entregara los documentos que Leopold Gantvoort le haba confiado. Fue entonces cuando se dio cuenta de que yo haba descubierto involuntariamente su coartada, aunque en aquel momento y o mismo ni lo sospechaba. Creda se volvi para enfrentarse con su hermano. Es eso cierto? le pregunt. El le dirigi una mirada de desprecio y continu palpndose el lugar p reciso de la mandbula donde yo le haba encajado el puetazo. Dir lo que tenga que decir a mi abogado repiti. A l se lo dirs, eh? le respondi ella gritando . Pues yo voy a decir l o que tengo que decir ahora mismo. Se encar conmigo de nuevo. Madden no es mi hermano. Mi nombre es Ives. Le conoc en San Luis hace unos cuatro aos. Juntos fuimos de una ciudad a otra durante un ao aproximadamente y al final vinimos a parar a San Francisco. El era un estafador... y an lo es. Conoci al seor Gantvo ort hace seis o siete meses y estaba tramando venderle un invento falso. Le trajo aqu un par de v eces y, como tenamos por costumbre, me present diciendo que era su hermana. Cuando Gantvoort hubo venido unas cuantas veces, Madden decidi cam biar la tctica y empujarle a una situacin comprometida conmigo para poder hacerle desp us chantaje. Mi tarea consista en seducir al viejo hasta tenerle atado tan corto que no pud iera escapar y hasta que tuviramos algo realmente slido con que amenazarle. Pensbamos sacarle as un montn de dinero. Durante algn tiempo todo sali a pedir de boca. Pero Gantvoort se en amor de m y al final me pidi que me casara con l. Aquello nos pill de sorpresa, pues hasta e ntonces slo nos

proponamos hacerle chantaje. Ante el nuevo cariz que tomaban las cosa s trat de disuadir a Madden de que llevara a cabo su plan. Admito que la fortuna del viej o tuvo algo que ver con eso, pero tambin es cierto que le haba tomado cario. Era un hombre muy bueno en muchos aspectos, mejor que ninguno de los que hasta entonces haba conocido. As pues, le confes a Madden la verdad y le ped que me permitiera cas arme. A cambio le promet pasarle una pensin, pues saba que a Gantvoort podra sacarle todo el dinero que quisiera, y de ese modo me portaba decentemente. Al fin y al cabo l era quien m e haba presentado al viejo y no quera dejarle en la estacada. Estaba dispuesta a hacer por l todo lo que pudiera. Pero Madden no quiso ni or hablar del asunto. A la larga habra saca do mucho ms dinero con mi plan, pero estaba obsesionado con la idea de llenarse los bolsill os lo antes posible. Y para complicar an ms las cosas le dio por los celos. Una noche me peg y aque llo fue l o q u e m e decidi. Desde ese instante me propuse librarme de l. Le dije al seor Ga ntvoort que mi hermano 22 = Page 2 2 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves se opona a nuestro matrimonio y, como era evidente que Madden haba cam biado de actitud con respecto a l, me crey. Decidi quitarle de en medio hasta que partiramos en nuestro viaje de bodas, y con este fin arregl todo para enviarle a Nueva York a gestio nar una transaccin en su nombre. Cre que haba logrado engaarle. No s cmo no me di cuenta de que ad ivinara lo que nos proponamos. Pensbamos permanecer fuera un ao y cre que para nuestro regreso o me habra olvidado o yo estara en situacin de acallarle si intentaba organizar u n escndalo. En el momento en que me enter de la muerte del seor Gantvoort, tuve la corazonada de que Madden era el asesino. Pero como pareca cierto que se hallaba en Nuev a York a la maana siguiente del crimen, pens que haba sido injusta en pensar mal de l y e n el fondo me alegr de que no tuviera nada que ver en el asunto. Pero ahora... Bruscamente se volvi hacia el que hasta entonces haba sido su comp inche. Ahora espero que te cuelguen, cerdo! Luego se volvi hacia m de nuevo. No era ahora la gatita mimosa que conocamos, sino una gata rabiosa que mostraba amenazadora las garras y los dientes bufan do. Qu aspecto tena el tipo que fue a Nueva York en lugar de Madden? Le describ al hombre con el que haba hablado en el tren.

untos. Debe

Evan Felter

dijo despus de meditar unos momentos . Solan trabajar j

haberse escondido en Los ngeles. Apritenle las clavijas y vern cmo canta todo lo que sabe. Es un calzonazos. Lo ms probable es que no supiera lo que Madden se traa entre manos hasta que usted descubri el pastel. Qu te parece esto? le escupi las palabras a Dexter . Qu te parece esto para empezar? T me aguaste la fiesta, eh? Pues ahora voy a dedicarme en cuerpo y alm a a ayudarles a conseguir que te cuelguen. Y como lo dijo, lo hizo. Con su ayuda no nos fue difcil reunir la s pruebas suficientes para llevarle a la horca. Y dudo mucho que el remordimiento de lo que le hizo a Madden le enturbie ni por un segundo la dicha de disfrutar de tres cuartos de milln de dlare s. Creda Dexter es hoy una mujer respetable y est encantada de haberse librado de aquel indeseab le.

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Dashiell Hammett Antologa de relatos breves La muerte de Main [ The Main death, 1927] Un relato de El Agente de la Continental

El capitn me dijo que Hacken y Begg eran los que llevaban el caso . Les alcanc en el momento en que salan de la Sala de Juntas de la Jefatura de Polica. Be gg era un peso pesado con la cara plagada de pecas, tan afable como un San Bernardo, pero much o menos inteligente. El sargento-inspector Hacken, alto, delgado y mucho menos comunicativo que su compaero, era el que llevaba el peso intelectual del equipo tras un rostro enjuto y p reocupado. Tiene prisa? pregunt. Siempre andamos con prisa cuando se trata de volver a casa dijo Begg. Las pecas parecieron treparle por el rostro para hacer lugar a una sonrisa. Qu quera? pregunt Hacken. Que me dijeran qu saben del asunto Main, si es que saben algo. Va a trabajar en el caso? S respond . En nombre del jefe de Main, Gungen. Entonces podr decirnos una cosa. Por qu llevaba encima veinte mil dl ares en efectivo? Se lo dir maana por la maana promet . No he visto a Gungen todava. Ten go una cita con l esta noche. Mientras hablbamos habamos entrado en la Sala de Juntas, amueblada con pupitres y bancos como una sala de clase de escuela. Aqu y all quedaban an algunos policas redactando sus informes. Nos sentamos los tres en torno al pupitre de Hacken, el sa rgento larguirucho, que en seguida comenz a hablar. Main volvi a su casa el domingo a las ocho de la noche con veinte mil dlares en el bolsillo. Vena de Los ngeles, donde haba ido a vender algo por encargo de Gungen. A usted le toca averiguar por qu llevaba tanto dinero en efectivo encima. Le dijo a s u mujer que haba hecho el viaje de vuelta en coche con un amigo, no sabemos quin. Su esposa se acost hacia las diez y media y le dej leyendo. Tena el dinero, doscientos billetes de cien dla res, en una cartera de color marrn. Hasta aqu todo perfecto. El lea en la sala, ella dorma en el dormito rio. Estaban los dos solos en el apartamento. De pronto un alboroto despert a la seora Main. Salt

de la cama y corri a la sala donde hall a su marido luchando a brazo partido con un par de ho mbres. Uno de ellos era alto y fornido; el otro era de corta estatura y de constitucin casi femeni na. Ambos llevaban un pauelo negro sobre la cara y gorras caladas hasta los ojos. Cuando la seora Main apareci en la sala, el de menor estatura se vo lvi hacia ella y, apuntndola con una pistola, la oblig a permanecer inmvil y a guardar si lencio. Su esposo y el otro hombre seguan enzarzados en la pelea. Main empuaba una pistola, p ero su asaltante haba logrado aferrarle la mueca y se la retorci obligndole a soltar el arma. Acto seguido el enmascarado sac su propia pistola y mantenindose a cierta distancia se agach a recoger la que haba soltado su vctima. En el momento en que lo hizo, Main se abalanz s obre l y crey desarmarle sin darse cuenta de que su atacante haba tenido tiempo de coger el arma que l haba dejado caer. Durante un par de segundos los cuerpos de los dos hombr es se confundieron en la pelea sin que la seora Main pudiera ver exactamente lo que ocurra. De pronto se oy un disparo y Main se desplom. Su chaleco arda en el lugar en que le haba alcanzado el dis paro. Haba recibido un balazo en pleno corazn. Su pistola humeaba en la mano del enmascarado . La seora Main se desmay. 24 = Page 2 4 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves Cuando volvi en s estaba sola en el apartamento con el cadver de su marido. La cartera de ste haba desaparecido y tambin su pistola. Haba estado inconsciente una media hora. Lo sabemos porque nos informaron a la hora exacta en que son el disparo varios vecinos que lo oyeron, aunque no pudieron localizar su procedencia. El apartamento de los Main est en la sexta planta de un edificio d e ocho pisos. El edificio de al lado, el de la esquina de la Avenida 18, es una casa de dos plant as, en la de abajo hay una tienda de comestibles y en la de arriba vive el propietario del establecimi ento. La trasera de los dos inmuebles da a un callejn estrecho. Prosigamos. Kinney, el vigilante de la zona, pasaba en aquel momento por la A venida 18 y oy el disparo. Lleg a sus odos con toda claridad porque el apartamento de los Main es t situado en la fachada del edificio que da a la casa que acabo de describirle, pero no pudo decidir inmediatamente de

dnde proceda el sonido. Perdi un tiempo precioso inspeccionando la aven ida, y para cuando lleg al callejn su presa haba volado. Al menos hall que en su huida haban dejado caer la pistola de Main, la que haban utilizado para cometer el crimen, pero no vio a ningn sospechoso. Ahora bien, saltar desde la ventana del pasillo del tercer piso d el edificio de apartamentos al tejado de la casa vecina es cosa de nios. Cualquiera que no sea un pa raltico puede entrar y salir sin la menor dificultad por esa ventana que adems no est nunca cerrada. Y bajar desde el tejado de esa casa al callejn es igualmente sencillo. Una caera de hierro, el ant epecho de una ventana y las bisagras salientes de una puerta forman una escala casi perfecta que permite subir y bajar por esa pared. Begg y yo lo hicimos sin ningn problema. Es muy probable que l os asesinos subieran por ella. Al menos sabemos con seguridad que fue por all por donde escapa ron. En el tejado de la casa de la tienda de ultramarinos hallamos la cartera de Main, vaca desde luego, y un pauelo. La cartera tiene cantoneras de metal y el pauelo se haba enganchado en un a de ellas. Era de Main el pauelo? Era de mujer. Tena una E bordada en una esquina. Perteneca a la seora Main? La seora Main se llama Agnes dijo Hacken . Se lo mostraron y no lo reconoci, aunque s identific la pistola y la cartera como pertenecientes a su esposo. R econoci, sin embargo, el aroma que despeda, un perfume llamado Dsir du Coeur. Basndose en est o aventur la conjetura de que el asaltante de menor estatura poda tratarse de una mujer. Ant eriormente ya le haba descrito como de constitucin femenina. Encontraron huellas o indicios de alguna clase? pregunt. No. Phels examin el apartamento, la ventana, el tejado de la ca sa vecina, la billetera y la pistola. Nada en absoluto. Podra reconocer la seora Main a los asaltantes? Dice que podra reconocer al ms bajo. Quiz sea cierto. Tiene idea de quin pudo hacerlo? puerta. An no respondi el sargento larguirucho mientras avanzbamos hacia la

Ya en la calle me separ de los dos policas y me dirig a la casa de Bruno Gungen, situada en Westwood Park. Gungen, comerciante en joyas raras y antiguas, era hombre de cor ta estatura y bastante pintoresco. Vesta un esmoquin ceido a la cintura como un cors y provist o de enormes hombreras. El cabello, el bigote y la barba, que llevaba teidos de negro y cubie rtos de brillantina, le relucan casi tanto como las uas largas, rosadas y puntiagudas. Hubiera aposta do a que el arrebol de aquellas mejillas cincuentonas era colorete. Emergi de las profundida des de un amplio silln de cuero y me tendi una mano blanda y caliente no mayor que la de un nio

al tiempo que se inclinaba sonriendo con la cabeza ligeramente ladeada.

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Dashiell Hammett Antologa de relatos breves Luego me present a su mujer, que me hizo un saludo con la cabeza sin levantarse de la silla que ocupaba junto a la mesa. En apariencia no contaba ms que un terci o de la edad de su marido. Deba tener unos diecinueve aos, pero pareca que tena diecisis. Era aproxi madamente de la misma estatura que ste y tena el rostro cetrino, hoyuelos en las mejil las, ojos castaos y redondos, labios gruesos muy pintados y el aire de una mueca cara en el escapar ate de una juguetera. Bruno Gungen le explic con cierto detalle que yo trabajaba para l a Agencia de Detectives Continental y que me haba contratado para que ayudara a la polica a en contrar a los asesinos de Jeffrey yMain y a recuperar los veinte mil dlares robados. La mueca murmur Ah, s! en un tono que no dejaba lugar a dudas respecto a su falta de inters por el asunto, y luego se levant diciendo: Entonces les dejo.... No, no, cario respondi su esposo agitando sus dedos rosados en el aire . Ya sabes que yo nunca te oculto nada volvi hacia m de una sacudida su ridculo rostro y pregunt con una risilla : No cree usted que entre marido y mujer no debe haber secreto s? Fing estar de acuerdo con l. Ya s, querida dijo dirigindose a su esposa, que haba vuelto a tomar asiento , que ests tan interesada como yo en este asunto porque ambos sentamos el mismo afecto por el pobre Jeffrey. No es cierto? Ella repiti Ah, s!, con la misma falta de inters que en el caso anteri or. Gungen se volvi hacia m y me dijo: Y bien?, como animndose a hablar. Habl con la polica. Hay algo que pueda aadir usted a lo que me dijer volvi el rostro hacia su mu

on? Alguna

novedad o algo que no les dijera a ellos? jer . Hay algo, Enid? Nada que yo sepa replic sta.

Gungen ri tontamente y me mir despus con deleite. As es dijo . No sabemos nada ms. Main regres a San Francisco el domingo por la noche a las ocho en punto, tres horas antes de que le mataran, con veinte mil dlares en billetes de cien. Cmo es qu

e llevaba todo ese dinero? Era el producto de una venta que efectu en mi nombre a uno de mis clientes explic Gungen , el seor Nathaniel Ogilvie, de Los ngeles. Por qu lo llevaba en efectivo? maliciosa. mos decir. La cara pintada del hombrecillo se agudiz en un gesto de astucia Un pequeo enjuague admiti de buen grado . Un truco del oficio, podra

Conoce usted el gnero de los coleccionistas? Ah tiene buen campo para l a investigacin. Ver, me vino a las manos una tiara de oro de la antigua Grecia, o mejor, permtame que me corrija, supuestamente trabajada en la antigua Grecia y supuestamente hallada en el sur de Rusia, cerca de Odessa. Si son ciertas o no estas suposiciones no lo s, pero lo ciert o es que la tiara es una maravilla. Emiti una risilla ahogada. Tengo un cliente, el seor Nathaniel Ogilvie, de Los ngeles, que po see un apetito devorador por esa clase de objetos, un tipo que tiene la mana de lo perfecto. E l valor de ese tipo de joyas, como usted se puede imaginar, es exactamente la cantidad que el clie nte est dispuesto a pagar por ellas, ni ms ni menos. Lo mnimo que hubiera pedido por esa tiara, vend indola como una joya cualquiera, hubiera sido diez mil dlares, pero cmo puede considerarse u na joya cualquiera una corona de oro trabajada hace siglos para un rey escila que yace hoy en el olvido? Imposible! As pues, Jeffrey se llev la tiara a Los ngeles envuelta en algodones y me ticulosamente empaquetada para mostrrsela al seor Ogilvie. Tena instrucciones de no revelar de qu modo haba llegado la joya a n uestras manos. En lugar de ello hara unas referencias veladas a intrigas y contrabandos , salpicadas con unas gotas de 26 = Page 2 6 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves violencia y algn crimen que otro, lo suficiente para justificar el se creto. Para un coleccionista de corazn, no hay cebo mejor. Nada le merece su estima a menos que se ha ya conseguido con dificultad. Jeffrey tena instrucciones precisas de no mentir. Eso s que no! Mon Dieu, eso habra sido vergonzoso, despreciable! Pero s dejara adivinar todo lo suficien te y se negara, y cmo!, a aceptar un cheque por la tiara. Nada de cheques, caballero! Nada que p

ueda dejar rastro! Dinero contante y sonante! Un pequeo tejemaneje, como ve, pero inofensivo. El seor Ogilvie iba a comprar la tiara de todos modos y con ese pequeo truco le aumentbamos el placer de poseerl a. Adems, quin dice que la tiara no sea autntica? Y si lo es, todas las alusiones de Jeff rey tendran algo de verdad. El seor Ogilvie pag por ella veinte mil dlares y por eso el pobre Jeffrey llevaba encima esa cantidad en efectivo agit en el aire una mano rosada, afirm vigorosame nte con su cabeza teida, y acab con un Voil! Eso es todo. Le llam Main cuando volvi? pregunt. El joyero sonri como si mis palabras le hubieran hecho gracia y v olvi la cabeza para dirigir la sonrisa a su mujer. Nos llam, Enid, cario? dijo brindndole la pregunta. Ella frunci los labios de mal talante y se encogi de hombros con i ndiferencia. Nos enteramos de que haba vuelto replic Gungen interpretando sus g estos el lunes por la maana, cuando nos informaron de su muerte. No es cierto, pichona ma? Su pichona murmur S, y se levant de la silla, diciendo: Tengo que escribir una carta. Me disculpan? Desde luego, tesoro r espondi Gungen al tiempo que ambos nos ponamos de pie. Camino de la puerta la mujer pas junto a su esposo, que frunci la nariz e hizo girar las pupilas en una caricatura de xtasis. Qu delicioso perfume, amor mo! exclam . Qu olor tan divino! Qu poem el olfato! Tiene nombre esa esencia, cario? Si. replic ella detenindose en el umbral de la puerta. Cul es? Dsir du Coeur contest sin volver la cabeza mientras sala de la h abitacin. Bruno Gungen volvi a rer con su risita tonta. Me sent de nuevo y le pregunt qu saba de Jeffrey Main. Todo lo que se puede saber de una persona, ni ms ni menos me aseg ur . Durante doce aos, desde que Jeffrey tena dieciocho, fue mi brazo derecho. Qu clase de hombre era? Bruno Gungen volvi hacia m las rosadas palmas de sus manos. Qu clase de hombre es cualquiera de nosotros? pregunt. Aquello no me deca nada y permanec callado, esperando. Le dir comenz a decir el hombrecillo en aquel momento , Jeffrey tena

el olfato y la aficin necesarios para este tipo de trabajo. No hay un hombre en el m undo entero, excepto yo, que sepa tanto de este oficio como saba l. Y por aadidura era honrado a car ta cabal. Que nada de lo que yo diga le haga pensar lo contrario. Nunca he tenido una cerradu ra de la que Jeffrey no poseyera la llave y la hubiera tenido siempre de haber vivido ms tiem po. Slo tena un pero. En lo referente a su vida privada si le describie ra como sinvergenza me

quedara corto. Era bebedor, jugador, mujeriego, manirroto... Dios mo, l o que gastaba ese hombre! En lo que respecta a la bebida, al juego, a las mujeres y al gastar era un tipo disoluto sin el menor gnero de dudas. No tena ni idea de lo que es la moderacin. Del dinero q ue recibi de una herencia y de los cincuenta mil dlares o ms que tena su esposa cuando s e casaron no quedan ni 27 = Page 2 7 =

Dashiell Hammett Antologa de relatos breves los rastros. Por suerte tena seguro de vida, de modo que su esposa no ha quedado en la miseria. Era un verdadero Heliogbalo ese hombre! Cuando me levant para irme, Bruno Gungen me acompa hasta la puerta. Le dije Buenas noches, y camin por el sendero de grava hasta el lugar donde haba estac ionado el coche. La noche era limpia, oscura y sin luna. Los altos arbustos que s e alzaban a ambos lados de la casa formaban dos paredes negras. Hacia la izquierda rompa la oscurid ad un agujero grisceo apenas visible, una mancha oval del tamao de un rostro. Sub al automvil, encend el motor y arranqu. Al llegar al primer cruc e dobl a la derecha, estacion y volv a pie hacia la casa. Aquel valo del tamao de un rostro m e haba inspirado curiosidad. Al llegar a la esquina, vi a una mujer, que al parecer proceda de la casa de los Gungen, venir corriendo en direccin a donde yo me hallaba. Las sombras de la tapia me ocultaban a su vista. Cautelosamente retroced hasta llegar a un portn con saledizos de ladri llos y me escond entre ellos pegndome lo ms posible a la pared. La mujer cruz la calle y corri hacia la lnea del tranva. No consegu ms que corroborarme en la idea de que era mujer. Quiz viniera d e la casa de los Gungen, quiz no. Haba un cincuenta por ciento de posibilidades. Me inclin por e l s y la segu. Se dirigi a la farmacia que haba junto a la parada del tranva. All h izo una llamada telefnica y pas diez minutos hablando. Opt por no entrar en el establecimiento a escuchar lo que deca y me qued en la acera de enfrente contentndome con estudiarla con la mir ada. Tena unos veinticinco aos y era de altura mediana, ms bien llenita, de ojos color gris plido subrayados de bolsas, nariz ancha y labio superior prominente. No ll evaba sombrero e iba envuelta en una larga capa de color azul. Desde la farmacia la segu hasta la casa de los Gungen, donde entr

por la puerta trasera. Se trataba probablemente de una criada, pero no era la doncella que me haba abierto la puerta. Volv a mi automvil y regres a la oficina. Tiene trabajo esta noche Dick Foley? pregunt a Fiske, el encargado

nocturno de la Agencia de Detectives Continental. No. Sabes el chiste del tipo al que acaban de operarle del cuello ? Fiske aprovecha cualquier oportunidad para largarle a uno doce chistes seguidos. Me precipit a contestar: S. Busca a Dick y dile que tengo un trabajito para l en Westwood P ark maana por la maana. Se trata de seguir a una persona. Le di a Fiske para que se la transmitiera a Dick la direccin de G ungen y la descripcin de la muchacha que haba hecho la llamada telefnica desde la farmacia, le ase gur que saba el chiste del negrito llamado Opio y tambin lo que le dijo el viejo a su mujer el da de sus bodas de oro, y antes de que me amenazara con contarme otro chiste me refugi en mi de spacho, donde escrib y puse en clave un telegrama dirigido a la oficina de Los ngeles en el que peda que investigaran todo lo referente al viaje de Main a aquella ciudad. A la maana siguiente recib la visita de Hacken y Begg y les puse a l tanto de lo que Gungen me haba dicho respecto a que los veinte mil dlares fueran en efectivo. Los inspectores me dijeron a su vez que un confidente les haba informado de que un tal Bunky Dah l, un delincuente local que actuaba en solitario y se haca con un buen pasar secuestrando camiones cargados especialmente de bebidas alcohlicas, haba estado haciendo alarde de dinero desde la muerte de Main. An no le hemos arrestado dijo Hacken . No hemos podido dar con l, p ero sabemos dnde encontrar a su novia. Claro, puede haber escondido la pasta en o tra parte. A las diez de aquella maana tuve que ir a Oakland a prestar testi monio en contra de dos estafadores que haban vendido toneladas de acciones de una supuesta fb rica de productos de goma.

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Dashiell Hammett Antologa de relatos breves Cuando regres a la agencia a las seis de la tarde encontr sobre la mesa de mi despacho un telegrama de Los ngeles, segn el cual Jeffrey Main haba rematado la tra

nsaccin con Ogilvie el sbado por la tarde, haba pagado inmediatamente despus la cuenta del hot el y haba tomado el tren nocturno que haba de depositarle en San Francisco el domingo por la maana. Los billetes de cien dlares con que Ogilvie le haba pagado la tiara eran nuevos y de n umeracin consecutiva. El Banco de ste haba dado los nmeros al agente de Los ngeles. Antes de dar por terminada la jornada llam a Hacken, le inform del contenido del telegrama y le di la numeracin de los billetes. An no hemos localizado a Dahl me dijo. A la maana siguiente lleg el informe de Dick Foley. La muchacha ha ba salido de la casa de los Gungen la noche anterior para dirigirse a la esquina de la aveni da Miramar y la calle Southwood donde la esperaba un hombre en el interior de un Buick. Dick le desc ribi como de unos treinta aos de edad, un metro setenta y cinco de estatura, unos sesenta y cin co kilos de peso, tez normal, ojos y cabellos castaos, rostro alargado con mentn prominente, sombrer o, traje y zapatos marrones y abrigo gris. La muchacha